EdUVa Retorica Literatura XVI Brocense A.Martin Jimenez

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RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI

EL BROCENSE
Serie: LITERATURA, nº 38

MARTÍN JIMÉNEZ, Alfonso


Retórica y literatura en el Siglo XVI, El Brocense / Alfonso Martín
Jiménez. - Valladolid : Secretariado de Publicaciones e Intercambio
Científico, Universidad de Valladolid, [1997]
189 p. ; 24 cm. - (Literatura ; 38)
ISBN: 84-7762-735-5
1.SANCHEZ DE LAS BROZAS, Francisco-CrÍtica e Interpreta-
ción. 2.FILOLOGIA CLASICA
1.TÍtulo. II. Universidad de Valladolid, ed. ill. Serie
821.134.2 SANCHEZ DE LAS BROZAS 1.07
ALFONSO MARTÍN JIMÉNEZ

RETÓRICA Y LITERATURA
EN EL SIGLO XVI
EL BROCENSE

Sf:CIU:TA l!I AllO D E l'lJllLICACIONES


E I NTERCAMB IO Cll:: NTIF ICO
UNIVF.RSIDAD DE VALLADOUD
N,.. (',d. 1wrmici(f.1 l.1 rc-prrnlLJ('('i6n toul o ¡•.lrl'i,ll de- í'Stt> lihrn, ui su 1r,1t,uni <"1 Ho •t1fonn.hKo.n1 l.t tr.:m:mlt
s,ón de 11i11t;un.1 fo11tl:I e► por t·u.1lquit"r m.,.<l10, y., !'iC-,1 c-lcnrc')nKo, met:.\nico. pu1 Íoto-c::o¡,1.1, ror 1q;iu10 u
Ot ru!> m(t
· mim, ni :,;.:,1 ¡•.-t'·st,uno, :1lquilcr o í'L1.1lt¡\..11cr 011,1 Ínrm., Jr {·r-.iÓu t�" \lSO del <!jt•mpl.u . s.m �1 pt:"t mi�n
rrevio y por c�·1i1o dt lo� ciwl.uc-s d.,.J Cop;-nr,hc.

ID ÁI.l'ONSO Mr\11.TÍN JIMÉNEZ, Valhdclid, 1997


SECltETi\RJADU DE !'lJl!LICACIONES E !NlEHCJ\MIIIO CIEN IIFICO
llNIVERSIDAO OE VALLADOLID

Di�cr1o de rnllic,u J. M' /\lo11w

ISIIN: K.(-77{,?.-73'-�
Dq1üsih> Legal: S. -+87-191/7

Imprime: GrHic1s VARONJ\


Polígono "El Mo11t;1lrn", pJn:cla 49 Tcl�L (92J) 19 DO 36
37008 S.1l.im.1nca
Presentación
Hl propósito de este trabajo es analizar las relaciones entn' retórica y literatu­
ra en la obra de Francisco Sánchez de las Brozas, el Brocense, para mostrar a su
través la influencia de la retórica en la literatura del clasicismo. /.a primera parte
de esta investigación está dedicada a comen/ar las relaciones entre la retórica y
la literatura en la Europa del siglo XVI, atendiendo al estatuto de la literatura en
el clasicismo y su estrecha relación con C'l saber enciclopédico en general y con la
retórica en particular. La literatura en el clasicismo estaba lejos de adquirir la
autonomía que la ha caracten·zado desde el siglo Xi.X, por lo que su estudio
requiere considerar su dependencia con revJecto a las dis;tíntas disciplinas del
conocimiento. De hecho, el propio término "hteratura" tenía un significado rm el
clasicismo muy diferente al que le otorgamos en la actualidad, ya que hacía refe­
rencia al conocimiento entendido en su sentido más general.
De las tn!S concepciones clásicas y sucesivas de la retórica como arte de la per­
suasión, como ars bene dicendi y como ars ornan<li, el clasicismo se interesaba
fundamenta/mente por las dos últimas, pues las caracten·sticas de la época ya no
eran propicias a la pcr.;uasión que anímaba en la Anti!!,üedad la constrncción del
discurso. De esta forma, la r!"tóríca alcanzó u.n notable desarrollo en el cla�·ícis­
mo como el arte por excelencia del bien hablar, y si la elocuencia era necesmia
para la expresión de cualquier tipo de conocimiento, resultabajimdamental para
las manifestaciones artísticas basadas en el lenguaje. Así, aunque los autores lite­
rarios encontraban en la poética un arte más especifico, podían seroirse además
de la preceptiva retórica, que representaba una parte esencial de su educación y
marcaba profundamente la elaboración de sus obra.�.
En el siglo XVl europeo se produjo un fenómeno progresiuo de reducción de la
retórica al ámbito exclusivo de la elocutio, propiciado especialmente por la obra
de Rodolfo Mricola, juan Luis Viues y Petrns Ramus. l.a influencia de estos auto­
res se deja ria Sl>r1tir en .Espmia, y muy especialmente en el Brocense. La segunda
parle de es/e trabajo está co1Zsagrada al examen delpensamiento retórico y dialéc­
tico de Francisco Sánchez, cuyas obras npresenlan el más claro reflejo en Espa1'ia
del proceso de reducción de la retón·ca al ámbito elocutivo.
Sin emhario. las relaciones entre retórica y literatura (entendida ésta como
manifestación artística) no se reducen a la utilización por parte de los po<!tas del
apartado retórico de la elocutio. Esto resulta especialmente C."l!idenle en el caso del
J(I

Nr<>,.-1 '1/s,'. 1/1/(' se e.,;_jiler:=rJ pur m"strar en sus tratados la utilidwl de todas las ofx'­
rm 1u11es ret<>riats e11 '" i11te17;retaciri11 y la com/J<)Slcili11 /iterun'u. Por eflo. es {i{)Si­
hl! ' es1..-/1 11-ecer la í11/l11enda reo/ dd Cm(itmto de la ¡1re(epli1•0 retórica en la /ítc­
n1111ra de la éJm<.:a o fn1r1;s de la co11u!JJCicí11 de 111111 de los humanistas <'S{u11Ioles
mús .•;ohn.-,salie11/es. <.·11yri crecic11tl' pres!(�io se n·1·ela sobradameH/eji11ulamenta­
clu. }' para com/ir<'11eler t'I al<."t111ce de f"s reft1eírml's entre retódca y ltteratura,
,uuia me;ur tflil' auulír a los tratados tecíricos y prácticos en los c/llt' se c'.\]>onen
las re¡!.Las. e.wm1í1umdri el 1-trado de l'llliilez q11c su autor les tllrllm)'<' part1 la e/a­
lx.1raci<í11 y la /11terpretacirí11 literaria /'or último, La ap/icac1<í11 de la.� 11on1w�·
retciricus )' ditJ/c,uicas en la cu11str11ccici11 litt'rttria se ohst•n 1a i·,¡11 /utal clt1ridad en
el awili.,i,· de la propia ohm po(;/1a1 del lJn><.:e11se. al </HC está dedicaclrJ el uparta­
do fi11al de este tmli,!ͺ· !.a crmsidemc:i1i11 cm1junta de sus tr,lftulus y de su puesfrt
permite um1pre11der 110 s{jlo el rm,cesu de ,.¡,duccirín de la retdrica a la elocutio,
i·11yas cw1't'Clte11cius p<!rd11rroia11 basta hie11 e1/lrculo el si�lo X.Y. .,i110 tumhfén la
1w/1ffale::a re"/ dl' las relacío11es e11tre lus distintas 1,¡x•,·acimws retóricas y la
litemt11ra e11 el clusilismo.
Esfe trabajo fi<'II<' SIi ori,1.1e11 en mi estando dt' jrirmució11 postductuml eJJ el
Crillc":1ge de Fmnce de Pan'., IJl!ho <I Jfarc Funwroli. titu/ur di' la ccítedrtt de R<'frí­
rico y Sociedad e11 la J:'uropa de los sip,lus Xi'/ y X\.'JI Ul' dicha inslitucilÍll. la icli•a
de realizar 1111a i111'eSti>;Ución sobre la ohm ele! Bruct'nse que ta11 ¡.;mrtfiámlt' ha
sido ¡1t1m mí.

Valbdolid. em.·rn de 1997


I
Retórica y literatura
en la Eitropa del siglo XVI
1
La influencia de la retórica
en la literatura del clasicismo

El estudio de las relaciones entre la Retórica y las manifestaciones literarias en


la Europa dasicista requiere en primer lugar clarificar la evolución del término
"literatura". En efecto, el vocablo "literatura" tiene un significado en la actualidad
que no coincide en absoluto con el entendimiento que del mismo tenían los
autores clasicistas, por lo que es necesario especificar las diferencias sustanciales
que el contenido semántico del término adquiere en cada época.
En la Antigüedad clásica, el término literatura, derivado de littera (letra o
carácter alfabético), se empleaba para designar el arte de leer y escribir, asocián­
dose a la gramática, a la instrucción y a la erudición. De esta forma, el litteratus
(término de donde proceden el popular letrado y el erudito literato) era el hom­
bre capaz de crear y entender la escritura, por lo que gozaba de un estatuto
sociocultural privilegiado i .
El término litenitu.ra, proveniente del latino litteratu.ra, se introdujo por vía
erudita en las lenguas europeas en la segunda mitad del siglo XV, adquiriendo
formas muy semejantes en los distintos idiomas 2. Hasta el siglo XVIIJ el término
literatura tuvo en los distintos icüomas europeos un significado idéntico al de su
étimo latino, designando el conjunto del saber y la ciencia en general. Antes de
la segunda mitad del siglo xvm, si se quería expresar el arte que actualmente
denominamos literatura, se empleaban vocablos y sintagmas como poesía, elo­
cuencia o verso y prosa3 .
En su estudio sobre la elocuencia en el clasicismo francés, Marc Fumaroli ha
puesto de manifiesto que en dicha época los términos "letras" y "literatura" eran
traducciones de las expresiones latinas de los humanistas Litlerae humaniores,
Literatura, o res literaria, y tenían su mismo sentido, es decir, el conocimiento
erndiro del saber proporcionado por el conjunto de todos los textos de la Anti-

1 Cfr. V.M. de Aguiar e Silva, Teoria da Literatura, Coimbra, Almedina, 1990, 8' ed., 2' reimpr.,
pp. 1-2. Vid. además R. Wellck, '•Literature and ics cognates". en Ph. P. Wierner (ed.). Dictionary o/
tbe History of Ideas, New York, Scribner's Son, 1973. vol. Ill, p. 81 y P. Zumthor, úmP,ue, texte. éniP,­
me, Paris, Seuil, 1975, p. 25.
2 Cfr. V. M. de Aguiar e Silva, Teoria da Literatura, cit., p. l. El término literatura, formado a panir
del sustantivo griego ypaµµaTLxr¡. dio en español literatttra, en francés lit1éra1ure, en italiano lelle­
ratura, en portugués literatura y en inglés literature.
3 Cfr. V. M. de Aguiar e Silva, Teon·a da literatura, cil., pp. 1 y ss.
�ücuad. Las llamadas .. ktras", .. hdlas k·tras" o ··Jecr.1s humanas· alcanzaban un
rnsgo mo<lesro <:n b época, y no se ref(:rían a la a.-tiYiuad prodm:tora dt.'1 escri­
tor, sino a b pos<:sión crítica <ld s:i.her d1.· la Anti�üt•<.hd. has1.· d<::l conm:imil.'nto
�·nddopédico humano. En bs mismas ··Bellas l.clras r, por <:nt.·ima <lt' la ·\·rl·adón
li!L•r;iria", ·"' t:slimaha fundamt>ntalm<:ntt' el in11.·rc1mbio cultural con los pot>tas y
oradores dl' la Antigüedad. lnduso l.i palabra "autor"· 1.·staba cargada de menos
pn:cio, pu�s no st: n>nct'bía la osadía Jc pr1.·tcndcr una micton't(;�,.; similar a la 1.h:
los Proktas. los Apóstoles r los Granc.ks Autort's d1.· la Amigücdad'.
El st>nti<lo dif<:rt'nte al a<:tua\ que posd:1 d término "litt-rdtma" t:-n e\ d;.1:--idsmo
<:s r1.·cor1.la<ln también por Aaron Kil">t'di V.irga. T:tl u>mo dernuL·stran los IL'stimo­
nios que rcco�<.'. <l<: algunos auton.•s dasicist.as, t·l término litt-n,1t11ra ha1.·ia rdercn­
cia cn la t'poca a cualquier tipo de discurso tr.1haj;ido, mientras que t'l túmino poe­
�·ía induía pot'o m:'.is o menos In qut' attuahm:nk entendemos <.:orno litl'r.itur�1. t·on
la t'Xu:pción ele la novela, poco estimada t'n ):¡ l'.:poca, y otros g(·neros mcnort•s cn
prosa. La elocuencia. común a todo discurso tr.aha(adn, y la poesía, que akanzalYa
un ;ímhíto mucho má." limit;ido, eran las <los formas por C'Xc1..·lcnda e.le .. lire'ratura"\
A ¡xlliir de la segumb mitad <.Id :-;iglo XVIII d cfrmino literatura fue adqui­
ril:'ndo pro¡.:r1.•sivarn1.•nte nue,·as si�nificadnnl's''. La literatura t'mrezó a <mten
derst·, por un !Jclo, u>1no un fe'nc'imeno cst(·tku cspe;.>dlko, y por utro, como d
a1rp11s de textos liwr.1rios resultante- Je t'Sa acti,·idad d<: creación c.�tética. A pur­
tir dt· la noción de co1pus liter:irio, b palabra literatura pasó a significar t,1mhit::n
d conjunto de l;is ohr.is literaria¡; de un d<.'.terminado país. l>t• esta mann:.1. las
distintas literaturas n:tcion,des adquirían un signific.1do filos,·,nco-polítini, 1.·oovir-
1i1:nclose en uno de los factores rt'l<.:vant�s p.ira deíinir el t'spiritu dt· c1da nacic'in.
A fin:.iks dd siglo XVIII. sintagmas como litc-ratumfrcmcesa. litemtum italiana.
li!era/11ro alemana, 1.·tc.. t'mpc-zaron a hacl•r¡;e frccue;.>ntl·s·.
Las tr:1nsfom1:Jdnnes st'm;in1icas del 1(•rmino /ilemtura en d siglo X"""\'!11 se
d<.'lwn en gran parte al desarrollo d<: la rh· nka y Jc la cit'nci:1 c-xperimc-ntal. La
t.'$¡-x.-cifiddad crt'cic-ntc- de estos ámbitos impedí:.i 111:rntener lus escritos dt>mífü:o�
y t(·l•nicos como algo ;i.�imilablc a b lilt'ratura. A<lenü:-.. los vak>rl':-. a11ísticos y
estético� fu1.·ron adquiriendo una :1utunomfa sustancial frl·nte a los valores rnor:1-
\es o cicntilkos. En l 735, en su obra Meditalicmes pbif():wphícae de nommli.,· ad
poema per1íne11tihus. llaumgan<-'n introducv d término estl?lica. y 1.•n 1790, L·n
K11til., cfer Ur1< f!skmjt. K;int pone los fundamcn1os d..: la exisll'nda au\únoma tlt­
1

los v:.ilort's t'St(·tin1-'i. Aparcd<í a.sí la contraposi(·iún, <lt' tama importancia en los
siglos XIX y XX. t-ntre la cultura 1.:íl.'mítko-tt'cnológica y la cultura humanística.

'C!r \l. Fumamli, l :ige de /'/),1/fll<'lln· Rh,'tnn,¡11,· el "res //1,•nm,1 ·""la Rc11,11.,.,;,111ce,111.,,·11il de
l<1/.><•c/11t• <./11.�<it¡tll'.<;e-ni·,"· Drci7. l')lill, pp. 2·1·2�
'Ur. :\. l\ill\.'<.li \';¡rga, Rbcton,¡11,• ,•r Lítt<'nllrin·. J>ari�. l>idi,·r. 1\!70, pp .,_X
"A rm>p6solo J,· la ...-voh,don ,t:mjmiGl <ld 1<.:nnino · lh,·rJIUrJ·'. cfr. H. \\t:lkk. ··1.;1,·r.1tun: .md it,
n,¡.:J1.l1t,�··. dt, lt E'l.�1rpil. .. l.:, ddinition du \i:1111<· !inér;1t1JT<··. t'n R. b�arpi1 ,., al._ L,_, /1t1,·raire et le
.,,,._¡,,¡ Élé111,·nr., 1x,11r 1111,· ·"'d,,/u�i" ti,• /u t,n..mtw·e. l',m�. Harninari< ,11. 1970, pp . .!�•>·.!-.2: R. Sirri,
(,'lJt> u,.-.r, i• /11 l,•ttt'nllura. r-.:1r•oH fle Si1111m...-, 1 •- ➔ • 2• t'<-1. y V. .�\. I 1,· .\�uiar <: Silva. ·l<-r,na du l.it1•
r
mt1,m. ,·it. pp. 1-B.
.
' En .-1 .11,0 ¡--.!. < iirobmo TirJl>o,chi <-<>mienn a publicar una Stunu dl'lla lt•lll!ratum 11ah,uw.
Cff. \', M. dt· Ag111,11 " �1\v,1, 1i•r,rla ,la L11,,rtlf11ra, l'it., p. ,_
RETÓRlCA Y LITTRATURA EN EL SIGLO XVI, EL HRO(E\ISE ] ',

Dentro de Las humanidades, d fL:nómcno literario ocupaba un lugar importante,


y para denominarlo fue afianzándose el término lileratura frente a otros que,
como el de poesía, podrían haber comp etido con él. La progresiva valoración de
la prosa literaria a panir del siglo XVIll impidió qu1.: el término poesía, asociado
tradicionalmente a los textos escritos en verso, pudiera emplearse parn abarcar el
fenómeno literario en su conjunto, por lo que fue aceptada la denominación más
genérica de literatura. Este mismo significado es el que seguimos asignando a la
palabra literatura 1.:n la actualid.td11 •
El significado contemporáneo del término literatura, en consecuencia, es pro­
fundamente diferenlr.: :11 entendimiento que del mismo se tenía en la época da­
sicísta. Por ello, al analizar las reladones entre la retórica y la literatura en dicha
época hay que tener muy en cuenta esa diferencia. El concepto de literatura,
entendida en el sentido moderno como la actividad de <:reación estética de obras
dotadas de poeticidad exprexivo-imaginaria9 (y, por extensión, el conjunto de
obras resultantes de dich;i actividad), es profundamento ajeno a los pará1m:tros
dd dasídsmo. en c:l que la literaJura designaba al conocimiento enciclopédico.
En la determinación del concepto actual de la literatura ha jugado un impor­
tante papel la aparición paralela de los estudios de historia de la literatura. Par.1
entender el ;1ffam:amiento de l'stc tipo de estudios es necesario analizar su reb­
dón con los abundantes tratados de retórica esnitos en épocas anteriores , de los
que en cierta forma proceden. A juicio de Marc Fumaroli, los tratados clásicos de
retórica. tan abundantes cntn: los siglos XV y XIX, fueron sustituidos poco a poco
por otros tratados en los que la literatura iba adquiriendo progresiva indepen­
dencia. En ralabras de Fumaroli,

"Le traité de rhétorique profondément métamor phosé s'cst mué en oeuvre lit­
léraire, qui dit:nhe Jans l'histoire des littér-.nures -et non plu:; dans k í-ccudl cano­
nique Jes poétes et oratcurs anri<.¡ucs� k:s auloriló propres a justifü:r Lles normes
moins rrécisc:s, moins tedmiques, moin� con1r.1ígnantes, mais cnco� tout (k
me-me des normt"s.•rn

De esta manera, los tratados de retórica dasicista son sustituidos por una retó­
rica propiamente literaria que, para resaltar su novedad. es denominada estética.
poética o crítica, pagando por ello el precio de olvidar su origen.
La líleratura romántica no sólo surgió del rechazo del clasicismo, sino tamhién
del rechazo de la retórica. El menosprecio de la preceptiva retórica y de la cu!-

" Cfr. ibtdem. pp. l 0-13.


" Cfr. A. Garda &rrio. Teon·u dt• la U/i!rutur4, Madric.l, Cá1edr.1, 1989. p. 23.
"' M. Fumaru!i, L Áge de l'E/o,¡r.¡1?1ce, cit., p. ,¡_ Corno han, notar Fumamli, si en la Bibliothi!qi,e
frunt,:oise 011 bistoire de la lit1iJmture frmzpii.,e del Abad c;,m¡e1. escrita entre 1740 y 17'56, y consa­
iqada a las obras írancesa� sohre la h:ngua y la re1<',rka, la "retórica francesa" sigue siendo L'i princi­
pio unificador de la dornencia y de la Jitera11.1r.1, otras obras posteriores. como De la littl!mtllrl'
( 1800), de Madame de Srael. o el G,;nie du Cbri.,tiuni,me ( 1802), de Chateaubriand, son testimonios
de nuevas retóricas que prt.:tcndcn romper con Li retórica neocla.sici�la. lnduso otr,15 nbr;,s asociadas
desde nuestra perspectiva am1al a la poética, como el Pn}jace de Cromwe/1 (lll2HJ. de Víl'lor HUMO,
o Pv,1 Ruyc,f (1840-1 H59). de Sainte-lkuve, proponen modelos y pro�rnmas de discurso, una moral y
una norma de e�tilo.
16 ALFONSO MARTfN J IM~I\EZ

Lura de la elocuencia encontraría una confirmación oficial en la desaparición de


la enseñanza de la retórica y su sustitución por la historia de la literatura. En Fran-
cia, Gustave Lanson, considerado el maestro y el teórico por excelencia de los
nuevos estudios literarios, proclama en su obra L 'Universilé et la vie modeme, de
1902, e l rechazo sin paliativos de la retórica y su sustitución por el estudio his-
tórico de las obras liLerarias11 .
A lo largo del siglo XX, los estudios de historia de la literatura se afianzan
notablemente en Europa, a1 tiempo que son olvidados o excluidos en gran parte
de la enseñanza los estudios retóricos. Sin embargo, en la primera mitad del siglo
no deja de haber algunos intentos de recuperar la "vieja retórica", y la rehabili-
tación de la misma y su adecuación al contexto actual se ha venido proponien-
do con insistencia en las últimas décadas 12•
En cualquier caso, en el siglo XX se ha desarrollado notablemente la historia
literaria en detrimento del estudio de la retórica. La historia de la literatura, naci-
da a finales del siglo XIX, constituyó su objeto sobre el modelo ofrecido por la
literatura romántica, y sus métodos sobre el paradigma proporcionado po r la
Geistesgescbicbte alemana, de inspiración nacionalista. Ello representa una doble
separación, puesto que la "literatura" se considera como un sector apartado del
conjunto de la cultura y su estudio se confunde con el del espíritu nacional, por
oposición al de otras naciones europeas. A partir de ese momento, la historia de
la literatura aplicó estos planteamientos al estudio de una realidad anterior que
no se regía por ellosu.

11
Cfr. ibídem, pp. 5-6 . Sobre las causas del fr.1<.-:1~ de la recórica como ciencia de análisis del dis-
cur..o, cfr. A. García 13errio, "Retórica como ciencia de la expresividad (Presupuest~ para una Rc:16-
n<.:a gc:ner.iD-. en Estudios de lmgiiisJica, 2, 1984, pp. 7-59, pp. 15-17.
12 Prueba de ello es la muy abundante bibliogrnffa dedicada a los estudios retóncos, de entre la

q\ac destacamos las siguientes obras de carácter general: 11. Lausherg, Manual de retórica literaria,
Madrid, Gredos, 1966-1968, 3 vols.: R. Barilli, Relórica, Milano, lscdi, 1979: 8. Vickers, In O<.!fence o/
Rbt•toric, Oxford, Clarendon Press, 1988; A. Plebe y P. Emanuele, Ma1111a/e di retoricc1, 0ari, l..aterza,
1988; ll Mortar.i Garavelli, Marwale di relorica, Milano, llompiani. 198<), 3• ed.; T. All>aladejo, Rt'/6-
nca, Madrid, Síntesis, 1989. De entre la extensa bibüograffa dedicada ,11 esrudjo histórico de la retó-
rica, puede vcr.,c V. Florescu, IA retorica ne/ suo sviluppo storico, Bologna, JI Mulino, 1973; V Flo-
rcscu, Úl rbétonq11a et la néorhétoriq11e, Pari!>-Bucaresti, Les Bcllcs l.c1rres-Editura Academiei, 1982, J.
González Bedoya, Tratado histórico de retórica filosófica, Madrid, NájerJ , 1990, 2 vols. y J. A. Her-
nández Guerrero y M". C. García Tejera, HISlorla bret,e de la RetóriUI, Madrid, Síntesis, 1994. A pro-
pósito de la rc1ónca en la Antigüedad, vid C!>pecialmentc G . Kennedy, 7bc Art of Per.masion in Gre-
ece, New Jersey, Prinreton Univer..ity Pres.~, 1972; C . Kennedy, 7be Art of Rbetonc m tbe Roman
World. New Jersey, Pnnce1on University Press, 1972 y J. J. Murphy, Smops,s brst6nca de la Retórica
cltisica, Madrid, Grcdos, 1988 Con respecto a la retórica en la Edad Media, cfr. J. J. Murphy, 1A reló-
ri"' en la F.dad Media, México, Fondo de Cultur:1 Eco nómica, 1986. y J. J Murphy, 711ree Mediett(ll
Rbetorical ATts, 13erkeley, University of California Press, 1985, rcimpr. En relación con la retórica en
l.a época clasicista, dr. esp<.-cialmente J. J. Murphy (ed ), Re11aissance Eloq11ence. Sltldles in lbe 1be-
ory a11d Practice of Re11alssa11ce Rbetoric, Berkeley-Los Angeles, Univcrsity of Califom,a Press, 1985,
re.ampr. y M. FumaroH, l 'Áge de l'Eloquence, cit. Por lo que respecta a la teoría contcmpor.ínea de la
re1órica, vid. Ch. Perelman, la lógica juridica y la nul'IXl retórica , Madrid, Civita,, 1988; Ch Pcrel-
man, Rbétoriques, Bruxelles, Univcrsité de Bruxelles, 1989 y Ch. Pcrelman y L Olbrechts-Tyteea, Tra-
tado de la argumentación. La nuer.,a relónca , Madrid, Gredo.~. 1989.
11
A juicio de Fumaroli, · Rcfluant sur les siedes antéricurs, cene double séparauon y fut trJns-
ponée, quelc¡ue violence qu'elle fil ~ de~ rcalités de culture que s'y prc1a1ent beaucoup moins qu'au
XIX" siecle" (M. Fumaroli, l'Á¡Jc de tlJloqmmce, cit., p. 17).
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 17

En efecto, la literatura, en la acepción moderna del término, no hizo su apa-


rición hasta el siglo XVIII, y no ha adquirido p lena independencia hasta el XIX,
con la existencia de escritores conscientes d e su autonomía como tales y reco-
nocidos por la sociedad14. Ya en el siglo XVIII el auge de la escritura artística en
prosa había propiciado un aumento considerable del público lector, debido en
gran parte al acceso a la cultura de una clase burguesa cada vez más poderosa,
lo que se tradujo en el desarrollo de la industria y el comercio editorial, así como
en la proliferación de instituciones públicas encargadas de facilitar y promover la
lectura. Además, el aumento del número de lectores permitió por primera vez en
la historia que los escritores pudieran vivir de los beneficios obtenidos por sus
obras, lo que supuso el fin del mecenazgo y la consiguiente ganancia de liber-
tad en la expresión de las ideas15• Las posteriores conquistas de la época román-
tica permitieron a la nueva literatura crearse por primera vez un "mundo litera-
rio" autónomo, independiente del conjunto general de la cultura.
La literatura alcanza en el siglo XIX su momento de máximo prestigio, pero
para alcanzar una consciencia tan alta de sí misma ha debido sacrificar el enci-
clopedismo del saber y de la acción característicos de las etapas anteriores de la
cultura. Así, la literatura adquiere su autonomía a cambio de dejar fuera de su
ámbito grandes campos del saber y del poder, mientras qu e el periodismo, enci-
clopédico por excelencia, ocupa el espacio que a ella se le escapa16.
Una vez establecido este tipo de literatura autónoma, los estudios de historia
literaria han tendido frecuentemente a abordar el estudio de las obras artísticas
de otras épocas como si h ubieran sido concebidas en su momento con la misma
independencia que actualmente posee la literatura. Los autores ligados a la esté-
tica de la recepción han puesto de manifiesto que la literatura es comprendida
en cada época a partir de unos presupuestos que pueden no coincidir con los
que inspiraron su realización17. Por lo que respecta a la literatura del clasicismo,
parece evidente que se ha analizado frecuentemente sin prestar la suficiente aten-
ción a su estrecha relación con el conocimiento en general y con la retórica en
particular.
La naturaleza de las obras de arte verbal de épocas anteriores, subordinadas
al conjunto general de las manifestaciones culturales, poco tiene que ver con

1
• En este sentido, resulta interesa me la obra de E. R. Curtius, Literatura europea y Edad Media
latina (Madrid, Fondo de Cultura económica, 1981, 2 vols.), por cuanro recuerda el fondo común
europeo que subyace a las literaturas vernáculas. Por nuestra parte, creemos que dicho espíritu sigue
latente en el humanismo europeo y en el clasicismo, y continúa probablemente ha~ta el momento en
el que la naciente historia literaria nacionalista basa todo su empeño en la profundización de las dife-
rencias entre los distintos países. Como recuerda Fumaroli, •ta -linérature•, dans son acception moder-
ne et contemporaine, n'a fait son apparition qu'au XVlllº siecle, et n'a été -sacrée• qu'au XIXº" (M.
Fumaroli, L'Áge de /'Éloquence, cit., p. 17).
15 Cfr. V. Manuel de Aguiar e Silva, Teoría da Literatura, cit. , pp. 11-12.
16 Cfr. M. Fumaroli, L'Áge de f'Éloquence, cit., p. 18.
17 Cfr., entre otros, H. R. Jauss, " La Historia literaria como desafío a la ciencia literaria", en AA.

VV., La actual ciencia literaria alemana, Salamanca Anaya, 1971, págs. 37-114; H. R. Jauss, Pour une
esthétiq11e de la récepUon, París, Gallimard, 1978; H. R. Jauss, Experiencia estética y bemienéutica lite-
raria, Madrid, Taurus, 1986; J. A. Mayoral (ed.), Estética de la recepción, Madrid, Arco, 1987 y R. War-
ning (ed.), Bstética de la recepción, traducción de R. Sánchez Oniz de Urbina, Madrid, Visor, 1989.
18 AI.FONSO MAH'riN UMÉNF7.

d grado de independencia actual que ha alcanzado la literatura. En este senti­


do, Kibédi Varga cree imprescindible analizar la que podríamos denominar
"'literatura clasicista'· desde la perspectiva en que fue comprendida y ju1.gada en
su época 1l l La res literaria englobaba autores que representan todos los ámbi­
tos del conocimiento, dcsue Estrabón a Ilipócrates, Euclides o Tucídides. sin
olvidar a otros como Ifomero o Virgilio. Por lo demás, la Enciclopedia d:isicis­
La no concedía a las bellas letras sino un rango y una plaza modestos, y la poe­
sía y la novda eran cultivadas fundamentalmente para diversión de la Corte.
Con todo, y por modesto que fuera tal rango, la poca legi timidad de la que las
Bella1; Lt>tras gozab:m si: debía al hecho de que eran consideradas como deri­
vadas dc los modelos antiguos, pertenecientes a la res litemn·a enciclopé<lica
del humanismo.
La concepdón de la époo;:a privilegiaha ante todo el saber y el conodmiento
enciclopédico, pero dicho conocimiento debía ser manifestado en todo momen­
to y en todas sus ramas de una manera elocuente. La clocut>ncia, el bien decir,
se consideraba una nt:cesi<lad inherente a la expresión del conocimiento. el
resultado de un esfuerzo colectivo, común a todos los ámbitos <lel saber. Esta
universalidad de la elocuencia como factor común del conjunto de la culrura
humanista explica los malentcndium que han llevado a la "litl·ratura" contempo­
ránea a incluir en su historia obras de teólogos. de filósofos o de sabios, no por
que fueran propiamente "litcrarias n en el sentido actual, sino por la calidad de su
elocuencia, cuyo estilo es fácilmente asimilable a la form:1 de expresión estética
de las obras considerad:.1s hoy en <lía como literarias.
En el establecimiento de la clocut>ncia, los poetas y escritores jugarun sin
duda un papel importante, pero restringido, como beneficiarios de sus resultados
y como guías Je la misma. siendo sus obras ohjeto de debate para establecer el
mejor estilo de la elocuencia general aplicable a todos los ámbitos del saber. En
cualquier caso, tal tipo d e debates no suponían un "mundo liter:irio" autónomo.
como el que se produciría en el siglo XIX. Por el contrarío, comprendían todas
las áreas <le\ conocimiento, y se apoyaban en la grnn difusión de las técnicas y
de las cuestiones de la retórica grecolatina, rehabilitada a lo largo del siglo XVI
por los humanistas1 '1.
En consecuencia, el estudio de la ;,literatura" en la época clasicista debe dcc­
ruarse teniendo en cuenta la disparidad de criterios sobre su est:Ituto y el de la
literacur.i. contemporánea, pues si ésta ha adquirido un grado notable de indepen­
dencia, la c¡ue podríamos denominar literatura clasicista presenta una estrecha
relación con el saber enciclopédico en general y con la retórica en particular.
De hecho, la poética no era rnnsíder:ada en la época clásica ni en el clasicis­
mo como una cienca autónoma. Como recuerda García 13errio, a lo largo ele la

'" Cfr. A. Kiht'di Yar¡:;a. Rbétorlque et !itrémture. dt., pp. 7-17.


'" Como ac..lviene Fumaroli, Jo que hoy ccmsidernmos ohras maestr.Is de la liternmrn no tenían un
lugar de honor en la es(sd.la dt' valores humanista , y si enromrah:m un público qucc, las aprcciam tam­
hi�n había otro prohahlcnwme mayoritario que las tenía por insignificantes. Si la elocuencia er.i con­
siderada como un lujo formal legitimado por la seriecbd cJe su objeto. IAs "ohrJs literari:1s" que apa­
recen en su seno son .sentic..las c·omo un lujo de este lujo, y por lo ramo como un e"n:so. Cfr. al
re�pecto M. Fumaroli, L ÁJ¡e de /'Éloquence, cit., pp . .22-.24.
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 19

historia se ha producido la colaboración de la retórica, ciencia de la expresividad


verbal, y de la poética, ciencia de la poeticidad expresivo-imaginaria, como dis-
ciplinas complementariias del discurso. En la época greco-latina la poesía era
concebida como un simple sermo ornatus, sin que se insistiese en la naturaleza
específica, transracional e imaginaria de la literatura frente a otro tipo de discursos.
Esta confusión entre el discurso propiamente literario (tal y como hoy lo enten-
demos) y otro tipo de discursos relacionados con la retórica produciría en la
época clásica la retorización de la poética20. Las arles poeticae medievales 21 (que,
junto con las artes dictaminis22 y las artes praedicandi23 constituyen lo más
importante de las artes medievales), se vieron muy influidas por la retórica, de
forma que en la Edad Media se produjo una aproximación si cabe aún mayor
entre la retórica y la poética24• Debido a las continuas relaciones que se estable-
cían entre las dos disciplinas del d iscurso, la mayoría de los autores considera-
ban la retórica como un arte capaz de suministrar elementos muy provechosos
para la elaboración de las obras literarias.
El parentesco entre retórica y poética nunca fue puesto en duda en el clasi-
cismo. Entre las pruebas que confirman la relación entre las dos artes, Kibédi
Varga aduce el hecho de que ciertos teólogos rigurosos atacaran igualmente y
con los mismos argumentos la poética y la retórica. Además, existen otro tipo de
pmebas indirectas. Así, los autores hablan frecuentemente en términos poéticos
para referirse a la retórica, o en términos retóricos al tratar la poesía, y los manua-
les de retórica ilustran muy frecuentemente sus reglas con ejemplos no sólo
tomados de discursos, arengas o sermones, sino también de la poesía25.
En realidad, la elección de citas poéticas para ilustrar las reglas retóricas, o de
fragmentos retóricos para ejemplificar las normas poéticas, se remonta a la época
clásica, en la que la elocuencia era considerada propia tanto del poeta como del

°
2 Cfr. A. García Be1Tio. Teoría de la Lite ratura, cit., pp. 22-23. Para Ga rcía 13errio, sólo b conso-

lidación moderna de la literatura como arte independiente, iniciada en el Renacimiento y consagra-


da en el RomanLicismo, ha propiciado "la definitiva separación actual entre ta Retórica como ciencia
lingüística y suficiente de la exprt!sividad verbal y comunicativa, y ta Poética corno ciencia de una
modalidad artística específica del discurso verbal. Ésta se propone hoy, más que nunca, como expe-
riencia estética rotundamente alternativa a la discursividad racionalista del conocimiento reflexivo o
filosófico" (ibidem, p. 23).
21
Cfr. al respecto E. Fara!, les Arts Poétiques du Xll' et du XIJI" siecle, Paris, Champion. 1971; P.
Zumthor, Essai de poétique médiéval, París, Seuil, 1972; P. Zurnthor, lingua e tec nicbe poeticbe ne/teta
romanica, Bologna, JI Mulino, 1973; P. Zumthor, Ltmgue, 1exte, e nigme, Paris, Seuil, 1975; J. J.
Murphy, Rbeton·c in tbe Middle Ages, cit., pp. 135-193; E. de 13ruyne, Es1udios de estética medieval,
Madrid, Gredos, 1958, 3 vols., vol. II, pp. 20-56 y E. R. Curtius, Literatm-a europea y Edad Media lati-
na, cit., vol. 1, pp. 212 y ss.
22
A propósito de las a11es dicta minis, cfr. E. R. Curtius, Literawra europea y Edad Media latina,
cit., vol. l, pp. 117-ll8; E. de Bn1yne, Estudios de Estética medie1.1al. cit., vol. n, pp. 15-20 y J. J.
Murphy, Rbetoric in tbe Middle Ages, cit., pp. 194-268.
Z.l Con respecto a las a11es praedicandi, cfr. T. M. Charland, Artes pmedicandi. Contrlbtllion a
l'b1stoire de la Rbétorique au Moyen Áge, Paris, Vrin, 1936; E. de Bruyne, Estudios de Estética medie-
val, cit.. vol. 11, pp. 56-75 y J. J. Murphy, Rbetorlc in tbe Middle Ages, cit., pp. 269-355.
24
Cfr. T. Albaladejo, Retórica, cit., pp. 31-32 y A. García Berrio y M. T. Hernández, la Poélica:
tradición y modernidad, Madrid, Síntesis, 1988, p. 22.
i, Cfr. A. Kibédi Varga, Rbéton'que et littérature, cit., p. 10.
.w ALFO!'lSO ,\IAlfflN JI.\IFNF.7.

or;1dor. Ya Arist6teles ofrl'ce en su Relórica!r, l'jemplos lomados de las obras poé­


ticas, y, como recuerda V:..1silt" Florescu, Cicerón y Ovidio hablan sin cquí,·oco.s
de la unida<l entre la poesía r ,.'[. :ute or:..1torio sobre la h:1sc dt' la ckx:ucncia. Asi­
mismo, el autor del lrntado pc�tico Oe sublime toma sin dis1incíón sus ejemplos
de pot'tas y oradores"�. El claski.smo, en este St'nti<lo, no han· sino continuar la
tradición grecolatina.
La influencia de la retórica en la literacura (y al urilízar esle término. en lo
sucesivo, no nos rl'ÍL'riremos a su acepción clasicista, sino a :tquellm, oh rns Je e.-,,a
época <lo1:.idas según la cunsidcrad(in actual de litera ridad r /meticidacP) se
\'eía favorecida a<lemá� por los métodos de 1..·nseñanz.a, en la 4ut" b preceptiva
ret6ric.1 y los ejercicios Lle composición m·upahan una plaza import;,¡nre. Estl' tipo
de docencia tuvo que marcar profundamenrc a los alumnos. para quienl's los lcx­
to.s clásicos no L'ran sobnientc ohjeto de an:ílisi.s. sino también de imitación 2'1.
Kihfdi Varga prctendt" diluddar la influencia lk b retórica t'n los i:.,critos lite­
rarios tld clasicismo y demostrar lo que c:l conocimiento de la misma (1tlt'de
apor1;1r al crítico litL'rarío actuaL Par.1 ello, recuerda rrcviamentc que, de bs ope­
radonc.:s constituyt'ntes de la n:tórica. la elocutio, equivalcnw en cierta forma ¡¡
lo que anualmente se entiende por estilística., ha sido la más atendida en los
tio::mpos modernos. Ya Petrus lbmus (nombre Iatini1.ado de i'iL·rre de la Raméc.:I
había limitado en el siglo XVI los componentes de la retórica a la elocutio y la
actio, asignando la ínvenlio y b dis{lrJsitic! a la dialéctica·"' Sl· inauguraha así una
corríentl· cuya influencia se dejaría sentir hast;J. bien entr;Jdo d siglo XX-' 1. La teo­
ría <lt' Rarnus part'ce ser recogida por Gérard C<:ncttc. quien, ha.s:í.ndose en cier­
tas obr-Js clasids1;1s que c.lc.�arrollan Gtsi l'XdusiYamen!e el apartado e.Je las figu­
ras, opina que la rct<iric1 dasidsta sería ,1011: iodo una rc!úrica de la elnc11tin:1l.

,,. .._ristútdes. Ret,iric:a, ,,el hilingnl· ,k Antonio Tnv"r. ?-fadrid. C,·ntrn de Es1udio, Cnn,11tucinnak,.
l'J8'i
,· Ur. V. florescu. /.t1 rb..i,,n,¡11<' el la m'<>métunc¡m-, cil., p <,r,. l.,� rt'll'ft'nna, " LI unid.id ,·ntre
fX''-'"ª y 11r.11oria se encuentr.m en C!u.-r"n Oe Or(l/., 111, 7. 27 y J. H,. �11 )' (hidi<>. l'um, ll, <,, "" y �.,.
"" Sobre ,:1 ,;(:ntido de Jo, l<"nnmc,, litcmndml y po<:ticid,uJ. <¡l'<' ._.,. rdier.-n re,pecth·;om"m"' " b,
1 a rae..·(t;•ri.�t ic1 � conYt ·nl ·ion ;i. k·, <.p.1t. · d< · tl' rnl ir,; 1 n qul.' un H:xt o .l.i(:a <.:un�1dl· r;uJ , c.01110 1it er.Hlo ( p. 1 r e¡t'.' 1 upl< ,,
r

el som(·tirmento .1 l., csrnrnura metricJ ,·om·t.:n,·ion:tl dc un ,;one!CJJ ) qt 1,· , 1k.1n,·e :id,:má� valnr po,'ti< .·<>.
cfr. espe.-i,tl111l·t11,· A <;a,lÜ l.kmu. ··LingliiS11G1. lit,·1�1ri,bd· po<:11nd;id t(;r.muuu, l'rn¡.:mátirn, Texto!", ,·n
/616. A1111unv d<· la 'i<,uedad Es¡x.triolu cJ,, /.i/1'trllum (,en('r(l/y C.um[-"-•mJ,l, 11, l•r:''J. pp. 125 170
,., Cfr. ;1! fl''J'l'<'to el trahajo de (;úard (jcnt.:111.:. "f.nseign.,:1m:n( ,·r rhi'roriq11t' �u XX' .-;ii."clc ". ,·n
C. (;em'l!l". l-iR1tr,•., 1/. l'ari,. Seuil. 19(1'J. Jlf1 · .!_�.. ¡J en d que ,u autor ewmplif,c;a I;, inílucnna dt' la
rc·1órica en l:i l11cr;1(ura <:011 la obra de \'id<1r Mugu 1'.1r..i K1 b(·di \'J r�J. un c,111dio de e,t,1� car.inc­
n�ticts [Xldri�l :,er rea)i7.;1dn a propúsiio dt"' l<xJo, Jo, c,'"·rilores d:í.sieo.s (<.·tr A Ki!X·t.J1 ,·:\fg�L Rhf!ton·­
(/ll(' ó'I lill<!mlun•. di., pp. \ �-1 -l l.
�, En d siguin,ti: ap;11tado no, <><:upaR·mu., LlL'lalbd.,ment,• del procesn Je · 1 11,·r,11un1;1c,,in - ,¡ue
la rt·l<irica experimen1(, ,·n el ")l\lo xn. consistente en su limir,in,·,n a la e/unmu. ,\ prop<>,110 clt' 1:'Stl:'
lnna, ,fr. cspecialmi:l\!t' \ l'l<>rl'MU. lu rh,:,tonque et l,11/e<Jrl,,•r"n(fllt', di. pp 9'-J l l<J. \.'1 d aJe11 ,;\ s
T ,\lhaldcin. Retc,ricu. ut . rr 55 \ "·
" Sir,:a ""mo q<:mplo d ""º del ( irupo m. gue redu" · d l''llld1n Jt' la relririca ;ll c·o11¡1111t" dt·
b� h)lur," c<>nslituyl'nl�·s de- l.1 e/ou,//o. Cfr. Gnipo m. Rherwu¡ri,• ti '/¡¡ po,;.<ie. Hruxell,·s. <.:ompl<:xc.
(

19'7"' y ,;rupn m. Reróricfl g.,ne-ra/, Barn:ICJn,1, Paidú�. 19H7'. \'1d .,1 n·.,rx:< tu J. Oomingu,:z C1pa110,.
r:r111,·C1 J,1,,,w·111 . .\ladrid. ll N E.D .. l')H'J. 2· t•d . p. 'il/l_
'' Clr (;_ c;cnt:lle. "EnSt·ignl'lllt'llf <.:l rh,·tonque J.u XX'' sk·dc". ul
RETÓl!JCA Y UTl'IIATIJRA E'I El. SIGLO XVL EL Bl{OCENSE 21

Sin embargo, y como advierte Kibédi Varga, ia mayoría <le los lrata<los clásicos
manti<.:ncn el equilibrio entre las tres partes de la retórica, p or lo que resulta
necesario considerar la gran imponancia que la inuentin y la dispositio tienen en
la composición de las obras. Por ello, y teniendo en cuenu qu<.: la pertinencia de
la elocutio resulta evidente tanto para el discurso retórico como para el poético,
Kihédi Varga n:salta la influencia de las normas de la inuentio y la di.\J)osifio en
la construcción literaria.l·1 _
!'ara realiz:1r su análisis, Kibé<li Varga parte en primer lugar de la división <le
los tres géncro .s retóricos (deliberativo, judicial y demostrativo}'\"', y dikn:ncia
además entre las que denomina situaciones internas (las que se producen en el
interior cie las ohras literarias) y si111acíones externas (las que tienden a modifi­
c:ar el comportami<:nto, las ideas o los sentimientos el(;'] receptor). A partir Je estas
distinciones, pone de manifiesto que en muchos tipos de obras litcrari�s se pue­
den producir situaciones internas o externas análo gas a las que son propias <le
los géneros retóricos. Así, en determinadas piezas teatrales se producen situacio­
nes internas análogas a las características del g<'.·ncro judicial, cuando <los perso­
najes exponen su causa a un tercero encargado <le <led<lir la cuestión, o .situa­
ciones externas, en los casos en 4ue los pcrsom1.jes exponen discursos en defensa
de determinada causa sin que otro tercero sanciom." cuál de los Jos tiene razón,
c.1.hiéndole al público la última decisión. El género deliberativo encuentra un
paralelo más claro aún en las obras literarias, como ocurre en todas aquellas
situaciones internas en las que un personaje intenta persuadir de algo a otro, y
en todas las situaciones externas de la poesía lírica en las que se trata d¡_; argu­
mentar n de persuadir. Y el género demostrativo guarda sobre todo analogía con
las situaciones externas de la poesía lírica, en la que a menudo se elogia a un
destinatario -la dama, el monarca, Dios ... - que no interviene en la ohra misma·�'.
l lna vez examinadas las reladom:s que pueden establecerse entre los géne­
ros retc'>rico.s y los géneros literarios, K.ibédi Varga intenta valorar b. influencia
cie las operaciones retóricas de la invenlio y la disposilio en la construcción de
ciertas poesías líricas y tragedias dasícistas. Para dio, atienJe a las partes del
discurso (exordium. narratio, arRume11tatio y perorutíoY') y a sus particulari­
dades en cada gC::·ncro retórico (judicial, deliberativo y demostrativo), Al ana­
lizar las obras literarias considerando el tipo d� género retórico al que se a(.k­
cúan, resulta evidente que algunas de ellas siguen en gran medida las normas

-<J Cfr. A. Kiht"di \'arg:1. Rhélori4ue el l.illémture, ciL pp. 16-17.


,., A propósito de: la distindón de los tres gént,ros re!círicos. Ari.,1ó1el<es afirma lo si�uicnlc en su
Rl'ldrica: ··De la oratori;, se t:u�,nian 1res <especi<es, pues otras tantas son precisa mente las de oyc·ntcs
Je lo.s discursos. Porqm.- consta de trc·� cosas el disturso: el que habla, sobre lo que habla y a ,¡uit'n;
y el fin se refit'r<, a éste, es decir. al oyenle. l'orle<>�ameme d oyente es o cs¡x·crndor o árhitro. y si
árhitro1 o hicn de (:o.s,Js .'-IUc..:t"did.a."i, o hit'.n <lt� futuras. Hay �1 que ju:t.Ra acerca de CO.'i:.l.S futuras, <.'on10
n1iemhro dt' la :isa111lilea: y hciy el que ju,cga au:rc:1 de.: cosas pasadas, como jucl; otro hay qu<' Jll7)!:,1
Je la hahili<lad, d t'�pen;idor. Je mo<lo que necesariamente resultan tres género� de discursos en
rct6ri,·;,: deliberativo, judicial, demustrntívo."(.Aristótelcs. Retórica, cit., 1, 1.-\'il-la. 38-39. 13'i8b, 1-1-l).
�s Cfr. A. Kíhédi \"arga, Rhéto,ique et l.il/áature, d1., p[). 93 y ss.
·"' A propfoito de bs p,me., dd discurso y su indusi,ín tanto en b operación re1ó1irn de la irn'ell­
tia como"" la d...- la dispositio. cfr. cs¡>c·cialmente T Alhaldejo, Ret6n'ca. ci1.. pp. 43 y ss.
22 ALFONSO MARTÍN JIMÉNEZ

retóricas prescritas para dicho género57 , lo que demuescra sin lugar a dudas que
los autores literarios de la época 1enían muy presentes las normas de la rctórka
al componer sus obras.
Otros autores han venido deslacando la decisiva influencia de la preceptiva
retórica en la literatura del clasicismo. En este sentido, Elena Artaza ha realizado
una sistematización de las corrientes retóricas del siglo XVI espanol a propósito
de la narratío, una de las partes constituyentes del discurso retórico. Para demos­
trar la influencia de las reglas retóricas en la composici6n literaria, Artaza exami­
na las normas teóricas de la na,nltio y la forma efectiva en que son realizadas
en los textos literarios. Partiendo de la distinción entre las corrientes clásicas (que
incluyen la greco-latina y la que denomina ·'helenístico-bizantina"·�) y las euro­
peas (basadas en la obra de Agrícola, Erasmo y Ramus), Anaza muestra la
influencia real de la preceptiva wtórica en obras tan importantes como el laza­
rillo de 'formes o el Persiles cervantinoW. Luisa López Grigera, por su parte, ha
insistido también en la influencia de los preceptos retóricos en la literatura del
clasicismo, suministrando importantes aportaciones sobre la teoría rctúrica del
Siglo de Oro espai'lol y mostrando su aplicación a la composición literaria"º. En
sus diversos trabajos sobre autores literarios de la época, López Grigera pone de
manifiesto la influencia efectiva de las normas retóricas en la elaboración de
obras literarias como el Relax de Principes, de Antonio de Guevarn, las Funda­
ciones, las Moradas o Camino de perjec:ción ele Santa Teresa de Jesús, los Sue­
ños de Quevedo, o La gilanilía y el Quijote cervantinos;•.

_,- Cfr. A. Kihé<li Varga, Rhétorique et liltérature. c.:it .. pp. 98-126.


"'A propósitoº" la rorricntc hdt:nis!in1-hiz;intim, Elena Arta7.a afirma lo si¡;tuiente: "Denomin;i­
n,os así esta curri.,ntc porque. aunque considerarnos que el modelo fum. lamcn1al t,S la !\clórica grie­
ga de Henn<>M<::nes, afín en algunos aspt:ctos a la ari.,to1t'lica, es suhr.1d:11rn.·nte sahitl o que eMl' trata­
do hcnnogt:nista y los Pro,1y,mwsmara tle Aftonio se convinieron en manuales de tex10 .:n los
n:nlros Jou:ntes d11r:1nte la época bizamina y que fueron ampliamente e-Jitados y difundidos en b
era rtenan·mi.sta, 1an10 "º el ámbito europeo como en el español !. ..J" ( E. Anaza. 1-.1 "ars narrm1di" ,m
el siglo X\/! e,pwiol, nilhao, llniversí<la<l de lkt1sto, 19A9, pp. 267-268).
"' Cfr. E. Arla za, El "a,x nwnmJi" en el siglo X\ll espaiiol, dt. Vid. tamhie'n el annlisi., <le ]¡¡ JJafl'(,/.
tiu ret,irica dá�ic'a en rdación ron la litter.11ur.1 realizado por J. M. Pozuelo Yvancos, '·Htetóri,·a y narr:1-
1iva: la 1wn'f.ll io", en J . .\f. Pozuelo Y\'anco.,, !)¡,/formalismo a la m•<..m·etórlca, Madrid. Taums. 1988.
pp. 1 'Í5- w,.
''' A propósito ute t·ste tcma. Lóp,:7. Rrigcrn afirma lo siguk'lllt,: "l.a hi�toria <le e,sl;i disciplin:1 ll a
rdórint] tal cumo la presentan los estudios ret:itenl<:s, estú abritendo i111po11a111ísírnas persµcnivas p;na
la leor(¡¡ y la práctica <ld ;rnálisis literario. puesto que ella ha sido. <lur�ntc más d" dos milenio�. tel
nídí�o fun<lanwntal t!es<le d que se gtent'raha todo rexlo" (L. l.ópcz Gri�t'ra, ú1 rerórlca ,m la Espa-
1ia Je! Si!{lo de Oro, Salamanca. Universidad de Salamanca. 199·1, p. 17). Y expresa su creencia <le
que el análisis retórico de:: Jo� textos líten,rios abn.• "un c;,mino con enom1es posibilidades para pod€r
nunplir con una apetemfa ,·�da vez más fuerro: en la crít ka lingüístico-lileraria: el poder t,xplicar no
s<">ln los rasgos de estilo, r l,L, (estructuras. sino n;mo se ha ido <:r't":mdo, frJse a fr;i,s.:, r><:ríu<lo a pt."río­
do. rügina a pá�ina, la gran füerntura que, de otro m<xlo sólo aceitamos, o desaccrramo.,, a explicar
t·omo un misterio" (i/,idem, p. :12).
'' Cfr. L. Luis;, Lópcz Griger:1, La ret6nca ,•11 la España del Sü:lo de Oro, cit. ohm en la que apa­
'"""" ret·opiladus, junto a algunos otros inéditos. una serie de trabajos lt'óricos y pr:klil·os <le 1� aulo­
ra puhlirnd"' con ,tntcrioridad. Los trabajo� teóricos tienen la siguiente proce<len("ia: "Introducció n ,11
.,,audio d..: la ret,íríca t'll d siglo XVI en España", en !lfovu TP!ius. Anuario dd c.,n uo de Es1udius Cl,i­
sicos, !,kxko, 1984. lm1it,llo de lnvesligacioncs l'ilol6gi(·as, C.NAM., n" 2, 1984. pp. 95-11 L "Estd a
RET()lllC/1 Y LITERATURA El\' EL SJGLO XVI: El, HHOCENSE 23

En definitiva, y como se deduce de lo expuesto, las normas retóricas tuvieron


una gran influencia en la literatura clasici.sta, tanto en la organización global de
las obras como en aspectos ais!ac.Jos de las mismas, por lo que el conocimiento
de la prccerriva retórica resulta imprescindible rara comprender lai-; obras literarias
de la época en toda su complejidad. Dado que en el dasicismo la literatura no
posefa la indr.:pen<len('ia que alcanzaría a ranir dd ::;iglo XIX, sino que presentaba
estrechas relaciones de dependencia con respecto al conocimiento cncic!ópedi­
co en general y a la retórica en particular, es necesario realizar d accrcmüento
a las obras literarias de dicila época teniendo en cuenta estas circunstancias. El
conocimiento y uso por pa1te de los auton::; clasicistas de la preceptiva retúrica,
que ocupaba un lugar central en su educación, determina que el pensamiento
teórico-literario y la prnxis literaria de la época no sólo estfo <.i<.:tl:rminados por
la poética, sino también por la retórica, y aunque ésta no alcanza por sí misma
a dar cuenta del fenómeno literario en su totalidad, no deja de constituir uno de
los elemento:,; esenciales en la determinación de la naturaleza de la:. obras litera­
rias del clasicismo.
Aunque el uso de la preceptiva retórica en la praxis !iteraría del clasicismo es
un hecho incontestahk:, no son muchos los análisis que se han realizado al res­
pec:to. debido sin duda al escaso desarrollo de los estudios previos sohre las retó­
ricas en las que se recogían las reglas, olvidadas en gran medida a partir del
Romanticismo. El estudio sistemático y monográfico de los tratados retóricos es
una tarea tardíamente emprendida y todavía no realizada con la suficiente am­
plitud. Por nuestra parte, pretendt:'mos llenar en lo posible ese vado por !o que
respecta a la retórica del Brocense. Para ello, y dado que muchas de sus ideas
fueron introducidas por los autores europeos, es preciso examinar previamente
el proceso de reforma de la retórica que se estaba produciendo en Europa, tarea
que emprendemos a continuación.

dd erasn1ismo t'n las teorías de la lengua y Jcl estilo o:n la F.spaña <..Id siglo XVI". en Erasmo y Espa­
ña. Actas del Simposio F.¡•E, Santander 10-14 dt>julio de J9f/5, Santander, Bibliowca Mt:ni:ndt:z y l'd,t­
Y" · 1986, ¡>p. 491-500; "Sin1axis y retórica en el siglo XVI español'', en Actas del CunRresu ln/ern,1-
ci01U1l dr> Historia de !ti len¡.:110 Es¡,añolt1, Cáceres, 1988, pp. 1215-1221, "Notas sohre d Renacimiento
o::n l., España del si!!lo XV". en fatudius de Le11J¡11a y Uterolllm, Bilbao. Publicaciones ck la Universi­
dad d., Deusto. 191-l8, pp. 225-2,í3; '"La re1,irica ,:onm temía y como código Je análisis litt·rario". en
G. lkyes (ed.) Teorias litcmrías en la uc/ur,lidmJ, Madrid, El Arquero, 1989, pp. !3';-!66. Los traba­
jos de tipo práctil'o recopilados son los siguientes: "En !Orno:, la <lesl'ripcí,ín Je la prosa de los Si�los
dt: Oro'·. en Humerwje a fose Mumu.'I Bler:ua, Ma<lrí<l. Gredos. 1985. pp. 347-357: "La compos,tio t'n
la prosa <le S;rnta Tter<,.sa", en Actas del ConRreso lnternaciu11ul suhn! Sama Teresa. Salamanca. Uni­
versidad dt' Salamanca. 19WI, vol. 11. pp. 201-209; "Sobre el realismo literario del Sí�lo de Oro'·, e;,n
Ac/as del octarn Con¡¡reso de fa A�ucie1ció11 Jn1ernacio11a/ de Hl1panistas, Províuenu:' llU.), Madrid,
1986, vol. 11. pp. 201-209; "LI rt:tóri,·a y el análisis de la novela dd Si¡¡lu de Oro: /.a gitm1illll y 1,·¡
amante liberar. t:n Studi !spanici. nº 1987-1988. Atti del Con¡,cy¡1w .,11 Rhelorica e Le/terawm. Pis:1
(1990), pp. :W7-32';; "lntrodm ·,·icín a una lectura ret,írica de Cervantes: El Quijote a la luz de Hermó­
genes". Parre 1, en Salina, Hel'i.�ta de /le/res. n" 5, Tarragona, m.iig 1990. P,111e H. id,m1. n"6. clec. 1990.
A propósit<, de la conexión de los distintos campos de l¡¡ l'/own·o retórica en la explicación dd esti­
lo <..le la prosa de Quevedo, vid. A. Azaustre Gali:rna, "Par.ilelísmo, compositio r estilo en dos sue;,ñc,s
¡- dos fantasías morales Je Quev,:do··. en t:dad de Oro, XII, 199-1. pp. 7-21.
2
La reforma de la retórica
y de la dialéctica

A finales del siglo X.V y durante el siglo XVI se produjo en Europa un inten­
so movimiento e.le reforma e.le la retórica, protagonizado por autores como Rodol­
fo Agrícola, Philip Melanchthon, Juan Luis Vives, Omer Talon o Petrus Ramus,
cuya repercusiones se dejaron sentir en España, y muy especialmente en la obra
del Brocense. Los autores humanistas, que veían en la elocuencia un medio de
volver mejor y más civilizado al hombre, pretendieron devolver un papel impor­
tante a la retórica tras el descrédito en que había caído en el medioevo. Para ello,
creyeron preciso combatir las prácticas de la escolástica y la orientación hacia el
hermetismo de la estética medieval. Ya Petrarca había elogiado la retórica, al
tiempo que condenaba la barbarie y la ciencia vana de la escolástica, y otros
autores humanistas promovieron una corriente que había de llevar a la reforma
de las <liscip\inas constituyentes del trivium1, y muy especialmente <le la retóri<:a
y de la dialéctica.
Prosiguiendo la labor de condena del escolastismo iniciada por Petrarca,
Lorenzo Valla denunció los excesos en que habían caído los autores medievales
en sus interpretaciones de Aristóteles 2 . Rasándose en la Institutío Oratoria de
Quintiliano\ Valla pretendía establecer en sus Rlegantiarum latinae línguae, de
1471, un modelo e.le enseñanza estructurado que considerara la elocuencia como
el fundamento de todas las disciplinas4 . Para ello, creía preciso sustituir el pro­
grama escolástico medieval ele las Artes por un nuevo programa humanístico de
los studia humanitatis, organizándolos ele manera que permitiera el mejor cono­
cimiento posible <lel lenguaje, faceta en la que el método escolástico fracasaba

' El método de estudio de las artes, heredero del sistema romano y medieval, se dividía en el 1n·­
!!iw1i (que comp rendía la gr.i.mática, la ret,íric:a, y la c.lialéc.1ica) y e,I qu,uJrioíum (que ahan-aba la arit­
mética, la geometría, la música y la astronomía l. Vid. al res pecto J. Rico Verdú, /� re1ón·ca espaúolu
rJ,, h, si glos XV/ y XHI, Madrid, C.S.I.C.. 1973. pp. 43-56 y A. Martí, La pn'Cepfiva retón'ca española
en el SfRlu de Oro, Madrid. Gre<.lu�. 1972. p. 14.
'Cfr. V. florescu, la rhétorique et la néorhéur,que, cit., pp. ll0-111. A propósiro de la ohr<1 <ll'
Lorenzo Valla, cfr. C. Vasoli, la dialellíca e la retorica dell'Um,mesímo, cit., pp. 28 y ss.
·' Quintiliano, lnstítutio Oratoria, cd. cic M. Winterbottom, Oxford. Oxford IJniversity l'ress, 1970.
2 vols. (versión �spanola: Quintiliano, Jnstituciones oraton·a,, tradncdón de l. Rodrígue1. y P. Sandíer.
Madrid, Hernando. 1987, 2 vols.).
·• Cfr. L. V.tll:1, Eleganliamm latínae linguae sex ad 1oerenm1 denur, codicum fi,J,,rn ah /oarme Reae­
nmo emendatti omnia O 471 ). Lugduni, apud Sebastianum Gryphium, 1548.
26 ALH)NSO ,\1ARTÍN _IIMÉNEZ

sensiblemente. Dado que esa función depemlía trddicionalmt.:nte de la lógica o


dialéctica, Valla se propuso reformar la dialéctica desde la reróric-a\
En esta corriente de renovación tuvo gran importancia la influencia de la obra
del humanista holandés Rodolfo Agrícola (nombre latinizado ,k Rodof Huys­
mann). F.n Deformando studio, de 14766 , aparece el primer resrimonio <ld recha­
zo <le la escolástica medieval, a la que los humanistas en general considerarían
excesivamente enrevesada. Agricola encabezó un movimiento que pretendía
renovar la enseñanza de los jóvenes , elaborando una serie de principios peda­
gógicos tendentes a la clariclacl basados en la previa rcdcfinición de los límites
<le las disciplinas. Para dio se propuso reformar la lógica aristotélica de la época.
intro<ludendo en ella la tópica ciceroniana. Así, sustituyó la organización tripar­
tita de la lógica, basada en los términos, la proposición y la argumentación, por
una dialéctica bipartita Unventio y dtspositio), en la cual incluyó el conjunto de
los loci y las técnicas de argumentación7 , tanto para el discurso demostrativo o
científico como para el ético. El propio título de la obra en la que Agrico\;J. rea­
lizó su propuesta, De inventíone dialectica, muestra que sólo llevó a cabo la
mitad <le su proyecto. De esta forma , la dialéctica llegó a confundirse con la tópi­
ca y con la inventio, y la retórica quedaha reducida a la disposición de las par­
tes del discurso y a la ornamentación8 .
Agrícola inició además una importante tradición de análisis textual que sería
continuada por otros autores, y que influiría notablemente, como tendremos oca­
sión ele comprohar, en el Brocense. Los humanistas, recogiendo las prescripcio­
nes propuestas especialmente l":11 d De urufum de Ciccr6n y en la Rbetoríca ad
Heremzíum9 , rchahili1aron la antigua exercitatio, práctica de interpretación y
composición de textos, perdida en el periodo medieval. La concepción huma­
nista de la exercitatio se a/iienta en un principio contrario al que regía la ensc-

< Cfr. al n..'�J"l<'<to V. Flon:srn, I.a rhétorique �/ /11 néorhétorique. ril., p. 11 J y L. Merino Jen:z, lo
¡,ed<'ll.><wia en la Refrírica del Bmwnse. los prinojJio.,·¡J<,dagó,�icm del Humanismo rr:,1acentisu, (1wh,ra.
cm; r exercitatiu) e11 la Retórica del Brocense (memoria. rru.·thodus y anal¡•,,'isJ, C:keres, lnstillKión
Cultural •El flron:·nsc--l.;nivcrsida<l <lt, Extremadura, t99l, p. 29.
'' R 1\gricola, l.ucubratümes, Co!oniae, apud Joanncm (; yrnnicum, 15.39. Se tr.lt.1 d.,, uno de lus
do, volúmenes de la edidún cie las obras J.,. A!-(rícola comema<la, por Alanlo de Amsterd�m, en la
que I;, t'pisrol� a Jacoho Harl,iriano De.fórmando shulio ocupa las págin;is 193-201.
• Cfr. .il rcspcc10 G. Clériro, ·'Ramisme et p()sC·ramismc: !a répan:ition des ,an,• ;rn XVI' siedc",
en lfist1Jire fJ,islemulogie. lunga�e, VIJH, 1986, pp. S.$-70. p. 56.
" Vid. R. A¡¡ri<"ob, /)(, ince11ti011e dia/ec:Jia, libri omne., et illl"IJ'l el recoRnili r .. ) per A.lcm/11111
AemsJc:/,�->dam11m accumlis.,fme emendati <!l additis cm1wtationib11s illrtstmli, Coloniae. excudebat
loannt's Gymnin". 15:S'>. el otro de lns volúme11""s de las obras de Agrícola comentadas por Alardo
<le Amsterdam. Cfr. además C. Vasoli, ú;¡ dialellica e la retorica de/1'/:"mtme.<imv. "lnvenzio11e·· ('
··meind" ·· ne/la cullura del X\/ e XVl secok,, Milano, Ft'ltrindli. l %8. pp. 166-182; V. Florc:scu, l.a rbé·
/ori,¡11e ,,1 la néorhélon'que. cit., p. 111; G. P. Mohrman11, "'OrJtorical Ddivt,ry an<l Oiher Pmblems in
Currcnt Sd,olar.;hip on Eng!ish Renaissance Rhctoric'", en J. J. Murphy (cd.). R,mafssanw !iloquence.
dt.. pp. '>6•t1.�. p. 58 y T. Alhaladejo. Rete.ir/ca. dt., p. ;15.
9
Cfr. Cicerún, De oro/ore. cd. bilingüe latín-inglés de E. "\lll. Suttnn y !l. Rackh:im, 2 vols., Lon­
uon-Cambridgc, Mass., Hcínemann y Harvard liniversity Pre.%, 1976 (versión española en Cicenín,
0/Jrus ,mn¡,letus, rraduo.:ir"m de M. rvknéndel. Pciayo, Madrid, 1 krnamlo. 1927, tomo 11 ), 1, 15 y Hhe•
1oricon1111 mi C. llerew1i11m libri IV. c-<l. de F. Max. Biblioteca Tcuhnerian;i, kip2ig, 192.i, 1,.3. Vid.
ao.lt•m�s L. Merino Jer..�.. Úl pedagujiia en la Retórica del Brocense, cit.. pp. l 67 y ss.
RETÓRICA Y LlTIIlATURA E:--1 EL SIGLO XVI: EL UROCENSE 27

fianza teórica, pues si ésta pretendía delimitar <le manera precisa el ámhito de
cada disciplina, dotándola <le un manual propio , la práctica <le los ejercicios .se
basaba en la unidad de la ensenanza. Los humanistas consideraban que todas las
disciplinas formaban parte de un único saber o conocimiento general, asimilable
a la encyclopaidea de los clásicos, que sólo era divisible por motivos didácticos.
úi. exercitatio, atendiendo a esa unidad del conocimiento, podía valerse <le los
preceptos de tocias las disciplinas w.
En opinión de Agricola, el análisis metódico de los textos es el paso previo indis­
rcnsable para la creación de nuevas obras. Dicho método, aplicable a cualquier tipo
de textos, se basa en la interdependencia de los conceptos suminisrrados por la retó­
rica y la dialéctica, y combina la teoría retórica sobre el "estado de la causa·• con la
doctrina dialéctica sobre el silogismo. Al realizar el análisis es preciso tener en cuen­
ta en primer lugar el status causae de cada obra, de cara a descubrir el consilium
del autor, esto es, su intención. Para ello hay que sobrepasar la superficie de! texto
y revelar su armazón lógica. El texto es considerado como una cadena argumenta­
tiva en la que los argumentos, extraídos de los lugares comunes, sólo tienen senti­
do en relación con el significado global de la ohra. A juicio de Agrícola, los textos
pueden ser reducidos a un silogismo o a una cadena de silogismos dialécticos que
constimyen su verdadero núcleo esencial, su quaestto principal11•
Los autores. en muchas oca-,iones, disimulan las premisas ele los silogismos
que forman la estnicrura de la obra, y es labor del crítico recomponerlos. Para
Agricola, lo que los retóricos llaman "lugares comunes" no son otra cosa que las
proposiciones mayores de los silogismos. Así, si en un texro se trata de defender
que Coelius ha de ser condenado, hay que mostrar que es un envenenador; una
vez ¡_;stablcci<lo ¡_;stc punto, sólo falta la premisa mayor del silogismo: ..codo enve­
nenador es condenable•. Esta es la estructura lógica que el crítico dchc descubrir
mediante el análisis textual. Los oradores suelen expresar solamente las premisas
menores porque tratan de los casos concretos, más aptos para mover los ánimos
Jd auditorio. pero la estructura lógica <le la obra ¡m:suponL' la premisa mayor
4uc debe ser aclarada por el crítíco12.
El alemán Phílip Melanchthon desarrollaría para el uso escolar el método de
análisis textual iniciado por Agrícola. En su obra De rbetm,ca, de 1519 1.\ combi­
nando, como hiciera Agricola, la teoría retórica sobre el "estado <le la causa" y la
dialéctica sohre el silogismo, ofrece un método de análisis textual que <:onsta
de tres etapas principales: hay que establecer en primer lu�ar el status ca11sae,

'" Cl"r. L. Merino .Jerez. úJ p,!dago&ia en la Retórica del Bmceme, cit., p. 178.
11 Agrk·ola. De inwntfrme dialedica, dt., pp. 280. Vid. además d comt'nt;1río ,il mt'todo <le Agrí­
cola realizado por K. Meerhoff. en "'Méland1thon lecteur <l'Agricol:i: !!hétorique et analyse textuelk·-.
en Reforme, ll111mmis111e, Renafssa11ce, 30, juín, 1990, pp. 5-17. pp. 12-n.
12 Cfr. R. Agrícola, De invention dialeclirn, cit., pp. 280-281. Agrico!a ejemplifica .�u método rcdu­

l'ien<lo a �ilogi�mos al_!;unos discursos ele Cicerón, como Pm Mfl<me, Pro P/,mc/1, o Pro h:f.ie Mani/iu.
Vid. al rc·S(X"l1<> K .\-lccrhoff, "Mélanchthon lcctcur d'Awirnla: Rhétoriquc et analysc textuclk", cit..
pp. 12-U. Como destaca Meerhoff, "1...1 A�ricola, rnm his succcssfull mcthrxlical analy.si� of great lite­
rary texts, provick.-d a role mo<le! for _!;enerations oí humanists'" (K. !,kcrhoff, "l.ogk' and doqucnn.·.
A ramusian revohnion:>''. en A7"R11me11tuhon. 1, 1991, pp . 357-375. p . _-\62).
11 P. Mcbnclnhon, De rhrtori.ca /ihn tre.,, ílak, J. Froben, 1'>19.
28 ALFONSO MARTÍN ]IMÉNEZ

después analizar los argumentos en los que se apoya y por último examinar las
pasiones que admite. El status cau.sae no es otra cosa que la conclusión del silo-
gismo que constituye la estructura lógica del discurso. El análisis textual ha de evi-
denciar con claridad el silogismo o conjunto de silogismos en los que se basa la
totalidad del dicurso, despojándolo de los artificios o los ornamentos con los que
lo ha adornado el orador, y recomponiendo las premisas que se han omitido. Se
trata de revelar la "economía" del discurso, mostrando su estructura lógica o dis-
posición de conjunto1 4, reduciéndolo a algunas proposiciones simples que consti-
tuyen su "esqueleto", sus nuda ossa. Y todo ello debe hacerse en función del géne-
ro al que pertenece la obra (que determina en gran medida su naturaleza) 15.
La obra del español Juan Luis Vives prosigue la tendencia de reforma de la
dialéctica por la retórica iniciada por Agrícola y continuada por Melanchthon.
Nacido en Valencia, Luis Vives prefirió desarrollar s u actividad académica e inte-
lectual en universidades europeas, siendo enorme la influencia que ejerció su
obra en toda Europa. Llevado de su deseo de acabar con la herencia de la filo-
sofía medieval, Vives fue, junto a Agrícola y Ramus, uno de los principales auto-
res europeos que intentaron redefinir las disciplinas y delimitar el ámbito propio
de cada una 16. En 1536, el autor vale nciano publicó uno de los tratados de mayor
autoridad de la época, el De ratione dicendi17• Partiendo de los preceptos

14 A este respecto, Melanchchon afinna lo siguiente: "(. ..] optimu m interpretandi genus est OKovoµav
omtionis ostendere" (P. Mclanchthon, Dispositio <le la Epístola a los Romanos, 1529, citado por K.
Meerhoff, "Rhétoríque néolatine et cu lture vemaculaire. Les analyses textuelles de B. Aneau", en Étu-
des /ittéraires, vol. 24, 3, hiver 1991-2, pp. 63-85, p. 70, nota 23). El concepto de "economía" que rige
el método de análisis de Agrícola y Melanchthon se encuentra en Quintiliano (lnstitutio oratoria, cit.,
VU, 3), y se remonta hasta Hermágoras de Temnos (vid. Hermágoras de Temnos, Testimonia et frag-
menta , collegit Dieter Matthes, Lipsiae, Bib. Teubneriana, 1967). Dicho concepto sería recogido por
los continuadores europeos de Agrícola y Melimchton, entre los que se encuentr,m J St1mn, B. Lato-
mas, o J. Omphalius, y llegaría hasta Petrns Ramus. Cfr. al respecto K. Meerhoff, "Logic and elo-
quence. A ramusian revolution'", cit. y K. Meerhoff, "lmitation: Analyse et création textuelles", en
1-Ieinrich F. Pleu (ed.), Renaissance Poetics, Berlin-New York, Walrer de Grnyter, 1994, pp. 114-132.
1' Melanchchon aplica su método al análisis de la Epístola a los Rumanos de San Pablo. Sobre el
método de análisis de Melanchthon, véanse los análisis de K. Meerhoff en "'Mélanchton lecteur de
Agrícola. Rhétorique et analyse textue lle", cit., pp. 14-15, donde se destaca además el influjo de Eras-
mo y de Jorge de Trebisonda sobre Metanchthon, y en "Rhétorique néolatine et culture vemaculaire.
Les analyses t.e xtuelles de B. Aoeau", cit., pp. 63-85. En este último a11ículo, Meerhoff pone de mani-
fiesto la influencia del método de análisis de Melanchthon y del concepto de "economía" en el autor
francés 8a11hélemy Aneau, quien en su obra Quintil Horacien contribuyó a fomentar el proceso que
llevaría a induiI la teoría retórica clásica sobre et numen,¡s o ri1mo oracorío en la retórica vernácula
francesa. Nos referimos a este asunto al comentar la elocutio en la retórica del Brocense. Cfr. B.
Anea u, Quintil Horacien sur la Defen5e et illustration de la langue franyoise (1550), reproducido en
f. Goyet, Traités de poétique el de rbétoriqu.e de la Renaissance, París, Librairie générale fran~aise,
1990, pp. 187-233 y K. Meerhoff. Rhétorique et Poétique au XVI" siecle en Fra11ce. Du Bel/ay, Ramus
et les autres, Leiden, E. J. Brill, 1986, pp. 135-164.
16 Cfr. Cfr. E. Artaza, El "an; nairandi" en el siglo XVI español, cit., pp . 131-133 y V. Florescu, La
rhétorique et la néorhétorique, cit., p . 1 U .
17 J. L. Vives, Rhelorica .@e de recte dicendí ratione libri tres, Basileae, 1536 (ejemplar R/30/440

de la Bibliotec Nacional de Madrid). A propósico de esta obra, cfr. A. Martí, La preceptiva retórica
española en el Siglo de Oro, cit., pp. 22-28; J. Rico Verdú, la retórica espaíiola de los siglos XVI y XVll,
cit. , pp. 224-228; A. García Berrio, Formación de la 7eon·a Literaria moderna 2, Murcia, Universidad
de Murcia , 1980, pp. 27 y ss. y C. Vasoli, La díalettica e la retorica dell'Umanesimo, cit., pp. 214-246.
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 29

expuestos anteriormente en De causis corruptamm artium18, Vives elimina cua-


tro de las parces tradicionales de la retórica, dejándola reducida a la elocutio. En
efecto, la memoria no es en su opinión patrimonio exclusivo de la retórica, sino
común a todas las artes. Siguiendo los p receptos de Agrícola, Vives sostiene que
la búsqueda de los argumentos del discurso corresponde a los dialécticos, por lo
que la inventio es considerada parte de la lógica o dialéctica. Como recuerda
Don Abbott, Vives rechaza la exclusividad de los tres géneros retóricos, judicial,
deliberativo y demostrativo, establecidos por Aristóteles19. ElJo determina que la
operación de la inventio no haya de limitarse al hallazgo de los argumentos carac-
terísticos de esos géneros, sino que pueda extenderse a la totalidad del ámbito del
pensamiento dialéctico. Culminando el proceso iniciado por Agrícola, Vives tras-
lada la dispositio a la dialéctica. La actio o pronuntatio, por último, no es tenida
como una auténtica parte de la retórica, sino como un simple ornamento.
La retórica queda así reducida al tratado de las figuras, es decir, a la parte que
más relación guardaba tradicionalmente con el discurso literario. En efecto, la
poética tradicional no había dedicado un apartado específico a las figuras y a la
ornamentación del discurso, por lo que ya desde la Antigüedad se valió del apar-
tado correspondiente de la retórica para suplir esa carencia. En este sentido, Vasi-
le Florescu se refiere a la mencionada reducción como a un proceso de "litera-
turización" de la retórica20, ya que pierde en gran medida su condición de ciencia
interdisciplinar de la argumentación sobre la opinable, característica de sus ini-
cios en la Antigüedad griega, para quedar reducida a un simple tratado sobre la
ornamentación literaria.
Este proceso de "literaturización" o reducción de la retó rica a la elocutio se
vio favorecido además por la influencia de la obra de Jorge de Trebisonda
(Trapezuntius), quien había resaltado en la primera mitad del siglo XV la impor-
tancia de la elocutio sobre las demás operaciones retóricas21 . Oponiéndose a la

18
En J. L. Vives, De disciplinis libri XX, excudebat Antuerpiae Michael Hlllenius in Rapo, 1531
(ejemplar 1531 de la Biblioteca Nacional de Madrid). En esta obra Vives explica la decadencia de la
retórica por la tendencia de los antiguos a incluir en la misma ámbitos que le er..tn ajenos. Además,
Vives expone su interesante creencia en unas leyes y preceptos universales del arte, sacados y dedu-
cidos de la misma realidad, que deberían ser esclarecidos por la retórica, en lugar de amontonar pre-
ceptos paniculares. En relación a esta obra, dr. A. Martí, la preceptiva retórica española en el Siglo
de Oro, cit., pp. 28- 42; J. Rico Verdú, la retórica española de los siglos XVI y XV/1, cit., pp. 228-243
y A. García Berrio, Formación de la Te01ía Literaria moderna 2 , cit., pp. 27 y ss.
19 En palabras de Abbott, "These three are no more than the result of Arisrotle's observations on the
customs of his times and as such are not exhaustive" (D. P. Abbott, "La Retórica y el Renacimiento, An
Overwiew or Spanish Theory", en]. J. Murphy [ed.l, Renc1issanceEloquence, cit., pp. 95-104, p . 96).
°2 Cfr. V. Florescu, La rbétorique el la néorbétoriq11e, cit., pp. 107 y ss.
21
J. de Trebisoncla, Rhetoricorum libri V (h. 1433-34), Venetiis, C. 1470 (Inc. nº 322 de la Biblio-
teca Universitaria de Salamanca). Hay edición en el siglo XVI, J. de Trebisonda, Rbetoriconm1 libri
qainque, Paris, Chr. Wechel, 1538. Trebisonda tuvo una gran influencia en Europa y en España, Alfon-
so de Palencia fue discípulo suyo y mantuvo correspondencia con él, y He rnando Alonso de Herre-
ra editó en 1511 su obra con anotaciones para uso de los e.~tudiantes de la Universidad de Alca lá de
Henares: Opus absolutissimu,n Rhetoricorum Georgii Trapezuntii cum additionibus Herrariensis,
Al.calá, Brocari, 151 l. Cfr. al respecto J. Monfasani, George o/Trebizond. A Biography anda Study of
bis Rbetoric and Logic, Leiden, Brill, 1976 y L. López Grigera, LA retórica en la Espa.ña del Siglo de
Oro, cit., pp. 39, 56, 75 y 110.
30 ALFONSO MARTÍN JIMÉNEZ

menor importancia que los autores latinos concedían a la elocutio, Jorge de Trebi-
sonda retomaba así una tradición que se remontaba al autor griego Hermógenes
de Tarso (160 d. C.-h. 225 d. C.), quien en su obra TT€pi [&wv2 2 había dedicado
una especial atención a los aspectos relacionados con el estilo23. Esta preferencia
por los factores estilísticos, unida a la atribución de la inuentio y la dispositio a la
clialéctica, favoreció el proceso de reducción de la retórica común a una gran parte
de los autores humanistas.
Luis Vives colaboró en gran medida con el movimiento que pretendía refor-
mar la pedagogía medieval y delimitar el ámbito preciso de cada disciplina. Las
artes pertenecientes al trivium, que eran las más directamente relacionadas con
los estudios literarios y humanísticos, fueron sometidas a un profundo proceso
de revisión. El orden tradicional de la enseñanza de las mismas, que proponía en
primer lugar el estudio de la gramática, después el de la retórica y por último el
de la dialéctica, fue constesrado por Vives, quien creía necesario anteponer el
estudio de la dialéctica al de la retórica. En efecto, si las operaciones de la inventio
y de la dispositio correspondían a la d ialéctica, resultaba lógico que ésta se estu-
diara en primer lugar, ya que suministraba los materiales imprescindibles para la

22
Hermógenes, Sobre las formas de estilo, introducción, traducción y notas de C. Ruiz Montero,
Madrid, Gredo~. 1993 y Hermógenes, Sobre los tipos de estilo y Sohre el método del tipo de fuerza ;
introducción, traducción y notas de Antonio Sancho Royo, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1991. Tm-
dicionalmente se viene atribuyendo a Hermógenes la autoría de varias obras teóricas: Peri stáseon
(Sobre los estados de la causa), Peñ ideón (Sob,·e los tipos de estilo), Peñ euréseos (Sobre la inventio),
y Peri methódou dei11óretos {Sobre el método del tipo deji1erza). Se le ha atribuido además la autoría
de unos Progymnasmata. Vid. la edición de sus obras en Hermógenes, Opera, ed. de H. Rabeen
colecc. Rbetores Graeci, Stturgart, Bib. Teubneriana, 1913, así como las traslaciones de algunas de sus
obms al inglés y al español: Hermógenes, On type o/ Style, traducción inglesa de Cecil W. Wooten,
ChapelJ Hill, North Carolina University Press, 1987; Hermógenes, Pe11 ideo11, U-aducción inglesa de C.
W. Wooten, Chapell Hill, North Carolina University Press, 1987. Sin embargo, algunos autores sostie-
nen que Hermógenes sólo es el autor de los dos primeros tmtados citados (Peñ ~1áseon y Peñ ideón),
que constituyen e l armazón del corpus. al que se han ido añadiendo los restantes. Cfr. al respecto la
''lntroducci6n" de Consuelo Ruiz Montero a Hermógenes, Sobre las formas de eslilo, cit.. pp. 7-86, pp.
24-25, y la "Introducción" de Antonio Sancho Royo a Hermógenes, Sobre los 11pos de estilo y Sobre el
método del tipo de fuerza, cit., pp. 5-32, pp. 25-27. En la primera mitad del siglo XVI hubo ediciones
brnngües en griego y larín de algunas de estas obras: Hem1ógenes, Peri eureseos, Paris, Wechel, 1530
(ejemplares R/20233 y 3/ 6449 de la Biblioteca Nacional de Madrid) y Hermógenes, Texné Retoriqué,
Paris, Weche l, 1538 (ejemplar R/64531 de la Biblioreca Nacional de Madrid). J. Sturm realizó poste-
riormente otras ediciones: Hermógenes, De ratio11e inveniendi, trad. latina de J. Sturm, Estrnsburgo,
Richelio, 1 ';70; Hermógenes, De dicendi generibus, siue de formandi orationum, trad. lalina de J.
Sturm, Estr'dsburgo, 1571. Asimismo, hay traducción de sus obras en el Siglo XVII: Hermógenes, A~
oratoria abso/uttissima, apud P. Huberrum, Colonia, 1614. Recientemente se han realizado traslacio-
nes de algunas de sus obms al inglés y al español: Hermógenes, On type o/ S~yle, Cecil W. Wooten,
Chapel! Hill, North Carolina University Press, 1987 ; Hermógenes, Peri idean, english translation, intro•
ducció n, traducción y notas de C. W. Wooten, Chapel! Hill, North Carolina University Press, 1987 y
)a$ y,1 citadas traducciones de Antonio Sancho Royo de Sobre los tipos de estilo y Sobre el método del
ripo de fuerza y de Consuelo Ruiz Montero de Sobre las formas de esrilo.
H Cfr. V. Florescu, La rbétorique et la néorhétorique, ciL, p. 110. Vid. además T. Albaladejo, Retó-
rica, cit., p. 35: E. Artaza, El '"ars narrancli" en el siglo XVT español, cir., pp. 91 y ss. y C. Vasoli. La
dialettica e la retorica de/l'Umanesimo, cit., pp. 81-99. A propósito de la influencia de Hermógenes
en el Renacimiento espai'lol, Luisa López Grigera afirma que "en el primer cuarto del siglo XVI, en
F.spaña convivieron un ciceronian.ismo eclécrico , con un fuerte influjo estilístico de Hermógenes" (L.
López Grigem, La retórica en la España del Siglo de Oro, ci1., p. 111 ).
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL 1:IROCENSE 31

elaboración y la organización del discurso, y que se abo rdara posteriormente el


estudio de su ornamentación mediante una retórica reducida a la elocutio24 .
En la obra de Luis Vives tiene un a gran importancia el apartado dedicado a
la exercitatio. En el libro tercero de su De recte dicend i ratione25, expone un sis-
tema retórico de interpretació n de textos, basado en el de Erasmo26, válido para
el análisis y la interpretación de cualquier tipo de discurso, incluido el literario,
aunque hay que notar q ue en su modelo están ausentes los ejercicios composi-
tivos27. Como veremos, también el Brocense daría más importancia a los ejerci-
cios de interpretación que a los de composición de textos.
Otros autores de importancia capital e n el p roceso de redefinición de las
disciplinas fueron Petrus Ramus (Pierre de la Ramée) y Omer Talon , q ue lle -
varon a cabo una importante labor de renovación docente en París. La influe n-
cia de Ramus y Talon (así como la d e su discípulo Antain e Fouquelin) fue
notoria e n toda Europa, y también se dejó sentir en los autores esp añoles de
retóricas, y muy especialmente en el Brocense. En la obra conjunta de los
autores ramistas28 se sancion a definitivamente la asignación de la inventio y
la dispositio a la dialéctica, con la consiguiente reducció n de la retórica a la

2
' A este respecto, L. Vives, en De ratione dicendt, se expresa en los siguientes términos: "¿Con
qué razón determinan algunos q ue el lugar oportuno para enseñar la Retórica, disciplina de tanias y
tan grandes cualidades, es inmediatamente después de la Gramática? ¿Y no dudan en hacérsela estu-
diar a jóvenes, y peor aún simples niños, cuando en realidad su comprensión y recto uso se fundan
en la experiencia y madurez de la vida? ¿De dónde sacará los argumentos el que ha de orar sobre
materias de gran dificultad si no sabe nada de filosofía ni de la antigüedad ni de las cos11Jmbres de
la gente?" (L. Vives, Opera Omnia, ed. de Mayans, Valentiae, 1782, 7 vols., p. 91, según la traducción
de A . Martí en La preceptiva retórica española en el Siglo de Oro, cit., p. 28). La referencia a la escasa
edad de los alumnos se debe a que la enseñanza de la retórica y las artes dL~cursivas estaba relegada
a los estudios primarios de las Facultades de Artes, y constituía un trámite necesario pa,<1 el acceso
a los estudios más elevados de medicina, cánones o teología (cfr. al respecto L. Merino Jerez. La peda-
gogía en la Retórica del Brocense, cit., p. 27 y L. l.ópez Grigera, l.a reórica en la Espa1ia del Siglo de
Oro, cit., p. 26).
25 J. L. Vives, Rhetorica sive de recte dícendí ratione libri tres, cit.
26 En opinión de .Luis Merino Jerez, el sistema de Vives supera al establecido por Erasmo en De

ratione studti_ Cfr. L. Merino Jerez, La pedagogía en la Retórica del Brocense, cit., p. 187. Vid. además
el capítulo dedicado a las obras de Erasmo relacionadas con la retórica (De dup/ice copia verlxmm1 ac
remm Hbri duo, de 1512, De conscribendis epistolís, de 1522, Ctceron.ianus, de 1528 y Eclesiastes, sive
Concionalor Evangelicus, de 1535) y su influjo en las teorías de la lengua y del estilo en el siglo XVI
en L. López Grigera, La retórica en la F.spaíia del Siglo de Oro, cit., pp. 61-68. Las obras wmplet:1s de
Erasmo se encuentran en Opera omnia, Amsterdam, North-Holland Publ. Company, 1969.
i, Pa.a una exposición detallada del método interpretativo de Vives, cfr. L. Merino Jerez, la peda-
gogía en la Retórica del Brocense, cit., pp. 187-1%.
211 Es difícil precisar concretamente la autoría de las obras de los ramistas, ya que Petrus 1:tamus,
Omer Talon e incluso Fouquelin forman un grupo homogéneo que presta MIS nombres pllrticulares
a las obras elaboradas según un planteamiento común. Por ello, lo más sencillo es citar como ;iutor
de cada obra a aquél que presta su nombre al título, teniendo en cuenta que en ocasiones se trata
de una responsabilidad compartida. A este respecto, cfr. W. Ong, Ramus: Method and Decay o/Dia-
logue, Cambridge, Harvard University Press, 1958, p . 270; P. Sharrat, "Ramus, philosophe indigné'',
en Bulleti11 de l'Association Cuil/aume Budé, 1982, pp. 187-206, p. 191 y L. Merino Jerez, la peda-
gogía en la Retórica del Brocense, cit., p. 23. En relación con la autoría de las obras especifícamente
retóricas de los autores r-<11nisras, cfr. K. Meerhoff, Rhétorique et Poé!ique au XVl'' siecle eu France, cit..
pp. 189-190.
32 ALFONSO MARTÍN JIMÉNEZ

elocutio y a la actio29 . Siguiendo e l principio aristotélico según el cual cada ele-


me nto de la realidad tiene un dominio teórico p ropio y exclusivo, los ramistas
consideraron un error teórico y metodológico h ablar de inventio y dispositio
en la retórica y en la dialéctica. Se hacía preciso elegir, y como estas op era-
ciones son sobre todo intelectuales, lo natural e ra incluirlas en las ars rationis,
esto es, en la dialéctica30.
En su proceso de reforma educativa, Petrns Ramus impuso un plan de estu-
dios en el que se concedía una mayor importancia al ejercicio práctico que a la
teoría31 . Esta preferencia otorgada a la exercitatio, que marcaría sin duda a los
autores literarios educados mediante este método, sería asumida por no pocos
preceptistas de la época, entre los que se encuentra el Brocense. Asimismo,
Ramus consideraba muy importante delimitar claramente el ámbito de cada dis-
cip lina en el nivel teórico, mediante una serie de reglas y preceptos recogidos en
el ars correspondiente. En este sentido, Ramus pone especial empeño en la reno-
vación de la dialéctica, criticando a Quintiliano por aceptar la división tradicio-
nal de la retórica en cinco partes, pues considera que la inventio, la dispositio y
la memoria son de naturaleza mental, y no verbal, por lo que deben ser atribui-
das a la dialéctica, quedando la retórica reducida a la elocutio y a la actio o pro-
nuntiatio32. La memoria, además, depende de la dispositio, ya que la adecuada
organización de los contenidos facilita su memorización, y puede ser aplicada a
todas las artes.

2'> A propósito de la evolución ele la teoría dialéctica rami~ta, cfr. especialmente C. Vasoli, la dia-
lettica e la retorica dell'lhnanesimo, cit., pp. 333-602; N. Bruyere, Métbode et dialectique dans /'oeu.ure
de lA Ramée: Renaissance et iige clássique, París, J. Vrin, 1984 y \Y/. Ong, Ramus: Method and Decay
ofDialogue, cit. Aunque Ramus considera la eloculio y la actio propias de la retórica, la menor impor-
tancia concedida tradicionalmente a esta última operación determinaría que en su evolución poste-
rior la retórica quedara e n gran medida limitada a la elocu.tio, manifestándose tal tendencia incluso
en el siglo XX con la aparición de manuales retóricos limitados a la exposición de las figuras, como
es el caso de las ya comentadas obras del Grupo µ , entre otras. A propósito de la evolución de la
teoría retórica ramista, reducida a la elocutio y, consecuentemente, en estrecha relación con la poé-
tica, cfr. K. Meerhoff, Rbétorique et poétique au XV!' siecle en France, cit., pp. 173-330.
30 Cfr. al respecto K. Meerhoff, Rhétorique et Poétique au XV!" siecle en France, cit., pp. 182-183.
.;i Cfr. P. Ramus, Pro pbilosopbica disciplina orario (J 550), en P. de la Ramée-O. Talon, Oeuures
diverses. publiées par Nicolas Bergeron, Geneve, 1971, reproducción facsímil ele la obra Petrl Rami
professoris regii et Audomari Talaei co/lectaneae: Praefationes, Epistolae, Orationes, Parisiis, apud
Dionysium Vallensem, 1577. El plan de estudios de Petrus Ramus debía ser cursado por los alumnos
desde los siete a los quince años, y comprendía tres años iniciales de gramática, un cuarto año de
retó rica, un quinto de dialéctica, un sexto ele ética y matemáticas y un último año dedicado al estu-
dio de la física. La importancia concedida por Ramus a los ejercicios prácticos queda de manifiesto
en el horario diario <le enseñanza, que comprendía doce horas divididas en partes iguales entre la
mañana y la tarde y culminaba con la exercitatio, según el siguiente orden: audire (una hora de pre-
ceptos impartidos por el profesor), meditare y ediscere (dos horas para la memorización de la lec-
ción anterior), pronuntiare (una hora dedic-<1da al recitado de coro) y exercitare (dos horas finales
de ejercicios). Cfr. al respecto L. Merino Jerez, La pedagogía en la retórica del Brocense, cit., pp. 31
y ss. Es de notar que el orden propuesto por Ramus es contrario al defendido por Vives, quien creía
necesario a nteponer el estudio de la dialéctica al de la retórica.
Jz Cfr. P. de la Ramée, Rhetoricae disti11ctiones in Quintilianum, Parisüs, ex typographia Matthaei
Davidis. 1549 (ejemplar R/47957 de la Biblioteca Nacional ele Pañs), pp. 30 y ss. y L. Merino Jerez,
lA pedagogía en la Retórica del Brocense, cit., p. 52.
RETÓRICA Y UTERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 33

En su afán por simplificar la docencia y la explicación de las materias, los


autores ramistas se esforzaron por elaborar un método de conocimiento lógico y
ordenado capaz de explicar con coherencia y claridad la naturaleza de las disci-
plinas. El autor de los Dialectici commentarii libri tres33 dedica un capítulo a
desarrollar el concepto de methodu.s en el apartado de la dispositio dialéctica, dis-
únguiendo entre la methodus doctrinae y la methodus prudentiae. La methodus
doctrinae se encarga de enseñar y hacer comprender los conocimientos de cada
ars, avanzando de lo general a lo particular en sucesivas divisiones que culmi-
nan en partes concretas ilustradas con u n e jemplo. La methodus pmdentiae, por
su parte, permite al autor prescindir del método que proporcione mayor claridad,
de forma que pueda ajustarse a las circunstancias del receptor, del asunto, del
tiempo y del lugar. Dicha distinción, como ha expuesto Kees Meerh off, es toma-
da de Agrícola y Melanchthon, y se remonta, como había advertido Walter Ong,
hasta Hermógenes 34 • El autor de los Dialectici commentarii libri tres, por su
parte, recuerda que la methodus prudentiae, basada en el sentido común, había
sido alabada por Cicerón y empleada tanto por Terencio como por Virgilio, lo
que demuestra la validez de los planteamientos retóricos en la composición de
.los textos literarios.
Como ha puesto de manifiesto Luis Merino Jerez, el Brocense se basaría e n
esta doble concepción de la methodus expuesta en los Dialectici commentarii
libri tres de 1546, correspondiente a la primera etapa de la evolución del pensa-
miento ramista, para e laborar su doctrina correspondiente 31.
La importancia que Ramus otorgaba a la exercilatio, en su doble vertiente de
interpretación y composición de textos, le llevó a elaborar una sistematizació n
coherente de la misma capaz de ser aplicada a cualquier tipo de arte y discipli-
na. Ramus se opone a la concepción tradicional de Quintiliano, quien se había
referido a la exercitatio bajo la fórumula scribere, legere et dicere¼. A la fase del
scribere correspondían los progymnasmata, ejercicios escritos que se realizaban
en el último curso de gramática como preparación al siguiente curso de retórica;
al legere los eje rcicios interpretativos (en este apartado se incluirían los procedi-
mientos inte rpretativos de Vives), y al dicere las declamationes públicas de los
alumnos, que eran corregidos por sus compañeros y por el maestro.
Si Vives había centrado sobre todo su atención en la interpetación, Ramus lle-
garía a contestar el sistema triple tradicional, imponiendo una sistematización

33 Obra atribuida a O. Talon, publicada en París en 1546. A propósito de e$la obr.i y de la defi•
nición que ofrece de la methodus, cfr. L. Merino Jerez, La pedagogía en la Retórica del Brocense, cit.,
pp. 95-99; W. Ong, Ramus: Method and Decay ofDialogue, cit. , p. 364 y N. Rruyere, Méthode et dia-
leclique dans l'oeuvre del.a Ramée: Renaissan<::e et age classique, cit., p. 94.
}4 En su obrn de 1958 Walter Ong había expresado ~u opinió n de que el concepco de la metho-
dus ramista procedía de Hermógenes y fue propagado en el clasicismo por Johan Sturm (cfr. al res-
pecto W. Ong, Ramus: Metbod and Decay of Dialogue, cit., p. 168 y L. L6pe7. Grigera, La retórica eu
la España del Siglo de Oro, cit., p . 168). Kees Meerhoff mostraría po~i:eriormente que Sturm y otros
autores transmitieron a los ramisras un concepto desarrollado previamente por Agrícola y Melanch-
ton (vid. K. Meerhoff, '"Logic and eloquem:e. A ramusian revolution?", cit.).
,s Cfr. L. Merino Jerez, La pedagogía en la Retórica del Brocense, cit., p. 162. A propósiw de la
posterior evolución del concepto de metbodus en el pensamiento ramista, cfr. ibídem, pp. 99-116.
36 Quintiliano, lnstilutio oratoria. cit., X, l.
34 ALFONSO MARTIN JIMÉNEZ

dicotómica que atendía a la interpretación y a la composición:l7_ En efecto , aun-


que en un primer momento el sistema de Ramus parece seguir inspirado en el
de Quintiliano, al considerar una doble división de la exercitatio que contempla,
por una parte, la inte,pretatio de los textos, y, por otra, la scriptio y la dictia38, a
partir de los Dialectici commentarii libri tres de 1546 instaura un sistema dicotó-
mico en el que la terminología propia de Quintiliano es sustituida por otra de
inspiración aristotélica: la antigua inte,pretatio se convierte en analysis y el sis-
tema bimembre de la scriptio y la dictio pasa a ser simple genesis39.
Además, la analysis contempla las operaciones sucesivas de la auditio y de
la lectio, consistentes respectivamente en escuchar las lecciones del maestro y en
la posterior lectura interpretativa de las obras. Dado que en la concepción de
Ramus la retórica quedaba reducida a la elocutio y la pronuntiatio, la analysis
retórica se produce cuando e l comentarista "desteje" el texto basándose sola-
mente e n dichas operaciones, por lo que los análisis retóricos se dedicaban sobre
todo al cómputo de tropos y figuras. Corresponde a la dialéctica suministrar las
normas que permiten analizar la estructura lógica de los textos, basada para los
ramistas, como para Agrícola y Melanchthon, en la organización de los silogis-
mos esenciales de ta obra40. En cualquier caso, la analysis debe tener siempre en
cuenta los preceptos suministrados en el ars correspondiente, de manera que se
garantice la relación entre el ars y la exercitatio. Esto quiere decir que a la hora
de analizar cualquier tipo de texto, incluidos los literarios, los preceptos del ars
representan una guía esencial. Por ello, para entender el tipo de análisis literario
de los humanistas inspirados en el ramismo, como es el caso del Brocense, es
preciso contemplar los tratados retóricos y dialécticos como recopilaciones teóri-
cas en las que se basan los procedimientos interpretativos.
La genesis, que sólo debe realizarse cuando se han asimilado los procedi-
mientos de análisis y los preceptos en los que se basan, supone la culminación
del aprendizaje de cualquier disciplina, y consta a su vez de scriptio y dictio, esto
es, de ejercicios compositivos que primero han de ser escritos (jugando la imi-
tatio de los clásicos un importante papel) y después pronunciados oralmente. Se
trnta de producir textos que se rijan por las normas y preceptos estudiados en el
ars correspondiente, de manera que en un primer momento posean corrección
gramatical, después retórica y por último dialéctica, de acuerdo con el orden de
enseñanza de las disciplinas impuesto por los autores ramistas. Los textos así
compuestos pueden ser de carácter poético o retórico41 .

1
-' Cfr. t . Merino Jerez, I.a pedagogía en la Retórica del 8roce11se, cit., p. 208.
.l>'P. de la Ramée, Dfalectícae inslituliones, excudebat lacobus Bogardus, Parisiis, 1543 (ejemplar
Rés. R. 1885 de la 13iblior.eca Nacional de París). Este sistema coincide con el presentado por Omer
Talo n en sus Jnstilutiones oratoriae, Parisiis, excudebat l. Bogardus, 1545 (ejemplar Rés. p. X/416 d c::
la Biblioteca Nacio nal de París).
39
Cfr. L. Merino Jerez, l a pedagogía en la Retórica del Brocense, cit., pp. 210-211.
10
O rner Talon afirma explícitame nte la u~ilidad de los silogismos para interpretar las obras de
poetas, o radores y filósofos en s1.1s Dialecticae libri duu 11. Talei pmelectionibus illustrali (Parisüs,
apud Andream Wechdum, 1556): '·Quartus locus pero rationis admonet syllogismos in poetis, oratori-
bus, philosophis, caeterisque doctis hominibus !...]·· (cilado por K. Meerhoff, ""logic and eloque nce.
A ramusian revolutio n?", cit., p. 373, nota 44).
' ' C:fr. L. Merino Jerez, La pedagogía en la Retórica del Brocense, cit., pp. 213-215.
RETÓRICA Y LITERATURA F.N Et SIGLO XVI: EL BROCF.NSE 35

Este método es utilizado por los autores ramistas para la construcción de sus
propias obras. Así, del acercamiento metódico a los textos de Cicerón y Quinti-
liano, es decir, de la operación de analysis, surgirá posteriormente la operación
de genesis consistente en la creación de la Rhetorica ramista. De igual forma, el
analysis de la lógica de Aristóteles dará lugar a la genesis de su Dialectica42.
Por otra parte, la influencia de autores del norte europeo, como Agricola y
Melanchthon, fue decisiva sobre Ramus y sus colaboradores. A este respecto,
Kees Mehe rhoff ha hecho no tar que algunos de los profesores que guiaron la
educación de Ramus, entre los que se encuentran Joan Sturm o Barthélemy Lato-
mas, estaban profundamente influidos por Agrícola y Melanchthon. Aunque la
impronta de las obras ramistas resultó decisiva en toda Europa, la idea de que
Ramus habría producido una revolución e n el ámbito del pensamiento desapa-
rece cuando se considera que aspectos fundamentales de su dialéctica, como la
ya mentada distinción entre la methodus doctrinae y la methodus prudentiae, o
la reducción del texto a una cadena de silogismos, son tomados directamente, y
en ocasiones literalmente, de los autores del Norte. Por ello, más que una autén-
tica renovación ramista se produjo un proceso de afianzamiento y desarrollo de
ideas ya anunciadas por autores anteriores43_
A tenor de codo lo expuesto, podemos concluir que la influencia de la obra
de Agrícola, Melanchthon, Vives y los autores ramistas determinó en gran parte
la separación completa de la retórica, por un lado, y de la filosofía, la lógica y el
derecho, p or otra, de manera que la retórica se alejó de las relaciones que había
mantenido tradicionalmente con otras disciplinas y se aproximó cada vez más a
la gramática y a la poética, es decir, a las ciencias más directamente re lacionadas
con el discurso literario. Las teorías ramistas propiciarían la reducción de la retó-
rica a la elocutio en el desarrollo posterior de la disciplina hasta bien e ntrado e l
siglo XX. Así, la retórica va perdiendo progresivamente el carácter interdiscipli-
nar que la caracterizaba e n sus orígenes.
En efecto, la retórica no era concebida en el antigüo mundo griego como una
simple ciencia de la ornamentación del d iscurso, sino como un arte capaz de valer-
se de las ensenanzas de distintas disciplinas (filosofía, lógica, derecho, gramática,

2
' De esta manern , los amores rJmistas asumen la concepció n de Agrícola , par-.1 quien el análisis
de los textos era el paso previo indi~pensable para la creación de obras nuevas. En palabras de Kees
Meerhoff, ·•tes ramistes insísteront toujours s ur la complémentariré de leurs ouvrages dans un domai-
ne donné: pour b ien comprendre la po11ée du 'produjt fini", iJ est indispensable de se rnppo11er aux
trnvaux qui o nt été a la base de sa création ·· CK. Meerhoff, Rhéto1ique et poétiq11e ,111 xvr siecle en
France, cit., p. 181).
• 3 A p ropósi1.o de este tema, W. O ng había presentado e l método de a nálisis r::imista de la f)ialec-
ticc, de 1543 (cic.), consiste nte en la reducción del texto a una cadena de s ilogismos, y ejemplifkado
con e l Pro Mikme ciceroniano, como un fenómeno aislado, típico de la menralidad de Ramus (cfr. W.
Ong, Ram11s: Method and Decay o/ fJialogue, cit., p. 191). Sin embargo, Meerhoff muestrn la deuda
real de Ramus con Agrícola y Melanchthon, y refiriéndose a lo expuesto por Ong, escribe lo s iguicn-
re: "\Vas this a typical Ramist procedure? A Ramusian revolulion? There are counrle~s pJ,;.~agcs in the
treatisses :rnd analyses of Mehinch1hon in which this discourse is dissccted in the same w:1y and us.sing
1he samc tenns. It is rhe rirual example , in exactly the same form, adopted h)' a li the followers of
Melanc:hthon, including l{amus' German teachers, ancl whic h can be traced hack I<> th:lt Norclic magus.
Rudolph AgricoJa•· (K. Mecrhoff. "Logic and Eloquence: A Ramusian Revolt1tion?'", cit., p. 366).
36 ALFONSO MARiiN JLMÉNEZ

poética...) para elaborar un discurso de carácter persuasivo44. La asignación de las


operaciones de la inventio y de la dispositio a la dialéctica limita la retórica a una
simple ciencia de la ornamentación que pierde todo su carácter interdisciplinar, por
lo que sus posibilidades se ven tremendamente reducidas. Como advierte Kibédi
Varga, la postura de Ramus olvida que, en retórica, los lugares comunes de la inven-
tio y las reglas de la dispositio no contienen ideas, sino que son casillas vacías, prin-
cipios formales de organización de cualquier tipo de mensaje45, para cuya ocupación
se vale indistintamente de las materias proporcionadas por diversas disciplinas.
Pero la asignación de la inventio y la dispositio a la dialéctica supone una con-
fusión aún mayor entre la argumentación y la demostración. La retórica se había
constituido en la Antigüedad como una ciencia de la argumentación sobre lo opi-
nable, y abarcaba todos aquellos asuntos que difícilmente podían ser demostra-
dos por medio de la razón. La retórica no tenía como objetivo demostrar deter-
minados fenómenos pertenecientes al dominio de lo real p or medio del
pensamiento racional, sino persuadir de todo aquello que se mantenía en el
ámbito de lo opinable. De esta forma, la retórica nace para completar e l método
silogístico-matemático, y de ahí que Aristóteles la considere una "antiestrofa", esto
es, una disciplina correlativa de la dialéctica, p ero en ningún caso subordinada a
eUa46. Aunque se valiera del método silogístico de la dialéctica para construir sus
argumentos persuasivos, como podía hacer uso de la ornamentación para influir
en el ánimo del oyente, la retórica no trataba en ningún caso de convertirse en una
ciencia de la demostración racional, sino en un complemento de la misma capaz
de dar respuesta precisamente a aquello que la dialéctica no podía abarcar. De ahí
que los filósofos amantes de la razón atacaran con frecuencia un arte desarrollado
en gran parte por los sofistas, los cuales pretendieron crear una disciplina de la per-
suasión basada en la argumentación sobre !o opinable47.
A este respecto, Vasile Florescu advierte que la retórica fue definida desde la
Anligüedad y en épocas sucesivas de tres maneras diferentes: en un primer
momento, desde sus orígenes hasta la época ciceroniana, la retórica fue enten-
d ida como "creadora de persuasión"; en un segundo momento, desde la fase
postciceroniana hasta la escolástica, fue definida como ars bene dicendi; por últi-
mo, en la Edad Media e incluso más tarde se encuentra una tercera definición de
la retórica en términos de ars ornandi48 .

4
'' Cfr. V. Florescu, La rbétorique et la 11éorbétorique, ci1., pp. 9 y 113.
,s Cfr. A. KibMi Varga, Rbétorique et Littéraflire, cit., p . 16.
46 Aristóteles, Retórica, cit., 1, 1354a. Como adviene Vasile Florescu, no es casualidad que Aristóteles,
que desarrolló concluyentemente la teoría del silogi$mO en el ámbito de la demostradón, sea además el
creador de la teoría de la argumentación. Vid. V. Florescu, La rbétorique et la néorbetorique, cit., p. 195.
17
· En efecto, aunque la existencia de la retórica es anterior (si bien no en forma de preceptos) a
Corax y su discípulo Tisias, éstos parecen haber sido los primeros que elabomron una serie de nor-
mas para u-atar sobre lo verosímil - Ta €LKÓTa- , y de ahí el reproche que Platón les dedica en el Fedro
por preferir lo verosímil a la verdad O'latón, Fedro, 267a). Posteriormente, la retórica fue desarrollada
notablemente por el sofista Gorgias, a quien Platón recrimina sus métodos en otro diálogo (Gorgias,
o de la Retórica). A propósito del nacimiento de la retórica, cfr. especialmente las páginas iniciales de
la obra de J. A. Hernández Guerrero y M•. C. Garóa Tejera, Historia breve de la retórica, cit.; T. Alba-
ladejo, Retórica, cit., pp. 23 y ss. y V. Florescu, La rbétorique et la néorhéton"que, cit., pp. 10 y ss.
•R Cfr. V. Florescu, !.a rhétorique et la néorbétoriq1te, cit., pp. 6-7.
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVT: EL BROCENSE 37

En una época como la renacentista, cuyas circunstancias políticas no propi-


ciaban la p roliferación de discursos públicos de tipo argumentativo, la retórica
era entendida sobre todo como un arte del bien hablar y de la ornamentación.
La inclusión de la ínventio y la dispositio en la dialéctica supone precisamente la
eliminación de su capacidad de argumentar sobre lo opinable, ya que ambas
operaciones pierden su capacidad persuasiva para ponerse al servicio de la
demostración estrictamente racional. Por ello en el siglo XX han surgido intentos
de devolver a la retó rica su sentido inicial, ya sea considerandóla como teoría de
la argwnentación o como ciencia de la expresividad 49•
En rigor, el intento de refonn a de la lógica por la retórica culminado por
Petrus Ramus no se proponía sustituir la argumentación por la demostración , ni
fundir en uno los dos métodos, sino condenar los excesos del método enuncia-
tivo de la dialéctica escolástica, de tendencia aristotélica50, y sustituirlo por un
método discursivo, mediante el cual "las divisiones", "los puntos", "los modos" y
los "sentidos superpuestos" propios del aparato escolástico fueran remplazados
por la claridad expositiva. Pero, como advierte Vasile Florescu, en la obra de
Ramus no se especifica el papel de la argumentación, lo que lleva a pensar que
los ramistas no entendieron la motivación aristotélica de la retó rica como corre-
lativa de la dialéctica. De hecho, la manera de concebir la retórica durante el
Renacimiento, una vez reducida a la elocutio, no sobrepasaba los límites de la
filología. Por ello la reforma de la lógica por la retórica se reduce a un cambio
de método motivado por un doble malentendido: la incomprensión de la esen-
cia de la retórica aristotélica, provocada por la tradición medieval, y la asociación
de la persuasión al punto de vista filo lógico, característica del Renacimiento51 •

19
• En este sentido, Perelman propone la habilitación de una nueva retórica capaz de ofrecer una
teoría de la argumentación. En opinión de Perelman, pese a que los límites de la competencia de la
razón hayan sido limitados desde Descartes ,ll cálculo, a la experiencia y a la deducción lógica. exis-
te un dominio más allá de esos limites en e l que impera lo irracional, los instintos, la violencia o la
sugestión. Además, la demostración ignora los condicionamientos pragmáticos (que siempre fueron
atendidos por la retórica), pues lo que el proceso de demostración propone como verdadero ha de
ser después comunicado y aceptado. To<lo ello le lleva a buscar en la retóric.-a una teoría de la argu-
mentación capaz de superar los límites de la demostración. Cfr. al respecto Ch. Pere lman. [,a lógica
jurídica y la nueva retórica, cit.; Ch. Perelman, Rhétoriques, cit. y Ch. Perelman, y L. Olbredlts-Tyte-
ca, Tratado de la argumentación. La nueva retórica. cit. Vid. además V. Florescu. La rhéto1tque el la
néorhéton"que, cit., pp. 163-166, 198-200. A propósito de la rehabilitación de la retórica como ciencia
general de la expresividad, cfr. A. García Berrio, "Retórica como ciencia de la expresividad (Presu-
puestos para una Retórica general)", cit.
<;O Las obras de Petrus Ramus, Veromandui Aristotelicae animadversiones (Parisii~, excu<lebat
lacobus Bogardus, 1543) y Verorna11d11i Dialecticaepartitiones (Pa risiis, excudebat Iacobus Bogardus,
1543) representan, en opinió n de Cesare Vasoli, "un duro e deciso anacco all'ordine tradizionale degli
studi, all',auctoritas• peripatetica, allo stesso concetto della logica e della sua funzione che ispirnva
l'insegnamento scolastico·• (C. Vasoli, /..a dialettica e la retorica de//'Umanesimo, cit. , pp. 349-350), El
ataque, más que a Aristóteles, iba dirigido a los escolásticos que desvirtuaron su obra. Con todo, y
como afirma Luis Gómez Canseco, "El descrédi10 inicial de Aristóteles füe aminorándo~e a lo largo
del XV!, cuando los humanistas tornaron conciencia de que no ern Aristóteles el objeto de su censu-
ra. sino la lec1ura que de él hizo la escolástica" (L. Gómez Canseco, --1nu-oducci6n" a rr,mcisco S,ín-
chez, Doctrina del estoico filósofo Epicteto que se flama commtinmente Enchirldió11, Badajoz, l)ipula-
ción de Badajoz, 1993, pp. 9-87, p. 14).
" Cfr. V. Florescu, l..a rhétorlque et la néorhétorique, cit., pp. 111-112.
38 ALFONSO MAR1ÍN ]IMÉNEZ

En definitiva, la reforma que experimentó la retórica en el siglo XVI determi-


naría la reducción de la disciplina a la elocutio hasta bien entrado el siglo XX.
Pero ¿hasta qué punto influyeron las reformas de estos autores en la España de la
época' Para esclarecer esta cuestión es preciso revisar, siquiera de forma sucinta,
los tratados españoles más importantes del momenco52•

Lo primero que llama la atención al revisar la producción teórico-literaria del


Renacimiento español es la escasez de poéticas hasta bien entrado el siglo XVI.
Desde 1496, fecha en que Juan del Encina publica un Arte de poesía castellana,
no aparece otra poética en España (si no consideramos los interesantes frag-
mentos de poética incluidos e n las obras retóricas de Vives) hasta mediados del
siglo XVI, momento en el que se publican un documento de teoría poética inclui-
do en la obra retórica De Oratione de Antonio Llull53 y el Arte Poetica del Bro-
cense, encuadernado al final de la segunda edición de su ohra retórica De arte
dicendi, de 155854. Hasta el año 1580 no aparecen tratados importantes de poé-
tica (pues no consideramos como tales dos documentos que poseen más valor
histórico que teórico: los Comentan:os del Brocense a las obras de Garcilaso, de
1574, y e l Discurso sobre La Poesía Castellana de Gonzalo ArgQte de Molina, de
1575). En 1580, en efecto, se publica el Arte poética en romance castellano de
Miguel Sánchez de Lima y, sobre todo, las Anotaciones a las obras de Garcilaso
de Fernando de Herrera55. A partir de esta fecha se produce un auge de la poé-
tica, a la vez que la retórica entra en decadencia. Con todo, y como advierte Gar-
cía Berrio, dicho auge no puede compararse con el que experimentara la retóri-
ca española en su época áurea 56.

; i Hemos realizado una revisión del conjunto de dichos tratados y su relación con la literatura en
nuestro tr.1bajo "La literatura en los tratados españoles de retórica del siglo XVI"', en Rhetorica. Afour-
nal ofthe History o/Rhetortc, XV, 1, winter 1997, pp. 1-39, al que remitirnos para un tr-.1tamien10 más
detallado del tema.
1
~- A. Llull, De oralione libri septem. Quibus non modo Hennogenes ip.~e lotus, verum etiam quic-
quicl_fere a reliquís Graecis ac Latinl~ de Ane dicendi traditum est, suis loe(~ aptissime explicatur, Basi-
le:1e, per loannem Oporinum, 1558, ejemplar R/49459 de la fliblioteca Nacional de Madrid. Cfr. al res-
pecto A. García flerrio, Formación de la Teoría lileraria moderna 2, cit., pp. 26, 50-51 y L. López
Grigera, La retórica en la &paña del Siglo de Oro, cit., pp. 79-81, p. 91.
'"' F. Sánchez de las Brozas, De a11e dicendi liher zmus, Salmanticae, excudehat Mathias Gastius,
l 558 (ejemplar R/27867 de la Bibliotec:, Nacional de Madrid). La segunda obra de este volumen, en
la que se incluye el At:s poetica, lleva por título De aucton'hus in1e1pretandis sive de e.xercitatione. La
poética comprende de la p. 51r. a la 67r. Existe una versión bilingüe latín-español, que no incluye el
De a11ctorib11s fnte,pretandis: F. S,ínchez de las Brows, De a11e dicendi, en F. Sánchez de las Brozas.
Obras l. Escritos 1·etó1icos, introducción, edición y traducción de Eustaquio Sánchez Salor, Cáceres, Ins-
ti111ción Cultural "El Arocense·· y Diputación Provincial de Cáceres, 1984, pp. 11-159. I.a primera edición
de esta ohra (De mte dicendi líber imus, Salmanricae, excudehai Andreas a Portonarüs, 1556, ejemplar
J 7691 de la Biblioteca Universitaria de Salamanca) no incluía el De auctoribus i11te1pretandis.
<< Cfr. A. García Berrio, Formación de la Teon·a /Ueraria moderna 2, cit., pp. 24-25, 80.
""Cfr. ibídem, p. 81. Además de las poéticas de Sánchez de Lima y Herrera. destacan el Ane Poé-
lica española, del je~,til'a abulense Diego García Rengifo, publicada en Salam,mca en 1592, y, sobre
todo, l.a Pbilosopbia A11tigua Poetica, del médico Alonso López Pinciano, aparecida en J 596. Vid.
también A. García Berrio, Introducción a la Poética clasicista, Madrid, Taurus, 1988 y Mª. J. Vega
Ramos, El s11cre10 an(ficio, Madrid, C.S.l.C y Universidad de Extrem::idura, 1992.
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XV1: EL BROCENSE 39

Esta escasez de poéticas hasta bien entrado el siglo XVI español contrasta con
el abundante número de retóricas que se publican en la misma época, debido en
gran parte sin duda a que la retórica constituía una enseñanza oficial, pero con-
trasta lambién con el mayor número de poéticas publicadas desde mediados de
siglo en ltalia57 . Además, los tratados poéticos españoles anteriores a 1589 están
directamente relacionados con la preceptiva retórica: es el caso de la teoría poé-
tica diseminada por las obras retóricas de Juan Luis Vives, del pequeño tratado
de poética incluido en e l De oratione de Antonio Llull y del Ars poetica del Bro-
cense, publicada como una parte complementaria del tratado retórico De arte
dicendi en un mismo volumen. Ello nos sugiere que en la p rimera mitad del siglo
XVI español, y en buena parte de la segunda, la escasez de tratados poéticos
podía ser en parte compensada con la abundancia de tratados retóricos, que no
sólo suministraban una serie de normas para la elaboración del discurso orato-
rio, sino que podían ser también de utilidad para la composición y la inlerpre-
tación de las obras literarias58. La poética no constitu ía en sí misma una ense-
ñanza oficial, mientras que la retórica formaba parte del trivium como materia
obligatoria desde la Antigüedad. Esto suponía que los autores literarios habían
tenido en su formación un mayor contacto con los aspectos teóricos de la mate-
ria retórica, cuyos ejercicios realizaban en no pocas ocasiones, lo que debía
determinar en parte sus hábitos compositivos. Por ello, la preceptiva retórica
debe ser considerada como un importante factor de entre los que influyen en la
elaboración de las obras literarias.
La revisión general de los más importantes tratados españoles retóricos del
siglo XVI muestra claramente las estrechas relaciones que en la época mantenían
la retórica y la literatura59. No se trata, claro está, de que los tratados retóricos

57
Ya en 1548 Robonello publicó el primer gran comentario con traducción de la Poética de Aris-
tóteles, y tradujo además los otros dos textos poéticos fundamentales de la Antigüedad: el A1:,; de
Horado y el tratado De Sublime del Pseudolongino. En 1570 l.udovico Caslelvetro realizó la primera
traducción con comentario de la Poética aristolélica a una lengua vulgar. Otros comentarios aristoté-
licos son los de Pietro Vettori, Vicenzo Maggi y I3anolomeo l.ombardi, Antonio Ric:coboni o Alessan-
dro Piccolomini. Entre los comentarios al Ar.s de Horncio destacan los de Aldo Manuzio, Tomás
Correa, Giovan Battista Pigna o el de Francesco l.uisini. Muy imponantes son también los tratados sis-
temáticos independientes, como los Discursos de Torcuato Tasso, o las e.los poéticas, latina (De Poeta,
1554) e italiana (L'alte [JOetica, 1559) de Sebastiano Minturno. Cfr. al respecto A. García nerrio y M.
T. Hernández, la Poética: tradición y modernidad, Madrid, Síntesis. 1988, pp. 26-27; A. García l:lcrrio.
Formación de la Teo1ia literaria moderna 1, Madrid, Cupsa, 1977; B. Weinberg, History <1 Literal)'
Critícism in tbe ltalian Renaissance, Chicago, University of Chicago Press, 1961 y 8. Weinberg, Trat-
lati di Poetica e Retorica del ·500, Bari, Laterza, 1970-1974.
511 A propósito ele la estrecha relación entre retórica y poética, García Berrio ha detectado algu-

nas muestras de la presencia de la preceptiva poética horaciana en ciertos tratados relóricos cspaüo-
les del siglo XVI, como en el caso de Luis Vives, quien conocía sobradamente el Ar.5 Poetica e.le Hor,1-
cio, y a ella hace referencia en no pocas ele sus páginas retóricas. La huella ele Homcio se e.leja sentir
también en la obra e.le otros autores, como Alfonso García Matamoros, el Brocense o Antonio LLull.
Cfr. al respecto A. García Berrio, Formación de la 1eo1iC1 litera11a moderna 2, cit., pp. 27-41.
9
\ Para detectar los aspectos más evidentes de los tratados retóricos españoles que 111ues1ran la
relación entre retórica y literatur-<1, pueden verse las ya citadas obras d~ Anton io Martí, /,,c1 preceptiva
retórica española e,z el Siglo de Oro; de José Rico Verclú, la retó11ca espmfola de los siglos XVly XVII;
e.le Luisa López Grige.ra, La re1ó,ica en la Espaiia del Siglo de Oro, (especialmente en lo~ c;ipíwlo~ tin1-
lados "Corrientes y generaciones en la retórica del Sig)o XVI en Es¡Y<1ña", pp. 49-60, y "La rt!tórica
40 ALFONSO MARTÍN JlMÉNEZ

hayan sido elaborados pensando en su utilidad exclusiva para las obras literarias.
Antes aJ contrario, su finalidad primordial radicaba en la elaboración de un dis-
curso que no era entendido como literario, a la vez que la literatura poseía un
arte propia, la poética, encargada de elaborar las normas específicas de las obras
literarias. Pero e n la concepción de la época todas las disciplinas estaban estre-
chamente relacionadas, de manera que las distintas artes formaban parte del
conocimiento enciclopédico generaJ. La elocuencia, que desde la Antigüedad clá-
sica había sido común a todas ellas, seguía actuando en el Renacimiento español
como un nexo de unión entre las mismas basado no sólo en los preceptos elocu-
tivos relativos a las verba, sino también en las normas correspondientes a las res.
Si los pedagogos humanistas pretendían delimitar teóricamente el ámbito
propio de cada materia, era precisamente porque se encontraban íntimamente
relacionadas, y de ahi que los análisis prácticos de los textos hagan uso de pre-
ceptos interdisciplinares. Pero ni siquiera e l intento de separar el ámbito exclu-
sivo de cada d isciplina consigue evitar la injerencia en los manuales de ele-
mentos teóricamente correspondientes a otras áreas del saber, como resultado
de la consciencia subyacente de la unidad y la necesaria dependencia entre
todas las clases de conocimiento. Por ello en los tratados retóricos españoles
aparecen con frecuencia referencias a otras artes y disciplinas, entre las que se
encuentra la poética y la misma literatura, tanto en su aspecto interpretativo
como en el compositivo, y en un doble sentido: de igual manera que la retóri-
ca, como arte del bien hablar, puede suministrar preceptos para la interpreta-
ción y la elaboración de los textos literarios, la lectura de dichos textos puede
ser de gran utilidad para e l perfeccjonamiento de las técnicas e locutivas y de
composición de los discursos retóricos. Se produce así una relación de comple-
memariedad entre la retórica y 1a literatura, la cual estaba lejos de poseer la
independencia que ha alcanzado en nuestros días, por lo que dicha relación
debe ser tenida en cuenta para entender en toda su comp.lejidad las manifesta-
ciones literarias de la época.
Las retóricas españolas de la primera mitad del siglo XVJ6o (si exceptuamos la
obra en Europa de Luis Vives) asumen aún la concepción tradicional. Aunque en

griega pos-aristotélica en el Siglo de Oro", pp. 69-83) y de Luis Merino Jerez, la pedagogía en la Retó-
rica del Brocense, en la que su autor realiza un exhaustivo rastreo de las fuentes retóri<.-as de los pre-
ceptistas españoles del siglo XVI, y, muy especialmente, de Francisco Sánchez de las Brozas. expo-
niendo s\1 doctrina sobre la memoria, la metbodus y la exercitatio y mostrando su originalidad con
respecto a las obras ramistas en las que se inspira. Vid. además M. Menéndez y Pelayo, Historia de
las ideas estéticas en Bpafia, Madrid, C.S.l.C., 1952, vol. 11, cap. IX y L. Alburquerque García, El a,te
de hablar ·en público. Seis retóricas famosas del siglo XVI (Nebrija, Salinas, G. Matamoros, S1tárez,
Se¡¿ura y Guzmán), Madrid, Visor. 1995. Elena A.naza ofrece una resefla biográfica y bibliográfica de
algunos autores de retóricas españolas del siglo XVI en El "ars nanw1di" en el sislo XVI español, cit.,
pp. 129- 152, y Antonio García Berrio examina las huellas de horacionismo en los tratados retóricos
de l.1 época en su obra Formación de la Teon·a literaria moderna 2, cit., pp. 26-102. Una bibliogra-
fía de los tratados de retórica del siglo XVI, con ejemplares localizados, se encuentra en Rhetorical
Seminar: V. Arizpe, l. Corfis, D. Korn, P. Lasarte, F. Morrison, D. Poliard. M. Singler y M. Thomas,
Bihliograpby, en Disposilio, VID. 1983, 22-23, pp. 25-64.
60 L. López Grigera enumera las siguientes: Fernando de la Pradilla, Obra en gramática, poesía y

rheturlca, Lugduni, Brocari, 1502, de la que no se conoce e jemplar; Fernando Alonso de Herrera,
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: El. RROCENSE 41

ellas aparecen, como en las retóricas de la Antigüedad, alusiones a las obras de


los poetas que relacionan la retórica y la Literatura, no presentan huellas del pro-
ceso de literaturización de la retórica que, en opinión de Vasile Florescu, se esta-
ba produciendo en Europa, caracterizado por la reducción de la disciplina al
ámbito exclusivo de la elocutio.
A partir de 1552 aparecen en España las primeras obras que muestran la
influencia de la doctrina ramista, cuando Pedro Juan Núñez, que se había edu-
cado en París bajo la dirección de Ramus y Talon, da a la imprenta su primera
obra, las lnstitutiones oratoriad'>1• Sin embargo, la mayor parte de los autores
españoles nunca llegaría a adoptar en su totalidad el sistema ramista, puesto que
hasta los más influidos por Ramus ree laboraron originalmente su doctrina. Es el
caso de Furió Cerio!, que discute en sus Institutiones rhetoricae, de 1554, la atri-
bución ramista de las partes de la retórica a la d iaJéctica, y considera la disposi-
tio y la elocutio como propias de la retórica62, o del mismo Pedro Juan Núñez,
que establece una clasificación enteramente original de los apartados de la dis-
ciplina. Incluso el Brocense, que llevaría hasta sus últimas consecuencias la
reducción de Ramus, considerando en su Organum dia/ecticum et rhetoricum, al
igual que el autor francés, la elocutio y la menos atendida pronuntiatio como las
únicas partes la retórica63, presenta algunosa aspectos, como tendremos ocasión
de comprobar, verdaderamente originales con respecto al modelo en que se ins-
pira64. La influencia de la obra de Ramus se deja notar cada vez más en España

Opus absolutissimum. Rhetoricornm Georgii Trapezuntii cum additionibus Herrariens,~,, cit.; Gaspar
Lax, De a,te ,:,weniendf medium tractatum, París, J 514 y Anronio de Nebrija, Artis Rheturicae Com-
pendiosa Coapatatio ex Aristotele, ex Cicerone et Quintiliano, Compluti, Brocari, 1515 (hay una edi-
ción posterior de la misma Universidad de Alcalá en 1529, e¡emplar R/14395 de la Biblioteca N;1cio-
nal de Madrid); Pedro Ciruelo, De arte praedicandi, en Expositio Libri missalis, Alcalá, Miguel de
Eguía, 1528 (sólo seis folios); Juan Luis Vives, De conscribendis epistolis, Basilea, Lasius, 1536; Juan
Luis Vives, De ratione dicendi lihri tres, Basilea, Lasius, 1536 (ejemplar R/30440 de la biblioteca Nacio-
nal de Madrid); Miguel de Salinas, Retórica e11 lengua castellana en la cual se pone muy en hrwe lo
necesario para saber bien hablary esc1i11il~ y conoscer quien habla y escriw bien..., Compluti, Rroca-
ri, 1541 (ejemplar R/5059 de la Biblioteca Nacional de Madrid); Alfonso de Zorrilla, In Cicerunis Ora-
No,ws analysis, Basilea. Konig, 1544 y Alfonso García de Mawmoros, De ratiune dicendi libri duo,
Compluti, Rrocari, 1548 (ejemplar R/27926 de la Biblioteca Nacional de Madrid). El De ratione dicen-
di de Vives y la Rhetorica de Miguel de Salinas presentan influjos tanto de lo~ tratados de retó rica
clásicos como de la ohra de Iiermógenes. Cfr. al respecto L. López Griger.1, la retórica en la Esparia
del Siglo de Oro, cit., pp. 87-88.
61
P. J. Núñez, Jnstitlllio11es oratoriae colectae methodicos ex Imtilutionihus Audomari Talei,
Valencia, Pedro Berruguete, 1774. En 1554 Núñez publicó Oratio de causis ohscuritatis Aristoteleae
( .. .). Líber de cosntitutlone artis dialecticae (. . .). Commentarlus in comtitutionem artis dialecticae
( ...), Valentiae, typis loannis Mey (ejemplar R/13880 de la Biblioteca Nacional de Madrid).
61
F. Furió Cerio!, lnstitulionum rheloricorum lihrl tres, Lovanii, ex officina S1ephani Gualtheri el
loannis Rathenü, 1554 (ejemplar R/33977 de la Biblioteca Nacional de Madrid).
63
En el De arte dicendi, cuya primern edición es de 1556. Fr-,incisco Sánchez ,nantiene las partes
tradicionales de la retórica, pero e n el Organum dialecficum et rhe1oricum, de 1578, asumiría en su
totalidad los postulados ramistas. Cfr. f. Sánchez de las Brozas, Orgam1m dialectícum et rbeto1tcwn
cunctís disciplinis utilisssimum, ac necessarium, Lugduni, 1562 (ejemplar 1/ 1167 de Ja Biblioteca Uni-
versitaria de Salamancia). Hay una versión bilingüe latíno-española: F. Sánchez de las Brozas, Orga-
num dialecticum et rbeto1icum, introducción, edición y u-aducción de C. Chap,1rro Gómez, e n f_ Sán-
chez de las Brozas, Obras l. Escritos retóricos, cit., pp. 178-371.
64 Cfr. al respecto L. Merino Jerez, La pedagogía en la Retórica del Brocense, cit., p. 315 y passim.
42 ALFONSO MARTÍN J]MÉNEZ

a partir de la mitad de l siglo65, pero ello no supone una asimilació n efectiva de


sus propuestas, ya que son pocos los autores españoles que adoptan íntegra-
mente la reducción retórica propuesta por el autor francés66. Hay que tener en
cuenta, además, que las obras <le Ramus fueron prohibidas en España al menos
desde 1568, fecha en que se llevó a cabo una investigación inquisitorial en la
Universidad de Salamanca para descubrir si alguno de sus profesores mantenía
correspo ndencia con é167 . Por ello , en los últimos años del siglo68 resultaba arries-

M De entre las doce artes retóricas, rre.-; ele predicación y una epistolar del tercer cuarto del siglo
XVI, Luisa López Grigera selecciona por su interés las siguientes: Fadrique Furió Cerio!, Institutionum
rbetoricamm libri tres. Lovanii, ex officina Stephanj Gualtheri et loannis Bathenii, 1554 (ejemplar
R/33977 de la Bibljoteca Nacional de Madrid); Francisco Sánchez de las Brozas, De a1te dicendi O 556-
58). cit.; Antonio Llull, De oratione libri ,eptem (h. 1554-1568), cit.; Cipriano Suárez, De a rte rhetori-
c« lihri tres~ Aristotele, Cicerone et Quintiliano praecipue deprompti, Conimbricae, apud loannem
llarrcirum, 1562 (ejemplar R/29692 de la 13iblioteca Nacional ele Madrid); Lorenzo Palmireno, De a ,te
dicendi, Valent'iae, 1565: Andrés Sempere. Mbetodus oraloriae item et de Sacra Ralione Concionandi
líhcll11s. Valentiae, ex typographia Ioannis Mey, 1568 (ejemplar R/29748 de la Biblioteca Nacional de
Madrid); Alfonso García Matamoros, De tribus dicendi generibus sive de recta informandi styli ratio-
ne commentarius: cui accesil de Metbodo concionandi liber unus eiusdem auctoris, Compluti. ex offi-
cin,1 Andreae de Angulo, 1570, (ejemplar R/27918 de la Hiblioceca Nacional de Jvtadrid) y Juan ele
Si:govia, De praedicalione evangelica, Compluti, 1573. Cfr. al respecto L. López Grigera, La retórica
e11 la E,;paña del Siglo de Oro, cit., p. 90. A ellas cabría añadir las siguientes: Juan Lorenzo Palmire-
no, De vera el facili imitatione Ciceronis, Cesarnugustae, 1560 (ejemplar R/8330 de la Biblioteca
Nacional <le Madrid); Pedro Juan Núñez, Jnslilutiones oratoriae colectae metbodicos es lnstitulionibus
A11domari Talei (1552), Valencia, Pedro 8em,guete, 1774; Pedro Juan Núñez, Oratio de causis obs-
c11tir«tis Aristoteleae ( .. .), Valenliae, tupis Ioannis Mey, 1554 (ejemplar R/13880 ele la Biblioteca Nacio-
nal de Madrid); Sebastián Fox Morcillo, De imilatione su de formando styli ratione libri duo, Ann1er-
piae, excudebat Maninus Nutius, 1554 (ejemplar R/27976 de la Biblioceca Nacional de Madrid); Benito
Aria~ Montano, .Rhetoricomm lib1i lll, Antuerpiae. Plantini, 1569 (ejemplar U/ 7203 de la biblioteca
Nacional de Madrid) y Juan Costa y Beltrán, De utraque invenlione oratoria, et dialeclica libellus.
Pompeiopoli, excuelebat Thomas Poralius Sabundiensis, 1570.
<,, De entre los autores de este periodo más afi nes a los presupuestos de Ramus cabe destacar a
Henito Arias Montano, quien en sus Rbetoricomm /ibri lll, de 1569 (cit.), sostiene que la dialéctica es
imprescindible para proporcionar los argumentos propios de la inventio, mientras que la elocutio es
la operación propia de la retórica. Cfr. al respecto A. Maní, ltJ retórica española en el Siglo de Oro,
cit., pp. 112-131 y A. García Berrio, Formaci6n de la 1eon·a Literaria moderna 2, cit., pp. 70-72.
67
Cfr. al repecto M. de la Pinta Llorente, "Una investigación inquisitorial sobre Pedro Ramus en
Salamanca", en Relip,i6n y culture,, XXJV, 1993, pp. 234-251. A propósito de la influencia anterior de
Ramus en la misma Universidad, vid. E. Asensio, "Ramismo y crítica tex1ual en el círculo de Fray de
León", en ARL, /, Fray Luis de León, Salamanca, Academia Literaria Renacencista, 1981, pp. 47-76.
<>11 En el último cuarto de siglo, Luisa López Grigera destaca los siguientes tratados: Diego de Este-

lla, Modus concionandi, Salamanca, Terranova, 1576 (ejemplar R/30443 de la Biblioteca Nacional de
Madrid); Fray Lu.is de Granada. Ecclesiaslicae Rbetoricae, sive de ratione concioncmdi lihri sex, Lisboa,
1575 (traducción castellana: F. L de Granada, !.os seis libros de la Rhetorica &lesicistica, Barcelona, 5'
impr., J. Solís y B. Plá, MDCCLXXVIII); Diego de Valadés, Rheton·ca Christian«, Perugia, Petruzi, 1579
(ejemplar R/2156 de la Biblioteca Nacional de Madrid); Pedro Juan Núñez, Institutiones rbeto,icae ex
progymnasmalis polissimmn Apb1011ii atque ex Hermogenis arte, Barcinone, ex officina Petri Mali,
l 578 (ejemplar R/29438 de la Biblioteca Nacional de Madrid) y Bartolomé Bravo, De a,·te oratoria,
Methymnae a Campo, excudebat racobus a Canto, 1596 (ejemplar R/25986 de la Biblioteca Nacional
de Madrid). Cfr. al respecto L. López Grigera, La ret61'ica en la España del Siglo de O,·o, cit., p. 92.
Cahe citar además los siguientes: Pedro Juan Núñez, Progymnasmata, id est, p raeludia quaedam ex
progymnasmalis potissimum Aphtonij, Cesar.tugustae, apud Michaeleme Ex.imenum Sanchez, 1596;
Francisco Sánchez de las Brozas, Organum dia/ecticum et rheloricum, cit.; Vicente Bias García, Bre-
RETÓRICA Y LITTRATURA EN Et SIGLO XVI: EL BROCENSE 43

gado confesar a las claras la asunción de los presupuestos ramistas, lo que Lle-
varía al Brocense a silenciar en el Organum dialecticum et rhetoricum la proce-
dencia de sus ideas. En cualquier caso, la mayoría de los autores españoles, aun
demostrando conocer la doctrina ramista, siguen considerando la inventio y la
dispositio como partes de la retórica69. Por ello, el análisis de las relaciones entre
la retórica y la literatura en la España del siglo XVI no debe basarse exclusiva-
mente en la literaturización de una retórica reducida a la elocutio, sino en el aná-
lisis de otros elementos comunes al discurso y a la obra literaria pertenecientes
a cualquiera de las tres operaciones retóricas constituyentes de texto, esto es, a
la inventio, a la dispositio o a la elocutio70.
En consecuencia, la terminología adoptada por Vasile Florescu para referirse
al proceso europeo no es enteramente adaptable al caso español, ya que no
todos los autores colaboraron al proceso de literaturización de la retórica propi-
ciado en Europa por la obra de Agrícola, Vives y Ramus. Pero eso no significa
que la relación entre retórica y literatura sea menos estred1a en nuestm país,
pues las operaciones que se mantienen como constituyentes de la retórica tam-
bién presentan en su conjunto elementos de conexión recíproca con la literatu-
ra. Aunque tradicionalmente ha sido la elocutio la operación retórica más direc;
tamente relacionada con el discurso literario, las restantes operaciones ofrecen
elementos de milidad para la construcción literaria, por lo que las relacio nes
entre la literatura y la retórica deben analizarse atendiendo a la consideración
global de ésta última.

uis epitome, in qua pra,,cipua Rhetoricae capitc1 ( ...), Valenriae, ex c:ilcographia Viduae Pe tri l luctc,
1581; Martín de Seh•1.ir·.i. Rhetorica instilutiu in sex libros diswibuta, Compluti, Ioannes lñiguez a
I.equerica e xcudebai, 1589 (ejemplar R/29748 de la Biblioteca Nacional de Madrid); Juan de Guzm{in,
Primen:, parle de la Ret6rica (. .. ) dividida en cm urze com/Jites de oradores, Alcalá dt: Henares, <.:asa
de loan Yñiguez de Lequerica, 1589 (ejemplar R/1454 de la 13iblioteca Nacional de Madrid) y Fray
Diego de Zúñiga, Didaci a Stunica eremitae cwgustin.ia11.i philosuphiae prima pars, Toll'ti. apud
Pecnun Rodriguez typrographum Regium, 1597.
1
" Cfr. al respecto A. Marrí, ÚI preceptiva retó1tca espaiiu/a en el Siglo de Om. cit., pp. 13-228; J.
Rico Verdú, La 1·etó1ica española de los siglos XVI y XV[!, cit., pp. 76-245 y L. Merino Jerez. La peda-
gogía en la Rerórica del Brocense, cit., passim. Oe entre las obras ci1aili1s de este periodo. ctbt' mcn-
cio nar la t:xcepción a la tendencia general que s upo ne la Pbilosopbíae de Fr.ty Dit:go de Zúñiga, de
1597, ya q ue en ella su autor considera que los traL1dos sobre el juicio y la invención corrt!spondcn
a la dialéctica, encargada de perfeccionar el ente ndimiento, mie ntras que el cometido de la retórica es
pe rfeccionar el habla (vid. J. Rico Verdú, La retórica española de los siglos XV/y XVII, cit.. pp. 243-245).
7
° Cfr. A. Martín Jiménez, '·La literatura en los 1ra1ados españoles ele relórica del ~iglo XVI". d e.
JI
La literatura
en la obra del Brocense
1
Noticia biográfica sobre
Francisco Sánchez de las Brozas

Antes de comenzar el estudio de la literarura en la obra del Brocense, es con-


veniente exponer algunos de los aspectos más relevantes sobre su vida, su per-
sonalidad y su extensa obra. Dado que existen varias biografías sobre el autor
extremeño, a ellas remitimos para una información más detallada 1, y nos limita-
mos a apunr:ar algunos datos esenciales. Francisco Sánchez nadó en las Brozas,
pueblo de la provincia de Cáceres, en 1523. Era hijo de Francisco Núñez y Leo-
nor Díaz, de cuya familia le viene el apellido Sánchez. Todos ellos eran "hijos-
dalgo, cristianos viejos, limpios de limpia sangre sin raza de judíos moros y con-
versos"2. Hasta los once años permaneció en las Brozas, momento en que fue a
Pom1gal bajo la custodia de su tío Rodrigo. Vivió durante algún tiempo el
ambiente de la corte portuguesa como paje de la reina Catalina y del rey Juan
111. En Évora comenzó a estudiar latín y humanidades, y a partir de 1537 prosi-
guió sus estudios en l isboa, cuando se trasladó allí la corte portuguesa. Algunos
de sus familiares, como su tío Rodrigo, catedrático de gramática latina, le intro-
dujeron en el mundo de las letras. En 1543 volvió a España con sus tíos, acoro-

1
La primera de las biografías del Hrocense se encuentra en la edición de las obras del Brocen-
se realizada por Mayáns. Cfr. Gregorio Mayáns i Sisear, Francisci Sanctii Brocensis Opera Omnfa.
Genevae, apud Fratn::8 de Toumes, 1766. Vid. también al respecto M. Bravo Lozano, "La Vita Bro-
censis de Gregorio Mayans. Texto y notas", Durius. VII-VII (1979-1980), pp. 7-105. Otros trabajos
sobre la vida y obra del Brocense son los siguientes: Marqués de Morante (¿Raimundo de Mi¡.,TL1el?),
Biografía del Maestro Francísco Sáncbez de las Brozas, Madrid, Imprenta y librería de Eusebio Agua-
do. 1859 (reeditado en Cáceres por la Institución Cultural "El Brocense" y la Oiputación de Cáceres
en 1985); U. González de la Calle, Ensayo biográfico. Vida profesional y académica de Francisco
Sánchez de las Brozas, Madrid, Imprenta Cervantina, 1922; U. González de la Calle, Francisco Sán-
chez de las Brozas. Su vida profesional y académica, Madrid, Victoriano Suárez, 1923; U. G onz:ílez
de la Calle, Contribución a la biografía del Brocense. Madrid, Tipografía de Archivos, 1928; A. F.
G. Bell. Frcmcisco Sánchez, El Brocense, Oxford, Oxford University Pres, 1925; M. de la Pinta Llo-
rente y A. Tovar, Procesos inqu.ísitoria/es contra Francisco Sáncbez de las Brozc1s, cil.; l. Alamillo
Salgado, El Brocense, Madrid, Sungraf, 1958; J. M. Liaño, Sanclius el Brocense, Madrid, Universidad
de Salamanca, 1971 y G. Clérico, "lnrrocluction" a la edición francesa de la Minerva: Sanc1ius,
Mi11erve, traduction et édition de G. Clérico, Lille, Presses Universitaires de Lille, 1982, pp. 11-92.
pp. 89-92.
1
Documentos inéditos para la HL~toria ele Espafia, como TI, 1843, pp. 40-51, citado por Marcial
Solana, Histona de la Filosofía Espa11ola, Madrid, Real Academia de Ciencias, 1941., tomo l. pp. 323-
324. Vid. además E. Artaza, fi "ars narrandi" en el siglo XVl espaiiol, cit.. pp. 137-138.
48 ALFONSO MARTfN JIMÉNEZ

pañando al séquito <le la princesa María, que vino a España para casarse con su
primo Felipe. En 1545, tras la muerte de la princesa, dejó la coite y se instaló en
Salamanca, graduándose e n Humanidades en Valladolid en 1551 tras realizar
estudios en la Facultad de Artes y de Teología. En 1553 opositó sin éxito a la
cátedra de Retórica de la Universidad de Salamanca, que había quedado vacan-
te tras la muerte del Pinciano. Un año después fue nombrado Regente de Retó-
rica en el Colegio Trilingüe de Salamanca, y en 1558, debido al gran número de
alumnos que asistía a sus cursos, hubo que trasladar las clases del Colegio Tri-
lingüe a las Escuelas Menores. En 1573 ocupó la cátedra de Retórica en la Uni-
versidad de Salamanca, cuyo prestigio en la época ha sido comparado con el de
las Universidades de París, Oxford o Boloña3 , y la abandonó oficialmente en
1593, aunque siguió dando clases hasta 1597. En 1576 había sucedido a León de
Castro en la cátedra de Griego, y en 1593 aceptó la de latín. En 1584 sufrió un
primer proceso inquisitorial, del que salió impune. Murió en Valladolid el 11 de
diciembre de 1600, confinado en casa de su hijo Lorenzo mientras sufría un
segundo proceso inquisitorial.
Admirador de la obra de Erasmo ("quien habla mal de Erasmo, o es fraile o
es asno" -afirmaba-4), Francisco Sánchez se caracterizó en todo momento por su
actitud crítica e independiente5. Por ello recomienda a sus alumnos que no crean
a nadie, ni siquiera a él mismo, sino demuestran sus afirmaciones con sólidas
razones. Como resultado de estos planteamientos, el Brocense rechaza de ante-
mano el principio de autoridad, prefiriendo aportar las diversas fuentes en defen-
sa de sus razonamientos propios6 . A juicio de Marce! Bataillon, la actitud del Bro-
cense supone un nuevo tipo de racionalismo que anuncia los logros posteriores
de Descartes7.

·1 Cfr.
A. F. G. 13ell, Francisco Sánchez, El Brocense, cit., pp. 5 y ss.
4 f'.n Documentos in&füos para la Historia de Espaiia, 11, p. 81, citado por A. M,utí, la precepli-
1,a re1ó1ica espaiio/a en el Siglo de oro. cit., p. 62. Las obras religiosas de Erasmo fueron prohibidas
en España a partir de 1559.
< En la dedicatoria de su obra De 1wr111u./'1~~ erroribus Po,phyrli, él mismo retara de donde nace
su desconfianw hacia todo aquello que no fuera estrictamente demos1r.ible por la rnón: "Creo que
me ocurrió como favor del cielo que durante todo el trienio en que estudié filosofía nunca estuve de
acuerdo con lo que decían mis profesores. Veía que no sólo ignorJban el latín y griego sino que los
evitaban a todo trance; y así siempre andaban con eso de las suposiciones, amplificaciones, exponi-
hles, contracciones y deducciones; de tal modo que con una locuacidad incontenible nos obligaban
a cr<::er que una misma mujer era ramera y virgen" ("Mihi certe clivinirus arbitro contigisse, ut per
t.otum tri<::nnium quo Philosophicis srudiis impendirur opera, magistritis meis nunquam aliquid assen-
lirer. Videbam eos Graeci Latinique sem1oni~ non solum ignaros sed fugitantes, ita de suppositioni-
bus, ampliationibus, exponibilibus, accensu el descensu contendentes; ut garrula e1 invicta loquaci-
rate nos cogerenc, ut unam et eandem foeminam meretricem et virgenim esse crederemus", en f.
Sánchez ele las l3rozas, De no,m11/I~~ Porphyrli a/ioru111que in dialectica erroribus scholae dialecticae,
Salmanticae, excuclebat Michael Serranus de Vargas, 1588. El pasaje citado ~e encuentr:t en la edición
de Mayáns de la Opera onmia del Brocense, cit., 1, p. 453. Traducción de A. Martí, La preceptiva mtó-
rica española en el Siglo de Oro. cit., p. 65).
6 Cfr. al respecto C. C<.>doñer, "Aproximación al método de tr<1bajo de Francisco Sánchez de las
Hrm.as", en Alcán1ara, 6, 1985, pp. 125-145.
7 Cfr. al respecto M. Bataülon, Erasmo y España 0937), México-l3uenos Aire.~. Fondo de Culturn

Económica, )966 (2ª ed.), pp. 734-737.


RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 49

El Brocense puso especial énfasis en la docencia, desoyendo continuamente


las amonestaciones del claustro de la Universidad por no ceñirse a la enseñanza
de lo establecido oficialmente, y muy especialmente por negarse a hacer ejerci-
cios de composición práctica. Frente a la obligatoriedad de hablar en latín en el
recinto académico, él propugnaba que los estudiantes hablaran en lengua vulgar,
ya que el mal uso del latín era la principal causa de su corrupción ("Qui latine
garriunt corrumpunt latinitatem", afirma al final de su Minerva8). Además, y
siguiendo una orientación ramista, insistía en la delimitación precisa del ámbito
teórico de cada disciplina, como forma de suprimir lo accesorio y favorecer la
rapidez de la enseñanza. En este sentido, se jactaba de poder enseñar la lengua
latina en ocho meses con sus métodos y de poder hacer comprender la griega
en veinte días con su Gramática, así como de repasar dos veces cada año la Dia-
léctica y la Retórica en la Universidad, las cuales enseñaba privadamente en dos
meses9•
Sus métodos pedagógicos, aunque contestados frecuentemente por el claus-
tro de la Universidad, tenían buenos resultados, como Jo reconocían en noviem-
bre de 1571 el rector y otros catedráticos10. Sin embargo, su actitud de rebeldía
ante todo aquello que no le convencía, su escasa pmdencia y desprecio hacia la
ignorancia de los demás, así como su forma particular de ver y ejercer la ense-
ñanza, había de causarle no pocos problemas con sus compañeros de la Univer-
sidad de Salamanca, en la que enseñó hasta finales del siglo XVI. Sus posturas
originales resultaban a menudo escandalosas para otros maestros, y las doctrinas
vertidas en su abundante obra11 , sobre la que contamos con interesantes estu-
dios12, acabarían ocasionando la enemistad de sus compañeros y las continuas
amonestaciones del claustro universitario. Abrumado por las cargas económicas
que le imponía el mantenimiento de su numerosa familia, el Brocense no pudo
mantener hasta el final su actitud batalladora de renovación de la enseñanza, y
terminaría por realizar una promesa de sumisión ante un claustro que ya pensa-
ba en la posibilidad de prescindir de sus servicios.

8
La primera edición e.le esta obra runa de 1562, y fue reimpresa en ec.lic.:ión ampliada en 1587: E
S:í.nchez ele las Brozas, Minerva set1 de causis linguae la1inae, Salmanticae, apud loannem Reruiur.
l 587 (ejemplar Sl/10447 de la Biblioteca Nacional d e Madrid).
9
Cfr. U. González de la Calle, Francisco Sáncbez de las Brozas. Su uida profesional y académi-
ca, cir., p . 94.
10
"El lic<lo. Sanchez regente ha sacado muy buenos discípulos como consta por el examen de
ellos" (ibídem, p. 101).
11
El Brocense se interesó por muy variados ámbitos del saber, y dedicó estudios a la filología dá-
s it-a, la filosofía, la teología. la música, la poesía, la arquitectura, la arqL1eología, la cosmogrnfía, la
astronomía, la medicina, las leyes y la filosofía. Como E. Artaza señala, G. L. Hidalgo. en sus Diálo-
gos de apacible entretenimiento, impresos en Barcelona en L6o6 (B.A.E., XXXVI, Madrid, 1855, p.
282), se refiere al Brocense como el retórico, el griego, el hebreo, el músico, el médico, el filósofo,
el juris1a y e l humanista (cfr. E. Artaza, El "ars nanwidi" en el siglo XVI español, cit., p. 138, nota 316).
En la edición de sus obras completas, Mayáns recoge veintisiete obras del Brocense. Cfr. al respecto
G. Mayáns, Fmncisci San.ctii Brocensis Opera Omnia, cit.
12
La Institución Cultural "El Brocense" y la Diputación Provincial de Cáceres se han venido preo-
cupando por publicar ediciones críticas de las obras de Francisco Sánchez, así como diversos traba-
jos relacionados con el autor y su escuela. Ya hemos hecho referencia al volumen Obras l. Escritos
retón·cos, a la biografía del Brocense esa-ira por el Marqués de Morante, y al crabajo de Luis Merino
50 ALl'ONSO MAR1ÍN JIMÉNEZ

En los procesos inquisitoriales, El Brocense mostró su acatamiento a La auto-


ridad de la Iglesia en materia de fe, aunque mantuvo su libertad de juicio fuera
de ella 13. Tras ser absuelto en el primer proceso de 1584, en el que sólo recibió
una .severa reprimenda, fue acusado de nuevo de heterodoxia, debido principal-
mente a las opiniones vertidas en su obra De nonnullis Porphyrii erroribus, de
1588, en la que atacaba abiertamente los fundamentos de la filosofía escolástica
y el principio de autoridad14. Se formó un nuevo proceso en Valladolid, a lo largo
del cual hubo de enviar al Inquisidor General una sumisa confesión de fe 15. Fran-
cisco Sánchez murió mientras esperaba el resultado del tribunal inquisitorial, que
acabaría dictando su absolución.

Jerez. [,a pedagugíu en la Retó,ica del Broce11se. Vid. además F. Sánchez de las Brozas, Obras 11. Pue-
sía, ed., trnd. y notas de A. Carrer'J. de la Red, Cáceres, Institución Cultural "El Brocense"-Diputación
Provincial de Cáceres, 1985; F. Sánchez de las Brozas. la esfera del m1111du, íntr., ed. y trad. de César
Chaparro Gómez. Cáceres, Institución Cultural "El Brocense", 1985; J. A. Antonio fzquierdo Izquier-
do, Diego Lúpez o el Virgilianismo español en la escuela del Brocense, Institución Cultural "El Bro-
cense"-Oiputación Provincial de Cáceres, 1989 y la ya citad.a obra Doctrina del estoico filósofo Epicte-
to que se llama comúnmente Encbiridión, con una introducción crítica de Luis Gómez Canseco. En
el siguiente apartado nos referiremos a los aspectos lingüísticos y gramaticales de la obrn de Fran-
cisco Sánchez de las Brozas, que han recibido una grnn atención por parte de la crítica, generando
una abundante bibliografía basada sobre todo en el estudio de su obra Minerva.
I$ "Esre confesante responde que antes si él fuera teólogo los quemaran a los teólogos porque
tBxerJ más apurad.as las verdades de lo que ellos entienden; pero que siempre ha hecho salva de que
no se entremete en artículos de fee, ni lo que tiene ordenado la sancta madre iglesia y los concilios,
sino que dice que en lo que toca a filosofía o historia sagradas o profanas. que tocios son bien igno-
rantes. y los teólogos los primeros" (M. de la Pinta Llorente y A. Tovar, Procesos inqt1isiton·a1es con-
tra FnmcLKo Sánchez de las Brozas, cit., p. 48).
14 F.I fiscal Alejandro de Possada afinna del Brocense "ser autor muy insolente, atrevido, mordaz,
como lo son todos los gramáticos y erasmistas L..] pues este autor destruye los fundamenros de la
lógica, de los cuales se si1ve la theología escolástica y aún la antigua de los santos" (ibídem, p. 165).
1
' "Yo siempre y roda mi vida he sido buen cristiano y hijo de buenos cristianos. y hijos dealgo,
conocidos por tales, y siempre protesto de creer !Ocio aquello que tiene y cree la santa madre igle-
sia Romana, y agora a la hora de mi muene lo protesto y creo y muero en ello y por ello: y que si
aviendo trabajado, como lo he hecho leyendo lenguas y enseñando públicamente en dicha universi-
dad de Salamanca, o en otras parces, e dicho o han dicho de mi cosa contra la santa fe catholica, que
negando en lo que es de mi pane no aver dicho tal ni sentido tal, si por error de la lengua ubiese
sido, me arrepiento, y a V. S. en nombre de Dios Nuestro Señor pido perdón y penitencia. Y si en
las traslaciones que yo con mi ingenio y largo trabajo de la lengua griega y hebrea e sacado, que V.
S. riene en su poder. ubiese alguna cosa malsonante quíi,:a por no entenderse o por cualquier otra
t·osa, quiero que por mandato de V. S. se borre y quite; y si en otras agudez.as de la lengua latina y
griega ubiese cosas provechosas, dando V. S. licencia pa~1 que se impriman sean problemas lsic),
sometiendome a más agudos ingenios. Y ansi con este 1>rotes10, pido y suplico a V. S. que pues mi
intención siempre ha sido de buen cristiano y temeroso de Dios, y a él sobre que siempre que tomé
la pluma en la mano fue encomendandome :1 El que me diere luz para enseñar las verdades" (M. de
la Pinta Llorente y A. Tovar, Procesos inquisitoriales contra Francisco Sánchez de las Brozas, cit., fols.
100 y 100 yu_)_
2
La gramática, la retórica y la dialéctica
en la concepción del Brocense

Una vez apuntados algunos datos sobre la vida y la obra del Brocense, es
oportuno examinar el papel que asigna a la gramática, a la retórica y a la dia-
léctica en el ámbito general del conocimiento, como paso previo al estudio de
las relaciones que se establecen en su obra entre dichas artes y la literatura.
Como ya pretendieran Rodolfo Agrícola, Luis Vives y Petrus Ramus, el Bro-
cense intenta delimitar claramente el ámbito teórico de las distintas d isciplinas del
conocimiento. Si en la composición y el análisis práctico de los textos las diversas
artes han de aplicarse conjuntamente, en el ámbito teórico es necesario distinguir
y definir claramente los preceptos que pertenecen a cada una. A este respecto,
afirma lo siguiente en su Mineroa:
•L ..J juntamente con los varones más doctos sostengo esto: que es necesario
que los usos de las artes estén unidos, pero las artes mismas se han de enseñar
por separado.•'

Como ya hemos comentado, el problema de la delimitación de las artes per-


tenecientes al triuium (gramática, retórica y dialéctica), fue tratado por Luis Vives
en su obra De causis corruptarum artium, en la que retoma las ideas expuestas
por Agrícola en De inventione dialectica. En opinión de Vives, la causa ele la
degeneración de las artes radica en la indistinción precisa de sus fronteras, por
lo que es preciso reestablecer nítidamente las mismas y definir con claridad la
función de cada disciplina: la gramática, cuyo fin es enseñar (docere), muestra lo
que se dice y según que sistema ("quae quid et qua ratione diceretwº'); la retó-
rica, destinada a mover los ánimos (mouere), trata de la belleza y la ornamenta-
ción ('"ornatus et cultus"), y la d ialéctica, encargada de probar (probare), se
ocupa de los argumentos y ele la probabilidad ("argumenta et prohahilitas"). De
esta forma, según la concepción de Vives (que sería seguida por Ramus), la
inuentio y la dispositio han de incluirse en la dialéctica, quedando la retórica
reducida a la elocutio y a una de¡;;valorizada actio o pronuntiatio. Vives reorgani-
za además la ordenación pedagógica de estas disciplinas: en primer lugar, ha de
ser enseñada la gramática, después, la dialéctica, ya que se ocupa de la inuentio
y la dispositio, y por último, la retórica, limitada a la ornamentación de lo halla-
do y dispuesto en las operaciones anteriores.

1
F. Sánchez de las Brozas, Mine,va, ed. de F. lliveras Cárden:is, Madrid, C'.átedra, 1976, p. 48.
52 ALfONSO MARTÍN JIMÉNEZ

Aunque en las ediciones del De arte dicendi de 1556 y de 1558 el Brocense


no acepta aún la atribución de la inventio y la dispositio a la dialéctica, en el
Organum dialecticum el rbetoricum, de 1579, se muestra ya conforme con dicha
delimitación. Silenciando, como veremos, el origen de sus ideas, acaba por acep-
tar en su totalidad los presupuestos ramistas concernientes a los ámbitos de cada
disciplina. En efecto, en el prólogo al Organum dialecticum et rhetoricum afir-
ma que las partes de la dialéctica son la invención y la disposición, y las de la
retórica la elocución y la acción 2. Asimismo, recoge el orden de la enseñanza de
las disciplinas propuesto por Vives. A este respecto afirma lo siguiente:
•El arte imita la naturaleza y el orden natural exige que primero hablemos, des-
pués razonemos y finalmente adornemos el discurso; es necesario que vaya por
delante la gramática para adornar las palabras, que siga la dialéctica para dispo-
nerlas racionalmente y que apone el colofón la retórica, que es la que cambia y
adorna con figuras las palabras.,:!

Posteriormente, en la dedicatoria a la Academia ele Salamanca que abre la


Minerva de 15874, volvería a afirmar que la Gramática es el fundamento de las
demás disciplinas:
-La Minerva enseña la norma de la verdadera Latinidad; con ella como guía el niño
podrá reco1Ter con facilidad los verdes prados de los poetas y oradores e indagar des-
pués los verdaderos principios de la Dialéctica, que anda también transtomada.•s
Es de advertir que en el prólogo II al De arle dicendi había otorgado una fina-
lidad similar a su obra retórica, afirmando que la había compuesto para facilitar
la interpretación de los escritos de poetas y oradores6. Al examinar con deteni-
miento sus obras retóricas tendremos ocasión de destacar la .importancia de estas
palabras para precisar la relación entre retórica y literatura. Por lo demás, no es
de extrañar la utilidad que le concede a la gramática para recorrer los escritos de
poetas y oradores, ya que no era considerada en el Renacimiento como una ctis-

'Cfr. al respecto el Organum dialecticum et rbetonú1m, en F. Sánchez, Obras l. Escritos retó1'i-


cos, cit., pp. 182-183. En lo sucesivo citamos por esta edición.
3 -Ars imiratur naturam, sed ordo na1urae postular ut prius loquamur, deinde ratione utamur, pos-
tremo senienriam ornemus; praeceda1 oponet grammatica, quae uoces ordinat, sequarur dialectica,
quae rationem informat, addat colophonem rherorica. quae ~ententias ornando commutat et figurat•
(Ibídem., pp. 182-183).
1
· En 1562 se había publicado en Lyon una versión anterior y reducida de la Míne,va. Esta obra
aparecía añadida a las lnstituliones latínae (F. Sánd1ez de las Brozas, /nslitutiones lalinae. Minerva
se11 de linguae latinae caw;is et elegantía, Lugduni, l 562, ejemplar 1/ 11167 de la Hiblioteca Universi-
raria de Salamanca), y fue descubierta por José María Liaii.o (vid. J. M. Li.año, Sanctius el Brocense,
dt.). F.duardo del Esta! Fuentes editó la edición latina de la Minerva de 1562: Francisco Sánchez de
las Brozas, Minerva 0562) seu de linguae latínae ccmsis et elegantia, ed. de E. del Esta! Fuentes, Sala-
manca. Universidad de Salamanca, 1975, y posteriormente su traducción al castellano: Francisco Sfo-
chez ele las Brozas, Minerva (7562) o de lasjuentesyelegancia de la lengua latina, ed. de E. del Estal
Fuentes, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1981. La Mineroa de 1587 ha sido traducida por F.
Rivera Cárdenas: f . Sánchez de las l3rozas, Minerva o de la propiedad de la lengua latina, ed. de F.
Rivera Cárdenas, Madrid, Cátedra, 1976.
s F. Sánchez de las Brozas, Mi11e1va, ed. de F. Riveras Cárdenas, cit., p . 37.
6
Cfr. F. Sánchez. De arte dicendi, en Obrt~~ l . Escritos retóricos, cit., pp. 36-37. En lo sucesivo cita-
mos por esta edición.
RETÓRICA Y LHERATURA EN EL SIGLO XVI, EL BROCENSE 53

ciplina exclusivamente lingüística, sino también literaria. En consonancia con esta


concepción, las gramáticas medievales solían incorporar al final un tratado de tro-
pos y figuras7. De hecho, el Brocense sigue una tradición que se remonta a Quin-
tiliano, quien en sus Institutio oratoria había establecido que el niño, tras apren-
der a leer y a escribir, debía aprender la gramática, la cual consiste en hablar y
en explicar a los poetas8 . Adoptando esta concepción, Francisco Sánchez consi-
dera que el estudio de la gramática latina era el paso previo imprescindible para
realizar el acercamiento a los textos de la Antigüedad. De hecho, los preceptos
gramáticos expuestos en la Minerva son ejemplificados abundantemente con
citas de poetas y oradores, como lo son las normas retóricas y dialécticas del De
arte dicendi y del Organum dia/ecticum et rhetoricum. Así, los conocimientos
gramáticos se demuestran imprescindibles para entender correctamente las cons-
trucciones de los autores literarios.
Las palabras citadas nos permiten constatar además que el Brocense se pro-
puso realizar un tratamiento global de las tres disciplinas del triviurn relaciona-
das con el lengua.je, pese a que cada una de ellas debiera ser perfectamente deli-
mitada. Eso parece indicar el hecho de que tanto su gramática como su primera
retórica hayan sido compuestas con la finalidad expresada de interpretar a poe-
tas y oradores, y que incluso su Organum dia/ecticum et rhetoricum, cuyos plan-
teamientos coinciden en muchos aspectos con los del De arte dicendi, sea tam-
bién un compendio para facilitar la interpretación de dichos textos. En las
palabras citadas de la Minerva, reitera además el orden en que deben ser ense-
ñaclas estas disciplinas, anteponiendo nuevamente, como ya lo hiciera en el
Organum dialecticum et rhetoricum, el estudio de la dialéctica al de la retórica.
Y es precisamente en el Orgcmum donde había pretendido aclarar y delimitar esa
dialéctica que, según sus propias palabras, andaba también transtornada.
Francisco Sánchez desarrolla así un plan perfectamente estructurado que abar-
ca la exposición de las disciplinas pertenecientes al triuium a través de tres obras
complementarias: La Minerva, en sus dos ediciones de 1562 y 1587, se ocupa de
la gramática; la retórica es abordada en las sucesivas ediciones del lJe arte dicendi
a partir de 1556, y su pensamiento sobre la dialéctica es recogido en el Organum
dialecticum et rhetoricum, de 1579, una vez asimilados totalmente los p lantea-
mientos de Ramus sobre las partes de la dialéctica y la retórica, así como los de
Vives sobre el orden de enseñanza de las disciplinas9 . Con el tratamiento a la vez
global y delimitado de estas artes relacionadas con el lenguaje, ofrece los instru-
mentos que permitan realizar con garantías la interpretación textual. Y si desde
un punto de vista teórico dichas disciplinas pueden y deben ser delin1itadas, en
la práctica son necesarios los preceptos de las tres para producir y analizar la
ratio y la oratio.

7 Cfr. L. López Grigera, La retórica en la Espt1ña del Siglo de Oro, cit.. p. 37.
~ "Primus in eo qui sc ribendi legendique adeptus erit facultatem grnmmaticis est locus. [...) Haec
igitur pro fessio, cum brevissime in duas partes dividatur, recte loquendi scientiam et poernnim ena-
rrationem l.. .l. Nam et scribendi ratio coniuncta cum loquendo est et enarrationem, praecedit emen-
data lect'io et mixtum his omnihus iudicíwn esr' (Quimiliano, lnstitutío oratoria, cir., 1, 4, 1-3). Cfr. al
respecto L. López Grigera, La mtórica en la España del Siglo de Oro, c it., pp. 85-86.
9 Cfr. al respecto el comentario de G. Clé rico en su "lntroduction" a la Minen;e, cit., pp. 13 y ss.
54 ALFONSO MARTÍN JIMÉNEZ

Esta organizaeton del ámbito de las disciplinas experimenta un proceso de


transfonnación, que examinaremos con mayor detenimiento al comentar las afir-
maciones que realiza en los prólogos de sus obras retóricas. La evolución de sus
planteamientos responde a un esfuerzo intelectual resultante de la necesidad de
asimilar los preceptos de los antiguos y de los autores humanistas, quienes habían
mostrado su oposición a algunas de las concepciones clásicas que el Brocense
en principio compartía. El autor extremeño no poclia permanecer indiferente ante
las innovaciones de los ramistas, que ponían en duda la validez de sus creencias
iniciales. Y si en el De arte dicendi de 1558 prefiere mantener los presupuestos
de los Antiguos, en el Organum dia/ectium et rhetoricum de 1579 termina por
reorganizar sus planteamientos para dar una respuesta satisfactoria a las inquie-
tudes producidas por las ideas de Ramus 10 . Planteamientos que, como hemos
advertido, se mantienen en la edición definitiva de la Mineroa de 1587.
La evolución de su pensamiento responde por lo tanto a la necesidad de deli-
mitar con precisión el ámbito de cada una de las disciplinas para rea.lizar un tra-
tamiento conjunto de las mismas. En palabras de Genevieve Clérico, "Comme
tous les esprits réellemente novateurs, Sanctius affirme done la nécessité de situer
sa recherche dans un cadre épistémologie clair. Comme plus tarde Saussure, il
s'efforce de limiter avant de décrire" 11 • Y esta evolución le conduce a la asunción
final de las ideas ramistas sobre la delimitación de las artes, colaborando en el
ámbito español al proceso de reducción de la retórica impelido en Francia por
Ramus.
Debido a que en el Organum dialecticum et rhetoricum se propone un enfo-
que innovador de la inventio y la dispositio, el Brocense necesita además com-
poner otra obra complementaria para ocuparse ele la lógica tradicional de inspi-
ración aristotélica. Por ello, nociones como las del género y las especies, o las de
sustancia y accidentes, son recogidas en otro pequeño trarado de 1588, el De
nonnullis Porpbyrii aliorumque in Diatectica e-n-oribus Scholae Dialecticae12, en
el que retoma las fuentes aristotélicas corrigiendo los errores cometidos, en su
opinión, por los comentaristas del Estagirita13 .
En su afán por delimitar el ámbito propio de las disciplinas, Francisco Sán-
chez realiza algunos ajustes en el tratamiento de la gramática y de la retórica. Así,
algunas de las figuras que tradicionalmente eran consideradas por la mayor parte
de los autores como pertenecientes al dominio elocutivo de la retórica, son trasla-
dadas al ámbito de la gramática. En efecto, la elipsis, el zeugma, el pleonasmo, la
silepsis y el hipérbaton son consideradas por el Brocense como figurae con:;trnc-
tionis de naturaleza puramente sintáctica, diferenciables por ello de los procedi-
mientos de ornamentación de la elocutio retórica (en la que incluye los tropos,
las fígurae sententiae y las figurae dictionis). Las figuras de construcción son

10
Hemo~ re.1lizado una primera aproximación a l a evolución del pen~amiento retórico del Bro-
cen~e y su relación con la literatura en nuestro trabajo "Hhetoric, D ialecúc, and Literarure in the Work
uf Francisco Sánchez, El Brocense", en Rhe101ica. Afouma/ o/1be Histo1y ofRhetoric, xm, 1, wimer
1995, pp. 43-59.
" fbidem. , p. 14.
12 Op. cil.
11
· Cfr. G. Clérico, "lntroduction" a la Minerve, cit., pp- 14-15.
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVJ: EL BROCENSE 55

suprimidas de la retórica en la edición del De arte dicendi de 1558, lo que evi-


dencia que ya había pensado en trasladarlas a la gramática incluso antes de escri-
bir la primera redacción de la Minen;a en 1562.
La traslación de las figuras de construcción, y muy especialme nte de la e lip-
sis, al dominio de la gramática, se relaciona estrechamente con la innovadora teo-
ría gramatical del Brocense, a la que se debe gran parte del prestigio de su
autor14. En realidad, la inclusión en la gramática de las figuras de constrncción
retóricas no es una aportación novedosa, ya que en las gramáticas medievales se
encuentran apartados dedicados a las figuras retóricas, y Donato y Thomas Lina-
cer habían introducido en sus gramáticas las mismas figuras de construcción 15.
Además, en la distribución que el Brocense realiza de las figuras se deja sentir el
influjo de los autores ramistas, los cuales habían insistido en la necesidad d e deli-
mitar el contenido teórico de cada disciplina. El p ropio Ramus, ya en 1549, con
anterioridad a los escritos retóricos y gramaticales del Brocense, había traslada-
do el asíndeton, el polisíndeton y el zeugma a la gramática, y había relegado asi-
mismo la amplfficatio y la antítesis a la dialéctica16. La verdadera innovación del
Brocense consiste en su concepción sintáctica de la gramática 17.

H En opinión de G. Clé rico, el De a,te dicendi y el Organum dia/ecticum et rhetoricum deben


se r consideradas como obras menores del Brocense. Si la producción del autor extremeño se hubie-
r-,1 detenido tras su publi<.."ación, el papel del Brocense ··se serait limité a répandre les thbes rnmistes.
mais son influence n'aurail pas été ce qu'elle fur. En fait, c'est dans le domaine ele la gn1mm.iire qu·e-
lle va .~•exercer. La reprise des ambitions de Ramus a permis la naissance d'un rype <le syn12xe aux
traits fortement accusés qui, prolongée par la Grammaire Génerale de Pon-Royale et les réflexions
des Encyclopédistt:S, va servir pendant deux siecles de référence a la plupart des recherches en la
matiere" (G. Clérico, "Ramisme et post-ramisrne: la répartition des ,arts• au XVI" siede", en Hístoire,
tpistémologie, Langage, Vlll-1, 1986, pp. 53-70, p. 63). A nuestro juicio, sin embargo, no c.1be menos-
preciar la importancia de las obras retóricas y dialécticas del Brocense, ya que fue uno de los pocos
humanistas españoles que, pese a la persecución inquisitorial en nuestro país contra la obra de
Ramus, se atrevió a adoptar plenamente las ideas del autor francés, contribuyendo decisivamente al
desarrollo en España de las in novaciones que se producían en Europa. Por lo demás, su insistencia
en resaltar la validez de las normas retóricas y dialécticas para el análisis de los textos literarios cons-
tituye, como comprobaremos, un testimonio fundamental para e ntender la relación entre retórica y
liter&tura en el Renacimiento europeo.
15 La teoría de la elipsis del Brocense se inspira en las ideas sobre dicha figura expuestas por
Linacer en Deemendata structu.ra l.alinl sennonis libri sex (publicada en Lyon en 1544). Sin embargo,
el autor extremeño amplió en gr,1n medida y sistematizó las ideas de Linacer, convirtiendo la elipsis
en un apartado esencial de su teoría gramátical. Cfr. al respecto E. del E.sllll Fuentes, "Introducci6n''
a Francisco Sánchez de las Brozas, Mineroa (1562), cil., pp. 11-56, pp. 39.40; ]. M. Hernán<lez Te rrés,
"la herencia de la Retórica clásica en la •Minerva• de Francisco Sánchez de las Drozas··, en His1orio-
graphia linguistica: InternationalJouma/Jor tbe History ofLanguage Science.s, XII , 3, 1985, pp. 373-
387, p. 374-375 y G. Clérico, '·Introduction" a la Mineroe, cit., p. 15.
16 Cfr. al respecto K. Meerhoff, Rbétorique et Poétique au XVI" siec!e en France. Du /:Je/lay, Ram11s

et les atl/res, cit., pp. 193-210, donde se analiza la evolución de las figuras en el sistema retórico de
Ramus en las distintas ediciones de sus obras Brulinae Quaestiones in Oratorem Ciceronis, cuya pri-
mera impresión fue realiwda en París por J. Bogard en 1547, y las Rhetoricae Disti11ctiones in Q11in-
lilian11m, cit., editada por primera vez en 1549.
17
Luisa López Grigera recuerda que la sintaxis "ocupaba ya el menor espacio en los tratados
escritos en el siglo XV, fenómeno que pasó al XVI. Se podría decir que la sintaxis era la cenicienta
de la Gramática del Renacimiento [...)" (L. López Grigera, La retórica en la España del Siglo de Oro.
ci1., p. 85). El enfoque sintáctico-gmmatical del Brocense viene a suplir esta deficiencia.
56 ALFONSO MAJfffN JIMf:NEZ

Como pone de manifiesto Genevieve Clérico, la perspectiva sintáctica con la


que el Brocense intenta explicar las causas de la lengua obedece también a la
influencia de Ramus, q uien hab ía concebido la gramática según un modelo bina-
rio parale lo al de la d ialéctica, de forma que la morfología y la sintaxis gramati-
cales tendrían su correlato en la inventio y en la dispositio dialécticas. Así, las
marcas formales desempeñarían en la gramática un papel semejante al de los loci
de la inventio, mientras que e l pape l de la sintaxis gramatical sería el estudio de
los encadenamientos, e n correspondencia con la organización de los elementos
propia de la dispositio. Esta pe rspectiva hacía esperar un tratamiento renovado
d e la sintaxis que Ramus no llegó a realizar, y que fue consumado por el Bro-
cense. En efecto, mientras que las aportaciones de Ramus e n materia de gramáti-
ca se detuvieron en el ámbito de lo morfológico11\ el Brocense centró su atención
en la constn1cción sintáctica de la oración. El primer libro de la Mineroa, en el
que realiza un esrudio formal de las partes del discurso y de sus accidentes, está
muy influido por las ideas de Ramus, mientras que en los libros segundo y terce-
ro propone una innovadora descripción sintáctica de la frase latina. El libro cuar-
to, al qu e se remite frecue ntemente en los anteriores, está dedicado al estudio de
las figuras, y en él destacan sus ideas sobre la elipsis19.
Al interesarse principaJmente por el dominio de la oración para ofrecer una
explicación raciona] de las causas de la lengua, el Brocense desatiende los aspec-
tos léxicos de las palabras individualmente consideradas. Por ello no incluye en su
gramática las figuras "in verbis singulis" de la Retórica tradicional, y se limita a
introducir las figuras de construcción de carácter sintáctico que permiten explicar
los usos lingüísticos21l. En el ámbito lingüístico se producen numerosas discordan-
cias entre la ratio y el usus21, es decir, entre la estructu ra lógica y esperable de las
oraciones y las realizaciones particulares de los hablantes, y las figuras de cons-
trucción son entendidas como meetnismos que alteran la estructura regular (debi-
ta constmctio) de la oración. Así, la elipsis favorece la brevitas a la que tie nden
todas las lenguas, al suprimir en el uso lingüístico algún elemento de la oración
exigido por su estructura lógico-gramatical22. De manera similar, las restantes figu-
ras de construcción (zeugma, pleonasmo, silepsis e hipérbaton) producen otros
tipos de alter-ació n en el uso con respecto a la organizació n racional de la lengua.

1
~ A juicio de G. Clérico, la gramática de Ramus "n'csl formalle que dans la mesure ou elle cst
morphologique. Meme si quclque enteres distributioncls som envisagés pour dislinguer les mots inva•
riahles les un~ des autres. les outils conceptuels font défaut pour étahlir une syntaxe digne de ce
nom". Por ello, "L'interet de l'oeuvre de F. Sanctius, c'e:,1 d'avoir, en pan:ant de príncipes communs,
réu~si apparemmc nc la oí:1 Ramus avait échoué, du moins en grammaire" (G. Clérico, "Ramisme ce
post-ramisme: la répanition eles ,arts, au XVl" siede'", ciL, pp. 59 y 60).
19 Cfr. G . Clérico. "Ramisme el post-r.11nisme: la répanition des •ans, au XVlc sicde-, ciL, y G. Ch:!-

rko, -1ncrouuction• a la Minerve, cit., p . 12 y ss.


io Vid_ Fr.incisco Sánchez, Minerva. ed. de F. Rivera~ Cárdenas, cit., libro rv, pp. 317-434.
2
' Ratio, usus y testfmonia son los elementos que susrencan la teoría gramatic:11 del Brocense.
Como <1dvicrtc A. Carrern de la Red, dichos elementos no son novedosos, pues "El mismo Quinúlia-
no distinguía la razón, la antigüedad, la autoridad y el uso como constituyentes básicos de la elabo-
rJción lingüística" (cfr. A. Carrera de la Red, "Conciencia lingüÍ5tica del Brocense-, en 1besm1ms:
Boletí11 d el b 1Sti11110 Caro y Cuervo, Bogotá, Colombia, 43, 1, 1988, pp. 121-132.p. 125).
22
Cfr. J. M. llernández Tcrrés, •'La herencia ele la Retórica clásica en la ,Minerva• de Francisco
Sánchez de las Brozas", cit., p. 383.
RETÓRICA Y LlTERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 57

Por nuestra parte, y como comprobaremos al abordar la teoría del silogismo


en el Organum dialecticum et rhetoricum, creemos ver los fundamentos de la
teoría sobre la elipsis y las otras figuras de construcción del Brocense no sólo en
la traslación de dichas figuras a la gramática efectuada por Donato y Linacer, sino
especialmente en la concepción que rige el método de análisis textuaJ de Agrí-
cola y Melanchthon, desarrollado por los ramistas. Como hemos explicado, estos
autores basaban la interpretación textual en la búsqueda del silogismo o serie de
silogismos dialécticos que forman la estructura lógica y profunda de la obra. A su
juicio, los autores no suelen expresar la totalidad de los silogismos en los que se
basa la estructura lógica del texto, sino que algunas de sus premisas son elimi-
nadas o disimuladas, siendo labor del crítico recomponer la totalidad del silogismo
o conjunto de silogismos que sustentan la quaestio o tema central de la obra.
Al analizar las ideas sobre el silogismo expresadas en el Organum dialecti-
cum et rhetoricum, tendremos ocasión de comprobar hasta qué punto este méto-
do de análisis textual es asimilado por el autor extremeño, quien concede una
gran importancia al esclarecimiento de los silogismos que forman la estructura
lógica de los textos. Recoge así la idea formulada por Agricola y Melanchthon de
que los oradores y poetas no suelen expresar la totalidad de las premisas de los
silogismos en sus obras, ya que ello implicaría mostrar a las claras los artificios
de composición, sino que suelen limitarse a exponer las premisas esenciales,
adornándolas para d isimular el procedimienro23. Así, asume la distinción entre la
estructura lógica de las obras y su expresión lingüística, de manera que e l aná-
lisis dialéctico ha de recomponer la primera a partir de la segunda. Pero e l Bro-
cense no sólo aplica dicha distinción a los textos de poetas y oradores sucepti-
bles de análísis dialéctico, sino que busca un paralelo en el ámbito gramatical.
En efecto, la distinción dialéctica del Organum entre la estrnctura racional y la
expresión lingüística corresponde a la efecn1ada en la Mineroa entre la lógica
gramatical y los usos idiomáticos. Si los autores no suelen expresar todas las pre-
misas de los silogismos en sus obras, los hablantes hacen uso de la elipsis para
favorecer la brevitas característica de todas las lenguas, mientras que los proce-
dimientos que disimulan o adornan las p remisas de los silogismos expresadas
en los textos de poetas y oradores encuentran equivalencia en las restantes figu-
ras gramaticales de construcción, las cuales proporcionan una serie de meca-
nismos idiomáticos que transforman la debita constructio de las oraciones en las
expresiones del uso lingüístico. Por ello, la gran aportación del Brocense con-
siste, a nuestro juicio, en trasladar la concepción que rige el método de análisis
dialéctico al dominio gramatical, convirtiendo la teoría sobre las figuras de cons-
trucción en la base para explicar todas las discordancias lingüísticas entre la
ratio y el usus24 .

2
J Cfr. Frnncisco Sánchez, Organum dialecticum et rbetoricum, cit., pp. 280-313.
24
Dicha craslación se realiza sobre el sistema de la lengua de Quimiliano, aunque con alguna~
modificaciones. Si Quintiliano había propuesto la ratio, la a111iquitas, la aucton·tas y la consuetudo
como los fundamentos de la lengua, el Brocense los limita a la mlio, los teslimonia y la consuetudo.
Las diferencias entre la ratio, o fundamento racional de la lengua, y la consuetudo, o usos lingüísticos
de los hablantes. ya fueron advertidas por el propio autor hi~pano-latino Unslitutio oratoría, cit., l. 6.
27). El Brocense, al trasladar el método de análisis dialéctico de Agrícola y Melanchcon a un sis1ema
gramatical basado en la concepción de Quintiliano, consigue dar una explicación a esas diferenci,1s.
58 ALl'ONSO MARTÍN JI.MÉNEZ

Como es sabido, algunos autores han visto en esta teoría gramatical de la elip-
sis un antecedente de la gramática generativa, pese a que el propio Chomsky la
considerara un simple mecanismo para la interpretación de textos latinos oscu-
ros25. Pero si la atención prestada por Chomsky a la teoría del autor extemeño
ha contribuido en gran medida a su reciente rehabílitación, es de resaltar la
influencia que ya tuvo la Minerva en los más destacados gramáticos franceses de
los siglos XVII y XVIII, como los monjes de Port-Royal, Du Marsais o Beauzée,
constituyéndose en una obra fundamental para el desaITollo de las teorías sin-
tácticas de carácter logista26.
A la importancia de las teorías gramaticales esbozadas en la Minerva, al aná-
lisis de sus fuentes y a su influencia en la historia ele la teoría gramatical se
han dedicado abundantes estudios27. Por nuestra parte , y en conformidad con e l
objetivo que nos hemos marcado, nos limitamos a resaltar las relaciones que la
gramática mantiene con la retórica y la dialéctica en la concepción del autor

l5 Cfr. N. Cho msky, Linguistica ccirlesiana: Un capitulo de la historia del pensamiento racional
(1966), Madrid, Gredos, 1969, pp. 41-43. La interpretación de Cho msky ha s ido rebatida o matizada
pnsreriormente. Vid. al respecto, e ntre otros, L. Michelena, "El l:lrocense hoy", en Homenaje ci la
memoria de Don Antonio Rodríguez Mofiiiio, 1910-1970, Madrid, Castalia, 1975, pp. 429-444; G. A.
Padley, Crammatical 1beory i11 Western J::urope 1500-1700, Cambridge, Cambridge University Press,
1976; G. Clérico, ..F. Sanclius: Hisroire d'une ré habilitatio n.., en A. Joly & J. Stefanini (eds.), IA gram-
maire générale: Des modistes atix idéologues, Villenneuve-d·Ascq, Puhlicatio ns de l'Université de Lille
111, 1977, pp. 125-143 y J. M. Terrés, "La herencia de la retórica clásica en la -Mine,va• de Francisco
Sánchez de las Brozas", cit. A est:e respecto, Srefano Arduini afirma lo siguiente : "[. ..( francamente mi
pare eccessivo parlare di struttura profonda o di struttura logica. (...] l'ellissi san<•tiana e senz'altro
molro di piú di un puro artitkio per l'analisi testuale (come per Chomsky) ma conremporaneamente
e molto meno di un mezzo per ouener strutture profonde in senso moderno; piú sempliceme nte e
uno strnmen10, assai potente per un grammatica del '500, di •razionalizzazione• dei dati linguistici" (S.
Ardujni, "La 1eoria dell'eUissi in Francisco Sánchez de las Brozas: Una anricipalione della gr.unrnarica
generativa?·•, en lingua eSti/e, 17, 1982, pp. 341-370, pp. 364-365).
"' Cfr. J. M. Hernandez Terrés, "La herencia de la Retórica clásica en la •Minerva• de Franc.isco
Sánchez de l as Brozas", cit.
27
Cfr. , entre otros, C. García, Comribución a la historia de los conceptos gramaticales. La apor-
wción del Brocense, Madrid, C.S.LC., Anejo LXXI de la R.F.E., 1960: J. M. Llaño, "La primern redac-
ció n de la Minerva", en Estudios clásicos, 63, 1971, pp. 187-203; F. Salinero, Actualidad lingüística de
Francisco Sánchez de las Brozas, Badajoz, Diputación Provincial, 1973; J. M. Núñez González, "L'I
descripción de los casos latinos por el Brocense: sus presupuestos teóricos", en Durius, VU-Vlll, 1979-
1980 , pp. 389-402; F. Rivern Cárdena, La Mineroa de Francisco Sánchez de las Brozas, Córdoba, Uni-
versidad de Córdoba, 1981: S. Aldea G imeno, "La teoría lingüística de el Brocense", Revista de Estu-
dios Extremeños, 38, 1982, pp. 501-513; M. Breva Claramonte, "La tt:oría gramatical del Brocense en
lus siglos XVI y XVU", en Revista Espaíiola de l.i11güísfica, 10, 1980, pp. 351-371 ; M. Breva Clara.monte,
Sanclius · tbeo,y ofLanguage. A contribution to the histwy ofRenaissance Linguistics, Amsterdam-Phi-
ladelphia, l:lMjamins, 1983; M. Brt:va Claramonte, "The Semiotic Aspt:crs of Sanctius'Minerva", en His-
toriogmphaí Linguistica: Internationaljournal for the Histo,y ofLtmguage Sciences, l J, 1984, pp. J 17-
127; J. M. He rnández Tarrés. La elipsis en lu leona gramatical. Murcia, Universidad de Murcia, 1984;
J. M. Hernández Terrés, "La herencia de la retórica clásica en la Mine,va de Francisco Sánchez de las
Brozas", cit.; R. Sarmiento , "Ut semper nunc Sanctius (1597)", en Revista Española de lingü,:~tica, 17,
1987, 137-143: A. Carrem de la Red, "Conciencia lingüística dd Flrocense•·, cit. y F. l. Lisi, "La rela-
ci6n entre palabra y realidad en la concepció n del Brocense", en J. M' . Mat:stre y]. Pascual ttarea
(cnorcJs.), Humanismo y pe,vivencia del mundo clásico, Actas del I Simposio sobre humanismo y per-
vivencia del mundo clásico (Alcaiiiz, 8 al 11 de mayo de 1990), Cádi1,, Instituto <le Estudios Turolen-
ses-Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 1994, vol. I, 1, pp. 549-555.
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL HROCF.NSF. 59

extremeño. A su entender, la gramática ha de centrarse en el estudio de la sinta-


xis, mientras que la semántica no es considerada como un ámbito independien-
te. Del análisis del sentido se encarga la retórica a través del estudio de los tro-
pos y de ciertas figuras, o bien la d ialéctica cuando juzga la adecuación de las
palabras a las cosas y los modos de razonamiento y de exposición21l. Éste es el
propósito original del Brocense, aunque no siempre se mantenga en los límites
teóricos anunciados29.
La concepción particular que tiene el Brocense sobre la gramática le lleva a
excluir de la elocutio retórica, como hemos explicado, una serie de figuras que
tradicionalmente se incluían en djcho apartado. Pero las relaciones que estable-
ce entre la retórica y la dialéctica originan además otra serie de modificaciones
que afectan a los dominios de la inventio y la di:,,positio. Cuando en el De arte
dicendi mantiene la asignación tradicional de dichas operaciones a la retórica,
realiza un primer tratamiento sintético de las mismas30, ordenando los preceptos
de los autores de Antigüedad (en el prólogo cita a Cicerón, Quintiliano, Aristó-
teles y Hermógenes como sus fuentes), y adoptando asismismo algunas ideas
ramistas en su organización. Pero al aceptar en el Organum dialecticum et
rhetoricum la asignación ramista de la inventio y la dispositio a la dialéctica, el
contenido de las mismas es acrecentado con nuevas nociones de tipo retórico y
dialéctico.
En efecto, en el apartado de la inventio de los dos tratados se distinguen dos
partes generales, la dedicadas a la "invención general" y a la "invención especial,
o retórica". Mientras la invención especial de los rétores es idéntica en lo esen-
cial en ambos tratados, la invención general presenta un desarrollo mayor en el
Organum dialecticum et rhetoricum que en el De arte dicendi. En esta primera
obra, solamente se incluyen en el apartado de la invención general la lista de los
lugares comunes relacionados con las personas y con los hechos31 ; en el Orga-
num, en cambio, se sintetizan en nueve apartados todos los p rocedimientos

28
Cfr. G. Clérico. "lntroduction" a la Minen,-e, cit., pp. 16-17.
"1:-IEn efecto. :iunque el l3rocense intenta separar claramente los ámbitos de la gramática y ele b
retórica, entre una y otra se establecen algunos puntos de contacto. Como ;1dviene J. M. Ilcrnándt:7.
Terrés a propósito <le las figur.1s de constnicción, Francisco Sánchez pone de manifiesto que en el
uso de la lengua ·'lo norma\ es observar continuas discordancias con las normas sintácticas previstas.
discordancias que cumplen sus propias funciones comunicativas y que, especialmente utilizadas. pue-
den proporcionar los efectos requeridos por las necesidades retó ricas" (J. M. Hernám.lez Terrés, "La
herencia de la Retórica clásica en la ,Minerva• de Francisco Sánchez de las Brozas", cit., p. 383). A.si-
mismo, no están claros los criterios lingüísticos en los qut: fundamenta la distinción entre la elipsi.,
gr.11natical y la ciposiopesis o reticencia retórica. que son ejemplificadas en la Mineroa y en los mua-
dos retóricos con el mismo pasaje de Terencio. Por otra parte, sus deseos de concreción sint,ictica
son en cierta forma sobrepasados al incluir en la grdmática algunas reílexiont:s sobre la signifü:at·icín
de las pabbras. A propósito de e.sra.s cuestiones, cfr. G. Clérico, "lntroduction" a la Minerve, di.
JO F.sta cualidad del De a,te dicendi, con pretensiones dammente didácticas, es resaltado por G.
Clérico: "Dans une soixantaine de fe uillets, on voi1 done réunis tout a la fois une topique. unt: syllo-
gistique, une méthode d'exposition, un recueil de figures et de 1ropes, un tr:aité de métrique, quel-
ques remarques sur le geste et la voix. La grammaire mise a pan, tous les aspects, argumentati[s,
sémantiques, ornemenwux de la langue paraissem pouvoir etre r:assemblés dans un ouvragt: unique-
(G. Clérico, ''Ramisme et post-ramisme: la répartitio n des -arts- au xv1c siecle", cit., p . 60).
:1, Cfr. F. Sfochez de las Brozas, De arte dicendl, cit., pp. 40-'i7.
60 ALFONSO MARTÍN JIMÉNEZ

argumentativos de la invención general dialéctica;2, de manera que los lugares


comunes de las personas y de los hechos tratados en el De arte dicendi son
incluidos en uno de los nuevos apartados, el de las "circuntancias" relacionadas
con los "sujetos" y los "adjuntos", del Organum dialecticum et rhetoricum. De
esta forma, el contenido de la invención general de la primera obra se ve nota-
blemente incrementado en la segunda.
Por lo que respecta a la dispositio, presenta en ambas obras una división dual
tomada de los autores ramistas: la "argumentación" (que se ocupa de la coloca-
ción de argumentos aislados) y el "método" (que trata de la colocación de
muchos y variados argumentos). El tratamiento de esta segunda parte es casi
idéntico en las dos obras33, pero el apartado de la argumentación es notoriamente
aumentado en el Organum díalecticum et rhetoricum mediante el desarrollo de
la teoría del silogismo34, cuyo origen se remonta a la lógica aristotélica. La inclu-
sión de la díspositio en la lógica o dialéctica35 requiere una exposición más deta-
llada de nociones emparentadas tradicionalmente con dicha disciplina.
En definitiva, de la delimitación del ámbito de las disciplinas del trivium rea-
lizada por el Brocense se deriva, por un lado, la supresión de la retórica de algu-
nas figuras de la elocutio, y por otro , el tratamiento conjunto y acrecentado de
nociones retóricas y dialécticas en el ámbito de la inventio y la dispositio, una
vez que estas operaciones dejan de pertenecer a la retórica y son incluidas en
la dialéctica. Por lo demás, el propio título de su tratado retórico-dialéctico, Orga-
num dialecticum et rhetoricum, evidencia la estrecha relación y la idéntica
finalidad de interpretación textual que poseen en su concepción la retórica y la
dialéctica, cuya cercanía permite y aconseja su exposición en un mismo tratado.
Y el conjunto de sus obras gramáticas, dialécticas y retóricas presenta la finalidad
anun ciada de suministrar las bases necesarias para la interpretación de las obras
de poetas y oradores. De hecho, el propio autor e jemplifica constantemente las
normas de sus tratados con citas de poetas, por lo que su obra, como com-
probaremos detalladamente, representa un testimonio fundamental de la estre-
cha relación entre las disciplinas del trivium. y la literatura en el Renacimiento
europeo.

2
·' Cfr. F. Sánchez de las Brozas, Organum dialecticum et rbetoricum, cit., pp. 192-259.
lj Cfr. F. Sánchez, De arte dicendi, cit., pp. 88-99 y Organum dialecticum et rbetoricum, cit., pp.
314-323.
.14 Cfr. F. Sánchez, De arte dicendi, cit., pp. 80-87 y Organum dia/ecticum et rbetoricum, cit., pp.
280-313.
Js Los términos "dialéctica·' y "lógica" son usados indistintamente por el Brocense: "Logicae sive
dialt:cticae facultatis finis e t scopus est uri ratione siue ipsamet ratio..." (Organum, cit., p. 182).
3
La literatura en los tratados
de retó rica y dialéctica del Brocense

Una vez examinado el lugar que ocupan la retórica y la dialéctica en la con-


cepción sobre las artes del Brocense, pasarnos a analizar la preceptiva en sus tra-
tados más importantes, examinando su incidencia en la literatura. Aunque el
conocimiento de la gramática es a su juicio el paso previo imprescindible para la
interpretación literaria, vamos a centrar nuestra atención, dada la finalidad de
nuestro estudio, en las relaciones que se establecen en su obra entre literatura y
retórica. Y dado que el Broce nse trasladaría la inventio y la dispositio a la dia-
léctica, es preciso además analizar las relaciones entre esta disciplina y las obras
literarias.
Las obras del Brocense resultan especialmente clarificadoras en cuanto a los
contenidos de la preceptiva retórica, ya que están guiadas en todo momento por
un claro afán d idáctico y pedagógico que determina su naturaleza altamente sis-
tematizada. Como él mismo declaraba a propósito de la composición de otros
tratados destinados a la docencia, su pretensión consistía en eliminar lo super-
fluo y ordenar lógicamente lo esencial, de manera que los contenidos no sólo
fueran fácilmente comprensibles, sino que adquirieran además una organización
que propiciara su cómoda retención memorística. La necesidad de organizar lógi-
camente los tratados para su memorización incide así en la claridad expositiva de
los mismos.
Los dos tratados teóricos que vamos a examinar, e l De arte dicendi (1558)
y el Organum dialecticum et rbetoricum (1579), presentan muchas similitudes
en su organización y en su contenido, hasta el punto de que algunos fragmen-
tos del primer tratado son trasladados literalmente al segundo. Sin embargo, y
como hemos comentado, el Organum ofrece notables novedades en los lib ros
dedicados a la ínventio y a la dispositio, que son acrecentados con respecto a
los apartados correspondientes del De arte dicendi, ya que la inventio es ree-
laborada y a la di~positio se le añade un tratamiento extenso del silogismo. En
la salutación a sus hijos y en el prólogo del Organum, además, el Brocense
expone detalladamente su nueva concepción sobre las relaciones e ntre la retó-
rica y la dialéctica, que varían sustancialmente con respecto a la que mantenía
en el De arte dícendi. El apartado de la elocutio, por último, es idéntico en lo
esencial en las dos obras, por lo que su análisis en el De arte dicendi resulta
suficiente.
62 ALFO SO MARTÍN JIMÉJ\'EZ

En consecuencia, teniendo en cuenta las similitudes que existen entre las dos
obras, y siguiendo un orden cronológico, examinaremos en primer lugar el De
arte dicendi, y nos detendremos después exclusivamente en los apartados del
Organum cuyas diferencias con respecto al tratado anterior resultan de interés
(esto es, la salutación y prólogo, la inventio y el tratamiento del silogismo en la
dispositio). Cuando las diferencias entre ambas obras resu ltan mínimas o irrele-
vantes, nos limitaremos a indicarlas al analizar el De arte dicendi, de manera que
el estudio del Organum se centrará e n las novedades de importancia que reíle-
jan la evolución del pensamiento de su autor. Entre el comentario de ambas
obras, revisaremos el método de análisis textual expuesto en el De auctoribus
irue,pretandis, publicado junto al De arte dicendi en 1558. El estudio conjunto
de las obras teóricas y prácticas del Brocense nos permitirá entender su concep-
ción sobre Jas relaciones que se establecen entre la retórica, la dialéctica y la lite-
ratura.

3. l. EL DE ARTT: {)ICJ;'NIJI (1556-1558)

El De arte dicendi fue publicado por primera vez en 1556, y fue reeditado con
importantes modificaciones efectuadas por e l propio autor en 1558. Esta edición
fue publicada de nuevo con mínimas variantes en 1569 y en J 573. Por lo tanto,
hay una sola versión de 1556, y tres ediciones que respetan en lo esencial e l texto
de 1558, el cual recoge las correcciones que el Brocense creyó necesario efec-
tuar a la primera edición. Ello nos lleva a tomar como base de nuestro esn1dio la
edición corregida y más difundida de J558.
Dado que vamos a centrar nuestra atención en la edición del De arte dícendi
de 1558, creemos necesario comentar previamente las principales diferencias que
presenta con respecto a la edición anterior de 1556. A este respecto, mientras que
en el tratado de 1556 el Brocense afirma, como lo hace Cicerón en las Partitio-
nes oratoriae1, que la vis oratoris consta de in.ventio, dispositio, elocutio, pro-
nuntiatio y memoria2, en el de 1558 distingue solamente tres apanados: uno
dedicado a la inventi:o, otro que se ocupa de la dispositio e incluye el tratamien-
to de la memoria, y un tercero en el que se aborda la elocutio y contempla ade-
más la pronuntiatio3. De esta forma , cambia la concepción tradicional de las ope-
raciones retóricas, propia de su obra de l 556, por una nueva concepción que, en
lo que toca a la consideración ele la memoria, se ve influida por el pensamiento
ramista. En efecto, Ramus había insistido en la relación entre la dispositio y la
memoria, ya que esta operación era facilitada por una adecuada disposición del
discurso4 . Además, el Brocense suprime en la obra de 1558 la referencia que

' Cicer6n, f'artitiones orato1iae, ed. de H. S. Wilkins, en M. T11/li Cicerunis Rbeto,ica, vol. 11,
Oxford, Oxfórd University Press, 1982 (versión española en Cicerón, Ohras completas. traducción de
M. Menéndez Pel:tyo, cit., como 1).
1
Cfr. F. Sánchez de las Brozas. De arte dicendi líber unus 115561, cit., p. 1 .
·' Cfr. F. Sánchez de las Brozas, De arte dicendi U558], cit., pp. 40-41 .
·• Cfr. L. Merino Je rez, U/ pedagogía en la Retórica del Brocense, cit., pp. 68-74. La incidencia del
pensamien10 de Ranms en la concepción del Brocense sobre la m.emo,ia no significa una asunción
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 63

había hecho en la de 1556 a .la memoria artificialis (que se vale de procedi-


mientos mnemotécnicos especiales), advierte que toma de Quintiliano sus con-
sejos sobre la memoria natural y reduce el número de las sugerencias dietéticas
y medicinales para favorecerla 1.
En el primer prólogo del tratado de 1556, Francisco Sánchez advierte que no
ha compuesto un ars o methodus, sino que lo ha recopilado a partir de los pre-
ceptos de los antiguos. Este prólogo es reproducido íntegramente en la edición
de 1558, aunque en esta ocasión la dedicatoria no va dirigida, como en 1556, al
Rector, sino al claustro de doctores y maestros de la Universidad de Salamanca.
La primera parte del segundo prólogo coincide también en las dos obras. Sin
embargo, en la segunda parte de dicho prólogo aparecen significativas variantes
en las dos ediciones. Así, en 1556 realiza una crítica de los autores antiguos y de
los tratadistas contemporáneos, ya que éstos no entienden a Cicerón al reducir la
retórica a la elocutio (se refiere, claro está, a los ramistas), y se equivocan tam-
bién al desterrar el genus iudiciale de la retórica, considerando que la elocuen-
cia ya no es apreciada en el foro y los tribunales. La crítica a los antiguos se man-
tiene en la edición de 1558, pero no así la de los autores contemporáneos, lo que
es un claro síntoma de un principio de conversión al ramismo. Además, en la edi-
ción de 1558 enuncia explícitamente que su tratado ha sido elaborado para que
los estudiantes puedan a través de sus preceptos leer dignamente las obras de
poetas y oradores, lo que no aparecía en la edición de 1556.
Por otra parte, advierte en las dos ediciones que no promete formar con su
método perfectos o radores6, ya que ello supone d iversos requisitos. A este res-
pecto, si en 1556 aducía que para la formac ión del perfecto orador sólo eran pre-
cisos el ars y la exercitatio, en 1558 amplía su punto de vista, juzgando también
importante la natura7 .
En la edición de 1556 queda de manifiesto que el Brocense conoce y men-
ciona la methodus ramista, e insiste en que ha elaborado su tratado siguiendo un
método pedagógico8 . A este resp ecto, admite tres tipos de disposición: la oratio-
nis dispositio, la argumentontm dispositio y la verborum dispositio, creyendo ésta
última propia de la elocutio. Sin embargo, en la edición de 1558 divide la dispo-

total en esta obra de los presupuestos del autor francés, ya que el Brocense, frente a la reducdón
ramista a la e/ocu.tio, mantiene en su obra de 1558 la inventio y la dispositio como operacio nes cons-
tituyentes de la retórica.
5
Cfr. ibídem. En la edición de 1558 el Brocense prescinde de aconsejar, como había hecho e n la
de 1556, el corazón de pollo y e l cerebro de gallina para forta lecer la memoria, aunque manrie ne,
como veremos, 01.ra serie de recome ndaciones.
6
Como advie rte Merino Jerez, el Brocense se refiere probablemente a la afirmación de Furió.
quien pre te ndía "fom1a rem oratorem illucl quem nunquam uidit Antonius" (F. Furió Cerio!, J11slil11tio-
m m1. rbetoricamrn libri tres, cit., p. (131). Vid. L.. Merino Jerez, ú1 pedagogía en la Retórica d<'I /iru-
cense, cit., p. 137.
7
Cfr. L. Merino Jerez. l.a pedagogía en la retó ,ica del Brocense. cit., pp. 140-14 J.
8
"Habes, lector o ptime , meum de arte <lice ncli iudicium neque enim aliud hic- mihi ue n<lico c.¡uam
cettam discendi me1hodl1m ex aliorum scriptis desumptam, quam in omnibus qui nostris remporihus
scripse re semper <lesi<leraui" (F. Sánchez, De arte dicendi [15561, cit., f. 56r.). Como advierte.: Merino
Jerez, el Brocense es el primer 1ratadista hispano c.¡ue asimila la metbod11s mmisla (vid. L Merino Jerez,
la pedagugfrt en la Retó1·ica del B ruce11se. cit., p. 138).
64 ALFONSO MARTÍN JIMÉNEZ

sitio en argu.mentatio y methodus, adoptando la doctrina ramista sobre la me-


thodus expuesta al final del libro segundo sobre la dispositio en los Dialectici
commentarii libri tres, de 1546, atribuidos a Omer Talan, consistente en la con-
sideración de la methodus doctrina y de la methodus prudentiae. Las ediciones
del De arte dicendi de 1569 y 1573, aunque con algunas variantes, mantienen en
lo esencial la doctrina sobre la methodus9 . Además, desde 1558 admite la doctri-
na sobre la elocutio de Talan.
En definitiva, Francisco Sánchez conoce ya en 1556 la doctrina ramista, pero
sólo muestra una adhesión parcial a la misma, al reclamar la necesidad ele un
método adecuado de exposición. En 1558 y en las siguientes ediciones de 1569
y 1573 d el De arte dicendi admite la división de la methodus ramista en metho-
dus doctrinae y methodus prudentiae, pero considera que la operación de la dis-
positio en la que se incluyen forma parte de la retórica, y no de la dialéctica,
como cree el autor francés. Admite además la doctrina elocutiva de Talon, evo-
lt1cionando así hacia la adhesión total a los presupuestos ramistas, en un proce-
so que culminará en 1579 cuando en el Organum dialecticum et rhetoricum ads-
criba la inuentio y la dispositio a la dialéctica y limite la retórica a la elocutio y la
pronuntiatio.
Una vez aclaradas las diferencias esenciales entre las distintas ediciones del
De arte dicendi, procedemos a examinar la preceptiva de la edición de 1558 de
dicha obra. Para ello, realizamos un análisis de las normas de cada uno de los
apartados del tratado: el de los prólogos, el de la inventio, e l de la dispositio (que
incluye el tratamiento de la memoria) y el de la elocutio (en el que se aborda la
pronuntiatio).

3. l. l. Prólogos

El De arte dicendi tiene dos prólogos en los que el autor expone de manera
global su concepción sobre el tema que presenta10• En el primero de ellos, saluda
al claustro de doctores y maestros de la Universidad ele Salamanca, y, tras exponer
algunos argumentos para captar la captatio benevolentiae de sus destinatarios,
anuncia que no ha compuesto un rute o método, sino que lo ha recopilado a

'' Esta admisión de la methodus ramista se reíleja t.ambién. como veremos, en el tratado De auc-
toribus inte,preta11dis sive de exercitatione, que se publican conjuntamente con el De arte dicendi
desde 1558 hasrn 1573. y también como obra independiente en 1581, y en otras obras del Brocense
e~critas en la misma época, como las !11stitutiones latinae o la Minerva. Cfr. al respecto L. Merino
Jerez, La pedagogía en la Retórica del Brocense. cit., pp. 148-J 51.
'º Para examinar el De arte dicendi utilizamos la ya citada edición bilingüe latín-castellano de las
ohras retóricas del Brocense: f. Sánchez de las Brozas, Obras l. Esc,itos retó,"icos, que incluye las edi-
ciones críticas del De ane dicendi, electuada por Eustaquio Sánchez Salor, y del Organwn dialecti-
c11111 et rhetoricum, realizada por César Chaparro Gómez. En su edición del De arte dicendi, Eusta-
quio Sánchez Salor se basa en la de 1558 y recoge en el aparato crítico las adiciones u omisiones que
presentan las obras de 1569 y 1573. En el caso de las correcciones efec1uadas por el 13rocense en
estas dos últimas versiones, Sánchez Salor ofrece el texto corregido. Por lo tanto. al citar el De arte
dicendi a partir de este momento nos referimos a esta edición de 1558. Presentamos las citas de los
tratados en castellano, ofreciendo su versión latina a pie de página.
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVl: EL BROCENSE 65

partir de antiguos y probados autores griegos y latinos. De esta forma, deja claro
que se basa ante todo en fuentes autorizadas, advirtiendo desde el primer momen-
to que no sigue en lo esencial los preceptos de tratadistas contemporáneos.
En el segundo prólogo, tras saludar a los estudiosos de retórica, y para justi-
ficar la diversidad de fuentes que utilizará en la elaboración de su manual, se
sirve del ejemplo del pintor Zeuxis, aduciendo que, de igual manera que éste uti-
Hzó como modelos los cuerpos de cinco mujeres para pintar a Helena, él se val-
drá de los preceptos de Cicerón, Quintiliano, Hermógenes y Aristóteles para
construir una especie de método que podría llamarse •El arte de hablar•. Así, hace
referencia al concepto de la methodus, de procedencia ramista, aunque sin espe-
cificar su origen, y aduce que ninguna de las obras de la Antigüedad se ajustan
a un método expositivo: las de Quintiliano, por tratar excesivas materias, y las de
Cicerón, por ser más breves en las clasificaciones de lo que conviene a los apren-
dices. Sólo la Retórica ad Herennium, que atribuye a Cornificio, se acerca a su
concepto de •arte•, pero en ella hay muchas cosas que deben ser modificadas o
suprimidas. Ni siquiera expone su opinión sobre las obras de Hermógenes, segu -
ramente por considerar que su falta de método es evidente y no precisa justifi-
cación. Se eliminan en este lugar las críticas que incluía la edición de 1556 a los
tratadistas contemporáneos, que no entendieron a Cicerón al reducir la retórica
a la elocutio y habían desterrado el genus iudiciale de la retórica. Esta supresión
refleja una postura más distendida hacia los presupuestos ramistas. Y anuncia su
propósito de solventar las carencias de los tratados tradicionales:

,Por ello, para enseñar a rrús oyentes sin pérdida de tiempo, que es lo mejor
que hay, consideré que debía seguir otro canúno. Y para que quede más clara la
base de m.i proyecto, quiero advertir a todos que no he escrito un compendio
-¿qué cosa hay peor que esto, al llevar consigo numerosa deserción de oyentes?-
sino un •arte•, a través de la cual todo el mundo pueda recorrer honrosamente los
escritos de poetas y oradores sin olvidar preceptos de retórica que proceden de
otros autores.•11

En estas palabras se sintetiza lo esencial de su intención. Alude en primer


lugar al aprovechamiento máximo del tiempo, uno de los presupuestos que
siempre guiaron su labor pedagógica. Además, refleja la influencia de las con-
cepciones ramistas cuando insiste en trazar otro camino (aliam uiam), ya que
en la doctrina de Ramus y sus seguidores los términos vía, ordo y methodus
vienen a significar lo mismo12. Por lo tanto, la conversión hacia el ramismo resul-
ta evidente: no sólo se eliminan las críticas vertidas en su contra en la edición
anterior de 1556, sino que se adopta además una terminología propiamente
ramista.

11
"Quare aliam uiam aggreclienclam putaui, ut sine temporis iacrura. quo nihil pretiosus, audito-
res meos instituerem. Et u1 rectius instituti mei cons1et ratio, illud omnes uelim admonitos: me non
compenclium -<¡uid enim peius, cum id fiat rnaximo auclitorum dispendio?-, sed artem scribere, qua
quiuis possit et in poetarum et oratorum scriptis non sine laude diuagari et, quae ab aliis de rhetori-
ca sunt praecepta, non ignorare" (De ,me dicendi, cit., pp. 36-37).
12
Cfr. al respecto 1. Merino Jerez, La pedasogía en la Retórica del Brocense, cit. , p. 139.
66 ALFONSO MARTfN J[J\IIÉNEZ

En el segundo prólogo expresa además algo que matiza lo anunciado en el


primero. Si en éste afirma explícitamente que no ha compuesto un a1te o méto-
do, sino que lo ha recopilado de los autores antiguos, en el segundo prólogo de
la edición de 1558 sostiene que no ha escrito un aburrido compendio -<¡ué cosa
hay peor que ésta- sino un arte. Así, mientras en el primer prólogo, dirigido al
claustro de la Universidad, insiste en que su obra es una recopilación de los anti-
guos, en el segundo, destinado a los estudiantes de retórica, pone el acento en
la organización o método de la misma. Todo parece indicar que realiza un tipo
u otro de afirmaciones dependiendo del destinatario: si se dirige al claustro,
anuncia su propósito poco sospechoso de atenerse a los presupuestos de los
antiguos. Pero al presentar su obra a los estudiosos de retórica, expone su ver-
dadera intención de elaborar un tratado original que, aun recogiendo los testi-
monios de los clásicos, esté regido por una o rganización o método de índole
ramista. Así, al mantener en 1558 en sus términos originales el p rimer prólogo de
1556 se atiene a las líneas oficiales de la Universidad de Salamanca, pero deja
patente en el segundo prólogo de la nueva edición, destinado a los estudiantes,
su propósito de elaborar un arte basada en un método renovador.
La finalidad de este método no puede ser más clara: suministrar los precep-
tos necesarios para recorrer los escritos de poetas y oradores (y recordamos que
el término «poetas• se refería en la época a los autores de cualquier género lite-
rario). En consecuencia, no se trata de una retórica destinada tanto a la ense-
ñanza de las reglas de construcción del discurso, como a la interpretación de los
textos literarios y de los discursos retóricos. Ello está en consonancia con el
hecho de que el Brocense siempre adjudicara una mayor importancia a la inter-
pretación que a la composición de las obras13: su principal interés radica en el
análisis de los textos, y, muy especialmente, de los textos literarios, para cuya
comprensión su tratado suministra los datos necesarios. La utilidad de la retórica
para la interpretación de las obras literarias no p uede ser afirmada de manera
más explícita, y esta afirmación supone además el reconocimiento implícito de la
influencia de la retórica en la composición literaria, ya que los preceptos retóri-
cos difícilmente podrían ser de utiJidad en el análisis de las obras literarias si no
hubieran incidido en su elaboración.
Para desarrollar su obra, anuncia que seguirá, en primer lugar, a los autores
clásicos, entre los que cita, como hemos indicado, a Aristóteles, Cicerón, Quinti-
liano y Hermógenes. A este respecto, es de destacar que el Brocense es uno de
los autores españoles que se hacen eco de las teorías de Hermógenes, autor de
gran influencia en el Renacimiento espano114 . Podremos comprobar que Francis-
co Sánchez sigue los postulados de Hermógenes, como é l mismo indica en los
lugares correspondientes de la obra, para elaborar e l apartado de la invención
especial (y sobre todo lo relativo a las cuestiones conjetural y definitoria), y reco-
ge además del autor de Tarso el concepto de la amplificación y alguna noción
sobre el ritmo. Tiene así en cuenta las principales obras de Hermógenes, que

'·' Cfr. al respecto L. Merino Jerez, /,a pedago11fa en fa Retórica del Brocense, cit., pp. 297-314.
1
' La pres<!ncia de la teoría de Hermógenes en la obra del Brocense es advertida por Luisa Lúpez
Grig<!rn. Vid. su obra La retórica en fa España del Siglo de Oro, cit. , p. 78.
HETÓRlCA Y LITERATURA EN EL SIGLO X.Vl: F.L BROCENSE 67

había dedicado un tratado a la invención (Peri euréseos), otro al estado (Peri stá-
seon), y un tercero a las formas de estilo (Peri ideón)15• Por ello, e l autor extre-
meño puede ser considerado como uno de los principales h umanistas españoles
que contribuyeron a propagar en España la corriente de retórica griega post-
clásica desarrollada por Hermógenes e introducida en Europa por Jorge de Tre-
bisonda16.
Además, el Brocense aclara que tendrá también en cuenta los preceptos de
otros autores. Al hacer esta afirmación, seguramente estaría pensando en los
autores ramistas, a los que más adelante aludirá explícitamente bajo la denomi-
nación de "los seguidores de Taleo".
En el prólogo segundo expone que no ha pretendido hacer un libro de
pequeños prece ptos o progymnasmata, a los que ya ha dedicado un comentario
en otra obrita 17, y que su arte se trata de cualquier cosa menos de Progymnas-
mata. Expresa así su doble intención de elaborar un tratado organizado, ajeno a
la simple acumulación de prefectos prácticos, y de centrar su interés e n la inter-
pretación más que en la elaboración del discurso a la que los progymnasmata
estaban destinados.
Afirma después que no promete lograr con su arte perfectos oradores, ya que
"esto no se consigue sólo con desnudos preceptos, sino con lecturas variadas,
muchos ejercicios y considerable talento"18, y que sigue un método intermedio,
consistente en recoger los preceptos de los antiguos y colocarlos en orden. Aúna
así el legado de la tradición y el método expositivo contemporáneo de inspira-
ción ramísra.
Siguiendo la ordenación propuesta, anuncia su intención de tratar en primer
Jugar la inventio, ya que lo primero es lógicamente hallar las ideas. A conti-
nuación se referirá a la dispositio, apartado en el que hablará también de la
memoria. De esta forma, excluye la memoria de entre las partes de la retórica,
rrasladánclola, como habían hecho los ramistas, al ámbito de la dispositio. Con-

16 Cfr. ibídem, pp. 95-96. A propósito ele la imponame influencia ele Hermógenes y Jorge de Tre-
bisonda en l a retórica española del siglo XVl. vid. la ya comentada obra ele Luisa López Griger<1, La
retórica en la &pa11a del Siglo de Oro.
17
Se refiere a su Apbto11ii sopbistae progymnasmata rbetorica. Rodo/pbo Agrícola Pb1isio inter-
prete. Cum scbolii nuper additis per Frcmciscum Sanctium Brocensem rbetorices professorem, dt.
18
Como expone Luis Merino Jerez, se produce una significativa variación en este pasaje con rt:s-
pecto a la edición amerior ele 1556 que incumbe a la concepción pedagógica del Brocense. El cam-
bio se observa en las dos expresiones siguientes: ..Nec rursus perfecn,m oratorem pollicemur; id
namen multa leoione scribenclique assidua exercita1iont:" (F. S{mchez de las Brozas, De a11e dicendi
[15561, cit., p. 36) y ·Non lamen perfecnun polliceor ora1orem; id namque non solis e1 nutlis prae-
cep[is constal sed varia lectione, maxima exercitatione egregiaque nanu~t" (f. Sánchez e.le las Hro,:,ts,
De a11e dicendi lJ 558]. cit., pp. 36-38). En opinión de L. Me,ino Jerez, en la edición e.le 1558, al añadir
la na/ttra entre los requisitos del or.1dor, el Brocense mueslrJ su propósito ele ~1clherirsc a los pilares
pedagógicos básicos del humanismo: ars ("so/is el nudis praecepNs"). exercitatio ( ..varia /ectiom/'/
"ma..,::ima exercitatione") y natura ( ..egregia na.tura"). Merino Jerez entiende la expresión 11/(IXima
exercitafione de la edición de 1558 como una aposición de varia lectione. ya que en el De a11cto1i-
/Jus inte,pretcindis, encuadernado en el mismo volumen que el De a11e dicendi y con una intendún
complementaria, el Brocense mues1ra claramente, como ya hemos indicado, que la exenitalio y el
comenlario de texto ( /ec tio) son una misma cosa. Cfr. al respecto L. Merino Jere;:z, lc1 pedagogía e11 la
Retárica del Brocense. cit.. pp. 254-258.
68 ALFONSO MARTÍN JlMÉl'IEZ

fiesa haberse esforzado especialmente en la elaboración de este apartado, selec-


cionando ejemplos de los autores de la Antigüedad para ilustrar sus preceptos. Y
por último, reconoce la influencia de las teorías ramiscas en su concepción al
admitir abiertamente que sigue el método de Audomaro Taleo (Omer Talon)
sobre la elocutio:

•En el capítulo de la ..eJocución•, el método <le Audomaro Taleo se acerca tanto


a la propia naturaleza de las cosas que, si intentara yo buscar otro, lo encontraría
peor; (...] he seguido, pues, su método en casi todo, aunque cambiando o supri-
miendo a lgunas pocas cosas, y 'sin obligarme·, como dice Flaco, 'a jurar sobre las
palahras de ningún maestro'•.19

Como tendremos ocasión de demosuar en el análisis del apa1tado elocutivo,


el Brocense se refiere a la Rheto1ica de Omer Talon, publicada en 154820, cuya
organizació n global sigu.e enteramente. Y entre los cambios que menciona se
encuentra la ya comentada traslación de las figuras de construcción (elipsis, zeug-
ma, pleonasmo, silepsis e hipérbaton) al ámbito de la gramática. Dichas figuras,
en efecto, no aparecen en el correspondiente apartado de la elocutio, lo que evi-
dencia sin lugar a dudas que en el momento de publicar el De arte dicendi
(1558), ya había pensado en incluirlas en la gramática, disciplina que abordaría
por primera vez en la Minerva de 1562. Ello da muestra de su intención de rea-
lizar un tratamiento global de las artes del trivium, delimitando con nitidez el
ámbito propio de cada una.
Por lo hasta aqui expuesto, resulta evidente el influjo de las obras ramistas en
el Brocense. Si los Dialectici commentarii libri tres, atribuidos a Omer Talon, ya
ejercían cierta influencia en su pensamiento, y muy especialmence por lo que
concierne, como hemos visto, a la teoría sobre la methodus, la Rhetorica de
Talan le sirve además de base para el desarrollo del apartado de la elocutio.
Sin embargo, aún no se p roduce la asunción toral de los presupuestos ramis-
tas. A este respecto, el Brocense afirma comprender que se levantarán polémicas
con los seguidores de Talon, quien ha asignado la invenlio y la dispositio a la
dialéctica y ha limitado la retórica a la e/ocutio. En efecto, la Rhetorica de Talon
de 1548, q ue el Brocense dice seguir (aunque sin mencionar su tirulo de forma
explícita) para elaborar el apartado elocutivo del De arte dicendi, se limita al tra-
tamiento de la elocutío y de la pronuntiatio, ya que inventio y dispositio habí-
an sido asignadas por los ramistas a la d ialéctica. Pero él prefiere contestar, por
el momento, que ha seleccionado y recogido en orden los preceptos de los
antiguos, dejando para otra ocasión la exposición de su opinión sobre el tema
(ocasión quue se produciría en 1579, con la publicación del Organum dia/ec-
ticum et rhetoricum).

t9 "Quod autem ad elocutione m aHinet, Audomaro Talei orcJo adeo ipsi naturae rerum consemi1,
ut. ~¡ alium quaerere conarer, peiorem inuerussem; (. ..) Jllius igitur ordinem in omniobus fere sum
secu1.urs, paucis uel mutantis uel omni110 sublatis, nullius adtlictus iurare in ue,·ba magis/.li, ul rlac•
cus inquir" (F. Sánchez de las Brozas, De arte dicendi, cit. , pp. 38-39) .
20 Audomari Tala,1 Rbetonca , ad Carolum lotba1ing11,111 Cardinalem Gufsicmum, París, M. David,

IS48. .
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL UROCENSE 69

Al comienzo del De arte dicendi, y antes de empezar a desarrollar el aparta-


do de la inventio, define la retórica como la ciencia del bien hablar, adoptando
una de las concepciones tradicionales sobre la misma 21 . Sus parces son tres:
invención, disposición y elocución. Todas ellas se basan en el contenido y en la
forma, aunque

.[...) la invención se aplica al contenido y la elocución a la forma; e, igualmente,


la colocación se llama disposición cuando se trata del contenido, pero, cuando se
trata de la forma, se llama ritmo o armonía, la cual es una parte de la elocución.•21

Estas palabras del Brocense se basan en el pensamiento clásico sobre la dis-


tribución de la res y las verba en las operaciones retóricas. Ya Quintiliano había
establecido en su Institutio Oratoria que el discurso consta de aquello que es sig-
nificado y de aqu e!Jo que significa, es decir, de asu ntos y palabras, explicándolo
así como un signo lingüístico formado por un significado y un significante23. El
tema o asunto del texto retórico, compuesto por la res, fue atribuido tradicional-
mente al plano de la inventio, mientras que el tratamiento de las palabras o verba
fue asociado al de la elocutio. Debido al intento de asociar un sistema de dos ele-
mentos (res y verba) al modelo tripa1tito de las tres operaciones retóricas consti-
tuyentes de discurso (inventio, dispositio y elocutio), una de estas tres operacio-
nes, la dispositio, no encontraba correspondencia exacta en el sistema dual. Por
ello, tanto la res como las verba fueron asociadas a la dispositio por Quintiliano,
al considerar que la invención se relaciona con el asunto, la elocución con las
palabras y la disposición con ambas24. El Brocense parte de esta misma solución,
pero introduce una precisión: asocia directamente el contenido a la inventio y la
forma a la elocutio, como hiciera Quintiliano, pero a l relacionar tanto la res como
las verba con la dispositio, considera que la "colocación" del tema pertenece a la
disposición, pero no así la "colocación" de las verba, llamada ritmo o armonía,
que es incluida en el apartado de la elocutio25 . Esta traslación e ncuentrn cierta

21
Recuérdese a l respecto la dasficación de Vasile Florescu sobre las lres concepciones tr-,i<licio-
nales y sucesivas de la retórica como ciencia de la persuasión (desde sus orígenes hasta la época de
Cicerón), como ars bene dicendi (desde la fase postciceroniana hasta la escolástica) y como ars
ornandi (en la Edad Media e incluso más tarde). Cfr. V. florescu, La rhétorique et la néorhétorique,
cit., pp. 6-7.
H "l.. .J autem in rebus inuenire, in uerhis eloqui dicitur. CoUocatio quoque remm appellatur dis-
posítio, in uerbis uero numerns sue concinnítas, quae pars elocutionis esl" (De arte dicendi, cit., pp.
40-41).
2
3 Quíntiliano, lnstitutio oratoria, cit., 3. 5, l. Vid. además T. Albaladejo, Retórica, cit., p. 46.
24
Quintiliano, Jnstitutío oratoria, cit., 8, pr. 6. Vid. además H. Lausberg, Manual de retórica lite-
raria, cit., §§ 45. 445 y 454; A. García Berrio, Formación de la Teoría Litermia 111oder11a J. ci1., pp.
51-59 y T. Alabaladejo, Retórica, cit., pp. 46-47.
25 Francisco Sánchez adopta así una actitud similar a la que p resentaba en la primer-a edición de

1556 del De arte dicendi. En esta obra había diferenciado u·es tipos de dispositio: 1:l orationl~ dispo-
sitio, la argumentorum dispositio y la verborum dispositio, correspondiendo el estudio de las dos pri-
meras propiamente a la dispositio, mientrns que la tercera debía rn1sladarse a la elocll/io (I'. Sánchez.
De ,irte dicendi [1556), cit., ff.30r-31v.). Como advierte Merino Jerez, el Brocense no ofrece explica-
ción alguna de la inclusión de la verborum disposilio en el apartado elocutivo (cfr. L. Merino Jerez,
IA pedagogía en la Retón·ca del Brocnese. cit., p. 137).
70 ALFONSO MARTÍN JJMÉNEZ

explicación en el componente estilístico de la "colocación" de las verba, y facili-


ta la delimitación del objeto de estudio de cara a su enseñanza, asumiendo, por
lo demás, la inclusión del tratamiento del ritmo en el apartado de la elocutío de
las retóricas tradicionales. Finalmente, el Brocense anuncia que la memoria es
común a todas las artes, y será tratada en el apartado de la di::,positio (con lo que
sigue el planteamiento rarnista), mientras que la actio y la pronuntiatio se inclui-
rán en e l de la elocutto.
Tocio lo expuesto evidencia que el Brocense conoce perfectamente las doc-
trinas ramistas, y en parte las asume. Y él mismo afirma además que tiene una
opinión con respecto a la reducción ramista de la retórica a la elocutio, aunque
no pretende exponerla por el momento. Será en el Organum dialecticum et rhe-
torícu m, escrito veintiún años más tarde, cuando se decante ya decididamente
por los presupuestos ramistas, adoptándolos completamente, lo que supondrá
una laboriosa reorganización de algunos apartados de su manual con respecto al
anterior. Por lo tanto, en los tratados del Brocense se refleja un claro proceso de
conversión progresiva hacia el ramismo. Si en 1556 critica explícitamente la
reducción ramista a la elocutío, en 1558 suprime significativamente ese pasaje,
evitando exponer una opinión contraria y anunciando su propósito de tratar qui-
zás el tema en otra ocasión. Este cambio, junto a la mayor aceptación en 1558
de los presupuestos ramistas, cuyo tratamiento de la elocutio es asumido casi en
su totalidad, es claro testimonio de su reconversión hacia el ramismo. Sin embar-
go, su opinión no coincide aún totalmente con la expuesta por los ramistas en
los Dialectici commentari tres, de Omer Talon. Así se desprende del libro segun-
do dedicado a la disposición en la edición de 1558, en el que afirma que "los
rétores no se someten a las núseras leyes de la dialéctica"26. En efecto, el adjeti-
vo utilizado para referirse a la d ialéctica muestra claramente cuán lejos está aún
de asumir completamente los presupuestos ramistas. Y el hecho de que las dos
siguientes ediciones de 1569 y 1573 se mantengan idénticas en lo esencial corro-
bora que se trata de una conversión incipiente aún no consumada.

3. l. 2. La inventío

En el De arte dicendi el Brocense define la invención como "el procedimien-


to para encontrar los argume ntos que expliquen la cue::;tión", mientras que el
argumento es "la demostración de la cuestión", o tema propuesto27• De esta
form.1, elude cualquier referencia a la persuasión, en consonancia con la defini-
ción que en esta misma obra propone de la retórica como ciencia del bien hablar.
De las tres concepciones tradicionales y sucesivas de la retórica como ciencia de la
persuasión, ciencia del bien hablar o arte de la ornamentación211, Francisco Sánchez

ló '"I. ..I rhetores mi~eris dialecticae legibus nos ad~tringuntur L..I" (De al1e dicendi, cit., pp. 80-81).
17
"lnuentio es r.Hio argumenti excogítandi ad explicandam quaestionem. A.rgu111emum est pro-
batio quaestionis'' (De ,me dice11di, cit., pp. 40-41).
!1i Según la y,1 mencionada clasificación de Va~ile Florescu en la rhétorique et la néorhétorique.
cit.. pp. 6-7.
RETÓRICA Y LITERATURA EN F.L SIGLO XVI: EL BHOCENSE 71

elige la segunda de ellas. Para él, la retórica no es tanto el arte de la persuasión


como el arte de hablar bien , lo que permite a la disciplina suministrar una serie
de preceptos para el análisis de las obras construidas mediante el le nguaje, entre
las que ocupan un lugar destacado las literarias.
A continuació n, recoge la distinción tradicional entre "thésis" e "hipótesis"
establecida por Hermágoras de Temnos a finales del s. II a. C29. La cuestión o
tema propuesto, expone el Brocense, puede ser de dos clases: «tesis•, tema inde-
finido que se refiere a un asunto de carácter general sin citar personas, lugares y
momentos concretos, e •hipótesis•, tema de carácter particular relacio nado con las
personas, momentos y lugares concretos, La tesis corresponde a la dialéctica, y
la hipótesis a la retórica. Los antiguos dividieron la hipótesis retórica - se refiere
a la clasificación aristótelica- en tres géneros de causas: el género laudatorio o
demostrativo, el suasorio o deliberativo y el judicial. Sin embargo, Cicerón se
opone a esta distinción en e l libro [J del De oratore, al considerar que tanto la
tesis como la hipótesis puede ser tratadas por oradores y filósofos, y al no acep-
tar que sean tres los géneros de discurso, ya que piensa que son innumerables.
Por eso el Brocense prescinde de la clasificación de Aristóteles30, y anuncia su
propósito de exponer los argumentos comunes a cualquier cuestión que se pro-
ponga31.
La distinción entre tesis e hipótesis para delimitar el ámbito de la retórica sería
también rechazada, como veremos, en la introducción del Organum dia/ecticu m
et rhetoricum, juzgándola inapropiada para precisar los límites de dicha discipli-
na y de la d ialéctica. En la concepción de 1558 se encuentra ya el germen del
desarrollo posterior de sus ideas. En efecto, la inclusión de la inventio en la dia-
léctica se ve favorecida por el hecho de que dicha operación poseía ya la capa-
cidad de tratar cualquier tipo de cuestión, general o particular, incluso cuando
era asignada a la retórica.
El Brocense desarrolla después la lista de lugares comunes a los que se puede
recurrir para encontrar los argumentos capaces de probar cualquier tema o cues-
tión. Para ello, divide la inventio en dos grandes apa1tados: uno que contempla
los lugares comunes a cualquier cuestión, y otro dedicado a la ''invenció n espe-
cial", que incluye los lugares de los que se obtienen los argumentos concretos
atribuidos tradicionalmente a la retórica. Cada uno de estos apartados, a su vez,
consta de varios elementos. Así, el primer apartado dedicado a la que podríamos
llamar "invención general" incluye los lugares en los que buscar argumentos a
propósito de las personas y de los hechos protagonizados por ellas, mientras que
el dedicado a la invención especiaJ contempla la cuestión conjetural (que trata
de establecer si existe o no el hecho en torno al cual gira el discurso), la cues-
tión definitoria (que se ocupa de la tipificación del hecho), y la cuestión cualita-

29
Cfr. al respecto J. A. Hernánde7. Guerrero y Mª. del Carmt!n Gorcía Tejera, Historia hret'e de la
retórica, cit., pp. 43-44.
•IO Recuérdese que ya Luis Vives había rechazado en De disciplinfs la clasificación aristórelica de
los géneros oratorios. por considerar que sólo reflejaba la re:¡lidad de la época del Estagirita.
31 Como tendremos 0C:tlii6n de comprobar, el Brocense ma1.izarfa esta opinión en el Or.win11m,

al admirir que la clasificación ari~tótelica de los géneros ora torios puede ser útil para b e nseñ;,nn.
Cfr. Organum, cit., pp. 194-195.
72 ALFONSO MARTÍN JIMÉNEZ

tiva (que se encarga de precisar la calidad del hecho). l os lugares sobre las per-
sonas, los hechos y las cuestiones, a su vez, comprenden varios aspectos, de
manera que la estructura del apartado de la inventio en el De arte dicendi podría
esquematizarse así32:

A) INVENCIÓN GENERAL
l. La persona: nación, patria, familia, sexo, nombre, edad, dignidad o condi-
ción, educación, hábitos, afectividad, aficiones, porte, bienes del alma, bie-
nes del cuerpo, bienes externos, hechos, sucesos, dichos y muerte.
2. Los hechos: persona que los realiza, lugar, modo, tiempo y causas (costum-
bre, razón, ira, pasión, suerte, necesidad, naturaleza y otras causas -materia
e instrumentos-).

B) INVENCIÓN ESPECIAL
1. Cuestión conjetural: rechazo, alegación, intención, potestad, comprensión,
justificación, refutación, enmascaramiento, inversión y cualidad común
(lo útil y lo honesto).
2. Cuestión definitoria: exposición, deUmitación, delimitación contraria, razo-
namiento, intención del legislador, amplificación, comparación, asunción,
rechazo, justificación, cualidad común e intención de la persona.
3. Cuestión cualitativa:
- Racional:
- sobre un hecho futuro: planteamiento pragmático;
- sobre un hecho pasado:
• planteamiento jurídico absoluto;
• planteamiento jurídico asuntivo: traslado, remoción y comparación o
concesión de la culpa.
- Legal (sobre un escrito): ambigüedad, texto y significado, leyes con-
trarias y razonamiento.

El apartado de la invención general recoge una lista de elementos o lugares


comunes, basada en la retórica tradicional, en la que se pueden buscar argu-
mentos para tratar cualquier cuestión. El rétor podía recorrer esta lista para
encontrar y seleccionar los argumentos más propicios al tema que iba a tratar.
Los correspondientes a la invención general presentan similitudes con los ofrecidos
por Cicerón en Partitiones oratoria&3 y en De inventione34, y son aumentados,

32 Cfr. e l esquema de E. Sánchez Salor en "lmroducción" al De arte dicendi, cit., pp. 18-22, con

respecto al cual introdudmo~ algunas precisiones de cara a su comparación con e l esquema del
Organum que ofrecemos más adelante .
33 Op. cit .
Cicerón, De inventione, ed. bilingüe latín-inglés de H. M. Hubbell, l.ondon-Cambridge, Mass.,
.14
Heinemann y Haivard University Press, 1976 (versión española en Cicerón, Obras completas, traduc-
ción de M. Me néndez Pelayo. cit., tomo l).
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 73

especialmente en lo que conci.e rne a las causas de los hechos, con nociones del
libro primero de la Retórica de Aristóteles. El contenido del apattado de la inven-
ción especial tiene su origen en las ideas de Hermágoras de Temnos, quien, ade-
más de introducir la ya comentada distinción entre "thésis" e "hipótesis" mencio-
nada por el Brocense, estableció una clasificación de los d iscursos basada en la
noción de "stásis" (status causae), de gran repercusión en el ámbito judicial. Her-
mágoras e nunció las cuatro cuestiones que el orador debía conocer para identi-
ficar el asunto de la disp uta: la "conjetura" (que determina quién es el autor de
la causa enjuiciada), la "definición" (que tipifica si el hecho es o no delictivo), la
"calificación" (que mide la intención y responsabilidad del acusado) y la "acep-
tación del procedimiento judicial" (que establece si compete al juez lievar el
caso)35. El Brocense, sin embargo, no asume estrictamente la clasificación de Her-
mágoras, ya que sólo contempla tres tipos de cuestiones (conjetural, definitoria
y cualitativa), y afirma seguir a Hermógenes en la elaboración de la invención
especial36. Aunque Fran cisco Sánchez dice no respetar la división entre la tesis
dialéctica y la h ipótesis retórica, en la práctica proporciona un apartado útil para
cualquier tema y otro dedicado a la invención más específica de los rétores. El
primero de estos apartados es de mayor utilidad, como veremos, para interpre-
tar los textos literarios, ya que el segundo posee una mayor esp ecificidad de
índole jurídica.
Es el momento de comprobar hasta qué punto los p receptos concretos de las
obras retóricas del Brocense se relacionan con la literatura. Para ello, resulta inte-
resante comprobar si las distintas reglas retóricas encuentran aplicación en las
obras literarias. A este respecto, resulta suficientemente ilustrativo e l abundante
número de ejemplos literarios (de los que citaremos algunos especialmente sig-
nificativos37) con los que el autor extremeño ilustra las normas, mostrando que
determinados pasajes literarios de la Antigüedad han sido elaborados siguiendo
la preceptiva retórica.
Al comenzar a desarrollar el apartado de la invención general en el libro pri-
mero del De arte dicendi38, el Brocense advierte que cualquier tema se puede
demostrar con argumentos relativos a la persona, al hecho o a ambas cosas a la
vez. Al pasar revista a los argumentos relacionados con la persona, los d istintos
elementos son ilustrados indistintamente con ejemplos tomados de las obras retó-
ricas o literarias. Así, toma de Cicerón algunos fragmentos para ilustrar la impor-
tancia de la nación, la patria o los hechos de la persona de la que se va a hablar,

35 Cfr. al respecto J. A. Hernández Guerrero y M'. del Carmen García Tejera, Historia breve de la
retórica, cit., pp. 43-4/4.
36 Cfr. De arte dicendi. cit. , pp. 58-59 y ss.
37
Ofrecemos a lo largo de nuestro estudio las traducciones castellanas de los fragmentos clási-
cos realizadas por Eustaquio Sánchez Salor y César Chaparro Gómez en sus repectivas y citadas edi-
ciones bilingües del De arte dicendi y del Organum dia/ecticum et rbetoricum, así como los textos
latinos (cuya procedencia indicamos) tal y como fueron citados por el Brocense. Las ediciones moder-
nas presentan en ocasiones algunas variantes con respecto a los textos clásicos transcritos por Fr.m-
cisco Sánchez. Pueden consultarse al respecto las indicaciones de Sánchez Salor y Chaparro Gómez
en el aparato crítico de sus ediciones.
38 Di.cho apartado ocupa las páginas 41-57 del De arte dicendi, cit.
74 ALFONSO MARTlN Jli'vlÉNEZ

pero acude también a Horacio, Virgilio o Terencio para mostrar la forma en que
estos autores describen la.familia, el sexo, el nombre, la edad, la dignidad o con-
dición, el hábito, las aficiones, los bienes del alma y del cuerpo, los bienes exter-
nos y la muerte de sus personajes39, mientras que para referirse a la educación y
el pone se vale tanto de citas de Cicerón como de Terencio o Virgilio40. En con-
junto , en el apartado dedicado a los lugares relacion ados con la persona apare-
cen muchas más citas de poetas que <le oradores. Ello demuestra inequívoca-
mente que en la concepción del Brocense los hallazgos de la inlJentio relativos
a la persona son de clara utilidad para el análisis y la elaboración de las obras
literarias41 . El Brocense recuerda así que el uso de la preceptiva retórica para des-
cribir los personajes reales o de ficción se remonta a la época clásica. En efecto,
el conocimiento <le la preceptiva retórica por parte de los autores literarios podría
ser de gran ayuda en la elaboración del carácter de sus personajes. Todo ello da
una idea de la estrecha relación que retórica, poética y composición literaria
mantenían desde la Antigüedad, de forma que los preceptos de cada arte podían
ser utilizados en la elaboración de los distintos tipos de obras. Además, e l con-
cepto de verosimilitud establecía un nexo de unión entre oratoria y poesía. La
defensa de la verosimilitud en la poética clásica, firmemente asentada a partir de
la Poética de Aristóteles42, favorecía sin duda la asunción por parte de los auto-
res literarios de la preceptiva retórica sobre la persona y sus actos, ya que la vero-
similitud constituía también un requisito indispensable en el discurso retórico
para describir los caracteres y los hechos.
Si resulta evidente que los autores literarios podían hallar en la lista de luga-
res comunes sobre la persona los e lementos para construir el carácter de sus per-
sonajes, también es fácil comprender que pu dieran utilizar los lugares comunes
sobre los hechos p rotagonizados por los mismos. Estos lugares comunes hacen

·"' Como Virgilio, entre otros, a propósito del sexo: ..La mujer es siempre variable y mudable"
(Aen. IV, 569-570: "Vari1w1 et ,muabile semperfoemina"), e.le la edad: "Desgrnciado niño y de evi-
dente inferioridad para enfrentarse a Aquiles" (Aen. XJI, 934: "bifelix puer atque impar congressus
Acbillf"), de la dignidad o condición: •·¿Y se va a reír, extranjero como es, de nuestra tierra?" (Aen. IV,
591: ·Et nosllú illuserit aduenal re¡¿nis?') o de la muerte: '·Esto, sin embargo, te confortará en el
momento de la triste muerte: caes a manos del gran Eneas" (Aen. X, 829: "Hoc lamen infelix mise-
mm solc1bere mo11em: Aeneae magni dextra cadis"); Horncio a propósito de la familia: "Mecenas,
nacido de antiguos reyes" (Car-m. I, 1, 1: "Maecenas atauis edite regibus") y Terencio de las aficio-
nes: "Lo cual hacen la mayoría de los jóvenes: o bien domar los caballos o preparar perros para la
caza o estudiar con los filósofos. En ninguna de estas aficiones sobresalía él, aunque sí las practica-
ba todas con mediocridad" (And. 55: ..Quod plerique omnes faciun.t adolescemuli, ut ,mimum ad a/1-
quod s1t1di11m adíungtmt, aw equos a/ere, aul canes ad uenandum, au/ ad pbilosopbos,- homm ille
111i11,bil egregie praeter cae/era studebal, et lamen onmia haec mediocn·ter'·).
''" Así, Virgilio a propósito de la educación: ··LLevamos a nuestros hijos recién nacidos al rio y los
endurecemo~ en el cruel hielo y en las aguas" (Aen. IX, 603-604: "Natos ad jlumina primum deferi-
mus, saeuoque gelu d11ramus et undis").
1
• A este respecto, Luisa López Grigera, al comentar los argumentos relativos a la persona del
apartado de la inventio, afirma que "si obseivamos cualquiera de nuestrns grandes obras de ficción
namuiva de los Siglos de Oro, veremos que los personajes, al menos los principales, han sido cons-
truidos en ella siguiendo tales circunstacias•· (L. López Grigera, La retórica en la España del Siglo de
Oro, cit., p. 22).
41
Aristóteles, Poética, ed. tri lingüe de Valentín García Yebra, Madrid, Credos, 1974.
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 75

referencia a la persona-13, el lugar, el modo, el tiempo y las causas. Así, de las


consideraciones sobre el sitio o lugar se pueden deducir las posibilidades reales
que alguien ha tenido para cometer el hecho, considerando la cercanía o distan-
cia, la soledad, el vecindario, la naturaleza del propio lugar, etc. El Brocese
afirma que de todo ello se pueden extraer buenos argumentos para mover los
sentimientos, y ejemplifica a continuación con varias citas de Virgilio ("Había
arrastrado tres veces a Héctor alrededor de los muros de Troya"44), Terencio
("Esta es nada menos que de Etiopía"45) y Cicerón ("Que te viste obligado a vo-
mitar en presencia del pueblo romano"46). El movere aparece así como un ele-
mento más que relaciona oratoria y poesía, y ambos tipos de discurso pueden
encontrar en la retórica los argumentos para apelar a los sentimientos de sus
receptores.
El Brocense muestra claramente mediante ejemplos que en los rest:intes luga-
res relativos a los hechos también se pueden encontrar argumentos para mover
los sentimientos, tanto en el discurso retórico como en el poético. Así ocurre c:on
el tiempo (V.irgilio: "Dicen que durante siete meses enteros y seguidos se pasó
llorando, al lado de una escarpada roca, junto al solitario río Estrimón"47) y el
modo (Virgilio: "Juntaba incluso los cadáveres a los vivos, uniendo manos con
manos y bocas con bocas -es un tipo de tormento- y así los mataba en larga ago-
nía a base de hambre y haciendo correr la ponzoña en sus miserables pechos·•-iH).
Por lo que respecta a las causas que inducen a realizar los hechos con la espe-
ranza de lograr o evitar algo, el Brocense dice basarse en la Retórica a Teodecte
de Aristóteles para establecer una clasificación que incluye siete tipos: la cos-
tumbre, la razón, la ira, la pasión, la suerte, la necesidad y la naturalezct19 . A la
hora de ilustrar cada uno de estos elementos relacionados con la naturaleza
humana, no encuentra dificultad alguna en servirse de las citas de poetas (Horacio
a propósito de la naturaleza: "Castor disfruta con los caballos y su gemelo con
los puños: cuantas personas bay, tantos miles de aficciones hay"5º, o Terencio en
relación con la ira: "Apenas puedo contenerme; hasta tal punto ardo en ira"'i 1),
así como de oradores o incluso de filósofos (como Pitágoras a propósito e.le la

•;1 Como advierte el l3rocense, el uso de argumentos sobre la persona en este contexto es distin-
to al del apar1ado ante1ior. Si en .:,sce se la considemba como sujeto, ahom se la tiene en cuc.;nta como
atributo. El nuevo uso de los argumentos sobre persona puede apreciarse en k>s ejemplos que 10111a
de Tercncio: "No tanto del regalo en sí, cuanto por habérselo d,1do tú: esto es para dla un verdade-
ro triunfo" (Eun. 394: "Non tmn ipso quidem dono quam abs te datum esse: id l'ero scm·o tri11111pban
o ''Y es que, si bien soy digna de esta ofensa, no eras tú el que deherías hacérmela'' (E11n .. 865: ..Nt1111
si ego digna bac contumelia sum ma.'>i:ime, at tu indignus qui /acere tamen .. ).
14
Aen. 1 483: " Ter cir cum ilíacos n:1ptuem1 Hectora muros".
í~ E1111. 865: "Ex Aetbiopia usque est baec".
46
Phi/., U 25, 63: "Ut tihi 11ecesseji1erit in conspecltl popu/i Ronumi umw:re".
47
Georg. IV 508-509: ''Septem illum totos perbibent ex urdine menses, rupe suh aPria. desl'l1i tul
Strimonis u ndam jleuisse".
8
• Aen. VIII 485-488: "Mol1ia quin etiam iungebat corpora ui11is. compunens 11u111ifm,;r¡11e 111a,111s
atqe ori (tormeni genus) in sanie tabor¡ue.fluen.tes complexu in misero, longa ~'ic mm1,, necaha/".
19
Cfr. Aristóteles, Retórica, cit., 1, 10.
5o Sm. 11 1, 26-27: "Castor gaudet equis, ouo prog11atus eodem pugnis; quot ca¡1it11111 11/1111111. toli-
dem studiorum mi/lit(' .
;i Ad. 310: "Vi.x sum compos animi. ita ardeo imc11ndid'.
76 ALFONSO MARTÍN Jl.MÉNEZ

costumbre: ''Se debe elegir una buena forma de vida; la costumbre se encargará
de convertirla en agradable"). Estos ejemplos inciden en la asociación entre las
distintas disciplinas, característica del saber enciclopédico del momento.
La inventio general, en definitiva, proporciona un listado de elementos que
ayudan a confeccionar el retrato verosímil de los seres humanos, d e sus senti-
mientos y pasiones y de los hechos que protagonizan. Este repertorio de indica-
ciones puede ser de gran utilidad para la composición y el análisis literario, pues
la literatura, ya sea a través de la expresión de la subjetividad del autor o median-
te la exposición de los hechos de los personajes, no consiste sino en la repre-
sentación artística de los caracteres, experiencias y sentimientos del ser humano,
sistematizados con un fin utilitario en el apartado inventivo de la retórica.
Una vez desarrollada la invención general, cuyos preceptos son fácilmente
asociables a la literatura, se pasa a tratar en el De arte dicendi la invención espe-
cial o propiamente retórica 52. Como ya hemos indicado, al comienzo del aparta-
do de la invención general el Brocense rechaza la clasificación aristotélica de los
tres géneros oratorios (demostrativo, judicial y deliberativo). Siguiendo el De ora-
tore de Cicerón, prescinde de esca "vieja y no convincente clasificación", y mues-
tra su intención de "exponer los argumentos comunes a cualquier cuestión que
se proponga""'· Por eso, al abordar el apartado dedicado a la invención especial
o retórica, desarrolla de manera global los preceptos atinentes a cualquier tipo
de género, aunque la mayor parte de las normas que expone están estrecha-
mente relacionadas con la oratoria forense propia del género judicial. Debido a
la especificidad de este apartado, podría pensarse que sus normas no pueden
encontrar aplicación alguna en la interpretación y la elaboración literaria. Sin
embargo, el análisis del mismo evidencia una vez más la estrecha relación exis-
tente en la época clásica y en el clasicismo entre todas las artes y disciplinas,
basta el punto de que Francisco Sánchez, llevado sin duda por el deseo de mos-
trar la utilidad de su manual para la interpretación de los poetas, no encuentra
dificultad para ilustrar con ejemplos literarios algunos de los preceptos de una
parte tan específica.
la invención especial debe determinar si existe la causa (cuestión conjetural),
qué es lo que existe (cuestión definitoria) y cómo es (cuestión cualitativa). Estos
aspectos se relacionan especialmente con el género judicial, aparentemente poco
relacionado con las obras Literarias.
Lo primero que hay que establecer a la hora de realizar la defensa ante una
acusación es si e l hecho que la motiva ha ocurrido o no, y si puede suceder o
va a ocurrir, aspectos relativos a la causa conjetural. El Brocense recoge la lista
de recursos de este tipo elaborada por Hermógenes: rechazo, alegación, inten-
ción, potestad, comprensión, justificación, refutación, desplazamiento, inversión
y cualidad común. Aunque el rechazo de la acusación y la alegación o petición
de testigos o pruebas son ilustrados con ejemplos tomados de los discursos

" Cfr. De ane dice11di, cit., pp. 57-79.


'·' ··Quare nos hac ueteri et non plena diuisione omissa, cuilibet propositae queaestione commu-
nia proforamus argLamenta" (J)e a,te dicendi, cit., pp. 42-43).
RETÓRICA Y LITERATillu\ EN EL SIGLO XVl: EL BROCENSE 77

forenses de Cicerón, a la hora de ejemplificar la potestad o posibilidad de reali-


zar los hechos, basada sobre todo en los bienes externos de las personas y los
atributos de las cosas, no existe inconveniente en recurrir a Virgilio ("Como no
desconozco la desgracia, he apre ndido a socorrer a los desgraciados"5'') o a
Terencio ("¿Dudas en dar crédito a las palabras de aquel cuya fidelidad has com-
probado en asunto de dinero?"55), al que también se acude en el caso de la com-
prensión o prueba inherente a las circunstancias y en el de la justificación, pre-
sentando un pasaje en el que un personaje se defiende de la acusación paterna
("¿Qué hice, qué merecí o en qué pequé, padre? A la que quería tirarse al fuego,
se lo impedí y se lo prohibí"56) . No se ofrecen ejemplos de situaciones literarias
en los que se produzcan casos de refutación o desplazamiento del crimen. Al tra-
tar de la inversión, que consiste en la defensa realizada con los mismos argu-
mentos del contrario, se propone una cita de Marcial (''Sexto, te defendía tras
haber cont.r.itado contigo dos mil sextercios. ¿Cuántos me has dado? Mil. ¿Por
qué? Dices: No dijiste nada, y perdiste la causa. Sexto, me debes todavía más,
porque me tuve que poner rojo""7), y se vuelve a recurrir a Cicerón para pre-
sentar un ejemplo de cualidad común (epílogo que se pronuncia una vez con-
firmada la sospecha). Por lo tanto, en algunas situaciones literarias se puede recu-
rrir peifectamente a los argumentos correspondientes a la causa conjetural. Si
Kibécli Varga, como hemos comentado, había advertido que en los textos litera-
rios se producen situaciones externas o internas similares a las de los géneros
oratorios, el Brocense ejemplifica con citas literarias unos preceptos retóricos tan
específicos como los de la causa conjetural, evidenciando de esta forma que en
las obras literarias aparecen argumentos perfectamente equiparables a los que
presciibe la preceptiva retórica para los djscursos. Las obras literarias pueden ase-
mejarse en su totalidad a ciertas estructuras retóricas, pero también pueden
presentar pasajes concretos elaborados según algunos preceptos determinados.
En este sentido, el De mte dicendi muestra bien a Jas claras cómo los autores lite-
rarios de la Antigüedad elaboraban algunos de los argumentos más ingeniosos
de s us obras guiándose por la preceptiva retórica.
La causa definitoria tiene por objeto demostrar que aquello de Jo que se acusa
no es cal, o aclarar el significado de una palabra o escrito. Nuevamente se sigue
en este apa1tado la clasificación de Hermógenes, quien incluye en la causa defi-
nitoria la exposición, la delimitación, la delimitación contraria, e l razonamiento,
la intención del legislador, la amplijkación, la comparación, la asunción, el re-
chazo, la justificación, la cualidad común y la intención de la persona, destina-
dos a precisar la natura leza del hecho q ue provoca la acusación para rechazarla.
En esta ocasión, el Brocense explica cada uno de estos apartados de carácter
marcadamente jurídico sin añadir cita alguna de poetas ni oradores, aporrando
ejemplos de tipo general no atribuidos a autores concretos.

"Aen. 1 630: "Non ignara malis miseris succurrere disco".


;; Phor. 60: ·Cuius tufidem in pecunia per:,pexe,·is, uerere uerba ei credere?'.
5G Andr. 139: "Quidfeci, quid commerui aut pecaui. pater? Quae sse uolit in ignem iniicere prohi-
bui, seniaui'".
'>7 Epigr. Vlll, 17: "Egi, Sexte, tuam pac111s duo mil/ia. cc1u.~am: Misisti 1111mmos quot mihi' Mil/e:
quid est? ,Narrasti nihil,, inquis, -et a te prodita causa est•. Tanto plus debes, Sexte, quod emb11-i".
78 ALFONSO MARTÍN JIMÉNEZ

Ac.lemás de analizar si e l hecho ha ocurrido y la calificación e.le! mismo, es


necesario determinar su importancia, su naturaleza y su clase, aspectos que
están ligados a la cuestión cualitativa 58. Dicha cuestión puede versar sobre un
escrito, y e ntonces se llama legal, o sobre una cosa, denominándose racional.
Ésta ú ltima tiene dos partes: si se trata de u n hecho futuro se llama plantea-
miento pragmático (y se aduce como ejemplo la lucha entre Ayax y Ulises por
las armas de Aqu iles), mientras que si se trata de un hecho pasado se deno-
mina planteamiento jurídico, e l cual puede ser absoluto (si se plantea u na
cuestión de derecho o injurias, o si el reo afirma que no ha hecho nada contra
derecho) y asuntívo (si el reo admite que h a cometido el delito pero se defien-
de d iciendo que ha sido con razón). El planteamiento legal, por su pa11e, es
el provocado por uno o varios textos, y con respecto a é l hay q ue tener en
cuenta su posible ambigüedad, el texto y el significado (que permiten ceñir-
se respectivamente a las palabras del texto o a la intención d e su autor), las
leyes contrarías y e l razonamiento (que consiste en acom odar a una ley cual-
quiera algo que es traído a juicio sin que se adapte a una ley e:;pecífica). AJ
explicar la cuestión cualitativa, tampoco se ofrecen ejemplo:; atribuidos a auto-
res conocid os, con la excepción de alguna referencia a los discursos fore nses
de Cicerón.
En definitiva, el Brocense cree perfectamente posible la aplicación de gran
parte de los preceptos retóricos de la invención a las situaciones o argumentos
literarios. Así, no encuentra ninguna dificultad en p resentar e jemplos literarios
que siguen las normas de la invención general, ya que las características de las
personas y los hechos sistematizados en ese apartado son perfectamente aplica-
b les a la literatura. Más difícil resulta acomodar los preceptos retóricos de una
parte can espedficamente jurídica como la invención especial, pero aun así
encuentra pasajes literarios que reproducen algunas de las situaciones o argu-
mentos relacionados con la cuestión conjetural. Sin embargo, las cuestiones defi-
nitoria y cualitativa parecen adecuarse peor a la natu raleza de lo literario.
Al term inar el apartado dedicado en el De arte dicendi a la invención, el Bro-
cense explica que no trata la forma en que se pueden suscitar los :;entimientos
porque opina que esos recursos, como hace notar Cicerón, son propios de los
filósofos, y porque no cree además que haya ninguna técnica relacionada con los
atributos de las personas y las cosas para suscitar los sentimientos. Así, y pese a
haber reconocido anteriormente que algunos de los ejemplos que cita, tanto de
poetas como de oradores, son apropiados para mover los sentimientos, prescin-
de de establecer una sistematización de los mismos.

"' Aunque el Brocense sigue un orden metódico en su <:!Xposición, es de advertir que las quaes-
tiu11es conjetural, definitoria y cualitativa no tienen por qué ser analizadas necesariamente siguiendo
un ordc::n cronológico. Así, es posible valorar la calificación jurídica (sl atu.s df!finilionis) sin analiwr
prc::via,m:nte el slatus de conjetura, ya que si el orador cuestiona directamente la denominación con
q11e la ky detine el hed10, es porque reconoce que tal hecho ha tenido lugar. De igual manern. al
plantear si se ha acruaclo o no conforme a derecho (status qualitatis), el orndor admite y da por
re~ucllos los ~ta/w; anteriores.
RETÓRICA Y LffERATURA EN EL SIGLO XVl: EL BROCENSE 79

3. l. 3. La dispositio y la memoria

El libro segundo del De arte dicendi está dedicado a la dispositio, y en este


apartado se incluye además el tratamiento de la memoria. La d ispositio se divide
en dos partes: argumentación y método59. 1.a argumentación corresponde a la
disposición de un sólo argumento, e incluye el silogismo, el entimema. el dile-
ma, la inducción y el sorites. El método es la disposición de varios argumentos,
y se ocupa de las partes de la oración: exordio, narración, confirmación o argu-
mentación y epílogo.
La dispositio, como hemos venido señalando, es tenida por una parte de la
retórica en el De arte dicendi, mientras que pasará a ser considerada como cons-
tituyente de la dialéctica en e l Organum dialecticum et rhetoricum. El esquema
general y gran parte del contenido de la dispositio es idéntico en las dos obras.
con la excepción del tratamiento del silogismo, que en el Organum será ampliado
como cosecuencia de la nueva atribución de la operación a la dialéctica. Pese a
esta diferencia, el esquema gener'.11 de la dispositio en ambas obras es el síguienté):

A) ARGUMENTACIÓN:
- Silogismo.
- Entimema.
- Dilema.
- Inducción.
- Sorites.

B) MÉTODO:
- Exordio.
- Narración.
- Confirmación o Argumentación.
- Epílogo.

C) MEMORIA.

59
A este respecto, Luis Merino Jerez rt::cuerda que en la edición de 1556 la dispositionis doctrina
del Brocense adquiría, como ya hemos visto, otra configuración. En c.li<:ha obra se proponían tres
tipos de disposición: la orc1tionis dispositio, la argumentorum dispositio y la verbonim dispositio,
rnienu-.is que en 1558 se contemplan solamente la argumentación y el método. Este cambio obedece
a la aceptación por piirte del Brocense de los presupuesIOs rarnistas sobre la methodus. En ef<:!cto. en
los Dia/ectici comentarii libri tres, de 1546, atribuidos a Omer Talon, q ue es la obra en la que se ins-
pira el Brocense, el método ocupa la parte final de la dl~positio, como ocurre e n el De ,me dicendi
y en el Organum. Cfr. al respecto L. Merino Jerez, La pedagogía en la Retórica del Brocense, <:ir., pp.
135 y SS.
Cfr. los esquemas de E. Sánchez Salor, "Introducción" al De ane dicendi. cit., pp. 18-22 y C.
6o
Chaparro Gómez, "Introducción'' al Organum dialeclicum et rbetolicum, cit., pp. 165-169.
80 ALFONSO MARTIN JIMÉNEZ

Como advierte Kibédi Varga, las formas de argumentación (silogismo, enti-


mema, dilema, inducción y sorites) no son tratadas por todos los autores clasi-
cistas en el apartado de la dispositio, sino que algunos las incluyen en el de la
inventio61 . En estos casos, se trata de la última parte de la invención, y constitu-
ye un espacio de transición entre la inventio y la dispositio. Pero no hay unani-
midad entre los autores a la hora de incluirlas en uno u otro apartado62.
En rigor, no sólo las formas de argumentación, sino también las mismas par-
tes de la oración se relacionan tanto con la inventio como con la dispositio. En
efecto, los diferentes autores las han atribuido a una u otra operación. Así, en la
Rhelorica ad Herennium son tratadas en el apartado de la inventio63, mientras
que Sulpicio Víctor las incluye en la dispositio64 .
A este respecto, Lausberg considera que las partes de la oración afectan a
ambas operaciones, y afirma que "la dispositio se encuentra presente ya dentro
de la inventio, pues ésta se orienta de antemano hacia las partes orationis, las
que a su vez son un fenómeno de la dispositio"65.
Tomás Albaladejo, considerando la doble atribución tradicional de las partes
de la oración a la inventio y a la disposilio, opina que el hecho retórico puede
representarse como una sistematización distribuida en dos ejes de representa-
ción, uno vertical y otro horizontal, tal corno refleja el esquema que recogemos
en la figura I66.
En el eje vertical se sitúa el conjunto de operaciones retóricas tradicionales
(en el que se incluye una sexta operación, la intellectio67) como una serie que
conduce desde las estructuras referenciales y subyacentes hacia las estructuras
manifiestas, mientras que el eje horizontal representa las diferentes partes del
discurso.

°' Cfr. A. Kibédi Varga, Rhélorique et Littérature, cit., p. 58.


62
Kibédi Varga prefiere incluir estas partes en la inventio. y reservar para la dispositio los mi:ca-
nismos qui: no afecten a pasajes aislados de la obra, siJio a todo su conjunto, como es el caso de las
partes de la oración (exordio, narración, argumentación y epílogo). Cfr. ibídem, pp. 68-69.
~;1 Cfr. Rbeton·ca ad Herennium, cit., I, 3, 4.

<» Cfr. Sulpicio VícLor, l11SMtutiones oratoriae, en C. Halm (ed.), Rhetores Lar/ni minores, Leipzig,
Teubnt!r, 1863 (reimpr. Minerva, Frnncfurt, 1964), pp. 311-352, 14.
1
'' l-1. Lausberg, Manual de Retórica lit&raria, cit., § 261. Como advierte Tomás Albaladejo, aun-
que Lausberg estudia las parres orationis en el apartado dedicado a la inventio, afirma signilkaliva-
mente que '·En el fondo la exposición de las partes del discurso y de su orden es c:osa de la d(posi-
lio" (ibidem). Vid. al respecto T. Albaladejo, Retó1ica, ciL., pp. 73-81.
,,,., Cfr. T. Albaladejo, Retórica, cit., p. 44.
7
' ' A propósico de la operación no constituyence de discurso de la intellectio, cfr. F. Chico Rico,
··La intellectio: notas sobre una sexta operación retórica'", en Castilla, 14, 1989, pp. 47-55; F. Chico
Rico, Pragmática y consllucción literaria, Alicante, Universidad de Alicanri:, 1988, pp. 92-106 y T.
Albaladejo, Retórica, cit., pp. 65-71.
RETÓRlCA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 81

Exordium 1 1 Narratío 1 Argumentatio 1 Peror.1tio

Exordium 1 1 Narratio 1 Argumentatio 1 Peromtio

INTELLECTIO

FIGURA 1

Los estudios contemporáneos sobre los niveles del texto realizados por la
teoría de la literatura y la lingüística textual han propiciado la elaboración de
un modelo del texto literario que incorpora además las aportaciones de la retó-
rica y la poética tradicionales. Estas disciplinas siempre consideraron su objeto
de estudio, el discurso o la obra literaria, desde una perspectiva de globalidad
textual, por lo que ofrecieron los mecanismos suficientes para definir el texto
en toda su complejidad. En este sentido, las aportaciones de la lingüística tex-
tual y de la poética y la retórica pueden colaborar eficazmente en la explica-
ción del texto retórico o literario. Así, es posible considerar una serie de nive-
les teóricos sucesivos que, desde los estratos más profundos del texto hasta su
manifestación superficial, abarcan el referente de la realidad, la estructura
macrosintáctica de base, la estrnctura macrosintáctica de transformación y la
microestructura68 .

r;; Estos niveles incluyen y desarrollan las aportaciones de la moderna teoría littrn.ria /iobre la
estructura del te~to narrativo. Así, la estructura macrosintáctic.-a de base y la estructura macrosintácti-
ca de transformación (que constituyen la macroestn.acrur::, del texto) equivalen respe,·tivamente a las
conocidas nociones de •fábula• y •Sujeto• del formalismo ruso o de •historia• y ,discurso, del estruc-
curalismo írancés, y se considera además la existencia de un nivel referencial subyacente y de otro
nivel microescrucniral superficial. Cfr. al respecto A. García Berrio y T. Albi,ladejo, "Estnictura com-
posicional. MacroesLrUcturas", en Estudios de Lingüística, 1, 1983, pp. 127-180; T. Albaladejo, Temia
de los mundos posibles y macroestructrua narrativa, Alicante, Universidad de Alicante, 1986; T. Afüa-
ladejo, Retórica, cit., pp. 73-155 y T. Albaladejo, Semántica de la narración: La Ji'cción realista,
Madrid, Taurus, 1992, p. 39.
82 ALFONSO MARTÍN J]MÉNEZ

Microestrnctura .__ _ _ _ _ __ __ _ ___, > ELOCUTIO

ORDO AR71FJCIA1JS

ESTRUC11JRA
MACROSINTÁCTJCA
Texto DF. TRANSFORMACIÓN
literario Macroestn,ctura DlSPOSITIO
ORDO NATURALIS

ESTRUCTURA
MACROSINTÁCTICA
DE BASE

Referente [
literario
~º-'1W_º_M_'A_TURAIJ
___ s_____ I>
~ ,m~m

FIGURA ll

La retórica clásica contemplaba las operaciones constituyentes de discurso de


la invenl'io, encargada del hallazgo de las ideas, de la dispositio, a la que corres-
ponde la organización de las ideas previamente halladas en la inventio, y de la
eloculio, destinada a la verbalización de la estructura proporcionada por la dis-
positio. Los conceptos aducidos por la poética y las operaciones retóricas pueden
conjugarse con las aportaciones de la lingüística textual, dando como resultado
la elaboración de un modelo del texto retórico y literario (representado gráfica-
mente en la figura Jl) que, desde un punto de vista teórico, está formado por una
serie de operaciones o niveles sucesivos69.
Así, la primera operación que realiza el autor en su proceso de sintesis o com-
posición es el hallazgo de las ideas propio de la inventio. Dicha operación corres-
ponde al referente del texto, e n el que se mantiene una ordenación lógico-cro-
nológica de las ideas o acontecimientos propia del ordo natura/is tradicional. Los
elementos que fonnan parte de este nivel aún no han sido incorporados al texto,
por lo que permanecen en el nivel extratextual del referente de la realidad.
Posteriormente, dichos elementos son incorporados a la macroestrucrura del
texto, y más concretamente a su estructura macrosintáctica de base70. Los ele-
mentos que constituyen este nivel siguen manteniendo una ordenación lógico-

,., Tomamos como base el modelo propuesto por T. AJbaladejo para el texto narrativo en Semántica
de la narración: la ficción realista, cit., p. 39, adecuándolo al texto literario general y al texto re16rico.
;o A propósito del proceso de '•intensionalización", median1e el cual los contenidos del referente
de la realidad, correspondiente al ámbito de la semántica extensional, son incorporados a la estmcn,-
ra macrosinláctica de base, relacionada con el dominio de la semántica intensional. cfr. T. Albaladejo,
"Semántica extensional e inte nsionalización Uteraria: el texco narrativo.., e n Epos, VI, 1990, pp. 303-314.
l{ETÓRfCA Y LITERA.TlfüA EN EL SIGLO XVT: El BROCENSE 83

cronológica, es decir, un ordo naturalis. Dichos elementos pueden experimentar


después una serie de transformaciones (de tipo temporal, relativas al punto de
vista o a su organización temática o aJgumentativa) en la estructura mac.:rosintác-
tica de transformación, adquiriendo un ordo artificialis. La macroestructura del
texto, compuesta por los dos niveles de la estructura macrosintáctica de base
(que mantiene el ordo natura/is) y la estructura macrosintáctica de transformación
(caracterizada por su ordo m1ificialis), equivale en su conjunto a la dispositio
retórica, encargada de organizar los elementos del texto, ya sea manteniendo su
orden natural o alterándolo.
Por último, el resultado de la estructura macrosintáctica de transformación es
verbalizado en la microestructura textual, a la que corresponde la operación retó-
rica de la elocutio.
El receptor, por su parte, realiza un proceso inverso de análisis: partiendo de
la microestmctura, recompone las alteraciones de la estructura macrosintáctica de
transformación y obtiene los elementos de la estructura macrosintáctica de base
y del nivel referencial. El carácter sucesivo otorgado a estas operaciones, tanto
en el caso de la síntesis como en el del análisis, obedece a una concepción teó-
rica, ya que en la realidad de la p roducción literaria el autor y el receptor pue-
den activar simultáneamente las d istintas operaciones71 .
En conformidad con un modelo textual semejante, y centrándonos en la ela-
boración de los discursos retóricos, podemos considerar que, en el proceso de sín-
tesis o elaboración textual, los contenidos de cada una de las partes del &;curso
son hallados por el orador como resultado del proceso de inventio, dando lugar a
una estructura de conjunto referencial que mantiene la ordenación natural de
dichas partes (esto es, constituida sucesivamente por los contenidos del exordium,
la narratio, la argumentatio y la peroralio). Dicha estructura de conjunto referen-
cial es incorporada después a la macroestructura del texto, y concretameme a su
estn.1ctura macrosintáctica de base, manteniendo la misma ordenación que en el
nivel precedente. Y pueden producirse después una serie de modificaciones de
dicha ordenación en la estruclura macrosintáctica ele transfom1ación, de cara a la
presentación <le los hechos y argumentos en el orden que resulte más conveniente
al propósito del orador72. Así, éste puede optar por mantener el orden convencional
de las panes del discurso o por alterarlo. De esta forma. la macroestn.JCtura del
texto, correspondiente en su conjunto a la dispositio, incluye las partes del discurso
no sólo en su orden natural, propio de la estructura macrosintáctica de base, sino
también en el orden artificial de la estructura macrosintáctica de transformación.
El hallazgo de los comenidos de las distintas partes del d iscurso pertenece
tanto al nivel referencial propio de la inventio como al nivel macroestructural de
la dispositio, ya que el autor no sólo busca los arf,TLl!nentos de su discurso de una
manera general, sino que intenta además precisar lo que tiene que exponer en
cada fase o parte del discurso.

71
Cfr. T. Alhaladejo, Teoría de los mundos posibles y macroestructma nan-ariva, c:i1.. pp. 39 y ss.:
T. Albaladejo, "Semántica cxtensional e imensiona]jzació n literaria: e l texto narrativo· . c it .. y T. Alba-
ladejo, Semántica ele la nan-ación: la ficción realista, cit., pp. 36-39.
n T. Albaladejo, Retórica, cil., pp. 73- 155.
84 ALFONSO MARTÍN JTMÉNEZ

En consecuencia, y dado que tanto las fonnas de argumentación como las


partes de la oración se relacionan con la inuentio y la dispositio, existe la posi-
bilidad de que cada autor las incluya en una u otra operación. El Brocense opta
por limitar la inventio aJ tratamiento ele los lugares comunes en los que buscar
los argumentos, e incluye la argumentación y e l método en la disposición.
En el libro segundo del De arte dicendi, dedicado a la dispositio73, el Brocense
comienza refiriéndose a la argumentación, definiéndola como la colocación firme
y consistente de un solo argumento dentro de la causa. En su opinión, los tipos de
argumentación se reducen fácilmente al silogismo dialéctico, pero los rétores ofre-
cen sobre el silogismo normas distintas, ya que no se someten a las "míseras" leyes
de la diaJéctica. El adjetivo utiJizado por el Brocense para referirse a los preceptos
dialécticos evidencia ciar-amente cuán alejada está su concepción en este momen-
to de la que defenderá en el Organum, en el que este pasaje es suprimido.
Los tipos de argumentación considerados en el De arte dicendí son cinco: silogis-
mo, entimema, dilema, inducción y sorites. El Brocense afirma que a éstos se suele
añadir erróneamente el ejemplo, que es un recurso que toma como base lo igual, lo
superior o lo inferior, sin ser una argumentación. Y el epicerema, incluido por otros
autores entre las formas de argumentación, se refiere al nombre genérico de Locla
argumentación o a cualquier argumento con el que se ataca al adversalio. Posterior-
mente, la inducción sería considerada en el Organum como un recurso similar al
ejemplo, por lo que no cabría entre los cuau·o tipos de argumentación restantes.
Pasa así el Brocense a dedicar un pequeño espacio al silogismo en el De arte
dicenci, y lo define como una argumentación que deduce la probabilidad a par-
tir del p ropio hecho. Consta de cinco partes: proposición, razón, confirmación de
la razón, ampliación y conclusión. Su uso es ejemplificado con razonamientos no
atribuidos a ningún autor, y no se incluye cita literaria alguna.
La siguiente forma de argumentación abordada es el entimema. Es definido
como la frase construida con contrarios, y se proponen ejemplos de Horacio para
ilustrarlo, como el siguiente: "Los ladrones salen de noche para estrangular a los
hombres. ¿No te vas a despertar para salvar n.1 vicla?"74.
El di.lema es definido a continuación como una argumentación que se apoya
en cualquiera de las concesiones realizadas, y se ejemplifica con la siguiente cita
de Terencio: "Supón que yo te aconsejo o me informo: que está bien lo que
haces, lo haré yo; que no, impediré que tú lo hagas" 75 . Se explica además que
en ocasiones un dilema se opone a otro dilema, produciéndose lo que los grie-
gos Uaman biaeo o antistrefon y los latinos violación76•

7
-'Dicho libro ocupa las páginas 81-101 en el De arte dicendi (ed. cit.).
4
' --u1 iugulent homines surgunt de ,iocte ladrones; uf te ,psum senies. non exper-
l.:.pist. I 2, 32-33:
gisceris?º.
71
Haut. 78-79: " Ve! monere hoc uel percontari pwa: Recrum es/, e¡¡o w /aciam; non u/ deterream".
El Brocense :tftnna que este pasaje, hasta ahora no explicado por los wmentariscas, debe encender-
~e así: "lo que haces, o está bien o no; si está bien, \'º haré lo mismo; si no, lo justo es que Le apar-
te e impida que lo hagas" ("aut hoc quod facis rectum est, aut non; si rectum, ego idem faciam; si
non est rectum. ut te auellam et separem ab huismodi opere"). Cfr. De arte dicendi, cil., pp. 84-85, y
Orga1111m, cit., pp. 308-309.
76
A este respecm, el biaeo o antistrefon supone un claro caso de argumentación sobre lo opi-
nable, como se observa en los interesantes ejemplos que el Brocense recoge. Así, la discusión trans-
RETÓRJCA Y LITERATURA El'\/ EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 85

A continuación se explica la inducción como e l procedimie nto consistente en


aportar muchos ejemplos o similitudes para lograr un sólo efecto, y se ofrece
para ilustrarla el siguiente ejemplo de Ovidio:

,No pienses que soy feo, porque mi cuerpo horrorice


cons sus densos y duros pelos; el árbol sin frondaje es feo;
feo el caballo, si su cu<::rpo no <::stá cubierto de amarillas crines;
la pluma cubre a las aves; las ovejas tienen como adorno su lana,
la barba y los ásperos pelos sientan bien en el cuerpo del hombre.•'7

El sorites, por último, es definido como un silogismo acumulativo, mediante


el cual, a partir de una concesión, se llega a una serie de conclusiones conect~1-
das entre sí. Se trata de una forma capciosa e insegura, como ya expresara Cice-
rón: "Ese sorites, que es lo más corrupto que podáis imaginar: lo que es bueno,
es deseable; lo que es deseable, debe ser buscado; lo que debe ser buscado, es
loable; todo lo loable es honesto; luego todo lo bueno es honesco"78 . Se ejem-
plifica con una cita de Horacio, en la que se hace referencia además a la propia
forma de argume ntación, lo que prueba que el autor tiene en cuenta dichas for-
mas en su creación literaria: "Usaré el permiso y como de una cola equina los
crines / lentamente arranco y quito uno, le saco una conclusión, / hasta que caiga
vencido por la razón de un sorites"79.

milicia por Gelio entre el sofista Protágoras y su discípulo Evatlo. Éste había prometido pagar las da-
ses recibidas a su maestro cuando ganara e l primer proceso tras salir ele la escuela. Al pasar el tiem-
po y no defender ninguno, Protágoras pretendió forzarle a pagar llev:índolo e l mismo a juicio. "Si la
sentencia te es comraria -dijo Protágoras a su discípulc:r tendrás que paganne porque re obligad la
sentencia, mientras que si te es favorable te obligará la palabra que has dado". A lo cual Evatlo. que
había aprovechado bien las enseñanzas de su maestro, re5pondió: "Si los jueces se pronunci.in ;1 mi
favor, no te pagaré porque así lo dirá la sentencia, y si se pronuncian contra mí. no estaré obligado
a pagarte por no haber ganado aún mi primer juicio". Biante, uno de los siete sabios de Greci,1. inten-
taba a su vez convencer a un joven para que no se casara: "Si es fea te pesará. y si es hermosa ten-
drás que compartirla con codos". Y el joven: ·'Si es hennosa no me pesará, y si es fea ~crj para mí
sólo'·. Estos ejemplos evidencian bien a las claras que existe un ámbito <le lo opinable, puramente
retórico, ajeno al dominio lógico de la demostr.ición dialéctica. Cfr. al respecLO De arre dicendi, <.:il. ,
pp. 84-85 y Organ11111, cit., pp. 310-311.
77 Met. XIll, 846 y ss.: '·Nec mea quod d11ris horre111 densissima setis / Co,pora, twpe puta; twpis

si11e frondilms arho,;-/ Turpis equus, nisi colla iubae jlauentia uellenl; / Pluma 1egit uolucres, ouib11s
sua lana decori est. / Barba u.iros hirtaque decent in co1pore se1ae' . El Brocense aducirá en el Orga-
num que estos versos se podñan reducir a un silogismo especial: "Si la lana sirve de adorno a las
ovejas, también la barba a los hombres; / es así que la lana realiza este cometido en las ovejas, /
luego también la barba sirve de adorno a los hombres" (Si ouibus .ma /a11 decori est, PI barba uiris;
/ Sed (JUes decorar lana, / Igitur et barba uiros"). Vid. Organum, Cil., pp. 312-31.3.
78 Fin. 4, 50: "Jam ille sorites, quo nihilputa/is esse uitiosus; quod bonum sil, id esse op1abile; qttod

optabile, id esse expectandum; quod e.xpect.andum, laudabile; /audabile autem omne bonestum; lgi-
tur omne bonum honestum•·.
79 h'pisl. ll, 1, 45 y ss.: ·urar permisso caudaequepilos 11t equinae / Pcmlattm uel/o et demo un11111.
demo etictm unum, / Dum cadam elusus ratio-ne ruentis acen1i" . En el Orga11um, el sorites ~ení pre-
sentado como un silogismo casi perfecto, en el que a menudo la asunción o premisa menor es ante-
puesta. Vid. Organum, cit., pp. 310-313.
86 ALFONSO MARTÍN JIMÉNEZ

En definitiva, el apartado dedicado a las formas de argumentación muestra


claramente la utilidad de los procedimientos retóricos en la interpretación de las
obras literarias. Y aunque los ejemplos utilizados son extraídos <le los textos anti-
guos, debido a que el principal propósito del Brocense es mostrar la manera de
interpretar a los autores latinos, la validez de los preceptos retóricos y dialécticos
sin duda persistiría en una época clasicista volcada en la exaltación del mundo
antiguo, siendo su utilidad reconocida no sólo para la interpretación de los tex-
tos clásicos, sino también para la elaboración y el análisis de las propias obras
contemporáneas.
A continuación es abordado el método, cuyo tratamiento coincide en lo esen-
cial en el De arte dicendi y en el Organum dialecticum et rbetoricum80 . El méto-
do es definido como la colocación de muchos y variados argumentos111 • Puede
ser doble: el metbodus doctrinae (basado en La doctrina) o el metbodus pruden-
tiae (que depende de la prudencia del rétor). El método de doctrina consiste en
la disposición de los distintos temas obtenidos de principios generales y univer-
sales y aplicados a casos individuales y particulares. El Brocense afirma que la
organización de su tratado se basa precisamente en este tipo de método, al expo-
ner en prin1er lugar la definición del arte, después de sus partes y por fin el con-
tenido de cada una de las mismas. Dichos contenidos, añadiríamos nosotros, son
ilustrados finalmente con ejemplos (citas de poetas y oradores), como propone
b teoría ramista sobre el método de doctrina. En este tipo de método no hay que
omitir los procedimienros de transición, ya que éstos proporcionan claridad a la
exposición . Para ilustrarlo se proponen unos versos de Virgilio: "Hasta ahora he
hablado del cultivo del campo y de los astros; / Ahora te cantaré, Baco, a ti"82,
demostrando una vez más la estrecha relación entre los procedimientos teóricos
ele las distintas disciplinas y las obras literarias.
El otro tipo de método, el de prudencia, no se basa e n la ordenación lógica
de los contenidos, sino que se ajusta a un orden de exposición requerido por las
personas, cosas, circunstancias o lugares83. Así, los oradores pueden prescindir
de incluir determinadas clasificaciones, o anteponer las refutaciones de acuerdo
con una técnica para convencer a las personas que no quieren ser convencidas.

"'' Cfr. De arte dicendi, cit., pp. 89-99 y Or¡¡a11um, cit.. pp. 315-323.
~• A este respecto, Luis Merino Jerez advierte que la definición del Brocense repr<xluce de manera
l';l~i liteml la ofrecida por los autores ramistas en los Dialectici commenrarii libri tres, de 1546, atribui-
dos a Omer Talon. Así, la definición del método en dicha obra es como sigue: "Medmdus est multo-
n.1111 et lxmorum argumenton1m dispositio" (op. cit., p. 83), mientras que e l Flrocense se expresa en lns
siguientes rérminos: "Med1odus est multorum atque uarionim argumentorum dispositio·· (De mte dicen-
di, c it.. p . 88). Cfr. al respecto l. Merino Jerez, La pedagogía en la Retórica del Brocense, cit. p. 144.
"' Geo1'R. 11, 1-2: "Hactem1s anwnim c11ltus et sidera coeli: / nunc te, Baccbe, canam".
"-' Comn expone Luis Merinn Jerez. rambién la definición del método de pmdencia parece estar
tomada de los Dialectici commentm-ii li/Jri tres. En esta obra dicho método se define así: "[. ..J ad met-
hodum prudentiae rranseundum nobi~ est, quae pru conditione per~onarum, rerum, temporum, luco-
rum consilium dL~ponendi dabit" (op. cit. , p. 87), mientras que el 13rocense dice lo siguiente: ·'Mer-
hodu~ prudentiae pro con<lirione personarum, rerum, temporum, locon.1111 consilium disponcndi
suppeditar" (De mte dicendi, cit., p . 88). Cfr. L. Merino Jerez, Lt.1 pedagogía en la Retórica del Bm-
cen.~e. cit., p . 145.
RETÓHICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 87

Cicerón recurre a menudo a estos procedimientos en sus d iscursos para ganarse


de antemano la benevolencia de un público poco dispuesto. En el De arte dicen-
di, el Brocense advierte que nadie debe creer que este tipo de método es nuevo,
ya que Cicerón, en el libro segundo del De oratore, afirma que existen dos tipos
de ordenación de los temas y recursos: uno exigido por la naturaleza de las
cosas, y otro proporcionado por el juicio y prudencia de los oradoresfl.i. El Bro-
cense, que no declara la procedencia ramista de sus ideas, niega así la novedad
de la doctrina de Ramus y Talon en la que se ha inspirado85 .
la diferencia entre la methodus doctrinae y la methodus prudentiae puede ser
relacionada con los conceptos tradicionales del ordo natura/is y del ordo artifi-
cialis. El método de doctrina presupone una ordenación de los elementos que es
considerada natural, mientras que el método de prudencia altera dicho orden.
Por lo que respecta al discurso oratorio, José María Pozuelo Yvancos advierte que
la contraposición entre el ordo natura/is y e l ordo artificialis no se ha entendi-
do siempre como una cuestión de orden temporal. En obras de Sulp icio Víctor y
de Marciano Capella dicha oposición se hace corresponder con la del orden retó-
1ico canónico contra el orden retórico inususal, de manera que el ordo natumlis
es el que mantiene la sucesividad de las partes ele la dispositio: exordio, narra-
ción, argumentación y epílogo. En palabras de Pozuelo,

-Se llega así a una paradoja [. ..] según la cual el 'orden natural' es el que pre-
ceptúa el arte retórica, convirtiendo así en natural precisamente lo convencional y
culrural y en •artifial• codo cuanto contraviene esa regla.,tl6

De esta manera, y pese a la paradoja que supone la denominación e.le ordo


naturalis para referirse a la disposición sucesiva de las partes convencionales del
discurso, podemos relacionar el método de doctrina y el método de prndencia
con los conceptos de ordo natura/is y ordo artificialis, y, en consecuencia, con
los distintos niveles del modelo textual al que nos hemos venido refiriendo. En
efecto, hemos considerado que, desde un punto de vista teórico y sucesivo, los
contenidos de las partes del discurso oratorio son hallados mediante la operación
de inventio, que produce el referente de la realidad. En este nivel, las partes del
discurso mantienen su ordenación canónica natural (pese a que se trate, como

>"1 Sobre las fuentes clásicas del concepto de método, que se remontan a Platón (Pbaedms y Pbi-
lebus), Aristóteles (AnaHtici priores et posteriores, Physica, Ethica), Galeno (Ar.; poma) y Hermóge-
nes, cfr. C. Vasoli, La dia/ettica e la retorica del/'Umanesimo, cit., p. 249 y L. Merino Jerez, La ¡:,eda-
gogia en la Retórica del Brocense, cit.. pp. 87 y ss.
8
' En el momento de la publicación del Organum. cuando las obras de Hamu,; ya e ran perse-
guidas por heterodoxas Oo que no impediría que el Brocense se decantara claramente por las ideas
del autor francés), Francisco Sáncbez suprimiría este pasaje, seguramente pam que la alusión a b
novedad no permitiem relacionar sus planteamientos con la recupernción de la n<x-ión clásica de la
methodus por parte de los r'.imistas.
86 J. M. Pozuelo Yvancos, Del formalismo a la 11eorret6rica, Madrid, Tarurs, 1988, p. 152. Como
adviene el pmpio Pozuelo, este hecho fue señalado por R. Banhes en /,a Antigua Retórica, Hut:nos
Aires, Comunicación, 1970, p. 70.
88 ALFONSO MARTÍN JIMÉNEZ

advierte Pozuelo, de una organización convencional y artificial). Estos conteni-


dos referenciales son incorporados después al texto oratorio, y concretamente a
su estructura macrosintáctica de base, manteniendo el mismo ardo natura/is.
Posteriormente, dichos elementos pueden experimentar una serie de transforma-
ciones en la estructura macrosintáctica. de transformación, si el autor decide variar
el orden natural del texto para favorecer la persuasión, esto es, si hace uso del
método de prudencia. Y la ordenación resultante de este nivel se plasma defini-
tivamente en la microestructura, convenientemente adornada con los recursos
elocutivos. Por lo tanto, el método de doctrina mantiene el orden natural del refe-
rente y de la estructura macrosintáctica de base, mientras que el método de pru-
dencia es resultado de los procesos efectuados en la estructura macrosintáctica.
de transformación.
Hay que advertir, además, que los dos tipos de método no son sólo pro-
puestos para la construcción del discurso oratorio, sino para la elaboración de
cualquier tipo de textos, como las propias artes pedagógicas escritas por los
ramistas. Las técnicas retóricas son consideradas útiles para la elaboración de
obras pertenecientes a todos los dominios del conocimiento, lo que refleja la
concepción clasicista sobre la necesaria relación entre los mismos. En el caso de
los tratados pedagógicos, también es posible relacionar los contenidos de dicha
obra y la terminología ramista asumida por el Brocense con el modelo textual
propuesto. Los contenidos se regirían en el nivel referencial y en el nivel de la
estructura macrosintáctica de base por el método de doctrina, que implicaría la
ordenación más apropiada de los mismos con las correspondientes divisiones
dicotómicas, definiciones y ejemplos. Posteriormente, y si fuera preciso de cara
a facilitar el aprendizaje, se podría hacer uso del método de prudencia median-
te la activación de la estructura macrosintáctica de transformación, alterando la
ordenación de la exposición que se supone más natural. Por último, los conte-
nidos serían expresados lingüísticamente de la forma más clara y pedagógica
posible en el nivel microestructural.
Por otra parte, el hecho de que la distinción entre el ardo natura/is y el ordo
artificialis no se haya hecho corresponder, como apuntaba Pozuelo, con el orden
temporal, tiene en nuestra opinión una clara explicación. En efecto, los elemen-
tos de tipo argumentativo que forman parte del discurso retórico son esencial-
mente distintos a los que forman parte de los hechos acaecidos a los personajes
en los textos narrativos o dramáticos. Los hechos protagonizados por los perso-
najes de este tipo de textos sí tienen una dimensión temporal, pero no los ele-
mentos de carácter mental que conforman la argumentación del discurso. Con
todo, el discurso retórico no sólo consta de elementos de tipo argumentativo,
sino también de elementos de tipo narrativo. Efectivamente, en el discurso tiene
gran import;¡.ncia el apartado de la narratio de los hechos relacionados con la
causa, que puede ser asimilado sin dificultad, como hemos visto, a los textos
narrativos. Ello determina que, al ser considerado en su conjunto, el discurso
posea elementos dotados de temporalidad capaces de sufrir transformaciones
temporales, pero es preciso diferenciar claramente la naturaleza de dichos ele-
mentos y la de las argumentaciones que forman la parte más importante del
mismo. Dado que el discurso retórico no estaba orientado hacia la simple expo-
Rl:.íÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVl: EL BROCENSE 89

s1c1on de unos hechos ocurridos en el tiempo, sino hacia la más importante


argumentación relacionada con los mismos, poseía globalmente una naturaleza
preferentemente argumentativa ajena en su conjunto a los parámetros de la tem-
poralidad. Por eso resulta perfectamente natural que la ordenación de las partes
del discurso en la retórica tradicional, en su doble vertiente del ordo natural~- y
del ardo artificialis, no se entendiera como una cuestión de ordenación temporal.
En el referente de la realidad y en la estructura macrosintáctica de base los
argumentos adquieren la ordenación lógica de tipo convencional que es consi-
derada más natural, y los hechos protagonizados por los personajes mantienen
una ordenación cronológica que se corresponde con el discurrir del tiempo de
la realidad. Teniendo en cuenta no sólo el carácter atemporal de los elementos
argumentativos, sino también el carácter temporal de los hechos descritos en la
narratio, podemos coniderar que el uso del método de prudencia puede produ-
cir en el nivel de la estructura macrosintáctica de transformación del discurso ora-
torio una doble serie de reordenaciones, las atinentes a la reorganización de los
elementos argumentativos y las relacionadas con la alteración del orden crono-
lógico de los hechos que se describen.
Por lo demás, el Brocense expone que son cuatro las partes del discurso:
exordio, narración, argumentación y epílogo87. En el tratamiento de estas partes,
contradice de nuevo sus principios al establecer diferencias entre los distintos
géneros oratorios, ya que, como vimos, había mostrado su propósito de prescin-
dir de la clasificación aristotélica de los mismos, por considerarla insuficie nte. Sin
embargo, la fuerza de la tradición le pesa de nuevo más que sus propias ideas,
y recurre a la exposición de lo establecido tradicionalmente para garantizar su
enseñanza. Para ello, explica cómo debe ser cada parte del discurso en los tres
géneros oratorios88 •
El exordio del género judicial es definido como la parte del discurso que dis-
pone el ánimo del oyente para oír, y tiene como objeto, según la doctrina de
Quintiliano89, conseguir un auditorio benévolo, dócil o atento. Para obtener la
benevolencia, lo que resulta especialmente importante cuando la causa es sucia
o va unida a algún aspecto sucio, da una serie de consejos relativos a la persona
d el orador (que debe alabar sin arrogancia su propia función y los favores pres-
tados al estado, mostrando las dificultades que ha padecido en su labor), a la
persona del adversario (provocando contra él la envidia si es poderoso, el des-
precio si es bajo y abyecto o el odio si es malo y culpable) o al propio tema (exa-
gerando nuestra causa y minimizando la del contrario). La docilidad del audito-
rio se puede conseguir resumiendo con brevedad lo más importante del tema, y
es posible lograr su atención adelantando algunas ideas importantes, necesarias,

157
Cfr. De arte dicendi, cit., pp. 90-91. Recoge así la dislinción tradicional, presente en las Pa,tito-
n<1s oratoriae de Cicerón. En el Organum añadirá que la narración y la argllmemación afectan a la ense-
ñanza, mienlras qlle las otras dos se utilizan para mover los ánimos. Vid. Organum, cit., pp. 314-315.
R8 Como tendremos ocasión de comprobar en el apartado final de este trabajo, dedicado al aná-
lisis ele su obra poética, el Brocense aplica las normas de los distintos géneros oratorios a la C<impo-
sición de sus poesías, a pesar de las reticencias teóricas que muestra con respecto a las mismas en
sus tratados.
89 fnstitutio oraton·a, cic., IV, 1, 5.
90 ALFONSO MARTÍN JIMÉNE7.

nuevas o inauditas, que afecten a la religión o al propio auditorio, o rogando que


se escuche atentamente. Es especialmente importante captar la atención de los
oyentes si la causa es pobre o baja. Pero lo que atrae nuestra atención nueva-
mente es que esta serie de consejos de índole marcadamente oratoria, pertene-
cientes al género judicial, son ejemplificados con el comienzo del libro IV de las
Geórgicas de Virgilio, en el que su autor consigue admirablemente atraer la aten-
ción de Mecenas introduciendo el tema de la apicultura. Vemos así una vez más
cómo los preceptos puramente retóricos son utilizados en el ámbito literario,
cuyas composiciones pueden contar con un exordio similar al de los discursos.
En el género de mostrativo, el exordio puede hacerse con absoluta libertad,
empezando por un hecho histórico, una fábula , un proverbio o una sentencia, o
bien por la profesión, el lugar, el tiempo, la persona o el propio tema. Y en el
género suasorio, contra lo que opinan algunos, también es necesario el exordio,
ya que siempre es necesario un comienzo en cualquier tema, por lo que se
puede comenzar por la persona, el lugar, el tiempo o las demás circunstancias
descritas en el apartado de la inventio9<1.
Por lo que respecta a la narración, en el género judicial debe ser breve, clara
y verosímil. La brevedad es cierta virtud de la elocución, no exenta de ornato y
elegancia, que se logra exponiendo lo más importante sin incurrir en rodeos ni
repeticiones, y sin caer en la oscuridad91 . La claridad se logra observando el
orden en los temas y en el tiempo, utilizando palabras exactas y conocidas y
separando adecuadamente temas, personas, tiempos y lugares, lo cual favorece
también la verosimilitud. Ésta se acentúa al tratar los temas como exige su natu-
raleza y al hacer constar las causas y motivos de las cosas, de forma que todo lo
dicho parezca tener una razón de ser. En el género laudatorio o demostrativo, la
narración tiene que ocupar casi todo el discurso, y en el suasorio o deliberativo
hay que prescindir de ella, ya que su fin es enseñar y el auditorio ya está al
corriente del tema. En esta ocasión, no se ofrece ningún tipo de ejemplos o citas
literarias. Con todo, y pese a que el Brocense no establece relaciones entre la
narratio y la literatura, recordamos la impo1tancia que tienen los preceptos narra-
tivos en la composición literaria, como ha demostrado Elena Artaza en sus aná-
lisis del Persiles y el Lazarillo92.
La argumentación, en la que se incluyen la confirmación y la refutación, es
conside rada fundamental, ya que toda la esperanza de convencer se centra en
ella. Con respecto a la argumentación en el género judicial, el Brocense aconse-
ja seguir el precepto de Cicerón consistente en satisfacer desde el primer momen-

w De arle dicendi, cit., pp. 90-93. El Brocense recordará en el 01;qa11um un consejo de Cicerón,
relativo a la necesidad de componer el exordio una vez finalii.ado el di scurso (Cicerón, De oratore.
cit., 11, 76, :$07), que en el De arte dicendi había sido expuesto inmediatamente antes de tratar el exor-
dio. Vid. Organum, cit., pp. 316-317.
·>• Aunque sin citar la referencia, el Brocense recoge la máxima expuesta por Horado en su A11e
Poética, "Decipimur specie recti. Breuis esse laboro, obscunis fio'' (Horacio, Ars Poetica, ed. bilingüe
latín-inglés de H. Rushron Fairclough, London-Cambridge, Mass., Heinemann Universiry Press, 1970
[tr.. c.Jucción española en Aristóteles y lloracio, Arles poéticas, ed. bilingüe de A. Gonzále7.. Madrid,
Taurus. 1987), 25-26.
w Cfr. el ya comentado trabajo de E. Arraza, El ·'ars 11C11Tlmdi .. en el siglo XVT español.
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 91

to las expectativas del auditorio, ya que si no se hace al principio costará más


trabajo en el resto del discurso. Lo primero que hay que decir es lo seguro, dejan-
do lo más importante para la peroración e incluyendo lo mediocre (hay que eli-
minar lo negativo) en medio del conjunto o del montón. El discurso laudatorio
no requiere confirmación, ya que en él se refieren cosas ciertas, no dudosas. Si
fuera precisa alguna confirmación, habría que recurrir a los recursos relativos a
las personas y a las cosas. Y en el discurso suasorio la confirmación es toda la
causa, al poder carecer de exordio y narración. Tampoco en esta ocasión se ofre-
cen ejemplos ni citas de poetas.
Algo más extensa es la exposición dedicada al epílogo. En el género judicial,
el epílogo consta de dos partes: la enumeración, por medio de la cual se expo-
nen resumidos los puntos más importantes de las cosas, y la amplificación, con-
sistente en un tipo de afirmación que consigue mover los ánimos mediante recur-
sos relacionados con las palabras y el contenido93. La amplificación mediante las
palabras se consigue empleando vocablos graves, llenos y sonoros, con fuerza
ilustrativa. La amplificación del contenido se logra por medio de recursos como
las causas, los efectos, los símiles, los ejemplos o las siruaciones contrarias, y
aportando todo lo que los hombres consideran grande. La moción de sentimien-
tos tiene una gran importancia, y resulta muy eficaz para el orador si es tratada
adecuadamente. Y aunque muchos opinan que su estudio corresponde a la filo-
sofía (se refiere a la opinión de Cicerón y de quienes le siguen), el Brocense
asume la idea de Sócrates, quien niega que exista una técnica para mover los
sentimientos, afirmando que sucede así por una locura d ivina.
En este lugar se introducen algunas nociones sobre los sentimientos. Aunque
son muchos, pueden reducirse a cuatro capínilos, según expone Cicerón en su
libro sobre las •Tusculanas•: los hombres se mueven por la idea que tienen de lo
bueno y de lo malo; si es un bien presente, se trata de placer, y si es un mal, de
enfermedad; si un bien futuro, deseo, y si un mal, miedo. A su vez, los senti-
mientos son débiles o fuertes, según la distinción establecida por los griegos entre
ethicon, o moción de sentimientos relacionada con la naturaleza humana, las cos-
tumbres y todo tipo de vida, y patheticon, moción de sentimientos vehemente y
encendida mediante la cual son perturbados y movidos los ánimos. Los senti-
mientos, aunque deban ser explicados por los filósofos, se mueven a través de los
tópicos relacionados con el lugar, el tiempo, la persona, lo contrario, lo semejan-
te, etc. A este respecto, es preciso recordar que al final del apartado de la inven-
tio en el De arte dicendi y en el Organum, el Brocense exponía su convenci-
miento de que no existe ninguna técnica para mover los sentimientos relacionada
con los atributos de las personas y las cosas. Por eso se limita a ofrecer al respecto
la regla de oro que un "desmemoriado" Quintiliano presentaba como propia, sin

9
-' El concepto de amplificación aparece en Quintiliano, Institulo oralori,~, cit., VIIT, 4, 3. Es este
un procedimiento muy importante para Hermógenes, quien opina que la narración surge al amplitkar
el hecho encau~ado, cal como expone en su obra TfEpl l!UfX7€WC.: (sobre la inventio). Pam Henn<igenes.
la amplificación se logra insistiendo una y otra vez en las mismas cos;is mediante h1 reiter.1ci\Ín de
miembros que expongan no sólo los hechos, sino también lo omitido. Cfr. al respecto d :m~lisis de
E. Arutza en El ..ars nan-andi" en el siglo XVI espaiiol, cit., pp. 92-95.
92 ALFONSO MARTÍN JIMÉNEZ

recordar que ya Cicerón, Horacio en su Arte poética y Persio la habían enuncia-


do: -si queremos conmover a alguien, debemos conmovemos primero,94.
En el género demostrativo, afirma el Brocense, los historiadores y poetas no
utilizan el epílogo, aunque el orador sí debe usarlo, entremezclando algunas alu-
siones graciosas para confirmar la memoria del auditorio. Admite así con toda
naturalidad que las composiciones de poetas e historiadores se ajustan a un tipo
de discurso reconocido por la retórica, lo que redunda una vez más en la estre-
cha relación de todas las disciplinas y manifestaciones artísticas. Y en el género
suasorio, por último, se ha de resumir en el epílogo lo más importante y se debe
provocar la moción de sentimientos, recurriendo a la amplificación, a los lugares
comunes y al empleo de p rosopopeyas95, que parecen propias de este género.
En definitiva, el análisis de la dispositio en el De arte dicendi demuestra sin
lugar a dudas las estrechas relaciones que en la concepción de su autor mante-
nía la literatura con los preceptos procedentes de las d istintas disciplinas. A su
juicio, la exposición de carácter global de las partes del discurso no es en modo
alguno ajeno a la composición literaria, como tampoco Jo es a la elaboración de
las obras históricas. Así, los poetas pueden aprovechar en el inicio de sus com-
posiciones las indicaciones retóricas sobre el exordio, valerse de las reglas retó-
ricas sobre la moción de sentimientos o producir textos equiparables a los dis-
cursos pertenecientes al género demostrativo.
Al final del apartado de la dispositio, el Brocense se ocupa de la memoria, la
cual es en su opinión de gran ayuda a la disposición, por lo que algunos auto-
res la consideran parte de ésta. Sigue así la idea ramista de que la adecuada dis-
posición del discurso, elaborado según un determinado método, favorece en
gran medida la retención memorística del mismo96. La concepción de la memo-
ria en el De arte dicendi de 1558 presenta algunas variaciones con respecto a la
edición anterior de 1556. En esta obra se dedicaba un apartado autónomo a dicha
operación. Siguiendo la división ciceroniana expuesta en las Partitiones orato-
riae, la memoria era considerada como una parte más de la vis oratoris, junto a
la inventio, la dispositio, la elocutio y la pronuntiatio. La memoria era tenida en
la edición de 1556 por la guardiana de las otras operaciones ("earum omnium
custos"97). En la obra de 1558, la memoria es incluida en el apartado de la dis-
positio, y pasa a ser concebida como La guardiana de todas las disciplinas ("harum
omnium custos artium est communis"98).

•>• Cfr. al respecto Quintiliano, Institutio oratoria, cit., VI, 2, 25-26; Cicerón, De oratore, cit., II, 45,
89 y Horacio. Ar:5 Poetica, cit., 102, quien se expresa de esta forma: "Si uis ílere, dolendum est pri-
mum ipsi l.ibi".
9 ' La prosopopeya, como explica el Brocense en el apartado correspondiente de la elocutio, puede

ser directa, cuando un personaje fingido pronuncia las palabras a él asignadas, o indirecta., si se
expresa en e.~tilo indirecto lo que pudo haber dicho el personaje fi.ngido. Cfr. De arle dicendl, cit.,
pp. 118-119.
96 A propósito de la influencia ramista en la concepción del Brocense sobre la memoria, cfr. L.
Merino Jerez, la pedagogía en la. Retórica del Brocen.se, cit., pp. 66-85.
9 7 De arte dicendi [15561, cit., p. l.
911 De arte dicendi [I 558J, cir., p. 40. Vid. al respecto L Merino Jerez, La pedagogía en la Retórica
del Brocense, cit., pp. 68-69.
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO X\11: el 11ROCENSE 93

Por lo demás, el tratamiento de la memoria en el De arte dicendi de 1558 será


reproducido fielmente en el Organum9'>. En ambos tratados la memoria es defi-
nida como la firme posesión mental de una determinada disposición del conte-
nido y de la forma . La ordenación metódica de lo que se escribe o la recopila-
ción siguiendo un método de los escritos de otros autores es suficiente para
aprender de memoria lo que se quieralOO_ El Brocense no se detiene demasiado
en la descripción de la memoria, y se limita a dar algunos consejos de Quintilia-
no, a quien remite para una mayor información. Así, expone que la memoria
aumenta con la práctica y es favorecida por las buenas divisiones y composicio-
nes. Además, resulta útil aprender por partes no excesivamente pequeñas. Es
recomendable también poner algunas notas al margen y aprender en los mismos
folios en que se ha escrito el texto. El paso de una noche, por otra parte, fija fir-
memente lo aprendido, y no hay que aprender de memoria sólo de oído, sino
también con la vista. Por último, ofrece algunos consejos dietéticos, como los gra-
nos de coriandro mojados con azúcar y tomados después de la comida, o las
uvas pasas desgranadas y maceradas durante la noche en aguardiente e ingeri-
das por la mañana, y recomienda no aprender de memoria nada que no haya
sido previamente entendido en su totalidad.
En definitiva, el apartado dedicado a la memoria, que no le parece demasiado
útil para la interpretación de los textos literarios, presenta un escaso desarrollo en
una obra destinada a facilitar la comprensión de los escritos de poetas y oradores.

3. l. 4. La elocutio y la pronuntiatio

El último apartado del De arte dicendi y del Organum dialecticum et rhetori-


cum es dedicado a la elocutio, y en él se incluye además un breve apartado sobre
la pronuntiatio. Con la excepción de las líneas iniciales y de algunas variantes
poco significativas, el tratamiento de esta parte coincide en lo esencial en las dos
obras 101 . En el De arte dicendi de 1558 se explica que la elocución es una parte
específica del orador, pues mientras las restantes funciones propias del d iscurso
pueden ser reivindicadas por distintas personas, el arre por excelencia de hablar
(eloqui) sólo se le concede al orador. Se insiste así en el carácter oral del discur-
so, pese a que al desarrollar esta parte incidirá nuevamente en la validez de los
tropos y figuras para la interpretación de los escritos de poetas y oradores. Esta
referencia al carácter oral de la elocución es suprimida en el Organum, donde
simplemente se define la retórica como el arte de adornar el discurso compues-
ta por dos partes: la e locución y la acción. En uno y otro tratado se afirma a con-
tinuación que la elocución consiste en el adorno del discurso, y consta solamente
de dos partes: tropos y figuras. Y a partir de este momento el contenido es el
mismo en las dos obras, salvo algunas ligeras variantes poco significativas.

99
Cfr. De arte dicendi, cit., pp. 98-101 y Organum, cit., pp. 322-325.
100
Francisco Sánchez prescinde así de la referencia a la memo1"ia artificial(~, consísrenie en una
serie de reglas mnemotécnicas para favorecer el aprendizaje, que había ~ido incluida en el De arte
dicendi de 1556. Cfr. al respecto L. Merino Jerez, [.a pedagogía en la Retórica del Brocense, cit., p. 71.
101
Cfr. De arte dicendi, cit.. pp. 102-151 y Organum, cit., pp. 326-371.
94 ALFONSO MARTfN JlMÉNEZ

En el prólogo II del De arte dicendi de 1558, el Brocense afirma que en el


capítulo de la elocutio sigue a Orner Talon, aunque introduciendo algunos cam-
bios y suprimiendo algunas cosas. Ya hemos advertido que dichos cambios con-
sisten sobre todo en la traslación de las figuras de construcción (elipsis, zeugma,
pleonasmo, silepsis e hipérbaton) al ámbito de la gramática, lo que evidencia cla-
ramente que en 1558, año de la publicación deJ De a11e dicendi, ya tenía pensa-
do inclu irlas en su tratado gramatical Minerva (cuya primera edición es de 1562),
realizando así un proceso global de delimitación del ámbito y el contenido de las
artes del trivium.
Para esclarecer a qué obra concreta de Talon se refiere el Brocense, basta con
exponer de forma sintética la organización y los contenidos del apartado elocu-
tivo de su obra y compararlos con e l apartado correspondiente de las retóricas
publicadas por Talan con anterioridad a la publicación del De arte dicendi. El
apartado dedicado en esta obra a la elocución y la pronunciación podría esque-
matizarse así102:

I) ELOCUCIÓN

A) TROPOS: Metonimia, metáfora, ironía y sinécdoque.


B) FIGURAS:
1. De pensamiento:
a) De petición o réplica:
- De petición: optación, deprecación, duda y comunicación.
- De réplica: permisión y concesión.
- De petición y réplica: prolepsis y sujección.
b) De ficción: prosopopeya y preterición.
c) De interrupción: digresión, aversión, reticencia y corrección.
d) De amplificación: exclamación, sustentación y licencia.
2. De palabras:
a) De repetición: epanáfora, antístrofe, epanástrofe, epizeu:xis, anacii-
plosis, círculo, epanalepsis, epanodos, ptoce y polisíndeton.
b) De conmutación:
- de orden: clímax y antimetabolé.
- de caso: poliptoton, homoioptoton y homoioteleuton.
- de significado: paranomasia y corrección.
c) De ritmo: natural y art¡¡:icial (poético u oratorio).

II) PRONUNCIACIÓN
A) VOZ.
B) GESTO.

IOl Cír. al respecto E. Sánchez Salor, "Introducción·· al De a,te dicendi, cit., pp. 20-22 y C. Cha-
parro Gómcz. "Inu·oducción'· al Organum dialecticum et rbetm"icwn, cit., pp. 168-169.
RETÓRICA Y LITERATURA EN Et SrGLO XVI: EL BROCENSE 95

Al comprobar esta organización y los contenidos tratados, observamos que no


se hace mención a algunos de los aspectos que eran asignados a la elocutio en
las retóricas tradicionales. En efecto, en este apartado se solía incluir la teoría de
los registros o estilos (.genus humile, genus medium y genus sublime), las cuali-
dades de la elocución (puritas, perspicuitas, urbanitas y ornatus), la compositio y
el decorum 103. Pues bien, el Brocense no aborda la teoría de los tres estilos ni el
decorum, sólo se refiere al ornatus (tropos y figuras) de entre las cualidades de
la elocución, y considera el apartado de la compositio (que estudia la estructura
sintáctica y fónica de los grupos de p alabras, y comprende aspectos como la iunc-
tura y el numerus o ritmo clásico) como una parte más de las figuras de palabras.
Como ya advirtiera Luis Merino Jerez, resulta evidente que la organización del
apartado de la elocutio del De arte dicendi de 1558 se ajusta casi enteramente, con
algunas salvedades que el propio Brocense anuncia, a la Rhetorica de Omer Tala n,
de 1548104. Dicho autor publicó dos tratados retóricos antes de 1558, fecha de
publicación del De arte dicendi, a las que podría haberse referido el Brocense en
el prólogo U de esca obra: las Jnstitutiones oratoriae, de 1545 105, y la mencionada
Rhetorica de 1548. Kees Meerhoff ha analizado la evolución del pensamiento retó-
rico de los autores ramistas, esquematizando además gráficamente la organización
de los tratados retóricos que publicaron. Estas retóricas, como ya hemos comenta-
do, se limitan exclusivamente al desarroUo de la elocutio y de una desvalorizada
pronuntiatio, ya que la inventio y la dispositio son trasladadas a la dialéctica 1()('.
Pues bien, las lnstitul'iones oratoriae de 1545 se organizan a partir de la triple
división de la Eloquentiae en natura, doctrina y exercitatio; esta última se ejer-
ce mediante la imitatio de los autores de la Antigüedad, mientras que a la doc-
trina corresponde una rhetorica divisible en figuras in uerbis singulis e in uerbis
coniunctis, de manera que en este último apartado caben cuestiones como la
collocatio, el numerus, las .figurae sententíarum et verborum, y el decorum 1º7 •

103
Cfr. al respec10, e ntre otros, J. A. Herná ndez Gue rrero y M'. C. García Tejera, Historia breve
de la retórica, cit., pp. 41-42, T. Albaladejo. Retórica, ci1.. pp. Jl 7-155; L. lópez Grigera, LL1 retó rica
en la España del Siglo de Oro, cit., pp. 19-20, y A. Azaustre Galiana y J. Casas Higall, lntmd11ccici11 a l
análisis retórico: Tropos, figuras y sintaxis del estilo, Santiago de Compostela, 0 niversiclacl ele Santia-
go de Compostela, 1994, p. 91.
io-. Se trata de la Audomm, Talaei Rhetorica, ad Cat·otum Lotha1,ngtt.1n Cardinalem G11isia1111m,
di. Como explic-a Merino Jerez, mientras que en el capítulo de la elocutio del De arte dicendi de J556
el Hrocense re produce los p lanteamientos legados por la Antigüedad grecolatina, en él mismo apar-
tado elocutivo del De rute dicendi de 1558 hace suyos los postulados de la ci1ada Rheton·ca de Ome r
Talon. Cfr. al respecto L. Merino Je rez, '"Nttmems e n la Rbetorica del Brocense: e vo lución. fuentes e
implicadones", en J. M'. Maestre y). Pascual Barea (coor<ls.), Humanismo y pe1vivencia del m1111do
clásico, cit., 1, 2, pp. 633-642.
105
Audomari Talaei. lnstitutio nes oratoriae, Parissis, e xcuclebat l. 13ogardus, 1545 (ejemplar Rés.
p. X/416 de la l:liblioteca Nacional de París) .
106
Cfr. K. Mecrhoff, Rhéto1"iq11e et Poétique auXVl'' stecle en France, cit. , p. lH9, donde se: expre-
sa la intención del autor de estudia r la evolución del pensamien10 retórico de los autores ramislas.
ya que el des:irro llo de su concepción dia léctica ya había sido a nali7.ado, entre o tros, por autores
como \Y/. Ong (J<amus: Metbod a11d Decay of Dialogu e, cit.), o C. Vasoli (La dialettiw e /u retoriect
del/'Umanesi1110. ··1iwe11zione e "metodo·· ne/la c 11/111ra del XV e XVI seco/o. cit. J.
107
Cfr. al respecto el <::srudio y el esque ma de dicha obra ofrecido por K. lV!ee rhoff en Rhétori-
q11e et Poétique au. xvr siecle en France. cit., pp. 191-199.
96 ALFONSO MARTfN JIMiNEZ

Esta organización del tratado es profundamente ajena a la de la elocutio en el De


arte dicendi de 1558.
Por su parte, la organización y el contenido de la Rhetorica de Talon publi-
cada en 1548 se recoge en el esquema ofrecido por Meerhoff que reproducimos
en la figura lil 108. Dicha organización, como puede comprobarse al compararla
con el esquema que hemos mostrado de la elocutio en el De arte dicendi, coi.n-
cide enteramente con la de esta obra, por lo que no cabe duda de que es esta
Rhetorica, cuya difusión fue enorme en oda Europa y América, la obra seguida
en líneas generales por el Brocense.
El aspecto más llamativo de la organización elocutiva de los tratados de Talan
y del Brocense es la inclusión del numerns o ritmo en el apartado de las figuras
de palabras (figurae dictíonis), ya que se aparta enteramente de las consideracio-
nes tradicionales, lo que no puede deberse en ningún caso a una coincidencia
casual.

tropus: metonymia, ironía, metaphora, synecdoche

elocutio

sententiae: 4 genera

Rhetorica
\
figura

vox
< dictionis
{
in repetitione
in commutatione
in numero: l. n . poeticus
2. n. oratorius
(3. n. quasipoeticus)
pwnunti,tio<
gescus

FIGURA III

En efecto, esta novedosa inclusión del ritmo en el apartado de las figuras de


palabras no es un hecho fortuito, sino que obedece a un intento de los autores
ramistas por buscar un paralelo a la teoría clásica sobre el ritmo en la retórica
vernácula. En la Francia del Siglo XVJ se solía considerar que las lenguas clási-
cas eran en cierto sentido inferiores a las lenguas vernáculas, debido a la pérdi-
da ele la cantidad silábica en las últimas. La indistinción entre sílabas largas y bre-
ves impedía trasladar a las lenguas vulgares los procedimientos del numerus o
ritmo oratorio clásico, basado precisamente en la medida de la cantidad silábica.
Así, no era posible imitar enteramente en lengua vulgar a Cicerón, cuyo estilo y

IOt! Vid. K. Meerhoff, Rbétorlque et Poétique au. XVI" siec/e en France, cit., p. 233.
RET'ÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XV!: EL 13ROCENSE 97

autoridad se debía en gran medida a su dominio sobre el ritmo. Pero Ramus se


dio cuenta de que Cicerón había intentado imitar a los griegos en su propia len-
gua materna, por lo que, siguiendo su ejemplo, se propuso revalorizar la retóri-
ca francesa, realizando las manipulaciones necesarias para llegar a incluir en e lla
la teoría sobre el ritmo10'J_
En este sentido, conviene advertir que la Rhetorica de Talon no es una sim-
ple reedición de su obra retórica anterior, las lnstitutiones oratoriae, sino que es
un tratado profundamente reelaborado a partir de los postulados expuestos por
Ramus en las Bnttinae Quaestiones in Oratorem Ciceronis 11º, de 1547, y en las
Rhetoricae distinctiones in Qu intilianumrn, de 1549, cuyo contenido era cono-
cido por Talon con anterioridad a la publicación de su Rhetorican 2 _ Aunque
Talan expresa en el prólogo de esta obra que se limita a recoger las aportacio-
nes de los autores de la Antigüedad (como también lo afirma el Brocense en el
prólogo del De arte dicendi), de hecho efectúa un proceso de manipulación con-
ceptual y terminológica encaminado a la inclusión del ritmo oratorio en la retó-
rica vernácula. En efecto, todo el contenido concerniente a las figuras es similar
al de su obra anterior, pero en el tratamiento del número se producen algunas
modificaciones tendentes a defender la validez de la lengua francesa, a pesar de
la carencia de sílabas largas y breves en la que se fundamentaba el ritmo en las
lenguas clásicas.
Talon recoge una idea expuesta por Ramus en las Rbetoricae distinctiones in
Qu.intilianum. Si en el principio del libro noveno de las Instituo oratoria Quin-
tiliano define el lenguaje figurado como un alejamiento del lenguaje corriente,
¿no puede entenderse el número igualmente como una separación con respecto
al "grado cero" de la escritura? En efecto, Quintiliano -sostiene Ramus- cometió
el error de separar la compositio (a la que corresponde el número) de las figu-
ras. Por ello, el número oratorio pasará a ser considerado en la Rhetorica de
Talan como una más de las figuras de palabras, resultado de una mutatio con
respecto al discurso normal. Y la principal causa efficiens del n úmero será pre-
cisamente el hipérbaton, capaz de transformar el orden gramatical regular de la
frase por razones eufónicas o prosódicas 113.
Como ha explicado Meerhoff, la evolución de la teoría retórica de Ramus
equivale a la de su teoría sobre el ritmo. Existe un intento en la teoría ramista
para escamotear el número clásico e n provecho de las figuras. La ausencia de
cantidad silábica situaba a la lengua vernácula en una situación de inferioridad
con respecto a las lenguas clásicas, y la exaltación de la lengua vu lgar debía
incluir una respuesta satisfactoria. Prosiguiendo un proceso de defensa de la len-
gua francesa inkiado por autores como Elienne Doler, Thomas Sebillet, Joachim

109
Cfr. K. Meerhoff. Rhé1orique el Poétique au XVJ'" siecle en France, cit., pp. 39 y ss.
110
Op. cit.
111
Op. cit.
112
Cfr. K. Meerhoff, Rhétorique el Poétique au xvr siecle en France, cit., pp. 221-222.
m Cfr. ibidem, pp. 221 y ss. Advié11ase que, aunque e l Brocense sigue la expo~ici6n clocutiva ele
Talon, suprime precisamente el hipérbaton de la e/ocutio, ya que es una de las figuras de constrnc-
ci(m que, a su juicio, deben ser trasladadas a l,1 gramática.
98 ALFONSO MARTIN JIMÉNEZ

du Bellay o Barthélemy Aneau, quienes se plantearon la posibilidad de asociar


el ritmo clásico a nociones como la armonía del estilo o la rima de la lengua
francesa 114, los autores ramistas llegarían a incluir el número como un elemen-
to más de la retórica vernácula. Si Talon lo considera como una especie de las
que se incluyen en las figuras de palabras en la Rhetorica de 1548, Antaine Fou-
quelin elevaría el número a la categoría de género en la Rhetorique Franroise11 5
de 1555, contemplándolo no ya como una especie incluida en el género d e las
figuras, sino como otro género equiparable en importancia a las mismas. El
número pasa a ser definido como una medida y cantidad de sílabas, pero exclu-
yendo la precisión de que esa cantidad de sílabas eran largas o breves en las
lenguas clásicas.
Posteriormente, en su traducción al latín de la retórica francesa de Fouquelin,
publicada en Lyon en 1557, Omer Talon remplazaría la medida y cantidad de síla-
bas por los pies métricos. Finalme nte, en su Rhetorica de 1567 116, Petrus Ramus
intenta situar la poesía y la prosa clásicas en una perspectiva genealógica, defen-
diendo que la poesía de los antiguos hunde sus raíces en una técnica literaria no
clásica, sino indoeuropea, y que la prosa oratoria griega y latina -y por consi-
guiente la técnica del número o ritmo oratorio- había sido creada posteriormen-
te, a imagen de la poesía. Como sorprendente conclusión, toda la literatura clá-
sica griega y latina tiene su origen para Ramus en la práctica literaria arcaica de
los antiguos celtas, basada en un ritmo vulgar. La versificación d e la que se sir-
ven los poetas contemporáneos que escriben en lengua vulgar es idéntica a la de
sus ancestros, pues en dichas lenguas la técnica poética no ha cambiado nunca.
Sólo en las lenguas griega y latina se creó el 'pv0µós- o numerus clásico a partir
del ritmo vulgar, y lo que ha sido posible en dichas lenguas también podría lle-
gar a serlo en las le nguas vulgares, por lo que no hay que cejar en los intentos
contemporáneos de crear ve rsos medidos a la antigua 117 .

114
Así, Thumas de Sebillet, en su Art poetique franfoís, de 1548, intenta conectar el ritmo anti-
guo con la "rime" francesa apoyándose en la conso11ance propuesta por Quimiliano, común a ambos
(cfr. K. Meerhof, Rhéton'.c¡ue et Poétique au XVI' siec/e en France, cir., pp. J 03-107). Joachim du Oelfay
retorna la cuestión y el Lema de la consonance en su Dejfence et 11/ustration de la /angueJran(:oyse,
de 1549, pero apoyándose e n Cicerón y realizando el siguiente razonam.ie.nto: si el ritmo se define
por una cadencia cualquiera, e incluso los versos no rimados tienen cadencia, los versos franceses,
ya M~an rimados o no, pueden llamarse "rylhmes'' (cfr. ibidem, pp. 108-134). Barthélemy Aneau, por
su parte. en su Q uintil Horarian, de 1550, en el que ataca a Du Bellay, llega a incluir el número o
ritmo en la poesía francesa, considerando que sus procedimientos han sido parecidos desde el prin-
cipio a los de los antiguos (cfr. ibídem, pp. 135-168).
m la Rhéton'.c¡ue Francoise d 'Antuine Foclin de Cbauny en Vermcmduis, París, A. Wechel, 15;5_
iic, Audomari Talaei Rbeturica, Pefli Rami praelectio11ibus iltustrt1ta, Parisiis, apud An<lream
\X1echclum, 1567, obra profundamente reelaborada por Ramus sohre la retórica anterior de Talón, 4ue
había muerto en 1562. En esta obra Ramus retorna y desarrolla las ideas que ya había expuesto en
w líber de molibus vetemm Gcttlonim, Parisiis, apud Andrearn Wed1elum, 1559.
11 7
Cfr. el de1allado eswdio de Meerhoff sobre la evolución de la teoría retórica ramista en Rhé-
torique et Poélique a11 XVI' siecle en France, ci1., pp. 173-330. Tras la muerte atroz de Ramus en 1572,
sus <:ontinuaclo res eliminaron la perspectiva genealógka en la que basaba su sistema retó rico. Sin
.:mbargo, y como recuerda Meerhoff, la tenl3ción ele elaborar una teoría de la literatura frnn<·esa <:al-
eada sobre I¡¡ retórica clásica (incluida la teoría del número orarorio) fue muy real al menos hasta el
Romanticismo.
HF.TÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 99

Por lo tanto, la Rhetorica de Talon seguida por el Brocense es un peldaño ini-


cial del proceso ramista encaminado a la defensa y exalatación de la lengua vul-
gar frente a las clásicas. Sin embargo, lo más probable es que el Brocense no lle-
gara a conocer la culminación del proceso, debido a que las obras de Ramus
fueron perseguidas en España por heterodoxas, al menos desde 1568 118. De cual-
quier forma, en la obra del Brocense, como veremos, se admite la existencia de
un ritmo natural basado en la simple musicalidad, frente al ritmo artificial sus-
tentado en la medida de los pies silábicos. Aunque el Brocense no hace refe-
rencia explícita a q ue ese ritmo natural sea característico de las lenguas verná-
culas, su simple consideración evidencia que no era ajeno a esta problémarica 119.
Por lo demás, Talon fundamenta la inclusión del ritmo en el apartado de las figu-
ras por su relación con el hipérbaton, figura que, como hemos advertido, es eli-
minada por el Brocense de la elocutio para trasladarla a la gramática. Así, la jus-
tificación que aduce Talon es suprimida por el Brocense, que acepta la inclusión
del ritmo en el apartado de las figuras sin ofrecer explicación alguna.
Una vez comprobada la fuente en la que se basa el apartado de la elocutio
en el De arte dicendi, pasamos a comentar los contenidos de dicho apartado y
su relación con la literatura. La elocutio había sido una operación retórica tradi-
cionalmente relacionada con la poética y con la poesía. En efecto, la poética clá-
sica carecía de un apartado dedicado a la sistematización de los tropos y figuras,
por lo que se valió desde sus inicios del apartado correspondiente de la retóri-
ca. Y si el Brocense no encuentra dificultades para asociar los apartados retóri-
cos de la inventio y de la dispositio a las obras literarias, tampoco las tiene para
asociar la elocutio a la literatura.
Comienza Francisco Sánchez refiriéndose a los tropos, los cuales son defini-
dos como la elocución en las palabras individuales o tomadas aisladamente.
Mediante el uso del tropo una palabra cambia su significado a otro. Todo cam-
bio de significado se realiza o de las causas a los efectos, o de los sujetos a las
acciones, o de lo comparado a lo comparado, o de Jo opuesto a lo opue~to, o
del todo a la parte, o viceversa, y hay cuatro tipos de tropos: metonimia, metá-
fora, ironía y sinécdoque.
La metonimia es definida como el cambio de significado de las causas a los
efectos y de los sujetos a los accidentes y viceversa. Se acude así para realizar

118
Ya hemos comentado que en d icha fecha se realizó una investigación inquisitorial en la Uni-
versidad de Salamanca para descubrir si alguno de sus profesores mantenía correspondencia con
Ramus. Cfr. M. de la Pinta Llorente, "Una investigación inquisitoriaJ sobre Pedro Ramus en S.1laman-
ca", cit. Aunque la última retórica de Ramus es de J567, es difícil que esta obra llegar.1 a ser concx:i-
da por el nrocense. teniendo en cuenta la lentinid de transmisión de los libros en la época. Esta ide;i
se ve reforzada por t!l hecho de que en 1579, fecha <le publicación del Orgamtm diuleclicum el rbe-
toricu.m, en el que se asumen plenamente los presupuestos rdmistas, el Brocense mantenga idéntito
el apartado de la eloc111io, sin mostrar nuevas influencias de otras obras ramistas posteriores a la Rbe-
rorica de Talon de 1548.
119
El interés del Brocense ror la lengua vulgar queda <le manifiesto en sus comentarios a la poe-
sía escri1a en castellano y en sus propias composiciones poéticas en dicha lengua (cfr. al respec·to A.
Carrera de la Red, "Conciencia lingüística del Brocense", cit.). A propósito <ld intento de otro~ auto-
res españoles, como Fray Luis de León o Miguel de SaJinas. de trasladar la teoría ~obre el número a
la lengua vernácu la, cfr. L. López Grigera, La ,·etóricu en la España del Si¡¿/o de Om, dt., pp. K9-90.
100 ALFONSO MARTCN JIMÉNEZ

esta definición a unos elementos de la invención general que no son descritos


en el De a,te dicendi (ya que en esta obra sólo se contemplan las personas y los
hechos realizados por ella, como puede comprobarse en el esquema que pre-
sentamos en su momento), pero que sí .lo serían en el Organum (en el que for-
marán parte de los nueve tipos de argumentos inventivos). En este sentido, el
apartado de la invención general en el Organum presenta una sistematización
más adecuada que el apartado correspondiente del De arte dicendi para entender
las definiciones de la parte eloc.c1tiva. Se observa así una falta de correspondencia
entre las distintas pa1tes de la retórica del Brocense, origínada por la asunción par-
cial de las teorías ramistas. En efecto, en el De arte dicendi aún no se admiten los
presupuestos de Ramus sobre la naturaleza dialéctica y los contenidos de la inven-
tio, por lo que no pueden ser aplicados, como lo hacen los autores ramistas, a la
explicación de algunos elementos de la elocutio. La asunción toral de los plantea-
mientos ramistas en el Organum solucionará esta discordancia.
El Brocense contempla varios tipos de metonimia. El primer tipo consiste en
referirse a los efectos mencionando sus causas, y es ejemplificado con una cita
de Terencio: "Venus se enfría sín Ceres y sín Liber" 12º. El segundo tipo, que es
considerado más propio de los poetas, se refiere a las causas a partir de los ejem-
plos, como hacen Horacio ("La pálida mue1te llama igualmente a las chozas de
los pobres y a las torres de los reyes"121 ) y Virgilio ("Habitan allí las pálidas
enfermedades y la triste senectud" 122). Mediante el tercer tipo el nombre de un
sujeto pasa a significar un accidente de ese sujeto, como el continente (vaso) por
el contenido (bebida), y se ofrece para e jemplificarlo una cita de Virgilio: ''La
ínclita Roma igualará su imperio con la tierra, su espúitu con el Olimpo"123. El
q1arto tipo se produce al poner un accidente en lugar de un sujeto, como hace
Ovidio al escribir "El amor es muy crédulo" 124 para referirse al amante. Y e l quin-
to tipo consiste en poner un accidente por otro accidente, como en el verso de
Virgilio: "Iban oscuros por las sombras bajo la sola noche"125 , en Jugar de "iban
solos bajo la oscura noche". Este tipo de tropo se denomina hipálage cuando se
d ice algo cambiando el orden de las cosas, y se toma también un accidente por
otro accidente por metalapsis cuando se pone lo cercano por Jo cercano o lo
semejante por lo semejante, lo que es ejemplificado con varias citas de Virgilio,
Ovidio, Homero, Horacio, Cicerón y Marcial.
La metáfora es definida como el cambio de significado de algo hacia aquello
con lo que se compara, o como la mención de algo por otra cosa que le es seme-
jante. En opinión del Brocense, hay tantas variedades de este tropo cuantas hay

11
º E1111. 732: "Sin e Cerere et Libero friget Venus'". Venus está por -amor•, Ceres por ,pan, y Líber
por •Vino•.
121
Carm. l. 4, 13-14: "Pal/ida mors aequo pulsat pede paupel'Um tabernas regumque turres''. f.n
e l Organu111 se añade un nuevo ejemplo de Horacio, correspondiente a un caso de epíteto impropio
relacionado con este tipo de metonimia: "Nos hace trabajar 111 activa indolencia" (Epist. 1, 11, 28: "Stre-
nua nos e:'l:ercet inenia").
122 Aen. VT, 165: "Pallentesque habitan/ morbi tris1isque senect11s".
123
Aen. VI, 781-782: "lila i11c(yta Roma imperium tenis, animos aequabil 0/ympo".
124
Epi.si. VI, 21 : "C,·edula res amor est".
16
Aen. VI, 268: "'Iban/ obscuri sula sub n octe per umbras".
RETÓRICA Y LITF.HATURA EN EL STGLO XVI: EL BROCENSE 101

en la naturaleza, por lo que resulta inútil querer abarcarlas todas. En relación con
la metáfora, se alude a la catacresis, o metáfora forzada, a la alegoría, o metáfo-
ra continuada, a la parábola, que trata de enseñanzas morales, y al enigma, o
alegoría intrincada y oscura. Para ejemplificar algunos de estos apartados se recu-
rre a Virgiliol26, a Horacio e incluso a Pitágoras.
La ironía es el cambio de significado de algo a su opuesto, puesto que se
quiere dar a entender lo contrario de lo que se dice, como en el pasaje presen-
tado de Virgilio: "Egregia alabanza y gran botín os lleváis tú y tu hijo: magnífico
y memorable es vuestro nombre, si una única mujer es vencida por el engaño de
dos dioses"127 .
Por último, la sinécdoque es definida como el cambio de significado del todo
a una parte o viceversa. Hay cuatro tipos. El primero de ellos se produce cuan-
do se toma el todo por la parte, como hace Virgilio: "Antes de que hubieran pro-
bado los pastos de Troya y bebido el Janto" 128. El segundo tipo se da cuando se
toma la parte por e l todo, como techo por casa. El tercer tipo tiene lugar cuan-
do se toma el género por la especie, y recibe el nombre de antonomasia. Así se
refiere Juvenal a la vara empleada para el castigo en la enseñanza: "Y nosotros
hemos retirado la vara de la mano" 129• En el cuarto tipo se toma la especie por
el género, como hace Horacio para referirse a los iberos: "Me conocerá el dies-
tro ibero"130. Los tropos, en definitiva, son ejemplificados con citas poéticas, aun-
que también aparecen bastantes citas de Cicerón.
A continuación, el Brocense pasa a ocuparse de las figuras, y propon e tam-
bién un abundante número de ejemplos literarios. La figura es definida como la
elocución gracias a la cual el d iscurso se aleja del vulgar, en conformidad con el
entendimiento clásico del lenguaje literario como sermo ornatus. Puede ser de
pensamiento o de palabra. La primera atañe a la comprensión de toda la frase y,
a diferencia de la figu ra de palabras, persiste aunque se cambien algunas voca-
blos determinados.
Las figuras de pensamiento pueden ser de cuatro tipos: petición o réplica,
ficción, interrnpción y amplificación. Estos cuatro tipos incluyen a su vez las
formas indicadas en el esquema general. Así, las figuras de petición o réplica
comprenden los subapartados de petición, en el que se encuadran la optación
(señalamiento de un deseo o de una imprecación), la deprecación (apóstrofe
acompañado de súplica), la duda (sentimiento del que está preocupado y dudo-
so ante la perturbación de una decisión) y la comunicación (especie de consul-
ta con otros); de réplica, e n el que caben la permisión (concesión con elegancia
de algún hecho o cosa, a veces mezclada con la ironía, ya que queremos que se

116
Así en d 1.·aso de la catacresis: "Con el artt: divino de Palas construyen un caballo ~t:rnejante
a un mome·· (Aen. II, 15-16: "Instar montis eq1.iu111 diuina Palladis aI1e aedijkant" ).
m Aen.fV, 93-95: "E::greglam uero laudem et spolia ampla refe,tis 111q11e puerque tuus: magnum et
memorabile nomen, una dolo duum sifemina uicta duon.1m esr.
1.!H Aen. 1, 472-473: "Pri1.1sq11am pabula g11stassent Troiae Xa11tnmq11e bibissenr. donde "el Jamo"
está por parte del Janto.
1
2<> Sat.I, 15: "Et nos ergo manum fam/ae subduximus".
l30 Carm. TI, 20, 20: ·'Me peri/us discet Hiber'.
102 ALFONSO MARTíN JIMtNEZ

entienda lo contrario de lo que aceptamos) y la concesión (que se produce cuan-


do concedemos algo que está a nuestro favor), y de p etición y réplica , como la
prolepsis (expresión de una réplica o acción de adelantarse a una cuestión que
previsiblemente e mpleará la pa11e contraria) y la sujeción (rápida y fácil entrega
a nte lo que se p ropone).
Las figmas de ficción pueden ser de persona o de cosa. En el primer caso se
trata de la prosopopeya, que consiste en fingir la existencia de personajes, y
puede ser directa (cuando un pe rsonaje fingido pronuncia el me nsaje que se le
e ncomienda) o indirecta (cuando se expresa en estilo indirecto lo que un perso-
naje pudo decir), y en el segundo d e la p reterición, que se produce cuando deci-
mos algo que fingidamente pasamos por alto.
En el apartado de las figuras de interrupción se incluyen la digresión (paso
del tema q ue se está tratando a o tro no totalmente ajeno), la aversión (interrup-
ción del discurso para aludir a la divinidad, al cielo, a la tierra o a o tros), la reti-
cencia (interrupción mediante la cual se deja en suspenso una parte de la frase)
y la corrección (enmienda de la frase propuesta). Las figuras de amplificación,
por último, son la exclamación (elevación vehemente del discurso), la sustenta-
ción (suspensión de la frase que deja el ánimo intrigado para ofrecer después
algo inesperado) y la licencia (confianza mediante la qu e expresamos los pen-
samientos de la me nte) 131 • Todas estas figuras de pensamiento son ejemplificadas
con abundantes citas de Cicerón, pero también de poetas como Virgilio, Teren-
cio, Horado o MarciaJ132_
Es de destacar en este apartado la mención directa de los poetas al tratar la proso-
popeya, que tiene lugar cuando éstos reproducen lós discursos de sus personajes.
Como ejemplo ele prosopopeya directa se proponen todos aquellos discursos que
los poetas y oradores ponen en boca de personajes 133, y para ilustrar la prosope-
ya indirecta se hace referencia a los Comentarios de Julio César, en los que muchas

11
' · Cfr. De an e dicendi, cit., pp. 112-127. En el Organum se añade una úllima figura de amplifi-
cación, la bipébole, consiste nte en una enunciación que supera el límite de la verdad (Organum, cit.,
pp. 350-351).
•J2 Así, de Terencio para la permisión adornada con ironía: "¡Que derroche, dilapide y se eche a
perder! A mí nada me impon a" (Ad. 134: "Profim.dat, perdal, pereat, nihil ad me att-inet"), la opta-
ción : "Que iodos los dioses y diosas te pierdan juntamente con esre l:ll invento· (Haui. 811: "Ut te
quidem dii deaequeonmes cum istoc inuento perduinf') o la reticencia: "Yo la ..., ella que al otro ...,
que a mí. .., que no...!" (Eu.n, 65: "Egone illam, quae illum.... quae me ..., quae non ... "; el Brocense uti-
liza esta misma cita de Terencio para ejemplificar la elipsis en el ca pítulo primero del libro IV de su
Minetva [ed. cil. de F. Rivera Cárdenas, p. 3171. Cfr. supra. p. 59, nota 29, en el capítulo 11. 2 dedi-
cado al an{1lisis de la concepción del Brocense sobre las relaciones entre la grJmálica, la re16rica y la
dialéclica), o de Horacio para la exclamación, "Asi de leve, así de in$ignificame es lo que derrumba
y rehace el ánimo avaro de alabanza" (Epist. 11, 1, 180: Sic /eue, sic panium esr animum quod laudis
a11antm s1/./m.1il aut rejlcil"). A~imismo, se e jemplifica la sustentación con un largo fragmento de un
epigrama de Marcial a Pastor.
<J., El Brocense propone el siguiente pasaje de Virgilio: "(...] Y dijo estas últimas palabra~: / Dul-
('es despojos, mientras los hados y la divinad lo permitían; / rec;ibid mi alma y libradme de estas pre-
cx:upaciones. / He vivido y he recorrido el camino que me marcó la fortuna, / ahora mi espeetro mar-
char.í bajo la lierra." (Aen.. rv. 650-654: "{ ../ dixilque nouissima verba: / Dulces exuuiae, d11m fara
d,msq11e sinebant, / Acc1pi1e btmc animam, meque bis e."(So/uite c11ris; / Vi.xi et quem dederat cursu111
jé,rJ1111a peregi. / el mmc magna mei sub /erras ibit inwgo").
RETÓRICA Y LITERATURA EN El. SIGLO XVI: Et BROCENSE 103

veces se emplea el estilo indirecto, ya que este tipo de figura es propia de la his-
toria. Una vez más, la estrecha relación entre todas las disciplinas del conoci-
miento es puesta de manifiesto al citar a los historiadores en un tratado retórico.
Las figuras de palabras no se basan como las de pensamiento en la idea expre-
sada, sino en la confonnación y concinidad de los vocablos empleados, d e mane-
ra que si se cambian las palabras la figura desaparece. Pueden ser de tres tipos:
de repetición, de conmutación y de ritmo, y cada uno de éstos incluye a su vez
varias figuras o tipos de figums, como exponemos en el esquema general que
hemos presentado. Las figuras de repetición son la epanáfora o anáfora (comien-
zo de distintas frases con las mismas palabras), la antístrofe (terminación de las
frases con las mismas palabras), la epanástrofe (figura compuesta de las dos ante-
riores), la epizeuxis (repetición de una palabra en la misma parte de la frase), la
anadiplosis (repetición de una palabra al final de una frase y al comienzo de otra),
el círculo (terminación de la frase con las mismas palabras con que se empezó),
la epanalepsis (resumen de lo que se dijo al principio), la epanodos (repetición de lo
que se ha dicho ya una vez), la ploce (repetición de las palabras sin un orden fijo)
y el polisíndeton (repetición de conjunciones) 134. Para ilustrar las diez figuras de
repetición, se ofrece abundantes citas de poetas como Terencio, Virgilio, Marcial,
Horado y Ovidio135 , así como algunos ejemplos tomados de Cicerón.
Las figuras de conmutación pueden darse en el orden, como e l c/imax o gra-
dación (conmutación del orden, de manera que no se pasa a la palabra siguien-
te sin haber insistido en la anterior) y la antimetabolé (conmutación de la frase
que consiste en repetir palabras en los mismos casos); en el caso, como el polip-
toton (variación del caso de la misma palabra o verbo), el homoioptoton (termi-
nación de las cláusulas con los mismos casos o partes de la oración) y el homoio-
teleuton (terminación de las cláusulas con los mismos sonidos), o en el
significado, como la paranomasia (cambio hacia una palabra semejante) y la
corrección de una palabra. Tambié n en este caso el Brocense ejemplifica con
citas de poetas como Virgilio o Terencio136.

•~ En el 0rganum se alterara e l o rden de exposición de algunas de estas figuras, s in que val'Íe


el número de las mismas ni s us definiciones. Cfr. Organum. cit., pp. 350-354.
•J5 Así, entre otros, Virgilio para ilustrar la antífora: "A ti, dulce esposa, a ti en el solitario litoral
consigo mismo, / al salir e l día y al caer, cantaba" (Georg. rv, 465-466: ·Te. dulcis coniux, te solo in
litore secum I Te ueniente die, le decedente canebat") y el círculo: "Muchas cosas sobre Príamo pre-
guntando, sobre Héctor muchas" (Aen. I, 750: "Mulla super P,ia,no rogilans, super Hectore multa");
Horacio e n re lació n con la epizeuxis: "Ciudadanos, ciudadanos, hay que buscar d inero e n primt:r
lugar'' (Epist. 1, 1, 53: "O ciues, ciues. quarenda pecunia primum es(') y Ovidio pam ilustrar la regre-
sión o epanodos: "Demofonte, diste a los vientos palabras y velas: / Me quejo <le que las velas carez-
can de regreso y de que las palabras no contengan fe" (Epist. 2, 25-26: "Demophoon, uentis et uerba
et uela dedisti: / Vela queror reditu, 11erba carerefide").
136 Es e l caso del clímax o gradación. presente en los versos de Virgilio: "La 1orva leona sigue al
lobo; el lobo a la cabra, [. ..)" (E'cl. 11, 63: "Tonia leaena lupum sequitur, lupus ipse capellam, / ..] '). en
los que además hay sorites; el del poliptoton., tambié n e n Virgilio: "Pido litorales e nfrentados a lito-
ralt:s, olas a olas, armas a arma~: que luchen los mismos nietos" (Acn. IV. 628: "litom litorilms co11-
traria, jluclibus undas impreco,: arma armis: pugnen/ ,psique -nepotes"), o de la pc,ranomasia. e n un
pasaje de Terem:io: ·'Pues es propósito de los amen/es (locos), no de los amantes" (A 11dr. 218: "Nc1111
incep1i11m es! amen/ium, hcwd amantium"),
104 ALl'ONSO MARTÍN JJMÉNEZ

A continuación se desarrolla el p asaje dedicado al 'pv0µós- griego o numen,1s


latino. Como hiciera Omer Talan en su Rhetorica, Francisco Sánchez incluye el
tratamiento del ritmo en el último apartado de la elocutio, considerándolo como
un tipo más de los e ncuaclrables en el apartado de las figuras de palabras y defi-
niéndolo como la composición modulada del discursol37 .
En la obra del Brocense, pensada sobre todo para facilitar la interpretación de
los textos de los antiguos, no se hace ninguna referencia explícita a la posibili-
dad de traspasar la teoría del ritmo clásico, basado en la medida de la cantidad
silábica, a la retórica vernácula, ni a la problemática que supone la imitación de
los clásicos en una lengua vulgar carente de la d istinción entre sílabas largas y
breves. Sin embargo, el Brocense ofrece una respuesta a esta cuestión al distin-
guir entre un ritmo natural, basado en la simple musicalidad, y un ritmo artificial
sustentado en la cantidad silábica.
El proceso desarrollado en Francia tendente a incluir la teoría del número en
la le ngua francesa tuvo un paralelo en España. Como advierte Luisa López Gri-
gera, autores como Villena, e l Tostado y Palencia se quejan de que el castellano
que usan en sus traducciones de los textos clásicos es pobre en vocablos y no
está sujeto al número retórico138, y el propio Fray Luis de León, compañero y
amigo del Brocense en la Universidad de Salamanca, expresa en e l prólogo al
libro III de los Nombres de Cristo su interés por lograr una prosa vulgar que uti-
lizara los mismos métodos que las lenguas clásicas, incluido el ritmol39_ También
Migue l de Salinas había defendido en su Rhetorica en lengua castellana, de 1541,
la existencia del número e n la lengua vernácula 140. El Brocense, por su parte,
considera la existencia de un ritmo natural basado en la musicalidad, aunque sin
especificar que sea propio de la lengua castellana.

1 17
· A propósito del concepto ele compositio, que en su vertiente fonélica incluye la iunctura y el
numems, cfr. A. Azausrre Galiana y J. Casas Riga.11, Introducción al análisis retórico: Tropos, figuras
y sintaxis del estilo, cit., pp. 76-90.
1
·' " En e l prólogo a Alfonso d e Herrera que encabeza la Guerra et banal/a campal de los perros
contra los prólogos, escrita por Alfonso de Palencia en 1457, el auror afi rma lo siguiente: "Et como
quiera que mucho se me faga gr<1ve el romanzar, sabiendo las falcas que así en el son de las dásu-
las como en 1:1 verdadera significación de muchos vocablos, de necesario bienen en las translaciones
de una lengua a otra, mayormente en lo que de latín a nuestro corto fablar se convierte" (B. J. Gallar-
do, Ensayo de una biblioteca española ele libros raros y cw,osos, Madrid, Ribadeneira, 1866, vol. Il,
Alfonso Fernández de Palencia, p. 1004, nº 2173, citado por l uisa López Grigera en La retórica en la
Espa11a del Siglo de Oro, cit., p . 45).
•.w ·[. .. ) yo confieso que es nuevo y camino no usado por lo que escriven en esca lengua poner
en e lla número, levantándola del decaimiento ordinario. El cual camino quise yo abrir l. .. )" (Fray luis
de león, De los nombres de Cristo, citado por Luisa l,6pez Grigera, La retórica en la España del Siglo
de Oro, dL, p. 89).
4
' º A este respecto, Salinas afirma lo siguiente: "[...] en la prosa, pues tiene su cierto número, se
debe mirar a lo menos al buen oído. Y no es de maravillar que se diga que la prosa tiene cierto núme-
ro de pit!s o de sílabas, porque es averiguado que lo tiene y aun por ventura tan estrecho como la
copla, sino que no tenemos reglas escritas para saberlo distinguir."( M. de Salinas, Rhetorica e11 len-
g ua castellana, cit., p. 179). Vid. además L. López Griger.i, Le, retórica en la España del Siglo de Oro,
cit., pp. 89-90. Como expone Luisa lópez Grigern, Gregorio Mayáns continuaría este proceso en su
Rbetorica (1757), llegando a equiparar respectivamente las sílabas largas y breves de la lengua latina
con las sílabas trnbadas (acabadas en consonante) y libres (acabadas en vocal) de la lengua castella-
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: .EL flROCENSF. 105

Al comenzar el apartado del ritmo, Francisco Sánchez comete un error rela-


cionado con su idea de trasladar las figuras de constmcción a la gramática. Afirma
haber tr,1tado ya las figuras de palabras basadas en la repetición y e n la conmu-
tación, así como el pleonasmo 14l. Sin embargo, aunque se ha referido efectiva-
mente a las figuras mencionadas, no ha hablado con anterioridad del pleonasmo,
que de hecho ha sido eliminado de la elocutio para ser trasladado a la gramática.
Puede tratarse de un error originado como consecuencia de seguir la fuente en
la que se inspira, o bien el reflejo de su vacilación a la hora de efectuar dicha
traslación. En cualquier caso, el error es eliminado en el Organum dia/ecticum
et rbetoricum.
El Brocense pasa sin más a hablar del tercer grupo de figuras de palabras, basa-
do en el ritmo o colocación de los vocablos, que produce un discurso suave y
modulado142. Sigue así los principios de la Rbetorica de Talon , quien había inclui-
do el ritmo en el apartado de las figuras de p alabras. El ritmo es observable en los
'incisos, miembros y periodos. El inciso es una frnse sin acabar de unas ocho síla-
bas (según establece Hermógenes) o de dos pies y medio (en expresión de Cice-
rón); el miembro es una frase acabada, cuyo sentido sólo se completa si se pone
en relación con otra y cuya extensión suele ser de un hexámetro, y el periodo es
una frase acabada y completa, fonnada por uno, dos, tres o cuatro miembros. Si
es más largo, ya no se trataría de un periodo, sino de un pneuma, es decir, de
aquello que es posible pronunciar sin respirar. Como expone Luisa López Grigera,
en esta concepción se observa un sistema edéctico basado tanto en la retórica clá-
sica como en las ideas de Hermógenes. Si Cicerón y Quintiliano no aceptaban
periodos de más de cuatro miembros, el influjo de las teorías de Hermógenes sobre
el estilo va propiciando la aparición de un nuevo tipo de prosa 143.
A juicio del Brocense, el ritmo puede ser natural o artificial, y uno y otro, a
su vez, poético y o ratorio. El ritmo natural no se basa en la medida de los pies,
sino en la simple percepción acústica, y tiende a evitar los vocablos ásperos, los
hiatos de vocales o las cacofonías, así como a elegir las palabras y construccio-
nes que resulte n agradables al oído. Aunque estos consejos sobre el ritmo natu-
ral son aplicables tanto al poético como a l oratorio , se limita a eje mplificar este
último con algunas citas de Cicerón. Y si no expresa explícitamente que la poe-
sía en lengua vernácula pueda tener un ritmo natural, deja abierta dicha posibi-
lidad, que él mismo coIToborará, como veremos, en su producción poética en
castellano.
El ritmo artificial, por su parte, consta de pies, medida de cantidad de al
menos dos sílabas. Basándose en la cantidad de las sílabas que componen la
frase o verso latinos, distingue los pies disilábicos, los trisilábicos y los tetrasilá-

na (cfr. ibídem, p . 90 y O. P. Abbot, "Mayans ' Rbeto1ica an<l the Se ard1 f'or a Srani~h Rhetori<:", en
Rbetorica. vol. XI, 2, 1993, pp. 157-179). A propósito del ritmo en el latín de los esnito res hispan<>-
latinos a ntiguos, tras la ruina de la prosodia clásica, cfr. S. Álvare z Campos, H ritmo p,·osaico hispa-
no-latino (del siglo m a Isidoro de Sevilla), Santiago de Compostela. Universidad de Santiago de Com-
postela, 1993.
141
Cfr. F. Sánchez de las Brozas, De arte dicendi, cit., pp. 136-137.
142
!hidem, pp. 136-147.
3 Cfr. L. López Grigem, La retórica en la España del Siglo de Oro, cit., r. 91.
14
106 ALFONSO MART1N JIMÉNEZ

bicos, y contempla tres disilábicos (el yambo, el coreo y el espondeo, ya que el


pirriquio no es tenido por un verdadero pie), ocho trisílabos (troqueo, dáctilo,
anapesto, escolio, crético, baquio, palimbaquio y moloso) y cuatro tetrasílabos
(dicoreo, peán primero, peán cuarto y dispondeo). Estos pies son poéticos y ora-
torios, y aunque el Brocense anuncia su intención de no tratar el ritmo poético
artificial, ya que ha sido tratado puntalmente por otros muchos autores, advierte
que no estaría fuera de lugar, poniendo así una vez más de manifiesto las estre-
chas relaciones que en su concepción mantienen la retórica y la literatura.
A continuación, expone una serie de consejos relativos a los tipos de pies que
se deben usar con cierta libertad en cada parte del discurso oratorio, y termina
animando a los adolescentes a que no hagan caso de los que aconsejan prescin-
dir <le los ritmos, ejercitándose desde e l principio en su uso para conseguir obte-
nerlos a la larga sin esfuerzo. Así, da por concluida la teoría del ritmo sin hacer
nin61tina referencia explícita a la posibilidad de trasladar el ritmo artificial poéti-
co a la lengua vernácula, aunque reconoce la existencia de un tipo de ritmo natu-
r.tl. Y a pesar <le que no se pronuncia al respecto, nada impide que dicho ritmo
pueda ser entendido como el característico de la poesía en lengua vulgar. De esta
forma, sin entrar a discutir abiertamente, como hicieron otros autores, la posibi-
lidad ele que las lenguas vernáculas puedan tener un ritmo sustentado en la medi-
da de la cantidad silábica, ofrece su propia solución al proponer la existencia
alternativa de un ritmo natural basado en la simple y espontánea musicalidad.
Por último, Francisco Sánchez dedica un pequeño apartado a la pronuntiatio,
que es definida como la apropiada expresión de una elocución ya ideada. En su
opinión, no hay otra doctrina de la pronunciación que la de la elocución, ya que
la pronunciación se adecúa a las ideas que se exponen. La pronunciación cons-
ta de dos partes: la voz (y de ahí el nombre de esta operación) y el gesto (que
determina que también sea llamada actio, o "acción"). Cita al respecto un texto
del De oratore de Cicerón, y remite también a Quintiliano. Asume el consejo de
éste sobre la conveniencia de que un amigo de confianza señale los defectos del
orador, y advierte que los oyentes son más prestos a analizar los defectos que las
virtudes del hablante. Por lo demás, no aporta al respecto ideas originales, ni se
excede en el comentario de esta operación. Todo parece indicar que no siente
excesivo interés por el desarrollo de un apartado que no cree ele utilidad para el
fin principal de su obra, la interpretación de los textos de poetas y oradores.
En definitiva, el apartado dedicado a la elocución, con la excepción del tra-
tamiento del ritmo y de la pronunciación, es ejemplificado abundantemente con
citas ele autores literarios y con pasajes de Cicerón. De esta forma, el Brocense
acude en este apartado elocutivo a las citas de poetas y oradores (especialmen-
te Cicerón) en una proporción similar en términos generales a la de los aparta-
dos anteriores de su obra. Como hemos visto, en el desarrollo de la inventio y
de la díspositio son también abundantes las citas ele poetas y ele Cicerón, por lo
que resulta evidente la importancia que se concede tanto a los ejemplos litera-
rios como a los oratorios. Queda así de manifiesto que, por lo que respecta a la
incidencia de la preceptiva retórica en las obras literarias, no existen grandes
diferencias enu·e la inventio y la dispositio y la operación tradicionalmente aso-
ciada a la literatura de la elocutio, lo que contribuye a reforzar la asociación entre
RETÓRICA Y LlTERATURA EN EL SIGLO XVI : EL BROCENSE 107

las dos primera operaciones y las obras literarias. Sjendo su propósilo el de ofre-
cer un manual que permita la interpretación de las obras de los oradores y, muy
especialmente, de los poetas, e l Brocense insiste en mostrar las relaciones entre
retórica y literatura que pudieran pasar más inadvertidas. Por e llo, sin olvidar la
asociación entre elocutio y literatura, su obra resulta especiaJmenle interesante
por mostrar la utilidad de las normas de la inventio y de Ja dispasitio para la ela-
boración y la interpretación de las obras literarias.

3. 2. El MÉTODO DE AN1\USIS TEJCTlJAL DEL BROCENSE: EL DE A UCIORIBUS JN1ERl'RhTANDIS ( 1558)

En el mismo volumen de la edición del De arte dicendi de 1558, encuader-


nado tras el tratado retórico, Francisco Sánchez p ublica De auctoribus inte,pre-
tandis sive de exercitatione144 . La mayor pa1t e del De auctoribus inte,pretandis
está dedica.da al comentario del Ar.. Poetica de Horado, pero e l título se jutifica
por el método de interpretación textual (exercitationis ratío) que se ofrece en las
primeras páginas de la obra. Esta p rimera parte, d enominada praecepta, consti-
tuye la teoría sobre el método de interpretación, y el comentario a la obra de
Horado no represenla sino la aplicación práctica d e dicho método.
De esta forma, el Brocense propone un método de interpretación y lleva a
cabo una aplicación práctica del mismo. Pero el método e n sí ha <le basarse en
última instancia en las reglas retóricas suministradas en el tratado teórico que
precede a la obra, esto es, en el De arte dicendi. Así lo afirma el mismo autor, al
prescribir, como veremos, que el comentario debe mostrar si la obra se adecúa
a las reglas y leyes en todas sus partes. Por lo canto, se nos ofrece conjuntamen-
te un tratado teórico que recoge las normas retóricas, un método de interpreta-
ción del sentido del texto basado en dichas nonnas, y una aplicación final del
método interpretativo en la poética de Horacio. El hecho de que estas tres par-
les aparezcan reunidas en el mismo volumen es u n claro indicio de la estrecha
relación e ntre retórica y poética en la concepción del autor, <le la necesaria vin-
culación entre la teoría y la aplicación práctica de los preceptos, y de la va lidez
de los procedimientos retóricos para analizar un tipo <le texto distinto al discur-
so oratorio (en este caso, una poética).
El método de análisis textual del Brocense ha sido adecuadame nte detallado,
desde una perspectiva pedagógica, por Luis Merino Jerez, así como los propios
ejercicios prácticos que el Brocense publicó 145. Por eUo, nos limitamos e n este
apartado a exponer sucintamente el mencionado método, comentándo lo y re la-
cionándolo por nuestra parte con la tradición <le análisis textual en la que se
incluye.

li', F. Sánch<.!z de las Rroza~, A,s dicendi. De aucton·bus inte,pretandis sive de l!Xl!rcilatimrl! ( 1'i'i8l.
cit. Esta obra fue reeditada después t!n 1569 y 1573, siendo s u última impresión la que se incluye en
F. Sánchez de las Brozas, Paraduxa. Topica Ciceronis. De auctoribus inte,pretandL, sfw de exercita-
tione. Grammatica graeca, Antuerpiae, t!X officina Christophori Plantini, 1581 (ejemplar U/.10775 de
la 13iblioteca Nacional de Madrid).
15
• Cfr. al respecto L. Merino Jert!Z. la pedaJ:ogía en la Retórica del Brocense. cit., pp. 254-31 /4.
108 ALFONSO MARliN JlMÉNEZ

El método de interpretación del Brocense, basado en la comprobación del


grado d e adecuación a las no rmas retóricas, es propuesto explícitamente, como
lo fuera el De a rte dicendi en cuadernado en el mismo volumen, para su aplica-
ción a las obras de poetas y oradores:

•Siempre he pensado que exige mayor esfuerzo el análisis de las obras de otros
que la composición de obras propias. Efectivamente, cuando se compone una obni
nueva, si no se es romo y se siguen los preceptos enseñados por los rétorcs, el
camino es sencillo y con toda facilidad se conseguirá lo que se quiere. De ahí que
comprobemos mud1as veces que hay gente que sobresale por su facilidad de pala-
bra y su destreza al escribir; pero si se les pide que comenten a un poeta u ora-
d<>r, inmediatamente se quedan mudos confesando su propia ignorancia o bien
-cosa qut, ocurre con más frecuencia- dicen enormes tonteñas tras hacer un gran
esfuerzo.,1•16

Estas palabras nos invitan a realizar a lgunas consideraciones. En primer lugar,


puede parecer sorprendente desde nuestra mentalidad actual que al Brocense le
parezca más fácil componer que comentar las obras. Si hoy en día, y como resul-
tado de la renovación impuesta en el Romanticismo, se valora tanto o más la
capacidad creativa de l individuo que el sometimiento a las reglas (esto es, el
i ngenium sobre el arsH7), la preceptiva incluida en el ars parece poseer mayor
validez para el Brocense, basta el punlo de considerar que el simple seguimien-
to de las reglas puede garantizar la calidad de la composición al autor mínima-
mente dotado 1'18 . Con todo, es preciso adverlir q ue en el pasaje que comentamos
no se refiere específicamente a las composiciones estéticas que acrualmente con-
sideraríamos como literarias. En efecto, en otros pasajes de sus obras queda de
manifiesto su pensamiento sobre la poesía. Así, en los comentarios a las poesías

1 6
' "Maioris esse ~emper credidi diligenciae aliena scripta retexere quam noua proprio Marte com-
pone re. Nam ut opus conficias nouum, $i fauente natura praecepia, quae tradLontur a rhetoribus,
capeMas, facilis uia erit facillomoque negmio quod uelis indipisceris. Hinc est m saepe uideamus
quo~dam linguae uolubilitat [aut scribendi dexreritate praepollere], quos si ad poetam quempiam uel
oratorem cxplanandum auocaueris, aut obmutescant protinus suam inscitiam confitemes aut, quod
frequentius t!St, magno conatu magnas nugas effutiam" (F. Sánchez de las Brozas, De auctoribus inler-
pretundis. p . 75 de la edición citada de Mayáns, q ue, salvo indicación contra.ria. en adelante segui-
m os). La expresión e ntre corchetes aparece en todas las ediciones anteriores a la de 1581. La tra-
ducción es de E. Sánchez Salor, "Introducción" al De a,te dicendi, cit. , p. 24.
1 7
·• A prop65ito de las dualidades ars-ingenium, docere-deleclal'e y res-verba, que constituyen.
como señ.ola Garcia Berrio, I;, tópica mayor del sistema de la Epislula ad Pisones horaciana, cfr. A.
García llerrio, Formación de la Teo,ia litemria moderna J. cit. A través del sistema de las dualida-
des hor.1cianas se puede explicar en lo esencial la evolución histórica del pensamiento teórico-litera-
rio. A este respec10, cfr. A. García Uerrio y M. T. Hcmández, la Poética: tradición y modernidad, cit.,
pp. 18 y SS.
''" btO es lo que la mayoría ele los comencaristas del siglo XVI deducían al interpretar la obra de
Hor,Kio. No olvidemos que se trala de una época en la que predominaba el componente didáctico-
contenidista (formado por las parres ars, docere y res de las dualidades tratadas por Horacio en su
Epislola ad Pisones) sobre e l componente formal-hedonisra (caracterizado por la sobrevaloración del
in¡:eni11111, el delectare y las verba). Sin embargo. Horacio no se inclinaba tan decididamente por el
a rs sobre el ingenium como los comentaristas renacentistas creyeron. Cfr. al respecto A. García
lkrrio. Ponnación de la Teoría literaria modema 1, cit., pp. 322-330.
RETÓl<ICA Y LITERATU RA EN t:I. SlGLO XVl: EL BROCENSE 109

de Garcilaso expresa su opinión de que el poeta ha de tener una excelente pre-


paración (esto es, un dominio del ars):

,(._.] afirmo que no tengo por buen poeta al que no imita los excelentes anti-
guos. Y si me preguntan, por qué entre cantos millares de Poetas, como nuestra
España tiene, tan pocos se pueden contar dignos destc nombre, digo, que no ay
otra razón, sino porque les faltan la.s ciencias, lenguas, y doctrina para saber
imitar.-149

Pero en la Epístola al Letor de la Lust"ada de Luis de Camoes matiza MI afir-


mación, sosteniendo que lo más importante para el poeta es el ingenio:

•El que tuviere della [la Filosofía] alhaja, i de letras Griegas, i L:itinas, i sohre
todo mui buen ingenio, i nan1ral vena, este tal se prodria llamar Poeta..";u

Por ello, y teniendo en cuenta la validez que se otorgaba en la época a los


preceptos retóricos para la composición de cualquier tipo de obras, debemos
considerar que la afirmación vertida en el De auctoribus interprelandis se refie-
re a la composición de textos no especifícamente poéticos, ya que éstos no sólo
requieren un buen conocimiento de las artes por pa11e de su autor, sino sobre
tocio muy buen ingenio.
Aunque en este pasaje el Brocense no especifica si los preceptos de los réto-
res le parecen suficientes para componer buenas obras poéticas (y del análisis <le
los otros fragmentos citados de sus obras se deduce que no lo son), su idea sobre
la interpretación de las mismas aparece expresada con toda claridad: su preten-
sión es elaborar un método interpretativo para comentar los escritos de poetas y
oradores. El término ,poetas• hacía referencia en la época a los autores que com-
ponían textos encuadrables en cualquier tipo de género literario, y de hecho en
el De arte dicendi se ofrecen ejemplos de poetas que no sólo han creado textos
líricos, sino también dramáticos o narrativos. Se trata por lo tanto de un método
basado en normas retóricas que resulta de utilidad para interpretar los discursos
y los textos literarios de cualquier gé nero. No cabe así ninguna duda de la vali-
dez que adjudica a la retóiica para analizar la literatura. Y ello resulta más evi-
dente aún a tenor de lo expresado en el propio tratado retó1ico que antecede al
De auctoribus interpretandis. En efecto, en el seglmdo prólogo del De arte dicen-
di había expresado su intención de componer un ars mediante el cual fuera posi-
ble comprender los escritos de poetas y oradores.
Por lo tanto, la intención expresada en el tratado teórico es reafirmada en el
De auctoribus interpretandis a la hora de ofrecer un mécodo de análisis. La pos-
tura del Brocense resulta pues coherente en las dos obras publicadas en un
mismo volumen: tanto el tratado de las normas retó1icas como el método inter-

19
' Obras del excelente poera Garci-.laso de la Vega, e n Mayáns, Opera 0111nia, cit., T. IV, p. 36
(citado por Avelina Carrera de b. Red en su ·'Introducción" a rrancbco Sánchez de las ílrm:as. Obras
ll. Poesía, cit., pp. 7-52, p. 35).
51
t i Hpis10!,, al letor de la lusiada de Luis de Camoes, en Mayáns, Opera omnía, cit., T. IV, p . -191
(citado asimismo por Avelina Carrerd de la Red, ibídem).
110 ALFONSO MARTÍN JIMÉNEZ

pretativo tienen como finalidad e l análisis no sólo del discurso retórico, sino tam-
bién de la literatura.
Por otra parte, el hecho de que dé mayor importancia a la interpretación que
a la composición nos impide conocer directamente su opinjón sobre la validez
de las normas retóricas en la elaboración lite raria. De todas m aneras, es lógico
pensar que s i dichas normas tienen pertinencia en la interpretación es porque
también la tienen en la elaboración de las obras. De hecho, la concepción del
Brocense resulta sumamente original en relación al conjunto de los preceptistas
españoles que h abían prestado atención a la exercitatio, l.os cuales consideraban
generalmente los dos aspectos de la núsma, admitiendo su validez en relación
con la literatura. En cualquier caso, la apuesta por la interpretación también se
hasa en última instancia en la retórica, y supone no sólo la afirmación explícita
de la utilidad de su preceptiva para el análisis, sino también el reconocimiento
implícito de su importancia en la composición literaria .
Como advierte Luis Merino Jerez e n su detallado análisis de la exercitalioni~~
doctrina del Brocense, al emplear e l término analysis para referirse a la inter-
pretación, aduciendo su origen aristotélico, Francisco Sánchez adopta la termi-
nología de Ramus, quien había distinguido la genesis y el analysis. En efecto,
Aristóteles se refiere a la yiv€a1s- y al avá).va1s- en el contexto lógico de los
Ana{ytica posteriora, que nada tiene que ver con la exercitatio, por lo que sería
muy difícil que los dos autores hubieran coincidido en tomar ele ese pasaje del
Estagirita la denominación de su método. Pero el Brocense reelabora profunda-
mente el sistema ramista que torna como base, al deshechar la genesis y equipa-
rar en la práctica el analysis con la exercilatio, como indica el mismo título de la
obra, De auctoribus interpretandis siue de exercitatione. Por lo demás, frente a la
división ramista de la analysis en auditio y lectio, el autor extremeño sólo con-
sidera la leclio como propia del analysis. Esta operación queda pues reducida a
la lectura interpretativa, es decir, al comentario de textos151 .
Esta particularidad supone un notable alejamiemo de la concepción de auto-
res como Agricola, Melanchthon y los ramistas. Mientras que éstos valoraban la
interpretación sólo como un paso previo para la composición de nuevos textos
(y de hecho codas las ohras de los ramistas parten de un ejercicio previo de inter-
pretación de las fuentes antiguas), el Brocense otorga un fin en sí mismo a la
interpretación de los textos antiguos, de forma que canto sus tratados de retórica
y dialéctica como su gramática son elaborados para facilitar dicha interpretación.
Las frecuentes amonestaciones que recibió por parte del Claustro de la Universi-
dad de Salamanca, debido a su persistente negativa a realizar ejercicios prácticos
de composición en sus clases, son claro testimonio de la poca importancia que
concedía a la elaboración de los textos 152 .
A la hora de explicar el método interpretativo de la e.xercitatio, el Brocense
comienza exponiendo unos principios generales: es preciso determinar el género
de la obra, y comprobar además si se ajusta a las reglas de las artes correspon-

1
" Cfr. L. Merino Jerez, w pedagogía en la. Retórica del Brocense, cit., pp. 257-258.
1'l Cfr. ibidem, pp. 303-31 O.
RETÓRICA Y LITERATURA EN El SIGLO XVl EL BROCENSE 111

dientes153• La necesidad de establecer el género ele la obra como paso previo para
realizar un tipo u otro ele análisis había sido ya establecida, como hemos visto,
por Melanchthon.
Enuncia después otras características de tipo general, relativas al ámbito ele
aplicación del análisis y al orden de la exposición: se debe analizar Loda la obra
y realizar la interpretación en torno al principio último que la anima. La impor-
tancia concedida al análisis de toda la obra está en consonancia con el carácter
textual que desde sus inicios poseían la retórica y la poética 151 . Y el estableci-
miento del principio que anima la obra encuentra un claro paralelo en el méto-
do analítico de Agrícola, quien creía necesario descubrir en primer lugar el con-
silium o intención del autor.
A continuación, propone tres mecanismos concretos: encontrar el tema cen-
tral (quaestio) de la obra, evidenciar los argumentos y referirlos a los loci com-
munes de donde se han sacado 155. Estos procedimientos son idénticos a los que
establecieron Agricola y Melanchthon, quienes habían expresado la misma nece-
sidad de encontrar la qiwestio y evidenciar los argumentos silogísticos que cons-
tituyen la estructura lógica de la obra. El propio Agrícola había afirmado que los
lugares comunes son las proposiciones mayores de los silogismos en los que se
basa el armazón argumenLativo del textoJ 56. Este método de análisis dialéctico
sería continuado por los autores ramistas, cuya obra Dialectici connnentarii libn·
tres, arribuida a Omer Talen y publicada en París en 1546, tuvo una clara influen-
cia en el Brocense 157.

153 "Haec ratio ab Ari$t•tele dicitur Analysis, que spec-tare iuhe operis i::tm confecti speciem, num

ad regulas et legem omnia sint accommodata suisque omnibus panibus absoluta'' (I'. Sánchcz de las
13rozas, De auctoribus interpretcmdis, cit., p. 75).
154
Cfr. T. Albaladejo, Retórica, cit., p. 11.
1
' ' "A.nalysis igitur officium est totum opus, quod susceperit, explicandum, a capite retexere et
primw11 quaestionem inuenire, hoc est, quid sit id, de quo agatur. (...) deinde argumenta, quibus id
confirrnatm, aspicere et ad locos unde sumpta sunt referre" (F. Sánchez de las Brozas, De auctorilms
inte,pretandís, cit., pp. 75-76).
1; 6 El método de análisis texrual iniciado por Agrícola y Melanchton S<:! encu<:,ntn1 t:Xpu<:!sto, corno
indicamos, e n De i,wenrfone dialectica (cit.), de Agrícola, y en De rhetoricu lihri tres (dt.), de
MelanchLhon. Dicho método y su influencia manifiesta en los autores ramistas es analizado por K.
Meerhoff, en sus trabajos "Mélanchthon lect:eur d'Agricola: Rhétorique et analyse texn,ellc", cit.; "l.ogk
and eloquence. A ramusian revolution?". cit. e "Imitation: Analyse et c réation textuelles", dt. Es de
advertir que en el De arte dicendi el Brocense ofrece una exposició n sucinta de la teoría <kl silogis-
mo. Dicha teoría será notablemente aumentada en el Orga1111m dia!ecticum el rhe1oric11111. de l '579.
una vez asumidos en su totalidad los presupuestos ramistas. Como veremos. el 13rnccnsc intentará
demostrar en un pasaje de esra obra que los textos <le los poetas e~tán consrmidos por medio ele silo-
gismos. Dicho apanado, en el que se aplican a los 1ex10s poéticos las ideas sobre la estructuración
silogística de los 1extos iniciada por Agrícola y continuada por Melanchthon y los mmistas. es uno de
los más interesantes de las obras del !3rocense, y constituye un documento esenci;J I par:, mostrar l~s
relaciones e ntre la re16 rica, la dialéctica y la literat11r-.a e n el clasicismo. Pero e n el De a,te dicendi la
teoría sobre el silogismo aparece aún escasamente desarrollada.
is; Luis Merino Je rez repasa la evolución del pensamiento dialéctico de los autores rnmis1as.
expuesto en los trabajos de W. Ong Ramus, Method and the Decay of the Dialogue, cil., y de C. Vaso-
li, la dialel/ica e la re/on·ca def/'Umanesimo, cit. , y al comparar los rratados dialécticos el~• los auto-
res fomceses con el De a,te dicendi de 1558 y las dos ediciones del Orga1111m dialecticum et rbeto-
rlcum ele 1579 y 1588, llega a la conclusión de que en estas obras del Brocense s61o se apreda la
112 ALFONSO MAlfiiN JJMÉNEZ

Los mecanismos hasta aquí descritos pertenecen al ámbiro de la inventio retó-


rica. De hecho, la quaestio, los argumenta y los loct communes son los aparta-
dos que vertebran el tratamiento de la operación de la inventio en el De arte
dicendi, lo que confirma que el manual teórico y el método práctico están cohe-
rentemente conjuntados. Además, el hecho de recurrir a los elementos de la
inventio evidencia que en la interpretación de las obras Uterarias no sólo tiene
pertinencia la elocutio, considerada tradicionalmente como la operación más
directamente relacionada con la literatura, sino también el resto de operaciones
constituyentes de discurso.
En efecto, el Brocense no sólo tiene en cuenta la inventio, sino también la
dísposilio, en la que se encuadran los dos siguientes y últimos mecanismos ana-
líticos propuestos en su método interpretativo: el análisis de las argumentatio-
nes y de la methodus, teniendo en cuenca tanto la organización de las partes
de la oración (exordium, narratio, confirmatio y epilogu.s) y los métodos de
argumentación que utilizan (silogismos, entimemas, dilemas...), como la elabo-
ración del texto según las reglas de la methodus doctrinae o de la methodus
prudentiae158.
Como en el caso de los mecanismos analíticos adscritos a la operación de
inuentio, los que corresponden a la dfapositio se adecúan perfectamente a lo
expuesto en el De arte dicendi, al que hay que acudir para obtener los precep-
tos. Contrariamente a otros autores que sitúan las partes del d iscurso en la inven-
tio, el Brocense las incluye en la dispositío 159. Por lo que respecta a la methodus
doctrinae y a la methodus prudentiae, siguiendo los preceptos ramistas, consi-
dera la primera como el procedimiento propio de los manuales organizados en
preceptos, que deben avanzar de lo general a lo particular para favorecer la sis-
tematización lógica, la darida<l expositiva e incluso el proceso de memorización;
la methodus prudentiae, por su parte, permite ignorar el orden lógico de expo-
sición para adaptar el texto a Las circunstancias de persona, tema, tiempo y lugar,
y atraer así la atención del receptor poco dispuesto.
Por lo tanto, los procedimientos de análisis relacionados con la dispositio, al
igual que los asociados a la inventio, se encuadran claramente en la tradición
ramista de análisis textual, heredera de las aportaciones de Agrícola y Melanchthon.
Ello evidencia que, aunque el Brocense no acepte aún la asignación de la inventio
y la dispositio a la dialéctica, su obra teórico-práctica de 1558 se ve ya parcial-
mente influida por las concepciones de Petrus Ramus y Omer Talon.

iníluenda de los Dialectici commentar·íi li/Jrl tres, obra de la primern fase del pensamiento dialécti-
co rnmista. Y aunque es posible que el autor extremeño llegara a conocer otra obr<1 dialéctica pos-
terior de los ramistas, los Dialeclicae libri duo, atribuido también a Talon y publicado en París en
1556, este nuevo trabajo no dejó influencia alguna en sus tratados. Cfr. al réspecto L. Merino Jerez,
/,a pedago¡¡ía en la Retórica del Brocense, cit.,pp. 135-165.
1
' " ··Postremo dispositionis leges animaduertere in illaque et argumentationes et metho<.lum con-
sider,1re uidereque methodone doctrinae an prudentiae usus fuerit auctor cuius opus retexitur. Quae
onmi:1 si enarratores librorum considerassent non duhito quin sihi et aliis meluis consuluissent" (ibí-
dem, p. 76).
1
"' A propósito de la inclusión de las operaciones retóricas en la inventio y la dísposilio, cfr. T.
All>aladejo, Retón'ca, cit., pp. 73-116.
RETÓRICA Y LrfERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 113

En definitiva, el objetivo del método analítico es comprender el sentido del


texto restableciendo las posibles alteraciones de l orden natural que ha realizado
el autor para transmitir e l me nsaje (quaestio), que está basado en los argumen-
tos tomados de los lugares comunes y expuestos por medio de argumentationes
(silogismos, entimemas ...).

EXERCJTATIO = ANALYSIS

NIVEL 1: PRI CIPIOS GENERALES

1.- Spectam speciem operis


2.- Accomodatio ad regulas et legem

NIVEL II: CARACTERÍSTICAS GENERALES

l.- Explicare totum opus [ámbito de aplicación)


2.- Retexere a capite [orden de exposición]

NTVEL III: MECANISMOS ANALÍTICOS

A Analysis 1 (primum) inuenire quaestíonem


inuentionis
a) aspicere argumenta
2 (deinde) et
b) re/erre ad locos

{ ª'l!um=,a,;,,n,,
a) consi.d erare et
meth.od um
B Analysis
d1~'íj)osition is
3 (postremo)
animaduertere
. (Ora/ionis partes)

{ doari=e
b) uidere metho- an
dum pntdentíae

FIGURA IV

Todos estos procedimientos, recogidos en el gráfico de Luis Merino Je rez que


reproducimos en la figura 1V160, son necesarios a juicio del Brocense para o bte-
ner el máximo provt:cho del análisis.

1611 Cfr. L. Merino Jerez, la pedagogía en la Retórica del Brocense, cit. , p. 261.
114 ALFONSO MARTÍN JlM.ÉNEZ

Y de igual manem que en sus tratados retóricos ilustra los preceptos con
ejemplos, aplica en esta ocasión su método analítico a la interpretación del A~
poetica de Horacio 161 •
Este método interpretativo resulta ser así un digno antecesor en España de los
modernos métodos de análisis textual, que no sólo tienen en cuenta los factores
estilísiticos directamente relacionados con la microestructura, sino también los
relativos a la organización del texto en sus niveles macroestructural y referencial.
Por otra parte, y a la luz de la perspectiva que proporciona el modelo del
texto retórico y literario que hemos expuesto con anterioridad, observamos cla-
ramente que el método interpretativo del Brocense resulta incompleto, ya que se
limita al análisis de los niveles macroestructural y referencial, correspondientes
respectivamente a los ámbitos de la dispositio y de la inventio, pero no presta
atención en la práctica al nivel microestructural, característico de la elocutio.
Por ello, teniendo en cuenta que el método del Brocense está ideado para el
análisis tanto del discurso como de la literatura, observamos que la primera edi-
ció n del volumen conjunto del De arte dicendi y el De auctoribus interpretandis
no responde en absoluto al proceso de literaturización de la retórica al que hacía
referencia Vasile Florescu. En efecto, la retórica no queda reducida a la elocutio
en esta primera etapa de la obra del Brocense, y son precisamente las otras dos
operaciones constituyentes de discurso las que conforman la base esencial del
rnéto<lo de análisis del texto. Esto no quiere decir que la elocutio sea ignorada,
ya que se le dedica un apartado específico en el tratado teórico. Pero sí que es
tenida en menor consideración que las otras dos operaciones a la hora de ela-
borar su método de análisis textual. Por lo demás, el Brocense parece mostrar en
el prólogo Il del De arte dicendi un menor interés por la etocutio. En efecto,
mientras que pone una atención especial en la inventio y la dispositio, esforzán-
dose en su elaboración y en la búsqueda de ejemplos para ilustrarlas, en la expo-
sición de la eiocutio, como él mismo advierte, se contenta con seguir en lo esen-
cial a Omer Talon, cuya exposición le parece difícilmente mejorable162 •
De este modo, el método del Brocense centra su atención precisamente en
los niveles más desatendidos de la interpretación textual, que en muchas oca-
siones presenta el defecto contrario de ceñirse al análisis meramente elocutivo o
estilístico de los textos. De hecho, y como ya hemos indicado, tras la reducción
retórica impelida por Ramus y consolidada posteriormente en Europa, el análisis
retórico de los textos se ha limitado casi exclusivamente al ámbito de las figuras
hasta bien entrado el siglo XX. El Brocense, consciente de la renovación pro-
pugnada por Ramus, no sólo rechaza en un primer momento la reducción retó-
rica a la etocutio, sino que centra toda su atención precisamente en las partes de
la retórica que Ramus no admitía como tales, elaborando un método interpreta-
tivo basado exclusivamente en los preceptos referenciales y macroetextuales de
la inventio y la dispositio.

'"' A propósito del come ntario del Brocense a la obra de Horacio, cfr. ibídem. pp. 284-297 y A.
Garría ílerrio, Formación de la Teo1fr1 Literaria moderna 2, cit., pp. 48-60.
1" 2 Cfr. F. Sfochez de las Brozas. De arte dicendi, cit., pp. 38-39.
RETÓRJC'.A Y l.ITERATURA EN EL SIGtO XVI: EL BHOCENSE 115

Por codo ello, al publicar en 1558 conjuntamente el De a,1e dicendi y d De


auctoribus interpretandis, la postura de Francisco Sánchez no se adecúa a la pre-
ceptiva ramista, sino que, por el contrario, tanto en su tratado teórico como en
el de análisis práctico, incide precisamente en el desarrollo <le las partes de la
retórica no incluidas por Ramus en esta disciplina. Y aunque estas obras ya refle-
jan claras influencias ramistas, presentan aún notables diferencias con re!ipecto a
los postulados generales del autor francés.
En las siguientes ediciones de 1569, 1573 y 1581, el De auctoribus interpre-
tancii's se ajusta en lo esencial a la redacción inicial. Sin embargo, tras la asig-
nación de la invenLio y la dispositio a la dialéctica que realiza a partir de la
publicación del Organum dialecticum et rhetoricum en 1579, la concepción del
Brocense sobre la exercitatio experimenta algunas modificaciones. La nueva
postura se se refleja en otra paráfrasis que publica del Ars poetica de Horado,
las ln Artem poeticam Horatii annotationes, de 1591163, documento de carácter
epistolar que recoge los preceptos fundamentales de la exercitatio del De aucto-
ribus interpretandis 1M. En él insiste en la importancia de considerar la metho-
dus prudentiae en la interpretación de los textos, y lamenta los desatinos de los
comentaristas al titular las Odas de Horacio, las Eclogae de Virgilio, los Para-
doxa de Cicerón o un epigrama de Marcial, ya que los títulos elegidos no defi-
nen en absoluto el tema de las composiciones. Además, animado por algunas
personas, entre las que se e ncuentra su corresponsal Antonio de Guevara, ofre-
ce una versión más amplia del comentario al Ar:5 poetica de Horado. Pero b
principal novedad con respecto al De au.ctorihus interpretandis consiste en la
recuperación de la compositio (correspondiente a la genesis ramisra). Francisco
Sánchez no sólo ha aceptado ya la distribución ramista de las operaciones entre
la dialéctica y la re tórica, sino que reconsidera además su postura inicial a pro-
pósito de la exercilatio, admitiendo en ella la parte correspondiente a la ela-
boración de los textos. Aunque sigue creyendo más importante la inrcrpreta-
ción que la elaboración de los textos, al menos tiene en cuenta esta última
operación en diversos pasajes de la obra. En este sentido, advie rte sobre la
necesidad de considerar la methodus prudentiae tanto en la interpretación
como en la composición de los textos, mie ntras que reconoce la validez de la
analysis para dar sentido no sólo a lo que se escribe sino también a lo que se
inte rpre ta.
El cambio de opinión sobre la distribución de las operacio nes implica que la
rnethodus prudentiae, reconocida de utilidad para la composición e interpreta-
ción de la literatura y adscrita a la dispositio, pase a formar parte ele la dialéctica
en la nueva concepción de l Brocense. De esta mane ra, la dialéctica llega a ser
considerada también de utilidad en la interpretación y la elaboración de los tex-
tos literarios.

16
J I'. Sánchez de las Brozas, In A rtem poeticam HoratU annotationes (159ll, en Open, 1m111ia, ,:d.
de Gregorio Mayáns, cil., vol. 11, pp. 97-150.
161
Cfr. al respcc.:to L. Merino Jerez, "Aproximación al De auctorihus inte,pretundis y a l:ts In arte111
poeticum Horcitii Annotationes del Brocense•·, en J. M' . Maeslrc y J. Pascual Bart:a (coortb. ), Huma-
nismo y pe111ivencia del mundo clásico, cil., 1, 2, pp. 621-631.
116 ALFONSO MARTÍN j1MF:NEZ

En Jefinitiva, el Brocense se aproxima más e n las In Artem poeticam Horatii


cmnotationes al modelo ramistal 65, y en dicha obra son explícitamente conside-
radas de utilidad para la interpretación y la elaboración literaria una serie de
normas anteriormente adscritas a la retórica y adjudicadas en esre momento a la
dialéctica.
Por lo demás, el Brocense puso e n práctica la exercitationis usus mediante
una serie de análisis prácticos d e textos, mostrando una clara preferencia por el
analysis en detrimento de la genesis166 . Entre ellos se encuentran algunos comen-
tarios o escolios dedicados a diversas obras literarias, como las Ec/ogae de Virgj-
lio, los Emblemmata de Alciato, el poema In Ibin de Ovidio, el Grypbus de Auso-
nio o las Silvae de Policiano 167, o los famosos comentarios a las poesías de
Garcilaso de la Vega y d e Juan de Mena 168. Estos comentarios suelen consistir en
una serie d e anornciones particulares de carácter filológico. A<;í, en sus anotacio-
nes a la obra de Garcila:;o. el Brocense escribió una serie de concisos escolios a
los versos en los que, valiéndose de su gran erudición, mostraba las fuentes imi-
tadas por el poeta toledano. Además, realizó algunas enmiendas a la edición ori-
ginal basándose sobre todo en las versiones originales de los poetas imitados169.
Estas anotaciones dejaban a l descubierto el gran número de pa:;ajes tomados por
Garcilaso d e autores clásicos o italianos, y no fueron bien comprendidas por
algunos admiradores del poeta 170.

11
'' Cfr. l.. Merino Jerez, La pedagogía en la Retórica del Brocense, dt., pp. 263-267.
"'' A propósito ele la exer citaticmis u.ms del 13rocense, cfr. ibídem, pp. 268-297,
11
•' Cfr. i/1idem., pp. 269 y ss.
11
"' Vid. Fran<.:is<·o Sfochez, Obl"Cls del fmnoso poela Juan de Mena (Salam,rnc~ ,, 1582). en la edi-
ción de la Opera omnia del Brocen.~e reali7.:tda por G. Mayáns. cit., tomo IV, y las Obras del e.xce-
fellle poeta Garcilaso de la Vega, con anotaciones y enmiendas del Licenciado Francisco Sánchez,
Culedrálico de Retó,ica en Salamanca (Sala manca, Pedro Laso, 1574) en A. Gallego Morrell (ed.),
Garcilaso de la Vega y sus comentaristas, Madrid, Gredos, 1972, pp. 18-31, 265-303. El hecho de hacer
constar en el título de la obra la condición de Catedr.ítico de Retórica del Brocense es claro re ílejo
de l:1 concepción de la época sobre la estrecha re lación entre retórica y poesía.
,i.; En el prólogo de la obra, el Brocense expone lo siguiente: '"Sirve también est;t mi diligencia
de e nmendar muchos lugares que se avían corrompido. Porque en la Oda ad Florem Onidi decía:
I luye fa polvorosC/ palestra como siempre ponyoño.m, yo enmendé como sie,pe, porque es tomado de
llorado: y en otra parte decía: Yo j)ondréfln a mis e110Jos, enmendé a 111s enojos. porque es tomado
de Ovidio. Y muchos otros lugares ay dessa suerte, como parecerá en las anotaciones" (citado por
A. Gallego Morrel [ed.]. Garcilaso de fa Vega y sus comemaristas, cit., p. 23).
,; o Uno de los ad.mirndores ele Garcilaso, Je rónimo de los Cobos, dedicó un soneto irónico al Bro-
l·enst: por este motivo, que fue respondido con otro soneto por e l autor extremeño. En el apartado
fin.il tle m1estro trabajo, dedicado al análisis de la poesía de Francisco Sánchez, te ndremos ocasión
de referirnos a esto~ sonetos. Cfr. al respecto A. Gallego Morrell (ed.), Garcilaw de la Vega y sus
wme11taristas, cit., pp. 24-25. Asimismo, e n el prólogo de la edición de las anotaciones a Garcilaso
de 1581, el Hrocense afirma al respecto lo siguie nte: "Apenas se divlllgó este n,i intento, quando
luego sobre ello se levancaron diversas y contrarias opiniones. Pero una ele las que mi~ cuenta se
h,Ke es decir que con estas anotaciones más afrenta se hace al poera, que ho11101, pues por ellas se
descubren. y manifiestan los hllrtOS, que antes estavan encubiertos. Opinión por cieno indigna de
respuesta. si h.tblássemos con los muy doctos. Mas po r .~a1isfacer a los que no lo son, digo, y afirmo,
que no tengo por bue n poeta al que no imita los excelentes antiguos [.. .] Ningún Poeta Latino ay,
que en :;u género no aya imitado a otros, como Terencio a Menandro. Séneca a Eurípides [. ..] Lo
mismo se puede decir de nuestro Poeta, que aplica y traslada los versos y sentencias de otros Poe-
tas, tan a su propósito, y con tanta destreza, que ya no se llaman agenos, sino suyos; y más gloria
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL UROCENSE 117

El Brocense prefirió realizar este tipo ele comentarios concisos a los ejercicios
compositivos. Su decidido y persistente rechazo hacia las prácticas de composi-
ción establecidas oficialmente en la Universidad de Salamanca le valió continuas
amonestaciones del Clausrro17 1. Incluso en su edición con escolios de los
progymnasmata de Aphtonio 172, que habían sido traducidos por Agrícola, el
autor extremeño destaca los aspectos teóricos de la obra, que llegan a ser tan
importantes o más que los prácticos. De esta manera, el tratado clásico de com-
posición retórica llega a ser considerado como una modalidad elemental de
ar.s-173 , lo que muestra bien a las claras su preferencia por el análisis en detrimento
de la composición, y muy especialmente por el análisis de los textos literarios. El
mayor interés que siempre mostró por los textos poéticos confirma, en suma, que
sus tratados retóricos fueron elaborados pensando tanto en su utilidad para el
análisis de la poesía como en su aplicación al estudio de los propios discursos
retóricos.

3. 3. EL ÜRGANU,lf D!AlliCTJCUM BT RHETORJCU,l f (1579)

El Organum dia!ecticum et rbetoricum fue editado por primera vez en 1579,


y sólo fue reeditado una vez, con mínimas correcciones, en 1588, dehido proba-
blemente a la negativa del propio autor a que se publicara de nuevo174 . Francis-
co Sánchez cita frecuentemente este tratado en su obra De nonnullis P01phyrii
aliorumque in dialectica erroribus scholae dialecticae, de 1588, cuyo contenido,
como ya hemos expuesto, fue el principal motivo de los que provocarían el
segundo proceso inquisitorial contra su persona. Además, el Organum presenta
una clara afiliación ramista (aunque Petrus Ramus no es citado ni una sola ve2),
y el autor francés había sido repudiado por heterodoxo en la Universidad de
Salamanca al menos desde 1568, momento en el que se llevó a cabo la investi-
gación inquisitorial para descubrir si alguno de los profesores salmantinos man-
tenía correspondencia con él. La orientación ramista del tratado, así como la aso-
ciación al controvertido De nonnultis, causaron p robablemente las reticencias del
Brocense con respecto a su propagación175.

me rece por esto. que no si de su cabeza lo compusiera, como lo afirma Horndo e n MI Arte Poética"'
(citado por A. Gallego Morrell, op. cit., pp. 23-24).
m Cfr. l. Merino Jerez, La pedagogía en la Retórica del Brocense, cit., pp. 305 y rr- 303-3 t O,
donde se alude a los testimonios que muestran la resistencia del Brocense a impartir clases de com-
posición práctica, soportando incluso sanciones económicas por ello.
m F. S:ínchez de las Brozas, Aphtonii sophistae pro8)'mnasmata rhetorica. Rodolpho Agri.cola
Phrisio inte,prete. Cwn scholii nuper addltis per .Frcmciscum Sa,,ctium Brocensem rhetorices pr<¡/"es-
sorem, cit.
17
J Cfr. L. Merino Jerez, La pedagogía en la Retórica del Brocense, cit., p. 310.
1 4
' Cfr. C. Chaparro Gómez, "Introducción'º al Organum dialecticum et 1·betoric11111. cit., pp. 163-
164.
175
Cfr. al respecto C. Ch:1parro Gómez, "'lntroducción·· al Orgarmm dialectic11m et rbetoricu111.
cit., pp. 164-165.
118 ALFONSO MARTÍN JIMÉNEZ

Corno hemos indicado, las principales novedades del Organum con respecto
al De arte dicendi se producen en las consideraciones sobre la d ialéctica y la
retórica expuestas en la salutación inicial a sus hijos y en el prólogo, en la
ampliación del conten ido de la inventio y en el tratamiento del silogismo dentro
de la dispositio. El apartado de la elocutio permanece idén tico en lo esencial en
las dos obras, por lo que nos limitamos a continuación a valorar las diferencias
mencionadas.

3. 3. l. Salutación y prólogo

En e l Organum dia/ecticum et rhetoricum176, el Brocense saluda en primer


lugar a sus h ijos, haciéndoles algunas recomendaciones, y desarrolla después
algunas cuestiones previas al libro primero sobre la inventio. En la salutación a
sus hijos recuerda la manera en que demostró la ceguera de los gramáticos en
una obra anterior177, y expresa su propósito de demostrar igualmente qué erro-
neamente se han colocado hasta la fecha los preceptos retóricos y dialécticos:

,[. ..] pues los ré tores, al recomendar su arre, han invadido los límites ajenos, rei-
vindicando para sí la invendón, la disposición, la memoria y la acción junto con
la elocución, así como e l dominio de las leyes y de cada uno de los tipos de filo-
sofía.•11H

El Brocense expresa bien a las claras el carácter interdisciplinar de la retórica


en sus orígenes, que se servia de los contenidos de varias artes para la elabora-
ción del discurso, pero cree necesario, a la manera ramista, delimitar el ámbito
de cada disciplina, lo que a la larga acarrearía la pérdida del carácter interdisci-
plinar y persuasivo de la retórica y su linúta.ción al ámbito de la elocutio.
A continuación, expone que ha reducido a nueve los recursos argumentativos
de la ínventio, frente a los ciento cincuenta y nueve de Aristóteles, los veinti-
cuatro de Agrícola, los veintidós de Temisrio o los d ieciséis de Cicerón, mos-
trando así su intención de simplificar al máximo el contenido de esta operación
sin que deje de ser útil para ayudar a encontrar los argumentos <le cualquier
género <le saber. Como pone de manifiesto el propio título de la obra (Organum
dialecticum et rbetoricum cunctis disciplinis utilissimum ac necessarium), el pro-

176
Para el análisis del Organu.m dialecticwn el rhetoricum utilizamos la edición bilingüe latín-
nL,;tellano de las obras retóricas del Rrocense: F. Sánchez de las Brozas, Obras J. Esc1itos retóricos, cit.,
en la que, además del De arte dicendi, se incluye la edición crítica del Organum realizada por César
Chaparro Gómez. Dicha edición se basa en las versiones del Organu.m de 1579 y 1588. Ésta presen-
ta mínimas variaciones con respecto a la edición anterior, correspondientes a algunas correcdones
efectL1:1cbs expresamente por el propio autor, que Ch,1parro Gómez incorpora señalando e l cambio.
77
' Se refiere a sus Institutiones latinae. Mirzeroa seu de linguae /atinae causis el e!egantia (1562),
cit.
'"' "[...) nam rhetores, ut anem suam commendarent, in alienos limites inuase runt, invenrioncm,
dbpositioncm, memoriam, actionem cum elocutione, atque adeo legum et utriusque philosphiae peri-
tiam sibi uindicantes" (OrRanum , cit., pp. 180-181).
RETÓRICA Y UTERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 119

pósito del Brocense es ofrecer los argumentos d ialécricos útiles y necesarios para
cualquier disciplina. A su juicio, por lo tanto, la dialéctica, aderezada por los
.mecanismos formales de la retórica, constituye la discip lina básica de la que pue-
den y deben servirse las demás:
•Nosotros incluimos en nueve lugares la totalidad de las disputas producidas en
cualquier género de saber, a fin de que no haya ningillna de índole teológica, físi•
ca, ética, médica y de uno y otro tipo de derecho que se aparte de estos nueve
lugares de argumentación. De ahí que si un diligente teólogo quisiera sustituir los
ejemplos de la Sagrada Escritura por los ejemplos de Cicerón o Virgilio por nú cita-
dos, dispondrá de una dialéctica y retórica adecuadas a todos los lugares ck la
Sagrada Escritura. Idéntico será el juicio acerca de ambos tipos de derecho y de
otras artes.• 179

En estas palabras se observa con claridad la estrecha relación que mantenían


en la época todos los ámbitos del conocimiento, en el que se incluía como uno
más (la mención de Virgilio lo refrenda) el literario. Y aunque la primera finali-
dad del tratado queda así claramente expresada (ofrecer una síntesis de todos los
lugares de argumentación dialécticos útiles a cualquier disciplina), tendremos
ocasión de comprobar hasta qué punto los preceptos son expuestos para mos-
trar su util idad en la interpretación literaria. Si en el De arte dicendi se expresa-
ba explícitamente esta finalidad, el propósito del Organum, a juzgar por el modo
de proceder del Brocense, parece ser el mismo. En efecto, en el Organurn tam-
bién serán ejemplificados casi todos los preceptos con citas de poetas y orado-
res, de manera que el esfuerzo sintético del Brocense parece no sólo encamina-
do a ofrecer un tratado pedagógico de argumentación dialéctica, sino también un
instrumento para comprender los textos poéticos y oratorios de los autores de la
Antigüedad.
Para acabar su salutación, parafresando un texto de Horado ("et Jragili quae-
rens inlidere dentem offendet solido" 180), el Brocense da muestras de su carácter
impulsivo, acometiendo contra sus detractores y criticando a aquellos que bus-
can en la dialéctica y en la retórica argumentos para alejarse de la verdad:
-Dejen pues, los picapleitos 'de clavar sus envidiosos dientes en cosa dura', a
cuyos graznidos yo procuraré repsonder no más que si nunca hubieran nacido.
Vosotros, sin embargo, que soportáis a disgusto que vuestro pa<lre, ausente, sea
criticado, podréis luchar a bue n recaudo con estos dardos y escudo contra la Hidra
de lema, esto es, contra las cabezas puJulanres de los sofistas. Adiós., 181

179 ·Nos universam in omni disciplinarnm genere disputationem nouem \ocis inclusimus. ut null;1 s.it

1heologica , physic..i, ethic-,1, me<lica a¡que etiarn utrinsque iuris disputalio, quae non ex nouem his locis
eniatur. Unde, si diligens theologus pro exemplis Ciceronis aut Virgilii a me ci1atis S~crne Scriprurae tielit
exempla suppnere, dialecticam er rheloricam habebit omnibus Sacrae Scripturae locis accommodacam.
ldem de utroque iure atque aliis facultatibus esto iudicium·· (Organum, cit., pp. 180-181).
180 Sat. n, 1, 77.
1~ 1 ··Desinant ergo uitiligatores Huidos illidere dentes solido, quibus ego gannitibus non magis

quam si nati nunquam fuissent respondere curabo. Vos rnmen qui patrem uestrem ,1egre p~1iemini
absenlem uellicari his et sculo et iaculis coma Hydram Lernaeam. i<l est sophbcannn pullulantia capi-
Ul, cuto poetritis dimicare. Valete."' (Organum, cit., pp. 180-181).
120 ALFONSO MARTfN JIMÉNEZ

El Brocense anuncia así su intención de realizar un tratado propio para un


tipo de argumentación basada en la verdad, más que en la verosimilitud artifi-
ciosa de los sofistas. Esta idea se repetirá, significativamente, al fmal del prólogo.
La defensa de la verdad por encima de la verosilimitud se relaciona con la nueva
conce pción sobre la delimitación de las artes y la importancia de cada una. La
búsqueda de la verdad se presenta como el designio central de la renovada argu-
mentación dialéctica, frente a una verosimilitud que era esencial en la Antigüe-
dad para la eficacia de los d iscursos retóricos. La atribución de la inventio y la
dispositio a la dialéctica irá así en detrimento de la técnica de la persuasión retó-
rica basada en la verosimilitud, por lo que la antigua retórica será progresiva-
mente desposeída del fin persuasivo para el que fue creada, quedando limitada
cada vez más a un tratado sobre el estilo y la ornamentación.
Tras esta salutación a sus hijos, realiza una serie de pequeños apartados intro-
ductorios, cuyo conjunto constituye el prólogo. En el primero de ellos, que apa-
rece bajo el título "La dialéctica ha de ser tratada en primer lugar", explica que
esta disciplina, también llamada lógica, es el instrumento del que se sirven todas
las demás, por lo que ha de ser enseñada antes que las otras, con excepción de
la gramática. El Brocense asume así, aunque sin especificar sus fuentes, el orden
de la enseñanza propuesto por Agrícola y Vives, pero no por Ramus, quien,
como vimos, anteponía el estudio de la retórica al de la dialéctica182• En opinión
del Brocense, el arte imita la naturaleza, y el orden natural dicta que primero
hablemos, después razonemos y por último adornemos el discurso. Así pues,
debe ir en primer lugar la gramática, que enseña a ordenar las palabras, después
la dialéctica para disponerlas racionalmente y finalmente la retórica, que queda
limitada al mero adorno de las palabras mediante figuras elocutivas.
En el apartado titulado "Las partes de la d ialéctica son dos: invención y dis-
posición", el Brocense explica que el fin de la dialéctica es usar un método racio-
nal o la misma razón (que para Platón representan lo mismo). La razón se encar-
ga de descubrir los argumentos y, a continuación, de disponerlos o juzgarlos, lo
q ue corresponde respectivamente a la invención y la disposición. Para justificar
la asignación de estas dos operaciones a la dialéctica, recurre de manera forzada
a unas palabras de los Topica de Cicerón 183, así como a la atribución que Aristó-
teles realiza en sus Analytica posteriora de la invención y la disposición tanto al
autor de la demostración como al pseudógrafo ("el que designa de forma ine-
xacta") y al sofista, concluyendo que esas dos operaciones son parte de la dia-
léctica. El recurso a estos autores resulta poco convincente. Cicerón admitía las
cinco operaciones retóricas, mientras que las palabras de Aristóteles (tomadas de

'"' El plan tle estudios de Petrus Ramus aparece en su Pro philosophica disciplina oralio, cit.. de
1550, por lll que es posterior a los Dialectici commentarli libri tres, de 1546. obra en la que se basa
e l Brocense al desarrollar sus ideas de inspiración ramista.
lri.{ La cica de Cicerón es la siguiente: "'Al tener todo método exacto de discusión dos partes, una
descubrir los argumenms, y otra juzgarlos, en uno y otro caso, Aristóteles fue, en ,ni opinión, el ver-
dadero inspir.idor." ("'Cum ratio omnb diligens disserendi duas habeat panes, unam inuenendi, alte-
ram iudicandi; utriusque prínceps, ut mihi quidem uidetur, Aristoteles fuit") Cfr. Organum, cit. , pp.
182-183.
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 121

una obra en la que también Ramus se inspira para proponer su terminología de


analysis y genesis) no indican de ningún modo que la retórica carezca de inven-
ción y d isposición184. El propósito del Brocense no parece otro que disimular la
verdadera afiliación ramista de la postura que defiende, y para ello nada me jor
que silenciar completamente el nombre de Ramus (repudiado en la Universidad
de Salamanca al menos desde la investigación inquis itorial de 1568), tratando de
justificar su concepción a través de las palabras de dos ele los autores más reco-
nocidos en materia retórica de la Antigüedad.
Al desarrollar el siguiente apartado, titulado "Las partes de la retórica son dos:
elocución y acción", el Brocense realiza una distinción e ntre el rétor y el orador.
El primero se limita a adornar y pronunciar el discurso, mientras que sólo puede
ser denominado orador el que es versado e n todas las disciplinas. Recurre así a
un tópico, el del artista como sabio universal, que e n la época también fue asig-
nado a los poetas185, y concluye que la retórica, como la gramática, es sólo una
pequeña parte del oficio del orador.
As imismo, rec haza las razones de los pocos autores que han dividido la retó-
rica en cinco partes. A este respecto, trae a colación la distinción de Cicerón entre
la invención y la disposición del lógico, quien sólo produce credibilidad, y las
del rétor, quie n intenta además mover los ánimos. A esto responde que el arte
de la invención y la disposición es única y adecuada a cualquier tipo de saber, y
perte nece a la dialéctica, ya se trate de los géneros laudatorio, suasorio o judi-
cial, justificando su planteamie nto e n los siguientes términos:

•Y de la misma forma, así como la elocución en la filosofía, teología o poesía


no es otra que la existente en la oratoria, de esa manera la invenció n y la disposi-
ción son propias de la dialéctica en cualquie r sitio que se e ncuentren. Y si el ora-
dor consigue mover el ánimo de los oyentes, lo tiene que hacer a partir de recur-
sos dialécticos, como son la persona, el lugar, el modo, el tiempo y las causas., illi,

En esta exposición se refleja claramente la concepción de la época sobre la


elocuencia como requis ito común a la expresión de cualquier tipo de conoci-
miento, y se observa además con claridad el proceso que privaría a la retórica en
el Re nacimie nto de su capacidad pe rsuasiva, convirtiéndola en un mero arte de
la ornamentación del que podían servirse codas las disciplinas y, muy especial-
me nte, la poética y la literatura. Pero como era preciso situar e n algún s itio la

184
El propio Aristóteles afirma en su Retón·ca: "Puesto que tres son las cosas que hay que tratar
acerca del discurso: lo uno, de dónde se sacarán los medios de persuasión; lo segwido, sobre la elo-
cución; lo tercero, cómo es preciso disponer las partes del discu rso" (Aristóteles, Retórica, cit., III,
1403b, 1-4),
185
La exigencia al poeta de un saber enciclopédico se debía e n parte precisamente a la impor-
tancia que e l tópico había adquirido en la retórica. Cfr. al respecto A. García Berrio, Formación de la
Teoría Litera,ia moderna 1, cil., pp. 300-310.
86
' " (...] eodemque pacto quemaclmoclum elocutio in philosphia, theologia siue p<lesi non cst alia
quam oratoria, sic inuentio et disposirio dialecticae sunt ubicumque reperiantur. Quod si omt.or ;iud i-
tonim animis motum adíen, e_x locis dialecticis, persona, loco, modo, tempore, causi~ haurit disputa-
tionem" (Organum, cit., pp. 184-185).
122 ALl'ONSO MAlffÍN JlMÉNEZ

persuasión defendida por los clásicos, el Brocense aduce que ésta corresponde
a los argumentos sacados de la dialéctica, lo que representa una clara confusión
entre el ámbito de lo demostrable propio de la lógica y el ámbito de lo opinable
caracte rístico de la retórica. En efecto, el propósito original de la retórica no era
el e.le deducir racionalmene la naturaleza de las cosas, sino el de convencer a toda
costa al oyente de la posrura defendida por el orador, sirviéndose para ello de
cualquier tipo de recursos. Por eso la reducción e.le la retórica a la elocutio actúa
a la larga en detrimento del arte de la argumentación, ya que ésta no encuentra
un fácil acomodo en los estrechos límites de la demostración que impone la dia-
léctica.
El Brocense expresa a continuación la necesidad de que el ámbito teórico de
todas las artes sea claramente delimitado para su enseñanza, aunque en la prác-
tica se produzca la conjunción de los preceptos de las diversas disciplinas, asu-
miendo nuevamente los postulados ramistas. Esta necesidad de delimitar el ámbi-
to de las disciplinas sería nuevamente invocada, como hemos señalado, en el
capítulo II de la Mineroa de 1587. Y s i los ré to res han dedicado su atención a la
invención y a la disposición, es debido en su opinión a q ue aún no habían sido
redactados los preceptos dialécticos cuando comenzaron a hacer discursos, y al
tener que valerse de la invención y la disposición invadieron un campo ajeno.
Así, e l carácter interdisciplinar de la retórica en sus orígenes no es comprendido
por el Brocense, que habla de intrusión en lugar de aprovechamiento de los pre-
ceptos de las distintas artes.
Por lo que respecta a la memoria, considera q ue no es propia de ninguna dis-
ciplina, y ru siquiera el ré tor precisa de ella, ya que es posible escribir magnífi-
cos d iscursos s in llegar a pronunciarlos, como hizo Isócrates. La actio y la pro-
nu ntialio deben ser relegadas a los actores de las piezas teatrales (lo que
relaciona una vez más la retórica con el ámbito de lo literario), ya que rétores y
poetas pueden llegar a ser perfectos en soledad y sin ser escuchados por nadie.
Pese a todo, como la acción es en palabras de Cicerón una especie de elocuen-
cia del cuerpo, el Brocense la une a la elocuencia, dividiendo por ello la retóri-
ca en dos partes: elocución y acción . De esta forma, vuelve a recurrir a Cicerón
para justificar su adhesió n a los p resupuestos de Ramus, al que tiene m ucho cui-
dado en no citar.
En el apartado tirulado "Diferencia e ntre la dialéctica y la retórica", el Bro-
cense hace referencia a la definición de Aristóteles de la retórica como antistro-
fa o correlato de la dialéctica, y al cambio de Cicerón consistente en sostene r que
es la dialéctica la antistrofa de la retórica. Sin embargo, estas afirmaciones deben
ser probadas. Rechaza las razones de quienes creen que la retórica versa sobre
asuncos de deliberación y la d ialéctica sobre cualquier tema, pues si a la dialéc-
tica le compete cualquier asunto no le quedaría ninguno a la retórica. Tampoco
cree en la dislinción e ntre tesis, o tema general propio de la dialéctica, e hipótesis,
tema panicular propio de la retórica, criticada por Cicerón en el libro segundo
del De oratore. Asimismo, ridiculiza el clásico eíemplo de Zenón que asemejaba
la dialéctica al puño y la retórica a la mano extendida. La verdadera d iferencia
entre ambas disciplinas estriba en su finalidad: el uso de la razón e n e l caso de
la dialéctica y e l adorno del discurso en el de la retórica.
Rl:.1'ÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 123

A las posibles objeciones basadas en la distinta naturaleza del discurso retóri-


co (compuesto de exordio, narración, prueba y epílogo) y del discurso dialéctico
(formado en su totalidad por silogismos), responde que el exordio y el epílogo
están encaminados a mover los ánimos y provocar sentimientos, cosa esta última
propia también del método dialéctico, mientras que la narración y la prueba están
dirigidas a la enseñanza y afectan aún en mayor medida a dicho método. Nos
encontramos así con la necesidad de realizar un cambio esencial en la naturaleza
del discurso dialéctico. Si tradicionalmente éste había sido elaborado por medio
de razonamientos silogísticos, tras la adscripción de la dispositio a la dialéctica
debe albergar en su seno las partes del discurso como si le fueran propias.
En el siguiente apartado introductorio, titulado "Sobre los recursos y silogis-
mos", anuncia que, en aras de la elaboración de una verdadera d ialéctica, no ten-
drá en cuenta los distintos tipos de sofismas, lo que supone una negación de una
serie de elementos que no tienen pertinencia en el dominio de la demostración,
pero sí en el ámbito de lo opinable. De esta manera, y pese a los esfuerzos ante-
riores por incluir la argumentación sobre lo opinable en el ámbito de la dialécti-
ca, el Brocense deja entrever su auténtica concepción de la misma, limitada al
campo de la demostración. Y esto parece confirmarse en la despedida final,
incluida en el último apartado preliminar sobre los términos, cuando afirma que
"si sólo se pondera la verdad, nosotros hacemos entrega de una dialéctica y retó-
rica verdaderas, íntegras y más ricas que todas las demás"187 . El Brocense incide así
en la idea expresada al final de la salutación a sus hijos, en la que anteponía la ver-
dad a los falsos designios de los sofistas. Esta defensa de la verdad, propia dd
ámbito de la demostración, es profundamente ajena al propósito argumentativo
que la retórica tenía en sus orígenes, más preocupada por lograr la verosimilitud
que por ajustarse a la verdad. Así, la reestructuración de las d isciplinas del trivium
produce necesariamente la pérdida del carácter argumentativo de la retórica.
De esta introducción se desprende que el Organum dialecticum et rhetoricum
se adecúa completamente a la distribución ramista de las operaciones discursivas
entre la dialéctica y la retórica. Si en el De arte dicendi no se aceptaban en su
totalidad los presupuestos ramistas de los Dialectici commentarii libri tres, en el
Organum se asumen enteramente. Además, el apartado de la elocutio es idénti-
co en lo esencial en el De arte dicendi y en el Organum, por lo que la Rhetori-
ca de Omer Talon sigue siendo la hase en la que se apoya el Brocense. Así, sin
renunciar a adoptar posturas originales en aspectos determinados (como la tms-
lación a la gramática de las figuras de construcción), el Organum dialecticum et
rhetoricum está profundamente influido en su conjunto por el pensamiento de
los autores ramistas: la impronta de su dialéctica se deja sentir claramente en los
apartados de la inuentio y la di:,positio del Organum, mientras que 1a retórica de
Talon es la base asumida para elaborar el apartado de la elocutio181'.

187
" •• . nos ucr-am integramque el prae aliis omnibus copiosiorem dialeclicam el rhelorkam. si
modo uemm expenda1ur, tradidisse" (Orga111un, cit., pp. 190-191) .
188
Como expone Kees Meherhoff, los autores ramistas habían de~arrollado un método dialéclico
particular a partir de la Lógica de Arislóteles y una retórica elocutiva esencialmente ciceroniana. Cfr.
al respecto K. Meerhoff, Rhétoriqne el poétiqtte au XVI' siecle en France, cit., p. 181 .
124 ALFONSO MARTÍN JTMÉNEZ

La reducción de la retórica a la elocutio y a la menos atendida pronuntiatio,


que implica la pérdida de la capacidad persuasiva tradicionalmente asignada a la
disciplina, propicia su asimilación con la poética y la literatura, por Jo que esta
ohra supone un testimonio consumado de la reducción de la retórica en el siglo
XVI. Y aunque en esta ocasión el Brocense no se refiere explícitamente a la uti-
lidad de su manual para la interpretación de tas obras literarias, el Organum
mantiene en lo esencial (con la excepción de los prólogos, el apartado dedicado
a la inventio y el tratamiento de los silogismos en la dispositio), la configuración
del De arte dicendi, elaborado para interpretar los escritos de poetas y oradores.
Nos encontramos así con que la dialéctica, d isciplina no asociada tradicional-
mente a la literatura, puede suministrar e lementos de análisis de las obras litera-
rias. Pero tendremos ocasión de comprobar hasta qué punto esto es así en e l exa-
men de cada uno ele los apartados retóricos y dialécticos que realizamos a
continuac:;ión.

3. 3. 2. La inventio

En el Organurn dialeclicum et rhetoricum aparecen importantes novedades


en el capítulo dedicado a la inventio, ya q ue la lista de elemen tos que p ueden
proporcionar argumentos es aumentad a considerablemente con respecto a la
q ue aparecía en el De arte dicendi. Aunque e l Brocense considera ahora que
la inventio es parte de la dialéctica, sigue distinguiendo en su interio r dos par-
tes: una dedicada a la invención d ia léctica y otra consagrada a la invención
especial o re tórica. Este segundo apartado se mantiene idéntico en lo esencial
al del De arte dicendi, y la primera parte dedicada en esta obra a la invención
general en torno a la persona y a los hechos es incluida en un apartado de los
que configuran la invención dialéctica del Organum. El Brocense incurre así
e n una clara contradición, ya que no se atiene en el desarrollo de su manual
a las ideas teóricas q ue expone en la introducción. Así, tras desarrollar la
invención dialéctica y afrontar la "invención de los rétores" el Brocense afirma
lo siguiente:

-Expuestos todos los recursos de donde se extraen los argumentos, podría


parece inútil e innecesaria una disertación acerca de la invención de los rétores.
Sin embargo, porque está muy arraigada la opinión de que, como hay constituidos
tres géneros de causas, también se dan tres situaciones (de conjetura, de definición
y de cualidad), para que no parezca que en esta parte reducimos el contenido,
desarrollaremos todo esto, sea lo que sea, con interés y hasta con más claridad que
otros-•W>.

9
'" ·Expositis locis omnibus unde argumenta eruantur, inutilis ac super uacua posset uideri de
rhccorum inuentione disputatio. Sed quia inueterata opinio inualauit, ut tria genera causarum con~-
tituanrur, deinde tres stauts (conie<.:turae, fínilionis, qualitis), ne hac in parte uideamur deminuti, dili-
g,mter arque acleo diluddius quam alii tonim hoc, quidquid es1, exequemur· (Organum, cit., pp.
258-26'1 ).
RJ:.'TÓKICA y LffERATIJJ{A F.N El. SIGLO xvr: F.L BROCENSE 125

De esta forma, su argumentación teórica inicial sobre la pertenencia de la


invención a la dialéctica contrasta con la realidad práctica de los hechos, pues el
Brocense se ve obligado a incluir en alguna parte una serie de contenidos, los
de la invención especial o retórica, que no tienen cabida en la dialéctica. Y es
que los elementos incluidos en la invención retórica, relacionados principalmen-
te con la oratoria jurídica, pertenecen claramente al ámbito de lo opinable, y difí-
cilmente pueden encuadrarse en el dominio de La demostración dialéctica. Por
ello, el Brocense no tiene dificultades para adjudicar de manera teórica la inven-
ción a la dialéctica, pero a la hora de desarrollar su manual se encuentra con que
dicha atribución deja una serie de contenidos sin asiento en ninguna disciplina.
Si la invención no es parte de la retórica, sino de la dialéctica, ¿dónde situar los
contenidos de la invención especial, que no tienen cabida en 1a d ialéctica y no
pueden ser atribuidos a una retórica reducida a la elocutio y la pronuntiatio? La
solución no puede ser sino contradictoria, dado que la argumentación inicial falla
por su base. En efecto, no todos los elementos de la invención retórica se pue-
den incluir en la dialéctica, y cuando el Brocense se enfrenta con esta realidad
se ve obligado a incluir en su manual un apartado dedicado a los contenidos más
específicos de la invención retórica, pese a sostener teóricamente que pettene-
cen a la dialéctica. Por eso ha de definir los elementos de la invención retórica
mediante esa expresión ambigua, quidquid est, "sea lo que sea", con la que inten-
ta salvar inútilmente la contradición entre el pensamiento teórico expuesto en la
introducción y la realidad que se le presenta.
Hecha esca precisión, exponemos el esquema general que presenta la inven-
ción en el Organum 190:

A) INVENCIÓN DIALÉCTICA:
l. Causas:
- Final.
- Formal.
- Eficiente:
• absoluta y auxiliar;
• procreante y conservante;
• espontánea y no espontánea (costumbre, voluntad, ira, pasión, suerte,
naturaleza y violencia).
- Material.
2. Efectos.

3. Sujetos y 4. Adjuntos:
- Accidentes.
- Objetos.

190
Cfr. e l esquema de C. Chaparro Gómez, "Introducción" al Orgcmwn dialeclic11m et rhetvricum,
cit., pp. '165-169, con respecto a l cual realizamos algunas modificaciones de cara a su comparación
con el que hemos presentado de la invención en el De arte diendi.
126 ALFONSO MARTI JIMÉNEZ

- Circunstancias:
• la persona: nación, patria, familia, sexo, nombre, edad, dignidad o condi-
ción, educación, hábitos, afectividad, aficiones, po,te, bienes
del alma, bienes del cuerpo, bienes externos, hechos, sucesos,
dichos y muerte;
• el lugar;
• el tiempo;
• el modo;
• la causa.
5. Comparados: de igualdad, de superioridad y de inferioridad.
6. Opuestos:
- Contrarios:
• adversos;
• relacionados;
• privativos;
• contradictorios.
- Repugnantes.
7. División: por las causas, por los efectos, por los sujetos, por los adjuntos.

8. D~finición: propia (sobre el nombre o sobre la cosa) o impropia.


9. Testimonios: divinos o humanos y comparaciones.

B) INVENCIÓN ESPECIAL
l. Cuestión conjetural: rechazo, alegación, intención, potestad, comprensión,
justificación, refutación, enmascaramiento, inversión y cualidad común
(lo útil y lo honesto).

2. Cuestión definitoria: exposición, delimitación, delimitación contraria, razo-


namiento, intención del legislador, amplificación, comparación, asunción,
rechazo, justificación, cualidad común e intención de la persona.

3. Cuestión cualitativa:
- Racional:
- sobre un hecho futuro: planteamiento pragmático;
- sohre un hecho pasado:
• planteamiento jurídico absoluto;
• planteamiento jurídico asuntivo: traslado, remoción y comparación o
concesión de la culpa.
- Legal (sobre un escrito): ambigüedad, texto y significado, leyes contrarias
y razonamiento.
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCE.NSE 127

Como podemos observar, el Brocense sintetiza en nueve apattados los lugares


de la invención dialéctica en los que se pueden hallar .los argumentos, incluyen-
do en las circunstancias relacionadas con dos de ellos, los sujetos y los adjuntos,
los elementos correspondientes a la persona y a los hechos de la invención gene-
ral expuestos en el De atte dicendi. En esta organización, una vez más, se obser-
va la influencia de los postulados de los autores ramistas, quienes habían efec-
tuado una división similar de los argumentos de la invención d ialéctica 191 . Como
consecuencia, el libro primero dedicado a la "invención general" en e l Organum
dialecticum et rhetoricu,m presenta profundas modificaciones con respecto al
apattado correspondiente del De arte dicendi. Por lo demás, el apartado de la
"invención retórica" es idéntico al que aparece en el De arte dicendi, pese a la
contradicción que ello representa con respecto a los postulados teóricos en los
que ahora se basa. Y los argumentos relativos a la persona y a los hechos, que
constituían anteriormente la "invención general", son incluidos en el nuevo y más
amplio apartado de la "invención dialéctica". Así pues, sólo es preciso analizar
las novedades incluidas en este último apartado.
Al comenzar a tratar la invención dialéctica192 , el Brocen se realiza algunas
consideraciones sobre las cuestiones conjetural, definitoria y cualitativa, y
expone después la diferencia entre la tesis, o tema general, e hipótesis, o tema
concreto. Ambas cuestiones habían sido ya tratadas en e l De arte dicendi. Y si
en esta obra ya había prescindido, al menos teóricamente, de la distinción que
asociaba la tesis a la d ialéctica y la hipótesis a la retórica, en su nuevo tratado
insiste en que ambas cuestiones, como toda invención y disposición, p ertene-
cen a la d ialéctica. Se refiere también, como hiciera en el De arte dicendi, a la
negación de Cicerón de los tres tipos de géneros oratorios establecidos por
Aristóteles193 , y ofrece la definición de la invención ("procedimiento para
encontrar los argumentos que prueben la cuestión") y del argumento ("demos-
tración de la cuestión"). Dado que ningún tema puede probarse por sí mismo,
hay que buscar algo asociado a lo que se quiere probar para argüido como
prueba. Este tercer elemento es el argumento, que puede ser interno o externo
a la cuestión. Los internos, que están insertos en alguna parte de la cuestión,
pueden ser •primeros• o ,derivados de los primeros". Los •prime ros• son los que
explican con propiedad la cuestión, e incluyen las causas, los efectos, los sujetos
y los adjuntos. Los «derivados de los primeros• provienen de los anteriores, y
son los comparados, los opuestos, las divisiones y las definiciones. Por último,
los argumentos externos se obt.ienen de los testimonios divinos o humanos y
de las comparaciones. Dentro del apartado dedicado a los argumentos internos,
los seis primeros citados son simples, mientras que las divisiones y las defini-
ciones son compuestos.

''" Cfr. P. Ramus, Dicilectique, ed. <le M. Dassonville, Geneve, Dmz, 1964 y F.. Artaza. /;/ "ars
narrandi" en el siglo XVI espmiol, cit., pp. 216-217.
m Dicha parte ocupa las páginas 193-259 del Orgci1111111 dit1lecticu111 et rbetoricum, cit.
193
F.n la edició n de J 579 Francisco Sánchez mantiene la negación <le los tres géneros que ya
había expresado en d De ane dicendi. F.n la edición de 1588, sin embargo, admite que dicha divi-
sión pui:<lt: ser úril para la cnsi:ñanza. Cfr. Organum, cit. , p. 195, nota 26.
128 ALFONSO MAfffÍN JIMÉNEZ

Empieza el Brocense refiriéndose a las causas, o principios gracias a los cua-


les algo existe. Como advierte Breva-Claramonte, "he studies Aristotelian ideas
quite freely, brushing aside traditional interpretations; this may be noted in his
discussion of Aristotle's four causes"194. Así, adopta la clasificación aristotélica de
las causas, que contempla las causas final, formal, eficiente y material, pero las
desarrolla de manera original.
La causa final es aquello por lo que algo se hace, es la más noble de todas y
a ella hacen referencia las demás. No olvidemos que en la introducción del Orga-
nu m había diferenciado la dialéctica y la retórica precisamente por su finalidad,
rechazando cualquier otro tipo de distinción basada en otros aspectos. En este
momento, retomando su razonamiento inicial, inc;iste en que el fin de la retórica
es el •bien hablar•, y el del orador convencer con la palabra. En la misma intro-
ducción, había distinguido al rétor, encargado simplemente de adornar el d iscur-
so, del orador, hombre versado en todo tipo de disciplinas. •Convencer con la
palabra•, en consecuencia, es oficio del orador, pero no del rétor ni de la retóri-
ca, que se limita al •bien hablar-. la retórica es desposeída de esta manera, al
menos desde un punto de vista teórico, de su capacidad persuasiva, basada en
la argumentación sobre lo opinable.
Sin embargo, ya hemos observado cómo en el De arte dicendi se incluía un
apartado de la invención de los rétores, dedicado a las argumentaciones de tipo
fundamentalmente jurídico que se apoyan en lo opinable (interpretación de escti-
tos ambiguos, recmso a la supuesta intención del legislador, leyes contradictorias
que pueden ser valoradas de distintas maneras, etc.), y dicho apartado se man-
tiene, aunque sin una justificación convincente, en el Organum dialecticum et
rhetoricum. En estos manuales se observa así la presencia complementaria y a
veces contradictoria de las distintas concepciones que a lo largo de la historia se
han tenido de la retórica, considerada sucesivamente como arte de la persuasión,
arte del bien hablar o arte de la ornamentación. En este apartado del Organum,
el Brocense insiste en que la retórica es el arte del bien hablar, cuando en la
introducción había explicado que su fin, una vez reducida a la elocutio y la pro-
nuntiatio, no era otro que la ornamentación. De esta forma, concibe la retórica
como ars bene dicendi y como ars ornandi, pero la influencia de la concepción
clásica de la retórica como a1te de la persuasión determina el mantenimiento de
un apartado, el de la invención retórica, que contradice los presupuestos teóri-
cos que de fiende explícitamente. Por ello, aunque recoge la tradición postcice-
roniana de la retórica como ars bene dicendi, y se adhiere a los presupuestos de
la disciplina corno ars ornandi, instaurados e n la etapa medieval y llevados al
extremo en e l siglo XVI por la reducción retórica a la eloculio propugnada por
los ramistas, no <leja de tener en cuenta la primitiva concepción de la retórica
como arte de la persuasión. Así, dedica un apartado específico a los contenidos
más d irectamente relacionados con la argumentación soble lo opinable, pese a
que e llo suponga contradecir los propios principios teóricos en los que se basa.

,•.,. M. J3reva-Claramonte, Studies in rhe history o/Linguisl'ics, Amsterdam-PhiJadelphia, Benjamins,


1983. r>· 19. Vid. además C. Chaparro Gómez, '·Introducción'' al Organum dialeclicum et rheto,·icum,
cit., p . 197, nota 28.
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 129

Por lo demás, los argumentos relacionados con la causa final se pueden


observar tanto en los escritos de Cicerón como en los de Horacio ("¿Para qué a
mí la fortuna , si oo se me concede usarla?"195) o Virgilio, cuando en la Eneida el
rey Latino intenta apartar a Turno de Eneas ("Ten en consideración los avatares
de la guerra"196). El Brocense advierte que en torno a esta nobilísima causa giran
todas las disputas filosóficas, ya que si se determina el fin se resuelve toda cues-
tión, y que la finalidad distingue todas las artes o disciplinas entre sí, expresan-
do una vez el afán de los humanistas por delimitar el ámbito de cada disciplina.
Siendo la causa final tan importante para la resolución de cualquier cuestión, no
es extraño que se intente esclarecer no sólo en relación con las artes y los escri-
tos oratorios, sino también en las distintas situaciones de las obras literarias.
La causa formal indica Jo que es cada cosa y lo que la distingue de las demás.
Así, Cicerón alaba al hombre refiriéndose a s u causa formal, ya que es un ser
dotado de razón, pero también por la forma se alaban o vituperan los edificios
(Virgilio: "Había un palacio augusto, enorme, sostenido por cien columnas, / en
la zona intermedia de la ciudad, residencia regia del laurentino Pico, / rodeado
de horror por el bosque y el culto de los antepasados" 197), y es posible animar o
disuadir por la forma de una casa, de una nave, de un lugar, etc., de manera que
la causa formal se asocia a la descripción, como en otro pasaje que se cita de
Virgilio: "Ven aquí, Galatea, ¿a qué jugar tanto con las olas? / Ya está aquí la her-
mosa primavera, aquí derrama la tierra por las orillas de los ríos / las variadas
flores, aquí se inclina sobre la gruta el blanco álamo, / y entrecruzan sus som-
bras las flexibles vides"l 98 _ De esta forma, relaciona directamente la descripción
en los textos literarios con la causa formal que determina lo específico de las
cosas. Por extraño que pueda parecer que los autores literarios tuvieran en cuen-
ta los preceptos dialécticos de la causa formal al realizar sus descripciones, resul-
ta al menos evidente que se puede establecer una conexión, y de hecho el Bro-
cense la realiza, entre ambos aspectos. En rigor, no es descabellado pensar que
la enseñanza de estos preceptos pudiera influir en la determinación de lo esen-
cial de las cosas que describen los autores literarios 19'J_ Y en una época en que
las distintas disciplinas estaban estrechamente relacionadas como partes del saber
enciclopédico, no encuentra inconveniente alguno en valerse de tales preceptos
para interpretar la literatura.

195
Epist. 1, S, 12: "Quo mihifortunam, si non concedilur uli?'.
1
% Aen. XJI, 43: "Respice res bello uanas".
197
Aen. VII, 170-173: "Tectum augustum ingens, centum sublime columnis, / Urbejilit media,
f.aurentis regia Pici, / Hurrendum siluis et religion parentum".
196
Ecl. IX, 39-42: "Huc acles, o Galathea, quis es/ nam ludus ·i n undis.? / Hic uerpu,pureum.
uarios hic jiu mina circum / Fundit humus )lores. hic candida populus antro / lmminet et lentae
te.icunt umbracula ultes".
199 A propósito de la relación entre la precepúva retórica y la descripción literaria, L. López Gri-

gera ofrece el contenido del manuscrilO 6513 de la Biblioteca Nacional de Madrid, titulado "Catálogo
de las cosas que más/ comúnmente descriven los que/ predican", en el que se propone una lista 1.lt'
las particularidades que se han de mencionar al describir un río, un prado, una noche serena. etc
Como puede apreciarse por la simple exbtencia de este tipo de manuscritos, los lugares comunes de
la ret6rica (en este caso de las artes de la predicación) resultaban de utilidad en la descripción de la
naturaleza, y muchos de estos preceptos parecen haber sido seguidos por autores como GaJ"Cilaso. al
130 ALFONSO MAJrríN JIMÉNF.Z

Aunque no llega a afirmar explícitamente hasta el momento q ue los poetas se


hayan servido de los preceptos retóricos o dialécticos (cosa que hará, como
veremos, al tratar la dispositio en el Organum), sí expresa que éstos proporcio-
nan un método adecuado para el análisis. Y si una serie de preceptos de cono-
cimiento general son válidos en la interpretación, hay que considerar que su uti-
lidad proviene precisame nte de la incidencia que pudieran haber tenido dichos
preceptos en la elaboración de las obras. Por nuestra parte, creemos que si no
afirma por el momento en su manual que los preceptos son útiles para la elabo-
ración de las obras lite rarias, como lo expresa a propósito de la interpretación,
es porque lo considera tan evidente que ní se molesta en resaltarlo. Ello se dedu-
ce claramente del continuo aporte de ejemplos literarios para ilustrar los precep-
tos retóricos, incluso en los casos en los que la relación entre unos y otros, como
ocurre con las descripciones literarias y la causa formal, nos pud iera parecer
actualmente un tanto forzada. Sin embargo, esa asociación resultaba perfecta-
me nte lógica en la mentalidad de la época, y de hecho el Brocense la expresa
con toda naturalidad y sin necesidad alguna de justificarla.
Se emprende a continuación el tratamiento de la causa eficiente, que es aque-
lla por medio de la cual existen las cosas, y puede ser de tres tipos: si se tiene
e n cuenta la cosa que obra, se llama absoluta y auxiliar, si se atiende a la cosa
realizada, se denomina procreante y conservante, y si se contempla el modo de
obrar, puede ser espontánea o no espontánea. La causa absoluta es aquella por
cuya única acción se produce la cosa, como el fuego lo es del calor. La causa
auxiliar es la que p resta ayuda a otra o es ayudada por otra, y a este respecto el
Brocense se refiere a la opinión popular de que el dinero es la causa auxiliar de
todas las cosas, lo que le da pie a incluir una cita de Ho rado ("Es claro: esposa
con dote y confianza y amigos / y esti_rpe y belleza dona la reina pecunia / y al
bien adinerado Persuasión y Venus adornan"200) , o unos versos de Petronio. Pero
la causa auxiliar está presente en otras situaciones literarias, como ocurre en la
Eneida cuando Niso se confiesa único autor del asesinato: "¡A mí! ¡A mí! Soy yo
quien lo ha hecho, volved vuestra espada contra nú; / Rútulos, toda la culpa es
mía, él a nada se atrevió / nada pudo hacer"201• E incluso Marcial recoge en sus
epigramas las causas efectivas de una vida feliz a pa1tir de los bienes espiritua-
les, corporales y de fortuna 202. Una vez más, las citas del Brocense nos obligan a

describir e l Tajo en su 1,:c:1oga l11, o Fray Luis de León, al presentar una huerta e n De los nombres de
Crísto. TambiEn Cervantes hace uso de estos preceptos descriptivos en El Qu!iote, aunque en oca-
-~iones, <·01110 en el capítulo XVIIT de la segunda parte, se burle de ellos: ·'Aquí pinta el autor todas
las circunstancia~ de la casa de don Diego, pintándonos en ellas lo que contiene una casa de un caba-
llero labrador y rico; pero al traductor de esta hi5toria le pareció pasar esras y om1s semeja mes menu-
dencias en silendo". Cfr. al respecto L. López Grigern, l.a retó1ica en la Espa fia del Siglo de Oro, cit. ,
pp. 27-32. 148-150.
Z<lO J:.pist. 1, 6. 38: "Scilicet uxorem cum do1ejide111q1.1e et a micos / Et gen11s et formam regina pecu-
nia dona/, / Et bene 1111111matwn decora/ Suadela Venusque".
i<H Aen. rx. 427-429: "Me, m e, adsum qu.i feci. in m e conue1tite feni1m; / O Rutuli, mea fra11s
011mis. nibil iste nec ausus / Nec polltit".
i,,, --1.as cosas que hace n 1;1 vida más dichosa, / mi querido Marcial, son éstas: / una fortuna no

adquirida por el trnbajo, sino heredada, / un campo no ingrnco, un fuego perenne, / nunc.1 un pro-
RETÓRICA Y LJTERATURA EN El. SIGLO XVI: ÉL BROCENSE 131

realizar un esfuerzo para comprender la mentalidad de la época. Difícilmente


podremos entender la incidencia de factores como las causas final, formal y efi-
ciente en la lite ratura si no advertimos el carácter global del conocimiento en las
épocas clásica y clasicista, así como la absoluta dependencia que con respecto a
él tenía la composición literaria. El grado de independencia alcanzado en la
actualidad por la literatura hace impensable que los preceptos de cualquier dis-
ciplina puedan influir e n la creación literaria, pero en la época que analizamos
las obras de los poetas estaban subordinadas al conocimiento en su sentido más
general. No se trataba en consecuencia de crear obras autónomas, sino compo-
siciones literarias en las que encontraban lugar los contenidos y la asunción de
las reglas del saber enciclopédico, Jo que explica la incidencia en la literan1ra de
las normas de las distintas artes o disciplinas en las que estaba fundamentado el
conocimiento.
Algo similar ocurre con la exposición de la causa procreante, que es la que
produce por primera vez una cosa, y da pie a la acumulación de citas de poetas.
Así, a propósito del término •procreante•, que se refiere a los seres que produ-
cen algo a partir de sí mismos, o con respecto a los que encontraron algo por
vez primera, son traídos a colación pasajes de Virgilio203, Terencio2º4, Horacio2º5
y Propercio206. La causa conservante, que mantiene el estado de las cosas ya

ceso. rara toga, alma tranquila, / fuer~1s delicadas, cuerpo sano. / prudente franquez:a. amigos de
igual rango,/ convires complacientes, mesa sin artificio, / veladas no ebrias, pero sí liberad:L~ de pre-
ocupación, / un lecho no triste, aunque sí casro, / un sueno que abrevie las rinieblas; / la sarisfac-
ción de ser lo que se es sin preferir utra cosa, / ningún temor al último dfa, ningún deseo de más''
(Epigr. X, 47: "Vitam quae faciunt beatiorem / lucimdissime Martialis, haec su111: / Res non pwta
labore sed relicta, / Non ingratus age,: focus peremlis, / lis mmqucm1, loga 1-cira, mens quieta, / Vires
ingenuae, salubre corpus, I P111dens simplicitas, pares amici, I Conuicliusfacilis, sine arle mensa. /
Nox non ebria, sed sofwa curis. I Non tristis torus, attamen pudicus, I Sommus qui/acial breues tenl!-
bras; I Quod sis esse uelis nihilque malis, / Surnmum nec metuas diem nec optes").
203 "No eres hijo de una diosa, ni Dárdano fue el autor de tu raza, / Pérfido; ha sido el horren-

do Cáucaso quien te engendró / en los abruptos peñascales y lus tigres de Hircania_quiencs te ama-
mantaron" (Aen. IV, 365-367: '"Nec tibi diua parens generis nec Dardanus auto,; / Perfide, sed d111is
genuit te calllibus hon-e11s / C:aucasus Hyrcanaeque admonmt ubera tigres··); ''La espada que el
dios del fuego para su padre Dauno / había forjado y que templó en las aguas estigias" (Ae11. , XJI,
90-91: "Ensem quem Dauno ignipotens deus ipse parenti / Fece-rcit et S~ygia candente111 tinxerat
u.nda") y ·'No fue de tal c:ondición con su enemigo J>ríamo / aquel Aquiles, de quien tú falsamen-
te te proclamas hijo'' (Aen. 11, 540-541: "At 1zon ille, satum quot te memiris, Achilles / Ta/is in hoste
fui/ Priarno").
'º' "¿De una familia como ésa puede salir tan vil ignonimia? / ¡Oh Esquino' Por Pólux, no has sali-
do en esto a tu padre'" (Ad., 448-450: "E.">: illane fam-ilia tam illiberafe facinus esse 011um? / O A<.!s-
chi11e, poi haud patemum isrud dedisti'').
201
"Fui el primero en mostrar al Lacio yamhos parios" (Epist., I, 19, 23-24: "Parios l'R<> prim11s iam-
bos ostendi TAiio") y ''Los fuertes nacen de lo~ fuertes y buenos; / en los novillos y en los c:aballos /
está el valor de sus progenitores, y las feroces águilas / no habían engendrado la padfic:a palom:1"
(C:anu., IV, 4, 29-32: "Fortes creanturforlibus et fxmis; / Eit i11 iuuencis. es/ in equis patnm, / Virtus
nec imbellem feroces / Progenerant aquifae colwnbam'').
21!6 "'¡Ay! Perezca quienquiera que fuese el que inventó las naves y las velas, / el primero que se
abrió camino contm la voluntad del mar'' (Efep,. r, 17, 13-14: "'Ah pereat q11ic11mque rates et zuda
parauit I Primus et inuito gurgilc fecit ite1").
132 ALFONSO MARTÍN JTMÉNEZ

hechas, es asimismo ilustrada con citas de Horacio2º7, Ovidio2º8 y Terencio209,


además de Cicerón.
Al referirse al último tipo de causas eficientes, que pueden ser de tipo espon-
táneo o no espontáneo, el Brocense las desaiTolla incluyendo los 1ugares comu-
nes que, bajo la denominación de causas, se presentaban en la edición anterior
del De arte dicendi como el último elemento del apartado de los hechos de la
invención general, esto es, la costumbre, la voluntad, la ira, la pasión, la suerte,
la naturaleza y la violencia, con la única novedad de sustituir el antiguo término
-razón• por el actual -voluntad-. Estos lugares presentan un tratamiento muy simi-
lar al del De arte dicendi, aunque el Brocense, en un apartado directamente rela-
cionado con la naturaleza humana, no encuentra dificultad en aumentar el núme-
ro de citas de los autores literarios21 º.
La última de las causas, la material, se refiere a la materia a partir de lo cual
algo se hace, y da pie asimismo a las citas de Ovidío o Virgílio sobre la materia
con que están hechas las estatuas, paJacios o navíos.
En definitiva, el apartado dedicado a las causas resulta fundamental para el
Brocense, ya que de ellas nace el concocimiento sólido y constante de la ciencia
humana. Como se desprende de la abundante cantidad de ejemplos aportados,
la literatura puede valerse de todos y cada uno de los preceptos. El análisis de

-a,7 El Brocense elige un pasaje a propósito de la sabiduría en e.l que Hocacio se refiere a una
causa a la vez procreance y conservante: "De nada admirarse es casi la única cosa, Numicio / y la
sola que puede hacer y guardar al dichoso" (Epist., I, 6, 1-2: "Ni! admiran· prope res est una, Numici,
/ Solaque quae possitfacere et seruare beatum").
208
"Estas cosas consiguen que sientas amor y que, una vez surgido, lo conserves, / estas cosas
son la causa y el alimento de un mal agradable. / Si alejas el ocio, perecerán los arcos de Cupido, /
y sin luz caerán por el suelo sus antorchas apagadas" (Rem., 137-140: "Haec u/ amesfaciunt, haec
quae fecere ruentur, / Haec s1.mt iucundi causa cibusc¡ue mah." / Otia si tollas, periere Cupidinís
arcus / Comtemptaeque iacent el sine luce faces")_
209 "Toda nuestra esperanza, Hegión, está puesta en ti, sólo te tenemos a ti, rú eres nuestro vale-

dor, nuesrro padre; a ti nos encomendó el anciano al morir; si rú nos abandonas, estamos perdidos"
(Ad., 445-448: "In te spes omnis, Hegio, nobis sita est, re solum habemus. tu es patronus, tu parens; //le
tibi mon·ens nos commendauit senex; si deseris tu, perimus'').
2 10
Así, Virgilio a propósito de la costumbre y las artes en las que cada cual sobresale: "Tú pue-
des desencadenar una guerra entre hermanos muy unidos / y llevar el odio a sus casas; rú puedes
inlroducir en sus morJ.das / heridas de sangre y antorchas funerarias; tienes mil motivos / y mil arti-
mañas para hacer el mal; sacude cu fecundo pecho" (Aen. VU, 335-338: "Tu potes una11imos annare
i1i proelia fratres / Atque odiis uersare domos; tu uerbera tectis / Funereasque inferre faces; tibi nomi-
na mil/e, / Mil/e nocendi artes: fecundtt.m concute pectus."); Terencio en relación con la voluntad:
··Esto es lo que él ha pretendido: enganamos inadvertidamence con una falsa alegría y, una vez per-
dido ya el miedo, sorprendernos confiados y desprevenidos para no darnos lugar a cavilar en el
medio de desconcertar la hoda. ¡Astuto!" (Eun. 72-73: • Id voluit; nos sic nec opinantes ducifalso gau-
dio, sperantes iam amolo mettt, interea oscilantes opprimi, ne esset spatium cogitand,: ad disturban-
das nuptias, Astttte."'); Horacio al tratar de la fortuna del sabio: "Sobre éste se precipita siempre la
déhil fortuna" (Sat. 11, 7, 88: "In quem manca ,uit semper Fortuna.") o Propercio a propósito de la
naturaleza: "Hay hombres a quienes conviene la victoria de la cuadriga de Elea, / hay otros para los
cuales la gloria nació en sus veloces pies. / Este fue engendrado para la paz, aquél es hábil en las
armas, / cada uno sigue las inclinaciones de su naturaleza" (l;leg. m, 9. 17-20: ·'Sum quibus Eleae con-
cunil palma quad1isae, / Sunt quibus in ce/eres gloria nata pedes. / Hic satus ad pocem, hic cas-
tre11sihus ulilis armis, / Nat11.rae seqr,itur semina quisque suae").
RETÓRICA Y LffERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 133

este primer apartado de los nueve que constituyen la invención dialéctica evi-
dencia la estrecha relación entre la literatura y el conocimiento enciclopédico en
la época. En las relaciones que Francisco Sánchez establece entre los preceptos
dialécticos y las obras literarias se refleja claramente el estatuto de la literatura,
que aún no gozaba de independencia alguna y podía servirse de todos los pre-
ceptos de las distintas disciplinas.
Una vez advertida la naturaleza de estas relaciones entre dialéctica y literatu-
ra, examinamos a continuación si se confirma en nos restantes apartados de la
invención dialéctica. Al tratar de los efectos, que son las cosas que existen a par-
tir de las causas, se acude también a las citas e.le poetas, incluyendo pasajes de
Horacio sobre los efectos de la embriaguez211 , o la extensa descripción de Ovic.lio
sobre el nacimiento de los insectos a partir de la causa material que lo origina.
Al final de su disertac.ión sobre Las causas y sus efectos, que no siempre, en
su opinión, se diferencian claramente, el Brocense establece una distinción de
inspiración claramente ramista. Así, afirma que el orden de las causas es doble,
de forma que es posible distinguir entre un o rden de procreación, al que deno-
mina genesis (en el que la causa primera es la material, la segunda la eficiente,
la tercera la formal y la última la final), y otro de disgregación, llamado analysis
(en el que la primera es la final, la segunda la formal, la tercera la eficiente y la
última la material). De esta manera, el o rden de las causas depende de que el
autor realice la operación constructiva de génesis o la interpretativa de análisis.
Con ello admite en esta obra, y en un apartado tan esencial para él como es el
de las causas, las dos partes de la exercitatio ramista, contrariamente a la asun-
ción exclusiva del analysis o interpretación defendido en su obra anterior, De
auctoribus interpretandis. Aunque sea ésta una asunción más teórica que real,
pues el Brocense siempre prestó mayor atención a la interpretación que a La com-
posición de los textos, el proceso de evolución hacia el ramismo aparece clara-
mente consumado, al exponer ahora en su totalidad el sistema establecido por
Omer Talon en los Dialectici commentarii libri tres.
El apartado siguiente está dedicado a los sujetos y los adjuntos, que se rela-
cionan entre sí como las causas y los efectos. Los sujetos sirven de base a los
adjuntos, y éstos se unen a los sujetos. En unos y otros se puede hacer una triple
distinción: o están en la misma cosa, y se llaman accidentes, o tratan sobre la
cosa y se denominan objetos, o tan sólo se sitúan en torno a la cosa como circuns-
tancias. Así, a propósito de los accidentes, se dice que el espírin1 es sujeto de los
bienes del espíritu (la virtud, el vicio, la habilidad y la inhabilidad), mientras que
el cuerpo lo es de los bienes del cuerpo (cantidad, cualidad, fuerza física, salud
y belleza). Haciendo uso de estos recursos, se pueden aconsejar los bienes del
espítitu que deben ser deseados, por estar unidos al mismo, o es posible con-

211 ''¿Qué nu ~eñala la embriaquez? Lo oculto descubre: / m.anda confimiar esperanzas. arroja al

inerme a la lucha / quita el peso a ~olícitos ánimos, enseña las artes; / ¿A quién no hicieron elocuente
las cepas fecundas' / ¿A quién no liberado en una estrecha pobreza?" (Epist. l, 5, 16-20: "Quid 11011
ebrietas designa.t? operta recludit: / Spes iubet esse ratas, in proefiis tmdit inermem; / Sollicitis animis
onus eximit, addocet a11es; / Foecundi ca/ices quem non Jecere disertum? / Contracta quem non in
paupertate solutumT).
134 ALFONSO MARTÍN JIMÉNEZ

cluir, por ejemplo, que la matanza ha sido hecha por el sedicioso. Todo e llo
puede ser utilizado sin proble mas en las obras literarias, como muestra la cica de
Marcial ("Los cabellos rojizos, la cara negra, una pierna más corta, un ojo lasti-
mado; Zoilo, haces una maravilla, si eres buena persona"2 12) . También Virgilio
describe el sujeto de algunos árboles ("El fresno es lo más hermoso en las sel-
vas, el pino e n los huettos / e l álamo en las orillas de los ríos, el abeto en las
altas montañas"213). Con respecto a la segunda modalidad, el objeto ele la vista
son los colores, el de l oído el sonido, el de la retórica el ado rno o e l de la dia-
léctica el discurso, y todos los vicios y virtudes tienen sus objetos. Así, Propercio
muestra los objetos de distintos oficios: "El marinero habla de los vientos, el
labrador de sus toros / y el soldado cuenta las heridas, el pastor las ovejas"214, y
también Virgilio se refiere a los objetos: "La torva leo na sigue al lobo, el lobo a
la cabra, / la retozona cabra va tras el citiso en tlor, / y tú, Alexis, tras Coridón;
cada uno es arrastrado por su p lacer"215. Y a propósito de las circunstancias, el
Brocense enumera las cinco que formaban parte de la invención ge neral en el
De ane dicendi: la persona (con sus correspondientes atributos de nación, patria,
familia, sexo, etc.), el lugar, el tiempo, el modo y la causa. Ya vimos en su
momento que estos lugares comunes, relacionados directamente con la naturale-
za humana, podían ser utilizados sin ninguna dificultad en la elaboración y aná-
lisis de las obras literarias. Por ello, el conjunto de los apartados dialécticos de
los sujetos y los adjuntos suministran una serie de preceptos que también pue-
den ser de utilidad a la literatura.
Al desarrollar los lugares comunes re lativos a las circunstancias, se amplía
abundantemente el número de ejemplos literarios que ofrecía en el De arte
dicendi216 • El paso de los años ha servido para afianzar la seguridad del Brocen-
se a propósito de la utilidad de los preceptos en la literatura, y le ha permitido
además hacer acopio de citas que lo ilustran. Por otra parte, al llegar a la última
de las circunstancias, la causa, remite al capírulo anterior del Organum donde la
ha tratado, el correspondiente a la causa eficiente y concretamente a la espontá-
nea y la no espontánea. La inclusión de la inventio en la dialéctica ha obligado
a la reorganización del tratado, trasladando al sitio indicado el apartado de las

m t.f1ip,r.. XII, 54, 1-2: "Crine ruher, niger ore, breufs pede, tumine luscus. / Rem mag nmn praes-
tas, Zoi/e, si lxmus es".
ll.< He/. Vll, 65-66: "Frasinus in siluL~ pulcbe,rima., pirius in bonis, / Populus in jluuis, abfcs in
11w111ih11s altis".
21
' I::lep,., 11, 1. 43-44: "Nauita de w 11tis, de tauris narrar mutar / Et numeral miles 1,tu/nera, pas-
tor 011es".
m Ecl. 11, 63-65: "Ton;a leoena lupum seq11itw; lupus ipse capellam, / Flurentem cytisum sequitttr
lascfua cape/la, / Te Corydon, o Alexi; tmbit sua quemque uoluptas''.
216
Así. enrre 01ro:;, Ovidio a propósito de la familia: "Si la nobleza y el resplandor del nombre te
afectan, / ¡eh!. tengo por padre a Thoas, deseendjt.mle de Minos. / 13aco es mi ahuelo; la esposa de
Ha('(>. ce11ida por una corona, / edipsa con sus estrellas a los astros menores" (Her. VI. 113-116: "Si
/(' 110/Jililtt~ genemsaque numim1 tangunt, / En ego Minoo nma Tboante feror. / Baccbus auus, Bac-
cbi cu11iux redimita corona / Praeradiat stellis, signa minora s11is. ") o Terencio en relació n con la
afectividad: "Se ha sonrojado; es buena señal" (Ad.' 643: "Embttil, salva res es/"). Son citados también
Cicerón, M,irdal, l'roperdo y Horacio, e incluidos extensos pasajes ele Ovidio y Virgilio. Algunas de
l.1s dtas dd De arte dice11di son ampliadas.
llt:TÓRICA Y UTERATURA EN EL SIGLO XVI: F.L BROCENSE 135

causas (costumbre, voluntad, ira, pasión, etc.), que eran tratadas en el De arte
dicendi en este lugar.
El siguiente apartado de la invención dialéctica es el de los comparados, y en
él se muestra que en las obras literarias se producen los tres tipos de compara-
ciones de igualdacf--17 , superioridacf--111 e inferioridad2 l9 .
A continuación , el Broce nse trata de los opuestos, definidos como aquellos
que no pueden afirmarse o negarse al mismo tiempo de la misma cosa. Pueden
ser contrarios, si se oponen como unidad a otra unidad en virtud de una ley fija
(la blancura y la negrura) o repugnantes, si en virtud de la misma ·1ey se oponen
como unidad a o tras mu chas unidades (leer y dormir). los contrarios, a su vez,
pueden ser adversos, relacionados, privativos y contradictorios. los adversos son
los que se diferencian mucho entre sí pese a pertenecer a la misma especie
(como la virtud y el vicio, que pertenecen a la especie de •hábitos•), y son ejem-
pli.tkados con una cita de Virgilio: "No hay salvación en la guerra, todos te pedi-
mos la paz" 22º. Relacionados son aquellos contrarios que están en mutua relación,
como en el pasaje que se incluye de Tibulo: "Ladrones y Jobos, olvidaos del reba-
ño pequeño; / buscad vuestro botín en los grandes rebaños" 22 1• Los privativos
ponen de manifiesto la privación y la apariencia de algo, como sereno y horra-
cho en el ejemplo de Marcial: "Estás borrach o; nunca, en efecto, harías esto sere-
no"222. Los contradictorios se producen cuando se afirma y se niega a la vez,
como hace también Marcial en el siguiente pasaje; "No se pasa un día que no
compo ngas doscientos versos: / Varo, y no los recitas. Los pruebas y no los prue-
bas"223. Los repugnantes, en virtud de una misma ley, se o ponen como unidad a
otras muchas unidades, como el hombre a una piedra. Para ilustrarlos, se inclu-
ye una cita de Virgilio: "Su voz no suena a hombre: ¡oh! diosa, porque sin duda
lo eres" 224 . Todas las modalidades de opuestos, en consecuencia, encuentran
clara aplicación en la literatura.

217
Así Virgilio: "Ningún ilios nos oprime, los hombres somos presionados / por lo.s enemigos
humanos; é~tos tienen un alma y manos como nosotros" (Aen. X, 375-,376: ·Numina nulla prenwnt,
m011ali urgemur a.b hoste / Mortales, totidem nobis animaeque manusquti'), Ovidio: '"A mi juicio. se
puede rechazar el engaño con el engaño. / y el derecho pem,ite tomar las armas contra las armas·
(A~ 3, 491-492: "Iudice me fraus est concessa. repeliere fraudem. / Arma.que in armatos s11t11ere ium
sim.mt"') y Terencio: "Puesto que yo no me ocupo del tuyo, no te ocupes tú del mío" (Ad. ¡!02: "'Qua.n-
do ego no11 curo tuum, nec cura meum").
zitt En este caso, siempre se procede por negación, como Tcrencio: "Aunque su amante fuera un
sátrapa, no podña cubrir sus gastos; mucho menos los podrías (cubrir! tú" (Haut. 452-454: "Satra/J<'s
si siet amator, nwnquarn. su/ferre eius sumptus queat, nedum tu possis"").
ii~ En las comparaciones de inferioridad se procede por afirm:ición. Asi lo hacen Virgilio: ª Habéis
sufrido los males mayores: la divinidad pondrá fin a ellos" (Aen. ! , 199: "O passi graviora; dttbit Deus
bis quoque finem") y Ovidio: ''He podido salvarlo, ¿me preguntas si podrías perderlo?"" (Med . frg. 1.
1: "Seruare potuit, perdere a11 possis rogas?").
uo Aen. XI, 362: '·Nulla salus bello, pacem te poscimus omnes".
Zll Hleg.l, 1. 33-34: ·'At 110s exiguo pecori, furesq11e lupique, / Pare/te, de magno est praeda f.J<!le11-
da grege'' .
m Epigr.. 111, 16, 3: "Ebrius es, nec enimfaceres baec sob1i1.1s u11q11ani"'.
m Epigr., Vlll, 20: "Cumfacias ue,-sos nulla non luce d1-1ce111os: / Vare, nihil rncitas. Non s(,lpis
a1que sapis··.
221 Ae11. 1, 328: "Nec 1,ox hominem sonat: o Dea cene''.
136 ALFONSO MARTÍN JIMÉNEZ

Los elementos hasta aquí expuestos de la invención dialéctica son simples.


Los correspondientes a la dívi.sión y a la definición, en cambio, son compuestos
de los anteriores. La división es la agrupación en partes de un todo, y puede ser
por las causas, por los efectos, por los sujetos y por los adjuntos. La división por
causas tiene lugar cuando lo dividido es el efecto y las partes son las causas (así,
el hombre se divide en alma y cuerpo; y unos hombres han nacido para actuar,
y otros para contemplar). El Brocense advierte q ue este tipo de división es
empleado por los p oetas y oradores para dividir en partes su obra, como hace
Virgilio al comienzo de las Geórgicas225 (cuyo tema, dicho sea de paso, muestra
claramente la estrecha relación entre la literatura y el conocimiento en ciclopédi-
co en la época clásica). La división por los efectos tiene lugar cuando lo dividido
es la causa y las partes los efectos (así, unos hombres se dedican al estudio, otros
a los negocios y o tros se entregan a la gloria). Este apartado es ejemplificado con
un largo pasaje de Marcial. La división p or los sujetos tiene lugar cuando lo divi-
dido es un adjunto y las panes sus sujetos (como ocurre al afirmar que los hom-
bres tienen unos vestidos y las mujeres otros), y se cita al respecto unos versos
de Catulo226. Por último, la división por adjuntos se produce cuando lo dividido
es eJ sujeto y las panes los adjuntos, y es ejemplificada con un largo pasaje de
Virgilio. Por lo tanto, todos los argumentos relacionados con la división son tam-
bién de utilidad en la literatura .
La definición es una sentencia que explica sucintamente la naturaleza (esto
es, la propia esencia) de una cosa. Puede ser propia o impropia. La primera, que
se basa en las causas (final, formal, eficiente y material), es a su vez doble, según
se refiera al nombre o a la cosa. La definición impropia, basada e n los efectos,
en los adjuntos, en los o puestos o en los comparados, se denomina también des-
cripción, y es muy usada por los poetas, cuando describen el sueño, el bosque,
la ciudad, los lugares, los ríos, los montes o los animales.
Y para terminar con la invención dialéctica, el Brocense se refiere a los testi-
monios, elementos de tipo externo (pues todos los tratados hasta ahora eran inter-
nos a la cosa). Los testimonios son argumentos traídos de fuera para apoyar el
te ma, y dentro de ellos caben los testimonios divinos o humanos y las compara-
ciones con algo semejante o no semejante. Los testimonios divinos son los que se
basan en dios o en hombres u otros seres inspirados por Dios (como en el caso
de Tihulo: "Si los oráculos pregonan la verdad en los sagrados templos, / a elJa en
nuestro nombre refiérele estos dichos: / el mismo Delio feliz te promete este matri-

u, --cómo producir fértiles cosechas; en qué tiempo / conviene, Mecenas, voltear la tierra y enre-
dar las vides / en los olmos; qué cuidado exigen los bueyes; qué cuidado / hay que dar al ganado
tlomé~tirn y qué pr.íctk'a debe seguirse / con las sobrias abejas. Todo eso lo empezaré a cantar / a
partir <le ahora" (Georg. 1, 1-5: ·'Quid facial /aetas segetes, quo sidere terram I Venere, Maecenas,
11/111isque adi1111gere uítes I Conueniat, quae cura boum, quis cu/tus /Jabendo I Sil pecori. atque apí-
bus q1u111ta experientia parcis, I 1-Jinc canere inc,piam").
22<, --Tu virginidad no te penenece a ti sola, una parte es de tus padres, / un tercio es de tu madre;
un t<.:rcio es de ll.1 padr-e, / sólo 11n te rcio es tuyo; no resistas a la doble voluntad / de aquellos que
cedieron al yerno sus derechos con tu dote" (Poes., 62, 62-65: ·· Virginitas non tola tu.a est, ex parre
parem um est, / Tertia pars matri data; pars data tertia patri, / Tertia tua sola est; noli pugnare duo-
hus. I Qui [./enero sua iura sim11/ cwn dote dederun(')_
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 137

monio, / y deja de querer a otro hombre"227). Testimonios humanos son los textos
de los filósofos, poetas y oradores, los pactos, las leyes, los testigos, las torturns,
los juramentos, los antecedentes, los rumores o las tablillas. Las comparaciones se
basan en alguna proporción o analogía, como ocurre con casi todos los símiles de
los poetas, llamados, a su juicio impropiamente, comparaciones (así Ovidio: "Evi-
dentemente, como el oro amariJlo se prueba con el fuego, / así hay que juzgar la
fidelidad en tiempos difíciles" 228), o con los denominados •imposibles•, tipo de
comparación encuadrable en este apartado que es ejemplificada con una cita de
Virgilio ("Antes pacerán los ligeros ciervos en el cielo / y echarán los mares a los
peces al desnudo literal, / que desaparezca su rostro de mi corazón"229).
En conclusión, todos los apartados de la invención dialéctica son relacionados
directamente con los escritos ele poetas, lo que atestigua sin lugar a duelas que para
el Brocense la literatura está asociada estrechamente a la dialéctica. Si en d De arte
dicendi se evidenciaba la utilidad de los preceptos retóricos en la elaboración y
la interpretación literaria, en el Organum queda de manffiesto la validez de los
preceptos dialécticos en relación con la literatura. Algunos de los lugares comu-
nes considerados retóricos en el De arte dicendi son incluidos en la lista de los
elementos dialécticos en el Organum, pero en esta obra otros muchos elemen-
tos de tipo lógico son añadidos y ejemplificados con citas literarias. Ello muestra
claramente que en la concepción del Brocense, que es un reflejo particular de
una situación general, la literatura está directamente relacionada con diversas
d isciplinas pertenecientes al ámbito del conocimiento. Por lo tanto, el análisis
teórico y crítico literario de la producción literaria de la época debe tener muy
en cuenta la situación de dependencia de la literatura con respecto al saber enci-
clopéclico, y muy especialmente con la retórica y su transformación ramista en
la dialéctica.
Como ya hemos indicado, una vez finalizada la exposición ele la invención
dialéctica, el Brocense añade en el Organum, de manera poco coherente con sus
propios principios teóricos, un apartado especifico dedicado a la invención retó-
rica, que reproduce en lo esencial, con núnimas variantes poco significativas, el
apartado correspondiente del De arte dicendi, al que ya nos hemos referido. AJ
examinar esa parte de carácter específicamente jurídico, exponíamos la aplica-
ción a la literatura de los argumentos relacionados con la cuestión conjetural, y
la menor relación que mantenían con la misma los correspondientes a las cues-
tiones definitoria y cualitativa. Pero a pesar de la excepción que representan
estos dos apartados, la relación de los preceptos inventivos del Organu m con la
literatura se desprende claramente del contexto general de la obra.

m Eleg. Ill, 4, 77-80: "Quod si uera cammt sacris orant!a templis, / Hace illi nostru nu111i11<.' dicta
rcfer: I Roe tibi coniugium promittit Delius ipse / Felix, ac alium desine tielle uimm".
'"' T1ist. llf, 11. 73-74: "Scilicet ut falsu.m spectatur in ignibus aunun, I Tempore :;ic duru <•si ins-
picümda fides".
m Ec/., I, 59-63: "Ante /e11es ergo paseen/ti/" in aetber cemi: I El freltl des1itue111 1111du.< in líllore
pisces, / Qucnn nostro illius labamrpectore u/tus"'. En opinión del l3rocensc. estos versos se ha.~.m en
la ~iguiente proporción: -de la misma forn1a que los ciervos nunca pacerán en el cielo, así 1ampoco
se me olvidará nunca su imagen• (Organum, cit., pp. 256-257).
138 ALFONSO MART{N JlMÉNEZ

3. 3. 3. La disposítio

El apartado de la dk>positio coincide e n gran parte en el De arte dicendi y en


el Organum dialecticum et rbetoricum. Aunque se producen pequeñas diferen-
cias en las definiciones del entimema y del dilema en cada una de estas obras,
así como en los ejemplos con que estas formas de argumentación son ilustradas,
la variació n más importante es la relativa al tratamiento del silogismo, que en el
Organum es aume ntado con nuevas nociones de tipo lógico debido a la nueva
atribución de la dispositio a la dialéctica. Asimismo, en e l De arte dicendi se
incluía la inducción entre los tipos de argumentación, mientras que en e l Orga-
num no se considera pro piamente una argumentación ni un silogismo, sino un
argumento tomado de la distrib ución cuyas partes tienden a conseguir una con-
clusión total. Hechas estas salvedades, el esqu ema general y el contenido de la
dispositio e n el Organum23º es idéntico al apartado correspondiente del De arte
dicendi, por lo que nos limitamos a analizar las nuevas e interesantes aportacio-
nes que se introducen en el Organum a propósito de la teoría del silogismo.
En esta obra, y como consecuencia de la influencia de algunos postulados
ramistas que son finalmente asumidos, el tratamiento del silogismo varía sustan-
cialmente con respecto a la anterior. Si en el De arte dicendi sólo se le dedicaba
un pequeño espacio, en e l Organum se le presta una gran atención, desarro-
llando las formas de argumentación silogística pertenecientes a la lógica.
Ya nos hemos referido a la tradición de análisis textual iniciada po r Agrícola
y Melanchthon, que llega hasta Ramus a b·avés de sus maestros, profundamente
influidos por las ideas de los autores del norte europeo. El Brocense se adscribe
decididamente a esta línea de análisis textual, que resaltaba la importancia de los
silogismos en la interpretación de las obras literarias. Agricola y sus seguidores
habían considerad o que la estrnctura lógica de los textos podía ser explicada
por medio de silogismos. Una vez asimilados en su totalidad los p resupuestos
de Ramus sobre la delimitación de las disciplinas, Francisco Sánchez asume y
desarrolla también los fundamentos teóricos de l método analítico ramista, basa-
do en el establecimiento de los silogismos que constituyen la estructura lógica
de las obras. Por ello en el Organum amplía considerablemente el apartado
teórico dedicado a la definición del silogismo, y, lo que resulta más interesan-
te para nuestro propósito, se empeña e n demostrar que las obras de los poe-
tas están escritas por medio de silogismos, poniendo de manifiesto definitiva-
mente la estrecha relació n entre la preceptiva retó rica y dialéctica y la literatu ra
del clasicismo.
El Brocense de fine ahora el silogismo como una argumentación en la que,
dados y admitidos unos presupuestos, se obtiene como conclusión algo diferen-
te de tales presupuestos. Todo silogismo consta de dos proposiciones o premi-
sas. La primera de ellas, que comprende en gran parte la conclusión, se llama
•proposición• o, vulgarmente, •premisa mayor•, y la segunda •asunción• o, vul-

2-~ ' El libro segundo del Organum, dedic-ado a la dispositio, ocupa las páginas 281-325 de la edi-
ci6n citada.
RETÓRICA Y UTERATUH.A EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 139

garmente, •premisa menor•. De ellas se deduce la conclusión. Cualquiera de estas


premisas consta de dos •términos•, sujeto y predicado, de manera que entre las
dos premisas habría cuatro términos si no fuera porque uno de ellos es tomado
dos veces, lo que determina que sólo haya tres. El término que se toma dos veces
es denominado •medio,, porque une a los otros. Y es precisamente este término
medio el que origina las tres figuras de silogismos: en la primera figura aparece
en medio de las dos premisas, siendo sujeto en la primera y predicado en la
segunda; en la segunda figura es colocado al final de las dos premisas, de modo
que en las dos es predicado, y en la tercera figura es dispuesto al principio de
las dos premisas, de manera que en ambas es sujeto. Esta tercera figura, en opi-
nión del Brocense, casi no sirve para nada.
Todas las figuras se rigen por una reglas generales, y en cada una de ellas se
encuadran algunos tipos útiles. Así, los tipos de interés en la primera figura res-
ponden a las expresiones memorísticas Barbara, Celarent, Darii, retio, de mane-
ra que en ellas cada una de las cuatro vocales cumple una función: la •a• afirma
y la -e• niega, pero de forma general, y la •i• afirma y la •O• niega de forma par-
ticular. De igual manera, son aducidas expresiones memorísticas similares, que
representan el funcionamiento de los silosgismos, en relación con la segunda y
la tercera figura.
Pero lo que nos parece verdaderamente interesante es la afirmación realizada
por el Brocense de que los oradores y poetas utilizan las tres figuras para obte-
ner sus conclusiones231 . En su opinión, los razonamientos silogísticos están pre-
sentes en la obra de oradores y poetas, y se rigen por los mismos preceptos que
los dialécticos. Si no se aprecian con claridad en las obras <le poetas y oradores,
es debido a que la expresión artística tiende a camuflarlos:

•Se equivocan los que afirman que los silogismos de o radores y poetas son
diferentes de los dialécticos, pues los preceptos son los mismos. (._.] Es propio del
más elevado ane disimular el mismo arte; por su parte, es propio del crítico ar1ís-
lico entender ese ane y descubrir los escritos de los demás, ya que cada una clt:
las partes del silogismo aparece muy a menudo adornada con otro tipo de ador-
nos, a fin de ser más clara en la argumentación. Quizás fuera necesario conservar
un orden preestablecido en las disputas escolásticas; sin embargo, en la con1posi-
ción de libros y discursos resultaría ridículo mostrar .a las claras el ane y sus pre-
ceptos. Más aún, en muchas ocasiones alguna de las partes del silogismo se pasa
por alto, si se sobreentiende; otras, las panes c1mbian de lugar, pam que el dis-
curso resulte así, por su variedad, más agradable y placentero.• 232

231 Organum, cit.. pp. 286-287: ·'Los oradores y poetas, sin embargo, sac¡¡n conclusiones en bs

tres figuras [. ..]" ('·Or-,uores Lamen et poetae )...) concludunL in trihLL5 figuris l...r ).
2 2
.1 "Qui putant oratorum uel poetarum syllogismos ,1 dialecticis differre longe falluntur, nam pr:t -
ccepta eadem sunt omnino. l...] lmo summae aitis est artem dissimulare; dcinde, p<:!riti in arte esl
artem intelligcrc et aliorum scripta retexere, nam et singulae syllogismi panes persaepe exornanrur
uerbis aut etiam rationibus allis, u1 clariores ad iudicandum appareant. fn dispulationihus scholastids
forta1>Se necesse fuerit ordinem prnescriptum seruare, at in orationihus et libris componendis ridiru-
lum fuerit artem et artis prnecepta ostentare. lmo etiam persaepe p«nium ipsarum aliqua rraerermi-
titur, si facile potest intelligi: aliquando panes immutantur, 111 ipsa uarii::¡¡1te gralior et iucundior sil ora-
lio" (Organum. cit., pp. 290-291 ).
ALFONSO MARTÍN JIMÉNEZ

El Brocense reproduce de esta forma los fundamentos teóricos que rigen


el método de análisis textual de Agricola y Melanchthon , desarrollada por los
.-amistas, sobre la estructura lógica que subyace a la expresión lingüística de
las obras. Si el Brocense ya había dado muestras de adoptar este método de
análisis textual en su obra práctica De auctoribus interpretandis, en e l Orga-
num cree conveniente apuntalar los cimie ntos teóricos en los qu e se basa. A
juicio de Agricola y sus seguidores, los textos pueden ser reducidos a un silo-
gismo o conjunto de silogismos que constituyen su núcleo esencial, tenien-
do en cuenta que en dichos textos, alguna de las premisas de los silogismos
suele ser elidida, mientras q ue las restantes premü;as aparecen adornadas o
camufladas.
A este respecto, es de notar que esta concepción, asumida por el Brocense,
guarda un claro paralelismo con su teoría gramatical sobre la elipsis y las res-
tantes figuras gramaticales (zeugma, pleonasmo, silepsis e hipérbaton). De la
misma forma que los poetas y o radores suprimen algunas de las premisas de los
silogismos que desarrollan en sus obras, la elipsis es considerada en la Minerva
como un p rocedimiento que transforma la estmcturn racional (debita constructio)
de la ornción, de cara a favorecer la brevitas a la que tienden todas las lenguas.
Asimismo, los procedimientos que usan los autores para adornar o camuflar las
p remisas de los silogismos encuentran cierta correspondencia en las restantes figu-
ras de constnicción, que explican las discordancias gramaticales entre la ratio y el
11sus. A<;Í, en consonancia con la estructura racional subyacente a la expresión
lingüística de las obras de poetas y o radores, el Brocense piensa en una suerte
de estructura lógica gramatical, que es alterada por las figuras de construcción
para p roducir los usos lingüísticos.
En consecuencia, la teoría gramatical del Brocense, de tanta transcendencia
en el desarrollo de la gramática europea posterior, encuentra su fundamento en
la concepción que sustenta el método analítico de Agricola y Me lanchthon, asu-
mido por los rarnistas. El gran mérito del Brocense consiste en u·asladar la dis-
tinción entre la estructura lógica de los textos y su expresión lingüística al domi-
nio gramaticaJ25.:l, abriendo nuevas y fecundas perspectivas para la explicación
racional de la lengua.
En este sentido, el Brocense sigue un procedimiento similar al empleado por
Ramus en su tratamiento de la gramática. Como ya hemos comentado, los autores
ramistas intentaron establecer correspondencias en el planteamiento de todas las
disciplinas. Así, Ramus había concebido la gramática según un modelo binario
(compuesto por la morfología y la sintaxis) paralelo al de la dialéctica (en la que
se incluían la inventio y la dispoSitio): los lugares comunes de la inventio y los
encadenamientos de la dispositio encontraban su equivalencia, respectivamente, en

0 11
- - Como hemos expuesto. dicha 1.raslación se realiza sobre un sistema gramatical basado en las
pmpue:<tas de Quimiliano, aunque con a lgunas modificaciones. Mientras que el autor hispano-latino
consider:,ha la ratio, la velllstas, la a1.1ctoritas y la con.metudo como los fundamentos del lenguaje
(lnstit1//io oratoria, cit., l. 6), el Hrocense conrempla como tales l:i ratio, la consuetudo o usus y los
testimonia (Minerva, cit., J, 1).
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 141

las marcas formales de la morfología y en los encadenamientos de la sinta.xis2·\•_


De igual forma, el Brocense traslada al ámbito gramatical la distinción dialéctica
entre la estructura lógica de las obras y su manifestación Lingüística.
Es de advertir que la elipsis y las demás figuras de construcción son suprimi-
das del apartado elocutivo del De arte dicendi de 1558, para ser trasladadas a la
gramática. En esa fecha, Francisco Sánchez ya tenía en cuenta e l método de aná-
lisis de Agrícola y Melanchthon, adoptado por los ramistas, como se advierte ade-
más en el De auctoribus interpretandis, encuadernado en el mismo volumen.
Ello refleja una vez más la influencia de Ramus y sus colaboradores en el De ,me
dicendi, pese a que en dicha obra aún no sea asumida la delimitación de las dis-
ciplinas propuesta por los autores franceses.
Por otra parte, al indicar que los poetas y oradores hacen uso de los silo-
gismos dialécticos en la composición de los libros y discursos, aunque disimu-
lando su procedencia en aras de la calidad artística, el Brocense expresa explí-
citamente por primera vez q ue los autores literarios se valen de los recursos de
otras disciplinas. Si anteriormente había reconocido que los preceptos retóricos
eran útiles para la interpretación de los textos de los poetas, admitiendo así
implícitamente su validez en la elaboración literaria, ah orn afirma con toda cla-
ridad que los poetas se valen de los p receptos proporcionados por la disposi-
tio para la elaboración de sus obras, lo que confirma sin lugar a dudas la idea
que hemos venido sosteniendo: la literatura es concebida por el autor extre-
meño como una actividad dependiente del conocimiento general, y por ello
puede valerse de los preceptos de las distintas disciplinas en las q ue dicbo
conocimiento se basa, y, muy especialmente, de la retórica y de su transfor-
mación ramista en la dialéctica, siendo los preceptos de estas disciplinas de uti-
lidad tanto en la elaboración como en la interpretación de los textos literarios.
Naturalmente, esta concepción no es sino un reflejo del entendimiento genera-
lizado en la época sobre la estrecha relación de todas las disciplinas y activi-
dades que forman parte del conocimiento.
Como se observa en las palabras del Brocense, su interés principal sigue cen-
trado en la interpretación de los textos literarios, resaltando especialmente la
labor del crítico. Pero al explicar cómo se han de interpretar los textos de poe-
tas y oradores, se ve forzado a mostrar la forma en que dichos textos han sido
elaborados por sus autores a partir de los preceptos de la dispositio. Si los poe-
tas y oradores tienen en cuenta dichos preceptos, pero los disimulan o adornan
para que no sea evidente el artificio, parece claro que la falta anterior de refe-
rencias explícitas a la utilidad de los preceptos retóricos y dialécticos en la com-
posición literaria se debe a su ptincipal interés hennenéutico, que le lleva en
codo momento a poner el énfasis en la interpretación. Ahora resulta evidente q ue
dichos preceptos son válidos en la actividad interpretativa porque también lo son
en la elaboración de las obras. De esta manera, queda perfectamente estableci-
da la importancia de la preceptiva retórica y dialéctica en la composición y en la
interpretación literaria.

! .i, Cfr. G. Clérico, "Ramisme et post-ramisme: la répartition des •artS• au XVI'' sicde". cit.
142 ALFONSO MARTÍN JIMÉNEZ

Por lo demás, e l método de análisis silogístico es aplicado tanto a las obras


consideradas e n su conjunto como a fragmentos concretos. Si el método de aná-
1isis textual expuesto en el De auctoribus inte,pretandis requería evidenciar los
argumentos que constituyen la estructura general del texto, en el Organum se
pone de manifiesto la incidencia de los silogismos en la elabo racion de determi-
nados pasajes poéticos. Valga como ejemplo la interpretación en clave silogística
de los siguientes versos de Terencio:

•Señor, una cosa que no tiene en sí razón ni medida


no la puedes gobernar por la razón.
En el amor hay todos estos inconvenientes: agravios,
sospechas, e nemistades, treguas,
guerra, de nuevo paz; si pret.e ndes escas irregularidades
regularlas con tu razón, no conseguirás más
que si te afanas por delirar razonahlemente.•235

El Brocense explica de esta manera el silogismo que está oculto:


•Ninguna cosa, desprovista de razón y medida, p uede ser regida por la razón;
Todo amor está desprovisto de razón y medida,
Luego ningún amor puede ser regido por la razón,236.

Y a continuación, Uevado de su deseo "de ayudar a los buenos talentos a


explicar los raciocinios de los mejo res auto res"m, ilustra cada una de las figuras
con un pasaje de un orador o poeta. Si alguien lo creyera prolijo -afirma-, tiene
su permiso para pasar por alto esta pa1te y volar a otra cosa. Lejos de juzgar ino-
po1tuna la magnífica exposición del Brocense, nos limitamos a escoger algunos
de sus ejemplos como prueba irrefutable de las relaciones entre la literatura y
otras disciplinas e n el clasicismo238. Así, con respecto a la primera figura, presenta
e l texto de Horacio en e l que defiende que los avaros no son libres:

•Cómo mejor que un siervo, cómo es más libre un avaro,


cuando en los trivios se arroja sobre un as clavado,
no lo veo: pues quien codicie, también temerá, luego
quien temiendo viva, para mi no será nunca libre.-259

HS /:'1-111. 57-63: "Here, qu~1e res in se neque consi/ium neque modum / bahel ullum, eam consilio
regcre non potes. / ln a more baec omnia insunt uitia: iníuriare, / suspiciones, illimiciliae, indllliae
/ be/111111, pax mrsum: i11ce,ta baec si pos11.1les / ratione cerra /acere. nihilo plus agas, / quam si des
<J[>era,n, 11/ c:i1111 ration e insanias".
' ·" ' "Nulla res con.,tlio modoque destilula consiliv regi potest; / Omnis amor est consilio ·m odoque
dl·.<ti111111s, / Nullus igitur amor consiliv regí po1es1." (Orgtmmn, cit., pp. 290-291 ).
! .i - "Sed cu r eti:Jm in hac parte non iuuabimus bona ingenia oplimorum aurorum ratiocin,uione$
dissoluendo?" ( Orga.1111111. c it., pp. 292-293).
1
·" ' El :mftlisis de los silogismos e n los que se basan los textos literarios, al que remitimos par>t
examinar b totalidad de los ejemplos del Brocense, ocupa las páginas 281 -307 del Organum, cil.
m Epist. 1, 16, 63-66, '·Quo melior se,uo, q110 liberar sit auarus / In triuiisfixum cum se dimí/lit
vb a.,;.,em / Non u ideo; 11am qui cupiet, me/lle/ quoque, porro / Qui me/u.ens uiuit, liber mihi non eril
11 IU/1/Ulll".
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XV!: EL BROCENSE 143

Y el Brocense resume brevemente el silogismo en que se basan estos versos:


•Ningún tímido es libre;
Todo avaro es tímido,
Ningún avaro es, pues, libre,240 •

Ovidio, por su parre, se expresa así:

•Una feliz luz nace, evitad la palabra y el pensamiento de mal agüero:


Ahora hay que pronunciar buenas palabras en un buen clía.- 241

Y a jl1icio del Brocense, sus versos se basan en el siguiente silogismo:

,Las buenas palabras han de pronunciarse en un huen día;


Ahora nace un día próspero,
Luego ahora hay que decir las buenas palabras-242 .

Y al escribir los siguientes versos:


•Engañar a una crédula cloncella no es una difícil
gloria; mi simplicidad fue digna de recompensa.
He sido seducida por tus palabras como amante y como mujer.
Hagan los dioses que este triunfo sea para ti objeto de aJabanza.,24>,

Ovidio desarrolla irónicamente el siguiente silogismo:

-El que engaña a una mujer enamorada no ha de ser alabado;


Demofonte engañó a su amante Filis,
Luego Demofonte no ha de ser alabado,244.

A propósito de la segunda figura, aduce asimismo varios ejemplos tomados


de Cicerón y de Ovidio, quien escribe lo siguiente:

•Los versos nacen de un alma serena,


mi existencia se ha ensombrecido por repentinos males;
la poesía exige la soledad y la calma del poeta,
me zarandean el mar, los vientos y el cruel invierno.
Todo miedo está lejos de la poesía, yo, perdido,
pienso en una espada que se clava en mi cuello.

240
"Nemo timidus est liber; / Omnis auarus est timidus, / Nullus igitur auarus est líber· (Orga•
num, cit., pp. 296-297).
211
Fast. I, 71-72: "Prospera lux orlrur, linguisque anfmisquefauete: / Nunc dicenda buno sunt
bona uerba die".
242
"Bono die bona uerba s11111 dicenda; / Nuncprosperdies oritur, / Nunc igitur bona uerba s11nt
dicenda". (Organ111n, cit., pp. 296-297).
24
} Epist. 2, 63-66: "Fallere credentem non est operosa puellam / Gloria; simplicilas digna fauore
Jiút. / Sum decepta tuis et amans er femina uerbis. / Dii facianl laudis summa sit isla tuae".
4
" "Nullus amant-is feminae decepror est /audandus; / Demophoon est Pbyllidis amantis decptor.
I Demophoon igitur non est laudandus"' (Organum, cit., pp. 296-297).
144 ALFONSO MARTfN JIMÉNEZ

Un juez imparcial admirará lo que he hecho


y leerá con indulgencia cualquier escrito mío.•245

El Brocense encuentra en los versos de Ovidio el siguiente silogismo: "Los


que escribe n buenos versos deben estar contentos; / Ovidio no está contento, /
Luego Ovidio no escribe buenos versos", y también "A los que escriben versos
les conviene el retiro ", y "A los que escriben v ersos se les ha de procurar des-
canso". E igualmente, "El miedo debe estar alejado de los que escriben buenos
versos; / El miedo no está lejos de Ovidio, / Luego no escribe buenos versos"246.
Por lo tanto, un mismo texto puede basarse en tantos silogismos cuantos •térmi-
nos medios• existen.
Aunque los autores no recurren tanto a la denostada tercera figura, el Bro-
cense e ncuentra a lgunos ejemplos tomados de Cicerón para ilustrarla. Y los p oe-
tas y or.idores se valen tan a menudo de los silogismos hipotéticos (tipo de silo-
gismo cuya primera primera premisa es de carácter hipotético) que el Brocense
se ve abrumado por la abundancia de e jemplos. A este respecto, cita los siguien-
tes versos de Ovidio:

•En cuanto a que te jactas de ser hijo de Alcmena,


o Júpiter no es tu padre, o lo es por una infamia.
Pides un padre para el adulterio de tu madre; elige:
o eres hijo de un Júpiter fingido o has nacido por una deshonra ..247

Y también los de Virgilio:

•Si merezco algo de ti o me debes alguna


dulzura, ten piedad ele mi tambaleante casa y,
:;i aún hay en ti lugar para la plegaria, rechaza ese pensamiento.
Por ti me han odiado los pueblos Libios, los tiranos Nómadas
y los hostiles Tirios; por Li mismo
se apagó mi pudor y la fama por la que antes
me elevaba al cielo. ¿A quién me abandonas, mi huésped, cerca de la rnuerte?,24A

u ; Tri.,!. 1, 1, 39-46: •carmina proue11iw11 a/1.imo deduela sereno, / Nuhila ;~.mi subitis lempora
nostra mal,~,: / Car111i11u secessum sc,i/xmtis et o tia quaertml, / Me mare, m e uenli, me Jera iactat
hiems. I Car111inih11s me11.1s omnts abesr., ego perditus a,isem / Haesumm iug11/o ic1111 p uto iamq11e
meo. / Hae quoque, q11ae facio, i11dex mirabitur aeq11us / Scriptaque c11m uenia q11aliac11111que
le¡¡er
' !,;, '"Scrihen/es bona can11i11a dehent esse laeti; / OuidittS no11 est ltiali, / 011idi11s igitur 11ou scri-
hit lxma carmina . Item: Scribentibus bona cc1nnina conueniunt secessus; item: Scrihentihus carmi-
1u1 0Ji11111 debe! dt1ri: i1em: Scribentibus bona cc,nnina deber abesse metus; / Otúdio metus no ahest,.
/ lgitur nos scrihil hona ct:ll"mina" (Organu m , cit., pp. 300-301).
,,- lvf,-1. IX, 23-26: '"NClm quud te iacws Alcmena marre crealltm. / !11piter aut fa/sus pater est aut
c1111rinc> uerus. / Matris ad11/tario patrem pelis; elige jktum / Esse louem malis an te per dedec11s
o r/11111··.
11
" Ae11. IV. 317-323: "Si bene quid de le menii, fui! au/ libi quicquam / Dulce m e11m, miserere
do11111s lahentis et l~tam, I Oro, si quis adhuc precihu.~ locus, e,x11e met11em; / Te propter Libycae gen-
tes Nomad11mque ~yrun11i I Odere infensi 1}'rii. te propter ewndem / Extinc111s p udor et qua solt1 side-
ra adil:!11111. / f.i mw a prior. Ci1i me morihundam dese,"is bospes7".
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVT: EL ílROCENSE 145

Para acabar su exposición, e l Brocense afirma que no hay otro camino para
e l juicio o la conclusión que el mostrado en el silogismo, ya que las restantes for-
mas de argumentación son propiamente variaciones en la denominació n de los
silogismos. Además, insiste, en la necesidad de eliminar la distinción de los anti-
guos entre el tipo de argumentació n que interesaba al dialéctico y al réto r. A este
respecto se muestra tajante:

•Hemos demostrado hasta la saciedad , y podríamos hacerlo con más


amplitud, que las obras de los oradores y poetas están expresadas en silo-
gismos. Y porque en el lenguaje humano los silogismos rara vez se pro-
pone n perfectamente, al ser más claras de lo debido La proposición y la
asunción, se llegó a inventar otros nombres con los que denominar al silo-
gismo dispuesto de una u otra manera.,249

En definitiva, el aparrado dedicado al silogismo muestra claramente la influen-


cia efectiva que la enseñanza de las diversas disciplinas tuvo en los autores clá-
sicos, los cuales e n muchas ocasiones, ya sea consciente o inadvertidamente,
daban a sus razonamientos la forma de los silogismos aprendidos de la retórica
o la dialéctica. En esta ocasión, debido al esplédido análisis efectuado por e l Bro-
cense, la influencia de estas disciplinas en la creación literaria no de ja lugar a
dudas, y la realidad demostrada en el caso de los silogismos es perfectamente
extensible al conjunto de la preceptiva retórica y dialéctica. La utilización de los
procedimientos retóricos y dialécticos por parte de los poetas es afirmada en este
caso de manera explícita, confirmando que la utilidad de los preceptos retóricos
para la interpretación hermenéutica se basa en el uso previo que los autores lite-
rarios hacen de los mismos en la composición de sus obras.
Por lo demás, y a tenor de lo que hemos podido comprobar en el ánalisis de
los tratados del Brocense, se hace necesario matizar la idea de Vasile Florescu,
quien considera la reducció n a la elocutio de la retórica como un proceso de "lite-
raturización" de la misma 250. Si la elocutio fuera la única operació n retórica cuyo
parentesco con la literatura resultara evidente, escaria perfectamente justificado
hablar de "literaturización" para referirse a ese proceso de reducción. Desde la
perspectiva de nuestra época, en la que efectivamente la retórica ha aparecido
muchas veces reducida a un instrumento de ornamentación , cuyas figuras se aso-
cian sin dificultad a la composición y a La interpretación literaria. es hasta cierto
punto lógica la tende ncia a identificar exclusivamente la elocutio con la literatu-
ra, y más aún teniendo en cuenta que los preceptos de la inventio y la disposi-
tio, asignados a la dialéctica, han caído en gran parte en el olvido a p;irtir del
Romanticismo. La literatura del siglo XX se ha valido de figuras retóricas, pero no
ha tenido en cue nta los preceptos de la inventio y la dispositio, por lo que la aso-

2•~ '·Satis superque o~tendimus el po~emus latius ostendere oratorum el poetan1111 opera syllos-

gismis esse reterta. Sed quia syllogismi in hominum sermone raro perfecti proponuniu r, qu i;1 proposi-
tiú uel as~umptio manifestior Sil quam ut exprimi debear, effem1m est ut alía nomina exrngit;1n:nrur.
quibus syllogismus aliter atque aliter clispositus nuncuparerur" (Organum, ci1.. pp. j06-:S07).
i;o Cfr. V. Florescu, La rhétorique er la néorbéturique, cit. , pp. 107. y ss.
146 ALFONSO MARTÍN JlMÉNEZ

ciación contemporánea entre elocutio y literatura resulta naturaJ. Pero desde Ja


perspectiva de la época clasicista, en la que no sólo la elocutio, sino también la
invenlio y la dispositio guardaban una estrecha relación con la literatura, la desa-
parición de estas operaciones del ámbito de la retórica no podría considerarse
como un proceso de literaturización de dicha disciplina, ya que Jas operaciones
trasladadas a la dialéctica eran tan "literarias" como la propia elocutio. En efecto,
ni siquiera la asignación de la inventio y la dispositio a la dialéctica supone que
pierdan su validez en la composición e interpretación literarias, como se des-
prende sin lugar a dudas del análisis del Organum dialecticum et rhetorlcum, en
el que prácticamente todos los preceptos dialécticos, y muy especialmente los
silogismos, son relacionados estrechamente con las obras de los poetas. De
hecho, el análisis de los tratados de los humanistas del siglo XVI, y muy espe-
cialmente de las obras del Brocense, produce la impresión de que la retórica y
la dialéctica e ran consideradas de utilidad debido en gran parte a su capacidad
de suministrar los preceptos necesarios a la composición y la interpretación lite-
raria, tanto por lo que respecta al ámbito elocutivo como al inventivo y al dis-
positivo. Por ello, desde este punto de vista, la desaparición de la inventio y la
d1spositio de la retórica, más que un proceso de lireraturización, supone una
merma en la capacidad prescriptiva y analítica de una disciplina que era consi-
derada de utiJidad en su conjunto para la elaboración y la interpretación de las
obras literarias.
4
La retó rica y la dialéctica
en la obra poética del Brocense

Aunque las reglas de los tratados retoncos y dialécticos del Brocense están
ejemplificadas con citas de los autores de la Antigüedad grecolatina, del análisis
de su propio corpus poético se deduce claramente que dichas reglas no sólo eran
de utilidad en la elaboración y en el análisis de la literatura de los antiguos, sino
también en la composición de la literatura de su época. De hecho, y como ense-
guida comprobaremos, Francisco Sánchez hizo uso de la normativa retórica y dia-
léctica en la composición de sus obras poéticas.
El autor extremeño demostró siempre su aprecio por la poesía, y él mismo
compuso una serie de obras poco conocidas en la actualidad, debido principal-
mente a que la mayoría de ellas fueron escritas en latín. Como el resto de la
abundante producción poética del Renacimiento español en d icha lengua, las
poesías latinas del Brocense no encontraron el favor histórico que tuvieron las
de otros poetas q ue se expresaron en romance. Escribió además algunas poesías
en castellano, así como diversas traducciones a dicha lengua y al latín 1•
Aunque en las traslaciones que realizó de obras griegas al latín, o de obras
latinas, griegas e italianas al castellano se puede obse,var e l cumplimiento de la
normativa retórica, que era seguida en gran medida por los mismos autores de
las obras traducidas, preferimos centrar nuestra atención en su poesía original, de
cara a demostrar su propia concepción sobre la validez de las normas retóricas
en la composición literaria.
El corpus conocido de la poesía original del Brocense escrita en latín, cuyas
formas métricas preferentes son el hexámetro y el dístico elegíaco2 , suma un toral
de 66 composiciones de diversa temática3: poesías religiosas, oraciones fúnebres,

1 A. Carrera de la Red recoge la totalidad de bs ohras í>0¿ticas conocidas del 13rocense en ~u cit.1-

da edidón de Fnincisco Sánd1ez de las Brozas, Obras n. Poesía..


i Las composiciones escritas en orro ripo <le versos son las sih'ltiente.s, el himno "Dis et be:iw
legio'' compuesta en CL1aternarios yámbicos o dímetros yámbico,;; el himno "E,xorna, Legio, tcmpor;i
floribus"' en asclepiadeos y gliconios; la poesía dedicada a Luis de Lemos, en faledos; el 1mínologo
final de la Apoflin(~ Fabula, en sáficos, y el poema "'In inventionem carmen elegiacum... en un metro
desconocido de su invención. Cfr. al respect0 A. Carrera <le la Red, "Inrroduccicín"" a Francisco Sán-
chez de la Brozas, Obras JI. Poesf,:1, cit., p. 39.
1 Cincuenta y ocho de ellas fueron recopihtdas inicialmente en la edición de Avelina Carrera de
la Red, y en la addenda de d icha obr-J se ofrecen ocho más que fueron recogidas por Antonio Hol-
gauo Redondo. Cfr. ibídem, pp. 250-255.
148 ALFONSO MARTI.N J!MÉNEZ

poesías laudatorias de personas o de libros y otros temas variados, como comen-


tarios a los emblemas de Alciato, poemas astronómicos o mitológicos, epigramas,
juegos de palabras, lemas, enigmas, y versos escritos en una mezcla de latín y
castellano y algunos borradores. Además, es de señalar su traducción Apollinis
Fabula ex sermone soluto versa, obra dramática en verso latino, cuyo o rigen bien
pudiera ser una de las obras de su propia autoría escrita en castellano para su
representación en la Universidad o en el Colegio Trilingüe. En el conjunto de
estas obras :-;e aprecia un elevado grado de elaboración estilística y de belleza
formal, así como su gusto por los temas heroicos y rrútólogicos de la cultura gre-
colatina, de la que era un gran conocedor.
Las poesías originales del Brocense escritas e n castellano se caracterizan por
un lenguaje poético sencUlo y llano, y su número es sensiblemente menor: una
serie de composiciones populares o semipopulares (Romance de Policema. y
Romance de Nu.estm Seiiora, una glosa de un villancico, Contra Horalio -cinco
e:-;trofa:-; de diez versos octasí:labos dedicados a la alabanza del ajo-, unos Octo-
sílabos a los desengarios y un poema dedicado al Lice nciado Alonso Pérez cuan-
do se iba a las Indias), otras composiciones italianizantes (un soneto en respuesta
al Maestro Cobos y otro dedicado al Maestro Farfán) y tres epístolas en verso dili-
gidas a su amigo Cristóbal de Tamariz5.
A la hora de analizar la influencia de la retórica en la poesía del Brocense,
cabe recordar el método propuesto por Kibédi Varga, al que ya nos hemos refe-
rido, consistente en comparar las situaciones literarias con las situaciones propias
de los tres géneros oratorios (judicial, de mostrativo y deliberativo). Kibédi Varga
distingue e n las obras literarias las que denomina situaciones internas y situa-
ciones externas. Las p rimeras tienen lugar en el universo interior del propio texto,
cuando se presentan entre los personajes ficticios de la narración o del drama
:-;ituaciones análogas a las de los géneros judicial, demostrativo o deliberativo. Así
ocurre, por ejemplo, cuando dos pe rsonajes exponen su causa a un tercero
encargado de decidir la cuestión, o e n los casos en que un personaje intenta a la-
bm o convencer a otro. Las siruaciones externas se sitúan en el ámbito pragmático
de la comunicación, y se producen en aquellos casos en los que el contenido del
texto üende a rnodificar las ideas o los sentimientos del destinatario, como ocurre
en los textos [[ricos en los que se pretende persuadido de algo o alabarlo6.
Aunque hemos visto que e l Brocense mostraba ciertas reticiencias con res-
pecto a la utilidad de la clasificación aristótelica sobre los tres tipos de géneros
oratorios, lo cierto es que no la excluye d el De arte dicendi ni del Organum dia-
lecticum et rhetoricum, y, como tendremos ocasión de comprobar, ele hecho
sigue los preceptos propios de estos géneros en la composición <le sus poesías.

' Cfr. ibidem, pp. 35, 45-46, <18.


' Cfr. ihide111, pp. 51-52. A éstas composiciones mayores hay que añadir una Entrada de come-
dia, il1::¡¡ible debido al mal estado del manuscrito. algunos fragmentos aislados de otras obras, dos
series de versos mnemotécnicos creados para facilitar la enseñanza de h gramátka latina, y una obri-
ta titulada Verte n:lm. cuyo versos tienen el mismo sentido leyéndolos hacia delante o hacia atrás: "A,
clama! yo soy amacfa. / Eso no soy yo; sonose. / A dar ya yo voy airada / esotro no, conortose" (ibí-
dem. pp. 22'1-226).
'' Cfr. A. Kihédi Vaf}!a. l<bétoriq11e et Linérature, cit., pp. 93 y ~s.
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 149

Dado que la obra literaria del Brocense es fundamentalmente de cáracter lírico,


no es muy frecuente encontrar en ella situaciones internas en las q ue personajes
de ficción se encuentren en circunstancias comparables a las de los géneros ora-
torios, aunque se dan algunos casos. Pero sí se producen en gran medida situa-
ciones externas análogas a las <le d ichos géneros. Así, en algunas de sus poesías
el Brocense trata de argumentar o de persuadir sobre cuestiones diversas, creando
situaciones externas equiparables a las del género deliberativo, y otras muchas
de sus composiciones presentan un marcado carácter laudatorio, por lo que guar-
dan una clara analogía con el género demostrativo. Por ello es posible analizar
si e l Brocense acata en sus poesías las normas que él m ismo prescribe en sus
manuales retóricos con respecto a la elaboración de los géneros oratorios.
A pesar de ello, es preciso advertir que no todas las poesías del Brocense pre-
sentan un claro paralelismo con uno u otro género oratorio. Aunque en ocasio-
nes salta a la vista dicho paralelismo, y muy especialmente en las poesías lauda-
torias, otras composiciones no son tan fácilmente asimilables a alguno de los tres
géneros. Ello no quiere decir, sin embargo, que d ichas composiciones sean total-
mente ajenas a la preceptiva retórica. Como veremos, el Brocense echa mano a
menudo de preceptos retóricos aislados, correspondientes a cualquiera de las
operaciones retóricas (inventio, dispositio o elocutio), con independencia de que
el conjunto de la composición se adecúe o no a una situación retórica determi-
nada. Por lo tanto, el análisis de la influencia ele la retórica en las poesías del
Brocense puede realizarse teniendo en cuenta dos aspectos: por un lado, es posi-
ble comprobar el grado de analogía del conjunto o de una gran parte de la com-
posición con un género oratorio determinado, y, por otra, examinar los precep-
tos retóricos aislados que son utilizados en pasajes concretos. Siguiendo esre
p lanceamienco, intentaremos mostrar el abundante uso que hace el Brocense de
los preceptos retóricos en fragmentos determinados de sus poesías, e insistire-
mos además, en los casos más sobresalientes, en la adecuación de determinadas
composiciones a la estructura general del tipo de discurso oratorio con e l que
guardan analogía.
El examen de las principales poesías latinas del Brocense delata a primera
vista su preocupación por los aspectos de composición formal, y en ellas se apre-
cia el uso de las distintas figuras elocutivas recogidas en sus tratados retóricos.
Así, en las poesías religiosas, como el Hymnus dis et beata legio que encabeza la
recopilación de sus obras realizada por Avelina Carrera de la Recl7, se o bserva
con claridad el interés por lograr efectos sonoros mediante el uso del bomoiop-
toton, o repetición de desinencias casuales semejantes:

•ÜL<; et beata Legio


vocata quondam Gemina,
scatens rosarum flosculis
et floribus gemantibus.

7 Seguimos en nuestro análisis el orden de las poesías establecido e n la citada edición, seleccio-

nando las que nos parecen mas representativas, resaltando los aspectos comentados en los textos lati-
nos con cursiva y ofreciendo la traducción ele los versos latinos al castellano efec1uada por la editora.
150 ALFONSO MARTÍN J!MÉN"EZ

Praeconis llic servas sacri


mandibulam recentulam,
Marcellus hic et pignora
superna regna concinant.
Hinc doctor ille fulgidus
illustrat has Hispcmias (...).8

Pero la influencia de las normas retóricas no se limita al apartado elocutivo.


los argumentos relacionados con la causa y el efecto, propuestos en el apartado
de la invención d ialéctica deJ Organum, están claramente presentes en los
siguientes versos del Hymnus: exorna, Legio:
•Felices vario nomine coniunges,
Marcelle et Nonia; ultima munera
tulistis, meritis aethera lucidum
e:x:celsis tribuit Deus.•9

E incluso l.os silogismos propios de la dispositio, que a juicio del Brocense son
utilizados de forma encubierta por los poetas al construir sus obras, se observan
también con claridad en su propia poesía;
•Si non aedificas illustrem Conditor aulam,
vanum esr cuiusvis aedificantis opus.
Et nisi munieris firmatam viribus urbem
necquicquam vigiles in saratione sedenr.
Conde ergo, et muni Sophiae venerabi1e templum
nobi1;, o rcrum fonsque caputque Deus...10

En esta oración, en la que se incluye la propia palabra "ergo" que suele enca-
bezar la conclusión de los silogismos, puede adivinarse fácilmente bajo la forma
de expresión hipotética negativa una argumentación similar a la siguiente: "Sólo
la casa construida por Dios es protectora y luminosa./ Queremos una casa pro-
tegida y luminosa, / luego nuestra casa ha de ser construida y protegida por
Dios". Es de advertir, claro está, que no toda idea literaria enunciada mediante
una oración pr.incipal y una subordinada condicional debe entenderse como un
uso retórico de un silogismo; pero sí aquellas expresiones en cuya estructura se
observe con claridad dicho procedimiento, defendido por el Brocense como un
recurso fundamental en los textos de poetas y oradores.

" !:d. cit., rP- 54-55: "Rica y dichosa León, en otro tiempo llamada •Gemina•, rebosante de capu-
llos y <le nadentes flores; aquí guardas rú la mandíbula tod;ivfa fresca del Sagrndo Precursor; aquí,
Mar-celo y sus ~eres queridos embellecen el reino celestial. Desde aquí, aquel refulgente Doctor ilu-
mina las Españas [... )".
•> Ed. cit.. pp. '16-57: "Esposos felices. por diversas causas, Marcelo y Nonia; cumplisteis vuestra
ühima mi~ión; por vuestros preclaros méritos Dios os concedió el luminoso cielo ...". Se trata de un
ripo ele wusa eficiente basado en la voluntad.
li> /:'el. cit .. pp. '18-')9: "Si Tú, Creador nuestro. no construyes una luminosa casa, es inútil todo el
1rnhajo del que la construye. Y si no proteges una ciudad defendida con tocias las fuerzas, en vano
los soldados e::stiin de centinda. Constniye, pues, y protege en bien nuestro el venerable templo de
la :;abi<lurfa, oh Dios. fuente y principio de t0das la~ cosas".
RETÓRlCA Y UTERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 151

tos distintos argumentos y procedimientos retóricos que el Brocense recoge en


sus tratados aparecen claramente reflejados en otras de sus poesías. Así, las figuras
elocutivas de pensamiento, como la prosopeya, tienen cabida en De Natali Crhisti,
donde se introduce en mitad de la narración el propio d iscurso de Dios11.
Las composiciones fúnebres se asemejan por su naturaleza a los d iscursos
retóricos de tipo laudatorio, por lo que podemos considerar que en dichas com-
posiciones se producen "situaciones externas" equiparables al género demostra-
tivo. En el apartado de la dispositio de sus tratados retóricos, como ya hemos
comentado, el Brocense preceptúa que en el género demostrativo e l exordio
puede constm irse con absoluta libertad, empezando por cualquier hecho histó-
rico, fábula, proverbio o circunstancia; la narración ha de ocupar casi todo el dis-
curso; no es necesaria la confirmación, y tampoco lo es e l epílogo por parre de
los poetas e historiadores, aunque sí debe usarlo el orador 12. Pues bien, casi
todos los poemas fúnebres del Brocense, en conformidad con los preceptos retó-
ricos que rigen el género demostrativo, están compuestos por la simple narración
y exaltación de los hechos de los personajes a los que son dedicados. En ellos
se observan además toda clase de figuras elocutivas, como la hipérbole o exa-
geración13 , la epizeuxis o repetición de palabras 14 , la anáfora o repetición de
palabras al comienzo de la cláusula y la prosopeya o discurso de un personaje'"
y la preterición, por medio de la cual se e xpresa lo que se finge pasar por alto 16 .

11 Ed. cit., pp. 60-61: "•Stat, air, antiguos tandem miserccere casus, / arque Protoplati facta piare

patris" ("•Estoy resuelto -<lijo- a complacerme al fin de las antigi,as maldades y a volver limpias las
obras del primer padre de los hombres"'). Destaca en este poema la descripción apasionada de la con-
cepción de María: "Gaudia perfundunt casússima pectara matris, / aethereusque poli viscer.1 torret
amor" ('"El gozo invade los cas1ísimos pechos de la Madre y el amor celestial abras;i sus entrañ:is'" ).
12 Cfr. De arte dicendi, cit., pp. 90-99 y Organum, cit. , pp. 314-323.
13 En In obitu.m D. Joa,mae Castellae (ibídem, pp. 62-63) se lee lo siguiente: "Hesperiae Regina
plagae peto sidera tandem, / implevipostquam regibus omne solum" ("Yo, la reina ele Hesperia, al fin
me dirijo al cielo; después de haber llenado de reyes t0clo el mundo "). Hay también prosopopeya.
14
En la misma composición (pp. 64-65): ''[...] sic natos vidi reges, regesque nepotes. / et reges
horum pognora grata simul" ("[. .. ) De modo que he vi~lo a mis hij<>s reyes, reyes a mis nietos. y reyes
también a sus prendas más queridas").
15 En In obilum Q. Caroli Caesaris im¡x:r. (ibídem, pp. 64-65): "ln misera Hispanae gencis mun-
d ique ruina, / cumque piis populLs nil nisi triste foret, / nocte sa1as vulcu compellat <lim sorores /
Atro/X)s insolito, laetaque verba refert: / Atropos immiti dis1urbans sidera fron1e, / in manibus vitarn,
faiaque nostra gerens, / ,Max:ima res effecta mihi, exultare, sorores, / altaque iam subeat pectora nos-
lri quies·• ("En medio del infausto desastre para el pueblo espai'iol y par& el mundo, y cuando la pia-
dosa gente no tenía más que tristeza, la cruel Parca Atropos con desacosrumbrado semblante, llama
a sus hermanas, hij:is de la noche, y les cuenta alegres noticias; Atropos, la que hace alter.ir el fir-
mamento con su severa frente, la que tiene en sus manos nuestra vida y nuestra suerte. ,He hecho
una gran hazana; alegr.10s, hermanas, y e ntre en nuestro pecho gran tr-..nquilida<l"). A pesar de que
el Brocense afirma en sus cr-,uados que la prosopopeya es propia del género deliberativo (cfr. De arte
dicendi, cit., pp. 98-99 y Organum, cit., 322-323). a menudo encontrarnos did1a figura en los poe-
mas de alabanzas, asimilables al género laudatorio, por lo que las fronteras entre unos géneros y 01ms
(así corno las de los poemas que les son asimilables) <leben establecerse con cierta flexibilidad. No
es extraño que un poema persiga distin1os fines a la vez, ni que se en1remezclen en é l lo~ ren,rsos
propios de distintos géneros.
16
En la misma composición (pp. 66-67): "Quid repeteam Lybiae, quas intulit aequore dades? / Et
fusum Turcam? Danubüque vada?"" ("¿Para qué voy a recordar las derrotas que por el mar infrin¡:¡ió a
Libia' ¿Y al Turco? ¿Y a orillas del Danubio?").
152 ALFONSO MART!N JIMÉNEZ

En estas compos1c1ones no fa ltan elementos propios de la inventio dialéctica,


como los argumentos basados en la causa eficiente:

•Quem vim1s mulla, et rerum prudencia canum


ame pilos fecit, consiliumque <ledit...•17,

o los opuestos contn~rios de tipo contradictorio:

•lnvictusque <liu, demisso corpore tandem,


evolat ad superas summa per astr-d domos.• 111

Y se observan también prece ptos pertenecientes a la dispositio, como la inclu-


sión de hechos insólitos que debe caracterizar a la narratio:

•Quodque magis mirum est, superatque ingentía facta,


reiicil impc rium, sccptra, crophea, libens.
Utque Atlas Coelum Alcide; sic ipse reliquit
impcrium fratri, rcgna Philippe, tibi.-19

Los elementos retóricos constilllycn un recurso esencial en el conmovedo r


e pitafio a su esposa:
•Anna fui charo nimium dilecta marito,
queis amor illaesus, spiritus unus eral.
Me rapuit iuvencm mors, qua mctit omnia falce,
rumpere parca ferox¡ viví.mus en iterum.
Ilk Dcum vitam per me; humanam ipsa pcr iUum
vivimus inque solo, vivimus inque polo.•10

En esta composició n, los argumentos basados en los opuestos contrarios de


tipo contradictorio de la inventio constituyen el soporte d ialéctico y sentimental

1' En J¡i niisrna composición (pp. 66-67): " A él, el gran valu r y la prudencia en sus actuaciones le
hi7.o respetable ames que sus can,is, y le dio s:ibiduría'".
'" En la misma compo.~ición: "E, invicto durnnle largo tiempo, postrado por fin su cuerpo e n tie-
rr.1, v uela atrave,-,indo las má, alt~1s estrell:1s a las moradas celestiales".
''' En l:i misma romposición: •y lo que es más adnür.ible y supera los más grande~ hec hos. espon-
t;irwamente abandonó el imperio, los cetros y los trofeos, y como Atlan1e dejó el mundo en hombros
d e l lércules. así é l dejcí e l imperio a su hermano. y los reinos a ü, Felipe"'. Es de advertir que la inclu-
si6n de hechos admirables e n la narración era aconsejada en las P(lrti/iones oratoriac de Cicerón,
pém no es prei:eptu.ida por el Brocense para el mismo apartado en el De arte dice11di. aunque sí
para d exordi11111. de cam a atraer la atención del oyente (cfr. al respecto De a11e d1ce11di, cit., pp.
')l-9.~. A prop<Jsito de éste y otros preceptos cicero nianos sobre la n¡irrnción y su i níluenda en l:i litc-
1~m1r:1 dd Siglo d<• Oro español, vid. E. Artmw. EJI Ars narrandi en el siglo XV! espa,iol. ci L, pp. 318 y
s~.). En estos wr~os. como puede apreciarse, hay además comparados ele supe,iorldad y de lg11<1l-
dad propil~~ de l.1 illl'<-'lltío dialé<::tica .
·vo
.!u Ed cil. , pp. (>8-69: :-0y Ana. amada en alto grado por mi querido esposo. Entre nosostros
huho un ainor sin deterioro, una ~ola alma. La muerte, con su guadaña que todo lo tronch:i, me arre
h:uó ..-n p lena juventud: qui<:brate, Parca fiera: mirn, de nuevo estamos v ivos los dos. Él v i ve vida
d ivin.i gr.idas a mí: yo gr-ddas a él, vida humana: vivimos cn la tierra y vivimos en el cielo'·.
RlffÓRICA Y LITtRATliRA EN EL SIGLO XVI: EL BROCEi\SE 153

que sirve de consuelo al poeta, y la victoria de la vida se ve realzada en los dos


versos finales por el uso de esttucturas paralelísticas que refuerzan sintáctica-
mente la unión duradera de los amantes. Tras la deprecación o ruego a la Parca.
figura de pensamiento basada en la petición, la acumulación de otras figuras de
palabras recogidas en sus manuales es empleada magistralmente para reforzar la
sensación de unidad y de triunfo sobre la muerte: el polipwion en la variación
del caso de los pronombrt!s demostrativos ("ille'', "illum''), el homoioptoton en la
desinencia semejante de los acusativos ("Deum'', "vitam", "humanam", "illum"),
la antimetabolé en la inversión de los elementos de la frase, que son repetklos
en distintos casos ("lile Deum vitam per me; humanam ipsa per íllum"), la aná-
fora y la epizeuxis en la repetición de palabras del último verso y la paranoma-
sia en la inclusión de palabras de sonido semejante y distinto significado c·solo'',
"polo'').
En el Túmulo o Diálogo entre un viandante y el genio, el Brocense sigue c:la-
ramente la lista de los argumentos de la persona y de los becbos propios de la
inventio:

-V: Quis jacet hoc tumulo? --G: J1onstroncius aequior alter


non fuit h.b terris, ne,· pietate prior.
V: Quo<l genus? et vitae genus' --G: Alta stirpe creams,
sancm saccrdotis munia commeruit.
V: Num fortuna viro grandis? vt'l paupere ceceo
cxegit iustos et sine !abe dics?
G: Principiis inimica fuit, miseranda, proterva,
dives enim patriis non fuit ille bonis.
Vinuce et magnas et opes asdvit honestas,
fominam supcrans moribus, ingenio.•i 1

Y en la Elegía a la juventud, los procedimientos elocutivos de la metáfora y


la comunicación o pregunta se unen a los comparados de superioridad dialécti-
cos de manera acumulativa:

•Die mihi, quid fragilis infelix, innitere cannanun


trunco? ut pere:1s' et recidente labores?
Fidisque juvcntuci male sane fugaciori
movilibus flatibus, atque Notorum pennis
levioli? quaeque volucrior Euro est.•22

11
Ed. cit. . pp. 78-7\): • Viandante: ¿Quién yace en este túmulo? / Genio: Ylonstroncio. t,;o hubo
en este mlindo otro más justo, ru <le mayor piedad. / V: ¿Cuál fue su familia? ¿Qué género de vida
Ucv6; / G: Nació de ;1lta estirpe; mereció el sagrado oficio de sac-erdote. / V: ¿Fue hombre de gran
forlllna, a,aso? ¿O pasó una vida sama y sin mancha en una casa humilde? / <,": En sus primero.~ años.
la suerte le fue enemiga. misemble. cmel, pues no fue rico en bienes paternos. Por su valor. jumti
gnm<ks y honestas riqu<:>zas, supernndo s\1 escasa fo:.tun;1 por s11s ~-ost11mbre,; y rnknm"), En la pri-
mera respuesta del genio se apr<:>cia además el uso de los comparados dialécticos d~• superio ridad
recogidos en la trwemio del Organum.
1
' lbidem, pp. 82-83: ·•Dime. ¿por qué, ínfrli;:, te apoyas en el fdgil tallo de una caña? ¿Para pe;>r-
do::rte? ¿Y parn sufrir. al uerse ella' ¿Y confías en cu juventud. locamente. irnís pasajern que las móvi-
les hrisa..s y más liger,1s que las alas del viento Sur'. ¿y más voluble que el viento del Este?".
154 ALFONSO MARTfN JIMÉNEZ

Las poesías laudatorias de personas, al igual que las poesías fúnebres, son
fácilmente asimilables al género demostrativo, y se suelen regir también por los
preceptos ya indicados propios de dicho género. En ellas, el Brocense dedica
todo tipo de halagos a sus destinatarios, siguiendo una costumbre común en la
época23 . En estas composiciones también se deja sentir la influencia de los más
variados preceptos retóricos, como en la titulada Sobre un hombre condenado a
m.orir... , en la que la piedad del Rey Maximiliano se convierte en la causa efi-
ciente q ue rige el destino del reo24 . Por su pa1te, el Brocense da muestras de la
humildad característica de la captatio benevolentiae, especialmente cuando alaba
a otro poeta y expresa un sentimiento fingido de inferioridad con respecto al
mismo. Así ocurre en la epístola a Marco Rodrigo Puebla 25, en el poema dedica-
do a Ga:;par de Grajal26 o en el Saludo a Diego de Tapia Aldana27 • Estas afirma-
ciones del Brocense no deben ser entendidas como una manifestación verdade-
ra del concepto que tenía de sí mjsmo como poeta, sino como la asunción de un
tópico frecuente en las composiciones de la época. En el comienzo del mismo
p rólogo I del De arte dicendi, al d irigirse al daustro de doctores y maestros de
la Universidad de Salamanca, el Brocense hace uso del mismo recurso, afirman-
do que el tema que va a tratar sobrepasa sus facultades 28, lo que no significa que

' ·' A este respecro, es de señalar que también el Brocense recibió los halagos del mismo Miguel
de Ceivantes, quien en el Canto de Calíope del libro VI de la Galatea dfrigió sus alabanzas a los varo-
nes destacados de la época. A propósito del Brocense, la ninfa Calíope expresa lo siguiente:
'"Aunque el imperio y la elegancia vuestra
Frnncisco Sáncl1ez, se me concediera,
ror torpe me juzgara y poco diestra
si a querer alabaros me pusiera.
Lengua del cielo única y rnaestra
tiene de ser la que por la carrera
ele vuestras alabanzas se dilate:
que hacerlo humana lengua es disparate".
(Miguel <le Cervantes Saavedra, La Galatea [15851, ed. de Juan Bautista Avalle-Aro::, Madrid,
Espasa-Calpe, 1961, p. 217, nora).
1·• F.d. cit., pp. 86-87: ·'Macee animi, iuvenis. cui iam non ferrca vitam / net 'Lachesis. regís mite

sed ingenium" ("Ánimo, joven, que ya no es la férre:1 Pare.a Láquesis la que hila la tela de tu vida,
sino la piadosa condición de un rey").
i~ Jbidem, pp. 88-89: "[. ..] quid perdis, vates, praelustia carmina? nostrum / dum laudas nomen
~emper a<l astra vehis? / Grandibus exiguum decantas laudibus hortum, / pinguia et aridula semina
fundís humo" ("'[...] ¿por qué echas a perder, oh poeta, tus elegantes versos, cuando alabas mi nom-
bre y constantemente lo ensalzas hasta el cielo? Celebras con grandes elogios un minúsculo jardín y
arroias escogic.Ja.s semillas en una tierruca árida").
'" lhidem, pp. 90-91: ·•[...] ast ego difficilis, querelus, cui nil placet unquam, / cui merito Aonides
verba c,mor,1 ne¡a\ant [...l" ("[...]Pero yo, de áspero carácter y quejumbroso, a quien no le agrada nunca
nada, y a quien con r.izón las Musas niegan palabras melodiosas [. ..]").
z, lbidem, [)p. 94-95: "[...] n1stícus es\ animus nobis, die, acque pusillus L..l" ("'[...1Dile [Musa) que
tengo un talento rústico y poco fértil ( ..J").
-"' De arte dicendi, cit., pp. 34-35: "Al intentar tratar temas que sobrepasan mis facultades de elo-
cuckín, no hay duda, ilustres señores, de que me expongo a ser acus¡¡do de temeridad; pero sí no lo
hago, me gr,mjearé, no sin gran vergüenza, fama de persona ingrata" ("Dl1m quae supra uires dicen-
di meas posit,1 sunc conor attingere, illustres uiri. temericatis crimine non dubium est quin ueniam
int:usandus; quod idem si non fecero, ingr<1ti animi notarn non sine probro maxirno reportabo").
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVl: EL BROCENSE 155

tuviera una baja consideración de s í mismo como tratadista; antes al contrario, e l


autor extremeño m anifestó en todo momento su c reencia en su propia valía e
incluso en su superioridad , despreciando a menudo la ignorancia de sus detrac-
tores. Las manifestaciones de humildad, como las alabanzas exageradas a otras
personas, eran una fórmula de captación de la benevolencia casi obligada en las
composiciones de la época, que el Brocense trasladó, como tantos otros recur-
sos retóricos, a l ámbito de la composición poética.
En el poema dirigido a Don Juan Laso repite e l mismo recurso, añadiendo
además una argumentación justificatoria basada en un silogismo hipotético, muy
similar a los expuestos e n e l Organum, y el tipo de figura de p e nsamiento deno-
minado p reterición29 . La composición termina con un consejo que recuerda los
preceptos de la Poética horaciana, y con una alusión retórica a la brevitas nece-
saria para evitar el taedium:

•lngenium par materiae nisi sit, quod stmxeris omne


corruet, et risus foeda ruina dabit.
Jamque vale, generose, meo ne taedia versu
ingenerem, vatis sis memor usque tui .•30

En estos versos, en los que el Broce nse se llama a sí mismo poeta (lo que
confirma la artificiosidad de sus manifestaciones de humildad), se observa clara-
mente la estrecha relación entre poética y retórica, c u yos preceptos aparecen
entremezclados. El poema guarda por e llo c ierta correspondecia con el plantea-
miento teórico que aconsejó la p u blicación conj unta del De arte dicendi y del De
auctoribus interpretandis en 1558, donde se incluía un comentario a la Poética
de Horacio.

2'! Ibídem, pp. 92-93: "lnclyte Joannes, Lassornm clara propago / qui genus a priscis ducis oriµi-
nibus: / gnuuJia si nobis dicrarent carmina Musae, / si daret auratam Phoebus Apollo chelyn, / effe-
rre insignem gentemque. genusque tuorum / conarer numeris, dulcis amice, meis. / Con,1rer laudes-
que mas, placidamque Thaleiam / quam sequeris, meritis laudibus evehere. / Sed mihi Thespiade~
blandae mala cannina donant, / avenit vulrus Cynthius usque suos" ( .. Ínclito Juan. noble dcscendienre
de la familia Laso, que traes origen de la más antigua estirpe: si las musas me inspiraran altos poe-
mas, si Febo Apolo me dier.t su lira de oro, trdtaría, dulce amigo, de ensalzar a tu noble familia y la
prosapia de los tuyos con mis versos. trataría de enaltecer con los debidos elogios a la plácida Taifa.
Musa de la Poesía, que tú cuhivas. Pero las suaves Musas me penniten hacer sólo malos vt!rsos, y c:,I
dios del monte Cintio aparta de mí constantt!mente sus miradas"). El silogismo encubierto podría for-
mularse así: Si las Musas me inspiraran adecuadamente, podría cantar tus alaban7.as. / E-5 así qut> las
Musas no ITit! inspiran, / luego no put!do cantar tus alabanzas (cfr. Organum, cit., pp. 288-289). Hay
preterición, además, porque el Brocense realiza a continuación lo que afirma no poder h,Ker.
30 Ibídem, pp. 92-93: "Si el talento no es tanto como el asunto a tratar, cualquier cosa que intcn-
1es. todo se vt!ndrá abajo y producirá risa la las1imosa caída. Adiós, noble señor, no se.i que te abu-
rra con mis versos. Acuérdate siempre de tu poeta". Cfr. al respecto los versos 366-386 del A,~· l'oe-
tica (ed, cit.) en los que Horacio 1rata cuestiones semejantes, y especialmente los siguiente.s: .. Ludere
qui nescit, campestribus abstinet armis, / indoccusque pilae disciue trochiut! quiesdt, / nt! .spis.satc
risum tollant impune coronae [...] Tu nihil inuita dices faciesue Minerva" ( .. El que nu .sabe jugar se
abstiene ele las armas del Campo de Marte, el que ignorante ele la pelota o cld disco o del juego del
aro se mantiene tranquilo para que los círculos cerrados de espectadores no rompan a reír impune-
mente; el que no sabe componer versos, sin embargo, se atrevt! a hacerlos[...] Tú. tú no har.h ni dir.ís
nada que le repugne a Minerva").
156 ALFONSO MARTfN JlMÉNEZ

Otras composiciones laudatorias muestran la asunción d e nuevos preceptos


dialécticos. Así, el Saludo a Diego de Tapia Aldana concluye con unos versos en
los que el Brocense elabora un tipo de comparación denominado •imposible•,
encuadrado en el apartado de los testimonios y basado en la comparació n por
analogía, que recuerda en gran medida la cita de Virgilio con que ejemplificaba
este recurso en el Organum:

•Desinet esse prius Lyrnphamm Cygnus amator


desint:t esse prius piscis amicus acquis,
pectore quam doctur labatur Tapia nostro,
ossibus in noscris cujus inhaeret amor.•31

Y en las dedicadas a Antonio Solís y a León de Castro el Bro cense juega con
los derivados de la definición sobre el nombre incluida entre los argumentos de
la invención dialéctica, comparando al primero con el SoJ32 y atribuyendo al
segundo las cualidades del león33.
También en las poesías laudatorias de libros se observa con claridad la
influencia de los preceptos retóricos. Sirva como ejemplo el Poema al lector de
la crónica de hechos memorables de Hispania que escribió Juan Vaseo de Brujas,
e n la que a los comparados de igualdad y superioridad se suma la exposición de
cosas sorprendentes, así como una argumentación basada en una suerte d e silo-
gismo encubierto que invita a la lectura del libro34, o el dedicado a la Poética de

,ll lbiclem, pp. 94-95: "[. ..) que antes dejará el cisne de estar enamorado de las aguas, que antes
dejará de ser amigo de los ríos, que se vaya de mi corazón el docto Tapia, cuya estima está metida
dentro de mi ser". El ejemplo de Virgilio incluido en el Organum es el siguiente: "Antes pacerán los
ligeros ciervos e n el cielo / y echarán los mares a los peces al desnudo litoral, / que desaparezca su
rostro de mi corazón" (op. cit., pp. 256-257). Y al igual que el Brocense veía en los versos de Virgi-
lio la siguiente proporción: -de la misma forma que los ciervos nunca pacerán en el cielo, así tam-
poco se me olvidará nunca su imagen•, en los versos del Brocense podría establecerse una propor-
ción similar a la siguie nte: -de la misma forma que el cisne nunca dejará de estar enamorado de las
aguas y de los ríos, así tampoco se irá el docto Tapia de mi corazón•. En los dos primeros versos cita-
dos del Brocense se observa además una anáfora.
2
:1 Ed. cit., pp. 94-95: "Musarum ducit coetus lux splendida So/is, / So/is inardescit radio Onmipo-
tentis Olympi / ampla domus: medius circumpicit omnia Phoebus" ("La espléndida luz del Sol guía
el cortejo de las Musas, con los rayos del Sol se llena de fuego la espaciosa morada del Olimpo todo-
poderoso: Febo, puesto en medio, lo envuelve todo en su mirada").
.H E'd. cit., pp. 96-97: "Saevitum est multum, tua iam desaeviat ira: / sis licet ipse Leo, ferrea corda
doma•· ("Ya ha habido bastante severidad, ceje ya tu rigor: aunque seas León, frena tu corazón de
hierro").
~• Ed. cit. , pp. 100-103: "Sed nunc si antiqui starent monumenta decoris / integra, si posses cerner
f:.tcta ducum: /[...) quin legeres p0rtus, quos terra admittit Hibera, / inspeceresque urbes, flumina, stag-
na, lacus? / [. ..l Perli::ge quae doctus scripsit Vasaeus, abunde / plura requisitis, si legis, inde feres"
("Pero si en nuestros días estuviesen intactos los monumentos de la antigua gloria, si pudieses ver las
obras de los hombres importantes [. ..], ¿por qué no ibas a recorrer los puertos que tiene la Tierra
Ibera, o por qué no ibas a visitar sus ciudades, sus ríos, sus lagunas, sus lagos? [...] Lee con atención
lo que escribió e l sabio Vaseo; de ahí, si lo lees, vas a sacar mucho más de lo que buscas"). En estos
versos podría apreciarse una argumentación similar a la siguiente: '•Si pudieras, verías los monumen-
tos y los grandes hechos de los hombres de H.ispania; /es así que el libro de Vaseo te lo muestra, /
luego debes leer el libro de Vaseo".
RETÓRJCA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 157

Salvador de Murcia, cuya obra, escrita en los escasos ratos libres que le permitía
el estudio, es elogiada por el Brocense mediante un comparado dialéctico de
igualdad adornado con metonimia35 . Y en los restantes poemas latinos se hace
uso de los opuestos de la invención dialéctica de tipo repugnante36 , o se recurre
de nuevo a los argumentos basados en la causa y el efecta37 •
A estas composiciones mayores hay que añadir otras con fines didácticos e n
las que el Brocense realiza juegos de palabras38, propone enigmas39 o mezcla e l
!aún y e l castellano40.
Entre las traducciones al latín efectuadas por el Brocense, cabe destacar la
Fabula de Apolo traducida de prosa en verso, cuya autoría original en castella-
no probablemente también le corresponda. Esta obra dramática reproduce la
confrontación entre Apolo y Cupido, tomada de la mitología41. En esta compo-
sición se observan muchos de los recursos retóricos empleados en las poesías
comentadas. Es el caso de la deprecación o ruego inicial42, o de los argumentos

, 5 Ed. cit., pp. 104-105: "f. ..] casside mangnanimus posita paulisper et hasta, / aeternum Caesar
nocte peregit opus" ("El valeroso César, dejando el yelmo y la lanza a ratos, compuso por la noche
una obra imperecedera..).
36 Así en el poema Sobre una mujer_judfa qtte iba a comerse a su hijo en el asedio dejenisalén
(ed. cit., pp. 116-117): "Fata iubent: genitrix (quamvis natura repugnet) I ex me prognato corpori ero
tumulus" ("El destino lo exige (aunque repugna a la natumleza): yo, una madre, voy a ser tumba de
un cuerpo que ha nacido de mí"). Nótese que el Brocense utiliza la propia palabm "repugnet.., cuya
raíz es la misma que la del término con que denomina en su Organum a este tipo de opuestos.
37 Así en Sobre Aracne (ed. cit., pp. 118-119), donde se describe el casligo de la joven Aracne por
atreverse a desafiar a la diosa Palas, la causa eficiente basada en la voluntad produce un efecto con-
trario al deseado: "lntelix digilis nimium confisa sonoris / ausa est mortalis sollicitare deam./ [...) Qua
propter gracili depende! sedula tela: / pendet araneola, pulcrha puella prius.. ("La infeliz, fiada dema-
siado de sus sonoros dedos, se atrevió, siendo mortal, a desafiar a una diosa. [. .. ) Por ello, ahom vive
codiciosa, pendiente de una frágil tela, colgada como diminuta araña, ella que antes fue una hermo-
sa joven"). Observése la bella aliteración ele sonidos en el último verso, figura que el Brocense no
incluye en sus tratados retóricos, ya que en ellos sólo presta atención a las fígums que afectan a la
palabra o a la oración.
18
· Como en los siguientes versos, que se leen igual de izquierda a derecha que de derecha a
izquierda (ed. cit., pp. 120-121): "Signa te signa, temer me tangís, et angis, / Roma tibi subito moti-
bus ibit amor" ("Dístinguete, caracterízate; temerariamente me golpeas y me atonnenras; d amor con
sus vaivenes te llegará de repente, Roma").
39 Como el dedicado a la explicación del.a causa final entre las cuatro causas (final, formal, efi-
ciente y material) de la inventio dialéctica (ed. cit., pp. 124-125): "Tres sine me nusquam, me tres
tamen ante fuerunt: / sum tribus ipsa prior, posteriorque tribus. / Hae mihi germanae, genui tamen
hasce sorores, / quaeque mihi soror, est nata parensque simul" (''Las otras tres sin mí no existen: sin
embargo existen antes que yo. Yo soy anterior y posterior a las otras tres. Estas son mis hermanas,
pero yo las engendro, y la misma que es mi hermana es mi hija y mi madre al mismo tiempo").
0
• Así ocurre en el poema introductorio a un Diálogo bilingüe entre Patientia y An·oganria (cd.
cit., p. 126): "Mi lector, tu pronunciando / taro junctos ambos sermones, / ama sanctas intentiones /
errores dissimulando: / Abhorresce condemnando / invidiosos detr-actores, / confunde falsos lectores
/ defensiones allegando".
~1 Apolo se halla pletórico tras su victoria sobre la serpiente Pitón, que devastaba los campo~ de
Tesalia, y se atreve a desafiar a Cupido. Éste se venga, lanzando una flecha de oro que produce e l
cnamommiento de Apolo de la ninfa Dafne, y una flecha de plomo que infunde la ave1-sión de Dafne
hacia Apolo. Ante las pretensiónes amorosas de Apolo, la ninfa huye, y cuando está a punto ele ser
alcanzada se convierte en laurel.
u Ed. cit., pp. 134-135: "Sylvarum nemorumque umbrae, frondosaque tesca, / et vos dulcísono
mulcemes aera cantu, / [. ..] meam quam nuper adepn1s / perpen,o efferte accentu usquc ad ~idera
158 ALFONSO MARTÍN JlMÉNEZ

de la causa eficiente (basados en la naturaleza orgullosa de Apolo) y de su


efecta1-".
Además, es posible observar en esta obra una de las denominadas por Kibécli
Varga "situaciones internas". Cuando Apolo se encuentra con la ninfa Dafne, arre-
batado de amor hacia ella, le pide que se apiade de él y se convierta en su espo-
sa. Como Dafne no accede a sus pretensiones, Apolo, tratando de convencerla,
expone una hreve argumentación equiparable a las del género deliberativo. Al refe-
rirse a dicho género en sus tratados, el Brocense reC'Uerda la concepción de algu-
nos autores que consideran innecesario el exordio, ya que !os oyentes se acercan
bien dispuestos por propia voluntad, mas debido a la necesidad de comenzar de
algún modo, recomienda empezar por la persona, el lugar, el tiempo o las demás
circunstancias. La narración, a su juicio, no es necesaria; casi todo el discurso ha
de ser confirmación, y en el epílogo se deben mover los sentimientos, sobre todo
mediante la amplificación y el recurso a los lugares comunes44. Pues bien, pese a
la brevedad del cliscurso de Apolo, expresado en forma de diálogo, en él se obser-
van con claridad algunos de estos preceptos, aunque de forma entremezclada. Así,
Apolo hace uso de argumentos propios de la confirmación basados en opuestos
repugnantes, a la vez que recurre a la moción de sentimientos basada en lugares
comunes cuando recuerda a la ninfa sus obligaciones para con sus padres, y trae
a colación los lugares de persona para presentarse a sí mismo:
•Longe, virgo, erras, nam te decor iste quod optas
esse velut votoque mo, rua forma repugna!
nam patri generum debes, matrique nepotes[. ..)
Cui places inquire; tamen non incola montis,
non ego sum pastor, soli rnihi Delphica tellus
et ...(Claros) et Tenedos, Pothareaque regia servit.
Jupiter est pater [...],15

Aunque el orden que presenta el breve alegato de Apolo no se corresponde


con la disposición natural de las partes del cliscurso, ya que comienza por la con-

palmam 1... 1" (''Oh sombra de las selvas y de los bosques, oh parajes frondosos; y vosotrJs, aves reco-
gedo1~1s de semillas que llenáis de encantos el aire con vuestro dulce canto, (...] ensalzad hasta el
cielo (on vuestro perpetuo canto la victoria que hace poco he conseguido l.. .]").
'-' Jbidem, pp. 136-137: "'[...] et quoniam nostram verbis accendere bilem / tentasti duris: pro ver-
bis fa<:ta rependam. / Namque humilem nypham (nec nostri sanguinis) unam / ardebis non igne pari
1. ..1" ("'1. ..1 y porque has tr.itado de encender mi cólera con ásperas palab,<1-s te voy a devolver por
palabras obr-.1.~. En efecto, vas a amar a una humilde Ninfa -no de nuestra estirpe- con fuego no
correspondido 1.... 1"). A su vez. el comportamiento de Cupido, motivado por la iru, se convierte en la
cau.~a ~/icie-nte que provoca e l enamoramiento de Apolo.
·•• Cfr. [)e arte dice11di, cit., pp. 90-99 y Organum, cit., pp. 314-323.
'' !hidem, pp. 140-141: ·'Mucho te equivocas, doncella, pues esa belleza se opone a que seas lo
que quieres, como tamhién tu hermosura está en contradicción con tus deseos: en verd¡id, debes dar
a tu padre un yerno y nietos a ru madre l. ..) Entérate de quién es aquél a quien le gustas. A pesar de
lo que parece no soy un habitante de los montes, no soy un pastor; a mí solo está sometida la tierra
de Delfos. Claros y Ténedos y el palacio regio de Pátara, Júpiter es mi padre l... J". Nótese que el Hro-
cense vuelve a utilizar en su compo~ición una palabra ("repugnat'') semejante a la que usa en el
Or¡.:urn1111 para denominar al tipo de argumento aquí empleado.
RETÓRJCA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 159

J1rmatio, sigue por el intento de mover los sentimientos propio de la peroratio.


y termina con las circunstancias de persona relacionadas con el exordium, es pre-
ciso recordar que la ordenación natural puede ser alterada cuando así lo acon-
sejan las circunstancias, haciendo uso de la methodus prudentíae, como ocurre
e n este djscurso debido tal vez a que su destinataria no muestra de antemano
ninguna disposición a escucharlo. Por lo demás, al final de la obra se observan
también una serie de paranomasias producidas por las respuestas con que Eco
contesta a los lamemos de Apolo tras la conversión de la ninfa en un árbol 46.
Los poemas en castellano del Brocense muestran un uso similar de los recur-
sos retóricos. En el Romance de Policena se observa una prosopeya directa o
pequeño discurso de la protagonista, por medio del cual intenta conmover a su
verdugo, no con la esperanza de que le perdone la vida, pero sí al menos de que
permita su enterramiento. Se trata de una "situación interna" que presenta una
evidente analogía con el género judicial, ya que Polkena intenta com;eguir e l
favor de su destinatario para sí misma y para su madre:

•Cautiua llevan los griegos


a la gran reyna Troyana.
Con ella va Policena,
que ésta sola le quedaua.
Dicen que la pide Achiles
para ser sacrificada.
De los bnu;os de la reyna
luego Pyrro la sacaua.
Llévala a la sepultura
donde a de ser degollada.
Allí habló Polycena,
su madre delante estaua .
...Pues eres Pyrro animoso
exercila aquesa espada,
que más nací para mue1te
que no para ser esclava,
aunque el plazer del morir
mi madre me lo quitava,
que si no fuera por ella
bien dichosa me llamara.
No me duele mi desdicha,
pues que voy tan bien librada,
duéleme su desventura,
su vida tan desastrada.
Lo que yo te mego Pyrro
en mi postrera jornada

46
Ihidem, pp. 144-145: "Dicitc, quam patior, non ese durissima vita' - lta. / Unde ego ram d iras
concepi pectore flammas' -amas./ Vix scio quid sit amor: quid hoc ese quod dicie amare? -mare./ Esr
mare, nec c.-essat 5emper 5Lillare prof1mc.Ji5_ -une.lis. / Quis novus hic terror ? -error ("-Decidme. ¿Esta
que Ucvo no es la vida más durJ? -Sí. / -¿Por qué he sentido en mi pecho tan vivas llatnasr -Amas. /
-Apenas sé qué es el amor: ¿qué es eso que llamas amar? -Mar/ Es el mar y no deja nunca de gorear
en las prolirndas. -Ondas. / ¡_Qué es este nuevo terror? -Error").
160 ALFONSO MARTÍN JLMÉNEZ

que de gracia des mi cue1po


porque yo sea sepultada.
Estas palabras dez[a
con qu<:: d corai;on quebrava.
Con dolor el sacerdote
la cabeza le cortava .•47

En los apartados dedicados al género judicial, los tratados del Brocense esta-
blecen que en el exordio se ha de intentar conseguir un auditorio benévolo, dócil
y atento. La benevolencia se consigue atendiendo a la persona y al tema. Con res-
pecto a la persona, es conveniente realizar una alabanza propia sin arrogancia y
mostrar las molestias y desgracias personales, así como alabar a los oyentes sin
sospecha de adulación. A propósito del tema se aconseja exagerar la propia causa.
La docilidad se logra resumiendo con claridad y brevedad lo más importante del
tema, y la atención aduciendo ideas importantes, necesarias, nuevas o inauditas.
La narración ha de ser breve, clara y verosímil. En la argumentación hay que satis-
facer rápidamente las expectativas del auditorio, aduciendo aquello que sea más
seguro y dejando lo esencial para el epílogo, en el que hay que enumerar los pun-
tos más importantes y sobre todo lograr la moción de semimientos48.
Pues bien, en el exordio del breve discurso de Policena, que constituye una
buena parte del mismo, se intenta la captatio benevolentiae por medio del elo-
gio a Pyrro sin sospecha de adulación y mediante la exposición de la propia des-
gracia, y se requiere además la atención por medio de la exposición de ideas
inauditas, como es la referencia al p lacer de morir o al hecho de sentir su muer-
te sólo por el dolor que experimentará su madre. Para la presentación de estas
ideas se recurre a argumentos propios de la inventio dialéctica, como son los
internos derivados de los primeros, y más concretamente los comparados (" ...más
nací para muerte / que no para ser esclava... ") y los opuestos (" ...el plazer de
morir... "). Apenas hay narración, ya que la finalidad del discurso no consiste en
presentar favorablemente los hechos del pasado. Sí se observa una breve argu-
mentación, en la que Policena satisface rápidamente, como preceptúa el Bro-
cense para el género judicial, las expectativas del destinatario de su d iscurso, al
exponer que no pide clemencia para sí misma. Se intenta así una vez más lograr
la moción de sentimientos por medio de la presentación de la propia desgracia
y argumentos basados en los opuestos ("No me duele mi desdicha, / pues que
voy tan bien librada... "), a la que se añade el único aspecto narrativo del poema,
una breve, clara y verosímil referencia a la desgraciada vida de la madre, para
quien se intenta conseguir misericordia (" ...su vida tan desastrada"). Y lo más
importante se deja para el epílogo, en el que se expone la deprecación final ("Lo
que yo te ruego Pyrro / [...] que de gracia des mi cuerpo / porque yo sea sepul-
tada"), y se intenta por última vez la moción de sentimientos con la inclusión de
una nota emotiva (" ... en mi postrera jornada ..."), la cual se logra plenamente en
el universo interno del poema, según reflejan sus últimos cuatro versos. Incluso

•7 Ed. cit., pp. 210-211.


•~ Cfr. De arte dicendi, cit., pp. 90-99 y Organum, cit., pp. 314-323.
RETÓRICA Y LITERATIJRA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 161

en una composición de carácter popular como el romance, y a pesar de las reti-


cencias teóricas del Brocense sobre la utilidad de la clasificación de los géneros
o ratorios, los preceptos retóricos se observan con nitidez.
En el Romance de Nuestra Señora se especifica la verdadera causa final que
mueve a José y María en su huida hacia Egipto, deshechando como tal el temor
a perder la vida:
•No temían por sus vidas,
que esto pena no les daba.
llevan el p recio del mundo
al qual .Herodes buscaua.,49

Y a continuación se ofrece una serie de descripciones que, en conformidad


con lo preceptuado en el Organum, representan una forma de definición impro-
pia perteneciente a la inventio dialéctica:
•El a yre con las florestas
dulce música templaua.
Los prados se enverdecían,
todo el suelo se alegraua,
el agua muestra alegría,
que entre las piedras sonaua.
El canto y grande armonía
de las aues consolaua,
la tierra con sus olores
toda su virtud mostraua.,s0 ,

para terminar con una hipérbole y un comparado encubierto que pone de mani-
fiesto la diferencia entre la grandeza de Memphis y la humildad del aposento de
los protagonistas:
-Pasaron más adelante
donde Memphis relumbraua
con sus Pyrámides altas
que las nubes assombraua.
Allí hicieron manida
en una pobre posada.,51

En la composición titulada Contra Horatio, en la que se hace una apasionada


defensa de las cualidades y virtudes del ajo, el Brocense recurre nuevamente a la
argumentación basada en silogismos encubiertos, como en los versos iniciales:

19 Ed. cit., p. 211.


50 Ibidem. A juicio del Brocense, sólo pueden ser llamadas propias las definiciones basadas en
las causas, mientras que las basadas en los efectos, los adjuntos, los contrarios o los comparados son
un tipo de definición impropia o descripción: "Tales son las innumerables descripciones de los poe-
tas -expone en el Organum, cit., pp. 254-255-, referidas al sueño, al bosque, a la ciudad, a los luga-
~es, a los ríos, a los montes, a los animales" ("Huc spectam innumerae petanim descriptiones, ut som-
nii, luci, urbis, regionum, fluminum, montium, animalium").
>1 Ibídem, pp. 211-212.
162 ALFONSO MARTÍN JIMÉNEZ

,Si alguno tan inhumano


se hallase y sin sentido
que en su padre viejo y cano
osasse poner la mano
con acto desconocido:
Ajos crudos le darán
que aquestos le sanarán,
que es medicina de locos,
aunque de estos sanan pocos
según lo canta un refrán.-52

O a los sujetos y adjuntos, como es el caso ele las circunstancias de lugar con
las que se juega en los siguientes versos:

•Quando lugares mudamos


las aguas nos hacen mal;
si al ajo nos arrimamos
hallaremos, si miramos
que es medicina leaJ., 53

También se recuiTe a los testimonios humanos:

,Dolor de muelas aplaca,


contra serpientes es bueno,
y según dice Galeno
es de rúsricos triaca.•54,

o a la acumulación de argumentos inventivos, como los basados en la definición


por medio del efecto:

•Porque con solo el olor


haze huir tas se,pientes
suele dar mucho calor,
y aprouecha al gran dolor
que nos acude de dientes.
Allende de esto, beu ido
con orégano cocido
mata los viles piojos,,

~z Ibídem, p. 212. En estos versos se puede adivinar una mezcla de silogismos similares a los
siguientes, ··tos locos deben ser sanados; / el que pega a su padre está loco, / luego éste debe ser
~anado" y ·'el ajo sana la locura / el que pega a su padre está loco, / luego éste puede ser sanado
con ,cjos". También se observa una argumentación de base silogístic.a al final del poema: •·...Ansi
queda condemnado / el que ouiere blasfemado / de esLe fruto can bendito...": "El que blasfema con•
tra alimento bendito debe ser condenado; / alguien blasfema contra alimento bendito, / luego debe
ser conden.ado''. Además de estos ,;ilogismos parciales, es fácilmente reconocible la argumentación
que t"0nstil\1ye la estructura lógica de todo el poema y el silogismo al que podría ser reducido: "Los
bueno.~ alimentos deben ser alabados; / el ajo es un buen alimento, / luego el ajo debe ser alabado".
>J Ibídem.
"' Ibídem.
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SICLO XVI: F.L BROCENSE 163

aclara también los ojos,


la sed ablanda comido.-55 ,

e incluso a los testimonios divinos o a los formados por medio de comparaciones:

"Ansí queda condemnado


el que ouiere blasfemado
de este fruto tan bendito
que en tocia tierra de Aegypto
meresció ser aclorado .•56

Así, los recursos con los que se suele alabar y defender a las personas son
utilizados irónicamente en esta composición para cantar las excelencias de la
planta liliácea.
Los dos primeros poemas dirigidos a Christobal de Tamariz se caracterizan
por el empleo de un tipo de versificación carente de rima basada en el ritmo poé-
tico natural. Aunque en el apartado de la elocutio de sus tratados el Brocense
no se p lantea abiertamente, como hemos comentado, la posibilidad de trasladar
la teoría sobre el ritmo artifical clásico, sustentado en la medida de cantidad de
los pies silábicos, a una lengua castellana carente de sílabas largas y breves, sí
admite la existencia de un ritmo natural (que no se fundamenta en la medida de
los pies, sino en "el juicio de los oídos" 57), ya sea oratorio o poético. Para lograr
un ritmo natural agradable al oído es preciso evitar los vocablos ásperos, los hia-
tos de vocales y la cacofonía, y elegir las palabras en función de la materia tra-
tada y de su propia naturaleza rítrnica58. Y aunque en sus tratados teóricos no
expresa explícitamente que este tipo de ritmo pueda ser característico de la poe-
sía vernácula, el Brocense intenta crearlo en sus propias composiciones poéticas
escritas en castellano. Así se observa en el primero de estos poemas carentes de
rima, cuyo ritmo se basa en la m usicalidad natural y en la situación de las pala-
bras emp leadas:

~s lbidem, pp. 212-213. Así, tal y como expone en el Organum (cit. , pp. 252-253) el Brocense
realiza una definición improp;a del ajo (ya que la propia se basa en las causas) a partir de los f!lec-
tos que produce su ingestión. Los argumentos sobre los efectos del ajo continúan a lo largo de rod,1
la composición: "Contra el bocado rauioso / aprouecha siendo untado, / a/aja el humor viscoso, /
adelgaza el poderoso, / haze et cuerpo cofo,·ado. / Siendo con vino remado / o con vino bien macha-
do / morsos de bíuora sana, / tcmrbién saca el almorrana. / quila la tos siendo assado. / Los ratones
abuyenia, / puede pmvocar urina. / Sus dotes no tienen cuenta / porque suple porpimie11Ja, / yes
comida, y medicina." (ibídem, p. 213).
56
Ibídem, p. 213. Recuérdese que el Brocense expone en el Organum que hay tres tipos de tes-
timonios: los testimonios humanos (de los que hemos visto un ejemplo en este mismo poema), los
testimonios divinos y las comparaciones con algo semejante o no semejante, que se realizan toma,1-
do como base alguna proporción o analogía. De éstas afirma lo siguiente: "Tales son casi todos los
similes de los poetas, llamados impropiamente comparaciones" (Organum, cir., pp. 256-257). t:n
estos ingeniosos versos el Brocense juega a Ja vez con la comparación (al compara r imrlíc:itamcnte
al que blasfema con e l ajo con el que blasfema contra Dios) y con el testimonio divino en el que se
basa dicha comparación (adoración del ajo en Egipto).
57
Cfr. Organum, cit., pp. 360-361.
58 Cfr. ibídem. pr. 362-363.
164 ALFONSO MARTfN JlMÉNEZ

•lnclyro y de mud10s uno escogido poeta,


a quien gran honra Bhética toda deue:
Attónito quedo de ver tu Piramo, tanto
quanto da muerto lástima, quexa, pena.
Quán fáciJe, quán blanda tienes, quán spléndida vena,
a los Heroicos ultima meta pones.•59

De esta forma, el Brocense se suma a los autores que procuran crear un ritmo
propio en la poesía en lengua castellana, elaborando un tipo <le poemas sin rima
y con ritmo natural que quiere ser el paralelo de las composiciones latinas basa-
das en el ritmo artificial.
Y en el segundo de los poemas dedicados a Tamariz no dejan de observarse
otros recursos retóricos, como la optación o saludo inicial a su amigo:

•Tus numerosos versos hipponácticos,


Chri:;toual mío charíssimo,
muy ledo recibí, porque mirándolos
vi codo vuestro tránsito [. ..]/'°,

los argumentos relacionados con la causa y el efecto unidos a las circunstancias


de tiempo:

.y yo, que no sentia en tu presencia


la fuerza y el alivio
que a todos dauas con tu dulce plática
con obras, y con Música,
agora siento la fatiga indómita
que causa tu ausencia [.. .],61 ,

los comparados de igualdad:

•De modo que porque del amicitia


brotase el claro indicio,
fue menester pasarse el trago áspero
de aqueste tu diuorcio.
Ansí sino cayera el buen Euryalo
en mano de los Rútulos,
pequeña o nada fuera la alta gloria
de aquel mancebo Hyrtácides.,62,

o los testimonios por medio de comparaciones:

•(...) yo e:;pero en Dios que nunca la distancia


esté en lugar tan último

59
Ed. cit., p. 213.
w Ed. cit., p . 214.
<> 1 Ibídem.
1
'' Ibídem. Nótese el cultismo (-amicitia•) del primer ver.;o .
R.ETÓRlCA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 165

que pueda separar nuestro finítimo


amor y bienquerencia.
Primero de este cue,po el flaco espírito
saldría extenuándose,
primero que en mi pecho more el impío
olvido de tus méritos.•63

También en el tercer poema dedicado a su amigo, esta vez rimado, se obser-


van con nitidez los recursos elocutivos, como la preterición64 , o las repeticiones
de palabras, ya sean separadas o a final de verso y principio del siguiente, pro-
pias respectivamente de la epizeuxis y de la anadiplosi~5. Sin que falten otros
recurso propios de la invención, como los comparados de superioridad y de
igualdad, destinados a lograr la captatio benevolentiaé5fi, o los opuestos contra-
rios de tipo contradictorio67 .
El poema titulado Al licenciado Alonso Pérez quando se iva a las Jndias,
incompleto, es otra muestra del intento del Brocense por crear un tipo de poe-
sía castellana sin rima basada en el ritmo natural68. Y en los restantes poemas que
se conservan íntegros, los recursos retóricos constituyen el armazón argumenta-
tivo indispensable. Es el caso de los Octosílabos a los desengaños, un tipo de
amplificación sobre una estrofa inicial en la que se recurre a la deprecación a
unos desengaños que aparecen personificados:

63 lbidem, pp. 214-215. Se trata del tipo de comparación denominado por el Brocense imposible,
encuadrable en el apartado de los testimonios, de la que hemos visto un ejemplo similar en sus poe-
sías latinas. En esta misma composición aparece un ejemplo de los testimonios humanos, como d
siguiente de Marcial, al que el Brocense se había referido en el Organum (op. cit., pp. 202-203) pam
ejemplicar las causas eficientes: "Por esso dize bien el acutísimo / Marcial en su epigrámate / que si
quieres gozar de uida plácida / de uida sin estrépito, / conque tu pecho esté puro y no lánguido, /
no busques sodalicios [... )" (ed. cit., p. 215).
64 Ed. cit., p. 216: "Por tanto, ¿quién podrá (que satisfaga)/ respuesta dar bastante a tus rawnes [...P.".
6>lbidem: "Si duerme, tu memoria la despierta, / memoria que en ti habla cuando quiero, / q11ie-
ro yo siempre, y todo se concierta".
66 Ibídem, p. 217: "Tu Musa comparada con la mía / tan alta va como halcón mañero / quando
el grajo volar con él porfía. / Tu buelo sobre el mío es tan ligero, / que, si lo quiero yo imitar bulan-
do, / a fcaro podría ser compañero". Reproduce así el Brocense los argumentos de modestia que apa-
recían en otr-.1s composiciones latinas. En la misma composición afinna lo siguiente: "Por cierto yo
jamás nunca osaría/ donde ay tanto provento de poetas/ dezir que escriuo o sé de poesía", hacien-
do uso una vez más del recurso a la modestia cuando se dirige a otro poeta. Aunque a continuación
justifica la escritura de sus versos, bien sea acudiendo a los juicios ajenos (que dice no creer), bien
a la benevolencia de su destinatario: "Bien que algunos me dizen que discretas / son mis canciones,
mas yo no los creo, que bien sé que están lexos de perfectas. / 1...1 Mas a ti, con quien hablo her-
manamente, / que sabes ya mis faltas, bien me atreuo, / ni temo de ello algún incoueniente".
67 Ibídem: "Querer contra Minerua profiando / cantar en acordada melodía / es con razón andar

deuaneando".
68 Basten como ejemplo los siguientes versos que abren la composición: "Las perlas de Occidente,
amigo cándido, / riquezas de las Indias, / mouieron cu mudable y ancho ánimo, / t\l volunt;id indó-
mita, / a confiar la vida en tablas frágiles / por el inmenso Océano, / do los que rigen son los soplos
húmidos / del proceloso Ábrego, / del viento Norte, del contrario Zephyro / a tu camino de lndias.
/ Pues cómo no cerniste en el gran Nereo / los monstruos ferocíssirnos / Ballenas, Physeteres, Or:is,
Pristices, / Sierras, Espadas, Arbores, / que nadan por las ondas en exércicos / sin cuento, ni sin
número" (ibidem, p. 218).
166 ALFONSO MARTÍN JIMtNEZ

,1i'raos allá desengaños


110 11e11wíis
a tiempo que no prestáis
no 1,engáis.
Afuera consejos vanos
que despertáis mi dolor,
no me toque11 vuestras manos
que en los consejos de amor
los que matan son los sanos.,69

En esta ocasión el Brocense apela a los comparados de igualdad:


•Que yo por ser cuyo soy
adoro mis propios danos,
y pues do11de estáis 110 wy
no tJengáis donde yo estoy.
¡Tiraos allá desenganos!,70 ,

recurre a la ironía basada en la negación de los efectos:


•Quiero biuir engaitado.
Mi ceguedad me contenta.
Tengo por h11e110 mi estado.
Si dezís que esto es affrema,
yo me tengo por bonrado.
Si venís a dar plazer,
de vos y de él me despido.
Si a mata,; ya estoy rendido;
si ve11 ís a socorrer,
no quiero ser socorrido.•,

se va le de los opuestos contrarios de tipo contradicton·o:


•Mas porque os conozcáis,
sahed que sois y seréis
e11emigos que matáis
amigos que socorréis
a l tiempo que no prestáis.
Sin tiempo fuistes venidos,
desengaños engañados.•,

y vuelve a hacer uso de los comparados de igualdad para cerrar la composición:


•Teneos por despedidos,
que pues no fuisteis llamados
110 de11éis ser acogidos.

m Hd. cit., p. 219.


•,. Jhidem. El recurso utilizado en estos versos es muy parecido al <le la cita de Terencio que se
ofrece en el 0 1'f?an11m (op. c/1, pp. 240-211) para ilustrar los comparados de tgualdt1d: "Puesto que
yo no me ocup<.l del myo, no te ocupes tú del mío".
RETÓRICA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 167

En la prisión consoláis
los que huisteis al vencer;
pues al buen tiempo faltáis,
quando no sois menester
no vengáis.•7 1

Recursos inventivos como los comparados de superioridad y los opuestos con-


trarios de tipo contradictorio, que niegan y afirman lo mismo a la vez, forman
el eje estructural que articula en su totalidad la Glosa de un villancico72:

-Soy para. mí más perverso


que el más cruel enemigo;
y de verme tan adverso
más temo verme conmigo,
que con todo el universo.
Y viéndome tan perdido
de aborrido me atreví
a vencer, o ser vencido:
y aunque mal apercebido
en el campo me metí.
Fue la batalla tan brava
que jamás otra seria,
y quando más me ensañava,
ví que de mi parte estava
et mismo que me hería.
Vime desto tan mobino,
que tuve por caso feo
contra el socio ser malino,
y aquesta mudanza vino
por lidiar con mi desseo.
Ansí quedamos amigos,
y en medio pusimos tierra:
mas las obras son testigos
que nos damos mayor guerra,
que mortales enemigos.
Esta es grande confusión,
aquí perdido me veo,
do se anega la razón,
pues pensando que dos son,
conmigo mismo peleo.
Él no siente que yo peno:
mas yo sé que le regalo,
y con esto me condeno:
pues sé que, si le s~y bueno,
quedo para mí por malo.

7
lbidem, pp. 219-220.
'
72
El villancico glosado es el siguiente, "En el campo me metí / por lidiar con mi desseo. / Con-
migo mismo peleo / defiéndame Dios de mí"' (ed. cil. , p . 221).
168 ALFONSO MARTIN JJMÉNEZ

Él trata, a mi gran pesar,


hacerme sujeto a sí,
yo si le quiero dejar,
luego le torno a encontrar.
Defiéndame Dios de mí..73

Y en la respuesta de Francisco Sánchez al soneto que le dedicara Jerónimo


de los Cobos74, los argumentos sacados de la invención dialéctica sirven de
apoyo argumental para refutar irónicamente los versos de su adversario:

•Descúbrense poetas, cuya fama


podrá tocar las ondas del olvido,
que por henchir el verso mal medido
lo embuten de almohadas de la cama.
Y buscan consonantes de la trama
de Parcas, tela, y arcos de Cupido,
sin sentir en sus versos más sentido,
que siente el prendedero de su dama.
Y quieren dar juycio, mal pecado,
que tal de Garci-Lasso es el comento,
ladrando a bulto, como los mastines.
Es lástima de ver tan mal ganado,
de largos dientes, corlo entendimiento,
más falsos que corcovas de rocines.•7 '

El argumento relacionado con la causa final presente en el primer cuarteto


hace referencia a la medida y aJ propio contenido del primer cuarteto de Cobos.
El comparado de igualdad del segundo cuarteto destaca la ausencia de estruc-
tura argumental en el soneto de su adversario, jugando con las propias palabras

7.iTbidem, pp. 221-222.


74
Como ya hemos comentado, El Brocense había evidenciado en sus Anotaciones a la obra de
Garcilaso los préstamos tomados por el poeta toledano de otros autores, lo que provocó algunas
incomprensiones y dlo pie al siguiente ataque de Cobos:
"Descubierto se ha un hurto de gran fama
del ladrón Garci-Lasso que han cogido
con tres dosseles de la Reyna Dido,
y con seys almohadas de la cama.
El telar de Penélope, y la trama
de las Parcas, y el arco de Cupido,
tres barriles del agua del olvido,
y un prendedero de oro de su dama.
Provósele que avía salteado
siete años en Arcadia, y dado un tiento
en tiendas de Poetas Florentinos.
Es lástima de ver al desdichado
con los pies en cadena de comento
renegar de Rhetoricos malsines".
Cfr. al respecto A. Gallego Morrell (ed.), Garcilaso de la Vega y sus comentaristas, cit., pp. 24-25.
7~ Ed. cit., p. 223.
RETÓRJCA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 169

de éste. En el primer terceto se inicia una comparación de su oponente con los


animales mediante otro comparado de igualdad, que culmina en los dos últimos
versos con un recurso a los opuestos contrarios de tipo relacionado y a un com-
parado de superioridad, al que se une una definición irónica basada en el nom-
bre de su adversario.
Y también en el primer cuarteto del soneto Al maestro Farfán se observa el
recurso a los comparados de igualdad, así como la figura de pensamiento de la
deprecación o ruego en las dos siguientes estrofas:

-O hija de la mar tempestuosa


que con esse rapaz dosmesticado
tienes el mundo ciego, i engañado,
de todos tan temida, quan hermosa:
Deja ya de llamarte Reina, Diosa
adorada del alto, i bajo estado.
Vees aquí de Cupido ya quebrado
el arco, i la saeta poderosa.
Ríndete ya, ya date por vencida,
o a lo menos camina deste"ada.
l tú, ciego rapaz, ponte en buída:
Pues uestras armas ya no valen nada.
Farfán es el que os mueve dura guerra,
i os ha de persegu.ir por mar, i tierra. 076

En definitiva, el análisis de la obra poética del Brocense pone claramente de


manifiesto la asunción de los preceptos retóricos por parte de su autor. Tanto en
sus poesías latinas como en las castellanas se observa un uso reiterado de los
preceptos correspondientes a las tres operaciones retóricas constituyentes de dis-
curso: la inventio, la dispositio y la elocutio. Ello demuestra de manera induda-
ble la pertinencia de la normativa retórica en la composición literaria. Y aunque
el Brocense pudiera poseer un mayor conocimiento de los preceptos que otros
de sus contemporáneos que no se dedicaran a la enseñanza de las artes, el uso
de los mismos era común en los autores literarios que habían tenido acceso a los
más elementales niveles de enseñanza. Una vez asimilado el. contenido de la nor-
mativa retórica, resulta incontestable su presencia en la generalidad de los escri-
tos literarios de la época, por lo que se hace imprescindible la recuperación del
conjunto de conocimientos retóricos y la valoración de su decisiva influencia en
la literatura del clasicismo. ·

76 Ed. cit., p. 223.


Epílogo
El análisis de los tratados retóricos del siglo XVJ pone claramente de mani-
fiesto La influencia efectiva de la preceptiva retórica en la composición y el aná-
lisis de las obras literarias. La literatura clasicista, entendida como el conjunto de
obras dotadas de literaridad y poeticidad, se caracteriza por su estrecha relación
con las restantes manifestaciones y disciplinas del saber enciclopédico, y muy
especialmente con la retórica. La independencia característica de la literatura
actual sólo se produjo a partir del rechazo de la retórica en el siglo XIX y del sur-
gimiento paralelo de los estudios de historia literaria. El reciente afianzamiento
de la literatura como una manifestación autonóma no debe ocultar la estrecha
relación que la literatura mantuvo en siglos anteriores con otras disciplinas. Por
ello, los estudios literarios deben tener muy en cuenta la dependencia de las
obras literarias del clasicismo con respecto al conocimiento general.
La preceptiva retórica tuvo una gran importancia en la formación de los auto-
res literarios del clasicismo, y su influencia se deja sentir en las obras literarias de
la época. El estudio de los tratados retóricos del siglo XVI, y muy especialmente
de la obra retórica del Brocense, nos ha demostrado claramente la estrecha rela-
ción entre retórica y literatura en la concepción de la época. No se trata, claro está,
de que la generalidad de los tratados retóricos haya sido compuesta pensando en
su utilidad exclusiva para el análisis y la composición literaria. Antes al contrario,
los humanistas procuraron delimitar precisamente el ámbito teórico de cada disci-
plina, dedicando tratados específicos a las mismas, y la literatura poseía su propio
arte, la poética. Pero a pesar del empeño por señalar los límites de cada ciencia,
la estrecha relación que todas ellas mantenían en la época se refleja claramente en
los tratados retóricos, ya que en ellos se alude frecuentemente a aspectos pertene-
cientes a otras disciplinas. Y si el deslinde de las artes era perseguido con una fina-
lidad teórica, en la práctica se aceptaba sin discusión la relación entre tocias las
ciencias y manifestaciones artísticas y su dependencia del conocimiento general.
La incidencia de la retórica en las obras literarias es especialmente notable. A
pesar de que la literatura contaba desde la Antigüedad con la poética como arte
específico, la retórica influyó desde sus orígenes en la creación literaria. faite
influjo no sólo estaba determinado por la carencia en la poética de un apartado
elocutivo, sino también por los servicios que las restantes operaciones retóricas
podían prestar a la literatura, así como por la conciencia dominante de la rela-
ción entre todas las partes del conocimiento. Como hemos tenido ocasión de
174 ALFONSO MART{N JIMÉNEZ

comprobar repetidamene a lo largo de nuestro estudio, la validez de las normas


retóricas para la creación y el análisis literario era admitida en el clasicimo euro-
peo de manera generalizada. Y por lo que respecta al caso español, la escasez
de poéticas hasta bien entrado el siglo XVI era en parte compensada por la abun-
dancia ele tratados retóricos destinados a la enseñanza oficial, muci1as de cuyas
normas podían sera aplicadas sin dificultad a la literatura.
En la tradición occidental, la retórica había sido sucesivamente considerada
como arte de la persuasión, como arte del bien hablar y como arte de la orna-
mentación. Si la primitiva concepción de la retórica como disciplina de la per-
suasión no era fácilmente asociable a la literatura, la consideración de la misma
como arte del bien hablar y como arte de la ornamentación favorecía extraordi-
nariamente su asimilación con un tipo de manifestación artística basada en el
lenguaje. En e l clasicismo europeo no se daban las circunstancias políticas y
sociales adecuadas para que floreciera el discurso oratorio destinado a la per-
suasión, pero sí para que alcanzara un extraordinario desarrollo la disciplina
encargada del bien hablar y de la ornamentación. La elocuencia suponía el requi-
sito indispensable para cualquiera de Las manifestaciones del saber enciclopédi-
co, y la destreza en el hablar no sólo requería el dominio de la gramática, sino
también el de la retórica. Esta disciplina, por consiguiente, resultaba fundamen-
tal para la adquisición de la elocuencia y particularmente adecuada para las mani-
festaciones artísticas ele naturaleza lingüística, que eran concebidas en estrecha
relación con las restantes partes del conocimiento.
La pérdida de la capacidad persuasiva de la retórica había de determinar en el
siglo XVI europeo su progresiva reducción a la elocutiD. Desprovistas de su capa-
ciclad suasoria, las operaciones de la inventio y de la dispositio pasaron a ser con-
sideradas como pertenecientes a la dialéctica. Esta atribución suponía una confu-
sión implícita entre la demostración y la argumentación. La lógica o dialéctica había
sido considerada desde sus inicios como la ciencia encargada de la demostración
racional, mientras que la retórica, considerada por Aristóteles el correlato de la dia-
léctica, se encargaba de la argumentación sobre lo opinable necesaria para la per-
suasión. Las circunstancias políticas y sociales del siglo XVI eumpeo, poco favora-
bles al desarrollo del arte de la persuasión, propiciaron que la retórica se viera
desposeída de su capacidad suasoria, lo que determinó que la inventio y la dispo-
sitio sólo fuernn consideradas útiles como constituyentes de la dialéctica. Así pues,
y debido especialmente a la influencia de Agricola, Vives y Ramus, la retórica
qu edó reducida a la elocutio, que se ha venido entendiendo como la operación
más estrechamente relacionada con la poética y la lite ratw·a. Debido a ello, Vasile
Florescu se ha referido a un proceso de literaturización de la retórica, que supon-
dría su limitación al apartado elocurivo hasta bien entrado el siglo XX.
Sin embargo, .la mayo1ia de los trata.distas españoles no llegó a asimilar la
reducción retórica impelida en Europa por Ramus. Tan sólo el Brocense llevó a
cabo en la época áurea de la retórica española dicho proceso de reducción. Si
nos atuviéramos a la concepción de Florescu, la obra del Brocense supondría el
más claro re11ejo del proceso de literaturización experimentado por la retórica en
el siglo XVI español. En efecto, Francisco Sánchez es el primer autor español que
Lleva hasta sus últimas consecuencias las propuestas ramistas de reducción de la
RE"fÓRJCA Y LITERATURA EN EL SIGLO XVI: EL BROCENSE 175

retórica. Aunque en el De arte dicendi, cuya primera edición es de 1556, consi-


dera aún que la inventio y la dispositio forman parte ele la retórica, en el Orga-
num dialecticum et rhetoricum, de 1579, asume los postulados ramistas adscri-
biendo dichas operaciones a la dialéctica y reduciendo la retórica a la e/ocutio y
a una desvalorizada pronuntiatio. Sin embargo, la literaturización de la retórica
no se limita en el caso del Brocense a su reducción a la elocutio. Antes al con-
trario, su principal propósito consiste precisamente en relacionar las operaciones
de la inventio y de la di~positio con la literatura, tanto si son adscritas a la retó-
rica como a la dialéctica.
Las aportaciones del Brocense se realizan en un marco epistemológico pre-
viamente delimitado con claridad. El autor extremeño se esfuerza por establecer
el ámbito y los límites teóricos de las artes pertenecientes al trivium: la gramáti-
ca, la retórica y la dialéctica, que son consideradas de utilidad en su conjunto
para la interpretación de los textos de los antiguos. La delimitación teórica del
ámbito de cada disciplina, así como e l trasvase de las concepciones de cada una
al dominio de las demás, según un proceder común a los ramistas, permite al
Brocense reajustar racionalmente la finalidad de cada una y establecer una serie
de par'&lelismos entre las mismas que le permiten elaborar su teoría gramatical
sobre la elipsis. En efecto, la distinción dialéctica propuesta por Agricola y
Melanchthon y continuada por los ramistas entre la estructur'& superficial de las
obras y su estructura lógica, reducible a un silogismo o a una serie de silogismos,
es trasladada con gran fortuna por el Brocense al ámbito gramatical, lo que le
permite elaborar su teoría de la elipsis como un mecanismo que transforma la
estructura racional de las frases en los usos lingüísticos.
Por lo que respecta a sus tratados de retórica y dialéctica, el Brocense no dedi-
ca una especial atención a la eiocutio, suficientemente desarrollada por otros auto-
res, y centra codo su interés en mostrar la utilidad de las normas de la inventio y
la dispositio para analizar los escritos de poetas y oradores. Su interés por estas
operaciones queda además de manifiesto en el modelo de análisis textual que
propone en el De auctoribus interpretandis, en el que sólo presta atención a los
aspectos referenciales y macroestructurales ele la inventío y la dispositio, ignoran-
do los aspectos microestructurales correspondientes a la elocutio. La validez ele las
normas de la inventio y de la dispositio para el análisis de los texws literarios es
demostrada tanto en el De arte dicendi como en el Organum dialecticum et rhe-
toricum, con independencia de que dichas operaciones sean adscritas a la retóri-
ca o a la dialéctica. Nos encontramos así con que no sólo la retórica resulta de
utilidad para el análisis literario, sino también la dialéctica, disciplina que ha sido
asociada en menor medida a la literatura. Ello da idea de la estrecha relación entre
todas las partes del conocimiento en la mentalidad de la época.
El análisis de los tratados del Brocense, en los que se muestra la utilidad de
las normas de todas las operaciones retóricas constituyentes de discurso en la
interpretación y en la composición literaria, nos obliga a matizar la concepción de
Florescu. Si la elocutio resultara la única operación retórica relacionada con la lite-
ratura, podría hablarse con propiedad de un proceso de literaturización de la retó-
rica. Pero al comprender que no sólo la elocutio, sino también la inventio y la dis-
positio resultaban de clara utilidad en la composición literaria, la reducción de la
176 ALFONSO MARTÍN JIMÉNEZ

retórica al apartado elocutivo supone más bien una merma en la capacidad de la


disciplina para suministrar preceptos de utilidad en la composición literaria.
Aunque el Brocense insiste claramente en que la finalidad de sus tratados es
la de favorecer el análisis de los escritos de poetas y oradores, hemos intentado
esclarecer su concepción sobre la incidencia de la retórica no sólo en la inter-
pretación, sino también en la composición de las obras literarias. Nuestro pro-
pósito, en efecto, radicaba en demostrar a través de los tratados del Brocense no
sólo la validez de la preceptiva retórica en el análisis de las obras literarias, sino
también la influencia real de la misma en su elaboración. La abundancia de ejem-
plos suministrados no deja lugar a dudas sobre la realidad de dicha influencia,
que el Brocense acaba por afirmar explícitamente al elaborar su interesante aná-
lisis sobre los silogismos en la literatura. Con la ejemplificación pormenorizada
de las reglas de la inventio y la dispositío, el autor extremeño demuestra clara-
mente la validez de la mayoría de dichas reglas para la elaboración de las obras
literarias. Por lo demás, el análisis de su propia obra poética muestra claramente
la asunción efectiva de la preceptiva retórica, lo que confirma sin lugar a dudas
la influencia de la retórica en la composición literaria.
Sin embargo, no hay que olvidar que el verdadero propósito del Brocense con-
siste en la elaboración de unas normas y de un método para la interpretación de
las obras de los oradores y, muy especialmente, de los poetas (encendiendo como
tales a los cultivadores de cualquier género literario). A este respecto, resulta
sumamente original la mayor importancia que concede a la interpretación de las
obras literarias, lo que le convierte en un auténtico antecesor de la moderna crí-
tica literaria. Mientras que el análisis de los textos es realizado por los autores
ramistas con vistas a la génesis o creación de nuevas obras, todos los esfuerzos
del Brocense van encaminados al análisis de los textos literarios, e incluso sus tra-
tados teóricos no tienen como fin propiciar la elaboración de discursos, sino favo-
recer la interpretación de las obras ya escritas. Este afán hermenéutico cobra una
gran importancia con su propuesta de un método de análisis literario de carácter
textual. Pese a su escasa consideración del espacio microestrnctural, el método del
Brocense resulta un claro antecedente de los más modernos métodos de análisis
textual, ya que tiene en cuenta la totalidad de la obra y los elementos que com-
ponen su estructura global, atendiendo a los espacios referencial y macroestruc-
tural de la inventio y la dispositio. La atención prestada a la organización estrnc-
tur.11 de las obras literarias es determinada por la influencia de la retórica como
ciencia de la construcción del texto oratorio concebido en su totalidad.
La obra del Brocense, en definitiva, no sólo refleja el proceso de literaturi-
zación ·cte la retórica por la reducción de la misma al apartado elocutivo. Por el
contrario, su gran mérito consiste precisamente en resaltar la relación de la lite-
ratura con las operaciones retóricas menos asociadas a ella tradicionalmente,
demostrando no sólo la utilidad del aparcado de la elocutio, sino también la vali-
dez de las normas de la inventio y la dispositio en la elaboración y la interpreta-
ción de las obras literarias. El análisis de su obra poética corrobora decisivamente
la influencia efectiva de la retórica en la composición literaria , lo que evidencia
la necesidad de recupera1· el conjunto de los conocimientos retóricos y de valo-
rar su influencia en la literatura del clasicismo.
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Minerva seu de causis linguae latinae, Salmanticae, apud Ioannem Renaut, 1587 (ejemplar
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Organum dialecticum et rhetoricum cunctis disciplinis utilissimum, ac necessariwn, Lug-
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Paradoxa. Topica Ciceronis. De auctoribus interpretandis sive de exercítatione. Gramma-
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Indice

PRESENTACIÓN ........... ........... .... ......................................... ... ............ ............... 7

l. RETÓRICA Y LITERATURA EN LA EUROPA DEL SIGLO XVI..... ...... ....... 11


l. La influencia de la retórica en la literatura del clasicismo... .... ............ 13
2. La reforma de la retórica y de la dialéctica............. .............................. 25

11. LA LITERATURA EN LA OBRA DEL BROCENSE................ ............. .......... 45


l. Noticia biográfica sobre Francisco Sánchez de las Brozas ... .. . ... ... ..... .. 47
2. La gramática, la retórica y la dialéctica en la concepción del Brocense. 51
3. La literatura e n los tratados de retórica y dialéctica del Brocense ... ... 61
3. 1. El De arte dicendi (1556-1558) ... ........................... ... .............. ....... 62
3. 1. l. Prólogos.......................................................................... .... 64
3. l. 2. La inventio.. ... ... ..... .......... ... .... ... .... ................. ............. .... ... 70
3. l. 3. La dispositio y la memoria ................................................ 79
3. l . 4. La etocutio y la pronuntiatio ...... .............. ...... .............. .... 93
3. 2. El método de análisis textual del Brocense: el De auctoribus
interpretandis (1558) .............. ........ ............................... ................. 107
3. 3. El Organum dialecticum et rbetoricum (1579) ............................ 117
3. l. l. Salutación y prólogo .......... .......... ................. ... .................. 118
3. l. 2. La inventio.......................................................................... 124
3. l. 3. La disposítío...... .................................................................. 138
4. La retórica y la dia léctica en la obra poética del Brocense................. . 147

EPÍLOGO ............................ .... :................... .. ......... .... ......................................... 171

BIBLIOGRAFÍA..................................... ...................... ....................................... 177

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