Liturgia Fundametal - Unidades 1 y 2

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LITURGIA FUNDAMENTAL
PBRO. LIC. SEBASTIÁN LUNA

PRIMERA PARTE: EL MISTERIO HECHO CELEBRACIÓN

Unidad I: Premisas metodológicas


a. Necesidad y Finalidad en la Formación Inicial.
b. Contenido.
c. Método.
d. Interdisciplinariedad.

Bibliografía
J. LÓPEZ MARTÍN, La liturgia de la Iglesia.
M. AUGÉ, Liturgia.
P. M. GY, “Necesidad de promover la educación litúrgica y la participación activa”, en J. GELINEAU ET ALII,
Liturgia Reformada. Comentario completo de la Constitución sobre Sagrada Liturgia, Bs As, Guadalupe, 1964,
40-52.
X. BASURKO, Historia de la liturgia, Barcelona, CPL, 2006.
Catecismo de la Iglesia Católica
J. RATZINGER, El espíritu de la liturgia. Una introducción.

Lectura Obligatoria
SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, “Instrucción sobre la formación litúrgica en
los seminarios,” en CELAM, La formación Sacerdotal. Documentos eclesiales 1965-1988, Bogotá, CELAM,
1989, 251-278.

A. Necesidad y Finalidad del estudio de liturgia en la Formación


sacerdotal inicial

a.1 Necesidad

El estudio de la ciencia litúrgica no es accesorio a la formación sacerdotal, tampoco una


habilidad funcional para que el ministro tenga su sustento. Es más bien una necesidad
intrínseca a su vocación bautismal y sacerdotal. SC dedica los nn. 14 a 20 a la educación
litúrgica, hasta el 18 lo referido al clero y 19 y 20 sobre el pueblo fiel. De estos
números de SC podemos extraer, principios y motivaciones o necesidad por las que
dedicarnos al estudio de la liturgia, a saber:

Los principios son:


A. La participación plena, consciente y activa de todo el pueblo de Dios en las
celebraciones litúrgicas es el eje de toda la reforma y la pastoral litúrgica, y por
tanto, también de la pastoral del ministerio sacerdotal
!2

B. La liturgia es la fuente primaria y necesaria en la que han de beber los fieles el espíritu
verdaderamente cristiano.

Por tanto, los futuros pastores y los ya pastores, para sí mismos:


A. Deben impregnarse del espíritu y la fuerza de la liturgia,
B. Ser maestros de la liturgia
C. Adquirir una formación litúrgica de la vida espiritual, inclinándose en los ritos y
ejercicios de piedad, 1 para que,
D. Comprendan más plenamente lo que realizan y participen con toda el alma, y
además,
E. Aprendan a observar las leyes litúrgica…

A fin de que puedan


A. Comunicarlo a sus fieles,
B. Y conducirlos a beber de las fuentes litúrgicas

“Si se mira el problema en toda su amplitud, es claro que el éxito de la reforma litúrgica
decidida por el concilio depende de la generalización y de la profundidad del esfuerzo pastoral
litúrgico y que éste a su vez está condicionado en la escala de una generación, a la buena
formación de los clérigos. De otra manera, según los términos mismos del concilio, no se puede
esperar que esto ocurra.” 2

a.2 Finalidad 3

El documento tiene dos partes bien diferenciadas, la primera es sobre la vida litúrgica
en el seminario, la segunda es sobre la enseñanza de la liturgia. La primera parte tiene
dos apartados, uno más general sobre cómo se debe vivir la liturgia en el seminario, y
el segundo más específico, donde se dan normas para cada uno de los actos litúrgicos.

De la primera parte, el primer apartado sobre los principios generales para la promoción
de la vida litúrgica en el seminario, se indica la necesidad de una introducción litúrgica a
la par de la espiritual a fin de una fructuosa vida espiritual. Esta iniciación es mistagógica,
fuertemente anclada en la vida espiritual personal, en los actos de piedad, en el
conocimiento de la Escritura y por tanto de los misterios de Cristo. Se promueve así
un círculo virtuoso donde la liturgia y los demás aspectos de la vida de la formación
interactúan y se alimentan mutuamente.

En el punto c) se marca la estrecha relación que hay entre el aspecto esencialmente


comunitario de la celebración litúrgica y la necesidad de formar a los seminaristas en
el aspecto comunitario de la eclesiología de comunión propia del Concilio Vaticano II.
La vivencia litúrgica aparece como una fuente importantísima de expresión y
aprendizaje comunitario, de ahí que se mencione:

1 “Es evidente que la vida litúrgica del seminario y la concepción de la liturgia que a través de ella se expresa, tienen
mucho más importancia que el curso de liturgia para la formación de los seminaristas.” P. M. GY, “Necesidad…”, 47
2 IBID., 43.

3 Síntesis de: SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, “Instrucción sobre la formación litúrgica en los

seminarios.” En CELAM, La formación Sacerdotal. Documentos eclesiales 1965-1988, Bogotá, CELAM, 1989, 251-278.
!3

✦ El ejercicio de los diversos ministerios (lectores, acólitos, diáconos, cantores…)


✦ La importancia de celebrar junto al obispo
✦ La insistencia de que “la celebración litúrgica en el seminario debe ser, por tanto, un
modelo, por los ritos, por el tono espiritual y pastoral y por la fidelidad debida tanto a las
prescripciones y los textos de los libros litúrgicos, cuanto a las normas emanadas de la Santa
Sede y de las Conferencias Episcopales.”4
✦ La posibilidad de una sana variedad en las celebraciones litúrgicas.

La formación litúrgica del seminario apunta directamente a formar futuros pastores


que presidan las celebraciones de la comunidad. Hay que evitar un doble peligro: a.
Tomar a la liturgia como un ejercicio externo, sino más bien buscar ahora una
participación plena, activa y consciente; y b. No empobrecer la vivencia litúrgica del
seminario en función de lo que “la gente entiende”, sino más bien, nutrirse de todas las
posibilidades que da la liturgia para después poder comunicarlas al pueblo de Dios. Las
vacaciones, los fines de semana pastorales y la vivencia del diaconado, son los
momentos más oportunos para esta vivencia litúrgica de educar al pueblo de Dios.

Del segundo apartado, sobre las normas para cada uno de los actos litúrgicos
diremos sucintamente algo. De la misa y el culto eucarístico se resalta la importancia
como verdadera fuente y culmen de toda la vida cristiana, de la que se nutre el cristiano
de fuerza sobrenatural para la vida espiritual y el trabajo apostólico. Se recomienda por
tanto, la celebración común diaria, la comunión bajo las dos especies y la oración
eucarística aún con la exposición del Santísimo Sacramento, tanto comunitaria com
personalmente.

De la Liturgia de las Horas se indicar favorecer la celebración común, la distinción por el


canto y la solemnidad de los distintos días, en particular se destaca el domingo, la
oportunidad de rezar las otras partes del oficio, como ser las horas intermedias y las
completas. La preparación para la correcta celebración está marcada por una viva
experiencia litúrgica, una explicación teológica de su significado y una comprensión de
los textos de la Escritura (en particular de los Salmos) y de la Tradición, a fin de
encontrar alimento para la oración personal.5

Sobre el domingo y el año litúrgico, la instrucción dice que debe constituir la fiesta
principal, que ha de ser propuesta como la alegre celebración del misterio pascual,6 indicando
así el necesario carácter festivo del domingo y las fiestas del Señor y de la Virgen. Este
carácter festivo se logra preparando a los alumnos con catequesis y no descuidando el
valor pastoral de algunas costumbres populares. Así, en el seminario se vivirá con
esplendor el ciclo del año litúrgico que luego en las parroquias, por los diversos
requerimientos pastorales, no se puede vivir en plenitud.

Sobre el sacramento de la penitencia, además de su recomendación para la formación y


el crecimiento espiritual, se recomienda como acto esencialmente personal, que

4 IBID., 16.
5 IBID., 31.
6 IBID., 32.
!4

conserva su índole litúrgica y que se distingue de la dirección espiritual. No obstante,


también se recomienda, especialmente para la cuaresma y los ejercicios espirituales,
organizar celebraciones litúrgicas penitenciales. 7

De los ritos de preparación a las órdenes y la celebración de las ordenaciones, la


instrucción señala, por una parte que los ritos litúrgicos son un modo de preparar y
formar para el ministerio sacerdotal, pues se ofrece a los alumnos una ocasión para
orar unos por otros y al mismo tiempo para comprender gradualmente el significado, la
importancia y las obligaciones del ministerio sacerdotal. No deja de señalarse la
importancia de la participación de toda la comunidad del seminario y de toda la
comunidad diocesana, en donde cada ministro ejerce la función de su oficio.

La segunda parte de la instrucción, está dedicada a la enseñanza de la liturgia. Lo


primero que se resalta es la necesidad de vincularla en primer lugar, con la doctrina de
la fe, debido a que la Iglesia expresa la propia fe principalmente orando, en segundo
lugar, la liturgia debe estar vinculada con el aspecto pastoral que ha sido el gran interés
de la reforma hecha por el Concilio Vaticano II; en tercer lugar, el estudio de la liturgia
debe estar vinculado al diálogo ecuménico, preocupación también del Concilio.

Sobre el contenido y método de enseñanza, la instrucción hace hincapié en enseñar las


acciones litúrgica, sea en sus textos como en sus ritos y signos. En los textos se
expresa la riqueza de la doctrina y la vida espiritual de la Iglesia, y se profundiza en el
conocimiento del misterio de Cristo. Al mismo tiempo, los praenotandos e institutios
explican no sólo el significado teológico, sino también la variedad y diversidad de ritos
juntamente con la capacidad crítica para discernir cuándo elegir una u otra variante.

No se debe olvidar el aspecto histórico de la ciencia litúrgica que ayuda a discernir entre
las partes que son inmutables y las que pueden o deben cambiar. Además de los ritos
litúrgicos, es importante que se explique el significado general (fundamental!) de la
liturgia, en referencia a la historia de la salvación, en particular al misterio pascual de
Cristo y su presencia en la liturgia que es acción de todo el pueblo de Dios. Además de
la ciencia teológica, es preciso que se recurra al uso de las modernas ciencias humanas,
com la antropología, la sociología, la lingüística, la historia de las religiones, etc.

El profesor, dedicado a esa materia, preparado y especializado en un Instituto a tal fin.


Que haya estudiado teología e historia, que conozca las realidades pastorales y esté
compenetrado por el sentido de la oración de la Iglesia. Su tarea, además de científica y
técnica, tiene un fuerte carácter mistagógico.

El estudio de la Escritura debe contribuir a gustar de la liturgia pues todas las acciones
litúrgicas y los signos reciben su significado de la Sagrada Escritura.8 Al mismo tiempo,
se recomienda la íntima conexión con la sacramentología, tanto general como
particular. Toda la teología debe estar también en conexión con la liturgia, o
desembocar en ella.

7 IBID., 35.
8 Cf. SC 24
!5

Algunos puntos con los que concluye la instrucción: a) la importancia de formarse en


música, sea en la ejecución como en el conocimiento de la historia y en la
sensibilización cultural; b) la formación en la oratoria y la gestualidad litúrgica; c) la
aplicación y vivencia pastoral de la liturgia adaptándose a las diversas circunstancias; d)
la necesidad de sacerdotes preparados en materia litúrgica en cada diócesis para seguir
acompañando al clero.

En la nueva Ratio fundamentalis, la liturgia aparece señalada después de la Sagrada


Escritura y antes de la Teología Dogmática.Y dice:

“La Sagrada liturgia debe ser considerada una de las disciplinas principales; por lo que debe ser
presentada bajo el aspecto teológico, espiritual, jurídico y pastoral en conexión con las otras
disciplinas, a fin de que los seminaristas conozcan ante todo cómo los misterios de la salvación
están presentes y operantes en la acción litúrgica. Además, explíquense los textos y los ritos, sean
de Oriente sean del Occidente, la sagrada liturgia sea presentada como un locus theologicus de
particular importancia, a travez de la cual se expresa la fe de la Iglesia y su vida espiritual. Los
seminaristas sean capaces de discernir las cosas que pueden ser legítimamente cambiadas.” (137) 9

B. Contenidos

Los contenidos no tienen limitación temática en todo aquello que la Iglesia llama
liturgia, tanto pasados como presentes. De manera que podemos mencionar los
diversos ámbitos:

✴ Liturgia fundamental: es la que se refiere a los principios y fundamentos como


su naturaleza, propiedades, finalidades. También en su vinculación con la historia de la
salvación, su eclesialidad y la importancia para la fe cristiana. El CATIC ordena esta
temática con cuatro preguntas: 1. ¿Quién celebra? 2. ¿Como celebrar? 3. ¿Cuándo
celebrar? 4. ¿Dónde celebrar?10
✴ Liturgia especial: que se dedica al estudio de cada una de las acciones litúrgicas,
ya sea en sí misma y en su historia propia, como también en relación con las demás
disciplinas que intervienen, a saber: la ciencia canónica, la teología sacramental, la
moral.

C. Método
La asignatura de sagrada Liturgia se debe considerar entre las materias necesarias y más
importantes en los seminarios y casas de estudio de los religiosos, y entre las asignaturas
principales en las facultades teológicas. Se explicará tanto bajo el aspecto teológico e histórico
como bajo el aspecto espiritual, pastoral y jurídico. Además, los profesores de las otras asignaturas,
sobre todo de Teología dogmática, Sagrada Escritura, Teología espiritual y pastoral, procurarán
exponer el misterio de Cristo y la historia de la salvación, partiendo de las exigencias
intrínsecas del objeto propio de cada asignatura, de modo que quede bien clara su conexión con la
Liturgia y la unidad de la formación sacerdotal. (SC 16)

Hay tres vías de acceso (camino = método) para abordar el objeto de estudio de la
ciencia litúrgica:

9 Traducción personal y precaria del borrador de la Ratio que llegó a mis manos.
10 Cf. CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, 1135-1199. (Desde ahora CATIC)
!6

1. La vía histórico - etiológica: busca el acceso al origen y a la evolución de los signos y de


los actos litúrgicos, distinguiendo lo sustancial de lo accesorio, lo que es fruto de la
voluntad de Cristo y de la Iglesia y lo que es resultado de una simbiosis entre fe
cristiana y genio cultural de los pueblos, lo que es Tradición de las tradiciones.
2. La vía teológica: es una hermenéutica litúrgica desde la revelación. Se general vínculos
importantes con la teología sistemática y con la teología sacramentaria. El aporte de
la vía histórica-etiológica salva a la teología de una alegoría exagerada, o de un
espiritualismo o de una especulación alejada de la vivencia del pueblo de Dios.
3. La vía antropológica: consiste en tener en cuenta las claves antropológicas - culturales,
psicológicas y lingüísticas de una celebración para captar su capacidad religiosa,
expresiva y comunicativa. Las ciencias del hombre aportan conocimiento a la liturgia
sobre los ritos y sus significaciones, así también podemos sumar a la antropología
cultural, la etnología, la fenomenología de la religión, la sociología, la semiótica, etc.

D. Interdisciplinariedad

Hemos mencionado anteriormente algunas ciencias que contribuyen al desarrollo de la


ciencia litúrgica. Algunas son accesorias y colaboran desde su propio método y objeto
con la liturgia aunque lo hacen desde puntos de vista muy diversos. Otras aportan más
desde ámbitos cercanos a la liturgia. En particular hay que mencionar la historia y sus
auxiliares para comprender la relación entre la época y los ritos, entre la vida eclesial y
su celebración mistérica.

Un aporte significativo es el del derecho tanto canónico como litúrgico. Muchas veces
se confundió ciencia litúrgica con ciencia de la rúbrica y se estudiaba más lo que estaba
en rojo (rubrum) que lo que estaba en negro (nigrum). Sin embargo, el extremo de
olvidar la rúbrica es también malo. Juntamente las diversas antropologías ayudan a
comprender el hecho litúrgico como un acontecimiento humano (del ritual al rito…)
que no pierde valor teológico.

El aporte de la teología no puede enmarcarse en una ciencia auxiliar como las demás,
sino en la matriz de la liturgia dando sentido profundo al hecho litúrgico como
subsidiario de la acogida de la revelación (fe) que constituye a estos en pueblo de Dios
convocado (Ekklesia). Sin embargo, no sólo la liturgia se nutre de la teología, también se
da el proceso inverso la liturgia es fuente de especulación para la teología, de allí que se
la cuente como loci theologici.

El movimiento litúrgico no estuvo aislado sino que compartió escenario con el


patrístico y el bíblico. Asimismo, hoy es imposible comprender la ciencia litúrgica sin la
teología bíblica y patrística. La primera aportando la vinculación entre el rito y el
acontecimiento fundante de la revelación, la segunda aporta una hermenéutica litúrgica
en un contexto doctrinal, catequético y mistagógico propio de los Padres.

!7

Unidad II: Introducción a la ciencia litúrgica

a. El término LITURGIA
b. Etimología
c. El concepto de Liturgia
d. Acercamiento teológico a la liturgia.
1. La liturgia del Padre.
2. Cristo, centro de la liturgia.
3. El Espíritu Santo como pedagogo. El Espíritu Santo como memoria de Dios. El
Espíritu Santo, Don de Dios para la consagración y para la comunión.
e. Lo litúrgico y lo no-litúrgico

Bibliografía
J. LÓPEZ MARTÍN, La liturgia de la Iglesia.
M. AUGÉ, Liturgia.
P. M. GY, “Necesidad de promover la educación litúrgica y la participación activa”, en J. GELINEAU ET ALII,
Liturgia Reformada. Comentario completo de la Constitución sobre Sagrada Liturgia, Bs As, Guadalupe, 1964,
40-52.
SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, “Instrucción sobre la formación litúrgica en
los seminarios,” en CELAM, La formación Sacerdotal. Documentos eclesiales 1965-1988, Bogotá, CELAM,
1989, 251-278.
X. BASURKO, Historia de la liturgia, Barcelona, CPL, 2006.
Catecismo de la Iglesia Católica
J. RATZINGER, El espíritu de la liturgia. Una introducción, Madrid, Cristiandad, 2001.
E. SCHILLEBEECKX, Cristo, Sacramento del encuentro con Dios, San Sebastián, Dinor, 1964.

Lectura Obligatoria:
S. MARSILI, “Liturgia” en NDL.

A. El término Liturgia

Es preciso que al comenzar esta materia distingamos los diversos usos al que podemos
aplicar el término liturgia. En principio será necesario recorrer la significación que ha
tenido desde su origen. La etimología del término y su devenir serán desarrollados más
adelante, pero ya nos refieren un origen no cristiano del término que, no obstante, nos
ayudará a su comprensión.

También podemos significar con el término liturgia, el conjunto de normas y criterios


formales que determinan una acción eclesial o social,11 y nos estamos refiriendo a la
dimensión celebrativa de la liturgia en cuanto acción. Es el aspecto eclesial y
antropológico que se desarrollará cuando se estudian los diversos rituales en los
cursos posteriores.

Por otra parte, el uso de término liturgia también se aplica a la condición de ciencia,
esto es, en cuanto herramienta de investigación, de reflexión y de sistematización de un
objeto determinado. En nuestro caso, será el uso más común. El objeto sobre el cual

11 Hay liturgias que no son necesariamente cristianas, por ej. las liturgias nupciales de las fiestas de casamiento, i.e. el
paso de la liga, el arroz, el corte de la torta, el cotillón… Sin embargo, nosotros aquí siempre nos referiremos a la
liturgia cristiana, salvo que se haga notar lo contrario.
!8

tratamos es el misterio y su acontecer celebrativo. De ahí las dos partes de esta


asignatura. Si tenemos en cuenta el misterio celebrado, nos referimos al contenido de
la liturgia; si nos detenemos en el modo de celebrar el misterio, aplicamos el término
liturgia al acto celebrativo en sí. Es necesario que la ciencia litúrgica observe estas dos
vertientes de su propia naturaleza.

Por último, podemos comprender a la liturgia en su condición de fuente de


espiritualidad cristiana tomando a la liturgia como sinónimo de vida. Esta dimensión
está presente a lo largo de toda la asignatura. En nuestra materia está contemplada en
el subtítulo que se refiere a la enseñanza de la liturgia en la formación inicial, que nos
ayudará a comprender la vida litúrgica en el seminario, la razón de ser de esta
asignatura, y asomarnos a una auténtica espiritualidad del sacerdote diocesano.

B. Etimología

El término liturgia procede del griego clásico leitourgía (lêit – lêós-laós-: pueblo, popular; y
érgon: obra) lo mismo que sus correlativos leitourgein (vb) y leitourgós, (sust.) que se
traduce literalmente por “servicio hecho al pueblo” o “servicio prestado para el bien
común.” Se usaba en el sentido absoluto, sin necesidad de especificar el objeto, para
indicar el origen o el destino popular de una acción o de una iniciativa,
independientemente del modo como se asumía esta.12 Con el tiempo la presentación
popular perdió su carácter libre para convertirse en un servicio oneroso a favor de la
sociedad. Liturgia vino a designar un servicio público. 13 Cuando este servicio afectaba al
ámbito religioso, liturgia se refería al culto oficial de los dioses. En todos los casos la
palabra tenía un valor técnico.

En el uso bíblico el verbo leitourgéo y el sustantivo leitourgía se encuentra muchas


veces en la versión de los LXX para designar el servicio de los sacerdotes y levitas en
el templo, designando así, el servicio cultual del Dios verdadero realizado en el
santuario por los descendientes de Aarón y de Leví.

Para el culto privado y para el culto de todo el pueblo, los LXX se sirven de las
palabras latreia y doulía (adoración y honor). En los textos griegos solamente, leitourgía
tiene el mismo sentido cultual levítico.

Esto supone una primera conclusión en la que se distingue entre el servicio de los
levitas y el culto que todo el pueblo debía dar al Señor. No obstante, la función cultual
pertenecía a todo el pueblo de Israel, aunque era ejercida de forma oficial y pública por
los sacerdotes levitas.

En el NT leitourgía no aparece jamás como sinónimo de culto cristiano, salvo en el


discutido texto de Hch 13,2. Hay diversos sentidos en los que el término se utiliza, a
saber:

12 En los primeros tiempos se refería a una acción de iniciativa privada en favor del pueblo. (Cf. NDL, “Liturgia”, 1145.
13 Podemos consignar algunos tipos de liturgias (= servicios al pueblo) como por ejemplo: la organización del coro en
el teatro griego, el armamento de una nave, la recepción de una tribu con motivo de fiestas nacionales, etc.
!9

a) Como servicio público oneroso, a semejanza del griego clásico. 14


b) Como culto sacerdotal y levítico del AT que Hb se lo aplica sólo a Jesucristo y a
nadie más. 15
c) Como culto espiritual usado por San Pablo para referirse tanto al ministerio de
la evangelización como al obsequio de la fe de los que han creído por su
predicación. 16
d) Como culto comunitario cristiano. Es el texto de Hch 13,2 “Un día, mientras
celebraban el culto del Señor y ayunaban, el Espíritu Santo les dijo: «Resérvenme a
Saulo y a Bernabé para la obra a la cual los he llamado».” Es el único texto del NT
en el que la palabra leitourgía puede tomarse en sentido ritual o celebrativo. Esta
reserva en el uso de la palabra liturgia por el NT obedece a que estaba muy
vinculada al sacerdocio levítico el cual perdió su razón de ser en la Nueva
Alianza.
Lo discutido del texto es que no se puede inferir que se está hablando de la
celebración eucarística. Sí está claro que la comunidad de Antioquía se
encontraba reunida en oración, por eso se puede aplicar el sentido cultual o
celebrativo.17

En los comienzos del cristianismo la palabra liturgia fue usada de nuevo en el sentido
del AT pero aplicada al culto de la Iglesia. Posteriormente, en occidente la palabra cayó
en el olvido usándose expresiones como munus, officium, ministerium, opus, etc. Su
reaparición importante surge a mediados del siglo XIX, con el movimiento litúrgico
que la hizo corriente.

C. Concepto de Liturgia

A modo de síntesis, las definiciones de liturgia antes del Concilio Vaticano II pueden
organizarse en tres grupos, a saber:

1. Definiciones estéticas: según esta categoría, liturgia es la “forma exterior y


sensible del culto,” esto es, un conjunto de ritos y ceremonias. El objeto formal de la
liturgia se buscaba en los aspectos externos y estéticos del sentimiento religioso
convirtiéndose en manifestación sensible y decorativa de las verdades de la fe. Pío XII
en Mediator Dei rechazó explícitamente esta postura.
2. Definiciones jurídicas: la liturgia era presentada como el “culto público de la
Iglesia en cuanto regulado por su autoridad.” Pero esta definición identifica a la
liturgia con el derecho litúrgico y con las rúbricas que regulan el ejercicio del culto.
Mediator Dei también la consideró insuficiente.
3. Definiciones teológicas: coinciden en señalar que la liturgia “es el culto de la
Iglesia,” pero limitaban el carácter eclesial del culto a la acción de los ministros
ordenados. Pero partiendo de este sustrato algunos llegaron a considerar a la liturgia
como el “misterio de Cristo y de la Iglesia en su expresión cultual.” Así, la liturgia es

14 Cf. Rm 13,6; 15,27; Flp 2,25-30; 2Co 9,12; Hb 1,7.14


15 Cf. Lc 1,23; Hb 8,2.6; 9,21;10,11
16 Rm 15,16; Flp 2,17.

17 Abonan esta conclusión: J. LÓPEZ MARÍN; M. AUGÉ.


!10

un misterio o acción ritual que hace presente y operante la obra redentora de Cristo
en los símbolos culturales de la Iglesia.

C.1. Sacrosanctum Concilium

Que el concilio tratara el tema de la renovación litúrgica no es ninguna novedad, de las


9.384 propuestas, 1855 (casi el 20 %) se referían a temas litúrgicos; además, entre 1951
y 1955 había tenido lugar la reforma de Pío XII a la Semana Santa y todo esto en el
marco del llamado movimiento litúrgico que hacía 50 años venía influyendo con sus
estudios al respecto.

El esquema De Liturgia que se presentó en el aula conciliar tuvo muchas vicisitudes en


su preparación. De las consultas venían tres temas diversos: a) de los obispos, teólogos
y universidades la preocupación era más de corte pastoral, b) de la secretaría general
del concilio , la preocupación es más ritual, y c) de la Sagrada Congregación de Ritos, la
preocupación es más de tinte teológico. El documento llegado a los Padres Conciliares,
estaba muy lejos del preparado según estos intereses y provocó una gran desilusión en
la comisión preparatoria pre-conciliar. Sin embargo, con el trabajo de los Obispos, el
esquema fue aprobado el 22 de noviembre de 1963 y promulgado el 4 de diciembre del
mismo año.

En punto de partida de SC es diverso de MD. Mientras que Pío XII trata del culto
como objeto de la religión y del sacerdocio de Cristo, el Vaticano II se ocupa de la
historia de la salvación como lugar de la revelación - salvación. Bajo esta perspectiva se
vinculan tras realidades, el misterio de Cristo como elemento fundante, la Iglesia como
continuación sacramental que presencializa el misterio de Cristo y la liturgia como
manifestación genuina de la naturaleza de la Iglesia. Así, Cristo, la Iglesia y la liturgia son
los ejes de SC.

El número 5 de SC expone los momentos sucesivos de la revelación en la historia, a


saber: 1) el anuncio profético (Hb 1,1); 2) la plenitud de los tiempos, cumpliéndose las
profecías en la encarnación de Cristo y realizando de este modo la salvación
comprendida como reconciliación y culto perfecto, es decir, que “nos salva porque
presenta en nombre nuestro un culto agradable a Dios; y presenta un culto agradable
que nace de la humanidad rescatada en Él, un oblación pura.” 3) el tercer momento es
el tiempo de la Iglesia, que es inaugurado con el envío del Espíritu Santo, como fruto de
la Pascua. Es lo que se intenta decir cuando se afirma que “del costado dormido de
Cristo en la cruz, brota el admirable sacramento de la Iglesia.” Esto es: el primer fruto
de la obra de la salvación es la Iglesia que continúa sacramentalmente la redención
comenzada en la humanidad de Jesucristo.

En número 6 de SC está marcado por una doble sacramentalidad que ya fue


anunciada al final del nº 5. Cristo, sacramento de la voluntad salvífica del Padre,
comunica su misterio a la Iglesia en el mandato apostólico. Los apóstoles, en virtud de
este mandato, haciendo presente la salvación de dos maneras indisociables: por la
palabra y por los sacramentos, no como dos realidades complementarias, sino más bien,
como dos expresiones sacramentales de un mismo acontecimiento salvífico.
!11

Según el texto conciliar, Jesucristo no sólo envió a predicar y anunciar la salvación


obrada por Jesucristo, sino también a realizar lo proclamado en la celebración litúrgica,
especialmente mediante el sacrificio y los sacramentos, en torno a los cuales gira toda
la vida litúrgica. Esta doble sacramentalidad se deja de manifiesto en el bautismo, que
además de injertarnos en el misterio pascual de Jesucristo, nos hace adorar y clamar
Abbá. Lo mismo la eucaristía, que como comida, es anuncio profético de la última
venida.

Esto mismo que hoy vive la Iglesia responde a su naturaleza más íntima, porque desde
el principio las comunidades cristianas leían y celebraban, de este modo se realiza la
salvación y se da gloria a Dios.

Así, la Iglesia por medio de la liturgia convierte la historia en historia de salvación, por
medio del anuncio de la Palabra y la celebración de los sacramentos, y al mismo tiempo
expresa el misterio de Cristo en sí misma, pues también ella es Palabra y Sacramento,
es decir, misterio de revelación salvífica que se expresa en gestos y palabras. (cf. DV 2)

El número 7 de SC asocia el acontecimiento salvífico con la presencia. La presencia


de Cristo a su Iglesia nunca es indiferente, ni mucho menos estéril. Si el Cristo de la
Pascua está presente, hay acontecimiento salvífico, como la presencia de Jesús en casa
de Zaqueo: “hoy ha llegado la salvación a esta casa” (Lc 19,9). La presencia es
sacramental, no sólo en tanto que obra por medio de signos, sino también por la
eficacia de su accionar.

Las presencias enumeradas en SC son similares a las enumeradas por MD, donde Pío
XII declara “Jesucristo está presente en el augusto Sacrificio del altar, ya en la persona
de su ministro, ya, principalmente, bajo las especies eucarísticas; está presente en los
Sacramentos…; está presente, finalmente , en las alabanzas y en las súplicas dirigidas a
Dios…”18 La diferencia marcada por SC es sumar a esta lista la presencia sacramental
de Cristo en su Palabra. Sabemos que hablar de las distintas presencias de Cristo no
ensombrece la doctrina de la presencia real en la eucaristía, que se dice así, no por
exclusividad, sino por antonomasia.

La novedad de la sacramentalidad de la Palabra explica muy bien en número anterior


como preámbulo y al mismo tiempo se abre a estudios posteriores. Benedicto XVI en
Verbum Domini le dedicará un buen espacio al estudio de la sacramentalidad de la

18 Pío XII, Mediator Dei, 12, p. 1713.


!12

palabra que en la lingüística se lo llamará el carácter performativo de la palabra.19

Si la liturgia es obra de salvación, el sujeto es Cristo, que en un doble movimiento


sinérgico Dios es perfectamente glorificado y los hombres santificados, o más bien
deberíamos decir que el mismo acto salvífico, a causa de la unión hipostática, porque
glorifica al Padre con su obediencia, santifica a los hombres, y el mismo acto
santificador es la gloria del Padre.

Cristo es sujeto y agente litúrgico, es el liturgo que redime en una economía


sacramental, y por tanto asociando a la Iglesia a su obrar redentor que obra
sacramentalmente, es decir, con signos sensibles que significan y realizan la redención.

En este nº 7 se llega a la cumbre de la consideración sobre la naturaleza de la liturgia,


sin embargo, podemos decir, que no hay una definición técnica de liturgia en el texto
conciliar, sino más bien una descripción teológica que toma en cuenta los criterios de
sacramentalidad, santificación /glorificación y eclesialidad.

En último párrafo, se refiere a la eficacia, afirmando que a la liturgia no la iguala ninguna


otra acción de la Iglesia, abre la temática desarrollada en los número siguientes hasta el
final de la primera sección. Estos números (9-13) matizan la fuerte expresión final del
nº 7, del que primeramente debemos decir que se refiere a la eficacia objetiva de las
acciones litúrgicas y no a la eficacia subjetiva, por eso, el número 11 recomienda que
los pastores no deben estar atentos solamente a celebrar lícita y válidamente, sino
como pedagogos del pueblo de Dios, estar atentos a ofrecer todos los medios para
que los fieles participen consciente, activa y fructuosamente.

En los números 9 y 10, mientras se expresa la sublimidad de la liturgia para la vida


espiritual de los cristianos, al mismo tiempo se remarca la no exclusividad de la liturgia
en su capacidad santificadora, pues no agota toda la actividad de la Iglesia.

Esta no exclusividad plantea dos aspectos importantes de la liturgia. El primero de


orden genético en la fe, si la liturgia es la cumbre de la vida cristiana, no se irrumpe sin
más en ella, es necesario un acercamiento progresivo y pedagógico en la fe para
acceder - comprender la liturgia, que con toda justicia, se puede decir es el lenguaje de
los ya iniciados. Así, el conocimiento de los misterios de la fe por la lectura de la

19 La expresión aparece tres veces en todo el texto, dos en el número 53 y una en el 56 que corresponden a los títulos
“Sagrada Escritura y sacramentos” y “Sacramentalidad de la Palabra” respectivamente. Por tanto, el tema de la
sacramentalidad es determinante en la comprensión de este término. Cuando un sujeto pronuncia un enunciado
performativo algo cambia en la relación con el interlocutor, porque el discurso es vehículo de acción del sujeto, pues
expresa su interioridad haciendo del enunciado testamento de su voluntad, asignando un grado de compromiso entre
el hablante y su discurso, y al mismo tiempo, encontrando un camino de actuación de ciertas realidades marginales al
lenguaje científico positivo. Cuando el Papa habla del carácter performativo de la Palabra de Dios, se refiere a esta
fuerza intrínseca de la Palabra que provoca lo que anuncia. Así, en la economía redentora, la salvación se realiza por
medio de la Palabra, la Palabra hace y se hace. Se hace carne, entra en diálogo asumiendo toda la condición humana,
y hace la redención que anuncia… es el HOY del evangelio (Hoy ha llegado la salvación a esta casa) y es el HOY de la
liturgia (Hoy Cristo resucita). Por eso escribe el Papa: “La fe, pues, reconoce el Verbo de Dios acogiendo los gestos y
las palabras con las que Él mismo se nos presenta. El horizonte sacramental de la revelación indica, por tanto, la
modalidad histórico salvífica con la cual el Verbo de Dios entra en el tiempo y en el espacio, convirtiéndose en
interlocutor del hombre, que está llamado a acoger su don en la fe.” (VD 56).
!13

Escritura y el conocimiento y la práctica de los actos de piedad que mueven a la


conversión y la adhesión a Jesucristo confieren la clave hermenéutica de la liturgia para
poder hacer de ella fuete de vida cristiana.

Esto que se dice en relación genética de la fe, se dice también de la vivencia cotidiana,
aunque es importante que la liturgia marque la vida espiritual de los fieles, es necesario
que haya otros momentos de espiritualidad para el pueblo de Dios. Los números 12
y 13 mencionan la oración individual y constante, la mortificación, los ejercicios
piadosos y las prácticas religiosas de cada iglesia local. La liturgia, fundamentalmente la
eucarística, será entonces sí, fuente y cumbre de la vida cristiana.

Al mismo tiempo, y como segundo aspecto, el reconocer la no exclusividad de la


liturgia, evita reducir la actividad de la Iglesia al culto cayendo así en un panliturgismo, e
impone la necesidad de vincular y orientar, por una parte, las múltiples tareas
eclesiales con la celebración del misterio, a fin de darle plenitud al obrar de la Iglesia; y
por otra, vincular y orientar la vida cotidiana del cristiana con el acontecimiento
comunitario y de la celebración litúrgica.

C.2. Catecismo de la Iglesia Católica

Después de 30 años de inaugurado el Concilio Vaticano II, ve la luz el Catecismo. Allí


confluyen años de reflexión también en materia litúrgica y se plasma en el inicio de la
Segunda Parte no sólo la liturgia en el horizonte de la historia de la salvación, sino más
específicamente, a la liturgia como “obra de la Santísima Trinidad.” Así, luego de un
recorrido histórico por las “bendiciones” recibidas por Dios desde la creación, el
Catecismo concluye:

Se comprende, por tanto, que en cuanto respuesta de fe y de amor a las "bendiciones espirituales"
con que el Padre nos enriquece, la liturgia cristiana tiene una doble dimensión. Por una parte, la
Iglesia, unida a su Señor y "bajo la acción el Espíritu Santo" (Lc 10,21), bendice al Padre "por su
don inefable" (2 Co 9,15) mediante la adoración, la alabanza y la acción de gracias. Por otra parte, y
hasta la consumación del designio de Dios, la Iglesia no cesa de presentar al Padre "la ofrenda de
sus propios dones" y de implorar que el Espíritu Santo venga sobre esta ofrenda, sobre ella
misma, sobre los fieles y sobre el mundo entero, a fin de que por la comunión en la muerte y en
la resurrección de Cristo-Sacerdote y por el poder del Espíritu estas bendiciones divinas den
frutos de vida "para alabanza de la gloria de su gracia" (Ef 1,6).20

En esta perspectiva, la liturgia no sólo está en el horizonte de la historia de la salvación


tal como lo presenta SC, sino que además tiene como agente principal a la misma
Trinidad Santa. Quedan, pues, muy lejos las definiciones incompletas del pasado. Nos
asomamos a un concepto trinitario, y por tanto, teológico de la liturgia. Acerquémonos
un poco más, y desarrollemos esta perspectiva actual.

D. Acercamiento teológico a la liturgia

Después de recorrer la historia del concepto de liturgia con sus tres acepciones
(jurídica, estética y teológica) y habiendo estudiado en detalle el modo en cómo SC la

20 CATIC 1083
!14

ubica como un momento de la historia salutis (cf. SC 6) nos dedicaremos ahora a


comprender cuánto significa esto.

La Escritura nos muestra que la salvación acontece con la presencia de Dios, que al
revelarse realiza o rehace la historia del pueblo. Y que el acontecimiento salvífico es un
acontecimiento cultual en sí mismo. No sólo el culto hunde sus raíces en el
acontecimiento, sino que el ambiente del acontecimiento salvador es cultual.

El Éxodo se presenta como paradigma de esto. Detengámonos un poco en el análisis.21


La salida de Israel de Egipto tiene una doble finalidad: por una parte, alcanzar la tierra
prometida. Por otra, dejar partir el pueblo para que rinda culto a Dios en el desierto.22
No es admisible el argumento de que el culto en el Sinaí es sólo excusa para salir
como si fueran dos cosas que no están relacionadas entre sí. De hecho, cuando el
faraón le ofrece rendir culto a Dios en Egipto, Moisés insiste en que para rendir culto
es necesario el éxodo. Israel sale de Egipto no para ser un pueblo como todos los
demás. Sale para dar culto a Dios, la meta es la montaña santa donde se da culto a Dios
y la tierra prometida no es un fin en sí mima, pues sólo se convierte en un bien
verdadero si Dios reina en medio de su pueblo.

En el Sinaí Dios da las tablas de la ley, y con ellas, el modo en que el hombre debe
rendir el culto auténtico a Dios, Israel aprende a adorar a Dios al modo en como Dios
quiere. No son preceptos rituales, normas celebrativas o rúbricas, más bien, son
preceptos de vida cotidiana. Esto significa por una parte que “culto” es un poco más
que liturgia, es decir, el verdadero culto a Dios no se rinde sólo en la celebración
litúrgica, también en la vida cotidiana, en el servicio al necesitado, en el respeto a los
padres, a la verdad, en una vida austera, etc. Por otra parte, el culto regula (incide) en la
vida cotidiana social del hombre y configura a un pueblo como el que obra de un
determinado modo (éthos) a causa de su fe en el Dios verdadero.

A modo de síntesis de lo dicho, en el origen del culto hay una acción histórica salvífica
que se comprende como intervención de Dios en favor de su pueblo (salir de Egipto,
cruzar el mar rojo). Este acontecimiento cambia la historia del pueblo, no sólo porque
lo libra de su pena, sino porque a partir de allí, hay normas de conducta que
determinan la identidad del pueblo, normas que son cultuales. Así, el culto proviene de
la acción histórica de Dios y determina no sólo el rito, sino la vida cotidiana (éthos) del
pueblo. Es importante no perder de vista la relación hecho salvífico - normas cultuales.

Este horizonte histórico salvífico de comprensión de la liturgia es importante para


comprender el concepto de liturgia de SC y la comprensión teológica que presenta el
CATIC y que aquí desarrollamos.

D.1 La liturgia del Padre

21 Seguimos el análisis de J. RATZINGER, El espíritu de la liturgia…, 33-43. En una clara mención al texto fundante del R.
Guardini, Ratzinger presenta en estas páginas algunas dificultades para asociar a la liturgia con el juego. Se propone
pues, completar esta idea de Guardini con un análisis sobre textos del Éxodo de los cuales nosotros nos servimos
ahora.
22 Esta expresión se repite varias veces en el texto. (Cf. Ex 7,16; 7,26; 9,1; 9,13; 10,3)
!15

El Padre es presentado como origen y destino de toda bendición:

Las bendiciones que provienen del Padre "se manifiestan en acontecimientos


maravillosos y salvadores" (1081). Por eso antes aclara que "toda obra de Dios es
bendición" (1079). Así, la historia de la salvación es historia del obrar del Padre "que
quiere que todos hombres se salven" (1Tm 2,3...). Desde la creación, pasando por la
Pascua hasta la consumación escatológica, todo es bendición de Dios. Por tanto, la
liturgia es actualización del obrar del Padre, en cada liturgia el Padre es quien nos
bendice, de este modo "en la liturgia, la bendición divina es plenamente revelada y
comunicada." (1082).

La liturgia, pues, además de hacer descender la bendición, unida a Cristo por el Espíritu
Santo, bendice al Padre por los beneficios que nos ha prodigado, en particular, la Pascua
de Cristo. La Iglesia bendice al Padre con la adoración, la alabanza y la acción de gracias
(cf. 1083). El destino de la alabanza es el Padre de quien procede todo don. Dios Padre
es el destino de toda la oración litúrgica, aunque siempre por mediación de Jesucristo
en el Espíritu. Al Padre se refiere toda la eucología, por ser el origen de toda gracia.
Incluso la gracia de alabarlo, 23 no sólo porque nos da el motivo, sino también porque
nos posibilita orar. Bendecir a Dios, es expresar la conciencia agradecida de los dones
recibidos de Él con las palabras y los modos que Él mismo nos ha enseñado.

La Iglesia también bendice frutos de la tierra y del trabajo del hombre. Junto con la
bendición a Dios como reconocimiento por su obrar, la Iglesia en la liturgia bendice
implorando que la bendición de Dios venga sobre los dones que presenta. La ofrenda
es un modo de bendecir, bendecimos ofreciendo, y ofrecemos para ser bendecidos. La
ofrenda que presentamos al Señor, expresa nuestra gratitud y nuestra conciencia de
haber recibido mucho. Y para que la ofrenda sea plena, busca que sea toda de Dios, es
decir, se ofrece para ser consagrada, para ser transformada y poseída por Dios. La
ofrenda (nuestra bendición) se vuelve bendición divina, presencia salvífica, historia de
salvación. En la liturgia ofrecemos para consagrar, en primer lugar pan y vino, pero
también la iglesia toda.

“Bendice y santifica, Padre, esta ofrenda, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti, de
manera que sea para nosotros Cuerpo y Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor.
[…]

Por eso, Padre, nosotros, tus servidores, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de
la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor; de su santa resurrección del lugar de
los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloria y majestad,
de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo: pan de vida
eterna y cáliz de salvación. Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste
los dones del justo Abel, el sacrificio de Abrahám, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de
tu sumo sacerdote Melquisedec.

Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia,
hasta el altar del cielo, por manos de tu ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la

23 “Te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.” (P.E. II). “Aunque no necesitas nuestra
alabanza, tú inspiras en nosotros que te demos gracias, para que las bendiciones que te ofrecemos nos ayuden en el
camino de la salvación.” (Prefacio común IV. La alabanza es don de Dios.)
!16

Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición.” (P.E.
I)

“Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos
separado para ti, de manera que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo
tuyo y Señor nuestro.” (P.E. III)

“Dirige tu mirada sobre esta Víctima que tú mismo has preparado a tu Iglesia, y concede a
cuantos compartimos este pan y este cáliz, que, congregados en un solo cuerpo por el Espíritu
Santo, seamos en Cristo víctima viva para alabanza de tu gloria.” (P.E. IV)

D.2 Cristo, centro de la liturgia

A semejanza del AT, en el NT la intervención salvífica de Dios da fundamento al culto


divino. Pero a diferencia del AT, la Pascua de Jesucristo es el nuevo hecho salvífico -
revelador que da contenido al nuevo y definitivo culto. Así, la liturgia que tiene a Dios
Padre por origen y destino, tiene el en centro la Pascua de Jesús. Dice magistralmente
SC:

Por esto en Cristo se realizó plenamente nuestra reconciliación y se nos dio la plenitud del
culto divino. Esta obra de redención humana y de la perfecta glorificación de Dios, preparada
por las maravillas que Dios obró en el pueblo de la Antigua Alianza, Cristo la realizó
principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada pasión, resurrección de entre los
muertos y gloriosa Ascensión.24

Cristo es centro de la liturgia porque en ella celebramos su Pascua (contenido), como


hemos visto, y también porque le transmite el modo de celebrar el culto (método). La
liturgia asume la estructura encarnacionista, es decir, que la Iglesia continúa la obra de
redención que Cristo le encomendó y hace presente la salvación que anuncia en su
predicación de la misma manera que lo Hijo de Dios cuando pisó nuestro mundo.

En la estructura de la encarnación, la humanidad del Verbo es instrumento de nuestra


salvación, esto es que tanto durante su vida terrena como después de resucitado, la
gracia que recibimos la obtenemos por medio de la humanidad de Jesús.25 Así, de igual
modo, los signos de la liturgia son ahora el nuevo ámbito externo e histórico de la
manifestación visible del Hijo encarnado del Padre y de comunicación de la gracia, así
“lo que fue visible de nuestro Redentor ha pasado a sus sacramentos.”26

De modo que cuando celebramos la liturgia, no celebramos un proceso subjetivo de


salvación, ni tampoco lo hacemos en una estructura producto de nuestra imaginación o
de nuestra expansión subjetiva, sino más bien, hacemos presente y asequible el misterio
pascual, al modo en como aconteció el misterio pascual. Lo hacemos asequible porque
Cristo hizo asequible el misterio de Dios en su carne, por esto podemos decir que

24 SC 5b
25 Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2,4), habiendo
hablado antiguamente en muchas ocasiones de diferentes maneras a nuestros padres por medio de los profetas (Hebr
1,1), cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió a su Hijo, el Verbo hecho carne, ungido por el Espíritu Santo, para
evangelizar a los pobres y curar a los contritos de corazón, como "médico corporal y espiritual", Mediador entre Dios y
los hombres. En efecto, su humanidad, unida a la persona del Verbo, fue instrumento de nuestra salvación. Por esto,
en Cristo "se realizó plenamente nuestra reconciliación y se nos dio la plenitud del culto divino”. (SC 5)
26 SAN LEÓN, Hom. 74,2
!17

Cristo es el sacramento del encuentro con el Padre y con su voluntad salvífica27 y no


hay otro sacramento que Cristo. 28

El vínculo entre “Cristo sacramento del Padre” y nuestras celebraciones litúrgicas no


es inmediato, personal y/o apropiado. Cristo no instituye a los apóstoles como
depositarios aislados de los misterios, sino que los instituye como “los doce”.
Sacrosanctum Concilium usa de una expresión de los Padres diciendo que “…del costado
de Cristo dormido en la cruz nació el sacramento admirable de la Iglesia entera.” (SC 5)
Podríamos colegir de este texto que del sacramento de la humanidad de Cristo, se
comunica, nace, el sacramento de la Iglesia. Más aún, Lumen Gentium continúa esta
perspectiva eclesiológica cuando declara que:

“Cristo levantado en alto sobre la tierra atrajo hacia Sí a todos los hombres; resucitando de
entre los muertos envió a su Espíritu vivificador sobre sus discípulos y por Él constituyó
a su Cuerpo que es la Iglesia, como Sacramento universal de salvación; estando sentado
a la diestra del Padre, sin cesar actúa en el mundo para conducir a los hombre a su Iglesia y
por Ella unirlos a Sí más estrechamente, y alimentándolos con su propio Cuerpo y Sangre
hacerlos partícipes de su vida gloriosa.”29

Así, podemos decir que la Iglesia es el primer signo-sacramento por medio del cual se
hace presente en visibilidad histórica el don de la salvación. A través de ella, Cristo
sigue actuando en el mundo y haciendo realidad el acceso de los hombres a Dios. La
condición sacramental de la Iglesia se manifiesta no sólo en su actuación cotidiana ante
el mundo, sino de manera especial a través de los sacramentos y de otros signos. En
todos ellos la Iglesia se autorealiza como señal e instrumento de la presencia de la
salvación. Por eso la principal manifestación de la Iglesia se produce en la celebración
litúrgica.30

Si la sagrada liturgia es actualización del Misterio Pascual significa que nos hacemos
contemporáneos con la efusión del Espíritu Santo. En general los manuales de liturgia
tienen desarrollado el aspecto cristológico y alguna mención al Padre. Ausente está la
función del Espíritu Santo o sólo una referencia menor. Sólo el Catecismo desarrolla un
poco más. Intentaré estructurar la presentación del CATIC.

27 “El hombre Jesús en cuanto manifestación terrestre personal de la gracia de redención divina, es el sacramento por
excelencia: el sacramento original, porque este hombre, Hijo de Dios, es destinado por el Padre a ser en su
humanidad el acceso único a la realidad de la salvación […] El encuentro humano con Jesús es pues el sacramento del
encuentro con Dios o con la vida religiosa en cuanto relación existencial teologal con Dios […] La fuerza interior
salvadora de la voluntad salvífica y del amor humano de Jesús constituyen la fuerza salvífica del mismo Dios en una
forma humana, por ello los actos salvíficos de Jesús son el don divino de la gracia en una manifestación humana,
visible, es decir, que causan lo que significan. Se trata de sacramentos.” (E. SCHILLEBEECKX, Cristo, Sacramento…,
24-25.)
Citado por el autor, parece importante recordar: “Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, porque él
quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y
los hombres: Jesucristo, hombre él también, que se entregó a sí mismo para rescatar a todos.” (1Tim 2,3-6)
28 Usamos aquí la palabra sacramento en un sentido amplio, no en el sentido preciso del Concilio de Trento aplicado a

los siete y sólo a ellos.


29 LG 48,2

30 “En consecuencia, toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es

acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción
de la Iglesia.” (SC 7)
!18

D.3. El Espíritu Santo

D.3.1 Pedagogo

La historia de la salvación es historia de la pedagogía de Dios que progresivamente se


fue revelando hasta darse a conocer plenamente en el Hijo quien nos ha contado que
Dios es Padre. Esta progresión en la revelación es obra del Espíritu Santo quien da
unidad a los signos que prefiguran (AT) y a los hechos consumados (NT).31

El Espíritu ha sido el pedagogo que ha llevado progresivamente la revelación (salvación)


a la plenitud; y también el culto. El culto que Cristo rinde al Padre, es un culto perfecto,
sin mancha, sin atenuantes. En la cumbre de la manifestación Pascual, se nos entrega el
Espíritu, para que, por una parte, seamos asociados a la Pascua de Cristo y entonces
nuestro culto sea perfecto, y así sea perfecta la glorificación del Padre y nuestra
santificación. 32

De igual manera, el Espíritu nos lleva progresivamente a comprender los misterios que
se celebran bajo los signos litúrgicos. Esta comprensión se realiza de muchas maneras,
pero podemos decir que un camino frecuente del Espíritu es llevarnos a una plena
comprensión de la Escritura y así nos ayuda a comprender el misterio celebrado.

D.3.2 El Espíritu Santo como memoria de Dios

En la economía salvífica, las intervenciones de Dios en la historia no son


acontecimientos pasajeros, puede que sean momentos de revelación no plena (como es
el caso de los profetas en el AT), pero no son pasajeros, porque la intervención salvífica
de Dios es decisiva y modifica el futuro. Así, cada intervención divina es única e
irrepetible y, por lo tanto, de una vez y para siempre. Dice el CATIC:
En la liturgia de la Iglesia, Cristo significa y realiza principalmente su misterio pascual.[…] Es un
acontecimiento real, sucedido en nuestra historia, pero absolutamente singular: todos los demás
acontecimientos suceden una vez, y luego pasan y son absorbidos por el pasado. El misterio
pascual de Cristo, por el contrario, no puede permanecer solamente en el pasado, pues por su
muerte destruyó a la muerte, y todo lo que Cristo es y todo lo que hizo y padeció por los
hombres participa de la eternidad divina y domina así todos los tiempos y en ellos se mantiene

31 Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura, se consignaron por
inspiración del Espíritu Santo. (DV 11)
La economía del Antiguo Testamento estaba ordenada, sobre todo, para preparar, anunciar proféticamente y significar
con diversas figuras la venida de Cristo redentor universal y la del Reino Mesiánico. Mas los libros del Antiguo
Testamento manifiestan a todos el conocimiento de Dios y del hombre, y las formas de obrar de Dios justo y
misericordioso con los hombres, según la condición del género humano en los tiempos que precedieron a la salvación
establecida por Cristo. Estos libros, aunque contengan también algunas cosas imperfectas y adaptadas a sus tiempos,
demuestran, sin embargo, la verdadera pedagogía divina. (DV 15)
Dios, pues, inspirador y autor de ambos Testamentos, dispuso las cosas tan sabiamente que el Nuevo Testamento está
latente en el Antiguo y el Antiguo está patente en el Nuevo. Porque, aunque Cristo fundó el Nuevo Testamento en su
sangre, no obstante los libros del Antiguo Testamento recibidos íntegramente en la proclamación evangélica,
adquieren y manifiestan su plena significación en el Nuevo Testamento, ilustrándolo y explicándolo al mismo tiempo.
(DV 16)
32 “… el espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene;

mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.” (Rm 8,26)
!19

permanentemente presente. El acontecimiento de la Cruz y de la Resurrección permanece y


atrae todo hacia la Vida.33

La Pascua de Jesús, en cuanto única e irrepetible, es plenitud de la historia de la


salvación de una vez y para siempre.34 Todos los demás acontecimientos, en tanto que
asociados de algún modo a la Pascua, adquieren también este carácter de permanencia.

Ahora bien, si los acontecimientos son irrepetibles ¿cómo puede la Pascua de Jesús
alcanzarnos la salvación a una generación posterior al acontecimiento mismo? Por
acción del Espíritu Santo el anuncio del Evangelio, el bautismo y los demás sacramentos,
sobre todo la Eucaristía, se convierten en tiempo de salvación (Kairoi) en la vida de cada
hombre que escucha, cree, se convierte, es bautizado y recibe el perdón de los pecados
y el don del Espíritu, y persevera en la enseñanza de los Apóstoles, en la eucaristía, en la
comunión y en la oración.

Entre el acontecimiento histórico salvífico, ocurrido una sola vez, y su celebración en la


liturgia, hay un vínculo que llamamos memorial. Herencia del judaísmo, el concepto de
memorial (anámnesis) no es meramente ideal, subjetivo o puramente racional, sino más
bien una presencia real, una re-presentación de lo que se conmemora, una
actualización, de modo que aquel acontecimiento pasado y salvífico, se hace actual y
salvífico para todos los que participan de él.

La Anámnesis. La celebración litúrgica se refiere siempre a las intervenciones salvíficas de Dios


en la historia. […] En la liturgia de la Palabra, el Espíritu Santo "recuerda" a la asamblea todo lo
que Cristo ha hecho por nosotros. […] El Espíritu Santo, que despierta así la memoria de la
Iglesia, suscita entonces la acción de gracias y la alabanza (Doxología).35

La Liturgia cristiana no sólo recuerda los acontecimientos que nos salvaron, sino que los
actualiza, los hace presentes. El Misterio pascual de Cristo se celebra, no se repite; son las
celebraciones las que se repiten; en cada una de ellas tiene lugar la efusión del Espíritu Santo
que actualiza el único Misterio. 36

El Espíritu Santo es quien hace de memoria de la Iglesia, recordando “a la asamblea


todo lo que Cristo ha hecho por nosotros,” es decir nos hace presenciar las “maravillas
de Dios.” Pero no sólo le recuerda al Pueblo lo que Dios ha hecho, sino también le
recuerda a Dios el amor prodigado por su pueblo para que tenga misericordia y siga
bendiciendo a su pueblo.

A pesar del antropomorfismo de que Dios se acuerde de su pueblo, se revela una


acción salvífica, o intervención eficaz en la vida de su pueblo. Por parte del hombre, el
recuerdo de las obras realizadas por Dios es la respuesta de la fe y la aceptación
agradecida del corazón. En la Escritura el memorial aparece como un signo que reúne
en sí el pasado y el presente y garantiza la esperanza en el futuro. A través del
memorial, Dios y su salvación se hacen de nuevo presentes aquí y ahora para nosotros.
Veamos algunos textos:

33 CATIC 1085.
34 Cf. Rm 6,10; Hb 7,27; 9,1.28; 10,2; 1Pe 3,18.
35 CATIC 1103

36 CATIC 1104
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“Acuérdate, Señor, de tus hijos N y N y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien
conoces, por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan,
te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza a ti, eterno Dios vivo y
verdadero” (P.E. I)

“Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el
sacrificio de Abrahám nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote
Melquisedec. Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu
presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu Ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo
y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición.
Acuérdate también, Señor, de tus hijos N y N, que nos han precedido con el signo de la fe y
duermen ya el sueño de la paz. A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el
lugar del consuelo, de la luz y de la paz. (P.E. I)

“Y ahora, Señor, acuérdate de todos aquellos por quienes te ofrecemos este sacrificio: de tu
servidor el Papa N, de nuestro obispo N, del orden episcopal y de los presbíteros y diáconos,
de los oferentes y de los aquí reunidos, de todo tu pueblo santo y de aquellos que te buscan
con sincero corazón. Acuérdate también de los que murieron en la paz de Cristo…” (P.E. IV)

D.3.3 El Espíritu Santo, Don de Dios para la consagración y para la comunión

La memoria de las maravillas de Dios por nosotros está orientada a disponer nuestros
corazones a la alabanza, a la acción de gracias, a descubrirnos pertenecientes a Dios. El
Espíritu Santo hace que la memoria de los dones de Dios sea mucho más que un mero
recuerdo, hace que sea una presencia.

La liturgia cristiana no sólo recuerda los acontecimientos que nos salvaron, sino que los actualiza, los
hace presentes. El misterio pascual de Cristo se celebra, no se repite; son las celebraciones las que
se repiten; en cada una de ellas tiene lugar la efusión del Espíritu Santo que actualiza el único
Misterio. 37

Por eso suplicamos a Dios que derrame su Espíritu (epíclesis) para que al recordar los
misterios que nos salvaron, se hagan presentes y, ofreciéndoselos nuevamente, seamos
santificados. Así, pues, Dios nos da lo que debemos ofrecer para merecer su gracia.

“Te ofrecemos, Dios de majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro,
inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación” (P.E. I)

No se trata de un esfuerzo puramente humano donde el hombre logra y consigue lo


que pide, ningún sentimiento piadoso podrá lograr la unión con Dios. Es, más bien, por
medio de la invocación del Espíritu Santo, que en la celebración litúrgica el Padre, al
“recordar” el sacrificio redentor del Hijo, vuelve a derramar el Espíritu Santo. Espíritu
que, así como es el vínculo de comunión trinitaria, así nos vincula a nosotros,
haciéndonos hijos en el Hijo y, por tanto, “linaje elegido, sacerdocio real, nación santa,
pueblo adquirido para anunciar las alabanzas de Aquel que los ha llamado de las
tinieblas a su admirable luz.”38 Leamos algunos textos.

“Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya
inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de
tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.

37 CATIC 1104
38 1Pe 2,9
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Que Él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus
elegidos.” (PE III)

“Dirige tu mirada sobre esta Víctima que tú mismo has preparado a tu Iglesia, y concede a
cuantos compartimos este pan y este cáliz, que, congregados en un solo cuerpo por el Espíritu
Santo, seamos en Cristo víctima viva para alabanza de tu gloria.” (P.E. IV)

“Mira con bondad la ofrenda de tu Iglesia, en la que se hace presente el sacrificio pascual de
Cristo que se nos ha confiado, y concédenos, por la fuerza del Espíritu de tu amor, ser contados
ahora y por siempre entre el número de los miembros de tu Hijo cuyo Cuerpo y Sangre
comulgamos.” (P.E. D.C.)

E. Lo litúrgico y lo no-litúrgico

Lo no-litúrgico es lo que habitualmente conocemos como ejercicios piadosos y


es necesario determinar cada uno de ellos para comprender más claramente qué es la
liturgia.
Son acciones litúrgicas aquellos actos sagrados que, por institución de Jesucristo o de la
Iglesia y en su nombre, son realizados por personas legítimamente designadas para este fin,
en conformidad con los libros litúrgicos aprobados por la Santa Sede, para dar a Dios, a los
santos y a los beatos el culto que les es debido; las demás acciones sagradas que se realizan
en una iglesia o fuera de ella, con o sin sacerdote que las presencia o la dirija, se llaman
ejercicios piadosos.

Ahora bien, esta distinción es puramente jurídica. La diferencia obedece también


a principios teológicos. El primer factor es la relación de la liturgia con el misterio de la
Iglesia. Según esto, litúrgico es lo que pertenece al entero cuerpo eclesial y lo pone de
manifiesto. Por eso son acciones litúrgicas únicamente las celebraciones que expresan
el misterio de Cristo y la naturaleza sacramental de la Iglesia.

Un segundo factor lo constituye la eficacia objetiva de los actos de culto.


Acciones litúrgicas y ejercicio piadosos se refieren a los mismos acontecimientos
salvíficos, pero no todas las formas de piedad son evocación y actuación de estos
acontecimiento por medio del rito. La eficacia de los actos litúrgicos depende de la
voluntad institucional de Cristo y de la Iglesia, y de que se cumplen efectivamente las
condiciones necesarias para su validez. La eficacia de los ejercicios piadosos depende
tan sólo de las actitudes personales de quienes toman parte en ellos.

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