2-04-Gen. 2.9-15
2-04-Gen. 2.9-15
2-04-Gen. 2.9-15
bueno para comer. Asimismo, en medio del huerto, hizo brotar el árbol de
la vida y el árbol del conocimiento de la ciencia del bien y del mal”.
“… hizo brotar el árbol de la vida y el árbol del conocimiento de la ciencia del
bien y del mal.” La Escritura se refere aquí a la instrucción o Ley Divina, pues la Ley
Divina es llamada ‘sabiduría’ (Deut. 4:6) y a la sabiduría también se le llama en otra parte
‘Árbol de Vida’ como está escrito: “Es [la sabiduría] árbol de vida para los que echan mano de
ella, Y felices son los que la abrazan”. (Prov. 3:18).
Pero hay aspectos en la Ley Divina que también la relacionan al árbol del bien y del
mal, como le fue dicho a Israel: “…muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón,
para que la cumplas. He aquí, hoy pongo delante de ti la vida y el bien; la muerte y el mal”
(Deut. 30:14-15).
Entonces vemos aquí dos niveles en la Ley Divina, un nivel superior que es llamado
‘Sabiduría’ y un nivel inferior llamado ‘Ley’, es por esto que en la Escritura se entiende que
ambos árboles, el de la vida y el del bien y el mal están ‘en medio’ del jardín, ya que uno
está en un nivel superior y el otro en un nivel inferior. Así vemos que para el hombre de fe,
la Ley Divina es una fuente de Sabiduría que alumbra su camino espiritual, lo hace subir a
los niveles superiores de la conciencia, que son llamados también la ‘edad Mesiánica’. Esta
persona es la que ha encontrado el nivel superior de la ley Divina, la que le trae vida.
Pero para el religioso la ley Divina es solo un conjunto de normas que deben ser
obedecidas o si no temen sufrir las consecuencias, estos son los que acostumbran usar el
disfraz de la religión, parecen hacer el bien exteriormente, pero interiormente están llenos
de oscuridad, porque no buscan el nivel superior de la ley Divina que puede trasformar su
mala naturaleza interior en una nueva naturaleza espiritual, entonces para ellos la Ley
Divina es un árbol de bien y de mal, es decir, algo de bueno y algo de malo, porque debido
a su naturaleza ambigua el bien y el mal no pueden ser claramente distinguidos, piensan
que hacen el bien pero interiormente no se apartan del mal, estos viven en un nivel inferior
de la Ley Divina, el que les trae muerte. De ellos la Escritura dice: “¡Ay de ustedes, escribas y
Fariseos, hipócritas que son semejantes a sepulcros blanqueados! Por fuera lucen hermosos, pero por
dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia”. (Mat 23:27).
Si el hombre busca al Creador con un verdadero deseo de corregir su conciencia y
elevar su alma espiritual, entonces encontrará que la Ley Divina es un Árbol de bien y de
vida para él, pero si al contrario, menosprecia su valor espiritual o busca el conocimiento de
las leyes espirituales con fnes egoístas, entonces la Ley Divina le traerá mal y muerte.
Por ello nuestros mayores escribieron: “Nosotros sabemos que la ley es buena, si uno la
procura [observar] legítimamente” (1Tim. 1:8) En la versión aramea, la Peshitá, este versículo
se lee así: “sabemos que la ley es buena si uno se conduce conforme a la ley.” Esto quiere decir que
el hombre puede adquirir el bien del Creador si observa legítimamente sus mandamientos
o leyes Divinas, y ‘legítimamente’ no es ser escrupuloso o hasta puntillista en observar las
1
leyes de manera externa como generalmente se cree, signifca observarlos con fe, porque el
objetivo o el ‘fn’ de la ley Divina es llevar al hombre a las dimensiones de la fe, es decir, a
las alturas de la espiritualidad, lo que es llamado un ‘hombre espiritual’ y ‘hombre
mesiánico’, como escribieron nuestros mayores “porque el fn de la Ley Divina es llevarnos
al Mesías [el hombre espiritual]” (Rom. 10:4) de este modo, quien descubre los principios
espirituales de los mandamientos Divinos, aquellos que hacen elevar su estado de
conciencia y rige todos los aspectos de su vida por ellos, este es el que obedece
‘legítimamente’ la Ley Divina.
La Escritura dice que quien guarda los mandamientos Divinos encuentra vida:
“Jamás me olvidaré de Tus preceptos, Porque con ellos me has vivifcado”. (Sal. 119:93) Pero el
que obedece la ley Divina ilegítimamente, es decir obedece sin fe, es como el que la rechaza
de manera total, porque menosprecia su valor espiritual, este es el que solo encuentra
muerte: “El que guarda el mandamiento guarda su alma, Pero el que desprecia sus caminos
morirá”. (Prov. 19:16).
Precisamente esto es lo que sucederá con Adám, si Adám cumple con el
mandamiento Divino podrá acceder en cualquier momento al Árbol de la vida y vivir
siempre, pero si menosprecia su gran valor espiritual será expulsado del huerto y privado
de la oportunidad de probar de aquel Árbol vivifcante, en otras palabras, morirá.
Este es el principio que nuestros mayores explicaron al escribir: “…este
mandamiento que era para vida, resultó ser para muerte; porque el pecado, aprovechando la
ocasión por medio del mandamiento, me engañó, y por medio de él, me mató. De manera que la ley a
la verdad es santa, y el mandamiento, santo, justo y bueno ¿Entonces, lo bueno llegó a ser
muerte para mí? ¡De ninguna manera! Al contrario, el pecado, para mostrarse pecado,
produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno…”. (Rom. 7:10-13). □
***
2:10 “De Edén salía un río para regar el huerto, y de allí se dividía y se
convertía en cuatro cauces”.
“…y se dividía y se convertía en cuatro cauces.” El historiador judío Flavio Josefo,
mencionó acerca de este relato: “Después del séptimo día Moisés comienza a hablar en
términos de interpretación flosófca” (“Antigüedades” libro 1, 1:2) ‘interpretación
flosófca’ signifca que debe entenderse en sentido alegórico, algo que al parecer también
comparte el sabio rabinista Maimónides “…el relato de la Creación, según la Escritura, no
pretende, como suele creerse, ser en todas sus partes literal. Porque si así fuera los Sabios
no habrían guardado en secreto su explicación ni habrían utilizado el lenguaje fgurado
para ocultar su verdadero sentido, ni se habrían opuesto a que se discutiese en presencia
del vulgo.” (‘Guía de los Perplejos’ Parte II Cap. XXIX).
Siguiendo el sentido de ‘interpretación flosófca’ que menciona Josefo este río que
riega el huerto y que se divide en cuatro, sería, de acuerdo a las enseñanzas antiguas, una
alusión a los cuatro niveles de interpretación que posee la Escritura, el primero llamado
‘Peshat’ signifca sentido ‘simple’ o ‘literal’, el segundo es llamado ‘Remez’ o ‘sentido
insinuado’, el tercero se le llama ‘Drash’ sentido ‘alegórico’ o de ‘parábola’ y el último es el
‘Sod’ o sentido ‘secreto’ o de ‘misterio’.
Así, las iniciales hebreas de cada uno de estos niveles de interpretación forman la
palabra ‘PaRDeS’ que signifca en arameo ‘Huerto’ es decir, el Huerto del Edén. De este
mismo término es de donde se origina la palabra ‘paradeisos’ en griego, como traduce aquí
la septuaginta la palabra hebrea «gan» ‘jardín’, y donde se deriva en inglés ‘paradise’ y
‘paraíso’ en español, palabras más comunes con las que las diferentes culturas identifcan al
huerto de Edén.
2
De acuerdo a esto, se entiende entonces que el ‘huerto de Edén’ representa la
dimensión espiritual a la que el hombre puede acceder por medio del conocimiento de la
Palabra Divina, es decir, por medio del discernimiento e interpretación de las Escrituras. Y
efectivamente en las Enseñanzas del Reino encontramos algunas alusiones a esto cuando se
dice: “Escudriñen las Escrituras, ya que les parece que en ellas tienen la vida eterna…” (Jn.
5:39).
En el huerto de Edén se encontraba el Árbol de la vida que podía dar ‘vida eterna’ al
que comiere de su fruto, entonces si como dice aquí el versículo ‘en las Escrituras se puede
tener la vida eterna’ entonces es en las Escrituras que se encuentra el ‘huerto de Edén’ y en
el Árbol de la vida, es decir, en el nivel superior de la Torá o la Instrucción Divina podemos
acceder a esa ‘vida Eterna’. □
***
2:15“IHWH Elohim tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén para
que lo cultivara y lo guardara”.
“IHWH Elohim tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén…” Pareciera que
aquí se repite parte de lo que dice el versículo 8 de este capítulo, sin embargo, el texto
bíblico presenta algunas diferencias en los dos versículos; aquí se dice que el hombre fue
‘tomado’ y en el anterior solo se dice que fue ‘puesto’, tambien en el versículo anterior el
texto dice «gan be-Éden» ‘un jardín en Éden’ es decir, Éden es mencionado como un lugar
geográfco, mientras que en este ultimo versículo el texto dice: «be-gan Éden» ‘en el jardín
Éden’ es decir, se menciona como el nombre del huerto del Creador, además en el versículo
anterior no se dice que el hombre fuera puesto para ‘cultivar y guardar’ el huerto.
Estas diferencias serían las que Filón alude al deducir del texto Bíblico que realmente
se hace referencia aquí a dos hombres: “En cuanto al hombre que Di-os acababa de
modelar, en este pasaje [del versículo 8] dice solamente que lo colocó en el huerto. ¿Quién es,
entonces, aquel de quien más adelante dice que ‘tomó Di-os Soberano al hombre que había
hecho, y lo colocó en el parque para trabajarlo y cuidarlo?’ (Gén. 2: 15.) Seguramente éste
es el otro, es decir, el creado según la imagen y forma ejemplar; de modo que son dos los
hombres introducidos en el huerto: el ‘modelado’ y el otro que es ‘según la imagen’.”
(Filón.”Interpretaciones Alegóricas de las Leyes Sagradas”. 53-55 [XVI])
Entonces ¿quienes serían estos dos hombres? Uno es el ‘Adám terrenal’ y el otro el
‘Adám espiritual’, el Adám terrenal es el que es puesto en un lugar geográfco, es decir, no
es capaz de superar las dimenciones terrenales, mientras que el Adám espiritual es que se
‘eleva’ hasta el mundo superior, el mundo espiritual llamado ‘Éden’.
Dado que ‘Éden’ signifca ‘placer’, ‘deleite’, este se vuelve dos cosas diferentes para
uno y otro hombre, para el Adám terrenal el paraíso representa todo aquello que le provee
placer o deleite a los sentidos, como fue escrito: “Acumulé para mí plata y oro, tesoro digno de
reinos y provincias; contraté cantores y cantoras, y tuve un harén de concubinas para deleitarme
como suelen hacer los hombres.” (Ecl 2:8).
Pero para el Adám espiritual el verdadero ‘deleite’ o ‘placer’ es aquel que deriva del
Árbol de la vida, es decir, del nivel superior de la ley Divina, por lo que se dice en otra
parte: “…Cuán dichoso es el hombre que teme al Eterno, Que mucho se deleita en Sus
mandamientos.” (Sal 112:1) “Porque en el hombre interior me deleito con la Ley del Creador”
(Rom. 7:22).
Pero cabe aclarar que no se habla aquí en un sentido ‘dualista’ como lo entiende la
religión, la religión ve al hombre terrenal como un enemigo que debe ser erradicado a toda
costa, esto quiere decir que el hombre debe abstenerse de todo aquello que le de placer al
cuerpo porque, de acuerdo a la religión, solo con esto el hombre puede alcanzar lo
espiritual.
3
Este concepto deriva de una corriente flosófca de tantas que los griegos le legaron a
la cultura occidental. El concepto del ‘ascetismo’ representaba para los griegos
principalmente la abstinencia a comidas, bebidas y al placer sexual como un medio de
alcanzar el mas alto grado de espiritualidad, otras culturas y religiones llevaron este
concepto hasta el celibato y ciertas prácticas que provocaban el sufrimiento físico.
Pero las Escrituras no hablan de ‘ascetismo’ ni ‘hedonismo’ 1 en lo referente a los
aspectos espirituales, de hecho existe una advertencia sobre creencias ascéticas que
pervertirían los verdaderos principios espirituales, como fue escrito: “…en los últimos
tiempos algunos se apartarán de la fe, prestando atención a espíritus engañadores y a doctrinas de
demonios…Esos prohibirán casarse y mandarán abstenerse de algunos alimentos, que el Ser
Supremo ha creado…” (1Ti 4:1-3).
En lo referente a los principios espirituales, las Escrituras no muestran al hombre
terrenal como un enemigo al que hay que exterminar a toda costa, tampoco que debe
rendirsele culto, la verdadera espiritualidad radica en que la naturaleza terrenal del hombre
debe estar en el lugar que le corresponde, es decir, bajo la autoridad de la ‘imagen Divina’,
en otras palabras, sometida a la naturaleza espiritual.
La Escritura dice “ cuiden de hacer tal como el Eterno les ha mandado; no se desvíen a la
derecha ni a la izquierda”. (Deut. 5:32) y esto quiere decir que el camino espiritual está
orientado a vuscar un equilibrio en todos los aspectos de la vida del hombre, el hombre no
puede reprimir de manera permanente los deseos de su cuerpo porque ha sido creado con
esta naturaleza, pero tampoco debe darles rienda suelta hasta el punto que estos deseos
lleguen a gobernar toda su vida, al contrario el hombre debe encausar la fuerza de sus
deseos físicos y dirigirlos sobre la base de las leyes Divinas.
Los principios espirituales no son para reprimir sino para poner un limite
equilibrado a los deseos del hombre, por esto la palabra «gan» ‘huerto’ o ‘jardín’ signifca
tambien un ‘lugar cercado’ esto es porque los principios espirituales defnen hasta que
punto el hombre puede disfrutar del placer físico sin eccederse ni violentar el principio de
‘ama al Creador’ y ‘ama a tu progimo como a ti mismo’.
De este modo cuando el hombre no es capaz de alcanzar este equilibrio en su vida y
vive esclavo de los deseos desenfrenados de su cuerpo, entonces es llamado ‘Adám
terrenal’, el ‘alma animal’ es la que gobierna su vida. Pero cuando el hombre logra gobernar
sus deseos y encausarlos sobre los principios espirituales entones es llamado ‘Adám
espiritual’ porque el «Nishmat Jaim» o el ‘alma espiritual’ gobierna y transforma su
naturaleza □
“YHWH Elohim tomó al hombre…” ¿Y cómo fue tomado Adám? El termino «lakaj»
‘tomar’ también signifca ‘arrebatar’, Como en el versículo: “¿Por qué te arrebata [lakaj] el
corazón, Y por qué centellean tus ojos…?” (Job 15:12). Esto quiere decir que es en referencia a
este versículo del Génesis que fue escrito más tarde: “Conozco a un Adám (hombre) en el
Mesías, que hace catorce años…el tal fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco a tal Adám (si
en el cuerpo o fuera del cuerpo no lo sé, el Creador lo sabe) que fue arrebatado al paraíso…”. (2
Cor. 12:2-4).
Ahora bien, el termino «lakaj» ‘tomar’ ‘arrebatar’ también puede leerse como «lekaj»
que signifca ‘enseñanza’, como en el versículo: “Caiga como la lluvia mi enseñanza [lekaj], Y
destile como el rocío mi discurso, Como llovizna sobre el verde prado…” (Deut. 32:2).
Esto quiere decir que el hombre puede ser ‘tomado’ por medio de la enseñanza de la
Palabra Divina, o en otras palabras puede ser tomado por medio de la ‘revelación’, y
efectivamente, el mismo emisario que habla de su ‘arrebatamiento’ al paraíso, explica que
no fue tomado físicamente sino que fue arrebatado por medio de la revelación Divina,
1El hedonismo era otra corriente filosófica totalmente opuesta al ascetismo, el hedonismo consideraba que el
placer era el único y principal bien de la vida.
4
como continúa diciendo después: “Y para que no me enalteciera por la extraordinaria grandeza
de las revelaciones, me fue dado un aguijón para mi carne…”. (2 Cor. 12:7).
¿Y porque el emisario habla de ‘un hombre’? porque reconoce a dos hombres en su
vida, el primero que carecía de espiritualidad, el Shaul religioso o el ‘Adám Terrenal’, y el
otro, el que vino después de caer del ‘animal’, es decir, de su orgullo religioso y ver la
verdadera Luz de la espiritualidad, el Shaul de la edad mesiánica, el ‘Adam espiritual’. Este
último y no el primero es el que fue tomado y llevado al ‘Pardés’ (paraíso).
Por eso la Luz de la Sabiduría dice en otra parte: “Entonces estarán dos arando en el
campo… uno será tomado y el otro será dejado”. (Mat 24:40) ¿Quiénes son esto dos? Son dos
grupos; los que son llamados ‘el Adám terrenal’ y los que son llamados ‘el Adám celestial’,
de estos dos grupos solo los que pertenecen al Adám espiritual serán tomados por la
revelación Divina y llevados al paraíso del Creador, el otro grupo solo se quedará
trabajando sobre el nivel terrenal, sin poder elevarse a las alturas espirituales. □
“…para que lo cultivara y lo guardara” El libro de los Jubileos menciona que esta
labor le fue enseñada a Adám por los ángeles, siendo el ángel Mijael el que menciona lo
siguiente: “Durante el primer septenario del primer jubileo estuvieron Adán y su mujer en
el Jardín del Edén, labrando y guardándolo, pues le dimos labor y le enseñábamos a hacer
cuanto es propio del trabajo, Estuvo trabajando desnudo, sin darse cuenta ni avergonzarse,
guardando el jardín de las aves, las bestias y los animales, recogiendo sus frutos, comiendo
y dejando un resto para él y su mujer: dejaba lo que había de guardarse”. (Libro de los
Jubileos 3:15,16).
Interpretando esto en un sentido simple se podría decir que fueron los ángeles los
que le enseñaron al hombre las labores de la agricultura, pero por otro lado se puede hablar
de esta labor en un sentido más elevado, la palabra «avad» ‘trabajar’ ‘labrar’ ‘arar’ también
puede signifcar ‘servir’, de aquí la palabra «eved» ‘siervo’. Este servicio puede signifcar
cumplir con una labor delegada por aquel al que se sirve, pero también alude a un ‘servicio’
«avodá» relacionado a ‘culto’ es decir a un servicio espiritual, como en el versículo: “Haz
que se acerque la tribu de Leví…para cumplir con el servicio [avodá] del tabernáculo”. (Núm.
3:6-7).
Pero la Escritura dice que el hombre fue puesto en el Jardín también para
‘guardarlo’, la palabra «shamar» ‘guardar’ también aparece en otra aparte de las Escrituras
relacionada a los mandamientos del Creador: “Por tanto, guardarán [shamar] Mis estatutos y
Mis leyes...” (Lev 18:5).
Con esto se ha llegado a interpretar que el trabajo del hombre consiste en rendir
culto al Creador y guardar los mandamientos Divinos. Pero esto es cierto solo en parte, es
de recordar que la Escritura alude de manera insinuada a dos hombres, el ‘Adám terrenal’
y el ‘Adám espiritual’. Del primero dice la Escritura que fue puesto en un Edén geográfco
(Gén. 2:8) es decir, el que trabaja solo en un nivel terrenal, el segundo en cambio es
‘tomado’ (Gén. 2: 15) y elevado a las alturas espirituales del Paraíso celestial, por lo tanto su
trabajo es muy superior al del primero.
En efecto, el Adám terrenal no es capaz de elevarse a las alturas espirituales, por lo
tanto se conforma con rendir un culto religioso y guardar escrupulosamente los
mandamientos pero solo en un nivel inferior, sin renunciar al ego, sino disfrazándolo de
una aparente justicia.
El Adám terrenal aparenta ‘servir’ al Creador a través de extenuantes cultos
religiosos y puntillosas formas de observar los mandamientos, pero esto solo es una manera
disfrazada de querer compensar su falta de voluntad espiritual. Por esto la Escritura dirá
más adelante: “Entonces volverán a distinguir entre el justo y el impío, entre el que sirve al
Creador y el que no Le sirve”. (Mal. 3:18). Lo que está en concordancia con este otro
versículo: “Entonces estarán dos arando en el campo, uno justo y otro impío, uno será tomado y el
otro será dejado”. (Mat. 24:40. Versión hebrea de Shem Tov).
5
El verdadero servicio al Creador es el que surge de una genuina espiritualidad, la fe
es el resultado de esta, y uno no puede tener fe si no ‘oye’ atentamente la voz del Creador,
como fue escrito ‘la fe viene por escuchar atentamente…’ (Rom. 10:17. V. Peshitta). En efecto la
palabra «shamar» ‘guardar’ está asociada a «shamá» ‘oír’, ‘escuchar’, es decir que no solo se
trata de ‘guardar’ los mandamientos como parte de una costumbre o tradición, sino de
guardarlos legítimamente, es decir, escuchando la voz del Creador a través de ellos.
Nuestro antepasado Abraham no solo guardó los mandamientos del Creador, sino
que también ‘oyó’ o percibió los principios espirituales que estos encerraban, es decir, ‘oyó
la voz del Creador’ a través de ellos, y por esto fue escrito: “por cuanto Abraham oyó [shama]
mi voz y guardó [shamar] mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes”. (Gén 26:5)
Del mismo modo, la voluntad Divina desea que la simiente de Abraham también
‘escuche’ su voz a través de los mandamientos Divinos y no solamente los guarde
exteriormente: “Guarda y escucha todas estas palabras que yo te ordeno, para que te vaya bien a ti
y a tus hijos…” (Deut. 12:28) “…Si oyes [shama] diligentemente la voz de YHWH tu Elohim, y
haces lo recto ante sus ojos, y prestas oído a sus mandamientos, y guardas [shamar] todos sus
estatutos…” (Éx. 15:26).
De aquí se comprende porque la palabra «shamar» también signifca en otras partes
‘guardar en el corazón’ es decir ‘meditar’ o ‘refexionar’, como en el versículo: “Sus
hermanos le tenían envidia, pero su padre meditaba [shamar] sobre lo que se había dicho”. (Gén
37:11). Esto signifca que ‘guardar los mandamientos’ implica meditar en ellos como
también se dice en otra parte: “…en la Ley de YHWH está su deleite, Y en Su ley medita de
día y de noche” (Sal. 1:2). ¿Y de quien se habla en este salmo? Se habla del justo, porque el
justo no solo se preocupa de cumplir mandamientos, sino de meditar en los principios
espirituales que encierran cada uno de ellos, porque ha aprendido que solo a través de estos
principios espirituales puede ‘oír’ la voz del Creador, y entrar así al jardín del deleite
(Edén). Y entrar así al jardín del deleite (Edén) que el Creador ha plantado para el ser
humano. □