Este documento resume las posiciones de varios filósofos contemporáneos sobre la relación entre el alma, el cuerpo y la mente. 1) Algunos filósofos promueven un reduccionismo fisicalista que intenta explicar la mente únicamente a través de procesos cerebrales y neuronales, rechazando el concepto de alma. 2) Sin embargo, esto plantea problemas como la compatibilidad entre la libertad y la determinación neuronal. 3) Filósofos como Searle y Kim intentan armonizar el fisicalismo con la libertad, a
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Este documento resume las posiciones de varios filósofos contemporáneos sobre la relación entre el alma, el cuerpo y la mente. 1) Algunos filósofos promueven un reduccionismo fisicalista que intenta explicar la mente únicamente a través de procesos cerebrales y neuronales, rechazando el concepto de alma. 2) Sin embargo, esto plantea problemas como la compatibilidad entre la libertad y la determinación neuronal. 3) Filósofos como Searle y Kim intentan armonizar el fisicalismo con la libertad, a
Este documento resume las posiciones de varios filósofos contemporáneos sobre la relación entre el alma, el cuerpo y la mente. 1) Algunos filósofos promueven un reduccionismo fisicalista que intenta explicar la mente únicamente a través de procesos cerebrales y neuronales, rechazando el concepto de alma. 2) Sin embargo, esto plantea problemas como la compatibilidad entre la libertad y la determinación neuronal. 3) Filósofos como Searle y Kim intentan armonizar el fisicalismo con la libertad, a
Este documento resume las posiciones de varios filósofos contemporáneos sobre la relación entre el alma, el cuerpo y la mente. 1) Algunos filósofos promueven un reduccionismo fisicalista que intenta explicar la mente únicamente a través de procesos cerebrales y neuronales, rechazando el concepto de alma. 2) Sin embargo, esto plantea problemas como la compatibilidad entre la libertad y la determinación neuronal. 3) Filósofos como Searle y Kim intentan armonizar el fisicalismo con la libertad, a
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Martnez Barrera, Jorge
Alma, cuerpo y mente: Santo Toms y algu-
nos contemporneos Sapientia Vol. LXVII, Fasc. 229-230, 2011 Este documento est disponible en la iblioteca !i"ital de la #ni$e%sidad &at'lica (%"entina, %eposito%io institucional desa%%ollado po% la iblioteca &ent%al )San enito (bad*. Su ob+eti$o es di,undi% - p%ese%$a% la p%oducci'n intelectual de la instituci'n. La iblioteca posee la auto%i.aci'n del auto% pa%a su di$ul"aci'n en l/nea.
&'mo cita% el documento0 1a%t/ne. a%%e%a, 2o%"e. )(lma, cue%po - mente 0 Santo 3oms - al"unos contempo%neos* 4en l/nea5. Sapientia, 67.229-230 820119. !isponible en0 :ttp0;;bibliotecadi"ital.uca.edu.a%;%eposito%io;%e$istas;alma-cue%po-mente-santo-tomas.pd, 4Fec:a de consulta0..........5 8Se %ecomienda indica% ,ec:a de consulta al ,inal de la cita. E+0 4Fec:a de consulta0 19 de a"osto de 201059. JORGE MARTNEZ BARRERA Pontificia Universidad Catlica de Chile Alma, cuerpo y mente. Santo Toms y algunos contemporneos A) Reduccionismo fisicalista en la filosofa de la mente contempornea No necesitamos justificar la actualidad del problema mente-cuerpo en una parte importante de la filosofa contempornea. Puede decirse que el nacimiento oficial del asunto se remonta a dos artculos pione- ros aparecidos en 1958 y en 1959 escritos por Herbert Feigl el primero y J.J.C. Smart el segundo 1 . Se trata de un asunto planteado en buena medida a partir de los descubrimientos en materia de anatoma y fisio- loga cerebral y de la relevancia del funcionamiento del cerebro en los actos mentales. Sin nimo de simplificar excesivamente, puede decirse que las neurociencias se proponen hallar en la complejidad de la orga- nizacin cerebral la explicacin fundamental de la mente misma, e incluso de los actos humanos. Las neurociencias promueven una teora de la causalidad cuyo objetivo es desplazar aquellos modelos explicati- vos que, en principio, no pueden dar cuenta de los actos mentales en categoras que respondan a las exigencias de la actual concepcin cien- tfica del mundo como compuesto de cosas materiales. Al mismo tiem- po, buscan entender cmo es posible que la mente, con su supuesta inmaterialidad, pueda a su vez producir efectos fsicos. Este vaco en la explicacin de la naturaleza de la mente y de su modo de causacin, el cual, se espera, ser llenado una vez que se alcance una exhaustiva topografa cerebral, ha sido paralelo a la gradual desapari- 1 HERBERT FEIGL, The Mental and the Physical, en Minnesota Studies in the Philosophy of Science, Vol. 2. Ed. Herbert Feigl, Grover Maxwell and Michael Scriven, Minneapolis: University of Minnesota Press, 1958. J. J. C. SMART, Sensations and Brain Processes, Philosophical Review 68 (1959), pp. 141-156. Citados por: JAEGWON KIM, Mind in a Physical World. An Essay on the Mind-Body Problem and Mental Causation, Cambridge, Massachusetts: MIT Press. 2000. cin del concepto de alma, considerado obsoleto. Cientficos de renombre como Francis Crick, por ejemplo, sostienen que el descubri- miento de la hlice del ADN nos permite prescindir de una realidad sobrenatural como el alma, afirma en un clebre reportaje 2 . Para entendernos a nosotros mismos, debemos entender cmo se compor- tan las clulas nerviosas y cmo interactan. () no somos otra cosa que un paquete de neuronas 3 . El alma, segn Crick, nos conectara con un dominio de creencias religiosas que ya nada tienen que hacer en nuestra concepcin cientfica del mundo. De hecho, el concepto de alma ha sido remplazado por el de conciencia, y sta, a su vez, tam- bin considerada a veces como un equivalente de la mente, sera el pro- ducto de la actividad neuronal. Esta posicin suscita algunos problemas de muy difcil resolucin en el plano filosfico, o por lo menos, para una filosofa que ya se habra revelado muy por debajo de las interpela- ciones de las neurociencias. Una de las mayores dificultades, sin embar- go, est planteada por la existencia de la libertad. Si todos los actos especficamente humanos se caracterizan por ser actos libres, entonces habra una incompatibilidad infranqueable entre la libertad de tales actos y la causa de los mismos. Nuestras decisiones y actos, de acuerdo al testimonio de las neurociencias, son el producto de complejas com- binaciones electroqumicas. Todo acto humano, considerado incluso como asunto de investigacin tica, podra reducirse a un esquema de estmulo-respuesta. En los trabajos de Michael Gazzaniga, por ejemplo, se hace lugar a una nueva disciplina, la neurotica, en la cual se va ms all de lo que en su inicio este concepto significaba 4 . El concepto de neurotica fue intro- ducido por W. Safire el 10 de Julio de 2003 en el New York Times. Safire lo acu para referirse a la reflexin sobre lo lcito y lo ilcito en las investigaciones sobre el cerebro humano, pero Gazzaniga lo extien- de a las consideraciones sobre la normalidad, enfermedad, mortalidad, modo de vivir y filosofa de vida respecto de nuestros conocimientos sobre los mecanismos cerebrales y especialmente por el hecho de que todos nuestros actos remiten indefectiblemente a una base neuroqu- mica. Hay dificultades evidentes al momento de conciliar este fisicalismo con la certeza de la libertad que sentimos en el momento de una deci- 236 JORGE MARTNEZ BARRERA 2 Ver: http://edant.clarin.com/diario/2003/03/11/s-03401.htm 3 FRANCIS CRICK, The Astonishing Hypothesis: The Scientific Search for the Soul, London- New York: Touchstone, 1995, p. 3 (citado por ARNALDO BENINI, Che cosa sono io. Il cer- vello alla recerca di s stesso, Milano: Garzanti, 2009. Debo la noticia del libro de Benini al Prof. Hctor Padrn). 4 MICHAEL GAZZANIGA, The Ethical Brain, New York-Washington: Dana Press, 2005. Id., Human: The Science behind what makes us unique, New Cork: Harper Collins, 2008. Tomo la referencia de Arnaldo Benini, op. cit. sin. Jaegwon Kim, por ejemplo, intenta armonizar ambas posiciones al afirmar que la parte de la actividad mental cognitiva e intencional vin- culada con el comportamiento sera reducible a lo neuronal, mientras que no sucedera lo mismo con los qualia 5 . De este modo, segn Kim, el fisicalismo estara, manqu, but not by much, errado pero no por mucho. Con lo cual no parece que avancemos demasiado. No se puede negar una cierta impresin de acrobacia argumentativa en algunos tra- bajos que intentan ofrecer una explicacin del libre albedro en el marco de una reduccin de todos los actos mentales a sus presupues- tos neuronales. Las conclusiones de autores como Gazzaniga o Kim dicen ms o menos esto: los cerebros son automticos, pero la volun- tad es libre. En fin, es de esperar que si ya se habla de una neurotica, tambin podemos hablar de una neuropoltica aun cuando ello supon- dra abrir un fascinante campo de investigacin, el de la actividad ence- flica de los hombres polticos! Este reduccionismo al que conduce la reubicacin de la mente en el mundo fsico, ha sido abordado en trminos de una filosofa que se quiere amigable con las neurociencias, de modo tal que no se caiga en una negacin de la libertad y al mismo tiempo no se niegue el carcter fsico de la mente. Uno de los ms representativos filsofos de la mente contemporneos es John Searle, quien se ha ocupado exhaustivamente de estos problemas. Menciono solamente de su vasta produccin, dos trabajos suyos en donde se abordan los asuntos de la mente y la liber- tad. Ellos son: Mentes, cerebros y ciencias 6 y Libert et neurobiologie 7 . Para Searle, la mente consiste en una secuencia de pensamientos, sen- saciones y experiencias conscientes e inconscientes que componen nuestra vida mental. Es necesario, afirma, desembarazarse de los fan- tasmas de viejas teoras filosficas que habitan en nuestro concepto de lo mental 8 . Nuestro mayor problema consiste en que una representa- cin de sentido comn acerca de nosotros mismos como seres pen- santes y libres, no parece poder articularse con un mundo del que la ciencia nos dice que consta enteramente de partculas fsicas carentes de mente y significado. A pesar de todo, la solucin del problema podra ser ms sencilla de lo que creemos, pues en realidad estamos empea- ALMA, CUERPO Y MENTE. SANTO TOMS Y ALGUNOS CONTEMPORNEOS 237 5 JAEGWON KIM, Physicalism, or something near enough, Princeton-Oxford: Princeton University Press, 2005. Los qualia son los estados de nimo personales derivados de experiencias sensibles, perceptivas o reflexivas. 6 JOHN SEARLE, Mentes, cerebros y ciencia, Madrid: Ediciones Ctedra. 2001. Traduccin de Luis Valds (Edicin original: Mind, Brains and Science. Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press. 1986). 7 JOHN SEARLE, Libert et neurobiologie. Rflexions sur le libre arbitre, le langage et le pouvoir politique, Pars: Bernard Grasset, 2004. 8 Mentes, p. 15. dos en buscar una salida provistos de una filosofa francamente obso- leta y con un vocabulario tan anticuado como el empleado en el siglo XVII. Obviamente, es Descartes el filsofo contra quien apunta Searle. Para Descartes el asunto se planteaba as: cmo podemos dar cuenta de las relaciones entre dos realidades o cosas de gneros tan aparente- mente diferentes? Searle identifica cuatro rasgos de los fenmenos mentales que han hecho que parezcan imposibles de articular con nuestra concepcin cientfica del mundo como algo compuesto de cosas materiales. El rasgo ms importante de todos es la conciencia. La conciencia, afir- ma, es el hecho central de la existencia especficamente humana, pues- to que sin ella todos los dems aspectos especficamente humanos de nuestra existencia lenguaje, amor, humor y as sucesivamente ser- an imposibles 9 . El segundo rasgo es lo que los filsofos y psiclogos llaman inten- cionalidad. Mediante ella nuestros estados mentales se dirigen a, o son sobre, o se refieren a objetos y estados de cosas del mundo distintos de tales estados mentales. El campo de la intencionalidad es extremada- mente vasto. Incluye creencias, deseos, esperanzas, temores, amor, odio, lascivia, aversin, vergenza, orgullo, irritacin, diversin y todos aque- llos estados mentales conscientes o no, relativos a un mundo distinto de la mente misma. El tercer rasgo de la mente que parece muy difcil de armonizar con una concepcin cientfica del mundo es la subjetividad de los estados mentales. Es innegable que esta subjetividad est marcada por hechos evidentes: yo puedo sentir un dolor que otro no puede sentir. Ahora bien, cmo acomodamos esta subjetividad de los estados mentales con la concepcin cientfica de la realidad como algo totalmente objetivo? Y finalmente, hay un cuarto problema y es el de la causacin mental. Todos suponemos que nuestros pensamientos tienen algn efecto cau- sal sobre el mundo fsico. Si yo decido levantar mi brazo, mi brazo se levanta, dice Searle. Ahora, si nuestros pensamientos tienen una natu- raleza no fsica, cmo es posible que tengan efectos fsicos? Cmo puede algo mental tener una influencia fsica? Con un dejo de irona, Searle escribe: Se supone que pensamos que los pensamientos pue- den enroscarse alrededor de los axones sacudir las dendritas, o colarse dentro de la membrana celular y atacar el ncleo de la clula? 10 Una filosofa de la mente preocupada por hallar la armonizacin de esta con el cuerpo no puede ignorar estos cuatro asuntos, y la buena noticia es que la solucin de este problema es ms sencilla de lo que 238 JORGE MARTNEZ BARRERA 9 Mentes, p. 20. 10 Mentes, p. 21. parece, argumenta Searle. En realidad, nuestra nica dificultad es que continuamos suscribiendo a teoras filosficas francamente insuficien- tes. Pues bien, las tesis propuestas por Searle para resolver este proble- ma mente-cuerpo son las siguientes: Los fenmenos mentales, todos los fenmenos mentales, ya sean conscientes o inconscientes, visuales o auditivos, dolores, cosquille- os, picazones, pensamientos, toda nuestra vida mental, estn efecti- vamente causados por procesos que acaecen en el cerebro 11 . La explicacin de esta tesis consiste en una detallada descripcin de la fisiologa del dolor, por tomar un ejemplo de fenmenos mentales. Esta fisiologa se concentra en los procesos que ocurren dentro del cerebro. La siguiente tesis de Searle es complementaria de la anterior: Los dolores y otros fenmenos mentales son slo rasgos del cere- bro (y quiz del resto del sistema nervioso central) 12 . En este punto, Searle aborda el asunto de la causa de los actos men- tales desde otra perspectiva en la cual intenta desarticular una idea demasiado arraigada, a saber, que los eventos fsicos materiales son causa de otros eventos inmateriales. Esto es un serio error, sostiene. Para superar esta dificultad aparente, Searle propone conseguir un con- cepto de causacin ms apropiado observando algunos otros tipos de relaciones causales que se dan en la naturaleza. Una distincin corrien- te en la fsica es aquella que se da entre micro y macropropiedades de sistemas a pequea y gran escala. Por ejemplo, si consideramos un obje- to como un vaso de agua, debemos hacernos cargo de que el agua est constituida por micropartculas que tienen rasgos a nivel de tomos y molculas. Dichos rasgos son los que explican las caractersticas, por ejemplo, de la liquidez del agua. La naturaleza de las interacciones entre las molculas del agua tienen una expresin a nivel macroscpico, del mismo modo que la interaccin de las molculas de un slido cual- quiera explica las caractersticas con que ese slido se nos aparece al tacto. Puede decirse entonces que el rasgo superficial es causado por la conducta de los microelementos, y al mismo tiempo est realizado en el sistema que est compuesto de los microelementos. Hay una relacin de causa y efecto, pero al mismo tiempo los rasgos superficiales son slo rasgos de nivel superior del mismo sistema cuyo comportamiento en el micronivel causa esos rasgos. Frente a alguna objecin que pudie- ra levantarse contra esto, Searle argumenta que precisamente el progre- so de la ciencia consiste en el hecho de que una expresin que se defi- ne originalmente en trminos de rasgos superficiales, rasgos accesibles ALMA, CUERPO Y MENTE. SANTO TOMS Y ALGUNOS CONTEMPORNEOS 239 11 Mentes, p. 22. 12 Mentes, p. 24 a los sentidos, puede ser subsecuentemente definida en trminos de microestructura que causa esos rasgos superficiales. Todo esto propor- ciona un buen modelo explicativo para las problemticas relaciones entre la mente y el cerebro. Podemos decir entonces que los fenmenos mentales son causados por procesos que tienen lugar en el nivel neuro- nal del cerebro y al mismo tiempo se dan en el sistema mismo que cons- ta de neuronas, las cuales seran un primer nivel del equivalente de las micropartculas de los otros fenmenos fsicos. Respecto de esto, no veo cmo Searle podra escapar a la objecin de reduccionismo, es decir, por qu razn habra que suponer que no est reduciendo los actos menta- les a sus condiciones fsicas. Tal como seala Thomas Nagel, una reduccin es el anlisis de algo identificado en un nivel de descripcin, en trminos de otro nivel de descripcin considerado ms fundamental que nos permite decir que el primero en realidad no es sino el segundo: el agua puede describirse como molculas de H 2 O, el calor como movi- miento molecular o la luz como radiacin electromagntica 13 . La respuesta de Searle a estas objeciones, por lo menos en los textos antes citados, consiste en insistir en dos argumentos. Uno, en la nece- sidad de buscar una explicacin del tipo de causa que produce los actos mentales que est en conformidad con los avances de las neuro- ciencias. Otro, perfectamente complementario con el anterior, es el argumento de las conductas o procesos del micronivel como verdade- ra explicacin del comportamiento de los hechos observables. De esta forma, cito a Searle: No hay obstculos lgicos o filosficos, o metafsicos, para dar cuenta de la relacin entre la mente y el cerebro en trminos que son completamente familiares para nosotros a partir del resto de la natu- raleza. Nada hay ms comn en la naturaleza que el que rasgos superficiales de un fenmeno sean a la vez causados por y realiza- dos en una microestructura, y sas son exactamente las relaciones que se exhiben en la relacin de la mente con el cerebro 14 . As entonces, a la pregunta de cmo es posible que los actos menta- les puedan causar efectos fsicos, es decir, cmo es posible que algo tan carente de peso y tan etreo como el pensamiento puede dar lugar a una accin, Searle responde que los pensamientos no son tan carentes de peso ni son etreos. Cuando se tiene un pensamiento, se est desarro- llando actividad cerebral, y sta causa movimientos corporales por medio de los procesos fisiolgicos. Una mente puede entonces equi- pararse a un computador? La respuesta de Searle es negativa, pues el 240 JORGE MARTNEZ BARRERA 13 THOMAS NAGEL, Otras mentes. Ensayos crticos 1969-1994, Barcelona: Gedisa Editorial, 2000, p. 128. 14 Mentes, p. 27. computador es solamente sintctico, mientras que la mente es, adems, semntica 15 . Para que no queden dudas, el autor ratifica algo que ya saba desde el principio, segn su propio testimonio, es decir, que los estados men- tales son fenmenos biolgicos. La conciencia, la intencionalidad y la causacin mental son todas ellas parte de la historia de nuestra vida bio- lgica, junto con el crecimiento, la reproduccin la secrecin de la bilis y la digestin 16 . Lo que acabamos de examinar sumariamente es en general la posi- cin de los filsofos de la mente fisicalistas. Encontramos variaciones en torno al mismo tema y las ideas de Searle son representativas de lo mucho que se ha escrito respecto de los vnculos cerebro-mente. En muchas expresiones de la filosofa de la mente, con la posible excepcin del funcionalismo encarnado por Putnam, existe un supuesto comn que atribuye a la mente un origen y una naturaleza fsicos 17 . Una primera conclusin respecto de esto coincide con una observacin del neurlo- go Arnaldo Benini quien, sin dejar de suscribir totalmente a esta pers- pectiva fisicalista, sostiene que el optimismo de las neurociencias, en el sentido de suponer que la impresionante cantidad de datos que se tie- nen acerca del cerebro induce a creer que la ciencia aclarar un da los enigmas de la conciencia, descuida el hecho nico en la historia de la investigacin cientfica, en el cual la materia estudiada coincide con el rgano que conduce la indagacin 18 . Benini cita a su vez a von Hayek quien afirma que ningn agente explicativo puede jams explicar obje- tos de su mismo tipo o de semejante grado de complejidad, y por lo tanto el cerebro humano no podr jams explicar completamente sus propias operaciones 19 . En todo caso, una de las dificultades mayores ALMA, CUERPO Y MENTE. SANTO TOMS Y ALGUNOS CONTEMPORNEOS 241 15 Mentes, p. 37. Este asunto es desarrollado en el cap. 2, cuyo ttulo es, precisa- mente, Pueden los computadores pensar? 16 Mentes, p. 48. 17 No puedo dejar de mencionar el valioso trabajo de MARCELO BOERI, A propsito del alcance de las interpretaciones funcionalistas de la psicologa aristotlica y del carc- ter causal del alma, en ELENCHOS. Rivista di studi sul pensiero antico, anno XXX-2009, fascicolo 1, pp. 53-97. Boeri afirma en ese artculo que el funcionalismo habra venido a reemplazar las posiciones fisicalistas alrededor de los aos 70. Una de las razones de esto, dice Boeri, es que el funcionalismo no requiere al menos no necesariamente una reduc- cin materialista de la mente al cerebro (p. 59). No obstante ello, a juzgar por los trabajos ms recientes de Searle, Kim y otros, parece que es imposible renunciar por completo al fisicalismo. El hecho de que el funcionalismo considere innecesario referirse a los supues- tos biolgicos de lo mental, no resuelve el problema de la relacin mente-cerebro. 18 ARNALDO BENINI, op. cit., p. 7. 19 ARNALDO BENINI, op. cit. pp. 12-13. La cita est tomada de F. A. VON HAYEK, The sensory Order: An Inquiry into the Foundation of Theoretical Psychology, London: Routledge, 1952. para el fisicalismo, esto es, el reduccionismo propio de las neurociencias, consiste en explicar la permanencia de la conciencia autobiogrfica, el de sabernos nosotros mismos como sujetos que permanecen en el tiempo, mientras que la materia de la cual estamos hechos se renueva cada tres meses. Respecto del asunto de la libertad, ste puede ponerse en los siguien- tes trminos, ya anticipados al comienzo: si las decisiones son tomadas por el cerebro, que es un objeto fsico y que obedece a leyes fsicas, entonces la voluntad no es libre. En qu medida somos responsables de nuestros actos si solamente hacemos lo que los mecanismos cere- brales imponen? Benini afirma que la identidad de mente y cerebro implicara que no hacemos lo que queremos, como tenemos la ilusin de que sucede, sino que queremos lo que hacemos. La ilusin de ser artfices de nuestro propio destino es parte de los mecanismos neuro- lgicos de la eleccin 20 . En Libert et neurobiologie, Searle abre una posibilidad no-determinista en la explicacin de los actos humanos, sin por ello renunciar al carc- ter material del origen de nuestros actos mentales. Esa posibilidad viene abierta por los avances de la fsica en el siglo XX, cuando se descubri que, en cierto sentido, la naturaleza entera no es determinista. En efec- to, las teoras habituales de la causalidad, sostiene Searle, nos han habi- tuado a pensar que todo cuanto sucede es el resultado de condiciones de causalidad anteriores suficientes. Una causa, para Searle, es anterior a su objeto. Pues bien, ese modelo de la anterioridad temporal es el que habra venido a ser sacudido por la fsica cuntica, al haber introducido explicaciones no deterministas en el comportamiento de las partculas. El problema con la extrapolacin literal del modelo causal de la fsica cuntica al problema cerebro-mente, y en especial al problema del libre albedro, es que en el mundo de las partculas la nica posibilidad de abrirse a una causalidad no determinista consiste en la introduccin del azar. Es muy problemtico sostener el paralelismo de la hiptesis segn la cual el azar gua el dinamismo de las estructuras bsicas del universo, y la hiptesis de que nuestros actos propiamente humanos son libres. No podemos equiparar azar con libertad; no podemos decir que nues- tros actos libres se producen por azar. Searle seala de todos modos que un cierto nmero de tentativas se propone explicar la conciencia e incluso el libre albedro en trminos de mecnica cuntica 21 . En todo caso, el valor del recurso a la fsica cuntica est en el hecho de que sera posible introducir un modelo explicativo de la libertad humana sin que ello implicara una renuncia a la hiptesis central de la materialidad de 242 JORGE MARTNEZ BARRERA 20 ARNALDO BENINI, op. cit., p. 67. 21 Libert et neurobiologie, p. 21. los actos mentales, aun a pesar de la insuficiencia que el mismo Searle atribuye a dicha hiptesis. El problema parece subsistir, sin embargo, al reconocer Searle una naturaleza subjetiva a la conciencia; ella posee una ontologa en primera persona irreductible a nada que remita a una ontologa en tercera perso- na u objetiva. Si nos cuesta definir a la conciencia como una caractersti- ca del cerebro, ello se debe en parte a nuestra tradicin dualista, afirma, pero tambin porque tendemos a suponer que si la conciencia es irre- ductible a un comportamiento neuronal, entonces ella debera ser algo que vendra a sobreaadirse a dicho comportamiento neuronal. Pues bien, la ontologa en primera persona de la conciencia es lo que impide aceptar la hiptesis de que la conciencia pueda sobreaadirse a las micro- estructuras biolgicas del cerebro. De este modo, Searle argumenta que su explicacin no tiene nada de un reduccionismo ontolgico, pues l no discute la ontologa en primera persona de la conciencia. Pero s es pre- ciso admitir una reduccin de tipo causal: el poder causal de la concien- cia no puede extenderse ms all del poder de las estructuras neurobio- lgicas. Con lo cual parece que volvemos a fojas cero del problema, toda vez que es imposible escapar a una nocin del libre albedro como pro- blema neurobiolgico, tal como el propio Searle lo afirma: () la conciencia es una caracterstica superior o sistmica del cere- bro, causada por elementos inferiores tales como las neuronas y las sinapsis. Ya he remarcado que la solucin filosfica al problema tra- dicional de la relacin entre el cuerpo y la mente consiste en subra- yar que todos nuestros estados conscientes son caractersticas supe- riores o sistmicas del cerebro, siendo al mismo tiempo causadas por microprocesos inferiores que se producen en l. En el nivel del sistema, tenemos la conciencia, la intencionalidad, las decisiones y las intenciones. En el nivel micro, tenemos las neuronas, las sinapsis y los neurotransmisores. El comportamiento de los microelementos que componen el sistema produce las caractersticas del sistema 22 . Creo que la conclusin que se desprende de los argumentos de Searle puede ser puesta en los siguientes trminos: la conciencia (o la mente, para ser ms explcitos) en s misma no es material. La mente no es otra cosa, cito a Searle, que el estado en el cual se encuentra el sistema de las neuronas, del mismo modo que la solidez no es ms que el estado en el cual se encuentra el sistema de las molculas (itlicas mas) 23 . Preguntar entonces si la conciencia es material o no, no tiene sentido, del mismo modo que no lo tendra preguntar si la solidez, como caracterstica de una barra de metal, es material. Lo material en todo caso es el com- ALMA, CUERPO Y MENTE. SANTO TOMS Y ALGUNOS CONTEMPORNEOS 243 22 Libert, pp. 43-44. 23 Libert, p. 56. portamiento neurolgico. Esta explicacin ingeniosa permite a Searle escapar al esquematismo de suponer dos conjuntos de causas, la con- ciencia y las neuronas. Lo que hay ms bien es un nico conjunto des- crito en diferentes niveles. Es importante esta descripcin de la mente como un estado, pues eso hara de ella un epifenmeno de los estados neuroqumicos. Pero esto Searle lo niega explcitamente mediante otros argumentos cuya solidez se asemeja demasiado a un juego de palabras. B) Rehabilitacin de Aristteles y Toms de Aquino en el debate actual Marcelo Boeri ya ha sealado al comienzo del notable artculo antes citado, que as como hace unos aos, a favor de la rehabilitacin de la filosofa prctica se ha redescubierto a Aristteles, tambin en estos temas relacionados con la filosofa de la mente, Aristteles vuelve a ser mencionado entre algunos filsofos contemporneos que reflexionan sobre el asunto 24 . Mi referencia a Toms de Aquino para examinar una respuesta posi- ble a las dificultades planteadas por el fisicalismo e incluso por el mismo Searle, estar estructurada en torno a algunos puntos capitales. Deber necesariamente comenzar por Aristteles, pues el Estagirita constituye el punto de partida de los razonamientos tomasianos. Examinar ante todo qu entiende Aristteles por alma (psych). Estimo que este asunto es crucial porque justamente es ese concepto el que parece haber sido excomulgado del lenguaje de las neurociencias. A partir de all estimo posible revisar someramente el tipo de evidencia esperado por las neurociencias respecto de la naturaleza de la mente, en tanto ella es causa de actos fsicos. Todo esto debera llevarnos a esbozar una posibilidad explicativa de la mente y de los hechos mentales formulada en trminos no fisicalistas. Para ello quisiera recordar un pasaje del Tratado sobre el alma cuya rele- vancia no puede ignorarse. El texto est en 407b 13 ss: () la mayor parte de las propuestas acerca del alma, adolecen del absurdo siguiente: que unen e introducen el alma en un cuerpo, sin preocuparse de definir ni el por qu ni la manera de ser del cuerpo. Este asunto, sin embargo, parece ineludible (). Ellos, sc. los pre- decesores, no obstante, se ocupan exclusivamente de definir qu tipo de realidad es el alma, pero no definen nada acerca del cuerpo que la recibe, como si fuera posible, conforme a los mitos pitagri- cos, que cualquier tipo de alma se albergara en cualquier tipo de 244 JORGE MARTNEZ BARRERA 24 Ver: Essays on Aristotles De anima, edited by Martha C. Nussbaum and Amlie Oksenberg Rorty, Oxford: Clarendon Press, 1996. cuerpo (). En definitiva, se expresan como quien dijera que el arte del carpintero se alberga en las flautas 25 . En el examen de sus predecesores, Aristteles efecta un giro nota- ble: no se trata de explicar tanto el alma, o al menos no del modo como ellos lo han hecho, como si el alma fuese algo as como un agregado vital a un cuerpo, o una substancia acoplada a otra substancia. Lo que se trata de explicar es por qu el cuerpo es lo que es, es decir, qu hace que determinado cuerpo sea lo que es. Se trata de responder a la pre- gunta de por qu el cuerpo es orgnico. No se pretende explicar cmo el arte del carpintero desciende sobre las flautas, sino de explicar por qu las flautas son, no slo lo que son sino por qu son como son, y para ello debe admitirse que el arte del carpintero (que tambin tiene algo de msico) es previo a la produccin de las flautas. El problema radica aqu no tanto en dar razn del tipo de cosa que el alma es. El problema no es la ontologa del alma, o para ponerlo en el modo fisicalista, cmo aceptar su supuesta inmaterialidad a partir del dato fsico de la estructura neurolgica. Aristteles invierte la pregunta: cmo es posible que exista un cuerpo de tales o cuales caractersticas? Para ponerlo en trminos contemporneos: cmo puede existir una organizacin tan extremadamente compleja como el cerebro humano y que la misma se produzca regularmente en el transcurso del desarrollo embrionario? Qu preside la dinmica orgnica biomolecular, citolgi- ca, histolgica y fisiolgica que de hecho est orientada hacia un resul- tado somtico extraordinario, a saber, no slo el del cuerpo en su tota- lidad, sino al del rgano ms complejo de todos, el cerebro 26 ? Con toda evidencia, si hay un principio rector de la ontognesis y a fortiori de la neurognesis, ese principio es una causa cuya prioridad no puede dis- cutirse. Llmese a ese principio alma o como se desee, est claro que es previo a aquello de lo que es causa y que l mismo no puede ser el resul- tado de la complejidad somtica, pues lo que hay que explicar es dicha complejidad. Resulta inevitable referirse a la existencia de un plan orga- nizacional previo, con un poder causal sobre lo que potencialmente est en condiciones de ser un cuerpo o un rgano determinado. Ahora bien, desde la plataforma de las neurociencias, el problema es la mente. Para Aristteles en cambio, el problema es el cuerpo 27 . ALMA, CUERPO Y MENTE. SANTO TOMS Y ALGUNOS CONTEMPORNEOS 245 25 Sigo la versin de Toms Calvo Martnez: ARISTTELES, Acerca del alma. Introduccin, traduccin y notas de Toms Calvo Martnez, Madrid: Gredos, 2003. En algunos pasajes me he permitido modificar la traduccin. Al momento de elaborar este trabajo, todava no estaba disponible la nueva traduccin de Marcelo Boeri, publicada por la Editorial Colihue. 26 Nada, en el universo que conocemos, es ms complejo que el cerebro humano, dice Arnaldo Benini, op. cit., p. 72. 27 Querra sugerir () que nuestro problema (para usar el giro de J. Kim) respecto Por cierto, si bien la naturaleza de la mente no es el problema de Aristteles, ello no significa que l no tenga una idea sobre ella y que la misma sea claramente incompatible con la de las neurociencias. Menciono esto porque el fisicalismo, al menos en la versin de algunos importantes autores como Searle o Antonio Damasio, no garantiza un estatuto ontolgico a la mente misma. Hemos visto que Searle habla de la mente (conciencia) como un estado. Damasio, por su parte, escribe: () solucionar el problema de la conciencia es descubrir los sopor- tes biolgicos de la curiosa habilidad humana de construir, no slo los patrones mentales de un objeto (), sino tambin los patrones mentales que transmiten, automtica y naturalmente, la sensacin de self en el acto de conocer. La conciencia, tal como en general la pen- samos, es, desde sus niveles bsicos a los ms completos, el patrn mental unificado en el que se conjugan el objeto y el self 28 . Y ms adelante leemos: La consciencia es un fenmeno privado, en primera persona, que ocurre como parte del proceso ntimo y propio que denominamos mente 29 . La conciencia no tiene entonces una entidad clara, o en todo caso es el resultado de algo y a su vez es causa de algo. Esta imprecisin acer- ca del estatuto ontolgico de la mente recuerda algunas posiciones anti- guas relativas al alma, por ejemplo las de Empdocles o Galeno, quie- nes negaron que el alma fuese algo determinado (hoc aliquid): () algu- nos negaron (que el alma es algo concreto) diciendo que el alma es una armona, como Empdocles, o una complexin, como sostiene Galeno, o algo semejante, recuerda Santo Toms 30 . Para Aristteles en cambio, el alma tiene una entidad substancial; l la define como una substancia en el sentido de la idea del cuerpo de un viviente orgnico determinado: 246 JORGE MARTNEZ BARRERA de la distincin mente-cuerpo y de las probables dificultades que involucrara suponer que la mente tiene poderes causales sobre el cuerpo no es el problema de Aristteles. En efecto, l no tiene la menor duda de que el alma es capaz de desplegar poderes cau- sales sobre el cuerpo viviente, y aunque la psicologa aristotlica exhibe esfuerzos importantes por distanciarse del dualismo platnico y enfatiza el hecho de que los esta- dos anmicos se dan a travs del cuerpo, nunca se arriesga a dar el paso de identificar dichos estados anmicos con estados corpreos o fsicos. Aristteles sigue pensando, muy platnicamente, que el alma, aun cuando sea un tem incorpreo (o precisamen- te por ser un tem incorpreo!), es capaz de ser causa del cuerpo viviente (de an. B 4. 415b 8-14). Marcelo Boeri: A propsito de algunas. p. 85. 28 ANTONIO DAMASIO, Sentir lo que sucede. Cuerpo y emocin en la fbrica de la consciencia. Traduccin de Pierre Jacomet, Santiago de Chile: Editorial Andrs Bello, p. 27. 29 Ibid. p. 29. 30 Q. de anima, q.1c. (sigo la traduccin de Donato Gonzlez-Reviriego, O.P. en SANTO TOMS DE AQUINO, Opsculos y cuestiones selectas, edicin bilinge, tomo I. Madrid. B.A.C. 2001). Summa contra gentiles, II, caps. LXIII, LXIV, LXV, LXIX, LXXVIII. el alma es necesariamente substancia en el sentido de la forma espe- cfica de un cuerpo natural que en potencia tiene vida 31 . El alma es una substancia entendida como plan organizacional; no es resultado de nada, sino que l mismo es causa del cuerpo, de manera anloga a como el arte de construir flautas no puede ser a posteriori de las flautas terminadas. La existencia de las flautas como producto de la tarea artesanal del carpintero, depende de que ste posea ya en su mente la idea del diseo de las mismas 32 . No se puede negar que el cerebro tiene un proceso de formacin, pero insisto, es preciso responder por qu o qu gua dicha formacin. La hiptesis de la autopoiesis defendida por los bilogos chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela deja sin res- ponder el problema esencial y me parece errnea desde el ngulo filo- sfico 33 . En la muy difundida obra De mquinas y seres vivos, Maturana y Varela sostienen exactamente lo contrario de Aristteles al argumentar que los seres vivientes son mquinas. Precisamente, la definicin del alma tal como Aristteles la presenta, implica una diferencia esencial entre los artefactos y los seres vivientes al poseer estos el principio del movimiento y el reposo en s mismos: El alma no es esencia (lgos) de un cuerpo de este tipo (sc. de un hacha), sino de un cuerpo natural de tal cualidad que posee en s mismo el principio del movimiento y el reposo 34 . El alma es una sustancia en el sentido de la forma o defini- cin, y lo especfico del ser viviente, a diferencia de un hacha, que es el ejemplo de Aristteles, es que esa forma o definicin alude a que las operaciones vitales son intrnsecas a esa definicin, a diferencia del hacha 35 . Hablar entonces de mquinas autopoiticas es contradictorio, y es una contradiccin tanto ms grave cuanto esa expresin empleada para definir a los seres vivos es formulada nada menos que por un bilogo. Es innegable la dificultad de atribuir un poder causal fsico a la mente, problema ya planteado con Descartes y que l pensaba solucionar acu- diendo a un punto de contacto entre sta y el cuerpo, a saber, la gln- dula pineal. La solucin cartesiana es errada pues deja el problema intacto, toda vez que habra que preguntarse cmo es posible que la ALMA, CUERPO Y MENTE. SANTO TOMS Y ALGUNOS CONTEMPORNEOS 247 31 De anima, 412a 19-20. He reemplazado entidad, utilizado por T. Calvo, por subs- tancia. 32 A partir del arte se generan todas aquellas cosas cuya especie est en el alma (y llamo especie a la esencia de cada una y a la substancia primera, dice ARISTTELES en Metafsica 1032 32- 1032b 2 (trad. V. Garca Yebra). 33 HUMBERTO MATURANA Y FRANCISCO VARELA, El rbol del conocimento: las bases biol- gicas del entendimiento humano, Bs. As.: Lumen, 2003; Id.: De mquinas y seres vivos: autopoie- sis: la organizacin de lo vivo, Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 1997. 34 De anima, 412b 15-17. 35 Boeri sostiene que Aristteles visualiz, al menos ex hypothesi, el problema de si sera posible que haya psych en un cuerpo artificial, y su respuesta es, claramente, que no es posible (art. cit., p. 63). mente, siendo una substancia inmaterial, pueda ejercer una accin cau- sal sobre una glndula, que es material. Sin embargo, dicha dificultad es tal si se permanece en el esquema etiolgico propio del fisicalismo. Para Aristteles no hay la menor duda de que la mente (o el alma) tiene poderes causales sobre el cuerpo. Que sea muy difcil explicar esto no implica que haya que renunciar a la inmaterialidad de aqulla, habida cuenta de que la teora aristotlica de la causalidad no implica necesa- riamente o solamente un contacto fsico con el efecto. Santo Toms, por su parte, aborda explcitamente el asunto al decir que es imposible que el alma se una al cuerpo mediante un cuerpo. Es decir, el poder cau- sal del alma no le viene de su condicin de motor del cuerpo, como afirman los platnicos: Si el alma, como dicen los platnicos, se uniera al cuerpo slo como motor, habra que decir que entre el alma del hombre o de cualquier animal y el cuerpo, intervendran otros cuerpos intermedios (). Si realmente el alma se une al cuerpo como forma, como ya se ha dicho, es imposible que se una mediante otro cuerpo () 36 . Ahora bien, est claro que el plan organizacional previo que es el alma no tiene una causalidad de tipo fsico; no es una corriente elctri- ca que produce siempre, o la mayor parte del tiempo, si la potencialidad somtica lo permite, los resultados visibles. Ello no implica no hacer lugar a una causalidad fsica que efectivamente entre en contacto con el cuerpo potencialmente orgnico y lo organice, y en ese sentido me parece podra aludirse a una energa, esto es, a un en-ergon, concepto metafsico que tambin remite a una dimensin teleolgica como el de entelequia, pero subrayando el aspecto dinmico. Quisiera sugerir que las neurociencias, a pesar de la espectacularidad de sus avances en la descripcin de la fisiologa cerebral, a pesar de que cada vez ms nos muestran la complejidad del cerebro humano y de los procesos de su formacin, a pesar de la cada vez ms urgente interac- cin con otras disciplinas cientficas, no han podido responder a la pre- gunta de fondo sencillamente porque no parecen habrsela planteado. Esa pregunta de fondo, de la mano de Aristteles, es la siguiente: por qu el cerebro es lo que es? Las explicaciones neurolgicas, sin preten- der negarlas, estn lejos de agotar las posibilidades causales. Se trata de una pregunta que solicita un nivel de explicacin causal capaz de eludir la trampa de la autorreferencia, aunque ello implique entrar en un mbito cuya solidez cientfica no estara probada para las neurociencias. El fisicalismo cae en una encerrona que intenta ser disimu- lada detrs de una masa abrumadora de datos y descubrimientos, pero 248 JORGE MARTNEZ BARRERA 36 Summa Theologiae, Ia, q. 76, a. 7c. no logra evitar escollos demasiado serios como para ser relegados a la papelera con el argumento de la inconsistencia epistmica de una dimen- sin explicativa extra fisicalista. Puesto que no se desea abandonar el tipo de evidencia que producen las argumentaciones empricas, sencillamen- te se pasa por alto la incompatibilidad entre una concepcin puramente fsica de lo mental y la existencia de actos humanos libres, por ejemplo. Es verdad que la evidencia producida por la explicacin metafsica no es del mismo carcter que la producida por la fsica, pero esto no puede constituir una mocin de censura contra aqulla, habida cuenta de la gravedad implcita en la aceptacin del modelo fisicalista. Un fisicalismo coherente debe confinar, por ejemplo, las expresiones denticas de lo humano al mbito de la etologa o, como ya lo he mencionado ms arri- ba, al de la neurotica, cuyos presupuestos han sido resumidos por Benini: el sentido moral est ligado a la morfologa y a la fisiologa de los centros cerebrales que lo elaboran y transmiten; el sentido del bien y del mal emergen con la evolucin del cerebro, de modo que la moralidad sera un conjunto de instintos morales, una especie de gramtica moral universal anloga a la de la concien- cia innata de la matemtica de Leibniz y del lenguaje universal de Chomsky, comn a todos los seres humanos; nuestro cerebro crea las creencias (beliefs); creencias y religiones seran un aspecto sociobiolgico de la cultura humana y su fin sera la salvaguarda de la vida; etc. 37 Una de las dificultades mayores del fisicalismo o de sus expresiones ms refinadas como la de Searle, radica entonces, a mi juicio, en el tipo de evidencia causal que se espera respecto de la naturaleza de la mente. Estamos frente a una teora, entendida en el sentido en que habitual- mente damos a esta expresin, que prefiere renunciar a la evidencia fc- tica de sabernos nosotros mismos sujetos de la experiencia intelectual, antes que admitir su grave limitacin para dar cuenta de algo reacio a su reduccin a un hecho fsico, suponiendo la inexistencia de niveles explicativos de otra ndole 38 . Hasta ahora casi no he mencionado a Santo Toms. En realidad, el Aquinate recibe la doctrina psicolgica aristotlica en sus lneas genera- les sin producir modificaciones demasiado radicales, o al menos no de manera estridente. Lo primero que es preciso mencionar en una referencia a la posible rehabilitacin de Santo Toms en su dilogo con la filosofa de la mente ALMA, CUERPO Y MENTE. SANTO TOMS Y ALGUNOS CONTEMPORNEOS 249 37 ARNALDO BENINI, Che cosa sono io, pp. 67-68. 38 Y si alguien se empea en afirmar que el alma intelectiva no es forma del cuerpo, debera indicar el modo por el cual el entender es una accin de este hombre concreto, ya que cada uno experimenta ser l mismo el que entiende. Summa Theologiae, Ia, q. 76, a. 1c. contempornea, es el hecho de que en su obra hay un lugar sistemtico para algunas nociones clsicas hostigadas por las neurociencias e inclu- so por la filosofa de la mente. Para el tema que nos ocupa, una de las principales entre esas nociones es, precisamente, la de alma. Santo Toms acepta la definicin aristotlica del alma con algunas reservas importantes que parecen disimularse en su general acogida favo- rable. Una de esas reservas es, por ejemplo, el hecho de que para Aristteles, como hemos visto, el alma es una ousa, una substancia 39 . Para Santo Toms el alma no es una substancia, sino un co-principio de una substancia que es el hombre completo, aun cuando ella es al mismo tiem- po subsistente 40 . Por cierto, Santo Toms rechaz de manera sistemtica la concepcin substancialista del alma, pues toda una serie de caracters- ticas propias de la substancia son explcitamente negadas del alma. He aqu las principales, ya inventariadas en el trabajo de B. C. Bazn 41 : La substancia es una realidad completa en su ser y en su especie 42 . El alma no cumple con esta condicin: Se puede, en efecto, decir que el alma entiende, as como el ojo ve, pero ms propiamente se dice que el hombre entiende por el alma 43 . La substancia es uno de los gneros del ser. Esto es expresamente negado del alma. Aunque el alma humana sea subsistente e inmortal, ello no le garantiza una especie distinta ni un grado distinto entre los entes: aunque el alma humana puede subsistir por s misma, sin embargo, no tiene por s misma su especie completa. De ah que no podra ser que las almas separadas constituyeran un grado distinto de entes 44 . 250 JORGE MARTNEZ BARRERA 39 De anima, 412a19-20: el alma es necesariamente substancia (ousa) en cuanto forma especfica (edos) de un cuerpo natural que en potencia tiene vida. 40 Summa Theologiae, Ia, q.75, a. 2, ad 1um: La expresin un algo determinado (hoc aliquid) puede tomarse en dos sentidos: o por cualquier realidad subsistente o para designar al ser subsistente que posee naturaleza especfica completa. En el primer sen- tido excluye la inherencia propia del accidente y de la forma material; en el segundo excluye adems la imperfeccin de lo que es parte de un todo. De aqu que la mano pueda llamarse un algo determinado en el primer sentido, pero no en el segundo. Por tanto, debido a que el alma del hombre es parte de la especie humana, puede, en cuan- to subsistente, ser llamada un algo determinado en el primer sentido, pero no en el segundo, en el cual lo es el compuesto de alma y cuerpo. 41 BERNARDO C. BAZN, La corporalit selon saint Thomas, en Revue philosophique de Louvain, t. 81. N51, 1983, pp. 369-409. En la sumaria descripcin de la substancia y su diferencia con el alma, me permito reproducir abreviadamente los puntos principales del artculo de Bazn. 42 Summa Theologiae, Ia, q. 76, a.1, ad 5um. 43 Id. q. 75, a. 2, ad 2um. 44 Q. de anima, q. 1, ad 4um. La substancia no es predicado de un sujeto, sino que el resto se pre- dica de ella 45 . El alma no satisface este requisito, pues ella existe en un sujeto. Ella es parte de una substancia y por lo tanto su ser es un esse in alio, aun cuando esto no le impide ser subsistente: Pero existir en otro como una parte del mismo, del modo que el alma est en el hombre, no exclu- ye totalmente que aquello que existe en otro pueda decirse algo con- creto (itlicas mas) 46 . nicamente el individuo substancial puede ser llamado, en el sentido estricto del trmino, algo determinado. Pero el alma es una forma subsistente que sin embargo no puede subsistir por s, esto es, sin el cuerpo: Hay que afirmar que algo concreto se dice propiamente el individuo en el gnero de la substancia (). As, el alma no podra ni subsistir por s, ni ser algo completo en alguna especie o en algn gnero de subs- tancia, sino que ser solamente una forma, semejante a otras formas materiales (itlicas mas) 47 . El hecho de que el alma no pueda subsistir por s ni ser algo completo como especie o substancia se explica preci- samente porque ella es algo del cuerpo y sin el cuerpo no tiene razn de ser. Una vez separada de este, ella conserva su inclinacin al cuerpo, dice Santo Toms en una frmula tal vez poco aceptable hoy, pero no por ello menos precisa: El estar unido al cuerpo le compete esencial- mente al alma. () el alma humana permanece en su ser cuando est separada del cuerpo, conservando su aptitud e inclinacin natural a unirse a l 48 . Finalmente, en el caso del hombre, el verdadero individuo es la perso- na y ese concepto no se aplica al alma: no cualquier substancia parti- cular es hipstasis o persona, sino aquellas que tienen la completa natu- raleza de la especie, y por eso la mano o el pie no pueden decirse hips- tasis o persona. Y del mismo modo tampoco el alma, por cuanto es parte de la especie humana 49 . Pero hay un tpico que permitir una conexin an ms profunda con el problema mente-cuerpo. Ese punto es, precisamente, la clara posicin tomasiana respecto del estatuto del intelecto o mente como una parte esencial del alma, asunto que en Aristteles aparece con algu- na ambigedad y que ha sido tratado bajo el rtulo de problema no- ALMA, CUERPO Y MENTE. SANTO TOMS Y ALGUNOS CONTEMPORNEOS 251 45 In Metaph., VII, 2, n. 1280. 46 Q. de anima, q. 1 ad 9um. 47 Id., cuerpo del art. 48 Summa Theologiae, Ia, q. 76, a. 1 ad 6um. 49 Summa Theologiae, Ia, q. 75, a. 4, ad 2um. Ver tambin: Q. de espiritualibus creaturis, a. 2, ad 16um: () aunque el alma es incorruptible, no est en un gnero distinto del cuerpo, pues, por ser una parte de la naturaleza humana, no es a ella sino al compues- to a quien compete estar en el gnero y en la especie, o el ser persona o hipstasis. Por eso tampoco la podemos llamar esto (hoc aliquid), si por esto entendemos hipstasis, o persona, o individuo colocado en un gnero o una especie. tico de la psicologa aristotlica, especialmente despus de los trabajos de F. Nuyens 50 . Este problema puede ser resumido en estos trminos: cmo es posible que la mente, siendo inmortal y eterna, pueda ser parte de un plan organizacional de un cuerpo, que no es inmortal? Si la mente fuera una parte de ese plan o de esa alma, debera transmitir a ese plan organizacional su inmortalidad. Por esa razn, para Aristteles la mente parece ser otro gnero de substancia, parece estar separada del alma en el sentido de que no es plan organizacional de ningn rga- no: De anima, 413a 4-7: Es perfectamente claro que el alma no es sepa- rable del cuerpo o, al menos, ciertas partes de la misma si es que es por naturaleza divisible: en efecto, la entelequia de ciertas partes del alma pertenece a las partes mismas del cuerpo. Nada se opone, sin embargo, a que ciertas partes de ella sean separables al no ser entelequia de cuerpo alguno. Este asunto, resuelto por Santo Toms, est fuera de la discu- sin de las neurociencias al haber desplazado por completo el concep- to de alma y con ello todas las discusiones en torno de l. Los textos aristotlicos respecto de la pertenencia de la mente al alma no estn desprovistos de ambigedades, como seal ms arriba. Junto a un grupo de pasajes en donde el intelecto o mente es considerado una parte del alma, existe otro grupo en donde se afirma su separacin en un sentido fuerte, lo cual equivale a decir que, para Aristteles, la mente no parece cumplir ningn papel en la organizacin somtica. Uno de los textos ms contundentes est en De anima, 408b 18-19: El intelecto, por su parte, parece ser, en su origen, una substancia (ousa) indepen- diente y que no est sometida a corrupcin 51 . La idea de que el inte- lecto parece ser un gnero distinto de alma es repetida en el pasaje de 413b 24-27: Por lo que hace al intelecto y a la potencia especulativa no est nada claro el asunto, si bien parece tratarse de un gnero distinto de alma (oike psychs gnos teron enai) y que solamente l puede darse sepa- rado como lo eterno de lo corruptible. Desde presupuestos estrictamente aristotlicos habra entonces algu- nas dificultades para un involucramiento del cuerpo en los actos men- tales, aun cuando es cierto que dichos actos no pueden llevarse a cabo sin imgenes y que estas s dependen de algn rgano corporal 52 . 252 JORGE MARTNEZ BARRERA 50 FRANCOIS NUYENS, Lvolution de la psychologie dAristote, Louvain. ditions de lInstitut suprieur de philosophie, 1973. 51 Ver tambin los siguientes pasajes de De anima: 403a 7-11; 413b 14-16; 415a 11-12; 429b 5; 430a 17-18; 430a 22-25. 52 Q. de anima, q. 1 sed contra 2: La perfeccin ltima del alma humana consiste en el conocimiento de la verdad que se lleva a cabo por el entendimiento. Pero para que el alma se perfeccione en el conocimiento de la verdad necesita unirse al cuerpo, porque entiende por medio de fantasmas, que no existen sin el cuerpo. Santo Toms, por su parte, no duda en considerar a la mente como una parte del plan organizacional del cuerpo, aun cuando de esto se siga la consecuencia de que, al ser dicho plan somtico subsistente e inmor- tal, estamos presuponiendo un cuerpo con esas caractersticas. Pues bien, el cuerpo humano, al ser causado por un principio inmortal, no es hostil a la idea de inmortalidad, aun cuando ello nos remita al plano de la fe. Veamos el siguiente pasaje de las Cuestiones disputadas sobre el alma: () hay que decir que el cuerpo humano es la materia proporcionada al alma humana, pues se compara con ella como la potencia con el acto. Sin embargo no es necesario que sea igual a ella en la virtud de la esen- cia, porque el alma humana no es una forma contenida totalmente en la materia; lo cual es evidente, porque alguna operacin de aquella sobrepasa la materia. No obstante, puede decirse de otra manera segn la ensean- za de la fe que el cuerpo humano al principio fue constituido inco- rruptible de algn modo, y que por el pecado incurri en la necesidad de morir, de la cual se librar otra vez en la resurreccin. Luego es acci- dental que el cuerpo no alcanza la inmortalidad del alma 53 . Una vez superada la dificultad planteada por la mortalidad del cuerpo, Santo Toms entiende que la separacin del intelecto de la cual habla Aristteles, debe entenderse en el sentido de que este no acta mediante un rgano corporal, y no como si la mente fuese una substancia separada 54 . Son muy numerosos los pasajes en los cuales el Aquinate opta por aquellos textos aristotlicos en los cuales el Estagirita s parece hablar de la mente como una parte del alma, entendiendo su separacin en un sen- tido que no afecta al estatuto de ambos, alma y mente. Las expresiones de Santo Toms para referirse al alma humana son principio intelecti- vo, alma intelectiva y otras 55 en las cuales no hay la menor duda de que la mente o intelecto (intellectus vel mens: Ia, q.75, a. 2 c.) pertenece al alma, e incluso a veces Santo Toms emplea la expresin alma huma- na como sinnimo de intelecto: es necesario afirmar que el princi- pio de la operacin intelectual, al que llamamos alma del hombre, es un principio incorpreo y subsistente 56 , aun cuando en rigor el alma y la ALMA, CUERPO Y MENTE. SANTO TOMS Y ALGUNOS CONTEMPORNEOS 253 53 Q. de anima, q.1, ad 5um. Ver tambin Summa Theologiae, Ia, q. 76, a. 1 ad 4um; a. 5 ad 1 um. 54 Summa Theologiae, Ia, q. 76, a. 1 ad 1um. Q. de anima, q. 2, ad 1um: Hay que decir que el entendimiento se dice separado, y no el sentido, porque el entendimiento, corrompindose el cuerpo, permanece en el alma separada, mas no las potencias sen- sitivas. O mejor, porque el entendimiento no usa de rgano corporal en su operacin como el sentido. Ver tambin Summa contra Gentiles, L. II, caps. LXI, LXXVIII, entre otros numerosos pasajes. 55 Summa Theologiae, Ia, q. 75, a. 2; a. 6c.: () es necesario decir que el alma humana, a la que llamamos principio intelectivo, es incorruptible. Id. Q. 76, a.1; a. 5, ad 4um. (anima intellectiva). 56 Summa Theologiae, q. 75, a. 2c. mente no se pueden identificar. Si se lo hace, es porque a veces se desig- na a su principal facultad como sinnimo del todo que es el alma, pero estrictamente hablando la mente no es la esencia de aqulla: la mente es cierta potencia del alma y no su misma esencia 57 . Deca ms arriba que, desde una base estrictamente aristotlica, sera problemtico sostener un directo involucramiento del cuerpo en los actos mentales, aun cuando el intelecto no puede hacer su tarea sin los datos proporcionados por los sentidos. Santo Toms, en cambio, justa- mente porque la mente necesita de esos datos, entiende que el cuerpo entero, de manera especial los rganos de la sensibilidad, estn organi- zados de manera tal de proporcionar al intelecto esas imgenes. El cuer- po, para Santo Toms, est directamente involucrado en los actos men- tales, aun cuando la inteleccin misma no se realice por ningn rgano corporal. Podemos decir que pensamos y queremos con el cerebro, pero en el sentido en que decimos que cortamos el pan con un cuchillo. En ambos casos, quien piensa, quiere y corta el pan no es el cerebro ni el cuchillo respectivamente, sino el hombre con el auxilio, diramos, ins- trumental del cerebro y el cuchillo 58 . El plan organizacional del cuerpo humano entonces, al ser un princi- pio espiritual, hace que ese cuerpo al que organiza, tambin, a su mane- ra, lo sea. El cuerpo humano es un cuerpo mental, para decirlo de un modo que subraye la radical diferencia entre este cuerpo y el del resto de los animales 59 . Sera muy difcil hacer lugar a una hiptesis evolutiva en la nocin de cuerpo humano defendida por Santo Toms, aun cuan- do en algunos pasajes encontramos algunas afirmaciones desconcer- tantes en las cuales el Aquinate parece aceptar la doctrina de la anima- cin espiritual diferida 60 . De cualquier forma que sea, Santo Toms sos- 254 JORGE MARTNEZ BARRERA 57 Id. Ia., q. 79, a. 1c.; ad 1um. 58 Ver: ANTHONY KENNY, Aquinas on Mind, London & New York: Routledge, 1993, cap. 12. Versin espaola: Toms de Aquino y la mente. Traduccin de J. M. Lpez de Castro, Barcelona: Herder, 2000. 59 Q. de anima, q. 8, ad 15um: Mas el alma se une al cuerpo por el entender (propter intelligere), que es su propia y principal operacin. Y por eso, se requiere que el cuerpo unido al alma racional se halle ptimamente dispuesto para servir al alma en las cosas que son necesarias para entender, y que tenga la agilidad y otras cosas semejantes en la medida que permita tal disposicin. 60 Summa Theologiae, IIIa, q. 33, a. 2, ad 3um: Debe decirse que en la generacin de los dems hombres tiene lugar lo que dice el Filsofo, puesto que el cuerpo va siendo formado y dispuesto a recibir el alma de manera sucesiva. De ah que en un primer momento, as como es imperfectamente dispuesto, recibe un alma imperfecta; y des- pus, cuando est perfectamente dispuesto, recibe un alma perfecta. Pero el cuerpo de Cristo, debido a la virtud infinita del agente, fue dispuesto perfectamente en el mismo instante de la concepcin (). Esta opinin es ratificada en el Supplementum, q. 80, a. 4, ad 5um: los embriones no pertenecen a la resurreccin antes de la animacin por medio del alma racional. Si bien es cierto que este pasaje no pertenece a Santo Toms tiene firmemente el carcter de forma del alma intelectual respecto del cuerpo. El cuerpo es el efecto de una causa formal de naturaleza men- tal, y por lo tanto, todo l est orientado hacia una operacin mental: Hay que decir que la posicin erguida es propia del hombre por cua- tro razones. Primero, porque los sentidos han sido dados al hombre no solamente para procurarse las cosas necesarias para la vida, como en los dems animales, sino tambin para el conocimiento. As pues, mientras los otros animales se deleitan con las cosas sensibles sola- mente en orden al alimento y al apareamiento, nicamente el hom- bre se deleita con la misma belleza de las cosas sensibles en s mis- mas. Por eso, porque los sentidos estn principalmente en el rostro, los otros animales tienen su rostro vuelto hacia la tierra, como bus- cando el alimento (). En cambio el hombre tiene el rostro ergui- do, para que por medio de los sentidos, y principalmente por la vista que es el ms sutil y el que ms manifiesta las diferencias de las cosas, pueda conocer libremente todo lo sensible tanto en el firma- mento como en la tierra, para que de todas las cosas inteligibles capte la verdad (). En cuarto lugar, si fuera corvo y usara las manos como patas, debera tomar los alimentos con la boca, con lo cual tendra la boca puntiaguda, los labios duros y gruesos y la len- gua spera, para no ser daado por objetos exteriores, como sucede en los animales. Pero tal disposicin impedira hablar, que es la obra propia de la razn 61 . El alma no solamente es forma del cuerpo, sino tambin fin de l, esto es, el sentido del cuerpo viene dado por la ms elevada actividad del alma, la del intelecto. Y como el cuerpo es el resultado de ese tipo de alma, se entiende que su disposicin est toda ella orientada al acto mental, de manera especial aquel sentido que est en la base de todos los dems: el tacto 62 . El tacto humano es superior al de los dems animales; la expe- riencia del tocar es incomparablemente ms rica en el hombre que en los otros vivientes: El tacto es el fundamento de los dems sentidos: es evi- dente en efecto que el rgano del tacto est extendido por todo el cuer- ALMA, CUERPO Y MENTE. SANTO TOMS Y ALGUNOS CONTEMPORNEOS 255 sino a Reginaldo de Piperno, vemos algo semejante en el Comentario a las Sentencias: In IV Sent. IV, d. 44, q. 1, a. 2, ad 5um, y en Ia., q. 76, a. 3, ad 3um, leemos: Al principio el embrin tiene un alma slo sensitiva que es sustituida por otra ms perfecta, a la vez sensitiva e intelectiva. Ver tambin Ia, q. 118, a. 2, ad 2um: () debe decirse que el alma intelectiva es creada por Dios al final de la generacin humana. Esto habla de un momento no humano del feto, lo cual pone a Santo Toms en algunas dificultades con la tradicin unnime de la Iglesia contra el aborto. Ver G. DI GIANNATALE, La posi- zione di S. Tommaso sullaborto, en Doctor Communis, XXXIV (1981) pp. 296-311. Ver tambin J. MARTNEZ BARRERA, El alma y su persona. La relacin mente-cuerpo segn Aristteles y su interpretacin por Santo Toms de Aquino, en Hypnos, N 14 (2005) pp. 39-55. 61 Summa Theologiae, Ia, q. 91, a. 3, ad 3um. 62 Q. de anima, q. 8; Aristteles: De anima, 421a 20 ss. po (), por lo tanto, cuando se posee un mejor tacto, se posee una mejor naturaleza sensible y se goza por lo tanto de una mejor inteligen- cia, pues la bondad del sentido es una disposicin a la bondad del inte- lecto. Aquel que posee una vista o un odo mejor no tiene por ello una mejor sensibilidad (). Aquellos que disponen de un buen tacto tienen un alma ms noble y un espritu ms penetrante 63 . Las cosas parecen complicarse al momento de reconocer dos doctri- nas en apariencia contradictorias. Una es la que sostiene reiteradamen- te que el alma humana, entendida como principio intelectual, e inclu- so la mente misma, son forma del cuerpo. Un texto representativo es el siguiente: Es necesario afirmar que el entendimiento, principio de las operaciones intelectuales, es forma del cuerpo humano 64 . La otra doc- trina, es la que sostiene que la mente no necesita de ningn rgano cor- poral para ejercer su actividad, y por eso se dice de ella que est sepa- rada: As pues, el Filsofo dice que el entendimiento est separado por cuanto no es facultad de ningn rgano corporal 65 . Uno podra preguntarse lo siguiente: si el acto mental no es ejercido por ningn rgano corporal, por qu es necesario que la mente est involucrada en lo que de hecho un cuerpo humano es? Santo Toms afirma decidi- damente la independencia de la mente en su acto propio. La respuesta a esta aparente incongruencia es bastante clara: el alma humana es la ms inferior de las realidades espirituales, y su inferioridad se explica en el hecho de que, a diferencia de las sustancias intelectuales superiores, el acceso a lo inteligible est mediada por los sentidos 66 . Deseo concluir ahora con lo siguiente. Estimo que las neurociencias nos conducen a dos niveles de reduccionismo. El primero, es el que supone a la mente como un producto de la organizacin neurolgica. He estado intentando mostrar que buena parte del problema es abor- dado por Santo Toms, claramente inspirado en Aristteles, en otra direccin: necesitamos saber ms del cuerpo, pero desde un ngulo epistemolgico no autorreferencial, ni asumindolo como un hecho sobre el cual pesa una prohibicin de preguntar que vaya ms all de la investigacin neurolgica. El punto de partida incuestionable de las neurociencias es que hay un cuerpo, y ms especficamente un cerebro, que es causa de los actos mentales, y la pregunta es cmo articular esos actos mentales y la mente misma con las caractersticas innegablemen- te fsicas del cuerpo y el cerebro. El problema es la mente, pero para- djicamente la dimensin epistmica no puede ir ms all de la neuro- 256 JORGE MARTNEZ BARRERA 63 In De an., cap. XIX, q. I. Summa theologiae, Ia, q. 76, a. 5c. 64 Summa Theologiae, Ia, q. 76, a. 1c. Summa contra Gentiles, L. II, cap. LXX 65 Summa Theologiae, Ia, q. 76, a. 1 ad 1um. 66 Q. de anima, q. 8c, ad 1um. loga. Aristteles y Santo Toms invierten la pregunta. Su punto de par- tida, en particular el del Aquinate, es que el hecho incuestionable es la experiencia de sabernos nosotros mismos quienes pensamos, y por lo tanto debe hallarse una articulacin entre ese pensar y la existencia de un cuerpo. El problema es el cuerpo, pero esta vez la dimensin epis- tmica no puede ser la neurologa, sino la metafsica. En vez de desestimar las posibilidades explicativas de la metafsica con el simple argumento de una supuesta obsolescencia del vocabula- rio filosfico clsico, sera tal vez muy estimulante neutralizar el pre- tendido alcance filosfico de los presupuestos biolgicos de la mente. Esto nos pone en un segundo nivel de reduccionismo, ms serio an, al cual podramos llamar un reduccionismo metodolgico. Este implica una reduccin de toda posibilidad de conocimiento cientfico a un para- digma epistemolgico que busca a su vez una muy especfica clase de evidencia. Creo que las neurociencias viven de la esperanza en una pro- mesa que nadie ha hecho, al suponer que cuando contemos con el exhaustivo conocimiento de la topografa cerebral, habremos com- prendido a la mente en su totalidad. Sin embargo, este reduccionismo metodolgico ha extrapolado lo que podramos llamar las condiciones del funcionamiento o de la ejecucin de los actos mentales, al plano de la causalidad. Una condicin no es necesariamente una causa, y en el mbito de la teora de la causalidad no hay ninguna razn para no supo- ner la existencia de cierto tipo de causas desconocidas e incognoscibles en el terreno de las neurociencias y de buena parte de la filosofa de la mente contempornea, no slo fascinada sino tambin seducida por los descubrimientos neurolgicos. Las disciplinas filosficas, sin embargo, pueden seguir sindolo sin que ello implique una colisin mortal con los datos de la ciencia. A. Kenny, por ejemplo, escribe que la epistemo- loga, la tica y la metafsica sern por siempre disciplinas filosficas y nunca podran ser reemplazadas por disciplinas no filosficas 67 . ALMA, CUERPO Y MENTE. SANTO TOMS Y ALGUNOS CONTEMPORNEOS 257 67 En el captulo anterior sostuve que epistemologa, tica y metafsica permanece- rn filosficas por siempre y que nunca sern reemplazadas por disciplinas no filosfi- cas. Sostuve que por esa razn todava es muy estimulante estudiar los abordajes anti- guo y medieval de estos tpicos. Es esto tambin cierto en filosofa de la mente? Muchos de mis colegas en los departamentos de filosofa lo negaran. De acuerdo con su opinin, ha llegado el momento del parto para la filosofa de la mente, y esto se refie- re a engendrar, y tal vez de dar nacimiento a una nueva disciplina cientfica, la ciencia cog- nitiva, la cual no dejar atrs a una genuina disciplina acadmica de filosofa de la mente sino ms bien una cscara de supersticin llamada psicologa popular. Si esto es verdad, entonces es intil recurrir a un autor medieval para aclarar tales temas. Pienso que este punto de vista es completamente errneo (). Los pensadores medievales todava tie- nen en realidad mucho que ensearnos acerca de filosofa de la mente. ANTHONY KENNY, Aquinas on Mind (cit.), pp. 19-20 (traduccin del autor de este artculo). Una vez ms, Aristteles ya haba previsto esta actitud cientfica y, sencillamente, la descalific por considerarla propia de hombres incul- tos. Una prueba de esa desaprobacin podemos verla al comienzo de la tica a Nicmaco, cuando Aristteles, refirindose precisamente al tipo de evidencia esperable en los distintos saberes, dice: es propio de un hombre cultivado (pepaideumnos) exigir solamente, en cada asunto, el rigor que exige la naturaleza del objeto. Sera igualmente absurdo, como es evidente, aceptar razonamientos probables de un matemtico como demostraciones de un retrico 68 . As entonces, una reapropiacin contempornea de los pasajes siste- mticos de Aristteles y especialmente de Toms de Aquino, en la cual puedan ser incorporados los datos de las neurociencias y ubicados en su justo lugar, complementado con una relectura de la teora de la cau- salidad efectuada, no ya desde las neurociencias exclusivamente, sino tambin en sede metafsica, podra ponernos en una va ms estimu- lante en materia de filosofa de la mente. 258 JORGE MARTNEZ BARRERA 68 tica a Nicmaco, I, c. 3, 1094b 24 ss.