La Revelación en La Experiencia Religiosa de Israel
La Revelación en La Experiencia Religiosa de Israel
La Revelación en La Experiencia Religiosa de Israel
EXPERIENCIA RELIGIOSA
DEL ISRAEL BÍBLICO
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• En el tratado del Misterio de Dios se analiza la R en
cuanto contenido (¿qué reveló?); en cambio, en la TF el
interés se centra en las modalidades de la R(¿cómo
reveló?), sus fases históricas y las grandes categorías
bíblicas.
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e) La población de la tierra y la relativa difusión del
género humano inician en este estado de naturaleza
caída (Gn 3,20; 5,1ss). Se constata una progresiva
deformación moral de la humanidad (Gn 4,8; 6,5).
f) Sin embargo, incluso después de la caída el hombre
no deja de ser un interlocutor de Dios ya que
todavía puede oír su palabra (Gn 3,9-10; 4,9; 6,13ss). La
persona conserva su dignidad porque sigue siendo
imagen de Dios y Dios sigue siendo fiel (Gn 4,1; 4,10;
5,1-3; 9,5-7).
g) La narración del diluvio universal por un lado
revela a un Dios cuya santidad [naturaleza] le impide
tolerar la corrupción de la humanidad (Gn 6,6-7); por
otro lado, lo presenta como un ser que hace alianza
con Noé, un pacto con caracteres de perdón, de
misericordia y fidelidad (Gn 9,12-17).
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• Hoy se acentúa mucho el valor mítico de Gn 1-11, como
si fuera solo una narración popular fantasiosa de la
que no se podría extraer un contenido verdadero,
estable y coherente.
• De este modo las ciencias no se ven provocadas
por el mensaje bíblico porque este sería de
contenido esencialmente alegórico y tendría solo un
valor subjetivo-existencial. Estas narraciones no
tendrían ninguna correspondencia con la historia real
de los pueblos y de las culturas.
• Sin embargo, la hermenéutica conoce también una
acepción positiva del concepto mito como una
narración que vehicula conocimientos de tipo
fundativos, los cuales se apoyan en último análisis
sobre un real contenido de verdad que el autor
sagrado ha querido transmitir.
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• Nunca vaciló el platónico Sócrates en confesar que de
las verdades últimas y determinantes de la existencia
nada sabía por cuenta propia, sino de oídas (ex akoes). Y
el acercamiento de la argumentación racional de la
tradición mítica, característico de casi todos los
diálogos de Platón, significa exactamente lo mismo.
• Kant, ocho años después de su Crítica a la razón pura,
sorprende calificando el NT de faro imperecedero de la
auténtica sabiduría, de donde le viene a la razón una
nueva luz para contemplar lo que siempre le resultará oscuro y
en lo cual, no obstante, necesita instruirse.
• Si en el lenguaje del racionalismo del siglo XIX el
término mito indicaba lo que no se contenía en la
realidad, el producto de la imaginación, o lo que es
irracional, el siglo XX ha modificado la concepción
del mito.
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• L. Walk ve en el mito la filosofía natural, primitiva y
arreligiosa; R. Otto lo considera instrumento del
conocimiento religioso; M. Eliade descubre en el mito
la estructura de la realidad que es inaccesible a la
investigación racional y empírica: efectivamente, el
mito transforma el suceso en categoría y hace capaz
de percibir la realidad transcendente.
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• En ámbito patrístico, de esta convicción nacerá el
empleo de la metáfora del libro de la naturaleza: sea
tu libro la página divina que debes escuchar; sea tu libro el
universo que debes observar. En la página de la Escritura
pueden leer solo aquellos que saben leer y escribir, mientras
todos, también los analfabetos, pueden leer en el libro del
universo. (San Agustín)
• Ahora bien, usualmente se subraya el rol revelador de
la naturaleza porque nos permite conocer la existencia
y algunos atributos metafísicos del creador (eternidad,
omnipotencia, inmensidad, etc). Sin embargo, la
Revelación da una razón más profunda que está en la
base de la capacidad de la creación para referir a Dios:
aquella es presentada como efecto de la Palabra de
Dios (Gn 1,3.6.9; Salm 32,6.9).
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• La creación en el Israel bíblico está vinculada a
diversos elementos salvíficos, de modo que podría ser
reconocida como una palabra que deja ver algo más
que lo inmediato: a) su vínculo con la salvación; b) la
alabanza a Dios; c) la justa relación entre Dios y el
hombre; e) la creación de la persona como lugar
revelador de Dios.
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• La relación entre un Dios Creador y Salvador es
estrecha: la fe en Dios creador sostiene los momentos
en que la alianza es puesta a prueba por sucesos
históricos adversos (2Ma 1,24-25; Jd 9,12). La expresión
[el Dios de Israel] ha hecho el cielo, la tierra, el mar y todas
las cosas que encuentran se encuentra en toda la Escritura.
(Es 20,11: Nh 9,6, Sal 23,1-2; 88,12; Mt 11,25).
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b) La observación del cielo, lugar arcaico de la
trascendencia –pero, para Israel indisociablemente
obra creada por Dios– mueve al hombre a dar
gloria a Dios. (Sal 80; 104; Is 40,25; Si 42,23)
• Yahvé garantiza la estabilidad del mundo y lo gobierna
con sabiduría las leyes de la naturaleza –signo de su
fidelidad y su amor por los hombres– mediante las
cuales cada cosa es suavemente conducida hacia su fin
(Pr 3,19-20; Sb 11,20-21; Is 61,11; Jr 31,35-36).
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• Aunque los profetas escritores comenzaron con
Amós, hacia el año 750, antes hubo grandes profetas
como Samuel, Natán, Elías y Eliseo. Después de la
restauración de Ciro y los últimos profetas (Malaquías,
Abdías, Joel) hay un silencio de cuatro siglos en los
que no hay profetas. El último será Juan Bautista.
• La revelación de Dios a los profetas comienza con la
llamada al mismo profeta por parte de Yahvé: antes de
haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que
nacieses, te tenía consagrado: yo profeta de las naciones te
constituí (Jr 1,5). En este llamado el profeta comprende
su misión.
• En Israel, como en los pueblos vecinos, había profetas
y estos provenían de familias o grupos de profetas. Sin
embargo, en Israel Dios era libre para elegir profetas
incluso fuera de estos grupos: No soy profeta ni hijo de
profeta, sino que soy ganadero y picador de sicómoros (Am 7,14).
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• El profeta experimenta en sí mismo la fuerza
inconmensurable de la Palabra de Dios que es eficaz y
nada puede detener porque es divina y permanece para
siempre (Jr 1,9-10; Is 40,6-8).
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• La palabra profética está íntimamente unida a la
historia: a veces es interpretación o recuerdo del
pasado; en otras ocasiones es la palabra que realiza el
presente (vocación de Saúl y David por medio de
Samuel 1S 9,27; 10,1; 16,12-13); otras veces es el anuncio del
futuro (tanto histórico como apocalíptico).
• A veces se tiende a identificar al profeta con el
hombre que predice el futuro. Sin excluir esto, el
profetismo en Israel está unido a la historia y a su
correcta interpretación según los ojos de Dios. El
profetismo permite ver la singularidad del
acontecimiento pero desde otro ángulo y, así, evitar una
mirada ideológica.
• Ahora bien, no se trata solo de tener la capacidad de
ver, sino, sobre todo, el valor de hablar. El dabar Yahvé
transforma al sujeto.
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• Existen también falsos profetas que dicen hablar en
nombre de Yahvé, pero, en realidad, hablan en
nombre propio porque no poseen la palabra de Dios.
(1 Re 22, 23; Jr 28; 14, 14; 29. 8-9; 1 Re 18, 20ss)
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5) La palabra sapiencial
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• Se debe tener en cuenta que en Israel la sabiduría se ha
forjado a partir de diversas fuentes:
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• Entre los griegos el modo de acceder a la verdad es un
trabajo de la razón refleja; en Israel, es la experiencia
de Dios y que iluminaba la experiencia con los
semejantes.
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• Lo que deseaba el rey no era lo que los modernos
entendemos por razón, es decir, una cualidad interna,
que dispone soberanamente de las virtualidades inertes
de la naturaleza, sino una razón abierta a la percepción
de la verdad que brota del universo y llega al hombre
como interpelación personal.
• La razón occidental produce una sensación de
dominio, capacita para disponer de la realidad y está
condicionada por el utilitarismo. La actitud de
Salomón era de apertura, una actividad tensa hacia la
respuesta adecuada y hacia una articulación coherente
de los materiales recabados.
• Esta imagen, un corazón a la escucha, debe provenir de la
sabiduría egipcia. Los egipcios pensaban que el
corazón era el órgano que servía al hombre para
entender el significado y el orden del universo (H.
Brunner).
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c) La obediencia. Los libros sapienciales declaran que
la sabiduría tiene inicio con la obediencia a Dios: el
temor del Señor es principio de ciencia (Pr 1,7; Sal 110,10).
• En la obediencia a Dios se puede comprender, casi
por experiencia, que la entera realidad está
impregnada de un significado profundo, cuya
grandeza excede la plena comprensión de parte del
intelecto humano (Sal 103,24; Pr 3,19; Si 42,21).