Taller Virtual Etica #6 Del Aseo en Nuestra Personas
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AREA: ETICA
ALUMNO(A) __________________________________________________________________
I. — El aseo es una gran base de estimación social y contribuye poderosamente a la conservación de la salud.
Nada hay, por otra parte, que comunique mayor grado de belleza y elegancia a cuanto nos concierne,
que el aseo y la limpieza. Los hábitos del aseo revelan además hábitos de orden, de exactitud y de
método en; los demás actos de la vida.
II. — El aseo en nuestra persona debe hacer un gran papel en nuestras diarias ocupaciones; y nunca
dejaremos de destinarle la suma de tiempo que nos reclame, por grande que sea la entidad y el número
de negocios a que vivamos consagrados.
III. — Así como no debemos nunca entregarnos al sueño sin alabar a Dios y darle gracias por todos sus
beneficios, lo que podría llamarse asear el alma, tratando de despojarla por medio de la oración, de las
manchas que las pasiones han podido arrojar en ella durante el día, tampoco debemos entrar nunca en la
cama sin asear nuestro cuerpo, no sólo para la satisfacción que produce la propia limpieza,, sino a fin de
estar decentemente prevenidos para cualquier accidente que pueda ocurrimos en medio de la noche.
IV. — Al acto de levantarnos, luego que hayamos llenado el deber de alabar a Dios y de invocar su asistencia
para que dirija nuestros pasos en el día que comienza, asearemos también nuestro cuerpo, todavía más
cuidadosamente que al acostamos.
V. — Es posible que alguna vez no podamos asearnos bien antes de entrar en la cama, porque el sueño o
cualquier otra circunstancia propia de la hora nos lo impida; más al levantarnos, no lo omitamos jamás.
Entonces nos lavaremos la cara con dos aguas, los ojos, los oídos interior y exteriormente, todo el cuello
alrededor, etc., etc. nos limpiaremos la cabeza y nos peinaremos.
VI. — No nos limitaremos a lavarnos la cara al acto de levantarnos: repitamos esta operación por lo menos una
vez en el día, y además, en todos aquellos casos extraordinarios en que la necesidad así lo exija.
Acostumbrémonos a usar los baños llamados de aseo que son aquellos en que introducimos todo el
cuerpo en el agua con el objeto principal de aseamos, o bien los baños de regadera o ducha.
VII. — Como los cabellos se desordenan tan fácilmente, es necesario que tampoco nos limitemos a peinarlos
por la mañana, sino que lo haremos además todas las veces que advirtamos no tenerlos completamente
arreglados.
VIII. — Al acto de levantarnos, debemos hacer gárgaras, lavarnos la boca, limpiar escrupulosamente nuestra
dentadura interior y exteriormente. Los cuidados que empleemos en el aseo de la boca, jamás serán
excesivos.
IX. — Después que nos levantemos de la mesa, y siempre que hayamos comido algo, limpiemos igualmente
nuestra dentadura; pero nunca delante de los extraños ni por la calle,- pues esto no está admitido entre la
gente culta.
X. — Nuestras manos nos sirven para casi todas las operaciones materiales de la vida, y son por lo tanto la
parte del cuerpo que más expuesta se halla a perder su limpieza. Lavémoslas, pues, con frecuencia
durante el día, y por de contado, todas las ocasiones en que tengamos motivo para sospechar siquiera
que no se encuentran perfectamente aseadas.
XI. — Las uñas deben ser recortadas cada vez que su crecimiento llegue al punto de oponerse al aseo; y en
tanto que no se recorten, examínense a menudo, para limpiarlas en el momento en que hayan perdido su
natural blancura.
XII. — Algunas personas suelen contraer el hábito de recortarse las uñas con los dientes. Esta es una grave
falta contra el aseo, porque, así se impregnan los dedos de la humedad de la boca, con la cual el hombre
fino y delicado no pone jamás en contacto otros cuerpos que aquellos que sirven a satisfacer las
necesidades de la vida.
XIII. — Es, según esto, contrario al aseo y a la buena educación, el humedecerse los dedos en la boca para
facilitar la vuelta de las hojas de un libro, la separación de varios papeles, o la distribución d loa naipes en
juego.
Bibliografía
Carreño, Manuel Antonio, Compendio del manual de urbanidad y buenas maneras, Caracas, , 1853.
. CAPITULO II Del aseo. ARTICULO I. — Del aseo en nuestra persona