Briceno - Leidy - Derecho Contencioso - Informe Critìco

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 6

Universidad Nacional Experimental

de los Llanos Occidentales


“EZEQUIEL ZAMORA”
Programa de Educación a Distancia
Vicerrectorado de Producción y Desarrollo Social
Barinas- Barinas
La Universidad Que Siembra

Informe Critico
Jurisdicción Contencioso
Administrativa.

Profesora: Abg. Beatriz Torres de Febres.


Sub-Proyecto: Derecho Contencioso Administrativa.
Sección: SP01
Participante:
Leidy Yudith Briceño Ramírez
C.I: 16.514.859
Carrera: Derecho

Barinas, Septiembre 2022.


INFORME CRITICO.
RECURSO: MEDIDA CAUTELAR INNOMINADA DE SUSPENSIÓN DE
EFECTOS.
EXP. Nº 2011-0223
MAGISTRADO PONENTE: TRINA OMAIRA ZURITA.

Para pronunciarse en cuanto a la procedencia o no de la medida cautelar


solicitada, a fin de impedir una lesión irreparable o de difícil reparación en el
orden constitucional, debe este Órgano Jurisdiccional revisar los requisitos de
procedencia de la medida cautelar solicitada por la parte accionante, y en este
sentido debemos referirnos a que la novísima Ley Orgánica de la Jurisdicción
Contencioso Administrativa establece como requisito de procedibilidad de las
medidas cautelares lo siguiente:

Artículo 104. A petición de las partes, en cualquier estado y grado del


procedimiento el tribunal podrá acordar las medidas cautelares que estime
pertinentes para resguardar la apariencia del buen derecho invocado y
garantizar las resultas del juicio, ponderando los intereses públicos generales y
colectivos concretizados y ciertas gravedades en juego, siempre que dichas
medidas no prejuzguen sobre la decisión definitiva.

De la norma in comento se colige que las Medidas Cautelares pueden ser


decretadas por el juez, previo un análisis ponderado de los requisitos exigidos
para su decreto, los cuales son el fumus bonis juris, o apariencia del buen
derecho, que no es más que la verosimilitud y probabilidad del derecho
reclamado y de las posibilidades de éxito de la demanda, por lo que debe el
Juez realizar la valoración de la posición de cada una de las partes, para así
identificar quien pudiera tener a su favor la apariencia de buen derecho. A tales
efectos, debe la parte solicitante de la medida cautelar poner de manifiesto esa
apariencia de buen derecho tanto de la exposición que este efectúe en su
solicitud como en los medios probatorios aportados; en segundo lugar, el
periculum in mora, no es más que la perentoriedad para evitar que la ejecución
del acto impugnado produzca al interesado perjuicios de imposible o difícil
reparación en la sentencia definitiva, si luego el mismo sea declarado nulo, por
lo tanto la premura seria el elemento que haría procedente la tutela, ya que de
declararse la nulidad del acto recurrido se causaría un perjuicio irreparable o de

2
difícil reparación, creando por tanto para el Juzgador, la obligación de
salvaguardar los derechos del solicitante. Finalmente, debe realizar el juez la
ponderación de los intereses generales y los colectivos, porque de privar estos
últimos, no podrá decretarse ninguna medida cautelar a favor de un particular,
así como la revisión de la gravedad del caso.

De la solicitud de “medida cautelar innominada de suspensión de efectos”


El recurrente pidió “que de conformidad con lo previsto en el artículo 585
del Código de Procedimiento Civil en concordancia con el Parágrafo Primero del
artículo 588 ejusdem, decrete la suspensión” del acto administrativo impugnado,
en concordancia con el “artículo 19 parágrafo 11 de la Ley Orgánica del Tribunal
Supremo de Justicia”.
En cuanto al fumus boni iuris alegó que el buen derecho le asiste ya que
“en el transcurso de todos los años que lleva como Juez jamás [ha] sido
denunciado, ni de ninguna manera se ha manchado [su] expediente”, además
“de todas las insólitas condiciones en que se ha dado la presente causa, a
través de la Institución del Anonimato, sin la valoración alguna de las
menciones, alegaciones y defensas interpuesta por [él] siendo conculcados
[sus] derechos”.
Con relación al periculum in mora señaló “la insólita figura del anonimato
[le] ha ciertamente condenado suficientemente ya que tomó 18 meses el ser
Juzgado, mientras fu[e] suspendido sin goce sueldo”.
Llegada la oportunidad para decidir acerca de la pretensión cautelar
planteada, la Sala observa que el artículo 104 de la Ley Orgánica de la
Jurisdicción Contencioso Administrativa establece respecto de los requisitos de
procedencia de las medidas cautelares, lo siguiente:

“Artículo 104: A petición de las partes, en cualquier estado y


grado del procedimiento el tribunal podrá acordar las medidas
cautelares que estime pertinentes para resguardar la apariencia
del buen derecho invocado y garantizar las resultas del juicio,
ponderando los intereses públicos generales y colectivos
concretizados y ciertas gravedades en juego, siempre que
dichas medidas no prejuzguen sobre la decisión definitiva.

3
El tribunal contará con los más amplios poderes cautelares para
proteger a la Administración Pública, a los ciudadanos o
ciudadanas, a los intereses públicos y para garantizar la tutela
judicial efectiva y el restablecimiento de las situaciones jurídicas
infringidas mientras dure el proceso.

En causas de contenido patrimonial, el tribunal podrá exigir


garantías suficientes al solicitante.” (Negrillas agregadas).

De la disposición transcrita, se desprenden los amplios poderes


cautelares del Juez Contencioso Administrativo (cfr., en igual sentido, el
artículo 4 de la comentada Ley), quien, a petición de parte o de oficio, puede
acordar o decretar las medidas cautelares que estime pertinentes durante la
prosecución de los juicios, con el objeto de proteger a la Administración
Pública, a los ciudadanos y ciudadanas, a los intereses públicos y, en general,
para garantizar la tutela judicial efectiva y el restablecimiento de las situaciones
jurídicas lesionadas, exigiendo garantías suficientes al solicitante cuando se
trate de causas de contenido patrimonial.

De allí que, la Sala ha sostenido que la medida cautelar de suspensión de


efectos, constituye una excepción al principio de ejecutoriedad del acto
administrativo, consecuencia de la presunción de legalidad, mediante la cual se
procura evitar lesiones irreparables o de difícil reparación al ejecutarse la
decisión administrativa que eventualmente resultare anulada, lo cual atentaría a
la garantía del derecho fundamental de acceso a la justicia y al debido proceso.
Por tanto, dicha medida preventiva procede sólo cuando se verifiquen
concurrentemente los supuestos que la justifican, esto es, que resulte
presumible que la pretensión procesal principal resultará favorable, o lo que es
lo mismo, la presunción grave de violación o amenaza de violación del derecho
que se reclama (fumus boni iuris) y, adicionalmente, que la medida sea
necesaria a los fines de evitar perjuicios irreparables o de difícil reparación, o
bien para evitar que el fallo quede ilusorio, es decir, el riesgo manifiesto de que
quede ilusoria la ejecución del fallo (periculum in mora), a lo cual hay que
agregar, conforme a lo dispuesto en el antes citado artículo 104 de la Ley
Orgánica de la Jurisdicción Contencioso Administrativa, la adecuada

4
ponderación de los “intereses públicos generales y colectivos concretizados y
ciertas gravedades en juego, siempre que dichas medidas no prejuzguen sobre
la decisión definitiva”.

Con referencia al primero de los requisitos, el fumus boni iuris consiste


en un cálculo preventivo o juicio de probabilidad y verosimilitud sobre la
pretensión del demandante, pues cuando se acuerda la tutela cautelar no
puede prejuzgarse sobre el fondo del asunto planteado, tal como expresamente
lo prohíbe el mencionado artículo 104 eisudem. A tal fin, la decisión del Juez no
debe fundamentarse sobre simples alegatos de perjuicio, sino en el análisis
que éste haga de la argumentación y los recaudos o elementos presentados
junto con el libelo de la demanda, a los fines de indagar sobre la existencia del
derecho que se reclama, dado que, en definitiva, sólo a la parte que tiene la
razón en juicio pueden causársele perjuicios irreparables que deben ser
evitados.
Así, este primer requisito es exigido como el fundamento mismo de la
protección cautelar; mientras que el segundo (periculum in mora) es requerido
como supuesto de procedencia en el caso concreto.

Al respecto, cabe señalar que en el caso de autos la medida cautelar


solicitada por la parte actora, tiene como objeto suspender los efectos del acto
administrativo N° 0163-2010, dictado por la Comisión de Funcionamiento y
Reestructuración del Sistema Judicial en fecha 14 de diciembre de 2010, en el
que se declaró sin lugar el recurso de reconsideración ejercido contra la
decisión del 22 de octubre de 2010, que le impuso al recurrente la sanción de
destitución del cargo de Juez Titular del Tribunal de Protección del Niño, Niña y
Adolescente de la Circunscripción Judicial del Estado Miranda, por haber
incurrido presuntamente en la falta disciplinaria prevista en el numeral 2 del
artículo 40 de la Ley de Carrera Judicial.
Ahora bien, de la lectura del escrito contentivo del recurso contencioso
administrativo de nulidad se observa que el recurrente esgrimió como periculum
in mora lo siguiente: “la insólita figura del anonimato [le] ha ciertamente
condenado suficientemente ya que tomó 18 meses el ser Juzgado, mientras
fu[e] suspendido sin goce sueldo”.

5
De modo pues, que la parte actora no señaló los hechos o circunstancias
específicas que, en su criterio, darían lugar al daño inminente que se produciría
con la espera de la decisión definitiva y que, eventualmente, harían procedente
el otorgamiento de la medida requerida, ni trajo a los autos medios de prueba
que acreditaran el supuesto daño que se le ocasionaría de no suspenderse los
efectos del acto impugnado.
Es por ello que, resulta pertinente reiterar el criterio establecido por esta
Sala según el cual “la amenaza de daño irreparable que se alegue debe estar
sustentada en un hecho cierto y comprobable que deje en el ánimo del
sentenciador la certeza que, de no suspenderse los efectos del acto, se le
estaría ocasionando al interesado un daño irreparable o de difícil reparación por
la definitiva, para lo cual se debe, por una parte, explicar con claridad en qué
consiste esos daños y, por la otra, traer a los autos prueba suficiente de tal
situación”.
En efecto, no basta la simple solicitud de la medida ni la sola indicación o
referencia a algún tipo de daño presuntamente irreparable, para que el Órgano
Jurisdiccional pueda concluir objetivamente en la necesidad de acordarla de
forma inmediata
Por tanto, no resulta suficiente a efectos de otorgar la cautela requerida
el alegato genérico e impreciso del presunto daño inminente que se produciría
con la espera de la decisión definitiva, por lo que, cabe concluir que el
recurrente no acreditó la existencia del periculum in mora. Así se declara.
Visto que en el caso de autos no se configuró el periculum in mora,
resulta inoficioso el análisis del fumus boni iuris, dada la necesaria
concurrencia de tales requisitos para otorgar la protección cautelar requerida
por la parte actora. En consecuencia, esta Sala debe declarar improcedente la
medida de suspensión de efectos solicitada. Así se declara.

También podría gustarte