Literatura e Infancias
Literatura e Infancias
Literatura e Infancias
“En mi grado había una niña, la Ramos, a la que le decían piojosa. Nadie quería juntarse con ella. Era pésima como
alumna. Llevaba el guardapolvo desprendido y nunca tenía merienda. Andaba sola, y las maestras no la querían.
Ramos, le decían, fuerte, con rabia, cuando ella mordisqueaba el lápiz y se quedaba… la mirada fija en el pizarrón sin
escribir. Ramos, al frente. Y ella pasaba y se quedaba enrollando su corbata entre los dedos. La maestra sabía que
ella no había estudiado. Lo sabía, pero igual la enfrentaba al desconsuelo de hacer público su dolor.
Yo le miraba las manos, pequeñas, oscuras, flaquitas, de uñas sucias. Yo la miraba y desde los diez años, aprendí a
odiar a todos los maestros que se ensañaban con las Ramos. Que a propósito y diciendo que era una oportunidad de
levantar las notas, sometían a la angustia insoslayable, a la que sólo la conocen los niños, a aquella niña que tal vez
sólo hubiera necesitado una seño que le suene los mocos y le pase la mano por el pelo, y le prenda los botones del
guardapolvo.
Quien sabe, quien sabe si al abrochar esos botones le abotonaban también algún ojal del alma por donde se le
deshilachaba la infancia.”
EL PIBE
CECILIA SOLÁ
—¡La verdad es que no sé cómo llegaste a primer año vos, si no sabés ni escribir!
Está enojado el profe, está harto de ese mocoso que se pasa la hora molestando o durmiendo en el banco, que no
presta atención, que mira feo y contesta peor.
El pibe también está enojado. Hace mucho que está enojado.
Se revuelve en el banco y mira al compañero.
—¿De qué te reís vos, pelotudo, querés que te cague a trompadas?, escupe, y su mano aprieta el lápiz, que se
quiebra con un chasquido que resuena como un tiro.
Tiene manos grandes el pibe. Toscas, ásperas, manos que saben manejar el chicote con el que golpea al caballito que
arrastra el carro con el que va a cirujear las veces que falta a la escuela, que son muchas.
Manos que saben ponerse palmas arriba, atajando la cabeza, para defenderse de ese mismo chicote en manos de su
padre.
Manos que se hacen puño con facilidad, rabia con facilidad, frente a todos los otros pibes que se cagan de risa
porque es el más grande de primer año y no sabe escribir.
—¡Suficiente! A mí no me faltas al respeto. Salí de mi clase, andá a hablar con la directora, ¡voy a pedir una
suspensión! ¡Y agradecé que sos mi alumno y no mi hijo, que si no enseguida te enseñaba respeto!
El pibe se levanta y vuelca la silla, agarra sus cosas, sus pocas cosas y sale. No va a la dirección, se manda a mudar.
No se va a quedar. Si se queda, sabe que lo van a echar igual.
El pibe tiene una mamá que no se anima a defenderlo del chicote, un hermano mayor que ya se fue, una hermanita
más chica que llora mucho y casi no habla y un papá que no llora nunca y pega fuerte.
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PIEL DE JUDA
JUAN JOSÉ PANNO
Rajá pa dentro, rajá para dentro te digo, que te voy a arrancar la cabeza, te miraste como tenés las rodillas
desgraciumana, me vas a volver loca, vos querés que me vuelva loca, que me internen en un manicomio querés,
decí, decí la verda, callate la boca y andá a lavarte, mirá esas manos, vení para acá, vení para acá, mirate esos
tobillos, ayyyy, el soponcio me agarra el soponcio, el hígado, ahora vas a ver cuando vuelva tu padre, porque con tu
padre no jodés, claro, para eso está la señora, la sirvienta que te tiene que planchar la ropa, preparar la comida y vos
en lo único que pensás es en jugar a la pelota con esa manga de atorrantes, te voy a mataaaar, un día se me va a
terminar la paciencia y te voy a pegar una paliza que no te vas a olvidar en tu vida, eso querés ¿no?, tiene razón la
Pocha, a ustedes hay que tenerlos cortitos, porque una les da el codo y se agarran todo el brazo, te dije media hora y
mirá la hora que es, no me comés, no me hacés los deberes y encima te pasás toda la tarde con esa pelota de
porquería, nooo, pero ya vas a ver cuando vuelva tu padre. ¿Sabés que sos vos? Sos la piel de Judas, la peste
bubónica sos, callate la boca, chito, chito eh, anda a lavarte, vení para acá, ¿te viste las zapatillas?, noooo que te vas
a mirar vos si lo único que te importa es jugar a la pelota con los desgraciados esos, meta pelota y pelota todo el día
y a mí que me parta un rayo ¿te vas a ir a lavar o no te vas a ir a lavar? ¡esas rodillas! percudidas las tenés, per-cu-di-
das, te vas a tener que lavar con acaroina, ayyy, tu hermano no era así, ah nooo, el Carlitos es una monada, nunca
me llamaron del colegio para decirme nada, nunca una palabra de más, un niño prodigio el Carlitos, no como vos,
pedazo de bestia, machona de porquería, tendrías que haber sido varón vos, siempre lo dije.