Emociones
Emociones
Emociones
Estas son algunas de las situaciones y reacciones fácilmente identificables que se producen
habitualmente en los seres humanos:
En todos los casos estas reacciones nos ayudan a afrontar mejor esas situaciones.
Para explicar más profundamente los cambios que experimentamos, vamos a centrarnos en el
miedo que por ejemplo sentimos ante una situación de peligro en la que puede estar en juego
nuestra propia vida.
Ya hemos analizado cada una de las tres respuestas que se producen. La suma de todas ellas es lo
que provocará nuestro comportamiento, ya sea lucha, huida o paralización, en las mejores
condiciones para salvar la vida e intentar no volver a vernos en una situación similar de peligro.
Por otra parte, hay reacciones emocionales que se producen ante situaciones que no hemos vivido
todavía, es decir, cuando las anticipamos o las imaginamos. Un claro ejemplo es lo que sentimos
cuando vemos alguna escena en alguna película, leemos algún texto o recordamos o pensamos en
algún suceso.
Las experiencias emocionales son las más valoradas. Como curiosidad, existen más de 15.000
palabras en inglés para definir estados emocionales.
Los recuerdos que conservamos son mayoritariamente emocionales.
Necesitamos tensión emocional para decidir.
Decidimos muchas veces de manera emocional.
Las emociones nos preparan, nos motivan y nos guían.
Hay otra serie de términos y conceptos muy relacionados con este tema como por ejemplo, los
sentimientos. Éstos son más duraderos que las emociones, que son temporales y están más
vinculados a la reflexión. No suelen estar relacionados con sensaciones físicas intensas, son más
suaves y no ponen en marcha comportamientos de manera inmediata. Para comprenderlo mejor,
podemos hablar de la reacción emocional de miedo ante una serpiente que hemos visto en el
campo mientras que hablaríamos de sentimiento de miedo hacia las serpientes, algo más general
y no vinculado a una situación determinada.
Otro concepto es el estado de ánimo. Un sinónimo podría ser la “vivencia emocional” y como los
sentimientos, suele ser más intenso y más prolongado que la emoción. Suele usarse mucho la
expresión, al hablar de una persona que tras una pérdida importante se encuentra deprimido y
tiene episodios frecuentes de tristeza. El estado de ánimo contrario sería el alegre.
Finalmente, hay que distinguir entre un estado emocional y una característica inherente a un
individuo. No es lo mismo estar nervioso o ansioso por el examen que vamos a tener hoy que ser
nervioso. El primer caso es una situación temporal que finaliza cuando lo hace el examen y sin
embargo en el segundo, hablamos de un rasgo de la personalidad que acompaña al individuo en
diferentes situaciones y a lo largo de su vida.
LOS CELOS: Los celos son pensamientos, sentimientos y comportamientos que ocurren cuando una
persona cree que su relación con alguien está en peligro por el llamado rival.
LA ANSIEDAD: Las personas que padecen ansiedad siempre están esperando que lo peor ocurra
acerca de su salud, en el dinero, en la familia, en el trabajo, en los negocios y en los temas que le
suceden diariamente.
Las personas que sufren de ansiedad padecen de los síntomas de irritabilidad, tensión y problemas
para dormir.
EL RESENTIMIENTO: El resentimiento es una emoción de rabia que sentimos como resultado de
que nos han hecho algo malo ya sea en el plano real o imaginario.
LA ENVIDIA: La envidia es una emoción que ocurre cuando una persona carece de los logros en su
vida o de las posesiones que desea en el , por lo tanto quiere o necesita que los otros no lo tengan.
LA VERGÜENZA: La vergüenza es definida como una condición de humillación. Las personas que
sufren vergüenza tienden a poner sus necesidades después de las necesidades de los demás
porque se sienten inferiores a ellos.
Las emociones son el lenguaje de nuestro interior; cuando estamos enojados, tristes, deprimidos,
alegres, centrados, felices, enfermos. Es nuestro interior que nos habla: Y eso es lo que creamos.
La sorprendente noticia es que, desde el manejo de las emociones podemos cambiar tristeza,
miedo, enfermedad, escasez por alegría, amor, salud, felicidad, amor, abundancia.
Empezamos ejercitándonos mentalmente; así iremos cambiando nuestras emociones para llegar a
elegir lo que deseamos para nuestras vidas.
ALGUNOS EJERCICIOS
¿Podemos elegir libremente qué tipo de emoción experimentar? ¿Ante un mismo estimulo
podemos elegir experimentar varios tipos de respuesta?
Ya no somos meramente sujetos pasivos que experimentan aquellas sensaciones que el estímulo
externo dispara en nosotros. Ante un mismo estimulo externo podemos libremente elegir entre
sentirnos de una manera o de otra. ¿Pero debemos rechazar sistemáticamente aquellas
emociones que denominamos como negativas? El dolor, la tristeza, la melancolía, la rabia o el
miedo existen porque, sin duda, son emociones útiles que nos pueden ayudar a superar
determinados estados. No es saludable obligarnos continuamente a sentirnos bien y a reprimir
nuestros estados “negativos”. Debemos valorar que las llamadas emociones negativas tienen
también su función.
EL dolor y la tristeza son emociones negativas que provocan una bajada de energía y
que estimulan una reflexión profunda. Nos ayudan a superar momentos difíciles de nuestras
vidas. Pueden llegar a ser necesarias para establecer un periodo de transición entre un estímulo
negativo externo y una recuperación emocional saludable. Ante la muerte de un ser querido es
saludable sentir dolor o tristeza como trampolín a superar la situación.
La ansiedad o la rabia son, por el contrario, emociones negativas pero cargadas de energía. Esta
sobrecarga de energía es, en ocasiones, imprescindibles para superar determinadas situaciones
adversas para reaccionar contra ellas, para mantenernos alerta y en tensión. Eso no es malo en sí.
Si lo sería si mantuviéramos esa misma tensión cuando el estímulo externo ya hubiera pasado,
cuando la amenaza o el peligro ya no existieran.
Culturalmente llorar se ha asociado a debilidad, por ello muchas personas intentan reprimir el
llanto, sobretodo públicamente. Cuando lloramos, en la mayoría de los casos, encontramos como
primera reacción el intento, por parte de nuestro entorno, de aplacar nuestro llanto. Si bien estas
expresiones buscan el consuelo en nosotros, ejercen el efecto contrario, dado que nos sentimos
frustrados al no ser comprendidos.
El llorar es beneficioso para la salud. Se produce una liberación de adrenalina, hormona segregada
en situaciones de estrés y noradrenalina, hormona que actúa como neurotransmisor que
contrarresta el efecto de la adrenalina.
El efecto de ambas hormonas produce en el organismo una sensación de desahogo y tranquilidad,
el cuerpo se relaja y en muchas ocasiones la persona se queda dormida después de un episodio de
llanto.
Ante una amenaza es saludable sentir miedo, porque esa emoción dispara en nosotros los resortes
necesarios para superarla con éxito. La mayoría de las emociones negativas tiene la misión de
llamar nuestra atención sobre las cosas que no van bien en nuestras vidas, nos proporcionan un
estado para evaluar esas situaciones y encontrar soluciones para superar las dificultades. En
ocasiones debemos permitirnos el lujo de experimentar esas emociones negativas, siempre y
cuando respondan estímulos externos apropiados y nos sean realmente útiles para la superación.
El dejar liberar todas estas emociones negativas que nos sobrepasan en determinados momentos
de nuestra vida, ayuda al bienestar posterior y se convierte en un aprendizaje propio sobre cómo
gestionarnos emocionalmente.
Podrás sentirte más valorado, aceptado, y tener paz y armonía en tu interior, aumentando así tu
autoestima, esto lo puedes lograr liberando las emociones negativas que estás acostumbrado a
mantener y alimentar.