Fortaleciendo Al Matrimonio

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FORTALECIENDO

ORTALECIENDO AL
AL MATRIMONIO
MATRIMONIO

Comprendiendo a mi pareja

Por: Psic. Luis Diego González

Al estudiar el desarrollo de las sociedades antiguas y modernas, se observa un


denominador común: las diferencias y discrepancias entre grupos e individuos.  En la
relación de pareja, la cercanía cotidiana maximiza estas diferencias, aumentando las
posibilidades de fricción.

Los roces se producen a partir de las  particularidades de cada individuo, tanto en


cuanto a sus atributos innatos, como a las actitudes y comportamientos aprendidos
de su entorno social. Como ejemplo de estos roces,  podemos citar aquellos que
surgen de la diferencia de género, siendo esta una característica innata, y los que
surgen por el modo distinto de interpretar una misma situación, lo que corresponde al
trasfondo social y psicológico de cada persona.

Es así que, frecuentemente, los cónyuges encuentran diferencias en numerosas


áreas de su vida compartida, aún en aquellas que son fundamentales a su relación:
las formas de divertirse, los estilos de comunicación, las estrategias para solucionar
problemas, las formas de satisfacción, la definición de derechos y deberes, el manejo
de espacio individual y espacio de pareja, cómo y cuándo establecer los límites
necesarios para las relaciones con las familias de ambos, hasta donde permitir las
influencias de otros, qué comprar, qué vender, cómo amar, cómo valorarse y cómo
reconocerse, y aun el concepto de pareja que maneja cada uno.

También es cierto que, habitualmente, existen puntos de semejanza.  Frente a este


accionar de la vida, es necesario encontrar un equilibrio que potencie una relación
armoniosamente balanceada, fortaleciendo los puntos de concordancia y, poniendo
especial énfasis en comprender y aceptar las diferencias que existan.   Así, los
cónyuges encuentran estabilidad en sus similitudes, pues estas le otorgan a la pareja
una base para “ser”, y en las diferencias, un constante redescubrimiento de sí
mismos y de su compañera/o  para “hacer”.

Lo que deteriora a las parejas no son las diferencias, es la actitud que cada uno de
sus integrantes asume ante ellas.  Una actitud comprensiva, de tolerancia y respeto
es vital para superar los conflictos.  Pero ¿cómo lograr asumir esta actitud
conciliadora cuando somos tan diferentes? Tomarnos el tiempo y el esfuerzo diario
para conocer a nuestra pareja, reconociendo que mi forma de pensar y actuar no son
absolutas ni definitivas,   es la respuesta a esta interrogante.

No podemos comprender a nuestra pareja si no le conocemos, no podemos llegar a


acuerdos si pensamos que tenemos la exclusividad de la razón.   Una actitud
arbitraria conduce al enfrentamiento, una actitud conciliadora nos da la oportunidad
de crecer a partir de nuestras diferencias, aprendiendo el uno del otro y reinventando
nuestra relación continuamente. 

Según Marx, dando amor nos hacemos seres amados, o lo que es lo mismo,
procurando la felicidad del tu, hacemos simultáneamente feliz al yo.  El secreto está
en que ambos cedan y ganen al mismo tiempo.

Para recordar:

1.    Hable de sus diferencias, negocie y junto a su pareja encuentre un punto de


equilibrio que beneficie  a ambos.

2.    Cuando dialoga con su pareja para resolver sus conflictos, elija las palabras que
usa, nunca ofenda ni use términos groseros.

3.    No vea las diferencias como amenazas, sino más bien como elementos de
crecimiento y aprendizaje.

4.    En nuestro vivir diario como miembros de una sociedad, frecuentemente


debemos ajustarnos a situaciones o personas con las que no estamos totalmente de
acuerdo, en beneficio de una colectividad.  Utilice este mismo principio con su pareja.

5.  Las parejas sanas no son las que no tienen conflictos, son las que resuelven
conflictos.

6.    A diferencia de todas las otras relaciones familiares, la relación de pareja es la


única que se establece por decisión propia, por lo tanto,  decidamos también actuar
de forma conciliadora.

7.    Es necesario encontrar un equilibrio entre diferencias y semejanzas  que


potencie una relación armoniosamente balanceada.

8.   Los cónyuges encuentran estabilidad es sus similitudes, pues estas le otorgan a


la pareja una base para “ser”, y en las diferencias, un constante redescubrimiento de
sí mismos y de su compañera/o  para “hacer”.

9.   Lo que deteriora a las parejas no son las diferencias, es la actitud que cada uno
de sus integrantes asume ante ellas.

10.  Una actitud comprensiva, de tolerancia y respeto es vital para superar los
conflicto

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