Elaborar Un Mapa Conceptual Del Capítulo 3 6572
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Fines de la Educación
Con esta idea, es el Estado mexicano, mediante organismos designa- dos por él, el que
realizará funciones para la formación y capacitación de los trabajadores que se
dedicarán a educar, investigar y difundir la cultura de nuestro país. Asimismo, el
artículo 123, que se refiere al aspecto la- boral, regula las acciones, como lo establece la
Ley General del Trabajo, para que los trabajadores de la educación, en tanto presten sus
servicios durante una jornada laboral, obtengan salarios y prestaciones de acuerdo con
la anterior ley.
Con el fin de lograr una mejor operación del modelo educativo, el establecimiento de
reglas debe estar encaminado hacia una mayor precisión de las obligaciones de cada
parte. En particular, si bien la Ley General de Educación distribuye las funciones
educativas de la federación y de los estados, se requiere permanente comunicación y
mayor claridad sobre la manera de ejercer las atribuciones.
Para lograr la transformación de la educación, además de una nueva gestión del sistema
educativo que permita llevar el planteamiento curri- cular a las aulas, se requiere de una
revisión de la formación y el desarrollo profesional. La profesionalización de los
maestros debe comenzar desde su formación inicial y ser continua durante toda su vida
laboral.
A su vez, este planteamiento exige que tanto en lo individual como en lo colectivo los
maestros cuenten con los apoyos necesarios para facilitar su quehacer como educadores
y contribuir a su desarrollo profesional. Es decir, que tengan acceso a recursos
pedagógicos innovadores, una formación continua y asesoría técnica-pedagógica para
trabajar de ma- nera planeada, actualizada y orientada al aprendizaje de los alumnos y a
la solución de los problemas diarios y diversos que se presentan en el aula. Para ello, es
prioritario el liderazgo institucional en el área académica, ya que debe haber una
conducción puntual y pertinente respecto de los propósitos que se pretenden lograr,
explotar la creatividad de los docentes en beneficio de los estudiantes y cuidar los
procesos de avance en la formación respecto de los planes y programas.
Los retos que se plantean actualmente para el país requieren de una selección cuidadosa
del personal docente para asegurar que sean los
mejores quienes lleguen al salón de clases. De conformidad con la re- forma educativa,
los concursos para el ingreso al Servicio Profesional Docente deben asegurar la
idoneidad de los nuevos maestros. Además de perfeccionar el diseño y los procesos de
evaluación, el trabajo con las autoridades educativas locales debe continuar para
asegurar la transparencia en la observancia de la prelación. Estas mismas
consideraciones deben observarse respecto de la evaluación con fines de promoción a
cargos de dirección o de supervisión, pero sobre todo ver la evaluación como una
manera alterna de reorientar procesos educativos.
Por el contrario, siempre deberá aportar información que a los maestros les resulte
valiosa para mejorar su trabajo.
La evaluación debe tomar en cuenta el contexto en que el docente aplica las capacidades
básicas que todo maestro debe tener. Por la complejidad de la materia, el diseño de la
evaluación y los mecanismos para su aplicación deben ser objeto de una revisión
permanente para responder, cada vez mejor, al propósito de impulsar el desarrollo
profesional de los maestros en los variados contextos en que llevan a cabo su trabajo. A
lo largo de su trayectoria laboral, los maestros que acrediten un buen desempeño serán
beneficiarios de promociones y reconocimientos que estimulen su desarrollo
profesional.
La oferta de formación continua debe diseñarse para atender las necesidades que el
modelo 2016 plantea a supervisores, directores y docentes. Asimismo, debe contemplar
las necesidades de cada etapa en la implementación del modelo educativo, así como las
particularidades de los niveles y sus distintas modalidades, tanto en educación básica
como en media superior.
Una oferta de formación continua amplia y adecuada permitirá a los docentes avanzar
hacia la materialización de la visión que el nuevo cu- rrículo plantea: por un lado,
orientada a la actualización de contenidos, y por otro, a la renovación del trabajo en el
aula, a partir de la introducción de innovaciones y estrategias pedagógicas para
propiciar los ambientes de aprendizaje y los procesos de evaluación y generación de
materiales característicos del siglo XXI. El planteamiento pedagógico de la reforma
educativa, tanto en la educación básica como en la media superior, debe contribuir al
desarrollo de liderazgos directivos académicos y de gestión para favorecer que las
escuelas estén efectivamente orientadas a lograr aprendizajes significativos y
pertinentes.
En este sentido, con lo anterior se reafirma que las licenciaturas en educación que
ofrecen las escuelas normales deben revisarse a fin de contar con espacios curriculares
para el intercambio académico y estudiantil con las universidades. Los programas,
rígidos y obsoletos por- que no son congruentes con la realidad, deben ser abandonados
y dejar abierta esa posibilidad.
Otro actor indispensable para una gobernanza efectiva del sistema educativo es el
Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Desde su fundación en
1943, el SNTE ha desempeñado un papel crucial en la vida y desarrollo del magisterio,
con la irrenunciable tarea de procurar la defensa de los derechos laborales de sus
agremiados.
El Modelo Educativo 2016 plantea una serie de cambios importantes respecto al papel
de las autoridades de la escuela y del maestro. Deja de considerar a los maestros como
simples transmisores de conocimientos prescritos en un currículo cerrado a la
creatividad, sino que los concibe como profesionales con la capacidad de aplicar el
currículo acorde a las características heterogéneas de su entorno y sus alumnos.
Según el Modelo Educativo 2016, una de las claves para el buen funcionamiento del
sistema en su conjunto, y sobre todo a nivel de cada plantel escolar, es una activa y
responsable participación social. En particular, el involucramiento de los padres de
familia es un factor que incide ampliamente en el desempeño académico y el desarrollo
de los alumnos. En el tradicional modelo de gestión vertical, los padres de familia han
tenido pocas posibilidades de participar activamente en la vida de las escuelas, porque
éstas no tenían márgenes de decisión propia que lo hicieran posible.
Al poner a la escuela al centro del sistema educativo y dotar a los planteles de una
mayor autonomía de gestión, el modelo derivado de la reforma educativa facilita un
involucramiento más activo de los padres de familia, que favorece el buen
funcionamiento de las comunidades escolares de las que forman parte. De manera
puntual, el artículo 10º de la Ley General de Educación fue reformado para reconocer a
los padres de familia como agentes del sistema educativo, con el fin de promover su
participación de manera más activa, organizada y corresponsable.
Los padres de familia asumen la función de contraloría, son reviso- res de procesos
escolares y toman decisiones para el mejoramiento de las instituciones. Pero, ¿quién
pone límites a la injerencia de los padres de familia en el trabajo del docente?; ¿qué
repercusiones surgen a par- tir de la toma de decisiones y mejoramiento de las
instituciones?
Queda claro que el desempeño del docente no puede estar supeditado al criterio de los
padres de familia; esto resulta perverso para desacreditar y discriminar el trabajo de un
profesional.
Por otro lado, la experiencia de variados programas ha enseñado que dotar a las escuelas
con presupuestos propios detona dinámicas positivas de participación social y
organización escolar, además de beneficios tangibles para los planteles en términos de
mantenimiento. El modelo educativo fortalece a la educación pública y promueve que
los padres de familia participen en la escuela para contribuir a mejorar la educación de
sus hijos, sin que ello implique que deban hacer pago obligatorio alguno; sin embargo,
es evidente que esta situación es parte de una gobernanza de control y sometimiento, ya
que en verdad existe un presupuesto destinado a instituciones educativas.
Por ello, el Modelo Educativo 2016 propone la creación del Sistema de Información y
Gestión Educativa (Siged), a partir de los requerimientos de las escuelas. Este sistema
deberá permitir capturar electrónicamente la información que se genera en la escuela,
referida al control escolar, movimientos de personal que suceden en la escuela, y
registros de la infraestructura escolar y de bienes muebles. La información capturada en
la operación ordinaria de las escuelas deberá producir las transacciones requeridas para
que las áreas administrativas provean a las escuelas de los apoyos humanos y materiales
pertinentes. El Siged deberá ser una herramienta que facilite que las escuelas cuenten
con las plantillas de maestros completas desde el primer día de clases y que haya
sustituciones oportunas del personal frente a grupo. Los directo- res de las escuelas
verán fortalecida su autoridad en la medida que el Siged les sirva como herramienta de
gestión que sustituya los trámites largos, complejos y de resultados inciertos que con
mucha frecuencia han debido hacer hasta la fecha.
Las supervisiones, áreas intermedias y autoridades del planteamiento pedagógico de la
reforma educativa, ámbitos estatal y nacional, deberán encontrar en el Siged el medio
para conocer mejor lo que sucede en las escuelas. Al parecer, el discurso en políticas
públicas es subjetivo, porque la realidad demanda mejores condiciones laborales en las
escuelas; en este sentido, los procesos de transacciones son cada vez más complejos y ni
se diga la carencia de apoyos humanos y materiales; por otro lado, las plantillas de
maestros no se completan, tan es así que termina el ciclo escolar y algunos docentes no
han concluido por falta de nombramien- to, porque no recibieron pago o, en su defecto,
porque no les renovaron su contrato.
La teoría del capital humano prescribe que un estudiante, en la medida que invierta en
su educación, en esa forma será retribuido como profesionista: a mayor número de
grados profesionales, mayor y mejores puestos laborales y por tanto mayor salario.
En el caso de nuestro país, la planeación del desarrollo está encuadrada por el contexto
internacional que se vive y por la historia y evo- lución reciente de nuestra economía.
Por un lado, el Banco Mundial, en una de sus recomendaciones, dice que se debe
descentralizar la gestión
El trabajo docente en la escuela primaria demanda, entre otras destre- zas, las de
observar e interpretar los sucesos en el salón de clase y tomar decisiones adecuadas e
inmediatas que permitan organizar el trabajo de todos los alumnos, atender
especialmente a aquellos que lo requieran y resolver los conflictos que se presenten
durante la jornada de trabajo, con el fin de alcanzar los propósitos educativos.
Asimismo, es indispensable que los maestros posean una gran capacidad de
comunicación para explicar, narrar, argumentar y transmitir instrucciones o formular
preguntas o comentarios, identificar las reacciones de sus alumnos y aun sus estados de
ánimo tanto en clase como fuera de ella.
La profesión docente tiene que ver con las competencias desarrolladas en la formación
inicial, pero también durante la práctica misma, en el desarrollo del ejercicio
profesional, donde se aplican todos los saberes y la práctica que se transforma en el arte
de enseñar.
Desde hace varias décadas, las reformas educativas han estado presentes en nuestro país
como un símbolo de búsqueda para mejorar la calidad educativa y el derecho a la
educación que tienen todos los niños y jóvenes de nuestra nación; como consecuencia,
las autoridades educativas se han visto preocupadas por alcanzar los estándares
propuestos por organismos de talla internacional como la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos (ocde), la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (unesco) y el Fondo Monetario
Internacional (fmi), entre otros, con el propósito de alinear las competencias que se
requieren para integrarse a la actual sociedad mediática y globalizada. Por tanto,
actualmente se formula un nuevo modelo educativo que plantea dentro de su estructura
un cambio paradigmático en la organización y funcionamiento de los Consejos Técnicos
Escolares (cte) en educación básica, como una modalidad en la que prevalece la
autonomía de gestión y el aprendizaje entre pares y cuya finalidad es atender los
problemas educativos y establecer metas, objetivos y estrategias de intervención que
contemplen las prioridades (mejora de los aprendizajes, rezago escolar, funcionamiento
de la normalidad mínima escolar y convivencia sana, pacífica y formativa) enmarcadas
en el Sistema Básico de Mejora Escolar propuesto por la Secretaría de Educación
Pública (sep).
Las escuelas de organización incompleta de una misma zona, donde el personal sea
menor a cuatro docentes se integrarán en un solo CTE o de acuerdo con las condiciones
geográficas. Será presidido por el supervisor de zona.
El artículo 31, del capítulo IV, del acuerdo 98, por el que se establece la organización y
funcionamiento de las escuelas de educación secundaria, establece que en las escuelas
de educación secundaria “funcionará un órgano de consulta y colaboración denominado
Consejo Técnico Escolar, cuya función será auxiliar al director en la planeación,
desarrollo y evaluación de las actividades educativas y en la solución de los problemas
trascendentes del plantel”
Con la firma del Acuerdo Nacional para la Modernización Educativa en 1992, se obtuvo
un compromiso creado por las instancias del gobierno federal, las entidades federativas
y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (snte), cuyo propósito fue
“elevar la calidad de la educación pública” (dof, 1992, p. 7), planteando como retos: la
reorganización del sistema educativo, la reformulación de los contenidos y materiales
educativos y la revaloración de la función magisterial. Dentro de esta última, se
establece la necesidad apremiante de la actualización, capacitación y superación del
magisterio en ejercicio, para lo cual se estable el Programa Emergente de Actualización;
de esta manera, se inicia con cursos para fortalecer la práctica docente.
El CTE sesionará 13 días distribuidos de la siguiente forma: cinco días hábiles para la
fase intensiva previos al inicio de cada ciclo escolar y ocho días hábiles para la fase
ordinaria. Cada sesión del CTE abarcará el total de horas de la jornada escolar
establecida según el calendario escolar implementado. Por ningún motivo los días
programados para las sesiones del CTE se usarán en actividades sociales, cívicas,
festivales o cualquier otra acción distinta a los propósitos de las mismas.
Por lo que uno de los grandes desafíos educativos es que los estudiantes aprendan a
convivir en un ambiente de respeto, tolerancia hacia la diversidad, viviendo en
democracia y respetando la multidiversidad y multiculturalismo de los pueblos.
Asimismo, la convivencia es un instrumento para combatir prejuicios, estereotipos,
segregaciones y racismo, entre otros; por ello es considerada como uno de los grandes
pilares dentro de la formación de los estudiantes, coadyuvando a prevenir situaciones de
acoso escolar, violencia y delincuencia, entre otros, cuyo efecto negativo impacta en las
condiciones para la mejora de los aprendizajes de los alumnos.
Como parte de las condiciones del sbme, se establecen los Consejos Técnicos Escolares,
que son una modalidad de trabajo colaborativo en donde se definen las problemáticas
educativas que aquejan a la institución y se enmarcan los objetivos, las metas y las
acciones que buscan alternativas para la mejora de la calidad educativa. Es decir, “son
espacios donde de manera colegiada se autoevalúa, analiza, identifica, prioriza, planea,
desarrolla, da seguimiento y evalúa las acciones que garanticen el mayor aprendizaje de
todos los estudiantes de su centro escolar” (dof, 2014b); también se considera como “el
colegiado integrado por el director y la totalidad del personal docente de cada escuela
encargados de planear y ejecutar decisiones comunes dirigidas a que el centro escolar,
de manera unificada, se enfoque a cumplir satisfactoriamente su misión.
Sin embargo, aunque de uso generalizado, no hay hasta el momento una definición
única y consensuada de este concepto, por lo que en ocasiones se puede llegar a utilizar
de forma indiscriminada, como un traje a la medida para diversas situaciones o, como
dice Guy Peters (2007, p. 1), “como las palabras de Alicia en el País de las Maravillas,
es decir, significa exactamente lo que cada académico quiera que signifique”. Es así que
gobernanza es un término polisémico, que puede tener diversos matices no sólo en su
concepción, sino también en su uso, pero que más allá de su incorporación actual a la
política pública como un mero mecanismo de asimilación de tendencias internacionales,
implica —en su connotación reciente y más generalizada— una nueva forma de relación
entre el Estado y la sociedad civil, lo que para algunos puede ser un camino para la
participación de la ciudadanía en el manejo de su destino, y para otros propiciar un
Estado que se deslinde de sus responsabilidades.
Es en este contexto que en América Latina se tradujo el término que nos ocupa como
gobernabilidad, lo que aumenta la confusión en su uso. Es necesario hacer un alto en el
camino para aclarar un poco más el concepto de gobernanza desde la perspectiva actual,
tomando como punto de partida que éste se refiere a las estructuras y los procesos con
los que van a interactuar el Estado y la sociedad civil, lo que puede marcar distintos
grados de gobernanza y, por supuesto, distintas relaciones de poder en el manejo y toma
de decisiones, pero que bajo el contexto mundial actual parece marcado por una pérdida
de poder estatal y un mayor predominio social.
Algunas interpretaciones del término gobernanza se limitan a considerarla únicamente
como la participación de la sociedad civil en las esferas del poder para la toma de
decisiones que afectan al colectivo; sin embargo, no hay que perder de vista que la
gobernanza va más allá de la participación ciudadana, ya que —en términos coloquiales
— son las reglas del juego (que toda comunidad tiene en diversas circunstancias y
tiempos históricos), consideradas éstas como las estructuras y los procesos que
permitirán y definirán la participación de los distintos actores de la sociedad, incluido
por supuesto el Estado, al cual algunos consideran debilitado o excluido de esta
dinámica; no obstante, autores como Aguilar (2007) consideran que su papel es de suma
importancia porque dirige este desarrollo.
Después de hacer una breve referencia sobre lo que para algunos autores significa la
gobernanza, como procesos y estructuras que norman la interacción para el logro de
objetivos comunes de los actores sociales integrados en redes y que en su uso
generalizado actual se interpreta como la participación de la sociedad civil en la toma de
decisiones en conjunto con el Estado, se debe referir que, de acuerdo con Urriza et al.
(2016), la gobernabilidad “es la capacidad de los actores intervinientes para llevar
adelante un buen gobierno, el cual depende de la gobernanza, es decir, de las reglas de
juego definidas”; hay que aclarar que los autores citados con anterioridad retoman la
propuesta de Torres-Melo (2007), la cual se caracteriza por su sencillez y claridad en su
concepción sobre gobernabilidad.
De acuerdo con Aguilar (2007), como respuesta a esta crisis, apareció como propuesta
de solución lo que se llamó la “nueva gestión pública” (NGP), que tuvo bastante
aceptación no sólo en los ámbitos del gobierno, sino también entre los miembros de la
sociedad y la academia, como un instrumento para restablecer la gobernabilidad
perdida, desde un enfoque de gobernanza.
La NGP tiene como objetivo mejorar la gestión para la toma de decisiones a partir de
instrumentos de medición y evaluación, entre otros. Esta disciplina critica al Estado
jerárquico, centralizado, que cuenta con reglamentos inalterables, al tiempo que se
ofrece como el mecanismo que puede lograr una mayor eficiencia y calidad de la
gestión pública.
Cabe señalar que la gobernanza en la educación es un reflejo de los retos que enfrentan
las sociedades en el siglo XXI que, como se mencionó con anterioridad, se caracterizan
por su complejidad, diversidad y velocidad. Y es que nunca antes el mundo había girado
tan rápido y había sido tan pequeño como ahora; el vertiginoso avance tecnológico de
las últimas décadas, así como su consecuente producción de información, ha
transformado las relaciones sociales, económicas, políticas y culturales que rigen a la
humanidad. Las interrelaciones propiciadas por la tecnología globalizaron el mundo en
un nuevo orden social. Sin embargo, estos cambios han propiciado un desarrollo
desigual y un mundo más competitivo, regulado por el libre mercado y la
transformación del Estado en el ejercicio de su poder. Estas variaciones, dicen Garbanzo
y Orozco (2010), son profundas e irreversibles y tienen su efecto en diversos ámbitos,
entre ellos la educación, tal vez uno de los sectores cuyo papel trascendental en la
sociedad (desde su origen formal en la época de la revolución industrial) es uno de los
más cuestionados, sobre todo cuando en el contexto actual “rápidamente quedan
obsoletos conocimientos y prácticas asumidas como válidas en los distintos campos de
las actividades humanas”
Por su parte, el tema de la autonomía ha estado presente por más tiempo en la discusión
educativa, aunque en el ámbito de las universidades, por ejemplo desde el siglo xi en
Europa, ya se discutía sobre el mismo. En la década de 1960, con los diversos
movimientos estudiantiles que se registraron en el mundo, se fortaleció la concepción de
autonomía universitaria, con postulados básicos como: cogobierno, estatutos, planes
educativos y recursos propios de inversión, los cuales no fueron influenciados por los
cambios de gobierno, entre otros. Desde esta mirada universitaria y en el contexto
actual, la autonomía se concibe con un mayor panorama, no sólo hacia adentro de la
institución sino más allá, en su incidencia con su entorno, con el propósito de mejorar la
calidad de vida de los estudiantes y brindar solución a los problemas de la sociedad, lo
que nos lleva a un enfoque de gobernanza. Dentro de este marco, la autonomía permite
que “las instituciones educativas cuenten con oportunidades y capacidades para tomar
decisiones y realizar proyectos educativos propios, pertinentes y relevantes a las
necesidades de los estudiantes y a los requerimientos de formación ciudadana y de
desarrollo local, regional y nacional”
“Para que esto tenga lugar, deben producirse las necesarias transformaciones
sistemáticas de la gestión política y pedagógica para reubicar en este contexto la
capacidad de iniciativa de cada establecimiento” (p. 17). Al respecto, Bolívar (2009)
considera que en el contexto actual es bien vista la autonomía de gestión porque se toma
a la escuela como la base en la que se van a realizar los cambios que permitan mejorar
la educación, en donde la comunidad tome sus propias decisiones con una mayor
participación de docentes, padres de familia y comunidad, incidiendo también en esta
última, entre otras buenas intenciones.
Desde esta mirada crítica, son varios los autores que advierten que la autonomía de
gestión ofrece bajos resultados en la mejora educativa, su utilización política y hasta sus
peligros para la existencia del sistema educativo regulado por el Estado; uno de estos
autores es Bolívar Botía (2004), quien pone énfasis en que la autonomía es “más bien un
mecanismo del discurso pedagógico por el que, en estos tiempos de debilidad para
imponer normas, el Estado se ve forzado a recurrir al discurso de la ‘autonomía’ para
justificar su gobierno de la educación”