Gonzalez Ricardo - Los Extraterrestres Del Planeta Apu
Gonzalez Ricardo - Los Extraterrestres Del Planeta Apu
Gonzalez Ricardo - Los Extraterrestres Del Planeta Apu
Un mensaje «telepático»
La preparación
Ichic Puna
El Minius
«Volveremos a ser uno»…
Epílogo El tiempo
«El doble»…
Sobre el autor
Notas
¿Una civilización extraterrestre convive con la humanidad? ¿Posee bases en los Andes y
en otros puntos del mundo? ¿Por qué están aquí? ¿Por qué razón no se muestran
abiertamente? ¿Son viajeros del espacio? ¿Vienen de otros «tiempos»?
En este revelador libro, Ricardo González nos narra sus increíbles experiencias con los
«apunianos», una misión extraterrestre que viene del «futuro» con un poderoso
mensaje: «nosotros somos ellos»…
Ricardo González
ePub r1.0
XcUiDi 13-10-2021
Ricardo González, 2015
A la memoria de Viada Kapetanovic, el primer difusor de estos encuentros cercanos con los
«apunianos»: «Todo por los demás».
A Paola Harris, al Dr. Michael E. Salla, y a Giorgio Piacenza, por ayudarme a difundir mi
testimonio de contacto en los círculos más importantes de la ufología de habla inglesa.
A la memoria de José Carlos Paz García, fundador del IPRI en Perú; y a sus hijos Carlos, Sixto, y
Rose Marie Paz Wells — mi querida amiga que ya partió —, porque fueron piezas
fundamentales para comprender mis propias experiencias. Gracias…
«… deberíamos decidir que la mejor manera de tratar con estos visitantes es la amistosa. Cabe la
posibilidad de que para ser admitidos como miembros de pleno derecho en esta asociación
universal, debemos demostrar que hemos aprendido a resolver nuestros conflictos por medios
pacíficos y no mediante la guerra».
«El viaje en el tiempo plantea problemas de todo tipo, tanto físicos como sociales…».
Michio Kaku
«Si el viaje en el tiempo es posible, entonces ¿dónde están los turistas que vienen del futuro?».
Stephen Hawking
«La diferencia entre el pasado, el presente y el futuro es solo una ilusión persistente».
Albert Einstein
Introducción a la versión digital
Ha sido impresionante la repercusión que ha tenido la primera edición física de este
libro — ya agotada —. Muchos me solicitaban un texto que reuniese las distintas
experiencias de contacto que he afrontado con los «apunianos»: los encuentros físicos,
los avistamientos programados con periodistas y reconocidos investigadores, y, lo más
importante, el mensaje.
Si bien es cierto buena parte de estos relatos ya los había difundido previamente a
través de conferencias, entrevistas en medios e informes en mi sitio
www.legadocosmico.com, «Los extraterrestres del planeta Apu» es algo más que un
«diario personal de contacto». Aborda los orígenes de los encuentros cercanos en Perú
— que, como verá el lector a continuación, se remontan a la década de los años 50 —, y
se adentra en uno de los más importantes «secretos» de esa civilización extraterrestre:
su vínculo con la humanidad y el «futuro»…
Por la relevancia de todo esto, he decidido publicar una versión digital de mi libro
para asegurar su libre lectura a través de internet. Así, el mensaje llegará a un mayor
público.
Espero que el mensaje de los apunianos llegue a todos con fuerza. Estoy seguro que
en cada página de este libro, sentirán que ustedes también se están «reencontrando» con
«ellos»… Con nuestra familia cósmica…
Ricardo González
Buenos Aires, 19 de julio de 2015
Prólogo
Pero todo cambió el 20 de septiembre de 2014… Fue cuando acepté una invitación
de Ricardo González y «Antarel» para viajar a Monte Shasta.
Ricardo había recibido la invitación para este contacto durante una expedición al
Altai (Rusia), el 2 de agosto; y luego la confirmó con un nuevo mensaje recibido en
España el día 10.
A las 8:30 pm de ese 20 de septiembre, dos ovnis se mostraron volando en paralelo
sobre nuestras cabezas, tal y como «Antarel» lo había anunciado a través de Ricardo. En
ese momento no me di cuenta de que los avistamientos eran un anticipo de lo que
venía…
Fue así que Ricardo me dijo: «Antarel está aquí… ¿Quieres vivir este contacto?
¿Puedes manejarlo? ¿Vendrías al bosque con nosotros?».
Cuando vivimos la experiencia con él, vemos esa parte de la realidad. No una
realidad alternativa, sino un retorno a nuestros orígenes.
Recuerdo que cuando conocí al Coronel Philip Corso por primera vez en Roswell
(Nuevo Mexico), en 1997, él me dijo que había tenido contacto con un extraterrestre en
el Red Canyon. En esa experiencia el ser le había pedido que abordara la nave.
Es un honor poder contribuir con mis observaciones para su nuevo libro; pero, sobre
todo, es un honor dar la bienvenida a una nueva forma de ver este maravilloso mundo,
este cosmos inmenso… ¡Es maravilloso volver a volar!
Paola Harris
En Boulder, Colorado
24 de mayo de 2015
Paola Harris es una de las más importantes referencias del estudio de los ovnis en todo
el mundo. Investiga a los «no-identificados» desde 1979, habiendo trabajado por
muchos años al lado del famoso Dr. J. Allen Hynek — el «padre» de la ufología—,
siempre como periodista de campo, además de reconocida entrevistadora de personajes
clave en el fenómeno ovni, desde científicos, militares y astronautas, a políticos o
prelados del Vaticano. Es autora de varios libros y conferencista en los congresos más
grandes que se celebran sobre el tema.
Introducción a la versión impresa
Este libro dio un giro tremendo el 12 de abril de 2015. En esa fecha, afronté un nuevo
encuentro cercano con «ellos»…
Este libro surgió originalmente como una alternativa para compartir una visión
distinta sobre el contacto con avanzadas civilizaciones cósmicas: su origen, intenciones,
su acercamiento con la humanidad y, lo más importante, su mensaje. Y, como ya dije, el
extraordinario contacto en los Andes peruanos ha sido una «pieza fundamental» para
saber en qué dirección debo orientar este trabajo…
Desde hace más de 20 años estoy en contacto con un grupo de extraterrestres que, si
bien es cierto, son parecidos en su fisonomía a nosotros —o, tal vez, nosotros nos
parecemos a esos «visitantes»— son «distintos» al hombre por su avanzada tecnología y
comprensión del Universo. Forman parte de un conglomerado de civilizaciones muy
evolucionadas que desde hace miles de años observan y visitan la Tierra. Soy uno de
tantos testigos que afirma haberles visto. Incluso, tuve la oportunidad de visitar,
físicamente, el interior de sus naves — lo narraré más adelante—. A lo largo de este
tiempo he comprobado sus intenciones pacíficas y éticas, y cuán importante es la raza
humana para el Universo.
Buena parte de las experiencias que hemos afrontado con estos seres han contado
con testigos y registros fotográficos.
Todas estas experiencias fueron coordinadas con seres extraterrestres que afirman
provenir de un planeta próximo a la estrella Alfa B en la constelación de Alfa Centauro.
Conocemos a esos seres como «apunianos». Este libro es parte de su historia.
Para que no se pierda ningún detalle de como ha sido el proceso de contacto que he
vivido — y para poder comprenderlo en su contexto—, he decidido incluir algunas
experiencias que ya he mencionado en anteriores libros. Será importante para ver el
«panorama» completo.
El contacto formó mi vida. Me acercó una visión del Universo que antes no tenía. Y
esa es la fuerza que me anima a escribir estas líneas: dar a conocer — una vez más— un
poderoso y urgente mensaje…
Ricardo González
CAPÍTULO I
Entonces les explicaba que mi relación con esos seres había empezado desde que era
niño, en Lima, y que luego de largos años, en mi adolescencia, el contacto «formal» se
concretó…
Hoy, mientras escribo estas líneas —con mis 41 años recién cumplidos —, recuerdo
una vez más esas tempranas experiencias, como si hubiesen sucedido ayer.
Debo decir que vengo de una familia normal que no tenía mayor interés en los «no-
identificados», salvo mi padre —que trabajó muchos años como funcionario en el
Departamento de Informática del Seguro Social del Perú—. Más que interés, creo que él
tenía una poderosa curiosidad por todo lo que signifique misterio. De allí su colección
de libros sobre el antiguo Egipto, mitología y esoterismo oriental. Mi madre, que
trabajaba en una de las sucursales del desaparecido banco «Bancoper», no daba mayor
atención a estos temas como sí lo hacía mi padre. Ella siempre fue muy católica. Su
religiosidad era auténtica y se mostraba feliz. Tal vez por ello seguí mi educación
primaria en el colegio de los «Hermanos Maristas» en Barranco. En esos años nunca fui
un estudiante sobresaliente. Me costaba mucho entrar en la dinámica de una educación
rígida y llena de reglas. Ello empujó a mis padres a cambiarme a otro colegio con un
enfoque diferente. Así terminé en el «Walt Whitman School», un centro de estudios
mixto, con inglés intensivo y un poco más informal. En ese lugar cursé la secundaria y
conocí la música: aprendí a tocar la guitarra y los teclados. Entonces decidí cambiar mi
sueño de ser dibujante o pintor por el de músico. Mi desaparecida maestra de música, la
gran pianista Concho Stuffs, creía que iba a ser un buen compositor. Pero ese curso de
mi historia personal entraría en un inesperado «paréntesis» — como si fuese una
jugada maestra del destino— para dirigirme hacia el contacto con seres extraterrestres.
Más tarde, «volvería» a la música con el proyecto «Mintaka»[1].
Mis hermanos menores, José Luis y Mariella, hallarían sin mayor dificultad sus
profesiones. En mi caso, al terminar el colegio, seguía ilusionado con la música, pero
paralelamente a ello empecé a estudiar la carrera de mercadotecnia en el «Instituto
Peruano de Marketing». Luego trabajaría varios años en la industria farmacéutica como
visitador médico. Lo que trato de compartir al detallar estos aspectos personales de mi
vida es que éramos — y somos— una familia normal. Y que mi vida seguía también un
curso «normal» a pesar de las experiencias ovni que ya había enfrentado, incluido aquel
importante avistamiento de 1988. Ese incidente ovni había quedado aparcado en mi
mente como una «experiencia extraordinaria sin explicación». Sin embargo, como ya
dije, en mi interior «sabía» que había algo más… Pero lo dejé pasar…
Hasta que, en octubre de 1993, «ellos» volverían, y con más fuerza…
Un mensaje «telepático»
En aquel momento tenía 19 años. Recuerdo que me hallaba estudiando para unos
parciales de estadística y contabilidad — es decir, mi cabeza no se hallaba pensando en
ovnis— cuando de pronto el cansancio me venció y decidí tomarme un break, cerrando
mis ojos y dejando que mi cuerpo se acomodara como pudiera sobre la silla frente al
escritorio de trabajo que tenía en mi habitación.
«No dejes de seguir buscando». Una extraña y calmada voz había aparecido en mi
cabeza, como si se tratara de un hombre joven, que se percibía amable al comunicarse.
Me quedé atónito.
Y me resistí a creerlo…
Entonces dije, como contestando el mensaje: «Necesito una prueba para saber que
esto es verdad».
Como no tenía nada que perder, decidí finalmente subir a la terraza de aquel amplio
departamento en Orrantia del Mar — hacía poco nos habíamos mudado allí, luego que
mis padres vendieran la casa de San Miguel—. Mi hermano Pepe se animó a
acompañarme, sin imaginarse lo que iba a ocurrir. Él solo me siguió por curiosidad.
Aquella sería una noche por demás importante.
—¡Un ovni! ¡Un ovni! ¡Esa luz se está moviendo! — nos decíamos.
«Venimos con buenas intenciones. Así como hemos procedido hoy contigo, lo hemos hecho
antes con otras personas, y lo seguiremos haciendo en el futuro para que vayan tomando
conciencia de nuestra presencia.
No solo estarás en contacto con nosotros. Lo tendrás también con otros seres que te están
aguardando…».
¿Qué me querían decir con ello? No lo supe en ese momento. Solo un aplastante
silencio dominó la escena mientras el ovni se perdía en los brumosos cielos de Lima. Al
igual que 1988, estas apariciones de los «no-identificados» se multiplicaron, al punto de
obligar a la prensa a tocar el tema desde todos los frentes.
Y, como un efecto «dominó», con el tiempo, una cadena de situaciones postergó mis
intenciones de ser músico, o de dedicarme a la administración. Mi «plan de vida» que
tenía en mi cabeza desapareció…
Con tan solo 19 años, empecé a hilar todos los hechos extraños que habían
acontecido en mi vida — difícil de describir cada uno de ellos aquí—, y a comprender
que todo sucede por «algo».
Luego supe, que esa «voz mental» que me «habló», pertenecía a Antarel de Apu, un
ser extraterrestre de aspecto nórdico que conocería, más tarde, físicamente…
CAPÍTULO II
Los apunianos
Como es de suponer, estas primeras aproximaciones de Antarel — a través de mensajes
telepáticos y avistamientos de corroboración—, me sumergieron en un estado de
búsqueda impresionante. Fue así, que luego de una serie de hechos sincrónicos, empecé
a participar en grupos de contacto extraterrestre. Allí comprendí que, desde los años 50,
había antecedentes en el Perú de estos «encuentros cercanos» con los viajeros de Apu: el
planeta de donde procede Antarel.
El primer caso que investigué —para tratar de entender desde una perspectiva más
amplia mi propia experiencia de contacto —, ocurrió en Áncash, en medio de las
hermosas montañas del «Callejón de Huaylas», hermoso paisaje que está situado en la
parte central y occidental del país.
La historia de Áncash es muy rica. Está vinculada a las culturas más tempranas del
Antiguo Perú, desde el desarrollo de las tradiciones líticas del Arcaico hacia el 13 000 a.
C., hasta la influencia de la civilización Caral-Supe. Además, es la cuna de la misteriosa
Chavín, que posteriormente influyó en las culturas Recuay y Wari, para finalmente
pertenecer al Imperio Inca hasta la conquista española.
Toda esta región andina tiene muchos reportes de avistamientos de ovnis que se
remontan, como ya mencioné, a la década de los años 50. Pero el caso más célebre me
llevó a 1960, cuando el técnico eléctrico yugoslavo, Vlado Kapetanovic, trabajaba en la
Central Hidroeléctrica de Huallanca. Allí tuvo su primer contacto con unos seres
extraterrestres de aspecto humano que traían un mensaje de paz. Un caso muy similar a
lo que me estaba ocurriendo con Antarel… De hecho, se trataba de la misma
«tripulación»: los «apunianos»…
Esa energía era emanada desde un aparato discoidal, que estaba «detenido» sobre
un trozo de tierra, entre el río Santa y el Quitaracsa — cerca de donde se unen—, a
unos 400 metros de la Central Hidroeléctrica. Vlado afirmó que el objeto estaba
sostenido por «haces de luz sólida» que hacían contacto con el suelo. Es decir: el objeto
se hallaba «ingrávido» a medio metro del terreno… Entonces vio a los tripulantes fuera
de esa nave, que lucían muy humanos, aunque altos.
Vlado no creyó en ese primer encuentro que estaba frente a extraterrestres. Pensó,
por los horrores que vivió en la Segunda Guerra Mundial, que se hallaba ante una
misión secreta de alemanes nazis de la postguerra…
«Al principio —solía decir Vlado— no creí que esos humanos, altos y rubios, fueran
extraterrestres. Con mis memorias de la Segunda Guerra Mundial pensé que eran
espías de alguna nación, con prototipos militares avanzados, y que me estaban
persiguiendo. De hecho, los denuncié en una comisaría local. Pero luego, con las
demostraciones telepáticas, psíquicas de toda clase, y también tecnológicas que me
dieron, me terminé de convencer de que no eran de este mundo…».
Vlado murió en Perú en 2005. Le conocí en persona, ya que ambos fuimos invitados
a congresos sobre los ovnis en Lima. Era un hombre de fuerte carácter, pero amable y
humilde, que se emocionaba al referirse a sus «hermanos de Apu». Sus experiencias
quedaron registradas en varios libros que publicó de forma «novelada» bajo el
seudónimo de «Vitko Novi»[2].
Según Vlado, fue gracias a una «pantalla del tiempo» que vio dentro de una nave.
Los apunianos, que esgrimían un peculiar manejo del tiempo y las dimensiones, le
habían mostrado un alud que sepultaba a toda esa población luego de un intenso
terremoto. Vlado informó a las autoridades con mucho tiempo de anticipación —
incluyendo a un Juez de Paz—, pero nadie le creyó. Como era de suponer, las
autoridades locales estaban al tanto de los relatos sobre «extraterrestres» de las
comunidades andinas. «Esos cholos están hablando tonterías» — solían decir,
despectivamente, los funcionarios de Yungay—.
Eran las tres de la tarde y nada hacía presagiar que más de 20 000 pobladores de la
pequeña población de Yungay iban a desaparecer, producto del desprendimiento de un
gigantesco bloque de nieve y hielo del pico oriental del nevado Huascarán, que produjo
un violento alud, tal y como los apunianos le habían «mostrado» a Kapetanovic…
El fuerte sismo, que duró 45 segundos, hizo desaparecer no solo Yungay, sino
también pequeños pueblos vecinos al distrito de Ranrahirca. Se calculó que el número
de muertos llegó a 80 000, y otros 20 000 se dieron por desaparecidos. Los heridos
hospitalizados se contabilizaron en 143 331 y los afectados en más de tres millones…
Con el transcurrir de los años, comprendí que estos seres tienen muchas limitaciones
de acción en nuestros asuntos — al menos los que vienen con intenciones amistosas y
respetan nuestro libre albedrío—. Pero, aún así, dentro de esas limitaciones de «no
intervención», le comunicaron a Kapetanovic el desastre que se avecinaba para Yungay.
Pero no fue escuchado. Incluso, pocos años antes de la catástrofe, Yungay fue sacudida
por una intensa oleada ovni, como si los extraterrestres estuviesen intentando llamar la
atención. Hay un registro de ello en 1967. Si no se trata de un fraude, son las mejores
fotografías de estos objetos en la historia ufológica del Perú. Lo veremos en breve.
Un día del mes de marzo, Arranda visitó la pequeña localidad de Yungay, en las
montañas de Áncash. Antes de salir de excursión pidió prestada a su amigo César Oré
— vecino de la citada localidad y empleado en la oficina de Turismo— una vieja
cámara Voightlander, propiedad de aquel desde hacía 40 años. Compró un rollo de
película y fue su amigo Oré quien se encargó de cargar la cámara fotográfica, puesto
que Arranda no entendía muy bien su funcionamiento.
En aquellas montañas, suponemos, Arranda debió ver y fotografiar los ovnis. Y así
se lo manifestó a Oré.
Si esas fotografías son auténticas —así lo defendieron los técnicos de la APRO que
comandaba Greenwell[4] —, ¿estamos viendo «naves apunianas» en Yungay, tres años
antes del terremoto? Kapetanovic, como ya dije, fue el primer «contactado» que habló
públicamente de los seres de Apu: extraterrestres que eran viajeros espaciales, que
perdieron su mundo de origen, y que más tarde se establecerían en otros puntos del
cosmos, como la región estelar de Alfa Centauro y, más tarde, en bases subterráneas en
la Tierra.
Pero hay otros casos de contacto con esos hombres del espacio. Otros reportes de su
presencia en la misma zona andina de Áncash…
En 1970, el año del terrible terremoto y alud en Yungay, otro personaje surgido de las
montañas de Ancash también afirmaría haber entrado en comunicación con los
extraterrestres. Tal vez, los mismos que contactaron a Kapetanovic. Su nombre, Donato
Cervantes, un hombre humilde de Huaraz que trabajaba como mecánico, chofer y
agricultor. De acuerdo a su relato, el 14 de septiembre de ese año tuvo su primer
encuentro ovni mientras conducía en la ruta Panamericana Norte, en dirección a
Huaraz, exactamente en el Km. 24, en un lugar llamado «Monte Grande». En ese
momento Donato vio una luz muy fuerte en lo alto de un cerro: un objeto que emitía un
zumbido extraño que se «introdujo» en su cabeza… Así, afirmaba, empezaron sus
contactos telepáticos con unos seres que más tarde se le presentaron: hombres altos,
arriba de los dos metros de estatura, de aspecto nórdico y gran capacidad psíquica:
como los extraterrestres de Apu que una década atrás había reportado Kapetanovic. Al
igual que los apunianos que contactaron al yugoslavo, los extraterrestres que vio
Donato Cervantes poseían facultades extraordinarias de sanación. De hecho, los más
asombroso del caso de Cervantes, es que luego de un accidente que sufrió en 1983, en
donde se cortó el brazo con un cristal del auto, los extraterrestres le curaron…
Arriba: Diario «Extra», en su edición del 25 de junio de 1984, relatando el incidente ovni de Donato Cervantes y
su asombrosa curación. ¿Apunianos?
El 28 de agosto de 2013, con 71 años de edad, Donato Cervantes partía, tal vez para
reencontrarse con esos seres que nunca le revelaron su procedencia. Solo le dijeron que
eran «forasteros», que venían de las estrellas, de una «galaxia celeste».
Arriba: el fenómeno de las ondas de radio, emitidas por la mano de Cervantes, es publicado por el diario «La
Crónica» (17 de abril de 1984).
En 1974 —catorce años después del caso Kapetanovic—, los hermanos peruanos,
Carlos y Sixto Paz Wells, también entrarán en contacto con los apunianos. Así surge
Antarel, Sordaz, Codar y otras entidades que estaban en comunicación con el hoy
disuelto Grupo Rama: un importante movimiento de contacto que existió como
organización hasta 1991 —aunque a pesar de la disolución «oficial», Rama se ha
mantenido activa en diversos países de Iberoamérica—. Estaba muy claro que el
«programa de contacto» de esos seres — a mi entender, iniciado en Perú en los años 50
en los Andes de Áncash—, pasaba a una etapa distinta, que involucraría a múltiples
testigos. En definitiva, un contacto «grupal». Desde fines de 1993 me integré y participé
por muchos años de ese proceso colectivo de contacto. Y allí aprendí que estos
encuentros con los extraterrestres seguían un «programa» o «agenda» para integrar al
ser humano a una «comunidad cósmica». La misma «familia estelar» de la que forma
parte Antarel y los «apunianos». Y así como sucedió con «Rama» en 1974, hallé diversos
testimonios de contacto con los apunianos en diversos países del mundo, como el caso
del «Grupo Aztlán» en España, hoy disuelto. Era evidente que los apunianos tenían una
«agenda» diferente, amplia, que no estaba ceñida a un solo grupo…
Luego entenderíamos por qué aquella civilización de Alfa Centauro estaba tan
interesada en contactar con nosotros. «Ellos» nos querían advertir de algo…
En aquellos primeros años de contacto con los apunianos, fui aprendiendo que no
solo habían evolucionado tecnológicamente: además de científicos, eran súper
psíquicos, tal y como Kapetanovic lo había mencionado. De hecho, Antarel y los «guías
extraterrestres» — como habitualmente se les llamaba— se presentaban como
«Doctores Mentales», una suerte de antropólogos telépatas que fueron destinados para
el contacto cercano con nosotros. Fueron ellos quienes sugirieron que nuestro
entrenamiento para recibir sus mensajes se debía basar en técnicas de relajación,
concentración y meditación.
Debo decir que no fue nada fácil sobrellevar todo esto… Era hermoso y revelador,
pero no dejaba de ser una realidad brutalmente distinta a la que vivía. Como pude,
procuré afrontar estas experiencias en balance con mis responsabilidades materiales.
Había empezado a trabajar como visitador médico para una firma internacional y no
andaba hablando de «extraterrestres» en los pasillos. Sin embargo, las invitaciones para
conferencias y entrevistas en Perú y el extranjero empezaban a multiplicarse y mis
compañeros en la oficina se fueron enterando.
Todas mis presentaciones eran gratuitas. Tenía un trabajo, con un buen sueldo, así
que yo cubría los costos necesarios para difundir. Sin embargo, llegó el momento en que
no podía sostener todo esto…
El 30 de agosto de 1997 tuve el primer encuentro físico con Antarel. Fue en Chilca,
pero en la zona del desierto, unos 15 km en dirección a las montañas — el principal
escenario de contacto del «Grupo Rama», y en donde JJ. Benítez tuvo su «bautismo de
fuego» al ver dos ovnis, en un avistamiento convocado en 1974 por «Kulba» de Apu, a
través de un mensaje recibido por Carlos Paz Wells; es decir, el famoso avistamiento de
Benítez, fue «coordinado» por un «apuniano»—.
El encuentro que viví con Antarel fue intenso, pues era la primera vez que veía,
materialmente, a mi «interlocutor telepático».
Los apunianos, como ya mencioné, tienen una altura media de dos metros. Pero
Antarel es uno de los más «altos»: mide 2.70 m de estatura. Un verdadero gigante… Su
aspecto es el de un hombre de 35 años, atlético, de rasgos nórdicos y ojos oblicuos.
Vestía un enterizo metálico color plata pegado al cuerpo, como si fuese una segunda
piel. En nuevos contactos, en donde pude estar más cerca de él, comprobé que sus ojos
son de un color miel, que resaltan en su impecable piel blanca; el cabello, muy fino, es
un rubio platinado, prácticamente cano, que lleva largo hasta los hombros. Su
apariencia es tan bella, que si lo hubiese visto hace 3000 años, pensaría que estuve frente
a un «ángel»…
En ese primer contacto concertado con Antarel en el desierto peruano — que narré
en mi libro «El Legado Cósmico»[5]—, fui invitado a subir físicamente a una de sus naves.
Experiencia que no pude afrontar por el «manojo de nervios» en que me había
convertido ante semejante situación…
También hemos visto a esos objetos arrojar resplandores de luz plateada, que
llegaron al suelo, «impregnando» nuestro propio campamento. En esas experiencias,
atónitos, comprobábamos que esa «luz» era sólida, pues la podíamos tomar con las
manos cuando se producía el fenómeno… Vivimos esto como «niños», felices, sintiendo
una gran atmósfera de hermandad con «ellos» durante las demostraciones y pruebas de
contacto.
Una vez que estábamos seguros de lo que estábamos viviendo, profundizamos el
mensaje que traían los extraterrestres. Y es ese mensaje lo que más me ha intrigado a lo
largo de todos estos años: ¿desde hace cuánto tiempo vienen? ¿Por qué la humanidad es
tan importante para ellos? ¿Por qué no se muestran abiertamente? ¿Por qué nosotros,
jóvenes peruanos, de un país tan golpeado y sin mayor relevancia en la política
mundial, estábamos viviendo todo esto?
Antarel y otros seres extraterrestres que entraron en contacto con diversos testigos
en el Perú, fueron narrando, poco a poco, los entretelones de una «historia cósmica» que
me ha sido muy difícil de digerir… Suena como un relato de «Ciencia-Ficción». Pero —
también lo debo decir—, si todo lo que nos contaron es verdad, la visita de estos seres
adquiere mayor sentido y profundidad.
No será nada fácil sintetizar tan extraordinaria historia[6]. Pero haré el esfuerzo…
Pero todo esto no fue al azar: la aparición del ser humano formaba parte de un
proyecto en diversos planetas para sembrar «una nueva forma de vida» que fuese, al
mismo tiempo, una síntesis del Universo existente. Así, esa forma de vida, a través de
una experiencia diferente de crecimiento, encontraría el eslabón perdido que necesitaba
el Universo para salir del estancamiento. La Tierra y los seres humanos somos parte de
ese proceso que los extraterrestres denominan «Plan Cósmico».
De acuerdo a los guías extraterrestres, este «Proyecto Maestro» contiene tres partes
básicas:
1. Dónde llevar a cabo el proyecto. Ello dictaminaba ubicar un «planeta muerto», para
restituir en él la vida a través de una dimensión paralela. De acuerdo a estos seres, ese
era el caso de la Tierra, que originalmente había sido devastada por el impacto de lluvia
meteórica. Supuestamente, ello ocurrió hace más de 1200 millones de años… ¿Cómo
«rescataron» a la Tierra? Según ellos, un grupo de científicos extraterrestres, procedente
de algún lugar de las estrellas Pléyades, realizó un viaje en el tiempo, «llegando» a
nuestro planeta «antes» de que este muriese, creando a partir de ese momento una
realidad paralela de cara al futuro: una especie de paradoja espacio-tiempo, en donde
nuestro mundo podría sobrevivir y albergar, más tarde, a los seres humanos. Ignoro
qué clase de tecnología puede afectar la realidad de todo un planeta. De hacer viajes en
el tiempo y de crear —o solo «reubicar» al planeta— en una dimensión paralela.
Mientras escribo estas líneas, ese «tiempo alternativo», que se activó para que la Tierra
tuviese un futuro con humanos, se está fundiendo con el «real tiempo del Universo». Es
decir: estamos pasando a «existir» en la matriz de donde proceden los extraterrestres.
Una matriz de «múltiples dimensiones».
Nuestra «inserción» —que empezó luego del 21 de diciembre de 2012, coincidiendo con
el final de la «Cuenta Larga» de los mayas — representa grandes cambios en las
civilizaciones extraterrestres. Es un proceso largo y gradual que ya está en marcha y que
los seres del cosmos denominan simbólicamente «tercer tiempo».
2. Asistir la forma de vida del proyecto. Como parte de este enorme plan de
aprendizaje y evolución, los extraterrestres propiciarán en la Tierra la inserción gradual
de conocimientos. De esta manera habrían germinado las primeras grandes
civilizaciones de nuestro mundo —la mayoría de ellas desconocidas por nosotros—.
Arriba: el desierto de Chilca, en Perú, sería el escenario que eligieron los extraterrestres para preparar a grupos
de contacto.
Como ya mencioné, desde fines del año 2012, coincidiendo — no por casualidad—
con el final de la «Cuenta Larga» del calendario maya, las misiones secundarias han
empezado a «fundirse» con el programa matriz; es decir, con ese Plan Cósmico. Hemos
iniciado, pues, un nuevo ciclo en donde el acercamiento con los seres del espacio se
debe vivir de otra forma, y con otra visión. Es importante revisar todo esto porque nos
ayudará a entender la misión de los apunianos en medio de un «plan general» acordado
por distintas civilizaciones de nuestra galaxia.
Y en mi caso, a pesar de ser uno de esos tantos «testigos comunes», toda mi vida se
vio revolucionada al compartir en los medios mi experiencia de contacto…
Ya en aquel entonces, a mitad de los años 90 en Lima, los extraterrestres me habían
preguntado si estaba dispuesto a dedicarme a tiempo completo para difundir el mensaje
que nos estaban entregando. Respondí, desde el corazón, con un sí contundente…
Avistamientos programados
Todo fue mágico. Como si cada paso —insisto, no creo en las casualidades —, hubiese
estado «planificado» al más mínimo detalle.
Entre los mensajes psicográficos que recibí previamente a los avistamientos que se
iniciaron el 22 de enero de 1999 en Perú, cito estos dos importantes extractos:
«1999 será el año de las evidencias, ya que los apoyaremos con manifestaciones nuestras que
serán captadas por ustedes y también por medios de comunicación…» 24 noviembre, 1998,
(Oxalc).
«Al igual que en 1993, 1995 y 1996, nuestras naves se verán con insistencia en el Perú, así
como en diversos lugares clave del mundo. Ello para seguir sensibilizando la mente humana
frente a nuestra visita. Es así que hemos previsto otorgarles evidencias de nuestra presencia para
que puedan comprender la importancia de lo que están viviendo; y con ello no nos referimos al
contacto en sí, sino al mensaje que se desprende del mismo…» 17 enero, 1999, (Amaru).
Todo empezó cinco días más tarde de haber recibido ese último mensaje de los
extraterrestres: el ya citado 22 de enero de 1999. Esa jornada, periodistas y técnicos del
programa Diálogo del Canal 2 de Lima, tuvieron el encuentro de su vida.
Pero en ese momento no me encontraba allí; la noticia de este ovni filmado por los
periodistas del Canal 2 me tomó en un campamento en el desierto de Chilca, en donde
unas 130 personas nos habíamos congregado para evaluar los 25 años de la experiencia
grupal de contacto con los extraterrestres. Una experiencia que había empezado,
precisamente, en ese desolado paraje de la costa peruana… Y las «sincronicidades» se
seguían sumando, ya que el primer mensaje de estos seres, relativo a la experiencia de
contacto Rama que ya mencioné páginas atrás, se recibió, precisamente, el 22 de enero
de 1974. Por ello estábamos en esa fecha en el desierto, el principal escenario de los
encuentros cercanos con los «guías». Era, pues, muy sugerente que la «oleada ovni»
estallase en esa «coordenada»…
Pero la oleada solo había comenzado. Al día siguiente, a las 11:10 de la mañana, el
comerciante Percy Romero contemplará otro ovni, sobre su propia casa en Tumbes, en
el extremo norte del Perú… Según la descripción del testigo, se trataba de un objeto de
metal bruñido y forma oval. Así, los reportes de avistamientos en Lima y en el interior
del país se incrementaban de forma alucinante. Todo el Perú estaba siendo sacudido por
la aparición de esos objetos.
Dentro de los círculos ufológicos de Lima se sabe, desde los años 50, de la frecuente
aparición de ovnis en el mar de Chilca. De acuerdo a mensajes recibidos en experiencias
de contacto, esto se debe a la existencia de esas instalaciones submarinas «no-
permanentes»; es decir, a naves madre que por temporadas se alojan en el fondo
marino. Desde ellas surgen las pequeñas naves exploradoras, discos u otros objetos de
20 a 30 metros de diámetro, que llevan en su interior una tripulación no mayor a siete
pasajeros. Los pescadores de Chilca reportaban el avistamiento de esos objetos minutos
antes de que fueran vistos y filmados en la ciudad de Lima…
La partida de Don Carlos, en medio de la oleada ovni que los extraterrestres nos
habían advertido, fue un claro y poderoso mensaje: la dedicación de un hombre que
hasta el final de sus días seguía observando las estrellas y sus misterios…
Definitivamente, todo esto fue «planeado» por «ellos»: al inquietar el espacio aéreo
con sus naves, sabían que los medios de comunicación cubrirían la noticia, y por ende,
se contactarían con nosotros para debatir las observaciones. No es aventurado afirmar
que luego de esta oleada ovni en Perú, y la intensa difusión que hicimos a consecuencia
de la misma — todo tipo de instituciones, desde el Círculo de Astronomía de la
Universidad de Lima, la Policía Nacional, logias masónicas y un sinfín de grupos
místicos o filosóficos, nos invitaron para ofrecer conferencias—, la mentalidad del
ciudadano peruano frente a una posible visita extraterrestre se fue abriendo al punto de
reflejarse en las más acuciosas encuestas de sondeo, que afirmaban que más del 70 % de
los limeños creía en los ovnis y su relación con visitas alienígenas.
Aún recuerdo lo que me dijeron en la compañía: «Sr. González, usted tiene que
decidir si será representante del laboratorio o de los extraterrestres».
Aunque siempre he procurado separar las cosas, siendo eficiente con mis
responsabilidades en el trabajo — donde, paradójicamente, estaba bien considerado—,
para mis superiores no había duda de que no podía desarrollar dos actividades al
mismo tiempo. Mi exposición ante los medios, y la curiosidad que empezaba a
despertar en mis compañeros de trabajo por mis experiencias con los extraterrestres, era
algo que molestaba a los gerentes del laboratorio. Como fuese, no tuve mayor elección,
y en una reducción de personal, de forma encubierta, me echaron.
Arriba: Con mi recordada amiga Rose Marie Paz Wells, ambos entrevistados en Canal 4 de Lima por el
astrónomo Abraham Levi, durante la oleada ovni de 1999. Aquel programa fue visto a nivel nacional, un
verdadero suceso que luego precipitaría mi despido en el trabajo.
No fue fácil transitar por esa inmensa demanda de la gente. Y mucho menos vivir de
esto. Pero todo se fue acomodando, como si estuviese «guiado» o «protegido» por una
fuerza invisible, permitiéndome vivir tranquilamente, pero sin llegar a volverme «rico»,
como algún despistado podría suponer. A diferencia de lo que se imaginan los
detractores del fenómeno ovni, que sostienen que uno «amasa fortuna» hablando sobre
enigmas y misterios, la realidad es muy distinta… Al menos, en mi caso.
El equipo del programa «Código», que conducía el periodista Rolando Graña, vio y
grabó la experiencia con nosotros. Era el jueves 5 de mayo de 2005. La aventura de los
periodistas recién salió a la luz en la emisión del 5 de julio, y debo decir que fue
lamentable por la forma como trataron el tema. Fue en extremo amarillista, generando
un debate tremendo en distintos programas de TV en Buenos Aires. Uno de los
periodistas que vino con nosotros, Hernán Di Lorenzi, se disculpó, pues afirmó haber
renunciado a la productora (Endemol) dejando el material sin editar… Por ello la
demora, según él, en la salida del reportaje al aire y su tergiversación. Pero, a pesar de
todo esto, el conductor del programa, Rolando Graña — en ese momento Director de
Noticias del Canal 2 de Buenos Aires— reconoció que esas extrañas «luces» habían
aparecido, tal y como lo anunciamos, y que no pedimos dinero ni pusimos condiciones
para llevar a los periodistas a ese enclave de contacto próximo a Capilla del Monte.
Confieso que la edición burlona de ese programa —a pesar de que el avistamiento se
había dado—, me golpeó muy fuerte. Los «guías» habían cumplido al presentarse en el
día y en la hora exactos, y, sin embargo, el canal de TV se había burlado de esas «luces»
y de nuestro testimonio. Decidí entonces no volver a invitar a periodistas o
investigadores a un contacto con nosotros. ¿Para qué exponer nuestra experiencia de
contacto ante periodistas o investigadores que llegan solo para fiscalizar nuestras
afirmaciones? — pensaba—. ¿Solo para demostrar que nuestro vínculo con los
extraterrestres es real? ¿Para concientizar sobre la visita de estos seres a través de los
medios? ¿Acaso el mundo cambió luego de tantas demostraciones de contacto? No
tengo pudor en decirlo: estaba enojado e indignado con esta situación. Pero el destino
tiene cosas reservadas y, ocho años más tarde de este suceso en la Argentina, un
mensaje de Antarel de Apu me haría cambiar de parecer…
CAPÍTULO V
Shasta es el segundo pico más alto de los volcanes Cascade Range. Tiene 4316
metros, con una cumbre que buena parte del año muestra una blanca capa de nieve. Se
sitúa al norte del Estado de California, a 88 Km al norte de Redding y 64 Km al sur de
Yreka, dentro de una hermosa reserva natural llamada «Monte Shasta Wilderness», que
a su vez pertenece al Shasta-Trinity National Forest. Alrededor de seis horas toma el
viaje en automóvil desde San Francisco hasta el pueblo de Shasta, que se halla en las
faldas de la montaña. Un pueblo místico que me recuerda Capilla del Monte al pie del
Cerro Uritorco en la Argentina.
Pero ¿qué significa Shasta? Los historiadores piensan que el nombre «Shasta» que
hoy lleva el pueblo y la propia montaña deriva de diferentes fuentes. Algunos creen que
podría provenir de la palabra rusa tshastal, que significa «blanco» o «puro».
Curiosamente, el término francés chaste también significa «blanco». Sin embargo, la raíz
del nombre se encuentra en realidad en un vocablo indígena: leka, que significaría
«Montaña Blanca». En todos los casos el significado apunta al simbolismo del color
blanco, con su mensaje intrínseco de pureza y espiritualidad. Además, «Shasta» ha sido
reportado como el nombre de una tribu india que en el año 1840 vivía en las cercanías
de Yreka. Pero lo más probable es que los indios se hayan llamado así en honor a la
montaña.
Como ya dije, he visitado repetidas veces esa montaña. Y he pasado muchas noches
de camping en medio de sus bosques, especialmente en el área que se conoce como
«Sand Flat», que también es elegida por los indios para hacer ceremonias y rituales.
Puedo dar fe de los avistamientos ovni que allí se reportan e, incluso, de la aparición de
siluetas muy brillantes, figuras humanoides que de pronto surgen en medio de la nada
y luego, sencillamente, se desvanecen…
Comoquiera que sea, los fenómenos de Shasta, en su esencia, son reales, como los
avistamientos de ovnis o los resplandores sobre la montaña. ¿Qué clase de fuerza puede
generar semejantes mantos de luz? No pocos sugieren que el centro de poder de Shasta,
o la propia energía telúrica que yace encerrada allí desde sus lejanos tiempos de volcán
activo, son los «destellos» que la gente ve aparecer sobre la cumbre. Sin embargo, a
pesar de que se lo considera como un volcán dormido, eventualmente brota de su cráter
un pequeño penacho de humo. ¿Qué hay allí dentro?
¿Una ciudad ultraterrestre? ¿Base apuniana?
A todo esto hay que sumar las declaraciones del profesor Edgar Lucin Larkin —
antiguo director del Observatorio de Monte Lowe, en California meridional— quien,
ayudado de un potente telescopio, distinguió en lo alto de la montaña una «cúpula
resplandeciente, rodeada de construcciones». El astrónomo defendió toda su vida lo
que vio sobre Shasta, publicando sendos artículos en el San Francisco Examiner. Pero
para muchos es «imposible» la existencia de las edificaciones de Larkin: el lugar ha sido
peinado por más de un aventurero, además ha sido mapeado y fotografiado por la
Fuerza Aérea sin hallar — oficialmente— nada raro. No obstante a ello, la experiencia
de Larkin coincide mucho con la de otros tantos testigos. Vieron algo que, en
determinadas ocasiones, puede ser «revelado»…
De acuerdo a los indios hopi, Shasta esconde un secreto. Dicen que los
sobrevivientes del hundimiento de Kasskara —un mundo sumergido en el océano
Pacífico— fueron trasladados hace unos 12 000 años hacia América en «escudos
volantes» y «pájaros de fuego» por unos dioses cósmicos llamados Katchinas,
denominación que se puede traducir como «venerable, juez y sabio». Este dato es
sorprendente ya que los hopi — actualmente afincados en una reserva indígena de
Arizona— consideran a Shasta como uno de los lugares donde «aterrizaron» los pájaros
de fuego con los supervivientes…
Gracias a Josef F. Blumrich —el ingeniero de la NASA que reconstruyó el esquema
de la nave que vio y describió en los textos bíblicos el profeta Ezequiel —, conocemos
en buena parte estas leyendas, que el científico norteamericano recopiló en su momento
de boca del mismísimo líder Hopi «White Bear» (Oso Blanco) en 50 horas de
conversaciones registradas en su grabador. Cuando uno se encuentra ante esas
fascinantes historias no puede evitar la pregunta de rigor: ¿Quiénes eran los Katchinas?
¿Por qué los hopi afirman que esos dioses venían de las Pléyades? ¿Acaso una
civilización extraterrestre ayudó a los habitantes de Kasskara en su éxodo hacia Shasta?
¿Todo esto era parte del «Plan Cósmico» que vimos páginas atrás?
Según Blumrich, los Katchinas eran seres físicos que necesitaron de naves para
desplazarse. No se trata de la figura etérea de un «dios», sino de cosmonautas…
Siberia, Rusia.
Tepoztlán, México.
Talampaya, Argentina.
Somuncura, Argentina.
Durante un trabajo de meditación que realizamos frente a los símbolos del muro de
piedra de Ita Letra — un lugar que me recuerda la roca de Pusharo en las selvas del
Manú, en Perú—, recibí un mensaje de Antarel, invitándome a un nuevo encuentro
físico…
Desde el año 2002 estaba viviendo en Buenos Aires. Y desde la Argentina seguía
viajando hacia todo el mundo para difundir el mensaje de la experiencia de contacto.
Viajar a mi país en agosto para enfrentar un contacto físico con Antarel en Chilca, me
llenaba de muchas emociones. Entusiasmado, compartí inmediatamente ese mensaje
con Francisco Camacho, un querido amigo de los grupos de contacto de Asunción. Por
responsabilidad con lo recibido, Francisco y yo pedimos un avistamiento de
corroboración a los extraterrestres. Si la invitación era genuina, «ellos» tenían que
mostrarse. Y así lo hicieron: a la hora señalada, un objeto brillante apareció por encima
de un cerro piramidal, avistamiento que pudimos contemplar todos en ese momento.
Ese avistamiento me hizo tomar muy en serio la invitación… Entonces asumí que
debía prepararme para la «cita».
Debo decir que en febrero de ese año 2010, después de haber recibido la invitación al
contacto en Paraguay, me tocó enfrentar una dura situación personal que me golpeó el
ánimo. Una de esas pruebas de la vida que a uno lo hacen crecer, pero que en ese
momento aún me costaba asimilar. Sé que los hermanos del cosmos lo planifican todo al
milímetro, pero no pude sobreponerme a la situación que había vivido. Sé que «ellos»
siempre confiaron en mí, y por esa razón mantuvieron la invitación vigente. Sin
embargo, al final, mi estado de ánimo me traicionó y no me atreví a encontrarme con
ellos en Chilca… Nos marchamos de Perú con las «manos vacías»…
Nota: dibujo tomado del libro «Ovnis, S. O. S. A la humanidad», J. J. Benítez, Editorial Plaza & Janes, Barcelona,
1975.
Como dije anteriormente, ya había visto a Antarel en otras experiencias. Una de las
más intensas fue en ese mismo desierto peruano, el 24 de febrero de 2001. En aquella
oportunidad ellos me permitieron, por primera vez, subir dentro de una nave. Ello fue
posible gracias a un haz de luz «tractor»: una energía «sólida» que puede absorber a
una persona de forma armónica hacia arriba. Así fui conducido dentro de un amplio
salón circular, perfectamente iluminado por una radiante luz blanca que todo lo
penetraba. En esa experiencia, Antarel y otros extraterrestres de apariencia humanoide,
me entregaron abundante información sobre ellos y anuncios de todo tipo que con el
tiempo se cumplieron, como el lamentable atentado en las Torres Gemelas de Nueva
York — que ocurrió siete meses después de este contacto—. Cabe mencionar que
compartí esta experiencia y su mensaje en medios de los Estados Unidos antes de los
incidentes del 11-S. Para los extraterrestres, ese sería un acontecimiento clave que
cambiaría las reglas de juego en todo el mundo. Una vez más, tendrían razón…
Investigando todo esto en el año 2001, tuve la sensación de que Antarel me quería
decir algo… Algo que podía cambiar nuestra percepción sobre ellos…
Luego del frustrado encuentro de 2010 en Chilca, regresé al vaivén de los viajes y la
difusión. Estuve concentrado en ello, hasta que nuevos mensajes me recordaron la
invitación para el contacto y la necesidad de que estuviese preparado…
Pasó exactamente un año desde el viaje a Perú. Monte Shasta, en agosto de 2011, fue
uno de los momentos más importantes para verificar que el contacto físico programado
seguía vigente. En aquel año me encontraba en esa hermosa montaña de California
cuando Antarel me ratificó la experiencia a través de mensajes telepáticos. Tenía que
prepararme…
«Te reiteramos la invitación para que vengas nuevamente con nosotros. Si no fuese
importante, no te lo pediríamos. Preparado estás» (Oxalc).
El 18 de julio, los extraterrestres volvieron a mencionar la invitación en un mensaje
que recibí en Buenos Aires:
«En agosto están las condiciones para que acudas a la invitación pendiente. La reiteramos.
Será al pie del volcán dormido» (Antarel).
La noche del 6 de agosto, al pie del Sajama en los Andes bolivianos — y bajo las
luces de las naves que, estacionadas en la zona, nos hacían «flashes»—, una extraña
fuerza cayó sobre mí, y me levantó unos 15 o 20 cm del suelo, siendo Sol, mi
compañera, testigo de ello, ya que se encontraba muy pegada a mi lado.
Esa noche, aún remecido por lo que ocurrió, el propio Antarel explicaría la extraña
acción en un mensaje psicográfico:
«Te dimos una prueba al elevarte del suelo. Es para que se preparen y tomen con
responsabilidad y consciencia las invitaciones pendientes. Las condiciones están dadas para
encuentros directos con nosotros este mes de agosto» (Antarel).
La coordenada del contacto terminó de adquirir forma al día siguiente, luego de que
fotografié un objeto anómalo aproximándose al Sajama, hecho que repitió Rubén
Astado de República Dominicana con su cámara. Inmediatamente a ello iniciamos un
trabajo de conexión que nos permitió recibir un mensaje en donde los extraterrestres
confirmaban Monte Shasta como el lugar del contacto y la fecha exacta: domingo 26 de
agosto de ese año 2012. ¡Faltaban pocos días!
La preparación
Cuando mi avión volaba hacia los Estados Unidos, no podía ocultar mi nerviosismo y
emoción. «Volveré a ver físicamente a Antarel» — reflexionaba—. Sol, mi fiel
compañera, sabía «traerme a tierra» y apoyarme en esta espera que era interminable.
En ese momento traté de conectarme con «ellos». Solo quería saber que estaban
allí…
Acto seguido a este fenómeno, sentí que sobre nosotros había una nave estacionada,
tal y como me sucedió en el Sajama antes de ser «elevado». Sin pensarlo mucho, saqué
una cámara digital que tenía en ese momento, que dispone de un zoom óptico de 42 x, y
pude captar una luz pulsante que se movía, y que variaba su color del blanco al azul.
Tomé varias fotografías, asegurándome de tener bien sujetada la cámara. En las
imágenes se puede ver el desplazamiento de ese objeto, como si estuviese dibujando
«símbolos», y las estrellas fijas en el cielo, como referencia de su movimiento[11].
Sabía que no podía —por más que quisiera— participar de la invitación del contacto
al grupo grande que se estaba empezando a reunir en Shasta. Me resultó difícil, ya que
había gente muy preparada, y muy amiga, que hubiese deseado fueran testigos del
acercamiento de nuestros hermanos mayores. Pero tenía que ser responsable y no
arriesgar esta nueva oportunidad de entrevistarme con Antarel.
Siguiendo esta premisa, participé de todo esto solo a Raúl Domínguez y su esposa
Lorena, ambos de San Francisco; a Alma Reyes, Suyapa Reyes y Luis Ochoa, de Napa
Valley; y a Mary Fajardo y Carlos Federico, que vivían en San Francisco. Sol y yo
completaríamos el grupo, al que, más tarde, se unirían, por esas «sincronicidades» de la
vida, cuatro personas más.
Fue impresionante cómo durante este trabajo en Shasta apareció un viento intenso,
formando remolinos alrededor de nosotros… Muchos sentimos que ese «viento» de
Shasta era impulsado por algo «invisible». No era un viento normal… Fue en ese
momento que Francisco Huerta de México nos hizo notar que se había formado una
gran nube sobre la montaña… Lo extraño es que esa nube estuvo solo unas horas — la
única en todo el cielo limpio y azul—, para desaparecer, luego, sin dejar rastro. No era
vapor de agua o ceniza del dormido volcán. Shasta es famoso en el mundo por ese
fenómeno, que parece indicar cierta actividad energética en el lugar. Los estudiosos de
Shasta aseguran que la montaña tiene un récord mundial de formación de «nubes
lenticulares»…
Habitualmente me preguntan cómo uno se puede preparar para vivir este tipo de
experiencias. Ya mencioné que, si bien es cierto, existen todo tipo de técnicas de
meditación, que ayudan a relajarse y a elevar la frecuencia personal para afrontar
encuentros cercanos con seres que esgrimen una alta tasa vibratoria, ellos, los
extraterrestres, son quienes finalmente deciden con quien, cómo y en qué circunstancias
mostrarse. Sería infantil suponer que esas personas son «elegidas». Yo no me siento así.
No lo vivo así. Comprendo que esto ocurre, como ya lo expliqué, por necesidades de un
«programa», que tiene sus objetivos y tareas. Pienso que algunos testigos de contacto,
como mi humilde caso, hemos formado parte desde siempre de ese «programa»…
Entender todo esto nos alejaría de cualquier postura sectaria. Un asunto muy
peligroso que he visto germinar en distintos grupos de contacto. Empieza cuando se
pierde el análisis y el sentido común, y cuando se depende de un líder o de los propios
extraterrestres. Sin exagerar, se establece una especie de «culto», con dogma incluido
que no puede ser cuestionado. No comulgo con ello y por esa razón, luego de un largo
caminar, he decidido mantenerme distante e independiente en lo que hago. No es mi
interés formar «grupos» ni «seguidores», solo compartir mi testimonio y un mensaje. Mi
camino es libre, y por ello incito a la libertad.
He visto, además, que algunas personas se han confundido tremendamente con
estas experiencias, creyendo que son seres especiales, portadores de una misión que
nadie puede entender. Incluso, algunos hasta tomaron «prestado» el nombre de
extraterrestres y, vestidos de blanco, y rodeados de seguidores, se proclamaban
mensajeros de otras dimensiones… No exagero, ha ocurrido con el propio Antarel.
Pienso que es un delirio peligroso presentarse con el nombre de un ser de otro
mundo[12]…
Una vez que se marcharon todos los participantes de mi seminario, con un grupo
pequeño volvimos a Sand Flat cerca de las 7:00 pm. El lugar estaba «cambiado»… Lucía
cargado de una penetrante energía. Sentía que en parte era fruto del trabajo de todo el
grupo durante esos días de meditación. Pero también tenía la sensación de que la
montaña se había «encendido».
En ese momento les recordé a todos lo que podría pasar: que a las 9:00 pm tenía la
cita para el contacto físico. Que teníamos que estar unidos y no ponernos nerviosos ante
cualquier manifestación. El contexto era abrazador: estábamos solos en medio de la
montaña. Y la «presencia» que se sentía allí era impactante… Todo estaba distinto…
Acordamos trabajar en nuestras meditaciones y prácticas de elevación de energía —
a través de mantras—; sería a partir de las 8:00 pm. Ahora bien, el contacto debía
ocurrir al margen de lo que hiciéramos, porque se trataba de una experiencia prefijada
por «ellos». Mas en estos años aprendimos que es importante mantener un estado de
conexión para afrontar los grandes compromisos, especialmente si somos un grupo
heterogéneo de personas que debe afinarse y vibrar lo más alto posible. Lo logramos sin
dificultad: el grupo estuvo muy unido, concentrado y tranquilo. Raúl Domínguez
encabezó el trabajo de preparación. Y en medio de ello recibí el siguiente mensaje
psicográfico:
Han realizado un trabajo importante en la montaña. Interconectaron una red de energía que
enlazó los centros de poder (en referencia a Sajama y Shasta).
Nos aproximaremos hermano. Estén atentos a nuestras manifestaciones: Entre las 9:00 y
9:30 pm será, y con la señal acudirás al lugar que te hemos indicado previamente, en aquel claro
en el bosque.
Con amor,
Antarel
Luego del mensaje, cerré el cuaderno y seguí trabajando con el grupo. Miré mi reloj:
eran las 8:50 pm. Faltaban solo 10 minutos para que todo empiece…
Vi entonces mi reloj: las 8:59 pm. No quité la vista de él… ¿Serán tan puntuales esta
vez? —me decía—. Todo el grupo sabía la hora de la cita. Así se lo había anunciado. ¿Y
si no aparecen? ¿Cómo podría afectar todo ello al grupo? ¿Y a mí? En el mensaje me
habían dicho que ellos estaban, y que ahora todo dependía de mí… Me decía: «Richard
— así me llaman en mi familia en Lima—, ¿quieres vivir esto otra vez, con todo lo que
significa? ¿Estás realmente seguro?».
Fue un minuto que se me hizo muy largo, como otros momentos que he vivido en el
contacto…
Y ni bien mi reloj marcó las 9:00 pm, levanté, despacio, mi vista al cielo… y allí,
estaban ellos…
En un cielo clarísimo, con una Luna poderosa que apenas dejaba ver algunas
estrellas — parecía luz del «día», de hecho la Luna generaba sombras de nosotros en el
suelo—, un hermoso objeto brillante, de un color amarillo-naranja, intenso, grande,
apareció volando a baja altura, moviéndose lento, en silencio, como rodeando la zona
donde estaba el grupo. Fue un avistamiento contundente.
Sin pensármelo mucho me puse de pie y me despedí del grupo, partiendo rumbo al
claro en el bosque.
Pero, pese a ello, cuando llegué al lugar donde se iba a dar la experiencia, al
«respirar» la presencia tan impactante de «ellos» en el bosque, me puse un poco
nervioso. Aunque ya los he visto antes en otros encuentros físicos, la energía que
movilizan es aplastante. Además, el hecho de saber que subiría, nuevamente, dentro de
una de sus naves, me llenaba de indescriptibles sensaciones. ¿Por qué no fue a través de
una «puerta de luz»? — cuestionaba—.
Pero algo me sacó de mi concentración. Algo que no esperaba: escuché unos niños
jugar cerca, como riéndose… «No puede ser — reflexionaba—, hay gente acampando
aquí…».
Como hipnotizado, caminé hacia ellos. No parecía inquietarles el que estuviera allí.
Entonces vinieron hacia mí corriendo, y se tomaron de las manos, haciendo una ronda a
mi alrededor. Parecía «real»… Pero… ni bien hicieron la ronda y empezaron a girar —
en medio de mi sorpresa—, un intenso «flash», como un resplandor blanco, muy
brillante, salió de todas partes y me obligó a cerrar mis ojos, mientras sentía cómo una
fuerza poderosa me «arrancaba» a una velocidad de vértigo hacia arriba… Tal y como
me ocurrió en Chilca el año 2001…
De pronto, estaba de pie en un gran salón circular, al que me tuve que acostumbrar,
ya que la luz de ese «flash» aún permanecía en mi vista. Solo distinguía la forma
circular de ese recinto, en donde reinaba un acentuado silencio. Y frente a mí, logré ver
la silueta de dos personas…
—¿Y cómo sé que ahora no estoy en otro holograma? — repuse, a pesar de que
«sabía» que estaba físicamente allí, con ellos.
Antarel, aún sonriente y con expresión de ternura, se acercó hacia mí, haciendo que
todo mi cuerpo se estremeciera… Acercó su mano izquierda hacia mi pecho, que tocó
profundamente con sus gigantes dedos índice y medio, mientras, mirándome a los ojos,
me habló en perfecto español:
«Ri… chard… Siempre estamos con ustedes… Soy tu amigo, tu hermano…».
Arriba: «Vitko Novi». Abajo: Desde Isla de Pascua a la Patagonia, hemos podido contar con evidencias de las
naves apunianas: objetos esféricos, discoidales, «boomerang» o tubulares.
Arriba: el desplazamiento de una nave apuniana, durante un contacto programado en Talampaya, Argentina,
en enero de 2015. Photo by Cristian Belluco.
Arriba: El Dr. Michael E. Salla, uno de los «padres» de la «Exopolítica». Abajo: la captura de uno de los ovnis
que acudió a la cita, en el contacto programado del que Salla participó en Monte Shasta (2013).
Arriba: El autor en «Sand Flat», al pie de Monte Shasta. Abajo: una de las reuniones de contacto y meditación.
Arriba: Ricardo González y Paola Harris, luego del exitoso contacto en Monte Shasta (2014). Abajo, una captura
de uno de los vídeos de las naves, que fueron filmadas con un equipo de visión nocturna.
Arriba: observatorio de «La Silla», en la región de Atacama en Chile. Desde allí, se descubrió un planeta
próximo a la estrella Alfa B, en Alfa Centauro. Abajo: la recreación del hallazgo astronómico. ¿Existen otros
mundos con condiciones de vida en ese sector del espacio? ¿Nuestros científicos están buscando a «Apu»?
Arriba: el famoso cosmonauta ruso Alekséi Leonov, en recientes declaraciones, sugirió que los astronautas del
futuro deben ser niños. Abajo: una representación de la «nave warp» de la NASA, que teóricamente podría
«viajar» a Alfa Centauro en solo dos semanas, gracias a su «impulso por curvatura del espacio-tiempo».
Arriba: una imagen del Huascarán desde el Cristo del «Camposanto», en Yungay. En ese nevado andino del
Perú, se encontraría la base principal de los «apunianos». Abajo: tomando el vuelo desde Lima para viajar a esa
mágica región de Ancash (abril 2015).
Arriba: el grupo expedicionario en Áncash, en la casa de Don Tobías Sarmiento, ex trabajador de la Central
Hidroeléctrica de Huallanca (en donde ocurrió, en 1960, el contacto de Kapetanovic). Abajo: revisando con
Sarmiento sus «archivos» sobre los apunianos.
Arriba: el autor en una represa en el «Callejón de Huaylas», Áncash. Abajo: en Llanganuco, Yungay.
Arriba, el autor en Ichic Puna, Yungay. Abajo: una foto con el detalle de la piedra, en donde ocurrió el contacto
del 12 de abril de 2015.
Arriba: una recreación de Antarel, realizada por el artista argentino Ramiro Rossi.
CAPÍTULO VII
Ver los ojos de Antarel, era como echar un vistazo al Universo a través de un «ser
humano de las estrellas». Como digo, el apuniano no había envejecido — al menos, a
mi mismo «ritmo» biológico—; se veía igual que en el primer contacto. Esto me hizo
sentir que nuestra vida humana es muy, muy corta…
—¿Por qué subir al interior de una de sus naves otra vez? ¿No podría haber sido de
otro modo, tal vez a través de las puertas que ustedes pueden abrir? — le dije en voz
alta, más suelto luego de que Antarel me hablase en español.
Ya no era un diálogo entre un testigo y un ser «extraterrestre» que había visto antes.
Antarel logró que se diera un clima de confianza y naturalidad, pese a lo extraordinario
de lo que era para mí esta experiencia…
—Entiendo…
—Los xendras fueron establecidos desde un principio del contacto como la principal
herramienta para tener encuentros cercanos con ustedes — prosiguió—. Es una forma
menos traumática para que puedan entrevistarse con nosotros, y al mismo tiempo
adiestrarles en otras realidades interdimensionales que en un futuro próximo abrazarán
a la Tierra. Los contactos físicos que involucran una relación más próxima con nosotros,
son individuales. En algunas ocasiones hemos intentado encuentros con grupos de
personas, pero no tuvimos mayor éxito.
—¿Por qué tienen que ser individuales? ¿Por qué los encuentros grupales les
resultan a ustedes más difíciles de manejar?
—¿Por esta razón el contacto se tenía que dar aquí, y de esta «forma»?
—Si te hubiéramos llevado a Celea (base orbital detrás de la Luna, que conocí en la
experiencia del año 2001) o al interior de la Cueva de los Tayos («puerta» al mundo
subterráneo en Ecuador, que visité en el año 2002) a través de un xendra, tu percepción
no hubiese sido la misma. Es verdad que siempre lo más importante será el mensaje, el
contenido de la experiencia y no el fenómeno que la rodea; pero ciertas cosas llegan de
otra manera cuando se vive el contacto en cada una de sus etapas. Por tu labor dentro
del programa de contacto era necesario que vivieras las cosas materialmente. También
calculamos que mentalmente podrías resistir todo esto.
—El «real tiempo del Universo» es un «concepto» que les trasmitimos para que
puedan entender la multidimensionalidad en la que nos movemos — afirmó Antarel—.
Hay distintas «realidades» en el espacio que sería imposible explicarles. Pero lo
importante es que se integrarán a uno de esos «estados», afectando al tejido cósmico
que precedió la instalación de un tiempo alternativo en la Tierra y la posterior aparición
del ser humano. El tiempo en el cual ustedes se han estado moviendo, si bien es cierto
es «artificial», se estableció obedeciendo otras leyes superiores. Todo en el Universo es
orden y simetría. Nada se puede hacer que no esté soportado en la gran red…
En ese momento sentí que Antarel conectaba su mente con la mía, haciéndome «ver»
como llegaron ellos a Alfa Centauro. Fue un momento particular de la experiencia. Por
un instante, me sentí flotar en el cosmos. Por un segundo, pude comprender… Y supe
entonces que habría hallazgos relativos al mundo de Antarel…
—Pero no lo han dicho todo. Y tampoco, aún, han previsto lo que viene — aseguró
el apuniano.
En ese momento se me vino una cifra en la cabeza: 400 años… Era como si el gigante
apuniano me estuviese tratando de decir algo… Él me estaba «proyectando» esa cifra,
que entendí era el tiempo necesario que requería la humanidad para establecer una
nueva y luminosa sociedad de consciencia, y, así, ser integrada a una «comunidad
cósmica»…
Luego lo entendería…
En medio de esta valiosa entrevista con Antarel, decidí consultar por los últimos
trabajos que habíamos realizado con los «discos solares»: una red de trece objetos de
poder que está emplazada a lo largo de lugares energéticos del planeta, desde Monte
Shasta a la Antártida. Uno de los discos más célebres, es el que custodiaban los incas en
el Templo del Sol del Cusco o «Coricancha». Cuenta la leyenda que ese disco dorado
permaneció allí hasta la conquista española en el Siglo XVI. Entonces fue sacado del
Cusco por un grupo de iniciados incas y habría sido llevado hacia la selva, donde mora
la mítica Tahití o «El Dorado»[13]. Detrás de esa leyenda se halla la historia de uno de los
trece discos magnéticos que funcionan como «ventanas» hacia otras realidades…
—Estos últimos 10 años hemos venido trabajando con los discos solares — proseguí
con mis preguntas al extraterrestre—. Ustedes también afirmaron en los mensajes que
su activación había sido definitiva. ¿Qué viene después de ello?
—Ha sido importante que conectaran con los discos y los centros de poder donde se
encuentran — habló firme Antarel—. Las herramientas están «latiendo» y su energía
acompañará a la Tierra por mucho tiempo. El trabajo de activación, en su etapa
preliminar, terminó, definitivamente, en agosto de este año.
—El acceso a una información verdadera de relevancia pasa por distintas etapas —
me dijo Antarel—; etapas que involucran el cuestionamiento, la confusión, la
constatación, la comprensión y finalmente su validez profunda. Las ubicaciones de los
discos que te transmitimos son correctas, y han hecho con ello un extraordinario trabajo.
Pero, como también les hemos transmitido en los mensajes, hay otros espejos que se
sintonizan con la red que te revelamos.
En ese momento, se me vino a la cabeza otra imagen mental: era el grupo del
seminario en Shasta meditando con los trece «nombres» de esa red de discos de poder…
—Lo más importante que han hecho con los discos — continuó Antarel—, ha sido
recibir sus claves tonales y transmitirlas a los hermanos. Miles de personas están
cantando esa vibración, que mantiene despiertos los discos ya activos. Mas todo esto,
también, les sintonizará con los santuarios de la Hermandad Blanca. El sonido de los
discos abre puertas de contacto. Incluso para nosotros…
—Lo entiendo… —le dije reflexivo—. Pero ya habrán visto que muchas veces me ha
sobrepasado las contradicciones… Si diversas personas en el mundo están siendo
conectadas, ¿por qué se percibe un «lenguaje» distinto en cada aproximación que hacen
ustedes?
—Nuestro mensaje es uno solo —contestó firme Antarel —. Son los testigos quienes
interfieren y contaminan lo que transmitimos. Nosotros somos conscientes de ello, y es
un riesgo que tomamos, ya que esperamos que con el tiempo puedan mejorar como
canales y «medios» de nuestras comunicaciones. Por ello, en algunos mensajes nos
perciben más «místicos», o más «científicos». A veces ocurre porque es la forma en que
ustedes decodifican las experiencias. En nosotros, en realidad, lo que ustedes
denominan «personalidad», no existe. Es verdad que cada uno de nosotros tiene una
«característica», propia de nuestros cuerpos sutiles y experiencia de vida, que estamos
aprendiendo cosas de ustedes y que nos pueden sentir, a veces, muy humanos… Pero
estamos más allá de los espejismos de la mente.
—Recuerda lo que has aprendido: el ser humano es puro por naturaleza. Y sus
acciones son las que lo sintoniza con el amor, la fuerza más poderosa de la creación. La
prueba a vencer, por tanto, no está en el alma, que es una manifestación perfecta del
amor… sino en la mente, que puede ser un gran obstáculo, o un gran aliado, según
cómo la eduquen.
—¡Tengo más preguntas Antarel! —De pie, frente al gigante apuniano, trataba de
despejar todas las dudas posibles —. ¿La Piedra de Chintamani, volverá pronto al
Universo? En el viaje a Sajama también nos dijeron que los 32 partirían, ¿qué significa
todo ello?
A lo largo de estos años de contacto pude constatar que los extraterrestres mantenían
un vínculo con una avanzada sociedad intraterrena, conocida en diversos círculos
místicos como la «Hermandad Blanca». La existencia de esos enigmáticos emisarios se
remonta a la leyenda de Shambhala en Asia central, y en la supervivencia de antiguos
sacerdotes de conocimiento, que huyeron con los archivos de su extinta civilización
hacia refugios subterráneos. El relato hopi que vimos anteriormente, en donde seres de
otros mundos rescatan a gente de un hundimiento en el océano — y posteriormente los
ubican en una base subterránea en Monte Shasta—, es parte de esta historia.
La existencia de ese cristal parece parte de una historia del cine de aventuras, pero es
un conocimiento bien guardado en el budismo y el hinduismo. El famoso pintor,
explorador y arqueólogo ruso Nicolás Roerich — el creador de la famosa «Bandera de
la Paz»—, pintó en más de un cuadro a Chintamani y sugirió en sus pinturas que venía
de Orión…
Es más: el diseño de la «Bandera de la Paz» — reconocida por la ONU— se inspiró
en esa piedra cósmica…
—Es el motivo principal de este encuentro transmitirte las respuestas que necesitan
— dijo Antarel—. Pero no seremos nosotros… Se te ha traído aquí por encargo de
alguien…
Entonces Antarel retrocedió unos pasos atrás, y vi que Anitac cerró sus ojos mientras
colocaba el cubo negro metálico a la altura de su pecho, sosteniéndolo con su mano
derecha y apoyando su palma izquierda sobre él. El cubo se volvió como «transparente»
y, en ese momento, una «distorsión» se generó frente a mí, captando toda mi atención:
una especie de burbuja, como de agua, se estaba «hinchando» dentro del salón, hasta
adquirir, calculo, un poco más de 1 m de diámetro.
Luego, observé una especie de «hangar», con unas urnas de cristal repartidas en sus
paredes laterales, y en el medio, al final de ese inmenso espacio, un sillón robusto de
piedra. Era el mismo recinto que contemplé en Gobi luego de una «proyección» hacia la
nave de los 32 maestros cósmicos, oculta en el Belukha.
La siguiente imagen fue un rostro que empezaba a tomar forma. Una cara de un
hombre anciano, imponente, de rasgos nórdicos y delgado cabello blanco. Lo había
visto antes, en la misma experiencia de Gobi. Solo que, esta vez, tenía sus ojos abiertos,
unos hermosos ojos celestes…
—Están muy próximos los tiempos que les anunciamos — habló, muy despacio,
escuchando su poderosa voz mental en mi cabeza—. Nuestra transformación es
inminente y con ello se cumple lo que esperábamos.
—Van… a volver… como decían los mensajes… — dije, aún temblando en ese
momento, empequeñecido ante la situación.
—No nos marchamos en el sentido literal que ustedes entienden una partida.
Dejamos la posta en la Hermandad Blanca de la Tierra, y en ustedes. Nosotros, desde
otros planos, seguiremos de cerca todo, pero ya no establecidos en su mundo.
Emuriel es uno de los 32 maestros cósmicos que llegó a la Tierra con la misión de
traer el cristal y generar un archivo seguro de toda la historia humana, para que esta no
se perdiese. Desde la fundación de Shambhala, hace miles de años en Mongolia, ellos
habían permanecido físicamente vivos gracias a un sistema de «animación suspendida»,
controlado por un programa de su nave. Estuvieron así, por miles de años, en ese
estado «latente», dentro del macizo del Belukha, la montaña más alta de la cordillera del
Altai en Siberia. Y ahora, Emuriel nos decía que había llegado el momento de su
partida.
—Sí, y ha sido posible gracias a todo lo que el ser humano ha hecho, sembrando
esperanza pese a las pruebas, demostrando que no estábamos equivocados en sus
potencialidades. Se cumple nuestro ciclo, y empieza el de ustedes…
—La Piedra, el «Oráculo» que empieza a ser «leído» por la humanidad, para ser
escrita la historia de su futuro, y el nuestro, empieza a mular, a encontrar su sentido y
misión. Por ello la ves cambiando desde su color verde original al color azul: es la
energía del aura de tu mundo. La energía de ustedes. La energía, también, de donde
vino… Este acontecimiento une nuestro pasado y el futuro que representan. También es
un portal. Comprende esta visión y compártela a tus hermanos.
—Ustedes, como seres vivientes en este planeta, están afectando con sus
sentimientos, pensamientos y acciones, al Universo. Y todo cuanto hagan al conectarse
con esa nueva realidad será más influyente para nosotros, para todo… El cristal reúne
esa información. Es un registro. Y forma parte de lo programado desde un principio…
Este uno de los temas más controvertidos que he tenido que afrontar en la
experiencia de contacto: la mención de los extraterrestres de Jesús y otros maestros
espirituales de la historia humana. Según ellos, siguieron por mucho tiempo el proceso
de aprendizaje de nuestra civilización, y, aseguran, quedaron maravillados y
conmovidos al estudiar la vida de algunos personajes como el propio Jesús. Fue, de
acuerdo a ellos, un ser real — más allá de la manipulación que hicieron algunas
religiones de su figura—, un humano que vivió en el verdadero amor, cuyos pasos
abrieron un «portal de comprensión» para las inteligencias cósmicas que nos
observaban. No habría sido un simple revolucionario o «zelote» como algunos textos lo
han querido minimizar. Según los seres del cosmos, era un humano distinto…
Jesús, pues, no era un humano común… Tenía una conexión con el Universo o, si
queremos decirlo de otro modo, con el «Padre» o «Dios». Estaba «unido» a esa «energía
fuente». De acuerdo a los extraterrestres, luego de su espantosa muerte y posterior
resurrección, Jesús alcanzó un nivel de «glorificación» en la Tierra que lo sitúa como
una de las criaturas referentes del Universo…
Y, como ya dije, ha sido uno de los temas que más me costó asimilar…
Empero, ¿si todo esto fuese real? Si realmente Jesús y otros grandes maestros
espirituales de la historia humana «llamaron la atención» de los extraterrestres, al punto
de convertirse en una referencia de evolución y conciencia para ellos, ¿no es acaso parte
del objetivo del denominado «Plan Cósmico»?
Como fuese, debo decir que más allá de mis dudas, y de mi intento de ser objetivo
con ese delicado tema en particular, algo muy fuerte se agita en mi corazón cuando
pienso en Él… — Así, en mayúsculas—. Y creo que le ocurre lo mismo a los seres
extraterrestres que me han venido contactando…
—No es el retorno definitivo que Él les anunció — aclaró Emuriel—; en la fecha que
te hemos indicado se abrirá un pliegue que permitirá la superposición de dos
realidades, que nos unirá a su presencia, permitiendo su visita luminosa en este lugar
donde descansamos. Es así, porque Él es la cabeza espiritual de la Hermandad Blanca
de la Tierra. El Señor del Amor, la Verdad y del Tiempo.
—En ese momento, que coincidirá cuando las primeras estrellas alumbren el sur del
mundo, podrán sentir su presencia si abren el corazón. No importa tanto el lugar donde
se encuentren, sino en la sintonía en la que se hallen. Hace 2000 años de su tiempo hubo
almas que lo vieron, y otras que no le reconocieron. La pureza de corazón, uno de los
rasgos más distintivos del ser humano, es la que permitirá ver y hacer.
—Luego de este acontecimiento —explicó Emuriel —, deben saber que habrá otro
pliegue importante que cerrará el proceso, una «puerta» simbólica que se abrirá el 21 de
diciembre. Luego que la crucen, ya nada será igual. Es una puerta de conciencia, más
que un umbral inter dimensional. Ese día, deben estar con las personas que son más
importantes para ustedes. No será el lugar donde se hallen sino con quién se
encuentren. Es un evento que conmemora algo antiguo, y que marca un futuro nuevo,
diferente, construido por sus más profundos sentimientos de amor y hermandad. En
estas palabras hallarán la clave de ese día.
—Las energías del mundo hallan su punto focal en los Andes. Es allí donde deben
empezar a reunirse para lo que viene… Pero algunos de ustedes volverán a Gobi y a
otros lugares de Asia, con otros objetivos.
—Emuriel, disculpa mi pregunta, pero ¿qué objetivos? Necesitamos saber más para
comprender.
—Recuerda: En algún momento se te dijo que para conocer la verdad tenían que ser
parte de ella. ¿Lo entendiste? ¿Lo quieres ver? Para esto también fuiste traído aquí…
—Estoy listo —dije, sin imaginarme lo que vería —. Antarel y Anitac permanecían
en silencio, observando mi «entrevista» con Emuriel.
Entonces la burbuja de plasma se amplió, y vi, como en una película, muchas de las
revelaciones a las que habíamos tenido acceso en otras experiencias, como antiguas
visitas extraterrestres a la Tierra, la historia de la Piedra de Chintamani y su origen en
Orión, la destrucción de enormes civilizaciones, y el proceso seguido posteriormente
con la ya citada «Hermandad Blanca». Empezaba a entender mejor el proceso. A «hilar»
esas historias… Y los trabajos por hacer… Todo lo que venía era diferente…
Estuve varios minutos observando y absorbiendo las imágenes, hasta que una
escena me estremeció: Veía el Belukha, y un lugar subterráneo, que no era la nave de los
32… Observé otro recinto, que parecía haber sido construido en una inmensa cavidad
de roca dentro de la gran montaña del Altai. Allí había otras urnas de cristal. Y dentro
de ellas, cuerpos de seres extraterrestres humanoides, en perfecto estado de
conservación. No estaban «criogenizados» como el caso de los 32. Eran los envases
«vacíos». ¿Por qué conservaban esos cuerpos?
«Son los mártires», escuché la voz de Emuriel, mientras yo seguía «metido» en esas
imágenes…
«Vinieron hace mucho desde las estrellas, y ahora están en la Tierra, viviendo la experiencia
humana y ayudando en el tránsito».
«Por ello irán al Altai. Completarán otro episodio de información. Y allí lo sabrán…».
Había un silencio extraño, aún más penetrante que el de la nave… Podía respirar
perfectamente, y ver todo con claridad, ya que el lugar estaba iluminado. Caminé
entonces hacia la urna de cristal que ya conocía, y en ella hallé, «dormido» — en
animación suspendida— a Emuriel.
—Diles a todos, que unidos deben estar. Que deben confiar en todo lo que pueden
hacer. Estás aquí en representación de tus hermanos, y como en otras ocasiones, el
mensaje llegará a quien está destinado. No te preocupes por nada. No estás solo. Ahora,
ve, vuelve…
—No lo puedo creer… ¿Cómo hicieron eso? ¿Abrieron un portal dentro de la propia
nave? — me decía.
—Fue real, pero no te moviste de la nave, siempre estuviste con nosotros. Es lo que
te explicamos antes sobre las puertas dimensionales.
Como un detalle curioso, por alguna razón, «sabía» que esta experiencia se estaba
desarrollando con la presencia de tres naves. Yo estaba dentro de una de ellas… Las
otras dos estaban sobre «Sand Flat» en Shasta.
—Sabes que aquí también poseemos una base — apuntó Antarel, mientras se
acercaba, despacio, hacia mí.
A partir del próximo año tendrás otro espacio de silencio en lo que a entrevistas
físicas se refiere, hermano — dijo reflexivo—. Ya debes intuir que para concertar un
encuentro directo con ustedes hay una serie de mecanismos que escapan a nuestra
voluntad.
—Te vamos a dejar en tierra. Cierra tus ojos para que el resplandor no te dañe la
vista. Aquí dentro es más fuerte. Cuando ya no sientas mi mano en tu hombro, será el
momento. ¿Listo?
No le quería decir que ya estaba listo… lo quería sentir un poco más… Entretanto,
Anitac, que estuvo en silencio durante toda la experiencia, miraba sonriente, como
despidiéndose…
Allí escuché los mantras del grupo, que utilicé para guiarme y volver con mis
compañeros.
Algunos pensaron, inclusive, que era un «guía» que se aproximaba… Que no era
yo… Solo cuando estuve muy cerca, supieron identificarme, y Raúl Domínguez me
abrazó fuerte porque veía que caminaba con cierta dificultad. Todo el grupo,
emocionado, me abrazó también. Conmovido, les agradecí por haber mantenido el
trabajo todo el tiempo que estuve en la experiencia, estimo, alrededor de 1:30 h. Pero los
chicos me decían que me había ausentado entre 15 y 20 minutos… ¿Cómo era posible?
Yo les decía que no podía ser, y Raúl se fijó en mi reloj, que marcaba las 10:25 pm.
Entonces los muchachos consultaron sus relojes y teléfonos celulares constatando que
ellos tenían una hora menos…
Agotado, me senté en una de las sillas plegables, mientras todos me contaban que la
primera nave que observamos — la de las 9:00 pm— les rodeó y estuvo varios minutos
con ellos; luego apareció una segunda nave, que se movió en la bóveda celeste para
estacionarse sobre el grupo y acompañarlos durante una parte del trabajo. También
vieron otro objeto, que se movía en el cielo sobre mí cuando venía caminando hacia
ellos…
Como pude, les compartí lo que había pasado, adelantando algunas de las cosas que
los extraterrestres me habían transmitido, incluyendo la «entrevista interdimensional»
con Emuriel dentro de la propia nave… Cuando les narraba emocionado el momento en
que Antarel tocó mi pecho, una nueva nave apareció detrás de mí, siendo vista por
todos. Luis Ochoa, de Napa Valley, al escuchar mi relato de los «niños» que encontré en
el bosque antes de subir a la nave — el «holograma» que crearon los extraterrestres
como un elemento de distracción para que me calmase—, me comentó que esa misma
tarde, en Shasta, se había quedado dormido dentro de la camioneta, experimentando un
«desprendimiento astral», en donde vio a esos mismos pequeños, mientras un ser le
decía: «Cuiden a los niños…».
Luego de compartir unos momentos en Shasta, le dije al grupo que había terminado
nuestra experiencia en el lugar, que ya nos podíamos ir. Y se mostró una última nave,
muy brillante y grande, cuya luz se expandió por arriba del bosque de pinos. Fue
impresionante.
También fue un momento muy especial cuando al cerrar con una meditación de
agradecimiento a los «guías» por su apoyo, otro viento «sobrenatural», muy marcado,
cayó sobre el grupo, como «barriéndonos», como si «algo» estuviese generándolo desde
arriba… Fue un instante, y «aquello», se fue…
«Las observaciones de más de cuatro años han relevado una señal diminuta, pero
real, de un planeta orbitando Alfa Centauro B cada 3,2 días», precisó Xavier
Dumusque[16], del Observatorio de Ginebra (Suiza) y el Centro de Astrofísica de la
Universidad de Oporto (Portugal) y autor principal del estudio.
Si bien es cierto los científicos estiman que las temperaturas de ese mundo en Alfa
Centauro podrían ser muy altas como para albergar vida como la conocemos, también
piensan que ese planeta debe formar parte de un sistema de mundos que sí resultarían
aún más auspiciosos. ¿Nuestros científicos están buscando el mundo que colonizaron
los apunianos en Alfa Centauro? ¿El hallazgo que hicieron desde el observatorio de
Atacama era parte de un programa relacionado al ya citado «Proyecto Longshot»? Más
tarde lo entenderíamos…
En este viaje a Perú coincidí —si las «casualidades» existen, cosa que no creo — con
el Dr. Michael E. Salla, que como ya mencioné, es un importante investigador del
fenómeno ovni, fundador del movimiento «Exopolítica». Salla, a través del estudioso
ítalo-peruano Giorgio Piacenza, había publicado el reporte de mi experiencia de
contacto físico en Shasta en el «Exopolitics Journal»[17]. Mi testimonio había causado gran
interés en los lectores de habla inglesa, pero, como era de suponer, fue visto con recelo
por algunos investigadores ovni. No les culpo: lo que me ocurrió en Shasta, la
«entrevista» con Antarel y todo lo que se me dijo, parecía una locura. Pero fue real…
En el año 2008, a través de nuestra amiga de California Monica Robles, me llegó una
invitación para participar de un congreso ovni en Hawái. Era el propio Salla quien lo
organizaba. Sin embargo, por compromisos previamente asumidos, no pude concurrir.
Le dije que lo pensaría… Pero en mis adentros, no quería hacerlo… Ya expliqué mis
razones páginas atrás…
«No dudes, invita a Salla a Monte Shasta, que allí estaremos. Es importante. La coordenada
es el sábado 3 de agosto, entre las 9 y 10 pm».
Entonces me sentí con fuerza para hacerlo… Y tuve todo tipo de confirmaciones
para animarme a hablar con Piacenza y Salla sobre la «cita» en Monte Shasta.
Para que quedara una constancia de la invitación de Antarel a Salla, durante una
entrevista que me hicieron en el programa de la televisión chilena, «Mentiras
Verdaderas»[18], anuncié, públicamente — con más de un mes de anticipación—, el
contacto programado en Shasta, mencionando, además, que Salla estaba invitado.
Aunque siempre me he mantenido distante de ese movimiento, debo decir que Salla
es internacionalmente reconocido como un erudito en materia de política internacional;
es autor de varios libros sobre ese tema y también ha firmado más de setenta artículos,
capítulos y críticas de libros sobre paz, enfrentamientos étnicos y resolución de
conflictos. Por ello fue asesor del presidente Ronald Reagan… Doctorado en la
University of Queensland de Australia, y con un master en Filosofía de la University of
Melbourne, ha llevado a cabo investigaciones y trabajos de campo sobre conflictos
étnicos en Timor Oriental, Kosovo, Macedonia y Sri Lanka; y ha organizado iniciativas
de paz involucrando a los participantes de medio y alto nivel de esos conflictos.
Sabía que Antarel y los hermanos de las estrellas no nos iban a fallar.
Y así fue: en la hora señalada por el citado mensaje, las naves se hicieron presentes…
Tuvimos cuatro avistamientos muy claros de objetos que se desplazaron a baja altura, y
que interactuaron con los más de 50 testigos — entre ellos Salla y Piacenza—.
Las naves cruzaron rápidamente sobre la vertical del grupo, haciendo líneas
sinuosas y acelerando y desacelerando a su antojo. Incluso, uno de esos objetos
interrumpió su trayectoria y se quedó fijo en el cielo unos momentos. Fue imposible
captarlo con nuestras cámaras por la oscuridad de la noche y por su posición.
Y luego apareció otro objeto, volando mucho más bajo, a la altura estimada de un
avión comercial, y cuando todo el grupo lo observaba, el ovni se encendió con
intensidad en una luz hermosa, blanca brillante. Entonces se armó una algarabía
tremenda…
Ni bien le pedí apoyo al grupo para recibir el mensaje, detrás de mi ubicación (en
dirección noreste) apareció un objeto muy brillante, que parecía estar «estacionado» a
muy baja altura, casi en la línea del horizonte. Estaba cerca… El ovni — que sentí era
una nave tripulada—, se mostró solo por unos segundos. Pero su intensa luz roja fue
suficiente para llamar nuestra atención. El grupo lo vio.
9:55 pm
Nos hemos presentado para brindarles nuestro apoyo, para que no pierdan la fuerza en seguir
adelante.
El contacto con nosotros es real. Pero más importante es lo que se halla en profundidad:
nuestra relación con ustedes.
Tenemos un mensaje para Michael Salla: deseamos que de a conocer nuestras verdaderas
intenciones de luz. Es necesario que él comprenda nuestra postura positiva de contacto y nuestro
real interés en una experiencia de intercambio con el ser humano.
Estén atentos.
Antarel
Igual nos ocurrió a nosotros, que fuimos entrevistados por distintos canales de
televisión y programas radiales. Entre ellos resalto la cadena norteamericana NBC-
TELEMUNDO, que nos permitió hablar, vía satélite, a nivel nacional en los Estados
Unidos y llegar a otros 27 países.
«… Hemos estado muy cerca desde el encuentro programado en Monte Shasta. Nos hicimos
presentes en la cita acordada para fortalecer el mensaje del contacto que están difundiendo, y para
afectar a Michael Salla. En un futuro tendrán un mejor panorama, y entonces verán lo que viene.
Estamos sembrando cambios en los paradigmas que todavía algunos tienen sobre nosotros y
nuestras intenciones.
Les reiteramos nuestra amistad, y también guía y orientación para ayudarles a recordar
quiénes son y hacia adónde se dirigen…».
(Antarel).
El contacto con el Dr. Michael Salla era un intento por cambiar el concepto básico
que tienen algunos sobre el fenómeno de los ovnis y la vida extraterrestre —
abducciones, mutilaciones de ganado, conspiraciones militares, y un largo etcétera—;
Antarel pretendía que se conozca la otra realidad sobre ellos: que también hay seres en
el Universo que son éticos y respetuosos de nosotros. Que quieren contactarnos. Y que
en un futuro pasaremos a formar parte de su «familia cósmica»…
CAPÍTULO IX
Paola Harris y un contacto grupal con Antarel
Sábado 2 de agosto de 2014. Siberia, Rusia. Nuestro grupo expedicionario dejaba a sus
espaldas la cautivante figura del Belukha, luego de una mágica e inolvidable estancia de
varios días acampando en sus faldas. Habíamos cumplido con la invitación que los
extraterrestres nos hicieron llegar en el contacto de 2012 en Monte Shasta.
Todo lo que vivimos en esas montañas del Altai, algún día lo escribiré… No en vano
Nicolás Roerich amaba esa región…
Durante esa intensa jornada, con las pesadas mochilas a cuestas, reflexionaba en
todo lo que habíamos vivido en Yarlu y Akkem… Mi mente, en ese momento, viajaba
hacia Shasta. Los bosques de pinos que atravesábamos en el Altai eran muy similares al
paisaje que uno puede ver al pie de la mágica Shasta de California. Se respiraba la
misma presencia sobrenatural… Tal vez esta «asociación» fue lo que me conectó con un
mensaje que irrumpió, de pronto, en mi mente:
Sin dificultad, pude identificar en ese mensaje a Antarel. Pero, a pesar de la claridad
del mismo, y de la propia manifestación de las naves de los guías extraterrestres sobre
nuestro campamento durante uno de los descansos en el camino de regreso, me resistí a
tomar la sugerencia del extraterrestre. ¿Invitar, nuevamente, a un periodista para que
participe de nuestras experiencias de contacto? ¿Para qué? Apenas había pasado un año
desde el exitoso avistamiento programado con el Dr. Michael Salla. ¿Qué empujaba a
los extraterrestres a concertar un nuevo encuentro al pie de esa montaña en los Estados
Unidos?
Con esas preguntas abandoné Rusia. Y pocos días después, en España, Antarel
volvió a mencionar la invitación a Harris en una psicografía que recibí en Málaga, el 10
de agosto de 2014:
«… Prepárate para Shasta. Nos mostraremos. Y podrás invitar a Pao-la Harris. Lo hacemos
para seguir apoyando tu labor sostenida de difusión del mensaje, y para promover una visión
más real de nuestras intenciones de ayuda al ser humano. Somos uno.
Con amor,
Antarel».
Como me ocurrió antes con Salla, este mensaje psicográfico de Antarel me dio la
fuerza necesaria para atreverme a invitar a Paola Harris. Sería la quinta ocasión en que
participaría a un periodista o investigador de nuestras experiencias de contacto.
Luego del mensaje de Antarel me comuniqué con el grupo de viaje al Altai y les
notifiqué que los «guías» estarían en Shasta y con Paola Harris de testigo. Debido a la
naturaleza de lo que podía ocurrir, decidimos ser cautos en una primera instancia con el
mensaje para no generar un desborde de gente en la montaña…
Así, recién el 16 de septiembre —cuatro días antes del encuentro en Shasta, que
estaba previamente fechado para los días 20 y 21 —, y luego de que habíamos cerrado
el grupo que acamparía, comunicamos toda esta información.
Luego de nuestra charla tuve varios sueños, que pensé podrían estar influenciados
por todo lo que hablamos. En ellos veía a un grupo pequeño ingresando al xendra, y
que yo iba a buscar a Paola Harris para llevarla a la «puerta»…
En los sueños, Paola parecía estar nerviosa o sensible ante la experiencia, pero se
armaba de valor y entraba con el grupo a esa concentración de energía. Al despertarme
con estas imágenes, compartí con Sol mis impresiones. Le decía que también la veía
dentro del xendra, pero que yo me quedaba afuera de esa energía, apoyando. Sol, desde
que hablamos con Raymundo, estaba segura que ella participaría de ese contacto.
Pronto, las confirmaciones llegaron.
«… En Shasta, en septiembre, habrá una conexión con el recuerdo para los que asistan.
Tendrá que ver con lo vivido en el Altai. Los hermanos del cosmos asistirán no solo físicamente,
sino también tutelando las experiencias personales y grupales. Se sorprenderán. Habrá
experiencias xendra en la noche. Ricardo debe de estar atento. Todo estará coordinado…»
(Emuriel).
Luego, Corinna Muzi, una joven antropóloga italiana que también participó del viaje
al Altai, me escribió y me comentó que los «guías» también le habían hablado de un
xendra en Shasta. Acto seguido, Fernando López, un joven empresario de México —y
otro expedicionario en Siberia—, nos informó que había tenido un avistamiento sobre
su casa en Guadalajara, al lado de sus padres — la experiencia fue el jueves 11 de
septiembre—; luego de ese avistamiento recibió un mensaje en donde los extraterrestres
le confirmaron un xendra en Shasta… Seis días después, Alejandro, ya durante su vuelo
a los Estados Unidos, canaliza un dibujo de las siete personas que entraban en el
xendra, coincidiendo perfectamente con los sueños y percepciones previas que ya
habíamos tenido.
Carlos Quintanilla, de los grupos de contacto de Los Ángeles — ajeno a todo esto
que estábamos recibiendo—, se comunicó conmigo y me dijo que durante un
campamento que realizaron en Shasta con un grupo pequeño, habían recibido,
telepáticamente, que en nuestro encuentro se abriría una puerta dimensional. ¡Por todos
lados empezaron a llegar las confirmaciones!
Como ya dije, ante este panorama, decidimos ser prudentes para no generar
expectativas. En el encuentro nos concentraríamos en las meditaciones por la paz.
Pensaba que si esa puerta de luz se iba a abrir, todo se tenía que dar naturalmente y en
armonía. Y así fue…
Acampamos en Shasta desde la tarde del 19 de septiembre. Ese mismo día llegó Paola
Harris, acompañada por Raymundo y un hermoso grupo de Las Vegas (Nevada), que la
fueron a buscar en el aeropuerto de Sacramento. Nuestra «base de operaciones» fue una
vez más Sand Flat, esa explanada que se emplaza a 2057 metros de altura, y que posee
una linda vista de la montaña. Allí nos congregamos más de 160 personas de diferentes
países.
Esa misma noche, el grupo que ya había acudido a Shasta fue testigo de dos
avistamientos. Los guías del cosmos ya empezaban a mostrarse. Entonces recibí un
mensaje telepático de Antarel, que comuniqué al grupo allí presente y que repetí a todo
el campamento en la mañana del día 20:
«Antarel me dice que la noche del 20, a las 8:30 pm, habrá una mayor aproximación
de ellos que todos podremos verificar. A partir de esa hora se iniciará nuestro trabajo
específico para recibir la medianoche del 21 en una cadena de irradiación por la paz».
Mi intención no era generar expectativa, sino que la gente pudiese ser testigo de un
hecho concreto y objetivo. Paola seguía de cerca todo lo que estaba ocurriendo.
Previamente había hablado con todos los participantes del encuentro para guardar
la calma ante los avistamientos anunciados, y aprender a discernir todo cuando ocurría
en el cielo; como ya expliqué páginas atrás, desde satélites, Iridiums y sus típicos
«fiares», o el paso de la ISS (Estación Espacial Internacional), que no era visible esa
noche en Shasta de acuerdo al tracking de la NASA. La noche era fresca y despejada, con
un manto hermoso de estrellas, ya que la luna estaba menguante, con apenas 9 % de su
luminosidad.
Luego de estos avistamientos, todos nos reunimos en el centro de «Sand Flat», para
realizar nuevas prácticas de meditación a través de un ejercicio que consistía en caminar
en silencio, a solas, por esa gran explanada. Es una forma de conectarse con uno mismo,
y en esta ocasión «inspirados» por el hechizante bosque de Shasta.
Seguidamente, hicimos una nueva práctica de irradiación al planeta. Y, a voz en
cuello, le pedí a los extraterrestres una manifestación más de sus naves en el cielo, para
confirmar si luego de todo lo vivido esa noche, aún restaba lo programado — en
referencia al citado xendra—. Empezamos entonces a vocalizar el mantra Zin-Uru, una
palabra que se desprende del texto esotérico «Las Tablas Esmeralda», atribuido a Thot o
«Hermes Trismegisto». Ese mantra significa «llave» y permite conectar con nosotros
mismos y otras realidades. No tuvimos que esperar mucho: ni bien empezamos a
mantralizar, una nave se «encendió» en el cielo nocturno, exactamente sobre nuestra
ubicación, y empezó a moverse en dirección a una zona concreta de Shasta…
Aquella luz era muy fuerte, y ante el aviso de Carlos Quintanilla, Fernando López
grabó parte de la aparición de este objeto, mientras lo señalábamos con un láser de uso
astronómico. Fue impresionante. En el vídeo se aprecia todo esto y hasta se escucha al
grupo vocalizando durante la experiencia.
Sentí que debíamos ir hacia la zona que había marcado la nave con su trayectoria.
Curiosamente, era el mismo lugar en donde fui llevado dentro de la nave en la
experiencia del 26 de agosto de 2012…
Así, llegamos a un claro en medio del bosque, en donde se podía ver perfectamente
la zona iluminada. Apagamos entonces todo el equipo electrónico que llevábamos con
nosotros, incluyendo las linternas. Es una recomendación de los propios extraterrestres
cuando se está próximo a puertas dimensionales.
A pesar de que no había Luna esa noche, era impresionante cómo estaba iluminada
esa zona… Era una «alfombra» brillante que parecía elevarse unos centímetros del
suelo. Raymundo y yo íbamos al frente cuando hallamos el xendra. Detrás venían
Fernando, Sol, Corinna y Alejandro. Y, de pronto, de en medio de esa energía
concentrada, surgió una fuerte sensación de presencia que nos «golpeó» en el pecho.
Nos detuvimos, menos Fernando y Sol, que, movilizados por algo, siguieron caminando
hasta encontrarse con una persona de pie…
En ese momento sentí, claramente, una voz en mi cabeza que me dijo: «Sí hermano,
soy Antarel. Deténganse aquí…».
Así, le pedí a todos que apoyaran la experiencia desde el campamento. Y debo decir
que, a pesar de que éramos un grupo muy grande y heterogéneo, no hubo ningún
desborde ni desorden por ir corriendo a buscar a Antarel… Todos comprendieron
perfectamente la situación y las pautas previas que los extraterrestres habían entregado:
un grupo de siete personas entraría en esa energía en representación de todos.
Carlos Quintanilla de Los Angeles también venía con nosotros. De esta forma, el
equipo que ingresó al xendra estuvo conformado por Paola Harris; Suyapa Reyes,
hondureña, de Napa Valley; Mercedes Gonzáles, peruana, de Las Vegas; Raymundo
Collazo, uruguayo, de Atlanta; Fernando López de México, Sol Sanfelice de Argentina y
Corinna Muzi de Italia.
Y eso fue lo que sucedió dentro de ese «umbral» que los extraterrestres «abrieron»
en Shasta. Todos los que ingresaron vivieron algo, o recibieron importantes revelaciones
personales. Por ejemplo, a Fernando López le mostraron el vínculo que tenemos con
viejas civilizaciones extraterrestres. Suyapa tuvo una gran sensación de confianza: era
como si alguien la estuviese «cuidando» dentro de esa energía. Allí se percibió
suspendida en un lugar sin espacio ni tiempo; le costó comprender en donde estuvo.
Pero eso sí: volvió con una fuerte presión en el entrecejo, como si le hubiesen puesto
algo… Raymundo, no fue la excepción: vio también cómo le colocaban una materia
extraña en sus manos, una suerte de energía azulada… A Corinna la hicieron
reflexionar sobre todo lo que habíamos vivido en el Altai, y en la importancia de seguir
trabajando por la paz. También le dijeron que el próximo paso sería el encuentro
mundial que realizaríamos en enero de 2015 a las afueras de Capilla del Monte, en
Argentina.
Harris, sin duda el motivo principal de esta experiencia que promovieron los
extraterrestres — para que ella los pudiese «sentir»—, advirtió que alguien la
observaba desde el bosque. Y «supo» que se trataba de Antarel…
Harris lo vio… Y en un principio quiso ser muy discreta con esto… El impacto de
esta experiencia había sido muy grande para ella…
Paola lo recuerda así en un e-mail que me envió, una especie de repaso de su reporte
de contacto [22]:
Este fue un contacto real. Siento que aquel “gracias” fue para todos nosotros. Era lo
que este fenómeno expresa: que no hay separación».
Luego de ello, Harris «recibió» otro mensaje e indicaciones que prefiere mantener en
privado…
«… Seguirás compartiendo estas experiencias de interacción con nosotros con un público que
abrirá su corazón a nuestra amistad. Debes comprender que la corroboración del contacto,
teniendo como testigos a investigadores y periodistas, pronto será un hecho anecdótico. El
mensaje, como saben, es otro. Nos interesa más tener un mayor acercamiento con grupos
preparados, sensibles a nuestra presencia. Cuando lo convoques, estaremos allí hermano…»
(Antarel).
Harris, con su presencia en este contacto como «testigo de lujo», marcó un «antes y
después»…
«No dejes de confiar… siempre estamos contigo», me dijo mi viejo hermano de las
estrellas…
Transcribo el audio que capturó Carlos Gómez de Los Ángeles de ese momento:
Estoy sintiendo la presencia de Antarel nuevamente. Y me dice que les transmita este
mensaje a todos:
… Ellos están muy contentos con nuestra presencia aquí en la montaña. Y valoran cómo
hemos podido lograr, en medio de nuestras historias personales, encontrar un punto de
equilibrio, de balance, en todo lo realizado estos días. Dice que nos han estado observando de
cerca, que son conscientes que muchos los han sentido, además de la presencia de sus naves en el
cielo. Pero Antarel me aclara que a ellos les interesa más que los podamos sentir, y no estar tan
pendientes de lo que podamos ver en el cielo; es decir, las manifestaciones de sus aparatos y
vehículos. Ellos también anhelan la paz por el planeta Tierra. Y me dice que los veamos como sus
amigos, y que comprendamos que no siempre se pueden mostrar abiertamente para todos, ya que
tienen un programa muy exigente de contacto que los limita en sus aproximaciones. Sin
embargo, dentro de lo posible, tratan de acercarse a nosotros.
Antarel dice que les agrada nuestra energía humana, nuestras emociones; que en cierta
medida se identifican con lo humano, pues nos han visto cuando hemos llorado, cuando nos
hemos reído, cuando nos preocupamos por todo tipo de cosas. Dice que nuestra forma de vivir y
sentir son «emociones» que en algún momento sus civilizaciones de origen perdieron. Por esa
razón nos ven como su pasado y, al mismo tiempo, como su futuro.
Ya les hemos hablado de esto —dice Antarel —, y deseamos que sepan (Antarel no está solo,
hay un grupo con él) que no están abandonados, que no se hallan ajenos a nosotros: somos parte
de una sola familia, y en este momento estamos aquí, con ustedes. Sientan nuestra presencia,
porque también los acompañamos en este trabajo por la paz mundial, como si fuéramos uno.
En estos momentos estamos colocados sobre la vertical del grupo. Los podemos ver en el
círculo que han formado. Podemos sentir sus pensamientos, miedos personales en algunos, dudas
en otros, pero alegría en la mayoría. Son tan diversos y maravillosos… Y también especiales…
Al percibir sus pensamientos no es que los estemos «espiando». Sencillamente estamos
conectados con cada criatura. Y vemos que ustedes están buscando algo importante, algo que
nosotros en nuestros mundos de origen siempre hemos buscado y que, sin embargo, perdimos en
el camino en más de una ocasión.
Buscamos la paz y la sana convivencia fraterna; pero nuestra soberbia, amparada en nuestros
conocimientos del Universo, nos hizo perder un contacto muy importante con el espíritu, con la
esencia de las cosas. Habíamos «mentalizado» todo. Y hoy, viendo en sus pensamientos lo
diversos que son, lo diferentes que son, y especialmente lo maravillosos que son, comprendemos
que aún hay esperanza…
Les decimos gracias a todos porque a nosotros, a pesar de que nos ven como extraterrestres
maestros, y no lo somos, también nos hacen soñar. Nos ayudan a creer en algo inmenso. Algo que
los afectará a ustedes y a nuestras civilizaciones de origen.
Como saben —agrega Antarel—, muchos de nosotros hemos dejado o perdido nuestros
mundos de origen, viajando muy lejos hasta la Tierra. Vivimos de base en base, sea esta orbital o
instalada en lugares secretos de su mundo. Perdimos la conciencia del hogar. Pero hoy sentimos
que la Tierra también es nuestro hogar, y se lo transmitimos con mucho respeto. Por esa razón
también nos sentimos parte de la paz planetaria, porque todo lo que ocurra en su mundo nos
afecta a nosotros.
Les estamos transmitiendo este mensaje desde nuestra base subterránea emplazada en el
corazón del Huascarán. Esa montaña esconde una de nuestras más viejas instalaciones en la
Tierra. Tal y como lo interpretaste, la ubicación de esa base estuvo conectada con nuestros
primeros acercamientos de contacto en Perú… Volverás a esa región de los Andes que visitaste
en tu juventud…».
¿Huascarán? ¿Volver a esa zona andina que no visitaba desde hacía casi 20 años?
Los extraterrestres nunca dejan nada al «azar»…
Sabía que había una «intención» de mencionar esa «base» dentro del gran nevado
andino. ¿Era acaso una «invitación»?
El mensaje de Antarel y la «base» que los apunianos tendrían allí «desempolvó» mis
viejas investigaciones de los contactos en Áncash, incluyendo el testimonio de Vlado
Kapetanovic y nuestros primeros viajes a esa zona andina del Perú.
Fue así que, investigando, me tropecé con un dato interesante sobre el Huascarán
que se me había pasado por alto: en 2013, un equipo de científicos australianos y
alemanes revelaron que el Huascarán es el lugar de la superficie terrestre con la menor
fuerza de atracción gravitacional…[23]
Para llegar a esa conclusión, el equipo de expertos seleccionó tres mil millones de
localizaciones en el planeta, cada una de ellas equivalente a unos 250 metros cuadrados,
y las procesó con ayuda de una supercomputadora. El proceso tardó unas tres semanas
— en un PC doméstico medio hubieran sido necesarios unos 475 años para finalizar los
cálculos—. Los resultados arrojaron que el lugar con «menos gravedad del mundo» es
el Nevado Huascarán…
Teniendo en cuenta que era en esa zona andina en donde se reportaron los primeros
casos de contacto con los «apunianos», el dato me parecía relevante…
El mensaje recibido en Buenos Aires activó una serie de hechos sincrónicos que nos
llevaron a planificar un viaje al Parque Nacional Huascarán. Aprovechando una visita a
Lima en el mes de abril, daríamos el salto a esa zona andina. Inicialmente Alejandro
Szabo de Chile, Sol, y yo, nos embarcamos en esta aventura. Pero, en enero de 2015,
luego del extraordinario encuentro de meditación por la paz a las afueras de Capilla del
Monte — en donde participaron alrededor de 1000 personas de unos 22 países—, se
sumaron otros compañeros de viaje: Raymundo Collazo de Estados Unidos, Fernando
López de México, Josep Tomas de España y Pablo Cascone de Argentina. Todos ya
habíamos compartido otras experiencias guiadas por los extraterrestres.
En él, me veía con Antarel, y una mujer joven de menor estatura, estimo 1.90 m, de
rasgos hermosos y cabello corto de un rubio muy claro. «Te presento a Ivika», me dijo el
apuniano. Y añadió: «Ella es nuestra actual comandante…».
«Esto está ocurriendo. Es el contacto que estás viviendo con nosotros. Estás en nuestra base
del Huascarán».
Le dije entonces que no entendía, y que era consciente de que estaba soñando en mi
cama…
«Está ocurriendo, pero en otra línea de tiempo que tu llamarías futuro», me dijo Ivika. «Tu
sueño es en realidad una captura holográfica que estamos haciendo ahora mismo de la
experiencia. Esa captura es enviada a tu pasado como una imagen mental, mientras estás
descansando en tu dormitorio».
«Es para que cuando en tu línea de tiempo llegues a la cita con nosotros, el 12 de abril en
Yungay, vivas el encuentro con mayor calma, pues tu cerebro reconocerá que ya vivió todo
esto…».
Ichic Puna
Los casi 3000 metros de altura de la zona en donde opera el sencillo aeropuerto no
nos afectó. Estábamos contentos de estar allí, en medio de un paisaje que esgrimía
corpulentas y hermosas montañas, muchas de ellas mostrando sus soberbios picos
nevados, que podíamos ver a pesar de tener un cielo parcialmente nublado aquella
mañana.
Ya con las mochilas al hombro, abordamos una camioneta que contratamos para
viajar a Yungay. Nuestro anfitrión en ese recorrido hasta nuestro hotel era Jorge León,
un reconocido guía de montaña. Aprovechamos sus conocimientos para preguntarle si
conocía algún descampado próximo a nuestro lugar de hospedaje en Yungay. Alejandro
y yo habíamos tenido visiones de un enclave cercano que habría sido «marcado» por los
extraterrestres para el contacto del 12 de abril. Queríamos constatar con Jorge si ese
lugar de la «visión» existía.
¿Otra casualidad?
«Vamos —me decía, mientras subía las escaleras hacia el tercer piso del edificio, en
dirección a nuestra habitación —, no tomemos todo esto como una confirmación, hay
que esperar…».
Y, al abrir la puerta del cuarto, Sol y yo nos quedamos perplejos… Frente a la cama
de nuestra habitación, colgado en la pared, había un único cuadro, con la misma foto de
Ichic Puna…
Luego constatamos que era la única habitación del hotel que tenía esa fotografía…
Ese mismo día visitamos a Tobías Sarmiento, un hombre mayor que había trabajado
en su juventud como técnico de planta en la Central Hidroeléctrica de Huallanca. Fue
compañero de trabajo y amigo de Vlado Kapetanovic. A raíz de ello Sarmiento se había
transformado en un agudo investigador del contacto con los apunianos. Charlamos
largo y tendido con él en su acogedora casa de Carhuaz. Ambos coincidimos que el
contacto con los apunianos había empezado antes del incidente de Huallanca en 1960.
—Los pobladores del Callejón de Huaylas ya sabían de esos seres — me dijo—, los
llamaban «papitos» por su comportamiento paternal y protector.
—¿Y en qué zona se producían los primeros contactos con esos seres? — le
preguntamos a Tobías.
—En diversos lugares, pero los primeros reportes surgieron de los caseríos próximos
al nevado Champará…
El monte nevado Champará, con una altura de 5735 m, es una de las tantas bellezas
de la Cordillera Blanca en Áncash. Kapetanovic también citaba esa región como lugar
de los primeros contactos que vivió con los apunianos luego del incidente de Huallanca.
Pero también había reportes en el nevado Alpamayo, el Huascarán y sus hermosas
lagunas en Llanganuco. Los pobladores de este verdadero paraíso andino están más
que acostumbrados a la presencia de las naves…
Incluso, Jorge León, el guía de montaña, nos mostró el lugar en donde se habrían
tomado, en 1967, las fotos de las «naves de Yungay», expediente aún abierto del que ya
hablamos al inicio de este libro. Aunque no pudimos llegar al lugar exacto en donde se
habrían tomado esas misteriosas fotografías — lo vimos a distancia—, podemos decir
que está ubicado en un paraje de la Cordillera Negra, en donde abundan árboles de
eucalipto, como se ve en una de las fotos de las mencionadas naves.
Llanganuco es uno de los lugares más bellos de Yungay y, de acuerdo a los apunianos,
un portal de contacto con ellos. Se trata de dos lagunas: Chinancocha o «laguna hembra»,
y Orcococha o «laguna macho». Sus aguas nacen del deshielo de los más emblemáticos
nevados de Áncash: Huascarán y Huandoy. La primera laguna, Chinancocha — el
lugar que elegimos para nuestro trabajo esa noche del día 11—, tiene 1450 metros de
longitud, 7393 metros de ancho y 28 metros de profundidad. Nos acomodamos en sus
orillas, cerca de unos árboles de queñual y totora.
En Yungay nos habían advertido que el clima no era el mejor para ir a Llanganuco.
El servicio metereológico nacional había anunciado intensas lluvias en la región —
incluso caída de granizo—, pero nosotros fuimos igual, confiando en las pautas
recibidas.
Y no solo no llovió, sino que tuvimos un hermoso cielo despejado que nos permitió
disfrutar del manto cósmico, rebosante de estrellas, y la silueta no menos atrayente de
los picos nevados, que parecían gigantes guardianes del lugar.
No había nadie allí, ningún turista o «mochilero», tal vez espantados por los
mencionados anuncios meteorológicos.
Me encuentro en nuestra base del Huascarán. Desde aquí les hemos estado monitoreando.
Saben que siempre los acompañamos, pero conscientes de nuestras limitaciones y del aprendizaje
que conlleva a ustedes no depender de nosotros. Al llegar aquí, atendiendo nuestra invitación,
han puesto en marcha algo importante. Lo sabrás mañana…
Venir a Llanganuco fue un test y una preparación. Nos vieron, pero no estén tan pendientes
de captar nuestras manifestaciones. Comprendemos que ello constituye para ustedes un elemento
importante de corroboración del contacto, y una evidencia para los demás; por esa razón lo hemos
permitido en otras ocasiones. Pero en este momento deben estar concentrados en la invitación, y
mantener la preparación sugerida.
Recuerda el número 55 como una clave activadora de esta etapa de contacto con nosotros.
El lugar que identificaron (Ichic Puna), es el correcto. Acudan allí a las 5:00 pm. Sabrás en
qué momento acercarte a la roca. Ven solo. Esa piedra será activada como una puerta que te
llevará hasta nosotros. Tus compañeros, a distancia, te apoyarán y vivirán lo que les corresponde.
Sus cuerpos ya han sido alineados a poderosas energías. Hemos estado trabajando con ustedes
aquí. Lo han sentido y era parte del propósito de citarles en Llanganuco.
Desde cerca,
Ivika».
CAPÍTULO XI
El mensaje de Ivika
¿Qué decir? ¿Cómo explicar mis sensaciones cuando me aproximaba con el grupo a
Ichic Puna, ese imborrable 12 de abril de 2015? Estaba acudiendo a una nueva cita con
«ellos». Una nueva «entrevista»…
Yungay —que había sido reconstruida luego del terremoto, aunque lejos de lo que
fue, y emplazada en otro sector más «seguro» — lucía tranquila esa tarde, con un cielo
parcialmente nublado que ocultaba el nevado Huascarán.
Nuestra caminata fue breve, ya que Ichic Puna se encontraba en medio del pueblo,
un descampado que estaba rodeado de algunos terrenos de cultivo y las modestas casas
de sus dueños. Además, no lejos de allí, estaban colocadas las inmensas antenas de la
TV local. Es decir, no estábamos muy lejos de la «civilización». ¿Por qué los
extraterrestres programaron un contacto directo aquí? — me preguntaba—. Si bien es
cierto esa zona nos recibió con una «atmósfera» especial, como si algo se estuviese
gestando, llamaba la atención que Ichic Puna, como lugar de contacto, se hallase en
medio del pueblo. Vimos entonces su «misteriosa» piedra, enorme, clavada en el suelo y
ligeramente inclinada. Realmente resaltaba en medio de este escenario. Allí, según
Ivika, sería el contacto…
Por su elevación, Ichic Puna (en quechua: «Puna Chica») ofrecía una hermosa vista
del valle y las montañas, cualidad que, en el pasado, convirtió a esa zona en uno de los
«miradores» favoritos de Yungay. En la actualidad es el «Camposanto» — que está
emplazado en otra elevación—, con su gran figura de Cristo, el mirador preferido del
Huascarán. Los viajeros acuden allí y no a Ichic Puna debido a que el «Camposanto» se
hizo famoso luego del inesperado terremoto y alud de 1970: quienes se encontraban
visitándolo y fueron sorprendidos por la terrible tragedia, sobrevivieron por hallarse en
un punto alto.
Sin embargo, como no veía nada concreto en ese momento, decidí tocar la piedra
para ver qué sentía, cuál sería el siguiente paso a seguir.
La piedra estaba muy caliente, como si fuese una plancha. Tanto, que me obligó a
quitar en un segundo mis manos de su superficie. No me había quemado, ni siquiera
mis manos estaban calientes luego del contacto con la piedra…
—Bienvenido a nuestra base del Huascarán — me dijo una de estas tres figuras.
Era una mujer, ubicada en el medio, un ser que ya conocía por el «sueño» que ya
comenté…
Era Ivika…
El Minius
Ivika, una mujer de joven apariencia, muy humana, aunque de facciones ligeramente
estilizadas, estaba de pie frente a mí, acompañada, a su izquierda, de Antarel. El gigante
apuniano que ya conocía estaba vestido con su típico enterizo metálico color gris. Una
suerte de «uniforme» que también llevaba puesto Ivika. En esa vestimenta pude
distinguir un símbolo, que no recuerdo muy bien, pero que me recuerda un tridente.
Al lado derecho de Ivika, aunque un poco más separada, estaba de pie otra mujer,
vestida con el mismo «uniforme» gris, que solo dejaba el rostro y las manos al
descubierto. Aquella «guía» era un poco más baja en estatura que Ivika; estimo, según
mi percepción, 1.80 m. También lucía joven, entre unos 25 y 30 años, mostrando un
cabello largo hasta los hombros de un color marrón. Aquella mujer sostenía en su mano
izquierda un cubo, que estaba encendido en una luz blanca azulada, como el resplandor
que me llevó hasta allí…
—Ella es «Aimana» —me dijo Ivika—. Vemos que te llama la atención el objeto que
tiene.
—Sí… —le dije—, he visto a ese cubo en otras experiencias con ustedes.
—En tu mundo lo conocen como «Teseracto»[24]. Utilizaremos ese nombre para que
puedas entender. Con él te hemos traído hasta nosotros.
—¿Cómo fue posible? ¿Por qué desde esa roca en Ichic Puna? ¿Estoy, físicamente,
aquí? — pregunté atropelladamente.
Entonces Ivika le hace un gesto a Aimana con su mano derecha. Instantes después el
cubo se ilumina un poco más y proyecta una imagen extraordinariamente «real», en
donde me veía aún en la roca de Ichic Puna, con las manos y frente apoyados en ella.
—Estás en ambos lugares al mismo tiempo —me dijo Ivika —, solo que tu
conciencia se halla activa aquí con nosotros, en esta experiencia. No te debería
sorprender. Ya hicimos una prueba similar contigo en el contacto de Monte Shasta. El
objetivo es que puedan familiarizarse con la multiplicidad de realidades en las que nos
movemos.
Elegimos Ichic Puna —prosiguió Ivika— luego de un estudio que realizamos en el
área. Buscábamos un lugar que estuviese próximo a tu ubicación, y que pudiese
conectarse con las líneas de fuerza naturales del Huascarán. Utilizamos esa «red» a
través del «Teseracto» para traerte.
Era una imagen de caos y desesperanza. Luego, esa imagen cambió y vi una
importante instalación científica en un lugar que supe era el desierto de Atacama en
Chile. Se trataba de una plataforma de despegue para naves espaciales. Una mega
corporación humana, con el auspicio de la ONU, había creado un proyecto espacial
para viajar hacia un mundo susceptible de ser «terraformado» en Alfa Centauro…
Lo más inquietante de esa imagen fue ver que los astronautas eran niños…
El «Teseracto» me mostraba ahora otra «escena»: algo ocurría con el viaje espacial de
esas naves hacia Alfa Centauro. Durante el trayecto, un fenómeno vinculado al
«Minius» y los «pliegues» hizo que las naves entrarán a otra realidad, llegando a Alfa
Centauro pero en una línea de tiempo «pasado». Los niños astronautas, debido al
incidente, perdían la memoria…
Sin embargo, al llegar a ese astro en algún lugar de Alfa Centauro, eran recibidos
por una civilización extraterrestre de aspecto humano que ya lo había colonizado…
Esos seres — los «ancestros» de Antarel—, rescataron a la expedición espacial humana
y la integraron a su cultura.
Las naves humanas llevaban dos importantes archivos, una «supermemoria», que
consistía en un registro de toda la historia de la Tierra, los inventos humanos, el arte, las
primeras civilizaciones, todos los datos disponibles sobre la evolución del hombre; y un
segundo archivo llamado «supersemilla»: una verdadera «bóveda» con millones de
muestras genéticas de casi todas las formas de vida de la Tierra. En las naves, además,
había numerosos robots y avanzadas computadoras con capacidad de construcción,
todo ello a disposición de los jóvenes científicos astronautas para «terraformar» ese
nuevo hogar en Alfa Centauro.
Los apunianos mantuvieron todo esto en «cuarentena» hasta que esos cientos de
cosmonautas terrestres se «adaptasen» a su nueva situación.
Así, con el tiempo, se produjo la mezcla entre los humanos y los «apunianos»,
siendo los descendientes de esta unión los depositarios de la verdad.
—Todo ello ocurrió en otra línea de tiempo ajena a la percepción actual de ustedes
— me explicó Ivika—. Somos conscientes que es muy complejo de entender, para una
criatura que se mueve habitualmente en un plano de conciencia tridimensional, las
diferentes realidades que ocurren en el Universo. Y esta que se te ha mostrado, que
pertenece a lo que llamarían «futuro», es el inicio del origen de algunos de nosotros…
—Si se dan las condiciones, luego del encuentro sugerido en Atacama — añadió
Ivika.
—El mensaje es que deben seguir el camino trazado — siguió hablando Antarel—.
Te dijimos en el contacto de Monte Shasta que la transición de la Tierra a una realidad
superior estaba asegurada, y también el inicio del despertar de la humanidad; pero
deben mantener esa conciencia despierta y en equilibrio con sus acciones…
—Ahora podrán entender —habló Ivika—, que más que contactar con ustedes,
estamos conectando con sus «descendientes», y también con toda la gente que están
tocando con estos mensajes y que generará una reacción en cadena de cara al futuro. No
somos solo viajeros especiales, sino también del tiempo, por ello no podemos actuar tan
libremente en la Tierra, o con los testigos, salvo puntuales excepciones, ya que cualquier
movimiento en falso en nuestro accionar podría crear peligrosas paradojas.
—Hermano —me dijo Ivika, con una paz inconmensurable —, comprenderán que
en el Universo nada desaparece, solo se transforma… Volveremos a ser uno…
Me sentía mareado, como si fuera dos personas al mismo tiempo que intentaban
integrarse…
Volví al encuentro del grupo, y allí les compartí la extraordinaria experiencia y su
poderoso mensaje…
El tiempo
Y hubo algunos «detalles» luego de este contacto. Hechos realmente curiosos que nos
hicieron encoger de hombros…
De regreso, en el hotel, Fernando López nos comunicó que toda la tarjeta memoria
de su equipo de visión nocturna, se había «borrado». No se explica cómo, pero ello
ocurrió cuando intentaba ver el contenido de la tarjeta en una computadora. Era
extraño. Intentamos rescatar todo lo filmado, pero fue en vano…
«Hubiese sido interesante ver lo que el equipo infrarrojo — que también filma de
día— captaba en Ichic Puna durante el contacto», me decía. López lo había colocado
sobre un trípode, apuntando hacia la mencionada roca…
—Ivika nos anticipó esto —nos recordó López —. En el mensaje de Llanganuco nos
advirtió que no estuviésemos tan pendientes de sus manifestaciones…
Sin embargo, «algo» parecía haber quedado registrado de ese inolvidable contacto
en Ichic Puna…
Sol, con nuestra cámara semiprofesional Nikon P510, que solemos usar por su
facilidad de disparo y gran capacidad de aumento, me tomó una foto cuando bajaba de
la piedra, luego del contacto…
Mi mente racional catalogó a esa imagen como la típica «foto movida». Y, de hecho,
lo quiero seguir viendo así… No hace falta una fotografía para que «acepte» lo que me
pasó… El contacto fue real y contundente…
Sin embargo, el «azar» —¿o no?— quiso que una «foto movida» representara
exactamente lo que me había pasado, y lo que le había narrado al grupo antes de ver las
fotos. De hecho, ni bien me reuní en Ichic Puna con el grupo luego del contacto, les
narré la experiencia y hay un registro de audio de ello — que hicimos para que no se
perdiera ningún detalle de lo transmitido por los extraterrestres—.
Más tarde, se la mostré a dos fotógrafos profesionales, y les resultó por demás
extraña, ya que me hallo muy separado del «otro» Ricardo, como para decir que fue la
típica foto movida. Sol la tomó en automático, no en el modo «exposición», Y si bien es
cierto me encontraba en movimiento, estaba caminando muy despacio. Los fotógrafos
me dijeron que hubiese sido más esperable en estos casos que me vea doble o borroso,
pero no tan separado y con esa definición, como si fuese el error de revelado de las
cámaras antiguas de rollo, en donde se superponía dos fotografías. Y en este caso
estamos hablando de una cámara digital… Debo decir que en los dos largos años que
hemos utilizado esta cámara, tomando fotos de todo tipo a lo largo y ancho del mundo,
nunca nos ocurrió algo semejante…
En el hotel de Yungay, poco antes de tomar nuestro vuelo a Lima, Jorge León, el
guía de montaña, nos dio más datos sobre Ichic Puna: un prestigioso arqueólogo
colombiano, Alexander Herrera Wassilowsky, había visitado y estudiado el lugar, lo
que lo llevó a plantear la hipótesis de que esa roca «había sido colocada», pues está
alineada en determinadas fechas del año con la salida del Sol desde la cumbre del
Huascarán. Según León, se cree que en el pasado Ichic Puna pudo haber sido un lugar
de estudio de los solsticios y equinoccios.
El 17 de abril, solo cinco días más tarde de mi contacto en Yungay, era entrevistado
por el periodista mexicano Yohanan Díaz; y en esa conexión que hicimos a través de
internet, compartí el mensaje de los apunianos, incluyendo aquel evento en el «futuro»
en donde se realiza el viaje espacial humano hacia Alfa Centauro. La entrevista está
disponible en YouTube.
Dos semanas más tarde, se difundió la noticia de una investigación realizada por un
grupo de científicos de la Universidad de California, en donde se advertía que los
astronautas podrían perder la memoria y sus capacidades cognitivas al estar expuestos
a radiaciones cósmicas en el espacio profundo…
Días después, la NASA reveló el diseño de una nave espacial con velocidad «warp».
Este empuje permitiría propulsar una nave tripulada a una velocidad equivalente a
varios múltiplos de la velocidad de la luz, mientras se evitan los problemas asociados
con la dilatación relativista del tiempo. Este tipo de propulsión se basa en curvar o
distorsionar el espacio-tiempo, de tal manera que permita a la nave «acercarse» al punto
de destino…
Según declaraciones del físico Harold White — quien está a cargo de este
proyecto—, es teórica y prácticamente posible conseguir un motor que impulse una
nave para llevarnos a Alfa Centauro en solo dos semanas, medidas según el tiempo
transcurrido en la Tierra…
Los apunianos tenían razón: en esta época de nuestra historia se están tomando las
decisiones del «futuro»…
Es curioso que el viaje humano hacia Alfa Centauro se lleve a cabo desde una
instalación en la región de Atacama en Chile, justamente en la zona en donde funciona
el Observatorio de «La Silla», cuyas instalaciones albergan uno de los espectrógrafos
más modernos del mundo, el llamado «Buscador de Planetas por Velocidad Radial de
Alta Precisión» (High Accuracy Radial Velocity Planet Searcher, en inglés) HARPS, el que
tiene como objetivo observar planetas extrasolares. Como ya mencioné, fue
precisamente ese observatorio el que detectó aquel planeta próximo a la estrella Alfa
B…
Todas estas informaciones han dado la vuelta al mundo, así que, en una sencilla
búsqueda en la red, el lector las podrá corroborar rápidamente.
«El tiempo» —resonaba esta palabra en mi mente —, es una de las piezas llave para
comprender todo esto…
Imposible contestarlo…
Empero, esta experiencia de contacto con los apunianos me dejó algo claro: somos
capaces de modificar las cosas si tenemos conciencia de los acontecimientos.
No estamos solos…
Ricardo González
En Buenos Aires, 24 de mayo de 2015
«El doble»…
¿Solo una imagen «movida»? ¿Un «capricho» del destino? O, sea cual fuese la
«explicación», ¿un mensaje de «ellos»?
Mensaje apuniano
Ricardo González nació en Lima, el 21 de abril de 1974. Es uno de los contactados más
importantes de Latinoamérica, y uno de los pocos en ir más allá de su testimonio y
enriquecerlo con la investigación. Ha publicado 11 libros sobre su experiencia de
contacto, varios de ellos con Ediciones Luciérnaga del Grupo Planeta.
Desde su adolescencia está en contacto con seres extraterrestres, a quienes afirma haber
visto físicamente, solo o acompañado de otras personas, e incluso haber estado en el
interior de sus naves. Su testimonio es conocido no solo por sus experiencias con el
fenómeno ovni, sino principalmente por las expediciones que llevó a cabo a varios
puntos del planeta para conectar con una sociedad de sabios intraterrestres: un enigma
que se puede hallar aún vivo en viejas leyendas budistas que hablan de Shambhala.
Fruto de esas experiencias recibió la información de los 13 Discos Solares de la
Hermandad Blanca en 2001, tarea que dio a conocer en todo el mundo, y la existencia de
una ciudad perdida bajos lo hielos de la Antártida, llamada Kayona.
[2] Entre los diversos libros que publicó en Perú, en «Apu, un mundo sin dinero» y «170
horas con extraterrestres», describe sus experiencias con los «apunianos». <<
[4] En 1968, a través de la APRO, Richard Greenwell publicará su libro «Un estudio
sobre los ovnis», dedicando un capítulo entero a los reportes de ovnis en el Perú. <<
[7] Edgar Mitchel es un reconocido astronauta, piloto del módulo lunar en la misión
Apolo 14 y el sexto hombre en caminar en la luna. Mitchell ha denunciado
reiteradamente que la NASA y el gobierno de los Estados Unidos han ocultado
información relativa a visitas extraterrestres. <<
[8] «Y conocimos gente de otros mundos», José Carlos Paz, 1991, CS Ediciones, Buenos
Aires. Con Prólogo de Fabio Zerpa. <<
[10] Lo describo en mis libros «El legado cósmico» (Cecosami, Lima, 2002) y en «Al
interior de una nave extraterrestre» (EOS Publicaciones, Buenos Aires, 2010). <<
[15] http://www.nasa.gov/home/hqnews/2012/oct/HQ_12-
366_NASA_Statement_Alpha_Centauri.xhtml <<
[16] En una nota publicada por el diario «La Vanguardia», el 17 de octubre de 2012. <<
[20] Uno de los vídeos del contacto en Shasta se puede ver aquí:
https://www.youtube.com/watch?v=4DS7p4vZ7yU <<
[22] http://paolaharris.com/english/home-page/an-encounter-with-antarel-at-mt-shasta
<<
[23] http://www.newscientist.com/article/dn24068-gravity-map-reveals-earths-
extremes.xhtml#.VWS3zGR_NHx <<
[24] El término «Teseracto» fue acuñado por primera vez en 1888 por el matemático
inglés Charles Howard Hinton. Básicamente se define como un cubo desfasado en el
tiempo. Por supuesto, no podemos ver a ese «hipercubo» en la cuarta dimensión, ya que
solo se verían los puntos que tocan nuestro universo, así que con suerte veríamos un
«cubo común» únicamente en el caso de que el hipercubo toque el espacio 3D en forma
paralela a una de sus hipercaras. <<
[25] Este término ya había sido utilizado por los apunianos en los contactos que
sostuvieron con Vlado Kapetanovic. <<