Paulinos

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En unas y otras se deja traslucir constantemente el tema que durante esa época traía preocupado

a San Pablo, la lucha contra las doctrinas judaizantes.

c) Colosenses, Efesios, Filemón y Filipenses, escritas desde Roma durante la primera cautividad
romana de Pablo, hacia el año 62.
Son llamadas epístolas de la cautividad. El tema central de estas cartas es la persona de Cristo y
su obra; en ninguna otra parte, como en estas cartas, desarrolla San Pablo tan ampliamente su
maravillosa cristología.

A este grupo podemos agregar la carta a los Hebreos, cristológica y sacerdotal, escrita
probablemente desde Roma, hacia el año 63-64, libre ya Pablo de la prisión, y quizá después de
haber realizado incluso su viaje a España.

d) Primera a Timoteo, Tito y segunda a Timoteo, escritas entre los años 65-67. Las dos primeras
están escritas en Oriente, quizá desde Macedonia, cuando San Pablo, después de su primera
prisión romana, volvió a pasar por aquellas regiones; la tercera está escrita desde Roma, poco
antes de su muerte, cuando el Apóstol se hallaba de nuevo preso en esta ciudad. Las tres cartas
son muy parecidas entre sí por su fondo y por su forma, y contienen principalmente avisos acerca
del ejercicio del ministerio pastoral; de ahí el nombre de epístolas pastorales, con que son
vulgarmente conocidas.

FILIPENSES.
Filipos, ciudad de Macedonia, «colonia» romana desde AUGUSTO fue la primera ciudad que el
Apóstol evangelizó en Europa al entrar en ella en su segundo viaje, entre fines del año 50 y
principios del 51.
Apóstol volvió a pasar por Filipos al menos dos veces durante su tercer viaje misional.
La iglesia de Filipos fue siempre muy adicta a San Pablo, hasta el punto de que éste, contra toda
su costumbre, aceptó de los filipenses socorros en dinero (cf. 4,15-16; 2 Cor 11,9) y les llama
cariñosamente «su alegría y su corona».

Ocasión de la carta.
Hay en la carta algunos datos que pueden orientarnos al respecto. Son los siguientes: Pablo se
halla preso (cf. 1,7.13.17), y los filipenses, enterados de su situación, envían a Epafrodito con el
encargo de prestarle asistencia y entregarle socorros materiales de parte suya;

Contenido y disposición La carta a los Filipenses no tiene tema doctrinal especial. Es la carta
más «carta» de todas las del Apóstol. Este muestra su agradecimiento a los filipenses por los
socorros recibidos y entabla con ellos una afectuosa conversación de padre con sus hijos, en la
que, junto a noticias personales, va mezclando una serie de consejos sobre la vida cristiana,
exhortándolos principalmente a la unión en la caridad, a la humildad, al gozo espiritual y a vivir
alerta contra las insidias de los judaizantes.

EFESIOS.
Era Éfeso una de las ciudades más conocidas del mundo greco-romano, y sabemos que allí
fundó San Pablo una floreciente comunidad cristiana.
Por lo demás, en la misma carta se dice: «... a los santos que están en Efeso» (1,1).

Ocasión de la carta.
No es fácil determinar cuál fue el motivo concreto que indujo a San Pablo a escribir esta carta.
Nos referimos a 1,15-23, donde dice San Pablo que, enterado de la fe y caridad de los efesios, da
gracias a Dios por ello, y pide que les ilumine más y más para que sepan apreciar en toda su
grandeza la persona y obra de Cristo.
Si unimos esto al hecho de que se trata de una carta íntimamente relacionada con la de los
Colosenses, llevadas ambas a su destino por el mismo portador Tíquico. Escritas durante la
prisión romana de Pablo (años 61-63).
Que las tres cartas fueran escritas por las mismas fechas, no parece caber duda; pues a Tíquico,
el portador de Colosenses y Efesios, acompaña Onésimo (Col 4,9), el esclavo fugitivo, que nunca
se hubiera atrevido a presentarse a Filemón, su dueño, sin la carta de recomendación de Pablo.

Contenido y disposición
El contenido de la carta a los Efesios puede resumirse en dos palabras: Cristo-la Iglesia.
Dando más bien a la exposición un tono de tratado dogmático.
La visión que en esta carta a los Efesios nos ofrece el Apóstol sobre Cristo y la Iglesia, a la que
presenta como una prolongación de Cristo en el tiempo y en el espacio, es quizás la síntesis más
acabada de su genio teológico.
San Pablo gusta de llamar a todo esto «el misterio» (1,9; 3,3; 6,19), expresión con que designa el
plan divino de salud, concebido desde la eternidad, pero revelado solamente ahora, en el
Evangelio, donde aparece Cristo como centro adonde todo converge, lazo que todo lo une,
asociando en un solo Cuerpo místico a judíos y gentiles, y extendiendo su influjo redentor al
cosmos entero.

COLOSENSES.
Era Colosas, a cuyos fieles Pablo dirige esta carta (cf. 1,2), una ciudad de Frigia, situada en el
valle del río Lico, afluente del
Meandro. En el mismo valle se encontraban también Laodicea y Hierápolis, ciudades con las que
Colosas mantenía fáciles y constantes relaciones (cf. Col 4,13-16).

El fundador de aquella iglesia había sido Epafras, su fiel colaborador, del que hace en la carta un
cálido elogio (cf. 1,7; 4,12-13). Parece que este Epafras era natural de Colosas, y probablemente,
lo mismo que Filemón, natural también de Colosas (cf. Col 4,9; Flm 10-12), había sido convertido
a la fe por San Pablo durante su larga permanencia en Éfeso, desde donde la fe, según
testimonio del libro de los Hechos, había sido difundida a «todos los habitantes de Asia»

Parece que los cristianos de Colosas procedían en su mayoría del gentilismo (cf. 1,21; 2,13);
aunque tampoco faltasen algunos de entre los judíos (cf. 2,16; 3, n), que sabemos eran
numerosos en Frigia.

Ocasión de la carta
Esta carta está íntimamente relacionada con la de los Efesios, no sólo por su sorprendente
parecido literario, sino también por haber sido escrita en las mismas fechas. Ambas fueron
llevadas a su destino por el mismo portador Tíquico.
Epafras llegó de Colosas e informó al Apóstol de la situación de aquella comunidad (cf. 1,7-8).
Incluso es probable que su viaje fuese hecho precisamente con esa finalidad.
Informó también de ciertos peligrosos errores que comenzaban a difundirse entre aquellos
cristianos y ponían en grave peligro la pureza de su fe.

Contenido y disposición
La característica de esta carta es su cristología.
Todas esas especulaciones sobre el mundo angélico, al que se atribuía tanta importancia,
entrañaban un grave peligro: que sufriese mengua la posición de Cristo, único mediador entre
Dios y los hombres.
Aunque lo que sobre todo le interesa tratar es la salud de la humanidad, las necesidades de la
polémica le llevan a referirse también a la amplitud cósmica de la acción de Cristo.

FILEMON
Era de Colosas, pues de allí era Onésimo, su esclavo, Había sido convertido a la fe por el Apóstol
(cf. Flm 19), probablemente durante el trienio de predicación en Éfeso (cf. Act 19,10; 20,31), ya
que personalmente San Pablo nunca estuvo en Colosas (cf. Col 1,7; 2,1).
San Pablo le trata con sumo cariño y confianza (cf. v.8.17.19.21) y le llama su «colaborador» (v.l),
lo que deja entrever que era cristiano activo en la difusión del Evangelio.
Ocasión de la carta
La ocasión de la carta es un asunto de familia. Onésimo, esclavo de Filemón, se había escapado
de casa de su amo, llevando acaso dinero o cosa que lo valía (cf. v.18). No sabemos por qué se
escapó. Pablo habla a Filemón de que en un tiempo le fue «inútil» (v.n), lo que parece dar a
entender que había sido perezoso, y quizás había escapado precisamente para sustraerse al
trabajo.
Es posible que el mismo Onésimo le buscase, tratando de encontrar en él protección,
comenzando ya a preocuparle su situación de fugitivo, en peligro de ser arrestado y fuertemente
castigado, como solía hacerse en estos casos.
Precisamente en aquellos días estaba para partir para Colosas Tíquico, el portador de la carta a
los Colosenses, y el Apóstol juzgó que era buena ocasión para confiarle a Onésimo (cf. Col 4,7-
9),

Contenido y disposición
Esta breve carta es un modelo de tacto y finura, que muestra la delicadeza con que San Pablo
solía conducirse con los fieles.
Expresamente no pide nunca a Filemón la liberación de Onésimo, sino que le acoja como a
«hermano muy amado»
Se contenta con hacer valer aquellos mismos principios de libertad y hermandad en Cristo.

I TIMOTEO.
Fue Timoteo uno de los colaboradores más unidos a Pablo y que gozó de su completa confianza.
Había nacido en Listra, de padre gentil y de madre judía, y parece que fue convertido a la fe en el
primer viaje misional de Pablo, tomándolo luego como auxiliar de apostolado al volver a pasar por
Listra en el segundo viaje.
Pablo le encargó el gobierno de la iglesia de Éfeso.

Ocasión de la carta
Hay dos cosas ciertas: que Timoteo está en Éfeso (cf. 1,3) y que Pablo le escribe para instruirle
en orden a la manera de comportarse en el gobierno de los fieles (cf. 3,5). También parece cierto
que le escribe desde Macedonia, de donde pensaba regresar pronto a Éfeso.
Carta no puede estar escrita antes de la cautividad romana de Pablo: la situación histórica que
supone (Timoteo encargado de la iglesia de Efeso, y Pablo en Macedonia con intención de volver
pronto a Éfeso) no encaja en esas fechas. Además, todo da impresión en la carta de que la
iglesia de Éfeso no estaba en los comienzos, sino bastante desarrollada, pues Pablo habla de
errores ya extendidos (1,3-4; cf- Act 20,29) y encarga a Timoteo que no elija para el episcopado a
los «neófitos» (3,6)

Contenido y disposición
El contenido de esta primera carta a Timoteo, al igual que el de la segunda y el de la de Tito, es
de carácter esencialmente pastoral.
No un derecho frío y esquematizado, sino un derecho encarnado en la vida cotidiana del pastor
con su grey.

II TIMOTEO

Ocasión de la carta
Estando cautivo en Roma, desamparado de los suyos y sin esperanzas de liberación, escribe
esta carta a Timoteo, mandándole que «se dé prisa» a ir a él j u n to con Marcos (cf. 4,9-11), y
que le lleve algunas cosas que había dejado en Tróade (cf. 4,13). Sucedía esto hacia el año 67,
muy poco antes de su muerte. Quería tener junto a sí, a la hora de la partida de este mundo, a su
fiel y querido Timoteo.
Contenido y disposición
Esta carta es como el testamento espiritual de Pablo. El Apóstol aprovecha la ocasión de la carta
para hacer a Timoteo sus últimas recomendaciones, exhortándole a permanecer firme en la
doctrina recibida y trayéndole a la memoria cuanto de palabra o por escrito le había venido
inculcando sobre los deberes de un buen pastor de la grey de Cristo.

TITO.
Expresamente se dice ahí (Gal 2,3) que era de origen gentil. Probablemente pertenecía a la
comunidad de Antioquía, formando parte del grupo de fieles que, por encargo de aquella iglesia,
acompañaron a Pablo y Bernabé en su viaje a Jerusalén (cf. Act 15,2).
No consta que estuviera con Pablo en Roma durante su cautividad. Pero vemos que, al final ya
de la vida del Apóstol, éste le deja encargado de la iglesia de Creta (cf. Tit 1,5), y que poco
después le manda ir a verse con él en Nicópolis.
La tradición eclesiástica, ya desde Eusebio le ha considerado como el primer obispo de Creta.

Ocasión de la carta
La ocasión de esta carta de Pablo es la misma, salvo las diferencias de lugares y personas, que
motivó la carta primera a Timoteo: dar instrucciones a Tito en orden al buen gobierno de los fíele.

Contenido y disposición
La carta es breve y con un argumento totalmente afín al de la primera a Timoteo: resistir a la
propaganda de doctrinas malsanas, organizar las iglesias, custodiar intacto el depósito de la fe.

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