Articulos Interesantes
Articulos Interesantes
Articulos Interesantes
Nadie respetó y amó tanto como Jesús a los discípulos que enseñaba. El
evangelista Juan recoge estas palabras de labios del Maestro dirigidas a
ellos: Como el Padre me ha amado, así yo también os he amado;
permaneced en mi amor (Jn. 15:9). Siempre procuró estar abierto a las
necesidades de sus seguidores y fue sensible a las preguntas que le
formularon, respondiéndolas puntualmente.
Sin embargo, hay una gran diferencia entre los Diez Mandamientos y
cualquier otro tipo de legislación. Quien transgrede una ley se convierte
en un delincuente a quien la sociedad, en aras de salvaguardar su
integridad, tiene que aplicar un castigo. Los Diez Mandamientos, con sus
normas religiosas y éticas, son un espejo en el que nos vemos como
pecadores; pero al transgresor de estas leyes Dios le ofrece más que la
posibilidad de un castigo, la experiencia de un Salvador.
Para muchos jóvenes, claro está, los Diez Mandamientos pueden lucir
algo remoto. Suelen mirar con desconfianza a la iglesia porque la
asocian con “No fumes” o con un “No bailes” … La iglesia tampoco es
este No. Un joven cristiano puede proclamar a toda voz esta verdad:
“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda
tu mente“. Este es el más importante y el primero de los
mandamientos. Y el segundo es parecido, y dice: “Ama a tu prójimo
como te amas a ti mismo“. Estos dos mandamientos son la base de toda
la ley de Moisés y de las enseñanzas de los profetas.
Es claro que Jesús convirtió los diez famosos “NO” del Antiguo
Testamento en el “SÍ” más sonoro de toda La Biblia.
Desde las más tempranas edades los seguidores del Dios verdadero han
tenido problemas con falsos profetas, maestros y pastores. La seria
instrucción negativa y la severidad espiritual causadas por estos “ciegos
guías de ciegos” (como los llamó Jesús), es que todos terminan
cayéndose “en el hoyo” (la destrucción eterna).
El escritor bíblico que más comentarios hace acerca de los falsos guías
religiosos es Jeremías. Haremos, pues, un estudio de sus comentarios
para familiarizarnos con lo que los falsos religiosos dicen, hacen y
destruyen. Así podremos ver las similitudes con los modernos profetas,
maestros y pastores falsos que hoy día igualmente trastornan las
verdades de Dios y llevan al pueblo al error.
He aquí muestra del trato que recibe Jeremías por su fidelidad a Dios.
El mensaje divino para este mundo pecador no es placentero: viene con
denuncias, con condenaciones, con demandas, con advertencias de un
terrible juicio, pero todo mezclado con la buena disposición de Dios
para perdonar y abrazar a los que se arrepientan. En verdad, la historia
de los profetas en la Biblia es una de rechazo y sufrimiento, con pocas
excepciones. Consideremos lo que le pasó al mismo Jesucristo, y los
dolores sufridos por sus discípulos, especialmente el apóstol Pablo
(véase 2 Co 11: 18-30). Los verdaderos profetas de Dios nunca fueron
populares, ni vivieron en palacios rodeados de lujosos automóviles. En
fin, ¿cuáles son los profetas que en verdad necesita el pueblo? Para
nuestro bien eterno, busquemos y sigamos a aquellos mensajeros de
Dios que fielmente —y sin temor a las consecuencias personales—
declaran el mensaje incambiable del Dios eterno.
En esta breve carta Juan le recuerda a la Iglesia que Dios nos manda a
amarnos unos a otros. Es decir, porque amamos a nuestros hermanos
queremos protegerles del error. Hacer nada en contra de la falsa
enseñanza y los falsos maestros es una muestra que no amamos a
nuestros hermanos. Pensemos bien en lo que dice: “El anciano a la
señora elegida y a sus hijos, a quienes yo amo en la verdad; y no sólo
yo, sino también todos los que han conocido la verdad, a causa de la
verdad que permanece en nosotros, y estará para siempre con nosotros:
Sea con vosotros gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor
Jesucristo, Hijo del Padre, en verdad y en amor. Permaneced en la
doctrina de Cristo. Mucho me regocijé porque he hallado a algunos de
tus hijos andando en la verdad, conforme al mandamiento que
recibimos del Padre. Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote
un nuevo mandamiento, sino el que hemos tenido desde el principio,
que nos amemos unos a otros. Y este es el amor, que andemos según
sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor, como
vosotros habéis oído desde el principio. Porque muchos engañadores
han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en
carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo” (2 Juan 1-7). El
favor más grande que podemos hacerle a uno que pertenece a la familia
de Dios es enseñarle la verdad acerca de Jesucristo y, por amor a su
alma, salvarles de aquellos que enseñan errores bíblicos.
¿Qué querrá decir con esa frase: “que contendáis ardientemente por la
fe que ha sido una vez dada a los santos” ¿No implica que dentro de la
Iglesia siempre habrá falsos maestros, como Diótrefes, que buscan
engañar a los fieles y desviarles de lo que realmente dice la Palabra de
Dios? ¿No nos enseña que en la iglesia habrá contiendas en las que
tendremos que defender nuestra fe ardientemente? Hay engañadores,
como indica Pablo en Tito 1: 11, “a los cuales es preciso tapar la boca”.
Esa confrontación lleva lucha, dolor, pena, y normalmente separación.
Por esto nos advirtió Jesús: “No penséis que he venido para traer paz a
la tierra; no he venido para traer paz, sino espada” (Mateo 10:34). No
es que como cristianos buscamos guerra, es que si no contendemos
ardientemente por nuestra fe, los enemigos del evangelio gradualmente
nos quitarán aquello que nos trajo paz y perdón y esperanza eterna.
Asegurémonos de una cosa: es imposible que la verdad coexista con la
mentira. Uno eventualmente ganará. ¡Qué escuro sería el mundo si la
mentira llegara a reinar!
La segunda frase de Judas también nos interesa: “Porque algunos
hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido
destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en
libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano,
y a nuestro Señor Jesucristo”. ¿Habrá ocurrido tal tipo de incursión en
nuestra iglesia? ¿Cómo saberlo? ¿Cómo descubrirlo? ¿Qué hacer con los
falsos maestros una vez que los descubrimos? Es a ese tipo de acción nos
llama el apóstol, ya que lo más precioso que tenemos en la iglesia es la
doctrina de nuestra salvación encerrada en Jesucristo. Si no somos
claros en lo que es el evangelio, en cómo somos perdonados de nuestros
pecados, en lo que logró Jesucristo a favor nuestro, perdemos no solo el
camino a Dios, pero también el mismo fin y propósito de la Iglesia.