Comte 2 (Ley de Los Tres Estados)

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Trabajo Práctico de Sociología: “La teoría sociológica de Auguste Comte”.

La obra de Augusto Comte marca, de una manera aún más definida que en Saint-Simon, el límite que separa el siglo
XIX, considerado organizador y positivo, respecto del anterior, evaluado como revolucionario y negativo. En el
período de 1820-1850, cuando se desarrolla el núcleo del pensamiento comteano, resultaba prioritaria -desde la
perspectiva de los intereses capitalistas- una administración social ordenada, dentro de un contexto económico
signado por la evolución constante del proceso de industrialización.
La "ley de los tres estados" expresa una teoría evolutiva del saber humano, proyectada al ámbito del
comportamiento colectivo, que identifica a la etapa primitiva, llamada teológica, con la existencia de un
ordenamiento estable de la estructura jerárquica de la sociedad. Este estadio implica la aceptación pasiva de las
desigualdades políticas y sociales, impuestas por las creencias tradicionales, en gran parte subordinadas al dogma
eclesiástico; se trataría, entonces, de la situación de orden retrógrado característica del "antiguo régimen". El
pensamiento del hombre apunta hacia la naturaleza íntima o causa última de las cosas, pretendiendo aprehender su
esencia en forma absoluta, mediante la representación de cualquier evento como si fuera producto de la "acción
directa y continua de agentes sobrenaturales". El modo de filosofar teológico, o ficticio, conlleva un tipo de
explicación personal y volitiva de los hechos que interpreta los acontecimientos del universo en tanto determinados
por actos de voluntad singulares de seres, reales o imaginarios, dotados de vida e inteligencia y "no por leyes
invariables de secuencia".
El estadio metafísico comprende el largo período histórico en el que gradualmente fue cuestionado el viejo orden
"monárquico religioso" y, a la vez, se generó el clima intelectual propicio para el advenimiento de la revolución
liberal; esa etapa remite a un racionalismo progresivo que pone en tela de juicio el conjunto de valores arraigados
tradicionalmente; la cristalización política de esta forma de pensar derivaría en la desestabilización y la indisciplina
sociales o progreso anárquico.
En esta instancia los actores "divinos" son reemplazados por abstracciones personificadas, fuerzas o identidades
"inherentes a los diversos seres del mundo y concebidas como capaces de engendrar por sí mismas todos los
fenómenos observados"; el tipo de conocimiento al que se apunta resulta ontológico, debido a que aborda las
cualidades trascendentales del ser en general. En la fase del pensamiento metafísico o abstracto los hechos ya no son
explicados a través de la gestión de un "dios" que crea y dirige a los diversos agentes de la naturaleza; el factor divino
es sustituido por una especie de fuerza oculta, considerándola como si realmente existiese. Esta cualidad animaría en
cierta forma a los cuerpos concretos en los que se aloja, pero se diferencia al mismo tiempo de los mismos; en otras
palabras, los fenómenos se explican mediante supuestas tendencias y predisposiciones abstraídas de la naturaleza.
Finalmente, el pensamiento positivo es denominado fenoménico desde el punto de vista de la materia objetiva de
estudio, compuesta por hechos y leyes causales, o experiencial, de acuerdo con el procedimiento metodológico
empírico utilizado por el investigador. Aquél abarca toda forma de conocer practicada por cualquier persona que
haya aportado algún elemento concreto a la ciencia, entendida en sentido amplio, aun durante épocas remotas; el
cumplimiento del lema "saber para prever" representaría la verdadera función de previsión racional constitutiva del
saber científico. Este "espíritu" combina -en la sociedad moderna- los elementos integradores comunitarios, propios
de la era antigua, con la aplicación técnica racional de los conocimientos positivos a la evolución económica e
industrial, aportados como resultado concreto del estadio metafísico intermedio; la etapa positiva es simbolizada
entonces bajo la consigna conjunta de orden y progreso.
Considerada en términos de reacción que asimila, superándolas, las dos formas anteriores de pensamiento -y de
actitud-, la reafirmación del espíritu positivo significa el abandono de la búsqueda de nociones absolutas; es decir, se
renuncia a indagar acerca del origen y destino del universo, a conocer el "primer motor" del mismo. El último y
definitivo estadio de la evolución humana conlleva un pensamiento limitado a descubrir, mediante "el uso combinado
de razonamiento y observación, las leyes efectivas del desenvolvimiento, las relaciones invariables de sucesión e
imitación"; de aquí en más la explicación de todos los hechos queda reducida a sus términos reales, siendo sólo "el
enlace establecido entre los diversos fenómenos particulares y algunos hechos generales". El positivismo se limita a
la mera observación de aquello que "viene dado", en la medida en que considera que prevemos un evento en virtud de
hechos que constituyen signos del mismo, siempre y cuando la práctica experimental haya demostrado que
representan sus antecedentes naturales: de allí que se apunte a la creación de una sociología emparentada
metodológicamente con las ciencias físicas.
Los aportes surgidos del estudio de los fenómenos naturales desplazan, por lo tanto, a las especulaciones de la
disciplina "humanística" filosófica; en principio, el método cartesiano es considerado uno de los pilares del renovado
espíritu positivo, aunque resulta menospreciado debido a su carácter racional abstracto, sin asidero en la
experimentación. Por lo tanto, las ciencias físicas -y no las "humanas"- constituyen el soporte natural de la sociología
en el estadio avanzado del devenir científico, porque el hombre sólo conoce relativamente fenómenos; no sería
posible el acceso a la comprensión esencial del "modo real de producción" de los hechos, sino exclusivamente a "sus
relaciones con otros factores en la forma de sucesión o semejanza"; esas relaciones se expresan mediante leyes
invariables, siempre que se den las mismas circunstancias.
El positivismo comteano concibe una marcha progresiva del espíritu humano que evoluciona "en bloque" –
abarcando las esferas intelectual, política y social- en respuesta a una necesidad invariable, teniendo en cuenta que
"cada rama de nuestros conocimientos pasa sucesivamente por tres estadios, el teológico o ficticio, el metafísico o
abstracto y el científico o positivo", los que remiten a respectivos modos de pensar reflejados -a la vez- en distintos
métodos de obtención de conocimientos. Esta filosofía representaba la única solución intelectual aplicable a la crisis
social desatada en Europa, principalmente en Francia, desde el desencadenamiento de la Revolución; este diagnóstico
obedecía a su creencia en que el pensamiento teológico había sufrido un desgaste gradual "durante los últimos cinco
siglos" debido a la actitud crítica de la metafísica y a la progresiva descomposición del sistema político
correspondiente.
La clasificación de las ciencias, según un ordenamiento jerárquico, se funda en la interpretación evolucionista del
intelecto humano, reflejada asimismo en diversas formas humanas de organización social y política; de acuerdo con
aquélla, existe cierto orden de sucesión mediante el cual ingresarían las distintas disciplinas científicas primero en el
estadio metafísico y luego en el positivo. El progreso de los métodos del conocimiento remite a una sucesión
cronológica que parte del desarrollo gradual, sobre la base abstracta aportada por las matemáticas, la astronomía y las
ciencias físico-químicas; el conjunto de leyes comprobadas por estas últimas permite a la fisiología descubrir
"certezas invariables" que sustentan la aparición de la física social.
Esta última disciplina, denominada también "sociología", señala la culminación del abordaje total de la
problemática científica que puede abarcar el conocimiento humano; su construcción sólo es posible partiendo de los
resultados empíricos obtenidos por las disciplinas previas, y el conocimiento sociológico aplicaría el mismo criterio
metodológico que ellas. Se trata de una escala de subordinación siguiendo un orden sucesivo de dependencia lógica;
el avance anterior de las ciencias "exactas" había demostrado que el progreso de la investigación experimental
condujo al descubrimiento de un "creciente número de leyes invariables de fenómenos". La corriente positivista
comteana tiene corno presupuesto el reconocimiento universal de que todos los eventos indistintamente, aun los
referidos a la sociedad humana, son gobernados por ese tipo de leyes. El conocimiento "científico" de las cuestiones
sociales no debía ser interferido por la creencia en el supuesto accionar de voluntades divinas o abstractas porque "la
regla de formación de los fenómenos sociales es la misma que la de los físicos" y la sociología, configurada en esos
términos, tenía la función de reemplazar el rol integrador que había ejercido la religión durante siglos. Se promueve
el reemplazo del estudio de las causas mediatas por el análisis comparativo de leyes, debido a que todos los eventos o
hechos están "sujetos a leyes naturales invariables".
Resulta evidente el carácter conservador implícito en la "ley de los tres estados" y en la escala científica,
ordenada genealógicamente, teniendo en cuenta que el análisis sociológico remite a la supuesta existencia de hombres
y grupos organizados según un molde extrapolado de la física mecánica. La invariabilidad, entonces, configura el
componente dogmático, por ende "intocable", que caracteriza al conocimiento positivo de la sociedad; esta
predisposición alimenta una actitud pasiva -meramente "observadora"- frente a una realidad dada.
La ruptura de las estructuras comunitarias tradicionales había propiciado "nuevas formas de vida asociativa en
Europa occidental", acompañantes del industrialismo y la democracia que, de acuerdo con Comte, condujeron a una
división conflictiva y anárquica de los miembros de la sociedad; para este autor "la restauración de la comunidad es
una cuestión de urgencia moral. El estudio de los problemas sociales a partir de los cánones metodológicos de las
ciencias físico-naturales deriva en que materias esencialmente diferenciadas configuran, mezcladas, un todo
indivisible donde "la práctica social referida al cambio y a la transformación estructural no tiene otro espacio que el
condicionado por una regulación inexorable". La base de esa regulación consiste en la "necesidad físico-social que
somete a la voluntad a una regla inmutable, estática social que aplica la noción de progreso a la consolidación del
orden". Esta perspectiva teórico-metodológica determina que "la idea de revolución, de conflicto y de antagonismo
social se absorbe en la de armonía, en la de una sociedad coherente que señala al mejoramiento de las condiciones
sociales los márgenes de adecuación a la disciplina industrial". Finalmente, y ante la necesidad de aclarar el
significado del término positivo, Comte lo subsume a lo "real, útil, cierto, preciso, verificable y opuesto a lo
negativo"; los caracteres opuestos serían -respectivamente- lo "quimérico, ocioso, indeciso, vago, no comprobable y
destructivo". El espíritu positivo se equipara a las actitudes constructivas y organizadoras y consigue ese atributo
sustituyendo el conocimiento certero de "lo absoluto por lo empíricamente relativo".

1. ¿Por qué el texto plantea que el trabajo de Comte es “organizador positivo” en oposición al carácter
“revolucionario negativo” de Saint-Simon y el siglo XVIII?
2. Complete el siguiente cuadro comparativo:

Estados del conocimiento humano Vías y objetivos del conocimiento Características del conocimiento
Teológico
Metafísico
Positivo

3. Según la teoría de los 3 estados, ¿en qué debe consistir la práctica de la sociología según el positivismo?
4. ¿Cuál es el modelo epistemológico y metodológico por el cual, según el positivismo, debería regirse la
sociología? ¿En qué consistiría, por tanto, su actividad y aporte fundamentales al saber humano?
5. Explique cuál es el ordenamiento jerárquico de las ciencias según el positivismo, cuál es la idea
“evolucionista” que subyace en él y qué lugar debería ocupar la sociología.
6. ¿Por qué el texto plantea que la sociología positivista de Comte tiene un claro sesgo conservador?
7. ¿Cómo define Comte el concepto de “positivo” tal y como él lo aplica a la sociología?

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