El Museo Nacional de Arte Romano
El Museo Nacional de Arte Romano
El Museo Nacional de Arte Romano
DE
frSTLJDIOS
EXTREMEI\OS
(ITUNDADA EN 1927t
DIRECToR: MANUEL PECELLIN LANCHARRO
BAD AIOZ
DEPARTAMENTO DE PUBLICACIONES DE LA
Antecedentes. Lq denominución
Posiblemente, la denominación de Museo Nacional de Arte Romano
no sea muy acertada y sí la de Museo Nacional Romano. Ya el viejo Mu-
seo emeritense recibió en su día, antes de su anterior calificativo de Mu-
seo Arqueológico de Mérida, el nombre de Museo Romano, por el que
se entendía un centro exponente de varios aspectos de la civilizaciÓn ro-
mana en un lugar concreto, Augusta Emerita, Y tro, en exclusividad, los
artísticos.
por otra parte, la categoría incuestionable de las series emeritenses,
quizá las más completas del país en su género, no habían sido aún valo-
radas en Su justa medida y era, por tanto, preciso un reconocimiento
oficial, por lo que se pensÓ que la consideración de Nacional no era en
modo alguno, antes al contrario, desmedida. Además, se presentaba,
casi por primera-vez, la ocasiÓn de poder consagrar un Museo a uno de
los más importantes procesos.históricos de la Peninsula: el de la Roma-
nización. LaS colecciones emeritenses, completas y variadas, servían ød
hoc paraeste propósito. A través de ellas, era una manera de acercarse a
esa realidad histórica, que el yacimient<.r augustano, bien que no en
exclusividad, podía ofrecer perfectamente.
La decisión vino de la mano de una commemoraciÓn importante pa-
ra la ðiudad, y que los emeritenses de nuestra generación hemos tenido
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El edilicio
El edificio creado por Rafael Moneo para albergar las series emeri-
tenses ha sido, y es, muy polémico. Su grandiosidad, dentro de una
difícil sencillez, no deja a nadie indefdlente. Se podría decir, a fuerza de
sinceros, que cuenta con acendrados defensores, los mfu, y encendidos
detractores. Ha sido ya suficientemente analizado desde varios puntos
de vista, fundamentalmente el arquitectónico. Sin embargo, una crítica
museológica de solvencia aún no se ha realizado; sÓlo algunos comenta-
rios de personas ajenas a esta ciencia y cuya validez se nos antoja un tan-
to relativa.
El edificio, indudablemente, plantea ciertos problemas, sobre todo
en lo relacionado con la funcionalidad de algunos servicios y con el al-
macenaje de piezas, cuestión siempre difícil, pero que puede encontrar
una favorable solución. Pero los aciertos están a la vista. Para nosotros,
objetivamente, y excluyendo la parte que más nos puede afectar, la de la
instalación, obra de un equipo de jóvenes arqueólogos emeritenses que
hemos tenido la suerte de coordinar, Se trata de una unicun en materia
museológica, donde se dan, dentro de un esquema flexible, una serie de
factores, tratados con pasmosa sencillez, dentro de su dificultad, por el
arquitecto, eue, aun conocidos; muchas veces no se han tenido en cuen-
ta a la hora de afrontar un proyecto museolÓgico: los juegos de I'uces, la
contemplación de las piezas desde distintos planos y puntos de vista, la
claridad expositiva, la diafanidad de las vitrinas y su funcionalidad etc.
Una crítica muy generalizada, comprensible por otra parte, es la re-
lacionada con la excesiva altura de las naves, donde los arcos, casi fajo-
ries; €tl número de 9, repiten la altura del <Arco de Trajano>>, singular
monumento de la ciudad, tomado como arquetipo por su autor. La ver-
dad es que, a simple vista, a simple visita diríamos, es así: el Museo pa-
rece una obra grandilocuente que empequeñece el contenido. Pero, a
medida que <el ojo> se va haciendo al espacio, es posible apreciar el in-
terior del Museo con otro talante. La sensación de agobio desaparece
hasta êl punto que si, después de nuestra primera visita, se deja sentir la
ausencia de otras muchas piezas que llenen y <atiborren>> las paredes y
288 JOSE MARIA ALVAREZ MARTINEZ
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La occidentai, que se alinea a lo largo de la calle de José Ramón Mé-
lida, es dura y robusta, con unos altos contrafuertes que'definen su ca-
rácter y que cortan, de trecho en trecho, la enorme masa latericia; no
obstante, el arquitecto ha sabido imprimir un juego de matices que rom-
pen esa aparente monotonía. La disposición, cada vez más cerrada, del
rnuro y ios contrafuertes permite ir contemplando, a medida que se
avanza, tanto la fachada del Museo, como el esplendor del final del ho-
rizonte: el conjunto Teatro-Anfiteatro. Además, unas enormes cristale-
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4.-Lu Cripta del Museo. En primer lérmino, las ruinas del potio de una caso.
, Fit.
Lo conservado en la cripta corresponde a una zona suburbana si-
tuacla cerca de la muralla, de la que una mínima parte apareció en la ex-
cavación del solar, y que comprende, fundamentalmente, zonas de habi-
tación y necrópolis.
EL MUSEO NACIONAL DEARTE ROMANO 293
Destacan las ruinas de una casa, con su peristilo y alae bien definidos,
e incluso con habitaciones decoradas con pinturas al fresco. Una de ellas
muestra, en dos fases perfectamente diferenciadas, unas representa-
ciones, a la manera del estilo de metopas, de zancudas, y su cronología
cae de lleno en los finales del siglo t y comienzos del siglo rr d. C., eü€
corresponderían a la primera fase, y otras, ya del siglo ttI d.C., superpues-
ta a la anterior, con las consabidas imitaciones de craslae marmóreas. Fi-
naliza el conjunto de esta casa con un nuevo patio con sus columnas.
Otras zonas de habitación se conservan, en parte, en el ángulo sud-
briental de esta singular área arqueológica. Esta vez, lo más señalado lo
constituye una habitación con entrada definida por dos columnas que
soportaron un arco de medio punto y paredes con pinturas al fresco. No
está de más señalar las circunstancias de la aparición de ciertos objetos
de uso común en la primitiva liturgia cristiana, lo que acaso sea un dato
a tener en cuenta en la consideración de dicha estancia como posible
oratorio cristiano.
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Fig.5.-Vista de la Biblioteca
La Exposición
I-as antiguedades emeritenses comenzaron a reunirse ya en el siglo
xvi, cuando Don Fernando de Vera y Vargas formó su colección epigrá-
fica en su palacio. Sus afanes se verían secundados por sus más inme-
diatos sucesores. Igualmente, en el siglo xvll, a instancias del Ayunta-
rniento y, sobre todo, cle Don Agustín Francisco Forner y Segarra,
padre del conocido literato Juan Pablo Forner, y del Fadre Domingo de
EL MUSEO NACIONAL DE ARTE ROMANO 295
planta baja, en sus mayores dimensiones, existían dos zonas bien dife-
renciadas: una, a la izquierda, con espacio y estructura idÓneos para la
colocación de grandes esculturas y pavimentos musivos, y otra, la de la
derecha, en forma de nave transversal, en la que, con un criterio axial,
se podían exponer numerosas piezas de todo tipo, sobre pedestal o en
pared. El fondo de la nave, en arco mayor que el de la media circunfe-
rencia, delimitaba una celdilla, situada tras un pasillo, apenas percep-
tible en la lejanía, y adecuadapara ubicar piezas relevantes, con la garra
necesaria para invitar a llegar hasta ellas al visitante.
La flexibilidad del edificio, desde luego, ofrecía varias alternativas a
la instalación, pero nosotros elegimos, por considerarlo más eficaz, el
criterio didáctico, dando a cada sector -nave transversal, espacio
central y celdiilas de la zona izquierda- unidad en cuanto al tema. Así,
cada espacio de la planta baja expone una materia específica de la vida
cotidiana emeritense, bien reflejada por la exposiciÓn de piezas-tipo ca-
paces de explicar la realidad que se pretende hacer llegar al visitante.
Las vitrinas contienen piezas que, ora hacen referencia a motivos re-
lacionados con los del conjunto general de la sala, ora responden a
hallazgos producidos en los yacimientos arqueológicos que se con-
templan en las mismas. Suponen estos contenedores un diseño exclusivo
del arquitecto, original, práctico, sencillo y ciertamente muy agradable,
con el único, pero importante imponderable, a solucionar, de la falta de
climatización de los mismos. Todas las vitrinas constan de una estru-
cutra de latón, con cristales blindados y un fondo de estuco, de color ro-
jo pompeyano o blanco, según los casos. Las de la planta baja, de pie,
además comprenden un zícalo de mármol y un suelo de madera, y, por
su estrucutra, permiten el paso al interior de una persona, en el momen-
to de efectuar operaciones de limpieza, etc.. Diversas baldas y otros sis-
temas de sujeción permiten disponer las piezas a la altura deseada, ya
formando grupos, ya de forma individual. Existen, tambiên, otros tipos
FU. g.-/spec to de. ta futa Y, æpacio de la izquierda, con esculturas del kntuorio de Mitro.
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FiS.9.-Vista de tres se.cciones del Museo: mundo guenero, la cøsa y el Foro, respctivamente'
Planta intermedia
En este espacio, dividido en nueve salas, en semipenumbra, se orde-
nan diversas vitrinas de pared, en dos cuerpos, y expositores-bandejas,
que contienen las piezas pequeñas correspondientes a las artes in-
dustriales atestiguad as en Emerita. La cerámica, el vidrio, los objetos de
hueso, sin olvidar una modesta pero importante colección de orfebrería
y la numismática se exhiben con todo lujo de detalles y las explicaciones
pertinentes.
Impresionantes resultan, en verdad, las colecciones de vidrio del
Museo, en las que puede apreciarse una variada tipología, de una ampli-
tud cronológica bien dilatada, y que resulta corresponder, bien a pro-
ducciones genuinamente emeritenses o a importanciones bien documen-
tadas, Resaltaríamos, sin desdeñar a las demás series, la sección de obje-
tos de hueso, cuya variedad en formas y utensilios es completa.
Dentro del apartado de numismática, parcela no excesivamente bien
representada en el Museo, destacamos las emisiones emeritenses, de las
que el Centro, después de la adquisición de varias colecciones, posee
una buena muestra de todos sus tipos.
Interesante resulta igualmente la reconstrucción, más o menos apro-
ximada, de un columbarium, donde se sitúan las urnas cinerarias en los
respectivos loculi.
En esta planta se ha pretendido dar al público una información
exhaustiva, con la especificación de tipos y usos de los objetos que se ex-
ponen, así como circunstancias de la fabricación de los mismos, su difu-
sión comercial etc. Son datos que reflejan importantes aspectos de la vi-
da cotidiana emeritense.
Planta superior
La planta superior del Museo es idónea para presentar en ella otras
Series que, dentro de su contexto como veremos, están compuestas por
lápidas, esculturas y, sobre todo, mosaicos, que a esta altura pueden ser
contemplados perfectamente, aunque existe la posibilidad de poder exa-
minarlos a baja y media altura.
La magnífica luz cenital realza considerablemente piezas escultóri-
.cas, tales como la serie de retratos de la escuela emeritense, o inscrip-
ciones sobre lápidas, aras o cipos.
Muestra, en su conjunto, este último piso del Mrñeo, otras facetas
de la vida romana en Augusta Emerita, QUe pueden'ser asimiladas con
ayuda de la información que se proporciona.
304 JOSE MARIA ALVAREZ MARTINEZ
Talleres de restouración
Existen dos zonas dedicadas a estos menesteres' una' en la planta ba-
ja, ya descrita, y otra, de las mismas dimensiones, igualmente referida,
pero dividida en diferentes departamentos para el tratamiento, consoli-
dación y lestauración, en su caso, de piezas de pequeño formato' Esta
y
sección comprende talleres de restauración, laboratorios, almacenes
despachos de trabajo para los profesionales a cargo de la misma.
El servicio de restauración ha sido de nueva creación, ya que el anti-
guo Museo, por falta de presupuesto y medios, careció de él a lo largo de
casi toda su andadura. Podemos suponer, aunque es mucho lo ya realiza-
do con motivo de la inauguración, la ingente tarea pendiente.
Servicio Fotográfico
También de nueva creación, se viene estructurando y cuenta ya con
importantes medios, entre los que destacamos diversas máquinas de
características idóneas para la reproducción gráfica de objetos artísticos
y un completo laboratorio fotografico. El servicio, al frente del cual se
halla un cualificado profesional, atiende a todo lo referente a la docu-
mentación gráfica del Museo (Inventario General y Archivo Fotográfi-
co) y a las consultas y peticiones dé diversas entidades y particulares.
El Archivo Fotográfico, bien estructurado por materias, contiene
fotogramas no sólo referentes a las propias piezas del Museo, sino tam-
bién a las diversas áreas arqueológicas de la ciudad, a varios yacimientos
de la Hispania romana y a algunos del extranjero. Está a la completa
disposición de los investigadores que lo soliciten. Igualmente existe un
amplio catálogo de diapositivas --en color y blanco y negro- con refe-
rencias a los temas ya enunciados. Finalmente, una fonoteca, con gra-
baciones que corresponden a congresos celebrados en la ciudad o confe-
rencias impartidas en el Museo, y videoteca con títulos facilitados por
diversas instituciones a los que se irán sumando los que el propio Museo
pueda realizar para los servicios de Extensión Cultural.
Biblioteca
El Museo, como centro de investigación de primer orden cuenta con
una biblioteca especializada, en el mundo romano fundamentalmente,
aunque se contemplan otras secciones como las de Prehistoria, Epoca
visigoda, Período Arabe, Historia de Extremadura, Arte y Etnografía y
Folklore,
El número de títulos de esta biblioteca especializada es de más de
4.500 hasta hoy. Entre las obras, importantes enciclopedias, dicciona-
rios y monografías relacionadas con las secciones del Museo. En cuanto
a revistas, contamos con 278, de diversas nacionalidad, de las que 84 se
reciben en concepto de intercambio.
La Biblioteca está abierta a todos los investigadores que lo soliciten.
Este primer año de actividades, a las que habría que añadir otras co-
mo cursos de diversos tipos, conferencias varias, ha sido el primer con-
tacto del Museo con la sociedad en la que se inserta y la prueba evidente
de la vocación de la Institución por difundir lo que pueda redundar en el
conocimiento de nuestro pasado romano.
otros servicios del Museo están en relación, lógicamente, con la ad-
ministración, personal, mantenimiento etc.
El Museo Nacional de A¡te Romano, en suma, quiere ser un centro
moderno, en el que se conserven, con todas las garantías que hoy nos
son permitidas, las piezas y objetos resultantes de la investigación del
yacimiento arqueológico de Augusta Emerita, y desde el que se lleve a
cabo por auténticos profesionales una considerable labor de investiga-
ción y difusión del período romano, no sólo ya en lo referente al estricto
ámbito local, sino al peninsular. Por ello el complemento ideal de este
Museo sería la creación del centro Nacional de Estudios Romanos, cu-
ya formación venimos propugnando desde hace algún tiempo un buen
número de investigadores.