Delegar

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Delegar

Antes que de ser líderes, tuvimos un líder y bueno, parte de los motivos por los que llegamos a
ser lo que somos hoy, es que nuestro líder nos delegó algunos cargos y tareas.

Veamos Mateo 28, 16-20

Por su parte, los once discípulos partieron para Galilea, al cerro donde Jesús los había citado.
Cuando vieron a Jesús se postraron ante él, aunque algunos todavía desconfiaban. Entones, Jesús
acercándose, les habló con estas palabras: «Todo poder se me ha dado en el Cielo y en la tierra. Por eso, vayan y hagan que
todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos, en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. y enséñenles a
cumplir todo lo que yo les he encomendado. Yo estoy con ustedes todos los días hasta que se termine este mundo.

Como vemos en lo anterior, Jesús como buen líder, el mejor de todos, hizo lo que nosotros también estamos llamados a
hacer: delegar.

Muchos líderes tienen en mayor o menor grado este problema de no saber delegar; las razones son variadas, pero veamos
tan solo algunas que suelen destacar.

Miedo a que el otro no haga bien las cosas y por lo tanto, tener que perder tiempo en arreglar lo que el otro no hizo bien.

Miedo a que el otro haga las cosas pero no tan bien y entonces se pierda calidad.

Miedo a que el otro haga las cosas mejor que uno y entonces perdamos seguidores. Aquí hay un problema mayor, porque
entonces hacemos las cosas no para Dios sino para que nos alaben.

No quieren invertir tiempo en formar líderes porque piensan que es mejor si lo hacen ellos mismos.

Ahora bien, debemos tener cuidado de no caer en el otro extremo: hay líderes que delegan todo y con lo que se quedan es
con la voz de mando. Tiene un equipo de personas que hacen labores de aseo, de prédica, de consejería de actividades pro
fondos, de liturgia, etc., pero ellos no hacen nada, solo mandan. Y no es que tener voz de mando sea malo en sí, pero es
conveniente no delegar por tener menos trabajo, sino para hacer crecer a los otros, y parte de la enseñanza es ser
acomedido, ayudando en algo más que en mandar.

Pero, ¿a quién delegar y qué delegar?. Todo líder necesita un equipo de trabajo eficiente, sin embargo, en el principio, si los
miembros no tienen experiencia, debemos estar conscientes que fallarán pero aprenderán. Por eso, debemos tener cuidado
en la forma en que delegamos.

Por ejemplo, en mi comunidad, yo necesito a gente que sepa predicar, por eso, fui delegando algunas cosas, como por
ejemplo, el control de la liturgia (el predicador necesita sentir autoridad), el dar avisos (perder el miedo a estar al frente) y
otras cosas. Así mismo, fui dándoles una formación de predicadores y ahora, en el mes pasado, delegué el tema del grupo a
mis formados. Esto me sirvió porque este mes he estado sobre cargado de trabajo y no podía ir a dar el tema.

Pero tengan cuidado que si delegan muchos cargos a una sola persona pueden hacer la carga muy pesada y hundir la
autoestima de sus delegados ya que seguramente tendrán muchos errores. Sean como padres formando a sus hijos para la
vida, en este caso, para la vida de: predicadores, lectores, animadores, coristas, etc…

Espero que ahora vean el delegar como una herramienta de formación de futuros líderes que, aunque cometan errores,
aprenderán y que delegando, estarán expandiendo el reino de Dios.

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