S10 - Derecho de Seguridad Social

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 7

DERECHO DE SEGURIDAD SOCIAL

Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE)


Tiene su antecedente inmediato en la antigua dirección de Pensiones, cuyo decreto de
creación data del 12 de agosto de 1925 expedido por el entonces Presidente Plutarco
Elías Calles.

Su origen en el estatuto jurídico de los trabajadores al Servicio de los Poderes de la


Unión, publicado el 5 de diciembre de 1938 en el Diario Oficial de la Federación. Y goza
de sustento jurídico con la publicación de la Ley Federal del ISSSTE expedida el 28 de
diciembre de 1959, por el Presidente Adolfo López Mateos entrando en vigor el 1 de
enero de 1960.

Creado como un organismo descentralizado de la Administración Pública Federal, con


personalidad jurídica y patrimonio propio, que de conformidad con el artículo 103 de su
Ley, los órganos de Gobierno son los siguientes:

1. Junta Directiva;
2. Dirección General;
3. Comisión Ejecutiva del Fondo de la Vivienda.

La Junta Directiva es el máximo órgano de Gobierno y está integrada, según lo señala el


artículo 104 de la misma Ley por: tres representantes del Gobierno nombrados por la
Secretaría de Hacienda y Crédito Público; otros tres designados por la Federación de
Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado, y uno más que designa directamente el
Presidente de la República con el cargo expreso de Director General del Instituto y que
funge como Presidente de la propia Junta Directiva.

Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores al Servicio de los


Poderes del Estado de Puebla (ISSSTEP)
En el año de 1943, siendo Gobernador del Estado de Puebla, el Sr. Gonzalo Bautista
Castillo, se creó la Ley del Ahorro Obligatorio para los funcionarios y empleados públicos
del Estado y de los municipios de esta Entidad Federativa, misma que diera origen a la
Institución denominada “Ahorro de Funcionarios y Empleados Públicos”, que su
cumplimiento estaría a cargo de una Junta de Vigilancia, integrada por el Presidente de la
Junta Directiva de la Beneficencia Pública, quien fungiría como presidente, por el Director
DERECHO DE SEGURIDAD SOCIAL

del Monte de Piedad “Vidal Ruiz” como secretario y, por el Director General de Rentas,
como vocal.

En aquel entonces, las cuotas de ahorro se integraban por el equivalente a un día de


salario cada mes, permitiendo éstas brindar las siguientes prestaciones:
a) Crédito a corto plazo.
b) Crédito hipotecario.

En 1962, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, sección 42 funda el


Sanatorio del Magisterio, antes Hospital “Cruz y Celis”, ubicado en la 11 poniente 1302,
siendo Director Médico el Dr. Carlos del Castillo Fernández y como Presidente del
Patronato el Profr. Enrique Zamora Palafox, Secretario General de la Sección 42 del
SNTE y como administrador, el Sr. Nicolás Terán Montes de Oca, teniendo una capacidad
dicho Hospital de 24 camas.

En 1976 se inaugura el Hospital "22 de Septiembre", ubicado en la calle 17 oriente 1408,


siendo Secretario General de la ahora nueva sección 51 del SNTE el Profr. Jesús Sarabia
y Ordoñez, continuando como Director de dicho Hospital el Dr. Carlos del Castillo
Fernández.

Por iniciativa del Dr. Alfredo Toxqui Fernández de Lara, Gobernador del Estado, se
realizan los estudios para integrar un Organismo de Seguridad Social.

El 11 de febrero de 1981, se emite la Ley que crea “El Instituto de Seguridad y Servicios
Sociales de los Trabajadores al Servicio de los Poderes del Estado de Puebla”, siendo
Gobernador Constitucional del Estado, el Lic. Guillermo Jiménez Morales.

Dicha Ley decreta al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores al


Servicio de los Poderes del Estado de Puebla, como un organismo público
descentralizado, con personalidad jurídica y patrimonio propio. La acción de esta Ley
comprende a todos los trabajadores al servicio de los poderes del Estado.

c) En referencia a la Seguridad Social de la población no sujeta a una relación de trabajo,


se encuentra en algunos aspectos protegida actualmente por la Ley General de Salud; por
DERECHO DE SEGURIDAD SOCIAL

la Ley Federal de Vivienda, por la Ley del Seguro Social en lo tocante a los servicios
sociales y solidaridad social, así como lo relacionado con el régimen voluntario del Seguro
Social y con la incorporación voluntaria al régimen obligatorio.

También son aplicables entre otras, leyes relativas a Instituciones de seguros o de


contratos de seguros. Se incluye en este apartado la población protegida por programas
de asistencia y prevención social.

En la historia futura de México, no faltará señalar como parte de los acontecimientos más
importantes del siglo XX, la transformación de las relaciones sociales, provocada por la
generalización paulatina de la Seguridad Social. Mientras que anteriormente sólo se podía
contar con el apoyo y la solidaridad del grupo familiar y en algunos casos del pueblo o del
gremio, a partir del siglo XX, el país construyó, piedra por piedra, año tras año, un edificio
institucional público de seguridad. Firmemente basado en el derecho positivo, que
beneficia grandes masas de la población trabajadora, que ahora cuenta con amplios
mecanismos de seguridad y bienestar social. En la segunda mitad de este siglo, las
Instituciones de Seguridad Social, han cumplido con el mandato legal de construir la
infraestructura necesaria para atender a los trabajadores mexicanos.

Las condiciones que el proceso de modernización y el pluralismo económico imponen,


nos conducen a la exigencia de una revisión profunda de nuestros esquemas actuales y
mejorarlos.

Dentro del campo de la Seguridad Social, el desafío que enfrentamos nos conduce
finalmente, a asimilar los cambios y a presentarnos como un país preparado y dispuesto a
vivir plenamente el nuevo siglo.

DERECHO Y SALUD: INSTITUCIONES


El derecho a la protección de la salud tiene como antecedente la constitución, en 1946, de
la Organización Mundial de la Salud, evento en el que se manifestó que “el goce del grado
máximo de salud que se pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser
humano sin distinción de raza, religión, ideología política o condición económica o social”
(OMS, 1946). Dos años después, la Organización de las Naciones Unidas, en la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, consagra en su artículo 25 que: “Toda
DERECHO DE SEGURIDAD SOCIAL

persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia,
la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia
médica y los servicios sociales necesarios...” (ONU, 1948).

Algunos autores, como Hervada y Zumaquero, consideran que este pronunciamiento es


una mezcla asistemática de derechos y aspectos específicos de ellos; los derechos son la
salud, vivienda y vestido. La alimentación y la asistencia médica son aspectos de esos
derechos, y “el derecho a un nivel de vida adecuado” , no es un derecho distinto a los
mencionados, sino una fórmula para resumirlos y es correlativo al grado de desarrollo
económico y social de un pueblo (Hervada, Zumaquero, 1978).

En el contenido de la declaración referida, se señala que el derecho a la vida es


fundamental y de él dependen los demás, por ello, está íntimamente relacionado con el
derecho a la salud y a la integridad personal, implícitos en el artículo 5o. de la Declaración
Universal de Derechos Humanos, y que se hacen explícitos en la Convención Americana
de Derechos Humanos, integrados en el artículo 12, a los principios éticos de autonomía y
confidencialidad.

En México, si bien la Constitución de 1917 consagra las garantías individuales, hasta


1983 se incorporó en el artículo 4o. el derecho a la protección de la salud. Hecho que
coincide con la ratificación o adhesión de nuestro país, en 1981, a siete importantes
instrumentos internacionales, entre ellos: la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (OEA, 1969), el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (ONU, 1966).

El párrafo tercero del artículo cuarto constitucional, dice a la letra: “Toda persona tiene
derecho a la protección de la salud. La ley definirá las bases y modalidades para el
acceso a los servicios de salud y establecerá la concurrencia de la federación y las
entidades federativas en materia de salubridad general, conforme a lo que dispone la
fracción XVI del artículo 73 de esta Constitución” (CPEUM, 1917).

El Estado asumió el papel regulador de este derecho social con la expedición de la Ley
General de Salud en 1984. En ella se asume, que el derecho a la protección de la salud
es fundamental para el desarrollo integral del ser humano y de la sociedad, señalando
DERECHO DE SEGURIDAD SOCIAL

como finalidades el fomento de actitudes racionales, responsables y solidarias que,


basadas en el conocimiento de los efectos de la salud sobre la vida individual y social,
coadyuven al mejoramiento de la calidad de vida. Asimismo, consagra el impulso de la
investigación científica y tecnológica, así como de la enseñanza para la salud (LGS,
1984).

La Ley establece funciones generales y específicas para garantizar el derecho a la


protección de la salud. Como funciones generales se pueden citar: ser elemento
moderador entre los intereses de la sociedad y los del individuo; ser el medio por el cual el
gobierno adopta las medidas necesarias para responder al progreso de la ciencia y la
tecnología, y garantizar la equidad en la prestación de servicios.

Como funciones específicas se pueden mencionar: el combate a toda conducta perjudicial


para la salud, la ejecución de programas y servicios para fomentarla, la asignación de los
recursos, sistematizar la participación de la sociedad, la vigilancia de la calidad de la
atención y de los productos para uso y consumo humano.

En la misma Ley, se definen como servicios de salud “todas aquellas acciones realizadas
en beneficio del individuo y de la sociedad en general, dirigidas a proteger, promover y
restaurar la salud de la persona y de la colectividad”, y se clasifican en tres tipos: atención
médica, salud pública y asistencia social (LGS, 1984, artículos 23 y 24).

En relación con derecho a la protección de la salud, es necesario destacar que la relación


entre los médicos, sus pacientes y la sociedad ha sufrido cambios significativos. Mientras
el médico debe actuar siempre según su conciencia y el interés del enfermo, debe
también hacer esfuerzos para garantizar la autonomía del paciente y la justicia. En ese
sentido, la Declaración sobre los Derechos del Paciente (Asociación Médica Mundial,
1981, 1995), propone que los médicos deben tomar medidas para asegurar esos
derechos, aun cuando le sean negados a los enfermos por leyes, acciones de gobierno o
la administración de las instituciones. Para ello, establece como principios los siguientes:

— Asistencia médica de buena calidad.


— Libre elección del médico.
— Autodeterminación.
DERECHO DE SEGURIDAD SOCIAL

— Información.
— Confidencialidad.
— Educación de la salud.
— Respeto a la dignidad.
— Asistencia religiosa.

Según Sgreccia, el paciente es el agente principal, responsable de salvaguardar su propia


vida y promover su salud; el médico es el profesionista que colabora con el agente
principal para ayudarlo a prevenir la enfermedad, a curarla, rehabilitarle sus capacidades
o asistir al moribundo (Sgreccia, 1996).

Sin embargo, aun cuando los derechos humanos se plantean como imprescindibles,
inalienables, irrenunciables y universales, las condiciones políticas, sociales y culturales
son las que les otorgan factibilidad en tiempo y espacio específicos, es decir, son
históricos y situacionales (Bidart, 1993). Lo mismo sucede con los problemas de salud,
aunque agregando a esos factores la idiosincrasia del individuo y los aspectos
demográficos y epidemiológicos. Esta situación, como señala Madrazo, dificulta la
intención de lograr un plano de igualdad para todos los seres humanos (Madrazo, 1993).

La relación entre derechos humanos y salud suele tener tres situaciones de conflicto:
primero, las políticas y programas pueden limitar ciertos derechos individuales ante el bien
común; segundo, los problemas de responsabilidad profesional o institucional por
impericia y negligencia constituyen una amenaza al derecho a la protección de la salud, y
tercero, en la definición de las bases para el acceso a los servicios, los derechos
humanos pueden ser afectados en los principios de igualdad y equidad (Frenk, Knaul,
1995).

Por lo anterior, es necesario referirnos al principio de justicia y a su incorporación en el


diseño y práctica de arreglos sociales que faciliten el ejercicio de los derechos humanos
en el ámbito de la salud. Para ello, debemos admitir que la salud no es un derecho a lo
máximo ni a lo mínimo, sino a lo posible de acuerdo con el desarrollo de la sociedad, por
razones de justicia distributiva (Hervada, Zumaquero, 1978). La expresión de justicia
sanitaria siempre se entiende en el sentido de justicia distributiva, o mejor, como bienestar
colectivo. Pero el concepto de justicia presenta dos ámbitos: el deontológico o de los
DERECHO DE SEGURIDAD SOCIAL

principios, y el teleológico o de las consecuencias de los actos. En el primero, “justicia” se


refiere a la adecuación de un acto con su modelo; en el segundo, “justicia” es conseguir el
máximo beneficio al mínimo costo, traducido como eficiencia. De tal manera que la justicia
distributiva debe regirse por la mejor relación de costo- efectividad (Gracia, 1990).

Por otra parte, en el Programa de Reforma del Sector Salud 1995- 2000, se señala como
propósito general “transformar el sistema actual para modernizarlo, y hacerlo más
eficiente, a fin de que, entre otros aspectos, esté en condiciones de hacer frente a los
retos epidemiológicos y demográficos del país”, y en esta forma garantizar mejor el
derecho a la protección de la salud (PRSS, 1996; De la Fuente, 1994).

Con la reforma del sector se buscó reordenar las funciones de cada uno de los
organismos que en él se desempeñan: así, la Secretaría de Salud se concentra en su
papel rector y normativo del sector; las instituciones de seguridad social, al introducir
cambios como la libre elección del médico por parte del usuario, fortalecen el principio de
autonomía del paciente, además de aumentar su cobertura a los grupos sociales urbanos
y rurales tanto de la economía formal como informal; reducir las contribuciones para la
afiliación, aumentando la disponibilidad vía fondos estatales; separar las funciones de
financiamiento y recaudación de la prestación de servicios de salud, y hacer posible la
reversión de cuotas, lo que implica una mayor participación del sector privado, sin
detrimento de la misión distributiva del Estado. Por su parte, las instituciones para
población abierta son encomendadas a los niveles estatales y municipales de gobierno, a
través de la descentralización de programas, recursos y decisiones que, junto con el
mecanismo de asignación de recursos financieros bajo el principio de equidad (asignación
per capita ajustada a la tasa de mortalidad infantil y al índice de marginación), les
permitan elevar la eficiencia y enfocar sus esfuerzos al combate de la pobreza en el
medio rural.

También podría gustarte