Ensayo Democracia en Mexico
Ensayo Democracia en Mexico
Ensayo Democracia en Mexico
En este ensayo argumentaremos que la democracia es un orden social que garantiza ciertas libertades que, al
menos en teoría, toda persona valora, pues, le brindan la posibilidad de desarrollarse plenamente. Asimismo,
sostendremos que, además de lo anterior, la democracia es una herramienta colectiva, ya que les permite a las
sociedades tomar decisiones que conciernen a toda la comunidad, considerando la opinión de los ciudadanos, ya
sea directa o indirectamente, lo cual no debe ser soslayado de manera alguna. En el marco de la democracia, la
oposición política democrática es crucial, porque, al apegarse a los votos y a la ley, al ser tolerante y saber
negociar, así como al defender los derechos de toda persona y no sólo los de sus partidarios, coadyuva a darle
durabilidad, viabilidad y solidez al sistema democrático mismo, lo que es positivo, pues, como dijimos, éste
garantiza libertad. El presente texto está organizado de la siguiente manera: en la primera parte detallaremos lo
que entendemos por democracia. En concreto, vamos a enfatizar que hablamos de un orden colectivo en el que el
sufragio y las leyes (diseñadas éstas a favor del individuo, es decir, a favor de la libertad) son fundamentales. En
el segundo apartado explicaremos por qué la libertad es relevante. En esencia, destacaremos que, sin ella, el
individuo no puede ser, es decir, ve minimizadas sus posibilidades de realización personal. Asimismo, dejaremos
claro que, en una sociedad democrática, los votos y el marco legal no son lo único que le dan respaldo a la libertad:
las políticas públicas orientadas a minimizar la pobreza y, sobre todo, a crear igualdad
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¿QUÉ ES LA DEMOCRACIA?
Para la mayoría de las personas, el hablar de democracia es lo mismo que hacerlo de votos y elecciones a la hora
de decidir quién gobernará. Esto es correcto, pues, la democracia es un orden colectivo, es decir, un conjunto de
leyes y mecanismos que funcionan como herramienta o tecnología social, cuyo propósito principal es solventar
un problema tan inevitable como universal: quién va a gobernar y por cuánto tiempo lo hará. En algunas
colectividades, el asunto se resuelve siguiendo un criterio de edad: que gobiernen los viejos, hasta su muerte. Este
es el caso de algunas sociedades africanas, por ejemplo, las cuales han sido estudiadas en detalle por la ciencia
antropológica. En otras, la solución ha consistido en que gobiernen los más fuertes o carismáticos y que sus hijos
los sucedan. Ejemplo de ello son los grandes imperios que el mundo ha conocido. El punto es que todos los grupos
humanos, sean “modernos” o “primitivos”, “desarrollados” o “subdesarrollados”, etcétera, tienen que decidir
quién gobernará y por cuánto tiempo. La democracia es, precisamente, como ya apuntamos, una forma de
solucionar este problema: de manera periódica, sin trampas ni manipulaciones, así como recurriendo a la regla de
una persona un voto, los ciudadanos deciden quién los gobernará (la duración del mandato, si hay reelección o
no, etcétera, depende de las preferencias de cada sociedad). Ahora bien, las sociedades no sólo enfrentan la
cuestión de decidir quién gobernará, sino que también deben asegurarse de que quien LA IMPORTANCIA DE
LA OPOSICIÓN POLÍTICA DEMOCRÁTICA 6 LA IMPORTANCIA DE LA OPOSICIÓN POLÍTICA
DEMOCRÁTICA 7 quiera que sea que lo haga no cometa abusos de ningún tipo una vez que ocupe el poder.
Imaginemos, por ejemplo, una situación en la que, en un país X, la gente vota mayoritariamente por el partido A
y éste gana las elecciones. Una vez en el poder, dicho partido decide que una de sus políticas será privar de sus
viviendas a todos aquellos que votaron por B. Si en este país imaginario sólo impera la ley de la mayoría, es decir,
la democracia a secas, quienes favorecieron a B perderán sus casas. En un caso como el descrito, el gobierno sería
“democrático”, porque fue electo por medio de los votos, claro está; pero, no estaríamos ante una democracia
plena porque, a todas luces, se violarían los derechos básicos de algunas personas y, por lo tanto, su espacio de
libertad sería transgredido. De esta manera, no es correcto pensar que porque en un país haya elecciones periódicas
entonces es democrático: la democracia no consiste nada más en votar cada determinado tiempo, sino también en
tener en pie, y hacer respetar, evidentemente, ciertas reglas o instituciones que garantizan la libertad de los
individuos. En otras palabras, lo esencial en toda democracia, además de los sufragios, es la existencia de libertad
para cada persona, la cual debe estar claramente enmarcada en la ley y sustentada por la misma. Está claro,
entonces, que cuando discutimos sobre la democracia no nos referimos a cualquiera, sino a la de corte o naturaleza
liberal. Su virtud es que, además de basarse en los votos, está diseñada para favorecer al individuo: las leyes están
ahí para protegerlo y darle libertad. Por ello, en toda democracia de verdad una de las tareas esenciales del
gobierno es aplicar la ley, es decir, salvaguardar la integridad, propiedad, los derechos, etcétera, de todo
ciudadano. Aunado a ello, en la democracia liberal las acciones de los gobernantes encuentran límites: quien
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gobierna no puede actuar contra individuo alguno arbitrariamente. Vale aclarar que dichos límites giran en torno
a un conjunto de derechos básicos que toda persona posee nada más por ser persona: derecho a la vida, a participar
en la actividad política y económica del país, a la libertad, a la privacidad, etcétera. De esta forma, si bien no se
trata de un orden social perfecto –de hecho, ninguno lo es– la democracia liberal es el menos malo, pues, al estar
construida para el individuo, le brinda a éste ciertas prerrogativas que, al menos teóricamente, toda persona valora,
como la propiedad privada, la igualdad ante la ley (independientemente de si uno es rico, pobre, hombre, mujer,
etcétera) y la oportunidad de participar en las decisiones de la colectividad. Es importante destacar que la
democracia puede ser directa o indirecta. En la primera de ellas, las decisiones públicas son tomadas por todos
los miembros de la sociedad por medio del sufragio. De esta manera, el gobierno consulta a la ciudadanía cada
vez que se requiere decidir respecto a cualquier tema como, por ejemplo, si aumentar impuestos o bajarlos, si
construir una carretera o no, si implantar la pena de muerte o no, si permitir el aborto o prohibirlo, etcétera. La
gracia de la democracia directa es, por lo tanto, que las decisiones colectivas responden claramente a los deseos
de la mayoría, lo cual es válido siempre y cuando los derechos fundamentales de las minorías sean respetados,
cuestión que nunca debemos perder de vista. El problema con la democracia directa es, no obstante, su ineficiencia
práctica, pues es muy costoso y engorroso organizar votaciones cada ocasión que una decisión tiene que ser
tomada. Por ello, la alternativa es la democracia indirecta, la cual consiste en que el gobierno es ejercido por
representantes de la ciudadanía, los cuales son designados por ésta gracias al voto. Estos representantes tienen la
obligación de gobernar respetando los derechos de toda persona. Aunado a ello, las decisiones que toman son
democráticas, es decir, los representantes votan para decidir si aumentar impuestos o no, por ejemplo.
Lo positivo de la democracia indirecta es, en consecuencia, que facilita el diálogo y los acuerdos; su debilidad es
que los representantes no necesariamente defienden los intereses de sus representados. De hecho, se podría dar el
caso de que dichos intereses se vean afectados por la dirección del voto de los representantes. Por eso, insistamos,
es de gran relevancia que existan leyes que protejan al individuo y que sean respetadas, estas leyes garantizarán
que la democracia, sea directa o indirecta, nunca resulte en que persona alguna vea su libertad y derechos
violentados como consecuencia del voto de la mayoría. Para concluir esta sección, acentuemos que cuando
hablamos de democracia ésta debe entenderse por democracia liberal, es decir, votos y elecciones periódicos, pero
también reglas o instituciones que protegen los derechos de los ciudadanos sin importar raza, sexo, religión,
etcétera. Subrayemos también que la democracia no es perfecta, pero es el orden colectivo menos malo que el
hombre ha inventado ya que permite a todos los miembros de la colectividad, aunque sea de manera indirecta,
participar en la toma de decisiones que les conciernen, lo cual no sucede con los gobiernos imperiales,
dictatoriales, etcétera. Por último, debemos resaltar también que la democracia posibilita al individuo asegurarse
de que sus derechos y, por ende, su libertad, siempre estarán vigentes: basta con que los votantes no se inclinen,
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nunca, por quien amenaza con arrebatárselos, es decir, por individuos que, pese a no ser demócratas, se
aprovechan de las reglas de la democracia para intentar hacerse del poder.
Aquel gobierno que entiende la relevancia de la ley y de la libertad, la importancia de los derechos de las minorías
y, además, respeta los resultados electorales, es sin lugar a dudas uno democrático. Construir una autoridad con
estas características no es una tarea fácil ni, mucho menos, automática. En primer lugar, se requiere de que los
gobernantes entiendan que detentan el poder político –es decir, la autoridad y capacidad para hacer y ejecutar las
leyes– para servir a los gobernados, es decir, a los ciudadanos, y no, al contrario, para aprovecharse de ellos. Una
forma de lograr esto es por medio de la división de poderes, o sea, la fragmentación del poder político, de manera
tal que no quede en manos de una sola persona o un solo grupo, pues, en teoría, al dividir el poder se crea un
sistema de pesos y contrapesos que coadyuvan a balancear el ejercicio de gobierno. Por ello es que en toda
democracia que se precie de serlo ningún individuo detenta todo el poder. Así, por ejemplo, en el Reino Unido el
premier y su partido hacen las leyes, pero, existe un Poder Judicial independiente que dictamina la validez del
marco legal. Y en Estados Unidos, como en muchos países latinoamericanos, hay un encargado del Poder
Ejecutivo (el presidente), un cuerpo que diseña el marco legal (el Congreso) y un Poder Judicial (los jueces),
además de que existe también una repartición vertical del poder: gobierno federal, estatal y local. El segundo
requisito para que el gobierno sea democrático es el respeto a la ley, sobre todo por parte de quienes encabezan a
la autoridad misma. En términos más formales, esto se puede explicar como la plena vigencia del estado de
derecho, es decir, el no permitir que sea LA IMPORTANCIA DE LA OPOSICIÓN POLÍTICA DEMOCRÁTICA
14 LA IMPORTANCIA DE LA OPOSICIÓN POLÍTICA DEMOCRÁTICA 15 la voluntad de los hombres sino
la letra de la ley la que importe a la hora de resolver toda dificultad de carácter jurídico. Por ejemplo, en un país
donde prevalece el estado de derecho, al cual también nos podríamos referir como un país de instituciones o de
leyes, no se vale que, digamos, el hermano de un ministro, conduciendo un auto en estado de ebriedad, atropelle
a una persona y no le pase nada por esto, es decir, no sufra penalización alguna por sus actos precisamente porque
es el hermano del ministro. No, en un país cuyas instituciones son sólidas nadie está ni por encima ni fuera del
marco legal, mucho menos, por supuesto, quienes lo elaboraron y/o evalúan y/o aplican. Sin un gobierno
institucional, la sociedad como tal está en riesgo: cuando ni siquiera la autoridad se apega a la legalidad, es difícil
que la ciudadanía misma lo haga. El problema con lo anterior es que, si la ley no vale, entonces todo se vale. ¿Por
qué? Porque, en esencia, la legalidad da orden a las colectividades: representa las reglas del juego, es decir, de la
interacción social misma. De esta manera, si nadie hace caso del marco legal, dejamos de vivir civilizadamente
para atenernos a la ley del más fuerte, lo cual representa, de hecho, un retroceso en términos de la trayectoria del
desarrollo de la humanidad y puede resultar en que la convivencia entre las personas sea impredecible, angustiosa
y, en el peor de los casos, hasta violenta. Para ilustrar mejor esta idea, nos permitimos una analogía: no respetar
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la ley equivale a jugar un partido de fútbol sin seguir regla alguna, lo cual implica que o bien el partido tiene que
ser suspendido –es imposible jugarlo– o el resultado será injusto o los equipos terminarán liándose a golpes.
También es posible que ocurra una mezcla de todo lo anterior. El punto es, entonces, que si la legalidad es
violentada el individuo queda a merced de la voluntad de quienes le rodean: no hay una autoridad a la que recurrir
en busca de protección, impartición de justicia, etcétera. Es más, ahí radica la diferencia entre el hombre y los
animales: éstos resuelven sus problemas por medio de la fuerza, pero el hombre ha creado mecanismos que
permiten evitar esto y vivir en sociedad, existir de manera civilizada (por supuesto, algunas civilizaciones son
mejores que otras en términos de la protección que le brindan al individuo. Por ejemplo, mientras que en la antigua
Roma la esclavitud era común y más que legal, hoy en día, en el mundo occidental, el cual es de hecho heredero
de muchas de las ideas y costumbres romanas –por ejemplo, la propiedad privada–, el esclavismo es inconcebible
desde la perspectiva jurídica). Tenemos, pues, que si la ley es endeble, porque ni siquiera el gobierno mismo la
respeta, el orden social se resquebrajará, lo cual es perjudicial para todos y cada uno de los ciudadanos. A nosotros,
evidentemente, el tipo de orden social que nos interesa no es cualquiera sino el democrático-liberal porque, como
ya explicamos en la sección 1 del presente trabajo, es el que brinda la mayor protección posible al individuo. Así,
el enunciado con el que abrimos este párrafo bien puede ser reformulado de la siguiente manera: cuando el
gobierno de una sociedad que se supone constituye una democracia no respeta el marco legal, el sistema
democrático se desmoronará o, por lo menos, estará en permanente riesgo de colapsarse. Por ello es de gran
importancia enfatizar que la democracia no surge de la nada y constituye, de hecho, un contexto artificial, es
decir, no existe en estado “natural”. Como tal, depende de que la autoridad misma no sólo se adhiera a la legalidad,
sino que la respalde, es decir, que no permita abusos/atropellos a los derechos de los individuos por parte de nadie,
empezando por ella misma, claro está. Pero eso no es todo: recordemos que, como ya hemos apuntado, la
democracia exige también que las políticas públicas estén orientadas a favor de quienes más apoyo necesitan –
sin caer en paternalismos contraproducentes, evidentemente– para salir adelante, o sea, para lograr un desarrollo
individual y familiar pleno. En concreto, como ya también mencionamos, nos referimos a acciones
gubernamentales LA IMPORTANCIA DE LA OPOSICIÓN POLÍTICA DEMOCRÁTICA 16 LA
IMPORTANCIA DE LA OPOSICIÓN POLÍTICA DEMOCRÁTICA 17 que enfaticen la redistribución del
ingreso y que no dejen de lado la creación de oportunidades para todos los individuos en cada terreno de la vida:
la educación, la salud, el acceso a un empleo digno, etcétera. Así, todo gobierno que se considere en verdad
democrático buscará implementar políticas cuyos objetivos sean los mencionados. Si no lo hace, la sociedad
podría estar en riesgo de fragmentación, agitación, etcétera, lo cual, por supuesto, no favorece en nada a la
democracia. De hecho, no favorece en nada a ningún orden social. Si el gobierno no es democrático cuando se
supone que debería serlo lo más probable es que termine por perder legitimidad. El problema con esto es que, a
partir de una situación así, pueden surgir dificultades diversas: 1) los gobernantes se quedarán sin el respaldo de
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la ciudadanía, lo que debilita el marco legal y, al mismo tiempo, le resta eficacia a las políticas públicas: nadie, o
sólo pocos, creen en la autoridad; 2) se abre la puerta a que los gobernados, inconformes con las acciones
gubernamentales, se expresen en contra de éstas no sólo por medios pacíficos –válidos y necesarios en toda
democracia– sino violentos, lo cual no es deseable porque mina el orden social; 3) los inversionistas se pueden
asustar y dejar de invertir, lo que se traduce en un costo para toda la sociedad pues la economía se ve perjudicada;
4) tal vez haya incluso personas que deseen dejar el país puesto que no quieren vivir bajo el “cobijo” de un
gobierno como el descrito. Si muchos individuos logran irse, la comunidad perderá potenciales trabajadores, lo
cual tampoco es positivo para la economía, evidentemente, y 5) todo lo anterior podría desembocar en un círculo
vicioso en el que la legalidad se quebranta cada vez más, en el que la colectividad se encuentra insatisfecha, en el
que la economía no rinde a plenitud, etcétera: exactamente lo opuesto a lo que se supone que es necesario para
que las personas puedan ser, es decir, disfruten de libertad y se realicen. Para terminar esta sección enfaticemos,
entonces, que el presente y el futuro de la democracia dependen, en gran medida, de lo que haga la autoridad
constituida: si ésta no se comporta de acuerdo con cánones democráticos cuando eso es lo que de ella se espera,
la democracia está condenada a no ser tal. Probablemente, el resquebrajamiento del sistema democrático no ocurra
de inmediato, pero, insistamos en que si ni siquiera la autoridad es democrática, es muy difícil que la sociedad lo
sea. Asimismo, si el gobierno sí se comporta democráticamente, transmite el mensaje de que la democracia es de
gran relevancia y, por lo tanto, incentiva a los ciudadanos a también apegarse a ella, lo que coadyuva a que el
sistema democrático gane credibilidad, legitimidad, viabilidad y, por supuesto, solidez y durabilidad.
MEXICO Y SU DEMOCRACIA
El estado actual de la democracia en México se encuentra divido en cinco apartados: una presentación colectiva,
tres grandes apartados con tres artículos cada uno, centrados en las instituciones y actores democráticos, y un
apartado de reflexiones finales, también colectivo.
En la presentación se rescata una ponencia producto de la suma de las diferencias y consensos de los miembros
originales del seminario, en la que además se exponen los intereses académicos de sus integrantes. Dos cuestiones
sobresalen en este apartado. Por un lado, su afirmación contundente de que equiparar democracia con democracia
electoral dificulta comprender la consolidación y evolución de la democracia, ante lo cual presentan una
definición de democracia que enfatiza la importancia de la deliberación, de la cual depende –según argumentan–
el funcionamiento de toda democracia. Por otro lado, señalan tres elementos clave en la consolidación
democrática que coinciden sólo parcialmente con la literatura clásica sobre el tema.** Para los autores, la
deliberación ocupa un lugar central, la consideran clave para estudiar tanto la emergencia de democracias de
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calidad, como para comprender la propia consolidación de la democracia. A ello se suma el estado de derecho y,
en tercer lugar, la satisfacción de las demandas sociales. La presentación termina con una conclusión preliminar
del libro: en México existe una consolidación lenta e incierta de la democracia, pues al mismo tiempo que hay
signos que alimentan expectativas de su consolidación existen otros que son desalentadores o ambiguos. Los
autores señalan que una ausencia notable es la deliberación, por lo que el optimismo sólo puede ser limitado.
En el primer apartado, dedicado al análisis de las instituciones, se presentan tres artículos en los que se pone de
manifiesto el énfasis que ha existido en las reformas institucionales centradas en lo electoral, dejando de lado
aquellas destinadas a mejorar la toma de decisiones y la elaboración de políticas públicas que respondan a los
problemas más graves del país. El primer artículo aborda el presidencialismo ante el reto de la consolidación
democrática. Su autor, Gabriel Corona, hace un recorrido por lo ya escrito sobre las bases del presidencialismo y
las causas de su debilitamiento, y apunta que es necesario reformar las facultades constitucionales del presidente
a fin de propiciar un liderazgo presidencial fuerte, pero con separación de poderes y mecanismos de control y
contrapeso entre poderes para incentivar la cooperación. En el segundo artículo se hace una evaluación de los
cambios realizados para fortalecer al Poder Judicial desde la reforma de 1994. Es un artículo bien documentado
que propone un marco analítico para la evaluación de las reformas judiciales tendientes al establecimiento de
salvaguardas constitucionales a la independencia judicial, y aplica dicho marco al caso mexicano. Ofrece además
un análisis del contenido y las implicaciones de la reforma, lo que permite sustentar su conclusión respecto a que
hoy se cuenta con un Poder Judicial más fuerte, independiente y creíble. El tercer artículo del apartado es un
estudio de caso sobre la fallida reforma fiscal presentada por el presidente Vicente Fox a la Cámara de Diputados.
En este texto se ponen de manifiesto, entre otras cosas, las debilidades de la propuesta misma, así como la posición
y la estrategia de los diversos partidos políticos encargados de su aprobación. La visión del Poder Legislativo en
su conjunto frente al reto de la consolidación es una ausencia significativa en esta sección.
En el segundo apartado, denominado "Fortalezas y debilidades", se abordan las elecciones, los partidos y los
liderazgos. Uno de los textos más sobresalientes de esta sección es el que analiza la vida interna de los partidos
mexicanos en el periodo 2000–2003, un tema que ha sido escasamente explorado de manera sistemática. Jean
Francois Prud'homme aplica el modelo de Ostrogorski y apunta una contradicción fundamental: mientras que la
legislación electoral genera condiciones favorables para el mantenimiento de los grandes partidos establecidos, y
con ello ha contribuido a la institucionalización del sistema de partidos en su conjunto, el funcionamiento interno
de los partidos (los tres más grandes) muestra grandes dificultades para la institucionalización de su vida interna.
Existe pues lo que él llama un "déficit de institucionalización", lo que coloca a cada uno de los partidos frente a
serios retos de consolidación organizativa y de calidad democrática de su vida interna. En este apartado resalta,
sin duda, la ausencia de un texto sobre los votantes que describa los cambios más notables del elector mexicano
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no sólo respecto a preferencias electorales sino a su papel frente a la complejidad creciente de las elecciones en
México. Éstas han dejado de estar centradas en una competencia estructurada por un binomio como el de
autoritarismo–democracia, que dominó en las elecciones de 2000, y han comenzado a mostrar contiendas
partidistas ordenadas por temas o issues, como suele suceder en las democracias consolidadas.
En el tercer apartado, de corte relativamente más teórico que empírico, se analizan temas que rebasan el examen
de las instituciones y actores políticos tradicionales de los procesos de transición y consolidación de la
democracia, esto es, los poderes constitucionales establecidos –Ejecutivo, Legislativo y Judicial–, los partidos,
las elecciones y los líderes políticos. Los textos incluidos en el último apartado abordan tres temas bastante
diversos: la deliberación y el papel que desempeña en la consolidación de la democracia, el problema teórico y
práctico de la representación política, y la evolución de los movimientos sociales en un contexto democrático
(periodo 2000–2004). Por su espíritu prometedor en el plano teórico –que escasamente se desarrolla en la
investigación en ciencias sociales en el país–, destaca el artículo que analiza la deliberación. Fernando Castaños
y Alvaro Caso parten de la crítica a los estudios de la transición democrática que privilegian definiciones de
democracia con un carácter operacional, y proponen una definición cuyo eje central sea la deliberación, en la
medida en que es ésta la que sustenta la legitimidad de las democracias contemporáneas. Incluso más adelante
proponen una serie de requisitos que debe cumplir un régimen político para ser considerado democrático, mismos
que desarrollan limitadamente.
En el último apartado, correspondiente a las reflexiones finales, los autores reiteran los rasgos positivos o
alentadores respecto al curso de la democracia en México –entre los que destacan la actuación del Poder Judicial
y la Ley de Acceso a la Información–, así como los que consideran negativos, entre ellos el estancamiento de
iniciativas de reformas legales importantes, como la laboral, la de medios de comunicación y la energética. Lo
anterior pretende dar sustento a su conclusión fundamental respecto a la consolidación lenta e incierta que vive
el país.
El estado actual de la democracia en México tiene algunas limitaciones que en gran medida parecen tener relación
con las características propias de su origen: un espacio dedicado al análisis de coyuntura como el Seminario
Académico Perspectiva Democrática. Los textos abordan temas de enorme importancia, sin embargo, no
incorporan, en la mayoría de los casos, elementos teóricos relevantes que guíen el análisis. Tampoco producen
evidencia empírica sólida y original que permita evaluar en qué medida las afirmaciones contenidas se sustentan
en una investigación y análisis sistemáticos. Asimismo, destaca la ausencia de elementos que permitan visualizar
el avance de México en el proceso de consolidación democrática en una perspectiva comparada. Finalmente,
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destaca que pese a las intenciones del seminario de desarrollar visiones prospectivas sobre el futuro de la
democracia en México, los artículos revelan más bien el peso de las preocupaciones de corto plazo.
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emergencia. También tres mil servicios de ambulancia diariamente, lo que significa que atiende cuatro de cada
cinco urgencias que se tienen en el país. Esto son
cinco millones de mexicanos atendidos por esta institución.
“Al final de cuentas, los fondos reunidos no son para la Cruz Roja, son para los
mexicanos. Se destinan a mejorar la calidad del servicio, a renovar los recursos de
esta institución y a incrementar su capacidad de respuesta. Seamos conscientes
de que cada aportación se convierte en un invaluable auxilio”.
5 ejes para lograr una democracia de resultados
El objetivo principal del gobierno de Enrique Peña Nieto es lograr que los derechos
que la Constitución reconoce a los mexicanos pasen del papel a la práctica.
Para lograrlo, el Presidente de la República trabajará en 5 ejes fundamentales:
1. Lograr un México en Paz, trabajando en una estrategia nacional para
reducir la violencia. Con una real y eficaz coordinación entre órdenes de
gobierno, a fin de combatir la impunidad y que prevalezca la justicia y la paz.
2. Lograr un México Incluyente, combatiendo la pobreza y cerrando la brecha
de desigualdad social que aún nos divide. El objetivo es que el país se integre
por una sociedad de clase media con equidad y cohesión social e igualdad de
oportunidades
3. Lograr un México con Educación de Calidad para Todos. En este sentido, el
objetivo es que las escuelas formen individuos libres, responsables y activos;
ciudadanos de México y el mundo, comprometidos con sus comunidades.
4. Lograr un México Próspero, que permita aprovechar los recursos naturales
de manera sustentable y agregarles valor, para que su producto llegue a los
bolsillos de los mexicanos de hoy y de mañana, que son los dueños de esa
riqueza. Asimismo, el Presidente Peña Nieto busca hacer más para acelerar el
crecimiento económico: fomentar la competencia en todos los ámbitos,
aumentar el crédito para financiar áreas estratégicas y promover la economía
formal. Finalmente, busca impulsar todos los motores del crecimiento. El
campo, el turismo y el desarrollo industrial, serán imprescindibles en la ruta de
México para transformarse en una potencia económica emergente.
5. Lograr que México sea un Actor con Responsabilidad Global. El Presidente
Peña, busca honrar el lugar que México históricamente ha tenido en el
concierto de las naciones, como un país solidario y comprometido con las
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mejores causas de la humanidad.
Manifiesto por una presidencia democrática
Enrique Peña Nieto, presentó un manifiesto de 10 puntos para encabezar una
presidencia democrática, ganar el futuro y no reinstaurar pasados superados.
En un manifiesto denominado “Una Presidencia Democrática”, llamó a
intelectuales, académicos, políticos de todas las militancias, organizaciones no
gubernamentales, jóvenes universitarios y a la ciudadanía en general a dialogar
para enriquecer esa propuesta.
Durante el acto denominado “Respuestas para transformar a México" negó que
pretenda gobernar en la unanimidad, sino construir un México unido y fuerte a
partir del reconocimiento y respeto de la diversidad de convicciones e ideas.
Por ello, como primer punto, el abanderado de los partidos Revolucionario
Institucional (PRI) y Verde Ecologista de México (PVEM) ofreció que de ganar los
comicios protegerá la libertad de reunión y manifestación, “pilar de nuestra cultura
democrática”.
En el segundo punto del documento, Peña Nieto dijo que será garante de la
libertad de expresión, pues todas las críticas al Ejecutivo federal “serán
escuchadas, respetadas y tomadas en cuenta”.
En el apartado número tres, el priista se comprometió a impulsar una reforma
constitucional para crear una instancia ciudadana y autónoma que supervise la
contratación de publicidad gubernamental en medios de comunicación.
Ofreció en el cuarto inciso respeto a los derechos humanos como premisa
fundamental “en la actuación de las fuerzas armadas y las policías” y a acatar y
adoptar de manera pronta las recomendaciones en la materia.
Peña Nieto expuso como quinto punto del manifiesto su decisión de encabezar un
gobierno laico, respetuoso de la libertad de creencias y de las prácticas religiosas
de todos los mexicanos.
En el sexto apartado del documento, el ex gobernador del Estado de México
advirtió que se propone utilizar el poder presidencial como una herramienta para
acabar con la discriminación en México.
En séptimo lugar, el abanderado del PRI y del PVEM se comprometió también a
respetar la división de poderes, pues “el diálogo y la concertación legítima serán
los instrumentos primordiales del gobierno”.
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Advirtió, en el punto número ocho, que como presidente no intervendrá en los
procesos electorales, salvo para garantizar que existan las condiciones de
seguridad y paz para el desarrollo de campañas y jornadas electorales.
Peña Nieto aseguró en el penúltimo apartado del manifiesto que impulsará la
creación de la Comisión Nacional Anticorrupción, “como una instancia autónoma
con capacidad de actuar ante casos de corrupción gubernamental en el nivel
federal, estatal y municipal a partir de denuncias ciudadanas".
En el décimo tema, ofreció replantear la relación política entre el gobierno federal y los gobiernos de los estados
y municipios, en un marco de respeto al federalismo.
Conclucion
Está claro que el gobierno no está haciendo su trabajo, el grueso de la población vive en la pobreza, la inseguridad
en algunos estados del país es ya una constantes para los ciudadanos de esos estados. Como es el caso de
Michoacán, que los pobladores se encontraron en la necesidad de formar estos grupos llamados de “autodefensa”,
para resguardar su integridad, su vida y sus intereses que son amenazados por el crimen organizado. Aún con la
intervención del ejército mexicano no se ha logrado detener todos estos brotes de violencia y asesinatos llevadas
a cabo por los grupos criminales.
Para hacer que México cambie, se necesita tener a una ciudadanía informada, sin embargo, no sólo hace falta que
se informe, sino que esa información sea verdadera, objetiva, sin el objetivo de crear una opinión o manipulación
de la población. Pero este cambio, debe darse de una manera pacífica, ordenada. Mediante la emisión de un voto
razonado por parte de cada uno de los ciudadanos mexicanos comprometidos con la convicción de tener un mejor
país, y no dejarse corromper, comprar por unos cuantos pesos el futuro de cada uno de nosotros y de sus hijos.
Además, de exigir que se respete ese voto, que sea tomado en cuenta. Y si no es así, debemos salir a las calles a
exigir que sea de esta manera, es un derecho ciudadano el salir a manifestarse si el gobierno no está cumpliendo
con sus obligaciones, si hace caso omiso a nuestras decisiones, es hora de que los mexicanos dejemos que los
políticos corruptos dejen de pasar por encima de nuestros derechos, de nuestras decisiones y de nuestra dignidad.
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-20372009000100012
http://www.cronica.com.mx/notas/2010/495600.html
http://noticias.universia.net.mx/cultura/noticia/2016/09/15/1143619/diferentes-perspectivas-democracia-mexico.html
http://www.yoinfluyo.com/tu-voz/9779-la-democracia-en-mexico
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