El Retiro de Un Joven Pistolero

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Con 17 años Enrique Troncoso La cabeza de Enrique Troncoso es un círculo imperfecto,

dibujado en un cuaderno con lápiz pasta verde. Su tronco es una sola línea,
se enteró de algo difícil de tragar: cruzado perpendicularmente por una recta que simulan sus brazos, y que
como a su mamá, como a sus termina en una bifurcación de dos líneas más pequeñas, sus piernas.
El Enrique Troncoso de verdad tiene 18 años y está parado justo al
amigos, lo iban a matar. Un frente del dibujo. Su cabeza es más bien achatada, su cuerpo robusto está
cubierto por una polera que dice Believe en el pecho, sus piernas sufren
programa de intervención del con su peso y sus manos intentan llevar una cuenta.
Ministerio del Interior gestionó –Dos acá en el cuello. Otra en el lado, de una farmacia.
Tres marcas se agregan al papel, tres “X”, en el cuello y al lado.
su traslado al sur, donde intenta –Una acá en la espalda. Otra en este muslo.

algo que parece imposible en el Enrique se sube el buzo de una pierna. Son las cuatro y media de la tarde,
en una ciudad del sur de Chile que, para mantener este mismo conteo bajo,
sistema penal adolescente en Chile: es preferible no mencionar. Ahora muestra la pantorrilla.
–Estas dos de acá. Una me la saqué solo, apretando. ¿Cuántas van?
pasar en un año de ser uno de los El dibujo suma siete marcas.

líderes de una pandilla de Cerro –La del tobillo.


Ocho. Es el primer día de septiembre. Enrique, el de verdad, posa la
Navia, autor de asaltos, portonazos, mano sobre el pantalón, justo arriba de sus testículos.
–Y esta que todavía tengo adentro. No me la han podido sacar. Si
intentos de homicidio y mexicanas, me la aprieto, la siento.

a vivir una vida común y corriente. La última le duele con el frío; es un recordatorio palpable de su antigua vida,
que dejó atrás hace un año. Es, también, un pedazo de plomo adentro.
Pero el camino a la reinserción está El dibujo tiene nueve marcas. El cuerpo de Enrique, nueve cica-
trices de bala.
lleno de trampas que ni él mismo
sabe si podrá superar. La abuela de Enrique Troncoso, Sonia Alvarado, lo cuenta como si fuese un
por Rodrigo Fluxá foto Miguel Angel Bustos cuento de alguien más, pero es la historia de su nieto, que está parado a su

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lado, porque no quiso sentarse en la mesa del comedor.
–Cuando nació, la mamita salió arrancando. Ella había fumado pasta
todo el embarazo, lo quería harto, pero salió arrancando del hospital. El
cuerpo le pedía. Fui con mi viejo a buscarlo al Félix Bulnes. Después la
mamá empezó a lesear; me lo quitaba, me lo entregaba, me lo quitaba. Y
cuando yo iba a verlo ella estaba volaíta, todos en esa casa consumiendo.
Le estaba dando pecho a otra persona. Un día ella me dice: sabe quiero que
usted se quede con el niño. Va a sufrir aquí. ¿Te acordái de eso?
Enrique dice que no.
–Entonces le dije: ya, yo lo cuido, pero vamos a ir a la justicia. Y ella no quería,
pensaba que iba a quedar presa, porque también andaba metida en cosas.
Pero para serle honesta: me tenía cabreada, me sacaba cosas de la casa
para consumir, venía a molestar al Enrique. Y yo soy pesada también.
Llamé a los pacos y les dije que ella había amenazado con matarlo. Pero,
Enrique, era mentira, la mami te quería harto.
Enrique tampoco se acuerda de eso.
–Pero salió para peor. Lo encontraron mal; era muy flaquito. Este dedo
era más gordo que él. Y mírelo ahora. La jueza lo quitó y lo llevaron a
una guardería en San Pablo, donde iban los niñitos de adopción. Estuve
yendo varias semanas a verlo, a pedir que me lo devolvieran, hasta que ponía a robarles a las otras presas ahí mismo en las visitas. Después cuando yo
me lo pasaron. Él no había cumplido el año. tenía como siete, salió a la calle, pero cayó altiro de nuevo por homicidio”.
Para cuando tenía 2, cualquier disputa sobre su tenencia se resolvió: su A los 8 años, Enrique comenzó a ir a los malls: los adultos le pasa-
madre quedó presa por un robo con intimidación. Su papá biológico era un ban una bolsa “biónica” para sacar ropa de las tiendas, sin que suene
traficante del sector de la población El Montijo, de Cerro Navia, con el que la alarma. A los 10 empezó a hacer robos de cadenas y carteras en el
no hablaba, pero veía en las esquinas constantemente, comprando, vendien- centro de Maipú. El año siguiente se dedicó al boom de los Blackberrys
do. Enrique creció en esas calles, mimado por las bandas que conocían a su en Providencia. A los 12 ya tenía pistolas.
mamá, haciéndoles favores, microtráfico. “Me regalaban plata, comida. Mi –¿Cómo dirías que fue tu infancia?
mami era muy respetada, era brígida”. Acá empieza a recordar: “Iba todas –No tuve, a lo más jugué a la pelota. Después andaba trabajando ya.
las semanas a verla adentro. Me celebraba los cumpleaños. ¡Entera brígida! Se Esa hueá no es infancia.

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–¿Nunca viste otra posibilidad, no meterte en ese mundo? Urdemales le contestó que estaba haciendo su comidita.
–Imposible. No cachan ustedes: es pura distorsión el barrio. Uno está –¿Ycómolahacessintenerfuego? –interrogóelcaballeroyPedro,levantandolatapadelaolla,repuso: 
ahí, en la calle y llegan autos mortales, traficantes tapizados en ropa, los –Ya ve su mercé cómo hierve la comidita. Para que hierva no hay más que tamborear en la
choros. Quedái sorprendido, quería tener todo lo que tenían. tapadera y decirle: Hierve, hierve, ollita hervidora que no es para mañana, sino para ahora.
–Pero alguno de tus amigos y compañeros habrá podido man- El caballero, que era avaro, quiso comprarle la ollita que podía hacerle economizar tanto; pero
tenerse al margen. Pedro Urdemales se hizo mucho de rogar, hasta que le ofreció mil pesos por ella y Pedro aceptó.
–De esas cuadras, nadie. Están todos presos. El viejo, que creyó hacer un gran negocio, vio muy luego castigada su avaricia, pues la ollita a
Enrique dejó de ir al colegio en cuarto básico. Su abuelo había sido pesar del tamboreo y del ensalmo, siguió como si tal cosa. 
trabajador de la construcción, pero tenía pensión de invalidez tras un
accidente que casi le costó una pierna. Su abuela iba a las cuatro de la
mañana a los consultorios para tomar un número de espera, que vendía Enrique levanta un shop, y dice:
en cuatro mil pesos cuando llegaba la gente a hacer fila. Ella recuerda. –Con lo de mi mami me volví loco, entero loco.
“Lo anduvimos correteando, pero después ya nos cansamos. No nos es- Le da un sorbo.
cuchaba. Sabíamos lo que hacía, cooperaba con plata. Me conformaba –Salí a robar un auto, a pegarle a unos hueones para saber quién había
con verlo en la esquina, saber que estuviera bien”. sido, reventé tres casas. Pillé a un loco en una; estaba en la pieza, acostado
Enrique sumó decenas de detenciones antes de cumplir los 13 años. La como si nada. Le disparé, en la espalda. Yo creía que el loco se había muer-
mayoría de las veces lo mandaban a la casa. “Otros pacos, to, pero después apareció en silla de ruedas. El otro cachó
aburridos, me iban a dejar, de noche, al cerro de Renca, a que lo andaba buscando pa’ echármelo, se entregó.
donde está el cartel de ‘Renca la lleva’. Me quitaban las Con 13 años, Enrique se quedó oficialmente solo
pistolas y la plata, para que me devolviera a pata”. con su abuela; su abuelo había fallecido un año an-
Enrique cuenta que tuvo dos pasadas por el centro tes. Cada uno hizo el luto a su manera y casi no se
del Sename del Arrayán, como medida de protección. encontraron. Enrique lo resume así:
Ahí, entre otros, conoció al “Loquín” y al “Cisarro”, dos –Me daba lo mismo morirme o no. Quería pelear todos
menores de la misma generación, nacidos entre el 95
y 96, que terminaron revolucionando la delincuencia
Uno los días, estaba tan volao que me dormía en la calle.
Después enumera lo que era su consumo promedio,
juvenil en Santiago. En su primer encierro, tuvo que sin plata cualquier día de la semana: seis o siete pitos, chicota y
pelear: en un almuerzo le enterraron un tenedor en la
espalda; vio a niños destruidos y a otros que destruían.
no es nadie, un puñado de frascos de jarabe para la tos que guar-
daba en el refrigerador de su casa como si fueran be-
“Estábamos todo el día a los tajos, el más vivo sobrevive. no existís, nadie bidas energéticas. Formó parte de su propia banda, los
Son crueles algunos machucados. A los recién llegados
los ponían en la cama de abajo del camarote y de la de
te respeta, Saquecitos, bautizados así por los mayores del barrio,
porque los veían siempre jalando. Él era el que tenía
arriba los meaban todas las noches. O les robaban la las minas el contacto para las pistolas: armaba al resto.
ropa. O los llenaban a pollos. Yo traté de salvar a algu-
nos, porque es fome; llegar y no conocer a nadie, si al
no te miran, –Las comprábamos a 350 lucas, pero limpias, sin nin-
guna pata pa’ atrás. En armerías ilegales comprábamos
final andábamos todos en lo mismo”. erís invisible de a veinte, en caja original. Y después las trabajábamos
–¿Te daban herramientas para rehabilitarte? y las vendíamos a ochenta lucas, pero con cualquier robo
–Ja, ¿quién se va a rehabilitar ahí? La última vez que me y balaceras encima. Hasta mini Uzi tuvimos.
soltaron, salí a robar al toque. El Loquín se había venido Los Saquecitos lograron hacerse de un par de calles en
dos días antes y me fue a buscar. Fuimos a la disco, todo Cerro Navia, territorio propio. Enrique trabajó cajeros au-
pagado. Estaba el Cisarro. Después de eso partimos a pi- tomáticos, farmacias, autos por encargo, todo con relativo
tearnos unas camionetas. Así es cómo funciona. éxito: después de los 14 solo lo procesaron seis veces.
Cuando tenía 13 años, la mamá de Enrique quedó libre –Pon en YouTube: “Bandas rivales Cerro Navia”
nuevamente. Por tres meses, los dos se reconectaron. Él, que ya manejaba pla- –dice.
ta, la llevó a comprar ropa, la movía en radiotaxi, le presentó a sus amigos. Es una nota de Chilevisión Noticias. Un grupo de encapuchados
El 18 de diciembre de 2011, domingo, Enrique venía despertando tras disparan al aire, jurando venganza, contra otra pandilla de Cerro Navia.
una noche de trabajo y fiesta. Un amigo lo fue a buscar a la casa. Le dijo que En los comentario de los usuarios la mayoría celebra que se maten entre
algo le había pasado a su mamá. Luego de una discusión, dos traficantes le ellos. Otro porcentaje los llama “simios”.
habían dado una puñalada en el corazón: estaba muerta. –¿Veís el gorro? - insiste.
Es un jockey del Barcelona. Está en la pantalla y también está hoy
en la cabeza de Enrique.
Lea y comente el siguiente texto: –¡Ahí estoy yo! Con el pañuelo en la cara –dice.
Una vez que Pedro Urdemales estaba cerca de un camino haciendo su comida en Y agrega:
una olla que, calentada a un fuego vivo, hervía que era un primor, divisó que venía –Nos hicimos respetados, nadie nos venía a patear el naranjo. Teníamos
un caballero montado en una mula, y entonces se le ocurrió jugarle una treta. Saca plata. Es penca pensar en esas hueás, porque mira cómo ando ahora, pero…
prestamente la olla del fuego y la lleva a otro sitio distante, en medio del camino, y con Enrique está calculando de nuevo.
dos palitos se pone a tamborear sobre la cobertera, repitiendo al compás del tamboreo:  –Debo haber desperdiciado como 130 millones. Me podía hacer 500 lucas
–Hierve, hierve, ollita hervidora, que no es para mañana, sino para ahora. El diarias. Andaba en el medio boom, en puro radiotaxi, con fardos de billetes.
caballero, sorprendido de una operación tan extraña, le preguntó qué hacía, y Pedro –¿Necesitabas tanta plata?

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–Uno sin plata no es nadie, no existís, nadie te respeta, las minas no te muerte de su mamá, aburridos de las mexicanas, habían puesto 700 mil
miran, erís invisible. Desperdicié todo. Compraba motos clonadas para pesos cada uno para matarlo. Poco más de dos millones, por su vida.
darme vueltas en la población por dos semanas, hasta que la pillaban los La guerra siguió. Mientras Enrique celebraba su cumpleaños 16 en un de-
pacos y la dejaba tirada. Y después compraba otra. Arrendábamos una partamento, dos pistoleros atacaron desde afuera, dejando dos mujeres heridas y
disco, sector Vip, puro copete bueno, a 60 lucas la botella, invitábamos a un muerto: su mejor amigo, con quien compartía la casa arrendada. Los enfren-
las machucás, podía estar con cuatro minas la misma noche. Jalábamos tamientos tenían su barrio tomado. Enrique le había robado a tantos traficantes
de la mesa, en cerritos. Me jalaba siete gramos después de trabajar. Podía que ni siquiera sabía con certeza cuáles eran los que lo querían matar.
hacer 500 lucas una noche, pero la mañana siguiente me revisaba los Un vecino, que lo conocía de niño, avisó a la municipalidad. Ahí lo pos-
bolsillos y despertaba con gamba, gamba 100. A veces con nada. tularon a un plan piloto que tiene el Ministerio de Interior: la Terapia Multi-
–¿Qué pensabas de las víctimas? sistémica, franquicia norteamericana comprada en el gobierno de Sebastián
–Que tienen plata, poh. Si le robai a alguien que tiene un auto que vale Piñera, mantenida en el de Michelle Bachelet, para abordar los casos más
quince palos, es porque tienen plata. Uno piensa así, sobre todo cuando vai comprometidos de jóvenes en rutinas delictuales. El concepto es simple: en
a robar. Yo no soy violento, no me sale natural, pero en el momento que hay un plazo breve, de no más de cinco meses, se interviene al joven y a su círculo
que ponerse malo. Yo trataba de no pegarles, otros compañeros sí, se les pasa- familiar con visitas diarias y disponibilidad las 24 horas. Se elaboran informes
ba la mano. Una vez colgué a dos viejitas en Maipú que no se veían de plata. sobre avances concretos y las estrategias se revisan semana a semana, apuntan-
Me sentí tan mal, volví a devolverle las cosas. do a no eternizar la intervención, uno de los múltiples
–Pero la gente trabaja para comprarse defectos de los modelos tradicionales del Sename. La
esas cosas. otra gran diferencia es que es opcional, no obligato-
–Todos andamos arriba de la pelota; comemos ria, ni dictada por un tribunal: el adulto a cargo se
con eso, nunca hemos trabajado en la vida. Es el compromete por escrito y le explican el asunto como
sustento, lo único que sabemos hacer. Si tienen 15 lo que es: una especie de última oportunidad.
palos para un auto, deben tener 15 para otro. La abuela de Enrique, en ese punto, ya estaba
–¿Hay muchas víctimas que están deci- hastiada de esconder pistolas, de responderles el
diendo defenderse antes los robos? Con timbre a carabineros y de verlo llegar sangrando a
armas incluso. la casa. A ella misma la habían encañonado unos
–Ya estaba brígido cuando me vine. Está bien, traficantes que intentaban recuperar un cargamen-
ellos están aburridos que les roben cinco veces. Ven to arrebatado por los Saquecitos y que, supo ella
el bien de ellos, uno ve el de uno. Si te tocó balazo, después, estaba enterrado en el patio.
te tocó nomás, así funciona, es el riesgo que hay. La psicóloga Denisse Olivares quedó a cargo
–¿Ha ido empeorando lo de las pandillas? del caso de Enrique, que estaba, como la gran
–Está empeorando, los cabros chicos están en- mayoría de los jóvenes del sistema, sobre inter-
teros locos. venido: había tenido ya más de 10 delegados, sin
Enrique y sus amigos comenzaron a dedicarse ningún resultado que mostrar.
también a las mexicanas: entraban a casas de trafi- –La eché las primeras veces. Iba a la plaza y yo es-
cantes del sector para quitarles las drogas. Dice que, taba trabajando, empastillado. La saqué a chuchás.
“No tuve infancia,
en total, debe haber hecho unas 40, la mayoría a lo más jugué a la pelota. Después empezó a ir en las mañanas a la casa, la
pequeñas, pero un puñado fueron en kilos: 36 sacó Después andaba trabajando ya. única hora donde no estaba loco. Ahí empezamos a
gracias a un dato en La Legua. Ellos mismos reven- Eso no es infancia”. conversar, me di cuenta que yo le importaba.
dían lo que robaban, consumían el saldo. La psicóloga, en un comienzo, pensó que Enri-
Aprovechó para saldar cuentas personales: le quitaba la droga a su que inventaba su historia: la madre muerta, las mexicanas al padre, el precio
propio papá. sobre su cabeza, parecían una película. “Pero me fui dando cuenta de que
–Le pegué varias veces. Una vez, como a los 14, se acercó y trató de era real. Uno de los defectos del sistema es que los que intervenimos estamos
pasarme 500 lucas, por el tiempo que no estuvo. Yo ya tenía monedas, gastados, solemos concentrarnos en lo malo, porque hay mucho malo, y eso
lo mandé a la chucha. ¿De chico me vio pasar hambre y ahora quería lleva a pensar que efectivamente rescatar a alguien que está tan metido es
ponerse? Se la tiré de vuelta. Mis compañeros casi le pegan muy difícil, casi imposible. Este sistema trata de ver las poquitas luces que se
–¿Supiste algo más de él? veían: Enrique tenía, a su manera, una capacidad de resiliencia fuera de lo
–Debe seguir traficando, el hueón. común para soportar una historia de vida así. Y estaba su abuela, que aun-
Con el flujo constante de plata, Enrique arrendó una segunda casa, que con dificultad, seguía con él; era la única que no lo había dejado”.
para los negocios, con mesa de ping pong incluida. Solía tomar sol en Los dos hicieron, literalmente, mapas por cuáles calles podía transitar para
las tardes, en la terraza del segundo piso. En 2014, algunos miembros que no le pasara nada. Ella se fue convenciendo de lo real de las amenazas
de otra banda, los Polleros, con quienes no tenían problemas previos, se sobre su vida: trataba también jóvenes de la pandilla rival. Pero en las noches
acercaron pegados a la reja, sin que Enrique los viera. Cuando llegaron Enrique seguía delinquiendo: el 30 de abril y el 2 de mayo de 2015, en el
abajo, comenzaron a disparar hacia arriba. Alcanzó a darse vuelta, pero cuarto mes ya de intervención, según consta en fiscalía, encañonó con una
recibió seis balas, las de la hoja de papel en lapiz pasta verde, que lo escopeta a cuatro personas para asaltarlas. En paralelo retomó un tratamiento
tuvieron dos meses en el hospital: cualquiera un poco más a la derecha, para el uso de drogas en la fundación Tierra de Esperanza de Pudahuel.
a la izquierda, lo pudo haber matado. Tuvo una recuperación larga, con El 5 de mayo, cuando Enrique volvía de una terapia, se encontró a sus
muletas. Los Saquecitos pegaron de vuelta, hubo heridos al otro lado y amigos corriendo en dirección contraria. Apenas alcanzó a oír los disparos:
una explicación: tres traficantes, incluido uno de los involucrados en la uno se le clavó en el tobillo. Fue al hospital y a la vuelta se encontró otro amigo

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muerto en la calle. La psicóloga fue a su casa, intentó hablar con él ese día. Él el resto de la gente: dormir de noche, vivir de día. Subió casi 20 kilos por
estaba ido, no la escuchó. Tomó una pistola y salió de vuelta a la calle. ansiedad. Se notaba a sí mismo menos violento e irascible. Cumplió los 18:
hizo una celebración muy chica, pero tranquila: sin balazos. Va todos los
días a un centro de tratamiento de drogas. Los otros niños ahí están por
Enrique Troncoso camina por el segundo piso de su nueva casa. Es una faltas menores, no se imaginan, cuando se sientan en la mesa a jugar cartas,
pieza amplia, con televisor de pantalla plana. La cama está deshecha: se lo que él ha hecho. Se pasea a veces por poblaciones cercanas a su barrio,
despertó hace poco. A los lados, en las paredes, hay principalmente a comprar marihuana; ese consumo
fotografías impresas. A la derecha, varias de su ma- es considerado un avance importante en su caso.
dre, de él en visitas en la cárcel, de sus cumpleaños
celebrados en el encierro. Al frente otra, con él flaco, Programa Sus viajes a Santiago se restringieron solo para regu-
larizar su situación judicial, la pila de causas que tenía
rodeado de otros jóvenes, riéndose.
–Este es el Kevin, del robo del siglo. Lo pillaron la
semana pasada en España, en una disco.
Multisistémico
Desde el 2012, unos 4.119 jóvenes
pendientes, de horas comunitarias no cumplidas, pla-
nes de intervención no completos: había vivido hasta
ahí, literalmente, fuera del sistema: el aparato judicial
Enrique recorre el muro con la vista. Suspira. se han intervenido con la terapia emitía y emitía órdenes y él no se daba por enterado.
–Puta, mis hermanitos. Este está en cana. Este y el multisistémica del Ministerio del El 4 de noviembre de 2015 tomó un bus y se presentó
de allá muertos, ¿se acuerda que le conté? Interior, plan implementado para voluntariamente ante el quinto Juzgado de Garantía
–Tu pieza parece un mausoleo. los casos críticos de responsabilidad de Santiago, recomendado por Karina Flores, la de-
–Miro pa’ atrás y me salvé, hermano. Tuve raja yo. penal adolescente. Entre fiscales, fensora pública que veía su caso. Ella llevó todos los
El programa del Ministerio del Interior, tras el defensores y jueces es reconocido informes: el cambio de dirección al sur, el tratamiento
tiroteo del tobillo, reevaluó el caso de Enrique: si no como el intento más serio y efectivo de drogas, el ya nulo contacto criminológico. Presentó
hacían algo drástico, la próxima vez tendrían que para abordar la crisis del sistema. su caso como lo que le parece hoy a todos los que lo
irlo a buscar al Servicio Médico Legal. La psicólo- Según datos de la Subsecretaría de siguen: un milagro de la responsabilidad penal ado-
ga, en su mapeo inicial de la familia de Enrique, Prevención del Delito, el 77,89 por lescente, un pandillero en rehabilitación, tratando de
había subrayado literalmente algo que le llamó la ciento de los menores no vuelven a llevar una vida normal. La jueza no escuchó los argu-
atención: tenía una tía que había obtenido una casa tener nuevas detenciones, durante mentos y lo envió internado al CIP de San Joaquín,
por un subsidio por discapacidad en el sur. los meses que dura el plan. “Aho- preso. Enrique ni siquiera había llevado cambio de
Convencieron a su abuela primero. “Era pedirle algo ra encargamos un estudio a Paz ropa. Antes de salir de la sala alcanzó a decir:
muy difícil: que dejaran todo atrás y que empezara una Ciudadana sobre la efectividad –Pero si ya estoy reinsertado.
vida nueva. Ella ya había sufrido mucho; el Enrique era después del egreso, ¿cuántos vuel- Apenas llegó a San Joaquín, Enrique tuvo que pe-
lo único que le quedaba. Si no se iban, lo iba a perder ven a delinquir? Esta será la cifra lear: inicialmente cayó en una casa donde la mayoría
también”, dice Denisse Olivares. más interesante de analizar”, dice eran sus enemigos, en Cerro Navia. La defensora y la
–No me costó nada –dice la abuela de Enri- el subsecretario Antonio Frey. “Te- psicóloga del programa lograron trasladarlo a otra. Lo
que. –Le dije un domingo que nos íbamos y me nemos buenos indicadores, pero no visitaron. “Estaba muy mal. Ya no se veía tan duro; se
puse a vender las cosas por el barrio y el jueves, queremos adelantarnos, ni preten- puso a llorar”, dice la abogada. “Fue un descriterio
cuando llegó, ya no había nada. demos reemplazar al Sename. Va- mayúsculo y una prueba de cómo funciona la justicia
Enrique dice que nunca sintió miedo, pero aceptó mos por caminos distintos”. El cos- adolescente. Se supone que la idea es que no delincan
rápido. El último día, mientras hacía las maletas, dio to de la intervención por menor es más. Y con él se estaba logrando, algo que rara vez
vuelta sin querer un florero; estaba lleno de papelillos de de 1.295.270 pesos, casi un millón pasa. Y lo encierran. A alguien que viajó en bus 12
pasta base que él ni siquiera sabía que estaban ahí; llega- 400 si se cuenta gastos adicionales, horas para llegar al tribunal voluntariamente”.
ba tan borrado en las noches que los escondía para que como el pago de la licencia. “Si es Estuvo 20 días preso. Como casi nunca, todos
su abuela no los encontrara y cambiara por comida. caro o barato, dependerá siempre los pilares de la red de apoyo a infractores menores
Alcanzó a liquidar lo que le quedaba de droga; juntó de los resultados”, dice Frey. “Y de de edad actuaron coordinados, en horas extra, sin
tres millones, para amueblar su nueva casa. con qué lo midamos: un menor celos unos con otros, entendiendo lo simbólico de
En paralelo el programa del ministerio buscó organis- que cumpla la mayoría de edad y la situación: casi nunca se puede rescatar a alguien
mos en el sur para que Enrique siguiera su tratamiento y cae preso, cuesta 650 mil mensua- y ahora que tenían a alguien rescatado, lo estaban
cumpliendo las sanciones por las causas pendientes que les al Estado”. perdiendo. El caso llegó a la Corte de Apelaciones.
acumulaba. El 5 de junio de 2105 tomaron el bus desde Ahí la defensa lo comparó con el Chacal de Nahuel-
Santiago. Enrique tenía 17 años. A la mañana siguiente toro; alguien rehabilitado, pagando por conductas
apareció en una ciudad nueva, sin conocer a nadie. pasadas. Le confirmaron la libertad. Ha tenido que volver dos veces más
–Los primeros días lo pasé muy mal, no hallaba qué hacer. Salía a a Santiago, a presentarse el Centro de Justicia. Inexplicablemente, siempre
caminar por el barrio todo el día; no podía dormir. Estaba psicoseado. pasa a darse una vuelta a su población, antes de tomar el bus de vuelta.
Pasaba encerrado viendo tele, escuchando música. Puro comía. La última vez tuvo que arrancar; alguien había contado que estaba ahí y
A las dos semanas y media, Enrique se peleó con su abuela. Tomó lo esperaban, hombres armados, en dos esquinas.
un bus a Santiago un miércoles. Estuvo tres días. El efecto menos estudiado en casos como el de Enrique es el vacío adrenalí-
–Me pitié dos Hyundai Tucson y salí a carretear. Volví el domingo nico en cambios de vida así de drásticos. Pasar de ser el líder de una pandilla, a
con siete gambas. un vecino más. “Toda la autoestima está construida alrededor de lo que hacía,
Enrique no le contó a la gente del programa. Trató de adaptarse a su su validación social. Buscarle reemplazo a eso no es fácil. Vivía pensando en
nueva vida. Se tuvo que acostumbrar, a punta de pastillas, a vivir como que puede morirse mañana, insertarle la idea de futuro es complejo, pero se

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puede”, dice la psicóloga del programa. –¿Y qué significa?
–Tía, me puede bajar la música, que no escucho nada –dice –No entendí ni una hueá.
Enrique, a la dueña de la shopería. –Yapo Enrique. ¿Quién estaba?
–Primero que nada, no soy pariente tuya, no soy tu tía. ¿Entendiste? –El Urdemales.
– le responde la señora, molesta. –¿Qué hacía?
Hace dos años, una discusión no habría terminado bien. –Calentaba una olla.
–No se enoje, se lo estoy pidiendo nomás. –¿Y quién apareció?
Enrique se come una papa frita: –Vio a un caballero y dijo: le voy a hacer una tetra.
–Tenía 15 hueones que hacían lo que yo dijera. Yo era el que pegaba –¿Y qué pasó?
el grito. Tenía unos perros bombas de 10, 11años. Les decía de puro –Le compró la olla y le fue mal. Se lo cagó el Pedro, pero con luca,
aburrido: anda dispárale a este hueón y te doy una pastilla. O: dispárale o no te le hubiese sacado más.
juntái con nosotros. Y partían. Uno era respetado. –Enrique, ya pues, si tú puedes. ¿Cuál es la enseñanza del cuento?
–¿Cómo te controlas ahora cuando alguien hace o dice algo –Que hai que ser vivo.
que no te gusta? –¿Pero qué aprendiste tú?
–Persona, quiero ser persona. No iba a vivir toda la vida lo mismo. Es- –Que hay que cagar a la gente.
tuve en la guerra, pero no siempre va a ser guerra. Ahora vivo tranquilo, –¿Y eso es justo para el caballero?
camino tranquilo, no tengo que andar mirando para atrás, con la mano en –Cagó nomás, mala cueva, al que le toca, le toca.
la pistola, a ver si alguien me va a disparar. Puedo andar así, sin pistola: allá –¿Y si tú fueras el caballero?
andar sin nada dos días era un suicidio. Era estresante. Yo dormía siempre –Luca no es ni una hueá.
pensando en si me habían grabado en un robo, si la cámara estaba apun- –Ya bueno, si fuera más plata. ¿Cuánto es harta plata para ti?
tando para mi lado o no. Era fome. He aprendido a apreciar esto. –500 lucas.
–¿No echas de menos? –Ya, si perdieras 500 lucas, ¿sería bueno lo que le pasó?
–Sí poh, obvio. La adrenalina. Las minas. Y que no estaba acostum- –Es que uno piensa diferente.
brado a que me faltara nada. Y acá a veces no tengo ni para comer. –¿Pero qué crees que quiso decir el caballero que escribió el cuento?.
Ando así, con las tres pilchas que me traje. –Que no hay que creer en la gente.
Enrique ha tenido un solo trabajo formal: hizo un jardín entero a –¿Que nadie crea en nadie? ¿Que nadie crea en ti, por ejemplo?
cambio de 30 mil pesos. Lleva una semana tratando de hacer un currí- –Ja, ¿y quién va a creer en mí?
culo, pero no sabe qué ponerle. Están intentando buscarle un trabajo Media hora después la clase termina. Enrique toma un colectivo hacia el
fijo, pero su escolarización no ayuda. Y los sueldos a los que puede centro de tratamiento antidrogas. Después de dos días lloviznando, es una
aspirar, parecen ridículos, con las cantidades que manejaba antes. tarde de rotundo sol. No es una imagen poética: cantan unos pajaritos.
Un estacionador de autos entra a la shopería. Saluda a Enrique: –Tengo la mente de quedarme en el sur –dice.
–¿Cómo estamos para una pega? Los asistentes sociales que trabajan con miembros de pandillas en Santiago
Enrique lo mira nervioso. Se calla un minuto. Después lo dice, como suelen escuchar el discurso: más que un destino real, el sur de Chile, a diferen-
avergonzado. cia del norte, que asumen aún más estresante, es un estado mental, el lugar
–Salí con un amigo de él la semana pasada. Hice una biónica y saca- dónde sueñan retirarse, lejos de las balas, los policías y de ellos mismos.
mos unos buzos del Manchester, unos polerones. Y los fuimos a vender. –Pero me siguen dando ganas de irme a Santiago, una semana, hago pla-
Sacamos 70 lucas. Ha sido la única vez, nos habían cortado la luz en la ta y me vengo. Pero si voy, sé que no voy a querer venirme. Me conozco.
casa. Me dio la hueá, no quería andar pidiendo ayuda. Enrique llega al centro comunitario. Tiene que coordinar una actividad
No cuenta mucho más, después de eso. para mañana: le van a comprar una tenida para poder ir a un campeonato
La tarde siguiente tiene clases particulares con una profesora, que lo está de fútbol. Mira el living, no ha llegado ningún otro usuario. Lleva ya dos
preparando para tomar exámenes libres de dos por uno: solo tiene cursado días esperando este momento: el computador está desocupado.
hasta cuarto básico. Hoy toca reforzar lenguaje, comprensión de lectura. –En esto me entretengo.
–Enrique, vamos a leer un texto y me dices lo que entiendes, ¿ya? –le Prende la CPU. Aprieta un ícono en el escritorio. Se abre un juego de
dice la profesora. rol. Se pone los audífonos.
–¿Qué texto? ¿Todo este? –responde. –Me relaja caleta.
–Si hay una palabra que no conozcas la buscamos en el diccionario. En la pantalla, un personaje aparece en una calle, empuñando una
Enrique toma la hoja. Enfrente suyo hay tres párrafos. Los lee muy pistola. Es una cámara subjetiva.
lentamente. –Esos son los pacos.
–La ollita de la virtud. El personaje dispara un cartucho entero. Recoge municiones.
El pistolero de Cerro Navia, el rey de las mexicanas, el pandillero –Y así vai avanzando. Ahí arriba salen los muertos que llevái. ¿Cuán-
vengativo con nueve heridas de bala, finalmente parece un niño: tos muertos llevo?
–¿Tretra? ¿Treta? ¿Qué es? Enrique se pierde mirando el monitor. Una asistente social lo mira desde
–Búscalo –le dice la profesora. un sillón. Sonríe. La once se servirá en una hora: hay pan con jamón.
Enrique toma un diccionario. Enrique saca siempre uno más, para llevarle a la abuelita.
–“Artificio sutil e ingenioso para conseguir algún intento…” Enrique aprieta y aprieta botones, dispara, dispara, dispara hasta
–Un engaño, Enrique. que ya no dispara más.
Enrique lee el resto del cuento. –Oh. Me mataron.
–… hierve, hierve, ollita hervidora, que no es para mañana, sino para ahora. Y el juego empieza de nuevo.

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