2 Desordenar
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Desordenar
Creatividad una nueva concepción para una nueva época
Coofex / CoCrear - Formacion en Coaching Ontológico
Desordenar
Desde el principio al fin de este capítulo hablaremos del Desordenamiento, basado en el artículo “Creatividad,
una nueva concepción para una nueva época” de José Vicente Rubio. Primero comenzaremos con el concepto
de la palabra Desorden: “Confusión y alteración del concierto propio de una cosa”.
La propuesta creativa que pretendemos comunicar ahora, tiene como centro, como origen, como desarrollo, y
aun como resultado, fundamentalmente una palabra: DESORDENAMIENTO.
Es difícil explicar una concepción que aparentemente va contra todas las leyes de las ciencias naturales y
humanas, y del sentido común, que buscan primordialmente un orden en las cosas. Aun la ciencia del caos y
de la sinergética que pretenden hacer comprensivos los fenómenos del desorden y la complejidad buscan en
última instancia devolvernos la garantía de que hay un orden inherente a los grandes fenómenos, una
simetría de conjunto que llega a tener sus propias leyes. Entonces ¿por qué plantear una teoría
desordenadora de la realidad y del conocimiento?
Es más, en una época que pretende ser tan particular en la historia humana, al punto que se llega a afirmar que la
humanidad está dando el salto más grande del cual se tenga noticia desde el paso del paleolítico al neolítico; en una
época cuyo signo fundamental en el que todos parecemos estar de acuerdo, es la complejidad, el incremento de la
dispersión, de la entropía, del cambio, ¿por qué atreverse a formular la necesidad del desordenamiento?
Varios autores se han ocupado de esto. Pero quizás ellos no se lo han propuesto de manera directa, o explícitamente
no lo reconocen, o no conocemos bien su historia, o simplemente no sabemos de otras personas que hayan
desarrollado en su vida o en su investigación procesos de desordenamiento. Por ello plasmamos nuestras ideas
sobre la creatividad como una propuesta desordenadora para la época. Usted puede leer en el orden o desorden
que desee, saltando de uno a otro párrafo sin rumbo fijo.
¿Qué es desordenar?
Es dar o atribuir un orden diferente a algo. Los problemas surgen cuando empezamos a preguntarnos: ¿qué
es dar?, ¿atribuir?, ¿orden?, ¿diferente?, ¿algo?
A lo largo de este artículo trataremos de responder qué sentido tiene en nuestra concepción cada una de
estas palabras. Pero pensemos: ¿Qué pasaría si lo que tenemos ahí frente a nosotros, de pronto cambia de
sentido, de lugar, de tiempo... y de pronto sentimos que esos cambios no se operan solo en esas cosas sino en
nuestro vestido, en nuestra piel, dentro de nosotros mismos?. No sabemos qué siente usted, pero algunas
personas en este momento de concentración sienten que el cerebro se mueve, se encoge, se agranda... algo
sucede en ellos que les comunica que hay una especie de desorganización interna.
Entonces el desorden del que hablamos no es un simple cambio de lugar o de actuar o de ser que
normalmente cae nuevamente en esquemas. Desordenar es sacudir la red simbólica en que nos movemos; y
en este tipo de desorden toda la persona queda comprometida porque es toda la persona la que va a sentir el
impacto, el cambio físico, de contexto y de sentido. Desordenar es alterar las concepciones que se tienen
sobre las cosas.
Si nos preguntamos de cuántas maneras se pueden disponer tres objetos o cinco números, todavía el asunto
es relativamente fácil; pero si la pregunta es por las jugadas posibles del juego de ajedrez, ya está más
complicado. ¿Cuán complejo será entonces preguntarnos por la variedad del tipo de disposiciones que
podemos hacer de la realidad y aún de nuestra racionalidad?
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Invertimos mucho tiempo en buscar razones, que nos llevaban desde el reconocimiento de la hasta ahora
imperiosa necesidad del ORDEN para la seguridad de la mente humana y de la sociedad; de la consecuente
homogeneización en muchas de sus versiones; del paradigma de verdad y objetividad trazada hasta hace
poco por la ciencia; hasta la evidencia del desorden en sus más variadas manifestaciones.
Primero entremos al mundo cotidiano, en el suyo si nos es permitido: ¿Cómo funciona la idea secular de
orden, en la realidad que usted afronta diariamente? ¿Acaso no sienten usted y los suyos que la vida al
contrario de estar más ordenada, tiende a desordenarse? Ya son verdades cuestionadas que el determinismo
es una ley universal, que la ciencia tiene un objeto seguro, que la idea del desarrollo va unida al progreso.
¿Entonces se justifica mantenernos instalados en el antiguo orden, o en el orden que nos asigne una sociedad
que tampoco entiende cuál es el orden que debe imperar?
Es una realidad que la mayor parte de la humanidad se dedica a repetir, un orden impuesto; es también una
realidad que ese orden ya no funciona, pero también parece una realidad que la humanidad a pesar de ese
aumento de desorganización, puede sobrevivir.
Existe al menos una característica del ser humano que lo hace realmente diferente de los seres vivos: su
capacidad para hacerse a sí mismo. ¿Cómo aspiramos a auto-construirnos, si pretendemos repetir, replicar lo
que los otros han hecho de sí mismos? Los órdenes están ahí, la humanidad y la naturaleza los han puesto, no
precisamente para que los sigamos, porque estaríamos deteniendo el desarrollo humano. Están ahí como
formas que diseñaron los grupos humanos que nos precedieron; formas que les sirvieron a ellos para lograr
su paso por la vida; ¿pero acaso esas mismas formas nos sirven a nosotros?; ¿acaso están hechas a nuestra
medida?
Nuestra medida debe ser diferente de esas formas y por eso las debemos rehacer reconstruir, ampliar y en
ocasiones destruir. La razón como herramienta tuvo su época e intentó ordenar nuestro mundo y someternos
a él. Ahora la razón no es suficiente y cuando todo nuestro ser, más que solo nuestro cerebro, queda
comprometido con nuestra vida; este solo hecho da rumbo y desborda los esquemas que se nos habían
impuesto.
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¿Qué es desordenar?
"Qué empobrecida quedaría la imaginación, si el mundo fuera tal como parece ser" (Durrell, en el Cuarteto de
Alejandría).
Ya es bastante la gente (y muy sería por cierto) que pone en duda cada vez más cosas de las que nos
veníamos alimentando o sobre las cuales veníamos soportando nuestras vidas.
Algunos les llaman paradigmas, otros, relatos o categorías analíticas, y hay quienes les dan connotaciones un
tanto negativas, de obstáculos, fantasmas, o fetiches, pero lo común a todos estos términos que llamaremos
en general, CONCEPCIONES, es que su solidez empieza a deteriorarse por las condiciones del mundo actual,
en el cual ya no nos sirven para comprender y asumir una nueva realidad, entonces debemos desvelarlas,
reconocerlas y variarlas sustancialmente. No vamos a mencionar las concepciones más comunes. Pero vamos
a hablar de algunas concepciones tal vez más peligrosas, pero que suenan bien, que son aparentemente
inocuas, que se sustentan en recientes ideas humanistas y sin embargo se constituyen en bloqueos para una
nueva concepción de creatividad.
¿Qué sucede con estas ideas cuando vamos dándonos cuenta de que es el hombre mismo el que se ha ido
construyendo? ¿Qué su paso por este planeta es un accidente más? ¿Qué la evolución de la materia de la vida
y del pensamiento apuntan en múltiples direcciones y pueden producir mediante su juego de selecciones y
mutaciones otras formaciones o destrucciones o especies en las que no cuenta tanto el género humano? ¿Qué
pasa cuando el desarrollo del hombre se hace incierto y no sabemos a dónde vamos a parar porque la
creación que hacemos es tan artificial y polimórfica que cualquier tipo de hombre sería posible?
Entonces ¿hacia dónde tiende la perfección? ¿Cómo y cuándo es que vamos a terminar de estar acabados? Tal
vez el prototipo actual de la humanidad es su potencialidad y el hombre como ser potenciable es una
interacción biológico-cultural que no va hacia ningún estado definido de antemano sino hacia muchos
posibles. La concepción historicista fue altamente responsable de ese direccionamiento que nos ha generado
la sensación de posibilidades únicas, hasta incluso llegar a proclamar el fin de la historia.
Algún día el hombre podría dejar de ser político, de ser social, porque podría dejar de ser el hombre que es
hoy día.
El hombre hoy mismo está dejando de ser puramente racional. Nuevos paradigmas más holísticos le están
permitiendo ser de otra manera más amplia en la que él está integrando muchos de los aspectos que antes
no se consideraban de su propia naturaleza. Surgen entonces otras formas de cognición y de inteligencia.
Otras lógicas y racionalidades y consecuentemente se irán abriendo otras formas de desarrollo humano.
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Continuar basando el desarrollo individual y social en las carencias que tienen el hombre y la sociedad o en
llenar supuestas aspiraciones o vacíos naturales, es seguir marcando a los seres humanos con el peso de la
frustración, porque nunca se van a poder colmar todas esas necesidades. Hay que dar el salto de las
carencias, o la conciencia que se tenga de ellas, a las potencias con las que contamos y que usamos tan poco.
Hay que pasar del recurso escaso que produce competencia, al recurso abundante; de las Necesidades
Básicas Insatisfechas (NBI) al Coeficiente de Potencial Disponible o Capacidad Potencial de Desarrollo (CPD), y
una manera de lograrlo es desordenando productivamente la concepción que los hombres y las comunidades
humanas tenemos sobre nosotros mismos, y aun desordenando, desaprendiendo nuestra propia cultura. Si
una comunidad pone en duda lo que cree ser y lo que cree no tener, seguramente empezará un camino de
potencialidad y probablemente se derrumbará en una vía hacia su autodesarrollo, conectada a una época
mutante, donde las concepciones de hombre, especie y sociedad se estremecen.
A pesar de que puede no ser lo más deseable, se ha disparado en la humanidad una dinámica que debe ser
comprendida, más que rechazada o negada. La hemos querido llamar: LA CREACIÓN DE ARTIFICIALIDAD.
Es indudable que el hombre va creando otro mundo dentro de este mundo. De esta creación de mundo, ya
sea fáctico, simbólico o social, se demuestra que no existe una sola realidad. Si esa construcción de otras
realidades avanza en una proporción mayor que la destrucción de la única realidad antes existente, entonces
podríamos pensar que este mundo se estaría acabando. Pero tendríamos que poner el acento en otro lugar, o
tal vez preguntarnos: ¿y si para construir otras realidades no sea necesario modificar parte de la realidad
originariamente existente?
Podemos poner como ejemplo que se destruyeron o arrinconaron muchas formas de existencia que había
sobre la tierra, pero también abrieron posibilidades a la vida vegetal, animal y humana, así como ahora
nuestras invenciones e intervenciones sobre la naturaleza y la artificialidad pueden estar abriendo
posibilidades a nuevas formas de vida o existencia.
El orden natural es un orden que también se va definiendo a golpes de evolución y a final de cuentas, es el
hombre (y sobre todo algunos hombres) el que le da sentido, el que define desde su punto de vista y desde
sus instrumentos cuál es su organización interna. Podríamos imaginar: ¿cómo se vería ese orden desde otra
mirada y desde otros instrumentos? La ciencia actual ya comienza a hacerlo y nos dice que la realidad
depende del observador, del ángulo de aproximación que se tenga sobre ella, y aun de los intereses,
concepciones y paradigmas propios de los investigadores, que hacen que estos vean lo que quieren ver, o que
los más rigurosos lleguen hasta donde sus esquemas y sus instrumentos (también creación humana) les
permitan llegar. Entonces, no existe un orden único ni verdadero, ni una única y verdadera forma de
observarlo.
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Está claro que los procesos de complejidad por aceleración del tiempo histórico, cada día se consolidan más.
También que la experiencia acumulada ya no es el recurso que era antes y que un nuevo instrumento de
existencia es la imaginación. ¿Entonces, por qué persistir en un recurso que nos es insuficiente? Ante la
complejidad del contexto, nuestra respuesta es la complejidad de nuestros puntos de observación y esto por
ahora debe ser una observación compleja en colectivo que se logra diferenciando nuestros puntos de vista,
divergiendo del centro, mirando cada uno diferentes aspectos del fenómeno. Nuevos signos de la época
parecen ser la DIVERSIDAD y la DIFERENCIA; y para construirlos, además de partir de la experiencia y del
conocimiento universal, debemos contar con nuestro propio conocimiento, con el sentido propio que
podamos incorporar a las cosas.
La democratización del conocimiento que se pretende hoy día parece más un coletazo de la homogeneización
que una preparación hacia el futuro y aun hacia el presente. Deberíamos hablar más bien de la
democratización del conocimiento creativo, entendido este como un concepto más completo del ser humano
sobre todo en su sensibilidad y en su potencialidad. Es salir de la periferia de la cultura, de su mera
transferencia, al laboratorio de su procesamiento y su producción. Y si más hombres comienzan a producir
conocimiento, cultura, ya no hablaremos solo de igualdad sino también de diferencias y nuevas formas de
relación podrán comenzar a establecerse entre los hombres.
No hablaremos solamente de consenso, de puntos que nos unen, de perfiles de hombres, sino además de
conflicto productivo, de reguladores u ordenadores sinérgicos, de capacidad de comunicación de
complejidades ininteligibles, o de inconmensurabilidad.
Así el día a día no será una rutina, sino un espacio de negociación de significados, de construcción de sentidos,
donde tanto lo ordinario como lo extraordinario se integren en la persona humana. La educación no será el
aburrido repetir del conocimiento y de la desintegración humana, sino un espacio para la construcción del
hombre y un foro de cultura donde se den cita todas las diferencias posibles. Así no viviremos seguramente
en la pretendida armonía, y paz, y justicia social, cuyos moldes ya se resquebrajaron, sino que viviremos en la
eclosión permanente de la vida y el saber. Ya el mundo esta en movimiento ahora nos toca a nosotros
aprender a sobrevivir grata y productivamente en la incertidumbre, y así los valores en vez de conservarse o
recuperarse, uno a uno deberán ser construidos.
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Viendo un partido de futbol uno se da cuenta de que el jugador que no es capaz de desordenar la situación (el
espacio, la disposición, los contrarios...) no es efectivo. La ciencia creadora busca siempre nuevas visiones
sobre las cosas. Y los hombres, en nuestra vida cotidiana, abordamos las cosas siempre de igual manera. La
vida diaria nos tiende una doble celada: o bien el orden excesivo que nos rutiniza y nos hace caer en el hastío,
o bien el desorden sorpresivo que nos descompone, nos trastorna completamente hasta desmoronarnos.
Desdichadamente la vida diaria no parece tener términos medios.
"Crear, es mudarse de la vida diaria, para entrar en relación con mundos posibles que son invisibles para el no
iniciado" (Luis Carlos Restrepo).
Si adoptáramos la lógica del desorden, del que George Balandier dice que es "portador de un infinito de
posibilidades", podríamos comenzar a ser nosotros mismos, a sentirnos más autónomos, a ser nuestro propio
referente.
Por lo tanto él ¿para qué desordenar? Es: Para poder vivir creativamente en la situación de incertidumbre que
nos plantean estos tiempos.
Lo que proponemos es desestructurarnos, desabrochar nuestra mentalidad de la rigidez que traía por estar
apegada a parámetros que ya no funcionan. Si aprendemos a desordenar, podremos adentrarnos en las
complejidades que son el panorama del presente y del futuro. Así el desorden no nos tomará por sorpresa ni
podrá descomponernos. Si nos animamos a desordenar podremos pisar sobre los mundos móviles. Pero
sobre todo, si aprendemos a desordenar aprendemos a configurar, a ver de otras maneras, y mucho más de
lo que hay; a construir mundos posibles, y ello tendrá un efecto importante sobre nuestra cultura, sobre
nuestro ser latinoamericano; pues como ya sabemos, el desarrollo no se basa más sobre las materias primas
ni sobre la producción ni sobre los obreros de overol. La producción se basa en la tecnología, se des
materializa, se profesionaliza y la riqueza actual de la humanidad ahora es el conocimiento y la diversidad.
¿Como desordenar?
¿Qué pasaría si niego los principios de la lógica formal y de ahí se derivara una argumentación?: Se crea un mundo
diferente. Así surgió "Alicia en el país de las maravillas" de Lewis Carroll.
La forma de desordenamiento que proponemos, tiene que ver directamente con el origen de nuestro
conocimiento, con la forma en que abordamos la relación con lo existente. Entonces hagamos un breve
interludio sobre la idea de conocimiento que está en la base de nuestra propuesta.
Ya hemos mencionado diferentes realidades (fáctica, social, simbólica) y sabemos que existen muchas otras,
ordinarias y no ordinarias, de base puramente material o intelectual, mística o mágica... y también hemos ido
aceptando hoy día diferentes racionalidades para poder participar de esas realidades. Entonces la idea de
conocimiento que teníamos hasta ahora, ya no nos basta.
El idealismo decía que la única realidad eran las ideas; lo externo, lo que usted ve, toca y siente era como una
ilusión... un reflejo de ese mundo ideal.
Para las representaciones en todas sus versiones, el mecanismo es prácticamente al revés: Existe una
realidad, presente como tal, que penetra a través de nuestros sentidos y se representa de alguna manera en
nuestra mente.
Hay variantes en estas concepciones y estas dependen en gran parte de las disciplinas que participan en esta
investigación, como la epistemología (o, actualmente en mayor medida, la filosofía de la mente), la psicología
(en sus variadas ramas), la inteligencia artificial, la lingüística y la antropología entre otras. Por lo general las
diferencias se dan más en los terrenos de la transmisión, en la transferencia de ese conocimiento o aun en la
forma de obtenerlo.
Hay sin embargo nuevas teorías que se sitúan en el filo de los modelos de conocimiento comentados. Los
investigadores que han participado activamente de la revolución cognitiva, en una corriente que, sin descuidar
las relaciones mente-cerebro y el estudio serio de los dos, aborda al hombre como un ser biológico-cultural
cuya historia específica como individuo participa de manera esencial en lo que conoce y aprende. Hablamos
en concreto de las teorías de las "propiedades emergentes" y la "teoría inactiva del conocimiento".
Resumiendo, podríamos decir que así como los organismos vivientes (el hombre incluido) tienen los
elementos suficientes para auto-producirse, y de igual forma a como establecen una relación de intercambio
de energía con el medio, participan también de la producción global de realidad; es decir, no son pasivos. De
tal suerte que toda su unidad participa de su autoproducción (y auto-organización, autoinmunización y aún
auto-regeneración), también todo el sistema (en especial el sistema nervioso) participa del conocimiento.
Podríamos decir que la acción autónoma del organismo produce momentáneamente la EMERGENCIA DE UN
ESTADO GLOBAL en su interior, que construye buena parte de la realidad con la que ha establecido en ese
momento una relación.
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Un ejemplo sería: El ojo es solo una parte de la visión, la mayor parte de lo que aparentemente ve el ojo, de lo
que siente usted como conocimiento al mirar, NO ESTÁ EN SU RETINA; lo agrega su organismo global, su
historia biológica y cultural personal, literalmente EMERGE de usted mismo.
Las ideas representacionistas pierden así fuerza, pues de un lado solo se puede representar exactamente lo
que está definido, pero la realidad no es única ni parece que sea tal cual o exista como tal; y de otro lado, si el
organismo tiene una acción preponderante en la construcción de ese conocimiento ¿qué sería lo que se
terminaría representando?
Sin embargo aquí surge nuestra posición crítica a las teorías emergentes e inactivas y a todas las posiciones
que dan por descontado que un hombre cualquiera construye conocimientos; que crea significado o sentido;
que cualquier hombre de la calle es creador de cultura.
En principio cualquier hombre tiene capacidades suficientes para ello. Nos hemos referido a la potencialidad
en la especie humana, más que de limitaciones o de necesidades. Pero para explicar el CÓMO del
desordenamiento, nos toca desmitificar al género humano, aun en ese campo de su potencial, afirmando que
todo su poder ha sido frenado, bloqueado, impedido, por un condicionamiento u ordenamiento que se le
impone desde antes de nacer y se consolida a medida que transcurre su vida.
Nacemos con demasiados programas (o uno de ellos, pero solo uno con la posibilidad de crear, de ser
autónomos), y la vida diaria nos va envolviendo en muchos otros. Es tal el vértigo del programa que
terminamos alimentándonos de él; lo buscamos, lo deseamos, lo necesitamos como algo vital.
Así toda nuestra experiencia humana, más que una historia de autoconstrucción, se convierte en una
reproducción diaria de esquemas que nos empeñamos en cumplir con la mejor intención; que nos impulsan a
nuestra supuesta realización, pero que a la postre terminan reventándonos. Así nuestro propio yo va
quedando excluido, fuera de nosotros mismos, aislado de nuestro organismo del que abusamos para poder
responder a los patrones de la sociedad. Lo que importa es mostrar cómo opera ese proceso en términos de
conocimiento.
Si pensamos y actuamos por patrones externos, si la humanidad tiende a establecer una sombra de
homogeneidad sobre cada uno de nosotros, es lógico pensar que se nos ha ido suministrando una serie de
patrones de conocimiento, se nos han ido dando tanto las herramientas para conocer o reconocer, como los
modelos que debemos seguir, y así, ni siquiera terminamos "capturando" la realidad (o lo que se nos ha dicho
que ella es), sino las CONCEPCIONES DE REALIDAD que la humanidad o los grupos homogeneizadores han
tenido o tienen. No captamos el mundo sino los modelos que se tienen sobre el mundo.
"Elegimos los datos que se adecuan a nuestros paradigmas, somos ciegos a lo demás" Kuhn.
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Algunos autores se han aproximado a procesos desbloqueadores del conocimiento, en búsquedas que tienen
que ver con el desordenamiento o que se le aproximan: Ilya Prigogine en su propuesta de aplicación de la
termodinámica de los procesos irreversibles a la creatividad. Jerome Bruner, y más concretamente, Nelson
Goodman en su construcción de mundos posibles. Douglas Hofstadter en sus deslizamientos creativos y sus
procesos de auto referencia o bucles extraños. Las propuestas de Barker en "Paradigmas", entre otros, y en
general los hombres que han hecho de su vida e investigación un intento de desordenamiento en las artes,
ciencias, filosofías occidentales y orientales.
Lo que se ha querido aquí es resaltar las formas existentes para liberar nuestro condicionado conocimiento. El
desordenamiento de la realidad que vemos, palpamos, es decir, la realidad que no es necesariamente la única
realidad, pero que se nos ha impuesto como tal.
Ya que todos consideramos "existentes como están" todas las cosas que vemos y como verdaderas muchas
otras que no vemos, entonces prácticamente todo está sujeto a ser desordenado; cualquier cosa es
susceptible de adquirir otra disposición, otra organización.
Sin embargo, por razones tácticas proponemos comenzar por desordenar lo que tenemos a la mano: los
objetos que nos rodean, los espacios en que nos movemos, las costumbres más cotidianas, nuestras propias
necesidades fisiológicas, nuestro vestido, las verdades, creencias o principios comunes y corrientes sobre los
que fundamentamos nuestra vida diaria.
Para llegar al fin de este artículo, se podría mencionar algunos desordenadores como:
Realizar cambios de perspectivas sobre las cosas. Tratar de verlas por otros lados, al revés, por dentro.
Cambios de lugar o disposición de las cosas mismas. Dudas sistemáticas aun de las más firmes creencias, o
del sentido y significado que hasta ahora le dábamos a cada elemento de nuestra vida. Desvíos o variaciones
en nuestro comportamiento normal; en nuestra acción rutinaria. Reducciones o ampliaciones del espacio y del
tiempo. Distanciamiento en las necesidades corporales. Ver o sentir mucho más de lo que normalmente
vemos o sentimos, o lo contrario. Quitar partes esenciales de un todo y pensar cómo funcionaría aquello o
agregarle un elemento que no tenía normalmente. Llegar a los umbrales, a los límites, a las fronteras. Separar
lo que está unido. Unir lo separado. Desarrollo de sensibilidad a todos los niveles, y de erotismo. Metáforas,
meditación trascendental. Lenguajes alternativos, contacto con la naturaleza o con lo no ordinario. La soledad.
Simulaciones críticas. Las preguntas y los problemas. La magia, el arte y la literatura o lo que nos transporta a
otro mundo y nos produce reales conmociones: (La muerte, el dolor, la gran felicidad. El vacío, el conflicto, los
desafíos, los golpes de la vida. Que se nos remueva el piso. Desconexiones de todo. Desprendimiento. Ficción,
fantasía. Propuestas y proyectos que tengan continuidad. Capacidad de decisión permanente. Toda clase de
desprogramación que libere nuestros tiempos y movimientos y en general desordenar cualquier cosa que
hagamos, sintamos o pensemos una vez que nos hemos convertido en desordenadores de nosotros mismos.