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https://repositorio.cepal.

org/bitstream/handle/11362/3753/
S2009834_es.pdf

La creciente preocupación internacional por las consecuencias adversas del


cambio climático ha impulsado a las organizaciones e instituciones a
profundizar su conocimiento respecto de los gases de efecto invernadero y su
dinámica. En este contexto, la huella de carbono se transforma en un indicador
reconocido internacionalmente para comprender dicha dinámica, lo que implica
no sólo conocerla en todas su dimensiones sino que medirla y divulgarla como
un elemento más en los procesos de toma de decisiones individuales, de las
empresas, regiones o países.
Es consenso que conocer la huella de carbono permite identificar rutas para
controlar, reducir o mitigar las emisiones y su impacto, y se reconoce cada vez
con más intensidad su alcance en el comercio de bienes y servicios,
especialmente de aquellos transados internacionalmente y entre países con
compromisos de reducción de emisiones que suscribieron el protocolo de
Kyoto. Comúnmente la huella de carbono se define como la cantidad de gases
de efecto invernadero emitidos a la atmósfera derivados de las actividades de
producción o consumo de bienes y servicios de los seres humanos, variando su
alcance, desde una mirada simplista que contempla sólo las emisiones directas
de CO2.
Otras más complejas asociadas al ciclo de vida completo de las emisiones de
gases de efecto invernadero, incluyendo la elaboración de materias primas y el
destino final del producto y sus respectivos embalajes. De modo general,
aunque es cada vez más conocida, ésta no ha sido todavía claramente definida
lo que ha complejizado su adopción y ha llevado a países como Francia, Reino
Unido, Alemania y Japón a implementar diferentes iniciativas orientadas. En
una primera etapa, a la definición de su alcance, método de contabilización y
modelo de reporte, este último especialmente enfocado a cómo se dará a
conocer la composición de un producto en términos de emisiones a los
consumidores finales, considerando sus necesidades respecto al entendimiento
del tema y preocupándose de que la información entregada los aliente a
participar del proceso.
En una segunda etapa, lo que están buscando las iniciativas en desarrollo es
armonizar criterios, conceptos y metodologías, incluyendo las orientadas a la
verificación y certificación a fin de permitir un entendimiento y aplicación
generalizada. CEPAL – Colección Documentos de proyectos La huella del
carbono en la producción, distribución y consumo de bienes… 6 Para poder
definir la huella en toda su dimensión, es necesario considerar además la
responsabilidad que tienen en este proceso los consumidores a través de sus
decisiones de compra, quienes podrían ser considerados como una de las
principales causas de la huella de carbono generada por un determinado bien o
servicio.
En los modelos contables actualmente disponibles la cuenta de emisiones se
asigna sólo a quienes generan carbono en el proceso de producción y en el
transporte, por lo que es necesario decidir cuáles son las emisiones a ser
consideradas en cada etapa de su ciclo de vida y si se considerarán las
emisiones asociadas al consumo del producto y al comportamiento del
consumidor. Por otro lado, ya cada vez más se observan iniciativas enfocadas
a introducir el tema del cambio climático en las agendas del comercio
internacional que aunque podrían generar restricciones, podrían ser vistas
como una oportunidad para que los países empiecen a adoptar procesos de
producción más eficientes, con menor contenido de carbono.

En países como Francia, los Estados Unidos de América y Japón, en la medida


que sus respectivos procesos de definiciones metodológicas avanzan, han
empezado a establecerse regulaciones y a considerarse medidas como los
impuestos de carbono, programas de transacción de derechos de emisión y
barreras técnicas que incluyen exigencias sobre niveles de eficiencia
energética, que pueden impactar sus actuales relaciones comerciales con
países cuyas iniciativas en estos temas son aún incipientes, como en América
Latina, por ejemplo.

I. Contexto de la huella de carbono

En los noventa, William Rees y Mathis Wackernagel de la Universidad de


British Columbia, conciben el concepto de huella ecológica como una
herramienta contable que permite estimar los requerimientos en términos de
recursos relacionados con la tierra y el agua, y la asimilación de los residuos
para satisfacer las necesidades de una determinada población, entidad,
región o país, expresadas en áreas productivas globales (Wackernagel y
Rees, 1995; Rees, 1996).

Definieron además su modelo de cálculo que fue aplicado a países con alto
grado de desarrollo concluyendo que éstos presentaban importantes déficits
ecológicos, dado la necesidad que tienen de recursos de otros países para
solventar la carencia de recursos internos en función de su población (Rees,
1996). El concepto fue diseñado como una herramienta de planificación para
medir la sostenibilidad ecológica con el propósito de estimar la magnitud del
consumo humano que excede la capacidad de regeneración de la biosfera
(Carballo et al., 2008a).

La huella de carbono se compone de subhuellas, siendo la más significativa


en función de su impacto directo en el cambio climático, la huella de carbono
cuya participación en la huella ecológica alcanza casi el 50% (WWF, 2008),
lo que implica que no sólo es importante medirla sino que conocerla en todas
sus dimensiones. Sin embargo, pese a su aparente simplicidad y que ya es
bastante conocida, ésta no ha sido todavía claramente definida lo que ha
generado confusión respecto a lo qué realmente significa, no habiendo
consenso en su medición y alcance, tampoco con relación a la unidad en la
cual es presentada (Wiedmann y Minx, 2007).

Comúnmente la huella de carbono se define como la cantidad de emisión de


gases relevantes al cambio climático asociada a las actividades de
producción o consumo de los seres humanos, aunque el espectro de
definiciones varía desde un mirada simplista que contempla sólo las
emisiones directas de CO2, a otras más complejas, asociadas al ciclo de
vida completo de las emisiones de gases de efecto invernadero, incluyendo
la elaboración de las materias primas y el destino final del producto y sus
respectivos embalajes.

Las definiciones existentes en la literatura se centran en el CO2 como el


principal eje de análisis, siendo la gran diferencia entre éstas, además del
alcance de la huella, la inclusión de los demás gases de efecto invernadero.
La propiedad a la que frecuentemente se refiere la huella de carbono es el
peso en kilogramos o toneladas de emisiones de gases de efecto
invernadero emitida por persona o actividad (Wiedmann y Minx, 2007).

La preocupación internacional por las consecuencias adversas del cambio


climático ha motivado a las organizaciones e instituciones a tomar medidas
para conocer a fondo la dinámica de los gases de efecto invernadero, siendo
la huella de carbono uno de los indicadores reconocidos mundialmente para
comprender dicha dinámica.

La relevancia que implica conocer más sobre el concepto de huella de


carbono, queda de manifiesto además en las conclusiones propuestas por el
último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático
(Intergovernmental Panel on Climate Change, IPCC) de 2007 que demuestra
que las emisiones siguen creciendo aún en un escenario de compromisos de
reducciones en el marco del Protocolo de Kyoto, con un evidente liderazgo
de los países desarrollados miembros de la OCDE (IPCC, 2007). El cálculo
de la huella de carbono, según Guerra (2007), es el primer paso para lograr
construir un balance de carbono institucional, el cual determina una
combinación deseada de emisiones, que varía en el tiempo y en el espacio,
y en el potencial de remoción.

La evaluación de las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a


los productos es compleja. Para poder definir la huella en toda su dimensión,
es necesario considerar además la responsabilidad que tienen en este
proceso los consumidores a través de su capacidad de compra, quienes
podrían ser considerados como una de las principales causas de la huella de
carbono generada por un determinado bien o servicio. En los modelos
contables en uso la cuenta de emisiones se asigna sólo a quienes generan
carbono en el proceso de producción y en el transporte.

En este sentido diversos países están trabajando en la definición de la huella


de carbono de los productos y en el diseño de metodologías para su
medición, siendo la elaborada por la organización inglesa Carbon Trust -que
aunque no contempla algunas emisiones indirectas, como por ejemplo las
emisiones asociadas a los desplazamientos de los empleados-, es utilizada
de forma generalizada, pasando a ser el referente principal en esta materia.

A corto plazo, como forma de avanzar en una definición más precisa, es


necesario establecer el alcance y los límites del cálculo y decidir cuáles son
las emisiones a ser consideradas en cada etapa de su ciclo de vida y si se
considerarán, por ejemplo, las emisiones asociadas al consumo del producto
y al comportamiento del consumidor.

La situación se dificulta todavía más en un escenario de transacción o


compensación de emisiones en los procesos de certificación de “carbono
neutro1 ”. Las empresas deben tener presente, que no entender la
complejidad de la iniciativa puede inducir a errores, en el sentido de que las
emisiones producidas pueden, tanto estar sobre como subvaloradas, lo que
impactaría dicho proceso y consecuentemente, la imagen de la empresa y el
valor de su producto en el mercado.

Es necesario además, definir la forma de presentar los resultados. Las


empresas que quieran empezar a comunicar las emisiones de gases de
efecto invernadero de los productos tendrán no sólo que enfrentar dicha
complejidad, si no que deberán además, reconocer y adaptarse a las
necesidades respecto al entendimiento del tema que tienen los
consumidores, preocupándose de no entregarles información desnecesaria e
inoportuna que genere confusión y desaliente a los consumidores a
participar del proceso.

Por otro lado, ya cada vez más se observan iniciativas enfocadas a introducir
el tema del cambio climático en las agendas del comercio internacional que
podrían generar restricciones al comercio basadas en los procesos de
producción y al contenido de carbono. De acuerdo a un estudio de Managi et
al. (2008) citado por Tamiotti et al. (2009), la apertura del comercio reduce
las emisiones de CO2 de los países de la OCDE porque el efecto tecnología
predomina sobre los efectos de escala y composición, pero tiene un efecto
desfavorable en las emisiones de dióxido de carbono de los países que no
pertenecen a la OCDE, donde los efectos de escala y composición
prevalecen sobre el efecto tecnología.

Estos autores observaron también que las repercusiones a largo plazo del
comercio en las emisiones de CO2 son considerables, aunque a corto plazo
sean escasas (Tamiotti et al., 2009), por lo que quiénes se comprometieron
a reducir emisiones y cuyos procesos productivos son, aunque
energéticamente más eficientes, intensivos consumidores de energía,
pueden sentirse en desventaja ante un escenario de competencia con los
países que no asumieron este tipo de compromiso.

Lo anterior ha impulsado a muchos países a considerar medidas como los


impuestos de carbono, programas de transacción de derechos de emisión y
barreras técnicas que incluyen exigencias sobre niveles de eficiencia
energética. Recientemente, a este menú de iniciativas se suma la
contabilización y divulgación del carbono producido en el ciclo de vida de los
bienes y servicios, como un elemento que alertará al consumidor e
influenciará su decisión de compra en todas las etapas del proceso (y no
sólo en el consumo final). La estrategia se fundamenta, principalmente en
las diferentes magnitudes de las externalidades asociadas a los procesos
productivos en ambos grupos de países y considera en la ecuación las
emisiones asociadas al transporte.

https://www.cepal.org/sites/default/files/publication/files/4101/
S2013998rev1.pdf

América Latina ya está sufriendo los efectos directos del calentamiento global,
con sequías, deshielos, inundaciones y fenómenos climáticos extremos. Todo
esto repercutirá gravemente en la agricultura, la seguridad alimentaria, el
abastecimiento de agua, la salud pública, la calidad de vida y de los
ecosistemas. Parece fundamental entonces tomar más en serio:
i) las inversiones en eficiencia energética y en energías renovables no
convencionales
ii) contener la deforestación, particularmente en las selvas tropicales
iii) gestionar adecuadamente los cultivos de biocombustible para evitar la
desertificación y el daño a la biodiversidad.
iv) el desafío radica en ir gestando un modelo de producción y consumo
más sostenible, caracterizado por energías limpias y empleos verdes.
La huella de carbono no sólo es amenaza. También puede ser fuente
de oportunidades competitivas. En el curso del proyecto que está
desarrollando la CEPAL sobre “Huella de carbono y exportaciones de
alimentos”, se ha percibido que para los empresarios de los países que
directa o indirectamente participan en el proyecto (Colombia, Ecuador,
Nicaragua, República Dominicana, Argentina, Perú y Uruguay), la
denominada “agenda positiva” del cambio climático que apunta a la
sostenibilidad de los negocios, es tan importante a la hora de definir
estrategias empresariales como el riesgo de tener que hacer frente a
posibles barreras y requisitos ambientales en los mercados de los
países industrializados.

Las investigaciones muestran que en la mayoría de los casos, abordar en serio


la huella de carbono mejora la sustentabilidad del negocio, aminorando o
retardando los efectos del cambio climático; se detectan y se corrigen
ineficiencias en los procesos productivos, mejora la eficiencia energética, el
manejo de residuos, la gestión del agua, la trazabilidad y se agrega un plus de
diferenciación competitiva en los mercados más exigentes, elevando el precio
unitario del bien exportado. Todo ello mejora las posibilidades de participar en
cadenas de valor más exigentes o de ascender en la jerarquía de los eslabones
de tales cadenas, mejorando la competitividad.
Lamentablemente, percibimos marcados rezagos en las políticas públicas
regionales en estos ámbitos. Ministerios o agencias públicas muy débiles,
presupuestos simbólicos y ausencia de atribuciones sustantivas, es el
escenario que predomina en muchos países de la región. Sin embargo,
también percibimos un conjunto relevante de buenas experiencias en varios
países, emergiendo principalmente desde el mundo empresarial. Por cierto, un
diálogo público-privado más fecundo al respecto permitiría mayores avances.
Diversos sectores productivos (sobre todo de alimentos), en distintos países de
la región, están interesados en emprender iniciativas propias y quieren conocer
otras experiencias pertinentes, dentro y fuera de la región. El objetivo de esta
publicación es aportar al conocimiento y difusión de estas experiencias,
incluyendo las principales motivaciones, las metodologías de cálculo de la HC y
qué tipo de alianzas empresariales o público-privadas estuvieron presentes.
Con ese recuento analítico, esperamos generar insumos para la formulación de
políticas públicas en países de la región y también incentivar los proyectos que
están desarrollando los empresarios del sector exportador.

El cambio climático y su manifestación más notoria, el calentamiento global,


serán crecientemente un marco obligado en el cual se desarrollarán las
actividades humanas y los intercambios económicos en las próximas décadas.
Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), generadas en parte
importante por la actividad humana, contribuyen de manera muy significativa al
cambio climático. Como otras regiones, América Latina ya está sufriendo los
efectos directos del calentamiento global, con sequías, deshielos, inundaciones
y fenómenos climáticos extremos.

Sin embargo, la participación de la región en la generación de emisiones de


gases de efecto invernadero ha sido pequeña. Un efecto indirecto ha llegado
vía el comercio internacional y la preocupación de los consumidores, sobre
todo de los países desarrollados, por las emisiones generadas en la producción
e importación de los bienes que consumen. La sensibilidad respecto de la
huella de carbono de los alimentos que se importan es especialmente
significativa. La CEPAL está desarrollando un proyecto sobre “Huella de
carbono y exportaciones de alimentos”, que se propone fortalecer las
capacidades de gobiernos y exportadores de alimentos para enfrentar los
desafíos de la interacción entre el comercio internacional e iniciativas
vinculadas con el cambio climático en las economías industrializadas,
específicamente con la medición y el etiquetado de la llamada huella de
carbono (HC) en dicho sector.

El proyecto apunta a i) aumentar los niveles de conocimiento y comprensión en


los países participantes sobre las iniciativas actuales y en desarrollo que
pueden afectar a sus exportaciones a los países industrializados; ii) promover
la coordinación público-privada para enfrentar estos desafíos y convertirlos en
oportunidades; y iii) realizar experiencias piloto de cálculo de HC/ambiental
para un producto o grupo de productos, que puedan replicarse luego en otros
sectores. Como parte de este proyecto, en octubre de 2012 se publicó “Huella
de carbono y exportaciones de alimentos. Guía práctica”, como documento de
apoyo a talleres de capacitación que se realizaron en los países que directa o
indirectamente participan en el proyecto (Argentina, Colombia, Ecuador,
Honduras, Nicaragua, República Dominicana, Perú y Uruguay).

El presente documento “Huella de carbono y estrategias de los exportadores


frente al cambio climático” sirve de apoyo a una segunda serie de talleres
enfocados en las iniciativas empresariales de huella de carbono y los
resultados de los estudios de cálculo de emisiones de productos
agroexportables. A partir del relevamiento de 13 casos, se identifican algunos
factores que permitieron obtener resultados positivos frente al desafío de
calcular la huella de carbono en exportaciones agroalimentarias. Interesa
conocer cuáles fueron las motivaciones para desarrollar estas iniciativas, qué
metodologías de cálculo de huella se aplicaron, si se comunicaron los
resultados y cuáles acciones de seguimiento se emprendieron.
Otros elementos de interés son los tipos de alianzas empresariales o público-
privadas que ayudaron a concretar estas iniciativas, su financiamiento y los
obstáculos encontrados. En el curso del proyecto, se ha percibido que para los
empresarios de los países que participan, la denominada “agenda positiva” del
cambio climático apunta a la sostenibilidad de los negocios y es tan importante
a la hora de tomar decisiones, como el hacer frente a posibles barreras y
requisitos ambientales en los mercados de los países industrializados (el
denominado “proteccionismo verde”).

En los países en desarrollo, los temas relativos a la sostenibilidad de los


negocios han aumentado su relevancia. Se han desarrollado políticas públicas
e iniciativas privadas para enfrentar adecuadamente los desafíos del desarrollo
sustentable, la eficiencia energética y la competitividad internacional. Tanto
algunos gobiernos de la región como los propios empresarios exportadores han
emprendido iniciativas de cálculo y reducción de la huella de carbono, en parte
por la percepción de que ésta podría derivar en medidas proteccionistas, pero
también como un aliciente para aumentar la eficiencia y competitividad de las
empresas, y diferenciar sus productos en mercados altamente competitivos.

A partir de estas experiencias, se pueden identificar algunas de las prácticas


públicas y/o privadas en relación a la huella ambiental en el sector
agroexportador. Para los estados, emprender y apoyar iniciativas de medición y
reducción de la huella de carbono en los sectores productivos puede ser un
bien público. Por un lado, estos proyectos contribuyen directamente a la
reducción de emisiones de GEI y al desarrollo sustentable. Por otro, sirven
como incentivo para comprometer a los empresarios con dichas políticas.
Desde la perspectiva del desarrollo productivo, las iniciativas permiten
incrementar la eficiencia energética y la competitividad de las empresas, y a su
vez diferenciar los productos de exportación en los mercados de destino y
reducir el impacto de eventuales barreras proteccionistas.

Para los empresarios, los beneficios más directos de los proyectos de cálculo y
reducción de huella dicen relación con la propia sustentabilidad del negocio y
con la detección de ineficiencias en los procesos productivos de las empresas.
Por otra parte, el contar con procesos y productos que generen menos
emisiones constituye un factor de diferenciación en los mercados
internacionales y también se generan oportunidades de avanzar en otros temas
medioambientales como la gestión de los residuos y del agua. Incorporar estas
variables requiere de un esfuerzo importante, pero las oportunidades de
ganancias que se abren pueden compensarlo.

TÍTULO: La importancia de cuidar nuestra huella de carbono


I. INTRODUCCIÓN
1.1. CONTEXTUALIZACIÓN: Emisiones de gases de efecto invernadero
1.2. CONTROVERSIA (PREGUNTA): ¿Somos conscientes de la huella de
carbono que estamos dejando en el mundo?
1.3. TESIS: (OPINION): Yo creo que la huella de carbono que estamos dejando
en el mundo es muy evidente.
1.4. ANTICIPACIÓN: A continuación, presentaré la defensa y sustentación de
mi postura.
II. PÁRRAFO DE DESARROLLO 1
2. IDEA PRINCIPAL: TESIS Y "POR QUÉ" (OPINIÓN Y ARGUMENTO) Si se
evidencia
bullying en los centros educativos del país, porque hay muchas denuncias de
este
tipo de abuso escolar ("PORQUÉ 1")
2.1 IDEA SECUNDARIA: Caso del escolar Martín Quiroga, del C.E "XYZ" 2.1.1
IDEA TERCIARIA: El niño Martín Quiroga de 9 años sufrió maltrato físico y
psicológico por parte de compañeros de su aula y estudiantes del Nivel
secundaria
por el hecho de ser nuevo y proceder de la sierra. 2.1.2. IDEA TERCIARIA: Se
presentó la denuncia por el acoso escolar que sufrió y esta sería una más al
porcentaje de denuncias del 2020 que cada año se incrementa en un 60%
III. PÁRRAFO DE DESARROLLO 2
3. IDEA PRINCIPAL: TESIS Y "POR QUÉ" (OPINIÓN Y ARGUMENTO) Si se
evidencia
maltrato escolar en los centros educativos del país, porque según los estudios
y encuestas de los psicólogos se ha incrementado el porcentaje de deserción
escolar
cada año. ("PORQUÉ 2")
3.1 IDEA SECUNDARIA: Definición de "Deserción escolar". Es el abandono o
rechazo a la escuela por razones que el niño o joven considera irremediables o
lo hacen
sufrir demasiado. 3.1.1 IDEA TERCIARIA: Deserción escolar es el abandono o
rechazo a la escuela.
3.1.2. IDEA TERCIARIA: Las razones por las que el niño o joven abandona la
escuela las considera irremediables o lo hacen sufrir demasiado.

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