Perspectiva de La Elección Pública

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Perspectiva de la elección pública

La perspectiva de la elección pública trata de ligar la economía con la política a través del Estado,
entendido como la suma de voluntades individuales, para saber cuáles son los factores que determinan
las políticas que elige el Estado de entre las diferentes opciones que se le presentan. Comprende dos
ramas: a) La Elección Pública Positiva, que estudia las decisiones colectivas o públicas de los agentes
políticos, y b) La Economía Política Constitucional, que pretende desarrollar un marco institucional que
aminore el poder político frente a la sociedad civil. Partiendo del individualismo metodológico, sostiene
la premisa de que el comportamiento de los burócratas y políticos es maximizador del presupuesto
público principalmente buscando sus propios intereses y sólo entonces buscando el bienestar social.
Además estudia las elecciones fuera del mercado, es decir, las elecciones como un proceso social que
involucra a los individuos independientemente de su voluntad para tomar decisiones colectivas y
públicas. En general, esta rama estudia los "fracasos del gobierno" como una respuesta ante quienes
sostienen que el gobierno debe intervenir ante los denominados fracasos del mercado; así postula que
la evidencia científica señala al gobierno -y no al mercado- como el ente que debe ser limitado o
reducido por el bienestar de la sociedad.

2. Principios básicos

1) El individuo se transforma en la unidad fundamental de análisis. Public Choice rechaza construir


unidades de toma de decisiones orgánicas, tales como el pueblo, la comunidad o la sociedad. No
son los grupos los que eligen, sino los individuos. En cuyo caso el problema es cómo modelizar
las distintas maneras en que las preferencias diversas y a menudo conflictivas de individuos
egoístas se expresan y compaginan cuando las decisiones son tomadas de modo colectivo.
2) Los procesos público y privado difieren entre sí, no porque las motivaciones de los actores sean
distintas, sino porque hay severas diferencias en los incentivos y restricciones que canalizan la
prosecución del interés egoísta en ambos contextos. Por ejemplo, el comprador de una casa
elige entre las alternativas disponibles a la luz de sus circunstancias personales y captura en
forma completa los beneficios y soporta los costos de su propia elección. La decisión de compra
es voluntaria, y se llegará a un acuerdo solamente si tanto el comprador como el vendedor
terminan en mejor situación que antes. Por otro lado, si un político promete hacer construir un
proyecto para la protección de la comunidad del nuevo propietario contra las inundaciones, la
acción depende de que al menos algunos de sus vecinos voten por que se establezca un
impuesto a ellos mismos y a otros. Como los costos y beneficios del proyecto son compartidos,
no existe garantía de que el bienestar de cada uno aumente.
Estudiando la toma de decisiones colectiva por medio de comités, Duncan Black dedujo lo que desde
entonces se conoce como el teorema del votante mediano: Si los votantes están completamente
informados, si sus resultados preferidos pueden ser dispuestos a lo largo de una única dimensión (p.ej.
de izquierda a derecha), si cada votante tiene un único resultado preferido a los demás, y si las
decisiones son adoptadas mediante una simple regla mayoritaria, luego con un número impar de
votantes resultará decisivo el voto del votante mediano. Cualquier propuesta a la izquierda o a la
derecha de ese punto será derrotada por una más próxima a la del votante mediano. Como las
propuestas extremas pierden frente a las propuestas centristas, los candidatos y los partidos en un
sistema bipartidista se trasladarán hacia el centro, y el resultado será que sus plataformas y promesas
de campaña sólo diferirán marginalmente. Invirtiendo la frase usada como eslogan por el esperanzado
candidato presidencial de 1964 Barry Goldwater, las elecciones por mayoría representan para los
votantes un eco, no una decisión. Si los supuestos previos son válidos, les preferencias del votante
mediano también determinarán los resultados de los referendos populares. De hecho, anticipando que
las propuestas impopulares serán derrotadas, los que diseñan las iniciativas de voto se afanarán por
adoptar un lenguaje centrista, trasladando teóricamente los resultados políticos a una mayor
proximidad al punto ideal del votante mediano que lo que se hubiera dado si las decisiones fueran
tomadas, en lugar de ello, por representantes interesados en sí mismos. Al modelizar la decisión de
votar en un ambiente de elección racional Anthony Downs señaló a su vez que en sí el acto de votar es
irracional. Esta conclusión se desprende del hecho de que la probabilidad de que el voto de un individuo
determine el resultado de una elección es asombrosamente baja. El voto de una persona volcará el
resultado a favor del candidato o de la cuestión preferida sólo si los votos de los restantes votantes se
distribuyen de manera uniforme. A medida que el número de votantes tiende a ser más grande, la
probabilidad de lograrlo tiende rápidamente a cero, por lo cual los beneficios de concurrir a votar son
probablemente muy inferiores a sus costos. Por consiguiente, Public Choice predice una escasa
participación de votantes si éstos son racionales. Efectivamente, si hay un rompecabezas que aún no ha
sido resuelto, no es la tan baja participación en las elecciones de U.S., sino por qué es tan elevada.

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