Arte Griego
Arte Griego
Arte Griego
EL PARTENÓN
Representa la máxima expresión del arte griego. Es considerado como la casa del dios o diosa
de la ciudad y no estaba concebido para dar cobijo a los fieles, sino que éstos circulaban a su
alrededor. El exterior presenta la máxima grandeza, dándole incluso un carácter más
escultórico que arquitectónico. El interior será más austero porque no acogía a los fieles y a él
sólo tenían acceso los sacerdotes y sacerdotisas que se encargaban del cuidado de la estatua y
del tesoro.
Era el caso del fondo de las metopas, los triglifos, el friso…, que recibían una policromía en
tonos azules, rojos, dorados… Se resaltan ciertas partes del templo dándole mayor armonía y
efecto.
La estructura del templo es muy simple y consta de las siguientes partes: un vestíbulo
llamado pronaos que conectaba con una gran sala rectangular dedicada al dios o diosa,
llamada naos o cella, que alberga la efigie divina; una última estancia, inaccesible desde la
cella, el opistodomos, donde se custodiaba el tesoro de la divinidad.
El partenón se erigió en honor a la diosa Atenea, como agradecimiento por haber conducido a
los atenienses a la victoria sobre los persas, en el lugar más elevado de la Acrópolis. El mayor
decorador fue Fidias, pero los arquitectos fueron Ictinos y Calícrates. Las obras comenzaron
en el 447 a. de C. y se prolongaron hasta el 432 a. de C.
Este gran templo es octástilo y períptero; estaba policromado y es de orden dórico, aunque
con excepciones, ya que en el interior aparecen cuatro columnas de orden jónico.
Las metopas son 92. Recogen cuatro temas diferentes en los que Atenea participó con
resultados favorables: la Gigantomaquia, en el frente oriental; la Amazonomaquia, en el
occidental: la Guerra de Troya, en el costado septentrional; y la Centauromaquia, en el
meridional.
El tema de su friso es la Procesión de las Panateneas. Todos los años, el 28 de julio, la ciudad
subía en procesión a la Acrópolis para celebrar la hecatombe de ganado que se ofrecía a
Atenea, distribuyéndose la carne entre los asistentes. Las doncellas entregaban a los
sacerdotes un peplo que habían tejido para que vistieran a la diosa con esta prenda. Ambas
conmemoraciones aparecen reflejadas en el friso. Jinetes,carros, músicos, portadores de
ánforas, ramos,... A nivel técnico destaca el tratamiento de los paños.
Dentro del friso destacan escenas como La Cabalgata, La Entrega del Peplo a Atenea o La
Conversación de los Dioses.
Otros templos griegos que destacan en la Acrópolis son el Erecteion, con su famosa tribuna
de las Cariátides, y el templo de Atenea Niké.
ESCULTURA GRIEGA
Los orígenes de la escultura griega están unidos a la aparición del “kuros”, que significa
hombre joven. Su finalidad fue doble: representar a un dios o servir de estatua sepulcral. Se
trata de figuras desnudas, siempre de pie, con los brazos pegados al cuerpo y en posición de
avanzar. El abdomen es plano. Tienen ojos almendrados y los labios doblados hacia arriba.
Esta circunstancia provoca en el rostro la llamada “sonrisa arcaica”, que constituye su rasgo
estilístico más expresivo. Su cabeza puede aparecer adornada por una diadema o felpa, y es
muy característico su pelo eléctrico o electrizante. La cronología del Kuros y de su variante
femenina, la “kore”, se extiende a lo largo del siglo VI a de C., y tanto la rigidez de la pose,
como la falta de naturalismo serán asunto que resolverá con éxito el escultor del período
clásico.
En la época clásica, los griegos reprodujeron la realidad. Aplicaron tres conceptos a las
estatuas: la armonía de las proporciones, el principio de la diartrosis y la postura del
contraposto.
Fidias es el primer imaginero del arte clásico occidental. Es conocido como el gran escultor
de dioses y su obra hay que dividirla en escultura exenta y los relieves del Partenón.
En el año 450 a de C. los atenienses que iban a colonizar la isla de Lemnos encargaron al
artista la Atenea Lemnia en recuerdo a la patrona de la ciudad que les vio nacer. La diosa
aparece en actitud pacífica, desprovista de armas y con el casco en la mano, apreciándose los
rasgos femeninos clásicos en el perfil recto de su rostro.
En el año 438 a de C. se consagró la Atenea Parthenos, realizada en marfil y oro, que presidía
la cella del Partenón. Esta gran escultura estaba subida sobre un pedestal decorado con
relieves que hacían alusión a las historias de Hefesto y Pandora. Tenía unas altas sandalias y
en su túnica o peplo aparecía una especie de coraza con la cabeza de Medusa. Estaba
coronada por un casco y sostenía una lanza y un escudo.
En Olimpia, fue donde realizó su imagen más perfecta y celebrada: el Zeus de Olimpia,
sentado en trono y con una representación de la Victoria en la mano, y presidía la cella de su
imponente templo. Era también crisoelefantina.
En el pequeño templo de Atenea Niké tenemos el relieve de Atenea atándose las sandalias,
que por el tratamiento de los paños se atribuye a Fidias.
El Doríforo es un joven atleta en actitud de avanzar que porta una lanza en su mano
izquierda, apoyándola en su hombro. Fue fundido en bronce y representa los grandes logros
de la escultura griega del s V a de C.: ideal de belleza basado en el canon de siete cabezas,
principio de la diartrosis y ruptura de la ley de la frontalidad mediante la postura del
contraposto.
Estos tres autores representan el segundo clasicismo, dándole un realismo creciente con más
expresiones de los sentimientos humanos y apareciendo un nuevo prototipo de belleza ideal
plasmado en el nuevo canon de Lisipo inspirado en ocho cabezas.
Entre sus obras podemos destacar el Apolo Sauróctono o Hermes con Dionisos Niño. Pero
su obra maestra es la Afrodita Cnido. Se trata del primer desnudo íntegro femenino del arte
griego. La sensual Afrodita saliendo del baño fue comprada por los ciudadanos de Cnido. La
gracia y la serenidad de la Afrodita de Cnido motivó que fue muy solicitada por la licencia
del mundo antiguo, reproduciéndose en infinidad de copias y adaptaciones que, con ligeras
variantes, se prolongarán la época helenística (Venus de Milo).
Scopas. Frente a la simpatía de Praxíteles, Scopas abunda en los estímulos patéticos, dando
lugar a esculturas llenas de dramatismo, agitación, tensión corporal y espiritual.
Nació en la isla de Paros, famosa por sus canteras de mármol, y en este material desarrolla su
producción. Entre sus obras destacan la Ménade Danzante.
Lisipo. Crea el canon de las ocho cabezas, es decir, canon más estilizado, convirtiendo la
cabeza en una octava parte de la altura total del cuerpo humano. En sus esculturas, los
miembros quedan totalmente insertados en el espacio. Entre sus obras más importantes se
encuentra el Apoxiomeno. Este atleta está realizando una labor de limpieza en su cuerpo para
retirar la grasa del cuerpo después del ejercicio físico.
PERÍODO HELENÍSTICO
A lo largo de tres siglos asistimos a una nueva civilización, en la que se conjugan elementos
griegos y orientales, convirtiéndo el arte en factor de unión.
Los gobernantes sembraron las poblaciones con majestuosos edificios de carácter religioso,
privado y público; santuarios, palacios, mausoleos, mercados bibliotecas, gimnasios y teatros
al aire libre, como el espectacular teatro de Epidauro el mejor conservado y el de mayor
acústica del arte griego.
Pero las grandes creaciones del arte helenístico pertenecen al campo de la escultura. El
problema de la torsión del cuerpo, con figuras girando en espiral, y surgen grupos complejos
integrados por varios personajes; el repertorio iconográfico se amplía y la nómina de dioses
es compatible con individuos de todas condición social, desde el príncipe al esclavo, en un
proceso de secularización artística; se cultivan las tres edades de la vida, la ternura de la
infancia, la plenitud de la madurez y las carnes decrépitas del anciano; los modelos pueden
ser griegos o extranjeros, vestidos o desnudos, y triunfa la alegoría.
Cuatro grandes escuelas alcanzan fama y prestigio: Atenas, Alejandría, Pérgamo y Rodas.
● Atenas. En esta escuela se sigue respirando aún el clasicismo por los seguidores de
Praxíteles, Scopas y Lisipo. Entre las obras más importantes destaca El Niño de la
Espina, un bronce donde el clasicismo se funde con los temas populares.