El Museo Nacional de Arte Romano

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REVISTA

DE

frSTLJDIOS
EXTREMEI\OS
(ITUNDADA EN 1927t
DIRECToR: MANUEL PECELLIN LANCHARRO

DEPOSITO LEGAL BA-t4-1958-|SSN 02t0-2854

BAD AIOZ
DEPARTAMENTO DE PUBLICACIONES DE LA

EXCELENTISIMA DIPUTACION PROVINCIAT


El Museo Nacional de Arte Romano
A José NvarezSáenz de Buruaga, mi padre y antecesor en el cargo, por sus
cuarenta y dos años de lucha por conseguir un Museo para Mérida.

El 19 de septiembre de 1986 S.S.M.M. los Reyes de Espafla, Don


Juan Carlos I y Doña Sofía, en presencia del Excmo. Sr. Francesco
Cossiga, Presidente de la República de Italia, inauguraban el Museo Na-
cional de A¡te Romano. Con este importante acto, que iba a constituir
un señalado hito en la museología espaflola, y que figurará con todos los
honores en los anales emeritenses, corñÌuía el largo proceso de dotar el
yacimiento arqueológico de Augusta Emerita de un Museo digno y ca-
paz de albergar las ricas series emeritenses. Atrás, también, quedaban
los esfuerzos de un considerable número de personas que' con Su afán,
habían hecho posible tan considerable empresa.

Antecedentes. Lq denominución
Posiblemente, la denominación de Museo Nacional de Arte Romano
no sea muy acertada y sí la de Museo Nacional Romano. Ya el viejo Mu-
seo emeritense recibió en su día, antes de su anterior calificativo de Mu-
seo Arqueológico de Mérida, el nombre de Museo Romano, por el que
se entendía un centro exponente de varios aspectos de la civilizaciÓn ro-
mana en un lugar concreto, Augusta Emerita, Y tro, en exclusividad, los
artísticos.
por otra parte, la categoría incuestionable de las series emeritenses,
quizá las más completas del país en su género, no habían sido aún valo-
radas en Su justa medida y era, por tanto, preciso un reconocimiento
oficial, por lo que se pensÓ que la consideración de Nacional no era en
modo alguno, antes al contrario, desmedida. Además, se presentaba,
casi por primera-vez, la ocasiÓn de poder consagrar un Museo a uno de
los más importantes procesos.históricos de la Peninsula: el de la Roma-
nización. LaS colecciones emeritenses, completas y variadas, servían ød
hoc paraeste propósito. A través de ellas, era una manera de acercarse a
esa realidad histórica, que el yacimient<.r augustano, bien que no en
exclusividad, podía ofrecer perfectamente.
La decisión vino de la mano de una commemoraciÓn importante pa-
ra la ðiudad, y que los emeritenses de nuestra generación hemos tenido
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ocasión de vivir: el Bimilenario. Aquella efemérides, considerada erró-


neamente por muchos, los que no comprendieron su carácter, como la
panacea que iba a resolver los problemas inveterados de la ciudad, apor-
tó, a nuestro modo de ver, además de una evidente promoción de la
ciudad, dos consecuciones importantes: un sirnposio de carácter inter-
nacional, dedicado al estudio de los problemas fundamentales de la
arqueología emeritense, que motivaría el comienzo de un nuevo estilo en
la investigación de nuestro más rico pasado, y, eseniialmente,
la creación del Museo Nacional de Arte Romano. El 11 de febero de
1975 el Ministro de Educación y Ciencia, a la sazón D. Cruz Martínez
Esteruelas, expresaba en acto público su voluntad de crear este Museo.
Un Decreto, del 10 de julio del mismo año, hacía oficial esa decisión.
Pero las cosas no iban a ser tan fáciles.
Comenzó por adquirirse un solar, el <Solar de las Torres>>, bien co-
nocido en la bibliografía arqueológica de la ciudad por los hallazgos que
en su día allí se produjeron, y, lo que era nás importante, situado frente
al conjunto del Teatro y Anfiteatro. Esta ubicación, precisamente, fue
la que determinó su adquisición para Museo. Era lógico pensar, como
así ha sucedido, que su posición cercana a los referidos monumentos iba
a atraer a un buen número de visitantes. Por otra parte, el conjunto
quedaba definitivamente configurado con el Museo. Con todo'y con
eso, la oportunidad, ante la presumible importancia arqueológica del
solar, de poder recuperar un buen conjunto de ruinâs con el fin de incor-
porarlas al nuevo Museo era atrayente y de vital importancia, al poder
ser considerada esta acción como arquetipo de otras posibles ac-
tuaciones en la ciudad. El concurso de los profesores Maluquer de Mo-
tes y Blanco Freijeiro, por entonces, sucesivamente, responsalbes de la
arqueología nacional, fue definitivo para la consecución de estos'fines
ilevados a la prácr,ica por su entonces director, D. José Alvarez Sáenz de
Buruaga.
Por un momento, una vez que se realizaron las excavaciones, parecía
que el proyecto de construcción del Muséo había sido olvidado. Hubo,
pues, necesidad de redoblar los esfuerzos y de luchar contra una y mil
incomprensiones; fue, también, menester, por qué no decirlo, implicar a
varios políticos, buenos extremeños, que figuraban en el partido enton-
ces en el poder y en la oposición. Así, poco a poco, fue decantándose la
decisión definitiva: habría Museo. La Dirección General de Bellas A¡-
tes, a instancias de Don Dionisio Hernández Gil, Subdirector General
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de Patrimonio, decidió construir un Museo en Mérida que colmara las


aspiraciones de un yacimiento tan importante, y encargaba directamen-
te el proyecto al prestigioso arquitecto Don Rafael Moneo Vallés, quien
lo comenzaría en l98l para concluirlo casi cuatro años más tarde.

El edilicio
El edificio creado por Rafael Moneo para albergar las series emeri-
tenses ha sido, y es, muy polémico. Su grandiosidad, dentro de una
difícil sencillez, no deja a nadie indefdlente. Se podría decir, a fuerza de
sinceros, que cuenta con acendrados defensores, los mfu, y encendidos
detractores. Ha sido ya suficientemente analizado desde varios puntos
de vista, fundamentalmente el arquitectónico. Sin embargo, una crítica
museológica de solvencia aún no se ha realizado; sÓlo algunos comenta-
rios de personas ajenas a esta ciencia y cuya validez se nos antoja un tan-
to relativa.
El edificio, indudablemente, plantea ciertos problemas, sobre todo
en lo relacionado con la funcionalidad de algunos servicios y con el al-
macenaje de piezas, cuestión siempre difícil, pero que puede encontrar
una favorable solución. Pero los aciertos están a la vista. Para nosotros,
objetivamente, y excluyendo la parte que más nos puede afectar, la de la
instalación, obra de un equipo de jóvenes arqueólogos emeritenses que
hemos tenido la suerte de coordinar, Se trata de una unicun en materia
museológica, donde se dan, dentro de un esquema flexible, una serie de
factores, tratados con pasmosa sencillez, dentro de su dificultad, por el
arquitecto, eue, aun conocidos; muchas veces no se han tenido en cuen-
ta a la hora de afrontar un proyecto museolÓgico: los juegos de I'uces, la
contemplación de las piezas desde distintos planos y puntos de vista, la
claridad expositiva, la diafanidad de las vitrinas y su funcionalidad etc.
Una crítica muy generalizada, comprensible por otra parte, es la re-
lacionada con la excesiva altura de las naves, donde los arcos, casi fajo-
ries; €tl número de 9, repiten la altura del <Arco de Trajano>>, singular
monumento de la ciudad, tomado como arquetipo por su autor. La ver-
dad es que, a simple vista, a simple visita diríamos, es así: el Museo pa-
rece una obra grandilocuente que empequeñece el contenido. Pero, a
medida que <el ojo> se va haciendo al espacio, es posible apreciar el in-
terior del Museo con otro talante. La sensación de agobio desaparece
hasta êl punto que si, después de nuestra primera visita, se deja sentir la
ausencia de otras muchas piezas que llenen y <atiborren>> las paredes y
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muros del Museo, cuando hemos conseguido entender y calibrar el espa-


cio consideramos, al contrario, que no eS necesario <vestir> la totalidad
de las paredes con un mayor número de piezas, lo que, por otra parte,
conduciría irremediablemente a la <fatiga> del visitante, de la que he-
mos querido huir a toda costa.
Pasando a la descripción del edificio, se puede decir que la obra
comprende, fundamentalmente, un núcleo de hormigón paramentado
con ladrillo.
Ocupa prácticamente, una manzana de 4.500 metros
la fábrica,
cuadrados y en planta dibuja un trapecio un tanto irregular. Sus cuatro
fachadas son absolutamente diferentes,

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La occidentai, que se alinea a lo largo de la calle de José Ramón Mé-
lida, es dura y robusta, con unos altos contrafuertes que'definen su ca-
rácter y que cortan, de trecho en trecho, la enorme masa latericia; no
obstante, el arquitecto ha sabido imprimir un juego de matices que rom-
pen esa aparente monotonía. La disposición, cada vez más cerrada, del
rnuro y ios contrafuertes permite ir contemplando, a medida que se
avanza, tanto la fachada del Museo, como el esplendor del final del ho-
rizonte: el conjunto Teatro-Anfiteatro. Además, unas enormes cristale-
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ras, que propician una luz indirecta a la nave interior, coadyuvan a la


quiebra de esa referida monotonía. El recuerdo, lejano si se quiere, de
monumentos tardorromanos bien conocidos, es evidente. La fachada se
interrumpe para dar paso a un vano con jardín y tramo de calzada ro-
mana, sobre la que se construyó la pasarela de unión del área de exposi-
ción con el edificio <administrativo>>, donde se ubica la entrada princi-
pal del Museo, con un dintel de mármol con la palabra que define a la
institución, y sobre el que se dispone una hornacina que alberga una es-
cultura. Una puerta de bronce, de dos hojas, constituye un precioso
cierre del acceso principal y único para el público visitante. En ambos
hojas figuran, en bajorrelieve. las plantas de conocidos monumentos de
la ciudad, además de la propia del Museo.
La fachada meridional, acorde con su función, adopta un carácter
mfu doméstico, y en ella los vanos alternan el medio punto, en la zona in-
ferior, y el rectángulo en la superior, con contraventanas en estos últimos.
A naciènte, la fachada adquiere unas características muy sobresa-
lientes y hasta es posible intuir ciertas partes de estructura interna del
edificio, prácticamente inimaginable desde el exterior. Aquí la macicez
del muro se.ve interrumpida por vanos rectangulares y por el remate zi-
zagueante de los lucernarios a doble vertiente que se recortan en el aire.
Por fin, el frente septentrional, donde se produce una repentina ba-
jada, se solucidna, con extrema sencillez, con el acentuamiento de los
vanos, de¿lgo más de media circunferencia, lo que, una vez más, permi-
te quebrar el enorme macizo latericio.
En cuanto al edificio y su estructura, dos partes esenciales, o blo-
ques, se contemplan en él: el espacio de la derecha, con fachadas a
mediodía y oriente, con una clara función administrativa, a la que se
unen otros servicios del Centro, y el de la izquierda, el más monumen-
tal, dedicado a exposición y almacenes.
Una vez que se franquea la entrada, por una rampa, puede acçederse
a la nave principal del Museo, atravesando la galería antes referida.

Atravesadas ya las puertas de la gran nave grandes hojas


-dos
metálicas- Ros es dado contemplar ese enorme ámbito, en el que hasta
nueve veces se repite un arco y cuya cobertura la marcan unos lucerna-
rios que permiten lâ consecución de la luz natural, que (gn cascada>>
viene a invadir todos los ambitos del Museo. Básicamente, el esquema es
el de una arquitectura de muros con,numerosos intervalos en forma de
t 290 JOSE MARIA ALVAREZ MARTINEZ

Fig'.2'-Vista de la grsn nave del M'N'A'R'

vanos, pero dejemos la descripción de ese magnífico interior a su propio


autor, Rafael Moneo: (... una arquitectura pues, de muros en la que el
problema de los intervalos, las proporciones, los huecos etc. son los ele-
mentos claves... Pero este sistema de murgs paralelos se transforma' al
encontrarse con otro que con él interfiere, en sistefna de vaclos, hasta
producir en el tema central la ficciÓn de una nave... El sistema de muro¡
.transversales define asl toda una serie de naves que' por su condición de-
liberadamente secundaria, asumirán el carácter buscado por el Musèo...
Una serie de corredores y pasarelas da a estas naves la posibilidad de ser
ocupadas en altura, a un tiempo que permiten nuevas visiones de la nave
central... La intersección entre el sistema de muros y el sistema de vaclos
resuelve así la organización en planta del edificio que podría también
entenderse como un gran espacio único a modo de nave, en el que ob-
viarnente quedarán instaladas las piezas de más valor, y unos corredores
perpendiculares que pueden dar cobijo a colecciones menores más capa-
ces de provocar el interés del estudioso que el del gran público>.

Si, en vez de tomar camino de la zona de exposición, seguimos des-


cendiendo por la rampa antes cif.ada, llegaremos a una zona muy sute-
rente del Museo, eu€ no es visitada, dado su caråcter, si no por grupos
reducidos"
EL MUSEO NACIONAL DE ARTE ROMANO 291

En primer lugar nos encontrarnos con un largo túnel que permite el


acceso al conjunto Teatro-Anfiteatro. Era quizá, neceario, provOcar la
sensación de unidad no ya entre el Museo y ambos monumentos, sino de
éstos con las ruinas a las que nos referiremos. De todos modos' y sea co-
mo s€4, el hecho es que al visitante que pueda utilizar ese túnel le es fac-
tible evadirse del entorno que rodea al conjunto monumental y al Museo
y vivir, con toda tranquilidad, en ambiente propicio, el placer de la visi-
ta a un complejo romano de primer orden.

Figr 3.-^E/ túnel de comanicsción entre el M.N.A.R. y el Anfite.atro.

En el mismo plano, las ruinas de un buen tramo de la conducción


hidraúlica de <San Lâzaro>> nos sorprenden por su buen estado de con-
servación, con un Spiramen o respiradero incluso, y por la armonía que
ha sabido crear el arquitecto con su obra. Se trata de la recuperación de
un elemento definidor del conjunto urbano de Augusta Emerita; en este
caso, un acueducto.
En nuestro descenso llegamos a obtener otra perspectiva, ahora en
cuanto a su altura, del tramo hidraúlico, cuya base venía a enrasar con
el tablero de la calzada, ya referida, perfectamente conservada en el es-
pacio del Museo, que salía de un portillo de la muralla de la ciudad y, a
través de la denominada necrópolis oriental, venía a enlazar con el cami-
no de Coidubq. Su alineación sirvió para la definición urbana de un
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barrio extramuros, parte del cual se conserva en lo que llamamos <la


cripta del Museo>.
Esta construcción, espacio subterráneo que de alguna manera podría
recordar el esquema de ciertos criptopÓrticos romanos, constituye un in-
tento de ofrecer un espacio abierto definido por muros entre los que se
disponen numerosos arcos que soportan la estructura de la nave princi-
pal del Museo. En alguna ocasión, y esto hubiera sido lo deseable en to-
da esta zona, esos arcos ofrecen una mayor luz que la generalidad de los
mismos; con ello no sufren las ruinas. La crítica que cabe hacer a esta
<cripta> es, precisamnte, lo ya comentado: la poca luz de la mayoría de
los arcos. Unos arcos más diáfanos hubieran propiciado una mejor con-
templación del conjunto de las ruinas, cuya planta, a veces, no resulta
perceptible. En este caso sí que estaríamos legitimados, a nuestro enten-
der, a considerar la arquitectura del edificio como dominadora de las
ruinas. No obstante, tanto la iluminación indirecta desde la calle, como
la artificial y el tratamiento del suelo, en albero andaluz, producen una
sensación evocadora de un ambiente casi româno.

4.-Lu Cripta del Museo. En primer lérmino, las ruinas del potio de una caso.
, Fit.
Lo conservado en la cripta corresponde a una zona suburbana si-
tuacla cerca de la muralla, de la que una mínima parte apareció en la ex-
cavación del solar, y que comprende, fundamentalmente, zonas de habi-
tación y necrópolis.
EL MUSEO NACIONAL DEARTE ROMANO 293

Destacan las ruinas de una casa, con su peristilo y alae bien definidos,
e incluso con habitaciones decoradas con pinturas al fresco. Una de ellas
muestra, en dos fases perfectamente diferenciadas, unas representa-
ciones, a la manera del estilo de metopas, de zancudas, y su cronología
cae de lleno en los finales del siglo t y comienzos del siglo rr d. C., eü€
corresponderían a la primera fase, y otras, ya del siglo ttI d.C., superpues-
ta a la anterior, con las consabidas imitaciones de craslae marmóreas. Fi-
naliza el conjunto de esta casa con un nuevo patio con sus columnas.
Otras zonas de habitación se conservan, en parte, en el ángulo sud-
briental de esta singular área arqueológica. Esta vez, lo más señalado lo
constituye una habitación con entrada definida por dos columnas que
soportaron un arco de medio punto y paredes con pinturas al fresco. No
está de más señalar las circunstancias de la aparición de ciertos objetos
de uso común en la primitiva liturgia cristiana, lo que acaso sea un dato
a tener en cuenta en la consideración de dicha estancia como posible
oratorio cristiano.
I

En cuanto a la necrópolis, fueron varias las tumbas halladas, y su


horizonte cronológico va del siglo t d.C. al siglo Itt d.C. Dentro del con-
junto, lo más notable resulta ser un mausoleo con seis enterramientos
yuxtapuestos, del siglo tIt d. C., que aparecía cubierto con una bóveda
pintada.
Si atendemos al <edificio> o <bloque administrativo>>, éste compren-
de cuatro alturas: la inferiôr, ya descrita, la situada a la altura de la calle
y las dos superiores.
Estas plantas están dedicadas a todo lo que supone la administración
y los servicios técnicos del Museo. En la primera, además de los des-
pachos de dirección, secretaría y conservadores, que se repiten, en la
misma forma en la planta superior, se ubica el salón de actos, con un
aforo de 140 personas. Su esquema es muy original, ya que aparece deli-
mitado por un gran mueble, a manera de cerramiento, cuya parte exter-
na, acristalada, permite el almacenamiento y exposición de piezas me-
nores del Museo (cerámicas, vidrios, huesos, etc.), que, una vez ordena-
das, quedan a disposición de los estudiosos. El salón está dotado de los
medios oportunos.
La biblioteca, en la altura superior, es un diseño original, asimismo,
del arquitecto. Como en lo ya conocido en el salón de actos, es un
mueble, de las mismas características, el que proporciona el cierre del
espacio; en é1, libros y revistas se ordenan por materias y países respecti-
294 JOSE MARIA ALVAREZ MARTINEZ

vamente. El mobiliario de la biblioteca es, por lo demás, sencillo y fun-


cional con una calidad de diseño realmente muy alta.

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1

Fig.5.-Vista de la Biblioteca

Finalmente, además de una'pequeña sala de exposiciones temporales


situada en la planta baja, utilizada ala vez como pequeño salón de con-
ferencias y cursillos, y una sala de reuniones, äneja a la biblioteca, exis-
ten talleres de restauración y laboratorios. En cuanto a los primeros, el
de tratamiento de piezas de gran formato se encuentra, lógicamente, en
la planta baja y consiste en una gran superficie apta para el tratamiento
de pavimentos musivos, esculturas, elementos de arquitectuia etc. Exis-
te la posibilidad de acceder al taller directamente, desde la calle, con me-
dios mecánicos. Otro taller, dedicado a las piezas menores, se halla in-
mediatamente encima del referido. De laboratorios, hasta ahora, el úni-
co que funciona es el fotográfico, que citaremos más adelante.

La Exposición
I-as antiguedades emeritenses comenzaron a reunirse ya en el siglo
xvi, cuando Don Fernando de Vera y Vargas formó su colección epigrá-
fica en su palacio. Sus afanes se verían secundados por sus más inme-
diatos sucesores. Igualmente, en el siglo xvll, a instancias del Ayunta-
rniento y, sobre todo, cle Don Agustín Francisco Forner y Segarra,
padre del conocido literato Juan Pablo Forner, y del Fadre Domingo de
EL MUSEO NACIONAL DE ARTE ROMANO 295

Nuestra Señora, se forma el denominado <Jardín de Antigüedades>,


donde se conservaron numerosos objetos procedentes de diversas zonas
de la ciudad.
Será en el siglo xvIII cuando, de alguna trnanera, comience el período
de excavaciones regulares en la ciudad, a cargo, las primeras, de Don
Francisco de Villena y Mosiño. Los hallazgos ya eran suficientes como
para que en 1838, como consecuencia del proceso de Desamortización,
el Estado ceda para Museo la Iglesia del Convento de Santa Clara, don-
' de se instalan por fin las series emeritenses. La Subcomisión de Monu-
mentos de la ciudad procuraría continuamente nuevos ingresos de fon-
dos, que ya en 1910, momento en el que se realizó el primer inventario,
llegaban a 557 .
En esas fechas, D. José Ramón Mélida, con la inestimable ayuda del
arqueólogo local D. Maximiliano Macías Liârez, comienza las excava-
ciones sistemáticas en el conjunto monumental emeritense. Teatro, An-
fiteatro, Circo, necrópolis etc. son sucesivamente exhumados, en una
actividad muy considerable llevada a cabo entre l9l0 y 1936. Los fon-
dos del Museo, ya incorporado en 1939 a la tutela del Cuerpo Facultati-
vo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, aumentan hasta el nú-
mero de 3.000 piezas.
A partir de entonces, con la reanudación de las excavaciones, la anti-
gua iglesia ya no resulta suficiente para albergar tan considerables
hallazgos. Los proyectos de construcción de un nuevo Museo el
-en
Convento de Santo Domingo, en el Conventual Santiaguista- no cris-
talizan. La situación resulta cada día más difícil y comprometida y el di-
rector del Museo se ve obligado a habilitar barracones en el recinto de la
Alcazaba para el almacenaje de piezas. Y así hasta que los anhelos y la
lucha del responsable del Centro se ven compensados con la construc-
ción de este gran edificio.
Teniendo en cuenta las más de 35.000 piezas que ha podido reunir la
institución, su carácter variado y lo excepcional de muchas de ellas, era
factible aspirar a presentar un esquema de lo que pudo ser no la to-
-si
talidad, si buen número de aspectos- la vida cotidiana en Augusta
Emerita. La importancia del yacimiento, por otra parte, como ya se ha
dicho, permitía pensar en conseguir para Mérida el gran Museo de la
Hispania romana.
Con este criterio, eminentemente didáctico, pues, nos, planteamos,
en las tres alturas que ofrece Iazona de exposición, el montaje. En la
296 JOSE MARIA ALVAREZ MARTINEZ

planta baja, en sus mayores dimensiones, existían dos zonas bien dife-
renciadas: una, a la izquierda, con espacio y estructura idÓneos para la
colocación de grandes esculturas y pavimentos musivos, y otra, la de la
derecha, en forma de nave transversal, en la que, con un criterio axial,
se podían exponer numerosas piezas de todo tipo, sobre pedestal o en
pared. El fondo de la nave, en arco mayor que el de la media circunfe-
rencia, delimitaba una celdilla, situada tras un pasillo, apenas percep-
tible en la lejanía, y adecuadapara ubicar piezas relevantes, con la garra
necesaria para invitar a llegar hasta ellas al visitante.
La flexibilidad del edificio, desde luego, ofrecía varias alternativas a
la instalación, pero nosotros elegimos, por considerarlo más eficaz, el
criterio didáctico, dando a cada sector -nave transversal, espacio
central y celdiilas de la zona izquierda- unidad en cuanto al tema. Así,
cada espacio de la planta baja expone una materia específica de la vida
cotidiana emeritense, bien reflejada por la exposiciÓn de piezas-tipo ca-
paces de explicar la realidad que se pretende hacer llegar al visitante.

Fig. 6.-,,{.tpeclos de las instalaciones del M.N.A.R. Nave. principol.

I-as piezas de gran fornnato encontraron su correcto acomodo, bien


sobre pedestales, de granito y de variadas formas y tamaf,os de acuerdo
con las piezas, dei mismo tipo del que forma el pavimento, bien en la pa-
red. Las piezas pequeñas, en las correspondientes vitrinas.
EL MUSEO NACIONAL DE ARTE ROMANO 297

Las vitrinas contienen piezas que, ora hacen referencia a motivos re-
lacionados con los del conjunto general de la sala, ora responden a
hallazgos producidos en los yacimientos arqueológicos que se con-
templan en las mismas. Suponen estos contenedores un diseño exclusivo
del arquitecto, original, práctico, sencillo y ciertamente muy agradable,
con el único, pero importante imponderable, a solucionar, de la falta de
climatización de los mismos. Todas las vitrinas constan de una estru-
cutra de latón, con cristales blindados y un fondo de estuco, de color ro-
jo pompeyano o blanco, según los casos. Las de la planta baja, de pie,
además comprenden un zícalo de mármol y un suelo de madera, y, por
su estrucutra, permiten el paso al interior de una persona, en el momen-
to de efectuar operaciones de limpieza, etc.. Diversas baldas y otros sis-
temas de sujeción permiten disponer las piezas a la altura deseada, ya
formando grupos, ya de forma individual. Existen, tambiên, otros tipos

FiS. 7.-Una vitrina de lø planta baja del l[useo

de vitrina, expositores en forma de mesa, con pedestal de madera, don-


de se disponen piezas más o menos planas como lucernas, huesos, obje-
tos de orfebrería, etc.
En cuanto a la rotulación, en dos líneas se especifican los datos que
sirven para definir sumariamente a las piezas. La de los objetos conteni-
298 JOSE MARIA ALVAREZ MARTINEZ

dos en vitrinas se realiza a través de tacos de maderas que hacen referen-


cia a unos números metálicos situados junto a los objetos. Más ¿s1¿lla-
da es la información del contenido de cada sala o estancia del Museo, en
grandes tableros grises que armonizan perfectamente con el conjunto y
en los que se disponen, además del texto consiguiente, dibujos, gráficos,
mapas, etc. y todo lo que pueda servir para la explicación más sencilla y
directa.
La información, en suma, que el Museo proporciona ai público es
sencilla, básica, pero, de alguna manera, completa. En sucesivas fases,
de acuerdo con la marcha del Museo, esta información se verá incre-
mentada con mapas, maquetas y otros medios sobre los diversos monu-
mentos o áreas arqueológicas de la ciudad, así como sobre ciertos aspec-
tos del mundo romano. Uno de los proyectos más importantes en este
sentido es el de la realización de una maqueta de Augusta Emerita,la-
bor, por otra parte, ffiüy compleja, por los problemas que ofrece la
arqueología urbana emeritense.
Pasamos a continuación a informar sobre los diversos apartados y
aspectos que ofrècen las salas.
Planta Baio
Los tres primeros espacios están dedicados a los edificios de espectá-
culos: Teatro, Anfiteatro y Circo.
Los espacios de la izquierda, a manera de grandes celdas, están ocu-
pados por la estatuaria monumental procedente del Teatro. En princi-
pio se pensó en realizar una restitución, más o menos exacta, del lugar
que ocuparon en el frente escénico, de acuerdo, fundamentalmente, con
los datos proporcionados por José Ramón Mélida; pero, una vez que se
realizaron las correspondientes réplicas.y se situaron en el posible lugar
que en su día ocuparon, nos pareció superfluo repetir dicho esquema.
La instalación ha sido, definitivamente, realizada con criterios estéticos
y se ha dispuesto en tres ámbitos unidos por unos preciosos arcos' por lo
que los puntos de vista que pueden obtenerse son múltiples. Destaca la
colocación de la efîgie de Plutón, sobre alto pedestal, de acuerdo con su
concepción. Preside el conjunto la magnífica estatua de Ceres, sedente.
A la derecha, en la nave transversal, la sala I muestra objetos relaci-
nados con el Anfiteatro y el Circo: lápidas commemorativas de la
inouguratio del Anfiteatro, restitución de la balaustrada con pinturas
alusivas alos ludi circenses,la lápida que recuerda la restauración del
Circo entre los años 337 y 340 d.C., etc.
EL MUSEO NACIONAL DE ARTE ROMANO 299

En la sala II se ha intentado una restitución simbólica del eje central


del Teatro, cuyo sentido político y religioso hemos querido destacar. La
importante galería de retratos imperiales: Augusto, Agrippina, Druso,
Tiberio, las efigies de los posibles seviri del culto imperial, o la thymèle
de la orchestrq del Teatro, son una buena muestra del conteniclo reli-
gioso y propagandístico del monumento. Por fin, en la sala III, la histo-
ria física del singular edificio emeritense, con sus refecciones más no-
tables, a la que pertenecen los elementos arquitectónicos allí expuestos,
la de la época de Trajano y la del tiempo de los hijos de Constantino.
Las salas IV y V están dedicadas a las religiones. Augusta Emerita
fue un considerable foco de atracción para numerosos contingentes de
población llegados desde todos lo puntos del Imperio, y ello explica la
variedad de cultos aquí desarrollada: los oficiales del Estado, el de las
deidades del panteón clásico, los relacionados con los dioses orientales y
los genuinamente autóctonos. Destacan las esculturas y epígrafes halla-
dos en el área del santuario de Mitra, cuyo (acmé> puede centrarse en la
segunda mitad del siglo tI, período en el que brilla la personalidad del
gran poter patrum, Gaius Accius Hedychrus. De otra parte, el
magnífico mosaico de Annius Bonius, con el tema de Baco y Ariadna, la
efigie del Genius coloniae, así como otra que, al parecer, corresponde a
un sacerdote, hallada en unas excavaciones, configuran un buen con-
junto al que hay que añadir varios epígrafes referentes a divinidades,
entre los que destacaríamos el de Proserpina, que preside la vitrina de la
Sala V.

Los ritos funerarios ocupan otra sala, la VI. De las excavaciones


efectuadas en las áreas de cementerios que rodeaban a la ciudad, proce-
den numerosas piezas que perminten presentar una variada tipología de
enterramientos, tanto de inhumación como de incineración. A destacar,
además de un buen número de lápidas, aras, cipos, estelas, que men-
cionan diversos difuntos y sus circustancias, una cuppct, y la sepultura
con basamento escalonada del legionario Zósimo, bene.ficiarius que fue
dela Legio VII Gemina.
Todavía por instalar de manera completa está todo lo referente a la
casa romana emeritense. De momento, un mosaico, el del Rapto de
Europa, puede ser un buen exponente de la calidad de los pavimentos
musivos de las casas de la colonia. Lo más destacado, no obstante,
corresponde a la restitución de la decoración pictórica de una casa ro-
300 JOSE MARIA ALVAREZ MARTINEZ

FU. g.-/spec to de. ta futa Y, æpacio de la izquierda, con esculturas del kntuorio de Mitro.
EL MUSEO NACIONAL DE AR.TE ROMANO 301

FiS.9.-Vista de tres se.cciones del Museo: mundo guenero, la cøsa y el Foro, respctivamente'

mana. Son pinturas de género, obra de un buen artesano, no exento de


cierta calidad dibujística, que sabía satisfacer el gusto de los clientes
plasmando las escenas más en boga en el siglo Iv d.C., fecha a la que
corresponden los lienzos: el circo y la caza. Se pretende' y actualmente
se trabaja en el proyecto, conseguir un ambiente de interior, a lo que
ayudará la colocación de un pavimento musivoy, qvizâ, algún mueble.

Fig. 10.-Reconstrucción de la decoración pictóricø de una mqnsión emeritense,


302 JOSE MARIA ALVAREZ MARTINEZ

Finalmente, al Foro (al Forum coloniøe fundamentalmente) se han


asignado las últimas salas IX y X-. Las recientes excavaciones
-VIII,
en el área del <Templo de Diana)), y en el pórtico anejo, han dado como
resultado el descubrimiento de importantes estructuras que nos acercan
al carácter de esa área forense para uso de la civitas.
Del Foro destacaba ese pórtico monumental aludido. De allí proce-
den las estatuas de personajes togados, cuyos cuerpos, al menos, fueron
obra del escultor local, Gaius Aulus, cuya calidad artística es manifies-
ta. Al mismo conjunto pertenecían clípeos o medallones con figura-
ciones de Júpiter Ammon y Medusa, y que formaban la decoración del
ático de ese pórtico, junto a cariátides que flanqueaban los medallones.
La situación de estas singulares piezas en el fondo de la gran sala resulta
francamente espectacular, y quizâ constituye lo que podríamos conside-
rar el <<poster>> del Museo. Los detalles de la ejecución de estos clípeos y
cariátides pueden ser perfectamente apreciados por el público a través
de los fragmentos de los mismos que se han dispuesto en la sala VIII.
Capiteles, diversos elementos de arquitectura de una colosal estatua de
emperador en traje militar completan la exposición;

Fig. 11.-La decoración del Pórtico del Foro de la Colonia.


EL MUSEO NACIONAL DE ARTE ROMANO 303

Planta intermedia
En este espacio, dividido en nueve salas, en semipenumbra, se orde-
nan diversas vitrinas de pared, en dos cuerpos, y expositores-bandejas,
que contienen las piezas pequeñas correspondientes a las artes in-
dustriales atestiguad as en Emerita. La cerámica, el vidrio, los objetos de
hueso, sin olvidar una modesta pero importante colección de orfebrería
y la numismática se exhiben con todo lujo de detalles y las explicaciones
pertinentes.
Impresionantes resultan, en verdad, las colecciones de vidrio del
Museo, en las que puede apreciarse una variada tipología, de una ampli-
tud cronológica bien dilatada, y que resulta corresponder, bien a pro-
ducciones genuinamente emeritenses o a importanciones bien documen-
tadas, Resaltaríamos, sin desdeñar a las demás series, la sección de obje-
tos de hueso, cuya variedad en formas y utensilios es completa.
Dentro del apartado de numismática, parcela no excesivamente bien
representada en el Museo, destacamos las emisiones emeritenses, de las
que el Centro, después de la adquisición de varias colecciones, posee
una buena muestra de todos sus tipos.
Interesante resulta igualmente la reconstrucción, más o menos apro-
ximada, de un columbarium, donde se sitúan las urnas cinerarias en los
respectivos loculi.
En esta planta se ha pretendido dar al público una información
exhaustiva, con la especificación de tipos y usos de los objetos que se ex-
ponen, así como circunstancias de la fabricación de los mismos, su difu-
sión comercial etc. Son datos que reflejan importantes aspectos de la vi-
da cotidiana emeritense.

Planta superior
La planta superior del Museo es idónea para presentar en ella otras
Series que, dentro de su contexto como veremos, están compuestas por
lápidas, esculturas y, sobre todo, mosaicos, que a esta altura pueden ser
contemplados perfectamente, aunque existe la posibilidad de poder exa-
minarlos a baja y media altura.
La magnífica luz cenital realza considerablemente piezas escultóri-
.cas, tales como la serie de retratos de la escuela emeritense, o inscrip-
ciones sobre lápidas, aras o cipos.
Muestra, en su conjunto, este último piso del Mrñeo, otras facetas
de la vida romana en Augusta Emerita, QUe pueden'ser asimiladas con
ayuda de la información que se proporciona.
304 JOSE MARIA ALVAREZ MARTINEZ

La sala I comprende la exposición de aquellos documentos, epigráfi-


cos esencialmente, que se refieren a cargos públicos de la administración
provincial o de la local. Un pequeño apartado, que, algún día, posible-
mente, sea instalado, en unión de otras piezas, en la zona baja donde se
conserva un tramo de la conducción hidraúlica de <San Lázaro>>, nos
explica el funcionamiento de los servicios de abastecimientos de agua a
Augusta Emerita, donde, incluso, conocemos el nombre de estos cana-
les, Aquo Augusta.
I.a visión del gran mosaico de <Las Tiendas> resulta espectacular
por las grandes dimensiones del mismo y por la calidad de su cuadro
central con escena cinegética y cenefa con el busto de las Cuatro Esta-
ciones.
El siguiente apartado está asignado a mostrar una realidad que po-
cos conocen y que para más de un visitante pueda constituir una sorpre-
sa¡ el territorio colonial deAugusta Emerita.
La colonia, según nos informan los gromáticos de la época, recibió
url extenso territorio, de casi 20.000 kilómetros cuadrados, sin cuya con-
sideración mal se pueden comprender muchos aspectos de la vida social
y económica de la urbe. En la sala se recogen los documentos arqueoló-
gicos procedentes de la excavación de diversas villae de esa entidad terri-
torial, de las cuales la de <Las Tiendas> es una muestra importante.
La sociedad emeritense se desmenuza, en la medida de nuestras posi-
bilidades, en las dos siguientes salas. En la primera se pasa revista a la
procedencia de los aquí asentados. En su día un gran mapa podrá de algu-
na manera ilustrar mejor el conjunto de procedencias y de puntos, a la in-
versa, donde se han encontrado referencias a ciudadanos emeritenses.
Esa sociedad, analizadaya en cuanto a su procedencia, estaba ocu-
pada en múltiples actividades. Las fuentes no han sido parcas en este
sentido y así conocemos el nombre de algún célebre emeritense como el
poeta Deciano, abogado de prestigio en la propia Roma, þero el caudal
más abundante de esa inforrpación acerca de las profesiones de los eme-
ritenses se debe a la epigrafía y las excavaciones que han proporcionado
todo tipo de utensilios que instruyen acerca del trabajo por ellos desem-
peñado. Descuellan, fundamentalmente, militares y médicos entre los
gremios mejor conocidos, aunque tenemos noticia de panaderos, alfare-
ros, vidrieros, ceramistas, escultores, artistas, etc., como puede apre-
ciarse en la sala IV.
Quizá una de las colecciones más sobresalientes del Museo sea la de
retratos, obras fundamentales de la escuela emeritense. Los escultores
EL MUSEO NACIONAL DE ARTE ROMANO 305

que trabajaron en Emerita, prácticamente sin solución de continuidacl


entre los primeros mornentos de la vida en la ciudad y el siglo ur, consti-
tuyen un buen ejemplo de una vigorosa realidad artística en un nricleo
de población provinciano. Ya hemos hecho mención a la poderosa per-
sonalidad de Gaius Aulus, autor del encargo oficial del Foro y a su
nombre había que sumar una buena nómina de artistas, entre ellos De-
metrios y otros, de nombre desconocido, capaces de llevar a su máxima
expresión el arte del retrato caracterizado por ese realismo veraz y ese
pequeño intento de penetración psicológica en el personaje representa-
do. Las salas V y VI exponen ejemplos relevantes, que se ven realzados
en sus pedestales, o bandejas de pared, según los casos, y por esa luz na-
tural desbordante que es capaz de poner de inanifiesto hasta el más
mínimo detalle de las efigies.
No podía faltar en la exposición una consideración de la vida intelec-
tual de Augusta Emerita, cuyas muestras son perceptibles a lo largo de
todo el Imperio, pero, quizâ, más nítidamente en el siglo lv d.C. La
representación de una Musa, obra quizët tosca, pero no exenta de cierta
gracia, el <Mosaico de los Siete Sabios>, de incuestionable interés ico-
nográfico, o diversas inscripciones en verso son una buena prueba de la
mentalidad de esos espíritus selectos de la ciudad.
Por fin, la sala VIII, dedicada a la Mérida paleocristiana y visigoda,
representa la conexión de este Centro con el futuro Museo del Arte y la
cultura visigoda que la ciudad necesita para la exposición de ese rico
acervo arqueológico. La importancia de Emerita como sede episcopal,
desde los comedios del siglo vt y vIII al socaire de las fuertes personali-
dades de sus obispos hicieron posible el desarrollo, desde el foco emeri-
tense, del arte hispano de época visigoda.
La exposición, en suma, ha pretendido acercar al público a una serie
de facetas de la vida ciudadana extensión al ámbito territorial-
-con
enAugusta Emerita, con sus gentes, su organización política, s¡rs cultos,
su vida privada, sus espectáculos, su arte, etc... En sucesivas fases se
irán perfilando mejor estos aspectos con la ayuda de maquetas, mapas,
diagramas, medios audiovisuales, etc... Posiblemente, ese .es al menos
nuestro más ferviente deseo, el Nacional de Arte Romano de Mérida
pueda ser considerado como uno de los más importantes centros expo-
nentes de los aspectos de la Romanización, de la pørs occidentqlis del
Imperio.
306 JOSE MARIA ALVAREZ MARTINEZ

El interés del público ha compensado nuestro esfuerzo, y así, entre


los meses de mayo y diciembre de 1986, han sido 100,987las visitas pro-
ducidas. En lo que va de af,o las perspectivas son de incremento de esta
visita.
Servicios del Museo
El Museo cuenta con una serie de servicios que pasamos a enumerar
a continuación, aunque algutlos de ellos, debido a lo reciente de la
inauguración y al cumplimiento estricto del programa' que contempla
fases prioritarias, no están en plena actividad.

FiS. t}.-Trabajas de restuuración de un mosaico del M.N.A.R.


EL MUSEO NACIONAL DE ARTE ROMANO 307

Talleres de restouración
Existen dos zonas dedicadas a estos menesteres' una' en la planta ba-
ja, ya descrita, y otra, de las mismas dimensiones, igualmente referida,
pero dividida en diferentes departamentos para el tratamiento, consoli-
dación y lestauración, en su caso, de piezas de pequeño formato' Esta
y
sección comprende talleres de restauración, laboratorios, almacenes
despachos de trabajo para los profesionales a cargo de la misma.
El servicio de restauración ha sido de nueva creación, ya que el anti-
guo Museo, por falta de presupuesto y medios, careció de él a lo largo de
casi toda su andadura. Podemos suponer, aunque es mucho lo ya realiza-
do con motivo de la inauguración, la ingente tarea pendiente.

Servicio Fotográfico
También de nueva creación, se viene estructurando y cuenta ya con
importantes medios, entre los que destacamos diversas máquinas de
características idóneas para la reproducción gráfica de objetos artísticos
y un completo laboratorio fotografico. El servicio, al frente del cual se
halla un cualificado profesional, atiende a todo lo referente a la docu-
mentación gráfica del Museo (Inventario General y Archivo Fotográfi-
co) y a las consultas y peticiones dé diversas entidades y particulares.
El Archivo Fotográfico, bien estructurado por materias, contiene
fotogramas no sólo referentes a las propias piezas del Museo, sino tam-
bién a las diversas áreas arqueológicas de la ciudad, a varios yacimientos
de la Hispania romana y a algunos del extranjero. Está a la completa
disposición de los investigadores que lo soliciten. Igualmente existe un
amplio catálogo de diapositivas --en color y blanco y negro- con refe-
rencias a los temas ya enunciados. Finalmente, una fonoteca, con gra-
baciones que corresponden a congresos celebrados en la ciudad o confe-
rencias impartidas en el Museo, y videoteca con títulos facilitados por
diversas instituciones a los que se irán sumando los que el propio Museo
pueda realizar para los servicios de Extensión Cultural.

Inventario. Catalogación de Fondos. Almacenes.


La esencial función de control de piezas está coordinada por dos con-
servadores, aunque para el desarrollo eficaz de esta tarea ha sido preciso
dividir el Museo en varias secciones al frente de cada una de ellas se en-
cuentra uir especialista; son éstas: Arquitectura, Escultura, Pintura y Mo-
saico, Epigrafía, Numismática, Vidrio y Artes Menores, y Cerámica.
308 JOSE MARIA ALVAREZ MARTINEZ

Biblioteca
El Museo, como centro de investigación de primer orden cuenta con
una biblioteca especializada, en el mundo romano fundamentalmente,
aunque se contemplan otras secciones como las de Prehistoria, Epoca
visigoda, Período Arabe, Historia de Extremadura, Arte y Etnografía y
Folklore,
El número de títulos de esta biblioteca especializada es de más de
4.500 hasta hoy. Entre las obras, importantes enciclopedias, dicciona-
rios y monografías relacionadas con las secciones del Museo. En cuanto
a revistas, contamos con 278, de diversas nacionalidad, de las que 84 se
reciben en concepto de intercambio.
La Biblioteca está abierta a todos los investigadores que lo soliciten.

Servicio de Extensión Cultural


Actualmente en proceso de formación, cuenta con varias secciones y
apartados: visitas al Museo, actos culturales, labor didáctica, medios
auciiovisuales, exposiciones temporales, etc.
La actividadrealizada por el Museo durante el Curso 1986-87 ha si-
do muy importante y ha constituido un cierto carácter extraordinario
con motivo de la inauguración del Centro. En la organización de dichos
actos ha intervenido decisivamente al Asociación de Amigos del Museo.
El ciclo más importante de conferencias ha estado dedicado a las ciuda-
des romanas de Hispania; han sido 26las conferencias, a cargo de los
más cualificados especialistas del país, que han pasado revista a proble-
mas fundamentales dela Hispania romana.
También, en colaboración con el I.C.E. de la Universidad de Extre-
madura y la <Semana de Extremadura en la Escuela> se han programa-
do unos <Cursos de Guías Escolares del Museo Nacional de Arte Roma-
no)), que han consistido en la explicación pormenorizada de lo que es un
museo moderno en general, y del Museo Nacional de Arte Romano en
particular, con todas sus dependencias y servicios, a diversos profesores
de E.G.B., que han alcanzado así el nivel de conocimientos necesarios
para convertirse en eficaces guías de varios grupos de alumnos. Con las
mismas instituciones se ha llevado a cabo una muy ambiciosa campaña
de difusión del Centro en el marco de la Comunidad Autónoma de
Extremadura, lo que ha permitido que el mensaje del museo haya podi-
do llegar hasta los más apartados rincones de la geografía regional. Los
resultados han sido óptimos.
EL MUSEO NACIONAL DE ARTE ROMANO

Este primer año de actividades, a las que habría que añadir otras co-
mo cursos de diversos tipos, conferencias varias, ha sido el primer con-
tacto del Museo con la sociedad en la que se inserta y la prueba evidente
de la vocación de la Institución por difundir lo que pueda redundar en el
conocimiento de nuestro pasado romano.
otros servicios del Museo están en relación, lógicamente, con la ad-
ministración, personal, mantenimiento etc.
El Museo Nacional de A¡te Romano, en suma, quiere ser un centro
moderno, en el que se conserven, con todas las garantías que hoy nos
son permitidas, las piezas y objetos resultantes de la investigación del
yacimiento arqueológico de Augusta Emerita, y desde el que se lleve a
cabo por auténticos profesionales una considerable labor de investiga-
ción y difusión del período romano, no sólo ya en lo referente al estricto
ámbito local, sino al peninsular. Por ello el complemento ideal de este
Museo sería la creación del centro Nacional de Estudios Romanos, cu-
ya formación venimos propugnando desde hace algún tiempo un buen
número de investigadores.

JOSE MARIA ALVAREZ MARTINEZ


Director del Museo Nacional de
Arte Romano en Mérida
BIBLIOGRAFIA

La bibliografía sobre el Museo Nacional de Arte Romano, antes y después de la


inauguración del Centro, resulta abundante y los títulos sobre diversos aspectos del Museo
también. Destacamos a continuación lo publicado de carácter general, bjen sobre el Mu-
seo o sobre sus colecciones,

ALMAGRO BASCH, M.: Guía de Mérida. Madrid, l98l (9." ed.).


ALVAREZ SAEZ DE BURUAGA, J, i Museo Nacional de Arte Romqno. Guía breve.
Mérida, 1979.
ALVAREZ SAEZ DE BURUAGA, J.: M,M.A.P.,1943-1961.
ALVAREZ SAEZ DE BURUAGA, J.: Panoramq de la arqueologíø emeritense. Bada-
joz,1984.
Augusta Eme.ritq. Actas del Simposio Internacional del Bimilenorio de Mérido.
Madrid, 1976.
BARRERA ANTON, J. de la: Los capiteles romsnos de Mérida. Mérida, 1984.
BLANCO FREIJEIRO, A.: Mosaicos romanos de Mérida. Madrid, 1978.
CALDERA DE CASTRO, P.: <El vidrio romano emeritense>> en Augusta Emerita L
Madrid, 1983, págs. I I y ss.
CAPITEL, A.: <Notas sobre la composición del Museo Nacional de Arte Romano>.
Revistu de Arquileclurq,l9Sl-1985, págs, 136 y ss.
FRECHILLA, J.: <El Museo Nacional de A¡te Romano en Mérida. El carácter es la
construcción>>. Lópiz, número 37. Noviembre de 1986, págs. 5l-54.
FRECHILLA, J,: <Museo de Arte Romano. Mérida>. Revista de Arquitectura,l9Sl-
1985, págs. I l3 y ss.
GARCIA Y BELLIDO, A.: Esculluras romanqs de España y Portugol. Madrid, 1949.
GARCIA IGLESIAS, L.: Epigrslío romans de Augusto Emerita. Madrid, 1973.
GIL FARRES, O.: <Lucernas romanas decoradas del Museo emeritense> Ampurias
IX-X, 1947-48.
GIL FARRES, O.: <La ceca de la colonia Augusta Emerita>. AEspA, XIX, número
U,1946, págs. 209 y ss.
MELIDA ALINARI, J. R.: Cqtdlogo Monumental de España. Provincia de Badojoz.
Madrid, 1925.
<Museo de Arte Romano. Mérida>. Revisto El Croquis. Abril, 1985, págs. 73 y ss.
VALDES, F.: <El Museo Nacional de Arte Romano en Mérida. Detrás de la aparien-
cia>>. Ldpiz, número 37, noviembre de 1986.

En la actualidad se encuentra en prensa, en el Ministerio de Cultura, la primera Guía


de las nuevas instalaciones. Ha sido redactada por Trinidad Nogales Basarrate, Agustín
Yelâzquez Jiménez, José Luis de la Barreta Antón, Pilar Caldera de Castro y José María
Alvarez Martinez, que forman el Equipo Técnico del Museo, a quien se debe el estudio de
la instalación del M,N.A.R,

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