Cocina Conventual
Cocina Conventual
Cocina Conventual
Los conventos en el siglo XVI en México además de ser espacios para educarse
en la fe, también eran fortalezas y sobre todo, lugares en donde se propiciaron las
condiciones y los recursos necesarios para idear e innovar platillos que
permitieran combinar los insumos locales con los traídos desde España, mismos
que hacen que hoy en día la gastronomía mexicana sea tan especial y deliciosa.
DESARROLLO
Sor Juana Inés de la Cruz, no solo fue una de las escritoras mexicanas más
importantes del país, ella logró fusionar su amor a las letras con la cocina. Sabia
conocedora de la alquimia de la cocina mexicana, que solía preparar un platillo
con la misma delectación, genio e ingenio con que escribía un soneto. Su
perspicacia la llevó a percatarse, por ejemplo de que “un huevo se une y fríe en la
manteca o aceite y, por contrario, se despedaza en el almíbar”.
Los platillos que tuvieron su origen en las cocinas de los grandes conventos son
una herencia invaluable de la tradición culinaria de México. Tanto monjas como
frailes crearon los más suculentos platillos y algunos de ellos aún son el elemento
principal de la mesa. A continuación se muestran algunos ejemplos:
-Mole poblano: es uno de los guisos que más variaciones tiene en todo el país,
pues cada región le da su toque característico. La leyenda del mole poblano
señala que una monja llamada Sor Andrea de la Asunción del Convento de Santa
Rosa preparó un platillo especial para el Virrey Tomás Antonio de la Serna, quien
estaba de visita en la ciudad de Puebla de los Ángeles.
Sor Andrea tostó en una cazuela con manteca varios tipos de chiles con diversas
especias, incluido el ajonjolí. Lo puso a la lumbre y después le adicionó varias
piezas de guajolote que previamente había cocido.
Se dice que en 1676 una niña de trece años llamada Angelina fue llevada por sus
padres con las religiosas de Santa Inés para ser enclaustrada como novicia; en el
convento destacaron sus dones en la cocina. En una visita que hiciera al convento
el Obispo Manuel Fernández de Santa Cruz, la madre superiora pidió a Angelina
que hiciera un postre especial. La novicia decidió hervir en agua camotes para
luego hacer una pasta con ellos a la que agregó piña y azúcar, luego hizo unas
porciones con la pasta en forma de bollo, que decoró con pinturas vegetales.
De acuerdo con la leyenda, el obispo quedó encantado. Años más tarde, Angelina
se casó y puso una tienda de dulces junto al Convento de Santa Clara y en cajitas
colocaba los dulces, que tenían la leyenda: “Camotes de Santa Clara”.
El flan típico de vainilla es una receta conventual, que hasta la fecha es muy
popular en Puebla.
-Rompope: Puebla era el punto de reunión más importante para los franciscanos,
ya que era la ciudad que los recibía con los brazos abiertos durante su viaje desde
el atlántico hasta la capital. Por eso fue tan importante como lugar de encuentro de
personajes poderosos, tanto peninsulares como criollos.
Las monjas Clarisas eran expertas en alojar a estos invitados tan importantes.
Cuando estos se presentaban solían lucirse preparando sus mejores platillos y
bebidas, entre ellas el Rompope.
Una mezcla de leche, canela, huevos, azúcar y ron que cambio la historia de las
bebidas alcohólicas en México.
Se dice que las Monjas Clarisas inventaron la bebida que los españoles
llamaban “Rompón”, ellas mezclaban los ingredientes básicos con almendra y
Ron para dar un toque especial. De ahí en adelante el rompope tomo la
personalidad con la que lo conocemos.
El Siglo XXI nos demuestra que la Cocina Mexicana está llegando a un punto de
madurez alcanzando finalmente su propia y plena identidad, una identidad que
retoma los elementos prehispánicos del respeto a los ingredientes y al producto
endémico y que son parte de un identidad clara que nos hace sentir una nación
con grandísima riqueza cultural, social y evidentemente gastronómica.