Ensayo Trujillo
Ensayo Trujillo
Ensayo Trujillo
(PMA-540)
Práctica:
Ensayo sobre el régimen de Trujillo
Profesora:
Presentado por:
Matrícula:
28 de noviembre de 2020
Ensayo sobre el régimen de Trujillo
Aunque su verdadero nombre era Ramón Mejía del Castillo, todos le conocieron como
Pichirilo Mejía. Era oriundo de San Pedro de Macorís, miembro de una familia dedicada
a la navegación en pequeñas goletas que entre los años de la década de los treinta y los
cuarenta del siglo pasado, laboraban en esa actividad viajando desde nuestro país a las
pequeñas Antillas transportando frutos y pasajeros de escasos recursos, generalmente
obreros inmigrantes nativos de esas islas caribeñas que venían a nuestro país a trabajar
en la industria azucarera.
Resultaron elegidos vocales: Julio Escoto Santana, delegado del Este; Luis
Gómez Pérez, delegado del Sur; Carlos Crisanty García, delegado en
Santiago; Luis Antonio Álvarez, delegado en San Francisco de Macorís;
Efraín Dotel Recio, delegado de Barahona; Germán Antonio Rodríguez,
alias Rodrigote, delegado de La Vega. Días antes de esta asamblea, el joven
Jorge Lama Mitre, nativo de Santiago, fue enviado a New York, a fin de
establecer contactos con los exiliados dirigentes del Movimiento de
Liberación Dominicana.
Todos los detenidos, incluyendo los del interior, fueron conducidos al centro
clandestino de tortura y exterminio trujillista conocido como “La Cuarenta”,
situado en la parte alta a la ciudad capital.
Todos los detenidos, incluyendo los del interior, fueron conducidos al centro
clandestino de tortura y exterminio trujillista conocido como “La Cuarenta”,
situado en la parte alta a la ciudad capital.
Luis Gómez, doctor Rafael Eduardo Valera Benítez (a) Fefé, Lisandro
Macarrulla, José Israel Cuello, Adolfo Franco Brito, Hugo Quezada, José
Frank Tapia Cunillera, José Fernández Caminero, Miguel Lama, Fernando
José Francisco Fernández Simó (a) Abelito, Carlos Conrado Bogaert
Domínguez (a) Charles, José Roberto Danilo Cruz Segura, doctor José Tallaj
Abi-Saab, Marcelo Felipe Bermúdez Estrella, Pedro Gregorio Espinal Pérez,
Jaime Durán Hernando (a) Jimmy, Germán Antonio Silverio Mesón (a) El
Guardia, José Ramón Ureña Quiroz, ingeniero José Ramón Manuel Baquero
Ricart (a) Manolito, Angel Salvador García Alecont (a) Cucho, Rafael
Eduardo Tavárez Liz (a) Yayo, Marcos Dionisio Troncoso López Penha,
Alfredo Vásquez Calderón (a) Gallego, doctor Wenceslao Nicolás Vega
Boyre, Agliberto Meléndez Jiménez, Mario Alfredo Mathis Ricart, Alfredo
Alba Sánchez y Alfredo Oscar Bergés Febles.
Roberto Antonio Arzeno Rodríguez, Rafael Antonio Báez Pérez (a) Cocuyo,
José Antonio Hurtado, César Leopoldo de los Santos Almonte, Rafael
Octavio Silverio Mesón (a) Fellito, Germán Ricardo Ares Hevia (a) Flaco,
Rolando A. Álvarez Abreu (a) el Hurón, Vinicio Rafael Grisanty Isidro,
Julián Grisanty Missick, Rafael Darío Vidal Rodríguez, doctor Alfredo Parra
Beato, Ramón Gilberto Sánchez Fuster, Nicolás Pérez y Pérez, Oscar
Arístides Juliao González (a) Fello, Luis Lora Otaño, Pindaro Pedro Bobea
Prandy, René Federico del Risco Bermúdez (a) Chichí, Danilo Aguilo
Hidalgo, Diego Casasnova Garrido, José Cadet Mena, Noel Giraldo Medina,
Juan Luis Mejía Aguasvivas, Arcadio Encarnación Palmer, Francisco
Saldaña Medrano (a) Toño, Carlos Sully Bonelly Valverde, Ramón Cáceres
Troncoso, Otilio Antonio Portorreal González (a) Tilito, ingeniero Carlos
Sully Martínez Bonelly, Fausto Rodríguez Mesa, Bienvenido Ramón Tejada
Rodríguez, Luis Beltrán Pérez Espinosa y centenares más.
Ese fue el momento elegido por la Iglesia Católica para romper con la
dictadura. El primer indicio de este rompimiento que afectó profundamente
al tirano, fue la publicación de una carta pastoral firmada por todos los
obispos, leída en todas las iglesias del país el 21 de enero de 1961,
reclamando respeto a los derechos humanos y clamando a favor del cese de
las persecuciones y los atropellos contra los jóvenes del 14 de Junio.
Tal viraje evidenciaba que el dictador marchaba hacia su ocaso. Pero lo que
puso en claro que el dictador había perdido todo sentido de la realidad
política y actuaba absolutamente desquiciado, lo fue la orden impartida para
asesinar a las tres hermanas Mirabal el 25 de noviembre de 1960, horrendo
crimen que sacudió la conciencia de la nación, y que incluso, indignó a no
pocos de sus cercanos colaboradores. Como se conoce, este trágico
acontecimiento originó el entrelazamiento de las voluntades de los valientes
que participaron en la acción que puso final a la dictadura el 30 de mayo de
1961.
En los años finales de la década de los
años cincuenta, se originó una
discusión en el seno del Partido
Socialista Popular, agrupamiento de
los marxistas dominicanos, sobre los
pasos inmediatos a tomar respecto a la
dictadura de Trujillo.
Desde ese último lugar entraron en contacto con las autoridades consulares
dominicanos, quienes informaron al dictador sobre el proyecto del MPD.
A partir de esa experiencia la dirección del MPD decidió continuar con sus
actividades públicas de denuncia, pero también crear un ramal clandestino
que le permitiera la continuidad de sus actividades organizativas opositoras.
En ese momento pasaron a ocupar posiciones importantes como dirigentes
los zapateros Baldemiro Castro y Jorge Puello (El Men)
En otro asalto de las fuerzas represivas trujillistas ocurrido al local del MPD
en agosto de ese mismo año más de diez de sus militantes fueron heridos y
otros treinta detenidos y remitidos a la cárcel de “La Cuarenta”.
Esa realidad se expresó aún dentro de las Fuerzas Armadas, muy a pesar de los
rigurosos controles de la dictadura sobre los cuerpos militares y del ambiente de terror
existente en sus filas.
Así por ejemplo, pocos días después de que el hijo del tirano personalmente
acompañado de altos oficiales llevara a efecto en la Base Aérea de San Isidro los
últimos fusilamientos de los expedicionarios del 14 de junio, un grupo de sargentos
inició allí una conspiración para derribar la tiranía.
Los principales dirigentes de ese proyecto de rebelión fueron los sargentos: Rafael
Vargas Roman, Ulises Jaquez Bencosme, Dalmiro Amaro Moquete y Víctor Manuel
Espinosa. Los comprometidos en aquella acción sumaban varias decenas, casi todos con
el mismo rango.
Uno días de pues fue apresado su padre y otro hermano y encarcelado en la
cárcel de La Victoria.