El Pensamiento de Quevedo
El Pensamiento de Quevedo
El Pensamiento de Quevedo
UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA
SECRETARIADO DE PUBLICACIONES
L PENSAMIENTO
DE QUE VE D O
nos sean más fieles que sabios, pues beben de los libros lo
que poseen sin experiencia ni juicio propios, sin otro funda-
mento que lo que hallaron escrito, sin otra novedad que lo
que pueda deducirse de los supuestos tradicionales" (cito de
la traducción española, ed. Renacimiento, pág. 195). Y Que-
vedo en La cuna y la sepultura: "Pocos son los que estudian
hoy algo por sí y por la razón y deben a la experiencia alguna
verdad ; que cautivos en las cosas naturales de la autoridad
de los griegos y latinos no nos preciamos sino de creer lo que
dijeron; y así merecen tos modernos nombre de creyentes
como los antiguos de doctos. Contentámonos con que ellos
hayan sido diligentes, sin procurar ser nosotros más que unos
testigos de lo que ellos estudiaron. Cualquier cosa que Aristó-
teles o Platón dijeron en filosofía defendemos, no porque sa-
bemos que es así, sino porque ellos lo dijeron; y aun los más
no saben eso, sino que oyeron decir, o leen en otros que lo
dijeron ellos." La relación me parece evidente, hasta las
expresiones son idénticas: ambos piden la razón y la expe-
riencia por encima de la autoridad. Pero, ¿ sacó Quevedo todas
las consecuencias de esta doctrina? No, ciertamente. Aquí
sentimos el prenuncio de lo que van a ser la ciencia y la filo-
sofía en Europa desde ese momento y no puedo afirmar si
Quevedo se dio cuenta cabal de toda la importancia que podría
tener este.nuevo horizonte en el método científico. Ni recuerdo
en toda su obra otro pasaje tan expresivo. Dejémosle en la
cumbre de Pisga a la vista de la tierra de promisión de la
ciencia nueva, donde ni él ni su pueblo iban a penetrar por
el momento.
Los fines de la ciencia se ordenan, según Quevedo, en un
sentido práctico, no para descubrir secretos de la naturaleza,
ni para domeñar la materia; sino para darnos señorío sobre
nosotros mismos. Jáuregui, enemigo declarado de Quevedo,
le ataca en la insulsa comedia censoria El retraído, por haber
negado la validez de la filosofía escolástica: "¿Quién te ve
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HE DICHO.
NOTAS
1
En adelante, OP.
3
Véase Ortis Green, Queitedo and the courtly love. Ohio, Univ.,
para la temática amorosa en la poesía de nuestro autor. Hay traducción
española, en prensa. Y Dámaso Alonso, Poesia Española, Madrid, 1950,
págs. 532 y PS.
s Para la patria de Sánchez, véase Francisco Sanclws era de Va-
tenca. Um tcstemtinho seiscentista, por Mario Martins, en Rev. Portu-
guesa de Filosofía, 1945. 3. págs. 281-5.
* Véase Quevedo y la tradición senequista, por José M. a Chacón
y Calvo. Realidad, 9. 1948. vol. 3, págs. 318 y ss. Aunque no sea argu-
mento probatorio, es cierto que Séneca vive según Chacón '"no sólo en
una tradición literaria, erudita, sino en una tradición del pueblo, en la
intimidad de lo popular hispánico", y aduce la autoridad de María Zam-
brano. quien afirma: ''Séneca es para el hombre hispánico sinónimo de
sabio y de filósofo." Al parecer, en Cuba se emplea esa denominación
en el mismo sentido. Recuérdese a este propósito el reciente libro de
José María Peinan, Hi Séneca, Madrid. 1945.
s The Mystic Soul of Spain, New-York. 1946, pág. 17 y ss.
6
Para la influencia del santo, véase (C. Láscaris Comneno, Sene,
guisnio y agiistinismo en Quevedo, Revista de Filosofía, :Madrid; 1950,
IX, num. 34. págs. 461, 485.
7
Véase. Visión política de Quevedo. por el P. Oswaldo Lira,
SSCC. Seminario de Problemas hispano-atnericanos. Madrid Í1949I.
* Américo Castro da algunos textos de los siglos xvi y xvii para
documentar el desdén español por la técnica, en Lo hispánico y el eras-
tnisMto, RFH., I V págs. 64-66.
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