La democracia y la paz*

Ya que ustedes se han em peñado en el proyecto de defender

Ja paz y de luchar por construir una democracia más amplia y par-
ticipativa, voy a hablarles un poco de cuán difícil es precisamente
defender la democracia y sustentar seriamente esa defensa.
Hay que comenzar por decir francam ente que la democracia
no pertenece a las tradiciones de la izquierda. Las tradiciones de la
izquierda han estado determ inadas por el marxismo, tanto entre
nosotros como a escala mundial, y el marxismo no es un pensa­
miento democrático. Marx mismo no es un demócrata, ni Lenin,
ni mucho menos Stalin.
Marx, al comentar los derechos humanos, confunde la ideo­
logía individualista., sensualista, utilitarista y liberal de la época, pre­
sente en las declaraciones de los derechos, con el acontecimiento
político mismo de la proclamación. Y dirige la crítica contra esa
ideología —casi siempre con razón y con mucha brillantez— como
una simple expresión del individualismo de un mundo capitalista,
burgués y egoísta.
Es verdad que la exposición de los derechos humanos de la
declaración francesa, y de las declaraciones norteamericanas que
son anteriores, es supremamente torpe, porque está basada en una
cierta concepción ideológica de la naturaleza humana. Basta con
observar que comienza afirmando que, como los hombres nacen
libres e iguales, entonces deben tratarse con fraternidad1. Los hom ­
bres, desde luego, no nacen libres ni iguales; los que nacen libres e
iguales son los gorriones pero esos no necesitan derechos. I,os hom ­
bres nacen en clases y razas distintas, los unos con poder económi­
co los otros con una gran debilidad, los unos con posibilidad de
abusar de sus congéneres y los otros con mucha vulnerabilidad.

* Conferencia pronunciada en el campamento de Santo Domingo, Cauca,

en ei mes de mayo de 1989, dirigida a los guerrilleros del M~ 19 que se habían
establecido allí en espera del desarrollo de las negociaciones del proceso de paz,
que condujo finalment e a su desmovilización y a su integración a la vida civil.
1. “Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distin­
ciones sociales no pueden fundarse más que en la utilidad común”. Artículo I- de la
Declaración de los Derechos del Hombre y deí Ciudadano. (N. del E.).

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¡Cómo van a nacer los hombres libres e iguales! En estas presenta­ cia. Hablar bien de la democracia “conviene” p or ahora, como la
ciones hay una noción relativamente pesimista de la condición hu­ conquista de un espacio para hacer política, pero desde luego
mana, por lo menos en este punto; no de las posibilidades hum a­ cuando llegue la hora de la toma del poder, ya no habrá tal espa­
nas, que es una cosa distinta. cio para que otros hagan política. La idea de que la democracia
La manera negativa y restrictiva de exponer los derechos hu­ no es más que una especie de máscara que se pone a sí mismo el
manos también ha sido muy negativa (ha hecho mucho daño y lo capitalismo, debajo de la cual se puede dar el lujo de explotar y
sigue haciendo) porque hace que los derechos resulten casi incom­ de dominar, ha marcado muy profundam ente la tradición de la
prensibles. Tal es ei caso de la idea de que el derecho de cada cual izquierda independientem ente de que un partido se proclam é
termina allá donde comienza el derecho igual de los demás2. A Marx marxista-leninista o no.
le molestaba esta presentación, porque inmediatam ente remite a La dificultad de defender la democracia crece también desde
pensar en el propietario. Y en efecto, cuando uno habla de un pro­ luego porque las sociedades muy injustas, en las que existe una
pietario de tierras, su derecho de propiedad term ina exactamente distribución aberrante de los ingresos y de la riqueza y toda clase
en el límite donde comienza la propiedad clel otro. Pero cuando se de injusticias, son sociedades que se autodenom inan democráticas
habla del derecho a la educación, no se ve claro por qué mi derecho porque practican ciertos procedimientos, como por ejemplo lasjus­
a educarme termina donde comienza el derecho a la educación del tas electorales, por medio de las cuales nombran sus presidentes y
otro; o el derecho a la vivienda, y muchos otros más. Y en realidad, sus congresos si los tienen. Se reduce de esta manera la democracia
esa es una pésima manera de formular los derechos, influida desdé a un mecanismo procedimental y a la existencia de unos derechos
luego por la inflación del derecho de propiedad como el derecho formales, que están negados p or los hechos. Pero de poco sirve
principal. El derecho de asociación depende de que también los tener derechos si la sociedad en que uno vive no le da la posibilidad
demás tengan derecho de asociación. Si no hay derecho a la libré de ejercerlos. No se debe hablar sólo de los derechos sino también
asociación, o si sólo un partido tiene derecho a existir en los regí­ de las posibilidades. El problema no está solamente en que todo el
menes de partido único, entonces yo no tengo “derecho” sino a mundo tenga derecho a la libertad de expresión sino que también
dos cosas: o a sumarme al partido que tiene derecho de existir, o a tenga la posibilidad de realizar algunos estudios para poder expre­
no asociarme políticamente en otra forma; en otros términos, para sarse y de disponer de algunos medios personales o colectivos para
que yo tenga un libre derecho de asociación, para que pueda aso­ poder hacer alguna publicación. De lo contrario se queda con el
ciarme a partir de mis ideas o que püeda escoger entre varias aso­ derecho y sin la posibilidad; y el derecho se queda escrito.
ciaciones políticas, deben existir otros que tengan también derecho Como se suele confundir la defensa de la democracia con la
a asociarse. De otra m anera mi derecho de asociación no tiene nin­ defensa de sociedades injustas que se proclaman democráticas es
gún sentido. Lo mismo ocurre con la libertad de expresión; si el necesario, prim ero que todo, salir de esa confusión que hace muy
único que puede hablar es el Estado, que “sólo escucha su propia difícil la defensa de la democracia. Este es el prim er problema que
voz y que además pretende que esa voz es la voz del pueblo”, como les quería plantear. Quiero desarrollar un poco las dificultades en
decía Marx, entonces desde luego, no hay derecho de libre expre­ que ustedes se han embarcado al comprometerse a promover y cons­
sión. El derecho de libre expresión lo tienen todos o no existe. truir una democracia amplia y participativa y las reservas y las hos­
La tradición de los derechos humanos no corresponde a la tilidades que encontrarán en el ambiente.
tradición marxista. Con la perspectiva de la dictadura del proleta­ í¡!* *
riado como la m eta fundamental nadie puede ser sinceramente un
demócrata o, al menos, sólo puede ser un dem ócrata “táctico”, Hav dos formas de combatir la democracia. A la primera la
mientras se logra el “gran éxito”, que es la abolición de la democra- podríamos llamar la forma racionalista y a la segunda la forma
ir racionalista. Voy a referirme a la forma racionalista que se encuentra
2. “La libertad consiste en poder hacer todo lo que no perjudica a otro; así, el en Platón, que era un adversario de la democracia ateniense3.
ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no tiene otros límites que los que
garantizan a los demás miembros de la sociedad el goce de esos mismos derechos.
Estos límites s'óio pueden ser determinados por la Ley”. Artículo 4 de la Declaración 3. Sobre la crítica irracionalista a la democracia se puede consultar un poco
de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. (N. del E.). más adelante en este mismo volumen el ensayo Sobre, el na.úmo. (N. del E.).

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 La democracia ateniense era en muchos sentidos extraordina­ nar en cosas de las que no sabe, porque para eso tenemos gentes
riam ente limitada, puesto que estaba circunscrita a los ciudadanos ilustres, padres de la patria, congresistas. Qué sentido tendría ha­
y no era extensibie a los esclavos, que sin embargo eran la mayoría cer un plebiscito para consultar a una gente que no sabe nada so­
de la población. Pero a pesar de ser limitada, la democracia ateniense bre lo que está opinando.
era en otros sentidos muy desarrollada. En la democracia absoluta La crítica de Platón a la democracia no es, pues, una idea
que se da bajo el gobierno de Pe rieles en Grecia los que tenían el rara suya, sino la expresión de una corriente antidemocrática, que
derecho de participar ejercían efectivamente ese derecho: polemi­ va a aparecer en muchos otros pensadores y en muchos otros mo­
zaban en la plaza pública, hacían propuestas, se decidía p o r vota­ mentos de la historia de la cultura humana: El saber no necesita
ción, se elegía al dirigente por un período determ inado. estar en unos filósofos, puede estar en el comité central del partido
Una de las ventajas de la democracia, que es bueno tener pre­ que a nombre del saber presume conocer para dónde va la historia
sente desde ahora, es que en ella nadie ocupa el poder por derecho o cuáles son sus leyes (que no existen entre otras cosas). El que
propio (por nobleza, por herencia, por derecho de propiedad o por­ tiene el saber es el que tiene el poder legítimo. La ciencia puede ya
que tiene la verdad), sino por delegación transitoria, por un período no ser la filosofía de Platón, sino el marxismo-leninismo, el pensa­
más o menos largo según los casos. Un rasgo esencial de la democra­ miento Mac Tse Tung o la revelación del Corán. El Corán fue dic­
cia es que el poder se conquista, se reconquista o se pierde. tado por el arcángel San Gabriel a Mahoma en una cueva y no pue­
Platón decía que lo que hace que la autoridad política y el de ser falso si sabemos que él era el especialista del cielo en comu­
poder mismo, en cualquier caso, sea legítimo, es exclusivamente el nicaciones, el vocero del Espíritu Santo, el mismo que vino a con­
saber. Por eso propuso que el gobierno de la república debía estar tarle a la Virgen la historia de que estaba embarazada. Y el repre­
en manos de los filósofos. Platón se preguntaba quién podía ser sentante del Corán es Khomeini.
con legitimidad el capitán de un barco y respondía que el único El problema más interesante que se nos plantea con relación
que tenía una autoridad legítima para serlo es quien mejor cono­ al asunto de la legitimidad por el saber es si, por el contrario, lo
ciera la navegación, los vientos, las mareas y las estrellas para guiar­ que necesitamos es más bien que la gente misma aprenda. Y para
se. Cualquier otro, que no supiera nada de eso, aun cuando hubie­ que aprenda es necesario que participe, que nombre sus represen­
ra sido nom brado por la mayoría de la tripulación, o se hubiera tantes, que se desengañe y nombre a otro, que examine y se equivo­
tomado el barco po r asalto, no tenía una autoridad legítima. Sólo el que, porque participando se aprende a participar, como bailando
saber otorga la legitimidad. se aprende a bailar.
A Platón se le olvida allí que en política no se trata solamente El que tiene en sus manos un poder que carece de todo con­
de lo verdadero y de lo falso, sino también de los intereses que se trol tiende al abuso del poder. Por ello es necesario un control del
persiguen. Un capitán que sabe tanto de las mareas, de las estrellas poder político y del poder del Estado que pueda ser ejercido por
y de Tos vientos, pero que además tiene la particularidad de que aquellos sobre quienes se ejerce ese poder; y no solamente por los
quiere llevar el barco al puerto donde él y su familia hacen buenos amigos que el gobernante nombre para que lo controlen, someti­
negocios, y no donde la tripulación quiere ir, no constituye un p o ­ dos a la amenaza de la destitución si lo hacen, es decir, un control
der legítimo. Además, es im portante que en el barco sólo haya un coactivo.
piloto y no tres partidos disputándose el timón y cambiando suce­ Cualquier forma de poder si no está controlada por aquellos
sivamente de rumbo, porque a lo mejor 110 llega a ninguna parte. Si sobre quienes se ejerce, si es un poder que no es objetable, ni discu­
dejamos la metáfora del barco, y pensamos en una sociedad, el asun­ tible, ni disputable, ni clestituible, tiende inmediatam ente al abuso
to cambia por completo, porque en una sociedad sí hay intereses del poder, precisamente por el hecho de no ser disputable, ni dis­
encontrados y grupos con opiniones distintas. cutible, ni sustituible. Un poder para que sea legítimo tiene que ser
Una oposición a la democracia como la ele Platón, que se discutible, disputable y sustituible.
remonta 2.400 años atrás, ha tenido continuadores en la historia El abuso del poder se ejerce sobre todo contra los sectores
en la idea de que las minorías, que son las que tienen mayor forma­ marginales de la sociedad y por eso hay que tener la mayor solida­
ción, las más ilustradas, son las que deben gobernar. Las mayorías ridad con ellos en la lucha efectiva por la democracia. La democra­
no saben lo que quieren, ni entienden de asuntos de gobierno; sólo cia es la cátedra, in vivo, de la política para los pueblos porque
los expertos están capacitados. No podemos m eter al pueblo a opi­ significa la necesidad de aprender continuamente a luchar por sus
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intereses y a averiguar cuáles son. La democracia es siempre un de a dialogar y a concertar. Si los Estados a nombre de su soberanía
proceso que puede ampliarse. No hay una democracia terminada. se niegan a dialogar y hacen lo que les da la gana, lo que está en
peligro otra vez es la supervivencia de la humanidad.
El diálogo actualmente, en todos los niveles, es una condi­
ción de supervivencia. El diálogo tiene que ser en alguna medida
El diálogo es la exigencia más im portante de nuestra época, racional, es decir, prestarse a la argumentación. Tenemos que estar
pero detrás del diálogo se necesita que haya alguna fuerza. La fuer­ dispuestos a sustentar por medio de argumentos las propias posi­
za no es necesariamente violencia. U n sindicato tiene la posibili­ ciones y estar dispuestos a oír los argumentos del otro. Si uno no
dad de parar y por eso es una fuerza. Es muy probable que con está dispuesto a eso puede hacer pactos de no agresión, por como­
trece ilustres pensadores inermes el Gobierno no se sentaría a dis­ didad, pero no establece un diálogo. Para que exista diálogo tene­
cutir como sí lo haría con el M-19 que tiene algún poder. mos que partir de la hipótesis, como principio de un diálogo efec­
El diálogo respaldado por las masas tiene fuerza y resulta más tivo, de que no tenemos toda la verdad. La idea de que el otro está
decisivo que un poder arm ado porque no se le pueden oponer las completamente equivocado, o de que yo no tengo nada que apren­
armas. En España, una vez m uerto Franco, el Rey decide pasar a der en la discusión y me siento a discutir porque las cosas están
una formación democrática y convoca a elecciones, pero se descu­ difíciles y otra salida sería más peligrosa, no es un buen comienzo
bre que el franquismo como opinión política sólo tenía en ese m o­ para un diálogo efectivo.
mento el 2% de los votos después de cuarenta años de poder y con Tampoco se puede forzar un diálogo. Una característica esen­
toda la prensa adversa prohibida. El ejército español tenía todas las cial de una m entalidad democrática en un sentido m oderno es que
armas eficaces y todo el volumen del poder militar concentrado y no acepta el pluralismo por la sola razón de que es imposible con­
monopolizado, salvo el grupo de la ETA. Ésta es una buena lección seguir la unanim idad, es decir, como un mal menor: puesto que de
sobre lo que puede ser la eficacia de una dominación armada. ¡Nin­ hecho los hombres piensan distinto, los partidos piensan distinto,
guna! lám bién el ejército argentino ha intentado varias veces dar los grupos piensan distinto, las gentes tienen diversas opiniones,
un golpe pero como tiene toda la sociedad en contra no tiene nada creencias, religiones y gustos, pues, aceptémoslo. Por el contrario,
que hacer aunque tenga todas las armas y los otros no estén arm a­ el diálogo impone que la argumentación del otro puede tener as­
dos. Una fuerza arm ada puede no servir para nada. Para forzar el pectos válidos, que las diferencias pueden enseñarme, y que por lo
diálogo se necesita muy frecuentemente tener una fuerza, que no tanto es bueno que existan.
tiene que ser necesariamente una fuerza armada. No hay que creer Es imposible que nos sometamos a una sola idea sin caer en-
demasiado en las armas. La capacidad de dom inar a una población el terror absoluto. Y por el terror tampoco se pueden someter los
que repudia un régimen por completo, y en una forma casi unáni­ hombres a una dominación. Hay dos cosas a las que no se puede
me, es ninguna. obligar a nadie, que ya sabía Platón desde la antigüedad: a pensar y
Hoy en día el aprendizaje del diálogo es el elemento más im­ a amar. El tirano más terrible, con el aparataje más espantoso, lo
portante para la supervivencia de la hum anidad. En otra época, puede obligar a uno a arrodillarse, lo puede torturar para que con­
hace muchísimos años, la hum anidad primitiva se encontró tam ­ fiese —a veces con éxito— lo puede intim idar para que no salga a
bién al borde de perecer porque estaba rodeada de especies que la calle, le puede poner toda clase de trabas, lo puede obligar a
estaban mucho mejor dotadas y tuvo que agruparse en tribus. Y callar por miedo, pero no lo puede obligar a pensar como piensa el
como no es instintivo en nosotros ser gregarios, a diferencia de las tirano. Mucho menos lo puede obligar a que lo ame, o a que deje
hormigas y las abejas que no necesitan inventar idiomas para en­ de amar lo que ama. El amor y el pensamiento representan el límite
tenderse entre sí porque disponen de sistemas heredados de seña­ infranqueable de la libertad. El fracaso absoluto de cualquier tira­
les, la hum anidad tuvo que inventar el lenguaje, las instituciones, no está exactamente en ese límite donde el hombre piensa, desea y
las leyes, la prohibición del incesto, el Estado, porque sólo en gru­ ama.
pos se podía hacer frente a los desafíos de un medio hostil externo. Aprender a am ar la pluralidad es algo realmente difícil. Esta­
Ahora, la hum anidad tiene que inventar el diálogo para sobrevivir, mos acostumbrados a creer en nuestra idea como la única verdadera,
porque ya no la amenaza un enemigo externo, sino ella misma con no cuestionable ni enriquecible; a declarar herejes, revisionistas o
las armas atómicas; además va a destruir la naturaleza, si no apren­ cualquier otra cosa al que difiera de nuestra idea; a pensar en ténni-
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no de buenos y malos; a organizar partidos fanáticos que producen sino que le suplica o lo seduce. Sólo se le demuestra a un igual. El
naturalm ente, como el hígado produce bilis, sus ortodoxos y sus diálogo con argumentos es una escuela de igualdad humana. No
herejes. se trata de que yo acepte algo porque el otro de pronto me puede
La prim era m itad dei siglo xx fue una época catastrófica pegar o disparar, sino porque he comprendido que su argumento
para la hum anidad, con los partidos tanto de derecha (Hitier) es correcto. Eso es otra cosa.
como de izquierda (Stalin) en el poder, con la verdad y la seguri­
dad absolutas de la historia en el bolsillo: en la historia triunfará
la raza superior o triunfará la verdad. El que se oponga contra lo
que yo estoy diciendo no está contra m í sino contra la historia, Los derechos humanos se han ido conquistando poco a poco.
contra la naturaleza de las cosas, contra la verdad o, en otras ép o ­ Dentro de algunas semanas ya se van a cumplir dos siglos de la
cas, contra Dios. proclamación de ía declaración francesa. El derecho de asociación
Ellos no son más que los voceros de la naturaleza, de la biolo­ sindical fue conquistado tras largas luchas en el siglo pasado. El
gía, de la historia, de Dios. No es lo mismo estar en desacuerdo con derecho al voto femenino sólo en este siglo. Las mujeres no tenían
un señor que se denom ina Stalin, que estar en desacuerdo con la derecho a votar en ninguna parte, no sólo en Colombia. En Francia
historia. Pretender hablar a nombre de la historia universal es una se reconoció este derecho en los años cuarenta, después de la de­
de las formas perversas de la identidad imaginaria: yo, quien les rrota de los nazis, no antes.
habla, soy la historia universal, o el representante de Dios. Si uste­ Los derechos humanos son una conquista que viene crecien­
des están en desacuerdo conmigo estarán en desacuerdo con Dios. do, no son la declaración de un momento. A esa conquista se le
Esta idea parece muy grotesca pero la desgracia del asunto es que puede dar el nombre de crecimiento del poder popular que es una
funciona. característica fundamental de la democracia. Cuando se conquista
La delegación de Irán a las Naciones Unidas en el año de el derecho de asociación sindical o el derecho de huelga, ha crecido
1984 declaró que ellos no se sentían comprometidos por ningún el poder popular; cuando se conquistan espacios de organización
pacto laico entre hombres que reconocieran los derechos hum a­ de masas en forma de comunas municipales, de juntas de acción
nos, porque sólo estaban comprometidos con la ley divina tal como comunal, de formas de presión, ha crecido el poder popular y se ha
se expresa en el Corán. Y si se acordaba algo que contradijera la ley hecho una conquista contra la miseria.
divina no habría la m enor duda de que ellos no estarían de acuerdo La miseria no es sólo carencia de alimentos, de vestido, de
cotí eso. Esa es su concepción sobre los derechos humanos. En el vivienda o de servicios, sino también impotencia para luchar con
Corán se dice, no una sino siete veces, que el mayor deber del eficacia contra esas carencias. La impotencia es dispersión. Hay
musulmán es m atar al infiel. Con este tipo de derechos humanos una miseria más triste que toda miseria cuantificable en cifras (en
no se puede desde luego hacer ningún gobierno democrático. las calorías o en las cantidades de agua que se consumen al día, en
Hay que aprender, pues, que la pluralidad es un enriqueci­ las drogas a las que se tiene acceso, en los salarios y en los ingresos)
miento y que el diálogo racional es la m anera efectiva y real de y es cuando esa misma miseria no es vivida en forma de solidaridad
tratar a los hombres como iguales. En el diálogo racional es donde sino en la dispersión; cuando cada familia, o cada persona, vive en
nosotros aprendemos la noción de igualdad. l a igualdad ño quiere el barrio su pequeña tragedia aislada de los otros, sin que esa mu­
decir semejanza, ni uniformidad. No se trata de negar la existencia chedumbre de tragedias separadas pueda dar lugar a un proyecto
de la diferencia de ideales, de deseos, de pensamientos, de gustos, o a una acción común, o a un trabajo en comunidad. La miseria de
de costumbres. Por el contrario, es magnífico que existan las dife­ la dispersión, del aislamiento y de la separación, es una miseria
rencias, pero que 110 se conviertan en pretexto de una dominación. más triste que todas porque es la miseria sin esperanza.
Sólo así tiene sentido la igualdad: que la diferencia no dé pie a que El hombre puede estar privado de cualquier cosa menos de
unos dom inen a los otros. esperanza. Prometeo fue encadenado al Cáucaso, según la leyenda
Ahora bien, esa igualdad es la que se produce en el diálogo griega, por haber revelado a los hombres los secretos divinos. Les
racional. Cuando uno trata a un hombre como un inferior, no trata entregó el fuego que hizo posible el trabajo de los metales, el desa­
de demostrarle sino que lo amenaza, lo intimida o lo obliga; cuan­ rrollo de las artes y la agricultura; y los dioses, entonces, celosos de
do lo trata como un superior no trata de dem ostrarle tampoco, ese nuevo ser (el hombre) que iba a crecer tanto por su culpa, lo
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condenaron a vivir am arrado a una roca. Pero Prometeo dice, se­ El debate no es un momento previo para llegar finalmente a la
gún nos cuenta Esquilo, que él no solamente Ies dio a los hombres verdad; el debate es una forma perm anente de seguir buscando una
todo eso, sino algo mucho más im portante como es la esperanza. verdad que no es nunca definitiva y por eso no hay verdades estáti­
Sin embargo, es triste observar la incapacidad que existe en los cas. Marx nunca dijo que había verdades estáticas a pesar de que sus
pueblos de organizar una esperanza, una esperanza razonable, que textos fueron tomados como una verdad estática hasta el punto de
se traduzca en una fuerza creciente, y no el delirio de que va a que se emplea una cita suya como un argumento definitivo.
llegar alguien y se va a transform ar el mundo. La descripción que Marx hace del proletariado en el prim er
La lucha por la democracia es la lucha por la fuerza creciente tomo de El capital es supremamente ajustada al proletariado inglés
del pueblo, no para sustituirla con un ejército aunque sea muy eficaz de mediados del siglo x*x. Si alguien describiera así al proletariado
y muy bien intencionado, sino para hacer que crezca la fuerza del sueco de hoy estaría delirando, pues éste es parcialmente copro­
pueblo mismo. Eso nos da un panorama efectivo de en qué consiste pietario de las empresas, tiene seis semanas de vacaciones al año
la democracia. Es importante que la democracia se conceda de ma­ que pasa muchas veces en el exterior; se trata, pues, de un fenóme­
nera concertada, que se escriban las leyes, etc. Pero de todas mane­ no completamente distinto al que describía Marx porque las cosas
ras de poco valen las leyes escritas en un libro cuando no existe el cambian. Como en política trabajamos sobre ideas y concepciones
poder de hacerlas cumplir o cuando no están impresas en la mente que se relacionan con una situación hum ana concreta y variable no
de los hombres, porque ni siquiera el pueblo las conoce. Tener un podemos proclamar textos sagrados. Algunas cosas del marxismo
derecho que uno ni siquiera conoce es lo mismo que no tenerlo. fueron aciertos innegables; otras fueron errores, incluso cuando se
Uno de los aspectos más tristes de la miseria es la vivida como dijeron.
una fatalidad natural. La tragedia sin esperanza que no da lugar a Uno ele los errores sobre todo fue ponerse a profetizar. Pue­
un combate, a una lucha, a una suma cíe fuerzas en una empresa den estar seguros de que la profecía no es una rama de ninguna
común sino a la desesperación o a la resignación. Una de las virtu­ ciencia. Hay cosas previsibles donde hay leyes estables. En as­
des menos democráticas es la resignación, mientras que la espe­ tronomía, por ejemplo, uno puede prever la fecha exacta de un
ranza es precisamente una de las virtudes más democráticas. La eclipse de sol o ele luna y el lugar desde donde se puede observar,
democracia crece cuando crece la cultura, y la capacidad de deci­ porque se trata de unas leyes que no pueden ser modificadas por
dir es mayor y más eficaz. La capacidad de participar, de inventar, nuestras propias acciones. En la historia no hay nada de ese estilo.
de producir organizaciones, de intervenir sobre la historia o sobre Un acontecimiento tiene efectos sobre todos los aspectos de la vida
la economía crece a m edida que crece la cultura. social y precisamente esos efectos son imprevisibles.
La constitución es un escrito, es letra muerta, si no está en ­ Uno no puede clecir que las guerras modernas están movidas
carnada en las actividades de un pueblo, en las relaciones que los en el fondo por el mecanismo de la lucha de clases y sus formas a
hombres tienen los unos con los otros. Y como decía el antiguo escala internacional, como decía Carlos Pizarro hace un momento.
cristianismo, la letra mata y el espíritu vivifica. El espíritu cíe la Probablemente no siempre lo fue en el pasado tampoco. Sería muy
democracia es el pueblo en la lucha por increm entar sus derechos, forzado decir que la guerra de los mongoles contra China es una
por nuevos derechos. Lo demás es la letra de la democracia. De­ lucha de clases. Los mongoles ni siquiera tenían clases; eran tribus
mocracia total no existe si no hay praxis de la democracia. El desa­ nómades a diferencia de los chinos. Y fueron los mongoles los que
rrollo de la democracia es una tarea infinita. atacaron y armaron la guerra. En algunos casos el marxista podría
Tenemos que investigar no lo que la constitución dice, es de­ afirmar, con un análisis muy fino, que una guerra es una forma de
cir, lo que un sistema dice de sí mismo, sino lo que ese sistema lucha de clases. Pero, entonces, no tenemos una ley sino un princi­
hace, es decir, la m anera como viven los hombres allí. De otro modo pio explicativo para ciertos casos. Cuando tenemos una ley no es
sólo estamos hablando de un escrito. A los individuos no se les para ciertos casos. Las leyes de la naturaleza no tienen excepcio­
puede juzgar por lo que dicen de sí mismos, sino por lo que hacen. nes. La ley de la gravedad opera casi siempre. Si existe una excep­
Cualquiera puede decir de sí mismo que es un genio incomprendido ción habría que buscar una ley más general que la comprenda. Así
al que curiosamente todo el m undo toma por un bobo; pero hace trabaja la ciencia. La gente dice que la excepción confirma la regla;
falta saber'qué genialidades hace; no basta con que lo diga, todavía pero habría que agregar que sólo si se trata de una regla estadísti­
le falta lo principal: irlas mostrando. ca, porque si se trata de una ley en el sentido en que se habla de las
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leyes de la naturaleza no hay tales excepciones. Las leyes de la na­ coslovaquia, Hungría y Polonia. La solución no es nunca absoluta,
turaleza son generales y no sirven para explicar los hechos particu­ es decir, no hay un acontecimiento que parta la historia en dos. No
lares, precisamente porque son de validez universal. vamos a soñar, pues, con eso y ese no debe ser el m otor de la lucha.
Si nosotros ponemos en la historia leyes del tipo de las de la Debemos tener suficiente modestia para saber que no tenemos cla­
naturaleza y nos ponemos a explicar con ésas leyes fenómenos par­ ro, organizado, planificado, program ado y controlado el futuro.
ticulares, como por ejemplo lo que está ocurriendo hoy en Colom­ En cualquier circunstancia en que nos encontremos, debe­
bia, hacemos una cosa aproxim adam ente tan ridicula como si se mos luchar siempre en favor de los explotados contra los explotado­
nos ocurriera decir que un señor se cayó del séptimo piso del edifi­ res, de los dominados contra los dominadores, de los que son más
cio a causa de la ley de la gravedad. Desde luego, que si no hubiera vulnerables contra los que son más poderosos, sin que pensemos
ley de la gravedad no se habría caído sino que habría salido flotan­ que a partir de cierto m om ento todo eso desaparecerá. Debemos
do. Pero lo que estamos preguntando es si se le rompió el andamio, luchar siempre porque se incremente el poder del pueblo, en el
si se suicidó o si lo empujaron. La ley de la gravedad, como lo expli­ sentido económico, es decir, su poder de decisión sobre el empleo
ca todo, en realidad nada explica de los acontecimientos, Y así ocu­ de los recursos de la sociedad; en el sentido político, es decir, su
rre cuando le dicen a uno que todo lo que está pasando se explica poder de intervención efectiva en las decisiones que le conciernen;
en última instancia por la economía. Si se explica todo entonces ya en el sentido ideológico, es decir, su capacidad para producir ini­
no se explica nada, como ocurre con la ley cíe la gravedad. ciativas. Debemos luchar siempre por un poder del pueblo cada
Es un error profetizar. La profecía, como les he dicho, no hace vez mayor, pero nunca declararemos que la lucha no es más que
parte de una investigación científica. Las profecías sólo funcionan una perturbación, porque el pueblo ya está en el poder.
cuando se corroboran a sí mismas. Los profetas judíos se daban el Aprender, pues, a estimar y a afirmar la democracia es apren­
lujo de que sus profecías fueran sistemáticamente ciertas, porque der a luchar con entusiasmo y con coraje, sin esas ilusiones, sin
tenían un alto grado de credibilidad entre la gente. Si profetizaban sentirse el representante único de la verdad de la historia, del pue­
la caída de un gobierno, éste se caía porque como toda la gente creía blo o de un poder, supuestamente tan auténtico y tan nítido, que
en el profeta, el gobierno ya no podía gobernar contra todo el m un­ todo lo que difiera de él está contra el pueblo o contra la historia.
do. Maquiavelo decía que sólo creía en los profetas armados cuando
estaban mejor armados que los adversarios. Nosotros no tenemos,
pues, posibilidad de construir una futurología histórica.
Una de las dificultades de la defensa de la democracia es que Es indispensable salir del tnaniqueísmo de los que tienen la
nos compromete en un tipo de lücha sin las grandes ilusiones a que verdad absoluta y por lo tanto no pueden dialogar, porque si yo
estamos acostumbrados, como es por ejemplo la ilusión de tener estoy en posesión de la verdad, no hay diálogo posible. Esta actitud
una meta absoluta que dé solución a toaos los problemas. Todo lo produjo en la prim era mitad del siglo xx una catástrofe de más de
que tenemos ahora no son más que medios y procedimientos tácti­ cien millones de víctimas, contadas las dos guerras mundiales, los
cos para nuestra meta que es la toma del poder y la nacionalización campos de concentración, las guerras anticoloniales y todos los fa­
de los medios de producción. Todo lo demás se resolverá luego por natismos de esa época.
sí mismo. Habría entonces dos tiempos de la historia: un “antes” y Nadie se va a volver patriota porque lo pongan a cantar cua­
un “después” del magno acontecimiento que estamos preparando. tro veces al día el him no nacional o le organicen rituales con una
El “antes” es la prehistoria, la historia de la hum anidad alienada, bandera, si al mismo tiempo le enseñan un maniqueísmo que esta­
enredada, dominada. El “después” es la historia de la hum anidad blece una división entre unos que están a favor de nuestras grandes
liberada. Estamos así luchando por una solución absoluta, definiti­ tradiciones, de nuestra identidad nacional; y otros que nos la quie­
va, que generará una hum anidad no conflictiva. ren arrebatar en un complot subversivo, que están en contra y que
Sobra decir que ya no tenemos esos halagos, que ya no pode­ hay que acabar como sea. Salir del maniqueísmo es una de las exi­
mos pensar en que vamos a producir la solución definitiva de todo. gencias de la democracia y es la exigencia de los derechos humanos
La nacionalización de los medios de producción se ha hecho en porque éstos son de todos. No se trata de que yo defienda mis de­
sociedades que tienen hoy una deuda externa mayor que la nuestra rechos pero no los de los demás. Esta idea es muy im portante para
y están en manos del Fondo M onetario Internacional como Che­ aprender a hacer luchas populares ampliadas, realmente amplia­
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das, es decir, para luchar por los derechos de las sociedades en su de la sociedad y por eso rompe la lógica del capitalismo. No hay
conjunto, y no solamente de los grupos. Hay que aprender a lu­ que creer que sólo Lenin inventó el mecanismo, porque el capita­
char por los derechos humanos de todos. lismo se puede rom per de muchas formas.
Una de las manías más limitantes de la izquierda es el recelo El capitalismo es una época bastante bárbara de la historia
grupista. Cuando los trabajadores protestan porque hay mucho humana, supremamente fecunda en cuanto al desarrollo de la tec­
ruiclo en el taller o porque los salarios son muy bajos, o porque hay nología, pero que pasará como pasó el feudalismo, aunque no sa­
mucho calor en el salón de engomado, lo prim ero que se pregun­ bemos cómo ni cuándo. Hay algo de bárbaro en que los recursos
tan los grupos es por quién está controlado el sindicato. Y si el humanos, materiales y naturales de un país se dediquen a dar uti­
grupo es adverso no se le presta apoyo. El maniqueísmo puede lidades a un grupo de privilegiados, más bien que a satisfacer las
paralizar unos grupos que se recelan entre sí, para ver quién es el necesidades del pueblo de ese país. El que niegue que hay una
que va a ganar. Eso no es el M-19. Este es el tipo de mezquindad barbarie en el capitalismo creo que no lo ha examinado. Y es posi­
grupista que ha hecho tanta tragedia en la izquierda colombiana. ble que una democracia radical sea el camino para superar esta
Cuando digo que no es el M-19 m e refiero a todo el movi­ formación histórica particular a partir de la capacidad de los traba­
miento en el que el M-19 está. Cuando ustedes dicen que como jadores de tomar decisiones, la s medidas democráticas de una
miembros de esta organización están superando el grupismo, es democracia muy avanzada ya son medidas anticapitalistas.
bueno que tengan claro que lo que están superando es la mezquin­ La izquierda, por la historia que tuvo en el siglo xx, ha llega­
dad grupista que fue paralizadora de los movimientos de izquier­ do a creer que el reformismo es una mala cosa porque la alternativa
da. Es im portante también, para abrir un proceso como el que us­ que se plantea es la de todo o nada. Si el reformismo refuerza el
tedes han propuesto, saber que se trata de un movimiento en el
régimen entonces el reformista es un adversario; pero no le im por­
que el M-19 está pero que lo excede porque pueden estar muchos
otros: un movimiento por la paz y la democracia. ta si el reform ism o refuerza al pueblo. Los soviéticos con su
Defender la democracia es luchar en perm anencia por la am­ perestroika hacen ahora una autocrítica amarga por haber estado
pliación de los poderes ideológicos, culturales, económicos y polí­ todo el tiempo combatiendo a la socialdemocracia como a su peor
ticos del pueblo; por su capacidad organizativa, de decisión y de enemigo en lugar de tenerla por un aliado. Esta actitud condujo
intervención. Y eso no es luchar por el capitalismo. AI contrario, es prácticamente a la liquidación de los partidos comunistas en los
una forma de poner en cuestión la lógica del capital países en los que había una estabilidad democrática; se fueron di­
Este tipo de lucha ya se. está produciendo en muchas partes solviendo por oponerse sistemáticamente a las reformas y no cola­
en el mundo. Muchos trabajadores han dejado de luchar exclusi­ borar en nada que no fuera la lucha por la revolución. El partido
vamente por sus ingresos. En Italia se hace una huelga y en el plie­ comunista inglés existe pero son unos pocos tipos, menos que los
go se incluye como punto no negociable, por ejemplo, la oposición nudistas y que los rosacruces. El partido comunista francés no fue
al montaje de una fábrica al borde del río Po porque va a envene­ capaz de evolucionar a tiempo de una m anera nueva, no leninista,
nar el río, va a dañar la vida de los pescadores y el ambiente de y se quedó en el camino. Tenía un porcentaje de los votos, como el
todos los habitantes de la zona. Con este tipo de lucha se está yen­ nuestro que lo ha tenido crónicamente, pero se quedó ahí. El par­
do más allá de la lógica del capital porque obliga a abandonar un tido comunista italiano, por el contrario, cambió y se volvió un par­
proyecto que daba utilidades y la única lógica del capital es el incre­ tido reformista que continúa contando con el 28% de los votos.
mento ele las utilidades. Para term inar con el problema de la revolución Ies voy a ha­
Los trabajadores se han logrado oponer con éxito a la lógica cer una consideración muy sencilla y muy breve. De la revolución
del capital en muchas oportunidades y a veces con criterios que son se puede hablar en dos sentidos. Por una parte están las revolucio­
más bien éticos. Queremos que nuestro trabajo tenga un sentido nes que estallan como la Revolución Francesa, la Revolución Rusa
para el pueblo, dijeron los trabajadores de Alfa Romeo; por lo tan­ de 1917, la Revolución China de 1949 o la Revolución Cubana de
to, nos oponemos al proyecto de producir unos automóviles de lujo 1959. Pero por otra están las revoluciones que ocurren pero que
con sólo dos puestos, pero con el precio de un bus. Estas son huel­ nunca estallan y que pueden producir transformaciones de la vida
gas en que la lucha de los trabajadores va más allá de sus intereses igualmente profundas, o incluso mucho más profundas y estables.
inmediatos y directos, que está guiada por el interés del conjunto Los mismos marxistas usaban el térm ino revolución en los dos sen-
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tidos. Engels decía que la revolución más im portante del m undo
occidental había sido la del Renacimiento. Unos comenzaron a pin­
tar distinto, otros a pensar distinto y a comportarse distinto, pero
esta revolución nunca estalló y nadie la decretó. Entonces no se Sobre la guerra1
preocupen si les dicen que no son revolucionarios porque ustedes
están haciendo posible que ocurra una revolución.

1. Pienso que lo más urgente cuando se trata de combatir la

guerra es no hacerse ilusiones sobre el carácter y las posibilidades
de este combate. Sobre todo no oponerle a la guerra, como han
hecho hasta ahora casi todas las tendencias pacifistas, un reino del
am or y la abundancia, de la igualdad y la hom ogeneidad, una
entropía social. En realidad la idealización del conjunto social a
nombre de Dios, de la razón o de cualquier cosa conduce siempre
al terror, y como decía Dostoievski, su fórmula completa es “Liber­
té, egalité, fraternité... de la m ort”. Para combatir la guerra con una
posibilidad remota, pero real de éxito, es necesario comenzar por
reconocer que el conflicto y la hostilidad son fenómenos tan cons­
titutivos del vínculo social, como la interdependencia misma, y que
la noción de una sociedad armónica es una contradicción en los
términos. La erradicación de los conflictos y su disolución en una
cálida convivencia no es una meta alcanzable, ni deseable, ni en la
vida personal —en el am or y la amistad— ni en la vida colectiva. Es
preciso, por el contrario, construir un espacio social y legal en el
cual los conflictos puedan manifestarse y desarrollarse, sin que la
oposición al otro conduzca a la supresión del otro, matándolo, re­
duciéndolo a la impotencia o silenciándolo.
2. Es verdad que para ello, la superación de “las contradiccio­
nes antinómicas” entre las clases y de las relaciones de dominación
entre las naciones es un paso muy importante. Pero no es suficiente
y es muy peligroso creer que es suficiente. Porque entonces se trata­
rá inevitablemente de reducir todas las diferencias, las oposiciones
y las confrontaciones a una sola diferencia, a una sola oposición y a
una sola confrontación; es tratar de negar los conflictos internos y
reducirlos a un conflicto externo, con el enemigo, con el otro abso­
luto: la otra cíase, la otra religión, la otra nación; pero éste es el
mecanismo más íntimo de la guerra y el más eficaz, puesto que es
el que genera la felicidad de la guerra.

i. Respuesta a una serie de preguntas formuladas por la dirección de la

revista l/i Cabala.. El texto fue publicado en una de sus ediciones; recogido después
como parte del libro Sobre la idealización m la vida personal y colectiva (Procultura,
1985) y de El Elogio de la dificultad y otros ensayos (FEZ, 1994); y reproducido en
periódicos y revistas en muchas oportunidades con títulos diversos. (N. del E.}.

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