El Juego de Adán
El Juego de Adán
El Juego de Adán
El juego de Adán.
Teatro medieval
ESCENA PRIMERA
DIOS
- ¡Adán!
ADÁN
- ¡Señor!
DIOS
- Yo te he formado del barro de la tierra.
ADÁN
- Señor, lo sé.
DIOS
- Te he formado a mi imagen y semejanza. No debes rebelarte jamás
contra mí.
ADÁN
- No lo haré nunca. Creeré en ti; obedeceré a mi Creador.
DIOS
- Te he dado una buena compañera; tu mujer, de nombre Eva. Es tu mujer
y tu semejante; debes serle fiel. Amala, que ella te ame y los dos seréis
amados por mí. Que sea sumisa a tu voluntad, y los dos sed sumisos a la
mía. La he formado de tu costilla; no es extraña a ti, ya que es nacida de
ti. Gobiérnala por razón. No debe haber desavenencias, sino gran amor
entre los dos. Que ésta sea la ley de vuestra vida.
(A Eva)
A ti, Eva, te quiero hablar. Escucha mi palabra y haz que ella redunde en
provecho tuyo. Ama y honra en mí a tu Creador, a tu Señor. Pon todo tu
celo, toda la fuerza de tu espíritu, en servirme. Ama a Adán tiernamente;
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Introducción a la Literatura – Módulo 3
EVA
- Yo haré, Señor, tu voluntad; nunca dejaré de acatarla en todo. Te
reconoceré a ti como Señor y a él como esposo y dueño. Le seré siempre
fiel; le aconsejaré siempre lo mejor. Estaré siempre a tu servicio y haré tu
voluntad.
DIOS
- (Manda a Adán que se acerque y le dice con más insistencia).
Escúchame, Adán, y comprende bien lo que te digo. Te he creado y ahora
te voy a hacer un don. Si tú me obedeces, vivirás siempre sano y sin
temor. No sentirás hambre ni sed, no sentirás frío ni calor. Nunca te
fatigarás, estarás siempre contento y desconocerás el dolor. Toda tu vida
transcurrirá feliz. Será eterna, durará por los siglos de los siglos. Quiero
que Eva me oiga y si no comprende es que es necia. Tendréis el señorío
sobre toda la tierra, sobre los pájaros, las bestias y los demás seres que
la pueblan. Tendréis poder sobre todo el mundo. Os muestro el bien y el
mal. Seréis libres. Pero debéis tenerme lealtad, dejar el mal y abrazar el
bien. Amad a vuestro Señor y permaneced con él. No sigáis el consejo de
nadie ajeno a mí. Si así lo hacéis, no cometeréis pecado alguno.
ADÁN
-Te doy las gracias. Señor, por tu bondad. oh tú, que me creaste y me
otorgas una tal merced, poniendo el bien y el mal a mi discreción. Pondré
toda mi voluntad a tu servicio. Tú eres mi Señor. y yo tu criatura. Tú me
formaste y yo soy tu obra.
DIOS
- (Señala con la mano el Paraíso).
¡Adán!
ADÁN
- ¡Señor!
DIOS
- Quiero explicarte mi intención. Mira este jardín.
ADÄN
- ¿Cómo se llama?
DIOS
- El Paraíso.
ADÄN
- ¡Es hermoso!
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Introducción a la Literatura – Módulo 3
DIOS
- Yo lo tracé y lo planté. El que lo habite será mi amigo. Te lo entrego para
que vivas en él.
(Los manda entrar dicit:ndo:)
¡Entrad!
ADÁN
- ¿Podremos quedarnos?
DIOS
- Podréis vivir siempre en él. No tendréis nada que temer. No conoceréis
ni la muerte ni la enfermedad.
(El Coro canta el responso: Tulit ergo Dominus).
DIOS
- (Tendiendo la mano hacia el Paraíso).
Voy a explicarte la naturaleza de este jardín: en él encontrarás todas las
delicias. Cada uno puede encontrar en él lo que le satisfaga. La mujer no
sufrirá desamor del hombre: el hombre no sentirá vergüenza ni temor de
la mujer. El hombre podrá engendrar sin pecado y la mujer parirá sin
dolor. Vivirás siempre, ya que el clima es en extremo favorable: no
envejecerás; no temerás la muerte, porque ella no podrá alcanzarte. No
saldrás de aquí. Aquí levantarás tu casa.
(El Coro canta el responso: Dixit Dominus ad Adam).
(Muestra a Adán los árboles del Paraiso, diciendo:)
Puedes comer todos estos frutos, según te plazca.
(Le muestra el árbol prohibido).
Pero te prohibo comer los frutos de este árbol. Si los comes, morirás
enseguida. perderás mi amor y tu buena suerte se convertirá en
desgracia.
ADÁN
- Acataré tu mandamiento; ni yo ni Eva faltaremos a él. Por un solo fruto
no perderemos esta morada. Sería justo que fuera arrojado de ella, si por
una manzana olvido tu amor. Merece ser juzgado como traidor el que
traiciona a su Señor.
ESCENA SEGUNDA
EL DIABLO
- ¿Qué haces, Adán?
ADÁN
- Vivo aquí, muy feliz.
EL DIABLO
- ¿Estás bien?
ADÁN
- Nada me molesta.
EL DIABLO
- Podrías estar mejor.
ADAN
- No sé cómo.
EL DIABLO
- ¿Quieres saberlo?
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Introducción a la Literatura – Módulo 3
ADÁN
- No vale la pena.
EL DIABLO
- Yo sé cómo estarías mejor.
ADÁN
- ¡Qué me importa!
EL DIABLO
- ¿Por qué no?
ADÁN
- No me serviría para nada. No puedo estar mejor.
EL DIABLO
- Te aseguro que te servirá.
ADÁN
- No sé cuando.
EL DIABLO
- No te lo voy a decir si no te importa.
ADÁN
- Dímelo ahora.
EL DIABLO
- No. hasta que te rinda el cansancio de suplicármelo.
ADÁN
- No tengo ninguna necesidad de saberlo.
EL DIABLO
- Es verdad. Tú no sabes aprovechar el bien que posees.
ADÁN
- ¿Qué quieres decir?
EL DIABLO
- ¿Quieres saberlo? Te lo diré en secreto.
ADÁN
- Sea.
EL DIABLO
- Escucha. Adán. préstame atención. Será en gran provecho tuyo.
ADÁN
- Lo deseo de veras.
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EL DIABLO
- ¿Me creerás?
ADÁN
- Sí; ciertamente.
EL DIABLO
- ¿Del principio al fin?
ADÁN
- Salvo en una cosa.
EL DIABLO
- ¿Qué cosa?
ADÁN
- Te lo voy a decir. No ofenderé a mi Creador.
EL DIABLO
- ¿Tanto le temes?
ADÁN
- Sí; en verdad. Le amo y le temo.
EL DIABLO
- Eso no es inteligente. ¿Por qué le temes? ¿Qué puede hacerte?
ADÁN
- Todo el bien y todo el mal.
EL DIABLO
- Te volviste loco de remate el día que creíste que puede alcanzarte el mal.
¿No estás en el Paraíso? No puedes morir.
ADÄN
- Dios me ha dicho que moriré el día que no cumpla su mandamiento.
EL DIABLO
- ¿Qué mandamiento es ése? Dímelo pronto.
ADÁN
- Voy a decírtelo francamente. Me ha dado este mandamiento: Puedes
comer todos los frutos del Paraíso, menos uno. Este me ha sido prohibido
y no quiero ni tocarlo con mis manos.
EL DIABLO
- ¿Cuál?
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ADÁN
- (Señalando con la mano al árbol prohibido)
¿Lo ves allí? Aquel es el que me ha prohibido formalmente.
EL DIABLO
- ¿Sabes por qué?
ADÁN
- ¿Yo? Ciertamente, no.
EL DIABLO
- Quiero explicarte el porqué. Los otros frutos nada le importan; pero
aquel (mostrando con la mano el prohibido) es diferente; aquel es el fruto
de la sabiduría, que puede darte todo el saber. Harás bien en comerlo.
ADÁN
- ¿Yo? ¿Por qué?
EL DIABLO
- Tú lo verás. Te abrirá los ojos, conocerás el porvenir, podrás hacer lo
que tú quieras. Cómelo; no temerás a tu Dios y serás igual a El. Por eso te
lo ha prohibido. ¿Me crees? ¡Pruébalo!
ADÁN
- No lo haré nunca.
EL DIABLO
- Te oigo y no lo creo. ¿No lo harás nunca?
ADÁN
- No.
EL DIABLO
- Bien. Eres un tonto. Ya te acordarás de lo que te he dicho.
(El Diablo se retira y va a juntarse con los otros demonios. Después de
haberse paseado por la plaza, vuelve alegre y sonriente a tentar a Adán.
Se supone que han pasado varios días).
EL DIABLO
- ¡Adán! ¿Qué haces? ¿Vas a cambiar de parecer? ¿Estás todavía con tus
locas ideas? Creo que ya te advertí el otro día: Dios te hizo su
prebendado y te metió en este Paraíso para que comieras este fruto.
¿Tienes acaso otro placer?
ADÁN
- Sí, por cierto; nada me falta.
EL DIABLO
- ¿No quieres subir más alto? ¿Tendrás siempre por un gran favor el que
Dios te haya hecho su jardinero? Dios te hizo guardián de su jardín. ¿No
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ADÁN
- ¡Sal de aquí!
EL DIABLO
- ¿Qué dices, Adán?
ADÁN
- Sal de aquí. Tú eres Satanás y das malos consejos.
EL DIABLO
- ¿Yo? ¿Qué dices?
ADÁN
- Tú quieres dejarme atormentado, indisponerme con mi Creador,
quitarme la alegría, hundirme en el dolor. No; no, no te voy a hacer caso.
¡Sal de aquí! No te atrevas a presentarte más ante mí. ¡Tú eres un traidor
sin fe!
(Triste, con la cabeza baja, el Diablo se aleja de Adán y va hasta las
puertas del Infierno, donde habla con los otros demonios. Después,
circula entre el pueblo. En fin, se acerca al Paraíso, del lado donde está
Eva, a la que se dirige con aspecto alegre y muy amable).
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ESCENA TERCERA
EL DIABLO
- Eva, he venido a hablar contigo.
EVA
- Dime, Satanás, de qué se trata.
EL DIABLO
- Sólo busco tu bien y tu honor.
EVA
- ¡Dios quiera!
EL DIABLO
- No temas. Hace mucho tiempo que conozco todos los secretos del
Paraíso. Te voy a revelar algunos.
EVA
- Empieza; te escucho.
EL DIABLO
- ¿Me escucharás atentamente?
EVA
- Sí, claro. No te interrumpiré para nada.
EL DIABLO
- ¿Guardarás todo en secreto?
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Introducción a la Literatura – Módulo 3
EVA
- Claro, a fe mía.
EL DIABLO
- ¿Y si luego se descubre?
EVA
- No será por mi culpa.
EL DIABLO
- Entonces. voy a confiarme a ti.
EVA
- Puedes fiar en mi palabra.
EL DIABLO
- ¡Has ido a buena escuela! Adán es un loco.
EVA
- Es ... un poco duro.
EL DIABLO
- Tal vez se ablande, pero hoy es más duro que el infierno.
EVA
- ¡Es muy noblote!
EL DIABLO
- No. Es muy servil. Si no quiere cuidarse, que al menos se preocupe de ti.
Tú eres una débil y tierna cosita, más fresca que una rosa; eres más
blanca que el cristal, que la nieve que cae sobre el hielo del valle. El
creador ha hecho de vosotros una pareja mal ajustada; tú eres demasiado
tierna y él demasiado duro; por lo tanto, tú eres la más juiciosa, puesto
que sometes tu corazón a la razón. Por esto es un placer hablar contigo.
Por esto quiero hablarte.
EVA
- Puedes tener confianza.
EL DIABLO
- No quiero que nadie sepa de lo que te hable.
EVA
- ¿Quién necesita saberlo?
EL DIABLO
- Nadie. Ni siquiera Adán.
EVA
- No lo sabrá; puedes creerme.
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EL DIABLO
- Voy a explicarme; escúchame. Estamos solos en esta senda. Adán está
allí. pero no puede oirnos.
EVA
- Puedes hablar en alta voz. No oirá nada.
EL DIABLO
- Te voy a advertir que se os ha tendido una gran trampa en este jardin.
Los frutos que os ha dado Dios, no son muy buenos. pero el que os ha
prohibido tiene una gran virtud; tiene la gracia de la vida, del poder, del
señorío, del saber absoluto, del bien y del mal.
EVA
- ¿Qué sabor tiene?
EL DIABLO
- Celestial. Es el fruto que conviene a tu hermoso cuerpo, a tu bello rostro
que merece ser el de la reina del mundo, del cielo y del infierno; mereces
conocer todo lo que existe, ser la dueña de todo.
EVA
- ¿De veras es tal como dices este fruto?
EL DIABLO
- Si, en verdad.
EVA
- (Después de contemplar largamente el fruto prohibido).
Nada más mirarlo me hace un gran bien.
EL DIABLO
- ¿Te imaginas lo que será si lo comes?
EVA
- ¡Qué se yo!
EL DIABLO
- ¿No me vas a creer? Tómalo enseguida y dáselo a Adán. Si lo coméis
seréis iguales a Dios y no podrá ocultaros sus designios. Cuando hayáis
comido el fruto. enseguida vuestro corazón habrá cambiado. seréis
iguales a Dios en bondad, en poder ... ¡Pruébalo!
EVA
- Lo deseo vivamente.
EL DIABLO
- No hagas caso a Adán.
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EVA
- Lo probaré más tarde.
EL DIABLO
- ¿Cuándo?
EVA
- Espera que Adán duerma.
EL DIABLO
- Cómelo; no tengas miedo. Esperar sería una niñería.
(El Diablo se aleja y vuelve al Infierno. Adán se acerca a Eva, disgustado
porque la ha visto hablar con el Diablo).
ESCENA CUARTA
ADÁN
- Dime, mujer, ¿qué te pedía ese maldito Satanás? ¿Qué quería?
EVA
- Me hablaba de nuestro honor.
ADÁN
- No hagas caso de ese traidor. De veras es un traidor.
EVA
- Ya lo sé.
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ADÁN
- ¿Tú? ¿Cómo?
EVA
- Te digo que lo sé. ¿Qué importa que hable con él?
ADÁN
- Hará cambiar tus ideas.
EVA
- No, porque no voy a creer nada de lo que me diga, antes de haberlo
puesto a prueba.
ADÁN
- No lo dejes más que se te acerque, porque tiene muy mala fe. Ha querido
traicionar a su Señor y elevarse sobre El. Un miserable que se ha portado
así, no quiero que sea bIen acogido por ti.
(Una serpiente, muy bien imitada, trepa por el tronco del árbol prohibido.
Eva se acerca como escuchando su consejo. Después, arranca la
manzana y la ofrece a Adán; pero él todavía no la acepta).
EVA
- Come, Adán; tú no sabes lo que es esto. Tomemos el bien que se nos
ofrece.
ADÁN
- ¿Tan bueno es?
EVA
- Lo sabrás; pero no podrás saberlo si no lo pruebas.
ADÁN
- Me da miedo.
EVA
- ¡Pues, déjalo!
ADÁN
- No; no lo comeré.
EVA
- Eres un tonto en dudar. ¡Cómelo!
ADÁN
- Bien; lo comeré.
EVA
- Come un poco; así conocerás el bien y el mal. Yo comeré un poco antes
que tú.
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ADÁN
- Y yo después.
EVA
- No hay ningún peligro.
(Come una parte de la manzana).
Ya lo he probado. ¡Dios mío, qué sabor! Nunca probé nada tan dulce.
¡Tiene un sabor esta manzana ...!
ADÁN
- ¿Cuál?
EVA
- Nadie ha saboreado otra igual. Ahora mis ojos son tan clarividentes que
me parezco a Dios Todopoderoso. Sé todo lo que fue, todo lo que será:
todo enteramente está bajo mi poder. Come, Adán, no tardes más. Toma
esta manzana; es por tu felicidad.
ADÁN
- (Tomando la manzana que le ofrece Eva).
Tendrá confianza en ti. Eres la mitad de mí mismo.
EVA
- Come. No tienes nada que temer.
(Adán come parte de la manzana; enseguida se da cuenta de su pecado y
se acurruca de manera que el público no lo vea. Se quita su traje de fiesta,
se viste con una túnica hecha de hojas de higuera y luego, mostrando
gran dolor, empieza a lamentarse).
ADÁN
- ¡Desgraciado pecador! ¿Qué es lo que has hecho? Muerto soy sin
remedio. Mi destino ha cambiado tristemente; antes era un ser feliz; ahora
mi vida será ciertamente dura. He abandonado a mi Creador por oir el
consejo de una mala mujer. Pecador de mí, ¿qué haré? Nunca hice un
peor negocio; ahora ya sé qué es el pecado. ¡0h muerte! ¿Por qué me
dejas vivir? ¿por qué el mundo no se ve libre de mí? Es preciso que me
hunda en el infierno, donde estará desde ahora mi morada. ¿De dónde
llegará el auxilio? ¿Quién acudirá en socorro mío? ¿Quién aliviará mi
dolor? ¿Por qué he obrado mal contra mi Señor? Estoy perdido sin
remedio. He procedido tan mal que no puedo defenderme ante El. Soy
culpable ante el Rey de la Gloria. ante el Rey del Cielo. Soy tan culpable
que no tengo excusa ninguna. ni amigo ni vecino que pueda salvarme. ¿A
quién pediré auxilio, si la mujer que Dios me dio como compañera me ha
traicionado? ¡Ah. Eva!
(Dirigiéndose a ella)
¡Ah. mujer perversa! Por mi desgracia, naciste de mí. ¡Ojalá se hubiera
quemado la costilla que me llevó a tal situación! Cuando Dios tomó de mí
esta costilla ¿por qué no la quemó, por qué no me mató? La costilla ha
traicionado todo el cuerpo, lo ha vuelto loco, lo ha metido en una
situación horrible. No sé qué decir ni qué hacer. Si el cielo no me ayuda,
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nadie puede sacarme de este tormento espantoso. ¡Ah, Eva! En mala hora
fuiste mi esposa. Estoy perdido si la Divina Majestad no me ayuda.
¿Cómo me atreva a nombrarla? Nadie me socorrerá. Sólo el Hijo que
nacerá de María. Entretanto, que se cumpla la voluntad de Dios. Sólo me
resta la muerte.
ESCENA QUINTA
(El coro entona la estrofa Diem deam, bularet. Después, aparece Dios con
una estola. Entra en el Paraíso y mira a su alrededor buscando a Adán.
Pero Adán y Eva se esconden en un rincón demostrando que conocen su
miseria).
DIOS
- Adán ¿dónde estás?
(Se levantan los dos, de pies ante Dios, no muy erguidos sino doblegados
y afligidos por el peso de la vergüenza de su pecado).
ADÁN
- ¡Aquí estoy, Señor! Me escondo de tu cólera y estoy avergonzado de mi
desnudez.
DIOS
- ¿Qué has hecho? ¿Cómo te apartaste del camino recto? ¿Quién te ha
despojado de tu bienaventuranza? ¿Qué has hecho? ¿Por qué estás
avergonzado?
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ADÁN
- ¿Cómo puedo darte cuenta de todo Señor?
DIOS
- Hace unos días no tenías motivo de vergüenza. Ahora te veo triste y
abatido. Quien está de esta manera, tiene algo malo en su conciencia.
ADÁN
- Tengo tanta vergüenza ante Ti, que me escondo.
DIOS
- ¿Por qué?
ADÁN
- Tal es mi vergüenza que no me atrevo a mirarte.
DIOS
- ¿Por qué no has cumplido mi mandamiento? ¿Has ganado mucho con
ello? Tú eres mi siervo y yo tu Señor.
ADÁN
- No puedo contradecirte, Señor.
DIOS
- Te hice a mi imagen y semejanza. En recompensa, tú me ultrajas
deliberadamente. Has comido este fruto que te había prohibido. ¡Creíste
con ello hacerte igual a mí! No sé si todavía querrás ser más fanfarrón.
ADÁN
- (Extendiendo la mano hacia Dios y, después, hacia Eva).
La mujer que me diste fue la primera en desobedecerte. Me dio el fruto y
lo comí. Ahora comprendo que fue para mi daño. He hecho mal. Ha sido
por culpa de mi mujer.
DIOS
- Has tenido más confianza en tu mujer que en mí. Has comido el fruto sin
mi permiso. He aquí el resultado: la tierra donde querrás sembrar el trigo,
será maldita: no te dará cosechas: en vano la cultivarás; sólo te dará
cardos y espinas. Ganarás el pan con el sucor de tu rostro. Vivirás noche
y día con gran trabajo.
(Volviéndose a Eva con aire amenazador).
Y tú, Eva, mala mujer: bien pronto me declaraste la guerra. No has hecho
caso de mis órdenes.
EVA
- La maldita serpiente me ha engañado.
DIOS
- ¿Creíste llegar a ser igual que yo? Y ahora ¿adivinas lo que va a ocurrir?
Antes tenías poder sobre todas las cosas de la vida ¿cómo lo has perdido
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tan pronto? Ahora estás triste y confusa. ¿Has ganado o has perdido? El
castigo será proporcional a tu mérito, a tus servicios. En todas
direcciones la desgracia caerá sobre ti. Parirás a tus hijos con dolor y
vivirán toda su vida en tristeza. Nacerán con dolor y morirán en gran
angustia. He aquí el sufrimiento, la ruina en que caíste con todo tu linaje.
Todos los que nacerán de ti llorarán por tu pecado.
EVA
- He pecado: he pecado por locura. Por una manzana tendré que sufrir un
mal tan grande que alcanza a mi descendencia. Tan pequeño gusto me
vale un tan gran castigo. No es extraño que haya pecado ya que la
serpiente me engañó. Ella es experta en la maldad. He comido la manzana
y ahora sé que era una locura ya que Tú lo habías prohibido.
DIOS
- (Amenazando a la serp:ente).
Y tú. serpiente, maldita seas. Sobre ti caerá el peso de mi castigo. Te
arrastrarás sobre tu vientre mientras vivas. Comerás solo polvo en el
bosque, en las llanuras, en las landas. La mujer te odiará. Tratarás de
morderle el talón y ella te herirá en la cabeza con un martillo tan duro que
te producirá gran tortura.
(Les echa del Paraíso).
Y ahora salid del Paraíso. Vuestra morada será la tierra. No tenéis derecho
al Paraíso. Y saliendo de aquí abandonáis toda esperanza de felicidad.
Todos los días sufriréis penas y dolores. Al final os espera la muerte y
enseguida el infierno. Allí estaréis bajo el poder de Satanas. Nadie podrá
libraros, nadie podrá acudir en socorro vuestro si yo no tengo piedad de
vosotros.
(El coro canta el versículo In sudore vultus tui. Entonces aparece un
ángel, vestido de blanco, llevando en la mano una espada encendida.
Dios lo sitúa en la puerta del Paraíso y le dice:)
DIOS
- Guárdame bien el Paraíso. Que no entre nadie en él ya que nadie tiene
permiso para tocar el fruto de la vida. Con esta espada encendida,
ciérrales el camino.
(Cuando han salido del Paraíso. Adán y Eva, tristes y confusos, van
encogidos y encorvados hacia el suelo. Dios les señala con la mano
teniendo el rostro vuelto hacia el Paraíso mientras el coro entona el
versículo Ecce Adam quasi unus. Después de este canto, Dios vuelve
hacia la Iglesia).
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ESCENA SEXTA
ADÁN
- ¡Desgraciado de mí! ¡Mezquino! Por mi desgracia, ya lo he visto,
abandoné al Señor que debía adorar ¿Quién le pedirá que me socorra?
(Mira hacia el paraíso y con los brazos tendidos hacia allí, la cabeza
inclina piadosamente, continúa:)
¡Oh Paraíso, lugar hermoso, jardín de gloria, qué gozo da verte! Me
echaron de ti, por mis pecados, es verdad; he perdido toda esperanza de
recuperarte. Estaba ahí pero seguí el mal consejo que me hizo salir bien
pronto. Ahora me arrepiento, pero es tarde y mi llanto de nada me sirve.
¿Dónde estaba mi buen sentido cuando por Satanás, abandoné al rey de
la Gloria? Mi pecado será escrito en la historia.
(Tiende la mano hacia Eva que está un poco más arriba, retirada, y sacude
la cabeza con gran indignación).
¡Ah mala mujer, llena de traiciones! Tú me perdiste cuando me hiciste
perder la razón y el sentido. Aunque me arrepiento no puedo a!canzar
perdón. Desgraciada Eva que seguiste tan de prisa el consejo de la
serpiente. Púr tu culpa estoy muerto, he perdido la vida. Tu pecado será
escrito en el libro. En castigo, hemos sembrado trigo y nacen cardos.
Este es el principio de nuestro castigo, pero nos espera uno mayor: el
infierno, donde no nos faltará ninguna pena, ningún tormento. Pobre Eva
¿qué te parece? He ahí tu conquista. Nunca traerás nada bueno al hombre
y serás eternamente enemiga de la razón. Todos nuestros descendientes
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EVA
- Adán, Señor, tú me has maldecido largamente; recordándome y
reprochándome mi villanía. Soy culpable y seré juzgada por Dios. He
obrado mal contra Dios y contra ti. Perdóname; si pudiera haría una
ofrenda. ¡Oh muerte, tómame, no me dejes vivir. Estoy en peligro. ¡No
puedo alcanzar la orilla! La serpiente me hizo comer la manzana de la
desgracia. Te la hice probar y creí que hacía bien y ahora tampoco puedo
librarte del pecado. ¿Por qué no seguí, Señor, tus enseñanzas? Tú has
pecado, Adán, pero yo soy la raíz de nuestro mal. Todo esto costará caro
a nuestros hijos. El fruto era dulce, la pena dura. Pero mi esperanza está
en Dios. El terminará por perdonar nuestro pecado. Dios nos devolverá su
Gracia y su presencia; nos librará del infierno con su poder.
(Entra el Diablo y tres o cuatro demonios con cadenas y hierros que
ponen en el cuello a Adán y Eva. Unos los empujan; otros tiran de ellos
hacia el infierno; otros danzan entre ellos para demostrar la alegría que
sienten por su desgracia, y otros, en fin, les señalan con el dedo, los
agarran y los arrojan al infierno. Una gran humareda se levanta, se oyen
gritos de alegría y ruido de cacerolas que se entrechocan. Después de
algunos instantes los diablos salen y corren en todas direcciones por la
plaza, a excepción de algunos que quedan en el infierno).
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ESCENA SÉPTIMA
ABEL
- Caín, somos dos hermanos, hijos del primer hombre, Adán. Eva es
nuestra madre. Somos siempre buenos, al servicio del Creador;
procuremos conseguir el amor que perdieron nuestros padres por su
locura. Amémonos con firme amistad, sirvamos a Dios de manera que El
sea feliz con nosotros. Démosle sus diezmos y todos sus derechos,
primicias, ofrendas, dones, sacrificios. Si no lo hacemos así, iremos al
infierno para no salir más de él. Téngámonos afecto, sin envidia ni
hipocresia. ¿Por qué tenemos que pelear? Toda la tierra nos ha sido
dada.
CAIN
- (Mirándole con aire burlón).
Querido hermano Abel. Sabes sermonear muy bien, razonar muy bien y
hablar mejor; quien quiera escuchar tus lecciones, en pocos dias tendrá
poco que dar. Nunca me gustó pagar los diezmos. Con lo tuyo puedes ser
generoso; yo usaré de lo mío según me plazca: tú no te condenarás por
mi pecado. La Naturaleza nos enseña a amarnos. Entre nosotros no debe
haber disimulos; el que primero declare la guerra entre nosotros, él lo
habrá querido, no se puede quejar.
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ABEL
- (Con voz más dulce todavía).
Caín, hermano, escúchame.
CAIN
- De buen grado, ¿de qué se trata?
ABEL
- De tu bien.
CAIN
- Tanto mejor.
ABEL
- No te subleves nunca contra Dios; no te muestres orgulloso con El,
créeme.
CAIN
- Eso quiero yo.
ABEL
- Sigue mi consejo; vamos a llevar al Señor una ofrenda que nos guste. Si
le aplacamos nunca nos vencerá el pecado, jamás la tristeza nos abatirá;
es bueno buscar su amor. Vamos a su altar a ofrecerle un don que mire
con agrado: pidámosle su amor y que nos proteja noche y día.
CAIN
- (Como si el consejo de Abel le gustara).
Querido Abel, has hablado muy bien; tu sermón es del mejor estilo y me
someto a él. Vamos a hacer un sacrificio. ¿Qué le ofreces tú?
ABEL
- ¿Yo? Mi cordero preferido; todo lo mejor que puedo encontrar en la
casa, y. además, añadiré incienso. Y tú, ¿qué ofrecerás?
CAIN
- Yo, mi trigo, tal como El me lo ha dado.
ABEL
- ¡Del mejor!
CAIN
- No, la verdad. De éste yo haré por la noche el pan.
ABEL
- Este sacrificio no es aceptable.
CAIN
- ¿Qué dices? ¿Te burlas?
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Introducción a la Literatura – Módulo 3
ABEL
- Tú eres rico y posees mucho ganado.
CAIN
- Sí.
ABEL
- ¿No lo cuentas por cabezas y no das el diezmo? Es al mismo Dios a
quien lo vas a ofrecer. Hazlo de corazón y recibirás buena recompensa.
¿Lo harás?
CAIN
- Nunca, querido Abel. ¡Qué locura! De diez solo me quedarían nueve. Es
un consejo muy malo. ¡Vamos! Cada uno que ofrezca lo que quiera.
ABEL
- Bien, me someto.
(Van hacia dos grandes piedras preparadas al efecto. bastante alejadas
una de otra, para que Dios, al aparecer, tenga la piedra de Abel a su
derecha y la de Caín a su izquierda. Abel ofrece el cordero y el incienso,
cuyo humo sube al cielo. Caín ofrece un haz de trigo. Dios aparece,
bendice el sacrificio de Abel y rechaza el de Caín. Después, Caín mira
torvamente a Abel y cada uno se va por su lado).
CAIN
- (Volviendo hacia Abel y tratando de llevarlo hacia fuera para matarlo).
Salgamos.
ABEL
- ¿Por qué?
CAIN
- Para ver nuestro trabajo y si el trigo ha crecido y está ya en flor.
Después volveremos y nos sentiremos mejor.
ABEL
- Iré donde tú quieras.
CAIN
- Ven, así me gusta.
ABEL
- Tú eres mi hermano mayor y hago lo que tú quieras.
CAIN
- Vé delante. Yo te seguiré despacio, tranquilamente.
(Van a un lugar aparte y casi oculto, donde Caín se echa sobre Abel con
furia para matarlo).
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Introducción a la Literatura – Módulo 3
CAIN
- Abel, voy a matarte.
ABEL
- ¿A mí, por qué?
CAIN
- Porque quiero vengarme.
ABEL
- ¿He cometido algún crimen?
CAIN
- Sí; eres un traidor.
ABEL
- Ciertamente, no.
CAIN
- ¿Lo niegas?
ABEL
- Nunca amé la traición.
CAIN
- Pero la has cometido.
ABEL
- ¿Yo? ¿Cómo?
CAIN
- Lo sabrás enseguida.
ABEL
- Nunca lo podrás probar con verdad.
CAIN
- La prueba no está lejos.
ABEL
- Dios me ayudará.
CAIN
- Yo te mataré.
ABEL
- Dios lo sabrá.
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Introducción a la Literatura – Módulo 3
CAIN
- (Amenazándole, la mano en alto).
Esta mano te lo va aprobar.
ABEL
- Tengo confianza en Dios.
CAIN
- Conmigo, te va a servir de poco.
ABEL
- El puede confundirte.
CAIN
- No podrá evitar tu muerte.
ABEL
- Me someto a su voluntad.
CAIN
- ¿Quieres saber por qué voy a matarte?
ABEL
- Dímelo.
CAIN
- Has ganado la confianza del Señor. Por ti El ha rechazado mi sacrificio. ¿
Crees que no me lo vas a pagar? Te daré tu merecido. Estarás muerto,
bajo tierra.
ABEL
- Si me matas, harás mal y Dios me vengará. No he sido yo quien te ha
disgustado con el Señor; al contrario, te dije lo que debías hacer para
agradarle. Recuérdalo.
CAIN
- Hablas demasiado. Vas a morir enseguida.
ABEL
- ¿Qué dices, hermano? ¿Me amenazas? He venido aquí confiado en ti.
CAIN
- No vas a tener necesidad de confianza. Voy a matarte.
ABEL
- Ruego a Dios que tenga misericordia de mí.
(Abel se arrodilla hacia el Este. El actor tendrá bajo su traje un odre
escondido, que Caín golpeará como si golpease a Abel. Abel cae muerto.
El coro canta el versículo ¿Dónde está Abel tu hermano?).
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Introducción a la Literatura – Módulo 3
ESCENA OCTAVA
DIOS
- Caín ¿dónde está tu hermano Abel? ¿Te rebelaste contra mí? Muéstrame
a tu hermano.
CAÍN
- ¿Sé yo. por ventura, dónde ha ido, si está en la casa o en los trigales?
¿Por qué me corresponde a mí buscarlo? No he sido nunca su guardián.
DIOS
- ¿Qué has hecho de él? ¿Dónde lo escondiste? Lo sé muy bien. Lo has
matado. Su sangre ha clamado contra ti y su alma está ya en el Cielo. Has
cometido una gran felonía. Serás maldito toda tu vida. Tal es el crimen, tal
es el castigo. No quiero que mueras, sino que vivas hundido en el dolor.
Si alguien mata a Caín, Caín será vengado siete veces. Has dado muerte a
tu hermano que había puesto en mí su confianza. Tu penitencia será
terrible.
(Después, Dios se dirige a la Iglesia. Los diablos llegan y se llevan a Caín
al infierno, golpeándole la cabeza. Se llevan también a Abel, pero más
dulcemente).
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Introducción a la Literatura – Módulo 3
ESCENA NOVENA
ISAIAS
- Yo os diré una maravillosa verdad. De la raza de Jessé nacerá una virgen
que tendrá un gran honor. El Espíritu del Señor descansará sobre ella.
JUDÍO
- (Discutiendo con Isaías).
Respóndeme. señor Isaías. ¿es esto una fábula o una profecía? ¿Qué es
lo que has dicho? ¿Dónde está escrito? ¿Lo has soñado? ¿Es cierto o es
una broma?
ISAIAS
- No es una fábula; es la verdad.
JUDÍO
- Si es así, demuéstralo.
ISAIAS
- Lo que he dicho es de toda certeza.
JUDÍO
- ¿Está escrito?
ISAIAS
- Yo lo he visto, no lo he soñado.
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JUDÍO
- ¿Cómo?
ISAIAS
- Por la voluntad de Dios.
JUDÍO
- Me parece que sabes leer en la mano (con sarcasmo, mostrándole su
mano). Dime si tengo el corazón enfermo o sano.
ISAIAS
- Tienes el mal de felonía. del que no curarás nunca.
JUDÍO
- ¿Estoy enfermo?
ISAIAS
- Sí, de error.
JUDÍO
- ¿Cuándo sanaré?
ISAIAS
- Nunca.
JUDÍO
- Empieza ya tu profecía.
ISAIAS
- Lo que te digo no fallará.
JUDÍO
- Explica, pues, tu visión y te tendremos por un maestro. Y esta
generación escuchará tu lección.
ISAIAS
- Escuchad la gran maravilla; tan grande jamás fue oída, desde que
empezó esta vida. Cerca está el tiempo; no está lejano, ya no se tarda; ya
está en nuestra mano, en que una virgen concebirá y, virgen todavía, un
hijo tendrá, Se llamará Emmanuel. El mensajero será Gabriel. La doncella
es la Virgen María, que traerá el fruto de vida. Jesús, nuestro gran
Salvador, que a Adán sacará del dolor y lo llevará al Paraíso.Lo que digo,
Dios me lo dijo. Todo se cumplirá en verdad. Como os lo digo lo debéis
esperar.