Sentencia Buena Fe 1 Cumplimiento

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Santiago, diecinueve de octubre de dos mil diez.

VISTOS: En estos autos rol Nro.307-2003, seguidos ante el Tercer Juzgado Civil de Concepción,
sobre juicio ordinario, caratulados ?Construcciones e Inversiones C.P.M. Limitada con Banco
Santander - Chile?, por sentencia escrita a fojas 148 y siguientes, de catorce de octubre de dos mil
cuatro, en cuanto interesa al arbitrio en análisis, se acogió, con costas, la demanda deducida a fojas
3 sólo en cuanto el banco demandado deberá pagar a la actora la suma de$ 31.713.978 con intereses
corrientes bancarias para operaciones no reajustables a contar del 1° de abril de 1997 y hasta el
pago efectivo de la cantidad señalada.

La parte demandada interpuso recurso de apelación en contra de dicho fallo y, una Sala de la Corte
de Apelaciones de Concepción, por resolución de seis de enero de dos mil nueve, escrita a fojas
204, en lo que importa al recurso, revocó la sentencia en alzada y rechazó la demanda en todas sus
partes, con costas.

En contra de esta última determinación, el actor deduce recursos de casación en la forma y en el


fondo.

Se trajeron los autos en relación.

CONSIDERANDO:

EN CUANTO AL RECURSO DE CASACIÓN EN LA FORMA:

PRIMERO: Que la recurrente denuncia que en la sentencia impugnada se ha incurrido en las


causales de nulidad formal previstas en el artículo 768 Nros. 4 y 5, esta última en relación con el
artículo 170 Nros. 4 y 5, ambos del Código de Procedimiento Civil. Expone que concurre el vicio
previsto en el numeral quinto aludido por cuanto la sentencia tiene considerandos contradictorios
que se anulan recíprocamente, dejándola sin fundamentos. Indica que la resolución impugnada, en
sus considerandos primero, segundo, tercero, octavo y duodécimo establece hechos, los que si se
comparan, no son los mismos, por lo que no pueden coexistir lógicamente, al final no se sabe cuáles
son los presupuestos fácticos que da por establecidos; hay una confusión, repetición, contradicción
y desorden en su exposición.

Añade que el fallo no indica por qué la recurrente sería deudora y omite también mencionar cuál
sería el monto de las presuntas deudas que la demandante tendría para con el demandado, máxime
si de los instrumentos acompañados, consistentes en escrituras de adjudicación, consta que el banco
demandado ejecutó a la actora, remató numerosos inmuebles. Concluye que, no obstante lo anterior,
no hay ningún documento que acredite el monto de tal imputación. Asevera que, además, en la causa
traída a la vista, juicio criminal, consta que el banco demandado jamás pudo acreditar que el precio
recibido lo imputó a deudas de la demandante con aquél.

Expresa que no hay consideraciones de hecho ni de derecho que den por establecido el monto de
las presuntas obligaciones de Constructora Fuente de Piedra limitada, que es una sociedad diferente,
de y deudora del Banco Estado. Así como tampoco tiene razonamientos sobre la razón por la cual -
existiendo en la escritura de venta suscrita entre la demandante y don Guillermo Guerrero, un
mandato otorgado por la primera al Banco Santander, que facultó a este último para imputar el
producto líquido de la venta o compra según fuese el caso, a las obligaciones de que fuere deudora
la sociedad mandante -, si no efectuó imputación de ese dinero a deudas que la demandante pudiere
tener con el Banco Santander, no le devolvió el precio recibido. Seguidamente señala la recurrente
que la sentencia censurada incurre en el vicio de ultrapetita.

Al efecto expone que no obstante los fundamentos esgrimidos por la demandada al apelar de la
sentencia recurrida, ésta se extendió a que la entidad bancaria demandada si bien tenía obligación
como mandatario, la cumplió, sin embargo, el tribunal no ha podido alegar el cumplimiento de la
obligación y su extinción por ese hecho, si la demandada alega que nunca ha existido ninguna
obligación. Agrega que, además, el considerando 16° de la sentencia se extiende a una materia no
planteada ni e n el recurso de apelación ni al contestar la demanda.

SEGUNDO: Que del tenor de la demanda deducida en autos se observa que por ella se solicita por
la actora se declare que la demandada debe pagarle la suma de $ 31.713.978, reajustada según la
unidad de fomento y con más el interés moratorio máximo convencional para operaciones
reajustables, capitalizándose los intereses y reajustes, mes a mes desde el 1° de abril de 1997, hasta
el pago, con costas.

En subsidio, pide condenar al demandado a pagar a la actora las sumas mayores o menores que
determine y con los reajustes e intereses que considere procedentes.

Por su parte, el demandado, al evacuar el traslado conferido, solicita el rechazo de la demanda


oponiendo las siguientes excepciones perentorias:

a) indeterminación de la pretensión contenida en la acción ejercitada: al no señalarse una precisa


causa de pedir, lo que impide fijar los límites de la tutela jurisdiccional solicitada;

b) falta de legitimación activa: por cuanto la actora confirió mandato mercantil e irrevocable
expresamente aceptado por el banco para la retención, entrega a un tercero y aplicación de dichos
valores al pago de deudas propias para con el banco Santander - Chile, declarando en el mismo acto
que, del modo indicado, daba por totalmente pagado el precio de la venta, lo cual importa que dichas
sumas ingresaron de inmediato a su patrimonio, siendo de su exclusiva responsabilidad la
disposición que sus valores hiciera en el mismo acto, de manera que cabe concluir que en dicho acto
enajenó esos dineros disponiendo de ellos en un sentido determinado, de acuerdo a la libertad
contractual;

c) inexistencia de toda obligación contractual, cuasi contractual, extracontractual o legal del banco
Santander de pagar la suma demandada:

La sentencia de primer grado acogió la demanda sólo en cuanto el banco demandado deberá pagar
a la actora la suma de$ 31.713.978 con intereses corrientes bancarias para operaciones no
reajustables a contar del 1° de abril de 1997 y hasta el pago efectivo de la cantidad señalada.

Apelado el fallo por el demandado, el tribunal de alzada, en cuanto interesa al arbitrio, lo revocó y
rechazó la demanda.

TERCERO: Que en cuanto a la primera causal de nulidad formal invocada por el demandante, del
tenor de lo expuesto en el libelo respectivo se constata que los hechos en que ésta se funda no
constituyen el vicio a que aquella norma se refiere. En primer término debe anotarse que la parte
recurrente intenta fundar dos supuestas omisiones del fallo sustentándolas en los mismos
argumentos, a saber, la carencia de consideraciones de hecho o de derecho que sirven de
fundamento a la sentencia y de la enunciación de las leyes, y en su defecto de los principios de
equidad, con arreglo a los cuales aquella se pronuncia.

Luego, y en relación con la primera inobservancia aludida procede tener en consideración que ese
arbitrio sólo concurre cuando la sentencia carece de los razonamientos fácticos o jurídicos que le
sirven de fundamento, pero no tiene lugar cuando aquéllos existen pero no se ajustan a la tesis
sustentada por el reclamante, cual es el caso de autos.

En efecto, en la especie el actor hace descansar esta aparente omisión de motivaciones


específicamente en una falta de hechos por contradecirse unos con otros, lo que conduciría a su
anulación, empero, olvida señalar con precisión cuáles serían estas discordancias e
incompatibilidades, resultando insuficiente una mera sindicación, en términos generales, a ciertas
motivaciones del fallo que se examina.
En cuanto a las restantes carencias que advierte la recurrente, aquellas se vinculan con las
pretensiones vertidas por la demandante, sin embargo no se condicen con las conclusiones a las
cuales arribaron los jueces del mérito, al tenor de las probanzas que fueron aportadas al proceso y
que les permitieron decidir el rechazo de la demanda.

En efecto, en el fallo impugnado existen los razonamientos fácticos y jurídicos que llevaron a los
sentenciadores a decidir de la forma en que lo hicieron, aunque al demandante no le satisfagan por
ser su pretensión que se declarara la obligación de la parte demandada de pagar la suma que indica
en su demanda. Lo anterior se constata de la sola lectura de la resolución censurada - considerandos
décimo tercero a décimo sexto de la resolución recurrida-, fallo en el cual los jueces del fondo, luego
de consignar las probanzas rendidas en el proceso, han colegido de aquéllas los hechos para
posteriormente arribar a las consecuencias jurídicas y debida aplicación del derecho a su respecto,
sustentando así, por medio de sus reflexiones, la decisión que ha permitido resolver el conflicto
materia de autos. De lo dicho resulta que no se ha verificado en el caso sub-lite la concurrencia de
la causal de anulación que se alega contenida en el Nro. 5 del artículo 768 del Código de
Procedimiento Civil.

CUARTO: Que en relación con la segunda causal de anulación invocada debe anotarse que el
precepto citado, en su numeral 4º, le otorga en general el nombre de ultra petita al vicio de
incongruencia consistente en dar más de lo pedido; sin expresar su nombre se refiere igualmente a
la extra petita, el que hace consistir en extenderse el pronunciamiento del tribunal a puntos no
sometidos a la decisión del tribunal, en el que se puede comprender, además, la infra petita.

Establecido el marco jurídico que alumbra el problema sometido al conocimiento y resolución de esta
Corte, corresponde en el contexto de las impugnaciones efectuadas por el recurrente, determinar si
en la especie, en el fallo objetado, -en cuanto revocó la sentencia de primer grado y rechazó la
demanda -, existe un desajuste entre lo resuelto y los términos en que las partes formularon sus
pretensiones.

En la realización de dicho ejercicio, corresponde en primer término, determinadas que han quedado
las pretensiones de las partes, proceder a su comparación con el fallo impugnado. Al efectuar el
examen aludido entre los extremos que señala la doctrina, esto es, las pretensiones de las partes
(acción y excepción o defensa) y lo resuelto por los sentenciadores de alzada, se concluye que no
existe discordancia alguna entre lo pedido y lo concedido, por cuanto lo que ordena la sentencia
impugnada se encuadra precisamente dentro de lo que fueron las peticiones de las partes, en este
caso, del demandado en cuanto solicitaba el rechazo de lo solicitado por el actor, tanto en sus
escritos fundamentales como en la presentación que contiene el recurso de apelación formulado por
aquella parte.

Decisión que, por cierto, fue adoptada por los jueces del fondo considerando cumplido el mandato
conferido por la actora, sosteniendo que dicha parte hizo un pago parcial de acreencias libremente
consentido al banco demandado y luego esta entidad bancaria solucionó por la misma cantidad de
dinero una deuda que tenía un tercero con el Banco del Estado, para lo cual usó dineros propios; de
manera que no está obligado a la restitución que pretende la demandante. En suma, resulta
inconcuso que el fallo se ha ajustado a las alegaciones del banco demandado, sin que aparezca
verídico el aserto del recurrente en el sentido opuesto.

QUINTO: Que, en consecuencia, los sentenciadores han actuado dentro del ámbito de las
atribuciones que les son propias, por habérselas otorgado los litigantes en sus escritos
fundamentales y sin que se hayan extendido a puntos no sometidos a su decisión, razón por la cual
el recurso de casación en la forma intentado por esta causal no puede prosperar.

EN CUANTO AL RECURSO DE CASACIÓN EN EL FONDO:

SEXTO: Que la parte recurrente sostiene en su libelo de nulidad sustancial que en la sentencia
censurada se han transgredido los artículos 1700, 1713, 1545 y 2116 del Código Civil. En primer
lugar expone que se ha infringido el artículo 1700 del código sustantivo al dar por establecido que el
Banco Santiago, Santander Chile, pagó deudas de la demandante, sin que en el documento
agregado a fojas 1, de 18 de octubre de 2002, se reconozca haber aplicado dicho dinero a alguna
deuda de la mandante. Añade que también se vulnera el artículo citado al no considerar como plena
prueba el instrumento público consistente en el expediente criminal rol N°45.908, del Segundo
Juzgado del Crimen de Concepción, donde existe probado el hecho que el banco demandado no
pudo indicar que haya aplicado a algún crédito, el precio de la venta al señor Guerrero.
Seguidamente sostiene que se incurrió en error al no aplicar el artículo 1713 del mismo cuerpo legal,
norma que otorga valor de plena prueba la confesión, ya que el banco demandado en su escrito de
fojas 114 hace un detalle de los supuestos créditos que tendría para con la actora, en la que indica
numerosos bienes raíces hipotecados, adjudicaciones con que el banco se ha hecho el pago de
créditos, pero en parte alguna indica haber imputado el precio producto de la venta referida en la
demanda, con lo que confiesa que no hay imputación de esa suma a crédito o deuda alguna.

Añade que, como lo reconoció en el considerando vigésimo de la sentencia de primera instancia, el


banco demandado no rindió ninguna prueba en orden a haber imputado del precio recibido al pago
de deudas de la mandante y demandante de autos, toda vez que el dinero fue destinado al pago de
la deuda de un tercero, la empresa Constructora Fuente de Piedra.

Agrega el recurrente que hay error de derecho al no aplicar el artículo 1545 del Código Civil que
impone la ley del contrato, máxime si en el fallo objetado se da por establecido como hecho que en
la escritura de venta al señor Guerrero se pactó "debiendo devolverse a la mandante el saldo
resultante después de tal imputación, si lo hubiere"; de manera que si no hay documento ni prueba
alguna, ni el banco en su escrito de fojas 114 indica imputación alguna, debió entregar a su parte la
suma total del precio.

Finalmente asevera que también hay yerro al no aplicar el artículo 2116 del Código Civil desde que
el mandato impone la obligación de restituir al mandante lo que hubiere recibido a su nombre y, en
la especie, se recibió el precio por el banco demandado y no se hizo imputación, razón por la cual
debe restituirse a su parte el valor de la compraventa, sobre todo si el precio que recibió no lo destinó
al objeto del encargo. Agrega que la sentencia recurrida para aparecer más justa dice que el banco
demandado paga con dineros propios una deuda de Sociedad Constructora Fuente de Piedra
Limitada para con el Banco del Estado, sin embargo el banco demandado mantuvo el dinero en su
poder más de cinco años y sólo pagó al Banco del Estado en la suma numérica del precio, con el
reajuste de la UF, mientras que dichos bancos cobran el interés más alto que la ley permite estipular
con interés compuesto.

Además, silencia la contraria que la Constructora Fuente de Piedra Ltda. está declarada en quiebra
por lo que el demandante jamás podrá recuperar el pago efectuado.

SEPTIMO: Que para un adecuado análisis de los errores de derecho planteados por la recurrente,
corresponde a continuación pronunciarse acerca de las infracciones de las leyes relacionadas con
la prueba. Debe consignarse, desde luego, como lo ha reconocido reiteradamente esta Corte, se
entienden vulneradas las normas reguladoras de la prueba, fundamentalmente, cuando los
sentenciadores invierten el onus probandi, rechazan las pruebas que la ley admite, aceptan las que
la ley rechaza, desconocen el valor probatorio de las que se produjeron en el proceso cuando la ley
les asigna uno determinado de carácter obligatorio o alteran el orden de precedencia que la ley les
diere.

Se ha repetido que ellas constituyen normas básicas de juzgamiento, que contienen deberes,
limitaciones o prohibiciones a que deben sujetarse los sentenciadores. Luego, los jueces del fondo
son soberanos para apreciar las probanzas, dentro del marco fijado por las normas pertinentes. Por
ello, no son susceptibles de ser revisadas por la vía de la casación las decisiones de los
sentenciadores basadas en disposiciones que les otorgan libertad en la justipreciación de los
diversos elementos probatorios.
OCTAVO: Que de este modo, la justificación de la verdad de los hechos controvertidos en un juicio
corresponde hacerlo en la forma que lo dispone el legislador, motivo por el cual ha de resolverse
inicialmente si ? de acuerdo con lo expuesto con antelación ? a las normas que la recurrente
menciona se les puede atribuir el carácter de reguladoras de la prueba y, en tal evento, si han sido
conculcadas como ella pretende.

NOVENO: Que en cuanto el demandante construye su denuncia en la transgresión al artículo 1700


del Código Civil, no se advierte por estos sentenciadores conculcación alguna de este precepto toda
vez que los documento consistentes en la escritura pública de alzamiento de hipoteca agregada a
fojas 1, suscrita el 18 de octubre de 2002, por el demandante, el demandado y representantes del
Banco Santander y, las piezas del expediente criminal rol Nro. 45.908-2001 seguido ante el Segundo
Juzgado del Crimen de Concepción, agregadas a estos autos, han sido debidamente valorados al
tenor del precepto citado, desde que tales instrumentos públicos ?hacen plena fe en cuanto al hecho
de haberse otorgado y su fecha, pero no en cuanto a la verdad de las declaraciones que en él hayan
hecho los interesados.

En esta parte no hace plena fe sino contra los declarantes. Las obligaciones y descargos contenidos
en él hacen plena prueba respecto de los otorgantes y de las personas a quienes se transfieran
dichas obligaciones y descargos por título universal o singular.? Sin que con su mérito pueda
probarse o desconocerse un hecho negativo como pretende el actor, esto es, que el banco
demandado no imputó el dinero recibido al pago de un crédito del demandante a favor de aquél. Por
su parte, tampoco se advierte violación alguna al artículo 1713 del Código Civil, toda vez que la
confesión a que se refiere dicha disposición ?y no tratándose de una provocada - debe ser en
términos expresos, sin que sea posible considerar, como postula la recurrente, que por el hecho de
haberse supuestamente incurrido en una omisión de ciertos y determinados antecedentes por la
contraria, tal conducta importa un reconocimiento que deba ser valorado en los términos de la norma
invocada.

DECIMO: Que del análisis efectuado en el considerando precedente se puede concluir que los
sentenciadores del grado no han incurrido en los errores de derecho que se han expresado - no han
invertido el peso de la prueba, no han rechazado pruebas que la ley admite ni han aceptado otras
que la ley rechaza, ni han desconocido, tampoco, el valor probatorio de las distintas probanzas
producidas en autos circunstancia que impide revisar la actividad desarrollada por ellos en relación
a la prueba, y cambiar, por este Tribunal de Casación, los supuestos fácticos determinados y sobre
los cuales recayó la aplicación del derecho sustantivo.

UNDECIMO: Que, por consiguiente y teniendo en consideración lo acotado con antelación, resultan
ser hechos de la causa, que adquieren el carácter de definitivos y, de acuerdo a los cuales
corresponde resolver los demás errores de derecho que se han reclamado, los siguientes:

1.- Mediante escritura pública, otorgada el 1° de abril de 1997 en la Notaría Herrera de Concepción,
con la concurrencia, en lo que corresponde examinar, de ?Construcciones e Inversiones C.P.M.
Limitada?, Guillermo Guerrero Godoy, ?Banco Santiago? y ?Banco Santander Chile?, se celebraron
los siguientes actos jurídicos pertinentes a esta litis:

a) ?Construcciones e Inversiones C.P.M. Limitada? vendió a Guillermo Guerrero Godoy, que compró
para sí, el departamento 101 del Edificio Dos del Loteo Parque Residencial Las Américas; el precio
de la compraventa fue de $31.713.978, que el comprador pagó a la vendedora con $11.950.636 en
dinero efectivo y con la cantidad de $19.763.342 en que se valoraron las letras de crédito emitidas
por el ?Banco Santiago? por valores de UF 1.480 (nominal) y UF 1.464,46 (residual), letras que
fueron entregadas por el ?Banco Santiago? -en nombre e interés del comprador y mutuario Guillermo
Guerrero Godoy- a la vendedora ?Construcciones e Inversiones C.P.M. Limitada?, la cual declaró
pagado el precio de la compraventa;
b) el ?Banco Santiago? dio en mutuo a Guillermo Guerrero Godoy la cantidad de UF 1.480 mediante
las letras de crédito aludidas en la letra a) precedente, cifra que el mutuario se obligó a restituir en
235 dividendos anticipados, mensuales y sucesivos;

c) Guillermo Guerrero Godoy constituyó -sobre el departamento 101 del Edificio Dos- hipoteca a
favor del ?Banco Santiago? para garantizar la obligación restitutoria del mutuo aludido en la letra b)
precedente; asimismo, constituyó hipoteca de grado posterior para garantizar todas las obligaciones
de que el constituyente fuere o llegare a ser deudor respecto de dicha entidad bancaria, que aceptó
los gravámenes; adicionalmente, Guillermo Guerrero Godoy constituyó prohibición convencional de
enajenar y gravar el inmueble en cuestión, a favor del ?Banco Santiago?, que la aceptó;

d) ?Construcciones e Inversiones C.P.M. Limitada?, que quedó dueña de las letras de crédito a que
se ha hecho alusión, además de dejarlas en poder del ?Banco Santiago? para registro y trámites
legales, le confirió mandato mercantil, gratuito e irrevocable, en conformidad con lo dispuesto en los
artículos 235, 238 y 241 y siguientes del Código de Comercio, habiéndose encargado al mandatario
nombrado la gestión de los siguientes negocios: uno) venta de las letras de crédito a terceros por el
precio de plaza o compra de las mismas letras de crédito por el propio mandatario al precio de plaza;
y, dos) imputación del producto líquido -de la venta o de la compra según fuere el caso- a las
obligaciones de que fuere deudora la mandante ?Construcciones e Inversiones C.P.M. Limitada?
para con el ?Banco Santander Chile?, debiendo devolverse al mandante el saldo resultante después
de hecha la imputación, si lo hubiere; el mandatario quedó liberado de la obligación de rendición de
cuenta;

e) ?Banco Santander Chile? alzó la supuesta hipoteca que se creía existente y de que entendía ser
titular -gravamen que en realidad no existía- sobre el inmueble ya individualizado;

2.- Al 1° de abril de 1997 la compañía ?Construcciones e Inversiones C.P.M. Limitada? era deudora
de obligaciones de dinero contraídas para con el ?Banco Santander Chile?.

3.- Al 1° de abril de 1997 la compañía ?Empresa Constructora Fuente de Piedra Limitada? era
deudora de obligaciones de dinero contraídas para con el ?Banco del Estado de Chile?

4.- Al 1° de abril de 1997 el departamento 101 del Edificio Dos, ubicado en Talcahuano, Bariloche
N° 292, se encontraba hipotecado a favor del ?Banco del Estado de Chile? para garantizar el pago
de deudas contraídas por ?Empresa Constructora Fuente de Piedra Limitada?.

5.- Al 1° de abril de 1997 asistía, a los personeros de ?Construcciones e Inversiones C.P.M.


Limitada?, ?Banco Santiago? y ?Banco Santander Chile?, así como a los abogados de ?Banco
Santiago?, señores Gerardo Sandoval y Federico Espinoza - que redactaron la minuta de la escritura
pública a que se hará alusión - la creencia de que el Departamento Ciento Uno del Edificio Dos, de
propiedad de ?Construcciones e Inversiones C.P.M. Limitada?, se hallaba hipotecado a favor del
?Banco Santander Chile? para caucionar las obligaciones de dinero de ?Construcciones e
Inversiones C.P.M. Limitada.

6.- El acreedor ?Banco Santander Chile? percibió -en nombre e interés- de su deudora
?Construcciones e Inversiones C.P.M. Limitada? la cantidad de $11.950.636, obtenida de la parte
pagada de contado por Guillermo Guerrero Godoy;

7.- El acreedor ?Banco Santander Chile? percibió -en nombre e interés- de su deudora
?Construcciones e Inversiones C.P.M. Limitada?, que obró por medio de su mandatario ?Banco
Santiago?, este provisto de fondos por la mandante ?Construcciones e In versiones C.P.M.
Limitada?, la cantidad de $19.763.342, conformada por el producto líquido de las letras de crédito
que a la vendedora ?Construcciones e Inversiones C.P.M. Limitada? le había transferido su
comprador Guillermo Guerrero Godoy;
8.- La cifra de $31.713.978 fue percibida oportunamente por la entidad bancaria demandada con la
precisa finalidad de ?aplicarse al abono de las deudas de la sociedad Construcciones e Inversiones
C.P.M. Limitada para con dicho banco?, que no es otro que el ?Banco Santander Chile?;

9.- Otorgados y ejecutados que fueron los actos jurídicos de 1° de abril de 1997, la deudora
?Construcciones e Inversiones C.P.M. Limitada? pagó parcialmente a su acreedor ?Banco
Santander Chile? las obligaciones de dinero que había contraído para con éste, pago parcial que
alcanzó a $31.713.978;

10.- El 1° de agosto de 2002, el ?Banco Santander Chile? fue absorbido por el ?Banco Santiago?,
sucediéndole integralmente en todos sus derechos y obligaciones; a su vez, el sucesor ?Banco
Santiago? cambió su razón social, pasando a denominarse ?BANCO SANTANDER CHILE? y;

11.- El 18 de octubre de 2002 el ?BANCO SANTANDER CHILE? por el tercero de nombre ?Empresa
Constructora Fuente de Piedra Limitada? pagó parcialmente al ?Banco del Estado de Chile?, hasta
por UF 2.350, las obligaciones de dinero de que aquélla era deudora respecto de éste, y el ?Banco
del Estado de Chile?, en el mismo acto, alzó la hipoteca que gravaba el inmueble de propiedad de
Guillermo Guerrero Godoy, así como la correspondiente prohibición, de manera que dicho señor
Guerrero Godoy, de este modo, devino en dueño pleno de su inmueble, esto es, libre de gravamen.

DUODECIMO: Que en lo que atañe a los otros errores de derecho invocados por la parte recurrente
debe previamente tenerse presente que en estos autos se ha formulado acción ordinaria por la cual
la demandante pretende se condene a la demandada a pagarle la suma de $ 31.713.978, con los
reajustes e intereses que indica fundado en que la actora, por escritura pública de 1° de abril de
1997, vendió el lote 17, correspondiente al departamento 101 del Edificio Dos, con acceso a la calle
Bariloche 292, a don Guillermo Jorge Guerrero Godoy, en un precio de $ 31.713.978, equivalentes
al 1 de abril de 1997, a la cantidad de 2350 UF. Expresa el recurrente que según consta de la misma
escritura el Banco Santander Chile, atribuyéndose una calidad de acreedor hipotecario respecto del
inmueble vendido en circunstancias que no tenía ninguna hipoteca respecto de ese bien raíz -
procedió a recibir íntegramente la totalidad del precio señalado, tal como lo reconoce en escritura
pública de 18 de octubre de 2002 y, sin el consentimiento de la actora, a destinarlo a pagar deudas
de una tercera sociedad "Empresa Constructora Fuente de Piedra Limitada", en circunstancias que
la demandante tenía otras obligaciones con el Banco del Estado y es a aquél a quién correspondía
el derecho de decidir qué hacer con su precio.

Concluye que el banco recibió el precio sobre la errada base o creencia que tenía una hipoteca sobre
el inmueble vendido en circunstancias que tal gravamen no existía, en consecuencia, el demandado
debe restituir ese dinero a la demandante.

DECIMO TERCERO: Que al tenor de lo expresado, debe anotarse que en el caso en estudio cobra
relevancia el principio general del derecho, heredado de los romanos, de la buena fe, que se proyecta
en diversas disciplinas jurídicas, y bajo cuyo prisma han de ser examinados los antecedentes de
este proceso. El diccionario de la Real Academia Española, por Buena Fe (bonna fides, en latín)
entiende: "Rectitud honradez. Convicción en que se halla una persona de que hace o posee alguna
cosa con derecho legítimo". En otras palabras, es el modo sincero y razonable con que se procede,
razón por la cual esta íntimamente relacionado con la idea de rectitud, de intención y de lealtad. Se
ha distinguido entre la bu ena fe subjetiva (la buena fe-creencia) y la buena fe objetiva (la buena fe-
lealtad). "En sede no jurídica, la expresión "buena fe" designa una persuasión subjetiva interna (de
carácter ético) de estar actuando o haber actuado correctamente. Representa un estado de ánimo.
Proyectada al terreno del derecho civil, la buena fe asume dos direcciones. La primera, la buena fe
subjetiva, conserva aquella fisonomía psicológica. La segunda, la buena fe objetiva, que es la que
mayormente interesa en materia de contratos, la pierde. dblquote Continúa señalando el autor: ?La
buena fe subjetiva es la creencia que por efecto de un error excusable, tiene la persona de que su
conducta no peca contra el derecho. Es la convicción interna o psicológica de encontrarse sujeto en
una situación jurídica regular, aunque objetivamente no sea así; aunque hay error. Como el derecho
ampara la convicción de regularidad, en ocasiones diversas disculpa o excusa el error, con lo que
deja de lado una aplicación implacable de normas técnicas que conduciría a la nulidad con efecto
retroactivo o consecuencias enojosas para quien está persuadido de las regularidad de su situación.
De consiguiente, la buena fe subjetiva es una noción justificativa del error." ("Los Contratos. Parte
General." Jorge López Santa María. Página 288-289).

Por su parte, en cuanto a la buena fe objetiva, a ella se remite el artículo 1546 del Código Civil cuando
prescribe que los contratos deben ejecutarse de buena fe y que, por consiguiente "obligan no solo a
lo que en ellos se expresa", sino a todas las cosas que emanan precisamente de la naturaleza de la
obligación, o que por la ley o la costumbre pertenecen a ella. Las reglas o principio de la buena fe
objetiva y expone los contratantes el deber de comportarse correcta y legalmente en sus relaciones
mutuas, desde el inicio de los tratos preliminares y hasta el momento incluso posterior a la
terminación del contrato. "A diferencia de la buena fe subjetiva, que se aprecia in concreto por el
sentenciador, mediante la averiguación de la convicción íntima y personal del sujeto implicado, la
buena fe objetiva se aprecia in abstracto, prescindiendo el juez que las persuasiones, creencias o
intensiones psicológicas de los contratantes, para puntualizar, él, la conducta socialmente exigible
de las partes, exclusivamente en base a la equidad, a los usos y, en general, como habría dicho
Savigny, al espíritu del pueblo o al modelo del hombre razonable. Frente a la indeterminación o
variabilidad el estándar de la buena fe, el autor y juez español Jaime Santos Briz, inspirado
especialmente la doctrina alemana ha propuesto los postulados que siguen: A. La buena fe debe
ser considerada como un módulo de carácter objetivo; B. Su determinación se llevará a efecto por
medio de los usos del tráfico y del fondo medio de cultura de la sociedad; C. Sin embargo, la
objetividad del principio no debe ser exagerada y han de atenderse, en primer lugar, las
circunstancias del caso concreto; D. Partiendo de esta base ha de aspirarse un justo equilibrio que
los intereses de las partes; y E. No debe llegar a eludirse la voluntad del legislador expuesta en
preceptos coactivos con fórmulas rígidas, por ejemplo, al señalar los plazos de prescripción." ( ob.
Cit. Pág. 292)

"Por su parte, el insigne jurista ruso, profesor de universidades francesas, alemanas y suizas, Andrés
von Tuhr, concluyendo su estudio sobre la buena fe señala: el campo de aplicación de la buena fe
en materia de obligaciones no puede deslindarse mediante reglas taxativas. Necesariamente hay
que dejar al tacto jurídico y el sentido práctico del juez el decidir cuándo y en qué medida cabe
apartarse de la letra del contrato en vista de las circunstancias del caso concreto. El es quien ha de
buscar la solución que mejor se acomode a la voluntad real de las partes y a sus legítimos intereses
y que más cumplidamente satisfaga el sentimiento jurídico de las personas razonables y entendid
as. Por eso la aplicación del Derecho no es un simple problema lógico, sino también un arte que sólo
puede enseñar la experiencia.

La buena fe contractual corresponde a la moral del deber sobre la que recientemente ha escrito el
profesor Enrique Barros, distinguiéndola de la moral de aspiración: el objetivo de una moral del deber
no es hacer de cada persona un héroe como santo, sino un ciudadano cumplidor de los
requerimientos básicos que plantea la vida social... De lo que se trata de excluir el abuso y la mala
fe y no de prescindir del altruismo y la perfección." (Ob. Cit. Pag. 293). Manifestaciones concretas
de la buena fe se advierte en todo el proceso iter contractual. En efecto tanto en la etapa de los tratos
preliminares, en el instante de la celebración, en el cumplimiento y en las relaciones pos contractual.
En la etapa previa existen muchos deberes precontractuales que pueden hacerse depender de la
buena fe objetiva, la que exige que cada uno de los negociadores presente las cosas conforme a la
realidad, de manera que los actos e informaciones encaminadas a ilustrar al interlocutor deben
enmarcarse en una línea de corrección y de lealtad.

Este es el momento en que las partes se ponen de acuerdo y se dan la debida confianza, para luego
concluir el contrato. En cuanto a la fase de celebración del contrato también se puede advertir el
reconocimiento que hace el legislador a este principio en estudio. Así, en esta etapa en que las partes
firman el contrato, las cláusulas deben quedar redactadas en términos tales que de ellas no puedan
derivarse luego perjuicios a alguna de las partes, debiendo tenerse presente, en todo caso, que de
existir dudas, a de estarse más a la intención de los contratantes que a lo literal de las palabras.
Así, encontramos que si bien conforme al artículo 1815 del Código Civil la venta de cosa ajena es
válida, las indemnizaciones a que tiene derecho el comprador, en caso de ser evicta la cosa, bien
podrían vincularse con la buena fe objetiva. Situación similar puede constatarse tratándose de la
lesión enorme cuando una de las partes abusa del estado de necesidad o inexperiencia de la otra,
obteniendo ventajas económicas desproporcionadas.

En relación a la fase de ejecución de los contratos, la responsabilidad civil por incumplimiento es


más amplia si la incorrección o deslealtad del deudor llega a ser constitutiva de dolo, al tenor del
artículo 1558 del Código Civil, porque en ese evento no sólo debe responder por los perjuicios
previstos, sino que también por los imprevistos. A su vez, también pueden entenderse derivadas de
la buena fe contractual la excepción de contrato no cumplido y las reajustabilidades e
indemnizaciones por la mora en el pago de una obligación dineraria de origen contractual. Luego,
incluso después de terminar la relación contractual, durante las fases liquidación del contrato el
principio en estudio se mantiene, imponiendo deberes que dependerán de las circunstancias. "Regla
general es impedir cualesquier conducta de entre las cuales una parte pudiera disminuir las ventajas
patrimoniales legítimas de la otra" (Ob. Cit. Pág. 300) "El principio de la buena fe, entendido con la
amplitud que le pertenece, y aplicado efectivamente por los tribunales, representó un instrumento
morigerador de la autonomía de la voluntad materia contractual, de que permite, cuando
corresponda, apartarse del tenor literal del contrato, ora ampliándolo, ora restringiéndolo, en virtud
de las circunstancias propias el caso que los tribunales son llamados a ponderar. La buena fe objetiva
permite equilibrar el respeto debido a la palabra empeñada (la fuerza obligatoria del contrato) con
los requerimientos de justicia, máximo desideratum del Derecho. (Ob. Cit. Pág. 301)

DECIMO CUARTO: Que al juzgar sobre relaciones contractuales, el criterio de la buena fe exige del
juez que considere todas las consecuencias que se derivan de la reciprocidad de las obligaciones y
de su génesis consensual. Tiene así un parámetro claro, fundado en la realidad del mismo caso que
juzga, para ir definiendo lo que jurídicamente son los contenidos concretos de la buena fe. ?

En la experiencia romana clásica se precisaron ocho contenidos del principio de buena fe como
muestra de lo que los jueces modernos podrían definir: i) la consideración de la culpa (falta de
diligencia) para definir el incumplimiento de las obligaciones contractuales y del ii) el monto de la
condena ha de resarcir el interés del actor en que la obligación se hubiera cumplido; iii) la represión
del dolo, entendido en sentido amplio como engaño provocado o aprovechamiento del error o
ignorancia espontánea de la otra parte; iv) la interpretación del contrato con el criterio de discernir lo
realmente convenido por las partes con preferencia a la literalidad de las palabras; v) la consideración
de todos los pactos que hubieran hecho las partes aunque no los invocaran en la fórmula; vi) el tener
como convenidos los elementos naturales del negocio; vii) la compensación de las deudas recíprocas
derivadas del mismo contrato y viii) la consideración de la equidad o el equilibrio entre las
prestaciones.? (?El principio de la buena fe en el derecho romano y en los contratos internacionales?
Jorge Adame Goddard. Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM. Pág.28)

DECIMO QUINTO: Que la buena fe como criterio de juicio contiene las siguientes pautas concretas
derivadas del contrato mismo:

a) La diligencia en el cumplimiento. En las acciones de buena fe no se trata solamente, como en las


acciones de derecho estricto, de verificar si el deudor cumplió o no la palabra empeñada, pues lo
que se procura es que el juez verifique si la cumplió como lo haría un hombre bueno, es decir si la
cumplió bien . Es por lo tanto una medida más exigente del cumplimiento de las obligaciones, que la
que se aplica a un deudor de una obligación sancionada por una acción de derecho estricto.

b) La sanción del dolo. Esto significa que las partes deben excluir el dolo o engaño entre ellas, tanto
en la celebración del contrato, como en su ejecución y cumplimiento.

c) La interpretación de lo realmente querido por las partes. Esos dos criterios de juicio (mayor
exigencia en el cumplimiento y ausencia de dolo) se complementan con otros extraídos de la propia
naturaleza consensual y bilateral de las relaciones a las que se refiere. El juez interpretar los términos
y contenido del contrato en cuestión. Esta interpretación se orienta a considerar como principal, no
las palabras del contrato, sino lo realmente convenido, a fin de que el negocio produzca, en lo posible,
los resultados prácticos queridos por las partes.

Es por consiguiente una interpretación que puede dar conclusiones que exceden o incluso
contradicen lo previsto en las palabras. Un primer corolario de esta perspectiva de interpretación de
lo realmente convenido en el negocio es que el juez debe considerar todos los pactos hechos por
las partes sin necesidad de que fueran invocados; otro es la conocida regla de considerar como
convenidos todos los elementos naturales del negocio. La interpretación de lo realmente convenido
permite al juez cierto margen, de acuerdo con la naturaleza del negocio y la reciprocidad de las
obligaciones, de aumentar o reducir los contenidos de las prestaciones contractuales. d) Criterios
derivados de la bilateralidad de la obligación.

Siendo el contrato una relación bilateral en la que el mismo actor es deudor del demandado, hace
que el juez proceda naturalmente a indagar si el actor debe algo al demandado por causa del mismo
contrato y condene únicamente al saldo que resulte después de compensar. La bilateralidad de las
relaciones contractuales, la causa y medida de la obligación de una parte es precisamente la
obligación de la otra, por lo que el equilibrio o proporción entre las prestaciones es algo que
naturalmente el juez debe considerar.

Pues bien, el jurista español José Luis de los Mozos, en su obra ?El principio de la buena fe? ha
dicho que: ?En definitiva, parece evidente, y, en ello, es unánime la doctrina , que la buena fe
constituye una regla de conducta a la que ha de adaptarse el comportamiento jurídico de los
hombres? (Pág 40). Esto implica que hay un comportamiento debido por la buena fe que las partes
de un contrato deben observar aunque no lo hayan pactado expresamente. La moderna doctrina,
esto es la doctrina alemana, ha elaborado, con base en la jurisprudencia de los tribunales, una serie
de supuestos típicos a los cuales parece aplicarse la idea de que la buena fe opera como un límite
en el ejercicio de los derechos subjetivos (Franz Wieacker, El Principio General de la Buena Fe,
Cuadernos Civitas, Madrid 1986, pág.21);

DECIMO SEXTO: Que en esta línea argumental parece acertado aplicar al caso concreto el Principio
de la Buena Fe que rige en nuestro ordenamiento positivo, y que ha sido previamente examinado,
tratándose de una buena fe objetiva, donde su campo de aplicación cumple una verdadera función
normativa, mutando en aquella buena fe que tiene el carácter y naturaleza de principio general del
derecho, que inspira todo nuestro ordenamiento jurídico y que acorde con ello, constituye uno de los
principios rectores, equiparado a: el principio de equidad, legalidad, orden público, causalidad y
seguridad jurídica;

DECIMO SEPTIMO: Que según se adelantó, la noción de buena fe objetiva, que por su parte es una
especie de arquetipo de una conducta elevada a la condición de norma, se desarrolla en aplicaciones
concretas como sucede en la especie. Así, el propio ordenamiento legal se preocupa de la actitud
del sujeto. En este caso, tanto la actora como la entidad bancaria demandada, actuaron con la
creencia errada que el bien raíz que la demandante enajenaba tenía una hipoteca constituida a favor
de dicho banco, en circunstancias que aquel gravamen había sido establecido para asegurar el
cumplimiento de las obligaciones que había contraído la Empresa Constructora Fuente de Piedra
Limitada para con el Banco del Estado.

Empero, no cabe duda, que aún cuando la demandante haya equivocado la entidad bancaria con la
cual suscribió el contrato de fecha 18 de octubre de 2002, lo cierto es que siempre tuvo en
perspectiva solucionar la deuda que la tercera sociedad mantenía con el Banco del Estado, de
manera que no puede pretender, en el presente estadio, desconocer tal circunstancia, pretextando
que con ocasión de tal yerro - en que ambas partes incurrieron ? debe restituírsele un dinero que en
ninguna situación habría ingresado a su patrimonio. Debiendo considerarse, además, que una suma
equivalente fue entregada finalmente a las arcas del banco acreedor de Constructora Fuente de
Piedra Limitada, por así haberlo dispuesto el demandado.
De manera que, resulta palmario, en virtud de éste carácter genérico de la buena fe y teniendo
presente, además, los elementos subjetivos concomitantes desarrollados de manera previa a la
celebración del contrato, al momento de la ejecución del mismo y los actos posteriores a ello, que la
demandante quiso obtener el alzamiento de la hipoteca que gravaba el inmueble de propiedad de
Guillermo Guerrero Godoy, así como la correspondiente prohibición, para lo cual debía pagar las
obligaciones en dinero correlativas, lo que finalmente se obtuvo, deviniendo el Sr. Guerrero en
propietario pleno de su inmueble, libre de todo gravamen, verificándose el presupuesto postulado
por la sociedad demandante.

DECIMO OCTAVO: Que, pues bien, el presunto deber restitutorio que arguye la demanda carece de
sustento si se enfrenta a la buena fe exigible al contratante, quien no obstante la finalidad que tuvo
en miras al momento de contratar, luego, al advertir el equívoco evidente en que se había incurrido,
intenta beneficiarse del mismo, violentando la lealtad y el respeto debido entre los contratantes,
exigiendo la imputación a otros créditos que con dicho banco mantenía la actora, desconociendo su
deber de comportarse correcta y legalmente en sus relaciones mutuas, desde el inicio de los tratos
preliminares y hasta el momento incluso posterior a la terminación del contrato.

DECIMO NOVENO: Que al tenor de lo que se ha expresado procede concluir que, aún cuando esta
Corte no comparta in integrum los argumentos vertidos por los sentenciadores para desestimar la
demanda, lo cierto es que, teniendo principalmente en consideración los postulados propios del
principio de la buena fe, habría de arribar a idéntica determinación, de forma tal que la nulidad en
estudio no puede prosperar, estimando, adicionalmente que las normas denunciadas por la
recurrente no han sido transgredidas.

De conformidad, además, con lo dispuesto en los artículos 764, 767, 768 y 769 del Código de
Procedimiento Civil, se rechazan, con costas, los recursos de casación en la forma y en el fondo
interpuestos por el abogado Nelson Vera Moraga, por la parte demandante, en lo principal y primer
otrosí de fojas 209, en contra de la sentencia de la Corte de Apelaciones de Concepción, de fecha
seis de enero de dos mil nueve, que se lee a fojas 204. Regístrese y devuélvase, con sus agregados.

Redacción a cargo de la Ministra Sra. Margarita Herreros M.

Rol N° 2236-09.

Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema, por los Ministros Sres. Adalis Oyarzún M.,
Sergio Muñoz G., Sra. Margarita Herreros M., Juan Araya E. y Pedro Pierry A.

Autorizado por la Secretaria Subrogante Sra. Ruby Vanessa Sáez Landaur.


En Santiago, a diecinueve de octubre de dos mil diez, notifiqué en Secretaría por el Estado Diario la
resolución precedente.

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