Sana Critica de La Prueba

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Autos: Froilana Correa c/Sucesión de Elpidio Correa s/Reconocimiento de

Sociedad de Hecho
País: Paraguay
Tribunal: Corte Suprema de Justicia - Sala Civil y Comercial
Fecha: 02-07-2004
Cita: IJ-LXXXVIII-352 N° de Resolución: 964

1. Corresponde confirmar la resolución que hizo lugar a la demanda promovida por una
mujer que buscaba demostrar la existencia de una sociedad de hecho que ella,
conjuntamente con su hijo constituyó con el demandante, en tanto examinando la
actividad probatoria de la parte actora es factible concluir que ha producido
suficientes elementos de convicción, teniendo en cuenta que tratándose de
sociedades de hecho basta con probar elementos que exterioricen la affectio
societatis, máxime cuando no se puede ignorar la realidad en torno a estas
sociedades que existen a lo largo del territorio y que por variadas razones,
especialmente simplistas, en ellas aparece uno solo de los socios como cabeza visible
del grupo, pero que por la experiencia y el desenvolvimiento lleva a la unívoca
significación de su existencia real.

2. La sociedad de hecho, es aquella en cuya constitución no se observan las


formalidades legalmente previstas para que adquiera personalidad jurídica, pero en
las cuales existen, no obstante, los elementos propios de una sociedad que permitan
identificarla como tal; es la que carece de convenio expreso entre los socios, que se
unen para alcanzar un lucro, sin preocuparse de más requisitos.

3. La Sana Crítica consiste en la apreciación de las reglas de la lógica, la sicología y la


experiencia común transportadas a normas no jurídicas, pero si lógicas y
experimentales que regulan el correcto discurso de la mente del Magistrado en sus
operaciones intelectivas.

4. Las reglas de la Sana Crítica, aunque no definidas en la ley, suponen la existencia de


ciertos principios generales que deben guiar en cada caso la apreciación de
la prueba y que excluyen por ende, la discrecionalidad absoluta del juzgador; se
trata, por un lado, de los principios de la lógica, y, por otro lado, de las máximas de
experiencia, es decir, de los principios extraídos de la observación del corriente
comportamiento humano y científicamente verificables, actuando ambos,
respectivamente, como fundamentos de posibilidad y realidad.

Corte Suprema de Justicia


Asunción, 2 de Julio de 2004.-

CUESTIONES

¿Es nula la sentencia apelada?

En su caso, ¿se halla ella ajustada a derecho?

Practicado el sorteo de ley para determinar el orden de votación dio el siguiente resultado:
BAJAC ALBERTINI, GARAY y TORRES KIRMSER.

A la primera cuestión planteada, el Doctor BAJAC ALBERTINI dijo: El recurrente no


fundamentó este recurso. Tampoco se observan vicios en la sentencia ni en el procedimiento
anterior que harían procedente la declaración de nulidad de oficio, por lo que voto por la
negativa de la primera cuestión.

A su turno, los Doctores GARAY y TORRES KIRMSER manifestaron, que se adhieren al voto del
ministro preopinante, por sus mismos fundamentos.

A la segunda cuestión planteada, el Doctor BAJAC ALBERTINI prosiguió diciendo: Froilana


Correa demandó a la sucesión de Elpidio Correo por reconocimiento de sociedad de hecho,
alegando haber constituido, conjuntamente con su hijo, la Casa Comercial Feria Ko?e Porá
en el año 1973, ubicada en la ciudad de Concepción.

Por S.D. N° 121 del 19 de junio de 2000, el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil,
Comercial, Laboral y Tutelar del Menor del Primer Turno de la ciudad de Pedro Juan
Caballero, resolvió no hacer lugar, con costas, a la demanda sobre reconocimiento de
sociedad de hecho promovida por la Sra. Froilana Correa contra la sucesión de Elpidio
Correa, e imponer las costas en el orden causado.

Por el Acuerdo y Sentencia N° 70 del 29 de octubre de 2001, el Tribunal de Apelación de la


Circunscripción Judicial de Concepción, resolvió desestimar el recurso de nulidad, revocar la
S.D.N° 121 de fecha 19 de junio de 2000 y, en consecuencia hacer lugar a la demanda
promovida por Froilana Correa contra la sucesión de Elpidio Correa sobre reconocimiento de
sociedad de hecho, e imponer las costas a la perdidosa.

La parte demandada apela, argumentando que el Tribunal de Apelaciones incurrió en


importantes contradicciones de apreciación de los hechos e incluso del propio derecho.
Afirma que entre los documentos presentados por la actora no existe ninguno que sea
suficientemente válido para probar que Froilana Correa realizaba actos de comercio con
otros comerciantes. Señala que, en contrapartida, toda la documentación arrimada por su
parte demuestra que los verdaderos comerciantes y únicos dueños del comercio lo eran
Elpidio Correa y su esposa Juana Emilia Huerta de Correa. Señala que no existió una sociedad
comercial de hecho, puesto que en autos no se demostró la presencia de alguno de los
requisitos indispensables para la existencia de la misma, como son la effectio societatis,
participación en los beneficios y pérdidas, aportes de cada socio para la formación del
capital social. Solicita, finalmente, la revocación de la sentencia apelada.

El representante convencional de la parte actora contesta el traslado solicitando que el


recurso de nulidad sea declarado desierto. Manifiesta que su mandante es parte de la
sociedad de hecho formada con Elpidio Correa, causante de la sucesión demandada y la
señora Francisca Velázquez de Cabrera, y que los tres integraron, con una mínima diferencia
de tiempo, la sociedad de hecho o irregular que hoy es todo un emporio económico, fruto
del esfuerzo común de los consocios. Expresa que a fin de demostrar lo aseverado, su parte
ofreció documentales que no tendrían en su poder, de tratarse de una relación normal y
sencilla entre madre e hijo. Peticiona, finalmente, se desestime el recurso interpuesto y
consecuencia, se confirme el Acuerdo y Sentencia N° 70.

El representante del Ministerio Público contesta la vista que se le corriera, opinando que
corresponde la confirmación de la resolución apelada ante esta Instancia, según Dictamen N°
32 del 19 de diciembre de 2002.

Que, por providencia del 26 de diciembre del mismo año, el entonces Ministro de esta Sala,
Doctor Antonio Fretes, recibiendo el dictamen fiscal, a fs. 465 vlto. dispuso: ?Llámase autos
para sentencia?.

En fecha 09 de abril de 2003, el representante de las demandadas presentó el certificado de


defunción de la actora, cuyo deceso acaeció en la ciudad de Concepción el 14 de enero del
mismo año, por cuya razón, a su pedido y por proveído del 24 de dichos ctes., se suspendió
la tramitación del juicio ante esta Instancia.

El 16 de octubre del mismo año, las señoras Elenice, Erika y Edith Claudine Correa Huerta se
presentaron con copia autenticada de la S.D. N° 241 del 18 de septiembre de 2003, por la
que el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil, Comercial y Laboral de Segundo Turno de la
Ciudad de Concepción, declaró a las mismas y a la hija de la causante Ifigenia Peña Correa
como herederas de la actora solicitando la reanudación de los trámites del juicio, lo que fue
dispuesto por propveído del 27 de los mismos ctes., con lo que la causa quedó
definitivamente conclusa para sentencia.

Corresponde por lo expuesto y la relación de la causa que antecede, determinar si la parte


demandante ha demostrado en la etapa probatoria los extremos alegados en el escrito inicial
de su reclamación. Tal análisis y ponderación debe provenir de la aplicación de las reglas de
la Sana Crítica, que no es otra cosa que la apreciación de las reglas de la lógica, la sicología
y la experiencia común transportadas a normas no jurídicas, pero si lógicas y experimentales
que regulan el correcto discurso de la mente del Magistrado en sus operaciones intelectivas.
Lino Enrique Palacio expone: ?Las reglas de la SANA CRÍTICA, aunque no definidas en la ley,
suponen la existencia de ciertos principios generales que deben guiar en cada caso la
apreciación de la prueba y que excluyen por ende, la discrecionalidad absoluta del juzgador.
Se trata, por un lado, de los principios de la lógica, y, por otro lado, de las MÁXIMAS DE
EXPERIENCIA, es decir, de los principios extraídos de la observación del corriente
comportamiento humano y científicamente verificables, actuando ambos, respectivamente,
como fundamentos de posibilidad y realidad?. Pág. 415. Tomo IV de su obra ?Derecho
Procesal Civil? ? Actos Procesales. Ed. Albeledo-Perrot, Buenos Aires.

En este caso, se demanda el reconocimiento de la sociedad de hecho, que es aquella en cuya


constitución no se observan las formalidades legalmente previstas para que adquiera
personalidad jurídica, pero en las cuales existen, no obstante, los elementos propios de una
sociedad que permitan identificarla como tal. Es la que carece de convenio expreso entre los
socios, que se unen para alcanzar un lucro, sin preocuparse de más requisitos.

Examinando la actividad probatoria de la parte actora es factible concluir que ha producido


suficientes elementos de convicción, en forma completa, acabada y que sirven para
sustentar un fallo positivo a sus intereses. A contrario sensu, la parte adversa no ha podido
desvirtuarlos porque su conceptualización de lo que es la sociedad irregular o de hecho no
coincide con los principios precedentemente enunciados.

En efecto, y es preciso sentar definitivamente, que por sus características la forma de


demostrar su existencia y la apreciación del Juzgador para tenerla por probada se adecuan a
las precitadas reglas, principalmente porque para su formación no requiere de formalidades
legales, siendo válidas cualesquiera que expresa o tácitamente exterioricen la ?affectio
societatis?. Desconocer esta realidad corriente en nuestro medio, es ignorar la propia
idiosincrasia de nuestro pueblo. En efecto, y sobre todo en el interior del país, a lo largo del
territorio se encuentran sociedades de este tipo, en los que por variadas razones,
especialmente simplistas, aparece uno solo de los socios como cabeza visible del grupo, pero
que por la experiencia y el desenvolvimiento lleva a la unívoca significación de su existencia
real.

Como jurisprudencia transcribo el concepto de la doctora Highton de Nolasco, vertido sobre


el particular, aún cuando sus conclusiones difieran, en que dice: ?Tampoco subsiste
controversia en la doctrina actual, sobre el punto de la existencia de personalidad jurídica,
en las sociedades irregulares y de hecho, las cuales como tales pueden asumir derechos y
contraer obligaciones, si bien dicha personalidad es limitada y precaria, en tanto cada uno
de los socios está autorizado a disolver el vínculo en cualquier momento, sin que ello genere
responsabilidad alguna? y unos párrafos más adelante expone: ?La affectio societatis? resulta
implícita como una consecuencia de la base misma de toda sociedad: es preciso que la
agrupación de personas se haya realizado con la intención de formar una sociedad, con cuya
idea se define la voluntad o propósito de cooperación en los negocios sociales, aceptando
deliberadamente la participación en las utilidades y en la pérdidas. Si bien hubo alguna duda
en algún momento, ahora se afirma la existencia de la ?affectio societatis? como elemento
esencial de la sociedad, caracterizada en base a la voluntad de colaboración, con sentido
económico, sin relaciones de superioridad o dependencia entre los socios, con una
deliberada aceptación de los riesgos propios de una explotación o empresa, y la exigencia de
una conducta de los socios que anteponga, al interés particular de cada uno, el interés social
de la entidad. Además, se pone el acento en la igualdad jurídica de los socios? CN Civ., Sala
F, marzo 25-997, Buenos Aires-LLP., págs. 249-256, Año 23-1999.

Del material probatorio, agregado a autos, puede concluirse que entre las partes existió la
voluntad de constituir una sociedad comercial. Así se demuestra con los documentos que
fueron agregados por la actora y que consisten, básicamente en: constancia de registro de
firma, pago de patente municipal, solicitud de apertura de negocio, certificados de trabajo,
algunos de ellos expedidos por instituciones públicas, y que no fueron negadas por la parte
demandada.

El otro elemento indispensable lo constituye el afecto societario, más bien de carácter


subjetivo, entendido como la voluntad de colaborar, en situación de igualdad con respecto a
los demás socios, en la empresa a fin de obtener lucro esperado, que coincide con el voto de
la Camarista argentina. La actora aportó suficientes pruebas, mencionadas más arriba y a las
que debe sumarse la declaración testifical del señor Juan Deceno Samaniego Mendoza, a fs.
288, quien afirmó haber vendido a la actora el negocio en el año 1968, que lograron
demostrar la existencia de este requisito, quedando comprobado que Froilana Correa
participó en el negocio desde sus inicios y hasta el fallecimiento del causante de la sucesión
demandada.

Que, además de este testimonio, todos los demás testigos coincidieron en que el negocio era
de su empleadora Froilana Correa participó en el negocio desde sus inicios y hasta el
fallecimiento del causante de la sucesión demandada.

A esto cuadra acentuar que la documentación de la sociedad se hallaba en poder de la


actora y la presentó con la demanda, circunstancia de hecho apreciable como corroborativa
de los otros elementos de prueba.

Estos hechos me llevan a concluir que entre la actora y el señor Elpidio Correa exstió una
sociedad de hecho y la relación no se limitó a la natural entre madre e hijo. Por tanto, al
haber quedado demostrado el hecho objetivo del aporte de la actora a la sociedad y el
afecto societario, corresponde confirmar con costas, el Acuerdo y Sentencia N° 70 del 29de
octubre de 2001, dictado por el Tribunal de Apelación de la Circunscripción Judicial de
Concepción. Es mi voto.

A su turno, los Doctores GARAY y TORRES KIRMSER manifestaron que se adhieren al voto del
ministro preopinante, por sus mismos fundamentos.

Con lo que se dio por terminado el acto, firmando SS.EE., todo por ante mí, que certifico,
quedando acordada la sentencia que sigue:

SENTENCIA
VISTO: Los méritos del Acuerdo que antecede, la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SALA CIVIL Y
COMERCIAL RESUELVE:

NO HACER LUGAR al recurso de nulidad

CONFIRMAR el Acuerdo y Sentencia N° 70 de fecha 29 de octubre de 2001, dictado por el


Tribunal de Apelación en lo Civil, Comercial, Laboral, Criminal, Correccional y Tutelar del
Menor de la Circunscripción Judicial de Concepción.

IMPONER las costas a la parte vencida.

ANOTAR, REGISTRAR y NOTIFICAR.

Miguel Oscar Bajac Albertini - César Antonio Garay - Raúl Torres Kirmser.

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