La Promoción Cultural
La Promoción Cultural
La Promoción Cultural
Hace ya algunas décadas que se viene hablando de Promoción Cultural asumiendo con
absoluta legitimidad la utilización histórica y semántica que el término promoción ha tenido
de movimiento de un estado, de una situación a otra necesariamente superior y
vinculándola a la acción consciente y organizada en pro del desarrollo cultural de la
sociedad; más reciente resulta su concepción no sólo como tarea bella e imprescindible,
sino también como área del conocimiento con contenidos, principios, objetivos y métodos
que, si bien muchos de ellos aportados por otras ciencias sociales, dan cuerpo a una
disciplina indispensable para todos aquellos cuyo encargo social los implica en algunas de
las múltiples aristas en que se manifiesta la cultura.
La Promoción Cultural, en tanto disciplina existente para y desde la acción, no se nos podrá
revelar, sino como actividad, si asumimos, que la lógica y razón de su existencia están
asignadas por el cambio, por el movimiento, entonces podremos compartir que debemos
entenderla como un proceso, siempre inacabado, en el que el diálogo entre el pasado y el
presente, entre lo propio y lo ajeno, entre el ser y el deber ser, estará orientado hacia la
modelación y construcción de un futuro que ya vive entre nosotros.
La Promoción Cultural de que hablamos es, por naturaleza, una manera de relacionar a la
población y a la cultura orientada hacia su crecimiento sostenido; cada una de estas
acciones implica un modo de relacionar a la población con la cultura; por esto, la
entendemos como un proceso comunicativo y de participación, asumiendo esta última no
sólo en los límites que ofrece la satisfacción de necesidades de acceso definidos por una
élite, sino incorporando también, en igual magnitud y relevancia, las expresiones culturales
generadas por un accionar desde todos y por todos, que estimule, reconozca y potencie las
facultades creadoras y la capacidad de aporte, latentes o manifiestas en cada individuo y en
cada grupo. Por ello, el grado y modo de participación estará condicionado por las
particularidades de contextos y formas culturales; los cuales son en última instancia, los
determinantes, lo que ratifica la necesidad de conocimiento cabal de la realidad y el
dominio del área cultural donde se concreta nuestra misión.
Otro aspecto de gran significación son los agentes de la Promoción Cultural, para muchos
aún identificados sólo en áreas que por su madurez, ejercicio y relevancia han devenido en
instituciones y profesiones, desconociendo otras formas y otros protagonismos del
desarrollo cultural que existen, actúan y aportan desde las propias comunidades y desde
agrupaciones u organizaciones de muy variada índole y nivel de estructuración. Esta
lamentable reducción muchas veces ignora también a quienes se desenvuelven en otras
tareas de la sociedad más allá de lo establecido como sector de la cultura, aunque muchas
veces lleguen a tener igual o mayor relevancia en los procesos culturales que este, o aunque
actúen en ellos desde algunas de sus aristas.
Uno de los retos más importantes que ha enfrentado su estructuración como disciplina
docente, le viene dado por la necesidad de integrar conocimientos, métodos e
instrumentos desarrollados y validados por otras ciencias sociales, de las que resulta
consciente deudora, para eslabonar un sistema original, coherente y efectivo, capaz de
cumplir la misión social que le corresponde; lo que determina su evidente
multidisciplinariedad y el franco proceso de construcción del universo profesional de
quienes nos ocupamos de ella, abierto a la colaboración y el intercambio permanente,
el trabajo colectivo como medio para dar cauce a nuestra responsabilidad y como
exigencia para enfrentar la magnitud de la obra.
Otro aspecto al que se le ha prestado especial atención es la fundamentación
pedagógica que sirve de base a la enseñanza de la Promoción Cultural, orientada
hacia la construcción de un saber social y asentada en un modelo que se corresponda
con el modelo de intervención en la realidad que proponemos y que asume, como sus
principios más generales, los siguientes:
La Promoción Cultural debe así mismo, reconocer el vínculo entre cultura y calidad
de vida y en ella el valor de la vida cotidiana, rescatando de este modo la dimensión
cultural de la calidad de vida. Para favorecer los procesos de Promoción Cultural se
hace necesario también extraer el máximo provecho cultural de las nuevas tecnologías
y los medios de difusión masiva así como potenciar la unidad, la coordinación y la
integración entre todos los actores sociales.
- Papel que tiene la cultura en estos momentos en nuestro país en todo el proceso
de formación de una cultura general integral.
- Conjunto de instituciones que brindan servicios y productos culturales.
- La gran cantidad de personas vinculadas a estos procesos y desde diferentes
ámbitos y profesiones.
Podemos describir también algunas barreras que afectan estos procesos, entre las que
se encuentran:
- Reducir la Promoción a la difusión de los hechos y procesos culturales.
Promover cultura es algo más que difundirla o divulgarla, sin dejar de
entender la difusión y la divulgación como acciones de promoción. Esto nos
dice que no hay claridad en los objetivos de la promoción.