Espacio Sonoro
Espacio Sonoro
Espacio Sonoro
Pero el sonido posee además un carácter evocador que hace posible que nos
situemos o establezcamos referencias de manera contextuada. Según Steven
Feld la escucha y la producción de sonidos son competencias corporeizadas que
sitúan a los actores sociales y su posibilidad de agencia en mundos históricos
concretos (Feld 1984).
Algunos antecedentes
Cuando decimos que los sonidos son percibidos, muchas veces nos referimos a los
sentidos. Cada sentido aporta un marco de referencia distintivo a través del cual
se percibe el mundo. De esta manera, los sentidos no sólo existen en tanto
mecanismos fisiológicos generando sensaciones, sino que además poseen una
cualidad cultural que es la que permite mediar entre la realidad y la experiencia
(Merleau Ponty 1975).
Esto quiere decir que una determinada fuente sonora o evento sonoro puede ser
percibido de manera distinta por dos o más sujetos, y esto dependerá no sólo de
determinadas condiciones neurofisiológicas, sino fundamentalmente por la
experiencia vivida (Merleau Ponty 1945). Inclusive una misma fuente sonora
puede ser percibida de manera distinta en dos momentos y/o contextos distintos
por un mismo sujeto. De esta manera, los sonidos adquieren significados
múltiples que van a depender no sólo del contexto sino también de la situación
biográfica y el habitus de cada sujeto (Bourdieu 1987).
Identidad sonora
Las entrevistas a su vez fueron complementadas por dos tipos de “pies sonoros”.
Por un lado se les preguntaba de manera abierta sobre qué sonidos serían los
que caracterizaban al barrio, y por otro se les hacía escuchar algunos sonidos y se
les preguntaba si reconocían de qué parte del barrio se trataba. En ambos casos
surgieron ciertas caracterizaciones de cada lugar que indicaban una carga de
significación en la que los aspectos sonoros tendían a reforzar las percepciones
sociales de estos espacios y por otro cierta naturalización de numerosos sonidos
como las campanas de la iglesia, la bocina del tren o el silbato del policía en
personas que pasan horas o de manera rutinaria en sitios alcanzados por estos
sonidos. En dichas entrevistas realizadas aparecieron, entre otras problemáticas
sociales asociadas al sonido: la inseguridad, la delincuencia, la droga (sonidos de
disparos, autos, gritos, etc.), el establecimiento de talleres textiles clandestinos (el
sonido constante de sus máquinas), y la presencia de “gente que no es del barrio”.
A partir de algunas de las categorías como música, ruido y la carga valorativa de
determinados sonidos se pudo trabajar sobre estas percepciones sociales hacia el
interior de un barrio atravesado por las tensiones sociales y discursos
discriminatorios.
Memoria sonora
Otra de las formas en las cuales los sujetos otorgamos sentido a nuestras formas
de ser y estar en el mundo, es a través de la actualización de la memoria tanto
individual como social. Uno no recuerda sólo, aun cuando las memorias
personales son únicas y singulares (Jelin 2001). Estos recuerdos personales están
inmersos en narrativas colectivas, que a menudo están reforzadas en rituales y
conmemoraciones grupales (Ricoeur 1999).
Conclusiones
Los sonidos poseen un carácter referencial que excede los rasgos acústicos e
inciden en la representación del espacio. A partir de la percepción del espacio
sonoro urbano es posible abordar las dinámicas, las tensiones, y las diferentes
formas en que el espacio urbano es percibido, representado, evocado y
practicado.
Una de las intenciones que subyace al presente trabajo es el interés por una
teoría y epistemología del sonido que oriente nuestras sensibilidades hacia
aquellas estéticas y poéticas de la vida cotidiana resituando el sonido en la esfera
de una escucha activa, crítica y reflexiva.
Referencias bibliográficas
Notas