Liturgia Fundametal - Unidades 1 y 2
Liturgia Fundametal - Unidades 1 y 2
Liturgia Fundametal - Unidades 1 y 2
LITURGIA FUNDAMENTAL
PBRO. LIC. SEBASTIÁN LUNA
Bibliografía
J. LÓPEZ MARTÍN, La liturgia de la Iglesia.
M. AUGÉ, Liturgia.
P. M. GY, “Necesidad de promover la educación litúrgica y la participación activa”, en J. GELINEAU ET ALII,
Liturgia Reformada. Comentario completo de la Constitución sobre Sagrada Liturgia, Bs As, Guadalupe, 1964,
40-52.
X. BASURKO, Historia de la liturgia, Barcelona, CPL, 2006.
Catecismo de la Iglesia Católica
J. RATZINGER, El espíritu de la liturgia. Una introducción.
Lectura Obligatoria
SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, “Instrucción sobre la formación litúrgica en
los seminarios,” en CELAM, La formación Sacerdotal. Documentos eclesiales 1965-1988, Bogotá, CELAM,
1989, 251-278.
a.1 Necesidad
B. La liturgia es la fuente primaria y necesaria en la que han de beber los fieles el espíritu
verdaderamente cristiano.
“Si se mira el problema en toda su amplitud, es claro que el éxito de la reforma litúrgica
decidida por el concilio depende de la generalización y de la profundidad del esfuerzo pastoral
litúrgico y que éste a su vez está condicionado en la escala de una generación, a la buena
formación de los clérigos. De otra manera, según los términos mismos del concilio, no se puede
esperar que esto ocurra.” 2
a.2 Finalidad 3
El documento tiene dos partes bien diferenciadas, la primera es sobre la vida litúrgica
en el seminario, la segunda es sobre la enseñanza de la liturgia. La primera parte tiene
dos apartados, uno más general sobre cómo se debe vivir la liturgia en el seminario, y
el segundo más específico, donde se dan normas para cada uno de los actos litúrgicos.
De la primera parte, el primer apartado sobre los principios generales para la promoción
de la vida litúrgica en el seminario, se indica la necesidad de una introducción litúrgica a
la par de la espiritual a fin de una fructuosa vida espiritual. Esta iniciación es mistagógica,
fuertemente anclada en la vida espiritual personal, en los actos de piedad, en el
conocimiento de la Escritura y por tanto de los misterios de Cristo. Se promueve así
un círculo virtuoso donde la liturgia y los demás aspectos de la vida de la formación
interactúan y se alimentan mutuamente.
1 “Es evidente que la vida litúrgica del seminario y la concepción de la liturgia que a través de ella se expresa, tienen
mucho más importancia que el curso de liturgia para la formación de los seminaristas.” P. M. GY, “Necesidad…”, 47
2 IBID., 43.
3 Síntesis de: SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, “Instrucción sobre la formación litúrgica en los
seminarios.” En CELAM, La formación Sacerdotal. Documentos eclesiales 1965-1988, Bogotá, CELAM, 1989, 251-278.
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Del segundo apartado, sobre las normas para cada uno de los actos litúrgicos
diremos sucintamente algo. De la misa y el culto eucarístico se resalta la importancia
como verdadera fuente y culmen de toda la vida cristiana, de la que se nutre el cristiano
de fuerza sobrenatural para la vida espiritual y el trabajo apostólico. Se recomienda por
tanto, la celebración común diaria, la comunión bajo las dos especies y la oración
eucarística aún con la exposición del Santísimo Sacramento, tanto comunitaria com
personalmente.
Sobre el domingo y el año litúrgico, la instrucción dice que debe constituir la fiesta
principal, que ha de ser propuesta como la alegre celebración del misterio pascual,6 indicando
así el necesario carácter festivo del domingo y las fiestas del Señor y de la Virgen. Este
carácter festivo se logra preparando a los alumnos con catequesis y no descuidando el
valor pastoral de algunas costumbres populares. Así, en el seminario se vivirá con
esplendor el ciclo del año litúrgico que luego en las parroquias, por los diversos
requerimientos pastorales, no se puede vivir en plenitud.
4 IBID., 16.
5 IBID., 31.
6 IBID., 32.
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No se debe olvidar el aspecto histórico de la ciencia litúrgica que ayuda a discernir entre
las partes que son inmutables y las que pueden o deben cambiar. Además de los ritos
litúrgicos, es importante que se explique el significado general (fundamental!) de la
liturgia, en referencia a la historia de la salvación, en particular al misterio pascual de
Cristo y su presencia en la liturgia que es acción de todo el pueblo de Dios. Además de
la ciencia teológica, es preciso que se recurra al uso de las modernas ciencias humanas,
com la antropología, la sociología, la lingüística, la historia de las religiones, etc.
El estudio de la Escritura debe contribuir a gustar de la liturgia pues todas las acciones
litúrgicas y los signos reciben su significado de la Sagrada Escritura.8 Al mismo tiempo,
se recomienda la íntima conexión con la sacramentología, tanto general como
particular. Toda la teología debe estar también en conexión con la liturgia, o
desembocar en ella.
7 IBID., 35.
8 Cf. SC 24
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“La Sagrada liturgia debe ser considerada una de las disciplinas principales; por lo que debe ser
presentada bajo el aspecto teológico, espiritual, jurídico y pastoral en conexión con las otras
disciplinas, a fin de que los seminaristas conozcan ante todo cómo los misterios de la salvación
están presentes y operantes en la acción litúrgica. Además, explíquense los textos y los ritos, sean
de Oriente sean del Occidente, la sagrada liturgia sea presentada como un locus theologicus de
particular importancia, a travez de la cual se expresa la fe de la Iglesia y su vida espiritual. Los
seminaristas sean capaces de discernir las cosas que pueden ser legítimamente cambiadas.” (137) 9
B. Contenidos
Los contenidos no tienen limitación temática en todo aquello que la Iglesia llama
liturgia, tanto pasados como presentes. De manera que podemos mencionar los
diversos ámbitos:
C. Método
La asignatura de sagrada Liturgia se debe considerar entre las materias necesarias y más
importantes en los seminarios y casas de estudio de los religiosos, y entre las asignaturas
principales en las facultades teológicas. Se explicará tanto bajo el aspecto teológico e histórico
como bajo el aspecto espiritual, pastoral y jurídico. Además, los profesores de las otras asignaturas,
sobre todo de Teología dogmática, Sagrada Escritura, Teología espiritual y pastoral, procurarán
exponer el misterio de Cristo y la historia de la salvación, partiendo de las exigencias
intrínsecas del objeto propio de cada asignatura, de modo que quede bien clara su conexión con la
Liturgia y la unidad de la formación sacerdotal. (SC 16)
Hay tres vías de acceso (camino = método) para abordar el objeto de estudio de la
ciencia litúrgica:
9 Traducción personal y precaria del borrador de la Ratio que llegó a mis manos.
10 Cf. CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, 1135-1199. (Desde ahora CATIC)
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D. Interdisciplinariedad
Un aporte significativo es el del derecho tanto canónico como litúrgico. Muchas veces
se confundió ciencia litúrgica con ciencia de la rúbrica y se estudiaba más lo que estaba
en rojo (rubrum) que lo que estaba en negro (nigrum). Sin embargo, el extremo de
olvidar la rúbrica es también malo. Juntamente las diversas antropologías ayudan a
comprender el hecho litúrgico como un acontecimiento humano (del ritual al rito…)
que no pierde valor teológico.
El aporte de la teología no puede enmarcarse en una ciencia auxiliar como las demás,
sino en la matriz de la liturgia dando sentido profundo al hecho litúrgico como
subsidiario de la acogida de la revelación (fe) que constituye a estos en pueblo de Dios
convocado (Ekklesia). Sin embargo, no sólo la liturgia se nutre de la teología, también se
da el proceso inverso la liturgia es fuente de especulación para la teología, de allí que se
la cuente como loci theologici.
a. El término LITURGIA
b. Etimología
c. El concepto de Liturgia
d. Acercamiento teológico a la liturgia.
1. La liturgia del Padre.
2. Cristo, centro de la liturgia.
3. El Espíritu Santo como pedagogo. El Espíritu Santo como memoria de Dios. El
Espíritu Santo, Don de Dios para la consagración y para la comunión.
e. Lo litúrgico y lo no-litúrgico
Bibliografía
J. LÓPEZ MARTÍN, La liturgia de la Iglesia.
M. AUGÉ, Liturgia.
P. M. GY, “Necesidad de promover la educación litúrgica y la participación activa”, en J. GELINEAU ET ALII,
Liturgia Reformada. Comentario completo de la Constitución sobre Sagrada Liturgia, Bs As, Guadalupe, 1964,
40-52.
SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, “Instrucción sobre la formación litúrgica en
los seminarios,” en CELAM, La formación Sacerdotal. Documentos eclesiales 1965-1988, Bogotá, CELAM,
1989, 251-278.
X. BASURKO, Historia de la liturgia, Barcelona, CPL, 2006.
Catecismo de la Iglesia Católica
J. RATZINGER, El espíritu de la liturgia. Una introducción, Madrid, Cristiandad, 2001.
E. SCHILLEBEECKX, Cristo, Sacramento del encuentro con Dios, San Sebastián, Dinor, 1964.
Lectura Obligatoria:
S. MARSILI, “Liturgia” en NDL.
A. El término Liturgia
Es preciso que al comenzar esta materia distingamos los diversos usos al que podemos
aplicar el término liturgia. En principio será necesario recorrer la significación que ha
tenido desde su origen. La etimología del término y su devenir serán desarrollados más
adelante, pero ya nos refieren un origen no cristiano del término que, no obstante, nos
ayudará a su comprensión.
Por otra parte, el uso de término liturgia también se aplica a la condición de ciencia,
esto es, en cuanto herramienta de investigación, de reflexión y de sistematización de un
objeto determinado. En nuestro caso, será el uso más común. El objeto sobre el cual
11 Hay liturgias que no son necesariamente cristianas, por ej. las liturgias nupciales de las fiestas de casamiento, i.e. el
paso de la liga, el arroz, el corte de la torta, el cotillón… Sin embargo, nosotros aquí siempre nos referiremos a la
liturgia cristiana, salvo que se haga notar lo contrario.
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B. Etimología
El término liturgia procede del griego clásico leitourgía (lêit – lêós-laós-: pueblo, popular; y
érgon: obra) lo mismo que sus correlativos leitourgein (vb) y leitourgós, (sust.) que se
traduce literalmente por “servicio hecho al pueblo” o “servicio prestado para el bien
común.” Se usaba en el sentido absoluto, sin necesidad de especificar el objeto, para
indicar el origen o el destino popular de una acción o de una iniciativa,
independientemente del modo como se asumía esta.12 Con el tiempo la presentación
popular perdió su carácter libre para convertirse en un servicio oneroso a favor de la
sociedad. Liturgia vino a designar un servicio público. 13 Cuando este servicio afectaba al
ámbito religioso, liturgia se refería al culto oficial de los dioses. En todos los casos la
palabra tenía un valor técnico.
Para el culto privado y para el culto de todo el pueblo, los LXX se sirven de las
palabras latreia y doulía (adoración y honor). En los textos griegos solamente, leitourgía
tiene el mismo sentido cultual levítico.
Esto supone una primera conclusión en la que se distingue entre el servicio de los
levitas y el culto que todo el pueblo debía dar al Señor. No obstante, la función cultual
pertenecía a todo el pueblo de Israel, aunque era ejercida de forma oficial y pública por
los sacerdotes levitas.
12 En los primeros tiempos se refería a una acción de iniciativa privada en favor del pueblo. (Cf. NDL, “Liturgia”, 1145.
13 Podemos consignar algunos tipos de liturgias (= servicios al pueblo) como por ejemplo: la organización del coro en
el teatro griego, el armamento de una nave, la recepción de una tribu con motivo de fiestas nacionales, etc.
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En los comienzos del cristianismo la palabra liturgia fue usada de nuevo en el sentido
del AT pero aplicada al culto de la Iglesia. Posteriormente, en occidente la palabra cayó
en el olvido usándose expresiones como munus, officium, ministerium, opus, etc. Su
reaparición importante surge a mediados del siglo XIX, con el movimiento litúrgico
que la hizo corriente.
C. Concepto de Liturgia
A modo de síntesis, las definiciones de liturgia antes del Concilio Vaticano II pueden
organizarse en tres grupos, a saber:
un misterio o acción ritual que hace presente y operante la obra redentora de Cristo
en los símbolos culturales de la Iglesia.
En punto de partida de SC es diverso de MD. Mientras que Pío XII trata del culto
como objeto de la religión y del sacerdocio de Cristo, el Vaticano II se ocupa de la
historia de la salvación como lugar de la revelación - salvación. Bajo esta perspectiva se
vinculan tras realidades, el misterio de Cristo como elemento fundante, la Iglesia como
continuación sacramental que presencializa el misterio de Cristo y la liturgia como
manifestación genuina de la naturaleza de la Iglesia. Así, Cristo, la Iglesia y la liturgia son
los ejes de SC.
Esto mismo que hoy vive la Iglesia responde a su naturaleza más íntima, porque desde
el principio las comunidades cristianas leían y celebraban, de este modo se realiza la
salvación y se da gloria a Dios.
Así, la Iglesia por medio de la liturgia convierte la historia en historia de salvación, por
medio del anuncio de la Palabra y la celebración de los sacramentos, y al mismo tiempo
expresa el misterio de Cristo en sí misma, pues también ella es Palabra y Sacramento,
es decir, misterio de revelación salvífica que se expresa en gestos y palabras. (cf. DV 2)
Las presencias enumeradas en SC son similares a las enumeradas por MD, donde Pío
XII declara “Jesucristo está presente en el augusto Sacrificio del altar, ya en la persona
de su ministro, ya, principalmente, bajo las especies eucarísticas; está presente en los
Sacramentos…; está presente, finalmente , en las alabanzas y en las súplicas dirigidas a
Dios…”18 La diferencia marcada por SC es sumar a esta lista la presencia sacramental
de Cristo en su Palabra. Sabemos que hablar de las distintas presencias de Cristo no
ensombrece la doctrina de la presencia real en la eucaristía, que se dice así, no por
exclusividad, sino por antonomasia.
19 La expresión aparece tres veces en todo el texto, dos en el número 53 y una en el 56 que corresponden a los títulos
“Sagrada Escritura y sacramentos” y “Sacramentalidad de la Palabra” respectivamente. Por tanto, el tema de la
sacramentalidad es determinante en la comprensión de este término. Cuando un sujeto pronuncia un enunciado
performativo algo cambia en la relación con el interlocutor, porque el discurso es vehículo de acción del sujeto, pues
expresa su interioridad haciendo del enunciado testamento de su voluntad, asignando un grado de compromiso entre
el hablante y su discurso, y al mismo tiempo, encontrando un camino de actuación de ciertas realidades marginales al
lenguaje científico positivo. Cuando el Papa habla del carácter performativo de la Palabra de Dios, se refiere a esta
fuerza intrínseca de la Palabra que provoca lo que anuncia. Así, en la economía redentora, la salvación se realiza por
medio de la Palabra, la Palabra hace y se hace. Se hace carne, entra en diálogo asumiendo toda la condición humana,
y hace la redención que anuncia… es el HOY del evangelio (Hoy ha llegado la salvación a esta casa) y es el HOY de la
liturgia (Hoy Cristo resucita). Por eso escribe el Papa: “La fe, pues, reconoce el Verbo de Dios acogiendo los gestos y
las palabras con las que Él mismo se nos presenta. El horizonte sacramental de la revelación indica, por tanto, la
modalidad histórico salvífica con la cual el Verbo de Dios entra en el tiempo y en el espacio, convirtiéndose en
interlocutor del hombre, que está llamado a acoger su don en la fe.” (VD 56).
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Esto que se dice en relación genética de la fe, se dice también de la vivencia cotidiana,
aunque es importante que la liturgia marque la vida espiritual de los fieles, es necesario
que haya otros momentos de espiritualidad para el pueblo de Dios. Los números 12
y 13 mencionan la oración individual y constante, la mortificación, los ejercicios
piadosos y las prácticas religiosas de cada iglesia local. La liturgia, fundamentalmente la
eucarística, será entonces sí, fuente y cumbre de la vida cristiana.
Se comprende, por tanto, que en cuanto respuesta de fe y de amor a las "bendiciones espirituales"
con que el Padre nos enriquece, la liturgia cristiana tiene una doble dimensión. Por una parte, la
Iglesia, unida a su Señor y "bajo la acción el Espíritu Santo" (Lc 10,21), bendice al Padre "por su
don inefable" (2 Co 9,15) mediante la adoración, la alabanza y la acción de gracias. Por otra parte, y
hasta la consumación del designio de Dios, la Iglesia no cesa de presentar al Padre "la ofrenda de
sus propios dones" y de implorar que el Espíritu Santo venga sobre esta ofrenda, sobre ella
misma, sobre los fieles y sobre el mundo entero, a fin de que por la comunión en la muerte y en
la resurrección de Cristo-Sacerdote y por el poder del Espíritu estas bendiciones divinas den
frutos de vida "para alabanza de la gloria de su gracia" (Ef 1,6).20
Después de recorrer la historia del concepto de liturgia con sus tres acepciones
(jurídica, estética y teológica) y habiendo estudiado en detalle el modo en cómo SC la
20 CATIC 1083
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La Escritura nos muestra que la salvación acontece con la presencia de Dios, que al
revelarse realiza o rehace la historia del pueblo. Y que el acontecimiento salvífico es un
acontecimiento cultual en sí mismo. No sólo el culto hunde sus raíces en el
acontecimiento, sino que el ambiente del acontecimiento salvador es cultual.
En el Sinaí Dios da las tablas de la ley, y con ellas, el modo en que el hombre debe
rendir el culto auténtico a Dios, Israel aprende a adorar a Dios al modo en como Dios
quiere. No son preceptos rituales, normas celebrativas o rúbricas, más bien, son
preceptos de vida cotidiana. Esto significa por una parte que “culto” es un poco más
que liturgia, es decir, el verdadero culto a Dios no se rinde sólo en la celebración
litúrgica, también en la vida cotidiana, en el servicio al necesitado, en el respeto a los
padres, a la verdad, en una vida austera, etc. Por otra parte, el culto regula (incide) en la
vida cotidiana social del hombre y configura a un pueblo como el que obra de un
determinado modo (éthos) a causa de su fe en el Dios verdadero.
A modo de síntesis de lo dicho, en el origen del culto hay una acción histórica salvífica
que se comprende como intervención de Dios en favor de su pueblo (salir de Egipto,
cruzar el mar rojo). Este acontecimiento cambia la historia del pueblo, no sólo porque
lo libra de su pena, sino porque a partir de allí, hay normas de conducta que
determinan la identidad del pueblo, normas que son cultuales. Así, el culto proviene de
la acción histórica de Dios y determina no sólo el rito, sino la vida cotidiana (éthos) del
pueblo. Es importante no perder de vista la relación hecho salvífico - normas cultuales.
21 Seguimos el análisis de J. RATZINGER, El espíritu de la liturgia…, 33-43. En una clara mención al texto fundante del R.
Guardini, Ratzinger presenta en estas páginas algunas dificultades para asociar a la liturgia con el juego. Se propone
pues, completar esta idea de Guardini con un análisis sobre textos del Éxodo de los cuales nosotros nos servimos
ahora.
22 Esta expresión se repite varias veces en el texto. (Cf. Ex 7,16; 7,26; 9,1; 9,13; 10,3)
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La liturgia, pues, además de hacer descender la bendición, unida a Cristo por el Espíritu
Santo, bendice al Padre por los beneficios que nos ha prodigado, en particular, la Pascua
de Cristo. La Iglesia bendice al Padre con la adoración, la alabanza y la acción de gracias
(cf. 1083). El destino de la alabanza es el Padre de quien procede todo don. Dios Padre
es el destino de toda la oración litúrgica, aunque siempre por mediación de Jesucristo
en el Espíritu. Al Padre se refiere toda la eucología, por ser el origen de toda gracia.
Incluso la gracia de alabarlo, 23 no sólo porque nos da el motivo, sino también porque
nos posibilita orar. Bendecir a Dios, es expresar la conciencia agradecida de los dones
recibidos de Él con las palabras y los modos que Él mismo nos ha enseñado.
La Iglesia también bendice frutos de la tierra y del trabajo del hombre. Junto con la
bendición a Dios como reconocimiento por su obrar, la Iglesia en la liturgia bendice
implorando que la bendición de Dios venga sobre los dones que presenta. La ofrenda
es un modo de bendecir, bendecimos ofreciendo, y ofrecemos para ser bendecidos. La
ofrenda que presentamos al Señor, expresa nuestra gratitud y nuestra conciencia de
haber recibido mucho. Y para que la ofrenda sea plena, busca que sea toda de Dios, es
decir, se ofrece para ser consagrada, para ser transformada y poseída por Dios. La
ofrenda (nuestra bendición) se vuelve bendición divina, presencia salvífica, historia de
salvación. En la liturgia ofrecemos para consagrar, en primer lugar pan y vino, pero
también la iglesia toda.
“Bendice y santifica, Padre, esta ofrenda, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti, de
manera que sea para nosotros Cuerpo y Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor.
[…]
Por eso, Padre, nosotros, tus servidores, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de
la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor; de su santa resurrección del lugar de
los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloria y majestad,
de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo: pan de vida
eterna y cáliz de salvación. Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste
los dones del justo Abel, el sacrificio de Abrahám, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de
tu sumo sacerdote Melquisedec.
Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia,
hasta el altar del cielo, por manos de tu ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la
23 “Te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.” (P.E. II). “Aunque no necesitas nuestra
alabanza, tú inspiras en nosotros que te demos gracias, para que las bendiciones que te ofrecemos nos ayuden en el
camino de la salvación.” (Prefacio común IV. La alabanza es don de Dios.)
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Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición.” (P.E.
I)
“Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos
separado para ti, de manera que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo
tuyo y Señor nuestro.” (P.E. III)
“Dirige tu mirada sobre esta Víctima que tú mismo has preparado a tu Iglesia, y concede a
cuantos compartimos este pan y este cáliz, que, congregados en un solo cuerpo por el Espíritu
Santo, seamos en Cristo víctima viva para alabanza de tu gloria.” (P.E. IV)
Por esto en Cristo se realizó plenamente nuestra reconciliación y se nos dio la plenitud del
culto divino. Esta obra de redención humana y de la perfecta glorificación de Dios, preparada
por las maravillas que Dios obró en el pueblo de la Antigua Alianza, Cristo la realizó
principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada pasión, resurrección de entre los
muertos y gloriosa Ascensión.24
24 SC 5b
25 Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2,4), habiendo
hablado antiguamente en muchas ocasiones de diferentes maneras a nuestros padres por medio de los profetas (Hebr
1,1), cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió a su Hijo, el Verbo hecho carne, ungido por el Espíritu Santo, para
evangelizar a los pobres y curar a los contritos de corazón, como "médico corporal y espiritual", Mediador entre Dios y
los hombres. En efecto, su humanidad, unida a la persona del Verbo, fue instrumento de nuestra salvación. Por esto,
en Cristo "se realizó plenamente nuestra reconciliación y se nos dio la plenitud del culto divino”. (SC 5)
26 SAN LEÓN, Hom. 74,2
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“Cristo levantado en alto sobre la tierra atrajo hacia Sí a todos los hombres; resucitando de
entre los muertos envió a su Espíritu vivificador sobre sus discípulos y por Él constituyó
a su Cuerpo que es la Iglesia, como Sacramento universal de salvación; estando sentado
a la diestra del Padre, sin cesar actúa en el mundo para conducir a los hombre a su Iglesia y
por Ella unirlos a Sí más estrechamente, y alimentándolos con su propio Cuerpo y Sangre
hacerlos partícipes de su vida gloriosa.”29
Así, podemos decir que la Iglesia es el primer signo-sacramento por medio del cual se
hace presente en visibilidad histórica el don de la salvación. A través de ella, Cristo
sigue actuando en el mundo y haciendo realidad el acceso de los hombres a Dios. La
condición sacramental de la Iglesia se manifiesta no sólo en su actuación cotidiana ante
el mundo, sino de manera especial a través de los sacramentos y de otros signos. En
todos ellos la Iglesia se autorealiza como señal e instrumento de la presencia de la
salvación. Por eso la principal manifestación de la Iglesia se produce en la celebración
litúrgica.30
Si la sagrada liturgia es actualización del Misterio Pascual significa que nos hacemos
contemporáneos con la efusión del Espíritu Santo. En general los manuales de liturgia
tienen desarrollado el aspecto cristológico y alguna mención al Padre. Ausente está la
función del Espíritu Santo o sólo una referencia menor. Sólo el Catecismo desarrolla un
poco más. Intentaré estructurar la presentación del CATIC.
27 “El hombre Jesús en cuanto manifestación terrestre personal de la gracia de redención divina, es el sacramento por
excelencia: el sacramento original, porque este hombre, Hijo de Dios, es destinado por el Padre a ser en su
humanidad el acceso único a la realidad de la salvación […] El encuentro humano con Jesús es pues el sacramento del
encuentro con Dios o con la vida religiosa en cuanto relación existencial teologal con Dios […] La fuerza interior
salvadora de la voluntad salvífica y del amor humano de Jesús constituyen la fuerza salvífica del mismo Dios en una
forma humana, por ello los actos salvíficos de Jesús son el don divino de la gracia en una manifestación humana,
visible, es decir, que causan lo que significan. Se trata de sacramentos.” (E. SCHILLEBEECKX, Cristo, Sacramento…,
24-25.)
Citado por el autor, parece importante recordar: “Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, porque él
quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y
los hombres: Jesucristo, hombre él también, que se entregó a sí mismo para rescatar a todos.” (1Tim 2,3-6)
28 Usamos aquí la palabra sacramento en un sentido amplio, no en el sentido preciso del Concilio de Trento aplicado a
30 “En consecuencia, toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es
acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción
de la Iglesia.” (SC 7)
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D.3.1 Pedagogo
De igual manera, el Espíritu nos lleva progresivamente a comprender los misterios que
se celebran bajo los signos litúrgicos. Esta comprensión se realiza de muchas maneras,
pero podemos decir que un camino frecuente del Espíritu es llevarnos a una plena
comprensión de la Escritura y así nos ayuda a comprender el misterio celebrado.
31 Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura, se consignaron por
inspiración del Espíritu Santo. (DV 11)
La economía del Antiguo Testamento estaba ordenada, sobre todo, para preparar, anunciar proféticamente y significar
con diversas figuras la venida de Cristo redentor universal y la del Reino Mesiánico. Mas los libros del Antiguo
Testamento manifiestan a todos el conocimiento de Dios y del hombre, y las formas de obrar de Dios justo y
misericordioso con los hombres, según la condición del género humano en los tiempos que precedieron a la salvación
establecida por Cristo. Estos libros, aunque contengan también algunas cosas imperfectas y adaptadas a sus tiempos,
demuestran, sin embargo, la verdadera pedagogía divina. (DV 15)
Dios, pues, inspirador y autor de ambos Testamentos, dispuso las cosas tan sabiamente que el Nuevo Testamento está
latente en el Antiguo y el Antiguo está patente en el Nuevo. Porque, aunque Cristo fundó el Nuevo Testamento en su
sangre, no obstante los libros del Antiguo Testamento recibidos íntegramente en la proclamación evangélica,
adquieren y manifiestan su plena significación en el Nuevo Testamento, ilustrándolo y explicándolo al mismo tiempo.
(DV 16)
32 “… el espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene;
mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.” (Rm 8,26)
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Ahora bien, si los acontecimientos son irrepetibles ¿cómo puede la Pascua de Jesús
alcanzarnos la salvación a una generación posterior al acontecimiento mismo? Por
acción del Espíritu Santo el anuncio del Evangelio, el bautismo y los demás sacramentos,
sobre todo la Eucaristía, se convierten en tiempo de salvación (Kairoi) en la vida de cada
hombre que escucha, cree, se convierte, es bautizado y recibe el perdón de los pecados
y el don del Espíritu, y persevera en la enseñanza de los Apóstoles, en la eucaristía, en la
comunión y en la oración.
La Liturgia cristiana no sólo recuerda los acontecimientos que nos salvaron, sino que los
actualiza, los hace presentes. El Misterio pascual de Cristo se celebra, no se repite; son las
celebraciones las que se repiten; en cada una de ellas tiene lugar la efusión del Espíritu Santo
que actualiza el único Misterio. 36
33 CATIC 1085.
34 Cf. Rm 6,10; Hb 7,27; 9,1.28; 10,2; 1Pe 3,18.
35 CATIC 1103
36 CATIC 1104
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“Acuérdate, Señor, de tus hijos N y N y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien
conoces, por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan,
te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza a ti, eterno Dios vivo y
verdadero” (P.E. I)
“Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el
sacrificio de Abrahám nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote
Melquisedec. Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu
presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu Ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo
y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición.
Acuérdate también, Señor, de tus hijos N y N, que nos han precedido con el signo de la fe y
duermen ya el sueño de la paz. A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el
lugar del consuelo, de la luz y de la paz. (P.E. I)
“Y ahora, Señor, acuérdate de todos aquellos por quienes te ofrecemos este sacrificio: de tu
servidor el Papa N, de nuestro obispo N, del orden episcopal y de los presbíteros y diáconos,
de los oferentes y de los aquí reunidos, de todo tu pueblo santo y de aquellos que te buscan
con sincero corazón. Acuérdate también de los que murieron en la paz de Cristo…” (P.E. IV)
La memoria de las maravillas de Dios por nosotros está orientada a disponer nuestros
corazones a la alabanza, a la acción de gracias, a descubrirnos pertenecientes a Dios. El
Espíritu Santo hace que la memoria de los dones de Dios sea mucho más que un mero
recuerdo, hace que sea una presencia.
La liturgia cristiana no sólo recuerda los acontecimientos que nos salvaron, sino que los actualiza, los
hace presentes. El misterio pascual de Cristo se celebra, no se repite; son las celebraciones las que
se repiten; en cada una de ellas tiene lugar la efusión del Espíritu Santo que actualiza el único
Misterio. 37
Por eso suplicamos a Dios que derrame su Espíritu (epíclesis) para que al recordar los
misterios que nos salvaron, se hagan presentes y, ofreciéndoselos nuevamente, seamos
santificados. Así, pues, Dios nos da lo que debemos ofrecer para merecer su gracia.
“Te ofrecemos, Dios de majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro,
inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación” (P.E. I)
“Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya
inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de
tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
37 CATIC 1104
38 1Pe 2,9
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Que Él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus
elegidos.” (PE III)
“Dirige tu mirada sobre esta Víctima que tú mismo has preparado a tu Iglesia, y concede a
cuantos compartimos este pan y este cáliz, que, congregados en un solo cuerpo por el Espíritu
Santo, seamos en Cristo víctima viva para alabanza de tu gloria.” (P.E. IV)
“Mira con bondad la ofrenda de tu Iglesia, en la que se hace presente el sacrificio pascual de
Cristo que se nos ha confiado, y concédenos, por la fuerza del Espíritu de tu amor, ser contados
ahora y por siempre entre el número de los miembros de tu Hijo cuyo Cuerpo y Sangre
comulgamos.” (P.E. D.C.)
E. Lo litúrgico y lo no-litúrgico