La Economía Venezolana

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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria


Universidad Nacional Experimental “Rafael María Baralt”
Vicerrectorado Académico
Programa: Administración
Sección: 321511

La Economía
Venezolana

Profesora: Autoras:
Ana Sánchez Laura Bermudez C.I: 19.824.385
Michelle Arandia C.I: 28.668.216

Santa Ana de Coro, Junio del 2022


Índice

1. La economía venezolana en los últimos años…………………………….Pág. 4 – 5

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2. ¿Cómo han sido los sectores productivos en los últimos años?
2.1. Agrícola……………………………………………………….……….Pág. 5
–6
2.2. Petrolero……………………………………………………………….Pág. 6
–7
2.3. Industrial……………………………………………………………….Pág. 7
–8
2.4. Pequeñas empresas y
medianas…………………………………………….Pág. 9
3. El papel del estado durante los últimos años……………………………Pág. 10 – 13
4. Las políticas macroeconómicas durante los últimos años
4.1. Crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB)………………………Pág. 13
– 15
4.2. Tasa de inflación………………………………………….………….Pág. 15
4.3. La distribución equitativa…………………………………………….Pág. 15
4.4. Nivel de empleo………………………………………………………Pág. 15
– 17
4.5. Ingresos y gastos públicos……………………………………………Pág. 17
– 18
4.6. Balanza de pagos…………………………………………………….Pág. 18
– 19
5. Visión integral de las variables macroeconómicas en los últimos
años………………………………………………………………………Pág. 20 –
21
6. Las empresas ante el reto de la nueva economía en los últimos
años………………………………………………………………………Pág. 21 –
25
7. Desarrollo endógeno aplicándolo solventado en los últimos años………Pág. 25 – 26
8. Conclusiones…………………………………………………………….Pág. 27 – 29
9. Bibliografía………………………………………………………………Pág. 30

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Introducción

La crisis económica de Venezuela, tal vez la más estrepitosa del mundo, es tanto ilógica
como lógica. Es ilógica porque nadie se hubiese imaginado que uno de los países más ricos
del mundo, un país petrolero como muy pocos, con las reservas de petróleo más extensas
del mundo, iba a terminar en semejante hoyo económico. Es lógica porque los resultados
que estamos viendo eran todos predecibles, dadas las políticas que introdujeron Hugo
Chávez (1999-2013) y su sucesor, Nicolás Maduro (2013-presente). Dichas políticas
consistieron en una fórmula básica: crear un Estado expansivo y sin controles junto con un
sector privado circunscrito y con exceso de controles. Esta fórmula de estado descontrolado
y empresas maniatadas no era revolucionaria, puesto que se había implementado en el
pasado tanto dentro como fuera de Venezuela, ni era idónea, porque se sabía, con base en la
experiencia histórica, que iba inevitablemente a terminar destruyendo a Venezuela.

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1. La economía venezolana en los últimos años

A pesar de que en 1998 la economía de Venezuela había descendido un puesto (superada


por la colombiana), aún seguía manteniéndose dentro de las 5 economías más grandes
de América Latina. El año 2011 sería el último año del máximo crecimiento que alcanzaría
la economía de Venezuela en toda su historia al mando de Hugo Chávez Frías, llegando a
alcanzar un PIB de 392 mil millones de dólares ese año.

A partir de ahí, el año 2012, el PIB del país ya no crecería y comenzaría a disminuir


lentamente. Pero sería desde 2015, cuando la rebaja mundial del precio del barril de
petróleo golpearía aún más a la economía venezolana, la cual empezaría a desmoronarse de
una manera mucho más rápida, fuerte y drástica, con una acelerada caída del PIB, hasta
retroceder 9 puestos. Según las previsiones del Fondo Monetario Internacional, si no se
hace nada por recuperar la producción, entonces se espera que la economía venezolana siga
retrocediendo muchos puestos más.

Para 2019, con alrededor de 30 millones de habitantes, Venezuela solamente producía


solamente un 68% de lo que producía en 1998 y un 18% de lo que llegó a producir en 2011.

De acuerdo con el Indicador de Actividad Económica elaborado por el Observatorio


Venezolano de Finanzas (OVF), la actividad económica de Venezuela registró un aumento
de 6,8% en 2021, explicado de forma determinante por el incremento de la producción
petrolera. De esta manera, el nivel de producción de bienes y servicios de la economía
venezolana es significativamente inferior al de antes de la pandemia, debido a las fuertes
contracciones de 2019 y 2020. Desde el punto de vista estadístico ese crecimiento
corresponde totalmente un efecto rebote en vista del excepcionalmente bajo nivel que
registró la economía en 2020, en particular la extracción de petróleo.
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Las estimaciones del OVF sugieren que en 2019 la actividad económica cayó 26% en 2019
y 25,3% en 2020, respectivamente, con lo cual la pérdida acumulada de la producción de
bienes y servicios en 2021 respecto a 2012 excede el 75%. Esta reducción del tamaño de la
economía se ha reflejado en un aumento exponencial de la pobreza y una reducción del
ingreso real de los venezolanos.

De la desagregación del 6,8% de la expansión de la actividad económica, 71,2%


correspondió al aporte del petróleo. Un sector que igualmente contribuyó a esa expansión
fue el del comercio y los servicios. Igualmente, el sector financiero mostró una mejoría tras
seis años de caídas consecutivas, que han reducido la dimensión de esa rama de la
economía en aproximadamente 80% en 2021 con relación a 2012.

Conviene destacar que los servicios prestados por el gobierno, expresados en las
erogaciones realizadas por el sector público en pagos de salarios, transferencias e inversión
pública reflejó una caída significativa como expresión del programa económica de ajuste
ultra contractivo que se aplicó en 2021. De esta manera, la recuperación de la economía en
2021 no guarda relación con la política económica interna sino más bien con la doble
coincidencia de mayor producción de petróleo y precios más elevados, nada de los cual
puede ser atribuible al actual programa económico, pero si a factores externos.

Desde hace unos meses distintos organismos internacionales, firmas y economistas están
haciendo proyecciones que apuntan a una mejoría en el país. Mientras el banco Credit
Suisse cree que la economía crecería un 20% este 2022, el Fondo Monetario Internacional
(FMI) apunta a una expansión de 1,5% y, ahora, la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (Cepal) espera que sea del 5%, el mejor desempeño en Sudamérica y
muy por encima del promedio regional de 1,8%.

2. ¿Cómo han sido los sectores productivos en los últimos años?

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 Agrícola: Actualmente hay dos federaciones rivales en el área de la producción
ganadera: Fedenaga, la federación tradicional, y Fegaven, que está aliada al
gobierno.

Los datos estadísticos sobre la producción agrícola en Venezuela son altamente


disputados, con cifras bastante divergentes entre lo que dicen empresas privadas y el
gobierno y asociaciones cercanas al gobierno. Venezuela producía 1410 millones de
litros de leche en 1998 según estudios de la Universidad de Los Andes.

Según el gobierno, en 2010 se producían unas 4 697 784 toneladas de carne en el


país o lo que equivaldría a un 80 % del consumo nacional. El representante de
Fedenaga calculaba para comienzos de 2013 que en realidad Venezuela estaría
importando un 50 % de la carne que consumía.

Según Fevearroz, Venezuela producía 699 toneladas de arroz para 1998 y 1080 en
2008. La mayor parte de la producción se concentraba en Guárico y Portuguesa
(para un 93 % de la producción).

Venezuela se abastecía a sí misma en el consumo de maíz hasta 2007. En 2012 se


obtuvieron 772 853 toneladas de maíz, lo que equivalió a un 55 % de la demanda.

Dada la diversidad geográfica y agroecológica del país, la producción agrícola


venezolana es compleja y está constituida por distintos sistemas de producción con
características muy disímiles y de diversa importancia en la generación de producto
y empleos. Sin embargo, la producción agrícola representa una fracción reducida
del Producto Interno Bruto en comparación con otros países andinos y de América
Latina.

Desde la expansión petrolera, Venezuela ha sido importador neto de los productos


agroalimentarios, y en los últimos 20 años, las calorías importadas se encuentran
por el orden del 50 por ciento de la disponibilidad total de energía para la población.
Las exportaciones agropecuarias representan una porción muy pequeña de las
totales del país.

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 Petrolero: La industria de los hidrocarburos de Venezuela se ha derrumbado por
completo. Siete años de mala gestión y purgas políticas, el desmantelamiento de las
estructuras directivas de Petróleos de Venezuela SA (PDVSA) y el dejar de lado
tradicionales políticas de empresa, todo lo llevado a cabo por el gobierno de Nicolás
Maduro desde 2014 ha socavado el sector y desestabilizado la economía nacional.

El último informe de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP)


muestra que Venezuela produjo solo 527.000 barriles de petróleo al día en septiembre
de 2021. Esto equivale a una caída de 2,49 millones de barriles diarios, es decir, una
disminución del 82,9% de la capacidad de producción de petróleo en comparación
con los niveles de 2013.

Este descenso no tiene precedentes en la historia de ningún país productor de petróleo


que no haya sufrido un agotamiento de los yacimientos, una guerra o un conflicto
armado interno. Si bien el sector petrolero también sufrió el colapso mundial de los
precios del petróleo a partir de 2014, las políticas implementadas por el gobierno de
Maduro han acelerado aún más el declive. Con la economía en ruinas y el nivel de
vida colapsado, las condiciones actuales se hacen aún más sorprendentes dado que
está certificado que Venezuela tuvo las mayores reservas probadas de petróleo del
mundo entre 2007-2011, situándose en 316.000 millones de barriles.

 Industrial: En la década de los noventa, en el marco del programa "Gran Viraje" de


la presidencia de Carlos Andrés Pérez se profundizaron las reformas pro-mercado.
En los años 1990 y 1991 se eliminaron el régimen de controles y la liberalización
comercial y financiera de la economía, en el año 1993 hubo una salida intensa de
capitales (la renta petrolera excede la capacidad de absorción del sector no
petrolero) y en 1994 y 1995 las crisis financieras.

Si bien en la década de los noventa la aportación de los productos no petroleros a la


canasta exportadora mejoró en términos absolutos, el producto industrial fue apenas
de una tercera parte del crecimiento del PIB. Ya en el año 1989 el PIB había caído
en 8,3% y el Producto Industrial en 14,4%.

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Adicionalmente se puede resaltar, una recomposición intersectorial donde las
industrias de mayor complejidad y de mayor potencial de progreso técnico
perdieron peso relativo y absoluto. La inestabilidad macroeconómica e institucional
afectó a la inversión industrial, especialmente al sector manufacturero que ya
presentaba una creciente obsolescencia. Los encadenamientos entre las actividades
y sectores de producción fueron débiles, la industria incipiente y desarticulada,
desaparecieron un gran número de pequeñas y medianas empresa, los niveles de
producción de bienes intermedios fueron bajos. En las industrias básicas del hierro y
del aluminio se agregó poco valor a lo interno de la economía, la industria
petroquímica también mostró débiles encadenamientos, especialmente hacia
adelante, donde se agrega más valor. La apertura comercial trajo un extraordinario
incremento de las importaciones, especialmente de productos finales, la producción
nacional no pudo con la competencia. (Vera, 2009; Banko, 2007 y García, 2001).

En la década del dos mil aumento la dependencia del petróleo en la


economía. Espinasa (2006) advierte que desde el año 1998, con la llegada a la
presidencia de Hugo Chávez, hay un cambio en la política petrolera, ya que se
privilegiaron los ingresos fiscales de corto plazo y se sacrificó la inversión y, con
ella, la capacidad de producción presente y futura. La industria venezolana petrolera
PDVSA busca inversiones extranjeras luego de que en 2004 se cerró el denominado
ciclo de inversiones privadas y en el año 2007 se expropio la industria sin las
respectivas compensaciones de mercado. Esta inversión es particularmente
necesaria debido a que los nuevos volúmenes de petróleo provenientes de la cuenca
del Orinoco requieren de inversiones intensivas por su cualidad de crudo extra
pesado. Sin embargo las inversiones públicas y privadas están muy lejos de los
valores necesarios, especialmente por el desvió desinstitucionalizado de los ingresos
para gastos corrientes sin contar con el mínimo requerido para mantener la
exportación, que desde el año 2009 ha declinado; a lo que se le suma el despido de
un importante grupo de tecnócratas de PDVSA en el año 2002, luego de ser parte
del denominado paro petrolero, con la perdida de capacidades intangibles que esto
significa.

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Así, por compartir los problemas en común de la región y por sus problemas
específicos, característicos de las economías rentísticas, Venezuela sufre el más
dramático proceso de desindustrialización de la región ¿Qué puede hacer Venezuela
para reactivar su proceso de industrialización? El "laissez faire" en una economía
rentista deriva en un retorno a las ventajas comparativas ricardianas. Los aumentos
de precios de los recursos naturales producen incentivos de reprimarizacion de las
estructuras productivas, vía precios internacionales y tipo de cambio real. El
carácter rentístico es un argumento adicional para hacer evidente la necesidad de
una política industrial. Pero no de cualquier política. Deben ser unas políticas que
sean dirigidas a las principales distorsiones que genera el abundante provento
rentístico: la desintegración de la industria y la mono producción.

 Pequeñas empresas y medianas: Dentro del actual sistema financiero venezolano se


puede referir que existe un inadecuado funcionamiento del Estado en relación a los
trámites, la burocracia, la falta de coordinación de las entidades, el centralismo, la
falta de continuidad en las políticas y los deficientes mecanismos de apoyo
generando una pérdida de tiempo y sobrecostos. Impidiendo el desarrollo de manera
adecuada de este tipo de empresas, colocando los procesos estadales por encima del
beneficio para los empresarios.

La percepción de los trámites para las PYMES ante la realización de cualquier


actividad de tipo financiero dificulta este proceso, pues produce en el empresario la
idea de que este es muy complicado. Esta percepción varía dependiendo del sector
inversor viéndose más afectadas las empresas pequeñas que las medianas.

Existe de igual forma un elevado grado de inconsistencia entre las normas y


procedimientos para los trámites administrativos, un número excesivo de trámites y
la inestabilidad en las normas afectan el acceso a los mercados externos por parte de
la Pyme. Adicionalmente existe para las pequeñas y medianas la dificultad para
contratar con el Estado, debido a la poca liquidez para afrontar largos periodos de
pago, la complejidad del proceso y los procesos de corrupción.

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Igual grado de limitación tienen en los proceso de contratación, y demora en los
desembolsos para la Pyme dificultan la negociación con el sector público. Existen
inadecuadas condiciones de los créditos a los que puede acceder la Pyme lesionan
su competitividad, debido a que son desventajosas frente a las que tienen otro tipo
de empresas, obligando al empresario en muchos casos a recurrir a créditos por
fuera del sistema financiero.

3. El papel del estado durante los últimos años

Venezuela atraviesa la crisis política, social y económica más profunda su historia reciente.
Un escenario que pone en cuestión a las bases mismas del modelo chavista.

Con la inflación más alta del mundo y una moneda casi sin valor, el día a día de los
venezolanos y venezolanas se ha vuelto cada vez más complicado. Esta situación empujó a
casi 5 millones de personas a abandonar el país y generó la corriente migratoria más grande
de América Latina de los últimos 50 años.

En este contexto, el gobierno de Nicolás Maduro ha dado un giro impensado con relación a
la divisa estadounidense, al habilitar un proceso de dolarización de hecho de la economía.

Por otra parte, el aumento de la violencia institucional, desde 2017, ha abierto numerosos
debates acerca de las garantías a los derechos civiles y políticos, que se suma a una deriva
autoritaria más amplia.

En su más reciente reporte sobre el país caribeño, Crédit Suisse estimó que el Producto


Interno Bruto (PIB) de Venezuela se expandió a ritmo de 8.5% en el año 2021, una cifra
que supera incluso las estimaciones del gobierno venezolano. Hace apenas cuatro meses,
sin embargo, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) proyectaba que, en un
contexto dominado por un “efecto rebote” que ubicaba el crecimiento regional promedio en
5.9%, la economía venezolana seguiría contrayéndose, por séptimo año consecutivo, a
ritmo de -4%.

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¿Cómo explicar una disparidad tan grande entre percepción y realidad?

La explicación radica en que la narrativa dominante sobre Venezuela ha terminado


acuñando la idea según la cual ese país sería incapaz de retomar la senda de la prosperidad
económica sin antes superar el conflicto político y geopolítico en el cual se ha visto
inmerso. Una Venezuela gobernada por el chavismo y enfrentada al gobierno
estadounidense estaría, de acuerdo con esta visión, condenada al declive.

Y ciertamente, algunos apóstoles de la catástrofe no han escatimado esfuerzos para


convertir su prédica en profecía autocumplida. Así, el gobierno de Estados Unidos impuso
sobre Venezuela un durísimo paquete de sanciones que profundizó la crisis social y
humanitaria más grave de la historia de América Latina. En años recientes, la sociedad
venezolana ha sido colectiva e intencionalmente castigada a nombre de una política que,
como era previsible, fracasó en su propósito de imponer un “cambio de régimen”.

Desde el año 2019, a Venezuela se le privó prácticamente de todos sus ingresos en dólares,


una vez que la empresa petrolera nacional, PDVSA, fue sancionada. Ya para agosto de
2017, las sanciones al Estado venezolano habían cerrado el acceso tanto del gobierno como
del sector petrolero al financiamiento internacional, precipitando el default de la deuda
soberana y la caída de la producción de hidrocarburos. Más recientemente, mientras el
mundo batía récords de expansión en el gasto y el endeudamiento públicos para luchar
contra los efectos de la pandemia, Venezuela fue simplemente abandonada a su suerte,
viéndose obligada a enfrentar el impacto generado por el COVID-19 con las arcas vacías.
Dos años después del primer confinamiento, a Venezuela se le sigue negando el acceso al
financiamiento de emergencia del Fondo Monetario Internacional y a los Derechos
Especiales de Giro, que incluso países en guerra civil como Libia han logrado recibir.

Desconcertados por el auge comercial que se puede palpar en las principales urbes del país,
algunos comentaristas han acreditado la tesis de una burbuja pasajera e intrascendente. Pero
la realidad es muy distinta, pues las transformaciones que han venido remodelando la
economía venezolana en años recientes están obrando a profundidad. Sin lugar a duda, las

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orientaciones de política macroeconómica seguidas por el gobierno venezolano han dado
un giro de 180 grados, lo cual ha empezado a rendir dividendos.

En agosto de 2018, el gobierno venezolano derogó la ley que prohibía la libre circulación


del dólar en la economía doméstica, al tiempo que tomó la decisión estratégica de reducir
progresivamente el financiamiento monetario del déficit fiscal. Esta jugada buscaba atacar
de raíz el obstáculo fundamental que separaba a Venezuela de cualquier posibilidad de
crecimiento: la hiperinflación. La legalización del dólar, moneda en la cual están
denominados los activos privados venezolanos en el exterior, habría de surtir un efecto de
shock estabilizador. Estabilizador para el proceso de formación de precios, gracias al cual
el sector privado nacional pudo de nuevo planificar sus negocios, estimar sus retornos sobre
inversión y, sobre todo, realizarlos en una moneda estable. De forma espectacular, el ritmo
de inflación pasó de un vertiginoso 191.6% mensual en enero de 2019, cuando arreciaba la
política de “cambio de régimen”, a 7.6% en diciembre de 2021, mes en el cual Venezuela
dejó atrás oficialmente el cáncer hiperinflacionario.

Esto creó las condiciones para que el Estado empezara a cederle espacios al sector privado
en la gestión de la economía. De acuerdo con información del Ministerio de Economía y
Finanzas de Venezuela, en 2019 75% de los tres millones de toneladas métricas de materia
prima y alimentos que ingresaron a Venezuela fueron importados por el sector público. Ya
para 2020, 92% de un total mucho mayor, cuatro millones de toneladas, lo importó el sector
privado. Consecuentemente, el abastecimiento de alimentos pasó de tan solo 20% de las
necesidades nacionales en 2017 a 89% en 2021. Signo de reactivación económica, la
recaudación tributaria del Estado dio un salto de 53% entre 2020 y 2021, lo cual permitió
una progresiva consolidación fiscal, ya que para noviembre del año pasado más de 90% del
gasto público era cubierto con ingresos tributarios.

Muy a pesar de las sanciones, la estabilización macrofiscal tuvo un impacto positivo en la


propia industria petrolera, donde el sector privado, esencialmente nacional, empezó a
desempeñar tareas que el Estado se veía impedido de cumplir. Tal fue el caso de la
comercialización del petróleo venezolano. Si la producción petrolera pasó de un piso

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histórico de 390,000 barriles al día en junio de 2020 a cerca de un millón en la actualidad,
fue porque los exportadores privados encontraron clientes foráneos dispuestos a hacer
negocios. De acuerdo con registros de la CEPAL, las exportaciones venezolanas, en esencia
petroleras, crecieron 33% en 2021 con respecto al año anterior, colocando a Venezuela en
el top 10 de América Latina para ese renglón, muy por encima de la media regional de
25%.

Pese a las limitaciones coyunturales, Venezuela no ha dejado de ser el mayor emporio


petrolero del planeta, dotado de medio trillón de barriles de reservas y una base industrial
centenaria. Los barriles adicionales que han devuelto una escala respetable a la producción
venezolana, han sido producto de inversiones puntuales dirigidas a reactivar infraestructura
existente, más que de costosas campañas destinadas a emprender nuevos desarrollos.

Por supuesto, los problemas y desafíos que enfrenta Venezuela siguen siendo inmensos,
pues la economía que hoy empieza a levantar cabeza es apenas una fracción de lo que fue
hace una década. El Estado venezolano sigue estando privado de servicios financieros tan
básicos como cuentas bancarias, y el “riesgo reputacional” impone sobrecostos de usura al
sector privado. No obstante, el único camino hacia la recuperación del terreno perdido es el
crecimiento económico sostenido y sustentable que la sociedad venezolana ya ha empezado
a transitar con esfuerzo y mérito propio. Corresponde ahora a la comunidad internacional, y
a los Estados Unidos en primer lugar, cesar en su injusto hostigamiento y acompañar, para
beneficio de todos, el renacer de la economía venezolana.

4. Las políticas macroeconómicas durante los últimos años

 Crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB): El Fondo Monetario Internacional


(FMI) actualizó sus pronósticos de crecimiento en su reciente informe de
"Perspectivas Mundiales de abril de 2022" en el que señaló que el Producto Interno
Bruto (PIB) de Venezuela se contrajo -1,5% en 2021.

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Esto significaría que es el octavo año consecutivo donde se registra una reducción
de la actividad, con lo cual la economía venezolana se habría contraído 87% en el
lapso 2013-2021. No obstante, el FMI anticipa un rebote de 1,5% del país en 2022.

Ante ello, el economista y profesor de la Universidad Metropolitana (Unimet),


Hermes Pérez, indicó que el PIB del país sería US$47.000 millones en 2021 y
US$49.000 en 2022, ubicándose en el puesto 13 de la región.

Cabe recordar que Venezuela llegó a ser la cuarta economía más grande de


Latinoamérica, solo detrás de Brasil, México y Argentina.

Destacó que al cierre de 2021, Venezuela es la mitad de Ecuador, un cuarto de la


economía de Perú y un poco más que una décima de Colombia o Chile. Dominicana
o Guatemala son el doble de Venezuela.

A nivel del PIB por persona, las cifras "no son alentadoras", dado que después de
ser el país más rico de la región por muchos años, Venezuela "se desplomó al
último lugar en 2021, incluso por debajo del Haití". En 2022, se anticipa un rebote
pero estaremos muy lejos de la media de la región.

Otro dato que revisó el especialista fue las inversiones como porcentaje del PIB:
"Venezuela por lo general registró cifras que se ubicaban en torno al promedio de la
región,más o menos 20% del PIB. Sin embargo, el año previo al default (2016) este
valor se desplomó casi a cero".

En 2017, la nación caribeña registró una cifra negativa de -3,7%, asociado al brutal
proceso de desinversión debido a "un marco legal que no protege la propiedad
privada, medidas contrarias al mercado, expropiaciones a granel, y el
incumplimiento de sus compromisos soberanos".

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Desde el 2013, Venezuela ha ingresado en una fase de decrecimiento económico. El
PBI ha decrecido año tras año hasta el día de hoy, y no hay cambios económicos
sustanciales que den indicios que esta tendencia pueda revertirse en el corto plazo,
siendo más de siete años de contracción. Para ponerlo en perspectiva: en el año
2013, el PBI de la economía venezolana fue de USD 482 mil millones y la del Perú 
se encontraba en 200 mil millones de dólares; es decir, un 40% del tamaño del PBI
de Venezuela. Perú, después de la baja en el 2014 a causa de la caída del precio
global de los minerales, mantuvo un crecimiento constante entre el 2015 y 2019,
consiguiendo un PBI para cierre de año de USD 226 mil millones. Venezuela, por el
contrario, decreció a USD 76 458 para finales de 2019.

La causa-efecto de la recesión económica que afronta Venezuela implica un


descenso de la inversión, aumento de desempleo, descenso de salario derivado de la
menor capacidad económica de las empresas y la de amortizar puestos de trabajo
por el descenso empresarial. Asimismo, con menos personas ocupadas y con una
capacidad económica menor, el nivel de gastos disminuye.

 Tasa de inflación: El bolívar se ha caracterizado por ser una moneda inestable desde
hace varios años pero en noviembre de 2017 se comienza a categorizar como
hiperinflación cuando llega a una inflación mensual de 56.7% e interanual de 1
370%.

La política económica de Venezuela, acompañada con el control de cambio


monetario, llevó a una fuerte devaluación del bolívar y eliminó la capacidad de
ahorro que tenía la mayor parte de la población en moneda local. El bolívar es cada
vez menos relevante en el país. A la fecha, 56.6% de las transacciones monetarias
en Caracas se hacen en dólares americanos, un 2.2% en euros y un 1.3% en otras
monedas, dejando solo un 39.9% de las transacciones con la moneda oficial. Esta
hiperinflación y la entrada de remesas del exterior en moneda extranjera, mantienen
la tendencia de mayor uso de dólares en Venezuela y cada vez menos bolívares.

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 La distribución equitativa: Según datos de la ENCOVI 2019-2020, un 96% de la
población venezolana es pobre en ingresos, un 68% pobre en nivel de consumo y un
41% de pobreza crónica. Los niveles de pobreza en Venezuela se comparan con los
países más pobres del mundo y que tienen mayor inestabilidad política. Venezuela
no solo se ha vuelto un país más pobre, sino también más desigual. Se calcula que
un 59% de los dólares se encuentran en manos de solo un 2.3% de la población y el
coeficiente Gini, que mide desigualdad, es de 0.51, dejando a Venezuela como uno
de los países más desiguales del mundo.

 Nivel de empleo: Entre 2014 y 2021, el empleo formal se redujo en 4,4 millones de
puestos de trabajo. De los empleos que desaparecieron 70% eran del sector público;
el restante 30% del sector privado.

De acuerdo con los hallazgos de la encuesta, solamente en el año 2021 contra el


período 2019-20, la disminución del empleo formal (tanto público como privado)
fue de 1,3 millones de puestos de trabajo. Solo 40% de los ocupados están en el
sector formal de la economía.

El empleo público también cayó de 36% al 22% del total de ocupados y la


destrucción de empleo público y privado ha significado un aumento de 20% en el
número de trabajadores por cuenta propia. “Uno de cada dos trabajadores está
autoempleado y 57% trabaja en condiciones precarias”.

La Población Económicamente Activa (PEA) se ha ido comprimiendo a pasos


acelerados y para 2021 ya representa 50%, igualándose con la Población
Económicamente Inactiva.

Luis Pedro España agregó que, desde 2018, el nivel de desempleo declarado es
sorprendentemente bajo (3,2%), pero que eso no implica una mejoría de las
condiciones de vida, sino el encubrimiento de otras formas de desempleo
encubierto. “El desempleo abierto y el desalentado (es decir, el asociado a que no

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vale la pena trabajar por la escasa remuneración) alcanzan al 20% de la población, a
lo que habría que añadirle 11% de subempleo visible (personas que trabajan menos
de 15 horas). En Venezuela no hay donde trabajar y, además, el empleo vulnerable
afecta a 57% de los ocupados”.

En Venezuela sigue aumentando la dependencia de los ingresos no laborales, bonos


del Gobierno, pensiones o remesas. “ENCOVI revela que los ingresos no laborales
representan casi 38% del ingreso de todos los hogares. En los hogares en pobreza
suponen el 43% del ingreso total, mientras en los no pobres implican más de 20%.
Los primeros dependen de las transferencias públicas. Los segundos, de las remesas
y las transferencias privadas internas”.

El investigador de la UCAB también advirtió que “el Gobierno abandonó las


misiones sociales y se concentró en las transferencias directas y las cajas CLAP.
Casi 80% de los hogares tienen carnet de la patria y son potencialmente
beneficiarios de los bonos gubernamentales. En 2021 más de la mitad de la
población mayor de 15 años ha recibido algún bono del gobierno” alertando que
estas transferencias son insuficientes para cubrir las necesidades de la gente y
ayudarlos a salir de la pobreza.

“El promedio de estos bonos es menor a $3 y en promedio por hogar al mes es de


$4.5. Si comparamos el valor de estos bonos -más la transferencia implícita que está
asociada a las bolsas CLAP- con lo que necesitaría de ingresos un hogar en pobreza
extrema para pasar a pobreza no extrema, estos bonos tendrían que ser 30 veces
superiores a lo que se entrega en la actualidad”, reveló España.

 Ingresos y gastos públicos: Un aspecto habitual de los presupuestos públicos en los


últimos años es la subestimación intencional de las partidas de ingresos y gastos, y
el incremento a través de la aprobación de créditos adicionales durante el período.

17
Los montos del presupuesto ejecutado 2020-2021 publicado en la Exposición de
Motivos de la Ley de Presupuesto de 2022, difieren de las modificaciones
presupuestarias publicadas en las gacetas oficiales de los años respectivos. Existen
diversas gacetas que a la fecha no han sido publicadas, lo que muestra que en efecto
hay gacetas sin publicar contentivas de modificaciones presupuestarias. En el 2021,
solo se tiene conocimiento de un crédito adicional aprobado por un monto de 524,73
miles de bolívares, lo cual sumado al presupuesto inicial, da tan solo 3.973.164
miles de bolívares.

La economía venezolana registra una contracción acumulada, entre 2013 y 2021, de


más de 75%. Aunque el Ejecutivo nacional no presentó proyecciones del PIB para
2022, se prevé que este año el país pueda experimentar una recuperación de
alrededor de 5%.

Se desconoce bajo qué premisas de inflación fueron elaborados los presupuestos


2018- 2022.

Venezuela vive un proceso hiperinflacionario desde finales de 2017. Aunque, en los


últimos meses de 2021, el BCV reportó una variación de precios de un digito
porcentual, la inflación acumulada de ese año supera los tres dígitos porcentuales.
Un elemento determinante en el crecimiento de los precios, lo constituye el
financiamiento monetario del déficit fiscal.

 Balanza de pagos: En 2021 Venezuela registró un déficit en su Balanza comercial


de 3.585 millones de euros, un 23,09% de su PIB, superior al registrado en 2020,
que fue de 1.383,3 millones de euros, el 14,84% del PIB.

La variación de la Balanza comercial se ha debido a un incremento de


las importaciones acompañado de una disminución de las exportaciones de
Venezuela

18
Si tomamos como referencia la balanza comercial con respecto al PIB, en 2021
Venezuela ha ganado posiciones. Se ha movido del puesto 15 que ocupaba en 2017,
hasta situarse en la posición 6 de dicho ranking, lo que le sitúa entre los países con
más superavit del mundo.

Si miramos la evolución del saldo de la balanza comercial en Venezuela en los


últimos años, el déficit se ha incrementado respecto a 2020 como hemos visto, pero
ha bajado respecto a 2011, en el que el superavit fue de 32.191,8 millones de euros,
que suponía un 14,46% de su PIB.

Se puede visualizar en la tabla y el mapa de la balanza comercial de Venezuela


respecto a cada uno de los países con los que comercia. En color verde los países
con los que la balanza comercial es positiva para Venezuela, exportaciones con más
valor que las importaciones, y en rojo los países con los que la balanza es negativa,
importaciones procedentes de ese país mayores que las exportaciones de Venezuela
al mismo.

19
5. Visión integral de las variables macroeconómicas en los últimos años

Para 2022, la CEPAL proyecta para Venezuela un crecimiento económico entre 1-4%, la
primera estimación positiva desde 2013, cuando el PIB creció 1 %.

Ecoanalítica estima un crecimiento económico en torno al 6,9% y una inflación de tres


cifras bajas (menor a 500%).

En promedio, los pronósticos económicos de diferentes casas de inversión, firmas


consultoras y analistas promedian un 5% y una inflación que tiende a 100% anual.

La recuperación económica tiene a favor el aumento de los precios del petróleo que
permitirá al BCV mantener una activa intervención cambiaria.

20
La tasa de cambio seguirá frenada por las ventas controladas de divisas del BCV y una
política monetaria restrictiva.

Por otra parte, según la definición más aceptada de Philip Cagan, un episodio de
hiperinflación comienza cuando el aumento de los precios supera el 50% mensual y termina
cuando cae por debajo de ese nivel, al menos durante un año.

Con una cifra de inflación en diciembre por debajo del 10%, habrán transcurrido 12 meses
por debajo de 50%. La inflación del 2021 será de 520%, mientras que la de 2020 fue de
2.500%, 10.000% en 2019 y 200.000% en 2018.2021 será el año con la menor inflación
desde 2016.

Luego de 7 años de prolongada contracción y cuatro años de una voraz hiperinflación, los
cambios en las políticas económicas muestra un impacto positivo que se expresa en un
cambio de tendencia en los indicadores: la actividad económica da síntomas de
recuperación y la inflación se desacelera.

El menor circulante en bolívares ha contribuido a frenar el tipo de cambio. Las


intervenciones del BCV en el mercado cambiario oficial también esterilizan bolívares. En
2021 se cuentan 60 intervenciones por montos de $ 20-50 millones.

Gracias a la recuperación de los ingresos petroleros, el BCV interviene en el mercado


cambiario. Vende divisas a la banca que ésta debe vender al mismo precio, sin margen para
cubrir los costos operativos. Luego debe revender el remanente al BCV. En 2021, $500
millones fueron revendidos al BCV con un descuento del 5,24%, generando una pérdida de
$26 millones a la banca.

Esta intervención del BCV frena el alza del dólar y genera una apreciación real del bolívar
que en 2021 fue 20%, para una apreciación acumulada de 48 % desde diciembre 2018. Esto
abarata las importaciones sin arancel que compiten ventajosamente con la producción
agrícola e industrial del país.

21
6. Las empresas ante el reto de la nueva economía en los últimos años

Venezuela ha tenido una contracción económica de más de 80% en los últimos siete años,
en donde ha sido de suma importancia para las empresas que han logrado mantenerse a
flote, adaptarse y competir en un mercado cada vez más reducido. Para 2021 se espera una
contracción económica alrededor de 3,3% en base interanual y una inflación en torno a
1.549%, de acuerdo con FocusEconomics, donde se recoge la visión de diferentes analistas
que estudian la situación venezolana.

A pesar de que las proyecciones apuntan a que la economía venezolana podría empezar a
crecer en este año 2022, es importante hacer notar que la recuperación será progresiva.

El control de cambio y precios, limitación de divisas y los altos niveles de inflación hacen
que los empresarios venezolanos tengan problemas en llevar a cabo su trabajo cotidiano.
Algunas organizaciones logran mantenerse pese la turbulencia, 28 mil se vieron obligadas a
cerrar en el 2015.

A pesar de no contar con una cifra oficial, el comportamiento de los últimos años ofrece
una noción de lo que se registró en el 2015 en cuanto a cierre de empresas, 52 por ciento de
las empresas que operaban para 2001 cerraron sus puertas. Venezuela pasó de tener
672 642 empresas a 324 732 en enero de 2015.  En el estado Zulia, cerraron
aproximadamente unas 3000. Según el presidente de la Unión Empresarial del Comercio y
los Servicios del Estado Zulia (UCEZ) Gilberto Gudiño Millán, el exceso de controles es
uno de los principales causantes de la coyuntura económica que vive al país y que empuja
al empresario a cesar sus funciones.

Durante el 2014 hubo una estampida de empresas del país que decidieron contra todo
pronóstico dejar o mudarse a otras naciones, como la empresa Wonder de Venezuela
(empresa textil), Clorox y Pine-sol (empresas de productos de limpieza), la compañía
metal-mecánica EFCO de Venezuela.

Otras multinacionales, optaron por ejecutar otra medida: desconsolidar de sus balances
financieros sus operaciones venezolanas para evitar que las pérdidas en el país, bajen las
utilidades de la compañía. Esto hicieron empresas proveedoras de servicios petroleros

22
Halliburton y Schlumberger, así como Ford y la empresa Zara que en abril de 2014 cerró
seis tiendas en todo el país

Ante el escenario que ha planteado la pandemia de COVID-19, las empresas venezolanas


han afrontado diversos retos para poder mantenerse a flote en la nueva realidad y ha debido
replantear la manera de gerenciar su modelo de negocio

Las organizaciones consideran que los principales retos durante la pandemia han sido
mantener el desarrollo de productos y la prestación de servicios bajo estrictos estándares de
bioseguridad, digitalizar sus procesos, la restructuración de la empresa, la gestión del
personal, definir la estrategia de precios y adaptarse a los cambios del mercado

Para afrontar los desafíos anteriormente mencionados, las empresas venezolanas han
tomado medidas como la reestructuración operativa para lograr la reducción de costos y
operar bajo un esquema que cumpla altos estándares de bioseguridad, capacitación del
personal en nuevas habilidades y cierre de oficinas, dando a entender que muchas
organizaciones han pasado a un esquema de trabajo remoto y de entrega de productos a
domicilio, han reducido personal y están aplicando un modelo de negocio basado en que
tanto los colaboradores como los clientes no tengan necesidad de ir a un establecimiento
físico.

Otras empresas han optado por innovar en estrategias de mercadeo, mientras que otras
afirman que no han contratado personal para ocupar las vacantes que se generan, creando
una mayor carga de trabajo entre sus colaboradores.

Por otro lado, las empresas venezolanas realizan esfuerzos titánicos para mantener sus
operaciones, pero su competitividad depende no solo de ellas sino, sobre todo, de las
políticas del gobierno. El subsidio implícito para combustibles y electricidad, aunque ha
reducido sus costos de operación, les ha impedido optimizarlos, algo que sí han hecho sus
competidores internacionales.

De acuerdo con Miguel López, socio líder de consultoría financiera y contable de EY


Venezuela, con base a trabajos internos por EY Venezuela se estima que el 65% de las
compañías analizadas realizan entre un 60% y 80% de sus ventas (facturación y cobranza)
tomando como parámetro una moneda distinta al Bolívar, este aspecto se encuentra en el

23
rango de las proyecciones realizadas por firmas privadas consultoras en Venezuela, que al
cierre del año 2020 estimaban que más del 60% de las transacciones comerciales en
Venezuela se están realizando en dólares, en promedio un 30% en bolívares y 2% en otras
divisas. Asimismo, casi el 60% de los pagos se están realizando en divisas en efectivo, 25%
mediante plataformas electrónicas y 15% mediante tarjetas de instituciones financieras
extranjeras.

Javier Cuni, socio líder de auditoría, indica que este contexto combinado de distorsiones
macroeconómicas y entorno multimoneda, hace que el 63% de los CEO’s de las principales
compañías venezolanas que forman parte de EY CEO Roundtable, indicaron que
actualmente pasan la mayor parte del tiempo en el desarrollo de escenarios estratégicos y
financieros, tratando de determinar los supuestos más realistas dados los altos niveles de
incertidumbre de la realidad venezolana.

A partir de los análisis anteriores, Miguel López, socio de EY Venezuela, nos indica que
los principales desafíos en la gestión financiera de las compañías venezolanas, se focalizan
en las siguientes áreas:

 En un contexto económico de precios determinados en una moneda no


hiperinflacionaria como es el US Dólar, es altamente prioritario, realizar en primer
lugar una continua evaluación de escenarios precios, mediante un constante análisis
y monitoreo de la evolución de la demanda de los bienes y servicios; primero con
una perspectiva de costo plazo, de mantener un constante equilibrio entre los niveles
de precios óptimos que cubran la estructura de costos y gastos de la compañía y
mantener márgenes bruto y operativos positivos; pero en segunda parte, permitan
simultáneamente mantener o si es posible lograr incrementar la demanda de los
bienes y servicios (análisis de elasticidad de precios y competitividad), dado que
este último elemento es fundamental para sostener un crecimiento a mediano y largo
plazo, así como mantener o crecer en el market share.

En segundo lugar, aunque el principalmente parámetro para el establecimiento de


precios es la divisa norteamericana, y su variable relacionada como es la tasa de

24
cambio; es imprescindible monitorear la relación devaluación e inflación con una
frecuencia semanal y mensual, con el fin de evitar un proceso de descapitalización
gradual y pérdida del poder adquisitivo.

 Por otra parte, es clave para las compañías venezolanas, realizar una revisión de su
estructura de costos y gastos, siendo aspectos claves, en primera instancia el acoplar
la misma a la moneda fundamental de generación de ingresos, con el fin de evitar
impactos financieros de descapitalización y pérdida del poder adquisitivo derivados
de la ausencia de correlación entre inflación y devaluación. En segundo lugar, las
empresas venezolanas como consecuencia de la caída del producto interno bruto y
del consumo privado necesariamente deben evaluar si su actual escala es la óptima
para los actuales niveles de demanda.

 Pedro Coronado, gerente especialista de consultoría financiera de EY Venezuela,


indica que uno de los aspectos de mejora de las compañías venezolanas, que
estamos observando con mayor frecuencia es como las entidades están generando
su información financiera y contable multimoneda. De los análisis que hemos
realizado nos encontramos que las compañías venezolanas actualmente todavía
tienen como estados financieros principales para la gestión del negocio los
preparados en Bolívares, los cuales se complementan con cierta información
financiera de gestión preparada en divisas. Este aspecto presenta dificultades tales,
como carencia de un análisis sobre una información financiera completa e integral
preparada en divisas, información contable preparada sobre Bolívares, la cual puede
estar distorsionada y no refleja la realidad de la empresa; ausencia de una
articulación entre la información contable con otra información financiera, tales
como, modelos de flujo de caja y tesorería, análisis de ventas, entre otra;
inconveniente de desbordamiento de dígitos en los sistemas contables y operativos,
entre otros.
 La optimización gestión del flujo de caja, según indica Miguel López, socio líder de
consultoría financiera de EY Venezuela, sigue siendo una tarea pendiente en la
mayor por parte de las empresas venezolanas, y esto lo indica una encuesta

25
realizada recientemente a CFO, en donde el 68% de los mismos indicaba que el
flujo de caja, protección de liquidez y gestión del capital de trabajo era su principal
prioridad.

Las principales debilidades identificadas están focalizadas principalmente en aspectos, tales


como: tecnología inadecuada, ausencia de experiencia y conocimiento del equipo de
tesorería, carencias en obtención de los datos, ausencia de un enfoque estandarizado de
manejo de la tesorería y carencia en la comunicación con otras áreas operativas. Aún las
compañías venezolanas mantienen una función de tesorería limitada a actividades
rutinarias, con alto grado de manualidad y sin una estrategia integrada con las otras áreas de
la organización, lo cual no permite que se pueda obtener las “top priority” de la tesorería
moderna, que persiguen principalmente: incrementar el valor al accionista, el mejoramiento
de resultados y fortalecer la estructura financiera de la compañía.

7. Desarrollo endógeno aplicándolo solventado en los últimos años

En Venezuela, el gobierno bolivariano inicialmente se enfrentó con una situación


económica crítica a raíz del desplome de los precios petroleros en el mercado mundial.
Posteriormente, las perspectivas de realizar la búsqueda de una vía alternativa de desarrollo
se dificultaron por la acentuada polarización política de los años 2001-2002; de manera que
era recién a partir de la derrota del paro petrolero, y con la ventaja de crecientes recursos
disponibles a través del petróleo, que se logrará colocar en el centro de su política la
prioridad de los programas sociales y se iniciará en serio la búsqueda de mecanismos
capaces de fomentar un "desarrollo sustentable" basado en la creación de una sociedad más
igualitaria.

Es a partir de ese momento que se empieza a hablar del "desarrollo endógeno". Se trata más
bien de un horizonte, una consigna que surgió en busca de una respuesta popular, aunque
ya cuenta con un conjunto de reflexiones que nos pueden servir de guía. Consideramos que
el "desarrollo endógeno" venezolano no es una alternativa teórica ya empaquetada como

26
"modelo alternativo", listo para su aplicación. Es más bien una manera de referirse a la
búsqueda de un camino.

El Estado venezolano dentro de sus políticas económicas y sociales establece un perfil


socialista basado en la cooperación como principio de intercambio vital entre el desarrollo
del hombre y la sociedad.

Por ejemplo, de esta manera surge así en marzo año 2004 la Misión Vuelvan Caras como
punta de lanza en el desarrollo económico endógeno entendiendo éste, como la forma en
que los ciudadanos y ciudadanas utilizan sus potencialidades y recursos territoriales para el
bienestar colectivo.

Cabe destacar que en los últimos años el gobierno Venezolano a través de sus diferentes
oficinas de desarrollo endógeno nacional se ha encargado de establecer acciones en pro de
resolver problemas fundamentales, que impacten positivamente al pueblo. Mediante
estrategias y políticas que buscan promover la soberanía alimentaria, promover la
agricultura sustentable, incrementar la producción y protección nacional de semillas de
rubros estratégicos, a fin de satisfacer los requerimientos de los planes nacionales, que
proteja a la población del cultivo y consumo de productos transgénicos, el gobierno
también se ha encargado de brindar acompañamiento científico y tecnológico a los
productores.

Por otra parte existe un plan integral para el desarrollo de la actividad agrícola que incluye
asistencia técnica, recuperación de la vialidad agrícola, dotación de insumos de producción,
sistema de riego y la transferencia de ciencia y tecnología.

Conclusiones

La República de Venezuela fue durante muchos años (1950-1990) un ejemplo de sistema


democrático en Hispanoamérica cuando otros países de su entorno se encontraban inmersos
en dictaduras militares como la de Pinochet en Chile, la Junta Militar en Argentina,
Stroessner en Paraguay, etc. (Llosa, 2017, p.15). Sin embargo, el sistema empezó a entrar

27
en problemas asociados a la corrupción política de los partidos democráticos junto con el
estancamiento económico de un sistema "rentista" generado por la gran dependencia hacia
el gobierno y el sector petrolero (Rallo, 2018, p.1). En el año 1992, en la segunda
presidencia de Carlos Andrés Pérez, el militar Hugo Chávez dio un "golpe de Estado"
fallido en una situación de grave crisis política cuyo acontecimiento más relevante fue la
protesta ciudadana de 1989 conocida como "El caracazo".

Después de la presidencia de Carlos Andrés Pérez hubo tres mandatarios, pero solo el
último, Rafael Caldera, tuvo tiempo para implementar reformas, aunque estas se mostraron
insuficientes. Sin embargo, los problemas económicos se agravarían con el siguiente
gobierno.

Hugo Chávez Frías fue elegido presidente en 1999 y mantuvo el cargo hasta su muerte en
2013. Durante su gobierno, de corte socialista, empezó una serie de políticas económicas
que posteriormente, con el gobierno de Nicolás Maduro, se mostrarían desastrosas.
Venezuela tiene una gran dependencia económica del petróleo ya que cuenta con la mayor
reserva de crudo del mundo y es uno de los principales productores de la Organización de
Países Exportadores de Petróleo (OPEP). En el año 2012 más del 90% de las exportaciones
del país estaban relacionadas con el petróleo, sector que se basa en un monopolio estatal a
través de la empresa pública Petróleos de Venezuela S.A (PDVSA). Esta es la fuente
principal de obtención de los dólares necesarios para poder importar los bienes de consumo
y de capital que el país no produce. El gobierno de Hugo Chávez se benefició de los altos
precios de las materias primas durante esos años y emprendió un programa de elevado
gasto público y crecimiento del poder estatal.

En el momento en que se produjo la caída del precio del petróleo (2014 en adelante) el
modelo entró en una profunda crisis pues el gobierno carecía del acceso a los dólares
necesarios debido a la excesiva dependencia hacia este sector. Las autoridades reaccionaron
erráticamente emitiendo deuda en los mercados internacionales y recurriendo a una
excesiva emisión monetaria por parte del banco central, lo que generó una gran devaluación
de la moneda nacional. Esto nos muestra que el desajuste fiscal del gobierno es la causa

28
directa del alto endeudamiento y de la elevada inflación, que cerró el año 2017 con una tasa
acumulada del 2616%, según datos de la Asamblea Nacional.

Además, según (Cordeiro: 2016) en esos años se optó por alterar los controles de cambio de
divisas que se empezaron a crear en los años ochenta y que constituyen la principal causa
de la enorme corrupción política y del desabastecimiento de dólares, al fijar un precio
artificialmente bajo para la moneda extranjera. El corolario de estas medidas fue la
existencia de un mercado negro o paralelo donde el tipo de cambio era mucho más elevado
(alcanzó 687 bolívares por dólar en 2014). La corrupción era inevitable pues se abría la
posibilidad de comprar dólares a un precio muy bajo, mediante ayudas políticas, y venderlo
en el mercado informal. De esta manera, además del narcotráfico, según (Hausmann: 2018)
muchas personas vinculadas al gobierno se han enriquecido en los últimos años. Este
complejo sistema cambiario se fue modificando en los siguientes años.

Podemos concluir con que el trabajo presentado hizo énfasis de la situación económica de
Venezuela. Implícitamente mostrando que el socialismo es un modelo fracasado que genera
pobreza y grandes distorsiones allí donde se aplica. La excesiva dependencia del estado, la
fijación de precios máximos, las nacionalizaciones de empresas, la política inflacionista del
banco central y los controles de cambio han sumido al país en una profunda crisis
humanitaria. Los precios máximos sobre los bienes de consumo generan una gran escasez
de productos básicos y no contienen la inflación de precios cuyo único responsable es un
banco central dependiente del gobierno y que lleva a cabo una política monetaria muy
expansiva para financiar el elevado gasto público de Venezuela. Existe también una gran
dependencia del sector petrolero que constituye la principal fuente de obtención de dólares
junto con el endeudamiento externo por lo que los futuros gobiernos tendrían que
plantearse establecer un marco jurídico confiable que permita a los agentes económicos
diversificar la estructura productiva del país.

La caída del precio del petróleo ha sido el detonante de una crisis que ya venía gestándose
desde hace muchos años y que no ha afectado en gran medida a otros países productores de
petróleo debido a que han desarrollado políticas más responsables. Las reformas que deben
adoptarse son muy numerosas y requieren de un gran compromiso político pues suponen

29
reemplazar la mentalidad estatista y rentista por un modelo de apertura comercial y libertad
económica.

Bibliografía

30
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valor y fuerza de ley para el fomento y desarrollo de la economía popular. Caracas.
Venezuela
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 Argüello, Iris (2005). Organizaciones del Estado que promueven la economía social
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Zulia. Año 10. N° 32. Octubre-Diciembre. (628-651). Maracaibo. Venezuela.
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