Acto Jurídico

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INTRODUCCIÓN

El Acto Jurídico es considerado como la manifestación de la voluntad humana

susceptible de producir efectos jurídicos.Para que esta manifestación de la voluntad produzca

efectos jurídicos, es preciso que se realice de acuerdo con los requisitos legales previamente

establecidos para cada caso. Podemos decir también que su contenido está a tono con los

tiempos que corren y con la necesidad de conocer otras fuentes del Derecho que el intérprete y

el operador requiere a todas luces para poder ejercer la profesión que desee. En el presente

trabajo se podrá analizar y reflexionar acerca de esta tan importante manifestación y como este

permite la sana convivencia del hombre, por medio del establecimiento de contenidos de

acuerdo a la voluntad del código civil.


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RESUMEN

El hombre no vive aislado sobre la tierra, sino que viene al mundo dentro de la

colectividad doméstica o familia. La familia en las primeras épocas de la humanidad, se puede

decir, era la única asociación organizada; el padre de familia era su autoridad económica,

religiosa y judicial.

El mantenimiento de la armonía entre los intereses de los individuos ha creado la

necesidad de una persona abstracta encargada de dictar ciertas reglas de Interés social y de

hacerlas observar. Esta persona abstracta es el Estado cuyos atributos son la jurisdicción y el

imperio, o sea la de establecer el derecho y de hacerlo cumplir coercitivamente.

Dentro de la vida social el acto jurídico se ha convertido en una herramienta que ha sido

concedida por el ordenamiento normativo hacia los particulares, con el fin de dictar normas que

regulen sus propios intereses, es por ello, que vemos necesario que el acto jurídico como

norma es indispensable para dirimir posibles conflictos que se presentan en cualquier sociedad,

logrando así, que el acto jurídico se constituya en una norma que regula las relaciones jurídicas

entre particulares otorgando la potestad de constituir por sí y para sí su propio ordenamiento

jurídico particular. Gracias al nacimiento del acto jurídico dentro de los ordenamientos

normativos, se puede observar que gracias a este los individuos han tenido un acercamiento

más eficaz en la administración de justicia.


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I. HECHO ACTO Y NEGOCIO JURÍDICO

1. HECHO JURÍDICO

Un hecho jurídico es el comportamiento de una persona o acto de la naturaleza que

tiene consecuencias jurídicas en un determinado territorio.

Una persona al realizar un comportamiento puede estar realizando un hecho jurídico sin

tener conocimiento de ello, o puede estar realizándolo a sabiendas de que su comportamiento

tendrá consecuencias jurídicas.

El hecho jurídico puede estar propiciado por:

1.1. Comportamiento De La Persona

Voluntario: Se hace queriendo por parte del individuo, aunque puede desconocer las

consecuencias jurídicas. Por ejemplo, la compra de un bien inmueble.

Involuntario: Se realiza por una acción o comportamiento del individuo que no ha sido

voluntario, por ejemplo, es hecho jurídico involuntario la muerte o el nacimiento, los cuales

tienen consecuencias jurídicas.

1.2. Hecho Natural

Esto se refiere a actos de la naturaleza que tienen consecuencias jurídicas, como:

Desastres naturales que arrasan propiedades y hacen que nazca una obligación jurídica, por

ejemplo, entre asegurado y aseguradora. Estos desastres se conocen como fuerza mayor.

Hechos que no han sido propiciados ni por la naturaleza ni por el comportamiento

humano porque no había manera de prevenir, como, por ejemplo, accidente de dos vehículos

sin culpa de los conductores. Esto es conocido como caso fortuito.


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1.3. Ejemplos De Hechos Jurídicos

 La muerte

 La promulgación de una Ley.

 El Nacimiento de una persona.

 Una declaración de guerra.

 Una catástrofe natural.

 Una catástrofe humana (genocidios, golpes de estado, etc.)

1.4. Ejemplos De Hechos Jurídicos Que Además Son Actos Jurídicos

 La firma de un contrato.

 El otorgamiento del consentimiento matrimonial.

 Otorgar testamento.

1.5. Características

 Comportamientos que producen efectos jurídicos.

 Las consecuencias del hecho jurídico son creación, modificación, transferencia,

transmisión o extinción de un derecho

 Pueden intervenir una o dos personas.

 Si el hecho jurídico es realizado solo por una persona se conoce a esta persona por el

autor.

 Pueden ser unilaterales y bilaterales.

 Pueden ser humanos o naturales.

 Si son humanos pueden ser voluntarios o involuntarios.

 Pueden ser actos jurídicos o no jurídicos.


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2. CLASIFICACIÓN DE LOS HECHOS JURÍDICOS

2.1. De Acuerdo Con Su Agente Productor

Naturales: surgen de la naturaleza, como un rayo, el granizo o un terremoto, que para

ser jurídicos deben ocasionar una obligación. El hombre puede actuar como agente natural sin

voluntad, por lo que no tiene consecuencias jurídicas, por ejemplo, quien comete un daño

estando bajo los efectos del sonambulismo.

Humanos: son obra del ser humano con voluntad no viciada. Pueden ser lícitos, como

por ejemplo un contrato; o ilícitos, como robar o matar.

2.2. De Acuerdo Con Su Origen

 Simples: únicamente necesitan un acontecimiento para generar en el primer

caso derecho. Como, por ejemplo; la muerte o el nacimiento de una persona.

 Complejos: Cuando necesitan más de un suceso.

2.3. Dependiendo De La Acción U Omisión

 Positivos (matar a alguien requiere un hacer)  

 Negativos (el abandono de persona es omitir)

2.4. Dependiendo De La Acción U Omisión

 Extintivos: Son aquellos que ponen fin a una relación jurídica. Por ejemplo, el pago

de una obligación, o la revocación de un poder.

 Constitutivos: Son aquellos que tienen como consecuencia la adquisición de un

derecho subjetivo.

 Impeditivos: Impide que el hecho constitutivo produzca sus efectos.

3. SUPUESTO DE HECHO JURÍDICO


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Un supuesto de hecho es una premisa que, en el caso de que se cumpla, lleva a una o

más consecuencias jurídicas. Toda ley, tanto en el sentido científico, como en el jurídico, parte

de un supuesto de hecho. La diferencia se encuentra en la forma en que aparece la

consecuencia:

 En el ámbito científico la consecuencia aparece de forma automática. Por ejemplo, el

calentamiento de agua pura a 100 ºC lleva, en todo caso, a su evaporación.

 En el ámbito jurídico es el Estado el que fuerza el cumplimiento de la consecuencia. El

caso típico es el derecho penal, en donde el estado fuerza el cumplimiento de

una pena a quien ha cometido un delito (supuesto de hecho).

4. ACTO JURIDICO

El acto jurídico es el hecho, humano, voluntario o consciente y lícito, que tiene por fin

inmediato establecer entre las personas relaciones jurídicas, crear, modificar o

extinguir derechos y obligaciones. El acto jurídico produce una modificación en las cosas o en

el mundo exterior porque así lo ha dispuesto el ordenamiento jurídico.

Para que se dé el acto jurídico no basta con que haya un sujeto y un objeto con

bastante capacidad, se necesita algo que los ponga en relación, estableciendo un lazo o un

vínculo que los una, haciendo pasar la relación jurídica del estado de posibilidad al estado de

existencia. 

4.1. Ejemplos De Actos Jurídicos

La constitución de una sociedad de responsabilidad limitada (SRL)

La registración del nacimiento de un niño

La renegociación de los intereses de una deuda

El arrendamiento de un terreno para producir


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La compra de un inmueble

El pago de una deuda

La transmisión de un vehículo a un pariente, aunque no haya habido dinero en la transacción

Alquiler de un departamento para pasar unas vacaciones

El matrimonio civil entre dos personas

El nacimiento de una relación de trabajo por medio de un contrato

La firma de un acuerdo de libre comercio entre dos países

El registro de una propiedad intelectual

4.2. Clasificación Del Acto Jurídico

El interés que prevalece, es decir, si prima el interés público o el interés particular, en

cuyo caso se referirán a actos del derecho público o del derecho privado, respectivamente.

La modalidad de la declaración (unilateral, bilateral o multilateral)

La existencia o no de intercambio de dinero (onerosos o gratuitos).

La existencia o no de una ley que medie el acto (típico y atípico)

Las características del acuerdo (patrimonial o extrapatrimonial)

El momento de la ejecución (instantáneos, diferidos y de tracto sucesivo)

5. NEGOCIO JURIDICO

Son acuerdos de voluntades, mediante el cual el individuo o los individuos se proponen

conseguir un resultado jurídico de carácter autorregulador de los propios intereses, que

el ordenamiento jurídico reconoce y protege, ya sea por el solo hecho de la voluntad o

voluntades declaradas, ya sea, además, con la concurrencia de otros requisitos.


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II. LA MANIFESTACIÓN Y DECLARACIÓN DE VOLUNTAD

La manifestación de voluntad, es la exteriorización de un hecho psíquico interno

destinado a producir efectos jurídicos. Si estos son queridos por el agente, se trata de una

declaración de voluntad.

La declaración de voluntad es uno de los elementos esenciales de todo negocio jurídico;

además, es la piedra angular del sistema del negocio jurídico. La declaración es el “MENSAJE

PORTADOR DE UN SIGNIFICADO”

1. DECLARACIONES DE CIENCIA

Está dirigida a dejar constancia de una serie de hechos, situaciones o características

que han de acompañar a la declaración de voluntad en la producción de efectos jurídicos

queridos por el agente


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2. DECLARACIÓN DE VOLUNTAD EXPRESA

Se da mediante un lenguaje, verbal o escrito, ya mediante signos inequívocos o

conducta expresiva del declarante.

3. EL SILENCIO

Comportamiento omisivo que puede tener las consecuencias jurídicas de una

declaración de voluntad, si la ley o la autonomía privada así lo establecen.

4. LOS HECHOS CONCLUYENTES

Son actos autónomos autosuficientes, es decir, que por sí solos producen determinados

efectos jurídicos.

Equivalencia con declaración de voluntad tácita

5. DECLARACIÓN RECEPTICIA

Es aquella declaración de voluntad unilateral que requiere del conocimiento del

destinatario de dicha declaración, para poder producir efectos jurídicos. Esta definición implica

que la declaración recepticia debe ser dirigida a un determinado sujeto.

6. DECLARACIÓN DE VOLUNTAD IMPERFECTA

Es aquella que exterioriza una voluntad afectada por algún “vicio” (en sentido lato).

Entre las declaraciones de voluntad imperfectas, encontramos la declaración formulada con

reserva mental: cuando formula una declaración de voluntad, pero realmente no quiere verse

afectado por aquello que ha declarado. 

Declaración iocandi gratia: es aquella declaración de voluntad que se formula sin una

finalidad seria ni concreta. Esto implica que el declarante no exterioriza una voluntad real, pues
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simplemente emite una declaración en broma, por jactancia, para impresionar a otros, siendo

consciente de que el destinatario no tomará por seria ni cierta su declaración. 

6.1. Simulación

Cuando el declarante expresa su voluntad al destinatario, pero únicamente en

apariencia, y con conocimiento y consentimiento de este. Así, ellos acuerdan que lo declarado

no será eficaz entre ellos y que el negocio jurídico únicamente será aparente, pues no desean

verse afectados por los efectos jurídicos producidos. 

III. LOS ELEMENTOS ESENCIALES DEL ACTO JURÍDICO

1. EL OBJETO DEL ACTO JURÍDICO

El filósofo y jurista italiano Emilio Betti, citado por Jairo Cieza Mora, sostiene: “La

idoneidad del objeto es entendida como la aptitud de los intereses sobre los que el negocio

vierte para recibir el orden o reglamentación práctica que aquel se propone”.

En nuestro país el jurista Lohmann Luca de Tena:

“Desde otro punto de vista, tampoco conviene identificar el objeto con el contenido

concreto de un negocio, porque tal acepción de contenido se confunde con la configuración o

regulación normativa propia del negocio singular”

Además, el maestro Lohmann Luca de Tena, indica lo siguiente: “El objeto, pues, no

debe ser confundido con la prestación en los negocios obligacionales y el nuevo Código ha

sabido diferenciarlos adecuadamente: Si bien es cierto que en un plano teórico no es difícil

observar la distinción, en la práctica no ocurre de igual manera porque la generalidad de los

casos cuando el objeto es una cosa, se presta más atención a ésta, como materia de la

prestación, sin advertir que el primer objeto fue precisamente obligarse a tal prestación”.
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Advertimos entonces que el objeto del acto jurídico en las relaciones jurídicas

obligacionales es “la obligación de la prestación”, prestaciones entendidas como un dar, hacer

o no hacer, y no los bienes materiales (bienes muebles e inmuebles) ni bienes inmateriales

(derechos), que ocasionará la ejecución de cierto acto jurídico, porque esos bienes no

constituyen la conducta obligacional de los sujetos, solo se trasmitirán de un patrimonio a otro.

Por otro lado, no se debe mencionar la posibilidad física y jurídica del objeto cuando se

está refiriendo a bienes materiales e inmateriales, porque el objeto del acto jurídico es la

obligación de la conducta o la prestación, y no el bien en sí mismo, más bien se podría

mencionar la determinabilidad del objeto para establecer la existencia o no de los bienes.

2. LA CAUSA Y FINALIDAD DEL ACTO JURÍDICO

La causa y finalidad del negocio jurídico no encuentra consenso en la actualidad en lo

que respecta a su definición, y esto porque algunos autores como Emilio Betti: “identifican a la

causa como una función social y económica del negocio”. Considerando también que el

mencionado autor sostiene: “que los elementos del negocio jurídico son también elementos de

su causa, como función típica”.

De la misma forma, el maestro peruano Lizardo Taboada Córdova, expresa su posición

respecto del maestro italiano:

“Ello es así justamente porque Betti considera que la causa, antes que todo, es una

noción social y extrajurídica. En tal sentido es obvio que, si decimos que la causa es la función

netamente social, llegamos a confundirla con la totalidad de los elementos del negocio, por

cuanto la función estrictamente social es el resultado de todos los elementos de cada negocio

jurídico, según su uso constante en la realidad social”.

Así mismo, el maestro peruano Lizardo Taboada, nos dice:


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“El concepto de causa en su aspecto objetivo establece que a pesar de reconocer que

la causa es la función social, socialmente digna y razonable, en nuestra construcción la causa

es una noción jurídica que tiene el significado de social”.

Por su parte, el jurista peruano Jairo Cieza Mora, afirma:

“El aspecto subjetivo de la causa permite la incorporación de los motivos concretos y

determinantes de los sujetos, cuando los mismos se conviertan en la base o razón exclusiva

del Negocio jurídico como “(...) una razón práctica típica inmanente a él, [...] un interés social al

que aquella responde”. Es decir se concibe a la causa con su finalidad práctica impuesta por el

ordenamiento jurídico (causa objetiva), mientras que otros autores conciben a la causa como

aquélla finalidad subjetiva, perseguida por las partes que realizan el acto jurídico en concreto

(causa subjetiva)”.

De esta manera, y en concordancia con lo afirmado por los autores en los párrafos

anteriores, estaríamos aseverando que en un contrato de arrendamiento de un departamento la

causa objetiva sería el cumplimiento de la finalidad practica del contrato, que tiene un

significado social y económico (satisfacción de vivienda de la población, movimiento de dinero,

etc.), mientras que si consideramos la causa desde la perspectiva subjetiva respecto del mismo

ejemplo, la causa sería la finalidad perseguida en concreto por las partes (ya sea el uso y

disfrute de un departamento o la obtención de una renta).

De igual modo el maestro peruano Jaime Cieza Mora, considera que:

“En realidad nosotros no observamos una contraposición entre ambas causas, ya que

tanto la subjetiva como la objetiva, se complementan, puesto que al celebrar las partes un

contrato de compra venta de un auto la finalidad perseguida por las partes será la de lograr, por

un lado la adquisición de la propiedad de dicho bien y por otro lado la finalidad del vendedor

será la de recibir una determinada suma de dinero en contraprestación al bien otorgado; y así
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mismo el ordenamiento jurídico estará conforme, puesto que, con la celebración de tal acto

jurídico se ha cumplido con la finalidad del contrato de compra venta de conformidad con las

reglas impuestas por el sistema jurídico, contrato que dentro del mercado asumirá un papel

trascendental, es decir mientras que la causa subjetiva apunta al interés de las partes, la causa

objetiva apunta a mantener una seguridad y coherencia lógica - sistemática de todo el

ordenamiento jurídico, social, y económico”.

El maestro peruano Lohmann Luca de Tena, afirma que:

“La causa subjetiva, o finalidad común y compartida por las partes en un determinado

negocio, siempre habrá de coincidir con una causa objetiva o legal con determinadas

consecuencias de Derecho. Es decir que la finalidad de los intereses que las partes regulan al

obligarse, encuentre su cauce y marco adecuado en una causa legal que la recoge y la regula”.

Finalmente, el maestro peruano Lohmann Luca de Tena, citado también por Jairo

Cieza, define a la causa objetiva como:

“El propósito concreto de cada tipo de negocio que produce un resultado social

determinado, al cual ha de adecuarse su contenido y la finalidad que las partes pretenden

conseguir con el mismo”.

3. FORMALIDAD

Nuestro sistema jurídico civil, respecto a la forma, ésta fomenta y está basado en el

principio de libertad de formas, el cual está regulada en el artículo 143 del C.C., “cuando la ley

no designa una forma específica para un acto jurídico, los interesados pueden usar lo que

juzguen conveniente”; la norma es muy clara, lo cierto es, siempre el negocio jurídico se va

manifestar en una forma, nunca va a carecer de ella.


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Las clases de forma, una de ellas es impuesta por la norma, con carácter imperativo, de

observancia obligatoria; y otro es impuesto por el propio negocio jurídico o forma voluntaria,

cuando para dicho acto la norma no obliga una determinada forma, en donde los interesados

pueden configurarla libremente, como documento privado, minuta, escritura pública o cualquier

instrumento público, declaración ante testigos, una grabación fílmica y todo aquello que se

puede probar la existencia de la celebración del negocio.

La formalidad ad solemnitatem: Esta es el requisito de validez que hace mención el

Código Civil. Es una formalidad constitutiva del acto jurídico que se está celebrando, es

sustancial y la omisión de ellas priva al negocio de validez; por ende, las formalidades que

tengan este carácter son insustituibles; normalmente no pueden ser subsanadas o, mejor

dicho, sustituidos por otros medios. Para VON TUHR nos dice: “las disposiciones sobre la

forma pertenecen al Derecho imperativo: las partes no pueden alcanzar su propósito más que

por medio de la forma prescrita”.

La formalidad ad probationem: No tienen tal rigidez y normalmente, consisten en

documentar la declaración de voluntad, sea por instrumento público o privado.

IV. LA REPRESENTACIÓN.

1. EL PODER

El concepto del Poder está referido a la representación voluntaria directa. Tiene varias

acepciones. Es el documento en el cual consta la representación, es decir las facultades

amplias, generales o especiales que una persona otorga a otra persona para que actúe a su

nombre. El Poder designa estrictamente la situación jurídica de que es investido, o en que es

colocado el representante, y que le permite actuar en la esfera Jurídica ajena del representado.
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1.1. Revocación Del Poder

La Revocación del Poder, es el acto unilateral del representado para dejar sin efecto la

representación otorgada al representante. El representante puede revocar el Poder otorgado al

representante en cualquier momento, para dicho efecto, la revocación del poder deberá

comunicarse al representante y a todos los que intervienen o tienen legítimo interés, o

mantengan relaciones jurídicas vinculadas con dichos poderes. Respecto a los terceros, la

revocación surte efecto si se ha inscrito en los Registros Públicos, de lo contrario no puede

oponerse a éstos si han celebrado actos jurídicos con el representante ignorando la revocación

del poder que estaba debidamente inscrito.

1.2. Irrevocabilidad Del Poder

El poder es irrevocable cuando el representado a otorgado poder para un acto especial

por tiempo limitado o cuando es otorgado en interés común del representado y del

representante o de un tercero. Sin embargo, en este caso, si el representado dejara sin efecto

el poder estará obligado a indemnizar los daños y perjuicios irrogados al representante. El

Plazo de vigencia y validez del poder irrevocable, no puede ser mayor de un año.

1.3. Renuncia Del Poder

El representante puede renunciar a la representación para lo cual deberá comunicárselo

al representado, debiendo continuar en sus funciones hasta ser reemplazado, salvo

impedimento grave o justa causa, en todo caso el representante puede dejar la representación

si transcurridos 30 días de notificado el representado, más el término 4 Richard Villavicencio

Saldaña de la distancia, no ha sido reemplazado por otro.


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1.4. Clases De Poder

De conformidad con el art. 155º del C.C., el representado puede otorgar 2 clases de

Poderes:

 El Poder General

Es aquel que se otorga para actos de administración de los bienes, derechos y

patrimonios que posee y del cual es titular el Representado.

 El Poder Especial

Es aquel que se otorga al representante para actos específicos y concretos, y se otorga

por escritura pública, bajo sanción de nulidad. Por ejemplo: para la venta de un bien inmueble,

el representado otorgará poder especial a su representante con tal fin. El Poder General, es

exclusivamente para los actos de administración y el Poder Especial para aquellos que en

forma expresa autoriza el representado de un modo indubitable y por escritura pública, bajo

sanción de nulidad como sucede cuando una persona autoriza a otra, para que realice actos

jurídicos de disposición en sus bienes.

2. NATURALEZA JURÍDICA DE LA REPRESENTACIÓN.

2.1. Teoría De La Ficción, De Labbé

La representación es una ficción de virtud de la cual se supone que lo actuado por una

persona incide en la esfera jurídica de otra, como si hubiera sido la segunda y no la primera la

que concurrió en la celebración del negocio jurídico.

La ley finge que esos efectos jurídicos se radican en cabeza del representado.

2.2. Teoría Del Nuntius, De Savigny


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El representante es un portavoz del representado, un vehículo de la voluntad de éste

que es el verdadero contratante. Esta teoría aclara el problema que había quedado sin solución

en la teoría anterior, puesto que aquí ya se ve que la voluntad que concurre a la formación del

negocio jurídico es la del representado.

2.3. Teoría De La Cooperación De Voluntades, De Mitteis

La representación es una cooperación de las voluntades del representante y el

representado: ambas voluntades concurren en la realización del acto jurídico, de modo que

éste es el resultado del concurso de esas dos voluntades.

2.4. Teoría De La Representación Como Modalidad Del Acto Jurídico, De Pilon

La representación es la sustitución real y completa de la personalidad jurídica del

representado por la del representante, de modo que es la voluntad del representan te la que

participa directamente en el negocio o acto jurídico que se celebre.

Cuando se refiere a modalidad quiere decir que es un elemento accidental que. Puede

afectar el acto jurídico; de modo que si bien, lo corriente es que los efectos de un acto se

radiquen en quien lo celebra; por virtud de la representación, que es una modalidad especial,

los efectos del acto jurídico se dan entre representado y terceros, y no entre representante y

terceros. Esta teoría explica la naturaleza jurídica del fenómeno.

Dice cuál voluntad genera el negocio jurídico: la del representante. Distingue los dos

actos jurídicos que confunde Mitteis: mandato y negocio jurídico celebrado en ejecución del

mandato. Esta es la teoría generalmente aceptada.

3. LA REPRESENTACIÓN Y GESTIÓN DE NEGOCIOS.


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"Quien, careciendo de facultades de representación y sin estar obligado, asume

conscientemente la gestión de los negocios o la administración de los bienes de otro que lo

ignora, debe desempeñarla en provecho de este"

Las diferencias que se pueden individualizar entre la gestión de negocios y la

representación son las siguientes:

 En la gestión de negocios, el gestor actúa sin facultades de representación, incluso,

el dominus puede ignorar esta situación. En la representación el representante actúa

por autorización del representado.

 La gestión de negocios es fuente de obligaciones, tiene naturaleza patrimonial; la

representación no.

 La gestión de negocios tiene que realizarse en "provecho" del do- minus, la

representación puede ser en interés no solo del representado, sino del

representante e, incluso, de un tercero.

 La responsabilidad derivada de la gestión de negocios es contractual, la de la

representación es extracontractual.

4. DIFERENCIA DE LA REPRESENTACIÓN CON OTRAS CATEGORÍAS AFINES

4.1. Con El Mandato

Las diferencias entre mandato y representación son las siguientes:

 En el mandato tenemos un contrato (negocio jurídico bilateral) por medio del cual el

mandatario actúa a nombre propio; pero en cuenta e interés del mandante. En el

otorgamiento de poder estamos frente a un acto jurídico unilateral recepticio por el cual

una persona, denominada representado otorga un poder a otra, denominada

representante, para que actué a nombre de aquella.


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 Los efectos jurídicos del mandato recaen en el mandatario, los de la representación en el

representado.

 En el mandato nos encontramos frente a una relación jurídica patrimonial, en la

representación en una relación jurídica no patrimonial.

 La responsabilidad civil del mandatario es contractual, la del representante es

extracontractual ya que este, al aceptar el encargo, si bien se genera la relación jurídica

representativa, esta no es de naturaleza obligacional, por ello, está compuesta por una

serie de derechos y deberes.

4.2. Con La Sustitución

La diferencia entre representación y sustitución consiste "en el hecho que, mientras el

representante actúa en el interés del representado y para realizar un interés de él, el sustituto

actúa en su propio interés para la realización de un interés ajeno; para el primero el cuidado del

interés ajeno está contenido en un deber, para el segundo está, en cambio, sometido a su

apreciación discrecional, dado que intervendrá solo si lo considera conveniente".

4.3. Con El Nuncio O Mensajero

El nuncio es un mero transmisor de la voluntad de una persona, carece de poderes de

decisión. Por ello, "el indicio característico que normalmente permite reconocer la figura del

nuncio, consiste en la simplicidad de la tarea confiada y en el hecho que este no tiene ninguna

iniciativa para dar la forma a la declaración, ni ninguna libertad e apreciación acerca de la

oportunidad de cumplir el negocio: no las tiene ni siquiera cuando haya recibido instrucciones

alternativas en previsión de situaciones diversas en las cuales pueda encontrase, o que haya

tenido libertad de elección dentro de una determinada órbita. De aquí el corolario lógico que no

se requiere en el nuncio la capacidad legal de actuar respecto del acto en el cual coopera: de

tal manera que puede fungir de nuncio también un incapaz". En este orden de ideas, se
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sostiene que "la discrecionalidad de contenido de la obligación de representante" lo distingue

del nuncius.

5. REPRESENTACIÓN DIRECTA Y REPRESENTACIÓN INDIRECTA

REPRESENTACIÓN DIRECTA: Artículo 160º, el acto jurídico celebrado por el


representante, dentro de los límites de las facultades que se le haya conferido, produce
efecto directamente respecto del representado.

Es aquella en que el representante declara una voluntad propia, que actúa a nombre del

representado, y que está premunido de facultades o poderes conferidos por el representado

para ejercer la representación. Estos requisitos deben ser concurrentes y tener una

representación emanada de un poder.

REPRESENTACIÓN INDIRECTA

Doctrinariamente es aquella en la cual una persona se coloca en lugar de otra,

celebrando el acto jurídico en su propio nombre, sin poner de manifiesto que está actuando a

nombre de otro o cuidando interese ajenos. En este caso el representante recibe la

denominación de interpósita persona.

El Código Civil vigente regula dicha Institución en los Arts. 1809º al 1813º.

6. TIPOS DE REPRESENTACIÓN, CAPACIDAD DEL REPRESENTANTE

6.1. Representación Legal


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Llamada también Representación Necesaria, se sustenta en la ley, en la función tuitiva

del Estado y en aquella finalidad dirigida fundamentalmente por el Estado a fin de que nadie se

quede sin la protección de sus intereses y derechos. Comprende tanto a las personas naturales

como a las personas jurídicas.

En relación a los incapaces, los padres son representantes legales, respecto de sus

hijos menores, y aún de los que están por nacer. El Derecho familia ha creado la institución

jurídica denominada Patria Potestad, la que se ejerce conjuntamente por el padre y la madre

durante el matrimonio.

Tratándose de los hijos extramatrimoniales, la representación es ejercida por el padre o

la madre que los ha reconocido y si ambos lo reconocen, pero viven separados, el Juez

determina a quien corresponde.

La Tutela se ejerce sobre los menores de edad que no se encuentran bajo la Patria

Potestad. Al representante la ley lo denomina tutor.

La Curatela se ejerce sobre las personas mayores de edad que son incapaces

absolutos, los Curadores son representantes legales de las personas anteriormente indicadas.

6.2. Representación Voluntaria Convencional

Es aquella que surge en forma libre y espontánea de parte de las personas naturales o

jurídicas, como resultado de un acuerdo de voluntades. Para el Jurista Italiano Covielo, el

otorgamiento del poder de representación es siempre una manifestación de voluntad por la cual

una persona autoriza a otra para actuar en su nombre y en defensa de sus intereses.

7. CAPACIDAD DEL REPRESENTANTE Y DEL REPRESENTADO

"Cuando la representación es conferida por el interesado, para la validez del contrato

concluido por la representante basta que este tenga capacidad de en-tender y de querer,
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teniendo en cuenta la naturaleza y el contenido del contrato mismo, siempre que el

representado sea legalmente capaz. En todo caso, para la validez del contrato concluido por el

representante es necesario que el contrato no esté prohibido al representado".

Para el representante se requiere la capacidad natural y para el representado,

capacidad de ejercicio. Por ello, "debe quedar claro que la norma en comentario es dictada

para la validez del negocio representativo estipulado por el representante con el tercero y no

vale para la relación interna". La regla "se explica fácilmente considerando que el representado

es aquel que otorga el poder de realizar actos jurídicos en su interés y en su nombre; por tanto,

debe tener capacidad de ejercicio tanto en el momento de otorgamiento del poder, como en el

momento en el cual se estipula el negocio representativo que está destinado a producir efectos

directamente a él".

8. PLURALIDAD DEL REPRESENTANTE

Artículo 147°: "Cuando son varios los representantes se presumen que lo son

indistintamente, salvo que expresamente se establezca que actuarán conjunta o sucesivamente

o que estén específicamente designados para practicar actos diferentes".

En este supuesto es importante distinguir la relación interna de la externa: La primera se

refiere a la del poderdante y sus apoderados, "caso en el cual el primero podrá reclamar

eventuales responsabilidades a alguno de sus apoderados si actuó individualmente existiendo

el deber de actuar de consuno. En este caso la presunción admite prueba en contrario". La

relación externa se configura entre el representante y el tercero. Así, ante terceros esta

presunción, siempre por el criterio de seguridad de tráfico, sería absoluta, siempre y cuando no

haya habido indicación expresa en contrario. Es importante delimitar los siguientes supuestos:

8.1. La Representación Conjunta


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Que es la simultánea y todos los representados deben de actuar de común acuerdo Se

trata de un solo poder. Distinto es el caso del art. 780 c.c., el cual establece que: "Cuando hay

varios albaceas testamentarios nombrados para que ejerzan el cargo conjuntamente, vale lo

que todos hagan de consuno o lo que haga uno de ellos autorizado por los demás. En caso de

desacuerdo vale lo que decide la mayoría".

Significa que uno de los representantes deberá actuar después de otro. Se trata de "dos

(o más) poderes, uno a cada persona, aunque deriven de un mismo documento. Las relaciones

jurídicas entre el representado y cada representante son independientes, si bien para la misma

labor general o específica". Po-dría ser el caso que A faculta a B para que lo represente en el

sanea-miento legal de su casa, después a C para que la venda y a D para que lo represente en

la escritura de compraventa.

8.2. La Representación Para Actos Diferentes

Se trata de actos independientes entre sí y pueden ser otorgados en el mismo

documento. Po-dría tomarse como ejemplo que A faculta a B para que venda su casa, a C para

comprar un automóvil y a D para que otorgue en garantía su yate.

8.3. La Representación Indistinta O Disyuntiva

En la cual "tenemos dos relaciones jurídicas autónomas; pero coexistentes". Ejemplo:

faculto a A y B para que vendan mi casa.

La presunción que opera en el artículo 147 c.c. es que, a falta de indicación expresa, se

entiende que la representación plural es indistinta. ¿Cómo solucionar el supuesto de la

celebración de actos jurídicos paralelos? Una clásica doctrina explica este problema de la

siguiente forma: "un aspecto muy importante en la doctrina de la representación voluntaria,

olvidado por la mayor parte de los autores, es el problema que surge cuando representa-do y

representante actúen separadamente, realizando para el mismo objeto negocios entre sí


24

contradictorios. Puede ocurrir que el representado sin haber revocado el mandato, realice el

negocio que debía ser realizado por el representante y que lo realice de modo diferente a como

lo realizó el representante. Vende, por ejemplo, la misma cosa a una persona diversa, o la

vende a la misma persona a quien la ha ofrecido el representante, pero a un precio mayor o

menor. ¿Cuál de ambos actos prevalecerá? ¿Cuáles serán los efectos y las responsabilidades

del representado y del representante entre sí o de entrambos con relación a los terceros”? La

doctrina que vengo siguiendo propone los siguientes principios: "la representación no despoja

al representado de la facultad de realizar por sí el negocio que debe realizar el representante;

las voluntades del representado y del representante deben ser consideradas como una sola, o

sea como la voluntad del primero; por regla general, el negocio primeramente perfeccionado es

el que tendrá eficacia; el otro no puede tenerla porque se ha agotado ya el objeto; el vínculo

Contraído con el tercero por uno o por otro, contrastando con la situación creada por el primer

negocio, originará responsabilidad normalmente del representado, eventualmente del

representante, si hubo culpa o error inexcusable; en general, deberá recurrirse a los principios

del error". ¿Y sí se trata de negocios contemporáneos? Doctrina nacional propone que los

actos celebrados de manera simultánea "son nulos por ser contradictorios entre sí".

9. EFECTOS DE LA REPRESENTACIÓN.

Las reglas básicas en materia de representación son las siguientes:

 Si el representante actúa en ejercicio de sus facultades, el acto es eficaz con respecto al

representado.

 Si el representante se excede en el ejercicio de sus facultades, actúa como tal sin serlo o

viola dichas facultades, el acto es ineficaz con respecto al representado.


25

En efecto, el art. 160 c.c. regula que: "El acto jurídico celebrado por el representante,

dentro de los límites de las facultades que se le haya conferido, produce efecto directamente

respecto del representado".

El art 161 c.c. prescribe que: "El acto jurídico celebrado por el representante excediendo

los límites de las facultades que se le hubiere conferido, o violándolas, es ineficaz con relación

al representado, sin perjuicio de las responsabilidades que resulten frente a este y a terceros".

10. LA RESPONSABILIDAD DERIVADA DE LA REPRESENTACIÓN

Dada la naturaleza de la representación, frente al representado (o falso representa-do)

es de carácter extracontractual. En mi opinión, frente al tercero, es de la misma naturaleza. No

obstante, un sector de la doctrina afirma que es pre- contractual "en cuanto el tenor de la

disposición es muy claro en este sentido y el representante, incluso si es pseudorepresentante

no puede ser calificado tercero respecto al contrayente con el cual ha entrado en contacto a

efectos de la estipulación de un contrato que habría podido surtir efectos si hubiese sido

ratificado. Por consiguiente, es responsabilidad precontractual a la cual se le reconoce un

carácter objetivo". Independientemente del "contacto" del representante que se excede, abusa

o del falso representante, lo que ha infringido es el deber genérico de no dañar.

11. LA RATIFICACIÓN

Esta figura jurídica sólo es inherente a la representación directa sin poder, donde el

representante excede los límites de la representación, viola el contenido o se atribuye una

representación que no la tiene, donde frente a los actos jurídicos celebrados por dicho

representante, que son ineficaces, el representado tiene la facultad de ratificarlos, es decir,

convalidar, reafirmar, aprobar, revalidar en todos sus efectos. En esencia, esa es la finalidad de

la ratificación.
26

Es un acto unilateral y accesorio. Es unilateral porque sólo compete y es atribución

única de la voluntad de representado que convalida en sus efectos el acto jurídico celebrado

por el representante sin poder y un tercero.

11.1. Destinatarios De La Ratificación

La persona que recibe la ratificación del acto jurídico celebrado por el representante sin

poder, vendrá a ser el tercero contratante, más no el mencionado representante. Ello tiene

fundamento en que la ratificación propicia de que los efectos de aquel acto jurídico, en forma

válida ingrese a la esfera jurídica de representado y, por tanto, surge una relación jurídica entre

éste y el tercero contratante. Sería iluso creer que la ratificación sea dirigida hacia el

representante sin poder ya que éste solamente ha servido como un nexo o enlace para vincular

al tercero contratante como representado, aun cuando este último inicialmente no autorizó.

12. VICIOS DE LA VOLUNTAD Y ESTADOS SUBJETIVOS RELEVANTES

Los vicios de la voluntad vienen a ser pues los factores perturbadores o

distorsionadores que impiden que la voluntad interna se forme de manera sana. Pueden

presentarse en el sujeto de manera consciente, como en la violencia o en la intimidación, o

inconsciente, como en el error o el dolo, impidiéndoles la necesaria correlación entre lo que se

quiere y lo que se manifiesta.

La característica común a los vicios de la voluntad mencionados, radica en que al

momento de producirse cada uno de estos supuestos, la voluntad del sujeto que fue

correctamente declarada ha sido sin embargo afectada en su proceso de formación por una

especial situación que ha determinado al sujeto a manifestar su voluntad, de forma tal que de

no haber sido por dicha especial circunstancia, la voluntad no hubiera sido declarada y, por

ende, no se hubiera celebrado el negocio jurídico. Por eso se dice que la voluntad viciada es
27

una voluntad existente, la que, si bien es determinada de manera anómala, otro hubiese sido el

resultado, de no haber influido el “vicio” en ella.

12.1. El Error

Parece conveniente empezar diciendo qué es error. La doctrina nacional entiende por

error a aquel factor perturbador inconsciente que distorsiona el proceso formativo de la

voluntad jurídica, ya en el aspecto relativo a la voluntad interna, en cuyo caso se configura el

denominado error-vicio, o ya en lo que se refiere a la exteriorización de la voluntad interna, en

cuyo caso se configura el denominado error en la declaración, que el Código Civil legisla

claramente diferenciados en el articulado, pero bajo el título común de Vicios de la voluntad.

12.2. Error Vicio Y Error En La Declaración (Obstativo)

La categoría del error comprende dos tipos de errores. El error vicio y el error obstativo.

En el caso del error vicio, la declaración es querida, aunque sea en base a una voluntad distinta

a la hipotética, mientras en el caso del error obstativo esta es del todo divergente de la

voluntad. El legislador ha conminado a la misma sanción, que es la anulabilidad del negocio.

En palabras más simples: en el error obstativo “se declara mal lo bien querido; en el error vicio,

en cambio; se declara bien lo mal querido”.

12.3. El Dolo

El dolo consiste en prácticas o maniobras maliciosas llevadas a cabo por una de las

partes con el fin de conseguir de la otra una declaración de voluntad que le traiga provecho, o a

un tercero. Se trata del dolus malus caracterizado por la perversidad del propósito. La malicia

humana encuentra medios variadísimos de actuar con tal de lograr sus objetivos. Puede
28

alguien proceder de manera activa falseando la verdad, y se dice que procede por acción u

omisión. Pero es igualmente doloso en los negocios bilaterales, el silencio respecto de un

hecho o cualidad que la otra parte haya ignorado, cuando por razón de las circunstancias,

dicho silencio conduzca a otro a una declaración en provecho de quien calló, sub conditione,

sin embargo, debe probarse que sin ella el contrato no se habría celebrado.

Por tanto, el dolo está compuesto por aquellas malas prácticas realizadas por una de

las partes del negocio para convencer a la otra parte de celebrar el negocio jurídico en un cierto

sentido que beneficiará a la parte que actuó de mala fe o a un tercero. El silencio podría

también, en ciertos casos, derivar en dolo. Se diferencia del error porque es provocado y no

espontáneo.

12.4. Reticencia (Dolo Omisivo)

El dolo por omisión, omisión dolosa o dolo negativo, viene a ser la reticencia de quien

actuando de mala fe se guarda para inducir al sujeto a error, o no sacarlo del error si ya incurrió

en él, pues quien actúa con dolo no dice sino en parte lo que debe decir, o no se da a entender

con claridad, o con malicia oculta o calla algo.

La reticencia es aquel ocultamiento de mala fe de información esencial que luego de

celebrado el contrato origina una pérdida o menor provecho económico en cabeza de la parte

que, ignorando tal información, celebró el contrato.

12.5. La Violencia

Según una doctrina nacional, la violencia física es simplemente violencia. Supone, pues,

que mediante el uso de la fuerza se doblegue al sujeto y se anule su voluntad, como sería el

caso de tomar la mano de una persona por la fuerza y hacerla escribir su nombre y firmar, o

estampar sus huellas digitales, que, por demás, es la única hipótesis posible de obtener una

declaración mediante la vis absoluta. En este caso, hay una fuerza irresistible, apabullante, que
29

conduce la mano, lo que no debe confundirse con los maltratos físicos que se puede infligir a

una persona para que suscriba un documento, o coloque sus huellas digitales, pues ello

constituye intimidación y no violencia física, jurídicamente hablando.

Concebimos a la violencia como aquella fuerza irresistible que elimina la voluntad del

sujeto derecho obligándolo a celebrar un negocio jurídico. La fuerza irresistible puede provenir

de una de las partes del negocio o un tercero. Asimismo, para algunos doctrinarios al

eliminarse la voluntad ya no se estaría en presencia de un vicio sino de un acto nulo.

12.6. La Intimidación

La intimidación consiste en infundir temor en un sujeto para obtener por ese medio una

manifestación de voluntad forzada, en cuanto es consecuencia de haber cedido ante la

amenaza que le infunde el temor y, por eso, constituye un genuino vicio de la voluntad. Al

contrario de lo que ocurre con la violencia física, que desplaza la voluntad por lo que el acto “no

es” del sujeto, la violencia moral o intimidación infunde un temor sobre el sujeto quien, cediendo

a ese temor, se aviene declarar una voluntad que no responde a una decisión libre y

espontánea.

Por tanto, entendemos por intimidación a aquella amenaza ilícita dirigida a una de las

partes del negocio de sufrir un daño en su patrimonio o entre los miembros de su familia con el

objetivo de celebrar un negocio jurídico. Se diferenciaría de la violencia en que aquí la voluntad

no es anulada, pero si corrompida por influencia externa.

12.7. El Temor Reverencial

El temor reverencial es la “sujeción psicológica de un sujeto hacia otro, determinada por

las respectivas posiciones en el contexto familiar, profesional o, genéricamente, social.


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Por tanto, entendemos por temor reverencial a aquella influencia provocada en una de

las partes del negocio que tiene la condición de débil, inferior o de menor jerarquía respecto de

la otra parte que tiene la condición de fuerte, superior y de mayor jerarquía. Aquella practica un

acto en favor de este debido a la “sujeción psicológica” que su condición alimenta. Esta

situación no dará lugar a la anulación del acto.

13. NEGOCIO CONSIGO MISMO

Es necesario recalcar que el "acto jurídico consigo mismo" o "auto contrato" asume un

papel preponderante dentro de la representación voluntaria, por cuanto permite que,

prácticamente una realidad, una persona pueda celebrar actos jurídicos bilaterales o

plurilaterales con su sola participación; de no existir esta especie de representación, ello sería

imposible ya que normalmente (para los mencionados actos jurídicos) se requiere la

participación de dos o más voluntades esgrimidas por otras tantas personas.

El acto jurídico consigo mismo es una forma o especie de representación sui géneris, en

la cual sólo participa un sujeto y puede constituirse de dos formas a saber:

Que una persona actúe lanzando una declaración de oferta por derecho propio y, a su

vez, esa misma persona, como representante de otro sujeto declare aceptar la oferta. Así por

ejemplo, si “A” decide vender su casa en el Distrito de Ferreñafe y, a su vez es representante

de “B”, quien le ha otorgado poder a fin de que le compre una casa en el Distrito de Ferreñafe;

en este supuesto es factible que “A” pueda lanzar una oferta de venta de dicha casa como

propietario y, asimismo como representante de “B” declare aceptar la oferta y comprar dicho

bien inmueble, donde aquí se podrá apreciar que “A” está vendiendo su casa y, a su vez como

representante de “B” está comprando dicha casa. Se observa como una persona (es decir “A”)

está realizando un acto jurídico bilateral, es decir, una compraventa.


31

Que una persona actúe lanzando una oferta en representación de otra persona y,

asimismo en representación de otro sujeto distinto al mencionado, declare aceptar la oferta.

Como por ejemplo podríamos citar si “A” recibe poder de “X” para vender su casa

ubicada en el Distrito de ferreñafe, asimismo “A” tiene poder de “Y” quien le ha facultado

comprar una casa en dicho Distrito; en consecuencia “A” puede vender dicho bien inmueble en

nombre de interés de “X” y, de igual forma puede comprar dicha casa en nombre e interés de

“Y”. Como se podrá apreciar, la persona de “A” habrá celebrado un acto jurídico consigo

mismo, esto es, una compraventa en representación de personas distintas.

14. SUSTITUCIÓN Y DELEGACIÓN DEL PODER

Un error frecuente en la práctica es la confusión entre la sustitución de poder y el

subapoderamiento, utilizándose genéricamente el término sustitución para englobar los dos

supuestos.

Así la sustitución propiamente dicha, aunque para Castan es una asunción de deuda del

sustituto, entiendo con Lacruz y Albadalejo que es una cesión de contrato o transmisión del

poder, en la que el primitivo apoderado o sustituyente subroga a un nuevo apoderado o

sustituto en el ejercicio de todas o algunas de las facultades conferidas por el poderdante,

dejando de ostentar el sustituyente las facultades representativas sustituidas. Hay pues un

doble efecto subrogatorio: Uno extintivo, ya que el sustituyente deja de ser apoderado. Otro

novatorio, cambiando la persona del deudor (del apoderado/sustituyente a la del sustituto).

Mientras, el subapoderamiento o delegación consiste en nombrar un nuevo apoderado

o subapoderado, a quien el apoderado o subpoderdante le puede conferir todas o algunas de

las facultades dadas por el poderdante, pero sin dejar de ostentar el subpoderdante las

facultades representativas delegadas. En este caso no hay novación extintiva y si hay una
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novación modificativa, pero no en el sentido de cambio de deudor, sino en el sentido de

introducir un nuevo deudor o subapoderado.

15. LA RENUNCIA

La renuncia es el acto jurídico unilateral y recepticio con el cual el representante le

comunica al representado su voluntad de apartarse de la relación jurídica representativa.

"El representante puede renunciar a la representación comunicándolo al representado.

El representante está obligado a continuar con la representación hasta su reemplazo, salvo

impedimento grave o justa causa.

El representante puede apartarse de la representación si notificado el representado de

su renuncia, transcurre el plazo de treinta días más el término de la distancia, sin haber sido

reemplazado"

Se observa que "la eficacia de la renuncia se explica en consideración del carácter de

confianza de la relación que se instaura entre representante y representado. La renuncia es,

por tanto, admitida incluso cuando el representante esté obligado al cumplimiento de actos

representativos. En tal caso el encargado está obligado al resarcimiento del daño, salvo que la

renuncia tenga una causa justa".

V. INTERPRETACIÓN DEL NEGCIO JURÍDICO

1. EL OBJETO DE INTERPRETACIÓN Y SU DEFINICIÓN.

1.1. ¿Qué Es La Interpretación Jurídica?

Guastini es muy claro en la explicación de los sentidos con que los juristas han usado el

término que nos ocupa. En primer lugar, se tiene el concepto restringido de interpretación,

según el cual consiste en la atribución de significado a una formulación normativa en presencia


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de dudas o controversias en torno a su campo de aplicación. Corresponde al aforismo “In claris

non fit interpretatio”: no se da ni puede ocurrir interpretación cuando un texto es claro y no deja

dudas o controversias. En segundo lugar, está el concepto amplio de interpretación, en este

caso el término se usa para referirse a cualquier atribución de significado a una formulación

normativa, independientemente de dudas o controversias. Así, la interpretación se convierte en

un presupuesto necesario para la aplicación del Derecho. Los dos conceptos anteriores parten

ya de una idea de interpretación como actividad dianoética, que es distinta de la definición.

Aunque ambas consisten en la reformulación de una expresión, ésta última busca adscribir un

significado con el que se supere la indeterminación semántica a priori, mientras que la

interpretación tiende a reconstruir el significado a posteriori. Hay también casos en que el

término interpretación se refiere al producto que resulta de dicho proceso, pero el sentido que

presenta un mayor interés es el que considera a la interpretación como una actividad.

1.2. ¿Quién Interpreta?

Con respecto a los sujetos que llevan a cabo la actividad interpretativa suele haber un

consenso más o menos general en la clasificación. Por interpretación auténtica se entiende la

realizada por el autor mismo del documento interpretado. La interpretación oficial es aquella

realizada por un órgano del Estado en ejercicio de sus funciones. La judicial se conoce como la

que llevan a cabo los órganos jurisdiccionales, más fuertes y concretos que la doctrinal,

realizados por juristas y profesores de derecho en obras académicas.

1.3. ¿Cuál Es El Objeto De La Interpretación Jurídica?

La expresión «objeto del negocio jurídico» es anfibológica. Así, se emplea dicho término

para referirse, ya al contenido, y a la finalidad del negocio jurídico; también, cuando se habla de

objeto como uno de los elementos del negocio jurídico, se suele aludir a las cosas o

prestaciones como objeto mediato del mismo. No faltan autores que afirman que el negocio
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carece en realidad de objeto y que tiene únicamente efectos, que son las obligaciones que del

mismo dimanan.

Para BETTI, el objeto o materia del negocio son «los intereses que, según la

organización social, consientan en ser regulados directamente por obra de los mismos

interesados en sus relaciones recíprocas». Entre nuestros civilistas, afirma DÍEZ-PICAZO,

siguiendo a DE CASTRO, que el objeto de negocio es aquella materia social sobre la cual

recae y que constituye el supuesto del mismo; el objeto del negocio añade dicho autor, es un

conjunto de bienes jurídicos o de intereses jurídicamente protegidos: cosas evaluables

económicamente, bienes inmateriales, servicios y prestaciones.

2. NATURALEZA DE LAS NORMAS SOBRE LA INTERPRETACIÓN DEL NEGOCIO

JURIDICO.

La doctrina mayoritaria las entiende como normas jurídicas llegándose a decir que “es

deber del juez adecuarse a los cánones hermenéuticos fijados por la ley”. En un primer

momento, un sector de la doctrina les negaba esta categoría, y la entendida como “reglas

lógicas” de las cuales el intérprete no podría apartarse, inclusive, en el caso que no estuvieran

codificadas”. Este problema como se ha advertido agudamente “no parece motivo de existir”.

En efecto, “muchas son las reglas lógicas que el intérprete puede utilizar, solo a algunas de

ellas él debe adherirse y de las cuales no puede, en tanto se encuentran codificadas, apartarse;

de las primeras, son solo aquellas que se insertan en el procedimiento lógico cognoscitivo y

valorativo impuesto por las segundas las que deben (no las que pueden) ser empleadas por el

mismo.

La doctrina peruana, sostiene que son normas “imperativas y su omisión o violación

genera la correspondiente cuestión de responsabilidad”. La doctrina italiana afirma, que “la

interpretación del contrato es materia disponible por las partes: estas pueden acordar que la
35

cláusula de su contrato deba interpretarse según cierto significado, aunque la aplicación de las

normas interpretativas podría justificar un significado diverso. Por esto debe considerarse que,

si las partes litigantes aducen en causa la misma interpretación del contrato, el juez no podrá

desatenderla a favor de otra, considerada por él, más conforme a los arts. 1362 y siguientes

(del código civil italiano que, como veremos dentro de poco, se refieren a las reglas de

interpretación)”.

Según Juan Espinoza Espinoza, las normas de interpretación reguladas en el código

civil peruano tienen carácter imperativo. La ratio de estas es que se establezca una relación

jurídica justa y eficiente. Las normas prescritas en los arts. 168, 169, 170 y 1362 c.c. son un

contenido mínimo de reglas a las cuales deben someterse los particulares y los operadores

jurídicos. Sin embargo, ello no implica que, adicionalmente, las partes (o quien manifieste su

voluntad) establezcan otras reglas de interpretación y, en tanto, no contravengan otras normas

imperativas ni sean contrarias al orden público o a las buenas costumbres (art. V T.P. c.c.),

estas son plenamente válidas y eficaces. Tal es el caso, por ejemplo, que las partes acuerden,

que, en caso de contradicción entre un contrato y un anexo del mismo, prevalezca el primero.

Mal haríamos en pensar que se trata de una interpretación asistemática, por cuanto las partes,

en ejercicio de la autonomía privada, están decidiendo su propia jerarquía normativa, entendida

esta última, en el sentido de regla de conducta establecida entre los particulares (no como

mandato general con eficacia social).

3. LA BUSQUEDA DE LA VOLUNTAD EXPRESADA Y DE LA COMUN INTENCIÓN DE

LAS PARTES.
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"Art. 168°. - El acto jurídico debe ser interpretado de acuerdo con lo que se haya

expresado en él y según el principio de la buena fe”.

"Art. 1362°. - Los contratos deben negociarse, celebrarse y ejecutarse según las reglas

de la buena fe y común intención de las partes".

Como antes se ha expresado, el Código Civil peruano recoge en su artículo 168° el

primer criterio general interpretativo del acto jurídico, señalando que el mismo debe ser

interpretado de acuerdo con lo que se haya expresado en él. Este precepto legal acoge una

clara posición objetivista, en lo referente a la búsqueda de "lo querido" por el sujeto bajo los

límites de "lo declarado" (priorización de la voluntad declarada sobre la voluntad interna del

declarante), e intenta la búsqueda del valor objetivo del acto jurídico, deduciéndolo de la

declaración de voluntad del sujeto. En la búsqueda de este "valor objetivo" del acto jurídico

como también antes se ha indicado se utilizan principalmente reglas legales interpretativas de

carácter subjetivo, en el sentido de buscar el exacto y correcto significado de la declaración de

voluntad o, en el caso del contrato, de la común intención de las partes.

La norma contenida en el artículo 168° c.c. encuadra perfectamente dentro de la

concepción objetiva de la búsqueda de la "común intención de las partes", al pretender

encontrar el valor objetivo del contrato deduciéndolo de las declaraciones y conductas de ellas,

otorgando prevalencia a la declaración realizada por cada parte en el marco de sus relaciones

intersubjetivas y que son plasmadas como autorregulación de sus intereses, de tal forma que lo

declarado sea la base sobre la cual se tenga que empezar cualquier indagación sobre la

interpretación del contrato, · sin recurrir a la intención interna o psicológica de los sujetos que

realizan el negocio, valorando las manifestaciones externas y reconocibles de la conducta de

las partes que realizaron el acto jurídico.


37

Debe señalarse que la doctrina nacional se muestra clara al expresar que el artículo

168° c.c. engloba dos supuestos de hecho diversos y que deben ser diferenciados para su

mejor entendimiento: el primero, está referido a la materia sobre la cual debe recaer el esfuerzo

interpretativo; y, el segundo, está referido al método que se debe emplear para interpretar el

supuesto de hecho normado. Así, se señala que: " ... El análisis del principio general contenido

en el art. 168° supone establecer, a su vez, el criterio que lo informa, lo que debe ser objeto de

la interpretación y el modo de realizarla”.

En la búsqueda de la común intención de las partes, debe entonces analizarse lo siguiente:

En primer lugar, si el contenido literal del acuerdo constituye en sí mismo el límite al

indagar la común intención. Si el texto de una cláusula contractual determinada aparece como

claro, debemos cuestionamos si es posible intentar una labor interpretativa de dicha cláusula o,

si por el contrario, la labor interpretativa sólo debe ser realizada en caso de duda.

En segundo lugar, si es posible en la búsqueda de la común intención de las partes,

deducir, de las declaraciones y comportamientos de las partes expresadas con anterioridad, e

inclusive con posterioridad a la celebración del contrato, algún valor interpretativo.

Los dos cuestionamientos previamente realizados llevan a la necesidad de analizar,

vinculada a la búsqueda de la común intención de las partes, el sentido y los alcances de la

interpretación literal y de la denominada interpretación global o valoración del comportamiento

general de las partes.

4. INTERPRETACIÓN E INTEGRACIÓN.
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La labor interpretativa del negocio jurídico, entonces, opera en la reconstrucción de “lo

querido” (art. 168 c.c.) o de “la común intención de las partes” (art. 1362, si se trata de

contratos), y el itinerario seria a través del principio de la buena fe (regulado en cada artículo

mencionado respectivamente), de la interpretación sistemática (art. 169 c.c.) y de la

interpretación teleológica (art. 170 c.c.) evidentemente, no se trata de un numerus clausus y

cabria aplicar otros criterios interpretativos: no hay impedimento legal para ello. En el caso de la

contratación en masa, tenemos el criterio objetivo señalado en el art. 1401 c.c., que estaría

dentro de lo que se llama “integración del contrato”.

Se advierte que “la interpretación de los contratos, así como de los negocios en general,

está dirigida a la constatación de lo que constituye la intención efectiva de las partes

(autorregulación de los propios intereses), más allá del sentido literal de las expresiones

usadas. Sin embargo, esta fase – a menudo denominada “subjetiva” o “cognitiva” -, en cuanto

básica y prioritaria, representa solo un aspecto del procedimiento interpretativo del negocio y no

agota (o no puede agotar) la actividad hermenéutica requerida por la ley al respecto. En efecto,

cuando esta primera indagación no haya tenido un éxito positivo y subsista aun la duda sobre

el alcance real de la declaración, se aplican una serie de reglas interpretativas suplementarias

que prescinden, en cierto modo, del real intento negocial, y están dirigidas, sobre la base de

varios criterio, a la salvaguardia de dichos intereses y a la obtención de fines específicos, entre

los cuales, el fundamental es la misma conservación del acto jurídico, es esta la interpretación

denominada (objetiva) o (integradora). Mientras sobre el primer perfil, la interpretación el acto

privado de autorregulación (negocio) tiene sustancial afinidad con interpretación de la ley, bajo

el segundo perfil, se distingue netamente”.

Este proceso, se sostiene, “induce a considerar que, ya en un plano más general entre

interpretación e integración corra un nexo consecuencial necesario, de tal manera que la


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primera debe preceder (trátese de integración por normas supletorias o dispositivas o, en

cambio, imperativas) a la segunda.

Por el contrario, no valdría objetar que una afirmación similar tendría sentido solo si se

parte del presupuesto que la integración opera solo en presencia de lagunas. Ya que, una vez

demostrado que existen hipótesis en las cuales la fuente legal interviene con carácter de

inderogabilidad, independientemente de la lagunosidad, tal nexo seria interrumpido y quedaría

solo en los casos en los cuales la integración proceda por normas supletorias o dispositivas.

Solo entonces, las facultades reconocidas a los privados en orden a estas impondrían,

imprimís, el desenvolvimiento de la actividad hermenéutica “(como individualización en su

plenitud del reglamento creado por fuente privada)”, sobre cuya base debería ser posible

“decidir si subsisten en concreto en condiciones que hacen posible el operar de la fuente legal”.

A lo que parece posible replicar que, si la interpretación pareciera preceder a la integración, ello

depende no del hecho de que la segunda, como alguien sostiene, operaria solo en presencia

de lagunas del reglamento contractual, sino de lo que, incluso cuando la integración proceda

por normas imperativas, será siempre necesario comprender, sobre todo, el significado y el

alcance objetivo de la “fuente privada”, para establecer si y cual norma integradora debe operar

en concreto, con esta; para establecer cuál será el resultado del concurso de la “fuente privada”

con aquella “legal” y, por tanto, el resultado conjunto del acto” .

Para Juan Espinoza, “se pueden separar los momentos de la interpretación e

integración. Sin embargo, no debemos olvidar lo obvio: se trata de un solo proceso que, en la

práctica, no es tan claro saber si se está en una u otra fase”.

5. EL PRINCIPIO DE LA BUENA FE.

El principio de la buena fe puede ser afrontado desde dos perspectivas: una subjetiva

en la cual se considera como la convicción interna que se está actuando correctamente,


40

conforme a derecho (llamada también buena fe creencia); y otra objetiva, caracterizada por el

comportamiento correcto del sujeto que es percibido por la contraparte o por los demás (buena

fe lealtad, probidad, confianza o comportamiento). Si bien a nivel probatorio es evidente que la

buena fe objetiva causa menos incertidumbre que la buena fe subjetiva, es pertinente resaltar

que no se trata propiamente de “dos clases distintas de buena fe, sino más bien dos aspectos

de un mismo concepto, ya que la distinción solo tiene sentido desde el punto de vista de su

diversa instrumentación en el ordenamiento”. Por otro lado, la doctrina española sostiene,

“inicialmente, buena fe (bonafides) expresa la confianza o la esperanza en una actuación

correcta de otro. Se concreta en la lealtad en los tratos y en la fidelidad en la palabra dada.

Posee, sin embargo, una eficacia mucho más amplia y significa un modelo de comportamiento,

no formulado legalmente y de imposible formulación legal, que vive en las creencias y en la

conciencia social y al que deben ajustarse los comportamientos individuales”. Se advertido que

existen tres vías de concreción del principio de la buena fe:

5.1. Como Un Canon O Criterio Hermenéutico.

Es importante tener en cuenta que “la regla de la buena fe en la interpretación quiere

ser una medida razonable de lo justo, representando también un límite a la discrecionalidad del

intérprete”.

5.2. Como Un Criterio De Conducta

Conforme al cual deben ser cumplidas las obligaciones en el ámbito de la relación

contractual, la buena fe obliga a cada una de las partes a comportarse “de manera tal de no

perjudicar y más bien, de salvaguardar el razonable interés de la contra parte, cuando ello no

importe ningún apreciable e injusto sacrificio a cargo suyo”.


41

5.3. Como Un Canon O Criterio Que Debe Someterse El Ejercicio De Los Derechos

Subjetivos.

Cabe resaltar que mientras el art. 168 c.c. entiende al principio de la buena fe en el

primer sentido (a), el art. 1362 le da una doble connotación a este principio: sea como criterio

hermenéutico y como regla de conducta (a y b). no debe olvidarse que, al ser de un alcance tan

general el principio de buena fe este se irradia a través de otro grupo de principios, como es el

caso del abuso del derecho, fraude a la ley, actos propios, entre otros. Otro sector de la

doctrina prefiere calificar estos principios como “extralimitaciones contrarias a la buena fe”.

Se afirma con razón, que “la buena fe obliga a la parte a la coherencia de los propios

comportamientos para no defraudar la confianza que estos han generado a la contraparte: esta

se funda en el antiguo precepto venire contra factum proprium”. En efecto, el principio de los

actos propios se remonta a la máxima venire contra factum proprium non valet, vale repetir

“que a nadie ha de estar permitido ir en contra de sus propios actos”. Así, si una persona ha

creado una situación de este tipo tendrá que responder. Por ello “el fundamento de este

principio está muy estrechamente relacionado con la doctrina que exige dar protección jurídica

a la buena fe manifestada en la confianza depositada en la apariencia”.

6. LA INTERPRETACIÓN SISTEMATICA.

La interpretación sistemática, que algún sector de la doctrina prefiere llamar de la

“totalidad” del negocio jurídico, implica que la labor hermenéutica no debe agotarse en una

cláusula determinada del contrato, o del negocio, sino en relación con otras, entendiendo las

partes del mismo, no como una sumatoria del todo, sino como una unidad funcional. Implica así

mismo diferenciar que parte es indispensable para la reconstrucción de lo “expresado” o de “la

común intención de las partes”, de aquello que es simplemente superfluo.


42

Este criterio es subsidiario “es decir, no es un criterio al cual se deba recurrir cuando

resulte dudoso el significado de la cláusula en concreto. En realidad, la interpretación de la

cláusula en concreto que no tenga en cuenta el texto en conjunto arriesga de confundir el

significado, en cuanto también una cláusula aparentemente clara debe ser vista y entendida en

A propósito del art. 1363 c.c.ita., que ha sido asimilado, por el art. 169 c.c., se afirma

que “pone el canon de la totalidad de la interpretación: el intento practico que debe ser acertado

es el que emerge conjunto del acto, cuyas clausulas son entendidas las unas por medio de las

otras, por esto es, de un modo compatible y adherente a la recordada intención que las inspira”.

La doctrina advierte que no se debe perder nunca de vista la profunda diferencia que existe

entre interpretación de la ley la del contrato, que esencialmente se manifiesta justo en los

límites de naturaleza sustancial y, sobre todo, formal que en materia de interpretación del

contrato se contraponen al empleo del método sistemático, que del canon de la totalidad es

justamente expresión.

7. LA INTERPRETACIÓN TELEOLOGICA.

La interpretación teleológica, a la cual también se le denomina también finalista,

casualista o funcional, ante la posibilidad de interpretar un clausula o expresión en varios

sentidos, tienen en cuenta la causa concreta y justificante por lo cual se realiza el negocio

jurídico. No se olvide que la causa puede ser entendida en dos modos, vale decir, “como

función del negocio, o como justificación”.

A propósito del art. 1369 c.c.ita., cuyo tenor reproduce el art. 170 c.c., se sostiene que,

si el juez “se encuentra frente a una expresión que al menos abstractamente puede ser

entendida en varios sentidos, no debe entenderla en aquel que sería más conveniente a la

naturaleza y al objeto del contrato, sino deben indagar preliminarmente si del comportamiento

en conjunto de las partes no resulte en qué sentido estas hayan empleado dicha expresión y
43

que, solo después del éxito negativo de la búsqueda, pueda recurrir a la regla codificada en el

artículo en examen: regla que, por el hecho mismo de reclamarme a una incontestable máxima

de experiencia, avalara esta solución que, según el id quod prelumque accidit es considerada

como la más conforme a la común intención de las partes (pero que, justo porque está fundada

en tal presunción, deberá ser desatendida por el juez cuando resulte que las partes no tenían

conocimiento de aquello que habría sido más conveniente a la naturaleza y al objeto del

contrato que estipularon y que, por ello mismo no abrían podido usar para este fin los términos

más apropiados)” .

8. LA INTERPRETACIÓN CONTRA PREFERENTEM.

En el fenómeno de la contratación en masa ya no cabe indagar por una común

intención de las partes: hacerlo seria ciencia ficción. Aquí nos encontramos en un escenario

donde no hubo negociación entre las partes, sino la adhesión de una al programa contractual

diseñado por la otra; por consiguiente, la labor interpretativa (que no debe sustraerse de los

criterios analizados anteriormente: buena fe, sistemático, teleológico, ni a otros que considere

pertinente el juez o el árbitro) tendrá que basarse en el principio que cualquier ambigüedad

deberá interpretarse en el beneficio del adherente. Ello se justifica planamente si tenemos en

cuenta que el predisponerte, a beneficiarse con ese tipo de contratación, tendrá que asumir los

costos, por haber creado (ya que el redacto el contrato) dicha situación.

Como ya se advirtió, el art. 1401 c.c. asimila lo dispuesto en el art. 1370 c.c.ita. Este

último nace con el desdoblamiento del art. 1137 del código Civil italiano de 1865 el cual

establecía que:

“En caso de duda el contrato se interpreta en contra de quien lo a estipulado y a favor de quien

contrajo la obligación”.
44

Se advierte que con ellos se Estaban poniendo “al mismo tiempo, dos reglas: la de la

denominada interpretación contra quien estipula el contrato y la de la interpretación a favor del

obligado” , agregándose que “las calificaciones de predisponerte y, respectivamente, de

adherente, con todo lo que implican, en especial, en lo que se refiere a la interpretación del

contrato, no están relacionadas, o cuanto menos, necesariamente relacionadas, a un poder

económico del predisponerte respecto al adherente y tampoco a un verdadero y propio estado

de necesidad que tendría el adherente de los bienes y servicios que le son ofrecidos por el

predisponerte y que, igualmente, lo pondría en situación de inferioridad contractual frente a este

último” .

Es cierto que aquel que la ley llama, significativamente despersonalizándolo, “el otro

contrayente” es parte del contrato con el mismo título por el cual lo es el predisponerte, pero es

una parte que no ha tenido prácticamente otra elección que la de adherirse incondicionalmente

al texto que le ha sido propuesto como si todas las cláusulas contenidas en el mismo fuesen

establecidas como normas inderogables de ley, o renunciar a estipularlo”.

IV. ELEMENTOS ACCIDENTALES DEL ACTO JURÍDICO

Se denominan accidentales porque no están en la esencia ni en la naturaleza del acto

Jurídico, sino que son elementos puramente eventuales que se incluyen en un determinado

acto jurídico por voluntad de las partes, como la condición, el plazo y el modo. No son

necesarios para que el acto jurídico cumpla su función social y económica; no afectan la

validez, sino la eficacia del acto. No obstante, el plazo y la condición pueden

estar impuestos por el ordenamiento jurídico en cuyo caso ya no son elementos accidentales

sino esenciales.

Hay mucho que desplegar para cada uno de los elementos del acto jurídico, pero en las

siguientes líneas damos mayor énfasis a los elementos accidentales o también conocidos como
45

las modalidades del acto jurídico esbozando ideas principales y pertinentes, antes de tratar

individualmente cada modalidad.

Los elementos accidentales (o modalidades) se pueden referir a la totalidad de los

efectos del negocio jurídico (si se cumple la condición te vendo mi casa) o solo a alguno de los

mismos (dentro de todas las obligaciones del contrato de prestación de servicios, una se

cumplirá en un plazo determinado) (Espinoza Espinoza, 2008, pág. 260)

Se las define como “elemento accidental o estipulaciones accesorias de un acto jurídico,

que alteran sus efectos normales.” (Rivera Oré, 2005)

Entonces de lo enunciado anteriormente, las modalidades del acto jurídico son ciertos

elementos accidentales que alteran los efectos normales y la eficacia del acto, ya sea tornando

insegura la existencia de dichos efectos (condición), limitando en el tiempo esos efectos

(plazo), ya limitando la ventaja económica del beneficiario de un acto de liberalidad (cargo).

Con el modo se incide sobre un aspecto de la regulación de intereses, con la condición

y el plazo se abarca la regulación en su totalidad, incidiendo sobre la operatividad del mismo.

De otro lado, mientras que con el plazo la eficacia del acto jurídico es cierta, solo que se

posterga (término inicial) o limita en el tiempo (término final), en cuanto está sujeta a una fecha

fija o a un evento cuyo verificarse es cierto, pero es incierto el momento en que se verificará,

con la condición la eficacia del acto permanece eventual, en cuanto se hace depender del

verificarse o no un evento futuro e incierto.

1. CONDICIÓN

Tradicionalmente se ha enseñado como condición la determinación accesoria de

voluntad que hace supeditar el nacimiento o extinción de los efectos de un negocio a un cierto

acontecimiento futuro e incierto (León Barandiarán Hart, 2007, pág. 289).


46

Otros autores, así mismo, la definen del mismo modo que Lohmann Luca de Tena, pero

con otros términos. Tales como Albadejo, quien la conceptúa como la limitación puesta por el

sujeto a su declaración de voluntad y en virtud de la cual los efectos jurídicos del negocio se

hacen depender del acontecimiento incierto. Por otro lado, está Coviello, tratadista español,

aclara que, por brevedad se dice que el negocio es condicional, pero que realmente no es el

negocio sino la producción de sus efectos lo que está sub conditione, por lo que con la palabra

condición se designa no solo la limitación establecida sino también el acontecimiento incierto

del que se hacen depender los efectos del negocio.

Existe también una doctrina, brasileña, que define a la condición como aquel

acontecimiento futuro e incierto que subordina la eficacia de determinado negocio, es decir, es

un elemento accidental del negocio jurídico, que lo hace al mismo depender de un evento

futuro e incierto. Agrega que son cuatro los elementos fundamentales para que pueda

configurarse la condición: la voluntariedad, la incertidumbre, la futuridad y la posibilidad.

(Gomez de Aquino, 2009, pág. 2)

Características de la condición: (Vidal Ramirez, 2000)

 Debe ser necesariamente pactada.

 Que los caracteres del hecho, suceso, evento o acontecimiento pactado como condición

sean a futuro.

 Que sea incierto

La condición, viene a ser, pues, un acontecimiento futuro e inseguro que hace depender

el nacimiento de un acto jurídico o también su extinción o resolución. O, en otras palabras, el

acto jurídico es condicional cuando su nacimiento, sus efectos o su extinción dependen de la

realización de ese acontecimiento. Por ejemplo: te vendo mi casa en Lambayeque si me quedo

a radicar en Trujillo; te presto ni camioneta si mañana viajo.


47

1.1. La Condición Ilícita y la Condición Imposible

Para una doctrina italiana, la condición ilícita resulta equiparada en gran parte, aunque

no totalmente, a la condición imposible. A decir verdad, la condición imposible excluye la

voluntad. Decir “quiero, si mi asno vuela”, es un chiste que equivale: “no quiero”. Por eso, la

llamada condición imposible no es, sustancialmente, una verdadera condición (Barbero, 1967,

pág. 581).

La condición es imposible cuando el evento puesto como condición no se puede

verificar por motivos de índole natural, por ejemplo: si mi caballo canta; si construyes un edificio

de 10 pisos en 2 días. Y la condición ilícita hace referencia, en cierta conducta, no poder

llevarse a cabo debido a estar prohibida por ordenamiento jurídico, por ejemplo: si compras el

Paseo de las Musas de Chiclayo; si contraes matrimonio con tu papá; son ilícitas por

quebrantar normas imperativas. No es ilícita la condición, cuando el suceso ilícito se contempla

con el fin de evitarlo, por ejemplo, se dona algo bajo la condición resolutoria de que el donatario

no robe.

El artículo 171°, del Código Civil Peruano, señala que: “La condición suspensiva ilícita y

la física o jurídicamente imposible invalidan el acto. La condición resolutoria ilícita y la física y

jurídicamente imposible se consideran no puestas”.

Según Aníbal Torres Vásquez, se puede señalar lo siguiente: La condición es

suspensiva cuando la eficacia del acto jurídico depende del acaecimiento (o falta de

acaecimiento) del evento puesto como condición (te dono mi biblioteca si te recibes de

abogado; te presto cien soles si no llueve la próxima temporada). La condición es resolutoria

cuando el acto apenas celebrado produce sus efectos, pero deja de producirlos si se cumple el

evento puesto como condición (te vendo mi automóvil, pero la venta quedará resuelta si se
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aprueba la anunciada ley que prohíbe la importación de automóviles) (ACHA SALAZAR, 2019,

pág. 22)

Por lo tanto, este artículo distingue entre ilicitud (por ejemplo, matar a una persona) e

imposibilidad jurídica (ejemplo, vender una vía pública). Para nuestro ordenamiento civil, tanto

la ilicitud como la imposibilidad de la condición suspensiva invalidan el acto. En cambio, el

suceso ilícito o imposible contemplado como condición resolutoria se considera como no

puesto. La condición de una cosa imposible, contraria a las buenas costumbres o prohibida por

las leyes, deja sin efecto la obligación porque es imposible concebir que la ley convalidara

condiciones ilícitas o contrarias a las buenas costumbres. Las condiciones imposibles, tienen

fundamento en la imposibilidad física y jurídica. (ACHA SALAZAR, 2019, pág. 22)

1.2. La Condición Meramente Potestativa por parte del deudor

La condición potestativa es aquel evento, hecho o suceso que forma la condición

depende de la voluntad de una de las partes de la relación jurídica. Por ejemplo: te presto mil si

quiero; te doy cien si haces testamento a favor de; vendo mi casa si decido trasladarme a otra

ciudad; etc.

Cuando depende exclusivamente del deudor (condiciones, meramente, puramente,

arbitrariamente o rigurosamente potestativas), el Código Civil establece su nulidad en el artículo

172°, y así lo dice: “es nulo el acto jurídico cuyos efectos están subordinados a condición

suspensiva que dependa de la exclusiva voluntad del deudor”. La razón de tal nulidad es

que cuando el cumplimiento de la obligación depende exclusivamente de la voluntad del

deudor, no existe, realmente, compromiso o algún vínculo jurídico. Por ejemplo, dar S/.500 si

mañana amanezco con ganas de entregarlo, el deudor no está obligado sino cuando lo quiera,

quedando el acreedor a merced del arbitrio de aquél, razón por la que el acto jurídico sujeto a

condición meramente potestativa es nulo.


49

En cambio, la condición potestativa dependiente de la voluntad del acreedor no

presenta los problemas que la anterior y el Código Civil, la considera plenamente válida.

1.3. Régimen de pendencia de la condición, actos conservatorios y repetición de lo

pagado.

La posibilidad de que, en pendencia de una condición, un sujeto pueda realizar una

serie de actos relacionados con la titularidad de un derecho que aún no posee, se encuentra

prevista en el artículo 173° del Código Civil, el cual señala:

«Pendiente la condición suspensiva, el adquirente puede realizar actos conservatorios.

El adquirente de un derecho bajo condición resolutoria puede ejercitarlo pendiente ésta, pero la

otra parte puede realizar actos conservatorios. El deudor puede repetir lo que hubiese pagado

antes del cumplimiento de la condición suspensiva o resolutoria.»

En primera instancia, los actos conservatorios tienen como objetivo resguardar la

utilidad y eficacia de los derechos que pudieran surgir del negocio condicionado, una vez que

se hubiera verificado la condición.

Así, mientras la condición no se verifique, los efectos del negocio sometido a condición

no serán aplicables; pero existirán efectos provisorios tendientes a evitar que la verificación de

la condición encuentre una variación en la situación original y que la prestación o el derecho no

tuviese utilidad. (León Barandiarán Hart, 2007, pág. 314).

Entonces, hay pendencia de la condición (conditiopendet), mientras el evento no se ha

verificado, pero puede verificarse todavía. Mientras que la condición está pendiente los efectos

del acto no nacen todavía. Pendiente la condición suspensiva el acto jurídico no produce los

efectos típicos que le son propios. Pero produce otros efectos previos, o anticipados, o

instrumentales respecto a los efectos típicos, en cuanto tendientes a asegurar que si la

condición se cumple tales efectos típicos se producirán, evitando que se frustren.


50

Si la condición es suspensiva se crea para el adquirente eventual una expectativa de

adquisición, y si es resolutoria también se crea para el transferente una expectativa de poder

readquirir el derecho transferido. El acreedor tiene una expectativa de adquisición, si la

condición es suspensiva, o de readquisición, si es resolutoria. En ambos casos, el acreedor es

titular de un derecho futuro eventual, contingente o expectaticio. Así, por ejemplo, el comprador

bajo condición suspensiva, tiene la expectativa de adquirir definitivamente la propiedad del

bien. Por el contrario, quien enajenó bajo condición resolutoria, tiene la expectativa de

readquisición de lo enajenado. El titular de la expectativa no siendo aún titular del derecho al

cual tiende aquélla, no puede ejercerlo, razón por la que el deudor subconditione tiene derecho

a repetir lo pagado antes que se verifique la condición. Con el cumplimiento de la condición

automáticamente cesa el estado de pendencia y el acto se vuelve ipso iure puro y eficaz.

(ACHA SALAZAR, 2019, pág. 23)

1.4. Cumplimiento de la Condición Indivisible

El Artículo 174°, del Código Civil Peruano, dispone que: “El cumplimiento de la

condición es indivisible, aunque consista en una prestación divisible. Cumplida en parte la

condición, no es exigible la obligación, salvo pacto en contrario”.

El hecho en el cual consta la condición puede ser simple y único, con lo cual, una vez

que acontece, la condición se tendrá por verificada. Por supuesto, nada impide que la condición

conste de una serie de sucesos o hechos más o menos complejos, que deben suceder

conjuntamente. Por ejemplo: Adrián se compromete a donarle a German una biblioteca con

cien volúmenes, si se titula de abogado, obtiene una beca para estudiar doctorado en España,

se gradúa con los máximos honores y no se casa en los próximos cinco años. En este ejemplo

de condición suspensiva, han de cumplirse todos los supuestos para que la condición surta

efectos, o sea que tenga derecho a exigirse la entrega de los cien volúmenes que forman la

biblioteca prometida. (ACHA SALAZAR, 2019)


51

1.5. Cumplimiento de la Condición Negativa

Según COVIELLO considera negativa la condición cuando el estado actual de las cosas

no se muda, importando poco la forma gramatical en que se hayan expresado las condiciones.

(Vidal Ramirez, 2000)

La condición negativa consiste en que no se verifique un hecho, de tal modo que no

cambie el estado actual de la realidad: Por ejemplo: te dono este bien si Juan no contrae

matrimonio; te doy cien si permaneces soltero; te doy cien si te quedas con el único hijo que

tienes. Contrario a esta condición tenemos a las positivas que a su vez COVIELLO las

considera cuando el hecho cambia el estado actual de las cosas.

En el artículo 175°, del Código Civil Peruano muestra hincapié a la condición negativa

estableciendo lo siguiente: “si la condición es que no se realice cierto acontecimiento dentro de

un plazo, se entenderá cumplida desde que vence el plazo, o desde que llega a ser cierto que

el acontecimiento no puede realizarse”.

Para la condición negativa se puede implantar un límite dentro del cual debe originar su

cumplimiento, pero si tal límite no se ha previsto, se considera cumplida cuando ya no es

posible que se produzca la modificación del estado de tacto contemplado.

Entonces, la condición es positiva cuando depende de la realización del evento futuro o

incierto, para que se dé el nacimiento o la resolución del acto jurídico; por ejemplo: si terminas

tu carrera te dono mi departamento. La condición es negativa, cuando el nacimiento o la

extinción del acto jurídico depende de la no realización de la condición; por ejemplo, si no te

casas te dono mi departamento. (Torres Vásquez, 2012)

1.6. Realización irregular de la condición


52

El artículo 176 del Código Civil estipula sobre el cumplimiento e incumplimiento de la

condición: “Si se impidiese de mala fe el cumplimiento de la condición por la parte en cuyo

detrimento habría de realizarse, se considerará cumplida.

Al contrario, se considerará no cumplida, si se ha llevado a efecto de mala fe por la

parte a quien aproveche tal cumplimiento”

Es decir, ni el deudor puede impedir ni el acreedor puede provocar de mala fe (esto es

dolosa o culposa) la verificación de la condición, porque si ocurriera lo contrario estarían

incumpliendo con la obligación que han tomado el uno frente al otro, caso que la ley sanciona

considerando, según cumplida o no cumplida la condición.

Si el obligado impide de mala fe la realización de la condición, se considera cumplida.

La norma determina que, si el deudor de mala fe prohíbe el cumplimiento de la condición, ésta

se considera cumplida. Por el contrario, si el acreedor provoca de mala fe el cumplimiento de la

condición, se tendrá por no realizada.

1.7. La condición en los Contratos

Estas cláusulas generales de contratación son aquellas redactadas previas y

unilateralmente por una persona o entidad, en forma general y abstracta con el objeto de fijar el

contenido normativo de una serie indefinida de futuros contratos particulares, con elementos

propios de ellos. (art.1392 de la CCP). Son redactadas con el fin de que el empresario utilice en

todos los contratos que va a perfeccionar con sus clientes, consumidores o usuarios, sin riesgo

alguno de que estos sean modificados o negociados, anticipando todos los aspectos de la

relación entre uno y otro. Pero muchos autores consideran este artículo como confuso e

incorrecto que el objeto de las cláusulas generales de contratación sea “fijar el contenido

normativo de futuros contratos particulares”. En este aspecto no se puede afirmar, que las

cláusulas fijen un contenido normativo, por dos razones: no tienen rango de ley y porque su
53

aplicación no es obligatoria para las partes, toda vez que se ejerce irrestrictamente la libertad

de contratar, e inmerso en el contrato, es evidente que está sujeta a condición que haya

concertación entre las partes (y únicamente entre las partes), por lo demás de llegar a

establecerse un contrato, estaríamos ante la famosa frase: “El contrato es ley entre las partes”.

Mientras haya contrato, tendrán la fuerza obligatoria natural e inherente a la contratación civil.

Sobre las cláusulas generales aprobadas por autoridad administrativa se ha redactado

el artículo 1393: “Las cláusulas generales de contratación aprobadas por la autoridad

administrativa se incorporan automáticamente a todas las ofertas que se formulen para

contratar con arreglo a ellas, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 1395”.Por su parte una

lectura sistemática comprende el artículo 1394 que establece: “El Poder Ejecutivo señalará la

provisión de bienes y servicios que deben ser contratados con arreglo a cláusulas generales de

contratación aprobadas por la autoridad administrativa”. Y el artículo 1395: “Las partes pueden

convenir expresamente que determinadas cláusulas generales de contratación aprobadas por

la autoridad administrativa, no se incorporen a la oferta en el contrato particular que ellas

celebran». En primer lugar, este mecanismo tiene su principio en la necesidad de regular y

desarrollar el contenido de unas cláusulas generales de contratación para determinados

sectores de personas que contratan sobre un mismo servicio o producto, y lo hacen de tal

manera, que para salvaguardar la equidad en las prestaciones, la justicia contractual y la

celeridad de la contratación, se necesita de un organismo supra, que conocedor técnico de las

características y particularidades del objeto contractual, pueda efectivamente, proteger los

intereses y necesidades de ambas partes, en específico, los consumidores. Estas cláusulas

son desarrolladas para proteger y salvaguardar los derechos de los contratantes débiles,

principalmente en los consumidores, que se incorporan automáticamente a la oferta

contractual, tal como las cláusulas generales de contratación.

1.8. La Condición de testamento


54

El concepto de condición es una sola para todas las manifestaciones del negocio

jurídico. Por tanto, la adquisición de los derechos atribuidos por el testador (quien decide

libremente sobre sus bienes para después de su fallecimiento) bajo condición suspensiva, así

como la resolución de los atribuidos bajo condición resolutoria dependerán del acontecimiento

que constituya la condición. Recordar que condición es el hecho futuro e incierto de cuya

realización se hace depender que una declaración testamentara produzca sus efectos. La

condición se dice pendiente en tanto puede cumplirse o no; cumplida, cuando se ha realizado

el hecho previsto y frustrada cuando ya no puede realizarse. Las más frecuentes son las

condiciones suspensivas, cuando la condición se cumple, y las resolutorias, para el caso de

que cuando se cumplan se resuelva, y la institución de heredero deviene ineficaz. En la

condición resolutoria el heredero adquiere la herencia de manera inmediata, pero ello no impide

la existencia de un futuro titular que estará a la expectativa de la resolución del derecho del

heredero. Así, por ejemplo, en el Código civil chileno, el heredero fiduciario es propietario bajo

condición resolutoria. Sus facultades se extienden a la enajenación entre vivos y la transmisión

mortis causa de la propiedad fiduciaria en cuanto tal, aunque manteniéndola indivisa y sin

perjuicio del gravamen de restitución (De la Fuente-Hontañón, 2008)

La Jurisprudencia peruana se ha ocupado de la materia de la herencia fideicomisaria en

relación a la interpretación del testamento, bajo la vigencia de los Códigos civiles de 1852 y de

1936. También veremos cómo la Jurisprudencia Registral entiende la interpretación

testamentaria, sobre la base del Código actual20. (De la Fuente-Hontañón, 2008)

2. EL TÉRMINO O PLAZO.

Este elemento del acto jurídico se refiere al acontecimiento futuro y cierto cuya llegada

retrasa la exigibilidad de un derecho o entraña su extinción, entendiendo por acontecimiento

futuro y cierto aquel que se producirá con seguridad en el porvenir, aquel cuya realización
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futura es cierta. (Vidal Ramirez, 2000). Existirá plazo cuando se suspenda la exigibilidad o

extinción de un derecho al acaecer de un acontecimiento futuro y cierto. (Rivera Oré, 2005)

El plazo es el lapso desde el cual comienza la existencia o el ejercicio de las

consecuencias del acto y hasta el cual duran esas consecuencias. Al día en que comienza el

plazo se le denomina diez a quo, y al día en que termina se le llama diez ad quem.

Entonces, el plazo transcurre entre un término inicial y término final, en cambio, el

término es el momento o fecha en que comienzan o termina los efectos del acto. El plazo es el

lapso, y el término el momento inicial y el momento final de ese espacio de ese tiempo. Sin

embargo, en la doctrina predominante, las palabras plazo y término se usan como sinónimas.

(Torres Vásquez, 2012)

Son requisitos del plazo: la futuridad (el plazo siempre debe ser un hecho futuro que

necesariamente debe ocurrir, que a diferencia de la condición el hecho futuro era inseguro), la

certidumbre (el plazo se caracteriza por la certeza de que el hecho futuro ocurrirá de manera

total y segura) y el establecimiento arbitrario por las partes(las partes, en autonomía de su

voluntad privada, pueden añadir el plazo en el acto jurídico que celebren con el fin de diferir o

limitar en el tiempo sus efectos o el ejercicio de los mismos).

2.1. Actos Conservatorios en los actos sometidos a término suspensivo y resolutorio.

El plazo suspensivo existe cuando se difiere la exigibilidad de un derecho por un lapso,

determinado o indeterminado (Rivera Oré, 2005). Es decir, este plazo o también llamado plazo

inicial se dará cuando se suspende el nacimiento, la exigencia o de algunos o todos de los

efectos del acto jurídico hasta la llegada de un definido momento o fecha. Carece de eficacia o

siendo eficaz se limita en un tiempo el ejercicio de todos o algunos de los derechos y el

cumplimiento de las obligaciones ya producidos.


56

Por ejemplo, se efectúa un contrato de arrendamiento el nueve de marzo, determinando

que el contrato tendrá efecto a partir del veintiocho de marzo. En este caso el contrato se

perfecciona el nueve de marzo, pero su eficacia se retarda hasta el veintiocho de marzo.

Por otro lado, está el plazo resolutorio o extintivo, denominado también plazo final o de

caducidad, porque a su vencimiento o cumplimiento pone fin a la existencia del derecho (Rivera

Oré, 2005). El plazo es resolutorio cuando los efectos del acto jurídico se producen

inmediatamente después de su celebración, pero cesan a partir de su vencimiento y, por eso,

se le llama también plazo extintivo o final (TORRES VASQUEZ, 2012).

En síntesis, de lo anterior, el plazo resolutorio o extintivo o final se trata en una fecha a

partir de la cual los efectos del acto terminan de producirse, es eficaz. Por ejemplo, un contrato

de arrendamiento efectuado por el plazo de dos años, dejará de tener eficacia al vencimiento

del segundo año desde su perfeccionamiento.

El código civil en el artículo 178° hace alusión tanto al plazo suspensivo como al

resolutorio, estableciendo que: “Cuando el plazo es suspensivo el acto no surte efecto mientras

se encuentre pendiente y cuando el plazo es resolutorio, los efectos del acta cesan a su

vencimiento”.

2.2. El beneficiario del Término: la presunción favor Debitoris

En cuanto al beneficio del plazo suspensivo, el Código Civil en el artículo

179°,determina que: “El plazo suspensivo se presume establecido en beneficio del deudor, a no

ser que del tenor del instrumento o de otras circunstancias, resultase haberse puesto en favor

del acreedor o de ambos”, mantiene el sistema del Derecho romano, que consagra en este

punto a favor del debitoris, presumiendo que el plazo se ha entregado en beneficio de éste,

exceptuando que se pruebe haber sido establecido del acreedor o de ambos. El plazo es en
57

beneficio del deudor, éste puede pagar antes del vencimiento del plazo, pero el acreedor no

puede exigirlo sino al vencimiento.

Se debe considerar que con ese pago anticipado el deudor está renunciando al

beneficio del plazo. Por ello es que no es posible admitir la repetición de lo pagado antes del

vencimiento del plazo, a menos que se hubiera hecho por ignorancia de su existencia, claro

está; pues en este caso no cabe inferir que quiso hacer renuncia de aquél, pues lo desconocía.

Éste es el supuesto del segundo caso que plantea el artículo en comentario.

2.3. Derecho de repetición de lo pagado por ignorancia.

El artículo 180° del Código Civil Peruano señala que: “El deudor que pagó antes del

vencimiento del plazo suspensivo no puede repetir lo pagado. Pero, si pagó por ignorancia del

plazo, tiene derecho a la repetición”.

Es decir, el deudor a plazo que paga antes de que éste se cumpla no tiene derecho a

repetir lo pagado, porque hay la seguridad de que al vencimiento del plazo la obligación surgirá

necesariamente, si el plazo es de eficacia o la obligación ya está constituida ab initio, si el plazo

es de ejercicio. El pago efectuado antes del vencimiento del plazo es irrevocable. (ACHA

SALAZAR, 2019, pág. 27).

2.4. Pérdida del beneficio del Término.

El artículo 181° del Código Civil Peruano, establece que: “El deudor pierde el derecho a

utilizar el plazo:

 Cuando resulta insolvente después de contraída la obligación, salvo que garantice la

deuda. Se presume la insolvencia del deudor si dentro de los quince días de su

emplazamiento judicial, no garantiza la deuda o no señala bienes libres de gravamen por

valor suficiente para el cumplimiento de su prestación.


58

 Cuando no otorgue al acreedor las garantías a que se hubiese comprometido.

 Cuando las garantías disminuyeren por acto propio del deudor, o desaparecieren por

causa no imputable a éste, a menos que sean inmediatamente sustituidas por otras

equivalentes, a satisfacción del acreedor.

La pérdida del derecho al plazo por las causales indicadas en los incisos precedentes,

se declara a petición del interesado y se tramita como proceso sumarísimo. Son especialmente

procedentes las medidas cautelares destinadas a asegurar la satisfacción del crédito”.

El acreedor no puede pedir el cumplimiento de la obligación antes de que expire el

plazo, salvo que éste se haya establecido en su favor, o salvo que hayan sucedido hechos que

determinan la caducidad del plazo. Esto último ocurre cuando el deudor pierde o disminuye

considerablemente su patrimonio, que es el que respalda el crédito, de tal modo que ya no hay

la seguridad que cumplirá con su prestación, razón por la que el art. 181 sale en defensa del

derecho del acreedor, declarando la caducidad del plazo a fin de que pueda exigir la efectividad

de su crédito, sin esperar que el plazo esté vencido. (ACHA SALAZAR, 2019)

2.5. Fijación Judicial Del Término.

Si el acto no señala plazo, pero de su naturaleza y circunstancia se dedujere que ha

querido concederse al deudor, el juez fija su duración. También fija el juez la duración del plazo

cuya determinación haya quedado a voluntad del deudor o un tercero y éstos no lo señalaren.

Según el tratadista nacional Guillermo Lohmann Luca de Tena en su libro 'El Negocio Jurídico',

los casos en los que el acreedor ha permitido que el deudor cumpla su obligación cuando

quiera o cuando disponga de los medios suficientes, el arbitrio del deudor no es en todo caso

ilimitado, corresponde al juez  establecer  en dicha hipótesis el término conveniente para que

resulte exigible la obligación; en los supuestos del artículo 182 del Código Civil, para que sea

exigible la obligación se requiere que el juez fije la duración y el término del plazo, para ello,
59

será necesario que dicha solicitud se tramite previamente en vía del proceso sumarísimo.

(Gutierrez Camacho, pág. 770)

Resulta pertinente la crítica formulada por José LEÓN BARANDIARÁN a la redacción

del artículo 1115 del Código de 1936 fielmente reproducida por el actual artículo 182, pues de

su texto podía llegar a inferirse que, efectivamente, era el Juez quien fijaba el plazo.

Efectivamente, “cuando se habla de plazo judicial, ¡no puede darse a significar que al juez le

incumbe la determinación de que un plazo ha de existir, para que la obligación se cumpla; que

forje su existencia. No. Sino solo que a él le compete fijar su extensión, o sea determinar

únicamente el término que corresponde al plazo. Pero esta facultad le es atribuida o

por convención o por ley, que son las únicas fuentes capaces de originar la presencia de un

plazo. Una cosa es, pues, la existencia misma del plazo y otra la fijación de su duración".

(Gutierrez Camacho, pág. 769)

El artículo 182 del Código Civil, regula la fijación judicial del plazo cuya determinación

ha quedado a voluntad del deudor, pero no dice nada cuando la determinación del plazo ha

quedado a voluntad del acreedor y éste no lo señala, caso, éste último, que se resolverá

aplicando por analogía el artículo 182° del C.C.P, es decir, si el acreedor no señala la duración

del plazo, ésta será fijada por el juez a instancia del deudor que quiere liberarse. (ACHA

SALAZAR, 2019)

3. EL CARGO O MODO.

3.1. Naturaleza Jurídica del modo

Para Aníbal Torres Vásquez, el cargo, también denominado modo, carga o encargo

“consiste en una obligación accesoria que, solo en los actos jurídicos de liberalidad, inter

vivos o mortis causa puede ser impuesta por el disponente a cargo del destinatario de la

liberalidad, consistente en dar o no hacer algo a favor del disponente o de un tercero o del
60

beneficiario mismo, o de emplear de una determinada manera el objeto de la disposición”

(Torres Vásquez, 2012, pág. 570)

Es una obligación accesoria y excepcional que se impone al que adquiere un derecho.

El cargo es una obligación que grava a una de las partes interesadas y puede ser exigido su

cumplimiento en forma coercitiva.

Restricción a la ventaja económica que obtiene la parte beneficiada con un acto de

disposición a título gratuito, determinando esta restricción una obligación modal que es un

deber jurídico pero que no constituye una contraprestación sino un elemento accidental al acto

jurídico así celebrado. (Rivera Oré, 2005)

El cargo o modo entonces es aquel elemento accidental del negocio jurídico aplicable

exclusivamente a los actos inter vivos y mortis causa como la donación y el legado en la cual la

persona que decide libremente recibir tal donación tiene como obligación accesoria, un dar,

hacer o no hacer algo en favor de quien le dispuso el bien, a favor de sí mismo o a favor de un

tercero, para que pueda disponer del bien recibido.

Caracteres: (ACHA SALAZAR, 2019)

- Solo puede anexarse a los actos de disposición a título gratuito.

- Debe consistir en un hecho lícito y posible.

- Debe ser expresamente establecido.

3.2. Elementos del cargo o modo

El cargo se materializa en dos instituciones, como lo es la donación y el testamento, es

por ello, que tradicionalmente se afirma que dos son los dependientes del cargo: por un

extremo, el autor de la liberalidad (donante y titular del testamento) y por el otro, el beneficiado

o beneficiario de tal liberalidad (donatario y legatario), este último es quien asume el deber de
61

cumplir el cargo. A ello agrega el Vidal Ramírez “si el cargo se impone en beneficio del propio

autor de la liberalidad, son solo estos los sujetos que se vinculan al cargo, pero, si el cargo se

impone en beneficio de un tercero, este sujeto queda también vinculado al cargo”. Es común

entonces, que el beneficiario del cargo sea un tercero, el cual no tiene carácter fijo o único, al

poder ser una sola persona, un grupo variable o incluso una comunidad en sentido amplio.

(Torres Maldonado, 2012)

Afirmó León Barandiarán, que “la voluntad dominadora es la del autor de la liberalidad,

pues el otro sujeto, el beneficiado en la liberalidad, se limita a aceptar o no la imposición del

cargo. Si se trata de una donación, el acto es bilateral, pero no lo es tratándose de una

disposición testamentaria no obstante lo cual el legatario puede también aceptar o no la

liberalidad”. El cargo genera un nexo importante entonces entre los sujetos del acto jurídico que

vincula un deber en el beneficiado de la liberalidad, respecto del titular de la liberalidad o del

tercero beneficiado con el cargo.


62

CONCLUSIONES

Podemos concluir que el poder es el acto jurídico en el que el sujeto confiere a otro la

capacidad de representación, mediante esto es que podemos realizar los diversos aspectos del

acto jurídico correspondiente a la representación.

Podemos decir de igual forma que se debe tener en cuenta lo siguiente para lograr una

representación de acuerdo al acto jurídico: el sujeto representado debe estar en ejercicio de

sus facultades, en cuanto el representante exceda sus facultades el acto se vuelve ineficaz con

respecto al representado. La renuncia viene a ser la cancelación de la representación por parte

del representante, se debe tener en cuenta que el representante le debe comunicar al

representado de dicha decisión además debe cumplir con sus obligaciones hasta que sea

reemplazado.

La representación por tanto es el acto jurídico del código civil que nos permite la

obtención de nuestros derechos por medio de un sujeto (representante) quien va a ser el

mediador en la búsqueda de aquello que se desea obtener de acuerdo con lo dispuesto por ley.

El Código Civil peruano defiende una concepción objetiva para el análisis de lo que

realmente quieren las partes, lo anterior dispuesto por los artículos 140°, 141°, 168°, 1352°,

1361°, 1362°, 1373° y 1374° del c.c., preceptos que configuran la declaración de la voluntad

como fuente principal de interpretación en la medida que obligan al interprete a buscar la real

intención de las partes.

Los actos jurídicos, que forma parte del Derecho Civil, se compone por 3 elementos:

esenciales, naturales y accidentales o modalidades del acto jurídico, siendo el último elemento

tratado en cierta parte de la investigación. Los elementos accidentales tales como la condición,

el plazo o tiempo y el modo o cargo se manifiestan alterando los efectos y sobretodo la eficacia
63

del acto jurídico como el que la existencia se torne insegura, limite el tiempo el efecto o limite la

ventaja económica del beneficiario de un acto de liberalidad.


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