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El 24 de marzo de 1976, los comandantes de las tres fuerzas armadas, Jorge Rafael Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti

(Junta
Militar), derrocaron al Gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón, quien había asumido la presidencia tras la
muerte del General Juan Domingo Perón, el primero de julio de 1974; dando inicio a la más atroz dictadura que asoló nuestro país.
Fueron más de siete años signados por la constante violación de los derechos humanos, crímenes de lesa humanidad y terrorismo
de Estado, con más de 30.000 desapariciones de personas, centenares de secuestros, privaciones ilegítimas de libertad, torturas en
centros clandestinos de detención, apropiación de recién nacidos y exilios forzados de miles de argentinos. En 1978, la Argentina
había sido designada por la FIFA como sede para el Mundial de Fútbol. Fue así que el mundial le brindó a la Junta Militar un marco
inmejorable para concretar esta política. En 1977, frente al silencio y la ocultación de los crímenes, surgió la resistencia más eficaz,
la que se propuso dar a conocer la magnitud de la masacre. Un grupo de madres de desaparecidos comenzaron a reunirse todos
los jueves en la Plaza de Mayo, reclamó a sus hijos, ocupó el lugar que los políticos habían dejado vacío. Fue la referencia de un
movimiento que traspasó las fronteras, estimuló a la opinión pública y dio una dimensión moral y universal a la lucha por los
derechos humanos. El 2 de abril de 1982, la dictadura cívico-militar inició el desembarco de tropas en las islas Malvinas, usurpadas
por Inglaterra desde 1833. Con esta acción de afirmación de la soberanía nacional, apoyada por un importante sector de la
población, la dictadura intentaba ocultar la gravísima situación social, política y económica a la que había conducido su gobierno.
El conflicto armado concluyó el 14 de junio de 1982 con la rendición de la Argentina y provocó la muerte de 649 soldados argentinos,
255 británicos y 3 civiles isleños. Se considera que la derrota militar aceleró el fin de la dictadura. El 10 de diciembre de 1983,
asumió la presidencia el radical Raúl Alfonsín y desde allí se inició un proceso de recuperación de la democracia.

El 24 de marzo de 1976, los comandantes de las tres fuerzas armadas, Jorge Rafael Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti (Junta
Militar), derrocaron al Gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón, quien había asumido la presidencia tras la
muerte del General Juan Domingo Perón, el primero de julio de 1974; dando inicio a la más atroz dictadura que asoló nuestro país.
Fueron más de siete años signados por la constante violación de los derechos humanos, crímenes de lesa humanidad y terrorismo
de Estado, con más de 30.000 desapariciones de personas, centenares de secuestros, privaciones ilegítimas de libertad, torturas en
centros clandestinos de detención, apropiación de recién nacidos y exilios forzados de miles de argentinos. En 1978, la Argentina
había sido designada por la FIFA como sede para el Mundial de Fútbol. Fue así que el mundial le brindó a la Junta Militar un marco
inmejorable para concretar esta política. En 1977, frente al silencio y la ocultación de los crímenes, surgió la resistencia más eficaz,
la que se propuso dar a conocer la magnitud de la masacre. Un grupo de madres de desaparecidos comenzaron a reunirse todos
los jueves en la Plaza de Mayo, reclamó a sus hijos, ocupó el lugar que los políticos habían dejado vacío. Fue la referencia de un
movimiento que traspasó las fronteras, estimuló a la opinión pública y dio una dimensión moral y universal a la lucha por los
derechos humanos. El 2 de abril de 1982, la dictadura cívico-militar inició el desembarco de tropas en las islas Malvinas, usurpadas
por Inglaterra desde 1833. Con esta acción de afirmación de la soberanía nacional, apoyada por un importante sector de la
población, la dictadura intentaba ocultar la gravísima situación social, política y económica a la que había conducido su gobierno.
El conflicto armado concluyó el 14 de junio de 1982 con la rendición de la Argentina y provocó la muerte de 649 soldados argentinos,
255 británicos y 3 civiles isleños. Se considera que la derrota militar aceleró el fin de la dictadura. El 10 de diciembre de 1983,
asumió la presidencia el radical Raúl Alfonsín y desde allí se inició un proceso de recuperación de la democracia.

El 24 de marzo de 1976, los comandantes de las tres fuerzas armadas, Jorge Rafael Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti (Junta
Militar), derrocaron al Gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón, quien había asumido la presidencia tras la
muerte del General Juan Domingo Perón, el primero de julio de 1974; dando inicio a la más atroz dictadura que asoló nuestro país.
Fueron más de siete años signados por la constante violación de los derechos humanos, crímenes de lesa humanidad y terrorismo
de Estado, con más de 30.000 desapariciones de personas, centenares de secuestros, privaciones ilegítimas de libertad, torturas en
centros clandestinos de detención, apropiación de recién nacidos y exilios forzados de miles de argentinos. En 1978, la Argentina
había sido designada por la FIFA como sede para el Mundial de Fútbol. Fue así que el mundial le brindó a la Junta Militar un marco
inmejorable para concretar esta política. En 1977, frente al silencio y la ocultación de los crímenes, surgió la resistencia más eficaz,
la que se propuso dar a conocer la magnitud de la masacre. Un grupo de madres de desaparecidos comenzaron a reunirse todos
los jueves en la Plaza de Mayo, reclamó a sus hijos, ocupó el lugar que los políticos habían dejado vacío. Fue la referencia de un
movimiento que traspasó las fronteras, estimuló a la opinión pública y dio una dimensión moral y universal a la lucha por los
derechos humanos. El 2 de abril de 1982, la dictadura cívico-militar inició el desembarco de tropas en las islas Malvinas, usurpadas
por Inglaterra desde 1833. Con esta acción de afirmación de la soberanía nacional, apoyada por un importante sector de la
población, la dictadura intentaba ocultar la gravísima situación social, política y económica a la que había conducido su gobierno.
El conflicto armado concluyó el 14 de junio de 1982 con la rendición de la Argentina y provocó la muerte de 649 soldados argentinos,
255 británicos y 3 civiles isleños. Se considera que la derrota militar aceleró el fin de la dictadura. El 10 de diciembre de 1983,
asumió la presidencia el radical Raúl Alfonsín y desde allí se inició un proceso de recuperación de la democracia.

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