Impacto Profundo - Ahnelando Los Dones Espirituales

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Impacto profundo
Anhelando los dones espirituales
Pastor Erich Engler

A causa de la obra redentora de Cristo a nuestro favor Dios nos ha otorgado dones
espirituales, y nosotros, como sus hijos, tenemos derecho a apropiarnos de ellos.

En la enseñanza de de hoy vamos a considerar como es que podemos activar esos dones
que Dios ha puesto a nuestra disposición.

Los dones espirituales no caen sobre nosotros en forma automática, sino que debemos
tomarlos por la fe.

Para comenzar vamos a considerar cuál es la clave para entender lo que son los dones
espirituales.

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Para eso vamos a ir a nuestro primer pasaje, el cual se encuentra en 1 Corintios 12:1 donde
el apóstol Pablo nos dice lo siguiente:

Pero no quiero que ignoren, hermanos, acerca de los dones espirituales. (RVA2015)

La primera cosa para tener en cuenta es que tenemos que conocer de qué se tratan y cómo
actúan. Una persona que recién comienza a caminar en la vida cristiana no tiene
conocimiento de estas cosas, pero, los creyentes ya maduros saben de qué se trata.

Asistimos a la iglesia precisamente para aprender más de la Palabra de Dios y crecer en la fe


y en la vida cristiana para alcanzar la madurez espiritual. Esto no tiene que ver con nuestra
propia capacidad sino, principalmente, con el poder del Espíritu Santo que actúa en cada uno
de nosotros.

Por tanto, no podemos ignorar acerca de los dones espirituales.

Si bien aquí habla de los dones específicamente, en el original se refiere solo a cosas o a
asuntos espirituales. En las traducciones más antiguas está expresado de esa manera. En la
mayoría de las versiones, los traductores han agregado la palabra dones para darle más
sentido a la frase.

La traducción NRV2000 lo expresa así:

Y acerca de las cosas espirituales, no quiero, hermanos, que las ignoréis.

En realidad, Pablo nos exhorta aquí a no estar ignorando acerca de todo lo que tiene que ver
con las cosas espirituales y más específicamente con lo que atañe al Espíritu Santo.

Las cosas espirituales deben ser entendidas con el espíritu y no con la mente.

Pablo no se refiere aquí a cosas lógicas y naturales, sino a cosas espirituales.

La clave más importante para entender los dones espirituales es que estos no pueden ser
razonados con la mente.

Permitamos que la lógica esté a nuestro servicio en cuanto a las cosas naturales, pero no
dejemos que ésta nos domine en cuanto a las cosas espirituales.

El razonamiento humano natural es el mayor impedimento que tienen las personas al


momento de desear recibir los dones espirituales.

Los dones del Espíritu Santo no pueden ser entendidos con la mente sino con el corazón o
espíritu humano.

Pablo nos dice que no debemos ignorar todas estas cosas. La revelación de las cosas
espirituales viene precisamente a través del corazón y no por el razonamiento de la mente.

Hay una gran diferencia entre el conocimiento divino y el conocimiento natural humano. El
conocimiento divino se produce por medio de la revelación en nuestro corazón.

Aquí estamos hablando de asuntos espirituales para seres espirituales y no nos referimos a
cosas naturales para razonamientos humanos.

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Debido a que nuestra mente, a causa de su forma natural y lógica de pensar, viene a ser el
mayor impedimento para poder percibir las cosas relativas al Espíritu Santo, debe ser
“desactivada” de alguna manera para estar preparados y abiertos para recibir los dones
espirituales.

En la primera parte del pasaje de Zacarías 7:12 leemos:

Y endurecieron su corazón como un diamante para no oír la ley ni las palabras que el
SEÑOR de los Ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los antiguos profetas.
(RVA2015)

Como ya sabemos, el diamante es uno de los minerales más duros que se conocen.

Este pasaje hace referencia a la reacción de la gente a las palabras que el Espíritu Santo
enviaba a través de sus profetas en el AT.

Por eso decimos que las cosas del Espíritu tienen que ser recibidas y entendidas, si es que lo
podemos denominar de esa manera, sólo por medio del corazón y no a través de la mente.

Hasta aquí habíamos hablado de la manera en que podemos percibir los dones espirituales y
ahora vamos a considerar lo que nos sigue diciendo el apóstol Pablo en relación a ellos. En 1
Corintios 12:31 leemos:

Con todo, anhelen los mejores dones. Y ahora les mostraré un camino todavía más excelente.
(RVA2015)

El camino más excelente al que él se refiere es el amor, y en el capítulo siguiente habla


detalladamente acerca del mismo.

En el capítulo 12 él habla de los dones, luego habla del amor en el capítulo 13, y en el
capítulo 14 versículo 1 nos sigue diciendo:

Sigan el amor, y anhelen los dones espirituales pero, sobre todo, profeticen. (RVA2015)

Si prestamos atención a estos pasajes nos damos cuenta que el apóstol menciona dos veces
la palabra anhelar, lo cual implica un deseo ferviente.

El original griego lo expresa con el término zelóo (G2206) que significa, entre otras cosas,
arder o experimentar una sensación de calor muy intenso que podría ser comparado con un
estado de ebullición.

Pablo nos insta a tener un anhelo ferviente para recibir los dones espirituales los cuales están
a disposición de todos los creyentes y tienen el propósito de ayudarnos, no sólo en el
ministerio cristiano sino también en la vida cotidiana, concediéndonos guía y dirección
sobrenatural.

Dicho de otra manera, los dones del Espíritu Santo demuestran el poder de Dios.

En 1 Corintios 2:4 y 5 leemos también las palabras del apóstol Pablo:

(4) Ni mi mensaje ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con
demostración del Espíritu y de poder,

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(5) para que la fe de ustedes no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder
de Dios. (RVA2015)

Pablo no trataba de convencer con palabras de humana sabiduría, sino que hablaba y
actuaba por medio de los dones del Espíritu Santo los cuales corroboraban el poder de Dios.
Esa es la esencia misma del Pentecostés.

Pablo decía también que anhelemos especialmente el don de profecía.

Ésta tiene que ver con recibir palabras que provienen de la sabiduría divina y van dirigidas
específicamente a una persona o situación determinada. Lamentablemente, muchas veces se
utiliza este don para hablar palabras de humana sabiduría que rayan en la adivinación.

Apocalipsis 19:10 dice que el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.

La profecía es correcta cuando está fundamentada en la Palabra de Dios y exalta a Jesús.

Es de vital importancia entender que, si bien toda profecía puede contener ciertas frases
dirigidas especialmente a una situación en particular, ese no debe ser todo su contenido, sino
que debe estar principalmente fundamentada y respaldada por la Palabra de Dios. Si
entendemos esto vamos a poder distinguir la diferencia entre la profecía correcta y la falsa.

Hace un momento habíamos hecho mención a esa sensación de calor muy intenso que
podría ser comparado con un estado de ebullición en relación al verbo anhelar.

Cuando deseamos fervientemente los dones del Espíritu Santo estos se habrán de manifestar
en nosotros, pues, la Biblia compara al Espíritu Santo con el fuego. Es precisamente el calor
intenso del fuego del Espíritu Santo el que actúa en nuestro interior.

En el libro de los Hechos capítulo 2:3 y 4 leemos lo que sucedió con los creyentes que
estaban reunidos en el aposento alto:

(3) Entonces aparecieron, repartidas entre ellos, lenguas como de fuego, y se asentaron
sobre cada uno de ellos.

(4) Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en distintas lenguas, como
el Espíritu les daba que hablaran. (RVA2015)

En aquel momento, ese fuego se manifestó en forma visible. Si bien, ahora ya no es más así,
el fuego del Espíritu Santo actúa en nuestro interior y nos impulsa a hablar lo que Él pone en
nuestra boca.

En Job 30:27 leemos:

Mis entrañas hierven y no tienen sosiego (RVA2015)

Job ardía interiormente a causa de su estado depresivo y hablaba en forma negativa, pero,
nosotros los creyentes, ardemos con el fuego del Espíritu Santo y por eso hablamos palabras
positivas que traen consuelo, edificación, y ayuda a todos aquellos que las reciben. Este es el
propósito de la profecía bíblica.

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Todos aquellos que han experimentado el bautismo del Espíritu Santo con la experiencia
inicial de hablar en lenguas tienen la oportunidad de pedir los dones espirituales y el Señor
habrá de concederlos según su plan.

Como hijos de Dios tenemos el derecho de reclamar aquellos dones que Dios ha
puesto a nuestra disposición.

En Juan 16:24 leemos las palabras que Jesús les dijo a sus discípulos y que son válidas
también para nosotros hoy:

Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su gozo sea
completo. (RVA2015)

El verbo pedir aquí es la palabra griega aitéo (G154) y significa rogar o demandar para
obtener algo. Tenemos el derecho legal de pedir o demandar los dones del Espíritu Santo. Es
más, Dios ha puesto sus dones a disposición de aquellos que han alcanzado un cierto grado
de madurez y por eso están en condiciones de saber cómo utilizarlos.

Todo aquel que pide, y más precisamente demanda algo, es porque sabe perfectamente lo
que quiere. El mayor problema que existe en el ámbito cristiano es que muchos piden o hacen
oraciones con peticiones, pero no saben exactamente qué es lo que quieren.

Naturalmente que todas las bendiciones del Señor son buenas y dignas de ser recibidas, pero
Él desea que crezcamos en la fe para pedir o demandar más de lo mucho que tiene
preparado para nosotros.

Por eso, si conocemos sus promesas, podemos pedir o demandar más específicamente lo
que Él ha puesto a nuestra disposición. Amén y Amén.

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