Adoración Eucarística (Adaptada)
Adoración Eucarística (Adaptada)
Adoración Eucarística (Adaptada)
Bendición inicial
Tomás: El discípulo, el misionero, está llamado a ser un hombre de fe y un hombre libre: la Palabra que
anuncia exige que nada pueda ensombrecer su claridad, su transparencia. Por eso, su estilo de vida es
sobrio y toda su vida está guiada por el amor a Jesús.
Prof. Javier: Jesús es el valor absoluto para el discípulo, quien le hace capaz de afrontar los
sufrimientos e incluso la muerte. Actuando así manifiesta fe concreta, amor humilde y servicial, coopera
en la extensión del Reino de Dios y participa de la misma dicha del Señor. Pidámosle a Él, que está
delante de nosotros, que Él sea nuestro valor absoluto, y adoremos.
Prof. Javier: Escuchamos con atención el pasaje que nos ayudará a meditar en esta adoración.
Lector 1:
Leemos juntos el oráculo del Profeta Isaías (Is 58, 1-12)
«Grita a voz en cuello, sin cejar, alza la voz como una trompeta, denuncia a mi pueblo sus delitos,
a la casa de Jacob sus pecados.
Consultan mi oráculo a diario, muestran afán de saber mis caminos, como si fueran un pueblo que
practicara la justicia y no hubiesen abandonado los preceptos de Dios. Me piden sentencias
justas, quieren tener cerca a su Dios y exclaman: "¿Para qué ayunar, si no haces caso? ¿Para qué
mortificarnos si tú no te fijas?"
Mirad: es que el día de ayuno buscáis vuestro interés y explotáis a vuestros servidores; es que
ayunáis entre riñas y pleitos, dando puñetazos sin piedad. No es ese ayuno que ahora hacéis el que
hará oír en el cielo vuestras voces.
¿Acaso es ése el ayuno que yo quiero para el día en que el hombre hace penitencia? Doblar la
cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza, ¿a eso llamáis ayuno, día agradable al
Señor?
Adoración Eucarística – CEP “DON BOSCO” - PIURA
El ayuno que yo quiero es éste: abrir las prisiones injustas, desatar las
coyundas de los yugos, dejar libres a los oprimidos, romper todas las cadenas; partir tu pan con el
que tiene hambre, dar hospedaje a los pobres que no tienen techo; cuando veas a alguien desnudo,
cúbrelo, y no desprecies a tu semejante.
Entonces brillará tu luz como la aurora, en seguida te brotará la carne sana; tu justicia te abrirá
camino y detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor y él te responderá,
gritarás y él te dirá: «Aquí estoy».
Cuando destierres de ti los yugos, el gesto amenazante y las malas intenciones; cuando partas tu
pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente, entonces brillará tu luz en las tinieblas,
tu oscuridad se volverá mediodía.
El Señor te dará reposo permanente, en el desierto saciará tu hambre, dará vigor a tus huesos,
serás un huerto bien regado, un manantial de aguas cuya vena no se agota; reconstruirás viejas
ruinas, levantarás cimientos de antaño, te llamarán "Reparador de brechas", "Restaurador de
casas en ruinas"».
Padre Angel: En nuestro tiempo, en distintos ámbitos de la vida personal y social, experimentamos las
dificultades de acoger «al otro»: al extraño o al vecino; al padre anciano o al hijo concebido; al enfermo
crónico o al terminal, a quien sencillamente sus opciones son diferentes a las nuestras. Advertimos que
acoger es correr un riesgo, el de renunciar a algo nuestro en favor del otro, y nos asustamos. y además,
¿el otro qué hará con la acogida que le ofrezco?
Sin embargo, correr el riesgo puede significar un descubrimiento: el del amor que crece. El otro no es
primariamente un desconocido del que defenderse; es sobre todo un misterio enriquecedor por
descubrir. El Señor nos recuerda que en la persona que acogemos se hace visible su presencia. Renunciar
a un poco de espacio y a un poco de tiempo, ampliar los círculos de amistad para abrazar nuevas
amistades, compartir lo que somos, sabemos y tenemos no es privación, sino potenciación fecunda.
Escuchemos la siguiente canción, que nos ayudará a interiorizar lo que hemos comenzado a reflexionar:
P. Angel: El Santo Padre también hoy tiene palabras para nosotros hoy. Escuchemos este texto en silencio,
y contemplemos al Señor, que se nos muestra en la humildad de un pan, haciendo oración de acuerdo a lo
que nos dicte la voz del Espíritu en el corazón
Adoración Eucarística – CEP “DON BOSCO” - PIURA
Lector 2:
Este estilo de vida nos salvará, nos dará alegría y nos hará fecundos, porque este camino de renegarse a
sí mismo es para dar vida, es contra el camino del egoísmo, de estar apegado a todos los bienes solo para
mí... Este camino es abierto a los otros, porque ese camino que ha hecho Jesús, de anulamiento, ese
camino ha sido para dar vida. El estilo cristiano es precisamente este estilo de humildad, de dulzura, de
mansedumbre. Quien quiere salvar la propia vida, la perderá. Y esto hay que vivirlo con alegría porque la
alegría nos la da Él mismo. Seguir a Jesús es alegría, pero seguir a Jesús con el estilo de Jesús, no con
el estilo del mundo. Seguir el estilo cristiano significa recorrer el camino del Señor, cada uno como
puede, para dar vida a los otros, no para darse vida a sí mismo. Es el espíritu de la generosidad. Además,
nuestro egoísmo nos empuja a querer aparecer importantes delante de los otros. Sin embargo, el libro
de Imitación de Cristo nos da un consejo bellísimo: «Ama no ser conocido y ser juzgado como nada». Es
la humildad cristiana, lo que ha hecho Jesús antes. Esta es nuestra alegría, y esta es nuestra
fecundidad: ir con Jesús. Otras alegrías no son fecundas; solamente piensan - como dice el Señor - en
ganar el mundo entero, pero al final pierde y estropea la vida.
(Cf Homilía de S.S. Francisco, 6 de marzo de 2014, en Santa Marta)
Silencio guiado
Tomás: Ahora, hacemos silencio delante de Dios, y presentemos al Señor nuestro agradecimiento, y
nuestras intenciones, pidiendo al Señor que escuche nuestra voz y nos mire como a sus hijos.
P. Angel: Oremos:
Perdóname, Señor: he cerrado la puerta de mi corazón y la puerta de mi casa; a veces por miedo, otras
por pereza. Perdóname, Señor. También tengo que decir: perdóname, hermano; perdóname, hermana,
porque no has encontrado en mí lugar donde descansar, estar a gusto, sentirte «en casa». Sí, perdóname.
Sé que es posible vivir de otra manera, desplegar el amor y ayudar a otros.
P. Angel: Oremos:
Oh Dios, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de Tú pasión; te pedimos nos concedas
venerar de tal modo los sagrados misterios de Tu Cuerpo y de Tu Sangre, que experimentemos
constantemente en nosotros el fruto de Tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
ACTO DE DESAGRAVIO