2021 Crelier - Marte Análisis Reseña Crítica Carruthers
2021 Crelier - Marte Análisis Reseña Crítica Carruthers
2021 Crelier - Marte Análisis Reseña Crítica Carruthers
Andrés Crelier
Fernando Marte
DOI: 10.26754/ojs_arif/arif.202115705
Peter Carruthers (2019). Human and animal minds: The consciousness questions laid to
rest. Oxford University Press.
Análisis. Revista de investigación filosófica, vol. 8, n.º 1 (2021): 121-129 ISSNe: 2386-8066
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pueden medir con respecto a ningún criterio fuera de las propias disposiciones.
Esto parece quitarles a los conceptos fenoménicos toda significación.
Visto desde otro ángulo, es dudoso que estos conceptos escapen completamente
a la dimensión pública y comunicativa del lenguaje. Su empleo está dado por
indicaciones (ajenas o propias) a dirigir la atención a ciertos aspectos de la experiencia
en contraste con otros. Y son estas indicaciones, comunicables mediante el lenguaje,
las que parecen fijar su extensión y significado. Pero si ya podemos comprender a qué
debemos prestar atención cuando queremos emplear correctamente un concepto
fenoménico, entonces su extensión es un contenido (o si se quiere un aspecto del
contenido) públicamente ostensible. Asimismo, los reportes verbales de la conciencia
fenoménica no suelen consistir meramente en indexicales como “este rojo”, sino en
descripciones con mayor o menor grado de precisión, capaces de captar (al menos
en parte) los matices de los colores y los tonos de los sonidos. Más aún, siguiendo
también a Wittgenstein, la propia dimensión de grano fino de la experiencia puede
ser incorporada al lenguaje en tanto muestra de tipos de experiencia.
Si nuestras consideraciones críticas tienen asidero, el significado de los
conceptos de la conciencia fenoménica carecen de la inefabilidad y privacidad que
Carruthers les atribuye, y la investigación de la conciencia en animales no humanos
puede recobrar sentido. En esta dirección, podemos concebir que las capacidades
conceptuales de muchas especies no humanas, incluidas las que se refieren a la
experiencia fenoménica, se desarrollan en estrecha relación con una forma de
vida públicamente accesible. Si bien una criatura carente de lenguaje no podrá dar
cuenta de que se percata de la “brecha explicativa” y la correspondiente posibilidad
de zombies, bien puede ser capaz de manifestar que está usando conceptos
fenoménicos. Esto sucede por ejemplo cuando manifiesta que le presta atención
al grano fino de la experiencia, algo comprobable en los test sobre capacidades de
discriminación de naturaleza flexible y de grano muy fino. Tendríamos con ello
un acceso a la conciencia fenoménica a través de la conducta (y sus correlatos
cerebrales). Ciertamente, podría ser que el contenido no conceptual fuera usado,
en algunas especies, por sistemas mentales no conscientes, como suele ser también
el caso en los humanos. Por ello deberíamos contar con una teoría de la conciencia
(que Carruthers identifica con el espacio global de trabajo), para ver si los sistemas
mentales que esta teoría propone están activos por ejemplo cuando la criatura
presta atención a cualidades de grano fino de su experiencia. Pero nada impide
desarrollar una perspectiva que cuente con los dos elementos que Carruthers
considera necesario poner en relación: la evidencia de conciencia fenoménica, por
un lado, y una teoría sobre esa conciencia, por el otro.
una perspectiva ética determinada, piensa que esta disciplina puede justificar sus
fundamentos morales en la investigación de la mente animal, en el sentido de que
cada teoría se interesará por la presencia de determinada gama de capacidades
mentales. En otras palabras, según la visión de Carruthers, es posible dejar a
un lado el problema de la conciencia fenoménica y continuar el debate en los
términos usuales. Ciertamente carecerá de sentido intentar sentir “empatía”, una
actitud de primera persona, por criaturas cuya conciencia fenoménica (y en tal
medida su sintiencia) ha quedado fuera de los alcances de la comprensión humana.
Pero podemos sentir “simpatía” por ellos, entendida como una actitud de tercera
persona, capaz de llegar a comprender las necesidades y deseos de una criatura no
humana.
Carruthers es acaso demasiado optimista respecto de que la ética animal
no resulta afectada por su teoría de la conciencia. Ante todo, esta última tiene
indudables consecuencias negativas sobre una rama muy importante de la ética
utilitarista que se apoya en la capacidad de sentir dolor y sufrimiento de manera
consciente, y también sobre intuiciones corrientes acerca de estas afectividades en
el terreno no humano. Sin embargo, estas consecuencias se pueden contrarrestar
al menos de dos modos. Uno de ellos es el que, como mencionamos, deja abierto
este autor. La relación entre las capacidades mentales y la ética animal deja en
efecto un espacio de trabajo muy amplio. Las éticas de orientación kantiana
pueden nutrirse de lo que sabemos acerca de las capacidades mentales sofisticadas
de muchas especies, y las éticas de la virtud (y algunas ramas del utilitarismo)
pueden abrevar en lo que sabemos de las preferencias, necesidades y deseos de
muchos animales no humanos. El otro modo supone poner en duda algunos de los
fundamentos teóricos de Carruthers sobre la conciencia fenoménica. Si nuestras
consideraciones críticas sobre la tesis de la conciencia fenoménica como un
concepto de primera persona están encaminadas, vuelve a tener sentido investigar
la capacidad de sentir dolor de manera consciente, y en sentido fenoménico, fuera
de la especie humana. Por esta vía se podría poner nuevamente en juego esta
atribución como fundamento para la ética animal.
Andrés Crelier
Universidad Nacional de Mar del Plata / CONICET (Argentina)
[email protected]
Fernando Marte
Universidad Nacional de Mar del Plata (Argentina)
[email protected]
Bibliografía
Chalmers, D. (1996): The Conscious Mind. Oxford University Press.
Chalmers, D. (2018): “The meta-problem of consciousness”. Journal of Consciousness
Studies, 25(9-10), 6-61.
Singer, P. (1993): Practical Ethics, 2nd edn. Cambridge University Press.
Wittgenstein, L. (1988): Investigaciones filosóficas. Barcelona: Crítica.