Las Epistolas de San Pablo
Las Epistolas de San Pablo
Las Epistolas de San Pablo
Entre los 27 libros del NT, 21 son cartas (Romanos, Korintios I y II, Galatanan, Efesiosionan,
Filipensenan, Kolosensenan, Tesalonisensenan I y II, Timoteo I y II, Tito, Filemon, Hebreonan,
Hakobo, Pedro I y II, Huan I, II y II, Hudas)
Este hecho se explica por las costumbres literarias de la antigüedad, en particular también del
mundo del NT, en que cartas y colecciones de cartas eran un medio al que se recurría
frecuentemente para difundir ideas filosóficas, éticas, políticas y artísticas
Desde el momento en que se escribieron cartas, se crearon formas convencionales. La carta
antigua pone primeramente el nombre del remitente, luego nombra y saluda al destinatario. La
carta concluye con deseos y saludos. De todo ello hay numerosos ejemplos en la literatura y en
los papiros. Pablo utilizó la forma corriente, pero la modificó a menudo de manera considerable.
Sin embargo, las cartas de Pablo no son tratados, sino auténticas cartas inspiradas por el
ministerio y la necesidad del apóstol, que no podía estar en todas partes y hallarse siempre
presente en sus Iglesias, como hubiera deseado (2 Cor 1,15; Gál 4,20; 1 Tes 2,12-18). En su lugar
manda un colaborador (2Cor 2,13; 7,6; 8,6; 1Tes 3,1) o por lo menos una carta (Gál 6,11). Las
cartas proceden de situaciones singulares de las comunidades y contienen un mensaje de cara a
tales situaciones.
No poseemos todas las cartas; quizá sólo ha llegado a nosotros una pequeña parte de las cartas
escritas por Pablo. Las conservadas proceden aproximadamente de los años 50-60. Sólo se han
conservado cartas a las comunidades; únicamente la de Filemón es una carta personal. Las dos
cartas canónicas a los corintios permiten reconocer que Pablo les escribió por lo menos cuatro
cartas. También se ha perdido una carta a los cristianos de Laodicea, mencionada en Colosenses
(Col 4,16). En la medida de lo posible, las cartas de Pablo fueron reunidas algunos decenios
después de su muerte, tomándolas de los archivos de las iglesias. Los editores seguramente
tuvieron la intención de no dejar perder nada de lo hallado. Así, por ejemplo, unieron partes y
fragmentos. Posiblemente algunas cartas actuales (Corintios I y Filipenses) recibieron de los
editores su unidad actual.
En el NT hay 14 cartas bajo el nombre de Pablo, de las que 13 llevan su nombre como remitente,
y en Hebreos ya se verá. La antigüedad nos ha transmitido numerosos escritos bajo nombres
ficticios. Escribir bajo otro nombre era una posibilidad literaria, que apenas se diferencia de
nuestros pseudónimos. Las escuelas filosóficas, por ejemplo, ponían sus escritos bajo el nombre
del fundador o de un maestro, para dar así a entender que debían su ciencia a este antecesor.
Además del canon, se ha trasmitido una 3ª carta de Pablo a los corintios, una Carta a los
Laodicenses e incluso una correspondencia entera entre Pablo y Séneca. Estas cartas
ciertamente no proceden de Pablo.
La exégesis ha tenido que preguntarse si todas las cartas paulinas del canon se remontan
inmediatamente al apóstol. Hoy pasan por indiscutiblemente auténticas Romanos, Corintios I y
II, Gálatas, Filipenses, Tesalonicenses I y Filemón. Más o menos discutidas son Tesalonicenses II,
Efesios, Colosenses y las Cartas Pastorales a Timoteo I & II y Tito, todas las cuales se tienen en
parte por post-paulinas. La carta a los Hebreos es un punto de descucion lo cual veremos mas
despues. Estas preguntas no pertenecen a la fe, sino que son cuestiones de historia literaria. No
debe concederse excesiva importancia al problema de la autenticidad de las cartas. Todos los
escritos del NT son testimonios auténticos de la fe y vida de la Iglesia. Las cartas de Pablo se
encuentran en todos los códices antiguos, lo mismo que en nuestro NT, ordenadas según su
extensión; pero están yuxtapuestas las que tienen un mismo encabezamiento En lo que sigue, las
trataremos según el orden probable de su composición.
Filipenses
Parte de los exegetas sostienen que Filipenses fue escrita en Éfeso (¿se alude en 1Cor 15,32 a
una cautividad allí?), y que las otras 2 cartas de la cautividad fueron compuestas en Roma. Según
eso, Filipenses data del 54-55; y las otras del 62-63. Todas estas cartas proceden de la cárcel,
debiendo notarse que una cautividad era entonces más dura que toda privación actual de
libertad. Pero todas ellas son testimonio de la libertad (Flp 4,10-13) e incluso alegría del apóstol
(Flp 1,4-18; 2,17; 3,1; 4,4).
Filipenses es una carta de amistad y unión entre Pablo y aquella comunidad que él ama
especialmente. El apóstol agradece la ayuda que le ha sido enviada a la cárcel. En Flp 2, 6-11
recoge un himno a Cristo de la comunidad, que trata de su ser eterno y divino, de la enajenación
del Señor crucificado y de su exaltación a la gloria. Apelando a él, Pablo exhorta a la comunidad
al servicio y obediencia en la concordia. Con violentas palabras el apóstol previene también aquí
(Flp 3,1-4) contra los herejes gnósticos judaizantes. Todo ello carece de valor. Sólo importa ganar
a Cristo (Flp 3,18). No es lícito ceder en nada de la verdad del evangelio y de la pureza de la
doctrina.
Filemón
En la breve carta a Filemón, Pablo intercede por Onésimo, esclavo fugitivo, discípulo ahora del
apóstol. El fugitivo puede esperar grave castigo según la ley. Pablo reconoce el orden legal
existente, pero lo supera a la vez, pues llama al esclavo «hermano querido en lo humano y en el
Señor» (Flm 16). La carta es como un manifiesto en favor de la abolición de la esclavitud, aunque
no por la violencia, sino por la caridad cristiana.
Colosenses
Según Colosenses, habían aparecido en Colosas maestros discrepantes, que pertenecían sin duda
a la gnosis judía. Miraban a Cristo como uno de los muchos seres intermedios entre Dios y el
mundo. En su polémica con ellos Pablo desarrolla ulteriormente su cristología. Cristo está por
encima de todos los poderes. En él habita la plenitud de la divinidad. Es mediador de la creación
y ahora cabeza de la Iglesia (Col 1, 13-23). Pablo adopta temas de la gnosis. Lo cual significa que
el misionero encuentra allí no solo herejías, sino también cuestiones auténticas, anhelos rectos y
un deseo válido de sabiduría; a todo ello puede prometer su plenitud en Cristo.
Efesios
La carta a los Efesios fue tal vez una circular a las Iglesias del Asia Menor.
Habla de las insondables alturas y profundidades de la redención (Ef 3,18). Cristo es principio y
cabeza de una nueva humanidad (Ef 5,23). En la Iglesia, cuerpo de Cristo (Ef 1,10), se restablece
la unidad de la humanidad (Ef 4,3-16). El que está en la Iglesia, está en Cristo.
Pablo estaba convencido, al enseñar y dirigir a las comunidades, de que «por la misericordia del
Señor merecía confianza» (1Cor 7 25), de hablar inspirado «por el Espíritu de Dios» (1Cor 7,40) y
de exponer los mandamientos del Señor (1Cor 14,37). Con esta convicción escribió también sus
cartas, que según su propia intención debían ayudar a las comunidades y a los hombres en su
respectiva situación singular. No pensaba al escribirlas en crear una obra literaria permanente. El
Espíritu que llena a la Iglesia reconoció en los escritos de Pablo el mismo Espíritu (1Cor 14,37).
Esa Iglesia admitió las cartas del apóstol en la Escritura. Así éstas son una fuente siempre fresca,
nunca agotada, para la fe y la teología.
https://www.mercaba.es/biblia/pablo_V.htm