El Inversor Contra Los Elementos
El Inversor Contra Los Elementos
El Inversor Contra Los Elementos
En el primer artículo proponíamos que los inversores han de comprender que su inversión en
acciones de una empresa les convierte en dueños y será la evolución de los negocios de la
misma la que represente el éxito de su inversión. En este artículo continuaremos en la senda de
explicar los riesgos y circunstancias que pueden afectarles y cómo afrontarlos.
El 13 Agosto de 1979 la revista Business Week publicó un famosísimo artículo: The Death of
Equities (La Muerte de las Acciones) en el que se comentaba cómo tras la enorme crisis de los
años 70 ni los inversores particulares- con una notable excepción- ni los institucionales tenían el
menor interés en invertir en acciones. Durante dicha década los bonos habían superado, con
mucho, la rentabilidad obtenida por el mercado bursátil. El gran cambio de dicha década, en
realidad, se produjo al comienzo de la misma cuando Nixon cerró la ventanilla del oro y en
1973 el dólar se despegó definitivamente del metal: comenzaba la era de las divisas fiduciarias.
Estos años hemos tenido una situación parecida dado que desde 1999 hasta aquí, la rentabilidad
de los bonos en general ha sido mayor que la bolsa, aunque no por tanta diferencia como en los
70. Hoy, inmersos en la mayor crisis desde los años 30, tampoco quieren oír hablar de la bolsa y
de hecho huyen en busca de activos más “seguros”:
“Como resultado, incluso instituciones que hasta ahora se han mantenido en los mercados
financieros están inyectando dinero en inversiones de corto plazo y algunas inversiones
“alternativas” …. Al mismo tiempo, los individuos … se están lanzando a fondos monetarios
para asegurarse altos tipos de interés o en bonos municipales para escapar de los pesados
impuestos sobre las rentas. Pocas empresas pueden encontrar compradores para sus acciones,
…... En Wall Street, el abandono de las acciones ha forzado a las firmas a fomentar
fuertemente inversiones alternativas- por tanto, sacando aún más dinero del mercado de
acciones-.”
Este último párrafo, no se refiere a nuestra situación actual sino a dicho artículo de 1979. Como
vemos, se parece al momento actual,… todo el mundo huía de las acciones y ponía su dinero
donde fuera, en especial bonos, letras, plazos fijos y otras inversiones que ofrecían “más
rentabilidad con menor riesgo” ¿le suena a alguno de los lectores? ¿alguno ha tenido productos
estructurados que mezclan los dos ámbitos: mayor rentabilidad, menor riesgo? Nada nuevo bajo
el sol. Decía al principio que hubo una notable excepción entre quienes huían de las acciones o
más bien, quienes eran los que permanecían en ellas confiando su patrimonio a la inversión en
acciones: los mayores. Veámoslo en Business Week.
“El problema no es simplemente que haya 7 millones menos de accionistas de los que había en
1970. Los inversores más jóvenes, en particular, están evitando las acciones. Entre 1970 y
1975, el número de inversores decayó en todos los grupos de edad excepto uno: los individuos
de 65 años o mayores. …. Sólo los mayores que no han entendido los cambios en los
mercados financieros de la nación, o son incapaces de ajustarse a ellos, siguen confiando en
las acciones (la negrita es mía).”
En aquél 1979, los expertos no podían adivinar qué iba a pasar. No tenían forma de saber que se
iniciaba, en ese momento, el mayor mercado alcista de la historia que llevó al mercado a subir
dos décadas con una rentabilidad media anual del orden del 13.41%, con la primera década
superando el 18% de media y mientras la reconversión industrial en USA, la invasión de la
URSS en Afganistán, guerras en Oriente Medio…
He querido resaltar el hecho de que los mayores no entendían los “cambios que se estaban
produciendo”, estaban obsoletos y por eso seguían en acciones. Sin embargo, habían vivido la
Gran Depresión y sabían cómo los precios eran una ganga y se recuperarían. Warren Buffett no
tenía 65 años, pero pocos días antes de que se decretara la muerte de las acciones escribía para
Forbes indicando que ése era el momento de invertir. Acertó, desde luego. ¿Qué fue lo que hizo
que uno, el mejor inversor de la historia, apostara por la bolsa cuando el consenso de los
inversores escapaba buscando refugio en la liquidez? Sencillamente lo que había aprendido de
su maestro tal y como vimos en el primer artículo, que las acciones son partes de una empresa y
que dicha empresa puede valorarse y comprobar si dicha valoración se ajusta o no a su precio y,
si existe margen de seguridad, invertir en esa empresa hasta que se reconozca dicho valor.
Actualmente la situación recuerda a la del 79, los inversores huyen de la bolsa- de ahí las caídas
– y buscan refugio en activos que piensan de menor riesgo como las letras, los bonos, los
pagarés o los plazos fijos sin darse cuenta de que se están posicionando en unos títulos que están
mucho más caros que las acciones en su conjunto. ¿Olvidarán los inversores las lecciones del
pasado? No es cuestión de que durante un periodo más o menos prolongado su estrategia de
vender empresas que compraron porque subían resulte adecuada. Si no aprovechan las
ocasiones que ofrecen los precios de determinadas empresas, dentro de unos años pueden
encontrarse lamentando el no haber invertido en estos momentos y con un patrimonio que,
lamentablemente, habrá perdido una gran parte de su poder adquisitivo.
En 1979 aún existía la alternativa de unos bonos que ofrecían rentabilidades de dos dígitos. Sin
embargo, hoy en día aquellos bonos considerados más seguros ofrecen rentabilidades ridículas
es decir, son muy caros. ¿Piensan que serán capaces de rentabilizar su patrimonio adquiriendo
activos caros? Quizás, pero les será bastante complicado. Lamentablemente, parece que los
inversores toman sus decisiones mirando al espejo retrovisor en vez de al parabrisas, lo que se
ha demostrado muy costoso en el pasado y lo volverá a ser en el futuro. Dado que desde hace
años las bolsas están de capa caída, cambiemos ahora a aquellos activos que se han comportado
bien. Como en 1979.
No es el objetivo animar a invertir en acciones. Pero sí querría resaltar que muchos de los que
en estos momentos le están volviendo la espalda, es probable que lo estén haciendo en uno de
los peores momentos que podrían haber elegido. En máximos de 2007 con el Ibex en niveles de
16.000 puntos nadie quería perderse la fiesta. Ahora, en 6.500 puntos, parece que no quieren
perderse la fiesta de la renta fija y la liquidez. ¿Acertarán en esta ocasión?
Advertencia Legal: El autor del artículo es autor del libro El Lemming Que Salió Raro y gestor
del fondo ARGOS CAPITAL FI, el primer y único fondo diseñado y gestionado desde León. Las
opiniones vertidas en ningún caso suponen una recomendación de inversión o desinversión
para los lectores.