Jessica Sarai Caceres Gutierrez
Jessica Sarai Caceres Gutierrez
Jessica Sarai Caceres Gutierrez
ESTUDIANTE
Nombre JESSICA SARAI CACERES GUTIERREZ
Fecha 28 DE MAYO DEL 2022
Curso DERECHO LABORAL INDIVIDUAL
El texto acusado del artículo 252 del Código Sustantivo del Trabajo:
2. Para la liquidación del auxilio de cesantía de los trabajadores del servicio doméstico sólo se
computará el salario que reciban en dinero.”
• Para la ciudadana demandante el segmento normativo acusado del artículo 252 del
Código Sustantivo del Trabajo viola el artículo 13 de la Carta Política, que consagra el
principio de igualdad, pues al ordenar que para liquidación de cesantías de los
empleados del servicio doméstico se tenga únicamente en cuenta el salario en dinero,
discrimina a dichos trabajadores en la medida en que olvida que conforme a la ley
laboral tanto el dinero como la especie constituyen remuneración.
• Señala que la disposición acusada claramente está atentando contra uno de los
principios mínimos fundamentales de los trabajadores, consagrado en el artículo 53
superior, relativo a la igualdad de oportunidades, “entendiéndose por trabajadores
cualquier persona que preste una actividad humana al servicio de otra
independientemente de su forma de pago salarial, ya sea en dinero o en especie”.
1.4. PROBLEMA JURÍDICO QUE ENUNCIA LA CORTE (PJC) (Se trata del PJ que la Corte dice
textualmente que va a tratar en la sentencia)
Con tal fin, previamente efectuará algunas consideraciones sobre el salario y su protección
constitucional e indicará en qué consiste el auxilio de cesantía y cuál es su finalidad; analizará la
situación particular de los trabajadores del servicio doméstico y recordará las subreglas
jurisprudenciales en materia de igualdad laboral, para así finalmente establecer si la restricción
prevista en la norma acusada se ajusta o no a los dictados del ordenamiento superior.
1.6. DECISIÓN
Primero. Declarar INEXEQUIBLE la expresión “sólo”, contenida en el numeral 2° del artículo 252
del Código Sustantivo del Trabajo
Segundo. Declarar EXEQUIBLE, en lo demás, el numeral 2° del artículo 252 del Código
Sustantivo del Trabajo, en el en el entendido que el auxilio de cesantía siempre se pagará en
dinero y en ningún caso será inferior a un salario mínimo legal mensual vigente, por cada año
de servicios y proporcionalmente por fracciones de año.
El numeral 2 del artículo 252 del Código Sustantivo del Trabajo, acusado por la señora Claudia
Milena Díaz Ulloa, el cual trata de liquidar el auxilio de cesantía de los trabajadores del servicio
doméstico solamente con base en la parte del salario que reciben en dinero ¿Es
inconstitucional con los artículos 13, 25 y 53 de la Carta Política?
2.2. RATIO DECIDENDI (RD) "La razón de la decisión" Responde el problema jurídico y es la
causa del resuelve (¿Por qué la Corte decidó de esta manera?) Se trata de los ARGUMENTOS
que justifican directamente la decisión. Constrúyala extractando las premisas fundamentales
y conectándolas lógicamente (¡No se trata de copiar y pegar extractos de la decisión!)
• El salario constituye uno de los aspectos inmanentes del contrato de trabajo y, por ser
nuclear en el derecho laboral, goza de la protección especial prevista en el artículo 25 de
la Constitución, por el requerimiento de las “condiciones dignas y justas” en las que
debe ser ejecutada toda labor subordinada.
• La realidad prima sobre las formalidades pactadas por los sujetos que intervienen en la
relación laboral. “Por tanto, si determinado pago no es considerado salario, a pesar de
que por sus características es retribución directa del servicio prestado, el juez laboral,
una vez analizadas las circunstancias propias del caso, hará la declaración
correspondiente.”
• El salario y las prestaciones sociales son derechos subjetivos patrimoniales, “no solo
porque son derechos adquiridos sino porque la Nueva Constitución se expidió
precisamente con el fin de asegurar el trabajo dentro de un marco económico y social
justo, caracterizándose al Estado como Social de Derecho, fundado entre otras cosas en
el respeto al trabajo, teniendo como uno de sus fines esenciales la efectividad de los
derechos dentro de los cuales está la remuneración y el pago oportuno. El salario y las
prestaciones son REMUNERACIONES protegidas constitucionalmente”.
• El salario es irrenunciable “y no se puede ceder en todo en parte, a título gratuito ni
oneroso, pero sí puede servir de garantía hasta el límite y en los casos que determina la
ley” (Art. 142 C. S. T.).
• La Corte ha reconocido la atribución del legislador, dentro de la libertad que tiene como
conformador de la norma jurídica, para determinar los elementos de la retribución
directa del servicio dentro de la relación laboral subordinada, esto es, lo que constituye
salario, “lo cual le impide desconocer la primacía de la realidad sobre la forma y mudar
arbitrariamente la naturaleza de las cosas, como sería quitarle la naturaleza de salario a
lo que realmente tiene este carácter”.
• Para que los pagos en especie al trabajador adquieran la calidad de salario deben tener
carácter retributivo, esto es, ser la contraprestación a los servicios personales del
trabajador.
• El salario como emanación del derecho al trabajo es una obligación del empleador y un
derecho irrenunciable del trabajador, siendo sus notas características su percepción
regular y su carácter retributivo, que no se pueden alterar por el legislador al definirlo,
ni tampoco por los sujetos de la relación laboral cuando convienen la remuneración.
• La noción de salario comprende ámbitos adicionales al jurídico, “toda vez que la misma
atañe a aspectos socioeconómicos y políticos, ya que se considera que la remuneración
que recibe el trabajador no está comprendida, exclusivamente, por la retribución del
servicio prestado al patrono (sic), sino también por ‘todos los beneficios, o
contraprestaciones necesarios para atender sus necesidades personales y familiares y
para asegurar una especial calidad de vida que le aseguren una existencia acorde con su
dignidad humana.”
• El artículo 249 del C. S. T. dispone que todo empleador está obligado a pagar a sus
trabajadores al terminar el contrato de trabajo, como auxilio de cesantía, un mes de
salario por cada año de servicios y proporcionalmente por fracciones de año. En ningún
caso podrá ser inferior al salario mínimo legal mensual vigente, fijado con arreglo al
procedimiento previsto en la ley.
• La cesantía es, ante todo, un derecho irrenunciable de todos los trabajadores y también
parte integrante de la remuneración, que además está llamada a cumplir una
importante función social ante la eventualidad del desempleo o para satisfacer otras
necesidades vitales.
• A la luz de lo dispuesto en el numeral segundo del artículo 252 del C. S. T., la exclusión
del salario en especie de la base de liquidación de la cesantía sólo opera para los
trabajadores que prestan servicio doméstico, es decir, no tiene carácter general.
• Sentencia C-051 de 1995 (16 de febrero), M. P. Jorge Arango Mejía -> artículo 252 del
CST numeral 2 -> establece que el auxilio de cesantía de los trabajadores del servicio
doméstico sólo se liquidará sobre el salario que reciban en dinero, la Corte estima que
es una limitación razonable que no es contraria a la Constitución. A esta conclusión se
llega si se analizan las condiciones en que se presta esta clase de servicios, y en especial
la dificultad práctica de dar un tratamiento uniforme a lo que se recibe como salario en
especie. Además, podría llegarse al resultado no querido de desmejorar las condiciones
de vida de los mismos trabajadores del servicio doméstico, ante el temor por la
cuantificación de todo lo que integra el salario en especie.
Considera que la facultad del legislador para atribuir consecuencias jurídicas distintas, según se
trate de empleadores con ánimo de lucro o sin él, “no opera en relación con los trabajadores,
pues ellas resultan discriminatorias y, por ende, contrarias a la Constitución, sin embargo, es
razonable lo prescrito en la norma respecto a las empleadas del servicio doméstico”, habida
cuenta que “el hogar, la familia no es una empresa y por ende no genera utilidades”.
Sostiene que si se analizan las condiciones en que se presta esta clase de servicio, se advierte
que en ningún momento el legislador quiso desmejorar las condiciones de vida de los
empleados domésticos, pues “les ha dado una cuantificación en especie que integra un salario
que puede superar valores que el legislador no limitó, pero que pueden generar mejores
condiciones respecto a vivienda, alimentación, vestido, trato familiar y seguridad personal, que
cualquier otro trabajador tiene la obligación de superar con el salario y las prestaciones que
conforme a la ley tiene derecho”.
Marcel Silva Romero, Director de la especialización en Derecho del Trabajo de esa Universidad,
hizo llegar a la Corte el estudio realizado en torno a la norma acusada en esta oportunidad,
cuyos planteamientos se resumen a continuación.
Considera que en relación con el numeral 2° del artículo 252 del C. S. T. ha operado la cosa
juzgada constitucional aparente, por cuanto en sentencia C-051 de 1995, con ponencia del
magistrado Jorge Arango Mejía, la Corte expresó en la parte motiva de dicha providencia que la
liquidación de la cesantía de los empleados domésticos sobre la base del salario en dinero,
constituye una limitación razonable.
Aún así, como en la mencionada providencia la Corte no hizo un cotejo de la norma acusada
con todas las normas de la Constitución, resulta procedente realizar nuevamente el análisis de
fondo, el cual debe concluir en la inexequibilidad, por cuanto viola el artículo 13 de la Carta
Política.
Explica que en la medida en que el empleador recibe los servicios para desempeñar labores
domésticas, se encuentra obligado al pago de todos los derechos prestacionales propios de la
relación laboral, sin distinción alguna respecto del trabajador, con excepción de la prima de
servicios pues el hogar no tiene el carácter de empresa.
Cuestiona que la Corte en la citada providencia haya considerado que la restricción en comento
supone cuantificar el salario en especie en perjuicio del trabajador doméstico, pues en su
parecer no se trata de una consideración jurídica sino una conjetura que no justifica la
discriminación impuesta respecto de esos empleados.
Expresa que el trabajador de servicio doméstico es un subordinado que desarrolla su actividad
en forma personal y recibe un salario, por lo que debe ser tratado prestacionalmente en las
mismas condiciones que los demás trabajadores.
Señala que si a los choferes del servicio familiar (art. 103 C. S. T.) se les liquida la cesantía con el
régimen ordinario, es decir, con el salario efectivamente devengado, no existe motivo alguno
para excluir del mismo régimen a los empleados domésticos.
Manifiesta que, retomando la definición de salario que consagra el artículo 127 del C. S. T.,
deben liquidarse las prestaciones de los trabajadores domésticos con base en lo devengado
tanto en dinero como en especie, además porque para efectos de la seguridad social de dichos
trabajadores, conforme a lo dispuesto en el artículo 5° de la Ley 797 de 2004, el empleador
cotiza sobre un salario mínimo.
José Gregorio Velasco, Gobernador, y Juan Fernando Gallo G., miembro del Consejo Directivo,
intervinieron en representación de esa colegiatura para defender la exequibilidad del numeral
2° del artículo 252 del C. S. T. que se acusa, presentando escrito cuyo contenido enseguida se
sintetiza.
Sostienen que el hogar no genera utilidades ni lucro por los servicios prestados, como si ocurre
con las empresas, lo cual lleva a comprender que es normal que allí la persona reciba amplios
beneficios que constituyen salario en especie, en equivalencia cercana a lo pagado en dinero y
que, incluso, puede superarlo.
Si esto es así, entienden que cuando el legislador limita el cálculo de las cesantías de los
trabajadores domésticos con base a lo devengado en dinero, está reconociendo una realidad,
pues de lo contrario el trabajador se vería afectado por lo oneroso que resultaría contratarlo en
otras condiciones.
Concluyen que la diferencia de trato que instituye la norma acusada no es exagerada, pues
según el artículo 129 del C. S. T. el salario en especie está restringido, sin que puede ser
superior al 50% de la totalidad si se devenga más de un salario mínimo y del 30% cuando es
equivalente a esa asignación.
Con el respeto acostumbrado por las decisiones de esta Corte, me permito aclarar mi voto a la
decisión adoptada en la presente sentencia, con fundamento en las siguientes
consideraciones:
1. En primer término, considero necesario hacer alusión a algunas reglas que constituyen una
garantía mínima para los trabajadores en materia laboral, como aquellas normas que fijan unas
reglas mínimas en cuanto al salario o remuneración del trabajador, las cuales hacen referencia
al derecho al trabajo en condiciones dignas y justas –art. 25 CN-; a la remuneración mínima vital
y móvil, proporcional a la calidad y cantidad del trabajo –art. 53 CN-, la cual no puede ser
inferior al salario mínimo legal –art.145-; la definición de salario –art. art. 127 CST-; los
elementos constitutivos del salario –art. 127, 128 CST-; la irrenunciabilidad a los beneficios
mínimos establecidos en las normas legales laborales –art. 53 CN y 142 CST-; la prohibición de
trueque – art.136 CST-; la definición del salario en especie y la determinación de su proporción
para el salario mínimo legal –arts. 127 129 CST-, entre otros.
En este sentido, la ley ha establecido que el pago en especie no puede cubrir la totalidad del
salario y su valor no puede superar un porcentaje del 30% del salario mínimo legal, o si es
mayor al salario mínimo legal, sólo puede llegar hasta el 50% de la totalidad del salario, de
conformidad con el numeral 2 y 3 del artículo 27 del Código Sustantivo del Trabajo. Así mismo,
es de observar que de acuerdo con la Ley 50 de 1990, se puede pactar que lo que se entrega en
especie no se tenga en cuenta como base salarial.
Con el habitual respeto por las decisiones de esta Corte, manifestamos las razones que nos
llevaron a apartarnos de la decisión mayoritaria, en relación con la Sentencia C-310 de 2007, en
la cual la Corporación resolvió declarar inexequible la expresión "sólo", contenida en el numeral
2° del artículo 252 del Código Sustantivo del Trabajo y exequible "en lo demás", la misma
disposición, "en el entendido que el auxilio de cesantía siempre se pagará en dinero y en ningún
caso será inferior a un salario mínimo legal mensual vigente, por cada año de servicios y
proporcionalmente por fracciones de año".
Considera la Corte que los argumentos relacionados con la exequibilidad de la norma, fundados
en las condiciones en que el trabajo doméstico se desarrolla, las tareas que comprende, la
condición no empresarial del empleador y la dificultad práctica para "dar tratamiento uniforme
a lo que se recibe como salario en especie ", no constituyen criterios relevantes que justifiquen
la diferencia de trato prevista en el aparte demandado, ni le restan respetabilidad ni valor
jurídico a la labor desarrollada.
Esto, porque el numeral 2° del artículo 252 del Código Sustantivo del Trabajo en cuanto despoja
de efectos prestacionales la retribución en especie que reciben los empleados del hogar, otorga
al patrono el arbitrio de fijar dicha remuneración, acompañado, de contera, de la potestad de
determinar a su acomodo los espacios y tiempos que el trabajador doméstico debe dedicar al
desarrollo de su labor.
Estos cuatro aspectos - que constituyen una de las fortalezas de nuestra tradición judicial - son
separables, como lo demuestra el derecho comparado.[46] O sea que es perfectamente posible
que un magistrado opte por disentir, pero deponga su interés en criticar la sentencia
correspondiente, cultivar el individualismo, hacer gala de su conocimiento o mostrar soluciones
alternativas que considera más apropiadas. Todo en aras de contribuir a fortalecer a la
institución judicial a la cual pertenece y a que las sentencias fijen el sentido de la Constitución
con sólida autoridad.
Habrá, por supuesto, casos en que dicha contribución se logre mejor escribiendo una opinión
separada, siempre dentro del mayor respeto por la institución. Así lo estimé necesario, por
ejemplo, en la sentencia sobre el aborto (C-355 de 2006), la cual compartí enteramente. Escribí
una aclaración de voto a dicha sentencia para agregar algunos argumentos fundados en el
derecho comparado, con el fin de dar elementos de juicio orientados a impulsar desarrollos
futuros en la materia, no para criticar la sentencia.[47] En cambio, en la primera sentencia en la
cual participé sobre la igualdad de las parejas del mismo sexo (SU-623 de 2001), escribí un
salvamento de voto conjunto para tratar de abrir el camino hacia evoluciones jurisprudenciales
encaminadas a proteger a las parejas del mismo sexo, como en efecto sucedió varios años
después sobre bases distintas a las que en el 2001 dividieron a la Corte.
Lo mismo hice en temas menos “duros” pero importantes en el contexto colombiano, como la
posibilidad de subsanar algunos vicios de procedimiento (C-333 de 2005). Mi orientación anti-
formalista me conduce a declarar el vicio, pero también a admitir, como lo dice expresamente
la Constitución desde 1991, que si se reúnen ciertas condiciones la ley puede ser devuelta para
que la falla en el procedimiento pueda ser subsanada. Así sucede ahora frecuentemente con las
leyes aprobatorias de tratados públicos. Es que en nuestro contexto hay cuestiones
constitucionales de enorme relevancia sobre las cuales cabe anticipar una evolución, lo cual es
un aliciente para que la opinión disidente sea escrita, no para atacar a la Corte, sino para sentar
bases sólidas que propicien un cambio de jurisprudencia. Ello también ocurrió, por supuesto,
antes de la Carta de 1991. Un buen ejemplo de ello es el salvamento de voto del magistrado
Luis Sarmiento Buitrago a favor del control material de los decretos declarativos de un estado
de excepción durante la vigencia de la Constitución de 1886. Si bien la Corte Suprema de
Justicia nunca dio ese paso, en la Constitución de 1991 se plasmaron los fundamentos para que
la Corte Constitucional avanzara en esa dirección, como en efecto aconteció.
Fue este espíritu constructivo el que me animó a abstenerme de seguir repitiendo el mismo
salvamento de voto (ver, por ejemplo, el que escribí a la T-080 de 2006) a las sentencias de
tutela que ordenaban la terminación indiscriminada de cualquier proceso ejecutivo hipotecario
denominado en UPAC. Una vez que la Sala Plena decidió asumir el conocimiento de varias
tutelas acumuladas con el fin de unificar la jurisprudencia, dejé de escribir una opinión
disidente en las Salas de Revisión en las cuales participé y tampoco lo hice en la sentencia de
unificación donde la Corte construyó un enfoque diferente sobre nuevas premisas compartidas
por casi todos los magistrados (SU- 813 de 2007).
Ahora bien, las sentencias de la Corte cumplen una misión trascendental consistente en fijar el
significado de la Constitución. Por lo tanto, la decisión de escribir una opinión separada o
disidente también implica una responsabilidad primordial: articular una crítica útil a la
sentencia de la Corte, en especial cuando dicha sentencia puede llegar a constituirse en un
precedente. Si una opinión separada o disidente no puede ser orientada en ese sentido, el juez
que salve o aclare su voto puede satisfacer sus convicciones jurídicas simplemente anunciado
que no está de acuerdo con la Corte.
Así interpretó el famoso jurista Roscoe Pound el dilema de escribir o no opiniones disidentes,
en un artículo publicado en 1953[49]. Para Roscoe Pound la actitud de varios jueces movidos
por la vanidad o el orgullo personal, que creían que tenían que escribir una opinión individual
para cualquier caso, era contraproducente desde el punto de vista del progreso del derecho.
Por eso destacó el siguiente canon de ética judicial: “Un juez no debe ceder a la vanidad de su
opinión ni valorar de manera más alta su reputación individual que la de la Corte a la cual le
debe lealtad.” (Canon 19, parágrafo 3, ABA, 1924). De tal forma que hay una diferencia entre
anunciar un desacuerdo y, adicionalmente, escribir en extenso una crítica de la sentencia de la
cual el magistrado difiere.
Frecuentemente se pasa por alto que inclusive en Estados Unidos donde, a diferencia de
Europa, existe una larga tradición de admitir las opiniones disidentes, varios magistrados
entendieron que, en determinadas circunstancias, tanto la certeza del derecho como la solidez
de la Corte aconsejan reducir el disenso y promover la unanimidad. Es bien sabido, por
ejemplo, que el jurista Earl Warrem trabajó arduamente para conseguir que la sentencia Brown
v. Board of Education – mediante la cual se puso fin a la segregación racial en los colegios
públicos- fuera unánime. Así mismo, John Marshall solo escribió nueve opiniones disidentes en
cuarenta y cuatro años de ejercicio de la magistratura, puesto que comprendió que el
nacimiento del control constitucional y la consolidación de la Corte investida de la autoridad
para decir qué dice la Constitución, requería de una clara cohesión institucional. Por esa misma
razón, Marshall aceptó ser magistrado ponente de sentencias con las cuales estaba en
desacuerdo.
Además, en este caso el ímpetu de afinar la pluma para criticar la sentencia se ha desvanecido
después de tranquilas reflexiones en torno al sentido de las opiniones separadas o disidentes.
Estas me han llevado a darme cuenta de que aun los juristas admirados por la claridad,
elocuencia, pertinencia y seriedad de sus opiniones disidentes, estimaban que no tenía sentido
insistir, una y otra vez, en escribir de manera individual la posición que expresaron en las
deliberaciones y mucho menos las que habían sostenido a lo largo del tiempo. No se debe
olvidar que Oliver Wendel Holmes - denominado el gran disidente - sostenía que cuando un
magistrado escribe un salvamento o aclaración de voto debe recordar que “está dando su
punto de vista sobre el derecho, no peleando con otro gallo”. Esto llevó en múltiples ocasiones
al magistrado Holmes a señalarles a los colegas de la Corte con los cuales compartía una
opinión disidente, que debían modificar los términos empleados en el escrito correspondiente
para respetar el principio ético de la civilidad en el disentimiento.
La primera situación representa que lo más importante siempre debe ser el salario al ser uno de
los elementos que constituye un contrato de trabajo, por lo cual se dejaba desprotegido el
artículo 25 de la constitución sobre las condiciones justas y dignas en las que debe ser
ejecutada toda labor subordinada. La segunda situación representa la protección que la
decisión le brinda al artículo 53 de la constitución sobre la remuneración mínima vital y móvil,
proporcional a la cantidad y calidad del trabajo.