Mecanismos de Resistencia
Mecanismos de Resistencia
Mecanismos de Resistencia
La resistencia bacteriana tanto natural como adquirida se puede abordar desde el punto de
vista molecular y bioquímico de tal forma que se pueden clasificar en tres mecanismos básicos,
por medio de los cuales las cepas bacterianas pueden adquirir resistencia a los antibióticos de
acuerdo al mecanismo expresado y el mecanismo de acción del antibiótico. Los mecanismos de
resistencia son: inactivación del antibiótico, alteración del sitio blanco del antibiótico y
alteración de barreras de permeabilidad. Cabe resaltar que los tres mecanismos pueden
ocurrir simultáneamente.
Debido a que el mecanismo de resistencia más prevalente en las bacterias Gram negativas
a los antibióticos es la producción de ßlactamasas, es importante mencionar las más
prevalentes.
ß-lactamasas.
Estas enzimas se han encontrado codificadas por cromosomas en una amplia variedad de
bacterias Gram negativas; algunas de ellas son fáciles de recordar utilizando la
mnemotecnia AMPCES (Aeromonas spp., Morganella morganii, Providencia spp.,
Pseudomonas aeruginosa, Proteus spp. (indol positivo), Citrobacter freundii, Enterobacter
spp. y Serratia spp.). También se ha encontrado AmpC mediada por plásmidos en Klebsiella
pneumoniae y Salmonella spp., especies que no tienen naturalmente expresión de AmpC
cromosómico7,8. Las ß-lactamasas tipo AmpC hidrolizan generalmente a las cefalosporinas
de espectro reducido, cefalosporinas de tercera generación, aztreonam e inhibidores de ß-
lactamasas. Las bacterias con AmpC cromosómico, bajo condiciones normales, producen
esta enzima en bajas cantidades sin alterar significativamente la sensibilidad a las
cefalosporinas de tercera generación. Sin embargo, pueden ocurrir mutaciones
espontáneas (a una tasa de 10-5 a 10-7) en los genes que regulan la producción de AmpC,
lo cual lleva a la producción constitutiva de esta enzima, en suficiente cantidad como para
hidrolizar los antibióticos antes mencionados9,10. Las bacterias que ya no regulan la
producción de AmpC, pueden ser seleccionadas durante la terapia con cefalosporinas de
tercera generación y pueden acumularse en la microflora hospitalaria. Diferentes estudios
han demostrado prevalencias de aislamientos de Enterobacter spp. de este tipo entre
29,5% y 50% lo cual se asocia al uso de cefalosporinas de tercera generación
Las BLEE han sido reportadas en múltiples especies de bacterias Gram negativas. Klebsiella
spp. y Escherichia coli son los gérmenes más frecuentemente implicados. Estas enzimas
confieren resistencia a las oximinocefalosporinas (como las cefalosporinas de tercera
generación), el aztreonam, las penicilinas y las cefalosporinas de espectro reducido. Por el
contrario, son incapaces de hidrolizar cefamicinas (cefoxitina y cefotetán) y carbapenem.
Las BLEE son inhibidas por los inhibidores de ß-lactamasas como el ácido clavulánico, el
sulbactam y el tazobactam, lo cual las diferencia de las ß-lactamasas tipo AmpC. Se han
descrito varias familias de BLEE, y las más prevalentes son las TEM, SHV y CTX-M9 . La
mayoría de BLEE se ha originado por medio de mutaciones espontáneas de ß-lactamasas
de espectro reducido, por cambios en los aminoácidos en su sitio activo, lo que permite
ampliar su capacidad hidrolítica. En la práctica, la presencia de cualquier tipo de infección
moderada a seria por una bacteria productora de BLEE debe llevar al clínico a considerarla
como resistente a las cefalosporinas de amplio espectro y a los monobactámicos.
Carbapenemasas.
Este grupo de enzimas hidroliza hasta los carbapenems. Pueden estar codificadas en el
cromosoma bacteriano o estar presentes en elementos genéticos móviles. Se ha propuesto
una clasificación en dos grupos: carbapenemasas de serina (incluidas en la clasificación
molecular de Ambler, clases A y D) y metalo-ß-lactamasas, MBL (Ambler, clase B),
denominadas así por la dependencia de metales como el zinc para su funcionamiento.
Aunque las carbapenemasas fueron inicialmente consideradas poco frecuentes, los
recientes reportes en la literatura han generado preocupación entre los clínicos y los
grupos de investigación por el reto terapéutico que representan y por su impacto en el
desenlace clínico de los pacientes, ya que la resistencia a los carbapenems implica
resistencia a otros ß-lactámicos. Un fenotipo que puede ayudar a la detección de
carbapenemasas tipo MBL, es la resistencia a todos los ß-lactámicos, excepto a aztreonam.
En el caso de las carbapenemasas de serina, no existe un fenotipo característico y su
identificación constituye actualmente un reto en los laboratorios de microbiología.
La resistencia bacteriana conferida por la alteración del sitio en donde actúa el antibiótico
consiste en la modificación de algunos sitios específicos de la célula bacteriana como la
pared celular, la membrana celular, la subunidad 50S o 30S ribosomales, entre otras. Por
ejemplo, la modificación por mutación de los genes GyrA y GyrB que codifican para las
topoisomerasas II y IV respectivamente, ofrecen resistencia bacteriana a S. aureus, S.
epidermidis, Pseudomonas aeruginosa y E. coli frente a las quinolonas.
En cuanto a las modificaciones a nivel ribosomal podemos mencionar los cambios que
ocurren en las subunidades 30S y 50S los cuales son los sitios de acción de
aminoglucósidos, macrólidos, tetraciclinas y lincosamidas. Por ejemplo, la metilación del
RNA ribosomal de la subunidad 50S confiere resistencia a S. aureus y S. epidermidis frente
a tetraciclinas, cloranfenicol y macrólidos. La resistencia bacteriana contra gentamicina,
tobramicina y amikacina consiste en una, mutación de la subunidad ribosomal 30S.
Este mecanismo se debe a los cambios que se dan en los receptores bacterianos
específicos para los antimicrobianos o por alteraciones estructurales en los componentes
de envoltura de la célula bacteriana (membrana o pared celular) que influyen en la
permeabilidad, así como a la pérdida de la capacidad de transporte activo a través de la
membrana celular o la expresión de bombas de eflujo las cuales se activan en el momento
en que el antibiótico se introduce a la célula bacteriana.
La membrana celular de las bacterias Gram negativas contiene un alto contenido de lípidos
con respecto a las Gram positivas, presenta una membrana externa con un 40% de
lipopolisacárido lo cuál le proporciona una barrera efectiva contra la entrada de
antibióticos, dependiendo de la composición química de estos. La internalización de
compuestos hidrófilicos se lleva a cabo por canales denominados porinas, que se
encuentran en la membrana interna, estos canales están llenos de agua por lo que la
penetración de los antibacterianos en este caso dependerá del 15 tamaño de la molécula,
hidrofobicidad y carga eléctrica.
En la membrana celular se encuentran las llamadas bombas de eflujo que llevan a cabo la
internalización y expulsión de los antimicrobianos. Una amplia variedad de bombas de
eflujo proveen resistencia antimicrobiana tanto en bacterias Gram positivas como en Gram
negativas. El eflujo activo de antibióticos es mediado por proteínas transmembranales. En
el caso de las bacterias Gram negativas involucra también componentes en la membrana
externa y citoplasma. Estas proteínas forman canales que exportan activamente a un
agente antimicrobiano fuera de la célula tan rápido como entra. Este mecanismo confiere
resistencia a tetraciclinas, quinolonas, cloranfenicol, beta lactámicos, así como a los
antisépticos y desinfectantes de tipo amonio cuaternario utilizado para la limpieza de
superficies. (Hector,2013; Atzin, 2013).
Basándose en datos de secuencia parcial del ADN de las betalactamasas, Ambler en 1980
propone clasificarlas en cuatro clases: A, B, C y D. Las enzimas de clase A, cuyo prototipo es
la enzima TEM-1, (actualmente presente en más del 50% de los aislamientos de
enterobacterias en general), están codificadas en plásmidos y su peso molecular oscila
entre 25 y 30 kD, al igual que las de clase B y D.
Resistencia a glicopéptidos.
Se trata de mecanismos complejos que involucran por lo menos cinco genes, algunos de ellos
sobrepuestos parcialmente. El efecto final es la síntesis de un peptidoglican que presenta un
pentapéptido que culmina en Dala-Dlactato (Dlac) o Dala-Dserina (Dser). Este producto no se
une a vancomicina. Si bien las resistencias a vancomicina y teicoplanina pueden estar
relacionadas, no se comprende tan bien la resistencia a este último. Se describirá por lo tanto
la resistencia a vancomicina. Se trata de un mecanismo inducible, que requiere la presencia de
este antibiótico. Hasta el momento se conocen cinco fenotipos de resistencia,
correspondientes a cinco grupos de genes distintos, denominados VanA a la E. Se explicará
brevemente el funcionamiento del sisytema vanA, por ser el más estudiado. Los otros
fenotipos involucran algunas variantes menores.
Mecanismo de resistencia: básicamente son de dos tipos, por alteración del sitio blanco y por
alteración de la permeabilidad. En los últimos años se ha descrito un mecanismo de resistencia
plasmídico y trasmisible, que consiste en la acción de una proteína producto del gen qnr, que
actuaría bloqueando el sitio blanco de acción. Las alteraciónes del sitio blanco se producen por
mutación espontánea a nivel cromosómico por alteración de una de las subunidaddes de la
enzima denominada A (la ADN girasa está constituída por dos subunidades A y dos
subunidades B). Estas enzimas mutadas tienen menor afinidad por el antibiótico. La aparición
de una mutación puntual tiene una probabilidad de ocurrencia de 1x10-6 a 1x10-9 y es en sí un
fenómeno estocástico, independiente de la presencia de antibióticos. La presión de selección
que ejercen estos, favorecen la diseminación y prevalencia de aquellas cepas más adaptadas a
las condiciones que le impone el fármaco. Las alteraciones de premeabilidad incluyen la
modificación de expresión de porinas y un sistema de bombas de eflujo que promueve la
excreción del fármaco hacia el medio extracelular. Estas bombas descritas primero para
grampositivos, también se hallan en gramnegativos asociadas a porinas de la membrana
externa, lo que genera un canal directo entre el citoplasma y el exterior, evitando el espacio
periplásmico. La energía de activación depende de un contratransporte de protones, y como
ya se ha dicho, constituyen un mecanismo inespecífico de multirresistencia, que incluye
resistencia a tetraciclinas, eritromicina, cloranfenicol y quinolonas. Este sistema es
habitualmente utilizado por las bactrerias para la exportación de diversas sustancias como
toxinas (por ejemplo hemolisinas) y sideróforos.
AMINOGLUCÓSIDOS.
MACRÓLIDOS: