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JACQUES GERNET

EL MUNDO CHINO

Edición revisada y actualizada

Traducción castellana de
Dolors FoIch

CRÍTICA
BARCELONA
El principio de los años terribles
La guerra sinojaponesa de 1894 abre una nueva etapa en la desintegración
politica, social y económica del mundo chino: las consecuencias de la derrota son
tan graves en todos los campos que se puede considerar que a partir de esta épo-
ca China deja de ser dueña de su destino. Lafíota de guerra que ésta había inten-
tado formar en condiciones difíciles es aniquilada. Se le impone una indemniza-
ción de guerra de 200 millones de Iíang -tres veces los ingresos anuales del
gobierno ímperial-:-, y aún se le añaden 30 millones de liang que le permitirán
conservar unos cuantos años más la península de Liaodong. Las ambiciones terri-
toriales del Japón. que se anexiona Taiwan y las islas Penghu (Pescadores] y
obtiene una posición dominante en el noreste (Manchuria), incitan a las potencias
occidentales a anextonarse a su vez partes del territorio chino y a repartirse Chi-
na en «esferas de infíuencia», especie de cotos de caza en que explotar las rique-
zas del viejo imperio.
Alemania se apodera en 1897 de la región de Qingdao y Jiaozhou, en el sures-
te del Shandong, Gran Bretaña de la de Weihai (Welhaiwei) y del extremo orien-
tal de la península del Shandong en 1898, Rusia de la parte meridional de la
península del Liaodong (región de Dalian -Dairén en pronunciaciónjaponesa-
y de Liishun, que los occidentales rebautizan con el nombre de Port Arthur). Fran-
cia, cuyas ambiciones se centran en la China del suroeste, sigue su ejemplo en
1899 arrancando la región de Zhanjiang (Gw:mgzhouwan) al Guangdong occi-
dental.
Pero además. en los años que siguen al tratado de Shimonoseki. es imposible
seguir impidiendo lo que Li Hongzhang, personalidad política respetada por sus
interlocutores extranjeros, había intentado evitar a toda costa: las industrias ex-
tranjeras se instalan en la misma China en los puertos abiertos y en los nuevos
«territorios arrendados». La sujeción económica de China a las naciones extran-
jeras aumenta bruscamente. La invasión de capitales extranjeros, el auge de las
empresas bancarias, fábricas, manufacturas y minas administradas por las com-
pañías occidentales y japonesas en las ciudades y regiones ocupadas se aprove-
chan de una mano'de obra miserable a bajísimo precio.
530 EL MUI"DO CHINO

CUADRO 24. El desmembramiento de China

1895 Anexión de Taiwan y de las islas Pcnghu (Pescadores) por el Japón.


Concesiones alemanas de Hankou y de Tianjin.
1896 Concesión rusa y concesión francesa de Hankou.
1897 Alemania anexiona las regiones de Qingdao y de Jiaozhou en el Shandong.
Concesiones japonesas de Suzhou (Jiangsu] y Hangzhou (Zhcjiang).
1898 Los ingleses anexionan la región de Weihai en el Shandong, los rusos
la de Dallan y Lüshun (Port Arthur) al sur de la península de Liaodong.
Concesiones japonesas de Hankou y Shashi (Hubei), Tianjin y Fuzhou
(Fujian).
1899 Los franceses anexionan la región de Zhanjiang (Guangzhouwan).
Concesión japonesa de Xiamen (Amoy),
1900 Saqueo de Pekín y del Palacio Imperial por las tropas coloniales dc las
naciones aliadas.
Expediciones punitivas del general von Waldersee sobre numerosas ciuda-
des de China del norte.
Concesión rusa de Tianjin.
1901 Concesión japonesa de Chongqing {Sicbuan).
1902 Concesión belga, italiana y austríaca de Tianjin.
1911 Mongolia Exterior bajo control ruso.
1914 El Tfbet central y occidental bajo control británico.
Los japoneses se instalan en el Shandong en los territorios previamente
ocupados por Alemania.
1931-1932 El Japón invade y anexiona Manchuria.
1933 Los japoneses penetran en el Jehol (Mongolia del sureste) y en una parte del
Hebei.
1937 Bombardeo de Shanghai y Nankín por la aviación japonesa.
Se inicia la invasión general de China por parte del Japón.

Este dominio extranjero es sumamente grave, puesto que se produce en el


momento mismo en que los progresos tecnológicos e industriales de las naciones
occidentales -yen consecuencia los del Japón- son más rápidos, y en el que la
economía china se está desplomando. Las indemnizaciones de guerra impuestas
a China en 1895 y en 1901 (200 millones de liangy 450 millones de dólares de
plata) no representan quizá sumas fabulosas para las naciones ricas de esta épo-
ca, pero son una carga aplastante para un país que está al límite de sus recursos,
que ve cerrarse los mercados exteriores a sus sedas y a su té y que asiste impo-
tente a la invasión de los productos extranjeros en sus ciudades y campos. Por otra
parte, cabe señalar que la indemnización de Shimonoseki permitió al Japón adop-
tar el patrón oro en 1897 y que tuvo mucho que ver con el desarrollo de su eco-
nomía en torno a 1900.
Este dominio económico viene acompañado por una presión militar: los extran-
jeros han llegado al punto de mantener en China flotas de guerra y tropas prepara-
das para intervenir en cualquier momento. A diferencia de las concesiones adqui-
ridas en las grandes ciudades, y cuya creación respondía a necesidades mercantiles,
los territorios arrendados son ante todo bases y punios de apoyo militares.
CHINA. CRUCIFICADA 531

Pero las consecuencias mora/es y políticas de la derrota no son menos graves:


Li Hongzhang, el único dirigente con alguna autoridad y el que había dominado
toda la política china desde hacía cerca de un cuarto de siglo, es apartado del
poder después del tratado de Shimonoseki. De ahí, un vacío político que ninguno
de los poderosos personajes de la época es capaz de llenar: Yuan Shikui, que su-
cede a u Hongzhang al frente de los ejércitos de la zona norte, no es más que
un simple militar sin envergadura y la principal preocupación de los gobernadores
regionales que reinan sobre el bajo y medio Yangzi (Zhang Zhidong y Liu Kunyi)
es mantener sus imperios al margen de la agitación internacional. La ausencia de
toda dirección firme, las divisiones y el desconcierto de los medios dirigentes y
de los intelectuales: tales son las características de la vida política en China en
este momento crucial que se sitúa en torno a ¡ 900.

Las manifestaciones del desconcierto


Del 11 de junio al 21 de septiembre de 1898 un pequeño grupo de intelectua-
les encabezados por el gran letrado reformista Kang Youwei (1858-1927) consi-
gue imponerse al gobierno de Pekín poniendo en marcha toda una serie de refor-
mas de las instituciones inspiradas en los modelos japonés y ruso: modernización
de los exámenes de ingreso al cuerpo de funcionarios. reforma de la administra-
ción, publicación del presupuesto del estado, creación de un ministerio de econo-
mía... Son los llamados «Cien dias de reformas». Al principio, fueron apoyados
por Yuan Shikai, jefe de los ejércitos de la zona norte, y por Zhang Zhidong,
gobernador de las provincias del Hubei y del Hunan, pero éstos terminaron aban-
donándolos dehido a la reacción de los medios conservadores. Yuan Shikai se
pone alIado de la emperatriz Cíxi y ésta recupera el control de la situación. Seis
de los reformistas son ejecutados, entre los cuales está Tan Sitong (1865-1898),
mientras Kang Youwei y su discípulo Liang Qichao 0873·1929) huyen al Japón,
donde fundan una asociación para la protección del emperador (Baohuanghui).
Este episodio de la historia de la China contemporánea, que no deja de tener
interés en sí mismo, es revelador sobre todo de la incertidumbre de la situación
política y dehe colocarse en el marco de una época de humillación y desconcier-
to. Las reformas eran con toda evidencia un remedio ilusorio en un momento en
que el territorio chino era objeto del reparto entre naciones extranjeras, en que
la economía china se desplomaba y en que, debido al rápido crecimiento de las
naciones occidentales y del Japón, aumentaban día a día las distancias entre
los países industrializados y un inmenso imperio que había seguido siendo esen-
cialmente rural.
Son el mismo desconcierto y la misma impotencia fundamental ante la intro-
misión económica, política y militar de las naciones industrializadas los que ex-
plican que, en una especie de arrebato inspirado por la desesperación, la corte de
Pekín decidiera apoyar una rebelión popular. El agravamiento de la miseria en el
campo. el desempleo provocado por la importación de tejidos y de queroseno, así
como por el desarrollo de los transportes modernos (ferrocarriles y barcos de
vapor), la hostilidaf! que suscita el comportamiento de los extranjeros y mu.vespe-
cialmente el de los misioneros: tales son las raíces de una agitación generalizada
532 EL MUNDO CHINO

del mundo campesino en los últimos años del siglo ax. Reaparecen las sociedades
secretas (Sociedad de los Hermanos Mayores, Gelaohui Sociedad del Gran Sable,
Dadaohui). Las hambres e inundaciones que asuelan el Shandong a partir de
1898 provocan el auge de una de las ramas de la antigua sociedad del Loto Blan-
co. Es el movimiento de Jos Yihequan, que practican el boxeo chino como método
de entrenamiento físico y moral ya/os que por esta razón los occidentales cono-
cen con el nombre de boxers (boxeadores). Violentamente xenófobos, los hóxer"
están fanatizados por su fe en unas prácticas mágicas que tienen la reputación de
hacerles invulnerables. Atacan tosferrocarriles, las fábricas. las tiendas que ven-
den productos importados y a los chinos convertidos y a los misioneros. Expul-
sados del Shandong por la enérgica acción de Yuan Shikai, a principios de 1900,
la sublevación alcanza el Shanxi y el Hebeí. La presencia de los insurgentes en la
región TIanjin-Pekin-Baoding, donde abundan los extranjeros, precipita los acon-
tecimientos: las amenazas que pesan sobre sus propios ciudadanos hacen inter-
venir a las potencias extranjeras. Los partidarios de apoyar a los bóxers ganan
entonces en la corte de Pekín y se declara la guerra oficial del imperio de los Qing
a las naciones occidentales. Pero los principales responsables de la política chi-
na en las provincias, preocupados por conservar intactos sus poderes regionales
y no viendo seguramente en el apoyo proporcionado por la corte a los bóxers má.~
que un acto de desesperación, se quedan al margen del conflicto. Entre junio y
agosto de 1900, las tropas aliadas reconquistan Tianjin y marchan sobre Pekín. El
emperador y la emperatriz Cíxi (que no volverá a la capital hasta el 6 de enero de
1902) huyen a Xi 'an. en el Shaanxi. Pekín es saqueada y las tropas alemanas or-
ganizan expediciones punitivas hacia las ciudades de la China del norte. El pro-
tocolo firmado en Pekín en 1901 impone a China una formidable indemnización
de guerra de 450 millones de dólares de plata, la prohibición de toda actividad
hostil a los extranjeros, el cese de las importaciones de armas, el desmantela-
miento de los fuertes de Daga, el control por parte de las tropas extranjeras del
ferrocarril Tíanjín-Pekin. la ejecución de altos dignatarios y el envío de embaja-
das expiatorias al extranjero.
El asunto de los bóxers, que marca un nuevo progreso en la sujeción de China
a los extranjeros, había supuesto para Rusia la ocasión de ocupar Manchuria: la
instalación de los rusos en el noreste acabará provocando el conflicto rusojapo-
nés de 1904-1905, en el transcurso del cual los ejércitos del zar serán aplastados
por la nueva potencia militar del Japón.
Capítulo XXIX

LA DISGREGACIÓN DE LA ECONOMÍA
Y DE LA SOCIEDAD

La formación de una burguesía de negocios, la aparición de lU1 proletariado, las


nuevas ideas que se difunden entre los intelectuales, los movimientos y partidos
políticos: he aquí los aspectos que más llaman la atención de los historiadores de la
China de los años 1895-1949. Y es que de hecho la evolución de estos factores evo-
ca a sus ojos la que conocieron los paises occidentales: China parece haber entrado
en el mismo proceso que había provocado mucho antes la evolución de los países
industrializados de Europa y América. Pero conceder un interés y significado privi-
legiados a estos aspectos de la historia reciente de China, les lleva a descuidar algu-
nos datos fundamentales que no guardan relación alguna con la historia anterior.de
Occidente: estos datos son el agotamiento económico de China, su dependencia del
extranjero y la función política cada vez más determinante desempeñada por unos
ejércitos equipados gracias a costosos préstamos internacionales. El mismo con-
texto en que aparecen y se desarrollan lo que generalmente se consideran pruebas
de la «modernización» de China debería impedir toda analogía con la historia de
Occidente. Y lo que es más, invita a dudar de una interpretación unánimemente
aceptada: los aspectos «modernos» de la China de los años 1895-1949, lejos de
representar un progreso y el anuncio de una evolución llena de promesas podrían
considerarse, con mayor motivo, signos evidentes de su alienación y de la descom-
posición de la sociedad china. Se trata, en efecto, de desarrollos parasitarios y casi
patológicos, ligados a la implantación de capitales e industrias extranjeros en la
misma China y a una depauperación general, cuyo peso más gravoso ha caído en-
cima de las masas rurales. Es un abuso de lenguaje considerar como clases socia-
les equivalentes a las de los países occidentales a unos intelectuales desarraigados,
a una burguesía que es un subproducto de la colonización extranjera en los puertos
abiertos y en los países de inmigración china en Asia del sureste y a un proleta-
riado miserable que en nada se diferencia de la masa de personas sin recursos que
la pobreza ha empujado haci.a las grandes ciudades. El crecimiento de Shanghai,
con sus rascacielos al estilo norteamericano, sus bancos y sus fábricas extranjeros
y chinos, es como el desarrollo de un tumor canceroso. No es una prueba del pro-
greso del mundo chino, sino el símbolo manifiesto de su alienación.
Mientras las masas rurales se hunden a menudo en una miseria tal que les priva
de cualquier otra preocupación que no sea su supervivencia inmediata, los nuevos
534 EL MUNDO CHINO

grupos sociales salidos de la descomposición de la sociedad china experimentan,


es cierto, grandes accesos de patriotismo que unen provisionalmente fracciones
extrañas entre ellas. Pero la debilidad e impotencia de la burguesía, de los intelec-
tuales y del proletariado chino son evidentes. Los hombres de negocios, propieta-
rios de bancos, fábricas o empresas de importación-exportación están divididos
entre el amor a su país, su deseo de independencia y su sujeción de hecho a los
grandes bancos y a las grandes empresas establecidas en China; las condiciones
de vida y la debilidad numérica del proletariado le impiden desempeñar un papel
eficaz hasta llegar a 1927, fecha en que las primeras organizaciones obreras son
decapitadas por Jiang Jieshi (Chang Kai shek}; la intelligentsia, recorrida por
corrientes contradictorias, siente un profundo desconcierto. Aunque durante toda
la primera mitad de siglo xx el poder de decisión haya estado en manos de los jefes
militares, a largo plazo la presión continua ejercida por estudiantes e intelectuales
no dejó de tener efecto sobre la evolución política. El movimiento del 4 de mayo
de 1919 marca en especial el principio de una toma de conciencia y de una evolu-
ción de los espíritus que supera ampliamente el medio relativamente restringido
de los intelectuales, las escuelas y las universidades.
Es absurdo comparar la efímera revolución republicana de 1911-1912 a una
revolución burguesa de un tipo análogo a la francesa de finales del siglo xvm. El
poder real no ha pertenecido jamás a la burguesía: está en manos de quienes dispo-
nen del poder de las armas. Y será gracias a la formación de otro tipo de ejército,
no ya parasitario sino desarrollado en simbiosis con las poblaciones rurales, que
China se liberará a la vez de la invasión extranjera y de los poderes militares.
La vida política china -pero también la vida intelectual- presenta, pues, en
la primera mitad del siglo xx un aspecto artificial, reforzado por el carácter mar-
ginal de los movimientos políticos: éstos han nacido en el Japón, en las colonias
chinas de Asia del sureste y en los puertos abiertos, especie de enclaves occiden-
tales en China, y han crecido en los ambientes de intelectuales desarraigados y de
burgueses ganados por el género de vida de los extranjeros. Esta agitación políti-
ca no puede proporcionar el marco de una historia que de hecho viene marcada
por la sucesión en el poder de jefes militares:
-los años 1895-1916, durante los cuales se desploma y desaparece el antiguo
régimen, están dominados por la supremacía política de Yuan Shikai, jefe de los
ejércitos de la zona norte (Beiyang l'4un);
- los gobiernos militares que Yuan Shikai había colocado en las provincias
antes de su muerte luchan entre ellos a partir de 1916 y se reparten China con el
apoyo de las distintas potencias extranjeras que poseen aquí «esferas de influen-
cia» (Japón, Gran Bretaña, Francia ...): es el periodo de los Señores de la Guerra
(1916-1928);
-la subida al poder de Jiang Jieshi (Chang Kai shek], propiciada por el mo-
vimiento patriótico que adquiere vigor desde 1919, marca una nueva etapa en la
historia de la China contemporánea; heredero de los Señores de la Guerra, Jiang
Jieshi impone su dictadura con el apoyo de la burguesía de negocios ligada a los
intereses extranjeros en China: es la «década de Nankfn» (1928·1937);
-la invasión japonesa obliga a Jiang Jicshi a refugiarse en el Sichuan. Sepa-
rudo de Shanghai, el gobierno nacionalista ve ~eteriorarse rápidamente su econo-
mía, mientras la invasiónjaponesa favorece la expansión de la guerrilla bajo con-
CHINA, CRUCIFICADA 535

trol de los comunistas. La lucha final, entre la capitulación de Japón en 1945 y


los últimos meses de 1949 acaba naturalmente a favor de las milicias populares:
China ha encontrado el secreto de su liberación en la constitución de un ejército
campesino animado por un profundo impulso patriótico.

LA RUINA DE LA ECONOMÍA CHINA

La formidable presión de Las indemnizaciones de guerra


La depreciación de la plata china en relación con el oro del comercio mundial
dominado por las naciones occidentales se acentúa a finales del siglo XIX, en el
mismo momento en que China se ve obligada a pagar a sus agresores aplastantes
indemnizaciones de guerra. Elliang de 38 gramos de plata que valía 1,20 dólares
norteamericanos en 1887 ha perdido la mitad de su valor quince años más tarde y
sólo vale 0,62 dólares norteamericanos en 1902. La baja del precio de la plata con-
tinuará a pesar de una ligera recuperación hacia finales de la primera guerra mun-
dial. Esta debilidad fundamental de la moneda china viene agravada por el déficit
de la balanza comercial y por las punciones de las indemnizaciones de guerra. Li-
mitadas a sumas soportables todavía para la economía china hasta el tratado de
Shimonoseki, estas indemnizaciones arruinarán China a partir de 1900. La que le
impone Japón inmediatamente después de su victoria equivale ya a tres veces los
ingresos anuales del estado. Pero la indemnización por los bóxers, que se le viene
encima seis años más tarde, condena definitivamente a China a la bancarrota y al
caos. Estos 450 millones de dólares de plata constituyen de hecho una carga de
982 millones si se les añaden los intereses sumamente elevados que China debe
entregar para satisfacer sus deudas. En 191 I la deuda pública de China se eleva a
200 millones de dólares de plata. Llegará a 800 millones de dólares norteameri-
canos en 1924. Cada vez está más claro que este país, sumergido en la más pro-
funda de las miserias, no conseguirá jamás liberarse de la carga desmesurada que
le han impuesto las naciones más ricas y más prósperas del mundo.
Inmediatamente después del tratado de Shimonoseki, China contrata un prés-
tamo a un consorcio francorruso por un valor de 400 millones de francos, garan-
tizándolo sobre los ingresos de las aduanas marítimas. En 1896 y 1898 se le aña-
den dos nuevos préstamos de 16 millones de libras esterlinas procedentes de otro
consorcio de bancos extranjeros. Entre 1902 y 1910 el gobierno de Pekín conse-
guirá pagar 225 millones de liang en concepto de indemnización por los bóxcrs,
sacándolos de sus ingresos y esgrimiendo en las provincias las amenazas de las
naciones extranjeras en caso de falta de pago. Los ingresos de las aduanas marí-
timas resultan ser muy insuficientes y todo el sistema fiscal chino (lijin y gabela)
no tarda en pasar bajo control de los extranjeros, que se apropian de todos los
ingresos.
A partir de 1895, China está sometida a la triple carga de las indemnizaciones
de guerra, los prestamos contratados con los bancos extranjeros y los gastos desti-
nados a la reconstitución de un ejército moderno. A este abultado paquete hay que
añadir la acción de factores más específicos que fortalecen y debilitan a la vez la
economía china. Err efecto, esta economía se hace cada vez más dependiente de
536 EL MUNDO CHINO

CUADRO 25. Indemnizadones de guerra impuestas 11 China por las naciones extranjeras

1841 6 millones de liang a los ingleses, que amenazan Cantón.


1842 21 millones de liang a Gran Bretaña.
1858 4 millones de liang a Gran Bretaña.
2 millones de liang a Francia.
1860 16 millones de liang, la mitad de los cuales a CITan Bretaña y la otra mitad
a Francia.
1862-1869 400.000 liang aproximadamente de indemnización a raíz de los incidentes
entre misionerosy población china.
1870 490.000 /iang de indemnización a raíz del incidente de Tianjin.
1873 500.000 liang con motivo de la invasiónjaponesa en Taiwan.
1878 5 millones de liang a Rusia (tratado de Livadia).
1881 9 millones de liang entregados a Rusia: esta indemnización le permite a
China recuperarla posesiónde una parte de sus territorios de la cuenca del
Ili.
1895 200 millonesde líang al Japón a raíz de la derrota china.
1897 30 millonesde liang al Japóna cambio de la evacuación de la penínsuladel
Liaodong por las tropasjaponesas.
1901 450 millones de dólares de plata a las naciones occidentales aliadas en el
momentode la invasión del Hebei.
1922 66 millones de francos oro al Japón a cambio de la evacuación del territo-
rio de Jiaozhouen el Shandong.
Numerosas indemnizaciones exigidas a Chinaa raíz de los incidentes entre
misioneros y poblaciónchinano están mencionadas en esta lista a partir de
1870.

las variaciones del mercado mundial y, por tanto, mucho más vulnerable. La arte-
sanía y la agricultura se adaptan a la demanda exterior desarrollando nuevos cul-
tivos, en detrimento de los alimentarios, o nuevos tipos de trabajo a destajo (como
el del tejido de hilados de algodón importados). De ahí, en algunos sectores, los
períodos de prosperidad seguidos de recesiones brutales. Las importaciones de
hilados de algodón, que en los años 1870-1880 habian pasado de 33.000 a 387.000
piculs (60,5 kg aprox.), se reducen a continuación a tenor de las importaciones
masivas de tejidos de algodón a bajo precio. La artesanía china del algodón se
arruina por la invasión de los textiles europeos y, sobre todo, ingleses en 1893-
1899, Y por la de los algodones norteamericanos en 1899-1900. Las importacio-
nes de algodones alcanzarían su cifra máxima en 1920, paro retroceder después
debido a la miseria. Las exportaciones de té habían aumentado rápidamente entre
1830 y 1880, pasando de 30 millones de libras de peso a 150 millones. Pero debi-
do a la plantación de arbustos de té en la India, Ceilán y Japón, y a su orientación
allí hacia técnicas de producción industrial, el precio del té baja a partir de 1880.
Siete años más tarde, las 8/10 partes de las colinas chinas con bancales de té son
ya tierras yermas: es la ruina de todo un sector, hasta entonces próspero, de la eco-
nomía china. Una evolución análoga afecta a la producción de sedas: aunque las
exportaciones de seda acusaron una neta recuperación en 1885-1887, no tardaron
en sufrir la competencia de las sedas producidas en Japón, Lyon e Italia.
CHTNA. CRUCIFICADA 537

La alienación económica
A raiz del tratado de Shimonosekt, que abre las puertas de China a las nacio-
nes extranjeras, se produce una afluencia de capitales occidentales en los puertos
abiertos y en los territorios arrendados: de hecho, las compañías extranjeras espe-
ran tanto aprovecharse de una mano de obra miserable y barata como encontrar
mejores condiciones para colocar sus productos. Según algunas estimaciones, los
capitales extranjeros en China habrían pasado de 787 millones de dólares en 1896
a 1.610 millones en 1914. En 1890 había 499 empresas extranjeras en tierra chi-
na: en 1923 había 6.865.
La economía china parece revigorizada por esta aportación de plata y este de-
sarrollo industrial. Las ciudades en que se han establecido los extranjeros se en-
cuentran en plena expansión: Shanghai sobre todo, pero también Tianjin, Qing-
dao, Wuhan, Hong Kong ... Las lluevas industrias proporcionan trabajo a un gran
número de personas sin recursos, devuelven la vida a los campos circundantes; la
gran ciudad es un medio favorable para el desarrollo de un sinfín de pequeños ofi-
cios y transacciones. Pero se trata de una prosperidad artificial y engañosa. Como
consecuencia de la implantación de capitales extranjeros se agrava el desequilibrio
entre los centros industrializados situados en las costas y un inmenso interior del
país en que las condiciones de vida no dejan de deteriorarse. Aunque los 300.000
extranjeros que residen en China hacia 1920 gasten allí una parte de sus ingresos,
eso no quita que la mayoría de sus beneficios sea repatriado por las compañías
extranjeras. Se trata de una nueva punción sobre las escuálídas riquezas de China.
Para terminar, la implantación de capitales occidentales y japoneses aumenta la
sujeción de la economia china al extranjero.
En torno a 1920 toda la economía china está bajo la dependencia de los gran-
des bancos extranjeros establecidos en Shanghai, Hong Kong, Qingdao y Hankou,
así como de potentes compañías como la Kailan Míning Association, de capital
japonés. Las aduanas, la administración de sal y correos están gestionadas por
extranjeros que se quedan con todos los beneficios. Las flotas de guerra y mero
cantes occidentales y japoneses están por todas partes, en los puertos, en las cos-
tas, en la red fluvial del Yangzi. Excepto algunas empresas chinas que consiguen
con gran díficultad luchar contra la competencia a que están sometidas, todo el
sector moderno de la industria (tejidos, manufacturas de tabaco, ferrocarriles,
marina, fábricas de cemento, fábricas de jabón, molinos y, en las ciudades, distri-
bución del gas, del agua, de la electricidad y transporte público) está controlado
por las compañías extranjeras. El capital bancario, industrial y comercial chino es
muy inferior a los capitales ingleses, norteamericanos, rusos, japoneses y france-
ses invertidos en China. Los grandes bancos occidentales de Shanghai controlan
lo esencial de los ingresos chínos: las aduanas marítimas y la gabela. Y además, re-
cíben todos los capítales prívados que busean el refugio seguro que los bancos chi-
nos no pueden darles.
Sometidas a una competencia extrema, las empresas chinas sólo tuvieron una
mejoría relativa durante la primera guerra mundíal. Las ímportacíones inglesas
disminuyen en un 51,5 por ciento y las de Francia en un 29,6 por ciento entre 1913
y 1918, las de Alemania se interrumpen totalmente en 1917 después que China en-
trara en guerra contra Alemania. La posición del Japón, único país que mantiene
538 EL MUNDO CHINO

sus progresos en este período, se ve comprometida por los numerosos boicots a los
productos japoneses. El número de husos chinos aumenta en un 125 por ciento
entre 1914 y 1921. La mejora relativa de la economía china se traduce en 1918-
1919 en un relanzamiento de los negocios y en el alza del valor del dólar de plata
chino. Pero la tregua dura poco: la competencia se pone en marcha de nuevo des-
pués de 1919 y provoca la quiebra de numerosas empresas chinas. Los husos japo-
neses que en 1913 eran 111.926 y, en 1922, 621.828, pasan a ser 1.268.176 tres
años más tarde.
El caso de los textiles, que representan uno de los sectores económicos más
importantes, es particularmente instructivo. Mientras que los empresarios chinos
tienen todo tipo de problemas para encontrar fondos en un mercado extremada-
mente restringido, las industrias japonesas disponen de capitales abundantes que
obtienen a un interés del3 por ciento, notablemente inferior al 10 por ciento de los
bancos chinos. Además, gracias a un acuerdo con las compañías de navegación,
las empresas textiles japonesas pagan un 30 por ciento menos por el transporte de
algodón en bruto procedente de la India. Finalmente, sus productos están exentos
en China de la pesada tasa de tránsito -el lijin- que grava todos los produc-
tos chinos. Las mayores facilidades bancarias, la menor tasa de interés, las exen-
ciones fiscales y el menor peso de las cargas, la mejor organización, todo contri-
buye a explicar la diferencia en los costes de fabricación: los algodones chinos
salen un 114 por ciento más caros que los algodones fabricados en China por em-
presas Japonesas.
China, que habia sido una gran exportadora de productos acabados en el si-
glo XVIII, había seguido siendo durante algún tiempo el país de los algodones finos
y, hasta hacia 1880, el de las sedas y el té. A partir de finales del siglo XIX comen-
zó a importar no ya sólo aceros, máquinas, materiales de ferrocarril, annas..., sino
también productos de consumo corriente. Limitados primero a los mercados urba-
nos, los algodones norteamericanos e ingleses importados en masa en los últimos
años del siglo XIX acaban introduciéndose en todos los rincones del campo. Se im-
porta incluso el aceite de alumbrado: la pequeña artesanía china de aceite de tong
no resiste a las importaciones de queroseno que llegan ya a 7.309.000 hectolitros
en 1910 y que alcanzan 9.761.000 hectolitros en 1923. Pero este inmenso país, en
el que las masas rurales, constreñidas en una economía de subsistencia sumamen-
te estricta, sufren de subalimentación endémica, debe incluso importar parte de su
alimentación del exterior: azúcar, arroz, harina. Las grandes hambres la obligan a
compras masivas: en 1920, China compra arroz a Asia del sureste por valor de
5,3 millones de dólares de plata, operación que repite de nuevo en 1922 por la
enorme suma de 80 millones.
Las naciones occidentales tardaron mucho en darse cuenta de su error: China
no era la fuente inagotable de riquezas, el nuevo El Dorado que imaginaban en
tomo a 1840 y que de hecho hubiera podido ser si su economía se hubiera de-
sarrollado. En 1919, la totalidad de sus intercambios comerciales con el imperio
chino no superan los 50 millones de libras esterlinas, o sea, mucho menos que el
comercio exterior de los países pequeños. El empobrecimiento de China es la cau-
sa fundamental de la debilidad de estos intercambios. Pero en cuanto la economía
china se arruine entre los últimos años del siglo XIX y el principio de la primera
guerra mundial, las naciones occidentales empezarán a desinteresarse de China.
Clll"lA, CRUCIFICADA 539

La gran hecatombe de 1914~1918, y las dificultades subsiguientes en Occidente,


contribuyeron a fomentar este desinterés, tanto como el caos y las miserias en que
se vio hundido el mundo chino. Después de la gran expansión experimentada
hacia 1900, las inversiones empiezan a enfriarse. Algunos países renunciarán a los
privilegios adquiridos en China en favor de Jiang Jieshi (Chang KaÍ shck) en Nan-
kin, otros 10 harán durante la segunda guerra mundial. Los occidentales abando-
narán al Japón esta presa miserable.

Calamidades naturales
A medida que nos acercamos al final del siglo XIX, China parece convertirse en
juguete de un destino sobre el que ha perdido todo contro!. Es una conjura uni-
versal de los hombres y los elementos. La China de los años 1850-1950, la de las
insurrecciones más formidables de la historia, de los barcos de cañones extranje-
ros, de las invasiones y de las guerras civiles, es también la de los grandes cataclis-
mos naturales. Sin duda, nunca en la historia del mundo ha habido un número de
víctimas tan elevado.
Si, de mediados del siglo XVII a mediados del xvm, China había conocido po-
cas hambres e inundaciones, las calamidades naturales se multiplican, en cambio,
a partir de la primera mitad del siglo XIX, alcanzan illla amplitud sin precedentes.
y es que la densidad de poblamiento en las grandes regiones agrícolas, el descen-
so general del nivel dc vida, y la imprevisión e incapacidad de una administración
corrupta, se conjugan para transformar los menores imprevistos climáticos en ca-
tástrofes. La falta de reservas, la mala organización de los socorros y las dificul-
tades de transporte explican la gravedad de las hambres provocadas por las sequías
en China del norte. La mala conservación de los diques y la elevación dellecho de
los ríos son las causas de las grandes inundaciones de los años 1850-1950. En
efecto, el hambre y la miseria incitaron a una masa considerable de campesmos
pobres a cultivar las tierras altas y a extender especialmente las plantaciones de
maíz. Pero la deforestación intensiva del siglo XIX provoca la erosión de los sue-
los, y los aluviones resultantes elevan el lecho de los TÍos. Los diques, mal con-
servados, no bastan para contener la masa de las aguas cuando llegan las grandes
crecidas. Esta concatenación de causas, la primera de las cuales es el hambre de
tierras de los campesinos chinos a partir de la primera mitad del siglo XIX, fue
comprendida por el historiador Lin Zcxu (1785-1850), el geógrafo Wei Yuan
(1794-1856) y el experto en hidrografía Wang Shiduo (1802-1889). Este es el ori-
gen de las terribles inundaciones que afectan no sólo la cuenca inferior del río
Amarillo sino, con mayor frecuencia que otras veces, el bajo valle del río Han y el
curso inferior del Yangzi. Estas inundaciones de efectos inmediatos, mortíferos y
destructores, generan también epidemias. El río Amarillo rompe sus diques al oeste
de Kaifeng en 1855 y desplaza su curso de la región del río Huai a la de Jinan. En
1938 se labrará un nuevo lecho en el norte del Anhui que abandonará en 1947. Inun-
daciones muy graves se producirán en el valle inferior del Yangzi en 1931 y 1935.
Pero las grandes sequías tienen efectos todavía más terribles en la China del
norte. La de los años 1876-1879 en el Shaanxi, el Sbanxi, el Hebei, el Henan y par-
te del Shandong provoca la muerte de entre 9 y 13 millones de personas; la de los
años 1892-1894 se cobra aproximadamente un millón de víctimas. La extensión
540 EL MUNDO CIIINO

de las redes de ferrocarril hacia 1900 redujo en tiempo de paz las consecuencias
dramáticas de las grandes hambres: en 1920-1921 hay sólo medio millón de muer-
tos, aunque, en cambio, debido a las circunstancias políticas, en 1928-1931 haya
más de 3 millones en la única provincia del Shaanxi. Durante la última guerra mun-
dial, cuando, en 1942-1943, la mayor parte del territorio esté ocupado por los ejér-
citos japoneses, el hambre se cobrara cerca de 2 millones de víctimas en el Henan.
La China de los años 1919-1949 es un país desmoralizado que ha perdido toda
esperanza, un mundo en el que la piedad y la justicia carecen ya de sentido, en el
que el horror es algo cotidiano: en 1938, los ejércitos nacionalistas abren brechas en
los diques del río Amarillo para retrasar el avance de las tropas japonesas y la inun-
dación se cobra varios centenares de miles de muertos entre los campesinos chinos.

MOVIMIENTOS DE POBLACIÓN Y TRANSFORMACIONES SOCIALES

Éxodo y emigración
La China de la primera mitad del siglo xx es un país pobre, la mayoría de cuyas
técnicas de producción no han evolucionado desde principios del siglo XIX y en el
que la mayoría de la población vive al límite de sus posibilidades de subsistencia.
A una explotación desenfrenada se añaden a veces catástrofes naturales y los pi-
llajes y destrucciones a que se entregan los ejércitos nacionales o extranjeros. Sin
duda, nada de todo esto es completamente nuevo en China: hacía ya mucho que
los campesinos sufrían por las tasas usureras, los arrendamientos que se llevan
la mitad de la cosecha, las exacciones de los agentes del fisco, los desórdenes de la
naturaleza y las violencias de la soldadesca. Pero nunca sin duda se había produci-
do una tal acumulación de desgracias. Con toda certeza, tan injusto sería hacer res-
ponsables de ello a las tradiciones y al sistema social y político de China como
simplista resultaría designar como único culpable al imperialismo de las naciones
extranjeras. La concatenación de los hechos bistóricos fue la causa dc tantas des-
gracias. Era inevitable que un país que había llegado a alimentar a un número tan
grande de personas sufriera gravemente el menor desequilibrio de su economia.
La presión demográfica parece haber sido el gran problema de la China contem-
poránea.
Para los occidentales, China era, desde la época del tratado de Nanktn, una
reserva inagotable de mano de obra barata. A partir de hacia 1845 se había organi-
zado en Xiamen (Amoy), puerto del sur del Fujian, y en Shantou (Swatow), puer-
to del noreste del Guangdong, una red de exportación de culis hacia América y,
sobre todo, hacia las minas de plata de Perú y las plantaciones de caña de azúcar
de Cuba. Estas regiones de la China marítima, que en el siglo XVIII vivían de sus
actividades artesanales y que tenían ya una producción agrícola deficitaria, ha-
bían quedado especialmente tocadas por la recesión económica de mediados del
síglo XIX. Alentados por la esperanza de una vida mejor, los desgraciados eran
amontonados en barracas antes de su salida y hacinados en la bodega en con-
diciones tan terribles que muchos de ellos morían por el camino: los barcos de
carga que se dedicaban a este fructífero comercio de esclavos se conocían como
«infiernos flotantes». En 1866 el gobierno chine había presentado un proyecto de
a
542 EL MUNDO cun-o
convención que fue rechazado por las potencias occidentales. El gran awnento de
la producción de oro de los años 1850~ 1873 había dado nuevo vigor a la emigra-
ción y a partir de 1867se produjo un reclutamientomasivo de culis cantoneses con
destino a California (en chino, las «Antiguas montañas de oro», Jiujinshan), don-
de, en 1848, se habían descubierto yacimientos auríferos, y después a Australia
(las «Nuevas montañas de oro», Xinjinshan), donde se encontró oro a partir de
1851. Estas emigraciones dirigidas o espontáneas provocaron sin embargo la hos-
tilidad de los sindicatos obreros en Estados Unidos donde aumentaba el odio
racial. A partir de 1880, el gobierno norteamericano, bajo presión de los sindica-
tos, se vio obligado a suspender las inmigraciones de chinos. Cinco años más tar-
de, en 1885, los motines de Rock Springs (Wyoming) ocasionan 29 muertos entre
los mineros chinos. China formula una nueva y vana protesta contra los malos tra-
tos de que son víctimas sus ciudadanos. El trato infligido a los inmigrantes chinos
en Estados Unidos y la prohibición de toda emigración provocan en China en 1905
un amplio movimiento de boicot a los productos norteamericanos. Es en este año
cuando se publica una novela china que describe la vida miserable de los culis en
los estados del sur de Estados Unidos (La Sociedad de la miseria, Kushehui).
Las emigraciones hacia América y Australia se reducen, pues, a principios del
siglo xx. El único hecho notable en la historia de la emigración china a los países
occidentales en el siglo xx es el envío en 1917-1918 de 140.000 trabajadores chi-
nos a Francia. Venian para ayudar al esfuerzo de guerra y después regresaron a su
país. Junto con la instalación de los campesinos chinos del Shandong y del valle
inferior del río Amarillo en el noreste, donde la población pasa de 15 millones en
1910 a 44 millones en 1940, el gran movimiento de éxodo de los cantoneses, hak-
ka y del Fujian, hacia las colonias francesas, británicas y holandesas de Asia del
sureste constituye el fenómeno demográfico más importante de la historia de Chi-
na en la primera mitad del siglo xx. La población china de Singapur pasó de
54,000 habitantes en 1866 a 224.000 en 1911; la de la Indonesia neerlandesa
de 175.000 a 295.000 en las mismas fechas. Pero fue durante la primera mitad del
siglo xx cuando se amplificó la corriente de emigración hacia Asia del sureste.
El awnento general es del 50 al 60 por ciento entre 1900 y 1930. Esta nueva
afluencia sumerge la antigua colonización china y es entonces cuando Singapur,
Malaea, Penang, Cholon (fundada por exilados en la época de la emigración man-
chú) se convierten en ciudades casi completamente chinas, y cuando la peninsula
malaya se puebla casi en su mitad por antiguos campesinos y eulis del Guangdong
y del Pujian, gentes de Chaozhou, Amoy, Fuzhou, Cantón o las comunidades hak-
ka de la China del sur.
Atraídos por la actividad económica suscitada por la expansión del sistema
colonial y capitalista en Asia del sureste, estos inmigrantes se integran allí y
desempeñan un papel de intermediarios. Se les encuentra en las minas de estaño,
en las plantaciones de caucho, de té, de piñas, en los campos de arroz, en la jardi-
nería, la farmacia, la construcción, los bancos. La inmensa mayoría se tienen que
conformar con pequeños oficios: pequeños comerciantes y artesanos, agricultores
y obreros dc las plantacioncs.. . Pero, más activos y emprendedores que las po-
blaciones en medio de las que viven, algunos llegan a 1abrarse grandes fortunas:
podríamos citar a un gran número de hombres de negocios chinos, homólogos de
los setf-made men norteamericanos de principios de siglo, que acabaron ocupan-
CHINA. CRUCIFICADA 543

, Ór-; /,,--,
.... ~~I _..:/. .

o. :»
MAPA 28. Reparto de la población china en 1925 (cada punto representa 25.000 personas).

do un lugar importante en la vida local de Malasia, Tailandia, Birmania o Indo-


china francesa. Hacia 1936, el capital de los chinos inmigrantes (Huaqiao) en Asia
del sureste se evalúa en 644 millones de dólares norteamericanos.
Así se constituyó en ultramar una especie de burguesía china análoga a la de
los puertos abiertos, ligada a los intereses extranjeros y más o menos convertida a
las formas de vida y a las ideas occidentales. Su influencia y su papel en la tenta-
tiva fallida de instituir una democracia parlamentaria en China están lejos de ser
menospreciables. kportó su apoyo moral y financiero a los republicanos y a la
544 EL MUNDO CHINO

CUADRO 26. Población china en Asia del sureste (estadísticas de 1958 según la East Eco-
nomic RevieJt', marzo de 1958)

País Poblaciónchina % en relación con


la población total

Tailandia 3.500.000 18
Malasia 3.Ü13.ÜOO 44
Indonesia 1.598000 2
Vietnam, Lacs y Camboya 1.221.000 4
Singapur 861.000 77
Birrnania 400,000 2
Sarawak (Borneo N-O) 164.000 27
Filipinas 154.000 1
Borneo del norte 83.000
Total 10.994.000

(Las cifras dadas por V. PUfCe}] pata 1960 dan un total ligeramente superior: 11.227.000.)

Sociedad de la Conjura (Tongmenghui), fundada en Tokyo en 1905 por SUD Wen


(Sun Yat sen) y Huang Xing. En un plano más general, la ayuda aportada por los
emigrantes chinos de ultramar a sus familias del Guangdong y del Fujian sirvió
para aliviar un tanto su miseria.
La riqueza e influencia de una parte de estos colonos y la practica de la usura
explican también los celos, la desconfianza u hostilidad de las poblaciones loca-
les: el acceso a la independencia de las antiguas colonias francesas, inglesas u
holandesas de Asia del sureste después de la segunda guerra mundial y los sobre-
saltos nacionalistas que la acompañaron les fueron desfavorables.
También cabe destacar que la miseria de las provincias marítimas de la China
del sur provocó un movimiento de emigración hacia Madagascar, África, Asia
Central, India, Oceanía... La diáspora china se extendió por todo el mundo.
Las estadtstícas recientes sobre la colonización china en Asia del sureste son
de interpretación dificil debido a las normas impuestas por los países de emigra-
ción que a menudo obligaron a los chinos a cambiar de nacíonaJidad, y también
debido a los mestizajes y a los fenómenos de aculturación. Las cifras oficiales sólo
proporcionan, pues, una aproximación:

La descomposición de la sociedad china


El movimiento centrifugo que vacía algunas zonas del campo en beneficio de
los puertos abiertos y de las regiones periféricas (noreste y Asia del sureste) vie-
ne acompañado por una descomposición de la sociedad china. Junto con los capi-
tales, los hombres de valía abandonan las grandes zonas rurales del interior. El
campesinado, sobre el que en último término recae todo el peso de la depaupera-
ción general, es abandonado a su terrible destino. No queda nadie que pueda
hablar en su nombre, Las antiguas elites tení~ fuertes vínculos provinciales y
CHINA. CRU(:IFICADA 545

conservaban a pesar de todo algunos contactos con el mundo rural. Por tradición,
sentían alguna preocupación por su bienestar. Este no es el caso de la burguesía de
negocios y de los intelectuales de los puertos abiertos: su forma de vida, el marco
de su existencia, sus ideas profundamente influidas por Occidente les separan cada
vez más del campesinado y les hacen ciegos al problema, fundamental desde todos
los puntos de vista, del campo y de la agricultura china. Todo les incita a menos-
preciar este mundo de miseria y supersticiones: para ellos representa el pasado.
¿Acaso Occidente, convertido para la mayoría en un modelo, no se les muestra
bajo los aspectos de la potencia industrial y comercial?
Pero este corte entre el campesinado del interior y los privilegiados de la Chi-
na marginal de los puertos abiertos es sólo una de las características de la China
de la primera mitad del siglo xx: podríamos decir que la sociedad china de esta
época está afectada por una especie de atomización general. «Somos como arena
dispersa» dirá Sun Wen (Sun Yat sen), el fundador de la República. Los nuevos
grupos que aparecen a tenor dc la alienación política y económica son heterogé-
neos, extraños los unos a los otros y divididos a veces en facciones enemigas. En
conjunto, tienen una visión menos amplia de la situación y una conciencia nacio-
nal menos clara que las antiguas elites chinas. Mientras los letrados funcionarios
de la vieja escuela como Zhang Zhidong (1837-1909), en el Hunan, y Zhang Jian
(1853-1926), en la región pobre de Nantong al norte del curso inferior del Yang-
zi, habían procurado luchar contra el dominio extranjero desarrollando en sus pro-
vincias la producción de acero y creando fábricas textiles y escuelas modernas, la
nueva burguesía china, surgida de los medios mercantiles carentes de cultura ge-
neral (antiguos agentes comerciales -compradores- de las grandes compañías
extranjeras o mercaderes enriquecidos por el comercio con el extranjero) sólo per-
sigue fines egoístas. Es cierto que sufre de su dependencia y de la competencia de
las firmas japonesas y occidentales y, por eso mismo, es capaz de patriotismo. Pero
ha caído en la trampa y, sin visión general de la situación, es incapaz de liberarse
del sistema de explotación colonial implantado por los extranjeros. Por otra parte,
sus actividades en nada contribuyen a liberar la economía china de su sujeción:
debido a la escasez de capitales y a la dureza de la competencia, las empresas
industriales de la burguesía china son poco numerosas. Las condiciones económi-
cas y políticas de la época incitan a orientarse hada las actividades bancarias y la
especulación.
Los hombres formados en el Japón y en los paises occidentales, más abiertos
y más sensibles a la decadencia cada vez más grave de su país, están en condicio-
nes de juzgar y comparar. Su patriotismo es más vivo y más generoso que el de la
burguesía de negocios. El sobresalto de los intelectuales y de la juventud de las
escuelas inmediatamente después de la primera guerra mundial ---el célebre
movimiento de14 de mayo de 1919- sorprendió por su violencia y amplitud. Pero
los intelectuales y los nuevos «cuadros» no escapan a la desmoralización general.
Sus condiciones de vida son extremadamente precarias (hay muchos ingenieros chi-
nos desempleados) y no les quedan más salidas que la política o la enseñanza.
Medio desarraigados, convertidos en parte en extranjeros en su propio país, viven
en un mundo en el que reina la ley de la selva: sobrevivir o hacer fortuna son los
únicos objetivos de la existencia una vez deshecha la cohesión social. Eso explica
en parte el éxito que tienen entre los intelectuales chinos algunos de los temas del
546 EL MUNDO CHINO

pensamiento burgués de Occidente: la exaltación romántica del individuo, la lucha


por la vida, la selección de los más aptos ... A partir de 1927 el marxismo les pare-
cerá cada vez más la única doctrina de salvación.
Queda el nuevo proletariado chino: es el producto de la invasión de los capita-
les extranjeros y de la depauperación del campo. Minas, empresas ferroviarias,
muelles y fábricas de los centros industriales atraen los excedentes de un campe-
sinado miserable. Pero este proletariado se diferencia mal de la masa de personas
sin recursos fijos que intentan vivir de las ocupaciones más diversas y a veces
menos honorables (mendicidad, juegos, prostitución, estafa, crimen, tráfico del
opio ...). El número de parados es considerable. La masa de marginados, antiguos
campesinos o soldados licenciados, se evaluó en 20 millones de personas en tor-
no a 1926.
La'"s condiciones de vida del proletariado industrial en China son peores que las
de los obreros europeos en los primeros tiempos de la industrialización: jornada de
12 horas, nula garantia de empleo, ausencia de seguros en caso de enfermedad o
accidente, trabajo de las mujeres y de los niños... Bajo dependencia absoluta de
los agentes de reclutamiento, este proletariado no conoce hasta 1920 otra forma
de organización que no sea la de las agrupaciones de ayuda mutua tradicionales:
asociaciones de personas originarias del mismo pueblo o de la misma región. Al
igual que los cutis emigrados a Asia del sureste, los obreros conservan los víncu-
los con su cantón de origen y envían a su familia una parte de sus escuálidas
ganancias. Las organizaciones obreras no empezarán a aparecer hasta los años
1919-1921, al calor del gran movimiento revolucionario y patriótico que sigue al
tratado de París. Pero serán decapitadas por Jiang Jieshi en 1927. Controlados por
el hampa y la policía, los nuevos sindicatos oficiales creados por el gobierno
nacionalista impedirán que el débil proletariado chino tenga ningún papel políti-
co en los años 1928-1949.
A estas facciones desunidas hay que añadir un pequeño grupo formado por
jefes militares y sus subordinados, gentes de un nivel cultural generalmente bas-
tante mediocre pero que desempeñarán el papel de protagonista en la historia de
China durante la primera mitad del siglo xx.
Una de las razones fundamentales de la impotencia de China ante la presión
extranjera, y una de las causas principales de sus desgracias en la primera mitad
del siglo xx, consistió en el recurso, tradicional desde los siglos X-XI, a mcrccna-
rios y ejércitos de oficio. Las milicias campesinas que se habían formado en el
Guangdong en el momento de los ataques ingleses de los años 1840-1842 eran la
expresión de una reacción espontánea que no había tenido consecuencias porque
las concepciones políticas del imperio de los Qing, en el que las cuestiones mili-
tares incumbían, por tradición, a la aristocracia manchú, excluían el recurso direc-
to a las iniciativas populares. Por el mismo motivo, la formación de milicias de
voluntarios organizadas por los funcionarios del Hunan, el Jiangsu y el Anhui
durante la rebelión de los Taiping no había sido capaz de provocar ninguna trans-
formación ni de las concepciones ni de las prácticas al uso. Los ejércitos forma-
dos en esa época se habían convertido pues, con el debilitamiento del poder cen-
tral, en fuerzas independientes bajo el control directo de sus jefes. De ahí les venía
la ausencia de LUla unidad de mando, cuyas consecuencias se dejaron sentir en par-
ticular durante los ataques franceses de 1884-1885, y el desarrollo de tendencias
ClUNA, CRUCIFICADA 547

regionales autonomistas que habían convertido a los ejércitos chinos no ya en el


instrumento de una política general cuyo objetivo hubiera sido la defensa del
imperio, sino en organismos relativamente autónomos e independientes del poder
central. Por ello era inevitable que, con la decadencia del estado, los ejércitos y sus
jefes aparecieran como los verdaderos árbitros de la vida política china. La des-
moralización y el vacío político que siguen al tratado de Shimonoseki y la caída
en desgracia de Li f-Iongzhang explican el ascendiente adquirido por un simple
militar como Yuan Shikai. al mando de los ejércitos mejor entrenados y mejor
equipados hacia 1900. Una evolución que se remonta a la época de los Taiping
desembocará, pues, en la primera mitad del siglo xx, en la conversión de los ejér-
citos chinos en cuerpos extraños y parasitarios cuya función no es en absoluto
luchar contra el dominio y las agresiones del extranjero, sino, al contrario, asu-
mir, en el plano de la política interior, una función que no desempeña ningún
otro poder.
El mecanismo que permitirla a China rehacer su unidad y liberarse tanto de
estos cuerpos parasitarios como de la invasión sólo podía salir de un nuevo recur-
so a los voluntarios y de la constitución, pueblo por pueblo y cantón por cantón,
de las milicias campesinas. Es la solución a la decadencia de la unidad nacional
que un hombre como Wang Tao ya habia planteado en torno a 1870 en el marco
de las instituciones imperiales.
Capítulo XXX

LA EVOLUCIÓN POLÍTICA
DE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX

LA ÉPOCA DE YUAN SHIKAl

La desaparición del antiguo régimen


Muy debilitado por la derrota de 1894 y por las consecuencias de la aventura
de los bóxers, el gobierno de los Qing se orienta a partir de los años 1901-1903 ha-
cia una serie de reformas que recuerdan las que habían preconizado Kang Youwci
y sus amígos en 1898: creación de ministerios entre 1903 y 1906, publicidad del
presupuesto del estado a partir de 1908, abolición de los exámenes tradicionales
(1905) y reforma de la enseñanza, creación de asambleas provinciales (1909) y
proclamación de un nuevo código (1910), obra del eminente jurista Shen Jiaben
(1837-1910), inspirado en las legislaciones occidentales. La dinastía moribunda se
pone al día con los gustos de su época. Incluso manifiesta algunas veleidades de
centralización que en realidad esconden su necesidad dramática de dinero. Es una
recuperación de fuerzas por parte de la aristocracia manchú y un esfuerzo por apo-
derarse de las únicas empresas rentables que subsistían en las provincias. Yuan
Shikai, cuyo poder inquieta a Pekin, es destituido de sus funciones al frente de los
ejércitos de la zona norte {f}§1]5L1I;g}J!-)1J1J.) en 1907 y nombrado ministro de Asun-
tos Exteriores. En el mismo momento, el gobernador de los dos Hu (Hunan y
Hubei], Zhang Zhidong, es convocado a la capital y ha de abandonar su imperio
del medio Yangzi. Sheng Xuanhuai (1849-1916), funcionario corrompido, antiguo
protegido de Li Hongzhang y, después, de Zhang Zhidong, se hace en 1908, gra-
cias a préstamos japoneses, con el control de la Compañía china de navegación a
vapor y con el de la Compañía Hanyeping (plantas de acero de Hanyang, minas de
hierro de Daye en el Hube¡ y minas de carbón de Pingxiang en el Jiangxi, que eran
obra de Zhang Zhidong). Al mismo Sheng Xuanhuai lo volvemos a encontrar en
mayo de 1911 al frente de la amplia operación de préstamos solicitados a los ban-
cos extranjeros, de la redención y nacionalización de los ferrocarriles que prevo-
caria una reacción a la vez patriótica y regionalista en las provincias y arrastraría
la caída de la dinastía. Más aún que por sus torpezas e inconsecuencias, el antiguo
régimen estaba condenado por el hundimiento económico y por la necesidad en
que se encontraba"de presionar sobre las provincias y de «vender China a los
550 EL MUNDO CHINO

LÁMINA 40. Sun\Ven (Sun Yat sen,


1866- 1925), en época del gobierno
de Nankin.

extranjeros» solicitando préstamos a los bancos occidentales y japoneses. De ahí


vino el desapego creciente de las clases dirigentes y de la burguesía de 10$ puer-
tos abiertos, de los conservadores y de los modernistas.
A esta causa fundamental de debilidad hay que añadir la acción secundaria de
las corrientes antimanchúes y antimonárquicas desarrolladas en medios distintos:
los estudiantes e intelectuales emigrados al Japón, la nueva burguesía china de
Asia del sureste, las sociedades secretas de la China del sur y del Hunan y los ofi-
ciales de los nuevos ejércitos formados en las escuelas militares que dirigen los
instructores extranjeros.Eí Japón, al que desde 1896 se toma por modelo y que es
muy admirado desde su victoria sobre la flota rusa en Tsushima en 1905, de-
sempeña una función capital en esta evolución. Diferentes agrupaciones japonesas
aportan un apoyo, no siempre desinteresado, a las diversas asociaciones de refu-
giados políticos. La corriente más importante entre los emigrados es la de los
partidarios de una monarquía tradicional imitada de la del Japón. Su portavoz, el
antiguo reformista Liang Oichao, de ágil pluma, tiene una gran audiencia entre las
elites intelectuales. Menos auténticamente china es la tendencia republicana
representada por .fu¡.o..~!1{I &~~::12]:_~}, más conocido en Occidente por su apela-
ción cantonesa de Sun Yat sen. A diferencia dé Líang Qichao, Sun Wen no tiene
CHINA, CRUCIFICADA 551

ni formación clásica ni un talante intelectual inclinado hacia la historia o la filo-


sofia. Es un desarraigado que pasará la mayor parte de su vida en el extranjero
buscando apoyos y subsidios. Nacido cerca de Macao, educado en Honolulú,
estudiante de medicina en Hong Kong, Sun Wen da, en principio, la impresión de
ser un pequeño conspirador ligado a las sociedades secretas del Guangdong. Las
asociaciones que funda en 1894 (laXinzghonghui, Sociedad para el Renacimien-
to de China) y en 1905 en Tokyo (la Tongmenghui, Sociedad de la Conjura) se
parecen mucho más a asociaciones de conspiradores que a verdaderos partidos
políticos. Las acciones consisten en complots y golpes de mano que están con-
denados al fracaso. El intento de sublevación más célebre es el que tiene lugar en
Cantón el 27 de abril de 1911, que causa 72 víctimas (los «72 mártires»). La ideo-
logía republicana de Sun Wen es bastante sumaria: sus tres temas fundamenta-
les (Sanminzhuyi) ponen el acento sobre el nacionalismo, la democracia liberal
y la justicia social. Pero las doctrinas cuentan menos que la acción y los partida-
rios de Sun Wen ~ amigo Huang Xing, un natural del Hunan ligado a las socie-
dades secretas de su provincia y relacionado con los medios revolucionarios de los
nuevos ejércitos; Wang Jingwei, 1883-1944; Hu Hanmin, 1879-1936; Zhang
Binglin, 1868-1936) creen ingenuamente que la salvación de China está en sus
manos.
El antiguo régimen se desmorona sin que el grupo heterogéneo de los revolu-
cionarios contribuyera realmente a ello más que como fuerza relativamente poco
importante. La revolución de 1911 no fue, como se ha pretendido para poderla
insertar en el esquema de evolución histórica cuyo modelo ha proporcionado
Europa o la teoría marxista de los cinco estadios de la humanidad (comunismo
primitivo, esclavismo, feudalismo, capitalismo y socialismo), una revolución
«burguesa», sino un simple intermedio en la descomposición del poder político
en China. El éxito de los republicanos es inesperado: una revuelta militar en
Wuchang (Hubei) ellO de octubre de 1911 desencadena un amplio movimiento
de secesión que se extiende a la mayoría de las provincias. A principios de di-
ciembre, la China del sur, del centro y del noroeste ha roto con Pekín, como re-
sultado de una alianza entre asambleas provinciales y militares. Sun Wen regresa
de Estados Unidos y de Gran Bretaña justo a tiempo para ser elegido presiden-
te de la República en Nankin y entra en funciones ell de enero de 1912. Pero al
mismo tiempo ofrece a Yuan Shikai la presidencia de la República en el caso de
que esté dispuesto a defender el nuevo régimen; ya con esto se revela la extrema
debilidad de la República, privada de fuerza militar y de ingresos. La República
no es, a fin de cuentas, con el apoyo de los grupos de emigrados politicos, más
que la continuación de las antiguas asambleas provinciales de notables despoja-
da del símil de poder central que constituía el gobierno de Pekin. De hecho, aun-
que los notables se pongan de acuerdo en que sus provincias estén representadas
en un parlamento nacional, todas las miradas se dirigen hacia Yuan Shikai, el
único en disponer de un ejército bien entrenado y bien equipado, y el único tam-
bién en gozar de una cierta audiencia entre las naciones extranjeras. La revolu-
ción, que se hace sin prácticamente derramar sangre, es ante todo el resultado de
la desaparición ineluctable de una dinastía que sólo podia mantenerse con ayuda
de las punciones financieras en las provincias y de préstamos de los bancos ex-
tranjeros.
552 EL MUNDO CHINO

LÁMINA 41. Yuan Shikai (1859-1916), comandante de los ejércitos de la


zona norte y posteriormente presidente de la República de China.

La dictadura de Yuan Shikai


Convocado de nuevo por la corte en octubre de 1911, Yuan Shikai se aprove-
cha de los disturbios para hacerse entregar un poder de decisión muy amplio que
utiliza en sus regateos con el débil gobierno de Nankin. Dos días después de la ab-
dicación de Puyi (el emperador Xuantong, de seis años de edad), c114 de febrero
de 1912, las negociaciones llegan a su fin: Yuan Shikai sustituye a Sun Wen al
frente de la República y el gobierno es transferido a Pekín. La abolición de las
instituciones parlamentarias y la dictadura de Yuan Shikai que vendría a conti-
nuación son el resultado inevitable de las distintas fuerzas que actúan. La coa-
lición republicana que triunfa en China del sur y la cuenca del Yangzi carece, en
efecto, no sólo de apoyo militar y de finanzas, sino también de cohesión. Está for-
mada por los notables de las provincias que pertenecen a las antiguas clases di-
rigentes en vías de desaparición, por los cuadros militares ganados a las nuevas
ideas y por el apoyo exterior que constituyen loo grupos de monárquicos constitu-
CITINA. CRUCIFlCAOA 553

cionales adheridos a la República y los republicanos. Los poderes ya de por si


amplios de Yuan Shikai se consolidan a lo largo de los meses. El 22 de marzo de
1913, Song Jiaoren, organizador del nuevo partido republicano y nacionalista del
Guomindang, y defensor convencido de las instituciones parlamentarias, cae ase-
sinado en la estación de Shanghai. Algunos meses más tarde, Huang Xing y Sun
Wen se ven obligados a regresar al Japón.
EllO de enero de 1914 Yuan Shikai disuelve el parlamento. En mayo, se pro-
clama una constitución que le da casi todos los poderes. EII de enero de 1916 res-
tablece la monarquia en provecho propio. Desde luego no se trata de un retomo al
antiguo régimen, dado que sus instituciones y sus clases letradas, tambaleantes ya
después de 1895, han desaparecido definitivamente. Además, las tendencias re-
gionalistas y la presión extranjera -sobre todo la del Japón- siguen siendo
igualmente poderosas, y esta dictadura militar es tan débil y está tan amenazada
como la dinastía moribunda de los años 1901-1911. Durante los meses de julio y
agosto de 1913, siete gobernadores militares de la China del sur y del centro se
habían rebelado contra los esfuerzos de Yuan Sbikai para extender su dominio
sobre las provincias. Apoyada por el pequeño grupo de partidarios de la democra-
cia parlamentaria a los que han decepcionado los métodos autoritarios de Yuan
Shikai, esta tentativa de secesión se conoce en la historia con el nombre de
«segunda revolución». Los hombres que Yuan Shikai instala en esta ocasión en las
provincias del centro, Feng Guozhang en Nankín, Duan Qirui en Anqing (en el
Anhui), Li Zhun en Nanchang, no tardarian en manifestar a su vez sus deseos de
independencia frente a su protector. Las condiciones son tanto más favorables a
una pulverización del poder por cuanto Yuan Shikai está sometido a la presión del
Japón y que, obligado a ceder ante esta presión, se aliena con ello una gran parte
de la opinión pública. Desde los inicios de la primera guerra mundial, Japón se
apodera de las líneas de ferrocarril, de las bases militares y de los territorios que
Alemania tenía hasta entonces en el Shandong. En enero de 1915, la embajada de
Japón en Pekín presenta a Yuan Shikai una lista de 21 peticiones destinadas a hacer
de China un protectorado japonés. Yuan Shikai se ve obligado a reconocer como
un hecho consumado el dominio japonés en Manchuria, Mongolia y el Shandong.
Cede al Japón la única empresa industrial china de alguna importancia, la Com-
pañia Hanyeping, con los altos hornos de Anyang y las minas de hierro y de car-
bón de Dáye y de Pingxiang.
Desde principios de 1916, seis meses antes de su muerte, el dictador empieza
a encontrar resistencias por parte de sus acólitos. Duan Qirui en la China del nor-
te y Feng Guozhang en Nankín aparecen ya como sus rivales. Tang Jiyao, gober-
nador del Yunnan, fortalecido por el apoyo japonés, se proclama independiente y
ocho provincias del sur y del oeste no tardan en separarse. Es el principio del pe-
ríodo de los Señores de la Guerra, durante el cual diez de los antiguos oficiales de
los ejércitos de la zona norte, protegidos por Yuan Shikai, se proclaman jefes mili-
tares independientes.
554 EL MUNDO CHINO

EL PERiODO DE LOS SEÑORES DE LA GUERRA

Política interior y presencia extranjera


Al igual que la dinastía moribunda de los años 1901-1911, Yuan Shikai y sus
sucesores de los años 1916-1928 sólo podían mantenerse en el poder gracias a los
préstamos concedidos por los consorcios de bancos extranjeros. El control de recur-
sos regulares (derechos de aduana y derechos sobre la sal, beneficios de correos),
garantizaba a los bancos el reintegro de sus préstamos. Pero estos préstamos sólo
se podían obtener en función de las garantías que presentaran los poderes políti-
cos chinos a los ojos de las naciones extranjeras. Era lógico que negaran al débil
gobierno republicano de Sun Wen las entregas que concedieron poco tiempo des-
pués a Yuan Shikai, considerado como «el hombre fuerte» de China en los años
1912-1916. El préstamo más importante se otorgó en 1913: 25 millones de li-
bras esterlinas con una retención inicial de 4 millones y un reembolso de cerca de
68 millones previsto entre ] 913 y 1960. El consorcio de bancos alemanes, ingle-
ses, franceses, japoneses y rusos que avanzó a Yuan Shikai esta suma de 21 millo-
nes de libras esterlinas pudo asegurarse a cambio el control de los ingresos de la
sal y el de los capitales depositados en los bancos chinos. Como es obvio, queda-
ba excluido conceder préstamos de esta cuantía a un poder politice que amenaza-
ra, como intentó hacerlo el que dirigía Sun Wen en Cantón entre 1923 y 1925, con
poner término a los privilegios exorbitantes adquiridos en China por las naciones
extranjeras.
Este fue, pues, el mecanismo fundamental de la vida política en los treinta pri-
meros años del siglo xx: sin ninguna intervención directa en los asuntos interio-
res de este país al límite de sus recursos y hundido en el caos más profundo, las
naciones extranjeras impidieron radicalmente toda solución de futuro.
El final de la primera guerra mundial haría renacer las rivalidades entre las na-
ciones que se habían repartido el antiguo imperio en esferas de influencia y favo-
recería la fragmentación política: de ahí, la ascensión de aquellos que la prensa an-
glosajona calificó de Warlords (Señores de la Guerra), gobernadores militares
(dujun) independientes que disponían de sus propios recursos y de sus propíos
ejércitos; de ahi, un juego complejo de alianzas entre generales en jefe y la forma-
ción de camarillas militares opuestas unas a otras. Estos ejércitos son tropas mo-
dernas en cuanto a su equipamiento (las naciones occidentales colocaron en Chi-
na parte de sus stocks inutilizados al final de la primera guerra mundial) y en
cuanto a sus facilidades de transporte (trenes, barcos de vapor), pero se comportan
en cambio como si fueran bandas de piratas. Viviendo a costa del campo durante
sus desplazamientos, se entregan al pillaje y a todas las formas de exacción. Las
armas políticas de los jefes militares son, en el exterior, la astucia, el regateo, los
cambios imprevistos, y, en el interior, la corrupción y el terror. Durante todo el
período de los Señores de la Guerra la situación interior de China no deja de empeo-
rar. Estamos ante la inflación, el desarrollo del bandolerismo, la suspensión total
del comercio, el auge de las plantaciones de opio, principal fuente de ingresos de
los Señores de la Guerra, y del uso de los narcóticos. El campesinado chíno des-
ciende un nuevo peldaño en la pendiente de la miseria y de los sufrimientos.
CHINA, CRUCIFICADA 555

El tablero político se modifica a tenor de las combinaciones entre jefes mili-


tares y de las influencias exteriores, En los años que siguen a la muerte de Yuan
Shikai, Manchuria, zona de influencia japonesa, es el feudo de Zhang Zuolin
(1875~1928),jefe de la camarilla militar de Fengtian (Liaoning). Duan Qirui (I 865-
] 936) YXu Shuzheng (1880-] 925) dominan en la China central y el Fujian con el
apoyo del Japón, del que Duan Qirui obtiene en 1918 una ayuda muy importante
(préstamos Nishihara). Es la camarilla llamada del Anfu (Anhui-Fujian]. El valle
del Yangzi, zona británica, está en manos de la camarilla llamada del Zhili (Cao
Kun, 1862-1938, y Wu Peifu, 1872-1939). Pero Gran Bretaña vigila también a la
China de sur, cuya situación política puede influir sobre la actividad de Hong
Kong. En cuanto a Francia, que no ha renunciado a sus sueños de penetración en
el suroeste, apoya en Yunnan al antiguo cliente del Japón, Tang Jiyao (1882-1927).
Enjulio de 1920, la camarilla del Anfu es derrotada por las del Fengtian y del
Zhili. En el invierno de 1921-1922, la conferencia de Washington, al provocar un
freno a la expansión japonesa en Asia Oriental, motiva una nueva redistribución
de las fuerzas políticas y un conflicto armado entre Zhang Zuolin, representante de
los intereses japoneses, y Wu Peifu, cliente de Gran Bretaña. Pero no podemos
seguir en detalle estas transformaciones incesantes de una situación extremada-
mente compleja. El hecho esencial es la relación que une la vida política china en
la primera mitad del siglo con las rivalidades entre las naciones extranjeras y la
presión de sus intereses económicos, políticos y militares.

De los esfuerzos de Sun Wen (Sun Ya!sen) al triunfo de Chiang Kai-shek


En estas condiciones, es evidente que ni los sobresaltos patrióticos de los me-
dios urbanos, ni las manifestaciones de estudiantes, ni las huelgas de obreros y tra-
bajadores de los muelles, ni los boicots a productos extranjeros podían tener efec-
tos sensibles ni duraderos. De la misma manera, los esfuerzos de los que querían
salvar a China del caos estaban destinados al fracaso dado que se veían oblígados
a buscar en el extranjero unas ayudas que no podían ser desinteresadas y a la alian-
za siempre temporal con los jefes militares. Así se explican las vanas tentativas de
Sun Yat-sen.
Obligado a un nuevo exilio en el Japón en agosto de 1913, Sun Yat-sen regre-
sa a Shanghai durante el verano de 1916, tras la muerte de Yuan Shikai. Enjulio
del año siguiente. acariciando la esperanza de ganar para su causa a los jefes mili-
tares de la China del sur, desembarca en Cantón, pero no tarda en decepcionarse
yen marchar de nuevo a Shanghai en 1918. EI4 de mayo de 1919 una inmensa
conmoción agita los medios de las escuelas, los intelectuales y gran parte de la
burguesía al conocerse las disposiciones de la conferencia de paz celebrada en
París, que otorga al Japón, que en aquel momento les parecía a las potencias su
mejor aliado contra el régimen bolchevique, todos los derechos y territorios adqui-
ridos en China por Alemania. El movimiento, salido de la Universidad de Pekín,
se extiende a todas las grandes ciudades. Viene seguido por un boicot a los pro-
ductos japoneses, por huelgas de los marineros, de los ferroviarios, de Jos obreros
de las fábricas de algodón... En diciembre de 1920. Sun Yat-scn intenta aprove-
charse de los acontecimientos que se han producido dos meses antes en la China
del sur, donde un nüevo jefe militar, Chen Jiongming (1875-1933), ha conseguido
556 EL MUNDO CHINO

LÁMINA 42. Jiang Jicshi (Chang Kai shck) en los días de la expe-
dición hacia el norte.

expulsar de Cantón a la camarilla del Jiangxi, considerada hasta entonces todopo-


derosa. Después de entrar en Cantón como triunfador, es elegido presidente de
esta república local el 5 de mayo de 1921 e intenta instalar allí un régimen con-
forme a sus aspiraciones democráticas. Pero la hostilidad de Gran Bretaña y el
conflicto cada vez más abierto con Chen Jiongming le obligan a abandonar de nue-
vo su provincia natal: la redistribución de las fuerzas políticas que siguió a la con-
ferencia de Washington jugó en contra de Sun Yat-sen. De regreso a Shanghai en
junio de 1922, esperará un nuevo giro de la situación en Cantón para volver allí al
año siguiente. Es entonces cuando encuentra en el exterior un nuevo aliado: la
Unión Soviética, que tiene interés en debilitar la posición de las naciones occi-
dentales en Extremo Oriente. En otoño de 1923, el futuro cuñado de Sun vat-sen,
Chiang Kai-shek), militar formado en el Japón, es enviado a Moscú para pasar un
período en el Ejército Rojo. Una misión soviética (Borodín, consejero político, y
Galen, consejero militar) llega al mismo tiempo-a Cantón. En enero de 1924, el
CHINA. CRUCIFICADA 557

partido nacionalista (Guomindang) es reorganizado según el modelo soviético y


se convierte en un partido centralizado, jerarquizado, burocrático y omnipotente,
llamado a extender su control sobre todos los engranajes del estado y del ejército.
En mayo de 1924 se crea, con ayuda de los consejeros soviéticos, la academia
militar de Huangpu (Whampoa), en los suburbios de Cantón. De ahí saldrán los
cuadros de un nuevo ejército que se desarrollará poco a poco y que se colocará
bajo el mando de Jiang Jieshi. En octubre de 1924, un cambio inesperado de la
situación en Pekín, donde ha conseguido instalarse el «general cristiano» Feng
Yuxiang (1880-1948), incita a Sun Yat-sen a buscar un acuerdo con el nuevo amo
de la China del norte. Llegado a Pekin para discutir una posible alianza, Sun Yat-
sen muere allí el 12 de marzo de 1925.
El Guomindang, que ha conseguido mantenerse en Cantón gracias al desarro-
llo de su ejército ---cuenta con 85.000 hombres y 6.000 oficiales salidos de la aca-
demia de Huangpu-, intenta finalmente en julio de 1926 la expedición hacia el
norte (belfa) en la que tanto había soñado Sun Yat-sen. Este ejército, asociado con
importantes fuerzas de los Señores de la Guerra (de los seis ejércitos que manda
Chiang Kai-shek, cinco están constituidos por tropas reorganizadas de los Seño-
res de la Guerra; el sexto está formado por los nuevos reclutas del ejército del
Guomindang), progresa sin grandes dificultades hacia el valle del Yangzi, consi-
guiendo la adhesión de parte de los ejércitos locales. Todo el bajo Yangzi es ocu-
pado en febrero-marzo de 1927.
Es entonces cuando Chiang Kai-shck se aprovecha de su situación al frente de
los ejércitos para asegurarse una posición dominante en la coalición heterogénea
del gobierno nacionalista. Seguro del apoyo de la gran burguesía de negocios chi-
na de Shanghai, ligada a los intereses extranjeros, rompe con la facción del Guo-
mindang instalada en Wuhan, en el medio Yangzi, y ahoga en sangre, el 12 de abril
de 1927, la insurrección popular que se habia desencadenado en Shanghai ante la
proximidad de los ejércitos del Guomindang. Las naciones extranjeras con intere-
ses en China pueden sentirse seguras a partir de entonces contra todo riesgo de
revolución y están dispuestas a apoyar el nuevo régimen que Jiang Jieshi estable-
ce en Nank.ín el18 de abril de 1927.

LA DÉCADA DE NANKÍN

El éxito de Chiang Kai-shek se debe en parte a su notable capacidad para sacar


partido de las circunstancias, a un instinto para la táctica y el regateo que lo pone
a la altura de los más hábiles Señores de la Guerra. Pero las causas profundas de
su victoria radican en la debilidad y división de sus adversarios y en el juego natu-
ral de las fuerzas económicas y políticas de que depende de hecho el destino de
China. Al asegurarse por mediación del hampa el control de la policía de Shan-
ghai y al ahogar en sangre la insurrección de la gran metrópoli del Jiangsu, autén-
tica capital económica de China, Chiang Kaí-shek había conseguido al mismo
tiempo la neutralidad benevolente de las grandes compañías extranjeras instaladas
en Shanghai y la simpatía de la burguesía de negocios china cansada de los con-
flictos entre Señores de la Guerra e inquieta por las tendencias revolucionarias sur-
gidas en el interior ~1 Guomindang. El nuevo régimen que se instala en Nankín
558 EL MU~DO CHINO

LÁ\11"A 43. La China urbana e industrial de la época de Jiang Jieshi (Chang Kai shek): las
fábricas siderúrgicas de Hankou.

no tarda en conseguir la adhesión de la mayoría de los poseedores, en la medida


en que parece capaz de hacer imperar el orden indispensable para la conducción
de los negocios. Por su lado, el gobierno de Nankín se ve obligado a colaborar con
las potencias que tienen intereses importantes en China: se ve impelido por su hos-
tilidad a los revolucionarios y por los vínculos que unen, a su pesar, a la burgue-
sía de negocios china con las grandes compañías extranjeras. Heredero de los
Señores de la Guerra, a los que intentará ganar para su causa o eliminar sin con-
seguirlo del Lodo, debe también gran parte de su fuerza a la potente organización
centralizada establecida por los consejeros soviéticos durante los años 1924-1925:
el sistema de partido único asegura un control absoluto del gobierno, de la ad-
ministración, del ejército y de la policía política; será el que permitirá a Chiang
Kai-shek sostener el poder con mano firme. Las naciones extranjeras se mostrarán
dispuestas a otorgar los medios indispensables para su equilibrio económico a este
régimen fuerte, tanto tiempo deseado. La China de Chiang Kai-shek reconquistará
entre 1928 y 193 1 una parte de los derechos que el imperio manchú se había vis-
to obligado a alienar: el número de concesiones extranjeras en los puertos abiertos
se reduce y los ingresos de la administración de aduanas, de la sal y de correos re-
tornan al gobierno nacionalista. El «generalísimo» dispone también de recursos
regulares, la mitad de los cuales proceden de las aduanas marítimas.
La unificación hace rápidos progresos: a partir de 1928 los ejércitos naciona-
lista'> ocupan Pekín, que se ve desposeída de su titulo de capital y es rebautizada
Beiping, mientras el amo de las provincia'> del noreste, Zhang Xueliang. el here-
dero de su padre Zhang Zuo1in, se adhiere a Chiang Kai-shek. En 1930, Chiang
Kai-shek restablece su autoridad, que había estado por un momento en entredicho,
CIIlNA, CRUCIFICADA 559

LÁMI"A 44. El Bund de Shanghai (fotografía tomada hacia 1960).

en la China del norte a través de una coalición dirigida por el antiguo Señor de la
Guerra del Shanxi. Van Xishan, y por el «general cristiano» Feng Yuxiang.

Fundamentos y características del régimen nacionalista


Chiang Kai-shek aparece, pues, desde el principio del período de Nankín
(1927-1937), como el más poderoso de los jefes militares. Tiene sobre sus rivales
la ventaja de una sólida organización política (el partido único de modelo soviéti-
co), de una base financiera menos mala que se esforzará en consolidar controlan-
do estrechamente los medios bancarios, y del prestigio que le proporciona el
reconocimiento oficial de todas las naciones extranjeras. Pero, precisamente por
ello, el régimen de Nankín se diferencia del de los Señores de la Guerra: está
mucho más ligado de lo que lo estaban sus predecesores al mundo de los negocios
-y, especialmente, al de Shanghai donde está concentrado el 90 por ciento del
capital bancario chino-e, y mucho más abierto también a las influencias occiden-
tales. La mayoría de sus funcionarios y de sus agentes han estado en contacto con
los extranjeros o se han formado en el extranjero. Jiang Jieshi es una emanación
de la burguesia occidentalizada de los puertos abiertos y precisamente esto expli-
ca que, a despecho de sus intenciones proclamadas de promoción agrícola, se de-
sinterese prácticamente del trágico destino del campesinado.
Pero el régimen de Nankin también debe a su época su color particular: se
constituye en el momento de la expansión del fascismo italiano, del nacionalsocia-
lismo alemán y del militarismo japonés, mientras las democracias parlamentarias
se ven afectadas p~r la gran depresión económica norteamericana y en la URSS
560 EL MUNOO CHINO

hace estragos el sistema burocrático y policial que dirige Stalin. Violentamente


hostil a los movimientos revolucionarios y gran admirador de los regímenes fuer-
tes, Jiang Jieshi hará lo posible por imitar sus métodos de propaganda y por difun-
dir un «confucianismo- puesto al día. Será el «Movimiento de la Vida Nueva»
(Xinshenghuo yundung), especie de orden moral asociado al culto de Confucio y
a la exaltación del fundador de la República china. Una policía política, los «Ca-
misas Azules», se encargará de dar caza a liberales y revolucionarios.
El principal mérito de Chiang Kai-shek consistirá en asegurar, mediante un
control cada vez más estrecho del sector bancario, la estabilidad financiera del
régimen.
Los bancos chinos, creados por hombres de negocios vinculados al gobierno
imperial y, posteriormente, al régimen de Yuan Shikai y a los gobiernos domina-
dos por los Señores de la Guerra, habian desempeñado un papel crucial en la
financiación de los gastos de guerra. Precisamente por ello, representaban una
especie de poder relativamente independiente que había jugado a favor de Jiang
Jieshi en e! momento de su golpe de estado. Su potencia estaba entonces en pleno
desarrollo debido al drenaje de los capitales del interior hacia el gran centro eco-
nómico de Shanghai, donde los depósitos bancarios aumentan en un 245 por cien-
to entre 1921 y 1932. El número de bancos chinos en la gran metrópoli había pasa-
do de 20 en 1919 a 34 en 1923 y a 67 en 1927. En 1937 alcanzará la cifra de 164.
Pero a partir del momento de su instalación en Nankín, el Guomindang impone
una colaboración cada vez más estrecha al sector bancario, alargándole, a cambio
del apoyo que le exige para asegurar sus finanzas y colmar su déficit, grandes ven-
tajas y mayores facilidades de especulación. Así se constituye una especie de ca-
pitalismo de estado que permite al gobierno nacionalista asegurarse en todo mo-
mento el apoyo de los medios de negocios e imponer su ley a los capitalistas
demasiado independientes. La totalidad de las finanzas del régimen no tarda en
estar dominada por algunas familias propietarias de grandes bancos estrechamen-
te vinculadas al gobierno de Nankfn: los Song (T. V Sung: Song Ziwen, antiguo
diplomado por Harvard y cuñado de Chiang Kai-shek), los Kong (H. H. Kung:
Kong Xiangxi, de una familia de hombres de negocios del Shanxi), los Chen
(Chen Guofu y su hermano Chen Lifu, procedentes de la burguesía de negocios
de! Jiangsu). El Guomindang se aprovecha en 1934-1935 de las numerosas ban-
carrotas producidas por las compras masivas de plata decididas por Estados Uni-
dos durante el invierno de 1933-1934 para estrechar todavía más el cerco. Gracias
a la nacionalización de la plata decretada el 3 de noviembre de 1935, el dólar chi-
no se estabiliza, los billetes de banco emitidos por el gobierno nacionalista se
aceptan en todas partes y los precios dejan de subir. Cuatro bancos de estado do-
minan entonces el mercado de la plata: su función principal consiste en financiar
los gastos de guerra y el déficit del Tesoro mediante emisiones de bonos cuyos
intereses varían del 20 al 40 por ciento y cuyos principales beneficiarios son los
altos funcionarios del gobierno.
Estos vínculos estrechos entre los medios de negocios y el partido nacionalis-
ta y esta prosperidad artificial explican la estabilidad del régimen a pesar de la pro-
funda miseria del campo.
La mayoría de los historiadores de la China contemporánea ven en la clase de
los terratenientes de los años 1927-1949 la cóntinuación de la clase letrada del
CHINA, CRUCIFICADA 561

antiguo régimen y la principal responsable de la miseria campesina. Pero la nue-


va burguesía de negocios que sostiene las riendas del mando bajo el régimen
nacionalista no tiene ya nada en común con la antigua clase dirigente del imperio
manchú. Si bien el 3 por ciento de los notables rurales y de los propietarios resi-
dentes en la ciudad poseen un 26 por ciento del total de las tierras cultivadas (esta
situación es válida sobre todo para las grandes llanuras con campos de arroz de la
cuenca del Yangzi y de la China del sur), el cliché que relaciona poder político y
propiedad agrícola no puede aplicarse en una época en que los beneficios de la
agricultura son tan poco rentables que todos los capitales se apartan de ella. La
verdad es que las cargas que pesan sobre el campesinado son tan aplastantes que
la menor desigualdad de riqueza se convierte en un medio de explotación. En las
comunidades rurales, los explotadores más ricos tienen una situación menos de-
sahogada incluso que la de los campesinos más pobres de Europa y los arrendata-
rios no siempre son los más desprovistos. Si bien los arrendamientos y los présta-
mos con interés pesan muy fuertemente sobre la economía campesina, ¿qué decir
de los impuestos, las tasas, las exacciones de todo tipo y las requisas de los ejér-
citos que son obra del poder del estado y de sus representantes en las provincias?
El campesinado chino de los años 1927-1949 toca muy a menudo el fondo de la
aflicción humana. Pero, ante un grado tal de miseria, ¿cómo se podría acusar prin-
cipalmente al sistema social y a las inevitables desigualdades entre pobres y
menos pobres? Estos sufrimientos que las clases privilegiadas de las ciudades se
esfuerzan en ignorar son el resultado no de un sistema social que sería propio de
la China del antiguo régimen y que no era peor que muchos otros, sino la conse-
cuencia final de cincuenta años de historia: son el resultado de la fuga de hombres
y riquezas hacia los puertos abiertos, de la conversión de las actividades produc-
tivas anteriormente en actividades improductivas (opio, tabaco, especulación, ejér-
citos...), de la existencia de un sistema político artificial ligado a la implantación
de los capitales extranjeros y, a fin de cuentas, de la alienación progresiva del mun-
do chino desde finales del siglo XIX.

Revolucionarios campesinos e invasión japonesa en Manchuria


Los objetivos principales de Chiang Kai-shek son, por una parte, extender y
mantener su control sobre el partido y sobre el conjunto del aparato del estado, el
ejército, la policía y las finanzas y, por otra, crear una poderosa fuerza militar para
el nuevo régimen. La mitad de los gastos del estado se consagran al equipamien-
to del ejército y a la lucha contra los Señores de la Guerra independientes que sub-
sisten en la China del sur y del oeste. Pero no tarda en aparecer un nuevo enemi-
go. Son las uniones campesinas dirigidas por comunistas disidentes que se forman
al sur del Yangzi y, después, los soviets rurales que se constituyen en el sureste
de la provincia del Jiangxi, en la región de Ruijin. De 1931 a 1934, Chiang Kai-
shek dirigirá contra la república soviética de Ruijin una serie de campañas, la
quinta y última de las cuales conducirá, con la ayuda de consejeros alemanes y
préstamos extranjeros, a la aniquilación de ésta.
Es a principios de este período cuando se produce un acontecimiento capital
para la historia qe la China contemporánea: la invasión y ocupación de las provin-
cias del noreste por el Japón en 1931-1932. Totalmente absorbido por su lucha
562 EL MUNDO CHINO

LÁMINA 45. Convoy de avituallamiento formado por carros de bueyes durante las campa-
ñas de cerco de la República soviética de Ruij¡n, en el Jianki (1931-1934).

contra los «bandidos comunistas", Chiang Kai-shek acepta como W1 hecho ineluc-
table la pérdida de estos territorios penetrados desde hacia tiempo por capitales
japoneses y en los que los Señores de la Guerra hacían a menudo causa común
con el Japón. De todas maneras, la adhesión de Zhang Xueliang era muy recien-
te. Y además, los ejércitos del Guomindang, en vías de formación, seguramente no
habrian resistido un enfrentamiento directo con las tropas bien entrenadas y bien
equipadas de los invasores. Un conflicto hubiese podido serlc fatal al régimen
que empezaba tan sólo a consolidarse. Pero la ocupación de estos territorios, de
extensión mayor a la de Francia, poblados por cerca de 40 millones de personas,
provistos de buenos puertos, minas de carbón y la red ferroviaria más densa de
toda Asia Oriental, aumentaría muy sensiblemente la potencia económica del
Japón. Le aseguraba una formidable base estratégica para su conquista de China
y obligaría al gobierno nacionalista a pactar y a retroceder ante los progresos de
la invasión japonesa en la China del norte.
Tanto por la amenaza que constituía para el régimen dc Chiang Kai-shek como
por las consecuencias que tendría sobre la vida política china, la invasión de Man-
churia por las tropas japonesas merece ser considerada como el acontecimiento
más importante de este período de la historia de China.
Llevado por la lógica misma de las cosas a confirmar sus opciones reacciona-
rias, el régimen nacionalista favorecería con sus ataques contra liberales y revolu-
cionarios el éxito de las tendencias más radicales. Es un hecho notable que a la
gran diversidad de corrientes políticas e intelectuales que se habían manifestado
CHINA, CRUCIFICADA 563

durante la etapa de anarquía de los Señores de la Guerra le sucediera, a partir de


1928, un período en el que se afirma cada vez más el predominio de los comunis-
tas en la oposición política y el marxismo en el de la vida intelectual. La táctica
de contemporizar adoptada por el gobierno nacionalista frente a la invasión japo-
nesa y la lucha patriótica de las milicias campesinas acabarían inclinando final-
mente hacia los comunistas a la masa cada vez mayor de los oponentes,
El éxito final de los comunistas ha hecho que se les atribuyera retrospectiva-
mente una importancia que estaban lejos de tener en el momento de la fundación
del partido y durante el periodo de Cantón, en 1923-1926. Pequeño grupo políti-
co fundado en 1921 por unos pocos intelectuales preocupados por organizar y
desarrollar la acción obrera en los puertos abiertos, el partido comunista no hubic-
ra triunfado jamás de haberse mantenido fiel a las normas que le imponían los con-
sejeros soviéticos y a las lejanas directrices de Moscú, perfectamente ignorante de
la realidad china. Durante este primer período dominaron, en efecto, las concep-
ciones a priori y la idea fija de que había una sola vía que pudiera conducir a la
revolución: la misma que había conocido Rusia. En la base de la ortodoxia co-
munista, la fe absoluta en la vocación revolucionaria del proletariado se combina-
ba con una desconfianza profunda respecto al campesinado. De ahí la necesidad
de una alianza provisional del partido comunista con la burguesía nacional del
Guomindang en espera de que maduraran en China los amargos frutos del capi-
talismo industrial. Una política de este tipo condujo inevitablemente al aplasta-
miento del partido comunista y a la masacre de los dirigentes obreros. E infrin-
giendo las directrices soviéticas y en contradicción flagrante con la ortodoxia se
desarrollaría en las zonas rurales un movimiento revolucionario campesino. En
lugar de una brusca sublevación urbana, acorde cal} una vieja tradición occiden-
tal, que había proporcionado a la revolución de octubre las riendas del mando, en
China se produjo un lento bloqueo de las ciudades por parte del campo.
A diferencia de los primeros dirigentes del partido comunista chino que eran
intelectuales y ciudadanos (Chen Duxiu, 1880·1942, había estudiado en Japón y
en Francia; Li Dazhao, 1889-1927, se había formado en una escuela militar de los
ejércitos de la zona norte y, posteriormente, en el Japón), los principales jefes de
las uniones campesinas y de los soviets rurales que se constituyen a partir de 1927
son hombres de las provincias del interior que no han estado nunca en el cxtran-
jera: Zhu De había nacido en 1886 en una familia de arrendatarios del Sichuan.
Mao Zedong en 1893 en una familia de campesinos desahogados cerca de Chang-
sha en el Hunan. La única excepción es Zhou Enlai (Chu En Lai), nacido en 1896,
antiguo estudiante en el Japón, en Francia y en Alemania. Lejos del medio oficial
de las grandes ciudades penetradas por las influencias de Occidente, el movi-
miento comunista campesino enlazaría con las tradiciones revolucionarias más
auténticas del mundo chino. La teoría se sustituyó por la práctica, y el razonamien-
to por la intuición de los vínculos estrechos que unían el sistema de explotación
del campo con la dominación política de la burguesía de los puertos abiertos, ella
misma indiscciable del dominio de los capitales extranjeros. Para romper este
circulo vicioso había que asegurar el triunfo del mundo rural. víctima de la doble
presión de los capitales extranjeros y de la burguesía china, sobre el mundo de
las ciudades. Para conseguir este objetivo era necesario, a través de las necesida-
des tácticas impuestas por las circunstancias -se pone el acento en la justicia
564 EL MUNDO CJIINO

social durante los años de enfrentamiento con el régimen nacionalista en 1927-


1934, y, posteriormente, en la lucha patriótica contra el invasor japonés-e, una
dirección firme y una energía indomable. Era necesario que los hombres más aptos
para las funciones de dirección se forjaran poco a poco en los combates. Era nece-
sario instruir y adoctrinar de forma incansable. Así se explica, tanto como por una
aversión típicamente china por las abstracciones y teorías, el carácter esencial-
mente práctico del pensamiento comunista en China y su aparente debilidad a los
ojos de los occidentales.

DE LA INVASIÓN JAPONESAAL TRIUNFO DE LA REPúBLICA POPULAR

El lanzamiento de la gran invasión japonesa a partir de las provincias del nor-


este en julio de 1937 y el bombardeo sin previo aviso de Shanghai en el mes de
agosto marcan el principio del último período: el de la decadencia del régimen na-
cionalista y de la expansión del movimiento de resistencia al Japón.

La época de Chongqing
El gobierno del Guomindang se repliega hacia Hankou a finales de 1937 y, des-
pués, de Hankou a Chongqing, en el lejano Sichuan, más allá de las gargantas del
Yangzi, mientras los ejércitos japoneses ocupan todas las provincias situadas al
este y al norte del río Amarillo, todo el valle del Yangzi hasta el lago Dongting y
todas las grandes ciudades situadas al este de la línea Zhengzhou-Cantón. La inva-
sión y las campañas subsiguientes provocan éxodos y movimientos de pánico.
Entre finales de 1938 y mediados de 1939, la población de Chongqing, vieja ciu-
dad provincial sobre la que se ensaña la aviación japonesa, pasa de 200.000 habi-
tantes a más de un millón. Para el régimen, la ruptura es brutal: se ve privado de
repente de sus principales fuentes de ingresos, derechos de aduanas y tasas recau-
dadas en las regiones ocupadas ahora por el Japón. Se encuentra separado de la
gmn metrópolis económica de Shanghai, y de los medios económicos y financie-
ros que constituían su base política y su clientela. Es un gobierno auténticamente
emigrado en Chongqíng, en esta China del interior que le es prácticamente extra-
ña. Sólo dispone de los capitales repatriados por los bancos chinos y de la ayuda,
al principio limitada, que le aportan las naciones extranjeras: sobre todo la Unión
Soviética que ignorará hasta su victoria final a los comunistas campesinos (su
ayuda se eleva a 250 millones de dólares norteamericanos entre 1937 y 1939),
Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia. Pero el ataque japonés a Pearl Harbar, el
7 de diciembre de 1941, le asegurará a partir de esta fecha un apoyo sustancial por
parte de Estados Unidos. Sin duda, la ayuda norteamericana de más de 2.000
millones de dólares que recibirá durante la segunda guerra mundial -a los que
habrá que añadir otros 2.000 millones en los años 1945-1949- es relativamente
poco importante comparada con los 50.000 millones otorgados por Estados Uni-
dos al conjunto de las naciones en guerra contra Alemania y sus aliados, pero esta
masa de dinero representa una enorme aportación para una economia tan misera-
ble como la de la China nacionalista de Chongqing. Y, a la vez que asegura la
supervivencia del régimen, tendrá sobre él profundos efectos corruptores.
CHINA, CRUCIfiCADA 565

El sistema acusa su naturaleza parasitaria con el desarrollo de una enorme


burocracia y de un ejército multitudinario cuyos efectivos negarán en un momen-
to dado a cinco millones de hombres. El régimen se abandona a las facilidades de
la inflación. De ahí, un alza de precios cada vez más rápida y una caída acelerada
del valor del dólar chino. A partir de 1944, el dólar vale 500 veces menos de lo
que valía en vísperas de la invasión japonesa. Este hundimiento monetario junto
con la ayuda exterior y una presencia norteamericana más importante que nun-
ca, con sus bases, su aviación, sus depósitos de suministros, sus medios de trans-
porte, sus instalaciones de radio, favorecen la especulación, el tráfico de influen-
cias y la corrupción. Una parte de los antiguos privilegiados, los pequeños cuadros
del régimen, los enseñantes y, a fin de cuentas, todos aquellos cuya situación no
les permite enriquecerse por procedimientos ilícitos, están en la miseria y sienten
un desapego creciente hacia el régimen.
Este desapego viene reforzado por el escaso éxito de las operaciones militares
y por la hostilidad persistente de Jiang Jieshi hacia los partisanos comunistas en
lucha contra el invasor. Cercados y reducidos por las campañas de los años 1931-
1934, los combatientes y cuadros de la república soviética china del Jiangxi se
habían replegado hacia el oeste en octubre de 1934, accediendo al norte del Shaan-
xi a través de las cadenas montañosas del Sichuan occidental. Perseguidos por los
ejércitos nacionalistas, obligados a abrirse camino a través de las regiones más
inhospitalarias, unos 100.000 emprendieron la «Larga Marcha» (changzheng) de
12.000 km, gran epopeya del comunismo chino: sólo llegaron al final de 7.000 a
8.000. Los supervivientes no tardaron en convertir Yan'an en el centro de una nue-
va base soviética, organizando la lucha contra el ocupante y reclutando sin cesar
nuevos partidarios entre los campesinos. Obligado en 1936 a unir sus esfuerzos
con los de los comunistas, Jtang Jieshi lanza dos años más tarde una gran ofensi-
va contra las bases de los revolucionarios en el noroeste, y será sólo a regaña-
dientes y con reticencia que aceptará el principio del frente común bajo la presión
de Estados Unidos durante la segunda guerra mundial.

La guerra civil de los años 1946-1949


Pero la capitulación del Japón en agosto de 1945 cambia de golpe todo el plan-
teamiento del problema y parece dar un nuevo impulso al régimen de Chiang Kai-
shek. La reconquista de gran parte de los territorios evacuados por los ejércitos
japoneses, el regreso a Nankín, el reconocimiento oficial de la China nacionalis-
ta como uno de los vencedores de la segunda guerra mundial y su asociación a las
conferencias internacionales provocan un momento de euforia. Al régimen, que
dispone del apoyo de todas las naciones y de grandes ejércitos bien equipados por
Estados Unidos, sólo le falta librarse de una vez por todas de los «bandidos comu-
nistas». Así se inicia en 1946 una de las grandes guerras civiles de la historia
contemporánea.
Los enemigos enfrentados son radicalmente distintos uno de otro. A los gran-
des ejércitos de tipo clásico quc viven sobre el territorio como parásitos, saquean-
do e imponiendo contribuciones al campo, se oponen las milicias campesinas, tres
veces menos numerosas, que se confunden con la masa anónima de la gente del
campo y llevan a cabo una guerra de desgaste, de golpes de mano y de operacio-
566 EL MUNDO CHrNO

nes localizadas. La derrota del Japón les fue relativamente menos favorable que a
los ejércitos del Guomindang que disponían de grandes facilidades de transporte.
Incluso en el noreste, donde los comunistas se habían implantado durante la lucha
clandestina contra el ocupante japonés, las tropas nacionalistas habían podido ha-
cerse con los principales centros en el momento en que los ejércitos de la Unión
Soviética se retiraban después de haber desmontado y enviado hacia el oeste, pie-
za por pieza, las fábricas de esta zona industrial. Sin embargo, las ventajas de los
nacionalistas eran más aparentes que reales: sus líneas de comunicación son de-
masiado extensas y sus ejércitos sólo controlan las ciudades. El régimen no ha
corregido sus vicios. A medida que se prolonguen los combates y que se reafirme
la superioridad táctica de los partísanos, el régimen se verá minado por una des-
moralización cada vez más profunda, y cuando las milicias campesinas se reagru-
pen para constituir grandes ejércitos, cuya disciplina y cualidades militares per-
mitirán las primeras victorias importantes, toda la opinión pública se inclinará a
favor de los comunistas. A mediados de 1947, el Ejército Rojo toma la ofensiva en
el noreste, aislando a las fuerzas del Guomindang. En 1948 se apodera de Luo-
yang y de Kaifeng en el Henan, y, después, de Jinan en el Shandong. Pasa enton-
ces a la última fase de su ofensiva: el despliegue de importantes unidades cuyo
annamento procede íntegramente del botín de guerra y una parte de cuyos efecti-
vos está formada por desertores pasados al enemigo con armas y bagajes. Duran-
te la ofensiva de septiembre-octubre de 1948 se conquista todo el noreste y los
nacionalistas pierden 400.000 hombres, entre los que se cuenta una parte de sus
mejores tropas. La batalla decisiva se libra en el invierno de 1948-1949 en la
región de Xuzhou (norte del Jiangsu). 550.000 hombres de los ejércitos naciona-
listas quedan fuera de combate. Las tropas comunistas que habían entrado en
Pekín y en Tianjin están en Shanghai en mayo, en Cantón en octubre, en Chong-
qing en noviembre. Mientras el gobierno nacionalista se refugia en Taiwan, ell de
octubre de 1949 se proclama la República Popular de China.
Se ha dicho que el sentimiento nacional ha sido el gran motor de la historia de
la China contemporánea. A decir verdad, la fórmula es sólo válida para el último
período, el de la lucha contra el ocupante: el patriotismo chino siguió siendo una
aspiración impotente, encarnada sobre todo en la juventud de las escuelas y en los
intelectuales, mientras se veía privada del único medio que le permitiría expresar-
se: un ejército popular, independiente de los intereses extranjeros. La unión entre
los campesinos y los soldados del Ejército Rojo se forjó durante la lucha contra los
invasores japoneses, en los territorios ocupados por el Japón. De ahí le vinieron
su fuerza, sus éxitos y las muy amplias simpatías con que contó el movimiento de
liberación. Media un abismo entre la agitación política de los primeros treinta
años del siglo xx y la organización de los soviets campesinos del Jiangxi y del
período de Yan'an: el que sepam el sueño de la realidad, el desconcierto de los in-
telectuales a la búsqueda de teorías salvadoras entre el amasijo de ideas importa-
das de la seguridad de los combatientes que han recuperado el contacto con la gen·
te del campo, a la vez que la mantienen bajo control.
Capítulo XXXI

LA EVOLUCIÓN FILOSÓFICA
y LITERARIA

Si las influencias occidentales habían actuado de forma difusa en el siglo XIX,


estimulando una cierta reforma confuciana y una reacción ortodoxa, toda la histo-
ria de las ideas en la primera mitad del siglo xx está dominada en cambio por las
aportaciones de Occidente. Perono hay que equivocarsesobre el significadode este
fenómeno: esta intrusión masiva de tradiciones profundamente extrañas a las de
China no es más que uno de los aspectos de la alienación del mundo chino. Ade-
más, es inseparabledel contexto de humillacióny desconcierto que caracterizatodo
este período. La intelligentsia china es víctima de un complejo de inferioridad ali-
mentado por todas las vejaciones que se infligen al pais: tratado de Shimonoseki,
ocupación de los «territorios arrendados», protocolo de los bóxers, empréstitos que
hipotecan los únicos recursos regulares de China, concesiones de líneas de ferro-
carril a los extranjeros, entrega al Japón de las antiguas posesiones alemanas del
Shandong a raíz del tratado de París, cargas de la policía de las concesiones el
30 de mayo de 1925 en Shanghai (13 muertos) y el 23 de junio del mismo año en
Cantón (52 muertos), ocupación de las provincias del noreste por el Japón... , por
no hablar de las humillaciones cotidianas infligidas a los chinos de China y del ex-
tranjero. La vida intelectual de este período está estrechamente mezclada con la
historia política.
La intrusión de las ideas occidentales, sensible ya en el terreno filosófico a
principios del siglo xx, se agrava con la desaparición de las clases letradas del an-
tiguo régimen y con el desarrollo de una intelligentsia formada en Japón, en Esta-
dos Unidos y en Europa, o en China misma en las escuelas e instituciones en que
enseñan los extranjeros. Más o menos convertidos al género de vida de los occi-
dentales, residentes en los puertos abiertos en los que reina la prosperidad artifi-
cial que alimenta la presencia extranjera, muchos intelectuales chinos y, con ellos,
la juventud de las escuelas, llegarán a pensar que la salvación de China pasa por
el rechazo totaJ de todas sus tradiciones y por la imitación sistemática de Occi-
dente. De ahí, una gran fiebre de saber y una ebullición anárquica de ideas y teo-
rías. Todo lo que llega de Occidente, al azar de las circunstancias y en la mayor
confusión, se acoge con entusiasmo. Pero no se puede tomar contacto con toda una
herencia intelectual, en algunos decenios: una vez separados los aspectos de
desarraigo y de infatuación pasajera, se constata que la lectura se ha hecho a tra-
568 EL MUNDO CHINO

vés del prisma de las tradiciones autóctonas. Sin duda toda aportación puede con-
siderarse una prolongación de corrientes de pensamiento propiamente chinas.
Tres períodos que corresponden a las etapas de la historia política se discier-
nen claramente en la historia intelectual de la primera mitad del siglo xx. El pri-
mero, desde en tomo a 1900 hasta la desaparición del antiguo régimen, se carac-
teriza por un esfuerzo de adaptación acorde con las tendencias reformistas más o
menos radicales que en aquel momento alcanzan su mayor éxito. Los intelectua-
les más célebres de esta época pertenecen todavía a las antiguas clases letradas en
vías de desaparición. El segundo período, al contrario, es el del gran desconcierto
y de la irrupción de las influencias occidentales en la China de los puertos abier-
tos. Esta sorprendente efervescencia intelectual se calmará poco a poco durante el
último período, que corresponde a la dictadura de Jiang Jieshi: el individualismo
romántico, la imitación indiscriminada del Occidente burgués, cederán ante los
progresos lentos y seguros del marxismo. El arte y la literatura se pondrán al ser-
vicio de la revolución. La balanza se ha inclinado a tenor de la evolución política:
China parece haber reencontrado el camino de su cohesión moral.

La influencia de Japón y el descubrimiento de la filosofía evolucionista


La tendencia al sincretismo caracteriza el movimiento político, filosófico y lite-
rario de los diez primeros años del siglo xx. Es la época en que triunfa un rcformis-
mo más o menos radical, cuyos defensores e intérpretes pertenecen todavía a esta
clase en vías de desaparición que son los letrados del antiguo régimen. Incapaces de
entender que a partir de Shimonoseki, el reparto de China en esferas de influencia y
el asunto de los bóxers, el trágico destino de China está definitivamente sellado, las
mejores cabezas piensan que la vía japonesa -la del compromiso entre tradición y
modernización- es todavía posible. La ilusión la produce sin duda el hecho de que
las instituciones políticas todavía no se hayan hundido. Todavía existe una China del
interior. Para los reformistas de todas las tendencias y de todos los orígenes, el
Japón, pais cercano por su situación geográfica y su cultura, aparece entonces como
un modelo en lodos los campos: educación, ejército, instituciones, moral pública.
La influencia japonesa viene reforzada por el gran número de estudiantes chinos
que va al Japón a completar su formación en universidades, escuelas técnicas, aca-
demias militares ---en 1906 se les estima en cerca de 15.000-, por la acogida que
reciben los emigrados políticos por parte de distintas asociaciones japonesas y del
gobierno Meiji- en 1898 se creó la Tóa dábunkai, «Asociación Cultural de Asia
Oriental», para extender la influcnciajaponesa en Extremo Oriente-, por el cre-
ciente prestigio del Japón tras su victoria sobre el ejército y la flota rusos en 1905.
Generalmente es a través de traducciones japonesas que los estudiantes chinos
toman contacto con las obras literarias y filosóficas de Occidente.
Los revolucionarios y conspiradores republicanos que también encuentran
aliento en el Japón sólo representan una corriente marginal, minoritaria y clandes-
tina. En cambio, son los reformistas, partidarios de una monarquía constitucional
de estilo japonés, quienes consiguen entonces una mayor audiencia en los medios
intelectuales y en la juventud. Su portavoz es Liang Oichao, que se revela como un
excelente propagandista. Refugiado en el Japón desde el fracaso de los Cien Días
de reformas en 1898, despliega allí una actividadinfatigable intentando, a través de
CHINA. CRUCIFICADA 569

SIlS artículos en la prensa, sus libelos y sus obras, galvanizar a sus compatriotas,
analizando las causas de la decadencia de China y asimilando y adaptando a la tra-
dición china las ideas nuevas de su época: evolucionismo, liberalismo, espíritu de
empresa, veneración por la ciencia... Lo que importa es forjar un hombre nuevo,
ya que el mal proviene de haberse acostumbrado a las humillaciones. Hay que
reemplazar la dulzura, la sumisión, el espíritu de tolerancia y la moral tradicional
ligadas a un tipo de civilización y a un sistema político desaparecidos y supera-
dos, por el espíritu de competición y de lucha, por el nacionalismo y la intransi-
gencia, cualidades todas de las que dan pruebas Japón y las naciones occidentales.
Volvemos a encontrar esta insistencia sobre la necesidad de un hombre nuevo
en un contemporáneo de Liang Qichao. Van Fu (1853- ]921), un natural del Fujian
que, tras recibir una educación clásica, hizo sus estudios en la escuela del arsenal
de Fuzhou, donde aprendió inglés y adquirió una formación técnica y científica.
Durante un período pasado en Gran Bretaña, en la Royal Navy, Van Fu descubrió
las obras de Darwin y de Spencer. Se interesó también por el derecho y la admi-
nistración británicos. A su regreso a China, en los últimos años del siglo XIX, se
convertiría en uno de los primeros traductores de los filósofos evolucionistas
ingleses. Su traducción de Evolution and Ethics (Tianyanlun) dc T. H. Huxlcy en
1898 le valió una fama repentina y vino seguida por toda una serie de otras tra-
ducciones entre 1900 y 1910: The Study ofSociology (Qunxue siyan) de H. Spen-
cer, Wealth ofNations (Yua'!fU) de Adam Smith, On Liberty (Qunjiquan jielun) de
Stuart Mili, L'Esprit des Lois (Fayi) de Montesquieu.
Escritas en lengua clásica y un estilo refinado, ricas en alusiones literarias y a
veces oscuras, las traducciones de Van Fu están acompañadas de comentarios per-
sonales. Tienen una influencia considerable e imponen la idea de que la selección
natural y la lucha por la vida no sólo son propias a las especies animales sino tam-
bién a las naciones. Este interés de Van Fu y de sus contemporáneos por el evolu-
cionismo darvinista y por la filosofía anglosajona tiene en efecto un trasfondo po-
lítico: aportan una justificación a la difusión de una nueva moral pública inspirada
en Occidente; el individualismo, la libertad y la democracia penetrarán poco a
poco en las costumbres y en las instituciones chinas.
No se trata de copiar a Occidente, sino de inspirarse en él y esta intención se
percibe incluso en la forma: si las traducciones de Van Fu están escritas en lengua
clásica y entremezcladas con reflexiones personales, también las primeras traduc-
ciones de obras literarias occidentales aparecerán en lengua clásica. A decir ver-
dad, se trata más de adaptaciones que de traducciones propiamente dichas. Se de-
ben a un contemporáneo de Van Fu, también natural del Fujian, llamado Lin Shu
(1852-1924). Famoso repentinamente en los últimos años del siglo XIX gracias a
una traducción de la Dama de las Camelias de Alejandro Dumas, Lin Shu, que no
conocía ninguna lengua extranjera, adaptada muy libremente, según traducciones
que se le hacían oralmente, más de 160 novelas de autores occidentales tan dispa-
res como walter Scort, Defoe, Dickens, Cervantes, Ibsen, Víctor Hugo...
Esta combinación de un contenido nuevo con formas tradicionales, caracterís-
tica de la obra de los dos principales traductores dc los primeros años del siglo xx,
se encuentra también en la producción literaria. Entre 1900 y 1910 se publican
más de 1.000 novelas. Todas ellas están relacionadas con el movimiento reformis-
ta, se inspiran en preocupaciones nacionales y buscan la crítica social y política.
570 EL MUNDO CHINO

Pero permanecen fieles a los grandes modelos de la novela china de los siglos XVIII
y XIX por su división en episodios, su multiplicidad de personajes y su realismo.
Las más célebres son las del gran letrado Liu E (1857-1909), Laoean youji (Rela-
to de viaje del maestro Can) (1902); las de Wu Woyao (Wu Jianrcn, 1866-1910),
que escribe más de treinta novelas en los años 1900-1910; Y las de Li Baojia (Li
Boyuan, 1867-1906), autor de la célebre Guanchang xiunxingji, que ataca a los
medios de funcionarios corrompidos de su época.

La invasión de Occidente
El clima político e intelectual se modifica a partir de los años 1915-1917 y es
entonces cuando aparecen los primeros signos precursores del desconcierto moral,
de la efervescencia intelectual y de la invasión de las modas y las ideas occidentales.
El fenómeno llegará a su apogeo a partir de 1919. Las causas de esta transformación
de la vida intelectual son sin duda múltiples y en parte se deben a las repercusio-
nes de la desaparición de la dinastía y de las antiguas clases letradas, a las manifes-
taciones del imperialismo japonés (ocupación de los territorios del Shandong, vein-
tiuna demandas, aumento del dominio económico japonés en China), a la decepción
que provocan las parodias de la democracia parlamentaria y la dictadura de Yuan
Shikai, que intenta una restauración y un retorno al culto de Confucio, y también
al aumento del número de estudiantes formados en el extranjero y, sobre todo, en
los paises occidentales. Pero además, en esta época parece haberse producido ante
todo un profundo corte generacional. El movimiento lo desencadenan y dirigen la
juventud de las escuelas y los estudiantes que han regresado del extranjero.
Los chinos, cada vez más numerosos, que han estudiado en el Japón, Europa y
Estados Unidos, se avergüenzan de su propio país y de sus tradiciones. En el esta-
do de decadencia en que ha caído China, los comportamientos tradicionales, las
costumbres, las letras y las artes del letrado y todo lo que queda de la antigua Chi-
na les parece una caricatura odiosa. Todo compromiso con el pasado se ha hecho
imposible: hay que romper definitivamente con todas las tradiciones chinas y, para
sacar al país de su estado de postración, despertar las conciencias y llegar a la ma-
yor cantidad posible de público.
Las primeras manifestaciones de este movimiento radical que arrastrarla a la
juventud de las escuelas y a la nueva intelligentsia más o menos occidentalizada
de los puertos abiertos ~Ias regiones del interior quedan prácticamente al margen
debido a su miseria y aislamiento-e- son la fundación de revistas y sociedades lite-
rarias. La revista más antigua y más importante la crea en Shanghai, en 1915,
Chen Duxiu (1880-1942), un antiguo becario en el Japón que será, en 1921, uno
de los fundadores del partido comunista chino. Lleva el significativo titulo de Xin-
qíngnian y el subtítulo en francés de La Nouvelle Jeunesse. El primer artículo
de Chen Duxiu es una «Llamada a la juventud», que suena como una declaración de
guerra a las tradiciones morales de China, opuestas de forma sistemática al dina-
mismo y al espíritu de empresa de Occidente. Dos años más tarde aparecen las
«Sugerencias para una reforma literaria» de unjoven chino llamado Hu Shi (1891-
1962), formado en Estados Unidos. El artículo propugna una reforma radical de
los usos literarios y preconiza el abandono de la lengua clásica en los campos en
que era tradicional usarla, la supresión de los.estereotipos y de las alusiones Ii-
CHINA, CRUCIFICADA 571

terarias y el uso de una lengua simple y directa inspirada en la lengua hablada


(baihua). Por su lado, Chen Duxiu hace votos por el desarrollo de una literatura
revolucionaria, viva y realista.
El movimiento de14 de mayo de 1919, lanzado por los estudiantes de Pekín
ante el anuncio de la entrega al Japón de las antiguas posesiones alemanas en Chi-
na, da un impulso decisivo al desarrollo de las corrientes políticas y literarias más
radicales. La iniciativa de los estudiantes de Pekín, seguida por otras manifesta-
ciones, huelgas y bcicots que dan fe del resentimiento provocado por este nuevo
atentado contra una China que había entrado en guerra contra Alemania en t 917,
marca el principio de un período de agitación política que viene reforzada por las
medidas de represión tomadas por los gobiernos de los Señores de la Guerra. Los
circulas políticos y literarios se multiplican a la vez que las revistas más o menos
efimeras. Las influencias occidentales son cada vez más sensibles. El número de
traducciones aumenta; las controversias enfrentan a partidarios de concepciones
filosóficas opuestas y aparece y se desarrolla una nueva novela, imitada de los mo-
delos europeos.
Esta efervescencia intelectual es en el fondo mucho más turbia y compleja de
lo que un juicio superficial nos induciría a creer: no se resume en un sobresalto pa-
triótico inspirado por las ideas occidentales (ciencia, democracia, individualismo,
nacionalismo). Surgida de la alienación del mundo chino, traduce el desarraigo e
inadaptación de una juventud y de una intelligentsia que sienten muy profunda-
mente las contradicciones de las que son a su vez víctimas. En las opciones filosó-
ficas y en las obras literarias se expresan tanto la voluntad de acción como la hui-
da ante una situación sin salida, la desesperación, el repliegue sobre si mismo y un
romanticismo mórbido. La diversidad de temperamentos y de formación, de las co-
rrientes de pensamiento heredadas de la tradición china, de las corrientes cxtran-
jeras, explican las variaciones individuales y la profusión de escuelas y tendencias.
Las condiciones mismas en que se produce esta invasión de las modas e ideas
occidentales explican por qué, una vez pasada la fiebre, no dejara huellas muy pro-
fundas. Muchas corrientes intelectuales del período 1917-1928 se caracterizan por
su carácter efímero y artificial. Su éxito se debió generalmente a determinadas
conjunciones entre tradiciones chinas y occidentales. Por ello, es posible encon-
trar algunas afinidades entre la filosofía de Bergson y el intuicionismo de Wang
Yangming, entre la teoría anglosajona del arte por el arte y algunas actitudes típi-
cas de los medios letrados chinos, entre taoísmo y darvinismo... y estas afinidades
vienen subrayadas por los autores mismos.
Al igual que en los primeros años del siglo xx, las influencias que predominan
son las anglosajonas debido a la implantación británica en China y al gran núme-
ro de estudiantes formados en Estados Unidos. Uno de ellos, Hu Shi, da a cono-
cer la filosofía pragmática de su maestro John Dewey (1859-1952), invitado él
mismo en China en 1919-1921. El neorrealista y lógico inglés Bertrand Russell
también vive en China en 1920-1921. Las influencias francesas y alemanas son
menos sensibles. Cai Yuanpei (1868- t 940), reformador de la Universidad de Pekín
en 1917, antiguo estudiante en Berlín y en Leipzig, traduce el Sistema de Moral
de F. Paulsen y escribe una Historia de la ética china (Zhongguo luníi xueshiv
(1917). Su actividad viene a reforzar la del erudito e historiador Wang Guowei que
había sido, a principios de siglo, uno de los primeros en dar a conocer el volunta-
572 EL MUNDO CHINO

rismo alemán de Nietzsche y Schopenhauer en sus Ensayes de Jing 'an (Jing 'an
wenji) (1905). También hay que destacar la existencia de una corriente anarquista
que enlaza con las concepciones igualitaristas de las sociedades secretas. Esta
corriente se había manifestado muy pronto entre los estudiantes chinos de París
por la creación de una revista, El Nuevo Siglo (Xin Shiji) (1907-1908), uno de
cuyos fundadores es un estudiante de biología de Montpellier, Li Shizeng, nacido
en 1882, traductor de Kropotkin. El escritor Bajío, venido a París en 1922, se con-
vertirá él también en su juventud al movimiento anarquista, adoptando como nom-
bre literario la primera y última sílaba del nombre de sus escritores preferidos,
Bakunin y Kropotkin.
A la unanimidad que presidia el movimiento del 4 de mayo sucede ahora un
período de discusiones apasionadas. Se enfrentan moralistas y partidarios de una
concepción puramente científica de la sociedad. Se formulan criticas contra la
civilización mercantíl y mecanizada de Occidente. Las primeras las formula Liang
Qichao tras su regreso de Europa en 1919. Liang Shuming, nacido en 1893, las
continúa y profundiza en un estudio comparado de las civilizaciones de Oriente y
Occidente y de sus filosofias (Dongxi wenhuaji qi zhexue) en el que el autor ve
en la tradición china de adaptación de los deseos a las necesidades económicas y
sociales una forma superior de humanismo, en oposición a la exacerbación de
ambos que caracteriza según él la civilización occidental, y en oposición al exce-
so inverso que él considera tipico del mundo indio, cuyas tradiciones persiguen la
aniquilación del yo y la abolición de los deseos. Pero estas controversias académi-
cas no tardan en dejar paso a una oposición más fundamental entre revolucionarios
y universitarios puros. En 1928 Hu Shi, cuya influencia habla sido tan prepon-
derante desde J 917, ya es historia. Guo Moruo (nacido en 1892), uno de los pri-
meros en pasarse al marxismo, tomará el relevo.
Una evolución paralela se traduce en el campo literario, caracterizado también
en los años 1917-1928 por la profusión de las tendencias más diversas. El mayor
novelista de la época es Lu Xun (1881-1936), crítico, polemista y traductor de
Gogol, Plejánov, Lunacharski, Julio Verne, así como de autores japoneses, pola-
cos, húngaros... Pero junto a él hay también otros muchos escritores valiosos: Ye
Shengtao (nacido en 1892), Yu Dafu (1896-1945), Maodun (nacido en 1896),
Bajin (nacido en 1904), la novelista Dingling (nacida en 1907)... cuyas obras som-
brías y a menudo melodramáticas expresan la rebelión o la desesperación.

El triunfo del marxismo


El gran descubrimiento, el que relaciona la opresión que sufre China, país
semicolonizado, y el sistema capitalista generador del imperialismo, se produce
en los años 1919-1920. Es obra de un pequeño grupo de intelectuales encabeza-
dos por Chen Duxiu y Li Dazhao (1888~1927). La clave de la historia particu-
lar del mundo chino desde los primeros ataques de la guerra del opio la propor-
ciona una interpretación general de la historia de la humanidad. China encuentra
de nuevo el sentido universal que había perdido con la ruina de su ética y de sus
concepciones tradicionales. Las características de los países capitalistas e impe-
rialistas ---el culto del individuo, la intolerancia religiosa, la ganancia por la ga-
nancia, la libre empresa- se enfocan de repente bajo una nueva luz, así como las
CHINA, CRUCIFICADA 573

razones de su antinomia con las tendencias profundas del mundo chino. Sin duda,
hay muchas afinidades que explican la temprana atracción que el marxismo ejerció
en China. Por su negación de toda realidad trascendente da la impresión de coin-
cidir con una de las constantes del pensamiento chino. La teoría de los cinco es-
tadios que, a través de una dialéctica socioeconómica, conducen a la humanidad
desde el comunismo primitivo hasta el socialismo del futuro, recuerda las visio-
nes escatológicas de la «gran armonía), (datong) de la escuela del Gongyang per-
sonificada por Kang Youwei en una época no tan lejana. Evoca también algunas
concepciones históricas de los filósofos chinos del siglo XVII cuya influencia nunca
ha dejado de hacerse notar. La abolición de la propiedad privada, puesta en prác-
tica por los Taiping a mediados del siglo XIX, responde a una de las aspiracio-
nes profundas de la tradición revolucionaria china y coincide con algunas tradi-
ciones estatales más antiguas. De todas las filosofias occidentales, el marxismo es
sin duda la menos alejada de las orientaciones generales del pensamiento chino.
Además, el comunismo deja entrever una posibilidad de acción y proporciona un
modelo de organización revolucionaria análogo al de las sociedades secretas chi-
nas. La ayuda de la Unión Soviética parece confirmar estas esperanzas.
Pero el comunismo tuvo que adaptarse en China a condiciones muy particula-
res: las de un inmenso país rural, privado de su independencia económica y vícti-
ma de una terrible depauperización, las de una China medio colonizada en la que
el proletariado industrial, demasiado débil y miserable, no podía desempeñar nin-
gún papel decisivo, y también las de una lucha armada que proseguirla de forma
incesante desde 1927 hasta la victoria final de 1949, contra los ejércitos naciona-
listas antes y después de la invasiónjaponesa, y contra los ejércitos del ocupante.
Si el comunismo chino tiene ante todo un aspecto campesino, militar y patriótico,
lo debe a estas condiciones particulares.
De entrada, hubo Que sacrificar a los primeros adeptos de la nueva fe: aquellos
que, convencidos de la posibilidad de una acción obrera en los puertos abiertos,
chocaron con la coalición de la burguesía china y del capital extranjero y que, obli-
gados por las directrices dc Moscú, tuvieron que aceptar, mal que les pesara, la
alianza con sus enemigos naturales. Dos años después de la ejecución en 1927 de
Li Dazhao por el gobierno de los Señores de la Guerra de Pekín, Chen Duxiu, al
que se hacía ya responsable de la política que, muy a su pesar, le había impuesto
el Kremlin, será expulsado del partido. Fue necesario que los intelectuales de las
ciudades dejaran paso a los oscuros combatientes de las zonas rurales y que la
doctrina ortodoxa se sustituyera por la práctica cotidiana.
A partir de la subida al poder de Jiang Jieshi todo jugaría a favor de los comu-
nistas: las persecuciones de la policía del Guomindang contra los liberales, la pa-
sividad del gobierno nacionalista frente a la invasión japonesa, la lucha contra el
movimiento de resistencia encarnado por los comunistas, la corrupción y decrepi-
tud crecientes del régimen de Jiang Jieshi. A medida que pasan los años, los intc-
lectuales chinos se convierten al marxismo cada vez en mayor número. Todos se
acercan a los comunistas. Las publicaciones marxistas se multiplican entre 1935
y 1947 Y los autores más solicitados son Marx, Bngels. Lenin y Bujarin. La lite-
ratura se despoja de las influencias que debía al Occidente «burgués»: la intros-
pección, la duda, la exaltación romántica del individuo pierden su interés. Tiende
a convertirse en un-arma al servicio de la revolución y hacia esa dirección la inci-
574 EL ML'NDü CHINO

tan las iniciativas de Yan'an. Es en este contexto que Mao Zedong define en 1942
las funciones revolucionarias de la creación literaria y artística y sugiere a los
autores que se inspiren en aquello que, de las antiguas tradiciones chinas, pueda
adaptarse a las necesidades de la lucha presente.

Ciencias históricas y ciencias exactas


Es notable que a pesar de las tragedias de la época y de la extrema precariedad
de las condiciones de vida, los eruditos y sabios chinos prosiguieran sus investiga-
ciones y sus esfuerzos para desarrollar en China las enseñanzas científicas. En par-
te, esta extraordinaria resistencia de los estudios desinteresados en medio del caos
y de la miseria se debe a los vivos contactos entre las tradiciones chinas y oc-
cidentales y a los vínculos establecidos con los eruditos europeos y americanos.
Pero si China consiguió preservar sus tradiciones científicas fue sobre todo gra-
cias al patriotismo de sus sabios y eruditos.
En el campo de las ciencias históricas (historia, epigrafia, arqueología) y filo-
lógicas, en el que China se había mostrado particularmente precoz y en el que
poseía desde los siglos XVII y XVIII una sólida tradición cientifica, nuevos descubri-
mientos darían un nuevo impulso a las investigaciones: fueron, la revelación a par-
tir de 1899, de las inscripciones sobre huesos y caparazones de tortuga de finales
del segundo milenio; las excavaciones, a partir de 1927, de Anyang en el Henan,
lugar de la última capital de los Shang (siglos XiV-XI); el descubrimiento, a partir
de 1900, del riquísimo fondo de manuscritos sobre papel de los siglos v a X en
Dunhuang en el Gansu occidental; la aparición, a partír de 1906, de las fichas
sobre madera y bambú de la época Han cn las regiones de Dunhuang y de Juyan
en Mcngolia occidental (siglo 1antes y siglo 1después de nuestra era); la apertura
de los archivos de los Ming y los Qing (siglos XV-XIX) en el palacio imperial de
Pekín. Con todo ello se podían renovar profundamente las perspectivas históricas
sobre el pasado más lejano del mundo chino, los conocimientos epigráficos y ar-
queológicos, la historia de la literatura, de las religiones y del arte.
Los que colaboraron en el trabajo sobre esos nuevos documentos y se esforza-
ron por encontrar en la riquísima herencia de la tradición china algunas tradicio-
nes olvidadas que presentaban analogías con las tradiciones occidentales (litera-
tura popular, teatro, sofistica, lógica, metafísica budista...) procedían de todos los
ambientes y pertenecían a todos los horizontes políticos. Pero los más eminentes
de ellos estaban vinculados a la escuela del Zhejiang, heredera de la escuela de
estudios criticos (kaozhengxue) del siglo XVIIi. En torno a 1900 esta escuela está
representada por Yu Yue (1821-1907), historiador, hombre de letras y especialista
en los filósofos chinos de los siglos lV-lIT antes de nuestra era, cuya fama llegó has-
ta el Japón, y por Sun Yirang (1848-1908), uno de los primeros especialistas de las
inscripciones del segundo milenio, bibliógrafo a la búsqueda de las obras chinas
conservadas en el Japón, editor de la obra del filósofo Mozi y promotor de escue-
las modernas en el Zhejiang. El más célebre y último representante de la escuela
de estudios criticas en la primera mitad del siglo xx es Zhang Binglin (1869-
1936). Natural de Hangzhou, amigo y colaborador de Sun Wen y Huang Xing
-c-considerados los tres como (dos tres patriarcas de la revolución» (geming
sanzun}--- había sido discípulo de Yu Yue. Seducido durante algún tiempo por las
CHiNA, CRUCIfiCADA 575

ideas reformistas de Kang Youwei, no tardaría en pasarse a la oposición antimo-


nárquica durante su estancia en el Japón, donde llegó en 1899 y en donde conoció
a Sun Wen.
A la misma escuela del Zhejiang pueden vincularse Luo Zhenyu (1866~ 1940)
Y Wang Guowei (1877-1927). Preocupado en su juventud por los problemas de la
agronomía que a él le parecían fundamentales, Luo Zhenyu creó en Shanghai, cer-
ca de Shimonoseki, una Asociación para el estudio de las civilizaciones de Asia
Oriental (Dongwen xueshe) que tenía finalidades prácticas y a la que invitó a pro-
fesores japoneses. Director del Instituto de Agronomía de Pekín en 1909, marcha
de China durante la revolución de 1911 y se refugia en el Japón de 1912 a 1919.
Preceptor del antiguo emperador Xuantong, el joven Puyi, cn Tianjin, en 1925-
1929, Luo Zhenyu aceptará puestos oficiales en el nuevo estado de Manchuria crea-
do por los japoneses. Fue uno de los pioneros de los estudios sobre los manus-
critos de Dunhuang, sobre las inscripciones sobre huesos y caparazones y sobre
los archivos del palacio imperial. Wang Guowci, también monárquico convencido,
había ingresado en el Dongwen xueshe de Shanghai en 1898 y había aprendido el
japonés y el inglés. Después de estudiar fisica en el Japón en 1902, enseñó filoso-
fía en la Escuela Norrnal de Nantong y de Suzhou en el Jiangsu, descubriendo en
este momento a los filósofos alemanes (Kant, Schopcnhauer y Nietzsche). Muy
afectado por la caída de la dinastía en 1911, se refugia en Japón como su amigo
Luo Zhenyu. Abandona entonces la filosofía occidental y regresa a la tradición de
los estudios críticos, publicando trabajos sobre la historia del teatro de los Song y
de los Yuan (1915), los Clásicos, los historiadores y las inscripciones sobre bron-
ce de la época de los Zhou. También se le deben estudios sobre los documentos
Han encontrados en Dunhuang y Juyan, las inscripciones de Anyang y los manus-
critos de Dunhuang. En la misma época, otro historiador contribuyó en gran medio
da con su método crítico y sus concepciones historiográficas a renovar las pers-
pectivas relativas a la China antigua: Gu Jiegang, nacido en 1893, amigo de Zhang
Binglin y de Hu Shi.
Menos conocido, pero sin duda más notable todavía, es el desarrollo de la
enseñanza e investigación en el campo de las ciencias exactas. Ello se debe al
impulso de científicos formados en parte en China y en parte en el extranjero
(sobre todo en Estados Unidos después de 1927), que se esforzarán en formar
discípulos y en crear escuelas y laboratorios. En varios sectores, la ciencia chi-
na alcanza, gracias a ellos, un nivel internacional. Hombres como Ding Wenjiang
(V K. Ting, 1887-1936), eminente geólogo fundador de la Sociedad china de geo-
logía en 1922 y de la Sociedad china de paleontología en 1929 (el año del descu-
brimiento del Hombre de Pekín), los matemáticos Chen Xingshen (Shiíng-shen
Chern, nacido en 1911) y Zhou Weiliang (Chow Wei-hang, nacido en 1911), uno
de los pioneros de la geometria algebraica, el bioqulmico Wu Xian (Wu Hsien,
1893-1959) o los físicos Van lid (Ny Tsi-zc, nacido en 1900) y Wu Dayou (Wu
Ta-yu, nacido en 1907), maestro de Tsung-dao Lee, premio Nobel de física, apor-
taron al desarrollo científico internacional una contribución reconocida por los
sabios del mundo entero. Algunos, como el físico atómico Qian Sanqiang (nacido
en 1910), discípulo de Frédéric e Irene Joliot-Curie. tienen hoy un papel crucial en
la organización de la investigación y en el reforzamiento militar de la República
Popular de China.
Libro undécimo

UN NUEVO CAPÍTULO
DE LA
, HISTORIA:
LA REPUBLICA POPULAR
DE CHINA
El cuarto de siglo que empieza con la proclamación en Pekín, el 1 de octubre
de 1949, de la República Popular de China y termina con la muerte de su funda-
dor e inspirador en septiembre de 1976, probablemente será recordado por la his-
toria como un periodo excepcional. Se caracterizó por una extraordinaria agita-
ción, profundas crisis y un peligroso crecimiento de la población. Pero todavía es
demasiado pronto para decir cuál será su lugar en la historia, dado que esta histo-
ria está todavía en gestación.
La ruptura con el período anterior es evidente y no se trata ahora de negar todo
lo que distingue la China actual de la de los años 1919-1945 y, menos todavía, de
la del siglo XIX. Pero lo que a un profano le parece nuevo a veces lo es menos de lo
que éste se imagina. Hay vínculos múltiples con el pasado más reciente: la gene-
ración que vivió el decenio de Nankín y la guerra sinojaponesa habrá desapare-
cido por completo a finales del siglo xx y los principales dirigentes de los años
1950-1975 se formaron todos en los tiempos en que Jiang Jieshi (Chang Kai
shek) presidía los destinos de China. El mismo Mao Zedong, nacido en 1893,
siguió siendo hasta su muerte el hombre de los soviets del Jiangxt, de la Larga
Marcha y de Van'ano Pero también hay vínculos, sin duda más sutiles pero no
menos fuertes, con un pasado más antiguo. Las aspiraciones revolucionarias,
igualitaristas y utópicas de la tradición china parecen haber seguido inspirando a
los dirigentes de la nueva China. Por otra parte, el sentido de la organización, la
disciplina colectiva, el adoctrinamiento, las grandes obras públicas de dimensio-
nes gigantescas e incluso el paso tan sorprendente del caos y la anarquía al orden
no son cosas tan nuevas en China. En un marco sin duda completamente nuevo,
algunas tradiciones estatales y algunas tradiciones morales parecen haberse per-
petuado hasta nuestros días. Aunque las referencias sean muy distintas a las an-
teriores y el contexto internacional muy diferente, quizá con el paso del tiempo
se perciba más claramente lo que vincula la China actual a su pasado: somos
todavía demasiado sensibles a la parte anecdótica del presente, nos sentimos
incómodos por la falta de información o incluso engañados por una propaganda
omnipresente.
580 El MUNDO CHINO

Los caracteres originales del nuevo régimen


El profundo desacuerdo que, en todos los campos, enfrenta China con la Unión
Soviética desde 1960 no debe hacernos olvidar que todas las instituciones de la
nueva China están copiadas de las de la URSS, ni que el partido comunista chino
es una réplica fiel del partido bolchevique (lo que también es cierto del partido
nacionalista, el Guomindang). La influencia soviética era muy profunda en China
justo en el momento en que se sentaron las bases del nuevo régimen. En China,
como en la Unión Soviética, los organismos del estado están completamente con-
trolados por el partido. El partido es omnipresente y lo dirige todo, incluso cuando
carece de competencia para hacerlo: administración, empresas, comunas rurales,
fábricas, hospitales, escuelas, universidades... Aunque los miembros del partido
no disfruten de privilegios tan grandes como en la Unión Soviética -y que la vida
de los pequeños cuadros en particular sea bastante penosa-, pertenecer al partido
comporta, sin embargo, numerosas ventajas. La elite dirigente está formada por
los miembros más antiguos del partido, los que participaron en las luchas anterio-
res a la Liberación. Estos miembros ancianos (el mismo fenómeno de envejeci-
miento de los cuadros se da en la URSS) se diferencian de la masa de los recién
llegados, que ocupan sólo puestos de menor responsabilidad o se limitan a tareas
ejecutivas. En esta fuerte jerarquía, el único criterio de promoción es la entrega al
partido y la ortodoxia política. Así pues, hay analogías fundamentales entre los
sistemas políticos de China y de la URSS. Eso ha llevado a algunos especialistas
en cuestiones contemporáneas a pronosticar que China, una vez calmados los
remolinos de los años 1950-1975, seguiría una evolución análoga a la de la Unión
Soviética.
Sin embargo, durante todo el período reciente, el nuevo régimen chino ha teni-
do un aspecto profundamente original debido, por una parte, a la importancia con-
cedida al adoctrinamiento y conversión de los espíritus, y, por otra, a un cierto
romanticismo revolucionario. De 1950 a 1975 la vida de los chinos se ha visto
incesantemente agitada y a veces transtornada por una serie continua de «movi-
mientos» destinados a movilizar a toda o parte de la población a través del recurso
obsesivo a todos los medios de comunicación: pancartas, periódicos, radio, expli-
caciones y discusiones. En las innumerables reuniones organizadas en los lugares
de trabajo, cada cual tiene el deber patriótico de criticar y denunciar, de entre sus
compañeros más próximos, a opositores, tibios y espíritus demasiado indepen-
dientes. Es también un deber acusarse a sí mismo de sus faltas, incluso las más
fútiles, y de su falta de entrega al partido. Las sesiones de estudio que general-
mente se centran en las obras de Mao Zedong o en los editoriales del Diario del
Pueblo, el examen de conciencia, la confesión y el arrepentimiento, la humilla-
ción, permiten mantener un alto nivel de conciencia «política» y romper la resis-
tencia de los renuentes. De esta forma la población misma expulsa de su seno a
los «elementos contrarrevolucionarios» y se reforma mediante la emulación y
puja continuas.
Podríamos decir que, desde 1950, la principal actividad de la nueva China ha
sido la propaganda y el adoctrinamiento, actividad cuyo coste material y humano
seguramente no se llegará a evaluar jamás aunque debe ser considerable. Hasta la
muerte de Mao Zedong, la transformación de la. sociedad ha pasado casi siempre
LÁMINA 46. Mao Zedong en Pekín, en los primeros años de la República Popular.
582 EL Ml:NDO CHINO

por delante del desarrollo económico y de los problemas de gestión. ¿Cómo expli-
car esta prioridad de la «política» sobre la economía? La historia del partido
comunista chino no puede scrle ajena: el Ejército Rojo se implantó en el campo
predicando con el ejemplo e intentado convencer, y las asambleas rurales donde
se instruía el proceso contra los antiguos campesinos ricos proporcionaron sin
duda el modelo de lila práctica más general, destinada a promover la revolución
bajo el control del partído y a cambiar las mentalidades. Pero también hay que
reservar una parte importante al temperamento y a la influencia de Mao Zedong,
así como a algunas tendencias particulares, desde sus mismos orígenes, del parti-
do comunista chino. Desde el momento de la fundación del partido se afirmaron
unas aspiraciones utópicas que prolongan una tradición revolucionaria muy anti-
gua: la de la Gran unidad (datong) o de la Gran paz (taiping) que había inspirado
en sus inicios la rebelión de los Taiping y que a finales del siglo XIX se había plas-
mado en el Datongshu de Kang Youwei. La sociedad sin clases, unánime, en que
todo es de todos -la antítesis de la sociedad mandarinal- es un viejo mito que,
con el tiempo, ha ido tomando colores muy modernos. Estas aspiraciones reposan
en la convicción de que todo es posible y de que basta con quererlo. La fe va delan-
te del conocimiento, la opinión del partido delante de la de los expertos. Este
voluntarismo era especialmente marcado en Li Dachao: fue también uno de los
elementos fundamentales del temperamento de Mao Zedong.
Los conflictos y crisis por los que la República Popular de China ha pasado des-
de su fundación han sido producto, la mayoría de las veces, de las dificultades en-
contradas en la aplicación de directrices demasiado ambiciosas. Estas dificultades
provocaron retrocesos, variaciones de la línea «politice» y pusieron en evidencia la
divergencia dc concepciones en los más altos niveles. A los que abogaban por una
transformación rápida y radical de la sociedad no tardaron en oponerse los gesto-
res conscientes de los peligros de la improvisación y los partidarios de un ritmo
de desarrollo mejor adaptado a las fuerzas humanas. Las tendencias opuestas de-
sembocaron en luchas de facciones en el seno del partido, en las que cada cual in-
tentó explotar en provecho propio la irritación provocada en la población por el
autoritarismo y la incompetencia de los cuadros. Estos conflictos degeneraron en
una auténtica anarquía durante la Revolución Cultural, momento en que salió a
plena luz la contradicción entre la omnipotencia del aparato del partido y las aspi-
raciones revolucionarias de la juventud. Tanto en estos conflictos como cn la prác-
tica cotidiana, la utilización del vocabulario marxista es completamente libre, ya
que lo que persiguen los términos empleados es expresar un juicio moral sobre el
adversario del momento, no traducir un análisis objetivo de la sociedad.

DE LA ALIANZA A LA RUPTURA CON LA UNIÓN SOVIÉTICA

La guerra civil, que había durado doce años, terminó muy pronto a favor de los
comunistas debido al vacío creado por el hundimiento del régimen de Chiang Kai-
shek y al unánime deseo de paz después de tantos años de sufrimientos. El Ejér-
cito Rojo contaba además con el prejuicio favorable de parte de la población y de
buen número dc intelectuales. En lugar de saquear y requisar a los campesinos
como hacían las tropas nacionalistas, los comunistas vivían en contacto estrecho
UN NUEVO CAPITULO DE lA HISTORIA: LA RE¡>ÚRUCA POPULAR D1:: CHINA 583

con el campesinado y organizaban el reparto de tierras, acabando de esta forma con


la explotación de los más desposeídos. Además, las tropas comunistas fueron las
únicas en luchar eficazmente contra el ocupante japonés. Su disciplina, justicia
social y patriotismo les atrajeron las simpatías. Pero todo parece indicar que la co-
rrupción del régimen nacionalista, la inflación monetaria y el cansancio general
tuvieron efectos aún más determinantes sobre la adhesión casi general de la pobla-
ción al nuevo régimen.

Aunque los cuadros comunistas tuvieron tiempo para prepararse para sus nue-
vas responsabilidades, la victoria tal vez les llegó demasiado deprisa. Su expe-
riencia se limitaba al mundo rural y a las acciones de guerrilla. En pocos meses,
se les vino encima la administración de inmensos territorios y de ciudades muy
grandes. Heredaban una China miserable que sufría tanto de uno de los niveles de
vida más bajos del mundo, como de un grave retraso industrial; la guerra civil y
extranjera había hecho estragos desde] 937 y los ánimos se habían acostumbrado
desde hacía tiempo a la injusticia y a la corrupción. Sin embargo, los nuevos diri-
gentes consiguieron eliminar muy rápidamente toda oposición e impusieron en
todas partes el orden y la disciplina; acabaron con la inflación y organizaron las
cosas de manera que cada cual tuviera cuando menos lo necesario para alimentar-
se y vestirse; volvieron a poner en marcha las fábricas y restablecieron todas las
líneas de ferrocarril. A partir de 1952 la reconstrucción está terminada. ¿Cómo
explicar esa rápida recuperación y los progresos que la siguieron hasta 1958 y que
tanto contrastan con las largas dificultades de la URSS después de 1917? Algunas
cualidades chinas -c-resistcncia en el trabajo, ingenio, sentido de ayuda mutua y
de organización-e- no son ajenas a ello, pero también cuentan la pasión y el orgu-
llo de la independencia, el patriotismo de un gran pueblo larga e injustamente des-
preciado, las esperanzas depositadas por muchos en el nuevo régimen, y. final-
mente, la entrega y disciplina de los cuadros, la firmeza y, a la vez, la prudencia
con que se hizo frente a la situación.
Teniendo en cuenta la importancia de la población (unos 600 millones de habi-
tantes hacia 1960), la revolución comunista no fue tan sangrienta como hubiese
sido de esperar. Aunque la represión de los opositores fuera implacable, todo pare-
ce indicar que el nuevo régimen tuvo cuidado en no alienar a las antiguas clases
burguesas, a las que al principio asoció a los esfuerzos de reconstrucción en
empresas semiprivadas o semipúblicas. Por otra parte, los dirigentes extendieron
a toda la China rural las medidas tomadas en las zonas controladas por el Ejérci-
to Rojo antes de la Liberación. A los campesinos, repartidos en cinco categorías a
partir del 30 de junio de 1950 (terratenientes, campesinos ricos, medios y pobres,
y obreros agrícolas), se les incitaba en todas partes a exponer las injusticias que
habían soportado por parte de propietarios y usureros, y a exigir el castigo de los
culpables en unas asambleas tumultuosas que en ocasiones terminaban en violen-
cia y ejecuciones sumarias. Pero la redistribución de la tierra, que los convertia a
todos en pequeños propietarios, parece haber sido bien acogida por la gran mayo-
ría. Esta prudencia inicial se ha subrayado a menudo y demuestra una cierta Acxi-
bilidad china. De hecho, venía impuesta por las circunstancias: la China Popular
no tardaría en orientarse hacia una imitación bastante exacta del modelo soviético.
584 J:!L MUNDO curse

El modelo soviético
En 1952. las explotaciones generalmente demasiado pequeñas que habían salio
do de la reforma agraria empezaron a ser reagrupadas. A partir de ] 954 aparecen
las primeras «cooperativas de producción», equivalentes al koljós soviético. Pero,
a la vez que se generaliza progresivamente la colectivización de las tierras, se hace
un gran esfuerzo en 1955-1957 para desarrollar la industria pesada: acero, carbón,
petróleo, electricidad... Al dar una prioridad absoluta al desarrollo de la industria
pesada, China sigue el modelo de la Unión Soviética. Por otra parte, en esta épo-
ca hay en China muchos consejeros y técnicos llegados de la URSS. Se exige un
enorme esfuerzo al campesinado que se ve obligado a la vez a cambiar sus cos-
tumbres, alimentar las ciudades cuya población aumenta rápidamente debido a la
emigración rural, pagar el equipamiento vendido por la URSS y los países del Este
y suministrar productos de origen agrícola a determinadas fábricas. Pero, por pri-
mera vez en su historia, China empieza a dotarse con industrias de base, indis-
pensables para su independencia. Pero ahora no se sitúan sólo en las costas y en la
región de Shanghai, como durante el período semicolonial, sino en el interior, y
no se limitan como entonces a industrias de consumo. El esfuerzo destinado a la
extensión de la red de ferrocarriles en las provincias del interior tiene la misma
finalidad.
Sin embargo, la tensión durante los años 1955-1957 fue excesiva y en los
medios dirigentes parece abrirse paso la idea de la necesidad de relajar un tanto la
presión. De hecho, el malestar producido en el campo por la colectivización de las
tierras se tradujo en un descenso de la producción. Se decide entonces dejar más

LÁMTNA 47. La agricultura china: campos de arroz inundados des-


pues del trasplante.
UNNUEV(J CAPiTULO UE LA HISTORIA: LA REPÚBLICA POPULAR DT! CH!)¡A 585

LÁMINA 48, La agricultura china: cosecha de té en el Zhejiang.

independencia e iniciativa a los campesinos, a menudo irritados por la incom-


petencia y el comportamiento autoritario de los cuadros enviados de la ciudad. Se
autoriza de nuevo el mercado libre. Un soplo de liberalismo recorre el conjunto de
los paises comunistas después del XX Congreso del partido comunista de la Unión
Soviética: la China de la época, que tanto necesitaba reducir las presiones, dificil-
mente podía mantenerse indiferente. Se permite por todas partes que se expresen
las reivindicaciones de la base. Sobre todo, el régimen hace 10 posible para recu-
perar la adhesión de los intelectuales, la mitad aproximadamente de los cuajes o
bien le son hostiles o bien 10 contemplan con serias reservas. Los intelectuales
que, después de las numerosas sesiones de «reforma del pensamiento» a que se
han visto sometidos, se han vuelto muy cautelosos , se niegan al principio a criti-
car siguiendo las constantes invitaciones, tan poco acordes con sus métodos, del
partido. Para decidirlos harán falta exhortaciones reiteradas e insistentes. Pero,
una vez lanzado, el movimiento llamado de las «Cien Flores» desembocará en
mayo de 1957 en 1ma auténtica acta de acusación al régimen. Estudiantes e inte-
lectuales denuncian la parodia de democracia a que se asiste a todos los niveles;
todo el poder está en manos de los seis miembros del comité permanente y todo
se decide en todas partes por anticipado; la intromisión constante del partido en
todos los campos dificulta cualquier trabajo serio; los que deciden en última ins-
tancia son generalmente unos incapaces cuyo único mérito consiste en haberse
puesto en evidencia dando pruebas de docilidad y proclamando su ortodoxia
586 EL MUNDO CHINO

política; el trabajo y la competencia están peor recompensados que la hipocresía.


Se ataca incluso a la Unión Soviética por haber desmontado las fábricas del nor-
este y haberse hecho pagar hasta el último kopek de la ayuda que proporciona a
uno de los países más pobres del mundo. El movimiento prefigura el periodo de la
Revolución Cultural en el que la juventud se desatará contra la sofocante tiranía
del partido. Sin embargo, la sorpresa de los dirigentes es total: poco se imagina-
ban que existiera un tal descontento y una aspiración tan profunda de la libertad.
La agitación de los estudiantes y el motín que se produce en Wuhan a finales de
junio de 1957 hacen urgente recuperar el control de la situación. La autoridad del
partido se rcafinna de forma brutal y la experiencia de las «Cien Flores» se da por
definitivamente cerrada. En total, habrá durado cinco semanas.
Así pues, el intento de liberalización en los medios intelectuales se había vuel-
to contra el régimen. Pero lo mismo había pasado en el campo: el relajamiento ge-
neral de las presiones y de la centralización, y el renacimiento de un mercado libre
inducían a los campesinos a descuidar el sector colectivizado para volcar todos sus
esfuerzos en las fuentes de beneficio individual. También aquí era indispensable
detener en seco el hundimiento del sistema. Y lo que se hará no será un retomo a
la situación anterior, sino una experiencia de una audacía extraordinaria.

El Gran Salto hacia Adelante


Si los intelectuales y campesinos se habian aprovechado de las medidas de
liberalización para volverse contra el régimen y recuperar comportamientos tradi-
cionales, es que la reforma de las mentalidades no había sido lo suficientemente
profunda y era necesario un nuevo y poderoso esfuerzo para cambiar radicalmen-
te toda la sociedad china. Puesto en marcha por Mao Zedong, hostil a la desesta-
linización e irritado por el desprecio de los soviéticos hacia China, el formidable
esfuerzo colectivo que lleva el nombre de Gran Salto hacia Adelante fue un inten-
to utópico para reestructurar por completo las comunidades rurales y urbanas,
alcanzar en algunos años a los paises industrializados y terminar con una buro-
cracia emergente gracias a una descentralización general Fue la expresión de su
romanticismo revolucionario y de su fe en la creatividad del pueblo. Fue, durante
los años 1958-1959 una extraordinaria movilización de energías. El esfuerzo de
propaganda y encuadramiento superó todo 10 que se había visto hasta entonces. El
koljós de tipo soviético se abandona en provecho de unidades autónomas mucho
más amplias que toman el nombre de comunas populares. Estas comunas, que rea-
grupan de 2.000 a 20.000 familias, deben administrarse a sí mismas y resolver
todos los problemas que les conciernan: agricultura, industria, comercio, asuntos
sociales, defensa... Se colectiviza todo, incluso las pequeñas parcelas individuales
que los campesinos habían sido autorizados a aumentar en 1957. Toda propiedad
individual, incluso la que afecta a objetos de uso corriente, queda abolida. La vida
familiar desaparece en aras de la vida colectiva. Al mismo tiempo se quiere supri-
mir todo 10 que diferencia la ciudad del campo y para ello se hace un gran esfuer-
zo para industrializar este último construyendo pequeños altos hornos y apelando
al genio inventivo de todos y a las técnicas tradicionales. Se hace también un
esfuerzo para aumentar rápidamente la prodscción agrícola sacando partído de
todas las tierras y multiplicando los proyectos de irrigación. Los pájaros que estro-
UN NUEVO CAPiTULO PE LA fIlSTOR1A: LA RFPl.'BlICA POPlJLAR DE CHINA 587

pean las cosechas se aniquilan sistemáticamente y se da la consigna de trabajar TO-


dos los campos en profundidad y de sembrar más apretado. Se trata de realizar
en dos años las propuestas del segundo plan quinquenal y de acceder de golpe a
la sociedad socialista. Todo parece posible.
La excelente cosecha de 1958 parece confirmar todas las esperanzas, y, en el
clima de emulación reinante, las estadísticas establecidas sobre cifras infladas a
cada nivel por tUlOS cuadros deseosos de quedar bien son más que alentadoras.
Pero la cosecha de 1959 es mediocre, y el entusiasmo empieza a declinar. Resul-
ta evidente para todos que el Gran Salto hacia Adelante ha sido un enorme derro-
che de bienes y energías, un desastre para la agricultura y la industria. Por todas
partes se ha improvisado en medio de la más completa anarquía, se han impuesto
a la fuerza nuevas formas de cultivo sin tener en cuenta para nada la experiencia
de los campesinos, y se ha transtornado en vano la vida del campo. Los dos años
siguientes son los más sombríos de la historia del nuevo régimen: después de una
sequía como no se había visto desde hacía un siglo, las cosechas de 1960 y de
1961 son catastróficas y China redescubre una plaga que creía eliminada para
siempre: al menos 13 millones de personas murieron de hambre, mucho más que
nunca en el pasado. Otro factor vino a agravar la crisis: inquieta e irritada por las
manifestaciones de independencia de China, la Unión Soviética interrumpe de
repente su ayuda en 1960, rompe los contratos de cooperación técnica y científica
y hace regresar a todos sus técnicos. China entra desde entonces en un largo pe-
riodo de aislamiento internacional.

DE LA RUPTURA CON LA URSS A LA MUERTE DE MAO ZEDONG

Según el punto de vista con que se mire la historia de la República Popular de


China desde su fundación, la visión es distinta. Pero quizá uno de los elementos
más esclarecedores de esta historia sea el movimiento continuo que indujo a Chi-
na a liberarse de la tutela y del modelo soviéticos.
Fue sobre todo su alianza con la URSS la que precipitó a China a pesar suyo,
desde el día siguiente de la Liberación y justo en el momento en que las tareas de
reconstrucción eran más urgentes, en la sangrienta guerra de Corea. Pero este con-
flicto, en tanto que agravó la guerra fría, contribuyó eficazmente a estrechar los
vínculos que UIÚan a las dos naciones y a relegar a China aliado de los países do-
minados por la Unión Soviética. La invasión de Corea del Sur, el 25 de junio de
1950, trajo como consecuencia inmediata la neutralización del estrecho de For-
masa por parte de Estados Unidos. Al conceder una ayuda masiva en armas y capi-
tales a los supervivientes del régimen nacionalista refugiados en Taiwan, Estados
Unidos prolongaría indefinidamente el régimen moribundo de Jiang Jieahi (Chang
Kai shek) en una isla que durante cincuenta años había formado parte del imperio
japonés. Es el principio de la ficción de las dos Chinas y habrá que esperar hasta
1971 para que un país de 800 millones de habitantes tenga acceso a la ONU y a
los restantes organismos internacionales. Al excluir a China del concierto de las
naciones y al organizar en torno suyo tul amplio bloqueo desde Corea y Japón has-
ta Asia del sureste.Estados Unidos reforzó las tendencias chinas al aislamiento,
endurecieron el régimen e incrementaron la sujeción de China a la URSS. China
LÁMINA 49, El puente sobre el Yangzi, en Nankin, durante las obras de su construcción

depende entonces en todos los campos -- industria, ciencias, técnicas, enseñanza,


política exterior...- de la Unión Soviética, a la que la vincula desde 1950, y para
treinta años, un pacto de «amistad, alianza y asistencia mutua», Es cierto que los
anticipos reintegrables de la URSS y la ayuda tanto de sus técnicos como de los de
los países del Este contribuyeron a la reconstrucción y a la recuperación econó-
mica. Pero está claro que el modelo soviético se adaptaba muy mal al caso chino
nas inversiones costosas en grandes complejos industriales eran poco convcnicn-
tes en un país pobre con una mano de obra sobreabundante) y que la situación de
dependencia de China respecto a la URSS constituía en sí misma una aberración,
Era inevitable que terminara tarde o temprano. El gran cambio de rumbo se sitúa
en tomo a 1959. Recordemos simplemente que los movimientos meotstas nacie-
ron en Occidente a partir de la ruptura entre China y la URSS.
La primera manifestación de independencia china fue precisamente el Gran
Salto hacia Adelante: la decisión de quemar las etapas que conduelan al socialis-
mo y el recurso a una serie de experiencias nunca intentadas hasta entonces (co-
munas populares, colectivización llevada a un grado extremo, industrialización
del campo ...), equivalían a renegar del modelo soviético y a entrar en disidencia.
El XX congreso del peus, la desestalinización, la coexistencia pacífica, todo el
gran movimiento del deshielo que empezaba a manifestarse en la Unión Soviéti-
ca y en los países del Este desde 1956 eran particularmente inoportunos para los
dirigentes chinos: no podían plantearse la desmovilización en el momento en que
estaban imponiendo a China un esfuerzo formidable. Paralelamente, por el lado
UN NUEVO CAPITULO DE LA HISTORIA: LA REPÚBLICA POPULAR DE CHINA 589

soviético, la desconfianza e irritación no hacian sino crecer. Ya el 15 de octubre de


1957, antes incluso de que se lanzara el Gran Salto hacia Adelante, Krushev habia
denunciado el acuerdo secreto que obligaba a la URSS a proporcionar a China los
medios necesarios para fabricar armas nucleares (denuncia que no se notificará a
Pekín hasta el15 de junio de 1959). Pero el Gran Salto hacia Adelante les parece
a los soviéticos una locura. Por otra parte, les inquietan el humor agresivo de los
chinos, sus esfuerzos por reconquistar la isla de Quemoy en el interior de las cos-
tas de Fujian y sus diferencias con la India, su aliada. Antes de los ataques lanza-
dos contra Quemoy, en 1959, se habia producido la gran sublevación del Tíbet,
inmediatamente ahogada en sangre: sería esta cuestión tibetana la que produciría
el conflicto con la India en 1962. Y China no tardará en iniciar la lucha contra la
misma URSS, con motivo de los territorios que la Rusia zarista había arrebatado
a China. Si la guerra fria había estrechado los vinculas entre la Unión Soviética y
China, la «coexistencia pacifica» tuvo el efecto contrario: tanto en política interior
--en la cuestión de las vías de la revolución y del socialismo- como en materia
de relaciones internacionales, los dirigentes chinos no podían hacer otra cosa que
separarse de los que pronto calificarian de «revisionistas» y de nuevos zares.

El intermedio de los años 1960-1965


En 1960, era necesario a la vez extraer las consecuencias del fracaso del Gran
Salto hacia Adelante y enfrentarse al nuevo desafio que constituía, en el momen-
to más crítico, la brutal interrupción de la ayuda de los países socialistas. Casi ais-
lada, China sabrá enfrentarse a la adversidad sin ayuda de nadie y mostrará de nue-
vo un justo sentido de la medida. Desde 1960 se renuncia a algunas innovaciones
impopulares, se reduce el tamaño de las comunas y se vuelve a los «estímulos
materiales», es decir, se autoriza de nuevo la existencia de un mercado libre, se da
la palabra a técnicos y especialistas y se tiene en cuenta su opinión. Este cambio
de orientación se acompaña de cambios en el equipo dirigente y de una relega-
ción de hecho de Mao Zedong, quien a partir de abril de 1959 es reemplazado por
Liu Shaoqi como presidente de la República. A alto nivel y entre algunos intelec-
tuales se critica con frases encubiertas la politica arriesgada de Mao Zedong. Era
ésta, se decía, quien había llevado a la catástrofe. Había llegado el momento de
rectificar el rumbo y de devolver a la agricultura una prioridad que jamás hubiera
debido discuttrsele. A partir de ahora toda la atención se concentra en el desarro-
llo agrícola, en la implantación de una industria de abonos, en la industria ligera
yen la mecanización de la agricultura. A partir de 1963, China ha salido de la
carestía y los campesinos, sobre quienes había recaído hasta entonces todo el peso
de la industrialización, perciben una ligera mejora en su nivel de vida. Finalmen-
te, es a partir de 1962 cuando empieza a aplicarse por primera vez una verdadera
política de limitación de los nacimientos, aunque desgraciadamente con pocas
consecuencias. Hay que reconocer, pues, que los méritos de los dirigentes de esta
época que serán objeto de los más violentos ataques durante la Revolución Cultu-
ral: supieron salvar a China de una situación dramática.
Sin embargo, el equipo en el poder no reina en medio de una tranquilidad abso-
luta. Aunque apartado, Mao Zedong conserva un prestigio inmenso y cuenta con
apoyos sólidos en el ejército, donde uno de sus antiguos compañeros de armas, Lin
590 EL MUNDO CHINO

LÁMINA 50. Obrasen Pekin.

Biao, emprende, a partir de finales de 1962, la difusión del estudio del «pensa-
miento de Mao Zcdong». En septiembre de 1962, en el X Pleno del VIII Comité
Central, empieza la contraofensiva maoista. El ejército popular de liberación y sus
héroes se presentan como modelos, mientras los militares se introducen en la ad-
ministración civil y constituyen en su seno una jerarquía paralela adicta a Mao
Zedong. Sin embargo, los «movimientos» lanzados por Mao Zedong chocan con
la resistencia pasiva del aparato del partido. Pero, a finales de 1965, Mao Zedong
orienta los ataques contra aquellos que lo habían criticado durante el Gran Salto
hacia Adelante o que habían manifestado una actitud de desacuerdo. En primer
lugar se apuntó a los intelectuales <-sobre todo Wu Han, Teng T' o y Liao Mo-
sha-, invitando a los estudiantes a denunciar las desviaciones ideológicas que se
esconden en sus obras. Este nuevo «movimiento», que hubiese podido fracasar
como los precedentes al chocar con la mala ~oluntad del partido, encuentra, al
UN NUEVO CAPITULO DC LA HISTORIA: LA REPúBLICA POPULAR DE CHINA 591

contrario, un gran eco en las escuelas y universidades. A eso deberá su nombre de


Revolución Cultural, término que se aplica sobre todo a su punto de partida. Fue
en tanto que apelaba a la juventud, a su entusiasmo y a sus pasiones, que la Revo-
lución Cultural desembocó en la formidable explosión de todos conocida. Incita-
dos pronto a dirigir sus ataques, no ya contra algunos escritores, sino contra todo
el aparato del partido y situados en la oposición aliado del jefe más prestigioso
de la nueva China, estudiantes y escolares tuvieron la embriagadora impresión de
constituir una de las mayores fuerzas de China y de disponer del poder.

La Revolución Cultural
Inaugurada en noviembre de 1965 con ataques contra algunos escritores, y con
la posterior destitución del alcalde de Pekín, el ministro de Cultura y su adjun-
to, la Revolución Cultural no tomará realmente el aspecto de una revolución hasta
el verano de 1966. El objetivo de las críticas y campañas de denigración no son ya
ahora unos cuantos intelectuales o altos funcionarios, sino los dos principales per-
sonajes del estado y del partido: Liu Shaoqi en persona y Deng Xiaoping, el secre-
tario general del partido. En el mes de agosto de 1966, durante el XI Pleno, una
serie de maniobras hábiles permiten hacer retroceder a Liu Shaoqi, mientras Lin
Biao es proclamado delfín de Mao Zedong. Al mismo tiempo, respondiendo a la
llamada de Mao Zedong, escolares y estudiantes se constituyen por toda China en
Guardias Rojos. Con el destino de la revolución en sus manos, acosan, hostigan,
humillan y a veces atropellan a todos aquellos a quienes consideran contrarre-
volucionarios ---dirigentes locales, intelectuales o antiguos burgueses-e, confun-
diendo en su celo víctimas y beneficiarios del régimen. Durante los registros
domiciliarios incautan y destruyen libros antiguos y obras de arte. Tomando por
asalto los trenes que se han puesto a su libre disposición, millones de ellos llegan
a Pekín procedentes de toda China para ver a Mao Zedong y pasar revista ante él.
La Revolución Cultural responde a todas las aspiraciones de la juventud china: a
sus deseos de pureza y emancipación, a su necesidad de entrega y devoción a un
personaje prestigioso. Durante el verano y el otoño de 1966 es su gran fiesta, su
gran ocasión de expresarse libremente.
Pero, a finales de 1966, la anarquía se extiende por toda China. Los ataques de
los Guardias Rojos han obligado a menudo a los dirigentes locales a abandonar
sus puestos y hay muchos lugares en los que no se sabe ya quién tiene el poder. El
objetivo buscado por Mao Zedong se consigue rápidamente e incluso se supera: la
autoridad desaparece en todas partes. Abrumados por los excesos de los Guardias
Rojos, algunos constituyen grupos rivales que también se reclaman seguidores de
Mao Zedong y los enfrentamientos entre ellos se multiplican. En Shanghai, inmo-
vilizada por las huelgas entre diciembre de 1966 y enero de 1967, hay batallas en
las calles. Cuando empiezan a precisarse la amenaza de guerra civil y los riesgos
de secesión de provincias enteras, el único cuerpo que ha escapado en parte a la
descomposición general es el ejército. A él recurrirán cada vez más a menudo Mao
Zedong y Lin Biao para restablecer el orden y para instaurar una nueva adminis-
tración, a la vez civil y militar, que tomará el nombre de Comités Revolucionarios.
La tarea de recuperación del orden, que exigirá en todas partes difíciles compro-
misos, será larga: iniciada durante el verano de 1967, después del grave motin de

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