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LA CONSTITUCION ESPAÑOLA DE 1978

TEMA 1
LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978:
ESTRUCTURA Y TÍTULO PRELIMINAR;
DERECHOS FUNDAMENTALES;
TÍTULO VIII: ORGANIZACIÓN TERRITORIAL DEL
ESTADO: PRINCIPIOS GENERALES.

REFERENCIAS LEGISLATIVAS
 Constitución española de 1978.

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LA CONSTITUCION ESPAÑOLA DE 1978

1. La Constitución española de 1978: estructura y Título Preliminar


1.1. Concepto y alcance de la Constitución española
La Constitución española de 1978 es el resultado de un largo proceso constituyente que se
desarrolla desde el verano de 1977 hasta diciembre de 1978. Agotado el período de elaboración en
las Cámaras, fue aprobada por las Cortes en sesión plenaria del Congreso y del Senado el 31 de
octubre de 1978. Fue ratificada por el pueblo español en referéndum el 6 de diciembre de ese mismo
año y sancionada y promulgada por S.M. el Rey ante las Cortes el 27 de diciembre. Por último, el día
29 fue publicada en el BOE, entrando en vigor en esa misma fecha.
El sentido y alcance que debe darse al texto magno, a la Constitución española, es el de un
documento en el que se integran las "reglas del juego" a seguir por las instituciones y ciudadanos
españoles, un conjunto de normas que el pueblo español se ha dado a sí mismo a través de sus
legítimos representantes al objeto de que sirvan de marco dentro del que desenvolver la vida
pública, privada, política e institucional del país. Un texto que integre las normas y principios básicos
que todos los españoles hemos de respetar, como premisa de convivencia pacífica y ordenada en el
Estado.
La Constitución es, en un sentido material, la norma que establece los principios
fundamentales que han de regir el orden social, político y económico de la sociedad. Es decir, la
norma que contiene las premisas básicas y principios que han de inspirar el conjunto de las normas
(leyes, decretos, reglamentos, ordenanzas, etc.) que se aprueben en el futuro en el Estado español.
Desde un punto de vista formal, la Constitución es la norma suprema del ordenamiento
jurídico elaborada por el poder constituyente, es decir, por el propio pueblo, que, en ejercicio de su
soberanía, se dota del estatuto jurídico por el que desea regirse. Es decir, la Constitución ocupa la
posición de jerarquía suprema en el ordenamiento jurídico español. Es la norma primera y
fundamental y ninguna otra ley o norma del Estado puede contradecir el contenido de la misma, en
base a esa posición de supremacía jerárquica que ocupa con respecto al resto del ordenamiento
jurídico.
1.2. Características
La Constitución española de 1978, en tanto que Constitución escrita, se caracteriza por los
siguientes rasgos generales:
1.2.1. Es una Constitución rígida
Es una Constitución rígida o, lo que es lo mismo, su reforma exige un procedimiento más
severo y difícil que la de cualquier otra norma jurídica. El mismo se encuentra regulado en el Título X
y se prevén dos sistemas de reforma en función del alcance o ámbito de los artículos que se
pretendan reformar de la misma: el procedimiento ordinario y el procedimiento agravado.
1.2.2. Es una Constitución consensuada
Es una Constitución consensuada debido a que gran parte de su contenido fue el resultado
no de la voluntad mayoritaria de la Asamblea constituyente, sino de una formulación que hiciese
posible el acuerdo de todos los miembros de aquella. Ello hace que los contenidos consensuados se
caractericen por una cierta ambigüedad e indefinición.
1.2.3. Es una Constitución democrática de origen popular
La Constitución fue elaborada por una Asamblea constituyente, es decir, elegida al efecto de
poder redactar la Constitución. En esta Asamblea se encontraban representadas todas las fuerzas
políticas del momento, al tiempo que posteriormente fue ratificado su texto en referéndum por el
conjunto del pueblo español.

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1.2.4. Es la norma jurídica suprema o norma primera
Desde el punto de vista jurídico-constitucional, la Constitución es la norma fundamental del
Estado, superior al resto de las leyes y a cualquier otro tipo de norma. La Constitución legitima la
actuación de los poderes públicos y garantiza un régimen político de libertades. Todos los poderes
públicos y los ciudadanos, sin excepción, incluido el Rey y su familia, están sometidos a la
Constitución y, por tanto, obligados a cumplir sus mandatos.
1.2.5. Es una norma con doble valor jurídico
Por una parte, es fuente inspiradora del sistema jurídico y, por la otra, es norma integrante
del mismo ordenamiento jurídico.
Este doble valor de la Constitución de 1978 ha constituido una innovación en la tradición
constitucional española, ya que es la primera Constitución de la que puede predicarse tal carácter.
Por una parte, en la misma se integran los valores y principios fundamentales del sistema, aquellos
que todos los poderes públicos y particulares han de seguir en su actuación diaria, pero, por otra, la
Constitución es norma en sí misma, norma jurídicamente aplicable ante los Tribunales de Justicia e
invocable ante el resto de los poderes públicos. Tiene un doble valor, es norma directamente
aplicable y norma inspiradora del resto de las que comprende el ordenamiento jurídico español.
1.3. Estructura
Desde un punto de vista formal, la estructura de la Constitución española de 1978 es la de un
texto escrito dividido en un Preámbulo, 169 artículos, cuatro Disposiciones Adicionales, nueve
Disposiciones Transitorias, una Disposición Derogatoria y una Disposición Final. En un sentido
material, en cambio, se distingue entre parte dogmática y parte orgánica, atendiendo a la diferente
naturaleza de los preceptos constitucionales. La parte dogmática incluye los preceptos que enuncian
los principios básicos y valores reconocidos en la Constitución, mientras que la parte orgánica es la
que contiene los artículos que definen la composición y funcionamiento de los poderes del Estado,
así como las relaciones entre ellos.
1.3.1. Preámbulo
El preámbulo recoge la exposición de motivos que impulsan la norma constitucional y los
objetivos que con ella se pretenden alcanzar. Tiene, por tanto, valor declarativo pero no preceptivo.
El texto del preámbulo no está integrado en el articulado de la CE y únicamente recoge una
declaración de principios y motivos por los que el pueblo español se ha dado a sí mismo una
Constitución, como elemento de convivencia.
1.3.2. Parte dogmática
La parte dogmática de la Constitución española está integrada por el Título Preliminar (arts. 1
a 9) y Título I (arts. 10 a 55). Ambos Títulos integran el conjunto de principios generales del
ordenamiento jurídico, político y territorial del Estado, así como los valores que han de presidir la
total actividad pública y privada del Estado y el conjunto de derechos esenciales del ciudadano.
1.3.3. Parte orgánica
La parte orgánica de la Constitución está integrada por los Títulos II al IX de dicho cuerpo
legal, y en la misma se integran los límites de actuación de los tres poderes del Estado y del conjunto
de las instituciones que lo comprenden. Es decir, se articula en estos Títulos el reparto de funciones y
competencias que van a desarrollar todas y cada una de las instituciones públicas y políticas que la
Constitución reconoce.
Los distintos Títulos recogen todos los artículos referidos a una misma materia y están
divididos, a su vez, en capítulos y éstos en secciones.

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El contenido de los distintos Títulos es el siguiente:
 Título II: "De la Corona" (arts. 56 a 65).
 Título III: "De las Cortes Generales" (arts. 66 a 96).
 Título IV: "Del Gobierno y de la Administración" (arts. 97 a 107).
 Título V: "De las Relaciones entre el Gobierno y las Cortes Generales" (arts. 108 a 116).
 Título VI: "Del Poder Judicial” (arts. 117 a 127).
 Título VII: "Economía y Hacienda" (arts. 128 a 136).
 Título VIII: "De la Organización Territorial del Estado" (arts. 137 a 158).
 Título IX: "Del Tribunal Constitucional" (arts. 159 a 165).
1.3.4. Reforma Constitucional
El último Título de la Constitución, el X (arts. 166 a 169), se dedica a regular los distintos
procedimientos para la reforma de la CE.
1.3.5. Disposiciones finales
Las disposiciones finales, fuera del articulado de la Constitución, constituyen un sistema de
cierre de la misma, en las que se prevén aspectos tan importantes como los sistemas de acceso al
autogobierno (autonomía) de varias Comunidades históricas, así como un conjunto de aspectos
genéricos de carácter técnico-jurídico. Es importante recordar su distribución, que es la que sigue:
 4 Disposiciones Adicionales.
 9 Disposiciones Transitorias.
 1 Disposición Derogatoria.
 1 Disposición Final.

Se encuentra fuera del articulado.


Preámbulo Sirve de pórtico a la Constitución.
No tiene fuerza obligatoria.

Título Preliminar
Parte dogmática Título I: De los derechos y deberes
fundamentales.

Título ll: De la Corona.


Título lll: De las Cortes Generales.
Título IV: Del Gobierno y de la Administración.
Título V: De las relaciones entre el Gobierno y
las Cortes Generales.
Estructura Parte orgánica Título VI: Del Poder Judicial.
(169 arts.) Título VII: Economía y Hacienda.
Título VIII: De la organización territorial del
Estado.
Título IX: Del Tribunal Constitucional.

Reforma constitucional Título X: De la Reforma Constitucional.


4 Disposiciones Adicionales.
9 Disposiciones Transitorias.
1 Disposición Derogatoria.
1 Disposición Final.
1.4. Título Preliminar
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El análisis del Título Preliminar de la Constitución debe hacerse pormenorizadamente en
tanto que en el mismo se asientan e integran los principios generales de articulación de todo el
sistema jurídico, territorial y político del Estado español.
1.4.1. Estructura jurídica, política y territorial del Estado español (arts. 1 y 2 CE)
En los arts. 1 y 2 de la CE se encuentran definidos los límites jurídicos, políticos y territoriales
del Estado, al prever dichos artículos que "España se constituye en un Estado social y democrático de
Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia,
la igualdad y el pluralismo político. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que
emanan todos los poderes del Estado. La forma política del Estado español es la Monarquía
parlamentaria". El art. 2, por su parte, establece que "la Constitución se fundamenta en la indisoluble
unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y
garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad
entre todas ellas". Veamos a continuación el significado de estos artículos:
A) Estructura jurídica del Estado
El art. 1 de la CE define la estructura jurídica del Estado como la de un Estado social,
democrático y de Derecho que, además, debe propugnar como valores superiores de su
ordenamiento jurídico los principios de libertad, justicia, igualdad y pluralismo político.
a) El Estado social: el concepto de Estado "social" es uno de los más empleados en los últimos
años por la sociedad entera. A diferencia del Estado "liberal” de finales del siglo XIX inicios
del XX, que únicamente se limitaba a garantizar una situación de paz y seguridad en la
sociedad óptima para que cada individuo en particular realizara sus derechos y desarrollara
su iniciativa privada, el Estado "social", surgido a mediados del siglo XX, parte del principio de
socialización del Estado, de la necesidad de que el Estado y, a través suyo, los poderes
públicos, tomen la iniciativa para garantizar al ciudadano mucho más que una simple paz o
seguridad ciudadana dentro de la que desarrollar cada cual su iniciativa privada. El Estado
adquiere un compromiso y obligación de satisfacción de prestaciones sociales hacia el
ciudadano y este tiene garantizado en nuestra legislación el derecho a reclamar del Estado
las mismas. El Estado y, a través suyo, los poderes públicos (Gobierno, Cortes Generales,
Administración, Poder Judicial, etc.) deben llevar a cabo una actividad encaminada a la plena
satisfacción de los derechos y servicios que la Constitución española ha reconocido a los
ciudadanos. Se incluyen aquí todos los servicios públicos clásicos de garantía social (sanidad
pública, sistema de pensiones, subsidio de desempleo, protección familiar...), como las
nuevas formas de regulación estatal a través de una política orientada al pleno empleo,
formación profesional, así como programas de redistribución (social y regional) de la renta
por medio de la política fiscal, etc. En definitiva, el Estado social es un Estado activo, un
Estado que participa y toma la iniciativa en sectores tradicionalmente reservados a la
iniciativa privada (durante la vigencia del Estado "liberal" no existía seguridad social,
prestaciones por desempleo, prestaciones sanitarias, pensión por jubilación, educación
obligatoria hasta una cierta edad, etc.), al objeto de asegurar a todos los ciudadanos
españoles (y extranjeros residentes en España) aquellos derechos que la Constitución les ha
reconocido en su Título Primero.
b) Estado democrático: el Estado democrático es aquel que tiene una estructura organizativa
democrática y propugna una convivencia plenamente democrática. Uno y otro aspectos se
garantizan en nuestra Constitución, al prever la misma un conjunto de mecanismos de
articulación democrática de la sociedad, como son los partidos políticos, los sindicatos, las
organizaciones empresariales, las asociaciones, las libertades públicas, el pluralismo
lingüístico, la libertad de creencia religiosa, etc. Esta pluralidad de mecanismos de
articulación democrática (conocidos como formas de participación indirecta del ciudadano
en la vida pública) se complementa con los mecanismos de participación semidirecta o
directa reconocidos en la propia Constitución y que permiten la plena participación del

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ciudadano en las instituciones del Estado, a través de la iniciativa legislativa popular, el
referéndum nacional, el derecho de petición, la acción popular, el jurado, etc.
El art. 1.2 de la CE deposita en manos del pueblo español "la soberanía nacional", o, lo que es
lo mismo, la titularidad teórica del conjunto de los poderes del Estado. Esta precisión del art.
1 de la CE se incluye en el texto magno al objeto de clarificar que la titularidad de los poderes
del Estado no reside en el Rey sino en el pueblo español, quien, a través de los mecanismos
de participación directa e indirecta antes enumerados, ejerce los mismos, delegando en
representantes y terceros el ejercicio real de los mismos (senadores, diputados, funcionarios,
etc.) o ejerciéndolos directamente, como sucede a través del referéndum, el Jurado, etc.
c) El Estado de Derecho: el Estado de Derecho que preconiza la CE de 1978 se fundamenta en
dos principios básicos:
 La separación de poderes. La separación de poderes del Estado en un Poder Legislativo,
un Poder Ejecutivo y un Poder Judicial responde al esquema clásico de estructuración del
Estado diseñado en la Revolución francesa y que se ha difundido a lo largo de los dos
siglos anteriores en la mayor parte de Estados europeos. Este es el sistema empleado por
la CE de 1978; sin embargo, dicho sistema es mucho más complejo que el diseñado en la
Revolución francesa, por dos motivos, la interdependencia de los poderes públicos entre
sí y el surgimiento de las Comunidades Autónomas (17 en la actualidad y dos Ciudades
Autónomas), en las que cada una de ellas ha desarrollado, con mayores o menores
competencias, un Poder Legislativo y Ejecutivo propio, no Judicial, que es común para el
conjunto del territorio nacional.
 El principio de legalidad. El significado del principio de legalidad se encuentra
perfectamente definido en el art. 9.1 de la CE al establecer el mismo que "los ciudadanos
y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento
jurídico". El sometimiento a la ley de toda la sociedad española, sin distinción, es la
expresión máxima del Estado de Derecho. Con dicho sometimiento se excluyen
arbitrariedades y se impone un límite jurídico y ético a la capacidad de actuación de los
poderes públicos, quienes están igualmente sometidos a la Constitución y al resto del
ordenamiento jurídico, debiendo responder ante la sociedad y ante los Tribunales de
Justicia en los casos en que se quebrante dicho sometimiento a la ley y al Derecho.
B) Estructura política del Estado
El art. 1.3 de la CE establece que "la forma política del Estado español es la Monarquía
Parlamentaria". La Monarquía ha sido la forma política tradicional de gobierno de este país durante
muchos siglos y, como tal, es una institución de profundo calado histórico y cuyas normas
reguladoras se remontan hasta la Edad Media. La Constitución de 1978 no ha hecho sino recoger tal
tradición política y consagrarla como forma política de gobierno del Estado español, si bien
sometiéndola a los límites que la expresión "parlamentaria" comporta.
Ya dijimos antes que la soberanía nacional reside en el pueblo y no en el Rey, por lo que es el
pueblo español el titular de los poderes del Estado. El Rey, como representante actual de la
institución secular de la Corona de España, se encuentra sometido y limitado:
a) Al pueblo español, titular de la soberanía nacional.
b) A las Cortes Generales, legítimos representantes del pueblo español.
c) A la Constitución española, en virtud del principio de legalidad y del hecho de que la
institución de la Corona tiene hoy su fundamento en el propio texto magno, al regular el
mismo en su Título II la forma de sucesión del Rey y la figura del Príncipe heredero.

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C) Estructura territorial del Estado
Según el art. 137 de la CE, "el Estado se organiza territorialmente en municipios, en
provincias y en las Comunidades Autónomas que se constituyan. Todas estas entidades gozan de
autonomía para la gestión de sus respectivos intereses". La estructuración territorial del Estado en
municipios y provincias es ya clásica y asentada en nuestra legislación. Sin embargo, la estructuración
del Estado en Comunidades Autónomas, suprimiendo la anterior división regional, constituye una
innovación jurídica fruto de la situación política de consenso y de la necesidad de obtener acuerdos
en la transición. Surge así el "Estado de las autonomías”, fórmula que tiene y ha tenido múltiples
deficiencias organizativas y estructurales, pero ha servido para mantener la convivencia pacífica del
país y reconocer la existencia de sustratos diversos dentro del Estado. El sistema territorial de
autogobierno que preconiza la CE está basado en la existencia de unas instituciones de gobierno
(Consejo de Gobierno y Asamblea legislativa de las CCAA) propias en las CCAA que, dotadas de
mayores o menores competencias, según la forma de acceso al autogobierno que emplearan en su
momento, permiten la coexistencia en el Estado español de unas instituciones políticas de gobierno
de ámbito territorial central y unas instituciones de autogobierno autonómicas con limitación
territorial y competencial de sus funciones al territorio en el que se constituyen y a las competencias
que asumen en sus Estatutos de Autonomía o a las que posteriormente les han sido transferidas.
El Estado de las autonomías se asienta en las siguientes premisas básicas:
a) La prohibición o no reconocimiento a las CCAA del derecho a la autodeterminación. Es
decir, se admite y reconoce el autogobierno pero se excluye la independencia.
b) El reconocimiento constitucional de que la nación española es una, indisoluble y unida.
c) La prohibición de federación entre las diversas Comunidades Autónomas.
d) La articulación del sistema de autonomías sobre la base del principio de la solidaridad
entre todas ellas.
e) El reconocimiento de la existencia de pueblos y nacionalidades históricos con identidad
propia dentro del Estado español.
1.4.2. El idioma (art. 3 CE)
El art. 3 de la CE prevé al respecto que "el castellano es la lengua oficial del Estado. Todos los
españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla. Las demás lenguas españolas serán
también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos. (...)". De
este precepto legal se induce claramente la existencia de un régimen de cooficialidad de las lenguas
en el Estado: el castellano con carácter general a todo el país y las lenguas autonómicas en cada uno
de los territorios en los que la misma está reconocida.
1.4.3. La bandera y la capitalidad del Estado (arts. 4 y 5 CE)
El art. 4 de la CE prevé que "la bandera de España está formada por tres franjas horizontales,
roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas. Los Estatutos (de
autonomía), podrán reconocer banderas y enseñas propias de las Comunidades Autónomos. Estas se
utilizarán junto a la bandera de España en sus edificios públicos y en sus actos oficiales".
Asimismo, el art. 5 de la CE prevé que "la capital del Estado es la villa de Madrid".
1.4.4. Los partidos políticos (art. 6 CE)
Tal y como los define el art. 6 de la CE, los partidos políticos expresan el pluralismo político y
son el mecanismo para la formación y manifestación de la voluntad popular, en definitiva, un
instrumento fundamental para asegurar la participación política en el Estado democrático. Como
peculiaridad más importante a resaltar de los mismos, la CE exige a estos, aparte de que su creación
y el ejercicio de su actividad sean libres, que lo sea dentro del respeto a la Constitución y a la ley y
que "su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos".

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1.4.5. Los sindicatos y asociaciones empresariales (art. 7 CE)
La Constitución española, en su art. 7, recalca con respecto a los sindicatos y organizaciones
empresariales que ambos contribuyan a la "defensa y promoción de los intereses económicos y
sociales que les son propios", diferenciando cada organización los intereses que a de defender y
perseguir.
La creación y el ejercicio de la actividad de los sindicatos y organizaciones empresariales se
llevará a cabo dentro del respeto a la Constitución y a la ley, y nuevamente la CE hace hincapié en
que "su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos".
1.4.6. Las Fuerzas Armadas (art. 8 CE)
Las Fuerzas Armadas están integradas por los Ejércitos de Tierra, Armada y Aire, y deben
diferenciarse de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, integrados por la Guardia Civil, la
Policía Nacional, las Policías autonómicas y las Policías locales o municipales. Los objetivos de uno y
otro colectivos son muy diferentes y, si bien puede definirse en rasgos generales que las FCSE tienen
como misión garantizar la seguridad ciudadana y el orden público, la Constitución española de 1978
reserva a las Fuerzas Armadas las siguientes funciones:
 Garantizar la soberanía e independencia de España.
 Defender su integridad territorial.
 Defender el ordenamiento constitucional.
El Jefe de las Fuerzas Armadas es el Rey, si bien es el Gobierno, a través del Ministro de
Defensa, quien dirige la política militar nacional.
Dispone la CE que "una ley orgánica regulará las bases de la organización militar conforme a
los principios de la presente Constitución" (art. 8.2).
Dicha Ley Orgánica es la 5/2005, de 17 de noviembre, de la Defensa Nacional.
1.4.7. Los principios del art. 9 de la CE
El art. 9 de la CE consagra un conjunto de principios o garantías básicos en la estructuración
jurídica del Estado, algunos de estos ya han sido analizados, como el principio de legalidad o el deber
de los poderes públicos de promover las condiciones necesarias para que los ciudadanos participen
en la vida política, económica, cultural y social del país sin embargo, el art. 9 de la CE contempla,
además, otros principios, que se refieren a:
A) La jerarquía normativa
El ordenamiento jurídico español está integrado por el conjunto de normas vigentes en el
Estado, tanto las de ámbito territorial nacional como las de ámbito territorial autonómico. Todo este
conjunto de normas está estructurado sobre la base de dos principios, el de jerarquía y el de
competencia. El primero de ellos se refiere a la existencia de un orden de graduación jerárquico
entre los diversos tipos de normas que asegura la preeminencia de las unas sobre las otras. A la
cabeza de todas ellas se coloca la Constitución española y por debajo de la misma se estructura un
conjunto de normas que tradicionalmente son jerarquizadas y plasmadas en forma de pirámide,
conocida como "pirámide de Kelsen".
B) La publicidad de las normas
La publicidad de las normas es un presupuesto básico para asegurar su conocimiento por los
ciudadanos y, con ello, la plena seguridad jurídica. La entrada en vigor y eficacia de las normas está
basada en la previa y necesaria publicidad de las mismas y, a tal efecto, el Código Civil, en su art. 2.1,
prevé que "las leyes entrarán en vigor a los veinte días de su completa publicación en el Boletín
Oficial del Estado, si en ellas no se dispusiere otra cosa". Así, pues, la regla general la constituye la
necesaria publicación en el BOE de las normas, antes de que las mismas entren en vigor, al objeto de
asegurar el principio de publicidad reconocido en la CE.
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Los veinte días de no vigencia de las normas a que se refiere el art. 2.1 del Código Civil se
conocen jurídicamente como el período de vacatio legis. Este período tiene por objeto que los
ciudadanos se informen y conozcan el significado de la norma al objeto de que, transcurrido que sea
dicho plazo, pueda la misma entrar en vigor sin dificultad.
La propia norma puede establecer un período más largo o más corto de vacatio legis, siempre
que se exprese el mismo en la norma misma. Así, por ejemplo, hemos visto cómo la Constitución
española de 1978 entró en vigor el mismo día de su publicación en el BOE, sin esperar los veinte días
de vacatio legis. En otras ocasiones, los legisladores establecen plazos de cuatro o cinco meses de
vacatio legis al objeto de que la norma aprobada sea conocida por toda la sociedad, especialmente
cuando la misma conlleva una transformación sustancial con respecto al contenido de la norma
derogada.
El art. 6.1 del Código Civil prevé que "la ignorancia de las leyes no excusa de su
cumplimiento". Partiendo de este presupuesto legal, la publicidad de las normas es un elemento
esencial para asegurar el conocimiento de las mismas por todos y, con ello, la seguridad jurídica a la
que nos referiremos posteriormente.
C) La irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de
derechos individuales
Este principio general del Derecho se encuentra doblemente regulado en nuestro
ordenamiento jurídico: por una parte, en la Constitución española y, por otra, en el Código Penal,
donde más categóricamente el art. 2 del mismo establece que "no será castigado ningún delito con
pena que no se halle prevista por ley anterior a su perpetración. Carecerán, igualmente, de efecto
retroactivo las leyes que establezcan medidas de seguridad. No obstante, tendrán efecto retroactivo
aquellas leyes penales que favorezcan al reo, aunque al entrar en vigor hubiera recaído sentencia
firme y el sujeto estuviere cumpliendo condena...". La irretroactividad de las disposiciones
sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales constituye una garantía de
seguridad jurídica, en tanto que el ciudadano no debe preocuparse por los hechos que en el futuro
puedan ser considerados delictivos, sino únicamente por los hechos que en la actualidad las leyes
sancionadoras consideran dignos de sanción penal o administrativa.
Por el contrario, la despenalización de ciertas conductas sí afecta a las personas que en el
pasado cometieron las mismas y se encuentran siendo juzgadas o cumpliendo condena por dichos
hechos. Con la evolución social son muchas las conductas que el legislador va considerando que han
de ser despenalizadas y, por ello, impunes. Las personas que en el momento de ser despenalizada
una conducta se encuentran sufriendo prisión por la pena impuesta en su día al haber cometido la
misma han de ser dejadas en libertad inmediatamente, y si en los juzgados se instruyen procesos
penales contra personas por la comisión de hechos ahora despenalizados, los mismos han de ser
archivados y no proseguir con los mismos. Esto es lo que se conoce bajo el principio de "aplicación
retroactiva de las leyes penales que favorezcan al reo".
D) La seguridad jurídica
La seguridad jurídica se encuentra íntimamente ligada a la publicidad de las normas, ya que
una es presupuesto de la otra. Con un adecuado sistema de publicidad se consigue el máximo de
seguridad jurídica. Es necesario que el ciudadano conozca o pueda conocer el ordenamiento jurídico,
al objeto de que le pueda ser exigido el cumplimiento del mismo. A partir del momento en que las
leyes constan publicadas en el BOE, puede exigirse su cumplimiento a los ciudadanos, sin que éstos
puedan alegar su desconocimiento o ignorancia.
E) La responsabilidad y la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos
Este principio, consagrado en el art. 9.3 in fine, no es más que la plasmación directa del
principio de legalidad, el sometimiento de todos los poderes públicos y de los ciudadanos a la ley.
Con la plasmación expresa en la Constitución de las expresiones "responsabilidad y la interdicción de
la arbitrariedad de los poderes públicos" se hace especial hincapié en el sometimiento de los mismos

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LA CONSTITUCION ESPAÑOLA DE 1978
al principio de legalidad y la posibilidad de persecución de responsabilidades (civiles, penales y
administrativas) contra los actos contrarios a derechos de los mismos.

2. Derechos y deberes fundamentales: garantía y supresión


Los derechos fundamentales responden a la denominación genérica utilizada en el Titulo 1 de
la Constitución. Este Titulo se introduce con el art. 10, según el cual:
"1. La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre
desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son
fundamento del orden político y de la paz social.
2. Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución
reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos
Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados
por España."
A partir de este precepto fundamental, el Título 1 CE presenta la siguiente estructura:

Título I: DE LOS DERECHOS Y DEBERES FUNDAMENTALES

Art. 10 Cap. I Cap. II Cap. III Cap. IV Cap. V

De los
De los principios De la
De las garantías de
españoles y rectores de suspensión
las libertades y
Articulo los la política de los
derechos
introductorio extranjeros social y derechos y
fundamentales
(arts. 11 a económica libertades
(arts. 53 y 54)
13) (arts. 39 a (art. 55)
52)

DERECHOS Y LIBERTADES

Art. 14 Sección 1ª Sección 2ª

De los derechos De los derechos y


Igualdad ante fundamentales y de las deberes de los
la Ley libertades públicas ciudadanos (arts. 30
(arts. 15 a 29) a 38)

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LA CONSTITUCION ESPAÑOLA DE 1978
DERECHOS RECONOCIDOS EN EL TITULO DE LA CONSTITUCION
CIVILES
 A la igualdad.
 A la vida.
 A la integridad física y moral.
 A la libertad Ideológica, religiosa y de culto.
 A la libertad y seguridad.
 Al honor, a la intimidad y a la propia imagen.
 A la libre elección de residencia.
 A la libertad de expresión.
 A la tutela judicial.
 A la defensa de España y a la objeción de conciencia*.
 A contraer matrimonio*.
 A la propiedad privada y a la herencia*.
 A la libertad de empresa*.
POLITICOS
 De reunión.
 De manifestación.
 De asociación.
 De participación política.
 De petición.
 De fundación*.
SOCIALES
 A la educación.
 A la libertad sindical y a la huelga.
 Al trabajo*.
 A la negociación colectiva*.
 Otros derechos derivados de los principios rectores del Capítulo Tercero.

* Solo los derechos reseñados mediante asterisco aparecen recogidos en la Sección 2º del Capítulo II. Todos los demás
figuran en la Sección 1 de dicho Capítulo, siendo, por tanto, derechos fundamentales.

2.1. De los españoles y los extranjeros


2.1.1. Nacionalidad española (art. 11)
Clases de nacionalidad española:
a) De origen: aquellos que han nacido en territorio español o de padre o madre españoles.
b) Derivada: aquellos que siendo nacionales de otros países la consiguieron por matrimonio
con un español/a o por residencia en nuestro país durante un tiempo determinado.

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LA CONSTITUCION ESPAÑOLA DE 1978
Los españoles de origen no podrán ser privados de su nacionalidad. En cambio, los demás sí
podrán ser privados de la nacionalidad por resolución judicial motivada si se demuestra que
infringieron el ordenamiento jurídico español.
2.1.2. Mayoría de edad (art. 12)
La mayoría de edad reconocida en nuestra Constitución se alcanza a los dieciocho años, que
es la edad que se considera más propicia para otorgar plenos derechos civiles y políticos a los
ciudadanos de este país. Derechos civiles como los de comprar y vender sin necesidad de
autorización paterna o el ejercicio del derecho político de votar se le concede a todo hombre o mujer
que haya cumplido los 18 años de edad.
2.1.3. De las libertades que gozarán en España los extranjeros (art. 13)
Según el apartado primero del art. 13, los extranjeros gozarán en España de las libertades
públicas que garantiza el Título 1, siempre en los términos que establezcan los tratados y la ley.
El apartado segundo establece unas restricciones: los extranjeros no gozarán de los derechos
reconocidos en el art. 23 de la Constitución.
El art. 23 nos otorga a todos los españoles la posibilidad de participar en las decisiones del
Estado de forma directa (vía democracia directa = referéndum) o indirecta a través del derecho de
sufragio activo y pasivo.
a) Derecho de sufragio activo: a través de él podemos elegir a nuestros representantes
(Concejales, Diputados autonómicos, Diputados al Congreso o Senadores), que decidirán y
tomarán decisiones por nosotros.
b) Derecho de sufragio pasivo: la posibilidad que tenemos, todos nosotros, de ser
representantes de los demás, presentándonos como candidatos a Concejales, Diputados
autonómicos o Diputados al Congreso o Senadores.
En un primer momento, solo los españoles podíamos ejercitar el derecho de sufragio activo y
pasivo en las elecciones generales, autonómicas y locales.
La Constitución solo le reconocía a los extranjeros el derecho de sufragio activo en las
elecciones municipales, siempre atendiendo a criterios de reciprocidad (es decir, que los españoles
gozaran del mismo derecho en sus países respectivos), por un tratado o una ley.
Con la firma del Tratado de Maastricht las Comunidades Europeas reconocen a los
ciudadanos europeos, ya sean nacionales o no del país donde vivan, el derecho de sufragio activo y
pasivo en las elecciones municipales. La primera reforma al texto de la Constitución española ha
tenido lugar el 27 de agosto de 1992, a propósito del art. 13.2 de la misma, estableciendo que los
extranjeros puedan disfrutar del derecho de sufragio activo y pasivo en las elecciones municipales,
cuando se establezca por tratado o ley. Esta reforma ha tenido su causa en el Tratado de la Unión
Europea (Tratado de Maastricht, de 7 de febrero de 1992). La Ley Orgánica 10/1992, de 28 de
diciembre, autoriza la ratificación por España de dicho Tratado.
Hay que hacer referencia a la modificación de la Ley Orgánica sobre Régimen Electoral
General introducida por la Ley Orgánica 1/1997, de 30 de mayo, para la transposición de la Directiva
94/80/CE, de Elecciones Municipales, que introduce la posibilidad de que todo ciudadano de la Unión
Europea que resida en España sin haber adquirido la nacionalidad española, tendrá derecho a ser
elector y elegible en las elecciones municipales de nuestro país, en las mismas condiciones que los
nacionales del mismo.
Asimismo, hay que mencionar la Ley Orgánica 4/2000, de 11 de enero, sobre derechos y
libertades de los extranjeros en España y su integración social, que deroga la anterior Ley Orgánica
7/1985, de 1 de julio. La Ley Orgánica 4/2000 amplía los derechos de los extranjeros y establece que
los extranjeros residentes en España podrán ser titulares del derecho de sufragio en las elecciones
municipales, atendiendo a criterios de reciprocidad, en los términos que por ley o Tratado sean

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LA CONSTITUCION ESPAÑOLA DE 1978
establecidos para los españoles residentes en los países de origen de aquellos. De esta forma se
amplía el derecho de sufragio a otros ciudadanos no comunitarios.
La extradición solo se concederá en cumplimiento de un tratado o de una ley, atendiendo al
principio de reciprocidad. Quedan excluidos de la extradición los delitos políticos, no considerándose
como tales los actos de terrorismo (art. 13.3).
La ley establecerá los términos en que los ciudadanos de otros países y los apátridas podrán
gozar del derecho de asilo en España (art. 13-4).
2.2. Derechos y libertades
Podemos dividir los derechos fundamentales en:
o Libertades personales o libertades del ámbito privado.
o Derechos de participación.
o Derechos institucionales.
o Derechos económicos y sociales.
2.2.1. Libertades personales
Se integran aquí aquellos derechos y libertades inherentes a la noción de persona humana.
Son los derechos que protegen los aspectos de la autonomía individual. Dentro de este conjunto de
derechos y libertades se encuentran:
A) El derecho a la vida (art. 15)
Se protege con este derecho la vida en general frente a toda forma de destrucción de la
misma. La vida es el substrato sobre el que se edifica toda la construcción de la persona. Por ello, el
Tribunal Constitucional, en su Sentencia 53/1985, afirma que el derecho a la vida debe ser configurado
como un valor superior del ordenamiento jurídico, pues sin este derecho fundamental los demás no
tendrían existencia posible.
Consecuentemente con el reconocimiento de este derecho la Constitución prohíbe de la pena de
muerte (art. 15 "in fine").
Hay que hacer referencia a la Ley Orgánica 11/1995, de 27 de noviembre, por la que queda
abolida la pena de muerte en tiempo de guerra, que se recogía en el Código Penal Militar, único texto
legal que la contemplaba como pena alternativa a determinados delitos cometidos en tiempo de guerra.
B) El derecho a la integridad física y moral (art. 15)
Es el derecho en que se prolonga el derecho a la vida y que debe ser entendido como el
derecho de toda persona a no ser sometido contra su voluntad a tratamientos susceptibles de
anular, modificar o herir sus ideas o sentimientos.
C) La libertad ideológica, religiosa y de culto (art. 16)
Con la libertad ideológica se protege el derecho de todos los ciudadanos a la formación de un
sistema de ideas representativas de una determinada concepción del mundo, así como también se
protege las distintas formas de exteriorización de dicha concepción, aunque estas últimas podrían
verse limitadas por consideraciones de orden público.
La libertad ideológica, en tanto que forma parte de la libertad de conciencia, es un derecho
de fuero íntimo de la persona, encontrándose protegido contra toda coerción. De aquí que el art.
16.2 declare que nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología.
En cuanto a la libertad religiosa y de culto implica la protección no solo del fuero confesional
interno, sino también de las manifestaciones rituales de cada confesión.

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LA CONSTITUCION ESPAÑOLA DE 1978
La libertad religiosa posee su correspondiente desarrollo legislativo en la Ley Orgánica
7/1980, de 5 de julio, de Libertad religiosa. En esta Ley Orgánica se determina el contenido de la
libertad religiosa, así como el mandato constitucional del art. 16.3 que impone la aconfesionalidad
del Estado o separación entre la Iglesia y el Estado. Naturalmente sin que ello suponga, por parte del
Estado, el desconocimiento del hecho religioso y confesional como una realidad sociológica.
En relación con los derechos fundamentales de igualdad y libertad religiosa, concebidos
como derechos individuales de los ciudadanos, ha de tenerse en cuenta que tales derechos alcanzan
también, por derivación, a las Confesiones o Comunidades en que algunos ciudadanos se integran.
Las Leyes 24, 25 y 26 de 1992, de 10 de noviembre, aprueban los Acuerdos de Cooperación del
Estado con las Federaciones de Entidades Religiosas Evangélicas de España, de Comunidades
Israelitas de España y con la Comisión Islámica de España, respectivamente. En estos Acuerdos se da
cumplimiento a lo establecido en la Ley Orgánica de Libertad Religiosa, respecto a la posibilidad de
que se adopten tales Acuerdos, cuando dichas Entidades figuren inscritas en el Registro de Entidades
Religiosas y hayan alcanzado en la sociedad española un notorio arraigo.
Los Acuerdos referidos regulan la cooperación del Estado con dichas Comunidades Religiosas
en materias tales como: el Estatuto de los Ministros del Culto y Régimen de Seguridad Social y
cumplimiento de los deberes militares; protección jurídica de los lugares de culto; atribución de
efectos civiles al matrimonio celebrado según los distintos ritos; enseñanza religiosa; beneficios
fiscales, etc.
D) El derecho a la libertad y a la seguridad (art. 17)
De acuerdo con el art. 17 todo individuo goza de la garantía constitucional frente a la
detención o prisión arbitrarias. De este modo, la detención preventiva y la prisión provisional habrán
de tener siempre un carácter excepcional, debiendo ser entendidas en sentido restrictivo y no como
facultades discrecionales de la policía (detención preventiva) o del juez (prisión provisional).
La detención preventiva recogida en el art. 17.2 no podrá durar más de 72 horas y aun en el
caso de esta duración autorizada, la Constitución establece una garantía adicional frente a
detenciones arbitrarias en la institución de habeas corpus (art. 17.4), cuyo desarrollo legislativo se ha
efectuado por Ley Orgánica 6/1984, de 24 de mayo.
Igualmente los derechos del detenido recogidos en el art. 17.3 de la Constitución han sido
convenientemente desarrollados por Ley Orgánica 14/1983, de 12 de diciembre, modificadora de los
arts. 520 y 527 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (LECrim). De acuerdo con esta reforma de la
LECrim, al detenido le asiste:
 El derecho a ser informado de los hechos que se le imputan.
 El derecho a no declarar y a no confesarse culpable.
 El derecho a designar abogado y solicitar su presencia en las diligencias policiales.
 El derecho a reconocimiento por un médico forense.
E) El derecho a la privacidad (art. 18)
Abarca este derecho la protección del ámbito íntimo de la persona, tanto en su dimensión
individual como en su proyección familiar y domiciliar. Protege, por tanto, este derecho todos los
aspectos que concurren en la esfera privada del hombre. Dentro de este campo se encuentran los
siguientes derechos:
a) El derecho a la intimidad personal y familiar, al honor y a la propia imagen (art. 18.1).
Es el derecho más ceñido a lo que se puede entender como la personalidad individual y ha
tenido su correspondiente desarrollo legislativo en la Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo,
sobre protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia
imagen.

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LA CONSTITUCION ESPAÑOLA DE 1978
La formulación constitucional de estos derechos (art. 18.1), así como su desarrollo legislativo
por Ley Orgánica buscan ante todo la protección de la identidad personal y familiar frente a
los medios de comunicación. De aquí que la normativa sobre la intimidad personal y familiar
(art. 18.1 de la Constitución y Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo) se entienda
complementada por la Ley garantiza al individuo la posibilidad de dar a conocer su versión de
aquellos hechos que le afecten en el mismo medio de comunicación que emitió la
información inicial.
En relación con este derecho hay que hacer referencia a la Ley Orgánica 4/1997, de 4 de
agosto, por la que se regula la utilización de videocámaras por las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad en lugares públicos.
Dicha Ley podría parecer que invade el citado derecho, pero la misma establece en su art. 2
que la captación, reproducción y tratamiento de imágenes y sonidos, en los términos
previstos en la Ley, así como las actividades preparatorias, no se considerarán intromisiones
ilegítimas en el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen, a los
efectos de lo establecido en el art. 2.2 de la Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo. El art. 6 de la
Ley Orgánica 4/1997, establece por su parte que no se podrá utilizar videocámaras para
tomar imágenes ni sonidos del interior de las viviendas, ni de sus vestíbulos, ni de los lugares
que establece la Ley cuando se afecte de forma directa y grave a la intimidad de las personas,
así como tampoco para grabar conversaciones de naturaleza estrictamente privada. Las
imágenes y sonidos obtenidos accidentalmente en estos casos deberán ser destruidas
inmediatamente, por quien tenga la responsabilidad de su custodia.
b) La inviolabilidad del domicilio (art. 18.2).
Es la garantía que proyecta sobre el espacio vivencial de la persona la protección otorgada a
la intimidad personal. De aquí que la protección constitucional del domicilio tenga carácter
instrumental, ya que defiende el ámbito en el que se desarrolla la vida privada de la persona.
Como argumenta el Tribunal Constitucional la protección domiciliar alcanza a las agresiones
exteriores tanto de terceras personas como de la autoridad pública. De aquí que la entrada
en el domicilio requiera las garantías judiciales más rigurosas (orden judicial) o un supuesto
de hecho ineludible (delito flagrante), como recoge el art. 18.2 de la Constitución, y
desarrolla la Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, sobre protección de la seguridad
ciudadana (que derogó la Ley Orgánica 1/1992, de 21 de febrero, la llamada "Ley Corcuera”).
La Ley 22/1995, de 17 de julio, garantiza presencia judicial en los registros domiciliarios.
c) El secreto de las comunicaciones (art. 18.3).
Es un derecho que adquiere hoy día gran significación debido a los adelantos tecnológicos
que permiten la agresión exterior al secreto de las comunicaciones. Ello ha conducido a que
en el Código Penal (Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre) se recoja en los arts. 535
(interceptación de correspondencia) y 536 (interceptación de las telecomunicaciones o
escuchas telefónicas). Igualmente adquiere aquí relevancia el ámbito personal en relación
con la informática y los bancos de datos personales a disposición de las entidades
aseguradoras y financieras. Problemática a la que se remite el art. 18.4 de la Constitución,
que se reserva a una futura ley. Esta Ley es la actual Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre,
de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales.
Este derecho se hace extensivo a cualquier medio de comunicación.
d) Limitación del uso de la informática (art. 18.4).
La ley limitará el uso de la informática para garantizar el honor y la intimidad personal y
familiar de los ciudadanos y el pleno ejercicio de sus derechos.

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LA CONSTITUCION ESPAÑOLA DE 1978
e) La libertad de circulación y de residencia (art. 19).
Esta libertad incluye la libre elección de domicilio y la libre circulación por el territorio
nacional. Los poderes públicos no podrán adoptar nunca en situaciones ordinarias medidas
que restrinjan u obstaculicen el ejercicio de estos derechos. Una excepción debería hacerse
aquí respecto de la libertad de residencia de ciertas categorías profesionales por razón de su
trabajo, como, por ejemplo, en el caso de los militares o de ciertos funcionarios.
El Código Penal aprobado por Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, tipifica también
como delitos, entre los cometidos por los funcionarios públicos contra las garantías
constitucionales, diversos supuestos que afectan a la libertad individual, a la inviolabilidad
domiciliaria y demás garantías de la intimidad y a otros derechos individuales.
2.2.2. Los derechos de participación
Estos derechos son aquellos derechos fundamentales que posee el individuo por su
condición de miembro de una determinada comunidad política. La filosofía política que subyace a
esta clase de derechos fundamentales es la de que a través de ellos se articula la participación
directa o indirecta de los ciudadanos en la formación de la voluntad política del Estado. Los derechos
fundamentales que concretamente integran este apartado son los siguientes:
A) La libertad de expresión (art. 20)
El derecho fundamental reconocido en el art. 20.1.a) es el cauce para la pluralidad de
opiniones y pensamientos y, por ello, la garantía de una institución fundamental como es la opinión
pública, que es el medio en el que se desarrollan el pluralismo político y la participación.
B) El derecho a la producción y creación literaria, artística, científica y técnica y a la libertad de
cátedra (art. 20)
Son los derechos fundamentales contenidos en los arts. 20.1.b) y c) de la Constitución y
deben ser entendidos e interpretados como concreción de la genérica libertad de expresión del
art.20.1.a). Es la libertad de expresión en las artes y en las ciencias y en la función docente.
C) El derecho a comunicar y recibir información veraz (art. 20)
Este derecho fundamental recogido en el art. 20.1.d), aunque directamente relacionado con
la libertad de expresión, como señala el Tribunal Constitucional, tiene no obstante peculiaridades
que lo singularizan en las sociedades modernas en las que los medios de comunicación asumen un
enorme protagonismo. Se trata, en principio, de la libertad de prensa. Una libertad que da
cumplimiento a la exigencia de publicidad de toda actuación de los poderes públicos, como auténtica
garantía del control de la autoridad a través de una opinión pública informada. En este sentido nada
que se refiera al ejercicio del poder político debe quedar sustraído al conocimiento informativo. Esta
preferencia por la publicidad se expresa, por un lado, en el reconocimiento de la cláusula de
conciencia y el secreto profesional de los periodistas (art. 20.1 d)) y, por otro, en la prohibición de
toda clase de censura previa (art. 20.2).
Hay que hacer referencia a la Ley Orgánica 2/1997, de 19 de junio, Reguladora de la Cláusula
de Conciencia de los Profesionales de la Información, por la que éstos pueden rescindir su relación
jurídica con la empresa de comunicación en que trabajen cuando en la misma se produzca un cambio
sustancial de orientación informativa o línea ideológica o cuando la empresa les traslade a otro
medio del mismo grupo que por su género o línea suponga una ruptura patente con la orientación
profesional del informador. Los profesionales de la información podrán negarse, motivadamente, a
participar en la elaboración de informaciones contrarias a los principios éticos de la comunicación,
sin que ello pueda suponer sanción o perjuicio.
D) La libertad de enseñanza (art. 27)
Este derecho, incluido en el art. 27 juntamente con el derecho a la educación, tiene un
contenido más acorde con la libertad informativa y comunicativa garantizadora de una convivencia

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LA CONSTITUCION ESPAÑOLA DE 1978
ideológica, confesional y cultural de orden pluralista, como ha señalado el propio Tribunal
Constitucional.
Coherente con esta libertad de enseñanza se reconoce el derecho a la creación de centros
docentes (art. 27.6) y, asimismo, el derecho de los padres a elegir la formación moral y religiosa para
sus hijos (art. 27:3).
E) El derecho de reunión (art. 21)
Es uno de los clásicos derechos de participación que nuestro Tribunal Constitucional ha
calificado de derecho subjetivo (esto es, individual) de ejercicio colectivo y, por tanto, como derecho
de libertad frente a los poderes públicos, siempre que se trate de reuniones pacíficas y sin armas.
De los tres procedimientos que históricamente han surgido para regular el derecho de
reunión:
 La autorización administrativa previa.
 La obligación de comunicarlo a la Administración.
 El régimen de plena libertad.
Nuestra Constitución opta claramente por el tercero, como se establece en la Ley Orgánica
9/1983, de 15 de julio, reguladora del derecho de reunión.
Los límites al ejercicio de este derecho vienen establecidos únicamente por el ilícito penal en
los casos de reuniones ilícitas (arts. 513 y s del Código Penal) y en los casos en que las alteraciones
del orden público con peligro para personas y bienes exija la intervención de la autoridad
gubernativa.
El Código Penal, tipifica en su art. 540 el delito cometido por autoridad o funcionario público
que prohíba una reunión pacífica o la disuelva fuera de los casos expresamente permitidos por las
leyes.
F) El derecho de asociación (art. 22)
Es también otro de los derechos clásicos de participación, íntimamente vinculado al derecho
de reunión.
Es un derecho de libre ejercicio y, por tanto, recoge la libertad positiva y negativa de
asociación o, lo que es lo mismo, el derecho de asociarse o el de no hacerlo, así como el derecho de
separarse de una asociación.
En la actualidad este derecho se encuentra regulado por la Ley Orgánica 1/2002, de 22 de
marzo, y en su vertiente política por la Ley Orgánica 6/2002, de 27 de junio, de Partidos Políticos.
El Código Penal tipifica en sus arts. 515 a 521 los delitos de asociación ilícita.
G) El derecho de participación política (art. 23)
Bajo el epígrafe común de derecho de participación política el art. 23 engloba dos derechos
específicos: el derecho de sufragio y el derecho de acceder en condiciones de igualdad a las
funciones y cargos públicos.
El derecho de sufragio es el instrumento esencial de la democracia representativa, esto es,
del sistema que permite la participación de todos los ciudadanos en los asuntos públicos
indirectamente a través de representantes.
No obstante la necesaria interposición de los representantes no aniquila la participación del
ciudadano que, como señala el Tribunal Constitucional, es al que corresponde el derecho de
participación, siendo la voluntad de los electores y no la de los partidos políticos la que en todo
momento ha de hacerse presente.

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LA CONSTITUCION ESPAÑOLA DE 1978
En cuanto al derecho a acceder a los cargos públicos (art. 23.2), no está entendido como un
derecho efectivo al cargo. Nuestra jurisprudencia constitucional entiende esta afirmación en sentido
restrictivo, al afirmar que el derecho constitucionalizado en el art. 23.2 se refiere a los cargos
públicos de representación política (no a los políticos funcionariales).
H) El derecho de petición (art. 29)
Este derecho expresa la facultad de todo español de dirigirse a los poderes públicos para
hacerles conocer un hecho o un estado de cosas y reclamar su intervención. Facultad que nuestra
Constitución configura como un derecho tanto individual como colectivo, estableciéndose algunas
restricciones para ciertos colectivos profesionales (Fuerzas Armadas y cuerpos sometidos a disciplina
militar).
En la actualidad este derecho se encuentra regulado por la Ley Orgánica 4/2001, de 12 de
noviembre.
2.2.3. Los derechos institucionales
En este apartado habrán de considerarse aquellos derechos fundamentales cuya efectividad
requiere la previa aportación por el Estado de una infraestructura institucional a través de la que se
canalice el ejercicio individual del derecho fundamental en cuestión.
Nos referiremos aquí a dos derechos fundamentales específicos: el derecho a la jurisdicción y
el derecho a la educación.
A) El derecho a la jurisdicción (art. 24)
Es un derecho fundamental cuyo ejercicio exige la creación por el Estado de una
Administración de Justicia.
El derecho a la jurisdicción afectará a las demandas fundamentales que los particulares
plantearán a la actuación de los Juzgados y Tribunales. En este sentido, el art. 24.2 recoge las
exigencias básicas de que consta "el derecho a obtener la tutela efectiva de jueces y tribunales" (art.
24.1).
Dichas exigencias básicas se pueden resumir en la efectividad de los tres momentos del
proceso:
 Libre acceso a los tribunales, lo que incluye el derecho al Juez ordinario predeterminado por
la ley” (art. 24.2).
 Derecho a obtener un fallo de los tribunales, lo que incluye el derecho "a un proceso publico
sin dilaciones indebidas y con todas las garantías" (art. 24.2). Es decir, el derecho a que se
dicte una resolución en Derecho y siempre que se cumplan los requisitos procedimentales
para ello.
 Derecho a que el fallo se cumpla, lo que se entiende implícito en la tutela efectiva" que han
de proporcionar los jueces y tribunales (art. 24.1), ya que el derecho a la tutela comprende el
derecho a la ejecución de las sentencias. Ejecución que, como señala el Tribunal
Constitucional corresponde a los jueces y tribunales, que deben adoptar las oportunas
resoluciones.
B) El principio de legalidad penal y las penas y medidas de seguridad (art. 25)
Nadie puede ser condenado o sancionado por acciones u omisiones que en el momento de
producirse no constituyan delito, falta o infracción administrativa, según la legislación vigente en
aquel momento.
Las penas privativas de libertad (por ejemplo, la prisión) y las medidas de seguridad (por
ejemplo, el internamiento en un centro psiquiátrico) estarán orientadas hacia la reeducación y
reinserción social y no podrán consistir en trabajos forzados. El condenado a pena de prisión que
estuviere cumpliendo la misma gozará de los derechos fundamentales del Capítulo II de la
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LA CONSTITUCION ESPAÑOLA DE 1978
Constitución (arts. 14 a 38), a excepción de los que se vean expresamente limitados por el contenido
del fallo condenatorio, el sentido de la pena y la ley penitenciaria. En todo caso, tendrá derecho a un
trabajo remunerado y a los beneficios correspondientes de la Seguridad Social, así como al acceso a
la cultura y al desarrollo integral de su personalidad.
La Administración civil no podrá imponer sanciones que, directa o subsidiariamente,
impliquen privación de libertad.
C) Prohibición de los Tribunales de Honor (art. 26)
Se prohíben los Tribunales de Honor en el ámbito de la Administración civil y de las
organizaciones profesionales.
Los Tribunales de Honor enjuician comportamientos éticos y morales en el ejercicio de una
profesión.
D) El derecho a la educación (art. 27)
El art. 27 recoge este derecho tipificándolo como un verdadero servicio público al
diferenciarlo netamente respecto de la libertad de enseñanza.
La consideración de la enseñanza como servicio público comporta el derecho de participación
de todos los sectores afectados (art. 27.5) en la programación educativa y, consiguientemente, la
intervención de los distintos colectivos (profesores, padres, alumnos) en el control de la gestión de
los centros educativos sostenidos por fondos públicos (art. 27:7).
Directamente relacionado con la condición de servicio público de las instituciones docentes
se encuentra la gratuidad y obligatoriedad de la enseñanza básica (art. 27.4) y la existencia de
subvenciones a todos los centros docentes que reúnan los requisitos establecidos por la ley (art.
27.9).
En el apartado 10 del art. 27 se reconoce la autonomía de las Universidades, en los términos
que la ley establezca. Esta regulación se contiene en la Ley Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre, de
Universidades.
Por último, es importante mencionar la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación,
que constituye la norma central reguladora de esta materia y que modifica la Ley Orgánica 8/1985,
de 3 de julio, reguladora del Derecho a la Educación. Deroga, entre otras, la Ley Orgánica 10/2002, de
23 de diciembre, de Calidad de la Educación.
2.2.4. Los derechos económicos y sociales
Estos derechos son el resultado de la aplicación del principio de igualdad, entendido en su
sentido material, e implican un esfuerzo prestacional por parte del Estado para dar cumplimiento a
las exigencias de justicia social.
No obstante, la constitucionalización de este tipo de derechos posee ciertas singularidades.
Así, mientras ciertos derechos sociales (sindicación, huelga o el propio derecho a la educación que, a
los efectos, puede ser considerado como perteneciente a este apartado) se encuentran definidos
como auténticos derechos fundamentales, los derechos sociales y económicos del capítulo Ill del
Título I, no tienen condición de derechos fundamentales, quedando agrupados bajo el epígrafe
"Principios rectores de la política social y económica".
Los derechos económicos y sociales determinan, en gran manera, el propio modelo
económico de la Constitución.
En relación con la materia de política social y económica debe citarse la Ley 21/1991, de 17
de junio, por la que se crea Consejo Económico y Social, que se configura como un órgano consultivo
del Gobierno en materia socio-económica y laboral, con carácter de Ente de Derecho público,
estando adscrito al actual Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, con sede en Madrid.

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LA CONSTITUCION ESPAÑOLA DE 1978
Todos los derechos que se verán a continuación, excepto el derecho a la propiedad privada,
han sido considerados como derechos básicos de los trabajadores en el Estatuto de los Trabajadores
(Real Decreto Legislativo 2/2015, de 23 de octubre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley
del Estatuto de los Trabajadores).
Entre los derechos económicos y sociales se encuentran:
A) El derecho de sindicación (art. 28.1)
Este derecho constituye otra de las concreciones del derecho de asociación del art. 22, que
opera al respecto como una cláusula general. El Tribunal Constitucional lo ha tipificado como un
derecho de libertad lo que, por tanto, implica que la Administración no ha de interferir en la
actividad de las organizaciones sindicales. La libertad de sindicación incluye, asimismo, el derecho de
los sindicatos al ejercicio de aquellas actividades que permitan la defensa de los intereses de los
trabajadores.
Este derecho tiene desarrollo legislativo en la Ley Orgánica 11/1985, de 2 de agosto, de
libertad sindical, y en la Ley 9/1987, de 12 de junio, sobre órganos de representación, determinación
de las condiciones de trabajo y participación del personal al servicio de las Administraciones Públicas,
Ley prácticamente derogada en su totalidad y sustituida por el texto refundido de la Ley del Estatuto
Básico del Empleado Público.
B) El derecho de huelga (art. 28.2)
Es un derecho que mantiene una relación directa con el derecho de sindicación. Según el
Tribunal Constitucional, el derecho de huelga es el derecho que asiste a los trabajadores de
suspender el contrato de trabajo para presionar al empresario, sin que este pueda contratar a otros
trabajadores o proceder al cierre de la empresa.
El derecho de huelga, en tanto que cesación de trabajo, tiene unos límites inherentes que la
Constitución establece en las garantías para el mantenimiento de los servicios esenciales a la
comunidad.
Sigue vigente en la materia, el Decreto-Ley 17/1977, de 4 de marzo, sobre relaciones de
trabajo, teniendo en cuenta la STC de 8 de abril de 1981.
C) El derecho a la propiedad privada (art. 33.1)
Este derecho, conjuntamente con el derecho a la herencia del mismo artículo es, según
nuestro Tribunal Constitucional, un derecho subjetivo y una garantía institucional. En tanto que
derecho subjetivo, el derecho a la propiedad privada queda relativizado tanto por la vinculación
social que le impone el art. 33.2, como por la expropiación cuando así lo legitima el interés común
(art. 33.3).
D) El derecho de fundación (art. 34)
El artículo 34 reconoce el derecho de fundación para fines de interés general y con arreglo a
la ley. Los apartados 2 y 4 del artículo 22 también son aplicables a las fundaciones.
E) El derecho al trabajo (art. 35)
La Constitución recoge el derecho al trabajo configurándolo como un auténtico derecho-
deber.
Según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional el derecho al trabajo no se agota en la
libertad de trabajar, sino que también supone el derecho a un puesto de trabajo.
F) El derecho a la negociación colectiva (art. 37.1)
Se refiere a la posibilidad de que empresarios y representantes de los trabajadores
determinen por acuerdo condiciones en que hayan de desarrollarse las relaciones de trabajo.

20
LA CONSTITUCION ESPAÑOLA DE 1978
Aunque no existe un rígido modelo institucionalizado de negociación colectiva, el Estatuto de
los Trabajadores prevé un sistema eminentemente contractual con una intervención administrativa
muy reducida, aunque no inexistente, debido al interés de todo Gobierno en que la negociación
colectiva se sustancie en el correspondiente convenio colectivo.
G) El derecho a la adopción de medidas de conflicto colectivo (art. 37.2)
El derecho recogido en el art. 37.2 se predica de los trabajadores y de los empresarios. Por lo
que afecta a los trabajadores este derecho se solapa con el derecho de huelga. Pero en lo que afecta
a los empresarios no se prohíbe el "cierre patronal”, lo que hace que esta medida empresarial
encontrase cabida en este artículo.
H) El derecho de libertad de empresa (art. 38)
La problemática general de la libertad de empresa vendrá determinada por su doble
consideración de derecho subjetivo (derivado del derecho a la propiedad privada) y del principio
general de la ordenación económica. En este último aspecto es donde reside el poder configurador
de la libertad de empresa, su capacidad para determinar la estructura económica del país,
contraponiéndose al principio de intervencionismo económico estatal que, según el propio art. 38
puede llegar a la planificación. El Tribunal Constitucional ha afirmado que el art. 38 permite tanto la
existencia de una economía liberal como de una economía intervenida e incluso planificada.
2.3. Garantía y suspensión de los derechos fundamentales
2.3.1. Las garantías constitucionales
A) Régimen general
Los mecanismos garantizadores del respeto y efectividad de los derechos fundamentales
contenidos en la Constitución son de cuatro clases:
- La aplicación directa de los derechos fundamentales.
- Las garantías legislativas.
- Las garantías jurisdiccionales.
- Las garantías extrajurisdiccionales.
Dentro del Capítulo II del Título I, en el que se recogen los derechos y libertades, solo los
integrantes de la Sección primera del Capítulo II (arts. 15 a 29) son los auténticos "fundamentales". El
enunciado de dicha Sección es "De los derechos fundamentales y de las libertades públicas".
Por lo tanto, la Constitución tan solo considera como derechos fundamentales los recogidos
en los artículos 15 a 29, como así ha puesto de manifiesto el Tribunal Constitucional. solo a ellos, por
lo tanto, se les reserva el máximo nivel de garantía y protección; ahora bien, el legislador en relación
a los artículos 14 (igualdad ante la ley) y 30.2 (derecho a la objeción de conciencia) los ha ido
protegiendo hasta equipararlos a los derechos fundamentales en este aspecto.
Los derechos comprendidos en la Sección segunda del Capítulo II (arts. 30 a 38) gozarán de
un nivel inferior de garantía y protección, mientras que los derechos establecidos en el Capítulo III
(arts. 39 a 52) disfrutarán de un grado mínimo de garantía.
B) Clases de garantías
 La aplicación directa de los derechos y libertades
Se enuncia en el artículo 53.1, al afirmar que los derechos y libertades del Capítulo Il del
Título I vinculan a todos los poderes públicos. Ello quiere decir que los derechos y libertades de los
artículos 14 a 38 no necesitan ser desarrollados por una ley para ser aplicables, aunque tampoco se
prohíba dicho desarrollo por vía legislativa.

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LA CONSTITUCION ESPAÑOLA DE 1978
 Las garantías legislativas
Se deducen de los arts. 53.1 y 81.1 de la Constitución. Por un lado, el art. 53.1 exige que el
desarrollo de los derechos y libertades del Capítulo II (arts. 14 a 38) se haga por ley, pero sin que ésta
pueda desnaturalizar el contenido del derecho o libertad que regula. La Constitución, en su art. 81.1,
establece una garantía procedimental adicional cuando se trata del desarrollo legislativo de alguno
de los derechos considerados fundamentales (arts. 15 a 29). En estos casos el legislador, además de
respetar el "contenido esencial" del derecho que pretende regular, habrá de utilizar el procedimiento
de Ley Orgánica.
Por otro lado, el art. 82.1 de la Constitución establece la posibilidad de que las Cortes
deleguen en el Gobierno la potestad de dictar normas con rango de ley sobre materias que no sean
derechos fundamentales, Estatutos de Autonomía, régimen electoral general, etc. Es decir, que
mediante la delegación legislativa los derechos de los artículos 30 a 38 y otros pueden ser regulados
mediante Reales Decretos-Legislativos.
 Las garantías jurisdiccionales
El art. 53.2 establece que los derechos comprendidos en los arts. 14 a 29, podrán ser
protegidos ante los Tribunales ordinarios por un procedimiento basado en los principios de
preferencia y sumariedad", así como en caso necesario "a través del recurso de amparo ante el
Tribunal Constitucional". Además, este recurso será aplicable a la objeción de conciencia reconocida
en el art. 30.
La Ley de Enjuiciamiento Criminal, la Ley 29/1998, de 13 de julio, Reguladora de la
Jurisdicción Contencioso-administrativa y la Ley 1/2000, de Enjuiciamiento Civil, de 7 de enero,
regulan la protección ante los tribunales penales, contenciosos y civiles de estos derechos.
 Las garantías extrajurisdiccionales
Están integradas por ciertas instituciones que se encuentran constitucionalmente legitimadas
para la protección y defensa de los derechos y libertades del ciudadano. Entre ellas podemos
destacar:
 Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado bajo dependencia del Gobierno a las que
el art. 104 habilita para proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y
garantizar la seguridad ciudadana.
 El Ministerio Fiscal, a quien el artículo 124.1 encomienda, entre otras funciones, la de
promover la defensa de los derechos de los ciudadanos. De aquí que el art. 162.1.b) le
capacite para interponer recurso de amparo en defensa de los derechos fundamentales
de los ciudadanos.
 El Defensor del Pueblo, que es una institución garantizadora de los derechos y libertades
de los ciudadanos. En este sentido, el art. 54 le encomienda la defensa de los derechos
comprendidos en el Título l y el art. 162.1 b) le legitima para interponer recurso de
amparo en defensa de los derechos fundamentales de los individuos.
2.3.2. La suspensión de los derechos fundamentales
Existen una serie de situaciones en las cuales se pueden suspender los derechos y libertades
reconocidos al ciudadano español. Para analizar tales situaciones debemos estudiar conjuntamente
los artículos 55 y 116 de la Constitución. El primero de ellos establece dos clases de suspensión: la
general y la individual.
A) Suspensión general
Recibe tal denominación por no afectar a personas concretas sino a una colectividad entera a
nivel nacional y regional. Dicha suspensión se produce por la declaración de los estados de excepción
o de sitio regulados en el artículo 116 de la Constitución.

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LA CONSTITUCION ESPAÑOLA DE 1978
 Estado de excepción
Será declarado por el Gobierno mediante decreto acordado en Consejo de Ministros, previa
autorización del Congreso de los Diputados por mayoría simple. Su duración no podrá exceder de 30
días, prorrogables por otro plazo igual, con los mismos requisitos.
Se declarará cuando cualquier aspecto del orden público resulte gravemente alterado hasta
el punto de que las potestades ordinarias de las autoridades gubernativas fuesen insuficientes para
resolverlo.
La declaración del estado de excepción podrá implicar la suspensión de los siguientes
derechos:
- Libertad y seguridad, excepto los derechos reconocidos al detenido en el art.17-3
- Inviolabilidad del domicilio.
- Secreto de las comunicaciones.
- Libertad de circulación y residencia.
- Reunión y manifestación.
- Libertad de expresión y de información activa y pasiva.
- Derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de la
libertad de información.
- Garantía de resolución judicial en el secuestro de medios de comunicación.
- Huelga y adopción de medidas de conflicto colectivo.
 Estado de sitio
Será declarado por la mayoría absoluta del Congreso de los Diputados, a propuesta exclusiva
del Gobierno. El Congreso determinará su ámbito territorial, duración y condiciones.
El supuesto característico que impone la declaración del estado de sitio es el de peligro de la
seguridad interior o exterior del Estado, pudiendo suspenderse no solo los derechos antes
mencionados, sino también los reconocidos al detenido en el artículo 17-3 (derecho del detenido a
ser informado inmediatamente y de modo comprensible de sus derechos y de las razones de su
detención, a no declarar y a ser asistido por Letrado).
 Estado de alarma
Será declarado por el Gobierno mediante decreto acordado en Consejo de Ministros, dando
cuenta al Congreso de los Diputados. Su duración no excederá de 15 días, pudiendo ser prorrogado
con la autorización del Congreso.
Podrá implantarse dicho estado en caso de que se produzcan catástrofes, como terremotos,
inundaciones, epidemias, etc.
Es necesario resaltar que el estado de alarma no implica suspensión de derechos. Lo hemos
estudiado en este punto, únicamente por razones sistemáticas.
Debe tenerse en cuenta, por último que los estados de alarma, excepción y sitio están
regulados por una Ley Orgánica (Ley Orgánica 4/1981, de 1 de junio, de los estados de alarma,
excepción y sitio), tal como establece la Constitución (art. 116.1) y que no podrá procederse a la
disolución del Congreso mientras esté declarado alguno de tales estados (art. 116.5).
B) Suspensión
Es la que afecta a personas determinadas, relacionadas con investigaciones correspondientes
a la actuación de bandas armadas o elementos terroristas.

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LA CONSTITUCION ESPAÑOLA DE 1978
El art. 55.2 establece la posibilidad de que una ley orgánica determine los casos en que se
podrán suspender los derechos a la inviolabilidad del domicilio, al secreto de las comunicaciones y la
duración máxima de la detención preventiva.
La Ley Orgánica contra la actuación de bandas armadas y elementos terroristas ("Ley
antiterrorista"), de 26 de diciembre de 1984, desarrollaba tal supuesto. Dicha ley fue derogada por la
Ley Orgánica 3/1988, de 25 de mayo, de reforma del antiguo Código Penal. Posteriormente, el actual
CP (Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre) derogó esta norma y actualmente regula los delitos
de terrorismo en sus arts. 571 a 580.
Por su parte, la LECrim, modificada por la Ley Orgánica 4/1988, de 25 de mayo, regula los
aspectos procesales en esta materia.
La utilización injustificada o abusiva de las facultades reconocidas en dicha ley orgánica
producirá responsabilidad penal, como violación de los derechos y libertades reconocidos por las
leyes.
CLASES SUPUESTOS DECLARACIÓN DURACION DERECHOS QUE SE PUEDEN SUSPENDER
• No más de - Libertad y seguridad (art.17 CE): el
30 días art.17:3, solo en el estado de sitio.
Gobierno,
ESTADO DE previa • Prórroga por - Inviolabilidad de domicilio: (art.18.2 CE).
EXCEPCIÓN autorización otro plazo
- Secreto de comunicaciones: (art.18.3 CE)
del Congreso. igual, con los
mismos - Libertad de circulación: (art.19 CE).
SUSPENSIÓN requisitos. - Libertad de expresión y libertad de
GENERAL información; garantía judicial en el
Congreso, por secuestro de publicaciones.
mayoría La señalada por - Reunión y manifestación: (art.21 CE).
ESTADO DE
absoluta y a el Congreso en
SITIO - Huelga: (art.28.2 CE).
propuesta del cada caso.
Gobierno. - Adopción de medidas de conflicto
colectivo: (art.37.2).
- Inviolabilidad del domicilio.
SUSPENSIÓN Se aplica a bandas armadas y elementos - Secreto de comunicaciones.
INDIVIDUAL terroristas.
- Duración máxima de la detención
preventiva.
• No más de
LIMITACIONE Gobierno, 15 días Ninguno.
ESTADO DE
S DE dando cuenta • Prórroga con (Tan sólo podrán decretarse algunas
ALARMA
DERECHOS al Congreso. la autorización limitaciones que no suponen suspensión).
del Congreso.
2.4. Los derechos y deberes de los ciudadanos
2.4.1. Las obligaciones militares y la objeción de conciencia (art. 30)
Los españoles tienen el derecho y el deber de defender a España.
La ley fijará las obligaciones militares de los españoles y regulara, con las debidas garantías, la
objeción de conciencia, así como las demás causas de exención del servicio militar obligatorio,
pudiendo imponer, en su caso, una prestación social sustitutoria.
Podrá establecerse un servicio civil para el cumplimiento de fines de interés general.

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LA CONSTITUCION ESPAÑOLA DE 1978
Mediante la ley podrán regularse los deberes de los ciudadanos en los casos de grave riesgo,
catástrofe o calamidad pública.
2.4.2. Los principios tributarios (art. 31)
Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad
económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad (quienes
ganan igual, pagan lo mismo) y progresividad (a más ingresos, se tributa más) que, en ningún caso,
tendrá alcance confiscatorio.
(Hay que entender la confiscación como un empobrecimiento gradual y progresivo a
consecuencia exclusivamente del pago de tributos).
El gasto público realizará una asignación equitativa de los recursos públicos, y su
programación y ejecución responderán a los criterios de eficiencia y economía.
Solo podrán establecerse prestaciones personales o patrimoniales de carácter público con
arreglo a la ley.
2.4.3. Derecho al matrimonio (art. 32)
El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica.
La ley regulará las formas de matrimonio, la edad y capacidad para contraerlo, los derechos y
deberes de los cónyuges, las causas de separación y disolución y sus efectos (dicha Ley es el Código
Civil).
2.4.4. Derecho a la propiedad privada y a la herencia (art. 33)
Se reconoce el derecho a la propiedad privada y a la herencia.
La función social de estos derechos delimitará su contenido, de acuerdo con las leyes.
Nadie podrá ser privado de sus bienes y derechos, sino por causa justificada de utilidad
pública o interés social, mediante la correspondiente indemnización y de conformidad con lo
dispuesto por las leyes.
2.4.5. Derecho de fundación (art. 34)
Se reconoce el derecho de fundación para fines de interés general, con arreglo a la ley (la
fundación en sí, es un patrimonio adscrito o destinado a un fin).
Regirá también para las fundaciones lo dispuesto en los apartados 2 y 4 del artículo 22 (es
decir, las que persigan fines o utilicen medios tipificados como delito son ilegales, y solo pueden ser
disueltas o suspendidas en sus actividades mediante resolución judicial motivada).
2.4.6. Derecho y deber de trabajar (art. 35)
Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de
profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer
sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón
de sexo.
La ley regulará un estatuto de los trabajadores.
2.4.7. Los Colegios Profesionales (art. 36)
La ley regulará las peculiaridades propias del régimen jurídico de los Colegios Profesionales y
el ejercicio de las profesiones tituladas. La estructura interna y el funcionamiento de los Colegios
deberán ser democráticos. Los Colegios Profesionales son corporaciones de derecho público que
vigilan o tutelan el ejercicio de profesiones para las que es necesario un título.
2.4.8. Derecho a la negociación colectiva (art. 37)

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La ley garantizará el derecho a la negociación colectiva laboral entre los representantes de
los trabajadores y empresarios, así como la fuerza vinculante de los convenios.
Se reconoce el derecho de los trabajadores y empresarios a adoptar medidas de conflicto
colectivo. La ley que regule el ejercicio de este derecho, sin perjuicio de las limitaciones que pueda
establecer, incluirá las garantías precisas para asegurar el funcionamiento de los servicios esenciales
de la comunidad.
Las medidas de conflicto colectivo son aquellas distintas a la huelga y supone plantear
hechos, peticiones, que serán resueltas mediante acuerdo.
2.4.9. La libertad de empresa (art. 38)
Se reconoce la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado. Los poderes
públicos garantizan y protegen su ejercicio y la defensa de la productividad, de acuerdo con las
exigencias de la economía general y, en su caso, de la planificación.

3. Título VIII: Organización territorial del Estado en la Constitución


3.1. Introducción
La forma de Estado diseñada por la Constitución significa poner fin al Estado unitario
centralizado, que ha sido predominante en la historia de España, con la sola excepción de la Segunda
República. La norma fundamental vigente establece un tipo de Estado intermedio entre el Estado
unitario y el federal, denominado Estado de las Autonomías. La citada configuración tiene su base en
el artículo 2 de la Constitución, que se incluye en el Título Preliminar de la misma, al disponer: "La
Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e
indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las
nacionalidades y regiones que la integran la solidaridad entre ellas."
Dicho precepto concilia la indisoluble unidad de la Nación española con el reconocimiento y
garantía del derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran. Hay que hacer
notar que, según la Constitución, la autonomía es un derecho y no un deber que se imponga a los
citados territorios.
Las Comunidades Autónomas no son originariamente soberanas. Su poder no viene de ellas
mismas, sino de la Constitución del Estado, que les otorga la facultad de desempeñar una serie de
funciones. Este tipo de Estado reconoce a cada Comunidad Autónoma no solo el derecho a
administrarse, sino que le concede el derecho a "autogobernarse" dictando aquellas normas jurídicas
con rango de ley que crea oportunas para atender a los intereses que le son propios.
Autonomía significa poder de regirse por sí mismo y darse normas. Esto supone una
capacidad normativa o legislativa, además de un autogobierno reconocido por la Constitución a las
Comunidades Autónomas.
No debe confundirse autonomía con soberanía. Esta supone un poder absoluto e ilimitado,
que no reconoce otro superior a el, en su ámbito. En cambio, la autonomía supone un poder limitado
por la Constitución, por los estatutos de autonomía y las leyes.
La organización territorial del Estado es regulada por la Constitución en su Título VIII,
artículos 137 a 158 de la misma, y que lleva por rúbrica "De la organización territorial del Estado".
Dicho Título VIII está dividido en tres capítulos:
 Capítulo I: "Principios Generales".
 Capítulo II: "De la Administración Local”.
 Capítulo III: "De las Comunidades Autónomas".

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LA CONSTITUCION ESPAÑOLA DE 1978

3.2. Los principios generales que rigen la organización territorial del Estado español
3.2.1. La organización territorial del Estado español
Este principio se encuentra recogido en el artículo 137 de la Constitución en virtud del cual
"España se organiza territorialmente en municipios, provincias y en las Comunidades Autónomas que
se constituyan. Todas estas entidades gozan de autonomía para la gestión de sus propios intereses".
Este precepto es la norma de apertura del Capítulo Primero del Título VIII y contempla un
principio básico de la organización del territorio español.
Para dar cumplimiento a este principio es necesario que se dote a cada Ente de todas las
competencias necesarias para satisfacer el interés respectivo. Será la Ley, de acuerdo con la
Constitución, la que concrete el principio de autonomía para cada tipo de Entes.
No obstante, es preciso distinguir la autonomía propia de las Comunidades Autónomas, de la
relativa a las provincias y municipios. La primera se caracteriza por ser una autonomía política y se
plasma en la posibilidad de autogobernarse. La segunda presenta la característica de ser una
autonomía de carácter administrativo.
3.2.2. El principio de solidaridad de nacionalidades y regiones
El artículo 2 de la Constitución recoge el principio de solidaridad entre nacionalidades y
regiones que integran la Nación española.
Este principio se encuentra también plasmado en el artículo 138.1 de la Constitución que
establece que "El Estado garantiza la realización efectiva del principio de solidaridad consagrado en
el artículo 2 de la Constitución, velando por el establecimiento de un equilibrio económico, adecuado
y justo entre las diversas partes del territorio español, y atendiendo en particular a las circunstancias
del hecho insular".
3.2.3. El principio de igualdad
El principio de igualdad entre las nacionalidades y regiones, así como entre los ciudadanos de
las mismas se encuentra recogido en los artículos 138.2 y 139 de la Constitución.
El artículo 138.2 establece que "Las diferencias entre los Estatutos de las distintas
Comunidades Autónomas no podrán implicar, en ningún caso, privilegios económicos o sociales".
El artículo 139 establece que "Todos los españoles tienen los mismos derechos y obligaciones
en cualquier parte del territorio español.
Ninguna autoridad podrá adoptar medidas que directa o indirectamente obstaculicen la
libertad de circulación y establecimiento de las personas y la libre circulación de bienes en todo el
territorio español”.
3.2.4. Principio de autonomía financiera
Previsto respectivamente en los artículos 142 y 156 de la Constitución. El artículo 142 lo hace
respecto de las Corporaciones Locales al disponer que: "Las Haciendas Locales deberán disponer de
los medios suficientes para el desempeño de las funciones que la Ley atribuye a las Corporaciones
respectivas y se nutrirán fundamentalmente de tributos propios y de participación en los del Estado y
de las Comunidades Autónomas".
El artículo 156 lo hace respecto de las Comunidades Autónomas al establecer que: "Las
Comunidades Autónomas gozarán de autonomía financiera para el desarrollo y ejecución de sus
competencias con arreglo a los principios de coordinación con la Hacienda Estatal y de solidaridad
entre todos los españoles".
3.2.5. Principio de interdicción de Federación de las Comunidades Autónomas

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Consagrado en el artículo 145.1 de la Constitución, que establece que "En ningún caso se
admitirá la federación de Comunidades Autónomas".
Los Estatutos podrán prever los supuestos, requisitos y términos en que las Comunidades
Autónomas podrán celebrar Convenios entre sí para la gestión y prestación de servicios propios de
las mismas, así como el carácter y efectos de la correspondiente comunicación a las Cortes
Generales. En los demás supuestos, los acuerdos entre las Comunidades Autónomas necesitarán la
autorización de las Cortes Generales.

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