Conflictos Laborales - Monografia
Conflictos Laborales - Monografia
Conflictos Laborales - Monografia
ALUMNOS:
IQUITOS- PERU
2022
INTRODUCCIÓN
La presente monografía informa sobre las normas a seguir cuando existe un conflicto
en el ambiente laboral y tiene por objetivo presentar una mirada panorámica registrada
por el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo [MTPE], a través del Sistema de
Alerta Temprana de conflictos laborales [en adelante, SAT].
El SAT es una herramienta informática que permite a la Autoridad Administrativa de
Trabajo [AAT] recoger data sobre los conflictos laborales activos y latentes que
reportan a nivel nacional las Direcciones Regionales de Trabajo y Promoción del
Empleo [DRTPE], y que es centralizada y sistematiza por la Dirección de Prevención y
Solución de Conflictos Laborales y Responsabilidad Social Empresarial Laboral
[DPSCLRSEL] de la Dirección General de Trabajo [DGT].
En la primera parte del Informe se da cuenta del enfoque, definiciones y mecanismos
implementados desde la DPSCLRSEL en materia de prevención y gestión de los
conflictos laborales. En la segunda parte se da cuenta de los conflictos registrados en
el SAT a nivel nacional; las acciones adoptadas por la AAT para gestionarlos, a través
de la implementación de los mecanismos alternativos de solución de conflictos
laborales [MASCL] establecidos en las normas laborales vigentes; haciendo especial
mención de la actuación del MTPE en la prevención y gestión de los conflictos que son
de su competencia.
Asimismo, se da cuenta de las asistencias técnicas brindadas por la DPSCLRSEL en
apoyo de algunas Dirección Regionales de Trabajo y Promoción del Empleo [DRTPE]
en la prevención y solución de Conflictos. Finalmente, se presenta el trabajo realizado
por un conjunto de DRTPE conflictos y los procesos de solución.
NORMAS GENERALES PARA LA IDENTIFICACIÓN DE
CONFLICTOS EN EL ÁMBITO INDUSTRIAL Y LABORAL
L a conflictividad laboral puede explicarse por la confluencia de una serie de procesos políticos,
económicos, sociales y culturales; locales, nacionales o internacionales; que van más allá del
ámbito propio de la organización empresarial. Tenemos así que en el origen de los conflictos
laborales coexisten factores estructurales [la existencia de un sistema de relaciones de trabajo
precario, mayoritariamente informal, asimétrico]; económicos [expansión, recesión o crisis del
aparato productivo]; institucionales [problemas de regulación, fiscalización y cumplimiento]; o
políticos [posiciones radicales al interior de la empresa u organización gremial].
Una intervención adecuada – por parte de la AAT– en la prevención y gestión de los conflictos
laborales, exige un análisis preciso y ponderado de cada una de estas dimensiones, con el
objeto de definir competencias y líneas de acción de acuerdo a las características, alcance y
ubicación geográfica del conflicto. En esta sección daremos cuenta del contexto económico en
el que se desarrollan los conflictos laborales registrados en el 2012.
Pero no solo crecieron las industrias extractivas. Una serie de políticas orientadas a incentivar
la inversión privada posibilitaron el crecimiento de otros sectores, como el sub sector agrícola
[5.24% en el 2012], favorecido a su vez por condiciones climáticas y la disponibilidad del
recurso hídrico; o el sector servicios financieros…. En el caso de la actividad manufacturera,
ésta incrementó su producción en 1.32%; en gran medida debido al aumento de la actividad
fabril no primaria [2.76%], a pesar de la disminución de la producción fabril primaria [-6.48%].
La actividad fabril no primaria se asocia con el aumento de la producción de bienes
intermedios [4.99%], bienes de capital [31.5%] y bienes de consumo [0.28%]. El desempeño
favorable de la industria productora de bienes intermedios se sustentó en la rama de cemento,
cal y yeso que creció en 15.89%. La industria de prendas de vestir [sin considerar las prendas
de piel] se redujo en 13.17%, afectada parcialmente por el decaimiento de la demanda de
polos para hombres y mujeres y camisas de algodón para hombres y niños en Estados Unidos.
El sector construcción creció en 15.17%, debido a un mayor consumo interno de cemento en
15.76% y al aumento de la inversión en el avance físico de obras en 5.79%; crecimiento
empujado por obras de rehabilitación y mejoramiento de la red vial nacional.
[…] un proceso social dinámico en el que dos o más partes interdependientes perciben
que sus intereses se contraponen [metas incompatibles, escasez de recursos e
interferencia de la otra parte para la consecución de sus metas u objetivos], adoptando
acciones que pueden constituir una amenaza a las gobernabilidades y/o orden público,
y para cuya resolución se requiere la intervención del Estado en calidad de mediador,
negociador o garante de derechos.
Una forma de abordar el análisis de los conflictos sociales es clasificarlos de acuerdo al tipo de
actores, actividad socioeconómica, región que involucra o espacio institucional donde se
desarrollan. Siguiendo con las definiciones de la ONDyS, los conflictos sociales han sido
catalogados como: mineros, energéticos, hidrocarburiferos, hídricos, mineros informales e
ilegales, demarcación territorial; agrarios, forestales y por producción de hoja de coca;
laborales.
Esta definición va en la línea de lo planteado por la doctrina jurídica, para la cual “[…] son
conflictos de trabajo las discrepancias y controversias acerca de la aplicación o interpretación
de un derecho laboral preestablecido en una norma legal o convencional, la costumbre,
sentencia judicial o laudo arbitral, o acerca del establecimiento, revisión, modificación o
extinción de una norma”.
La DPSCLRSEL propone una definición de conflicto laboral que se encuentra más cercana al
enfoque propuesto por la Organización Internacional del Trabajo [OIT]. De acuerdo a ésta, un
conflicto laboral aludiría a
Esta definición identifica el origen de un conflicto laboral en el momento en que existe una
situación de desacuerdo o discrepancia entre los actores laborales y empresariales. Los
desacuerdos en una relación laboral pueden manifestarse a través de una acción colectiva o
individual que tiene por fin reclamar o defender intereses, derechos o aspiraciones que
consideran legítimas. Cuando los objetos de disputa involucran a colectivos específicos [un
grupo de trabajadores, un sindicato, una empresa o un grupo de ellas, etc.], la confrontación o
negociación es manejada por actores que los representan frente a sus contrapartes sindicales
o empresariales.
Es necesario advertir que un conflicto laboral no siempre conduce a acciones vinculadas con la
paralización de labores, sino que puede incluir también otras formas de acción colectiva o
legal. Sin menoscabo de la complejidad implícita presente en los conflictos laborales, y
considerando la información disponible en el Sector Trabajo, el enfoque metodológico
adoptado supone una definición de conflicto laboral colectivo como aquellas acciones
colectivas emprendidas para expresar el descontento o reivindicación de unas de las partes de
una relación laboral que se considera en desventaja o afectada por la otra; definición que
comprende la culminación del trato directo como medio de diálogo social y negociación
colectiva, pudiendo derivar en una manifestación pública, movilización o inicio de una
paralización de labores.
El valor de esta definición radica en que permite subrayar que los conflictos laborales pueden
expresarse de diferentes maneras. Por lo general, se suele asumir que la huelga es la única
forma que puede adoptar el conflicto laboral. Sin embargo, más allá del hecho concreto en si
[la paralización total o parcial de las operaciones de una empresa], es plausible considerar que
una huelga es expresión de una situación de conflictividad permanente, en muchos casos
estructural, que involucra una diversidad de dimensiones y factores que dificultan una relación
armoniosa o cuando menos estable, entre las partes. Son muchas las situaciones de
conflictividad laboral en las cuales la disputa permanece oculta, siendo muy difícil para el
Estado –e incluso para la empresa misma– detectar y encarar proactivamente el conflicto.
Estas situaciones de “microconflictividad” –como las define Antonio Ojeda– pueden, sin
embargo, causar complicaciones a la empresa debido al absentismo o bajo rendimiento que
generan, o en su caso extremo, derivar en una paralización del proceso productivo. Es por esta
razón que resulta clave para la Autoridad Administrativa de Trabajo anticipar este tipo de
situaciones antes de que deriven en conflictos laborales que afecten dinámicas sociales o
económicas más allá del ámbito estrictamente laboral.
Como todo conflicto social, los conflictos laborales suponen una serie de etapas que dan
cuenta de su origen, desarrollo y desenlace, sin que exista necesariamente una estructura
secuencial o lineal preestablecida. No obstante, resulta importante tener en cuenta las
posibles etapas que pueden adoptar los conflictos laborales dado que en cada una de éstas se
requiere implementar estrategias específicas de acuerdo a la naturaleza y estado de la
controversia.
Como Autoridad de Trabajo no es lo mismo prevenir un conflicto laboral en su etapa germinal,
que gestionar una huelga que se encuentra en situación de crisis o escalamiento. Todo
conflicto social presenta etapas que pueden ser clasificadas en función del nivel de intensidad
que estos adquieren. A continuación, presentamos la tipología de etapas de un conflicto social
en la perspectiva de la PCM [2011].
Este esquema que describe la temporalidad de un conflicto social de acuerdo a la tipología de
la PCM, puede resumirse en la siguiente matriz que presenta una secuencia de etapas según la
intensidad del conflicto o de los niveles de confrontación de los actores, o entre estos y la
Autoridad pública.
Adaptando el esquema planteado por la PCM al caso específico de los conflictos laborales, es
posible clasificar las siguientes etapas de los mismos en función del momento en el que se
encuentra la negociación y las estrategias adoptadas por los actores, tras el agotamiento de la
etapa de trato directo.
Además, a las etapas mencionadas es posible añadir dos más, no consideradas por la PCM
pero utilizadas usualmente por el MTPE. Una primera está relacionada con el estado de
estancamiento del conflicto. En esta etapa las partes involucradas toman posiciones
divergentes sin lograr acuerdo. En estos casos los actores en conflicto suelen recurrir al Poder
Judicial, al arbitraje u a otras formas de solución alternativa que permitan ponerle fin al
conflicto. Una segunda etapa está relacionada con la conclusión del conflicto.
En esta fase las partes arriban a un acuerdo mediante la suscripción de un acta de acuerdo, de
un convenio colectivo o mediante la firma de un acta de compromiso de cumplimiento.
Sintetizando las clasificaciones presentadas líneas arriba, es posible plantear cuatro etapas
vinculadas con los conflictos laborales. Estas etapas están clasificadas de la siguiente manera:
1. Emergencia
2. Escalamiento y confrontación
3. Estancamiento
4. Conclusión
Ello resulta de suma utilidad para entender la naturaleza del conflicto y cuál el tipo de
tratamiento que debe darles la Autoridad Administrativa de Trabajo.
¿Y cuál es la dinámica “habitual” de los conflictos laborales que exigen una intervención –de
oficio o a solicitud de parte– de la AAT en su solución? La DPSCLRSEL maneja el siguiente
flujograma que da cuenta de las diversas etapas que adoptan [en una importante mayoría] los
conflictos laborales colectivos. Estos han sido diferenciados –de acuerdo a los factores que
están en su origen– entre aquellos derivados del fracaso del trato directo en la negociación del
pliego de reclamos [que anualmente representan la mitad de conflictos, ver Gráfico N° 2] y los
originados por causas diversas [ver Gráfico N° 3].
De acuerdo a este esquema, los conflictos laborales colectivos se originan, por un lado, por el
agotamiento [sin acuerdo] de la etapa de trato directo. En estos casos, el fracaso de la
negociación bilateral deriva en acciones colectivas de presión o reivindicativas [huelgas, paros,
etc.]; como se indica en el Gráfico N° 2. Por otro lado, están los conflictos laborales colectivos
cuya solución se encuentra en la vía judicial [conflictos colectivos de carácterjurídico] o que
exigen fórmulas omecanismos heterodoxos de diálogo y negociación tripartita [como son los
extraprocesos9 o las mesas de diálogo].
Se trata de conflictos de interés o controversias laborales que se dan y se resuelven por fuera
del marco del procedimiento formal de negociación colectiva [ver Gráfico N° 3]. Asimismo,
habrá casos en los que los conflictos supondrán la implementación de una acción inspectiva de
la autoridad de trabajo [de parte o de oficio], a fin de determinar el incumplimiento de un
derecho o infracción.
Durante los últimos años la AAT ha debido encarar un importante número de conflictos
laborales –relacionados mayoritariamente con el incumplimiento de convenios colectivos o la
normativa socio laboral– que han requerido la implementación de una serie de mecanismos
alternativos de solución de conflictos [MASC] previstos en la legislación laboral. A través de
estos mecanismos, agotada la etapa del trato directo en el proceso de negociación colectiva,
las partes pueden optar por una serie de opciones que pueden ir –en su extremo– desde el
ejercicio del derecho a la huelga como mecanismo de presión, hasta solicitar la mediación de
un tercero –privado en el caso del arbitraje potestativo o voluntario; público en el caso de la
AAT– para la solución de las negociaciones o conflictos laborales.
Si bien los conflictos laborales, como todo proceso complejo y latente, En el caso contrario,
cuando las controversias laborales se resuelven a través del diálogo y la negociación, sin que
medie una acción colectiva de protesta o huelga, estamos ante una relación laboral estable y
armoniosa, que canaliza las situaciones de conflicto o confrontación a través de los
mecanismos institucionales normados en la legislación. De no resolverse a través del trato
directo, el conflicto entra a una etapa de emergencia o latencia. En ésta, los actores pueden
optar por continuar la negociación colectiva a través de los MASC –reuniones extraproceso,
conciliación o mediación–; optar por el arbitraje potestativo [Decreto Supremo N° 014-2011-
TR]; o bien optar por implementar medidas de fuerza –como la huelga o el lock out patronal–
para defender sus pliegos o plataformas de lucha.
Cuando la intensidad del conflicto aumenta debido a la falta de acuerdo entre las partes,
provocando la paralización o suspensión parcial de labores en una empresa, por un periodo de
tiempo amplio y con altos niveles de confrontación, estamos ante una situación de
escalamiento y crisis del conflicto laboral11. En estos casos, la AAT tiene la potestad de
resolver en calidad de árbitro obligatorio una huelga prolongada que se daba bajo
determinados supuestos, contemplados en el Art. 68 de la Ley de Relaciones Colectivas de
Trabajo [D.S. N° 010- 2003-TR].
En el segundo caso, estamos antes acciones deliberadas por parte del empleador para anular o
neutralizar las reivindicaciones laborales o sindicales, que en sus casos extremos apuntarían a
la desaparición de la organización que las promueve. Debido a sus características, la solución
violenta es el mecanismo menos adecuado para abordar un conflicto laboral.
El uso de medidas de fuerza, lejos de acercar a las partes hacia salidas o soluciones
constructivas, puede avivar las causas del conflicto y al mismo tiempo involucrar
responsabilidades penales o administrativas para los instigadores. Por otro lado, recurrir a este
mecanismo trae como consecuencia el empeoramiento de las relaciones entre las diferentes
partes involucradas.
En este caso se busca reconciliar los intereses de las partes involucradas en un conflicto de
interés a través del mutuo reconocimiento, en primer lugar, de la legitimidad de los actores
implicados y de sus demandas. La principal ventaja de este mecanismo es que da mayor peso a
los acuerdos logrados, en la medida que se han construido en base al entendimiento entre las
partes.
Además, una vez que estos acuerdos han sido alcanzados, es más difícil que sean desconocidos
por los actores involucrados, avanzando hacia la satisfacción de las expectativas generadas en
la negociación. Un ejemplo de este tipo de soluciones “concertadas” se da cuando un pliego de
reclamos es resuelto a través del trato directo, pero también cuando se llega a algún tipo de
acuerdo a través de las reuniones de extra proceso o de conciliación facilitadas por la AAT.
Con la intervención de un tercero como árbitro, que se presenta como un ente imparcial y
brinda una propuesta de solución al mismo. Una alternativa adicional es cuando interviene un
tercero como árbitro, que se presenta como un ente imparcial y brinda una propuesta de
solución al mismo. Esa situación se puede dar con la participación de la AAT en su condición de
árbitro obligatorio [Art. 68 de la LRCT] o a través de una terna de árbitros elegidos por las
partes [arbitrajes voluntario y potestativo].
En estos casos, es un actor externo a la organización empresarial quien actúa como “tercero
componedor” en la solución del conflicto; definiendo –de acuerdo a ley y siguiendo criterios de
objetividad– una solución que puede recoger una de las propuestas o proponer una tercera
alternativa.
Aunque cada uno de ellos tiene una particularidad a destacar, cabe señalar que estos
mecanismos tienen en común el representar mecanismos heterocompositivos; es decir, que el
rol del Estado solo actúa como facilitador del acuerdo entre las partes. En este sentido, son
mecanismos que favorecen el diálogo, pero a través de la participación de un tercero imparcial
e independiente.
ARBITRAJE
Adicionalmente, las normas vigentes consideran el arbitraje como mecanismo para el manejo
de conflictos. La AAT reconoce tres tipos de arbitraje.
La Dirección General de Trabajo realizó un primer estudio sobre el impacto del arbitraje
potestativo en su primer año de implementación (2012) donde la hipótesis inicial fue “que la
aplicación del Decreto Supremo Nº 014-2011- TR ha implicado un mayor número de
negociaciones colectivas finalizadas mediante arbitraje, razón por la cual el número de huelgas
se ha visto reducido, lo cual es coherente con el mandato constitucional recogido en el artículo
28º de la constitución que impone al estado el deber de fomento de la negociación colectiva.”
Según se indica en el informe “esta tendencia inicial, debería variar a futuro generando un
mayor número de negociaciones concluidas mediante trato directo entre las partes y, por ello,
disminuyendo considerablemente el número de arbitrajes. Esa es la tarea pendiente que
deberá asumir con responsabilidad la Administración del Trabajo.”
El informe indica que “habría incentivado al incremento del número de pliegos de reclamos
presentados, los cuales crecieron en 10.2% entre octubre 2010 – septiembre 2011 y octubre
2011 – septiembre 2012, pasando de 685 a 755”, pero que además “habría contribuido a
reducir la conflictividad laboral, considerando que el número de trabajadores comprendidos
en huelgas se redujo en -10.6% entre los períodos octubre 2010 – septiembre 2011 y octubre
2011 – septiembre 2012, pasando de 26,654 a 23,83213.
El informe sobre la evaluación del implemento del Decreto Supremo Nº 014-2011-TR concluye
al parecer “el arbitraje potestativo, en este primer balance anual, ha cumplido un rol
fundamental de “depuración” de las prácticas en la negociación contrarias al principio de
buena fe reconocido por el Tribunal Constitucional y el Comité de Libertad Sindical de la OIT.
Se espera que a futura estas prácticas disminuyan y se fortalezca la negociación colectiva sobre
la base del estricto respeto a este principio. “
Una primera tiene que ver con el carácter voluntario de estos mecanismos, que le permite a
los participantes ser sujetos activos en la resolución del conflicto; a diferencia del arbitraje, en
el que un tercero define la solución de la negociación colectiva. En tal sentido, al no
concretarse la solución del conflicto de manera coercitiva, las soluciones alcanzadas adquieren
mayor legitimidad para los implicados.
Debido a ello, a diferencia de los mecanismos hetero compositivos –como el arbitraje–, las
relaciones entre los actores no se verán afectadas tras la solución final, que puede no resultar
satisfactoria para una o las dos partes. La segunda ventaja es la flexibilidad de este proceso.
Dado que no está sujeto a formalidades estrictas, permite que la presentación de argumentos,
intereses, pruebas o cualquier otro tema relevante pueda darse en función de las posibilidades
de las partes, y no de criterios estrictos que pueden entorpecer o limitar el diálogo.
Finalmente, una ventaja adicional es lo vinculante del proceso: los acuerdos se toman
asumiendo la buena fe de las partes y se deja una constancia de estos acuerdos a la Autoridad
Administrativa de Trabajo, lo cual hace que se tenga la capacidad de hacer el seguimiento de
estos acuerdos.
En el MTPE consideramos que los conflictos laborales, siendo una condición inherente al
modelo de relaciones laborales imperante, muchas veces problemática para la organización
empresarial, representan sin embargo una oportunidad única para, bajo determinadas
condiciones, recomponer el vínculo entre la parte empleadora y laboral, promoviendo un
clima interno propicio a las buenas prácticas empresariales con pleno respeto de los derechos
humanos y laborales.
Sin embargo, un elemento que las definiciones anteriores no precisan de manera explícita es
que un conflicto social involucra no solamente contradicciones acompañadas por
comportamientos específicos, sino también actitudes por parte de los actores. Desde de las
teorías que abordan la resolución de los conflictos con un enfoque asentado en su
“transformación”, planteos como los de Johan Galtung15 nos proponen un modelo de
configuración del conflicto compuesto por la relación entre las contradicciones de las partes,
Dependiendo de cómo estructuren sus relaciones los actores involucrados en una relación –en
este caso laboral–, primarán el diálogo, la negociación y el consenso, o la presión y la
confrontación abierta, como mecanismos de solución de conflictos o controversias laborales
pacíficos o violentos. En sus casos extremos, la conflictividad social se genera –según Galtung–
en tres tipos de violencia que son ejercidos contra colectivos en situación de desventaja,
vulnerabilidad o debilidad frente a su adversario: la violencia directa [que involucra atentados
contra la vida o integridad física o material]; la violencia estructural [forma cómo está
estruturada la relación]; y la violencia cultural [imposición de patrones culturales y prácticas de
discriminación sistemáticas].
Esta norma establece los supuestos de las intervenciones resolutivas por parte de la Autoridad
Administrativa de Trabajo, así como las reglas aplicables al arbitraje potestativo y a los MASCL
–como son los extraprocesos, reuniones informativas y mesas de dialogo–. Esta Directiva
General determina que las DRTPE son las instancias competentes para la gestión y solución de
los conflictos laborales que tienen alcance regional o local; con excepción de aquellos
conflictos que ostentan ciertas condiciones o elementos que les confiere alcance supra
regional o nacional; en esos casos pasan a formar parte de las competencias de la Dirección
General de Trabajo, que dispone la aplicación de los MASCL por intermedio de la DPSCLRSEL.
Esta instancia tiene a su cargo brindar asistenciastécnicas a las Dirección Regionales que
expresamente lo solicitan, de acuerdo a la Directiva General 001-2013-MTPE/2/14, en materia
de prevención y solución de conflictos laborales.
De acuerdo a la nueva regulación que incorpora estas Directivas, se identifican cinco tipos de
intervención a los que puede recurrir la AAT para solucionar o gestionar preventiva y
oportunamente los conflictos laborales. Estos mecanismos son:
1. Reuniones informativas,
2. Conciliación y mediación
3. Reuniones extra procesos
4. Mesas de diálogo
5. Asistencias técnicas
Las asistencias o inasistencias no son sancionadas con multas ni acciones coactivas, expresan el
interés o desinterés de las partes por resolver el conflicto. En caso de las reuniones
informativas el porcentaje de respuesta positiva a las convocatorias es menor. Esto sucede a
pesar de la importancia que supone tener un contacto –por separado y con fines informativos–
entre la AAT y las partes en conflicto, previamente o durante el proceso de negociación, a fin
de analizar la contradicción o dificultad que impide los acuerdos o solución del conflicto.
Este tipo de reuniones permite a la AAT diseñar mejor las estrategias necesarias para el
manejo constructivo de los conflictos. Cabe señalar que durante el 2012 la DPSCLRSEL no
convocó ni llevó a cabo ninguna mesa de diálogo.
CONCLUSIÓN