1) La Casa del Inca Garcilaso de la Vega es una casona colonial ubicada en Cusco, Perú, que fue la casa donde nació y vivió el historiador Inca Garcilaso de la Vega en el siglo XVI. Actualmente alberga el Museo Histórico Regional del Cusco.
2) El Inca Garcilaso de la Vega era hijo del conquistador español Sebastián Garcilaso de la Vega y de la princesa inca Isabel Chimpu Ocllo. Recibió una educación tanto española como inca.
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1) La Casa del Inca Garcilaso de la Vega es una casona colonial ubicada en Cusco, Perú, que fue la casa donde nació y vivió el historiador Inca Garcilaso de la Vega en el siglo XVI. Actualmente alberga el Museo Histórico Regional del Cusco.
2) El Inca Garcilaso de la Vega era hijo del conquistador español Sebastián Garcilaso de la Vega y de la princesa inca Isabel Chimpu Ocllo. Recibió una educación tanto española como inca.
1) La Casa del Inca Garcilaso de la Vega es una casona colonial ubicada en Cusco, Perú, que fue la casa donde nació y vivió el historiador Inca Garcilaso de la Vega en el siglo XVI. Actualmente alberga el Museo Histórico Regional del Cusco.
2) El Inca Garcilaso de la Vega era hijo del conquistador español Sebastián Garcilaso de la Vega y de la princesa inca Isabel Chimpu Ocllo. Recibió una educación tanto española como inca.
1) La Casa del Inca Garcilaso de la Vega es una casona colonial ubicada en Cusco, Perú, que fue la casa donde nació y vivió el historiador Inca Garcilaso de la Vega en el siglo XVI. Actualmente alberga el Museo Histórico Regional del Cusco.
2) El Inca Garcilaso de la Vega era hijo del conquistador español Sebastián Garcilaso de la Vega y de la princesa inca Isabel Chimpu Ocllo. Recibió una educación tanto española como inca.
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LA
CASA DEL INCA GARCILASO DE LA VEGA
Era hijo del conquistador español capitán Sebastián Garcilaso de la Vega, y de la ñusta o princesa inca Isabel Chimpu Ocllo, nieta del Inca Túpac Yupanqui y sobrina del Inca Huayna Cápac, emperador del "reino de las cuatro partes o suyos" o Tahuantinsuyo (nombre del Imperio incaico en su lengua nativa quechua). Su nombre de bautismo fue Gómez Suárez de Figueroa, que tiempo después, radicando en España, se lo cambiaría por el de Inca Garcilaso de la Vega. Gracias a la privilegiada posición de su padre, que perteneció a la facción pizarrista, fue bautizado con los apellidos ilustres del mayor de sus tíos paternos y de otros antepasados que pertenecieron a la casa de Feria. Recibió en el Cuzco una esmerada educación en primeras letras a cargo de Juan de Alcobaza, al lado de los hijos de Francisco y Gonzalo Pizarro, mestizos e ilegítimos como él, pero durante sus primeros años también estuvo en estrecho contacto con su madre y con lo más selecto de la nobleza inca, entre los que se contaban los hijos de Huayna Cápac: Paullu Inca y Tito Auqui. Accedió pues a la instrucción de los amautas o sabios incas versados en la mitología y cultura inca: Sin embargo, su padre se vio obligado a abandonar a la princesa inca a causa de la presión de la corona para que los nobles españoles se casasen con damas nobles españolas, y así lo hizo para matrimoniar con Luisa Martel de los Ríos; sin embargo, no lo hizo sin conceder antes a su madre una cuantiosa dote, que le sirvió para casarse con Juan del Pedroche, un soldado peninsular, de la que tendría el inca dos medias hermanas, Luisa de Herrera y Ana Ruiz. Su adolescencia estuvo ensombrecida por las cruentas guerras civiles del Perú, y él y su padre padecieron la persecución de los rebeldes Gonzalo Pizarro y Francisco de Carvajal. Su padre optó por enrolarse en el bando de Pizarro, aunque forzadamente, según contaría más tarde el Inca Garcilaso, pero retornó al bando real sumándose al ejército del presidente Pedro de la Gasca durante la batalla de Jaquijahuana, por lo que fue conocido despectivamente como el “leal de tres horas”. Este episodio tendría mucha repercusión en la vida posterior del Inca Garcilaso. Hacia 1550, Su padre en su testamento (1559) le deja tierras en la región de Paucartambo y cuatro mil pesos de oro y plata para que el joven mestizo cursara estudios en España. El 20 de enero de 1560, a los 20 años de edad y poco después del fallecimiento de su padre, Garcilaso salió del Cusco rumbo a España. Este viaje se mostraría particularmente arriesgado. Partió del puerto del Callao, llegando a Lisboa. Posteriormente se estableció en la ciudad cordobesa de Montilla, donde residía su tío Alonso de Vargas. Luego, en 1561, se trasladó a Madrid a solicitar algunas mercedes que la Corona le debía a su padre por sus servicios en el Perú, y allí conoció al conquistador Gonzalo Silvestre, quien le suministró numerosos datos para su obra La Florida del Inca. Su solicitud a la Corona le fue denegada. Desengañado, pensó en volver a Perú en 1563, pero optó por permanecer en la península y seguir la carrera militar, como su padre. Abandonó el nombre de Gómez de Figueroa y firmó ya para siempre con el de Garcilaso de la Vega, por el que sería conocido por la posteridad. Como su padre, siguió la carrera militar donde logró el grado de capitán, y tomó parte en la represión de la Rebelión de las Alpujarras de los moriscos de Granada bajo el mando de don Juan de Austria (1569). Entre 1570 y 1571 se enteró de la muerte de su madre y de su amado tío Alonso de Vargas; este último le adjudicó bienes en su testamento que hicieron que en el futuro no tuviese que preocuparse de su sustento y aun disfrutase de cierta holgura. En 1586 falleció su tía doña Luisa Ponce, viuda de su tío Alonso, cuyos bienes acrecentaron aún más su bienestar económico y le posibilitaron entregarse a la cultura. En 1590, dejó las armas y entró en la religión. Se relaciono con los círculos humanísticos de España donde dio a conocer en Madrid en 1590 como La Traducción del Indio de los Tres Diálogos de Amor de León Hebreo (su prólogo está fechado en Montilla en 1586). Fue su primer libro, y la primera obra literaria de valor superlativo hecha por un americano en Europa. Ya por entonces firmaba como Garcilaso Inca de la Vega y se presentaba como hijo del Cuzco, ciudad a la que definía como cabeza de imperio. Se trasladó a Córdoba en 1591, y se relacionó con algunos doctores, como el jesuita Juan de Pineda, quien le instó a preparar un comentario piadoso de las Lamentaciones de Job. Por entonces continuaba recopilando material para sus proyectadas obras sobre la conquista de La Florida y del Perú, así como todo lo relacionado con el imperio inca. Una de esas fuentes fue la crónica, hoy perdida, de Blas Valera.En 1605 publicó finalmente la obra en Lisboa, con el título de La Florida del Inca. En 1609 apareció publicada, también en Lisboa, la Primera Parte de su obra cumbre, los Comentarios Reales de los Incas, impreso en una buena edición por Pedro Crasbeeck y dedicado a la princesa Catalina de Portugal, duquesa de Braganza. Hacia 1612 culminó la Segunda Parte de esta obra, que fue publicada póstumamente en Córdoba, en 1617, con el título de Historia General del Perú y dedicado a la Virgen María. En 1612 Garcilaso compró la Capilla de las Ánimas en la Mezquita-catedral de Córdoba, donde su hijo sería sacristán y donde quiso ser enterrado, y fallece cuatro años después, entre el 22 y el 24 de abril de 1616 como fechas probables. En aquella capilla sus albaceas grabaron esta lápida:
CASONA DE GARCILASO DE LA VEGA
Es una casona colonial ubicada en la ciudad del Cusco, Perú. Ocupa el solar ubicado en la esquina sur de la Plaza Regocijo. Se destaca por haber sido la casa donde nació y vivió en el Siglo XVI el Inca Garcilaso de la Vega. Actualmente es sede del Museo Histórico Regional del Cusco. Desde 1972 el inmueble forma parte de la Zona Monumental del Cusco declarada como Monumento Histórico del Perú. Asimismo, en 1983 al ser parte del casco histórico de la ciudad del Cusco, forma parte de la zona central declarada por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad. El solar perteneció, en primer lugar, a Francisco de Oñate y, desde 1560, al conquistador español Sebastián Garcilaso de la Vega y Vargas3. Ahí vivió con su esposa la princesa inca Isabel Chimpu Ocllo y en ella nació el cronista Inca Garcilaso de la Vega. En la primera mitad del Siglo XX se planeaba ya su remodelación. A fines del siglo XIX e inicios del XX, los altos de la casa pertenecían a Tomás Polo y la Borda, diputado por la provincia de La Convención y propietario de la hacienda Echarati que luego daría lugar al actual distrito de Echarate. Luego del Terremoto de 1950, el arquitecto peruano Emilio Harth-Terré se encargó de la remodelación de la casa que, entonces, no mostraba la existencia del muro inca que hoy se puede ver en su frontis. entonces propiedad de los señores Luna Oblitas, siendo el descubrimiento de la portada inca todo un acontecimiento que fuera conocido por la prensa. En la década de 1960 se aprobó la restauración definitiva a cargo del arquitecto Víctor Pimentel Gurmendi. En 1967, el inmueble fue expropiado por el gobierno peruano para ser utilizado como sede del Museo Histórico Regional9 que, hasta ese año, se ubicaba en la Casa de los cuatro bustos. La casa fue construida sobre un andén incaico, cuya base son las bases de la actual construcción y forman los desniveles del ingreso. Dicha edificación tuvo importancia religiosa, ubicada en el octavo ceque hacia el Chinchaysuyo instaurada por el Inca Huayna Cápac. Su actual morfología es típicamente colonial, con un marcado estilo andaluz, casa de patio central, rodeada de espacios con puerta al patio, arquerías de piedra en uno de sus lados, dos pisos y vanos de puertas y ventanas de proporción vertical. La casa del Inca Garcilaso de la Vega, actualmente sede del Museo Histórico Regional de Cusco, se convirtió ayer en el primer monumento de dicha región que cuenta con el Escudo Azul de la Unesco, importante distintivo otorgado por el organismo internacional que lo reconoce como inmueble cultural con protección especial frente a cualquier amenaza de deterioro. El otorgamiento del Escudo Azul a la Casa del Inca Garcilaso de la Vega y sede del Museo Histórico Regional de Cusco se realizó en el contexto del Mes Internacional de los Museos. El Escudo Azul marca o señaliza monumentos arquitectónicos históricos reconocidos, que pueden brindar protección en caso de conflictos armados, desastres naturales, así como apoyo en situaciones posteriores a crisis. Este emblema tiene sus orígenes en la Convención de la Haya, llevada a cabo por Unesco en 1954. El presidente del ICOM Perú destacó que el Escudo Azul de la Unesco ha sido otorgado con suma justicia a un emblemático inmueble donde vivió el primer peruano mestizo destacado, quien supo destacar lo autóctono y lo venido de Europa. Refirió que Cusco se suma a las ciudades de Lima y Arequipa que también poseen monumentos distinguidos con el Escudo Azul. “En América solo existen tres países reconocidos con el Escudo Azul: Perú, Guatemala y Estados Unidos. Están en proceso Argentina y Chile”, precisó.
BREVE RESEÑA HISTORICA DEL INMUEBLE
Wilbert Gamarra, del área funcional de museos de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco, refirió que la Casa del Inca Garcilaso de la Vega, ubicado en el cruce de las calles Garcilaso y Heladeros, en el centro histórico de la Ciudad Imperial, fue edificada sobre lo que fue la novena huaca inca, según relatan los cronistas españoles Bernabé Cobo y Polo de Ondegardo. Ambos cronistas refieren que en ese espacio el inca Huayna Cápac soñó que una gran guerra se avecinaba, lo que ocurrió efectivamente con el enfrentamiento entre sus hijos Huáscar y Atahualpa, lo que marcó el fin del imperio incaico y facilitó la conquista española. El solar perteneció, en primer lugar, a Francisco de Oñate y, desde 1560, al conquistador español Sebastián Garcilaso de la Vega y Vargas. Ahí vivió con su esposa la princesa inca Isabel Chimpu Ocllo y en ella nació el cronista Inca Garcilaso de la Vega, quien vivió allí hasta la edad de 20 años, cuando viajó a España y no pudo regresar a su ciudad natal. En la primera mitad del Siglo XX se planeaba ya su remodelación. A fines del siglo XIX e inicios del XX, los altos de la casa pertenecían a Tomás Polo y la Borda, diputado por la provincia de La Convención y propietario de la hacienda Echarati que luego daría lugar al actual distrito de Echarate . Luego del Terremoto de 1950, el arquitecto peruano Emilio Harth-Terré se encargó de la remodelación de la casa que, entonces, no mostraba la existencia del muro inca que hoy se puede ver en su frontis. entonces propiedad de los señores Luna Oblitas, siendo el descubrimiento de la portada inca todo un acontecimiento que fuera conocido por la prensa. En la década de 1960 se aprobó la restauración definitiva a cargo del arquitecto Víctor Pimentel Gurmendi. En 1967, el inmueble fue expropiado por el gobierno peruano para ser utilizado como sede del Museo Histórico Regional9 que, hasta ese año, se ubicaba en la Casa de los cuatro bustos. La casa fue construida sobre un andén incaico, cuya base son las bases de la actual construcción y forman los desniveles del ingreso. Dicha edificación tuvo importancia religiosa, ubicada en el octavo ceque hacia el Chinchaysuyo instaurada por el Inca Huayna Capac. Su actual morfología es típicamente colonial, con un marcado estilo andaluz, casa de patio central, rodeada de espacios con puerta al patio, arquerías de piedra en uno de sus lados, dos pisos y vanos de puertas y ventanas de proporción vertical. El funcionario recordó que tras el fallecimiento del padre del inca Garcilaso de la Vega, el inmueble pasó a manos de diferentes propietarios como Francisco de Valverde Maldonado (1625), Melchor Contreras (1660), Vasco de Valverde (1717) y otros más. En 1884 su propietario fue Juan de Santo Domingo y a inicios del siglo XX los intelectuales de la ciudad de Cusco inician gestiones ante las autoridades de la época para oficializar el reconocimiento de la vivienda como monumento nacional, considerando lo que representa como lugar de nacimiento del egregio escritor cusqueño. Este objetivo se logra en 1932 y en 1964 el gobierno de turno, a través del Ministerio de Educación, expropió el inmueble a la familia Luna Oblitas. Al pasar a manos del Estado, se le encarga al arquitecto Víctor Pimentel la restauración del predio y él rescata los patrones arquitectónicos que representan el sincretismo cultural evidenciado en las estructuras incas que forman la base de los cimientos sobre los cuales se erigió la casa de corte colonial. culminado el proceso restaurativo en 1966, al año siguiente se dispone el funcionamiento en ese inmueble del Museo Histórico Regional de Cusco. Desde entonces se ha convertido en un ícono cultural de la Ciudad Imperial. El museo alberga en sus ambientes de exhibición diversas colecciones, como la de Alfarería inca (Intermedio tardío) que presenta su producción en su máxima expresión, desde artefactos domésticos hasta ceremoniales, caracterizado por un estilo sobrio, con una decoración basada en diseños geométricos, antropomorfos, zoomorfos, fitomorfos, entre otros, en tonos de color marrón, sepia, rojo, negro, crema, anaranjado, morado y verdes, obteniendo una gama relativamente variada de combinaciones. También está la colección Marcavalle, formada por fragmentos de alfarería, artefactos en hueso y líticos del horizonte temprano, producto de las investigaciones en la década de los noventas, con un destacado estudio del Dr. Jorge Yábar Moreno. Estos fragmentos indicarían una ocupación de 1000 años a.C. en nuestra región de Cusco, cuya sociedad desarrollaría diversas manifestaciones culturales con una tecnología ya establecida para su elaboración. Asimismo, está la colección de micro esculturas de Sacsayhuamán, descubiertas durante los trabajos de sondeo arqueológico en el Parque Arqueológico de Sacsayhuamán, a cargo del Patronato Departamental de Arqueología del Cusco, mediante el arqueólogo Alfredo Valencia. Allí se evidenciaron aproximadamente 300 fragmentos de micro esculturas específicamente al pie de un muro ubicado hacia el norte de la explanada de la fortaleza inca. La altura aproximada de estos fragmentos varía entre 1 a 2.5 centímetros de alto y los materiales utilizados para su elaboración fueron cuarzo hialino cristalizado, calcita, crisocola, ostras mineralizadas, roca caliza, talco serpentino entre otros. Por su parte, la colección de Orfebrería y Metalistería evidencia que los orfebres incas tuvieron un gran manejo en la orfebrería y metalistería, desde la extracción del metal, su manipulación y elaboración de objetos preciosos en cuanto a su acabado y técnicas. En la sociedad inca se elaboraron diversos objetos en metal (básicamente oro, plata y cobre) ornamentales como tupus, alfileres, prendedores y pinzas, objetos de uso arquitectónico como las plomadas, así como objetos de guerra y ceremoniales. Otra colección es la dedicada a la civilización Wari, formada por objetos de alfarería, metal y líticos del desarrollo Wari en Cusco, cuyo centro de desarrollo fue Pikillaqta, a partir del año 530 d.C. También destaca la colección de pinturas historiográficas. Desde finales del siglo XVI hasta las postrimerías del siglo XVIII los pintores de la Escuela Cusqueña, tuvieron dos etapas definidas: la primera fue eminentemente religiosa cuya función didáctica fue de primer orden y la segunda de temática más variada. Finalmente, está la colección Tambo de Montero, que corresponde a la serie de pinturas historiográficas de la categoría Histórico Artístico del fondo pasivo del Museo Histórico Regional. Se trata de una serie conformada por cinco lienzos, pintada por el artista de la Escuela Cusqueña Juan Espinoza de los Monteros, donde cuatro de los lienzos representan escenas de la pasión de Cristo y uno basado en relatos de orden religioso del libro "Perú: Tradiciones Cuzqueñas" de la ilustre escritora cusqueña Clorinda Matto de Turner.