La Prision Preventiva en El Codigo Procesal Penal

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La prisión preventiva en el Código Procesal Penal*

James Reátegui Sánchez**


Pontificia Universidad Católica del Perú
SUMARIO: 1. Introducción / 2. La prolongación de la prisión preventiva /
2.1. Presupuestos formales de la prolongación de la prisión preventiva / 2.2.
Presupuestos materiales de la prolongación de la prisión preventiva/ 3. La
prolongación de la prisión preventiva para el condenado/ 4. La prisión preven-
tiva en el marco de la pandemia del COVID 19/ 5. Respuestas a las preguntas
del público.

1. Introducción
La prisión preventiva, como institución jurídica procesal, cuenta con cinco ám-
bitos de exploración y estudio dentro del Derecho Procesal Penal. En primera
instancia se encuentra la etapa de imposición de la prisión preventiva, cuando
se cumplen los requisitos contenidos en el artículo 268° del Código Procesal
Penal.

El segundo ámbito comprende la fase de duración de la prisión preventiva, que


alberga el aspecto temporal a partir del cual –el Juez de Investigación Prepa-
ratoria– no solo tendrá que imponer los presupuestos; sino también, el límite
de tiempo que le correspondería al imputado una vez que se declare fundado
el requerimiento de prisión preventiva. Por consiguiente, el periodo de tiempo
será de nueve meses cuando se trate de un proceso común; mientras que, será
de dieciocho meses cuando el proceso sea complejo y de treinta y seis meses
cuando este se desarrolle en el marco de criminalidad organizada. Esto último,

* Conferencia virtual llevada a cabo en el II Congreso Internacional Multidisciplinario de Derecho y el IV


Encuentro Macrorregional de Estudiantes de derecho, organizado por Amachaq Escuela Jurídica del 12 al
24 de julio del 2021.
** Doctor por la Universidad de Buenos Aires en el área de Derecho Penal, con estudios en materia de “Des-
trezas en Litigación Oral” en la California Western School of Law. Actualmente es Juez Superior en la Corte
Superior de Justicia de Lima Sur. Ha sido profesor de reconocidas casas de estudio a nivel internacional y el
interior de nuestro país. Además de ser conferencista, así como autor y coautor de destacadas publicaciones
académicas en materias relacionadas con el Derecho Penal.
James Reátegui Sánchez

acorde a la Ley N° 30076 del año 2013, que modificó el artículo 272° del Có-
digo Procesal Penal.

El tercer espacio de aplicación de la prisión preventiva se encuentra referido a


su prolongación una vez que se haya cumplido el plazo de su duración inicial.
Cabe precisar que, este ámbito es propiamente una facultad que confiere el
legislador procesal al juez para que, previo requerimiento del fiscal, pueda ex-
tender la medida de prisión preventiva por plazos exclusivamente establecidos
en el artículo 274° del Código Procesal Penal .

Asimismo, el cuarto ámbito comprende la cesación de la prisión preventiva.


Esta es aquella institución o pretensión procesal que va a buscar la extinción
de la prisión preventiva; a través de la variación de la medida por una menos
gravosa que sería –en todo caso– una detención domiciliaria, si es que se cum-
plen las formalidades previstas en el artículo 290° del Código Procesal Penal:
que el procesado adolezca una enfermedad grave, que tenga más de 65 años de
edad, que sufra de una grave incapacidad física permanente y cuando se trate
una madre gestante.

Por último, el quinto aspecto de estudio de la prisión preventiva es la impug-


nación de la medida, regulado en el artículo 278° del Código Procesal Penal.
En él se aprecia que el legislador ha tomado una decisión acertada al prever la
posibilidad de que ciertas resoluciones judiciales –que recortan derechos fun-
damentales como la libertad– puedan ser objeto de impugnación ante la ins-
tancia superior.

Teniendo en cuanto lo expuesto, aquí se abordarán dos de los cinco ámbitos de


estudio de la prisión preventiva, los cuales son la prolongación de la medida y
la cesación de la misma.

2. La prolongación de la prisión preventiva


La prolongación de la prisión preventiva se encuentra regulada en el artículo
274° del Código Procesal Penal y tiene como presupuesto fundamental el que
exista un plazo temporal inicial de la medida; por ejemplo, si a un imputado se
le impone nueve meses de prisión preventiva y sucede que se han suscitado cir-
cunstancias insalvables que no fueron previstas por el fiscal durante el reque-
rimiento de la medida y tampoco al momento de imponerse la misma; enton-
ces, será necesario prolongar excepcionalmente el plazo inicial previsto para la
menciona medida de coerción personal. Por ello, el legislador nacional, en el
año 2004, cabalmente estableció ciertas condiciones para su prolongación, las
cuales se complementan con lo señalado en el Acuerdo Plenario N° 02-2017.
La prisión preventiva en el Código Procesal Penal

2.1. Presupuestos formales de la prolongación de la prisión


preventiva
La primera condición hace referencia a un presupuesto formal y otro material.
En cuanto al primero, este se encuentra regulado en el artículo 274°, inciso 1
del Código Procesal Penal. En él se señala que la prolongación de la prisión
preventiva debe realizarse previo requerimiento del representante del Ministe-
rio Público, antes del vencimiento de esta. La previsión de esta última circuns-
tancia encuentra asidero en una cuestión práctica, pues los requerimientos de
prolongación de la prisión preventiva se realizaban ante el juzgado un día antes
del vencimiento de la medida, lo cual impedía que pudiera llevarse a cabo una
audiencia célere. Por lo tanto, se recomienda que el requerimiento de prolon-
gación de la medida se realice con quince días de anticipación al vencimiento
de esta; para que –sobre la carga y la agenda que tienen los jueces– se pueda
programar la audiencia antes del vencimiento. Aunado a ello, en el fundamento
quince del Acuerdo Plenario N° 2-2017, se establece que –una vez vencido el
plazo de la duración de la prisión preventiva– precluye y caduca la posibilidad
de su prolongamiento.

Por otro lado, el segundo presupuesto formal consiste en que se debe realizar la
audiencia en el marco de competencia de un juez de Investigación Preparatoria,
puesto que este es el único órgano judicial que puede imponer una prolonga-
ción de la prisión preventiva. Al respecto, la Corte Suprema ha establecido –en
la Casación N° 328-2012/Ica– que resulta concerniente precisar que un pedido
de prisión preventiva no puede considerarse una cuestión no reglada, dado que
sí existe una normativa referente a dicho tema; en ese sentido, en el artículo
264° del Código Procesal Penal se establece que el requerimiento de prisión
preventiva –y de todas aquellas medidas que involucren la limitación de liber-
tades– debe realizarse ante el juez de Investigación Preparatoria, al ser este
competente y natural.

Finalmente, el tercer presupuesto formal es el plazo; en este punto, debe te-


nerse en consideración que –desde que el fiscal requiere la prolongación de la
prisión preventiva– no deben transcurrir más de 72 horas para que se realice la
audiencia y –posterior a ello– no deben transcurrir más de 72 horas adicionales
para que se emita la resolución correspondiente.

2.2. Presupuestos materiales de la prolongación de la prisión


preventiva
En cuanto a los presupuestos materiales –que constituyen la base fundamental
de la prolongación de la prisión preventiva–, se tiene como el primero de ellos
James Reátegui Sánchez

a aquel que señala que para darse la prolongación de la medida deben concurrir
los presupuestos del fumus boni iuris; el del fumus delicti comissi; o probabili-
dad, sospecha grave o vehemente, ello acorde a lo señalado en la Casación N°
147-2016/Lima. Además, debe subsistir la prognosis de pena superior a cuatro
años de privación de la libertad y el peligro procesal en su faceta de peligro de
fuga y entorpecimiento de la actividad probatoria.

En resumen, debe darse la materialización de los presupuestos de la prisión


preventiva. Adicionalmente a ello, al analizarse el fundamento catorce del
Acuerdo Plenario N° 1-2017, se puede observar que la fiabilidad probatoria,
la corroboración periférica y el alto grado de incriminación deben mantenerse
para prolongar la medida; lo cual –a tordas luces– está relacionado con los gra-
ves y fundados elementos de convicción.

De igual manera, resulta pertinente hacer alusión a la Ejecutoria Suprema del


04 de febrero de 2020, recaída en el Recurso de Nulidad N° 1786-2019/Lima.
En ella se señala –en el considerando cuarto– que los motivos que sirvieron
para dictar el mandato de prisión preventiva han de permanecer incólumes
para dictar su prolongación. Así también, el Recurso de Nulidad N° 302-2018/
Lima Norte refiere que la prolongación de la prisión preventiva tiene como
prerrequisito el agotamiento del plazo y la necesidad de requerirse más tiempo
para cumplir los fines del proceso y así evitar que este sea perjudicado por un
mal uso de la libertad del propio imputado. Siendo así, la prolongación tiene
como primer presupuesto a los elementos materiales de la prisión preventiva;
sin embargo, ello no quiere decir que –en una audiencia de prolongación de pri-
sión preventiva– se vayan a discutir los mismos presupuestos que se debatieron
inicialmente al imponer la medida.

Por otro lado, lo más importante del presupuesto material de la prolongación


de la prisión preventiva es el tema de la especial dificultad de la investigación
o del proceso. Ergo, el primer presupuesto que el juez debe analizar es si hubo
una especial dificultad.

Sobre ello, la Corte Interamericana de Derechos Humanos –en un fallo emitido


en el 25 de abril del año 2000– se ha pronunciado precisando que la sospecha
firme y razonable –sobre la comisión de un delito por parte una persona– es
condición sine qua non para la legalidad de la prisión preventiva; no obstante,
luego de un cierto tiempo ello no es suficiente. Es por ello que, el tribunal debe
establecer si existen otras causas que se consideren relevantes y que resulten
suficientes como para prolongar la prisión preventiva. De lo expuesto, se colige
un tratamiento genérico de las otras causas que podrían permitir la prolonga-
ción de la medida; no obstante, aún no se aterriza en lo que se conceptualiza
La prisión preventiva en el Código Procesal Penal

como especial dificultad. Así mismo, resulta oportuno mencionar el Código


Procesal Penal de 1991, que estuvo vigente solo en algunos articulados del país
y que –precisamente– en su artículo 137° hablaba de una especial dificultad en
la investigación.

En el marco del citado cuerpo normativo, el Tribunal Constitucional abrió un


parangón entre lo que significaba ampliación y duplicidad del plazo ordinario
de la prisión preventiva. Así, por ejemplo, en el Expediente N° 330-2002-HC-
TC se señaló que: vencido el plazo de límite de detención, sin haberse dictado
sentencia de primer grado, la duplicidad procede automáticamente; así como
su prolongación, hasta un plazo límite acordado en el auto motivado. De igual
forma, en los Expedientes N° 2961-2008-HC-TC y N° 01014- 2014-HC-TC.,
el Tribunal Constitucional mencionaba acerca de la dúplica de plazo.

Más adelante, el Poder Judicial abordó el tema de la ampliación de la prisión


preventiva en el Pleno Jurisdiccional Distrital de Arequipa del año 2012, donde
se debatió la siguiente interrogante: ¿Es procedente la ampliación de la prisión
preventiva como figura distinta a la prolongación de esta? El resultado mayo-
ritario fue a favor de considerar ambas figuras como diferentes.

Como postura contraria, el tratamiento brindado por el Poder Judicial opta por
establecer que la ampliación de la prisión preventiva no puede admitirse bajo
ningún punto de vista. Esta perspectiva fue plasmada en el Pleno Jurisdiccional
Distrital de Chiclayo del año 2015, donde se enfatizó que –una vez dictada la
medida de prisión preventiva por un plazo menor al máximo legal– no sería po-
sible la ampliación del plazo; sino que procedería la prolongación de la medida.
Finalmente, dicho cuestionamiento llegó a la Corte Suprema a través del Ex-
pediente N° 3-2015. En él se precisó que la prórroga no se encuentra prevista
legalmente en el Código Procesal Penal. Asimismo, en la Ejecutoria Suprema
recaída en la Casación N° 147-2016/Lima se sostuvo que la figura de la amplia-
ción no se regula en dicho cuerpo normativo. En resumen, de las dos posturas
detalladas, la primera ya ha perdido gran adherencia; siendo –por consiguien-
te– la segunda la que ha prevalecido. Esto considerándose que, una vez vencido
el plazo ordinario de la prisión preventiva, lo que procedería es la prolongación
de la medida.

Ahora bien, resulta pertinente plantearse ¿qué se entiende por especial dificul-
tad, no solo de la investigación, sino también del proceso? Para responder ello,
es necesario mencionar el sentido de la primera línea jurisprudencial, conteni-
da en la Ejecutoria Suprema recaída en el Recurso de Nulidad N° 1392-2018/
Lima. En ella se señaló que, la dificultad de las diligencias probatorias estriba
en que se necesita un tiempo prudencial para su actuación en sede de instruc-
James Reátegui Sánchez

ción; además, esta es razonablemente importante para el debido esclarecimien-


to de los hechos investigados, a pesar de no haberse podido llevar a cabo en el
plazo ordinario de la etapa de instrucción judicial. Asimismo, cabe acotar que
esta primera interpretación judicial se dio en el marco de un proceso ordinario,
en una época en la cual existía una bifurcación entre el antiguo y nuevo código;
lo que trajo como consecuencia la inoperancia de la tramitación regular, carac-
terístico de una instrucción judicial.

Como segunda línea jurisprudencial, se tiene aquella que se encuentra plas-


mada en la Casación N° 147-2016/Lima, en la cual se destaca el abandono del
concepto de la dilación del tiempo prudencial que se necesitaría para la realiza-
ción de diligencias; sino que –por el contrario– se hace referencia a una obsta-
culización de las diligencias procesales posteriores al dictado de la prisión pre-
ventiva. Así también, dentro de la misma jurisprudencia, se entiende el término
“especial dificultad” como la concurrencia de circunstancias que obstaculizan la
realización de determinadas diligencias o la práctica de una pericia, posteriores
al dictado de la prisión preventiva.

Posteriormente, la tercera línea de interpretación dada –que actualmente se


sostiene– está orientada hacia el tema de la insuperabilidad de acontecimientos
durante la investigación y el proceso, que constituye el criterio más importante
y el que amerita ser tratado. En tal sentido, en el Acuerdo Plenario N°1-2017
se señala que, para la prolongación de la prisión preventiva, debe advertirse
la presencia de eventualidades que –por su propia naturaleza– se diferencian
de lo común o lo habitual, las cuales –en consecuencia– traen consigo una tar-
danza o demora en la práctica de tales actos procesales. En otras palabras, el
criterio de la insuperabilidad hace referencia a aquella circunstancia donde los
sujetos procesales no han previsto posteriormente a la imposición de la prisión
preventiva; ya que no podían ser calculadas en su momento, ello es, en el plazo
ordinario de la prisión preventiva que se impuso inicialmente.

Al respecto, el Dr. Nakazaki Servigón menciona al requisito de la imprevisi-


bilidad –que es homólogo al de la insuperabilidad–, toda vez que su contenido
es el mismo. La referida condición cuenta con una serie de características que
resultan importantes, puesto que muchas veces el debate en la audiencia se
desnaturaliza y se desvía del tema central.

En ese sentido, a través del Expediente N° 204-2018, la Sala Penal de la Corte


Suprema desarrolló algunos criterios que deben tenerse en cuenta en relación
con el criterio de la imprevisibilidad. Tales pautas son las siguientes: la gra-
vedad del hecho, los probables recursos que se hayan presentado y la segmen-
tación metódica de la audiencia de la Etapa Intermedia. Sobre esta última, la
La prisión preventiva en el Código Procesal Penal

Corte Suprema establece que no constituye un argumento atendible a las exi-


gencias para prolongación de la prisión preventiva, porque dicha segmentación
metódica ya debía haber sido prevista cuando se analizó la duración de la me-
dida; puesto que se lleva a cabo en cinco bloques, que comprenden los graves
y fundados elementos de convicción, la prognosis de pena, el peligro procesal,
proporcionalidad de la medida y duración de la misma.

Otro criterio por considerar –dentro de la imprevisibilidad– es la situación de


los testigos que moran fuera de Lima; no obstante, sobre este punto se exige
una planificación del accionar, pues el Ministerio Público –como titular de la
acción penal– debe coordinar el cumplimiento el artículo 65° inciso 4 del Có-
digo Procesal Penal, que versa sobre la titularidad de la carga de la prueba y
de la estrategia de investigación. A partir de ello, se deben prever las necesi-
dades de tiempo, debido a que ello no será considerado como requisito para la
ampliación de la medida de prisión preventiva. En la misma línea, se ha sos-
tenido –jurisprudencialmente– que no debe considerarse la falta de ejecución
de diligencias importantes para la ampliación de la medida; puesto que, esta
circunstancia, debió haber sido previsible dentro del plazo ordinario.

Ahora bien, una vez realizado el análisis del primer –y más importante– pre-
supuesto material; corresponde desarrollar el segundo, que versa sobre el peri-
culum libertatis, regulado en el artículo 274° del Código Procesal Penal. Sobre
ello, cuando se menciona la circunstancia acerca de la posibilidad del imputado
de sustraerse de la acción de la justicia u obstaculizar la actividad probatoria; se
colige que debe subsistir el peligro de fuga para la prolongación de la medida
de prisión preventiva. Además, es importante precisar que dicho peligro no
debe interpretarse en su sentido coloquial; sino que debe recurrirse a la reali-
zación de un juicio de ponderación y de probabilidad, casi cercano a la certeza.
En síntesis, ambos presupuestos materiales –en conjunto con los presupuestos
formales– son los criterios que deben tenerse en cuenta para decretar o no una
prolongación de prisión preventiva. Sin embargo, ahí no culmina el debate;
puesto que, debe cuestionarse –además– si es proporcionalmente viable la pro-
longación de la mencionada medida. En relación a ello, el Acuerdo Plenario N°
1-2017 se ha pronunciado, señalando que el plazo de la prolongación preventi-
va se encuentra amparado por el principio de proporcionalidad. En esa misma
línea se dirige el Recurso de Nulidad N° 80-2021/Lima, en el que se establece
que debe analizarse la proporcionalidad de la medida en sentido estricto, de
idoneidad y necesidad.
James Reátegui Sánchez

3. La prolongación de la prisión preventiva para el condenado


Habiéndose tratado los casos de prolongación de la medida, resulta coherente
analizar un caso paradigmático establecido en el Código Procesal Penal: la pro-
longación del plazo de prisión preventiva para el condenado.

Al respecto, aquí se resalta que –la referida– es un supuesto no previsto en


otras legislaciones latinoamericanas. Esta circunstancia se encuentra prevista
en el artículo 274° inciso 5 del cuerpo normativo en mención; donde se esta-
blece que, una vez condenado el imputado, la prisión preventiva podrá prolon-
garse hasta la mitad de la pena impuesta, cuando esta hubiera sido recurrida.

Asimismo, en cuanto al tratamiento jurisprudencial brindado al tema, en la


Casación N° 1839-2019/Ancash se ha señalado que se trata de un tipo de
prolongación de oficio que no necesita requerimiento. En estos casos, resulta
pertinente cuestionarse qué sucedería con la prolongación de la prisión pre-
ventiva si la condena queda anulada por la Sala Superior; para tal hipótesis se
han planteado dos posturas: la primera de ellas sostiene que debe subsistir la
prolongación de la prisión preventiva; mientras que, la segunda postula que
–la privación de la libertad del procesado– carece de fundamento. De ambas
posturas, la segunda resulta más pertinente; pues es más racional y ponderada.
Por último, en lo referente a la exclusión del plazo de la prisión preventiva por
dilación maliciosa de parte de la defensa –o también denominada como Teoría
del no cómputo previsto en el artículo 275 del Código Procesal Penal–, se es-
tablece que no se tendrá en cuenta, para el cómputo de los plazos de la prisión
preventiva, el tiempo en que la causa sufriere dilaciones maliciosas atribuibles
al imputado o a su defensa.

4. La prisión preventiva en el marco de la pandemia del CO-


VID-19
Dentro de un contexto de Estado de emergencia a nivel nacional, surge la
cuestión acerca de cómo quedarían los plazos en la prolongación de la prisión
preventiva. Al respecto, la jurisprudencia ha señalado que la pandemia generó
tal incertidumbre que ha ocasionado la paralización de la administración de
justicia, por lo que no han podido llevarse a cabo una serie de diligencias; no
obstante, la pregunta que queda pendiente es si la pandemia puede considerar-
se –acaso– como un supuesto de imprevisibilidad.

5. Respuestas a las preguntas del público


La prisión preventiva en el Código Procesal Penal

5.1. ¿Considera usted que el tratamiento jurisprudencial brindado


a la prisión preventiva ha sido suficiente para zanjar la alta flexi-
bilidad de interpretación y discrecionalidad del juez que permiten
los presupuestos de prisión preventiva plasmados en nuestro CPP?

La emisión de casaciones no ha zanjado esa alta flexibilización; por el contrario,


esta se encuentra actualmente mucho más laxa que antes. Un claro ejemplo de
lo expuesto radica en la disyuntiva acerca de si se debe o no debatir el delito
en una audiencia de prisión preventiva. Al respecto, el artículo 168° del Código
Procesal Penal la ha establecido en el caso de la existencia de fundados y graves
elementos de convicción, que estimen razonablemente la comisión de un ilícito.
Por su parte, la Corte Suprema –a través de la Casación N° 626-2013/Moque-
gua– ha señalado que el juez debe pronunciarse sobre todos los puntos que la
defensa alegue: error de prohibición, causa de justificación, legítima defensa,
consentimiento de la víctima, etc. En esa línea, en el Acuerdo Plenario N°
1-2019 se establece el debate concerniente a la atipicidad del delito y la con-
currencia de una causa de extinción; por lo que, acorde a ello, diversos autores
como Peña Cabrera, Reyna Alfaro, Amoretti Pachas, Del Rio Lavarte, entre
otros; sostienen que se pueden debatir todos los presupuestos en la prisión
preventiva.

Sin embargo, en la Casación N° 564-2016/Loreto se determina que en la pri-


sión preventiva únicamente se debate la tipicidad. Además, por esta segun-
da postura se decantan autores como: Castillo Alva, Bautista Saravia, Sevilla
Gálvez, Rojas Vera, entre otros. En el supuesto descrito se suscita un aspecto
curioso, ya que en la última casación referida se señala –en el punto 18– que
es fundamental evitar los desvíos y las discusiones acerca de derechos que no
corresponden a la naturaleza de la prisión preventiva; así mismo, las cuestio-
nes de atipicidad, causas de justificación, error de prohibición y excepciones se
deben atacar por la excepción o la tutela de derechos. De esa manera, resulta
evidente la contrariedad del tratamiento jurisprudencial, dejándose al criterio
del magistrado tomar la decisión que considere a bien.

5.2. Teniendo presente los datos estadísticos de la población pe-


nitencia en nuestro país que se encuentra reclusa con mandato de
prisión preventiva, ¿cree que la aplicación de la medida de prisión
preventiva se viene realizando como un anticipo de la pena y no
verdaderamente como una medida cautelar?

Si bien la premisa básica sostiene que la prisión preventiva –efectivamente– le-


siona la presunción de inocencia, lo cierto es que también cuenta con criterios
y principios que la autorizan. Por lo tanto, al amparo del Principio de inter-
James Reátegui Sánchez

vención indiciaria –abordado en el Acuerdo Plenario N° 1-2019–, se autoriza


la privación de la libertad de forma excepcional, en tanto se cumpla el fumus
boni delicti; es decir, el Estado solo puede intervenir cautelarmente en aquellos
casos donde se cumpla la sospecha grave. A partir de ello, es posible entender a
la prisión preventiva como un anticipo de la pena en su primer y segundo pre-
supuesto; toda vez que no cabe duda de que, para superar el primer presupuesto
material, se exige una sospecha grave; esto es, una sospecha que esté más allá
del auto de enjuiciamiento y de la acusación, con lo cual podría hablarse de
un prejuzgamiento y –por ende– un anticipo de pena. En ese sentido, podría
afirmarse que lo único característico de la prisión preventiva –entendida como
una medida cautelar– es la existencia del peligro de fuga; no obstante, este es
el último presupuesto evaluado por los jueces. En consecuencia, se debería con-
siderar que el peligro de fuga –o en todo caso la proporcionalidad– debería ser
el primer presupuesto a examinar.

5.3. Desde su perspectiva, ¿en qué medida cree que los factores
extralegales afectan la decisión de imponer prisión preventiva en
nuestro país? ¿Considera que realmente se viene aplicando la pri-
sión preventiva en condiciones procesales mínimas para el imputa-
do?

Sobre este punto, resulta pertinente hacer alusión a la denominada Crimino-


logía mediática . Esta es aquella criminología que se expone a través de los
medios de comunicación y predetermina la imparcialidad del juez sobre la base
de casos que ya se encuentran cargados de prejuicios. Así pues, se habla de án-
geles y demonios; e inclusive, es el mismo poder de las comunicaciones el que
determina quiénes son los primero y quienes los otros. En ese sentido, lo que
acontece en la realidad es que muchos jueces han desarrollado sus audiencias
en base a lo leído en el periódico y no al Código Penal. Ergo, debido a que existe
una amplia discrecionalidad en los cinco presupuestos de la prisión preventiva,
termina generando un alto porcentaje –sobre todo de género– de influencia
de los factores extralegales. Esta situación conlleva a que la prensa termine
convirtiendo la prisión preventiva en un prejuzgamiento, pues asume que en la
audiencia de prisión preventiva se va a discutir la acusación, la prueba, la pena
y la duración de la misma.

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