Debates I
Debates I
Debates I
mientas establecidos por ella misma. La proposición caUsó escándalo, vivían todavía
muchos Constituyentes y el país acababa de salir de una larga lucha para sostener
la Constitución, por lo cual parecía inconcebible que el mismo caudillo que la sostu-
viera renegara de ella, le diera el golpe de gracia. Juárez s610 quería por lo pronto
el restablecimiento del Bicamarismo. Naturalmente que no fue secundado, a pesar de
todo el inmenso prestigio de que estaba revestido por haber salvado al país de la
anarquía y de la invasión extranjera.
Este fue el parecer del Presidente Lerdo de 'rejada, que hábilmente incorporó en
la Constitución las Leyes de Reforma, al mismo tiempo que introdujo el sistema de
dos Cámaras, que era por entonces lo más urgente.
LAS REFORMAS DEL GENERAL DIAZ. La segunda tesÍs es la que provocó el
descontento general preliminar de la revolución. El general Díaz nunca gobernó con la
Constitución, pero tuvo la habilidad de mantener las formas y el respeto verbal a sus
Ordenamientos "cortesía de la fuerza". Las reformas que se hicieron durante su larga
actuación, fueron principalmente destinadas a la reelección indefinida del Presidente
y de los Gobernadores de los Estados. Lo demás continuó aparentemente igual, pero
todo se decidía, no por el Ejecutivo, no por la Federación, sino personalmente por el
general Díaz, que ejercía el poder como un verdadero monarca.
Para Carranza era posible obtener de la Constitución un gobierno democrático,
a condición de que se le hicieran tales reformas, que desaparecieran las contradic-
ciones, las obscuridades, las omisiones y obtener de eUas: un gobierno liberal, una
Federación compuesta de Estados libres y soberanos con base en la autonomía muni-
cipal; la verdadera independencia de los poderes y el respeto a las garantías indivi-
duales. El fracaso de la Constitución de 1857 quedaba señalado en sus dos causas
principales: los defectos de la propia Constitución, aumentados por las reformas im-
pensadas y poco acertadas que había sufrido y por otra, el propósito de perpetuar un
estado de cosas que favorecía a los científicos, los cuales aprovechaban los mismos
defectos de la Ley Fundamental. Era, pues, natural pensar que si se depurába la Cons-
titución de todos aquellos defectos, podría conseguirse para México el gobierno y la
nueva era que pretendía implantar la revolución; y los" progl'amas de Carranza, que
son en realidad un solo programa, demuestran hasta qué fondo conocía las causas del
desajuste entre las instituciones y la vida pública. Su Proyecto de Reformas es el
esfuerzo más completo que pueda señalarse en México para corregir este aparente-
mente perpetuo mal de las constituciones mexicanas y podemos afirmar, desde luego,
que lo logró perfectamente en la nueva Constitución. Para juzgar ésta se le debe
estudiar en su texto primitivo, no en el actual, con las numerosas reformas que ha
sufrido, y que si a su vez algunas de ellas han sido causa de desajustes y malestar, no
son imputables a los Constituyentes.
Carranza ejerció el poder revolucionario desde el 26 de marzo de 1913, fecha del
Plan de Guadalupe, hasta el 1Q de mayo de 1917, en que reanudado el orden consti-
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tucional, dejó de ser el Primer Jefe de la Revolución para convertirse en el Presiw
dente Constitucional de la República. Durante su gobierno provisional imprimió a la
revolución su carácter, sus objetivos y su bandera, hasta que se dict6 la Constitución
de Querétaro, el 5 de febrero de 1917.
No hay que creer, sin embargo, que el Congreso y la ley Suprema dictada por
éste estuvieron en el espíritu originál de la Revolución; fue el resultado de un labo~
rioso proceso que se desarrolla gradualmente y cuyas principales fases nos propone~
mos describir para que resalte la grandiosa y feliz solución que tuvieron las perple~
jidades naturales -en que se vio la Revolución para convertir en leyes escritas y en
instituciones firmes los principios por los que se venía luchando.
ETAPA LEGALISTA
El Plan de Guadalupe inicia propiamente la REVOLUClON CONSTITUClO-
NALISTA, con el propósito escueto de derrocar al gobierno de la usurpación y resta~
blecer el orden legal, fundado en el principio de la inviolabilidad de la Constitución,
tal ·como se expresaba en el articulo 128.
"Esta Constitución no perderá su fuerza en vigor aun cuando por alguna rebelión
se interrumpa su observancia. En caso de que por un trastorno público se establezca
un gobierno contrario a los .principios que ella sanciona, tan luego como el pueblo
recobre su libertad se ,restablecel'á su observancia, y con arreglo a ella y a las leyes
que en su virtud _se hubiel'en expedido, serán juzgados, ~si los que hubieren figurado
en el gobierno emanado de la rebelión, como los que hubieren cooperado a ésta."
Esta tapa coincide con el aspecto meramente militar; tenía por objeto la des~
trucción del gobierno de Victoriano H,uerta.
LA CONVENCION MILITAR
Desde los comienzos de la revolución. Carranza habia ofrecido a los jefes fuili·
tares que lo siguieron, convocar a una Convención en la capital de la República,
cuando fuera ocupada por el Ejército ConstituCionalista y se hiciera cargo del Poder
Ejecutivo, corifonne al Plan de Guadalupe. ReunÍda dicha Convención el 3 de _octubre
de 1914 en la ciudad de México, Carranza propuso en su mensaje.a la misma los te-
mas de que debía ocuparse, para dar a la Revolución una finalidad constructiva y con
tendencias al establecimiento de un orden civil. La Convención debía señalar la fecha
de las elecciones para el restablecimiento del orden constitucional, "'fin supremo del
gobierno legalista"; la expedición por el gobierno provisional de las reformas sociales
y politicas que la Convención considerara de urgente necesidad, ANTES DEL RESTAw
BLECIMIENTO DEL ORDEN CONSTITUCIONAL. Tales reformas, que desde antes
había señalado el Primer Jefe a los principales jefes del ejército, como indispensables
_ para satisfacer las aspiraciones populares de libertad económica, de igualdad política
y de paz orgánica, eran las siguientes:
Libertad municipal como base de la división politica de los Estados y.como prinw
cipio y enseñanza de las prácticas democráticas. Resolución del problema agrario,
por medio del reparto de los terrenos nacionales, de los que el gobierno compre a los
grandes propietarios y de los que se expropien por causa de utilidad pública; un con~
junto de enunciados que hoy comprendemos bajo el nombre de cuestión obrera, catasw
tro, nu1ificación de contratos y concesiones ilegales, etc., etc.
ADICIONES AL PLAN DE GUADALUPE
El gran viraje de la re>volución
Sabido es que la Convención militar, trasladada a Aguasealientes, no se ocupó
de un programa de reconstrucción, por haberse dividido en dos bandos, dando lugar
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a una de las luchas civiles más encarnizadas que registra la historia de México. La
escisión villista fue la causa del nuevo rumbo de la Revolución, fue el motivo del gran
viraje de la misma, que se transformó de militar y legalista en lucha social de prin-
cipios elevados, al lanzar Carranza un programa avanzado, no para mantenerse en el
poder, sino para realizar un programa de reformas políticas y sociales que por su
parte no presen'taba el villismo, pues no se conoce de la Convención, parte de la cual
siguió reunida en Aguascalientes y que después se hizo trashumante, ningún pro-
grama, proyecto, iniciativa, principio, profesión de fe, que no fuera un personalismo
agudo. Carranza lanzó en Veracruz su célebre Decreto de 12 de diciembre de 1914,
de ADICIONES AL PLAN DE GUADALUPE, que coloca a la Revolución en nuevos
cauces, pues deja de ser Constit'lcionalista en el sentido legal de la palabra, para
convertirla en un movimiento social de amplias perspectivas.
Es en ese Decreto donde Carranza, prescindiendo totalmente de la Convención
Militar, señala el carácter reaccionario de la fracción villista:
HQue la calidad de los elementos en que se apoya el general Villa, que son los
mismos que impidieron al Presidente Madero oriental' su política en un sentido radi-
'cal, fueron ... los responsables políticos de su caída y por otra parte, las declaracio-
nes terminantes hechas por el mismo Jefe de la División del Norte, en diversas oca-
siones, de desear que se restablezca el orden constitucional antes de que se efectuaran
las reformas sociales y políticas que exige el país, dejan entender claramente que la
insubordinación del general Villa tiene un carácter netamente reaccionario y opuesto
a los movimientos del constitucionalismo, y tiene el propósito de frustrar el triunfo
completo de la revolución, impidiendo el establecimiento de un gobierno preconstitu-
cional que se ocupara de expedir y poner en vigor las reformas por las cuales ha
venido luchando el país desde hace cuatro años."
y como la revolución debe seguir adelante, el Jefe de la misma se siente investido
de la obligación de procurar que cuanto antes se pongan en vigor todas las leyes en
que deben cristalizar las reformas políticas y económicas que el país necesita, expi-
diéndolas durante la nueva lucha que va a desarrollarse, debiendo continuar vigente
en su parte esencial el Plan de Guadalupe, y para que el pueblo y el ejército consti-
tucionalistas conozcan con toda precisión, tanto los fines militares que se persiguen
o sea el aniquilamiento de la reacción que renace encabezada por Villa, como los prin-
cipios políticos y sociales que animan a la Primera Jefatura y que son los ideales por
los que hace cuatro años ha venido luchando el pueblo mexicano; en los siete ar-
tículos del Decreto (que es el programa de esta nueva fase de la revolución), se
declara subsistente el Plan de Guadalupe hasta el triunfo completo de la misma,
continuando el Primer Jefe encargado del Poder Ejecutivo, debiendo entretanto ex-
pedir y poner en vigor, todas las leyes, disposiciones y medidas encaminadas a dar
satisfacción a las necesidades económicas, sociales y políticas del país, efectuando las
refonnas que la opinión pública exige como indispensables para restablecer un régimen
que garantíce la igualdad de los mexicanos entre sí; leyes agrarias que favorezcan la
formación de la pequeña propiedad, disolviendo los latifundios y RESTITUYENDO
a los pueblos las tierras de que fueron injustamente privados; leyes fiscales enca-
minadas a establecer un sistema equitativo de impuestos a la propiedad raíz, legisla-
ción obrera para favorecer en general a las clases proletarias, libertad municipal como
institución constitucional; bases para un nuevo sistema de organización del ejército;
reformas a los sistemas electorales para obtener la efectividad del sufragio; un Poder
Judicial independiente tanto en los Estados como en la Federación; leyes relativas
al matrimonio y al estado civil; estricto cumplimiento de las Leyes de Reforma, re-
visión de los códigos, reformas al de Procedimientos, para una administración de jus-
ticia efectiva y 'expedita; revjsión de leyes de minas, petróleo, aguas, bosques y demás
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recursos naturales del país, para destruir los monopolios creados por el antiguo ré-
gimen y evitar que en lo futuro se formen otros.
Se anuncian también REFORMAS POLITICAS que garanticen la genuina apli-
cación de la Constitución de la República. El artículo 39 enumera la suma de facul-
tades de que quedaba revestido el Jefe de la revolución para llenar los anteriores
objetivos y organizar la lucha. El artículo 49 sefiala lo que debe hacerse al triunfo
de la revolución: "Al triunfo de la revolución, reinstalada la Suprema Jefatura en la
Ciudad de México y después de efectuarse las elecciones de Ayuntamientos en la ma-
yoría de los Estados de la República, el ... encargado del Poder Ejecutivo, convocará a
elecciones para el Congreso de la Unión ... 5. Instalado el Congreso de la Unión, el
Primer Jefe ... dará cuenta ante él del uso que haya hecho de las facultades de que por
el presente se halla investido y especialmente le someterá las reformas expedidas y
puéstas en vigor durante la lucha, con el fin de que el Congreso las ratifique, enmiende
o complete y para·que eleve a preceptos constitucionales aquellas que deben· tener dicho
carácter, antes de que se restablezca el orden constitucional. 6. El Congreso de la Unión
expedirá las convocatorias correspondientes para la elección del Presidente de la Repú~
blica y una vez efectuada ésta, el Primer Jefe de la Nación, entregará al electo el Poder
Ejecutivo".
Los puntos del mensaje a la Convención y el programa del artículo 2 de las Adi-
ciones, ofrecen unidad y continuidad en el pensamiento de Carranza y muestran desde
cuándo venía elaborando las soluciones que al fin fueron adoptadas por la nueva Ley
Fundamental.
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revolucionaria y para incorporar en una nueva Constitucción todas las leyes expe-
didas durante la lucha que merecieran llegar a esa categoría. Esta es una de las
épocas más críticas de la historia de México, en que los hombres de la revolución
confrontaron terribles problemas de cuya solución dependían la paz y el porvenir de
la República, porque de haberse siquiera intentado el procedimiento que establecían
las Adiciones al Plan de Guadalupe, el país estaba amenazado de intranquilidad y
de zozobra, de la continuación de la guerra civil, semilla de descontento y bandera de
planes los más variados, atendido que las pasiones estaban aún mal apagadas y la
reacción siempre vigilante y activa. Lo esencial al iniciarse la nueva lucha, era el
anuncio de las reformas sociales urgentes y dignas de implantarse desde luego, pre-
sentar el programa más avanzado de la revolución, porque no había otro y prometer
solemnemente acudir a la representación nacional para la sanción de todo ló que se
iba a hacer, así como resignar el mando en el Ejecutivo que resultara electo popular-
mente. ¿Tanteos de la revolución? No, más bien política de la revolución: dar un
programa de reformas, señalar claramente los objetivos de la lucha, diferenciar las
facciones por SUB propios rasgos, decir lo que representaba la facción villista, elimi-
nar los obstáculos que se oponían al triunfo del constitucionalismo y agitar a la
República con la perspectiva de una mejora sustancial en la condición del pueblo.
Las combinaciones políticas no eran bien captadas tal vez por los hombres de armas
cuyo único y principal objetivo era el triunfo de su causa; el resultado a largo plazo
y los arreglos posibles de las nuevas situaciones, abordarlos a su tiempo o dejarlos
en las manos experimentadas de los jefes y principalmente del de la revolución en
cuyo patriotismo y experiencia podían descansar completamente. Ese programa res-
pondía a la psicología del momento y por tanto, al lado de objetivos precisos, era
bastante señalar perspectivas susceptibles de modificarse oportunamente, para llegar
a los mejores resultados. Tal es la interpretación que debe darse a este conjunto
de aparentes paradojas que se desprenden del Decreto de Adiciones al Plan de Gua-
dalupe y que no son otra cosa que el proceso dialéctico de la revolución, la cual se
desarrolló paulatinamente y fue encontrando sus soluciones. Esto demuestra también
que el proceso revolucionario que estamos describiendo, sólo se refiere a una de sus
numerosas fases, que se continúa actualmente y se desarrollará paralelamente a la
vida de la sociedad mexicana. No debemos creer que si la revolución concluyó en
su parte crítica, I:)e detenga cuando todavía quedan problemas por resolver y pro-
blemas nuevos qUE.'! han surgido como consecuencia de la aplicación del criterio y de
los principios revolucionarios.
FACULTADES. Las facultades de la revolución, es decir, del Primel' Jefe para
expedir las leyes anunciadas en el anterior Decreto, eran discutibles desde el punto
de vista de la ortodoxia constitucional, pero en México había el antecedente de las
Leyes de Reforma expedidas durante una época en que no regia la Constitución
de 1857 (que en teoria estaba vigente), supuesto que Juárez la tomó como bandera
contra Comonfort que la había desconocido, pero Se hizo dar facultades extraordina-
rias y en ejercicio de ellas legisló en Veracruz. Carranza tenia también facultades
dictatoriales por la revolución y en uso de ellas podía legislar para cumplir con el
programa anterior. Sin embargo, la revolución enfrentó el problema y llegó a la
conclusión de que la única manera de legalizar todo ese período y entrar en la vía
de la legalidad, era la convocatoria de un Congreso Constituyente.
Este es un rasgo de la revolución cuya importancia debemos señalar porque ha-
biendo sido un paso acertado, ahora parece fácil y natural. Sin embargo, vemos que la
idea no aparece ni siquiera en las Adiciones al Plan de Guadalupe ni en ninguna de las
reformas anunciadas en varias ocasiones; fue un viraje desconcertante de la revolu-
ción que se había iniciado como un movimiento legalista y que parecia destinado exclu-
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sivamente a restaurar la Carta de 1857; ahora resultaba que la misma revolución
estaba decidida a REFORMAR aquella Constitución por un camino diferente y como
sin duda el paso fue acertado, sólo se pueden discutir teóricamente sus fundamentos,
porque en política el acierto es el único criterio válido para juzgar una obra.
II
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REFORMAS. Al surgir la idea de un Congreso Constituyente, se le señalaban
dos objetivos: incorporar las reformas sociales que se implantaron durante la lucha
armada y REFORMAR la Constitución de 1857 para adaptarla al nuevo orden de
cosas y mejorarla, haciéndola realmente aplicable.·
Si hemos asistido al proceso que culmina con la idea del Constituyente, ahora
encontramos una nueva etapa: ésta es la de la REFORMA de la Constitución de
1857. Es el lenguaje que predomina en la literatura política de la época, se encuen-
tra en el Proyecto presentado al Congreso por el Primer Jefe y subsiste en el preám-
bulo del nuevo Estatuto. Fue el mismo Congreso el que dio el paso adelante: dentro
del criterio reformista entró de lleno en una obra que fue más que una simple
reforma, hasta el punto de expedir una Constitución totalmente nueva, con otra
fisonomía, otros principios de estructuración política' y un nuevo cartabón de orga-
nización social que permiten señalarla como una verdadera NUEVA CONSTITUCION.
Al Congreso no podían detenerlo los miramientos puramente políticos del Jefe de
la revolución, quien estaba obligado a respetar las tradiciones del país en esta materia,
unirse a la veneración que todavía se guardaba para aquel Código, a fin de no alarmar
al pueblo con el anuncio de un nuevo ensayo más entre los numerosos que habían
desacreditado el afán de producir nuevas leyes fundamentales y respetar lo que era
digno de respetarse. Carranza presentó en efecto un proyecto de REFORMAS y el
Constituyente dictó una Nueva Constitución.
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LegislatiVo se convierta en una rémora constante para la marcha de la administra-
ción, siendo por tanto, indispensable hacer dichas reformas, que traerán como conse-
cuencia forzosa la independencia real y verdadera de los tres poderes,
Hay dos clases de reformas que este notable documento señala, cada una con
su alcance y su influencia: 1, las que no tocan a la organización y funcionamiento
de los poderes públicos, o sea leyes secundarias, que pueden expedirse desde luego,
como lo fueron las Leyes de Reforma, que no vinieron a incorporarse en la Consti-
tución, sino después de varios años de observancia, porque tratándose de medidas
que en concepto de la generalidad de los mexicanos, son necesarias y urgentes, por
estar imperiosamente reclamadas por necesidades que no admiten demora. tales leyes
no provocarán ataques al gobierno constitucionalista ni darán motivo para ponerle
obstáculos en sus propósitos de volver al orden constitucional; y II otras reformas
constitucionales' que tienen que alterar forzosamente la organización del Gobierno
de la República. que no pueden como las anteriores ponerse inmediatamente en vigor
y las cuales, por merecer un trato distinto, van a acarrear las criticas de los ene-
migos del gobierno constitucionalista, haciendo desconfiar a la opinión pública, a la
que tratarán de conmover indicando el peligro de tocar la Constitución de 1857, U con-
sagrada por el cariño del pueblo en la lucha y sufrimientos de muchos años como el
símbolo de su soberanía y el baluarte de sus libertades" a cuyas críticas se contesta
diciendo que no tienen derecho de hablar de respeto a la Constitución los que precisa-
mente la han vulnerado para cubrir con el manto de la' legalidad los despojos más
inicuos, las usurpaciones más reprobables y la tiranía más irritante; y para prevenir
los ataques se declara con toda franqueza y sinceridad, que con las reformas que
se proyectan no se trata de fundar un gobierno absoluto. que se respetará la forma
de gobierno establecida, reconociendo de la manera más categórica que la sobe-
ranía de la Nación reside en el pueblo, que el poder público, tanto de la Federación
como de los Estados, seguirá dividido en tres poderes verdaderamente' independientes
y que se respetará escrupulosamente el espíritu liberal de dicha Constitución, a la
que sólo se quiere purgar de los defectos quer'tiene, ya por contradicción, por obscu~
ridad, por omisión, ya en fin, por las reformas que para desnaturalizarla se hicieron
durante las dictaduras pasadas,
Consecuencia de lo anterior, se declaran reformados los artículos 4, 5 y 6 del De-
creto de Adiciones al Plan de Guadalupe y se estatuye que al triunfo de la causa
constitucionalista y estando hechas las elecciones de Ayuntamientos en toda la. Re-
pública, el Primer Jefe, convocará a elecciones para un Congreso Constituyente; se
fijan la base de población y los ·requisitos para ser Diputado a ese Congreso y se
ordena que instalado éste se' le presentará el "Proyecto de Constitución Reformada",
Se limita su cometido al estudio de esas reformas y se le sefiala el tiempo de dos
meses para llevar a cabo sus tareas,
Documento notable bajo todos los conceptos; instrumento político definitivo, porque
explica ante el Ejército constitucionalista, ante la Nación y ante la Historia, el cambio
trascendente ge la marcha y fines de la revoluci6n, que deja de 'ser militar para con-
vertirse en sociológica, que abandona el viejo principio de restaurar la Constituci6n
de 1857, para plantear valientemente la convivencia, y necesidad de un ~uevo Consti~
tuyente. Paso audaz y peligroso que el genio de Carranza supo salvar felizmente y que
coronó el acierto de los legisladores, pues si hubieran fracasado en su obra, habrían
arrastrado al pais a otra época de turbulencias, de nuevos ensayos de Constitución,
con el desprestigio creciente de todos ellos. hasta llegar al abismo de las refileltas
militares y de los gobiernos desp6ticos, que habia sufrido México hasta el Plan de
Ayutla.
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En este Decreto se plantea y se resuelve el antes insoluble problema de cómo llegar
al orden constitucional dejando a salvo las conquistas de la revolución; se desechan
definitivamente los proyectos anteriores de RESTAURAR el pasado y 'Se abandona
para siempre el concepto de que sólo la Constitución de 1857 era capaz de asegurar
la estabilidad y la marcha de las Instituciones. Una cosa destaca: la distinción entre las
leyes secundarias y las que forzosamente afectaban la organización política, leyes de
esos dos generas se habían dictado por el Poder Revolucionario, pero para determinar
su alcance, era preciso colocarlas cada una en su categoría a cfedos de su firmeza,
y en ese sentido la revolución se inspira en la REFORMA, que por haberse inscrito
en leyes secundarias, entraron en vigor desde luego y hasta varios años después del
triunfo de la lucha, se incorporaron en la Constitución.
El anteceden~ invocado por Carranza para explicar este viraje de la revolución,
es una prueba del respeto que tenía por Juárez y la obra del partido liberal; pero a la
verdad, la historia de México suministra otros eJemplos de lo que es una revolución
cuando comienza y cuando aeaba, de lo que en un principio se proponían sus autores
y la transfor'mación que se opera a medida que las realidades se impomm. Así sucedió
en la revolución de Independencia: Comenzó con un programa en que se reconocía y
proclamaba a Fernando VII, pero MoreIos lo cambió radicalmente al proclamar la
absoluta independencia de México respecto de España. La revolución de Ayutla co-
menzó con un radicalismo que produjo alarma y se transformó en una revolución
moderada que a su triunfo dio lugar a la Constitución moderada de 1857. Finalmente
Juárez que asumió el poder enarbolando la Constitución, la hizo a un lado cuando era
preciso legislar por encima y más allá de la misma, en uso de facultades dictatoriales
que le dieron las autorizaciones del Congreso, la revolución de tres años y la interven-
ción extranjera. Gobernó sin la concurrencia de los otros poder'es, se prorrogó a sí
mismo su período -constitucional, nombró gobernadores, dispuso de la hacienda pública,
movilizó y 'creó ejércitos, todo para salvaguardar la Independencia Nacional y el Ré-
gimen republicano, al margen y aun en contra de la Constitución, que era sólo un
símbolo. La revolución de Ayutla distaba mucho de la Reforma, pero el país sancionó
esa larga etapa histórica y la representación nacional en su oportunidad pudo incor-
porar aquellas leyes y aun reformar la Constitución para establecer el Bicamarismo. No
cabe duda que fue más acertada la revolución convocando un Congreso Constituyente
que tenía por objeto: legaliz~ la obra revolucionaria, cortar toda disputa sobre el
valor de las reformas, establecer los cuadros de la nueva organización política y
sodal y asegurar permanentemente las conquistas hechas por el pueblo en aquella
sangrienta lucha. La misma revolución se fundaba en los principios de la soberanía
popular: "El pueblo tiene en todo tiempo el derecho de alterar o modificar la forma de
su gobierno" y en el de la inviolabilidad de la Constitución que hemos citado antes. Las
objeciones de los enemigos de la revolución al Constituyente y al Código de Queré-
taro, nunca tuvieron eco: decían que la Constitución sólo podía haberse reformado con-
forme a las reglas estatuidas por la misma, lo que equivalía a condenar los orígenes
mismos de la Constitución que defendían, puesto que emanó de la Revolución de Ayutla
y no de un proC€so legal; ignorando igualmente aquellos casos señalados de la transo
formación de la revolución en el sentido de principios más radicales.
El 19 de septiembre de 1914 se expidieron la convocatoria a elecciones del Consti·
tuyente y la Ley Electoral. El 26 de o-ctuIn'e se dictaron reglas para la instalación del
Congreso.
Estas son las leyes que dieron forma y vida al Congreso; hay además disposiciones
que pudiéramos llamar normativas de la misma Constitución, como fueron las reformas
constitucionales dictadas durante el periodo preconstitueional y que acogió el Congreso
en la nueva Constitución.
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III
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suró el Congreso, dedicó 6 sesiones al Reglamento y 60 al estudio del proyecto, de las
iniciativas, en una palabra, de la Constitución.
El 6 de diciembre, 7~ sesión, se nombró la Comisión de Constitución compuesta de
los Diputados Colunga, Múgica, Monzón, Recio y Dr. Alberto Román y se dio lectura
al Proyecto del Primer Jefe, con 132 artículos y 9 transitorios.
El 11 comenzaron a leerse los primeros dictámenes.
En su 21~ sesión, el 23 de diciembre, Múgica propuso se nombrara una segunda
Comisión de Constitución o se ampliara la existente, confesando que la actual no
podría dar cima a su tarea (iba en el artículo 16), Y aprobado que se nombrara una
segunda Comisión, ese mismo día quedaron designados: Machorro N arváez, Medina,
Jara, Méndez y Dr. Agustín Garza González. En su primer dictamen, 26 de diciembre,
que fue sobre el articulo 39, dicha Co~isión explicaba que dado que la primera tenía
muy adelantados dictámenes sobre el Título 1 (Garantías) y a fin de que hubiera con-
tinuidad en las labores del Congreso, la segunda dictaminaría a partir del Título 11,
y en efecto, dictaminó desde el artículo 39 hasta el final.
El Congreso pudo dar cima a su obra en el corto plazo de dos meses, merced a un
trabajo continuo, sesiones mañana y tarde, sesiones que se prolongaban hasta horas
avanzadas de la noche y al final una sesión permanente de tres días ¡ trabajó sobre un
Proyecto de Reformas a la Constitución, con lo que se ahorró no menos de cuatro
meses que fue el tiempo que el anterior tardó para formular su Proyec'to y dos terce~
ras partes de su actuación fueron posibles merced a una segunda Comisión de Constitu-
ción. Su trabajo efectivo es igual} a'l del Primer Congreso, porque en 66 sesiones continuas
e ininterrumpidas logró el mismo resultado que el anterior en 132, descartados los
asuntos no pertenecientes a la Constitución.
CARRANZA Y EL CONGRESO
El Proyecto del Primer Jefe sufrió profundas modificaciones al pasar por el tamiz
de las libres discusiones de la Asamblea. Carranza fue respetuoso en extremo de la
libertad de aquélla. El Proyecto tuvo sus defensores: Macías, Palavicini, Cravioto, Luis
M. Rojas, Ugar,te¡ gran parte de los artículos de.l mismo fue aprobada previo dic-
tamen. El mismo Primer Jefe manifestó un profundo interés por los trabajos del
Congreso y asistió a la primera sesión que se dedicó al artículo 39. Tenía derecho y si
se quiere interpretar su presencia como un gesto o un intento de influir en la discusión
y la votación, es sólo para deprimir al Congreso y al Primer Jefe, como si no hubiera
pruebas más -que suficientes que acreditan la perfecta libertad de la Asamblea y el
respeto que tuvo para sus deliberaciones el Primer Jefe. Este tenía derecho de pre-
:;enciar y de conocer objetivamente el espíritu de la Asamblea, porque la obra que ésta
. iba a llevar a cabo, no era algo extraño a su investidura de Jefe de la revolución y
responsable de los destinos del país, autor de un Proyecto en que se vaciaban los des~
tinos nacionales, Jefe del gobierno que a si propio se había señalado el término y los
límites de su poder, a diferencia de Comonfort, que no tuvo ninguna parte en la
Constitución que dictó aquel Congreso. Aquel Congreso tenía dos límites, el tiempo,
(un año) y constituir a la Nación bajo la forma de República democrática, mientras
que el de Querétaro tenía que ocuparse de un Proyecto de Reformas que le presen~
taba su autor, el que políticamente debía considerarse el autor, y no era lesivo de
ningún principio democrático que ese mismo autor quisiera presenciar una sesión
en que se discutía una disposición de trascendencia para el país y en que estaba
empeñado el prestigio de la revolución. Este mismo prestigio estaba empeñado si
quedaba coartada la libertad de las discusiones, pero afortunadamente, ambos, el Con-
greso y el Primer Jefe, honraron el espíritu de la nueva época, manteniéndose cada
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uno en sus términos de respeto por una parte y de completa libertad por otra. No
era ajeno al carácter de Jefe de la Revolución asistir a un Congreso emanado de
ésta y en una época en que todavía no se restablecía el orden constitucional, ya que
dentro de este orden, sería inusitado que el Presidente de la República asistiera a una
o varias sesiones de un Congreso legislativo.
Comparando el Proyecto del Primer Jefe con la Constitución de Querétaro, se
advierten profundas diferencias: El Constituyente fue más allá del pensamiento de)
autor de las Reformas al hacer constitucionales preceptos como los artículos 123 y
27 y al estudiar a fondo la cuestión agraria dentro del sistema y plan que le presen•
. taron el Jng. Rouaix, Secretario de Estado del gobierno de Carranza y D. Andrés
Molina Enríquez, invitado por éste y ambos con la aprobación y la autorización de la
Primera Jefatura. Las disposiciones que imprimieron un nuevo aspecto a la Consti·
tución mexicana no fueron" ignoradas por Carranza, ni tuvo empacho en admitirlas
y sostenerlas como expresión misma de la revolución•
.. El Proyecto que Carranza sometió al Congreso, pertenece a esta etapa de la
revolución en que por razones políticas muy respetables, sólo se hablaba de REFOR-
MAS. Un Congreso revestido de la soberanía popular, dictaba una nueva Constitu-
ci6n, etapa final, término final de ese proceso que hemos venido estudiando desde el
Plan de GuadaJupe.
Los enemigos del nuevo régimen han empleado diversos procedimientos para ata-
carlo y uno de ellos es el de achaparrar al Congreso de Querétaro y enaltecer el de
1857 haciendo comparaciones desfavorables al último. Ahora la crítica comienza a
destacar las fallas del primer Congreso, pero no seremos nosotros los llamados a se-
ñalarlas, porque ,ni los tiempos ni la composición ni las ideas ni el espíritu público
de uno y otro entonces, autorizan comparaciones. Hombres distinguidos. hubo en am-
bas asambleas, distinguidos como militares, políticos, periodistas, profesionistas, ete.,
pero sí podemos afirmar categóricamente que el de Querétaro era un Congreso ver-
daderamente representativo de las ansias populares, porque en él estaban los mismos
ciudadanos que habían hecho la revolución y los elementos. que más en contacto habían
estado con las necesidades del pueblo, como profesores, artesanos, campesinos, pe-
queños propietarios, maestros de escuela, obreros, que ya habían luchado por princi~
pios de reforma social, no sólo por el derrocamiento de Huerta, y por consiguiente
tenían interés en que se escribieran. las conquistas revolucionarias para garantizar
su triunfo por el" mayor tiempo posible.
IV
Se ha suscitado con frecuencia la cuestión interior, pero basta señalar las diferen-
cias de las Constituciones de 1857 y de 1917 para establecer criterios bien definidos.
Los derechos del hombre se convierten en garantías individuales. Al enunciado
teórico y filosófico, de Un conjunto de principios sin efectividad ni sanción, se susti-
tayen las promesas solemnes del poder público por medio de las Instituciones, de dar
a cada individuo un conjunto de zonas infranqueables que tienen por objeto hacer que
se respeten sus libertades, sus propiedades, su seguridad y la igualdad de todos los
componentes de la sociedad.
La división de poderes se mantiene en principio, pero se convierte en interde-
pendencia dentro de la igualdad. Al Ejecutivo se asignan atribuciones y facultades
19
que lo hacen preponderante, para que sea capaz de llevar adelante la gran reforma
social, sin los entraves que significan la dispersión del poder, la fragmentación del poder
y porque la nueva Constitución es un instrumento de gobierno, lo que la hace única
en su género.
En la de 1917 se establece verdaderamente la independencia del Poder Judicial
de la Federación, declarándolo inamovible y volviendo así a un viejo principio prac-
ticado y contenido en todas las Constituciones mexicanas hasta 1857, que por una
aberración inexplicable establecía la elección popular de los Ministros de la Supre-
ma Corte y del Procurador cada seis años.
La Constitución de Querétaro estableció la autonomía del Municipio como base
de la organización política y democrática, volviendo a la vida una Institución que se
había practicado con éxito en México, pero que estaba ya perfectamente enterrada.
La revolución no ha cumplido con este ideal, debido a la concentración del poder
en manos del Gobierno Federal, pero queda como una bandera todavía y da lugar a
esfuerzos en el sentido de realizar ese elevado propósito.
El principio de no-reelección conquistado por la revolución Maderista, quedó con-
sagrado y después de que el destino pareció intervenir dramáticamente para hacerlo
respetar, es un punto que nadie se atreverá a tocar. La Constitución de 1857 era muda
a este respecto.
Las libertades establecidas en el Capitulo de GARANTIAS INDIVIDUALES, res-
ponden a un sistema mixto en que se conjugan los derechos individuales y los de la
sociedad. Establecido y reconocido el principio, se establece al lado de él lo que
demanda la acción social del poder público en beneficio del mayO'r número, de donde
esas aparentes paradO'jas que se observan, por ejemplo, en el primitivo artículO' 39:
"La enseñanza es libre, pero ... " con lo que parece naufragar el enunciado inicial.
Es que el Estado asume una función, acepta una misión y al hacerlo establece las
condiciones mediante las cuales llenará su cometido y es al Estado al que cO'rres-
ponde trazar el carácter de la enseñanza que va a impartir, y mientras subsista un
ordenamiento que está muy lejos del primitivo y estricto derecho individual, tendrán
que sO'pO'rtarse esas disposiciones.
Para que en el ramo de la enseñanza se pudiera establecer una libertad absoluta,
s(: necesitaría reformar no ese artículo sino toda la Constitución, borrando de ella
todo lo que se refiere a los derechO's de la sociedad y al deber que tiene el poder
público de regirla, encauzarla.
Esta explicación nos ayuda a comprender el porqué los artículos 27, 28, 123, 130
Y 131, dan a la Constitución de QuerétarO' un marcado tinte socialista, aún mal defi-
nido porque todavía no se hace la doctrina de la misma, pero que provisionalmente
se puede llamar socialismo de Estado y su imprompta, "Constitución político~social".
El artículo 27 deroga el concepto romano de la propiedad individual, para hacer
de ésta un factor social de aglutinación y de progreso, interviniendo el Estado en la
distribución de la riqueza para que el mayor número participe de los goces de la
propiedad, base de una estructura social, sólida y sana. Después de esto, vienen las
garantías sociales para hacer efectivos estos principios; tales garantías están inclui-
das y forman parte de la organización agraria y las soluciones al problema de la
tierra, con medios eficaces para que todos los que la adquieran, la disfruten, la hagan
respetar y la hagan producir.
Igual cosa en el artículo 123, garantías de todo asalariado individual o colecti~
vamente considerado, que son en realidad garantías del trabajo, para hacer de éste
uno de los fundamentos de la nueva ciudad, haciendo del trabajo una misión noble y
enaltecedora, alejada del viejo espíritu de servidumbre, esclavitud, abyecta sujeción,
negación absoluta de todm,l 10& valores humanos.
20
una propo~HclOn a la Asamblea, para que cuanto antes princIpIen sus trabajos las
juntas preparatorias y elijamos presidente. Mi proposición es ésta": que los presuntos
diputados cuyos apellidos empiecen con "A", se sirvan ponerse de pie; y como serán
a lo más cinco o seis, fácilmente podremos saber luego a qui~n corresponde fungir
como presidente, y podrá pasar a tomar su puesto, nombrando a sus secretarios para
proceder luego a la elección de la Mesa provisional. Yo suplico que, para saber si se
acepta esta proposición, los señores presuntos diputados que no estén conformes con
ella, se sirvan ponerse de pie.
24
vertir que, como hubo causa de fuerza mayor para que no nos reuniéramos todos los
presuntos diputados, se suspendieran las sesiones hasta hoy, con objeto de que se
hiciera excitativa a los presuntos diputados para que se presentaran, porque esa es
una especie de sanción, que fue el objeto del Primer Jefe. La Secretaría de Goberna-
ción, interpretando el telegrama, puso abajo: "y como no hay quorum, las reuniones
principiarán hasta el día 21". Pero la falta de quorum tiene que' sancionarla la Asam-
blea. Aun cuando hubiera una lista oficial de los señores que se reunieron ayer, mu-
chos no estaban aquí presentes y era imposible que se reunieran; otros, acatando la
disposición de la Secretaría de Gobernación, no lo hicieron. Pero, ¿ quiere decir que
estos últimos no cumplieron col1 la ley, porque debieron haberse reunido a las diez de
la mañana como estaba dispuesto, y la Asamblea declaró que no habiendo quorum y
habiendo una causa de fuerza mayor por la cual los señores diputados no se presen-
taran, la eximía de hacer la excitativa que la ley previene para dejar la junta para
hoy'? Creo que ése es el trámite legal que corresponde.
-Un presunto diputado: Se nos invitó ayer para cambiar impresiones. La ley
dictada por la Primera Jefatura en el primer decreto es una ley, así como el tele-
grama. _(Voces: ¡No! ¡No!) Sí, señores, con la misma legalidad con que el Primer
Jefe nos citó ,para el día 20 de noviembre, tuvo, en vista de las dificultades que hubo
en el tráfico, la misma facultad para citarnos el día 21. Desde este momento, señores,
creo que ayer no hubo junta previa legal.
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: Sí, señores; está resuelto ya que no hubo
junta previa, y solamente para que se quite todo escrúpulo a quienes convinieron en
que no existió legalidad en esta determinación, voy a hacer esta advertencia: en pri-
mer lugar, la lista oficial declaró que no habia quorum, y por eso se dijo que no podía
haber junta el día 20; en segundo lugar, si hubo reunión ayer, no pudo tener valor;
porque ahí está el telegrama que dice: "Empezarán las juntas el día 21"; y, por últi-
mo, ninguno de los ahí presentes acreditó su personalidad con sus credenciales, para
poder decir en definitiva, al concluir la reunión: "hemos tenido junta". Ahora, al venir
aquí, ca~a uno de nosotros debe presentar sus credenciales para acreditar que somos
presuntos diputados. Si ninguno de nosotros .acreditara eso, no habría junta previa
legal. Suplico, pues, se tome en consideración la proposición primera.
-El C. Truchuelo: Comenzam"os, señores, por no cumplir con el artículo 19, que
ha convocado al Congreso Constituyente.
-El C. Aguirre Berlanga Manuel, interrumpiendo: Pero si seguintos aSÍ, nunca
acabamos. .
-El C. Truchuelo: Yo propongo que la mayoría decida.
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: Yo desearía que esto lo siguleramos discu-
tiendo; pero de esta manera no podemos terminar, porque ~i tenemos un tiempo muy
limitado para tratar asuntos tan t~ascendentales, es verdaderamente lastimoso seguir
en esta forma, pues ni siquiera hay motivos para que se trate de eludir una disposi-
ción que esta Asamblea ha declarado bien dada.
-El C. Truchuelo: Desde luego, la Presidencia debe estar ocupada por el ciuda-
dano a quien, por su apellido, le correspondió ayer esta distinción.
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: Eso es lo mismo que propongo.
-El C. Truchuelo: Permítame usted que haga referencia a lo que pasó aquí
ayer. (Voces: ¡No! No!) -
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: Propongo que, como debe ser, todas las de-
terminaciones que tome esta Asamblea, sean por la mayoría, y para probar que la
opinión de esa mayoría apoya mi proposición indicada, voy a suplicar a los que crean
que debe seguirse lo prevenido por la ley, procediendo inmediatamente a la designa-
ción de la persona que de acuerdo con la misma ley deba presidir esta junta,. mientras
25
se elige la Mesa definitiva, tengan la bondad de ponerse de pie. (La mayoría se pone
de pie.) Hay mayoría. (Aplausos.)
Suplico a los presuntos diputados cuyos apellidos comiencen con A, se sirvan
ponerse de pie. De esta manera serán tres, cuatro o seis, de quienes se tomará nota
de los nombres por un taquígrafo, y se dirá quién es el que debe presidir. El señor
oficial mayor va a leer los nombres de las personas cuyos apellidos comiencen por A.
-El C. oficial mayor leyó dichos nombres.
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: Como hay dos ciudadanos presuntos diputados
de apellido Aguilar, rigiéndose por los nombres, conforme a la ley, corresponde la
Presidencia al ciudadano Agui1ar Antonio.
(El citado ciudadano pasa a la Mesa y ocupa el sitio de la Presidencia.)
26
"Acto continuo, los diputados presentes entregarán sus credenciales a los secre-
tarios de la Mesa, y en seguida se procederá a elegir en un solo acto, en escrutinio
secreto y por mayoría de votos, dos comisiones: una compuesta de quince personas,
para que estudie y rinda dictamen sobre la legitimidad del nombramiento de todos
los miembros del Congreso; y otra, de tres miembros, para que examine las creden-
ciales de los quince individuos de la 1~ Comisión.
"Los quince miembros de la 1¡¡. Comisión se dividirán en cinco secciones, de tres
cada una, repartiéndose entre ellas todos los expedientes por riguroso turno. En cada
una de esas secciones, y en la 2~ Comisión, el primero de los nombrados tendrá el
carácter de presidente, y, en sus faltas, será substituido por el que le siga en el
orden de su nombramiento, funcionando como secretario el último de los nombrados."
De manera que de aquí se desprende perfectamente que en esta reunión está pri-
meramente una Mesa, que es la que va a dirigir la discusión y a encauzarla conve-
nientemente, para que se nombre la Mesa que deba presidir las juntas preparatorias.
Esta no es más que una reunión previa que presidirá el nombramiento de la Mesa
Directiva correspondiente. Cree, en consecuencia, la Presidencia, que debe procederse
a la elección, sin necesidad de la presentación de la credencial, porque el artículo 49
dice precisamente que, a la Mesa que presida las juntas preparatorias, se le entrega-
rán las credenciales respectivas.
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: Pido la palabra, señor Presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Aguirre Berlanga.
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: Mis deseos son que todo se haga en regla.
La dÍi!posición que se acaba de leer significa nada menos que una contradicción que
necesita interpretarse. ¿ Puede haber una elección bien hecha por personas que no han
acreditado tener la personalidad necesaria para venir a votar?
En la fracción respectiva del artículo 39 se dice terminantemente que sólo pueden
estar presentes los señores presuntos diputados que hayan acreditado su personali-
dad con la credencial. De manera que aquí vamos _a tener un conflicto, pero fácil de
resolver: ¿ va a haber o no va a haber votación? ¿ La Mesa que va a fungir durante
todas las juntas previas, va a tener validez? Si no se presentan las credenciales, pue-
de tacharse luego que esa Mesa no está nombrada por quienes deben nombrarla; en
cambio, no hay ningún inconveniente en que se entreguen las credenciales en este
momento, en cumplimiento de lo que dice el artículo 49 -En mi concepto, es un caso
claro y basta nada más interpretarlo. 'J'al es mi proposición, y pido al señor presidente
que, si no hay quienes la impugnen, pregunte a la Asamblea si la aprueba o no.
-El C. presidente: La Mesa abunda en la misma idea del ciudadano Aguirre
Berlanga. Cree que debería ser así; pero la ley le impone la obligación precisa de
que no tome cuenta a los presentes de sus credenciales; simplemente le impone la
obligac;ión de aceptar la presencia de los señores que estén aquí como presuntos dipu-
tados. En consecuencia no puede hacer otra cosa; mas teniendo en consideración que
las personas que están aquí son ciento cuarenta, con ellas se hace la elección.
-El C. Reynoso, interrumpiendo: Son dos preceptos distintos.
-El C. Limón: Yo creo, en mi humilde opinión, que en este caso no hay contra-
dicción. El artículo 49 dice que los presuntos diputados entregarán sus credendales a
la Mesa electa; pero eso no quiere decir ·que no las tengan que presentar a la actual,
para aquellos que son O no presuntos diputados. Se ha dicho que se tiene la segu-
ridad de que los que están aquí son presuntos diputados; no es necesario que se en-
treguen las credenciales a usted: sino simplemente pueden presentarlas y después
entregarlas a la Mesa siguiente.
-El C. presidente: Como la discusión que se tenga durante las sesiones prepara-
torias tiene que ser precisamente una consecuencia de la discusión de la credencial,
27
sí hay el inconveniente que se hace surgir; yo creo que la leyes enteramente ter-
minante. La Mesa no puede exigir la presentación de las credenciales, desde el mo-
mento que se expresa en el artículo 4Q la manera en que han de ser presentadas éstas.
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: Pido la palabra: señor presidente.
-El C. De los Santos: Señores: Si cada uno de nosotros va a interpretar la ley
en estos momentos, vamos a perder un tiempo precioso, como lo ha dicho el señor
Aguirre Berlanga¡ si cumplimos con la ley, terminaremos más pronto. La ley dice
terminantemente que, después de elegir la Mesa que ha de presidir las sesiones de
las juntas preparatorias, los secretarios de esa Mesa, elegida ya, recibirán las cre-
denciales que después nosotros deberemos discutir. La cuestión de que no tengan voz
ni voto los presuntos diputados que no entreguen sus credenciales, es para el acto de
discutir las credenciales de los mismos. Creo conveniente que sigamos adelante, para
no perder el tiempo. La Mesa Directiva no tiene otras facultades que las de cumplir
con la ley.
-El C. Agtiirre Berlanga Manuel: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Aguirre Berlanga.
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: La solución dada por el compañero es la indi-
cada. La contradicción aparente cesa, primero, porque ciertamente que no exige la ley
que se entregue la credencial sino hasta que esté instalada la Me'sa que ha de presidir
las sesiones de las juntas preparatorias, y segundo, como va a haber una votación,
debe exigirse no la entrega de la credencial; pero sí la presentación de (!lla, para
que así se acredite que se es presunto diputado. Eso sí es indispensable.
-El C. presidente: Como conforme al Reglamento no puedo hacer uso de la pa-
labra en esta discusión y estando el presidente de la Mesa sujeto a la voluntad de
la mayoría de los señores presuntos diputados, va a consultar su opinión sobre el
particular y ella resolverá.
-Un C. secretario: La Presidencia ha dispuesto que se ponga a votación' la si-
guiente proposición: Los señores presuntos diputados que crean que es necesario exhi-
bir desde lueg9 las credenciales, que se sirvan ponerse de pie.
---:-Un C. secretario: No hay mayoría.
De conformidad con el artículo 1 Q del decreto de 27 de octubre, se consulta a la
Asamblea si el nombramiento de la Mesa debe ser en un solo acto o sucesivamente.
Los que estén porque deba hacerse en un solo acto, que se pongan de pie. Aprobado.
28
6
facturar los articulos que más tarde vendrán a servir de comodidad, mientras SUB
fuerzas se están gastando eri elaborar lo que más tarde será aprovechado por todo el
pueblo, piensan también en las aflicciones de la patria. Apenas el pueblo queretano
supo el decreto de la Primera Jefatura convocando a elecciones para formar el Con-
greso Constituyente, el pueblo queretano, los trabajadores, esos hombres y esas mu-
jeres dignas por muchos títulos de mejor suerte, se· sintieron animados, porque vis-
lumbraron un rayo de esperanza. ¿ Para qué un rayo de esperanza? ¿ Un rayo de
esperanza por qué? Porque pensaron que los nuevos, cómo los futuros constituyen-
tes, elaborarían una Constitución digna, la Constitución que viniera a calmar un
tanto el cansancio, aquella fatiga que desde 1810, desde iniciada la revolución viene
pesando sobre los verdaderos hijos del pueblo; entre quienes he vivído, entre quienes
he palpado sus miserias, sus aspiraciones supremas; se han congregado ahora al lla-
mamiento del Partido Liberal de Querétaro, para venir a saludar efusivamente, entu-
siastamente, calurosamente, a lo~ ciudadanos diputados constituyentes, y viene por
mi conducto, a la vez que trayendo el más rico, el más espléridido, el más espontá-
neo saludo, viene a decir a ustedes, señores constituyentes, que espera elaboréis una
Constitución que real y efectivamente venga a llenar las necesidades políticas y so-
-ciales. Esta revolución que entraña en sí nó sólo necesidades políticas, como bien
sabéis todos, como bien lo sentimos los hijos del pueblo, entraña también necesidades
socialés muy hondas; esta revolución, que se hizo para regenerar ;tI pueblo, para le-
vantar a los menesterosos, para redimir a la raza indígena, ha sido recibida unáni-
memente con los brazos abiertos, como una bendición del cielo, por todos los deshe-
redados de la fortuna, por todos los que llevan sobre la frente la vergüenza de no
tener lo suficiente'para vivir como gentes y que habitan en un inmundo tugurio; y
todo esto es el resultado de la avaricia de los malos capitalistas mexicanos. Es segu-
ro, señores constituyentes, que en el alma de ustedes viven todas las ansias, todo los
ideales; todas las aspiracionese, todos los anhelos del pueblo sufrido, el pueblo tra-
bajador, ya que habéis recibido galanamente, ya que habéis recibido cordialmente, ya
que habéis recibido afablemente a la comisión del pueblo queretano, que no es éste,
señores, por cierto, pues en la calle está en espera para saludaros; pero debido al
acuerdo tomado no pudo pasar aquí todo en masa. Estos que estamos aquí somos los
representantes de todo el ·pueblo queretano que viene a decir a ustedes que espera
que la Constitución sea verdadera, real, efectiva, liberal y fundada sobre bases incon-
movibles, a fin de que mejore un tanto la condición económica, polftica y social del
pueblo mexicano. Creemos que estaréis a la altura de las circu~stancias, creemos
que laboraréis por los ideales que abriga nuestro Primer Jefe, el señor Carranza,
(Aplausos.)
-El C. presidente: Suplico al señor licenciado Aguirre Berlanga que, en nom~
bre de la Asamblea, se sirva contestar las frases que acaba de pronunciar el orador.
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: Pueblo queretano: Es para mí un alto honor
el que se me ha conferido para contestaros y daros las más sinceras gracias por las
manifestaciones tan patrióticas que habéis venido a hacer ante esta honorable Asam-
blea. Estad seguros, e id a decirlo a todos vuestros compañeros, que abrigamos el
anhelo más grande, más .intenso, para alcanz::r el triunfo definitivo de la revolución.
29
En estos momentos se labora intensamente por la reconstrucción nacional y por con-
vertir las promesas de la revolución en instituciones sociales que han de borrar tan-
tos errores y han de encauzar las energías patrias por un sendero de progreso, de
armonía y de paz. Tengo la firme certeza de que el corazón de los presuntos diputa-
dos aquí reunidos, palpita de satisfacción al ver que la clase desvalida, la clase obre-
ra de este pueblo, ha venido a significar su adhesión, a desear felicidad a este Con-
greso y, a pedirle también, que lleve adelante, siempre firme, con una firmeza de
carácter nada común, las aspiraciones de la revolución que con tanto anhelo, con
tanto sacrificio personal y con tanto espíritu de justicia ha venido realizando el
ciudadano Primer Jefe, a quien todo el mundo, amigos y enemigos, propios y extra-
ños, han reconocido en él el alma de la revolución constitucionalista, y por eso lo han
proclamado unánimemente el Jefe Supremo de los destinos de la República. (Aplau-
sos nutridos.)
-El C. Velasco Benjamín, miembro de la comisión queretana: Ciudadano presi-
dente: Ciudadanos constituyentes: Los grandes hechos de la Historia condensan los
ideales y clamores de los pueblos. México, durante treinta y cinco años, tuvo paz fic-
ticia, una paz de los sepulcros, una paz en que no se disfrutaba de la libertad de los
hogares, en que eran un mito las Leyes de Reforma, en que el obrero en los talleres
gemía, en que no había la libertad de pensamiento, la libertad de trabajo, ni la liber-
tar de conciencia. Tres causas determinaron la revolución constitucionalis.ta y en sus_
comienzos la revolución libertaria de 1910, la génesis de aquella revolución fue el
clamor de un pueblo sufrido, desgarrado, de un pueblo que carecía de libertad, no
obstante que pomposamente se pregonaba. su progreso. El pueblo lloraba, el pueblo
tenía atadas sus manos, amordazados sus labios, aherrojado su pensamiento. Se ne-
cesitó un vidente que allá, por el norte, viniese clamando la redención y libertad para
el pueblo mexicano, y ayer, precisamente, 20 de noviembre, se recordó en nuestra
patria querida el fausto acontecimiento del VI aniversario de la promulgación del
grito libertario de redención. Un ¡¡levántate y anda" fervoroso y entusiasta dirigido-
por el gran apóstol Francisco l. Madero, hizo conmover a las multitudes. Los quince
millones de habitantes de esta patria querida se sintieron sacudidos y vislumbraron
allá en lontananza, al despertarse en medio de las brumas del dolor y del sufrimiento,.
que había algo que esperar. Vinieron los años terribles de lucha, vino la revolución~
vino la guerra cruenta, los campos de batalla se cubrieron de sangre y de cadáveres.
¡Cuántas angustias, cuántas lágrimas, cuántos dolores fueron necesarios, señores, pa-
ra la redención del pueblo mexicano!
Aquel ilustre vidente no vio la consumación de su obra. Aquel redentor de su
patria ahogó con su propia sangre -así se pretendió-, se pretendió que ahogara
con su propia sangre el grito libertario de esta patria querida. Los campos de batalla,
así en el N arte como en el Sur, en el Oriente como en el Poniente, todos ellos cla-
maban con grito herido el anhelo del pueblo por conquistar sus libertades. No había
bastado que un libertador, que un venerable anciano, diese libertad política a la nación;
que un hombre de, hierro, un indio de Guelatao, diese derechos civiles y políticos a IR
nación; no habían bastado los sacrificios llevados a cabo por el pueblo después de
las humillaciones sufridas, después de las obras de traición y de la obra de los malos
hijos de México. Nada de eso había bastado, había la hidra del fraile, del latifundista,
del cacique, del militarismo, que oprimían al pueblo, que explotaban al pueblo, que
sepultaban a la nación, que enervaban a esta patria -cuando tales acontecimientos
se desarrollaron- no obstante, señores, los esfuerzos de este pueblo querido. Por fin,
triunfa la opinión y, triunfando la opinión, se eleva el pedestal más alto de esta patria
al ungido del pueblo, y la traición ceba sus ambiciones en el ungido del pueblo. Es
necesario que se levante entonces allá, en Coahuila, una voz potente, una voz sobera-
30
na, para¡ reivindicar los derechos del pueblo. Hace oír la clarinada de la libertad y de la
legalidad y conmUeve hondamente al pueblo mexicano, para libertarlo contra las tira~
nías, contra las dictaduras y hacerlo sentir que había esperanza, que los sacrificios
hechos no serían estériles, y ya la bola de nieve se extiende del Norte al Sur, del
Atl~ntico al Pacüico, y, convertida en témpano tremendo, no solamente aplasta la
dictadura, sino levanta al pueblo, y las batallas del Ebano, de Celaya, Le6n y Aguas-
calientes, están clamando el afán y el esfuerzo del pueblo. Pero, señores, a pesar
de ese triunfo, a pesar de que en los campos de batalla se había triunfado del enemi-
go, señores, faltaba aún lo principal: se había podado, se había quitado mucho de lo
podrido, mucho de lo seco que en la vida nacional existía; se había quitado algo del
maridaje que estorbaba el paso al pueblo hacia su progreso. ¿ Qué se iba a hacer?
¿ Qué se iba a poner en lugar de todo lo que se había quitado? ¿ Había derecho para
esperar una primavera, una grandeza para la naci6n? Y Ihe ahí llegado el momen-
to de la reconstrucci6n nacional! En esta ciudad, que fue la cuna de la independencia,
que fue la tumba del segundo imperio; en esta ciudad, que se ha distinguido antaño
por su levitismo, por los sufrimientos que el puebló ha tenido, por las opresiones de
su conciencia, por la explotación que se ha hecho de él, por la abyección en que ha
vivido el indio y el pueblo en general, por su iiPtorancia y fanatismo en que se le
ha colocado, señores diputados, señor presidente, tenemos los queretanos el augusto
privilegio de ver cómo se abren las puertas de la prosperidad 'nacional, cómo se en-
cauza en el momento de la reconstrucción nacional la obra grandiosa de la recons-
trucción de la nación mexicana sobre las bases inconmovibles de la ley y de la jus-
ticia, y he aquí que el segundo Congreso Constituyente, convocado por el ciudadano
Primer Jefe del Ejército Constitucionalista en esta ocasión solemne en que el pueblo
mexicano se congrega en la personalidad de sus representantes, en este lugar tiene
las miradas fijas toda la nación. El pueblo queretano tiene el privilegio de contar
en su seno a esa Representación Nacional, y hoy, señores, en momentos tan solemnes,
los centros uS ocial Fronterizo" y uLiberal de Querétaro", unidos, respetuosamente
vienen con su delegación en nombre del pueblo de Querétaro, ante la augusta Repre-
sentación Nacional, para depositar en sus manos el expediente relativo que hace la
historia de la campaña electoral, de los chanchullos habidos en ella y que viene a pedir
justicia, que viene a pedir que se cumpla con la ley; que los señores diputados que vienen
a preparar y a -formar una Constitución de libertad, teniendo presente que el pueblo me-
xicano tiene hambre y sed de justicia, sean ellos los que revisando los expedientes que
en sus manos el "Partido Liberal de Querétaro" tiene el honor de poner, sean ellos quie r
nes hagan justicia, sean ellos quienes traigan a ocupar sus eurules en nombre de los dis-
tritos electorales de Querétaro, a aquellos que dignamente representen la voluntad del
pueqlo, a aquellos que respondan al voto de esta ,Entidad federativa. Así, señores, el pue
r
blo no verá defraudados sus. intereses, el pueblo no verá burlada su voluntad. N o es-
tamos en tiempos de la dictadura porfiriana en que eran las imposiciones, en que
era la fórmula la que se imponía al pueblo, y abusándose de su ignorancia, se le decía:
pOI' tal fórmula debes votar. Estamos señores, en la época de la reconstrucción nacio-
nal, en el momento supremo en que el pueblo, conociendo sus necesidades y sus inte-
reses, deposita su voto en aquel que dignamente puede representarlo; en aquel que se
interese por su porvenir, en aquel que le hablará, le procurará justicia, procurará su
progreso.
Señor presidente: Señores diputados: En nombre del "Partido Liberal de Queré-
t~ro" y uCentro Fronterizo", depositamos en vuestras manos los documentos de los
expedientes relativos; para terminar, señores, permitidme lanzar un hurra al ciu-
dadano Primer Jefe y a los diputados constituyentes: ¡Viva el ciudadano Primer
Jefe Venustiano Carranza, salvador de la patria! ... (Vivas.) ¡Vivan los constituyen·
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tes del Segundo Congreso que cristaliza los anhelos del pueblo mexicano! ... (Vivas.
Hurras. Aplausos nutridos.)
(Se retira del salón la comisión, acompañada por la del Congreso.)
-El C. presidente: Se Teanuda la junta.
-Un C. secretario: Dispone la Presidencia se haga conocer a las personas 9ue
no tengan el carácter de presuntos diputados, abandonen el salón, porque estas reunio~
nes toda vía no tienen el carácter de públicas.
-El C. presidente: Se procede a la votación de los miembros que han de inte-
grar la Mesa que presidirá las juntas preparatorias.
-:-Un C. secretario: A solicitud de algunos miembros de la prensa, que se han
acercado a la Presidencia suplicando se les permita permanecer para tomar nota de
los actos que se sucedan en esta Asamblea, se pregunta a los señores diputados si es
de accederse a la solicitud de los señores mencionados. Los que estén por la afirmativa,
que se pongan de pie.
-El C. presidente: Aprobado.
-El C. Valtierra: Propongo que exhiban s1:ls credenciales y que acrediten que
son realmente periodistas esos señores. (Voces: ¡No! ¡No!)
32
Hubo la circunstancia de que alguno de los señores presuntos diputados votó con
doble boleta y por eso se descartó esa boleta.
-El C. De 108 Santos: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano De los Santos. ,
-El C. de 108 Santos: Suplico que se nos haga el favor de explicar cómo supo la
Mesa Directiva que un señor diputado votó con doble boleta y por qué fue roja.
-Un C. secretario: Yo recibí estas dos boletas dobladas en esta forma, y al pedir
el nombre de la persona que las puso en el ánfora llamé la atención al señor presi-
dente y las separé.
-El C. presid~nte: Al sacarlas del ánfora estaban as! (Mostró las boletas.) y co-
mo iban dos, las separé. Además, sumado el número de votos que obtuvieron los de-
más candidatos a la Presidencia, resultó exactamente igual el número de votos con
el de las boletas.
-El C. Villaseñor Jorge: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Villaseñor.
~EI C. Villaseñor· Jorge: Pido que se rectifique el escrutinio que se llevó a cabo,
porque aquí hay un taquígTf4... .., que viene con esta delegación y él sacó cincuenta votos
a favor del señor Calderón, Amaya cuarenta y siete y Amado Aguirre, treinta.
-El C. Magallón: Pido la palabra para proponer que el voto que se depositó
doble se deseche, que no se tome en consideración ninguno de los dos. (Voces: ¡No!
¡No!)
-El C. Navarro Luis T.: Lo primero- es que se rectifique la ·votación, y lo se-
gundo que se repita la elección respecto al presidente.
-El C. presidente: Vamos a rectificar el cómputo de votos.
(Se hace el recuento.)
-El C. presidente: Hecha la rectificación obtuvo el señor Amaya cincuenta vo-
tos, y el señor Calderón cuarenta y nueve ... (Voces: ¡No se oye!)
Amaya cincuenta y Calderón cuarenta y nueve.
-El C. Navarro Luis '1'.: Pido la palabra, señor presidentl'!.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Navarro.
_El C. Navarro Luis T.: Suplico a la Presidencia se sirva darnos el cómputo de
cada uno de los que votaron en la candidatura para presidente.
-Un C. seeretario: Pa~ presidente obtuvieron votos los siguientes ciudadanos:
Manuel Amaya, cincuenta; Esteban B. Calderón, cuarenta y nueve; Amado Aguirre
treinta y cuatro; Reynaldo Garza, dos; Ignacio L. Pesqueira, dos; José María Ro-
dríguez, uno; Félix F. Palavicini, uno.
-El C. Villaseñor Jorge: Desearía saber qué número de presuntos diputados vo-
taron. ¿ Cuál fue el número de' presuntos diputados que hubo-?
-El C. seeretario: Ciento treinta y ocho votos.
-El C. Navarro: Y los presuntos diputados presentes Botí ciento cuarenta.
-El C. presidente: La mesa no ha recibido más que ciento treinta y ocho votos.
(Un C. secretario ley6 el escrutinio general.)
-El C. presidente: En consecuencia, es presidente de la Mesa para las sesiones
preparatorias, el ciudadano Manuel Amaya. Es primer vicepresidente el ciudadano
Heriberlo Jara y segundo vicepresidente el ciudadano Ignacio L. Pesqueira j y secre-
tarios, los ciudadanos Rafael Martinez de Escobar, Alberto M. González, Luis Ilizali-
turri e Hilarlo Medina. (Aplausos.)
Se invita a las personas electas a que tomen posesi6n de su cargo. (Aplkusos.)
(Los CC. que resultaron electos ocuparon su sitio en la mesa.)
33
8
34
(Un C. secretario pasa lista.)
-El mismo C. secretario: Esta junta tiene una asistencia de 128 señores presun-
tos diputados: para el quorum se necesitan 124.
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: Pido la palabra, señor presidente, para una
moción de orden.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Aguirre Berlanga.
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: Pido se advierta a los señores presuntos dipu-
tados, que antes de tomar la palabra deben pedirla a la Presidencia: de esta manera
se establece el precedente de que nadie debe hablar sin que antes se le haya conce4i-
do el uso de la palabra•
. -El C. presidente: Nadie puede tomar la palabra sin pedirla a la Presidencia.
(Campanilla. )
El ciudadano secretario va a proceder a dar lectura al inventario de los expe-
dientes electorales de los distintos Estados de la República.
-Un presunto diputado: Reclamo el orden, señor presidente.
-El C. Bojórquez: ¿ Puedo hacer uso de la palabra para una moción de orden, señor
presidente?
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Bojórquez.
-El C. Bojórquez: Señores diputados: Los mexicanos tenemos la nota, perfecta-
mente justificada, de impuntuales. En estos momentos se va a trabajar por sentar
nuevas bases para la Ley Electoral: debemos ser los primeros en dar un ejemplo;
por tal motivo, yo quiero y pido que desde este momento se siente el precedente de que
a nadie se le considerará como presente a una sesión, si no está en el momento en que
se· pase lista, y que no se haga como se está haciendo en este momento, tomando 10B
nombres de las personas que llegan. tarde; y 8 las que llegaron tarde, se les considere
como faltantes desde ahora; en este sentido, la Presidencia debe hacer una declaración.
Este es uno de nuestros más grandes defectos, señores. Yo pido que la Mesa haga esta
declaración.
11
"AGUASCALIENTES
35
"BAJA CALIFORNIA
"CAMPECHE
"2 bultos forrados con papel, procedentes de la ciudad de Campeche, con las envol-
turas rotas.
"1 sobre cerrado, procedente de la ciudad de Campeche.
"COAHUILA
"1 caja de madera, cerrada, procedente de Parras de la Fuente.
"1 caja de madera, cerrada, procedente de Monclova;.1 caja de madera, cerrada,
del Gobierno del Estado.
"COLIMA
"3 sobres cerrados, procedentes de la ciudad de Colima.
"DISTRITO FEDERAL
"5 sobres cerrados, procedentes de la ciudad de México.
/<4 cajas madera, cerradas, procedentes de la ciudad de México.
"8 bultos forrados con papel, del Distrito Federal.
"3 sobres cerrados, del Distrito Federal.
Hl rollo papel, del Distrito Federal.
"DURANGO
"5 bultos forrados con papel, procedentes de la ciudad de Durango.
"1 rollo papel, procedente de la ciudad de Durango.
"GUANAJUATO
"3 cajas madera, cerradas, procedentes de la ciudad de Guanajuato.
"1 expediente suelto, correspondiente a Guanajuato y La Luz.
"1 expediente suelto, de Silao y Romita.
"1 expediente suelto, de Salamanca y Valle Santiago.
"1 expediente suelto, de Irapuato y Abasolo.
"1 expediente suelto, de León.
"1 expediente suelto, de San Francisco del Rincón.
"1 expediente suelto, de Celaya y Apaseo.
"1 expediente suelto, de Santa Cruz, Comonfort, Cortazar y El Guaje.
"1 expediente suelto, de Salvatierra, Yuriria, Tarimoro y Moroleón.
"1 expediente suelto, de Acámbaro, J erécuaro, Coroneo y Tarandacuao.
"1 expediente suelto, de San Miguel de Allende.
"1 expediente suelto, f.\e Dolores Hidalgo y San Diego de la Unión.
"1 expediente suelto, de Ciudad González Ocampo.
"1 expediente suelto de San Luis de la Paz.
"1 expediente suelto, de Iturbide, Victoria, Xichú, Tierra Blanca, Santa Catarina y
Atarjea.
36
"1 paquete forrado con papel, procedente del 5Q distrito electoral.
"2 paquetes forrados con papel, procedentes del 69 distrito electoral.
"1 sobre cerrado, procedente del Gobierno del Estado.
"1 paquete forrado con papel, del ler. distrito electoral.
"1 paquete forrado con papel, del 29 distrito electoral.
"PUEBLA
38
"1 rollo papel, de Alamitos de los Diaz.
"1 rollo papel, de San José de Coronados.
"1 rollo papel, de Matehuala.
"1 rollo papel, de CatOrce.
"1 bulto forrado con papel, de la ciudad de San Luis Potosí.
"1 bulto forrado con papel, de Villa de Reyes.
"4 paquetes, de Matehuala.
"1 paquete, de San José de Coronados.
"1 paquete, de Mezquite.
"1 paquete, de Maravillas.
"3 paquetes, de Catorce.
"1 paquete, de Ventilla.
"1 paquete~ de Viuda.
"1 paquete, de Ramos.
"1 paquete forrado con papel, de la ciudad de San Luis Potosí.
"SONORA
"TABASCO
"TAMAULIPAS
"TLAXCALA
"VERACRUZ
"YUCATAN
"ZACATECAS
39
"PROCEDENCIA IGNORADA
"CONSTITUCION y REFORMAS
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13
40
-El C. Navarro Gilberto M.: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el presunto diputado, ciudadano Gilberto M.
Navarro.
-E] C. Navarro Gilberto M.: Suplico a la Mesa tenga la bondad de repetir el
acuerdo, porque materialmente fue imposible darnos cuenta de éL
-El C. secretario: Se procede a elegir las dos comisiones revisoras en un solo acto,
con arreglo a lo que dispone el decreto respectivo.
-El C. Frausto: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Frausto.
-El C. Frausto: Para ilustrar la opinión de la Asamblea, voy a dar lectura al
artículo 49 del decreto respectivo en su segunda parte que dice 10 que sigue: "Acto
continuo, los diputados presentes entregarán sus credenciales a los secretarios de la
Mesa y en seguida se procederá a elegir en un solo acto, en escrutinio secreto y por
mayoría de votos, dos comisiones: una compuesta de quince personas, para que estudie
V rinda dictamen sobre la legitimidad del nombramiento de todos los miembros del
Congreso; y otra, de tres miembros, para que examine las credenciales de los quince
individuos de la primera ~omisión." Dice que en seguida se procederá a elegir en un
solo acto a las dos comisiones. Yo quisiera que se me dijera cómo se- cumplirá esta
parte del artículo.
-El C. presidente: En un solo acto para la l' y 2' comisiones a la vez.
-El C. Frausto: Antes he dicho que consultaba.
-E] C. presidente: Si, señor, en esa forma.
-E] C. secretario Martinez de Escobar: Suplico a cada uno de los señores pre-
suntos diputados, que vayan entregando sus votos para la elección de las dos comisiones.
-El C. De los Santos: Pido la palabra para una moción de orden.
-E] C. presidente: Tiene la palabra el ciudadallo De los Santos.
-E] C. De loS Santos: Solamente el señor presidente está autorizado para hablar
sentado: los señores diputados y los señores secretarios, deben hacerlo de pie.
-E] C. secretario Martínez de Escobar: Señores: La falta de práctica en asuntos
parlamentarios ha hecho que yo incurriera en este error; en lo de adelante segura~
mente que no incurriré, porque mis maestros me ayudarán a aprender.
(Se procede a la votación de la8 comisiones revisoras).
-Un C. secretario: ¿Falta algún ciudadano diputado por votar? Señor doctor
Guerrero, ¿ usted no había presentado su credencial?
-El C. Guerrero: No, señor. (La entrega.)
-Un C. secretario: El Reglamento no habla nada' de escrutadores, y el señor
presidente desea saber si la Asamblea tiene deseos de nombrarlos, a efecto de que
queden más satisfechos del cómputo. Los que estén por que se nombren dos escruta-
dores, sírvanse ponerse de pie.
-El C. Pa]avicini: Seguramente que la Asamblea no escuchó bien lo que dijo e1
señor secretario; le suplico tenga la bondad de repetirlo. ¿ Hay que nombrar escruta-
dores?
-Un C. secretario: Sí, señor, Ypido que los que estén conformes y tengan deseos
de que se nombren esos dos escrutadores para que ayuden a la Mesa, tengan la bondad
de ponerse de pie. (Voces: ¡No! ¡No!) lIay mayoría.
El señor presidente propone para escrutadores al señor Samuel de los Santos
y al señor Esteban B. Caldel'Ón. ¿ Están conformes con los nombramientos? (La
Asamblea asiente.) Quedan nombrados.
(Se procede a hacer el c6mputo.)
-Un C. secretario: El resultado de la votación es el siguiente: "Para integrar
la l ' Comisión Revisora de Credenciales: Porfirio del, Castillo, 142 votos; Gabriel R.
Cervera, 116¡ Francisco J. Múgica, 97, Luis T. Navarro, 139; Crisóforo Rivera Cabrera,
41
75; Fernando Castaños, 137; Antonio Hidalgo, 99, José Manzano, 100,.David Pastrana
Jaimes, 101, Ernesto Meade Fierro, 100; Antonio Ancona Albertos, lOO, Bruno More-
no, 99; Guillermo Ordorica, 99; Rafael Espeleta, 100; Alfonso Cravioto, 91.
JOPara integrar la 2~ Comisión Revisora, obtuvieron votos los ciudadanos presuntos
diputados siguientes: Ramón Castañeda y Castañeda, 103; José María Rodríguez, 101,
y Ernesto Perusquía, 104.
"Obtuvieron votos aislados para integrar la 1¡¡. Comisión Revisora de Credenciales,
los ciudadanos presuntos diputado~ siguientes: J. Amílcar Vidal, 27; Flavio A. Bórquez,
4; Ramón Gámez, 4; Félix F. Palavicini, 1; Julián Ramírez Martínez, 1; Salvador
R. Guzmán, 1; Rafael P. Cañete, 1; Antonio Norzagaray, 1; Pedro A. Chapa, 1;
Andrés Magallón, 1; Ramón Ross, 1, Fernando Gómez Palacio, 1, y Cándido Aguilar,1.
"Obtuvieron votos aislados para integrar la 2~ Comisión Revisora de Credenciales,
los ciudadanos presuntos diputados siguientes: Esteban B. Calderón, 80; Carlos M.
Ezquerro, 72, y Ernesto Meade Fierro, 1."
-El C. de los Santos: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el presunto diputado De los Santos.
-El C. De los Santos: Es notorio el triunfo de la cédula blanca; con sólo declarar
la Mesa que triunfó la cédula blanca, que se hagan cargo de su puesto los ciudadanos
electos.
-El C. presidente: Así se va a hacer señor.
14
-Un C. secretario: La Presidencia, en cumplimiento de la votación recogida,
declara electos para integrar la 1~ Comisión Revisora de Credenciales, a los señores
presuntos diputados siguientes: Porfirio del Castillo, Gabriel R. Cervera, Francisco J.
Múgica, Luis T. Navarro, Crisóforo Rivera Cabrera, Fernando Castaños, Antonio
Hidalgo, José Manzano, David Pastrana Jaimes, Ernesto Meade Fierro, Antonio Ancona
Albertos, Bruno Moreno, Guillermo Ordorica, Rafael Espeleta y Alfonso Cravioto.
Para integrar la 2~ Comisión Revisora de Credenciales, a los ciudadanos presuntos
diputados siguientes: Ramón Castañeda y Castañeda, José María Rodríguez y Ernesto
Perusquia.
-El C. De los Ríos: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el presunto diputado De los Ríos.
-El C. de los Ríos: Quiero que la Mesa tenga la bondad de decirme qué se va a
hacer con los presuntos diputados que integran las comisiones y que no se encuentran
en esta ciudad de Querétaro. Estas comisiones tienen que empezar sus labores desde
luego, y según me han informado, el señor Múgica no está aquí y el señor Meade
Fierro tampoco.
-Un C. secretario: El ciudadano presidente consulta a la Asamblea si está con-
forme en elegir a dos personas en lugar de las electas antes. (Voces: ¡No! ¡No!)
-Un C. secretario: Como la ley dispone que esta 1~ Comisión se divida en grupos
y hay necesidad de comenzar esos trabajos, ¿ debemos esperar a que estos señores
lleguen'! (Voces: ¡No! ¡No!)
-El C. de los Ríos: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano De los Ríos.
-El C. De los Ríos: Para proponer que los que siguen en número de votos a los
dos presuntos ciudadanos diputados que resultaron electos, sean quienes completen
la Comisión. (Voces: ¡No! ¡No!). '
-El C. de los Ríos: ¿ Entonces qué '1
-El C. De los Santos: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el presunto diputado-ciudadano De los Santos.
42
-El C. De los Santos: Se oye un "no, no" rotundo, pero sin razónj la Comisión.
debe luego empezar sus labores y creo yo que debe declararse presidente de la Comisión'
al que mayor número de votos haya obtenido, porque esa Comisión debe estar presi-
dida por alguien.
-El C. presidente: La 1~ Comisión, señores, se va a dividir en cinco grupos de tres
presuntos ciudadanos diputados cada uno, y el primero será nombrado presidente.
-El C. De los Santos: Pero de todos' modos, .a1 no estar aquí, se debe nombrar
a los que hayan obtenido mayor número de votos; no se puede esperar más.
-Él C. presidente: La ley dice que el primero es el que debe ser presidente.
-El C. De los Santos: ¿Y qué se va a hacer, señor, con los que no han llegado?
-El C. presidente: Vamos 'a reponerlos con otros dos.
-El C. Frausto: De acuerdo con la ley respectiva, las personas que estén ausentes
no pueden tener voz ni voto. Es necesario, para obtener ese derecho y poder votar
y ser votado, estar presente y exhibir la credencial; de manera que las personas que
han sido designadas y que están ausentes, de pleno derecho no pueden formar parte
de esa Comisión. La ley prevé este caso. En consecuencia, esa elección es completa-
mente nula.
-El C. Cepeda Medrano: Dice así la parte relativa, del artículo 39:
HA las juntas preparatorias sólo podrán estar presentes y tener voz y voto los
ciudadanos que presenten la credencial extendida por 18.s juntas computadoras, con-
forme a 10 dispuesto en el artículo 40 de la Ley Electoral de 19 de septiembre último.'1
Está· perfectamente claro, señor presidente.
-El C. presidente: Respecto de los ausentes, no sabemos si son diputados o no;
y no sabemos si son o no diputados, porque no han presentado sus credenciales.
-Un C. secretario: El señor 'presidente se permite proponer a la Asamblea, en
lugar de las personas electas que no han concurrido, a los señores Rafael t. de los
Ríos, que sacó 43 votos, y al señor Angel Juarico, que también sacó 43, y son los que
tienen mayor número en la lista de escrutinio. .
-El C. Rivera Cabrera: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el señor Rivera Cabrera.
-El C. Rivera Cabrera: El señor presidente se permite proponer a la Asamblea
que los faltantes sean reemplazados; por consiguiente, debe ·saberse la resolución de
la Asamblea, si es de aceptarse o no esa proposición que acaba de hacer el señor
presidente.
-Un C. secretario: La votación, en este caso, debe hacerse conforme a la ley.
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Aguirre Berlanga.
-El C. Aguirre Bedanga: Desearía, de buen grado, que de la manera más pronto
posible quedaran substituidas estas personas que faltan; pero también es necesario
cumplir con la ley. La votación, necesariamente tiene que hacerse conforme lo indica
dicha ley. No puede suplirse en esa forma.
-El C. presidente: Pero está de acuerdo ...
"T"'"'El C. Aguirre Berlanga Manuel: La votación debe hacerse por escrutinio secre~
10; tiene que repetirse ésta. Yo sentiría que se perdiera más tiempo; pero lo que es
necesario, hay que hacerlo. Sin embargo, propongo este: si la Asamblea, por la hora
que es, pues faltan diez minutos para las nueve, opina que se suspenda la sesión, para
continuarla mañana, puede hacerlo.
-El C. Frausto: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el presunto diputado, ciudadano Ramón
Frausto.
-El C. Frausto: El presunto diputado ciudadano Aguirre Berlanga nos hará el
favor de interpretar la ley Em este caso: el artículo 39 dice así: "A las juntas prepa-
43
ratorias -y ésta es una junta preparatoria- sólo podrán estar presentes y tener voz y
voto los ciudadanos que presenten la credencial expedida por las juntas computadoras,
conforme a lo dispuesto en el artículo 40 de la Ley Electoral de 19 de septiembre
ultimo." Claro está que nó hallándose presentes los señores Múgica y Meade Fierro
por causas ajenas a su voluntad, por más que sean revolucionarios, evidentemente que
no han podido presentar sus credenciales ni podido tener voz, y en consecuencia, no ha
tenido razón de ser la elección en su favor; por lo tanto, creo que debe procederse
a la designación de las personas que, gozando de la confianza de la Asamblea, deban
ir a formar parte de esta Comisión. (Aplausos).
-Un C. presunto diputado, interrumpiendo: Conforme a la ley, debemos hacer
nuevas elecciones de miembros ...
-El C. Frausto, continuando: Estoy en el uso de la palabra y no se me puede
interrumpir. Así, pues, si deseamos cumplir con la ley, evidentemente que debemo's
ajustarnos a ella, declarando nula la elección de los ciudadanos presuntos diputados
ausentes, porque no han cumplido con los requisitos legales, y designar a los ciudadanos
que, por la confianza de la Asamblea, han obtenido el mayor número de votos.
-Un C. presunto diputado: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. presunto diputado: Siento mucho que el presunto ciudadano diputado
Frausto no haya expuesto esta mañana lo que dijo hoy. Esta mañana se ha sentado
ya el precedente de que, a pesar de haber salido electo el presunto diputado ciudadano
Heriberto Jara y estar ausente, se aceptó su elección, y ahora viene con escrúpulos
el señor Frausto diciéndonos que no debemos aceptar la elección. En vista de esto y
para terminar más pronto, creo que debemos aceptar la proposición del señor presi-
dente: la Asamblea debe nombrar dos substitutos en escrutinio secreto, aun cuando
nos dilatemos un poco más.
-El C. Frausto: Pido la palabra para una alusión personal, señor presidente~
-El C. presidente: Tiene la palabra el presunto diputado, ciudadano Frausto.
-El C. Frausta: Mi carácter de se~retario de la Mesa esta mañana, me impidió
por el momento llamar la atención a la Asamblea acerca de que, efectivamente, el
presunto diputado ciudadano Jara no podía ser electo, puesto que no estaba presente.
Evidentemente, el señor Jara no podrá ser designado, pue'sto que no estaba presente
y además, advertimos que el-1J,ombramiento respectivo es para la junta previa de esta
mañana, así es que yo soy lógico en mi manera de proceder.
-El C. von Versen: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el señor von Versen.
-El C. von Versen: Pedí la palabra para leer el artículo 49j aquí está precisa-
mente previsto esto: "Artículo 49 Instalada la Mesa que ha de presidir las sesiones
de las juntas preparatorias, los secretarios de ella recibirán por riguroso inventario
los expedientes electorales que estén en poder del empleado que ha de ser nombrado
por la Secretaría de Gobernación, conforme a lo dispuesto en el artículo 55 de la ley
de 19 de septiembre antes citada.
"Acto continuo, los diputados presentes entregarán sus credenciales a los secre-
tarios de la Mesa, y en seguida se procederá a elegir en un solo acto, en escrutinio
secreto y por mayoría de votos, dos comisiones: una compuesta de quince personas
para que estudie y rinda dictamen sobre la legitimidad del nombramiento de todos
los miembros del Congreso; y otra de tres miembros, para que examine las creden-
ciales de los quince individuos de la 1~ Comisión.
"Los quince miembros de la 1~ Comisión se dividirán en cinco secciones de tres
cada una, repartiéndose entre ellas todos los expedientes por riguroso turno. En cada
una de esas secciones, y en la 2~ Comisión, el primero de los nombrados tendrá el
44
carácter de presidente, y en sus faltas será substituido por el que le siga en el orden
de su nombramiento, funcionando como secretario el último de los nombrados."
De esta manera se divide en tres secciones cada una de ellas; funge como presi-
dente el primero de esa secci6n. Está claramente expresado el artículo 49, que define
este caso. Señores, es imposible que pueda resultar electa una persona o varias que
no estén presentes y que no sabemos todavía si son o no diputados. Se ha votado
por personas que en realidad no, existen para nosotros, y por lo tanto, de todo derecho
deben ser electos los que les sigan en la votación; la lógica más elemental, el sentido
común más vulgar, aconsejan que los que estén aquí y hayan obtenido mayor número
de votos, sean los que resulten electos y no los que no están aquí; además, el prece-
dente del señor Jara no es un precedente, puesto que si estamos convencidos de que
se falt6 a la ley, la Asamblea, por haber consentido en eso, no debe por ningún
motivo seguir consintiendo en que se pase por encima de la ley; si estamos conven-
cidos de que se ha cometido un error y entronizamos el error, es el mayor de todos
los errores.
-El C. Navarro Luis' T.: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el presunto diputádo ciudadano Luis T.
Navarro.
-El C. Navarro Luis T.: Suplico a la Mesa que dé lectura al artículo 49, pues
parece que no se ha sabido interpretar.
-El C. Limón: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente·: Tiene la palabra el presunto diputado ciudadano Limón.
-El e.' Limón: Debemos estar completamente conformes en la primera propo-
sici6n que hizo el presunto diputado Frausto: que se desechen los presuntos diputa-
dos ausentes; pero no que los que tienen el mayor número de votos los suplan.
-El C. presidente: Señores: se procede al nombramiento de los miembros que
faltan; vamos a dejarnos de interpretaciones.
. -El e. Navarro Luis T.: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Navarro.
-El e. Navarro Luis T.: Usted hizo una proposición a la Asamblea, señor pre-
sidente; lo que debe hacerse, es preguntar a dicha Asatpblea si vota la proposición pre-
sentada por usted y tomándola en consideración, resuelve el punto; más todavía:
esto no debe tomarse en consideración, porque si nos ajustamos a la ley, se debe
llamar inmediatamente a los suplentes, porque los propietarios no han cumplido,
puesto que no se presentaron al iniciarse las sesiones.
-El C. presidente: Esta proposición la hago yo, en obvio de tiempo, por lo avan-
zado de la hora.
-Un e. secretario: Las personas que estén conformes con que se tomen de 'los
presuntos ciudadanos diputados electos los que tienen mayoría de votos, en atención
a que lo han sido en escrutinio secreto con arreglo a la ley, sírvanse ponerse de pie.
-El C. presidente: La mayoría se quedó sentada. (Ap!ausos. Risas.)
Se procede a la votación y se suspende la Junta por diez minutos, para que los
presuntos ciudadanos diputados se pongan de acuerdo.
15
45
suntos diputados de Sonora, Coahuila, Zacatecas, etcétera, no habrá ningún inconve-
niente, puesto que ya los conocemos.
-Se suspende la junta por diez minutos, y reanudada, dice el ciudadano presi-
dente: Se procede a la votación.
(Recogida ésta, se hace el cómputo respectivo.)
-Un C. secretario: Visto el resultado de la votación, se declaran electos para
integrar la 1~ Comisión, los ciudadanos Esteban B. Calderón y Carlos M. Ezquerro.
-El C. De los Santos: Según la votación, no hay quorum.
-Un C. secretario: No sumamos los candidatos que obtuvieron votos aislados.
Vamos a hacerlo. (Suma.)
-El mismo C. secretario: Son 140 votos: hay quorum.
-El C. presidente: Se da por terminada la junta y se cita a las comisiones para
mañana a las 9 a. m., y a los señores presuntos diputados para el día 25, a las 10
a. m. Se levanta la junta. (9.40 p. m.)
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: Con objeto de pedir a la Secretaría se sirva
mcluir en el acta las razones que yo expuse para que -se declarara ilegal la junta
del día 20, no solamente por la disposición de la Primera Jefatura, sino por las razones
que la misma expuso y, ademá~ por el hecho de que los señores presuntos diputados
que se reunieron ese día. ni siquiera acreditaron su personalidad, requisito primordial
e indispensable para que se decla,rara legal la referida junta. En los apuntes taquigrá~
ficos sí consta eso que dije. .
-El C. secretario Martínez de Escobar: ¿ Está conforme la Asamblea con la
rectificación que se pide?
(Voc.es: ¡No se oye!)
Los que estén conformes con la rectificación que solicita el ciudadano Aguirre
Berlanga, tengan la bondad de ponerse de pie. (Buen número de presuntos diputados
así 10 hace.)
-El mismo C. secretario: Teniendo duda le Presidencia sobre si hay mayoría,
o no, respecto a la proposición del ciudadano Aguirre Berlanga, Se suplica a la Asam·
blea que los que estén conformes Se sirvan ponerse de pie.
-Un C. presunto diputado: Ya está aprobado eso.
-El C. secretario Martínez de Escobar: En los momentos en que se preguntaba
a la Asamblea ,si ~ aprobaba, hizo la observación el ciudadano Aguirre Berlanga. De
manera que todavla no estaba aprobada.
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: Por otra parte, creo que no hay inconveniente
en que se apruebe lo que yo he propuesto, porque son hechos que se han verificado,
y no creo que deban omitirse en el acta hechos importantes que son indispensables
para fundar la qeterminación de la Asamblea. Hago otra proposición: como creo que
la mayoría de los aquí presentes aprobaron mis proposiciones, pido respetuosamente
a la Asamblea qlue las personas que no estén conformes -con que se apruebe mi propo~
sición indicada, se pongan de pie.
-El C. presidente: Los que no estén conformes con las proposiciones hechas por
el señor Aguirre Berlanga, sírvanse ponerse de pie.
-Un presunto diputado: No se oye.
-Un C. secretario: Que los que no estén conformes con las proposiciones hechas
por el señor Aguirre Berlanga, se pongan de pie.
-El C. presidente: Los que no estén conformes, que se pongan de pie.
-El C. Palavicini: La proposición será aprobada cuando la e's-cuche la Asamblea;
no la ha oído; yo creo que tiene razón -el señor Aguirre Berlanga.
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: Pido se haga constar la ilegalidad de la Junta
verificada el día 2-0 por algunos presuntos diputados" contrariando la disposición del
ciudadano Primer Jefe, por las razones que el mismo expone, y porque al haberse
retirado los señores presuntos diputados que se reunieron, ni siquiera acreditaron su
personalidad con sus credenciales, condición esencia~ puesto que para que fuese legal
la -J unta, era necesario tal requisito. Estos fueron los hechos que tuvieron lugar; por
eso deseo que se hagan constar en el ,ac,ta, advirtiendo. además, que en los apuntes
tomados por los taquígrafos de la Secretaría, sí se han consignado.
-Un C. secretario: Los que estén conformes con la propOSlClOn del ciudadano
Aguirre Berlanga, que permanezcan sentados, y los que no lo estén, que se sirvan
ponerse de pie. (La mayoría de los señores presuntos diputados, permaneció sentada.)
-El C. presidente: Queda aprobada la rectificación solicitada por el ciudadano
Aguirre Berlanga. .
48
3
-Un C. secretario dio· lectura a un mensaje dirigido de Atlantic City por los
señores Cabrera, Bonillas, Paní y Rojo, felicitando al Congreso Constituyente con
motivo de la apertura de sus sesiones.
-El C. presidente: Tiene la palabra la 2~ Comisión Revisora, para que rinda su
dictamen respecto de la validez o nulidad de las credenciales de los ciudadanos pre-
suntos diputados que integran la n Comisión.
49
niendo a la vista los expedientes de los CC. Porfirio del Castillo, Gabriel R. Cervera,
Carlos M. Ezquerro, Luis T. Navarro" Crisóforo Rivera Cabrera, Fernando Castaños,
Antonio Hidalgo, José Manzano, David Pastrana Jaimes, Esteban B. Calderón, Antonio
Ancona Albertos, Bruno Moreno, Guillermo Ordorica, Rafael Espeleta y Alfonso
Cravioto, después de la revisión de cada uno de ellos, hemos encontrado 10 siguiente:
"Que el expediente del C. Porfirio del Castillo está correcto; fue electo por el 12
distrito electoral del Estado de Puebla, Chalchicomula, por una mayoría de dos mil
ciento cuarenta y dos votos, y ,como suplente, el C. Celerino Cano, por una mayoría
de un mil ochocientos cincuenta y dos votos, y no habiendo protesta en sU contra, a
juicio de la Comisión debe aceptarse al C. Porfirio del Castillo como diputado propie~
tario, y al C. Celerino Cano como suplente por el 12 distrito electoral d€l Estado de
Puebla, por estar su credencial y expediente conforme a la ley.
"Que en el expediente que corresponde a la credencial del C. David Pastrana
Jaimes, electo por el 59 distrito electoral del Estado de PueblaD Cholula, no se en~
contró ninguna infracción a la Ley Electoral, y fue nombrado el C. David Pastrana
Jaimes por una mayoría de dos mil setenta y ocho votos, y como ,suplente por ,el mismo
distrito, el C. Jesús Dominguez, por una mayoría de mil ochocientos un votos, y a
juicio da la Comisión, por estar el expediente ajustado a la ley y no haber habido
protesta en contrario, ni el impedimento que menciona el artículo 49 de la Ley Elec~
toral vigente, propone a esta H. Asamblea Constituyente sean aceptados los CC. David
Pastrana Jaimes y Jesús DomÍnguez, para diputados, propietario y suplente, respec~
tivamente, por el 59 distrito electoral del Estado de Puebla.
"Que el -expediente que corresponde a. la credencial del señor Luis T. Navarro,
perteneciente a Tecamachalco, 11 distrito electoral del Estado de Puebla, está correcto
conforme a la ley y no hubo protesta ninguna en su contra, y por él se ve que fue
electo por una mayoría de dos mil ciento setenta y cuatro votos, y el señor Rómulo
Munguia como supI'ente, por mayoría de votos; por lo tanto, la 21¡L Comisión Revisora,
no teniendo objeción que hacer, propone a la H. Asamblea Constituyente sean acep-
tados los CC. Luis T. Navarro y Rómulo Munguía, como diputados, propietario y su~
plente, respectivamente, por el 11 distrito electoral del Estado de Puebla.
"Que habiendo sido revisado el expediente que corresponde a la credencial del
C. Esteban B. Calderón, perteneciente al 17 distrito electoral del Estado de Jalisco,
Colotlán, no se encuentra en él ninguna infracción a la Ley Electoral vigente; no
hubo oposición de parte de los demás candidatos y fue electo por mayoría de votos,
así corno para suplente el señor Conrado Osegueraj no habiendo habido oposición y
estando el expediente arreglado a la ley, la Comisión no vacila en proponer al Con-
greso sea aceptado el C. Esteban B. Calderón como diputado propietario, y el C. Conrado
Oseguera como diputado suplente por el 17 distrito electoral del Estado de Jalisco.
"Que el expediente correspondiente a la credencial del C. Fernando Castaños, por
el 49 distrito electoral del Estado de Durango, Cuencamé, está conforme a la ley, no
hubo oposición de contrario, habiendo sido electo el expresado C. Fernando Castaños
por mayoría -de voto,s, y como suplente, ·el C. Salvador Castaños, también por mayoría
de votos, y no habiendo habido tampoco oposición de contrario, ni infracciones a la
Ley Electoral, la Comisión propone sean aceptados lo.s CC. F·ernando Castaños y Sal M
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la Comisión propone que sean aceptados como diputados al Congreso Constituyente,
el C. Guillermo Ordoíic&, como propietario" y el C. Prócoro Dorantes, como suplente,
por el 49 distrito electoral del Estado de México.
"Que el expediente correspondiente a la credencial del C. Gabriel R. Cervera, por
el 59 distrito electoral de Michoacán, ,Maravatio, está ajustado a la ~ey Electoral
vigente j no hubo protesta alguna en su contra, habiendo obtenido una mayoria de
cuatro mil quinientos trece votos, y para suplenté el C. Enrique Parra, por una mayoria
de cuatro mil trescientos doce votos. y por lo tanto la Comisión propone a esta H.
Asamblea que sean aceptados },os CC. Gabriel R. Cervera y Enrique Pa~a, como dipu-
tados propietario y suplente, resp~ctivamente, por el 59 distrito electoral del Estado
de Michoacán.
"Que el expediente correspondiente a la credencial del e. José Manzano, por el
15 dístrito electoral del Estado de Jalisco, está conforme a la ley y fue electo por
mayoría de yotos, así como para suplente el ,C. Miguel R. Martínez, y no habiendo
habido protesta' en BU contra, la Comisión propone sean aceptados los ce. José
Manzano y Miguel R. Martínez, como diputados propietario y lsuplente, respectiva-
mente, por el 15 distrito electoral del Estado de Jalisco.
"Que 'el expediente correspondiente a la credencial del C. Alfonso Cravioto, por el
79 distrito electoral del Estado 'de Hidalgo, está correcto; no tiene infracciones a
la Ley Electoral; no hubo oposición de parte contraria, y fue electo por una mayoría
de dos mil novecientos setenta votos, y como suplente, el e. Lauro Alburquerque, CaD
una mayoría de dos mil cuatrocientos sesenta y ocho votOs; por lo tanto, la Comisión
propone al Congreso sean aceptados para diputados los ce. Alfonso Cravioto, como
propietario, y Lauro Alburquerque, como suplente, por el 79 distrito electoral del
Estado de Hidalgo. '
"Que el expediente del C. Crisóforo Rivera y Cabrera, correspondiente al 15 distrito
electoral del Estado de Oaxaca, está conforme a la ley, no hubo protesta alguna y
en él se ve que el C. Rivera Cabrera fue electo por una gran mayoria de 'yotos, &si
como el señor Miguel Ríos, para suplente, también por una mayoría de. yotos, y la
Comisión propone a esta H. Asamblea", sean. desde luego aceptados los CC. Crisóforo
Rivera Cabrera y Mig.uel Ríos, como diputados propietario y suplente, respectiva-
mente, por el 15 distrito electoral del Estado de Oaxaca.
"Que el expediente correspondiente al C. Rafael Espeleta, por el 29 distrito elec-
toral del Estado de Durango, está correcto y fue electo por una mayoría de un mil
doscientos veintiún votos, como diputado propietario, y como suplente, por UD mil
doscientos diez y siete votos, el .c. Francisco de A. Pérezj y no habiendo protesta al..
gona ni infracción conforme a la Ley Electoral, la Comisión propone sean ambos acep..
tado~ como diputado propietario el C. Rafael E'speleta, y suplente, el e. Franeiaco
de A., Pérez, por el 29 distrito- electoral del Estado de Durango.
"Que en el expediente del e. AntoniQ Hidalgo, por el ler. distrito electoral del
Estado de Tlaxcala, no -se encuentran irregularidades ni infracciones -conforme a la
Ley Electoral; no hay protesta alguna y ha sido electo por una mayoría 'de cinco mil
doscientos sesenta y nueve votos, y como suplente el C. Felipe Xicoténcatl,' por una
mayoría de cuatro mil noveciento~ cuarenta y seis votos; y por ,tanto, ]a Comisión
pide al H. Congreso sean aceptados ambos candidatos; como diputado propietario, el
C. Antonio Hidalgo, y como suplente, el C. Felipe Xicoténcatl, por el ler. distrito
electoral del Estado de. Tlaxcala.
l/Que revisando la éredencial del señor Carlos M. Ezquerr~ se encuentra que
dicha credencial es un parte telegráfico al subsecretario de Gobernación, en el que
se le dice que _-el C. Ezquerro ha sido electo por el Ser. distrito electoral del Estado de
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Sinaloa; pero no constan los nombres de los miembros de la Mesa electoral y no se
tiene a la vista el expediente respectivo ni se conoce el nombre del suplente.
"Que revisando el expediente relativo a la credencial del sEñor Bruno Moreno,
designado por el 69' distrito de Jalisco, se encontró que el expediente está en regla
conforme a la Ley Electoral, que no hubo protesta alguna en su contra y que aparece
de los datos' encontrados allí, qUe fue electo por una mayoría de ciento cuarenta votos,
para diputado propietario, y pal1a suplente, el 'señor coronel Gilberto Dallí, por igual
número de votos; no habiendo habido protesta alguna ni infracción a la Ley Electoral
vigente, la Comisión propone a la H. Asamblea del Congreso Constituyente, se sirva
aprobar la ,elección hecha por el 69' dLstrito electoral del Estado de Jalisco, en los ce.
Bruno Moreno, para diputado propietario, y coronel Gilberto Dallí, como diputado
suplente.
"Que la Comisión no tiene a la vista el expediente completo que corresponde al
C. Antonio Ancona Albertos, ,sino una acta firmada por el presidente de la Junta
Computadora y demás miembros de ella, y en cuya acta se hace constar que el señor
Antonio Ancona Albertos fue electo diputado propietario al Congreso Constituyente, '
por una mayoría de dos mil doscientos trece votos, y el señor Ramón Espadas para
diputado suplente, por una mayoría de dos mil trescientos noventa y cinco votos, y
en la cual acta consta, además, el escrutinio verificado por la misma Mesa, faltando
únicamente los demás elementos que deben componer el expediente completo, como
son boletas y actas parciales de las mesas de las casillas electorales, y no habiendo
ninguna protesta en contrario, por consiguiente, la Comisión propone:
"Respecto al señor Carlos M. Ezquerro, que no habiendo expediente ni creden-
cial, por una parte, y cayendo bajo la prohibición del artículo 4Q de la Ley Electoral,
por haber servido al Gobierno de la Convención en la Administración Principal del
Timbre del Distrito Federal, según las informaciones verbales del e. E;rnesto Perus-
quia, actual director general del Timbre, no debe ser aceptado como diputado al Con-
greso Constituyente; y con respecto al señor Antonio Ancona Albertos, la Comisión
opina que se le debe aceptar como diputado propietario y al C. Ramón Espadas comO
diputado suplente, por tener el extracto del expediente consignado en el acta que
levantó el p€rsonal de la Junta Computadora en el ler. distrito electoral del Estado
de Yucatán.
I'La Comisión hace observar al H. Congveso Constituyente, que habiendo tenido
a la vista el telegrama del ciudadano Primer Jefe del Ejército Constitucionalista,
dirigido al ciudadano subsecretario de Gobernación el 20 de noviembre de este año,
relativo a la,s acusaciones que -se les hacían a alg¡unos diputados al Congreso Consti-
tuyente, por caer bajo la prohibición del artículo 4Q de la Ley Electoral, por haber
servido al Gobierno de Huerta, y en el cual telegrama el Primer Jefe manifiesta:
Que los diputados quedaron en la ciudad de México por órdenes terminantes de la
Primel1a J eiatura, expedidas en la ciudad de Piedras Negras y transmitidas por con-
ducto del licenciado Eliseo Arredondo; la Comisión -cree que el señor licencüWo
Guillermo Ordorica, que el señor licenciado CriSlÓforo :F,ivera Cabrera, que el señor
licenciado Alfonso Cravioto y que el señor Antonio Ancona Albertos no caen bajo
la prohibición del artículo 4Q de la Ley Electoral, por la declal"8ción que por telegrama
hizo el ciudadano Primer Jefe, por la que se ve que los diputao.os fueron servidores
de la causa constitucionalista, obedeciendo órdenes de la Primera Jefatura, y a cuya
causa prestaron servicios indirectos, logrando éxito al impedir la realización del em-
préstito propuesto por Victoriano Huerta" y obligendo al mismo a disolver al Con-
greso; por lo tanto, la Comisión propone al H. Congreso Constituyente sean aceptados
• los infraseritos, ce. Guillermo Ordorica, Crisóforo Rivera Cabrera, Alfonso Cravioto
y Antonio Ancona Alhertos, como diputados al Congreso Constituyente.-La 2E.l Comi-
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dictamen que se encargará de sostener cuando fuere impugnado." Luego en un solo
dictamen deben ir todos los dictámenes rendidos por las comisiones.
-El C. Magallón: El articulo 69 del decreto dice: "Artículo 69. El 25 de noviem-
bre, a las nueve de la mañana, se verificará la segunda junta preparatoria de los dipu-
tados al Congreso Constituyente, y en ella presentarán las comisiones escrutadoras
los dictámenes respectivos, procediéndose inmediatamente a la discusión de ellos,
conforme a lo dispuesto en el articulo anterior.
"Los dictámenes de las comisiones revisoras deberán concluir consultando en pro-
posiciones concretas, la validez o nulidad de cada elección de propietario o suplente. u
-El C. secretario González: La Presidencia ha dispuesto que se discuta la proposi-
ción primera, por ,ser así más fácil obtener una resolución clara sobre cada credencial.
Si se discutieran todas en un solo acto, podría venir una confusión que no ,sería fácil
evitar, dado el número de diputados y el de credenciales. Según la fracción que acaba
de leer antes un señor diputado, manda el Regl,amento que se discutan por orden nu-
mérico. Por eso la Secretaría puso la proposición primera para discutirse. Si en ésta
no hay ningún diputado en contra, desde luego queda aprobada, y así sucesivamente
podemos ir pasando de proposición en propo.sición y acabaremos más rápidamente.
-El C. Palavicini: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene l,a palabra el presunto diputado ciudadano Palavicini.
-El C. Palavicini: El señor secretario se ha equivocado en la interpretación de
la ley; 'está perfectamente precisado que es un solo dictamen y no son varios dictá-
menes de la Comisión Revisora. Se va a discutir un solo dictamen y si en el transcurso
de la discusión los señores presuntos diputados creen conveniente separar las varias
proposiciones del dictamen para su votación, se hará e5to; pero la discusión es para
un solo dictamen; por consiguiente, está a discusión un dictamen. Que se inscriban
los oradores en pro y en contra y después del debate se haga una lista de las propo·
siciones que -se quieran separar para el efecto de la votación.
-El C. Andrade: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Andrade: En todas las prácticas parlamentarias, todo dictamen se dis-
cute primero en lo general y .lurego en lo particular; podemos seguir ese procedimiento
de discutir primero el dictamen en lo general y después en lo particular cada una
de las proposiciones; de esta manera 5e hermanan las dos ideas que están aquí con-
tendiendo.
-Un C. secretario: La Presidencia pregunta si está suficientemente discutido el
punto. Los que estén por la afirmativa por que se discuta en un solo dictamen ...
-El C. Palavicini. interrumpiendo: Pido la palabra para una moción de orden.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Palavicini: Eso no se puede someter a discusión; esta es una cuestión
de ley que no necesita ser discutida. El señor presidente tiene que someter a discusión
el dictamen de la cC<>misión Revisora, porque así se lo ordena la ley. El procedimiento
legal en toda ley no puede estar ·a discusión ni por el decreto de la Primera Jefatura,
ni por el decreto de convocatoria, ni por cualquier otro decreto.
-El C. presidente: Queda a discusión el dictamen.
-El C. Cravioto: Pido la palabra en pro.
-El C. presidente: Pasen a inscribirse aquí los que quieran hablar.
(Los oradores .pasan a inscribirse.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Alfonso Cravioto, en pro.
-El C. Cravioto: Yo creo que el orden de esta discusión debe ser al revés; pri-
mero debe hablar un orador en contra ...
-El C. Dávalos: Me parece que la Secretaría debe primero decir quiénes se han
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inscripto en pro y quiénes en contra; no recuerdo el número del artículo reglamen·
tario; pero lo hay.
-El C. secretario Ilizaliturri: Se han inscripto para hablar en pro del dictamen
los señores Alfonso Cravioto, Crisóforo Rivera Cabrera, Félix F. Palavicini¡ en contra,
los ciudadanos Carlos M. Ezquerro, Rafael Martínez de Escobar, Andrés Maga1l6n,
Francisco J. Múgica y Froylán C. Manjarrez.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Carlos M. Ezquerro.
-El C. Ezquerro: Señores diputados: El primer punto que precisa tocar, es reIa·
tivo a mi credencial. Se ha dicho por la Comisión que vengo desprovisto de credencial
y únicamente se ha citado un documento que dice ha expedido el secretario de Go--
bemación, en que hace presente que el Gobierno del Estado de Sinaloa manifiesta que
he sido electo diputado por el tercer distrito electoral de aquél; o mejor dicho" refirió
que había u~ telegrama j pero tal parece que ese telegrama lo hizo consistir como de
carácter particular. No, señores, el telegrama está subscripto nada menos que por el
presidente del Colegio Electoral; en tal virtud, el cargo de diputado por el tercer dis·
trito electoral del Estado de Sinaloa, me hizo que me presentara el día 20 de los
corrientes a tomar parte en los asuntos del Congreso Constituyente. Hay también un
documento que, aunque tiene carácter particular, da cuenta de los votos que obtuve
en las elecciones; pero, repito, mi campaña política ha sido hecha personalmente. Fui
a los lugares más apart.ados de mi distrito, en donde obtuve el voto de mis conciuda-
danos, a excepción del de San Ignacio, que por la premura del ,tiempo no pude visitar;
trabajos que emprendí, convencidO' de que e-s lo debido, lo democrático, porque hay
cierto decaimiento en las masas cuando nO' se presenta el candidato y, sin embargo,
alli también obtuve el voto de mis conciudadanos, por el tercer distrito electoral del
Estado de "Sinaloa. Puedo citar como testigo al señor Magallón y a otros señores dipu-
tados por Sinaloa, para que digan si es cierto que mis conterráneos me han dis·
pensado nuevamÉmte su voto, como me lo dispensaron en la vigesimasexta Legislatura.
-El C. MagalIón: Sí, es cierto.
-El C. Ezquerro: He manifestado a ustedes que mi elección tue positivamente
hecha por todos mis conterráneOs, quienes conocen mi adhesión a la causa, a mis ami·
gos que no me han creído manchado. Señores: yo creo que un hombre que no es per..
sonalista, cuando cree que alli está la verdad, va hacia ella, porque le guía el espiritu
del nacionalismo más que el del personalismo; pero cuando descubre un error y vuelve
sobre sus pasos, entonces, ¿ se le puede tachar de espurio? En cambio, otros presuntos
diputados -que citaré adelante-, ¿ han tenido acaso más méritos que los míos para
figurar en este honorable Congreso? Porque si pequeños son mis méritos, mucho
más insignificantes son los suyos. A la Cámara toca resolver si soy delincuente, y si
así lo declara, entonces con mucho gusto sacrificaré mi personalidad, aunque sería el
bochorno más grande de mi vida. Creo que mi defensa ha sido hecha por la misma
Co~isión; ella se ha encargado de justificarme, señores; entre los quince dictámenes
que emiti6, el mío fue el único adverso, todos los demás reSultaron puritanos; para
ellos no existió el artículo 49. El artículo 49 solamente es aplicable al señor Ezquerro,
porque había servido un puesto público a la llegada del llamado gobierno conven·
. cionista. Quiero hacer a este respecto una indicación, señores: ante todo, repito que
no vengo a solicitar gracia; quiero que ,se me haga justicia, que no se me deje el
estigma de traidor, como alguien ha guerido llamarme. Acepté, si, señores, el empleo
de administrador del Timbre en México, como a los veinte días del llamado GobiernO'
de la Convención, presidido por Eulalio Gutiérrez; y no fui el único equivocado que
.creyó que ese hombre de buena .fe y reconocido revolucionario, en aquel momento
haría la unión revolucionaria. Muchas perso-nas saben que cuando se manifest6 el
cisma entre la Convención y el señor Carranza, muchos espíritus flaquearon, mientras
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no se vio tornarse una revolución en reacción, descubriéndose la mano clerical. Yo
confieso que creí que Eulalio Gutiérrez era un hombre honrado, y cuando me convencí
de .la verdadera situación, entonces mi conciencia me indicó que debía irme con los
míos, y así 10 hice. ¿ Puede tacharse a un hombre de traidor cuando vuelve sobre sus
pasos? N o, señores. Allí tenemos a hombres Q¡ue mucho han luchado por las liber-
tades del pueblo, como Amaro, Zuazua, Elizondo y N ovoa, que también fueron unos
extraviados. ¿ A éstos, se les puede tachar de traidores? Indudablemente que no. Una
vez tuve una plática con el general N ovoa, en el hotel Iturbide, en México, en los
primeros días de estas desgraciadas divisiones, y ahí le hice presente cuáles eran mis
ideas y, apenado de mi error, le indiqué cuál era nue.stro deber. Todos estos hombres,
.8amuel de los Santos, que está presente, ¿ puede decirse que son traidores? ¿ Serán
indignos de pertenecer a este Congreso? Seguramente que no. Lo expuesto es el mo~
tivo por el que se me quiere arrojar de aquí; ése es mi delito, señores. Ahora, a mí
no me toca hacer la historia re,specto a los pequeños ,servicios que he prestado a la
revolución. Ese grupo de los diputados que pertenecieron a la Cámara en la época del
Gobierno del señor Madero, puede dar testimonio de cuál fue mi conducta. P,uooen
decir si estuve siempre contra los reaccionarios, si fui radical, si fui leal a la revolu-
ción; el señor Luis Manuel Rojas puede manifestarlo.
-El C. Rojas: Es cierto.
-El C. Ezquerro: Cuando en marzo de 1913 Isalí abandonando a mi familia,
no digo abandonando intereses porque no los tengo, dicho sea de paso -no hice for~
tuna, señore~, con la revolución-, un cargo de confianza, de altísima confianza, tuvo
a bien confiarme el señor Carranza. Desde el principio del movimiento, llegué aquí,
10 desempeñé no sé cómo. La posteridad lo dirá y mis amigos saben si tengo bienes
de fortuna y si hubo algo dudoso de mi conducta. Fui un honrado administrador de
las rentas públicas, revolucionario y fiel s'ervidor de la hacienda pública, porque
no se me conocieron negocitos, no se me conoce fortuna. Eso es lo que lego a mis
hijos: un nombre prestigiado en ese ,sentido. P,asando a otra cosa: es una casualidad
que mi credencial haya ,sido la única que ha merecido que la Comisión Revisora la
desechara; todos los demás presuntos diputados han resultado puritanos; no se han
discutido sus personalidades; ellos han pasado limpios de toda mancha. El periódico
que dirige el señor Palavicini, ayer ,se ocupaba de mí manif,estando que yo había sido
administrador del Timbre en México, que habia sido también director de aduanas en
época de la llamada Convención; 10 segundo es una falsedad. Es mucha casualidad
que la víspera del día en que se iba a discutir mi credencial, se hubiera iniciado o
preparado el ataque formulado contra mi humilde personalidad. Mis sospechas se
tornan en realidad, o mejor dicho, creo que en esa obra 'está la mano del señor Pa~
lavicini, no obstante que ayer me decía, sincerándose, que él no era autor de aquel
artículo; que él no venía a esta Cámara sino a hacer una labor nacional y no se ocu-
paba de pequeñeces; pero sigo creyendo y lo repito, que ésa es obra suya, fraguada y
perfectamente preparada contra mí, porque es mucha casualidad, repito, señores, que
la Comisión dictaminadora, por una parte, me condene, y ayer, también el periódico
"El Universal" me imputase los referidos cargos. Yo me permitiría decir al señor
Palavicini: mi conducta c,omo hombre público está a la vista, es conocida, no tiene
ninguna nota que pueda avergonzarme y, ¿podría el señor Palavicini decir lo mismo?
Los que ayer conocimos sin fortuna, ,ahora son poderosos, porque han medrado
con la revolución. Yo no quiero por ahora hacer alusiones personales, porque la na-
ción entera los conoce bien y está en estos momentos pendiente de nosotros. Yo nunca
hubiera creído, señores, que el radicalismo se quisiera ejercitar sobre mí, con un cri-
terio tan absurdo, que no merece aplicarse a un hombre que ha tenido una pequeña
falta que no le prohíbe estar entre vosotros, y que se le quiera aplicar el artículo 4Q
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como tratándose de enemigo, creándole grandes responsabilidades. Repito, quiero
decirlo: ¿cuál es mi falta? ¿Pueden pesar más en mi balanza esos cargos que se
me atribuyen, que mis pequeños méritos revolucionarios? ¿ Yesos aunque pequeños
méritos, mis esfuerzos, ya no digo mi humilde labor revolucionaria, todo va a fraca-
sar por un error político? Ayer me dijo el señor Palavicini que él era ajeno a los
ataques que se me hacen en su periódico, de que yo fui villistBt, zapatista y otros
epítetos; que éi no había tenido ninguna participación; pero en -cambio, él es el diree·
tor de ese periódico, y no puede ser otro el autor de esos ataquesj y aunque diga que
no, yo seguiré -creyendo que él es el intrigante.
-El C. Palavieini, interrumpiendo: Pido la palabra" pará contestar una alusión
personal.
-El C. Ezquerro: Pero yo no temo los ataques del señor Palavicini ni de sus
aliados. A ustedes pido "fallen con entera justicia, sin pasión. Ustedes saben si soy
indigno de formar parte de este Congreso. Pido que dicten su sentencia en este asunto~
y el fallo lo acataré gustoso, aunque yo hubiera querido que no se me hubiera puesto
a una prueba que no merezco. Dejo la palabra a otros, porque en este asunto me
veré precisado a hablar varias veces para exponer algo que pueda ilustrar a ustedes.
Señores~ para concluir, quiero decir algo sobre este caso: yo he recibido también, y
creo que todos los demás presuntos diputados, esa copia del telegrama del señor
Carranza, que los autorizaba a quedarse en México cm¡mdo el cuartelazo huertiano;
debió ser acaso el primero en no aceptarme .como amigo y con satisfacción, con or-
gullo, digo que ha sido todo lo .contrario, que ni siquiera dio lugar a que le hiciera
explicaciones de mi conducta; sino que me tendió la mano, demostrándome su con·
fianza. He recibido, repito, esa nota, Y' la he sabido interpretar. No porque quiera
hacer al grupo renovador ningún ataquej pero he entendido~ Y es natural entenderlo
así, que esa disposición que' se me hizo conocer, no puede, en manera alguna signi-
ficar una consigna ---es incapaz de ello nuestro Primer Jefe--, y por lo tanto, queda
a nuestro juicio juzgar quiénes son responsable~ quiénes están bajo el rigor de la
ley relativaj queda a vuestra conciencia a quiénes debe hacerse responsables de aquellos
hechos. Aceptad como diputados a quienes lo merezcan; cuando vengan 108 dictámenes
Y se discutan las personalidades de cada uno en particular, entonces señalaré contra
quiénes es mi opinión, a quiénes considero como verdaderos hombres de principios,
y sobre quiénes pienso que, a pesar de que fueron a la revolución, no son dignos de
la confianza de la nación. Si llegamos a los debates Y yo estoy en ellos, entonces,
señores, haré presente a qué diputados me refiero. Para concluir, en ustedes deposito
mi ,situación, ustedes saben cómo la resuelven; ya me han escuchadq bastante; he
hablado para aquellos que no me conocían¡ para los que me conocen, no he dicho
nada. (Aplausos.)
-El C. Palavicini: Pido la palabra para una alusión personal.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Palavieini: No estoy inscripto en la lista de los oradores que van a ha·
bIar en pro de la credencial del señor Ezquerro; pero quiero contestar una alusión
personal. Yo no soy actualmente director de "El Universal"; con anticipación he
solicitado una licencia para separarme de su dirección Y venir a este Congreso; estoy
aquí como presunto diputado, no como director de "El Universal"; "El Universal"
tiene aquí un corresponsal extraordinario. Yo no debo hacerme solidario de la corres-
pOndencia para "El Universal", porque yo no lo dirijo en estos momentos. Por otra
parte, he dicho al señor Ezquerro, anoche, que soy ajeno absolutamente a esa noti-
cia, Y también le manifesté que yo no voy a impugnar ninguna credencial y que cuando
llegue la votación del dictamen "que se refiere a su credencial, voy a votar en pro,
a fin de aprobarla. Esto por lo que se refiere a los ataques personales. Oportunamente
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quiero hacer -constar que no tomo l,a palabra para atacar al señor Ezquerro ni para
tacharlo de persona insignificante que no está a la altura de nuestra misión.
-El C. Cravioto: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Cravioto.
-El C. Cravioto: Señor presidente: el orden en que deben hablar los oradores
es un derecho exclusivo que corresponde a los inscriptos y que se regirá por el turno
de la inscripción. (Voces: ¡No se oye! ¡Tribuna!) El señor Rivera Cabrera y yo he-
mos convenido (Voces: ¡No se oye!) en que él sea el primero que hable y en seguida
yo tendré el honor de tomar la palabra para defender el dictamen, contestando lo que
va a decir el primer orador del contra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rivera Cabrera.
-El C. Rivera Cabrera: Señores presuntos diputados: muchas veces una Hgereza
es causa de males de mucha trascendencia. Los señores comisionados de la 1fJ.. Comisión
Revisora de credenciales, con una ligereza que yo no alcanzo a comprender, me han
incluido entre los señores diputados renovadores que permanecieron en la Cámara
-XXVI Legislatura- después de los sucesos de febrero. No hay tal cosa; yo no per-
manecí en esa Cámara durante el tiempo a que se contrae el telegrama del Primer
Jefe; antes de ese tiempo me fui a la revolución y sobre este particular me vaya
permitir leer algunas constancias que aquí traigo. Debo hacer antes la siguiente ex-
plicación: si los señores de la 1~ Comisión no enmiendan su dictamen, seguiré haciendo
uso de la palabra para apoyar mi tesis; de lo contrario, me concretaré únicamente a
las constancias a que me he referido. Dicen así: (Leyó varios documentos que com-
probaban su dicho.) (Aplausos.) Además, pues, de estas constancias, puedo, dentro
de esta misma honorable Asamblea, designar algunas personas que me han encontrado
en campaña. Aquí está el señor general Samuel de los Santos, quien desde hace mu-
cho tiempo me ha visto en campaña, lo mismo que el señor general Jara, que tenemos
presente; por consiguiente, dado lo dicho, yo, con todo respeto, suplico a la honorable
Comisión Revisora de credenciales, se sirva enmendar el dictamen que produjo res-
pecto a mí en la forma que queda indicada. (Aplausos.)
-El C. Rodríguez José María: En nombre de la Comisión, señores, manifiesto
que no tiene la 2~ Comisión Revisora inconveniente en acceder a los deseos del señor
Rivera Cabrera. N o tuvimos ningún documento ni noticias de que el señor Rivera
Cabrera hubiese salido a campaña. Las únicas noticias que llegaron a nuestros oídos
fueron que había sido del grupo renovador; así es que la Comisión no tiene inconve-
niente ninguno en modificar el dictamen favorablemente. (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Martínez de Escobar.
-El C. Martínez de Escobar: Pláceme expresar la íntima satisfacción y el júbilo
infinito que experimento al hacer oír aquí mi palabra sencilla y modesta; pero plena
de sinceridad y llena de entusiasmo, como es, como tiene que ser y como ha sido
siempre, a través del tiempo y del espacio, la voz de la juventud que arranca de las
más profundas raíces del alma y brota persiguiendo un ideal, ya que la juventud que
florece, ya que la juventud que es el portavoz de la expansión de anhelos de gloria,
siembra ideales de intensa justicia, de modificaciones libertarias. Tal es como voy a
atacar el dictamen, pues lo considero absolutamente inconsecuente, absolutamente
irregular y completamente parcial. Fundados únicamente en un telegrama de la Pri-
mera Jefatura, .dicen en el dictamen los señores de la 21¡L Comisión que, por esa razón,
de una manera absoluta, desde luego emiten su opinión en el sentido de que a los
señores que permanecieron en la Cámara de Diputados después. del cuartelazo, no se
les debe tomar en consideración este gran hecho delictuoso en lo general y sí solo
con respecto a determinados diputados en lo particular; y digo que es inconsecuente,
porque no deben estar aquí esos señores diputados que permanecieron allí sancionan-
58
do todos los actos de Victoriano Huerta. No obstante eso, dice después el dictamen que
no debe admitirse la credencial del señor Ezquerro, porque el señor Ezquerro sirvió
a la Convención. Es enteramente inconsecuente que el ciudadano Primer Jefe hubiese
tenido necesidad de enviar un telegrama especial refiriéndose a ciudadanos que, como
el señor Ezquerro, estaban en las mismas. circunstancias que los diputados que se
quedaron en la Cámara después del cuartelazo. Yo creo que es enteramente inconse-
cuente, por esa razón, que se deba desechar la credencial del señor Ezquerro por el
simple hecho de que haya pennanecido. quince o veinte días al lado de la Convención
y que se acepten las de los señores diputados que permanecieron en los escaños de la
Cámarat únicamente teniendo en consideración un telegrama de la Primera Jefatura,
que ya con espíritu de análisis y con criterio sereno vamos a,. estudiar. Primeramente,
el telegrama de la Primera Jefatura no dice en qué fecha comisionó al señor licenciado
Arredondo para que dijera a los señores diputados que permanecieran allí. ¿ Si sir-
vieron o no sirvieron a la revolución'! ¿ Si sirvieron ó no sirvieron a Huerta '! Los
señores que permanecieron en el seno de la Cámara de Diputados al Congreso de la
Unión, después del cuartelazo, es indudable que no son revolucionarios de ideas, que
no son revolucionarios de sentimientos, que no son revolucionarios de acción. (Aplau-
sos.) Como expresé, si se me permite la palabra, es indudable que tenemos que ir
haciendo muchos distingos, pues no es posible que tratáramos de medir con la misma
vara a un hombre de la talla de Luis Manuel Rojas, conocido a través de los cuatro
puntos del horizonte nacional como grande revolucionario, y a hombres como Cravio-
to, como Palavicini, como José Natividad MacÍas. Es indudable que una inmensa res-
ponsabilidad tuvieron los señores de la Cámara al Congreso de la Unión, al admitil
la renuncia de los señores Francisco 1. Madero y Pino Suárez, y es esta responsabilidad
tan intensa, que nada ni nadie' podrá borrarla; es una responsabilidad tan grande, que
es absolutamente imposible que en este Congreso se absuelva a estos señores renova-
dores de esos actos responsables que sí caen bajo la sanción de la ley y bajo la sanción
del artículo 49 relativo, que es el que se ha tratado de interpretar. Es bien sabido que
la mayoría de los gobernadores de los Estados, que una gran mayoría de ellos, estaba
dispuesta a desconocer al usurpador y levantarse en armas contra la usurpación, y
que si no lo hicieron, fue porque la Representación· Nacional no lo hizo, porque los
señores de la Cámara le dieron su voto a Victoriano Huerta. Los señores de la Cámara
llamaron a Victoriano Huerta para que fuera presidente de. la República, yesos seño-
res siguen haciendo cre.er a los incautos, que son revolucionarios. Decía yo que la
mayoría de los gobernadores, porque en esos días me encontraba yo en Tabasco, y
unos de los gobernadores -tendremos que ser un poco menos retraídos en estas cues-
tiones-, estaban absolutamente dispuestos a desconocer a Huerta, cuando intempes-
tivamente tuvieron noticia de que había sido reconocido por la Cámara. Entonces se
quedaron confundidos, no sabían qué hacer, y es natural: esos señores no revolucio-
narios, de la talla de Cravioto y Palavieini, no enteramente convencidos de los ideales
de la revolución, reconocieron a Victoriano Huerta. Esta sumisión responsable no se
les puede quitar a los señores que permanecieron en la Cámara después del cuartelazo.
Algunos de ellos dicen que admitieron la renuncia de Madero por· salvarle la vida.
No puede ser esto verdad, esto no puede ser cierto, es solamente una defensa, porque
necesitan defenderse de los ataques. que se les hagan por una falta grave, porque B~
personalidad individual ya desapareció ante la monstruosidad suprema de una insti-
tución, de una personalidad moral, de una personalidad colectiva, de un Poder como
era el Poder Legislativo. La mayoría de estos señores indudablemente estuvieron a
la altura de Lozano, de Gareía Naranjo, de Olaguíbel y de Querido Moheno. Dicen que
aceptaron la renuncia para evitar la muerte de los señores Madero y Pino Suárez. Si
así fuera, los señores diputados, después de que se convencieron de que los señores
59
Madero y Pino Suárez habían muerto para inmortalizar sus nombres, después de que
estos señores habían dejado de existir, entonces debieron haberse salido de los escaños
de esa Cámara y haberse ido al Norte; o si no tenían el valor suficiente para irse al
Norte, siquiera hubieran ido a esconderse en los sótanos de sus casas y no volver a
poner los pies en los escaños de la Cámara. Porque indudablemente, vinieron al fin
sancionando uno a uno, cada uno de los actos de Victoriano Huerta. Después, muchos
de ellos, la mayoría de ellos, casi todos ellos, admitieron, apoyaron, estuvieron con-
formes con que se le diera un empréstito a Victoriano Huerta; es decir, sostenían al
Gobierno de Victoriano Huerta contra la revolución, que estaba en todos los horizon-
tes del país. Yo me voy a permitir leer este decreto de la Primera Jefatura, que dice
así: "Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, a todos los
habitantes de la República, sabed: Que en uso de las facultades extraordinarias de
que estoy investido, he tenido a bien decretar lo siguiente: Artículo 19 Los diputados
y senadores al Congreso de la Unión, propietarios y suplentes en ejercicio, que no con-
currieren al próximo período de sesiones que empezará el 15 de septiembre del corrien-
te año, quedarán por este solo hecho exentos de las penas en que hubieren incurrido
conforme a la Ley de 25 de enero de 1862. Artículo 29 Los que no concurrieren por
desempeño de encargos o comisiones, dentro o fuera de la República, del llamado Go-
bierno de Huerta o de los gobiernos de los Estados que hubieren reconocido a éste como
presidente interino, no disfrutarán de las garantías que otorga el artículo anterior y,
en consecuencia, quedarán sujetos en todo tiempo a las disposiciones de la ley men-
cionada. Por tanto, mando se imprima, publique, circule y se le dé el debido cumpli-
miento.-Libertad y Constitución.-Dado en el Cuartel General, en Durango, a los
siete días del mes de agosto de mil novecientos trece.-Venustiano Carranza."
Pregunto yo: ¿ los señores que concurrieron el 15 de septiembre, caen en la san-
ción de este decreto, o no caen? y, sin embargo, ya vemos cómo los señores de la Co-
misión sí opinan que debe excluirse al señor Ezquerro: ¿ no es una gran parcialidad?
¿ Es lógico el dictamen? ¿ Es consecuente el dictamen? ¿ N o tuvieron en cuenta en-
tonces allí, un sentimiento meramente personalista? Indudablemente que sí, porque
hay razones más poderosas para que los señores que permanecieron en el seno
de la Cámara de Diputados fueran excluidos, todos en general; pero de una
manera particular debieron excluirse los señores que ya cité anteriormente, porque
el señor Ezquerro, cuando muchos de ellos estaban ganando $16.50 diarios, el señor
Ezquerro estaba en los. campos de la revolución. Es injusto, señores, absolutamente
injusto. Es necesario, por honor a nosotros mismos, el que ese dictamen tenga que
ser enmendado en ese sentido. El señor Ezquerro apenas estuvo quince o veinte días
o un mes con la Convención, y es cierto que cuando la Convención muchos hombres
de buena fe, muchos hombres de ideales que sí son revolucionarios, equivocados.
acaso extraviados, se fueron con la Convención; pero pronto, muy en breve, com-
prendieron que habían equivocado el camino y ellos volvieron sobre sus pasos y han
seguido ayudando y colaborando, entre ellos el señor Ezquerro, al lado de la Primera
Jefatura, han defendido de una manera perfecta todos y cada uno de los ideales de-
la revolución. Resulta absolutamente inconsecuente el dictamen en este sentido, y
creo que debe ser enmendado. (Aplausos.)
-El C. Cravioto: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Cravioto, en pro.
-El C. Cravioto: Celebro mucho que sea la juventud simpática, franca y con~
tendiente de Rafael Martínez de Escobar, la que tengamos por delante, y no esta
hoja anónima y cobarde, firmada por algunos que no han tenido, como nosotros, el
valor de venir aquí, frente a frente y cara a cara, a asumir todas las responsabilida-·
des que se nos exijan y a contestar todas las impugnaciones que se nos hagan.
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La situación, en este Congreso, de los que fuimos dipu~ renovadores, me
hace recordar un cuento viejo: había en una familia de gente bien educada la prohlbi~
eión de que los chiquillos acudieran a la mesa cuando se tenía visita invitada a comer.
Esto era con objeto de que los mucha.chos no hicieran boruca. Fue el tiempo pasando,
los chiquillos crecieron y sucedió, como era de esperarse, que el padre quiso iniciar
al mayor en las prácticas sociales; la primera vez que hubo invitados, hizo que el
>Chiquillo fuera a la mesa, prohibiéndole que tomara la palabra si no era con previo
-permiso. Transcurrieron los minutos, se sirvieron los platillos, y al llegar al mole, el
niño comenzó a levantar la mano. El padre le dijo que hablara, y el otro exclamó:
"'Papá~ me tocó hueso".
Esta es, señores diputados, la situación de nosotros en el Congreso. La primera
vez que tenemos el honor de dirigirnos a tan ilustre Asamblea, es también para decir
que nos tocó hueso, ya que hay algunos bondadosos compañeros que quisieran regre-
samos a los lugares de donde vinimos, empacados en un furgón a guisa de cascajo
político o en calidad de desecho de tienta.
No seré yo quien lamente que ciertas discusiones personales, provocadas por ig-
norancia completa de los hechos o por cálidas pasiones egoístas, hayan entrado a
este Congreso. Creo que es sumamente benéfico para los que habremos de integrar
la Asamblea Constituyente, para el país, y para las labores mismas que nos están
encomendadas, que se haga perfecta depuración de los hombres.
No veo en el tono vehemente que ha querido. emplear el señor Escobar los pri-
meros destellos de una borrasca que comienza; sino más bien los últimos relámpagos
de una tempestad que se aleja.
El debate que se inicia, señores diputados, tiene para la significación de este
ilustre Congreso, verdadera importancia: no se trata de- discutir solamente la legiti-
midad de las credenciales que nos han traído aquí; sino que se trata, sobre todo, de
esclarecer algunos puntos culminantes del momento acaso más doloroso de nuestra
bien martirizada historia nacional.
Yo traigo a este debate mi serena confianza en la justicia vuestra, mi fe absoluta'
en el triunfo definitivo de la verdad y mi deseo sincerísimo~ de librar la memoria de
ese hombre grande y bueno que se llamó don Francisco l. Madero, del rechazo hiriente
eon que la lógica implacable arroja también s~bre el mártir algunos de los cargos
que se nos hacen, puesto que la renuncia de Madero no sólo afecta a aquellos que
la aceptaron; sino que afecta también al hombre venerable que puso su firma al calce
de ella.
No quiero hacer en esta ocasión un discurso, sino mejor una plática politica; no
necesito de los prestigios de oropel de la retórica ni las argucias de la dialéctica para
mi defensa y la de mis compañeros; sino que me bastará exponer, con protesta ante
ustedes, ante la nación y ante la historia de decir verdad, me bastará exponer con
toda sencillez, pero con toda precisión, una serie de hechos irrefutables y hacer las
deducciones que esos mismos hechos imponen.
El día que se presentaron las renuncias de los señores Madero y Pino Suárez fue
el siguiente al de la aprehensión de dichos señores y al de los fusilamientos horrendos
de Bassó y de Gustavo Madero.
El pretorianismo, consumada la traición abominable, desplegaba ferocidades eha~
calescas y se ostentaba nauseabundo y capaz de osarIo todo.
Se había citado a una sesión extraordinaria de la Cámara y muchos presumíamos
lo que iba a suceder.
La mayoría parlamentaria que había apoyado al presidente Madero, se encontra-
ba disgregada; unos diputados estaban presos, otros se habían escondido, algunos con-
siguieron salir de la ciudad; los pocos que quedábamos para afrontar la situaci6n, 10-
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gramos reunirnos:" '¡l una de las calles cercanas a la Cámara, en los alrededores del
Teatro Mexicano, para discutir qué era lo que convenía hacer. Algunos opinaban por
no ir a la sesión, otros por asistir y votar en contra de las renuncias. Todavía no se
llegaba a un acuerdo definitivo, cuando se presentó ante nosotros un compañero de
toda confianza, don Jesús M. Aguilar, pariente de Madero, y nos puso de manifiesto la
situación. Madero y Pino Suárez ya habían firmado las renuncias. El cuartel general
decía estar dispuesto a hacerlos salir al extranjero inmediatamente que el Congreso
aceptara la dimisión; en caso contrario, si los diputados maderistas rompían el quorum
o impedían por otro medio que las renuncias fueran aceptadas, entonces se procedería
militarmente, y el cuartel general estaba resuelto a hacer desaparecer al presidente
y al vicepresidente esa misma noche, de cualquiera manera. Aguilar, por lo tanto,
en nombre de la familia Madero, se acercaba a nosotros para suplicarnos que asistié-
semos a la sesión y votásemos las renuncias.
Todavía más: se nos aseguró que la situación internacional era de tal manera
grave, que de no resolverse el asunto de la Presidencia esa misma noche, al otro día
las tropas americanas desembarcarían en Veracruz rumbo a México, es decir, la in-
tervención y la guerra con los Estados Unidos.
¿ Cuál era, señores, después de esto, nuestro deber? Desde luego aceptamos ir
a la Cámara para evitar el fusilamiento inmediato del presidente; ya en ella, nos
encontramos con esta situación: los señores Moheno, Salinas y Delgado, confirmaron
desde la tribuna, con circunloquios, pero de una manera clarísima, las amenazas que
había hecho el cuartel general en contra de la vida de los funcionarios presos. Todos
los enemigos de la revolución, acrecidos con los que siempre se van a la cargada, for-
maban una mayoría decisiva dispuesta a aceptar la renuncia. Frente de ellos nos en-
contrábamos dos grupos: el legalista y el maderista, formando minoría perfectamente
notoria; como dije antes, éramos sumamente pocos, así es que la responsabilidad de
esos actos no corresponde a todo el grupo renovador, sino a los miembros de él que
asistimos a la sesión. Nuestros votos no eran decisivos, formaban una minoría insig-
nificante, no significarían más que una protesta. ¿ Era conveniente lanzarla? Los
legalistas opin,aron porque sí, los maderistas, con excepción de Luis Navarro, opina-
mos que no, y voy a justificarlo.
El grupo legalista de la Cámara encabezado por Francisco Escudero y Luis Ma-
nuel Rojas, representaba al grupo moderado del Partido Liberal, presidido por Igle-
sias Calderón; defendía la legalidad por la legalidad misma, y nada más, y ésta era
la única base de su apoyo para el Gobierno de Madero. Nadie los consideraba enton-
ces como maderistas. Ellos tuvieron la facultad de rehusar su voto libremente sin
comprometer la existencia del presidente y no arriesgando más que las propias vidas.
Hicieron bien.
Nosotros, los maderistas, estábamos en situación enteramente distinta. Con Ma~
dero teníamos ligas estrechas de correligionarismo, de fe, de gratitud, de cariño y de
amistad personal. El era nuestro apóstol y nuestro caudillo, nuestra bandera y nues-
tra guía; era algo más que el presidente de la República: era el redentor del pueblo.
Representaba no sólo la legalidad, sino algo de mayor trascendencia para nosotros:
represental1a la revolución. Su vida, por lo tanto, era para nosotros necesarísima y
había que defenderla a toda costa, no sólo por interés sentimental ni sólo por nuestra
amistad, sino también por nuestro deber de revolucionarios.
y Madero había presentado su dimisión. ¿ Qué había detrás de ella? ¿ Era éste
un acto en el que inmolaba sus principios? ¿ Era ésta una debilidad? ¿ Era una co-
bardía? ¿ Era una simple acción egoísta queriendo salvar la vida por la vida misma?
No, indudablemente. ¡Menguado sería quien tal creyera! Madero había demostrado en
ocasiones tremendas su indiscutible valor y su indomable energía; había hecho re-
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Duncia de su viaje en múltiples ocasiones y se había mostrado dispUesto para el mar-
tirio cuando el martirio fuera necesario. ¿ Cuáles fueron pues, las causas que le obli:..
garon a dimitir? Exactamente las mismas que tuvimos nosotros para votar la re-
nuncia, y esto lo comprueban los escritos de Márquez Stérling, las últimas conversa-
ciones de Madero con Pino Suárez, y las postreras confidencias que hizo a sus amigos.
Madero creyó que salvando su vida, saliendo al extranjero antes de seis meses vol-
vería a su país restaurado por el poder avasallador del pueblo.
Protesto, señores, que ésta fue la causa, la causa principalísima por la que nos-
otros votamos también esa renuncia.
y ahora, que nos juzguen los hombres honrados y serenos; pero que nos juzguen
teniendo muy en cuenta las circunstancias de entonces. ¿ Debimos haber faltado a la
Cámara? Entonces fusilan desde luego al presidente. ¿ Debíamos haber dado nuestro
voto en contra? Estábamos en minoría, nuestra negativa no hubiera significado más
que una protesta metafísica sin otro resultado práctico que crear mayor desconfianza
para la vida de los funcionarios presos. Nuestro voto no fue cobarde; de haber tenido
miedo, no habríamos ido a la sesión, y yo no habría hablado en la Cámara. Nuestro
voto no fue traidor a los principios, porque antes que nada está la vida de la patria,
y nosotros tratábamos de librarla de una intervenci6n extranjera y desastrosa; nues-
tro voto no fue traidor a Madero, porque intentábamos conservarle la existencia;
no fue traidor a la revolución, porque tratábamos de libertar a su caudillo, y" por
último, no fue traido.r a la legalidad, porque Madero, vivo y libre, significaba la
restauración constitucional en breve plazo.
No cometimos un delíto, no cometimos una falta, cometimos un error que fue
tallLbién el de Madero; no prever la segunda traición de Huerta, acaso más abomi-
nable que la primera; no concebir en nuestra psicología de hombres honrados la per-
versidad infinita, la podredumbre inverosímil que había en los hombres directivos del
cuartelazo de febrero.
Este es, señores, el cargo que en justicia puede hacérsenos; pero de este cargo
nos exculpa la sana intenci6n con que lo cometimos. La buena fe de este acto mío
está certificada con mis antecedentes políticos anteriores de diez años a la renuncia
de Madero, y con mi conducta pública posterior hasta la fecha. Pregunta el señor
Escobar que cómo podríamos explicar la actitud que asumimos entonces. Bastarían
los razonamientos que he expuesto con absoluta verdad; pero hay también, señor
Escobar, en el DIARIO DE LOS DEBATES, las palabras que me vi obligado a decir
en nombre de mis compañeros desde la tribuna de la Cámara. Allí, señores diputados,
está asentada la comprobaci6n de lo que he dicho. Yo afirmé entonces que el voto que
íbamos a dar en favor de las renuncias no era por temor de atentados contra nuestras
personas, que nos cohibían ni nos espantaban; sino únicamente para salvar a la patria
de una intervenci6n extranjera funestísima, y, sobre todo, para librar la existencia de
los dos altos funcionarios, en la sesión en que se vot6 ia renuncia de -Madero.
Si, como nosotros creímos, Madero sale de las garras de Huerta en el tren que
estaba preparado y en el que lo esperaba ya su' familia y algunos diplomáticos que
iban a acompañarlo, yo desafío a cualquiera de vosotros me diga si Madero no hu-
biera vuelto poco tiempo después a la Presidencia de la República ayudado por el po-
der enorme de su pueblo.
Por desgracia, en la política, como en otras muchas cosas, todo se juzga por el
éxito. Si hubiésemos acertado en nuestro patri6tico deseo, fuésemos ahora políticos
sagaces, salvadores de Madero y de la revolución,' y nuestros serían los elogios y las
alabanzas; pero viene el fracaso en vez del éxito y es natural que caigan sobre nos-
otros los reproches duros y las palabras amargas. Bien sabemos que casi todos ento-
nan la canci6n cananea de Marcial, el poeta de los cinismos, que predicaba: "Sí César
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es fuerte, con él; si César fracasa, contra él." Ya también dijo el clásico: "Locos son
Catilina y Masianello, porque les fue contraria la fortuna."
Dice el señor Escobar que después de los asesinatos de Madero y Pino Suárez,
debimos haber ido a los campamentos del Norte; o que si no tuvimos valor para ello,
debimos escondernos en las covachas de nuestras casas; que como nos quedamos en
México, no somos revolucionarios ni de ideas, ni de sentimientos, ni de acción.
Yo pregunto al señor Escobar si fue acto de valor mío, si fue acto de un revolu-
cionario de ideas, de sentimientos y 'de acción, haber pronunciado en la Cámara de
Diputados, a raíz de los asesinatos de Madero y Pino Suárez, frente a frente de los
usurpadores y cuando el terror embargaba todos los espíritus, el primer elogio que de
los mártires se hizo en la República. Yo pregunto al señor Escobar si es o no, ser
revolucionario de ideas, de sentimientos y de acción, haber venido trabajando por las
libertades del pueblo desde el año de 1903, corno lo puedo comprobar con estos perió-
dicos en que existen desde entonces artículos míos, candentes como de muchacho, pero
con un gran sentimiento libertario que sigue perdurando en mí todavía. En esos ar-
tículos, señor Escobar, bajo mi firma, se ataca desde 1903 la Séptima reelección del
general Díaz; por ellos sufrí mi primer encarcelamiento, yendo seis meses a la cárcel
de Belén, en compañía de los Flores Magón, de Juan Sarabia y de otros luchadores in;:
olvidables. Yo pregunto si es o no ser revolucionario de ideas y de sentimientos, ha-
ber salido de esa prisión y a pesar de los obstáculos y a pesar de los peligros, seguir
laborando francamente por los ideales del pueblo, desde entonces hasta ahora, sin va-
cilación y sin cobardía.
No se nos ocultó que podíamos irnos a los campamentos de la revolución; pero,
señores, nosotros sabíamos perfectamente la situación que se tiene en un estado re-
volucionario de un lado y de otro. Ya desde entonces lo presentíamos, y ahora que
yo he pasado por todos los trances lo confirmo. La mayor parte de los civiles que van
al lado de una revolución cuando el período de ésta es principalmente militar, más van
a servir de estorbo que de ayuda; más van a serv'ir de paráSitos que de hombres
verdaderamente útiles; por esto no fuimos a los campamentos de la revolución. ¿ Qué
íbamos a hacer allí? ¿ Ibamos a ser soldados? Yo me declaro francamente sin virtu-
des militares para ir a un asalto o para tomar una trinchera. Hubiera sido un soldado
de los peores, un soldado como cualquiera, un fusil mal manejado y nada más; en
cambio, en la Cámara de Diputados, señores constituyentes, nuestra acción era más
efectiva; nosotros nos quedamos para trabajar allí obstruccionando en todo al Go-
bierno de la usurpación y organizando- una oposición que dio resultados. Y si es verdad
que Obregón . llegó a la cima en los campos de Celaya, también es verdad que Belí-
sario Domínguez llegó a la inmortalidad en el Senado de México.
Los peligros que tuvimos que afrontar eran formidables, y pesaban sobre nos-
otros a cada momento y en todas las circunstancias.
En los primeros días de marzo los miembros del bloque renovador nos reunimos
en el Salón Verde de la Cámara de Diputados; allí se hizo un pacto escrito que firma-
mos todos y en el que juramos por nuestro honor hacer una oposición enérgica y sis-
temática contra el Gobierno de Huerta.
Este documento 10 conservé en mi poder sólo 24 horas. Reflexionamos después
que si éramos hombres de honor, salía sobrando el documento. Tal papel sólo servía
para comprometernos gravemente ante nuestros enemigos, y entonces optamos por
destruirlo. Yo digo, en honor de los renovadores, que todos supieron cumplir con el
juramento que se hizo, que todos nos apegamos al pacto, y este hecho es conocido
de la República entera, este hecho ha sido muy estimado por algunos de los revolucio-
narios que están al tanto de estos detalles, inclusive el ciudadano Primer Jefe.
La cuestión del empréstito, como la pinta el señor Escobar, es absolutamente
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calumniosa. Yo no creo que el señor Escobar haya venido a esgnlUlr aquí ese. argu-
mento con -mala fe, sino simplemente con falta completa de conocimiento de lo que
Bueedió en la sesión en que se discutió el empréstico.
Traigo, señores, éomo comprobación de nuestra actitud de entonces, un libro que
ha escrito.el señor Palavicini haciendo exacta historia de nuestra acti,tud en la Cáma-
ra, con documentos auténticos, euyos originales están en el DIARIO DE LOS DEBA-
TES. Este libro, si acaso lo consideran pareial por ser quien lo escribió un diputadO
renovador, tiene comprobaeión perfecta en el' DIARIO DE LOS DEBATES, que pue-
den ustedes consultar en la Oficialía Mayor de este Congreso.
Nosotros tuvimos siempre el finne propósito de oponernos por todos los medios_
a la consecución del empréstito. De casualidad hubo un incidente que se prestó para
que obstruccionáramos el quorum de la Cámara en la sesión en que el empréstito
iba a empezar a discutirse. El diputado Francisco Escudero, que había salido para
los campamentos de la revolución, suscitó en el seno de la Cámara dos cuestiones:
la primera, si era debido que un diputado que notoriamente estaba revolucionando,
siguiera cobrando. dietas, y la segunda, si un diputado que había salido de la ciudad
pttra irse a los campamentos revolucionarios, debía ser substituido por el suplente,
o no. He citado estas cuestiones, porque en ellas también se ve nuestro revolucio-
narismo. Habían salido ya muchos de nuestros compañeros que estaban al lado del
señor Carranza, entre otros, González Garza, Fabela, Alvarez, Escudero, los que ha-
bían dejado, por nuestro consejo, poder paTa que algún apoderado cobrara sus sueldos
y sus familias no carecieran de pan. De esto estaban en~erados todos nuestros ami-
gos y, sin embargo, tarde a tarde estábamos en ayuda de aquellos revolucionarios.
En la sesión en que se iba a votar el empréstito, el presidente de la Cámara, de
manera arbitraria, introdujo al salón al señor Salvador Garibay, suplente de Escu-
dero, y se quiso hacer, contra lo previsto en el Reglamento, que la Cámara le tomase
protesta y que inmediatamente empezase a funcionar como diputado. Nosotros, desde
luego, nos levantamos con energía en contra de ese act<? arbitrario, tratamos de im-
pedirlo, y abandonamos en masa el salón. Más nos importaba descompletar el qUOl:um
de la Cámara, que la entrada de ese diputado, quien, por ser -suplente de Escudero,
podría tener más afinidad con nosotros que con los contrarios. A pesar de nuestra
salida, que como dije, fue en masa, el empréstito se discutió esa tarde y se aprobaron
los principales articulas. Nosotros seguimos obstruccionando, y al otro día varios de
los diputados que nos habíamos salido de la sesión anterior, el señor Palavicini, el
seño~ Urueta, el señor Rendón, el señor Ugarte y el que habla, hicimos esfuerzos para
que se hiciera constar en el acta nuestra salida, para que se viera que el empréstito
había sido votado sin quorum legal y que, por lo tanto, asentada esta irregularidad,
no se pudiera conseguir en el extranjero, pues más tarde la revolución tendría en ello
el más fuerte de' sus apoyos para desconocer totalmente el empréstito.
Como ven ustedes, las instrucciones dadas por el Primer Jefe por medio del licen-
ciado Arredondo, se iban cumpliendo. Es verdad que el telegrama enviado a este Con-
greso por el señor Carranza no fija fecha, no dice, además, cuando el licenciado Arre-
dondo fue a darnos esas instrucciones; pero esto no le quita ni fuerza ni validez a
la honrada justificación que en honor nuestro ha hecho el ciudadano Primer Jefe,
pues en el mismo libro del señor Palavicini a que me he referido, y que está escrito
de tiempo muy atrás, puede verse la referencia exacta de las mismas instrucciones
a que se refiere el ciudadano Primer Jefe.
Después, para qué hablar más; vino la disolución de la_ Cámara, la caída de Huer-
ta, y vino, señores, la primera depuración que tuvimos nosotros en Tlalnepantla,
cuando el Primer Jefe tuvo la bondad de llamarnos a su lado y utilizar -nuestros ser-
vicios directamente desde entonces. Vino después la incertidumbre del período de la
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Convención, cuando Carranza estaba en Puebla, sin más ayuda efectiva que la del
general Coss y sin más amigos civiles que unos cuantos, entre los que hos contábamos
nosotros. Tuvimos el honor, algunos de los renovadores, de irnos a incorporar con él,
y entonces .el ciudadano Primer Jefe confirmó toda la lealtad que habíamos tenido
en la Cámara de Diputados para él, para el constitucionalismo y para la revolución.
Nuestra conducta en Veracruz también es conocida. Todos ustedes saben que
muchos de los diputados renovadores, a pesar de lo que se diga aquí, hemos prestado
servicios, hemos trabajado dentro de nuestro carácter civil y algunas de nuestras
principales obras, que ha llevado a cabo la revolución, han sido, señores, este hecho.
Eill. la integración del personal constitucionalista hay un embajador, varios ministros
diplomáticos, varios miembros del gabinete y algunos que han trabajado con el Primer
Jefe en la elaboración de las leyes, y que han salido todos del grupo renovador. Tal
confianza del ciudadano Carranza para llamarnos a puestos directivos, creo que basta
para darnos crédito de no ser espurios dentro de la revolución.
Para concluir, voy a decir sólo unas palabras relativas al artículo 4Q Algunos que
se dicen con espíritu de radicalismo, piensan que ese artículo se debe aplicar al pie
de la letra; esto, señores, sólo se explica por falta de conocimiento en el manejo de
las leyes o por sobra de pasión personal o de intereses bastardos.
El artículo 49 es un artículo del orden penal, puesto que marca la incapacidad
política para muchos ciudadanos. Las leyes penales, según el criterio del Derecho, no
deben aplicarse aSÍ, sino, por el contrario, haciendo interpretación de ellas conforme
a su espíritu y teniendo en consideración las circunstancias especiales de cada indivi-
duo en cada caso. Antes I se castigaban los delitos como entidades abstractas y este
era el criterio brusco, rancio e injusto; hoy se aplica un criterio positivo, conside-
rando que no existen delitos, sino delincuentes, como no hay enfermedades, sino en-
fermos. Voy a poner ,de relieve, sin meterme en los vericuetos de la jurisprudencia,
sino de manera concreta, los abusos a que daría lugar la interpretación del artículo 4 Q ,
tomado textualmente. Todos sabemos que el robo está castigado; que el asesinato está
castigado; pues bien, señores, a juzgar solamente por las apariencias, supongamos ver
a un grupo de hombres que han saqueado una hacienda, que han matado a los que
habitan en ella y la están incendiando. Estos hombres, indudablemente, pueden ser
unos bandoleros, pueden ser unos asesinos, y pueden ser unos incendiarios; pero, seño-
res, también pueden ser revolucionarios, también pueden ser patriotas que en un acto
supremo de necesidad angustiosa de la guerra, hayan tenido que recurrir a esos me-
dios crueles y que en vez de merecer el reproche de la sociedad, merezcan al cabo el
respeto y la gratitud de sus conciudadanos.
Otro ejemplo político pondrá más de relieve lo erróneo del criterio que -se dice
radical; ¿ qué haríamos, señores, si el general Obregón viniese a este Congreso con
un mandato semejante al nuestro? ¿ Lo íbamos a arrojar de aquí, pensando sólo que
en un momento de extravío se acercó al ciudadano Primer Jefe para pedirle su re-
nuncia en nombre de la Convención de Aguascalientes? N o, señores diputados, si tal
hiciéramos, si expulsáramos de aquí al héroe de Celaya con criterio tan mezquino, en-
tonces la mano desgarrada y sangrienta que cayó en los campos de León como semilla
de glorias venideras, señalándonos la puerta en protesta contra tan magnas injus-
ticias. (Aplausos.)
Aplicar, señores, al pie de la letra, el artículo 4Q , no es tener criterIo de radicalis-
mo, úno tener criterio de cocinera, esto es exactamente. Una cocinera ve que el patrón
tiene dolor de barriga, que llega el médico y le da una receta; la cocinera recoge la
receta y le pone: upara el dolor de barriga", Después, un hermano de la cocinera,
se enferma de apendicitis; ella sólo ve el dolor de barriga e incontinenti le aplica la
receta ...
66
-El C. Magallón: Pido la palabra para una moción de orden. El articulo 102 del
reglamento dice: rlArtícul~ 102. Los discursos de los individuos de las Cámaras sobre
cualquier negocio, no podrá durar más de media hora sin permiso de la Cámara."
-El C. presidente: El señ9r Cravioto no tiene media hora -todavía. (Risas.
Aplausos.)
-El C. Cravioto continúa: La cocinera, que ha guardado la receta para el dolor
de barriga, tiene una hermana con el vientre adolorido por irregularidades menstrua-
les; la cocinera aplica 'también la receta famosa para el dolor de barriga. Esto, seño-
res, yo he querido hacerlo ridículo para hacer resaltar el absurdo criterio de los que
piensan de tal manera;·pero, saliendo del género chico, llamo la atención de la ilustre
Asamblea sobre las graves consecuencias que sobrevendrían de aplicar el artículo 49"
entendiéndose con semejante criterio. Es este debate, señores diputados, uno de 108
actos primordiales del Congreso Constituyente, y yo pregunto,: ¿ no sería verdadera-
mente penoso que la Asamblea diese tan poca muestra de intelectualidad, de criterio
moral y mostrase tan desastrado concepto de la justicia? ¡Ah, señores! de dejarnos
arrastrar hasta ese abismo, la nación entera, y con la nación la historia, no noS dejaría
prestigio intelectual, prestigio moral para enfrentarnos con esa obra augusta que se
llama Constitución; es decir, señores diputados, no sólo se cometería una injusticia,
sino que se crearían trabas a la Constitución que se va a hacer, pues creando des-
confianza para nuestros trabajos, sembraremos bombas de dinamita para la paz de
la -república, y, naturalmente, señores diputados, daríamos bandera y pretexto a los
cabecillas, a los ambÍciosos y a los incautos para que, en nombre de la integridad de
la Constitución de 57, ensang,rienten de nuevo al país y estorben indefinidamente
nuestra obra.
Señores diputados: sois ahora los representantes legítimos de la república, la se-
lección mejor de nuestro pueblo, la síntesis más alta de la patria. Confiadamente po-
nemos en vuestras manos no sólo la suerte de una credencial transitoria, sino la repu-
tación de nuestra vida política y nuestro honor de revolucionarios. Decía el emperador
Galba en un momento solemne: "Herid, si es que mi muerte salva a Roma." Nos-
otros decimos ahora: arrojadnos de aquí si nuestra expulsión es útil para las liber-
tades de México; pero antes pensad, señores diputados, que detrás de nosotrqs hay
trece años de antecedentes políticos limpios y esforzados, trece años de lucha honrada,
desinteresada y continua en pro de las libertades del pueblo y, por lo tanto, al dictar
vuestro fallo inapelable, fijad los ojos en nuestra vida totalmente expuesta, y sin
vacilaciones discerniréis nuestra completa buena fe y nuestro espíritu siempre revo-
lucionario. Sois la esperanza de la patria, sed también el honor de vuestro pueblo;
lejos de vosotros las pasiones y los egoísmos que matan. El instante es solemne y
es muy _seria, la obra. Necesitamos que el pueblo nos comprenda unidos, trabajando
por hacer una gran patria, próspera y feliz; confundiéndonos todos en este gran ideal
común, sintámonos- mexicanos, nada "más que mexicanos, pero profundamente mexi-
canos, y vayamos en nombre dé la república a las glorias de la libertad. (Aplausos
prolongados.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el señor Andrés Magallón, en contra.
-El C. Magallón: Señores miembros de esta Asamblea: después de las ideas tan
brillantemente expuestas por .el señor licenciado Martínez de Escobar, no tengo ya
nada que añadir: era el mismo criterio, la -idea misma la que yo tenía, de que la 2~
Comisión Revisora, en la credencial del señor Ezquerro, fallase rechazándola por su~
poner que estuviera inhabilitado por alguna mácula política, y se concretó a decir que
rechazaba su credencial 'porque el expediente no había llegado. Yo tengo el honor de
pertenecer a la diputación de Sinaloa, como el señor Ezquerro, y me consta a mí que
la elección fue perfectamente legal y que debido a la interrupción de los trenes no
67
han llegado aquí los expedientes; y por lo tanto, siendo enteramente justo y habién-
dose hablado respecto de los antecedentes políticos del señor Carlos M. Ezquerro, pido
a esta honorable Asamblea, y muy atentamente suplico a la 21} Comisión revisora,
se sirva modificar su dictamen en el sentido de que sea aceptada la credencial del
señor Ezquerro.
-El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.
-El C. Rodríguez José M.: No es verdad que la 2fl. Comisión revisora se haya·
basado únicamente en que no estaba la credencial y el expediente del señor Ezquerro
a la vista nuestra, ni para haber fallado, puesto que nosotros no éramos los que debía-
mos haber fallado, sino la honorable Asamblea que nos escucha aquí. La Comisión
revisora únicamente expone que no se tenían los datos suficientes para dar el dicta-
men, puesto que el expediente no existía en nuestro poder, no estaba a la vista. Sin
embargo, la Comisión dijo a la Asamblea que existía un telegrama que bien pudiera
tomarse como una credencial y nada más en ese respecto la Comisión se basó para
proponer que el señor Ezquerro no fuese admitido y que encuadraba perfectamente
en el artículo 49 La Comisión no tiene la culpa de que ese artículo no exista como
una ley; no encontraba francamente la manera de sacar al señor Ezquerro, la candi-
datura del señor Ezquerro, de ese encuadramiento. Así es que en lo personal mani-
fiesto que creo que es un revolucionario perfecto, que es un amigo de nuestra causa
y que si ha tenido algún desliz político, con sus actos pasados y últimamente con
sus actos presentes de estos últimos tiempos, creo que está suficientemente lavada
la culpa de este señor, y en lo particular pediría que la candidatura del señor Ezquerro
fuese aceptada.
-El C. presidente: Tiene la palabra el señor Félix F. Palavicini.
-El C. Palavicini: La elocuencia del señor Cravioto me obliga a renunciar al
uso de la palabra, tanto más, cuanto que los señores representantes desean utilizar
su tiempo en algo más práctico. Por otra parte, suplico a la Comisión retire, al votar
ese dictamen, la credencial del señor Ezquerro, que debemos votar por separado. Si
votásemos negativamente la credencial, negaríamos al señor Ezquerro el derecho de
representar al pueblo de Sinaloa, y como el objeto es el de aprobar las credenciales,
no importa que los expedientes electorales lleguen después, porque hay que tener
en cuenta las circunstancias que existen en el caso, y además, el señor Ezquerro mere-
ce la confianza revolucionaria.
-Un C. presunto diputado: Pido la palabra. Pido a la Mesa que al votarse ese
dictamen se separe la proposición relativa al señor Ezquerro, para que se vote por
separado.
-El C. Rodríguez José M.: La 2~ Comisión revisora no tiene inconveniente en
que se vote por separado.
-El C. presidente: Tiene la palabra el señor general Francisco J. Múgica.
-El C. l\Iúgica: Me he inscripto para hablar en contra del dictamen de la 2~
Comisión revisora de credenciales, porque creo de mi deber de ciudadano representan-
te de uno de los distritos del Estado de l\Iichoacán, rogar a la Asamblea que en todas
las primeras discusiones sentemos un criterio que sea recto y uniforme para juzgar
a los aquí presentes y para resolver sobre cada uno de los casos que se nos vayan
presentando en el curso de los debates. Yo veo en el dictamen de la Comisión dos
pesas y dos medidas, y sin embargo, no debemos inculpar, desde luego, a la Comisión
más que de li,cereza, porque es indudable que en todos los que estamos presentes y
que hemos pertenecido a la revolución, tiene que hacer gran mella y pesar enorme-
68
mente sobre nuestro criterio una palabra que el Primer Jefe de la revolución nos
dirija, máxime cuando sabemos muy bien que todas las palabras que ese ciudadano
ha dirigido al pueblo mexicano, son inspiradas en un buen deseo y dictadas por el más
grande de los patriotismos. Por eso no pienso que la Comisión haya cometido más
que un error de ligereza, y de antemano quiero que no vean, en el ataque que hago
de ese dictamen, el deseo sistémático de acusarla, sino siínplemente el de que aquí pro-
cedamos con honradez y con independencia absoluta de criterio.
En efecto, el señor Ezquerro y los diputados r~novadores, que son los tópicos
de esta discusi6n, porque en los demás no hay que discutirlos o al menos yo ignoro
que haya algo que atacar en las demás credenciales, están en mi concepto, en condi-
ciones o de caer bajo la sanción del artículo 49, o de pasar inmaculados de esa san-
ción. ¿ Cuál de los dos caminos debe adoptar la Asamblea? El más radical; pero por
parejo. Que no se haga diferencia absolutamente de ninguno de los dos grupos. Yo
conozco la vida política del señor Ezquerro; lo vi allá en el norte, en los primeros
días de la revolución, días más angustiosos que gloriosos; gloriosos, sí, porque eran
los días de intensa lueha; pero angustiosos también porque eran aquellos en que no
se veía aún con, toda claridad el triunfo de la revolución. Yo vi allí los servicios que
prestó j pueden calificarse COmo se quiera, bue:{los o malos j pero los prestó. El--señor
Ezquerro, más tarde, en un momento de flaqueza de espíritu, porque así considero
ese acto, se quedó en México. Voy a explicar la causa, porque la sé. El señor Ezquerro
fue removido de la Secretaña de Hacienda y promovido a la Dirección General de
Aduanas, y seguramente por eso el señor Ezquerro tuvo la flaqueza de pensar como
piensan en general todos los hombres en especiales circunstancias, con un amor pro-
pio mezquino y p.equeño. En aquellos momentos, fatales para el señor Ezquerro, era
preciso que la gestión hacendaria estuviera en manos más hábiles que las suyas, y
este hecho lo hizo pasar al partido de la Convención, máxime cuando días luctuosos
desorientaban mucho no sólo a nuestros políticos, sino también a nuestros militares.
Con respecto a los diputados renovadores, yo creo que en esta Asamblea, en todos
los ataques que les han hecho, no se ha llegado a concretar precisamente el punto
del verdadero ataque, pues por parte de los diputados que ahora y en las sesiones
anteriores les hicieron oposición, no hay verdadero espíritu de oposición para todos
y cada uno de sus- mieni'bros; lo sé muy bien, porque lo han dicho aquí los oradores
preopinantes; de tal manera, pues, que los actos de esos diputados renovadores, no
obstante que son los mismos que permanecieron en la Cámara después del momento
en que el señor Madero fue apresado por el Ejército Federal, no están juzgados de la
misma manera y se les ,tiene en distinta estimación. El ataque contra los renovadores
no es general, los ataques que se dirigen a los diputados renovadores no son genera-
les, repito, toda vez que van dirigidos a dos personas: a Palavicini y al señor Macías.
y hay, señores, en esto, un movimiento instintivo en todos los diputados del Congre-
so Constituyente, movimiento instintivo de repulsión... ¿ por qué? Porque se han
visto, se han examinado los antecedentes políticos del señor Macias y del señor Pa-
lavicini y han dicho muchos de ellos, allá en la intimidad: ¿ cómo vamos a considerar
que fuera a obrar de buena fe una persona que ha servido íncondicionalmente a la
dictadura de Porfirio _Díaz? ¿ Cómo vamos a pensar que obre de buena fe en este
Congreso el que urdió una calumnia y una acusación en contra del señor Madero?
¿ Cómo podemos creer a aquel que ha tenido algunas flaquezas en momentos de
prueba, como el señor don Félix Palavicini? ¿ Qué podemos pensar de quien ha- es-
crito una carta llena de flaquezas y retractaciones al más caracterizado y fanático
enemigo de nuestros principios, cuya carta ha circulado últimamente y con profusión
en la capital de la República? Yo, señores, no quiero hacer personalmente ningún
cargo de esta naturaleza. Los menciono, porque ése es el criterio que prevalece en la
69
mayoría de esta Asamblea; porque esos hechos se señalan a estas dos. personalidades
de los diputados al Congreso maderista y que se llamó bloque renovador, son los que
inspiran ese motivo de desconfianza que refluyó hasta los diputados renovadores en
general.
Por otra parte, señores, el argumento que se ha esgrimido por la Comisión para
-dictaminar en la forma que lo ha hecho, radica esencialmente en un telegrama del
Primer Jefe; yo quiero que los ciudadanos que vamos a votar la nulidad o la validez
de las credenciales puestas a discusión, tengamos presente este criterio: proceder con
entera independencia; no porque el Primer Jefe haga la defensa de los diputados
renovadores, nosotros vayamos a inclinarnos así, de una manera inconsciente, de una
manera irreflexiva, ante el parecer de la Primera Jefatura; porque, señores, antes del
parecer de nuestros caudillos, muy respetados para nosotros y muy dignos de con-
fianza, deben de estar sobre todo nuestros principios, debemos de ser hombres libres;
y en el Plan de Guadalupe que firmamos el 26 de marzo en una hacienda de este
nombre en el Estado de Coahuila, se desconocieron desde ese momento las Cámaras
de la Unión, las Cámaras de los Estados, los poderes Judicial y Ejecutivo de toda la
República que hasta los momentos en que el gobernador del Estado de Coahuila des-
conoció al Gobierno de Victoriano Huerta, no habían hecho ningún movimiento de pro-
testa contra el ultraje inferido a nuestras instituciones constitucionales. Todavía más,
señores: el original del Plan de Guadalupe estableció que desde el momento en que
se publicara ese Plan, quedaban las autoridades y poderes de la República obligados a
desconocer al Gobierno de Huerta; de lo contrario, serían desconocidos por nosotros,
y entonces, creo que yo fui y propuse la enmienda de que se les concediera unos días
más; se hizo la enmienda al original del Plan, señalando el plazo de treinta días y
después de la publicación del mismo para que las autoridades constituidas descono-
cieran al Gobierno de la usurpación. Por esa razón me extraña que aun contra esa
.disposición expresa hubiera ese mandato del Primer Jefe al bloque renovador para que
permaneciera en la Cámara, sancionando como no cabe duda que así fue, y dando
apariencias de la legalidad, al Gobierno emanado del cuartelazo.
Me proponía sólo hablar de principios y reglas para calificar credenciales; pero
hay argumentos propuestos por el ciudadano Cravioto y con los cuales no estoy con·
forme y quiero atacar, porque deseo se escriba en la Historia la verdad en el cumpli-
miento del deber. El señor Cravioto. dice que el error más grande que hayan cometido
los renovadores, fue el de haber aceptado la renuncia del señor Madero, y explica que
un miembro de la familia del presidente, diputado del bloque maderista, le suplicó a
nombre de la familia votasen la renuncia del apóstol para libertarlo así del patíbulo.
El m'gumento ya se ha repetido muchas veces, tanto en discusiones privadas como
en discusiones públicas, y cuantas veces lo he oído y examinado, he visto sólo que es
un argumento enteramente de corazón, un argumento de sentimiento que nada justi-
fica ni nada prueba, puesto que la política ni es atributo de la sensiblería, ni los prin-
cipios fundamentales se salvan con lágrimas ni se sostienen con debilidades. El grupo
legalista tenía el deber de no aceptar la renuncia del señor Madero, y no la aceptó.
Los diputados legalistas fueron consecuentes con sus principios; ellos dijeron que se
trataba de salvar la ley y no a los hombres; ¡hicieron muy bien! Por eso todos los
revolucionarios que estuvimos en el campo de batalla, nos inclinamos respetuosos
ante un Luis Manuel Rojas e hicimos lo mismo cuando vimos allá en el Norte a un
Francisco Escudero. (Aplausos). Dice el señor Cravioto que salvado el hombre había
eSperanzas de la restauración. ¡Esto es mentira, señores! No había esperanza de
restauración. Los enemigos de Madero se equivocaron en esto; Huerta y Blanquet no
pensaron nunca que llevándole al martirio lo iban a lavar de todas sus manchas, y
que lo iban a hacer digno de las remembranzas de todo el pueblo mexicano. (Aplausos.)
70
, Sus amigos los renovadores, consultando su corazón y sie~do consecuentes con la fa-
milia funesta del señor Madero, porque su familia fue la que lo mató, hicieron muy
mal en pensar que iban a salvar a un hombre que trataban de libertar, porque, señores,
Madero en la proscripción, mendigando el apoyo exterior para restaurarse, hubiera
sido un ludibrio, hubiera sido un guiñapo. No es, pues, señores, de considerarse ese
argumento como justificativo, y quiero que la Asamblea lo pese y que al dar su fallo,
al juzgar ese momento político, ese hecho histórico que discutimos, siente de una vez
para siempre el criterio que ha de quedar verdaderamente escrito en la Historia.
Para terminar, señores, pido que la Asamblea reconsidere, como se ha dicho, el
pro y el contra sobre el dictamen de la Comisión, para quien pido benevolencia. No
la inculpemos ni sentemos ese precedente, porque las ,comisiones están sujetas a·
muchísimas impresiones que son determinantes algunas veces; aparte de q1l;e care-
cemos de experiencia política muchos de los que estamos aquí reunidos, lo cual no
debemos olvidar para que obremos con verdadera justificación.
Pesemos serenamente los actos de cada individuo; la conveniencia de aplicarle
el ca'stigo que merezca en estos momentos de absolver o condenar, y con ese criterio
votemos esas credenciales. (Aplausos.)
-El C. Ezquerro: Pido la palabra para una aclaración. Al hacer uso de la pala-
bra me parece que expuse muy bien claro, enteramente claro, que mis vacilaciones
y mis opiniones no eran por despecho. Quiero hacer constar que el despecho no es
de las almas honradas; así lo he manifestado ya.
-El C. Palavicini: Pido la palabra únicamente para una alusión personal.
-El C. presidente: Tiene la p¡ilabra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palavicini: Demostrado, como lo ha hecho brillantemente el señor general
Múgica, que en el debate del dictamen de la 2~ Comisión Revisora no se opuso a la
aprobación de esa credenc'ial, porque esos renovadores no son iguales a otros, yo su-
plico a la Asamblea tenga en cuenta esta opinión del señor general Múgic~ para
cuando sea llegada la hora de-la votación. Mientras tanto, espero tranquilo todos los
cargos que con justicia puedan hacerse a los diputados renovadores. que figuran en el
dictamen, para constestarlos si es necesario. En tal virtud, suplico al señor presidente
se sirva preguntar a la Asamblea si está suficientemente discutido el punto.
71
ha pedido, suficientemente apoyado, que se haga votación nominal, esto es lo que
tiene que hacer el señor secretario Ilizaliturri.
-El C. Rodríguez José Maria: Pido la palabra, ciudadano presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el presunto diputado Rodríguez.
-El C. 'Rodríguez José Maria: La 2~ Comisión pidió a la Asamblea Constitu-
yente que para la votación el dictamen se dividiera en dos partes; 'o en otros térmi-
nos, que se separe la proposición del señor Ezquerro para votarla después. Así es
que está a votación la primera parte del dictamen, con excepción de lo relativo al
señor Ezquerro.
-El C. Cravioto: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el presunto diputado Cravioto.
-El C. Cravioto: Con el objeto de nonnar el criterio de la Asamblea, atenta-
mente pido al señor presidente que se sirva mandar dar lectura po!' la Secretaría al
artículo 142 del Reglamento, en que se prescribe en qué forma se' hacen las votacio-
nes nominales.
-El C. secretario: "Artículo 142. La votación nominal se hará del modo si-
guiente: 1. Cada miembro de la Cámara, comenzando por el lado derecho del presi-
dente, se pondrá en pie y dirá en voz alta su apellido y también su nombre, si fuere
necesario, para distinguirlo de otro, añadiendo la expresión: sí o no. B. Un secretario
apuntará los que aprueben y otro los que reprueben. lB. Concluido este acto, uno de
los mismos secretarios preguntará dos veces en voz alta si falta algún miembro de la
Cámara por votar; y no faltando ninguno, votarán los secretarios y el presidente.
Iy... Los secretario's o prosecretarios harán en seguida la computación de los votos, y
leerán desde las tribunas, uno los nombres de los que hubieren aprobado, y otro el
de los que reprobaren; después dirán el número total de cada lista y publicarán la
votación."
-El C. Rodríguez José María: Pido la palabra, señor presidente, para una mo-
ción de orden.
-El C. presidente: Tiene la palabra el presunto diputado Rodríguez, para una
moción de orden.
-El C. Rodríguez José María: No se necesita poner el nombre de la persona;
únicamente que se vaya poniendo una raya que signifique un voto, porque si no, no
acabaremos nunca.
-Un C. secretario: El artículo relativo dice que hay necesidad de repetir los
nombres de los que hayan votado porque ...
-El C. Martí, interrumpiendo: Cuando dos escrutadores los escriben será más
rápido.
- Un C. secretario: Aquí están las listas.
-El C. Martí: Pero es que así se tarda mucho.
10
72
•
-Un C. presunto diputado: Yo suplicaría 8:1 señor presidente se siga con la
votación del señor Ezquerro.
-El C. Rodríguez José Maria: La Comisión va a hacer su proposici6n concreta,
que es si se aprueba la proposición referente al expediente del señor Ezquerro, si es
o no presunto diputado. Hay dos partes en la proposición rélativa el expediente del
señor Ezquerro, que no 10 ha. tenido a la vista Id. ComiswD, pero que tiene un tele-
grama en donde se da cuenta. de que el señor Ezquerro es presunto diputado, y ade-
más hay personas- aquf que les consta que el señor Ezquerro ha sido nombrado dipu-
tado por alguno de los distritos del Estado de Sinaloa. La Comisión' no tiene a la vista
el expediente y por esto propone se divida la proposición en dos partes: una, que se
consulte si se aprueba el expediente o la credencial del señor Ezquerro, sí o no; y
la otra, será después, preguntando si se acepta al señor Ezquerro como diputado, no
encuadrando en el articulo 49 De manera que yo suplico que sea aceptada mi p~opo-
sición. (Voces: ¡No! ¡No!) .
-Un C. presunto diputado: Debe ser una sola proposición la que se ponga a
discusión; si se hace en dos, va a resultar una confusión. Yo suplico al señor presi-
dente que se haga una sola proposición en lo que se refiere a la elección del señor
Ezquerro. El señor Ezquerro figura, como secretario de una de las comisiones, y si
no se resuelve sobre la legalidad de la elección del señor Ezquerro, no podrá conti-
nuar autorizando las resoluciones de esos dictámenes que vienen de la Comisión a
que pertenece. Si no es así, resultaría grave que estuviese incompleta esa 'Comisión,
y ésta no pOdrá presentar sus dictámenes, que deben ser subscriptos por un presi-
dente, un vocal y un secretario. En tal virtud, es necesario que la 2" Comisión re:vi-
sora presente una proposición concreta sobre el asunto de esta credencial, que ya
está suficientemente discutida. La cuestión se reduce, pues, a que la Comisión pre-
sente una sola proposición.
-El C. Rodríguez José María: La Comisión no tiene inconveniente en presentar
una sola proposición, si la Mesa Directiva así lo aprueba.
-El C. presidente: ,Desearíamos que fuera por escrito.
(La Comisión presentó por escrito la' proposición).
-Un C. secretario: Se va a dar lectura a la proposición que hizo la Comisión
en estos momentos. "La 2" Comisión dictaminadora se permite consultar a la honora-
ble Asamblea si se acepta para diputado al Congreso Constituyente al señor Carlos
M. Ezquerro."
-El C. Reynoso: Pido la palabra.
-El C. Alvarez: Pido la pa~abra, señor presidente, para una moción de orden.
-El C. presidente: Tiene la palabra para una moción de orden, el ciudadano
presunto diputado Alvarez.
-El C. Alvarez: La ley dice' que las comisiones revisoras pregunten a la Asam-
blea si acepta un dictamen o no.
-El C. Rodríguez José María: La Comisión ha rendido su dictamen; si eJ
Congreso Constituyente e.stá conforme con que sea aclarado en la proposición que
hizo la Comisión re:visora, que se vote esa proposición por la negativa o por la afir-
mativa; no necesitamos hacer una nueva proposición.
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano presunto diputado Félix F.
Palavicini.
-El C. Palavicini: No puede ponerse eso a votación. No es posible que la Comi~
si6n rinda en estos momentos su dictamen respecto de la credencial del señor Ez.
queno; de manera que el caso de la votaci6n es: si se aprueba o no se aprueba el
73
dictamen primitivo de 1a Comisión; la Cámara dirá si se aprueba ese dictamen o no
se aprueba.
-Un C. presunto diputado: Pido la palab~a, señor presidente. La proposición de
los señores de la 2~ Comisión no dice si se aprueba o no; ellos deben decir si la Co-
.misión acepta o no al señor Ezquerro, para saber la Cámara a qué atenerse.
-El C. Rodríguez José María: La 2f.1. Comisión, en su proposición, no se desdice
del dictamen que presentó al principio, y la Asamblea es la que debe aprobar "en el
caso del señor Ezquerro. Por lo demás, la 2~ Comisión no tiene inconveniente en
repetir la proposición que tiene hecha a la Asamblea en el dictamen que firmó.
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palavicini: Esa última proposición debe retirarla la Comisión.
-El C. Rodríguez José María: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rodríguez.
-El C. Rodríguez José María: N o tiene inconveniente la Comisión en retirarla.
12
74
-El C. presidente: Así se hará. Habiendo sido aprobado por mayoría de la Asam·
bIea el dictamen presentado por la 2~ Comisión revisora acerca de la validez de las
cn.denciales de los miembros de la 1~ Comisión, declara que han sido electos diputa·
dos propietarios y suplentes las per'sonaB que a continuación se expresan:
Del Castillo Porfirio y Cano Celerino, como propietario y suplente, respectiva-
mente, por el 12 distrito electoral de Puebla; Pastrana Jaimes David y Domínguez
Jesús, por el 59 distrito de Puebla; Navarro Luis T. y Munguía Rómulo, por el 11
distrito de Puebla; Calderón Esteban B. y Oseguera Conrado, por' el 17 distrito de
JaHsco; Castaños Fernando y Castaños Salvador, por el 49 distrito de Durango; Or-
dorica Guillermo y Dorantes Prócoro, por el 4Q distrito de México; Cervera Gabriel
R. y Parra Enrique, por el 5Q distrito de Michoacán; Manzano José y Martínez Mi-
guel R., por el 15 distrito de Jalisco; Cravioto Alfon-so y Alburquerque Lauro, por
el 79 distrito de Hidalgo; Rivera Cabrera Crisóforo y Ríos Miguel, por el 15 distrito
de Oaxaca; Espeleta Rafael y Pérez Francisco de A., por el 29 distrito de Durango;
Hidalgo Antonio y Xicoténcatl Felipe, por el ler. distrito de Tlaxcala; Moreno Bruno
y Dallí Gilberto, por el 6Q distri'to de Jalisco; Ancona Albertos Antonio y Espadas
Ramón, por el ler. distrito de Yucatán, y Ezquerro Carlos M., como diputado pro ..
pietario por el 3er. distrito de Sinaloa.
-El C. Cravioto: Pido la palabra, ciudadano presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano presunto diputado Alfonso Cra
vioto.
-El C. Cravioto: Esta mañana la votación en favor del ciudadano Ezquerro~
quedó incompleta. La Mesa nO tiene derecho todavía de hacer la declara,c.ión de que
el 'señor Ezquerro es diputado propietario por el 3er. distrito electoral de Sinaloa. La
Asamblea simplemente manifestó no estar conforme con el dictamen p:r'esentado por
la 3~ Comisión revisora; claro es que ésta invirtió el deseo de declarar diputado pro-
pietario al señor Ezquerro; pero para no sentar un mal precedente en las discusiones
que van a ,seguir, yo reclamo el orden. Que la Comisión revisora presente una pro-
posición concreta, de acuerdo con el sentir que la Asamblea ha expresado. Una vez
que esta proposición haya sido aprobada por la Asamblea, entonces la Mesa tendrá
derecho y fundamento para declarar legítimamente electo diputado por el 3er. dis-
trito electoral de Sinaloa, al señor Ezquer'ro; antes, no tiene autorización la Mesa
para hacer esta declaración; pido, por lo tanto, al señor presidente, que se sirva
somete:t;" a la consideración de la Asamblea la proposlclOn que ya tiene escrita el
presidente de la 2~ Comisión revisora, y que se refiere al señor Ezquer'ro.
76
-El C. Cepeda Medrano: Pido la palabra. Estamos sentando un mal precedente con
la intención de aprobar las credenciales, las cuales deben estar debidamente arregla~
das conforme a la ley y no con un telegrama del gobernador de un Estado o de la
Secretaría de Gobernación. No es suficiente un telegrama como prueba para que
admitamos a un diputado que se nos presenta con un solo telegrama. En primer
lugar, nosotros debemos ver que hay algo de influencia en los gobiernos de los Es--
tados; no quiero decir en el caso del señor Ezquerro, que sea uno de los diputados
enviados :por parte del Gobierno; sino únicamente quiero prever este caso: si por fortuna
o desgraciadamente el señor Ezquerro obedeciera únicamente a la simpatía del Go~
bierno y si nos lo mandara diciéndonos que había sido electo, cuando el señor Ez·
querro no puede ni siquiera presentar la credencial •••
-El C. Magallón, interrumpiendo: Una moción de orden, señor presidente. Ese
asunto se discutió esta mañana y, en consecuencia, está fuera de discusión.
-El C. presidente, dirigiéndose al ciudadano Cepeda Medrano: Siga usted.
-El C. Cepeda Medrano, continuando; Nosotros hemos venido aqui de distintas
partes de la República, con la más sana intención y con el más grande deseo para
que se haga justicia dentro de esta Cámara. Si el señor Ezquerro nos puede pre-
sentar dentro de tres o cuatro días su credencial debidamente justificada por la
Junta Computadora, entonces creo que la Asamblea no tendrá inconveniente en acep-
tar esa credencial; pero porque nos presenta un telegrama del Estado de 8inaloa,
¿ vamos a admitirlo?
-El C. Céspedes: Pido la palabra. EstamO"S sentando un mal precedente, y es
natural, es lógico, que hag,amos esta explicación, porque aquí no vamos a aprobar
una credencial que no venga justificada. 'Si las personas que habían sido la'8 encar-
gadas de entregar al Congreso Constituyente los documentos que se 'les habían con-
fiado, no los hubieran presentado a la Mesa, indudablemellte ,que no resultarían elec~
tos diputados, porque no tendrían las suficientes pruebas para demostrarlo con tes-
timonio de las personas de aquellos Estados. Yo creo, señol" presidente, que esta
mañana se sufrió una lamentable equivocación. De este grup¿ en que estamos aquí
nosJevan'tamos para decir que no estábamos conformes con que se considerara elec-
to al señor Ezquerro, pues un telegrama del señor secretario de Gobernación no es
una prueba bastante, señor presidente; nosotros, los que hemos ido a luchar por
nuestras candidaturas, nos hemos puesto al frente del partido, hemos asistido, hemos
estado en las cabeceras de los distritos, pendientes del resultado de nuestras eleccio-
nes, y allí nos ha entregado la Junta la credencial suficientemente' legal para que
.vengamos a este Congreso Constituyente a defenderla y a sostenerla, pero con las
pruebas legales; de otro modo, señor, porque creo que se encuentran en iguales cir-
cunstancias muchas personas, si aceptamos al señor Ezquerro, tendremos que acep-
tar a otros muchos que ,se encuentran en este caso.
-El C. Limón: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el presunto diputado ciudadano Cri,stóbal
Limón.
-El C. Limón: No 'es precisamente un mensaje subscripto por el secretario de
Gobierno de Sinaloa, sino' que es una credencial telegráfica la que le han remitido al
señor Ezquerro.
-El C. presidente: ¿ Qué cosa?
-El C. Limón: Una credencial telegráfica.
-E C. presidentle: La Comisión Electoral de Sina]oa ha dirigido al señor Ezque-
rro un mensaje. (Lo most,ró.)
-El C. Ezquerro: En la mañana Quedó perfectamente claro que, sin intención
alguna dolosa, aquí he venido a dar el informe de que no era un telegrama de ca-
77
rácter particular; está subscrípto por el presidente de la Junta Computadora; tengo,
o mejor dicho, inte,rpelo al señor presidente de la 2!¡1. Comisión y al secretario, señor
Rodríguez, pal;"a que digan si es de carácter personal; está subscripto por el pre-
sidente de la Junta Gomputadora, donde me hace saber que soy diputado y me indica
que tengo la obligación, que tengo el debér de pasar a esta -capital el día 20 de los
corrientes; ya ve usted que tiene el carácter de leg'al. Por otra parte, ,señores, aquí
le ha creído que soy de los diputados que han esperado su credencial·en 'su casa. No
señores, y precisamente el mismo día que estaba verificándose el cómputo, en virtud
de un telegrama en que se me decía que asuntos de familia me Hamaban urgentemen-
te a México, tuve que salir 'sin ningún documento, considerando que no había para qué
poner en peligro una credencial que pOdría extraviarse, y vine despo'seído de esa
credencial, trayendo solamente una copia del cómputo de los distritos que me eligie-
ron. Todo lo demás es cuestión de fórmula. Además, también viene una copia don-
de se hace la declaratoria de que soy diputado propietario, y suplente Mariano Rivas,
bajo dos líneas, y so,lamente viene la firma de uno de los miembros de }'a Junta. Ya
ve usted, señor, que todas esas sospechas no tienen razón de ser.
-El C. presidente: Aquí está, señor, y la ley dice terminante y claramente que
los diputados deben de presentar "las credenciales que acrediten su personalidad.
¿ Qué quiere usted que hagamos? Soy 'el primero en creer a usted muy honorable; los
mismos diputados ·de su Estado acaban de manifestar esta mañana que les consta
el hecho; pero ¿en qué nos fundamos? ¿dónde está la credencial?
-El C. Limón: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano presunto diputado Limón.
-El C. Limón: Entonces, ¿ por qué la Presidencia aceptó que la honorable Asam-
blea diese su fallo?
-El C. presidente: No fue un fallo en favor del señor Ezquerro; fue un fallo en
contra <le! dictamen.
-El C. De los Santos: Para un hecho, señor presidente, pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano presunto diputado Samuel de
los Santns, para un hecho.
-El 'C. De los Santos: La .Asamblea no aprO'bó la credencial del señor Ez-
querro; la Asamblea reprobó el dictamen de la Comisión, que dice que el señO'r Esque-
rro no se.a diputado por el 3er. distrito electoral de Sinaloa, cosa que el señor Ez-
querro podrá 'sostener; podemos aplazar la discusión de la credencial, porque, efec-
tivamente, es un precedente malo. Un telegrama no es una credencial; aquí nosotros
teneffins la oblig:ac"ión de presentar nuestra 'cr-edencial a la Mesa, como lo marca la
ley en la -convocatoria; las -credenciales por telégrafo no son credenciales, y es esta
la primera vez que oigo "credencial telegráfica". Señores: estamos entendidos de
que en la mañana no se aprobó la ,credencial del señor Ezquerro, sino que rechazamos
el dictamen de la Comisión.
-El C. Jara: Estimo que, de todas maneras, debe considerarse por separado la
nueva proposición que acaba de presentar el presunto diputadO' señor Rodriguez;
porque no se.ría prudente estar aplazando la dedaratoria de catorce credenciales, por
una sola respecto a la cual hay duda, sea que esta honorable Asamblea resuelva es-
perar que venga la credencial del señor Ezquerro, sea que acepte declararlO' diputado
al Congreso Constituyente; pero todos queremO's que lo sea legalmente. De todas
maneras, -creo que lo principal aquí es resolver acerca de la dedaratoria de las cator-
ce credenciales restantes. Esta es una proposición que hago a esta honorable Asam-
blea, y pido al señor presidente que, con exclusión de" la credencial del señor Ezque-
rro, haga la declaratoria de las catorce restantes.
78
-El C. presidente: E'Stá hecha ya la declaratoria, con ex-clusión de la del señor
Ezquerro.
-El C. Ezquerro: Esta mañan.a no sólo se habia hecho la deelaración de que era
nulo el dictamen, para que se reformase j sino que todos ustedes estaban de aeuer~
do. Se ha equivocado el asunto. Por otra parte, 'sé ,que mi expediente acaba de
llegar a la Secretaría.
-Un C. presunto diputado: "¿En virtud de qué fue emitido ese dictamen si no
había credencial? Es claro que se debe tener enfrente algún expediente por 10 menos.
Por lo mismo, si se hubiera aprobado ese dictamen, hubiera resultado nulo.
-El C. presidente; A verj que traigan ese expedien-te. (Risas.)
-El C. De los Santos: ¿ Cómo van a traer los expedientes aquí?
-El C. presidente: Sí, señor. (Risas. El C. oficial mayor entregó a la Mesa el
paquete que por correo acababa de llegar.)
-El C. Ezquerro: Allí tienen ustedes las credenciales.
-El C. Frausto: Señor presidente: Moción de oroen. Como no puede emitir su
opinión en este momento la Comisión, porque no está en funciones, pido que se le
concedan cinco minutos para que pueda estudiar el caso y entonces emitir su opinión.
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente, para una moción de orden.
-El C. presidente: Tiene la palabra el -ciudadano presunto diputado Félix F.
Palavicini.
-El C. Palavicini: Es absurdo el procedimiento ,que" está adoptando la Comisión
para dictaminar 'sobre estas -cuestiones; todos queremos que el señor Ezquerro sea
electo representante; pero todos queremos que 10 sea 'legalmente. Este es el sentir
de la Asamblea; pero en cinco minutos es imposible que Ila Comisión dictamine sobre sj
hay o no legalidad en esta elección. Yo suplico atentamente a la Comisión aplace
su dictamen ,para cuando tenga todos los datos con que pueda hacerlo legalmente.
Es absuroo el procedimiento del dictamen inmediato. Además, nunea se ha vis.to
que una comisión 'Se ponga a dictaminar en plena Asamblea. En tal virtud, yo SU~
plico a la Presidencia que se observe el Reglamento y 'Se aplace la discusión de este
dictamen.
79
yo suplico al señor presidente aplace el dictamen de la 1~ Sección revisora, o que
el señor Ezquerro sea substituido en esta Comisión.
-El C. presidente: Un momentoj la 2~ Sección ..•
-El C. Alvarez: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Alvarez.
-El C. Alvarez: De una manera respetuosa suplico a la Presidencia tenga la
bondad de atender la voz de los presuntas diputados. Dice el señor Palavicini que
el .señor Ezquerro no puede autorizar como secretario el dictamen de la Comisión.
Yo pregunto a la Asamblea: ¿por qué motivo? No dice la ley que los secretarios de
la Comisión deban tener ya discutida y aprobada .su credencial. La prueba es que
la 2~ Comisión dictará su sentencia respecto a la l~j y solamente de una manera
incidental se alude al dictamen de la 1~ Comisión; por tal motivo, no es necesario
que un Q.iputado tenga acreditada su CT'€Q.encial para poder ser secretarioj puede,
señores, disGutirse inmediatamente el dictamen de la 1~ Sección.
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el señor Palavicini.
-El C. Palavicini: No estoy conÍorme con el criterio del señor Alvarez. Precis'a-
mente el objeto de discutir primero es'as quince credenciales, es acreditarlas para que
dictaminen sobre las demás. En tal virtud, no es posible aceptar a un secretario ac-
tuando ,sübre la validez o invalidez de esas credenciales, cuando la propia aún no
está admitida. Yo no tengo ~ingún interés en que se aplace ese dictamen; pero sí
creo que es necesario haeerlo así, y esperar qUe estén admitidas las credenciales de
estos señores representantes, para que ellos, a su vez, puedan dictaminar sobre las
otras.
-Un C. presunto diputado: Yo no estoy 'C'ÚnÍorme con el criterio legal del se~
ñor Palavicini. Yo cre'Ú que así como los miembros de una eomisión pueden autori-
zar' las eredenciales de los señores de la lliL Comisión, de esa misma manel'a esos
señores de la 1~ Comisión, sin que nadie haya discutido previamente sus credenciales,
están facultados para autorizar l,as de los demás miembros que integran la Asamblea.
-El C. O'Farri1l: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el señor O'Farrill.
-El C. O'Farri1l: No puede autorizar el señor Ezquerro esas credenciales, por-
que la ley expresamente ha puesto a la 2~ Comisión para que apruebe las creden-
ciales de los miembros de la 1~; la .ley ha puesto a la 2~ Comisión para que aprobara
previ.amente esas quince credenciales; pero como la del señor Ezquerro todavía no
ha sido aprobada, no puede autorizar, y sí pueden los demás secretarios acordar
que esas ,credenciales que se someten a 'su estudio sean válidas o no.
-El C. Rivera Cabrera: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la ,palabra el s'eñor Rivera Cabrera.
-El C. Rivera Cabrera: Siento disentir en la presente ocasión, del pareeer del
señor Palavicini. En efecto; no hay ley ninguna que exprese que las credenciales
de ~os miembros de la 1~ Comisión deben s.er aprobadas previamente por los de la
2('0, para que puedan dictaminar, porque si no, entonce's llegarían -al absurdo de que
hasta los miembros de la Mesa tuvieran aprobadas sus credenciales; basta el solo
hecho -de ser presunto diputado, para que se puedan aprobar credenciales ajenas; por
lO' tanto, puesto que en este caso no cabe aplicar la ley, ni se le podrá dar una inter-
pretación 'adecuada, creo que el señor Ezquerro puede tomar conocimiento del dic-
tamen que tiene que proponer a la Asamblea la Comisión revisora. (Aplausos.)
-El C. presidente: A v,er; la 1~ Sección que rinda su dictamen.
-El C. Rivera Cabrera: Pido la palabra, señor presidente, para una moción de
orden.
80
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano presunto diputado Crisóforo
Rivera Cabrera, para una moción de orden.
-El C. Rivera Cabrera: Que 'se pregunte a la Asamblea si el señor Ezquerro
puede formar parte de la Comi,sión.
-El C. Palavicini: Pido la palabra para una moción de orden.
-El C. presidente:· Tiene la palabra el ciudadano presunto diputado Félix F.
Palavicini, para una moción de orden.
-El C. Palavicini: No es ,posible. discutir la proposición del señor Rivera Ca-
brera; la Asamblea no puede resolver asuntos jurídicos previamente resueltos; la
Asamblea no puede decir qUe sí sobre un asunto que el decreto previene de un ..
modo preciso y exact'O; es absurdo el criterio de que, porque esas quince credencia-
les sean discutidas, por gusto sean discutidas primero que las demás; se han dis-
cutido precisamente porque estos señores lo han juzgado lógico, porque necesitan
tener una personalidad moral perfectamente acreditada en el concepto de la Asam-
blea; de 'Otr'O modo sería nulo el dictamen y nos exponemos a que tod'RS las comisiones
resulten de8'8.utorizadas. Esta es la verdad jurídica; ninguna otra 'sutileza puede
salvar el caso previsto en el decreto. Toda la A'samblea, por unanimidad, no podrá
en estos momentos invalidar este hecho; la Asamblea está citada para otros fines;
en tal virtud, es un er'ror ,proceder en esta forma y constituye un atentado este pro-
cedimiento. De ese modo no habría ley, P'Orque nos regiríamos por la voluntad de la
mayoría; en tal virtud, señor presidente, es obvia la discusión, no puede dictaminarse
sobre las credenciales, porque ·todavía no están auwrizadas las de los tres miembros
de la 1fJo Sección.
-El C. presiden.te: La Mesa Directiva funge en estos momentos, y no sabemos
si mi credencial o la dé estos señores sea nula. No se han aprobado ni repTobado.
(Aplausos.)
-El C. Madrazo: Pido la palabra. En mi concepto, creo que se está queriendo
subsanar un error que se cometió con anticipación; me voy a pennitir leer a uste-
des el artículo relativo. El artículo 49 del decreto respectivo dice: "Artículo 49. Ins-
talada la Mesa que ha de p'residir las sesiones de las juntas preparatorias, los se-
cretarios de ella recibirán por riguroso inventario los expedientes electorales que
estén en poder del empleado que ha de ser nombrado por la Secretaría de Goberna-
ción, confOTIDe a Jo dispuesto en. el artículo 55 de .la ley de 19 de septiembre antes
citada.
"Acto continuo, los diputados presentes entregarán sus credenciales a los se-
cretari'Os de la Mesa, y en seguida se procederá a elegir en un solo acto en escrutinio
secreto y por mayoría de votos, dos comisiones: una compuesta de quince personas
para que estudie y rinda dictamen sobre la legitimidad del nombramiento de todos los
miembros del Congreso; y otra, de tres miembros, p~ra que examine las credencia-
les de los quince individuos de la n Comisión.
uLos quince miembros de la 1~ Comisión se dividirán en cinco secciones de tres
cada una, repartiéndose entre ellas todos los ~xpedientes por riguroso turno. En
cada una de esas secciones, y en la 2~ Comisión, el primero de los nombrados ten-
drá el carácter de presidente. y en sus faltas, será substituido por el que le siga en
el orden de su nombramiento, funcionando COmo secretario el último de los nom-
brados."
El señor Ezquerro no entregó su credencial ni los escrutadores la han recibido~
por consiguiente, se hizo mal en haber nombrado al señor EzquelTo para que inte-
grara esta Comisi6n de las quince personas; pero una vez ,que ya está hecho, el
señ'or Ezquerro sí tiene faeultades para revisar las credenciales.
81
-El C. Martínez de Escobar: Es indudable que sí puede el señor Ezquerro se-
guir funcionando como secretario; lo que se nos acaba de leer no es cuestión legal, no
es ,condición sine qua non, no es condición sin la cual el señor Ezquerro no pueda
autorizar por el hecho de que su credencial no esté perfectamente admitida y ,apro-
bada. En -el cas'Ü, .la -cuestión vuelve a repetirse. Los señores de la 2l¡1. Comisión 'Rruto-
rizan con su firma los dictámenes de la l~ Comisión. ¿ Que razón exis,te para que
un secretario de la 1~ Comisión no pueda autorizar dictámenes en la misma forma
que lo hace la 2E). Comisión? Es cuestión de sentido común; no es cuestión de tener
un gran tale:nto. Estamos perdiendo el tiempo lastimosamente.
-Un presunto diputado: Ese dictamen ya ha sido discutido: luego el señúr ya
puede funcionar.
-El C. Martí: No previene la ley el caso que se presenta; pero el hecho pre-
cis.o es que no se ha presentado .la credencial.
-El C. González Torres: Creo que realmente el caso es un hecho excepcional;
pero el hecho preciso es que no se ha presentado la credencial y la ley no previene
este caso especial; creo que es de sentido común que la A'samblea declare que, si no hay
credencial, ¿ cómo el señor Ezquerro está figurando como presunto, diputado?
-El C. presidente: Estamos perdiendo el tiempo miserablemente.
-El C. Frausto: Efectivamente: no fue la Asamblea la que ha cometido el error
a que se. refiere el señor ingeniero y presunto diputado Madraza; sino seguramente
en la Secretaría no se tuvo 'en ·cuenta el dictamen que exhibió el señor ·compañero
cuya personalidad se discute en este lugar. El ,señor Ezquerro, está en la ,conciencia
de muchos revolucionarios, que ha sido de los verdaderos revolucionarios .que en los
momentos más difíciles de la revolución, se fue a los campos de batalla y anduvo
cerca de los más altos leaders, de los más altos caudillos que han sancionado con su
sangre los pri,ndpios revolucionarios; pero, efectivamente, el señor Ezquerro es
apreciado por los buenos revolucionarios; por lo tanto, el señor Ezquerro no ha pre-
sentado su credencial y no tenía voz ni voto en el momento de for'mar la Mesa Di-
rectiva que en estos momentos lleva los debates; sí es un error el que se ha cometido
y el señor Ezquerro no puede tener el derecho de decir: "Yo he presentado mi creden-
cial para e'star de acuerdo con el artículo 49 de la ley de -convoc'atoria"; igualmente
que al hacerlo no estaba en condiciones el señor Ezqúen'o de decir: "Yo vengo a traer
mi voto poara designar ·como presidente al -ciudadano Manuel Amaya"; ese voto no es
bueno, porque no 'ha pre.sentado su ,creden-cial; yo repito que aprecio al -ciudadano re-
volucionario Carlos M. Ezquerro; pero evidentemente que ha sido un error del mis-
mo el 'TIa traer un do'cumento de 'sus conciudadanos, para presentar su voto en favor
o en contra de los que estamos aquí. Ruego a la Presidencia pida que se retire el
dictamen de la 1 ~ sección, para no perder el tiempo, porque es lamentable. Homos
muchos oradores y todos nos creemos -con las frases elocuentes de un Suetonio. Va-
mos a una 'cosa práctica. Que venga la 2!)- 'sección y que se apla:ce el dictamen de la
lE). (Aplausos.)
-Un C. presunto diputado: Pido la palabra, 'Señor presidente. El señor Perus-
quía, al emitir el dictamen de la Comisión, todavía no estaba autorizada su cre-
dencial, y sin embargo, se admitió que el dictamen ,era bueno. (Siseos.) Para que
un secretario pueda funcionar, debe estar legalizada su credencial.
-El C. De los Santos: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el -ciudadano presunto diputado De los
Sa,ntos.
-El C. De los Santos: Todos los señores que han dictaminado son presuntos di-
putados, y el señor Ez·quer'ro no es presunto diputado. En ese easo debemos ajus-
tarnos a la ley. No es presunto diputado el señor Ezquerro. ¿ Cómo vamos a acep-
82
tar a un individuo que se presenta como diputado, sin entregar su credencial? De-
bemos sujetarnos a la ley; el señor Ez-querro no tiene derecho ni a voz ni a voto.
-Un C. p-resunto diputado: Pido la palabra, señor presidente. Voy a probarle
al señor De los Santos que el señor Ezquerro sí es presunto diputado, porque ha
presentado un telegrama en la Secretaría, donde ,se comprueba que el s_eñor Ezque-
rro es presunto diputado.
-El C. De los Santos: Un telegrama no puede decirse que es una credencial.
A<iemás, las firmas 110 vienen legalizadas, las firmas de esos individuos no vienen
legalizada's, son documentos privados. Si el 'señor se presenta con una credenci-al tele-
gráfica, ¿ se puede decir que es presunto diputado? E-s un documento de la misma na-
turaleza que otro; es un documento privado; así es. que debe decirse si es o no pre-
sunto diputado .. Además, la Secretaría debe cumplir aquí con lo que ordena la ley. Esa
crederncial yesos documentos pa,sarán a la Comisión y la Comisión examinal"á ese
telegrama que presenta el señor Ezquerro.
-El C. Rodríguez José María: La 2~- Comisi6n Revisora tomó en cuenta un te-
legrama que exhibió el señor Ezquerro, el cual tiene aparentemente el carácter de
una credencial y voy a decir por qué: una credencial es un documento que puede ser
falso; es más auténtico un telegrama, porque indudablemente, si está puesto pO'l'" el
gobernador del E,stado o por la Secretaria de Gobernación, quiere decir que tiene tan-
ta o más fuerza que una credencial; por consiguiente, },a 2~ Comisión Revisora tomó
en consideración el telegrama como una credencial legalizad-a, puesto que la Mesa
Directiva 10 había aceptado.
-El C. von Versen: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. pr~idente: Tiene la palabra el ciudadano van Versen.
-El C. von Versen: No solamente no tiene voz ni voto el señor Ezquerro; pero
n~ siquiera debe estar presente en la Asamblea, de acuerdo con el articulo 39. Dice
el artículo así: "Artículo 3Q. Entretanto concurre el número suficiente de diputados
para formar el quorum, los presente-s se reunirán todos los días -subsecuente'S, a las
diez de la mañana, hasta que pueda hacerse la elección de la Mesa que ha de presi-
dir las juntas prepax,atorias.
"A las juntas preparatorias sólo podrán estar presen-tes y tener voz y voto los
ciudadanos que presenten la credencial extendida -por las juntas computadoras, con-
forme a lo dispuesto en el artículo 4-0 de la Ley Electoral de 19 de septiembre úl-
timo." (Aplausos.)
-El C. Ibarra: Pido la palabl'll.
-El C. Martí: Pido la palabra, señor presidente, p-ara una mOClOn de orden.
-El C. Rivera Cabrera: Para decir únicamente dos palabras: yo vengo a sos-
tener, -además, que _no son documentos privados las credenciales; sino que son do-
cumentos públicos que hacen prueba plena, según la ley federal; por consiguiente, la
credencial del ,señor Ezquerro, si e,s un simple aviso, no debe tenerse como tal cre-
dencial; pero si es una credencial remitida por la vía telegráfica por el presidente
de la Junta. Computadora de votos, debe considerarse como buena. (Aplausos.)
-El C. von Versen: Moción de orden, señor presidente. El Reglamento marca
que en las discusiones tomen la palabra seis en contra y seis en pro; creo que han
hablado más de ,seis; no tienen derecho de abusar de nosotros.
-El C. Rivera Cabrera: El señor se refiere ... (Voces. Murmullos. Campanilla.)
Además, voy a ha,cer una aclaTación. (Voces: ¡No! ¡No!)
-;El C. von Versen: Estaba yo en el uso de la pal,abra, y sigo.
-El C. presidente: Siga usted.
-El C. von Versen: (Lee el artículo 111 del reglamento de debates.)
83
-Un C. presunto diputado: Me permito interrogar a la mesa... ¿ Tengo la
palabra?
-El C. presidente: jNos Yan a aburrir! (Risas.)
-El C. Limón: Señores, la ley dice ,cómo deben ser las credenciales; no especifi~
ca aquí ni ha hecho mención de credenciales telegráficas, porque los telegramas no
estarían firmados. Así es que no vamos aquí a hacer un nuevo convenio, sino que
debemos ajustarnos a la ley.
Pregunto a la Mesa si no ha recibido ahora una credencial que acaban de entre-
garle. Si la tiene, el señor puede leer' su dictamen.
-El C. Lizardi: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el señor licenciado Lizardi.
-El C. Lizardi: En mi concepto, se ha extraviado la discusión y al mismo tiem-
po se han pronunciado palabras que me parece increíble oíTlas en la boca de un abo-
gado; se ha dicho que es una credencial un telegrama y que a las credenciales no se
les exige legalización de fir'mas. Esto es perfectamente natural, porque las juntas
computadoras, en el ejercicio de sus funciones, son autoridades federales, y, por
consiguiente, no necesitan sus firmas ser legalizadas ni 10 necesitarían nunca; peTO
en cambio, se necesita que las firmas sean auténticas, toda vez que no se las ponen
los que subscriben aquéllos; por consiguiente, esa no es la firma auténtica; las cre-
denciales son documentos públicos y un telegrama no es un documento público.
(Aplausos.)
-Un C. presunto diputado: Tienen mucha razón los señores al afirmar que una
credencial telegráfica no puede considerarse; pero como ya el señor Ezquerro ha
presentado su credencial 'legal, han salido sobrando las discusiones.
-El C. Frausto: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Frausto.
-El C. Frausto: Ya aprobó la Presidencia que 'se le conceda un plazo a la 2~
Comisión Revisora para que rinda ,su dictamen; si pues se ha concedido e,se plazo,
estamos hablando fuera del cartabón, y por lo mismo, pedimos que rinda su dicta-
men la Comisión, para decir si es buena o no la personalidad del señor Ezquerroj no
tiene legalidad ese documento que es un telegrama; en ningún país del mundo se
conoce que haya credencial telegráfica.
-El C. Manzano: Yo supongo que sí pueden existir credenciales telegráficas.
¿ Por qué entonces se ha aceptado la firma del Primer Jefe cuando se ha di,rigido a
nosotros por telégrafo?
-El C. presidente: Oiga usted, porque se ha presentado el telegrama original fir~
mado por don Venustiano Carranza y, por lo tanto, debe respetarse.
-El C. Ibarra: Es muy claro el asunto, s'eñor.
-El C. Ezquerro: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Ezquerro.
-El C. Ezquerro: Si es o no legal, es un es:crúpulo que no a'cierto a compren-
der ...
-El C. De lo-s Santos: De acuerdo ,con el artículo 39, no puede estar hablando el
señor' Ezquerro, por'que no nos ha presentado ningún documento que acredite que
es presunto diputado.
-El C. Ezquerro: Pido la palabra para contestar al señor De los Santos.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Ezquerro.
-El C. Ezquerro: Ya dije que hay un telegrama que es oficial, porque trae las
firmas de los miembros de la Junta Computadora. Además, yo me dirigí al ciudadanQ
gobernador del Estado de Sinaloa, pidiéndole datos sobre mi elección y éste ha
declarado que existen noticias en el Gobierno del Estado, de que he salido electo dipu-
84
tado. Es un documento público el telegrama; ya he dicho que es de la Junta Com-
putadora. También me dirigí a la Junta Computadora, y ésta me ha comunicado lo
mismo, de que soy tan presunto diputado como muchos de los que están aquí, porque
mi elección viene ,sin impugnaciones. El telegrama es cuestión de forma, es cuestión
legal; además, en e'stos momentos acaba de llegar a la Mesa' mi credencial. Pongo
a ustedes este ejemplo: el paquete viene po!' correo, el expediente se extravía o ha
sido robado, se nos ha presentado un testimonio de que esa valija ha 'sido robada; ¿ a
e,se diputado lo ponernos fuera de la ley? ¿Acaso lo ,ponéis fuera de la ley, no obs-
tante que haya testimonio's de lo ocurrido?
-El C. Manjarrez: Pido la palabra, señor ,presidente, pare. una moción de orden.
-El C. presidente: La tiene usted, señor Manjarrez.
-El C. Manjarrez: Es un absurdo que estemos perdiendo el tiempo en delibera-
ciones tan tontas y tan baladíes, cuando la República reclama de nosotro,s una pron-
ta terminación de los trabajos que se nos han encomendado. Por cuanto se refiere a
las faculta<les del señor Ezquerro para tener voz y voto, si no basta la credencial
telegráfica, ya llegó la otra; por lo demás, quizá el señor Ezquerro pueda fungir
como secretario o no, y que si aquí en esta Asamblea tomamos en consideración
primero los dictámenes de la 11lo SecCión Revisora o los de la 2~. es lo mismo unos
que otros. y esto compete a la Presidencia resolver y no a la Asamblea; estamos de-
liberando inútil y ridiculamente.
-El C. Palavicini: Pido la palabra. señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palavicini: Señ'ores diputados: el señor Manjarrez tiene razón; pero
la ley tiene más razón ,que el señor Manjarrez. Es necesario que de una buena vez
nos acerquemo.s al espíritu y a l,a letra de la ley para no incurrir en errores; todos
estamo's de acuerdo en aceptar la candidatura del señal' Ezquerro; ,todos deseamos
que sea diputado constituyente; pero no queremos que haya nulidad en los dictá-
mene's de la 1~ Comisión Revisora. E'l señor presidente senciUamente debe decir si
se discute o se aplaza el debate del dictamen de la 'expresada Comisión, porque no
sería posible que se discutiera una credencial que adolece de defectos legales; en
tal virtud, es obvio que debemos comenzar por aplazar el debate del dictamen de la.
1" Se,cción Revisora para cuando el señor Ezquerro esté legalizado, esto es en bien
de todo,s y no se perjudica este señür con e,sperar su elección; sencillamente espera
justificarse debidamente ante la Asamblea. Es una festinación perjudicial y peli-
grasa: yo os invito a terminar, a Q.ar por suficientemente discutido este punto y a
que más tarde pueda dHueidarse.
-El C. Cravioto: Yo pido respetuosamente al señor 'presidente, que mande dar
lectura a lo.S artículos 111 y 112 del Reglamento y que se cumpla con lo prescripto
en la parte final del 111 y con el 112.
-Un C. secretario: IIArtículo 111. Antes de cerrarse en lo general la discusión
de 'los proyectos de ley, podrán hablar seis individuos en pro y otros tantos en con-
tra, además de 'los miembro.s de la Comisión Dictaminadora y de los ministros. En
los demás asuntO's que sean económicos de cada Cámara, bastará que hablen tres en
cada sentido. a no ser que ésta acuerde ampliar el debate."
UArtículo 112. Cuando hubieren hablado todos los individuos que puedan hacer
uso de la palabra, el presidente mandará preguntar si el asunto está o no suficiente-
mente discutido. En el primer c'aso, se procederá inmediatamente a la votación; en
el segundo, continuará la discusión; pero bastará que hable uno en pro y otro en
contra para que se pueda repetir la pregunta."
-El. C•. presidente: El señor general Rodriguez hace un momento que pidió un
plazo de veinticuatro horas para revisar la credencial que acredita haber salido elec-
85
to diputado el señor Ezquerro. En consecuencia, seguiremos con los dictámenes de la
2~ Se,cción.
~Un presunto diputado: Una moción de orden, señor presidente. Las mociones
de orden tienen lugar' cuando el orden se altera. La ley dice que los dictámenes deben
irse di,scutiendo pOr las 'secciones en el 'Orden numérico que les corresponde: primero
l'a 11.10, luego la 2~, y en seguida las otras en ese mismo orden. No veo yo, por otra
parte, que haya ninguna dificultad que se oponga a que se dé ledura a los dictáme-
ne,s de la 1~ Sección.
-El C. presidente: Usted no encuentra dificultad ninguna y yo las encuentro,
ya ,lo ve usted. ¿ Para qué perder' el tiempo? De manera que mando que se comience
con 'la 2!.lo Secdón Revisora.
-'tJ11 presunto diputado: Un momento. Nada más quiero decir que desde el mo-
mento en que el señor Ezquerro ha sido nombrado miembro de una Comisión Revisora
en .la forma que 10 prescribe la ley, el señor Ezquerro puede dictaminar y estar
en funciones.
-El C. presidente: Pero vaya un interés ...
86
jetadas· o protestadas. Las del primero y segundo grupos deben aprobarse de plano,
y así lo proponemosj., las últimas, las hemos estudiado especialmente, y sobre, ellas
se rinde un dictamen especial para cada caso.
"Por las razones ,anteriores, proponemos se aprueben de plano las siguientes
credenciales, declarándose buenas las respectivas elecciones:
"ler. distrito electoral de Durango: propietario, Silvestre Dorador; suplente,
Carlos Rivera. (Este expediente está en toda forma.)
41
19 de Coahuila: propietario, Manuel Aguirre Berlanga; suplente, José Rodrí~
guez González.
"10 de Veracruz: propietario, doctor Alberto Román; suplente, Martin Cortina,
"69 del Distrito Federal: propietario, Rafael Martínez; suplente" Carlos Duplán.
41
19 de Guanajuato: propietario, licenciado Ramón Fraustoj suplente, Apolonio
Sánchez.
"29 de Guanajuato: propietario, Vicente M. Valtierra; suplente, licenciado Fer-
nando González Roa.
"79 de Guanajuato; ,propietario, ingeniero Antonio Madrazo; suplente, Santiago
Manrique.
"13 de Guanajuato: propietario, licenciad-o Fernando Lizardi; suplente, David
Ayala.
"18 de Guanajua,to: propietario, ingeniero Carlos Ramírez Llaca; suplente, Gui-
llermo J. CarriBo.
"89 de Hidalgo: propietario, Matías Rodríguez; suplente, Crisóforo Aguirre.
"3Q de Jalisco: propietario, ingeniero Federico E. Ibarraj suplente,. Luis G.
Gámez.
"9Q de Jalisco: ,propietario, Juan de Dios Robledo; suplente, Rafael Degollado.
"16 de Jalisco: propietario, Joaquín Aguirre Berlangaj suplente, Pablo R. Suárez.
"29 de Michoacán: propietario, Alberto Peralta; suplente, Rubén Romero.
"9Q de Oaxaca: propietario, Manuel Herreraj suplente, Pablo Allende.
"14 de Michoacán: propietario, Amadeo Betancourtj suplente, Abraham Mejía.
"Querétaro, noviembre 25 de 19l6.-Luis T. N avarro.-C. Rivera Cabrera.-F.
Castaños, secretario."
Estas credenciales son las que propone la Comisión para que se aprueben, en
virtud de no haberse encontrado oposición; de venir las credenciales en regla, de
venir los expedientes electorales en toda regla, deben aprobarse aquéllas; sobre todo,
de las crooenciale.s que han 'sido objetadas, se ha hecho un dictamen especial para
cada caSOj pero creemos que primero deben aprobarse las anteriores, haciendo que
·los dictámenes objetados sean discutidos después por el honorable Congr_eso.
-El C. presidente: Está a discusión el dictamen.
-El C. Martí:, Señor presidente: El señor secretario dice que la ~omisión no ha
terminado su dictamen; está trunco; que acabe su dictamen.
-El C. Castaños: Tenemos tres credenciales objetadas o protestadas, sobre las
cuales se va a emitir dictamen especial, y en virtud de que hemos tenido muy poco
tiempo para revisar un gran número de credenciales, también nos quedan algunas
pendientes y solamente hemos presentado dictamen sobre las que merecen aprobarse.
Una vez pre'sentada l,a lista de los dictámenes de 1as credenciales no objetadas, el
Congreso tendrá la bondad de permitirnos un poco de más tiempo para acabar de
estudiar las 'que tenemos pendientes, porque el tiempo fue limitadísimo, pero .el señor
presidente quizá no tenga inconveniente en que se pongl;lu a discusión estas credencia-
les no objeta/das, y una vez aprobada's, podremos hacer los dictámenes de las· creden-
ciales objetadas que tenemos ..
-El C. presidente: Está a discusión el dictamen.
87
-El C. Iharra: Pido la palabra en contra, señor presidente.
-El C. presidente: Pase usted a inscribirse.
-El C. Ibarra: Pedí la p,alabra para objetar el dictamen de la Comisión en cuan~
to a la aprobación de la cred'encial del señor licenciado Fernando González Roa, elec-
to por el 29 distrito del Estado de Guanajuato como diputado suplente. Es mi deber
manifestarlo así a la honorable Cámara, porque cuando vi en la prensa que este
individuo habia sido postulado por uno de los distritos del referido Estado, escribí
una carta al partido que lo postulaba y -al director de "El Universal", carta que
se publicó en dicho -periódico, como consta al señor Palavicini, aquí presente, hacien~
do saber que el referido González Roa, con fecha 24 de junio de 1913, en unión de
científicos y reaccionarios connotadísimos, corno Tomás Braniff, Manuel Calero, J e-
sús Flores Magón y Vera Estañol, lanzó un manifiesto, pretendiendo que la revolu-
ción encabezada por nuestro Primer Jefe depusiera las armas, adhiriéndose a una.
candidatura para la presidencia que, según ellos, satisfacía las aspiraciones de todos.
Gamo gran admirador de Félix Díaz, "héroe" de la Ciudadela, fue secretario del club
central que en México 10 postulaba para presidente, en la farsa de elecciones que
hizo el asesino Huerta. Después formó parte de una agrupación. "La Confedera-
ción Cívica Independiente", en la que, cuando Villa desconoció a la Primera Jefatu-
ra del Ejército Constitucíonalista del señor Carranza, se o'puso de una manera termi-
nante a una proposición que hice para que dicha agrupación lanzara un manifiesto
reprobando la conducta de Villa y dando un voto de adhesÍón al Primer Jefe. Por
último, cuando el general Obregón derrotó a Villa en Celaya y siguieron los triun-
fos del Ejército Constitucionalista hacien'ilo retroceder a Villa hasta el Norte, el r~~
ferido González Roa tuvo entonces varias juntas en la ciudad de México, a las que
asistían Fernando Iglesias Calderón, Valentín Gama; ex ministro de Fomento durante
la Convención; José Covarrubias, ex empleado de Fomento en la misma Convención,
y en estas reuniones se acordaron las ideas más antipatrióticas que haber puede, y
en contra de Ia revolución. Como verán ustedes, estos hechos, aunque no son todos
los principales que podría citar, comprueban que -el señor González Roa siempre ha
sido antirrevolucionario, siempre ha sido enemigo de la revolución. N o es un solo'
he'cho aislado, por el eual podríamos decir que había. sido un eITor y que 'Pudiera
después Aaberse reivindicado lavando su mancha, sino una serie de hechos que com-
prueban que este señor es de ideas enteramente reaccionarias, nada más que tiene
la poca delicadeza de aceptar cargos en todas las administraciones y tuvo la auda~
cía de aceptar que se lanzara su candidatura.
Estos datos, como dije, se publicaron en HEl Universal", y el señor Fernando
González Roa no ha contestado hasta ahora a esos cargos; por consiguiente, creo'
debemos desechar esa credencial.
-El C. Palavicini: Es cierto que el señor ingeniero Ibarra me escribió esa carta
y que se publicó en "El Universal", y en este libro, Los diputados (Muestra el
libro), está publicado el manifiesto a que hace referencia y que subscribió el señor
González Roa.
-El C. Ibarra: Me vaya permitir leer dicho manifiesto. (Leyó una parte de él.)
Como es extenso no lo leeré todo, bastando lo leído para dar idea de él, y terminaré
leyendo los nombres de los que lo firmaron: HAntonio Alonso, Tomás Braniff, Ma-
nuel Calero, José Castellot Jr., Reginaldo Cepeda, Francisco Elguero, Aquiles Elor-
duy, Gabriel Fernández SOl.lellera, Jesús Flores Magón, Abraham Franco, Fernando
González Roa, Antonio Herrejón López, Miguel Lanz Duret, Armando Ostos, Juan
Sarabia, Jorge Vera Estañol."
-El C. Rivera Cabrera: Como miembro del 29 Grupo de la 1'" Comisión Re-
vísora de Credenciales, debo informar que ésta s~ sujetó únicamente a las constan-
88
cias que se hallaron en el expediente respectivo; no pude, por lo tanto, fallar tenien-
do en consideración hechos que no 'se tuvieron a la vista. Se debe hacer presente
también que el señor licenciado Fernando González Roa salió electo diputado su-
plente por el 29 distrito electoral del Estado de Guanajuato, pero para el caso es lo
mi.smo; no tiene la Comisión absolutamente ningún inconveniente en reformar el dic-
tamen que sobre el particular ha rendido.
-Un C. secretario: Se pregunta a la Asamblea si está suficientemente discu-
tido. Los que estén por la afirmativa, tengan la bondad de ponerse de pie.
-El C. Cravioto: Como hay alguna de las propOSICIones impugnadas, pido que
se retire, antes de someter el dictamen a votación.
-El C. Ezquerro: Señores: Creo que se puede separar e'sta pr'OposIclon sobre
la credencial del señor licenciado González Roa impugnada, para ponerse a discusión
todas las demás credenciales que se propone se aprQ.eben. En tal caso, suplico a la
Mesa Directiva proponga a la honorable Asamblea se separe esta proposición de la
credencial del señor González Roa, y se proponga a la Asamblea la ,aprobación de las
credenciales que nos proponemos aprobar.
-El C. presidente: Yo propongo que de plano se rechace esa credencial del li-
cenciado González Roa. (Aplausos.)
-El C. Cañete: Yo creo que sería conveniente que la Comisión se sirva retirar
de su dictamen esa credencial, a efecto de que la discusión se abra; después se dis-
cutirá esa credencial.
-El C. presidente: Ya está desechada.
-El C. Rivera Cabrera: La Comisión pregunta si se retira la proposiclon que
hizo respecto del licenciado González Roo, para presentarla después modificada; es
decir, para proponer a vuestra soberanía la aprobación -del suplente que le siga en
mayoría de votos. Mientras tanto, puego a ustedes atentamente se sirvan aprobar
el dictamen, con exclusión de esa credencial.
-El C. secretario Martínez de Escobar: Está a discusión el dictamen, con exclu~
sión de la proposición referente al ciudadano González Roa. En votación económica
se pregunta: ¿no hay quien haga uso de la palabra? ¿Se aprueba el dictamen?
Aprobado.
89
biese concluido sus labores en la casa particular de un señor Cid, partidario del can-
didato Rosales.
"Estudiados detenidamente los documentos que el mismo señor Alatriste presen-
tó en a'poyo de ,sus alegaciones, esta Comisión llegó al más perfecto conocimiento de
que no existen las coacciones alegadas, señalando como caSQ curioso el he'cho de que
en la ciudad de Tepeaca, donde el expresado señor A'latriste asegu1"a haberse ejer-
citado la referida presión militar, afirmación ,apoyada por los te'stimonio's de los se-
ñores. J oaquin Mal'tínez, Jesús Machorro, Ricardo Méndez y Samuel Gasea, que cons-
tan en un documento que corre agregado al expediente respectivo, f'ue precisamente
en donde el reclamante Alatriste obtuvo una mayo1"Ía de 209 votos en contra de 36
que se emitieron a favor de su contendiente, el señor Rosales.
"Por consecuencia, no es 'posible ,creer que hubiese existido la presión militar
denunciada por el citado reclamante.
"Por cuanto al hecho de .que la Junta Computadora de votos hubiese cumplido
sus trabajos electorales no en el recinto designado por la autoridad respectiva, no
aparece constancia sob1"e este hecho, y en el supuesto de que fuesen dígnos de cré-
dito algunos documentols privadns exhibidos por el reclamante 'sobre el .citado hecho,
no obstante de ,carecer de todo valor legal, pues la autenticidad de las firmas de las
personas que subscriben dichos testimonios no e-stá garantizada por autoridad algu-
na, dicha oausal no es motivo de nulidad, pues no 'se encuentra ,comprendida en nin-
guna de las fracciones del artículo 50 de la Ley Electoral de 19 de ,septiembre último.
"Por todo lo expuesto, el gr'upo de Comisión que subs,cribe se permite el honor
de proponer a vuestra alta consideración las siguientes proposiciones:
"Primera. No ha lugar a declarar la nulidad de la elección del diputado pro-
pietario ,señor Miguel Rosales, que solicita el señor coronel Baraquiel M. Alatriste.
"Segunda. No ha lugar igualmente a declarar la nulidad de la elección del diputado
suplente 'señor' Federico Ramos, que solicita el propio coronel Alatriste.
"Tercera. Es de aprobarse y S'e aprueha la elección de diputado propietario por
el 3er. distrito electoral de Puebla, hecha en favor del C. Miguel Rosales.
"Cuarta. Es de aprobarse y se aprueba la elecc~ón de diputado suplente hecha
por el mismo distrito en favor del C. Federico Ramos.
"Querétaro, a 23 de noviembre de 1916.-Luis T. Navarro, presidente.-C. Rivera
Cabrera.-F. Castaños, oSecretario."
-Un C. secretario: Está a discusión el dictamen. Los ciudadanos que quieran
dLslcutirlo pueden pasar a ins'cribir,se.
-El C. presidente: Tiene la paIabra en contra el ciudadano Froylán C. Manjarrez.
-El C. Manjarrez: No quería abordar esta tribuna, porque son muy pocas las
palabras que tengo .que dedr. En lo,s expet1ientes respectivos, y según consta en la
protesta formulada ya por el 'coronel Alatriste, se ve que hubo presión por parte de
un jefe militar para apoyar al señor Miguel Rosales como candidato a diputado por
e.l distrito 39; además, figura aquí una protesta del mismo señor Alatriste por frau-
des electorales que tuvieron lugar en la ciudad de Tepeaca. La Comisión di'ce que no
pudo haber fraude desde el momento en que precisamente no debían protestar donde
triunfó el señor Alatriste; en efecto, allí fue donde triunfó el señor Alatriste, y fue
muy original que los partidarios de dicho señor protestaran allí; e,ste caso '5e repi-
tió, según se verá más adelante, en mi distrito electoral; son protestas que no
tienen caso para los candidatos triunfantes; pero si la protesta no tenía efecto en
la ciudad de Tepeaca, ,sÍ 10 tenía en 'los distritos o en las municipalidades que se en-
cuentran en las inmediaciones de Tepeaca. Además, se encuentran algunas cartas en
que consta que existió la 'Presión de ,parte de algunas personas. Dicen que no están
legalizadas por autoridad alguna; pero es que en muchos casos no se puede iegalizar
90
esto; señores, hay que tener en consideración la premura con que se ha obrado. Aho-
ra bien, como nosotros no podemos saber si excluyéndose eSQs votos tendrá o no
mayoría el señor Alatriste, yo propongo ,que ,se rechace el expediente hasta que se
haga nueva elección.
-Un C. secretario: Tiene la palabra el eiudadano Rafael Cañete, en pro.
-El C. Cañete: Honorable Asamblea: los cargos que -se hacen a la elección del
señor don Miguel Rosales, efectuada en el 3er. distrito -electoml del E,s'tado de Pue-
bla, consisten en presión ejercida por el elemento milita.r, en rocomendaeión ejecu-
,tada por 'las autoridades militares. Ha dicho el dictamen de Ila Comisión que, allí
donde la, pr()testa fue formulada, allí fue donde el ,señor Alatriste ~btuvo mayor nú-
mero de votos ,que el señor Rosales. El ,señor Manjarrez, que hizo esta protesta, fue
tonto y tor:pe, -porque en Tepeaca debe surtir' sus efectos respecto de las demás _mu-
nicipalidades; pero el ,señor Manjarrez no ha demostrado que en las demás munici-
palidade,s 'se han ,cometido los actos de presión de que habla el ,señol' Alatriste; se
dice que hubo presión por autoridades mi'litares y el señor Manjarrez no ha dicho
quién es esa autoridad militar; es preciso hacer constar que el día de la elección fue
precisamente el señor Alatriste vigilante de la elección; es p-reeiso hacer constar
que el día de la elección, en la ciudad de Tepeaca, no hubo fuerza armada; y por fin,
esa -recomendación que se dice emanada de }'a autoridad municipal, no se ha precisa-
do, no se sabe cuáles son los autores de esa recomendación, no se ha aclarado que
se hubiera ejercido presión, y natural es que los cargos no están comprobados, y
si los cargos no están comprobados, no ha lugar a repulsa de los expedientes y como
consecuencia de ello, es que se apruebe el dictamen de la Comisión, pues no hay
pruebas ningunas que justifiquen los cargos lanzados contra el señor Rosales. En
consecuencia, debe votarse el dictamen de la Comisión que consulta: primero, la
validez de la elección de don Miguel Rosales, segundo, -la validez de su suplente, el
señor doctor Enrique Ramos.
-El C. presidente: Tiene 1a palabra en contra el señor Porfirio del Castillo.
-El C. Del Castillo: Señores diputados: a pesar de estar enfermo, un sentimien-
to de justicia me hace venir a impugnar el dictamen de la Comisión y defender la
elección en favor del ciudadano Alatriste. Si se leyeran otros documentos de prueba
que también existen en la protesta presentada por el señor Alatriste, se ilustraría
un tanto más el criterio de esta honorable Asamblea. Yo vengo a sos.tener ~a can-
didatura del :señor Allatriste, porque fue emanada del Partido Liberal del Estado de
Puebla. A Alatriste lo juzgo liberal, lo juzgo revolucionario y le defiendo como tal
y estoy dispuesto a medir lo mismo el liberalismo que los méritos revo-lucionarios del
señor Alatriste, 'Con 110s del ,señor Ro-sale:s. Creo tener la seguridad de conocer los
elementos políticos de Puebla y puedo hablar con seguridad y c()n detalles de cual-
quiera figura política del Estado. N o podrá asegurarme ni menos comprobaT el se-
ñor ROtSales que ,su filiación liberal "ha ,sido manifiesta de alguna manera; él no po-
drá demostrarme que sus méritos revolucionarios sean superiores a los del señor
Alatr'iste; también no podrán negarme que el medio del distrito de Tepeaca es eom-
pletamente clerical, es completamente conservador y que los viejos caciques de aque-
lla zona, los viejos conservadores, siguen manteniendo su influencia y aquéllos pu-
dieron haber prestado un ,apoyo a ,la candidatura del señor R()sales para poder do-
minar Ila -liberal del señor Alatriste. Alatriste es liberal de abolengo; nuestra his-
toria registra el n()mbre de su 'Padre con orgullo y él ha demostrado que eo-mo li-
beral -sabe guardar la memoria de su pa:dre; y aquí, señores, en este Congreso Cons·
tituyente, vinimos liberales, 110s verdaderos creyentes del credo liberal, puesto que
este es nuestro espíritu, y bajo este espíritu venimos a hacer labor por la patria. Yo
no creo que el señor Rosales, ni como liberal, ni como revolucionario, pueda alguna
91
vez demostrar sus convicciones con la energía, con el patriotismo en los momentos
de prueba y de peligro, como lo ha probado el señor Alatriste. El señor Alatriste,
cuando le ha llamado la patria, ha cumplido ,su deber; Alatriste, el hombre pobre,
cargado de familia, que tiene una complexión física que le imposibilitaría para im-
ponerse determinados trabajos de campaña a prestar su -contingente; en cambio, el
señor Rosales no ha podido salir de ,su tlapalería de la caHe de San Martín, de Puebla,
ni pudo en cierta ocasión ministrar a un compañero revolucionario ya finado, cin-
cuenta ,centavos para completar un pasaje de ferrocarril que necesitaba; esto lo puede
certificar el hoy general Trinidad Rojas; esta es la labor revolucionaria de Rosales,
,Estoy seguro, señores, que las elecciones verificadas en los municipios de Acajete,
de N opalucan, de Jos Reyes y de otros munk~ipios de Tepeaca, se verificaron bajo
determinadas influencias a favor de fa candidatuTa Rosales, porque es extraño que
la candidatura Ro'sales haya surgido la víspera de la elección y haya saUdo triunfante
con una abrumadora mayoría. Sólo una persona que esté perfectamente identificada
con el medio conservador de Tepeaca, perfectamente conocida en el Estado de Puebl-a,
podría haber obtenido tan espontánea votación, y esto me viene a confirmar que el
señor Rosa'les no es liberal. Estimaría una injusticia y lo estimaTÍa como un error
que se aprobara la credencial del ciudadano Rosales, por los defectos de que adolece
su elección y por otras muchas circunstancias; sería un error admitirlo en esta Asam-
blea, porque no lo estimo liberal ni creo que }.legue a -serlo; estoy convencido de que
su triunfo es el resultado de ·la obra de los conservadores, que siempre ha tenido pa-
ra nuestra patria funestas consecuencias. Los conservadores no podrán traernos aquí
más que emperadores, no podrán traernos aquí más que usurpaciones y cuartelazos
como el de Huerta. (Aplausos.)
Si la Comisión no estima justas ni toma en cuenta las propuestas que hace el
señor Alatriste y éstas no son suficientes, entonces, señores, que se quede el 3er.
di'strito sin representación; antes que esté representado por un individuo conservador
y que no sabemos qué consigna traiga. El señor Rosales jamás ha demostrado fran-
camente su actitud, nunca se ha mostrado francamente liberal ni francamente con-
servador. Yo no puedo explicar con facilidad este caso; sí me extraña que lo.s que
conmigo estuvieron en contacto y conocieron el medio de Tepeaca, pudieron conocer
las influencias que allí -se ejercen, comprendieron evidentemente -que la candidatura
RÚ'sale,s no ha partido ni del -elemento 'liberal ni menos del elemento revolucionario,
donde estoy dispuesto a discutir amplia y valientemente los antecedentes de Alatriste,
en comparación con los de Rosales. ?AplausÚ's nutridos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra en pro el señor Gabriel Rojano.
-El C. Rojano: Quizá no tenga lenguaje propio para abordar la defensa del
señor Rosales (Voces: ¡No se oye!); el señor Porfirio del Castillo ha dicho que el
señor Rosales es un conserv,ador, y quisiera que se me demostrara, no solamente con
pa'labras, sino con documentos; el solo dicho de uno o de varios hombres no puede
constituir un argumento que pese para condenar a un hombre. El señor Rosales es
un convencido de lo que es la revolución; que no haya tenido el valor de otros para
tomar las armas, no todos lo demuestran así; muchos hacen labor revolucio-
naria con la pluma, con la idea; muchos la hacen tal vez no más con sus amigos; pe-
ro a pesar de eso, son revolucionarios, porque todo este continente ha hecho que la
revolución triunfe. Lo que el eoronel Alatriste manifiesta en -su protesta que ha lan-
zado, no es verdad; en ella se hacen cargos que no son ciertos; y como militar no ha·
procedido con la honradez que se necesita y no puede probar todos los cargos que
se le haeen; creo yo que el pueblo mexicano ha adelantado mucho y creo que no ha-
brá aquí ninguno que me desmienta lo que voy a decir.
92
Han surgido muchos candidatos en todos los ámbitos de la República, y, sin
embargo, hasta el indígena ya se da perfecta cuenta de quiénes son los que tratan
de haeer imposiciones; quiénes son ~os que pueden ser sus amigos; quiénes son los
que pueden ser ,sus enemigos. Tengo la seguridad de que a aquellos hombres, si se
les hubiera puesto una carabina en el pecho, tal vez habrían dado su consentimiento;
pero inmediatamente después hubieran hecho una protesta, hubieran elevado un
ocurso en que dijeran lo que huhiera sucedido; pero no es esto, no se presenta un do~
cumento, y es natural. ¿ Vamos a creer lo que el señor Alamste dice? E.l mismo se-
ñor Castillo dice 'que el señor Rosales fue apoyado por unos oficiales y por -un jefe
militar; a eso debo decir al señor Porfirio del Castillo que no es. exacto; Además, el
señor Castillo ha dicho que ,tiene ~a obligación de sostener a su candidato, de una
candidatura de un club del cual él es jefe; pero quiero que ese apoyo mora'l sea con
toda claridad, con toda justicia. Al hacerse el cómputo de votos se vio que obtuvo dos
mil y tantos votos el señor Miguel Rosales y el otro una minoría; y si es aSÍ, señores,
quiero que se me refuten en este sentido los cargos que se le hacen al señor Rosales.
La vida política del señor Rosales la cOnocen muchos de los que militan desde 1910;
nos eonsta la lahor que este hombre ha hecho aportando dinero en algunas ocasiones
por su voluntad para ay'udar a ,la revolución; en cambio, el señor Alatri,ste no puede
decir 10 mismo. Su vida política no la conocen muchos; é&ta data desde el triunfo
del señor Madero. El señor Rosales ayudó a la revolución en la época en que al con-
junto de hombre,s que nos lanzamos a 'la revolución' se les decia que eran hombres de
ideas, un conjunto de locos, por decirlo así; de manera que tal vez sean muy defi-
cientes mis argumentos, pero no puedo hacerlo en otra fonna, porque no tengo pa-
labras, porque no 'tengo términos para hacerlo; pero, señores, la conciencia les ha~
bla que el señor Ros8ll.es puede ser tan revolucionario como lo es el s.eñor Alatnste,
nada más que el señor Rosales ha estado lejos de las esferas del Gobierno, porque
él no va a mendigar que se le dé un empleo. (Siseos.) Hay que juzgar las cosas
serenamente. La credencial del señor Rosales tiene una mayoria abrumadora; no
creo yo que haya habido allí imposieión, toda vez que hasta el indígena ya se da per~
fecta cuenta de los hechos, y si no es así, que se me desmienta; tengo la certeza,' ten
M
93
cenc¡ado Cañete, el día de la elección, estaba en Puebla, y, por lo mismo, no po-
día ase'gurar que había fuerzas que estuvieran haciendo presión a la hora de las
elec,ciones. Por otra parte, señores, los antecedentes políticos del señor don Miguel
Rosa'les, ya los ha ci.tado el señor coronel don Porfirio. del Castillo; pero v,amos a
ha'cer una poca de historia: dice el 'señor coronel Rojano que el señor Rosales no
ha ayudado a la revolución, como nosotros, que él no ha salido de Puebl'a y él siem-
pre ha estado en su edificio contando grandes cantidades de dinero; y esa, señores,
no es razón de peso, porque el señor Rosales siempre se ha concretado a ser un con-
servador neto y a trabajar en su tlapalería. El señor coronel del CastiHo dijo hace
un momento a esta Asamblea que el señor Alatriste fue 'candidato por un club libe-
ral del cual él es e.l jefe ¿ Por qué vamos a aceptar a los clerica~es, a los que son
electos por lo,s cura:s en las elecciones, como el señor Rosales, que también obtuvo
su candidatura 'Por los chanchuHos electorales' que se hicieron? Yo considero que es-
ta honorable Asamblea debe poner en parangón las dos personalidades, la del coronel
Alatriste, liberal de abolengo, y la del señor Rosales, clerical de abolengo.
-...El C. Rivera Cabrera: En el caso anterior al presente, la Comisión no se em-
peñó _en sostener su dictamen, porque se guía, como siempre, por -las constancias de
autos. En esta ocasión sí ,lo va a sostener, porque cree que es de alta justicia hacerlo
aosÍ. Voy a referirme ,con especialidad a 'lo q,ue la persona que me acaba de pre-ceder
en el uso de la palabra, dijo. Dijo que sí hubo presión militar en Tepeaca.. Yo le
vaya probar al señor que no hubo presión ,militar, porque no hay constancia alguna.
Esta es una carta 'que, sin mere,cer entero crédito, la Comisión, queriendo ir hasta el
último extremo, tomó en consideración. Dice así: (Leyó una de las cartas que obran
en el expediente electoral.)
Como ustedes ven, esta carta está 'suhscripta por particulares que .conOcen al
señor -coronel A'latriste. He aquí los hechos con una elocuencia aterradora, a la que
no es posible substr'aerse. ¿ Pudo haber habido presión militar, señores, en el caso
de que se trata? ¿ Es posible creer que en una ciudad en donde domina 811 general
Antonio .Medina con sus elementos militares, hubiese obtenido' eS8: abrumadora ma-
yoría ,fu contra de su contrincante? Este hecho ha hecho despertar dudas con res-
pecto a los demás documentos que se han presentado, puesto que si fueron varios,
ninguno de esos documentos reúne los requisitos que la ley requiere para hacer fe.
Otra de las cartas del candidato suplente del señor Ahitriste, que es también un mili-
tar que allí estaba con sus fuerzas, -dice que, por virtud de salir del expresado pueblo,
no podría ayudarlo, dando a entender que los soldad-os de su mando diesen su voto a
favor del señor Alatriste¡ así, pues, esta presión militar ,pudo haber existido de alguna
manera, tanto por una parte como por la otra. En ,cuanto a que el señor Alatriste sea
más o menos liberal que ,su contrincante, el señor Rosales, si nos guiamos por este
criterio, llamaríamos simplemente a' las 'personas' más liberales 'Para que vinieran a
tomar parte en esta Asamblea.
-Un C. se-cretario: Se pregunta a la Asamblea ,si está suficientemente discutido
el dictamen de la Comisión. Los que no estén ,conformes, sírvanse ponerse de pie. Se-
ñores diputados: en votación económica se pregunta si se aprueba el dictamen de la
Comisión; los que estén de acuerdo en Que se apruebe, sírvanse ponerse de pie.
Aprobado.
-El C. Avilés: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Avilés: Respetuosamente pido a la Mesa que cumpla con el Reglamento
respecto a las votadones; no dehen ser no.minales, sino económicas. Como antes dije,
no estamos aquí para reformar el Reglamento, sino para cumplirlo; por 10 tanto;
ruego a usted, señor presidente, lo haga cumplir.
94
-El C. presidente: Los que aprueben, que se pongan de pie. Queda aprobado el
dictamen de la Comisión.
95
4' JUNTA PREPARATORIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE, LA MA>:IANA DEL LUNES 27 DE
NOVIEMBRE DE 1916
SUMARIO
l.-Lectura y discusión del acta de las dos juntas anteriores. Se aprueba después
de hacerle algunas rectificaciones.
2.-Discusión sobre la prohibición reglamentaria de fumar en el salón.
3.-Se da cuenta con un nuevo dictamen de la 2~ Comisión Revisora, que consulta
la reprobación de la credencial del C. Ezquerro, y la aprobación de la del suplente,
C. Rivas. Se pone a discusión.
4.-DecJarado el asunto suficientemente discutido, el C. Ibarra pide votación nominal
para la primera proposiciÓn del dictamen. En esta forma queda desechada.
S.-En votación económica queda aprobada la segunda proposición del dictamen.- re-
lativa al diputado suplente por el 3er, distrito de Sinalos. Se levanta la Junta.
(Con asistencia de 136 ciudadanos presuntos diputados, según lista que a las
9.45 a. m. pasó la Secretaría, se dio principio a la Junta.)
-El C. presidente: Habiendo resultado quorum por la lista que acaba de leerse
de los presentes, se declara abierta la Junta.
-Un C. secretario: Por acuerdo de la Presidencia se va a dar lectura al artículo
47 del Reglamento: "Artículo 47. Los individuos de las Cámaras asistirán a todas
las sesiones desde el principio hasta el fin de éstas, y tomarán asiento sin preferen-
cia de lugar y 'se presentarán con la decencia que exigen las altas funciones de que
están encargados."
-El C. secretario GonzáIez da lectura al acta de lag dos juntas anteriores, po-
niéndolas a discusión en seguida.
-El C. Ezquerro: Pido la palabra para una rectificación, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la 'palabra el ciudadano Ezquerro.
-El C. Ezquerro: Parece que no se hizo constar en el acta a que se acaba de
dar lectura, un hecho. Es el caso, señor, que en la sesión habida en la mañana del
sábado, se puso a discusión el dictamen de la Comisión revisora de mi credencial,
97
y ese hecho no se hace constar allí, según pude notarlo; y recuerdo, señores diputa-
dos, que en votación fue declarado insuficiente el dictamen de la Comisión, y parecería
pertinente que el 'sAcretario me informara si no he oído bien o es que no consta el
hecho. .
-El C. secretario González: Aquí está la parte a que se refiere: dice así: "El
ciudadano Palavicini pide que en votación nominal se vote la parte del dictamen
que se refiere al ciudadano Ezquerro. El ciudadano Rodríguez hace diversas pro-
posiciones, referentes al mismo asunto, y después de que los ciudadanos Palavicini,
Alvarez, Reynoso, Dávalos y Andrade hacen mociones de orden, el C. López Lira
pide se 'lea la parte del dictamen que falta por votar. Hecho esto por la Secretaría,
en votación nominal la Asamblea reprueba la proposición del dictamen de la 2~
Comisión revisora, referente al 3er. distrito electoral de Sinaloa."
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente, para una rectificación.
-El C. presidente: Tiene la palabra el presunto diputado ciudadano Palavicini.
-El C. Palavicini: Existe una pequeña deficiencia en lo que se refiere a los
debates del sábado, que, en resumen, no es más que cuestión de forma; pero que
afectaría profundamente la conciencia de las actas que se levanten, si no es subsa-
nado el error. El artículo 142 del Reglamento explica qué cosa es una votación no-
minal; y como la Secretaría ha omitido el nombre de la votación, pido que 10s hono-
rables cuidadanos secretarios hagan constar en el acta cuándo es una votación no-
minal y cuándo es económica, porque son cosas radicalmente diferentes. Al refe-
rirse precisamente a la votación 'que reprueba el dictamen referente al señor Ezque-
rro, la votación fue económica, y más tarde, en una votación, también de la tarde,
el a'Cta dice: "votación nominal", cuando es económica, y yo :suplico atentamente a
los señores secretarios tengan en cuenta que es muy diferente la votación nominal a
la votación económica. Eso por una parte; por otra parte, cuando se refiere a la
proposición hecha por el señor licenciado Aguirre Berlanga, la Secretaría hace cons-
tar que el señor Palavicini habló en contra: el señor Palavicini no habló en contra;
no hizo más 'que pedirle que hablase en voz alta para saber de qué se trataba. Todos
pedimos que se aprobara esa moción, de acuerdo con 10 que se había tratado en la
sesión anterior; en tal virtud, el señor Palavicini no habló en contra de lo propuesto
por el señor Aguirre Berlanga. E'stos, repito, no son incidentes de importancia;
pero pudieron ser de gravedad si dichas irregularidades se cometieran en casos
de mayor importancia y, 'por lo tanto, vuelvo a suplicar atentamente a los señores
secretarios se sirvan consignar en las actas cuándo las votaciones son nominales
y cuándo económicas.
-El C. Cervera: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el presunto diputado ciudadano Cervera.
-El C. Cervera: He oído en' la lista que pasó la Secretaría, que se me ha llama-
do Miguel, y mi nombre no es Miguel, sino Gabriel.
-El. C. Aguirre Berlanga Manuel: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presÍdente: Tiene la palabra el ciudadano Manuel Aguirre Berlanga.
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: De la lectura del acta que se acaba de hacer,
aparece una sola sesión, debiendo ser dos: una en la mañana y otra en la tarde.
Del texto del artículo 89 de la Ley de la Primera Jefatura, que se refiere al Regla-
mento interior de la Cámara para las sesiones preparatorias, se desprende que de-
ben ser dos ,sesiones: una en la mañana, de 9 a 12, y otra en la tarde, de 3 a 7; por
lo tanto, es necesario que sean dos actas.
-El C. presidente: Es una misma sesión, porque no se terminó la de la mañana.
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: Sí, señor; pero es necesario que sean dos ac-
tas, para que no se siga haciendo lo mismo.
98
-El C. secretario González: Hay dos actas: ·una, que corresponde a la sesión de la
mañana, y otra, a la sesión de la tarde. El acta de la sesión de la tarde dice así: "Con
asistencia de 151 presuntos diputados, según se ve en la lista que pasó la Secreta-
ría, se reanudó la 'sesión a las 4 p. m .... "
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: Pues la redacción -parece significar que es
la misma ,sesión ...
-El C. presidente, interrumpiendo: Van a hacer la rectificación.
-El C. Rivera Cabrera: Pido la palabra, para una rectificación, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rivera Cabrera.
-El C. Rivera Cabrera: La primera rectificación es ésta: que en la lista me
inscribí en pro para apoyar el dictamen de la 2~ Comisión Revisora de Cr~denciales,
y en el acta que se acaba de leer aparece que tomé la palabra en contra, y pido
que se haga la rectificación correspondiente. Además, refiriéndose a-l dictamen -pre-
sentado por la 1~ Comisión Revisora de Credenciales, de que formo 'parte, dice el
acta que corresponde a la 1~ Sección, y no, señores, corresponde a ~a 2~ Sección de
la 1~ Comisión Revisora de Credenciales. Por lo mismo, pido que se haga constar.
......;El C. presidente: Se hará la rectificación.
-El C. MagaUón: Pido la palabra para rectificar el acta señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Magallón.
-El C. Magallón: En ,la sesión del sábado se aprobó en votación nominal la cre-
dencial del ciudadano Ezquerro; en la tarde, en virtud de que no ,se habían recibido
los expedientes y su credencial relativa en la forma debida, se reconsideró el primi-
mitivo acuerdo, y .me permito hacer observar a la Asamblea que en el mismo caso
estuvieron las credenciales de los señores Crisóforo Rivera Cabrera y Antonio An-
cona Albertos. En el mismo caso, exactamente igual: faltaron los expedientes y
faltaron las credenciales.
-El C. Rivera Cabrera: Pido la palabra para hacer una rectificación, señor pre-
sidente. I
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rivera Cabrera.
-El C. Rivera Cab~era: Presenté mi credencial al señor secretario de la Mesa
en tiempo que dehía haberse hecho; de consiguiente, no estoy en el mismo caso ...
-El C. De los Santos, interrumpiendo: Está a discusión el acta, no las creden-
ciales.
-El C. Rivera Cabrera: La rectificación que hago es para aclarar un hecho a
que se refiere el señor Magallón. De consiguiente, no estamos en el mismo caso el
señor Ezquerro y yo.
-El C. presidente: Está a discusión el aota.
-El C. Cañete: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el presunto diputado ciudadano Cañete.
-El C. Cañete: He oido, al tratarse de la aprobación de la credencial del ciu-
dadano Luis T. Navarro, que es diputado por el 29 distrito electoral del Estado de
Puebla; no es por el 29 distrito, sino por el 11, y deseo que la Secretaría rectifique
este hecho.
-El C. secretario González: La Presidencia declaró electos diputados al Con-
greso Constituyente, a los ciudadanos Luis T. NavarrC? y Rómulo Munguía, por el
II distrito electoral del Estado de Puebla.
-El C. Cañete: Está bien, señor, gracias.
-El C. secretario González: En vo~ación económica se pregunta si se aprueba
el acta con las rectificaciones hechas por los ciudadanos Palavicini y Aguirre Ber-
langa.
-El C. Reynoso, interrumpiendo: Pido la palabra, señor presidente.
99
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Reynoso.
-El C. Reynoso: Es una verdadera infamia que nos tengan aquí sin fumar;
ruego al señor presidente que no se apegue tanto al Reglamento, porque no nos
podremos estar tres o cuatro horas sin fumar, y muchísimos de los que estamos aquí
tenemos esa costumbre.
-El C. presidente: Eso ordena la ley. (Risas.) Yo soy un gran fumador, y
aquí me tienen ustedes cumpliendo con la ley. (Risas. Aplausos.)
-El C. de los Santos: Pido la pa1abra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el presunto diputado ciudadano De los
Santos.
-El C. De los Santos: Señores: no estamos dis'cutiendo la ley de tabacos, sino
estamos discutiendo el acta.
-El C. Reynoso: Pido la palahra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la 'palabra el ciudadano Reynoso.
-El C. Reynoso: Si tenemos necesidad de fumar, yo aseguro que se irán algunas
personas.
-El C. presidente: No hay quien se retire. (Risas.)
-El C. Reynoso: Se retirarán, señor presidente, y faltará el quorum.
-El C. presidente: No; no 'permito que se retire nadie de aquí. (Risas. Aplausos.)
-El C. secretario González: En votación económica se pregunta si se aprueba el
acta con las rectificaciones pedidas. Los que estén por la afirmativa, que se sirvan
ponerse de pie. Aprobada.
-El C. Reynoso: Es perfectamente sabido que en todos los congre,sos del mun-
do se permite que los diputados fumen y sin neces~dad de salir del salón; así (lS
que yo juzgo que puede hacerse.
-El C. presidente: No se puede.
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor ,presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palavicini: No está a discusión realmente la ley de tabacos; así lo ha
manifestado el señor general De los Santos 'Con todo tino; pero señor presidente,
yo no me atrevería a solicitar de usted, que es hombre recto y enérgico, que violase
la ley; pero yo voy a decir al señor presidente que si quiere conservar siempre el
quorum en la Asamblea, para que la sesión esté integrada debidamente, es preciso,
no que viole le ley, sino que no se preocupe, como un domine, de cuáles diputados
fuman o dejan de fumar. Es verdad que los preceptos del Reglamento dicen que no
se fume en el salón de sesiones, pero es verdad también que no hay ninguna sanción
contra el que fume. ¿ Tendrá el señor presidente que estar llamando la atención a
las personas que fumen, imponiendo multas, o consignar a los señores diputados al
Gran Jurado, para que los desafore y castigue? No hay sanción, señor presidente', y
el artículo que prohíbe fumar no impone pena alguna. En tal virtud, señor presi-
dente, no hay que adoptar esa actitud, porque se expone a convertirse en un domine
y de allí a1 ridículo no hay más que un paso. Por consiguiente, yo propongo al señor
presidente ,que no trate de ocuparse gendar'merilmente de observar quiénes están o
no fumando; esa sería cuestión de los mozos y aquí los señores diputados no podrán
sujetarse ni a los mozos ni a los 'conserje's. En tal virtud, señor presidente, yo le
suplico respetuosamente ,que, sujetándose a la ley, deje que la ley castigue a los
diputados que fumen; pero como esta ley no está sancionada, los señores diputados
100
segUlran fumando. Por lo tanto, yo propongo al señor presidente que no se preo-
cupe de esa.s cuestiones, y deje a los señores diputados en libemad para fumar o no.
-El C. presidente: No estoy conforme con la moción del señor Palavicini; yo
soporto toda ]a responsabilidad y todas las furias del Congreso, con tal de cumplir
con ~a ley. ~
-Un C. presunto diputado: Pido la palabra, señor presidente, para preguntar
si se puede fumar en el departamento cpntiguo.
-El C. Reynoso: ¡Sí, hombre!
101
"Primera. No puede ser diputado propietario por el 3er. distrito electoral del
Estado de Sinaloa, el C. Carlos M. Ezquerro.
"Segunda. Es de aceptarse la elección de diputado suplente por el distrito elec-
toral del Estado de Sinaloa, en favor del C. Mariano Rivas."
"Sa1a de Comisiones del honorable Congreso Constituyente. Querétaro, a 26
de noviembre de 1916.
"La 2~ Comisión revisora de credenciales, R. C. Castañeda, José María Rodrí-
guez, E. Perusquía." (Siseos.)
-El C. presidente: Pueden pasar a la Mesa a inscribirse los oradores en pro y
en contra del dictamen a que acaba de darse lectura.
-El C.' Ezquerro: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la ,palabra el presunto diputado ciudadano Ezquerro.
-El C. Ezquerro: He pedido la palabra, señores, para impugnar el nuevo dic-
tamen que presenta 'la Comisión revisora de mi credencial, comenzando por manifes-
tar que me parece increíble que una Comisión integrada en su totalidad por hombres
de inteligencia y especialmente por un abogado como lo es el señor Castañeda y
Castañeda, haya tan lastimosamente incurrido en un error tan grave. La ley dice
en su parte relativa (no tengo a la vista medio de consultarlo) que un individuo no
puede ser juzgado dos veces por un mismo delito. Yo no soy un delincuente; tengo
una falta política, así se le puede llamar al achaque que se me imputa; y bien se-
ñores, el segundo dictamen de la Comisión viene ahora diciendo que no puedo ser
diputado en virtud del articulo 49 del decreto correspondiente, después de que la Asam-
blea, por unanimidad, ha rechazado el primer dictamen en igual sentido; esto es
un ahsurdo. La Asamblea ha rechazado ya unánimemente ese dictamen, 10 cual mu-
cho me honra y me 'satisface; pero, ¿ por qué, señores, somos tan inconsecuentes' con
la ley? ¿ cómo es, pues, que un hecho consumado, como ha ,pasado en este caso por
la declaradón unánime hecha por la Cámara y que no creo que haya ninguna per-
sona que pretendiera desmentirme, vuelva a traerse por el mismo capítulo la misma
acusaeión? La Cámara, señores, era la encargada de resolver sobre el particular y
tuvo a bien deeir que se desechaba ese dictamen en la parte relativa a la acusación
y a la aplicación' del artículo 49; y ahora, señores. ¿puede esta honorable Asamblea
desechar lo que ya con anterioridad ha sancionado? E.so sería un lamentable error
y, además, sería 'sentar un precedente muy serio. Creo, además, que los señores de
la Comisión no han sido nada justicieros en su dictamen y que han obrado con una
parcialidad que yo no me sé explicar. No parece, señores, sino que se teme que yo
forme parte de esa,s comisiones dictaminadoras; yo no puedo suponer otra cosa, sino
que se teme que yo pudiera dictaminar' sobre la credencial del señor Palavicini. Así
es que esta ,conducta no puedo suponer a qué obedezca. Dejo a la consideración de
ustedes lo que he venido :sosteniendo, porque no es justo, ni mucho menos legal,
cuando ya esta Cámara había sancionado que se me daba un voto de confianza,
cuando todos me dieron un abrazo que tanto, señores, me satisfizo. Seamos since-
ros; dejémonos, señor licenciado, señor doctor, de ambajes, y declaremos franca-
mente que no están ustedes en 10 justo. Dejo a la consideración de esta respetable
Asamblea que me juzgue.
-El C. MagalIón: Pido la palabra, señor presidente, para una moción de or'den.
-El C. presidente: ¿ Está inscrito?
-El C. Magallón: Pido la palabra, señor presidente, únicamente para suplicar
Que se dé lectura a la parte final del a'Cta de la sesión de la mañana del sábado,
en 1a cual se dice que :la credencial del señor Ezquerro fue aprobada por unanimidad
de votos, y que en la tarde únicamente se modificó en virtud de que no había llegado
su expediente.
102
-El C. Rodríguez José María: Pido la palabra, señor presidente, porque se hizo
una alusión a la Comisión. Pido la palabra únicamente para contestar brevemente
al señor.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Rodríguez José María: Desde un principio notó la Comisión los ataques
directos del señor Ezquerro para la misma. El señor Ezquerro no tiene razón. El
señor Ezquerro ha estado buscando distintos pretextos· piua poder engalanar su de-
fensa: primero buscó al señor Palavicini, des'pués algunos otros ,pretextos y, por úl-
timo dijo que la Comisión no obraba con justicia, que estaba obse.sionada. El señor
Ezquerro no tiene razón; el señor Ezquerro sabe ,perfectamente que, al menos el que
habla, ha sido siempre amigo de él; pero ¿cómo quiere el señor Ezquerro que la
Comisión se salga del cuadr<;> del artículo 49 de la ley en que está colocado el señor
Ezquerro? ¿ Cómo quiere el señor Ezquerro que la Comisión vaya a dictaminar para
que este Congreso Constituyente 10 acepte CGmo diputado, cuando el señor' Ezquerro
ha sido un miembro -más hien, iba a decir un enemigo del constitucionalismo-, no
llegaré a tanto; pero ha sido empleado público del Gobierno de Eulalio Gutiérrez,
y el ~rticulo 49 terminantemente dice que no pueden ser diputados los ciudadanos que
hayan sido empleados públicos de un facción enemiga del Gobierno constitucionalista.
¿ Quiere el señor Ezquerro que nosotros rechacemos la ley? Parece sencillamente in-
consecuencia. El señor Ezquerro debe buscar su defensa en otros motivos: debe de-
cir . que por necesidad, porque tiene una numerosa familia, porque no tenía en esos
momentos elementos de vida, por temor a ser confundido con los constitucionalistas
tuvo que aceptar una comisión de,l Gobierno de la Convención: pero de ninguna ma-
nera venir a inculpar a la Comisión, haciendo aquí su defensa a costa de la misma
Comisión, porque él ha sido ef primero en confesar que ha sido culpable y no pre-
cisamente culpa-bIe, sino que ha cometido un error político y ese error político es pre-
cisamente lo que lo tiene en estas dificultades: si el señor Ezquerro no hubiera sido di-
rector del Timbre en tiempos de la Convención, no_ habría tenido ninguna dificultad
y todos lo habríamos aceptado de plano. En cuanto a la discusión que hubo en la
sesión ,pasada respecto a ,la aprobación o no de su credencial, hay dos circunstan-
cias: en el primer dictamen, señores, la Comisión no acepta al señor Ezquerro por dos
motivos: en primer lugar, porque la Comisión no tiene a la vista ni la credencial ni
el expediente del señor Ezquerro, según lo previene la ley, y en segundo -lugar, por
los motivos que ha tenido ahora la Comisión y que ha ex·puesto en este segundo dic-
tamen. Al hacer es-te 'segundo dictamen nos encontramos con que la credencial y el
expediente están correclos; de manera que por esa razón no tenemos absolutamente
ningún motivo para desechar al señor Ezquerro; -pero en 'Cuanto al ,segundo motivo,
no ha desaparecido y la Comisión no modifi-cará su dictamen en ese sentido, porque
está perfectamente basado en la ley. La Asamblea podrá aceptar al señor Ezque-
rro reprobando el dictamen de la Comisión; pero ,la Comisión por ningún motivo y
bajo ningún 'concepto retirará ese dictamen, porque está conforme a la ley; primero
sale de la Cámara.
-El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Herrera Manuel.
-El C. Herrera Manuel: Suplico a la Secretaría de lectura a la parte final del
acta de la sesión del 'sábado, relativa a la credencial del señor Ezquerr'o, unánime~
mente aprobada.
-Un C. secretario: Dice así la parte relativa del acta: "El ciudadano Palavicini
pide que en votación eeonómica se vote la parte del dictamen que se refiere al ciu-
dadano Ezquerro. El ciudadadano Rodríguez hace diversas pro-po-siciones referentes
al mismo asunto y después de que los ciudadanos Palavicini, Alvarez Reynoso, Dá~.
valos y Andr'ade hacen mociones de orden, el ciudadano López Lira pide se lea la
103
parte del di.ctamen que falta por votar. Hecho esto por Ia Secretaría, en votación
económica la Asamblea reprueba la propo'sición del dictamen de la 21). Comisión re-
visora referente al 3er. distrito electoral del Estado de Sinaloa."
-El C. Herrera Manuel: Ciudadanos diputados: un sentimiento de justicia es el
que me ha traído aquí para ocupar' por breves momentos la atención de vuestra so-
beranía. Mucho se ha tratado del asunto del señor Ezquerro, hemos escuchado a
muchos oradores, en el día de anteayer, que han hablado en pro y en contra de la
aceptación de su credencial; hemos oído al señor Cravio-to, quien elocuentemente, al
referirse al espíritu de la ley, dijo que no debían tratarse esos asuntos con un cri-
terio de -cocinera, y un -criterio netamente de cocinera es, señores, el que parece que
ha servido de norma a los señores de la Comisión que han dictaminado respecto del
señor Ezquerro. N o parece otra cosa, se'ñores, sino que &OpIos de intrigas han venido
a oeupar la atención respecto del señor Ezquerro. Desde luego a este res'p'ecto de-
claro que yo no lo conozco, pues él es de un Estado del Norte y yo de un Estado del
Sur; pero por las palabras de él he visto que es un revolucionario, que lo único por
que se le ataca es por haber servido antes, veinte días, al Gobierno de la Conven-
ClOno E,s esa época, señores, en que casi todos 10s espíritus vacilaron, en que casi
todos los eorazones mexicanos no sabían qué derroteros seguir, precisamente 'por el
desequilihrio ,que pareda existir en esos momentos de uno a otro confín de la Re-
pública; pero restituido de ese equilibrio, puestos los cerebros sobre un criterio fuerte,
desde luego se ve que el señor Ezquerro obró revolucionariamente al retirarse veinte
días después e ir a engrosar las fuerzas del constitucionalismo a Veracruz; ¿ qué sig-
nifica esto? significa sencillamente, señores, que él reconoció su error y que al re-
conocer su error fue a afiliarse otra vez a la revolución euyos ideales había perse-
guido en el Norte, y cuyos ideales y principios fue a defender también a Veracruz.
Yo, aunque no conozco al señor Ezquerro, señores, he visto en las sesiones pa,sadas
vuestros sentimientos favorables a' sus aspiraciones de que se le acepte en e,ste Con-
greso; y a vosotros, ciudadanos presuntos diputados, que representáis en estos mo-
mentos el corazón y el cerebro de la patria, toca resolver este asunto; y yo os pido
también que no lo resolváis con un criterio de cocinera, ,sino que 10 resolváis con un
criterio verdaderamente revolucionario. ¿ Ha ,sido revolucionario el 'Señor Ezquer'ro?
Generales de gran talla nos 10 han dicho en esta tribuna; muchos de los compañeros
,también nos 10 han dicho y por eso, pues, yo os pido y os exhorto, señores. para que
votemos en contra del dictamen y aprobemos la credencial del señOl' Ezquerro.
(Aplausos.)
-El C. Martí: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rubén Martí.
-El C. Martí: En nombre de la Comisión que ha dictaminado y que ha sido
atacada, tanto por el señor Ezquerro como por el simpático compañero que me acaba
de ,preceder ... (Siseos.) Ustedes saben perfectamente bien que quien sale a de-
fender a otro a quien no conoce, es muy simpático. (Siseos.) En primer término,
señores, hay un criterio erróneo: la Comisión no ha acusado ni puede acusar; la
Comisión ha contestado honorablemente a una pregunta que se le ha hecho y nada
más; voy a dar una prueba palpable e indiscutible de que la Comisión no sólo no ha
acusado, sino que se ha excusado de acusar, es decir pudiendo acusar con documentos
que tiene en su poder, no lo ha hecho, porque no ha creído de su deber hacer una
acusación de la ,contestación a una simple pregunta. En nombre de la Comisión voy
a leer a la Asamblea un telegrama que ha recibido el general Rodriguez y que es
un formidable golpe ,contra el ,señor Ezquerro; y el general Rodríguez, generosamen~
te, en un espíritu revolucionario que casi podría decir que sale de las líneas de ese
espíl"i,tu, porque debía haberlo atacado, no lo ha hecho. Voy a leer: (Leyó un tele-
104
grama en el que se asegura que el ciudadano Ezquerro sirvió al Gobierno de la
Convención.)
En segundo lugar, no hay que confundir los hechos; yo no soy enemigo del se-
ñor Ezquerro, ni amigo, él es un desconocido para mí; pero he tomado informes antes
de subir a esta tribuna, porque me parece a mí que no es del deber de un revoluciona-
rio defender 'sistemáticamente. Eso, señores, no es criterio revolucionario, es criterio
quijotesco. ¿ Def~nder a un individuo porque lo atacan? No, señores, hay que averi-
guar si los cargos son justos o son injustos, porque lo demás, repito, es un criterio
quijotesco. Yo he de venir aquí para hablar con respecto al dictamen de la Co-
misión; he tomado informes e invito al señor Ezquerro a que tenga la fineza de
decir a la Asamblea qué grandes servicios ha prestado a la revolución, porque hasta
estos momentos, según los informes qu~ yo tengo, no ha prestado ningunos.
-El C. Ezquerro: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. Martí: Un momento, ,señor, voy a terminar. Aquí -se trata no de una
excepción, se trata de: un criterio verdaderamente revolucionario. El es-píritu de la
leyes excluir de esta Asamblea a los individuos que hayan servido al Gobierno de
la Convención. Si alguna excusa pudiera haher, como dijo el general Rodríguez, se
le daría a aquellos que sirvieron por circunstancias verdaderamente ajenas a su vo-
luntad, quebrantándola por la fuerza de algún poder; pero no a un individuo qu~
manifiestamente ha declarado en esta' Asamblea -que él vió en el Gobierno de Eula-
lia Glltiérrez al Gobierno justo, al Gobierno que verdaderamente representaba los
ideales de la revolución. La Comisión ha contestado a la pregunta; ,la pregunta no
es una acusación, es una contestación exacta y precisa. El señor Ezquerro está com-
prendido dentro del círculo del artículo 49
-El C. Ezquerro: Pido la -pa'labra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el 'presunto diputado Ezquerro.
-El C. Ezquerro: El :señor Martí o Martín, no sé cuál es su nombre, dice que
no sabe cuáles :son mis antecedentes ,políticos, que no los conoce, y j claro está que
nunca podrá conocer un cubano los actos de los nacionales! (Aplausos.) Todos mis
amigos saben que fui de los contados diputados renovadores que, cuando el cuarte-
lazo, el 29 del mismo mes, salí para Nueva York para dirigirme al lado del señor
Carranza y ponerme a sus órdenes, porque creí que allí me llamaba el deber y aban-
doné familia y afectos para luchar, como siempre, por la soberanía y el respeto a la
ley, y tuve el honor de que el señor Carranza me -confiara un cargo que altamente me
honraba, señores, por ser de confianza. Después, señores, hice un llamamiento a mis
amigos en un documento que hice público, para que fueran al lado del Primer Jefe
a cumplir con sus obligaciones: algunos· de los presentes ,conocen ese documento (Vo-
ces: ¡Sí! j Sí!) y ¿ -quiénes fueron? únicamente dos o tres que ya se han nombrado. y
conoce esta Cámara. Si, señores, he hecho ya una deelarac:ión verdadera, honrada:
serví veinte días al llamado Gobierno de Eulalio Gutiérrez; pero no precisamente
como muchos 'creen, pues bien claro he dicho, Iseñores, que un hombre no falta a su
honor 'cuando va por un camino que cree es el verdadero y que cuando a su tiempo
sabe que no es el verdadero, vuelve sobre sus pasos y ya he dicho, señores, que el
mismo Primer Jefe ha se-guido honrándome con su confianza, 'pues cuantas veces he
solicitado hablarle, inmediatamente me ha recibido y alguna vez que intenté yo
darle algunas explicaciones, me interrumpió manifestándome -que él seguía viendo en
mí al hombre y ~I revolucionario de convicciones. Si, señores, yo tengo la conciencia
de que no he faltado al honor empeñado a mis comitentes al confiarme su vóto, y de
que he 'Cumplido siempre con mi deber cuando el deber me ha llamado.
Ya ve- el ,señor Martí que no tengo sino muy pequeña influencia política: haber
sido diputado maderista, de la diputación maderista, y haber abandonado casi en
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la miseria a una numerosa familia, para ir al llamado de los míos, para ir a engrosar
las filas del Constitucionalismo; y ahora, señores, me 'siento satisfecho porque he
cumplido con mi obligación y con mi palahra empeñada de hacer respetar la sobe-
ranía de las leyes de la República. Después, nada he hecho, señores, es muy insig-
nificante mi figura política; pero lleno de deseos, lleno de verdad, vine a este movi-
miento porque dije: aquellos son los míos; aquí están, y así se lo dije a todos los
amigos, tanto militares como civiles, que me honran con su amistad, y todos han
comprendido que sólo fue un error político el que cometí. Respecto a fechas, es pre-
ciso que las considere. A los veinte días, si señores, exactamente, yeso es verdad,
presenté mi renuncia del cargo a aquel que era primer secretario de Hacienda de la
llamada Convención, y también formó parte del grupo renovador, señQr Rodiles Ma-
niau, y es -cierto, señores, que él me dijo: tengo encargo, tengo consigna -hablamos
del que se quería Hamar presidente, Roque González Garza- de no aceptar ninguna
renunda: yo también estoy en el mismo caso de usted, he reconocido mi error; pe-
ro no puedo aceptar su renuncia. Esto, señores, 'por consiguiente, 10 supieron las
mismas persona,s y pudo haber tiempo bastante para que se me destituyera. En ese
caso, señores, encontrándome en una oficina pública que no podía a·bandonar, encon-
trándome en uno de esos empleos que no se pueden dejar, porque había fondos, se-
ñores, haQía allí responsabilidad y yo h,e cuidado más de mi honor, como lo demues-
tran catorce meses que estuve encargado de la Hacienda pública en el Gobierno del
señor Carranza, y nadie puede decir que Ezquerro se sirvió de su influencia y de
esos medios que tenía a su cargo para enriquecerse; temí que en ese estado de cosas
vinieran después sobre mí responsabilidades mayores al suponerse de mí un ladrón,
ya que el primer cargo más de una vez me lo han imputado; y en esa disyuntiva me
quedé hasta que vino el señor general Obregón, y entregué esa oficina. También es
cierto que vine ante el general Obregón y le pregunté si me juzgaba un hombre re-
volucionario y honrado; entonces me dijo: "tengo huena opinión de usted", y me
dió pa,saportes para mí, mis hijos y dos hermanos. Creo cansar demasiado la aten-
ción d~ ustedes; pero, señores, 'perdonadme; sólo he querido relatarlo al señor MaI'tí,
para manifestarle que mi labor es insignificante, pero siempre ha sido honrada
y bien intencionada. (Aplausos.)
-El C. Lizardi: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra en pro, el presunto diputado ciudadano Li-
zardi.
-El C. Lizardi: Las cuestiones que con más ,serenidad deben resolverse, son las
que cuando menos se piensa se acaloran, surgen las pasiones y se llega a las argu-
mentaciones sentimentales antes de llegarse a las argumentaciones 'serias e inteli-
gentes, que son las que deben seguirse en una Asamblea como ésta. Vengo yo a de-
fender el dictamen de 1a Comisión, en la inteligencia de que no por eso pretenda
atacar al señor Ezquerro, a quien hasta hace tres o cuatro días he conocido y que,
dicho ,sea de paso, me ha causado una impresión verdaderamente agradable; pero
repito, señores, creo que debemos juzgar este asunto con toda serenidad y con un
criterio verdaderamente sereno. Se ha dicho que no se debe aplicar el artículo 49 del
decreto del ciudadano Primer Jefe, con el criterio de la cocinera, y esto es verdad.
La Asamblea así lo ha sentido, y tan es así, que ha aceptado ya las credenciales de
varios diputados renovadores, quienes seguramente habrían sido rechazados si se les
hubiera aplicado el criterio de la cocinera, puesto que sirvieron a un Gobierno ene·
migo; pero debido a las pruebas presentadas y que consisten muy principalmente
en un telegrama de la Primera Jefatura, se ve que estos señores, a pesar de haber
conservado un empleo en el Gobierno de la usurpación, realizaron una labor revo-
lucionaria; de consiguiente, no se aplicó el artículo 49 con el criterio de la cocinera.
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Ahora vamos al caso especial del señor Ezquerro: fue diputado también y no se le
aplicó ese criterio estrecho de la cocinera por ese cargo, tanto más cuanto que no
lo merecía de ninguna manera, supuesto que hemos sabido por su boca y por de-
claraciones de otras muchas persona's, que el señor Ezquerro fue uno de los primeros
que se lanzaron al campo de la revolución; el cargo que se le hace es sencillamente
haber' servido algún puesto público durante el Gobierno de la Convención. Yo me
pregunto: ¿fue éste un error'? Si, señores, es la impresión que yo tengo; fue un
error del que se arrepintió el señor Ezquerro; pero necesitaríamos saber cuáles fue-
ron los motivos de ese arrepentimiento. Si después de su arrepentimiento el señor
Ezquerro ha demostrado con hechos patentes, hechos positivos, que salió de su
error y ha hecho labor realmente revolucionaria, yo sería el primero en decir que
no tengamos el criterio de la cocinera, aceptando al señor Ezquerro; pero no un
arrepentimiento negativo, digámoslo así, un arrepentimiento pasivo. Que traiga prue-
bas con hechos concretos, con hechos fehacientes, de que es sincero, de que es 'pro-
fundo. De otra manera, no debemos aceptarlo, y la Comisión revisora no podía hon-
radamente, como con todo acierto lo dice en su diotamen, 'Ponerse a interpretar
intenciones; sino que tiene sencillamente que aplicar la ley. Si tenemos algunos hechos
que revelen el arrepentimiento sincero y profundo del señor Ezquerro, santo y bueno,
que se le acepte; pero no exijamos de la Comisión revisora que juzgue de intenciones.
No es, pues, un ataque el que yo pretendo hacer al señor Ezquerro. La Comisión ha
estado en lo justo. En mi humilde concepto, el caso del señor Ezquerro tiene una im-
portancia excepcional, excepcionalísima, porque es el primer caso concreto que se
nos presenta; se presentó en globo el caso de los renovadores; pero ese caso fue re-
suelto ya, debido a circunstancias excepcionales. Este es el primer caso concreto que
se nos presenta, y es necesario fijamos, es necesario que la Asamblea se fije en que
va a sentar un precedente, que si entra el señor Ezquerro ~n su carácter de arrepen-
tido, tendremos en lo sucesivo que aceptar ese mismo criterio y aceptar quizás muchas
credenciales de otros que se digan también arrepentidos como el señor Ezquerro, aun-
que no lo puedan probar. De consiguiente, si se trata de sentar un precedente, debe
ser lo más estrictamente justiciero que sea posible y debe tenerse en consideración,
de la misma manera, que el señor Ezquerro, persona honorable que ha prestado ser-
vicios a la revolución, antes no ha demostrado que haya prestado esos ~ervicioB emi-
nentes, y que después vendrán muchos que pretendan alegar ese arrepentimiento y
en tal caso tendrembs que aceptarlos, derogando por ese solo hecho el artículo 49 ,
que no tenemos ningún derecho para -derogar. Por las razones expuestas, creo que la
Comisión ha sido completamente justa al formular su dictamen; la Comisión no podía
hacer otra cosa: vosotros sois libres de aceptar o rechazar al señor "Ezquerro, pero
no exijáis de la Comisión que obre en forma distinta de como ha procedido.
-El C. Manzano: Pido la palabra para una moción de orden, señor presidente.
-:-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano presunto diputado Manzano.
-El C. Manzano: Creo que ya está enteramente resuelto por esta misma hono-
rable Asamblea el caso del señor Ezquerroj la cuestión que se trata ahora de precisar
es si el dictamen relativo a su. credencial es aprobado, o no.
-El C. Ezquerro: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el presunto diputado ciudadano Ezquerro.
-El C. Ezquerro: Contesto a la pregunta del señor licenciado Lizardi. A lo que
él llama "arrepentimiento", que siempre ya es algo en la c-q.estión de juego de pala-
bras; deseaba que no me hubiera dado el calificativo de "arrepentido", sino de un
convencido, que siempre es ya diferente. Es cierto que mis servicios a la revolución
son insignificantes, pero nunca los he escatimado. Cuando entraron a México las
fuerzas del general Pablo González, sin restricciones de ningún género, sí pude pres-
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tal' algunos serVICIOS de carácter personal, porque si hubieran sido pecuniarios, no
hubiera podido aceptarlos, y entonces, en unión de mi hijo desempeñé algunos servi-
cios para satisfacer las necesidades públicas. Después se me distinguió para formar
parte de la Comisión de Beneficencia Privada en el Distrito Federal, honor que acepté
con gusto y lo considero un alto honor; y en algunas de las pláticas que con el mis-
mo Primer Jefe he tenido, me ha dicho cordialmente que no me quiere recibir nin-
guna explicación, sino que de una manera sincera me tendió la mano y me manifestó
que estaba dispuesto a ayudarme. Creo que no pudo ser mejor la manifestación de
confianza que me diera el jefe de la revolución y destruye cualquiera duda de que no
estuviera con ella. ¿ Satisfacen a usted mis explicaciones, y a la Cámara? Señores:
lo desearía. Es todo lo que tenía que decir.
-El C. Ilizaliturri: Señores diputados: Aquí se ha lanzado un cargo formidable
en contra del señor Martí. Se ha dicho que es cubano, y si es cubano, nosotros le ne-
gamos el derecho de legislar para los mexicanos. Ya sé bien que tengo perdida mi
primera batalla parlamentaria; pero yo no vengo aquí a conquistar glorias, vengo al
Congreso Constituyente a sacrificar mi insignificante personalidad en pro de mis
convicciones. Aquí no se discute la personalidad del señor Ezquerro, ni el dictamen de
una comisión, mejor o bien presentado, sino el honor del Congreso. En la sesión del
sábado se rechazó el dictamen de la Comisión, y en esta sesión debe sostene1'se ese
acuerdo. A mí poco me importa la personalidad de un individuo, poco me interesa
que el señor Ezquerro sea un elemento purísimo de la revolución, o un reaccionario;
por encima de su personalidad está la decisión del Congreso. Todos estamos anhelan-
tes de que se nos diga la verdad, la verdad es la única que civiliza y la justicia es
la úJlica fuerza capaz de salvarnos. En estos momentos, repito, se juega el honor del
Congreso. En la sesión del sábado todos votamos porque se rechazara el dictamen
de la Comisión: tenemos la obligación de sostener nuestros votos.
-El C. Martí: Pido 'la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el presunto diputado ciudadano Martí.
-El C. Marti: Voy a tratar lo más rápidamente posible sobre dos puntos que me
atañen. En primer lugar, el señor Ezquerro, con respecto a casi todos los oradores
que han opinado contra él, los ha llamado enemigos, y los ha atacado. Yo no he ata M
sión. Con respecto a si soy o no soy mexicano, sencillamente digo dos cosas: en pri-
mer lugar, yo no tengo la culpa de no haber nacido en México; he prestado mis ser-
vicios como revohicionario ...
-El C. De la Barrera, interrumpiendo: Para una moción de orden, señor presi-
dente, pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. De la Barrera: No estamos aquí discutiendo la per::;onalidad del señor
Martí: eso se dejará para cuando se discuta su credencial.
-El C. presidente: Tiene derecho a hablar.
-El C. Marti: Las malas impresiones hacen gimnasia dentro del cerebro y todos
los aquí presentes han oído el cargo que se me ha hecho de que no soy mexicano; de
tal suerte, que si no viniera yo a contestar aquí, dentro de una hora tendrían ustedes
la creencia de que, en efecto, no soy mexicano. Se es mexicano por dos razones: por
haber nacido en México y por haberse nacionalizado, y yo lo único que puedo decir
con mi amor de mexicano y por la sangre de mis hijos, que para demostrar mi nacio-
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nalidad, únicamente pongo en manos del señor presidente esta carta de naturaliza-
ción. (Aplausos.) Señores diputados: yo no· soy ajeno al sentimiento de simpatía que
ha enraizado en casi todos los miembros de la Asamblea hacia el señor Ezquerro;
pero, sin embargo, considero que este caso debe juzgarse con un solo criterio: con un
criterio legal y sereno. Por lo tanto, he prescindido y debemos prescindir todos, abso-,
lutamente, de la personalidad del señor Ezquerro, hacer cuenta enteramente de que
ni siquiera nos escucha, para que no cuando hablemos de él digamos en un paréntesis
que nos simpatiza mucho y lo abracemos, y, sin embargo, después escuchemos ideas
en contra suya. Por un sentimiento de humanidad me simpatizaría, porque veo que
está peligrando su credencial, la cual naturalmente tiene que defender; pero, sin em-
bargo, considero que todos debemos ver en el dictamen de la Comisión que ha estado
estrictamente apegado a la ley y que nosotros, más que nadie,. debemos sostener ese
dictamen. El señor Ezquerro está condenado por el artículo 49. Dice que el señor
don Venustiano Carranza le ha abierto los brazos; pero esto no levanta la condena
de la ley; la ley está por encima del señor Ezquerro, por encima de nuestras inten-
ciones, por encima del Primer Jefe. Solamente estas palabras voy a decir para ter-
minar mi peroración: ¡cúmplase con la ley!
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Magallón.
-El C. Magallón: Señores diputados: al tratar el caso de los señores renovado-
res en la sesión del sábado, no se tuvo en consideración únicamente la ley, sino algu-
nas circunstancias que mediaron en esa cuestión. El telegrama del ciudadano Primer
Jefe vino a decir que los diputados renovadores se habían quedado en la Cámara por
encargo de él, para obstruccionar la obra Qel usurpador; el telegrama del Primer Jefe
no dice en qué fecha dio esas instrucciones al señor licenciado Eliseo Arredondo para
que las transmitiera (1 los señores diputados; el telegrama del ciudadano Primer Jefe
no dice quiénes fueron esos diputados renovadores; no sabemos si los señores dipu-
tados renovadores a quienes se les dieron esas instrucciones cumplieron con su deber,
porque un deber de ellos era poner obstrucciones a la consecución del empréstito que
estaba gestionando el usurpador, para que dicho empréstito no fuese votado en la
Cámara. Se tuvo, pues, en cuenta el criterio político, el mismo que tuvo en cuenta
esta mayoría en la sesión del sábado para aprobar por unanimidad la credencial del
señor Ezquerro. En lo que respecta a la parte política del señor Ezquerro, señores,
de cincuenta años de edad por lo menos y con nueve hijos de familia y su esposa en
estado de enfermedad grave, fue uno de los primeros diputados que abandonaron la
ciudad de México, abandonaron las comodidades del hogar y se lanzaron a la revolu-
ción. La mayor parte de los diputados· renovadores, señores, que no tenían hijos, .que
no tenían familia, se quedaron en el Congreso, se quedaron hasta que el usurpador
los envió a la Penitenciaría ellO de octubre de 1913. Si algunos diputados renovado-
res, como el señor Cravioto, han sido aceptados por esta Asamblea, es justo, -señores,
que el señor Ezquerro, que es un hombre que no ha venido a la revolución a hacer
fortuna, como algunos otros que vinieron con las manos limpias y que ahora están
llenos de' dinero, es justo, repito, q~e la credencial del señor Ezquerro sea aprobada, ..
y no demos un espectáculo triste ante la nación, pues aquí hemos venido a hacer obra
de justicia y no de apasionamiento. (Aplausos.)
-El C. Moreno Bruno: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra en pro, el ciudadano presunto diputado Bruno
Moreno.
-El C. Moreno Bruno: Señores diputados: la altísima misión que os ha traído
aquí por el sufragio de vuestros conciudadanos, os obliga a dictaminar con un espíritu
sereno y desapasionado. La debilidad humana es un sentimiento tan general, que raro
será el individuo que se diga estar substraído a ese defecto. Se ha repetido aquí hasta
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la saciedad que seais serenos, y yo entiendo que la serenidad no debe radical' en los
corazones: la serenidad debe nacer del cerebro, y he notado con no poco desaliento
que para abogar en pro del señor Ezquerro habéis tocado las fibras de vuestros cora-
zones, yeso, en mi concepto, no debe ser. Tenéis y tenemos la inl'!1ensa responsabili-
dad de dar a la nación, de hoy para siempre, la carta fund,amental que hará de ella
un país libre, un país próspero, basado en los ideales supremos de la justicia. Me he
imaginado yo que la carta fundamental que saldrá de vuestras manos es como un
edificio que se sustentará en tantas columnas cuantos cerebros concurran a la for-
mación de ese edificio; y si esas columnas no son de granito o de pórfido, sino que
están expuestas a que las conmueva el más leve vientecillo, a que se inclinen por
razones de familia, por razones de circunstancias especiales, por razones de orden
enteramente personal, esas columnas, señores, harán que el edificio se desquicie. Por
este pequeño preámbulo habréis comprobado que yo no traiga animosidad ninguna
en contra del señor Ezquerro, pero sí vengo a ilustrar vuestro criterio por un hecho
denunciado en la prensa de Guadalajara respecto de este señor. Es el caso que el
señor A. B. de la Peña, mayor del Ejército Constitucionalista, que militó a las órdenes
de Arango y que, como hombre de corazón bien puesto y de inteligencia bien orde-
nada, cuando conoció la intriga promovida por Angeles y que había escogido a Aran-
go - Villa- como instrumento para sus maquiavélicos procedimientos, entonces De
la Peña se separó de ese grupo y en una conversación que el señor Ezquerro tuvo
con uno de nuestros compañeros, le dijo que ese señor De la Peña había sido un deser-
tor, yeso no es cierto, señores, porque De la Peña, que trae sus documentos firmados
por Villa ...
-El C. De la Barrera: Pido la palabra, señor presidente, pam una moción de
orden.
-El C. presidente: Tiene la palabra el presunto diputado De la Barrera, para
una moción.
-El C. De la Barrera: No estamos tratando de la personalidad de De la Peña;
estamos en el caso concreto del señor Ezquerro.
-El C. Moreno Bruno: El señor De la Peña vino, pues, convencido de que la
traición tomaba incremento, y de aquí pasó a Manzanillo a las fuerzas del pundono-
roso general Diéguez, jefe de la división de Occidente. He dado a conocer en breves
rasgos la personalidad del señor De la Peña, porque es el punto en que yo apoyo lo
que en seguida vaya exponer. Me ha dicho el señor De la Peña que el señor Ezquerro
era, y aquí se sabe y se ha repetido hasta la saciedad, de una confianza tan ilimitada
ante el ciudadano Primer Jefe, que trabajó con él en el Norte en el ramo hacendarío.
Vino acompañando al ciudadano Primer Jefe a México y allí. por causas que se igno-
ran. perdió la confianza del señor Carranza.
-El C. Ezquerro, interrumpiendo: Por intrigas.,
-El C. Moreno Bruno: Se separó del puesto que ocupaba y permaneció en Mé-
xico para esperar los acontecimientos, y cuando Villa se aproximaba a la capital de
la República, salió a encontrarlo hasta Tlalnepantla, hasta Tlalnepantla o Cuauti-
tlán, y cuan~o regresó a su casa, muy ufano, dijo a su familia: ulas instituciones se
han salvado". (Siseos.) De la Peña, al referirme todo esto, me dice que él responde
con su cabeza y que si este H. Congreso lo desea, que se le llame y por el primer
tren vendrá a justificar su dicho. Está, pues, muy convencido el H. Congreso de que
el señor Ezquerro, por convicción propia, sirvió a la Convención y la Comisión Revi-
sora acaba de dar lectura a un telegrama de un correligionario de quien no se puede
dudar, el señor Breceda, de que no fueron veinte días los que sirvió, sino todo el
tiempo que dominó Villa y que salió hasta cuando el señor general Obregón recuperó
la capital. Que un día hubiese sido, que hayan sido noventa o que hayan sido dos-
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cientos, poco importa; vamos a aprovechar la lección de historia en una reumon de
tanta trascendencia como es ésta, y me permito recordaros que la guerra de tres
años, cuando la Constitución de 1857, se debió a una vacilación: a la vacilación del
general Comonfort, la cual vino a hacer que el ínclito Juárez tomara la bandera de la
Reforma, porque Comonfort defeccionó, y en el caso, el señor Ezquerro es un vaci-
lante, y el que vacila no puede ser una columna angular en el magno edifici'o de la
reconstrucción nacional; por tanto, opino que a este Congreso sólo deben venir aque-
llos que han sentido los males de la patria y deben procurar remediarlos a costa de
todo y pasando por sobre todo.
-Un C. secretario: Se pregunta a la Asamblea si está suficientemente discutido
el punto. (Voces: ¡Sí! ¡Sí!)
-El C. Rivera Cabrera: Pido la .palabra, señor presidente.
-El C. Presidente: Tiene la palabra el presunto diputadQ ciudadano Rivera
Cabrera.
-El C. Rivera Cabrera: No debe preguntarse eso a la Asamblea; debe pregun-
tarse a la Asamblea si está conforme con el dictamen de la Comisión o si se le
devuelve a ésta para que lo presente reformado en el sentido de la discusilln; por lo
tanto, no está correcto esto y debe enmendarse.
-Un C. secretario: Tiene razón el ciudadano Rivera Cabrera; la Comisión debe
enmendar su dictamen en el sentido de la discusión.
-El C. Rodríguez José María: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.
-El C. Rodríguez José María: La Coll)isión ha cumplido con su deber y por nin~
gún motivo y bajo ningún concepto cambiará su dictamen.
-El C. De los Santos: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano De los Santos.
-El C. De los Santos: La Comisión hace muy mal en decir que por ningún motivo
y bajo ningún concepto cambiará su dictamen, pues el Reglamento lo dice: ayer o
antier, sábado, reprobamos el dictamen de la Comisión; justo o injusto, ya lo repro-
bamos y la Comisión tiene obligación, conforme al Reglamento, de presentar su dic-
tamen en el sentido de la mayoría, es decir, la Comisión tiene que sujetarse a la
mayoría de nosotros, que también somos bastante respetables como la Comisi6n. O
qué, ¿ vamos ahora a aprobar lo que repróbamos el sábado? Iimposible, señores!
Tenemos nosotros que reprobar de nuevo el dictamen cada vez que se presente en
esa forma, y tiene la Comisión que reformar su dictamen en el sentido de la discusión.
-El C. Rodríguez José María: Pido la palabra, señor' presidente.
-El C. president,e: Tiene la palabra la Comisión.
-El C. Rodríguez José María: Señores: La Comisión no ha aceptado la candi-
datura del señor Ezquerro en el primer dictamen, por dos motivos: en primer lugar,
porque no tenía credencial ni expediente, y en segundo lugar, porque estaba encua~
drada en el artículo 49 de la Ley Electoral; con ese motivo vino la discusión, y el
Congreso no aprueba el dictamen de la Comisión, y la Comisión creyó justo el acuerdo
del Congreso, porque esperaba, naturalmente, que se presentara la credencial del
expediente que se decía estaba sobre la Mesa; y obedeciendo un mandato de esta
Asamblea, hoy volvió a dictaminar. La Comisión encuentra en orden la credencial y
el expediente, y por este motivo no rechaza al señor Ezquerro; pero de ninguna
manera puede la Comisión quitar la responsabilidad que tiene el señor Ezquerro,
porque son hechos consumados, y ni los acuerdos de esta Asamblea, ni nadie en el
mundo, podrá quitar un hecho consumado. Es un hecho consumado que el señor
Ezquerro sirvió a un Gobierno enemigo de la revolución y, por consiguiente, la Comi-
sión estuvo en su perfecto derecho al colocarlo bajo la prohibición del artículo 49.
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-El C. De los Santos: El pleito se está haciendo nebuloso. Los señores no mo-
difican su dictamen; nosotros no podemos modificar nuestras aprobaciones; ¿adónde
vamos a llegar, señores? Cuando nosotros reprobamos el dictamen de la Comisión,
aprobamos al señor Ezquerro; siempre que nos presente el dictamen negativo la
Comisión, nosotros lo reprobaremos; entonces, ¿ qué sucede, señores? El señor Ezque-
1'1'0 no podrá ser diputado si la Comisión no presenta un dictamen en forma. La
CC?misión, señores, cuando se le reprueba su dictamen, tiene que presentarlo en esta
forma: "Es diputado el señor Ezquerro por tal distrito", yeso es lo que tenemos que
votar después, porque de otra manera, estamos dentro de un círculo vicioso; los
señores no reformando su dictamen y nosotros reprobando el dictamen.
-El C. von Versen: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano van Versen.
-El C. von Versen: Creo que el ciudadano presunto diputado que me ha prece-
dido, hace muy mal en hablar en nombre de nosotros; no sé quiénes gon esos nosotros,
La Comisión no puede, de ninguna manera, cambiar un dictamen, que es una verdad;
el señor Ezquerro sirvió a la Convención, y no sé por qué tenemos el prurito de pasar
por encima de la ley. La ley dice que los que hayan servido al Gobierno de la Con-
vención no pueden ser electos diputados, y con ajustarnos a la ley, quedará todo
solucionado.
-El C. Rodríguez José Maria: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano presidente de la Comisión.
-El C. Hodríguez José ATaría: Creo que acabaremos muy pronto con esta dis-
cusión si tomamos en consideración que la Asamblea puede votar en favor del señor
Ezquerro. Si ya una vez ha votado en favor del señor Ezquerro, puede hacerlo ahora
también. Que se pregunte a la Asamblea, en votación económica, si el señor Ezquerro
puede ser o no diputado, y si la mayoría le da su voto, nos habremos evitado discu-
siones inútiles. Además, la Comisión dice que aprueba la credencial y el expediente
del señor Ezquerro, porque está electo legalmente por el 3er. distrito electoral de
Sinaloa; la Comisión únicamente hace observar que este señor prestó sus servicios a
un Gobiel'llo enemigo de la revolución, por lo que cae bajo la sanción del artículo 4 Q ;
por lo tanto, la Comisión no puede modificar su dictamen.
-El C. González Torres: Pido la palabra, señor presidente.
~El C. presidente: Tiene la palabra el presunto diputado ciudadano González
Torres.
-El C. González Torres: Antes de ayer reprobamos el dictamen de la Comisión,
fundado principalmente en que el señor Ezquerr-o no podía considerarse como presun-
to diputado, porque ni siquiera existía la credencial ni el expediente electoral; de
manera que la Comisión está en su perfecto derecho en proponer ahora un nuevo dic-
tamen, el que la Cámara igualmente estará en su pelfecto derecho de aprobarlo o
reprobarlo.
-El C. De los Santos: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano De los Santos.
-El C. De los Santos: Un mal hemos cometido; pero está ya sancionado por la
Cámara: haber reprobado el dictamen de la Comisión antes de ayer. El señor Ezque-
1'1'0 sirvió un puesto público en un Gobierno contral'io a la revolución; la ley dice que
no puede ser diputado, pero nosotros le dimos nuestra aprobación y nuestras resolu-
ciones son irrevocables; cometimos el mal y ya no tiene remedio; reprobamos ese
dictamen por las causas que hayan sido, y siempre que se nos presente ese dictamen
en otra forma, pero siendo el mismo, lo reprobaremos; la Comisión tiene el deber de
reformarlo; lo que hicimos no tiene remedio; que la Comisión presente otro dictamen.
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-El C. presidente: La Comisión no tiene obligación de reponerlo; que la Asam-
blea decida si se acepta o no.
-El C. De los Santos: Si nosotros reprobamos el dictamen de la Comisión, no
por eso el señor Ezquerro es diputado; que la Comisión nos presente su dictamen
diciendo que es d.iputado, y entonces lo votaremos.
-El C. presidente: La Comisión lo blanco no puede hacerlo negro; que resuelva
la Asamblea. (Risas.)
-El C. Magallón: Si la Asamblea reprueba un dictamen que dice que no podrá
ser diputado el señor Ezquerro, la Asamblea da su voto implícitamente en favor del
señor Ezquerro.
-El C. Guzmán: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el presunto diputado ciudadano Guzmán.
-El C. Guzmán: Señores: A la Comisión dictaminadora se le confirió el hecho
de decir la verdad acerca del estado que guardaba el señor Ezquerro respecto de su
credencial y su posibilidad para ser diputado. La Comisión está en el deber de decir
la verdad ajustada a sus convicciones completamente legales en este caso; por lo
tanto, no puede ni la Asamblea por una mayoría aplastante, hacer modificar ese
dictamen que los miembros de la Comisión han ajustado a su criterio enteramente
legal. Si lo que la Asamblea aprobó es que el señor Ezquerro debe ser diputado, la
Comisión' debe hacer su protesta de que eso ha sido contra la ley, porque está com-
prendido dentro del artículo 49.
-El C. secretario Ilizaliturri: El ciudadano diputado que me ha precedido en el
uso de la palabra, ha hecho gala de una ignorancia supina. Una vez rechazado el
dictamen de una comisión, ésta tiene la obligación de presentarlo reformado en el
sentido de lo indicado por la Asamblea; eso es lo que falta hacer a la Comisión en-
cargada de dictaminar sobre la credencial del señor Ezquerro.
-El C. von Versen: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano von Versen.
-El C. von Versen: La Asamblea tiene absoluto derecho a decidir si el señor
Ezquerro es diputado o no; pero la Asamblea no tiene el derecho de obligar a la
Comisión a modificar su dictamen; la Comisión ha dicho que el señor Ezquerro sirvió
al Gobierno de la Convención, y ha dicho la verdad; ahora la Asamblea tiene derecho
a decir si acepta al señor Ezquerro, pasando por encima de la ley, pero no tiene de-
recho la Asamblea de obligar a decir a la Comisión una cosa que no es cierta.
-El C. Jara: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Jara.
-El e: Jara: Para evitar mayor pérdida de tiempo, esto se puede subsanar
sencillamente con que alguno de los señores presuntos diputados, que son muchos,
de los que están conformes con que se apruebe la credencial del señor Ezquerro, hagan
esta proposición por escrito y la presenten a la Mesa en el sentido en que lo pide la
Asamblea, y entonces se pondrá a votación, seguros de que triunfarán.
-El C. De la Barrera: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. De la Barrera: Eso que se acaba de proponer compete únicamente a la
Comisión encargada de revisar esa credencial, porque puesto que nosotros hemos
dicho que reprobábamos ese dictamen de la Comisión, es lógico, señores, que la Co-
misión diga que el señor Ezquerro es o no diputado por uno de los distritos electorales
del Estado de Sinaloa, y nosotros diremos sí o no.
-El C. Rodríguez José María: Pido la palabra, señQr presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano presidente de la Comisión.
113
-El C. Rodríguez José María: No tiene ningún inconveniente la Comisión en ha-
cerlo así, puesto que en la sesión del sábado hizo la proposición de preguntar a la
Asamblea si consideraba válida o no la elección del señor Ezquerro; esa proposición
no fue aceptada y la Comisión no tiene la obligación de adivinar a todas horas las
intenciones de muchas personaSj así es que la Comisión no tiene inconveniente en
preguntar a la Asamblea si considera o no diputado al Congreso al señor Carlos M.
Ezquerro.
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente, para una moción de orden.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palavicini: Pido atentamente al señor presidente ordene al señor secre-
tario Ilizaliturri que dé lectura al artículo 111 del Reglamento, y que nos sujetemos
a él, con objeto de evitar el herradero a que estamos llegando, y una vez; que se dé
lectura al artículo 111, se declarará suficientemente discutido el asunto, pues este
creo que sea el sentir de la Asamblea, y de esta manera habremos terminado con
esta discusión, por demás inútil.
-El C. secretario Ilizaliturri: La Mesa, obsequiando los deseos del distinguido
parlamentario señor Palavicini, ordena la lectura del articulo 111.
"Artículo 111. Antes de cerrarse en lo general la discusión de los proyectos de
ley, podrán hablar seis individuos en pro y otros tantos en contra, además de los
miembros de la Comisión Dictaminadora y de los ministros. En los demás asuntos
que sean económicos de cada Cámara, bastará que hablen tres en cada sentido a no
ser que ésta acuerde ampliar el debate."
-Un C. presunto diputado: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. presunto diputado: Es indudable que la Asamblea tiene derecho de mo-
dificar como guste los dictámenes que se refieren a los representantes del pueblo;
pero no es igual que obliguemos a la Comisión a que se separe de una ley anterior,
como es el artículo 49, que declara exactamente que los individuos no afectos a la
revolución no pueden ser diputados.
La Asamblea puede reformar las proposiciones de los representantes del pueblo,
pero no puede obligar a que una Comisión se salga fuera de una ley.
-El C. presidente: Se desecha el dictamen de la Comisión.
-El C. De los Santos: No es eso lo procedente.
-El C. Rodríguez José María: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rodríguez, presidente de la
Comisión.
-El C. Rodríguez José María: Yo pido que se vote el dictamen, señores, para
poder hacer la proposición a la Cámara, diciendo si se acepta o no al señor Ezquerro,
a pesar del dictamen de la Comisión.
-El C. presidente: En la sesión del sábado votamos este asunto.
-El C. Rodríguez José María: Este es otro dictamen, señor; el primero fue dese-
chado; este es un nuevo dictamen que ha emitido la Comisión; en consecuencia, no
está rechazado.
-El C. presidente: ¿ Está suficientemente discutido este asunto? (Voces: j Sí!
j Si!) Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie.
-El C. De los Santos: Por conducto de la Secretaría, no queda hacer más que
esto: los que estén por la afirmativa del dictamen, que se sirvan poner de pie.
114
-El C. Ibarra: Por votación nominal. (Voces: ¡No! ¡No! ¡No!) Sí, señores, tengo
derecho. (Voces: ¡Tiene derecho!)
-El C. Palavicini: Cuando un miembro de la Cámara pide votación nominal y
está apoyado por siete individuos, tiene derecho, aun cuando las dos terceras partes
de la Cámara se opusieren.
-Un C. presunto diputado: Pido la palabra para una moción de orden, señor
presidente.
-El C. presidente: T-iene usted la palabra.
-El C. presunto diputado: Antes de la votación no puede ausentarse ningún se-
ñor diputado.
-El C. presidente, dirigiéndose a un presunto diputado que se ausentaba: ¡Aden-
tro!
-Un C. secretario: Comienza la votación del dictamen de la Comisión Revisora.
Por la afil'mativa ...
-El C. De los Ríos, interrumpiendo: Teng'l usted la bondad de hacer la proposi-
ción en toda forma, porque nada más los que estén por la afirmativa. .. ¿ por la afir-
mativa de qué?
-Un C. secretario: Los que estén por la afirmativa del dictamen que rechaza la
credencial del señor Ezquerro.
-El C. Ezquerro: El dictamen no rechaza la credencial, señor.
-El C. Rodríguez José María: El dictamen rechaza la credencial, de conformidad
con el artículo 4Q.
-Un C. secretario: El dictamen de la Comisión termina así: uPrimera: No puede
ser diputado propietario por el 3er. distrito electoral del Estado de Sinaloa, el C.
Carlos M. Ezquerro. Segunda: Es de aceptarse la elección de diputado suplente por
el 3er. distrito electoral del Estado de Sinaloa, en favor del C. Mariano Rivas". Po-
demos separar estas dos proposiciones para que sean votadas y entonces pondremos
a votación la primera proposición ~el dictamen. Esa es la proposición que está a
votación.
-El C. Manzano: Pido l~ palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Manzano.
-El C. Manzano: Eso que acaba de leer el señor secretario, corresponde a lo
que ya hemos votado en la sesión del sábado; ahora necesitamos saber qué es lo, que
vamos a vótar.
-El C. secretario Martínez de Escobar: Por la afirmativa.
-El C. Ezquerro: Que se aclare bien, señor, esa votación.
-El C. presidente: Sírvanse dar sus nombres. Comienza la votación.
·-El C. Ibarra, interrumpiendo: Ya han pasado dos votos en sentido afirmativo,
y no se ha hecho constar por la Secretaría.
-Un C. presunto diputado, interrumpiendo: Ya dí yo mi voto por la afirmativa;
pero el ciudadano secretario estaba atendiendo a otra cosa, y no lo ha hecho constar.
-El C. secretario Martínez de Escobar: No es cierto, señor, usted no lo ha dicho.
(Continúa la votación.)
-El C. De los Santos, interrumpiendo: Aquí va la votación y ya se han pasado.
(Prosigue la votación.)
-El C. De los Santos: Reclamo el orden, señor presidente; el señor Hilario Me-
nÍndez no puede votar, porque no es presunto diputado; en consecuencia, no puede
estar dentro de la Asamblea.
-El C. MenÍndez: ¿Me permite usted hacer uso de la palabra, señor presidente?
-El C. presidente: No tiene usted derecho a hablar.
115
-El C. De los Santos: El señor quiere decir que es diputado suplente por el 19
distrito electoral de San Luis PotosÍ; pero no tiene derecho a estar aquí, porque no
hemos llamado nosotros a los suplentes.
-El C. presidente: Entonces, tenga usted la bondad de abandonar el salón. (El
C. Meníndez sale del salón.)
-El C. Navarro Gilberto M.: Suplico al señor secretario que esté pendiente de
la votación, porque han pasado ya muchos votos por la afirmativa sin que se hayan
anotado.
-El C. secretario Martínez de Escobar: Si he dejado pasar algunos votos, ha sido
porque no se oye hasta aquí el Rentido de la votación y porque ignoro el nombre de
los ciudadanos que los emiten. Además, señor Navarro, todos mis actos son perfec-
tamente honrados y claros, lo que estoy dispuesto a probar en cualquier tiempo; pero
hasta acá muchas veces no se oye.
-El C. Navarro Gilberto M.: Convengo en todo 10 que usted dice; pero suplico
a usted tenga un poco más de cuidado. (Prosigue la votación.)
-El C. Ibarra: Suplico al señor secretario que cuando hable a la Asamblea se
ponga de pie.
-El C. Vega Sánchez, al llegal'le su turno para la votación: Apoyado en el ar-
tículo 4Q del decreto, que es el último reducto de la revolución, voto: no.
-El C. Rivera Cabrera: Reclamo el orden, señor presidente: los votos no deben
de razonarse, debe decirse sencillamente, sí o no. (Termina la votación.)
-Un C. secretario: ¿Falta algún ciudadano diputado por votar?
-Un presunto C. diputado que está en las plateas: No.
-El C. presidente: El ciudadano presunto diputado que está en la platea, hágame
favor de pasar abajo.
-Un C. secretario leyó la lista de votación."
-El C. Casados: Señor secretario, yo no voté por la negativa.
-El C. secretario Martínez de Escobar: Ya está hecha la rectificación.
-El C. Frausto: Pido la palabra para una súplica. Me llamo Ramón Frausto;
hágame usted favor de quitarme la N. Van dos veces que hago a usted esa obser-
vación.
-El C. secretario l\lartínez de Escobar: Pues así se le pone a usted en todas las
listas; esto no es cuestión de la Secretaría y yo no tengo obligación de conocer su
nombre.
-El C. Frausto: Yo se lo suplieo a usted, señor.
-El C. secretario Martínez de Escobar: Múy bien.
-El C. Manzano: Yo voté por la negativa.
-Un C. secretario: Manzano José, por la negativa.
-El C. Navarro Gilberto M.: Yo no he oído mi nombre y voté sí. (Siseos.)
-El C. secretario Martínez de Escobar: Navarro Gilberto, sí.
-El C. Zavala Dionisio: Tampoco he oído mi nombre, y voté por la afirmativa.
( Siseos.)
-El C. secretario Martinez de Escobar: Zavala Dionisia, sí.
-El C. Dávalos: Pido la' palabra para una moción de orden, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Dávalos para una moción de
orden.
-El C. Dávalos: Suplico a usted, señor presidente, que recomiende a la H. Asam-
blea que, por honor de la misma, deben suprimirse esos siseos y a veces hasta los
aplausos, por el honor de la Asamblea nada más. No veo el motivo por el cual se
oigan esos siseos cuando se habla o se emite algún concepto. (Siseos.)
-El C. presidente: Orden, señores. (Campanilla.)
116
-Un C. secretario: El resultado de la votación ha sido el siguiente: 117 votos
por la negativa, contra 39 por la afirmativa. En consecuencia, por esa mayoría de
votos es desechado el dictamen de la Comisión Revisora en lo relativo al señor Ez-
querro. (Aplausos.)
117
•
-El C. Rodríguez José María: Pedí veinticuatro horas pa1'a traer el nuevo dic-
tamen con las reformas que se trataron en esta mañana; no cuatro, como leyó el señor
secretario.
-El C. Lizardi: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Lizardi; No se trata precisamente de una rectificación al acta, pues
quizá es un error mío; pero alguno de mis amigos que tomó nota también de la vota-
ción, encuentra que los votos favorables al dictamen habían sido 49 y en el acta se
expresan 39. Desearía yo que se rectificara sobre el particular.
-El C. secretario Ilizaliturri: Los votos por la afirmativa fueron 39, según la
lectura que se ha dado; no hay ningún error en el acta.
-El C. Lizardi: No impugno yo el acta; sino sencillamente pido que se rectifi-
que, porque alguno de mis amigos, entiendo que fue el señor ingeniero Madrazo,
llevó el cómputo de ia votación y dice que fueron 49 votos por la afirmativa.
-El C. secretarío Ilizaliturri: Sumando los votos de la negativa con los 39 de
la afirmativa, dan el número total de ciudadanos presuntos diputados que asistieron
a la sesión de esta mañana.
-El C. De los Santos: Quiero rectificar el nombl'e del señor suplente que salió
esta mañana; se llama Hilario Meníndez, no Méndez.
-El C. secretario Ilizaliturri: En votación económica se pregunta si se aprueba
el acta. Los que estén por la afirmativa, sírvanse poner de pie. Aprobada.
120
relativo a las elecciones del 14 distrito electoral del Estado de Puebla, y pido que se
ponga una comunicación al Gobierno de aquel Estado, a fin de que llegue el expe-
diente al Congreso.
-El C. presidente Pase inmediatamente la 1" Comisión a dar cuenta de esos
dictámenes. ¿ No está el presidente del primer grupo? Pasará el tercero.
-El C._-Hidalgo: Los trabajos del tercer grupo no están aún terminados y pedi-
mos a esta Asamblea nos permita presentarlos mañana a las- diez de Ja mañana.
-El C. Rivera Cabrera: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rivera Cabrera.
-El C. Rivera Cabrera: Nosotros, los miembros 'del segundo grupo de la 1" Co-
misión Revisora, desde hace días habíamos comenzado a dar cuenta con nuestros
dictámenes; por 10 tanto, eSe lógico que nosotros sigamos dando cuenta con los que
tenemos .pendientes.
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palavicini: La proposición del señor licenciado Cravioto no ha sido some-
tida a discusión. En ella se propone la idea de que todos los dictámenes favorables
sean sometidos a una sola discusión. (Voces: ~o están.)
-Un C. ~eeretario: Se pone a discusión la proposición del señor Cravioto.
-El C. Palavicini: Pido la palabra para apoyarla, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palavicini: Sirve esta proposición para dos cosas importantes a la vez:
primero, para abreviar estas discusiones, y segundo, para exigir a esas comisiones
que no han cumplido, que trabajen con actividad y eficacia en lo que se les ha enco-
mendado, de manera que si en estos momentos se encuel!tran aquí varios presidentes de
estas secciones, deben presentar sus dictámfnes de las credenciales no objetadas, para que
el señor secretario dé cuenta con todas y someterlas a una sola discusión y a una sola
votación. Tengo entendido que la 1 ~ Sección Revisora ha rendido ya dictamen sobre las
credenciales no objetadas que a ella corresponden, y si es verdad que el señor presidente
de esa sección se encuentra ausente, no es menos cierto que sí está el señor vocal y
el señor secretario; en tal virtud, está la mayoría de la Comisión aquí y sería inútil
esperar la presencia del señor presidente de esa Sección, si es que este señor está
enfermo, pues no puede saber la Asamblea cuándose se aliviará. Yo ~reo que todos
los presidentes de las comisiones revisoras que tengan dictámenes concluidos, deben
presentarlos a la Mesa para que ésta disponga que se traten en la forma que pro-
puso el señor Cravioto, si esta proposición es aceptada por esta honorable Asamblea.
-Un C. secretario: ¿ No hay quien haga uso de la palabra? En votación econó-
mica se pregunta a la Asamblea si acepta la proposición del señor Cravioto. Los que
estén por la afirmativa, sírvanse poner de pie. Aprobada.
121
hemos podido advertir que, si en lo general todos los expedientes electorales se han
formado de una manera deficiente y con irregularidades más o menos significativas,
no entrañan, sin embargo, causas de nulidad, y sí puede demostrarse que el pueblo
ha sufragado debidamente. En este concepto, nos permitimos presentar a la Asamblea
las proposiciones siguientes:
"1 fj. Es válida la elección del ciudadano José Alvarez como diputado propietario,
y la del C. Vicente Medina como suplente por el 11 distrito electoral del Estado de
Michoacán, en virtud de estar los expedientes correctos, justos los escrutinios de la
Junta Computadora y haber obtenido mayoría con 1,716 votos el primero y 1,718
el segundo.
"2f!. Es válida la elección del C. Rafael P. Cañete como diputado propietario, y
la del C. Enrique Contreras como suplente, por el 29 distrito electoral de Puebla, por
haber obtenido mayoría de votos y estar correcta la documentación electoral.
"31i1o Es buena la credencial del C. Galdino H. Casados como diputado propietario,
y la del C. Donaciano Zamudio como suplente por el 17 distrito electoral del Estado
de Veracl'uz, en que obtuvieron mayoria de votos. La objeción hecha por el C. Jorge
Mancisidor no comprueba, en concepto de la Comisión, causa de nulidad.
"4f!. Es válida la elección del C. Marcelino Dávalos como diputado propietario, y
la del C. Tomás Morán como suplente, por el 29 distrito electoral del Estado de J a-
lisco, donde obtuvieron mayoría de votos y no existe impugnación alguna. Los ex-
pedientes están bien.
"5f!. Es válida la elección del C. Juan Manuel Giffard, como diputado propietario,
y la del C. Emilio Cárdenas como suplente, por el 12 distrito electoral del Estado de
México, por haber obtenido mayoría de votos y no haber objeción alguna. Los expe-
dientes están bien.
"61} Es válida la elección del C. Alfonso Herrera como diputado propietario, y
la del C. Gabriel Calzada como suplente, por el 12 distrito electoral del Distrito Fe-
deral, donde obtuvieron mayoría de votos y no tienen objeción alguna en su contra.
Los expedientes están conforme a la ley.
"7f!. Es válida la elección del C. Luis llizaliturri como diputado propietario, y la
del C. Wenceslao Gómez Garza como suplente, por el Ser. distrito electoral del Estado
de Nuevo León, en virtud de haber obtenido mayoría de votos, computados legal-
mente por la Junta Computadora. La documenta"ción electoral es perfecta.
"8f!. Es válida la elección del C. Lauro López Guerra, como diputado propietario
y la del C. Javier Rayón como suplente, por el 29 distrito electoral del Distrito Fede-
ral, en virtud de haber obtenido mayoría de votos, estar los expedientes electorales
bien y no haber objeción alguna.
"9~ Es válida la elección del C. Rafael Martínez de Escobar como diputado pro-
pietario, y la del C. Fulgencio Casanova como suplente, por el ler. distrito electoral
del Estado de Tabasco, por virtud de haber obtenido una mayoría absoluta con 1,990
votos y estar sus expedientes conforme a la ley.
"10. Es válida la elección del C. Francisco Ortiz Rubio como diputado propieta~
rio, y del C. José Pilar Ruiz como suplente, por el 1er. distrito electoral de Michoacán,
en virtud de haber obtenido mayoría con 1,970 votos y 1,937, respectivamente, estar
su documentación electoral ajustada a la ley y no tener objeción alguna.
"11. Es válida la elección verificada en favor del C. Benito Ramírez G., como dipu-
tado propietario, y del C. Heriberto Román como suplente, por el 49 distrito electoral
de Veracruz, en virtud de haber obtenido mayoría con 1,319 votos y 1,111 respectiva~
mente. Los expedientes electorales están arreglados debidamente y, por tanto, en
concepto de' la Comisión, son buenos.
"12. Es válida la elección del C. José Rivera como diputado propietario, y del C.
122
Aurelio M. Aja como suplente, por el 8Q dictrito electoral de Puebla, en virtud de
haber obtenido mayoría de votos, de estar los expedientes ajustados a la ley y no
tener objeción alguna.
41
13. Es válida la elección del C. Ignacio Roel para diputado propietario, y la del
C. Matías Gómez como suplente, por el 1er. distrito electoral de la Baja California,
por haber obtenido mayoría de votos; de estar arreglados los expedientes electorales
conforme a la ley y no haber objeción alguna.
"14. Es válida la elección del C. José Verástegui como diputado propietario, y
la del C. Cándido Nieto como suplente, por el 18 distrito electoral de Puebla, por
haber obtenido mayoría d(l votos y de estar arreglada su documentación conforme
a la ley.
"16. Es válida la elección del C. Rafael Vega Sánchez como diputado propietario,
y la del C. Eustorgio Sánchez como suplente, por el 59 distrito electoral del Estado
de Hidalgo, en donde obtuvieron una mayoría de 5,150 votos y 3,572, respectivamente,
estar su documentación electoral arreglada y, en concepto de la Comisión, la protesta
del C. Lorenzo Morales Torres no causa nulidad alguna.
"16. Es, válida la elección del C. Alfredo Robles Domínguez como diputado pro-
pietario, y la del C. Francisco Díaz Barriga como diputado suplente, por el 12 dis-
trito electoral del Estado de Guanajuato, en virtud de haber obtenido mayoría de
votos con 5,217 el primero y 8,760 el segundo, estar sus expedientes electorales arre-
glados a la ley y sin objeción alguna.
"17. Es válida la elección der C: Ignacio Ramos Práslow como diputado propie-
tario, y la del C. Rafael Obregón como suplente, por el 13 distrito electoral del
Estado de Jalisco, por haber obtenido mayoría de votos y sin objeción alguna.
"18. Es buena la elección del C. Heriberto Barrón como diputado propietario, y
del C. ingeniero Francisco Rendón como suplente, por el 17 distrito electoral del
Estado de Guanajuato, por haber obtenido mayoría de votos y DO tener objeción alguna.
"19. Es válida la elección del C. José Villaseñor Lomelí como diputado propieta-
rio, y la del C. Juan Garcidueñas como suplente, por el 69 distrito electoral del Es-
tado de Guanajuato, por haber obtenido mayoría de votos, estar sus documentos
electorales bien arreglados y no haber objeción alguna.
"20. Es válida la elección del C. 'Macario Pérez como diputado propietario, y
del C. Artemio Basurto como suplente, por haber obtenido mayoría con 3,042 votos
y 2,332, respectivamente, por ellO distrito electoral del Estado de México, estar sus
documentos electorales conforme a la ley y no tener objeción alguna.
"21. Es válida la elección del C. Leopoldo Payán como diputado propietario, y
del C. Manuel G. Santaella como suplente, por el 3er. distrito electoral del Estado
de Oaxaca, por haber obtenido mayoría de votos, estar los expedientes electorales
arreglados conforme a la ley y no tener objeción alguna.
"22. Es válida la elección del C. Daniel Cervantes como diputado propietario, y
del C. Gonzalo Ortega como suplente, por el 29 distrito electoral del Estado de
Aguascalientes, por haber obtenido mayoría de votos y estar arreglada la documen-
tación electoral y sin objeción alguna.
1123. Es válida la elección del C. Victorio E. Góngora como diputado propietario,
y del C. Epigmenio H. Ocampo como suplente, por el 14 distrito electoral del ~stado
de Veracruz, por haber obtenido mayoría de votos y no tener objeción alguna.
"Constitución y Reformas. Querétaro, noviembre 27 de 1916.-Porfirio del eas.
tillo.-G. R. Cervera.-C. M. Ezquerro."
-El C. secretario González: El primer grupo de la 1" Comisión, por· conducto
de la Secretaria, se permite dar cuenta a la honorable Asamblea con unos documen-
123
tos que constituyen una acusación o impugnación a la credencial del ciudadano pro-
fesor Herrera.
-El C. Palavicini: Pido la palabra para una mOClOn de orden, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini, para una moción
de orden.
-El C. Palavicini: Esas impugnaciones deben ser hechas delante de la sección
revisora; la Cámara no va a discutir más que los dictámenes que presenten las co-
misiones revisoras, y en tal concepto, se obra perfectamente mal y fuera de Regla-
mento, dándonos a conocer impugnaciones que no nos toca conocer. Los que quieran
impugnar los dictámenes de las comisiones, lo pueden hacer aquí en la Asamblea
con su voz y voto; en tal virtud, es introducir el desorden dándose cuenta con
impugnaciones.
En consecuencia, suplico al señor presidente que, si la 1 ~ Sección Revisora ha
concluido de rendir su dictamen de las credenciales no objetadas, se proceda a leer
los de la segunda y después los de la tercera.
-El C. secretario González: La Secretaría solamente ha sido un conducto para
exponer a la honorable Asamblea estos documentos que han sido presentados por la
Comisión a la Mesa.
El señor general Pesqueira llamó la atención acerca de que acababan de llegar
esos documentos y sencillamente se han pasado a la Comisión Revisora; pero si no
se puede dar cuenta aquí en la Asamblea con ellos, puede conservarlos la Comisión
para ulteriores procedimientos, en caso de que haya lugar a ellos. .
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente, para hacer una moción
de orden.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano presunto diputado Palavicini.
-El C. Palavicini: Las protestas tuvieron su tiempo y su lugar y las comisiones
tuvieron su lugar y su tiempo. Este no es el momento de hacer ~bjeciones sino a las
comisiones; en tal virtud, la proposición presentada, que está firmada por presuntos
ciudadanos diputados, no es el momento de atenderla, si no, sería un verdadero des-
orden. Yo suplico a la Mesa se ajuste al Reglamento y, por consiguiente, no tiene
caSo la protesta hecha ante al Comisión Revisora, porque sería lo mismo que estar
esperando las objeciones por tiempo indefinio'o.
124
"12. de Mich'oacán: propietario, licenciado José Silva Herrera; suplente, Ignacio
GÓmez.
"59 de San Luis Potosí: propietario, Dionisio Zavala¡ suplente, Enrique Córdova
Cantú. (Aquí hay credencial y expediente; no se encontró acta de computación de
votos.)
"59 de Sinaloa: propietario, Emiliano C. García. (Credencial sola, no ha llegado
expediente ele"Ctoral ni acta de computación, por lo que se ignora quién será el
suplente.)
"19 de Tamaulipas: propietario) Pedro A. Chapa; suplente, Alejandro C. Gue-
rra. (Credencial sola a favor de los citados señores; falta expediente y acta de
computación.)
"89 de Zacatecas: propietario, Juan Aguirre Escobar; suplente, Jesús Hernández.
H19 de Campeche: propietario, Juan Zubaran; suplente, licenciado Fernando Ga-
leano. (Sólo hay acta de computación, faltando credencial y expediente electoral.)
"2Q de Yucatán: propietario, Enrique Reeioj suplente, Rafael Gambaa. (Sólo hay
acta de computación, faltando creden.cial y expediente electoral.)
~¡11 de Oaxaca: propietario, Manuel García Vigil; suplente, pastor Santa Ana.
(Sólo hay actas de computación, faltando credencial y expediente electoral.)
"29 de Zacatecas: propietario, Julián Adame; suplente, Rodolfo Muñoz.
"29 de Coahuila: propietario, Ernesto Meade Fierro; suplente, Toribio de los
Sa~tos. (Hay expediente electoral y acta de computaciónj faltan credenciales de dichos
señores.)
41
11. de San Luis Potosí: propietario, doctor Luis Medina; suplente, Rafael Am-
briz, jr. (Falta credencial en este expediente.)
"2Q de Morelos: propietario, coronel José L. GÓmez. (Hay sólo credencial, fal-
tando expediente y acta, por lo que se ignora el nombre del suplente.)
"31? de Morelos: propietario, coronel Alvaro L. Alcázar; suplente, Enrique C.
Ruiz. (Hay acta de computación y expediente, falta credencial.)
"lQ de MoreIos: propietario, licenciado Antonio Garza Zambrano; suplente, Ar-
mando de Emparan. (Hay acta de computación y expediente; falta credencial.)
"Querétaro, 27 de noviembre de I9I6.-EI 2Q Grupo de la 1~ Comisión, Luis T.
Navarro.-C. Rivera Cabrera.-F., Castaños, secretario."
-El mismo C. Rivera Cabrera da lectura a este otro dictamen:
"Ciudadanos diputados: los subscriptos, miembros del 2Q Grupo de la 1~ Comi-
sión Revisora de credenciales, por virtud de que esta honorable Asamblea, en sesión
de ayer se sirvió declarar la nulidad de las elecciones hechas en favor del C. licen-
ciado Fernando González Roa, como diputado suplente por el 29 distrito electoral de
Guanajuato, se permite sujetar a vuestra alta consideración la siguiente proposición:
"Unica. Es diputado suplente a este Congreso por el 29 distrito electoral del
Estado de Guanajuato, el C. licenciado Enrique O. Aranda.-Querétaro, noviembre
26 de 1916.-C. R. Cabrera.-Luis T. Navarro."
A -continuación el C. Rivera Cabrera comienza· a leer otro dictamen de la propia
2~ Sección, en el que se proponen como diputados propietario y suplente por el 29
distrito electoral de Oaxaca, a los CC. general Carlos Tejada y teniente coronel
Luís E. Velasco.
-El C. Palavieini: Para una moción de orden, señor presidente, pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Palavieini: La Asamblea ha acordado que se discutan hoy las credencia-
les no objetadas, y el honorable miembro de la 2~ Sección Revisora nos está dand~
cuenta Con credenciales objetadas, y esto es introducir el desorden. Yo le ruego que se
sujete a 10 dispuesto por la Asamblea, que ha acordado que hoy se trate de las cre-
125
denciales no obJetadas; en tal virtud, debe seguir con los dictámenes no objetados,
si no sería introducir el desorden. Yo ruego a su señoría acepte lo dispuesto por la
Asamblea y se sigan leyendo los dictámenes de credenciales no objetadas.
-El C. Rivera Cabrera: Yo suplico al señor Palavicini se sirva esperar un poco
a que acabe de leer este dictamen; después hablará.
-El C. Palavicini: La 2¡¡' Sección Revisora presentó ya su dictamen de las
credenciales no objetadas; fueron discutidas y fueron ya aprobadas; en tal virtud,
la 2¡¡' Sección Revisora debe esperar a que concluyan las no objetadas, para continuar
después.
-El C. Rivera Cabrera: Unicamente 10 que estoy haciendo, son algunas
explicaciones ...
-El C. Palavi.cini, interrumpiendo: Pues eso es precisamente objetar, señor.
-El C. Rivera Cabrera: La Comisión no concluye con nada que constituya una
objeción.
-El C. Palavjcini: Permítame usted terminar señor; no deseo hablar en diálogo.
Sencillamente establezco el principio de que no puede seguirse dándonos cuenta con
documentos que hablan de credenciales objetadas, toda vez que hoy se ha resuelto
dar cuenta solamente con credenciales no objetadas.
-El C. Castaños: Tenemos un dictamen en el 29 Grupo de la 11;¡. Comisión, de
cred'enciales no objetadas y que proponemos que aprobéis; creo que puede .darse
cuenta con él.
-El C. Rivera Cabrera: Yo suplico al señor Palavicini que tenga algo de pa-
ciencia; se consulta que se guarde un dictamen para cuando llegue un expediente.
-El C. presidente: La 3fJ. Sección que se sirva presentar sus dictámenes. (No se
dio cuenta, por no tenerlos concluidos.)
La 41¡t Sección que se sirva present~r sus dictámenes.
-El C. Moreno Bruno, secretario del Grupo 49, da lectura a este dictamen:
"H. Asamblea:
"Con el fin de facilitar las labores de las juntas preparatorias, el 49 Grupo de
la Comisión de Poderes, elegida por este Congreso, dividió su trabajo en dos partes,
dictaminando en la primera sobre las credenciales que no tienen objeción alguna, tanto
en lo que se refiere a Su forma legal, como en lo relativo a su aspecto político; y
en la segunda, sobre los expedientes que fueron protestados en tiempo, y que a nues-
tro juicio, tienen vicios de origen.
"En el primer caso, nuestra labor se redujo a comprobar el trabajo hecho en
cada distrito por la Junta Computadora, y ·podemos, con estos datos, poner a la
consideración de la Asamblea los hechos siguientes:
"En el 49 distrito electoral del' Estado de Coahuila, las elecciones se verificaron
con la mayor regularidad que es posible en estos tiempos de agitación política y en
los que, como se verá en otros casos, la dificultad de las comunicaciones impidió que
el acto electoral se· realizara con todos los requisitos exigidos por la ley relativa.
Examinados los expedientes del distrito a que nos venimos refiriendo, observamos
que no fue remitida al Congreso el acta de la Junta Computadora, y nos vimos en
el caso de hacer un escrutinio minucioso que consta en hoja adjunta a este dictamen
y según el cual los candidatos CC. Jorge E. von Versen y Silviano Pruneda, obtuvie-
ron 1,333 votos, contra 1,027 que obtuvo la candidatura Alberto Villarreal y El-
pidio B. Cosío. En ninguna de las actas consta protesta alguna y con escasísimas
126
excepciones que nos parece inútil anotar, las elecciones se verificaron con toda
regularidad.
"En el 59 distrito electoral del Estado de Durango, las elecciones se efectuaron
también con toda regularidad y obtuvieron mayoría absoluta de votos los señores
Fernando Gómez Palacio para diputado propietario, y Celestino Simental para dipu-
tado suplente. Hubo varios candidatos oponentes que obtuvieron muy pocos votos y
apenas si anotamos unos sesenta votos obtenidos por la candidatura Favila y Favila
en Herreras y en la Sección 4~ de Santiago Papasquiaro. Con el expediente no vino
tampoco el acta de la Junta Computadora que se efectuó en la cabecera del distrito, y
la Comisión se vio en el caso de hacer cómputo, que dio el siguiente resultado: Fer-
nando Gómez Palacio, 889 votos, y Celestino Simental 915 votos, para diputados
propietario y suplente, respectivamente. Con excepción de la fórmula Favila y Favila,
que, como ya hemos dicho, obtuvo 60 sufragios, los otros candidatos figuran única-
mente con uno o dos votos, por lo que estimamos pertinente no hacer de ellos una
lista completa.
"Nos cupo en suerte examinar, asimismo, el expediente del 1er. distrito del
Distrito Federal, en el que aparecen como candidatos triunfantes el C. general Ig-
nacio L. Pesqueira y el C. José Colado, con 340 votos cada uno. No encontramos
tampoco en este caso el acta de la Junta Computadora, e hicimos minuciosamente el
cómputo y podemos anotar que, como todas las elecciones verificadas en la capital
de la República, la votación fue muy escasa por falta de cohesión política, como lo
prueba el hecho de que figuraron numerosos candidatos con muy pocos votos cada
uno. La mayoría, sin embargo, está indudablemente en favor de los candidatos Pes-
queira y Colado.
"Una minuciosa revisión del expediente levantado en la ciudad de Alamos con
motivo de las elecciones verificadas en el 3er. distrito del Estado de Sonora, llevó a
esta Comisión a la seguridad de que resultaron electos por mayoría de votos los CC.
Ramón Ross, para piputado propietario, y Angel N. -Porchas para diputado suplente.
El acta de la Junta Computadora que vino con el expediente, hace un resumen per-
fecto de los sufragios emitidos en todas las mesas electorales y señala las pequeñas
deficiencias habidas, que por cierto no influyen en nada en el resultado final de la
elección. Revisados los expedientes de las mesas y confrontados con el acta de la
Junta Computadora, se llega al conocimiento de que coincide en todas sus partes y
de que, todos y cada uno de los trabajos electorales se efectuaron con regularidad.
Aparece que la Junta Computadora tuvo que efectuar una labor ardua y suspender el
día 26 sus trabajos para reanuda-dos el día 29, y el resultado general de la elección
fue el siguiente: para diputado propietario, obtuvo el C. Ramón Ross.2,727 votos, y el
C. Angel N. Porchas, 2,494 votos, para suplente. Otros muchos ciudadanos obtuvie-
ron sufragios; pero quien en segundo lugar obtuvo más, fue el C. Jesús L. Almada,
que alcanzó 63 votos; los demás obtuvieron escasos sufragios. Ni en las mesas ni en
la Junta ComputadC?ra hubo reclamaciones ni protestas.
"En el 99 distrito electoral del Distrito Federal, las elecciones se verificaron
también con toda regularidad, y los candidatos triunfantes, CC. general Antonio Nor-
zagaray y licenciado Francisco Espinosa, para diputados propietario y suplente, res-
pectivamente, obtuvieron, el primero, 3,484 votos, y el segundo 2,577 votos. N o apa~
rece en el expediente irregularidad alguna que sea digna de anotarse, y, en tal caso,
la Comisión no hará sino pedir, en su oportunidad, que esta elección sea aprobada por
el Congreso.
"Hubo muchas irregularidades de forma en la$ elecciones efectuadas en el 29
distrito electoral del Estado de Hidalgo, que también revisamos minuciosamente y
cuyas actas fueron debidamente confrontadas con el resultado que acusa el acta de
127
la Junta Computadora. Faltaron, por ejemplo, las actas de las secciones 13 de Tetla-
payac y 17 de la hacienda del Tepozán, en donde no hubo elección, porque el día se-
ñalado aquellas pequeñas poblaciones fueron atacadas por las hordas zapatistas. En
algunas otras secciones se nota que el Ayuntamiento nD nombró oportunamente a los
instaladores; pero a pesar de eso, las elecciones se efectuaron, porque algunos ciuda-
danos de buena voluntad integraron las mesas. Hubo también pequeñas irregularida-
des en las secciones 7 y 8 de Coatepec, en donde no se efectuaron elecciones, y algunas
otras menos dignas de anotarse; pero que, en nuestro concepto, no influyen en el
resultado final de la elección, porque se emitieron votos en la mayoría de las casillas
y el candidato para diputado propietario, C. teniente coronel Leopoldo Ruiz, obtuvo
6,711 votos en total, y el C. Erasmo Trejo 5,139 votos para diputado suplente.
"Ninguna irregularidad de importancia anotamos en las elecciones efectuadas en
el 11 distrito electoral del Estad'o de Jalisco. La candidatura triunfante obtuvo 1,883
votos en favor del C. ingeniero Amado Aguirre, y 1,831 el licenciado Salvador Bri-
huega como suplente. Los expedientes acusan una nutrida elección en favor de esta
candidatura y, en cambio, no se presentó protesta ni reclamación alguna, toda vez
que no hubo candidatura opositora, aunque sí votos aislados para distintos ciudadanos.
'''En el 59 distrito electoral del E'stado de Jalisco, las elecciones no se verificaron
con toda regularidad, por las razones que anotaremos. El acta levantada por la J un-
ta Computadora el día 26 de octubre, está de acuerdo con todas las actas de' las ca-
sillas en que fue posible realizar el acto electoral, y el cómputo arroja 328 votos en
favor del C. licenciado Francisco Martín del Campo, para diputado propietario, y
216 votos para el licenciado Manuel M. del Campo, para diputad.o suplente, anotándose
escasos votos para otros ciudadanos. El acta levantada por la Junta Computadora
hace notar que el cómputo se refiere únicamente a la municipalidad de Lagos de
Moreno, por no haberse presentado ninguno de los encargados de las casillas electo-
rales de Ojue1os. El resultado de nuestras investigaciones fue satisfactorio para el
candidato que aparece triunfante, porque como la municipalid'ad de Lagos es la más
populosa del 59 distrito electoral de Jalisco, comprende la mayoría de las. casillas
electorales. Y no es esto solamente: además, esta H. Asamblea deberá tomar Pon
cuenta que Ojuelos tiene muy difícil comunicación con Lagos y que en el término
perentorio que señala la leyera imposible que ambas poblaciones se comunicaran.
Por otra parte, es un hecho que en la región de que se trata, no existen las garantías
necesarias para viajar y, tanto es así, que los inspectores oficiales tienen que viajar
con escolta. En rigor, no se sabe si las elecciones se efectuaron en Ojuelos y, en con-
secuencia, a este Congreso es a quien corresponde 'resolver si debe o no aprobar las
credenciales de los señores licenciado Francisco Martín del Campo y Manuel M. del
Campo, y desde luego esta Comisión repite que, en su concepto, la elección es legal,
porque la mayoría de los sufragios está en favor de la candidatura expresada.
"N o hubo protestas ni reclamaciones en las elecciones efectu.adas en el 19 dis-
trito electoral del Estado de Jalisco, en el cual la elección recayó en los CC, Sebastián
Allende y doctor Carlos Villaseñor para diputados propietario y suplente, respectiva_
mente. Como ya hemos manifestado en varias ocasiones, este grupo de la Comisión
de Poderes confrontó en el presente caso las actas d'e las casillas electorales con la
de la Junta Computadora, e hizo la revisión de las boletas y dedujo que, estando de
conformidad, la elección era legal y válida. La elección arrojó 923 votos para cada
uno de dichos candidatos.
"El día 26 de octubre de este año, de acuerdo con la convocatoria respectiva, se
reunió en Monterrey la Junta Computadora de votos del ler. distrito electoral del
Estado de Nuevo León, El acta relativa reúne todas las prescripciones legales y está
perfectamente de acuerdo con las actas levantadas en todas y cada una de las casillas
128
electorales. Como en otros distritos, figuran muchos candidatos con escasos votos y
la mayoría está en favor de los CC. Manuel Amaya para diputado propietario, y
Luis Guimbarda para diputado suple.nte. El primero obtuvo 1,002 votos, y 1,026 el
segundo, por lo que la Junta Computadora, ajustándose a la ley, les extendió las ere-
rlenciales respectivas.
"En caso semejante se encuentran las elecciones efectuadas en el 49 distrito
electoral del Estado de Nuevo León: las elecciones se efectuaron el día 22 de octubre,
como está mándado, y el 26 se reunió la Junta Computadora en la villa de Salinas
Victoria. Esta Junta expidió las credenciales respectivas al licenciado y coronel Ra-
món Gómez, porque obtuvo una mayoría de 3,650 votos, y al C. Adolfo Cantú Jáur€-
gui, que obtuvo 3,668 votos, como diputados propietario y suplente, respectivamente.
Aunque hubo otro candidato, el C. Vidal Garza Pérez, que obtuvo un número con-
siderable de sufragios, no se registró protesta ni reclamación alguna, y esta Comi-
sión tampoco encontró irregularidades en' el expediente.
"Con sólo algunas irregularidades de, forma, se efectuaron las elecciones en el
3er. distrito electoral del Estado de Tlaxcala, en donde' obtuvo 2,369 votos para dipu-
tado propietario el C. Ascensión Tépal, y para suplente, el C. Fausto Centeno, con,
2,647 votos. Figuraron otros muchos candidatos; pero ninguno de ellos presentó pro-
testa alguna y la Junta Computadora extendió las credenciales a los expresados
ciudadanos.
"No vino el acta de la Junta Computadora del 69 distrito electoral del Estado de
Nuevo León, y así, nos vimos en el caso de hacer el cómputo auxiliados por las actas
de las diversas casillas electorales. El resultado de este trabajo fue llegar a la
convicción de que resultaron eJectos diputados por este distr.ito los CC. Agustín Garza
González y Plutarco González, para diputados propietario y suplente, respectiva_
mente, por una mayoría de 754 votos cada uno.
"En la ciudad de Tula, Tams., se reunió la Junta Computadora ele votos del Ser.
distrito electoral del Estado de Tamaulipas. El acta levantada arroja 57 votos para
el C. Emiliano P. Nafarrate, como diputado propietario, y el mismo número de votos
para el C. José María Herrera. Hecha la confrontación exacta con las de las casillas
electorales, pudimos observar que no estaban de acuerdo. En efecto, hecho un nuevo
cómputo, la elección arroja 435 votos para la expresada candidatura, y 38 para los
CC. Enrique Canse'co y Felipe N. González. Como no se explicaba esta Comisión la
causa de la diferencia observada entre las actas de las casillas y el acta de la Junta
Computadora, revisó minuciosamente las boletas y obtuvo el resultado a que nos he-
mos referido. En el fondo, esta Comisión está de acuerdo con la declaración de la
Junta Computadora, y únicamente hace constar que el C. Nafarrate obtuvo un número
mayor de votos del que computó en la ciudad de Tula, Tamaulipas.
"Las elecciones efectuadas en el 16 distrito electoral del Estado de Veracruz,
acusan una votación de 1,113 votos para diputado propietario en favor del C. general
Cál)dido Aguilar, y de 780 votos para diputado suplente en favor del C. Carlos L.
Gracidas. En este distrito las elecciones se verificaron con toda regularidad y los
partidos "Cívi~o Liberal" y "Obrero Veracruzano,r, tomaron activa y entusiasta par-
ticipación en las elecciones. El acta levantada por la Junta electoral que se reunió
en la ciudad de Veracruz, está de acuerdo con las actas de las casillas electorales.
"El acta levantad'a por la Junta Computadora del 8Q distrito electoral del Estado
de México en el Mineral del Oro, de Hidalgo, llena todos los requisitos legales y es
la historia completa de las elecciones verificadas en todas las casillas. En este dis-
trito los candidatos triunfantes fueron el seijor ingeniero José J. Reynoso, como dipu_
tado propietario, con un total de 4,281 votos, y el C. coronel Apolinar C. Juárez, con
129
2,179 votos para diputado suplente. En algunas casillas hubo protestas contra la for-
ma de la elección; pero los votos que se pretende nulificar por ser excesivamente po-
cos, no influyen en el resultado final de la elección, toda vez que el candidato
oponente obtuvo cerca de 2,000 votos menos que el anterior.
"Los expedientes electorales del 11 distrito electoral del Estado de Hidalgo, lle-
garon muy deficientes a la Secretaría del Congreso. En el municipio de Zimapán sólo
hubo una sección electoral, y en el municipio de Tasquillo únicamente se instalaron
cinco secciones en debida forma. Los expedientes electorales acusan el mismo resul-
tado que el acta de la Junta Computadora y ésta, por su parte, no explica por qué
causas dejaron de efectuarse las elecciones en las demás casillas del distrito electoral.
En consecuencia, el 4Q Grupo de la Comisión Revisora de credenciales no puede pre-
sentar ante vuestra consideración un dictamen convincente sobre esta credencial; pero
como no existe ninguna protesta, y, por otra parte, no aparece que se haya presen-
ta.do otro candidato, propondrá que sea aprobada la credencial traída por el C. Al-
fonso Mayorga, que obtuvo 398 votos, como diputado propietario, y la del C. Gonzalo
López, que obtuvo 500 votos, como suplente.
"Tiene también ,muchas irregularidades el expediente relativo al 10 distrito elec-
toral del Estado de Veracruz; pero unas son irregularidades de forma y otras debidas
a la falta de comunicaciones en aquella región. A la Junta Computadora no concu-
rrieron los presidentes de varias casillas electorales; pero los presentes hicieron el
cómputo, resultando una votación de 398 votos para el C. Silvestre Aguilar, para
diputado propietario, y otros tantos para el suplente, licenciado Miguel Limón Uriarte.
Unicamente se efectuaron elecciones en las secciones 11)., 21)., 31). Y 41). del municipio
de Córdoba, y en las 21)., 31). y 41). del municipio de Coscomatepec. No se' verificaron
elecciones en las municipalidades de Tomatlán, Tepatlaxco, Chocaman, Cuichapa, San
Lorenzo, San Juan de la Punta e Ixhuatlán, y el acta respectiva no habla de las
causas de esta omisión, aunque hace constar que sobre el hecho se recibieron mensa-
jes en el Ayuntamiento de Córdoba. Por las razones apuntadas y a pesar de las defi-
ciencias de esta elección, nos veremos en el caso de proponer la aprobación de las
credenciales de los expresados candidatos, porque no existe protesta alguna en el
expediente.
"Fueron reñidas las elecciones en el 6Q distrito electoral del Estado de Puebla, y
durante la elección se presentaron protestas en diversas casillas ele'ctorales. El acta
levantada por la Junta Computadora de votos en la ciudad de Atlixco, que es la
capital del referido distrito, acusa la mayoría de- votos en favor de los CC. Froylán
C. M'anjarrez, para diputado propietario, y de Manuel A. Acuña para diputado suplen-
te, con 600 votos cada uno. Como al principio 'Se dice, son varias las protestas presen-
tadas en las casillas electorales, pero ninguna de' ellas afecta el resultado final de
la elección, tanto más que, en su mayoría, fueron hechas precisamente en represen-
tación de la candidatura triunfante. Revisados los expedientes electorales, resultó que
están completamente de acuerdo con las actas de las diferentes secciones' y no con-
sideramos pertinente hacer un resumen de las protestas que en ella figuran, porque
las irregularidades denunciadas fueron atribuidas únicamente a los candidatos
derrotados.
"En el 5Q distrito electoral del Estado de Yucatán, obtuvo mayoría de 5,600
votos el C. Miguel Alonzo Romero, y el C. Juan N. Ortiz obtuvo 5,545 votos para
diputados propietario y suplente, respectivamente. Según las constancias del expe-
diente, las elecciones se efectuaron con toda regularidad y no se presentó protesta
ni reclamación alguna. '
"Por las consideraciones y hechos expresados, sometemos a la consideración de
esta honorable' Asamblea los siguientes puntos de resolución:
130
"Primero. Es diputado propietario por el 49 distrito electoral del E'stado de Coa-
huila el C. Jorge E. von Versen, y suplente por el mismo distrito el C. Silviano
Pruneda.
"Segundo. Es diputado propietario por el 59 distrito electoral del Estado de Du-
rango el C. Fernando Gómez Palacio, y suplente por el mismo distrito el C. Celestino
Simental.
"Tercero. Es diputado propietario por el ler. distrito electoral del Distrito Fe-
deral el C. general Ignacio L. Pesqueira, y suplente por el mismo distrito el C. José
Colado,
"Cuarto. Es diputado propietario por el aer. distrito electoral del Estado de
Sonora el C. Ramón Ross, y suplente por el mismo distrito el C. Angel Parchas.
"Quinto. Es diputado propietario por el 99 distrito electoral del Distrito Federal
el C. ,g-eneral Antonio Norzagaray, y suplente por el mismo distrito el C. Francisco
Espinosa.
"Sexto. Es diputádo propietario por el 2Q distrito electoral del Estado de Hidalgo
el C. coronel Leopoldo Ruiz, y suplente por el mismo distrito el C. Erasmo Trejo.
"Séptimo. Es d1putado propietario por el 11 distrito electoral del Estado de Ja-
Jisca el C. ingeniero Amado Aguirre, y, suplente por el mismo distrito el C. licenciado
Salvador Brihuega.
"Octavo. Es diputado propietario ipor el 5Q distrito electoral del Estado de Ja-
lisco el C. licenciado Francisco Martín del Campo, y el licenciado Manuel M. del
Campo diputado suplente por el mismo distrito electoral.
"Noveno. Es diputado propietario por el 19 distrito electoral del Estado de Jalisco
el C. Sebastián Allende, y suplente por el mismo distrito el C. doctor Carlos Villaseñor.
"Décimo. Es diputado propietario por el ler. distrito electoral del Estado de
Nuevo León el C. Manuel Amaya, y suplente- por el mismo distrito el C. Luis
Guimbarda.
"Decimoprimero. Es diputado propietario por el 4Q distrito electoral del Estado
de Nuevo León el C. coronel Ramón Gámez, y suplente por el mismo distrito el C.
Adolfo Cantú Jáuregui.
"Decimosegundo. Es diputado propietario por el 3er. distrito electoral del Estado
de Tlaxcala el C. Ascensión Tépal, y suplente por el mismo distrito el C. Fausto
Centeno.
"Decimotercero. Es diputado propietario por el 69 distrito electoral del Estado
de Nuevo León el C. Agustín Garza González, y suplente por el mismo distrito el C.
Plutarco González.
"Decimocuarto. Es diputado propietario por el 3er. distrito electoral del Estado
de Tamaulipas el C. Emiliano P. Nafarrate, y suplente por el mismo distrito el C.
José María Herrera.
"Decimoquinto. Es diputado propietario por el 15 distrito electoral del Estado de
Veracruz el C. general Cándido Aguilar, y suplente por el mismo distrito el C. Carlos
L. Gracidas.
¡'Decimosexto. Es diputado propietario por el 8Q distrito electoral del Estado
de México el C. ingeniero José J. Reynoso, y suplente por el mismo distrito el C.
coronel Apolinar C. Juárez.
uDecimoséptimo. Es diputado propietario por el 11 distrito electoral del Estado
de Hidalgo el C. Alfonso Mayorga, y suplente por el mismo distrito el C. Gonzalo
López.
"Decimoctavo. Es diputado propietario por el 11 distrito electoral del Estado de
Veracruz el C. Silvestre Aguilar, y suplente por el mismo distrito el C. Miguel Limón
Uriarte.
131
"Decimonoveno. Es diputado propietario por el 69 distrito electoral del Estado
de Puebla el C. Froylán C. Manjarrez, y suplente por el mismo distrito electoral el
C. Manuel A. Acuña.
"Vigésimo. Es diputado propietario por el 59 distrito electoral del Estado de
Yucatán el C. doctor Miguel Alonzo Romero, y suplente por el mismo distrito el C.
•J uan N. Ortiz.
"Constitución y Reformas. Querétaro de Arteaga, noviembre 25 de 1916.-E. n.
Calderón.-Antonio Ancona Albertos.-ll. lUoreno, secretario."
(El mismo C. Moreno Bruno comienza a leer otro dictamen del mismo cuarto
grupo.)
-El C. Rivera Cabrera: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Rivera Cabrera: Para ser consecuentes con lo anterior. ese dictamen tam-
poco debe leerse.
-El C. An('ona Albertos: El segundo dictamen que está leyendo el diputado Mo-
reno, contiene seis o siete credenciales tampoco objetadas y, en consecuencia, debe
leerse.
-El C. Calderón: Tengo la conciencia de que esas credenciales de que se va a
tratar no tienen objeción y quisiera que tuvieran la amabilidad de esperar un poco.
-El C. Moreno Bruno lee el dictamen que dice así;
11), Comisión Revisora de Crerlenciales.-Grupo 49
"Honorable Asamblea: En el 15 distrito electoral del Estado de Guanajuato, las
elecciones se verificaron con muy pocas irregularidades que precisamente fueron de-
nunciadas por el representante del candidato triunfante y, en consecuencia, aunque
::-c tomaran en cuenta, no afectarían en nada la elección. El candidato, teniente coro-
nel Gilberto N. Navarro, obtuvo 1,250 votos para diputado propietario y el C. Sabás
González Rangel 1,183 votos para diputado suplente. N o estimamos necesario hacer
una síntesis de las protestas presentadas, porque, en caso de nulificar votos, ten-
drían que restarse al candidato Ezequiel Ríos, que' ostensiblemente tiene minoría de
:votos.
,"Rectificado el escrutinio en el expediente que corresponde al 49 distrito electoral
del Estado de Guanajuato, el 49 grupo de la Comisión Revisora de Credenciales llegó
al conocimiento de que la mayoría absoluta de votos está en favor de los ce. doctor
J. Jesús López Lira para diputado propietario, con 3,512 votos y de J. Jesús Patiño
que obtuvo 2,571 votos para diputado suplente. Otros candidatos obtuvieron número
considerable de sufragios; pero ninguno de ellos presentó protesta ni reclamación
alguna.
"Confrontados los expedientes de todas las casillas electorales que se instalaron
en el 99 distrito electoral del Estado de Guanajuato con el acta de la junta computado-
ra que se instaló en la ciudad de San Francisco del Rincón, dos días después de la:
fecha señalada por la convocatoria, no tuvo este grupo de la Comisión que' hacer
rectificación alguna, pues evidentemente la mayoría está en favor de los CC. inge-
niero Manuel G. Aranda y profesor Alberto Villafuerte, el primero con 8,227 votos y
el segundo, 8,191 votos para diputados propietario y suplente, respectivamente, por el
expresado distrito.
H~O presentan ninguna irregularidad las elecciones verificadas en ellO distrito
electoral del Estado de Guanajuato, en donde obtuvieron el triunfo los ce. licenciado
Enrique Colunga con 5,978 votos para diputado propietario y licenciado Félix Villa-
lobos con 5,171 para diputado suplente. Figuran, además, 103 candid'atos con escasos
votos y ninguno de ellos se opuso a la elección.
132
"En el 79 distrito electoral del Estado de Veracruz, las elecciones se verificaron
regularmente y sin más que' pequeñas irregularidades de forma. El C. (ioronel Adolfo
G. García obtuvo 1,655 votos para diputado propietario y el C. capitán Joaquín Bello
1,474 para diputado suplente. No hubo protestas ni reclamación alguna.
"No presenta tampoco ninguna irregularidad de importancia la elección verifica. .
da en el 99 distrito electoral del Estado de Michoacán. La mayoría estuvo de parte
del señor general Martín Castrejón, quien obtuvo 695 votos para diputado propieta-
rio, y el C. Roberto Sepúlveda 608 para diputado suplente. Tampoco en este easo
hubo protestas ni reclamaciones.
"En el 6Q distrito electoral del Estado de Durango obtuvo 696 votos para dipu;..
tado propietario el licenciad'o Alberto Terrones B. y el ingeniero Antonio Herilández
P. obtuvo 695 votos para diputado suplente. N o hubo irregularidad alguna en h
elección, y los candidatos oponentes no presentaron objeciones, lo cual quedó demos-
trado ante el criterio de la Comisión, por el examen del expediente relativo.
"En el 14 distrito electoral del Estado de Oaxaca se efectuaron las elecciones
con toda re'gularidad y resultaron electos por mayoría de votos los ciudadanos licen-
r.iado Celestino Pérez y Antonio Salazar, que obtuvieron 1,627 votos cada uno, para
diputados propietario y suplente, respectivamente.
"La única irregularidad que presentan las elecciones efectuadas en el 16 distrib
electoral del Estado de México, es que uno de los presidentes de las casillas electo-
rales se presentó a la Junta Computadora que se efe'ctuó en la ciudad de Lerma con
el paquete respectivo, abiel'to, pero pudo comprobar que una avanzada fue la que
abrió el bulto para registrarlo, probablemente por la desconfianza que existe en esa
l"o:!gión, que sufre frecuentes irrupciones del bandidaje. Por lo demás, no existe nin-
guna otra irre"gularidad y el cómputo acusa una mayoría de 3,034 votos en favor de
los CC. mayor Rubén Martí para diputado propietario, y 3,203 votos en favor del
licenciado David Espinosa para suplente.
"Con tod'a regularidad se efectuaron las elecciones de diputados al Congreso
Constituyente en el 79 distrito del Estado de Michoacán. Los expedientes electorales
de las diversas casillas instaladas en el distrito acusan una mayoría de 1,005 votos
en favor del candidato para diputado propietario, C. ingeniero Salvador Alcaraz R.,
y de 1,055 votos en favor del C. Sidronio Sá~chez Pineda, como candidato para dipu-
tado suplente. A pesar ile que varios candidatos obtuvieron considerable número de
votos, no se presentó protesta ni reclamación alguna.
"Por las consideraciones y hechos expresados, proponemos a la deliber~ción de
esta honorable Asamblea los siguientes puntos de resolución:
"19 Es diputado propietario por el 15 distrito electoral del Estado de Guanajuato,
el C. Gilberto M. Navarro, y suplente por el mismo distrito el C. Sabás González
Rangel.
"29 Es diputado propietario por el 49 distrito electoral del Estado de Guanajuato,
el C. doctor J. Jesús López Lira, y suplente por el misma distrito, el C. J. Jesús
Patiño.
"39 Es diputado propietario pOlO el 99 distrito electoral del Estado de Guanajuato,
t'l C. ingeniero Manuel G. Aranda, y suplente" por el mismo distrito el profesor Al-
berto Villafuerte.
'449 Es diputado propietario por ellO distrito electoral del Estado de Guanajuato,
el C. lice~iado Enrique Colunga, y suplente por el mismo distrito, el C. licenciado
Félix Villalobos.
u59 Es diputado propietario por el 7Q distrito electoral del Estado de Veracruz, el
C. coronel Adolfo G. García, y suplente pOr el mismo distrito, el C. capitán Joaquín
Bello.
133
"69 Es diputado propietario por el 99 distrito electoral del Estado de Michoacán,
el C. general Martín Castrejón, y suplente por el mismo distrito, el C. Roberto
Sepúlveda.
"79 Es diputado propietario por el 69 distrito electoral del Estado de Durango,
el C. licenciado Alberto Terrones B. y suplente por el mismo distrito, el ingeniero
Antonio Hernández P.
"89 Es diputado propietario por el 14 distrito electoral del Estado de Oaxaca,
el C. licenciado Celestino Pérez, y suplente por el mismo distrito, el C. Antonio Salazar.
"99 Es diputado propietario por el 16 distrito electoral del Estado de México, el
C. mayor Rubén Martí, y suplente por el mismo distrito el C. licenciado David
Espinosa.
"10. Es diputado propietario por el 79 distrito electoral del Estado de Michoacán,
el C. ingeniero Salvador Alcaraz R., y suplente por el mismo distrito el C. Sidronio
Sánchez Pineda.
"Querétaro a 27 de noviembre de 1916.~E. B. Calderón.~Antonio Ancona A.-B.
Moreno."
~EI C. Castrejón: Pido la palabra, señor presidente.
~El C. presidente: Tiene usted la palabra.
~El C. Castrejón: En la lectura que acaban de dar, aparecen dos séptimos dis-
tritos en el Estado de Michoacán, debiendo ser, naturalmente, uno nada más; yo
pertene'zco al 99 y el ingeniero Alcaraz al 79
~El C. Moreno Bruno: Es un error de máquina, señor.
6
-El C. presidente: Que lea su dictamen la 5~ Sección.
-El C. Ordorica lee dicho dictamen.
"Los subscriptos, miembros de la 5~ Sección de la Comisión Revisora de Creden-
ciales, después de estudiar los expedientes electorales que nos tocó en turno, tan
detenidamente como lo permitieron la complejidad de los documentos, así como la
brevedad del tiempo de que disponíamos, hemos encontrado que la maJr.oría de dichos
expedientes adolece de ciertas irregularidades que hemos tomado en cuenta en cada
caso, pero que no afectan la validez de los votos emitidos, pues, por lo general, se
refieren a meras omisiones de forroa, por ejemplo: en algunas casillas faltan las
actas de instalación, en otras las boletas, etc., etc.; pero el conjunto de cada expe-
diente que hemos aprobado, nos ha dado la convicción de que, a pesar de esos pe-
queños defectos señalados, la elección era perfectamente legal.
"Hacemos notar que en el 19 Y 79 distritos de Jalisco no hubo el acta de la
Junta Computadora; pero en cambio, el resto de los expedientes estuvieron en orden,
por lo que nos fue posible hacer el cómputo de las votaciones.
"En el 20 distrito de Jalisco, la credencial presentada por el interesado, viene
subscripta por el gobernador del Estado y por el secretario general, advirtiendo que
en la población en que debía haberse reunido la Junta Computadora, no pudo haberse
realizado esto y tampoco las elecciones respectivas, en virtud de que dicha población
fue substraída al dominio del Gobierno constitucionalista durante el período de las
elecciones, por la irrupción de partidas rebeldes. Como el expediente de este distrito
no carecía más que de los datos de la población aludida en la que, como se dice, no
hubo elección, hecho el cómputo de las demás casillas, dieron resultado favorable para
el ciudadano que presentó la credencial expedida por el gobernador.
"Hechas las advertencias anteriores, en cumplimiento del artículo 69 del decreto
respectivo, tenemos el honor de someter a la aprobación de la honorable Junta Pro-
visional las siguientes proposiciones:
134
"11;10 Es diputado propietario por el 3er. distrito electoral del Distrito Federal,
el C. Gerzayn U garte, y suplente, el C. Ernesto Garza Pérez.
"21} Es diputado propietario por el 5Q distrito electoral del Estado de Guanajuato,
el C. David Peñaflor, y suplente, el C. Luis M. Alcacer.
"3ij. Es diputado propietario por el 11 distrito electoral del Estado de Guanajuato,
el C. Ignacio López, y suplente, el C. José Serrato.
"4ij. Es diputado propietario por el 3er. distrito electoral del Estado de Hidalgo,
el C. Alberto M. González, y suplente, el C. Antonio Peñafiel.
"5ij. Es diputado propietario por el 7Q distrito electoral del Estado de Jalisco, el
C. Gaspar Bolaños V., Y suplente el C. Manuel Bouquet.
"69 Es diputado propietario por el 12 distrito electoral del Estado de Jalisco, el
C. José l. Solór.zano, y suplente, el C. Gabriel González Franco.
"7ij. Es diputado propietario por el 20 distrito electoral del Estado de Jalisco, el
C. Rafael Ochoa, y suplente, el C. Gregorio C. Preciado.
"81¡!. Es diputado propietario por ellO distrito electoral del Estado de Michoacán,
el C. Martín Castrejón, y suplente, el C. Alberto Alvarado.
"91¡!. Es diputado propietario por el 2Q distrito electoral del Estado de Nuevo
León, el C. Nicéforo Zambrano, y suplente, el C. Lorenzo Sepúlveda.
"10. Es diputado propietario por el 1er. distrito electoral del Estado de Oaxaca,
el C. Salvador González Torres, y suplente, el C. Francisco León Calderón.
"11. Es diputado propietario por el 89 distrito electoral del Distrito Federal, el
C. Arnulfo Silva, y suplente, el C. AJtlancio Gracia GarcÍa.
"12. Es diputado propietario por el 49 distrito electoral del Estado de Tamauli-
pas, el C. Fortunato de Leija, y suplente', el C. Félix Acuña.
"13. Es diputado propietario por el 5Q distrito electoral de Coahuila, el C. Manuel
Cepeda Medrana, y suplente, el C. José N. Santos.
"14. Es diputado propietario por el 1er. distrito electoral de Jalisco, el C. licen~
ciado Luis Manuel Rojas, y suplente, el C. Carlos Cuervo.
"15. Es diputado propietario por el 13 distrito electoral del Estado de Veracruz,
el C. general Heriberto Jara, y suplente, el C. Salvador Gonzalo García.
"16. Es diputado propietario por el 2Q distrito electoral del Estado de Veracruz,
el C. Saúl Rodiles, y suplente, el C. Alberto Herrera.
"17. Es diputado propietario por el 16 distrito electoral del Estado de Puebla,
el C. Gilberto de la Fuente, y suplente, el C. Manuel A. Nieva.
"18. Es diputado propietario por el 1er. distrito electoral del Estado de Puebla,
el C. Daniel Guzmán, y suplente, el C. Salvador R. Guzmán.
"19. Es diputado propietario por el 1er. distrito electoral del Estado de Aguas-
calientes, el C. Aurelio González, y sUl.llente, el C. Archivaldo Eloy Pedroza.
"20. Es diputado propietario por el 7Q distrito electoral del Estado de Puebla, el
C. Antonio de la Barrera, y suplente, el C. profesor Luis G. Bravo.
"21. Es diputado propietario por el 16 distrito electoral del Estado de Guana-
juato, el C. Luis Fernández Martínez, y suplente, el C. Miguel Hernández Murillo.
"22. Es diputado propietario por el 16 distrito electoral del Estado de Veracruz,
el C. Marce10 Torres, y suplente, el C. Moisés Rincón.
'l23. Es diputado propietario por el 4Q distrito electoral del Estado lfe Sonora,
el C. Eduardo C. García, y suplente, el C. Juan de Dios Bojórquez.
"24. Es diputado propietario por el 11 distrito electoral del Distrito Federal, el
C. Ciro B. Ceballos, y suplente, el C. Isidro Lara.
"25. Es diputado propietario por el 99 distrito eIectoral del Estado lfe México,
el C. Jesús Fuentes Dávila, y suplente, el C. Gabriel Calzada.
135
"26. Es diputado propietario por el 15 distrito electoral del Estado de Puebla,
el C. Leopoldo Vázquez Mellado, y suplente, el C. Ricardo Márquez Galindo.
"27. Es diputado propietario por el 5Q distrito electoral del Estado de Veracruz,
el C. Rodolfo Curti, y suplente, el C. Genaro RamÍrez.
"28. Es diputado propietario por ellO distrito electoral del Distrito Federal, el
C. Fernando Vizcaíno, y suplente, el C. Clemente Allende.
"29. Es diputado propietario por el 8Q distrito electoral del Estado de Michoa-
cán, el C: Pascual Ortiz Rubio, y suplente, el C. Manuel Martínez SoJÓrzano.
<¡Sala de Comisiones del Congreso Constituyente.-Querétaro, a 27 de noviembre
de 1916.-Guillermo Ordorica.-Rafael Espeleta.-Alfonso Cravioto."
7
-El C. Iharra: Pido a esta honorable Asamblea que la credencial del señor Bo-
laños por uno de los distritos del Estado de Jalisco, que no ha sido objetada, se aplace
para cuando se discutan las credenciales objetadas, porque tengo algunos cargos que
hacer.
-El C. Navarro Gilberto M.: Pido que la credencial <fel señor Rafael Martínez
de Escobar, por uno de los distritos del Estado de Tabasco, que no ha sido objetada,
se aplace por tener cargos que hacerle.
-El C. l\'Iartínez de Escobar: Pido yo a la Asamblea, señores, que se discuta mi
credencial desde lueg'o, pues tengo la firmeza de que' no hay un solo cargo que pueda
hacérseme.
-El C. Frausto: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Frallsto: Ya la Asamblea acordó que únicamente se discutan las creden-
cjales que no tengan ninguna objeción que hacerles;, de manera que no se puede acce-
der a lo pedido por el sei'íor ERcobar; si este señor tiene tantos bl'Íos para defenderse,
lo hará euando su credencial esté a discusión.
-El C. AncoDa Albertos: Pido la palabm para una moción de orden, sellor Pl'e-
si dente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ,ciudadano Ancona Albertos.
El C. Ancona Albertos: Señores: La Asamblea aprobó que se discutieran inme-
diatamente las credenciales no objetadas por las comisiones. Si algunas objeciones
se tíenen que hacer a las credenciales sobre las cuales se ha dictaminado, se separarán
en el momento de la votación, pero no en el momento de la -discusión.
-El C. PaJavicini: Pído la palabra para una moción de orden'.
-El C. presidente: Tiene la palabra el cÍudadano Palavicini, para una moción
de orden.
-El C. Palavicini: Sería englobar el debate y sería dificultarlo, si no separamos
las credenciales que aquí se han objetado. Como ha visto su señoría, de todas las
credenciales leídas apenas dos se ha solicitado separar; en tal virtud, nada estorba
a la discusión separarlas para proceder a la discusión en lo general y proceder a
votarlas.
En tal virtud, yo suplico a su señoría que facilite la tramitación de este asunto;
pero antes me permito suplicarle que, si ya llegó el dictamen de la 31.'- Comisión, a que
pertenece el señor Hidalgo, que se lea también para que se conozca; pero si no ha
llegado, entonces podemos proceder a discutir las no objetadas y separar las que se
indiquen, pam no dificultar la discusión.
-El C. presidente: Señor Palavicini: Esas credenciales no están objetadas por
las comisiones; en consecuencia, si lo desean los señores diputados, pueden someterse
a la aprobación de la mayoría, pues, repito, no están objetadas por las comisiones.
136
-El C. Pala,'icini: Suplico a su señoría se fije en lo que yo he expresado: yo no
digo que estén objetadas las credenciales; sencillamente digo que como aquí se pre-
tende discutirlas de un modo especial, no debemos retardar la aprobación de unas
por las objeciones que se hagan a otras.
De manera que lo que yo suplico al señor presidente ~si es que no tiene incon-
veniente y estoy seguro de que no lo tendrá- es que se consulte a la Asamblea si proce-
demos a la votación de las credenciales no objetadas, y aplazar la discusión de las
otras, a fin de que se discutan, se midan, se pesen y se aprueben; pero para aplazarlo
necesitamos la aprobación de la Asamblea, no estando objetado por la Asamblea. Yo
creo, señores, que la principal causa del desorden en esta Asamblea, es que se han
aplazado los acuerdos de la misma; la Asamblea ya acordó que se discutan las cre-
denciales no objetadas y, por lo tanto, la Comisión debe separar únicamente aquellas
que objeten los señores diputados. Podría alargarse la discusión sobre una credencial,
y ¿ sería justo que quedase pendiente la votación de todas las cl'edencial~s no objeta-
das por la Asamblea, sólo por esa forma de debate? Yo suplico que los señores se-
cretarios pregunten sobre ese particular a la Asamblea, aunque, por otra parte, la
autorización del presidente es suficiente, según lo previene el Reglamento .
. -El C. Rivera: Pido la palabra, señor Presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Rivera: Desde el momento que se ha acordado que se dé lectura a las
credenciales no objetadas, es en obvio de tiempo; ahora bien: algunos señores pre-
sunto<; diputados desean que se discutan algunas credenciales, y yo creo que lo indi-
cado es preguntar qué credenciales quieren objetar para separarlas y discutirlas
después.
-El C. Limón: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palab~a.
-El C. Limón: Teniendo que objetar las siguientes credenciales, espero que sean
separadas del dictamen: Heriberlo Barrón, José Colado y Rubén Martí.
-El C. Bojórquez: Yo pido que se separe también, para discutirse después, la del
señor Ignacio Roel, que viene como representante del Distrito Norte de la B~j~ Cali-
fornia, y que no se tome en cuenta la del ciudadano Emiliano C. García, porque no
está el expediente l'elativo.
-El C. Castrejón: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Castrejón: Pido que se separe la credencial del señor Leopoldo Vázquez
Mellado.
-El C. Ancona Albertos: Al ponerse a la consideración de esta honorable Asam-
blea los dictámenes que acaban de leerse, ha sido precisamente para discutirse; yo no
veo la raZón de por qué se están separando una a una las credenciales; señores: si
se van a discutir todas y cada una de ellas, (Voces: ¡No! ¡No! ¡No!) al momento de
votarlas será cuando se separen ... _. (Voces: ¡No! ¡No!) porque así lo previene el
Reglamento. .
-El C. Martínez de Escobar: Yo pido que se separe la credencial del señol'
Gerzayn U garte.
-Un C. secretario: ¿ La Asamblea está conforme con la propOSlClOn del señor
Palavicini? (Voces: ¡Sí! ¡Sí!) Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de
pie. Aprobada. Quedan separadas esas credenciales y se van a sujetar a votación las
no objetadas.
-El C. Cabrera: Pido que se separe la del señor Rafael Cañete.
-El C. presidente: ¿ Otra?
137
•
-Un C. secretario: ¿Alguna persona desea que se separe otra credencial, a efecto
de que no se someta a votación 7
-Un C. presunto diputado: Todavía falta una parte de la proposición del señor
Palavicini, que dice que se lean las credenciales de la Comisión a que pertenece el
señor Hidalgo.
-Un C. secretario: La 3fi1. Comisión acaba de presentar dictamen sobre veinti-
cuatro credenciales, de las cuales se retiraron cuatro o seis y con ese motivo se han
reservado para dar cuenta con ellas mañana.
-El C. De los Ríos: Pido la palabra para una moción de orden, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano de los Ríos.
-El C. De los Ríos: Como se encuentran aquí ya los miembros de la 3fi1. Sección
de la 1~ Comisión Revisora, creo que deben rendir su dictamen.
-El C. Rosales: Yo deseo que se separe la credencial del señor Saúl Rodiles.
-El C. presidente: ¡Otra!
-El C. Silva: Solicito que se separe la del señor Fernando Vizcaíno.
8
-Un C. Secretario: La Mesa pregunta si se aprueban las credenciales no obje-
tadas correspondientes a las secciones 1fi1., 2~, 4~ Y 5fi1. forma. Los que estén por la
afirmativa de que se voten en económica, sírvanse ponerse de pie. Aprobado.
-El mismo C. secretario da lectura a la parte resolutiva de los dictámenes que
se van a votar, y en seguida dice: Están a votación. ¿ N o hay quien haga uso de la
palabra 7 Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobados.
(La Presidencia, por conducto de uno de los ciudadanos secretarios, declaró elec-
tos diputados al Congreso Constituyente a los ciudadanos propuestos en los dictáme-
nes de las secciones 1~, 2~, 4~ Y 5~, a que se ha hecho referencia, exceptuando a los
CC. Bolaños V., Martínez de Escobar, Bárrón, Colado, Martí, Roel. Garda Emiliano C.,
Vázquez Menado, Ugarte, Cañete, Rodiles y Vizcaíno, cuyas cred~nciales fueron se-
paradas.
-El C. De los Santos: Para un hecho, señor presidente, pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. De los Santos: Se ha aprobado ya una credencial que sólo existe en la
mente de la Comisión: no hay 11 distrito electoral de San Luis Potosí, y posiblemente
se trata de una casilla electoral. Al señor Medina nadie lo conoce en el Estado, y si
fue candidato, lo fue por alguna casilla en las elecciones, pues en ese Estado única-
mente hay diez distritos electorales.
9
-El C. Madraz-o: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Madraza: Para suplicar a la Comisiá,n que se sirva separar la credencial
del señor Enrique O. Aranda, que se ha propuesto como suplente por uno de los dis-
hitos del Estado de Guanajuato. (Voces: ¡Ya está aprobada!) No está aprobada, seño~
res j hago esa aclaración.
-I!.:l C. Rivera Cabrera: Para un hecho, señor presidente, pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Rivera Cabrera: El dictamen suspendido fue el que corresponde a esta
propOSlClOn: "resérvese para cuando se tenga la lista de documentos completa."
El C. Madrazo~ Insisto en este asunto; como usted probablemente no se acuerda
yo no quise iniciar en ese momento la discusión porque me pareció inoportuno y por-
138
que creí que no se iba a aprobar en ese momento la propOSlClon ·que ustedes hacían
del licenciado Enrique O. Aranda como suplente, y estoy seguro de que los señores
presuntos diputados por Guanajuato me apoyarán en esta solicitud, porque es com-
pletamente justa.
-El C. López Lira: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. López Lira: Para secundar al señor ingeniero Madrazo y decir que el
señor Rivera· Cabrera leyó esa credencial entre las no objetadas, y esa resolución que
ahora se consulta proviene de una credencial objetada, la del señor licenciado Fernan-
do González Roa, que fue desechada '1", en consecuencia, no puede discutirse en esta
sesión, y el ingeniero Palavicini ya le llamó la atención al señor diputado Rivera Ca-
brera sobre este asunto. Tengo la misma razón para apoyar al señor ingeniero Ma-
drazo; tengo entendido que esa credencial no ha sido aprobada por la Asamblea, por-
que proviene de un expediente objetado.
-El C. Rivera Cabrera: Pido la palabra para un hecho, señor Presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rivera Cabrera.
-El C. Rivera Cabrera: No tengo absolutamente ningún interés en sostener la
candidatura del señor Aranda; solamente por espíritu de justicia, debo informar que
esa proposición fue leída antes de que el señor Palavicini hiciera la objeción que hizo.
Las dos proposiciones que yo aparté fueron: una que ya conoce la Asamblea y la otra
relativa al general Carlos Tejada, de Oaxaca; las dos únicas que yo retiré. Estas fue-
ron leídas y consideradas entre las no. objetadas.
-El C. Palavicini: En efecto, el señor diputado por Guanajuato tiene razón:
comenzaba a leer el señor Rivera Cabrera las credenciales objetadas, principió por dar
cuenta con un dictamen traído por la Comisión reponiendo al suplente en lugar del
señor González Roa, y entonces hice la objeción, señor Rivera Cabrera. Entonces dejó
ese dictamen para dar lectura a otro objetado, segundo error del señor Rivera Cabrera;
siguió leyendo otro tercer dictamen de credencial objetada, tercer error del señor Ri-
vera Cabrera; hasta que al cuarto dictamen se le ocurrió al señor Castaños -inteli-
gente secretario de la Comisión- que debía suspenderse esa lectura para reservarla
con las objetadas. En tal virtud, sí se ha objetado el dictamen relativo al suplente
que substituye al señor González Roa y, por tanto, es conveniente que a esa credencial
se la deje para las credenciales objetadas.
-El C. Rivera Cabrera: El señor Palavicini no puede saber-mejor los hechos:
yo fui el que dí lectura a ese dictamen, no fue objetado en manera alguna y yo creo
que se me debe creer más a mí que al señor Palavicini.
-El C. Madrazo: Pido al señor presidente me conteste categóricamente si ha
ordenado que se separe esa credencial del señor Enrique O. Aranda. Tengo conciencia
Íntima de que he dicho lo que es verdad. El señor Aranda nunca ha sido revolucionario
ni lo será, y si el señor Rivera Cabrera es un revolucionario, nunca- lo aprobaría. Por
eso insisto en que esa credencial no se debe englobar entre las que están ya revisadas
por la Comisión; sino que se debe de poner entre las que no están aprobadas.
-El C. Rivera Cabrera: Yo estoy sosteniendo el hecho únicamente porque así
sucedió; repito, no conozco al señor de que se trata ni sé sus antecedentes políticos ...
-El C. Frausto, interrumpiendo: Es un clerical conservador.
-El C. presidente: Se va a separar esa credencial. (Aplausos.)
10
-Un C. secretario: Por acuerdo de la Mesa se pone a discusión la credencial
del señor Gaspar Bolaños V. Pueden pasar a inscribirse los diputados del pro y del
contra.
139
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Ibarra, para hablar en contra.
-El C. Ibarra: Señores: cumpliendo una vez más con el deber que me he im-
puesto, de señalar a las personas que notoriamente han demostrado en su vida política
que son enemigos, o han sido enemigos de la revolución, y que pretenden ingresar a
esta Asamblea, me veo en la necesidad de señalar al señor Gaspar Bolaños V., dipu-
tado propietaóo por uno de los distritos del Estado de Jalisco. El señor Botanos.
después del cuartelazo estuvo escribiendo una serie de artículos en contra de la l'e-
yolución constitucionalista y aplaudiendo la obra del traidor Huerta.
El 15 de septiembre del año del cuartelazo, en la primera plana de un periódico
editado en Guadalajara, publicó el retrato del dictador Díaz y se deshizo en elogios
encomiásticos en favor de este tirano y terminaba su artículo haciendo una verdadem
amenaza a la revolución: comparaba al tirano con un volcán y en la figura retórica
insertaba la amenaza a la revolución diciendo que "¡ay si aquel volcán llegaba a
entrar otra yez en erupción!"
Desgmciadamente este artículo o este periódico se quedó en manos del secreta río
general de Gobierno en Guadalajara y se traspapeló; pero este artículo fue leído en
el Partido Liberal Jalisciense, como consta a varios miembros de él, que forman parte
de la diputación de dicho Estado en E'ste Congreso.
El periódico, como digo, se extra\'ió o se traspapeló en la SeQretal'Ía de Gobiel'n(}
del Estado; pero si fuere precisa una comprobación de que exi'te ese periódico, po-
dría ponerse un telegrama al secretario geneml de Gobierno del Estado y él 10 confit··
maría. Además, está el testimonio aquí de varios jaliscienses que saben perfecta-
mente bien que ese señor sistemáticamente estuvo atacando a la revolución constitu·
eionalista y defendiendo al Gobiel'110 de Huerta.
Ahora bien, señores, así como lo manifesté en el caso del señor licenciado Fer-
nando González Roa" de que tenía cargos muy graves que hacer en su contra, me
veo en la necesidad de hacel'lo también con el señal' Bolaños; pero aquí cabe preguntal"
señores, si también no será el señal' Bolaños un equivocado, porque en ese caso habrá
de absolverse también al señor licenciado Fel'llando González Roa. El hecho de que
el señor Bolaños hizo ataques sistemáticos a la revolución constitucionalista es sigul'o-
samente exacto y, repito, pueden testificarlo así varios miembros de la diputación
jalisciense y, si mal no recuerdo, estaba presente el señor Castañeda y Castañeda.
que lamento no haya venido esta tardc a la sesión, porque crco que está un poco
enfermo; y estaba también el señor Solól'zano, y ellos saben muy bien de toda la cam-
paña periodística que hizo el señor Bolaños en contra de la l'evol~ción.
-El C. Solórzano: Pido la palabra para contestar señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Solórzano: Con profunda pena voy a tener que l'eferirme al caso del
señor Bolaños; y digo con profunda pena, porque voy a tener que ponerme en contra
de mi querido ami-go el señor Ibarra. Este señor ha dicho que el señor Bolaños escri-
bió muchos artículos contra la revolución, y yo, señores, a fuer de hombre hom'ado
y de conocer la labor de la prensa de Jalisco desde hace muchos años, puedo decir
que esos artículos contra la revolución no los he visto ni los han visto los demás
compañeros que forman la diputación jalisciense. El señor Bolaños figuró muy corta
temporada como periodista, escribiendo siempre notas que no tenían valor ni !'lignifi-
{'ación política ninguna y no sé cómo acusar a un individuo diciendo que escribió
artículos contra la revolución, sin presentar uno solo. de esos artículos, sin decir en
qué periódico aparecieron, sin dc{'ir en qué tiempo, absolutamente nada. Lo único
que existe, y en esto sí estoy conforme con el señor Ibarra, es en que el señal' Bolaños
escribió un artículo encomiástico para el general Díaz, refiriéndose única y sencilla-
mente a su canera militar, y la verdad, señores, yo no sé cómo juzgar a un individuo,
140
cómo considerarlo acreedor a que se manche su credencial, por el simple hecho de que
como escritor, acaso insinuado ese artículo por el director del periódico, lo haya es-
crito y que por ese solo hecho, que es característico, pese más en el ánimo de la
Asamblea que toda su labor de revolucionario, que toda su labor de hombre útil, por-
que desde luego el Gobierno de Jalisco lo considera capaz, al encomendarle cargos
de confianza y de delicadeza; el señor Bolaños no ha trabajado jamás en otro Gobierno
que no sea el constitucionalista; nunca sirvió puestos públicos ni nunca ganó un solo
-centavo en los gobiernos de Jalisco durante la época de Porfirio Díaz. Ha trabajado
por primera vez en el Gobierno constitucionalista, y ha trabajado bien. Así, pues,
señores, en justicia no debe impugnarse la credencial del señor Bolaños.
-El C. Ibarra: Pido la palabra en contra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Ibarra.
-El C. Ibarra: Efectivamente, señores, por desgracia no tengo aquí ningún perió-
dico por la causa que expresé; señalé el artículo leído en el Partido Liberal, y el señor
Solórzano está de acuerdo con él. En cuanto a los términos en que está, no estoy de
acuerdo con el señor Solórzano, pues su memoria no le es fiel; por ahora, para poder
votar la credencial del señor Bolaños en favor o en contra, yo pediría a la Mesa que
se sirviera poner un telegrama con carácter de urgente al secretario de Gobierno del
Estado y ... (Voces: ¡No! ¡No! ¡No!) Muy bien, que no se ponga, señores, y que se
apruebe la credencial del señor Bolaños. El señor Solórzano quiere disculpar al señor
Bolaños con decir que no fue un porfirista y que tal vez lo que escribió en esos ar-
tículos a los que él no quiere dar importancia, fue porque simplemente' así obedecía
las órdenes del directo~ del periódico.
Es, pues, el caso de que tengamos que disculpar a todas y cada una de las per-
sonas que tengan cargos políticos en su contra, ya ·sea porque hayan tenido que obe-
decer órdenes de personas superiores, ya que hayan cometido un error, o porque estén
arrepentidas. En ese caso, señores, tenemos que pasar por todas las credenciales de
todas las personas, cualesquiera que sean los cargos que tengan en su contra por su
conducta política.
El señor Bolaños no sé si habrá desempeñado cargos públicos en la revolución;
pero aseguro a ustedes que el señor Bolaños con la pluma, que es un arma más
terrible que las armas de fuego, estuvo atacando a la revolución. No se pueden presen-
tar periódicos también en que él escribió en esa forma, porque desgraciadamente la
colec.::ión que había en la biblioteca pública de Guadalajara desapareció con la salida
de las fuerzas constitucionalistas; la tenía uno de los señores generales y cuando
-evacuaron la plaza se exhavió. Pero en ese periódico, cuyo nombre no recuerdo, está
bien caracterizada la personalidad del señor Bolaños, cuyas publicaciones eran siem-
pre elogiando grandemente la labor y vida militar del general Díaz, como la del día
15 de septiembre de 1913' -fíjense ustedes en -la fecha que precisamente señalo-,
y si el señor Solórzano, por consideración o por amistad u otra causa, quiere defender
al señor Bolaños, en esto no tiene razón, porque en esta Cámara debemos hacer a un
lado las cuestiones de amistad y aquÍ debemos observar estrictamente los principios,
pues no son cuestiones personales las que se discuten en esta Cámara. ,
-El C. Bolaños ,=.: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Bolaños.
-El C. Bolaños, Señor presidente, señores diputados: Bajo dos aspectos distin-
tos tengo que ver la impugnación que ha hecho el señor Ibarra: uno por 10 que res-
pecta a que se l'echace mi credencial, otro porque se me repudie como antirrevolu-
cionarío. Bajo el primer aspecto sólo debo decir que el artículo 49 del decreto de 12
de diciembre no fija cotno impedimento' para ser diputado, el haber escrito de tal o
cual manera; claramente indica que sólo aquellos que hubieren servido en empleos
141
públicos a facciones hostiles o aquellos que hubieren tomado las armas contra el cons-
titucionalismo, no pueden ser electos diputados. En ninguno de esos dos casos me
encuentro y por lo tanto, únicamente me referiré a lo que más hondamente hiere mis
sentimientos, porque ser diputado, señores, es un alto 'honor que defenderé con todo
tesón; pero defenderé más ardientemente aún, la honra inapreciable de haber sido y
ser todavía un sincero revolucionario, como lo he demostrado palpablemente en Jalisco
primero y hoy en la ciudad de México.
Para comprobar mis aseveraciones y teniendo en cuenta la forma de impugnación
del señor Ibarra, me veo obligado a referir, aunque ligeramente, mi humilde labor en
el campo de la revolución y algunos cortos antecedentes de familia.
En ninguna época pude haber sido porfirista, porque en mi espíritu ha dominado
por herencia, un sentimiento contrario: mi padre, lerdista incorruptible, batió con su
espada a las huestes defensoras de Tuxtepec y Palo Blanco; no puedo ser antirrevo-
lucionario, porque dos de mis hermanos, instigados por mí, sirven actualmente en las
filas de la revolución, uno de ellos en Guadalajara, y el otro en México después de
haber concurrido a la campaña de Sonora.
Al iniciarse la revolución maderista, hice propaganda de ella en Jalisco; los
miembros de la Diputación de ese Estado que me conozcan de antaño, podrán testi-
ficar mi dicho; algunos de ellos están aquí presentes.
En Guadalajara publiqué una larga colección de artículos bajo el título de "Efe-
mérides Comentadas", la cual no solamente no se ha extraviado como asegura el se-
ñor Ibarra, sino que están en vísperas de ser publicadas en forma de libro, pues he
hecho gestiones ante el Gobierno para que se me faciliten los medios necesarios, y
creo obtenerlos; entiendo que este hecho comprueba hasta la evidencia que tales ar-
tículos no son antirrevolucionarios, sino todo lo contrario. Precisamente en esa prensa
liberal en la que se publicaron mis artículos, hice con ellos labor profundamente anti-
rreaccionaria y anticlerical, hasta el grado de que el Gobierno constitucionalista de
Jalisco no tuvo empacho en decir que los buenos liberales escritores habían abierto
un camino a la revolución en esa Entidad. Esa activa propaganda que hice en Gua-
dalajara, me atrajo varias veces los ataques en la prensa y aun a mano armada de los
esbirros y de los fanáticos religiosos y políticos; en las redacciones de los periódicos
fui buscado con insistencia y para fines aviesos, aunque por fortuna sin lograr en-
contrarme, pues poco acudía yo a ellas, y un vez me vi obligado a desarmar, con
ayuda de la policía, a un individuo que en la calle iba a atacarme por la espalda
con un marro desnudo.
Existía en Guadalajara, señores diputados, una agrupación que desgraciadamente
ha dejado de funcionar, titulada "Liga Amigos del Pueblo". Aquella liga, que estaba
integrada por conspicuos elementos liberales, me honró invitándome varias veces a
dar conferencias en los teatros, adonde ocurrían algunos miles de personas. Los dipu-
tados por Jalisco podrán aseverar mi dicho. Esas conferencias que di, demuestran
hasta la evidencia mi profundo liberalismo y me abonan como un sincero amigo de
la causa del pueblo, ¿ pudiera yo, con todo esto, ser antirrevoluclonario? Tal sería
una abjuración incomprensible para mÍ.
A la enfi.ada triunfal del señor general Manuel M. Diéguez en Guadalajara, tuve
un percance que voy a relatar: labios malévolos hicieron circular la especie de que el
general Diéguez iba a colgar periodistas, y yo, que aún no conocía a este soldado de
la revolución, me vi en el caso, aun cuando no se me podría titular periodista, por
tener como única labor el escribir las efemérides mencionadas, me vi en el caso, re-
pito, de valerme de una persona que por cierto es bien conocida en todo Jalisco. Se
trata de la señorita Atala Apodaca.
Pues bien, como digo, la señorita Apodaca se acercó al señor general Diéguez
142
pidiéndole un salvoconducto para mí, y la contestación que obtuvo fue por el estilo
de la siguiente, según se me comunicó: "El señor Bolaños no puede tener mejor sal-
voconducto que sus mismos escritos", y tan fue así, que el 18 de julio siguiente se me
invitó para que dijera" un discurso en el acto de colocación de la placa que dio el
nombre de "Francisco Madero" a la antigua calle de "Bernardo Reyes"; allí fui feli-
citado galantemente por el mismo general Diéguez, por el general Hill y por otras
altas personalidades del constitucionalismo que no recuerdo; el señor general Amado
Aguirre, que también se encontraba entre ellas, me felicitó en la misma forma; aquí
está presente y podrá testificarlo.
-El C. Aguirre Amado: Es verdad.
-El C. Bolaños Y.: Así, pues, el 18 de julio, señores diputados, ya pronunciaba
yo discursos" revolucionarios en loor a Madero; la entrada del señor general Diéguez
fue el 8 del mismo mes, ¿ puede decirse que en diez días hubiera cambiado de opi-
niones?
Además, señores, al poco tiempo de establecido el Gobierno constitucionalista de
Jalisco, se comenzó a publicar "El Reformador", periódico que regenteaba el actual
director del 6rgano oficial de ese Estado, y en ese diario ya pude conceptuarme como
periodista, pues entonces sí fui editorialista y en él publiqué artículos completamente
revolucionarios. Si el señor Ibarra propone comprobar telegráficamente las afirma-
ciones que hace, yo también, telegráficamente, puedo comprobar la veracidad de lo
por mí asentado respecto a tales artículos.
No creí ser atacado en el seno de esta Asamblea, y por tal razón no traje con-
migo una colección de mis escritos con la cual pudiera justificar en el acto lo dicho;
pero, repito, quienes me conocen, pueden hacerlo.
Después de la entrada de las fuerzas del señor general" Diéguez, fui nombrado
profesor de Historia General, Patria y de Jalisco, tanto en la Escuela Normal para
Profesores, como en la Normal para Profesoras, así como de Historia General en la
Preparatoria. En las tres clases hice una labor completamente radical y profunda-
mente radical; más de una explicación tuve sobre esto con el señor licenciado Agui-
rre Berlanga, entonces secretario general de Gobierno de aquella Entidad, después
gobernador, y hoy subsecretario de Gobernación, y tuve la fortuna de ser apoyado
por él. Entonces se me dio, señores, un cargo en el Gobierno, el primero de mi vida,
y desde entonces he estado al lado inmediato de él.
Por la revolución he dejado a mi familia abandonada en Guadalajara y sin un
solo centavo, pues cien pesos de la emisi6n de Veracruz que le dejé cuando evacuamos
a la entrada de la facción villista, como ustedes comprenden, no tenían el valor de
un solo centavo. Así me fui siguiendo al Gobierno hasta Zapotlán, cerca de Sayola,
y después del descalabro sufrido, hasta Colima, y finalmente hasta Veracruz, de don-
de regresamos, y he seguido firme, he seguido siempre imperturbable al lado del
constitucionalismo, y no creo, por lo mismo, con tales hechos, que se me pueda tachar
ni por un solo momento, ni por un solo instante, de que yo deje de" tener las ideas
sanas de la revolución.
Al referirme al caso concreto del artículo que se me atribuye, debo decir que es
verdad que 10 escribí, y no por insinuaciones de nadie; pero conste, como dijo el señor
Solórzano, que en dicho artículo hablé del Porfirio Díaz soldado y no del Porfirio
Díaz gobernante, lo cual es absolutamente distinto. No tuve tampoco, como se dice,
grandes alabanzas para él, sino que me concreté a decir una verdad, señores, verdades
que debemos decirlas los revolucionarios y aun los no revolucionarios. ¿ Qué, acaso,
señores diputados, no podemos decir que Iturbide consumó la Independencia de Mé-
xico? Cierto que yo, desde luego, le estimo mucho mayor valer a Guerrero que a Iturbi-
de; pero eso no impide que también haya historiadores imparciales que elogien el acto
143
de este último. Hasta del mismo Santa Anna, ¿ no se elogian algunos de sus hechos
como el acaecido en Veracl'uz? (Voces: ¡No! No! ¡No!) Señores, ¿tampoco se le
elogia el haber proclamado la República? Tiene este hombre, en verdad, grandísimos
defectos, señores, fue un soberbio dictadol', fue el primer "mocho" de la República,
yo lo reconozCo; pero un historiador debe ver los hechos con toda imparcialidad, juz-
garlos uno a uno, y bajo ese punto de vista he escrito yo el artículo a que me he
l'eferido.
Si algunas ideas expuse contrarias a las de ustedes, ruego las dispensen; muy
bien pude haber emitido alguna errónea o pude haber tenido una falsa concepción;
pero eso no quiere decir que no sea yo revolucionado, señores. He dicho. (Aplausos.)
-Un C. secretario: Se pregunta a la Asamblea si está suficientemente discutido
el punto. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Está suficiente-
mente discutido. Se va a poner a votación el dictamen que dice en la parte relativa:
"Quinta. Es diputado propietario por el 7q distrito electoral del Estado de Ja-
lisco, el C. Gaspal' Bolaños V."
En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirma-
tiva sírvanse poner de pie. Aprobado.
-El mismo C. secretario: El presidente, por conducto de la Secretaría, declara
diputado propietario por el 7Q distrito electoral de Jalisco, al ciudadano Gaspar Bo-
laños V.
-El C. presidente, a las 7 p. m.: Se levanta la Junta.
144
-El C. presidente: Se abre la junta.
-Un C. secretario: Se va a leer el acta de la junta de ayer en la tarde. (Leyó.)
-El C. Chapa: Pido la palabra para una .rectificación, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Chapa, para una rectificación.
-El C. Chapa: El distrito electoral por el cual salí electo, es el 19 de Tamaulipas
y no el 49, como lo asienta el acta.
-Un C. secretario: Con la rectificación expuesta, se pregunta si es de aprobarse
el acta. Los que estén por la afirmativa, sirvanse ponerse de pie. Aprobada.
2
-El C. presidente: Tiene la palabra la 3(l- Sección de la 1 ~ Comisión Revisora,
para que pase a dar cuenta con su dictamen.
-El C. Hidalgo, leyendo:
"Los subscriptos, miembros de la 3(l- Sección de la 1¡¡.. Comisión Revisora de
Credenciales, en cumplimiento de los artículos 59 y 69 del decreto de 6 de noviembre
tiel año en curso, venimos a rendir ante este honorable Congreso Constituyente el
dictamen relativo a los expedientes electorales que se nos entregaron, y debiendo
antes manifestar que esta Sección tuvo un criterio de justicia, sin apartarse de los
principios de la revolución, y tuvo también el sano propósito de buscar la verdad
sobre las deficiencias de forma con que tan frecuentemente se tropezó, siempre que
estas deficiencias no constituyeran una burla o una irrisión, o un fraude al sufragio
popular.
"Para facilitar más las labores de esta honorable Asamblea, la 3EJ. Sección dividió
su dictamen en cuatro capítulos. En el primero, se cuentan las elecciones que no
fueron objetadas y que, en nuestro humilde concepto, merecen ser aprobadas j en el
sc.gundo se pusieron las credenciales objetadas y que, conforme a nuestro criterio,
deben aprobarse; en el tercer capítulo sólo aparecen las que deben ser desechadas; y
en el cuarto, aquellas sobre las que no se pudo rendir dictamen por las razones que
se expresan en su lugar.
"CAPITULO I
"Número 1. Bórquez Flavio A. Estudiado el expediente relativo al 29 distrito
electoral del Estado de Sonora, se encontró normal, resultando una elección por 2,483
votos como diputado propietario a favor del señor Flavio A. Bórquez, y de 2,422
votos, como diputado suplente, a favor del señor Manuel Padrés. En el expediente
no hay protestas, ni se encontraron irregularidades fundamentales, y, por tanto, esta
Sección consulta la siguiente proposición:
"Es válida la elección deL C. Flavio A. Bórquez y la del C. Manuel Padrés, como
diputados propietario y suplente, respectivamente, a este honorable Congreso Consti-
tuyente, por el 2Q distrito electoral del Estado de Sonora.
"Número 2. Cabrera Alfonso. Estudiado el expediente relativo a las elecciones
verificadas en el 17 distrito electoral del Estado de Puebla, aparecen algunas irregu-
laridades, como son: falta de nombramiento de instaladores, falta de lista de escru-
tinio, falta de actas de cómputos, y otras que no afectan fundamentalmente la elec-
ción, y, por tanto, no constituyen motivo alguno de nulidad. No hay actas de pro-
testa y aparece una elección a favor del C. doctor Alfonso Cabrera como diputado
propietario, por 3,322 votos, y de Agustín Cano, como diputado suplente, por 3,324
votos. Dados estos resultados, se consulta la siguiente proposición:
"Es válida la elección del C. Alfonso Cabrera y del C. Agustín Cano, como diputa-
dos propietario y suplente, respectivamente, a este honorable Congreso Constituyente,
por el 17 distrito electoral del Estado de Puebla.
146
"Número 8. Cano Nicolás. Visto el expediente electoral relativo al 14 distrito del
Estado de Guanajuato, se encontró normal y sin protestas, resultando una elección
de 5,304 votos, como diputado propietario, a favor del C. Nicolás Cano, y de 3,317
votos, c.omo diputado suplente, a favor del señor Pilar Espinosa. Po-r tanto, se somete
a la consideración de este honorable Congreso la siguiente proposición:
"Es válida la elección del C. Nicolás Cano y del C. Pilar Espinosa para diputados
propietario y suplente, respectivamente, a este honorable Congreso Constituyente, por
el 14 distrito electoral del Estado de Guanajuato.
"~úmero 4. Fajardo, lice;nciado Zeferino. Considerando el expediente electoral re-
lativo al 29 distrito electoral del Estado de Tamaulipas, se encontró regular, resul-
tando una elección de 1,850 votos a favor del C. licenciado Zeferino Fajardo como
diputado propietario, y de 1,364 votos como diputado suplente, a favor del C. Daniel S.
Córdova. No hay. protestas ni motivos de nulidad; por tanto, se consulta la siguiente
proposición:
"Es válida la elección del C. diputado Zeferino Fajardo y del C. Daniel S. Cór-
dova, para diputados propietario y suplente, respectivamente, a este honorable Con-
greso Constituyente, por el 29 distrito electoral del Estado de Tamaulipas.
"Número 5. González Manuel. Visto el expediente del 49 distrito electQral del
Estado de Yucatán, se tiene sólo el acta de escrutinio. No se presentaron credencia-
les. Del acta de escrutinio aparece que resuitaron electos los CC. Manuel GonzálezJ
como diputado propietario, y Felipe Carrillo como suplente; aparece, igualmente, que
el propietario obtuvo 4,387 votos, y se da a entender que igual número de votos reci-
bió el suplente. En el expediente no hay protestas ni datos para juzgar alguna nuli-
dad, y, por tanto, presumiéndose buena la elección, se consulta la siguiente proposición:
"Es válida la elección del C. Manuel González y del C. Felipe Carrillo ct)mo
diputados propietario y suplente, respectivamente, a este honorable Congreso Consti-
tuyente, por el 49 distrito electoral del Estado de Yucatáll .
"Número 6. González Florencio G. Examinado el expediente relativo al 17 dis-
trito electoral del Estado de Michoacán, se tiene sólo la credencial del, propietario y
el acta de escrutinio de la Junta Computadora. No hay protestas ni datos que hagan
suponer la existencia de vicios de nulidad; de la misma acta de escrutinio aparece
que el C. Florencio G. González fue electo como diputado propietario por mayoría de
1,533 votos, y que el C. José de la Peña fue electo corno diputado suplente por una
mayoría de 1,551 votos, y, por tanto, se consulta la siguiente proposición:
"Es válida la elección del C. Florencio G. González y del C. José de la Peña,
como diputados propietario y suplente, respectivamente, a este honorable Congreso
Constituyente, por el 17 distrito electoral del Estado de Michoacán.
"Número 7. Guerrero Antonio, doctor. Considerado el expediente relativo a la
elección verificada en el 1er. distrito electoral del Estado de Hidalgo, del acta de
escrutinio aparecen electos como diputados: propietario, el C. doctor Antonio Gue-
rrero, con 3,294 votos, y como diputado suplente, el C. profesor Benja~ín García,
con 2,283 votos. No hay protestas, ni datos, ni antecedentes que funden algún motivo
de nulid'ad y, por consiguiente, se consulta la siguiente proposición:
"Es válida la elección -del C. doctor Antonio Guerrero y del C. profesor Benja-
mín García, como diputados propietario y suplente, respectivamente, a este honora-
ble Congreso Constituyente, por el ler. distritq. electoral del Estado de Hidalgo.
"Número 8. Gutiérrez Antonio. Examinado el expediehte relativo al 8er. distrito
electoral del Estado de Durango, se encontró solamente un acta de escrutinio y copias
de las credenciales. No aparece en el acta de escrutinio protesta alguna, y dados sus
términos, aparece que las elecciones fueron regulares, resultando electo, con 145 voto's,
como diputado propietario, el señor Antonio Gutiérrez, y electo con 155 votos como
147
diputado suplente, el señor Mauro R. Moreno. Dados los términos del acta de escru-
tinio y la falta de protestas, esta 3IJ Sección, con justicia, presume la validez de las
elecciones, y, por tanto, consulta la siguiente proposición:
"Es válida la elección del C. Antonio Gutiérrez y del C. Mauro R. Moreno como
diputados propietario y suplente, respectivamente, a este honorable Congreso Cons-
tituyente, por el 3er distrito electoral del Estado de Durango.
"Número 9. Garza, Reynaldo. Considerado el expediente del 59 distrito electoml
del Estado de Nuevo León, se encontró una elección regular, resultando que el C.
Reynaldo Garza salió electo como diputado propietario por 2,289 votos, y que el .C.
J. Jesús Garza salió electo como diputado suplente, por 2,289 votos. En el expediente
no se encontraron protestas ni hay irregularidades ni motivos de nulidad, y, por
tanto, se consulta la siguiente proposición:
"Es válida la elección del C. Reynaldo Garza y del C..J. ,Jesús Garza, para dipu-
tados propietario y suplente, respectivamente, a este honorable Congreso Constitu-
yente, por el 59 distrito ,electoral del Estado de Nuevo León.
"Número 10. Herrejón, coronel Salvador. Del 4Q distrito electoral del Estado
de Michoacán, solamente se recibió el acta de escrutinio, notándose la irregularidad
de haberse hecho el cómputo el día 7 de noviembre en vez del día 26 de octubre, '::omo
lo manda la ley. Esta irregularidad no es motivo de nulidad, y del acta misma .3parece
que las elecciones se verificaron con normalidad. N o se tienen protestas y aparece
que el C. coronel Salvador Herrejón resultó electo como diputado propietario a este
honorable Congreso Constituyente, por mayoría de 1,734 votos, y que el C. teniente
coronel Uriel Avilés resultó electo como diputado suplente por una mayoría de 1,751
votos. Esta tercera sección consulta la siguiente proposición:
"Es válida la elección del C. Salvador Herrejón y del C. U riel Avilés, ·-:omo
diputados propietario y suplente, respectivamente, a este honorable Congreso Cons-
tituyente, por el 4<:> distrito electoral del Estado de Michoacán.
"Número 11. Juarico, Angel S. Del 12 distrito electoral del Estado de Veracruz
fue examinada detenidamente el acta de escrutinio, y de ella resulta que el C. Angel
S. Juarico fue electo diputado propietario al Congreso Constituyente, por 1,335 votos,
y que el C. Domingo A. Jiménez fue electo como suplente por 1,337 votos; no se
tienen protestas ni antecedentes, ni dato alguno para dudar de la validez de las elec-
ciones, y, por tanto, se consulta la siguiente proposición:
"Es válida la elección del C. Angel S.' Juarico y del C. Domingo A . .Jiménez,
. como diputados propietario y suplente, respectivamente, a este honorable Congreso
Constituyente, por el 12 distrito electoral del Estado de Veracruz.
l/Número 12. Lozano, Amador. Examinado el expediente del 49 distrito electoral
del Distrito Federal, se encontró una elección regular, resultando de ella que el
señor Amador Lozano fue declarado diputado propietario por una mayoría de 447
votos, y que el C. Serapio Aguirre fue declarado diputado suplente por una mayoría
de 449 votos; en el expediente no figuran protestas ni motivos de nulidad, y, por
tanto, esta sección consulta la siguiente proposición:
"Es válida la elección del C. Amador Lozano y del C. Serapio Aguirre, como dipu-
tados propietario y suplente, respectivamente, a este honorable Congreso Constituyen-
te, por el 49 distrito electoral del Distrito Federal.
"Número 13. Márquez, coronel Rafael. Visto el expediente relativo al 13 distrito
electoral del Estado de Michoacán, se encontró una elección normal, resulfando que
el señor coronel Rafael Márquez fue electo diputado propietario por una mayoría de
213 votos, y que el C. licenciado Joaquín Silva fue electo diputado suplente por una
mayoría de 224 votos. No habiendo protestas en el expediente, ni apareciendo mottvo
alguno de nulidad, se consulta la siguiente pl'oposición:
148
"Es válida la elección del C. c.or.onel Rafael Márquez y del C. lic'enciado J .oaquín
Silva, como diputad.os propietari.o y suplente, respectivamente, a este h.on.orable C.on-
gres.o Constituyente, p.or el 13 distrit.o electoral del Estado de Michoacán.
"Número 14. Machorr,o Narváez, licenciad.o Paulin.o. Estudiad.o detenidamente el
expediente del 18 distrit.o electoral del Estado de Jalisc.o, se encontró un tanto de-
fectu.oso, no habiend.o, además, el acta relativa a la instalación y lab.ores de la Junta
C.omputadora. Túvose la necesidad de examinar los expedientes de las secciones elec-
t.orales, haciéndose el cómputo de v.ot.os y resultand.o de éste que el señor licenciado
Paulino Machorro Narváez fue elect.o diputad.o propietario por 921 votos, y que el
señor Bernardino Germán fue electo diputado suplente por 888 votos. No hay pro-
testas en los expedientes y, no obstante la irregularidad mencionada, esta 31}. Sección
presume justamente válida la elección en los términoS! mencionados, y, p.or tanto,
consulta la siguiente proposición:
"Es válida la elección del C. licenciad.o Paulin.o Machorro N arváez y del C. Ber-
nardino Germán, como diputad.os propietario y suplente, respectivamente, a este h.o-
n.orable Congres.o C.onstituyente, por el 18 distrit.o elect.oral del Estado de Jalisco.
"Númer.o 15. ,Monzón, profesor Luis G. Estudiado el expediente del ler. distrito
electoral del Estado de S.on.ora, aparecen electos el C. profes.or L.uis G. Monzón com.o
diputad.o propietari.o a este h.onorable Congreso Constituyente, por 2,604 votos, y el se-
ñ.or Cesáreo G. S.oriano como diputad.o suplente p.or 2,397 votos. En el expediente n.o
se enc.ontraron actas de pr.otestas, ni motivo alguno de nulidad de las elecci.ones ha-
bidas, y, p.or tanto, se consulta la siguiente proposición:
"Es váJida la elección del C. profesor Luis G. M.onzón y del C. Cesáre.o G. S.o-
riano, c.om.o diputados pr.opietario y suplente, respectivamente, a este h.on.orable Con-
greso C.onstituyente, por el ler. distrit.o elect.oral del Estado de Sonora. ~
"Número 16. Medina, licenciado Hilario. Estudiado detenidamente el expediente
del 89 distrito elect.oral del Estad.o de Guanajuat.o, se enc.ontró sumamente defectu.oso,
pues una misma junta computad.ora c.onsideró las elecci.ones verificadas en lo-s dis-
tritos 79 y 8Q del Estado menci.onad.o. Examinada el acta de. escrutini.o, aparece que
por el 79 distrit.o elect.oral de Guanajuato resultar.on elect.os c.om.o diputad.os propieta-
rio y suplente, respectivamente, los señores ingeniero Ant.oni.o Madraz.o y Santiago
Manrique j el primero con 1,060 V.ot.os y el segundo c.on 710, y aparece también que
por el 89 distrit.o electoral resultar.on electos, respectivamente, los mism.os ciudadan.os,
uno c.on 911 votos, y el otr.o c.on 557. En la misma acta de escrutinio aparece que por
el 89 distrit.o electoral del Estad.o de Guanajuat.o, el C. licenciad.o Hilario Medina
siguió en vot.os al illgenier.o Ant.onio Madraz.o, pues aquél .obtuv.o 172 v.otos; y aparece
también que, por el mism.o 89 distrito electoral, el señ.or Federic.o González siguió
en votos al C. Santiago Manrique, pues aquél obtuv.o 141 v.otos para suplente. Com.o
la misma Junta C.omputadora hiz-o las declaraci.ones c.orrespondientes p.or el 79 dis~ ,
trit.o elect.oral, no tuvo inconveniente ninguno en declarar p.or el 89 distrit.o a los
ciudadanos que les siguier.on en número de votos. En la sesión celebrada en la tarde
del día 25 de los corrientes, esta hon.orable Asamblea apr.obó el dictamen de la 2~
SeceÍón declarando elect.os como diputad.os pr.opietario y suplente, respectivamente,
por el 79 distrit.o electoral del E'stad.o de Guanajuat.o, a los CC. ingenier.o Ant.onio
Madraz.o y Santiag.o Manrique. Dadas t.odas estas circunstancias, esta 3¡;L Sección n.o
tiene más que c.onsultar 1.0 siguiente:
"Es válida la elección del C. licenciado Hilarí.o Medina y del C. Federico Gonzá~
lez, com.o diputados pr.opietario y suplente, respectivamente, a este honorable Con~
gres.o Constituyente, p.or el 89 distrito elect.oral del Estad.o de Guanajuato.
"Númer.o 17. Mercad.o, licenciad.o Refugio M. Vist.o el expediente del 10 distrit.o
elect.oral del Estado de Hidalgo, se encontró una elección regular, notándose única-
149
mente la falta del acta de instalación y labores de la Junta Computadora. Examina-
das las actas de escrutinio de las distintas secciones electorales se hizo el cómputo, y
de éste resultó que en tal distrito fue electo diputado propietario a este honorable
Congreso Constituyente el C. licenciado Refugio M. Mercado, por 2,112 votos, y fue
electo como diputado suplente el C. Leoncio Campos, por 1,511 votos. En el expedien-
te no se encontraron protestas, y el cómputo hecho está en armonía con la credencial
presentada por el C. Mercado. Por tanto, se consulta la siguiente proposición:
"Es válida la elección del C. licenciado Refugio M. Mercado y del C. Leoncio
Campos, como diputados propietario y suplente, respectivamente, a este honorable
Congreso Constituyente, por ellO distrito electoral del Estado de Hidalgo.
"Número 18. Ornelas Dávalos, Manuel. Examinado el expediente del 49 distrito
electoral del Estado de Jalisco, se encontró correcto, resultando electo como diputado
propietario el señor profesor Manuel Dávalos OrneIas, por 905 votos, y como su-
plente el señor Francisco Villegas, por 898 votos. No hay protestas y, por tanto, se
consulta la siguiente proposición:
"Es válida la elecc!ón del C. profesor Manuel Dávalos Ornelas y del C. Francisco
Villegas como diputados propietario y suplente, respectivamente, po:t;" el 4Q distrito
electoral del Estado de Jalisco.
"Número 19. O'Farrill Enrique. Considerado el expediente relativo al 3er. distrito
electoral del Estado de México, se encontró una elección normal, resultando como
diputado propietario el C. licenciado Enrique O'Farrill por 3,812 votos, y el C. Abra-
ham Esteves como diputado suplente, por 4,039 votos. En el expediente no hay pro-
testas ni datos o' motivos de nulidad y, por consiguiente, se consulta la siguiente
proposición:
"Es válida la elección del C. licenciado Enrique O'Farrill, para diputadO' prO'pie-
tario y del C. Abraham Esteves para diputadO' suplente a este Congreso Constituyente,
pO'r el 3er. distritO' del Estado de México.
HNúmerO' 20. Perusquía, Ernesto. Estudiado el expediente electoral relativO' al
29 distrito del Estado de QuerétarO', se encontró una elección correcta, resultando que
el C. Ernesto Perusquía fue electO' como diputado propietario a este honorable Con-
gresO' .CO'nstituyente, pO'r 3,660 vO'tos, y el C. Julio Herrera como diputado suplente,
pO'r 3,259 votos. No habiendO' protestas ni motivo alguno de nulidad se consulta la
siguiente proposición:
"Es válida la elección del C. Ernesto Perusquía como diputado propietario, y la
del C. JuliO' Herrera como diputado suplente a este CO'ngreso Constituyente, por el
29 distrito electoral del Estado de QuerétarO'.
"Número 21. Rodríguez, general doctor José María. Examinado el expediente re-
lativO' al 3er. distrito electoral del Estado de Coahuila, se encontró correcto, resul-
tando electO's el señor general doctor José María Rodríguez, con 1,901 votos, comO'
diputado propietario, y el señor Eduardo Guerra con 1,886 votos, como diputado su-
plente. No hay prO'testas, y, por tantO', se consulta la siguiente proposición:
"Es válida la elección del C. general doctor José María RO'dríguez, como dipu-
tado propietario, y del C. EduardO' Guerra como diputado suplente a este honorable
CongresO' Constituyente, por el 3er. distrito electoral del Estado de Coahuila.
"Número 22. RO'jano, corO'nel Gabriel. VistO' el expediente electoral del 4Q distritO'
electoral del Estado de Puebla, se encO'ntró regular la elección, apareciendo de ella
que el C. coronel Gabriel Rojano fue electo diputado propietario por 725 votos, y
que fue electo cO'mo diputado suplente el C. Rafael Rosete, pO'r 711 vO'tos. N o se en-
contraron motivos de nulidad, ni hay protestas, y, por tanto, se consulta la siguiente
propO'sición:
150
"Es válida la elección del _C. coronel Gabriel Rojano, como diputado propietario, y
del C. Rafael Rosete como diputado suplente, a este honorable Congreso Constitu-
yente, por el 49 distrito electoral del Estado de Puebla.
"Número 23. Ríos, Rafael L. de los. Estudiado el expediente del 79 distrito elec-
toral del Distrito Federal, se encontró una elección correcta y reñida, resultando de
ella que el C. Rafael L. de los Ríos fue electo diputado propietario por mayoría de 414
votos, y que el C. Román Rosas Reyes fue electo como diputado suplente por una
mayoría de 419 votos. En el expediente no aparecen motivos de nulidad de la elección,
y, por tanto, se consulta la siguiente proposición;
"Es válida la elección del C. Rafael L. de los Ríos, como diputado propietario, y
la del C. Román Rosas Reyes como diputado suplente a este honorable Congreso
Constituyente, por el 79 distrito electoral del Distrito Federal.
"Número 24. Sosa, licenciado Porfirio. Estudiado el expediente relativo al 12 dis-
trito electoral del Estado de Oaxaca, se encontró correctamente la elección, resultando
como diputado propietario el C. licenciado Porfirio Sosa, por 1,176 votos, y como su·
plente, el C. José Honorato Márquez, por 1,116 v<;ltos. No hay motivos de nulidad, y,
por tanto, se consulta la siguiente proposición:
"Es válida la elección del C. licenciado Porfirio Sosa, como diputado propietario,
y la del C. José Honorato Márquez, como diputado suplente, a este honorable Con·
greso Constituyente, por, el 12 distrito electoral del Estado de Oaxaca.
"Número 25. Villaseñor, ingeniero Adolfo. Estudiado el expediente del ler. dis-
trito electoral del Estado de Zacatecas, igualmente se encontró una elección normal!
resultando de ella que el C. ingeniero Adolfo Villaseñor fue electo diputado propie-
tario por 644 votos, y el C. licenciado Rafael Simoní Castelvi, diputado suplente, por
657 votos. No se encontraron protestas ni datos ni antecedentes para creer que haya
motivO' de nulidad, y, aceptando como buena la elección, se consulta la siguiente
proposición:
"Es válida la elección del C. ingeniero Adolfo Villaseñor, como diputado propie·
tario, y' la del C. licenciado Rafael Simoní Castelvi como diputado suplente a este
honorable Congreso Constituyente, por el 1er. distrito electoral del Estado de Zacatecas.
"Número 26. Villaseñor, ingeniero Jorge. Considerando el expediente relativo al
10 distrito electoral del Estado de Jalisco, se encontró una elección normal, apare-
ciendo que el C. ingeniero Jorge Villaseñor fue electo diputado propietario para este
Congreso Constituyente por 1,469 votos, y que el C. José J ol'ge Farías fue electo
diputado suplente. por 1,394 votos. No se encontraron protestas ni motivos de nulidad,
y, por tanto, se consulta la siguiente proposición:
"Es válida la elección del C. ingeniero- Jorge Villaseñor, como diputado propie-
tario, y la del C. José Jorge Farías, como diputado suplente, a este honorable Con-
greso. Constituyente, por ellO distrito electoral del Estado de Jalisco.
"Número 27. Zavala, Pedro R. Estudiado el expediente del ler. distrito electoral
del Estado de Sinaloa, se encontró correcto, resultando electo como diputado propie-
tario el señor ingeniero Pedro R. Zavala, por 488 votos, y como suplente el señor
Juan Francisco Vidales, por 326 votos. No hay protestas, y, por tanto, se consulta
la siguiente proposición:
"Es válida la elección del C. ingeniero Pedro R. Zavala como diputado propieta-
rio, y la del C. Juan Francisco Vidales, como diputado suplente, a este honorable
Congreso Constituyente, por el ler. distrito electoral del Estado de Sinaloa.
"Lo anterior, es el dictamen referente a las credenciales y expedientes que se
nos entregaron y que, en nuestro concepto, deben ser aprobadas. En su oportunidad se
presentarán los tres capítulos faltantes de nuestro dictamen.
151
"Constitución y Reformas.-Querétaro, a 25 de noviembre de 19-16.-La 3~ Sec-
ción de la lf1. Comisión: el presidente, Antonio Hidalgo.-Vocal, José Manzano.-Se-
cretario, licenciado David Pastrana J."
152
5
153
6
-El e: Pesqueira: Pido la palabra, señor presidente, para una moción de orden.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Pesque ira : Parece que son las juntas secretas, y hay aquí algunas per-
sonas ajenas a esta Asamblea.
-El C. presidente: La Presidencia ha dispuesto que esas personas pueden con-
tinuar allí.
-El C. Pesqueira: No, señor.
-El C. Ezquerro: Yo sería de opmlOll que se abrieran las puertas de las galerías
a todos, porque no tenemos nada que ocultar; además, tienen derecho de saber lo que
se trata aquí y es necesario, señores, que conozcan todos nuestros actos.
-El C. Pesqueira: El señor quisiera, yo quisiera y quisiéramos muchos, que se
procediera así, ¿ por qué somos injustos ¿ Por qué no se permite la entrada a todos?
¿ Por que no son generales de división, sino simples ciudadanos? También tienen el
mismo derecho y la ley debe ser terminante para todos.
-El C. presidente: ¿Pero quién dijo que se fueran?
-El C. Alonzo Romero: Suplico atentamente al señor presidente que tenga la
bondad de tomar en consideración que aquí somos un grupo de diputados y que a
este mismo grupo pertenece también el señor presidente. Nos ha causado gran ex-'
trañeza que el señor presidente no emplee la cortesía que debe emplear con nosotros,
que hemos vivido en un ambiente de libertad. La diputación de Yucatán protesta contra
esa falta de cortesía y siendo usted el jefe del protocolo, representando un alto puesto
diplomático, también esta forma debe emplear con los diputados; le suplicamos que
en adelante no nos regañe y tenga la bondad de tratarnos con corrección.
-El C. presidente: Oiga usted, señor; ¿a quién he regañado?
-El C. Palavicini: En efecto, señores, sólo es una cuestión de forma; el señor
Amaya es un hombre sencillo, sin cortesías palaciegas; es un hombre que ha venido
trabaJando en la lucha por la vida sin vanidades pueriles; el señor presidente es un
hombrE:: leal, honrado y sencillo; yo respeto esa sencillez con que procede. El señor
presidente está, como todos los hombres, expuesto a errores; el error del señor pre-
sidente eB disculpable cuando se trata, como en este caso, de compaginar una pres-
cripción de la ley con una obligación de cortesía. Probablemente los señores de las
galerías, sean quienes fueren, ignoran· que es un precepto reglamentario y que es
necesario acatarlo. La ley convoca al Congreso Constituyente a Juntas Preparatorias,
y las Juntas Preparatorias son juntas secretas; y el señor presidente, queriendo
conciliar los intereses de la Cámara con el respeto a la ley, ha procedido como lo ha
hecho. Yo acepto el criterio del señor Amaya, pero no acepto el criterio del señor
Ezquerro. El criterio del señor Ezquerro es contrario a la ley porque es estrecho, pe-
queño y aburrido y voy a decir al señor Ezquerro por qué: en las juntas preparatorias
solamente se vienen a oír alusiones personales y debates de interés privado; en las
sesiones del Congreso Constituyente, cuando las leyes se discutan, entonces, señores
representantes, la nación entera debe estar presente y en este caso la ley concede
derecho a todos para asistir; pero en las juntas preparatorias, señor Ezquerro, la
ley lo prohíbe; la ley está por encima de todos, porque sería la tesis de todas las
dictaduras y también la tesis de todas las anarquías, si estuviéramos constantemente
violándola a voluntad de nuestras simpatías o de nuestra cortesía. El señor general
Pesqueira, al pedir al señor presidente que se desalojen las galerías, no ha hecho aqm
más que cumplir con la ley. En tal virtud, señores diputados, no nos dejemos llevar
por instintos o puerilidades" por galanterías al público; aquí estamos obligados a
respetar la ley, y si nosotros no comenzamos por acatarla, no sé qué leyes y ejemplo~
154
vamos a dar a la nación; por lo que pido a la Asamblea que autorice al señor presi-
dente, para que a su' juicio admita en los palcos de las galerías sólo a aquellas per-
sonas que e'stime conveniente. (Voces: ¡No! ¡No!)
-El C. Alonzo Romero: Voy a hacer una pregunta a la honorable Asamblea:
¿ por qué el señor Palavicini cambia de opinión a cada momento? Ayer, en la Asam-
blea, de la manera más insultante, llamó al señor presidente gendarme.
-El C. Palavicini: Ayer, señor presidente, supliqué a su señoría que no descen-
diera a funciones de esa índole; de eso a ofender al señor presidente con una desig-
nación de esa índole, hay mucha diferencia; eso es contra-rio a mi educación y a mi
respeto para el señor presidente. Por otra parte, señor presidente, si el señor diputa-
do quiere interpretar mal mis palabras, me anticipo a retirarlas, porque mi deber
aquí es ser cortés y respetuoso, especialmente para el señor presidente.
-El C~ Ezquerro: Para una alusión personal, pido la palabra. (Voces: ¡No! ¡No!)
Quiero hacer constar que no he tenido la intención de pasar sobre las resoluciones de
la Cámara. Mi proposición fue muy sencilla: proponer a la consideración de ustedes
si era o no de permitirse la entrada del pueblo en general y no con distingos. Hago
constar también que el señor Palavicini se ha adelantado, porque no ha sido esa mi
intención, ni mucho menos, en virtud de que aquí se van a discutir personalidades;
pero yo no quería que se hicieran esas distinciones en las sesiones, a fin de que tu-
vieran el carácter de populares, y también porque desconozco absolutamente que hu-
biese tal ley que le diera el carácter de legal, y como creí que no había inconveniente,
sometí mi proposición a la consideración de la Cámara.
-El C. Cepeda Medrano: Pido la palabra. Suplico atentamente al señor presi-
dente, que se me permita dar lectura al decreto de fecha 27 de octubre, en su artículo
39; que dice lo siguiente:
"A las juntas preparatorias sólo podrán estar presentes y tener voz y voto los
ciudadanos que presenten la credencial extendida por las juntas computadoras, con-
forme a lo dispuesto en el artículo 40 de la Ley Electoral de 19 de septiembre último."
He leído, para que se dé cumplimiento a este articulo; lo hago para que se
respete la ley.
-El C. Pesqueira: Confirmo mi anterior petición, que se desocupen las galerías;
que se cumpla con la ley; todos somos iguales. (Aplausos.)
-El C. Cepeda Medrano: Que se lea el artículo que previene que son secretas
estas juntas.
7
-El C. Ezquerro: Las credenciales del ler. Grupo que ayer quedaron apartadas,
porque fueron objetadas por algunos señores presuntos 'diputados, corresponden a los
señores Heriberto Barrón y Francisco Rendón, como diputados propietario y suplen-
te, respectivamente, del distrito de San Luis de la Paz, Guanajuato; a los señores
Rafael Cañete y Enrique Contreras, como diputa<los propietario y suplente, respectiva-
mente', por el 29 distrito de Puebla; a los señores Ignacio Roel y Matías GÓmez. como
diputados propietario y suplente, respectivamente, por el distrito Norte de la Baja
California.
-El C. Palavicini: Reclamo el orden, señor presidente. De conformidad con las
prescripcione's del decreto, que están por encima de la opinión de las secciones revi-
soras, se preveniene que se discutirán por el orden numérico en que están. Ahora
bien, señor presidente, las credenciales ya separadas y objetadas forman un· solo
grupo, y si acabamos con la 1~ Sección Revisora, podremos' continuar con la 2Q., 3~,
etcétera. Yo sé que en la 1 ~ Sección Revisora está la credencial del señor Félix F.
Palavicini. Ahora bien, como se está estudiando hábilmente la manera de no someter
155
inmediatamente a discusión el dictamen de la credencial del sei10r Palavicini, yo ruego
a usted, señor presidente, que someta a la aprobación de la Asamblea el que se
solicite de la 1 ~ Comisión Revisora ponga a debate mi credencial. Voy a decir por
qué: sabe el señor presidente que mi credencial, más que mi credencial mi persona-
lidad, ha sido motivo de constantes agresiones en el seno de la Asamblea. Yo nÜ.
deseo seguir estorbando con mi presencia a los señores representantes, si ellos no
quieren aprobar mi credencial, y en tal virtud, yo rogaría que la discusión se inicie
inmediatamente. La Asamblea puede disponerlo así; en tal virtud, rogaría al seií.ol'
presidente que, por conducto de la Secretaria, pregunte a la Asamblea si acepta, en
votación económica, la discusión del dictamen relativo a mi credencial.
-El C. Pesqueira: Señores, ya le tocará su turno al señor Palavicini.
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente, para una proposición.
-El C. pr.esidente: Tiene la palabra el señor Palavicini para una proposición.
-El C. Palavicini: Yo respeto mucho la opinión del señor general don Ignacio
L. Pesqueira, pero respeto más la opinión de la Asamblea; por consiguiente, yo ruego
a la Presidencia que someta a votación de la Asamblea, si me quiere conceder el
derecho de que mi credencial sea discutida desde luego.
-El C. Magallón: Que se proceda conforme a la ley, que no se proceda única-
mente dándole gusto a un diputado.
-El C. secretario Martínez de Escobar: Señores: ayer se aprobó que primero se
leyesen los dictámenes relativos a credenciales no objetadas, y así se hizo y así se
aprobó por la Asamblea. Inmediatamente después vino otra proposición, no sé si del
señor Palavicini o de algún otro señor diputado, diciendo que se separaran de las no
objetadas aquellas que tengan cargos concretos, y que así en orden se irían discu-
tiendo. El señor Palavicini, que a cada momento nos dice que todo ha de hacerse
conforme a la ley, debe tener presente que la Asamblea es soberana y no puede des-
truir lo que ya aprobó. (Voces: ¡No! ¡No!) Sí, señores, ayer se aprobó por la Asam-
blea que se separan las objetadas, las que tuvieran cargos concretos qué hacérse-
les. Ya va a venir el turno del señor Palavicini; vamos por orden; el señor Palavicini
ruega y suplica cuando le conviene, es decir, cuando quiere manejar todo de una
manera absoluta. Yo pido que se cumpla con 10 que dijo la Asamblea.
-El C. Palavicini: Solamente en el cerebro de Martínez de Escobar puede caber ...
-El C. Martínez de Escobar, intel'1'umpiendo: Más fuerte que el suyo.
-El C. Palavicini,. continuando: Solamente en el cerebro del señor Martínez de
Escobar puede caber que tenga la intención de inmiscuirme en las decisiones sobe-
ranas de vuestra voluntad. Pero el señor Martínez de Escobar no ha leído ni el
Reglamento, como secretario, ni la ley como presunto diputado. Yo me he tomado la
libertad de hacer esta moción de orden; pero yo estoy seguro que la mayoría abso-
luta de esta Asamblea está convencida de mi buena intención, de mi buena voluntad y
de que mis mociones de orden siempre han sido para facilitar el trabajo. Ahora bien;
se separaron las credenciales no objetadas; este es un caso sencillo y lógico, señor
Escobar. Las credenciales objetadas forman una sola familia con las no objetadas por.
la Asamblea y al clasificarlas y repartirlas, es natural que nos sujetemos a lo pres-
cripto por la ley, que dice que serán discutidas por secciones conforme a su orden
numérico. Esta sí es cuestión personal; yo he dicho a la Asamblea: en tal grupo de
credenciales está la del que tiene el honor de dirigiros la palabra, y entonces se ha pro-
puesto que se consulte a la Asamblea si quiere discutirla de una vez. Le he suplicado,
si para ello no hay inconveniente, y por tanto, vuelvo a rogar al señor presidente que,
por conducto de la Secretaría, se sirva preguntar a la Asamblea si se pone inmedia-
tamente a rliscusión la credencial del señor Palavicini, y la Asamblea puede resolver·
aquello que la ley no impida.
156
-El C. Navarro Gilberto M.: Para una moción de orden, señor presidente.
-El C. presidente: TIene la palabra el ciudadano Navarro.
-El C. Navarro Gilberto M.: He visto con profunda pena, e indudablemente que
también la Asamblea, que desde ayer el señor Escobar dio una magnífica prueba de
su falta de educación al decirle al señor general Frausto que no tenía la obligación
de saber su nombre; y ahora hemos visto que al tomar la palabra el señor Palavicini,
no sé qué palabras dijo entre dientes al señor Palavicini. El señor Escobar, por edu-
cación, por dignidad, por el puesto que ocupa, debe respetar su carácter y ser má~
respetuoso para la Asamblea.
-Un C. secretario: La Presidencia, por conducto de la Secretaría, pone a vota-
ción la proposición del señor Palavicini. Los que estén por la afirmativa de que se
apruebe la proposición que se pongan de pie. No hay mayoría. (Voces: ¡No! ¡No!)
(Se hace el recuento.) Hay 64 personas de pie. Hay minoría, señor Palavicini.
-El C. López Lira: Pido la palabra, señor presidente, para un hecho.
-El C. presidente: Tiene la palabra para un hecho el ciudadano diputado Ló-
pez Lira.
-El C. López Lira: La Comisión dice que entre las credenciales objetadas queda.
una, la del señor Hilario Medina, y ahora quedan apartadas las del señor licenciado
Heriberto Barrón y de su suplentej eso no es cierto, ha quedado apartada la del
señor licenciado Barrón, pero no la de su suplente; tan es así, que consta hasta en
el acta que ya se hizo la declaratoria de que el ingeniero Francisco Rendón es diputa-
do suplente por el distrito de San Luis de la Paz.
-El C. Ezquerro: Tomé nota nada más de la cl;edencial del propietario, es cierto.
157
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Calderón.
-El C. Calderón: Solicité respetuosamente la palabra. Entiendo yo que en esta
honorable Asamblea no se hacen cargos contra ningún grupo, sino que se trata sim-
plemente de discutir las personas; por consiguiente, respetuosamente suplico a la
honorable Asamblea que, por dignidad nacional, l'lo faltemos a este deber y que se
tenga presente que~ cuando a un hombre se le acusa, se le debe oír en defensa.
10
-El C. Palavicini: De acuerdo con el artículo 106, suplico a la Sección Revisora
lea la lista de todas las credenciales que tiene separadas y de las objetadas, para que
sepa la Asamblea cuáles son.
-El C. Del Castillo, leyó la lista de las credenciales que la 11¡t Sección tenía se-
paradas.
-El C. Palavicini: He suplicado que dé la lista de las que tiene separadas y las
que tiene objetadas, porque todas tienen que discutirse para que conozcamos la lista
completa. Se pidió la lista de todas las credenciales que tiene separadas y objetadas,
porque quiere saber la Asamblea cuáles son las personas y qué turnos les van a to-
car en el debate.
158
-El C. Ezquerro: A todo este grupo, señor, se le dio lectura ayer y las creden-
ciales merecieron, a juicio de la Comisión, ser votadas. La objeción que se hizo, no es
de la misma Comisión, sino de la Cámara; son estas cuatro a las que se ha dado lec-
tura; parece que no he entendido a qué se refiere usted, porque el grupo consta de
veintitrés credenciales, y de ellas cuatro fueron objetadas por la Asamblea y ya fue-
ron conocidas.
-El C. Palavicini: Es una pregunta muy fácil y muy sencilla de resolver, y sin
embargo, no he podido lograr de la Sección Revisora que nos dé cuenta con la lista
de todas las credenciales que tiene separadas y objetadas; porque quiere saber la
Asamblea cuáles son, y los señores que están incluidos en ellas desean saber en qué
turnos les va a tocar el debate.
-El C. Ezquerro: Voy a darle gusto al señor Palavicini: son dos, señores dipu-
tados: la del señor Luis T. Guzmán y la correspondiente a la person~ que me inter-
peló, el ciudadanos Félix F. Palavicini.
-El C. Palavicirti: Ruego atentamente al señor Ezquerro diga quién está en
primer lugar.
-El C. Ezquerro: Está en primer lugar la del señor Luis T. Guzmán, y la de
usted es la última.
-El C. Palavicini: ¿No hay más listas'?
-El C. Ezquerro! No.
-El C. Palavicini: Muchas gracias, señor.
-El C. Del Castillo: De las credenciales objetadas ayer, quedaron separadas
cuatro, que ya conoce la Asamblea. En este orden: señor licenciado Cañete, señor
1icenciado Martínez de Escobar, señor Roel y señor Heriberto 'Barrón. De la lista
que hoy trae la Comisión, est!..n objetadas: Cristóbal Limón, por el 1er. distrito electo-
ral de Tepic; Aldegundo Villaseñor, por el 1er. distrito electoral del Estado de México;
Juan de Dios Palma, por el 18 distrito electoral- de Veracruz y Francisco Ramírez
Villarreal, por el único distrito electoral de Colima.
-El C.' De los Santos: Suplico a la Secretaría que dé lectura al artículo 27 del
Reglamento en su fracción VIII. .
-Un C. secretario: El artículo 27 del Reglamento, en su parte relativa dice:
"Artículo 27. Son obligaciones. de los secretarios y en su caso, de los prosecretarios:
"VIII. Dar cuenta, previo acuerdo del presidente de la Cámara, COn los asuntos
en cartera, en el orden que prescribe este Reglamento."
11
-El mismo C. secretario da lectura a la moción suspensiva que subscriben los CC.
Rojas, De los Santos y Rivera Cabrera, pidiendo se aplace la discusión de la credencial
del ciudada:Q.o Barrón por 48 horas.
Está 8 discusión la moción. En votación económica se pregunta si se aprueba.
Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobada.
12
159
Está a discusión. Los señores diputados que quieran hablar en pro o en contra,
pueden pasar a inscribirse.
-El C. Palavicini: Me parece que hay un el'l"or en lo que se acaba de leer que se
me dispense; pero está aprobada la credencial del suplente y sólo se separó la del
propietario.
-Un C. secretario: Las personas que pretendan hablar en pro o en contra, pueden
pasar a inscribirse.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Gilberto M. Navarro.
-El C. Navarro Gilberto M.: Nuestra vida política y nuestros méritos revolucio·
narios sólo los conocen allá en nuestras provincias. Cuando nuestras credenciales no se
discuten, sólo aquéllos que están cerca de nosotros saben la labor que hemos hecho;
pero cuando las credenciales se discuten, entonces todos podemos estar enterados de la
lahor de cada uno, y así podemos borrar los puntillos negros que, con fundamento
o sin él, quieren aparecer en nuestra personalidad. Yo hubiera optado porque mi cre-
dencial fuera discutida. El señor Martínez de Escobar y yo no tenemos el honor de
conocernos; por esto comprenderán que, viniendo yo de Dolores Hidalgo y él de Tabas·
co, puntos diametralmente opuestos, no le hago cargos por sistema ni injustamente.
El señor Martínez de Escobar fue íntimo amigo de Jorge Huerta. ¿Pruebas?
¿ Dónde están las pruebas? N o las tengo escritas, no están en documentos; tampoco
es una razón que porque determinada perso'na tenga tal o cual amigo, no venga al
Congreso Constituyente. El señor José Natividad Macías lo sabe; tiene las pruebas
este caballero, así me lo ha dicho delante de tres señores diputados: el señor ingeniero
Reynoso, el señor licenciado Ordorica y el señor Ugarte; me ha dicho ayer que el
señor Martínez de Escobar, trabajando y ejerciendo su profesión, lograba sacar de las
mazmorras del Distrito Federal a los que desgraciadamente caían en las manos de los
esbirros de Victoriano Huerta, mediante la retribución de cincuenta, cien, milo dos mil
pesos, según la posición social del agraciado y esto como retribución de su trabajo.
Re dicho.
-El C. MaFtínez de Escobar: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Martínez de Escobar.
-El C. Martínez de Escobar: Señores de la Asamblea Constituyente: cuando se
hiere a un hombre. sale un brote de sangre; cuando se hiere a la verdad, bl'ota un
chorro de luz. Señor Querido Moheno -me equivoqué-, señor Palavicini: ¿ hasta
cuándo dejará usted de cabalgar en el potro de la ignominia, de la intriga y de la
~alumnia? (Siseos. Murmullos.) Un momento, señores; voy a comprobarles después
por qué digo esto, se los suplico atentamente, se los ruego con afecto; después vaya
comprobar por qué me dirijo así al señor Palavicini, señores, antes se los ruego co:¡
toda atención y con todo afecto.
Señores, la justicia, que no sólo esparce su brillo en las altas regiones en donde
se cierne el águila, sino en los hondos valles donde las mariposas revolotean, la justi-
cia, que vive entre dos infinitos: un infinito de altura y otro infinito profundo, uno
que busca el silencio del espacio y otro que también penetra a las más hondas, a la.,;
más profundas entrañas de la tierra; la justicia, que es una aureola inconmensurable,
inmensa, ante la cual se hacen añicos y se rompen en mil pedazos todas las calumnias,
esa es la justicia que se va a abrir paso en estos momentos aquí. Señores diputados,
yo juro, se nota uasta en el ademán, se nota hasta en la mirada, hasta en el gesto,
hasta en el timbre de la voz, se nota en todo, hasta en el llamear de la mirada cuando
se dice una verdad o una mentira. Jamás en mi vida, ni a veinte calles, ni a ninguna
d,istancia, he visto ni siquiera físicamente a Jorge Huerta; no sé si es alto, si es blanco;
bajo mi palabra de honor os digo que no sé si tiene los ojos claros, verdes o de qué
(',olor; no conozco su fisonomía, pero sí puedo afirmar que psicológicamente es igu'll
160
-porque tiene la misma fisonomia moral- a Palavicini. No conozco a Jorge Huerta,
jamás en mi vida lo he visto; no sé como es, y me causa risa la imputación que se me
hace, porque yo nunca he querido tener un puesto público, jamás, absolutamente jamás
y hasta ahora en el constitucionalismo, únicamente por patriotismo, porque llevo UDa
antorcha de luminosos ideales, porque realmente me siento revolucionario, porque la
revolución, bajo la forma de sentimentalismo, bajo la fonna de ideales, anida en mi
alma; porque cada uno de mis actos, mi vida entera, lleva el sello del más absoluto
radicalismo revolucionario, porque todos los que me han conocido, saben que soy revo-
lucionario y lo seguiré siendo, y lo voy a probar. Decía yo: en mi profesión ... hasta
eso me llama la atención de este buen campesino, (Aplausos.) este señor, creánme,
ha· sido aquí un instrumento inconsciente. (Siseos.) Yo le voy a preguntar quién le
habrá dicho todo esto; yo sé perfectamente que es el señor Palavicini, que no ha
querido decirlo, que no tiene el valor civil de venir a esta tribuna.
-El C. Navarro Gilberto M., interrumpiendo: Está escrito lo que dije.
-El C. Martínez de Escobar, continuando: Permítame usted, señor, que le diga
que quizá de una manera inconsciente, no de mala fe, ha sido sugestionado por ese
fuego fatuo, por ese fuego de vejiga que tiene Palavicini, porque usted no sabe quién
soy. Perdóneme, pero de una manera inconsciente ha venido usted a ser un instru-
mento ciego, vulgar, del señor Palavicini. Señores, si el señor Navarro no sabe quién
soy. no me ha conocido, tengo pruebas entonces de que el que ha intrigado esto contra
mí ha sido Palavicini. Palabra de honor que protesto desde la punta de mis pies hasta
la raíz de mis cabellos, que protesto contra estos cargos; ¿cómo no voy a protestar
con todo el vigor, con todo el entusiasmo de mi alma juvenil, si es Una calumnia,
señores? Siento que cada uno de los poros de mi organismo se transforma en un
millón de voces, en un millón de bocas que dicen: u¡maldito sea el infame que asi
levanta intrigas!" Justamente iba a decir que en mi profesión ni siquiera me he dedi~
'Cado a las cuestiones penales, la verdad; me he dedicado únicamente a las cuestiones
civiles. En mi vida profesional solamente me he dedicado en dos casos a pisar un
juzgado de lo Penal, y fui a un juzgado de Distrito con motivo de la aprehensión del
general Ernesto Aguirre Colorado; fue- preso por revolucionario; en aquella ocasión,
con todo entusiasmo hice la defensa, y después de miles de dificultades, porque ni el
expediente me querían enseñar, pude obtener su libertad. Otra vez que hice una
defensa, fue la del hoy coronel Miguel González Figueroa, que también fue preso por
revolucionario constitucionalista; son las dos únicas veces que en mi vida profesional
me he dedicado a cuestiones penales; nunca en mi vida me he dedicado a sacar presos.
Mi campaña electoral, que la hice como la hacen los individuos de carácter indepen-
diente, fue por el ler. distrito de Tabasco, siendo las elecciones hondamente reñidas
enfrentándome con el mismo gobernador del Estado, con quien yo habia ido de secre·
tario de Gobierno, en virtud de que por un error de algunos revolucionarios tabas-
queños substituyeron a UD gran revolucionario, como es el general Múgica, con un
reaccionario como lo es el gobernador actual. Yo fuí allí de secretario de· Gobierno
y tuve inmediatamente que salir; no pude permanecer ni quince días; ¿por qué?
porque había yo hecho ya mi profesión de fe; allí en un artículo que publiqué que se
llama "La Revolución", se decia: "para que sea posible que los problemas sociales,
psicológicos que la revolución entraña, puedan resolverse. es indispensable y es nece-
sario que empecemos por resolver estos sencillamente: la selección del personal";
e hice un estudio de las cuatro etapas por las que puede atravesar una revolución:
el periodo de iniciación, el período de floresce!lcia. el periodo de escisión y el período
de selección revolucionaria. Tuve que hacer e hice mi campaña frente al gobernador del
Estado, según consta por varios telegramas como éste que van ustedes a oír. (Leyó
uno de eUos.) Se formó el club politico e inmediatamente se comenzó a perseguir a
161
todos los individuos que me postulaban. Desde el pueblo de Tepeapa puse un tele-
grama al gobernador refiriéndome a la destitución de fulano, zutano, mengano, que
integraban cada uno de los clubs políticos que me postulaban. Le deCÍa: "Créame
usted que lamento infinito que después de las pláticas habidas entre usted y yo,
prospere la labor reaccionaria de su Gobierno. ¿ Ha olvidado usted hasta la firmeza
de los principios constitucionalistas? Así soy, así he sido y así seré. Yo tengo mucha
estimación por el señor Ugarte y, sin embargo, pedí que su credencial fuera separada.
¿ Es acaso posible, pues, que un individuo como yo pudiera tener ni siquiera amistad
con Jorge Huerta, como yo, que soy terriblemente independiente? Hasta me propaso,
señores; (Risas.) siento yo que se rían; pero es la verdad. En mi despacho no se
trataron, a raíz del cuartelazo, ningunos asuntos; tenía unos días de muerto mi padre,
tenía tres o cuatro días que había surgido el cuartelazo de Huerta; me fuí a Tabasco
y allí, en Tabasco, en el pueblo de Huimanguillo, yo me puse de acuerdo con los
señores Pedro C. Colorado, el gran hombre de la revolución, hoy extinto, y con todos
los generales tabasqueños que hoy existen; hicimos el plan revolucionario y se lanzaron
ellos a la revolución y yo siempre estuve absolutamente de acuerdo con ellos; estuve
como dos meses en ese pueblo de Huimanguillo y después que la revolución tomó
cuerpo, salí de ese pueblo para una hacienda, en donde constantemente estaban los
revolucionarios; yo traté con ellos y se me dieron veinticuatro horas para salir y no
solamente eso, sino que se me puso un cayuco y se me dijo que inmediatamente saliera;
no pude permanecer un día más en San Juan Bautista, Tabasco y me vine a México;
allí acababa de morir mi padre. En esos días del cuartelazo mi despacho no fue más que
un nido revolucionario; allí toda la juventud revolucionaria se congregaba; aquí está
uno de ellos, el señor Giffard, aquí veo a otro, el señor licenciado Ilizaliturri, toda una
pléyade de juventud revolucionaria; no hacíamos más que labor netamente revolucio-
naria, ni siquiera teníamos tiempo para hacer otra cosa, yo por lo menos. Más tarde
me fuí al N arte, en donde tuve ocasión de conocer al señor Manuel Amaya. N o tenía-
mos tiempo para hacer negocios de ninguna clase; me extraña que venga a decir el
señor Gilberto M. Navarro que me dieron cien, doscientos o mil pesos. Si usted me
tratara, señor Navarro, estoy seguro de que retiraría de una manera absoluta sus
palabras, estoy perfectamente convencido de ello. Al poco tie~po tuve que salir y me
salí porque justamente mi despacho fue cateado; un pequeño, un sencillo despacho
es el que tengo, porque ni siquiera he querido ir a trabajar con ningún otro abogado,
porque yo no sé encorvarme, porque yo no sé intrigar, mi espíritu no se ha inclinado
ante nadie; me fui a virtud de que recibí anónimos de que se iba a catear mi despacho,
y tuve que salir, y allá por el mes de mayo estuve con el coronel Rafael Vargas, en
Tampico, así como también con las fuerzas del coronel López de Lara. Más tarde,
a los quince o veinte días salí para Monterrey, fui a Saltillo y el licenciado Jesús
Acuña, actual ministro de Gobernación, que conoce mis impulsos vigorosos de inde-
pendencia desde que estuve en los escaños de la Escuela Nacional de Jurisprudencia,
inmediatamente que me vió, a virtud de una carta que llevaba al señor licenciado Igna-
cio Rodríguez Morales, cuñado del licenciado Jesús Acuña, gran revolucionario, aunque
no lo quiera el señor Navarro, llegué, como decía, a Saltillo, y entonces el licenciado
Acuña me dió una carta para el señor don Manuel Amaya, que estaba de jefe de
hacienda, y fui presentado a él. Como a los dos meses llegó el general Colorado, y
desde ese momento estuve con él sin que un solo instante me separara de él, porque
nuestras almas se fusionaron y seguimos juntos, juntos hasta el momento, hasta
unos días antes de que lo asesinaran villanamente; me fuÍ con el general Colorado;
me dio una comisión para México; fui comisionado con el doctor Ramirez Aguirre
para que fuéramos a organizar la administración del Estado de Tabasco; se inició el
choque de Francisco Villa con el ciudadano Venustiano Carranza, salió el señor 0010-
162
rada para México y entonces se designó su representante en la Convención. Como no
se admitiera a los civiles y solamente a los militares, ustedes lo saben, entonces ya no
pude entrar a los escaños de la Convención y, sin embargo, me fui a Aguascalientes
y alli estuve presenciando todo 10 que sucedió, y en el último carro nos salimos el
general Aguirre Colorado y yo; fue el primero que lanzó un manifiesto que él y yo
hicimos y que precedió al del general Coss. Un manüiesto enteramente vigoroso;
regresamos a Veracruz el hoy general Vidales y yo. Comisionado por el general Colo-
rado, fui a ver al señor Adolfo de la Huerta; me invitó a que me quedara en Veracruzj
pero el señor Colorado no me quiso dejar; entonces, usted, señor Palavicini, usted con
afecto, 10 confieso, con bastante afecto, me dijo: "Licenciado Martínez de Escobar:
yo invito a usted formalmente a que venga usted a hacerse cargo de mi Secretaría
Particular". Atentamente ruego al señor Palavicini diga si es verdad.
-El C. Palavicini: Es cierto.
-El C. Martínez de Escobar: Sin embargo, yo no acepté esa Secretaría Particular,
por muchas razones que voy a decir, y entre otras, porque tenía que irme con el
general Pedro C. Colorado; se fue a campaña el general Colorado; allí está el general
De los Santos que sabe cómo luchó el general Colorado, yo estuve al lado de él, yo
estuve allí en el campamento, siempre cerca del general Colorado, a su derecha o a
<lU izquierda, siempre me encontraba yo dondequiera que el general Colorado fuera.
Si iba en los momentos difíciles al cerro del Ebano, alli iba yo; por eso me tenía un
gran afecto. Así que la campaña tenninó, me vine a Veracruz y allí se me hizo
ahogado consultor de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Se fue el general Colorado
l:1 campaña y el día en que recibí el telegrama para hacerme cargo de -la Secretaría
de Gobierno del Estado de Tabasco, lo asesinaron villanamente. Pues bien, con moti-
vo. . y aquí viene el por qué, señor Palavicini, dije, y tengo que repetirlo, lo lamento
mucho, lo siento mucho; pero indudablemente que usted es el que ha movido al señor
Navano.
-El C. Palavicini: No es verdad.
-BI C. Martínez de Escobar: En ese caso, puedo estar equivocado. Yo le puse una
carta al señor Palavicini, carta, señores, que aquí tengo, diciéndole, hablándole mucho,
no la leo porque sería cansar a la Asamblea. Estaba como ministro de Instrucción
Pública el señor Palavicini, y le dirigí esa carta en· donde con toda decencia, con toda
caballerosidad, con toda corrección y hasta con, afecto, porque yo nunca le he tenido
coraje al señor Palavicini. (Risas.) Le hacía cargos concretos, le hacía cargos muy
duros en mi carta, la que -me fue contestada por el' señor Palavicini. Por eso es que el
señor Palavicini ha movido al señor Navarro para que me hiciera cargos. Aquí está
la carta, ¿ quieren oír los cargos? Pero no hay necesidad. Con motivo de que una
señorita Hermila Galindo llegó a Tabasco --de aquÍ nacen todas las dificultades por
las que el señor Palavicini intriga así, sordamente, contra mí, cuando sabe que yo sé
atacar y muy de frente-, con motivo de que llegó la señorita Galindo a Tabasco y
(,sta señorita, revolucionaria de altos vuelos, indudablemente, dio algunas conferencias,
y en esas conferencias se le escuchó con afecto; pero una noche la señorita Galindo
dio esta conferencia: Madero, Carranza y Palavicini, es decir, la señorita Galindo
comparaba a Palavicini con Hidalgo y Juárez; naturalmente, como el señor Palavicini
es conocido en Tabasco, como Tabasco al señor Palavicini no le debe nada -yo creo
que si el señor Palavicini va a Tabasco, lo embarcan en un cayuco el mismo día que
llegue; son verdades que se necesita traer a colocación-, con ese motivo la señorita
Galindo fue interrumpida por un hermano mío que no tiene nada que ver conmigo,
aunque tiene mucho que ver porque tiene las mismas ideas que yo. Entonces dos
obreros se levantaron, interrumpieron a la señorita Galindo, y alguno de ellos empezó
a hacer comparaciones del señor Palavicini. Todo el pueblo de Tabasco en masa gritó
163
contra el señor Palavicini y esa pobre señorita no pudo seguir dando su conferencia,
y algunos tuvieron palabras de esas que yo no las hubiera vertido contra el señor
Palavicini, porque creo que hasta en el ataque se debe ser decente, hasta en el ataque
se debe ser correcto, hasta en el ataque no se debe perder la buena educación. Algunos
de ellos vertieron frases muy candentes y hasta soeces, algunos dijeron que era un
muñeco enteramente lleno de aceite que por donde quiera se resbalaba y por donde
quiera que lo tiraban caía parado, y el señor Palavicini creyó que, estando en Veracruz,
yo había aconsejado a mi hermano, que es ocho años mayor que yo, tiene la edad del
señor Palavicini y que absolutamente nada sabía de aquellos acontecimientos. El señor
Palavicini creyó que yo era el que había movido esa manifestación hostil en su contra,
se dirigió a un alto funcionario y le dijo que había que quitar a mi hermano del
~mpleo que tenía -creo que no tenía ninguno-, y que había que quitárseme a mí
del ministerio de Relaciones Exteriores, porque yo era el que había manejado una
manifestación enteramente jacobina y demagógica en contra de algunos funcionarios
públicos del constitucionalismo; la manifestación sólo había sido en contra del señor
Palavicini, y en ella no había tenido que ver; en esa virtud, le dirigí una carta dándole
las gracias porque me había invitado con insistencia para que me hiciera cargo de su
secretaría particular, diciéndole que me extrañaba la manera que había tenido de
portarse conmigo y que yo lo habría tratado, no en la forma en que manifiesta que
lo había atacado mi hermano sino que yo lo atacaría de esta manera, señor Palavicini,
de esta manera como lo ataco a usted. Estos son los cargos concretos que tengo que
hacerle; son terribles, no Se los puede usted quitar de encima. Desde entonces el señor
Palavicini me quitó su protección, digo, no su protección, porque yo no necesito que
nadie me proteja; pero desde entonces vino un enfriamiento terrible entre él y yo,
hasta el saludo me quitó; él que es tan político, tan diplomático, no pudo dominar
el potro de su nerviosidad; el señor Palavicini me trató con una indiferencia terrible
y yo lo sentí, porque iba a perder una amistad personal; desde entonces me ataca
sordamente, es mi enemigo a muerte. Me suprimió el saludo, no obstante que no he
tenido ninguna fricción con él y que sabe que sé enfrentarme con cualquiera en cual-
quier terreno, sobre todo en el terreno político y revolucionario, porque tengo la gran
yentaja de decir las verdades. Desde entonces el señor Palavicini me ataca sorda-
mente, no él mismo, sino por medio de otras personas j no sé si estoy equivocado.
Algunos diputados han querido pedir mi fe de bautismo para ver si tenía o no la edad
:mficiente; estos ataques no puede hacerlos más que el único hombre que me conoce.
Andaban oiciendo en esta forma: "el jovencito Martínez de Escobar" y otras palabras
sarcásticas. No tiene que estarles diciendo nada de mí, cuando que conmigo puede
tener de plano una franca explicación respecto de los cargos terribles que le he hecho
y que ni una sola vez me ha sabido contestar. Después de esto, señores, yo seguí en
México prestando mis servicios de abogado consultor en el ministerio de Relaciones.
Voy a leer un pedazo de algo que indica lo que es la personalidad de un revolucio-
nario, para que sepan cuál es mi pasado. (Leyó.) Después el señor ministro de
Gobernación me llamó a su lado, sin que esto signifique un compromiso, porque vuelvo
a repetir que yo no hago compromiso con nadie; soy firme en ideas, recto en prin-
cipios, y siendo mi proceder l'ectilíneo, salvaré todos los valladares, todas las murallas
que se me opongan al paso. N o tengo ningún compromiso con él, porque sé que en un
momento puede ser perjudicial tenerlos. El hombre de honor no debe hacer compro-
misos en condiciones de ninguna especie. Estaba yo en mi despacho, no sacando presos,
porque desconozco mi profesión en el sentido penal, y puede ser que tuviera raZÓll
el señor Palavicini al decir que no interpretaba yo las leyes; el señor licenciado Acuña
me mandó decir lo mismo que el señor Ilizaliturri: que era necesario fueran jóvenes
revolucionarios a desempeñar puestos de carácter político en donde fuera necesaria
164
una acción vigorosa y entusiasta. Con este motivo salió el señor Ilizaliturri a Aguas-
calientes, y a mí me comisionó para que fuera al Estado de San Luis Potosí. Me iba
ya, cuando entonces el conjunto de generales tabasqueños que conocen mi labor, porque
tengo el orgullo de llamarme tabasqueño, los generales tabasqueños, al saber que yo
me iba a San Luis Potosí, se unieron todos, me fueron a ver a mi casa y me dijeron:
"no, licenciado Escobar, usted no debe ir a San Luis Potosí, sino a Tabasco". Entonces
me fui a Tabasco, hecho que lamenté y lamento mucho, porque allí, a la verdad, existe
un gobernante que no es revolucionario. Pasando a otra cosa, digo lo siguiente y lo
digo muy fuerte: en el periódico que dirige el señor Palavicini, jamás aparece mi
nombre, se me borra hasta de la lista, se oIQ.ite hasta que soy secretario. Jamás en la
lista habrán visto que diga: "Secretario Martínez de Escobar." En la crónica todos
hablan; Escobar no habla. Pero como hoy he atacado al gobernador de Tabasco -aun-
que no tengo miedo, lo que es una gran ventaja-, hoy aparecerá esto con letras rojas
en ese periódico, para que el general Domínguez lo vea. N o me importa; lo ataqué en
Tabasco, lo ataqué en mis conferencias que llamé "Los Congresos Constituyentes como
síntesis revolucionaria", y allí dije todo lo que tenía que decir. Reanudo mi interrum-
pida narración. Los generales tabasqueños, después de haber obtenido el cambio de
Gobierno que mucho lamento, no porque el general Múgica que es un gran revolu-
cionario, esté presente, entonces se unieron para pedirme siguiera como secretario
de Gobierno de Tabasco y firmaron esta acta que yo les vaya leer en estos momentos.
(Leyó.)
Esa es mi sencilla labor de revolucionario y ustedes deben haber comprendido si es
verdad o no es verdad lo que he dicho aquí. Yo no sé contenerme, tengo un carácter
tan impetuoso, que la cólera me exalta, y yo suplico a la Asamblea me perdone este
mi carácter, que procuraré modificar en lo que sea necesario; no estoy avezado a
('stas luchas y sí digo esto, señores; cuando una lluvia de denuestos cae sobre los
hombres de conciencia limpia, sobre los hombres de honor, es indudable que estos
hombres salen como el oro del crisol, más brillantes y más purificadOS. (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palavieini: Honorable Asamblea: habría preferido que el debate sobre mi
persona se iniciase esta mañana; 10 habría preferido porque os hubieseis economizado
frases de más y tiempo extraviado en discusiones bizantinas, pero los honorables
señores de la Asamblea no me han querido honrar facilitándome esa labor, que habría
sido en beneficio directo de la Cámara. El señor Ezquerro primero, y el señor Martínez
de Escobar después, han hecho el tópico de sus discursos mi humilde persona.
Sería inútil protestar contra tales desaguisados, sería inútil explicar que yo nunca
pretendí venir al Congreso Constituyente ni a.agredir ni a administrar conciencias. No
he invitado a uno solo de los diputados constituyentes a colaborar conmigo en ideas,
ni en principios, ni en política. N o tengo la honra de conocer al señor Navarro y
celebro haber escuchado en él a un hombre sencillo y leal que vino aquí a intentar
que se dilucide la verdad; yo invito al señor Navarro, por su honor, a que se ponga
en pie y diga con un solo gesto si alguna vez le he hablado del señor Martinez de
Escobar.
-El C. Navarro: No me ha hablado el señor absolutamente nada del seña.r Mar-
tínez de Escobar.
-El C. Palavicini: Señores diputados: la política de campanario, la política pro-
vinciana, es más conocida de ustedes que de mí. Venís de las provincias, sabéis la vida
local, conocéis cómo se alimenta la conciencia pública allí donde no hay periódicos
y donde no se hojean libros, cómo se trata de juzgar la vida de los hombres y de hacer
del chisme el pan de todos los días. El señor Martínez de Escobar tiene la mitad de su
odio en mi contra, por su política de campanario y la otra mitad por su amistad con
165
el señor licenciado don Jesús Acuña. En la política del señor Carranza -y lamento
el verme obligado a entrar en tales relaciones- ha habido, como hay siempre en esa
clase de instituciones, divergencias de criterio y dificultades personales. Soy amigo
del eminente gobernador de Coahuila, del señor licenciado don Gustavo Espinosa Mire-
les, y puedo afirmar a ustedes que el único motivo de divergencia personal con el
señor licenciado Acuña, ha sido mi leal amistad con ese gran revolucionario, con ese
joven eminente que con tanta sagacidad ha hecho de la frontera un verdadero centro
de acción directiva de los propósitos de la revolución. Pero las pasiones del licenciado
don Jesús Acuña son enormes, y bastó esa leal amistad mía con el señor Mireles, para
que el señor licenciado Acuña me disparara a todos sus amigos y protegidos. ¿ Cuáles
son estos. amigos y protegidos del señor licenciado Acuña? Los habéis visto ma-
niobrar; pero no ocultamente, no sordamente, como dice este joven orador, los habéis
visto maniobrar abiertamente, públicamente, con impresos, hojas sueltas, hablando uno
por uno a los presuntos diputados, en fin, comprometiendo la labor del Congreso,
extraviando la acción directiva que iniciara aquí con tanto acierto el señor licenciado
Aguirre Berlanga. A todo arrastran las pasiones personales. Yo no quiero hablar de
la vida pasada del joven orador Martínez de Escobar, porque él lo ha dicho y yo
10 he confirmado, a pesar de estas noticias que el señor Navarro ha traído aquí y
que confirmo flotaron en el ambiente dé México y que estallaron y brillaron en el
ánimo de muchas gentes. Yana doy importancia ninguna a los cargos que no son
comprobados; no doy importancia tampoco a aquellas mistificaciones que se hacen
a la espalda de nosotros. Yo ofrecí al señor Martínez de Escobar la secretaría par-
ticular del ministerio de Instrucción Pública, cuando tuve la honra de desempeñar
ese alto puesto. Creí que el señor Martínez de Escobar era un joven revolucionario
sincero, entusiasta y viril; creí que el joven Martinez de Escobar era un joven inca-
paz de alquilarse a los protectores; creí que, como joven, tenía todos los ideales, todos
los anhelos y todas las esperanzas de la juventud, los entusiasmos de un corazón no
corrompido; creí eso, y me equivoqué. Lo están viendo: el señor Martinez de Esco-
bar, que podría haber dicho, parodiando al poeta, que él como los pueblos nuevos,
como la mujer honrada, no tenía historia, nunca le ha sucedido nada; el señor Mar-
tinez de Escobar, cuya vida política no puede darse al pasto de las gentes para las
diversas interpretaciones, porque él 10 ha dicho, es joven, no debía haberse prestado,
señores, a estos manejos. Me explico que a ellos se preste y para ellos sirva el señor
licenciado Rafael Espeleta, porque el señor licenciado Rafael Espeleta o Espelota es
un anciano que no ha servido nunca a ningún partido político independiente, que no
ha prestado servicios sino a todos los gobiernos constituidos que pueden darle un suel-
do. Me explico que el señor licenciado Espeleta sirva para estas cosas; voy a con-
tarles, señores, un hecho concreto. El señor licenciado Espeleta fue procurador de
justicia en el Estado de Veracruz; allí la Secretaría de Gobernación le giró un oficio
a las doce de la noche diciendo que en el periódico "El Pueblo", órgano oficial del
Gobierno constitucionalista, iba a publicarse un artículo que podría ser delictuso,
El señor era procurador de justicia: aquí hay muchos abogados; el trámite era, al
juez, que debía proceder en el sentido que conviniese a los intereses de la justicia.
No, señores diputados, el señor Espeleta se, presentó personalmente, siendo el procu-
rador de justicia, al periódico, hizo desalojar a los empleados del local, clausuró la
oficina, seHó las puertas, se llevó las formas e- hizo destruirlas en su honorable pre-
sencia; eso no se le habría ocurrido a Pérez de León, el juez porfirista, porque él man-
daba a los gendarmes a hacer esos trabajos. El abogado consultor de la Secretaría
de Gobernación, el señor licenciado Rafael Espeleta, está autorizado por su edad y
por su pasado, para venir aquí a servir de instrumento en esta clase de pasiones, en
esta clase de intrigas; pero, señores diputados, me dirijo a ustedes, es preciso que
166
levantemos el espiritu de esta Asamblea, es preciso que nos concretemos en favor
de la justicia y no de un enjuague político donde todas las intrigas y pasiones se
han puesto en juego. Yo tengo una historia política de siete años, muy manchada
probablemente, muy llena de nubarrones; cuando llegue la discusión de mi creden-
cial, cansaré a ustedes con una breve síntesis de esa carrera; pero bastaría que la
diputación de Yucatán que está allí, respondiese a esta pregunta: ¿fui el primero que
acompañó al señor Madero a la península? (La diputación aludida contesta: es cierto.)
Bastaría que yo preguntara a los diputados veracruzanos: ¿ fui el primero que prow
nunció un discurso en la República al lado del señor Madero contra don Porfirio Díaz?
(Responde la diputación citada: Sí es cierto.) Mi firma fue la primera que se estam-
pó para los nombramientos de los propagandistas revolucionarios y tengo la satisfacw
ción de manifestar a la Asamblea que una porción de jóvenes, hoy ameritados, reci-
bieron el nombramiento de propagandistas revolucionarios firmados por mi mano.
¿Es cierto, señor don Heriberto Jara? (El aludido: Es verdad.) Entre ellos estaba el
honrado vicepresidente de esta Asamblea, el señor Gavira, el señor general don Cán-
dido Aguilar, que entonces residía en Atoyac. Así se inició el movimiento libertario.
Después, no hay en esta Asamblea un solo hombre que se oponga a esto que voy
a decir: en la Cámara, durante el régimen de Huerta, diariamente, en todas las oca-
siones, fui orador de la oposición; todo el pueblo de México, las piedras, si pudiesen
responder, dirían que esto que estoy diciendo es la verdad. Y bien, señores diputados:
¿ sabéis qué se ha hecho? Han copiado párrafos del "Diario de los Debates" escritos
en máquina y los han hecho circular en la Asamblea; se han impreso periódicos por
cuenta de la Secretaría de Gobernación y se han hecho circular en la Asamblea.
Durante la campaña electoral, el señor don Manuel Bauche Alcalde, que fue uno de
mis contrarios, imprimió una hoja llena de ignominia en la cual toda la labor de Félix
Palavicini era puesta precisamente a la inversa; por ejemplo, si Félix Palavicini es
autor de cuatro o seis libros sobre enseñanza, se decía que eran plagiados; se hizo
una labor contra el general Díaz, se dijo que éramos agentes los que iniciamos este
movimiento libertario, y olvida que el señor Madero es el primer agente, puesto que
él era presidente y yo el secretario. Se dice en esa hoja impresa que circuló, que la
imprenta de "El Antirreeleccionista" se la vendí a don Ramón Corral; lamento que
no es~ aquí don Rafael Martínez, a quien se le quedó; esto me costó persecuciones
y estuve gran parte de tiempo en el pueblo de Huixquilucan, del Estado de México.
ttEl Antirreeleccionista" fue el primer periódico enérgico que se escribió contra la
reelección del general Díaz; don Rafael Martínez recibió la imprenta por inventario
riguroso, porque ya no pudiendo hacerse "El Antirreeleccionista", iba a sacarse "El
Constitucionalista", que él dirigió, porque yo estaba en libertad bajo fianza. Mi carrera
política¡ señores diputados, existe en la Cámara; debo haberlo hecho muy mal, mi
pasado debe haber sido muy negro, y el señor Carranza, un hombre muy original,
cuando en Tlalnepantla, al irIo a saludar, se le ocurrió que yo era un joven simpático
que podría ser secretario de Instrucción Pública, y me confió una cartera. Debe haber
sido un hombre muy original el señor Carranza cuando me aceptó y me llevó a su
lado, donde hice una labor que en su oportunidad voy a referir con documentos. El señor
Martínez de Escobar me puso una, carta con terribles cargos cuando era ministro
de Instrucción Pública; me decía: "Usted protege en México a los reaccionarios que
salen de Tabasco." Me decía: ~'Usted ayuda a tal o cual perseguido político que se
refugia en México", una porción de cargos vagos de esa índole, que yo espero me
hará el honor de leer cuando llegue la discusión de mi credencial, porque en este
momento estoy hablando en pro de la credencial del señor licenciado Martínez de Es-
cobar. Señores diputados: No quiero cansar vuestra atención, puesto que pronto ten-
dréis oportunidad de escuchanne en mi defensa, no es, pues, el momento oportuno
167
más que de rectificar este hecho: es falso, completamente falso, que yo me ocupe de
la personalidad del señor Escobar. En una ocasión dije al simpátíco y distinguido
intelectual señor De los Ríos, que su edad, que su aspecto físico, era peligroso, y que
en el mismo caso estaba el honorable señor secretal'io de las juntas preparatorias;
esta broma obligó al señor De los Ríos a pedir por telégmfo su acta de nacimiento;
es una broma de corrillo; pero el señor Martínez de Escobal' vio en mí a un ser
horrible, tenebroso, brutal. Se habla de que yo había organizado un bloque rojo con
las ideas reaccionarias, y no hay aquí uno solo de los diputados que votaron con cé-
dula roja, que pueda decir que yo les he _invitado pam que alguna vez formáramos
un bloque. Así se hace la política cuando se sirve a un amo, cuando se utiliza para
ganar dinero, porque así se hace la política esa, de intrigas y de personalismos. Yo,
señores diputados, no quiero ni purificarme ni limpiarme; cuando llegue la hora de
la discusión de mi credencial, voy a decirles como les digo: yo no tengo el plumaje
del cisne; ¡quién sabe si al pasar por los vericuetos de la política, alguna que otra
mancha de lodo todavía se conserve entre mis plumas, a pesar de todos los sacrificios
que he tenido en el servicio de la revolución! Pero, señores, me dirijo a la juventud que
no se alquila, que no se vende, que no se presta a esa clase de maquinaciones. Recor-
dad el cuento francés, aquel hermoso y fantástico cuento que se refiere a dos viajeros
que se encuentran en el camino de la vida, el uno que va, y el otro que viene: "Tengo
veinte años -dice el joven- y voy hacia la vida, vaya recitar mis sonoros versos al
oído de las mujeres hermosas, que los escucharán con sonrisas." "Yo --dice el que va-
tengo cincuenta años, regreso de la vida; como vos, recité versos sonoros al oído de
las mujeres hermosas, que los escucharon con sonrisas." "Tengo veinte años ---dice el
otro-- vaya la vida, porque voy a luchar por el ideal." "Cincuenta años tengo, y en
la vida luché por el ideal." "Tengo veinte años, voy a servir a los débiles, a tender
mi mano generosa a todos los que hayan menester." "Como vos, pretendí en la vida
-responde el viajero que va- tender mi mano generosa a los hombres que la habían
menester." Al despedirse sonriendo los dos viajeros optimistas, el mayor dijo al menor:
"Pero escuchad, joven; cuando volváis, decid lo que yo os he dicho ahora: no les digáis
que el ideal no es más que el ideal para los hombres; que las mujeres escuchaban
distraídas los versos sonoros; que los pobres mordían la mano piadosa que se les tendía.
Joven: hay que conservar la esperanza en el corazón de la juventud." Yo digo hoy
esto a la juventud de la Cámara: no imitéis, señores, a los jóvenes que se alquilan;
imitad, señores, a los jóvenes que luchan. (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Navarro.
-El C. Navarro Gilberto M.: Aquí está el campesino a dirigirse a la honorablE"
Asamblea. Dije en las últimas frases de mi anterior discurso, que si el señor Martínez
de Escobar demostraba lo contrario, le estrecharía su mano y lo felicitaría. También
al principio de mi discurso anterior dije que hubiera deseado y que hubiera estado más
conforme con que mi credencial se hubiera discutido. El señor Escobar debe estar con-
forme, porque ya lo conocen; pero un campesino que a honra tiene vivir en un pueblo
que fue la cuna de la Independencia, un pueblo desgraciadamente olvidado por todos
los Gobiernos, también me es muy satisfactorio, y para muchos de los presentes, haber
encontrado a competentes ciudadanos como los que fueron antes ministros, como los
que son ahora abogados consultol'es; es mucha honra para nosotros, hombres sencillos
que vinimos de la provincia, haber tenido que entablar una discusión con tan ilustra-
das personas y tan dignas como los señores que acaban de hablar. Mis conceptos son,
efectivamente, completamente de provinciano; pero son sinceros, son verdaderos, los
veis, reitero mis palabras. Con respecto al señor Palavicini, que dice el señor Martínez
de Escobar que me ha sugestionado, no es exacto, señores, soy demasiado viejo, tengo
cuarenta años y no he de ser sugestionado. Por otra parte, soy revolucionario activo;
168
más de seis u ocho personas me conocen; pero usted, ¿qué méritos ha hecho? Usted
ha dicho que me han sugestionado; no, señor, ya estoy un poco grande. Pero el señor
Escobar, respetable abogado a quien tengo el honor de dirigirme, no nos ha dicho
nada de lo que hizo antes del cuartelazo; es lo único que no nos ha dicho; por lo de-
más, insisto y repito que si el señor Escobar logra sincerarse, pues hombre, vuelvo
a decirle que entonces debe estar agradecido, porque yo lo he tratado con cortesía,
yo me permitiré estrecharle la mano; pero le estimaré que me haga favor de decirme
¿ qué hizo antes del cuartelazo? Por otra parte, si la ley juzga conveniente. .. (Mur-
mullos.) Señores: El Reglamento de la Cámara nos dice que podemos hablar tres
veces en pro y tres en contra; pero si la honorable Asamblea ya cree suficientemente
discutido el punto, pues entonces he concluido, señores.
-Un C. secretario: La Presidencia pregunta..si está suficientemente discutido el
punto. (Voces: ¡Sí!) Se procede a la votación del dictamen: los que estén por la afir-
mativa, sírvanse poner de pie. Aprobado.
-El C. Palavicini: Ruego a usted tome nota de que, a pesar .de que es votación
económica, estoy votando en pro.
-Un C. secretario: La Presidencia declara que es diputado propietario por el ler.
distrito electoral del Estado de Tabasco, el ciudadano Rafael Martínez de Escobar.
(Aplausos.)
13
-Un C. secretario: El dictamen relativo al señor Ignacio Roel, como diputado pro-
pietario por el ler. distrito electoral de la Baja. California, dice:' "Es válida la elección
del C. Ignacio Roel para diputado propietario por el ler. distrito electoral de la Baja
California, por haber obtenido mayoría de votos, estar arreglados los expedientes elec-
torales conforme a la ley, por no haber objeción alguna."
Está a disc\lsión la credencial. Los diputados que quieran inscribirse en pro o en
contra, pueden pasar a la Mesa.
-El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Juan de Dios Bojórquez.
-El C. BojórQuez: Señores: No es precisamente que yo venga a hablar en contra
del ciudadano presunto diputado Ignacio Roel; sino que trato de traer al tapete de la
discusión un asunto más delicado y de más trast:endencia.
Como habéis oído, se trata de la representación del ler. distrito electoral de la
Baja California; y como a muchos de vosotros consta, ese distrito de la Baja Califor-
nia, es decir, el Distrito Norte, no E!stá perfectamente controlado por el Gobierno.
Estamos ante un caso particular, delicado y de mucha trascendencia.
Yo sé, señores, que en la Baja California, que en aquella Entidad, domina un ex
federal, el coronel Cantú, y. que él no está del todo sometido al Gobierno revoluciona-
rio; yo sé que todos los empleados que son destituidos del resto del país, del Gobierno
de la revolución, tienen muy buena acogida en aquel rincón, que se trata de substraer
al dominio del Gobierno; yo sé que los empleados que van de Sonora destituidos por la.
intransigencia revolucionaria de don Adolfo de la Huerta, van también a la Baja Cali-
fornia y allí son perfectamente admitidos. Por todos estos motivos, insistimos en que
la Representación Nacional ponga los puntos sobre las íes y sepamos de una vez por
todas si hemos de aceptar o no la credencial del señor Roel, porque no es nuestro;
aunque fuera un revolucionario completo, no lo podríamos admitir antes de estar per-
fectamente seguros de ello. Por eso, señores, he dicho que este es un asunto de mayor
importancia, de mayor trascendencia de lo que se· supone. Sé perfectamente que antes
de plantearlo podría haber recogido algunos informes, podía haber pedido datos a la
Secretaría de Gobernación; pero no lo he hecho, realmente, para no obrar sugestionado.
Yo pido que cada vez que se presente un asunto de trascendencia, cada vez que se
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presente un asul!-to como el de que se trata, a esta Representación Nacional, de una
persona que tenga esos compromisos, contraídos con las personas que votaron para que
viniera a representarlas aquí, se estudie si hemos de admitir al representante de un
distrito que no está controlado perfectamente por la revolución.
-Un C. presunto diputado: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: La tiene el señor Roel, inscripto en 'Pro.
-El C. Roel: El señor Bojórquez está absolutamente mal enterado, porque desde
el año pasado, en una conferencia que tuve yo personalmente como enviado del Go-
bierno de la Baja California, se trató este asunto con el general Obregón. Está per-
fectamente de acuerdo el Distrito Norte de la Baja California y hace obra revolu-
cionaria; de manera que no hay razón para esto. Esto se puede consultar perfecta-
mente con el Gobierno de facto; el Gobierno de facto ha dado sus órdenes para que
se hagan elecciones en ese distrito. Queda contestado el señor Bojórquez.
-El C. De los Santos: Pido la palabra, señor presidente, para asentar un hecho.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Samuel de los Santos, para asen-
tar un hecho.
-El C. De los Santos: Muchos de nosotros tenemos la plena convicción de que el
Distrito Norte de la Baja California no está perfectamente controlado por el Gobierno.
El señor Cantú enclavado en aquella península, reconoce a todos los Gobiernos que
triunfan en México, solamente para el hecho de sacar dinero y pertrecharse; y es
cierto 10 que dice el señor que acaba de hablar: l'econoció al Gobierno de acuerdo con
el señor general Obregón; pero ahora no está en poder del Constitucionalismo la
península; obrando como quiere, no respeta ninguna orden del Gobierno. (Aplausos.)
-El C. Roe}: A raíz del arreglo tenido con el general Obregón, el Gobierno de facto
recibió cien mil pesos (Voces: ¡Se dice el Gobierno de la revolución!); recibió cien
mil pesos, 01'0 nacional, el Gobierno del señor Carranza, en vez de invertirlos allá el
coronel Cantú; ex federal, como todos ustedes dicen, es diferente de los otros ex fe-
derales. (Voces: ¡No! IN o!) Sí, señor; es absolutamente diferente, y ha habido ya
comisiones del Gobierno actual que han comprobado los hechos, que han ido a ver la
obra revolucionaria hecha allí; un gran número de personas están mal informadas
por la prensa; pero la prensa, de una manera general, obra en un sentido ... (Voces:
¡No se oye!) Eso se puede consultar perfectamente a la Secretaría de Gobernación;
de esa mapera se zanja la cuestión. Yo puedo, si ustedes quieren, describirles .la
obra llevada a cabo en el Distrito N arte (Voces: ¡ Ya la conocemos!) ustedes no la
conocen; ustedes no conocen nada.
-El C. De los Ríos: Pido la palabra para una moción de orden: que se vayan
apuntando todos. los que deseen hablar.
-El C. De los Santos: Pido la palabra para un hecho: yo no impugno la candi-
datura del señor Roel; me consta y está en la conciencia de nosotros que, efectivamente,
el señor Cantú es muy diferente de los demás ex federales.
-El C. Roel, interrumpiendo: Sí, señor, es patriota el señor Cantú.
-El C. De los Santos: A todo mundo nos consta, a la mayoría de los que estamos
aquí y que tenemos conocimiento de los hechos, que el señor Cantú no obedece las órde-
nes de la Primera Jefatura; que el señor Cantú hace todo lo que se le da la gana
en aquella apartada región.
-El C. Bojórquez: Pido la palabra para hacer una moción suspensiva. Yo pido
que se solicite un informe a la Secretaría de Gobernación para continuar esta discu-
sión. (Voces: ¡Sí! ¡Sí!)
-Un C. presunto diputado: Nosotros no podemos seguir un debate sobre un asun-
to que está todavía por dilucidarse. Es muy grave que el distrito Norte de la Baja
California se quede sin representante. Así es que creo que es necesario que el Go-
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bierno informe, que diga la Primera Jefatura si está controlado o nOj pero esta pro-
posición debe hacerse por escrito, para tramitarla debidamente.
-El C. Múgica: Para una moción de orden, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palaBra el ciudadano Múgica.
-El C. Múgica: Yo creo que una vez que hemos comenzado, no debemos dejar
pasar ni un solo momento. El asunto es más grave de 10_ que parece. Pido al señor
presidente que se sirva ordenar que la secuela de esta discusión siga conforme al Re-
glamento de la Cámara.
-El C. Rivera: Soy de la opinión del señor Múgica. Un solo hecho os voy á citar,
señores diputados, para que sepáis quién es el general Cantú, porque todavía sigue
su labor traidora a la patria por el mismo sistema que siguió el Ejército Federal. Allí
está el señor Palavicini que no me dejará mentir. Hace tiempo el Gobierno constitucio-
nalista, preocupado por aquel- jirón de tierra mexicana, mandó una comisión de maes-
tros para que fuera a sacar del obscurantismo a los habitantes de la Baja California.
El Gobierno, haciendo sacrificios, envió a aquellos maestros, pagándoles en oro, con
todas las comodidades y con una gran cantidad de libros, y el ex federal Cantú los
ha devuelto a México con todos sus libros.
-El C. Palavicini: Es cierto.
-El C. Rivera: El ha dicho a mis compañeros que tenía sus empleados allí, que
él no necesitaba empleados del Gobierno constitucionalista, que les daba las gracias
y que podían retirarse cuanto antes; el señor Palavicini no me dejará mentir; por se-
gunda vez yo pregunto, señores, si este individuo que así obra no sólo en el ramo de
Instrucción Pública, sino en el ramo de Hacienda y en otros ramos, este individuo
que, temeroso de que mañana llegue el Ejército constitucionalista a castigarlo como
se merece, se pasa las noches a dormir al lado americano, dando pruebas de cobardía;
los procedimientos de este individuo nos demuestran que quiere substraer ese pedazo
de tierra mexicana del control del Gobierno constitucionalista, ¿ merece nuestra con-
fianza? Yo no sé qué pensar sobre estos hechos, y la verdad, señores, es que yo no
iba a pedir la palabra en contra del diputado por la Baja California; pero ahora, en
vista de la defensa que acaba de hacer del señor Can tú, pido que, por el decoro na-
cional, no lo admitamos aquí en el seno del Congreso Constituyente; ¿ quién nos dice
que no es el enviado de Cantú, que no es de los que conspiran contra la patria me-
xicana? (Aplausos nutridos.) Es necesario, señores, que veamos las cosas desde un
punto de vista práctico; ya es fuerza que dejemos a un lado sentimentalismos, pre-
juicios; cuando estamos en el campo revolucionario, entonces sí queremos ser radi-
cales, queremos hacer caer las cabezas de los traidores; pero apenas llegamos a los
salones palaciegos, apenas llegamos a las ciudades, nos volvemos sentimentales; enton-
ces creemos que todos son revolucionarios; y no, señores, en la República Mexicana
no son todos revolucionarios, ni están aquí todos los que son. (Aplausos.)
Para tenninar, señores, os pido que con toda energía desechemos de este Congreso
al representante dI'! Can tú, porque él no es el representante de la Baja Calífornia.
-El C. Pesqueira: Señores, el señor Roel no es el representante de Cantú, es el
representante del pueblo de la Baja California, y aquel pueblo nos merece confianza.
-El C. Bojórquez: Pido la palabra, señor presidente, para una moción de orden.
Allí tenemos una proposición para una moción suspensiva y suplicamos se dé la lectura.
-Un C. secretario: (Leyó una moción de los CC. Bojórquez y López Lira, pi-
diendo se suspenda la discusión mientras no se recaben datos oficiales.)
-El C. Reynoso: Pido la palabra. Que se lea el artículo 108 del Reglamento.
-El C. secretario, leyendo:
"Artículo 108. En este último caso, se leerá la proposición y sin otro requisito que
oír a su autor, si la quisiere fundar y a algún impugnador, si lo' hubiere, se ~regun-
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tará a la Cámara si se toma en consideración inmediatamente. En caso afirmativo, se
discutirá y votará en el acto, pudiendo hablar al efecto tres individuos en pro y tres
en contra; pero si la resolución de la Cámara fuese negativa, la proposición se ten-
drá por desechada."
Se pregunta al señal" Bojórquez si desea fundar su moción.
-El C. Bojórquez: El señol" López Lira va a hacerlo.
-El C. López Lira: Señores diputados: no vengo a hacer un discurso, no vengo
más que a decir a ustedes cuáles han sido las ideas que me sugirieron formular esa
moción suspensiva. El asunto es sumamente importante; es preciso que la Cámara
tenga todos los da tos necesarios, datos que sólo puede proporcionar la Primera J eia-
tura, para que podamos resolver. No es posible excluir de un golpe a una porción de
esta misma patria mexicana, que deseamos que esté representada en este Congreso;
en consecuencia, esta moción suspensiva no sería más que una justificación de la Cá-
mara, de manera que sin tener absolutamente inclinado mi criterio, y precisamente
porque no 10 tengo inclinado en ningún sentido, es por lo que he presentado esa mo-
ción con el señor Bojórquez, para que puedan recabarse aquí todos aquellos informes
que nos han de ilustrar nuestro criterio. Si el señor Can tú, si el señor que se dice
representante de la Baja California, si el dueño de la credencial que se toca, es consi-
derado como representante del pueblo de la Baja California, si efectivamente lo es~
la Primera Jefatura es la única que puede decir, es la única que puede expresar qué
relaciones existen entre el Gobierno de la revolución y la península de la Baja Cali-
fornia. Una -vez hecho esto, lo aceptaremos o lo desecharemos de este Congreso. Yo
suplico, pues, a la Cámara, que vea en esta proposición nuestra, únicamente el deseo
de que al discutirse este asunto se tengan todos los datos suficientes para dar un fallo
justificado, porque también sería peligroso que arrojáramos de la Cámara a un re-
presentante, y esto pudiera también producir dificultades entre nuestro Gobierno, entre
el Gobierno de la República Mexicana y el de aquella península de México. De manera
que yo suplico con todo respeto a la Asamblea, que se sirva aceptar esta proposición.
-El C. Cabrera: Reclamo el orden.
-El C. Múgica: Señores diputados: en este asunto que se ha traído al tapete de la
discusión, hay algo más grave que el deseo que todos los l'evolucional'ios aquí reunidos
tenemos de que los representantes de los pueblos que constituyen la República Mexica-
na sean dignos de que hayan venido legítimamente ungidos por el pueblo a quien
vienen a representar, y de que nosotros los podamos tomar en consideración. Bajo esos
principios, es más grave de lo que parece que la Cámara no ha visto hasta estos mo-
mentos lo que se relaciona con la cuestión internacional, y que podríamos perjudicar
los intereses nacionales si tomamos en consideración, así nada más de plano, que la
Baja California está substraída al control del Ejército constitucionalista.
En efecto, señores, la historia de la Baja California es muy conocida para todos los
revolucionarios y principalmente para aquellos que habitan los Estados de la costa del
Pacífico. Ellos indudablemente están más informados que nosotros. Es cierto que en
la Baja California se trafica con los ricos yacimientos, ya sea de perlas o de minera-
les que hay en aquella parte de la República; es cierto también, señores, que el federal
Cantú está ·apoderado del poder; también es cierto que el Gobierno constitucionalista ha
reconocido tener dominio sobre aquella península, y no se ha hecho ninguna excepción
cuando se trató de convocatorias generales a las que pertenece la convocatoria para
diputados al Congreso Constituyente.
Si el Gobierno constitucionalista hubiera sabido perfectamente bien que la Baja
California estaba substraída al régimen que actualmente domina en México, lo hubiera
así expresado la ley de com·ocatoria, y si nosotros siguiéramos manifestando duda, le
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daríamos un argumento más al coloso yanqui para argumentar taimadamente sobre
la desmembración de nuestro territorio; sobre este punto de vista es sobre el que quiero
llamar la atención de vuestras señorías, porque es muy importante.
Señores: supongamos que el ex general Cantú no tiene más ley que su capricho,
que no reconoce más autoridad que la de su voluntad, pero que aparentemente dice que
está sujeto y reconoce al Gobierno que hay en México. ¿ Qué más queremos nosotros
para nuestra organización? ¿ Qué pensará la cancillería americana al saber que de esta
Cámara se ha arrojado a un representante de la Baja California? Por eso es que
debemos aceptarlo, aunque aquel ex general sea enemigo del Gobierno constituciona-
lista, y nosotros debemos considerar por todos conceptos, que la Baja California está
controlada por nosotros y qUe pertenece al territorio nacional. (Aplausos.)
-Un C. secretario: Se pregunta a la honorable Cámara si se toma en consideración
inmediatamente la moción suspensiva, o no se toma. Los que estén por la afirmativa
que se sirvan ponerse de pie. Queda desechada la proposición. El Reglamento man-
da que luego siga la discusión. Se ruega a los señores diputados pasen a inscribirse.
-El C. Palavieini: Señor presidente: suplico a su señoría que se lea la lista de los
Qradores que se inscribieron en el pro y en el contra, para que sepan los señores dipu-
tados quiénes son los que van a hablar.
-Un C. secretario leyó dicha lista.
-El C. Cepeda Medrano: El señor Meade Fierro y yo somos los dos representan-
tes de Coahuila, que vamos a hacerle cargos al señor Ignacio Roel; en tal virtud, se
debe comenzar por los oradores del contra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Cepeda Medrano.
-El C. Cepeda Medrano: Señor presidente, cedo la palabra al señor Meade Fierro,
que estuvo algún tiempo en San Pedro de las Colonias y tiene algunos cargos que ha-
cerle al señor Roel.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Meade Fierro.
-El C. Meade Fierro: Honorable Asamblea: yo no vengo en estos momentos a
hacer ningún cargo al ex federal Canm. En un periódico que yo dirigí en la ciudad de
San Antonio, Texas, llenamos aquellas páginas de dicterios, de terribles acusaciones
contra ese hombre, que había sido ren funesto no solamente para los intereses de la
revolución, sino para los intereses de la patria; yo vengo, señores, desde luego a diri-
gir una pregunta al señor Roel; quiero que tenga usted la bondad de contestarme si
estuvo usted radicado en el pueblo de San Pedro de las Colonias.
-El C. Roel: Sí, señor.
-El C. Meade Fierro: Después de esta pequeña aclaración, señores, porque no
estaba seguro de que el ~ñor Roel fuera la personalidad que estuvo en aquel pueblo,
vengo, señores, a colocar a su señoría, el señor Roel, directamente bajo la acción del
artículo 49. El señor Roel, señores, fue un porfirista; el señor Roel, fue un enemigo
fonnidable de la revolución constitucionalista. Yo sé que de una manera muy poco
honrada para el señor, tuvo que salir huyendo del pueblo a la entrada de las fuerzas
constitucionalistas. Desde entonces, señores, jamás en el seno de la revolución se oye
hablar lo más mínimo sobre la personalidad del señor.
Al llegar a esta histórica ciudad, con grande sorpresa lo vi aquí, y mayor fue mi
sorpresa cuando lo vi en el seno de esta representaci6n. ¿ Cómo, de qué manera ha po-
dido colocarse un individuo de tan malos antecedentes políticos, en el seno del Congreso
Constituyente? No lo sé.
Se necesita, señores, una de aquellas maquinaciones muy propias del ex federal
Cantú; se necesita, señores, una de aquellas cosas que están fuera del alcance de los
revolucionarios para encontrar a una persona de los antecedentes políticos del señor
Roe1 al lado de tan distinguidos revolucionarios como los que integran el actual Con-
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greso Constituyente; así, señores, si él cae directamente bajo la acción del artículo 49,
debemos desecharlo terminantemente, forzosamente, porque en ello va de por medio la
dignidad del Congreso Constituyente. Está bien, señores, que pongamos en tela de jui-
cio, o mejor dicho en tela de duda a aquél de los nuestros que quiso prestar sus ser-
vicios al Gobierno usurpador en la ciudad de México, y después ha prestado servicios
eminentes a la revolución. ¿ Y debemos ahora discutir una credencial de un represen-
tante de aquella península que ha sido substraída al Gobierno de la República y que
sigue siéndolo? No, señores, no debemos de vacilar un solo momento; esos sí deben
salir de esta representación, porque son enemigos de nuestra causa, porque induda-
blemente su presencia es un motivo de obstáculo para que podamos llegar a un feliz
resultado de nuestros trabajos. Por eso, señores, si el ex federa.l Can tú, corno se dice,
ha estado substraído a la acción del Gobierno constitucionalista y ha sido enemigo de
la revolución, debemos considerar nula la campaña electoral; por lo tanto, las eleccio-
nes que se hayan verificado en aquel distrito no podemos aceptarlas como válidas ni
como buenas. El señor Roel ha prestado por ese mismo hecho servicios a un enemigo
de la causa de la revolución, que directamente caen bajo la sanción del artículo 49,
por lo tanto, yo invito a la honorable Asamblea a que, dejando a un lado la conside-
ración sobre si la Baja California está o no substraída al Gobierno revolucionario, nos
fijemos únicamente en que el señor Roel cae bajo la sanción del artículo 49, porque el
señor Roel ha sido enemigo de la revolución y por lo tanto debemos desecharlo.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rivera Cabrera.
-El C. Rivera Cabrera: Señores diputados: por muy pocos momentos voy a ocu-
par vuestra distinguida atención en el caso de que se trata, en el caso de la Baja
California, que se dice substraída a la acción del Gobierno constitucionalista. Sobre
este particular casi ya está hecha una defensa, y una defensa brillante, por el señor
general Múgica. Puede dividirse la contienda en estas dos partes: primera, si efecti-
vamente esa porcjón de nuestra querida patria está substraída al control del Gobierno
constitucionalista; y segunda, sobre la personalidad del señor Roel, que trae la cre-
dencial que lo acredita como representante de uno de los distritos de aquella península.
No debemos, por alto patriotismo, dejar por ningún motivo que aquella porción de
nuestro territorio esté substraída a la acción de nuestro Gobierno, porque sería tanto
como que el Congreso Constituyente, esta honorable Asamblea de la cual está pen-
diente el mundo entero, le diese patente de independencia a la Baja California. (Voces:
¡Bien! ¡Muy bien!) No debemos dejar ni un momento la discusión sobre este particu-
lar, porque entonces sí, a nuestros enemigos, aquellos que allende el Bravo están de mo-
mento a momento y sin perder ocasión, urdiendo los más fatídicos planes para el Gobier-
no que encabeza el ilustre don Venustiano Carranza, les daremos pasto abundante para
que arraiguen intrigas, siguiendo por el camino tenebroso que ya han iniciado en aque-
llos corazones yanquis; mas, en aquellos corazones de nuestros enemigos del Norte, que
no desperdician ocasión para desencadenar sobre nuestra amada patria la tempestad
más negra y más terrible que puedan imaginarse los cerebros humanos; por consi-
guiente, es indudable que debemos aceptar como buenas las elecciones hechas y dar-
les nuestra aquiescencia en lo general y en lo particular también. Por 10 que toca al
señor Roel, el señor Meade Fierro, distinguido periodista del Norte y que yo sé ha
prestado muy buenos servicios a la causa c.onstitucionalista, no le hace absolutamente
ningunos cargos concretos; ha dicho nada más que fue un porfirista, que es un enemi-
go formidable de la revolución, mas no nos dice nada que haga nacer en nosotros una
~ospecha de que el señor Roe}, efectivamente, es un enemigo de la revolución. Además,
la sanción del artículo 4Q de la ley de convocatoria a elecciones no dice nada en gené-
ral sobre este particular. Se refiere únicamente a aquellos que, con las armas en la
mano o sirviendo empleos, hayan demostrado ser hostiles al Gobierno constitucionalis-
174
tao Por 10 expuesto, señores, yo invito a ustedes para que den un voto favorable al
señor Roel.
-El C. Meade Fierro: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano José Rivera.
-El C. Rivera: Señores diputados: soy de la juventud que llega, no tengo, por lo
tanto, odios ni rencores para nadie; y al principiarse la discusión de la credencial del
señor Roel, confieso con sinceridad que me iba a inscribir en pro; pero luego que oí
la defensa que intentó hacer del ex federal Cantú~ cambié de opinión, y entró en mi
alma la convicción de que el representante del pueblo de la Baja California es repre-
sentante del señor Cantú. Alguien interpretó mal mis palabras, creyó que yo pedía
que al desecharse la credencial del señor Roel desechábamos un pedazo de tierra me-
xicana. No, señores; yo, como miembro del ejército constitucionalista y como maestro
de escuela, jamás permitiré, mientras corra una gota de sangre por mis venas, que mi
patria pierda un solo grano de arena de su territorio. (Aplausos.) Yo no tengo mucha
experiencia, señores, yo no he andado por los· vericuetos de la política; pero no sé por
qué intuición, no sé por qué razón me doy cuenta de quiénes son los que tratan de
lucrar a nombre de ella. Se me dirá, y alguno decía: el señor Roel eS representante
del pueblo de la Baja California, no es representante de Cantú. Perfectamente, es-
toy de acuerdo; pero pregunto yo esto, señores: supongamos que el mineral de Huautla,
en donde según tengo noticias reside Zapata, figura un distrito electoral; aquel distrito
está substraído al Gobierno constitucionalista; supongamos que nos viene un repre-
sentante de ese distrito; nosotros, como es natural, 10 rechazamos porque está en la
conciencia de todos nosotros que esa elección es ilegal; al pedir la palabra para decir
que se deseche al representante de Huautla, ¿ quiero decir que se arranque ese pe-
dazo de tierra de nuestra patria? Claro que no. Yo lo que entiendo es que reconoce-
mos comO ilegal esta elección y que aceptemos únicamente a los representantes legales
de los distritos electorales de la República; todavía más, señores, algunas personas
se ponen a pensar que qué dirá el yanqui allá en la frontera, cuando vea que desecha-
mos al representante de la Baja California. Ustedes saben que los extranjeros son más
prácticos que nosotros; yo os aseguro que van a reírse también cuando sepan que acep-
tamos al representante de la Baja California o que lo desechamos, porque es público
y notorio que la Baja California está substraída al Gobierno constitucionalista. Toda-
vía más, quizá digan que es la muestra de cómo hacemos las elecciones aquí, con
chanchullos, y que está formado el Congreso Constituyente por representantes de mu-
chas regiones que, dicen ellos, están substraídas al Gobierno. Yo quiero precisamente
que les demostremos con hechos claros, que los representantes del pueblo venimos
aquí porque estamos legalmente reconocidos y venimos de pueblos que reconocieron
ya al Gobierno constitucionalista y que están bajo el dominio de este Gobierno. Así,
pues, al señor Roel, person~lmente, no tengo cargos que hacerle; los cargos que se le
hacen son de conveniencia pública, de conveniencia política.
Por otra parte, yo respeto el fallo de vosotros. Hace más de cien años un fustigador
de las monarquías decía: IILos reyes nos parecen grandes, porque los vemos de rodi-
llas; levantémonos hasta ellos." Yo, que no reconozco más majestad que la Demo-
cracia, no de pie, sino de rodillas, me pongo a implorarle para que oS dé luces para
resolver este caso. (Aplausos.)
-Un C. secretario: Se pregunta a la Asamblea sí considera suficientemente discu-
tido el punto. (Voces: ¡No! ¡No!)
-Un C. presunto diputado: Pido la palabra. Yo creo que es necesario esperar el
informe que rinda el Gobierno constitucionalista. (Voces: ¡No! ¡No!)
-El C. Ilizaliturri: Señores: ha incurrido en confusiones lamentables el maestro
de escuela que me acaba de preceder en el uso de la palabra y a quien no puedo feli-
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citar por su sabiduría. El doctor Roel no representa al federal Cantú; venimos a re-
presentar a nuestros conciudadanos que nos han honrado con sus votos. Nosotros no
podemos negar a nuestros hermanos, los habitantes de la Baja California, el derecho
de tener un representante en el Congreso Constituyente: el que les nieguf!' ese derecho,
cometerá el delito que se llama traición a la patria. (Risas. Siseos. Voces: ¡No! ¡No!)
Sí, señores.
-El C. Bojórquez: Señores: cuando vine por primera vez a esta tribuna, dije que
yo no tenía datos precisos, cargos concretos que hacer contra el señor Roel, y lo dije
a pesar de que por allí las malas o las buenas voces habían llevado hasta mí la noti-
cia de que Cantú es enemigo acérrimo de todo lo que significa revolución; ··por eso
quise dejar la palabra al representante del Estado de Coahuila, que lo conoce mejor;
pero ahora quiero hacer hincapié solamente en este hecho: con insistencia, con verda-
dera insistencia, el señor Roel ha llamado Gobierno de facto al Gobierno revoluciona-
rio, y una persona que no está absolutamente comprendida dentro de ese Gobierno, no
puede llamar de otra manera que Gobierno de facto a nuestro supremo Gobierno.
(Aplausos.) Por eso, señores, vengo a pedir de vosotros que votéis en contra de su
credencial.
-El C. López Lira: Pido la palabra, señor presidente, para un hecho y una in-
terpelación.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. López Lira: La Asamblea, en su alta soberanía, desechó la moción suspen-
siva. Yo desearía que la Asamblea hubiera podido darse cuenta exacta del asunto y
que no se puede resolver en qué condiciones está la Baja California respecto del Go-
bierno constitucionalista, si no sabemos si está verdaderamente en poder del Gobierno
constitucionalista, del Gobierno de la República. Yo suplico a la Comisión que se sirva
informar con la mayor amplitud en qué condiciones se encuentra el expediente del
señor Roel.
-El C. De los Santos: Pido la palabra, señor presidente, para una aclaración.
-El C. presidente: Tiene la palabra el' ciudadano Samuel de los Santos, para una
aclaración.
-El C. De los Santos ~ Todos hemos oído de boca del señor Meade Fierro y de
boca de otros señores, que el señor Roel es enemigo acérrimo de la revolución; no
hemos oído cargos concretos, y yo pregunto al señor Roel: ¿ por qué salió huyendo de
San Pedro de las Colonias cuando entraron las fuerzas constitucionalistas? El señor
Roel no nos ha dicho por qué. Tenemos también conocimiento, por otras palabras
vertidas aquí, que todos los empleados destituidos por el Gobierno constitucionalista
van allá a la Baja California; que todos los individuos que algún disgusto tienen con
el Gobierno constitucionalista, van a la Baja California; y no sería remoto que el se-
ñor R~el, que salió huyendo a la entrada de las fuerzas constitucionalistas, no haya
parado en su fuga sino hasta la Baja California. La Asamblea necesita aclarar este
punto: si el señor Roel es o no enemigo de la revolución, y si el señor Roel fue acep-
tado por el señor Cantú y votado en las elecciones.
-El C. Manzano: Pido la palabra, señor presidente, para una moción de orden.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano José Manzano, para una moción
de orden.
-El C. Manzano: Se está dilucidando en la Cámara un asunto de verdadera trascen-
dencia, de verdadera importancia. Hace poco ordenó su señoría que fueran desocupadas
las galerías; está bien que hay allí personas que pueden guardar el sigilo necesario;
pero hay allí hasta muchachos, que creo no guardarán el sigilo y, por tanto, no conviene
que estén presenciando la sesión.
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-Un C. secretario: Por orden del señor presidente se vuelve a llamar la atención
de las personas que ocupan las galerías, que deben abandonar el salón.
-El C. Roel: El único cargo público que he ocupadQ ha sido el de médico munici-
pal, en la época del señor presidente Madero. Hubo combates el día 6 de marzo de
1913; he operado y curado en compañía de otro doctor a .los revolucionarios heridos,
y si hubiera sido yo enemigo de la revolución, los hubiera vendido; lo que he hecho es
salvar a todos de las garras de la usurpación. Eso es lo que contesto al señor general
De los Santos. Salí de San Pedro, porque no soy hombre de armas y, además, tenía yo
un enemigo personal que había malentendido el programa de la revolución en su favor.
Está contestado lo que dijo el señor general De los Santm'i.
-El C. Truchuelo: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Truchuelo: Yo suplico a la Presidencia se sirva interpelar al señor Roel
para que diga si es o no empleado del ex federal Cantú, y si este ex federal está
considerado como enemigo de la patria. También es absolutamente preciso que expli-
que el por qué de esta alabanza, porque creo que es la mejor prueba de que estaría
comprendido en el artículo 49.
-El C. Roel: Vuelvo a repetir que no he servido sino durante el Gobierno del se-
ñor Madero, en que fui médico municipal, y servía al pueblo de San Pedro. Si dije
algo en favor del coronel Cantú, fue por amor a la verdad y a la justicia.
-El C. De los Santos: ¿ Por qué lo llama usted patriotá?
-El C. Roel: Porque ha hecho obra revolucionaria en el Distrito Nórte de la Baja
California, yeso lo pueden decir los' que han visitado el Distrito Norte y lo puede
comprobar indudablemente el señor general Obregón, que tiene datos sobre el particu-
lar, de una persona de confianza. Poi' esa razón he hablado en favor del coronel Can tú.
-El C. Truchuelo: Pido la palabra. No ha contestado la interpelación.
-El C. Roel: No está substraída, señor Truchuelo, está bajo las órdenes del Go-
bierno Constitucionalista. En la prensa se ha asentado un sinnúmero de falsedades; pero
se han contradicho todas. Dije yo que era un patriota, porque en el tiempo que esta-
ban muy tirantes las relaciones entre nuestro Gobierno y el Gobierno americano, en
el Distrito Norte se hicieron preparativosj sabían que iban a ser las primeras víctimas,
porque allí no hay salida ni teníamos hacia dónde retirarnos, y allí no hay un solo
individuo que haya pensado en cercenar el Distrito Norte de la Baja California; allí
todo el mundo está con el Gobierno constitucionalista, a pesar de las malas informa-
ciones de la prensaj estas informaciones de la prensa son consecuencia de que allí
no se paga a la prensa, como en otras partes.
-El C. Rivera: Me permito suplicar al señor Roel me diga si en el Distro Norte
de la Baja California hay casas de juego. (Siseos.)
-El C. Roel: Voy a decir al señor que el Distrito Norte antes era una carga para
la nación. Ahora, el Distrito Norte ha enviado dinero al Gobierno constitucionalista;
esta es una prueba de las condiciones del distrito. A propósito de lo que usted decía,
de que los maestros son regresados, aquí le voy a decir esto: el Gobierno inició sus
labores con dos escuelas; ahora cuenta con veintinueve; de manera que eso es hacer
obra revolucionaria.
-El C. Rivera: Categóricamente, señor doctor: ¿hay casas de juego?
-El C. Rivera Cabrera: El señor se ha salido de ]a discusión. Este debate debe
hacerse de acuerdo con el asunto que se está tratando.
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palavicini. Honorable Asamblea: Fue un error, sin duda alguna, el cometido
por la Asamblea, yeso es perdonable debido a que estamos iniciando apenas nuestros
177
debates, al no aprobar la mOClOn suspensiva, a fin de esperar infonnes sobre el par-
ticular; pero el hecho está consumado. En tal virtud, no nos queda más que una situa-
ción difícil que resolver, presentada por el señor Múgica brillantemente) con toda
exactitud; es decir: el hecho de que una cosa es que haya Gobierno enemigo, y otra
cosa que no sea nuestro ese pedazo de territorio. El señor Meade Fierro ha planteado
el asunto desde el punto de vista electoral; yo entiendo que la situación está precisa
y clara. Desde el punto de vista político, el Gobierno es el que nombró toda la orga-
nización de instaladores y escrutadores. Voy a decir al señor Roel que yo no me im-
puse la tarea de no atacar ninguna credencial; pero aquí la situación es verdadera-
mente grave para nosotros.
Aquí se trata de un representante del enemigo. Ahora bien; voy a probarlo, señor
Roel, voy a probar que sí es enemigio el Gobierno del señor Cantú del Gobierno de la
revolución y, debido probablemente a esto, muchos maestros de escuela, de los que se
remitieron a la Baja California, no los admitió; aunque la Constitución federal dice
que dependen de la Secretaría de Instrucción Pública todos los maestros de escuela de
la Baja California, dio toda clase de facilidades a los jefes políticos para la dismi-
nución del personal. Pero sabiendo que en el Distrito Norte de la Baja California existe
el Gobierno de Cantú, hostil a la revolución, preparó un contingente de maestros, por-
que, señores, la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes intentó hacer, por
indicaciones del señor Carranza, una labor revolucionaria, utilizando la propaganda, y
fueron enviados allá los maestros de escuela; se remitieron muchos libros de texto, que
tuvieron que dejar en la frontera; los maestros llegaron hasta la capital del Territorio,
y de allí fueron embarcados a la frontera, porque el señor Cantú ni siquiera los quiso
admitir allí; no permitió siquiera que trabajaran como empleados particulares. Estos
son los hechos que me constaban cuando desempeñaba la cartera de Instrucción Pública.
-El C. Roel: ¿ En qué época, señor?
-El C. Palavicini: No hace dos meses, señor; no puedo decirlo con exactitud. El
hecho es que Cantú hizo esto, contrariando órdenes de la Primera Jefatura; las se-
cretarías de Estado no son más que oficinas de trámite de las disposiciones de la Pri-
mera Jefaturfl; yo envié estos maestros por disposición del Primer Jefe, y el señor
Cantú los devolvió: este es un hecho concreto. El administrador de la Aduana fue
devuelto, porque el señor·Cantú había nombrado otro ya; este es un hecho concreto, y
son dos hechos concretos; pero va un tercero, con él no deseo que sea usted expul-
sado de la Asamblea, a pesar de mi buena voluntad; pero yo tendré un voto en contra
de su credencial, porque se trata de un asunto de patriotismo, y es, ante todo, el deber
de los que venimos a la Asamblea. El señor Cantú presenció las graves dificultades
internacionales; tenía mando de fuerzas en la Baja Calif~rnia. Entonces el señor gene-
ral Norzagaray, uno de los generales que se distinguieron en las batallas de León y
de Celaya, el señor general Norzagaray, que forma parte del Congreso Constituyente
y está presente, era comandante militar de una región próxima a la Baja California:
Nogales; el señor Norzagaray estaba en esos momentos difíciles y Cantú hizo decla-
raciones en este sentido: "yo, señores, seré neutral; este es un asunto de Carranza".
Pregunto al señor general Norzagaray si es cierto.
-El C. Norzagaray: Sí, señor.
-El C. Palavicini: Ahora, señores, no se trata de dejar sin representación a la
Baja California; se trata sencillamente de no admitir como representante a un indi-
viduo que ha salido de una organización electoral, una maraña administrativa que nos
es por completo ajena, ¿ quién nos responde que la buena fe de ex federal del señor
Cantú, con su actitud rebelde para la Primera Jefatura, actitud que yo protesto ha
tenido en el caso de la Secretaría de Instrucción Pública y en el de la Secretaría de
Hacienda, no fuera consecuente con su criterio, cuando ha declarado públicamente que
178
será neutral en una dificultad internacional? Yo lamento tener que hablar contra la
credencial de usted, señor Roel j pero no podemos admitir su representación los que so-
mos verdaderamente revolucionarios y los que somos radicales. (Aplausos ruidosos.)·
Señores: En las mentiras de los corrillos parlamentarios, desde que se iniciaron
estos debates, se forjó la ideá de dos grupos. Esto fue perfectamente falso y ficticio.
El señor Aguirre Berlanga, que es una autoridad en el asunto, ha declarado que nun-
ca ha tenido un bloque blancoj esto es verdad, señores, nunca existió más que en la
fonna de votar; tampoco existió un bloque rojoj pero el señor Rivera Cabrera, antes
de COmenzar las discusiones del Constituyente, declaró a la prensa que este bloque, del
cual era una cabeza luminosa el señor Rivera Cabrera, era radical, rojo o intransi-
gente; y que en cambio, los señores que habían aceptado votar con cédula blanca, estos
eran afines con los reaccionarios y tenían algo que ver con los conservadores y que-
rían que se impusiera una nueva dictadura al país. Tales son las declaraciones que
pudo hacer en "El Pueblo", donde las hizo; pues bien, señores, todavía no se inicia el
debate, y ya queremos hacer obra radical, lo hemos escrito así; pero Jo estamos pro-
bando ahora. (Aplausos.)
-El C. De los Santos: Suplico a su señoría pregunte a la Asamblea si ya está
suficientemente discutido el punto. .
-Un C. secretarió: Ya han hablado tres oradores por cada parte. La Presiden-
cia pregunta si está suficientemente discutido el asunto. (Voces: ¡Sí! ¡Sí!) Los que
estén por la afirmativa que se sirvan poner de pie. Está suficientemente discutido.
-Un C. presunto diputado: Pido la palabra. (Voces: ¡Ya no!)
-Un C. secretario: Se pone a votación el dictamen. ¿Quieren ustedes que se lea?
(Voces: ¡Síl ¡Sí!) ¡'Es válida la elección del C. Ignacio Roel para diputado propietario
por el ler. distrito .electoral de la Baja California, por. haber obtenido mayoría de
votos, estar arreglados los expedientes electorales confonne a la ley y no haber obje-
ción alguna". Se pone a votación. Los que apruben el dictamen sírvanse poner de pie.
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palavicini: La mentalidad de este asunto entraña la uulidad de toda la
elección respecto al propietario y al suplente; por consiguiente, ruego al señor presi-
dente ordene a la Secretaría que lea el dictamen íntegro
-El C. Jara: Lo que pretende el señor Palavicini es obra de una nueva proposi-;
ción; de las credenciales no objetadas se separó ésta; si el señor Palavicini cree que
debe discutirse también la del suplente del señor Roel, debe hacer una proposición
por escrito.
-El C. Palavicini: Respeto la opinión de mi eminente amigo el señor Jara; pero
debo decir que aquí no estamos discutiendo la personalidad del señor Roel, sino el
hecho mismo de la elección, que se hizo bajo el control de autoridades enemigas dél
Gobierno no constitucionalista. De manera que yo no quiero saber cómo se llama el
suplente del señor Roel, sino hacer resaltar el hecho de que esas elecciones se hicieron
bajo el control de autoridades contrarias a nuestro Gobierno. La discusión, pues, está
completamente agotada en este punto. Nosotros vamos a votar contra el dictamen ín-
tegro de propietario y suplente.
-Un C. presunto diputado: El señor Palavicini asienta un hecho falso; sólo el
Primer Jefe puede decirnos 10 que hay sobre el particular. Yo propongo que el señor
presidente nombre una comisión que se acerque al ciudadano Primer Jefe para que
nos resuelva esta consulta.
-El C. Palavicini: La explicación que da el señor Jara, pone en verdadero com-
promiso esta votaciónj pero yo digo a 'la Asamblea que si cometimos un error antes,
debemos repararlo en seguida; no creo que cuando el suplente del señor Roel se pre~
179
sente vayamos a aceptado. La ley ordena que cuando no haya propietario se llame
al suplente; ahora bien; cuando la Mesa nos consulte sí debe llamarse al suplente,
no lo vamos a llamar; en tal virtud, pido que se deseche ese dictamen.
-El C. Jara: Precisamente porque no se trata aquí de personalidades sino que se
trata de un distrito electoral que se supone substraído al Gobierno constitucionalista,
es preciso que la Asamblea tenga datos suficientes para proceder con justificación;
es un caso difícil; es un caso grave que merece la reconsideración de esta honorable
Asamblea.
-Un C. presunto diputado: En efecto, es un caso difícil, es un caso grave que
merece la reconsideración de esta honorable Asamblea. Las resoluciones de la misma
no deben ser como punalada de pícaro y más cuando viene al tapete de la discusión
un caso como este. No se trata de desechar por ahora la credencial del señor Ignacio
Roel, porque en este caso, sería obra de discutir el dictamen de la Comisión e impug-
narlo en 10 que respecta a la legalidad o no legalidad de las elecciones. Sobre esto no
se ha dicho nada; se ha puesto a discusión como punto principal, como punto capital
para impedir al señor Roel tener representación en este Congreso, el hecho de que
las elecciones fueron verificadas bajo un Gobierno enemigo del constitucionalismo. En
estas condiciones, yo creo que tendrá que reconsiderarse el voto que hemos dado a
favor del suplente del señor Roel.
-El C. Giffard: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Giffal'd.
-El C. Giffard: Yo creo que si vamos a considerar una determinación de la Asam-
blea, como es la relativa al nombramiento del suplente del señor Roe!, más vale que
reconsideremos un acuerdo menos eficaz para él, que fue el que negó la moción sus-
pensiva; eso es más fácil para llegar al objeto que nos proponemos, esto es, rectificar
la determinación de la Asamblea en el sentido de que se pregunte a la Primera Je-
fatura si está o no substraído al control del Gobierno el Territorio de la Baja CaE-
fornia.
-El C. Palavit:ini: En este instante la Asamblea ha aprobado que el asunto está
suficientemente discutido; yo digo que la proposición hecha por el senor Jara es muy
pertinente; pero la forma de reconsiderarla es antiparlamentaria; no puede la Asamblea
reconsiderar un acuerdo que ya tiene fuerza de ley; pero si la Asamblea opina que es
una idea política, tiene en sus manos un instrumento político: si se desecha al señor
Roel de la Cámara, tendría que venir el suplente, y como para llamal' al suplente se
necesita consultarlo con la Asamblea, si nosotros no lo llamamos, en esa forma queda
l'esuelto el asunto, y el señor suplente queda aquí sin representación hasta que se di-
lucide Ia cuestión.
Esta es la fonna parlamentaria y de este modo no nos exponemos al peligro de
que un acuerdo tomado por la Asamblea se reconsidere. Yo creo que el señor Jara
tiene razón, porque en realidad quiere que no seamos inconsecuentes con nuestro cri-
terio; pero la forma única parlamentaria para hacer eso, es la que propongo.
-El C. Calderún: Señor, ya estoy cansado de oír fórmulas parlamentarias; en-
tiendo que esos conceptos parlamentarios o reglas parlamentarias se encaminarán a
facilitar el trabajo; pero nunca a resolver la cuestión. Este asunto corresponde al Pri-
mer Jefe, nosotros no tenemos aquí los hilos de la política, no tenemos soberanía, porque
no nos hemos constituido en Congreso Constituyente y porque esa sería una misión
distinta. Debemos obrar de acuerdo con el Primer Jefe, y en ese sentido, respetuosa-
mente suplico a la Asamblea se nombre una comisión que 10 entreviste o por cualquier
medio se pida esa opinión.
-El C. De los Santos: Después mandaremos la comisión por lo que respecta a
las relaciones con la Baja California; ahora sólo nos queda por votar esa proposición.
180
Está suficientemente discutida, está puesta a votación, y cuando una cosa se pone a
votación ¿ para qué es, señores?
Estarnas pendientes de lo que vamos a hacer: ¿por qué razón? Hay varias ma-
neras de tratar este asunto, no se puede presentar más que una proposición suspen-
siva, esa ya está presentada. Vamos a suspender la discusión hasta las cuatro de la
tarde, levantando la junta.
-El C. Truchuela: Pido la palabra señor presidente, para una moción de orden.
-El C. presidente: Tiene la palabra para una moción de orden, el ciudadano José
María Truchuelo.
-El C. Truchuelo: Señores: Hemos desviado la discusión. Cuando se hizo la
propo'sición suspensiva, fue en virtud de lo dicho por el señor general Múgica, quien
afirmó que no podíamos declarar que una porción del territorio mexicano estaba subs-
traída, y por consiguiente, el único punto a debate era la personalidad del señor
Roe!. Bajo este concepto, se declaró innecesario hacer la moción suspensiva, porque
llegó a nuestra conciencia como una verdad, que efectivamente había sido nombrado
por el pueblo ...
-El C. De )013 Santos, interrumpiendo: Señor presidente, reclamo el orden; no
hay discusión de personalidades; hay votación y pido que se cumpla con el
Reglamento.
-El C. Truchuelo, continuando: En consecuencia, después vino la proposición
sobre la personalidad del señor Roel, y en esa virtud se consideró que no era necesa-
rio interrogar a la Primera Jefatura. Se ha votado el primer punto y. es que si el
Territorio de la Baja California está substraído o no al Gobierno. Ha dicho muy bien
el señor general Calderón: nosotros no estamos constituidos en Asamblea soberana;
luego precisamente al atacar un punto de tanta trascendencia para la patria, yo seré
el primero en votar en contra del señor Roel si se declara aquí que ese territorio
en cuestión está substraído a la acción del Gobierno constitucionalista; pero mien-
tras esto no suceda, yo propongo que no obremos tan a la ligera arrojando de esta
Cámara al señor Roel por el simple hecho de que ha calificado de patriota al señor
Cantú, porque bien pudiera ser que más tarde admitiéramos la credencial del su-
plente, si. se demostraba que no está substraída esa Entidad Federativa. Esperemos
la resolución del ciudadano Primer Jefe a este respecto, y entonces sabremos a qué
atenernos.
-Un C. presunto diputado: Que se cumpla con la ley.
-Otro C. presunto diputado: Yo invito al señor Giffard a que formule por es-
crito la proposición suspensiva.
-El C. presidente: Yo estoy conforme con la proposición del señor Calderón;
nadie más que el Primer Jefe puede ilustrarnos en este asunto.
-El C. Madrazo: Creo que se puede subsanar esa grave dificultad que se nos
presenta. El señor Calderón piensa con juicio y él mismo dice que no se deben vio-
lentar los acontecimientos. Yo me permito proponer a mis honorables compañeros
que se suspenda la votación y que se nombre una comisión que vaya ante el Primer
Jefe y cuando vuelva, nos podrá ilustrar con su criterio.
-El C. Palavieini: No se pueden suspender las sesiones a la hora de la votación.
Además, debo decir a la Asamblea, yeso no se escapa a ninguna persona mediana-
mente perspicaz, que el Primer Jefe es precisamente el que no debe hablar en este
asunto en el momento actual. He dicho a ustedes, bajo mi palabra de honor, por mi
voz de funcionario, que desempeñando el cargo de secretario de Instrucción Pública y
Bellas Artes, envié una comisión de maestros a la Baja California, y consta que
esos maestros fueron devueltos por Cantú; es verdad también que el ad1l1inistrador de
la Aduana enviado por el Gobierno, fue devuelto; en tal virtud, es muy peligroso que
181
la Asamblea, para resolver un asunto político en la situación más delicada, ocurra
al ciudadano Prjmer Jefe para interrogarlo sobre el particular.
-Un C. presunto diputado: Se ha extraviado la discusión, y es que el asunto es
grave y de trascendencia. Se presentó moción suspensiva para que se pidieran a
la Primera Jefatura o a la Secretaría de Gobernación infonnes sobre si el Territorio
de la Baja California en su parte Norte está .substraída al Gobierno constituciona-
lista, y se desechó. Hoy, por un error, por una asociación de ideas, se está creyendo
que es necesario esperar infonnes sobre el particular; pero ya no procede, porque
ya estamos votando la credencial del señor. La moción suspensiva era pertinente
cuando la presentó el señor Bojórquez y el señor López Lira. Ya desechada esa
moción suspensiva, no queda sino votar la credencial del señor Roe!; de modo es
que no podemos considerar substraído el Territorio de la Baja California al decir
que no puede estar ese representante en este Congreso.
-El C. Ugarte: Se ha dicho que se excluya al señor y no se llame al suplente;
es decir, que se deje sin representación el distrito Norte de la Baja California; eso no
es justo; el distrito Norte de la Baja California se ha declarado por el señor general
Múgica que está bajo control del constitucionalismo, y debe tener su representante, y
aquí únicamente porque se nos ha pintado de una manera ignominiosa a Cantú, ¿ ya
por eso vamos a dejar sin representante a todo el distrito Norte de la Baja Califor-
nia? Por eso estimo conveniente lo que dijo el señor general Calderón. (Voces: ¡No!
¡No!) Todavía no entramos a la votación, supuesto que no lo ha pedido ninguna per-
sona, precisamente por ser un asunto delicado. Es mejor que meditemos las cosas,
las meditemos bien, y así podremos obrar bien.
-- -El C. Roe1: Yo repito, señores, que la Baja California está controlada por el
Gobierno constitucÍonalista; pero si ustedes lo desean, que se haga 10 que dijo el
señor general Calderón, que se pregunte a la Primera J"efatura. Señores, es absoluta-
mente injusto el que se me prive d"€l derecho de representar al distrito Norte de la
Baja California, porque en este caso, no soy representante de Cantú, sino del pueblo
de ese distrito.
-El C. Rcynoso: Si votamos en contra del dictamen, vuelve el dictamen a la
Comisión y tendremos tiempo para todo.
-El C. Ugarte: Si se vota en contra de ese dictamen, queda desechado el señor;
el dictamen consulta si se le admite su credencial; si se desecha el dictamen, lo cual
es un hecho efectivo, se expulsa al señor; después la Comisión, conforme a las
prácticas parlamentarias, tiene que modificar su dictamen de acuerdo con el sentir
de la Asamblea, y entonces será desechado.
-Un C. secretario: El señor presidente, teniendo en cuenta que este asunto se
ha seguido discutiendo, me manda leer el artículo 107 del Reglamento:
"Artículo 107. Ninguna discusión se podrá suspender, sino por estas causas:
primera, por ser la hora que el Reglamento fija para hacerlo, a no ser que se pro-
rrogue por acuerdo de la Cámara; segunda, porque la Cámara acuerde dar prefe-
rencia a otro negocio de mayor urgencia o gravedad; tercera, por graves desórdenes
en la misma Cámara; cuarta, por falta de quorum; quinta, por proposición suspen-
siva que presente alguno o algunos de los miembros de la ,Cámara y que- ésta apruebe."
-El C. Palavicini: Pero no es discusión, es votación.
-Un C. secretario: Estamos en plena discusión.
-El C. Rivera Cabrera: El hecho de haber deseehado la mOCIon suspensiva,
sienta el precedente de que todos nosotros, o al menos la mayoría, sienta el pre-
cedente, repito, de que el Territorio de la Baja California está controlado por el
Gobierno constitucionalista; ese es el sentir de la Asamblea, robustecido por las ase-
veraciones del señor general Múgica.
182
-Un C. presunto diputado: Pido la palabra, señor presidente.
-Otro C. presunto diputado: Para 'una moción de orden, señor presidente. (Mur-
mullos. Siseos. Campanilla.)
-Un C. secretario: En votación económica se pregunta si se aprueba el dicta-
men. Los' que estén por la afirmativa que se pongan de pie. Se desecha el dictamen.
-El C. presidente, a las 2.15 p. m.: Se levanta la junta, citándose para las
cuatro de la tarde.
183
7' JUNTA PREPARATORIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA TARDE DEL MARTES
28 DE NOVIEMBRE DE 1916
SUMARIO
-Un C. secretario, después de pasar lista a las 4.25 p.m.: Hay una asistencia de
142 señores diputados.
-El C. presidente: Habiendo quorum, se abre la sesión.
-El C. secretario González: Hago presente a la Asamblea que por primera vez
no se presenta el acta, porque el tiempo ha sido materialmente corto para poderla
185
concluir, como a ustedes consta; y suplico se sirvan dispensar a la Secretaría y le
concedan hasta el día de mañana; al comenzar la sesión se dará cuenta con las dos
actas del día anterior. ¿Está conforme la Asamblea? (Voces: ¡Sí! ¡Sí!)
"Proposición única
186
"La 2~ Comisión Revisora de Credenciales del segundo Congreso Constituyente
de 1916.-R. C. Castañeda.-E. Perusquía.-José M. Rodríguez."
-Un C. secretario: Está a discusión el dictamen de la 2~ Comisión respecto al
señor diputado Carlos M. Ezquerro. Las personas que deseen tomar la palabra, pue-
den pasar a inscribirse a la Mesa. ¿ No hay quienes pidan la palabra? En votación
económica se pregunta si se aprueba el dictamen. Los que estén por la afirmativa,
sírvanse ponerse de pie.
-El C. Ibarra, apoyado según el Reglamento: Pido que la votación sea nominal.
·-EI C. presidente: La votación, señores, va a ser nominal.
-El C. Magallón: La credencial del señor Ezquerro ha sido aprobada. ¿Vamos
a seguir discutiendo nuevamente este mismo asunto?
-El C. presidente: Es nominal la votación.
-Un C. secretario: Suplico atentamente a los señores diputados que vayan di-
ciendo sus nombres. (Se procede a la votación.)
-El C. Bojórquez: No se ha hecho la pregunta por la Secretaría. ¿ Qué se está
votando ahora?
-Un C. secretario: Acaba de leer el señor doctor José María Rodríguez, miem-
bro de la 2~ Comisión, el dictamen relativo al señor Ezquerro.
-El e Rodríguez José María: Mi proposición fue muy sencilla; mi proposición
es: "Acéptese al señor Ezquerro como diputado." Ahora, ¿quiénes están por la afir-
mativa y quiénes por la negativa?
-El C. Palavicini: Pido la palabra, ciudadano presidente, para una moción de
orden. El señor Roel no puede votar. (Voces: ¡Sí puede, presentó su credencial!)
-Un C. secretario, después de haberse recogido la votación: Votaron ,por la afir-
mativa los siguientes señores diputados:
Adame, Aguilar Antonio, Aguirre Amado, Aguirre Berlanga Joaquín, Aguirre
Berlanga Manuel, Aguirre Crisóforo, Aguirre Escobar Juan, Allende, Alcaraz Ro-
mero, Alonzo Romero, Alvarez, Ancona Albertos, Andrade, Avilés, De la Barrera,
Betancourt, Bojórquez, Bórquez, Cabrera, Calderón, Cañete, Castañeda y Castañeda,
Castaños, Del Castillo; Ceballos, Cervantes Antonio, Cervantes Daniel, Cervera, Cra-
vioto, Chapa, Dávalos Ornelas, Dinorín, Dorador, Dyer, Enríquez, Espoleta, Espinosa
Bávara, Ezquerro, Fajardo, Franco, Frías, Gámez, García Adolfo G., García Emiliano
C., Garza González, Garza, Garza Zambrano, Giffard, Gómez José L., Gómez Palacio,
González Alberto M., González Aurelio L., Guerrero, Herrera Alfonso, Herrera Ma-
nuel, Hidalgo, Ilizaliturri, Jiménez O'Farrill, Juanco, De Leija, Limón, López Couto,
Machorro y Narváez, Magallón, Manzano, Márquez, Martínez Epigmenio A., Martínez
de Escobar, Mayorga, Meade Fierro, Medina Enrique, Mercado, Monzón, Múgica, Na-
varro Luis T., O'Farrill, Ortiz Rubio, Pastrana Jaimes, Payán, Peralta, Pereyra, Pé-
rez Celestino, Prieto, Ramírez Llaca, Ramírez Martínez, Ramírez Villarreal, Recio,
Reynoso, Rivera Cabrera, Robledo, Rodiles, Roel, Rajano, Rojas Máximo, Román,
Rosales, Ross, Silva, Solares, Solórzana, Sosa, Tella, Tépal, De la Torre, Torres, Tru-
chuela, Victoria, Vidal, Vidales, Villaseñor Adolfo y Villaseñor Jorge.
Por la negativa: Aguilar Cándido, Aguilar Silvestre, Alcázar, Amaya, Aranda,
Bravo Izquierdo, Cano, Canillo, Casados, Cepeda Medrano, Céspedes, Dávalos, Fer-
nández Martínez, Frausto, De la Fuente, González Torres, Góngora, Gutiérrez, Ibarra,
Jara, Labastida Izquierdo, Lizardi, López Ignacio, López Lira, López Pedro, Madra-
za, Martí, Méndez, Moreno Bruno, Moreno Fernando, Navarro Gilberto M., Ochoa,
Palavicini, Palma, Peñaflor, Pelilsquía, Pesqueira, Ramírez G., De los Ríos, Rivera,
Rodríguez, Rojas Luis Manuel, Ruiz, Val tierra, Vega Sánchez, Verástegui, Villaseñor
Aldegundo, von Versen, Zavala Dionisio y Ugarte.
187
-El C. lban'a: Pido la palabra para una mOClOn de orden. El artículo 159 del
Reglamento dice: "Artículo 159. Los secretarios del Despacho se retirarán mientras
dure la votación. Lo mismo hará el individuo de la Cámara que tuviere interés en el
asunto que se votare." Como el señor Ezquerro votó también, creo que ese voto no
se tomará en cuenta; que se cumpla con el artículo del Reglamento.
-El C. Alcázar: Falta el mío por la negativa.
-Un C. secretario: Por la afirmativa tenemos 111 votos. Por la negativa fue-
ron 50.
-El C. presidente: Habiendo sido aprobada la credencial del señor Ezquel'l'o por
la mayoría de los votos de esta honorable Asamblea, la Presidencia declara que el
citado ciudadano Carlos M. Ezquerro, ha sido electo diputado por el aer. distrito
electoral del Estado de Sinaloa.
-El C. Manzano: Pido la palabra para un hecho, señor presidente: es la segunda
vez que se declara diputado.
-El C. presidente: No le hace, lo que abunda no daña. (Risas.)
188
"Ernesto Damy, hijo, general brigadier, mayor ·de edad y en pleno ejercicio de
mis derechos de ciudadano, ante esa respetable junta comparezco para manifestar lo
siguiente:
"Durante el período electoral para diputados al Congreso Constituyente, me pre-
senté yo como candidato propietario por el ler. distrito electoral de Tepic, que com-
prende los partidos de Tepic, Compostela y Santa María del Oro de aquel Territorio.
"Al publicarse la convocatoria para elecciones, el C. teniente coronel Cristóbal
Limón lanzó su candidatura para el mismo puesto y por igual distrito, no obstante
est:fr incapacitado para ello en virtud de ser el comandante militar de la plaza de
Tepic y por estar prevenido en el artículo 49 de la Ley Electoral que todo individuo
que ejerza autoridad no podrá ser electo en la jurisdicción de su mando. Al tiempo
de verificarse la elección, el C. teniente coronel Limón había sido relevado de la comi-
sión que venía desempeñando en virtud de una licencia temporal que le concedió la
~uperioridad unos días antes de las elecciones; pero todos los trabajos de propaganda,
etcétera, los había hecho durante el tiempo que ejercía autoridad, dejándose ver con
este. hecho, que ejerció presión y que violó la Ley Electoral.
"Además, las elecciones en Tepic fueron completamente irregulares, pues al re-
visar la Junta Computadora los expedientes de las casillas electorales se encontró
que, en la qlle correspondía a la haCienda de Puga, resultaron más de 600 votos en'
favor de la candidatura teniente coronel Cristóbal Limón y mayor Marcelino Cedano,
escritos y firmados por dos personas solamente, contra lo que dispone la Ley Elec-
toral en su artículo 25, en el que expresa claramente que las boletas deberán ir es-
critas y firmadas de puño y letra de los votantes.
"Hubo casillas en que la votación se verificó el sábado 21 de octubre y en otras,
en cambio, se verüicó el lunes 23 del mismo mes.
"El C. mayor Agustín López, a quien yo designé para que presenciara los tra-
bajos de la Junta Computadora, en vista de tantas irregularidades, presentó ante la
misma junta un escrito pidiendo la nulidad de la elección recaída en favor de los
CC. Limón y Cedano. La honorable junta turnó el escrito al ciudadano juez de Dis-
trito, quien practicó todas las diligencias del caso, y aunque de los resultados y con-
siderandos que hace, viene en conocim'lento de que, efectivamente, se cometieron las
irregularidades denunciadas por mi representante, al fallar dice que remite el expe-
diente al honorable Congreso para que falle en definitiva y deja los derechos del
ciudadano mayor Agustín López a salvo, para que los haga valer en la forma que
mejor le convenga.
HAl remitir lo~ expedientes de elecciones, lo mismo que el en que se pedía la
nulidad de las mismas, fue asaltada la escolta por una partida de bandidos, apode-
rándose de las valijas de correspondencia juntamente con todos mis equipajes. Aho-
ra, los CC. Limón y Cedano sólo han quedado con las credenciales que les exten-
diera la Junta Computadora de Tepic y suponen que tales documentos pueden ser
válidos; pero yo, como candidato y como ciudadano, protesto contra la ilegalidad de
la elección que recayó en favor de los CC. Limón y Cedano:
¡'Primero. Porque conforme al artículo 49 de la Ley Electoral, el C. Cristóbal
Limón no pudo haber sido votado, porque ejercía autoridad y porque el C. Cedano
fue acusado ante el club que lo postulaba como un ladrón e indigno de pertenecer al
Ejército y servir al Gobierno constitucionalista. Tales acusaciones fueron presenta-
das en plena Asamblea por compañeros de armas del citado Cedano y aun' por supe-
riores, contándose entre ellos el C. coronel Heriberto Casas.
"Segundo. Porque se observaron durante las elecciones irregularidades como las
que dejo anotadas antes, violando con este hecho la Ley Electoral.
189
/
"Tercero. Porque no puede tenerse como válida una credencial cuyo expediente
no se tiene a la vista, y por cuya credencial ya se había interpuesto legalmente una
demanda de nulidad; y
"Cuarto. Porque tanto el C. teniente coronel Limón como el C. mayor Marcelino
Cedano portan dos credenciales por dos distritos distintos de Tepic, 10 que hace afir-
mar la presunción de que fue la presión la que los sacó triunfantes y no la popu-
laridad.
"Para terminar mi petición de nulidad y para que pueda tener toda la fuerza
necesaria y que confirme todo cuanto he expresado en el cuerpo de mi escrito, pido
que se consulte a la Junta Computadora de Tepic si es cierto que ante ella se presentó
un escrito pidiendo la nulidad de la elección recaída en favor de los CC. teniente
coronel Cristóbal Limón y mayor Marcelino Cedano.
"Que se consulte al ciudadano juez de Distrito de Tepic si ha conocido del
asunto relativo a la nulidad de la elección de los CC. Limón y Cedano, pedida por el
C. mayor Agustín López, y que informe cuál fue su fallo. Que informe el ciudadano
jefe político del Tenitorio sobre el asalto y robo al Correo en la Cuesta de Inge-
nieros.
"Al tener esa l'espetable junta estos datos, podrá fallar y dictaminar con toda
justicia sobre la legalidad de las credenciales de los CC. teniente coronel Cristóbal
Limón y mayor Marcelino Cedano.
"Protesto decir la verdad. Constitución y Reformas. Querétaro, noviembre 28 de
1916.~General brigadier, Ernesto Damy."
~El C. De los Santos: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano De los Santos.
-El C. De los Santos: Suplico que se dé lectura al artículo 106 del Reglamento
y que se cumpla con él.
-Un C. secretario: El artículo 106 dice: "Articulo 106. Siempre que al principio
de la discusión lo pida algún individuo de la Cámara, la .Comisión Dictaminadora
deberá explicar los fundamentos de su dictamen y aun leer constancias del expe-
diente si fuese necesario; acto continuo seguirá el debate."
-El C. De los Santos: Que me haga favor de fundar su dictamen la Comisión.
-El C. Del Castillo: El dictamen de la Comisión dice así: "La Comisión estima
válida la elección del C. Cristóbal Limón, como diputado propietario por el ler. dis-
trito electoral del Territorio de Tepic, advirtiendo que al presumir la validez de esta
elección, sólo tiene a la vista la credencial respectiva que está conforme a la ley, pues
los expedientes electorales, tanto del 19 como del 29 distrito electorales de aquel Te-
rritorio, fueron robados en el asalto y emboscada de UPajaritos", derrotando a la
escolta que los conducía, lo cual se hace constar por un telegrama procedente de
México, de fecha 22 del corriente y subscripto por el C. Arturo Santoscoy, encargado
de la reorganización postal en el Territorio; dicho telegrama original obra en la 21;\
Sección de esta Comisión Revisora. Por la misma falta de expedientes no puede la
Comisión saber quién haya sido designado diputado suplente." Pero no dice de una
manera perfecta la última palabra sobre esto.
-El C. De los Santos: Pido la palabra, señor presidente, sólo para asentar unos
hechos.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano De los Santos.
-El C. De los Santos: La Comisión debe presentar un dictamen en contra o
en favor, y nos dice el mismo presidente de la Comisión que no lo presenta ni en
favor ni en contra, que no cree que pueda ser el señor teniente coronel diputado. El
190
mismo presidente de la Comisión dice que no hay expediente y que hay acusación
contra él. Yo suplico que el presidente de la Comisión funde de una manera categó-
rica las razones que haya tenido para dictaminar antes de la llegada de los expe-
dientes, porque es necesario que sepamos lo que vamos a h~cer.
-El C. Del Castillo: La Comisión dictaminadora cree que está en lo justo y cree
que no puede dictaminar de otra manera, precisamente porque es buena la elección,
en virtud de que existe en la Comisión la credencial respectiva con todos los requi-
sitos de ley. Para acreditar la legalidad de esa credencial necesitaba tener a la vista
los expedientes electorales, yesos no han llegado; pero tenía a la vista un telegrama
original, por el que se corrobora que habían sido robados los expedientes electorales;
es la razón porque no llegaron a la Comisión Dictaminadora; segunda, si es verdad
que hay una acusación o existe una denuncia, también es verdad que existe un tele-
grama del juzgado de Distrito, en el cual se dice que en virtud de esta denuncia ha
hecho investigaciones y declarado que no hay delito que perseguir; y por lo tanto, la
Comisión Dictaminadora se fundó en esos elementos para estimar válida la elección
del ciudadano teniente coronel Limón; es todo 10 que puede decir.
,-El C. Rojas: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Luis Manuel Rojas.
-El C. Rojas: Desearía que el presidente de la Comisión informara a la honora-
ble Asamblea sobre el punto importante de si tenía o no mando de fuerzas o era
comandante el teniénte coronel Limón y si ejerció o no jurisdicción sobre el distrito.
-El C. Cervera: Respecto del último" punto que se denuncia e~ la protesta del
ciudadano general brigadier Ernesto Damy, en la cual se dice que el señor teniente
coronel Limón está incapacitado por el artículo 49, la Comisión Dictaminadora no
tuvo a la vista esta protesta oportunamente. El dictamen fue presentado en la ma-
ñana y en la mañana se dio lectura. Esta protesta llegó hoy en la tarde, según recibo
que se firmó en la Secretaría del Congreso; por consiguiente) no pudo haber previsto
la infracción.
-Un C. presunto diputado: Pido la palabra: El señor general brigadier Damy,
que presenta la protesta, en mi concepto, así como se exige al señor teniente coronel
Limón que pruebe los hechos, también al señor general brigadier se le debe exigir
que pruebe los hechos de su protesta, porque si vamos' a fallar en contra del señor
teniente coronel Limón sin tener a la vista esa protesta, fallaremos en falso.
-Un C. secr,tario: Queda a discusión el dictamen relativo al .ler. distrito elec-
toral del Territorio de Tepic. Los oradores que se quieran inscribir en pro o en con-
tra, pueden pasar a la Mesa.
-El C. Calderón: No necesito ir a esa tribuna; solamente deseo dar a la Asam-
blea el siguiente informe: tengo conocimiento de que la víspera de las elecciones, el
general Damy llegó al Territorio de Tepic, más bien dicho, a la capital; la víspera
o la antevíspera, se presentó ante una l'eunión de obreros, postulándose para diputado,
y allí, de plano, en medio de la rechifla de los obreros, fue rechazada la proposición
que él hacía para que se trabajara por su candidatura; no se qué arreglaría, pero
parece que fue una cosa ridícula. Esa es la verdad de los hechos. Además, muchas
personas que han venido de aquella región, aseguran que él iba resuelto a triunfar
allí por todos los medios posibles.
-Un C. presunto diputado: Pido la palabra. Tenemos también a la vista un tele-
grama de una autoridad federal que hace fe. Dice que no hay lugar a proceder en
contra del teniente coronel Limón. Yo creo que debemos votar en favor del señor
Limón,_ como lo acredita el dicho de una ~utoridad federal.
-El C. Rojas: Hay aquí algunos señores que conocen el caso; yo les agradecería
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que nos dijeran si el señor teniente coronel era o no jefe militar cuando se verificó
la elección.
-El C. Rivera Cabrera: Para una aclaración, señores. El señor licenciado don
Luis Manuel Rojas solicitó se aclarase el punto sobre si el teniente coronel Limón
estaba inhabilitado como consecuencia de ejercer autoridad en el lugar por el que
fue electo. Yo contestaría de este modo al señor Luis Manuel Rojas: el señor que
dirige esos cargos asume un verdadero papel de acusador: por io tanto, a él compete
acreditar esos cargos, y mientras no lo justifique, debemos creer que el teniente coro-
nel Limón no ejercía autoridad el día de esas elecciones. Además, se dice allí que ese
día de la elección ya no ejercía funciones de autoridad el señor teniente coronel Li-
món y la ley, en ese particular, no fija el término claro y preciso durante el cual
debían separarse de sus puestos.
-El C. presidentt': Tiene la palabra el ciudadano Limón.
-El C. Limón: Honorable Asamblea: No tenía yo la intención de hacer la his-
toria de la campaña llevada a efecto en Tepic, precisamente por no emitir mis opi-
niones; sin embargo, es necesario hacerla. En lo que respecta al primer punto que
atacó el señor Damy, es cuestión de ley; pero sabré decirle a esta honorable Asam-
blea que, doce días antes de haberse llevado a efecto las elecciones, yo pedí licencia
al general Aguirre, y ya desligado de la jefatura de Estado Mayor de la tercera bri-
gada de la sexta división, lancé mi candidatura, cuya campaña expresamente fue
hecha por mi en aquel Territorio. Consta en los antecedentes de la 1~ o de la 2~ Co-
misión, no recuerdo en cuál, que el señor general Obregón me concedió esa licencia.
Por otra parte, voy a decir a usted lo siguiente: un grupo de amigos del general
Damy se dirigió por telégrafo a algunos correligionarios en Tepic, diciendo que debían
trabajar., El pueblo tepiqueño rechazó aquella proposición, y entonces pedí una licen-
cia para aceptar mi candidatura; la acepté de muy buen grado, y después de concedida
aquélla, recibí un telegrama del general Obregón, que dice así: (Leyó.)
Yo no quisiera hablar más de la forma en que se realizaron las elecciones, porque
no quiero ser indiscreto; lo qUe sí sé decir, es que el señor general Damy, al promo-
ver el incidente ante el Juzgado de Distrito, lo hizo por mero despecho; y a él le
consta que en Tepic no lo quisieron como candidato. Algunos votos que figuran- en los
expedientes a favor de él, están también infringiendo la ley y son precisamente los
únicos Que él tuvo a su favor y están impresos; fueron doscientos y tantos votos,
impresos todos, y uno que otro se depositó en las casillas a favol' de él; pero de todos
modos, yo saqué una mayoría en los expedientes de 2,401 votos contra seiscientos
y tantos. Los partidarios del señor Damy tuvieron la ligereza de firmar un mensaje
recomendando su candidatura y con la antefirma de "Comisión Especial de Gober-
nación". Entonces yo me dirigí a la Secretaría de Guerra, diciendo que era triste que
después de ese triunfo se tratara de combatirme y que me permitía insertar el
mensaje literal del señor Torres, que aquí está. El señor Torres era un propagandista
del señor Damy, que llegó tres días antes de verificarse las elecciones. A todos los
revolucionarios les consta que el senor Damy no es popular en e,l Tel'ritorio de Tepic.
-El C. Marti: Pido la palabra para una aclal'ación.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Marti.
-El C. Martí: El teniente coronel Limón no era comandante militar, y. en una
circular que ví de la Secretaría de Guerra, queda precisamente aclal'ado que los
miembros de Estado Mayor no estaban comprendidos en el decreto como autoridades
con mando de fuerzas. El señor era del Estado Mayor.
-Un C. secretario: La Presidencia pregunta si se considera suficientemente discu-
tido el punto ... (Voces: ¡Sí! ¡Sí!) Los que estén por la aprobación del dictamen, o sea
por la afirmativa, que se pongan de pie. Aprobado.
192
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-El mismo C. secretario dio lectura a la segunda proposición del mismo dictamen
de la propia Sección 1.: "Es válida la elección del C. Aldegundo Villaseñor como
diputado propietario, y del C. Francisco de P. Castañeda como suplente, por el ler.
distrito electoral del Estado de México, por haber obtenido una mayoría con 3,172
votos y estar los trabajos electorales y el expediente de la Junta Computadora con-
forme a la ley, sin que conste en ellos protesta alguna; pero se hace constar que pos-
teriormente se denunciaron en el Juzgado de Distrito del Estado de México, algunas
irregularidades que el juez estimó bastantes para sentenciar la nulidad de aquellas
elecciones, siendo parecer de esta Comisión que no se acreditan causas de nulidad ni
el juez tuvo derecho para dictar sentencia."
Está a discusión el dictamen j las personas que deseen inscribirse en pro o en
contra, pueden hacerlo.
-El C. Truchuelo: Suplico a la Presidencia que, para no incurrir en alguna con·
fusión, se sirva hacer previamente la declaratoria de que es diputado el señor Cri~~
tóbal Limón.
-Un C. secretario: El ciudadano presidente pretendía hacerla después; pero si
ustedes 10 quieren, puede hacerla luego. La Presidencia, por conducto de la Secreta~
ría, declara diputado por el ler. distrito electoral del Territorio de Tepic, al ciudadano
Cristóbal Limón.
-Un C. presunto diputado: ¿ Sin suplente?
-El C. secretario: No hay suplente.
-El mismo C. secretario: Suplico a los señorés diputados que, si quieren inscri-
birse en pro o en contra del dictamen del señor Aldegundo Villaseñor, pasen a la
Mesa.
-El C. Rivera ·Cabrera: ¿ Tuviera la bondad el señor secretario de .volver a leer
la parte relativa del dictamen?
-El C. secretario, después de leerla: Los señores que deseen inscribirse en pro
o en contra, pueden pasar a la Mesa. ¿ No hay quien tome la palabra?
-El C. De la Barrera: Honorable Asamblea: En la Ley Electoral no se fijó
perfectamente la manera de cómo deben hacerse las protestas en las elecciones. Dice
aquí el dictamen que posteriormente hubo denuncia ante el Juzgado de Distrito. Las
denuncias no deben ser posteriores, deben ser al momento de la elección. As~, pues,
señor, yo suplico a usted que el dictamen de la Comisión se apruebe.
-El C. Rivera Cabrera: Señores diputados: Voy a impugnar el dictamen de la
Comisión, más que persiguiendo la finalidad de que no sea aceptada la credencial del
"interesado, mejor dicho, persiguiendo únicamente la finalidad de establecer un punto
de Derecho que se hace indispensable en estos momentos, a efecto de dejar bien sen~
tada la reputación y la soberanía del Congreso: Dicen aquí los señores de la Comisión
que, comoquiera que no se presentó ninguna protesta en tiempo oportuno ante la
Junta Computadora de votos, es por eso que no debe tenerse como buena la denuncia
hecha ante el juez de Distrito respectivo para conocer en 10·s delitos que se cometie·
ron en las elecciones de que trata el expediente. No es verdad tal desaguisado. Es
un prinoipio jurídico que, cuando se ha cometido un delito, en cualquier época se está
en tiempo para denunciarlo ante la autoridad respectiva. El señor juez de Distrito
hizo muy bien en conocer del delito que se le denunciaba; eh lo que sí no hizo bien
fue declarando la nulidad de las elecciones. Las comisiones deberían haberse sujetado
al resultado de la averiguación y, de acuerd.o con este "resultado, dictar su fallo final,
que debía sujetar a la consideración de esta Asamblea; pero no testimoniar el resul-
tado de esta averiguación .y despojar de toda jurisdicción a la Junta Computa~oraj
193
por otra parte, estimo que el juez de Distrito ha usurpado las funciones de este
Congreso dictando fallo de nulidad en el expediente respectivo que formó con motivo
de la denuncia del delito que se le presentó. Por estas circunstancias, yo creo que debe
volver el expediente a las comisiones, para que tomen en consideración lo anterior
y hagan la averiguación respectiva del juez de Distrito que dictó el fallo a que he
hecho referencia.
-El C. Palavicini: Suplico a su señoría mande leer la sentencia del juez de Dis-
trito, porque el señor Rivera Cabrera y yo, de tinterillo a tinterillo, no sé quién tendrá
razón; pero mi opinión sobre ese juez de Distrito va a ser aplaudida por la Asamblea,
a pesar de que tuviese yo muchos enemigos. Es un juez luminoso el que ha dictado
una sentencia de nulidad y ha declarado en esa misma sentencia que no hubo nin-
guna irregularidad y las elecciones se verificaron sin presión alguna, pero que él
opina que esa credencial es nula. Si sentamos este precedente, no valía la pena de
hacer una nueva Constitución.
-El C. Rivera Cabrera: Pido la palabra para un hecho: Yo no he aplaudido la
conducta del juez de Distrito; por el contrario, pedí la consignación de él por haber
usurpado funciones del Congreso.
-El C. Aguilar Cándido: Siendo gobernador de Veracruz, tuve preso a este se-
ñor juez,de Distrito, porque era uno de tantos abogados inmorales como casi la ma-
yoría. Quiero que se haga esta aclaración, para que sepan quién es ese juez de Dis-
trito.
-Un C. secretario: La 1~ Comisión no tiene a la mano en estos momentos la
sentencia.
-El C. Palavicini: Pido la palabra. Entonces, ¿ en qué se funda el dictamen? Y ()
opino que la Comisión no ha estado perfectamente en lo justo y lamento que nos
haya quitado nuestro tiempo, celebrando de todos modos que se nos haya dado a
conocer a estos jueces de Distrito que no sólo son pícaros, sino que son incompetentes.
-Un C. secretario: La Presidencia pregunta si se considera suficientemente dis-
cutido el asunto. (Voces: ¡Sí!) Se pone a votación económica. Las personas que estén
de acuerdo con que se apruebe el dictamen, que se sirvan poner de pie. Se aprueba.
La Presidencia, por conducto de la Secretaría, declara que es diputado propieta-
rio por el ler. distrito electoral del Estado de México, el ciudadano Aldegundo Villa-
señor, y suplente el ciudadano Francisco de P. Castañeda.
-El mismo. C. secretario: La tercera proposición del dictamen que se está dis-
cutiendo, dice así:
j'Es válida la elección del C. Juan de Dios Palma como diputado propietario, y
la del C. León Medel como suplente, por el 18 distrito electoral del Estado de Vera-
cruz, por haber obtenido mayoría de votos. Existe una protesta del C. J ustinian(}
Moreno, comprobando que el C. Juan de Dios Palma no puede ser electo por haber
servido puestos públicos durante el Gobierno de la usurpación; pero estando demos-
trado también que el C. Juan de Dios Palma sirvió como maestro de escuela en el
cantón de Tuxtla, y que no obstante su labor ajena a la política sufrió persecuciones,
y mereció la confianza de sus convecinos, esta Comisión opina por la validez de las
elecciones."
Está a discusión el dictamen. ¿No hay quién pida la palabra? (Voces: ¡No! ¡No!)
Está suficientemente discutido. En votación económica se pregunta si se aprueba. Los
que estén por la afirmativa que se sirvan poner de pie. Aprobado.
La Presidencia, por conducto de la Secretaría, declara que es diputado por el
194
18 distrito electoral del Estado de Veracruz, el ciudadano Juan de Dios Palma, y
como suplente, el ciudadano León Medel.
5
-El propio C. seeretario: La cuarta proposición del mismo dictamen dice así:
"Es válida la elección del C. Francisco Ramírez Villarreal como diputado prop~etario,
y del C. J. Cóncepcjón Rivera como suplente, por el distrito único del Estado de Co~
lima, haciendo constar que la Comisión emite este dictamen en vista del resultado
de los cómputos y expedientes electorales, dejando a la consideración de la Asamblea
las protestas del C. Salvador Saucedo, en que aSegura que el C. Ramírez Villarreal
está incapacitado por el artículo 49 de la convocatoria a elecciones, y de haber ejer~
cido violencia para obtener la credencial que presenta."
Está a discusión el dictamen. ¿ N o hay quien pida la palabra?
-El C. Saucedo: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Sauceda.
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: Pido la palabra, señor presidente, para una
moción de orden. .
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Agtiirre Berlanga.
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: El señor Sauceda no es diputado ni presunto
diputado, porque no trae credencial. Va a tomar la palabra y sena sentar un prece-
dente ridículo.
-El C. Saucedo: Deseo hacer uso de la palabra, porque he presentado un docu-
mento que me acredita como presunto diputado.
-El C. Palavicini: Suplico a usted atentamente mande aclarar si el señor ha pre-
sentado o no su credencial.
-El C. Saucedo: La credencial se la extendieron a él por la fuerza (Voces: ¡No!
IN o!) Pido a los amigos de la justicia que se aclare esto. N o es la credencial la que
habla, es el expediente de la Junta Computadora, que tiene mayor valor.
-El C. Villarreal: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presi~ente: Tiene usted la palabra.
-El C. Villarreal: La leyes terminante; dispone que las personas que no traigan
cl:edencial, no tengan voz ni voto, y el señor Saucedo no es ni presunto diputado. El
señor presidente, que ha estado muy apegado a la justicia, debe cumplir con la ley.
-El C. De los Sanlos: Soy de los primeros que quiero que se haga justicia en
estos casos. Yo mismo tomaré la palabra en favor del señor Sauceda para defenderlo
si tiene justicia; pero el señor no tiene derecho, conforme al Reglamento. Hay que
decir si observamos o rompemos el Reglamento.
-El C. presidente: Sí, señor.
~El C. Saucedo: El que quiera defender la justicia, espero que hablará en favor
de mi credencial.
-Un C. secretario: ¿ Hay alguna persona que tome la palabra?
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el señor Palavicini.
-El C. Palavicini: Rogaría a su señoría que, de acuerdo con el artículo 106, se
funde el dictamen para evitar que se crea que hemos cometido una injusticia.
-El C. Saucedo: De la elección de mi persona hay en esta Mesa documentos y
unos expedientes; ¿qué se va a h.aeer con eUos? pregunto yo.
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: P~ra una moción de orden pido la palabra, se-
ñor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Aguirre Berlanga para una
moción de orden.
195
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: Frecuentemente se establecen diálogos entre
los señores diputados. La Presidencia debe evitarlo.
-El C. Del Castillo: La Comisión Dictaminadora ha tenido a la vista una cre-
dencial del ciudadano Francisco RamÍrez Villarreal expedida con todos los requisitos
de ley. Ha tenido también a la vista un certificado de la misma Junta Computadora,
relativo al señor Salvador Saucedo, acreditándolo como candidato y haber obtenido
mil quinientos y tantos votos. La misma Junta Computadora agrega en su propio cer-
tificado, que ha expedido la credencial al ciudadano Francisco RamÍrez Villarrreal;
la Comisión, por tanto, ha tenido que dictaminar sobre la credencial; que esta creden-
cial se justifica con el cómputo de los votos y los expedientes electorales que vienen
en regla, lo hacen constar por espíritu de justicia; por estos motivos, la Comisión
Dictaminadora estima buena la elección del señor Villarreal. Sauceda alega que el
señor Villarreal ejerció violencia para arreglar la credencial y que está incapacitado
por tener el cargo de secretario de Gobierno en el momento de la elección. Como
eso no está comprobado, la Comisión no puede dictaminar más que por los expe-
dientes, según la credencial.
(Varias voces al mismo tiempo: Pido la palabra, señor presidente.)
-El C. presidente: Vengan a inscribirse los que quieran hablar.
-El C. Cañete: Suplico a su señoría que se sirva leer el cómputo de votos. Es
todo lo que necesita la Asamblea para saber si el expediente está de acuerdo con la
credencial.
-El C. De los Santos: Pido la palabra para una interpelación.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano De los Santos.
-El C. De los Santos: Que nos diga la Comisión si el señor contrincante del
señor Sauceda era o no secretario del Gobierno en 10s momentos de las elecciones.
-El C. Villarreal: Hacía treinta días que había dejado ese puesto.
-Un C. secretario: Vaya dar gusto al ciudadano licenciado Cañete. (Leyó el
cómputo de votos.)
-El C. Villarreal: Para una moción de orden. El ciudadano Sauceda continúa
aquí a pesar, de que no es presunto diputado. Que se le haga salir de la Asamblea.
-El C. Saucedo: Yo soy el presunto diputado.
-El C. presidente, dirigiéndose al ciudadano Sauceda: ¿ Es usted el contrincante '!
-El C. Saucedo: Sí, señor.
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: Pido la palabra para una mociÓn de orden.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Aguirre Berlanga.
-El C. Aguirr-e Berlanga Manuel: Uno de los artículos del Reglamento 'que rige
estas Juntas Preparatorias, dice que dentro del salón no deben estar más que los
presuntos diputados que acreq.iten con su credencial que son presuntos diputados;
y que los que no llenen este requisito', no deben estar presentes. En este momento
se acaba de resolver que el señor Sauceda no debe continuar dentro del salón, puesto
que no ha acreditado su personalidad.
-El C. De los Santos: Pido que se lea el documento que presentó el señor
Sauceda a la Secretaría.
-Un C. secretario: (Leyó.) En el documento no consta ninguna firma al margen.
El señor presidente ordena que se declare a la honorable Asamblea que el
22 de octubre tuvieron lugar las elecciones en Colima. Sigue a discusión el 'dictamen.
¿Está suficientemente discutido'! (Voces: ¡Si! ¡Sí!) Se pone a votación. Los que
estén conformes con el dictamen, que se sirvan poner de pie. Aprobado.
La Presidencia, por conducto de la Secretaría, declara; que es diputado propie-
tario por el distrito único del Estado de Colima, .el C. Francisco Ramirez Villarreal,
y como suplente, el ciudadano José Concepción Rivera.
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ridículas farsas E:lectorales y no era justo que después de las conflagraciones que
ha tenido en estos últimos tiempos nuestra patria, se vuelva a .los procedimientos
de antaño. N o quiero extenderme más sobre estos puntos, por no cansar más vuestra
atención. (Aplausos.)
-Un C. secretario: La Presidencia pregunta si está suficientemente discutido el
dictamen. (Voces: 1Sí! ¡Sí!) Los que estén por la afirmativa, que m, sinan poner
de pie. Aprobado.
La Presidencia, por conducto de la Secretaría, declara que es nula la elección
de los ciudadanos Luis T. Guzmán y Jesús Ríos Córdova, como diputados propieta-
rio y suplente por el 16 distrito electoral del Estado de Michoacán.
-Un C. presunto diputado: Que la Comisión reforme ·su dictamen nombrando
o declarando electos diputados a los que hayan seguido en número de votos a estos
señores.
-Un C. secretario: Vuelve a la Comisión. (Voces: jNo! jNo!) Pues es lo que
procede, porque las elecciones verdaderas tuvieron otro resultado; aquí nada más
se desechan las falsas: por lo mismo, procede que se declare electos a los que re-
sulten diputados en las tres municipalidades en que haya habido elecciones. Se de-
vuelve a la Comisión el dictamen.
-Un C. presunto diputado: Hemos notado todos que el señor Roel ha seguido
votando. No debe estar en el salón tampoco; es necesario medir a todos con la misma
medida.
-El C. Roel, interrumpiendo: ¿Por qué razón?
-El C. De los Santos: El dictamen de la Comisión está rechazado por esta ho-
norable Asamblea; mientras ésta no cambie su opinión, no puede asistir a estas
sesiones.
-El C. presidente: El señor Roel tiene ahora presentada su credencial y tiene
perfecto derecho de estar aquí.
-Un C. secretario: La Secretaría hace constar que en la anterior votación no-
minal descontó el nombre del señor Roel, que se había tomado por equivocaclOll.
-El C. De los Santos: Es bueno que el señor no esté aquí, porque no tiene de-
recho, desde el momento en que se descontó el voto.
-El C. Roel: A pesar de la afirmación del señor De los Santos soy presunto
diputado aún, porque no se me ha rechazado; se ha rechazado un dictamen, no mi
credencial, y puedo votar.
198
tiene todos sus documentos conforme a la ley, y conforme a su lista de escrutinio,
el C. Félix F. Palavicini sólo tuvo 2 votos en su favor y su suplente, Francisco Cra-
vioto, 6: el escrutinio está de acuerdo con las boletas que se adjuntan. No obstante,
en la misma sección número 5 aparece otro expediente duplicado declarando instalada
en la calle de Velázquez de León número 88 una mesa electoral constituida, según se
dice, con el número de ciudadanos que la ley exige, pero sin que consten las firmas
de ellos en el acta de instalación, que sólo la subscriben los mismos que resultaron
formando la mesa. Según el escrutinio de este expediente que aparece formado por
la misma mesa y otros cuatro ciudadanos que se nombran vocales, el C. Palavicini
obtuvo 77 votos y su suplente 67, emitidos conforme a una lista simple' de personas,
que está muy lejos de aceptarse como padrón por no expresar los requisitos indis-
pensables de edad, nacionalidad, estado, domicilio, etc.; por todas las razones ex-
puestas, la Comisión estima ilegal este expediente y, por lo tanto, nulos los votos
que señala y que la Junta Computadora tomó en cuenta indebidamente.
"La sección número 27 no se instaló el día de las elecciones, según consta por
el oficio número 1728 del Gobierno del Distrito·y qpe hace constar -la misma Junta
Computadora en su acta respectiva. Aparece, sin embargo, un expediente sin que
diga el- lugar en que instaló la casilla y formada por un señor Pablo Romero, lla-
mándose instalador sin constar su nombramiento y en contradicción con la protesta
que hace el C. José Tirso Reynoso, comó candidato suplente del C. Ignacio C. Enri-
quez, y quien asegura que el instalador era el señor Luis T. Mata. En esta casilla
se emitieron 127 votos en favor del C. Félix F. Palavicini y 125 para el suplente,
conforme a una lista simple de personas que llaman padrón, sin expresar edad, es-
tado, domicilios, etc., requisitos legales y necesarios y que se formó por· la misma
mesa electoral, según dicen, al ir cada ciudadano depositando su voto. Esta Comisión
Revisora no estima legal, por tanto, la citada sección número 27, ya por lo irregular
de su documentación como por existir la con~tancia oficial de que ·110 funcionó el
día de las elecciones y cuyo expediente fue presentado ,extemporáneamente.
"La sección número 26 tampoco fue instalada el día de las elecciones, según
constancia oficial, pero aparece instalada en la calle de Mérida número 60, y arroja,
según su escrutinio, 82 votos en pro del C. Palavicini y 86 en favor de su suplente,
conforme a otra lista simple de personas que no tiene los requisitos indispensables
de padrón para acreditar la legalidad de los votos y con la circunstancia extraña de
que el escrutinio está hecho por la misma mano' que hizo el de la sección 27 y
anotó la palabra 'lvotó" unánimemente en la sección 26.
uA la misma hora (tres de la tarde), según consta de las actas, levantaron las
dos casillas; y siendo imposible que una -misma persona pudiese haber estado en dis-
tinto lugar a la misma hora, es inconcuso que estos escrutinios se a1'!.eglaron fuera
de las casillas electorales,
"En consecuencia, la Comisión estima nulos los sufragios que aparecen en los
expedientes mencionados. Los demás expedientes son buenos, con más o menos irre-
gularidades.
"El C. José Tirso Reynoso remite una protesta concretando los casos señalados
y el Juzgado 29 de_ Distrito' de la ciudad de M,éxico también remite en 17 fojas las
diligencias que practicó por suplantación de votos en la sección 27 del 59 distrito
electoral de la ciudad de México, manifestando que no pudo concluir las averigua-
ciones respectivas.
"Por último, existe una solicitud hecha por los CC. Eulogio Hernández, Casimiro
Torres y demás signatarios, pidiendo sea rechazada la credencial del C. Félix F.
Palavicini, en virtud de considerarlo incapacitado por estar sujeto a proceso crimi-
nal. Sobre este punto la Comisión se ha abstenido de dictaminar."
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-El mismo C. secretario: ¿ La Asamblea desea que se dé segunda lectura al
dictamen? (Voces: ¡No! ¡No!) Está a discusión. Los señores diputados que deseen
inscribirse en pro o en contra, pueden pasar a inscribirse.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Lizardi.
-El C. Lizardi: Señores diputados: he creído una obligación mía el venir a
atácar el dictamen de la Comisión, porque me cupo la suerte de ser el presidente
de la Junta Computadora en ese distrito; por consiguiente, estoy perfectamente en-
terado de los hechos que allí se verificaron y puedo decir cómo sucedjeron ellos: no
es necesario recordar a ustedes que hemos aprobado algún dictamen en que se dice:
"a pesar de esa irregularidad, se aprueba esta credencial"; no es necesario recordar
tampoco a ustedes que cuando se atacó al grupo renovador, haciéndole detenninados
cargos, dos de los oradores dijeron terminantemente que de lo que se trata es de
excluir a Macías y a Palavicini. Se ha manifestado, pues, no quiero decir que por la
Comisión, sino cuando menos por algunas personas, un vehemente .deseo de excluir
a detenninadas personalidades.
Yo no voy a defender al señor Palavicini de cargos políticos, en primer lugar,
porque no tengo antecedentes suficientes para ello, así como tampoco para atacarlo;
en segundo lugar, porque estando él presente, seria casi injuriarlo el que lo defen-
diera, cuando puede hacerlo por sí mismo.
Voy sencillamente a analizar la cuestión desde el punto de vista electoral. Se
me permitirá, pues, que haga una breve narración de los hechos acaecidos durante
las elecciones,. para que enseguida argumente sobre esos mismos hechos. En el
59 distrito electoral del Distrito Federal surgieron tres candidaturas principales. La
que resultó con mayor número de votos, o sea la del señor Palavicini, la que le siguió
en número, o sea la del señor genéral Ignacio Enríquez, y la del señor coronel Bauche
Alcalde; de los demás votos obtenidos en las secciones casi no debemos ocuparnos,
porque el ciudadano que más pudo obtener, serian diez o doce. Este 59 distrito elec-
toral está fonnado, o más bien dicho, estuvo formado por parte- de la colonia de Santa
María, la colonia de San Rafael y parte de la colonia Roma; y comO en honor de la
verdad se trató de que se hicieran elecciones legales, no fueron los empleados de
las comisarías los que hicieron los padrones repetidos, sino que se comisionó a ciu~
dadanos completamente ajenos a estas prácticas, quienes equivocadamente confun-
dieron el número de sus nombramientos como instaladores y el número de la sección
que deberían empadronar, con los números de los cuarteles y manzanas que hubo
en ese distrito, de tal manera, que resultó la confusión de que adelante hablaremos.
El día de las elecciones, o sea el día 22 de octubre, no noté el error siuo en la casilla
electoral que me tocó presidir, o sea la que se instaló en la 1f.l. calle de Manuel
María Contreras, frente a la casa número 16. En esta casilla electoral hubo algunas
irregularidades, pues desde luego el nombramiento de instalador decía que instalara
la casilla número tantos en lugar que no existe, y las boletas que se habían repartido
a los ciudadanos para que votaran, mencionaban la sección número 2, completamente
distinta, tanto, que surgió para nosotros la primera duda. ¿ Qué número poníamos,
2 como dicen las boletas o el otro número que dice el nombramiento del instalador?
Optamos por no designar la casilla electoral con número definido y, sencillamente,
hicimos referencia a que se había instalado frente a la casa número 16 de la 1~ calle
áe Manuel María Contreras. En ese estado las cosas, se recibió la votación con un
resultado de que me ocuparé más adelante. Voy a referirme a la reunión efectuada
el jueves en el Tívoli del Elíseo, lugar designado para que se reuniera la Junta
Computadora.
Debo principiar por manifestar a ustedes que no estuvieron presentes los pre-
sidentes de las casillas electorales, sino sólo sencillamente una parte de ellos, un
200
poco superior a la mitad del número de las secciones. Como ven ustedes, voy denun-
ciando una serie de irregularidades, sin perjuicio de analizarlas con posterioridad.
jAh! Se me olvidaba un detalle que puede ser importante.
SegUramente que la mayoría de los presentes habrá visto en la prensa un lla M
mamiento hecho por el gobernador del Distrito, en el que se dice que por error
de algunos presidentes de -casillas electorales, en vez de conservar sus expedientes
los han remitido al Gobierno del Distrito y se les suplica qu~ vayan a recogerlos.
Esto, en honor a la verdad, se hizo para salvar el decoro del mismo Gobierno del
Distrito, que se manifestó desconocedor de la ley, porque en rigor lo que puedo
afinnar es lo siguiente: el lunes que sucedió a las elecciones, estando yo en mi
oficina, se me presentó un enviado de la sección consultiva del Gobierno del Distrito
'diciendo que mandara el expediente, y a ese enviado, que era nada menos que abo-
gado, yo le dije: "señor: no puedo entregf!.rle el ex·pediente, porque la ley me manda
que no lo entregue, sino que lo conserve en mi poder." Convino conmigo, como era
natural, porque era la prescripción de la ley; y al día sigui~nte, martes, apareció en
la prensa el suelto a que he hecho referencia. Así, pues, si algunos presidentes, por
error, mandaron sus expedientes al Gobierno del Distrito, ;en -cambio otros, no
por error de ellos mismos, sino por culpa del- Gobierno del Distrito, es muy posible
que los hayan presentado allí. Pu·es bien, al instalarse la Junta Computadora se
presentó el licenciado Jenaro González, empleado del Gobierno del Distrito, a ins-
talarnos. Esta intervención en verdad no se la concede la ley, puesto que la in-
tervención que da a las autoridades para estos asuntos, es a las autoridades muni-
cipales, mas no a las políticas. Sea de ello lo que fuere, no tuvimos inconveniente
en que él nos instalara; nos cercioramos que habiamos más de la mitad y nos cons-
tituimos en Junta, cuyos detalles constan en el acta que se levantó, calzada con la
finna de todos. El señor licenciado J enaro González puso en mis manos, en mi
carácter de presidente de esa Junta Computadora, un oficio del mismo Gobierno
del Distrito, en que se nos participaba que se nos remitian cinco expedientes elec-
torales que no habían sido recogidos por los respectivos presidentes de las' diversas
casillas. En efecto; nos ent~gó los cinco expedientes, de los cuales dos estaban
abiertos en vez de estar cerrados. En seguida el mismo licenciado González puso en
mis manos otro oficio del Gobierno del Distrito en el que se DOS comunicaba que las
secciones tales y cuales, cerca de diez, no habían sido instaladas, según noticias que
se tenfan. Inmediatamente objeté yo ese oficio del Gobierno del Distrito diciendo:
aquf se menciona que no se instaló la casilla número 2, y precisamente la casilla
número 2 es la que yo presidí. Recordarán ustedes que las boletas decían número 2,
en tanto que el nombramiento del instalador decía otro número. Más tarde conti-
nuamos recibiendo los expedientes, y nos encontramos conque había tres casillas
número 5 j pero a alguno se le ocurrió lo que en efecto había sucedido: que los em-
padronadores habían confundido el llúmero de la sección con los números de los
cuarteles o manzanas de las diversas secciones en que tenían que verificar la ins:-
talación.
Por otra parte, teniendo en cuenta que la .ley no da ninguna intervención al
Gobierno del Distrito en materia electoral, supusimos que éste no tenía ninguna
obligación de saber cuáles eran las casillas que se habían .instalado y cuáles no. Con
este motivo fue por 10 qué nos pusimos a revisar los expedientes, acercándonos al pre-
cepto de la ley lo más posible. La ley nos dice: "en el orden numérico";· por consiguiente
con tres expedientes con número 5 y dos con número 9, no era posible que nos suje-
táram~s a la ley, sino que estuvimos revisando los expedientes por el orden más
riguroso posible. Antes de abrir cada expediente, se hacía circular entre todos los
miembros de la Junta Computadora para que se cercioraran de si estaba o no de-
201
bidamente cerrado y sellado y se preguntaba si se admitía o se rechazaba. Todo esto
consta en el acta respectiva, y por ella se puede venir en conocimiento de que la
mayoría de los expedientes y no sólo los tres que menciona el dictamen, carecen de
muchos requisitos legales.
Más aún: entre los expedientes que llegaron por conducto del Gobierno del Dis-
trito, dije antes y repito aquí, que dos llegaron abiertos. Se me preguntará por qué
no se hizo la consignación respectiva, supuesto que es un delito la violación de un
expediente electoral. Porque se nos dio' verbalmente una explicación muy natural.
Se nos dijo que estos expedientes venían dirigidos al Gobierno del Distrito en un
sobre cerrado y no decían qué era; en el Gobierno del Distrito se abrió y así se
vio que era un expediente electoral, se remitió a la Junta; pero sencillamente, repito
que no fueron los tres expedientes en que dictaminó la Comisión los únicos en que
hubo irregularidades. Hubo irregularidades en casi todos ellos; probablemente no
llegaron a seis los expedientes correctos: si acaso, serían cuatro. Al procederse a
hacer la _revisión de ellos y al hacer el cómputo definitivo, se hicieron constar todas
las objeciones que hicieron los diversos miembros de la Jun~a Computadora a todos
y cada uno de los expedientes; por consiguiente, mi primer ataque en contra del
dictamen de la Comisión consiste en esto: ¿ cómo es que en otros dictámenes que ha
rendido se pasan por alto los detalles de la Ley Electoral? O se tienen por correc-
tos todos los expedientes, o se toman en consideración los defectos que ellos tienen
y en este caso no son tres los expedientes que hay que considerar nulos, sino otros más.
Por otra parte, señores, como esto es un dilema y no debemos venir aquí a poner
dilema, sino a sentar proposiciones concl'etas, voy a permitirme examinar cuáles son
las razones de la nulidad de las elecciones.
El artículo 50 de la Ley Electoral nos dice:
"Artículo 50. Son causas de la nulidad de una elección:
"1. Estar el electo comprendido en alguna prohibición o carecer de los requi-
sitos exigidos por la ley para poder ser diputado." Nos ha dicho la Comisión que
se ha formulado algún cargo en contra del señor Palavicini; no pretendo sincerarlo
de él, no es misión que yo me haya impuesto; pero sí debo manifestar que para ser
diputado, entre otras cosas, se necesita la vecindad, y el candidato que siguió en
número de votos al señor Palavicini probablemente, no lo sé de fijo, pero probable-
mente, repito, no tenía los seis meses de· ser vecino de la ciudad de México y, por
otra parte, tenía mando de fuerzas en ella.
"11. Haberse ejercido violencia sobre las casillas electorales por autoridad o
particulares armados, siempre que por esta causa la persona electa haya obtenido la
pluralidad de votos en su favor." No tengo· yo noticia alguna, ni la Comisión nos ha
mencionado tampoco, que haya habido presión de fuerza armada ni de particulares
armados.
"IIl. Haber mediado cohecho, soborno o amenazas graves de una autoridad, en
las condiciones de las secciones anteriores." Creo que tampoco ha habido este caso.
"IV. Error sobre la persona elegida, salvo que dicho error sólo fuese sobre el
nombre, pues en este caso lo enmendará el Congreso al calificar la elección, en caso
de que no lo haya hecho la Mesa de la casilla electoral o la Junta Computadora."
N o se ha alegado tampoco el que haya habido error sobre la persona elegida.
"V. Haber mediado error o fraude en la computación de los votos, en las mis-
mas condiciones de la fracción n." El error es evidente que no lo hubo. Se alega el
fraude, pero entonces ustedes niegan la causa de nulidad de fraude en la compu-
tación; que la instalación de la casilla electoral se haya hecho contra lo dispuesto
en la ley, casi todas las instalaciones de esas casillas tienen muchas irregularidades
y no diré de los expedientes, donde faltan actas de instalación y faltan también los
202
nombramientos de los instaladores, no sólo en tres, como nos dice la Comisión, sino
en casi todas.
"VII. No haber permitido de hecho a 'los representantes de los partidos políticos
o de los candidatos independientes, ejercer su cargo."
En este cal3O, la protesta misma presentada por el C. Juan Tirso Reynoso, nos
está demostrando plenamente que sí se permitió a los representantes de los partidos
contendientes hacer las protestas que creyeron oportunas. A este· respecto se hizo
la consignación' correspondiente al Juzgado 29 de Distrito de la ciudad de México.
Como se ve, pues, se trata en este caso concreto de declarar la nulidad de una elec~
•
ción. La Comisión no nos ha citado de una manera precisa cuál ~s la fracción en que
funda l~ nulidad de esta elección: parece dar a entender que ha mediado error en
la computación de votos; y yo, señores, como presidente de esa Junta Computadora,
vengo a protestar solemnemente contra semejante imputación, porque la Junta Compu-
tadora no ha cometido infracción de ningUna clase. Ahora, ¿ que hay expedientes
irregulares? Muy bien, puede ser, y de eso el culpable será el tirano, quien durante
treinta años no nos dejó votar y por lo mismo, no aprendimos; pero si en este .mo-
mento, señores diputados, se' nos trajera un expediente inmaculado, un expediente sin
mancha, que se ajustara a los preceptos de la ley, precisamente esa falta de mácula
manifestaría que estaba hecho exprofeso y que había habido nulidad en la elección.
En la Junta Computadora se celebró el hecho de que faltando un acta de instalación,
porque no se había preseptado el instalador, los miembros de la. Sección respectiva
hicieron constar que, aunque no había habido instalador, ellos querían ejercitar sus
derechos electorales. En cambio, apenas vino un expediente como es el del ciudadano
Palavicini, entonces es perfectamente reprobadQ, es decir, al que obtuvo el triunfo
se le rechaza y al que no lo obtuvo se .le acepta.
¿ Cuáles son, señores, las condiciones en que vamos a votar? ¿ Se puede citar un
caso concreto en que haya habido fraude en la computación de votos?
Señor presidente: he sido yo el presidente de esa Junta Computadora; si hubo
fraude, pido respetuosamente a su señoría se me mande enjuiciar y se me consigne
desde luego. (Aplausos.) Pero por lo que hace al caso concreto, de hecho la única au-
toridad, que tiene facultades para declarar que se ha cometido delito, según la ley, es
la autoridad judicial. Los señores miembros si hubieran tenido a la mano una ejecu-
toria, harían muy bien en nulificar esos "Votos; el juez de Distrito no podría decir~
"tengan como nulos esos votos", pero los señores miembros de la Sección dirian: "pues-
to que se. ha cometido fraude, son nulos los votos", Desde el momento en que la Mesa
no pudo. de ninguna manera decir: "ha habido fraude", es estq: que seguramente no
lo hizo de una manera expresa y completa no por falta de documentos que no exis~
ten, sino seguramente porque no pudieron demostrar la existencia del fraude.
-El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.
-El C. Del Castillo: La Comisión que dictaminó sobre la credencial del ciu-
dadano Palavicini, ha procedido con toda equidad. Como 10 ha confesado el señor Li-
zardi, todos los documentos son irregulares, si acaso habrá tres que no lo sean.
Esto es la verdad; los documentos vinieron de tal manera embrollados y todos los
expedientes tan revueltos, que hemos tenido que reconstruir los expedientes, con un
trabajo arduo, para podernos orientar, La Comisión ha procedido aquí como lo ha
demostrado en su dictamen, con absoluta justicia, y traemos a la mano el expediente
relativo, y adem4s están aquí los expedientes de las secciones '5', 26 Y 27 para que
pueda convencerse el señor Lizardi de que lo que alega la Comisión es perfectamente
justo. No sabemos cómo ,ha podido confundir el señor Lizardi el número de ·los cuar-
teles con el de las sec.ciones, si es claro y terminante y consta por los expedientes
relativos que la Sección 5' está duplicada. Existe una con todos sus documentos y
203
con los nombramientos de instaladores; pero sobre esos expedientes hay un duplicado
y no consta la instalación. E~ cambio consta, sí, la otra elección con todas las irre-
gularidades que hemos expuesto y con la votación sin padrones. Si vamos a revisar
las boletas, igualmente verá el señor Lizardi que las letras que llenan esas boletas
son muy idénticas. La Sección 26 consta oficialmente que no se instaló, no funcionó,
y supuesto que no funcionó esa casilla electoral, no pueden existir expedientes de
eUa. La Comisión tiene obligación de fundarse en las constancias legales que encuen-
tre, y es para la Comisión constancia legal, y prueba evidentemente la constancia
oficial del Gobierno del Distrito, de que no funcionó esa casilla electoral, y, por lo
tanto, es extraño que hubiese expediente electoral en la Sección 26. Igualmente consta,
por oficio, que no funcionó la Sección 27, y, sin embargo, existe el expediente electoral,
COl1 esta otra circunstancia que extraña la Comisión Dictaminador.a, que los cómputos,
10 mismo de la 26 que de -la 27, están inscritos con el mismo puño y en la misma forma,
y están a disposición del señor Lizardi para que pueda comprobarlo; y por tanto, como
no han .podido funcionar estas casillas electorales, es inconcuso que los votos no son
legales, y la Comisión no puede considerarlos como buenos y tiene que deducirlos del
cómputo que se hizo a favor del señor Palavicini.
Respecto a que si hubo o no fraude, que la autoridad 10 declare; el señor Li-
zardi sabe que el Juzgado de Distrito del Distrito Federal, ya lo ha llamado a de-
clarar, y en parte creo que ha estado conforme el señor Lizardi con las irregu-
laridades de los expedientes. Sobre los escrutinios de la 26 y 27, el señor Lizardi ha
contestado al juez sobre el particular, y el juez no llegó a declarar como nula la
elección; pero creo que el juez no tenía derecho para hacerlo; el mismo juez remitió
los expedientes con un oficio, alegando que por falta de tiempo no pudo concluir la
averiguación, y la averiguación está' incoada en ese Juzgado por el delito de suplan-
tación de votos en la Sección 27. Las demás irregularidades que también serían causa
de nulidad de las casillas electoyales, constan, y confiesa el señor Lizardi, que si
acaso habrá tres o cuatro expedientes correctos, y en ese caso, en la confesión del
mismo señor Lizardi, presidente de la Junta Computadora, está que la documenta-
ción toda es irregular, que no llena las condiciones de ley y le faltan todos los requi-
sitos indispensables para dejar correcto el expediente electoral, y queda perfecta-
mente claro que la elección es muy deficiente. Sobre todo, la Comisión Dictamina-
dora, para poder sostener su dictamen, ha hecho un estudio concienzudo y detallado
de los expedientes y está dispuesta a demostrar con documentos las raZones que tuvo
la Comisión para formular su dictamen en la forma en que lo ha hecho; están a la
vista del señor Lizardi y perfectamente claros; los votos no son legaies y no puede
computarlos; en consecuencia, la mayoría de 107 votos que tenía el señor diputado
Palavicini, no puede ya existir, y no puede ser buena su credencial.
-El C. presidente: Tiene la palabra el señor Martínez de Escobar.
-Un C. presunto diputado: Suplico a su señoría tom~ nota del tiempo que ha-
blan los oradores, para cumplir con la rey.
-El C. Martínez de Escobar: Señores diputados: alguna vez dijo el señor Pa-
lavicini: "si yo me parara -alguien me lo dijo-, si yo me parara sobre mi talento
y mi cultura, seguramente que tocaría con mi cabeza la bóveda del cielo", y yo digo:
si el señor Palavicini se parara sobre su inmoralidad, seguramente que alcanzaría
el infinito, seguramente que llegaría más allá de las estrellas parpadeantes; pero
es el caso que el señor Palavicini, políticamente, vive a raíz de tierra, vive a flor
de fango.
El señor Palavicini esta mañana con una verdadera ligereza de criterio, con un
verdadero cinismo, con una audacia que sólo es posible que exista en él, porque
sólo por medio de la cínica audacia hemos conocido al señor Palavicjni a través de
204
todas las luchas políticas, siempre triunfante, el señor Palavicini decia: "exhorto a
la juventud saludable, exhorto a la juventud de principios, a que no imiten a esa ju-
ventud enclenque que se alquila". Señor Palavicini, para alquilarse se necesita tener
alma -de siervo, tener corazón de vasallo, tener alma esclava y espíritu de cortesano,
es decir, se necesita tener todo eso que tiene usted; porque el señor Palavicini, se
ñores diputados, se ha venido alquilando desde Porfirio Díaz hasta Victoriano Huerta.
Es indudable, señores diputados, que si desnudáramos al señor Palavicini, vería-
mos que desde la cabeza hasta los pies, el señor Palavicini, políticamente, es una
mancha negra, es una mancha siniestra. Sé que alguna vez dijo: UFulgencio significa
gloria y significa llamarada"; probablemente llamarada de petate. FulgeÍlcio no sig-
nifica más que fulgor siniestro, más que sombra perversa y algo muy grave, algo
muy terrible para el porvenir de la patria. Félix Fulgencio Palavicini no tiene- ideas
revolucionarias, Félix Fulgencio Palavicini no tiene un solo sentimiento revoluciona-
rio,' Félix Fulgencio Palavicini en ninguno de los actos de su vida social ha impresa
el sello de la revolución que dignifica y sublima el espíritu humano.
Voy a probar que yo no vengo con calumnias, no vengo a hablar de memoria,
señores diputados; voy a desnudarles al señor Palavicini. El señor Palavicini fue por-
firista, el señor Palavicini sí fue cortesano de Porfirio Díaz, el señor J)alavicini sí fue
siervo de aquel dictador, porque en aquella época los hombres que podían tener
algunas prebendas, ya en el ·interior, o ya en el exterior, necesitaban ser vasallos o
ser esclavos de aquellos -potentados, a quienes arrojó, trituro e hizo mil pedazos la
revolución de 1910~
El . señor Palavicini viene de Tabasco -por desgracia el señor Palavicini es de
Tabasco---; viene a México el señor Palavicini y ¿qué hace'? Forma un centro tabas-
queño y allí está palpitante en las páginas de esos escritos lo que voy a decir: formó
un centro tabasqueño, ¿ para qué'? para lamer ,cadenas. Formó un centro tabasqueño
y en unión de otro individuo, que él sabe bien quién es, entonó poemas, estrofas,
himnos gigantes en loor de Porfirio Díaz, y el periódico "El Colmillo Público" -no
sé si "El Colmillo Público", el señor Palavicini nos lo dirá-, criticó duramente esas
alabanzas, esos coros de adulación que entonara con ese otro señor en loor de Por-
firlo Díaz y su funesto círculo de amigos. De manera que Palavicini fue porfirista,
. y a virtud de esos cantos y a virtud de esas poemas y a virtud de esos' himnos,
Palavicini consiguió que lo mandaran al extranjero; y fue al extranjero, señores
diputados, comisionad.o para hacer algún estudio sobre instrucción pública. ¿ y qué
hizo el señor Palavicini,? Siempre audaz, siempre· hábil, se dijo : "Sé audaz y serás
fuerte, que con -la audacia se triunfa," pue~ al señor Palavicini no le importan los
medios para llegar al triunfo; el señor Palavicini es, ha sido y será siempre un
jesuita. El señor Palavicini va al extranjero y le viene diciendo a su amo y señor, a
su potentado, al que le estuviera dando esas prebendas, a su protector, a Porfirio
Díaz: "Aquí está, señor amo, lo que mi inteligencia lúcida, aquí está lo que el fulgor
de mi potencia intelectual ha hecho, aquí vengo a presentar a usted una obra supre-
ma, una obra grandiosa, una obra. magnífica." Con una audacia asombrosa, hace que
todos aquellos hombres que formaban el ministerio de Porfirio Díaz, fueran a una
conferencia que dio el señor Palavieini sobre la obra que había escrito, ilustrándola
con proyecciones cinematográficas; el señor Palavicini, lleno de satisfacción, les dijo:
"He aquí mi labor en el extranjero; he aquí, amos y señores, lo que he hecho a virtud
de los dineros que me han dado." ¿ Y qué fue aquella obra'? Un acto pasmoso de
audacia, un acto terrible de cinismo. ¿ Qué fue lo que hizo Palavicini Fulgencio?
Plagiar una obra" sin que una sola coma, un solo punto ni un solo' concepto, ni
una sola idea, ni un solo pensamiento, ni nada, absolutamente nada de aquello que
presentaba como suyo, fuera realmente de él. ¿ De quién era la obra, señor Pala-
205
vicini? Yo no recuerdo. (El interpelado: "De Félix F. Palavicini, caballero.") Sigue
la repulsiva audacia del señor Palavicinij es terrible este señor, en ese sentido se le
tiene que admirar, es verdaderamente audaz y responde cínicamente a todo, aunque
esté diciendo una mentira que ya conocen los cuatro puntos del horizonte nacional;
desde las estepas del Norte hasta la frontera de Guatemala, todo el mundo sabe que
el señor Palavicini, con los dineros de la nación, no hizo más que plagiar una obra
de un gran pensador suizo, de un gran pensador extranjero, y la prensa se lo dijo
en todas sus columnas y en todo.s los tonos; y el señor Palavicini parece que en esos
momentos se sintió un poco asustado de su misma audacia, pues nunca, absoluta-
mente nunca, jamás, desmintió el señor Palavicini que era un plagio indigno el que
había cometido.
Con ese motivo, su dueño y señor, el dueño y señor de Palavicini, le retiró su
protección y entonces Palavicini, al verse despreciado por el di.ctador Porfirio Díaz,
¿ qué camino tomó? Por instinto de medro, por instinto de especulación, porque ya
no se vio protegido por 'Su dios y su ídolo político, entonces surgió antirreeleccionis-
ta, entonces surgió paladín de las libertades públicas, entonces Palavicini surgió
campeón de la justicia, él, que no ha sabido más que corromperla; entonces se irguió
portavoz del derecho, él, que no ha sabido más que hacer mil pedazos al derecho y
pasar siempre sobre él, él que no sabe más que violar la ley, y mueve a risa real-
mente ·ver a Palavicini pretendiendo aparecer liberal; la nación entera sabe que sólo
cadenas de tiranos ha sabido lamer el señor Palavicini.
Yo siento, señores diput.ados, que algunos de ustedes se vayan a imaginar que
asumo esta actitud por disgustos personales, yo siento que aquí se vayan a imaginar
que estoy haciendo política de campanario, yo no sé a qué ~lase de política se refiere
el señor Palavicinij para mí la política es una ciencia muy alta, tiene por objeto
llevar a la práctica los derechos públicos, los principios libertarios del pueblo j tiene
por objeto ir haciendo que se traduzcan en leyes todas las necesidades que están
palpitantes en la atmósfera social y en el ambiente políticoj el señor Palavicini tal
vez se refiera a la politiquería de intrigas, menuda politiquería esa que es su arma
terrible, por la cual ha venido triunfando audazmente el señor Palavicini. Después
vemos a este señor que cuando el apóstol supremo, que cuando aquel hombre mil
veces bendito y mil veces sagrado, porque respondió muchos años después al grito
formidable de Independencia que diera el cura Hidalgo proclamando la nacionalidad
de México, vemos al señor Palavicini que le dice al señor Madero, a ese apóstol
supremo: "Soy tu compañero, vaya la lucha contigoj" y sale Palavicini acompa-
ñando al señor Madero: un hombre mezquino de ideas y ruin de sentimientos, con
otro hombre que llevaba en su corazón el florecimiento sublime de patrios ensueños,
de anhelos gloriosos de regeneración y de justicia. Fue el señor Palavicini con el
señor Madero ... -No ría ustf'd tanto, señor Palavicini, que son verdades que le
queman todas las que se están diciendo-o Fue y pronunció algunos discurs6s brillantes,
porque hay que hacerle justicia: el señor Palavicini es exquisito a veces en el hablar.
En verdad que fue uno de los primeros que acompañó al apóstol en su gira política;
pero a que no nos ha dicho el señor Palavicini que también fue el primero que de-
feccionó, que tambén fue el primero que rompió filas y abandonó al señor Madero,
que cuando el licenciado Roque Estrada iba acompañando al señor Madero, el senor
Palavicini era ya un apóstata, el señor Palavicini era ya un prevaricador ...
-El C. Palavicini, intenumpiendo: Estaba en la cárcel el· señor Palavicini.
-El C. Martínez de Escobar: Reanudo mi discurso. Fue un apóstata el señor Pa-
lavicini y lo fue muy en breve, muy pronto; tal vez la cárcel le intimidó, tal vez las
mazmorras de la Penitenciaría le hicieron cambiar de ideas, de principios; las maz-
morras deben hacer que las ideas y los principios se abrillanten y se hagan grandesj
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sólo los que no tienen princIpIos rectos ni ideas firmes, pueden claudicar tan fácil-
mente bajo las imponentes sombras de las cárceles políticas.
Pronto el señor Palavicini se apresura -a decirle a aquel hombre con quien tiene
afinidad; pronto el señor Palavicini DOS dice en uEl Imparcial", nos dice en uEl
País": uS oy porfirista." Así nos dice usted en su artículo, ¿para qué vaya cansar
el espíritu de la Asamblea leyéndolo, si aIli está reproducido en uLa Lucha" 1 Y allí
manifiesta y dice el señor Palavicini: "Soy porfirista," y lo gritó usted; natural-
mente tuvo que gritarlo una y mil veces. Usted por nacimiento, por educación, por
herencia y por medio; usted, 'por anhelo de lucro, por su naturaleza psicológica, por su
naturaleza orgánica ha sido siempre amante de las dictaduras "y ha" sido eternamente
admirador apasionado de todas las autocracias. Es natural que dijera: "Yo soy por-
firista, yo repruebo la ~volución." Sigue diciendo el señor Palavicini: "Si la revolu-
ción, que es obra de inconscientes, tomara cuerpo, yo preferiría "el estancamiento de-
mocrático a la guerra civil. Yo no puedo ser revolucionario, yo condeno la revolu-
ción; la revolución no puede ser más que obra de inconscientes." Así repitió el señor
Palavicini al defeccionar de las filas del liberalismo. ¿ Cómo es que el señor Pala-
vicini, que acompañó al sefior Madero en su gira, después viene y dice: "Soy enemigo
de la revolución 1" Pues ¿ qué cosa es la revolución, sefior Palavicini 1 La revolución
es un cambio d~ ;.aeas y de principios, un cambio en los sistemas, una renovación
progresiva del espíritu humano, y es natural que tenga sus períodos, y si tiene su
período de preparación, y si tiene su período de iniciación, tiene que venir el mo-
mento explosivo cuando no se da satisfacción a los ideales populares, y despUés del"
período de solución; entonces vienen las revoluciones populares, entonces vienen' las
convulsiones. Los pueblos jóvenes, los pueblos nuevos necesitan de estremecimien-
tos potentes en sus almas, de sacudimientos formidables en su corazón. ¿ Por qué
condenaba usted, pues, la revolución en México, cuando éste es un pueblo que ne-
cesita de estallidos y de convulsiones fuertes dentro de su alma nacional1 ¿ Por qué,
señor Palavicini, condenaba" usted la revolución 1 ¿ Qué son las revoluciones 1 Son
los estremecimientos necesarios para regenerar a los pueblos, es el grito del ideal,
es ásomo de esperanza y explosión de anhelos de luz, es la transfiguración de los
pu'eblos, pues con eUa se transfiguran, ~omo dice la tradición bíblica que se trans-
figura Cristo en las montañas del Tabor; las revoluciones, señor Palavicini,' son las
que han sancionado las libertades. Luego usted ha sido siempre enemigo de la re_o
volución; usted ha condenado mil veces las libertades; ¿ puede usted, pues, ser revo-
lucionario, señor Palavicini," desde el momento en que usted mismo ha confesado que
es enemigo de la revohición 1 Y 10 ha dicho allí bajo su firma; tal vez dentro de un
momento diga: "Yo no ree:¡peto mi firma; para mí mi firma tiene la importancia del
papel en que la escribo; para mí esa firma es un papel mojado y no tiene significa~
ción;" pero allí está condenada su personalidad, aIli está cristalizada su manera de
pensar y nadie ni nada hará que convenza a esta Asamblea que usted, pueda ser
revolucionario; usted tiene la revolución en el estómago, usted tiene la revolución
en el tubo intestinal, usted no puede tener un solo ideal, absolutamente un solo
ideal, porque lo ha demostrado usted y sólo puede" usted ser revolucionario por ten-
dencias de lucro" y por anhelos de medro. Y esto es verdad. El señor Palavicini era
enteramente pobre, no tenía ni un centavo, absolutamente nada; sin embargo, hoy
vemos al señor Palavicini tomando parte en el desfile insultante de los autócratas
-como uno de los más ricos- en la avenida de Plateros de la ciudad de los palacios;
hoy vemos al señor Palavicini ostentarse en lujoso automóvil; hoy :vemos al señor
Palavicini vivir en palacios suntuosos, en alcázares, en grandes casas de su "plena
propiedad. ¿ Esos son los revolucionarios de ideales? Ese es el señor Palavicini, ya
lo saben ustedes. Este individuo es revolucionario porque necesitaba tener automó-
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vil; es revolucionario porque necesitaba tener un gran casa; Palavicini es revolu-
cionario porque necesitaba buenos manjares para su paladar. Ese es el señor Pala-
vicini; ¿ véis qué honorable, qué revolucionario, qué digno?
Pero vamos, señores diputados, adelante. Sigue el 'señor Palavicini con esa auda-
cia inconcebible que realmente asombra y espanta por repulsiva e indigna; sigue el
señor Palavicini, porque así es su instinto, porque así es su naturaleza rebelde, por-
que así está conformado orgánicamente, porque así está conformado psicológicamente
y pronto, cuando vienen aquellos hombres que tuvieron un inmenso error, que muchos
años después tuvieron el mismo error que Guerrero, esos hombres que por ún error
completo en el tratado de Ciudad Juárez enterraron a la revolución de 1910, hicieron
sucumbir a la revolución, le formaron la tumba a la revolución misma en su cuna,
porque allí fue donde fracasó el movimiento libertario maderista, pronto el señor
Palavi~ini fue de los primeros que se acercaron al licenciado Pino Suárez, fue de
los primeros que se acercaron al apóstol Francisco lo Madero, a ese gran desapare-
cido, y pronto el señor Palavicini viene también entonando himnos, entonando poe-
mas y entonando estrofas y cantos, y aquel hombre bueno y sencillo y noble de
corazón, aquel hombre inmensamente benévolo, de alma agradecida y exquisita, tan
sólo porque el señor Palavicini le había acompañado durante algún tiempo en la
odisea democrática, aquel hombre que creía a todos buenos como él, pronto le abre,
por un tremendo error, los brazos al señor Palavicini, y le ayuda a tal grando y con
tanta pasión, que cometió, ese hombre magnífico, ese gran mexicano, apóstol hoy, el
error de hacer que casi por consigna saliera el señor Palavicini diputado al Congreso
de la Unión por un distrito de Tabasco, allá en aquella región en donde hasta las
piedras protestan, pues parece que tienen oídos, cuando se nombra al .señor Palavi-
cini; sí, allá en Tabasco las piedras protestan, hasta los árboles protestan, los an-
cianos, las mujeres, los niños y todos los seres que viven, protestan cuando oyen
pronunciar el nombre de Palavicini, pues surge a la mente de todos esta idea: Pala-
vicini, el esclavo de Porfirio Díaz; Palavicini, el cortesano de Victoriano Huerta; abyec-
to inveterfido que sólo place de lamer' cadenas.
El señor Palavicini habla mucho, porque ¿ cuándo le falta de qué hablar a este
mezquino siervo de las dictaduras? Esta mañana el señor Palavicini aquí vino a
hablarnos de las vírgenes espirituales de Muril1o, de las Venus ensoñadoras de Ra-
fael, de las atrayentes y sugestivas Evas de Miguel Angel, y nos habló hasta del
Dante cantando a Beatriz y del Petrarca arrodillándose ante Laura. El señor Pa-
lavicini habla de todo aunque no venga al caso lo que esté diciendo.
Pronto el señor Palavicini vuelve a verse en el momento intenso y solemne en
el que se ve a los hombres de ideas firmes y de principios rectos; así como a los hom-
bres eunucos de ideales; pronto viene el trágico cuartelazo, pronto viene la decena
trágica, pronto viene todo ese cúmulo de delitos inmensos que indudablemente, si no
tomamos la cuestión desde el punto de vista sentimental, ya era' necesario que suce-
diera para México, porque ya desde aquellos tratados de Ciudad Juárez, como antes
dije, había sucumbido la revolución y era necesario que se siguiera evolucionando, y
pronto, como fenómeno sociológico, indispensable, necesario, como fenómeno - públi-
co, porque la ley de la causalidad como la ley del progreso, siempre tiene su poder
avasallador e incontrastable, pronto aquel momento de angustia, momento decisivo
para todo hombre, y pronto el señor Palavicini tuvo que verse en ot.ro suceso de-
cisivo, que fue el cuartelazo de Victoriano Huerta. Y ¿ cuál fue la conducta de Pa-
lavicini cuando el acaecimiento del cuartelazo de Victoriano Huerta y Félix Díaz?
El señor Palavicini nos va a decir: "Yo no concurrí a la sesión de la Cámara, no con-
currí en el momento en que se trató de aceptar la renuncia de ese gran apóstol ideal
que se llamó Francisco lo Madero y de su gran amigo el excelso tabasqueño, licen-
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ciado José Mana Pino Suárez." Es verdad que el señor Palavicini no fue, pero no
fue por miedo, porque el s~ñor Palavicini siempre ha sido miedoso en cuestiones
trascendentales, en asuntos de importancia y de gran significación; no fue cierta-
mente el señor Palavicini, pero al otro día el señor Palavicini sí fue y día a día y
momento a momento llamaba a Huerta: "Presidente de la República, señor presiden-
te." Allí está HEl Imparcial", allí _están muchos periódicos que nos lo dicen; aunque
el señor Palavicini nos repita que no, no lo podemos ya creer a este señor, porque en
sus labios nunca palpita la verdad; miles de veces, constantemente se le oía decir:
"Señor presidente, y señor presidente;" era natural que el siervo de ayer de Porfirio
Díaz tEmía que venir de nuevo a ser el esclavo de Victoriano Huerta. El señor Pa-
lavicini nos dice que sembró en la Cámara el choque, nos dice que obstaculizó mo-
mento a momento al Gobierno de Victoriano Huerta. No es verdad. Hemos visto,
señores diputados, y esta si es una verdad innegable, incontrastable, las grandes, las
infinitas, las intensas responsabilidades de la Cámara de la Unión aceptando las re-
nuncias de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez. Ya hemos visto aquí a
individuos que en virtud de otra serie de hechos, contrarrestan esa gran responsa-
bilidad que tienen; pero se les presentan a pesar de todo esos cargos inmensos que
tienen que hacérseles. Y hemos dejado pasar a algunos de ellos, porque aun cuando
tienen gran responsabilidad, también tienen otros méritos que equilibran y contra-
balancean aquélla; pero estos casos debemos juzgarlos desde el punto de vista me-
ramente individual, porque desde otro punto de vista, como Cámara, la responsa-
bilidad es inmensa, porque como Cámara es un poder público, es seguramente el
poder fundamental de nuestras instituciones. Basta ya de defensas, basta de protes-
tas, basta ya de decir que por la familia del señor Madero, que por salvar la vida
del señor Madero era necesario, 'era indispensable aceptar la renuncia del presidente
y del vicepresidente, de Madero y Pino Suárez. Ya lo dijo muy bien otro revolucionario,
el ciudadano general Francisco Múgica: primero están los principios, primero está la
ley y después está la vida de los hombres. ¿ Qué impqrta la vida de los hombres por
más grandes que sean? Los grandes principios, las sublimes ideas, los ideales nobles
se nutren y alimentan con la muerte de los hombres supremos y sobre sus cadáveres
es donde toman savia, donde extraen jugo, donde toman nervio y sangre, y es allí,
sobre los grandes muertos, señores' diputados, donde verdaderamente se nutren los
ideales y se salva a los países y se salva a las naciones, enarbolando principios rege-
neradores.
Ya hemos visto, pues, que a pesar de ese cúmulo de esfuerzos que hacen 103 reno-
vadores al decir que no tienen responsabilidades porque aceptaron la renuncia de Ma-
dero y Pino Suárez, sí las tienen y muy grandes, sí las tienen, porque, como antes dije
y vuelvo a repetirlo, no obstante que el señor Cravioto nos exclamara que él compren-
día que no servía para ir al campo· de batalla, que no servía para tomar un fusil y que
comprendía que sólo su voz podria hacerse escuchar en las masas, cuando se apagara
la ronca voz de los cañones, que sólo tiene ideas, las ideas que substituyen al brillo de
las espadas, pues así nos lo ha dicho el señor Cravioto; no obstante esta confesión,
quedan en pie sus responsabilidades, y nadie las ha podido ni podrá borrar esas gran-
des, esas criminales responsabilidades de todos los señores llamados renovadores, y de
todos los que integraron la Cámara de la Unión; ellos debían haberse retirado, era in-
dispensable que se retiraran para que cumplieran con su deber, para que no incurrieran
en esa grandísima falta de lesa patria. Si en consideración de salvar la vida de esos
grandes hombres o por falta de valor admitieron la supuesta renuncia, después de que
habían muerto los señores Madero y Pino Suárez, debían haberse ido a esconder; y
aquí dijo ~1 señor Cravioto: "en las covachas de nuestros domicilios", debían haberlo
hecho, pero no lo hicieron asi, y nada, absolutamente nada, señores diputados, nos de-
209
muestra que el señor Palavicini haya hecho dentro de la Cámara, en el Gobierno de
la usurpación, una labor obstruccionista a Victoriano Huerta. Los miembros que inte-
graron esa Cámara, yo lo sé, lo saben ustedes, y hago salvedades excepcionales; indis-
cutiblemente que después de la toma de Torreón, después que ellos vieron clarear en
el horizonte alboradas de aurora, entonces, cuando ellos vieron relampaguear el triunfo
de la revolución, como antes dije, cuando los políticos perspicaces, cuando los políticos
que llevan los ideales en el tubo intestinal, comprendieron lo que iba a venir, iniciaron
una labor de obstaculización, hasta entonces fue cuando algunos de ellos iniciaron una
labor obstruccionista al Gobierno de Victoriano Huerta; antes, jamás; antes, nunca; y
mucho menos el señor Palavicini Félix Fulgencio.
El señor Palavicini nuevamente se nos presenta tal como es: con su espina dorsal
perfectamente encorvada, con su alma pérfida hincada y con su espíritu artero siem-
pre arrodillado: se nos presenta y se nos desnuda nuevamente en otro periódico en
agosto de 1913; allí está también palpitante en las páginas de esos periódicos que veis
allí; viene y dice cínicamente: "Yo no soy, no he sido ni seré revolucionario." Nueva-
mente el señor Palavicini nos dice desde la tribuna, desde la prensa: "No soy, no seré
ni he sido revolucionario." ¡ Escuchadlo bien!
Hemos visto, pues, cómo a través de su vida política este señor viene demostrando
con sus hechos lo contrario de lo que proclama con sus palabras al llamarse liberal. El
señor Palavicini, cada vez que habla el señor Palavicini, cada vez que sube a la tribuna,
se ostenta paladín de las libertades públicas; pero el señor Palavicini es indudable que
es uno de los que han intentado demoler esas libertades públicas; no sólo no ha sido
sino que ni es ni será jamás revolucionario. Nuevamente reproduce el señor Palavicini
lo que antes dijo: "N o vacilaría en aconsejar a los demócratas sinceros que estuvie-
ran alIado del general don Porfirio Díaz." Vemos, pues, cómo el señor Palavicini sí
condenó a cada instante, sí -condenó a cada momento la revolución. Es indudable, pues,
señores diputados, es indudable que el señor Palavicini no es revolucionario, sino sin-
tetiza el alma genuina de la reacción; es indudable que el señor Palavicini no debe
venir a los escaños de esta Cámara, es indudable que el señor Palavicini es algo negro,
es algo sombrío y es algo trágico dentro del seno de la revolución. El señor Palavicini
cuando lo veo aquí moviéndose a diestra y siniestra y en un momento interpretando
la ley con verdadera audacia en un sentido y a los cinco minutos interpretándola de
otra manera, porque el señor Palavicini hace de la ley todo lo que él quiere hacer,
el señor Palavicini hizo que por una asociación de ideas recordara a Querido Moheno
y demás cínicos del partido científico.
-Un C. diputado, interrumpiendo: Ya está terminado el tiempo.
-Otro C. presunto diputado: La otra vez, el señor Cravioto habló una hora.
-El C. Palavicini, dirigiéndose al ciudadano Martinez de Escobar: Le ruego a
usted que continúe.
-El. C. Martínez de Escobar: Muchas gracias, señor Palavicini. Pues decía yo
que el señor Palavicini nuevamente se nos quiere ostentar defensor de las libertades
públicas; el señor Palavicini nos vuelve a decir él mismo lo que es, cómo siente y
cómo piensa y cómo acciona: que suspira voluptuosamente por la reacción. Todo mun-
do lo sabe ya, todos, absolutamente todos saben, pues, quién es Félix Fulgencio Pala-
vicini: primero va al extranjero y allá plagia una obra; viene a su tierra natal y con
un golpe de audacia hace creer que él es el autor de ella; después, al iniciarse las lu-
chas por las libertades públicas, él mismo nos dice que no es ni ha sido ni será revo-
lucionario; y el señor Palavicini, que es audaz siempre y obtiene con su audacia, suerte,
el señor Palavicini que por uno de esos insultos de la fortuna siempre asciende y pro-
gresa, el señor Palavicini que parece haber aprendido a sugestionar a los grandes
hombres, quemando incienso' y adulándolos en los momentos solemnes, pues segura-
210
mente tiene ese "algo" secreto, esa virtud mágica para sim~atizar a los paladines
de las grandes libertades en los momentos en que están en la elevada cúspide de
los puestos públicos, el señor Palavicini, por otro certero golpe de audacia, de la
aurora al crepúsculo, de la noche a la mañana, repentinamente, al señor Palavicini
lo vemos transformarse de enemigo de la revolución en ministro revolucionario,
pues el hecho de que el señor Palavicini haya estado nuevamente en las mazmorras
de la penitenciaría, nada significó, pues allí estaba bien, porque creo que hasta estuvo
en las mismas celdas en que estuvieron Rodolfo Reyes y Vera Estañol, y si no es-
tuvo en las mismas, debió haber estado, por ser allf su justo lugar; el señor Palavi-
cini en la Cámara, sí, señores diputados, sí estuvo de acuerdo en aprobar el emprés-
tito que sostuviera a Huerta. Aquí voy a leer en este papel algo que me dieron mo-
mentos antes de entrar a 41 Cámara: "Diario de los Debates", página número 64,
sesión del 19 de mayo de 1913, columna primera, línea 17;:
U-El ciudadano M. F. Villaseñor: El partido independiente está de acuerdo; que
exprf:'sen los renovadores si están de acuerdo con las modificaciones.
U-El ciudadano Palavicini: Nosotros votamos todo."
Aquí tienen ustedes corroborado plenamente lo que digo del señor Palavicini.
Este señor fue de los que contribuyeron a la aprobación del empréstito huertista,
otro cargo tremendo que se nos .había quedado en el tintero; fue de los que procura-
ron la aceptación de la supuesta renuncia de los señores Madero y Pino Suárez; fue,
señores diputados, de aquellos que contribuyeron a que en México quedara acéfala
la Presidencia de la República; fue señores, de los que ~n esos momentos en que se-
guramente las naciones extranjeras no habrían reconocido a Victoriano Huerta, soli-
citarün este reconocimiento; no olvidéis que fue de los que aceptaron la r~nuncia .de
los. señores Madero y Pino Suárez, los primeros mandatarios del país; que fue de los
que aceptaron a Victoriano Huerta como presidente de la República y solicitaron su
reconocimiento internacional y muchos de ustedes saben seguramente que todo esto
contribuyó a que tuvier.a una fuerza moral ese Gobierno cimentado sobre la traición
y el crimen: la sanción internacional, y así vemos a todas las naciones europeas re-
conocer a Victoriano Huerta.
Ese cargo es terrible, ese cargo es inmenso, es formidable, es aplastante y nada
ni nadie podrá borrarlo; absolutamente jamás podrán ustedes, señores diputados reno-
vadores, quitárselo de encima. Sigamos adelante con la actitud rastreramente audaz
del señor Palavicini. Llegó a la Oficialía Mayor de Instrucción Pública y Bellas Artes,
y surge a mi mente esta idea, señores diputados; cuenta la leyenda que después de
que Colón había surcado los ámbitos del espacio, las inmensidades del océano, silbó
el viento, culebreó el relámpago, estalló el rayo, tronó la tempestad, pierde el piloto
la serenidad, el bajel iba a estrellarse contra los escollos, a sepultarse bajo las ondas
y el abismo, y entonces, cuando todos los marino!:: y la tripulación se acobardan, cuando
la tripulación y los marinos se arrodillan, se agrupan y rezan, y el piloto deja el
timón, cuando todo es una conf~sión amenazante, cuentan que entonces Colón, con
su pupila fija en el porvenir, confiado en sus altos destinos, dejándose mecer por
sueños que se realizan, con obras inconscientes pero magníficas, que llevan a cabo
sólo los grandes predestinados de la humanidad, entonces Colón ase el timón impávido,
y cuando todos se espantan de miedo, gobierna el barco a través de la tormenta y del
furioso encrespamiento de las aguas borrascosas, hasta el supremo y eterno momento
en que la proa toca las playas del nuevo continente y grita con retumbante voz en
un gesto de contento y de júbilo: ¡tierra! ¡tierra! ¡Era el nuevo mundo que descubría!
Así también, señores diputados, cuando la revolución parecía que llevaba sus velas
rotas, sus áncoras despedazadas,· sus "bajeles deshechos, entonces, cuando muchos revo-
lucionarios defeccionaban, cuando muchos revolucionarios vacilaban, cuando todos,
211
cuando la mayoría, c"':lando una infinidad de ellos temblaba de espanto, de miedo,
en un dédalo de confusión, ese gran hombre, ese gran demócrata, Venustiano Carran-
za, fue el Colón en ese 'momento solemne y, de pie en la nave, firme, erguido, y mag-
nífico en la proa, les dice sin inmutarse: "Serenad vuestros espíritus, serenad vuestros
ánimos un tanto acobardados y confundidos, no tengáis miedo"; y sosegando a los
aterrados eleva su yoz profética, y les señala con el dedo la tierra prometida: Vera-
cruz. Allá donde Benito Juárez triunfó con las Leyes de Reforma y Carranza con su
gran cal'ácter triunfó también con la revolución social más grande que ha tenido
México libre, Pero tuvo sus grandes errores: entre sus hombres llevaba a un Pala-
vicini, llevaba entre sus hombres a un individuo que, por miedo de sus gravísimas
culpas y yaliéndose de su audacia hizo creer que pensaba en lo que precisamente no
podía pensar y que sentía lo que precisamente no podía sentir, porque Palavicini revo-
lucionario es la realización de un absurdo, y los absurdos no se realizan.
Palavicini fue a Veracruz, y Palavicini en Veracruz no hacía nada, Palavicini
nos va a decir que mandó a muchos profesores al extranjero. Tal parece que el señor
Palavicini escogió a aquellos que tenían afinidad con su modo de ser psicológico; man-
daba a sus amigos en ideas políticas, a personas que indudablemente eran prevarica-
doras de sus principios. Y allí vemos lo que hizo: hizo algo que enteramente no vale
la pena referir, y viene ahora el señor Palavicini a ser diputado al Congreso Consti-
tuyente de Querétaro, viene a codearse con personajes eminentes de la revolución:
¡ qué ironía, qué dolorosa inisión, qué sarcasmo!
Cuando fui invitado por el señor Palavicini a ocupar la secretaría particular del
Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes a su cargo, y no la acepté, fue por-
que sufrí un desencanto intenso, fue porque sufrí una desesperanza inmensa, pues
yo creí que el señor Palavicini habría modificado su modo de ser dentro del calor
revolucionario; pero jqué desencanto! ¡qué desesperanza! ¡qué desilusión! Allí me
encontré a las puertas del Ministerio de Instrucción Pública a hombres que habían
huido de Tabasco, porque del Estado de Tabasco la revolución los había arrojado y
los perse~uía para aplicarles la Ley de 1862. El señor Palavicini ha dicho que no
hubo revolución en Tabasco, pero sí la hubo, porque allí se estremeció toda el alma
popular de esa Entidad, todo el corazón de aquel jirón nacional; el señor Palavicini
tenía como col~boradores a hombres que caen bajo la sanción de la ley Juárez-Carran-
za; y un sentimiento instintivo, un sentimiento de defensa revolucionaria me hizo re-
troceder de las puertas del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, porque
vi que el señor Palavicini sólo se proponía ayudar y les abría los brazos a todos los
que venian huyendo fugitivos del Estado de Tabasco, y no puede negarlo, aunque él
en la contestación a la carta que le dirigí, a los cargos concretos que le hago en la mis-
ma, nos diga que dejaba a la policía sus funciones naturales, que él tenía misiones más
altas, misiones más nobles, misiones más grandes; si la verdadem misión que tenía el
señor Palavicini, misión patria-revolucionaria, no la cumplió jamás, es porque tenía es-
crúpulos para con los enemigos, porque el señor Palavicini es de esos señores diputados,
muy conciliadores, como lo demostrará si desgraciadamente se queda en este Congre-
so; el señor Palavicini es de aquellos que se dan un abrazo fraternal con los enemigos
de la revolución y que en un momento dado, si pudiera, en un golpe de audacia y en
un momento oportuno, sería la bandera de la reacción. Si ustedes van a Tabasco
sabrán quiénes son los admiradores de Palavicini, encontrarán, sin duda alguna, que
cada admirador de él, es un enemigo de la revolución, un perfecto reaccionario y el
señor Palavicini no puede ni siquiera ir allá, porque la revolución lo arrojaría de
Tabasco como Cristo arrojó del templo a los condenados mercaderes. No hay un solo
revolucionario que lo quiera, y éste es un fenómeno significativo, es un fenómeno,
señores diputados, que verdaderamente debe tener su explicación: ¿por qué el señor
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Palavicini no tiene un solo revolucionario que sienta siquiera afecto por él? ¿ Por qué
sólo el reaccionario lo admira? Y si vamos a México encontraremos que sólo las fa~
milias de los reaccionarios lo aprecian, son las que le abren los brazos; cada revolu-
cionario es un enemigo jurado de él; y cada reaccionario es un amigo entusiasta y
apasionado de Palavicini; yo no entiendo por qué es esto; y no es, señores diputados,
no es otra la razón, sino que el señor Palavicini siempre mira hacia el más allá, pues
si la revolución pereciera con don Venustiano Carranza, hay que quedar bien con el
nuevo Gobierno que venga, hay que quedar bien con Querido Moheno, Lozano y García
Naranjo; el señor Palavicini aquí entre nosotro.s indudablemente que no representa
otro papel, sino el que Moheno, Garcfa Naranjo, Lozano y Olaguíbel representaron en
la Cámara llamada maderista. Es indudable, señores diputados, que analizando la vida
entera de Palavicini no encontra;remos un hecho, absolutamente no encontraremos un
solo hecho que lo acredite de revolucionario, pues el acto de que se haya ido acom-
pañando al Primer Jefe, de México a Veracruz, no significa nada, porque sí el Primer
Jefe, por un error, hubiera llamado a Olaguíbel u otro científico y le hubiese ofrecido
la Oficialía Mayor de Instrucción Pública, estoy seguro que Olaguíbel habría aceptado
ser oficial mayor y se habría ido también con el ciudadano Primer Jefe a Veracruz. Es
natural; ,se le ponía al señor Palavicini un manjar suculento en momento oportuno, en
momento especial, y gustoso hubo de aceptarlo, ¿para qué? para hacerse autobombo;
¿ para qué? para que todos los días apareciese en la prensa un retrato suyo, un artículo
suyo, sacado de muchos libros, nada original del señor Palavicini. Los que hayan leído
los artículos relativos al Derecho Constitucional escritos por este individuo, bien pue-
den ir a otro libro que ya les indicaré en seguida. ¿ Qué otra cosa había de hacer el
señor Palavicini en Veracruz si no copias y plagios a "La Constitución y las Dictadu-
ras" de Emilio Rabasa? El puesto público ,sirvió de momento oportuno para hacerse
autobombo, para hacerse conocer en todos los confines del país, y para hacerse rico,
para que cambiara de posición, pues si ayer giraba alrededór de los siniestros círculos
de la miseria, como los -condenados del Dante alrededor de los fantásticos CÍrculos del in~
fietilo, hoy todos vemos al señor Palavicini en la cima de una· verdadera riqueza
asiática.
¿ Que no chorrea fraude la credencial de Félix Fulgencio?
Es, pues, necesario, es, pues, indispensable, que aquí se tome más en cuenta el
criterio político que el criterio legal. Yo lo afirmo, es indudable que muchas veces en
los momentos sociológicos intensos, en los momentos de intensidad política como la
actual, es indudable que el criterio político debe estar sobre el mismo criterio' legal,
aunque no es el caso, porque en el expediente de Palavicini no ha habido más que un
fraude, como patentemente se ha demostrado. El criterio político en este caso está en
armonía con el criterio jurídico y legal. Es necesario, señores diputados, que ya vaya-
mos teniendo valor suficiente para ir alejando a los verdaderos mercaderes de la po-
lítica: ya es necesario que se vaya haciendo una depuración completa a fin de eliminar
a los elementos que han de seguir intrigando en la revolución constitucionalista; ya es
necesario que sepamos todos, aunque ya lo saben muchos, que Palavicini no es amigo
de la revolución, aunque Palavicini nos venga a decir que él hizo la Ley del Divorcio,
aunque nos venga a decir que él ha hecho el proyecto de reformas a la Constitución,
aunque esto no sea cierto, porque de todo es capaz el señor Palavicini, menos de hacer
labor patria y decorosa. Yo no sé por qué hombres de talla moral y de más talla inte-
lectual que Palavicini, no sé por qué, señores diputados, parecen sugestionados por
este hombre perversamente intrigante; ellos lo siguen en lugar de que él fuera el que
los siguiera. Ya es tiempo, pues, de que hagamos una labor de depuración; yo no tengo
disgustos personales con el señor Palavicini aunque él diga lo -contrario. (Risas.) No,
señores diputados, protesto que no. Indudablemente que yo no hago más que seguir mis
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prinCIpIOS, y que vengo procediendo de una manera rectilínea, .de suyo digna y ho-
norable. ¿ Estoy en un error 1 Paciencia; pero tengo la convicción de que Palavicini es
siniestro para la revolución y es por eso que vengo a hablar en contra de Palavicini:
j arrojadlo!
Antes de venirme, allá, en el muelle de Tabasco, una multitud llena de algazara
y de júbilo, algunos cientos de ciudadanos me gritaban: "Licenciado Escobar: la pri-
mera labor que debe usted ir a hacer, es exhibir a Palavicini en el Congreso Consti-
tuyente tal como es, porque a usted le hemos dado nuestro voto y porque usted es
tabasqueño y lo conoce bien, y es indudable que Palavicini no hará obra revolucionaria,
sino, como siempre, de reaccionarismo y de abyección. Una de las obligaciones que le
impone a usted el pueblo tabasqueño, es procurar por todos los medios posibles, que
se le arroje de la Cámara." Y esto lo hago honradamente, pues· yo para atacar no
necesito de representantes como él sí necesitó esta mañana, pues yo para atacar al
señor Palavicini como para atacar a cualquiera, lo hago frente a frente, no en la som-
bra, sino a la luz del sol, cualesquiera que sean los resultados y cualesquiera que sean
las responsabilidades que contraiga. Esta fue una de las obligaciones que contraje con
mis electores al venir al Congreso Constituyente, y gustoso cumplo con ella, y es na-
tural, porque allá en aquel Estado saben todos que Palavicini es esencialmente reaccio-
nario. Allá en Tabasco, señores diputados, se preguntan: H¿Cómo el jefe de la revolu-
ción, como ese gran hombre tiene a su lado individuos de esta naturaleza 1 ¿ Cómo es
posible que tenga a su lado a los verdaderos reaccionarios 1" De manera que, vuelvo a
repetirlo, es necesario que no se acepte al señor Palavicini como diputado al Congreso
Constituyente y se- vote en favor del dictamen, porque el señor Palavicini servirá de
estorbo en este Congreso; el señor Palavicini no hará labor radical y en un descuido
se convertirá en defensor de los fueros clericales. Debemos sostener el dictamen de
la Comisión, que está basado en un criterio político y está basado en un criterio legal;
por eso pido a la honorable Asamblea que no se admita a embaucadores como el señor
Palavicini, en el seno del Congreso Constituyente. (Aplausos nutridos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palavicini: Señores diputados: Marat fue grande porque, humilde y triste,
era un rebelde que desde su covacha protestaba contra las tiranías; pero Marat no es-
taba a sueldo de una Secretaría de Gobernación. Marat fue grande porque se erguía
contra los poderosos, no porque sirviese a sueldo a los que perseguían a los caídos.
Señores diputados: esta mañana tuve oportunidad de contaros un cuento que dis-
gustó profundamente al señor Martínez Escobar; pero el cuentó "venía a cuento"; me
referí allí a que después de una larga labor revolucionaria, todavía encuentra uno en
su camino a estos pobres gusanos que incapaces de volar porque no han pasado de
ser crisálidas, no llegaron a mariposas ni pueden soñar nunca en tener las fuertes alas
de los cóndores: se arrastran y pican.
Cuando yo tenía la edad del señor Martínez de Escobar, ya protestaba contra los
tiranos, ya acompañaba yo a Madero y exponía mi vida, como la he seguido exponien-
do en defensa de los ideales revolucionarios. Entonces el señor Martínez de Escobar
era un fifí que vivía en México en las esquinas de Plateros, donde contrajo relaciones
con Jorge Huerta. Esta mañana, cuando se trató de su credencial, no quise hostilizarlo;
hoy en la Primera J efátura acabamos de encontrar por providencial coincidencia una
carta del gobernador de Tabasco, en la que se trata de la conducta del señor Martínez
de Escobar en Tabasco y en México; pero como no vengo a atacarlo en esa forma,
vaya dejarle al señor Gerzayn Ugarte el derecho de decir a ustedes quién es Martí-
nez de Escobar.
Yo, señores diputados, no vengo a hacer mi defensa política, vengo sencillamente
a referir hechos de mi vida pública y cuando me defiendo, me defiendo con argumen-
214
tos y con pruebas. 'Allí está -dijo el señor Martínez de Escobar- en "La Lucha",
es decir, en un periódico de esta campaña electoral, una carta de Pálavicini reprobando
a la revolución; y bien, señores diputados, está allí una carta mía; pero esa carta,
señores diputados, aun como está, no se habría atrevido a firmarla en esa fecha don
Rafael Martínez de Escobar, porque en esa carta se ataca a los grandes, y él no ataca
nunca a los de arriba. En esa carta reproduzco en 1909 una parte del discurso que
pronuncié en Yucatán, porque estaba yo en libertad bajo fianza _por persecuciones
políticas como director del j(Antirreeleccionista". El señor Madero había sido aprehen-
dido en San Luis Potosí, y el licenciado Vázquez Gómez, presidente del Centro Antirre-
eleccionista, me indicó la' conveniencia de que yo explicara por medio de una carta,
cuál había sido nuestra propaganda en Yucatán. En esa carta se decía que no éramos
responsables de la revolución que estalló en Valladolid.
Evidentemente el señor Martínez de Escobar cree que las revoluciones se inician
gritando ¡viva la revolución! No, se grita ¡viva la revolución! cuando ésta ha triun-
fado y cuando venimos aquí tranquilos a disfrutar de esa victoria. C;uando se inician
las revoluciones no se grita nada, todo se hace en sigilo y entonces no es posible de-
cir a los tiranos, desde la tribuna, lo que son: se tiene que decir "señor presidente"
porque cuando se prepara una revolución no vamos a entregar a sus iniciadores al
martirio. Pero ¿cómo va a comprender estas' cosas el señor Marlínez de Escobar, cuan-
do no ha llegado más que a la hora del triunfo? Que me diga si no en la Secretaría de
Relaciones Exteriores cuando estuvo encargado de ese despacho el licenciado Acuña
-porque este señor es protegido del licenciado Acuña-, fue nombrado abogado consul-
tor de la Dirección de Consulados, es decir, de un departamento que tiene a su cargo
los más delicados y discretos asuntos internacionales ... Ya comprenderéis que un
hombre que no ha podido preparar en dos meses más que un discurso lleno de insul-
tos, no podía servir sino para esta clase de intrigas y no para abogado en derecho in-
ternacional. Naturalmente que cuando llegó el señor Aguilar al Ministerio de Relacio-
nes, destituy6 en seguida a Martínez de Escobar por inepto.
Yo interpelo al señor general don Cándido Aguilar para que me diga si esto es
cierto.
-El C. Aguilar Cándido; Es cierto; lo destituí porque jamás había rendido un
informe. Después de esta destitución pasó a verme escribiéndome una carta llena de
insultos y ataques. Le dí una explicación y me dijo: estoy admirado de usted; es usted
un verdadero revolucionario. Por consideraciones al señor Escobar retiré esta destitu-
ción, que posteriormente se llevó siempre a cabo. Esta es la verdad.
-El C. Martinez de Escobar: Pido la palabra. (Voces: ¡No! ¡No!)
-El C. Palavicini: Cuando yo acabe. Suplico al señor Escobar tenga la bondad
de esperarme; yo esperé que él hablara y resistí con paciencia todas las injurias que
vertió durante cincuenta minutos.
Decía que no era el caso hacer la biografía de Martínez de Escobar; lo que voy a
decir más adelante, lo comprobará esta honorable Asamblea, porque Rafael Martínez
de Escobar ni es un hombre serio, ni es un revolucion~rio de verdad, ni está por lo
mismo autorizado para venir a atacarme. Yo acepto, señores, que se me discuta; es
una obligación para los hombres públicos ser discutidos; pero, señores diputados, a mí
me pueden discutir don Cándido Aguilar o don Ignacio Pesqueira, hombres limpios,
hombres que han prestado grandes servicios a la revolución; no este pobre hombre que
ha robado a una viuda la herencia de sus hijos en el asunto de la hacienda de Zum-
pango; no este pícaro que ha hecho de su profesión un medio villano para vivir y pros-
perar. No, señores diputados, vamos poniendo las cosas en su verdadero\ terreno. No
vengo a hacer un discurso, sino a dar sencillamente una explicación. Si yo dijera un
discurso, señores dii)utados, habría tenido que preparar todos los cargos que tengo que
215
hacer a los que me atacan desde arriba, no a Martínez de Escobar -no me ocupo de
esta clase de gentes-; y entonces, señores, faltaría a mi deber como amigo de don
Venustiano Carranza, desnudando aquí las purulentas llagas de los enemigos míos
para exhibirlas a la admiración del país; pero mi deber de amigo de Carranza me
obliga a callar en todos aquellos actos, en todas aquellas debilidades que se refieren a
algunos de los hombres del Gobierno.
Ahora, señores. vamos a examinar la cuesti6n electoral. Esta honorable Secci6n
Revisora que preside el señor representante de Chalchicomula, y de la cual es secre-
tario don Carlos Ezquerro, cuya credencial, chorreando fraude y sudando villismo
hemos aprobado hace poco, aun cuando venía sin una sola boleta, sin un solo expe-
diente, sin una sola acta electoral; esta honorable Sección se dedica día traS día,
noche tras noche, a buscar cédula por cédula, a ver si la Sección número 5 corresponde
a la número 2 y si el cuartel 39 estaba bien repartido en la 5~ ó 4~ sección electoral.
¡Admirable talento del señor representante de Chalchicomula; admirable talento del
señor representante de Maravatío! No, señores, no es el talento ni la honorabilidad de
los señores representantes de Chalchicomula y Maravatío¡ ¿ sabéis lo que es? Es que
muchos días estuvo Ezquerro, quien por ironía del destino representa aquí a Concordia,
hadendo el expediente con Rafael Martínez de Escobar; todos, varios días y varias
noches, en el salón de comisiones, para fraguar el dictamen que habéis oído; no es
asunto electoral, es el mismo agente político, es el mismo instrumento, en fin, pres-
tándose para ese dictamen curioso que el señor Lizardi ha analizado y ha puesto en
vergüenza ante esta honorable Asamblea.
La Comisión ha dicho: "ha habido fraude", pero no se ha atrevido a decir: hay
un delito; y en tal virtud, el presídente de la Junta Computadora, señor Lizardi, se
ha ofrecido para ser consignado a los tribunales, si en la Junta hubo ese fraude. Si
el señor presidente de la Comisión demuestra que hay o ha habido fraude, señores
diputados, yo reclamo que se cumpla con la ley y que a mi querido amigo el señor
Lizardi se le consigne a los tribunales. He dicho "querido amigo" al señor Lizardi,
porque si bien es cierto que el señor Lizardi y yo tenemos relaciones simplemente
sociales, la defensa que ha hecho hace un momento, me o.bliga a darle ese título. La
cuestión electoral no fue, señores diputados, más que una intriga política, la intriga
fue fraguada en México hace dos meses; se trabajó mañosa y cuidadosamente. Al
hacerse la campaña electoral surgieron muchos folletos y periódicos, todo pertinente
y razonable, todo justo en esa clase de luchas. Durante las elecciones, el Gobierno del
Distrito puso muy poca atención, como lo hace con todas las cosas, en la cuesti6n
electoral. El Gobierno del Distrito no cuid6 de que en todos los distritos electorales
de México fuesen las boletas entregadas a tiempo a los empadronadores; en muchos
Estados pasó lo mismo; el señor Lizardi ha dicho bien: el expediente perfecto es
el expediente nulo. Pero los expedientes nulos son aprobados por la Comisión Revi-
sora si son de los amigos, y los expedientes buenos deben sel" estudiados y objetados,
cuando son de personas, de hombres independientes. Ese ha sido el criterio de la
Comisión. La Comisión, señores diputados, ha sido un vergonzoso instrumento y da
pena, me da vergüenza por el señor representante de Chal chico mula a quien tenía
yo en un concepto distinto. El análisis que ha hecho el señor Lizardi habrá con-
vencido a ustedes de que el cómputo se hizo seriamente por la Junta Computadora; tardó
tres días en hacerse ese cómputo. Del representante del partido que me postulaba ten-
go el siguiente resumen: 480 y tantos votos por Félix F. Palavicini, 300 y tantos por
Ignacio Enríquez. Félix Pahtvicini, único que no tenía en ese lugar ni cuarteles ni sol-
dados, obtuvo 400 y tantos votos y los 300 del contrario son de los dos cuarteles,
uno de ellos votó en la casilla del señor Lizardi. Tuvo que hacer el presidente de la
Junta Computadora el análisis, porque conforme al padrón, muchos de esos solda-
216
dos eran menores de edad. Honradamente pregunto yo a los hombres conscientes de
esta Asamblea, que lo son todos ... bueno (señalando al C. Martínez de Escobar), casi
todos ... ; (Aplausos.) señores diputados, ¿creéis que la votación de esos dos cuarte-
les es la del 15 distrito electoral de la ciudad de México?' Si no tuviera yo más que
cinco votos de cinco ciudadanos que no estuvieron sujetos a la ordenanza, esos cinco
votos serían la representación del distrito. Pero no es esto solo, sino que la irregula-
ridad de la elección fue cometida en todo el Distrito Federal. Las elecciones se veri-
ficaron con irregularidades de forma y mi contrincante obtuvo menor número de votos
que yo. Quitadme los setenta y tantos votos del paquete que no llegó en debida
forma, y todavía tendré, conforme al rigorismo matemático, mayor número de votos
de los paquetes que mandó abiertos el Gobierno del Distrito y seguiré teniendo mayo-
ría ¿ por qué no quiso hacer esto la Comisión? ¿ Por qué? Voy a decirlo: el cuartel
que votó por mi contrario es el del gobernador del Distrito. ¿ Es esto cierto o no,
señor Lizardi?
-El. C. Lizardi: Parte de la Brigada "López de Lara" votó en el cuartel de
esa sección.
-El C. Palavicini: Pero López de Lara no se conformó con esto, sino que por
las dudas, preparó otros dos paquetes y los mandó a la junta; consta por este hecho
la protesta del representante del partido que me postuló. Entonces el señor don José
Tirso Reynoso, que estaba allí de agente electoral y que figura como presunto dipu-
tado suplente, dijo que debían admitirse esos paquetes. La mayoría de los miembros
de la junta y su presidente dijeron' que se admitían porque no se podía exigir mucho
a los votantes. Más tarde llegó un paquete en condiciones parecidas a las anteriores;
pero como tenía votos para mí fue objetado, se le consideró delictuoso y se consignó
el hecho al juez de Distrito. El juez procedió a hacer las averiguaciones relativas al
paquete que me favorecía, y citó al señor Lizardi y al señor Tirso Reynoso para exa-
minarlos; el s~ñor Reynoso, como había cumplido con su misión, que era únicamente
la de objetar el paquete, no se presentó. Pasó el término señalado para que se
presentara; lo que se quería sencillamente, era amontonar obstáculos y completar la
intriga que había sido arreglada de modo que concluyera aquí.
Esta es la cuestión electoral desde el punto de vista físico. Ahora vamos a verla
desde el punto de vista legal. Quitadme los votos buenos a mí; dejad a mi contrario
el señor general Ignacio Enríquez todos los votos malos fabricados por el Gobierno
del Distrito, y todavía soy yo el electo, porque el señor general Enríquez no era vecino
de la ciudad de México en el momento de la elección; acababa de llegar de Chihuahua,
y conforme a la ley, necesitaba haber pasado los últimos seis meses en el distrito elec-
toral correspondiente. Por otra parte, como tampoco es nativo del Distrito Federal,
no llena los requisitos para ser admitido; pero aún hay JUás: el señor Enríquez es
oficial mayor de la Secretaría de Guerra y ha estado y está en funciones de subse-
cretario; el subsecretario de Guerra tiene autoridad directa sobre las tropas de
México ---esto también es verdad, según lo pueden comprobar los militares aquí pre-
sentes-, la Ley Electoral no permite la elección de las autoridades en el lugar de su
dominio. En conclusión, el cómputo me da a mí la elección. Si separamos el expe-
diente que está objetado, hay que separar los expedientes objetados del otro candi-
dato; pero aun dejándole todos, todavía no resulta electo, porque no es vecino del
Distrito Federal y porque tuvo autoridad en el momento de la elección. Entonces,
legalmente, yo soy el diputado por el 5Q distrito electoral del Distrito Federal.
Pero no se trata de eso, señores diputados, aquí -10 ha dicho el señor Martínez
de Escobar- hay que explicar el criterio político; desde que se iniciaron estas jun-
tas ha creído tener una especial autoridad gubernativa para hablar a esta Cámara
217
como agente de Gobernación; es como un enviado especial con plenos poderes; yo no
sé cómo se llamará esto en derecho internacional. Pues bien, señores, ahora ya habéis
visto la intriga fraguada en ese dictamen, intriga en la que no tiene parte -lo digo
altamente porque así debe ser- el señor licenciado don Manuel Aguirre Berlanga,
quien ha representado aquí a la Secretaría de Gobernación, pero no ha venido a servir
de instrumento de nadie y estoy absolutamente seguro de que es ajeno a esta clase
de bajezas. La intriga viene de México, desde México han venido el señor Espeleta
y el señor Migajón, trayendo para repartirlas ..•
-El C. Espeleta, interrumpiendo: Señor presidente: suplico que en su oportunidad
se me conceda la palabra para contestar alusiones personales.
-El C. Palavicini: Yo creo que el señor tendrá el uso de la palabra después; por
ahora lo tengo yo. Estos señores ex empleados de la Secretaría de Gobernación -digo
ex, porque entiendo que no están aquí con goce de sueldo- han venido a hacer perso-
nalmente la propaganda en mi contra y como final de mi explicación, voy a referirme
a los cargos políticos que me han hecho. ¿Fui porfirista?
Joven ingeniero, y no maestro de escuela de esos que tanto desprecia el señor
Ilizaliturri, llegué a México, y pronto tuve oportunidad de trabajar en mi profesión
en la casa "Viuda e Hijos de José María del Río"; se convocó a un concurso de pro-
fesores para la Escuela Normal y tuve la honra de ser aceptado en la oposición para
que se me nombrara profesor. Conservé el empleo de la casa "Viuda e Hijos de' José
María del Río", y me dediqué a desarrollar mi actividad docente, no como juzga el
señor Martínez de Escobar a los profesores, de rodillas ante el dictador, servil como
un esclavo, sino dando mi cátedra 10 mejor que podía, y parece que la di bien, porque
el Consejo de Educación se fijó en mí para que fuese enviado a Europa y a los Estados
Unidos a estudiar las escuelas técnicas.
No vengamos aquí a decir mentiras; todos los hombres mayores de veinte años de
este Parlamento, saben que en aquella época, si se vivía, se vivía dentro de las formas
y bajo el peso de la dictadura porfiriana. Siendo catedrático y no siervo y esclavo y
no sé cuántas cosas más que escogió en el diccionario el señor Martínez de Escobar
y que no me son aplicables, realicé mi viaje a Europa y al concluirlo hice un libro que
se llama "Las Escuelas Técnicas" y que está de venta en todas las librería's. N o había
de regalárselo al señor Martínez de Escobar y por eso tal vez no lo conoce; está pu-
blicado y si en él hay plagios, es muy fácil que me reclamen los autores de la propie-
dad literaria. ¿ Y saben ustedes quién me acusó primero llamándome plagiario? l'El
Debate". Por eso decía esta mañana que mis enemigos €l'an de la escuela de "El De-
bate". Más tade di una conferencia, donde con proyecciones luminosas expliqué las
diferentes formas de educación escolar empleadas en Europa; y "El Debate" me acusó
de que estas ilustraciones estaban tomadas de un libro extranjero, de un autor suizo,
francés, inglés o alemán. Los proyectos arquitectópicos nunca dije que fueran míos.
¿ Podía ser yo el autor de los edificios europeos? Eran naturalmente de los ingenieros
y arquitectos de Europa.
De allí el origen del cargo de plagiario que se me dirige y que ha hecho tanta
gracia al señor Espeleta. Este cargo, señores diputados, me 10 hizo "El Debate". ¿ Igno-
ra por ventura la Asamblea qué cosa era "El Debate"? ¿ Hay aquí algún antirreelec-
cionista de 1910? ¿ Sabe la Asamblea, saben los revolucionarios, que la revolución de
1910 nos haya producido o podido producir algún dinero? No, señores diputados, los
iniciadores de la revolución de 1910 pasamos por Veracruz cuando todavía en San Juan
de Ulúa se encontraba recluido Juan Sarabia, y allí públicamente hablamos cosas te-
rribles del general Díaz. -Bellos discursos ha dicho el señor Martínez de Escobar en
mi honor; yo lo lamento, porque las alabanzas críticas del señor Escobar perjudican
mi reputación literaria-o Después fuimos a Yucatán, a Tamaulipas, a Nuevo León y
218
me parece que entonces estaba el señor Chapa, hoy representante de Tamaulipas, en
la ciudad de Monterrey.
-El C. Chapa: Es exacto, yo fui con el señor Madero a Monterrey.
-El C. Palavicini: Pero en aquellos días yo, según mis detractores, me estaba
corrompiendo, me estaba vendiendo a la revolución de 1910, yo andaba en esas aven-
turas por lucrar. Después fundamos "El Antirreeleccionista" en unas accesorias de un
barrio de México; en la impresión del periódico teníamos que trabajar toda la noche,
porque no contábamos con rotativa ni con linotipos. Hicimos aquel diario con todas las
privaciones y con todos los dolPres conque se hacían las hojas impresas de aquella
época; pero yo estaba medrando con la revolución. Fuimos perseguidos, y cuando el
señor Madero hizo otra gira, ya no pude ir con él porque estaba yo oeul to, perseguido
por ultrajes al primer magistrado de la nación, en proceso que me seguía el juez 19
de Distrito, don Juan Pérez de León. Cuando obtuve la libertad condicional par sus-
pensión del acto reclamado, decretada por la Corte Suprema de Justicia, entregué la
imprenta al señor Rafael Martínez, Rip-Rip. Yo no podía seguir al frente del periódico
por estar bajo la acción judicial y el señor Rafael Martínez fue comisionado para hacer
"El Constitucional" con los elementos que yo le había entregado. Sin embargo, en ese
periódico que se llama "La Lucha", se dice que yo vendí la imprenta a don Ramón
Corral.
y bien, señores, ¿ esos son los cargos que se me hacen? ¿ ese fue mi porfirismo?
Al regresar de Europa, los conocimientos adquiridos durante mi viaje me habían
servido para eonvencerme de que el pueblo mexicano podría regenerarse con un cam-
bio de régimen. Cuando regresé de Europa ya no era yo el sencillo maestro de antes
-debo decirlo-, era un hombre que pensaba en la libertad; los deslumbradores brillos
de la dictadura ya no me cegaban, venía con un ansia inmensa de luchar por las liber-
tades públicas. Renuncié mi empleo de instrucción pública y me puse a la obra. En-
tonces, señores diputados, fundé "El Tabasqueño" para hacer conocer a mi Estado
natal en México, donde mucha falta hace que sepa la existencia allá de otras cosas
mejores que hombres como Martínez de Escobar. Hay, señores, en Tabasco, excelente
cacao, jugosas naranjas, sabrosos plátanos, y hay también calabazas ... (señalando al
C. Martínez de Escobar. Risas.) Después fundé "El Partido Republicano", que apareció
inmediatamente después de la entrevista Creelman, a fines del año de 1908, siendo éste
el primer periódico que habló enérgicamente contra la reelección del general Díaz y
que no pudo subsistir por falta de recursos pecuniarios. Después, la gira de que ya os
hablé con· el señ.er Madero; más tarde '!El Antirreeleccionista" con las persecuciones
consiguientes. Ahora, señores, pregunto yo: "¿ fui maderista? Estaba en las condi-
ciones indicadas cuando desapareció el señor Madero en San Luis Potosí. Iba a iniciarse
la revolución armada. El Plan de San Luis había sido escrito, y Madero se encontraba
en el campo de la lucha. Había yo sufrido diez meses de persecuciones; era no de los
desertores, sino de los vencidos. Todo lo había yo perdido; hasta mis últimos muebles
había yo tenido que vender. Busqué, para vivir, trabajo profesional en qué ocuparme,
pero todas las puertas se me cerraban; fui a ]a Compañía de Gas, donde se ofrecían
noventa pesos mensuales al ingeniero que se encargara de nivelar las tuberías de las
calles de la ciudad, y cuando supieron que era yo Palavicini, el que había acompañado
al señor Madero y había dirigido "El Antirreeleccionista", no me dieron trabajo. Me
presenté a la Compañía de Tranvías para trabajar en la vía de Xochimilco, que estaba
en construcción, y cuando el secretario, un señor Méndez, supo que yo era Palavicini,
me negó el trabajo a pesar de que se necesitaban ingenieros en la compañía. Entonces,
señores diputados, llegué a la más profunda de las miserias; me empleé como mesero
.en el restaurante Sylvain, aprovechando la circunstancia de que el escaso francés que
sabía era útil a la clientela extranjera del establecimiento; pero el maitre d'hotel logró
averiguar a la hora de pagarme, que yo me llamaba Félix Palavicini y me encerró en
219
un gabinete, tuvo conmigo un gran altercado y me dijo que yo llevaba seguramente
miras ocultas de envenenar a los altos funcionarios porfiristasj y yo, señores diputados,
que había encontrado aquel servicio como un refugio a mi hambre y a mi miseria,
salí a la calle sin saber cómo había de comer al día siguiente. Pero según Escobar, fui
un desertor de la reyolución maderista para medrar. En las condiciones en que me
encontraba, no podía disponer no sólo de un pasaje para irme al campo de la revolu-
ción, sino, como llevo dicho, ni de una comida siquiera. Triunfó el movimiento libertario
y me encontró colocado en un empleo humildísimo de la compañía de petróleo "El Agui-
la". El dibujante de la compañía necesitó un ayudante accidental y en ese puesto me
cQloqué, viviendo de un sueldo miserable para poder subsistir. No busqué al señor Ma-
dero cuando triunfó; no me le presenté; no había yo podido acompañarlo en sus días
de lucha anuada y no me creía con derecho a obtener los frutos de la revolución de
1910. Pero todos los hombres que rodeaban al señor Madero me buscaron con interés;
don Abraham González mandó agentes de policía en mi busca, y no me podían encon-
trar, porque vivía yo en un suburbio lejano. Los agentes de la Secretaría de Goberna-
ción dieron conmigo al fin y me llevaron con don Abraham González, quien me propor-
cionó el puesto de director de la Escuela Industrial de Huérfanos. Así entré a "medrar"
en el Gobierno maderista de 1911, con un sueldo modestísimo de doscientos pesos
mensuales.
Entonces comenzó mi lucha personal con esa familia Martínez de Escobar, cuyo
padre fue un esclavista y cuyos hermanos vivían todos del presupuesto; padre, hijos y
hermanos que sostuvieron a este joven en México para educarse y a quien el señor ge-
neral Múgica todavía encontró colocados en Tabasco, separando a un hermano del
señal' Martínez de Escobar, destituyéndolo por haber seryido a la usurpación. En 1912
fui electo diputado por el 1er. distrito electoral del Estado de Tabasco, después de
hacer allí una gira por todos los pueblos donde las piedras no me hicieron caso, pero
las gentes me dieron sus votos.
Ahora vamos a la Cámara maderista. En la Cámara maderista había un grupo
radical al cual pertenecí. Infame sería el que se atreviese a decir que don Gustavo
Madero "era un conciliador; de la familia Madero, el hombre revolucionario por exce-
lencia, después de don Francisco, el revolucionario de acción, se llamó Gustavo Madero.
El señor general M úgica ha hablado aquí de la familia Madero como de una familia
fatídica. Es cierto. Pero, ¿ puede decir lo mismo de don Gustavo Madero?
-El C. Múgica! No, señor.
-El C. Palavicini: Es claro, señor general. Era el jefe del grupo. Lamento que no
esté aquí el señor licenciado don Luis Cabrera. Pero está su hermano, el distinguido
"doctor don Alfonso Cabrera. El señor licenciado Cabrera organizó las fuerzas de la
Cámara de acuerdo con la idea revolucionaria de don Gustavú; un día, el 1.7 de octu-
bre, en el momento en que todos los cuarteles estaban minados y en que el complot
contra don Francisco ya estaba fraguado, organizó Cabrera la campaña de defensa del
presidente, que ya no era de simple oposición, sino de acción y de responsabilidad. Esa
noche hubo necesidad de celebrar una sesión, en la que dijimos que sostendríamos de
todas maneras al presidente contra los que estaban intrigando para hacerlo caer.
Entre esos intrigantes estaban don Jesús Flores Magón, don Carlos Treja y Lerdo de
Tejada y don Manuel Calero, a quienes llamé desde la tribuna, el triángulo equilátero
de la deslealtad; esa noche, señores diputados, pronuncié un discurso que debe ser
"conciliador" y debe ser "reaccionario" y puede ser que sea "enemigo de los ideales
revolucionarios", pero el único radical del momento. Fue entonces cuando dije el fa-
moso discurso de las "cabezas". Entonces dije que los cañones que se disparaban en
Veracruz estaban apuntados desde México. Entonces dije que si no se era intransigente
con la reacción, no se aprehendía a Félix Díaz y no se le fusilaba; si la cabeza de Fé-
lix Díaz no caía, la revolución habría fracasado por el momento. Mi discurso causó una
220
gran sensación, toda la prensa hizo escarnio de mí. La organizaclOn de este trabajo
político, dije, la había hecho el licenciado Cabrera y había escogido al diputado más
adicto que pudo encontrarse, el señor Madero en ese momento, de entre los que po-
díamos expresar nuestro pensamiento, porque todas las galerías nos eran hostiles y
~e necesitaba resignación y valor para hablar. La Cámara de la XXVI Legislatura
fue una Cámara hostil siempre al gru~ que organizó don Gustavo Madero y que
subsiste todavía, a pesar de todas estas pulgas (señalando al C. Martínez de Esco-
bar. Risas.) Tal fue mi labor en la Cámara de Madero.
Ahora, el cuartelazo.
Señores diputados: El señor licenciado Cravioto, que estuvo en la Cámara la noche
de la renuncia de Madero, defendió ya brillantemente a aquellos que admitieron la
renuncia. Yo no la admití, como ya lo ha dicho el mismo señor Escobar; no necesito
defensa, pero debo decirles que cuando llegué a la Cámara el último de febrero para
ver cómo estaba, cuántos éramos, quiénes habíamos quedado capaces de pesar la reso-
lución que había"de tomarse colectivamente, me presenté a las sesiones y "El País"
narró en esta forma mi primer acto en la Cámara, en su número del 1Q de marzo
de 1913:
"La Secretaría manifiesta que se ha nombrado en comisión a los diputados Vicente
Pérez, Juan N. Frías y Adolfo Orive para que introduzcan al señor licenciado Adolfo
Valle, que está a las puertas de la Cámara, y que ha sido repuesto en su cargo de ma-
gistrado del Tribunal. El señor Valle penetra al salón y el presidente toma la protesta
de cualquier modo. Se procede a la elección de la Mesa que fungirá en este mes de
marzo, y Ostos pide que la votación se haga en un solo acto. Así lo aprueba la Cáma-
ra, y la Mesa nombra a los señores Tamariz y Ostos para que hagan el escrutinio.
Empieza la votación ... ¡casi todas las cédulas son blancas! Hace un mes eran rojas,
pero Félix Díaz y Mondragón las destiñeron del todo. ¡Oh, poder de los cañones de
.la Ciudadela! Los renovadores, en su mayoría, se convierten en cualquier otrá cosa,
probablemente en felicistas rabiosos, y votan como Dios manda. Palavicini vota con el
rojo vivo; es leal, y nadie le tiene a mal su firmeza. Sigue la votación, y el célebre
diputado Carreón, '~el transluminoso", exhibe su figura vulgar, sus ropas sucias, desarra-
padas¡ grasientas. ¡Continúa representando a las turbas sudorosas de la hampa!"
Los renovadores, por hábil prudencia, habían votado esa vez contra el Gobierno,
pero con cédula blanca a fin de no distinguirse. Yo no quise que ni en eso me .:!on-
fundieran de ningún l110do con los huertistas de la Cámara. Comenzó la lucha en el
seno del Parlamento; empezamos a organizar la manera de que algunos, diputados
pudieran irse al extranjero para ir después a la revolución; casi todos se fueron con
goce de sueldo, porque nosotros nos quedábamos para organizar la manera de pro-
teger a sus familias y pagar sus pasajes; los que nos quedábamos teníamos el com-
promiso de ir cuidando esa reserva; también destinamos parte de nuestro sueldo a
todas las hojas de propaganda. a toda esa labor que sólo conocen los que andaban
en ella, porque no podíamos nosotros, naturalmente, ir a facilitar nuestras hojas
impresas al señor Martínez de Escobar, que paseaba en el poderoso automóvil de
Jorge Huerta. En aquellos días, señores, se habló de elecciones. Leyó ya el señor
ingeniero Ibarra 'el manifiesto sobre elecciones de los amigos de Braniff. El partido
liberal, por su parte, se reunió, y no quiero que pase inadvertida la actitud nuestra
en esos momentos; hicimos un manifiesto que, aseguro a ustedes, exponía a todos los
firmantes a la muerte. Claro que ese manifiesto no lo firmaba entonces don Rafael
Martinez de Escobar, a cuyo bufete no podían llegar sino los huertistas. Es largo
el manifiesto y sólo leeré un fragmento:
"Aunque el pacto de la Ciudadela haya sido cancelado, y aunque el más genuino
representante de la rebelión felicista haya salido del ministerio, no han variado esen-
221
cialmente las referidas condiciones de la actual situación política, puesto que, en su
gran mayoría, e~ gabinete sigue formado por los ministros designados en el pacto;
puesto que persiste el régimen militarista, creado conforme a sus tendencias; puesto
que la candidatura felicista conserva su carácter oficial; y puesto que el nuevo se~
crctario de Gobernación -admirador entusiasta del pasado autócrata- ha declarado
que en caso, a su juicio necesario, pasará por sobre la ley. Y es claro que el Gobierno
actual, dado su origen y definidas sus tendencias, pasará, mientras tenga esperanzas
de vida, sobre la ley, puesto que pretende, como todas las tiranías, realizar la mons-
truosidad política de restablecer el orden constitucional violando la Constitución, a
semejanza de los Gobiernos imperialistas que, para implantar la justicia entre los
pueblos débiles, comienzan por cometer la injusticia de la agresión, y por eso ha
acudido al medio tan antiquísimo, y tan efímero como antiguo, de apoyarse en la
fuerza bruta, militarizando el país hasta el extremo de que los clarines y las voces
de mando resuenan, como un ultraje a la ciencia, en las aulas del estudio, en donde
sólo debe rendirse culto a la divinidad del espíritu.
"En tales condiciones, admirablemente sintetizadas por el señor ministro de Go-
bernación, al decir que "aplicará la camisa de fuerza a quienes traten de ejercer sus
derechos electorales", es inadmisible la suposición de que sería respetada la libertad
del sufragio en las ya convocadas elecciones presidenciales. El único y gran elector
será el Gobierno.
"En consecuencia, el Partido Liberal, celoso de su justo prestigio, tiene el pa-
triótico deber de abstenerse de toda participación en las próximas y ya convocadas
elecciones."
El manifiesto es bravo, el manifiesto es viril, porque estaba redactado por hom-
bres de verdadera acción revolucionaria, y 10 firman: Fernando Iglesias Calderón, en
primer término; la segunda firma, puede verse, es la de Félix F. Palavicini; están,
además, las firmas de Miguel Alardín, Ignacio Borrego, José 1. Novelo, Manuel
Méndez, Luis G. Guzmán, A. Rivera de la Torre, Adalberto Ríos, Jesús Silva, Ma-
nuel Orijel, Marcos López Jiménez, Carlos Argüelles, Heriberto Jara, Silvestre Anaya,
Hilario Carrillo, Marcelino Dávalos, Enrique Bordes Mangel, A. Prieto Trillo, Teo-
doro Ortega, T. F. León, Gerzayn Ugarte, Luis Manuel Rojas, Néstor González, M.
Alvarez jr., Jesús Urueta, Felipe Gómez, Fernando Galván, Alberto Pani, Mauricio
Gómez, Rodrigo Gómez, José N. Macías y Rafael Nieto.
Ahora, señores diputados, como me lo permite el Reglamento, voy a suplicar a
la Secret~ría, porque así me fatigo menos para continuar estas explicaciones, que
Jea esta reproducción de "El Demócrata" de 13 de octubre de 1914. El hábil periodista
don Rafael Martínez obtuvo no sé cómo el archivo de Urrutia. De estas hojas se
separaron aquellas en que se habla de la persecución que se hizo al señor Rivera
Cabrera. En este mismo archivo se encuentra el artículo que yo decía. Señor presi-
dente, suplico al señor secretario lo lea, porque de ese modo me fatigo menos para
continuar la peroración que tengo que hacer.
-El C. secretario González leyó lo que sigue: "El Demócrata", 13 de octubre de
1914. "La clave de la muerte se empieza a descifrar ya. He aquí el prólogo horrendo
de esa historia de crímenes; he aquí las primeras pruebas, los primeros documentos
que sirvieron de base para el asesinato del licenciado Rendón. Un anónimo. Prendida
a una carta anónima con un broche y como para formar expediente, una hoja en
que se lee: "Secretaría Particular del presidente de la República.-México, 20 de
agosto de 1913. Acuerdo del señor presidente.-A la Secretaría de Gobernación para
su conocimiento y resolución."-Con letra roja, manuscrita y subrayado:-Anónimo.-
En sello ovalado a tinta morada, en que se lee: "Secretaría de Gobernación. Agosto
21 de 1913."
222
"El anommo anexo dice lo siguiente: "Señor presidente de la República:-Le
aviso a usted que la semana que pasó debía usted de haber sido muerto, pero los
avisos que sacó el periódico del "País", suspendieron todo, creyendo que lo sabían;
lo iban a convidar a cierta reunión en donde lo mataban a Ud.
"Mientras usted no se libre de los diputados Palavicini, Rendón y principal-
mente ese Macías, correrá usted peligro; gracias a las papas del periódico se libró.
"Mire, mi general: póngales un cuarto de e'sta manera: que el señor De la--,roz
los cite para la Cámara uno a las nueve, otro a las nueve y media y otro a' las diez,
cita urgente y para una gran resolución; luego, para no comprorp.eter al señor De la
Hoz, que de alguna oficina llamen al señor De la Hoz a las ocho y media y lo detienen
hasta las once o doce, y así, conforme lleguen, los escabechen y, en último caso, fal-
sifiquen la firma; con anticipación manden unos barriles vacíos o con lámparas a la
Cámara para que sirvan para sacar a los diputados y llevarlos al horno o los entierren
en una loma; los que lleven los barriles pueden hacer todo vestidos de artesanos o
electricistas.-Uno que lo quiere bien."
"Este anónimo, aunque no tiene fecha, debe haber sido escrito el día 19 de
agosto supuesto que entró al acuerdo del usurpador el 20 y lo remitieron a Urrutia
el 21, pues esta es la fecha que tiene el sello de recibo que ya hemos visto.
"Estando premeditado por el usurpador el asesinato del licenciado Rendón y
otros diputados, lo más probable es que este anónimo haya sido sugerido por él mismo.
Sea o no así, el anónimo en cuestión sirvió de base para el desarrollo del crimen.
""Apenas l~egado a manos de Urrutia con el consabido acuerdo: "A la Secretaría
de Gobernación, para su conocimiento y resolución", Urrutia se puso en juego y cam-
bió los siguientes mensajes, que no son otra cosa sino la urdimbre malvada de la
calumnia que les había de servir para dar como desaparecido al señor Rendón.
"He aquí los mensajes:
"Agosto 23, 1913.-Señor gobernador del Estado.-Pachuca, Hidalgo.-Sírvase
usted decirme por esta vía lo siguiente: "Antes de ayer tuve noticias de que Genovevo
de la O iría a esa dísfrazado para llevarse elementos a Cerro Gordo y Malintzi, y
que esos elementos se lo's proporcionarían tres diputados, figurando entre ellos Ren-
dón, sin haber podido averiguar nombre."
"Después del mensaje que antecede, otro concebido en los siguientes términos:
"En confirmación de mi mensaje anterior, participo a usted que Genovevo de la O
estuvo en hacienda Almoloya, donde se le incorporaron varias personas de México,
contándose entre ellas dos diputados.-Aureliano Urrutia."
HA este primer mensaje, y antes de recibirse contestación, el ex ministro despachó
otro de carácter muy urgente en los siguientes términos:
uMéxico, agosto 23 de 1913.-General gobernador A. Sanginés.-Pachuca, Hidal-
go.-Enterado su mensaje "de esta fecha, de las 7.30 noche. Recomiendo a usted que
en un telegrama se sirva transcrjbirme, textualmente, segundo párrafo entre co-
millas del mío, cifrado hoy, y dos horas después, en otro mensaje, transmitir, tam-
bién textualmente, último párrafo entre comillas del mismo mío cifrado que antes
cito. Confío en su celo y eficacia para atender mi súplica.-A. Urrutia."
uA estos dos mensajes se contestó lo siguiente:
"Ministro de Gobernación.-Como la hacienda de Almoloya está inmediata a
Apan, pedí informes al jefe político sobre los hechos a que se refiere usted en su
mensaje cifrado; respecto a 10 de aquí, nada se ha notado. Atentamente, el gober-
nador .-Sanginés."
"Como se ve, Sanginés no ha interpretado hasta el momento el pensamiento ni
eJ deseo de Urrutia, por lo que el ex ministro, al recibir semejante respuesta, le puso
otro mensaje que dice: "Señor gobernador de Hidalgo, Pachuca.-Urge contestación
223
a mi mensaje cifrado de esta fecha, hoy mismo, con intervalos de tiempo el primero
del segundo.-A. U rrutia."
¡·'A esta segunda orden del ex ministro, el gobernador de Hidalgo, en mensaje
puesto en Pachuca a las 12.50 p. m. y recibido en México a la 1 p. m., dijo lo si-
guiente: "Ministro de Gobernación:-En confinuación de mi mensaje anterior, que
Genovevo de la O estuvo en la hacienda de Almoloya, donde se le incorporaron varias
personas de México, contándose entre ellas dos diputados. Atentamente, el general
J. D. L.-A. Sanginés."
-El C. Palavicini: Pero mi huertismo no está completo, señores, a pesar de esas
amenazas de muerte perfectamente comprobadas, no está completo, si ustedes no
conocen la verdad en la votación del empréstito. El señor Martínez de Escobar, que
es muy joven, pero en chicanas le gana al más viejo de los abogados, porque es lo
único que sabe de su profesión, se echó a buscar en el DIARIO DE LOS DEBATES ~,.
encontró un párrafo fácilmente desglosable. Esta vez las amenazas de los ministros
huertistas hablan sido brutales. Cuando se trató del empréstito y un diputado de los
del grupo independiente, que era terriblemente huertista, se dirigió a nosotros y nos
dijo: ¿qué pens·ais los renovadores? y yo dije: "nosotros votamos todo", y, en efecto,
señores diputados, siempre votamos que no, valientemente, no nos escondíamos, nos
llamó la prensa los del eterno no. ¿ Quiénes votaron el empréstito? En el DIARIO
DE LOS DEBATES aparece la siguiente votación, que no ha querido traer aquí el
señor Martínez de Escobar para hacer sus ataques: "Votaron por la afirmativa los
ciudadanos diputados siguientes: Acereto, Acevedo, Alvarez Pedro B., Amador, Arce,
Arias, Aspe,· Barroso, Bello, Brániff, Cárdenas, Carrión, Carvajal, Castelazo Fuentes,
Castellanos Abraham, Castellanos César, Castellot, Castillo Calderón, Colín, Corona,
Couttolenc, Canale, Castillo Corzo, Chaparro, Delorme y Campos, Díaz Infante, Díaz
Mirón, Elguero, Esteva, Estrada, Farrera, Figueroa, Galindo y Pimentel, Galván,
García Naranjo, García Ramos, Gómez Añorve, Gómez Arturo, González, González
Rubio, Govea, Grajales, Garibay, Herrera Gonzalo, Herrera Trinidad, Hoz, Ibáñez
Emilio, Inurreta, Isasi, J asso, Jiménez Loza, León, Lozada, Lozano, Luna Enríquez,
Luviano, Lombardo, Llaca, Llave, Maldonado, Malo y Juvera, Márquez, Montaño,
Mora Castillo, Martínez Rojas, Mascareñas, Mayoral, Meixueiro, Moheno, Mora, Mo-
reno Arriaga, Múgica Leyva, Muñoz, Muñoz Ruíz, Maza, Méndez Padilla, Núüez ~r
Domínguez, Olaguíbel, Oropeza, Ortiz Sánchez, Oseguera, Ostos, Palomino, Páscoe,
Peláez, Pérez Sahagún, Pérez Salaz al', Pérez, Pontón, Puig, Ramírez Castillo, Re-
yes, Rivera Caloca, Rodarte, Rosal, Robelo Argüello, Ruiz, Salinas y Delgado, Solór-
zano Solchaga, Tamariz, Torre Rómulo de la, Torres, Torres Rivas, Trejo y Lerdo
de Tejada, Torre Zenón de la, Ugalde, Varela, Vargas, Vargas Galeana, Vázquez,
Villaseñor José, Villaseñor Manuel F., Zavala, Zetina y Zezati."
Como explicó el señor· Cravioto, no estuvimos presentes en toda esa discusión y
aquí está la documentación "Sobre el particular. Entonces se hizo "la votación del
empréstito sin quorum. Al día siguiente, al leerse el acta, nosotros quisimos hacer
constar que era imposible que hubiera habido quorum. esto con objeto de nulificar
la acción del Gobierno, demostrando que había sido un fraude la votación del em-
préstito. Entonces hablaron los ciudadanos Ugarte, Palavicini, Cravioto. El señor
Ugarte dijo entonces: "Su señoría el vicepresidente en funciones de presidente, acaba
de expresar que no es de hacerse constar en el cuerpo de una acta la salida de los
diputados que van ausentándose,· y que esto constituye una omisión o falta de cum-
plimiento de sus deberes. Tiene razón, si nuestra ausencia de ayer hubiese sido para
omitir el cumplimiento de un deber; pero la salida fue acompañada de un escrito de
protesta, que constituye una acusación, y no fue una parte pequeña ni despreciable
de la Cámara la que se ausentó. Su señoría el vicepresidente contó cincuenta y uno,
224
y dos diputados más, que no firmaron esa protesta, los señores Rendón y Martinez
Alomía, también abandonaron el salón. Pido, por lo tanto, que se haga constar en el
acta que fueron cincuenta y tres diputados, y no por no cumplir con su deber, sino
para protestar contra irregularidades de los procedimientos de la Mesa. (Aplausos.)"
Habíamos alegado como pretexto una irregularidad del presidente, que en el
fondo también lo era: la introducción ilegal de un suplente, pues nuestro objeto era
impedir la votación del empréstito. Pasada la discusión de casi todos los artículos,
tuvimos que volver a la Cámara, pues nuestra ausencia no podía ser indefinida y es-
tuvimos presentes al discutirse el artículo 59, en cuyo debate hablaron en contra
los diputados Gerzayn Ugarte, Ancona Albertos y yo, y votaron- por la negativa los
33 ciudadanos diputados que siguen: Ancona Albertos, Alarcón, Aznar Mendoza,
Balderas Márquez, Barrera, Bordes Mangel, Borrego, Cabrera Alfonso, Carrillo,
Cravioto, Farrera, Gurrión, Jara, López Jiménez, López de Llergo, Luna Enríquez,
Morales, Moya Zorrilla, Munguía Santoyo, Nieto, O'Fárrill, Ortega, Palavicini, Peña
Francisco de la, Ramírez Martínez, Ramos Roa, Rendón, Rivera Cabrera, Rivera, Ro-
diles Maniau, Silva Herrera, Ugarte Gerzayn y Urueta.
Cuando esta discusión se efectuó, como acaban de oír, todavía el señor Rivera
Cabrera no se avergonzaba de nosotros, mientras ahora no ha querido que ni si-
quiera por error se le incluya entre los renovadores.
Nuestra labor en el huertismo no acaba allí, y para satisfacer -al señor Martínez
de Escobar, que ha puesto en duda el honorable testimonio del Primer Jefe, diré que
lo relativo al viaje del señor Eliseo Arredondo está en este mismo libro impreso
hace varios' meses.
Dije esta mañana, y lo repito ahora; no hay un ciudadano honrado en México
que niegue que fuimos enemigos del usurpador constantemente, aunque en la tribuna
no hubiéramos podido decirle "usurpador" cuando· hablábamos, porque entonces no
podía decírsele con la facilidad con que lo dice ahora el señor Martínez de Escobar,
porque entonces exponíamos nuestra vida obedeciendo instrucciones del Primer Jefe.
Decía yo que no hay una persona honrada capaz de negar este hecho. Hablaba sobre
esto con un diputado de 8inaloa, cuyo nambre no recuerdo, y me dijo: "En efecto,
me consta lo que usted dice."
El usurpador decía, hablando de la disolución de la Cámara, que fue debida toda
a nuestro esfuerzo mantenido por los señores diputados don Miguel Alardín, don
Gerzayn Ugarte, el licenciado Luis Manuel Rojas y el qUe tiene el honor de dirigiros
la palabra. La lucha fue tan cruel, que cuando caímos presos se nos negó hasta el
sol, siempre se nos tuvo incomunicados y a mí no me dejaron llegar ni las cartas
políticas de "Marco Tulio Cicerón"; el cancerbero que teníamos dijo que cartas no
podían llegar y si eran políticas menos. Esto me lo refirió un capitán del 29, que
cuidaba la crujía. Yo entonces le dije: ¿por qué no se me permite leer ese libro, si
todas esas cartas fueron escritas en latín hace muchos cientos de años? Es verdad
que hablan de un César, pero se refieren a otro César; es verdad que hablan de un
Bruto, pero a otro Bruto se refieren. En mi actitud aun en la misma prisión, con
_ los dolores del martirio y de la soledad, se manifestó siempre ini espíritu rebelde
contra aquella tiranía criminal. Está aquí un hombre que acaba de llegar y que no
es político, un diputado por Veracruz a quien tocó en desgracia estar sufriendo con-
migo en la prisión.
-El C. Aguilar Silvestre: Estuve con usted en la cárcel y. su actitud me consta
que siempre fue patriótica y viril.
-El C. Palavicini: Pero todavía, señores diputados, escuchad 10 que dice el mismo
Huerta de nuestra labor: .
225
"Uno de los mayores sacrificios a que me he visto obligado, es la expedición del
decreto en el que se consigna la disolución del Poder Legislativo, al cual siempre
traté con el mayor acatamiento, procurando, también con el mayor ahinco, hacer
una perfecta armonía entre los Poderes de la Unión.
"Desgraciadamente he fracasado en- este supremo deseo, porque la Cámara de
Diputados ha demostrado una sistemática e implacable hostilidad para todos y cada
uno de los actos de mi Gobierno. Designé como secretario de Estado y del Despacho
de Instrucción Pública y BeHas Artes al honorable ciudadano Eduardo Tamariz, y
la Cámara, tras de especioso pretexto de que se trataba de un católico, negó el per-
miso respectivo a dicho ciudadano! cuya gestión hubiese sido, sin duda, fructuosa
para la República, en la que, precisamente por liberal, caben todos los credos y en-
cuentran ancho campo diversas aspiraciones. Se han remitido varias iniciativas al
-Ejecutivo para la organización y la reorganización de los servicios públicos, y la
Cámara, intransigente, no ha despachado asuntos que son tan trascendentales para
el porvenir de la nación. Y más aún: el Ejecutivo pudo convencerse de que la mayo-
ría estaba resuelta a negarle todo subsidio, a pesar de las anormales condiciones por-
que atravesamos y los graves compromisos que tenemos en el interior y en el exterior.
"No se ha detenido aquí el Poder Legislativo: numerosos, de sus miembros mi-
litan en las filas de la revolución; y muchos otros, amparados por el fuero, conspiran
en la ciudad, a ciencia y paciencia del Gobierno, que se ha encontrado maniatado
frente a tales funcionarios, para quienes el fúero ha sido patente de inmunidad penal.
Ultimamente la actitud de las Cámaras ha rebasado, no ya en los límites constitu-
cionales de la armonía de los poderes, sino hasta las fórmulas de simple cortesía y
decencia: el presidente de la República se ha visto aludido en forma profundamente
ofensiva y calumniosa, instituyéndose comisiones para la averiguación de hipotéticos
delitos, que no sólo privan al Ejecutivo de la eficacia en la acción que le está con-
ferida, sino que al mismo tiempo, de la manera más flagrante, invade las atribu-
ciones del Poder Judicial, único al cual corresponde juzgar de los delitos que se
cometan."
En fin, señores diputados, mi "huertismo" es perfectamente conocido de todos;
pero también fue conocido de ese hombre a quien el señor Martínez de Escobar consi-
dera equivocado: el señor Carranza, que cuando lo encontramos llegando a México,
nos tendió su mano de amigo y nos utilizó. Pudo engañarse ocho días, quince días,
un mes, dos meses; el señor Carranza se equivocó dos años conmigo, señores diputa-
dos. El señor Carranza ¿ por qué me utilizó desde el primer día, si no servía para
nada? Me llevó con él durante dos años, durante dos años me dio su entera confianza
y he salido del Gabinete como pocas veces puede salirse, conservando la amistad :.¡
la confianza de ese gran hombre.
¿ Qué hice yo en los dos años de ministro? Ya, señores, habéis escuchado mi
labor de "huertista", es preciso que ahora, aunque sea brevemente, sepáis también
mi labor de "carrancista". Era el momento de organizar el Gobierno; el señor Ca-
rranza me encargó una cartera; la crisis vino; conocéis la división revolucionaria de
entonces; muchos revolucionarios y reaccionarios se agruparon en torno del villismo
y los liberales seguimos a don Venustiano Carranza; la mayoría de los generales se
habían ido al otro lado, estaban en Aguascalientes; solamente Co'ss en Puebla y
Aguilar en Veracruz sostenían las banderas de la legalidad revolucionaria. (Voces: Y
otros, otros.) Sí, vaya ampliar mi lista; el señor general Aguirre indica al señor
general Diéguez... no puedo hacer un catálogo de todos los que estaban de parte
del señor Carranza. Pero ¿ es o no verdad que la mayoría de. los generales estaban
en Aguascalientes? (Voces: Es verdad.) Pues bien, cuando la maYQría de los gene-
rales estaba en Aguascalientes, fuimos muy pocos los que marchamos al lado del
226
señor Carranza. N o teníamos ni el puerto de Veracruz; el señor general Aguilar ha-
bía preparado el refugio de la revolución en Córdoba y Orizaba. Había dicho: "Ve-
racruz sostendrá las reformas constitucionales", Entotices se organizó la defensa de
la legalidad y Carranza fue preparando la campaña contra el villismo hasta el
triunfo que vosotros conocéis.
Mientras tanto, ¿qué hizo Palavicini? Marlínez de Escobar, dice con tono des-
pectivo, "que hizo leyes". Sí, señores, no iba a hacer parque o cañones j ¿ iba yo a
veniros a decir que hice tambores o fusiles? Señores, yo no podía hacer más que lo
que sabía hacer. La revolución necesitó en el momento de la escisión villista tener
un programa. Está en la conciencia .de todos que el Plan de Guadalupe resultaba de-
ficiente para la nueva lucha. Cuando llegamos a Veracruz, don Venustiano Carranza
quiso hacer el programa político de la revolución, porque el movimiento anterior ha-
bía sido nada más el del gobernador de Coahuila, reivindicando a la Constitución. La
literatura de ese programa, porque solamente literatura ha hecho Palavicini al lado
del señor Carranza, se hizo por la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes;
cerca del señor Carranza no se puede hacer más que literatura, ninguno puede vana-
gloriarse de haber hecho otra cosa al lado del señor Carranza. El señor Carranza
es el autor de todo lo que propone a la nación. Pero hicimos esa literatura; después
-les consta a todos los que estuvieron cerca del Gobierno en aquella fecha- se hi-
cieron las adiciones al Plan de Guadalupe el 12 de diciembre de 1914. Las demás
reformas sociales que se iniciaron, se hicieron también en la Secretaría de 'Instrucción
Pública y Bellas Artesj era esa su misión, ya que en Veracruz no· podía tener ninguna
otra función directiva, supuesto que la Constitución no permite al Poder Federal in-
míscuirse en,Ja enseñanza de los Estados. Eso, ha dicho el señor Martínez de Esco-
bar, no tiene importancia, las escuelas, eso, ¿qué vale, señores diputados? Esas al
fin, son leyes nada más y él es abogado y ha aprendido a conocer que las leyes no
se "toman en serio jamás; pero para Carranza, que no es rábula, sino estadista, esas
leyes sí deben tomarse en serio. Después, en febrero de 1915, muchos maestros de
ideas revolucionarias se fueron a Veracruz; el Primer Jefe los repartió por toda la
República; no fueron nada más a Estados U nidos, no fueron seleccionados por nos-
otros por sentimientos cariñosos, no, señores; vinieron a Querétaro, fueron a Puebla y
a Yucatán. Usted, señor Truchuelo, puede decirnos si vinieron o no a Querétaro.
-El C. Truchuelo: Sí lo supe, señor. Estaba yo desterrado por los villistasj pero
sí tuve conocimiento de que VInIeron.
-El C. Palavicini: Y fueron a Yucatán, ¿no es verdad, señores diputados por
Yucatán?
-El C. Ancona Albertos: Es cierto.
-El C. Palavicini: Fueron a Tabasco y no duraron más que,' unos meses, ¿ saben
ustedes por qué? Porque el señor don Federico Martínez de Escobar, que después
fue secretario de Gobierno, dijo en un discurso que aquellos maestros iban a extraer,
como pulpos, la sangre del Erario. Fueron, pues, esos maestros a toda la República
como propagandistas revolucionarios y como educadores liberales.
-El C. Múgica: ¿ Me permite ahora que lo interrumpa? Como el señor Martínez
de Escobar fue secretario cuando yo era gobernador, quiero aclarar que entonces no
se maltrató a los maestros.
-El C. Palavicini: ¿No era en esa época cuando dijo eso Escobar? ¿Fue antes
de ser secretario de usted?
-El C. Múgica: Sí, señor.
-El C. Palavicini: Tiene razón el señor Múgica; celebro yo que con la rectifica-
ción del señor Múgica se haya hecho una ratificación de lo que estoy diciendo. En-
tonces, señores, esos maestros que, según ,Escobar, eran reaccionarios, habían salido
227
de México, habían abandonado a sus familias para seguir a la revolución, y no fue
Palavicini el que los invitó, fue Venustiano Carranza; pero tenía en Palavicini, como
lo tiene hoy, un: amigo sincero, un partidario leal, que no está aprovechándose de
. pequeñas intrigas, sino que mirando que en este momento es el hombre indicado para
regir los destinos del país, abandonó un alto puesto público para fundar un periódico
independiente. Es la primera vez que se funda en MéXICO, en plena revolución, un
gran diario independiente, y se ha formado con el dinero de los revolucionarios. Mu-
chos de 'sus accionistas están en esta honorable Asamblea.
Mi labor al lado del señor Carranza debe haber sido en realidad muy deficiente,
porque el señor Martínez de Escobar la ha juzgado así;. pero es difícil encontrar en
esta Cámara un señor diputado que no haya leído la aceptación de mi renuncia, en
la que el señor Carranza opina de distinto modo que mi impugnador. N o venía yo
preparado para exhibir mis vanidades, y no traje el texto de la aceptación de esa
renuncia, porque cuando vine al Congreso Constituyente vacié mis alforjas de todas
las miserias, de todas las vergüénzas, de todas las pobrezas de espíritu, así como
de 'todas las suciedades de la política que hubiera podido arrojar sobre mis detracto-
res. Puse en mi equipaje sólo 10 que pudiera ilustrarme y lo que pudiera servirnos a
la hora de redactar la Constitución. Pude haber traído en mis papeles cargos para
mis enemigos, pude venir preparado con todo lo que puedo decir del hombre perverSQ
que paga a este joven; pero habría cometido con esto una graVe indiscreción como
revolucionario y amigo de don Venustiano Carranza. Renuncio, pues, a hacer mi de-
fensa atacando a ese señor que paga a Martínez de Escobar, porque sobre el triunfo
de mi credencial están el honor y el prestigio del Gobierno.
Ahora, señores diputados, vamos a hablar de mis riquezas: ruego al señor pre-
sidente de la Cámara mande que tomen nota de mis palabras, para que en el mo-
mento oportuno pueda utilizarlas el Gobierno. Cedo lo que se dice poseo -desde
los alcázares hasta las pocilgas-, a beneficio de los hijos de los muertos en la revo-
lución; y pido únicamente en cambio, que la familia Escobar haga lo mismo en
Tabasco, sólo con lo que ha ganado durante la revolución. Yo no he hecho en los dos
años que fui ministro, un solo negocio; me dirigí antes de salir de ese puesto, a
todos los gobernadores y secretarios de Estado, pidiéndoles hicieran constar que du-
rante esos dos años no les había dirigido una sola carta recomendándoles negocios ni
negociantes. El Primer Jefe no me ha dado nunca de regalo un 'Solo peso; no he
lucrado con franquicias de importación o exportación, no he recibido concesiones de
ninguna clase; me he dedicado a hacer enseñanza y literatura revolucionaria, como
era mi deber, porque del otro lado del Bravo está la reacción haciendo su obra. ¿ De
dónde he tomado las ideas para hacer esa literatura? De los libros, seguramente no
de la cabeza de Martínez de Escobar. Nunca se me había ocurrido que pudiera es-
cribirse algo o saberse algo 'Si no es estudiando, y así, estudiando y produciendo es
como he servido a la revolución.
Señores diputados: Si creéis que el ciudadano Primer Jefe se ha equivocado, si
pensáis que Venustiano Carranza se ha engañado durante dos años conmigo, no
votéis mi credencial, no rechacéis ese dictamen sutil y laborioso que ha elaborado
penosamente la honorable Comisión Revisora. Señores: en México es raro que los
hombres públicos abandonen los altos puestos; en México, señores, abunda el valor
personal, cualquiera se juega la vida en la calle por una frase insignificante; pero
escasea mucho el valor civil y se ataca a los hombres públicos solamente cuando se
les considera incapaces de hacer daño, o cuando no tienen ya dinero que dar de las
arcas del Erario. El señor Martínez de Escobar dice que soy terriblemente odiado en
Tabasco, y tal vez lo sea por el grupo de los Escobar y sus parientes. ¿ Cómo pueden
odiarme cuando no he matado nunca a nadie? .. aunque sí he matado con mi pluma
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muchas veces; pero los mue:r:tos han sido enemigos de la revolución. ¿ Cómo podían
odiarme si no he encarcelado ni despojado jamás a nadie? En la cartera de Instruc-
ción Pública es en la que no se puede perseguir ni ofender a nadie j pueden cometerse
errores, pero no infringirse leyes ...
Para el señor Marlínez .de Escobar, yo soy un hombre muy odiado, y bien, seño-
res, ¿ vosotros creéis que los cargos formidables que su señoría cree haberme hecho y
cuyo origen ya conocéis, son bastantes para desechar mi credencial? Ahora vamos
al epílogo.
Era inútil que la Comisión citara el hecho de que había yo sido acusado crimi-
nalmente, y por esa causa no gozaba de mis derechos de ciudadanía, p6rque existe
un acta firmada por el representante del Partido Liberal Constit~cionalista, donde
se reproduce ese documento en un juicio singular que en aquella agrupación me fue
seguido, y cuyo documento ha sido distribuido en esas curules por los empleados de
la Secretaria de Gobernación; se trata del auto de un juez 29 de Instrucción, que
dice textualmente: "México, 18 de agosto de 1916.-Apareciendo de las constancias
de autos que hay méritos suficientes para procederse en contra del señor ingeniero
Félix F. Palavicini, como presunto responsable del delito de concusión de que se ocupa
esta causa, y en virtud de disfrutar de fuero constitucional como miembro del gabi-
nete del C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista encargado del Poder Ejecutivo
de la Nación, en su carácter de subsecretario encargado de la Secretaria de Instruc-
ción Pública y Bellas Artes, compúlsese testimonio de lo conducente y remítase por
conducto de la. Secretaría de Justicia, a la Primeta Jefatura, para los efectos del
artículo 39 del decreto de 14 del presente mes y año, sobre la subsistencia del- fuero
constitucional para los miembros del gabinete, gobernadores y jefes de cuerpo de
Ejército.-Notifiquese.-Lo proveyó, mandó y firmó el C. juez 29 de Instrucción, li-
cenciado Manuel L. Ortiz.-Doy fe.-Manuel L. Ortiz.-E. Salinas Gil.-(Rúbricas.)"
Ahora hagamos la historia de la intriga que, pasando por la venal conciencia de
ese viejo juez Ortiz, viene a completarse en el famoso dictamen de la Sección Re-
visora de Credenciales. El señor Carranza, lo he dicho ya, conoce los detalles de
este asunto, y su confianza y su amistad para conmigo siguen siendo las mismas.
¿ Por qué en México los hombres se aferran a los puestos públicos?, ¿ por qué aquí
no tenemos la costumbre de codearnos familiarmente con exgobernadores o con ex-
ministros? Porque aqui ¡hay de aquel que deja de ser gobernador o ministro! Al día
siguiente cualquier individuo, hasta un Martínez de Escobar, se considera con el
derecho de hacerle un juicio político y de erigirse en su juez. Pero yo, señores, y ésta
sí es una legítima vanidad mía, a pesar del deseo de don Venustiano Carranza de
cunservarme en su gabinete, le presenté cinco veces la renuncia del alto cargo, di-
ciéndole en la última ocasión: "Señor: Viene la campaña electoral, viene la lucha
política; yo sé que alrededor de usted, sé que a su lado se agitan algunas pequeñas
pasiones, y que hay, como alrededor. de todo Gobierno, algunas diferencias personales;
quiero estar a su lado en los momentos de lucha: pero con independencia y no en
puestos oficiales." El señor Carranza no había consentido en mi separación, y esto
lo -saben muy bien mis enemigos. Entonces, un enemigo mío, tenebroso y malvado.
supo que habíamos separado a dos empleados de la Secretaria de Instrucción PÚ-
blica, porque estaban 'acusados de inmoralidades; estos empleados sabían la mala
voluntad que para mí había en la Secretaria de Gober~ción, y trataron de aproxi-
marSe por aquel lado; mis enemigos aprovecharon esta circunstancia, y los dos ex-
empleados fueron encarcelados y ellos narraron todo, contaron todas sus faltas, no
he dicho delitos, pues precisamente porque no eran delitos solamente fueron separa-
dos de la Secretaría de Instrucción Pública y no consignados a un juez. Se trató de
hacer mias las responsabilidades de estos señores, y aquí cabe decir a ustedes que no
229
poseo ni un solo centavo de capital, absolutamente un solo centavo, y comería en ve-
neno todo 10 que tuviera de capital personal. Ahora bien; ¿qué jefe militar, qué
gobernador, qué ministro, no ha tenido malos empleados durante la revolución?
La Secretaría de Gobernación mantuvo incomunicados durante tres semanas a
los empleados a que me he referido, porque el plan no era consignarlos a un juez,
sino impresionar al señor Carranza desfavorablemente para mí. Se le dijo: "ese
hombre que ha probado que ningún secretario de Estado, ni un solo gobernador le
han hecho favores, ese hombre a quien usted no ha dado un solo peso, ni una con-
cesión, es, sin embargo, un ladrón; lo vamos a probar." Ellos, que tenían el tejado
de vidrio y cuyo odio principal para conmigo lo inspiraba la pureza de mi manejo
administrativo, s.e' pusieron a la obra. Se llegó a obtener una declaración de los
prisioneros, diciendo que de sus miserables ganancias me daban una participación;
entonces se les consignó a un juez de Orden Común; pero también con toda preme-
ditación y maldad, este magistrado estaba en el secreto del infame propósito político
perseguido, y basándose en las declaraciones de los procesados, sin otro testimonio o
prueba, dictó el auto que habéis oído; el simple dicho de dos acusados bastó al juez
para dictar su auto; ni siquiera había pedido informe al secretario de Instrucción
Pública, ni siquiera se había dignado interrogarme, como ministro, ni como intere··
sado fuí nunca oído, hasta que exigí al juez oficialmente que recabara los datos
necesarios de la Secretaría, A pe-sal' de todo, el juez dictó ese auto; no tenía com-
petencia, no podía decir que había méritos para proceder, facultad esa solamente de
la Primera Jefatura, pues el juez únicamente debió enviar las constancias el Ejecu-
tivo, para que éste resolviera si había o no méritos; pero se trataba principalmente
de prejuzgar en el asunto en contra mía. Cuando lo supe, me presenté al señor Ca-
rranza y le dije: "Yo no le había hablado a usted de estas cosas, porque mis enemi-
gos se encargaron de hacerlo; pero hoy vengo a suplicarle que acepte inmediatamente
mi renuncia, y que si no me hace el favor de aceptarla, no volveré al ministerio;
deseo estar sin fuero ni prerrogativa alguna para responder de mi conducta ante
los tribunales y ante la sociedad," En efecto, quise ver si era cierto que podía dic-
tarse una orden de aprehensión en mi contra, quise ver si la audacia del juez llegaba
a tanto, quise ver si habia realmente mérito para proceder; mi renuncia aceptada, yo
sin fuero, ya no había que enviar el expediente a la Primera Jefatura, sino proceder
jurídicamente. ¿ Qué se hizo? Vais a ver cómo se trataba únicamente de impresionar
al señor Carranza. Esto no 10 habían podido conseguir, pues el Primer Jefe me indicó
hasta el último momento su voluntad de conservarme a su lado. Atendiendo mis
razones al aceptar mi separación, lo hizo en la forma que debéis conocer, porque el
texto de su nota fue publicada en los periódicos.
¿ Qué hizo entonces el señor juez de Instrucción?
Recordó que era un juez de Orden Común y que los procesados eran empleados
federales, recordó que obraba en su poder una nota inhibitol'ia del juez 29 de Dis-
trito y entonces el señor licenciado Ortiz, que había sido juez porfirista, J'uez huer-
tista y juez convencionista; el señor Ortiz que es un perfecto canalla, optó por enviar
el expediente al juez federal. El juez de Distrito practicó nuevas diligencias que no
eran sino ampliaciones de las constancias procesales; pasó el expediente al agente
del Ministerio Público adscripto y este funcionario hizo el pedimento que en la parte
relativa voy a leer a ustedes, en este documento debidamente legalizado y cuyos
sellos, timbres y firmas enseño al señor presidente para que certifique su legalidad.
(Los mostró al señor presidente, quien los revisó y dijo: "están en forma.")
De este documento leo la parte que dice: "De la indagatoria de Grajales resulta
que según su dicho, desempeñaba el cargo de la Secretaría de Instrucción Pública
(aquÍ Grajales explica su conducta), y agrega: "Que en contra del señor Palavicini
230
no tiene ningún cargo que hacer a pesar de los amagos que se le hicieron para que
declarara en contra de dicho señor y de la seguridad que le dieron de que si tal hacía,
no se procedería ni contra él ni contra el señor Morales Boylán, pues que de lo único
que se trataba, según le dijo, era de "fregar" al referido señor ingeniero Palavicini."-
Más adelante la petición del agente del Ministerio Público dice: "De una posterior
ampliación del señor Eugenio Morales, aparece que estaba empleado como' jefe del
departamento administrativo de la Secretaría de Instrucción Pública y que supo que
el señor Grajales cobraba un tanto por ciento por la tramitación del pronto pago de
las facturas de la casa Bouret; conviene en que de ese tanto por ciento recibía parte y
dice que sobre la parte que recibía no existía ningún convenio entre él y el señor
Grajales; agrega que el licenciado Morelos, empleado de la Secretaría de Gobernación,
al tomarle su declaración, le dijo que declarara en contra del ingeniero Palavicini,
porque si no lo hacía así, sería mandado a Perote, porque según afirmaba MoreIos,
había orden del Primer Jefe en tal sentido y que firmó lo que estaba escrito, porque
estaba asustado, y después de una incomunicación de quince días.
"En la ampliación de su declaración que hace Grajales, afirma igualmente que
al tomársele declaración en la Secretaría de Gobernación, el licenciado Morelos le
manifestó' que era necesario que firmara la declaración que se le pre'sentaba y que
era solamente para "fregar" al ingeniero Palavicini y que tanto a Grajales como a
Morales se les pondría en libertad y que ~i no lo hacía, lo mandaría a Perote, pues
tenia orden expresa del Primer Jefe, y, por último, que llegó a amenazarlos con acu-
sarlos de zapatistas y mandarlos fusilar."
Más adelante puede leerse: "los folios ciento ochenta Y, cuatro vuelta, a ciento
noventa y uno, frente, aparece que él mismo (Palavicini) previno que todas las com-
.pras que hiciera la Secretaría de Instrucción Pública, se hicieran por concurso y no
de otra manera."
Todavía dice en seguida, este documento: "Grajales convino o expresó: que na-
die lo comisionó ni para pedir ni para recibir esas gratificaciones. De las últimas
diligencias invocada-s se desprende con toda precisión que los indicios que sirvieron
para formar el auto de formal prisión de Grajales y Morales, han quedado desvane-
cidos completamente, puesto que no existe el delito de concusión que define el
artículo 1,032 del Código Penal, pues estos señores no han exigido, como dicho pre-
cepto de ley 10 dispone, ningún impuesto, contribución, recargo o renta, rédito, salario,
etcétera, sino que Grajales sólo tomó gratificaciones voluntarias que en nada per-
judicaron al Erario, y Morales no aparece tomando esas gratificaciones. De lo ex-
puesto se desprende y formulo las siguientes conclusiones:
"1. Con fundamento en el artículo 243 del Código Federal de Procedimientos
Penales, no formulo acusación alguna contra los señores Adolfo Grajales Y Euge'.lio
Morales Boylán."
Tal es la miserable historia, señores diputados, con que se intrigó en contra tnía,
primero en el club de México y luego en la complaciente Sección Revisora de Que-
rétaro. Yana defiendo mi credenéial si a ella afecta tal proceso, yo no vengo a
defender a Félix Palavicini de toda esa ignominia que ha querido arrojarle encima
Jesús Acuña por conducto de este mercenario joven Rafael Martínez de Escobar;
defiendo la honorabilidad de un hombre a quien Carranza prestó su confianza, :l
quien Carranza u~iliz6 en el gabinete; defiendo al que ha colaborado en la parte
directiva de la revolución. Si no procediera así, me convertiría en cómplice de los
hombres que laboran por desprestigiar a don Venustiano Carranza, aun cuando deban,
como pasa con Acuña, todo 10 que son y no debieran ser a la protección del Primer
Jefe. Traigo, señores diputados, el propósito de contribuir con mi humilde contin-
231
gente en la Cámara a vuestra noble empresa; no pienso llegar a las estrellas, no
tengo alas para tanto, pero podéis elegir entre el criterio politico_ de Carranza y el
de Martínez de Escobar. La labor de Martinez de Escobar sólo puede ser hecha por
hombres de tal calaña para cohibir e impresionar a los cobardes y a los serviles, pero
nunca a los diputados al Congreso Constituyente.
Acataré respetuoso, cualquiera que sea, vuestro fallo final, estoy perfectamente
convencido de que lo haréis obrando con independencia y con libertad de criterio. Yo sé
bien que entre vosotros no prosperará la intriga, que nada cohibirá vuestra conciencia;
vuestro alto cargo os pone una muralla ante toda clase de infamias y de malas pasiones.
Los cargos que se hicieron a los renovadores fueron oportunamente destruidos. Si
Madero respondió de "mi pasado en el porfírismo, Carranza no solamente ha fallado
en mi pasado político; sino que puede certificar mi presente. (Aplausos nutridos y
vivas.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Magallón.
-El C. Magalló": Honorable Asamblea: no quisiera molestar la atención de ustedes
por ser una hora demasiado avanzada; pero vengo a contestar los cargos que se me
han hecho en la defensa que el señor Palavicini hizo de su personalidad política y a
decir álgunas palabras sobre la impresión que me ha producido la manera de defenderse
del señor Palavicini. El señor Palavicini tiene la creencia de que los que hemos labo-
rado en la revolución prestando nuestros servicios en la Secretaría de Gobernación,
somos unos instrumentos ciegos de los jefes de esa Secretaría; pero el señor Palavicini
está completamente en un error por las insinuaciones que ha hecho respecto de mi
personalidad en lo particular. El señor Palavicini ha hablado de apoyos que he reci-
bido, y agrega que yo he sido" enviado aquí por Jesús Acuña para laborar en contra
de él y para impugnar su credencial. No es cierto. El señor Palavicini está completa-
mente equivocado. Cuando se inició la revolución, yo, señor, era empleado de comercio,
me inicié en los principios y me alisté en las filas revolucionarias, y desde ese mo-
mento he laborado al lado del Gobierno; mas cuando subió al- poder en el Estado de
Sinaloa el señor Rentería, que no era un verdadero representante del Gobierno, le
ataqué por no haber llevado a la práctica las protestas que había hecho de cumplir
con la revolución, y desde aquel momento me consideró a mí como un enemigo. Co-"
meneé una labor en contra del gobernador de Sinaloa, porque el señor Rentería no
cumplió con las promesas que había hecho, y si yo hubiera sido un incondicional, ha-
bría aceptado un alto cargo; después, señores, el señor Manuel Bonilla, que era mi-
nistro de Comunicaciones, quiso hacer grandes intrigas, y como la intervención del
ministro de Comunicaciones, era nociva para los intereses de Sinaloa, yo me opuse en
contra de él; por tercera vez, es decir, vino una tercera lucha, se eligió gobernador
para el período de 1912-16, al señor Felipe Riveras; como ese Gobierno no respondió
a los anhelos de radicalismo que bullían en 111i alma, yo no estuve de acuerdo con las
ideas de ese Gobierno, y por tanto, el cargo que, seguramente sin tener datos de
quién soy, se permitió hacer el señor Palavicini, y las alusiones personales que ha hecho
respecto a mi persona, voy a contestarlas con dos telegramas que me voy a permitir
leer para que después diga la Asamblea si es que el señor Palavicini me considera
entre los que menciona como jóvenes alquilados. (Leyó dos telegramas de carácter
familiar.) Estos son los telegramas que me dirigió mi esposa, requiriéndome por falta
de dinero; los papeles a que se refiere son las copias del acta relativa a la elección.
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Félix F. Palavicini.
-El C. Palavicini: Yo suplico atentamente al señor Magallón que si él no está
incluido entre esos agentes, acepte mis más cumplidas disculpas; yo no quiero molestar
absolutamente a los hombres honrados, yo quier:o ocuparme de los que no lo son.
232
-El C. Espeleta: Señor' presidente: acaba de decir el señor Palavicini que él no
habla de los hombres honrados; esta mañana me ha llamado vendido, me ha llamado
instrumento del señor Acuña; permítaseme, con la energía propia del hombre honra-
do que se siente herido, decirle al señor Palavicini que miente y que no es capaz de
probar su aseveración.
-Un C. presunto diputado: Sin conocer al señor Espeleta me dijo: sírvase reco-
mendanne al señor Cepeda Medrano como palavicinista. ¿ Qué dice el señor Espeleta?
-El C. Espeleta: Sí, señor, es cierto.
-El C. Palavicini: Las alusiones personales a que hace referencia el señor Espe-
leta van dirigidas únicamente a su función política en esta intriga que se me ha venido
haciendo; pero yo no he hecho todos los cargos concretos al señor Espeleta, porque
no he querido absolutamente poner lodo sobre la cabeza de los constituyentes; pero
el señor Espeleta fue destituido por haber cometido actos de la más completa inepti-
tud; el señor Espeleta fue destituido por inepto, como lo declaró don Roque Estrada;
son cargos concretos; yo no quería decir· que el señor Espeleta es un anciano incapaz
que nunca ha servido para nada y cómo todos los gobiernos lo han utilizado como
instrumento .. ,
-El C. Espeleta, interrumpiendo: Vuelvo a repetirle al señor Palavicini que miente.
-El C. Martí: Pido la palabra para una moción de orden, señor presidente; no se
está discutiendo la personalidad del señor Espeleta.
-El C. Cepeda Medrano: Me voy a permitir por un momento distraer la atención
de ustedes para explicar el por qué de toda esta intriga. Se ataca a los señores Macias
y Palavicini, porque muchos enemigos les tienen miedo, se les ataca porque ven en
ellos a unos enemigos fonnidables en la política, se les ataca porque se les tiene miedo.
Yo me había abstenido de hablar, había observado la trama y la maldad contra el
señor Palavicini y contra el señor Macias y de una vez por todas he querido que se-
páis que todos estos ataques son el resultado de una intriga fraguada en otras esferas.
Ya es necesario, señores, que no nos dejemos arrastrar por pasiones pel'sonales y que
cumplamos con nuestro deber.
-El C. Espeleta: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Espeleta: Entiendo que el señor no se ha referido a mí al hacer esta alu-
sión que acaba de hacer. Ayer únicamente le dije al señor: recomiéndeme usted al
señor como palavicinista. En cuanto a 10 demás, sería largo entrar en explicaciones;
pero doy mi palabra de honor, que por la prensa contestaré bajo mi firma todos y cada
uno de los cargos que se me hagan. Y,como comprobación de 10 que anteriormente he
dicho, apelo al testimonio respetable del señor general José María Rodríguez, de otras
personas que no están aquí, y, por último¡ apelo al testimonio del mismo señor Primer
Jefe, don Venustiano Carranza, que soy ajeno a las intrigas que hay aquí en este
Congreso.
-El C. Magallón, que ha permanecido en la tribuna: Para terminar, señores, si he
molestado la atención de ustedes trayendo un asunto de índole meramente personal, es
para demostrar que un individu~ como yo, que me precio de servir de algo, no sería
tan infeliz para vender mi criterio, aun cuando no tuviera ni qué darle de comer a
mis hijos; por lo tanto, estando terminado el debate, me retiro de esta tribuna, después
de haber cumplido con mi deber y para que la honorable Asamblea sepa quién es
uno de los diputados por Sinaloa.
-El C. U garte: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. pr-esidente: Tiene la palabra el C. Gerzayn Ugal'te.
-El C. Ugarte: Señores diputados: un estricto deber de honradez me impuso la
obligación de venir a decir aquí unas cuantas palabras de verdad. Todos los que he-
233
1110S colaborado con el Primer Jefe tenemos el ineludible, el imprescindible deber de
probar que no somos unos perversos. Por eso vengo a defender al señor Palavicini:
para justificar al señor Carranza, que lo ha utilizado en puestos de tanta importancia
como los que le ha encomendado, y que sigue estrechándole su mano de amigo y sigue
teniéndolo en cuenta como uno de sus colaboradores más inteligentes y más leales.
Quería renunciar al uso de la palabra, porque con su defensa brillantísima estoy se-
guro que el señor Palavicini ha impresionado a las conciencias favorablemente, para
destruir las maquinaciones que se han empleado en esa trama maquiavélica y torpe,
porque se ha visto el juego de quienes quieren excluir de antemano a colaboradores
del Gobierno y firmes columnas de la revolución. Se trata de excluir al 8eñor Pala vi-
cini, se trata de excluir al señor MacÍas, y hay más, señores, se me van a hacer cargos
para ver si me excluyen a mí también.
Renuncio al uso de la palabra, la dejo al señor geneml Aguilar, que es más respe-
table, del que puedo decir que es honrado, de prestigio y sin tacha; él va a decir de
la intriga que se trama en este Congreso, y lo que él diga será la justificación más
clara de lo que se discute en esta Asamblea. Sí, señorps, yo soy político y no me es-
pantan tramas ni la puñalada artera que puedan darme por la espalda.
Fui renovador ayer, cuando era peligroso serlo, señor Rivera Cabrera, y en la
Cámara, cuando recibía cartas de su angustiada madre, cuando usted mismo me es-
cribía pidiéndome que siguiera defendiendo a usted para que no fuera asesinado, nos-
otros, los renovadores, salimos a su defensa. Ahora usted reniega de haber pertenecido
al grupo renovador; pero sepa usted, señor Rivera Cabrera, que cuando ustedes salían
para el campo revolucionario, como salían todos los del grupo renovador que eran acu-
sados y que salían quizá para no volvernos a ver, nosotros, los del glorioso grupo re-
novador, que en la Cámara maderista supimos sostener siempre al señor Madero, con-
tinuamos después en la Cámara, votamos el empréstito en contra y logramos hacer
la oposición, la formidable oposición que dio por resultado que lOR renovadores fuésemos
internados en las mazm01'l'as de la penitenciaría. Si alguno se avergüenza ahora de
haber sido renovador, me alegro de conocerlo; cuando era peligroso para la vida serlo,
fuimos renovadores, hoy seguimos siendo renovadores y si mañana hay otros traidores,
seguiremos siendo los l'enovadores de ayer, de hoy y de siempre.
No quiero cansar a la honorable Asamblea ya que las conciencias leales, los hom-
bI'es honrados van a votar contra ese dictamen, dictamen subscl'ipto por un hombre
que no debía estar entre nosotros, por el señor Ezquerro; dictamen subscripto por la
pasión más insana. Yo espero que ese dictamen sea la justificación del señor Carran-
za, porque el señor Carranza, que es un cerebro, que es un vidente, que no hay muchos
de su talla que haya producido nuestro país, no ha utilizado a menguados ni a bribo-
nes, porque si 'expulsáramos al señor Palavicini, tendríamos que hacer un llamado a los
Moheno, a los Olaguíbel, a los García Naranjo, con quienes tiene compromisos el se-
i"lor Martínez de Escobar. Cedo, pues, el tU11l0 al señor Aguilar, y espero y confío en
que haya hombres honrados en esta Asamblea. Vamos a ver quiénes votan por la in-
triga y quiénes por la honradez y la justicia; vamos a ver quiénes son espurios, entre
los que está incluido el señor Espeleta, quien ha estado examinando durante veinti-
cuatro horas, línea por línea, una credencial que no tenía objeción, ..
-El C. Espeleta, interrumpiendo: ¡Miente usted!
-El C. U garte: N o miento; siento mucho que sus canas no me den derecho para
que le responda como se responde a un hombre vigoroso. Renuncio al uso de la pa-
labra, y basándome en consideraciones jurídicas, en consideraciones políticas, opino
que debe rechazarse el dictamen y debe darse un alto ejemplo al país, de verdadera
justicia, resolviendo que el señor Palavicini dignamente siga ocupando el puesto que
por su valor civil y por la voluntad del pueblo le corresponde, y porque la patria tiene
derecho de que sus buenos hijos sigan laborando por su verdadera felicidad. (Aplausos.)
234
8
235
siempre hemos tenido valor civil y personal para cumplir con nuestro deber. (Aplau-
sos estruendosos.)
-El C. Rivera Cabrera: Pido la palabra, señor presidente. (Voces: ¡No! ¡Nol
¡A votar!)
-El C. Rivera Cabrera: No, señores, son cuatro palabras. Pido la palabra para
contestar dos alusiones personales.
-Un C. presunto diputado: No hay alusiones; primero está la patria que todo~
debemos dar un ejemplo.
-El C. Calderón: Me he empeñado en llamar por un momento la atención de esta
Asamblea, porque es pertinente no dejar pasar alusiones que ofenden la dignidad de
los grupos más escogidos que hay aquí de la nación. Oí yo una alusión que ofendió
a los diputados de Sonora y a la de Jalisco; yo me incluyo én la de Jalisco y vengQ
por ello a manifestar que ninguno de los que están aquí presentes podrá demostrar
que nosotros seamos gentes sugestionables o que se dejan arrastrar por consignas.
Soy un hombre bastante conocido en el país y está de por medio el honor nacional; es
el grupo escogido del país el que viene aquí y que no se deja arrastrar por intrigas~
-El C. Aguilar Cándido: No he querido ofender a la diputación de Sonora ni a
la de Jalisco; todos son hombres conscientes; las he considerado como honradas y como
honorables; quise decir que no se dejaran arrastrar por pasiones personales.
-El C. Rivera Cabrera: Pido la palabra, señor presidente, para una alusión per-
sonal.
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente, para una moción de orden~
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini para una moción de
orden.
-El C. Palavicini: Señor presidente: voy a retirarme del salón conforme 10 manda
el Reglamento; de manera que dejo la palabra al señor Rivera Cabrera, porque mi
deseo es que yo le explique todo cuando haya pasado ya la votación; atañe a su per-
sona que esa explicación la dé cuando haya pasado la votación; por el momento, suplico
atentamente a los miembros de la Cámara me apoyen para pedir la votación nominal.
(Se levanta la mayoría de los diputados.)
-El C. Ugarte: Pido que no se retire del salón el señor Palavicini: que perma-
nezca entre nosotros.
-Un C. secretario: Se va a proceder a la votación del dictamen: se suplica a los
señores diputados que den sus nombres en voz alta, poniéndose en pie. (Se procedió a
la votación.)
-El mismo C. secretario: ¿Falta algún ciudadano diputado por votar?
-El C. Ugarte: Hemos visto que el resultado de la votación por la negativa es
absoluto; nos ahorraremos tiempo leyendo nada más el número de votos por la afir-
mativa; que declare la Secre.taría el número de votos por la afirmativa.
-Un C. secretario: Los votos por la afirmativa fueron 6 y por la negativa 142.
-Votaron por la negativa los CC. Adame, Aguilar Antonio, Aguilar Cándido, Agui-
lar Silvestre, Aguirre Amado, Aguírre Berlanga Joaquín, Aguirre Cnsóforo, Agairre
Escobar, Alcázar, Allende, Alcaraz Romero, Alonzo Romero, Alvarez, Amaya, Ancona
Albertos, Andrade, Aranda, Avilés, De la Barrera, Betancourt, Bojórquez. Bolaños V .•
Bórquez, Bravo Izquierdo, Cabrera, Ca1derón, Cano, Cañete, Carrillo, Castañeda y
Castañeda, Castaños, Ceballos, Cepeda Medrano, Cervantes Antonio, Cervantes Daniel.
Céspedes, Cravioto, Dávalos, Dávalos Ornelas, Dinorín, Dorador, Dyel', Enríquez, Es-
pinosa Bávara, Fajardo, Fernández Martínez, Franco, Frausto, Frías, De la Fuente.
Gámez, García Adolfo G., García Emiliano C., Garza Zambrano, Gómez José L., Gómez
Palacio, González Aurelio L., González Torres, Góngora, Guerrero, Gutiérrez, Herrera
Alfonso, Herrera Manuel, Hidalgo, Jbarra, Jara, Jiménez O'Farrill, Juarico, Labastida
Izquierdo, De Leija, Limón, Lizardi, López Couto, López Ignacio, López Lira, Machorro
236
y Narvá'ez, Madrazo, Magallón, Manzano, Márquez, Martín del Campo, Martínez Epig-
menio A., Martí, Mayorga, Medina Enrique, Méndez, Mercado, Monzón, Moreno Bruno,
Moreno Fernando, Múgica, Navarro Gilberto M., Navarro Luis T., Ochoa, Ordorica,
Ortiz Rubio Francisco, Palma, Payán, Peñaflor, Pereyra, Pérez Celestino, Perusquía,
Pesqueira, Prieto, Ramírez G., Ramírez Llaca, Ramírez Martínez, Ramírez Villarreal,
Recio, Reynoso, De los Ríos, Rivera Cabrera, Rivera, Rodiles, Rodríguez, Roel, Rojano,
Bojas Luis Manuel, Rojas Máximo, Román, Rosales, Ruiz, De los Santos, Silva, Silva
Herrera, Solórzano, Solares, Tello; Tépal, De la Torre, Truchuelo, Ugarte, Va~tierra,
Vega Sánchez, Verástegui, Victoria, Villaseñor Adolfo, Villaseñor Aldegundo, Villaseñor
Jorge, Von Versen y Zavala Dionisio.
-Votaron por la afirmativa los CC. Casados, Del Castillo, Cervera, Espeleta,
Ezquerro y Ross.
-El C. presidente: Queda desechado el dictamen. Habiendo sido reprobado el dic-
tamen de la ll¡!. Sección Revisora por casi el voto unánime o una mayoría abrumadora
y aplastante de esta honorable Asamblea, a reserva de que la expresada Comisión
reforme el dictamen, esta presidencia declara: que el señor Félix F. Palavicini. ..
(Voces: ¡Nol ¡No!) Sí señor. .
-El C. Palavicini: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Palavicini: Pido a su señoría que se devuelva el dictamen a la Comisión
para que lo reforme de acuerdo con el sentir de la Asamblea ... Para evitar que se
reforme completamente, propongo que en el lugar en que dice: uno es diputado" que
diga: "es diputado."
-El C. Magallón: Me parece de justicia hacer la siguiente aclaración. En el arre-
bato de mi peroración manifesté yo que el señor Palavicini había expresado que Jesús
Acuña me había enviado aquí. Se me pasó . decir que no vine aquí enviado por Je-
sús Acuña y declaro a la Cámara que nunca he aceptado consigna de nadie y que
no considero a Jesús Acuña capaz de dar consigna a nadie.
-El C. presidente, a las 10.50 p.m.: Se levanta la junta.
237
8' JUNTA PREPARATORIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA MA~ANA DEL MIERCOLES
29 DE NOVIEMBRE DE 1916
SUMARIO
l.-Lectura y. discusión de las actas de las dos juntas celebradas ayer. En votación
económica quedan aprobadas.
2.-Se da cuenta con una proposición de la primera Sección Revisora, que consulta la
validez de la elección de diputados en el 89 distrito electoral de Jalisco. Sin discu-
sión queda aprobada en votación económica.
3.-La misma primera sección manifiesta en el final de su dictamen que no puede
dictaminar sobre varias credenciales pendientes, por carecer de 108 expedientes
respectivos. La presidencia propone que en estos casos se dictamine basándose
únicamente en la credencial. Después de discutirse queda aprobada dicha propo-
sición en votación económica.
4.-Se da cuenta con la proposición que consulta la validez de la elección del ciuda-
dano Heriberto Barrón, como diputado propietario por el 179 distrito electoral
de Guanajuato.
5.-Se pone nuevamente a discusión la proposición que consulta la validez de la
elección del ciudadano Ignacio Roe}, como diputado propietario por el 1er. distrito
de la Baja California. En votación económica se aprueba, después de ser diseutida.
Se levanta la junta.
Con asistencia de 142 ciudadanos presuntos diputados, según lista que a las
9.40 pasó la Secretaría, se abrió la junta.
239
-Un C. presunto diputado: Debe decir José J. Villaseñor, y dice José Jorge
Fanas.
-El C. secretario González: El error es de máquina, señor. ¿No hay más obser-
vaciones? En votación económica se pregunta si se aprueba el acta. Los que estén
por la afirmativa que se sirvan ponerse de pie. Aprobada.
-El mismo C. secretario leyó el acta de la segunda sesión del día anterior. Está
a discusión el acta. ¿No hay quien pida la palabra? En votación económica se
pregunta si se aprueba. Aprobada.
-El mismo C. secretario dio lectura al siguiente párrafo, con el que la lijo Sección
Revisora termina el dictamen cuyas proposiciones se han venido discutiendo:
"Por último, la Comisión de esta Sección Revisora se permite informar a la
honorable Asamblea que: sobre las credenciales de los CC. Ramón Frausto, por el
ler. distrito electoral de Guanajuato; Cándido Avilés, por el 49 de Sinaloa; Arturo
Méndez, por el 29 de San Luis Potosi; Salvador Alcaraz Romero, por el 79 de Mi-
choacán; Francisco Labastida Izquierdo, por el 14 de Jalisco, y Antonio Cervantes,
por el 79 de Zacatecas, aunque dichas credenciales están con los requisitos de la ley,
no puede dictaminar por carecer de los expedientes respectivos, que no han sido en
su poder. Protestamos nuestros respetos a la honorable Asamblea, y de haber proce-
dido con equidad. Constitución y Reformas, Querétaro, noviembre 28 de 1916. Pre-
sidente, Porfirio del Castillo.-Vocal, G. R. Cervera.-Secretario, C. M. Ezquerro."
-El C. López Lira: Pido la palabra, señor presidente:
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano López Lira.
-El C. López Lira: Tengo entendido, si mi memoria. no me es infiel, que la
credencial del señor general Ramón Frausto está ya aprobada. Yo suplico a la Secre-
taría que se sirva buscar los datos anteriores, pues, repito, tengo entendido que se
aprobó ya y, por otra parte, los documentos del Estado de Guanajuato fueron remi-
tidos CQn un enviado especial del ler. distrito electoral, que es la capital del Estado.
-El C. Castaños: Pido la palabra.
~El C. presidente: Tiene la ,palabra el ciudadano Castaños.
-El C. Castaños: Como miembro de la 2~ Sección de la 1~ Comisión, declaro que
nos tocó revisar la credencial del señor Frausto y que ésta fue ya aprobada por la
Cámara.
-El C. De los Santos: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano De los Santos.
-El C. De los Santos: Siendo importante que para mañana esté el mayor nú-
mero de diputados legalmente constituido, voy a informar a la Comisión respecto del
240
&eñor Arturo Méndez, por el 29 distrito electoral de San Luis PotosÍ. Dicen que no
ha llegado el expediente, y yo puedo afirmar que "la candidatura del señor Ar.turo
Méndez no tuvo contrincante, fue única. Dos partidos hubo contendientes en las
elecciones para diputados por el 29 distrito electoral, el liberal potosino y el obrero,
y los dos votaron por la candidatura del señor Méndez; en estos informes que doy
puede muy bien la Comisión, como lo ha hecho en casos peores, dictaminar en favor
del señor Arturo Méndez, que no puede tener objeción, porque no tuvo enemigt).
-El C. Magallón: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el señor Magallón.
-El C. Magallón: He pedido la palabra, señor presidente, para informar que en
el caso del expediente relativo a la elección del señor Avilés por uno de los distritos
electorales de 8inaloa, la elección estuvo perfectamente ajustada a la ley y obtuvo
el triunfo por mayoría absoluta; pero por la circunstancia de estar Sinaloa un tanto
aislada por falta de buenas comunicaciones, no llegó la correspondencia de diferentes
partes del Estado, y, por tanto, tampoco el expediente.
Por lo que respecta al expediente relativo a la credencial del que tiene el honor
de hablar, hace como diez días que llegó y se ha extraviado en la Secretaría del
Congreso y por eso la credenc.:ial del que habla no ha sido sometida todavía a la
consideración de esta honorable Asamblea.
"-El C. Villaseñor Jorge: Deseo manifestar a esta honorable Asamblea, que la
credencial del ciudadano ingeniero Francisco Labastida Izqui~rdo fue llevada por un
propio, y los documentos aún no habían llegado ál Gobierno del Estado de Jalisco
por falta de comunicaciones con la cabecera del distrito, que es Mascota; pero la
elección fue completamente popular, por gozar de gran prestigio el ingeniero Fran-
cisco Labastida Izquierdo; no tuvo contrincante y fue buena su elección.
~Un C. presunto diputado: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. presunto diputado: En vista de lo que se ha informado a la Asamblea
de que no han llegado algunos expedientes, pediría que se tornaran algunas precau-
ciones para que se pidieran éstos; y no solamente a los que se ha hecho referencia,
sino otros que están en el mismo caso. Creo que las comisiones dictaminadoras pueden
presentar una proposición en ese sentido para que la Asamblea la tome en. conside-
ración y disponga lo conveniente.
-Un C. secretario: El presidente, por conducto de la Secretaría propone a la
honorable Asamblea que todas aquellas credenciales respecto de las cuales no hay
expedientes, sean consideradas en una sola votación, para saber si se aprueban o se
reprueban. Está a discusión la proposición.
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini:
-El C. Palavicini: La medida es expedita, pero es completamente peligrosa.
Sería preciso que no se hiciera la proposición en esa forma, sino que una comisión
estudiara esas credenciales y dijera qué informes tiene sobre cada una, porque es
posible que en algunos casos, se tengan i;nformes un po~o m~s precisos que los que
tuvo el señor Del Castillo, -representante de Chalchicomula. N o es preciso que se le
entreguen a una comisión tan escrupulosa como la que preside el señor Castillo,
sino a una comisión de buen sentido, para saber en qué casos se verificaron efecti-
vamente elecciones y si el no haber llegado los expedientes se debe a casos que no
dependan de los interesados.
-':Un C. secretario: La proposición del señor Palavicini, de que se nombre una
comisión para que examinen esas credenciales cuyos expedientes no han llegado,
se pone a discusión.
241
-El C. Palavicini: Creo inútil que de las comisiones l'evisoras se nombre una
comisión; las mismas comisiones que tienen los expedientes, son las indicadas, Auto-
ricémoslas a que abran una averiguación y que rindan un informe basado en esa
misma averiguación.
En otro caso, si vamos a nombrar una comisión que reciba los expedientes
faltantes, vamos a complicar el asunto, pues tendría que procederse a una nueva
elección por escrutinio secreto, lo cual quitaría tiempo y complicaría la cuestión.
-El C. presidente: Allá las comisiones dictaminadoras, señor.
-El C. Palavicini: Por eso pido que se les autorice nada más.
-El C. presidente: Que lo indiquen las comisiones dictaminadoras.
-El C. Palavicini: La Comisión Revisora está nombrada, las secciones están
integradas y a medida que vayan llegando los expedientes se repartirán y así se
facilita el trabajo, porque de lo contrario habría que hacer una nueva elección por
escrutinio secreto y, por tanto, es más fácil que a medida que vayan llegando, se
pasen a las comisiones ya nombradas.
-El C. Jara: Sea que se nombre una nueva Comisión o que las mismas comi·
siones que tienen los respectivos expedientes se encarguen de dictaminar, será preciso
fijar una fecha para el dictamen, porque pasado mañana se inaugurarán las sesiones
del Congreso Constituyente yesos señores presuntos diputados cuyas credenciales
aún no están aprobadas, seguirán funcionando en el Congreso Constituyente inde-
finidamente, quizás hasta que terminara el período, y en esas condiciones, sin sus
credenciales previamente aprobadas, gozarían de todas las prerrogativas que tienen
los señore:s diputados cuyas credenciales han sido aprobadas.
-El C. Magallón: Pido la palabra, señor presidente,
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Magallón.
-El C. Magallón: Me pal'ece a mí que la proposición hecha por el señor pl'esi-
dente está perfectamente de acuerdo con el sentir de la Asamblea, porque así se ha
venido haciendo; si se presenta el caso de una credencial que no haya venido, ~"
decir, que no esté completo su expediente l'elativo, entonces algunos miembros de la
diputación' respectiva podrán hacer aclaraciones sobre el particular y la Asamblea
tendrá conocimiento perfecto de todos los incidentes.
-El C. López Lira: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano López Lira.
-El C. López Lira: El artículo 94 dice así: "Artículo 94. Llegada la hora de la
discusión se leerá la iniciativa, proposición u oficio que la hubiere provocado, y
después, el dictamen de la Comisión a cuyo examen se remitió, y el voto particular
si lo hubiere,"
La Comisión no ha podido fallar porque no ha tenido conocimiento de los expe··
dientes; pero creo yo de justicia que en este caso sigamos el mismo sistema que
hemos aplicado a otras credenciales.
-El C. Silva Herrera: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Silva Herrera.
-El C. Silva Herrera: Lo que se discute es una cosa resuelta de antemano; la
Mesa Directiva debe ordenar a las diversas secciones en que está dividida la Comi-
SlOn, para que rindan su dictamen, concluyendo con. una proposición afirmativa o
negativa, y no diciendo que se suspende. Puede, además, autorizar a las comisiones
para que digan si realmente hubo elecciones o no en aquellos lugares de donde no han
lJegado los expedientes, cosa muy explicable, dadas las dificultades de comunicación
que existen ahora, y en ese concepto no habrá lugar a nombrar comisiones ni a
ninguna otra de las dificultades que aquí se presentan.
-El C. Espeleta: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Espeleta.
242
(Voces: ¡Tribuna! ¡Tribuna!)
-El C. Espeleta: Para emitir una humilde opmlOn, si la respetable Asamblea
me lo permite, a propósito de) asunto de q~ se está tratando.
Las credenciales son instrumentos públicos, instrumentos auténticos que hacen
prueba plena y merecen fe. Según el contexto de esas credenciales, llevan la prueba
de que sí ha habido elección; la falta de los expedientes nos pone en condiciones de
no saber si las elecciones han sido objetadas o no y se establece con la falta de los
expedientes una verdadera duda, y en caso de duda, obedeciendo a un sano principio
de derecho, se debe estar a lo más favorable y lo más favorable en el presente caso,
puesto que se han expedido esas credenciales, es decir a los que dudasen que no hubo
objeciones en las elecciones y, en tal virtud, y dado el poco tiempo que nos falta
para que pueda constituirse ,el Congreso Constituyente para el primero del próximo
mes, soy de opinión muy humilde, que respetuosamente someto a la decisión de la
Cámara, que debe, sobre las bases de las razones que he expuesto, tenerse por legal-
mente hechas esas elecciones y se aprueben las credenciales. (Aplausos.)
-El C. López Lira: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano López Lira.
-El C. López Lira: Quien expide las credenciales es la Junta Computadora,
de manera que la Junta Computadora no tiene derecho a calificar la elección. La
credencial no quiere decir más, sino que el poseedor de ella ha obtenido la mayoría
de votos; pero a la Junta Computadora le está prohibido hacer calificación de
elecciones y así volvemos a la misma proposición, pues entonces las credenciale¡;
están en idénticas condiciones de las que no traen expediente.
-El C. Palavicini: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palavicini: Creo que estamos perdiendo el tiempo. La Comisión, con
justicia, viene y nos dice: "¿ qué hacemos? No tenemos expedientes." Como lo indi-
cado es que la Comisión trabaje sobre los expedientes, nosotros no vamos a auto-
rizarla para que, en vista de las informaciones más verídicas, dictamine en cada
caso sobre cada credencial. Respecto a lo que dice el ciudadano Espeleta, que las
credenciales son instrumentos públicos, dentro de breves momentos se va a presentar
a la Asamblea de este Congreso un caso curioso: hay dos diputados que tienen aquí
una credencial por el mismo distrito, ¿ Qué vamos a hacer en este caso? N os vamos
a ver en verdaderos aprietos, y ya verá el señor Espeleta que no debemos atenernos
a las credenciales únicamente, porque en las credenciales pueden haberse cometido
errores.
-Un C. secretario: La Presidencia, por conducto de la Secretaría, se permite
preguntar a la honorable Asamblea si se pone a discusión la proposición de que las
secciones revisoras correspondientes a la Comisión respectiva hagan un dictamen
de las credenciales que no tienen expedientes, dentro de un término perentorio que
fijará la Mesa, a efecto de que los señores diputados puedan resolver sobre ellas en
junto o una por una. (Voces ¡Una por una!)
-El mismo C. secretario: ¿ En ese sentido se aprueba la proposición? Los qu~
estén por la afirmativa, sírvanse poner de pie. Aprobada.
-El C. Reynoso: ¿ Qué sucedió con la credencial del señor Frausto?
-Un C. secretario: Se están tomando los datos, señor, para contestar;
-El C. De los Santos: En la sesión del día 25 se aprobó la credencial del señor
Frausto.
-Un C. secretario: Voy a rectificar.
-El C. Frausto: He estado un momento fuera, señores, porque se me llamó, y
no me he dado cuenta de lo que sobre mi credencial se dijo. Desearía que la Secre-
taría se sirviera informarme, para normar mi criterio.
243
-Un C. secretario: El dictamen de la Comisión Revisora de credenciales melr'
cionaba la credencial de usted como pendiente.
-El C. Frausto: Fue realmente una torpeza de la Secretaría, porque en el primer
grupo fue aprobada mi credencial.
-Un C. secretario: No ha sido una torpeza de la Secretaría; las comisiones
pidieron que se leyera ese párrafo y la Secretaría lo hizo.
-El C. Frausto: Cuestión de ustedes allá.
244
Congreso re.volucionario, yo tengo la pena de disentir mucho, señores, de este criterio
tan general; aquí se respira mucho espiritu conservador; aquí no están todos los
revolucionarios; aquí hay muchos enemigos de la revoluciónj aquí hay muchos indi-
viduos que vienen o han venido a este Congreso solamente, señores, entiéndase bie~
porque son amigos del ciudadano Primer Jefe Venustiano Carranza. El individuo
de que nos ocupamos en este momento, aquél en cuyo favor está extendida la cre-
dencial por uno de los distritos del Estado de Guanajuato, está precisamente dentro
de esa comprensión última que he heeho; y yo pregunto, señores: ¿a este Congreso
se ha venido a tener una reunión de amigos del Jefe y a admitir a los enemigos de la
revolución, no importa la mácula que hayan tenido y que se sepa que son enemigos
de la revolución? N o es una prevención personal contra el señor Barrón la que me
trae aquí, no es casi mi conocido, no es mi amigo y.mal podía. serlo; no es una
prevención política de mi parte, no, señor, yo no he sido nunca, señor Barrón, político
de profesión; yo he sido hombre libre, yo he sido hombre de campo, trabajador de las
minas; vengo a impugnar vuestra candidatura, porque la considero no sólo indigna
de nosotros en lo particular" sino indigna de este Con~eso e indigna de la patria.
Entre ese grupo, señores, hay muchos, muchísimos, y yo puedo citar aquí a infinidad
de individuos de esa· naturaleza. Aquí tenéis otro, señores, al señor licenciado Macías,
y ahí tenéis al ciudadano Ernesto Perusquía.
-El C. Pe:rusquía, interrumpiendo: Pido la palabra, señor presidente. (Voces:
¡Hasta que termine el orador!)
-El C. presidente: Deje usted que termine el señor.
-El C. Aguirre Escobar, continuando: Aquí tenéis ~l señor Amaya, un excelente
amigo mío, un hombre inteligente y trabajador; pero no creáis nunca, señores, que
por la cabeza de este señor haya pasado jamás una idea revolucionaria, porque nunca
le ha pasado. (Aplausos.) Nunca, señores, hace veinticinco años le conozco, más de
veinticinco, señores; el año de 1885 formó el grupo que acabó con las libertades
públicas en Coahuila¡ después de las elecciones de 1884, señores, formó él parte del
grupo garzagalanista; del 85 al 93 -todo el mundo lo sabe en Coahuila- fue uno
de los lugartenientes de Garza Galán. Vino la revolución reivindicadora del año de
1893, iniciada y llevada al terreno de los hechos por uno de los hijos más grandes
que ha tenido Coahuila, señores diputados, por el ilustre Emilio Carranza, que arrojó
del poder a Garza Galán, Amaya y demás usurpadores.
¿ Qué diría Emilio Carranza si se levantara de la tumba y viera en la Presidencia
de este Congreso Constituyente, señores diputados, a un lugarteniente de Garza
Galán? Diría: ¡qué conscientes son los hombres de la revolución! ¡Qué bien conocen
a su gente, cómo confunden a los revolucionarios, señores, con los que viven de la
revolución!
El señor Amaya es mi amigo, tengo la satisfacción de haber sido siempre su
amigo, pero aquí no se viene a albergar amistad, señores, aquí se viene a decir la
verdad por la verdad misma.
-El C. Barrón, interrumpiendo: Está a discusión mi personalidad y no la de
otro revolucionario. Yo a mi vez contestaré todos los ataques que se me dirijan.
-El C. Aguirre Escobar: Es usted abogado, señor; pero no está usted nombrado
defensor. (Aplausos nutridos).
-El C. Martí: La moción de orden es pertinente y la Asamblea debe aceptarla~
(Siseos.)
-El C. Aguirre Escobar, continuando: Y como he dicho, ¿qué diría aquél ilustre
coahuilense -que yo 'creo que en esta Asamblea hay muchos que tuvieron la satis·
facción y el orgullo de conocerlo? - , qué diría ~uando viese en la Presidencia del
Congreso Constituyente a un colaborador, a una columna, a un sostén de aquel Go-
245
bierno que se hizo famoso por sus procedimientos dictatoriales; ¿qué diría el ciuda-
dano Primer Jefe si recuerda los tristes y dolorosos acontecimientos del mes de
agosto de 1909? ¿ Cómo considerará el ciudadano Primer Jefe los acontecimientos
de entonces con la situación política de nuestro querido amigo don Manuel Amaya,
quien influyó para el golpe de Estado de Coahuila, que sirvió para acabar con las
instituciones democráticas y las libertades públicas del Estado en agosto de 1896 '¡
Pasó aquel momento y viene la revolución de 1910, y el señor Amaya se quedó por
allá en el N arte, no sé dónde. Vino la revolución de 1913, y aquí tenéis al señor
Amaya con nosotros, pero con nosotros, ¿ en dónde, en qué, para qué, cuál es su
ayuda y en qué ha consistido? Yo lo voy a decir, señores: en vivir de la revolución;
por eso dije, señores, a propósito del señor Barrón y del grupo que con él puede
estar comprendido, que en esta Asamblea no somos todos revolucionarios; aquí hay
muchos vividores de la revolución; por eso digo, señores, a propósito del señor Barrón
y del grupo que con él pueda estar comprendido en esta Asamblea: no somos todos
revolucionarios; aquí hay muchos vividores de la revolución.
Ahí tenéis otro, señores, al señor Perusquía, también revolucionario, está aquí,
señores, por amigo del Primer Jefe, muy santo y muy bueno.
-El Señor Perusquía, interrumpiendo: Al señor general Pesqueira le consta
desde cuándo estuve en Sonora y al señor Meade Fierro que sí soy revolucionario.
-El C. presidente: Deje que siga este amigo.
-El C. Aguirre Escobar, continuando: Allá voy.
Yo he visto en México, señores, la labor de estos señores que se dicen aquí revo-
lucionarios; al señor Perusquía comprando joyas cada semana por treinta, cuarenta
o cincuenta mil pesos, con lo que le produce la venta que hace de amistad del ciuda-
dano Primer Jefe y sin más antecedentes políticos que haber sido de la familia
Madero. El señor Amaya, señores, el año pasado --día 28 ó 29 de septiembre- ponía
un tren especial en la estación de Buenavista en México, compuesto de carros pullman
y con una escolta ¿ para qué creen ustedes, señores diputados? ¿ cuál sería su objeto?
Señores, muy sencillamente: todos los reaccionarios coahuilenses que habitan en
México, los que habían servido a Joaquín Maass y que no se atrevían a regresar a
Coahuila por temor del castigo, tenían aquel tren a sus órdenes para regresar a sus
hogares a costillas de la nación en tren especial pullman, mientras los hombres de la
revolución, los que no disponen de la amistad del Primer Jefe, los que no la tienen
lJara explotarla ni para venderla, esos, no pueden conseguir ni un pase siquiera, en
segunda clase, en un tren; pero el señor Amaya sí tuvo un tren especial para llevar
a los reaccionarios de Coahuila; el señor Amaya tiene las comodidades en todas
partes y por eso desde Yucatán hasta Matamoros saben la labor revolucionaria de
ebte señor. Vuelvo a decir, señores, que estoy tomando un punto de comparación, que
he citado esos dos puntos, tres con el señor Macias, que los pongo como cabeza~
del grupo de vividores de la revolución; y repruebo su conducta, porque no han
prestado nunca un solo servicio a la revolución y únicamente se concretan a decir
en todas partes: soy amigo del Jefe, voy para tal parte, y con eso basta para que
todo se les facilite, sin embargo, esos señores están, en muchos puntos, muy altos,
si comparamos su figura con la del señor Barrón. El señor Barrón dice que es revo-
lucionario, al menos yo lo he visto en el periódico "El Pueblo", que así lo afirma;
y no parece sino que a últimas fechas se ha creado y sostenido ese periódico con el
dinero de 1::1, nación para hacerse autobombo; ahora las pruebas son muy sencillas:
nunca se puede juzgar de la opinión de los individuos, es decir, la mejor manera
de juzgar su opinión es tomar sus impresiones del primer momento y aquí va. Todo
mundo sabe que el 19 de febrero de 1913 se consumó la más grande de las traiciones
en el mundo, no sólo es México: la traición de Huerta, y, como consecuencia inme-
diata, el asesinato de los primeros mandatarios de la nación; el 20 circuló la noticia
246
por todo el mundo y el señor Barrón, que lo supo al amanecer del 21, muy listo
-como ha sido siempre- se puso a escribir esta carta: (Leyó.)
Esto fue el 21 de febrero, cuando la situación no era elara, cuando no se sabía
en el extranjero qué había de verdad¡ el señor Barrón, que sabía todo eso, fue muy
prudente y escribió esa carta.
Aquí va una carta de marzo 10 cuando la situación ya se había definido.
-El C. Barrón Heríberto: Pido la palabra, señor presidente. (Voces: ¡No! ¡No!
¡No! Es muy justo que' se me escuche a mí también. (Voces: ¡No! ¡No! ¡No! ¡Cuando
termine el orador podrá defenderse!)
-El C. Múgiea: Cuando termine el señor podrá usted hablar.
-El C. Barrón: Muy "bien; pero antes déjeseme hablar un momento. (Voces:
¡No! ¡No! ¡No!)
-El C. Aguirre Escobar: ¿Ya puedo hablar, señor Barrón? La carta dice así:
(Leyó.)
Estas copias,' para que la Asamblea pueda ver el crédito que merecen y hagan
plena fe, ruego al señor general don Cándido Aguilar, que está presente, se sirva
decir si están los originales en el ministerio de Relaciones Exteriores.
-El C. Aguilar Cándido: Me permitiré pasar a la tribuna para hacer aclaraciones
respecto a usted y al señor Barrón; el señor Barrón no tiene derecho a estar dentro
de esta Representación, y usted no tiene derecho a hablar con la libertad que lo ha
hecho.
-El C. Aguirre Escobar: Decía yo que había hecho las declaraciones éstas par3.
establecer un punto de mira y un punto de comparación; ¿con esta correspondencia,
señores, se puede creer que el señor Barrón deba estar en esta Asamblea? ¿ Es posi-
ble, señores, que un individuo que de esta manera ttaiciona sus principios, o más
bien dicho, que con esto prueba que no tiene principios de ninguna especie, es posible
creer que cuando todo el mundo se aprestaba a la lucha en febrero o marzo, si el
señor Barrón era revolucionario, estuviera congraciándose con Victoriano Huerta
y Félix Díaz? Por eso precisamente digo que aquí en esta Asamblea no todos son
revolucionarios, sino que muchos han venido sólo por la amistad del ciudadano Primer
Jefe. Ahora, dados los antecedentes del señor, que son bien conocidos, dada su fama
política, que no solamente es conocida en este Congreso, sino que saliendo· de este
Congreso se esparce por la superficie del territorio nacional y traspasando los límites
de la frontera es conocida de todo el mundo, yo ruego que por el decoro de la nación,
que por el decoro de la Asamblea, que por el decoro personal, no permitamos nunca,
señores, que en este Congreso se vengan a inmiscuir elementos como Barrón. Tomad
en cuenta que nuestros nombres tienen que trascender a la posteridad y muy triste
será, señores, para nuestros hijos, que al leer las crónicas de las sesiones del Con-
greso, digan: ¡mi padre estuvo junto a Heriberto Barrón en el Congreso Constitu-
yente. (Aplausos.)
-El C. Aguilar Cándido: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Aguilar.
-El C. Aguilar Cándido: Señores diputados: Como anoche, voy a decir la verdad.
Principiaré por decir que el señor Escobar -amigo mío- no es de los revolu-
cionarios que tienen derecho para hablar con la libertad que lo ha hecho; el señor
Escobar fue de los convencionistas; el señor Escobar fue de los desleales; el señor
Escobar formó parte de una comisión que fue a Veracruz a proponernos que defec-
cionáramos uniéndonos a Eulalio Gutiérrez, mi amigo.
El señor Aguirre Escobar estuvo procesado en Veracruz y se le consignó a un
Consejo de Guerra y, por amistad personal mía, supliqué al señor Carranza se sus-
pendiera ese Consejo, y al señor Aguirre Escobar se le puso en libertad por gestiones
mías; así es que no tiene mucho derecho para hablar como hablan los revolucionarios·
247
honrados; lo que sucede, es que el señor está despechado contra el señor Carranza,
porque no le ha concedido lo que ha pretendido.
Al señor Barrón no lo vaya discutir; las cartas que acaba de leer el señor son
auténticas y están originales en la Secretaría de Relaciones a la disposición del
Congreso. (Aplausos.)
Digo que no lo voy a dí_scutir, pOl'que no vale la pena discutirlo; yo he consi-
dE'rado que entre los elementos inmorales que tenemos en el constitucionalismo, el
señor Barrón es el más inmoral de todos. (Aplausos nutridos.) Si los señores dipu-
tados desean dar su voto en su favor, muy bien; voten libremente, pueden hacerlo,
yo lo daré en contra. (Aplausos.)
-El C. Rivera: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Rive·ra: Señores diputados: Con la frente levantada, porque nada hay
que me haga doblegarla, vengo yo aquí a testificar y a hacer que sobre todo y ante
túdo triunfe la justicia. Venimos luchando desde hace tiempo por los fueros de la
justicia y a veces parece que nos olvidamos de ella, a veces parece que queremo~
hacerla pedazos y arrojarla a nuestros pies hecha añicos para pasar sobre ella.
Aquí el señor Aguirre Escobar ha venido a lanzar cargos contra el señor don Manuel
Ama-ya, y yo no vengo a adular aquí, porque para mí no hay nada más poderoso
ni nada más querido que mi patria. El señor Aguirre Escobar dice que el señor
Amaya ¿ qué ha hecho por la revolución? Poca cosa, señores: dar las primeras armas
para batir al usurpador Huerta. No puede uno ser archivo viviente, pero en caso
dado y por mi honor, os protesto que puedo traer las pruebas. El senor Amaya
juntó todos los elementos de su fortuna, juntó todo el dinero que tenía invertido y lo
puso al servicio de la revolución, y él y el señor Zambrano fueron los que propor-
cionaron las primeras armas para la revolución de 1913. (Aplausos.) El señor Amaya
pudo haber desempeñado buenos puestos públicos, pudo tener puestos encumbradoH;
pero precisamente es de los que no medran con la revolución y, hasta hace poco,
e! puesto que ha aceptado es el de jefe del Protocolo, cuyo sueldo quizá no le alcance
para comprar un par de zapatos. El señor Aguirre Escobar le hace el cargo de que
es amigo del señor Carranza. Ese no es cargo, señores; pues lucidos estamos con
que nadie pudiera ser amigo del Primer Jefe. Así, pues, os pido que en nombre de la
justicia -quizá más tarde se nos puedan presentar pruebas- reconozcáis en el
señor Amaya a un revolucionario puro y sincero. (Aplausos.)
-El C. Amaya Manuel: Señor Aguirre Escobar: Siendo usted un traidor y
siendo usted un desleal, ¿ quién ha autorizado a usted para que venga a manchar
la reputación de un revolucionario como soy yo? Soy revolucionario y lo voy a
demostrar a esta Asamblea.
Cuando el Primer Jefe, ese gran hombre a quien debemos la patria que disfru-
tamos, hizo un llamamiento a toda la República para combatir a la usurpación, los
únicos hombres de la República que respondieron a ese llamado fueron, en primer
lugar, Nicéforo Zambrano y Manuel Amaya, y yo interpelo al señor Aguilar y a. las
personas que están cerca del señor Carranza, para que digan si es cierto que los
primeros mensajes que recibió el Jefe fueron de Nicéforo Zambrano y de Manuel
Amaya.
-El C. Ugarte: Pido la palabra, señor, para contestar a la interpelación del
señor Amaya.
Es cierto que el ciudadano Primer Jefe, en distintas ocasiones, ha declarado
que el primer mensaje de adhesión que recibió después del desconocimiento de la
usurpación, fue de los señores Amaya y Nicéforo Zambrano.
248
-El C. Amaya: Ya lo ve usted, señor, yo soy un hombre honrado y un revo-
lucionario, y yo mando aquí más que usted y usted sale de esta Asamblea. (Voces:
(¡No! ¡Nol ¡No!)
Usted es un traidor, un convencionista, que no e's amigo de la revolución porque
no es amigo del Jefe y no puede usted seguir en este salón, pues no se puede ser
(.onstitucionalista. sin ser amigo del Jefe. (Voces: ¡No! ¡No! ¡No!) Yo no concibo
hombres tan desleales; yo no soy convencionista, soy revolucionario, soy constitucio-
nalista más que usted; además, ¿a quién le debemos el estado de cosas en que
estamos, si no es a don Venustiano Carranza?
Por otra parte, ¿ no le consta al señor Aguirre Escobar que hemos estado en la
penitenciaría don Nicéforo Zambrano, don Arturo Pérez y yo, precisamente por
rEvolucionarios? ¿ N o le consta a usted que nosotros hemos salido de México para
irnos hasta Monc1ova a reunirnos con el Jefe? No nos aceptó desde luego para
aprovecharnos con las armas en la mano, pero nos comisionó para comprar armas
y desde entonces estamos con él. Hay más: don Nicéforo Zambrano y yo organízamos
algunos cuerpos, organizamos tres cuerpos y los organizamos con nuestro peculio:
hemos sido hombres de trabajo, hombres honrados que hemos tenido intereses sin
robarnos nada. Por otra parte, no nos venga usted con cosas viejas, "agua pasada
no mueve molino" ... (Risas.) Pregunten ustedes cuál ha sido mi labor revolucio-
naria desde 1913 a la fecha y verán si sayo no revolucionario; en Chihuahua, señores,
cuando la batalla de Tierra Blanca. cuando faltaban elementos para la lucha, compré
trescientos mil cartuchos hipotecando mis fincas por veinticinco mil dólares.
(Aplausos.)
Los sueldos que he ganado yo como jefe de Hacienda, que 10 diga el Primer Jefe
si no los he destinado para la instrucción pública de mi pueblo natal, Candela. ¿ Dónd3
he medrado yo? Pruébemelo usted y no vengá aquí a hacer alarde de -revolucionario.
El señor general Aguilar con imparcialidad ha hablado y ha probado lo que afirmo;
de modo que el primero que no es revolucionario es usted.
-El C. Aguirre Escobar: yo sí soy revolucionario de prueba.
-El C. AlIlaya: La Asamblea no debe deshonrarse nunca con haberme aceptado,
soy hombre puro, no tengo mancha ninguna.
-El C. Calderón: ¿ Me ,permite un momento la Asamblea? Señores, es triste que
estemos perdiendo el tiempo en estas cosas ... (Voces: ¡No! ¡No! ¡No!) Voy a expli-
carme. señores. La Comisión que yo presido dictaminó sobre esta credencial y es de las
que se aprobaron; yo no presencié el incidente que se acaba de suscitar.
-Un C. secretario: Fue una alusión personal.
-El C. Calderón: Me 'extrañaba y por eso pedí la palabra.
-El C. Perusquía: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la,palabra el ciudadano PerusquÍa.
-El C. Perusquía: El señor Aguirre Escobar me hace el cargo de ser amigo del
Jefe y a mucho honor tengo el serlo; ~e hace el cargo de no ser revolucionario; al
señor Carranza se le puede preguntar: yo me afilié con él desde el 20 de febrero, y,
poco tiempo después, mandados por él. salimos en comisión para los Estados Unidos.
Aquí está el doctor Rodríguez que no me puede negar eso.
-El C. Rodríguez José María: Es verdad, fuimos comisionados para traer armas
a Estados Unidos.
-El C. Perusquía: Estando yo de administrador del Timbre en Saltillo, puse
todos los fondos a- disposición del Primer Jefe y me mandó a Estados Unidos a
comprar parque y en Sonora me hice cargo de la Dirección General del Timbre, cargo
que hasta la fecha tengo. Hay muchos revolucionarios que saben mis antecedentes.
Me hace el ('argo de que compro alhajas por valor de cuarenta o cincuenta mil pesos,
¿ cuánto dice usted? j A usted se las debo haber comprado! Tengo intereses, como los
249
tiene el señor Amaya, en la frontera, no vine aquí con las bolsas sin un centavo,
siempre los he tenido, y pido a la honorable Asamblea que se abra una averiguación,
pues este señor, al igual que el señor Ezquerro, no puede integrar esta Asamblea;
los cargos que me hace son falsos, yo soy más revolucionario que él.
-El C. Navarro Gilberto M.: Pido la palabra, señor presidente, para hacer una
aclaración.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Navarro Gilberto M.: Me consta que el señor Perusquía desde 1910 trabajó
mucho por la revolución en el Estado de México.
-El C. Barrón: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el señor Barrón.
-El C. Barrón: Señores diputados: A todo acusado es justo oírlo en defensa.
A todos los que han oído esas cartas que efectivamente yo escribí a De la Barra!
sin oír explicaciones sobre ellas, tienen que producirles las mismas impresiones que a
ustedes les han producido. No culpo al señor general Cándido Aguilar, cuya ecuani-
midad conozco, porque él tampoco conoce los descargos. Afortunadamente, señores,
estoy muy bien documentado, mi archivo acaba de llegar de Laredo y traigo aquí los
documentos auténticos; voy a explicar a ustedes la situación, probándoles con los
documentos que aquí traigo. Yo, señores, tenía la obligación de trabajar por el presi-
dente Madero en el lugar donde yo me encontraba, en los Estados Unidos, y contra
hombres que lo traicionaban, como eran el embajador y el cónsul. Se han exhibido
aquí cartas para De la Barra; voy ahora a exhibir mis declaraciones hechas en perió-
dicos públicamente el día que se supo el asesinato de los señores Madero y Pino
Suárez, y en la prensa que circula por todo el orbe. Aquí tienen ustedes, señores, un
recorte del "N ew York Tribune."
El día 23 de febrero, cuando se supieron los acontecimientos, me fue a entrevistar
un repórter de este periódico, y la entrevista dice así: (Leyó.)
Estas, señores. son mis declaraciones en la prensa de Nueva York el mismo día
que supe los sucesos de México, el asesinato de Madero.
Voy a leer otra carta'que pongo a la disposición de los señores diputados.
Un amigo mío, el señor Keely, escribió en febrero 17 -cuando tenía lugar preci-
samente el cuartelazo en México- una formidable carta que se llama: "Condena al
general Félix Díaz_ Cada mexicano debe ser una ayuda leal al señor Madero." Enton-
ces yo escribí este artículo que queda también a la disposición de los señores diputados,
y le mandé esta carta al señor presidente William H. Taft el día 17 de febrero, mien-
tras se luchaba en las calles de México: (Leyó.) A esta carta se me contestó por la
Secretaría de Estado, estando aquí la firma del secretario de Estado, lo siguiente:
(Leyó.) Yo, señores, no podía hacer otra cosa que apoyar al presidente Madero contra
el cuartelazo, contra Félix Díaz, ante el presidente 'Villiam H_ Taft, y yo le pedí al
presidente Taft que no tuviera en cuenta la renuncia de Madero, porque sabía que el
embajador Henry Lane Wilson estaba queriendo hacerlo renunciar. Yo, señores, tuve
el honor de relacionarme con el presidente Woodrow \\~ilson antes del cuartelazo; le
mandé pedir apoyo para el presidente Madero, y el señor Wil::'iOn me mandó decir con
su secretario, que no podía concederle ningún apoyo hasta que tomara posesión del
Gobierno el día 4 de marzo. He aquí, señores, la carta contestación del presidente
Tumulty a una mía, en la que yo le decíu al señor Wilson lo siguiente: (Leyó.) Y este
archivo lo pongo a la disposición de los señores secretarios para que vean su auten-
ticidad. (Una voz: ¡Para quemarlo!)
Yo, señores diputados, me propuse y lo conseguí, y tengo mis expedientes oficiales
aqui, que el Gobierno americano desconociera al Gobierno espurio de Huerta, y esto lo
hice sin instrucciones de nadie, sin haberme puesto todavía de acuerdo con el señor Ca-
rranza, únicamente por mis convicciones, por mis simpatías a la revolución; después
250
escribí una nueva carta al presidente "~ilson, y el 4 de marzo que el presidente Wilson
tomaba posesión del Gobierno, me llegaron los periódicos de México. Señores diputados:
yo había sido destituido por Huerta inmediatamente que se conocieron aquí mis de-
.claraciones por la muerte del señor Madero. Tuve que entregar mi oficina, que era la
agencia comercial, practicando un corte de caja y 10 mandé a México. Llegaron enton-
.ces los periódicos de México, señores diputados, y en esos periódicos, que muchos de
ustedes deben de haber leído, se me acusaba de peculado, es decir, se pretendía extra-
ditarme y se pretendía que, si yo entraba al constitucionalismo, entrara manchado y
apareciendo como un ladrón.
¿ Qué tenía yo que hacer, señores diputados, si estaba pendiente de un hilo, de un
hilo, para que se aprobaran mis cuentas cuando se podía mutilarlas o substraerlas,
hacerme pasar como ladrón y pedir mi extradición? Tenía yo, señores diputados, al
mismo tiempo que atacar al enemigo, engañarlo para obtener el finiquito de mis cuen-
tas, y para engañarlo puse una carta al señor De la Barra, diciéndole que no se me
destituyera por la acusación que formulé contra Huerta. Aquí está la carta de De la
Barra, voy a darle lectura. -Yo tenía una formidable acusación contra Huerta; pero
antes de presentarla quise aprovecharme de estar en el Gobierno pal'a dejar terminados
mis asuntos y después lanzarme a pelear por el constitucionalismo, sin que se me man-
charw con la especie de ser un ladrón. .
La carta dice así: (Leyó.)
Esta carta fue mandada a los Estados Unidos en abril 9, y entonces yo ya tenía
€scrita mi acusación contra Huerta, y aquí está, señores, mi acusación que tiene fecha
:30 de abril; no hizo más que llegar esta carta, y en lugar de aceptar un empleo, yo
lancé mi acusación, que es esta que voy a leer a ustedes: (Leyó.)
Presenté la última hoja de mi acusación al cónsul señor Marlínez Sobral, que había
permanecido traidor con Huerta; me preguntó qué era, y le dije que era una excita-
tiva hecha a Huerta, y entonces legalizó con el sello del Consulado la última foja li
mandé esta acusación al Congreso. Dos días después hice que se le escribiera a Huerta,
.diciéndole que Barrón había mandado una terrible acusación al Congreso de la Unión
en contra de él, de acuerdo con Félix Díaz y De la Barra, según instrucciones que éste
había mandado por cable al cónsul Martínez Sobral. Se notició a Huerta de que aquello
era verdad y ¿ que hizo? Lanzar a Félix Díaz al Japón, lanzar a De la Barra al ex-
tranjero y destituir por telégrafo a Martínez Sobral. Estos son algunos de los servi-
cios que yo he prestado. Aquí están los documentos en que yo pedí al presidente
Wilson que desconociera a Huerta; voy a leérselos a ustedes; el señor Wilson entró
€l 4 de marzo y esto tiene fecha 7 de marzo. (Leyó.) Esta carta fue mandada el 7
de marzo y, el día 11 de marzo, señores diputados, tres días después, publícaba sus
primeras declaraciones el presidente Wilson, desconociendo a Huerta y diciendo que
no apoyaría a ningún Gobierno nacido de la "iolencia y de la traición, y estas decla-
raciones me fueron enviadas con esta carta por el secretario de Estado de los Estados
Unidos. (Leyó.) Entonces, señores diputados, me fui al telégrafo y le puse este tele-
grama al señor Wilson. (Leyó.) A este telegrama, señores diputados, me contestó la
Secretaría de Estado de ld's Estados Unidos esta comunicación oficial: (Leyó.) Aquí
tienen ustedes, señores diputados, cuál fue mi conducta, primero, con el señor presi-
dente Taft, abogando por el señor Madero; después, con el presidente Wilson, logrando
que desconociera al Gobierno espurio de Huerta, y aquí tienen ustedes, ocho o diez
cartas cambiadas entre el señor Wilson y yo, firmadas por él, todas dirigidas a mí,
documentos que quedan a disposición de los señores diputados. Aquí tienen ustedes esta
carta de julio 30, del señor Madero. (Leyó.)
Voy a leer a ustedes, señores, la carta que me escribió el señor presidente Maaero
nueve días antes del cuartelazo. Yo le digo al señor Madero, con fecha -fíjense uste-
des- enero 13 de 1913, poco antes de un mes del cuartelazo, lo siguiente: (Leyó.)
251
Hago a ustedes la relación de mis serVICIOS, y tengo esta contestación del señor
presidente Madero, del 29 de enero de 1913: (Leyó.)
Tengo, señores diputados, en este archivo, las cartas en que Rodolfo Reyes me
invitaba a tomar participación en el levantamiento de su padre, y le contesté que yo
había contribuido con mis sacrifidos a que se fundara un Gobierno legal electo por-
el pueblo, y que por muy amigo mío que hubiera sido el señor general Reyes, yo no
podría ayudarlo a que se lanzara contra el Gobierno legítimo que yo defendía, y tengo
las cartas del señor Madero, dándome las gracias por esa actitud, contestación de
una carta dirigida a él lamentando los graves errores cometidos por el general Reyes_
Mi familia estuvo en México, y, como dicen, yo la recomendé con De la Barra, y-
¿ sabéis qué hizo De la Barra? Nada, señores; mi familia fue de casa en casa solici-
tando ayuda, y mi pobre mujer y mis hijos fueron arrojados porque no tenían qué
comer, y entretanto yo, señores diputados, yo también estaba muriéndome de hambre
en Nueva York, prestando mis servicios al constitucionalismo, viviendo tan sólo de las
limosnas que me daba el señor Hurtado Espinosa. Esto, señores, es lo que se dice:
que yo he hecho labor en contra del constitucionalismo, ¿ no he sido yo destituido por
la dictadura? ¿no salí a los Estados Unidos y aquí están mis artículos en el "World"
y en otros periódicos contra la dictadura del general Díaz? Pues, señores, si ustedes
vieron que los periódicos de la dictadura eternamente estuvieron contra mí; si uste-
des han visto -que he pasado tristezas, hambres y sacrificios y que las mismas hambres
ha pasado mi familia; si yo me he dirigido al presidente Taft, apoyando la actitud del
señor Madero; si yo he conseguido que el Gobierno americano desconociera al Gobierno
espurio de Huerta; si yo he acusado a Huerta ante la Cámara de Diputados y si yo
después he influido con éxito porque sea reconocido el Gobierno constitucionalista, en-
tonces, señores, por un ardid de buena ley en que yo he derrotado al enemigo, arro-
jadme de vuestro seno por haber prestado eminentes servicios al constitucionalismo.
(Siseos.)
-El C. Monzón: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Monzón: Señores diputados: Soy el representante de la reglOn más viril,.
del viril Estado de Sonora, allí donde están enclavados los heroicos pueblos que se
llaman: Pilares, Nacozari y Agua Prieta, los primeros pueblos que realmente se lan-
zaron a la revolución contra la usurpación huertista, puesto que lo hicieron el 23 de
febrero de 1913 y el primer disparo fue hecho por el hoy general Calles en Nacozari,.
el 25 del propio mes de febrero. ¿ Por qué razón esos pueblos viriles, heroicos, se fija-
ron en mí para nombrarme su representante, habiendo en esa región tan esclarecidos
ciudadanos? Porque en Sonora se dice que soy el revolucionario más salvaje e intransi-
gente en lo que se refiere a convicciones radicales. ¿ Qué comisión me dieron mis repre-
sentados? En primer término, que en el seno de esta Asamblea laborara en el sen-
tido de que no hubiera reaccionarios ni elementos de dudosa filiación política.
Debiendo ser consecuente con esa representación que he traído, tomando en con-
sideración los tremendos cargos que se han hecho en esta Asamblea al señor Barrón
y teniendo también en cuenta que la defensa que él ha hecho en su pro no ha destruido
esos cargos, pido en nombre del pueblo que represento, que al que disolvió el primer·
club liberal de San Luis Potosí en 1901, se le repudie en esta Cámara y se rechase
también su credencial. (Aplausos.)
-Un C. secretario: Se pregunta a la Asamblea si se considera el dictamen sufí-o
cientemente discutido. (Voces: j Sí! j Sí! j Síl)
-El C. Barrón: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Barrón.
-El C. Barrón: Señor general Cándido Aguilar: me dirijo a usted de una ma-
nera especial, porque lo juzgo un revolucionario sincero y honrado, y a pesar de las;
252
:frases que usted ha tenido para mí, esa convicclon mía no disminuye. He tratado y
me parece que he demostrado plenamente que esas cartas por mí escritas a De la
Barra no tienen validez ninguna, ¿ por qué? Sencillamente porque en esas cartas yo
engañaba al enemigo, porque he demostrado eon documentos fehacientes que yo hice
10 contrario 4e lo que allí le decía al señor De la Barra, porque yo trataba de salvar,
señor general 4--guilar, mi reputación, como la salvé, porque ya no se me echó en cara
el ser ladrón, y pude presentarme .así al constitucionalismo. Llegué a Sonora, de donde
es el preopinante que acaba de hablar, allá me fue hecho un examen minucioso de
mis antecedentes y ·se me aceptó en la revolución. Vino después el acontecimiento de la
Convención, y estuve al lado de la legalidad, y en Puebla redacté el manifiesto mili-
tar que firmaron el general Coss y el general Rojas y que se mandó a todos los demás
jefes militares, desconociendo a la Convención de Aguascalientes. Yo, señor general
Aguilar, he estado siempre leal al lado' del constitucionalismo y del lado del Primer
Jefe, como lo estuve siempre del lado del señor Madero. Me importa, antes que nada,
señor general Aguilar, que usted rectifique su opinión respecto a mí. Si usted no la
rectifica, señor general, señores representantes, renuncio mi candidatura de diputado
al Congreso Constituyente.
-Un C. secretario: Se pregunta a la Asamblea si está suficientemente discutido
el dictamen de la Comisión. (Voces: ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!) En votación económica se pregunta
si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse poner de pie. Rechazado por
unanimidad.
s
La Secretaría da lectura a la siguiente proposición del mismo dictamen, de la
Sección.
"Es válida la elección del C. Ignacio Roel para diputado propietario por el ler. dis-
trito electoral de la Baja California, por haber.. obtenido mayoría de votos, estar arre-
glados los expedientes electorales conforme a la ley y no haber objeción alguna."
-El C. secretario: Está a discusión.
-El C. Ugarte: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Ugarte.
-El C. Ugarte: Ayer fue desechado ese dictamen en la votación de esta Cámara.
(Voces: ¡No! ¡No!) Voy a hacer una aclaración, señor presidente: cuando se presentó
moción suspensiva por haber separado esa credencial del señor diputado Roel, con
objeto de que se averiguara si la Baja California en su distrito Norte estaba o no en
'Poder del constitucionalismo, era la moción suspensiva, con objeto de preguntar al
Gobierno, a la Primera Jefatura, al Ejecutivo, respecto al dominio del Gobierno sobre
ese Territorio. Se desechó 'la moción suspensiva y entonces se votó la proposición, acep-
tando la credencial del señor Roel; entonces pidió la palabra en contra del dictamen
el señor Meade Fierro, y atacó a la persona del señor doctor Roel como represen-
tante. Se Siguió la impugnación de su credencial y, al ponerse a votación, ese dictamen
fue desechado.
Queda, pues, perfectamente establecido, que el ataque fue al candidato y no está
en pie la aclaración de si la Baja California está controlada por el Gobierno, toda vez
.que hasta ya el señor presidente declaró que sí lo está. Además, no hay el riesgo de
dejar sin representación al distrito Norte de la Baja Calüornia, porque esta. declarada
buena la elección del suplente; de modo que el señor Roel ha sido desechado en su
persona de candidato, fue reprobada su credencial, y entonces se rechazó el dictamen;
de modo que ese dictarnen tiene que volver a la Comisión para que ésta lo modifique
~n el sentido de la discusión.
-El C. Jara: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. pre8idente: Tiene la palabra el ciudadano Jara.
253
-El C. Jara: El señor Ugarte tiene rq.zón. En el acta respectiva se dice lo si-
guiente: "Leída nuevamente la proposición que consulta la validez de la credencial del
C. Roel, se decide por la Asamblea en votación económica desechar la proposición para
que la Comisión Dictaminadora reforme su dictamen." La moción suspensiva se rela-
ciona con el hecho de esperar los informes que rindiera la Primera Jefatura; desechada
la moción suspensiva, se puso a discusión el dictamen para ver si se aprobaba o no
en la forma que lo presentaba la Comisión, y fue desechado. En esas condiciones quedó.
-El C. Calderón: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Calderón.
-El C. Calderón: Sería conveniente que el señor Palavicini, que fue el que hizO'
ciertas combinaciones, nos explicara cómo quedamos ayer.
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palavicini: El hecho es éste: la Asamblea escuchó las objeciones hechas
al señor Roel; la discusión se originó porque la conducta del señor Cantú en el distrito
Norte de la Baja California era por demás sospechósa, y no sólo sospechosa, sino delic-
tuosa; el que habla explicó desde esa tribuna que, estando encargado de la Secretaría
de Instrucción Pública y Bellas Artes, envió maestros a la Baja 'California por
acuerdo de la Primera Jefatura, porque los maestros de los territorios federales de-
penden de la Federación, y el señor Cantú no acató las órdenes del Primer Jefe y
reembarcó a los maestros y no les permitió l'esidir en el Territorio ni como pal'ticula-
l'es. La opinión de la Asamblea fue que el señor Roel no podía ser representante, sino
de una manera oficiosa, de Cantú, y como está probada la conducta de Cantú sobre
~l particular, la Asamblea votó contra el dictamen que le aprobaba su credencial pr€'-
sentada por la 1~ Sección Revisora que preside el distinguido representante de Chal-
chicomula, que es muy cuidadoso para averiguar los expedientes electorales sobre la
conducta política de otros; pero que en el caso del señal' Roel, que representa al rebelde
señor Cantú, la Sección Revisora creyó conveniente pasar por alto todo aquello que no
fuera atacable y dictaminó sencilla y buenamente en favor del señor RoeI. La Asam-
blea le negó su aprobación. Ahora bien; desechado, ya no hay nada que proponer.
Cuando se desecha un dictamen negativamente, entonces ya no hay nada que hacer.
En tal virtud, lo único que tendría que hacer ahora la Sección Revisora era proponer: no-
es válida la elección del señor RoeI. La Asamblea ha desechado el dictamen pOl' l'azones
de otra índole; de manera que ahora, aun cuando el señor general Del Castillo, l'epre-
sen tan te por Chalchicomula, hiciera un estudio minucioso y cuidadoso de ese expe-
diente, ya no se trata de saber si el señor está electo en la Baja California, el hecho-
es que ya no es representante entre nosotros.
-El C. Jara: Pido la palabra, señor presidente, para hacer una aclaración.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Jara.
-El C. Jara: Está perfectamente definido que se relaciona con la discusión de la
credencial del señor Roel, la parte final del acta de ayer en la mañana, que dice lo si-
gujente:
"El C. Rivera Cabrera toma la palabra para hechos, el C, Palavicini para una mo-
ción de orden y leída nuevamente la proposición que consulta la validez de la creden-
cial del C. Roel, se decide por la Asamblea, en votación económica, desechar la pl'O-
posición para que la Comisión Dictaminadora reforme su dictamen."
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Calderón.
-El C. Calderón; Ante· todo, también deseo hacer una aclaración, Si me he empe-
ñado en hacer esta aclaración, ha sido únicamente porque deseo demostrar que se viene
incurriendo en un error. Desde ayer he sido yo quien con más insistencia ha querido
que .se aclaren estos puntos, Entiendo yo que la personalidad del señor Roel no está
condenada: se le hizo ayer este cargo: que había sido médico municipal. .. (Voces: ¡No!
254
¡Nol ¡No!) Sí, señores, ese fue el cargo que se le hizo, y es tanto como si se le dijera
que es maestro de escuela; ¿ es nuestro criterio tan estrecho que llega hasta ese extremo
de excluir a los que sirven a la humanidad doliente? i Protesto en nombre de la civi-
lización.
Por otra parte, ¿ por qué vamos a desechar a este hombre de aquí? ¿ En qué nos
apoyamos? ¿ Que es representante de Cantú? Niego. Este hombre trae un expediente
que debe tener la Comisión Revisora y allí están estampadas las firmas de los ciuda-
danos que lo han enviarlo y, si nuestra labor es de concordia para aquella región apar-
tada de la República, lo natural es aceptarlo como representante de aquellos ciuda-
danos. Yo he vivido en la frontera, y aquellos hombres eminentemente liberales porque
no están viciados con las prácticas del fanatismo, también adoran al suelo de México,
al ,suelo que les pertenece y hasta por una pulgada de terreno, son capaces de darse
de balazos. Allí están los acontecimientos de Cananea, que no quiero ya recordar, por-
que aquel estigma fue contra la dictadura, no contra el pueblo mexicano; ¿ por qué,
pues, si yo tengo la convicción de que el pueblo fronterizo es un patriota, por qué si
tengo yo esa convicción, voy a consentir con mi silencio a perjudicar a ese hombre que
está en peligro de ser desechado de aquí, porque no habla con toda claridad y con
toda franqueza, porque él mismo ha dicho aquí: "yo soy un ser infeliz, yo he huido de
San Pedro de las Colonias porque -temí a un militar que teJ;lÍa un arma en la mano y
que era mi enemigo?" Nuestro deber, señores, es proceder en estos casos, y esta es mi
humilde opinión, para que la acepte quien le parezca buena y la deseche quien le
parezca mala, es que procedamos con toda serenidad en este caso. Que se acepte a ese
señor, porque es -evidente que es enviado por sus conciudadanos,
-El C. Navarro Luis T.: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Navarro.
-El C. Navarro Luis T.; Ayer se llegó a este resultado, cuando se desechó la
moción suspensiva: una vez discutido ampliamente, teníamos que votar irremisiblemen-
te; nosotros convenimos en votar, para que volviese a la Comisión con objeto de que
la Comisión estudiase el caso; tuve ocasión de ver ese expediente, porque me quise
infol'mar de cómo estaba, y efectivamente, el señor Roel no es representante de Can tú;
existen los votos de todos los vecinos de aquel distrito que 10 postularon; además, en-
tre los candidatos que figurim como contrincantes del señor Roel, está un hermano de
Cantú, y si Cantú hubiese querido mandar un representante de él, habría mandado a su
hermano. El señor Roel, es, pues, representante del distrito Norte de la Baja California;
aun suponiendo que el señor Roel fuese el representante de Can tú, desde el momento
en que él 10 manda aquí, obedeciendo una disposición del Primer Jefe que convoca a
elecciones, desde ese momento es político aceptarlo, porque sería una prueba más de que
Cantú reconoce la autoridad del Primer Jefe y la del Congreso Constituyente; de otra
manera, es tanto como si nosotros confesáramos que esa parte del país estaba substraí-
da al control del Gobierno constitucionalista.
Por otra parte, no es exacto que Cantú --o cuando menos que el pueblo de la parte
Norte de la Baja California- sea contrario al constitucionalismo; no defiendo yo a
Cantú de quien digo que es un ex federal convenenciero que sólo desea estar siempre
en el poder; pero de cualquier manera, el señor doctor Roel es el representante del
distrito, no de Cantú.
Por lo que respecta a que hace dos meses se rechazó a los profesores que envió el
ciudadano Primer Jefe, sucedió lo siguiente: tengo informe de que no es exacto que
no los quisieran recibir; había profesores suficientes, examinaron a algunos, tomaron
los más útiles y a los que no pudieron utilizar, les pagaron un mes y les dieron 'Sus
gastos para que se fueran a México.
-El C. Palavicini: No es exacto.
-El C. Roel: Sí es exacto.
255
-El C. Palavicini; No es exacto.
-El C. Roel: Repito que sí es exacto.
-El C. De los Santos: Si la Mesa no se muestra enérgica para dirigir los debates,
vamos a perder el tiempo, que es tan precioso en estos momentos.
Señor presidente, no está a discusión el señor Roel; estamos cometiendo un error,
no estamos cumpliendo 'con el Reglamento. No se queda la Baja California sin repre-
sentación, señor presidente; hemos votado y aprobamos al suplente; votamos contra el
dictamen del señor Roel; habremos cometido, si se quiere, una injusticia en contra del
señor Roel, eso es lo más que podemos haber hecho. La Baja California tiene su su-
plente, que ya ha sido -aprobado, y la Mesa Directiva ha puesto a discusión un dicta-
men que ya ha sido aprobado.
-El C. Chapa: Pido la palabra, seiior presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Chapa.
-El C. Chapa: La Asamblea desechó el dictamen de la Comisión en el caso del se-
ñor Ezquerro; insistió de nuevo la Comisión, entonces se votó de nuevo. En este caso
debemos hacer lo mismo, hemos desechado el criterio de la Comisión, y ahora puede
insistir en él y lo votaremos. No se trata del señor Roel, estamos en un error, se trata
de si la región Norte de la Baja California está bajo el mando del Gobierno, si el señor
Cantú acató o no las órdenes de la Primera Jefatura para que hubiese elecciones; y yo
suplico a la Comisión que vuelva a insistir y presente su dictamen aprobatorio a la
candidatura del señor Roel.
-El C. Navarro Luis T.: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano N avano.
-El C. Navarro Luis T.: Además, el sentir de la Asamblea ayer, una vez discuti-
do el asunto, llegó a la conclusión de que era materialmente imposible suspender la
votación, y se acordó que pasara a la Comisión para que ésta dictaminara de nuevo,
tomando esos datos, y nos fuimos a ver al ciudadano Primer Jefe y vimos al señor
general Aguilar, a fin de tomar informes respecto de ese particular: si el distrito
Norte estaba o no bajo el control del Gobierno, y nos ofreció ver al señor Carranza.
¿No es así, señor Aguilar?
-El C. Aguilar Cándido: Efectivamente, "estos señores fueron ayer a preguntarme
si el Territorio de la Baja California estaba controlado por el Gobierno, y yo les con-
testé que sí, aunque no de una manera absoluta. El señor Cantú no ha sido rebelde
para el señor Carranza, ni ha sido tampoco desleal. Yo creo, señores, por el interés
nuestro, por política, por todo lo que ustedes crean conveniente, que debemos aceptar
al señor Roel, y así no daremos una arma más a aquel rebelde para que se acabe de
rebelar.
-El C. Martí: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Martí.
-El C. Martí: Me voy a referir a un hecho de importancia: la forma no debe
afectar el espíritu de nuestras decisiones. Ayer se hizo un pedimento de suspensión,
cuyo pedimento fue desechado por nosotros; después de haber sido desechado, el gene-
ral Múgica, con un elocuente discurso, cambió nuestro criterio, haciéndonos ver que era
necesario que no tomáramos una decisión sin reconsiderarlo; el señor Pala~icini pro-
puso como un medio para no reconsiderar el dictamen ...
-El C. Múgica. interrumpiendo: Yo ataqué, señor.
-El C. Martí. continuando: Sí, señor, con motivo del discurso de usted, el dicta-
men fue desechado, y no:. pudiendo la Asamblea volver a reconsiderar un dictamen
desechado, el señor Palavicini nos hizo la proposición de que no pudiéndose pedir una
suspensión, se desechara el dictamen, con el espíritu de que volviendo ese dictamen
a la Asamblea, votáramos en contra del nuevo dictamen para que este dictamen que~
dara en pie como estaba.
256
-El C. Palavicini: Señor presidente, yo suplico a su señoría que cuando termine
de hablar el señor Martí, me conceda usted la palabra.
-El C. Martí: Todo lo que nec"esitábamos, recordará la Asamblea, que lo único
que necesitábamos era un medio político de saber a qué atenernos; ese medio político
ya 10 tenemos casi de un modo oficial 'y ya no hay necesidad de discutirlo. El señor
Calderón tenía razón; pero no podía la Asamblea ir a preguntar al ciudadano Primer
Jefe; si ya oyó al señor .general Aguilar, yo suplico a la Mesa que ponga el dictamen
a votación.
-Un C. secretario: En votación económicft se pregunta si se aprueba la proposi-
ción que dice: HEs válida la elección del C. Ignacio Roel para diputado propietario.por
el 1er. distrito electoral de la Baja California, por haber obtenido mayoría de votos,
estar arreglados los expedientes electorales conforme a la ley y no haber objeción
alguna" .. Los que estén por la afirmativa que se sirvan poner de pie. Sí es válida.
(Aplausos.) El ciudadano presidente, por conducto de la Secretaría, declara al ciuda-
dano Ignacio Roe}, diputado propietario por el ler. distrito electoral de la Baja Ca-
lifornia.
-El C. Palavicini: Señor presidente, suplico a su señoría se sirva interpelar al
señor presidente de la 11¡1o Sección Revisora para que diga si con la misma eficacia que
demostró en reponer el dictamen del señor Roel, ya repitió el dictamen del señor Pa-
lavicini para presentarlo a la Asamblea para qúe sea discutido.
-El C. Del Castillo: El dictamen del señor Roe], que desde ayer en la mañana se
volvió a la Comisión Dictaminadora, acordó la Comisión que, no habiendo méritos para
considerar inconveniente al señor Roel, debía sostener su dictamen anterior. Respecto
de la credencial del señor Palavicini, que muy tarde fue regresada a la Comisión Dic-
taminadora, y la cual no ha podido reunirse hoy en la mañana porque no han venido
los compañeros, no se ha dictaminado todavía; pero suponemos que se hará en seguida.
Yo creo que, como cuando se trató de la credencial del señor Ezquerro, que fue discuti-
da tres días sin que nos hubiesen acobardado los trágicos horizontes patrios del mo-
mento, no se repetirá este caso, ni creo que dentro de tres o cuatro horas haya des-
aparecido México del planeta y no podamos venir a dictaminar sobre la credencial del
señor Palavicini.
-El C. presidente, a las 12.30: Se levanta la junta.
257
H.-Dictamen de la misma Sección, referente a la elección de diputados en el SI? dis-
trito electoral de Veracruz. Discusión. Queda desechado en votación económi-
ca y vuelve a la Comisión para ser reformado.
I5.-Dictamen de la repetida Sección, referente a la elección de diputados en el 3er.
distrito electoral de Querétaro. Se discute y queda aprobado en votu.ción eco..
nómica.
16.-Se pone a discusión el dictamen de la 5~ Sección, referente a la validez de la
elección del C. Garzayn U garte, como diputado propietario por el 3er. distrito
electoral del Distrito Federal. Agotado el debate, queda aprobado el dictamen
en votación económica.
17.-Dictamen de la 5~ Sección referente a la elección de diputados en el 61? distrito
electoral de Zacatecas. Discusión. Se pone a votación la primera proposición del
dictamen. Se levanta la Junta.
A las 4.25, la Secretaría pasó lista, registrando una asistencia de' 129 'Ciudadanos
presuntos diputados, y en seguida la Presidencia declaró abierta la Junta.
-Un C. presunto diputado: Deseo saber, señor presidente, si los señores mili-
tares que están allí presentes son diputados o presuntos diputados.
-El C. presidente: Tengan la bondad de salir del salón esos señores militares.
260
deseehado por esta honorable Asamblea. Enrique O. Aranda no debe ser suplente,
porque nunca ha sido partidario de la revolución; es un individuo que encabezó un
movimiento 'enemigo conservador en el E'stado de Guanajuato, fue el candidato del
Partido Católico, en elecciones que para gobernador del mismo Estado se llevaron a
cabo, cuando triunfó la candidatura del licenciado Víctor J. Lizardi, hermano del ac-
tua1 diputado Lizardi. Se me dirá que el artículo 49 no excluye a los individuos que
tengan ligas conservadoras. Yo lo acepto, sin embargo de que en el fondo no creo
yo que este individuo venga a hacer labor liberal en la Asamblea. Además, el cargo
más concreto que yo puedo hacer en contra de Enrique O. Aranda, es de que formó
parte de una comisión de León, de donde yo soy nativo, para ofrecer al traidor Huer-
ta, en nombre del pueblo de Guanajuato, elementos para' que pudiera sostener su
Gobierno: por eso, por' el honor de la Asamblea, pido no se acepte a Enrique O.
Aranda.
-El C. Lizardi: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Lizardi.
-El C. Lizardi: Como el señor Madrazo, en cuyas ideas abundo, no ha expresa-
do cuáles son las pruebas de los cargos, y sería conveniente que se expresaran estas
pruebas, solicito que se interpele a los diputados por' el E-stado de Guanajuato, que
están enterados de los hechos, a fin de que digan si les consta o no les consta' la
verdad de estos cargos.
-El C. Madrazo: Acepto lo que dice el señor Lizardi y tengo la plena convic-
ción de que mis compañeros del Estado de Guanajuato están convencidos de que
los cargos que he hecho son completamente fundados y de ,que Enrique O. Aranda
es enemigo de los principios revolucionarios que a-quí se persiguen.
-El C. Frausto: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Frausto.
-El C. Frausto: Yo aplaudo la actitud del señor Madraza, porque es de la
juventud que -salimos hace poco tiempo de las aulas de Guanajuato sin habernos
manchado en ninguna forma. Hemos sido rebeldes desde cuando estábamos en las
aulas y en nuestra vida política, siempre honrada, hemos procurado tener esa mis-
ma ban.dera y ese mismo penacho de Enrique IV, nuestro honor, y ,siempre nues-
tras ideas al porvenir' en bien de la patria. Apruebo la actitud del señor Madraza.
Aplaudo la conducta del señor Madrazo y, efectivamente, toda la diputación de Gua-
najuato está con e'ste joven, porque nos encontramos en las condiciones de reconocer
a los que fueron buenos compañeros y malos compañeros y reconocemos en el li-
cenciado Enrique O. Aranda a un clerical, a un elemento conservador que fue recha-'
zado en las aulas, que fue incapaz de representar los ideales del joven, pOr'que todos
los que estamos aquí somos elementos pobres y él es rico; nosotros intelectuales y
él era un fifí en la época aquella. La diputación de Guanajuato, en su mayoría, apo-
ya la proposición del señor Madrazo porque la cree justa. Nos creeríamos deshonra-
dos si estuviera en nuestro seno un individuo como Enrique Octavio Aranda, que fue
un clerical, que fue uno de los representantes del Partido Católico en el Estado y que
prestó apoyo a ese Partido Católico cuando creyó que iba a imponer su fuerza a
la República; y así como en la mañana dimos nuestro voto en contra del licenciado
Heriberto Barrón -que en lo particular puede _ser un amigo, pero como diputado no
puede estar entre nosotros---" así debemos dar un voto negativo en contra de este
señor.
Actualmente la diputación de Guanajuato, en su, mayoría, dice que Enrique Oc-
tavio Aranda no puede e~tar en esta Asamblea del Congreso Constituyente, porque
es ésta la representación más grande del Partido Liberal Constitucionalista.
-El C. Navarro Gilberto M.: Pido la palabra, señor presidente.
261
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Navarro.
-El C. Navarro Gilberto M.: El señor licenciado González Roa también tuvo sus
manchas, y salió; viene hoy el lkenci~ Enrique {l. Aranda, que con más justicilJ,
debe salir, y vendrán después los otros, y creo que también sucederán igual; pero co-
mo estos señores son suplentes no hacen mucha falta, porque aquí tenemos al pro-
pietario, y creo que si vamos a discutir otra credencial que le siga en votos al señor
Aranda, va a ser parecida. No creo que al señor Valtierra, que es el propietario,
se le ocurra morirse dentro de veinte días o un mes, y la Asamblea dirá si se queda
sin suplente uno de los distritos de mi Estado.
-Un C. secretario: En votación económica se pregunta si se aprueba el dictamen.
(Voces: jNo! ¡No!) Desechado.
262
"1 ~ Se declaran nulas .las elecciones hecnas a favor del C. doctor Fernando Mo-
reno, para diputado propietario por el 29 distrito electoral del Estado de México.
¡¡2~ se declaran igualmente nulas las elecciones que para diputado suplente por
el mismo distrito fueron hechas a favor del C. licenciado Salvador Z. Sandova!.
"31¡1. Es buena la elección de diputado propietario por el 29' distrito electoral del
Estado de México, hecha en favor del C. Rómulo González Navarro.
"41¡1. Es buena la elección de diputado suplente 'Por el mismo distrito electoral,
hecha en favor del C. licenciado Florentino H. Mejía.
"51\10 Es de consignarse y se manda consignar a quien corresponda, al C. licen-
ciado Gilberto A. Ramos, juez propietario de Distrito del Estado de México, por apa-
recer responsable de la comisión del delito a que se contrae el artículo 997 del Có-
digo Penal.- Constitución y Reformas. Querétaro, noviembre 27 de 1916.-Luis
T. Navarro, presidente.-C. Rivera Cabrera.-J. Castaños, secretario."
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene ]a palabra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palavicini: Para que de conformidad con el artículo 106 del Reglamento
nos haga las siguientes explicaciones la Comisión: primero, si el señor González Na-
varro es pariente del señor Luis T. Navarro, miembro de la Comisión Revisora. Se-
gundo, si ese dictamen no es una repetición exacta del dictamen emitido en favor
del señor don Aldegundo Villaseñor. Tercero, si el .juez de Distrito que juzgó la
elección del ler. distrito de Toluca es el mismo juez' que juzgó la elección del 29
distrito. Cuarto, si es o no verdad -que el secretario del juzgado de Distrito llevó
personalmente a los periódicos, como lo hizo con "El Universal", la copia de esa sen-
tencia, en propaganda contra los diputados electos, y quinto, si tuvo en cuenta la
Comisión Revisora dos aspectos del juez de Distrito de Toluca: que aquí declara nu-
la la elección del ler. distrito electoral-del Estado -de México y nula. la ~redencial del
29 distrito y que ha resultado, sin embargo, que es electo en ese 29 distrito siempre
el mismo señor Navarro. Yo suplico a la Comisión me infoI'rne sobre esos puntos
para después hablar -sobre- ese dictamen.
-El C. Rivera Cabrera: Voy a contestar la .inter'pelación del señor.
Yo al señor Navarro no 10 conozco; además, nosotros recibimos este asunto del
29 distrito electoral del Estado de México y otra Comisión es a la que le tocó el ex-
pediente a que usted se refiere. Creo que el juez debe ser el mismo y también en-
tiendo que la otra Comisión pidió la consignación de ese juez, y tengo entendido que
el mismo 'Señor general Aguilar pidió asimismo su consignación.
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palavieini: Señores diputados: me impuse la misión de apoyar todas las
credenciale.s legítimamente adquiridas para venir a esta alta Representación Nacional;
sin embargo, en esta vez voy a denunciar un hecho grave, pero peculiar de la polí-
tica mexicana: un juez de Distrito pícaro, frente a un gobernador honrado, es un
conflicto perpetuo en todas las Entidades Federativas, porque representando a la
autoridad federal, impune con el apoyo del centro, puede constantemente estorbar y
hostilizar a las autoridades locales. Si el primer deber nuestro es fortalecer el sis-
tema federativo mexicano, debemos evitar' enérgicamente la intromisión de las auto-
ridades federales en las cuestiones del orden local.
Ahora bien, este juez de Distrito estaría completamente culpado sólo con sus
·sentencias, que han tenido buen cuidado las secciones revisoras de no traer en los
expedientes para darles lectura, pues afirmé ayer que con sólo leer las brillantes
sentencias del juez de Distrito de Toluca, se convencerla la Cámara de que éstas son
263
absurdas y que son de un hombre que no está absolutamente en posesión de sus fa~
cultades mentales.
Pero hay más, señores: ahí, en el juzgado de Distrito del Estado de México, se
ha pretendido hacer las elecciones de todo el Estado. El juez de Distrito de Toluca
resolvió que por su oficina pasarían siempre todas las elecciones de los diez distri-
tos electorales del Estado de México, y ,q~e él, supremo hacedor, resolvería quiénes
representarían al Estado de México en el Congreso Constituyente. No hay en 21
dictamen ninguna objeción legal para la nulidad. La fra'ceión que podía invocarse es
esta: no haber 'permitido de hecho a los representantes de los candidatos indepen-
dientes ejercer su cargo, pues solamente se invoca que no se admitieron protestas;
pero dice el artículo siguiente: "La nulidad del artículo anterior no afecta a toda
la elección, sino simplemente los votos que estuvieran viciados." El juez de Distrito
recibe el expediente electoral y falla: "es nula esta elección" y la Sección Revisora
de la Cámara -y fíjense ustedes qué eoincidencia-, resuelve en el caso del señor
Aldeg~ndo Villaseñor, que el juez tenía razón, aun cuando no debió haber nulificado
la credencial del señor González Navarro.
Aquella fue la sentencia del juez de Distrito del Estado de México; pero enton-
ces la otra Comisión Revisora nos trae una siguiente proposición: "No es diputado el
señor F. Moreno por el 29 distrito del Estado de México, lo es el señor Navarro."
Tal es el criterlo del juez de Distrito del Estado de México, aun cuando no lo tenga.
¿Han comprendido ustedes este juego? ¿Está evidente? ¿Está claro? ¿No ha que-
rido el juez de Distrito intervenir de un modo abierto en las elecciones del Estado de
México? ¿Vamos a permitir que esto siga sucediendo? ¿Vamos a permitir que esta
Asamblea se integre o desintegre a voluntad de los jueces de Distrito de la Federa-
ción? Sería menos grave, señores diputados, si no tuviéramos el antecedente de que
se tr'ata de un juez perverso, de un viejo juez de los corrompidos del ramo judicial,
a quien el general Aguilar tuvo prisionero por delitos cometidos en el desempeño
de sus funciones.
:Sn tal virtud, señores representantes, yo propongo a la Asamblea que vote en
contra de este dictamen, conservando en su representación al distinguido señor doc-
tor Moreno, hombre conocido en el distrito electoral, respetado, y que tiene derecho
de estar aquí porque trae una credencial legítima, que no está objetada y que sólo
tiene el capricho de ese dictamen del juez de Distrito de Toluca, que no es razonable
por las razones que hemos expuesto ya.
Además, yo afirmo a la Asamblea que el secretario del juzgado de Distrito, se-
ñor AMana, me ha visitado en México en la redacción de "El Universal" y me ha
entregado la copia de la sentencia en el caso del ler. distrito electoral del Estado de
México. Seguramente porque la prensa de entonces combatió al juez de Distrito,
prepararon las protestas para ver si salía por el 29; aquí tienen ustedes el juego:
es preciso que el Congreso Constituyente haga al señor Navarro forzosamente dipu-
tado o que se cumpla la ley.
-El C. Rivera Cabrera: Por vía de infor"me, esta Comisión de que formo parte
me ha designado para que manifieste a esta honorable Asamblea, que tome en con-
sideración los motivos de nulidad que apreció el' juez acusador, porque es uno de
los que marca la Ley Electoral relativa, y porque todavía hasta en esa actuación el
juez de Distrito tenía facultades para hacerlo. En cuanto a la peroración del señor
Palavicini, nada puede informar la Comisión, porque no le consta nada en contrario
de Jo que dijo el señor Palavicini.
-El C. Giffard: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Giffard.
264
-El C. Giffard: Respetable Asamblea: ,para agregar algo de fuerza 'Probatoria
a las frases dichas por el señor Palavicini, debo agregar únicamente que el señor ca-
pitán Navarro, que fue el que impugnó la credencial del señor Moreno, no es más
que un instrumento de algún grupo político del gstado de México, que actualmente
trata de hostilizar' al actual gobernador y ésta fue una de las formas, de los recur-
sos de que echaron mano en las pasadas elecdones. La credencial del señor Fer-
nando Moreno es perfectamente intachable.
-Un C. secretario: Se pregunta a la Asamblea si considera swieientemente dis-
cutido el punto.
-El C. Navarro Luis T.: Ese dictamen contiene dos partes: primero, si son o
no nulas' las elecciones y. por último, que se consigne al juez, de manera que si se
vota negativamente ese dictamen, no se consigna al juez. (Voces: ¡Que se leal)
-El C. Rivera Cabrera volvió a leer el dictamen.
-Un C. secretario: Se pone a votación la segunda proposición que acaba de leer
el señor Rivera Cabrera.
-El C. Rivera Cabrera: Me parece pertinente de este modo, señores: consultar
este asunto en tres proposiciones.
-Un C. secretario: Se ponen a votación 'las dos proposiciones que ha leído el
señor Rivera Cabrera. En votación económica se pregunta si se aprueban. Los que
estén por la negativa que se sirvan poner en pie. Desechadas las dos proposiciones.
Vuelve "el dictamen a la Comisión 'para que sea reformado.
-Un C. presunto diputado: Tienen que votarse todas las proposiciones del dic-
tamen. La Asamblea, según su criterio, sabrá si vota en pro o en contr'a del dic-
tamen; pero todas las proposiciones que están contenidas en él, tienen que votarse.
-Un C. secretario: Están a votación esas dos proposiciones
-El C. MacÍas: Pido la palabra 'para una moción de orden.
-El C. presidente: Tienen la palabra el ciudadano Macías, para una moción
de C?rden.
-El C. MacÍas: Esta Comisión, no obstante que tiene un abo·gado a la cabeza,
está procediendo como un cargador que no conoce absolutamente la ley. Desde el
momento que la Cámara ha reprobado las dos proposicione's, no hay que tO'Car las -
dos proposiciones para nada.
-El C. Rivera Cabrera: Este cargador, señor Macias, obedeció un acuerdo de
la Mesa leyendo esas proposiciones.
-El C. Rodríguez José María:: Pido la .palabra,. señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rodríguez.
-El C. Rodríguez José María: Para suplicar al señor presidente vuelva a supli-
car atentamente a los diputados que se produzcan, al hablar, con una poquita de
más atención para los demás compañeros y, sobre todo, para las personas de la
Mesa.
-Un C. secretario: La Comisión insiste en su anterior proposición.
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor' presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano ~alavicini.
-El C. Palavicini: No puede votarse asi, señor secretario; la moción primera no
tiene ninguna relación con la última. La segunda proposición afirmativa del dicta-
men quedará desechada cuando se desechen las dos proposiciones anteriores, porque
lo primero desecha lo segundo; pero queda fuera del dictamen una proposición final,
pidiendo la consignación del juez de Distrito; es lo que falta por consultar a la Asam-
blea. Yo suplico que se separe para la discusión y votación la única proposición que
falta por votar.
265
-Un C. secretario: La quinta propOSIClon dice: "Es de consignarse y se manda
consignar a quien corresponda al C. licenciado Gilberto A. Ramos, juez propietario
de Distrito del Estado de México, por aparecer responsable de la comisión del delito
a que se contrae el artículo 997 del Código Penal". Está a discusión la proposición.
En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén 'por la afirmativa
sírvanse ponerse de pie. Aprobada.
-El C. Navarro Luis T.: Para una simple aclaración que quiero hacer al señor
Palavicini. El señor Palavicini nada más por el simple apellido del candidato que se
había propuesto, nada más por ese apellido, hizo la objeción.
-El C. Palavicini: Nada afirmé.
-El C. Navarro Luis T.: No, señor; con toda intención la hizo, porque creía que
yo podía dar un dictamen en favor del señor Navarro, porque -pensó usted que era
pariente mio.
A este señor Navarro no lo conozco. Además, el juez que tomó cartas en el
asunto debe haber favorecido 'en algo a ese señor Navarro, puesto que dictó la sen-
tencia de que fuesen nulas las elecciones, favoreciendo a ese -señor Navarro, y por
los actos de ese juez, yo mismo propuse que se le consignara, precisamente porque
h-abía usurpado las funciones que competen a esta Cámara; en consecuencia, queda
perfectamente claro que no me llevó al hacer esta proposición el deseo de favorecer a
algún pariente mío. En la Cámara pasada también tuve yo, por desgracia, otro
compañero de Cámara que también se apellidaba Navarro, y algunas veces se nos
confundía; hoy también lo hay y quiero que se aclare este punto, no quiero que se
confunda mi nombre con el del teniente coronel Navarro.
266
HSegundll. Es buena la elección de diputado suplente por el mismo distrito,
hecha a favor del C. teniente coronel Luis E. Velasco,
"Constitución y Reformas.-Querétaro, noviembre 25 de 1916.-Luis T. Nava~
rro.-C. Rivera Cabrera.-F. Castaños."
-Un C. secretario: Está a discusión el dictamen. ¿ No hay quien pida la pa~
labra?
-El C. Pérez: Pido la palabra en contra del dictamen, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Celestino A. Pérez.
-El C. Pérez: Honorable Congreso: un espíritu de verdadera justicia me hace
distraer vuestra atención por cortos momentos, pues quiero que ante todo, los indi·
viduos que deban constituir el actual Congreso Constituyente, sean personas perfec-
tamente identificadas con la revolución constitucionalista que encabeza el ciudadano
Venustiano Carranza. No creo que el ciudadano Carlos Tejada, que pomposamente
se da el nombre de general constitueionalista, deba ocupar un lugar en esta Cámara.
Voy a probarlo: el ciudadano Carlos Tejada es un connotado felicista; es, ha sido y
seguirá siendo felicista. Como digo, tengo y existen hechos y pruebas que nos de-
muestran lo que digo; pero ante todo, voy a ocupar por muy pocos momentos ]a
'atención de ustedes, a efecto de hacer una historia lo más breve posible. El señor
Carlos Tejada, perfectamente conocido en Oaxaca como comerciante abarrotero, no
ha hecho en toda su vida sino enriquecerse por los medios de que puede valerse, bue~
nos o malos, no le importa, si el fin que consigue es bueno y saludable a su bolsillo.
Cuando se inició la labor electoral en Oaxaca en el año de 1911 a 1912, apareció co-
mo candidato dél pueblo para gobernador del Estado el ciudadano Benito Juárez
Maza. Surgió otro grupo formado por connotados reaccionarios de la capital, porque
no cundió la voz revolucionaria en todos los pueblos de aquella Entidad Federativa
digna de mejor suerte. Se formó un club, y de ese club formó parte como vicepresi-
dente, si mal no recuerdo, el ciudadano Carlos Tejada, y como presidente, José Inés
Dávila, postulando para gobernador a Félix Díazj pero como la causa del pueblo,
la causa maderista se encontraba en aquella época sintetizada en la persona del ciu~
dadano Benito Juárez Maza, el pueblo, hambriento de libertad, deseoso de verda-
deros sufragios, se acogió a la bandera del derecho que en esa época, como digo,
la representaba el ciudadano Benito Juárez Maza, y trabajó, pues, por la candida-
tura de ese mismo ciudadano.
Los enemigos tuvieron que someterse a la voz avasalladora del pueblo, pero
no quedaron conformes con el triunfo; siguieron laborando en las tinieblas, como la-
boran todos ellos, como han laborado y seguirán laborando, y el ciudadano Carlos
Tejada fue uno de los principales accionistas de un periódico que se editó en aquella
época en unión de otros, entre los cuales recuerdo a un señor Sandoval. El señor
Carlos Tejada daba el dinero para que se sacara ese periódico "Regeneración" -así
se llamaba-- y ese periódico 'se ocupó única y exclusivamente, de una manera siste~
mática, a atacar en todos y -cada uno de sus artículos al ciudadano Benito Juárez
Maza y al ciudadano Francisco I. Madero. Desgraciadamente no traje los periódicos,
porque no creí que el señor Carlos Tejada hubiera trabajado su candidatura, por
razones que voy a exponer en seguida.
Vienen a continuación todos los acontecimientos que por más de una vez se han
dicho y sabemos nosotros y que conservamos perfectamente en nuestra memoria y
grabados están en nuestros corazones, puesto que márcan una etapa triste en la
historia de México: el cuartelazo de la Ciudadela.
Carlos Tejada y muchos oaxaqueños reaccionarios -porque en la capital desgra-
ciadamente hay muchos reaccionarios- organizaron peregrinaciones a México, con
267
objeto de rendir pleito homenaje a los candidatos de la traición, a Victoriano Huerta
y socios, y entre ellos vinieron varios de los amigos y aun el mismo Carlos Tejada ~
felicitar a Félix Díaz y Victoriano Huerta, que en aquella época eran los ídolos de
esos }'eaccionarios. A la llegada a Oaxaca formaron otra agrupación política y en-
tonces, con un bombo tremendo, nos veían a todos pequeños, y Carlos Tejada agrandó.
su tienda de comercio, Carlos Tejada no soltaba el puro de la boca, Carlos Tejada
se consideraba más grande, era un dandy completo, era el hombre de la época, pues
que era el tesorero del club central felicista que se formó en la capital del Estado~
y que tenía como presidente al mil veces 'nefasto José Inés Dávila. Vino después
otra época; persecuciones completamente personales. El entonces gobernador de Oaxaca
persigue a José Inés Dávila y Meixueiro como constitucionalistas, ¡un sarcasmo com-
pleto! porque esos señores nunca han sido constitucÍonalistas, y lo han probado en
miles de ocasiones; fueron internados en la penitencia1'Ía y salieron cuando la re-
volución triunfante entraba en México, salieron entonces de la penitenciaría, y no
sé por qué medios o de qué manera se hicieron llegar hasta el ciudadano Primer
Jefe, dándose baños de constitucionalistas, y entonces, en c,ompañía del hoy general
Machuta, llegaron a Oaxaca el señor Dávila y algunos otros de los que se llamaban
constitucionalistas, amparados por la bandera del entonces general Lucio Blanco.
A la llegada de Machuca a Oaxaca, Carlos Tejada se le unió, no siendo absolutamente
nada, ni teniendo caráctel' militar ni mucho menos, ignorando por qué motivos ni
de qué medios se valdría, el caso es que de la noche a la mañana surgió Carlos Te-
jada teniente coronel constitucionalista; después supimos que el señor Carlos Tejada
decía que había comprobado con documentos ante el señor general Machuca y creo
que se habían hecho llegar hasta el señor Carranza esos documentos, en los cuales
comprobaba que él había servido a la causa constitucionalista, introduciendo armas
por Jamiltepec para sus hombres, cosa que es enteramente falsa, porque lo que hay
de verdad en este caso es lo siguiente: el distrito de Jamiltepec está dividido en dos
secciones, en dos grandes latifundios, de uno de los cuales es casi propietario abso-
luto la familia del señor Carlos Tejada, y del otro, otra familia muy poderosa, cuy(}
nombre no digo porque no viene al caso. Han sido dos señores feudales de horca y
cuchillo, que se han agregado a tal o cual revolución para satisfacer intereses muy
particulares y para esgrimir una arma poderosa, y los cuales en algunas ocasiones
se entremeten en los Gobiernos, como sucede en la actualidad; pero que no se trat~
de otra cosa sino de un engaño que han sufrido los prominentes hombres de la re-
volución constitucionalista, permitiendo que en su seno se encuentren hombres de la
clase y calaña de Carlos Tejada; pero se me había olvidado, digo bien, sucedió que
el Gobierno de Oaxaca, que entonces se encontraba regenteado por el licenciado Fran-
cisco Canseco, se hizo llamar constitucionalista. Naturalmente, sale Machuca del Go-
bierno como encargado de la jefatura de armas, y se queda entonces en su lugar Carlos
Tejada, con el grado de cOl'onel, según creo; en esa época llegó a Oaxaca el señor
Luis Jiménez Figueroa, general constitucionalista, y sabiendo el señor Jiménez Fi-
gueroa los juegos de que se valían los individuos del Gobierno, sabiendo que no hacían
otra cosa sino engañar al ciudadano Venustiano Carranza, haciéndose pasar como
constitucionalistas para favorecer sus intereses muy particulares, dio el famoso golpe
al Gobierno del Estado, la noche del 14 de noviembre de 1914; el golpe lo dio con
38 hombres, puso presos a todos los diputados, puso preso al entonces gobernador"
. Francisco Canseco; puso presos a todos los que él conocía como connotados, como ver-
daderos reaccionarios; fue un golpe soberbio, fue un golpe que no olvidaremos los
buenos constitucionalistas oaxaqueños; pero, señores, después de ese golpe terrible
que se diera a la reacción en Oaxaca, desgraciadamente triunfó contra el número
pequeño de patriotas que encabezaba el movimiento constitucionalista de Oaxaca,
268
el movimiento reaccionario de Meixueiro, y entonces, valiéndose de uno de los en-
gaños que acostumbran esos hombres, hicieron creer al Primer Jefe que el movi-
miento iniciado en Oaxaca no era otra cosa sino un movimiento villista. A este res-
pecto, protestaron enél'gicamente todos los buenos oaxaqueños, como protestaron los
verdaderos constitucionalistas, esos que hemos luchado desde un principio, no por
conseguir puestos, no por conseguir otra cosa sino la salvación del pueblo de Oaxaca,
del pueblo que no ha sido oído, del pueblo que ha sido olvidado por todos, absoluta-
mente por todos los Gobiernos. Nuestro grito no fue oído por nadie, sufrimos terrible-
mente durante muchos meses; muchos de los que hoy se encuentran aquí fuimos par-
tidarios de la revolución oaxaqueña; estuvimos unos recluidos en la cárcel, otros, como
yo, tuvimos que huir y nadie nos hizo aprecio, se creyó que, en efecto, el movimiento
de .:riménez Figueroa había sido un movimiento villista; ¡mentira, señ9res! Y, ¿ saben
ustedes quiénes contribuyeron a la derrota de las huestes de Jiménez Figueroa?
Carlos Tejada con sus hombres; Carlos Tejada, que oyó -porque eso sí lo oímos to-
dos y ese grito lo conservamos aún en el pecho y nos suena el eco en el cerebro--
.oyó como nosotros ese grito de ¡muera Carranza! Y no solament~ eso, señores: el
retrato del señor Carranza que llevaba Luis Jiménez Figueroa y que había hecho
colocar en el salón de sesiones del Palacio, fue acribillado a balazos en uno de los
arcos del Palacio de Gobierno, sin que Tejada protestara contra tales actos.
Eso es cierto, y quizá muchos de ustedes no saben ni han sabido lo que hoy digo,
pero es la verdad; juro por mi nombre, juro por mi honor de oaxaqueño; pero no se
había' oído antes nuestro grito, había quedado callado en lo más profundo de nues-
tros corazones, porque el grupo que formábamos era tan pequeño, que no se nos
podía oír; el grito que lanzaron mis compañeros de infortunio en la cárcel, se es-
trellaba en los muros de la prisión; el grito que yo lanzara desde mi hogar se que-
daba conmigo también, porque nadie me oía; es la verdad, señores. N o digo yo que
el señor Carlos Tejada hubiera sido general y porque tenía mando de fuerza había
triunfado en Oaxaca como diputado a este Congreso; no señores, yo 110 digo eso, yo
digo solamente que en el seno de esta Asamblea no debemos consentir a individuos
de esta naturaleza. Más todavía, y es a lo que me refería al principio, a individuos
que buscan el medro personal únicamente.
Carlos Tejada, a pretexto de que va a reclutar gente a Oaxaca, lo que hace es
lo siguiente: manda tres o cuatro oficialillos con objeto de reclutar gente, según él
dice, y cuando ya tienen diez o doce hombres, pide a la SeCretaría de Guerra o pide
al Gobierno del señor Castro un carro o dos agregados a un tren, para traerse
maíz, frijol y para traerse cualquier otra cosa y lo mismo hace con las mercancías
que lleva de México o de Veracruz para Puebla o para Oaxaca; es un comerciante,
no recluta gente. Ahora van a oír ,.ustedes el manifiesto que ese partido felicista
lanzó al pueblo de Oaxaca. Dke así: (Leyó.) Aquí tienen ustedes la copia de los
carteles que se encuentran en el mercado de Zimatlán. (Aplausos.) Pero de paso por
México y a efecto de que sepan ustedes. las condiciones tristes y desgraciadas en
las que ese pueblo digno de mejor suerte se encuentra, voy a leer a ustedes esta
parte que aparece en un periódico que se editaba en Veracruz y que se llama "La
Vanguardia". Dice así: (Leyó.) Juro y protesto que'este documento no lo conocía; pro-
testo que cuando pasé por México alguien me lo dio porque supieron que Carlos Te-
jada había obtenido aquí el triunfo. No quiero cansar más la atención de ustedes, por
eso me refiero únicamente a la labor que hizo Carlos Tejada en Jamiltepec, y aquí
está el periódico donde se encuentra el artícu~o. Este documento lo pongo a disposición
del señor presidente de la Asamblea a efecto de que el que quiera informarse de su
autenticidad pueda hacerlo. Ahora, por lo que hace al señor suplente, Luis Velasco,
voy únicamente a decir a ustedes lo siguiente: se encuentra en las mismas condi-
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ciones que el señor Tejada, es un connotado felicista y ha sido y lo seguirá siendo.
también.
¿ Pruebas'! No sé si alguno de los que están aquí estuvo en Tehuantepec o Ju-
chitán con motivo de la prisión del señor general don Jesús Carranza; pero en esa
época el señor Luis Velasco ocupaba el puesto de jefe político en Tehuantepec; se
encuentra pendiente un proceso en el Juzgado 19 de Instrucción Militar en Oaxaca,.
con motivo de aquellos acontecimientos; no pudimos sacar ninguna constancia por-
que no era posible, no se encontraba aún en estado de haberlo hecho, pero la presi-
dencia de la Comisión Dictaminadora puede pedir informes telegráficamente al' Juz-
gado 19 de Instrucción Militar sobre este hecho: si se encuentra pendiente en aquel
Juzgado de Instrucción Militar una causa con respecto a los acontecimientos desarro-
llados en Tehuantepec en esa época y si es cierto que el señor Luis Velasco se en-
contraba como jefe político de Tehuantepec en aquel tiempo.
Por otra parte, cae bajo la sanción del artículo 49 que dice que no ·podrán ser
representantes del pueblo los que hayan ocupado un puesto público en la época de
la usurpación, y el señor Velasco era secretario de la Jefatura Política de Jamilte-
pec en la época del cuartelazó. No encontramos los datos, porque se quemaron los
archivos en el último incendio con motivo de la salida de los reaccionarios de la
capital, y entre esos se encontraba, a no dudarlo, el nombramiento del señor Luis
Velasco; pero entiendo que todos estos hechos se pueden comprobar, porque el Go-
bierno tiene noticias de todo esto; sobre todo, Velasco es lugarteniente o teniente
coronel de la Brigada que lleva el nombre de Venustiano Carranza y es íntimo amigo
de Carlos Tejada, se presta a Carlos Tejada de una manera incondicional, y es él
quien va a Oaxaca a reclutar gente de la manera que acabo de decir. Por lo expuesto,.
y creyendo que cumplo con un deber de estricta justicia, pido a esta honorable Asam-
blea tenga en consideración lo antes dicho y acaso por esta vez y que sea la primera
y que siga oyendo los gritos de protesta de los verdaderos revolucionarios oaxaque-
ños, acaso, digo, quiero que sea la primera vez que se oiga el grito de un oaxaqueño~
(Aplausos.)
-El C. Herrera Alfonso: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Herrera.
-El C. Herrera Alfonso: Respetable Asamblea: es una garantía ocupar este
sitio, convertido en templo augusto de la ley, porque está uno frente a personas
que no traen medros personales ni ponen su conciencia al mejor postor, sino que
vienen investidos de la investidura más alta y suprema que se le puede conceder
a un ciudadano: la representación gloriosa de la patria. Un deber de justicia y de
gratitud me hace venir a estar conforme con el dictamen y a defender al señor ge-
neral Carlos Tejada y sentemos aquí, porque hay muchos abogados que saben este
principio jurídico: el que afirma prueba. i Cuántos cargos se hacen que nd' pueden
probarse, señores! Los cargos que se prueban no se discuten; los hechos son la pro-
funda lógica; muchas cosas se afinnan, que hay personas que no podrían probarlo,
y los abogados saben aquí lo que es un proceso por calumnia ante un tribunal, y las.
consecuencias que se tienen cuando no puede probarse lo imputado.
Ha dicho el señor que me ha antecedido en el uso de la palabra, hablando del se-
ñor general Carlos Tejada, que este señor sólo trata de enriquecerse; pues no me pa-
rece a mí que ese sea un cargo, señores, es una aspiración natural. (Siseos.) Cuando
tratamos de enriquecernos por medios injustos e indignos; cuando queremos acrecentar
nuestra fortuna a costa y con perjuicio de tercero, eso sí es indigno; también es in-
digno si se trata de hacerlo a costa de la l'evolución; pero cuando se trata de aumen-
tar nuestros tesoros justamente, no me parece a mí, señores, que eso sea algo indigno·
ni que venga a degradar el decoro de nuestra personalidad. Yo, al señor Carlos Tejada
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no 10 conocía j vine a defenderlo porque creía un deber de justicia aclarar algunos
puntos ante vuestro criterio, pues tendréis que juzgar y a veces las primeras impre-
siones nos arrastran y yo pretendo que estéis serenos, que escuchéis el pro y el
contra para que después podáis formular vuestro juicio. El juicio es la comparación
de dos ideas y necesitamos dos ideas para formar nuestro juicio. Yo conocía al señor
Carlos Tejada en Tehuacán, y en cuanto al cargo que se le hace de que él era uno
de los caciques de J amiltepec, permitidme que yo en cambio os diga que ha defendido
al constitucionalismo, que ha perdido dos hermanos, y que ha proporcionado armas
para la campaña. Cuando estuve en Veracruz en la Primera Jefatura, conoCÍ ahí a
un enemigo del general Tejada -y conste, señores, que yo no conocia- las condicio-
nes del Estado de Oaxaca- y amigo de los Valle y de los Pérez Gasea -ustedes los
oaxaqueños saben de quiénes se trata y conocen perfectamente la filiación de est9s
hombres-; ese sujeto frecuentemente despachaba allá en la Secretaría de Guerra
y yo tuve que recabar datos de su personalidad; estaba en la Secretaría de Guerra el
teniente coronel Rubén Morales. Formulé una historia completa de su personalidad
y repartimos estos documentos, como un principio de justicia, a varias personas,
dando uno de ellos a nuestro Primer Jefe, y entonces ya ese señor tuvo que retirarse
haciendo una guerra directa al ciudadano Carlos Tejada.
En cuanto al asunto que se le achaca del ataque de Figueroa, yo estoy al tanto
de este asunto. Yo era el secretario particular del general Jesús Carranza, y don Je-
Sús era de opinión firme y serena; alguna vez se dijo que era el momento oportun6
de ir frente a la capital de Oaxaca para conquistarla al constitucionalismo por medio
de las armas. EI- hoy general López de Lara habló conmigo muchas veces y discutió
con don Jesús, que era necesario dar un golpe a Oaxaca, que era el momento oportuno.
Cuando Figueroa, el general Palma no pudo ayudar a ese golpe, golpe que no se
volverá a ver, señores, fue un golpe audaz, un golpe hermoso, un golpe sublime: un
hombre que con pocos hombres ataca a Oaxacaj pero en ese momento, señores, era
distinta la fe en la política de aquellos hombres y no quiero traer telegramas que so-
lamente son del fuer.o íntimo de los que hemos sido secretarios particulares de al-
gunas personaSj pero había diferencia de opiniones en aquel ataque y la prueba está
en los telegramas que se pusieron en las paredes de Oaxaca, eran telegramas salidos
de la Jefatura de la 2~ División del centro, alabando ese golpe, y por eso, señores,
ese golpe gloriosá, lo ha dicho el anterior orador, el golpe que dio Figueroa era lo
que hubiera deseado mi general Jesús Carranza y esa traición en Tehuantepec fue
el resultado de los telegramas que se pusieron en las paredes; no querían en Oaxaca
más que la cabeza del general Carranza, que había tenido siempre un corazón viril,
"Y en aquel momento deCÍa que era necesario conquistar para el constitucionalismo a
Oaxaca; de manera que no podemos admitir la participación del señor general Te-
jada en aquella época, porque hay puntos discutidos en aquella forma. Yo no discuto
la actitud del general Tejada en aquellos momentos, porque yo, como secretario par-
ticular que era, conozco los telegramas indicando que era el momento oportuno para
atacar Oaxaca.
En cuanto a que el general Tejada haya sido felicista, pues contra los hechos
no tengo que decir nada, no 10 conocía antes, señores. (Aplausos.) No puedo asentar
lo que yo no conozco. Permitidme un momento: después de salir libre de la prisión
de San Jerónimo, después de conferenciar con el jefe, le dije: señor, le he dicho a
usted por un telegrama, que no dejaré de seguir la huella de mi general hasta que
sepa el fin de ella, hasta que sepa cuál es el fin de él. Voy a Oaxaca, señor, a ver
qué pasa con el general; vaya ver dónde está, qué ha pasadoj me dicen que ha sido
un golpe de Oaxaca, y él me dijo: Hsi usted quiere, vaya a Oax;aca". En Tehuacán
271
recibí un telegrama de un agente confidencial 'del Primer Jefe; uNo salga usted para
Oaxaca sin entrevistarse con el señor coronel Carlos Tejada."
Fui a verlo, no lo conocía. -¿ Es usted el señor Carlos Tejada?- Sí, señor,
-me contestó-, y entonces agregué: traigo aquí este telegrama. ¿ A qué se re-
fiere? -me dice-o Acabo de recibir noticias de que sabiendo los enemigos que
vengo con dinero para la Jefatura de Armas de Oaxaca, yo seré tomado preso, y
acabo de pedir' que se me mande una escolta de 500 serranos para que me conduz-
can a la ciudad de Oaxaca. Debo advertir a ustedes que en la época en que estuve
yo en Oaxaca en el pizarrón del hotel decía: número 8, cuarto del general Alvarado;
estaba otro cuarto de Higinio Aguilar y a nosotros nos declaraban enemigos. Pues
bien, nos fuimos a Oaxaca.
-El C. Pérez, interrumpiendo: Interpelo al señor Herrera para que diga si el
señor Carlos Tejada no llegó adonde estaban todos esos generales de que habla.
-El C. Herrera: Voy a explicar, señor. Sí, señor, estaba allí de jefe de las armas.
Llegamos a Oaxaca y nos fuimos a la Jefatura de Armas; el coronel Carlos Tejada
era jefe de las armas, y la única fuerza que tenían eran 16 hombres con 20 rifles, y
desde aquel momento comenzó a poner presos a los que le dieron el coche a San ti-
báñez, al comerciante que le había dado el traje, y empezó a poner presas a rn..,ulti-
tud de personas, y durante ese tiempo que estuve yo en Oaxaca, le dije estas pala-
bras al general Meixueiro: señor, vengo a saber el paradero del señor Ca"rranza,
vengo con noventa y nueve probabilidades de morir; estoy dispuesto a hacer todo
por averiguar el paradero del general y averiguar de dónde ha venido esa tremenda
traición; y en aquellos días que estuvimos en Oaxaca, todos los decretos del jefe los
publicaba el general Tejada, hasta que por fin se nos mandó decir por conducto
de un enviado del gobernador: "No vuelvan ustedes a mandar ningún decreto de la
Primera Jefatura", pues debo advertir a ustedes que ahí no parecía nada que fuera
constitucionalista; yo sólo vi la Jefatura de Armas al mando del coronel Tejada con
16 hombres, y en el cuartel de Santo Domingo a 400 hombres desarmados, y en aque-
llos momentos, señores, cuando ya nos dimos cuenta del sainete que nos estuvieron
representando, supe perfectamente bien que Meixueiro y Dávila tenían conocimiento
de aquella muerte; sabían dónde y cómo había muerto el general Carranza y dónde
se ocultaba su cadáver, y entonces le dije al general Meixueiro: ¡¡Aquí tiene usted
el mensaje de la muerte, ya sé cuál ha sido el fin del general Carranza, ya sé cuál
ha sido la traición que se ha cometido aquí," y esa noche, 200 serranos asaltaron el
hotel y con los rifles, a golpes, nos arrojaron por las escaleras, no sólo a mí, sino a
mi esposa, al general Tejada y a todos los que formábamos el grupo que ahí defen-
díamos los ideales constitucionalistas en aquellos momentos, y fuimos llevados para
ser pasados por las armas. En esos momentos yo no vi a ningún compañero, ojalá
los hubiera visto, señores. (Varios· miembros de la diputación oaxaqueña: Estábamos
en la cárcel, señor.) Por eso no los ví, señores.
Cuando llevamos los cadáveres para Veracruz, el general Tejada me acompañó.
Llegamos ahí, el ciudadano Primer Jefe le dijo: "No regrese usted para Oaxaca,
vaya usted a Tehuacán;" y allí se comenzó a formar la brigada UVenustiano Carran-
za". Yo honradamente puedo decir que esa brigada ha costado muy poco dinero, esa
brigada yo la vi formarse desde sus primeras bases y aquí está el general González
Torres que fue enyiado por la Secretaría de Guerra para dar un informe de cómo
se encontraba la brigada "Venustiano Carranza". ¿ Es cierto, señor general González
Torres?
-El C. González Torres: Sí, señor.
-El C. Herrera: Después de haberse formado aquella brigada, por mucho tiem-
po se estuvo dudando del general Tejada y conste, señor, que yo vengo a relatar
272
lo que es cierto, lo que es un hecho, para que nosotros no juzgu~mos a los hombres
en su totalidad, sino que veamos sus distintas fases. Por mucho tiempo, señores, se
le negaron annas, diciendo: éste era un felicista, probablemente se va a voltear;
hasta que al fin, convencidos, se le' ~dieron las annas; cuando estuvieron formados
aquellos hombres y bien disciplinados, comenzó ya su campaña y desde aquel entonces
ha venido luchando frente a frente y perdiendo más de 600 hombres, sí, hay que de-
cirlo, porque han vertido su sangre oaxaqueña; el general Tejada ha venido luchando
y hasta en estos momentos él está al frente de una homogénea brigada de hombres
civiles, es decir, ciudadanos armados, y abandonando su comercio, abandonando su
casa, sus almacenes llenos de víveres, cerró su ,puerta y se fue, afrontándolo todo, y
él está ahora al frente de una brigada, y en el último combate que acaba de librar
cerca de Tenango del Aire, le vi el chaquetín baleado. Yola único que digo es que
desde que es coronel lo he visto luchando siempre por los ideales, y en este momento
está al frente de sus fuerzas, es un hombre honrado y quizá en estos momentos,' si
por la defensa de nuestros ideales una bala le destrozase la vida, tE"ndríamos nos-
otros, señores, que el que ayer estuvo en un imperdonable error de ser felicista, había
caído por I'a defensa de los grandes ideales de la patria. Creo, señores, que los hom-
bres que cambian de ideas por ir a ocupar un puesto lucrativo, como tantos enemigos
de la revolución, o para tomar un puesto -público y para medrar, creo, repito, que
son detestables y merecen nuestro desprecio; pero pocos hombres son los que sacri-
fican su persona, su vida, su sangre y la linfa de sus venas para defender una causa
que sea mentira, y este hombre que está al frente de sus tropas combatiendo, ese
hombre para mí en estos momentos merece mi profundo respeto; si mañana -por-
que no pensemos que hemos llegado al fin de la jornada, y estamos como los antiguos
israelitas, contemplando las palmeras de los paisajes d~l Jericó-, si tenemos ma-
ñana que ir otra vez los civiles a empuñar las anuas para defender con el grito im-
ponente y vibrante de los defensores, el derecho y la justicia, estoy seguro que mu-
chos de esos hombres morirán defendiendo los ideales.
Pensad, señores, si al hombre que al frente de sus fuerzas está en estos mo-
mentos luchando, pensad si en estos momentos debemos juzgarlo de sus errores pasa-
dos y pensad si es justo condenar a ese hombre que está defendiendo nuestros idea~
les, por los delitos cometidos en el pasado.
-El C. Cepeda Medrano: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Cepeda Medrana.
-El C. Cepeda Medrana: Contra hechos no hay argumentos; hay documentos
auténticos que demuestran claramente lo que ,ha sido Carlos Tejada.
Señores: me permito abordar esta tribuna, para que esta Asamblea sepa quiénes
somos los que estamos equivocados y de qué lado está la justiCia. Vengo- a hablar en
contra del dictamen que favorece a Carlos Tejada, y vengo a condenar esa credencial,
pidiendo a ustedes voten en contra, porque lo considero eso justo, primero, y después
legal. Yo vengo a condenar la credencial del señor Tejada, porque, como dejo dicho,
lo considero justo y legal; primero, porque nosotros necesitamos vindicamos ante
todo el pueblo y ante toda la Representación Nacional; legal, porque el señor Tejada
cae bajo el peso del artículo 4Q, quiera o no quiera el señor Herrera. El señor Tejada
es contrario a la revolución, y esto se nos ha demostrado con hechos, no con argu"
mentas; con hechos que tenemos aquí perfectamente comprobados y que el señor He~
rrera no se tomó la molestia de impugnar, a pesar de que el señor :rérez habló tan
brillantemente en contra de este dictamen, y no me explico, señores, por qué senti-
miento y por qué motivo el señor Herrera viene a defender al señor Tejada, cuando
nosotros hemos sido inexorables con el señor Barrón al expulsarlo esta mañana de
273
esta honoraple Asamblea. El señor Tejada fue felicista, lo admite el señor Herrera;
el señor Tejada laboró en contra del movimiento constitucionalista actual, y Tejada,
en consecuencia, y legalmente, no puede :venir a tomar participación en esta honora-
ble Asamblea. No quieren los hijos de Oaxaca que un veleta los venga a representar;
no quieren los hijos de Oaxaca, donde hay hombres viriles, verdaderamente entusias-
tas y de verdadero talento, que su representante sea un hombre falto de convicciones;
no quieren eso los hijos de Oaxaca y protestan con un grito noble y digno y con una
actitud levantada y patriótica contra este dictamen. Probablemente la Comisión Revi-
sora no tuvo conocimiento de estos hechos; nosotros nos hemos dado plena cuenta.
Hemos sido inexorables con el señor Barrón, hemos sido inexorables con otras perso-
naSj debemos, pues, ser inexorables con el señor Tejada, que cae bajo el peso del
artículo 49. Que se levante la persona que pueda demostrar lo contrario, y que nos
diga que no está comprendido el señor Tejada en el artículo 49; si nos lo demuestra,
señores, entonces lo aceptaremos, pero si no lo demuestra, que se cumpla la ley.
Eso en 10 referente al señor Tejada, y ahora voy a ponerle al señor Herrera un
ejemplo para que se vea que se ha equivocado: aquí lo tiene con el señor Aguirre
Escobar, quien lo ha demostrado esta mañana. El señor Aguirre Escobar no debía
estar en esta Asamblea; lo hemos admitido equivocadamente, porque no teníamos
conocimiento de 10 que era el señor Aguirre Escobar; sin embargo, lo lamentamos;
pero ya no lo podemos remediar.
El señor general Cándido Aguilar, que ha hablado de una manera tan elocuente,
nos ha demostrado con hechos concretos y abrumadores, de los que no se ha sabido
defender el señor Aguirre Escobar, que este señor no debía estal1 entre nosotros. Se-
ñores: ¿ qué vamos a decir en lo futuro? ¿ Ql,le admitimos un felicista porque nos equi-
vacamos? ¿ No tenemos aquí la protesta de los oaxaqueños? ¿ No tenemos aquí esta
protesta viril que se apoya en la ley? Ha venido en defensa del general Tejada el
señor Herrera, quien probablemente se equivocó, porque él vino a defender aquí al
señor Tejada de una manera que no le entendimos realmente, pues muchas partes de
su discurso, en lugar de defenderlo, sirvieron para echarlo de cabeza. Pero ¿ qué
vamos a hacer con ,el señor Tejada? ¿ Admitirlo como hemos admitido al señor Agui-
rre Escobar, para que después él nos venga a insultar por carrancistas y por amigos
del ciudadano Primer Jefe? Es una vergüenza para el señor Aguirre Escobar que
seamos amigos del ciudadano Primer Jefe, y yo protesto, y así como protestó enér-
gicamente el señor Amaya, así como protestó enérgicamente el señor Perusquía, así
quería protestar enérgicamente el señor Ernesto Meade Fierro y el señor Cepeda
Medrana protesta porque el señor Aguirre Escobar ha dicho que los amigos del ciu-
dadano Primer Jefe hemos sido favorecidos con credenciales; que la mayoría de las
personas que estamos aquí lo estamos solamente debido a que somos amigos perso-
nales del señor Carranza, y el señor Aguirre Escobar, que me conoce desde hace
muchos años, sabe perfectamente que uno de los grandes defectos que he tenido en
mi carrera política, ha sido ser completamente carrancista. Lo he gritado a los cuatro
vientos y lo he dicho siempre, y la conducta del señor Aguirre Escobar no ha sido
completamente recta. (Siseos.) Tengo derecho a hablar, señores diputados, porque
esta mañana fui aludido.
-El C. presidente: Tiene usted derecho a hablar.
-El C. Cepeda Medrano: Indudablemente el ciudadano Primer Jefe sabrá defen-
derse de los cargos tan abrumadores que le hizo el señor Aguirre Escobar. El ciuda-
dano Primer Jefe, que es la única autoridad de la República, le sabrá decir al señor
Escobar que miente miserablemente, pues los amigos del Primer Jefe hemos sido
honrados; que lo diga el señor Escobar, a quien siempre consideré suficientemente
honrado en política y suficientemente honrado en lo personal ...
274
-El C. Aguirre Escobar: Omito mi opinión, porque creo que el ciudadano presi-
dente me permitirá hablar después.
-El C. Cepeda Medranó: Hemos llevado una línea de conducta completamente
recta. aun cuando no quiera el señor Aguirre Escobar; hemos sido completamente
honrados dentro de nuestra actitud personal y de nuestra actitud política. y real-
mente nos sentimos muy satisfechos los que tenemos el orgullo de estrechar la mano
amiga del ciudadano Primer Jefe; eso no lo he ocultado. (Siseos.) Tengo derecho para
hablar, señores diputados. .
-El C. Aguirre Escobar: Que le permitan al señor Cepeda todo el tiempo que
quiera.
-El C. Bojórquez: Con fundamento en la fracción IV del artículo 23 del Regla-
mento de la Cámara, que dice: "IV. Determinar qué' asuntos deben ponerse a discu-
sión, prefiriendo los de utilidad general; a no ser 'que. por moción que hiciera algún
individuo de la Cámara, acuerde ésta dar la preferencia a otro negocio", yo pido a esta
honorable Asamblea que dé preferencia a la discusión que tiene pendiente, a la dis-
cusión de la personalidad del señor Carlos Tejada, para ver si se aprueba su cre-
dencial, porque, -señores, a todos nos consta que no nos queda más que un solo dia
para discutir esas credenciales, y la Presidencia tiene la obligación de conducir esta
discusión 10 más rápidamente posible.
-El C. Cepeda Medrano: Seré breve, señores diputados, estoy poniendo un ejem-
plo gráfico ... (Voces: ¡No! ¡No! ¡No!) entre el señor Aguirre Escobar, que fue con-
vencionista, y el señor Carlos Tejada, que fue felicista.
Terminaré, señores, porque así lo solicita la honorable Asamblea y quiero ser
consecuente con ustedes. He venido a protestar aquí contra este dictamen, porque lo
considero, como he dicho antes, injusto e ilegal; quiero que nosotros demos una mues-
tra de simpatía y de justicia a nuestros hermanos los oaxaqueños y que sepan que en
la Representación Nacional tienen hermanos que sabrán apoyarlos cuando sus pre-
tensiones sean justas y honradas. (Aplausos.)
-El C. González Torres: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano González Torres.
-El C. González Torres: Ciudadanos diputados: Vengo también a tomar la pa-
labra para impugnar la candidatura del señor general Carlos Tejada.
Cuando fui a Tehuacán, honrado por la Secretaría de Guerra, con objeto de pasar
revista a las fuerzas del general Tejada, que entonces era coronel, rendí un informe
que el señor Herrera recordará y el señor general Pesqueira también debe recordarlo,
completamente favorable, porque la organización de su brigada estaba fuera de la
normalidad en aquella época; pero esto, señores, era debido al gran número de fede-
rales que tenía en su Estado Mayor. Yo manifesté, como siempre, apegado a los prin-
cipios de justicia, que su brigada estaba perfectamente organizada. Pero ninguno de
los que hayan estado -en Tehuacán en aquel tiempo me negará que la atmósfera po-
lítica reinante en Tehuacán era completamente hostil al señor general Tejada. y lo
marcaban como un enemigo oculto del constitucionalismo. Esto privadamente también
lo manifesté. En el informe oficial dije la verdad, para lo Que se me confirió la mi-
sión, y privadamente, como consti~ucionalista, creí de mi deber indicar también el
peligro que existía. Después fui nombrado jefe de operaciones en la región de Jamil-
tepec, y con este motivo pude saber la labor completamente perjudicial para ese dis-
trito por parte de la familia Tejada. No creo yo que al señor general Tejada se le
considere como un elemento bueno para el copstitucionalismo, cuando es la causa de
que se haya levantado allí una partida hostil al partido, por sus intrigas personales,-
con objeto de garantizar sus intereses.
275
En Oaxaca, señores, todo el mundo puede decir que, amigos y enemigos, están
perfectamente de acuerdo en que Tejada no es leal, en que Tejada no es sincero. Más
aún: voy a hacer una remembranza: cuando fui a pasar revista a las fuerzas de
Tejada, platicando de los rumores que sobre él corrían, le hablé con sinceridad y le
conté lo que había sabido, y él terminantemente me dijo: "Sí, señor, he sido felicista;
pero he sufrido tales perjuicios de parte de Meixuelro y de los suyos, que hoy pos-
pongo todos mis afectos" ... ¿Y creen ustedes que esto es honrado? .. (Voces: ¡No!
¡No! ¡No!) ¡Ojalá que estuviera aquí el general Tejada para que me dijera si esto
es cierto o no!
Por último, señores, no creo justa la aceptación de su credencial, porque en la
propaganda que ha hecho, se ha valido de elementos oficiales. Yo vengo de Oaxaca
y he visto esto, y se pueden pedir informes para ver si es o no cierto: ha desparra-
mado elementos de su Estado Mayor, en general de su brigada, pretextando que para
reclutar gente, pero no era sino para trabajar su candidatura. El mismo teniente
coronel Luis Velasco, que se postuló para diputado suplente y que postuló al general
Carlos Tejada, está allá con el pretexto de reclutar gente y no 10 ha hecho. Es una
cosa perfectamente notable lo siguiente: en la mayor parte de los distritos de Oaxa-
ca, el señor general Carlos Tejada sacó votos para diputado al Congreso Constituyen-
te; y esto, señores, es política para la futura gubernatura del Estado. Yo creo que
si Carlos Tejada se mantiene con el constitucionalismo, es única y exclusivamente
por intereses creados en el Estado y ambiciones políticas futuras.
Por lo que respecta al señor Luis Velasco, como dijo muy bien el señor licenciado
.pérez, era jefe político de Tehuantepec cuando la traición se verificó en contra del
general Carranza; y, más aún: yo tuve el gusto de presentar al ciudadano Primer
Jefe copia de una carta que existe en Oaxaca, de un general que se titulaba de los
serranos, que fue muerto en un combate, en cuyo archivo se encontró esa carta. Esta
carta estaba dirigida a Santibáñez cuando Santibáñez se encontraba en Oaxaca y
pretendía salir por Puerto Angel para el extranjero; en ella le daba consejos para
que tomara precauciones con objeto de que no fuera aprehendido en el trayecto desde
Oaxaca. En uno de los párrafos de la carta decía: "Luis E. Velasco trabaja ostensi-
blemente por don Venustiano; pero en el fondo está trabajando en favor de ~os inte-
reses de Inés ... H No recuerdo exactamente las palabras; pero la copia de esa carta
se la di yo al Primer Jefe.
Yo creo justo, por lo tanto, que no se acepte la credencial del señor Carlos Teja-
da, principalmente porque se ha valido de elementos oficiales para hacer su propa-
ganda. (Aplausos.)
-Un C. secretario: La Presidencia, por conducto de la Secretaría, pregunta si
está suficientemente discutido el asunto. Los que estén por la afirmativa, sírvanse
ponerse de pie. Sí está suficientemente discutido.
-El C. Rivera Cabrera: Voy a decir dos palabras acerca del señor Luis Velasco,
para ilustrar el criterio de la Asamblea.
-El C. De los Santos: Para una moción de orden, señor presidente, p'ido la pa-
labra.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. De los Santos: Ya se está acostumbrando aquí la mayoría de las comi-
siones a jugar con la Asamblea, pues acabamos de decir nosotros que está suficien-
temente discutido el asunto, y no queda más que votar.
-Un C. secretario: Se pone a votación el dictamen. Los que estén por la afirma-
tiva sírvanse ponerse de pie. Queda desechado.
276
5
-El C. Rivera Cabrera comienza a leer un dictamen correspondiente a la Comi~
sión de que forma parte.
-El C. Alvarez; Pido la palabra, señor presidente, para hacer una moción de
orden.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Alvarez, para una moción de
orden.
-El C. Alvarez: ¿No da igual que lea la Comisión o la Secretaría? ¿Por qué
no mejor lee la Secretaría?
-El C. presidente: Que la Secretaría dé lectura a los dictámenes.
-Un C. secretario: El dictameN. dice así:
"Ciudadanos diputados:
"Por el 9Q distrito electoral del Estado de Puebla, salió electo para diputado pro-
pietario el C. Epigmenio A. Martínez, quien obtuvo a su favor una mayoría de 1,777
votos, y para diputado suplente, lo fue el C. doctor Anacleto Merino, con una mayoría
de 1,849.
"Con fecha 21 del mes en curso el señor Federico Jiménez O'Farrill presentó a
este Congreso un Deurso solicitando se declarase la nulidad de los sufragios con que
fueron favorecidos los señores Martínez y Merino, a efecto de que se le tuviese a él
como diputado propietario de este propio Congreso por el referido 99 distrito electoral
del Estado de Puebla.
HEl reclamante Jiménez O'Farrill fundó su solicitud en los siguientes puntos sin-
tetizados: que fue postulado por el partido liberal del Estado de Puebla; que las bole-
tas en blanco fueron enviadas a su destino por el C. coronel Epigmenio A. Marlínez,
quien había expresado al Gobierno no lanzada su candidatura; que el distrito político
de Tepeji, integrante del 99 electoral, estaba en parte invadido por fuerzas enemigas,
inclusive la propia ciudad de Tepeji, hasta cinco días antes de la fecha de la elección,
no habiendo sido posible, por lo tanto, que las elecciones se hubiesen verificado en
dichos lugares; que el Gobierno del Estado de Puebla dispuso que la respectiva Junta
Computadora de votos se instalase en el pueblo de Tlacotepec y no en el -de Tepeji,
que lo había sido siempre por precepto legal; que la credencial que porta..el C. Mar-
tínez fue expedida por otra Junta Computadora de" votos instalada en Tepeji en con-
tra de la referida disposición del Gobierno local; que el C. Martínez se valió de medios
reprochables en sus trabajos electorales, como el de haberse puesto de acuerdo sobre
el particular con el partido católico, hecho demostrado por una carta en la que apa-
rece como parlador un señor cura Aguilar; que _el C. Martínez se valió de la influen-
cia de cabecillas zapatistas para el triunfo de su candidatura; que él mismo se compro-
metió a laborar en el seno del Congreso en contra de la ley del divorcio; que sirvió
al zapatismo, quedando inhabilitado, por lo tanto, para ocupar la curul constituyente;
que apela para la comprobación de estas aserciones al dicho de los diputados por el
resto del Estado de Puebla; que el expediente en que estaban los documentos justifi-
cativos de su elección, fue robado por dos desconocidos al conductor del mismo, sos-
pechando que el C. Martínez, por ser el favorecido con el hecho delictuoso, no fuese
ajeno al mismo.
~'Esta Sección de Comisión, sólo considera pertinente ocuparse de los hechos
denunciados, que pueden ser motivo de aplicaciól'l de ~la ley, y, por tal causa, estima
procedente apreciar tan sólo estos tres hechos: primero: instalación de una Junta
Computadora de votos en el pueblo de Tlacotepec, e instalación de otra en el de Te-
peji; segundo: haber servido el señor Epigmenio A. Martínez al zapatismo, que es
una facción hostil a la causa del constitucionalismoj y tercero: haber estado la muni-
cipalidad de Tepeji en poder del enemigo cinco días antes del de las elecciones.
277
HEl respectivo decreto de la Primera Jefatura convocando a elecciones de diputa-
dos constituyentes, determinó que las juntas computadoras deberían establecerse en
las cabeceras de los distritos electorales, instituidas de acuerdo con las leyes preexis-
tentes, las que, a no dudar en el caso que nos ocupa, señalaban el pueblo de Tepeji
como cabecera del 99 distrito electoral de Puebla.
¡jEl reclamante Jiménez O'Farrill afirma que esta cabecera de distrito fue cam-
biada al pueblo de Tlacotepec por una disposición del Gobierno del Estado de Puebla,
y así lo acredita con un certificado expedido por el profesor Juan Ramírez Ramos,
oficial mayor del Departamento de Gobernación y Seguridad Pública del citado Esta-
do de Puebla.
HDebe, pues, estimarse como un hecho cierto que el instalarse la Mesa en este
último pueblo, fue debido a un acuerdo del referido Gobierno. Mas esta Sección de
Comisión no puede en tal caso considerar como ilegal la Mesa instalada en Tepeji,
ni mucho menos declarar nulos los actos allí verificados ni los votos que en la Mesa
fueron recontados, pues si es verdad que por disposición del Gobierno del Estado la
otra Junta fue instalada en Tlacotepec, tal disposición no puede derogar los efectos
del decreto respectivo de la Primera Jefatura que, por asumir los tres poderes de la
Federación, es inconcuso que tiene incuestionable supremacía sobre las disposiciones
económicas del Gobierno del Estado de Puebla. Este decreto de la Primera Jefatura
fijó el pueblo de Tepeji como lugar en que debería reunirse la Junta Computadora
de votos del 99 distrito electoral de Puebla. Por 10 tanto, deben considerarse como
válidos los actos allí ejecutados. Por otra parte, el hecho denunciado de que se trata,
no puede ser motivo de nulidad, puesto que no está comprendido en ninguno de los
incisos que constituye el artículo 50 de la Ley Electoral del 19 de septiembre último,
de la Primera Jefatura. Por cuanto al segundo punto, y dado que el impugnante Ji-
ménez O'Farrill en manera alguna prueba el hecho de que el señor Epigmenio Mar-
tínez hubiese servido al zapatismo cuando éste era hostil al constitucionalismo, no es
posible aplicar en el presente caso la sanción que establece el artículo 49 de la ex-
presada ley de convocatorias a elecciones, tanto más cuanto que los ciudadanos dipu-
tados por Puebla, coronel Porfirio del Castillo y David Pastrana J aimes, informaron
a esta Sección no constarles que el C. coronel Epigmenio A. Martínez hubiese ser-
vido al zapatismo. Por lo que toca al hecho de que los pueblos que sufragaron hubie-
sen estado substraídos de la obediencia del constitucionalismo cinco días antes de la
fecha de la elección, hecho que el señor Jiménez O'Farrill acreditó con un certificado
de la Comandancia Militar del Estado de Puebla, tampoco por este m'otivo puede
declararse la nulidad de los sufragios emitidos en dichos lugares, pues no está com-
prendido en ninguno de los incisos del expresado artículo 50 de la referida Ley Elec-
toral.
upar todo lo expuesto, la Sección de Comisión que subscribe, se permite sujetar
a la alta consideración de esta honorable Asamblea, las proposiciones que siguen:
~'Primera. No ha lugar a la solicitud presentada por el señor Federico Jiménez
O'Farrill.
"Segunda: Es buena la elección de diputado propietario de este Congreso Cons-
tituyente por el 99 distrito de Puebla, hecha a favor del C. coronel Epigmenio A.
Martínez.
"Tercera. Es buena la elección de diputado suplente de este Congreso Constitu-
yente, por el 99 distrito de Puebla, hecha a favor del C. doctor Anac1eto Merino.
"Querétaro, a 23 de noviembre de 1916. -Luis T. Navarro, presidente.-Crisó-
foro Rivera Cabrera.-F. Castaños."
Este es el dictamen que está a discusión. Pueden pasar a inscribirse los ciudada-
nos que deseen hacer uso de la palabra· en pro o en contra.
278
-El C. Jiménez O'Farrill: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Jiménez Q'Farrill.
-El C. Jiménez O'Farrill: Señores diputados: Ocupo esta tribuna con el derecho
que me concede haber presentado una credencial. Este caso especial, el único que se
presenta ante vuestras señorías, me va "a ocupar un momento, a mi pesar, para ex-
plicar a ustedes estos hechos: solicito antes que la Comisión me facilite el documento
que yo le he facilitado para que le dé lectura, con un documento que necesito poner
en conocimiento de ustedes.
Pues bien, señores diputados, para que ustedes se compenetren de cómo se veri-
ficaron las elecciones en el 99 distrito electoral del Estado de Puebla, voy a decir a
ustedes cuál era la situación política de ese distrito. El 99 distrito electoral de Puebla
lo comprenden las municipalidades pertenecientes al distrito de Tepeji, Tecamachalco
y Molcajac. Actualmente en el Estado de Puebla las comunicaciones son sumamente
difíciles, porque el zapatismo ocupaba y, ocupa muchos de esos lugares; había que
hacer dos recorridos, uno pÓr el lado del distrito de Tecamachalco, parte de Molcajac
y Tehuacán y otro, dar una vuelta para llegar a la población de Tepeji. Las eleccio-
nes se verificaron el 22 de octubre y cualquiera de ustedes, para preparar su elec-
ción, lo menos unos diez días antes deben haber tomado nota de a qué lugares iban
a hacer su ~paganda. Eso hice yo y me encontré con datos oficiales confirmados
por todas las autoridades civiles y militares, que el distrito de Tepeji estaba en poder
de los zapatistas. Entonces hice mi lista y dije: ¿ cuáles son las municipalidades adon-
de voy a trabajar? las que no estén en poder de los zapatistas j y me fui a trabajar
por todo ese rumbo, sin llegar a Tepeji. ~n estas condiciones, el partido liberal, que
fue quien me postuló en Puebla, se dirigió al gobernador del Estado y le dijo:
La cabecera del 99 distrito electoral está en poder de los zapatistas, ¿ qué hacemos?"
y el Gobierno dijo: "Queda Tepeji substraído, para que se reúna allí la Junta Com-
,putadora de votos, y se determina que la villa de Tlacotepec sea el lugar donde se
reúnan esas juntas". Voy a probar después que el Gobierno sí tiene facultades para
designar el lugar donde se debe reunir la Junta Computadora. Para empezar, voy
a hacer algo de historia: los puntos en que se funda el oficio que dirigí a la Comi-
sión, se refieren a la personalidad política de mi contrincante, y otros se dirigen a
los medios de que echó mano para hacer su elección. . Efectivamente, el señor Mar-
tínez, se presentó en la ciudad de Puebla por aquellos díasj como por ellO, se pre-
sentó ante el gobernador y le dijo:
"Yo no pienso lanzar mi candidatura, nada más me ofrezco a llevar las boletas;"
y el Gobierno dijo que, en virtud de que el señor Martínez iba a esos rumbos, que
llevara las boletas, y le dio las boletas de Tlacotepec y Tepeji. Se presentó en el par-
tido liberal y le expresó al señor Porifirio del Castillo que llevaba las boletas de los
distritos de Tepeji y' Tlacotepec para entregarlas a los diferentes municipios y le
volvió a expresar al señor Porfirio del Castillo: "Yo no pienso lanzar mi candida-
tura." ¿ Es cierto o no, señor Porfirio del Castillo 1
-El C. Del Castillo: Es cierto.
-El C. Jiménez O'Farrill: Es cierto; luego el señor Martínez mintió al Gobierno
de Puebla y al Partido Liberal diciendo que, aprovechando su viaje para esos dis-
tritos, se le permitiera llevar las boletas: primer punto comprobado; no afecta a la
legalidad de la elección, sino a la personalidad moral del señor Martínez.
Dice así el segundo punto condensado en mi escrito: "Antes de la fecha veri-
ficativa de las elecciones· era materialmente imposible que, en los distritos por los
cuales él viene con votos, hubiera elecciones."
Señores diputados, ¿ como creen ustedes posible que haya elecciones en pueblos
que están en poder de los zapatistas? No era posible .que hubiese elecciones en ese
279
distrito y una disposición posterior lo va a probar. El punto tercero dice: "El único
lugar 'autorizado para la reunión de las juntas computadoras fue Tlacot~pec, de
donde fue expedida mi credencial." Vuelvo a mi tesis. El Gobierno, más bien el de-
creto expedido por el Primer Jefe convocando a elecciones para diputados, no podía,
naturalmente, fijar los lugares en que se habían de verificar las elecciones, es decir,
donde debían de reunirse las juntas computadoras, sino dijo: uEn las cabeceras de
los distritos electorales;" pero supongan ustedes que al gobernador o secretario ge-
neral de Gobierno se le dirija un partido; que se le dirija el mismo que se postula
y le diga: Tepeji está en poder de los zapatistas, ¿ dónde nos reunimos? ¿ dónde se
reúnen las juntas computadoras del distrito? Y entonces el Gobierno del Estado de
Puebla hizo un estudio de las cabeceras de esas municipalidades y concluyó que Tla-
cotepec era el único punto posible para que se reunieran los presidentes de los de-
más colegios electorales; la prueba: "República Mexicana.-Comandancia Militar.-
Puebla.-Número 6,367.-Esta Comandancia Militar certifica: que la plaza de Te-
peji estuvo en poder del enemigo hasta el día 17 del mes de octubre próximo pasado,
no habiendo ejercido antes de ese tiempo ninguna jurisdicción militar ni civil en la
plaza antes dicha.-Constitución y Reformas.-Puebla de Zaragoza, a 15 de noviem-
bre de 1916.-P. O. general comandante militar del Estado, el coronel secretario,
L. Horcasitas." Luego este documento prueba, señores, que no era posU>le que se ve-
rificaran elecciones en Tepeji porque Tepeji estaba substraído a la acción del Gobierno,
y entonces, naturalmente, estaba substraído a la acción de los militares constitucio-
nalistas, como lo es el señor Martínez; por esta razón y como se certifica aquí, el
Gobierno dispuso que se instalara la Junta Computadora del 99 distrito electoral en
Tlacotepec, y de ahí vino mi credencial. Ahí mismo ,el Gobierno -fíjense ustedes que
el Gobierno- fue quien avisó a todos los municipios que los expedientes, es decir,
que todas las actas que se levanten y todos los expedientes de casillas, como lo
ordena el respectivo decreto, fueran a Tlacotepec y fueron a Tlacotepec; así lo dice
el certificado.
Aquí está la prueba, señores, de que Tepeji y sus alrededores estaban substraídos
a la acción del Gobierno; esto pasaba el día 17 y tengo noticias de que ese mismo
día en la noche llegaron las fuerzas a esa plaza. ¿ Creen ustedes posible que en cua-
tro días el señor Martínez hubiera hecho su propaganda, se hubieran hecho los padro-
nes y se hubieran hecho legalmente las elecciones? (Voces: ¡No! ¡No! ¡No!) Si us-
tedes conocieran esa región, todavía llegarían al convencimiento de que las fuerzas
llegaron hasta ese punto, hasta Tepeji; pero que no fueron a las demás municipali-
dades, porque los zapatistas, al irse de Tepeji, se fueron al siguiente pueblo, como
acostumbran ellos y así pasó; así es que el señor Martínez nada más estuvo en Tepeji
y para su empresa se fue a campo zapatista, como lo voy a probar. Dice el cuarto
punto: "El coronel Martínez trabajó ayudado del clero y apoyado por el mismo,
según declaraciones del propio señor Martínez, escritas." Existen aquí dos cartas es-
critas de puño y letra del señor Martínez.
-El C. Martínez Epigmenio A., interrumpiendo: No son mías, sino escritas por
un secretario mío.
-El C. Jiménez O'FarriH: No sabía que tuviera usted secretario; pero ¿la firma
es de usted?
-El C. Martínez Epigmenio A.: Sí, sí, es mía.
~El C. Jiménez O'Farrill: Debo decir a ustedes que el día 22 de octubre no
hubo tráfico, ni el viernes, ni el sábado, ni el domingo; sin embargo, nos encontra-
mos en Puebla, al señor coronel Navarro, que tenía que ir a Tecamachalco; al se-
ñor coronel Alatriste, contrincante del sefíor Rosales, que tenía que ir a Tepeaca, y
no sé quiénes más. N o había tráfico, yo tenía unos buenos amigos en Puebla y me
280
facilitaron una máquina, y entonces nos fuimos a má.quina desde muy temprano
para llegar a los lugares adonde debía ir: pasé a Tepeaca, donde 'debía quedarse
el coronel Alatriste; yo me seguí a Tlacotepec; allí hay que tomar un cochecito ha~
ciéndose dos o tres horas para llegar a Tecamachalco; pasé a Tochtepec, un punto
perteneciente a mi distrito electoral, y figúrense ustedes, ahí me encontré al señor
cura yendo de casilla en casilla, vigiland" que se efectuaran las elecciones y acon-
sejando muy liberalmente a los votantes. 'Pues bien, ahora viene aquí la comproba-
ción de que el señor cura estaba de acuerdo con el señor Martínez. Las cartas finnadas
por el señor Martínez dicen, así: "Moleaxac, 15 de octúbre de 1916.-Ciudadano pre-
sidente de Tochtepec.-Suplicándole no haga aprecio de mi brusco atrevimiento al
dirigirme a usted, le agradecería en sumo grado ponga todas sus energías par,a ob-
tener el resultado que me propongo en las próximas elecciones, que tendrán ven-
ficativo el 22 del que cursa, en las que deseo me ayude haciendo uso de cuantos
medios disponga a fin de que como diputado propietario salga electo el señor Epig-
menio A. Martínez, y para suplente el señor doctor Anacleto Merino, en cuyo caso
remito a usted, por conducto del señor cura Aguilar, las boletas en las que pondrán
los nombres los señores que voten por los candidatos que le indico. Ateniéndome a
su muy conocida y fina bondad, creo tendrá éxito mi petición, por lo que por ahora
me subscribo en Tepeji de las Sedas, después de darle mis más expresivas gracias,
como su servidor y amigo que le desea prosperidad.-E. A. Martinez."
HMolcaxac, 16 de octubre de 1916.-Ciudadano secretario, Tochtepec.-Estimado
señor y fino amigo; me es muy grato dirigirme a usted por medio de esta misiva
en la que le envio mis más cordiales saludos y a la vez pormenores de una acción
electoral en que me hará usted favor de ser el principal factor, pues deseo que en
las elecciones que se verificarán el 22 del corriente procure usted hasta donde su
esfera se lo permita, que el pueblo de Tochtepec que tiene que votar en Tepeji vote
por el señor Epigmenio A. Martínez como diputado propietario, y para suplente por
el señor doctor Anacleto Merino; para el efecto, por conducto del señor cura Aguilar,
remito a usted las boletas en las que los ciudadanos pondrán el nombre de los se-
ñores que le indico. Como creo hará aprecio de mi súplica, me apresuro a, darle mis
más cumplidas gracias, poniéndome a sus órdenes en cuanto le pueda ser útil, que
lo haré sinceramente, despidiéndome de usted y quedando. como hasta la fecha su
servidor y amigo en Tepeji de. las Sedas.-E. A. Martínez."
Estas cartas, como les digo a ustedes, firmadas por el señor Martínez, atesti-
guan que, de acuerdo con el señor cura Aguilar mandó las boletas y que el señor
cura Aguilar fue sorprendido ahí en Tochtepec vigilando las elecciones, y no se
hubiera perdido el expediente; pero por eso vaya explicar a ustedes por' qué se per-
dió, porque en el expediente constaba el acta que el señor cura Aguilar -que dicen
es pariente' del cabecilla Aguilar- puso en el expediente, que constaba que se había
sorprendido al señor Aguilar haciendo las elecciones.
Mi afirmación quinta dice: "La mayor parte de los votos del señor Martínez
vienen de lugares ocupados en ese tiempo por los zapatistas." El cura de quien se
habla, como encargado de la credencial, es de los que han estado vigilados por con-
siderarlos partidarios de Higinio Aguilar. Me alegro que el señor Verástegui, que
fue secretario de Gobiemo del Estado de Puebla, aclare este punto. Eso ya lo probé,
¿ por qué? porque sencillamente, estando el 18 de octubre el señor Martínez por pri-
mera vez en Tepeaca y trayendo él sus boletas de todos los puntos alrededor de
Tepeji y de las otras municipalidades, era imposible absolutamente que el señor Mar-
tínez hubiese ido legalmente a ese punto a hacer sus elecciones. ¿ Cómo las hizo'1 Lo
voy a decir a ustedes. Me atengo al testimonio del señor coronel Porfirio del Castillo,
que debe saberlo, que el señor Martínez tuvo una entrevista con Domingo Arenas; esa
281
entrevista, naturalmente, que no fue para las elecciones, fue, me parece, acompañando
al señor general Medina para algunos tratados que se están llevando a efecto con
ese zapatista, pues aprovechando esa circunstancia, yo .tengo noticia dE' que el señor
Martínez, antiguo amigo suyo, como lo voy a probar después, le habló al señor Do-
mingo Arenas -porque habréis de saber que el señor Martínez fue zapatista- y
le dijo: -Vaya lanzar mi candidatura por el 99 distrito electoral. -No tengáis cui-
dado -le contestó-, y le dio una carta y esa carta la mandó el señor Martínez a
los demás pueblos zapatistas y por eso trae :votos de pueblos dominados por zapa-
tistas. Eso lo declaró ante el señor Porfirió del Castillo el mismo señor Martínez: lo
ha platicado al señor . Porfirio del Castillo. (Dirigiéndose al C. Epigmenio Martínez):
¿ Es cierto que lo platicó usted al señor Porfirio del Castillo?
-El C. Martínez Epigmenio A.: Que fui a ver a Domingo Arenas, sí, señor; que
fui zapatista, ya le diré a la Asamblea que fui zapatista, pero cuando era necesario
ser zapatista.
-El C. Jiménez O'Farrill: Tal vez no lo pruebe.
Hasta el señor Martínez se puso de acuerdo con el enemigo -llamo enemigo al
zapatista Domingo Arenas- en sus trabajos y trae compromisos contraídos con el
clero para votar en contra de la ley del divorcio. Esto parece un detalle, ¿ verdad?
pero no, pues tiene gran significación, señores, porque si vamos a reunir en esta
Cámara a personas que estén comprometidas contra las reformas de la revolución,
este Congreso no llenaría los fines a que está convocado y el señor Martínez me ha
declarado a mí que vendrá a votar en contra de la ley del divorcio. A mí me lo ha
dicho usted, señor. No lo recuerda; pero lo recuerdan el señor Porfirio del Castillo
y el señor De la Barrera y a mí me 10 ha dicho usted. Yo oí al señor Martínez, y si
el señor Porfirio del Castillo fuera tan bondadoso, daría cuenta de una entrevista
que tuvo con el señor Martínez, en donde le explicó él sus teorías, di.ciendo que la
ley del divorcio era la iniquidad más grande de la revolución. (Siseos.) ¿Por qué?
Porque trae compromisos con el cura Aguilar para votar contra esta ley y para que
se dijese que en el Congreso Constituyente, uno de los representantes del Partido
Católico había votado en contra de la ley del divorcio. Séptimo: HEl señor Martínez
ayudó eficazmente a una facción enemiga del constitucionalismo, por lo que no puede
ser diputado." A esto me refiero, a que fue zapatista, y ¿por qué fue zapatista y
cuándo? Yo afirmo que fue zapatista y sé que el -zapatismo ha sido siempre enemigo
de la revolución. (Siseos. Voces: ¡No! ¡No!) No, señores, naturalmente que no en
1911, cuando se suponía que el zapatismo era una revolución con ideas libertarias;
pero hoy, posteriormente, se ha comprobado, yeso lo digo yo en voz alta, que el
zapatismo no ha tenido más que directores intelectuales con ideas bastardas; que
sencillamente desde el principio ha sido un rebaño, que ha sido manejado por un
Díaz Soto y Gama que, aprovechándose de tantos miles de indios del Estado de Mo-
relos, los ha estado manejando en provecho de sus ideas políticas. Y viene el último
caso, sobre el que llamo mucho la atención de la Asamblea: pasó el día 22, se veri~
ficaron las elecciones, regresé a Puebla el 24 y el 25; sabiendo que el Gobierno había
fijado la villa de Tlacotepec para que se reunieran las juntas computadoras, me tras-
ladé a Tlacotepec, fui con un representante del partido liberal el 25 de octubre, día
en que se reunieron las juntas computadoras; ese mismo día se reunieron las demás
juntas de los otros distritos electorales en Tlacotepec, menos de los que estaban
en poder del zapatismo.
Se reunieron las juntas computadoras, a lo cual asistió un representante del
partido liberal; después que se verificó la reunión, el día 27 me fui para Puebla, y
pasó un día y pasaron varios y no llegaban ni mi credencial ni el expediente al Go-
bierno; mandé un enviado, y el enviado me trajo la credencial, y sabiendo yo todos
282
los procedimientos de que se valía el señor Martínez. pedí que se legalizara con la
firma del presidente municipal y la firma del gobernador. Me llegó la credencial, ya
la tenía en el bolsillo, y entonces escribí a Tlacotepec preguntando por qué no man-
-daban al Gobierno ~l expediente. Voy a tenninar ya; pero es bueno que sepan ustedes
-esto último: el enviado salió de Tlacotepec, que dista como unos cuatro kilómetros;
llevaba el expediente en sus manos, llevaba también el acta --ésta la llevaba en
la bolsa-, llevaba dinero en plata; pues bien; fue asaltado por dos desco~ocidos
vestidos de paisanos, declarando que uno de ellos llevaba abrigo. Yo digo a ustedes
honradamente: ¿ quién pudo ser el interesado en que se perdiera el expediente?
¿ quién podía ser el único que tenía interés de que no llegara al Congreso, porque
.allí constában las irregularidades cometidas en Tlacotepec por Aguilar y por Martí-
nez? En ese expediente venían muchas actas levantadas en contra de, los actos del
señor Martínez; esa prueba sencillamente la dejo a la consideración moral de la
Asamblea~ Un señor Palacios, que radica en Tlacotepec. me escribió comunicándome
lo sucedido. Después he comprobado que parece que el señor Martínez no estaba en
.connivencia, porque nQ había más que dos cosas: o se había sobornado al enviado,
() se le había asaltado efectivamente. Viene la credencial del señor Martinez con mil
y ta~tos votos, esto me lo dice un honrado hombre que vive en Tochtepec y no creo
que mienta, dada la circunstancia de que todos esos pueblos estaban en poder de los
'Zapatistas.
Pues bien, señores diputados j he terminado de afirmar y de probar las propo-
siciones en que fundo mi escrito y ahora solamente me queda decirles: lo que objeta
la Comisi6n -y hay que tener presente que forma parte de ella el señor Rivera Ca-
brera o Camarena... no sé c6mo se llama-, de que el Gobierno del Estado de Puebla
no tenía facultades para cambiar el lugar donde debía reunirse la Junta Computado-
'1'a de votos, no tiene razón de ser. pues sí tenía facultades, toda vez, señores, que la
~abecera del distrito está en poder de los zapatistas y todavía el día 15 estaba
ocupado el pueblo por los zapatistas. Viendo esas dificultades, me dirigí al Gobierno
del Estado, y el Gobierno declaró -no lo orden6- a los presidentes de las juntas
'Computadoras de todos los municipios del distrito electoral, que se reunieran en Tla-
(!otepec; yo no lo sabía; me fui al telégrafo y le puse un telegrama al secretario de
Gobierno, preguntándole si por fin el Gobierno había determinado en qué lugar se
reunirían las juntas computadoras, y el Gobierno me contest6 por telegrama. Desde
hoy deseo dejar impresionada a la Asamblea sobre este punto, porque el señor Rivera
Cabrera me va a atacar diciéndome que no tenía derecho el Gobierno para cambiar
el lugar donde debían de reunirse las juntas computadoras; pero en los Estados, se-
ñores, los gobernadores dicen: use verificarán las elecciones conforme a la división
territorial", y así en Puebla, por ejemplo, el Gobierno designó que los municipios ci-
tados al principio fonnaran el 9Q distrito electoral, y esa misma ley, que había fijado
para que se reunieran las juntas computadoras, con ese mismo derecho es a quien
competía únicamente decir que las juntas computadoras se reunieran en Tlacotepec;
pero, señores, ya vino mi credencial y traigo muy pocos votos.
El C. Martínez Epigmenio A., interrumpiendo: ¡Trescientos cuarenta y cuatro!
~EI C. Jiménez O'Farrill: Y miren qué cosa tan curiosa: ¡el señor MarUnez
sabe cuántos votos traje, y no lo sé yo señores! ¿ Cómo sabe el señor Marlínez cuán~
tos votos traje, si el Gobierno lo ignora, si lo ignoro yo? ¿ Será esto porque el ex-
pediente electoral está en poder del s'eñor Marlínez? Yo no tengo más comprobante
que una carta en que se me dice: "salió usted con más de cuatrocientos cincuenta
votos", y el señor Martínez se para y me dice: Utiene usted ... , ¿cuántos dice usted?
Pues allí tienen ustedes, señores: I yo no sabía cuántos votos tenía y el señor Mar-
tínez lo sabe!
283
Señores diputados: A la justificación de vuestra conciencia dejo este caso. He
sacado a colación algunos procedimientos y antecedentes morales del señor Martí-
nez, sus compromisos con el clero para votar en contra de la Ley del Divorcio, para
que conozcáis su personalidad moral, su personalidad política, y porque en las elec-
ciones, de una manera enteramente legal, soy el representante del 99 distrito elec-
toral del Estado de Puebla.
-El C. Martínez Epigmenio A.: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano MartÍnez.
-El C. Martínez Epigmenio A.: Señores diputados: Aquí tenéis a la sangre in-
dígena, aquella sangre noble que no se arredra ante el peligro; aquí tenéis a esa
sangre que aun cuando sea en contra de ella misma, siempre va luchando tras de un
ideal, que es la justicia. La justicia ante todo y antes que todo; eso tS lo que veng(}
a pedir.
N o voy a lanzar insultos a mi contrincante, porque es una persona más inte-
ligente, porque así lo reconozco y porque el cerebro de él es superior al mio; no
soy culpable yo de eso, la naturaleza en ese caso será culpable, pero sí debo advertiros
que el indio mexicano, el natal indio, aquel que tiene todas las fuerzas de la raza
de las naciones orientales, que es de donde parece que procedemos, aquí lo tenéis
estampado y ese nunca dice mentira.
Vaya hacer por delante mi filiación política, mi filiación política, que ustedes
tal vez no la conocen, pero que muchos de ustedes en todos los ámbitos de la Re-
pública quizá han oído mi nombre, el nombre de Epigmenío Martínez, la figura tan
raquítica, tan humilde, tan miserable, si es posible, ante la naturaleza; pero esta
figura si no encierra un valor, sí encierra dignidad honrada. No vengo a hablar de
memoria, tengo la satisfacción de pertenecer a las huestes de Aquiles Serdán, ser
de los primeros hombres que cuando se necesitó hablar con palabra clara y franca
al pueblo, lo hicimos; tengo la honra de pertenecer a esos hombres de como vulgar-
mente se dice, cuando se necesitaban calzones, cuando se necesitaba nervio, de cuan-
do nos titulaban locos; de esa época soy yo. Aquí tenéis al honorable general Heri-
berta Jara, pues él se levantó en Tehuacán por seguir nuestros ideales, que nosotros
habíamos empezado el 18 de noviembre de 1910; aquí tenéis al zapatista. Aquí te-
néis al señor general Pesqueira, que también me conoce; aquí tenéis al señor coronel
Porfirio del Castillo y tenéis aquí a todos esos señores que el mismo contrincante
mío ha señalado, que digan si soy conocido por el Sur del Estado de Puebla y si
acaso el señor mi contrincante es conocido en los distritos del Sur; pues bien, vamos
allá; yo derramé mi sangre el 18 de noviembre de 1910, proclamando la bendita
democracia, de quien fue apóstol al lado del señor Francisco I. Madero, el héroe Aquiles
Serdán. Interrogad al hoy general Francisco Cosía Robelo, que creo el señor Pa-
lavicini no me negará que en aquella época los hilos de la revolución los tenía el
señor general Cosío Robelo, que cayó prisionero el 14 de noviembre de 1910, y que
nosotros caímos por esa misma causa, pues le encontraron documentos y por eso
supieron nuestro levantamiento de Puebla. El 20, que era cuando' teníamos que dar
el golpe, debía de ser domingo, y ese mismo día lo debían de dar en todas partes
de la República. Dice el señor que yo tengo fiUación política sumamente mala, que
soy un zapatista, que soy un todo; no lo niego, fui zapatista porque fui maderista,
y al triunfo de don Frdncisco J. Madero volví de nuevo al colegio. Como el señor
Madero, desgraciadamente, fue asesinado como lo saben todos -y como consecuencia
del triunfo de aquella causa es lo que estamos defendiendo ahora- a mí se me
persiguió en el tiempo de Huerta, y ¿ dónde querían ustedes que yo fuera a refu-
giarme? ¿ Podía yo ir al Norte, donde no me conocía ninguna persona? Además,
carecíamos de elementos; esto lo sabe el señor licenciado Cañete, que defendió mi
284
causa .cuando yo estaba encerrado en las mazmorras de la penitenciaría de Puebla,
donde se me daba como alimento la mitad de la ración, y si la ración no era sufi-
ciente para vivir, ¿ qué sería media raclón que me daban a mí '! Por eso fui zapatista
y por eso también yo quise que mi contrincante hablara primero. Estuve en las filas
de Zapata al lado del señor general Lorenzo -Vásquez, en MoreIos, y en algunas otras
partes del Estado de Guerrero con el general Encarnación Díaz, todo el tiempo que
duró el Gobierno de Huerta. Como yo he sido un hombre netamente trabajador, tan
luego que ví las complicaciones entre Zapata, que no quiso reconocer los ofrecimien-
tos que le hacía don Venustiano Carranza en agosto de 1914, entonces me retiré a
un pueblito cercano a Tepeaca. y de allí me fui a Veracruz. Estando la división de la
Convención en lo más formidable, fui a trabajar por la rendición del hoy general
Ricardo Reyes Márquez; aquí está el señor general Pesqueira. que en esa época era
subsecretario de Guerra, quien puede dar fe de si es cierto, señores. Mirando mi
actitud, el Primer Jefe me nombró coronel del Ejército Constitucionalista, al que
tengo el honor de pertenecer, y desde esa época a esta parte he luchado como muy
pocos luchan y he tenido la gloria de ir a la vanguardia a atacar a Higinio Aguilar,
como lo puede comprobar el señor diputado José Rivera, que militamos en la bri-
gada del general don Pedro Villaseñor, y puede decir si- no lo acompañé a varios
combates por allí por los volcanes. No necesitaba yo de hacer 'una gran propaganda
de uno o tres meses. ¿ Por qué'! Porque como zapatista me rocé con los pueblos y
como revolucionario me rocé hasta con las piedras. ¿ Por qué, pues, no me van a co-
nocer aquellos pueblos '/ ¿ Por qué no me van a votar unánimemente si el señor Del
CastillQ le desconfió al voto de sus conterráneos'/ Porque el señor Del Castillo ha
tenido seguramente en otra parte roce con el pueblo ¿ Qué por el simple hecho de que
el señor Del Castillo fue votado por otros rumbos, lo voy a condenar a que necesitó
de mucho tiempo para hacer su propaganda'/ No, señor, porque por otros rumbos
del Estado lo conocen y lo quieren. Así, pues, no tenía yo por qué hacer mi propagan-
da tan tardía. Algunos de mis. amigos me invital,'on a que aceptara la candidatura
para diputado, y me llena de alto orgullo que no necesité del Gobierno local de Pue-
bla, no necesité del partido liberal, ¿ por qué? porque sabía yo perfectamente bien
que tenía la confianza de mis conciudadanos. Creo que con esto ya quedan ustedes
convenddos de mi labor zapatistil.
Pasando a otro punto, dice el señor que yo le había ofrecido al Gobierno que no
lanzaría mi candidatura; si él mismo lo confiesa, eso quería decir que ya sabía que
yo iba a lanzar mi candidatura o por lo menos la había aceptado. ¿ Por qué, pues, le
voy a pedir limosna a un Gobierno'! (Aplausos.) ¿Por qué, pues, le voy a pedir apoyo
a una agrupación cuando mis ideas ha:n sido netamente independientes. cuando mis
ideas han luchado por la independencia de México? N o necesitaba yo de ir a bajar
la ce'l'viz-para decirle: ¡hombre, quiero yo ese lugar, quiero subir, porque, hombre, a
ver si me hacen el favor de que me suban, porque yo no puedo subir! Porque creo
yo que si tantito audaz fuera aquel Gobierno, no hubiera mandado al señor mi con-
trincante a exponerlo a esto, porque vamos a llegar a que voy a desenmascarar a
los gobiernos. (Aplausos.) Hemos luchado, precisamente hemos derramado desde 1910
a esta parte, mucha sangre, ¿ para qué'! para el sufragio efectivo o para el voto
libre. Tenemos allí una ley que dice: los pueblos son libres, los municipios son libres.
¿ Qué clase de municipios libres me dan, si los mismos gobiernos de ciertos Estados
ponen a quienes se les antoja'! Y.. no quiero decir más, porque habemos muchos.
(Aplausos.) habemos muchos diputados que no hemos conocido nuestros distritos
sino hasta el día de las elecciones, como mi contrincante; él mismo lo confesó que
dispone de máquina y yo no dispongo de nada, lo cual quiere decir que él tiene una
posición encumbrada y yo la tengo muy humilde, a la que me honro en pertenecer.
285
El dispuso de una máquina para ir el día de la elección, como él mismo lo dijo que
estuvo el día de la elección en Tlacotepec, en que estuvo a hacer el chanchullo, la
consigna del Gobierno del Estado de Puebla, mientras el desgraciado de Martínez, ex-
poniendo la pelleja, se lanzó a los pueblos de Tepeji, mientras Martínez va a saludar,
a sus amigos y en el saludo a darles las gracias por el voto mucl~o antes ofrecido"
y como no tenía desconfianza en que no fuera a salir, por eso fui.
También el señor me dice que el Gobierno del Estado tiene facultades para des-
truir decretos, para destruir leyes. Eso yo creo que ningún cerebro de nosotros lo
concibe, no necesitamos ser ... ¡Palavicini! para entenderlo. (Aplausos. Risas.) No~
señor, las leyes no se destruyen sino por medio de otra ley dada por el Poder Le-
gislativo, que es quien las hace. ¿ Cómo, pues, ha dicho que el Poder Ejecutivo puede
destruir una ley? El decreto de convocatoria dijo: "los colegios electorales se forma-
rán en las cabeceras de distrito donde fueron en 1912 las elecciones para diputados.
al Congreso de la Unión", y creo que senadores, si mal no recuerdo. Luego no era el
Gobierno del Estado; pero dice, y en el mismo día 26 en que se formaba el colegio
electoral: pon tu colegio ahí.
¿ De qué facultades está investido el Gobierno del Estado, por muy grande y
muy poderoso que sea? Es cierto que estamos todavía en un período anormal, pero
el gran Carranza y los grandes hombres que lo rodean, los cerebros -porque no lo
vaya negar- los cerebros grandes como Palavicini, nunca podían hacer un absurdo-
semejante. (Risas.)
Podrán ustedes decir que hablo de memoria; pero no, señores, no hablo de ~e
maria; quiero que un señor secretario me haga favor de dar lectura a esta carta~
(La Secretaría le dio lectura.)
Como ustedes verán, que el mismo día 26 de octubre era el día fijado, jueves,.
en que debía reunirse el Colegio Electoral. Entonces el audaz gllbierno de Puebla le
dice a su representado, a su candidato: "pon tu Colegio Electoral en Tlacotepec".
Voy allá: Tlacotepec:r está en aquel rincón, Tepeji, cabecera del distrito, está en
este lugar donde estoy yo, y los demás pueblos que tenían que votar están en aquella
esquina, en la puerta. Dice también, creo que una ley o una disposición si mal no
recuerdo, que los colegios electorales deben formarse en el lugar más céntrico, en la
cabecera de distrito.. en la población de más importancia. El espíritu del legislador
fue éste: el lugar más céntrico para que pudieran concurrir todos los colegios elec-
torales. Por otra parte, el mismo señor Jiménez O'Farrill dice que esos lugares es-
tán un poco pesados, porque por allí no se puede andar, porque no hay automóviles
ni mucho menos hay tren, se necesitaría andar a caballo, le pega a uno el sol y
donde corre uno el peligro de muchos golpes. Como de Tepeji a Tlacotepec hay quince
leguas, deben suponer ustedes que al otro lado de Tepeji debe haber otras quince le-
guas. ¿ Es posible que en ese mismo día, jueves, hubieran podido los electores del
distrito de Tepeji concurrir a Tlacotepec? Treinta leguas en un camino quebrado,.
todos aquellos que han sido revolucionarios y que se han echado a cuestas leguas
de caminos, me podrán decir si es posible poderse andar en dos o tres horas. Otra
cosa necesitaba yo y necesitaban todos los pueblos de Tepeji: ser adivinos para que
en ese mismo día hubiéramos puesto un aeroplano para ir adonde estaba el Colegio
Electoral. (Risas.) Viene la cosa más peligrosa y la que me hace estremecer, según
el señor Jiménez: lo de las cartas, y no lo voy a dejar pasar como desapercibido.
He dicho bajo mi palabra de honor y bajo la palabra cierta de los indígenas, que
protesto decir verdad, y allá voy: en el pueblo de Molcaxac existía un señor padre
Aguilar, íntimo amigo mío. ¿ Por qué? dirán ustedes; ¿ comulgará con las ideas del
clero? No es esto, señores, es que una deuda se paga: este señor en una época, siendo
yo zapatista, caí en manos de los pelones y entonces este señor me salvó la vida; en
286
otra época este anciano, porque es un anciano -y no es pariente de Aguilar, hay
muchos Aguilar, aquí tenemos a nuestro general Aguilar que no puede ser pariente
de aquel Aguilar. (Aplausos. Bravos.)
Decía yo que en otra época llegó el constitucionalismo a~ Molcaxac, cogió al cura,
iba yo en esa columna y lo querían molestar -no voy a negar- y lo salvé, pagando
la deuda que le debía por haberme salvado. (Aplausos nutridos.) En ese concepto, de-
persona a persona y de hombre a hombre, cultivamos una estrecha amistad, pero
nada más; los sentimientos de él son muy distintos, no me importan, como los míos
~eguramente tampoco le importan a él. ' '
En ese concepto, yo recomendé al señor presidente, es decir, una vía más se-
gura, que es el curita de Tochtepec. Como ustedes deben de comprender que en todas
partes tengo amigos como político, ¿ por qué no pude recomendar -mi candidatura?
Era de justicia recomendarla a mis amigos, está dentro de la ley, no es injusto. Eso
de que el curita haya espiado las casillas electorales, no voy a decir a ustedes que
no pudo ser cierto o que pudo ser cierto; pudiera suceder que sí sea, pero yo no lo
creo tan tonto. Es un ardid del señor para ver si los ánimos de ustedes se voltea-
ban. (Risas.) Paso a otra cosa, que es el punto más culminante para él, el de que
yo me robé los expedientes. N o me robé los expedientes, porque no ha sido esa mi
misión, la de hacer chicanas. He sido un hombre honrado, por muy muchacho que
me vean, pero no soy muchacho, tengo treinta años, la raza indígena aparenta tener
muy poca edad. Todos mis actos no los podré explicar, pero me esf-orzaré por ha-
cerlo. Sabiendo yo que habían -formado un segundo Colegio Electoral en Tlacotepec,
legal o ilegal, porque ustedes lo deben estimar, entonces ocurrí a Tlacotepec a sacar
un certificado y allí en las paredes vi la declaratoria. Y lo gracioso está en esto:
que hubo una igualdad aritmética de 344 votos el propietario, señor Jiménez O'Fa-
rrill; 344 votos el' suplente del señor Jiménez O'Farrill; 52 votos el que habla y 52
votos el suplente del que habla; 1 voto de X y 1 voto del suplente de- X. Como en
Tepeji contaba con la voluntad del pueblo, dejé que libremente obraran mis conciu-
dadanos a su antojo y allí obtuve 1,777 votos, habiendo reñido las elecciones con doce.
Como ustedes deben comprender y creo que lo leyeron, ahí yo saqué 1,777 votos,
mi suplente mil ochocientos y tantos votos; desde luego hubo desigualdad; el señor
Jiménez O'Farrill que sin duda, no tuvo buena intención o no se qué, por una mu-
nicipalidad sacó 103 votos, y por el estilo; el señor general Medina sacó quién sabe
cuántos votos. Aquí tienen ustedes este a"yiso y verán si es cierto que estuvo pegado
en la pared, tiene goma y aquí tienen 344 votos, 52 votos y 1 voto; no es que yo me
haya robado el expediente. (Aplausos.)
Ha pasado esto: el hábil Gobierno del Estado de Puebla, y él también, que es
un poco hábil, más que el Gobierno del Estado, creyó oportuno no poner en evidencia
a un Gobierno que lo quiere imponer. Si llevo yo 344 votos y el otro lleva 1,777, es
ridículo; luego aquéllos, por mucho que hayan trabajado los curitas, no es posible
que hayan triunfado, porque primero están las armas y después los curitas. ¿ Ustedes
conciben un distrito electoral con 344 personas? Creo que no, señores, y legalmente
no será, ilegalmente sí será. Lo he visto, porque parece que hay en la ley, que debe
haber cierto número para cada representante, porque si no yo le junto a usted, sa-
liendo a la calle, unos cincuenta y tantos ciudadanos, que son otros tantos votos y
tengo un diputado. El Colegio Electoral no se reunió el 26, se reunió el 27; la cosa
estaba, a su antojo. Al señor Jiménez O'Farrill si mal no recuerdo, sí creo que
usted debe recordarlo, se le pasó esta palabra: yo estuve en las elecciones el 22 en
Tlacotepec, lo dijo aquí, luego ustedes creen qu~ ~stando allí habiendo llevado su
máquina, ¿ no se hubiera traído su expediente? Por muy grande que hubiera sido su
expediente, la máquina lo aguanta. Sin embargo, todavía al coronel Martínez en
287
el órgano del partido liberal le dicen, que él se robó el paquete y le dicen que si él
no contesta esos cargos que se le hace responsable de aquello por su silencio. Yo no
contesté porque así lo creí prudente; lo que querían los señores era sacarme materia
y los medios de defensa, ¿ saben ustedes cuáles son? la verdad y la justicia: esa es
mi defensa. En el Gobierno del Estado de Puebla, como ustedes deben comprender,
a los independientes así en esa forma les ponen muchas dificultades, porque desgra-
ciadamente el secretario es un recomendado, el escribiente es otro recomendado y yo
agradeceré a todos mis compañeros de armas que a nadie recomienden, que el hombre
que sepa ganar algo, que sea por sus propios esfuerzos, pero no por una recomenda-
ción, porque las recomendaciones nunca dan buen resultado. (Aplausos.) ¿ Creen us-
tedes que el Gobierno del Estado está tan pobre para darme como recibo un pedazo
de papel tan insignificante? (Mostró un papel.) No me firmó el oficial mayor, sino
una señorita que está aM, porque está plagado de faldas todo el Gobierno. (Aplau-
sos, Risas.) Habiendo exigido al que yo mandé para que hubiera entregado los do-
cumentos que vinieron, el sello a mí me importaba poco. Con eso creo que ustedes
quedarán convencidos por más que después vengan hombres que tengan tanto ce-
rebro como Palavicini.
Señor Palavicini: no vaya usted a creer que el nombre de usted lo tomo para
poder molestarlo, lo tomo sinceramente, porque le reconozco a usted el mérito de un
talento. (Aplausos.) Sin que por esto crea usted que yo lo adulo. (Aplausos. Risas.
Bravos.)
-Un C. secretario: ¿ Se considera sufi,cientemente diseutido? En votación eco-
nómica se pregunta si es de aprobarse la parte resolutiva del dictamen.
-El C. Jiménez O'Farrill: Pido lapalabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Q'Farrill.
-El C. Jiménez O'Farril: Señores diputados: yo siento que mis palabra,s no
tengan los chistes que las del señor Martínez, para que puedan encontrar eco más
fácilmente en el seno de la Asamblea, como una verdad. Yo vengo a hablarles, quizá
por última vez si no se aprueba mi credencial; ¡pero yo protesto bajo mi palabra de
honor que digo la verdad. Cumplo con un deber antes que nada, desmintiendo que el
Gobierno de Puebla haya tomado participación en mi elección; cumplo con un deber
de hombre honrado, con un deber de soldado, declarando que el gobernador del Es-
tado de Puebla y el secretario general de Gobierno no me prestaron absolutamente
ningún apoyo, como no se lo prestaron a ninguno·, porque si es eso, el señor De la
Fuente, el señor Cabrera, etcétera, todos los diputados por Puebla, la mayor parte de
ellos fueron postulados por el partido liberal; pero de ninguna manera vaya nue·stra
soberanía a creer que Cesáreo' Castro y Marciano González son capaces de dar una
consigna. Después de venir por los fueros del Gobierno de Puebla, vengo por los·
fueros de la verdad. Yo no he negado que el señor MaTtínez tenga muchos méritos
revolucionarios; claro que no; yo no quiero hacer un cuento, es decir, no quiero decir
mi labor política, porque sería cansar a ustedes; solamente asiento este hecho: yo no
tengo un solo centavo, absolutamente un solo centavo, ni paseo en automóvil, ni quiero
pasear, y el señor Martínez, si no tenía antes ni un centavo, hoy tiene hacienda; esa
hacienda quiero creer que haya sido obtenida por medios enteramente lícitos. Yo qui-
siera que estuviera el pueblo de Tepeji aquí, para que él dijera a ustedes la labor
del coronel Martínez en Tepeji. Yo daría gustoso todo el dinero que tengo, que no
es más que el que traigo en el bolsillo, y el señor Martínez todavía hace unos días
decía que, si no le aprobaba el Congreso su credencial, sería mejor para él, porque
podría ir a cuidar su cosecha. Yo tuve una máquina, ,señores, pero no como un apoyo
oficial, no; la máquina sencillamente la cedió bondadosamente, no a mí, sino al coronel
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Alatriste, el señor general Dávila, y yo fui en esa máquina, y fui, porque estaba in-
teresado en vigilar las elecciones.
Rectifico también otro hecho: no es cierto que el 22 de octubre hayan recibido
órdenes las juntas computadoras de que se reunieran; con mucha anterioridad el
Gobierno de Puebla habia ordenado que se reunieran las juntas computadoras en Tla-
cotepec; ¿ que yo estuve en el lugar de las elecciones? Es verdad, porque es obligación
de los candidatos, porque el candidato que no vaya al lugar de su elección, no es co-
nocido; estuve un momento, porque en ese día 22 recorrí varios pueblos.
Por otra parte, ¿cómo era'posible'que el 22 la Junta Computadora de Tlacotepec
pudiera haber terminado sus labores? Y vuelvo a repetir, todas las juntas computa-
doras con mucha anticipación -habían recibido la indicación del Gobierno de que se
debían reunir en Tlacotepec. Yo quisiera de veras tener el chiste que tuvo el señor
Martínez para su disc~rso, para que pudiera hacer más eco en vosotros, porque yo
creía, francamente, que el traer una constancia oficial y decir por mi boca la verdad,
sería bastante para convencer a ustedes, más que los chistes del .señor Martinez. El
señor Marlínez no destruyó ninguno de los ocho puntos que yo indiqué, y es más, al
empezar a decirlos afirmé que muchos eran solamente para dar a conocer a ustedes,
cómo se había hecho la elección del señor Martinez; pero los puntos capitales, los
puntos que el Congreso debe ver, los puntos legales, sin con.signa oficial, esos puntos
no los destruyó el señor MartÍnez. Si ustedes desean aprobar la credencial de él, per-
fectamente; pero tened en cuenta que lo que yo he dicho aquí, mis aserciones, probán-
dolas con documentos autorizados, no las ha destruido y digo a ustedes que la Junta
Computadora de Tlacotepec fue legítima y la Junta Computadora de Tlacotepec me
dio el triunfo; que ¿ por qué tengo 344 votos más 100 que acabo de saber? Porque
en esos pueblos no todos votan y además, en esos pueblos hay poca gente y en mu-
chas ocasiones los han dejado abandonados debido a·l zapatismo; por eso allí hubo
tan pocos votos a mi favor¡ pero en cambio, en Tepeji, hay 1,700 para el señor Marti-
nez, y no crean ustedes que por primera vez iba yo a eSos puntos, entre otros, del
Estado de Puebla, pues fui yo quien repartió terrenos por esos rumbos y por eso se
me conoce en todos esos pueblos j porque he ido pueblo tras pueblo, al sol y entre las
piedras, y he· estado más de un año en campaña activa, He ido a repartir las tierras,
porque fui nombr-ado por la Comisión Agraria, por eso mi nombre es conocido. Yo
desafío a cualquiera, al mismo ,señor Martínez, a que me diga qué tengo; no tengo,
señores, más que el dinero que gasto, porque antes, de estudiante, yo no gastaba
un solo centavo, sino que, con lo poco que trabajaba me ayudaba y desde entonces, de
estudiante, ya mis ideas eran libertarias y ya mis ideas estaban con la revolución, y
cuando el grupo de ustedes, el renovador de la Cámara de Diputados~ trataba de hacer
las refonnas libertarias, yo los fui a ver y les dije: "Señores, este grupo de estu-
diantes está con el grupo renovador." Pero hay más: hubo una asamblea de los libera-
les en México, y de esa asamblea revolucionaria salieron los estudiantes a la revolu-
ción con credenciales firmadas por mÍ. ¿Es verdad, seño!es? (Voces: ¡Sí! ¡Sí!) Mi
compañero -dirigiéndose a un ciudadano presunto diputado-- es uno de los que
partieron a la revolución con credencial firmada por mí; el señor Adolfo Cienfuegos
podría atestiguar quiénes partieron a la revolución con credenciales firmadas por
mí y salidas del centro revolucionario de estudiantes. Después, cuando' llegó el eiuda-
qano Primer Jefe a Veracruz, el mismo día que abandonó la ciudad de México, la
abandoné yo, y desde entonces, -señores, me encuentro en el campo de batalla, con
una hoja de servicios que no me da vergüenza exponer, y yo siento que estas verdades
no las pueda decir con chi.stes. (Aplausos.)
Deseo que la Asamblea, en su alta soberanía, piense, señores diputados, en un
momento solemne -que es para mí muy solemne-, porque hace mucho tiempo,
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desde que las reformas revolucionarias empezaban a germinar en el Gobierno de la
revolución, en Veracruz, platicando con el licenciado Frías y otras personas que per-
tenecían a la Legislación Social, ya discutía yo, 'en mi escasísima personalidad, esa
ley, esa labor revolucionaria, y deseo que en esta vez ustedes digan sinceramente
si mi -credencial es justa, pero basados en un criterio sereno, 'en un eriterio en el
que sólo la verdad sea la que ilumine, y verán que el Gobierno de Puebla tenía facultad
para decir que la Junta Computadora se verificara en Tlacotepec. ¿ Qué de allí traigo
menos votos que el señor Martínez? Es la verdad; pero la credencial de allí es la
legítima y yo reclamo de la seriedad de esta Cámara, reclamo de la honorabilidad de
la Cámara, reclamo de la justicia de la Cámara, que se fije que mi credencial es legí-
tima, que el Colegio Electoral legítimo es el de Tlacotepec, sencilla y únicamente, y
que de ese distrito electoral vino mi credencial, que aunque viene con menos votos,
viene legalmente hecha.
-El C. Martínez Epigmenio Á.: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Martínez Epigmenio Á.: N o vengo con la sonrisa en los labios, vengo
con s,eriedad, vengo a contestar al señor; no quiero que quede en el corazón de uste-
des que yo vine a decir chistes y que hablo de debilidad o de despecho.
Ustedes comprenderán que ,si yo tuviera hacienda, no usaría este traje que traigo,
porque todo indio que llega a ponerse a cierta posición se viste con lujo, si es posible
más que cualquier otra persona; ¿por qué? porque los dineros lo ciegan. Es cierto que
el señor mi suegro es dueño de hacienda; el señor licenciado Porfirio Covarrubias
-puede ser que alguno de ustedes 10 conozca- es dueño de la hacienda de Santa
Cruz Calera; es una gran hacienda, es una propiedad muy añeja que viene de herencia;
pero hay una gran distancia de que sea dueño de ella el señor mi suegro y que yo
sólo sea su hijo político; es muy probable que me toque alguna cierta eantidad, pero
eso no 10 he hecho en la revolución; eso fue una lotería que me saqué. (Risas. Aplausos.)
Por otra parte, y contestando los cargos que me hace mi señor compañero, puedo
decirle que mientras a mí me huelen las pestañas a pólvora, a él le huelen a paseo;
y no lo demuestro con palabras, con -chistosadas: aquí tenéis este dedo que está chueco,
y se dirá: "seguramente por un paseo", no, señor, por una bala; aquí tenéis otro
agujero (mostrando un brazo) y diréis, seguramente, que por alguna flor que alguna
linda me pegó (Risas. Aplausos.) No, señores, otra bala; mi manera de ser es muy
distinta a los banqueteos; aquí tenéis ,en las piernas ... (Voces: ¡Bastal ¡Ba,sta!) y
por el estilo tengo el cuerpo señalado por la revolución.
Por otra parte, si él mismo está ,confesando, señores diputados, que el distrito
de Tepeji ha estado siempre substraído a la acción del constitucionalismo, pues en-
tonces el señor salió más zapatista que yo, porque ha ido a repartir tierras al ene-
migo. El tiene más estudio que yo, él tiene más lógica que yo; yo tengo menos estu-
dios, porque apenas aprendí a leer; pero tengo sentido común y el sentido común
me dice que no es posible ir a repartir tierras a Tepeji. Pregunto yo al señor mi com-
pañero, si algún día ha pisado el distrito de Tepeji, que me diga cuál es la configura-
ción topográfica de la cabecera de Tepeji. Si conoce usted Tepeji, señor, ¿ por qué de
una manera ingeniosa quiere usted volver los corazones sanos y la razón -de justicia
a otro lado? N o es que yo quiera ofender a usted y únicamente el espíritu que me
lleve ,sea que toda esta honorable Cámara me tenga como representante de un pueblo;
no, señor; lo único que deseo es que si no· es buena mi credencial, que la deseche;
pero que la deseche no con ]a mano en el corazón, que la deseche -con la razón, con
el cerebro, porque yo no quiero corazones, yo quiero justicia, justicia pura y ley, y
la ley está basada en el pensamiento maduro de los grandes hombres, no en el sentir
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blando de los hombre-s; por eso es que he querido hacerle a usted esta última expli·
cación.
-Un C. secretario: La Presidencia consulta por conducto de la Secretaría ...
-El C. López Lira, intérrumpiendo: Pido la palabra, señor presidente, para
hacer una interpelación a la Comisión. '
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano López Lira, para hacer una
interpelación.
-El C. López Lira: Se ha presentado a la Asamblea un caso verdaderamente
singular que no se ha podido fijar. Yo suplico con todo respeto a la Comisión se sirva
decinne si en efecto el Gobierno del E-stado de Puebla tenía o no derecho para cambiar
el lugar donde debían reunirse los presidentes de las casillas electorales y, segundo,
en qué época estuvo substraído a la acción del Gobierno el distrito de Tepeji, si exis·
tían autoridades municipales y ,si pudo formar,se el engranaje de empadronadores,
instaladores, etcétera, etcétera, en ese distrito de Tepeji 'substraído a la acción del
Gobierno de Puebla.
Si la Comisión puede infonnar en ese sentido yo pido que tenga la bondad de
hacerlo, porque en ese sentido quiero normar mi criterio.
-El C. Navarro Luis T.: Los partidarios, deeía el diputado Moheno, deben defen.
der a sus amigos, aun cuando no tengan razón. El señor O'Farrill es mi amigo y yo
no puedo defenderlo, porque no tiene razón; los dos fuimos candidatos del Partido
Liberal y, por lo tanto, todos nos comprometimos a ayudarnos, pero como Comisión,
debo yo cumplir con mi deber, para que la Asamblea resuelva sobre el particular. La
Municipalidad de Tepeji nunca ha estado substraída por completo al Gobierno del
Estado; la cabecera no ha estado substraída; existen grupos zapatistas que están
alejados o tienen sus campamentos cerca de Tepeji; pero las autoridades de Pue·
bla funcionan regularmente; no son grupos grandes, y antes de las elecciones pasó
por allí una columna que hizo una buena labor.
-El C. Verástegui, interrumpiendo: Hace año y medio que vivo en Puebla y he
desempeñado empleos en ese Gobierno, y me consta que esa localidad ha estado subs·
traída al Gobierno.
-El C. Navarro Luis T.: Yo recorrí todos esos pueblos últimamente con motivo
de mi propaganda; los músicos de la banda de mi batallón son del pueblo de Tepeaca
y .tuvimos que ir a Tepea-ca y allí estaba el Estado Mayor de las fuerzas que operan
en esa zona.
-El C. Ugarte: Para una' moción de orden, señor presidente, pido la palabra.
-E,l C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Ugarte: Estamos perdiendo mucho tiempo. Las com.isiones únicamente
deben' concretarse a contestar interpelaciones.
-El C. Navarro Luis T.: El pueblo de Tepeaea no ha estado substraído; pero
supongamos que ha estado substraído cinco días antes de la elección, estuvieron los
zapatistas y fue ocupado después por las fuerzas constitucionalistas. Aquí está el cer·
tificado del Gobierno del Estado, en que se demuestra que efectivamente estuvo subs·
traído Tepeji cinco días antes de la elección. El Colegio Electoral se instaló en Tepeji,
porque se podía instalar perfectamente bien. En Tlacotepec, para que funcionara en
Tlacotepec, existe el telegrama del general Marciano González, que tiene fecha 25
de octubre. N o había comunieación con Puebla, porque estaba interrumpida la vía y
nos tuvimos que ir a pie hasta TepeacB, de manera que los electores no pudieron tener
conocimiento de que se cambiaba, y si 10s presidentes de las juntas computadoras
no tuvieron conocimiento de ese hecho, no pudieron estar reunidas en Tlacotepec.
-El C. Jiménez O'Farri1l: Y ahí me encontré con el telegrama; hasta ese día
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lo supe yo; pero el Gobierno lo había enviado con mucha anterioridad a las juntas
computadoras, para que se reunieran en Tlacotepec.
-El C. Navarro Luis T.: Señor Jiménez O'Farrill, me va usted a obligar a decir
cosas que no debía yo manifestar a la Asamblea. El Colegio Electoral no se instaló
en Tlacotepec el día 26, sino hasta el 27, en que fue el señor O'Farrill. (Siseos. Mur-
mullos.) Yo fui a acompañarlo y a ayudarlo como compañero; pero ahora como Co-
misión, no puedo ayudarlo ni decir mentiras. (Aplausos.) El Colegio Electoral se vino
a formar en Tlacotepec, el día 27 en que llegamos; nosotros salimos en la mañana
en un tren y en la tarde nos reunimos para ir a la capital.
A las doce del día en que debía reunirse el Colegio Electoral, se mandaron en~
viados para llamar a Jos presidentes de algunas casillas que se pudieran llamar, y
a las doce del día, señor Jiménez O'Farrill, no se conseguían nueve ciudadanos para
instalar una mesa en Tlacotepec.
-Un C. presunto diputado: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. presunto diputado: Pido que se consigne este hecho, para que las autori-
dades vean por qué este documento se escribió con fecha atrasada, un día después,
lo mismo que el telegrama con fecha atrasada, pues si no, nunca tendremos libertad
en nuestra República.
-El C. De la Barrera: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano De la Barrera.
-El C. De la Barrera: Señores diputados: no vengo a aquí a atacar al señor
coronel Epigmenio Martínez ni a defender al señor mayor Federico Jiménez O'Farri1l;
v'engo a tratar la cuestión legal, no la cuestión chi.stosa. ¿ El Gobierno del Estado de
Puebla, convenimos, señores, en que está formado por hombres falsos, por hombres
impostores o por hombres honrados? El señor general Castro es incapaz de imponer
candidaturas; el señor general Marciano González es incapaz de conculcar los ideales
de la revolución. En el Estado de Puebla se formó un Partido Liberal del Estado de
Puebla; ese partido lanzó su candidatura, y el Gobierno del Estado no tuvo ninguna
participación en la formación de ese partido. Tenemos allí documentos de un funcio-
nario público que nos certifican que con todo derecho un Gobernador puede S€ñalar
tal ° cual municipio para Colegio Electoral. La designación de las divisiones terri-
toriales compete única y exclusivamente a las legislaturas locales; estamos, pues, con-
vencidos, ,señores, de que esa ilegitimidad no existe. El Poder Ejecutivo de un Estado
asume el Legislativo; estamos en tiempo en que no hay Legislativo; así, pues, cuando
se lanzó la convocatoria a elecciones, convencido el Gobierno del Estado por los cer-
tiflCadOS de las cümandancias militares y de los datos oficiales que obraban en BU
poder, que la cabecera del distrito de Tepeji estaba ocupada por el enemigo, el Gobier-
no señaló como cabecera para la formación de las juntas computadoras, la Municipa-
lidad de Tlacotepec. Señores, yo suplico a esta honorable Asamblea que, si el certifi-
cado del oficial mayor del Gobierno del Estado es una falsedad, pido que se consigne
a las autoridades competentes; y si, en efecto, el señor general Marciano González ha
conculcado los ideales de la revolución, imponiendo a los diputados por el Estado de
Puebla, también pido que se consigne. Señores, hay que hacer justicia, no dejarnos
llevar por las primeras impresiones del chiste. Yo considero muy revolucionario al
señor Martínez; es un hombre a quien yo aprecio, porque tengo conocimiento de su
labor militar, de su labor política, porque no es un hombre zapatista; fue zapatista,
cuando hubo que ser zapatista; conozco también la labor del señor Jiménez O'Farrill,
que ha estado en -campaña activa conmigo, tomando la ciudad de Atlixco, Los Frailes,
etcétera, porque el señor pertenece a la división que manda el señor general Fernando
Dávila y a la cual pertenece el señor general Villaseñor, a quien interpelo para que
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me diga si el señor O'Farrill ha estado en paseos. Pero no vamos a eso, señores; los
méritos del señor Martinez son tan buenos como los del señor O'Farril1; los dos son
revolucionario.s de principios y son buenos ciudadanos; la cuestión legal, señores, es
la siguiente; ¿ el Gobierno del Estado de Puebla tiene o no derecho para señalar una
municipalidad a fin de que en ella se erija un Colegio Electoral? Es lo que debemos
saber.
Así, pues, señores, yo suplico a esta honorable Asamblea juzgue con un criterio
sereno, tomando en cuenta que los dos ciudadanos son dos muy buenos revolucionarios.
-El C. Navarro Luis T.: Yo no he dicho qUe el Gobierno del Estado de Puebla
haya impuesto al señor O'Farril1¡ si así hubiera sido, yo no lo hubiera ayudado. El
telegrama tiene fecha 25.
-El C. Jiménez Q'Farrill: El telegrama tiene fecha 25, pero fue dirigido perso-
nalmente a mi.
-El C. González Torres: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano González Torres.
-El C. González Torres: El señor coronel Martínez también presentó un docu-
mento del señor presidente municipal que dice que no debía instalarse ahí la Junta
Computadora. Además, dice el telegrama: "Yo ordeno ... "
-Un C. secretario leyó el telegrama del señor general Marciano González, diri-
gido al señor mayor Federico Jiménez Q'Farrill, y u.n certificado del C. Martinez.
-El C. Martínez Epigm.enio A.: Suplico al ciudadano secretario que vuelva a
leer ese certificado y después que me lea el artieulo 38 de la Ley Electoral, que se
refiere a las juntas computadoras.
-El C. secretario vuelve a dar lectura al certificado.
-El C. Martínez Epigmenio A., interrumpiendo: Eso demuestra que el señor
presidente municipal no había recibido un aviso eon anterioridad.
-El C. Jiménez O'Farri1l: Es un error, señores~ el presidente municipal no había
recibido ese aviso; pero los presidentes de las casillas electorales de las municipali-
dades, sí habían recibido ese aviso.
-El C. De los Santos: Para un hecho, señor presidente, pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene uste~ la palabra.
-El C. De los Santos: Pido que se haga constar que en ese certificado no se
dice en qué fecha se dio la orden para que se cambiara la cabecera del distrito elec-
toral; no 10 dice el certificado de Puebla, así que es muy posible que la orden se
haya dado el día 26, como consta en los otros mensajes.
-Un C. presunto diputado: El decreto de convocatoria a elecciones está en con-
traposición con el certificado del presidente municipal; ni precisa ni puntualiza el
certificado· del secretario de Gobierno -en qué fecha se dio la orden. Es un punto ca-
pital que hay que resolver.
-Otro ·C. presunto diputado: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El. C. presunto diputado: Debemos proceder aquí con la ley en las manos. Yo
soy amigo del C. Epigmenio Martínezj pero si la elección del señor Jiménez O'Farrill
reúne todos los requisitos que debe exigir esta Asamblea, entonces soy el primero en
dar mi voto a favor del señor Federico Jiménez O'Farrill.
-Otro C. presunto diputado: El decreto de convocatoria a elecciones dice: f'Ar_
tículo 3Q Servirán de base para la elección de diputados al Congreso Constituyente,
el censo de 1910 y la división territorial que se hizo para las elecciones de diputados
y senadores al Congreso de la Unión en el año de 1912, teniéndose como cabecera de
cada distrito electoral, la misma que entonces fue designada con ese objeto." Luego
entonces el gobernador del Estado de Puebla, para haber modificado este decreto di-
293
ciendo en dónde se instalaba la cabecera del distrito, el Gobierno del Estado de Pue·
bla, repito, tendría que haberlo hecho en virtud de otro decreto y no- por un simple
telegrama.
-El C.' López Lira: Yo suplico a la Secretaría se sirva leer muy lentamente el
certificado del presidente municipal extendido al señor coronel Martínez.
-El C. Martínez Epigmenio A.: Pido la palabra para una aclaración, señor pre-
sidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Martínez.
-El C. Martínez Epigmenio A.: Si el día 25 ya estaba Tepeji en poder de nues-
tras fuerzas, ¿ por qué motivo el señor gobernador de Puebla rompió con la Ley Elec-
toral? No había motivo. (Aplausos.)
-El C. Truchuelo: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Truchuelo.
-El C. Truchuelo: El articulo 39 de la convocatoria dice textualmente: (Leyó
el artículo citado, que arriba se inserta.)
Esta es una ley federal; en consecuencia, no puede ser modificada por ningún
gobernador de los Estados; o las elecciones sün nulas, o tenemos que admitir al señor
coronel Martínez, porque solamente allí debió reunirse el Colegio E,lectoral.
-El C. López Lira: Señor,es diputados: Yo no tengo el honor de conocer al
señor Q'Farrill ni al señor Marlínez; de manera que en esto sólo me guía el que la
verdad se conozca.
El certificado expedido por el presidente municípal de Tecamachalco dice (Leyó.)
Por otra parle, señores diputados, es preciso aclarar esto: (Voces: ¡Basta, ya lo
conocemos!) Sin embargo, señores, es preciso aclarar que ese mismo día llegó el aviso
y el telegrama particular del señor Jiménez Q'Farrill.
Señores diputados: hay un caso, si no enteramente igual, que se pudiera aplicar,
sí parecido: en el Congreso Constituyente de 1857, el señor Prieto; que era miembro
de la Comisión dictaminadora, citó algún caso que se refería al Estado de Yucatán,
por considerarlo él, y así lo hizo presente más tarde, que la diputación de Yucatán
no debía estar integrada más que por el número de diputados que habían estado re-
presentados en las elecciones de 1824, que era a lª,s que hacía referencia el decreto
de convocatoria al Congreso de 1857; pero entonces> se dijo esto: Yucatán tiene ahora
más representantes a este Congreso que en 1824, porque entonces una porción del
Estado de Yucatán estaba substraída al Gobierno, y como ahora ya está bajo el
control de este Gobierno, no es el mismo caso. Ahora Yucatán tiene mayor número
de representantes. Yo no creo que este asunto sea enteramente igual; pero es muy
semejante. Sí, señores ...
-El C. Martínez Epígmenio, interrumpiendo: Ruego muy atentamente al señor
secretario que se lea exactamente el certificado que traje y el artículo 38 de la Ley
Electoral, teniendo en cuenta la división territorial dada por el decreto de la Primera
Jefatura.
-El C. Rodríguez José María: Pido la palabra para una moción de orden, señor
presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Rodríguez José María: Han tomado la palabra más de veinticinco per-
sonas en pro y más de veinticinco personas en contra y, por lo tanto, pido que se
declare suficientemente discutido este asunto.
-Un C. secretario: La Presidencia pregunta si la Asamblea considera que está
suficientemente discutido el punto.
-El C. Jiménez O'Farrill, interrumpiendo: Pido votación nominal, señor presi-
dente.
294
-Un C. secretario: La parte relativa del dictamen que se va a vo,tar, dice así:
"Primera. No ha lugar a la solicitud presentada por el señor Federico Jiménez
Q'Farrill.
"Segunda. Es buena la elección de diputado propietario de este Congreso Cons-
tituyente por el 99 distrito de Puebla, hecha a favor del C. coronel Epigmenio A.
Martínez.
"Tercera. Es buena la elección de diputado suplente de este Congreso Constitu-
yente por el 99 distrito de Puebla, hecha a favor del C. doctor Anacleto Merino.
(Se procede a recoger la votación nominal.)
-Un· C. secretario: ¿Falta algún ciudadano por votar? El dictamen fue aprobado
por 125 votos de la afirmativa contra Ul de la negativa, que correspondieron a los
ciudadanos diputados Del Castillo, Colunga, Dávalos, Fajardo, Frías, De la Fuente,
Meade Fierro, Medina Hilario, O'Farrill, Ramírez G" De los Ríos, Rivera, De los San-
tos, Ugarte y Verástegui. (Aplausos. El C. O'Farrill fue a felicitar al C. Martínez,
estrechándole la mano.)
-El C. Múgica: Hago notar que al pueblo mexicano se le ha acusado de inepto
para ejercer sus derechos, y ese ejemplo del señor Jiménez Q'Farrill estrechando la
mano de su contrincante, aquí en esta Cámara, es .un ejemplo muy elocuente de que
el pueblo mexicano está apto para gobernarse por sí mismo.
-El C. Navarro Luis T.: Que los representantes de la prensa hagan público este
caso. (Aplausos.)
-El C. Martí: Especialmente el representante de la Prensa Asociada.
-El C. presidente: La Presidencia declara: es diputado propietario por el 99 dis·
trito de Puebla. el eiudadano coronel Epigmenio Martínez, y es diputado suplente por
el mismo distrito, el ciudadano doctor Anacleto Merino.
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palavicini: Suplico atentamente a la Sección l' de la l~ Comisión Revi-
sora, que si ya tiene reformado el dictamen sobre mi credencial, que desde hace vein·
ticuatro horas le fue devuelto, se sirva presentarlo a la consider8lCión de esta honora-
ble Asamblea.
-El C. Ugarte: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadan.o Ugarte.
-El C. U garte: Yo suplico muy rendidamente a la Mesa ordene a las comISIO-
nes que presenten hoy para su estudio todos los dictámenes que tengan acabados,
pues ya nada más nos queda el día de mañana para discutirlos, y en la tarde debemos
proceder a la elección de la Mesa. Yo estoy encapillado desde haCB tres días, y quiero
que se discuta cuanto antes mi credencial.
-El C. Reynoso: Suplico a usted, señor presidente, que, con su reconocida ener-
gía, ordene que no salgan del salón los señores diputados.
-La 11,l. Sección de la ll,l. Comi,sión Revisora, dio cuenta con el siguiente dictamen:
"Señores diputados:
"Acatando el fallo de esta honorable Asamblea, que devolvió a esta Sección Revi-
SOra el dictamen emitid<.> sobre la elección del C. Félix F. Palavicini, en el 59 distrito
electoral del Distrito Federal, para modificarlo de acuerdo con el sentir de la Asam-
blea, cumple ese acuerdo y hace constar lo siguiente: que esta Comisión Revisora
tiene la convicción y sostiene que su dictamen anterior es justo y estrictamente de
acuerdo con el expediente electoral, que fue revisado cuidadosamente, por tratarse
295
de una personalidad tan discutida y que seguramente buscaría las deficiencias del dic-
tamen para impugnarlas; que si en la abundante discusión de la sesión de ayer se
aprobó la personalidad del C. Félix F. Palavicini, no quedó demostrado ni se rechazó
por injustificado el dictamen; que la Sección Revisora estimó nulas las casillas elee-
torales números 5 bis, 26 y 27, de acuerdo con la fracción IV del artículo 50 de la
Ley Electoral, que señala las causas de nulidad, y conforme al artículo 51, calificó
de nulos los únicos votos emitidos en las casillas viciadas; por último, que la Sección
Revisora rechaza con energía y desagrado la gratuita imputación del C. Félix F. Pa-
lavicini respecto del móvil que hubiese inspirado su dictamen; y sin tener en cuenta
la 'cuestión legal que esta Comisión ha presentado, y sólo acatando el fallo de la
honorable Asamblea, consulta la siguiente proposición:
"E,s buena la elección del C. Félix F. Palavicini, como diputado propietario, y
del C. Francisco Cravioto como suplente, por el 5Q distrito electoral del Distrito Fe-
deral."
"Protestamos nuestros respetos.
UConstitución y Reformas.-Querétaro, noviembre 29 de 1916.
"Presidente, Porfirio del Castillo.-Secretario, Carlos 1\1. Ezquerro."
-Un C. secretario: Está a discusión.
-El C. Bojórquez: Pido la palabra, señor presidente, para hablar en contra.
-El C. Martí: Para una aclaración, señor presidente, pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Martí: Ayer, cuando se puso a discusión el dictamen contrario, esta ho-
norable Asamblea declaró que estaba suficientemente discutido. ¿Es posible que con
motivo de que dominando la opinión de la Asamblea, venga otro dictamen y declare
que no está di,scutido? Esa es cosa que nos perjudicaría en nuestro prestigio.
-El C. U garte: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano U garte.
-El C. U garte: Eso no lo consentiríamos jamás. El sentir de la discusión de
ayer fue reprobando el dictamen que declaraba nula la elección del señor Palavicini ...
-El C. Bojórquez, interrumpiendo: Pido la palabra para una moción de orden,
señor presidente.
-El C. Ugarte: ¡Hasta cuándo, señores, acabaréis de estar al servicio de la
intriga!
-El C. Bojórquez: j Eso lo veremos!
-El C. Ugarte: Eso es lo que usted va a demostrar.
Honorable Asamblea: Por ciento cuarenta y seis votos contra seis, rechazamos
ayer el dictamen de la Comisión; hoy honradamente no queda ya sino presentar una
proposición contraria a la que presentó ayer esta Comisión. Honradamente esta Asam-
blea ratificará esta opinión de ayer, que modificó el dictamen; pero si vamos a
abrir nueva discusión de cuatro horas, como ayer, las cuales no rehuímos, por su-
puesto, vamos a s~1ir de aquí sin adelantar nada y favoreciendo a los intrigantes, co-
mo lo ha dicho -el señor general Aguilar, que pretenden que no se instale este Con-
greso el día primero. Ya basta de estar al servicia de mezquinas pasiones. La Comi-
SlOn no tiene más que presentar el nuevo dictamen, de acuerdo con el sentir de la
Asamblea, manifestado ayer y nosotrOs lo aprobaremos.
-El C. Jara: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Jara.
-El C. Jara: He pedido la palabra para una moción de orden, señor presidente.
Yo creo que lo indicado es consultar a la Asamblea si se aprueba el dictamen. (Voces:
¡Sí! ¡Sí!)
296
-El C. Bojórquez: Anteriormente la Mesa ha manifestado que está a discusión
el dictamen, y he venido a inscribirme; ¿ por qué ahora se me impide hablar '!
-El C. De los Santos: Porque la Asamblea no lo quiere. (Voces: Que se consulte
a la Asamblea. N o va a tener más fuerza la Comisión que la Asamblea.)
-Un C. secretario: La Presidencia consulta si se pone a discusión el dictamen.
(Voces: ¡No! ¡No! ¡A votar! ¡A votar!) En votación económica, ¿se aprueba el dic8
tamen? Los que estén por la afirmativa que se pongan de pie. Aprobado. (Una voz:
Que Se haga la declaratoria.) (Voces: ¡No! ¡No!) (Otra voz: ¡Que se haga la decla-
ratoria!)
-El C. Ezquerro: -Pido la palabra. (Voces: ¡No! ¡No! ¡Fuera! ¡Fuera!) Tengo
derecho, estoy dirigiéndome a la Asamblea, señor presidente. No voy a discutir, se
está destinando ... (Voces: ¡Que se haga la declaratoria!)
-Un C. presunto diputado: Para una moción de orden, pido la palabra. No hay
nada a discusión, lo que se debe hacer es hacer la declaración.
-El C. presidente: Eso vaya hacer, señor.
..:.....El C. presidente: La Presidencia declara que el ciudadano Félix F. Palavicini
es diputado propietario por el 59 distrito electoral del Distrito Federal, y su suplente,
el ciudadano Francisco Cravioto.
-El C. Navarro Gilberto M.: Para una moción de orden, pido la palabra, señor
presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el e1udadano Navarro.
-El C. Navarro Gilberio M.: El sentir de la Asamblea está materialmente pal-
pable; es demasiado lo que la Comisión está haciendo, abusando de nuestra pruden8
cia, y ya la Cámara no permitirá por ningún motivo que la Comisión se tome liber8
tades que están en contra del sentir de la Asamblea.
-El C. Jara, interrumpiendo: Yo creo que debe dejarse al señor que haga una
aclaración; tiene derecho, pues es diputado.
-El C. Chapa: ¡Que pida permiso!
-El C. Cenera: Señores, se han hecho sobre la Comisión cargos gratuitos que
no tienen fundamento ninguno, sobre todo el del señor Gerzayn Ugarte, que acaba
de decir calumniosamente que estamos al servicio de la intriga, y yo no vengo a
repetir insulto' por insulto, quiero nada más probar a esta honorable Asamblea la
honradez mía y la honradez de la Comisión. Yo voy a proponer a esta Asamblea y
creo que me 10 concederá por ser de justicia, no ahora, porque es tarde, pero mañana
sí se puede hacer, que se haga y se dé cuenta a la Secretaría, y que se ponga en el
acta correspondiente, que se nombre a los señores generales Aguilar, Jara y Pes8
queira, para que digan bajo su honor, si no son nulos los votos que la Comisión ha
señalado como tales. Eso por honor mío, por honor del distrito a que pertenezco y
para salvar el honor de la Comisión.
-El C. Palavicini: Si iniciáramos de nuevo el debate, sería un error, señores.
La solicitud del señor se explica, porque yo voy a explicar a la AsaJnblea, tam-
bién, que estoy ,seguro de que el señor Cervera ha venido aquí, señores, a servir ins-
trucciones de personas que yo ignoro; pero también puedo asegurar a esta Cámara
que el señor representante de Chalchicomula lo ignora igualmente. Yo puedo asegu8
rar a ustedes que ese expediente lo estudiaron y clasificaron los señores Ezquerro y
Martínez de Escobar. Puedo afinnar igualmente a esta Asamblea que el señor Ez-
querro es un enemigo apasionado del constitu.cÍonalismo; y se explica porque el señor
Ezquerro fue convencionista. El ,señor Ezquerro, antiguo compañero de Cámara, que
cuando nos encontraba en la calle apenas si nos daba el saludo, viene aquí con el pro-
pósito decididp de ser hostil a los amigos de don Venustiano Carranza.
297
Ese es el asunto; pero además, el señor Cañete ha dicho, y con razón, que sería
absurda la proposición del señor Cervera de reconsiderar como caso especial un
asunto fallado por la Cámara; y claro está, señor Cervera, si no le han explicado a
usted los compañeros de la Comisión que al nu1ificar estos paquetes debían haberse
nulificado también los idénticos del contrincante, tampoco le explicaron a usted, señor,
que nulificados los paquetes míos y dejando los objetados del contrincante con las
mismas deficiencias, a pesar de eso yo seguía siendo legalmente electo.
Pero yo le digo a usted, señor, que si estudia usted solo, no inspirado por nadie,
si estudia usted con Carlos M. Ezquerro, entonces quedará usted engañado.
-El C. Ezquerro: Pido la palabra, señor presidente: (Voces: ¡No! ¡No!) Cua-
tro palabras nada más porque tengo derecho. (Voces: ¡No! ¡No! ¡No!)
-El C. Aguilar Cándido: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Aguilar.
-El C. Aguilar Cándido: Era únicamente para exponer a los señores diputados
que estamo,s discutiendo una cosa que no tiene objeto; yo creo que sin violar las cosas,
debemos terminar ese asunto y seguir discutiendo las credenciales que faltan:
disponemos de poco tiempo; mañana habrá que elegir la nueva Mesa, y no vamos a
terminar las credenciales. Estamos discutiendo demasiado al señor Palavicini, y para
hacerlo notable ya lo han hecho grande sus enemigos y no vale la pena de estar exhi-
biéndolo constantemente.
-El C. Ezquerro: Doy mi palabra de honor que el señor Martínez de Escobar
y yo no nos hemos visto un solo instante ni siquiera a una cuadra de donde están los
expedientes electorales.
La Comisión es muy digna y más inteligente que el que habla para dejarse insi-
nuar por mí; ¡sí, señor Palavicini!
-E,l C. Martínez de Escobar: No es cierto, señor Palavicini, que yo haya estado
con su expediente ...
-El C. Reynoso: Pido la palabra para una moción de orden, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Reynoso.
-El C. Reynoso: Es únicamente para proponer a los señores diputados que siga-
mos discutiendo las demás credenciales.
-El C. Silva: Señor presidente: los dos diputados por la ciudad de México, Lauro
López Guerra y el que habla, suplican respetuosamente a la Presidencia se sirva dis-
poner que la Secretaría haga constar que nosotros no hemos votado a favor de la
credencial del s'eñor paJavicini.
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"Tercera. Es buena la elección de diputado suplente en favor del C. AntoniQ Ortiz
ruos.
"Querétaro, noviembre 24 de 1916.-Luis T. Navarro.-C. Rivera Cabrera."
Está a discusión. ¿ N o hay quien tome la palabra?
-El C. U garte: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Ugarte.
-El C. Ugarte: Pido al ciudadano secretario se sirva dar lectura a la protesta
que presentó el ciudadano Argudin. El me habló a mí para que promoviera esta dis~
eusión, y yo no tengo ningún inconveniente en pedir que se lean los fundamentos que
tuvo la Comisión para decir que no ha lugar a acceder a la protesta del señor Argudín.
-El C. secretario, leyendo:
"Raúl Argudín, en uso de sus derechos como presunto diputado al H. Congreso
Constituyente, por el 19 distrito electoral del Estad-o de Veracruz, ante la respetable
Junta Revisora, con la debida atención, digo:
"Que protesto contra la credencial que ampara al. C. Fernando A. Pereyra corno
diputado propietario por el predicho distrito, por ser de todo punto ilegal:
1119 Porque no fue el C. Fernando A. Pereyra quien obtuvo la mayoría de votos,
sino que le tocó el te:roer lugar.
"29 Se hizo figurar en favor del C. Fernando A. Pereyra, la votaeÍón fraudulenta
del municipio de Sayula, en donde no hubo elecciones para presidente municipal, ni
pudo haberlas para diputados, según comprobante que hice incluir en el expediente
respectivo; y porque es público que el C. Miguel Hipolito, pagado por los pereyristas,
fue a dicho lugar para fraguar el chanchullo.
"39 La Junta Computadora, abrogándose facultades, retiró la credencial al·que
tuvo la mayoria de votos, C. Juan Rodriguez Clara, a quien la referida Junta declaró
infidente, ,sin ninguna facultad, pues que sólo, según la Ley Electoral, al H. Congreso
Constituyente corresponde el derecho de dictaminar en esa forma, y cuando el caso
lo requiera.
"49 La misma Junta Computadora de Acayucan, abusando de .su autoridad y
aunque sin ningún derecho, me nulificó los votos de la tropa. Aparte de que en el
acta de la casilla l'espectiva .se hace constar que no hubo ningún incidente de impor.
tanda, lo que. quiere decir que los soldados votaron conforme a la ley.
"59 Los padrones no se expusieron como marca la ley, lo que determinó que mis
partidarios se quedaran en su mayoría sin poder hacer valer oportunamente los de-
rechos del caso. Dejando el reparto de las boletas, con toda malicia, para el mismo
día de las elecciones, ~o que también sirvió para impedir a mis partidarios la facilidad
de tenerlas en su poder, pues que las más de ent~ los míos, tenían que solicitarlas
de la Mesa.
"69 El C. Fernando A. Pereyra estuvo encargado por el ciudadano gobernador
del Estado para llevar a los municipios las boletas respectívas, así como folletos de la
Ley Electoral, las que sólo distribuyó discrecionalmente, conforme a sus intereses,
resultando que en varios lugares sufrieran las consecuencias los partidarios de los
demás candidatos.
"79 La votación de Jáltipan, fue parcial en favor del C. Fernando A. Pereyra,
debido a que los trabajos fueron llevados a cabo por el secretario del presidente mu-
nicipal, quien se cruzó numerosos telegramas de inteligencia con el C. F. A. Pereyra,
de la misma manera que este señor se dirigió a otras autoridades, diciéndoles que con-
taba con el apoyo oficial; uno de dichos telegramas de comprobación obra en mi poder
para cuando se necesite.
"89 El C. Fernando A. Pj:!reyra sirvió algún tiempo al Gobierno de la usurpación.
"Por todo lo expuesto, cuya comprobación está en el expediente respectivo, se
299
desprende que es nula la credencial del C. Fernando A. Pereyra, y que si ha de anu-
la:r:se el derecho que asiste al C. Juan Rodríguez Clara, es en favor del C. Raúl Argu-
dín, en quien debe recaer la declaración favorable, por cuanto que es quien legalmente
tiene más votos que el C. Pereyra.
"Constitución y Reformas.-Querétaro, noviembre 23 de 1916.-R. Argudín.
"A la H. Comisión Revisora de Credenciales para diputados al Congreso Consti-
tuyente.-Presente."
-El C. Rivera Cabrera: La Comisión tiene el honor de informar a esta honorable
Asamblea, que el señor Argudin ocupó el tercer lugar entre los candidatos para dipu-
tados en su distrito electoral y, suponiendo sin conceder, que fueran válidos los votos
que él proclama, no ocuparía siquiera el segundo lugar, puesto que apenas suman 500
y el candidato que obtuvo el segundo lugar, fue por' 626 votos. Además, no hay nin-
gún documento que demuestre que el señor F. A. Pereyra sirvió al Gobierno de la
usurpación y se le pueda aplicar el artículo 49; de manera que bajo ningún concepto
puede la Comisión dar el triunfo al señor Argudín como él lo reclama. Tengo enten-
dido que está aquí el señor F. A. Pereyra, que es el candidato que obtuvo mayor
número de votns, y él nos podrá indicar cómo fueron las elecciones, para evitar difi-
cultades a la Comisión, pues la Comisión necesitaría leer documento por documento.
-Un C. secretario: Sigue a discusión el dictamen. ¿No hay quien tome la pala-
bra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirma-
tiva sírvanse ponerse de pie. Aprobado.
-El C. presidente: La Presidencia declara que es diputado 'propietario por el
19 distrito electoral del Estado de Veracruz, el ciudadano Fernando A. Pereyra, y para
diputado suplente por el mismo distrito, el ciudadano Antonio Orliz Ríos.
8
-Un C. secretario, lee el siguiente dictamen:
"Ciudadanos diputados:
"Los subscriptos, miembros del 29 Grupo de la l'I' Comisión Revisora de Creden-
ciales, por virtud de que esta honorable Asamblea, en sesión de ayer, se sirvió declarar
la nulidad de las elecciones hechas en favor del C. Enrique O. Aranda, como diputado
suplente por el 29 distrito electoral del Estado de Guanajuato, se permite sujetar a
vuestra alta consideración, la siguiente proposición:
"Unica. Es diputado suplente a este Congreso por el 29 distrito electoral del Es-
tado de Guanajuato, el C. Pedro P. Arizmendi.
"Querétaro, noviembre 2,9 de 1916.-Luis T. Navarro.-C. Rivera Cabrera.
Está a discusión el dictamen. ¿ N o hay quien pida la palabra? En votación econó-
mica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de
pie. Aprobado.
-El C. presidente: La Presidencia declara que es diputado suplente por el 29
distrito electoral de Guanajuato, el ciudadano Pedro P. Arizmendi.
-Se dio cuenta con un dictamen de la 1!} Sección Revisora, que en su parte re'SO-
lutiva dice textualmente: "Es nula la elección hecha en favor del C. Heriberto Barrón
como diputado propietario por el 17 distrito electoral del Estado de Guanajuato."
Sin lugar a discusión, fue aprobado en votación económica.
-El C. Múgica: Deseo que si hay alguna discusión sobre mi credencial, se
aplace, pues yo puedo esperar hasta el último lugar.
-El C. presidente: A usted no le van a discutir, señor general.
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"Segunda. Es diputado propietario por el 29 distrito de Tepic el C. Juan Espinosa
Bávara.
"Tercera. Es diputado suplente por el' 29 distrito de Tepic, el C. Guillermo Ho·
nilla.-Querétaro, 26 de noviembre de 1916.-Luis T. Navarro.-C. R. Cabrera."
-Sin discusión queda aprobado el dictamen, en votación económica.
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13
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y han servido indiferentemente a todos los Gobiernos que se han sucedido en el
Estado. Tampoco estos hechos los comprueba debidamente el ocurrente, y la Comi-
sión, temerosa de que los candidatos triunfantes estuvieran comprendidos en el artícu-
lo 49 de la Ley Electoral, hizo las inquisiciones que le fue posible, con los otros
miembros de la diputación de Michoacán, los cuales aseguraron que son falsos los
cargos hechos a los CC. López Cauto y Martinez González.
"En tal concepto, y no habiendo más elementos de indagación, esta Comisión
propone a la deliberación de esta ,honorable Asamblea, el siguiente punto de reso-
lución:
"Unico. ·Es diputado propi~tario por el 69 distrito electoral de Michoacán el C.
Onésimo López Couto, y suplente por el mismo distríto, el C. licenciado Francisco
Martínez González."
"Querétaro de Arteaga, noviembre 27 de 1916.-E. B. Calderón.-Antonio Ancona
Albertos.-B. Moreno."
.sin discusión, en votación económica, se aprueba, haciéndose la declaratoria de
rigor.
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303
protesta hecha en representación del C. ingeniero Carlos Méndez Alcalde, que fue
otro de los candidatos que figuró en la campaña electoral. Los concurrentes, que son
miembros de cuatro agrupaciones políticas de importancia del Estado de Veracruz,
hac,en constar que el C. mayor Rosendo Carrillo usó de su autoridad militar para
Influir en las elecciones, y señalan el hecho de que la Junta Computadora, arbitra-
riamente, descontó y nulificó, sin facultades, algunos de los votos emitidos en favor
del señor Méndez Alcalde, únicamente por ligeras modificaciones y equivocaciones
que se notaron en los nombres escritos en las boletas. Una afirmación idéntica hace
el señor Márquez, y la Comisión no puede aceptar ninguna de las dos ni tomarlas
en cuenta porque no están debidamente comprobadas. La protesta de las referidas
agrupaciones políticas habla, asimismo, de los votos de Acatlán, que fueron compu-
tados indebidamente y hacen constar la manifiesta intención de la Junta, de agregar
también 10:5 de San José Miahuatlán, que tampoco pertenece al 89 distrito, lo cual
fue evitado gracias a la enérgica ,protesta que los representantes de esas cuatro
agrupaciones presentaron oportunamente. Es también de consignarse el hecho de que
a algunas de las casillas electorales concurrieron a votar soldados en formación,
lo que es una manifiesta infracción del artículo 28 de la Ley Electoral.
"Por las ,consideraciones y hechos expresados, ,el cuarto grupo de la 1E). Comisión
Revisora de Credenciales, propone a la deliberación de esta honorable Asamblea, los
siguientes ;puntos de resolución:
"Primero. Son válidas las elecciones efectuadas en el 89 distrito del Estado de
Veracruz.
"Segundo. Es diputado propietario por el 89 distrito electoral del Estado de
Veracruz, el C. Josafat F. Márquez, y suplente por el mismo distrito el C. Augusto
Aillaud.
"Querétaro, a 27 de noviembre de I9I6.-E. B. Calderón.-Antonio Ancona Al-
bertos.-B. Moreno."
-El C. Múgica: Pido la 'Palabra para interrogar a la Comisión. El suplente creo
que se llama Aillaud y no AlIó. Yo quiero simplemente hacer esta aclaración, seño-
res, porque uno de los motivos de nulidad de las elecciones, es precisamente el
equivoco en los apellidos de los candidatos. E's, pues, importante lo que pido.
-El C. Carrillo: Pido la palabra, s,eñor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Carrillo: Honorable Asamblea: al dictaminarse sobre esta credencial,
par'ece que no se determinaron los puntos por los que este señor J osafat Márquez
dice que se llevó la primacía. Yo, que ví de lejos mi campaña electoral, reconozco
legalmente _mi triunfo; ¿por qué? Porque el señor Josafat Márquez ni siquiera fue
conocido allá en la ciudad de Jalapa como candidato a diputado.
-Un C. presunto diputado, interrumpiendo: Suplico al s'eñor presidente se sirva
decir si hay quorurn.
-El C. presidente: Sí hay.
-El C. Carrillo: Antes debo decir, señores, que yo no vine prevenido para nada,
con la conciencia de que mi triunfo era honrado y legal. N o traigo ninguna compro-
bación que aclare lo que digo, pues, como he dicho antes, mi triunfo lo creí honrado
y legal. Por 10 que corresponde a la votación habida en el pueblo de San Andrés,
que no corresponde al 89 distrito, culpa fue de la autoridad local, pues con cuarenta
y ocho horas de anticipación ,puse en conocimiento del pueblo lo que correspondía
al distrito. Así es que yo en nada absolutamente mezclé mi personalid&d en ello.
Los que me postularon, los que me acompañaron, los que hicieron .por mí todo, fueron
los que dieron fe de ello. A la autoridad de aquel punto corresponde esto; así es,
señores, que yo dejo a la consideración de la honorable Asamblea decir si es o no
legal mi credencial; pues creo que las personas que integraron el Colegio Electoral
304
de aquel lugar son bastante honradas y no me deberían poner en la picota del
ridiculo. NO tengo más que decir, señores.
-El C. Palma: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiéne usted la palabra.
-El C. Palma: Honorable Cuerpo: por una verdadera casualidad me vi en Jalapa
~on algunos de los compañeros de la Escuela Normal, debido a las interrupciones
de los trenes; no pudé venir directamente por el Mexicano j pero sí .por el Inter-
océanico, y el día que venía yo de Jalapa me informaron espontáneamente algunas
personas, que la elección había resultado en favor del señor Carrilloj esta asevera-
ción me la hicieron espontáneamente. Yo venia de camino y no sabía quiénes eran
los candidatos; pero esta aclaración fue espontánea de varias personas que conocen
al señor Carrillo y que también 'por casualidad se encontraban conmigo en la estación.
-El C. Ancona Albertos: Al señor que me acaba de preceder en el uso de la
palabra, sus amigos le dijeron que la elección había resultado en favor del señor
Carrillo, y a la Comisión le dicen los expedientes que la elección fue en favor del
señor -Josafat Márquez, y en el ,pueblo de San Andrés las elecciones se verificaron
conforme a la ley; pero no fue ,posible llevar los expedientes electorale~ al Colegio
qUe se instaló en la ciudad de Jalapa, porque los zapatistas invadieron la región y
no había comunicación el día 29.
-El C. Carrillo, interrumpiendo: Para un hecho, sep.ores: hay un certificado del
alcalde del pueblo de San Andrés, que leeré si quiere la Asamblea.
-El C. Ancona Albertos: Además, no sólo hay que agregar los, votos emitidos en
San Andrés en favor del señor Josafat l'4árquez, sino que hay que descontar al señor
Carrillo los votos que no pertenezcan al 89 distrito electoral del Estado de Veracruz;
esto no es más que una cuestión de aritmética, señores; en el cómputo hecho por la
Junta Computadora a,parecen los candidatos que trajeron las credenciales, o el can-
didato que trajo la credencial, con 539 votos; restándole los 54 que obtuvo en San
Andrés, ya que no se deben contar, le quedan únicamente 485. El candidato, señor
J osafat Márquez, obtuvo 214 votos, de acuerdo con los expedientes electorales y por
10 que declara la Junta Computadora; ,pero 'tuvo asimismo en San Andrés Tlalne-
huayocan el número suficiente para llegar a la cantidad de 584, sumados a los ante-
riores; de modo que tuvo una mayoría de 15 votos sobre los otros candidatos. El
asunto' es sumamente claro 'y no cree esta Comisión necesario insistir sobre el
particular.
-Un C. presunto diputado: Señor presidente, pido la ,palabra para un hecho.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
"":"'EI C. presunto diputado: Suplico a la Comisión se sirva decinne ,por qué con-
ducto llegó ese expediente electoral de San Andrés Tlalnehuayocan; ¿fue por conducto
del ciudadano gobernador del Estado, o quién lo remitió? La ley dice que los expe-
dientes electorales se enviarán por conducto de los gobernadores de los Estados.
-El C. Ancona Albertos: No puedo proporcionar al ciudadano que acaba de
hacer uso de _la palabra el dato que solicita, porque a mí no me consta j el expediente
lo recibió el señor oficial mayor del Congreso.
-El C. Román: Pido la palabra, señor .presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Román: Señores diputados: tanto el señor Carrillo como el señor Josafat
Márquez, me recomendaron que tomara parte en el debate, bien a favor de uno o en
favor de' otro. N o pretendía yo hacerlo; creta yo, porque no se trata de discutir la
personalidad po.lítica ni de uno ni de otro, que la simple lectura del dictamen, perfec-
tamente documentado, le daría a esta honorable Asamblea la convicción de parte
de- quién estaba la justicia.. Pero de esa misma lectura resulta un hecho que tiene
mucha similitud con aquel que ha provocado verdadero entusiasmo en la Asamblea:
305
el del s'eñor coronel Martínez; nada más me permito llamar la atención sobre este
dato numérico que el talento de la Comisión nos ha exhibido aquí, precisamente para
destruir su ~ropia afirmación. Dice el certificado del presidente municipal de San
Andrés, que del 22 al 29 los zapatistas habían invadido la región; señores, ¿ cómo
pudo haber elecciones el 22, si esa región estaba invadida por los zapatistas? Yo no
me explico cómo la Comisión con tanta ligereza pudo proceder de esa manera, y
ahora me veo obligado a explicar el procedimiento: es necesario, como ha dicho muy
bien el señor Múgica, que digamos las verdades, sobre todo, para honra del pueblo
mexicano. Las elecciones se verificaron ,en aquel distrito €lectoral con algunas irregu-
laridades, perfectamente aceptables en esa otra ,pequeña fracción del distrito electo-
ral, cuya cabecera es Jalapa, en virtud de haber otr.o distrito a quien le corresponde
votar por el de Jalapa; perfectamente; pero San Andrés está distante de Jalapa
de seis a siete leguas, y esta distancia, como saben ustedes, para recorrerla no se
necesitan más que dos o tres horas. Si las elecciones se hubieran verificado, entonces
habría sido muy fácil informar al Colegio Electoral, por lo menos, de que no podian
mandarse los 'expedientes. N o se verificaron allí elecciones y el señor Márquez igno-
raba también que se hubieran verificado; pero aprovechando la circunstancia de los
informes que tenemos de que en Jalapa, ante la Junta Computadora no se había
presentado ese ,expediente, se ha confeccionado uno para venir a sorprender a esta
Asamblea. Por lo tanto, yo creo que de la simple lectura del dictamen de la Comisión
y por el certificado de la misma autoridad, que afirma que estaba invadida por el
zapatismo aquella región, con esos solos documentos tiene la Asamblea bastantes
datos para fundar su conclusión y, por lo mismo, para votar contra el dictamen.
-El C. Ancona Mbertos: A lo dicho Ipor el preopinante sólo tiene que decir la
Comisión que las elecciones se verificaron ,en el pueblo de San Andrés Tlalnehua-
yocan, que existe el expediente electoral en toda forma y existen las boletas y las
actas que se levantaron en cada una de las casillas.
-El C. Carrillo: ¡Señores diputados: es ,cierto que la vegión fue invadida por los
zapatistas del 22 al 29; pero, a pesar de qUe lo estuvieron otras poblaciones, San
Andrés no fue invadido, sino otros lugares, y, por tanto, estuvo ese pueblo comu-
nicado con Jalapa, y los tres días que la Junta Computadora 'estuvo trabajando,
fueron suficientes para que hubiese llegado a su poder el expediente de San Andrés.
Además, debo decir que ahora en la actualidad -me consta porque yo vivo en J a~a
pa- tenemos a una autoridad militar activa, sumamente activa; lo que no hicieron
otros jefes en años, ,esta autoridad militar ha hecho en los días en que se llevaron
a efecto estas elecciones; el cantón de Jalapa, en su totalidad, ha estado deso-cupado
por el zapatismo. Yo, además, debo decir que ese expediente de la votación de San
Andrés no vino por los conductos legales, porque me consta, pues algún amigo mío,
que no recuerdo en este momento, me dijo que no lo había recibido la· autoridad civil
de allí porque a las .cinco de la mañana del domingo siguiente al de las elecciones,
han ido a mi casa a presentarme esa credencial, y me parece, no estoy seguro, que
entre ocho y nueve negó ese paquete para que fuera anexado a la elección; no sé qué
haría la autoridad o la Junta Computadora; pero que si no vino por los conductos
legale,s, no sé a qué se deba; no sé cómo vinieron a sor:prender esas personas a esta
honorable Asamblea.
-El C. Calderón: Pido la palabra, señor.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Calderón: Nosotros no tenemos aquí más que las constancias que nos
entregaron; rpero entre otros cargos, y aunque no venga al caso, que le hacen a usted,
uno de ,ellos consiste en que usted era jefe del destacamento, y que su suplente quizá
quedó ahora con el mismo destacamento que mandaba usted; no sabemos si esto
sea cierto; ,pero me parece que aquí está la constancia. La Comisión, fundándose
306
únicamente en el escrutinio, emitió su parecer; pero si ese cargo recibido contra
usted es verdad, claro está no podía usted lanzar su candidatura siendo jefe del
destacamento.
-El C. Rodiles: Señores di.putados: Pensaba no hablar ni una sola palabra en
esta discusión de credenciales; pero aquí un deber altísimo de decir la verdad se
impone.
El señor Carrillo no era jefe del destacamento, y puede ,probarse; tiene su
licencia, y con el telegrama que posee, puede justificar que no es cierto lo que
afirma la Comisión, quien ha llegado a decir grandes mentiras, pues acaba de decir
que el suplente era un comandante; no, señores, es un profesor, y este. señ'Or está
desligado de la política y jamás ha sido soldado ni desempeñado Un cargo oficial;
ya ven ustedes cómo está mal informada la Comisión. Yana sé por qué los señores
se disgustaron cuando dije que habían faltado a la verdad; pude no haber empleado
las palabras apropiooas para eUo,' pero el hecho es de que ha faltado a la verdad
la Comisión.
-El· C. Moreno Bruno, interrumpiendo: Para un hecho, señores. La Comisión
Se basó en los datos que se le mandaron, la Comisión no ha inventado nada ni ha
faltado a la verdad. En 17 de octubre le dieron lieencia al señor Carrillo; yo creo
que lo justo y legal era que desde luego, desde ocho _o diez días antes, hubiera
renunciado el 'puesto o ·se hubiera separado; pero dos o tres días antes de la elección,
es precisamente el motivo de nulidad. Yo no tengo interés en que el señor Carrillo
quede nulo aquí como diputado; yo no quiero dar tampoco lectura a esa constancia,
pues estamos perdiendo el tiempo; pero si' ustedes quieren que se lea la protesta,
aquí la tienen ustedes.
-El C. Navarro Gilberto M.: Para una moción de orden. La Comisión no tiene
derecho de discutir, sino nada más para presentar su dictamen. Ya dije que única-
mente me levanté ,para decir la verdad. El señor de quien acabo de hablar, el mayor
Carrillo, no tiene absolutamente ningunas ligas conmigo; hasta hace pocos días que
lo eonocí; todavía digo más: al seño.r Josafat Márquez le debo favores, es mi amigo.
mucho. más antiguo que el señor Carrillo, y yo no debía hablar aquí contra el señor
Márquez; pero 10 hago porque antes que mis amigos está la verdad.
-El C. Ancona Albertos: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Ancona, miembro de la
Comisión.
-El C. ARcona Alberf.os: Señores: Ya he hablado de la cuestión numérica; la
Comisión creyó que esta cuestión numérica era suficiente ,para resolver el asunto,
porque, como ha dicho el señor Calderón, los comisionados no conocen a las personas'
de que se trata. Se descontaron al señor Carrillo los voto.s que no eran de un distrito
y se aumentó al señor Márquez los votos de San Andrés. Pero hay algo más: aún se
pueden descontar más votos al señor mayor Carrillo, porque existe también en el
expediente la comprobación de que en algunas de las partes donde Se efectuaron
las elecciones, fuero.n algunos soldados de sus tropas a votar, formados.
-Un C. secretario: Se pregunta a la Asamblea si considera suficientemente
discutido el asunto. (Voces: ¡Sí! ¡Sí! ¡No! ¡No! ¡No!)
-El C. Cañete: Pido la ,palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Cañete.
-El C. Cañete: Ante esta honorable Asamblea se ha presentado el señor Rosen-
do Carrillo eo.n una credencial que lo acredita como di'putado por uno de los distritos
del Estado de Veracruz.
La ho.norable Comisión Revisora, al estudiar este expediente, dice haber encon-
trado datos de los cuales se deduce que la mayoría de votos no fue obtenida 'Por el
señor Carrillo, sino por el señor Márquez. Tenemos al señor Carrino acreditado
307
co.mo. diputado. po.r una credencial que ha exhibido., y mientras esa credencial no. se
declare nula, no. pueden fo.rmarse pro.po.sicio.nes en favo.r de otra persona. La elección
en favor del señor Carrillo. será buena o fuala, es decir, el documento que comprueba
la elección del seño.r Carrillo estará en acuerdo o desacuerdo. co.n la Ley Electo.ral;
pero. a esta ho.norable Asamblea no. se le ha presentado. el co.mpetido.r del señor
Carrillo, ni se ha presentado. credencial alguna en su favo.r; ento.nces, el dictamen
de la Comisión no ·es bueno., po.rque co.nsulta validez de elección que no. está a discu-
sión; está a discusión la credencial del seño.r Carrillo.; so.bre esa credencial es so.bre
la que debe expresar sus co.nclusio.nes el dictamen de la Co.misión, y debe decir:
"es nula la elección de fulano. de tal", ¿ po.r qué? po.rque el erro.r del cómputo de
Vo.to.s es una de las causas .de nulidad. Aho.ra bien; si en el expediente, co.mo. he dicho.
antes, resulta que la mayo.ría de Vo.tos está en favo.r del seño.r Márquez, ento.nces
la elección del seño.r Carrillo. es nula, po.rque hay erro.r de cómputo. de vo.tos y
ento.nces la co.nclusión de la Co.misión Reviso.ra debe ser: "es' nula la elección del
señor Carrillo."; entonces volverá el expediente a la Comisión y formulará sus pro.po-
sicio.nes en el sentido. en que resulte el estudio del expediente; por esto., vo.taré en
contra del dictamen.
-Un C. secretario.: Se pregunta si está suficientemente discutido. el ·punto. En
vo.tación eco.nómica se pregunta si se aprueba el dictamen de la Co.misión. (Vo.ces:
¿ Se aprueba qué?)
El dictamen de la Comi.sión; en su parte resolutiva, dice:
jjPrimero.. So.n válidas las eleccio.nes efectuadas en el 89 distrito. de Veracruz.
"Segundo.. Es di'putado propietario. po.r el 89 distrito. electo.ral del Estado de
Vel'acruz, el C. Josafat F. Mál.'quez, y suplente po.r el mismo. distrito., el C. Augusto
Aillaud."
En votación económica se pregunta si se aprueba. Desechado.. Pasa el dictamen
a la Co.misión para que lo. refo.rme.
15
308
sacados de esta. ciudad al siguiente día por una escolta de las fuerzas del mismo
Elizondo, y termina diciendo que no hay constancia de que se le hubiera admitido
su renuncia al licenciado Truchuelo, ni de que se haya ordenado su cese por escrito.
En defensa propia, el señor licenciado Truchuelo puso en manos de esta Comisión
Un certificado subscripto por el presidente municipal del distrito del centro de este
Estado, en el que dicho funcionario afirma que el día 16 de enero de 1915, la misma
fecha a que se refiere el oficio del Gobierno, el licenciado Truchuelo fue aprehendido
e internado en la cárcel municipal 'por orden del gobernador convencionista, general
Elizondo, y que al día siguiente estuvo a ,punto de ser fusilado en unión del mismo
presidente municipal y de otros varios connotados constitucionalistas que hoy ocupan
puestos elevados en la administración. El certificado se refiere también a que el 2
de marzo del mismo año, el licenciado Truchuelo fue aprehendido por los conven-
cionistas y el ,siguiente día 6 fue expulsado del Estado, habiendo estado preso algunos
Jías, en el Palacio de Gobierno y a punto, nuevamente, de ser fusil~o. Por último,
el presidente municipal certifica que el referido abogado fue electo regidor del Ayun-
tamiento de Querétaro en las últimas elecciones municipales.
"Relatamos minuciosamente todos estos hechos, a fin de que esta honorable
Asamblea pueda imparcialmente dar su fallo. La Comisión, por su parte, cree haber
llegado a la conclusión de que no hay impedimento legal ni moral para que el licen-
ciado Truchuelo sea diputado al Congreso Constituyente, toda vez que de las constan-
cias que obran en el expediente, se deduce que el candidato triunfante, si de buena
fe sirvió al Gobierno de la Convención, muy pronto se dio cuenta de su enor, como
lo demuestra el hecho de haber sido tan abiertamente hostilizado, a pesar del elevado
cargo que desempeñaba.
UPor las consideraciones y los hechos expresados, los subscriptos comisionados
proponen a la deliberación de' est~ honorable Asamblea, los siguientes puntos de
l'es01ución:
uPrimero. N o ha lugar a la solicitud del C. profesor Rafael Jiménez, que pre-
tende la nulificación de las elecciones celebradas en el Ser. distrito del Estado de
Querétaro.
u.Segundo. Es diputado propietario ,por el Ser. distrito electoral del Estado de
Querétaro, el C. licenciado José María Truchuelo, y suplente ·por el mismo distrito
el C. teniente coronel J. Jesús Rivera."
"Querétaro a 27 de noviembre de 1916.-E. B. Calderón.-Antonio Ancana A.-
Bruno Moreno."
-Un C. secretario: Está a discusión.
-El C. Truchuelo: Pido la palabra, señor ,presidente. (Voces: ¡A votar! ¡A votar!)
-El C. Truchuelo: Suplico a los señores diputados se sirvan oírlne breves mo-
mentos. En el corto tiempo que estuve en la Secretaría de Gobierno de este Estado,
me enfrenté abiertamente con el reaccionario Elizondo, debido a que yo siempre me
apegué estrictamente a la Constitución y favorecí los principios del constituciona-
lismo, que .ban sido siempre los mios, poniendo en libertad a muchos partida!ios de]
ciudadano Primer Jefe, que injustamente estaban presos, siendo éste realmente mj
objeto en aquel Gobierno. Estuve siempre en comunicaeión con todos los verdaderos
revolucionarios, con todos los míos, por lo que fui aprehendido y procesado y sacado
para ser fusilado en unión .de otros correligionarios; pero casualmente pudimos esca-
parnos. Traigo aquí documentos que comprueban lo que he dicho y suplico muy
atentamente a la honorable Asamblea me permita leerlos. (Voces: ¡No! ¡Está bien!)
-El C. De la Barrera: Para corroborar lo dicho por el señor Truchuelo, IPitkJ.-.
la .palabra, señor presidente! (Voces: ¡No! ¡No!) Desde que estuve en Aguas-
ealientes ... (Voces: ¡A voi:ar! ¡A votar!)
309
-Un C. secretario: En votación económica se pregunta si se aprueba el dictamen.
Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobado.
16
310
-El C. U garte: Que Se abra la discusión; que se inscriban ,para hablar en pro
O en contra los que deseen hacer uso de la palabra. El señor Hidalgo va a hablar
en contra del dictamen.
-El C. Hidalgo: Yo voy a dar ex:plicaciones respecto a esta carta.
-El C. Ugarte: ¡Va usted a impugnar el dictamen!
-El C. Hidalgo: Seguramente. Voy a dar lectura a la carta. (Leyó.) Cuando el
señor Ugarte escribió esta 'carta y mandó publicarla- en el periódico "El Universal",
fue en el año de 1913, en la época del cuartelazo dado .por Félix Díaz; El gobernador
de Tlaxcala y la diputación local 'secundaron él cuartelazo felicista, motivo por el
cual, estando yo en México, fui a 'Xlaxcala acompañado del señor general Tapia
a combatir al felicismo, y el 17 de febrero de 1913 batimos a los felicistas que en
número considerable estaban posesionados de todas las alturas de los edificios públi~
cos de la capital del Estado, y después de cinco o seis horas de combate los arrojamos
de ahí y tomamos la plaza.
También recordarán ustedes que los señores Gustavo Madero y Bassó fueron
asesinados por los felicistas en los días 18 ó 19 del mes de febrero de 1913; ayer
mismo el señor Palavicini dijo aquí que el jefe del grupo renovador era el señor
don Gustavo Madero.
Pregunto al señor Ugarte si fue él quien mandó dar ,publicidad en el periódico
"El Universal", el 20 de febrero de 1913, del cual era director el señor José Gómez
U garte, a la carta a que me he referido.
-El C. U garte: Es cierto.
-El C. Hidalgo: Al juicio de la Asamblea dejo que haga los comentarios que
crea pertinentes. Ha confesado el señor U garte que es carta ,suya.
Me permito ,pregunta~ al señor Ugarte si al aceptar el cargo de diputado al
Congreso de la Unión por el 29 distrito electoral del Estado de Tlaxcala, de donde
es nativo, aceptó también las dificultades de ese cargo y las responsabilidades de él.
El señor Ugarte, al aceptar del partido Liberal .del pueblo tlaxcalteca, de ese
generoso Partido Liberal Constitucionalista ----.,porque él era un cahuantzista. 'porque
él no sé yo cómo lleva el nombre de Ugarte, porque debía ser Cahuantzi- no
cumplió con el deber que se le impuso al haber aceptado el cargo de diputado. El
señor Ugarte fue durante ... ¡ya sé que me va a atacar y vendrá meneando la melena
como un león! Este señor siempre ha sido enemigo de la revolución. Ya sabe usted,
señor Ugarte, que yo siempre he sido revolucionario honrado y que no me arredra
que me tienda usted los lazos que sabe tender, de intrigas. El señor Ugarte le sirvió
a Próspero Cahuantzi, a quien nombraba· papá, durante diez o doce años como secre~
tario particular, 10- hizo también diputado ál Congreso local de aquel Estado. Cuando
la revolución triunfó, ya lo he dicho aquí, para qué repetirlo, voy únicamente a dar
lectura a algo que yo dije en este .periódico. Antes me faltaba decir lo siguiente:
que !parece que no hay duda de que nosotros en Tlaxcala levantemos 'la voz de
-vrotesta en contra de Félix Díaz y Huerta el 16 de febrero de 1913. Esto le consta
al señor general don Cándido Aguilar, que él fue quien en automóvil me fue a invitar
a la 2~ del Mercado número 66. ¿ Es verdad o no, señor general Aguilar?
-El C. Aguilar: No quisiera hablar, señor; es cierto lo que usted dice; ;pero no
vuelva a preguntarme, ,porque voy a decir muchas verdades y no quiero cansar la
paciencia de los señores diputados.
-El C. Martí, interrumpiendo: Si se levantó el 16 de febrero contra el general
Huerta, entonces se levantó contra Madero, porque en esa fecha Huerta era made~
rista y estaba defendiendo la plaza de México, aunque aparentemente.
-El C. Aguilar Cándido: Pido la ,palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Aguilar.
311
-El C. Aguilar Cándido: El señor estaba retirado. El señor Madero me mandó
del Palacio Nacional para que lo fuera a ver para indicarle que debía ir a Tlaxcala
con el señor general Tapia, para recuperar la capital, que estaba e~ poder de la
reacción. Fui a invitar al señor y habló con el señor presidente Madero, y entiendo
que ese mismo dia salió con el señor general Tapia; creo que fue el día 16.
Por lo demás, no qu!ero tratar la personalidad del señor Hidalgo, porque no
quiero cansar a la Asamblea, me es penoso estar hablando seguido; pero la verdad
es que si los señores quieren, pasaré a decir verdades como las he dicho.
-El C. Hidalgo: El señor U garte, en un periódico cuyo nombre no recuerdo
y del cual él era director en 1914, por razón de que un jefe militar que hoyes
zapatista me mandó una credencial .para que lo representara en Aguascalientes,
el señor Ugarte enojado -porque yo nunca le he querido besar la mano, como a uno
de los principales jefes de Tlaxcala, me calumnió de que era yo zapatista; !pero
antes el señor Ugarte, cuando fui gobernador de Tlaxcala, siempre se acerbaba a mí
diciéndome que estaba muy arruinado, que en algo lo ayudara yo. El señor Ugartc
me desafió a discutir nuestra personalidad política por medio de su periódico, y yo
acepté el ,reto por medio de un artículo que mandé publicar en el periódico "E'l
Demócrata", y seguí escribiendo en el periódico HLa Nueva República", que se editaba
en Tlaxcala. El señor Ugarte va a hacer cargos dolosos contra mí, con el fin de
nulificarse políticamente, pues él tuvo la pretensión de ser gobernador de Tlaxcala;
ahora, ya no tendrá esa pretensión, ahora querrá un puesto más alto, querrá el de
ministro- o Primer Jefe. El señor Ugarte me odia gratuitamente¡ ha dicho a muchas
personas: Hidalgo es zapatista, es un canalla, es un perverso, sencillamente por lo
que acabo de decir hace un momento. El señor U garte hubiera querido mandarme
a mí, como mandaba a Cahuantzi; él me decía: "usted es el jefe del Estado; que no
se le pare aquí ningún individuo que le quiera hacer obstrucción, y si se le presenta,
mándelo usted matar, que al fin es usted el gobernador del Estado."
. El pensaba ser el jefe del Estado de Tlaxcala; él quería ser el hombre de Tlaxcala,
quería que yo cayera obedeciendo sus insinuaciones. Yo soy un hombre insignificante,
yo he sido obrero del ramo fabril, nunca fui a la escuela y mi lenguaje da a entender
a ustedes que no he tenido ninguna cultura.
El señor Ugarte me invitó a cometer algunas inconsecuencias con sus enemigos
personales de Tlaxcala, a lo cual no accedí.
Después de tomada la plaza de Tlaxcala, en donde me acompañó el señor general
Tapia, salimos de allí el día 21 de febrero de 1913 y nos reconcentramos a la cabecera
del distrito de Tlaxco, con objeto de ponernos al habla con don Juan Francisco Lucas
para seguir revolucionando en contra de Huerta. Allí fui hecho prisionero por las
mismas tropas de Tapia y traído a México, donde estuve preso catorce meses en la
penitenciaría; de allí salí y estuve tres meses en la ciudad de México, muy vigilado.
A los dos o tres días de que Huerta renunció, a solicitud de los revolucionarios de
Tlaxcala y de Puebla, fui a trabajar por la unificación del Ejército constitucionalista
tlaxcalteca. Cuando entramos a Tlaxcala, mandé mensajes a algunos de mis amigos,
menos al señor Ugarte, razón por la que él se enojó muchísimo en contra de mí. El,
cuando vine a México, me dijo: "a todos les ha mandado usted mensajes y a mí no
me ha mandado usted ninguno". No estaba yo obligado a mandarle ningún mensaje,
pu-esto que no le tenía en el concepto de amigo. Después de estos acontecimientos,
vino el c.uartelazo dado por Domingo Arenas en Tlaxcala; ese día nos tomaron pri-
sioneros -a mí, al señor Porfirio del Castillo y al señor general Máximo Rojas; nos
llevaron a un pueblo que se llama Texolo, allí estuvimos cuatro o cinco días. El señor
general Rojas, por tener fuerzas a su mando pudo reconcentrarse a Puebla¡ el señor
coronel Porfirio del Castillo pudo hacer lo mismo; yo no pude ponerme a salvo, por-
312
que no tenía fuerzas a mi mando, yo era civil, era, como hasta ahora, el presidente
del partido liberal; supliqué a uno de los zapatistas que me permitiera ir a un pueblo
que se llama Tepeticpac; al estar ahí oímos -cañonazos en un pueblo que se llama
Panotlaj estaban atacando las fuerzas cofistitucionAlistas a los zapatistas. Aproveché
la confusión de la batalla, y pedí permiso de quedarme ahí, prometiendo estar con
ellos al día siguiente; me lo permitieron y no regresé, como era natural ...
-El C. De los Santos, interrumpiendo: Pido la palabra para una moción de orden.
_El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano De los Santos.
-El C. De los Santos: Suplico se le tenga respeto a la Asamblea, señor, que ya
está cansada; el señor está haciendo su biografía y no ataca al señor Ugarte.
-El C. Hidl,llgo: Perfectamente; pero debo decir que el señor Ugarte siempre
ha estado diciendo que soy zapatista, que soy desleal, etcétera, etcétera, y quiero que
él demuestre honradamente lo que afirma.
-El C. Ugarte: Señor presidente, pido la palabra.
-El C. Aguilar Cándido: Creo que el señor Ugarte no necesita hacer ninguna
defensa de su persona.
-Un C. presunto diputado, que estaba inscripto para hablar en pro: En vista
de lo expuesto por el señor general Cándido Aguilar, cedo mi lugar al señor Gerzayn
Ugarte.
-El C. Ugarte: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente.: Tiene la palabra el señor Ugarte.
-El ,C. Ugarte: Señores diputados: voy a decir unas cuantas palabras, nada
más unas cuantas, porque no merece el honor de contestación, todo lo que ha venido
a exponer aquí el señor Hidalgo. Yo tengo la pretensión de haber nacido para la lucha
con quienes puedan medir sus armas conmigo. Basta ver al señor Hidalgo erguido
en mi contra en la forma en que lo ha hecho, para creer o pensar si yo habré sido
~lguna vez enemigo de él. Hace dos años que yo pude haber aniquilado a ese malvado,
y no lo he hecho; yo tengo una acusación contra él, que la conoce el señor Aguilar,
que la conoce la nación toda, y sólo la grandísima generosidad del señor Carranza
ha dejado que ande suelto ese individuo, que ha hecho más daño en Tlaxcala que todas
las tiranías que pudieran haber pasado por aquel lugar; pero él cree que yo quiero
ser gobernador de Tlaxcala, y como por un error del maderismo, error que desgracia.
damente hemos pagado después con sangre y con dolores, llegó al Gobierno del Es~
tado, siempre ha visto en mí a un individuo que le pueda disputar la popularidad o
la candidatura que pretende lanzar. No, señores, yo no me siento con ganas de com-
batir en ese terreno ni con tal adversario. Esa carta que publiqué yo el 20 de fe·
brero, cuando el 19 habían asesinado al señor- Gustavo Madero y se trataba de asesi·
narme a mí, está justificada plenamente. ¿ Creen ustedes que yo me iba a declarar
cómplice o compañero de Antonio Hidalgo? ¿ Era posible que yo, que he luchado
desde abajo para llegar adonde estoy, declarara públicamente: "si yo soy admirador y
aplaudo a Antonio Hidalgo" cuando en México no ,se sabía si el movimiento estaba or-
ganizado, y si esa explosión de protesta llegaría a ser nacional? Pero, repito, no me
excita a la lucha un individuo como Antonio Hidalgo. El señor general Aguilar ha
dicho que tendría que decir grandes verdades; yo quisiera que aquí viniera a atacarme
un hombre digno, un hombre fuerte a quien pudiera contestar -no moviendo la melena
como dice Hidalgo, sino argumentando- lo que tengo que decir en contra de mis ene-
migos políticos, porque jamás he rehuído la lucha; pero combatir contra Antonio
Hidalgo, que dice que yo intrigo, ¿ cómo voy a intrigar con él? Si yo hubiera querido,
si el ciudad'ano Primer Jefe hubiera querido, este hombre no estaría aquí; pero era
conveniente' que algunos de esos hombres, representantes de esos grupos malvados,
vinieran aquí para exhibirlos.
313
Los acontecimientos del 12 de noviembre de 1914 en Tlax-cala, adonde él dice que
estuvo como invitado en su casa, fueron hechos y preparados por él ...
~El C. Hidalgo, interrumpieIJ,do: No lo puede usted probar, señor.
-El C. Ugarte: Allá voy, señor. Yo tengo la acusación formulada contra usted
por el s,eñor general Galindo, que fue uno de los encargados de batir al traidor Arenas,
con quien usted iba, y que precisamente después de la toma de Tlaxcala, recuperada
por las fuerzas, leales, usted, siguiendo a las hordas de aquellos zapatistas, fue a in-
cendiar la fábrica de San Manuel, de donde había sido portero, y de los pisos de la
casa de usted se han extraído como tres mil piezas de manta, de las que habían
saqueado de la fábrica. Esta acusación le consta al señor general Aguilar, y usted,
que ha pretendido aquí atacarme, sólo ha conseguido exhibir su miseria moral. Celebro
mucho que el joven que me iba a atacar haya rehuido la polémica; yo no les pego a
los caídos, yo no les pego a los inielices, yo les pego a los que pueden repeler un
golpe con otro mayor; yo estoy acostumbrado a entablar pugnas con los hombres
dignos, no con los torpes, no con los individuos que, como usted, no han tenido la
honradez suficiente ...
-El C. Hidalgo, interrumpiendo: Soy honrado y me va usted a probar 10 que
dice.
-El C. U garte: Yo suplico a la Asamblea que me haga la gracia de permitirme
que no siga yo ocupándome de este individuo, y que el señor general Aguilar diga
si es cierto que el general Galindo, ante él y ante la Primera Jefatura, ha dicho que
al S€guir batiendo a las fuerzas rebeldes iba entre ellas el traidor Antonio Hidalgo,
y si es cierto que en los pisos de su casa se encontraron las piezas de manta producto
del saqueo de la fábrica de donde había sido portero Hidalgo.
-El C. Aguilar Cándido: Pido la palabra para contestar, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Aguilar Cándido: El señor Hidalgo fue acusado ante la Comandancia
Militar del Estado de Veracruz ...
-El C. Bojórquez, interrumpiendo: Para una moción de orden, señor presidente.
Estamos discutiendo la personalidad del señor Ugarte, y se está distrayendo esta dis-
cusión. La Presidencia tiene la obligación de encauzar esa discusión. La credencial
~l señor Hidalgo está aprobada; si se tiene que hacer algunos cargos contra él, puesto
que hay aquí determinadas personas que lo consideran como indigno de pertenecer a
esta Asamblea, que los presenten despu€s, pero ahora sólo estamos tratando en con-
creto lo relativo a si es o no de aprobarse la credencial del señor Ugarte.
-El C. Aguilar Cándido: Esta acusación en contra del señor Hidalgo, yo creo
que bien se puede consignar a la Cámara y la Cámara resolverá; creo qUe no vamos
a perder tiempo.
-El C. Ugarte: Yo únicamente quise que usted, señor general Aguilar, se sir-
viera expresar aquí lo que le consta sobre este particular; por lo demás, no me siento
deseoso de seguir contendiendo con tal adversario; mi credencial está pendiente de
que la aprobéis o de que la rechacéis; ya visteis cuMes son los cargos que se me ha-
cen; que si me debo yo apellidar de un modo o de otro, que si he servido, que si no
he servido, etcétera; me ha causado verdadero asco venir aquí a contestar a este in-
dividuo, porque no estamos a la misma altura, porque nunca he pretendido yo per-
judicarlo ni he querido hacerlo, porque no hay nadie aquí que en ese S€ntido pudiera
hablar mejor que yo, pero no pretendo atacarlo, porque realmente descendería mu-
chísimo si quisiera ponerme al tú por tú con él.
-El C. Jara: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
314
-E~ C. Jara: Como no es la primera ocaSlOn en que después de discutida una
credencial se trae a colación la conducta política y hasta privada de un individuo, es
necesario que los Iseñores presuntos diputados a clte honorable Congreso hagan todo
lo posible porque se proceda aquí con toda honraaez para honrar consiguientemente
este Congreso.
N o sé por qué mi estimado amigo el señor Gerzayn U garte, cuando estaba a dis-
cusión la credencial del señor Antonio Hidalgo, no le lanzó esos tremendos cargos
que hoy le lanza ...
-El C. Ugarte, interrumpiendo: Porque no estaba yo presente.
'-:"'El C. Jara: Está usted disculpado; pero cito el caso de usted, porque hay va-
rios casos en ese sentido, y si los señores diputados por no OCUPIilrse de las persona-
lidades que están a discusión o por otro asunto cualquiera, callan, con su silencio se
hacen cómplices de que un individuo que no debía pisar esta Cámara entre a ella y
eso es faltar a la honradez.
No tendríamos necesidad de someter a Gran Jurado -como seguramente se
hará- al señor Antonio Hidalgo por la terrible acusación que pesa sobre él y es la
de encubridor de un robo y la de traición también, si antes los señores diputados lo
hubieran hecho presente a esta honorable Asamblea. Así, pues, señores, me permito
hacer la insinuación de que todos los señores diputados que tengan conocimiento de
algo grave cometido por alguno de los miembros de esta Asamblea, lo hagan de su
conocimiento en tiempo oportuno, cuando esté a discusión la per,sonalidad de los seño-
res diputados. (Aplausos.)
-Un C. presunto diputado: Yo también podría haber hablado acerca del señor
Hidalgo; aquí estaba yo presente cuando se leyó el dictamen de la 2~ Comisión y
llegué hasta la mesa para inscribirme a fin de impugnar la credencial del señor Hi-
dalgo, y estoy seguro que si hubiese hablado, no estaría aquí este señor; pero no en-
tendí, porque mi falta de conocimientos en estas prácticas parlamentarias me hizo
suponer que se iba a aprobar en lo general el dictamen para después discutir en lo
particular las credenciales, y me reservé y ya no tuve ocasión; pero cuando sea opor-
tuno lo haré.
-El C. Rodríguez José María: El señor general Jara ha dicho que todos los
que sabíamos algo con respecto al señor Hidalgo, nos hemos hecho cómplices y hemos
obrado muy mal al no haber expresado los cargos contra dicho señor. No tiene razón
el señor Jara, porque aun cuando es cierto que muchos de nosotros sabíamos y cono-
cíamos la conducta del señor Hidalgo, no teníamos la prueba para hacer acusación
ninguna; por consiguiente, no deoomos haber ocupado ese lugar para haber impug-
nado una candidatura ...
-El C. Jara, interrumpiendo: Yo no me he referido, señor Rodríguez, a los que
no tienen pruebas; pues claro está que esos no tienen obligación de presentar ninguna
acusación.
-El C. F'rausto: Muchos que no conocíamos más que de nombre al ·señor Hidal-
go, no podíamos conocer los actos de él; en consecuencia, tampoco pQdríamos tener
pruebas de BU conducta.
-El C. Jara: También sale sobrando la aclaración de usted. El que no sabe
nada acerca de la conducta. de una persona, está disculpado.
-El C. Rodríguez José María: Una cosa es tener la prueba y otra cosa es tener
conocimiento de hechos.
-El C. Bojórquez: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Bojórquez.
-El C. Bojórquez! Atendiendo a las oportunas indicaciones del ciudadano dipu-
tado Jara, me permito observar a esta respetable Asamblea que, independientemente
315
de la controversia Hidalgo-Hugarte, debemos tomar en cuenta lo que dice en su carta
de 20 de febrero.
y decir en 20 de febrero de 1913 que era una ingente necesidad la reconquista
de la paz, es un atentado de lesa :?evolución.
-El C. presidente: Si usted hubiera estado en México en esos momentos, hu-
biera dicho 10 mismo, señor. (Aplausos.)
-Un C. secretario: Se pregunta a la Asamblea si está suficientemente discu-
tido el punto. (Voces: ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!) En votación económica ...
-El C. Bojórquez: Pido votación nominal. (Voces: ¡No! ¡No! ¡No!)
-El C. secretario: En votación económica se pregunta si se aprueba el dicta-
men. Los que estén por la afirmativa que se sirvan ponerse de pie. Aprobado.
(Se hizo la declaratoria de estilo.)
-El C. presidente: Bueno, señores, continuemos.
-El e, De los Santos: Señor presidente, solicito que se consulte a la Asamblea,
y que 10 que la Asamblea dig.a eso haremos.
-El C. presidente: ¿ Que dice el señor diputado De los Santos?
-El C. De los Santos: Decía yo, señor presidente, que por conducto de la Secre-
taría se sirva usted mandar preguntar a la Asamblea si debe continuar la sesión, y
lo que la mayoría decida eso se hará.
- Un C. secretario: La Presidencia pregunta si continúa la sesión. Los que es-
tén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Sí continúa.
17
316
"Sala de Comisiones del Congreso Constituyente. Querétaro, a 26 de noviembre
de 1916.-Guillermo Ordorica.-Licenciado Rafael Espeleta.-Alfonao Cravioto."
-Un C. secretario: Los que quieran hacer uso de la palabr~ en pro o en contra,
que pasen- a inscribirse. •
-El C. López Pedro: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano López.
-El C. López Pedro: Respetable Asamblea: precisamente por estos incidentes
que acaban de suscitarse en este momento, precisamente por esas aclaraciones que
ha hecho el señor general Jara de que nada se oculte a esta Asamblea, de que los
hombres se . presenten de una manera síncera, de que los hombres hablen con el cora-
zón y donde quiera sean honorables; precisamente cuando esta creden"cial, como aca-
ba de decir la Comisión, no tenía ninguna tacha, he creído honrada y sinceramente
que yo podía estar comprendido en el artículo 49, y así 10 vengo a hacer comprender,
para que ustedes juzguen con sn criterio revolucionario, para- que ustedes, como hom-
bres honrados, me sometieran a este crisol, y si creen que puedo ser diputado, en-
horabuena, y si no puedo ser diputado, entonces también contento y satisfecho me
pueda yo retirar a mi hogar; pero nadie me podrá decir mañana que he omitido estas
explicaciones intencionales, porque entonces, señores diputados, tendría que some-
terme, bajar la cabeza y no tendría derecho a replicar. Per'mitidme, señores, que
haga en unas cuantas palabras, porque así lo requiere ya el momento, un poco de
historia: En 1910 se hicieron las elecciones en Zacatecas para la magistratura y
después de seis años de haber yo desempeñado el juzgado del ramo Civil, se me
nombró 49 magistrado por un periodo de seis años. Vino la revolución en 1911, se
consuma por el tratado de Ciudad Juárez y el gobernador de Zacatecas es el señor
don Guadalupe ·González. El señor don Guadalupe González absolutamente no cam-
bió ni hizo remoción alguna en los puestos públicos; los magistrados siguieron des-
empeñando sus puestos, obrando tal como éste los había encontrado y estaban antes.
Después, -en 1913, en la época del cuartelazo, desde el primer momento, señores, los
magistrados discutimos si debíamos reconocer al Gobierno de Huerta, si debíamos se-
pararnos de nuestros puestos o continuar en ellos. Entonces por mayoría de votos
se resolvió que debíamos seguir ahi y aquí es donde me he creido encontrar en la
prohibición de la ley. Ahí se resolvió que continuáramos en nuestros puestos, con-
tinuamos en ellos y así lo 'resolvió el Supremo Tribunal por varias razones: desde
luego creyendo -y de esto también yo me hago responsable- que el Poder Judi-
cial ·no es un poder político, sino que su misión es aplicar la ley en cada caso, que
su misión es velar porque se aplique, ya sea del derecho público o del derecho pri-
vado; en segupdo lugar, porque tuvo presente que no era posible desorganizar en un
momento dado toda la organización de justicia y despachar a todos los empleados
a la calle, y por ,último, porque no era justo tampoco que muchos de aquellos em-
pleados quedaran sin la subsistencia necesaria para ganarse la vida. N os quedamos,
pues, en nuestros puestos y en esos puestos es donde he podido reconocer el impe-
dimento.
Respecto a la clase que desempeñaba yo en el instituto, algunas veces ustedes
han tratado la cuestión de enseñanzas y la han a'probado.
Por último, quiero ,solamente, señores diputados, daros a conocer dos pequeños
documentos que traigo aquí y demostrarán a ustedes, mi manera de pen.sar y qué
confianza tenían en mi algunos revolucionarios, cuando ellO de febrero de 1912 re-
cirbi este oficio: (Leyó.) He dado lectura a estos documentos, para que vean ustedes,
c6mo con mi carácter iridependiente y con mi trabajo, siempre he subsistido, cómo
también mis ideales liberales han sido suficientes para _que yo· desempeñe algunos
puestos de confianza. En la actualidad desempeño todavía el mismo puesto de abo-
317
gado en las oficinas de' México, en los ferrocarriles constitucionalistas; pues bien, se-
ñores, estando yo en México, supe mi elec'ción, y aquí se explica en este oficio que
presento a las comisiones, cómo fue hecha esta elección y por qué me presento aquí;
este oficio está suscrito igualmente por el señor Fernando Moreno, por eso está en
plural; pero él no ha recibido su credencial ni tampoco el expediente; por esa razón
suplico a ustedes lo tomen solamente en singular, 'por lo que a mi atañe.
Pues bien, ahí se explkan los motivos por Que hacemos esta exposición, y tam-
bién cómo he sido juzgado ,por altas personalidades pertenecientes a la revolución.
Ahora bien, señores, no he querido -como ya 10 dije- que se vaya a pensar
que he omitido deliberadamente estos hechos. Ya sea que quede en esta Represen-
tación, ya sea que salga, podré levantar francamente la cabeza y no se podrá decir
que yo omití un hecho; y me alegro, señores, que en este acto que acaba de tener
lugar haya yo hecho estas declaraciones francas y sinceras, porque así estaremos a
cubierto para qUe mañana no tengamos que avergonzarnos de nada.
No quiero ya cansar a ustedes; ayer precisamente, en este periódico "El Puehlo",
encontré este artículo y solamente voy a dar lectura a un pequeño párrafo, que qui-
zás sirva para aclarar el criterio de esta honorable Asamblea.
Es un artículo del licenciado Aguirre Berlangaj habla sobre los proyectos y
estudios que hará esta Asamblea sobre el Poder Judicial y oirán ustedes cómo se
expresa este abogado refiriéndose al Poder JudiciaL (Leyó.)
En consecuencia, señores diputados, yo os ruego que votéis ,conforme a vuestro
sabio criterio; pues si me aceptáis, quedaré satisfecho, y si salgo, lo haré tan con-
tento y orgulloso como he entrado a esta Asamblea y seguiré cumpliendo siempre
con mi deber de hombre honrado como hasta hoy lo he hecho. (Aplausos.)
-El C. Cravioto: Señores diputados: la Comisión, en este caso, no ,ha hecho sino
cumplir estrictamente con su deber. El dictamen que habiendo formulado era apro~
batorio y el señor -que acaba de hablar se presentó ante nosotros con este oficio, en
el que declara estar comprendido en el artículo 49, en virtud de haber desempeñado
empleos públicos durante la administración de Huerta. En vista de las declaracio~
nes del mismo interesado, nosotros nos vimos en el penoso deber de formular el dic-
tamen que ha escuchado vuestra soberanía; y digo penoso, porque realmente es dig~
na de aplauso la conducta del señor por su honrada actitud. Sólo sí nos llamó mu-
cho la atención que el señor, que es abogado, que conoce perfectamente la ley, no
hubiese tenido eSe escrúpulo ante los electores, pues así se hubiera evitado el bochor-
no de esperar a que 10 desecharan de este Congreso. Yo sostengo y he sostenido, con
aprobación de la Asamblea, que el artículo 4Q no debe aplicarse a ciegas; el artículo
49, precisamente por ser algo terrible, debe aplicarse con minucioso. cuidado y es-
tudiando las circunstancias qUe concurran en cada caso. Ya hahéis escuchado la pa~
labra honrada del señor, y en caso que vuestra soberanía sostenga el dictamen cuya
justificación está aquí en este documento, pido que, cuando menos, le tributéis un
sincer'o aplauso por la honradez con que ha venido a decirnos que él se encuentra
dentro del caso 'prescripto por el artículo 49 , de que ya he hecho mención.
-Un C. presunto diputado: Si hemos absuelto a algunas personas que efectiva-
mente estaban comprendidas dentro de ese artículo 49, y que 10 han negado, al señor,
que ha tenido la honradez suficiente para declararnos lo que ha dicho, yo creo que
se le puede admitir como excepción.
-El C. De los Santos: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. prseidente: Tiene la palabra el señor De los Santos.
-El C. De los Santos: Bastante remunerado está el señor con el empleo que
tiene y el perdón que la revolución le ha concedido, para que siga en su empleo.
Nosotros, los qUe de alguna manera nos hemos expuesto y hemos perdido hasta a
318
miembros de _nuestra familia. en la revolución, debemo's ser un poco más exigentes
en la interpretación del artículo 49
El señor ha sido muy honrado y aplaudimos su honradez; pero ha serVido a
Huerta. El artículo 49 no se puede desgarrar, porque aquí hay individuos que tam-
bién sirvieron a Huerta, y en ese sentido también serían diputados; por lo tanto,
suplico a la Asamblea que vote a favor del dictamen, porque textualmente dice que
el señor López sirvió al Gobierno de Victoriano Huerta; pero se le puede admitir
que siga sirviendo su empleo.
-El C. Calderón: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Calderón.
-El C. Calderón: Difiero por completo de la opinión del señor general De los
Santos que, por lo bienintencionada, también será de aplaudirse, como la del señor
Cravioto; pero no estoy completamente de acuerdo.
Estos hombres -pues me parece que son dos- pudieron perfectamente engañar-
nos, pudieron perfectamente haberse colado aquí; por 10 demás, es justo decir que
nada hicieron por ,su propoganda; espontáneamente se vieron nombrados, y se vie-
ron en el deber de venir a dar cuenta a la Asamblea: "aquí estamos, hemos sido
electos honradamente", y así es, porque yo tengo fe en el Gobierno eminentemente
liberal del Estado de Zacatecas; de manera es, señores, que creo que aquel gober-
nador, que entiendo .que en esa época debió ser el señor general Carlos Plank, es
muy celoso precisamente 'para selec,cionar los elementos con ,que cuenta ya aquel
Estado. No traigo, señores, la pretensión de imponer aquí mi humilde opinión, hu-
mildisima, como es mia, pero, señores, aquí está representada la conciencia nacional,
aquí está representada la inteligencia hum.ana; es cierto que ya estamos cansados
de discutir, ya estamos cansados de estar aquí horas en este salón; pero creo que
el caso del señor es de meditarse, ¿ para qué vamos a inhabilitar a estos hombres?
Si fueron profesores de Derecho, estoy seguro que no 'Condenarían a ningún ino-
cente, estoy seguro, aunque yo no haya vivido en Zacatecas, que si algunos de los
sediciosos ---como se nos llamaba- cayó en ,sus manos, no cumplieron con las con-
signas y, señores, la ley no es para que se cumpla a ciegas, es para que la impar-
tamos de acuerdo con nuestras conciencias. (Aplausos.)
-Un C. presunto diputado: Con temor de ser pesado a esta honorable Asamblea,
quiero decir tres o cuatro palabras apoyando la moción del señor general Calderón.
El asienta estas declaraciones: no pretendemos desgarrar el artículo 49; pero si creo
que debe interpretarse como está escrito. Dice que no pueden ser diputados aquellos
que han ayudado al Gobierno de Huerta sirviendo un empleo público. Debo adver-
tir a ustedes que el señor fue magistrado, 10 cual no es un empleo público, sino un
cargo de elección popular, y el señor no ayudó a Huerta, porque generales y jefes
revolucionarios, a la llegada a las poblaciones donde desempeñaban sus puestos, se~
gún ellos mismos 10 han manifestado, 10 primero que hacían era revisar los procesos
contra los revolucionarios y devolverles su libertad. Creo, por tanto, señores, que
debemos fundarnos en estas cosas y ver que 10's señores no ayudaron al Gobierno
de Huerta ni sirvieron un empleo público, sino un cargo de elección popular, y han
dado una muestra de honradez que todos los revolucionarios debemos de' imitar.
-Un C. secretario: Se pregunta a la Asamblea si está suficientemente discutido
el punto. La proposición que se va a votar es la siguiente: (Voces: ¡No se oye! ¡No
se oye! ¡Tribuna! ¡Tribuna!)
Se va a poner a votación la primera parte del dictamen, que dice:
"Primera. Es nula la elección del C. Pedro López como diputado propietario por
el 69 distrito electoral del Estado de Zacatecas, en virtud de estar dicho ciudadano
en la incapacidad prescripta en el artículo 49 del decreto relativo."
319
-El C. Navarro, interrumpiendo: No me explico, señores ...
-El C. Palavicini, interrumpiendo: Señor presidente: Suplico a su señoría nos
haga la gracia de terminar esta sesión, porque ya no sabemos ni lo que votamos,
pues ya la Asamblea está materialmente cansada, los secretarios notoriamente no
pueden ya trabajar y es imposible llegar a algún acuerdo.
-El C. presidente, a las 11.35 p, m.: .Se levanta la Junta y se cita para mañana,
a las diez de la mañana.
320
10. JUNTA PREPARATORIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA MAJilANA DEL JUEVES
30 DE NOVIEMBRE DE 1916
SUMARIO
321
ciudadano Palavicini, pedí la palabra en contra. Me extraña que no se haya asen-
tado en el acta, a pesar de que ya hasta se me había inscrito para hablar en contra
de ese dictamen.
-El C. secretario González: Se hará la anotación corres'pondiente.
-El C. López Guerra: Pido la palabra para hacer constar que yo manifesté que
había sido festinado el procedimiento de la votación en la parte relativa al hecho
que se acaba de hacer constar en el acta.
-El C. Palavicini: Si en el acta se relatasen todos los hechos que hacen constar
los señores diputados, el acta no sería un acta, sino un DIARIO DE LOS DEBATES,
señor Lauro López. Guerra.
-El C. López Pedro: Que se haga constar una rectificación en el acta, respecto
del dictamen de la 5~ Sección, relativa al diputado por el 69 distrito del Estado ile
Zacatecas; yo impugné ese dictamen; que se haga constar allí, con el escrito que ya
de antemano había presentado.
-El C. secretario González: Con las observaciones señaladas, ¿ se aprueba el
acta? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afir-
mativa sírvanse ponerse de pie. Aprobada.
2
Se da cuenta con el siguiente dictamen:
"Señal":
"La Sección 5~ de la 1~ Comisión Revisora de Credenciales tuvo a su cargo el
estudio del expediente relativo al ler. distrito electoral de la ciudad de San Luis
Potosí; sujeta a un estudio minucioso la documentación respectiva, se encontró que
en dicho distrito hubo bastantes irregularidades. En ciertas casillas electorales no
se pudo efectuar la elección, y en algunas otras se cometieron omisiones de tal na-
turaleza, que justificaron la declaración de nulidad respecto a los votos recogidos en
ellas. En otras casillas las irregularidades consistieron en meras omisiones d~ for-
ma, por lo que la ComisJón juzgó de aceptarse la votación- que hubo en dichas casi-
llas. Des'contando los voto's que se nulificaron del escrutinio general enviado por la
Junta Computadora, se encontró que, a pesar de las irregularidades apuntadas. la
elección en dicho distrito puede considerarse como buena y legal.
"Se recibieron varias protestas del. partido liberal obrero y del señor Marcial
Arredondo, pero como estas protestas no comprenden causas de nulidad comprendi-
da~ en el artículo respectivo de la Ley Electoral, no se tuvieron en cuenta; igual-
mente se reci.bió una protesta de carácter político que tampoco pudo tomarse en con-
sideración, porque quien la envió no lo hizo llenando el requisito establecido en el
artículo 4,9 de la Ley Electoral.
"En tal virtud, sometemos a la aprobación de la honorable Junta Preparatoria.
la siguiente proposición:
"Es diputado propietario por el ler. distrito electoral de San Luis Potosí, el C.
Samuel de los Santos, y suplente el C. Filiberto Ayala.
"Sala de Comisiones del Congreso Constituyente.~Querétaro, a 29 de noviembre
de 1916.-Guillermo Ordorica.~Licenciado Rafael Espeleta.-Alfonso Cravioto."
-El C. Ibarra: Pido la palabra: Es para una proposición. Es 'cuestión del buen
nombre de la Cámara. Señores, ayer ...
-El C. presidente: Si no se le ha concedido la palabra, señor.
-El C. Ibarra: Tengo derecho para que se me conceda la palabra.
-Un C. secretario: Está a discusión el dictamen. ¿No hay quien pida la pala-
bra? En votación económica se pregunta si es de aprobarse. Los que estén por la
afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobado.
322
3
323
como diputados propietario y suplente, respectivamente, a este honorable Congreso
Constituyente, por el 89 distrito electoral del Estado de Guanajuato."
Se pone a discusión.
-El C. De los Santos: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Samuel De los Santos.
-El C. De los Santos: Yo fui el que pedí que se separara. No sé 'por qué la
Comisión de motu proprio le ha dado el nombre de diputado al que le sigue en votos
al señor Madraza. El señor Madraza salió electo por dos distritos, y él debe decir a
cuál distrito viene a representar. No es el que le siga en número de votos, el diputa-
do del otro distrito, sino el suplente del señor Madraza, del distrito que él elija, 10
decía la Comisión que fue elegido en dos distritos, ¿ por qué el que le sigue en votos
es el que representa al otro distrito? Este caso sucede sólo cuando se inhabilita le-
galmente al que tuvo mayor número de votos; pero cuando él, elige el distrito, por·
que no es posible que represente a 10'8 dos, es el suplente el que tiene que venir.
Por eso impugné el dictamen, y hago saber este hecho a la honorable Asamblea, para
que se sirva votar en contra del dictamen, con objeto de que quede ajustado a la
ley, ajustado a la razón y ajustado' al orden.
-El C. Medina: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Hilario Medina.
-El C. Medina: Señores diputados: El señor general De los Santos ignora se-
guramente muchas circunstancias que intervienen en el acta que dio origen al dic-
tamen de la Comisión y a la que acaba de darse lectura. La ciudad de León da dos
distritos electorales, que son el 79 y el 89 Los habitantes de la ciudad de León, pocó
instruidos en las prácticas electorales, sufrieron una confusión al hacer la elección
de los candidatos que íbamos a hacer nuestra gira, debido en gran parte a la premu-
ra del tiempo de que dis-poníamos los candidatos, y debiendo también a que el pue-
blo no tenía la serenidad necesaria para ir a los comicios, 'porque en esos momentos
una terrible epidemia asolaba esa tierra; sin embargo, fue lanzada esa candidatura,
precisamente la mía, a la que me estoy refiriendo, por el Partido Liberal del Estado
de Guanajuato y también por el Partido Liberal del distrito de León; se hicieron
las publicaciones que se acostumbra en esos casos y no obstante que se me había
asignado el 89 distrito, el pueblo, sin distinguir a los candidatos, fue y votó indis-
tintamente tanto en uno como en otro distrito, por el ingeniero Madrazo y por mí;
en esta circunstancia sucede una de estas dos cosas; o mis votos se computan en
general en toda la ciudad de León, ya sea tomándolos de un dist.rito o de otro, o
se computan los correspondientes a los del 79 distrito para el ingeniero Madraza y
los' del 89 distrito para mí.
Si se excluyen los votos del 79 distrito electoral y se dejan los del 89 para mi,
al señor ingeniero Madraza los del 89 no se le tomarán en cuenta. El hecho de qug
una sola Junta Ele·ctoral haya funcionado, es debido a que la ciudad de León con-
tiene dos distritos electorales, y no se instalaron dos juntas, porque la Presidencia
Municipal señaló la cabecera y esa misma Presidencia Municipal de la ciudad de
León señaló la cabecera, repito, para que se unieran las juntas computadoras de los
dos colegios electorales. La Comisión seguramente no ha hecho de motu propio, co-
mo dice el señor general De los Santos, un cómputo que me favoreciese; sino que
la Comisión se ha fundado debidamente en una credencial que yo le he traído y que
no ha sido objetada, pues aun los mismos contrincantes han reconocido la validez de
la elección; fundado en estas consideraciones, señores diputados, yo ruego a uste-
des muy atentamente se sirvan tomar 'en cuenta las aclaraciones que he hecho, y
que seguramente contrarían al señor De los Santos, y así den ustedes un voto apro-
batorio al dictamen de la Comisión.
324
-El C. De los Santos: Ruego al señor presidente de la Comisión nos informe a
este respecto, quién ohtuvo más votos como propietario en el 89 distrito y quién ob-
tuvo más votos en el 79, y <;lespués que nos diga quién obtuvo más votos en el 79 y
en el 89 como suplente.
(Un miembro de la Comisión lee la parte relativa del dictamen.)
-El C. De los Santos: ¿Cuántos votos obtuvo el señor Hilarío Medina en el 891
-El miembro de la Comisión: 172 votos.
-El C. De los Santos: Ya hemos oído, señores, que lo que alega el señor licen-
ciado Me{lina es un equívoco de los votantes; con toda seguridad que la Comisión le
restó en el 79 distrito electoral al señor Madrazo los votos correspondientes al S9,
que como eran a su mismo favor, venían a ser en el 89 distrito una mayoría también
para el señor Medina. El pueblo, por ignorancia, se equivocó; pero por equívoco
salió el señor Madrazo en el otro distrito también, porque tiene considerable núme-
ro de votos. ¿ En qué ley se 'funda la Comisión para quitarle al señor Madrazo su
distrito? ¿Solamente por el hecho de' que salió en el 79 se -le quita el 89? Qué, ¿ya
le consultaron al señor Madraza qué distrito es el que qu~ere repre'sentar? El tiene
derecho para representar los dos, porque no se lo quitó el 79 ¿ Por qué no deja la
Comisión a elección del ,señor' Madrazo el distrito que debe representar? El señor
Madrazo es el único que debe decir a qué distrito representa legalmente, puesto que
no deja de representar al otro por imposibilidad, y es el suplente del otro distrito
el único ,que puede venir a esta Representación a representar ese distrito. Lo que
nos ha dicho el señor Medina, ya 10 ven ustedes, fue una confusión de votos; pero
el hecho que está en la conciencia de nosotros es que' el que tuvo mayoría legalmen-
te fue el señor MadrazQ.
-El C. López Lira: Pido la palabra para una explicación.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano López Lira.
-El C. López Lira: El señor ingeniero Madrazo y el señor licenciado Medina
fueron candidatos de los mismos clubes, no fueron contrincantes; la prueba de que
hay una confusión es ,que en ambos distritos electorales, 79 y S9, salieron propieta-
rio y suplente las mismas personas. El señor ingeniero Madrazo tiene una popula-
ridad inmensa en León, pero no creo que su suplente la tenga tan merecidámente
como el señor Madraza; de manera que el hecho de ,que el señor González, como su-
plente, tenga tambi~n derecho al 89 distrito electoral, según los números, nos com-
prueba la confusión de los votantes; pero hay algo más: el presidente de la Co-
misión, al aprobar la credencial del señor Federico González con 141 votos como
suplente por el SI? distrito electoral del Estado de Guanajuato y al señor Hilarlo Me-
dina como propietario, nos demuestra que hay confusión de votos. El señor ingenie-
ro Madrazo se servirá emitir su opinión.
-El C. Madrazo: Efectivamente creo que hay alguna confusión, señor. Tanto el
señor Hilaría Medina como yo fuimos postulado's por los mismos clubes. A mi me
fue ofrecida la candidatura, estando en México, por el Partido Liberal de Guanajuato
y ,por el Partido Constitucionalista del distrito de León y yo la acepté. Los dos par-
tidos trabajaron juntos y ambos estoy en la inteligencia de que trabajaron igual-
mente por la candidatura del señor Hilaría Medina, en el 71? y en el 89 distritos. Por
las circunstancias que ya el señor Medina ha explicado, creo que el pueblo, que no
está muy al tanto de las prácticas de los comicios, fue' a depositar sus votos tanto
en uno como en otro distrito, pero en realidad no había contrincante de uno con otro;
y por lo mismo manifiesto a esta honorable Asamblea que acepté el 79 distrito, porque
en esa inteligencia estuve desde el principio.
-El C. Alvarez: Suplico a la Comisión se sirva aclarar de una manera definí·
325
tiva este asunto, diciéndonos si las boletas' tenían el número del distrito o no, si fue
una equivocación la que hubo en las boletas del 89 y del 79 distritos.
-El C. Pastrana: Jaimes: Las boletas corresponden a su r'espectivo distrito,
señor Alvarez.
-El C. Medina: Me permito hacer notar a ustedes que los cómputos que se han
mandado a esta Asamblea han sido enviados por la Junta Computadora y que esta
junta, única para los dos distritos electorale-s, fue la que hizo la computación de los
votos del señor ingeniero Antonio Madrazo y también dé los que a mi me corres-
ponden, y que el dictamen de la Comisión no es __ como lo quiere hacer aparecer el
señor De los Santos, sino que el dictamen de la Comisión está fundado en el acta
que se levantó en la Junta Computadora en la ciudad de León; esta misma junta fue
la encargada de expedir las credenciales y yo -presenté mi credencial en su oportuni-
dad en esta Asamblea; el dictamen de la Comisión, por 10 tanto, está fundado tanto
en los datos que ministró la Junta Computadora, como por haber presentado mi cre-
dencial. El cómputo se ha practicado con arreglo a la ley por la Junta Computadora
y es lo que ha servido de base para que la Comisi~n de esta Cáma~a dé su dictamen.
-Un C. secretario: La Presidencia pone a votación el dictamen. En votación
económica se pregunta si se aprueba. Las personas que estén por la afirmativa sír~
vanse ponerse de pie, Aprobado.
(Se hace la declaración respeetiva.)
5
-La Secretaría lee el siguiente dictamen:
"Mercado, licenciado Refugio M.-Visto el expediente del 10 distrito electoral
del Estado de Hidalgo, se encontró una elección regular. notándose únicamente la
falta del acta de instalación y labores de Junta Computadora. Examinaáas las actas
de escrutinio de las distintas seeciones electorales, se hizo el cómputo, y de éste re-
sultó que en tal distrito fue electo diputado propietario a este honorable Congreso
Constituyente, el C. licenciado Refugio M. Mercado, por 2,112 votos y que fue electo
como diputaao suplente el C. Leoncio Campos por 1,511 votos. En el expediente no
se encontraron -protestas y el cómputo hecho está en armonía con la credencial pre-
sentada por el C. Mercado. Por tanto, se consulta la siguiente proposición:
"Es válida la ele·C'ción del C. licenciado Refugio M. Mercado y del C. Leoncio
Campos, como diputados propietario y suplente respectivamente, a este honorable
Congreso Constituyente, por ellO distrito electoral del Estado de Hidalgo,"
Está a discusión.
-El C. Rivera: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidenté: Tiene la palabra el ciudadano Rivera José.
-El C. Rivera: Yo mandé separar esa credencial; pero la verdad es que vien-
do la labor del señor Mercado en favor de la revolución, retiro cualquier cargo y
pido se apruehe su credencial lo más pronto posible. (Aplausos.)
-Un C. secretario: ¿ No hay quien pida la palabra? En votación económica se
pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa que se sirvan poner de
pie. Aprobado.
(Se ha'ce la declaratoria res-pectiva.)
326
doctor Cayetano Andrade, como propietario, por 589 votos y el C. Carlos García de
León, como suplente, por 692 votos. Se anota en el expediente la protesta consisten-
te en que, en una casilla electoral, votaron unos ciudadanos que no estuvieron en el
padrón. Esto no constituye nulidad
"Posteriormente, el C. Carlos Rodríguez Tejada pidió la n'Ll:lidad de la elección
a favor del C. Andrade, por.que éste ,tenía un cargo concejil comerido por el Go-
bierno Constitucionalista, y que continuó en él, estando la plaza de Morelia en po-
der de las fuerzas convencionalistas. Esta Sección no ha estimado que un cargo
concejil sea motivo de nulidad de una elección y, por tanto, no es de aplicarse el
artículo 49 del decreto de 14 de septiembre último. Por las consideraciones expuestas,
esta Sección consulta la ,siguiente proposición:
"Es válida la elección del C. (loctor Cayetano Andrade, como diputado propieta-
rio y la del C. Carlos García de León como suplente, a este honorable Congreso Cons-
tituyente, por el 3er. distrito electoral del Estado de Michoacán."
-Un C,·secretario: Está a discusión. ¿No hay quien pida la palabra? En vo-
tación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, que se
sirvan ponerse de pie. Aprobado.
(Se hace la declaración respectiva.)
7
-Un C. secretario lee el dictamen siguiente:
"Enríquez, coronel Enrique A.~Visto el expediente relativo al 14 distrito elec-
toral del Estado de México, se encontró regular, resultando una elección de 3,277
votos como diputado propietario a favor del C. coronel licenciado Enrique A. Enrí-
quez, y de 2,236 votos como suplente, a favor del C. Carlos L. Angeles. En el expe-
diente no hay irregularidades fundamentales ni protestas, pero 'Posteriormente el
señor Francisco A. Mayer pidió la nulidad de la elecci6n, fundándose en que el C. co-
ronel José Morales Resse, jefe de la Brigada 13, cuyas fuerzas guarnecían Texcoco,
habían hecho presión sobre los clubes políticos para la' elección de los mencionados
ciudadanos Enríquez y Angeles, y el mismo señor Francisco A. Mayer publicó una
hoja suelta haciendo cargos políticos a los electos. Tanto aquella presión como es-
tos' cargos políticos, no quedaron comprobados en ninguna forma, pues sólo se tiene
'el dicho del mismo que solicita la nulidad de la elección. Los cargos políticos con-
sisten en ,que el C. Enríquez no quiso continuar en' las filas constitucionalistas y
en que el C. Angeles sirvió a los villistas y zapatistas. No estando, como ,se dice,
demostrados estos cargos, no son de tomarse como base para un dictamen adverso
y, por tanto, se consulta la siguiente proposición: .
"Es válida la elección del C. coronel Enrique A. Enríquez, como diputado pro·
pietario y la del C. Carlos L. Angeles como diputado suplente a este honorable Con-
greso Constituyent~, por el 14 distrito electoral del Estado de México."
Está a diseusión. ¿ No hay quien pida la palabra? En votación económica se
pregunta si se aprueba, Los que estén por la afirmativa, que se sirvan ponerse de
pie. Aprobado.
8
-Sigue en turno el siguiente dictamen:
"Rojas, general Máximo.-Examinado el expediente relativo al 2Q distrito elec-
toral del Estado de Tlaxcala, se encontró correcta la ele~ión, resultando electos el
señor general Máximo Rojas,. para diputado propietario, por 5,568 votos, y el señor
Anastasia Hemández Maldonado, por mayoría de 4,852 votos para diputado suplente.
327
Siete vecinos del pueblo de Huamantla presentaron una solicitud pidiendo la nulidad
de la elección, alegando como causa que el señor general Rojas desempeñaba el cargo de
comandante militar del Estado de Tlaxcala.
"Para comprobar esta causa sólo presentaron unos recortes de periódicos que,
en concepto de esta Sección, no hacen prueba y, por tanto, no es de tomarse en cuen-
ta la solicitud. Además, han llegado dos mensajes que enviaron varios vecinos de al-
gunos pueblos, protestando contra la solicitud de nulidad, y es público y notorio que
el C. general Rojas goza de sincera y profunda simpatía en el Estado de Tlaxcala.
No estando probada la causa de nulidad, se consulta la siguiente proposición:
"Es válida la elección del C. general Máximo Rojas, como diputado propieta-
rio, y la del C, Anastasio Hernández Maldonado, como diputado suplente a este ho-
norable Congreso Constituyente, por el 29 distrito electoral del Estado de Tlaxcala,"
Está a discusión.
-El C. Palavicini: ¿ Quiénes firman ese dictamen?
-El C. secretario: Antonio Hidalgo, J, Manzano y David Pastrana Jaimes.
-El C. Palavicini: Suplico a su señoría me inscriba en contra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palayicini: Honorable Asamblea: Es con profunda tristeza como hoy di-
rijo a ustedes la palabra. Habíamos visto la ignominia de las acciones l'evisoras,
habíamos visto la vergüenza de las secciones revisoras, habíamos visto que se inte-
graron con personas que tienen y han tenido" ideas y pasado tenebroso; pero, señores,
no nos imaginábamos ]a audacia que significa este dictamen. Por eso antes quise
que se me dijeran los nombres de las personas que lo firmaban, Es éste un dictamen
sobre una credencial referente a elecciones en el Estado de Tlaxcala y 10 firma An-
tonio Hidalgo. ¿ Sabéis por qué se puso a hombres ,como Antonio Hidalgo y Rafael
Espeleta en las secciones revisoras? Porque eran hombres capaces de firmar todo.
y bien, señores diputados; debemos respetar no solamente el espíritu y la letra de
la ley, sino también debemos respetar la dignidad personal de los diputados, la
dignidad colectiva del Congreso Constituyente. ¿ Ignoran que el general Máximo Ro-
jas es comandante militar de Tlaxcala?, ¿ lo ignora la Sección Revisora?, ¿ lo ignora
don Antonio Hidalgo? Y 'si lo ignora, ha circulado por toda la Asamblea el telegra-
ma del general Alvaro Obregón, que dice: "El general Máximo Rojas es comandan-
te militar de Tlaxcala." La leyes expresa Y. sin embargo, la Sección Revisora dice:-
"No hemos encontrado motivo alguno de nulidad." ¡Qué cinismo, señores diputados!
¡qué audacia, señores diputados! Pero no es eso todo; ya que estoy aquí, ya que
las secciones revisoras van a concluir, van a terminar su triste historia en este Con-
greso, su vergonzosa historia en este Parlamento -perdónenme las personas hono-
rables que en esas comisiones existen, a las cuales exceptúo de estas afirmaciones-,
permítanme que haga una pequeña historia de las comisiones revisoras en la Cá-
mara de 1912. Se organizó una Sección Revisora que fue un poderoso instrumento
político; todos creíamos que sería capaz, por su habilidad y por su fuerza, de arre-
glar para el Parlamento maderista una mayoría también maderista. Ahora bien;
sépanlo ustedes, señores diputados: por culpa de las comisiones revisoras, la mayo-
ría del Congreso fue enemiga de Madero. El presidente Madero era francamente
hostil a 10s hombres que constituye;t'on después el cuadrilátero; era francamente hos-
til a Luis Vidal y E'lor; era francamente hostil a Braniff y su comparsa, y las sec-
ciones revisoras hicieron entrar a la Cámara, ,por dinero, pOl~ vil dinero, a todos es-
tos enemigos de la revolución. Es preciso que yo hable y cite nombres y que cite
personas; es preciso que la Historia implacable señale quiénes son los culpables de
que nunca haya habido mayoría maderista en la Cámara y que después los pobres
diputados hayan sufrido persecuciones y que existan los cadáveres de los hombres
328
que sucumbieron víctimas de esas persecuciones. Don José Inés Novelo, actual oficial
mayor de la Secretaría de Gobernación,#era secretario particular de don José María
Pino Suárezj don José María Pino Suárez era un revolucionario puro, de limpios ante~
cedentesj don José Inés Novelo era un hombre corrompido de Yucatán. Cuando don
José María Pino Suárez salió para Yucatán a hacer propaganda electoral, el revo~
lucionario que tenía simpatías en' la ,peninsula por haber acompañado al señor Madero,
no tenía partido popular para asegurar el triunfo. Todos sabéis .que Yucatán es un
Estado profundamente local, y hablando de localismo, permítanme que yo no lo cen.
sure, no lo critique. Localismo significa gran amor por el terruño donde se ha nacid!);
por la montaña, por el río, por el bosque, por aquel lugar donde se ha mecido nuestra
cuna y hemos visto las lágrimas de nuestra madre y hemos recibido las caricias de
nuestros hermanos. Si no se respetara el localismo, habría que criticar el patriotismo,
y la misma razón habría para criticar a los patriotas, porque es muy fácil decir la
humanidad, el mundo, en lugar de la patria; pero muy difícil dejar de experimentar
amor por esa ,patria y por la ,patria chica. Y bien; los yucatecos querían a un yuca.
teco para gobernador, aunque tenían simpatías por don José María Pino Suárezj pero
ya no era candidato popular. Esto es verdad. No habrá un yucateco en esta Asamblea
que diga lo contrario; ni el mismo Ancona Albertos, que fue un gran amigo de Pino
Suár'ez, sería capaz de desmentirme. Pero el\tonces encontró otro' parttdario: don José
Inés Novelo. Don José Inés Novelo fue periodista y director de la campaña electoral.
y don José María Pino Suárez fue impuesto gobernador de Yucatán. Más tarde, al
salir electo vicepresidente, se trajo como secretario particular a Inés Novelo. José
Inés Novelo, señores diputados, entregó 16 de las eurules del Estado de Veracruz a
don Tomás Braniff. '
-El C. Casados: Pido la palabra pata un hecho. Yo fui precisamente conten-
diente del señor Braniff. En la hacienda de X obtuvo 600 votos y allí votaron sus
peones, sus empleados gachupines y varios súbditos del káiser. (Risas) Sin embargo,
el ciudadano Limón y yo obtuvimos 700 votos y no se nos admitieron en la Cámara.
-El e, Palavicini: Ignoraba este hecho. Yo sabía que aquellas 16 curules habían
sido vendidas, repugnantementé vendidas, y no eran sólo las 16, señores diputa-
dos, sino que querían que fueran las 19. Voy a demostrarles que se había vendido
toda la diputación de Veracruz a don Tomás Braniff, que iba a formar un bloque de
. 19 hombres en el Parlamento.
-El C. Bojórquez: Pido la ,palabra para hacer una súplica al señor Palavicini.
Todos hemos convenido en que queda muy poco tiempo para discutir las credenciales,
y el señor Palavicini nos está haciendo historia. (Murmullos.)
-El C. Palavicini: Tiene razón su señoría. Ruego a la Asamblea me perdone;
vaya ser muy breve, pero no puedo dejar de referir lo que tengo que decir, la historia
de las comisiones revisoras, puesto que es muy interesante para los parlamentos
futuros saber cómo se integran estas comisiones. Y bien, señores diputados, solamente
fueron dos distritos los que se salvaron de esta ignominia: el de Veracruz y el de
Orizaba, porque Francisco Arias salió legítimamente electo y disipó las dudas que
había sobre su personalidad: hizo labor de un lado y de otro, y sin estar comprometido
con unos ni con otros, salió electo; esta es la' verdad. Y la otra curuI, señáres, fue
legítimamente ganada por miles de miles de votos de obreros. Pues, señores, esa curul
costó gran trabajo salvarla a los amigos de la revolución. Diga si no el general don
Heriberto Jara, cuánto trahajo costó al que habla salvar de las garras de las comi-
siones el dictamen del hombre sincero que había obtenido mayoría, si no estaba hecho
el dictamen en favor del señor Bringas. Diga el señor Jara si esto es verdad.
-El C. Jara: Es cierto. •
-El C. Palavicini: Así trabajaron las secciones revisoras; desde entonces, señores
329
diputados, he tenido un verdadero 'pavor por esta clase de trabajos, desde entonces
he sentido pánico cuando se nombran personas para integrar las secciones revisoras.
¿ Quiénes firmaron el actual dictamen? Ahora ya sabéis quiénes lo firman. Yo sabía
que hay un motivo cierto, perfecto de nulidad, y ellos cínicamente, audazmente, hacían
un dictamen aprobando esa credencial. No discuto la ,personalidad del general Máximo
Rojas; no se trata de él, se trata de la ley, del respeto de la Asamblea, de la honradez
de todos nosotros. Yo os invito a desechar ese dictamen unánimemente, porque es el
mejor castigo que puede darse a la inmoralidad de esta Sección Revisora.
-El C. Manzano: Yo formo parte de la Comisión Revisora a que se acaba de
referir el señor Palavicini. Consta a tqdos los compañeros que me conocen y hasta
a los que me acahan de conocer, que mi criterio es leal y en el desempeño de mi
cometido yo creo honradamente haber" cumplido con mi deber. No solamente esto,
sino qué hago notar que es imposible conocer a mis compañeros de Comisión, y como
les consta a todos, es verdaderamente imposible que se sugestione a personas como yo.
Si alguno tiene la idea, y lo ha demostrado, de que el señor Hidalgo es inmoral,
creo que no tenemos la culpa de ninguna clase. Que se haga la rectificación corres-
pondiente; pero que nadie ponga en duda mi honorabilidad y no me considere como
un hombre inmoral. Señores, me faltaba explicar a ustedes que el mensaje a que se
hace r~ferencia, fue recibido mucho después, y nunca tuvimos conocimiento de él, y
hasta ahora es cuando he venido a tener conocimiento de él.
-El C. Pastrana Jaimes: Yo firmé el dictamen por dos razones: una, ,porque
me consta que el señor general Máximo Rojas es querido en Tlaxcala, y otra, por-
que me consta que el señor Rojas es amigo de la causa. Por eso el dictamen fue
aprobado por mí.
-El C. Rivera: Pido la palabra.
-El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rivera.
-El C. Rivera: Yo creo que las palabras más elocuentes que puedo traer, es la
ley. Aquí hemos venido todos, señores, haciéndonos réclame en nombre de la revo-
lución. Todos alegamos haber ayudado a la revolución; todos a veces nos sentimos
unos Napoleones, todos a veces nos sentimos más mártires que San Felipe de Jesús
(Siseos.) y ¿qué hemos hecho, señores? Ayudar a la revolución. ¿Qué hemos hecho
con hacer salvar los principios de la lihertad? Pues apenas cumplir con nuestro de·
ber, señores, apenas cumplir con 10 indicado, apenas cumplir como patriotas; ¿y por
eso vamos a exigir tantas recompensas? ¿ Por eso vamos a querer a fuerza concul·
car la ley, 'que está' precisa y clara en el artículo 4Q? ¿ Qué, por los méritos del
señor general Rojas, que son grandísimos, vamos a faltar a lo preceptuado por el
artículo 4Q de la convocatoria, en que terminantemente se dice: "los gobernadores
de los Estados, sus secretarios, los presidentes municipales y demás individuos que
ejerzan autoridad, no pueden ser electos en el lugar s'!ljeto a su jurisdicción?" ¿ Qué,
con el hecho de respetar la ley, vamos a desconocer los méritos revolucionarios del
señor general Rojas? N o, señores, yo creo que no. El señor general Rojas tiene
que estar exactamente apegado a la ley; sobre todo, dentro de poco tiempo la lucha
democrática en nuestro país tiene que ser intensa y justo es que se aproximen los
partidos en el terreno de la política y justo es que abramos las puertas a todos,
generales y no generales; que no nos demos prisa por ocupar los puestos encum-
brados, sino que abramos las 'puertas a todos nuestros hermanos. ¿ Qué dirán esos
humildes y sencillos hombres que con sus acciones han demostrado que también son
patriotas, qué ,dirán cuando vean que nosotros hemos pasado sobre la ley? Allí te-
nemos al general Jara, que con tiempo se retiró del puesto de gobernador; pidió
licencia y se aprestó a la lucha democrática en igualdad de circunstancias de su
contrincante. Yo creo que ellos deben haber aceptado que perdieron en buen terreno;
330
así, pues, el general Rojas cometió esa debilidad, de'hería de haberse separado para
lanzar su candidatura y luchar en el terreno democrático. Pido así, señores diputa-
dos, que en nombre de la ley desechéis ese dictamen.
-El C~ Hidalgo: En cuanto al primer cargo que me hace el señor Palavicini,
debo decir a ustedes que yo soy incapaz de venderme por dinero. Me llama mucho
la atención que el señor Palavicini y el señor 'Ugarte me llamen inmoral, y al tener
conocimiento de ,que yo venía aquí, no me hayan acusado con oportunidad. ,Soy
hombre honrado y les consta a todos los que me conocen. La acusación dolosa, la
acusación indigna que anoche me hizo el señor Ugar'te, es completamente inexacta,
y repito que había tribunales y tiempo suficiente para que se me hubiese acusado.
Esta es una prueba de que me hacen una acusación del todo injustificada y sin fun-
damento; repito que no soy ni he sido inmoral, soy hombre honrado, humilde, sí y
como ustedes son unos grandes intelectuales, quieren perjudicar a uno y molestarlo.
En cuanto a que yo haya dado mi voto para fallar en pro de la credencial del ge-
neral Rojas, me fundé en que el artículo 49 no especifica que los comandantes mi-
litares no pueden ser electos ... (Voces: ¡Nol ¡No!)
-El C. Manzano: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Manzano.
-El C. Manzano: Yo ruego a alguno de los señores diputados que pase a ver
los expedientes para que se convenza de que no había ninguna comprobación; digo,
porque yo no puedo aceptar nunca un expediente, una, constancia que no estuviese
debidamente requisitada. El señor Antonio Hidalgo conoce perfectamente bien al
señor general Máximo Rojas; lo conoce perfectamente por el pu~sto que desem...
peñaba ...
-El C. Gómez José L., interrumpiendo: El señol' Hidalgo debía de haber asen-
tado ese hecho y debía haberse guiado por el criterio que marca la ley. Yo quiero
mucho al general Máximo Rojas; pero aquí im.pera la ley, la debemos respetar, así
es que pido en nombre de mis compañeros -porque soy diputado ya-, pido en nom-
b~e de t~os mis compañeros, que 'se deseche esa credencial. (Voces: ¡Ya basta!)
-El C. Jara: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Jara.
-El C. Jal'a: Señores diputados: Por más que los respeta,bles miembros de las
comisiones dictaminadoras y en particular los que conocieron de la credencial de mi
amigo y compañero el ciudadano general Máximo Rojas, se empeñen en defenderse,
no pueden ha'cerIo. N o comprendo realmente cómo es que sabiendo a punto fijo que
el ciudadano general Máximo Rojas desempeñaba el cargo de comandante militar del
Estado de Tlaxcala, con mando de fuerzas en el mismo, hayan dictaminado en su
favor. ¿ Cómo es que sabiendo que con eso hacían añicos el ar'tículo 49 de la ley res-
pectiva, dictaminaron en su favor? ¿ Por qué es que a otras credenciales, tratándose
de otras credenciales, como si fueran unos hábiles galenos, metieron el escalpelo,
hurgaron allí, vértebra por vértebra, celdilla por celdilla, hasta encontrar a través
del grueso vidrio de aumento algún defectiUo en la credencial 'para rechazarla?
(Aplausos nutridos.) Y en ésta, que tiene un gravísimo defecto capital, dictaminaron
favorablemente, porque se tr'ata de la credencial del ciudadano general Máximo Ro-
jas, porque se trata de la credencial de un general del Ejército constitucionalista,
porque seguramente la ,espada de Marte es para los señores de la Comisión superior
a la espada de la ley. No señores; siento mucho que mi digno compañero el señor
general MáximQ Rojas haya pretendido entrar a esta Cámara por la puerta del
chanchullo, pudiendo haber entrado 'por la amplia puerta de la legalidad, porque tie-
ne méritos para ello pero únicamente le faltó haber cumplido con la ley. La Comi-
sión no tiene derecho para meterse en más consideraciones: la Comisión teriia a la
331
vista el artículo 49, tenía a la vista el grave reproche que se le hacía, no debía haber-
se metido en más consideraciones; per'o hemos visto ya esa conducta de hule, esa
conducta de estira y afloja, con objeto seguramente de traer aquí a la Cámara ele-
mentos que tengan ciertos compromisos, a elementos que no vengan a colaborar aquí
para la grande obra nacional, sino que se presten a política tenehrosa que no debe
tener lugar en esta Cámara, en este Congreso, en este Congreso Constituyente, cuya
misión es altísima, cuya misión es noble y , por consiguiente, altamente respetable,
más que la de cualquier otro Congreso. Así, pues, señores, para no extenderme más
en mi peroración, para que cuanto antes terminemos la discusión de las credencia-
les que faltan, sólo pido un voto reprobatorio para el dictamen de la Comisión que
conoció de la credencial del ciudadano Máximo Rojas, y un voto de censura para
esa Comisión que no ha sabido cumplir con su deber. (Aplausos.)
-Un C. secretario: ¿ Está suficientemente discutido? En votación económica se
pregunta si se aprueba el dictamen. Los señores que estén por la afirmativa que
se sirvan poner de pie. Desechado. Vuelve a la Comisión.
-El C. Rivera: Pido la palabra, señor presidente, para una interpelación.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rivera.
-El C. Rivera: Suplico a la Comisión atentamente, se sirva decirme qué per-
sona le sigue en votos al señor Rojas.
332
que tenga la bondad de explicarlo, es el único cargo y deseo que se sirva decir en
qué se funda para hacerlo.
-El C. Manzano: Señor Palavicini: Creo yo que la opmlOn personal de una
Comisión compuesta de tres personas, y más con la falta de conocimiento que tengo
de esos hechos ·pasados, no estaba en este caso obligado a saberlo, y más, como digo,
teniendo siempre mi espíritu recto; yo he preguntado lo que había sobre el particu-
lar. Muchos de estos cargos se hicieron aqui, en la Cámara, por el señor general
Múgica y por otras personas. Esta es la razón por la que mis compañeros y yo
cr.eíamos que era un hecho que deberíamos tener ,presente al rendir nuestro dictamen,
y así lo admití y lo firmé. Pero creo que todo el mundo me concederá justicia. Yo
no soy político, yo soy un hombre honrado, un revolucionario que no. se ha ocupado
de política y que no tiene conocimiento de la historia de estos hechos de que he ve-
nido a tener conocimiento aquí.
Hecha esta explicación, creo que la Asamblea estará persua4ida de las razones
que me impulsaron a calzar con mi firma ese dictamen, y que me juzgarán corno
hombre honrado.
-El C. Múgica: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presid.ente: Tiene la palabra el ciudadano Múgica.
-El C. Múgica: Ayer tarde se retiró de aquí emer'mo el señor licenciado Macías,
y como estaba yo sentado a su lado, me suplicó que rogara atentamente al señor
presidente, como 10 hago, que se suspendiera esa discusión hasta que él pudiese ve-
nir. (Voces: ¡No!) Yo no hago más que cumplir con el encargo del señor Macias,
. pero el señor ·presidente sabrá resolverlo o la honorable Asamblea, en su caso.
-El C. Cravioto: Lo que acaba de decir el señor Múgica, a mi me consta, pues
el señor Macias se encuentra eMermo y tiene más de 38 grados de calentura, según
acaba de manifestar el señor doctor Cabrera. El señor Macías quién sahe cuánto
tiempo tarde en aliviarse y en poder asistir a esta Asamblea. Como el cargo fun-
damental que se le hace es el de haber acusado al señor Madero, y corno creo yo
que fácilmente podrá desvanecerse ese cargo, pido a 'ustedes que no a'placen la discu-
sión; aquÍ. habemos varios amigos del señor Macias que lo conocemos hondamente
sobre todo desde 1912 hasta la fecha, que podemos garantizar su conducta política y
que estamos en la mejor disposición de defenderlo. Creo que él no me reprochará esto,
y pido respetuosamente a la Asamblea ...
-El C. López Lira, interrumpiendo: Dos palabras, señor ,presidente. No voy a
hablar contra el señor licenciado Macías; pero yo pregunto a la Comisión si no tuvo
noticias de algunas protestas, de las cuales yo tengo noticias, que se formularon en
Silao.
~EI C. Manzano: Yo respondo al señor López Lira que no he tenido conocimien-
to de ninguna protesta, y yo hice constar en ese dictamen lo que ustedes acaban de
oír, porque aquí en la Cámara se me dijo _así; yo no he visto, no conozco ninguna
protesta, y la' prueba es que yo me opuse terminantemente a que se diera otro dic-
tamen que el aprobatorio. ~de esa credencial.
-El C. presidente: Los oradores en pro y en contra, sírvanse pasar a inscribirse.
-El C. Palavicini: Pido la palabra para una moción de orden.
-El C. presidente: Tiene la pala'bra el ciudadano Palavicini.
-El C~ Palavicini: Como se hacen cargos en el dictamen, no es necesario que
haya oradores en contra; sino que, corno en el dictamen se hacen con toda mala fe
-aunque esa mala fe no es del señor Manzano- esos cargos al señor Macías, juz-
go que es un deber de sus amigos, no estando él presente, venir a defenderlo. El
señor Cravioto va a explicar a la Asamblea esos cargos para desvanecerlos, y si
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después de estas explicaciones falta algo, yo pido a la Asamblea se sirva\ permitir-
me decirle algo también.
-El C. Múgica: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Múgica.
-El C. Múgica: A no ser que yo haya entendido mal, los cargos qUe parece se
hacen a la Comisión son los que se me atribuyen a mí y al señor Martínez de Es-
cobar, y yo hago en mi nombre propio una aclaración sobre este particular. El
día en que pronuncié un discurso en esta Cámara, el sentimiento de la Asamblea es-
taba más bien prevenido en contra de los señores Macías y Palavicini, que en contra
de los renovadores. Yo lo asenté como una tesis; no vine a asegurar hechos y dije
que ese sentimiento provenía de tales y cuales actos que entonces mencioné. Ahora,
al tratarse de la discusÍón del señor Natividad Macías, podría yo hablar en contra;
pero por causas políticas de importancia, votaré en favor de su credencial. Pero hay
todavía otra cosa más que me obliga a rectificar lo que se ha querido decir como un
cargo lanzado por mí en contra del señor Natividad Madas, y que es el único cargo
que presenta la Comisión. El señor general Aguilar me ha informado que quien fra-
guó la acusación en contra del señor Madero, fue el hijo del señor licenciado Ma-
cías, y no él; por consiguiente, ese cargo, en caso de que lo hubiese dicho como tal,
y no lo dije, queda desvanecido aquí con esto.
-El C. Aguilar Cándido: Yo le dije al señor general Múgica que tenía noticias
de que era el hijo del señor Macias; pero a mí no me consta esto, porque también me
lo dijeron.
-El C. Palavicini: Voy a explicar a la Asamblea el origen de este asunto: son
veinte palabras.
-El C. presidente: Si son veinte palabras, a la tribuna.
-El C. Palavicini: No fue tampoco el hijo del señor licenciado Macías. El hijo
del señor licenciado Macías, en esa época, era apoderado en un litigio civil seguido
contra la familia Madero. Como sabéis, señores diputados, era ésta una familia la-
tifundista. No hay que confundir a la familia Madero con la vida del apóstol Madero.
Ya no se púede engañar a nadie; en la revolución todos saben que don Francisco 1.
Madero era una cosa y los intereses de la familia Madero otra cosa. Pues bien; había
un litigio civil de terrenos con la familia Madero; un colindante los acusaba de haber
invadido sus posesiones j estaba ese asunto tramitándose civilmente, y entonces el
periódico "El Debate", para atacar a don Francisco 1. Madero, empezó a escribir que
aquel señor apóstol que pregonaba la democracia, era un ladrón que había invadido
ajenas propiedades y que era para robar el guayule. Este fue el origen concreto del
asunto; puedo asegurar a ustedes que esta es la verdad; que el apoderado de los 1i~
tigantes en contra de la familia Madero era el abogado Manuel Macías, hombre hon-
rado y serio, joven de ideales y revolucionario; era apoderado de un propietario en
contra de otro propietario en un litigio civil. Entonces "El Debate" acusó a Madero
de ladrón 'para explotar este asunto políticamente. Ya ustedes han oído cómo estos
jóvenes de la escuela de "El Debate" son audaces para mentir, cínicos y terribles
para lanzar insultos, para levantar calumnias; ya lo habéis oído en esta misma tri-
buna. Pero ¿ qué tenía que ver con eso el señor don José Natividad Madas? No
medró nunca con lQS dentíficosj fue diputado porfirista don, José Natividad Macias,
es verdad, cuando era senador don Venustiano Carranza. Es cierto que cuando el
porfirismo, prestó servicios; pero los servicios Que ha prestado a la revolución se
equiparan con mucho a los cargos que se le hacen; yo puedo afirmarlo a ustedes;
pero lo grave, lo que ofende a los hombres de corazón, lo que nos lastimaba era que
a aquel hombre -Madero- cuando hada su propaganda d~mocrática, se le acusa-
ra de ladrón. Pues bien; no se le acusó nunca. Los corralistas se acercaron y le
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dijeron a Corral: esta es la oportunidad de aprovechar la acusación de "El Debate"
para., fastidiar a Madero. La familia Madero suplicó a José Natividad Macias que ex-
plicara el asunto, y el señor Macías dijo a Corral: Señor': esta es una infamia, no
se puede hacer; no sólo quedaría usted en ridículo, por tratarse de un asunto civil,
sino que, además, se diría que es una venganza política; busquen otro pretexto, ése
no es bastante. Sin embargo, la prensa corralista había hecho ya los cargos y la
versión salió y circuló contra Macías, hasta que vino a condensarse por fin en un
cargo concreto y con firmas, en ese dictamen que presentó el señor Hidalgo. El se-
ñor licenciado Macias organizó en la XXV Legislatura la mayoría que apoyó a Ma-
dero, y en la XXVI estuvo absolutamente de acuerdo con los ideales revoluciona-
rios. Después, en la revolución, acompañó al señor Carranza, cuando quedaban de
parte del villismo sus propiedades agrícolas, por9,ue el señor licenciado Macías tie-
ne una fortuna cuantiosa, reunida en un trabajo asiduo en su profesión de abogado.
A la revolución le ha prestado inmensos servicios, sin obtener ningún beneficio; no
ha hecho un solo negocio administrativo. Yo desafio a cualquier secretario de Esta-
do para que me diga dónde ha solicitado ·un favor, una concesión. El señor licen-
ciado don José Natividad Macias se ha dedicado a ayudar a Carranza en la obra
legislativa; no ha hecho las leyes, porque, como he dicho, las leyes las hace don Ve-
nustiano Carranza; pero él ha ayudado aisladamente,' desinteresad'amente, de ma-
nera que él cargo que se hacía al señor Macías sobre la· acusación contra Madero,
es falso. Yo no quiero seguir hablando en favor del señor Macía~s, porque es inútil;
me basta afirmar que el septir, que la opinión de la Asamblea a que se refirió el
señor general Múgica, no fue en la Asamblea, sino en la intriga; fue un grupo de in-
trigantes el que pretendió cambiar la opinión de la Asamblea; pero el cargo que se
hizo contra el señor Macías quedó destruido ya con la declaración "del mismo señor
general Múgica y, por consiguiente, la miseria que había servido en el fecundo te-
rreno de la intriga, quedaba descartada y por fin se ha consumado la sanción de
unos errores políticos con la destitución que acaba de hacer don Venustiano Carran-
za del intrigante ministro de Gobernación.
-El C. Cravioto: Señores diputados: Voy a ser sumamente breve, ya que el se-
ñor Palavicini vino a decir lo fundamental de· lo que yo iba a exponer respecto al
cargo que-hace el señor general Múgic8¡ al ciudadano Macías.
Quiero hacer constar una declaración más, que sin duda llevará al ánimo de
los señores_diputados un mejor convencimientoj una serie de hechos pequeños, in-
significantes en sí, pero que harán desaparecer los prejuicios que se tengan respec-
to del señor licenciado Macías.
El licenciado Macías, señore~, no tuvo ninguna participación en la acusación
contra el señor Madero. El general Múgica tiene razón al decir que el sentimiento
de esta Asamblea es enteramente contrario al señor Macias; esto se explica. Decla-
ro francamente- que cuando llegué a la Cámara en 1912 tenía esa misma repugnan-
cia y esa misma antipatía inspirada por desconfianza natural en contra del señor li-
cenciado Macías.. Yo me sentaba al lado de elcon el mismo -prejuicio. Desde hacía
tiempo yo 10 veia como a un porfirista que se había agregado a los _maderistas des-
pués del triunfo, nada más por ,conveniencia. Tocóme por mi sordera- ya entonces
era yo l!Iordo-, sentarme en los primeros escaños del Congreso al lado del seño~ Ma-
cias y al lado de don Gustavo Madero" Como ustedes saben, yo l1evaba cierta inti-
midad .con el señor Gustavo Mader)J ·por ser miemhro, como él, de la mesa directiva
del partido constitucional progresista, que era la organización política mejor de to-
das las que apoyaban al presidente Madero. Recuerdo que a mí me chocaba que
aquel hombre, sin ·duda muy radical, don Gustavo Madero, tratase con afecto y hasta
con distinción al licenciado Macias; yo veía en eso una inconsecuencia para con los
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deberes de la revoluciqn y hasta con los intereses de la familia, que había sido ata-
cada en el honor de uno de sus miembros. Cierta vez, en uno de los pasillos de la
Cámara encontré a don Gustavo y le eché en cara esa conducta. Entonces, señores
diputados, de labios de don Gustavo Madero, que después confirmé de labios del
mismo licenciado Macías, supe la explicación que acababa de dar el señor Palavicini
acerca de los cargos que lanzó "El Debate" en contra de Madero cuando Madero
era candidato a, la Presidencia de la República. Esto auténticamente cierto; el se-
ñor licenciado Madas no tuvo que ver, como ya sabéis, absolutamente nada en esa
acusación; su hijo tampoco; era un negocio exclusivamente civil, una demanda que
se iba a traducir en pesos. Cuando vino la efervescencia politica, los enemigos de
la revolución antirreeleccionista, se pusieron a hurgar en los antecedentes de don
Francisco 1. Madero. A todos consta que "El Debate" -llegó a atacar al abuelo de
don Francisco, llamándolo contrabandista. El asunto que se ventilaba en el Juzgac10
fue monstruosamente alterado, se le dio una publicación profusa y se llegó a pedir
la consignación de don Francisco 1. Madero como ladrón de guayule. Esto lo sabe
la República entera y por desgracia no lo han sabido los revolucionarios. El señor
Madas no tuvo absolutamente nada que ver en eso y, por el contrario, se manejó dig-
namente, como ha dicho el señor Palavicini. La comprobación de tal aserto la hu-
biera hecho ~l señor Macias si una desgracia no lo hubiera retenido en la cama, pe-
]'0 en una serie de cargos que en un discurso le hizo el diputado Treja y Lerdo de
Tejada, que fue el primero en lanzar calumnia semejante contra el señor licenciado
Macias, éste en su contestación, que consta en el DIARIO DE LOS DEBATES, con-
firma plenamente lo que acabamos de decir respecto a la acusación del señor Ma-
dero. En cuanto a las ideas políticas del señor licenciado Macías, creo que no sólo
son muy estimables, sino que es uno de los pocos hombres que han realizado este
fenómeno: ser un porfirista honrado que se transformó en un maderista no menos
honrado. Yo admiró, señores, este hecho, y lo presento a la consideración de la Cá-
mara.
El caso del señor Macias haciéndose revolucionario de buena fe, después de ha-
berse educado en aquel ambiente de tiranía, es algo, señores, digno de respeto, algo
que yo no he encontrado en muchos hombres, algo que presento a la estimación de
ustedes; es un caso semejante a la cuestión fría del dinero. Para mí es más estima-
. ble un hombre que no teniendo una peseta se hace rico a costa de su trabajo, que un
hombre que nace rico. Este es el caso del señor Macías. Como dije a ustedes, yo
estaba al lado del señor MaCÍas en la Cámara de Diputados cuando nosotros éramos
maderistas y el .presidente Madero estaba en el apogeo del poder. Yo me daba
cuenta de las ideas de aquel hombre, y a pesar de JIue ya no sentía repugnancia por
él, segui con la desconfianza de que Macías había sido porfirista y que seguia sién-
dolo secretamente, y siempre que él hahlaba defendiendo a la revolución, me llegaba
a los labios la palabra convenenciero, y esto era perfectamente natural; pero a
medida que se fueron desenvolviendo los trágicos acontecimientos que todos saben,
mi estimación para el :señor Macías crecia de día en día, y puedo decir a ustedes
que el señor Madas merece la estimación de todos los revolucionarios honrados,
porque es un revolucionario de buena fe. El señor Macias tuvo para mí la primera
prueba, cuando Félix Diaz dio el cuartelazo de Veracruz; todos ustedes saben la
efervescencia que se produjo en la capital de la República y esta efervescencia llegó
a la Cámara de Diputados. Todos tenían al maderismo como muerto. Muchos de
los que habían sid<l nuestros compañeros claudicaron; el señor Palavicini entonces
fOr'muló, de su puño y letra, una petición a la Cámara, rogando que diera un voto de
confianza al Gobierno del señor Madero; esta petición, señores, fue la primera prue-
ba de los diputados que estaban con nosotros. Como decía a ustedes, muchos claudi-
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caron, sobre todo los diputados porfiristas que habían estado con nosotros, yeso lo
pueden ustedes, ver en un autógrafo que tiene el señol"- Palavicini. Sofocado el cuar-
telazo de Veracruz, vino el cuartelazo serio de México; el señor Macías desde entonces
hasta hoy ha seguido- fiel a la revolución. El señor Macías dio esta otra prueba
más: entre los hombres eminentes del cuartelazo figuraban algunos 'allligos del se-
señor Macias: así, pues, no sólo pudo haber prohibido el peligro, sino que pudo haber
- sacado grandes ventajas de la situación, ,puesto que él era porfirista y estimado por
hombres como Rodolfo Reyes y algunos otros que estaban en el Ministerio y que sin
duda alguna hubieran ayudado al señor Macías de haberlo éste solicitado; pero por
el contrario, durante toda la época de la oposición contra Huerta, Macías se -sostu-
vo en la Cámara con la mi~ma dignidad, con la misma entereza con que todos noso-
tros estuvimos allí. Esto está perfectamente comprobado con documentos del ar-
chivo de Urrutia que aquí leyó el señor Palavicini al hacer su defensa; los telegra-
mas, el anónimo en que se estaba preparando el asesinato de Macias y Palavicini,
prueban que la conducta de MacÍas era perfectamente comprendida por los hombres
de aquella situación y que trataban a toda costa de suprimirlo. En la celda de la
penitenciaría que yo ocupaba, tuve también oportunidad, ya que por casualidad del
destino desde 1912 para acá el señor Macias y yo hemos vivido juntos todos los
dias, nos tocó la misma celda a Macias y a mí, es decir, celdas contiguas, era casi
mi único compañero durante los días p-e incomunicación; yo observé siempre en el
señor Macias un espíritu digno, un espíritu hostil a Huerta. Por entonces acaeció
este otro hecho que pinta perfectamente la conducta del señor Macias con los hom-
bres del cuartelazo;, sus hijos consiguieron que el juez de Distrito lo amparara: fue'
de los primeros amparos q:ue despachó ese juez de Distrito. El amparo era justo, legí-
timo, producía una inmediata libertad. Pues bien, señores diputados, el director de
la penitenciaria llamó al señor Macías y le dijo esto: "el juez de Distrito me ha
dado orden de que lo ponga a usted en libertad, y está usted libre; pero el señor
ministro de la Guerra, Blanquet, ordena que quede usted a su disposición en calidad'
de reemplazo y ,próximo a salir a incorporarse a cualquier cuerpo de armas ... " Eso
es elocuente por si mismo, señores diputados. A nuestra salida de la penitenciaria, la
mayor parte de los diputados renovadores nos reuniamos en la casa del licenciado
Macias; allí, señores, se seguía organizando una propaganda activa en contra de
Huerta y una propaganda efectiva; de allí salieron algunos periódicos, de allí salie-
ron algunas armas para la revolución y de allí salieron también algunos hombres.
Pasó el tiempo, vino Tlalnepantla. El licenciado MacÍas fue con nosotros a ver al
ciudadano Primer Jefe. Luego llegamos Palavicini y yo a la Secretaria de Instruc-
ción Pública y el señor licenciado Macias ocupó, para sus tamaños, el puesto mo-
desto de director de la Escuela de Jurisprudencia. Después vino la cuestión de Villa,
la cuestión de la Convención, que para mí fue la prueba definitiva de las ideas del
señor licenciado Macias. Macías, como saben ustedes perfectamente, es un hombre
rico, es un sabio abogado, es un hombre que ya está más allá de la mitad de la vida,
que más tiene que descansar que luchar. Nosotros no teníamos acercamiento perso'"
nal con el señor don Venustiano Carranza, desde que él defendía la legalidad en
Coahuila, no lo habiamos visto, no 10 conocíamos de cerca ni él a nosotros; en cam-
bio, del otro lado estaban nuestros más queridos amigos, no solamente simples ami-
gos, sino generales que ventan a la cabeza de aquel movimiento que parecía for-
midable; allí estaba, señores, nuestra conveniencia; nos llegaron a ofrecer carteras,
negocios, todo lo que quisiéramos, y, sobre todo, nos ofrecian afecto, nos recibían con
los brazos abiertos; por eso digo a ustedes que esa fue ia prueba más satisfactoria a
que ~se hubiera podido sujetar al señor Macías. Macías, señores, tenía sobre nosotros
su edad, nosotros somos impetuosos, jóvenes, nosotros no teníamos grande familia,
337
nosotros podíamos haber ido adonde se nos hubiera antojado, tal vez a ganar algo;
en cambio, el señor Macías iba a abandonar una posición, un bufete de los más ricos
de México, iba a abandonar su tranquilidad y su hacienda. No necesito hacer retórica
acerca de esto, esto lo comprenden ustedes por el mismo hecho. Llegamos a Vera-
cruz: Macías se puso a trabajar en compañía de Rojas en la sección de legislación,
y duraron algunos meses en organizar las reformas constitucionales. Macias ha sido
el alma de esta sección. Esta sección, señores diputados, tiene para la revolución una
jmportancia verdaderamente trascendental. Esta sección, siguiendo las inspiraciones
del Primer Jefe, ha dado a la revolución el verdadero programa que ha hecho de
esta revolución algo grande, que ha h~cho de esta revolución una verdadera revolu-
ción social. Después el señor Carranza, que ha conocido y ha apreciado las grandes
dotes de honradez, de lealtad, de desinterés y de sabiduría que tiene el señor Ma-
cías, lo ha estado llamando a su lado para consultarle leyes y para pedirle su opi-
nión hasta en algunos reglamentos. Esto es elocuente, señores diputados. Desde Vera-
cruz, cuando el Primer Jefe tuvo la idea de reunir este Congreso Constituyente,
Macías se puso a trabajar en compañía del licenciado Rojas en estudios constituciona-
les; yo puedo asegurar a ustedes que nadie absolutamente de todos los hombres que
hay en la revolución, conoce de una manera tan profunda, tan sabia y tan práctica
los problemas constitucionales de México, como el señor licenciado Macías y también
puedo asegurar a ustedes que nadie de los revolucionarios conoce tan íntima, tan
larga, tan ampliamente, los 'ideales del Primer Jefe a este respecto. Esto es tal vez
a lo que se refería el señor general Múgica cuando dijo que había razonéS poderosas
de orden político para admitir al señor Macías.
-El C. Múgica: Es cierto.
-El C. Cravioto: Yo respeto mucho al señor don Venustiano Carranza, pero de-
claro con la frente muy alta que, al tornar la defensa del señor Macías no me ha
movido más que mi profundo conocimiento de 'Sus ideas políticas y un impulso hon-
!'ado de justicia. (Aplausos.) Si, pues, señores, el cargo de porfirista en este caso
tal vez sea más laudatorio que perjudicial para el señor Macías; si se ha demostrado
que la acusación formidable de haber pretendido difamar torpemente la honra in-
maculada de don Francisco 1. Madero, es falsa, si se ha desvanecido ese cargo, si
yo he demostrado con sencillez, pero con precisión su filiación política y las pruebas
de esa filiación que ha dado el señor licenciado Macias, sólo me queda, señores, pedir
para ese hombre que ya está más cerca de la tumba y más lejos de las miserias
de la vida, que en un acto de justicia esta Asamblea lo acepte aquí, librándolo pan\
siempre de la acusación infamante que sólo se debió a miserias, a mezquindades de
algunos enemigos y a la tenebrosidad que hubo en los hombres de HEI Debate".
(Aplausos.)
-El C. Martínez de Escobar: Señores diputados: para unas aclaraciones que
considero necesario hacer, tomo la palabra. Con mucho placer y con mucho gusto
hablaría aquí en contra de la credencial del señor Macías, porque aunque el señor
U garte haya creído que yo rehuyo la contienda, no estoy acostumbrado a rehuirla,
ni la rehuiré jamás, como 10 iré demostrando paso a paso en todas las cuestiones
que aquí se vengan presentando con motivo de las próximas discusiones relativas a
reformas de la Constitución o cuestiones meramente políticas que en breve surgirán.
No obstante la alta estatura, la estatura inmensa de Macías y Palavicini y la muy
pequeña del que habla -me refiero a la estatura intelectual y no a la corporal-,
porque aunque el señor MacÍas es muy gordo y el señor Palavicini es muy flaco;
fácil es conocerse que, físicamente, quizá no sean más altos que yo; y entro en mate-
ria, pues, señores, creo necesario, como antes dije, hacer algunas aclaraciones; ya nos
habíamos comprometido a no ocuparnos de alusiones personales y vuelve ese señor
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orador que precedió al señor Cravioto, cuyo nombre no quiero ni siquiera pronunciar
porque' me produce asco y viene a decirme: 'diputado de la escuela de "El Debate".
Bien sabe él más que cualquiera otro de qué escuela soy, porque conoce en demasía
mi talla moral; y vamos al punto caPital que me impulsó a ocupar esta tribuna; se
imputa al diputado Hidalgo que ha cometido tales o cuales delitos y ¿ por qué esos
mismos señores, que aquí hablan de consignar al Gran Jurado al señor Hidalgo, no
han hablado de consignar también al señor Palavicini, que tiene dos o tres procesos
pendientes, quiera o no quiera? El señor Palavicini podría hacer maravillas: un túnel
con un alfiler, o demostrarnos que una tortuga es ave alada, todo 10 podría conse-
guir, pero nunca convencernos· de que no tiene varios procesos encima por graves
delitos de que .es responsable ante la justicia. Si mañana se consignara a este hom-
bre, Hidalgo, también tendría que consignarse a ese otro: Palavicini.
-El C. Palavicini, interrumpiendo: Haga usted la acusación .
....,...El C. Martínez de Escobar, continuando: La haré oportunamente, yo tengo
valor para todo, como usted sabe, señor Palavicini. Yo no quisiera tocar estos puntos,
pero tengo que hacerlo y es necesario que los toque aunque se produzca el escán-
dalo; aquí nos ha hablado el general Aguilar de intrigas que flotan en las altas
esferas oficiales, y la verdad es que ya no es posible callar más; es muy raro que
allá en la ciudad de Veracruz, allá en el puerto jarocho se produjera un' cisma mi-
nisterial; todos sabemos que allí se derrumbaron varios ministros, allí cayó Urueta,
c'ayó Zubaran y Escudero y Verdugo; ¿quiénes eran los intrigantes, señor secretario
de Relaciones? Escudero y Verdugo, Urueta y Zubaran según su criterio; pero aUa
en la sombra est~ el intrigante, sépanlo ustedes, porque yo le conozco y deseo que
se haga constar en el DIARIO DE LOS DEBATES~ que el intrigante en la sombra
era Palavicini y hoy, señores diputados, vuelve a surgir la misma cuestión: el intri-
gante es Alvaro Obregón, el intrigante es Jesús Acuña, el intrigante es Roque Es-
trada. Muy respetable me es el general Aguilar, ministro de Relaciones, pero muy
pronto nos. hemos de convencer de que se equivoca y sabremos quiénes son los hono-
rables señores Alvaro Obregón, ministro de Guerra; Jesús Acuña, de Gobernación, y
Roque Estrada, de Justicia. El verdadero, intrigante allí está, es el intrigante tene-
broso de \ quien todavía vamos a ver mucho malo en muy poco tiempo, sÍ, señores
diputados, ese hombre del que yo conozco de una manera perfecta todos sus pési-
mos antecedentes, es él, Palavicini, intrigantillo vulgar que considero muy insigni-
ficante pero muy perverso. (Voces de protesta.) Yo también tengo derecho de hablar,
señores diputados, y si he permaneddo en silencio fue porque se dijo aquí: "ya es
tiempo de que no sigamos discutiendo .personalidades, pues el momento' es solemne
para la patria; ya es necesario que todos unamos en un sentimiento común nuestros
corazones y nuestras energías, en pro de la obra reformista constitucional". Yo había
permanecido callado, pero ya es necesario, ya es indis'pensable que hable porque
este individuo que en verdad es un hombre hábil como que es un digno representante
de "El Debate", así como también 10 es el señor Macias, que viene siendo diputado
desde la época de don Manuel González hasta nuestros días y que no podrá conven-
cer a nadie, por lo menos a mí, de que sea revolucionario, pues aunque esos señores
han leído en Le Bon lo que es la "psicología de las multitudes" y saben cómo fácil-
mente se transforman ·estas por el sentimentalismo y la imagen, valiéndose de estos
medios (, ya manifestando a cada momento que tienen grandes influencias arriba,
quieren torcer el espíritu de la Asamblea. Ya he visto cómo, de una manera artera,
han venido cambiando ese espíritu veleidoso y cambiante, pero yo quiero que se
haga constar especialmente esto: ¡toda la Asamblea podrá cambiar de opinión, pero
Rafael Martínez de Escobar, que cónoce a estas personas" no cambiará jamás, nunca!
Son perveI:SOS y serán perversos y harán obra perversa, y muy en breve a este
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joven sencillo y espontáneo que les habla, van -a darle la razón. Esperemos un poco
de tiempo y se convencerán. Me siento indignado, señores constituyentes, cuando este
seúor quiere eclipsarme a mí; tal parece, señores diputados, que una "horizontal"
-pennítaseme esta palabra- intentara arrojar cieno a una virgen. ¿ Cómo es que
Palavicini y ese otro señor Macías vienen a hablarnos en nombre de la ley, de la
justicia, y en nombre del derecho, ellos que sólo ultrajan la justicia, rompen el dere-
cho y hacen añicos la ley; ellos que sólo producen la impresión de un jesuita, de un
clérigo que allá en la iglesia, en el púlpito, nos están hablando de pureza, de algo
inmaculado, casto y virtuoso como la hostia y la luna, para descender después de
ese púlpito, ¿ a qué? a l'omper las purezas de que hablan, a rasgar el velo sacro
que cierra las puertas del templo donde nacen los hombres; que descienden después
de estar hablando de esas grandes virtudes, a desflorar, a romper lo más sagrado
que tienen seguramente las vírgenes humanas? Os pido, quiero que se haga constar
aquí lo anterior, porque 10 que yo digo, muy en breve, señores diputados, ya vere-
mos cómo será siniestra, luctuosa y perversa verdad, porque la labor de estos simu-
ladores, a pesar de los grandes conocimientos que dicen tener en derecho constitucio-
nal, nunca será saludable a la nación; ya veremos cómo muy pronto estos individuos
!.lue en Veracruz produjeron un cisma en el Ministerio de Gobernación, vuelven a
su obm mezquina de venenosos reptiles. Señores diputados: habéis visto cómo el
señor Palavicini me lanzó un cargo absurdo, porque nadie me podría haber probado
que fui íntimo de Jorge Huer,ta, ni siquiera amigo, ni siquiera conocido de él, cargo
que me lanzó el señor Palavicini valiéndose de ese humilde y buen campesino que
allí destaca su figura servil como dije aquella vez; ya veremos cómo ahora tienden
a que se produzca otro cisma peligroso y trascendental. Hoy el señor Palavicini labo·
ra, por lo menos, a efecto de que se produzca y tiene muchas aptitudes para ello;
ya lo hemos visto y no se lo negaremos jamás, es intrigantemente hábil para cam-
biar, como antes dije, la psicología de una Asamblea, porque él ha leído perfecta-
mente en Le Eon y sabe practicarla. Cuando de este buen campesino se valió para
venir a lanzarme una imputación enteramente falsa, ¿ sabéis por qué lo hacía? Ni
siquiera por atacarme. ¿ Sabéis por qué? Unicamente, exclusivamente me tomó de
pretexto el señor Palavicini para venir a lanzar cargos contra un ministro, contra
el licenciado Acuña: esto fue para provocar la crisis ministerial, que es lo que venía
haciendo desde hace largo tiempo y yo creo que muy en breve ese gran carácter que
se llama Carranza. se va a arrepentir de tener esta clase de hombres ruines y mez-
quinos a su lado, porque llegarán hasta derribar estrepitosamente su Gobierno. Os
aplazo, señores diputados. (Aplausos.)
-El C. Palavicini: Solamente quiero asentar un hecho: yo no he visto al señor
Carranza desde que llegó a Querétaro; lo saludé en La Cañada en un automóvil; no
he puesto los pies en su residencia; yo no tengo ningún puesto público ni des-
empeño ninguna función al lado del señor Carranzaj soy en este momento un dipu-
tado y ex director de "El Universal", que es una compañía particular; es mi único
puesto. Así, pues, no voy' a contestar los insultos del señor Escobar, ni tampoco a
hacer rectificaciones. N o he visto al señor Carranza desde que llegó a Querétaro.
Hago constar ese hecho, porque es una verdad; todos lo saben y él también.
-El C. Aguilar Cándido: Me es bastante penoso venir a la tribuna para interpe-
lar al señor Escobar. Deseo que me diga el señor si ha creído que yo he sido ins-
trumento de intrigas políticas.
-El C. Martínez de Escobar: No lo puedo conceptuar a usted instrumento de
nadie, señor Aguilar.·
-El C. Aguilar Cándido: Lo que he dicho aquí, señores, es la verdad; nunca he
mentido, mi vida política y revolucionaria de siete años me ha dado a conocer a todos
340
vosotros; yo no .vengo a provocar CrlSlS ministeriales, vengo a decir que se trataba
de intrigas personales, porque efectivamente de eso se trataba en Chapultepec. Estan-
do con el señor Acuña y con el señor Obregón, persona que admiro, que estimo y
que considero que es una gloria nacional, me dirigieron estas palabras: ese Pala-
'vicini está dando mucha gue:i"ra; pero ya va a ver, no irá al Congreso. Esto me
sirvió de base para decir que se estaba tratando de pequeñas pasiones; sigo creyendo
lo mismo, señores;. que el señor general Obregón, con razón o sin ella, es enemigo
del señor Palavicini y que ha trabajado en su contra porque el señor Palavicini 10
ha atacado. El señor Acuña tiene la misma razón para atacar al señor Palavicini,
y el señor Estrada igualmente tiene la misma razón. Lo que vine a hablar -aquí no
fue para impresionar, fue para que se hicieran a un lado las pequeñas pasiones que
estorban nuestra marcha, pues conocemos· muy bien quién es el señor Obregón, el /
señor Roque Estrada y el señor Acuña. Yo seré incapaz de atacar al general Obre-
gón; lo admiro; no porque me falte valor civil; cuando sea necesario decir algo en
contra del general Obregón, se lo' diré; pero no tengo motivos para hacerle' cargos,
más que esa pequeña política que estuvo haciendo en el Partido Liberal Cons-
titucionalista. El señor Escobar ha querido decir que me he prestado para intrigas
del señor Palavicini; yo protesto enérgicamente contra lo que dice el señor Escobar;
yo he sido hombre honrado, he dicho la verdad, y si vine ha decir a ustedes algo
sobre la cuestión internacional, no fue para impresionaros, fue para demostraros
que estamos perdiendo el tiempo, fue para deciros que en Estados Unidos se estaba
trabajando muy fuerte para que no se expidiera ninguna Constitución, para deciros
que debemos dejar a un lado esas pequeñas pasiones del general Obregón y del señbr
Acuña, y que debemos _trabajar con todo patriotismo para elaborar esa Constitu~
ción. Yo pregunto a los señores diputados y a alguno ·de los enemigos que hay aquí
si creen en mi honradez. (Voces: ¡ Sí! Aplausos nutridos.)
-El C. Palavicini: Renuncio al uso de la palabra.
-El C. Martínez de Escobar: Una aclaración, señor general Aguilar. (Voces:
¡No! ¡No! ¡Que hable! ¡Que 'hable!)
Yo no soy intrigante, señóres, soy demasiado joven para saber intrigar. Quie~
ro decir al señor general Aguilar bajo mi palabra de honor, que estimo a usted
personalmente muchísimo y admiro toda su inmensa, su gigantesca, colosal labor
revolucionaria; pero el hecho que dije aquí, puede interpretarse de otra manera, señOl
general Aguilar: todos estamos sujetos a error; usted puede estar en un error, real-
mente de buena fe; esa es mi 'convicción, así como yo he creído que realmente quien
ha intrigado aquí es el señor Palavicini y no los señores Acuña, Estrada y Obregón.
-El C. Aguilar Cándido~ Yo me refería a que había una intriga _en contra del
señor Palavicini, eso quise decir, porque para mí, el señor Palavicini no vale lo que
vale para todos los señQres que lo están levantando.
-El C. Martínez de Escobar: Yo tampoco creo que vale Palavicini.
-El C. Navarro Gilberto M.: ¿Por qué a mí no se me ha concedido la palabra
para defenderme?
-El C. Rodríguez José María: Pido la palabra para una moción de orden.
-El C. Ugarte pretende hablar. (Voces: ¡A la tribuna! ¡No! ¡No! ¡Que hable!)
-El C. Múgica: Señores, había ... (Varios oradores pretenden hablar al mismo
tiempo y se produce fuerte confusión.)
-El C. U garte, al subir a la tribuna se dirige al C. Martínez de Escobar y
le dice: ¡ Quiero callar a usted para siempre!
-El C. Martínez de Escobar, levantándose de su asiento: ¡A mí no me callará
usted nunca! (Se oyen gritos: ¡Abajo! ¡A"bajo! Campanilla.)
341
-El C. Ugarte: Voy a hablar unas cuantas palabras. (Voces: ¡Abajo! ¡Abajo!
Campanilla. Varios diputados quieren tomar la palabra al mismo tiempo.)
-Un C. presunto diputado, dirigiéndose al presidente: Es necesario que usted se
dé cuenta de su cargo de presidente y sepa dirigir bien los debates sin personalis-
mos, para colaborar por la patria. (Aplausos. Campanilla. Voces: ¡Abajol ¡Abajo!)
El C. Ugarte baja de la tribuna.
-El C. Múgica: Esos actos son indignos de los representantes del Congreso.
-Un C. secretario: En votación económica se pregunta si se aprueba el dic-
tamen. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Aprobado.
(Se hace la declaratoria a favor del C. José N. MacÍas. Voces: ¡No! ¡No!)
-Un C. presunto diputado: Que se repita la votación, porque no hubo mayoría.
-El C. presidente: Hubo mayoría abrumadora, señor.
10
342
•
candidatura es nacida del pueblo humilde, la mayoría como dice, como lo justifica
la credencial, la objeción que se hace a mi credencial, es que tenía, no que tengo,
fuerza y mando; soy militar efectivamente, he trabajado; pero sin duda el que inter-
pela me ha confundido con el jefe de las armas en Teziutlán, que es el distrito
que yo represento, y lo es el señor general don Fedrico Silva, que lleva como yo
el nombre de Federico; sin duda en eso se ha fundado o me ha confundido en que
yo soy o era j~fe de armas.
-El C. López Guerr~: Pido la palabra para un hecho.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano López Guerra.
-El C. López Guerra: ¿Tiene usted mando de fuerzas en el distrito de .Tlatlau-
qui? Si lo tiene usted, está comprendido en el artículo 49
-El C. DinorÍn: Tengo una licencia que dice así: (Leyó.)
-El C. De los Santos: Pido·la palabra para un hecho.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano De los Santos.
-El C. De los Santos: ¿ De quién es el permiso?
-El C. Dinorín: Del general Medina.
-El C. De los Santos: No tiene usted permiso; la única que tiene facultad
para dar permisos es la Secretaría de Guerra.
-El C. DinorÍn: Lo hice así para que fuera más rápido; pero también tengo
licencia de la. Secretaría de Guerra. Estaba en México cuando ya se trataba de elec-
dones, y hasta unos tres días o poco antes de las elecciones llegué por allí, cuando
supe que era candidato para diputado; pero lo cierto es que yo no podía haber
ejercido presión. En el caso de que se dijera que tenía mando de fuerzas, eso no
es verdad, porque con anticipación pedí una licencia y estaba en México.
Respecto a .la inte:rpelación que me hace el señor López Guerra, hay personas
aquí que me conocen que soy persona honrada y revolucionario, que saben cuál ha
sido mi labor revolucionaria.
-El C. Casados: Yo conozco al señor desde 1910, cuando atacamos Teziutlán, y
en 1913 era capitán_ 19 como yo.
-El C. Cabrera: Me consta que el señor es antiguo revolticionario y que ha
operado al lado del señor general Camacho y que últimamente operaba al lado del
general Medina, y que el señor ha operado en la sierra Norte del Estado de Puebla.
-El C. García: Me consta que el señor teniente coronel DinorÍn -es un antiguo
revolucionario.
-El C. DinorÍn: Además, señores, tengo que decirles que en la sierra Norte del
Estado de Puebla, los habitantes conocen más o menos sus derechos de ciudadanos;
allí no se sugestiona con la mayor facilidad a aquel pueblo para que vote en favor
.:le uno o de otro; nunca, ni en los tiempos de la tiranía, se han impuesto allí can-
didatos oficiales; allí votan, porque tienen conocimiento de lo que hacen; el señor
doctor don Alfonso Cabrera puede decirlo, pues él conoce perfectamente la sierra
de Puebla, 'y. allí no se dejan sugestionar; allí no hay candidatos oficiales, ni mu-
cho ,menos cuando se trata de militares que quieran imponer su candidatura. Ese es
uno de los ejemplos que pongo para que ustedes puedan darse segura cuenta de si
mi candidatura es'o no legal. Ya saben q~e yo disfrutaba de una licencia.
-Un C. presunto diputado: Hay un certificado que dice lo contrario de lo que
dice el señor.
-Un C. secretario: ¿Está el dictamen suficientemente discutido? (Voces: ¡No!)
-El C. Manr:ano: Existe un certifi~ado en el que se hace constar que e¡" señor
Dinorín tenía mando de fuerzas el 22, y así lo explica con todas sus letras.
-Un C. presunto diputado: Allí se habla de renuncia, y parece que el señor
tiene licencia. .
343
-Un C. secretario: El certificado dice así:
Un sello al margen que dice: "Ejército Constitucionalista. Operaciones al Norte
de Puebla.-Jefatura", y un timbre de a cincuenta centavos debidamente cancelado.
"Certifico que el ciudadano teniente coronel Federico Dinorin, con residencia en Tla-
tlauqui, no ha renunciado el mando de las fuerzas que están en dicho punto de
guarnición y que dependen de este Cuartel General, a cuyo Cuartel el expresado te-
niente coronel ha rendido hasta el día de ayer parte diario de novedades. A petición
del C. general Rafael Cárdenas y para los fines que estime convenientes, le extien-
do éste en la ciudad de Teziutlán, a los 25 días del mes de octubre de 1916.-EI
mayor, jefe de Estado Mayor encargado del Cuartel General, IH. M. Ugarte."-Rú-
bl'ica.
Se pregunta si el asunto está suficientemente discutido. (Voces: ¡No! ¡No!)
-Un C. presunto diputado: Pido a la honorable Asamblea que primero se discuta
si el permiso concedido al señor Dinorin está bien concedido, para separarse del
mando de las fuerzas que tenía, y si la persona que firma ese certificado tiene de-
recho y facultad para haberlo expedido.
-El C. presidente: Que los oradores se inscriban en pro o en contra.
-El C. Reynoso: Pido la palabra 'para una rectificación: allí en el certificado se
dice que no ha dejado de rendir partes diariamente hasta el día 25 de octubre. Su-
plico a la Secretaría lea otra vez ese documento.
-Un C. secretario volvió a leer el certificado.
-El C. Reynoso: ¿Qué fecha tiene?
-El C. presidente: Que pasen a inscribirse los que hablen en :pro y en con tm.
-El C. López Guerra: Pido la palabra para un hecho solamente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano López Guerra.
-El C. López Guerra: Parece que el señor Dinorln ha estado en el ejercicio
de sus funciones militaresj por lo tanto, está comprendido en el artículo 49; pero
conforme al certificado de licencia que presentó, parece que no está en el ejercicio
de sus funciones: allí está la duda; uno u otro documento es falso.
-Un C. secretario: En los dos documentos que he leído, no hay ninguna contra-
dicción. Si el señor DinorÍn obtuvo la licencia y no hizo uso de ella, es claro, se-
ñores, que siguió en ejercicio de sus funciones, aun ~uando la licencia fue concedida
rea1mente.
-El C. Rodríguez José María: Pido la palabra para una interrogación.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rodríguez.
-El C. Rodríguez José María: Yo creo que nos sacará de dudas interrogar al
candidato para terminar esta discusión. Diga el señor si es cierto que ha estado
rindiendo partes diariamente. Sí, o no.
-El C. DinorÍn: En la fecha que dice el señor, no podía haber 'rendido parte.
-El C. Rodríguez José María: Entonces es falso lo que asienta el Cuartel Ge-
neral, y que se pregunte.
-El C. Dinorín: N o pudo haber un solo parte mío: lo daría el que estaba en
mi. lugar.
-El C. Rodríguez José María: ¿ Cuál fue la fecha del último día en que rindió
usted parte?
-El C. Dinorín: La fecha fue el día último.
-El C. Rodríguez José María: ¿Antes del día 221 Está aclarada la duda.
Es falso el certificado. .
-El C. De los Santos: El señor estaba en México, pero no era el que iba a
votar; el señor tenía mando de fuerzas, como lo dice el Cuartel General en el certi-
344
ficado. El 22 tenía mando de fuerzas, aunque no estuviera allí, e$taban sus fuerzas,
que iban a votar.
-El' C.. Casados: Deseo saber si el señor interesado de ese certificado es pa-'
tiente del que lo extendió, para ver si hay"algún cohecho; yo tengo la creencia de
que es pariente el señor que trajo ese certificado, del que lo extendió.
-Un C. secretario: La Comisión informa que no hay ningún. dato que haga
suponer parentesco.
-El C. Martí: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Martí.
-El C. Martí: Me voy a permitir hacer una aclaración. Hay dos hechos que
parecen distin'tos y no lo son. Un individuo, de acuerdo con el criterio actual de la
Secretaría de Guerra" de acuerdo con mi criterio y con el de cualquiera que lo
analice, no es necesario que esté en un lugar para que tenga lo que se llama mando
de fuerzas. La Secretaría de Guerra, en una circular que yo vi, dice que, aun cuan-
do el individuo que manda una fuerza DO esté en el lugar, queda comprendido en el
decreto si sus fuerzas están en ese lugar. Yo mandaba un regimiento y me retiré
del mando de esa fuerza y salí de ese lugar, porque la ley así lo ordena.
-El C. presidente: Tiene la palabra el_ciudadano Martínez Epigmenio.
-El C. Martínez Epigmenio A.: Yo no vengo a defender una credencial ni a
personalidades, porque en estos momentos no debemos perder tiempo sino trabajar
por la patria y no por las personas; pero sí tengo entendido que debemos decir ver-
dades. Contestando al señor que me acaba de preceder en el uso de la palabra, diré:
que el decreto dice que deben renunciar las personas que tienen mando de fuerzas.
(Voces: ¡No!) Deben pedir una licencia todas aquellas personas que tienen mando
de fuerzas, pero no dice que al pedir esa licencia deben retirarse las fuerzas de
su lugar. Como ust~des deben comprender, en estos momentos, más que nunca, no
puede ni debe hacerse ningún movimiento de fuerzas en cualquier sentido, porque
las fuerzas que el?tán en determinado lugar saben y conocen las exigencias de ese
mismo lugar y tienen ya trazadas sus operaciones y si se retiran, se trastornarían
esas operaciones y el buen orden que se está llevando. El señor Dinorín, como lo con-
firma el testimonio que nos acaba de mostrar, pidió permiso por un mes, con fecha
2 de octubre, que le fue concedido. Este señor ha estado en México; como el 22,
fecha de las elecciones, no se había cumplido el mes, malamente pudo haber estado
t;n Teziutlán. Por otra parte, el señor Dinorín, siendo del terreno y, como su fisono-
mía 10 marca, del mismo pueblo, creo que ha tenido más roce; por ser de allí, tiene.
más amistad con el indio de la sierra, que el sefior general Cárdenas. El señor
general Cárdenas no es vecino de Teziutlán. A mí me consta que, faltando cuatro
Jías para las elecciones, este señor me mandó una carta a Amozoc, carta que no
'puedo mostrar aquÍ; pero que cuando volví de Tepeji la encontré, en que me decía
que él ya salía para la. sierra y que le hiciera yo favor de ayudarle en eu.anto pu-
diera. Esa carta está fechada en Puebla. Con eso llegamos a esta verdad: que el
señor general Cárdenas, por ser general, por el cargo que ocupa y por las relaciones
más o menos numerosas que tiene, pudo haber sorprendido a algunas autoridades;
por otra parte, las fuerzas .que guarnecen la mayor parte del Estado de Puebla, son
del ge:neral Silva, que me parece pertenece a la c;livisión del general Castro; aquí tene-
mos a un jefe del Estado Mayor del general Castro, que diga si es cierto que la
mayor parte de la sierra del Estado de Puebla está guarnecida por fuerzas de dicho
general. Con esto venimos a la verdad y se demuestra que, ante todo, debemos hacer
justici¡l, no debemos ver personalid~des y debemos abreviar en estos momentos el
tiempo; que sea nada más el necesario para poder unificar nuestro criterio en un
buen sentido, para que mañana no nos digan que dimos la ~referencia al señor
345
,
general Cárdenas. Así como nosotros hemos hecho justicia con el señor general Ro-
jas, así debemos hacerla con el señor general Cárdenas. N o es vecino, no es de
allí, no ha luchado allí; el señor sí ha luchado. El cargo que se le hace al señor Di-
norín respecto a que sirvió al Gobierno de Huerta, puedo decir a la honorable
Asamblea que no es exacto. El señor doctor Cabrera, que es de Zacatlán, ha dicho
que en toda la revolución de 1913 h'a sido uno de los más activos revolucionarios en
esa sierra.
Otro señor, que no recuerdo quién sea, también ha dicho que ha sido testign
presencial de la vida del señor Dinorín; creo que estas personalidades son de un
criterio bastante sano para que vengan a decirnos mentiras. Por lo tanto, yo pido
que sea aceptada su credencial.
-Un C. presunto diputado: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. presunto diputado: Se ve 'que el señor es un revolucionario puro, su sola
fisonomía lo demuestra; pero tenemos un antecedente enteramente nuevo: que aca-
bamos de no admitir aquí al señor general Máximo Rojas, porque tenía mando de
fuerzas, y el señor Dinorín tenía mando de fuerzas precisamente el día de las elec-
clones; y también hay un documento en el que se comprueba q~e el señor Dinorín
tenía mando de fuerzas el día 25 de octubre; tenemos ·un precedente tan nuevo como
el del general Máximo Rojas, en que a pesar de todas sus cualidades revolucionarias,
dimos nuestro voto en contra de la credencial y en favor del dictamen; ¿qué sería
::;i a cada cinco minutos estuviésemos votando una credencial como. éstas? Nosotros
ahora tenemos una credencial igualmente como la del general Rojas, y debemos votar
de la misma manera.
-El C. DinorÍn: Pido la palabra.-
-El C. presidente: Tiene la pa.labra el ciudadano Dinorín.
-El C. Dinorín: Vuelvo a repetir que no tengo mando de fuerzas.
-Un C. presunto diputado: El señor general Martínez ha dicho que el señor
general Cárdenas no había luchado en la sierra de Pueb'a. Mi paisano, el señor Cár-
denas, fue uno de los que lucharon al lado del señor Martínez en la sierra de Puebla;
es nativo de Tamaulipas; pero hizo la travesía desde el Norte hasta la sierra de
Puebla. Ha luchado en el Estado de Puebla. Iguales méritos tiene el señor Dinorín~
porque él también ha luchado en la sierra de Puebla; de manera que el general
Cárdenas y el señor Dinorín son hombres de méritos revolucionarios.
-Un C. secretario: Se pregunta si está suficientemente discutido el dictamen de
la Comisión, dividido en dos partes. La primera parte ya está desechada. (Voces:
¡No! ¡No!) En votación económica! los señores que se pongan de pie es que votan
pQr el dictamen. Desechado. (Aplausos.). Lo referente a la primera parte vuelve a
la Comisión; respecto a la segunda proposición, en votación económica se pregunta
si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, que se sirvan ponerse de pie. Aprobado.
La Presidencia declara: lo referente a la primera parte, vuelve a la Comisión;
respecto a la segunda, la Presidencia hace la declaración de que es diputado suplen-
te por el 13 distrito electoral de Puebla, el ciudadano Joaquín Díaz Ortega.
La Presidencia desea llamar a los señores diputados suplentes que estén presen-
tes en la Asamblea, aun cuando todavía no hayan sido llamados y que sepan de una
manera perfecta que no vienen sus propietarios, a efecto de que se inscriban. Pueden
pasar a la Mesa.
-El C. presidente, a las 12.50: Se levanta la Junta, señores, y se cita para esta
tarde a las 4.
346
17.-La Asamblea resuelve en votación económica que se suspenda la discusión de
dictámenes para procederse a la elección de la Mesa Directh'a del Congreso. El
C. Aguirre Berlanga Manuel manifiesta que la Primera Jefatura 10 ha llamado
para hacerse cargo de la Secretaría de Estado y del Despacho de Gobernación, y
que con ese motivo suplica sea retirada su candidatura para presidente del Con-
greso. Se le tributa un aplauso de despedida. .
IS.-Reanudada la Junta, después de 10 minutos de suspensión, se procede a la vota-
ción de la Mesa en escrutinio secreto y en un solo acto.
I9.-Toma posesión la Mesa Directiva del Congreso y el ciudadano presidente otorga
la protesta de ley. Acto continuo los ciudadanos diputados otorgan igual protesta.
20.-El ciudadano presidente declara que el Congreso Constituyente ha quedado cons-
tituido y los CC. diputados Cravioto, Múgica, Frías, Alonzo Romero, Herrera Al-
fonso, AguiJar Cándido, Herrera Manuel, Nafarrate, Andrade, Dávalos y De la
Barrera, pronuncian discursos alusivos. Se levanta la sesión.
Con asistencia de 136 ciudadanos presuntos diputados, según lista pasada a las
4.20 por la Secretaria, se declaró abierta la Junta.
Leida el acta de la Junta anterior, fue puesta a discusión y, sin ésta, se aprobó
en votación económica.
-Un C. secretario: La Presidencia ordena a la Secretaría que dé lectura al articulo
91? del decreto de 27 de octubre, en su parte primera:
"Artículo 9<:> Concluida la discusión de las credenciales, la que deberá quedar ter~
minada a más tardar en la sesión de la mañana del 30 de noviembre, se procederá
inmediatamente a nombrar la Mesa que ha de presidir todas las 8esiones del Con~
greso Constituyente, la que se compondrá de un presidente, dos vicepresidentes, cuatro
secretarios y cuatro prosecretarios, los que serán electos en escrutinio secreto y por
mayoría de votos en un solo acto, o en actos 'Sucesivos, según lo acordare el Congreso
en votación económica."
Las credenciales pendientes, indica la Presidencia que deben ser votadas mañana
en la tarde, después de que pase el informe del ciudadano Primer Jefe.
-El C. Martí: Mi credencial está allí y no ha sido objeta'da .por ninguna Comisión,
únicamente porque algunos señores diputados dijeron que se apartara.
-El C. Bojórquez: Pido la palabra para hacer una proposición: en vista de' que
existen muchas credenciales por discutirse y en vista también de que pTÍnclpmron
estas juntas preparatorias el día 21 en vez del 20, yo propongo que se sigan discu-
tiendo credenciales hasta las seis de la tarde y después ...
-El C. Ancona Albertos, interrumpiendo: Seria más fácil hacer la elección de la
Mesa (Voces: ¡No! ¡No!) y terminado este acto, ponerse a discutir las credenciales,
puesto qUe la elección de la Mesa es 10 principal; por lo mismo, pido que la elección
de la Mesa se haga desde luego, para que el que resulte presidente tenga tiempo de
preparar su discurso de contestación al del señor Carranza. N o tendría tiempo segura-
mente, después de las diez de la noche, para preparar el discurso, y por eso entiendo
que se debe dar tiempo al señor presidente para que en toda la tarde haga su discurso,
a -fin de que mañana pueda contestar al señor Carranza.
348
-El C. Limón: Creo que por razón de orden pueden terminarse las credenciales,
que al fin y al cabo, aún no termina el día.
-El C. Chapa: Y() pido respetuosamente a la Mesa que se concedan diez minutos
para cambiar impresiones para la elección que se va a hacer.
-El C. Magallón: Yo creo que hasta las seis se podrán discutir las credenciales.
-El C. presidente: Ya hay 180 credenciales aprobadas, en consecuencia ya hay
quorUIn; no hay perjuicio para nadie; _en seguida de la elección de la Mesa se discu-
tirán las demás credenciales.
-El C. Ibarra: Que ¿pueden votar en la elección de la Mesa los presuntos dipu-
tados sin que se discutan sus credenciales? (Voces: ¡No!) Entonces se les tendrá que
decir que ti~nen que desalojar el salón y, por consiguiente; a los diputados de las cre-
denciales que no están aprobadas no se les recibe voto.
-Un C. presunto diputado: Pido la palabra: que se sujete a votación.
-El C. Ibarra: ¿ Qué sucederá con los presuntos diputados cuyas credenciales no
han sido aceptadas, si result¡1 electo para presidente alguno de ellos?
-El C. Aguilar Cándido: Yo creo que hasta las 6 de la tarde se erigirá la Mesa
y a- esa hora habrá tiempo para que se prepare el discurso.
-Ei C. Limón: Los que aún no se declaren diputados, entiendo que no están evoca-
dos a pertenecer a la Mesa Directiva. '
-El C. Calderón: Es preciso que todos tengan derecho a votar.
349
yo doy mi voto ahora en contra del dictamen, y en ambos casos he obrado de acuerdo
con mis propias convicciones.
-El C. Palavicini, interrumpiendo: Entiendo que el señor Madraza está equivoca-
do. ¿ Sabe usted que no se trata del otro Moreno que sirvió a Huerta?
-El C. Madrazo: Entonces me he confundido. Suplico a la honorable Asamblea se
sirva dispensarme.
-Un C. secretario: En votación económica se pregunta si se aprueba el dictamen.
Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobado.
-La Presidencia, por conducto de la Secretaría, hizo la declaratoria de rigor.
350
"Por las consideraciones y hechos expresados, proponemos a la deli.beración de
esta honorable Asamblea el siguiente punto de resolución:
HEs diputado propietario por el 16 distrito electoral del Estado de México, el C.
mayor Rubén Martí, y suplente por el mismo distrito el C. licenciado David Espinosa.
uQuerétaro a 27 de noviembre de 1916.-E.- B. Calderón.-Antonio Ancona Alber-
tos.-B. Moreno."
Está a discusión. Los que deseen hablar en pro o én contra del dictamen, sírvanse
pasar a la Mesa a inscribirse.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Limón.
-El C. Limón: Señores diputados: poco tendré que explicar a esta honorable
Asamblea para demostrar que el cubano Martí o Marti -no sé de dónde viene esa
clase de apellido-- está completamente incapacitado para sentar sus reales en este
honorable Congreso Constituyente, porque muy bien lo determina el artículo 56 de la
Constitución, que dice literalmente: "para ser diputado se requiere ser ciudadano mexi-
cano por nacimiento, etcétera". Anoche el señor Martí me dijo:" "la revolución me
debe inmensos servicios" y no sé qué otra clase de autobombos. Yo quiero decir que
si al señor Marti efectivamente se le deben esos servicios, nuestro Gobierno puede muy
bien corresponderle en otra forma y nosotros darle un voto de gracias, si es tal como
él lo dice; pero nunca admitirlo en este Congreso. Por otra parte, me dijo: "estoy
filiado en el Ejército constitucionalista". Está bien. A estos extranjeros que toman las
armas en nuestro país, el vulgo les llama soldados de fortuna, y me parece que la
Real Academia les llama filibusteros; pero sobre esto nos puede ilustrar el señor
Palavicini.
-El C. Palavicini: No soy académico.
-El C. Limón: Al fin y al cabo no estudio para abogado. Pero creo que la Real
Academia así los "llama. Además, la honorable Asamblea está en su derecho de aceptarlo
o no aceptarlo.
-El C. Alvarez: Está partiendo el señor Limón de una base falsa; voy a decir cuál
es su equivocación: se necesita ser ciudadan9" mexicano en ejercicio de sus derechos.
No dice el artículo "ciudadano mexicano por nacimiento."
-El C. Limón: Las resoluciones de la Asamblea son soberanas y PQr eso pido
que por decoro, por dignidad nacional, no por egoísmo, se "vote en contra del dictamen
del señor Martí. Yo por lo pronto" sé decirle que no votaré por esa clase de sujetos.
-El C. Calderón: He suplicado al señor Martí para que me ceda el uso de la
palabra; pero no abrigo la pretensión de que vengo a responder de ese cargo, porque
se trata de una credencial sobre' la cual la Comisión de que yo formo parle ha dicta-
minado; estoy perfectamente de acuerdo con la" observación que hizo el coronel Alva-
rez, y para corroborarla he consultado ya la opinión de eminentes abogados que están
en esta reunión, y me han manifestado que no hay impedimento legal para que venga
a esta Representación Nacional, puesto que no es requisito indispensable ser mexicano
de nacimiento y saldrán sobrando las demás explicaciones. No quiero analizar su ca-
rrera como militar, puesto que por el simple hecho de ser militar ha perdido sus
derechos de extranjería.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Martí.
-El C. Martí: No quiero tratar el punto desde el aspecto legal, porque "no tendría
satisfacción ninguna en quedarme en los escaños de este Congreso, simplemente porque
me ampare la ley. Si no tuviera más derecho que el que me da mi carta de ciudadanía,
no tendria el valor de presentarme ante ustedes. Con respecto a mis servici~s en la
causa de la revolución, paso también por alto sobre ellos, desde el momento en que
yo creo, y ojalá me equivocara, que ustedes deben fijarse más bien en lo malo que
baya hecho, que en lo bueno. (Voces: ¡No!) Pues ojalá que me equivoque; desde luego
351
yo desearía que se fijaran en lo búeno que yo haya hecho, pero no me toca a mí decirlo,
porque como ustedes comprenderán, es muy natural que todos los que se paren en esta
tribuna, lo hagan para demostrar que han prestado grandes servicios y que su con-
ducta ha sido intachable. Yo creo que en esta Asamblea hay personas honorables que
pueden decir si -he prestado o no servicios a la causa; por tanto, quiero tratar el
asunto desde el punto de vista moral. Tengo má's de 18 años de estar en México; estoy
casado con mexicana, tengo mis hijos mexicanos y mis pequeños intereses mexicanos,
pues aún eso no me parecería suficiente. Cuando un hombre ha vivido en el país donde
ve la luz por primera vez y que deja ese país a la edad de ocho años y funda un hogar
en esta patria y que tiene muchos años de vivir en ella, ¿ puede considerársele como
extranjero pernicioso, extranjero de conveniencia o filibustero, como ha declarado el
señor que me acaba de preceder en el uso de la palabra? Yo salí, señores, muy pequeño
de la isla de Cuba, y a la edad de ocho años no hace patria ningún individuo. A Cuba
casi no la conozco, conozco más a México. He demostrado con hechos elocuentes que
quiero a este pedazo de tierra, que lo considero y lo amo como a mi patria. En Cuba no
puedo tener afectos; allá no tengo amigos, no tengo amistades porque no me conocen,
porque salí sumamente niño. ¡Con qué dolor, con qué sentimiento tan profundo me iría
yo de aquí, si ustedes me rechazaran y que el día de mañana supieran mis hijos que
ustedes me habían arrojado de esta Asamblea porque no soy mexicano, no teniendo otra
patria más que México! Porque, señores, entonces, ¿ cuál sería mi patria? Respecto a
los sacrtficios, puedo demostrar que sí he hecho algunos. El señor general Rodríguez y
el señor Alberto González" que están aquí, podrían demostrarlo; además, en la Secreta-
ría de Guerra hay documentos que comprueban lo que yo he hecho por la causa. Yo me
filié en el Ejército constitucionalista por ideales, no por enriquecerme. En el· registro
de la propiedad se puede comprobar que cuando me lancé a la revolución, tenía tres
casas; hoy no tengo ninguna; si hay alguno que me señale un bien raíz, le hago cesión
de él. Yo tengo la satisfacción de haber cumplido con mi deber como ciudadano mexi-
cano. Yo podría demostrarlo con muchos hechos, pero me es· penoso relatarlos. Yo no
puedo sentir mi cerebro ardiendo para venir a relatar cosas que yo no he hecho, eso no
puede inspirar a nadie; lo único que digo es que tengo la satisfacción de haber cum-
plido con mi deber. No habré hecho mucho, porque no tenia los suficientes elementos
para haberlo hecho. Aquí hay hombres que pueden demostrar perfectamente si he
hecho por la causa. Un individuo que viene joven de su país, que pasa la mayor parte
de su vida en este suelo, que funda sus afectos en él, que forma un hogar y que tiene
su esposa y sus hijos mexicanos, ¿ no hace patria? Y si esto no es así, ¿ entonces cuál
será mi patria, si yo salí del país en donde naci a la edad de ocho años? Yo no quiero
cansar la atención de ustedes, pero digo que tengo la satisfacción profunda de haber
cumplido con mi deber y de haber hecho por este país 10 que ha estado en lo posible
dentro de mis recursos y de mi inteligencia; a ustedes toca decidir en este asunto tan
delicado.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Bojórquez.
-El C. Bojórquez: Yo vengo, señores, a hablar en contra por unos cuantos minu-
tos. No vengo a decir que soy amigo y que me simpatiza el señor Martí, como lo ha
hecho la mayor parte de los oradores que han atacado credenciales, porque yo cuando
tengo algún sentimiento 10 manifiesto inmediatamente.
Vengo a hablar en contra del señor Martí porque le tengo aversión.
Conocí al señor Martí el día 6 de marzo de 1915 en el Distrito Federal. Ese día
habíamo-s organizado el señor José Lozano Reyes y yo un mitin dentro de un medio
hostil como era el de la capital; en ese momento, cuando terminaba aquel mitin llegó
el señor Martí acompañado de alguna otra persona (el C. Martí: del general Obregón)
y se presentó a tomar la palabra. Durante su peroración fue muy aplaudido, porque el
352
señor Martí es muy hábil; hizo la declaración de que, desde ese momento, fijarse bien,
desde ese momento abandonaba todos sus intereses y se venía a la revolución; y en-
tonceS fue acogido con júbilo por todos los miembros del Estado Mayor; todos lo
abrazamos y nos alegramos de tener un nuevo correligionario.
-El C. Martí: Una simple aclaración, porqu~ es importante: no fue en 1915, sino
en 1914 (Voces: ¡Quince! ¡Quince!); sÍ, fue el quince, señores.
-El C. Aguirre Amado: En marzo de 1914 no tomábamos todavía la capital.
-El C. Bojórquez: Así es que el señor Martí es revolucionario desde el mes de
marzo de 1915; puedo, pues, deciros que es un revolucionario de última hora; y vaya
referir por qué al principio lo acogimos con cariño: aparecía CQrno un hombre desinte-
resado y era un correligionario nuevo, pero resultó que este señor nos hablaba dema-
siado de la revolución; a todas horas manifestaba sus ideales, decía lo que debíamos
hacer J y hacía tales insinuaciones, que llegó hasta esto: pretendió en _esos momentos
ingresar al Estado Mayor del general Obregón. Otra cosa que nos chocó desde enton-
ces, fue que de buenas a primeras nos invitó a tomar una copa de un vino que tenía
de treinta y cinco años old. A 'nosotros, por ese quijotismo revolucionario de que nos
hablaba este señor, siempre nos han chocado -los individuos que hacen alarde de sus
ideas e invitan algo para caer bien. Después volví a ver al señor Martí aquí, _en Que-
rétaro, y me dijo que deseaba hacer propaganda revolucionaria y q~e para ello pensaba
dar una conferencia, y me invitó a que tomara parte en el programa; no acepté la
invitaci(ln. Después el señor Martí ingresó como administrador en el servicio sanitario,
del que era jefe el hoy general Andrés Castro; pero el señor Martí tuvo algunas difi-
cultades con el jefe, debido a que el señor Martí es un intrigante, y fue despedido y
tuvo que salir de ese servicio sanitario. Desde entonces yo no habia visto al señor
Martí, que es cubano. Digo que es cubano, porque el 6 de marzo de 1915, en una con-
ferencia que dio, dijo que él era descendiente del gran Marti.
Señores: estamos ante un hombre que nació en Cuba y no tiene otra patria, puesto
que todavía el 6 de marzo de 1915 pasaba por cubano. Después, según \le sabido -y
10 he sabido porque él nos lo ha dichO-:-, se ha naturalizado. Dice que tiene méritos
contraídos en campaña. Sé que tiene--algunas heridas; pero yo digo: a un hombJe como
Martí, que todavía el 6 de marzo de 1915 se hacía pasar como cubano, ¿ vamos a ad-
mitirlo eh este Congreso? El señor Martí reniega de su patria, pues él nos dice que
no considera a Cuba como a su país, es decir, que reniega' de su patria, de su primera
patria; y hasta viene a decirnos que él no tiene ningún amigo cubano, cuando no hay
nada más satisfactorio para uno que tener amigos en su tierra. Yo sali a los seis
años de mi tierra y, sin' embargo, cuando encuentro a un hombre de mi pueblo 10
abrazo con cariño y quisiera verlo seguido.
Esta mañana nos habló el señor Palavicini detenidamente de lo que es el provin-
cialismo, el localismo; yo también opino como el señor Palavicini: debemos hacer elo-
gios del localismo sano. Siempre he perdonado esos provincialismos en los hombres de
Yucatán, Jalisco y Sonora, porque considero, como el señor Palavicini, que el provin-
cialismo entraña, lleva en sí mucho de patriotismo, y en nombre de ese patriotis_mo yo
vengo a proponeros que votéis en contra de la credencial del señor Martí, porque es
un hombre que ha renegado de su patria y no podría nunca ayudarnos con el calor,
con el entusiasmo y con el cariño con que 10 haría uno de los nuestros que fuera nacido
en México, que fuera de padres mexicanos, como seguramente pudiera haberlo en el
distrito elec;toral que pretende representar. Por eso os invito a que me sigáis, a que
no déis vuestro voto por el señor Martí.
-El C. Martí: Pido la palabra, señor presidente, para una simple aclaración.
-El C. ,presidente: Tiene usted la palabra.
353
-El C. Martí: Yo no hice ninguna declaración de que era cubano; soy enemigo
del bombo. Cuando un reporter del periódico se me acercó y me pidió mi nombre, le
dí otro nombre y en el periódico salió el del señor José Martí. El secretario del partido,
al presentarme públicamente, dijo: "Tengo el gusto de presentarles a un sobrino del
libertador cubano." Ese día me afilié en el Ejército; pero puedo demostrarles que he
sido desde entonces, desde esa fecha, revolucionario; es decir, que he colaborado al
triunfo de la revolución con hech<ls verdaderamente incontrastables. Hay cosas que
es muy penoso decirlas; pero he enseñado a mucha gente a leer; he hecho una obra
verdaderamente revolucionaria con ~is amigos, con mis hijos. Aquí hay una señorita
empleada en la Comandancia Militar; en el cuerpo de taquígrafos hay un individuo que
me ha visto cómo trato a los que están bajo mis órdenes y puede decir si sayona
revolucionario en mis ideas; por lo tanto, yo no he hecho esa declaración al periódico.
El señor Bojórquez dice que salió de su pueblo y no de su patria como yo, y no es
Iú :nismo ~alir de un pueblo que de la patria; claro: ha salido usted de su pueblo, pero
se ha quedado usted en su patria; no he dicho que he olvidado a mis amigos, señores;
dije que no los tengo, porque a los ocho años de edad me ausenté de Cuba; ¿cómo los
vaya tener si a los ocho años me vine de Cuba? Un individuo que sale de su país a la
edad d~ ocho años, no hace patria. Yo no he renegado de mi patria; yo lo que he
dicho sellCillamente es que salí muy niño de Cuba y que allá no tengo afectos ni amis-
tades y que aquí es mi segunda patria, porque aquí he formado mi hogar desde hace
muchos años.
-El C. Vega Sánchez: Pido la palabra. Cuando se nace en Cuba y se apellida
Martí, no se va a mendigar patria a otra parte. Cuando se apellida uno Hidalgo o
J uárez no se va a nacionalizar a otra parte, se es Martí, J uárez o Hidalgo en todas las
ocasiones de su vida.
-El C. Martínez Epigmenio A.: Honorable Cámara: El tiempo que estamos gas-
tando es precioso; por eso vengo a dirigir la palabra a esos talentos que nos dirigen.
No os ofusquéis por las palabras, hay que tener en cuenta la razón y la justicia. Pu-
diera suceder que el señor pidiera justicia para algún premio en lo particular, de
particular a particular; pero no así cuando se trata del terruño. Yo soy oaxaqueño de
nacimlt~nto; a los seis años de haber nacido, salí de allí y me he pasado a otros Esta-
dos y, bin embargo, no puedo negar el terruño. El señor, a los ocho años de nacido
en Cuba, salió de su patria, y si este señor que a los ocho años, que ya empezaba a
decir y a pronunciar bien su patria, Cuba, hoy la desconoce, el que desconoce una "vez a
su madre, ¿qué otra cosa se puede esperar de él? (Siseos.) Por eso,. pues, no vamos
a andar por las ramas, vamos al tronco. Me dirijo principalmente a todos esos talentos
que nos pueden ofuscar con su palabra elocuente. Quiero, pues, ante todo y por todo,
decir que si nosutros, que somos mexicanos, netamente de México, tenemos ambiciones
bastardas aquí, ¿ qué será con extranjeros? Estos nunca podrán traernos cosas bue-
nas. Hay extranjeros que sí nos podrían traer CO¡l.as muy buenas, magníficas, pero, ~n
el fondo, nada; yo no creo que el señor Martí sea un mal extranjero; el señor Martí
puede ser una honorable persona, puede ser un benefactor para los desvalidos, puede ser
la moralidad más perfecta; pero como esta Representación, a quien tengo la honra de
pertenecer, interesa y entraña a los intereses nacionales, no podemos tener a un ex-"
tranjero dentro de nosotros. Veamos lo que pasó allá con el Gobierno de Porfirio Díaz,
que teniendo un Limantour y varios extranjeros, siempre intrigaron; por eso, pues, pido,
por patriotismo, por dignidad nacional, un voto para la nulidad de su credencial.
-El C. Ancona Albertos: Como miembro de la Comisión que ha dictaminado sobre
esa credencial que el señor teniente coronel Limón ha impugnado, vengo a deciros que
quizá la Cámara pretende que esta es una Asamblea soberana y que tiene la facultad
de eliminar a un individuo estando en las condiciones del señor Martí. No somos en
354
estos momentos una ,Asamblea sobérana, y si lo fuéramos, habría que tomarse en con-
sideración que, para que hubiera esa facultad para eliminar a una persona en esas
condiciones, se hubiese publicado con anterioridad algún decreto referente al caso; pero
es así que la Constitución mexicana no le prohíbe al señor Martí venir a la Repre-
sentación Nacional. Cuando sea oportuno, cuando 'esta honorable Asamblea se consti-
tuya en Congreso Constituyente, o instalado, más bien dicho, en Congreso Constituyente,
que se ocupe entonces de eSe punto de extranjería y entonces 'también se modificarán
los puntos referentes al caso. . /
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Cravioto.
-El C. Cravioto: Señores diputados: Tengo en cuenta el tiempo cortísimo de que
disponemos y, sin embargo, he pedido la palabra en pro del dictamen porque se trata
de una cuestión seria, de una cuestión honda, de una cuestión constitucional que debe-
mos tratar a fondo cuando el debate especial llegue. La Asamblea, en cierta parte, está
excitada por un patriotismo extraviado qu~ se semeja a la patriotería, y en nombre
de ésta se quiere atropellar la Constitución, que no prohibió el acceso a las Cámaras
de diputados y de senadores para los mexicanos por nacionalización. Yo vengo, en nom-
bre de los verdaderos intereses de la patria, a levantar mi voz en pro del dictamen,
defendiendo la Constitución y pugn"ando por los derechos de la ciudadanía mexicana.
Yo no defiendo al señor Martí, sino a la ley. Además, señores diputados, esta
cuestión se relaciona con la situación de los extranjeros en la República y éste es el
problema hondo a que me refería.
Somos un pais de grandes riquezas naturales, pero sumamente despoblado, y ne-
cesitamos, por fuerza, aporte de brazos extraños que vengan a ayudarnos en el tra-
bajo y de capitales extranjeros que suplan los que nos faltan.
Los paise's que necesitan para su desarrollo de la inmigración extranjera, deben
procurar por todos 'los medios asimilarse y admitir a los inmigrantes dentro de la
propia población y para mayor beneficio propio; y así vemos, por ejemplo, que en
los Estados Unidos, que sin duda es el país de más formidable inmigración, puesto
que día a --día llegan a él habitantes de todos los países del mundo, en cantidades for-
midables, hay un proteccionismo exaltado para los nacionales y_ hay, sin embargo,
todas las franquicias políticas para los nacionalizados, y así observamos que el número
de éstos que se incorpora a la gran nación americana constituye uno de los factores
'más importantes para el acrecimiento de la población. Esto es, sin duda uno de los
razonamientos fundamentales que inspiraron el espíritu d.e la Constitución de 57 en
los articulos relativos.
El señor Epigmenio A. Martínez, a 'quien yo respeto como hombre de talento, des-
pués de la brillante defensa que de su credencial hizo anoche, acaba de hablarnos en
contra con un argumento verdaderamente ingenuo. Dice que el Gobierno del general
Díaz fue malo porque en él estuvieron muchos extranjeros. Esto es sencillamente una
aplicación del cuento..satírico de Mark Twain. Hu'bo un sabio que notó que la mayor
parte de los enfermos se morían en las camas, y entonces propuso que se destruyeran
las camas para disminuir la mortalidad.
En tiempo del general Díaz, una de las cosas que se observó fue el dominio de los
extranjeros, pero no como dice el señor Martínez, porque estuviera un Limantour en
el Gobierno. La política del general Díaz era una política de meros intereses mate-
riales, una política industrial, una política bancaria, una política ferrocarrilera, una
política de desarrollo meramente físico; quiso atraer los intereses extranjeros, satis"-
faciendo, como "decía, una necesidad nacional, pero orientó este' buen deseo por un
camino torcido, llenando a los extranjeros de concesiones excesivas en det:Cimento de
los mexicanos, al grado de ql.1e nació el proverbio que todos _conocéis: "Mexico ha sido
una. madre para los extranjeros y una madrastra para los mexicanos." Este fue el
355
error dictatorial, el grave error que ha tenido como consecuencia despojarnos de una
buena parte de nuestras fuentes productoras de riqueza, error contra el que todos
hemos reaccionado ya, inspirándonos en un sabio y vigoroso mexicanismo, pero como
México, repito, tiene necesidad urgente, grande, imperiosa, vital, de aumentar su po-
blación, hay que conciliar el espíritu mexicanista de todos nosotros con esta necesidad
nacional. Yo no quiero por ahora afrontar el problema que sin duda resolveremos
cuando se traten los artículos relativos de la nueva Constitución, pero sí he querido
señalar estos puntos importantes para fijar de una vez la atención de la Asamblea
sobre ellos.
Yo entiendo el mexicanismo no como exclusivismo absorbente ni como odio a los
extranjeros, sino como preferencia en igualdad de casos para los mexicanos.
Los Estados Unidos y la Argentina, con su política de inmigración, nos dan el
ejemplo. Estas repúblicas son nacionalistas; pero conciliando sus intereses propios con
los legítimos y respetables de los extranjeros. Allí, señores diputados, los nacionales
tienen el predominio en toda clase de asuntos, pero en cambio los nacionalizados gozan
de las mismas prerrogativas. Hay un gran número de extranjeros que se interesan
activamente por la política y, como consecuencia de ello, en el Parlamento americano
vemos en cantidad notable diputados de origen alemán O italiano, pero todos naciona-
lizados americanos.
Creo, señores diputados, que con esto basta para que se reflexione en la trascen-
de:{lcia que trae- la aprobación o reprobación de la credencial a debate.
El señor Martí está perfectamente dentro de la ley. La convocatoria en su artículo
49 fija las condiciones de incapacidad. El señor Martí llena también todos los requisi-
tos exigidos por la Constitución para ser electo diputado. Además, el señor Martí es
un hombre que ha prestado con todo desinterés y con t09a actividad durante largo
tiempo, brillante.s servicios militares a la revolución constitucionalista. Por lo tanto,
si esa credencial es legítima desde el punto de vista constitucional, si está perfecta-
mente dentro de la ley, si hay además conveniencia política en que la aprobemos to·
mando en cuenta los servicios revolucionarios del interesado, espero, señor_es diputados,
que déis vuestro voto afirmativo para el dictamen de la Comisión.
Nosotros tenemos la obligación de respetar la ciudadanía mexicana y si de este
Congreso Constituyente arrojásemos al señor Rubén Martí diciendo que es nacionali-
zado, entonce¡;¡, señores diputados, deberíamos también arrancar de las páginas glo-
riosas de nuestra historia a Mina y a Nicolás de Régules, alegando que fueron es-
pañoles. (Aplausos.)
-Un C. presunto diputado: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano presunto diputado.
-El C. presunto diputado: Me vaya permitir interrogar al señor Cravioto, ¿ por
qué circunstancia el exquisito Cravioto postulado por un club del Distrito Federal,
haya preferido representar al Estado de Hidalgo? Siendo que él no tenía propiamente
popularidad, prefIrió a su tierra porque el Distrito Federal no lo conoce; eso en el
caso del señor Martí; respecto a las ideas de la Argentina y Estados Unidos, no hay
nacionalidad, la nacionalidad y el provincialismo inconscientemente los ha defendido
Cravioto aceptando la postulación del Estado de Hidalgo y rechazando la del Distrito
Federal. (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Nafarrate.
-El C. Nafarrate: No precisamente para atacar al señor Martí voy a tornar la
palabra; sino también para hacer una observación que me parece que es una manera
de ser muy justa. Desde el momento en que aceptamos a individuos en la hora en
que se acerca una lucha de razas, me parece ilógico que un extranjero venga a repre-
sentar a la nación en este Congreso ttctualmente Constituyente, y que si vamos a eri-
356
gimos en una solidaridad no le podemos negar en el día que la naclon entre en la
lucha internacional;. en la lucha de la vida es sobre lo que obran nuestras luchas "de
razas. Si nosotros mismos estamos conv:encidos, de que no nos podemos enfrentar con
los Estadoí:l Unidos por debilidad, porque nos faltan armas y soldados y que ellos nos
inspiran meLOS confianza igualmente en los armados que en losl civiles, ¿ por, qué ad-
mitir en la representación nacional a, individuos que no podemos decir que son nacio-
nales, porque así lo expresó él aquí a nosotros? La Constitución dice que tienen que
ser ciudadanos IDdxicanos en ejercicio de sus derechos. Yo propongo a la honorable
Asamblea. que en estos momentos no aceptemos más que a ciudadanos mexicanos por
nacimiento y sangre. \Aplausos.)
-El C. Bojórquez: Pido la palabra, señor presidente, para una moción de orden .
.-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Bojórquez.
"":"El C. Bojórquez: Yo he visto que han hablado más de tres personas en pro y
tres en contra. Pido que se pregunte si está suficientemente discutido.
-El C. De los Ríos: Señores: yo he escuchado verdaderamente absorto la discu-
sión; yo no sé qué se discute, ¿ vamos a pasar sobre la ley? (Voces: ¡Ya sabemos: ¡Ya
sabemos!) El Primer Jefe en su convocatoria dijo que pueden ser diputados las per-
sonas que reunieran determinados requisitos; y la Constitución, señores, dice que para
ser diputado se requiere, no como dijo el señor Limón, ser cil,ldadano mexicano por
nacimiento, sino ciudadano mexicano en ejercicip de sus derechos. Si el señor Martí
comprueba que es ciudadano mexicano en ejercicio de sus derechos, yo no sé, señores,
con qué "criterio le vamos a negar el derecho de venir a esta Representación; tendría-
mos que pasar sobre la ley. Está muy bién este patriotismo de ustedes; estará perfecta-
,mente a la hora en que discutamos el artículo relativo, ya en las sesiones del COfl-
greso: pero por ahora, señores, hacer otra cosa sería pasar sobre la ley.
-El C. Aguirre Escobar: Voy a pedir permiso a la Asamblea para hacer .-,. (Vo-
ces: ¡No se oye!) Ayer fui atacado en esta tribuna por dos pe"rsonas: su señoría el
ciudadano Cándido Aguilar dijo en esta tribuna: Uel señor es convencionista", y el
señor Cepeda Medrano, que creo está por allí también. Yo ruego al' ciudadano don
Cándido Aguilar que se sirva decirme .. , (Voces: ¡No, señor! Se está discutiendo al
señor Martí, ¡no venga usted a hablar de otras cosas!.)
-El C. Aguirre Amado: Pido la palabra para una aclaraCión.
-El C. presidente: No señor.
-El C. Aguirre Escobar: El señor Martí se dice mexicano, y po lo es, para venir a
{)cupar un puesto en este Congreso; si al señor Martí se le diera cabida en este Con-
greso, si al señor Martí se le admitiera como parte integrante de esta corporación,
sentaríamos un mal precedente. El señor Martí nos dice que tiene muchos méritos" en
la revolución, que él es soldado de prestigio; quiero admitir que sea cierto que haya
trabajado, pero en ese caso, que la patria lo premie, pero no 10 podemos admitir como
miembro" integrante de este Congreso Constituyente, porque sencillamente sería ir con-
tra los priricipios de la revolución: vosotros lo sabéis, y eon vosotros todo el mundo,
la tendencia del Primer Jefe de la revolución ha sido precisamente su alto nacionalis-
mo; las leyes que ha expedido son aquellas que "han ido contra los extranjeros. Enton-
ces, ¿ cómo vamos a admitir al señor Martí que hace algunos días se nacionalizó
mexicano? Entonces, ¿ cómo cumplimos nosotros con lo dicho por don Venustiano
Carranza, admitiendo en nuestro seno al señor Martí? El señor Martí no puede venir
aquí por decoro propio, por decoro de este Congreso Constituyente y por decoro na-
cional. Es costumbre de todos nosotros, del pueblo de nuestro país, que cuando llega
un caminante se le atiende, "Be le da: hospedaje, se le da" de comer, se le da la derecha
de la mesa y se le da habitación para dormir; pero nunca, señores, se ha visto en
ninguna parte, que la atención que se merezca el huésped, después de darle de comer,
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sea de llevarlo a dormir a la alcoba de la esposa (Siseos.) donde duermen los hijos.
El señor Martí es un huésped de la casa; al señor Martí se le deben tener todas las
consideraciones, premiarle sus servicios, y si éstos son tan eminentes como los del
general Mina y como los del general Régules, ponedle hasta un monumento para que
se perpetúe la memoria de ese hombre, pero nunca lo metamos aquí a la alcoba na-
cional, porque entonces, señores, sentaríamos un mal precedente, daríamos a entender
al mundo que en una nación de quince millones de habitantes no hay hombres de
méritos; que/hay hombres, pero que éstos no tienen cualidades y que 'necesitamos in-
migrantes de otra parte para que nos vengan a dar su ilustración. No quiero hacer
larga esta discusión. Todos aquellos qUe acostumbréis recibir sus huéspedes en la
alcoba de la señora y donde duermen los hijos, ¡dad vuestro voto al señor Martí!
-El C. Andrade: Aquí la Representación nacional no ha tenido en cuenta una gran
circunstancia; que precisamente ha existido la más perfecta unión entre Cuba y México.
Los señores han olvidado el nombre de Márquez Sterling, que fue el que dio a conocer
los crímenes del huertismo; el que con sus escritos ha dado a conocer a los hombres
del constitucionalismo, al señor Carranza, al señor Obregón. Los señores han olvidado
que la política del señor Carranza es precisamente de panamericanismo, de realizar
el sueño de Simón Bolívar para oponerse al Norte; señores, ¿qué significación tiene
que en la capital de México se descubran las placas y les demos nombres a las calles,
de algunas de las repúblicas de América? El Primer Jefe procura la unión latino-
americana para oponerse al yanqui, y señores, una de las grandes aspiraciones de
Carranza será haber- realizádo el sueño de Simón Bolívar.
-El C. Rodríguez José María: Yo no vengo aquí a tratar la cuestión legal; sobre
la cuestión de mexicanismo, sobre la cuestión de la ciudadanía mexicana en México;
eso está en la conciencia de todos. Tampoco vengo, señores, a abogar por el señor
Martí, es decir, en el sentido de inclinar la opinión de esta Asamblea para que se le
acepte aquí porque es ciudadano mexicano. Cada quien se ha formado una opinión y
está en su derecho de votar en el sentido que más le acomode; pero el señor Martí
dijo que yo tenía algún conocimiento acerca de él; por otra parte, otro de los señores
oradores dijo que el señor Martí no era un ilustrado, ni una persona que nos hubiera
traído algo nuevo a este país. Señores, hemos conquistado nuestra independencia polí-
tica; hemos conquistado nuestra independencia religiosa; pero desgraciadamente, se-
ñores, no hemos conquistado nuestra independencia económica, y allá voy, señores.
El señor Martí, cuando yo lo conocí, que hace muy poco tiempo, era dueño de una
fábrica de productos químicos y de productos famacéuticos; a la sazón tratábamos
los que estábamos procurando en esos momentos de levantar la industria del país,
que no tenemos, buscarle producción ...
-El C. -Bojórquez, interrumpiendo: Ya se ha discutido suficientemente el punto.
-El C. Rodríguez José María: ... precisamente de los artículos y productos far-
macéuticos, porque la postración de nuestra industria es la causa de nuestra desgra-
cia y nuestra pobreza. Aquí y allá voy buscando algunos productos químicos que
necesitaba y me encuentro con la fábrica del señor Martí y, señores, con verdadera
sorpresa ví esto: todos los productos químicos, todos los medicamentos que se- usan
casi en la actualidad y que nos vienen del extranjero y que nos arrancan púr ellos
un río de oro allende el Bravo, se fabrican por el señor Martí; y cosa curiosa, señores,
todas las máquinas han 'sido hechas en el taller del señor Martí; todos los obreros
son mexicanos y allí no hay secretos para nadie; de manera que el señor Martí es un
hombre industrioso. En la casa del señor Martí se hacen toda clase de productos
químicos; pero en esos días la fábrica estaba en decadencia, ¿ sabéis por qué? porque
sus máquinas las estaba utilizando en la reparación de maussers; eso me consta.
Ahora cada uno de vosotros es libre para dar su voto. Los que tengan arranques de
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sentimiento, los que no crean que necesitamos de extranjeros para que vengan a la
Representación Nacional, no le den su voto, y que le den un gran aplauso, porque
ese hombre tiene igualmente al enemigo que tenemos allende el Bravo. (Ap~ausos.)
-El C. Martí: Se ha hablado. aq'\lí de asuntos o de cuestión de razas. ¿ Cómo se
va a considerar a un latino co~ intereses distintos a un mexicano? Los latinoamerica-
nos tienen los mismos idea1és que los mexicanos, todos son como un solo individuo.
¿ Cómo se va a considerar a un latin~americano con interes~s distintos a los latino-
americanos? En segundo lugar, yo pongo a la consideración de ustedes el 'punto legal
y. morál; yo, al aceptar el honor que se me dio espontáneo -y po~go al licenciado
Ordorica como testigo-- juro por mi' honor que, si me comprueban que digo una
mentira en esto que vaya decir, me voy inmediatamente: no hay un solo papel, no
he hecho una sola propaganda; me encontraba lejos de aquel lugar, he sido sor-
prendido con _el voto; el licenciado Ordorica, que ha estado en el Estado de México,
lo sabe perfectamente; yo no he hecho propaganda ninguna, me han traído mis tra-
bajos de propaganda libertarios. ¿ Se imaginan ustedes, seño~es, la injusticia de que
se me afrente lanzándome de aquí cuando yo he venido por el voto de los que me
postularon. y' amparado por la ley, la injusticia de que yo pongo sobre la frente de
mis hijos un insulto de esta naturaleza, cuando vine por el voto de mis conciudadanos
y vine amparado por la ley? Así es que considero que sería una afrenta verdadera~
mente injusta.
-Un C. presunto diputado: ¿ Cuál es la vecindad Ge usted?
-El C" Martí: He estado como un año y pico en el Estado de México; he estado
en Salazar, allá es ahora mi campamento.
-El C. Calderón: Por segunda o tercera vez vengo a, expresar aquí el deseo de
que en esta discusión, en este asunto en que se tocan las más delicadas fibras' del
patriotismo, lleguemos a un acuerdo en estos momentos los leaders de esta Asamblea;
esas _personas de criterio luminoso son las que tienen el deber de hablar aquí. Hago
constar este hecho y otro caso parecido en que esas personas también tuvieron el
deber de hablar claro y no hablaron; porque se les lastimó el sentimiento patriótico ...
-El C. Vega Sánchez, interrumpiendo: Para leer la fracción IV del artículo 89
de lá Ley Electoral que dice:
uIV. Los que hayan tenido la calidad de ciudadanos o vecinos del Estado respec-
tivo, en íos días del cuartelazo de la Ciudadéla, siempre que hayan demostrado des-
pués, con hechos. positivos, su adhesión a la causa constitucionalista."
-El C. Calderón: La cuestión de duda por el momento ...
-El C. Vega Sánchez, interrumpiendo: Espero ... para orientar la discusíón, es
indispensable la contestación de ese precepto.
-El C. Calderón: Señores, no trato de cansar la ilustrada atención de ustedes.
Lamento el hecho de que cuando surgen estos puntos delicados no haya pasado otra
persona que sea de vasta ilustración a tratar este punto, y' puesto que no se ha tocado
en e'sa forma, me vi obligAdo a hacerlo. El único punto que habrá por averiguar, el
único punto de duda que nos queda en esta cuestión, sería éste: que el señor Martí no
se hubiese nacionalizado: pero es el hecho que es un extranjero nacionalizado; cum-
plió ya con ese requisito que le exige la .Constitución; por lo mismo, señores, creo
que lo justo y lo legal en las presentes circunstancias, es apegarnos a la Constitu ..
ción, y que cuando esta'Asamblea discuta el punto, ya constjtuida en Congreso Cons ..
tituyente, entonces se defina la norma de conducta que debemos seguir para el
porvenir.
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presideñte: Tiene la palabra el eiudadano Palavicini.
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-El C. Palavicini: Señores diputados: la premura del tiempo, el cansancio de la
Asamblea y algo de enfermedad que me ha deprimido, me imposibilitaron de tomar
parte en este debate. Además, el señor Cravioto ha puesto el asunto en su verdadero
terreno. Yo pienso como el señor Bojórquez cuando se trata de la patria mexicana.
La patria, señor Bojórquez, es verdad que está limitada; tiene su frontera; pero el
señor MartÍ está dentro de esa patria; voy a explicar a ustedes que es tan mexicano
este cubano, que a la edad de ocho años vino aquÍ, y más mexicano que mu~hos de
los que andan aquí; pero el señor Calderón tiene perfecto derecho de exigir a la
Asamblea un criterio, una opinión exacta de la discusión, porque sería vergonzoso
que en momentos antes de que quede instalado el Congreso, los futuros legisladores,
los que van a preparar la Carta Magna, desconozcan los más elementales principios
de derecho nacional e internacional. Hay aquí voces más autorizadas, indudablemente,
que la mía, para tratar este asunto desde el punto de vista jurídico, desde el punto
de vista político e internacional; yo estoy también conforme con él señor general
Nafarrate, pero vamos defendiendo a la raza, mi general, vamos haciendo que esta
raza latina florezca por la unión y las simpatías de los pueblos latinos; pero vamos
abriendo las puertas a fin de darle fuerza y grandeza con la inmigración, pero no
con la inmigración del extranjero pernicioso, sino con el que viene a identificarse con
nosotros, a ser tan mexicano como nosotros. Sí, estoy conforme en que un extranjero
indigno de reputarse útil a su país, venga a la patria mexicana a hacer filibusteris-
mo, a que se le llame soldado de fortuna; estoy de acuerdo con su señoría, pero ¿ es
el caso del Eeñor Martí? Entonces ¿ qué extranjero querrá venir a México y hacer
aquí una familia y una fortuna, y tener hijos mexicanos que no puedan mañana con-
siderarse tan mexicanos como todos? Somos un puebló autónomo, somos un .pueblo
libre, un pueblo compuesto por la inmigración, como todos los países de América;
vamos a formar la nación mexicana sobre bases naturales y científicas. La Constitu-
ción tiene una grave deficiencia' en lo que se refiere al presidente de la República;
la Constitución tiene un- grave error que mañana vamos a corregir; es preciso de-
finir quién es mexicano por nacimiento: la duda que habia en los limantouristas, ha
partido de este punto: ¿ Limantour era mexicano de nacimiento porque nació en Méxi..
co, pero de padres extranjeros? La Constitución está dudosa en este particular, y
aparentemente Limantour era mexicano de nacimiento; sin embargo, el buen criterÍo
dice que no era :mexicano de nacimiento. Esta especificación hay que ponerla en
claro en la Carta Magna, en el caso de una elección, bien sea para presidente de la
República, o bien para diputado.
En efecto, señores, los representantes del pueblo, los ciudadanos mexicanos con
todos sus derechos de ciudadanía, no tienen obligación de haber nacido llamándose
Xicoténcatl o Cuauhtémoc. El punto jurídico está perfectamente claro, no creo que
haya alguno que tenga ni la más pequeña duda ...
-El C. Nafarrate, interrumpiendo: Le falta personalidad en su credencial, puesto
que no está la carta de ciudadanía.
-El C. Martí: Ya está presentada, mi general.
-El C. Bojórquez: El señor no tiene el requisito de vecindad.
-El C. Martí: Sí 10 tengo; aquí está el licenciado Ordorica que viene del Estado
de México y puede atestiguarlo.
-El C. Palavicini: Estaba yo seguro, señor Nafal'l'ate, que son errores de infor-
mación lOE que han inspirado a usted; el señor ha presentado a tiempo su carta de
nacionalización; además, ya lo ha dicho que desde la edad de ocho años reside en el
pais; por otra parte, el señor Bojórquez ...
-El C. Vega Sánchez, interrumpiendo: ¿De qué fecha es la carta de ciudadanía?
-El C. Palavicini: Permítame usted, señor Vega ...
360
-El C. Martí interrumpiendo: No tengo inconveniente en contestarle.
-El C. Vega Sánche.3!: La fracción IV del artículo gQ es lo que previene ...
-El C. Palavicini: Tiene razón su señoría, cuando concluya vamos a exigir nada
menos ese requisito para 'dejarlo satisfecho. Respecto a que el señor no se haya
nacionalizado antes de ser electo diputado, estoy seguro de que. sí lo hizo. Señor Vega,
estoy completamente seguro de qúe el señor Martí, está nacionalizado; la cuestión
es más elevada. Usted comprende que un hombre en las condiciones de este señor
no se iba a presentar sin llenar ese requisito. No es ése el criterio de la Asamblea;
el cuidado que preocupa al señor Bojórquez, la preocupación de usted mismo, no
son preocupaciones de esa índole, ~ sino sentimientos de patria, y es de lo que, voy a
tratar, señores. Debe haber tenido buen cuidado el señor Martí por llenar las cues~
tiones de forma; todo el que venga aquí deberá tener buen cuidado de obrar con
apego a la ley; por otra parte, estamos empequeñeciendo a esta Cámara con debates
como éste. Yo me explico el sentimiento de los señores que han tomado la palabra
juzgándolo desde el punto de vista en que inició el debate el señor· Linión; desde ese
punto de vista, si estuviera aquí el general maderista Garibaldi, yo sería el primero
en gritarle ¡fuera ése! Pero es distinto el caso, señores ...
-Un C. presunto diputado, interrumpiendo: Los republicanos del 67 ...
-El C. preside~te: Oiga usted, señor diputado, deje usted que acabe el señor
Palavici!1i.
-El C. Palavicini: Yo entiendo que todos ustedes saben que yo me referí al fili- .
bustero Garibaldi, que luchó en 1910, en la campaña del señor Madero; yo me referí
a los soldados de fortuna para los cuales tengo el mismo prejuicio que usted, la anti~
patía que usted manifestó, señor Limón, pero es, un caso perfectamente diferenté; el
señor Martí ha expresado con toda verdad que desde la edad de ocho años reside en
México; pero este es un asunto 'personal y yo quiero ir al fondo de la cuestión. Decia,
señores, qúe estamos empequeñeciendo el debate; que es triste que un asunto de im-
portancia jurídica lo estemos convirtiendo ~ en ·una cuestión de provincialismo; si uste-
des viesen sentado allí a un Mr. Lane o cualquiera otro extranjero de ~aza distinta
también, sentiríamos instintivamente el deseo de no tenerlo entre nosotros; pero el
señor diputado Andrade ha tenido una idea luminosa sobre este asunto: que aparte de
que las observaciones sociOlógicas del señor _Cravioto explican que debemos fottale-
cer el nombre de la ciudadanía mexicana, y que todo el que se acoja a ella, debemos
de recibirlo con simpatía y entusiasmo, porque aparte del sentimiento de justicia
-pues jurídican)ente el señor es diputado, y jurídicamente tiene derecho' para serlo-,
hay otro. El aspecto político americanista está entre nosotros iniciado de un modo
enérgic"o por el señor Carranza. Uno de nuestros distinguidos conciudadanos revolu-
cionarios, no puedo citar en este momento su nombre -repito a ustedes que estoy
un poco enfermo y mi memoria flaquea-, pretendía, señores, en las reformas consti-
tucionales, la modificación de que todos los ciudadanos de la América Latina serían
ciudadanos de América, esto es, que tendrían sus derechos de ciudadanía en Cuba, en
la Argentina, en el Brasil o en México. La idea es grande y generosa, pero entre
nosotros es prácticamente, comercialmente, industrialmente y políticamente necesa-
ria. Si nosotros cerramos la puerta contra todo Q.erecho, contra la ley y contra el
buen sentido, a hombres conio el señor Martí, es porque queremos seguir teniendo
al gachupín de la cantina, al hombre del bazar, al hombre del tendajón que viene a
especular a la patria mexicana, enviando los productos que aquí extrae, a la patria
lejana, y no ~l hombre que viene, renunciando a toda esperanza, de otro terruño y
formando una nueva y completa ciudadanía. Estamos nosotros tratando una cqestión
de alta importancia nacional, no deScuidemos los derechos de ciudadanía, porque per-
judicamos los intereses nacionales, no sólo los de hoy, sino también los de mañana,
361
los del futuro. Estoy completamente seguro de que el preJUICIO del señor Nafarrate
y la pasión provincialista del señor Bojórquez quedan perfectamente destruídos aquí
ante las rectificaciones hechas por el señor Cravioto, por el señor Martí y por el señor
doctor Rodríguez; pero el señor Calderón quiere, y con razón, que nos pongamos en
el verdadero punto a debate: el constitucional. El señor tiene todos los derechos que
le da la ley; el señor, además de que la Constitución lo autoriza para venir aquí, es
un servidor de la revolución; viene con las señales de sus heridas recibidas en los
campos de batalla; después de demostrar cómo ha puesto toda su inteligencia al ser-
vicio, no de la revolución, sino de la patria mexicana, que es hoy su patria. Y bien,
señores diputados; ya hemos agotado aquí el procedimiento de pedir testigos a la
Asamblea; aquí hay una persona más autorizada que nadie para hablar sobre estas
cuestiones de ciudadanía, de extranjeros latinoamericanos; si ya hemos demostrado
que no hay un solo señor diputado que ignore que el señor Martí está dentro de los
preceptos legales ...
-El C. Vega Sánchez, interrumpiendo: El señor no ha presentado su carta de
ciudadanía.
-El C. Palavicini: Su observación no puedo calificarla; esté usted seguro que
es el único que esté preocupado por ese detalle de información, que no existe más
que en su imaginación, puede usted estar seguro de que no es áplicable; yo le ruego
a su señoría que no se preocupe.
~EI C. Martí: Pido la palabra para un hecho, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Martí, para un hecho.
-El C. Martí: En la Secretaría de Relaciones hay un expediente que hace cons-
tar que hace diez años pedí mi carta de ciudadanía; en 1910, con motivo de una con-
ferenda que di ante los empleados libres de comercio, se me quiso aplicar el artículo
33, y para demostrar mi personalidad, presenté mi carta de ciudadanía, si no me
equivoco, me parece que en el Juzgado 89; allí quedó g10sada y, no obstante eso~ me
hicieron salir con el licenc,iado Urueta; pero regresé en seguida, porque ya había
venido la revolución y había triunfado Madero. Después de eso, estando el señor
general Aguilar en la Secretaría de Relaciones, solicité mi carta de ciudadanía y me
fue expedida. El señor Aguilar 10 puede testificar.
-El C. Palavicini: Y bien, señores; vamos a hacer un resumen del asunto, por-
que indudablemente ya la Asamblea desea que esto termine. Jurídicamente el señor
Martí es diputado, tiene todos los derechos de ciudadanía, y desde el punto de vista
electoral también es diputado, tiene todos los derechos que le da la Constitución.
-El C. Bojórquez: Le falta el requisito de vecindad.
-El C. Palavicini: Su señol'Ía se equivoca; sólo se necesita residir seis meses
continuos antes de la elección.
-El C. Bojórquez: Pero él estaba en un campamento; su familia reside en
México.
-El C. Martí: He estado viviendo, hace año y medio, en el Estado de México;
últimamente, dentro del mismo Estado, he tenido mi campamento en Salazar, donde
estaba como jefe de ese campamento; pero antes he estado viviendo en la munici-
palidad de Atizapán~ como 10 puede testificar el señor licenciado -Ordorica.
-El C. Palavicini: Celebro que la Asamblea se preocupe por un detalle legal, y
la preocupación patriótica que le asaltaba, que era más respetable, haya desaparecido.
-El C. Bojórquez: Sigue la preocupación patriótica.
-El C. Palavicini: Lo lamento por su señoría y por la Cámara; ayer hemos
observado aquí un verdadero debate interesante y simpático: la discusión de las cre-
denciales de los señores Martínez y Jiménez O'Farrill; la Cámara ha dado su voto al
señor Martínez como diputado; pues bien, señores, en mi conciencia ayer votamos un
362
as~nto ilegal, yo también "Voté por la afirmativa y voté 'porque se quedara aquí el
señor Martinez, por una consideración de orden sentimental; pero en este caso, Y::I. no~
se trata de dos. mexicanos, se trata de un principio de Derecho que no sólo afecta a
la nación, "-sino que afecta 'a nuestra vida internacional- como país de inmigración, por-
que necesita de la iiunigración.
Ahora bien; yo digo que la únicá autoridad aquí de las que invoca el señor
general Calderón para este caso serio, es la del que acaba de ser secretario de Rela-
ciones Exteriores en 'el gabinete del señor Carranza; estoy seguro de que jurídioa-
'mente él tiene el mismo concepto que YO; estoy seguro de que a patriota no le gana
nadie al señor Aguilar; pero también estoy seguro que tiene el tnis~n pensamiento
que tengo yo, de que si nosotros cometiéramos ese error, sería irreparable. De ma.
nera que yo dejo la palabra sobre este punto capital al señor general Aguilar.
-Un C. presunto diputado: Que se ponga a la consideración de la Asamblea·si
está suficientemente discutido el dictamen .
. -El C. Aguilar Cándido: No es necesario que sigamos discutiendo sobre un
asunto que está suficientemente discutido.
-El C. ·presidente: Yo pregunto a la honorable Asamblea si lo único que hay que
discutir. es esa credencial de -la Comisión. .
-Un C. secretario: .El señor presidente dice que, en vista de que ya se acercan
las seis de la tarde, se pregunta a la Asamblea si está suficientemente discutido este
asunto. {Voces ¡Sí!) Se procede a la votación.
-El C. Lizardi: Había solicitado la palabra para hablar en pro del dictamen.
Las divergencias que. aparecen, me autorizan para solicitar nuevamente la palabra
para apoyar el dictamen. (Voces: ¡Ya está a votación!)
-El C. Marti: Apoyado según el Reglamento, pido votación nominal.
(Se procedió a recoger la votación.)
-El C. EFlpinosa: La Secretaría no ha hecho constar mi voto, voté por la
afirmativa; mi nombr~ es Espinosa Luis y lo confundieron con otro; dijeron qnién
sabe qué otro nombre.
-Un C. !;euetario: Espinosa Luis, por la afinnativa. Resultado de la votación:
101 votos por la afirmativa; 57 votos·por la negativa.
Votaron por la afirmativa los CC. diputados: Adame, Aguilar Cándido, Aguilar
Silvestre, Alcázar, Allende, Alcaraz Romero, Alonzo Romero, Alvarez, Ancona Alber~
tos, Andrade Aranda, De la Barrera, Betancourt, Bolaños V., Cabrera, Calderón, Cano,
Cañete, Castañeda y Castañeda, Castaños, Castrejón, Cepeda Medrano, Cervera, Co~
lunga, Cravioto, Chapa, Dávalos, Dinorín, Dorador, Dyer, Enríquez, Espinosa Bávara,
Espinosa, Figueroa, Franco. Frías, De la Fuente, Gámez, Garza González, Garza, Gil-
fard, Gómez Palacio, Gon:tález Alberto M., González Aurelio L., González Miguel, Gon-
zález Torres, Guerrero, Gutiérrez, Guzmán, Herrera Alfonso, !barra, Herrera Ma-
nuel, Juarico, Labastida I~.~ierdo,· Leija, Lizardi, López Pedro, Lozano, Machorro
Narváez, Macías, Madraza, 'f1alpica, Márquez, Martínez de Escobar, Meade Fierro,
Medina Enrique, Moreno Bruno, Moreno Fernando, Navarro Gilberto M" Ochoa, Or-
dorica, Ortiz Rubio, Palavicini, Palma, Peñaflor, Pérez Celestino, Perusquía, RamÍrez
Llaca, Ramírez Villarreal, Recio, Reynoso, De los Ríos, Robledo, Rodríguez José Ma-
ría, Rajano, Rojas, De los Santos, Solares, Solórzano, Sosa, Terrones, De la Torre,
Torres, Truchuela, Ugarte, Valtierra, Victoria, Villaseñor Adolfo, Villaseñor Aldegun-
do, Villaseñor Jorge y Zambrano.-Por la negativa: Aguirre Amado, AguÍlve Crisóforo,
Aguirre Escobar, Avilés, Bojórquez, Bravo Izquierdo, Casadps, Del Castillo, Ceballos,
Céspedes, Dávalos Ornelas, Espeleta, Ezquerro, Fajardo, Frausto, Garda Adolfo G"
GarcÍa Emiliano C., Garza Zambrano, Gómez José L., Góngora, Hidalgo, Ilizaliturri,
Jara, Limón, López Guerra, López Ignacio, López Lira, López Miro, Magallón, Man-
363
jarrez, Martínez Epigmenio A., Martínez Rafael, Mayorga, Medina Hilario, Monzón,
Nafarrate, Navarro Luis T., O'Farrill, Payán, Pereyra, Pintado Sánchez, Prieto, Ramí-
I'ez G., Rivera Cabrera, Rivera, Rodiles, RoeI, Román, Ruiz, Silva, Silva Herrera, Tello,
Vega Sánchez, Vidal, Verástegui, Zavala Dionisio y Zavala Pedro R.
-..:EI C. presidente: Aprobado el dictamen.
-Un C. secretario: La presidencia declara, por conducto de la Secretaría, que son
diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 16 distrito electoral del Es-
tado de México, los señores mayor Rubén Martí y licenciado David Espinosa.
-El C. Chapa: Teniendo en cuenta lo avanzado de la hora, pido que se proceda
a la elección de la nueva Mesa Directiva.
-El C. presidente: Vamos a nombrar la Mesa Directiva.
-Un C. presunto diputado: No es posible que se instale la Mesa Directiva, en
virtud de que hay todavía muchos señores presuntos diputados cuyas credenciales no
han sido aceptadas, y no podrán votar para la formación de la nueva Mesa.
-El C. Frías: Pido la palabra para rogar a la Comisión respectiva que se sirva
poner a la consideración de la honorable Asamblea mi credencial, que no está objetada.
-El C. Calderón: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Calderón.
-El C. Calderón: Creo que la manera de zanjar esta dificultad sería que a los
diputados que tienen credencial, la Asamblea les conceda el derecho a votar.
-El C. presidente: Lo someteremos a la decisión de la Asamblea.
-El C. Calderón: El Reglamento dice que todas aquellas personas que no han
sido aceptadas, no pueden votar, y esta es una fórmula.
-Un C. presunto diputado: Pido la palabra: hay muchos diputados que han pre-
sentado sus credenciales y que no han sido objetadas, por lo cual tienen derecho
a votar.
364
nulificó un gran número de ellos, resultando que', a pesar de esta rectificación, todavía
la fórmula Frías-Domínguez obtiene sobre su contrincante, Garduño-Carrasco, un ex-
ceso de 288 votos.
"Por lo que toca al cohecho, soborno o amenazas' graves de una autoridad, que
los reclamantes alegan en términos generales, sin especificar en concreto, cuál de
esas dos causas fue la que existió, no obstante esa falta de puntualización, este
grupo no pudo encontrar nada que sobre.. cualquiera 'de los tres extremos indicados
tuviese la seriedad bastante para ser considerado como una prueba indubitable; por
lo tanto, este propio grupo opina que la causal de que se trata no debe fundamentar
la nulidad solicitada.
¡¡En cuanto a la inhabilitación en que se dice estar comprendido el licenciado
Frías, por haber servido a la Convención, por constancias allegadas al expediente por
el señor Enrique Garduño, aparece que el meneionado señor Frías fue nombrado pro-
curador de Justicia del Distrito Federal por el Gobierno constitucionalista en septiem-
bre de 1914, y que permaneció en el puesto de referencia hasta el 25 de marzo de 1915.
"El- señor licenciado Frías allegó al expediente, en contraposición de lo antes dicho,
estas 60S constancias principales:
¡¡Primera. Que continuó en' su puesto de procurador ge-neral en' acatamiento de
úrden expresa de su superior jerárquico, el encargado del Ministerio de Justicia cons-
titucionalista, que lo era entoI)'Ces el señor licenciado Escudero y Verdugo, y
"Segunda. Un diploma por el cual el ciudadano Primer Jefe del Ejército consti-
tucionalista le expidió por virtud de sus patrióticos servicios prestados a la causa
del pueblo en los momentos difíciles de lucha contra la reacci6n, y siguiendo al Go-
bierno cuando hubo de trasladarse de esta ciudad '8 la heroica Veracruz.
UEste diploma está firmado el 20 de mayo del' año en curso.
UAtento a lo dicho y pruebas mencionadas, forzoso es concluir que el licenciado
Frías no cae dentro de la sanción que establece el artículó 49 de la ley de convoca-
toria a elecciones, si este precepto legal se interpreta de una manera racional y con
espíritu amplio. Por consiguiente, tampoco por este motivo debe declararse la nulidad
de las elecciones que favorecen a la f6rmula Frías-Domínguez.
uPor todo lo expuesto, este grupo de Comisión concluye su dictamen sometiendo
a esta honorable Asamblea las siguientes proposiciones:
¡'Primera. Es buena la elecci6n de diputado propietario a favor del C. licenciado
Juan N. Frías.
HSegunda: Es buena la elección de diputado suplente hecha a favor del C. licen-
ciado Enrique B. Domínguez. .
UConstitución y Reformas.-Querétaro, 30 de noviembre de 1916.-F. Castaños.-
C. Rivera Cabrera.-Luis T. Navarro." - .
Está a discusión. ¿No hay quien pida la palabra. En votación econ6mica se pre-
gunta si se aprueba.
-El C. Ibarra: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Ibarra.
-El C. Ibarra: Yo pido que se divida el dictamen en dos partes; que primera-
mente se discuta la ~redencial del diputado propietario y después la del suplente. Que
se voten separadas las dos credenciales.
-El C. presidente: Que se pregunte a la Asamblea. (Voces: ¡No! No!)
-Un C. secretario: En votación económica se pregunta si se aprueba el dictamen
de la· Comisión. Los que estén por la afirmativa sírVanse poner de pie. Aprobado.
(Voces: ¡No se supo si hubo mayoría!)
-El mismo C. secretario: Ordena la Presidencia que se repita la votación. Por la
afirmativa, de pie. Aprobado.
La Presidencia, por conducto de la Secretaría, declara que son diputados propie-
tario y suplente, respectivamente, el señor Juan N. Frías y el señor Enrique Domin-
guez, por el ler. distrito electoral del Estado de QllerÓt~ro.
366
mayoría de votos en un solo acto o en actos sucesivos, según lo acordare el Congreso
en votación económica."
Yo me permito proponer a ustedes que no estemos aquí toda la noche, pero que
cumplámos con el Reglamento.
367
"Primera. Es buena la elección de diputado propietario del 16 distrito electoral
de Oaxaca hecha en favor del C. Genaro López Miro.
"Segunda. Es buena la elección de diputado suplente por el mismo distrito hecha
a favor del C. coronel José F. GÓmez.
"Constitución y Reformas.-Querétaro, noviembre 30 de 1916.-Luis T. Navarro.-
C. Rivera Cabrera.-F. Castaños."
Se pone a discusión el dictamen. ¿ No hay quien pida la palabra? En votación
económica se pregunta si es de aprobarse el dictamen. Los que estén por la afirma-
tiva que se sirvan ponerse de pie. Aprobado.
10
368
"Es válida la elección del C. mayor Luis Espinosa y la del C. licenciado J osé Vás~
quez Vasconcelos, como dipu.tados propietario y suplente, respectivamente, a este
honorable Congreso Constituyente, por el 4Q distrito electoral del Estado de Oaxaca.
HConstitución y Reformas.-Querétaro, noviembre 30 de 1916..!.-Antonio Hidalgo.
José Manzano.-Licenciado D. Pastrana J."
Está a discusión el dictamen. ¿ N o hay quien pida la palabra? En votación eco~
nómica se pregunta si es de aprobarse dicho dictamen. Los que estén por la afirma~
tiva que se sirvan poner de pie. Aprobado.
La Presidencia, por conducto de la Secretaría, hizo la declaratoria respectiva.
11
12
La Secretaría dio lectura al dictamen siguiente:
"Señor:
",La 5~ Sección de la Comisión Revisora de Credenciales, conoció el expediente
electoral relativo al 69 distrito del Estado de Veracruz. La elección en dicho distrito
fue buena, no adoleciendo en la documentación respectiva más que de ios defectos y
omisiones de forma que ya se han señalado en todos los expedientes.
uEl C. Heriberto Jara presentó a esta Comisión una protesta en contra de la
elección del llresunto diputado propietario a que se refiere este dictamen, alegando
369
que dicho ciudadano no obtuvo el permiso correspondiente para separarse de su puesto
antes de lanzar su candidatura para diputado en el expresado distrito, sino que con-
tinuó como jefe del destacamento de Misantla, con el mando de parte de las fuerzas
que en ese distrito operan; que el ciudadano cuya elección es objetada, obtuvo la li-
cencia resolutiva hasta después de- haber recibido la credencial y que, por consiguiente,
la elección se hizo bajo presión de fuerza armada, por lo que pidE: se declare nula.
y sin ningún valor la mencionada credencial.
"Esta Comisión, en cumplimiento de la ley, hubiera acordado de conformidad la
protesta del C. Jara, si dicho ciudadano hubiera rendido pruebas concretas; pero,.como
la Comisión, sin desconocer la pelfecta honorabilidad del C. Jara, que hace la pro-
testa, no tuvo para dictaminar elementos de prueba suficientes que de una manera
irrefutable diesen una convicción legal de que la elección en el 69 distrito electoral
del Estado de Vera cruz cae dentro de la nulidad prescripta en la fracción II del ar-
tículo 50 de la Ley Electoral, no ha sido posible tomar en consideración la protesta.
"Por todo lo expuesto, tenemos el honor de someter a la aprobación de esta
honorable Junta Preparatoria, la siguiente proposición:
"Es diputado propietario por el 69 distrito electoral del Estado de Veracruz, el
C. Eliseo Céspedes, y suplente, el C. Rafael Díaz Sánch~z.
"Sala de Comisiones del Congreso Constituyente.-Querétaro, a 27 de noviembre
de 1916.-Guillermo OrdoTÍca.-Licenciado Rafael Espeleta.-Alfonso Cravioto."
Está á discusión.
-El C. Jara: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Jara.
-El C. Jara: No insisto en sostener mi protesta, por lo siguiente: al salir del
Estado de Veracruz el día 28 de octubre retropróximo, tuve conocimiento de que el
señor teniente coronel Eliseo Céspedes fungía como jefe de las armas en la cabecera
del cantón de Misantla; pero ahora el señor diputado Cravioto me mostró el permiso
que la Comandancia Militar del Estado de Veracruz extendió al señor Céspedes con
fecha 4 de octubre para dejar el mando de las fuerzas para consagrarse a su propa-
ganda política. Como ya se ha establecido un precedente en ese sentido con el señor
diputado Dinorín, admitiendo como válido el permiso que una Comandancia Militar
expidió en su favor y no la Secretaría de Guerra, que es la que debe expedir esos
permisos, como el señor Samuel de los Santos lo indicó, y estando el señor teniente
coronel Céspedes en las mismas condiciones que el señor Dinorín, es por eso, repito,
por lo que no me intereso en sostener mi protesta, porque creo que habiendo sentado
ya el precedente con el señor diputado Dinorín, debe aceptarse la credencial del ciu-
dadano Céspedes.
-El C. Céspedes: Para una aclaración: si se consulta la fracción II del artículo
11, capítulo 11 de la ley de organización del Ejército, el jefe de división y el coman-
dante militar del Estado, sí tienen autorización para conceder un permiso de esta
naturaleza.
-Un C. secretario: La Presidencia pregunta si está suficientemente discutido el
asunto. En votación económica se pregunta si es de aprobarse el dictamen. Los que
estén por la afirmativa que se sirvan ponerse de pie. Aprobado.
La Presidencia hace la declaración de rigor.
-Un C. presunto diputado: Señor, allí están detenidas tres credenciales de la
5~ Comisión o 59 grupo, por algunas personas que las obje'taron; yo desearía que se
les diera lectura, para que de una vez se ponga en claro el asunto.
-Un C. secretario: La Presidencia ha dispuesto que primero se discutan las cre-
denciales que no han sido objetadas, y después de terminadas éstas, se pongan a dis-
cusión las que han sido separadas de antemano.
370
•
-El C. Céspedes: Pido la palabra para un hecho: en -el dictamen parece que no
se menciona mi nombre tal como es. Dice: "Eliseo Céspedes";. y yo deseo que se le
ponga una L. en medio para evitar confusiones.
13
14
371
HUnico. Es diputado propietario por el 59 distrito electoral del Estado de Zaca-
tecas, el C. Rosendo A. López, y suplente por el mismo distrito, el C. Samuel Cas-
tañón.
"Querétaro a 30 de noviembre de 1916.-Antonio Ancona Albertos.-Bruno Mo-
reno."
Está a discusión el dictamen. ¿ No hay quien pida la palabra? En votación econó-
mica se pregunta si se aprueba. Los que es_tén por la afirmativa que se sirvan poner
de pie. Aprobado.
Se hizo la declaratoria respectiva.
15
La Secretaría leyó el dictamen siguiente:
"Primera Comisión de Poderes.-Cuarto grupo.
"Examinados los expedientes electorales correspondientes al 49 distrito electorral
del Estado de Yucatán, se llega al conocimiento de que la mayoría absoluta de votos
estuvo en favor del C. Manuel González para diputado propietario, y del C. Felipe
Carrillo para diputado suplente. Las elecciones aparecen verificadas con algunas pe-
queñas irregularidades de forma que no es el caso estimar, y el acta de la Junta
Computadora es un resumen exacto de las elecciones verificadas en las distintas
casillas.
"Por estos hechos y consideraciones, proponemos a la deliberación del Congreso
el siguiente punto de resolución:
"Unico. Es diputado propietario por el 49 distrito electoral del Estado de Yuca-
tán, el C. Manuel González, y suplente por el mismo distrito, el C. Felipe Carrillo.
"Querétaro, a 30 de noviembre de 1916.-Antonio Ancona Albertos.-B. Moreno."
Está a discusión. En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén
por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Aprobado.
Se hizo· la declaratoria respectiva.
-Un C. presunto diputado: Pido la palabra, señor Presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la Palabra.
-El C. presunto diputado: Señor presidente: hay una credencial que no tiene
ninguna objeción, y hasta hay un certificado del contrario que dice que triunfó. N o
tiene ningún otro representante el Estado de Chihuahua más que el señol." Prieto.
N o han venido los expedientes por causa de fuerza mayor. Yo creo que no hay incon-
veniente en que se haga la declaratoria, y que la Sección 3~ presente su dictamen.
Yo rogaría al señor presidente que de una vez se lea ese dictamen.
-El C. presidente: La Sección 3~ que presente 'Su dictamen.
-Un C. secretarío: ¿No está ningún miembro de la 3~ Sección Revisora?
-Un C. presunto diputado: Pido la palabra: ¿ Qué, será justo que por la inter-
vención de personas que objetaron últimamente nuestras credenciales, vayamos a que-
dar sin derecho de votar para las elecciones de la Mesa Directiva? Cuando se trat.s
de la credencial del señor Martinez de Escohar, se discutió; cuando se trató de la
credencial del señor Gerzayn U garte, se discutió; ¿ y nosotros nos vamos a quedar
sin el derecho de votar, por la voluntad de algunas personas que objetaron nuestras
credenciales?
-El C. González Torres: En la Sección 1~ de la Comisión Revisora está pen-
diente un dictamen en que se reprueba la elección del señor Luis G. Guzmán, y se
aprueba l~ del señor Jesús Romero Flores; y está para presentarse el dictamen co-
rrespondiente a la 3~ Sección.
372
16
373
-Un C. secretario: No hay dictamen sobre esta credencial.
-El C. De los Santos: Señor: que lo hagan.
-El C. secretario: Ya se va a hacer.
17
-El mismo C. secretario: La Presidencia teme que más tarde no haya quorum
y n9 haya suficientes diputados para hacer la elección de la Mesa Directiva, y con-
sulta si estando pendientes, como estén, estos dictámenes, puede procederse desde
luego a la elección de la Mesa Directiva.
-El C. presidente: Los que estén por la afirmativa, que se ,pongan de pie. Hay
mayoría. Se procede a la votación de la Mesa.
El C. De los Santos: Que entren todos los diputados que andan en el salón de
desahogo.
-Un C. secretario: Deben estar presentes en el salón únicamente los diputados
cuya credencial haya sido aprobada. La ley previene eso. Los señores cuya credencial
no está aprobada, no pueden permanecer en el salón.
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Aguirre Berlanga.
-El C. Aguirre Berlanga Manuel: Señores diputados: He visto algunas hojas en
que se han inscripto algunas candidaturas para la Mesa Directiva, en las que figura
mi nombre como candidato para presidente a esa Mesa Directiva, o sea presidente
del Congreso Constituyente. Yo agradezco sinceramente este tan grande como inme-
recido honor, pero juzgo también de mi deber referir en estos momentos un hecho:
la renuncia presentada por el licenciado Acuña, como secretario de Estado y del Des-
pacho de Gobernación, fue aceptada por el Primer Jefe y, en esta virtud, he sido
llamado para hacerme cargo de la Secretaría. Con este motivo tendré que salir quizá
pasado mañana para la capital de la República, y he creído necesario ponerlo en co-
nocimiento de ustedes para que de esa manera retiren mi candidatura para presidente
del Congreso Constituyente, y muy especialmente doy las gracias a las personas que
se han dignado elegirme candidato para ese puesto.
-:-EI C. Palavicini: Señores diputados: El señor Aguirre Berlanga, representando
un importante Departamento de Estado, estuvo presente al organizarse las juntas
preparatorias, fue un exquisito caballero durante todo ese tiempo con los señores re-
presentantes, y ha sido un grato compañero de Cámara. Debido a pláticas de corrillo,
algunos periódicos, inclusive "El Universal", atribuyeron algunas divergencias de cri-
terio entre el señor Aguirre Berlanga y algunos. otros representantes, pero esto no
es exacto. Yo os invito a despedir al señor licenciado Aguirre Berlanga, que va a cum-
plir un encargo de la Primera Jefatura, a despedirlo con un aplauso y un saludo
cariñoso .. (Aplausos.)
-El C. Dávalos: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Dávalos.
-El C. Dávalos: La ida del señor Aguirre Berlanga ha venido a cambiar las
condiciones bajo las cuales estábamos hace media hora. Yo suplico a la Presidencia
que se nos concendan diez minutos para cambiar impresiones.
-El C. presidente: Se conceden diez minutos a los señores diputados para que
cambien impresiones.
-Un C. presunto diputado: Yo suplico a los señores diputados que ninguno salga.
-El C. presidente: Que ningún señor diputado salga del salón.
374
18
375
De los Santos Samuel, 21; Múgica Francisco J., 12; Vega Sánchez Rafael, 1; De los
Ríos Rafael, 1, e Ibarra Federico F., lo
Para cuarto prosecretario, los CC. Bórquez Flavio A., 78; Prieto Manuel M., 73;
De los Santos Samuel, 5; Ancona Albertos Antonio, 1, y De la Fuente Gilberto, lo
-La Presidencia hizo la declaratoria de haber sido nombrados miembros de la
Mesa directiva del Congreso Constituyente, los ciudadanos diputados que obtuvieron
mayor número de votos.
-La nueva Mesa tomó posesión de su puesto. (Aplausos.)
19
376
plena revolución triunfante; estos ,momentos solemnes y para nosotros muy gloriosos,
son el principio de la reconstrucción nacional, o, mejor dicho, el verdadero triunfo
de la revolución; porque en estos momentos depende del criterio de los legítimos
representantes del pueblo mexicano la consumación de todos los ideales de esta
augusta revolución y la consecución de todas las conquistas que hemos soñado y por
ellas muchas veces nos hemos 'batido en el campo de batalla, y por las cuales hemos
renuncmdo a la suprema aspiración de vivir.
Señores diputados: que no entre en vosotros el desaliento, que no entre en
vosotros el 'cansancio, que no decaiga en vosotros la soberbia energía del revolucio-
nario, porque vosotros sois la representación genuina de to4a e'sa gleba que ha muerto
combatiendo por la patria y toda esa pléyade de hombres que se agitan del Bravo al
Suchiate en --pos del grandioso ideal que persigue la revolución constitucionalista;
así, pues, señores diputados, haced el propósito det> que esa protesta que habéis
otorgado no sea una falaz mentira, una palabra hueca de la c'::lal estamos ya hartos
y tened presente siempre aquella frase del eminente Catón: Delenda est Cartago,
allí está el enemigo t quien destruir, porque allí está el enemigo a quien debemos
hundirle hasta el potno el puñal de la revolución. (Aplausos.)
-El C. Frías: Ciudadanos diputados: a nombre de esta muy noble y leal ciudad
de Querétaro, el más humilde de sus representantes os da el más cordial y afectuoso
saludo. Esta Representación nacional, cuya labor perdurará en las páginas más
bellas de la historia por toda una eternidad, tiene la sagrada misión de dar al pueblo
mexicano el nuevo Código que ha de regir sus destinos, a diferencia del código de
las tablas de la ley que dio el legislador de las cumbres del Sinaí, entre relámpagos y
truenos. Vuestros oídos ya no escuchan el estruendo del cañón, porque el relámpago
de la guerra ha terminado y solamente se escuchan los himnos de la victoria. Aquí
en esta ciudad, donde se iniciaron los primeros albores de nuestra independencia,
aquí será donde han de amainar los más poderosos anhelos de la revolución consti-
tucionalista; muy justa ha sido por tanto, la distinción que el ciudadano Primer
Jefe se ha dignado tributarle, eligiendo la histórica ciudad de Querétaro para que en
su seno se reuniera esta Asamblea legislativa.
¡Pueblo 'mexicano! ¡Ciudadanos diputados! La ciudad se engalana para recibiros y
vos engalanáis a la ciudad con vuestra presencia; venís a honrar una ciudad que la
historia tiene ya honrada; el porvenir de la patria está en vuestras manos, que la sal-
varéis, estoy seguro. El pueblo mexicano tiene los ojos fijos en vosotros. (Aplausos.)
-El C. Alonzo Romero,: Señores diputados: en nombre de ese glorioso jirón de
tierra mexicana que se llama Yucatán, voy a tener el honor de dirigiros la palabra,
tanto más cuanto que se trata de cu~plir con una alta misión y de demostrar en estos
momentos solemnes, cuán grande es el entusiasmo que siempre nos ha impulsado a
sentir todo lo que es más' noble y lo que es más grandioso para el bienestar y pros-
peridad de nuestro querido México. N o me explico por qué algunas veces se nos ha
tildado de localistas; afortunadamente el ciudadano Palavicini ha demostrado en qué
consiste ese nuestrO'" localismo. Es 'muy cierto, señores diputados, que nosotros los
yucateeos tenemos un amor profundo por nuestro terruño; suspiramos hondamente por
aquellas fértiles campiñas, por aquellas pálidas vírgenes que nos dieron el primer
beso de amor; pero con eso no demostramos ni hemos querido demostrar nunca que
somos indiferentes o ajenos a los sentimientos de la patria grande. La prueba más
elOcuente es que nunca en los grandes dolores -del país hemos dejado de 'expresar
dignamente nuestro patriotismo. No niego que el Estado de Yucatán hubiera sentido
durante algún tiempo cierta repulsión por el centro, pero eso está plenamente jus-
tificado con el hecho de no recibir hasta entonces ninguna clase de beneficios; pero
377
desde que se inició la revolución, no obstante que en ciertas épocas también fue
víctima de la piratería de algunos gobernantes disfrazados de revolucionarios, ahora
puede decirse que no existe un solo yucateco que no se sienta satisfecho de la labor
benéfica de ese gran hombre que tenemos allí, el único que ha extendido su mano
al proletario y ha sabido encauzar al pueblo por la senda luminosa de la revolución.
Ahora bien, en este momento solemne quiero demostraros que soy tan patriota, que
soy tan mexicano como cualquiera que habite desde las márgenes del Bravo hasta
las costas de la península yucateca; que siento el mismo entusiasmo, que palpitan en
mi corazón los mismos anhelos capaces de alentar a todo buen mexicano. Ahora que
se trata de iniciar una gran obra, de cimentar las bases de un edificio que ha de
ser mañana el santuario donde se alimentará el glorioso sentimiento de la patria,
debemos colaborar para que todos, sin localis'mos absurdos, laboremos por ella;
debemos contribuir con todas nuestras aspiraciones y todos 'nuestros esfuerzos para
fúrmar esa gran Constitución que contendrá indudablemente el más amplio criterio
revolucionario, de tal manera que pueda vibrar en los ámbitos de las naciones la
justa significación de nuestra tierra mexicana. (Aplausos.)
-El C. Herrera Alfonso: Respetable Asamblea: Hay un ~entimiento que como
visión mágica y sublime flota sobre el corazón de cada hombre. Hay un sentimiento
grande y bello, una visión divina que cada corazón siente; ese sentimiento, señores,
es el sentimiento de libertad: palabra dulce y sublime que encarna todo lo grande y
todo lo bello; palabra que hace brotar de la tierra a los héroes, que ha hecho epopeyas,.
que ha escrito páginas gloriosas en la historia y ha convertido a esa sacerdotisa del
hogar en Leónidas para defender esos nobles y bellos sentimientos de libertad. No es
extraño que en estos momentos nos transportemos a la tierra de Pericles para escu-.
char con respeto lo que la historia nos habla y contemplar cómo se acalla la tiranía
de los déspotas.
Sabéis que a una mujer llamada Leona, en cuya tienda escanciaban vino Aris-
togiton y Harmodio, libertadores de Atenas, la atan los tiranos, la someten a la
tortura y al sufrimiento; aquella pobre mujer que era una mesalina, una mujer
pública, sintiendo los dolores y las agonías producidas por el tormento corporal,
pensaba que los podría delatar y sabiendo que era el guardián del secreto de aquellos
hombres que luchaban por la libertad, se arrancó la lengua con los dientes y cuando
le preguntan los tiranos quiénes, son los grandes señores de ese pueblo, aquella
mujer abre la boca y escupe la lengua chorreando sangre, y como diciendo: "¡así
se salvan las libertades!"
Los romanos, cuando supieron que venían los tarquinos para imponer la tiranía
en la ciudad de los Césares, se reunió el Senado, escogió a 300 valientes y se echó en
suerte para ver quién sería el primero que con paso firme y sereno atajase-al tirano y
fuese el representante de las libertades. Mucio Scévola fue el electo y con mano firme y
empuñando el puñal se dispuso a defender las libertades, como los hombres que saben
que el puñal, el rifle y la bala no siempre son las armas de destrucción, sino a veces efi-
caces para destruir las tiranías, sino que esas armas son la voz elocuente, la que viene
muchas veces a reclamar los derechos, es la que viene a salvar -los derechos conculcados,
las libertades perdidas y a hacer que las libertades abran sus bellas alas; si, muchas ve-
ces escuchamos ese silbido de las balas que nos va diciendo: '''vamos en busca de liberta-
des patrias". Recordad a aquel noble padre de Virginia que no pudiendo libertar
a su hija que iba a ser sacrificada por un tirano, pide permiso al que nevaba a su
hija y le dice: "Permitame, señor,_que me despida de mí hija", y ante ella exclama:
H¡Hija mia! no puedo darte libertad más que de esta manera", y sacando un puñal
lo hundió en el corazón de su hija.
378
Vosotros sabéis que la revolución social y politica de Roma se _debe a dos muertes:
la muerte de Lucrecia y la muerte de Virginia. Cuando Mucio Scévola erró el golpe
y mató a otro, el tirano le dijo; ¿cómo te atreves a herirme a mi, no sabes que serás
muerto :y serás quemado? Y aquél romano valiente se descubrió el brazo prepotente
y lo colocó en al fuego, y cuando su brazo se calcinaba, con una sonrisa y un ge;sto
de los hombres que aman la libertad, le dice; "¡tirano! ¡mira cómo estiman el cuerpo
en nada para quienes la libertad es todo!"
No es extraño encontrar aquellos actos gloriosos en esta patria bendita en donde
reposan nuestros ínclitos mayores, en donde hemos recibido el primer beso del. sol,
en donde duermen en los panteones los huesos de los que nos 'dieron vida; aquí en
este suelo que ha bebido la sangre de tantos mártires; aquí también hay Leónidas,
hay Mucios Scévolas, hay Leonas, hay también valientes de la talla de Maratón y Sala-
mina; aquí se ha derramad!? la sangre con la que hemos llegadol a conquistar la indepen-
denci~ territorial, la independencia democrática; por un tiempo se erró el golpe; pero
ahora esta revolución ha venido a dar muestras de que en esta patria bendita y bella,
catada por dos mares y que duerme velada por sus gigantescas montañas, hay hombres
que pueden repetir como el gran cura de Carácuaro; "Morir es nada cuando por la
patria se muere."
¡Qué bello es, señores, este momento solemne! ¡Quisiéramos dejar correr las
lágrimas de nuestros ojos, no en señal de cobardía, sino por respeto a los hombres
que han derramado su sangre por nuestras libertades!
Aquí tenemos varios retratos que nos representan a los valientes insurgentes;
vosotros, señores militares, que habéis empuñado las armas con fe; vosotros com-
prenderéis las angustias y los dolores de estos gloriosos insurgentes; ahora más que
nunca debemos nosotros decir como en forma de oración a los sublimes manes, a los
sublimes insurgentes y a los héroes en cuyo pecho vibran los sentimientos de libertad,
que fueron como visión mágica y santa de esta respetable Asamblea; ¡manes ben:-
ditos y gloriosos! soldados que habéis muerto en las batallas, amigos que hemos
perdido, parientes que se han ido, compañeros de .campaña que se nos -Itan muerto,
valientes hombres que habéis sucumbido en los campos de batalla, surgid_ de vuestras
tumbas, venid aquí y haced surgir en nuestros cerebros ideas de amor, para que
~eamos fundidos en un solo corazón.
Señores diputados miembros de esta respetable Asamblea: Al principio, cuando
el clarín llamaba ~ los valientes patriotas, muchos se estremecieron, porque no
sabían que es necesaria la demolición para que venga la reconstrucción; ya viene
ese momento, señores. Hay mexicanos indignos, hay mexicanos perjuros, sí, los que
nos quisieron traer la segunda dominación española al desembarcar en Tampico la
expedición de Barradas, los que nos trajeron la intervención vergonzosa j y' aqui en
este recinto, donde se juzgó al hombre de la barba rubia y donde al príncipe de
Hapsburgo Se sentenció para que rodara su cabeza y se supiera que los soldados de
Magenta y Solferino eran vencidos por los descendientes de Cuauhtémoc; aquí, donde
se le sentenció para que rodara esa cabeza, aquí, señores, 'de pie; firmes, erguidos como
una pirámide de Cleops, como la figura de nuestros ínclitos mayores que han amado
la libertad, fundamos nuestras almas en un solo sentimiento y podamos decir: ¡ante
todo y sobre todo, la patria! (Aplausos nutridos.)
-El" C. Aguilar Cándido: Señores diputados: No vengo a decir un discurso,
puesto que los señores lo han dicho; vengo a cumplir con un acto de patriotismo;
vengo a proponer a la honorable Asamblea que todos los ataques que hemos tenido
se olviden; vengo a decir que cuando ataqué al señor Aguirre Escobar, lo hice porque
creí de justicia hacerlo; vengo a decir también que el señor AguÍTre Escobar es un
. 379
hombre honrado. Señores diputados: Debemos terminar ya esa lucha de personalis-
mos que estamos llevando a cabo. Desde mañana debemos de iniciar una obra ente-
ramente distinta. Debemos entregarnos al trabajo de las reformas constitucionales.
Propongo a los señores que se hayan atacado, que estén resentidos en estos mo-
mentos, retiren todos los insultos, todas .las injurias que uno a otro se hayan hecho.
(Aplausos.)
-El C. Herrera Manuel: Ciudadanos diputados: La diputación de Oaxaca, por
mi conducto, os saluda fraternalmente. No os diré otra cosa, señores, más que las
palabras del señor general Aguilar.
Así como los antiguos, también en los antiguos tiempos, se quitaban las sandalias
para penetrar al templo y dejaban en la puerta el polvo del camino, así también
nosotros debemos deponer todos nuestros odios, así también debemos deponer todos
núestros personalismos y hacer una única labor: la labor pro patria. Señores diputados:
La patria nos contempla; el sacrificio de los que han caido en los campos de batalla
nos exige que hagamos labor pro patria.
En estos momentos comienza a estar pendiente sobre nuestras cabezas de augusta
Historia. ¡Laboremosl (Aplausos nutridos.)
-El C. Nafarrate: Ciudadanos díputadO"s: Tengo el alto honor de dirigir la pa-
labra a la honorable Asamblea, para expresar, con el verdadero sentimiento del soldado,
mi satisfacción. En primer término debo de decir a ustedes que soy uno de los testigos
presenciales de los debates del Congreso disuelto por el usurpador Victoriano Huerta.:
satisfacción será si en este Congreso procedemos con la honradez de patriotas para
reorganizar los derechos conquistados por la revolución al usurpador asesino Vic-
toriano Huerta y al salteador, no de caminos, sino de poderes, Francisco Villa; y
satisfacción será que sepamos llevar a buen término los destinos de nuestra querida
patria para que los enemigos del Ejército Constitucionalista no digan que se trata
de un partido; dejemos las cuestiones personales y discutamos la Carta Magna que
nos reglra y con esto demostraremos de una manera franca y categórica que no
hemos venido luchando por personalismo, sino que somos verdaderos demócratas; yo,
como soldado, después de entregar a ustedes solemnemente las victorias obtenidas
en los campos de batalla, conservando únicamente mis derechos de ciudadano para
que como iguales representemos los destinos de la patria y no los méritos individuales;
sólo desearía' llamar la atención de ustedes para no volver al error del Congreso de
la Unión anterior de d~jarse guiar por intereses de dos o tres ambiciosos, de 10 cual
fui testigo presencial; primero sucumbir antes que entregar el Poder Legislativo
en manos de un asesino. .
Hablo a ustedes sin la investidura de general, como 10 prometí, porque me re-
pugna la imposición, hoy que pretendemos implantar un Gobierno demócrata, siento
el deseo de no hablar democráticamente sino de demostrar con hechos que soy un
demócrata: la historia de las revoluciones en que los ideales han sido siempre buenos
y los debemos sostener en todos los Congresos, mas no a todos los revolucionarios,
porque no todos los que vamos a la revolución somos revolucionarios demócratas, unos
vamos por medro y' otros por venganza personales, mas no así el principio que se
refleja por los actos de los individuos que se preocupan en justificarse ante la His-
toria presente y futura. Si ustedes aceptan mis palabras como yo, debemos protestar
ante el ciudadano presidente de la Cámara la actitud que vamos a asumir y el partido
que representamos, de esta manera podremos justificarnos ante la Historia y señalar
también a los responsables de los fracasos de la nación.
-El C. Andrade: Señores diputados: En estos instantes solemnes en que se
inicia una etapa gloriosa para nuestra patria, quiero traeros un saludo de aquella
380
heroica tierra donde se dio la primera Constitución, es decir, la de. Apatzingán, de
aquel glorioso jirón de la República Mexicana, donde floreció el genio reformador
de Ocampo. Señores diputados: tenéis una labor altamente grande y de trascendencia
para el porvenir de nuestra patria; debéis, por lo mismo, hacer a un lado todas las
pasiones mezquinas y ruines y elevar muy alto todos vuestrQS sentimientos nobles
y pensar únicamente en el bien del pueblo qu~ os ha honrado con su voto para que
lo vengáis a representar lm esta augusta Asamblea y labréis su felicidad futura,
cimentada en leyes adecuadas, en leyes que sean propias, que no encierren nada
más lirismos. El pueblo ya está cansado de vanas palabrerías y de sueño:;! quiméricos;
quiere algo efectivo y a este respecto' os diré, señores que en este mismo .recinto se
reunió el consejo de guerra que sentenció a muerte a los traidores y a ese príncipe
de barba rubia; que después· de esos acontecimientos surgió limpia y esplendente
la república en marcha hacia el progreso; vosotros, en este mismo recinto, decretad
la muerte de la mentira y que surja esplendente la verdad para que, votando un
código institucional adecuado a las necesidades del pueblo, lo presentéis con el co-
razón noble, limpio y con la frente alta, y así podréis exclamar con el tribuno de la
república: "¡Ya son libres hasta los qUe quieren ser esclavos!" (Aplausos.)
-El C. Dávalos: Honorable Asamblea: Sólo dos palabras, porque soy el menos
indicado para hablar aquÍ. Soy representante del Estado de Jalisco, y en estos mo-
mentos soy el menos indicado para hablar, puesto que ya le habéis hecho un alto
honor al elegir presidente a un hijo de mi patria chica. ¡El ideal es el hombre!, de
consiguiente, los temores del general Aguilar desaparecerán; ¡el ideal es el hombre!
Ayer existían disidencias entre nosotros, porque éramos contendientes de credenciales;
desde mañana vamos a convertirnos en colaboradores de libertades; desde mañana
no habrá disidencias de ningún género; ¡el ideal está enfrente y se llama la Constitu-
ción! ¡adelante, hacia el ideal! ¡adelante para salvarle, para hacerle vivir!
Yo, en estos momentos solemnes, hago este vot'o: deseo para cuantos sepan
cumplir con su deber, un pedestal de mármol blanco como las cumbres· de nieve del
Popocatépetl y el Iztaccíhuatl y para aquellos que no cumplan con su deber, para
cuantos quebranten aquí su deber, el Cerro de las Campanas como sanción a su vida
política. No tengo más que deciros; nos habéis honrado demasiado, y muchas veces
el no hablar es la extrema de las elocuencias. Por el presidente que habéis elegido,
)Jor la legislación de Jalisco y por este vuestro hermano y amigo, ¡gracias! (Ruidosos
aplausos.)
-El C. De la Barrera: Señores diputados: Con orgullo, con júbilo en·el corazón,
como todos me siento mexicano, como todos me siento ungido por ese voto popular que
nos ha mandado aquí a esta Representación sagrada donde se va a edificar el edificio
más firme de la patria, un edificio en el cual todo el pueblo mexicano encontrará la
felicidad, si es que nosotros dignamente venimos a cumplir con nuestro deber, yo
señores, con toda sinceridad con el corazón puesto en la mano o con la mano puesta en
el corazón, vengo a deciros, señores, que con el mismo gusto con que he tomado el
máuser para matar a todo cuanto reaccionario ha pretendido oponerse a la obra
de la revolución, con ese mismo gusto, con eSa misma honra, vengo a laborar a
vuestro lado, a cooperar con mi humilde grano de arena en la reconstrucción
de la patria, para beneficiar a ese pueblo que tanta libertad ha querido. (Aplausos.)
-El C. secretario Lizardi: Por acuerdo de la Presidencia, se nombra en comi-
sión a los sefiores diputados Manuel Aguirre Berlanga, general Esteban B. Calderón,
general Múgica, general Amado Aguirre y licenciado Fortunato de Leija, para qu~
se sirvan participar al ciudadano Primer Jefe la instalación de este Congreso Cons-
tituyenté.
381
Por acuerdo de la misma Presidencia se comIswna a los ciudadanos diputados
Nicéforo Zambrano, Amador Lozano, Silvestre Aguilar, Epigmenio A., Martínez e
ingeniero Federico Iparra, para recibir al ciudadano Primer Jefe del Ejército Cons-
titucionalista, encargado del Poder Ejecutivo de la N ación, cuando venga a la sesión
que se verificará manana, a las cinco de la tarde.
--El C. De la Barrera: La mayor parte de los presentes somos pobres. El
Reglamento dice que se deberá uno presentar como se acostumbra en estas solemni-
dades; quizá muchos compañeros no tengan el famoso frac, la levita cruzada ...
-El C. secretario, interrumpiendo: Señores diputados: Se suprime la etiqueta.
-El C. De la Barrera: Suplico atentamente a la honorable Presidencia se sirva
decirnos algo a este respecto.
-El C. presidente: Con toda libertad, sin etiqueta.
-A las 10.35 p.m. se levantó la ~esión.
382
SESION INAUGURAL
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA TARDE DEL VIERNES
19 DE DICIEMBRE DE 1916.
SUMARIO
l.-Se abre ~a sesión. Lectura, discusión y aprobación del acta de la última Junta
preparatoria
2.-Rinden la protesta de ley los ciudadanos diputados que ayer no lo hicieron.
3.-Se suspende la sesión mientras llega el ciudada>no Primer Jefe del ejército CODS-
titucionalista, encargado del Poder Ejecutivo de la Unión.
4-.-EI ciudadano presidente declaró abierto el período único de sesiones.
5.-IMorme del ciudadano Primer Jefe, al hacer entrega del proyecto de Constitución
reformada.
6.-Contestación del ciudadano presidente. Se levanta la sesión.
(A las 3.60 el ciudadano prosecretario López Lira pasa lista. Asistencia de 161
ciudadanos diputados, se declara abierta la sesión.)
-El C. secretario Lizardi, dio lectura al acta de la sesión anterior, poniéndola
a discusión.
-El C. Madrazo: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Madrazo.
-El C. Madrazo: He pedido la palabra para solicitar Q.ue se hagan en el acta
dos aclaraciones respecto a mi persona; una de ellas, es la de que, habiéndoseme con-
cedido por la Presidencia la palabra para objetar el dictamen de la Comisión Revisora
respe~to a la credencial del señor Fernando Moreno, yo no hice uso de la palabra,
en vista de una confusión en que incurrí por haber otra persona del mismo nombre,
que es presunto diputado por el Estado de Zacatecas; esa es una.
La otra es -y deseo que se haga constar~, que yo propuse a la honorable
Mesa Directiva que se debian haber seguido discutiendo las credenclales antes de
383
haberse procedido a nombrar la Mesa Directiva del Congreso Constituyente, pro-
poniendo que se siguiera trabajando toda la :n"oche si era ,necesario.
-El C. Céspedes: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Céspedes: Es únicamente para suplicar que, de acuerdo con la seSlOn
de ayer y al efecto de que no haya dificultades entre el acta y el dictamen presentado
por la Comisión Revisora de mi credencial, suplico se ponga a mi nombre la letra
L. en medio. Ruego atentamente a la Secretaría se sirva tomar nota de mi obser-
vación.
-El C. Verástegui: Pido la palabra para una moción de orden, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Verástegui.
-El C. Verástegui: Se encuentran en el local del Congreso algunas personas que
no son diputados, entre ellas el ex general Mainero, y ruego a la Secretaría que tenga
la bQndad de ordenar que abandonen el salón.
-Un C. secretario: Por acuerdo de la Presidencia, se suplica a las personas
que no sean diputados pasen a ocupar un puesto en las plateas. ¿ Con las rectifica-
ciones hechas se aprueba el acta? Los que estén por la afirmativa, que se sirvan
poner de pie. Aprobada.
384
de la Unión, a quien aconipaña la comisión de' diputados nombrada al efecto. El- ciuda-
dano Primer Jefe tomó asiento a la izquierda del ciudadano presidente del Congreso .
. (Apla1¡sos nutridos.)
,
-E. C. presidente, hizo la siguiente declaratoria; El Congreso Constitl,lyente de
los Estados Unidos Mexicanos abre, hoy, 19 de diciembre de 1916, el período único
de sus sesiones.
5
-El C. Primer Jefe, leyendo:
"Ciudadanos diputados:
"Una ,de las más grandes satisfacciones que he tenido hasta hoy, desde que co-
menzó la lucha, que, en fui ealidad de gobernador constitucional del Estado de'
Coahuila, inicié C4>ntra la usurpación del Gobierno de la República, es la que experi-
mento en estos momentos,... en que vengo a poner en vuestras manos, en cumplimiento
de una de las promesas que en nombre de la revolución hice en la heroica ciudad de
Veracruz al pueblo mexicano: el proyecto. de Constitución reformada, proyecto en el
que están contenidas todas las reformas pOliticas que la experiencia de varios años,
y una observación atenta y detenida, me han sugerido como indispensables para ci w
,
mentar, sobre ,las bases sólidas, las instituciones, al amparo de las que deba y pueda
la nación laborar últimamente por su prosperidad, encauzando su marcha hacia el
progreso por la senda de la libertad y del derecho j porqlle si el derecho es el que
regulariza la función de, todos los elementos sociales, fijando a cada uno su esfera
de acción, ésta no puede ser en manera alguna provechosa, si en el campo que debe
ejercitarse y desarrollarse, no tiene la espontaneidad y la seguridad, sin las que
carecerían del elemento que, coordinando las aspiraciones y las esperanzas de todos
los miembros de la sociedad, los lleva a buscar. en el bien de todos la prosperidad
de cada uno, estableciendo y realizando el gran principio de la solidaridad, sobre
el que deben de.scansar todas las instituciones que tie~den a buscar y realizar el
perfeccionamiento humano.
"La Constitución política de 1857, que nuestros padres nos dejaron como legado
precioso, a la sombra de ]a cual se ha consolidado la nacionalidad mexicana; que en-
tró en el alma popular con la guerra de Reforma, en la que alcanzaron. grandes con w
quistas, y que fue la bandera que el pueblo llevó a los campos de batalla en la guerra
contra la intervención, lleva indiscutiblemente, en sus preceptos, la consagración de los
más altos principios, reconocidos al fulgor del incendio que produjo la revolución más
grande que presenció el mundo en las postrimerías del siglo XVIII, sansacionaQos por la
práctica constante y pacifica que de ellos se ha hecho por dos de los pueblos más
grandes y más poderosos de la tierra: Inglaterra y los Estados Unidos.
'''Mas, desgraciadamente, los legisladores de 1857 se formaron con la proclamación
de principios generales que no procuraron llevar a la práctica, acomodándolos' a las
necesidades del pueblo mexicano; de manera que nuestro código político tiene en
general el aspecto de fórmulas abstractas" en que se han condensado conclusiones
científicas de gran válor especulativo, pero de las que no ha podido derivarse sino
I
385
sucedido en la República; las leyes orgamcas del juicio de amparo ideado para pro-
tegerlos, lejos de llegar a Un resultado pronto y seguro, no hicieron otra cosa que
embrollar la marcha de la justicia, haciéndose casi imposible la acción de los tribu-
nales, no sólo de los federales, que siempre se vieron ahogados por el sinnúmero
de expedientes, sino también de los comunes, cuya marcha quedó obstruida por
virtud de los autos de suspensión que sin tasa ni medida se dictaban.
"Pero hay más todavía. El recurso de amparo, establecido con un alto fin
social, pronto se desnaturalizó, hasta quedar, primero, convertido en arma política;
y, después, en medio apropiado para acabar con la soberanía de lm~ Estados;
pues de hecho quedaron sujetos de la revisión de la Suprema Corte hasta los actos
más insignificantes de las autoridades de aquéllos; y como ese alto tribunal, por
la forma en que se designaban sus miembros, estaba completamente a disposición
del Jefe del Poder Ejecutivo, se llegó a palpar que la declaración de los derechos del
hombre al frente de la -Constitución federal de 1857, no había tenido la importancia
práctica que de ella se esperaba. En tal virtud, la primera de las bases sobre que des-
cansa toda la estructura de las instituciones sociales, fue ineficaz para dar solidez a
éstas y adaptarlas a su objeto, que fue relacionar en forma práctica y expedita
al individuo con el Estado y a éste con aquél, señalando sus respectivos límites dentro
de los que debe desarrollarse su actividad, sin trabas de ninguna especie, y fuera de
las que se hace perturbadora y anárquica si viene de parte del individuo, o despótica
y opresiva si viene de parte de la autoridad. Mas el principio de que se acaba de
hacer mérito, a pesar de estar expresa y categóricamente formulado, no ha tenido,
en realidad, valor práctico alguno, no obstante que en el terreno del Derecho Cons-
titucional es de una verdad indiscutible. Lo mismo ha pasado exactamente con los
otros principios fundamentales que informan la misma Constitución de 1857, los que
no han pasado, hasta ahora, de ser una bella esperanza, cuya realización se ha
burlado de una manera constante.
44y, en efecto; la soberanía nacional, que reside en el pueblo, no expresa ni ha
significado en México una realidad, sino en poquísimas ocasiones, pues si no siempre,
sí casi de una manera rara vez interrumpida, el Poder público se ha ejercido, no
por el mandato libremente conferido por la voluntad de la nación, manifestada en la
forma que la ley señala, sino por imposiciones de los que han tenido en sus manos
la fuerza pública para investirse a sí mismos o investir a personas designarlas por
ellos, con el carácter de representantes del pueblo.
"Tampoco ha tenido cumplimiento y, por lo tanto, valor positivo apreciable, el
otro principio fundamental claramente establecido por la Constitución de 1857, re-
lativo a la división del ejercicio del Poder público, pues tal división sólo ha estado,
por regla general, escrita en la ley, en abierta oposición con la realidad, en la que,
de hecho, todos los poderes han estado ejercidos por una sola persona, habiéndose
llegado hasta el grado de manifestar, por una serie de hechos constantemente
repetidos, el desprecio a la ley suprema, dándose sin el menor obstáculo al jefe del
Poder Ejecutivo la facultad de legislar sobre toda clase de asuntos, habiéndose re-
ducido a esto la función del Poder Legislativo, el que de hecho quedó reducido a
delegar facultades y aprobar después lo ejecutado por virtud de ellas, sin que haya
llegado a presentarse el caso, ya no de que reprobase, sino al menos de que hiciese
observación alguna. .
"Igualmente, ha sido hasta hoy una promesa vana el precepto que consagra la
federación de los. Estados que forman la República Mexicana, estableciendo que
ellos deben de ser libres y soberanos en cuanto a su régimen interior, ya que la
historia del país demuestra que, por regla general y salvo raras ocasiones, ~sa
386
soberanía no ha sido más que nominal, porque ha sidQ el Poder central el que siempre
ha impuesto su voluntad, limitándose las autoridades de cada Estado a ser los iDa-
trumentos ejecutores de las órdenes emanadas de aquéL Finalmente, ha sido también
vana la promesa de la' -Constitución de 1857, relativa a asegurar a los Estados la
fOl'1Ila republicana, representativa y popular, pues a la sombra de este principio, que
también es fundamental en el sistema de Gobierno federal adoptado para la nación
entera, _los poderes del Centro se han injerido en la administración interior de un
Estado cuando sus gobernantes no han sido dóciles a las órdenes de aquéllos, o sólQ
se ha dejado que en cada Entidad federativa se entronice un verdadero cacicazgo,
que no otra cosa ha sido, casi invariablemente, la llamada administración de los gober-
na4!ores que ha visto la nación desfilar en aquéllas.
"La historia del país, que vosotros habéis vivido en buena parte en estos últimos
años, - me prestaría abundantísimos datos para comprobar ampliamente las asevera-
ciones que dejo apuntadas; pero aparte de que vosotros, estoy seguro, no las pondréis
en duda, porque no hay mexicano que no conozca tO,dos los escándalos causados por
las violaciones flagrantes a la Constitución de 1857, esto demandaría exposiciones
prolijas, del todo ajenas al carácter- de una reseña breve y sumaria, de los rasgos
principales de la iniciativa que me honro hoy en poner en vuestras manos, para que
la estudiéis con todo el detenimiento y con todo el celo que. de vosotros espera la
nación, eomo el remedio. a las necesidades y miserias de tantos años. En la parte
expositiva del decreto de 14 de septiembre del corriente año, en el que se modifi-
caron algunos artículos de las adiciones al Plan de Guadalupe, expedidas en la heroica
Veracruz el 12 de diciembre de 1914, expresamente ofreció el Gobierno de mi cargo que
en las reformas a la Constitución de 1857, que iniciaría ante este Congreso, se con-
servaría intacto el espíritu liberal de aquélla y la forma de Gobierno en ella estable-
cida; que dichas reformas sólo se reducirían a quitarle lo que la hace inaplicable, a
suplir sus deficiencias, a disipar la obscuridad de algunos de sus preceptos, y a limpiarla
de -todas las reformas que no hayan sido inspiradas más que en ia idea de poderse
servir de ella para entronizar la dietadura.
"No podré deciros que el proyecto que os presento sea una obra p~rfeeta, ya que
ninguna que sea hija de la inteligencia humana puede aspirar a tanto; pero creedme,
señores diputados, que las reformas que propongo son hijas de Una convicción
sincera, son el fruto de mi personal experiéncia y la expresión de mis deseos hondos
y vehementes porque el pueblo, mexicano alcance, el goce de to~as lJ.as libertades, la
ilustración y progreso que le den lustre y respeto en el extranjero, y paz y bienestar
en todos los asun_tos· domésticos.
UVoy, señores dip-6tados, a haceros una síntesis de las reformas a q~e me be
referido, para daros una idea breve y clara de los principioij que me han servido
de guía, pues así podréis apreciar si he logrado el objeto que me he propuesto, 'y
qué es lo "Que os queda por hacer para llenar debidamente vuestro cometido.
"Siendo el objeto de todo Gobierno el amparo y protección ~el indlviduo, o sea
de las diversas unidades de que se compone el agregado social,' es incuestionable
que el primer requisito que debe llenar la Constitución Política, tiene que ser la
protección otorgada, con c;uanta precisión y claridad sea dable, a la libertad hum.ana,
en todas las manifestaciones que de ella derivan de una manera directa y necesaria,
como constitutivas de la personalidad del hombre.
"La Constitución de un pueblo no debe procurar, -si es que ha de tener vitalidad
que le asegure larga duración, poner límites artificiales entre el Estado y el individuo,
como si se tratara de aumentar el campo a la libre -acción de uno' y restringir la ~el
otro, de modo que lo que se da a uno sea la condición de la protección de lo que se
387
reserva el ,otro; sino que debe buscar que la autoridad que el pueblo concede a sus
representantes, dado que a él no le es imposible ejercerla directamente, no pueda
convertirse en contra de la sociedad que la establece, cuyos derechos deben quedar
fuera de su alcance, supuesto que ni por un momento hay que perder de vista que
el Gobierno tiene que ser forzosa y necesariamente el medio de realizar todas las con-
diciones, sin las cuales el derecho no puede existir y desarrollarse.
"Partiendo de este concepto, que es el primordial, como que es el que tiene
que figurar en primer término, marcando el fin y objeto de la institución del Go-
bierno, se dará a las instituciones sociales su verdadero valor," se orientará conve-
nientemente la acción de los poderes públicos y se terminarán hábitos y costumbres
sociales y políticas, es decir, procedimientos de Gobierno que hasta hoy no han podido
fundamentarse, debido a que si el pueblo mexicano no tiene la creencia en un pacto
social en que repose toda la organización política, ni en el origen divino de un mo-
narca, señor de vidas y haciendas, sí comprende muy bien que las instituciones que
tiene, si bien proclaman altos principios no se amoldan a su manera de sentir y de
pensar, y que lejos de satisfacer necesidades, protegiendo el pleno uso de la libertad,
carecen por completo de vida, dominados, como han estado, por un despotismo militar
enervante y por explotaciones inicuas, que han arrojado a las clases más numerosas
a la desesperación y a la ruina.
"Ya antes dije que el deber primordial del Gobierno es facilitar las condiciones
necesarias para la organización del derecho o, lo que es lo mismo, cuidar de que se
mantengan intactas todas las manifestaciones de libertad individual, para que, des-
arrollándose el elemento social, pueda, a la vez que conseguirse la coexistencia pa-
cífica de todas las actividades, realizarse la unidad de esfuerzos y tendencias en orden
a la prosecución del fin común: la felicidad de todos los asociados.
'(Por esta razón, lo primero que debe hacer la Constitución política de un pueblo,
es garantizar, de la manera más amplia y completa posible, la libertad humana, para
evitar que el Gobierno, a pretexto del orden o de la paz, motivos que siempre alegan
los tiranos para justificar sus atentados, tenga alguna vez de limitar el derecho
y no respetar su uso íntegro, atribuyéndose la facultad exclusiva de dirigir la ini-
ciativa individual y la actividad social, esclavizando# al hombre y a la sociedad bajo
su voluntad omnipotente.
"La Constitución de 1857 hizo, según antes he expresado, la declaración de que
los derechos del hombre son la base y objeto de todas las instituciones sociales; pero,
con pocas excepciones, no otorgó a esos derechos las garantías debidas, lo que tampoco
hicieron las leyes secundarias, que no llegaron a castigar severamente la violación
de aquéllas, porque sólo fijaron penas nugatorias, por insignificantes, que casi nunca
se hicieron efectivas. De manera que, sin temor de incurrir en exageración, puede
decirse que a pesar de la Constitución mencionada, la libertad individual quedó por
completo a merced de los gobernantes.
"El número de atentados contra la libertad y sus diversas manifestaciones, du-
rante el período en que la Constitución de 1857 ha estado en vigor, es sorprendente;
todos los días ha habido quejas contra los abusos y excesos de la autoridad, de uno
a otro extremo de la República; y sin embargo de la generalidad del mal y de los
trastornos Que constantemente ocasionaba, la autoridad judicial de la Federación no
hizo esfuer~os para reprimirlo, ni mucho menos para castigarlo. '
I'La imaginación no puede figurarse el sinnúmero de amparos por consignación
al servicio de las armas, ni contra las arbitrariedades de los jefes políticos, que fueron,
más que los encargados de mantener el orden, los verdugos del individuo y de la
sociedad; y de seguro que causaría, ya no sorpresa, sino asombro, aún a los espíritus
388
más despreocupados y más insensibles a las desdichas humanas, si en estos momentos
pudieran contarse todos los atentados que la autoridad judicial federal no quiso o
no pudo reprimir. .
"La simple declaración de derechos, bastante en un pueblo de cultura elevada,
en qUe la sola proclamación de un principio fundamental de orden social y político,' es
suficiente para imponer respeto, resulta un valladar ilusorio donde, por una larga
tradición y por usos y costumbres inveterados, la autoridad ha estado investida de
facultades omnímodas, donde se ha átribuido poderes para todo y donde el pueblo
no tiene otra cosa que hacer más que callar y obedecer.
"A corregir ese mal tienden las diversas reformas que el. Gobierno de_ mi cargo
propone, respecto a la sección primera del titulo primero de la Constitución de 1857,
Y abrigo la esperanza de que con ellas y éon los castigos' severo~ que el Código
Penal imponga a la conculcación de las garantías individuales, se conseguirá que los
agentes del poder público sean lo que deben ser: instrumentos de seguridad social,
en vez de ser lo que han sido, los opresores de los pueblos· que' han tenido la des-
gracia de caer en sus manos. •
"Prolijo sería enumerar una por una todas las reformas que sobre este particular
se proponen en el proyecto que traigo a vuestro conocimiento; pero séame permitido
hablar de algunas, para llamár de una manera especial vuestra atención sobre la
importancia que revisten.
"El artículo 14 de la Constitución de 1857, que en concepto de los constituyentes,
según el texto de aquél y -tll tenor de las discusiones a que dio lugar, no se refirió
más qt¡e a los juicios del orden penal, después de muchas vacilaciones y de resolu-
ciones encontradas de la Suprema Corte, vino definitivamente a extenderse a los
juicios civiles, lo que dio por resultado, según antes expre~é; que, la autoridad ju-
dicial de la federación se convirtiese en revisora de todos los actos de las autoridades
judiciales de los Estados; que el poder central, por la sugestión en que tuvo siempre
a la Corte, pudiese injerirse en la acción de los tribunales eomunes, ya con motivo
de un ititerés político, ya para favorecer los intereses de algún amigo o protegido,
y que debido al abuso del amparo, se recargasen las labores de la autoridad judicial
federal y' se entorpeciese la marcha de los juicios del orden comúl).
"Sin embargo de esto, 4ay que reconocer que en el fondo de la tendencia a dar
al artículo 14 una extensión indebida, estaba la necesidad ingente de reducir a la
autoridad judicial de los E'stados a sus justos límites, pues bien pronto se palpó que
convertidos los jueces -en instrumentos ciegos de los gobernadores, que descarada~
mente se inmiscuían en asuntos que estaban por completo fuera del alcance de sus
atribuciones, se hacía preciso, tener un recurso, acudiendo a la autoridad judicial fe-
deral para reprimir tantos excesos.
"Así se desprende de la reforma que se le hizo, en 12 de diciembre de 1908, al
artículo 102 de la Constitución de 1857, reforma que, por lo demás, estuvo muy
lejos de alcanzar el objeto que se proponía; toda vez que no hizo otra cosa que
complicar más el mecanismo del juicio. de amparo, ya de por sí' intrincado y lento,
y que la Suprema Corte procuró abrir tantas brechas ~ la expresada reforma. que
en poco tiempo la dejó enteramente inútil.
jjEl pueblo mexicano está, ya tan acostumbrado al amparo en los juicios civiles,
para librarse de las arbitrariedades de los jueces, que el Gobierno de mi cargo ha
creído que sería no sólq inj'qsto, sino impolítico, -privarlo ~ ahora de tal recurso, -es-
timando que bastará limitarlo únicamente a los casos de verdadera y positiva' ne-
cesidad, dándole un procedimiento fácil y expedito para que sea efectivo, como se'
servirá ver la Cámara en las bases que. se proponen para su reglarnen,tación.
389
"El Artículo 20 de la Constitución de 1857 señala las garantías que todo acusado
debe tener en un juicio criminal; pero en la práctica esas garantías han sido entera-
mente ineficaces, toda vez que, sin violarlas literalmente, al lado de ellas se han seguido
prácticas verdaderamente inquisitoriales, que dejan por regla general a los acusados
sujetos a la acción arbitraria y despótica de los jueces y aun de los mismos agentes
o escribientes suyos.
"Conocidas son de ustedes, señores diputados, y de todo el pueblo mexicano, las
incomunicaciones rigurosas, prolongadas en muchas ocasiones por meses enteros,
unas veces para castigar a presuntos reos politicos, otras para amedrentar a lós in-
felices sujetos a la acción de los tribunales del crimen y obligarlos a hacer confesiones
forzadas, casi siempre falsas, que sólo obedecían al deseo de librarse de la estancia
en calabozos inmundos, en que estaban seriamente amenazadas su salud y su vida.
"El.procedimiento criminal en México ha sido hasta hoy, con ligerísimas variantes,
exactamente el mismo que dejó implantado la dominación española, sin que se haya
llegado a templar en lo más mínimo su dureza, pues esa parte de la legislación
mexicana ha quedado enteramente atrasada, sin que nadie se haya preocupado en
mejorarla. Diligencias secretas y procedimientos ocultos de que el reo no debía
tener conocimiento, como si no se tratase en ellos de su' libertad o de su vida; res-
tricciones del derecho de defensa impidiendo al mismo reo y a su defensor asistir
a la recepción de pruebas en su contra, como si se tratase de actos indiferentes
que de ninguna manera podrían afectarlo y, por último, dejar la suerte de los reos
casi siempre entregada a las maquinaciones fraudulentas y dolosas de los escribientes,
que por pasión o por vil interés alteraban sus propias declaraciones, las de los tes-
tigos que deponían en su contra, y aún las de los que se presentaban a declarar en
su favor.
"La ley concede al acusado la facultad de obtener su libertad bajo de fianza
durante el curso de su proceso; pero tal facultad quedó siempre sujeta al arbitrio ca-
prichoso de los jueces, quienes podían negar la gracia con sólo decir que tenían temor
de que el acusado se fugase y se sustrajera a la acción de la justicia.
"Finalmente, hasta hoy no se ha expedido ninguna ley que fije, de una manera
clara y precisa, la duración máxima de los juicios penales, lo que ha autorizado a
los jueces para detener a los acusados por tiempo mayor del que fija la ley al delito
de que se trata, resultando así prisiones injustificadas y enteramente arbitrarias.
HA remediar todos esos males tienden las reformas del citado artículo 20.
"El artículo 21 de la Constitución de 1857 dio a la autoridad administrativa la
facultad de imponer como corrección hasta quinientos pesos de multa, o hasta un mes
de reclusión en los casos y modo. que expresamente determine la ley, reservando
a la autoridad judicial la aplicación exclusiva de las penas propiamente tales.
"Este precepto abrió una anchísima puerta al abuso, pues la autoridad adminis-
trativa se consideró siempre en posibilidad de imponer sucesivamente y a su voluntad,
por cualquiera falta imaginaria, un mes de reclusión, mes que no terminaba en
mucho tiempo.
"La -reforma que sobre este particular se propone, a la vez que confirma a los:
jueces la facultad exclusiva de imponer penas, sólo concede a la autoridad adminis-
trativa castigar la infracción de los reglamentos de policía, que por regla general
sólo da lugar a penas pecuniarias y no a reclusión, la que únicamente se impone
cuando el infractor no puede pagar la multa.
"Pero la reforma no se detiene allí sino que propone una innovaclon que de
seguro revolucionará completamente el sistema procesal que durante tanto tiempo
ha regido en el país, no obstante todas sus imperfecciones y deficiencias.
390
"Las leyes vigentes, tanto en el orden federal como en el común, han adoptado
la institución del Ministerio Público, pero tal adopción ha sidQ nominal, porque la
función asignada a los representantes de 'aquél, tiene carácter meramente decorativo
para la recta y pronta administración de justicia.
IILos jueces mexicanos han sido, durante el períOdo corrido desde la consumación
de la' Independencia hasta hoy, iguales a 10$ jueces de l~ época colonial: ellos son
los encargados ,de averiguar los delitos y buscar las pruebas, a cuyo. efecto siempre
se han considerado autorizados a emprender verdaderos asaltos contra los reos, para
obligarlos a confesar, lo que sin duda alguna desnaturaliza las funciones de la ju~
dicatura.
liLa sociedad entera recuerda horrorizada los atentados cometidos por jueces que,
ansiosos de renombre, veían con positiva fruición que llegase a sus manos un proceso
que les permitiera desplegar un sistema completo de opresión, en muchos casos contra
personas inocen~s, y en otros contra la tranquilidad y el honor de las familias,
no respetando, en sus inquisiciones, ni las barreras mismas que terminantemente es·
tablecía la ley.
"La misma organizaCión del Ministerio Público, a la vez que evitará ese sistema
procesal tan vicioso, restituyendo a los jueces toda la dignidad y toda la respeta-
bilidad de la magistratura, dara al Ministerio Público toda la importancia que le
corresponde, dejando exclusivamente a su cargo la persecución de los delitos, la busca
de los elementos de convicción, que ya no se hará por procedimientos atentatorios
y reprobados, y la aprehensión de los delincuentes.
"Por otra parte, el Ministerio Público, con la policía judicial represiva a su
disposición, quitará a los presidentes municip~les y a la policía común la posibilidad
que hasta hoy han tenido de aprehender a cuantas personas juzgan sospechosas, sin
más- méritos que su criterio particular.
"Con la institución del Ministerio Público, tal como se propone, la libertad in-
dividual quedará asegurada; porque según el articulo 16, nadie podrá ser detenido
sino por orden de la autoridad judicial, la que no podrá expedirla sino en los términos
y con los requisitos que· el mismo artículo exige.
"El artículo 27 de la Constitución de 1857 faculta para ocupar la propiedad de
las personas sin el consentimiento de ellas y previa -indemnización, cuando así lo
exija la utilidad pública. Esta facultad es, a juicio del Gobierno de mi cargo, sufi-
ciente para adquirir tierras y repartirlas en la forma Q.ue se estime conveniente entre
el pueblo que quiera dedicarse a los trabajos agrícolas, fundando asl la pequeña pro-
piedad, que debe fomentarse a medida que las públicas necesidades lo exijan .
. "La única refo;nn8 que con motivo de este artículo se propone, es que la decla-
ración de utilidad sea hecha por la autoridad administrativa correspondiente, que-
dando li!ólo a la autoridad judicial la facultad de intervenir para fijar el justo valor
de la cosa de cuya ~xpropiación se trata.
"El artículo en cuestión, además de dejar en vigor la prohibición de las Leyes
de Reforma sobre la capacidad de las corporaciones civiles y edesiásticas para adqui~
rir bienes raíces, establece también la incapacidad en las sociedades anónimas, civiles
y comerciales, para poseer y administrar bienes raíces, exceptuando de esa incapa-
cidad a las instituciones de beneficencia pública y privada, únicamente por lo que
hace a los bienes raices estrictamente indispensables y que se destinen de una manera
inmediata y directa al objeto de dichas instituciones, facultándolas para que puedan
tener sobre los mismos bienes raíces capitales impuestos e intereses, los que no serán
mayores, en ningún caso, del que se fije como legal y por Un término que no exceda
de diez años. .
391
¡¡La necesidad de esta reforma se impone por si sola, pues nadie ignora que el
clero, incapacitado para adquirir bienes raíces, ha burlado la prohibición de la ley,
cubriéndose de sociedades anónimas; y como por otra parte, estas sociedades han
emprendido en la República la empresa de adquirir grandes extensiones de tierra,
se hace necesario poner a este mal un correctivo pronto y eficaz, porque de lo con-
trario, no tardaría el territorio nacional en ir a parar, de hecho o de una manera
ficticia, en manos de' extranjeros.
"En otra parte se os consulta la necesidad de que todo extranjero, al adquirir
bienes raíces en el país, renuncie expresamente a su nacionalidad, con relación a
dichos bienes, sometiéndose en cuanto a ellos, de una manera completa y absoluta,
a las leyes mexicanas, cosa que no seria fácil de conseguir respecto de las sociedades,
las que, por otra parte, constituyen, como se acaba de indicar, una amenaza seria de
monopolización de la propiedad territorial de la República.
¡'Finalmente, el artículo en cuestión establece la prohibición expresa de que
las instituciones de beneficencia privada puedan estar a cargo de corporaciones re-
ligiosas y de los ministros de los cultos, pues de 10 contrario, se abriría nuevamente
la puerta al abuso.
"Con estas reformas al artículo 27, con la que se consulta para el artículo 28
a fin de combatir eficazmente los monopolios y asegurar en todos los ramos de la
actividad humana la libre concurrencia, la que es indispensable para asegurar la
vida y el desarrollo de los pueblos, y con la facultad que en la reforma de la fracción
XX del artículo 72 se confiere al Poder Legislativo federal, para expedir leyes sobre
el Trabajo, en las que se implantarán todas las instituciones del progreso social en
favor de la clase obrera y de todos los trabajadores; con la limitación del número de
horas y trabajo, de manera que el operario no agote sus energías y sí tenga tiempo
para el descanso y el solaz y para atender al cultivo de su espíritu, para que pueda
frecuentar el trato de sus vecinos, el que engendra simpatías y determina hábitos de
cooperación para el logro de la obra común; con las responsabilidades de los em-
presarios para los casos de accidentes; con los seguros para los casos de enfermedad
y de. vejez; con la fijación del salario mínimo bastante para subvenir a las necesidades
primordiales del individuo y de la familia, y para asegurar y mejorar su situación;
con la ley del divoTCio, que ha sido entusiastamente recibida por las diversas clases
sociales como medio de fundar la familia sobre los vínculos del amor y no sobre
las bases frágiles del interés y de la conveniencia del dinero; con las leyes que pronto
se expedirán para establecer la familia sobre bases más racionales y más justas, que
eleven a los consortes a la alta misión que la sociedad y la naturaleza ponen a su
cargo, de propagar la especie y fundar la familia; con todas estas reformas, repito,
espera fundadamente el Gobierno de mi cargo que las instituciones políticas del
país responderán satisfactoriamente a las necesidades sociales, y que esto, unido a
que las garantías protectoras de la libertad individual serán un hecho efectivo y no
meras promesas irr>ealizables, y que la división entre las diversas r'amas del poder
público tendrá realización inmediata, fundará la democracia mexicana, o sea el Go-
bierno del pueblo de México por la cooperación espontánea, eficaz y consciente de
todos los individuos que la forman, los que buscarán su bienestar en el reinado de
la ley y en el imperio de la justicia, consiguiendo que ésta sea igual para todos los
hombres, que defienda todos los intereses legítimos y que ampare a todas las aspi-
. raciones nobles.
uEn la reforma al artículo 30 de la Constitución de 1857, se ha creído necesario
definir, con toda precisión y claridad, quiénes son los mexicanos por nacimiento y
quiénes tienen esa calidad por naturalización, para dar término a la larga disputa
392
que en épocas no remotas se estuvo sosteniendo sobre si el hijo de un extranjero
nacido en el país; que al llegar a la mayor edad opta por la ciudadanía mexicana,
debía d~ tenerse o no como mexicano' por nacimiento.
"Al proyectar la reforma de los artículos 35 y 36 de la Constitución de 1857,
se. presentó la antigua y muy deb.atida cuestión de si debe concederse el voto activo
a todos los ciudadanos sin excepción alguna, o si, por el contrario, hay que otorgarlo
solamente a los que están en aptitud de darlo de una manera eficaz, ya por su
ilustración o bien por su situación económica, que les dé un interés mayor en la
gestión de la cosa pública.
"Para que el ejercicio del derecho al sufragio sea una positiva y verdadera
manifestación de la soberanía, nacional, es indispensable que sea general, igual para
todos, libre y directo; porque" faltando cualquiera de estas "condiciones, o se convierte
en una prerrogativa de clase, o es un mero artificio para disimular usurpaciones de
poder, .o da por resultado imposiciones de gobernantes contra la voluntad clara y
manifiesta del pueblo.
"De esto se desprende que, siendo el sufragio una función esencialmente colectiva,
toda vez que es la condición indispensable del ejercicio de la soberanía, debe ser
atribuido a todos 100s miembros del cuerpo social, que comprendan el interés y el valor
de esa altísima función.
"Esto autorizaría a concluir que el derecho electoral sólo debe otorgarse a ·aque-
llos individuos que tengan plena conciencia de la alta finalidad a que aquél tiende;
lo que excluiría, pOr lo tanto, a quienes por su ignorancia, su descuido o indiferencia
sean incapaces de desempeñar debidamente esa función, cooperando de una maner~
espontánea y eficaz al Gobierno del pueblo por el pueblo.
"Sin embargo de esto, y no dejando de reconocer que lo que se acaba de exponer
es una verdad teórica, hay en el caso de México factores o antecedentes históricos
que obligan a aceptar' una solución distinta de la que lógicamente se desprende de
los principios de la ciencia politica.
"La revolución que capitanearon los caudillos que enarbola.ron la bandera de
Ayutla, tuvo por objeto acabar con la dictadura militar y con la opresión de las
clases en que estaba concentrada la riqueza pública; y como aquella revolución fué
hecha por las clases inferiores, por los ignorantes y los oprimidos, la Constitución
ae 1857, que fue su resultado, no pudo racionalmente dejar de conceder a todos,
sin distinción, el derecho de sufragio, ya que habría sido una inconsecuencia negar
al puebl-o todas las" ventajas de" su triunfo'.
"La 'revolución q~e me ha cabido en suerte dirigir, ha tenido también p{)r objeto
destruir la dictadura militar, desentrañando por completo sus raices, y dar a la
nación todas las condiciones de vida necesaria para su desarrollo; y como han sido
las clases ignorantes las que más han sufrido, porque son ellas sobre las que han
pesado con toda su rudeza el despotismo cruel y la explotación insaciable, seria, ya
no diré una simple inconsecuencia, sino un engaño imperdonable, quitarles hoy. lo que
tenían anteriormente conquistado.
"El Gobierno de mi cargo considera, por tanto, que sería impolítico e inoportuno
en estos momentos, después de una gran revolución popular, restringir el sufragio,
exigiendo para otorgarlo la única condición que racionalmente puede pedirse, la cual
es que todos los ciudadanos tengan la instrucción primaria bastante para que
conozcan la importancia de la función electoral y puedan desempeñarla en condicio-
nes fructuosas para la sociedad.
"Sin embargo de esto, en la reforma que tengo la honra de proponeros, con
moti\l"o del derecho electoral, se consulta la suspensión de la calidad de ciudadano me-
393
xicano a todo el que no sepa hacer uso de la ciudadanía debidamente. El que ve con
indiferencia los asuntos de la República, cualesquiera que sean, por lo demás, su
ilustración o situación económica, demuestra a las claras el poco interés que tiene
por aquélla, y esta indiferencia amerita que se le suspenda la prerrogativa de que
se trata.
"El Gobierno de mi cargo cree que en el anhelo constante demostrado por las
clases inferiores del pueblo mexicano, para alcanzar un bienestar de que hasta hoy
han carecido, las capacita ampliamente para que, llegado el momento de designar
mandatarios, se fijen en aquellos que más confianza les inspiren para representarlas
en la gestión de la cosa pública.
"Por otra parte, el Gobierno emanado de la revolución, y esto le consta a la
República entera, ha tenido positivo empeño en difundir la instrucción por todos los
ámbitos sociales; y yo creo fundadamente que el impulso dado, no sólo se continuará,
sino que se intensificará cada día, para hacer de los mexicanos un pueblo culto,
capaz de comprender sus altos destinos y de prestar -al Gobierno de la nación una
cooperación tan sólida y eficaz, que haga imposible, por un lado, la anarquía y,
por otro, la dictadura.
"El Municipio Independiente, que es sin disputa una de las grandes conquistas
de la revolución, como que es la: base del Gobierno libre, conquista que _no sólo dará
libertad política a la vida municipal, sino que también le dará independencia eco-
nómica, supuesto que 'tendrá fondos y recursos ·propios para la atención de todas sus
necesidades, substrayéndose así a la voracidad insaciable que de ordinario han de-
mostrado los gobernadores, y una buena Ley Electoral que tenga a éstos completa-
mente alejados del voto público y que castigue con toda severidad toda tentativa
para violarlo, establecerá el poder electoral sobre bases racionales que le permitirán
cumplir su cometido de una manera bastante aceptable.
"De la organización del poder electoral, de que se ocupará de manera preferente
el próximo Congreso Constitucional, dependerá en gran parte que el Poder Legisla-
tivo no sea un mero instrumento del Poder Ejecutivo, pues electos por el pueblo sus
representantes, sin la menor intervención del Poder central, se tendrán Cámaras
que de verdad se preocupen por los intereses públicos, y no camarillas opresoras y per-
turbadoras, que sólo van arrastradas por el afán de lucro y medro personal, porque
no hay que perder de vista ni por un momento, que las mejores instituciones fracasan
y son letra muerta cuando no se practican y que sólo sirven, como he dicho antes
y lo repito, para cubrir con el manto de la legalidad, la imrosición de mandatarios
contra la voluntad de la nación.
"La división de las ramas del Poder público obedece, según antes expresé, a la
idea fundamental de poner límites precisos a la acción de los representantes de la
nación, a fin de evitar que ejerzan, en perjuicio de ella, el poder que se les confiere;
por lo tanto, no sólo hay la necesidad imprescindible de señalar a cada departamento
una esfera bien definida, sino que, también la hay de relacionarlos entre sí, de ma-
nera que el uno no se sobreponga al otro y no se susciten entre ellos conflictos o
choques que podrían entorpecer la marcha de los negocios públicos y aun llegar hasta
alterar el orden y la paz de la República.
"El Poder Legislativo, que por naturaleza propia de sus funciones, tiende siem-
pre a intervenir en las de los otros, estaba dotado en la Constitución de 1857 de
facultades que le permitían estorbar o hacer embarazosa y difíc::\ la marcha del Poder
Ejecutivo, o bien sujetarlo a la voluntad caprichosa de una mayoría fácil de formar
en las épocas de agitadón, en que regularmente predominan las malas pasiones y
los intereses bastardos.
394
"Encaminadas a .lograr ese fin, Se proponen varias reformas de las que, la prin-
cipal, es quitar a la Cámara de Diputados el poder de juzgar al presidente de la
República y a los demás altos funcionarios de la Federación, facultad;¡as fue, sin
duda, la que motivó que en las dictaduras pasadas se procurase siempre tener dipu-
tados serviles, a quienes manejaban como aut6matas.
"El Poder Legislativo tiene, incuestionablemente, el derecho y el deber de ins-
peccionar la marcha de todos los actos del Gobierno, a fin de llenar debidamente su
cometido, tomando todas las medidas que juzgue convenientes para normaliz.ar la
dc<;ión de aquél; pero cuando la investigación no debe ser meramente i informativa,
para juzgar de la necesidad e improcedencia de una medida legislativa, sino que
afecta a un carácter meramente judicial, la reforma faculta tanto a las Cámaras
como al mismo Poder Ejecutivo, para excitar a la Suprema Corte· a que comisione
a uno o algunos de sus miembros, o a un magistrado de Circuito, o a un juez de
Distrito, o a. una comisi6n nombrada por ella pal'a abrir la averiguación correspon-
diente, únicamente para esclarecer el hecho que se desea conocer; cosa que indis-
cutiblemente no podrlán hacer los miembros del Congreso, los que de ordinario tenían
que conformarse con los informes que quisieran rendirles las autoridades inferiores.
"Esta es la oportunidad, señores diputados, de tocar una cuestión que es casi
seguro se suscitará entre vosotros, ya que en los últimos años se ha estado discu-
tiendo, con el objeto de hacer aceptable, cierto sistema de gobierno que Se recomienda
como infalible, por una parte, contra la dictadura, y por la" gtra, col1tra la anarquía,
entre cuyos extremos han oscilado constantemente, desde su independencia, los pue-
blos latinoamericanos, a saber: el régimen parlamentario. Creo no sólo conveniente,
sino indispensable, deciros, aunque sea someramente, los motivos que he tenido para
nó aceptar dicho sistema entre las reformas que traigo al conocimiento de vosotros.
"Tocqueville observó en el estudio de la Historia d-e los pueblos de América de
origen español, que éstos van a la anarquía cuando se cansan de obedecer, y a la
dictadura cuando se c:ansan de destruir; considerando que ·esta oscilación eij.tre el
orden y el desenfreno, es la ley fatal que ha regido y regirá por múcho tiempo
a los pueblos mencionados.
"No dijo el estadista referido cuál sena, a su juicio, el medio de librarse de
esa maldición, cosa que le habna sido enteramente fácil con sólo observar los ante-
ceden.tes del fenómeno y de las circuns~ncias en que siempre se ha reproducido.
"Los puebl1>s latinoamericanos, mientras fueron dependencias de España, estu·
vieron regidos por mano de hierro; no había más voluntad que la del 'Tirrey; no
existían derechos para el vasallo; el que alteraba el orden, ya propalando teorías
disolventes, o que simplemente socavaban los cimientos de la fe o de la autoridad,
o ya procurando dar pábulo a la rebelión, no tenía más puerta de escape que la
horca.
"Cuand;o las luchas de independencia rompieron las ligaduras que ataban a esos
pueblos a la metropoli, deslumbrados con la grandiosidad de la Revolución Fran-
cesa, tomaron para sí todas sus reivindicaciones, sin pensar que no tenían hombres
que los guias~n en tan· ardua tarea, y que no estaban preparados para ella. Las cos-
tumbres de Gobierno no se imponen de la noche a lá mañana; para ser libre. no
basta quererlo, sino que es necesario también saberlo ser.
·"Los pueblos de que se trata, han necesitado y necesitan todavía de .Gobiernos
fuertes, capaces de contener dentro del orden a poblaciones indisciplinadas, dispuestas
a cada instante y con el más fútil pretexto a desmanes; pero por desgracia, en-ese
particular se ha c~do en la confusión y por Gobierno fuerte se ha tomado al Go-
bierno despótico. Error funesto que ha fomentado las ambiciones de las clases su-
periores, para poder apoderarse de la dirección de los negocios públicos.
395
HEn general, siempre ha habido la creencia de que no se puede conservar el
orden sino pasar sobre la ley, y ésta y no otra es la causa de la ley fatal de que
habla Tocqueville; porque la dictadura jamás producirá el orden, como las tinieblas
no pueden producir la luz.
"Así, pues, disípese el error, enséñese al pueblo a que no es posible que pueda
gozar de sus libertades si no saben hacer uso de ellas, o lo que es igual, que la libertad
tiene por condición el orden, y que sin éste aquélla es imposible.
"Constrúyase sobre esa base el Gobierno de las naciones latinoamericanas, y se
habrá resuelto el problema.
"En México, desde su independenda hasta hoy, de los Gobiernos legales que
han existido, unos cuantos se apegaron a este principio, como el de Juárez, y por
eso pudieron salir avantes; los otros, como los de Guerrero y Madero, tuvieron que
sucumbir, por no haberlo cumplido. Quisieron imponer el orden enseñando la ley,
y el resultado fue el fracaso.
"Si, por una parte, el Gobierno debe ser respetuoso de la ley y de las institu-
ciones, por la otra debe ser inexorable con los trastornadores del orden y con los
enemigos de la sociedad: s~lo así pueden sostenerse las naciones y encaminarse hacia
el progreso.
"Los constituyentes de 1857 concibieron bien el Poder Ejecutivo: libre en su
esfera de acción para desarrollar su política, sin más limitación que respetar la ley;
pero no completaron el pensamiento, porque restaron al Poder Ejecutivo prestigio,
haciendo mediata la elección del presidente, y así su elección fue, no la obra de la
voluntad del pueblo, sino el producto de las combinaciones fraudulentas de los colegios
electorales.
"La elección directa del presidente y la no reelección, que fueron las conquistas
obtenidas por la revolución de 1910, dieron, sin duda, fuerza al Gobierno de la na-
ción, y las reformas que ahora propongo coronarán la obra. El presidente no quedará
más a merced del Poder Legislativo, el que no podrá tampoco invadir fácilmente sus
atribuciones.
"Si se designa al presidente directamente por el pueblo, y en contacto constante
con él por medio del respeto a sus libertades, por la participación amplia y efectiva
de éste en los negocios públicos, por la consideración prudente de las diversas clases
sociales y por el desarrollo de los intereses legítimos, el presidente tendrá indispen-
sablemente su sostén en el mismo pueblo; tanto contra la tentativa de Cámaras in-
vasoras, como contra las invasiones de los pretorianos. El Gobierno, entonces, será
justo y fuerte. Entonces la ley fatal de Tocqueville habrá dejado de tener aplicación.
"Ahora bien; ¿ qué es lo que se pretende con la tesis del Gobierno parlamentario?
Se quiere, nada menos, que quitar al presidente sus facultades gubernamentales para
que las ejerza el Congreso, mediante una comisión de su seno, denominada «gabi-
nete». En otros términos, se trata de que el presidente personal desaparezca, que-
dando de él una figura decorativa.
"¿ En dónde estaría entonces la fuerza del Gobierno? En el Parlamento. Y como
éste, en su calidad de deliberante, es de ordinario inepto para la administración, el
Gobierno caminaría siempre a tientas, temeroso a cada instante de ser censurado.
"El parlamentarismo se comprende en Inglaterra y en España, en donde ha
oígnificado una conquista sobre el antiguo poder absoluto de los reyes; se explica
en ~'rancia, porque esta nación, a pesar de su forma republicana de Gobierno, está
siemyre influida por sus antecedentes monárquicos; pero entre nosotros no tendría
ningunos antecedentes y sería, cuando menos, imprudente lanzarnos a la experien-
cia de un Gobierno débil, cuando tan fácil es robustecer y consolidar el sistema de
Gobierno de presidente personal, que nos dejaron los constituyentes de 1857.
396
"Por_ otra parte. el régimen parlamentario supone forzosa y- necesariamente dos
o más partidos políticos perfectamente organizados y una cantidad considerable de
hombres eu cada uno de esos partidos, entre los cuales puedan distribuirse frecuen~
temente las funciones gubernamentales.
"Ahora bien; como nosotros carecemos todavía de las dos condiciones a que
acabo de referirme, el Gobierno se vería constantemente en la dificultad de integrar
el gabinete, para responder a las frecuentes crisis ministeriales.
"Tengo ~'ntendido que el régimen parlamentario no ha dado el mejor resultado
en los pocos paises l;1tinoamericanos en que ha sido adoptado; pero para mí, la prue~
ba más palmaria de que no es un sistema de Gobierno del que se puedan esperar
grandes ventajas, está en que ios Estados Unidos del Norte, que tienen establecido
-en sus instituciones democráticas el mismo sistema- de presidente personal, no han
llegado 6 pensar en dicho régimen parlamentario, lo cual significa que no le conce~
den valor práctico de ninguna especie.
, "A mi j\li.cio, lo más sensato, lo más prudente y a la vez lo más confor.me con
nuestros antecedentes políticos, y lo que nos evitará andar haciendo ensayos con la
adopción de sistemas extranjeros propios de pueblos de cultura, de hábitos y de orí~
genes diversos del nuestro, es, no me cansaré de repetirlo, constituir el Gobierno de
la República respetando escrupuJosamente esa honda tendencia a la libertad, a la
igualdad y a la seguridad de sus derechos, que siente el pueblo mexicano. Porque
no hay que perder de vista, y sí, por el co~trario, tener constantemente presente, que
las naciones, a medida que más avanzan, más sienten la necesidad de tomar su pro~
pia dirección para poaer conservar y ensanchar su vida, dando a- todos los elementos
sociales el goce completo de sus derechos y todas las ventajas que' de ese goce re~
sultan, entre otras, el auge poderoso· de la iniciativa ·individual.
'lEste progreso social es la base 'sobre la que debe establecerse el progreso po~
lítico; -porque los pueblos se persuaden muy fácilmente de que el mejor a)'l'eglo cons~
titúcional, es el que más protege el desarrollo de la vida individual y soc1al, fundado
en la posesión comple,ta de las libertades. del individuo, bajo la ineludible condición
de que éste no lesione el derecho de los demás.
"Conocida os es ya, señores diputados, la reforma_ que recientemente hizo el,
Gobierno de mi cargo a lQ,S articulos 78, 80, 81 y 82 de la ConstituciÓn federal, su~
primiendo la vicepresidencia y estableciendo un nuevo sistema para substituir ai
presidente de la República tanto en sus ,faltas temporales, como en las' absolutas;
y aunque en 'la parte expositiva del decreto respectivo se ,explicaron los motivos de
dicha reforma, creo, sin embargo, conveniente' llamar vuestra atención ~re el par~
ticular.
uLa vicepresidencia, que en otros paises ha logrado entrar en las costumbres
y prestado _muy 'buenos servicios, entre llOsotros, pot' una serie de circunstancias des~
graciadas, llegó a: tener una historia tan fu'nesta, que en vez de asegurar la sucesión
presidencial. de una manera pacífica en caso inesperado, no hizo otra cosa' que debi~
litar al Gobierno de la República.
uy en efeeto, sea que criando ha estado en vigor esta institución haya tocado
la suerte de que la designación de vicepresidente recayera en hombres faltos de es-
erúpulos, aunque sobrados de ambición; sea que la falta de ,costumbres democráticas
y la· poca o ninguna honradez de los que no buscan en la política la manera ,de coo~
perar útilmente con el Gobierno de su país, ,sino sólo el medio' de alcanzar ventajas
reprobadas, con notorio perjuicio de los intereses públicos, es lo cierto que el vice~
presidente, queriéndolo o sin pretenderlo, cuando menos lo esperaba en este caso,
quedaba convertido en el foco de· la oposición, en el centro adonde convergían y
397
del que irradiaban todas las malquerencias y todas las hostilidades, en contra de la
persona a cuyo cargo estaba el poder supremo de la República.
"La vicepresidencia en México ha dado el espectáculo de un funcionario, el pre-
sidente de la República, al que se trata de lanzar de su puesto por inútil o por
violador de la ley; y de otro funcionario que trata de operar ese lanzamiento para
substituirlo en el puesto, quedando después- en él, sin enemigo al frente.
"En los últimos períodos del Gobierno del general Díaz, el vicepresidente de la
República sólo fue considerado como el medio inventado por el cientificismo para
poder conservar, llegado el caso de que aquél faltase, el poder, en favor de todo el
grupo, que lo tenía ya monopolizado.
"La manera de substituir las faltas del presidente de la República, adoptada en
el sistema establecido por las reformas de que he hecho refere~ia, llena, a mi juicio,
su objeto, de una manera satisfactoria.
"Es de buena política evitar las agitaciones a que siempre dan lugar las luchas
electorales, las que ponen en movimiento grandes masas de intereses que se agitan
alrededor de los posibles candidatos.
"El sistema de suplir las faltas de que se trata 'por medio de los secretarios de
Estado, llamándolos conforme al número que les da la ley que los establece, dejaba
sencillamente a la voluntad absoluta del presidente de la República la designación de
su sucesor.
HEl sistema adoptado por €l Gobierno de mi cargo no encontrará ninguno de eS08
escollos; pues la persona que conforme a él debe suplir las faltas temporales o abso~
lutas del presidente de la República, tendrá un origen verdaderamente popular, ~
puesto que siendo los miembros del Congreso de la Unión representantes legítimos
del pueblo, recibirán, con el mandato de sus electores, el de proveer, llegada la oca-
sión, de presidente de la República.
HOtras reformas sobre cuya importancia y trascendencia quiero, 'señores diputa-
dos, llamar vuestra atención, es la que tiende a asegurar la completa independencia
del Poder Judicial, reforma que, lo mismo que la que ha modificado la duración del
cargo de presidente de la República, está revelando claramente la notoria honradez
y decidido empeño conque el Gobierno emanado de la revolución está realizando el
programa proclamado en la heroica Veracruz el 12 de di-eiembre de 1914, supuesto
que uno de los anhelos más ardientes y más hondamente sentidos por el pueblo mexi-
mano, es el de tener tribunales independientes que hagan efectivas las garantías indi-
viduales contra los atentados y excesos de los agentes del poder público y que pro-
tejan el goce quieto y pacífico de los derechos civiles de que ha carecido hasta hoy.
"Señores diputados, no fatigaré por más tiempo vuestra atención, pues larga y
cans8Jda sería la tarea de hablaros de las demás reformas que contiene el proyecto
que tengo la honra de poner en vuestras manos, reformas todas tendientes a ase-
gurar las libertades públicas por medio del imperio de la ley, a garantizar los dere-
ehos de todos los mexicanos por el funcionamiento de una justicia administrada por
hombres probos y aptos, y a llamar al pueblo a participar, de cuantas maneras sea
posible, en la gestión administrativa.
"E,l Gobierno de mi cargo cree haber cumplido su labor en el límite de sus fuer-
zas,. y si en ello no ha obtenido todo el éxito que fuera de desears,e, esto debe atri-
buirse a que la empresa es altamente difícil y exige una atención constante que me
ha sido imposible consagrarle, solicitado, como he estado const~ntemente~ por las
múltiples dificultades a que he tenido que atender.
HToca ahora a vosotros coronar la obra, a cuya ejecución espero os dedicaréis
con toda la fe, con todo el ardor y con todo el entusiasmo que de vosotros espera
398
vuestra patria, la que tiene puestas en vosotros sus esperanzas y aguarda ansiosa el
instante en que le déis instituciones sabias y justas.
"Querétaro, Qro., 19 de diciembre de 1916." (Aplausos nutridos y prolongados.)
399
tuoso de los 'derechos del hombre, ni tampoco para organizar todos los elementos sOw
ciales, armonizándolos y haciéndoles cooperar a la felicidad común; esto es, evitando
la anarquía, que consiste en aquel estado social donde cada hombre es "movido por su
propio y egoísta interés, sin preocuparse para nada del respeto que le merecen los
derechos de los demás.
"Así, pues, señor, me limito ahora a darme por recibido del proyecto de reformas
a la Constitución de 1857, Y puedo aseguraros que todos y cada uno de los ciudada-
nos diputados que integramos este Congreso Constituyente, estamos animados del
mejor deseo de corresponder a la misión que el pueblo nos ha encomenJadQ, y que,
como lo esperáis, secundaremos con todo celo y patriotismo vuestra labor, satisfechos
de haber tenido la gloria de ser solidarios con usted en la obra grandiosa de la re-
construcción nacional." (Aplausos.)
(El ciudadano Primer Jefe, acompañado de la comisión respectiva, se retiró del
salón; Aplausos nutridos y vivas.)
-El c. secretar~o Lizardi: Por acuerdo de la Presidencia, se pone en conocimien-
to de los ciudadanos diputados qU€ la sesión ordinaria de mañana principiará a las
9 de la mañana.
-El C. presidente, a las 6.00 p~ ro.: Se levanta la sesión.
400
1> SESlON ORDINARIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA MA!i!ANA DEL SABADO
2 DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
·1
401
que se permitiera la entrada a plateas y a palcos primeros y se condenaran las entra-
das a las galerías; allí con mucha facilidad se esconde alguno ... (Voces: ¡No! ¡No!
¡No!) Yo expongo esta raz6n, nada más porque así se puede ver al público que asiste
a las sesiones. En las galerías pueden muy bien, por incultura o por alguna otra causa.
esconderse algunos y ponernos en el caso penoso de mandar desalojar dichas galerías;
pero esto, naturalmente, si la Asamblea lo cree prudente. (Voces: ¡No! ¡No!)
-El C. secretario Lizardi: ¿ Se toma en consideración la proposición del ciudadano
Dávalos? Los que estén por la afirmativa, que se sirvan ponerse de pie. Desechada.
-El mismo C. secretario: En atención a la índole especial de las labores que nos
han sido encomendadas, no es exactamente aplicable el Reglamento del Congreso de
la Uni6n y. en tal virtud, <la Presidencia se ha sérvido disponer que se nombre una
comisión compuesta de los ciudadanos diputados Silva Herrera, Dávalos y Calderón, a
fin de que se sirvan dictaminar sobre las diferentes iniciativas de reformas al Re-
glamento del Congreso, en la inteligencia de que ya han sido presentadas varias, que
desde luego se pondrán en manos de esta Comisión.
402
-La Secretaria da lectura a la solidtud de licenda presentada por el ciudadano
Alfonso Cravioto, por un mes, con goce de dietas, para marchar a México a atender
asuntos oficiales.
-El C. secretario Lizardi: El trámite de la Presidencia es que se conceda' la
licencia y se llame al suplente. ¿ Está conforme la Asamblea con el trámite? Los que
estén por la afirmativa, sírvanse po:q.erse de pie. Aprobado.
El ciudadano Alfonso Herre¡'a solicita licencia por seis días para trasladars.e a
México, por asuntos de familia. Se concede hl licencia ¿ Se aprueba este trámite? En
votación económ_ica, los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobado.
El ciudadano Alfonso Cravioto pide licencia para trasladarse a México a atender
asuntos oficiales. ¿ Se concede la licencia?
-El C. Franco: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Franco.
-El C. Franco:· Que se sirva decir el c~udadano Cra-vioto por. qué tiempo solicita
la licencia.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Cravioto.
-El C. Cravioto: Por el tiempo necesario para ir arreglar la Secretaría y a pre-
parar el período de exámenes. Unos diez días, poco más o menos.
-El C. seeretario Lizardi: ¿'Se concede la licencia y se admite este trámite? Los
que estén por la afirmativa, sírvanse poner de pie. Aprobado.
El ciudadano Manuel Amaya pide licencia por ocho días, por razones de fuerza
mayor, para dejar de asistir a 'las sesiones. Se pregunta a la honorable Asamblea si
se concede la licencia y si se aprueba este trámite.
-El C. Zavala Dionisia: Pido la palabra, señor presidente.
-El C; presidente: Tiene la palabra el ciudadano Zavala.
-El C. Zavala Dionisio: Resultaría que se quedaría la Cámara sola, si todos piden
licencia y se les concede. Yo pido que no se conceda: licencia al ciudadano Manuel
Amaya.
-~l C. seeretatio Lizardi: Está a discusión. ¿ N o hay quien pida la palabra? Los
que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Por mayoría, no se concede la
licencia.
403
-El C. secretario Lizardi: Como claramente se manifestó que fue aprobada la
licencia que solicitó el ciudadano licenciado Manuel Aguirre Berlanga, se consulta si
se llama al suplente. Los que estén por la afirmativa, que se sirvan ponerse de pie.
Aprobado. Se cierra la sesión pública del Congreso para abrirse la Junta Privada del
Colegio Electoral; en consecuencia, se suplica a las personas que ocupan las galerías
se sirvan desalojarlas.
SUMARIO
404
2
405
-El C. López Guerra: Tengo la misma información a que se refiere el señor Silva.
-El C. Silva: Ahora bien;, estos hechos, en mi concepto honrado y dada la grave R
dad del caso, no hacen prueba plena 'y, por lo tanto, me permito sugerir a la honorable
Asamblea se sirvan apoyarme, a fin de que la Mesa ponga un telegrama de carácter
urgente a la Secretaría de Fomento, para que informe oficialmente sobre el asunto.
-Un C. diputado: Aquí está el secretario del señor ministro de Fomento, y yo
creo que él nos podrá informar sobre el particular.
-El C. Madrazo: Pido la palabra en pro, seii.or presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Madraza.
-El C. Madrazo: Señores diputados: cumplo con un deber al manifestar a ustedes
que no conocía el cargo concreto en la forma en que acaba de hacerlo mi antecesor; me
parece improcedente la forma que se propone a la honorable Asamblea para que se
dilucide el caso; sin embargo, si yo he pedido la palabra para defender al ingeniero
Fernando Vizcaíno, es porque después de algún tiempo de haberlo dejado de ver, lo
encontré ~n la ciudad de León a raíz del desconocimiento del Gobierno de la Primera
Jefatura por Francisco Villa, sabiendo que pertenecía a las fuerzas del señor general
Pablo Gon:lález, y al ordenarse por la Primera Jefatura que se evacuara la ciudad,
supe que Fernando Vizcaíno cubrió la retaguardia de las fuerzas del general Pablo
González, que venían, como ustedes saben, en perfecta desmoralización. El vino levan-
tando la vía desde León hasta Pachuca; yo lo sabía pel'fectamente bien, porque el que
tiene el honor de dirigiros la palabra venía en uno de los últimos trenes. Después de
Pachuca, ha seguido en las mismas fuerzas del general Pablo González; estuvo en el
Norte; en Tampico, donde hizo la campaña del Ebano; desde allí hasta la fecha ha
estado desempeñando cargos del Gobierno, por lo cual creo que ha dado una prueba
palpable de que es un revolucionario, de que es un individuo que tiene voluntad para
seguir laborando por los ideales de la causa que encabeza el ciudadano Primer Jefe.
Yo apelo, interpelando al señor coronel Gámez, que pertenece a las fuerzas del mismo
señor gem~ral Pablo González, para que tenga la bondad de decir si es cierto lo que
aquí digo a ustedes.
-El C. Gámez: Es cierto.
-El C. Madrazo: N o tengo, señores, más qué decir, sino lo que acabo de manifes-
tar a ustedes en la defensa que hago del señor ingeniero Fernando Vizcaíno, quien ha
sido siempre leal al Gobierno constitucionalista.
-Un C. secretario: ¿No hay quien pida la palabra? ¿Está suficientemente discu-
tido? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirma-
tiva sírvanse poner de pie. No se aprueba.
-El C. Madrazo: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Madraza.
-El C. Madrazo: No se ha resuelto si la petición que hace el señor Silva de que
se dirigiera un telegrama a la Secretaría de Fomento. se aceptó o no.
-El C. Lozano: El suplente del señor Vizcaíno, señor Allende, murió al día si-
guiente de las elecciones.
-Un C. secretario: Por acuerdo de la Presidencia vuelve el dictamen a la Comi-
sión para que lo reforme en el sentido de la discusión.
406
Se aprobó por lo que se refiere _al señor general Ignacio L. Pesqueira; y, a peti-
ción de algunos de los ciudadanos diputados, se separo por lo que se refiere al C. José
Colado. Está a discusión. Las personas que deseen hablar en pro o en contra, sírvanse
pasar· a inscribirse. ¿ N o hay quien haga uso de la palabra? Se pone a -votación. En
votación económica, los que estén por la afirmativa, es decir, que es diputado suplente
por el mismo distrito el C. José Colado, sírvanse poner de pie, y los que estén por la
negativa, que sigan sentados. No se aprueba. Vuelve a la Comisión. No existiendo en la
Secretaría más dictámenes pendientes, se pregunta a las comisiones si. tienen algunos
rendidos ya.
-El C. Rivera Cabrera: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rivera Cabrera.
-El C. Rivera Cabrera: Para contestar la pregunta que hace el señor secretario.
Como miembro de la 2' Sección de la l ' Comisión Revisora de Credenciales, por auto-
rización de la misma, tengo la honra de informar que la Sección a que pertenezco no
tiene ya absolutamente ningún dictamen que rendir.
5
-El C. Ancana Albedos: En una de las últimas sesiones del Colegio Electoral, el
49 grupo de la l' Comisión de Poderes presentó un dictamen relacionado con ql 89
distrito electoral del Estado de Veracruz. Este dictamen fue impugnado en la Asamblea,
y el ciudadano diputado Cañete p_ropuso que se declararan nulas las elecciones en lo
que se refiere al ciudadano Rosendo Carrillo. No cree la Comisión, no tiene la segu-
ridad la Comisión de haber interpretado el sentir de la Asamblea; pero, dé cualquier
manera, presenta este_ dictamen para que se sujete a discusión:
"Honorable Asamblea: Los subscriptos comisionados, creyendo interpretar el sen-
tir de esta Asamblea, expresat;lo concretamente en la discusión por el C. diputado
Cañete, proponen a la deliberación del Congreso los siguientes puntos de resolución:
"Primero. Son nulas las elecciones verificadas en el 89 distrito electoral del Es-
tado de Veracruz en favor del C. Rosendo Carrillo y del' C. Cayetano Rodríguez Bel-
trán, para diputados propietario y suplente, respectivamente. '
"Segundo. Rectificado el cómputo, se declara legal y en favor del C. _Josafat F.
Márquez y del C. Augusto Aillaud, para diputados propietario y suplente, respecti-
vamente.
"Querétaro, 29 de noviembre de 1916.-Antonio Ancona Albertos.-B. Moreno."
-Un C. secretario: Se pone a discusión el dictamen de la Comisión. Las personas
que deseen tomar -la palabra, sírvanse pasar a inscribirse. ¿No hay quien pida la
palabra? .
-El C. Bravo Izquierdo: Supl.icaría atentamente a la Mesa se sirviera dar nueva
lectura -al dictamen.
-El C. Navarro Gilberfo M.: Pido la palabra para una moción de orden.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Navarro para una moción de
orden. .
-El C. Navarro Gilberto M.; El dictamen a que se ha dado lectura ha sido dese..
chado; pero no recordamos muchos de los presentes por qué causas fue declarada
nura la elección.
-Un C. secretario: El señor presidente ha ordenado que se lea el dictamen ante·
rior para ilustrar el criterio de la Asamblea.
"14 Comisión Revisora de Credenciales.-Grupo 49.
-"Honorable Asamblea: En el 89 distrito electoral del Estado de Veracruz, las
elecciones se verificaron con muchas irregularidades de fondo que afectan evidente..
mente el resultado' de las elecciones. En efecto, en el pueblo de San Andrés Tlalne..
huayocan el acto electoral se llevó a cabo en toda forma; pero en virtud de haber
407
sido invadida el mismo día la reglOn por los zapatistas, no fue posible sino hasta el
día 29 llevar a la cabecera del distrito el expediente electoral. Según consta de docu-
mentos fehacientes, entre otros una comunicación de la primera autoridad del lugar,
el alcalde de Jalapa se negó terminantemente a recibir el referido expediente para
entregarlo a la Junta Computadora. Esta, por su parte, expidió las credenciales res-
pectivas en favor de los CC. mayor Rosendo Carrillo y Cayetano Rodríguez Beltrán,
que, en el cómputo hecho, aparecen con 539 votos, el primero, para diputado propieta-
rio, y con 518 el segundo, para diputado suplente. Entre estos votos estaban compu-
tados, sin razón alguna, 54, que fueron emitidos por la expresada fórmula de Aca-
tlán, que no pertenece al 89, sino al 69 distrito del Estado de Veracruz, de acuerdo
con los términos de la convocatoria respectiva. Desde luego, la Comisión se ve en el
caso de restar estos 54 votos a cada uno de los expresados candidatos, que de este
modo sólo tienen en su favor, respectivamente, 485 y 465, de apariencia legal.
"Con fundamento en las razones de fuerza mayor que aparecen de un modo in-
dudable en el expediente, la Comisión computó los votos emitidos en San Andrés Tlal-
nehuayocan en favor de los candidatos Josafat F. Márquez y Augusto Aillaud, que
ascienden a 340, para cada uno de ellos. Por otra parte, en el dictamen de la Junta
Computadora aparece que estos mismos ciudadanos obtuvieron, respectivamente, 214
votos y 213 votos en el resto del distrito. Siendo el criterio de esta Comisión que los
votos emitidos en San Andrés tienen fuer~a legal y por ende deben ser computados,
resulta que, en puridad, los candidatos triunfantes son los ciudadanos Josafat F. Már-
quez y Augusto Aillaud, pues hecha la suma correspondiente, aparecen con 554 votos
el primero y 553 el segundo, números superiores a los alcanzados por la otra candi-
datura de que se habla.
"Bastarían, en nuestro concepto, los elementos relacionados para fundar el triun-
fo de la candidatura Márquez-Aillaud. Pero existen en el expediente otras constancias
que se deben tomar en consideración, y entre las cuales la principal es una protesta
hecha en representación del C. ingeniero Carlos Méndez Alcalde, que fue otro de
los candidatos que figuró en la campaña electoral. Los concurrentes, que son miem-
bros de cuatro agrupaciones políticas de importancia del Estado de Veracruz, hacen
constar que el C. mayor Rosendo Carrillo usó de su autoridad militar para influir en
las elecciones, y señalan el hecho de que la Junta Computadora, arbitrariamente,
descontó y nulificó, sin facultades, algunos de los votos emitidos en favor del señor
Méndez Alcalde, únicamente por ligeras modificaciones y equivocaciones que se no-
taron en los nombres escritos en las boletas. Una afirmación idéntica hace el señor
Márquez, y la Comisión no puede aceptar ninguna de las dos ni tomarlas en cuenta
porque no están debidamente comprobadas. La protesta de las referidas agrupacio-
nes políticas habla, asimismo, de los votos de Acatlán, que fueron computados inde-
bidamente y hacen constar la manifiesta intención de la junta, de agregar también
los de San José Miahuatlán, que tampoco pertenece al 89 distrito, lo cual fue evitado
gracias a la enérgica protesta que los representantes de esas cuatro agrupaciones
presentaron oportunamente. Es también de consignarse el hecho de que a algunas
de las casillas electorales concurrieron a votar soldados en formación, lo que es una
manifiesta infracción del artículo 28 de la Ley Electoral.
"Por las consideraciones y hechos expresados, el 49 grupo de la 1~ Comisión Re-
visora de Credenciales, propone a la deliberación de esta honorable Asamblea, los
siguientes puntos de resolución:'
"Primero. Son válidas las elecciones efectuadas en el 89 distrito del Estado de
Veracruz.
"Segundo. Es diputado propietario por el 89 distrito electoral del Estado de Ve-
racruz, el C. Josafat ·F. Márquez, y suplente por el mismo distrito el C. Augusto
Aillaud.
408
"Querétaro, a 27 de noviembre de ,1916.-E. B. Calderón.-Antonio Ancona Al-
bertos.-B. Moreno."
-El C. Ancona Albertos: Una explicación más para dejar satisfechos a los seño-
res diputados. El señor diputado Cañete dijo 'que en el fondo estuvo de acuerdo con
el dictamen; pero que había habido un error de cómputos; creo que se debe aclarar
si es nulo el cómputo de votos en favor del señor Rosendo Carrillo.
-El C. Céspedes: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Céspedes Eliseo.
-El C. Céspedes: En el dictamen de la Comisión Revisora se asienta el hecho de
que el pueblo de San Andrés fue invadido por los zapatistas el mismo día de las elec-
ciones. Yo pregunto á la Comisión: ¿ cómo es posible que haya habido elecciones en
ese pueblo y hayan podido ultimar todos los preparativos para el acto de las eleccio-
nes, si estaba invadido ese pueblo por los zapatistas? La Comisión también asienta
que el pueblo de Acatlán pertenece al' 99 distrito. La Comisión asienta una inexacti-
tud, porque este pueblo pertenece al 6Q distrito electoral.
-El C. Ancona Albertos: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Ancona.
-El C. Ancona Albertos: Del 89 distrito se trata, señor.
-El C. Céspedes: La Comisión asienta que el pueblo de Acatlán pertenece al 9Q
distrito electoral.
-El C. Calderón: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. p,residente: Tiene la palabra el ciudadano Calderón.
-El C. Calderón: Me causa desde luego profunda pena y me da vergüenza que
se nos considere a nosotros apasionados. Nosotros somos honrados. Hay más: la cir-
cunstancia de que al traer a la consideración de esta honorable Asamblea esta propo-
sición, es porque teniendo en cuenta los testimonios que obran en nuestro poder, tene-
mos la conciencia de haber llegado al conocimiento de la verdad. No se trata del dis-
trito 9Q a que usted se refiere; computaron votos de otro distrito en el 89 de Vera-
cruz; resultaron votos del 69 y la Comisión, naturalmente, tiene que, desecharlos,
rechazarlos, porque no son válidos; tiene que tomar en cuenta también los .otros votos
recogidos en Acatlán, digo, 'en San Andrés, donde el señor Carrillo, el mayor Carrillo,
no hizo propaganda; pero sí hicieron propaganda los partidarios de Márquez y de
Aillaud y el cómputo de esos votos, por una razón muy sencilla, se debe al alcalde de
Lagos, a quien acusan de parcial, quiero decir, el alcalde de Jalapa. (Risas.) Señores,
voy a explicar, si ustedes me lo permiten, el porqué de esta equivocación: en el Es-
tado de Jalisco hay un dicho muy vulgar por el cual, de todas las torpezas, se acusa-
ba a un alcalde, que era el de Lagos; por eso, como esto se relaciona con una torpeza
de un alcalde, por eso me equivoqué. (Aplausos.) Permítanme ustedes: los partidarios
que son miembros de agrupaciones liberales y estudiantiles, los partidarios de la can-
didatura Méndez-Alcalde, son los que acusari a Carrillo, y ,no los de Márquez, de ha-
ber éste, 'Carrillo, abusado de su autoridad o su influencia militar para imponerse
allí; y está comprobado también, por el testimonio de otra autoridad política de San
Andrés, que el alcalde de Jalapa se negó a recibir el expediente; no se afirma tam-
poco que el tal pueblo haya estado invadido' el día 22, porque el acta de haberse veri-
ficado las elecciones la hemos tenido en nuestro poder y no se ha asentado precisa-
mente esta falsedad; que se interrumpió la comunicación, que no había garantías
debidas en el camino y por eso ,no llegó el expediente a su tiempo. Es todo lo que ha
pasado; si la Asamblea quisiera conocer la protesta de las agrupaciones liberales de
Jalapa, se le puede dar lectura y someter a su consideración. (Voces: ¡No! ¡No!) Son
tres candidatos: Márquez, a quien nosotros le hemos computado los votos, admitiendo
esos de "San Andrés, que el alcalde de Jalapa no quiso admitirle; el señor mayo}:. Ca-
rrillo, que quedar~a en segundo término, pero que, como él 10 confesó, todavía el 17
409
tenía mando de fuerzas y el segundo de él es todavía jefe de destacamento; y en
tercer lugar, la candidatura del señor Alcalde. Yo creo que las tres son buenas; pero
aquí hay una confusión y es la honorable Asamblea la que debe de resolver. Nosotros
no tenemos más deber que presentarles los datos que tenemos aquÍ.
-Un C. secretario: Ordena el señor presidente que las personas que deseen ha-
blar en pro o en contra pasen a inscribirse.
Tiene la palabra el señor Céspedes Eliseo, en contra del dictamen.
-El C. Céspedes: La honorable Comisión Revisora de esta credencial, en la dis-
cusión nos ha hablado de su honorabilidad; perfectamente, yo soy el primero en reco-
nocerla; pero tengo y estoy en el derecho de discutir y de dar mi opinión sobre el
particular. La honorable Comisión Revisora nos dice, en un documento que corre
glosado a su expediente, que en el pueblo de San Andrés Tlalnehuayocan hubo inva-
sión de zapatistas, hubo una irrupción de zapatistas el día preciso de las elecciones ...
-El C. Martí, interrumpiendo: Pido la palabra para una moción de orden. El
señor va a basar su peroración en un hecho inexacto, porque no es exacto que diga
eso el dictamen.
-Un C. secretario: Se dice nada más en el infonne que mandó el presidente de
San Andrés, que los zapatistas interrumpieron la comunicación.
-El C. Céspedes: Un momento, señores. Si las comunicaciones del pueblo de San
Andrés fueron interrumpidas, como se asienta, es para mí verdaderamente signifi-
cativo que, habiéndose verificado la Junta Computadora de votos del 89 distrito el
26 de octubre, jueves siguiente al día de la elección, el 26 de octubre me parece, tal
como lo manda la ley, el expediente de este pueblo, estando de la cabecera a cuatro
o cinco leguas de distancia, no haya llegado sino hasta el día domingo, es decir,
cuatro días después. Si las comunicaciones telegráficas fueron interrumpidas, creo el
tiempo muy sobrado para que no haya podido llegar este expediente. Se presta, en
verdad, a entrar en conjeturas sobre este hecho. El pueblo de Acatlán, que, dice la
Comisión, sus votos fueron computados en la cabecera del distrito que se discute, es
decir, Jalapa, no pertenece al 99 distrito, pertenece al 69 distrito. Perfectamente,
señores, esto no es más que cuestión de forma en el dictamen. Ahora bien, la Comi-
sión en su dictamen también 10 desechó, es decir, no aceptó el hecho de que haya
habido violación o cohecho, o que haya habido presión con motivo de ejercer el C.
mayor Carrillo la autoridad de que se le acusa. Yo creo, señores diputados, que en
las elecciones de este distrito ha habido, en mi concepto, duda en el cómputo de votos
y que ha habido un error. Aparece que del cómputo verificado en la cabecera del
distrito que se discute, el candidato triunfante en segundo término es el señor Alcal-
de. Yo no me explico cómo el señor Márquez ha obtenido el triunfo según este dicta-
men de la Comisión. Verdaderamente no estoy convencido.
-El C. Calderón. Pido la palabra una vez más, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Calderón.
-El C. Calderón: Señores diputados: por última vez hacen valer en favor de
Carrillo el hecho de que la Comisión no haya llamado la atención de la Asamblea
sobre el pretexto de los grupos políticos y liberales de Jalapa contra el mayor Carri-
llo. No lo hizo valer, sencillamente porque, ateniéndose al cómputo verificado por la
misma Comisión, sale por demás hacer consideraciones. Recuerdo que el mismo señor
Carrillo nos decía que el 17 de octubre todavía tenía mando dé fuerzas; por' consi-
guiente, la Comisión no tiene por qué poner en duda la aseveración de los clubes de
Jalapa. Por lo demás, respecto de la interrupción de las vías de comunicación, la
Comisión ignora cuáles son las condiciones topográficas de aquel terreno y se basa
en un documento de la autoridad legal que hace la remisión del expediente diciéndole
al Congreso Constituyente: "No lo remito por los conductos legales, porque el alcalde
410
de Jalapa se niega a recibirlo". Ese alcalde está acusado por las agrupaciones de
haber ejercido presión en favor de Carrillo; por consiguiente, ante esos hechos, pre-
_sentándose tres candidatos, se suman los votos, excluyendo los que se le agregaron
a Carrillo de otro distrito que no le correspondía y agregando a la candidatura Már-
quez-Aillaud los que no, quisieron recibir en Jalapa, y resulta que es necesario exa-
minar la protesta de las agrupaciones de dicha población. Entonces, la candidatura
Márquez-Aillaud, que es tan buena como las otras, tiene la mayoría de votos.
-El C. Pereyra: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el c~udadano Pereyra Fernando.
-El C. Pereyra: Como la Comisión ha explicado satisfactoriamente a la Asam-
blea ... (Voces: ¡Tribuna! ¡Tribuna!) Señores diputados: Como la Comisión ha ex-
plicado a la Asamblea, y satisfactoriamente en mi concepto, los procedimientos que
ha seguido en el dictamen de que se trata, está plenamente jústificado que el ex-
pediente electoral de San Andrés no haya llegado a tiempo y no 10 haya computado
la Junta, debido a fuerza mayor, esto es, a que el enemigo estuvo dominando el inter-
medio entre San Andrés y Jalapa. En obvio de tiempo, renuncio a seguir haciendo uso
de la palabra.
-El C. Espinosa: Pido la palabra para un hecho.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Espinosa.
-El C. Espinosa: Se ha hablado mucho sobre este asunto y no se ha dicho abso-
lutamente nada. Una razón muy sencilla: la Comisión dictaminadora dijo que los tres
candidatos son magnificos y que las tres candidaturas son buenas, o más bien dicho,
las tres elecciones fueron buenas. (Voces: ¡No! ¡Nol) De cualquier manera, creo que
la Comisión dictaminadora tiene la obligación precisa de presentar un dictamen claro
y razonado, lo que hasta estos momentos no ha hecho. (Siseos.)
-El C. Múgica: Señores diputados: Veremos si yo entiendo mejor el sentir de la
Comisión. Creo que la Comisión ha dicho que los tres candidatos son buenos, porque
todos, a la vez, son revolucionarios y podrían venir a hacer a este Congreso una obra
brillante y revolucionaria. Pero me parece que esto no tiene ninguna dificultad, puesto
que ya no está a discusión. En lo que se ha dicho hasta aquí, sólo hay un punto que
no se ha tocado y que yo recuerdo que se promovió el primer día que se puso ese
dictamen a discusión, y es la extrañeza que le causa a uno de los miembros de esta
honorable Asamblea que, estando tan cerca San Andrés, de Jalapa, no hubiese lle-
gado el expediente a su destino con oportunidad. N o recuerdo lo que se dijo ese día
sobre el particular; pe·ro la Comisión n'o dice que hay' pruebas de que el mismo día de
las elecciones fueron cortadas las comunicaciones entre San Andrés y Jalapa. Y yo
creo, señores, que si el alcalde municipal de S~n Andrés hubiese enviado el expediente
habría cometido un error muy grande y nos hubiera expuesto a que cometiéramos
una injusticia, una ligereza o algún acto contrario a la ley, porque los expedientes
electorales deben custodiarse. Ya vemos lo que pasó con los expedientes del Territo-
rio de Tepic y algunos otros, que se extraviaron en el camino; de tal manera. el alcal-
de obró con mucha prudencia conservando el expediente y mandándolo después a la
Secretaría del Congreso.
Creo que la única dificultad, .10 único que ha llamado la atención a algunos seño-
res diputados, es que haya resultado mayor número de 'votos en favor de los señores
Márquez y Aillaud, y en este particular creo que con lo dicho por la Comisión, se
ha esclarecido bastante el punto y que podemos ya votar para no estar perdiendo
el tiempo.
-Un C. secretario: La Mesa _Directiva pregunta si el asunto está suficientemente
discutido. En votaci6n económica se pregunta si se aprueba. (Voces: ¡Que se lea la
proposiciónl) Los puntos resolutivos' del dictamen son los siguientes:
411
"Primero: Son nulas las elecciones verificadas en el 89 distrito electoral del Es-
tado de Veracruz, en favor del C. Rosendo Carrillo y del C. Cayetano Rodríguez Bel-
trán, para diputados propietario y suplente, respectivamente.
"Segundo. Rectificado el cómputo, se declara legal y en favor del C. Josafat F.
Márquez y del C. Augusto Aillaud, para diputados propietario y suplente, respec-
tívamente. "
"Querétaro, 29 de noviembre de 1916.-Antonio Ancona Albertos.-B. Moreno.'"
En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirma-
tjva, que se sirvan ponerse de pie. Aprobado. (Se hace la declaratoria relativa.)
Con objeto de abreviar el tiempo y de que haya más Ol'den en la discusión, se
suplica atentamente, por acuerdo de la Presidencia, a los ciudadanos diputados, que
se sirvan observar estrictamente el Reglamento y que pasen a inscribirse todos los.
que quieran hablar en pro o en contra de los dictámenes, a fin de que inmediata-
mente que hablen los que se hayan inscripto, se pueda consultar a la Asamblea si
está o no suficientemente discutido. (Voces: ¡Muy bien!)
-El C. Medina Enrique: Pido la palabra para un hecho.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Medina.
-El C. Medina Enrique: Está pendiente de discusión mi credencial: me parece
que pasó a la Comisión Revisora por haber pedido el ciudadano Sarnuel de los Santos
que se separara. Quisiera, señor presidente que se pusiera a discusión.
412
-El C. presidente: Las personas que deseen tomar la palabra en pro o en contra
de alguna de las proposiciones del dictamen, pueden pasar a inscribirse.
-Un-C. secretario: ¿Se considera suficientemente discutido? (Voces: ¡Sí! ¡Sí!)
En votación económica se pregunta si se aprueba. Aprobado.
-El C. Rivera: Señor presidente: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rivera.
-El C. Rivera: Ahora que está el señor Hidalgo allí, querría preguntarle si no
ha terminado el dictamen por el distrito relativo a la credencial del general Máximo
Rojas, pues hace cuarenta y ocho horas fue desechada esa credencial, y lo indicado
es que venga el que le siga al señor Máximo Rojas en mayoría de votos.
-El C. Calderón: En este momento el señor Pastrana Jaimes está haciendo el
dictamen.
-Un C. secretario hizo, a nombre de la Presidencia~ la declaratoria relativa a
los ciudadanos diputados cuyas credenciales acaban de apJ;'obarse.
-El C. presidente, a las 11.20 a.m.: No habiendo más asunto de que tratar, se
levanta -la sesión y se cita para las cuatro de la tarde.
413
2. SESION ORDINARIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA TARDE DEL SABADO
2 DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
A las 4.15 pasó lista el ciudadano secretario Ancona Albertos, resultando una
asistencia de 130 ciudadanos diputados, por lo que se declaró abierta la sesión.
Dada lectura al acta de la sesión anterior, fue aprobada sin discusión, en vota-
ción económica.
415
conducto de la Presidencia del Congreso, se envíen mensajes de salutación a los
Congresos de las naciones americanas, participándoles que el Congreso Constituyente
de los Estados Unidos Mexicanos ha dado principio a sus labores.-Resérvese para
la Comisión de Peticiones, tan pronto como ésta sea nombrada.
-El C. Rivera: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rivera.
-El C. Rivera: Por ser esta iniciativa un acto de cortesía y de confraternidad
hacia los demás congresos del continente, yo creo que sería extemporáneo si 10 dejá-
ramos para más tarde. Yo suplicada al ciudadano pl'esidente que sea otro el trámite,
el cual no puedo indicar.
-El C. secretario Lizardi: La Secretaría hace constar que los fundamentos del
acuerdo del ciudadano presidente, son los siguientes: que el Congreso Constituyente
no tiene ningunas funciones de órgano de comunicación con ningún gobierno extran-
jera; en tal virtud, no es el Congreso Constituyente, sino la Secretaría de Relaciones,
la que debe hacer tal comunicación; y por otra parte, tratándose de una comunicación
propiamente dicha y debiendo estar sujeta a un dictamen que debe presentar una de
las comisiones ordinarias nombradas y estándose precisamente en los trabajos de
constitución de las diversas comisiones que habrán de integrar este Congreso Cons-
tituyente, no se pierde nada con esperar veinticuatro o cuarenta y ocho horas para
que, reuniéndose todos los l'equisitos legales, la Comisión dictamine; y en tal virtud,
el ciudadano presidente del Congreso ha tenido a bien resolver que se aplace para
entonces esa proposición, la cual no se rechaza ni se trata de suspender, sino que
simplemente se aplaza para cuando estén nombradas esas comisiones para que en-
tonces, previo dictamen, y si es que ese dictamen es aprobado en el sentido que se
indica, se comunique al ciudadano encargado del Poder Ejecutivo para que, por con-
ducto de la Secretaría de Relaciones Exteriores, haga la comunicación correspondiente.
416
-El C. s~retario: La Secretaría informa que se está haciendo la lista definitiva
de los ciudadanos diputados cuyas credenciales han sido aprobadas, la cual se rulieio-
nará con los. nombres de los Ciudadanos diputados que en las siguientes sesiones .del
Congreso, constituido en Colegio Electoral, resulten electos también diputados.
-El C. Bolaños V.: Para suplicar a la Presidencia tenga a bien indicar a la
Secretaría se sirva decirnos cuántos y quiénes son ios miembros de la Comisión de
Reformas al Reglamento interior de la Cámara, para que algunos diputados tomemos
notas e informes antes de que se presente el dictamen respectivo.
-El C. secretario Lizardi: La Secretaría informa que, de acuerdo con el Regla-
mento interior del Congreso,. los ciudadanos diputados tienen derech¿ para asistir a
las sesiones de las comisiones especialmente nombradas para cada caso y, por consi-
guiente, tienen derecho a enterarse de los trabajos de dichas comisiones. En tal vir-
tud, como los dos proyectos que se han presentado hasta la fecha, uno subscripto por
el ciudadano Aguirre BerIanga Manuel y el otro por los ciudadanos Ibarra y Reynoso,
son los. ,que están en Poder de la Comisión, cualquiera de los ciudadanos diputados
tiene derecho de asif;!tir a las sesiones que oelebre la Comisión respectiva en el 'salón
correspondiente, a fin de enterarse de los trabajos de dichas' comisiones.
SUMARIO
417
S.-Dictamen referente a la elección de diputados en el 79 distrito de Durango. Se
discute y queda aprobado.
7.-Se da cuenta con un dictamen de la 3~ Sección, referente a la elección de dipu-
tados en ellO distrito de San Luis Potosí, )9 de Veracruz y 29 de Tlaxcala. En
votación económica queda aprobada la primera proposición.
S.-Puesta a discusión la segunda proposición que consulta no haber lugar a dicta-
minar sobre las elecciones en el 1er. distrito de Veracruz. Se aprueba en votación
económica.
9.-Puesta a diseusión la tercera proposición, queda aprobada la primera parte, re-
ferente a la nulidad de la elección a favor del C. Máximo Rojas. Se discute la
parte segunda y queda aprobada la elección del diputado propietario y reprobada
la del diputado suplente.
10.-Se levanta la sesión para reanudar la ordinaria y tomar la prote~ta de ley a los
ciudadanos que no la han rendido.
Leída el acta de la pasada sesión de este mismo Coku~o, fue aprobada, sin dis-
cusión, en votación económica.
-El C. secretario Lizardi: El siguiente dictamen dice así: "Dictamen del 1er.
Grupo de la Comisión Revisora y que consulta a la honorable Asamblea.
"Habiendo sido aprobado el dictamen de esta Comisión en que consultaba la nuli-
dad de la elección en favor del C. Luis G. Guzmán y del C. Jesús Ríos y Córdova, como
diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 16 distrito electoral de Mi-
choacán, en virtud de haber comprobado la suplantación de expedientes electorales en
los municipios de Chul'incio, Ecuandurio y Zinapero, esta Comisión se permite consul-
tar la siguiente proposición:
HEs válida la elección del C. Jesús Romero Flores como diputado propietario, y
del C. Luis· G. Guzmán como suplente, por el 1(i distrito electoral de Michoacán, en
virtud de ser ésta la fórmula que le sigue en mayoría de votos, legalmente computa-
dos, a la fórmula nulificada, y RO haber objeción alguna sobre esta elección.
4'Es válida la elección del C. Salvador Alcaraz Romero como diputado propieta-
rio por el 79 distrito electoral de Michoacán, ignorándose quién es el suplente, por la
falta de expedientes electorales. La Comisión funda su dictamen en la existencia de
la credencial respectiva, con todos los requisitos de ley, en que no se ha presentado
hasta ahora impugnación alguna, y en un telegrama de fecha de ayer, procedente de
Morelia y subscripto por el gobernador del Estado, transcribiendo mensaje del presi-
dente de la Junta Computadora de Huetamo, en el cual manifiesta ser buena la cre-
dencial del C. Alcaraz Romero y que el expediente electoral lo remitió oportunamente
a la Secretaría de aquel Gobierno, según recibo que obra en su poder. en oficio nú-
mro 4,492, de 17 de noviembre."
"Protestamos nuestros respetos.
"Constitución y Refol'inas.-Querétaro diciembre 2 de 1916.-Porfirio del Casti-
llo.-G. R. Cervera.-C. M. Ezquerro."-Está a discusión la primera proposición, o
418
sea la referente al 16 distrito electoral del Estado de Michoacán. Las personas que
deseen hablar en pro o en con,tra, por acuerdo de la Presidencia se les suplica se
sirvan inscribirse en la Secretaría respectiva.
-El C. Alcaraz Romero: Hágo constar que la credencial del ciudadano Salvador
Alcaraz Romero está ya discutida y aprobada, hecha la declaratoria y prestada la
protesta. Me dirigí en días pasados a la Secretaría y me informaron- que había sido
únicamente un error del secretario de la Comisión encargada a ese efecto para dicta-
minar sobre esa credencial. De suerte, pues, que ya está discutida esa credencial.
-El C. secretario: La Secretaria informa que ha recibido entre sus documentos
de cuenta, el dictamen que se ha leído; en tal virtud, creo que lo que correspqnde es
que, si la Presidencia io estima oportuno,' se sirva informar la Comisión respectiva de
lo que hubiere sobre el particular.
-El C. Del Castillo: Debo hacer -constar que la credencial del señor Alcaraz Ro-
n:iero existe en la Comisión que subscribió este· dictamen. Hay algunas ocasiones en
que vienen credenciales duplicadas y no sabemos entonces si hayan pasado a alguna
otra Comisión; pero nosotros tenemos la seguridad de que, hasta el momento, la
credencial del señor Romero está sin expediente.
-Un C. secretario: Por acuerdo de la Presidencia se suplica al ciudadano pre-
sidente de la sección respectiva se sirva tener en consideración que en estos momen-
tos no se trata de la credencial del señor Alcaraz Romero, sino de la credencial .rela-
tiva al ciudadano Jesús Romero Flores como propietario, y Luis G. Guzmán como
suplente; en tal virtud, a fin de evitar discusiones ulteriores, se suplica al presidente
de la Comisión se sirva pasar a revisar su dictamen y a indicar lo que hubiere sobre
el particular..
-El C. Manjarrez: Pido la palabra.
-El C. presidente: ¿ Con qué objeto?
-El C. Manjarre:¡: Para hacer una moción de orden.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Manjarrez.
-El C. Manjarrez: Para aprovechar el tiempo mientras hacen su aclaración,
creo que es per:tinente que sigamos discutiendo algunas otras credenciales. Se encuen-
tra separada desde hace varios días la del ciudadano Enrique Medina, presunto dipu-
tado por el 14 distrito del Estado de Puebla. Como yo soy miembro de esa diputación,
tengo cierto interés en que quede integrada totalmente.
-Un C. secretarío: Por vía de aclaración se -hace constar que la declaración
formulada "hace un momento, es por el ciudadano Salvador Alcaraz Romero, de quien,
en efecto, se ocupa el dictamen; pero no es lo que estaba a discusión en este momento,
sino que, habiéndose declarado nula la fórmula del ciudadano Luis G. Guzmán como
propietario y el ciudadano Luis Ríos y Córdova como suplente por el 16 distrito elec-
toral del Estado de Michoacán, en vez de esa fórmula la Comisión consulta la aproba-
ción de, la siguiente: "Es válida la elección del ciudadano Jesús Romero Flores como
propietario y del ciudadano Luis G. Guzmán como suplente, por el 16 distrito elec-
toral del Estado de Michoacán." Es lo que está a discusión. Las personas que deseen
hablar en pro o en contra, sírvanse pasar a incribirse. ¿ No hay quien haga uso de la
palabra? En votación económica, ¿ se aprueba el dictamen? Los que estén por la
afirmativa que se sirvan ponerse de pie. Aprobado.
(Se hizo la declaratoria respectiva.)
-El C. secretario: Está a discusión la segunda parte del dictamen:
"Es válida la elección del C. Salvador Alcaraz Romero como diputado propietario
por el 79 distrito electoral de Michoacán, ignorándose quién es el suplente, por la falta
de expedientes electorales. La Comisión funda su dictamen en la existencia de la cre-
dencial respectiva, con todos los requisitos de -ley, en que no se ha presentado hasta
419
ahora impugnación alguna, y en un telegrama de fecha de ayer, procedente de More-
lia y subscripto por el gobernador del Estado, transcribiendo mensaje del presidente
de la Junta Computadora de Huctamo, en el cual manifiesta ser buena la credencial
del C. Alcaraz Romero y que el expediente electoral lo remitió oportunamente a la
Secretaria de aquel Gobierno, según recibo que obra en su poder, en oficio número
4,492, de 17 de noviembre".
Las personas que deseen hablar en pro o en contra, pueden pasar a inscribirse.
Se suplica al presidente de la Comisión se sirva informar sobre el particular.
-El C. Ancoua Albertos: No está aquí el presidente del 49 Grupo; pero yo tengo
la seguridad de que se dictaminó sobre esa credencial y tenemos todos los expedien-
tes; la Comisión hizo el escrutinio y dio el triunfo a los señores a quienes se refiere
el dictamen. Este dictamen está subscripto por el ciudadano Porfirio del Castillo.
-El C. Del Castillo: Ya dije hace un momento que es posible que tengamos una
credencial duplicada, porque sí tenemos la seguridad de que hay una credencial y
sobre ella se puso un telegrama al Gobierno del Estado, preguntando sobre los
expedientes.
-El C. Maujarrez: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Manjarrez.
-El C. Manjarrez: Yo creo que es estar perdiendo el tiempo sobre este asunto;
lo que ha pasado es que el expediente se perdió entre las dos comisiones: una recibió
el expediente y en la otra quedó simplemente la credencial. Esta Comisión, como no
tenía los datos suficientes, porque estaban en la otra Comisión, pidió los antecedentes
respectivos y, en vista de esto, vino este dictamen, que sale sobrandoj yo creo que
ya aprobada la credencial huelga toda discusión.
-El C. secretario: Está, en efecto, aprobada la credencial anterior; por acuerdo
de la Presidencia se retira de la discusión, por inútil, este dictamen.
2
-El C. Espeleta: Pido la palabra para una respetuosa observación.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Espeleta.
-El C. Espeleta: A propósito de la revisión de credenciales, para un punto que
estimo de trascendencia. Al prescribir el Reglamento que cuando se trate de la
revisión de credenciales no debemos estar presentes más que los que tengamos
interés en esa revisión, ya sea en nuestra calidad de diputados declarados -así, ya en
nuestra calidad de presuntos diputados, que es a quienes nos interesa discutir las
personalidades, para que, depurándolas por completo, se decida en definitiva si pue-
den quedar en nuestro seno o deben retirarse, se propone la ley esto: que el extraño
no se aperciba de esas discusiones, que puede ir a divulgar, en el concepto de una
difamación altamente perjudicial para los intereses del que haya salido mal librado
en la contienda. Respecto de nosotros, la ley penal nos impone la obligación, por
razón de nuestro carácter de diputados, de guardar absoluto silencio siempre respecto
de todo lo que escuchemos aqul. En cuanto a la suerte que haya corrido una creden-
cial, por razón de las virtudes o vicios que se imputen a una persona, con profunda
pena habrá visto la casi totalidad de los señores diputados que alguno de los perió-
dicos adultera la verdad de una manera tal que los perjuicios que pudiera causar al
atacado por ese concepto serían muy graves, si no fuera un hombre que, aun cuando
humilde, como yo, se siente limpio de toda mancha y que tiene la fortuna de ser
algo más conocido de lo que pudiera suponerse a primera vista; pero no ocurre lo
mismo con personas que no nos conocen y en igual caso están otras personas a quie-
nes se les vino a lanzar cargos, por ese periódico al menos. Ayer leí esto, tres ru-
bros de un periódico: "Los señores diputados fulano y zutano formularon tremendos
420
cargos, contra los diputados tal y tal." Segundo rubro: HEl señor general Cándido
Aguilar, en sesión secreta; hizo tremendas revelaciones" (parece que se está refi-
riendo al primer concepto expresado en el primer epígrafe.) Tercero: No me acuerdo
textualmente lo que dice respecto a las credenciales que se encontraron enteramente
desaprobables ... Juntando los tres conceptos, parece que las revelaciones que se hi-
cieron en sesión secreta por parte del respetable general Aguilar y a que se refiere
el segundo epígrafe, afectan a las personalidades de quienes se habla en el primer
epígrafe.
Después vino la cuestión de credenciales y, juntándose los tres conceptos, parece
resultar que hubo dos personas aquí a quienes se les hicieron cargos terribles, de que
es inútil hablar por el decoro de la Cámara.
Las consecuencias que se desprenden de esos epígrafes y de la lectura de los
primeros párrafos de esa crónica, son absurdas, son completamente iu_exactas; pero si
se sigue leyendo ese mismo periódico, entonces ya se viene uno acercando más a lo
que se propusieron decir en los epígrafes, porque allí ya se personaliza y se dice: el
diputado fulano de tal lanzó tremendos -cargos cOJl.tra tal y cual persona, probando
que son pícaros y bribones formidables, y lo probó con documentos --dice el perió-
dico---- y la Cámara sabe perfectamente bien que eso no es verdad. Cualquiera de los
señores de la Cámara, siendo. persona honorable --este es el concepto que estamos
obligados a aceptar desde el momento en que cada uno de los que estamos aquí, ha
sido ungido con el voto popular, y después de sancionado su nombramiento con' la
protesta de todos y cada uno, somos honorables, somos intachables- sabe perfecta-
mente bien que lo que se diga de nosotros ya no es aceptable, porque cualquiera cosa
que se pudiere decir de nosotros, debió hacerse solamente en el período de revisión de
credenciales. 'Bien; y si eso perjudica dentro del territorio nacional, en estos momen-
tos en que se nos contempla en el extranjero y en los Estados Unidos, donde se
procura saber halSta si somos capaces de saber sentarnos a la mesa, y si sabemos
trinchar, y si somos capaces de constituir un Gobierno, ¿ qué se dirá si aparece, en
número posterior del mismo periódico, que muchas de las personas atacadas han sido
declaradas ya diputados y, sin embargo, se viene diciendo todavía después, que somos
ladrones, que somos plagiarios, que somos ilSesinos, que somos ..• cuanto ha querido
decir quien tal ha dicho:/ Sobre esta base, y sin negar a la prensa el derecho de asistir
a las sesiones públicas, sabemos que algún periódico, y no vengo a atacar a nadie
-yo ataco directamente ... -
-El C. Rivera Cabrera, interrumpiendo: Pido la palabra para una moción de
orden. Creo que nos estamos saliendo del debate.
-El C. Espeleta: Tengo la palabra, señor. He hablado nada más... (Siseos.
Murmullos. Voces: 1Que hable!)
-El C. secretario 4izardi: Sobre este particular informa la Secretaría que las
sesiones secretas tienen por objeto evitar muy principalmente la presión de las ga-
lerías; 'pero que no son rigurosamente secretas, sino en el caso de que por mayoría
de votos determine la Asamblea que se guarde sigilo, según lo previene el Regla-
mento respectivo. De tal suerte, que en las sesiones secretas debe hacerse salir a
las galerías para evitar que ejerzan presión sobre el ánimo de los diputados, y al
finalizar la sesión secreta se preguntará si 4ebe guardarse sigilo o no; sólo en caso
de que po)." mayoría de votos se resuelva qQe todos y cada uno de los diputados, están
obligados a guardar sigilo, así debe hacerse: pero como hasta la fecha. en ninguna de
nuestras sesiones secretas se ha acordado que se guarde sigilo, las observaciones del
ciudadano Espeleta, por más que encaminadas a un buen fin en el ánimo de todos
los ciudadanos diputados, no pueden considerarse como un reproche, toda vez que no
se ha determinado que. se guarde sigilo.
421
3
422
"Constitución y Reformas.-,-Sala de Comisiones del Congreso Constituyente.-
Querétaro, a 19 de diciembre de 1916.-Guillermo Ordorica.-Licenciado Rafael Espe-
leta.-Alfonso Cravioto,"
Está a discusión.
-El C. presidente:- Tiene la palabra el ciudadano Madrazo:
-El C. Madrazo: Señores diputados~ Vengo a traer a la consideración de uste-
des el tan traído y llevado artículo 33 parlamentarió de la Cámara, en lo que se
refiere al artículo 49, que a tantos 4ebates ha dado motivo. Hubo alguna persona que
dijo que no era conveniente aplicar este artículo 49 con un criterio' de cochtéra.
Efectivamente, tenía mucha razón. Pero, señores, yo me permito manifestar que no
solamente lo _hemos aplicado con criterio de cocinera, sino que pretendemos pasar
sobre el artículo 49 como si fueran ascuas o que quizá se nos pudiera tachar, como
dijo alguno, de que caminábamos sobre él al galope y en asno. La honorable Asam-
blea, tratándose de este artículo, tuvo oportunidad de oír la virilidad del informe de
la Comisión respecto de una persona que fue motivo de ese artículo. La Asamblea, no
obstant~, la aceptó. El señor a quien me refiero es el señor Ezquerro; él, con toda
ingenuidad, con toda sinceridad, confesó que había servido al Gobierno de la Conven-
ción; no obstante eso, repito, la Asamblea lo ha admitido en su seno. Yo fui uno de
los que votaron en contra del señor Ezquerro, sin tener el honor de conocerlo, como
no tengo el honor de conocer todavía a todos los demás compañeros, como todos ellos
no me conocen a mí. Bien, señores, yo creo que es obligación, para los que nos titu-
lamos revolucionarios, cumplir estrictamente una ley. Esa ley fue expedida con toda
sabiduría por el ciudadano Primer Jefe; a él no se le ha ocultado que en el seno de
esta Asamblea debía haber, como debe haber, elementos netamente limpios, neta-
mente sanos y que tuvieran simpatías por el constitucionalismo. La aplicación de ese
articulo 49 fue también patente, se hizo palpable con la personalidad del señor general
Rojas. El señor general Rojas tiene" méritos revolucionarios que nadie puede negarle;
sin embargo, el señor general Rojas no fue aceptado en la Asamblea. Otra persona-
lidad que se ha discutido con la aplicación del mencionado artículo, ha sido la del
señor general Vizcaíno; a él se le hacen cargos de que sirvió a la usurpaci6:r¿, con
todo y que esta mañana tuve el honor de decir a ustedes que había trabajado cuando
vino el decaimiento entre muchos jefes militares, cuando al ciudadano Primer Jefe
abriera los brazos el gobernador del Estado de Veracruz, lo que hizo grande la figura
del general Aguilar. Entoces muchos jefes también lo abandonaron, como nos consta
a nosotros y el general Vizcaíno siguió luchando y luchando, de una manera tremen-
da, en aquella fecha en que todo estaba en poder de la reacción; no obstante eso, la
honorable Asamblea tuvo a bien desechar el dictamen, únicamente porque el señor De
los Ríos dijo que le constaba que en Fomento había esos datos. No señores; se nece-
sita que los hechos, que las alusiones sean concretas, sean probadas, que no nos vio-
lentemos, que' no seamos ligeros para obrar, que no se nos tilde después que hemos
pasado, repito, señores, sobre el artículo 4 Q , como si fuera un fuego, un hierro can-
dente. No, señores; que se nos diga que si nos equivocamos, fue sin saberlo; la apli-
cación del citado artículo ha sido para el ciudadano Heriberto Barrón. Yo también dí
mi voto en contra de Heriberto Barrón; pero, señores, a ninguno de ustedes se le
oculta que Heriberto Barrón ha seguido trabajando con el Primer Jefe. No obstante
esto, no se le tuvo en cuenta y ahora, cuando viene el señor L6pez, representante del
Estado de Zacatecas, confesando con ingenuidad que ha servido al Gobierno de Huer-
ta, la honorable Asamblea, en su sesión anterior, parecía inclinada a que dehí~mos
acogerlo aquÍ.
Señores diputados, sena. un tremendo error, otro error más de los que tal vez va-
mos a seguir haciendo, porqúe como somos mortales y estamos sujetos a esa' ley in-
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eludible; pero no hagamos ese otro error más. ¿ Con qué cara, señores, mañana o
pasado al mismo presunto diputado, con qué cara, repito, le podríamos decir que es
enemigo y que, siéndolo, le podíamos tachar su conducta? El podría decirnos también
con toda ingenuidad, con toda sinceridad, que nos lo confesó y que, no obstante eso,
lo habíamos aceptado. Entonces nosotros tendríamos que quedarnos callados. Como
el señor López ha confesado que sirvió al Gobierno de la usurpación, se ha hecho
acreedor, en mi concepto, a que se le considere como un hombre honrado, como un
enemigo honrado, sin saber si es enemigo; yo no le conozco; que la Asamblea no lo
acepte y que él se vaya a su tierra diciendo que vino a un Congreso honrado, en donde
no cupieron, en donde no deben caber, aun cuando hagan una confesión sincera y
honrada, aquellos que han servido a la usurpación. Se me dirá: el señor López des-
empeñaba un cargo que fue de elección popular; pero yo pregunto: ¿ ese cargo que
desempeñaba por elección popular fue en la época del señor Madero, cuando todavía
los ideales de ese gran hombre no se podían llevar a la práctica, donde muchos indi-
viduos que dhque fueron electos popularmente, no cumplieron con su deber? Y a
todos ustedes consta, señores, que entre los cargos con los que se especulaba más,
indudablemente con los que se cometían más arbitrariedades, eran los cargos del
Poder Judicial. A mi no me importa saber quién es el señor López, o SU8 antecedentes.
El señor López, para que pudiera tener la benevolencia, la aceptación de la Cámara,
necesitaría demostrar con hechos palpables que había sido un amigo de la revolución;
pero mientras tanto, el señor López no puede caber en la revolución, y yo daré mi
voto en contra. (Aplausos.)
-El C. Presidente: Tiene la palabra en pro el C. diputado Julián Adame.
-El C. Adame: Señores diputados: Es altamente meritorio impartir justicia cuan-
do está en el poder un tirano; es más meritorio impartir justicia que cuando está un
virtuoso como el presidente Madero. Es cuando más resulta meritorio impartir jus-
ticia: en la época del terror. Mi compañero, el señor licenciado López, impartió jus-
ticia durante ese período í impartió justicia y lanzó a la cara del tirano ese tremendo
ultraje: "impartir justicia". Las decisiones del magistrado del Estado de Zacatecas
son proverbialmente conocidas en toda la República como rectas, como justas, como
decorosas; por consiguiente, no está bajo la 'sanción del artículo 49: no sirvió al tira-
no~ lo ultrajó impartiendo justicia: no trae aquí más que la queja de los humildes,
los humildes que 10 han elegido para que venga a hacer oír sus voces en esta augusta
Asamblea; lo han elegido porque ha deletreado el catálogo de sus desgracias, para
que venga a solucionar este conflicto; trae la única, la humilde misión de hacerlo
conocer a las claras inteligencias de esta honorable Asamblea para que le encuentren
solución. En estas condiciones, compañeros de diputación, he tenido el gusto de escu~
char de la Asamblea que estaba inclinada a impartirle justicia, y corno él ha estado
acostumbrado a impartirla en todo tiempo, espero que esta honorable Asamblea así
procederá con él. Por consiguiente, nada pide; sólo espera el veredicto de vuestra
soberanía.
-El C. presidente: Toiene la palabra el ciudadano Frausto en contra.
-El C. Frausto: Señores diputados: Yo nunca he dado mi voto en contra de un
compañero, sino cuando me he metido, cuando me he encerrado en ese profundo ves~
tíbulo de la conciencia, ante el cual toda consideración se acalla. He procurado siem~
pre esto: cuando encuentro un hombre a quien pueda tender la mano, se la tiendo
franca y leal; y en el período político en que nos 'encontramos, señores, siempre he
hecho la diferencia completa de las miras de un 'hombre ante la revolución. Yo puedo
suponer que el señor diputado López,' con esa honradez, viene aquí a confesar ante
vosotros, ante vuestra soberanía, como un justiciero y especialmente como un hom-
bre que dice: "He cometido una falta y quiero redimirla". Yo quiero suponer en vues-
424
iras conciencias, la simpatía hacia este hombre que, teniendo canas, ha llegado' a la
cúspide de la vida diciendo: "He sido honrado". Pero si yo expusiera ante vuestra
soberanía la ley de 25 de enero de 62, ante la cual el señor López, presunto diputado,
solicitó vuestra conmiseración, el sentimiento que conmovió aquí a la Asamblea des-
aparecería. Todos los hombres que hemos estado en la revolución hemos comprendido
bien los períodos por los cuales se ha atravesado. El señor era magistrado huertista,
lo ha dicho; ha tenido diez u once meses de ejercicio de esa alta magistratura, y
¿ cómo es posible que en ese tiempo un hombre que ha traspasado la mitad de la
vida, no se haya podido dar cuenta del papel que estaba dese~peñando? ¿ Es posible
creer que en ese gran período de tiempo no haya visto la infamia de la usurpación,
la infamia de asesinatos como los del presidente y vicepresidente legalmente electos?
¿ Qué no se dio cuenta de que servía exactamente a 'aquella usurpación? Si estas ca-
nas no le han podido permitir llegar a esta convicción profunda, el señor puede poner
este dilema: o es un pobre hombre que no sabía pensar, o es un perverso. Pero aquí
no venimos sencillamente a dar disculpa de un acto que hemos cometido y q\le es
un delito ante la náción. Los errores en política, señores, todos lo sabemos, los erro-
res en política son delitos. Si cuando un grupo de hombres que nos lanzamos a la
revolución nos hubiéramos encontrado sujetos a un procedimiento criminal por el
delito de rebelión estando Huerta en el poder y hubiéramos caído bajo la férula del
magistrado López, el magistrado López nos hubiera triturado perfectamente y nos
hubiera juzgado conforme a las leyes del hombre a quien sirvió. Efectivamente, se-
ñores, en política, no cabe duda, ese error que se cometió es un acto delictuoso. Ante
la Representación Nacional ahora se· presenta este caballero diciendo: "pequé"; pero
ese pecado ¿ por qué no vamos a castigarlo si antes también hemos castigado severa-
mente a un hombre que tuvo las armas en la mano, el general Vizcaíno, un hombre
que ha prestado servicios a la revolución?
¡Y que no venga el señor magistrado López a decirnos que ha impartido justi-
cia a los pobres, cuando no era la justicia la que se impartía, cuando Victoriano Huer-
ta había pisotea~o la ley y el derecho! Puede sencillamente conmover a los corazo-
nes femeniles; pero a los hombres libres no debe conmoverlos, a los revolucionario's
no puede conmovernos. Tenemos desde luego esa ley de 25 de enero de 62. que debe
ser aplicada al señor magistrado L6pez, como se les aplicó a muchos individuos que
estaban en el mismo caso. En relación con esa ley del 25 de enero tenemos el artículo
4<:' de la ley de convocatoria, que dice claramente que se prohíbe el ingreso a este
Congreso a los hombres que han servido a facciones contrarias a la causa, y el señor
ha servido; su confesión hace prueba plena. Yo no me meto en sentimentalismos, yo
no quiero de ninguna manera hacer discursos como cabe hacerlos; pero deseo una
aplicación estricta de la ley. Si al señor López, a quien no tengo la honra de cono-
cer, se le aplica la ley, por más dura que sea, no es más que un acto de justicia. Yo
pido a la Asamblea respetuosamente que tome en cuenta la sangre vertida por mu·
chos hermanos al aplicar la ley, ya que la hemos aplicado aquí, y vuelvo a hacer
hincapié en lo relativo al general Vizcaíno, ese hombre que es un gran intelectual, a
quien tuve el gusto de conocer en las trincheras al tomar la ciudad de México, y que
aconsejaba eficazmente al general González para hacer efectiva la toma de aquella
ciudad. Ese hombre que ha tenido sacrificios, eSe hombre que con las armas en la
mano ha defendido a la revolución, no puede parangonarse con el señor magistrado
López, que ~stuvo sentado ,en su sitial de magistrado, dictando sentencias y haciendo
justicia; pero sirviendo a la usurpación. No es posible que podamos admitir en este
lugar y en este recinto a los hombres que pudieron habernos juzgado y mandarnos a
las mazmorras a nosotros, los que nos expusimos al hambre, a la sed, al castigo;
ciertamente seria un contrasentido sentar junto a un hombre que. también tiene
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canas y que la nieve de los años ha puesto un nimbo en su cabeza, como el sei'íor don
Nicéforo Zambrano, aquel hombre que entregó toda su fortuna íntegramente, su vida,
que para el padre significan mucho, porque es anciano, porque tiene afecto a sus hijos
y a su familia, y se lanzaba a los caminos en busca de libertades, al caballero López,
que sencillamente estaba en su sitial, impartiendo --dicen- justicia, burlándola, por-
que fue burlada la justicia nacional por la usurpación que hizo Huerta. No, señores,
no hay que guiarnos por sentimentalismos. La otra noche lo hemos visto; alguien
decía: llEra un anciano, ¿qué había de hacer? Su familia estaba allí; no podía tomar
un rifle". Pero si no ha demostrado con actos reales que hubiera tenido siquiera sim-
patías por la revolución, ¿qué clase de hombre es? ¡Cuántas veces hemos visto ancia-
nos que dejan intereses, que dejan fortuna, que dejan familia y que ponen de por
medio su vida y se lanzan a la revolución! ¿ Cómo pueden codearse hombres de la
naturaleza del señor López con hombres como el señor Zambrano, como tantos otros
que están aquí, como el general Vizcaíno que, con las armas ayudó a la revolución,
y también con ancianos que han ido a exponer su vida, a exponer todo, con este ca-
ballero? Señores, sencillamente muchos saldremos- con el corazón contristado de este
recinto, y muchos nos iremos clamando justicia, porque hombres como este señor deben
estar sujetos precisamente a la ley de 25 de enero de 1862.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Calderón.
-El C. Calderón: Ruego al ciudadano presidente se le conceda la palabra al
ciudadano diputado Reynoso.
-El C. Reynoso: Según el Reglamento, debe hablar uno en pro y otro en contra,
alternativamente.
-El C. Calderón: Señor presidente, los que estamos en favor del magistrado
López creo que no somos más que dos. Suplico a la Asamblea se me conceda hablar
al último, puesto que el defensor debe hablar después.
-El C. Madrazo:. Pido la palabra para una moción de orden.
-El C. presidente: Tiene la palabra el diputado Madrazo.
-El C. Madrazo: Si el reglamento ordena que tome la palabra uno en pro y
otro en contra, que "el señor Calderón tenga a bien sujetarse al Reglamento.
-El C. Calderón: Vengo aquí, a esta tribuna, con el objeto de recordar que el
dictamen de la Comisión, el primero que desechaba al magistrado López, fue repro-
bado por esta misma Asamblea; claramente se vio el sentir de la misma, y por tal
razón, la honorable Comisión Dictaminadora os presenta hoy mismo, este nuevo dic-
tamen; pero llamando la atención, haciendo notar los escrúpulos que ella sintió para
admitir al C. López. La Comisión está en su justo derecho al manifestar esos escrú-
pulas; la Comisión está en su justo derecho al decir que ese fue su criterio, a pesar
del sentir de la Cámara. Nosotros, los que yota:mos admitiendo a López,. o sea repro-
bando el dictamen, tenemos, si somos consecuentes con nuestras ideas y con nuestros
principios, que votar hoy en pro del dictamen, es decir, de este nuevo dictamen que
yo admito. Yo he sido, y siento el decirlo, pues no me gusta el réclame, enemigo de
la espada. No admití, no admito el despotismo de la espada; 10 pruebo y hay perso-
nas que no me podrán desmentir y esas pruebas las he dado desde hace varios años.
por to mismo, estaría también contra el despotismo que tratara de imponerme una
idea contra mi conciencia. .
N o debía estar en estos momentos ante ustedes, tengo una comisión que aten-
der: oí, sin embargo, que se trataba de desechar al diputado López y, queriendo
cumplir con un deber de estricta justicia, me he quedado todavía aquÍ. Niego, señores,
en nombre de la razón humana, que ese molde que tantas discusiones ha provocado,
que ese llamado artículo 49 deba aplicarse, en todos los caSos, a todas las personas
que hayan, estado en la administración huertista, como es también 'absu'rdo el apli-
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carlo a todo el que haya estado en la Convención. Debemos ser lógicos, debemos ana-
lizar la conducta de las personas. El; absurdo, por consiguiente, que solamente ad-
mitieran esta regla que no podría ser una regla; sería absurdo que a todos los maes-
tros de escuela que sh-vieron bajo el dominio de Huerta hoy los tuviéramos que llenar
de ignominia. La administración de justicia es indispensable para que la sociedad
exista, sea cual fuere el Gobierno; esa administración de justicia es indispensable,
la
es necesaria. 1. Qué hacer en este caso, si esa administraci6n de justicia es garantía,
la salvaguardia de l~ vida de las personas y de todos sus intereses? ¿Vamos a concluir
que, porque Huerta estaba. en el poder, todos los jueces debían tocar fajina y largarse
a los campamentos? El mérito, como lo dijo aquí elocuentemente el diputado que
habló antes que yo, el mérito consiste precisamente en haber hecho justicia bajo la
presión de las armas, bajo la presión de la dictadura; allí es donde yo veo el mérito,
'Y ya el coronel Alvarez, que es uno de los hombres más puros de la Cámara, nos hizo
saber en la sesión pasada que cuando la revolución se apoderó de la plaza de Zaca-
tecas, a ese hombre, López, fue uno de los que encarcelaron para que depurara su
conducta, y la revolución lo ha absuelto. ¿ Qué derechos tenemos nosotros para conde-
narlo'! ¿ N o está ya juzgado? Lamento vivamente también que no se haya discutido
lo suficiente la personalidad de Vizcaíno; no lo conoz.co, no sé qué empleo tuvo, no sé
si fue maestro de escuela. si fue magistrado o si fue diputado,· pero cualquiera que
haya sido su empleo, debía haberse analizado, porque si es un hombre de conciencia
limpia, debíamos haberlo absuelto como a cualquier otro que haya estado en la Con-
vención y' que haya sido equivocado. Solamente mi intransigencia abarca, abarca. mi
intransigencia COmo liberal radical, a los hombres que perteñecían al Poder Ejecu-
tivo de los E,stados y a las Legislaturas de los mismos que, sin tener encima la prE:!-
Bión formidable de un ejército, pues 'antes bien tenían a su disposición algunos ele-
mentos de guerra, aunque es'casos, no se levantaron en armas contra la usurpación.
Pregúntesele al señor Carranza con qué elementos comenzó la lucha, esa formidable
revolución contra la tiranía huertiana. Todos los revolucionarios qUE:! respondieron al
llamado de. la patria no contaban con grandes elementos, pues cualesquiera que ,hu-
bieran sido los recursos de los gobietnos de los Estados, deberían haberse levantado
en armas y se habda evitado la contienda, esta sangrienta lucha tan prolongada.
Se ha invocado aquí el nombre de los muertos en la revolución para desterrar de
esta Asamblea a un humilde diputado cuyas luces nos son necesarias, señores. Fijáos
cuántos somos: somos poco más de ciento cincuenta. Yo creo que 10 politico, lo natu-
ral, bajo ese aspecto, sería esperar que fuéramos siquiera los doscientos y tantos dipu-
tados para que, de esa manera, la fuerza del Constituy{mte fuese más poderosa y
apresurase de la manera más eficaz el lo'gro de tod.a,s las ambiciones de un pueblo,
puesto que este Constituyente tendrá que acatar. el sentimiento popular. Por lo mismo,
si lo,s ciudadanos todos de la República, ya sean de Zacatecas o Yucatáp, nos mandan
un representante que consideran digno, que allí ya lo han depurado, es natural, seño-
res, que nosotros al admitirlo, al tener un voto más, tengamos que disponer forzosa-
mentE:! en la conciencia de las masas de una fuerza moral inmensa. Se invoca, dije,
a los muertos para eliminar a ese hombre; yo invoco también a esos mismos muertos
que a nú me han arrancado lágrimas, para que obremos 'Con serenidad y veamos que
necesitamos muchas luces en esta honorable Asamblea. Yo, por mi parte, si se somete
el dictamen a la, consideración de la Asamblea por votación nominal, doy mi voto a
favor del señor diputado López, a quien jamás he tratado, porque ni siquiera lo co-
nozco. Ustedes perdonarán, señores, si he cansado su ilustrada atención: no es más
que un s-entimiento de justicia, o quizá también de patriotismo -yo lo entiendo bajo
otra íorma- lo que me obligó a venir a esta tribuna que, como ya otras veces lo he
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manifestado, está reservada a los hombres de saber, de alta inteligencia y de corazón.
(Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Reynoso, en contra.
-El C. Reynoso: Señores diputados: La otra noche, eran más o menos las once,
cuando 'se leyó el dictamen de la Comisión, relativo al señor presunto diputado López.
El cansancio de la Asamblea por las muchas horas de haber estado oyendo dictámenes
y discusiones más o menos enojosas, hizo que todos, por el deseo de salir lo más
pronto posible ... (Voces: ¡No! ¡No! ... ) Señores, esa es mi opinión; cada cual puede
tener la ,suya. Por no oir, por no estar más tiempo, porque ya era casi la medianoche,
dijimos: "que vuelva el dictamen a la Comisión, al fin y al cabo cuando rinda su
dictamen, tendremos tiempo de impugnar o de aprobar." Siento en ·el alma tener
que impugnar el discurso del señor g.eneral Calderón, quien se ha mostrado en esta
Asamblea como un hombre leal, honrado, sincero y al mismo tiempo sencillo; pero
no tiene remedio. El señor diputado López fue electo magistrado; todos sabemos
cómo ,se hacían las elecciones de magistrados en tiempo... en todos los tiempos, las
elecciones de magistrados. (Murmullos.) Ahora no se han hecho elecciones de magis-
trados. Las de magistrados en 1910, que es de cuando data su trabajo como magis-
trado, fueron hechas bajo el Gobierno del señor general Diaz. Bajo el Gobierno del
señor general Diaz, todos sabemos muy bien que las elecciones de magistrados no
tenían de elección más que la forma, porque eran nombramientos del Ejecutivo de la
Unión o de los ejecutivos de las diferentes ,entidades de la nación. En esas condiciones
no es un empleo de elección popular: es, claro y terminante, de nombramiento. Ahora
bien, el señor pl"€sunto diputado López sirvió como magistrado en el E.stado de Za-
catecas durante la administración del general Diaz, otra parte de la administración del
señor Madero y toda la administración del general Huerta. Me parece que estos em-
pleados que pasan con el cargo de magistrados del Tribunal Superior de un Estado
son como los muebles de un cuarto de un hotel. En un hotel, en un cuarto, hay sillas,
cama y otros utensilios de uso inferior, y los ocupa un abogado, un hombre ilustre,
una cantante -de teatro, en fin, distintas personas de todas clases y condiciones so-
ciales. Un magistrado que lo mismo sirve a Díaz, que a Madero, que a Huerta, es
un mueble de un cuarto ·de hotel. De manera que, señores, nosotros que debemos ser
conscientes, que tenemos esa obligación, no debemos aceptar a muebles de un cuarto
de hotel. Yo no conozco al señor López, me parece que debe ser un hombre ilustrado;
sus años de haber servido en la magistratura 10 acreditan; pero al mismo tiempo no
creo que deba sentarse junto 'al coronel Martínez, por ejemplo, o junto a cualquier
otro que haya demostrado su adhesión. Además, yo no ·soy jprista; pero pongo a us-
tedes este caso: supongamos que un hombre comete un asesinato; después de un
año de haber cometido el asesinato con toda premeditación, con todo cuidado, y sin
que se supiera quién fue el que asesinó a un individuo que encontraron tirado en la
calle, viene y .se presenta al juez y le dice: "Yo ase.siné a un hombre; nadie sabe que
yo fui el asesino, pero yo fui y aquí están las pruebas." ¿ El juez -ustedes en este caso
son los jueces- pone en la calle a ese hombre porque vino a confesar que había mata~
do? N o señores, será un exculpante, será un atenuante, será lo que quieran llamar los
legisladores y los abogados; pero aquel hombre es un criminal y aquel hombre va a la
cárc~l. Ahora tenemos el artículo 49 que se ha llevado y traído con tanta elasticidad,
que uno de los compañeros de Cámara lo comparó con el hule, ese artículo 49 es entera-
mente aplicable a este caso. Señores diputados, el artículo 49 es enteramente apli-
cable a este caso. Señores diputados: el artículo 49 es una ley, la ley que nos con-
vocó a nosotros; nosotros no tenemos derecho de modificarla ni de pasar sobre ese
artículo, que está constantemente aquí delante de nuestra conciencia y cae inexo-
rable sobre el señor licenciado López. ¿ Es un hombre muy honorable? Pues sí lo
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será, por eso tiene un empleo en los ferrocarriles constitucionalistas. ¿ Es un hombre
que tiene muchás luces? Pues que las emplee como abogado; pero dentro de esta Asam-
blea, donde existe el artículo 49, no podemos nosotros mismos pasar sobre él. El ar-
tículo 49 es una barrera que se interpone entre este Congreso y el licenciado López.
(Aplausos. )
-El C. presidente: Tiene la palabra el señor diputado Nafarrate, en pro.
-El C. Nafarrate: Según mi humilde criterio, me parece que hemos interpre-
tado mal el decreto de convocatoria del ciudadano Primer Jefe. La convocatoria preci-
samente, entiendo yo, era para el pueblo. El Primer Jefe le indicaba al pueblo que
debía de elegir a los verdaderos revolucionarios; en tal caso, si el pueblo ha elegido
a individuos no revolucionarios, ese pueblo es el responsable y debemos nosotros
pedir, exigir responsabilidades a los que directamente las tienen. Nosotros, al estar
en el Colegio Electoral, debemos discutir únicamente si las credenciales son sufi-
cientemente legales por los votos que las representan.
En tal caso, nos estamos declarando nosotros mismos como un Congreso Consti-
tuyente de un partido único, porque no le permitimos la entrada a la representación
a los distintos ideales que existen en- la República. Igualmente hemos entendido mal
la guerra. Yo, al secundar el movimiento del señor Carranza, me salí del pueblo de
Tlalnepantla con 165 hombres. Naturalmente, si no hubiera llevado yo a cabo una
guerra de convencimiento, -todavía hasta la fecha no hubiera aumentado mis fuerzas;
no hubiera, en consecuencia, repuesto mis bajas, y desde el momento que no hubiera
admitido a los individuos que pretendían secundarme para demostrar con hechos que
se sentían igualmente a mí, pues probablemente hasta yo mismo hubiera perecido
en la lucha, porque desde el momento en que no hubiera repuesto mis bajas, hubiera
sido imposible sostenerme. Nosotros queremos que los mismos señol"€s diputados ven-
gan a confirmar lo que realmente hemos sido, y no ,lo conseguiremos nunca, a pesar
de que es un puesto de alto honor el que debemos ocupar. Por consiguiente, como es-
te Congreso no será más que para discutir la Constitución, no debem-os profundizamos
tanto. El hecho de que ciertos elementos hayan pertenecido a nuestras fuerzas, cabe
entonces en este Congreso únicamente recoger la documentación, para que el Congreso
de la Unión, al mismo tiempo que nos vaya a reconocer nuestros nombramientos ex-
pedidos por él Primer Jefe, nos haga cargos de haber contrariado el deéreto del Primer
Jefe, ocupando en nuestras filas.a hómbres manchados de una manera justificada ya.
PaTa ese l Congreso tengo mucha documentación para que, al tiempo que se discutan
las hojas de servicios de los generales de ahora, demostrarles que han contrariado
los decretos de la Primera Jefatura y a sabiendas han certificado con su firma servi-
cios que jamás han prestado esos individuos; y asi, de esa manera, debemos proceder
nosotros con la justicia que hemos proclamado.. ¿ E·s que hemos ido a proclamar la
libertad para todos, o la libertad sólo para nosotros mismos? Si es que hemos ido
a proclamar la libertad para el bienestar del conjunto de los ciudadanos que compo-
nemos la República, debemos concederles, una vez ya elegidos por el voto popular,
la diputación qUé debe componer este Congreso. Debemos aceptarlos y únicamnte
desenmascararlos y decirles: Responde ante la historia de la filiación política a que
, perteneces. (Aplausos. Siseos.)
-El" C. presidente: Tiene la palabra el señor diputado Jara, en contra.
-El C. Jara: Señores diputados: Vuelve al tapete de la discusión el tan llevado
y traído artículo 49, asi como tan ultrajado. No sé si sería disculpable a esta Asam-
blea hacer lo que se lIanÍfl sacar un clavo con otro, es decir, que porque ·en algunas
de las credenciales hemos pertiido los bártulos, porque esa es la vexdad, y han pasado
los señores diputados a este augusto" recinto tenIendo la mácula que señala el articulo
49, no vamos a hacer caso ya de él para las discusi9"nes sucesivas, sino que vamos a
429
tener en cuenta solamente que hemos tenido tal o cual error en relación con el ar-
tículo 49. No sé, señores diputados, entonces, cuándo habremos estado en lo justo, si
desechando la credencial de Heriberto Barrón, o aceptando la credencial del señor li-
cenciado López. A Heriberto Barrón lo desechamos, desechamos su credencial por
haber considerado que estuvo en connivencia con elementos de la traición; por haber
considerado que durante el Gobierno de Diaz le había servido eficazmente, ayudán-
dolo hasta en la disolución de un club liberal. N o consideramos sus servicios posterio-
res; no los tomamos en cuenta; más aún: se ahogó su voz porque, cuando por última
vez trató de defenderse, por ahí surgieron muchas voces: "no, no", evitando que
hablara, y ahora, al tratar del señor licenciado López, nuestro distinguido compañero
el señor general Calderón nOs hace mención de sus servicios como magistrado en
tiempo de Díaz y a la vez se cita que desempeñó un cargo de elección popular. ¿ Cuán-
do -en la época de Díaz las elecciones fueron verdaderamente populares? Entonces,
señores, las decciones no eran, como lo sabemos todos, más que una farsa y todos
los puestos eran designación con anticipación en la camariUa porfiriana. Los pocos
ciudadanos que asistían a las casillas electorales no iban más que de comparsas en
la farsa, y algunas veces, euando verdaderamente querian mostrarse como ciudadanos
libres era cuando se desarrollaban aquellos cuadros de terror en que el rural, mano
en sable o sable en mano, desempeñaba el prlncipal papel en las casillas electorales.
Por consiguiente, no podemos, bajo ningún concepto, aceptar esta exculpante. ¿ Cómo
en tiempo de Díaz pudo administrarse por el señor licenciado López -y por un largo
tiempo- una justicia ejemplar, cuando sabemos que los jueces principalmente eran
los vehículos de la consigna, cuando sabemos que los jueces eran principalmente los
que estaban encargados de llevar a cabo las decisiones del Nerón mexicano? Así,
pues, señores diputados, no debemos tener en consideración que hayamos incurrido
en un error para cometer otro nuevamente. Al contrario, nuestro criterio debe ser el
de corregir nuestros errores evitando cometer otros de nuevo para borrar aquéllos.
N o hemos tenido en co:nsideración, como antes dije, los servicios de los que, habiendo
incurrido en las faltas que menciona el artículo 49, han tratado después de borrarlas.
¿ Cómo vamos a admitir en este recinto para diputado al s-eñor licenciado López,
cuando no nos ha demostrado que haya prestado servicios posteriores capaces de
borrar las faltas que ha cometido en lo anterior sirviendo a un tirano como Huerta?
N o, señores, no debemos ser tan pródigos vaciando el agua del perdón sobre tesfas~
así sean tan venerables como la del señor licenciado López, cuando no han podido
demostrar aquí que no han servido a un Gobierno tirano, -cuando no han podido de~
mostrar aquí que han tenido actos en la revolución que, como dije antes, hayan sido
10 suficientemente fuertes, lo suficientemente valiosos para borrar sus faltas pasadas.
El hecho de que al entrar una partida de revolucionarios a Zacatecas haya querido
perjudicar al señor licenciado López, lo haya, podemós decir, amnistiado, no significa
que lo rehabilitaro, no significa que con esto tenga derecho para asistir a esta augusta
Cámara como diputado. Muchos amnistiados hay, porque la magnanimidad de la re~
volución es .muy grande, que con todo y haber cabido dentro de esa amnistía, estoy
seguro de que no los admitiríamos en esta Asamblea; y así ha habido pruebas con
los -ejemplos que .se han puesto muy claros, muy patentes, como .10 es el del señor
general Vizcaíno. En cuanto a lo aludido por el señor general Nafarrate, no tiene
caso. Si vamos a reponer las bajas en el Congreso con el primer buen vecino que
nos encontremos en la calle, ya estaríamos lucidos:, ya este Congreso Constituyente
sería digno de figurar en la historia; pero no con el respeto que se merece', .sino por
haber admitido en su seno una mezcolanza a base de un criterio sui generis, que no
podríamos explicar ante la historia. (Aplausos.)
-El C. Alvarez: Pido la palabra para un hecho.
430
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Calderón.
-El C. Calderón: Señores diputados: Eran poco más o menos las doce de la
noche, cuando, pasando sobre ascuas y a pesar de la somnolencia, se presentó el dic-
tamen relativo a la credencial del señor ingeniero Palavicini; entonces esta honorable
corporación sentó Como un precedente que los dictámenes rechazados no debían ser
nuevamente discutidos. Estamos en el mismo caso. El señor abogado López no puede
pronunciar elocuentes discursos, porque no e-stá presente para interponer -su orato-
ria para pedir que se haga justicia en este caso. Yo interpelo a las personas que sí'
creen que en el caso del señor Palavicini era una justicia la que se aplicaba y es otra
la que vamos a aplicar en este caso.
-Un C. secretario: La Presidencia manifiesta que se ha agotado el turno -"'Y,
en consecuencia, S€ pregunta si el dictamen está suficientemente discutido. Los que
estén por la afirmativa, que se pongan de pie.
-El C. Calderón: No quiero cansar a ustedes; ya está bie~ discutido todo~
hablaron en contra tres personas, mi general Frausto, mi general Jara y el señor
Madrazo. ¿ N o es así? Hemos hab1ado en pro tres personas también, entre ellas el
general Nafarrate, por consiguiente, estamos a la par. (Risas.) Son tres y tres. ¡Ah!
y.el señor Reynoso, son cuatro; luego tengo derecho de hablar. (Voces: ¡No! ¡No!
¡No!) Sí, señores; han hablado cuatro en contra y tres a favor del señor; pero- ya no
vamos a discutir este punto, porque está bien discutido; solamente anoto estos puntos,
porque es de justicia hacer una aclaración: el general Nafarrate dijo, con un cri-
terio bastante -amplio, que los que han venido aquí al seno de esta Asamblea, salvo
muy raras excepciones, como la de Barrón, han sido los hombres más integras, más
patriotas, más serenos y más ilustrados que los ciudadanos -de toda la República han
escogido. Esto es un hecho indiscutible, 10 indiea la opinión, salvo aquellos casos es-
candalosos como el de Barrón. Por lo que toea a Zacatecas, recuerdo que una noche
dije que el general Carlos P,lank era gobernador, al menos en la época en que sé pre-
paraban las eleccion~s. Aquí está la diputación de Sonora que puede decir a ustedes
qUe el general Carlos Plank es de los intranSigentes, que digamos, en el seno del
constitucionalismo; por consiguiente, si él hubiera visto que la elección de este señor
diputado era indebida, la habría impedido, porque estaba en sus manos impedirla, por-
que ustedes saben que el poder militar dispone de muchos recursos para que uh indi-
viduo que sea enemigo de la revolución no venga aquí a este Congreso. Por últim.o, el
coronel Alv-arez jnformó a ustedes una noche que los revolucionarios, al ocupar Zaca-
tecas, lo sujetaron a prisión, lo pusieron en la cárcel para que depurara ¡¡U conducta.
y ese magistrado fue absuelto por la revolución; segundo hecho. Tercero: ya dije,
señores, que en todas las sociedades, aun. en la de Rusia, hay un hombre que admi-
nistra justicia: es un juez, y hay otros que no lo son. Hubo en México, señores, bajo
el Gobierno de Porfirio Díaz, hombres verdaderamente honrados en esa administración
y verdaderamente justos, y al fin el Gobierno ha eliminado a algunos y a otros no;
por esos casos verdaderamente -aislados no se puede sentar una conc~usión general.
Por último, cuando se trató de refutar la credencial de Barrón, toda la honorable
Asamblea indignada dijo: "¡hO!" echándolo fuera. Fui yo el único que dijo: "es pre-
ciso que se le oiga en defensa" y todos fueron consecuentes conmigo y lo hemos es-
cuchado en defensa, y con conocimiento de causa, al fin, le he negado mi voto; pero
lo hemos Qído en defensa. Hoy no está aquí el señor licenciado López y ninguno de
nosotros ~o ignora; pero a mí no me mueve en este éaso más sentimiento que el d-esJ::o
de que la honorable Asamblea toda, puesto que es la representaeión de la conciencia
nacional, de la inteligencia humana, emita su parecer de la manera más serena, ha-
ciendo a un lado la cuestión del artículo 49, que no puede servir de regla en todos los
casos, que no ha servido de regla en todos los casos, porque seria absurdo que a un
431
hombre. por puro que hubiese sido, se le hiciese semejante afrenta. (Voces: ¡No! ¡No!)
-Un ,C. secretario: ¿ Está suficientemente discutido el dictamen? (Voces: ¡Sí!
j Sí!)
-El C. Pereyra: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene ,la palabra el ciudadano Pereyra.
-El C. Pereyra: Pido que la votación sea nominal.
-Un C. secretario: Se va a recoger la votación nominal por la primera parte
de la proposición, que dice: "Es diputado propietario por el 69 distrito electoral del
Estado de Zacatecas el C. Pedro López."
Se procede a la votación.
-El C. Ibarra: Pido, la palabra para una aclaración. (Voces: ¡No! ¡No!)
-El C. Rouaix: Señores, sírvanse decir si creen ustedes que yo tenga derecho
a votar; aún no está aceptada mi credencial.
-El C. De los Ríos: Pero es presunto diputado el señor Rouaix y tiene derecho
a votar.
-Un C. secretario: ¿Falta algún ciudad·ano diputado por votar? (Voces: ¡No!
¡No!) Votaron por- la afirmativa 40 ciudadanos diputados. Entiendo que me faltó
algún ,señor diputado.
-El C. Villaseñor Jorge: Faltó mi voto.
-El C. Espeleta: Uno más, el mío.
---:--Un C. secretario: Votaron por la afirmativa 42 ciudadanos diputados y por
la negativa -82.
-El C. Manjarrez: Pido la palabra para una moción de orden.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Manjarrez.
-El C. Manjarrez: Creo que es inútil que sigamos tratando esto, puesto que se
deduce de la votación que no hay quorum. Hay 82 votos por la negativa y 42 por la
afirmativa.
-Un C. presunto diputado: Pido la palabra. Hay allá fuera mayor número de
diputados y podria usted ordenar que vinieran. (Voces: ¡Sí hay quorum!)
-El C. De los Ríos: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano De los Ríos.
-El C. De los Ríos: Justamente, con lo que dice el señor Manjarrez, con los
datos que da, hay quorum: 82 diputad9s por la negativa y 42 por la afirmativa, son
124. Sí hay quorum.
-Un C. secretario: Se pone a discusión la segunda parte del dictamen. En vo-
tación económica se pregunta si se aprueba. (Voces: ¡No hay quorum! Que pasen lista
para saberlo.) El resultado de la votación indica que hay quorum; pero si los ciuda-
danos diputados lo desean, se volverá a pasar lista. (Voces: ¡Hay quorurnl) Entonces
se pone a v9tación la ,segunda proposición del dictamen que aprueba la credencial
del ciudadano Andrés L. Arteaga, como diputado suplente por el 69 distrito €lectoraI
de Zacatecas. Los que estén por la 'afirmativa sírvanse poner de pie. Aprobado. La
Mesa llamará al -suplente en su oportunidad.
Se hace la declaratoria respectiva.
432
j'El sufragio popular favoreció en primer término a los CC. in'geniero Pastor
Rouaix, para diputado propietario, y coronel !reneo Villarreal para diputado suplente.
"Aquél fue favorecido por 1,160 votos; y éste obtuvo 1,111 sufragios.
"Aparece en el acta de la Junta Computadora de votos que el licenciado Feman...
do Duque de Estrada y otras personalidades presentaron escritos, aquél como repre...
sentante de los coroneles Guillermo Castillo T'apis e Ireneo Villarreal, candidato sn. .
tagónico aquél del C. ingeniero Pastor Rouaix, y consta en la propia acta que dichos
ocursos fueron turnados al respectivo a~nte del Ministerio Público. Acerca de las
actuaciones de este funcionario nada existe en el expediente electoral de que se trata
y, por Jo tanto, este grupo de Sección no ha podido estar en aptitud de apreciar los
hechos que fundamentaron el ocurso del representante del C. coronel Castillo Tapia¡
y sí, dada la extinción del término que la ley señala para dictaminar acerca de estos
expedientes, este grupo de Comisión 'se cree obligado a haeerlo 'ási en el presente
caso, con las constancias que existen en el expediente que nos ocupa.
"Aquéllas l como Se ha dicho, dan un resultado favorable para los referidos seña . .
res ingeniero Pastor Rouaix y coronel Ireneo Villarreal, quienes obtuvieron la plura...
lidad de votos.
"Por t~do lo expuesto, el grupo de Comisión que subscribe se permite sujetar
a esta honorable Asamblea las proposiciones que siguen:.
"1'ª' Es buena la elección de diputado propietario por ellO distrito electoral del
Estado de Puebla, hecha a favor del C. ingeniero Pastor Rouaix.
"2'ª' Es buena la elección de diputado suplente por el mismo distrito electoral,
hecha a favor del C. coronel IreneO' Villarreal.
"Constitución y Reformas.-Querétaro, diciembre 2 de 1916.-Luis T. Navarro.
-F. Castaños.-Crisóforo Rivera Cabrera."
Está a discusión. ¿ N a- hay quien pida la palabra? En votación económica se pre-
gunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa que se sirvan poner de pie.
Aprobado.
La Presidencia, por conducto de la Secretaría, hace la declaratoria relativa.
6
433
-El C. presidente: Se suplica a las personas que deseen tomar la palabra, pasen
a inscribirse.
-El C. Medina: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Medina.
-El C. Medina: En vista de que en/el dictamen que acaba de leerse se dice que
alguna de las personas que han venido del Estado de Durango pueden ilustrar a esta
Asamblea acerca de lo relativo a la elección del señor De la Torre, candidato por el
79 distrito electoral del Estado de Durango, he creído de mi deber dar a ustedes al-
gunas noticias acerca de esa elección. a fin de que normen ustedes su criterio. Con
motivo de haber estado desde el mes de octubre trabajando en el Gobierno de Durango
con el carácter de ofieial mayor, me consta que el señor De la Torre salió electo legí-
timamente por el 79 distrito electoral, cuya cabecera es Mapimí. Yo tuve oportunidad
de ver un telegrama, en el Gobierno del Estado, dirigido por el presidente municipal
de MapimL al ciudadano gobernador, así como del presidente de la Junta Computa-
dora de votos de aquella cabecera, diciendo al Gobierno del E.stado que había salido
electo propietario el señor Jesús de la Torre; igualmente les consta a mis otros com-
pañeros que vienen del Estado de Durango, que es cierto lo que afirmo a ustedes.
-Un C. secretario: ¿ Hay quien pida la palabra? En votación econóniica se pre-
gunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa que se sirvan poner de pie.
Aprobado.
Se hace la declaratoria.
434
"Es válida la elección a favor del C. Rafael Curiel como diputado propietario por
ellO distrito electo~al del Estado de San Luis Potosí." ¿ N o hay quien tome la' pala-
bra? (Voces: ¡No! ¡Nol) En votación económiea se pregunta si se aprueba. Los que
estén por la afinnativa que se sirvan poner de pie. Aprobado.
8
-El mismo C. secretario: Se pone a discusión la segunda ·proposición del dicta-
men que dice lo siguiente: "U. Del 1er. distrito del Estado de Veracruz se- tiene una
documentación sumamente deficiente. El distrito se compone de cuatro o cinco mu-
nicipalidades. De la villa de Pánuco se recibió un expediente, en el que resulta que
el C. Armando G. García obtuvo 167 votos para diputado propietario, y que el C.
Nicolás C. Caballero obtuvo 157 votos para diputado "Suplente; hay una protesta con-
tra . esta elección, porque García tenía fuerzas a su mando el día de la elección. De
la villa de Pueblo Viejo se recibió otro expediente, en el que aparece que el C. pro-
fesor Ismael Cortés fue electo por 187 votos para diputado propietario, y que el C.
Roberto Cruz Sequera fue electo con los mismos votos para suplente. En este expe-
diente no hay protestas. El C. general ,Heriberto Jara proporcionó el dato de que
por otras municipalidades o, al, 'menos, por una más, viene otra persona con otro
expediente y con la credeneial respectiva. Los antériores CC. García y Cortés, no
tienen credenciales, o al menos, no se han presentado. Siendo bastante peligroso ren-
dir un dictamen con los datos que se tienen, pues puede presentarse el caso de que
venga otro ciudadano con más votos y con credencial, esta 3(10 Sección no puede más
que consultar lo siguiente, salvando en todo caso el acuerdo de esta respetable
Asamblea:
"No ha lugar por ahora a rendir dictamen sobre las elecciones verificadas en
el 1er. distrito electoral del Estado de Veracruz."
-El C. secretario: Está a discusión.
-Un C. diputado: Pido la palabra solamente para una rectificación: el señor
A,rmando García no tenía fuerzas en el distrito por el que salió electo.
-El C. Hernández Maldonado: Señor presidente: Suplico tenga la bondad de
decirme si puede concedérseme el uso de la palabra, en atención a que he presentado
mi credencial como diputado suplente por el 29 distrito. electoral; del Estado de
Tlaxcala. -
-Un C. secretario: Ordena el señor presidente que hasta que se termine ia dis-
cusión del segundo punto del dictamen no se podrá pasar a la solicitud de usted.
¿ No hay quien tome la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba
el dictamen a discusión. Los que estén por la afirmativa, sírvanse :ponerse de pie.
El señor presidente ordena que se repita la votación y se suplica a los ciudadanos
diputados que estén por la afirmativa, se sirvan ponerse de pie. Aprobado.
9
-El mismo C. secretario: La tercera parte del dictamen dice así: "IU. Rojas,
general Máximo. De acuerdo con las determinaciones de esta respetable Asamblea,
se ha vuelto a estudiar el expediente relativo a las elecciones verificadas en el 29
distrito electoral del Estado de Tlaxcala. Examinada el acta de escrutinio, aparece
que el ci!ldadano Modesto González Galindo obtuvo 705 votos para diputado propie-
tario, siguiendo así en número de votos al C. general Máximo Rojas, cuya elección
fue considerada como nula por esta honorable Asamblea. Si esta elección correspon-
diente al diputado propietario se considera nula, debe investigarse quién obtuvo ma~
yoría de votQs válidos para diputado propietario. Esta mayoría resulta a favor del
C. Modesto González Galindo, que se encuentra en esta ciudad y puede ser llamado.
435
Se discutió ampliamente pO'r lO's miembrO's de la Sección el puntO' relativO' a tener
cúmú diputadO' prO'pietariO' al ciudadanO' que tuviera mayúría de vO'tO's válidO's, O'
bien si, en el casO', bastaría llamar al suplente. Se llegó al acuerdO' de que lO' legal
es cO'nsiderar cO'mO' diputadO' prO'pietariO' a quien tuviera mayO'ría de vO'tO's válidO's,
debiéndO'se llamar a este prO'pietariO' y nO' al suplente, pues que lús suplentes vienen
cuandO', pO'r cualquiera causa, faltan lús prúpietariO's legalmente electO's. En la
sesión en que se discutió el asuntO' RO'jas, sólO' se llegó al acuerdO' de rechazar la
elección pO'r lO' que tO'ca al ciudadanO' general RO'jas, y nO' se cúnsideró ni se discutió
al suplente, C. Anastasiú Hernández MaldO'nadO', presumiéndO'se que éste nO' fue re-
chazado. PO'r las consideraciO'nes anteriores, se cúnsultan las siguientes prO'pO'siciO'nes:
"1. Es nula la elección a favúr del C. general MáximO' Rojas cO'mO' diputadO' prú-
pietariO' pO'r el 2Q distrito electO'ral del EstadO' de Tlaxcala.
"Il. E's válida la elección de lús CC. MO'destú GO'nzález GalindO' cO'mO' diputadO'
prO'pietariO', y del C. AnastasiO' Hernández MaldúnadO', como diputadO' suplente por
el 2Q distritO' electoral del Estado de Tlaxcala.
"Constitución y RefO'rmas.-QuerétarO', 2 de diciembre de 1916.-Antonio Hidal-
go.-LicenciadO' D. Pastrana J., ,secretariO'."-Se pO'ne a discusión la primera
proposición.
-El C. Manjarrez: PidO' la palabra, señO'r presidente. ReclamO' el O'rden. Este
dictamen ya fue aprobadO' desde hace muchO' tiempO'. (Voces: ¡NO'! ¡NO'!)
-El C. secretariO': La Comisión formuló el dictamen de acuerdO' cO'n el sentir de
la Cámara y ahO'ra pregunta si se aprueba. Los que estén pO'r la afirmativa, sírvanse
pO'nerse de pie. AprO'bada la primera prO'pO'sición. Se pO'ne a discusión la prO'posición
segunda.
-El C. Manjarrez: PidO' la palabra, señO'r presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadanO' Manjarrez.
-El C. Manjarrez: En primer lugar, el señúr Hernández MaldúnadO' nO' tiene de-
rechO' para estar en esta Asamblea; y en segundo lugar, el dictamen anteriúr, que
ya fue rechazadO', lO' prúpO'nía cúmú suplente, y lús suplentes nO' han sidO' llamadús.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadanO' Cañete.
-El C. Cañete: SeñO'res diputadús: En la sesión verificada el día de antes de
ayer, se rechazó el dictamen de la CO'misión, que prúpúnía cO'mú diputadO' prO'pietariú
pO'r el 29 distritO' electO'ral del EstadO' de Tlaxcala, al señor general MáximO' RO'jas.
En la discusión que este dictamen prúvO'có, súlamente se tuvO' en cuenta la persúna-
lidad del señúr general MáximO' Rojas, en su cúndición de cúmandante militar del
EstadO' de Tlaxcala. Este fue el únicO' mútivO' púr el cual se desechó el dictamen de
la CO'misión, y púr el cual acaba de aprO'barse el dictamen de esa misma Cúmisión,
que cO'nsultó la nulidad de la elección del señúr general MáximO' Rújas. La misma
Comisión, cúmú cúnsecuencia de la vútación de la Cámara, desechó el primer dictamen
y ahóra prúpúne el siguiente, que declara nula la elección del señO'r general MáximO'
Rújas y cO'nsulta en la segunda prO'púsición del mismO' la aprúbación del ciudadanO'
Múdestú González GalindO' cO'mú diputadO' prúpietariú pO'r el 2Q distritO' electúral del
EstadO' de Tlaxcala. En lO's datO's del expediente cúnsta que el 2Q distritO' electO'ral
del EstadO' de Tlaxcala se fO'rma de 6,294 vO'tantes. De éstús 6,294 vO'tantes, 5,589,
sufragarO'n en favor del señO'r general MáximO' Rújas, y 715 en favor del señO'r Mú-
destO' Gúnzález GalindO'. YO' me permitO' interpelar a la CO'misión que nos diga cún
qué facultad, cO'n qué apúyú y cún qué ley se ha permitidO' prúpúner cO'mú diputadO'
prúpietariú electO' por el 2Q distritO' electoral del EstadO' de Tlaxcala; al ciudadanO'
MO'destú GO'nzález GalindO'.
-El C. Hidalgo: En acuerdo ecúnómicú la húnO'rable Cúmisión lO' de~laró y así
10 prO'puso.
436
,
- El C~ Cañete: El acuerdo económico de la Comisión que ha revisado las cre-
denciales, no es una ley, señores diputados. La ley dice que debe declararse diputado
al individuo que h~ obtenido ~ayoría de votos. El señor don Modesto González Ga-
lindo. no pudo nunca haber obtenido la mayoría de votos. Si 6,294 fueron las perso-
nas votantes, el señor González Galindo no cuenta ni con la mitad de esos vota.ntes,
ni con la cuarta, ni con la sexta, ni con la séptima, ni siquiera con la octava parte.
¿ Podrá decirse, señores diputados, que un hombre que no ha sido electo por la
octava parte del distrito a que pertenece, puede venir a representar en esta Cámara
a ese distrito '/ Si no hay ley alguna' que diga que, declarada nula alguna elección,
puede ser diputado el que le siga en número de votos, no hay derecho ninguno para
declarar propietario al señor don Modesto González Galindo. Nuestra Ley Electoral,
al tratar sobre nulidad de elecciones, dice~ UArtículo 61. La nulidad de que habla
el artículo anterior no afecta toda la elección, sino simplemente los votos que estu-
vieren viciados." Y el articulo 62 dice: "Artículo 62. Cuando la nulidad afecte a la
pluralidad de votos obtenidos por algún diputado, la elección misma será declarada
nula." De suerte que en nuestro caso puede decirse que no ha habido elección en el
2Q distrito electoral de Tlaxcala para diputado propietario. ¿ Cuál tiene que ser la
consecl1encia de esto'/ Para ser justos y para apegarnos a la 'ley, debería conocerse
quién fue el que obtuvo mayoría de votos para diputado suplente, ,y el que obtuvo
esa mayoría será el que venga a ocupar el lugar del diputado propietario, porque no
ha habido votación de diputado propietario. Este es el sentir del que habla, y en
este sentido suplico a la honorable Cámara dé su autoridad para reformar la segunda
proposición que' está a discusión.
--:,El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Porfirio del Castillo.
-El C. Del Castillo: No veo, señores, que el señor diputado Hidalgo, a pesar de
las reconvencioD;es que en esta misma Cámara se le han hecho, pretenda corregirse.
La segunda parte de la proposición en que sugiere de una manera intencionada,
que el suplente debe ser el propitario, cuando aquél ha sido declarado incapacitador
es con toda intención; porque desde que esa fórmula se planteó en el 29 distrito
electoral, don Antonio Hidalgo tenía la intención de que el diputado fuese el señor
Hernández Maldonado; y viendo que el señor Hernández Maldonado no podria .hacer
pP'osélitos en ese distrito, no le importó sacrificar al amigo, no le importó exponérlo,
como lo expuso, para que sufriera una penosa impresión al declararlo la honorable
Asamblea incapacitado por la ley, porque el señor Hidalgo no fue leal, al amigo y
quiso sacrificar al señor Rojas con el fin de conseguir su plan. No fue sincero el
señor Hidalgo, como no lo ha' sido nunca. .
Así como cuando el cuartelazo y la Convención nos proponía a mí y al señor
general Máximo Rojas que reconociéramos a la Convención y entráramos en pláticas
por medio de Felipe Angeles, así ahora, sabiendo que iba a burlar la ley, sabiendo
que el general Rojas, que tiene tantos méritos, iba a ponerse en una penosa situa-
ción, lo sacrificó con el fin de sacar adelante su premeditado plan: hacer diputado
al señor Hernández Maldonado; y el señor Hidalgo se ha resistido a traer este dic-
tamen; Jo ha demorado intencionalmente; ha luchado mucho en presentarlo pará
preparar, su golpe, buscando siempre su fin: sacar_ a un individuo que él necesita.
Yo no estoy de acuerdo con el ,señor diputado Cañete, por más que respeto mucho
sus opiniones, pues es hombre muy competente en la ley. Yo creo que si la fórmula
para propietario era, por una parte, el señor Rojas, y por otra el señor González
Gali.ndo; al declararse incapacitado al señor general Rojas por la ley, debe llamarse
ineludiblemente al otro candidato propietario, el señor González Galindo. Si el señor
Hernández Maldonado triunfó como suplente, como suplente debe quedar" Además.
si el señor González Galindo aparece por los expedientes con 705 votos, él debe, por
437
tanto, ser el propietario; yo qUlsIera que el señor Hidalgo contestara de una manera
honrada si esos han sido los votos emitidos en favor del señor Gonzá1ez Galindo.
Yo creo que se emitieron muchos más, cerca de dos mil, y se emitieron para el señor
González Galindo; pero cuando se reunió la Junta en la Presidencia Municipal de
Huamantla, se le prohibió la entrada al mismo González Galindo y no pudo pre-
senciar el cómputo que se hizo. En consecuencia, se le pudieron haber quitado los
votos que bien se hubiera querido, estoy seguro, ya por el mismo señor Hidalgo o
por sus agentes; pero allí se inhabilitó a los representantes de la candidatura
González Galindo.
Yo espero, señores, que hagamos un acto de justicia y que no demos oportunidad
al señor Hidalgo para que venga siempre a hacer triunfar sus conveniencias políticas.
Que reciba una lección; que vea que en esta honorable Cámara, en la que se le han
hecho reconvenciones, ha encontrado un correctivo. Repito que así como nos aconse-
jaba que reconociéramos a la Convención y que nos daba un telegrama para firmar y
remitir a Aguascalientes, dificultando el manifiesto que se había firmado en Puebla
por el general Coss, así ahora no le importó sacrificar al general Rojas; su proceder
fue odioso desde un principio, y procediendo así el señor Hidalgo, no vamos nosotros
a sancionar ese proceder suyo.
-El C. Hidalgo: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudAdano Antonio Hidalgo.
-El C. Hidalgo: Ya han oído ustedes que el señor Ugarte me hace cargos. Rac!';:
días dijo que yo he sido incendiario, ladrón y asesino y ahora el señor Del Castillo
dice que yo le quería hacer firmar un mensaje para enviarlo a Aguascalientes. Dice
también que yo comprometí a la Junta Computadora y que fui a ejercer presión para
que no hubiera la votación justa en favor del señor González Galindo.
Yo quiero que de una vez sepan ustedes, señores, que se me está calumniando
dolosamente; que se me han imputado hechos que no he cometido a este .. respecto, y
con todo respeto pido que se haga luz. en este asunto. Yo no quiero estar aquí si no
me -justifico, si no se me hacen ver esas acusaciones dolosas, esas imputaciones
apasionadas que se me hacen. Hay telégrafo para el Estado de Tlaxcala, hay telé-
grafo para el lugar donde está el señor general Rojas, para el presidente municipal
de Huamantla y para el presidente de la Junta Computadora. Yo quiero, señores
diputados, que con pruebas se me acuse. No porque simplemente lo afirma el señor
Del Castillo, quien está de acuerdo, confabulado, con el señor Ugarte, para hacerme
desaparecer, para destruirme, para arruinarme, pues están haciendo ellos esa obra
tan maléfica, esa- obra tan malvada, esa obra tan injusta. Yo ruego a ustedes que,
si necesario es, se aplace lo del asunto del señor general Rojas mientras contestan
de Tlaxcala,'y ruego a ustedes que se hagan esas aclaraciones. Yo quiero que con
pruebas fehacientes e irrefutables se me demuestre que he sido ladrón, que he sido
incendiario, que he sido infidente. Se pueden decir muchas cosas, muchísimas, ya 10
ha dicho el señor diputado ingeniero Madraza, y con muchísima razón. ¿ Por qué
sin tener pruebas de una acusación que se hace únicamente de palabra, se va a
creer en ella? Si he cometido los actos que se me imputan, que se me mande a
una prisión, que se me mande fusilar. Es una injusticia, señores, que hombres como
el señor Porfirio del Castillo y el señor U garte, que tienen facilidad de palabra,
vengan aquí a decir cosas, a imputarme delitos que no he cometido. Bastante cono-
cido soy entre la gente humilde, a la que tengo el honor de pertenecer; ella me co-
noce y podrá dar testimonio de mi conducta. El presidente del Partido Liberal de
Tlaxcala, en nombre del pueblo, con los favores que le ha prodigado él, ha favorecido
a dos hombres, ha ayudado a dos hombres: al señor Ugarte y al señor Porfirio del
Castillo. A esos dos hombres ha favorecido el Partido Liberal de Tlaxcala, y ellos,
438
con estas acusaciones injustas, pagan a ese partido. Yo pido, y repito. señores, que
acuerde esta honorable Asamblea la manera de que se justifique lo que aquÍ se ha
asentado; que con pruebas honradas, pero de veras honradas, se pruebe aquí que
yo he cometido los delitos que acaban de mencionarse.
Vuelvo al asunto. En cuanto a las elecciones del 2Q distrito electoral de Tlaxcala,
se puede ver que aquí está el escrutinio de la votación hecha en la Presidencia de
la Junta Computadora, y no hay más que 705 votos. Si ustedes me lo permiten,
daré lectura a la parte relativa. (Voces: ¡No! ¡No!)
-El C. Rivera: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rivera.
-El C. Rivera: Suplico a usted se sirva ordenar a la Secretaría dé lectura a la
última parte del dictamen.
-El C. secretario leyó la parte resolutiva del dictamen.
!....EI C. Rivera: No abordo la tribuna, porque sólo son dos palabras las que
voy a decir, refutando al señor Cañete. Desde luego ... (Voces: ¡Tribunal! ¡Tribunal!)
Vosotros sabéis, señores, que en esta elección hay personas que se escudan tras
de otras para hacer triunfar sus candidaturas. Tenemos, por ejemplo, el caso del
señor Colado junto a la honorable figura del señor general Pesqueira, que es un
revolucionario de ideas avanzadas; resultó junto a un revolucionario tan puro como
lo es el señor general Pesqueira, un gachupín, y con eso está dicho todo.' En otras
candidaturas, por ejemplo en la del señor general Máximo Rojas, se escuda un jefe
que llama en su ayuda la ley o la viola cuando conviene que triunfe su candidatura.
Hubo más; ustedes me dirán que no tenemos pruebas suficientes de que violó la ley.
Yo les voy a tlar una prueba palpable de que sí es afecto a violar la ley; ahí lo
tenemos, no obstante que está prohibido permanecer en las sesiones secretas a los
individuos que no sean diputadO's propietarios o suplentes. Yo, antes· que todo, su-
plico a la Presidencia haga cumplir la ley y le indique que salga.
-El C. presidente: dirigiéndose al-C. Hernández Maldonado: No 'tiene usted de~
recho a permanecer en este salón.
-El C. Herpández Maldonado: Señor presidente, he presentado mi' credencial.
-El ~. Cabrera: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Cabrera.
-El C. Cabrera: Voy a hacer una súplica al señor Cañete y le cedo la palabra
para una interpelación. N o deseo más que hacer notar lo sisuiente: la defensa del
suplente del sejíor general Roja's está a 'cargo del licenciado -Cañete. Es necesario
saber de qué mf!dios se valió para hacer triunfar esa doble candidatura.
Para ello me referiré aun cuando soy ajeno a asuntos personales, a la conducta
política del señor licenciado Cañete. Yo deseo preguntarle !>i/ ha sido senador en la
época del general Huerta. (Siseos.)
-El C. Cañete: En la época del general Huerta era yo senador propietario; no
estaba en ejercicio, porque el día 10 de octubre de 1912 pedí licencia indefinida a la
Cámara y me separé.
--El C. Cabrera: El señor entró precisamente poco antes de la disolución de las
Cámaras.
-El C. Cañete: Vino el cuartelazo y fui el primero que reprobó el cuartelazo;
fui el que hizo interpelaciones muy duras a determinada persona que se acercó a
nosotros pretendiendo qúe apoyáramos a Pradillo en Puebla. Con motivo de esa conw
ducta nuestra, el señor Pradillo tuvo que abandonar Puebla y dejó la plaza en poder
de los revolucionarios. Así transcurrieron los ácontecimientos. Fui quien envió al
señor Madero el primer mensaje telegr4fico de la conducta observada por Pradillo.
Continuaron los acontecimientos de la decena trágica: vinieron los nefandos aconte-
439
cimientos que llevaron al sacrificio al señor Madero. Inmediatamente se desató en
Puebla una persecución contra los que eran perfectamente conocidos como partidarios
del Gobierno. Supe yo la labor que se había seguido en la Cámara de Diputados
contra el grupo renovador, y entonces, en septiembre 13, puse un mensaje al senador
suplente, diciéndole que iba a presentarme a la Cámara para continuar en el des-
empeño de mis funciones. Llegué allí; fui de la Comisión a quien tocó ir a ver al
ministro de Relaciones. Moheno, para que el Gobierno o el llamado Gobierno de
Huerta, hiciera investigaciones sobre el asesinato del señor senador Belisario Do-
mínguez; fui de la Comisión que fue a rehusar el banquete que Huerta ofreció al
Congreso de la Unión a raíz del repugnante asesinato que se había cometido con el
señor senador Domínguez. Fui el que protestó en el Senado contra la disolución de
la Cámara. Por fin, como he dicho antes, fui a laborar al lado del grupo renovador
de la Cámara, para seguir laborando en la obstrucción contra Huerta. Esta es la
razón de mi permanencia en la vigesimasexta Legislatura.
-El C. Cabrera: Como se ve, el señor Cañete no era senador, no había tomado
posesión de su cargo, y esperó la usurpación para tomar posesión, como él mismo lo
ha confesado. Puede usted seguir haciendo uso de la palabra, y que me dispensen los
señore's diputados.
-El C. Rivera: Continúo, señores diputádos. Si en vuestra conciencia estimáis y
estáis convencidos perfectamente de que la elección del señor general Máximo Rojas
y su suplente fue una fórmula que adolecía -de los defectos de que nos habla el
artículo de la ley, el 4Q o el 59, no lo recuerdo; si hemos desechado la credencial
del señor general Máximo Rojas con todo y sus méritos revolucionarios, debemos
rechazar, por lo tanto, la del suplente. Me llama la atención que la Comisión nos
diga que llamemos al suplente. Por supuesto, las elecciones fueron hechas bajo la
férula de un régimen militar. Nos dice el señor Cañete que el señor Modesto Ga-
lindo, no obstante la imposición que hubo, se ganó 705 votos, y me dice que no
puede ser el representante del pueblo, y yo le digo al señor Cañete: hay diputaQ.os
que tienen 200 ó 400 votos y ¿ cómo vamos a, rechazarlos? Muchos señores diputados
tendríamos que salir, porque hay algunos diputados que tenemos 700 u 800 votos.
Somos los representantes de esos habitantes.'
AqUÍ, señores, lo digo claro, con valor, hay una intriga. Se trata de que un
modesto hombre del pueblo, un indígena como el señor González, un individuo
que no ha ocupado puestos elevados, que no ostenta más que un galón de mayor
del Ejército, galón ganado, galón sin fango, como muchos galones, se trata, digo,
de que no entre al Congreso. Yo os pido con toda energía que hagáis qué cuanto
antes ocupe la curul ese legítimo representante del pueblo tlaxcalteca.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Manjarrez.
-El C. Manjarrez: Señores diputados: Había querido permanecer, en cuanto
fuera posible, alejado de toda discusión de credenciales, porque en esta desusada
pugna de personalismos, un factor menos es un beneficio más para la patria. Sin
embargo, tomo la palabra con todo gusto, para apoyar la parte resolutiva del dicta-
men, que aprueba al señor Galindo, porque en esas elecciones no sólo se ve la pre-
sión de los militares, no sólo se ve esa inmoralidad tan grande, sino que hay por
otra parte algo que es muy plausible de parte de quien ahora se declara diputado
propietario. El señor Galindo, mayor perteneciente a las fuerzas del general Rojas,
es un hombre que quiere de veras al general Rojas, y como lo quiere, no lo com-
promete. Y así, cuando él pensó lanzar su candidatura, con todo el respeto que le
debe al general, fue y le dijo: "Señor: me vaya enfrentar a usted en la pugna de-
mocrática; deme usted licencia". Esa licencia, todavía por maquinaciones de algunos,
se pretendió retardarla y se le dio hasta dos días después, con objeto de que no pudiera
440
hacer su propaganda. Aunque la licencia tiene fecha 17, se le comunicó hasta el 18 Ó
20, me parece con objeto de que no tuviera tiempo de hacer su propaganda política;
y a pesar de eso, señores diputados, el señor Galindo, a pesar de que las autoridades
militares y las civiles también, pusieron cuantos obstáculos tuvieron a su alcance
para que elseñor Galindo no obtuviera votos, éste se nos presenta con setecientos y
tantos votos, según ~os cómputos hechos. A~ora, señores diputados, cuando se está,
por ejemplo, en el Estado de Sonora y ve uno a' un Plutarco Elías Calles, todo un
demócrata, todo un civil, que me dice a mí: "muy bien hecha la campaña de civismo
que hace usted en contra del militarismo"; cuando se trata de un general que cada
. vez que llega el caso da disposiciones a sus soldados para que no se metan en los
asuntos que conciernan a los civiles, y cuando por fin, ese general Calles ordena a
las autoridades militares que apoyen en todos sus actos a las civil~s, entonces se
quita uno respetuosamente el sombrero y dice al general Calles: "es. usted más civil
que yo y tiene usted más derecho, que yo, porque usted, como ciudadano armado,
estaba en la línea de fuego y nosotros, como civiles, en calidad de impedimenta"; pero
no podemos decir lo mismo cuando en vez de un general Calles se encuentra uno a
un general Rojas; y no quiero hablar respecto a la per~ona del general Rojas, siDo
acerca de los elementos que le rodean; pero que por obra de esos elementos va y
se impone.
En ciertos casos recuerdo que 'durante todas las batallas efectuadas por los re-
volucionarios en contra de la dictadura, decia el pueblo: "¡Abajo la opresión, abajo
el' militarismo!" Todos los cañonazos disparados en Torreón, en Santa Rosa, en
Celaya y en El Ebano, nos recuerdan que el.pueblo dice por boca de esos cañones:
"¡Abajo el militarismol" (AplausO"S.)
-El C. Martínez Epigmenio A.: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Epigmenio Martínez.
-El C. Martínez Epigmenio A.: Señores diputados: No vengo a defender per-
sonalidades, porque, tanto el señor González Galindo como el señor Rojas, son dos
íntimos amigos míos y correligionarios; pero sí vengo a defender los preceptos le-
gales; sólo quiero que el señor Porfirio del Castillo me diga 'cuál es su sentir; si es
contrario al sentir del dictamen que presenta la Comisión.
-El C. Del Castillo: El dictamen que presenta la Comisión tiene dos aspectos:
uno, en el que, forzada por el acuerdo de la Asamblea, propone como válida la
elec;ción del ciudadano González Galindo, y otro como salida, así disimulada, como
ruborizándose, en que pregunta si se acepta su proposición para que se llame al su·
plente y que éste quede como propietario.
-El C. Martínez Epigmenio A.: El mismo señor Porfirio del Castillo parece que
vino a impugnar el dictamen de la Junta, tomando como pretexto ciertos defectos
que tiene el señor Hidalgo. (Risas.) Antes que todo, señores, debemos tener en
cuenta la ley. Como el señor Hidalgo carece de ciertas correcciones de grandes lite-
ratos y de grandes lingüistas que en otras sesiones hemos escuchado, por ese temor
sin duda ha formulado el dic1;.amen a qUe se refiere el señor Del Castillo; luego el
señor Del Castillo no tiene nada que reprocharle al señor Hidalgo, por una parte.
Por .la otra, creo yo que si en efecto, o como en efecto, el señor Rojas tiene mando
de fuerzas, está comprendido en el artículo 49, y en ese caso estuvimos muy bien y
dentro de la ley, al haberlo rechazado; pero no así al suplente, que no está en ese
mismo caso. Luego si hemos aceptado como buena la elección, desde el momento en
que desechamos al propietario, como consecuencia natural y razonable -no lógica,
porque no la sé-; (Risas.) pero el sentido común nos enseña que tiene que venir
el suplente en caso de que no hubiese propietario; pero si no viniese ese suplente,
entonces podrá venir, como lo dijo el señor Hidalgo, el señor Modesto González Ga-
441
lindo, porque es c¡;.nforme a la ley. Ruego a la Cámara que tome en consideración
que primero está el suplente y después el señor González Galindo, y si no hay su-
plente, que se llame entonces al señor González Galindo.
-El C. Martí: Ruego a la Secretaría se sirva preguntar si está suficientementE
discutido. La elección del señor general Rojas fue objetada y ahora deseo sencilla·
mente preguntar si tenía mando de fuerzas, y si estamos convencidos de que se hizG
presión en el puebl9 para salir diputado, es indudable que la elección se supone
fue dolosa ...
-El C. Manjarrez, interrumpiendo: Pido la palabra, señor presidente, para una
moción de orden.
-El C. Martí: Yo tenía el uso de la palabra.
-Un C. secretario: Se pregunta a la Asamblea si el dictamen está suficiente-
mente discutido. (Voces: ¡Sí! ¡Sí!) Se pone a votación la primera parte de la pro-
posición, que consulta la validez de la elección del diputado propietario, ciudadano
González Galindo. En votación económica, ¿ se aprueba? Aprobada.
-El C. Hidalgo: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Hidalgo .
. -El C. Hidalgo: Si la elección del señor general Rojas no es válida, se debe
a lo expresado en el artículo 4 Q ; pero' no por lo que dijo uno de los señores qu~ me
acaban de preceder en el uso de la palabra; esto eS, que si consiguió tener mucho
mayor número de votos, fue por la presión que ejerció. Los documentos a que voy
a dar lectura, si ustedes me lo permiten, prueban lo contrario. (Voces: ¡No! ¡No!)
-Un C. secretario: Se va a poner a votación la segunda parte de la proposición,
referente a la elección del ciudadano Hernández Maldonado como diputado suplente.
En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa,
que se sirvan poner de pie. Desechada.
10
442
\ 3. SESION ORDINARIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA MAJitANA DEL LUNES '4
DE DI~IEMBRE DE 1916
SUMARIO
443
-El C. diputado: Yo desearía que se diera a conocer el telegrama en que el
solicitante expone que tiene una necesidad o cuidado grave de familia.
-El C. secretario, leyendo: Telegrama procedente de "México, D. F., 2 de di-
ciembre de 1916.
"Señor Daniel Cervantes.-Hotel Internacional.
"Mi mamá muy mala, urgente vengas luego.-Alfonso Cervantes."
-El C. Rivera; Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Rivera: Yo creo que reviste algo de injusticia el no conceder licencia
por seis días al ciudadano Cervantes; algunos ciudadanos diputados, por cortesía a
la Asamblea, han solicitado permiso. Yo recomiendo que se rechace el trámite.
-El C. secretario: La Presidencia hace notar que desde que esta honorable
Asamblea rechazó la licencia del ciudadano Amaya, po'r' seis días, ha creído que la
intención del Congreso era en general negar las licencias; de todas maneras, por
si fuere distinta, la Presidencia dispone que se ponga a discusión el trámite
respectivo.
-El C. De la Barrern: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano De la Barrera.
-El C. De la Barrera: La intención de esta Asamblea es negar las licencias
cuando no revistan un carácter urgente. Como en la del señor Cervantes se trata de
la autora de sus días, que se encuentra grave, yo creo que debe concedérsele; así,
pues, yo suplico a la Asamblea se conceda la licencia.
-El C. secretario Lizardi: La Presidencia consultó a la Asamblea si se cambia
el acuerdo en estos términos: USe concede licencia por el término de seis días al
ciudadano diputado Daniel Cervantes." En votación económica, los que estén por la
afirmativa que se sirvan poner de pie. Aprobado.
444
4. SESION ORDINARIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA TARDE DEL LUNES 4
DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
,
(A las 4,10 el C. secretario Meade Fierro pasó lista, resultando una asistencia
de 131 ciudadanos diputados.
Abierta la sesión, el C. secretario Truchuelo dio lectura al acta de la sesión
anterior, la que, puesta a discusión, sin ella fue aprobada en votación económica.),
-El C. Ibarra: Por ruego de nuestro estimable compañero y amigo, el señor Von
Versen, y a nombre de él, solicita de esta respetable Asamblea se le conceda licencia
para ir a su tierra natal, por haber sufrido la pérdida de un ser querido de su fa-
milia. Acaba de recibir un telegrama en el que le dicen que acaba de morir su señora
mamá. Deseo que se trate esto desde luego.
445
(
-Un C. secretario: La Presidencia, por conducto de la Secretaría, suplica que se
sirva hacer la solicitud por escrito, a fin de formar el expediente respectivo.
446
"Cada una de las cinco últimas comisiones será integrada por tres miembros.
"Artículo 29 Habrá, a'demás, dos secciones de Gran Jurado, compuesta cada una
de cinco miembros, que se designarán por escrutinio secreto y a mayoría absoluta de
votos.
n Artículo 39 Las comisiones de que se viene hablando serán de carácter perma-
'nente. La falta absoluta o temporal de alguno o varios de los. miembros que las com-
ponen será substituída en la misma forma y con las mismas formalidades establecidas
en las disposiciones precedentes.
"Artículo 49 La Comisión de reformas a la Constitución rendirá su_ primer dicta-
men dentro de los tres días siguientes a la fecha en que reciba el proyecto de Tefor-
mas a la Constitución presentado por el ciudadano Primer Jefe Este dictamen com-
prenderá los artículos que la Comisión haya podido estudiar en ese ténnino. En lo
sucesivo irá presentando dictámenes de los artículos siguientes, según lo exija la
marcha de las discusiones en el Congreso, y procurando que nuncá falte 3. éste
materia para los debates.
"Artículo 59 No habrá discusiones en lo general, entrándose desde luego al deba-
te en lo particular respecto de cada artículo. La Comisión no podrá retirar los :utícu-
los que se discutan sino para modificarlos o adicionarlos en el sentido de la discusión.
"Artículo 69 Se suprime igualmente para toda clase de _proyectos el trámite de
segunda lectura, los que pasaren con sólo la primera, a la Comisión respectiva
"Artículo 79 Las iniciativas de los diputados sobre modificaciones o adiciones a
los artículos del proyecto de reformas presentado por el ciudadano Primer Jefe, se
pasarán a la Comisión respectiva para que los tenga presentes al rendir su dictamen.
"Artículo 89 Si tales iniciativas fueren presentadas rendido el dictamen sobre e]
artículo o artículo! a que las mismas se refieran o durante las discusiones, sólo a
partir de ese momento serán tomadas en cuenta; pero eh ningún caso se hará dicta-
men especial aceptando o rechazando tales iniciativas.
"Artículo 99 Las iniciativas que no se refieran a ninguno de los artículos del
proyecto del ciudadan6 Primer Jefe, sino que contengan alguna adición al mismo,
serán materia de un dictamen especial que se presentará por la Comisión de refor-
mas, cuando hubieren concluido los debates relativos al proyecto, en el mismo orden
en que las iniciativas se hubieren entregado a la Comisión.
"Artículo 10. Los memoriales y observaciones que se presentaren por 'personas
ajenas al Congreso, se pasará también a la Comisión de· reformas para que se entere
de ellas.
"Artículo 11. Todas las comisiones deberán presentar dictamen en los negocios
de su competencia, dentro dd tercero día de la fecha en que los hayan recibidó
"Artículo 12. Las refornias a la Constitución que apruebe el Congreso, se expe-
dirán bajo esta fórmula: «El Congreso Constituyente de los Estados Unidos Mexi-
canos, decreta ... »
"Artículo 13. Los individuos del Congreso, aun cuando no estén inscriptos en la
lista de oradores, podrán pedir la palabra para rectificar hechos. Queda prohibido
hacer y contestar alusiones personales mientras no se haya terminado el debate de
los asuntos de la orden del día o de los que el Congreso o el presidente estimen de
interés general. El presidente, en caso de desobediencia, llamará al orden al infractor
y aun podrá suspenderle el uso de la palabra.
"Artículo 14 Mientras se esté substanciando una moción de orden, no se admitirá
ninguna otra, pero la Mesa tomará nota de las que se hagan, para ocuparse de ellas
en el orden de su presentación.
"Artículo 15. No se concederá licencia a los lniembros del Congreso sino por
causas graves plenamente justificadas a juicio de la Asamblea.
447
HArtículo 16. (No se encontró en el Archivo.)
"Artículos 17. En todo lo que no esté previsto en estas disposiciones, quedará vi-
gente el Reglamento del Congreso General.
"Constitución y Reformas.
"Salón de Sesiones del Congreso Constituyente.-Querétaro, 4 de diciembre de
1916.-Diputado presidente, M. Dávalos.-Diputado secretario, Alfonso Cravioto.-
Diputado secretario, Ciro B. Ceballos ....-Rúbricas.
-El C. Manjarrez: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano' Manjarrez.
-El C. Manjarrez: Yo creo que sería imposible que inmediatamente se nos pusie-
ra a discusión este proyecto de Reglamento, desde el momento en que, por la lectura
que se ha hecho, no nos hemos podido formar un juicio claro, ni mucho menos hacer
un estudio, sobre el que voy a hacer algunas observaciones juiciosas; por lo tanto,
creo que hasta que no tengamos nosotros un ejemplar para estudiarlo siquiera una
hora, no podemos dis-cutirlo.
-El C. De la Barrera. Pido la ,palabra.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. De la Barrera: El ,proyecto de reglamento~ en mi concepto, está bastante
claro. El señor Manjarrez quizá no lo habrá entendido; en ese caso ,puede pedir a la
Secretaría que s,e le dé una copia; pero yo creo que lo podemos aprobar, porque está
muy claro y sencillo.
-El mismo C. secretario: La Secretaría ha preguntado si se le dispensa el
trámite de segunda lectura, y los señores diputados tendrán oportunidad de irse
informando de él conforme se vaya discutiendo articulo por articulo. -Está a discusión
el proyecto en lo general. Las personas que deseen inscribirse en pro o en contra,
pueden ,pasar a la Mesa. N o habiendo discusión en pro ni en contra, en votación
económica, que se pongan de pie los que lo aprueben. Aprobado.
Está a discusión el proyecto en lo particular; las personas que deseen tomar la
palabra en pro o en contra, pueden pasar a inscribirse a la Mesa. ¿No hay quien
haga uso de la palabra?
-El C. Limón: Suplico al señor presidente me diga a qué castigo es acreedor
el qu,e falte tres o cuarto veces consecutivas ...
-El C. Dávalos, interrumpiendo: En la convocatoria del ciudadano Primer Jefe
está eso.
-El C. Limón, continuando: Y ,por otra palie, qué castigo merece aquella persona
que sin pedir líe-encía falta a las sesiones.
-El mismo C. secretario: En la misma convocatoria está la pena que corres-
ponde a la persona, que falte determinado número de veces.
-El C. Limón: Yo sé que el señor Manuel Amaya presentó una solicitud de
licencia, y sin embargo de que no le fue conoedida, salió para México, así como
el señor Palavicini y el general De los Santos.
-El C. presidente: Precisamente él y otras personas más han obtenido de la
Mesa licencia económica y es una facultad que tengo conforme al Reglamento, de
de conceder Ucencia hasta por tres días; la solicitud del señor Amaya se presentó
a la Cámara por seis días y se le negó; pero pudo hacer uso de la licencia económica
que le concede el Reglamento por tres días.
-El C. De la Barrera: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. De la Barrera: Yo deseo saber si ese Reglamento nos excluye a nosotros
completamente. (Voces: ¡No! ¡No!)
448
/
5
Está a discusión el artículo 19, que dice:
"La Mesa Directiva del Congreso Constituyente, dentro de los primeros cinco
días siguientes a su instalación, designará, con aprobación de la Asamblea, las
siguientes comisiones:
"De Reformas a la Constitución, compuesta de cinco miembros.
"De Corrección de Estilo.
"De redacción del DIARIO DE LOS DEBATES.
"De Administración.
"De Archivo.
"De Peticiones.
"Cada uná de las cinco últimas comisiones será integrada por tres miembros."
. Las personas que deseen pasar a inscribirse en ,pro o en contra, pueden hacerlo.
-El C. Rivera: Pido la palabra, señor presidente, para una interpelación.
-El C. presi4ente: Tiene la palabra el ciudadano Rivera.
-El C. Rivera: Para suplicar a la Comisión se sirva decirme qué criterio siguió
para fijar en cinco miembros el número de los que deben -formar la Comisión.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano ,presidente de la Comisión.
-El C. Dávalos: Pido la palabra, señor presidente. Como no está el señor presi-
dente, pido se me conceda el uso de la ,palabra. El criterio fue el siguiente: pudieron
haber sido más; ,pero considerando las dificultades que habrá para designar en siete
o en nueve el número de personas que debían formar esta Comisión, nos fijamos
en el número de cinco, que podrán escogerse, a juicio de la Asamblea, entre los
diputados que estén más versados en asuntos constitucionales, que de suyo son difí-
ciles. La Asamblea verá, al hacer la selección, que cuesta trabajo designar cinco
personas, y en ese, caso la misma Asamblea puede designar el número de siete o más·;
pero son puntos muy dificiles; muchas personas· más estorban que ayudan en el
desempeño de una labor como la de que se trata. Ese ha sido nuestro eriterio; pero
la Asamblea puede seguir el que crea más prudente.
-El C. Avilés: P~ra una aclaración, señor presidente. Si mal no recuerdo, parece
que dice: "El Congreso Constituyente designará con la aprobación de la Asamblea ... "
-El C. presidente, interrumpiendo: Para hacer aclaraciones, pase usted a
anotarse.
-El mismo C. secretario: Para hablar en contra se inscribieron los ciudadanos
Froilán C. Manjarrez, José Rivera y Salvador González Torres.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Manjarrez, en contra.
-El C. Manjarrez: Señores diputados: A mi me parecen muy juiciosas las obser-
vaciones que hace nuestro apreciable compañero el licenciado Marcelino Dávalos,
respecto al número que debe integrar esta Comisióq. desde el punto de vista jurídico;
pero yo entiendo que la labor que vamos a desarrollar aquí es eminentemente nacio-
nal, y por esta razón todos los Estados de la República no sólo tienen el derecho,
sino aun la obligación de tomar parte lo más activa posible en esta cuestión, pues a
nadie se le escapa la trascendencia que tiene la Comisión Dictaminadora en este
asunto; ahora bien, difícilmente encontraremos muchos jurisconsultos; yo no niego,
-señores, que probablemente en cada diputación encontremos un perfecto jurisconsulto;
pero la voz que debe existir en ese dictamen debe ser, en primer lugar, la voz revo·
449
lucionaria; que vengan los revolucionarios a desarrollar por medio de ese dictamen
el sentir de la revolución, y después la Comisión de Estilo puede estar integrada
por puros abogados que nos corrijan el estilo, dándole forma debida. Por lo tanto,
yo propongo a esta honorable Asamblea que la Comisión esté integrada por un
miembro de cada diputación de los diversos Estados de la República.
:-EI C. De la Barrera: Pido la .palabra, señor ,presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano De la Barrera.
-El C. De la Barrera: Señores diputados: lo que nos acaba de dedr el señor
compañero Manjarrez no me convence y creo que no convencerá a esta honorable
Asamblea. La proposición que ha hecho de que la Comisión se integre por un miembro
de cada diputación, me parece muy inconveniente por lo numerosa. El di.ctamen de
esta Comisión no es absoluto, y una vez que lo ponga a discusión de esta' Asamblea,
ella resolverá lo que procede sobre el particular.
-El C. Rivera: En vista de lo expuesto ·por el señor De la Barrera, renuncio
al uso de la ,palabra.
-El C. González Torres: Pido la palabra, señor ,presidente, para una observación.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano González Torres, para hacer
una observación.
-El C. González Torres: E.s únicamente para hacer una observación a la redac-
dón del artículo. El artículo dice: "El Congreso Constituyente, con "-aprobación de la
Asamblea, nombrará tales comisiones." Me parece que el Congreso Constituyente
es la propia Asamblea; ·en consecuencia, pido que se reforme dicha redacción en esta
forma: la Mesa Directiva, con aprobación de la Asamblea, nombrará tales y cuales
comisiones ...
-El C. Dávalos, interrumpiendo: Estaba así; fue cuestión del taquígrafo.
-El C. González Torres, continuando: En cuanto a la proposición que hace el
señor diputado Manjarrez, creo que no es de aceptarse, porque una Comisión formada
por un gran número de diputados sería difícil que se ,pusiera de acuerdo y con esto
nos dilataría más la discusión correspondiente; de manera que yo creo que es nece-
sario que se forme por cinco miembros y; en consecuencia, que no se tome en consi-
deración la proposición del señor Manjarrez.
-El mismo C. secretario: ¿Está suficientemente discutido? (Voces: ¡No! ¡No!}
-El C. Navarro Luis T.: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Navarro Luis T.: Señores diputados: Ha sido costumbre, para nombrar
todas las comisiones del Congreso, que estas comisiones no las nombre la Mesa
Directiva, sino la Gran Comisión, es decir, la Gran Comisión que está formada por
un individuo de cada una de las diputaciones de cada Estado; de manera que eligiendo
un individuo por cada Estado, ,se forma la Gran Comisión, aunque ésta no siga
subsistiendo, sino que se forma únicamente 'para que ·ella sea la que designe las
demás comisiones; en consecuencia, yo Ipido que aunque en el proyecto de Reglamento
no .se proponga el nombramiento de la Gran Comisión, sí se fonne para estudiar aquí
las distintas comisiones y que sea fonnada .por un diputado por cada uno de los
Estados de la República.
-El C. Reyno-so: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la paiabra.
-El C. Reynoso: Ciertamente, en el Reglamento del Congreso se dice que se
formará la Gran Comisión, Comisión que está integrada por un miembro de cada-
Diputación; pero precisamente 10 que se pro-pone es una reforma al Reglamento y 10
que deseamos principalmente al presentar el proyecto, es que todos los procedimientos
!'le hagan más fáciles, más sencillos y mucho más violentos; sabemos que el tiempo.
450
urge .para entrar de lleno en las discusiones del proyecto de la Constitu,ción, y para
formar la Gran Comisión sería necesario que cada diputación se reuniera para desig-
nar un miembro de ella y una vez nombrados los veintisiete miembros, se reunirán
para ponerse de acuerdo en las" proposiciones de la Comisión. Este método que nos-
otros proponemos es mucho más sencillo y violento, y principalmente para la Comisión
que va a estudiar el proyecto de Constitución, pues se necesita que sean personas
que se hayan dedicado en buena parte al estudio de asuntos constitucionales, porque,
a mi jucio, cualquier abogado, por más inteligente que sea, y que no se haya dedicado
especialmente a esta clase de estudios sobre la Consti,tución, nos podrá traer difi-
cultades en el dictamen de cada capítulo o de cierto número de artículos. Cada uno
de nosotros, .gea por Sonora o por Yucatán, por conveniencia tenemos derecho de
hablar, de impugnar y proponer reformas y de todo 10 que es natural en una Asamblea
.ue esta índole. De manera que yo sostengo y su.plico a ustedes que acepten que el
president'e o la Mesa Directiva sean los que nombren estas comisiones.
-El C. Rivera Cabrera: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Rivera Cabrera.
-El C. Rivera Cabrera: Yo vengo enérgicamente a protestar en contra de ese
jueguito de que se quiere hacer víctimas a todos aquellos que intentan hacer su
propuesta para esta designación. Ustedes dirán si vamos a dar a la Mesa potestad
de que sea la que lleve las formas y la marcha directiva de sus intereses ,políticos.
Debe, señores" dejarse a la Asamblea en entera libertad para que proponga los nombres
y haga estas ,elecciones, a fin de que lo resuelva de una manera justa, estricta y
equitátiva. Suplico a los señores diputados tengan presente la trascendencia de esta
facultad. ¡
451
-El mismo C. secretario: ¿ Está suficientemente discutido? Las personas que
estén por la afirmativa sírvanse ,poner de pie. (Voces: ¡Sí! ¡No! ¡Sí!) El señor pre-
sidente dispone que las personas que hayan votado -por la afirmativa, tengan la
bondad de seguir de ,pie, a fin de tomar debidamente nota y ver si hay mayoría.
Hay mayoría. Se pone a votación el artículo 1Q que fue leído antes. En votación econó-
mica: las personas que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.
-El C. Reynoso: Moción de orden, señor presidente. Yo -creo que los artículos
relativos deben votarse nominalmente.
-Un C. secretario: Señores, propongo a vuestra honorabilidad que, en vista
de que la Mesa Directiva designó la Comisión sin especificar claramente el objeto,
y con el fin de librar de cualquier cargo a la Mesa, propongo que se diga: "La Mesa
Directiva propondrá a la Asamblea, etcétera."
-El C. Calderón: Señor presidente, pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Calderón.
-El C. Calderón: Como es la Asamblea la que al fin, o de una manera definitiva,
dirá quiénes son las personas que van a formar esas comisiones, puesto que al
formarse la 11¡L Comisión de Reformas a la Constitución, compuesta de cinco miembros,
es la Asamblea quien tiene la facultad de aprobar o no aprobar; esto es, tiene la
facultad de escoger entre las personas que se le propongan, no hay necesidad de
modificar la redacción como lo indicaba el señor vicepresidente. La redacdón es ésta:
(Leyó.)
-Un C. diputado, interrumpiendo: Una moción de orden. Se aprobó que estaba
suficientemente discutido el punto. Por lo tanto, no procede ...
-El C. Calderón, continuando: Hecha, pues, esta aclaración, no hay nada a
discusión, como 10 acaba de decir el diputado anterior en su moción de orden.
-El C. Bojórquez: Para una aclaración, señor presidente, pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene usted 1a 'palabra.
-El C. Bojórquez: Quiero decir simplemente que, a mi modo de ver, el objeto
de la Gra;" ComisiÓn, es que en un grupo reducido estén todas las 'personas que
conozcan a la totalidad de los miembros de la Cámara. (Voces: ¡No! ¡No!) Estoy
haciendo esta observación simplemente para que se tome en cuenta; de esa manera
se conoc-erá a todos los miembros de la Cámara, y votando de acuerdo la Gran
Comisión, como no se trata de nombrar simplemente la Comisión de reformas, sino
se trata de nombrar seis comisiones, una integrada por cinco miembros y las otras
integradas por tres miembros cada una, se trata de escoger del seno de la Asamblea
a veinte personas y es natural que sea la Gran Comisión la que esté en mejor aptitud
de hacer esas designaciones ...
-El C. Ibarra~ interrumpiendo: Una moción de orden, señor presidente; ya está
discutido este asunto y está únicamente a votación.
-El C. Reynoso: Que se lea el artículo 143, que se relaciona con las votaciones.
-Un C. secretario: El artículo 143 dice: "Las votaciones serán ,precisamente
nominales: primero, cuando se pregunte si hay o no lugar a votar algún proyecto
de ley en ,Jo general; segundo, cuando se pregunte si se aprueba o no cada artículo
de los que compongan el indicado proyecto o cada proposición de las que fonnen el
artículo; tercero, cuando 10 pida un individuo de la Cámara y sea apoyado ,por otros
siete". Se procede a la votación nominal del articulo 1Q
(Se recoge la votación.)
-El mismo C. secretario: El resultado de la votación fue el siguiente: 88 ciuda-
danos diputados por la afinnativa y 53 ,por la negativa. Si la Asamblea lo desea,
se leerá. (Voces: ¡No hay necesidad!) Aprobado.
-El C. Silva Herrera: Pido la 'palabra, señor presidente.
452
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Silva Herrera.
-El C. Silva Herrera: Me permito -proponer a la Mesa Directiva, para que a su
vez lo someta a la Asamblea y para facilitar la discusión y terminación del Regla-
mento que se está votando, se lea todo de seguido, para que los señores diputados
aparten aquellos artículos que crea se deban discutir, porque hay muchos que por
su propia naturaleza no son discutibles.
-El C. De la Barrera: Debo advertir a mi colega que ya el proyecto está apro-
bado en lo general, y ahora lo estamos discutiendo en lo ,particular.
-El mismo C. secretario: En vista del resültado de la votación, se declara
aprobado el artículo 19
6'
453
Jefe, se pasarán a la Comisión respectiva para que las tenga presentes al rendh
su dictamen". Las personas que deseen tomar la palabra, pueden pasar a inscribirse.
¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se
aprueba. Los que estén ,por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobado.
El artículo 89 dice: "Si tales iniciativas fueren presentadas rendido el dictamen
Slobre el artículo o artículos a que las mismas se refieren o durante las discusiones,
sólo a partir de ese momento serán tomadas en cuenta; pero en ningún caso se hará
dictamen especial, aceptando o rechazando tales iniciativas". Las personas que deseen
tomar la palabra, pueden pasar a inscribirse.
-El C. De la Barrera: Suplico a la Secretaría que vuelva a dar lectura a ese
artículo.
-El C. secretario vuelve a leer el artículo 89 ¿No hay quien haga uso de la
palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los qUe estén por la
afirmativa, sírvanse ,ponerse de ,pie. Aprobado.
;El artículo 99 dice:
"Las inicativas que no se refieran a ninguno de los artículos del proyecto del
ciudadano Primer Jefe, sino que contengan alguna adición al mismo, serán materia
de un dictamen especial, que se presentará por la Comisión de Reformas cuando
hubieren concluido los debates relativos al proyecto, en el mismo orden en que las
iniciativas se hubieren entregado a la Comisión."
E'stá a discusión. ¿ N o hay quien haga USo de la palabra? En votación económica,
las personas que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Aprobado.
El artículo 10 dice:
"Los memoriales y observaciones que se presentaren por personas ajenas al
Congreso, se pasarán también a la Comisión de Reformas para que se entere de ellas."
Está a discusión. ¿ N o hay quien haga uso de la palabra? Las personas que
deseen hacer uso de la palabra, pasen a inscribirse a la mesa.
-El C. Roman: Pido la palabra, señal' presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Román.
-El C. Román: Señores diputados: Al principio se comenzó con mucha reticen-
cia a discutir sobre el primer artículo del Reglamento, y ahora casi vamos corriendo.
Dice este artículo que las inidativas que se hagan por personas extrañas a la Cámara,
simplemente se ·pasarán a la Comisión para que ella se entere; es decir, si algún
asunto es de suma trascendencia, qué, ¿ no tiene obligación de dar cuenta al Con-
greso? Por otra parte, con tanta precipitación como se aprobó el articulo 79, no da
lugar a fijar en él la atención.
-El C. Dávalos, interrumpiendo: Ya está aprobado.
-El C. Román, continuando: Nada más para relacionar este asunto; no pre-
tendo, señor Dávalos, ponerlo otra vez a discusión.
-El C. secretario: (Leyó el artículo 79 , a petición de algunos ciudadanos dipu-
tados.)
-El C. Román, continuando: Como ustedes verán, en este artículo no se impone
la obligación de dictaminar sobre estas iniciativas; pudi'era suceder que a nosotros
se nos ocurriera tratar un nuevo artículo y entonces se pasa a las comisiones y ellas
simplemente 10 tendrán en cuenta; pero no ,para dictaminar sobre esta iniciativa,
sino sobre el proyecto; es decir, la Comisión sólo tendrá en cuenta aquella iniciativa
que Se le ha presentado. Como ustedes comprenden, no tendría ni el estímulo de que
se tomara o se dictaminara sobre cualquiera iniciativa que se presentara; 'por lo
454
mismo, simplemente cité este artículo con objeto de hacer notar que el que está a
rliscusión no impone a la Comisión la obligación de dar cuenta a la Asamblea y de
emitir su juicio sobre él.
-Un C. secretario: La Secretaría informa, por lo que se refiere a las apreciacio-
nes hechas -por el ciudadano diputado Román, que la Comisión sí tiene obligación de
mencionar en sus dictámenes las iniciativas propuestas por los diputados; solamente
de lo que se trata es de no hacer un dictamen especial sobre cada iniciativa, sino de
mencionarlas en el dictamen en lo general y estudiarlas en ese mismo dictamen.
Respecto del artículo 10, que es el que está a discusión, se trata de los memoriales
y observaciones que -presenten personas extrañas al Congreso. Si a las iniciativas
que hacen los señores diputados no va a recaer un dictamen especial para cada una,
con menos razón puede recaer sobre" iniciativas de personas extrañas al Congreso.
-El C. Navarro Luis T.: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la ,palabra.
-El C. Navarro Luis T.: Señores dLputados: Ya que en el artículo 79 se le quita
todo derecho a la Cámara para hacer modificaciones o presentar iníciativas, yo pro-
pongo que el artículo 10 no se apruebe, sino que vuelva a la Comisión para que,
si los diputados no tenemos derecho de -presentar iniciativas, siquiera como particu-
lares podamos hacer algunas proposiciones.
-El C. Silva Herrera: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
'-;;"""E1 C. Silva Herrera: En mi carácter de presidente de la Comisión dictamina-
dora sobre el proyecto de reformas al Reglamento, voy a ·p_ermitirme contestar las
observaciones que han hecho los dos señores que me han ¡precedido en el uso de la
-palabra. El Congreso Constituyente tiene como misión reformar la Constitución
en consonancia con los ideales de la revolución; pero de ninguna manera la tiene
para violar la misma Constitución. Ahora bien; los particulares no tienen derecho
de iniciar leyes; sería, por consiguiente, violar la Constitución y darles a los mismos
un derecho de iniciativa que originalmente les niega la Constitución, y he aquí la
disposición relativa en que se funda y los fundamentos que tuvo la Comisión para
aprobar las reformas que están a discusión. El artículo 65 de la Constitución dice:
"El derecho de iniciar leyes o decretos compete:
"l. Al presidente de la Unión;
"11. A los diputados y senadores al Congreso general.;
"111. A las legislaturas de los Estados.':
En consecuencia, lejos de privar a los ,partieulares o a personas extrañas R la
Cámara, de algún derecho, les concedemos algo que hasta ahora no habían tenido:
las iniciativas que ellos presenten pasan desde luego a Comisión, que antes ni siquiera
pasaban, pues antes estas iniciativas pasaban a la Comisión de Peticiones, la que
únicamente les contestaba de enterado. El decir que tales iniciativas pasan a la
Comisión, no quiere decir que pasan para que se omitan ellas; pasan para que la Co-
misión ó comisiones de reformas ilustren su criterio con ellas, como lo va a ilustrar
a una biblioteca, como lo ilustrarían las observaciones de sus electores. La Constitu-
ción obra perfectamente negando a los ,partícula'res el derecho de iniciar leyes, puesto
que toda la nación está aquí representada y los particulares que sometan iniciativas
de ley al Congreso Constituyente, :pueden dirigirse a las diputaciones de BUS respec w
tivos Estados o a uno de los diputados para que ellos las presenten. Por lo que se
refiere al señor Navarro, que dice que a los diputados se les ha privado de un dere-
cho, está en un error, ,porque no sólo a las iniciativas, sino a todo lo que ellos presen-
ten, se les ha librado del enojoso término de tres días de segunda lectura y del
requisito de que hable uno en pro y otro en contra; y si la Cámara acuerda que se
455
tomen en consideración, pasan a la Comisión, y si no, quedan rechazadas. En conse-
cuencia, en el nuevo proyecto tienen los señores diputados algún derecho más que
antes no tenían, supuesto que sus iniciativas ,pasan desde luego a la Comisión. Ade-
más, la preferencia para la discusión de los proyectos de ley, debe recaer por razón
de orden cronológico. Como el debate debe versar sobre el proyecto de reglamento
que se ha sometido a la consideración del Congreso Constituyente, en los artículos
relativos se ha tomado en consideración lo propuesto en su proyecto por el ciudadano
Primer Jefe y sería ocioso rendir dictamen separadamente sobre ambos, pues, repito,
se ha tomado en consideración y así se expresa claramente en el dictamen. Creo que
con esto quedan destruidas las observaciones que han hecho 'las personas que me han
precedido en el uso de la palabra.
-El C. Navarro Luis T.: Pidó la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Navarro Luis T.: Pedí que la Secretaría diera lectura al artículo 7Q y
que la Comisión nos hiciera el favor de explicarnos si es lo mismo para que "las
tenga en cuenta" o para '¡que las tenga presentes."
-Un C. secretario: El artículo 79 dice:
"Las iniciativas de los diputados sobre modificaciones o adiciones a los artículo;;
del proyecto de reformas, presentado por el ciudadano Primer Jefe, se pasarán a la
Comisión respectiva ,para que las tenga ,presentes al rendir su dictamen."
-El C. Silva Herrera: Pido la palabra, señor ,presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Silva Herrera.
-El C. Silva Herrera: Señores: De propósito la Comisión puso el artículo en la
forma en que está, para que lo tengan 'presente en términos legales y en términos
del reglamento. ,Si la Comisión de Reformas hubiera dicho que tales iniciativas
se ,pasaran a dicha Comisión para que se tomen en cuenta, en términos legales, le
impondría la obligación de rendir un dictamen especial. Para evitar esa confusión,
y ,precisamente previendo las objeciones, la Comisión ha dicho en su proyecto, que se
pasaran a la .misma ,para que las tenga presentes; por eso no se le impone legalmente
la obligación de rendir un dictamen.
-El mismo C. secretario: Por orden de la Presidencia, se pregunta a la Asamblea
si considera suficientemente discutido el artículo 10. (Voces: ¡Sí! ¡Sí!) En votación
económica 'se pregunta si se aprueba. Los que estén 'por la afirmativa, que se sirvan
ponerse de pie. Aprobado.
456
-El C. Calderón: Ya está excluida, señor. La Comisión que va a rendir ese
dictamen sobre el proyecto del Jefe no está obligada a rendirlo dentro de tercero día;
dentro de tres días dirá: "he hecho esto", y ya nos da material para discutir, puesto
que la mente del licenciado Aguirre Berlanga e ingeniero Reynoso al hacer esta pro-
posición o proyecto de reglamento, no fue otra que la de apresurar de una manera
racional las labores del Congreso.
-El C. Rivera: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rivera.
-El C. Rivera: Yo creo y opino como el señor Ugarte, señores; si queremos apre-
surarnos mucho, corremos el peligro de cometer graVÍsimo's errores, de los ruales
nos pediría cuenta la posteridad.
La Comisión necesita darse cuenta en general de las reformas que se van a
hacer a la Constitución. ¿ Cómo podría darse cuenta a los tres días si lo forman varios
artículos? Vamos por partes, si no corremos el peligro de aprobar artículos que más
tarde, quizá más tarde, vengan a quedar en contraposición con artículos subsecuentes.
Lo lógico es que la Comisión pase un minucioso repaso a los artículos de la
Constitución y que nos traiga su' dictamen en lo general; después vendrá en lo parti-
cular; cuando pasemos en lo particular, entonces sí la Comisión podrá traer dos o tres
artículos según las' circunstancias, para la aprobación de la Asamblea.
-Un C. secretario: Como aclaración, me ordena el señor presidente lea el artícu-
lo 49, que dice:
"La Comisión de reformas a la Constitución rendirá su primer dictamen dentro
de los tres días sigUientes a la fecha en que reciba el proyecto de reformas a la Cons-
titución, presentado por el C. Primer Jefe. Ese dictamen comprenderá los artículos
que la Comisión haya podido estudiar en ese término. En lo sucesivo, irá presentando
dictámenes de los artículos siguientes, según lo exija la marcha de las discusiones en
el Congreso y procurando que nunca falte a éste materia para los debates."
Y hay otro artículo del mismo dictamen que prescribe que todos los proyectos
sean discutidos únicamente en lo particular y que se prohiban las discusiones en 10
general.
-El C. Ugarte: Entonces, para que el artículo que está a discusión quede co-
rrecto, debe decir: "Las comisiones, con excepción de las de reformas a la Constitu-
ción, que se regirá por el artículo 49, presentarán dictamen dentro de tercero día al
que hayan recibido el asunto."
-El C. Silva Herrera: La Comisión está de acuerdo con las modificaciones pro-
puestas pOl' el ciudadano Ú garte.
-Un C. secretario: Se pregunta a la Asamblea si permite que se l'etire el artícu-
lo, para que lo modifique la Comisión en los términos apuntados. Se retira.
Se invita a la Comisión a reformar el dictamen. La Comisión ha presentado en
la siguiente forma el artículo 11:
"Todas las comisiones deberán presentar dictamen en los negocios de su compe-
tencia, dentro del tercero día de la fecha en que los hayan recibido."
Está a discusión. ¿ No hay quien pida la palabra? En votación económica se
pregunta si se aprueba. Aprobado.
El artículo 12 dice:
"Las reformas a la Constitución que apruebe el Congreso, se expedirán bajo esta
fórmula: UEI Congreso Constituyente de los Estados Unidos Mexicanos, decreia ... "
En votación económica se pregunta si se aprueba. Aprobado.
457
El artículo 13 dice:
"Los individuos del Congreso, aun cuando no estén inscriptos en la lista de ora-
dores, podrán pedir la palabra para rectificar hechos. Queda prohibido hacer y con-
testar alusiones personales mientras no se haya terminado el debate de los a.suntos
de la orden del día o de los que el- Congreso o el presidente estimen de interés
general. El presidente, en caso de desobediencia llamará al orden al infractor y aun
podrá suspenderle el uso de la palabra."
Está a discusión. ¿ N o hay quien pida la palabra?
-El C. Rivera: Pido la palabra para un detalle que es de importancia; yo qui-
siera que se especifique qué Congreso, porque hay cuatro congresos.
-El C. Calderón: Con pena vuelvo a hablar, porque realmente yo no sé hablar,
ni tengo la pretensión de ilustrar a nadie; pero perteneciendo a la Comisión, quiero
informar al apreciable compañero lo siguiente: ya la Comisión había pensado en decir:
es el Congreso número tantos; pero parece antipolítico que se diga el noveno; no
tenemos más que un siglo de Independencia y y!l. llevamos siete congresos constitu-
yentes. Es preferible que nos callemos en este punto.
-El C. Chapa: Se podría decir: el Congreso Constituyente de 1916.
-Un C. secretario: ¿No hay quien pida la palabra? En votación económica se
pregunta si se aprueba. Aprobado.
El artículo 14 dice:
,j'Mientras se esté substanciando una mOClOn de orden, no se admitirá ninguna
otra; pero la Mesa tomará nota de las que se hagan, para ocuparse de ellas en el
orden de su presen.tación."
Está a discusi6n.
-El C. Navarro Luis T.: Parece que no hay moción de orden; parece que nada
más hay rectificación. En el artículo no se habla más que de rectificación, y pid() que
se hable de moción de orden. Que diga la Comisión si hay un artículo para que los
diputados tengan derecho a pedir moción de orden.
Debo advertir que éste es un proyecto de reformas al Reglamento del Congreso
General, donde se dice cuándo y en qué casos se puede pedir la palabra para mociones
de orden y rectificación de hechos· y que en el propio proyecto hay lun artículo que
dice: "Estas reformas al Reglamento interior de la Cámara quedarán vigentes en
todo aquello que no esté modificado por el presente proyecto." En consecuenda, no
será necesario explicar aquí de cuándo y cómo deben hacerse mociones de orden o
rectificación de hechos; si ya el Reglamento anterior, que quedará vigente, lo dice,
sería redundante hacer esa aclaración.
Desearía que haga favor de decirnos la Comisión en qué artículo dice e~o.
-El C. Silva Herrera: En efecto, no está puesto el artículo aquí en ~l proyecto,
por una omisión del taquígrafo; la Comisión se encargará de que se incluya desde
luego en el artículo a que me he referido, el cual ya está redactado y que por una
omisión no 10 ha hecho, dada la premura de tiempo en que se hizo el dictamen; pero!
en general, basta que se trate de reformas al Reglamento del Congreso General, para
que se entienda que queda vigente el citado Reglamento.
-Vn C. secretario: Para ilustrar el crjterio de la As~mblea, el señor presidente
ordena se lea. el artículo 59 de la convocatoria. Dice así:
"Las se¿iones del Congreso Constituyente se regirán por el Reglamento interior
de la Cámara de Diputado·s del Congreso de la Unión, con las modificaciones que el
mismo Congreso Constituyente creyere oportuno hacerle, por razón de su objeto es-
pecial en sus tres primeras sesiones."
N o necesita modificarse el artículo.
Unicamente para que lo conozca la Asamblea, se da lectura a un nuevo artículo
458
propuesto por la Comisión, en el sentido de las observaciones del ciudadano diputado
Navarro. Dice así: (Leyó.)
Sigue a discusión el artículo 15, que dice:
"No se concederá licencia a los miembros del Congreso, sino por causas graves
justificadas, a juicio de la Asamblea."
-El C. Navarro Luis T.: Pido la palabra, señor présidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Navarro.
-El C. Navarro Luis T.: Para suplicar a la Comisión que \Tea si es posible adi-
cionar este artículo con la pena que se le debe aplicar al faltista.
-Un C. secretario: Se pone a discusión; los que quieran tomar la palabra en pro
o en contra, pue.den pasar a inscribirse. .
-El C. Martí: Una aclaración sencillamente: se necesita saber si allí quedó
comprendido el permiso que pueda dar el señor presidente. ¿ Queda excluido? Enton-
ces está bueno.
-El C. secretario: ¿ No hay quien tome la palabra? En votación económica se
pregunta si se aprueba. Aprobado.
10
-El mismo C. secretario dio lectura al artículo 16. Está a discusión. Las perso-
nas que deseen tomar la palabra, pueden pasar a inscribirse. ¿ No hay quien tome la
palabra? Han pedido la palabra en contra los señores Salvador González Torres, Gil-
berto M. Navarro, y en pro el C. Rubén Martí.
-El C. presidente: Tiene la palabra el· ciudadano González Torres.
-El C. González Torres: Señores diputados: Vengo a hablar en contra de una
parte del artículo puesto a discusión. En efecto; en la primera parte estoy perfecta-
mente de acuerdo, porque creo que toda disposición carece de sanción si no se cumple;
y si prohibimos que se especifique, que. reglamente la puntualidad y la asistencia a
todas las sesiones, lo estarnos viendo con hechos palpables que, mientras no haya un
castigo, mientras no haya una sanción,· todos nos hacemos desentendidos; más aún:
yo sería de opinión que al faltista se le multe con las dietas correspondientes al día
de la falta; porque ¿qué razón hay para que se le pague a. un individuo que no
cumple con su deber?
De modo es que yo creo que nosotros mismos debemos establecer la sanción in-
dispensable para poder cuniplir con nuestros deberes, ya que la convicción que debe-
mos tener respecto al cumplimiento del deber, no es suficiente para que nos impulse
a obrar con él.
En la segunda parte del artículo se propone que en cada Asamblea el presidente
del Congreso presente a la aprobación de la misma Asamblea la lista de las personas
que hayan faltado; yo creo que esto es albarda sobre aparejo: si se aprueba que se
imponga un castigo a los faltistas, no hay necesidad de que después se ponga a dis-
cusión o se someta a la aprobación de la Asamblea, sino que es facultad precisa del
presidente imponer la pena, para lo cual lo autorizamos aprobando el proyecto de
que se trata.
-El C. Ibarra: Pido la palabra para una aclaración.
-El C. Aneona: Para una moción de orden. Entiendo que ningún diputado tiene
el derecho de interrumpir a un orador, si no es para hacer moción de orden.
-El C. Ibarra: Yo deseo hacer uso de la palabra para una aclaración. ¿Puedo
hacerlo, señor presidente?
-El C. presidente: Cuando termine el señor que está haciendo uso de la palabra,
-El C. González Torres, continuando: De manera, señores diputados, que yo os
459
invito para que penséis seria y formalmente en el asunto; no hay derecho pam pa-
garle a un individuo para que se venga a pasear a Querétaro, y no hay necesidad de
que después de aprobado el artículo correspondiente, se someta todavía a la aproba-
ción de la Asamblea el castigo que se imponga. (Aplausos.)
-El C. Ibarra: Pido la palabra para una aclaración, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Ibarra.
-El C. Ibarra: Como se dijo más antes que solamente la Asamblea es la que
puede dar licencia, por esta razón en este artículo se dice también que será la Asam~
bIea la que juzgará si la falta de un diputado está O no justificada; por eso es fuerza
que la Asamblea sea la que resuelva estos asuntos y no la Mesa; de otra manera, le
dejamos al presidente de la Cámara el compromiso de que él haga esas calificacio~
nes, y podría encontrárse algunas ocasiones en aprietos para dar un fallo con toda
independencia.
Así es que yo creo que hay aquí albarda sobre aparejo si la Asamblea es la que
debe decir si la falta está o no justificada.
-Un C. secretario: Explica el señor presidente que después de las reformas apro~
badas no podrá haber permisos económicos a los señores diputados. Sigue puesto a
discusión el artículo 16.
-El C. Martí: En realidad, nadie ha hablado en contra del dictamen, todos han
hablado en pro. Con respecto a la segunda parte, yo creo que debe dejarse, porque
verdaderamente para una sola persona es una dificultad muy grave resolver muchos
casos, porque puede darse éste: que un íntimo amigo del señor presidente, a quien
le tiene consideración, falte; es más penoso; (Siseos.) no es lo mismo que la Asamblea
decida esto. Por otra parte, el criterio del artículo es que la Asamblea decida si la
causa está o no justificada; porque dice: (Leyó.) Quiero decir, que es la Asamblea la
que falla si la causa fue o no justificada; y en otro caso se deja al señor presidente
la decisión completa.
-El C. Rivera: Señores diputados: El punto que tenemos en debate fue uno de
los primeros del Congreso de 57, y al escuchar la letra de ese artículo, en que ordena
que se nos quite determinada cantidad correspondiente al día de la falta, he recordado
que tenemos un compromiso con nuestros electores; ese compromiso es grandísimo, y
antes que todo, encierra el honor de los distritos que nos han traído a la Representa-
ción Nacional.
Desde luego, la falta al cumplimiento del deber no se paga con nada; la falta de
un diputado a las sesiones, por el hecho de que se le multe, no la ha pagado; yo soy
partidario del radicalismo y máxime tratándose del cumplimiento del deber.
Ya el decreto del Primer Jefe preveía esto; pero nos pondrá en el bochorno de
estar aquí como empleadillos o como gendarmes de la época de Porfirio Díaz. Ya el
Primer Jefe, en el decreto que expidió, dice terminantemente que los diputados pro-
pietarios que falten a tres sesiones seguidas, deben dejar de ocupar su curul y que
sean llamados los suplentes.
Creo que es preferible obrar con entero apego a ese decreto, que no puede ser
derogado por un simple reglamento, y evitarnos el bochorno de hacerlo nosotros; yo
puedo asegurar que no hay parlamento donde se trate a un representante del pueblo
como a un simple escribientillo o a un empleado de cajón de ropa. (Aplausos.)
-El C. Silva Herrera: Parece que todas las razones que se han dado en contra
del artículo sólo han servido para confirmarlo, me refiero a lo que dijo nuestro com-
pañero el señor González Torres y a lo que acaba de decir el señor que me precedió
en el uso de la palabra.
Es hacernos muy poco favor el compararnos con un empleadillo o un gendarme.
No es una pena que impone la Asamblea a los diputados; nosotros pedimos única-
460
mente que dejen de percibir las dietas que les corresponderían si hubieran concurrido
a las sesiones; nada tiene de humillante la pena como se dice.
Esta sanción moral que traerá a la Cámara a los que falten al cumplimiento de
su deber, no es una pena precisamente. El artículo se ha establecido en esta forma, es
decir: no percibirán lo que debían de haber percibido si hubieran concurrido. No tiene
el carácter de pena, pues la privación de una dieta no es una pena. La privación de
dietas, cuando no se ha cumplido el objeto para el que han sido destinadas, no tiene
el carácter de pena j en consecuencia, no es humillante para ningún representante que
se le descuente una parte del dinero que no ha ganado, y sí será humillante que falte
al cumplimiento de su deber; además, la pena la impondrán sus electores al retirarle
su confianza. Por lo que se dice que en ningún Congreso parlamentario del mundo se
hace eso, acabo de saber por uno de los compañeros que ha viajado por los Estados
Unidos, que en aquellas cámaras no perciben sus dietas los diputados que no concu-
rren a las sesiones, se les recoge de sus gavetas 10 que debían de percibir el día de
su falta, y me parece que allí no se estima eso como pena, siendo que es el país más
democrático del mundo. (Siseos.) Por 10 que se refiere a la observación hecha por
el señor general González Torres, aunque ya algunos de los señores diputados han
hablado en contra de ella, debo agregar que sería antidemocrático que nos sujetáse-
mos al voto del señor presidente, que equivaldría a deseebar la Comisión nombrada
por la Mesa Directiva. ¿ Qué se diría si dejásemos al arbitrio de la Mesa Directiva
calificar las faltas de los señores diputados? En consecuencia, por un espíritu demo-
crático y además por conceder a la Asamblea todas las facultades que debe tener en
este caso, propuso la Comisión que- la misma Asamblea calificase la. gravedad de la
falta para quitar la mitad de las dietas que debían percibir por cada falta a las
sesiones.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Navarro.
-El C. Navarro Gilberto M.: Señores diputados: Empezaré porque mi general
González Torres pidió la palabra en contra del dictamen y habló en favor. '
Efectivamente, el que 'no trabaja no tiene derecho a ganar dinero; el que trabaja
tiene derecho de vivir.
El Reglamento de la Cámara, en su artículo relativo, nos dice claramente: "Cuan-
do un diputado falte tres veces, se llamará a su suplente." ¿ Para qué entonces acep-
tar la proposición de la Comisión, si con eso es perfectamente suficiente para que el
que falte tres veces ya no tenga derecho a las dietas? Sería materialmente bochorno-
so para nosotros que en una Cámara tan respetable como ésta, nos tuvieran aquí
como a niños de escuela; sería indudablemente penoso; todos me parece que tenemos
vergüenza y debemos estar puntuales a las sesiones. (Aplausos. Risas. Siseos.)
Lo que sí me parece conveniente, si ustedes quieren aprobarlo, es que cuando ya
se noten las faltas de los señores diputados, entonces sí que el señor presidente pase
la lista que dice la Comisión, al pagador, para que se les hagan tales o cuales des-
cuentos; pero no precisamente la mitad de sus dietas. (Aplausos. Risas. Siseos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano De la Barrera.
-El C. De la Barrera: Señores diputados: Creo que al venir aquí hemos protes-
tado lealtad y patrióticamente cumplir el puesto que el pueblo nos ha conferido. Ese
artículo yo lo considero infamante para el honor que tiene el representante del pueblo;
así, pues, señores, yo suplico a ustedes que 10 desechemos, porque somos hombres de
honor y debemos spstenernos en nuestra palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Espinosa.
-El e, Espinosa: Señores diputados: He pedido la palabra con intención de
pedir que el capítulo a discusión sea suprimido en 10 absoluto. Para fundar mis pala-
461
bras me voy a permitir suplicar a la Secretaría que tenga la bondad de leer el artículo
a discusión.
(La Secretaría 10 leyó.)
-El C. Espinosa, continuando: Como es seguro que esas reformas al Reglamento
interior de la Cámara tienen que hacerse públicas por medio de la prensa, yo juzgo
que es altamente indecoroso que se tomen en consideración, pues nos lastiman en alto
grado a los que nos consideramos verdaderamente honrados y que hemos venido a
cumplir aquí estrictamente con nuestro deber, por lo que debe retirarse en lo absolu-
to, porque sería una demostración bastante lastimosa ante la consideración pública,
de que nosotros necesitamos castigos para venir aquí a cumplir lo que es para
nosotros algo sagrado; el aceptar que se nos imponga alguna pena, hablando en
términos claros y precisos, por una falta -porque falta debe considerarse el no
asistir con puntualidad a las sesiones-, es demostrar que no nos respetamos, es de-
mostrar que no comprendemos a lo que hemos venido aquí. Yo no podría ni siquiera
aceptar, como han dicho algunos de los señores que me. precedieron en el uso de la
palabra, que se nos imponga esa pena en forma de multa, que multa es aun cuando
no lo quiera el señor que habló antes y que integra la Comisión Revisora del Regla-
mento; es una multa, porque no puede dársele otro _nombre, a pesar de que ellos quie-
ren velar el castigo dándole otra significación, no puede tener más que el de una
multa. Por lo tanto, lo considero sumamente indecoroso y. juzgando el punto bajo
el aspecto de vista legal, pudiera decir que se opone completamente a lo dispuesto
por el ciudadano Primer Jefe, puesto que de una manera terminante, clara y precisa
dice en la convocatoria que todo ciudadano diputado que faltase tres veces consecu-
tivas a las sesiones, sería retirado y, en su caso, llamado el suplente. Esto sí m~
parece a mí un castigo verdaderamente justo; esto sí me parece a mí que está a la
altura de la r('presentación que nosotros tenemos en esta Asamblea; este es el castigo
que debe imponerse a todo aquel que no cumpla con su deber y de ninguna manera
la multa infamante que se pretende imponernos.
-El C. Calderón: Pido la palabra, señor Presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Calderón.
-El C. Calderón: Señores creo que abunda también en los sentimientos de dig-
nidad del compañero que me ha precedido en el uso de la palabra. La Comisión es la
primera en reconocer que ya el Primer Jefe llamó enérgicamente la atención elE' esta
honorable Asamblea sobre la ·necesidad que hay de trabajar con constancia, con
entusiasmo y con fe, correspondiendo así al encargo o a la misión que nos ha confe-
rido el distrito electoral que representamos.
Todo eso es muy digno, todo eso es muy bueno y por fortuna hemos visto que la
inmensa mayoría de esta Asamblea o los ciudadanos que la integran, han cumplido
con sus deberes y que ·esa mayoría está, por consiguiente, exenta de incurrir en esas
penas que la Comisión Dictaminadora del proyecto que se presentará al estudio, ha-
bía ya analizado o estudiado; pero yo no sé por qué, tratándose de castigar una fal-
ta de un individuo -y esa falta es la cuestión particular~ vamos todos nosotros los
de la Asamblea en general a sentirnos ofendidos porque hay un diputado que no
quiere cumplir con su deber.
Claro está que a ese diputado se le impondrá un castigo, como al reo a quien el
código penal impone la pena de muerte: ¿ ya por eso todo el pueblo se va a ofender?
No, señores; es precisamente la idea de que de una observación de un término particu-
lar, queremos establecer una regla genera1. Acaso, señores., habré estado yo algo
desatinado en el criterio de alguno de ustedes al poner ese ejemplo; yo no he tenido.
el propósito de lastimar a nadie, pues siempre he creído que en esta Asamblea está
representado 10 más selecto de la nación. Recordarán ustedes que son dos o tres veces
462
que lo he indicado en esos términos, al ocupar esta tribuna. Repito, pues, que abundo
en el sentimiento de dignidad, yeso nadie me lo podrá negar a mí y así lo ha referido
el caballer<! que me ha precedido en el uso de la palabra; pero si ya 'el ciudadano
Primer Jefe ha recomendado, o mejor dicho, ha ordenado que a aquellos diputados que
falten a la Asamblea tres veces consecutivas se lés elimine y que se llame de una
manera definitiva a los suplentes, es claro que el ciudadano Primer Jefe no trató de
inferir una ofensa a esta honorable Cámara. Está claro que los señores que han pre-
sentado este proyecto de reglamento no han tenido la intención de inferir una ofensa
a la Cámara, siendo que toda la Asamblea es honorable y digna, y que no hay razón
alguna para que se den por aludidos. Las mismas razones que tuvo el ciudadano Pri-
mer Jefe para establecer esa pena, son las mismas que la Comisión tuvo al bacer el
proyecto, para buscar los medios de una sanción justa, puesto que ya se aprobó el
articulo 15, que niega licencia. a .Jos señores diputados para separarse de esta Cámara,
a no ser por una causa grave, verdaderamente comprobada y justificada. Si ya se
estableció e,se precepto, ¿ con qué razón se va a negar la consecuencia, y que al día
siguiente resulte que sin razón, sin derecho, sin motivo y sin respetar a esta Asam-
blea, diga alguno: "yo no voy abora, porque no se me antoja"?
Por último, queda para la Asamblea la garantía de nulificar esas faltas, como el
presidente de esa comisión lo acaba ya de indicar.
-El C. González Torres: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano González Torres.
-El C. González Tones: Señores diputados, me voy a permitir hacer una acla-
ración.
Yo tomé la palabra en contra del artículo a discusión, no precisamente porque
esté opuesto a mi manera de pensar el espíritu del artículo, sino porque me parece
que es corta la pena que se impone -Uamémosla así- al diputado, quitándole la mi-
tad de las dietas; mejor dicho, quitándole la mitad de las dietas; de manera que en
ese punto estoy en contra d~l artículo.
Estoy en contra también, en lo relativo a que se consulte al fin de cada sesión
a la Asamblea, para que ésta determine si es justa la causa o no. por la que hayan
faltado los diputados.
Respecto a la pena que la Comisión propone, y a la cual soy adicto, yo quisiera
qt¡e todos nosotros nos. despojáramos del quijotismo; yo quisiera que todos nosotros
fuéramos prácticos; todos individualmente son personas muy honorables, muy honra-
das; pero, desgraciadamente, en la práctica vemos lo contrario. señores; no todos,
por circunstancias especiales o por cuestiones que no m~ voy a poner a analizar, no
todos cumplen estrictamente con su deber; hasta ahora no hemos dejado de tener
quorum; pero jamás hemos estado puntuales a la cita que nos da la Mesa Directiva.
Esto por una parte, y por otra, la historia nos demuestra las dificultades que ha-
bía en el Congreso de 1857 para que hubiera quorum; ¿ y todo por qué? Precisamente
por el quijotismo de que no se nos insulte, de que todos somos honrados, de que todos
somos honorables y no necesitamos de castigos. Esto 10 podemos evitar si somos prác-
ticos y si queremos realizar una obra que llene las necesidades que tenemos.
Es cierto que el Primer Jefe establece la pena correspondiente; pero cuando se
falte a tres sesiones consecutivas; de manera que yo puedo venir dos veces y dejo.
de venir cuatro con toda facilidad y sigo siendo diputado. ¿Es justo esto? (Voces:
j No! ¡No!) Que se lea el artículo correspondiente y se verá que quiere que sean esas.
faltas consecutivas.
463
-Un secretario, leyó la parte relativa del artículo.
-El C. González Torres. continuando: De todos modos, no satisface completa-
mente las necesidades del Congreso; yo puedo faltar dos o tres semanas al Congreso
perfectamente, concurriendo dos a dos días cada semana. Respecto de la parte fi-
nal del artículo, no es que se deje a la consideración exclusiva del presidente de la
Mesa el que se imponga la pena y que considere la falta. Sencillamente si un d.iputado
falta, sin que previamente justifique el motivo de ella. el presiderite está autorizado
para imponerle la pena -correspondiente; pero si la falta fuere ocasionada en el mo-
mento de venir a la Asamblea, por una causa de fuerza mayor, cualqujera está en
su derecho de proponer que se tenga en consideración esa causa de fuerza mayor;
yo creo que la Asamblea y el señor presidente, en ese caso, la considerarán como excep-
cional, pero no que en todo hubiere necesidad de consultar a la Asamblea porque
nosotros necesitamos cuando menos una hora más para discutir si es o no justificada
la causa; lo cual impediría las labores del Congreso.
-El C. Martí: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el señor Martí.
-El C. Martí: He venido observando que muchos de los oradores que abordan
esta tribuna no abundan en principios democráticos, porque yo creo que nadie que
sea demócrata se ofende porque se le compare con un gendarme. Dentro del espíritu
democrático todos somos iguales, y para mí, señores. vale mil veces más un gendarme
que cumple con su deber, que un individuo que no cumple. El cumplimiento del deber
es el que hace a un país democrático; y si hemos hecho una revolución contra los
. privilegios, ¿ por qué vamos a tener el privilegio de recibir dinero si no trabajamos?
Esta es una ley; allí mismo.• dentro de la ley promulgada por la primera Jefatura,
se establece el castigo para el que falte al cumplimiento de su deber; pues si somos
demócratas, debemos de establecer el mismo castigo para el suplente que para el
propietario, pues de 10 contrario, equivaldría a un privilegio. Vergüenza debería dar-
nos, a mi juicio, que el diputado que no viene se presente muy contento a recibir
sus decenas; eso no es honrado. Queda sin efecto el artículo 15, porque, de lo contrario,
es una burla conceder licencias a individuos que no concurren a la Asamblea; pero
viene un individuo que es intocable, que no se le pliede decir nada, porque se ofende.
No, señores; el artículo está muy bien hecho, y así se obligará ahora; que todos cum-
plan, que nadie falte, pues nadie tiene que darse por ofendido; no se aplica el castigo
y entonces el Congreso sí podrá estar muy orgulloso de que resultó de sobra el artículo.
Hemos visto que la asistencia no concuerda con los diputados que hay en la ciudad;
yo he visto con profunda pena que muchos negan por ahí, están un rato allá afuera,
ni siquiera entran, y se van. Esta mañana, efectivamente, no se suspendió la sesión;
pero estuvo a punto de suspenderse y por lo pronto se suspendió un rato porque no
hahía quorum. Ahora hay muchos diputados que están afuera, que no tienen permiso
económico ni nada, y se fueron porque se fueron; esto no está bien hecho; yo creo
que nosotros debemos, en un espíritu democrático, prescindir de quijoterías, como dijo
el señor general González Torres, y estar conformes con que cualquiera que falte,
ya sea gendarme, portero o presidente de la Asamblea, se le castigue igual y se le
imponga una pena; porque entonces, ¿dónde está la democracia? Nosotros hemos lu-
chado contra los privilegios y ahora no queremos que se nos toquen éstos.
Yo protesto contra todos los privilegios: ¡gendarmes, porteros y diputados, todos
iguales!
-El C. Reynoso: Pido la palabra para hacer una moción de orden, señor pre-
sidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Reynoso.
464
-El C. Reynoso: Ya han hablado en pro y en contra más de las personas que
marca el reglamento. Pido que se pregunte a la Asamblea si está s'uficientemente
discutido el punto, porque estamos perdiendo el tiempo.
-Un C. secretario: Se pregunta a la Asamblea si considera suficientemente dis~
cutido el punto. (Voces: ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!)
En votación nominal se pregunta si se aprueba ...
-El C. Silva Herrera, interrumpiendo: Estamos en votación economlea y no se
puede someter a la Asamblea otra proposición mientras no se termine la votación;
creo que ya debernos comenzar a cumplir con el reglamento.
-El C. secretario: Señor Silva Herrera: No se trata de leer otra proposición,
sino el mismo artículo, a fin de ilustrar el criterio de la Asamblea.
-El C. Silva Herrera: Muy bien, señor.
(Se recoge la votación.)
-El C. secretario! Votaron por la negativa 82 señores diputados y por la afir-
mativa 53; en consecuencia, se tiene por desechado el artículo.
Está a discusión el artículo 17, que dice:
"En todo lo que nQ esté previsto en estas disposiciones quedará vigente el regla-
mento del Congreso general".
¿No hay quien pida la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba.
Aprobado.
12
-El mismo C. secretario: Por acuerdo del ciudadano presidente se va a dar cuenta
con lo siguiente, en atención a la urgencia del caso:
14Ciudadano presidente:
"Suplico muy atenta y encarecidamente se sirva hacer del conocimiento de la
honorable Asamblea Constituyente, lo que sigue:
"Honorable Asamblea:
"Me permito distraer la atención de vosot~os, para solicitar de vuestra bondad una
_licencia no mayor de seis días para ir a la ciudad de Saltillo, donde acaba de fallecer
mi madre.
"Una vez que haya cumplidQ con el deber de regar la fosa recién abierta de la
autora de mis días, con las lágrimas de mi dolor, volveré a ésta a cumplir con mi
deber.
"Respetuosamente.-J. E. von Versen".
Estando prohibidas por el reglamento las votaciones PQr aclamación, se pone a
votación. Los señores que estén por la afirmativa, que se sirvan poner de pie. Con-
cedida la licencia al señor VQD Versen.
-El C. Dávalos: Suplico a la Asamblea se dé, a nombre del Congreso. el pésame
al compañero.
-El C. presidente, a las 7;10 p. m.: Se levanta la sesión.
465
por los distritos 9Q y 10 de Michoacán, opta por representar el primero de ellos y
pide sea llamado el suplente por el segundo, C. Alberto Alvarado.-Acordado de
conformidad.
El C. José J. Reynoso solicita licencia para salir violentamente a México, por un
cuidado de familia.
-Un C. secretario: ¿ Se acepta como justificada la ausencia del ciudadano Reyno-
so? En votación económica, las personas que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse
de pie. No se considera como justificada su ausencia.
El C. Rafael de los Ríos pide licencia para trasladarse a México, por un cuidadQ
de familia.
Se da cuenta al C,ongreso para que determine si está justificada la causa.
-Un C. diputado: ¿ La señora? ¿ Es la esposa?
-El mismo C. secretario: La hermana. Las personas que estén por la afirmativa,
sírvanse poner de pie. ¿ N o se reputa justificada la causa?
Se ruega otra· vez a los ciudadanos diputados que estén por la afirmativa, Se
pongan en pie, porque hay alguna duda sobre si hubo mayoría o no. Hay mayoría.
Se ha recibido un escrito que presenta el C. Luis Espinosa, diputado propietario
por Miahuatlán, referente a unas adiciones al Reglamento interior del Congreso. que
dice:
j'Honorable Congreso:
j'EI que subscribe, mayor del Ejército y diputado propietario por el Distrito de
Miahuatlán, Oaxaca, tiene el honor de poner a la deliberación de este honorable Con-
greso, la siguiente adición a las reformas del Reglamento interior del mismo:
j'Adición. Artículo X. Los grados militares quedan suprimidos en el interior del
Congreso; al título de diputado que corresponde a los miembros del Constituyente, se
le antepondrá la honrosa designación de ciudadano".
Las razones que me han obligado a presentar esta adición o .nuevo artículo al
Reglamento, son el continuado e indebido uso que se hace en esta augusta Asamblea,
de la jerarquía militar. Con demasiada frecuencia se oye que un jefe, ya sea éste
mayor, teniente coronel o coronel, al hacer referencia a un general, dice: mi general,
como si estuviese tratándole en funciones del servicio, y la consideración de este
tratamiento no deja de cohibir, aunque sea en parte, a los jefes subalternos que, como
el subscripto, están acostumbrados a tratar a sus superiores jerárquicos con todo el
respeto que su alto grado impone y exige.
j'Querétaro, noviembre 5 de 1916.-Luis Espinosa. (Rúbrica).
j'AI ciq.dadano secretario del honorable Congreso Constituyente.-Ciudad".
Trámite: uno puede tomarse en consideración, por haber sido presentada la adi-
ción fuera de oportunidad". Además, la Presidencia explica: por conducto de la Secre-
taría, que aun cuando se ha visto precisada a dar este trámite, cree en que el sentir
de todos los señores diputados, debe estar que en el Congreso Constituyente no deben
tenerse en consideración las jerarquías, a fin de que puedan desempeñarse debidamente
las funciones que nos han traído aquí. (Aplausos.)
La Presidencia ha tenido a bien nombrar en comisión a los señores Magallón
Andrés, Franco José y Chapa Pedro, a fin de que tan pronto como regrese el señor
diputado von Versen, se sirvan darle el pésame por la muerte de la autora de sus días.
468
3
469
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Silva Herrera.
-El C. Silva Herrera: Conforme al artículo 85 del Reglamento, el primet
secretario debe ser presidente de la Comisión del DIARIO DE LOS DEBATES Y
de la Comisión de Peticiones; en consecuencia, la Mesa no puede proponerlo sino
para esas comisiones y con carácter de presidente, toda vez que en las reformas ya
aprobadas no se toca esta disposición del Reglamento.
-El C. secretario Lizardi: En la Comisión de Peticiones, el que habla figura
precisamente como presidente, y por lo que se refiere a la Comisión del DIARIO
DE LOS DEBATES, figura como presidente el segundo secretario, a fin de dividirse
las labores de la Secretaría de una manera más eficaz.
-El C. Silva Herrera: Suplico al señor presidente se sirva mandar dar lectura al
artículo 85 del Reglamento.
-El mismo C. secretario: Dice así:
"El presidente de la Cámara no podrá pertenecer a ninguna Comisión durante
. el tiempo de su encargo. Los secretarios sólo podrán formar parte de las Peticiones y
redacción del DIARIO DE LOS DEBATES, que serán presididas por el secretario
electo en primer lugar. Dos secretarios, que se turnarán mensualmente, inspeccio-
narán el trabajo que hace la oficina de la Secretaría, de coleccionar y arreglar
metódicamente los documentos que formen la historia de la Cámara, y la publicación
de los mismos en el DIARIO DE LOS DEBATES."
-El C. Silva Herrera: Leído el artículo, creo que no hay nada más que agregar,
sino que el señor secretario debe ser el presidente de ambas comisiones. sin perJUICIo
de que el señor Meade Fierro o cualquiera otro secretario forme parte de ellas. De
10 contrario, se violaría el Reglamento.
470
Jefe y los señores diputados. Después viene el dictamen, se abre la discusión y
todos toman parte en ella;
-Un C. diputado: Suplico a la Presidencia nos informe si la Comisión a que nos
estamos refiriendo, rendirá un dictamen o un informe.
-El C. presidente: Rinda dictamen el señor conforme al Reglamento ..Tiene la
palabr1:iI el señor Calderón.
-El C. Calderón, leyendo: "Con todos los miramientos y respetos debidos a
nuestros compañeros, quiero hacer estas consideraciones: creo interpretar aquí en
estos momentos el sentir, si no de toda la Asamblea, sí de una gran parte de ella;
hemos visto -los que han visto conmigo- con profunda desconfianza aquí a José
Natividad Macias, muy honorable, muy respetable, muy ilustrado y muy sabio;
pero esta desconfianza es muy nuestra. Se ha dicho repetidas veces ... (Sigue leyen-
do su discurso.)
-El C. De los Santos: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano De los Santos.
-El C. De los Santos: Señores, no parece sino que estamos desconfiando precisa-
mente de los que saben, de los que más saben de Puntos Constitucionales, de esos
tiene desconfianza el ciudadano Calderón y dice interpretar el sentir de la mayoría
de la Asamblea. (Voces: ¡No! ¡No!) Esto dijo y lo oímos todos. Sería triste que
comenzaran· a desconfiar de personas tan intelectuales como el ciudadano licenciado
MacÍas. (Siseos.) N o creo equivocarme al decir que es el hombre (Siseos.) que, ¿ no
me permiten hablar? Que es el hombre que conoce más de Puntos Constitucionales
de todos los que estamos aquí. (Siseos.)
-El C. Dávalos: Que se levante el que crea que conoce más.
-El C. De los Santes, continuando: Además, señores, siempre que algún indi-
viduo toma iniciativa para la formación de una Comisión, cualquiera que ésta sea,
se ha acostumbrado nombrar de entre los miembros de la Comisión productora de
la iniciativa al individuo que hizo la iniciativa. Si bien es cierto que el licenciado
MacÍas no ha hecho la ley constitucional, con seguridad que es el que conoce más
las reformas, que todos los que estamos aquí: les ha dado forma y servirá cuando
menos para informar a los demás, para decirles, para explicarles el fondo de esas
reformas. En cuanto a que la mayoría de la Cámara le tenga desconfianza al señor
Macías, el hecho de haber aprobado su credencial nos demuestra que no hay tal
desconfianza; no hay, pues, ningún fundamento de peso en lo que acaba de· decir
el señor Calderón, para que no sea nombrado el señor MacÍas. Que se nos diga el
porqué de la desconfianza que se le tiene al señor Macías; pero razones de peso,
para que esta honorable Asamblea las tome en cuenta; de lo contrario, no hay causa
fundamental para rechazar la personalidad del señor Macias en el sentido de que
forme parte de la Comisión.
-Un C. secretario: La Presidencia informa, por conducto de la Secretaría, que
como no se trata de un nombramiento político, sino de un nombramiento absoluta-
mente técnico, juzga que no ha lugar a tener desconfianza sobre ninguna persona
por sus antecedentes políticos, porque aquí se trata precisamente de buscar los ante-
cedentes intelectuales.
-El C. Rodiles: Pido la palabra para una moción de orden.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rodiles.
-El C. Rodile.s: Se dio lectura a todas las comlsiones. Me parece que se debe ir
leyendo una por una; de otra manera no se puede discutir debidamente.
-El C. Román: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Román.
-El C. Román: Señores diputados: No voy a presentar una pieza oratoria.
471
(Voces: ¡Tribuna!) (Sube a la tribuna.) No intento presentar imágenes bellas que
muevan determinados sentimi~ntos y arrastren, por decirlo aS1, a la Asamblea. Muy
al contrario, quiero prevenirlos contra los estetas de la palabra, contra los que saben
manejar perfectamente el lenguaje, que podrán muchas veces hacer la sesión regoci-
jada, que podrán muchas veces alegrar nuestros oídos con frases armoniosas, pero
que muchas veces nos conducirán también a errores verdaderamente lamentables. Seño-
res diputados: si traemos mejor aquí el contingente de nuestra reflexión, probablemente
haremos una obra que juzgue la Historia con más benevolencia.
Ayer pasamos por estas reformas del Reglamento, reformas delicadas cuyas
consecuencias ahora estamos palpando. Ojalá y hubiéramos dado mayor tiempo a
nuestras reflexiones, indudablemente ésta, la de] artículo 79, no la habríamos apro-
bado. Más adelante veremos las consecuencias del artículo 79 que aprobamos ayer.
Este ya está aprobado y solamente hago alusión a ello. Dice el señor De los Santos
que no se han dado razones de peso para desechar o para no aprobar la proposición
que hace la Mesa en favor del señor MacÍas. No, señores; en un concurso industrial,
en un concurso literario, en una Asamblea donde se presentan leyes, las comisiones
dictaminadoras no pueden estar integradas por personas que tengan algún interés,
por personas que hayan formado e'sos proyectos. Si tenemos un concurso literario,
no va a dictaminar sobre la obra que se presenta el autor de ella. Se me dirá que
el autor del proyecto de la Constitución es el ciudadano Primer Jefe. Señores: el
gran genio napoleónico también fue legislador; pero consultad la Historia y veréis
que aquel insigne magistrado, ese genio extraordinario que nos sorprendió por la
clarividencia en sus apreciaciones, nunca pretendió hacer prevalecer sus opiniones;
yo quiero suponer que el ciudadano Primer Jefe ha formulado en todas sus piezas
estas reformas a la Constitución, pero no podré menos que decir,' y el honorable
presidente de la Mesa nos lo ha dicho, que una gran parte indudablemente debe
tener el señol' licenciado Macias. Un dictamen es un parecer, es un juicio; por otra
parte, comprendo yo que en un dictamen es muy difícil destruir lo que ya está ~or
mado por el autor mismo del asunto que se va a dictaminar. ¿ Por qué no nombrar
entre la Asamblea otra persona que venga sin prejuicios a formar ese dictamen?
Perfectamente, aquí está esta tribuna, bienvenido sea el señor licenciado Macías a
defender sus ideas; no:! ilustrará bastante, será un contingente precio'so para que
podamos apreciar la verdad, pero de ninguna manera que sea uno de los integrantes
de la Comisión Dictaminadora. Yo, sin prejuicios, con espíritu verdaderamente in-
dependiente, juzgo que el ciudadano Macias es absolutamente inapropiado para for-
mar parte de la Comisión. Señores, tengamos presente que la Historia nos contempla,
ella juzgará o aplicará su juicio severo y verdadero sobre nuestra conducta; no pro-
cedamos con tanta ligereza al aceptar ese o cualquier candidato simplemente por
consideraciones de otra naturaleza. Creo que esta Asamblea, que en días pasados ha
sido tan celosa, que significaba que debiera esculpirse en el frontispicio de esta Cá-
mara: "Aquí no entrará más que el que sea revolucionario", es preciso que exhiba
en sus procedimientos, que exhiba en sus pensamientos, el verdadero pensamiento
revolucionario, que cristalicemos nosotros el aliento de la revolución y no tengamos
componendas para querer aceptar aquí a uno de los autores, por decir,lo así, del pro-
yecto de la Constitución, para que él juzgue, para que él dictamine, para que nos
presente las cosas hechas. Como decía antes, bienvenido sea a esta tribuna para
defender sus ideas, para ilustrarnos ampliamente sobre ellas, pero en mi concepto
no debe formar parte de la Comisión Dictaminadora. No me explico yo el empeño
que hay para que se nombre al señor Macías miembro de la Comisión. Creo que lo
mismo en la Cámara que en una asociación literaria, que en un concurso industrial,
472
no vamos a presentar para que dictamine sobre un proyecto de Constitución al autor
de ella. (Aplausos.)
-El C. Medina: Pido la palabra en pro.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Medina.
-El C. Medina: Señores diputados: Mi abstención sistemática durante las lu.
chas sostenidas en este parlamento, cuando se discutían en las sesiones previas
únicamente personalidades, me da derecho hoy a hablar y al mismo tiempo a hacer
presente a esta honorable Asamblea que no quiero discutir las personalidades ni del
señor Macias, ni del señor Ugarte, ni del señor Ordorica, ni de ninguno de los seño-
res propuestos para formar parte de la Comisión de Constitución; quiero solamente
que en este debate, tratándose de un asunto de tal importancia como es el de la
Comisión de Puntos Constitucionales, se actúe sobre el terreno de las ideas puras,
de las ideas constitucionales, de las que nos han llamado a este recinto. Yo aprecio~
estimo en muy alto grado la poderosa e incontrastable inteligencia del señor licen-
ciado José Natividad Macias, yo lo conozco como un intelectual de gran fuerza; sé
también que el señor licenciado Macias ha sido uno de los hombres que han estudiado
probablemente más que ningún otro, ras reformas que requiere nuestro código fun-
damental; pero para que nos demos una cuenta exacta de cuál es, de cuál debe ser
la labor del señor licenciado Macías tratándose de la obra constitucional, es preciso.
señores, que tengamos en cuenta cuál debe ser la labor de la Comisión de Puntos
Constitucionales. La competencia de la Comisión de Puntos Constitucionales se reduce
exclusivamente al informe que el ciudadano Primer Jefe del Ejército Constitucionalista
nos ha venido a leer el otro día. Yo creo que la Comisión de Puntos Constitucionales
tiene no solamente que atenerse a ese informe, sino presentar todas las demás reformas
que sean indispensables, a su juicio, para que nuestra Constitución Política se adapte
al medio al cual va a regir. En ese concepto, las ideas del señor licenciado Natividad
Macias pecan por el solo hecho de ser el autor de ellas, de una cierta estrechez y no
consideran todos los puntos de vista que pueden ser considerados en un punto opuesto
a aquél en el que está colocada la Comisión de Puntos Constitucionales que se pro-
pone. En todo Parlamento, señores, hay dos clases de ideas en juego; unas que sig·
nifican la proposición fundamental que se pone a discusión en la Cámara; puede
ser una idea conservadora, una idea liberal, una idea avanzada; ésta es la tesis.
Entre los demás miembros del Parlamento surgen de repente, por el contraste de
Ja lucha, otras ideas que vienen a modificar las propuestas: éstas son las que for-
man la antítesis. Del choque de la tesis y de la antitesis, tiene que resultar un
conjunto armonio'so que viene a ser la síntesis~ que es la que aprobará la Asam-
blea. La tesis, en este caso, ya la conocemos de antemano, y esperamos que no será
modificada en lo más mínimo. Además, ¿ cuáles son los elementos que concurren para
la formación de la tesis? El señor Ugarte, el señor MacÍas y el señor Ordorica, que
por el hecho de haber sido altas y conspicuas personalidades del Gobierno, represen·
tan el punto de vista del Gobierno, un punto de vista perfectamente sostenible, pero
que, por lo mismo, no es la expresión latente de un conglomerado social, no es la
expresión de la representación del alma nacional. De los cinco señores representan-
tes, tenemos tres de ellos, a mi modo de ver, a mi modo de entender y por los ante-
cedentes que conocemos, que representan la mayoría y forman el punto de vista del
Gobierno de la República. Los otros dos señores, que son el señor licenciado Colunga
y el señor Recio, de ello~ no conozco más que al señor licenciado Colunga, persona
competente en cuestiones constitucionales y que puede ilustrar no sólo a la Asam-
blea, sino también a la Comisión de Puntos Constitucionales. Y si nosotros conside-
ramos que esta Asamblea, en general, es revolucionaria, parece que no hay contraste
de ideas, parece que no hay choque, sino que las ideas que nos presentará la mayo-
473
ria de la Comisión son como las que nos presenta el Gobierno, es decir, inaceptables
desde luego. Pero si se tiene en cuenta la amplitud filosófica de la disc.usión, puesto
que se trata de una Asamblea eminentemente liberal, es preciso el contraste de ideas
de todos lo's órdenes, que tengan un choque, de tal manera, que pueda resultar un
conjunto que sea aceptable por todos.
Yo solamente propongo, teniendo en cuenta ese hecho psicológico innegable, de
que el autor de una proposición la tiene que defender á outrance, contra viento y
marea, solamente por ser autor de la proposición, sin tener en cuenta ningunas otras
consideraciones que la modifiquen, yo propongo que el señor licenciado Macias, no
obstante que reconozco su gran capacidad, no forme parte de dicha Comisión de
Puntos Constitucionales. (Aplausos.)
6
474
-El C. De los Santos: Yo tomé la palabra para una mOCIOn de orden, porque
me fundaba para ello en el artículo correspondiente del Reglamento. No conozco la
reforma del Reglamento, porque no estuve presente; pero si la Asamblea lo ha re~
formado, entonces no he dicho nada.
-El C. Silva Herrera: Para una moción de orden. Estoy de acuerdo con lo que
dice el ciudadano De los Santos. La Mesa Directiva no tiene facultades para retirar
la proposición, mientras la Asamblea no la deseche; una vez que la Asamblea la
deseche, la Mesa puede retirarla. Así es que me permito rogar a su señoría se sirva
reconsiderar su acuerdo y dictar lo qUe estime oportuno, de conformidad con las
observaciones hechas anteriormente.
-El C. Bolaños: Para rogar a la Secretaría se sirva leernos el artículo 83 del
Reglamento.
-El C. secretario: El artículo 83 del Reglamento, dice:
"Cuando uno o más fndividuos de una comisión tuvieren ihterés personal en al-
gún asunto que se remita al examen de ésta, se abstendrán de votar y firmar el
dictamen, y lo avisarán por escrito al presidente de la Cámara, a fin de que sean
substituidos para el solo efecto del despacho de aquel asunto."
¿Se acepta o no se acepta la propO!~ición de la Comisión? (Voces: ¡No! ¡No!)
-Un C. diputado: ¿Cuál proposición? No se ha puesto a discusión.
-El C. De los Santos: Parece que ya no tiene facultades la Mesa y que, con-
forme al Reglamento que estaba vigente, sólo la Cámara tiene derecho de retirar,
de reprobar o de aprobar ... (Siseos.)
-El C. presidente, interrumpiendo: Yo creo que, desde el momento en que se
ha facultado a la Mesa para proponer una candidatura, implícitamente tiene derecho
para modificarla. (Voces: ¡No! ¡No! ¡No!)
-El C. De los Santos: Léase el Reglamento, señor, y verá usted que cuando se
propone a la Asamblea un dictamen y se quiere retirar, necesita la Asamblea dar el
permiso correspondiente para que se retire, porque de otra manera no sería legal.
-El C. presidente: Como la Mesa no tiene ningún interés en que salga tal o
cual candidato, con 'la misma facultad con que hace una proposición, la retira.
-El C. De los Santos: No estoy conforme con lo que usted dice.'
-El C. Navarro Gilberto M.: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Navarro.
-El C. Navarro Gilberto M.: Nada más para suplicar que se lea el artículo lQ
del Reglamento reformado.
-El C. De los Santos: Se ha dado facultad a la Presidencia para que nombre a
las comisiones y las ponga a discusión. (Voces: ¡No! ¡No! ¡No!)
-El C. presidente: Sencillamente para que se propongan y no para que se
nombren.
-Un C. secretario: La Mesa pide permiso para retirar la proposición relativa a
la Comisión de Constitución. Las personas que crean que se conceda el permiso, sír_
vanse ponerse de pie. Retirada.
475
lugar. En consecuencia, creo que es procedente que la Presidencia pida permiso a la
Asamblea para retirar esas dos proposiciones que hace y modificarlas en el sentido
que expresa el reglamento, en el concepto de que el señor Meade Fierro también
puede formar parte como presidente.
-El C. Céspedes: Para una aclaración. El artículo 85, que ha invocado el diputa-
do que me precedió en el uso de la palabra, no dispone terminantemente que los
señores secretarios formen parte de las comisiones del Diario de los Debates y de
Peticiones; dispone que podrán ser, es decir, les da facultades para que formen
parte de una u otra de las dos. De manera que está bien, a mi modo de ver, lo que
propone la Mesa.
-El C. Silva Herrera: Pido la palabra para responder a la observación del señor.
Basta ver la forma en que está redactado el artículo, para saber que es preceptivo,
es imperativo: "serán presididas por el secretario electo en primer lugar"; pero en
cuanto a que las presida cualquiera otro, no se puede, porque la leyes preceptiva;
no puede entenderse de otro modo.
-El C. presidente: En caso de que formen parte.
-El C. Silva Herrera: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Silva Herrera.
-El C. Silva Herrera: Me permito insistir, señor. Eso sería interpretar la ley
con una sutileza con la cual no quedaría ninguna ley en pie. Clara y terminante-
mente dice la ley que serán presididas por el primer secretario, no solamente cuando
forme parte de esas comisiones dicho secretario, sino en todo caso, y la larga práctica
de los parlamentos en todos los países así lo aconseja y así se ha hecho siempre,
porque lo contrario seria una sutileza, sería interpretar la ley a voluntad. Creo que
debe la Asamblea someterse a la ley y rechazarse esas dos comisiones, mientras no
las presida el primer secretario, como 10 prescribe el Reglamento.
-El C. Dávalos: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Dávalos.
-El C. Davalos: Solamente para suplicar al señor presidente que recuerde que
por ese capítulo estaba el finado Serapio Rendón al frente de esas comisiones, en
un caso análogo a éste.
-El C. secretario: La Mesa pide permiso para retirar la Comisión relativa al
DIARIO DE LOS DEBATES. Las personas que estén porque se conceda el permiso,
sírvanse ponerse de pie. Se retira.
Se suplica, para rectificar, a los señores diputados que estén por la afirmativa,
es decir, los que concedan permiso para retirar la Comisión del Diario de los De-
bates, se sirvan poner de pie. '
-El C. Silva Herrera: Pido la palabra para una moción de orden, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Silva Herrera.
-El C. Silva Herrera: Esto no está sujeto al voto de la Asamblea, puesto que
es un precepto legal al cual hay que someterse, y la misma Asamblea aprobó ayer
una reforma, en la que no se comprende el artículo 85. (Voces: ¡La mayoría!)
476
Se propone para la Comisión de Archivo y Biblioteca, a los ciudadanos Amador
Lozano, Francisco RamÍrez Villarreal y Enrique O'Farril. Las personas que estén
p,?r la afirmativa, sírvanse poner de pie. Aprobada.
La Mesa propone para formar la Comisión del Diario de los Debates, a los
ciudadanos diputados Fernando Lizardi, Ernesto Meade Fierro y Rafael Martínez.
Las personas que estén por la afirmativa, sírvanse poner en pie. Aprobada.
10
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA }IAl'lANA DEL MARTES 5
DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
477
6.-Es desechada una proposición del diputado Alvarez) para llamar algunos diputa-
dos suplentes por diversos distritos de Michoacán. Se acuerda llamar primero a
los propietarios.
7.-Se pide la presentación del dictamen referente al 10 distrito electoral del Dis-
trito Federal y la sución respectiva explica la causa que tiene para no haberlo
rendido.
S.-Algunos ciudadanos diputados prestan la protesta de ley y se levanta la sesión.
478
-El C. De los Santos: N o puede la Comisión dictaminar acerca de una creden-
cial que no existe, por un distrito que tampoco existe y a favor de un individuo que
tampoco existe. (Risas.) Aquí está la diputación de San Luis Potosí, ¿por qué la
Comisión dictaminó en favor de una credencial que no tiene en sus manos ni tampoco
tiene expediente? Ramos era un pueblo pequeñísimo en tiempo del gran progreso de
la dictadura de Porfirio Díaz; ahora, con la revolución, ya pueden suponerse si
existe Ramos o no existe; era un pueblo pequeño, ahora no existe nada allí, es una
mesa, es una casilla electoral del distrito 69 de San Luis PotosÍ. Creo yo que las
boletas o los expedientes de esa casilla pequeña de por sí, fueron enviados directa-
mente a esta Secretaría o a la Oficialía Mayor y sólo en ese hecho se ha fundado
la Comisión pala nombrar diputado a un señor Luis Medina; pudiera ser que algún
candidato hubiera obtenido cierto número de votos en aquella casilla, pero de eso a
que el señor Medina sea diputado por ese distrito, hay mucha diferencia. Yo ruego
al ciudadano diputado Rivera Cabrera, se sirva decirnos de dónde inventó el 11 dis-
trito de San Luis Potosí. El señor gobernador recibió un mensaje de la Cómisión, en
donde se le pregunta si había 11 distrito, y contestó que no había 11 distrito. Los
diputados de San Luis Potosí pueden ser testigos de lo que yo digo.
-El C. Rivera Cabrera: El señor licenciado Castaños, secretario de la Comisión,
informará al señor diputado Santos acerca de los detalles que le pide, porque fue
el que dictó el dictamen respectivo. Por lo que toca a la petición del señor de los
Santos, hay un telegrama del Gobierno, que dice lo siguiente: "Esta Entidad fue
dividida en diez distritos, habiéndose verificado las elecciones solamente en ocho". Efec-
tivamente, el gobierno, como aquí se dice, había dividido el Estado en diez distritos
electorales, y co~o el dictamen se refiere al 11 distrito, es imposible que así se haya
hecho. Pido, además, que se consulte al señor diputado por ellO distrito, que está
presente. Por lo demás, el señor licenciado Castaños tiene la palabra.
El señor Curiel, diputado por ellO distrito, puede informar que él es el diputado,
y nosotros también, que él es el único diputado por ellO distrito de San Luis.
-El C. Castaños: Señores, yo creo que ha sido un error de la Comisión haber
dictaminado sobre el 11 distrito de San Luis Potosí, que se ha averiguado que no
existe; pero debido a que vinieron algunos documentos electorales diciendo 11 dis-
trito, Junta . Electoral Computadora del 11 distrito de San Luis Potosí, sufrimos ese
error. Por otra parte, el señor diputado De los Santos, que conoce perfectamente el
Estado de San Luis Potosí. y que por su campaña electoral está en aptitud de saber
en cuántos distrito's se divide el Estado, por ser nativo del mismo y tener conocimiento
de las personas que lanzaron su candidatura para diputados, creo que nos dice exacta-
mente la verdad y no tiene ningún interés en cambiar los hechos; pero nosotros sufrimos
ese error involuntariamente, porque es muy difícil saber, para una Comisión, en cuántos
distritos se divide cada uno de los Estados que le toca en suerte conocer. Por otra parte,
seguramente fue error de los que computaron la casilla electoral del pueblo que men-
ciona el señor De los Santos. y fue un error poner en cada uno de los expedientes y
en cada uno de los sobres "11 distrito electoral, Junta Computadora del 11 distrito."
Creo que el señor don Luis Medina fue uno de los candidatos -en esa casilla y
obtuvo algunos votos. lo mismo que el señor Curiel; pero si está probado que perte-
nece al 10 distrito electoral y por éste ya hay diputado, creo que no hay inconve-
niente en desechar esta parte del díctamen.
-Un C. secretario: La Presidencia ordena que se ponga a votación si se admite
o no esta proposición, que ha resultado errónea.
-El C. De los Santos: Para una moción de orden. ¿ Cómo se va a poner a vota-
ción algo que debe retirarse, porque no necesita que se des;eche o se admita "1
479
3
480
Huerta. Nosotros hemos sido benignos con individuos, algunos como Ezquerro, que
han servido en algunos puestos públicos; pero jamás hemos aceptado a ningún in_o
dividuo que con las armas en la mano persiguió y asesinó revolucionarios. A éstos
jamás los hemos aceptado.
Pedro Antonio de los Santos, señores, fue quien de veinticuatro años de edad y
estudiando el 59 año de derecho, tuvo el valor de defender al señor Madero en San
Luis Potosí y sacarlo bajo fianza. Fue el único en San Luis Potosí que _de veinti-
cuatro años df!fendió a don Pancho Madero y a Roque Estrada. Pedro Antonio de
los Santos fue uno de los que ayudaron a hacer el plan de San Luis Potosí y fue el
que perdonó a estos individuos en 1910, contra toda mi voluntad. Estos señores Me-
dina fueron caciques desde hace quince años. N:o sé cómo calificar el valor de En-
rique Medina, al haber estado oyendo discusiones contra personas, mucho más hono-
rables, políticamente hablando, que él, y no haberse levantado de ese asiento y
retirarse ,a seguir medrando a la sombra de su hermano, en Puebla. Los servicios
que debe la revolución a Medina, son después de haberse venido huyéndonos de la
Huasteca Potosina con todos los federales que vinieron hasta México. Más todavía:
no fue de los que siquiera se amnistiaron en México; siguió a Puebla, a donde se
fuerdn a refugiar los últimos federales, y después fue hasta donde estaba su hermano,
y hasta entonces reconocieron a este hermano como tal: cuando ya era general.
Si no presento a ustedes documentos, como debía de ser, para comprobar la perso-
nalidad de Medina aquí, se debe, como puede confirmarlo el gobernador de San
Luis, a que la Huasteca Potosina está invadida por ex compañeros de Medina; pero
es testigo el señor diputado Curiel; 10 sabe el señor José Verástegui, lo sabe el
señor Tello, el señor Zavala, que es cierto todo lo que estoy afinnando aqui; es
decir, todos esos diputados por San Luis Potosí lo saben; lo sabe el pueblo entero
de San Luis y lo saben todos los renovadores que están aquí. Señores, ¿ vamos a
aprobar una credencial en esa forma? Yo ruego por patriotismo, por honor a la
Asamblea, por justicia revolucionaria, que le demos la puerta que a hombres más
honrados que él les hemos dado, y pido voto en contra. (Aplausos.)
-El C. Medina Enrique: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Medina.
-El C. Medina- Enrique: Quise venir a este Congreso, exclusivamente para sin-
cerarme. El caso es el siguiente: ¿ Por qué el señor De los Santos no se documenta?
En la Secretaría de Guerra y Marina deben existir los documentos que comprueban
aquellos hechos. ¿ Cómo me acusa de huertista? Señor presidente: quiero que lo diga,
¿ por qué no trae de la Secretaría de Guerra y Marina los comprobantes de aquellos
hechos, en donde debe existir mi nombramiento para el mando de un cuerpo de
voluntarios?
-El C. De los Santos: En S3¡n Luis Potosí no hay una alma, de diez años arriba,
que no sepa que el señor Medina fue huertista; también uno de los que operaron
alli, el señor general Aguilar, sabe que los señores Medina eran dos huertistas ..•
-El C. Medina Enrique, interrumpiendo: Eramos tres.
-El C. De los Santos: Hay un tercero que no ha sido revolucionario; es un
comerciante honrado. Y no· sé si existen en la Secretaría de Guerra los documentos
relativos a que el señor Medina fue huertista; pero- en Tancanhuitz, donde fue jefe
político Federico Medina, existen documentos que sólo el señor Medina podría traer,
de que fue voluntario huertista, y no sé si después ascendería por sus méritos; pero
no necesito traer los documentos en la mano, tengo como testigo a los vecinos de San
Luis Potosí; tengo al señor general Aguilar de testigo, que también sabe que usted
fue de los que acompañaron a su hermano, es decir ...
481
-El C. Medina Enrique, interrumpiendo: Me supongo que el señor general Cán-
dido Aguilar no podrá probar una cosa de que no está seguro.
-El C. Aguilar Cándido: Cuando yo pasé cerca de Tancanhuitz, supe la muerte
de mi amigo el señor general De los Santos. Supe que un señor jefe político Medina
lo había fusilado, y no sé más .
.-El C. De los Santos: Federico Medina, al que menciona el señor general Agui-
lar, es al que me refiero, jefe de las fuerzas de voluntarios que asesinaron a mi
hermano.
-El C. Medina Enrique. interrumpiendo: El señor Federico Medina, no yo.
-El C. De los Santos: El señor Enrique Medina era mayor de esas fuerzas.
Todos los diputados potosinos que están aquí, y también Verástegui, que también es
potosino, lo saben. N o puedo traer los documentos, porque está en posesión de zapa-
tistas y "Villistas la Huasteca Potosina. y sólo Enrique Medina, que ha sido compa-
ñero de ellos, puede ir ahorita a quella zona sin peligro.
-El C. Medina Enrique: No, señor, no están en la Huasteca. Si era yo mayor,
en la Secretaría de Guerra debe existir constancia de esto. Desde luego pido que se
haga usted de esos documentos para que me compruebe la falsedad que usted está
aquí asentando (Voces: ¡No! ¡No!) Tengo la seguridad de que no he servido a
Huerta. Es esta la única vez que he servido a un Gobierno, y niego haber cometido
los actos que se me imputan, porque nadie lo podrá probar, y si alguien pretende
probarlo, yo lo invito a que lo haga.
-El C. Navarro Gilberto M.: Que se interpele a los diputados potosinos.
-El C. Medina Enrique: Con motivo de estos cargos que me hace el señor Sa-
muel de los Santos, la Secretaria de Guerra me llamó y me tuvieron nueve días en
la penitenciaría, durante los cuales no se ha presentado el señor a comprobar esos
hechos. Yo pido que, si acaso soy culpable, se me llame, y allí se me juzgue.
-El C. De los Santos: Pido que se interpele al señor Rafael Curiel respecto de
los hechos que acabo de hacer conocer.
-El C. Curiel: Me consta lo que dice el señor diputado De los Santo", des-
pués en ...
-El C. Medina, interrumpiendo: El señor no tiene la palabra.
-El C. De los Santos: Ahora suplico al señor presidente se sirva interrogar al
señor Verástegui, sobre si los hechos que he nanado son ciertos.
-El C. Verástegui: Cuando estos acontecimientos ocurrían no estaba yo en San
Luis Potosí, sino en México; pero oí decir que el señor Federico Medina, a quien co-
nocí siempre como reaccionario furibundo y hermano de este señor, mandaba Ull cuer-
po de voluntarios para perseguir exclusivamente a Pedro Antonio de los Santos; no
sólo a los demás revolucionarios, sino precisamente a Pedro Antonio de los Santos,
porque le tenia gran odio; y también supe que el señor Enrique Medina estaba a sus
órdenes en ese cuerpo de voluntarios que aprehendió y asesinó a Pedro Antonio de
los Santos y a quienes lo acompañaban. Allá, en Veracruz, me llamó la atención ver
en la calle a Federico Medina, y aquí está presente el señor Ciro B. Ceballos, R quien
algunas veces le dije: "¿ Cómo es posible que este hombre ande suelto, cuando tiene
esa responsabilidad encima ?", y me contestó: "Ya me lo explico, es hel'mano del señor
general Medina, a quien la revolución le debe muy importantes servicios". Después he
sabido que los señores Medina eran escandalosamente comerciantes en toda la región
de Teziutlán. Yo soy uno de los que reprueban la labor del comercio, cuando está de
por medio un jefe del ejército y por eso he sido de los primeros en criticar esa con-
ducta. Yo sé que los señores a la luz del día han abierto una casa en Teziutlán, que
se llama "Medipa hennanos", para hacer enormes negocios; han intervenido ho.c!endas
sin conocimiento de la Secretaría de Hacienda, sin conocimiento del Gobierno del Es-
482
tado, únicamente con el objeto de ... (Siseos.) Solamente he hablad, de todo esto
para que ...
-El C. De los Santos, interrumpiendo: Señor presidente: Como usted ha visto,
y como ha oído toda la Asamblea, allí están los servicios que después de haber sido
huertista el señor Medina, ha-prestado a la revolución; pero yo pregunto al señor Me-
_dina, ya que me exige documentos que ya he explicado por" qué no puedo traer, ¿ dón-
de estuvo en 1913, y hasta julio de 1914'! ¿dónde vivÍó y qué hacía?
-El C. Medina Enrique: Estaba en Tancanhuitz ---donde vivía mi hermano Fe-
·derico Medina- como dependiente de una casa; usted lo sabe perfectamente bien. Yo
no tengo la culpa de que mi hennano haya sido jefe político. No pude servir a Huerta;
pero, repito, en la Secretaría de Guerra debe haber expediente donde conste mi nom-
bramiento como mayor del Ejército.
-El C. De los Santos: Honorable Asamblea: Cuando yo vi en la lista de presun-
tos diputados, no, de los candidatos a diputados, que figuraba el nombre de Enrique
Medina por Zacapoaxtla, Puebla, de donde creo que no sea ni vecino, mucho menos
nativo, me dirigí en un mensaje al señor general Obregón, en estos términos: "Acuso
a Enrique Medina de ex federal voluntario, uno de los cómplices en el asesinato de
Pedro Antonio de los Santos. Ruego a usted se sirva decirme a qué tribunal paso a
hacer los cargos concretos". Yo ignoro, por qué no me contestó el señor general
Obregón. Jamás me dio cuenta el señor general Obregón de que hubiera sido aprehen-
dido Medina y puesto preso, como 10 puede comprobar la misma Secretaría de Guerra.
Aquí he venido ~ saber que el señor Medina fue preso. Jamás se me dijo a qué tribunal
debía haber hecho los cargos contundentes, y que le haré después; y aquí está un
testigo, el señor Gerzayn Ugarte, que debido a la influencia del general Medina, que
hoy reconoce, y debido a los muy buenos servicios prestados por dicho general, se
debe que Medina fuera puesto en libertad; pero no fue puesto libre porque no se le
hicieran cargos, sino porque desgraci~damente no supe que Medina estuviera preso,
alguna vez.
-El C. Medina Enrique: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Medina.
-El C. Medina Enrique~ Al salir de la penitenciaría yo puse un oficio al señor
general Alvaro Obregón, pidiendo que se presentara el acusador.
-Un C. secretario: La Presidencia consulta a la Asamblea si está suficiente-
mente discutido.
-El C. Martí: ¿Me permiten que diga un hecho de que tengo conocimiento?
-El C. presidente: Tiene la" palabra el ciudadano Marti.
-El C. Martí: En los expedientes de la Pagaduría de la Secretaría de Guerra, yo
he visto una orden de dinero que se libró a Enrique Medina, para entregar a flU her-
mano Federico, para el gasto del cuerpo de voluntarios, por cinco mil pesos.
-El C. Medina Enrique: ¿ Se hace usted responsable del cargo? Pido que se
tome en consideración lo que dice el señor Martí.
-El C. Martí: Sí, me hago responsable.
-El C. Cañete: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Cañete.
-El C. Cañete: Señores diputados, cuando a un individuo se le formula un
cargo, este individuo sale de la esfera común de todos los hombres que siempre tienen
a su favor la presunción de inocencia, para convertirse en un acusado.
Cuando los cargos son concretos, como en el caso los acaba de hacer el ciudadano
diputado De los Santos, estos cargos deben examinarse, no con un criterio apasionado,
sino con un criterio imparcial y justo. Al 'hombre a quien ~e acusa de ladrón no se le
puede sentenciar como ladrón si no hay la prueba de que sustrajo la cosa ajena sin
483
consentimiento de su dueño; al hombre a quien se acusa de asesino no se le puede
imponer ·una pena, no se le puede condenar como asesino, si no se justificá que hay
un cadáver de por medio, y que ese cadáver fue privado de la vida por el individuo
aquél. (Siseos.) Se han hecho cargos al señor Medina consistentes en esto: es cóm-
plice en el asesinato del señor general don Pedro Antonio de los Santos, porque el
señor Medina era mayor huertista de un cuerpo de voluntarios levantado por su her-
mano don Federico para perseguir a los revolucionarios. Debemos recordar que todas
las fuerzas de los Estados, en la época de la administración huertiana, fueron federa-
lizadas, y por esta razón, con justo ·motivo, con justo fundamento, ha pedido el señor
Enrique Medina que se traiga el dato de la Secretaría de Guerra donde esté anotado
su nombre como mayor huertista. Si ese dato no se trae, sería injusto, sería arbarario
tener al señor Enrique Medina como cómplice de un horrible crimen, c"Q.al es el ase-
sinato de varios individuos que se habían unido a la bandera de la legalidad contra
la usurpación. En Tancanhuitz o en la región de la Huasteca, en donde se dice que
operó el señor don Enrique Medina, deben encontrarse los documentos que prueben
estos cargos. y se afirma que no podrí~n traerse esos documentos, simplemente porque
se dice que esa región está invadida por enemigos del Gobierno; pero de cualquier
manera, señores, si esos documentos no se presentan, vendremos a pronunciar un fallo
verdaderamente apasionado. Entre las personas cuyo testimoniQ ha invocado el señor
De los Santos, se encuentra el honorable señor Aguilar, persona cuyo testimonio ha
invocado contra el señor Medina, así como el señor Verástegui. Estas dos personali-
dades no han dicho nada en concreto apoyando la acusación d~l señor De los Santos.
Del dicho del señor euriel aparece que hay algunos antecedentes de enemistad entre
Curiel y Medina Federico, que efectivamente fue por muchos años jefe político de Tan~
canhuitz en la época de la dictadura y en la de la usurpación huertiana¡ 'pero indu-
dablemente que los ,pecados de un individuo no pueden repercutir en otro, aun cuando
ésfe sea su padre o su hermano. El señor diputado Martí acaba de hacer un cargo;
dice que en la Secretaría de Guerra existe una orden de una cantidad de dinero que
se libró a favor de Enrique Medina para el cuerpo de voluntarios que había organi~
zado su hermano don Federico Medina. El señor De los· Santos dirigió a la Secretaría
de Guerra una acusación contra don Enrique; por esta acusación fue preso el señor
Medina, se le tuvo en prisión nueve días, en cuyo tiempo el acusador no se -presentó
para formalizar su acusación y para pedir la consignación al juez competente. Esta
circunstancia trae esta otra consecuencia: si en la Secretaría de Guerra existiera la
orden de ministración de fondos a que se refiere el señal' diputado Martí, el señor
general Obregón, que indudablemente durante esos nueve días mandó hacer busca
de antecedentes en el Archivo del Ministerio de su cargo para confirmar los cargos
que se hicieron contra Medina, habría encontrado esa orden, y con esta orden habría
sido consignado a una autoridad judicial. No pudo consignar a la autoridad judi~
cial¡ a los· nueve días salió en absoluta libertad por falta absoluta de datos para
proceder en su contra. Entonces, señores, si el acusador no se presentó en la pl'imera
oficina, en el Ministerio de Guerra, donde lanzó su acusación, si allí no se encontraron
los datos que menciona el diputado Martí, son todos éstos, en mi concepto, funda~
mentos suficientes para que debamos entender que los cargos que se han hecho contra
el señor Medina no están justificados, no están comprobados. Por consiguiente, un
dictamen contra su credencial emitido solamente por el dicho del señor general De
los Santos, es injusto, sería tanto como condenar a un individuo por el solo dicho de
su acusador. Esto es enteramente injusto y reprobado por la legislación universal.
Por estas razones suplico encarecidamente a la Asamblea tenga a bien medi.tar en
este asunto, y no cometer uno de tantos errores, que sería en agravio del señor Me~
dina. Es evidentemente cierto que el señor Medina no sirvió a la revoluci6n desde
484
sus prinCIpIOS; cuando la revolución penetró en Tancanhuitz, el hermano de Medi-
na tuvo que salh' huyendo con todas las familias, no sólo las que eran huertistas,
sino todas las familias, porque natural y sabido es que las pasiones humanas bullen
sin justicia, sin razón y sin filosofía, y si se ataca a un individuo de una familia, no
vamos a hacer responsable a uno de los miembros de esa 'familia por los pecados, pfrl'
las faltas y por los delitos ajenos; por eso no es extraño que el señor Medina hubiera
salido cuando su hermano, que era el jefe político, tuvo que abandonar la plaza, y
hubiera salido el señor Medina para evitar la violencia de las pasiones de los fami-
liares todos de Pedro Antonio de los Santos. Así, pues, la fuga de Medina de Tan-
eanhuitz no es prueba de culpabilidad, es la demostración del temor de un atentado
en su persona, y estaba en su derecho. Entonces pasó al Estado de Puebla, e ingresó
a las órdenes de su hermano el general Medina, pues así como hubo un hermano adic-
to a la dictadura que sirvió al huertismo, hay otro hermano amigo de la revolución
constitucionalista. ¿ Tanta razón hay para juzgar al señor Medina por sus afectos
personales hacia don Federico, por el solo hecho de que aquél se encontraba presente
en Tancanhuitz en la época en que su hermano dominaba allí? Ingresó don Enrique
al lado de su otro hermano, no con carácter militar, ingresó en la oficina de la paga-
duría. Fue preciso salir a la campaña de Tlaxco y entonces el señor Medina tomó la
carabina, y los grados que ost:enta los ha ganado en el campo de batalla. De suerte
que, aunque a última hora, después del desarrollo de la revolución, vino a prestarle
sus servicios, los ha prestado cen toda lealtad a la revolución sin que se le haya
probado que sirvió a la dictadura y al huertismo.
Estas son razones de otra índole, por las cuales suplico a esta Asamblea que,
meditando bien en el dictamen de la Comisión, meditando bien en la falta de elemen~
tos que tiene la acusación formulada contra el señor Medina, se digne aprobar el
dictamen de esa Comisión.
-El C. Medina Enrique: Pido la palabra para defenderme de los cargos que me
ha hecho el señor Varástegui.
-El C. presidente: Tiene la palab:t:a el ciudadano Medina.
-El C. Medina Enrique: Dice el señor José Verástegui que escandalosamente
hay una casa en Teziutlán con el nombre de "Medina; hermanos y compañia". Aquí
tengo una licencia de la Secretaría de Guerra y Marina para esa casa de comercio, la
cual tiene un representante, y yo nunca me paro en la casa de comercio. Como aquí
consta perfectamente, es una licencia de la Secretaría de Guerra y Marina. (Muestra
un pliego. Rumores. Vo-c~: ¡Lea! Sube a la tribuna y lee. Durante la lectura del
documento la Asamblea pidió al señor Medina la lectura del último párrafo, porque
este señor se negaba a hacerlo; asimismo, le pidió en repetidas ocasiones leyese la
fecha puesta al calce del referido oficio, cosas ambas que, a petición de la Asamblea,
obsequió al fin el señor Medina.) Considero, señores, que si yo fuese culpable no me
hubiera presentado aquÍ. Quise venir a sincerarme ... (Rumores. Campanilla.)
Ahora bien; con respecto a mis servicios a la revolución ... (Siseos.) no había
querido hacer mención de ellos; pero quisiera señores, que me hicieran favor de diri-
girse al señor general Pablo González, para saber en qué forma ayudé en Cerro
Gordo y en distintas partes; si acaso ayudé a la revolución o no, al mando de un cuer-
po, de un regimiento. Ya digo que creí que estaba fuera del artículo 4Q, y he acep~
tado la candidatura que me ofreció el partido liberal de Puebla.
Esto es 10 que acabo de decir en ese sentido. Ya digo: a ningún Gobierno he- ser~
vido en ninguna forma, solamente al Gobierno del señor Carranza, y cuando fui pre-
sidente de la mesa electoral para nombrar al S'eño-r De los Santos en la XXVI Legis-
latura de la Unión. Es el caso único, y el señor sabe perfectamente cuál es; pero por
lo demás, he sido dependiente de una casa de comercio que el señor conoce.
485
-El C. Zavala Dionisio: Pido la palabra,. señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Zavala.
-El C. Zavala Dionisio: Señores diputados: No conozco al señor Medina sino
por versiones que he oído entre unos de mis compañeros; hablo con toda formalidad,
pues nosotros no somos políticos, ni ambicionamos puestos públicos. Antes de que yo
saliera para acá para ocupar la cUl'ul que mis conciudadanos me designaron, me decía
uno de mis compañeros: Hes u,na vergüenza para la revolución, es una vergüenza para
el Congreso Constituyente el que hombres manchados con sangre de constitucionalis-
tas vayan a firmar la Constitución." Yo no sabía a qué venía lo que me decía, y agre-
gaba el compañero, Hel asesino del señor De los Santos va a ocupar una curul allá. Se
lo recomiendo, compañero." Yo no tengo datos para probar ese crimen; pero muchos
de mis compañeros en el 5Q distrito, que es el de Mapimí, dicen que lo conocen a usted
(dirigiéndose al C. Medina) y también me lo recomendaron mucho, diciéndome que
usted no ha podido contestar los cargos que se le hacen y que trataba de evadh esos
cargos, diciendo que usted era comerciante. En estos momentos se le acusa a usted de
algo más grave que no ha podido eludir. Si usted no creía que estaba dentro del ar-
tículo 49 , ¿por qué citó ese artículo? Yo no tengo necesidad de citarlo; vengo con mi
conciencia sana y limpia, porque no he cometido ningún delito; así es que previó algo,
¿no es verdad? Pero, señor, usted no ha contestado a estos cargos; la apología que el
señor Cañete nos ha hecho, no nos ha convencido de ninguna manera. No cabe duda
que los licenciados ven perfectamente bien. ¿ Cómo podrá Cañete desvanacer estos
cargos? Rasta ahora no nos ha podido contestar y yo, señores, pido que no se aprue-
be esa credenda, porque el señor no nos ha dejado plenamente satisfechos de que no
ha cometido ese crimen. (Aplausos.)
-El C. De los Santos: Pido la palabra para' un hech'o.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado De los Santos.
-El C. De los Santos: Después acusaré al señor Medina precisamente; pero aho-
ra me concreto a esto: Juro por los huesos de Pedro Antonio, mi hermano, asesinado
por \lno de estos individuos, que lo que yo he dicho es verdad; juro por el honor de
mis hijos que no he dicho una mentira: que el señor Medina era del cuerpo de volun-
tarios y fue de los que en Campo Morado asesinaron a mi hermano.
-El C. Medina Enrique: Y yo juro no haber servido nunca a ningún Gobierno
en ninguna forma y estoy dispuesto a probarlo. (Siseos.) Pero yo vine aquí porque
me creí suficientemente limpio en ese sentido. Si estuvo un hermano mío al mando
del Gobierno de Huerta, como jefe político, no es mía la culpa. Después serví a la
revolución, me hicieron el favor de honrarme c.on una candidatura, la cual 3.cepté,
y que el pueblo me hizo favor de sufragar. Por él vine precisamente, y después, ya
cuando se iba a hacer la declaratoria en mi favor, de ser propietario por aquel dis-
trito, se me llamó por la Secretaría de Guerra y Marina para que respondiera de 103
cargos que se me hacen. (Rumores.) El señor estaba presente en México; allí estuvo
cuando yo estuve en la cárcel, ¿ por qué no se presentó al Juzgado a hacerme los
cargos que dice tener en mi contra? A mi me consta que usted estuvo en Mexico,
¿por qué no se presentó a hacerme los cargos? (Rumores. 'Voces: ¡No! No!)
-El C. De los Santos: Yo he ido algunas veces a México; no sé cuándo. Lo que
digo es que, habiendo acusado al señor y suplicándole al señor general Obregón me
dijera a qué tribunal pasaba yo a hacer los cargos concretos, nunca me dijo que hu~
biera estado preso el señor. Aunque yo hubiera estado en México, en la misma peni-
tenciaría, 'con toda seguridad no hubiera preguntado por el señor, porque no tenía
deseos de verle. Hasta aquí he venido a saber por algunos diputados, que el señor
estuvo preso.
486
-El C. Medina: Usted estuvo ahí y supo perfectamente todo. Esto es cierto; y
sabía que se regenteaba mi salida de la penitenciaría y supo que se pusIeron oficios
a la Secretaría de Guerra y Marina para que se presentara usted a hacerme los cargos
concretos.
-El C. Calderón: Siendo el presidente de la Comisión que dictaminó la creden-
cial del señor Medina, me veo en la precisa necesidad de ocupar por alg'unos momentos
vuestra atención.
Como a todos los miembros de la Asamblea les consta, he venido aquí para dic-
taminar sin prejuicios, y es satisfactorio para esta Comisión que todos sus dictáme-
nes hayan sido aprobados siempre. Por lo que respecta al teniente coronel Medina,
no tenía datos concretos para dictaminar en contra. Llamó la atención de ustedes
sobre el final del dictamen., que dice: "los cargos, como se ve, son gravísimo8, pero
la Comisión no puede estimarlos, porque, en contradicción de los informes del general
De los Santos, ha sabido que Medina es un perfecto revolucionario." Señores: Yo no
tengo la culpa de que me hayan engañado, y como ninguna de las afirmaciones está
probada debidamente, esta Comisión espera que la discusión dará más luces sobre el
particular, y desde luego propone a la consideración de esta honorable Asamblea, la
siguiente proposición, con el fin de entrar a debate ...
-Un C. diputado, interrumpiendo: ¡A votar!
-El C. Calderón, continuando: Tengo la palabra en estos momentos, señores, y
espero de la benevolencia y, sobre todo, de ese sentimiento de serenidad que debemos
reconocer a la Asamblea, que se me oiga y en seguida la Asamblea dictaminará lo que
sea de justicia. Para algunos señores diputados acaso no exista todavía alguna duda
respecto a la actitud del señor Medina durante esa época de prueba. Se le ha dicho,
por lo que yo he oído, que su hermano fue jefe de un cuerpo de voluntarios. (Rumo-
res.) Bien; el jefe de un cuerpo de voluntarios y que este señor era mayor; y este
señor viene aquí a protestar, por cuanto más puede estimar, que él era un comer-
ciante simplemente. Además, señores la diputación de San Luis dice que le consta,
de oídas, que fue de los que tomaron participio en el asesinato del general De los
Santos .. Señores: Si eso es así, por el honor de la Asamblea, por el honor de la revolu-
ción, debemos :!!Ier inflexibles, puesto que aquel que prestó servicios a la usurpación,
con las armaS en la mano o en un cargo político, no debe tener indulgencia jamás,
porque no ·puede inspirar confianza a ninguna agrupación revolucionaria ni a la na-
ción entera. Por lo demás, la Asamblea es la que debe resolver; esa es la consulta que
yo hacía. Por otra parte, creo yo que todavía existen algunas dudas sobre la perso-
nalidad del señor Medina, y si la Asamblea lo estima de justicia, y creo obrar con
juicio y serenidad, si es procedente, la Comisión propondrá que se consigne el caso
al Gran Jurado; señores, es una proposición que no sé si proceda.
-El C. Dávalos: Sólo a los diputados se les puede consignar.
-El C. Calderón: Si es culpable, nada gana con salir a Gran Jurado; pero la
Asamblea tiene derecho de saber toda la verdad sobre este asunto y, repito, por
último, que hablo de una manera :!!Iincera, porque es mi convicción, que en casos
comprendidos expresamente en el artículo 49, por haberse tomado las armas en contra
de la revolución o por haber prestado ayuda en cargos políticos, esta Asamblea sea
inexorable.
-Un C. secretario: ¿Está suficientemente discutido? (Voces: ¡Sí! ¡Sí!) Se pone
a votación. El dictamen dice así: Es diputado propietario por el 14 distrito electoral
del Estado de Puebla, el C. Enrique Medina". En votación económica se pregunta si
se aprueba. Los. que estén por la afirmativa, que se sirvan poner de pie. Desechado
por unanimidad.
487
4
-El C. Alvarez: Deseo que esta honorable Asamblea tenga la bondad de decir
si es tiempo ya que se llame a los suplentes. Se sabe, con seguridad, que algunos de
los diputados del Estado de Michoacán no vendrán y los suplentes no han sido llama-
dos, esperando que vengan los propietarios. Ruego atentamente se sirva decir si se
puede llamar a los suplentes de La Piedad, de Tajimaroa, de Zinapécuaro y algunos
otros de Michoacán, cuyos propietarios no vienen tampoco, y que son personas que
tienen más de tres faltas de asistencia.
-El C. De los Santos: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado De los Santos.
-El C. De los Santos: Pido la palabra, primero, para suplicar, si a bien 10 tiene
usted, que protesten los señores diputados que están aquí y que no lo han hecho; y
segundo, para aclarar que no se llame a los suplentes inmediatamente; que se llame
a los propietarios, y si a los tres días de llamados no se presentan y si las comunica-
ciones lo permiten, entonces se llame a los suplentes; pero ya cuando los diputados
no hayan venido a las sesiones del Congreso.
488
-El C. Andrade: Pido 'la palabra.
--.El C. presidente: ¿ Con qué objeto?·
-El C. Andrade: Sobre el mismo asunto.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Andrade.
-El C. Andrade: Algunos de los diputados que han 'sido declarados -electos aquí
propietarios, no ,están al tanto de que, se les declaró; puesto que estaba dudosa su
elección. Pido que se llame a los propietarios, y si a los tres días' no vienen, en-
tonces ...
-El C. Céspedes, interrumpien<;lo: Los diputados propietarios, según convocato-
ria del ciudadano Primer Jefe, no, necesitan ser llamados: tienen el deber de presen-
tarse·. La convocatoria ha sido expresa y terminante.
-El C. De los Santos: Pido la palabra para un hecho.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado De los Santos.
-El C. De los Santos: Eso era si no hubiera habido quol'um el día 20 de no-
viembre, entonces se habría llama,do inmediatamente a los suplentes; pero ya sabe-
mos las causas de por qué no se les llamó. Ahora, cuando ya el Congreso se instala
debidamente, entonces se llama al propietario para que, si en tres días, si las comu-
nicaciones lo penniten, no se presenta, se llame al suplente.
-Un 'c. secretario: La Presidencia, por conducto de la Secretaría, hace saber
que, en su concepto, la explicación dada por el señor diputado De los Santos:, es la
que se ajusta a las prevenciones reglamentarias. 'En tal virtud, se va a llamar desde
luego a los diputados propietarios, 'conminándolo.s para que si no vienen en el término
de tres días se llame a ios suplentes, salvo el caso de que la Asamblea determine
que se haga otra cosa.
-El C. Limón: Parece que lo relativo dice que no se llame a los propietarios,
sino a los suplentes .
. -El C. secretario: Son las mismas razones que acaba de dar el diputado De los
Santos~
-El C. Alvarez: Pido la palabra" señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado José Alvarez.
-El C. Alvarez: Para rogar a la Secretaria se nos lea el artículo del Regla..
mento que previene que deb€h _ser llamados los propietarios y que, si a los- tres días
no vienen, que se llame -a los suplentes. Dice terminantemente la ley, que euando 10$
propietarios falten tres veces a la Asamblea sin más aviso -sean llamados los su-
plentes. Yo no tengo interés ninguno en que se lla"{lle a los ,suplentes; mi moción era
para no dejar sin repI'€sentacióh algunos distritos que no la tienen aquí. Sé 'perfec~
tamente que hay algunos diputados 'propietarios que no van a venir; pero si el Con-
greso, sujetándose a la ley, que en ningún capítulo dice que sean llaUlJl.dos lo suplen-
tes, no lo hace, entonces quedarían algunos distritos sin representantes. A no ser que
esté equivocado.
-Un C. secretario: La ley expresa sobre el particular, Se refiere a las juntas
preparatorias. Como ya hubo quorum y ya no Se"" trata de sesiones preparatorias,
sino de sesiones ordinarias, si no es la ley precisamente" es la tradición parlamentaria
la que dicta este proceder, y como quiera que aún van a tratar tres días los diputados
a propósito de la Constitución, supuesto que todavía no tienen en su poder sus pro-
yectos las comisiones respectivas, por razones de equidad y justicia se propone que
se llame a 10s propietarios, tanto más, cuanto que algunos no saben que han sido
electos, puesto que vinieron otros a quienes sus credenciales fueron desechadas, y al
ser 'desechadas esas credenciales, se designó a otras personas como diputados.
-El C. Alvarez: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Alvarez.
489
-El C. Alvarez: Atenta súplica a la Presidencia: guiado por el deseo de que
no se retarde la representación de algunos distritos, pido se dirija un telegrama a los
gobernadores de los Estados, diciéndoles que llamen a los propietarios y que~ caso
de que no puedan venir inmediatamente, llamen a los suplentes para que no sea nece-
sario esperar esos tres días más, cuando ya se sabe que muchos no van a venir.
-Un C. secretario: ¿Se toma en consideración la proposición hecha? (Voces:
¡No! ¡No! ¡Sí! ¡Sí!) Los que estén por que se tome en consideración, sírvanse poner
de pie. Se desecha la proposión.
490
6' SESION ORDINARIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA TARDE DEL MARTE 5
DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
-El C. prosecretario Bojórquez. a las 4.20 p.m.: Hay una asistencia de 145 ciuda-
danos diputados. Hay quorum.
-El C. presidente: Se abre la sesión.
-El C. secretario Lizardi: El acta de la seSlon anterior dice así: (Leyó.) Está
a discusión el acta. ¿No hay quien desee hacer uso de la palabra? En votación econó-
mica, lás personas que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobada.
491
3
492
la honorable Asamblea, que se hiciera en la siguiente forma, que seguramente nos
prestará una mayor garantía y con toda seguridad se evitarán en la elección discu-
.siones y dificultades. Que se haga la designación de las diez personas que deben
constituir esas dos eomisiones instructoras; pero que no se. haga señalamiento para'
determinadas personas para la primera o la segunda; sino que queden las diez que
elija la Asamblea, insaculadas, y cuando haya necesidad de formar una Sección Ins-
tructora para turnarle cualquier asunto, se integre por suerte. Esto es enteramente
democrático y nos dará la oportunidad de que así, después de escogidos diez de los
ciudadanos diputados que a juicio de la Asamblea tengan todas las garantías para la
misma, de honorabilidad y de prestigio, después, cuando haya necesidad de turnar, que
serán muy pocas las veces e.n que tengan que hacerse, se dejan insaculadas las diez
personas para que se designe la primera o segunda Comisión y se integren por suerte
-'Cuando haya necesidad de turnar algún asunto de las secciones del Gran Jurado. Si
-es aprobada mi proposición, se hará entonces en una sola votación la designación de
diez personas y cuando haya necesidad de integrar alguna Comisión Instructora, la
Mesa, en presencia de la Asamblea, hará la insaculación de los cinco miembros que
deban integrarla y no habrá absolutamente lugar a sospecha; es honrado y será
democrático. Me permito hacer esa proposición.
-El mismo C. secretario: ¿ Se toma en consideración la proposición del ciuda-
dano U garte '! Se pone a discusión. Las personas que deseen hacer uso de la palabra,
~sirvanse pasar a inscribirse.
-El C. Calderón: Es muy bueno el deseo del señor diputado Ugarte, y si se
toma en consideración, lo único que resta averiguar' es si esa proposición no se opone
a lo acordado ya en el Reglamento: porque en el Reglamento, me parece, se habla
de dos comisiones que se nombrarán ¿ Cómo se está modificando el Reglamento a
-cada paso? Esta es la cuestión.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano presidente de la Comisión.
-El e. Silva Herrera: En efecto, creo que tiene razón el señor general Calderón.
El artículo dice que se designarán por mayoría de votos y por escrutinio secreto, dos
'Secciones para integrar el Gran Jurado; creo, por consiguiente, que no tendrá la
Mesa, sino la Asamblea, facultades para nombrarlas. Ruego al señor general Calderón
'Que se sirva leerlo para conocimiento de la Asamblea.
-El e., Calderón. Dice así:
"Artículo 29 Habrá, además, dos secciones de Gran Jurado, compuesta cada una
de cinco miembros, que se designarán por escrutinio secreto y a mayoría obsoluta
-de votos."
-El C. Ugarte: Mi proposición ha estado tan claramente expuesta y tan ajena
:a toda causa que pudiera ser sospechable en materia de querer reformar lo aprobado
ayer, que 10 que aprobó la Asamblea seguramente es lo que debe subsistir; pero esto
'es .nada más para evitar pérdida de tiempo y para poner de acuerdo a toda la Asamblea
,en cuanto a la designación de los diez miembros escogidos de ella para que integren
esas dos secciones instructoras de cinco personas cada una, o sean diez personas.
-Dicen así los artículos 2 y 3:
"Artículo 29 Habrá; además, dos secciones de Gran Jurado, compuesta cada una
de cinco miembros, que se designarán por escrutinio secreto y a mayoría absoluta de
-votos.
"Artículo 39 Las comisiones de que se viene hablando serán de carácter perma-
nente. La falta absoluta o temporal de alguno o varios de los miembros que las
componen, será substituida en la misma forma y con las mismas formalidades esta-
blecidas en las disposiciones precedentes,"
493
Se ve, pues, que hay precedente; que la insaculación de los jurados, mejor dicho,
de los miembros de la Cámara que deberán formar las secciones instructoras, se hace
por elección y después se integra la Comisión por sorteo. Es una proposición que, si
se rechaza, yo con todo gusto desde luego la retiraré; pero nos ahorra seguramente
tiempo y dificultades, para escoger cinco personas que integren una comisión y cinco
para que integren otra. Hechas las diez insaculaciones designadas por la suerte, se
indicarán las comisiones y de todos modos se considerará la primera y segunda Comi-
sión según en el orden que sean sorteadas. Esto, repito, en caso de que fuesen acepta-
das, siendo así una mera previsión del Congreso, de tener previsto el caso de que pueda
ser necesario el funcionamiento de las secciones instructoras del Gran Jurado. Insisto
en mi proposición, porque realmente no implica .sino el deseo de ahorrar tiempo y de
facilitar a la Asamblea escoja diez de sus mejores miembros, porque, son ellos, en todo
caso, los que instruirán el proceso y lo presentarán en el momento oportuno en que
deba votarse, exponiendo si hay lugar o no para proceder en contra de alguno de: los
miembros del Congreso Constituyente. No tiene otra mira mi proposición. Ruego al
señor Calderón que, si no tiene inconveniente, la misma Asamblea pueda reconsiderar
su acuerdo de ayer y modificarlo en este sentido; que la elección de diez miembros
formen el Gran Jurado y después se sorteen.
-El C. Calderón: Aunque el señor licenciado Silva Herrera explicó con toda
claridad y está bien definido el porqué. entiendo yo que aunque el señor Ugarte está
animado de las mejores intenciones, es muy fácil la elección de las cinco personas,
cambiando impresiones todos los miembros de la Asamblea y después nombrar las
otras cinco. Este es el camino racional que indica el Reglamento; si el señor diputado
Ugarte propone una alteración de ese Reglamento, podría hacerse, pues yo no soy
esclavo de la forma, y más que hasta reconozco una bue~a intención.. Pero creo que
tampoco andamos equivocados si nombramos primero una Comisión de cinco personas~
que es más fácil escoger cinco que diez, y después hacer la otra elección de las otras
cinco.
-El C. Alvarez: Yo también apoyo la proposición del señor general Calderón
y rechazo la del señor Ugarte, sencillamente porque no conviene darle tan amplias
facultades a la Mesa Directiva para que señale diez personas de entre nosotros
(Voces: ¡No! ¡Non Perfectamente bien; ¿vamos a discutir el Reglamento que ten~
mos definitivamente aprobado desde ayer?
-Un C. secretario: La Secretaría informa,· a nombre de la Presidencia, que no
se trata de que la Mesa proponga una candidatura de diez personas, sino simplemente
lo que está a discusión en estos momentos. es, como está acordado en el Reglamento
aprobado ayer, se nombran por escrutinio secreto dos secciones para el Gran Jurado,
secciones de cinco miembros cada una, o, como propone el señor diputado Ugarte, se
nombran diez diputados para el Gran Jurado, para que, en cada caso concreto, se
designen por sorteo. De manera que no se trata de que la Mesa proponga diez per-
sonas, sino que de todas maneras se elijan en escrutinio secreto; pero se trata de saber
si se elijen de cinco en cinco, o las diez en junto, y en este último caso, si serán dos,
secciones o una sola.
¿Está suficientemente discutido el punto? (Voces: ¡Si! ¡Sí!) En votación eco-
nómica, las personas que estén por la afirmativa de la proposición Ugarte, es decir~
que sean en un acto de diez, sírvanse poner de pie. Desechada la proposición.
494
los ,diez minutos que se solicitan, supuesto que esta mañana se suspendió la votación
para que pudieran los señores diputados cambiar impresiones, y se procederá desde
luego a la votación.
-El C. Calderón: Si no ha habido ningún cambio de impresiones, señor presi-
dente, pues todo el mundo se levantó y se largó a su casa.
La Mesa nada pierde con conceder a los diputados esos diez minutos; cinco que
sean, pues es el caso que hay dos grupos que van a formar sus candidaturas y todos
quieren obrar de acuerdo para hacer esas elecciones.
-El C. presidente: Yo creo que no es indispensable, porque suponiendo que no
estén de acuerdo, debe dar una mayoría la votación y esa es la candidatura. N o hay
que perder el tiempo cuando vamos a tener asuntos de más trascendencia. .
-El C. Chapa: Yo apoyo la moción del señor Calderón, pues me parece muy im-
portante que nos pongamos de acuerdo para elegir a las personas más apropiadas.
-Un C. seuetaría: Se toma en consideración la proposición del ciudadano di-
putado Calderón, para que se concedan los diez minutos.
-El C. presidente: Se conceden los diez minutos.
495
7" SESION ORDINARIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE. LA MA1'!ANA DEL MIERCOLES 6 DE
DICIEMBRE DE 1916.
SUMARIO
-El C. secretario Meade Fierro, a las 9.30 a.~.: Hay una asistencia pe 155
diputados. Hay quorum.
-El C. presidente: Se abre la sesión.
-El C. secretario Truchuelo lee el acta de la sesión anterior. Está a discusión.
¿No hay quien haga uso de la palabra-? En votación -económica se pregunta si se
aprueba. Aprobada.
-El C. secretario Lizardi da cuenta con dos telegramas, uno del C. secretario
general de Gobierno de Michoacán, avisando que ya se citó al· diputado suplente del
10 distrito, a fin de que asista, en Querétaro, a las sesiones del Congreso, y otro
del C. subsecretario de Gobernación, transmitiendo un mensaje del C. presidente mu~
nicipal de Jamiltepec, dando cuenta del resultado de las elecciones de diputados en
ese distrito.
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2
498
únicamente, además del requisito de honorabilidad, el de competencia, pues segura-
mente que en cuestiones de Derecho sabe más un ahogado que un zapatero.
Debemos nosotros creer no sólo que el espíritu revolucionario nos pueda inspirar lo
que la revolución demanda para dejar constituido en principios lo que la Carta Magna
consigne para el porvenir, lo que el pueblo mexicano anhela y merece.; sino, además,
que quienes formen esa Comisión sean diputados qué por sus luces nos traigan du-
rante los debates la ilustración bastante a la Asamblea, para que votemos lo mejor
que sea posib!e las reformas presentadas por el Primer Jefe; así, pues, señor presi-
dente, formalmente reclamo que se cumpla con el artículo primero del Reglamento;
que la Mesa proponga a la consideración de la Asamblea la candidatura que, a su
juicio, deba encargarse de discutir el proyecto de reformas presentado por la Primera
Jefatura, de dictaminar sobre él y que la Asamblea lo vote en el sentido que lo crea
conveniente, y si se rechaza la candidatura que la Mesa presente, presentat'á una
nueva; pero ayer precisamente el ciudadano Esteban Calderón me decía que no de-
bíamos pasar sobre lo aprobado por el Reglamento, cuando yo hice una proposición
respecto a la elección de miembros del Gran Jurado. Con mucha razón me reclamó
el señor Calderón, diciéndome que eso estaba contra el Reglamento; yo decía que lo
,mejor era no hacer candidaturas dentro de los grupos de la Cámara, que no debía
haber grupos, sino un solo cuerpo; que en lugar de estar haciendo una candidatura
de un lado y otra candidatura de otro, la Mesa presentara la designación de la Co-
misión y la vote la Asamblea.
-El C. Calderón: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Calderón: Ayer, efectivamente, consideré que la proposición del diputado
Ugarte daba una garantía a cualquiera que tuviera la desgracia de ser acusado,
puesto que en la fórmula que él indicaba para integrarse, no podía haber prejuicio,
puesto que, hecho el sorteo, los que designara la suerte serían los miembros del Gran
Jurado para juzgar a cualquier diputado, y que por eso me parecía muy bienintencio-
nada esa proposición y el espíritu muy justiciero, pues que era la mayor garantía
para cualquier acusado; por 10 que toca al presente caso, recordarán los señores di-
putados con qué desconfianza fue acogida la reforma de ese artículo que sugeria
el nombramiento de la Gran Comisión; eso ya es otra cuestión enteramente distinta
y recordarán ustedes que el diputado Rivera Cabrera y el diputado Luis T. Navarro, me
parece, protestaron enérgicamente en contra de ese procedimiento y, sin embargo, la
Asamblea dio un voto de confianza a la Mesa, suponiendo que la Mesa obraría de
acuerdo con la Asamblea. Así es, en realidad, que la Mesa no tiene la facultad de impo-
ner aquí candidaturas, y lo vimos ayer, y no quiero atribuir a la Mesa mala fe ni tam-
poco ligereza, pues nos parece que se notaba cierta tendencia a centralizar todas las
comisiones en un grupo determinado de individuos~ Yo le aseguro a mi compañero el
señor U garte, que si la Mesa sigue haciendo proposiciones, ya la ~samblea, por
cierto espíritu de desconfianza, las seguirá rechazando, y no vamos_a llegar jamás a
ningún acuerdo. Por lo demás, como ésta es facultad de la Mesa, obrar de acuerdo con
nosotros, tal es el espíritu de la ley y del artículo; aquí la Mesa sí quiere, en
obvio de tiempo, que nos deje en libertad para que nosotros propongamos una can-
didatura; está en su facultad, pues, declinar la atribución que le concedió ese artículo,
muy mal dictado, muy mal aprobado y muy a la ligera.
-El C. Ugarte: Pido la palabra para una rectificación.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Ugarte.
-El C. U garte: Celebro mucho que la serenidad de juicio de que nos ha dado
tantas muestras ya el señor diputado Calderón, lo ponga en el terreno ~erdadero en
499
•
que debemos estar para resolver esta cuestión, que es delicada y es importante, pues
que en modo alguno debe preocupar a la Asamblea, sino en la forma de abreviar
tiempo.
El artículo aceptado, aprobado a la ligera o no, está en pie. Dice que la Mesa
Directiva designará con la aprobación de la Asamblea, esa comisión que vamos a
votar. El señor diputado Calderón propone que nosotros designemos las personas que
deben integrar la Comisión Revisora del proyecto de reformas. Mi criterio es que
debe, ante todo, respetarse el Reglamento, porque así su señoría me lo hizo observar
ayer, para insacular los jurados y de que sin sospecha ninguna se sorteara, siendo esa
una garantía para cualquier acusado que tuviera la desgracia de caer bajo la acción
de ese Gran Jurado; pero que era contra el Reglamento. Retiré yo mi proposición,
y la Asamblea, juiciosamente, dijo que no era de aprobarse. Hoy si la Asamblea
quiere que nosotros hagamos la designación de candidatos para esta Comisión, su-
cederá que el señor diputado Calderón y sus amigos harán una candidatura~ los se-
ñores independientes harán otra y resultará que vamos a hacer dos votaciones y
probablemente no llegaremos a un acuerdo. En cambio. si la Mesa presenta cinco
personas, no de un solo grupo determinado ni de amigos del Primer Jefe, que tal
fue ayer, según he sabido, la objeción hecha al señor MacÍas y a mí; que por ser
amigos del Primer Jefe no dábamos las condiciones necesarias de garantía, y que
por eso no podíamos formar parte de esa Comisión. (Voces: ¡No! ¡No!) Si tales
palabras no fueron vertidas, yo no las afirmo, pues no estuve presente. Entonces,
pregunto yo, si los amigos del Primer Jefe no merecen la confianza de la Asamblea,
seguramente la merecerán los amigos de Villa.' (Voces: ¡No! ¡No!) Yo estoy expo-
niendo ideas que el juicio de la Asamblea es muy libre de aceptar o no. Repito que
la. designación de la Mesa que se había hecho ayer, con excepción del que habla, era
bastante aceptable, bastante juiciosa y que llenaba las condiciones de sabiduría que
se requieren en estos debates para fundar estos artículos de la Constitución que
vamos a discutir posteriormente; fue rechazada, yo lo celebro por lo que a mí toca, y
yo creo que el licenciado MacÍas lo celebrará también, por lo que a él respecta; pero
estaremos en todos los debates, porque eso sí nadie nos lo puede evitar, para discutir
allí con las comisiones dictaminadoras o con los del contra.
De modo es que el hecho de que la proposición que ayer fue desechada, no esté
en pie, no quiere decir que 'está borrado el artículo y, por tanto, sigue concediendo a la
Mesa la facultad de designar la Comisión y que la Asamblea la vote. Propuesta por
la Mesa una nueva candidatura de Comisión Revisora de la Constitución, nosotros
no tenemos más que votarla. Eso, en mi concepto, es lo que abrevia tiempo, y nosotros
hacer que realmente empeñemos ya- en el trabajo a que hemos venido a este Con-
greso.
-El C. De la Torre: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano De la Torre.
-El C. De la Torre: Señores: Ligera y especiosamente hemos aprobado al ar-
tículo a que refiere el señor. Pido que la Secretaría le dé lectura para atenernos a él.
-El C. Espinosa: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. Calderón. interrumpiendo: Vaya hablar. caballero, permítame usted un
momento.
-El C. presidente: Ruego a los señores diputados pidan la palabra a la Presi-
dencia.
-El C. Espinosa: He pedido la palabra primero, señor. presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Espinosa.
500
-El C. Espinosa: No se han reprobado absolutamente en ninguna de BUS partes
las reformas al Reglamento que se aprobó ya. La Mesa Directiva, haciendo uso de
la facultad que le concede el attículo 59 o 79, que no recuerdo con exactitud, porque
hasta ahora no nos han repartido esos artículos reformados y no he tenido oportu~
nidad de leerlos, está autorizada para proponer candidatos a las diversas comisiones,
yeso fue precisamente lo que hizo ayer la Mesa Directiva. En consecuencia, estuvo
dentro de lo prescripto en esos artículos reformados. La Asamble~, que fue consultada
precisamente en ese punto, desechó, dentro de las facultades que le conceden esas
mismas reformas, la plataforma propuesta por la Mesa Directiva. Por tanto, la
Mesa y la Asamblea han estado dentro de sus verdaderos puntos, y ninguna se ha
salido ni ha faltado a esos artículos reformados.
Ahora, como la Asamblea desde ayer demostró su inconformidad respecto a las
personas que se le propusieron, está en su derecho para proponer a las que le pa-
rezcan mejor; aquí únicamente falta ver el medio más práctico y más eficaz para
que la Asamblea llegue a un acuerdo. Yo no pertenezco. ciudadanos diputados, abso~
Jutamente a ningún grupo político de esta Asamblea, soy enteramente solo, absoluta-
mente independiente, ni siquiera estoy adherido a la agrupación que se da el título
de independiente, porque yo entiendo que la libertad individual es absoluta, y hago
esta confesión, para que no se dude de mis palabras ni se crea que voy a trabajar
por determinada agrupación. El sistema que se empleó ayer para designar la Co-
misión podrá ser bueno o malo, yo no quiero juzgarlo; pero sí ví de una manera clara
que varios individuos interesados personalmente, o por el interés general de su grupo,
se movieron con actividad y propusieron las candidaturas que les convenían; pero
yo entiendo que ahora que se trata de nombrar la Comisión más delicada en este
Congreso, debe procederse de manera enteramente opuesta, debe discutirse, en mi
concepto, la capacidad del individuo más que sus antecedentes políticos. Se trata de
llevar a cabo una labor verdaderamente técnica, en la que no tiene que ver absolu-
tamente el sentimentalismo de partido, en donde no cabe la rastrería; por 10 tanto,
yo me permito someter a la consideración de ustedes que se proponga aquí, de una
manera clara J~ no como se hizo ayer, en cónclaves especiales, las candidaturas de
aquellos individuos que nos parezcan más honrados para ayudarnos en las labores
que estamos próximos a principiar; se necesita verdaderamente hacer una disección
intelectual de cada uno de ellos; me permito proponer que se discutan las personali-
dades, que se definan con anticipación, que salgan de aquí de una manera espontánea
los hombres que cO!lsideremos más capaces y, una vez que haya el número suficiente,
que se discutan sus personalidades.
-El C. Calderón: Pido la palabra, señor presidente, para una rectificación a las
apreciacibnes del señor diputado Ugarte.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Calderón.
-El C. Calderón: No me detendré para considerar la cuestión del artículo aquél
de ayer que proponía el señor U garte, relativo a que se hiciera la designación del
Gran Jurado por el procedimiento establecido. Aquel procedimiento que él. propuso
es más democrático, ya se dijo, si se tratara de dar garantías a Un diputado. que
fuera acusado. Nosotros tenemos la convicción de que tal cosa no se presentará; de
consiguiente, el punto a discusión carecía de interés, y podemos nosotros, sin perjuicio
de la Asamblea y sin perjuicio de las instituciones republicanas, pasar por esas
mismas reformas. Este punto sí es muy delicado, señor presidente. Aquí sí se está
jugando el porvenir de la patria, y desde luego .diré que no es exacto que ayer nos
hayamos reunido un grupo de amigos para deliberar sobre los candidatos que debemos
501
escoger. Aquí yo en persona y otros más, como el señor ingeniero Madrazo lo re-
cuerda muy bien, invitamos a algunos compañeros en general, de la Asamblea, para
que deliberáramos a la salida de la sesión para llegar a un acuerdo. Desde luego se
fijaron las personas que allí se reunieron, y llevando la palabra el apreciable com-
pañero que pasó aquí a la tribuna, el doctor Román, se convino en elegir a personas
verdaderamente capaces por su ilustración, por ejemplo, el señor general Múgica,
por su rectitud de criterio, que es indiscutible, y no habrá quien sostenga lo contrario
en esta Cámara; el señor profesor Luis G. Monzón, que es de los viejos revolucio-
narios y escritor de combate, que ha escrito muchos folletos durante la revolución;
el doctor Román, que ya lo tienen perfectamente reconocido y calificado; un joven
yucateco, Enrique Recio, que ustedes saben, es de los mejores elementos venidos
de aquella península, a cuyo frente se halla el patriota general Alvarado, que sería
incapaz de enviarnos aquí una nulidad o a un reaccionario; y el licenciado Enrique
Colunga, de cuya sabiduría nadie puede dudar. Rectifico, pues, no fue un grupo de
amigos, los que se reunieron ayer, ni de vuestros amigos, fueron los diputados pa-
triotas de esta Asamblea que tuvieron voluntad de ir: niego también esa tendencia
de que tanto se habla en la Cámara de que hay dos "bloques"; el bloque de los novicios
no existe, porque nadie tiene ligas de partido; ningún compromiso tienen esos novicios
de estar unidos; estarán unidos en grupo mientras quieran estarlo, porque no hay
presión de conciencia para nadie, no hay presidente, ya se ha dicho muchas veces
aquí; el día de la elección del señor Aguirre Berlanga, claramente se demostró que
no había ni acuerdo; pero es por demás que estemos perdiendo el tiempo en esa
cuestión: creo yo que el sentir de los patriotas de la Asamblea es el de que se ohre
con la mayor atingencia en el presente caso, y que el señor Macias --que se dice
.autor del proyecto, y niego y protesto ante esta digna Asamblea que sea autor de
esas ideas ese señor, que sólo dio forma a las ideas del Primer Jefe y de otros ilustres
revolucionarios; pero es necesario que se establezca la verdad-, no es la persona más
apropiada para que siga dictaminando, puesto que ya tiene su prejuicio, por ser
quien le dio forma a tal proyecto. Ustedes me dispensarán si he abusado de su ilus-
trada atención.
-El C. presidente: El señor Calderón no tiene razón al decir que la Mesa ha
querido imponer una candidatura; la candidatura que se propuso a la consideración
de la Asamblea el día de ayer, fue formada casi por la opinión de un grupo de diez
o doce personas que se quedaron a última hora, y el presidente y demás personas de
la Mesa casi no tuvieron influencia en esa candidatura; por lo demás, el ~eñor Rivera
Cabrera ha tenido la atención de significar a la Mesa que sus palabras absolutamente
no tuvieron la intención de herirla, porque para nosotros hubiera sido muy doloroso
que, aun rehusada la elección que se hizo, hubiera una censura tan poco merecida,
porque he de advertir que la redacción del artículo 1Q fue obra exclusiva de la Co-
misión respectiva y que la Mesa no hizo ninguna presión. El artículo 19, bueno o
malo, nos da una facultad, y la Mesa-cree tener derecho ·para prescindir de esa fa-
cultad ...
-El C. Calderón; interrumpiendo: Yo no he sostenido, señor presidente. que la
Mesa hubiera querido imponer candidaturas, porque no podía haberlo hecho. (Siseos.)
Señores, dispensen ustedes; pero la mayoría de la Asamblea pudo haberlo interpretado
así, y debemos celebrar que usted haya dado la interpretación que nosotros habíamos
dado a esa prop-osición.
-El C. presidente: Se suspende la sesión por diez minutos, para que las personas
se pongan de acuerdo en sus candidaturas.
502
-Un C. secretario, después ,de reanudarse la seSl0n: Se procede a la votación.
Se va a llamar por lista: a los señores diputados. (Se proCede a la votación.)
¿ Falta algún ciudadano diputado por votar? La presidencia invita a los ciuda~
danos Porfirio del Castillo y Chapa, a fin de que se sirvan pasar a presenciar el
cómputo.
"SECCION 1
503
41EI Estado no puede permitir que se lleve a efecto ningún contrato, pacto o
convenio que tenga por objeto el menoscabo, la pérdida o el irrevocable sacrificio de
la libertad del hombre, ya sea por causa de trabajo, de educación o de voto religioso.
La ley, en consecuencia, no reconoce órdenes monásticas, ni puede permitir su esta-
blecimiento, cualquiera que sea la denominación u objeto con que pretendan erigirse.
uTampoco puede admitirse convenio en el que el hombre pacte su proscripclOn
o destierro, o en que renuncie temporal o p~rmanentemente a ejercer determinada
profesión, industria o comercio.
"El contrato de trabajo sólo obligará a prestar el servicio convenido por un
pertodo que no exceda de un año, y no podrá extenderse en ningún caso a la renuncia,
pérdida o menoscabo de cualquiera de los derechos políticos y civiles.
"Artículo 69 La manifestación de las· ideas no será objeto de ninguna inquisición
judicial o administrativa, sino en el caso que ataque a la moral, los derechos de ter-
cero, provoque algún crimen o delito o perturbe el orden público.
"Artículo 79 Es inviolable la libertad de escribir y publicar escritos sobre cuaI-
I quiera materia. Ninguna ley ni autoridad puede establecer la previa censura, ni
exigir fianza a los autores o impresores, ni coartar la libertad de imprenta, que no
tiene más límites que el respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública.
Los delitos que se cometan por medía de la imprenta, serán juzgados por los tribu-
nales competentes de la Federación o por los de los Estados, los del Distrito Federal
y Territorios, conforme a su legislación penal; pero en ningún caso podrá secuestrarse
la imprenta, como cuerpo del delito.
"Artículo 89 Los funcionarios y empleados públicos respetarán el ejercicio del
derecho de petición, siempre que ésta se formule por escrito, de una manera pacífica
y ..respetuosa; pero en materia politica, sólo podrán hacerse uso de ese derecho los
ciudadanos de la República.
"A toda petición deberá recaer un acuerdo escrito de la autoridad a quien se
haya dirigido, la que tiene obligación de hacerlo conocer en breve término al peti-
cionario.
"Artículo 99 No se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente
con cualquier objeto lícito; pero solamente los ciudadanos de la República podrán
hacerlo para tomar parte en los asuntos políticos del país.
"Sólo podrá considerarse como ilegal una reunión convocada con objeto ilícito
y ser, en consecuencia, disuelta inmediatamente por la autoridad, cuando en ella se
cometieren desórdenes que alteren o amenacen alterar el orden público por medio
de la fuerza o violencia contra las personas o propiedades, o por an1enaza de cometer
atentados, que puedan fácilmente ser seguidas de ejecución inmediata, o se cause
fundadamente temor o alarma a los habitantes; o se prqfieran injurias o amenazas
contra la autoridad o alguno o varios particulares, si 'la persona que preside la
reunión o las que de ella formaren parte no redujeran al orden al responsable o lo
expulsaren inmediatamente; o cuando hubiere en ella individuos armados, si requeridos
por la autoridad, no dejaren las armas o no se ausentaren de la reunión.
"No se considerará ilegal una Asamblea o reunión que tenga por objeto hacer una
petición a una autoridad o presentar una protesta por algún acto, si no se profieren
injurias contra ella, ni se hiciere uso de violencia o de amenazas para intimídarla u
obligarla a resolver en el sentido que se desea.
"Artículo 10. Los habitantes de la República Mexicana son libres de poseer armas
de cualquier clase para su seguridad y legítima defensa, hecha excepción de las
prohibidas expr'esamente por la ley, y de las que la nación reserve para el uso ex~
504
dusivo del Ejército, Armada y guardia nacional; pero no podrán portarlas en la"
poblaciones, Bin sujetarse a los reglamentos de Policía.
"Artículo 11. Todo hombre tíene derecho para entrar a la República, salir de ella,
viajar por su territorio y mudar de residencia, sin necesidad de carla de seguridad,
pasaporte, salvoconducto u otros requisitos semejantes. El ejercicio de este derecho
estará subordinado a las facultades de la autoridad judicial, en los casos de respon-
sabilidad criminal o civil, y de la autoridad administrativa, por lo que toca a las li-
mitaciones que imponga la ley sobre emigración, inmigración, y salubridad general de
la Repúblir:R, o sobre extranjeros perniciosos residentes en el país.
"Artículo 12. En los Estados Unidos Mexicanos no se concederán títulos de no-
bleza, ni prerrogativas y honores hereditarios, ni se dará efecto alguno a los otor-
gados por cualquiera otro país.
14Artículo 13. Nadie podrá ser juzgado por leyes privativas ni por tribunales
especiales. Ninguna persona o corporación puede tener fuero ni gozar más ernolu-
mentos que los que sean compensa:ción de servicios públicos y estén fijados por la
ley. Subsiste el fuero de guerra para los delitos y faltas contra la disciplina militar;
pero los tribunales militares en ningún caso y por ningún motivo podrán extender su
jurisdicción sobre personas que no pertenezcan al Ejército. Cuando en un delito o
falta del orden militar estuviere complicado un civil, conocerá del caso la autoridad
civil que corresponda.
14Articulo 14. A ninguna ley se le dará efecto retroactivo en perjuicio de persona
alguna.
HNadie podrá ser privado de la vida, de la libertad, o de sus propiedades, pose-
siones y derechos, sino mediante juicio seguido ante los tribunales previamente estable-
cidos, en el que se cumplan las formalidades esenciales del procedimiento y conforme
a las leyes expedidas con anterioridad al hecho.
"En los juicios del orden criminal queda prohibido imponer, por simple analogía
y aún por mayoría de razón, pena alguna que no esté decretada por una ley exacta-
mente aplicable al delito de que se trate.
uEn los juicios del orden civil, la sentencia definitiva deberá ser conforme a la
letra o a la interpretación jurídica de la ley, a falta de ésta, se fundará en los prin-
cipios generales del derecho.
"Artículo 16. No se autoriza la celebración de tratados para la extradición de
reos políticos ni para la de aquellos delincuentes del orden común que hayan tenido
en el pais donde cometieren el delito, la condición de esclavos; ni convenios o tra-
tados en virtud de los que se alteren las garantías y derechos establecidos por esta
Constitución para el hombre y el ciudadano.
UArtículo 16. No podrán librarse órdenes de arresto contra una persona, sino
por la autoridad judicial y siempre que se haya presentado acusación en su contra por
un hecho determinado que la ley castigue con pena corporal o alternativa. de pecu-
niaria y corporal, y que esté, además, apoyada por declaración bajo protesta de
persona digna de fe o por otros datos que hagan probable su responsabilidad, hecha
excepción de los casos de flagrante delito, en que cualquiera persona 'puede aprehender
al delincuente y a sus cómplices, poniéndolos sin demora a disposición de la autoridad
inmediata.
uSolamente en casos urgentes podrá la autoridad administrativa decretar, bajo
su más estrecha responsabilidad, la detención de un acusado, poniéndolo inmediata~
mente a disposición de la autoridad judicial.
"En toda orden de cateo se expresará el lugar que ha de inspeccionarse, la
persona o personas que hayan de aprehenderse y los objetos_ que se buscan, a lo que
505
únicamente debe limitarse la diligencia, levantándose en el acto de concluir ésta, una
acta circunstancial, en presencia de los testigos que intervinieron en ella y que serán
cuando menos dos personas honorables. La autoridad administrativa podrá practicar
visitas domiciliarias, únicamente para cerciorarse .de que se han cumplido los regla~
mentos sanitarios y de Policía. También podrá la misma autoridad exigir la exhibición
de libros y papeles, para comprobar que se han cumplido las disposiciones fiscales.
"Artículo 17. Nadie puede ser preso por deudas de un carácter puramente civil.
Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni ejercer violencia para re-
clamar su derecho. Los tribunales estarán expeditos para administrar justicia en los
plazos y ·términos que fije la ley, y su servicio será gratuito, quedando, en conse-
cuencia, prohibidas las costas judiciales.
"Artículo 18. Sólo habrá lugar a prisión por delito que merezca pena corporal
o alternativa de pecuniaria' y corporal. El lugar de prevención o prisión preventiva
será distinto y estará completamente separado del que se destinare para la extinción
de las penas.
"Toda pena de más de dos años de prisión se hará efectiva en colonias penales
o presidios que dependerán directamente del Gobierno federal, y que estarán fuera
de las poblaciones, debiendo pagar los Estados a la Federación los gastos que corres~
póndan por el número de reos que tuvieren en dichos establecimientos.
"Artículo 19. Ninguna detención podrá exceder del término de tres días, sin
que se justifique con un auto de formal prisión, en el que se expresarán el delito
que se impute al acusado, los elementos que constituyen aquél, lugar, tiempo y
circunstancias de ejecución y los datos que arroje la averiguación previa, los que
deben ser bastantes para comprobar el cuerpo del delito y hacer probable la responsa~
bilidad del acusado. La infracción de esta disposición hace responsable a la autoridad
que ordena la detención o la consiente, y a los agentes, ministros, alcaides o carceleros
que la ejecuten.
"Los hechos señalados en el auto de formal prisión serán forzosamente la ma~
teria del proceso. y no podrán cambiarse para alterar la naturaleza del delito. Si en
la secuela de un proceso apareciere que se ha cometido un delito distinto del que
se persigue, deberá ser objeto de acusación separada, sin perjuicios de que después
pueda decretarse la acumulación, si fuere conducente.
"Todo maltratamiento en la aprehensión o en las prisiones, toda molestia que
se infiera sin motivo legal, toda gabela o contribución en las cárceles, es un abuso
que será corregido por las leyes y reprimido por las autoridades.
"Artículo 20. En todo juicio del orden criminal tendrá el acusado las siguientes
garantías:
"1. Será puesto en libertad, inmediatamente que lo solicite. bajo de fianza hasta
de diez mil pesos, según sus circunstancias personales y la gravedad del delito que
se le impute, siempre que dicho delito no merezca ser castigado con una pena mayor
de cinco años de prisión, y sin más requisitos que poner la suma de dinero respectiva
a disposición de la autoridad, u otorgar caución hipotecaria o personal 1 bastante para
asegurarla;
"Il. N o podrá ser compelido a declarar en su contra por lo cual queda riguro-
l
samente prohibida toda incomunicación o cualquier otro medio que tienda a aquel
objeto;
"IIl. Se le hará saber en audiencia pública y dentro de las cuarenta y ocho horas
siguientes a su consignación a la justicia, el nombre de su acusador y la naturaleza
y causa de la acusación, a fin de que conozca bien el hecho punible que se le
506
atribuya y pueda' contestar el cargo rindiendo en este acto su declaración prepa·
l
ratoria;
"IV. Será careado con los testigos que depongan en su contra1 los que declararán
en su presencia si estuvieren en el lugar del juici0 1 para que pueda hacerles todas las
preguntas conducentes a su defensa;
"V. Se le recibirán los .testigos y demás pruebas que ofreciere~ concediéndole el
tiempo que la ley estime necesario al efecto, y se le auxiliará para obtener la com·
parecencia de las personas cuyo testimonio solicite, siempre que se encontraren en el
lugar del proceso;
"VI. Será juzgado en audiencia pública por un juez o Jurado de ciudadanos que
sepan leer y escribir, vecinos del lugar y partido en que se cometiera el delito, siem·
pre que éste pueda ser castigado con una pena mayor de un año de prisión;
"VII. ~e serán facilitados todos los datos que solicite para su defensa y que
consten en ~l proceso j
"VIII. Será juzgado antes de cuatro meses si se tratare de delitos cuya pena
máxima no exceda de dos años de prisión, y antes de un año si la pena má:kima
excediere de ese tiempo;
"IX. Se le oirá en defensa por si o por persona de su confianza, o por ambos,
'Según su voluntad. En caso de no tener quien lo defienda, se le presentará lista
de los defensores de oficio, para que elija el o los que le convengan. Si el acusado
no quisiere nombrar defensores, después que se le requiere para ello, al rendir su
declaración preparatoria, el juez le nombrará uno de oficio. El acusado podrá nom·
brar defensor desde el momento en que sea aprehendido, y tendrá derecho a que éste
se halle presente en todos los actos del juicio; pero tendrá obligación de haeerlo
comparecer cuantas veces se necesite; y,
"X. En ningún caso pOdrá prolongarse la prisión o detención, por falta de pago
de honorarios de defensores o por cualquier otra prestación de dinero por causa
de responsabilidad civil o algún otro motivo.
"TampDco podrá prolongarse la prisión preventiva por más tiempo del que como
máximo fije la ley al delito que motivare el proceso.
"En toda pena de prisión que imponga una sentencia se computará el tiempo
de la detención.
"Artículo 21. La imposición de las penas es propia y exclusiva de la autoridad
judicial. Sólo incumbe a la autoridad administrativa el castigo de las infracciones
de los reglamentos de policía y la persecución de los delitos, por medio del Minis-
terio Público y de la Policía J.udicial, que estará a la disposición de éste.
"Artículo 22. Quedan prohibidas ·las penas de mutilación y de infamia, la marca,
los azotes, los palos, el tormento de cualquiera especie, la multa excesiva, la confis-
ocación de bienes y cualesquiera otras penas inusitadas o trascendentales.
"N o se considerará como confiscación de bienes la aplicación total o parcial de
los bienes de una persona, hecha por la autoridad judicial, para el pago de la respon-
.sahilidad civil resultante de la comisión de un delito, o para el pago de impuestos
-o multas.
"Queda también prohibida la pena de muerte' por delitos políticos, y en cuanto
a los demás, sólo podrá imponerse al traidor a la patria en guerra extranjera, al
parricida, al homicida con alevosía, premeditación o ventaja, al incendiario, al pla-
giario, al salteador de caminos, al pirata, al violador y a los reos de delitos graves
del orden militar.
507
"Artículo 23. Ningún juicio criminal deberá tener más de tres instancias. Nadie
puede ser juzgado dos veces por el mismo delito, ya sea que en el juicio se le ab-
suelva o se le condene. Queda prohibida la práctica de absolver en la instancia.
HArtículo 24. Todo hombre ~s libre para profesar la creencia religiosa que más
le agrade y para practicar las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo, en
los templos o en su domicilio particular, siempre que no constituya un delito o falta
penada por la ley.
"Ningún acto religioso de culto público deberá celebrarse fuera del interior de
los templos, los cuales estarán siempre bajo la vigilancia de la autoridad.
"Artículo 25. La correspondencia que bajo cubierta circule por las estafetas, será
libre de todo registro, y su violación será penada por la ley,
"Artículo 26. En tiempo de paz ningún miembro del Ejército podrá alojarse en
casa particular contra la voluntad de su dueño; tampoco podrá exigir prestación al-
guna. En tiempo de guerra, los militares podrán exigir alojamiento, bagajes, ali~
mentos y otras prestaciones en los términos que establezca la ley marcial corres-
pondiente.
"Artículo 27. La propiedad privada no puede ocuparse para uso público, sin previa
indemnización. La necesidad o utilidad de la ocupación deberá s'Ó'r declarada por la
autoridad administrativa correspondiente; pero la expropiación se hará por la autori-
dad judicial, en el caso de que haya desacuerdo sobre sus condiciones entre los in-
teresados.
4'Las corporaciones e instituciones religiosas, cualquiera que sea su carácter, de-
nominación, duración y objeto, no tendrán capacidad legal para adquirir en propiedad
o para administrar más bienes raíces que los edificios destinados inmediata y direc-
tamente al servicio u objeto de dichas corporaciones e instituciones. Tampoco Ja
tendrán para adquirir o administrar capitales impuestos sobre bienes raíces.
uLas instituciones de beneficencia pública o privada para el auxilio de los nece-
sitados, la difusión de la enseñanza, la ayuda recíproca de los individuos que a ellas
pertenezcan, o para cualquier otro objeto lícito, en ningún caso podrán estar bajo
el patronato, dirección o adm~nistración de corporaciones religiosas ni de los minis-
tros de los cultos, y tendrán capacidad para adquirir bienes raíces, pero únicamente
los que fueren indispensables y que se destinen de una manera directa e inmediata.
,.tI objeto de las instituciones de que se trata.
"También podrán tener sobre bienes raíces, capitales impuestos a interés, el que
no será mayor, en ningún casa, del que se fije como legal y por un término que no
exceda de diez años ..
"Los ejidos de los pueblos, ya sea que los hubieren conservado posterionnente a
la Ley de Desamortización, ya que se les restituyan o que se les den nuevos con-
forme a las leyes, se disfrutarán en común por sus habitantes, entretanto se reparten
conforme a la ley que al efecto se expida.
"Ninguna otra corporación civil podrá tener en propiedad o administrar por sí
bienes raíces o capitales impuestos sobre ellos, con la única excepción de los edifi-
cios destinados inmediata y directamente al objeto de la institución.
"Las sociedades civiles y comerciales podrán poseer fincas urbanas y estableci-
mientos fabriles o industriales, dentro y fuera de las poblaciones; lo mismo que
explotaciones mineras, de petróleo o de cualquiera otra clase de substancias que se
sncuentren en el subsuelo, así como también vías férreas u oleoconductos; pero no
podrán adquirir ni administrar por sí, propiedades rusticas en superficie mayor
de la que sea estrktamente necesaria para los establecimientos o servicios de los.
objetos indicados y que el Ejecutivo de la Unión fijará en cada caso.
508
"Los bancos debidamente autorizados conforme a las leyes de asociaciones de
crédito, podrán obtener capitales impuestos sobre propiedades urbanas y rústicas,
de acuerdo con las prescripciones de dichas leyes.
UArtículo 28. En la República Mexicana no habrá monopolios ni estancos de
ninguna- clase, ni exención de impuestos, ni prohibiciones a título de protección a la
industria, exceptuándose únicamente los relativos a la acuñación de moneda, a 103
correos, telégrafos radiotelegrafía, y a los privilegios que por determinado tiempo
se concederán a los autores y artistas para la reproducción de sus obras, y a los
invootores y perfeccionadores de alguna mejora, para el uso exclusivo de sus in~
ventoso
"En consecuencia, la ley castigará severamente, y las autoridades perseguirán
con eficacia, toda concentración o acaparamiento en una o pocas manos de artículos
de consumo necesario, con el objeto de obtener el alza de los precios; todo acto o
procedimiento que evite o tienda a evitar la libre concurrencia en la producción,
industria o comercio, o servicios al público; todo acuerdo o combinación de cual-
quiera manera que se haga, de productores, industriales, comerciantes y empresarios
de transportes o de algún otro servicio, para evitar la competencia entre sí y obligar
a los consumidores a pagar precios exagerados; y en general, todo lo que constituya
una ventaja exclusiva indebida a favor de una o varias personas determinadas y con
perjuicio del público en general o de determinada clase social.
"Artículo 29. En los casos de invasión, perturbación grave de la paz pública, o
de cualquiera otro que ponga a la sociedad en grande peligro o conflicto, solamente
el presidente de la República Mexicana, de acuerdo con el consejo de ministros y con
aprobación del Congreso de la Unión, y en los recesos de éste, de la Comisión Per-
manente, podrá suspender en todo el país o en lugar determinado, las garantías que
fueren obstáculo. para hacer frente, rápida y fácilmente, a la situación; pero deberá.
hacerlo por un tiempo limitado, por medio de prevenciones generales y sin que la
suspensión se contraiga a determinado individuo. Si la suspensión tuviere lugar ha-
llándose el Congreso reunido, éste concederá las autorizaciones que estime necesarias
para que el Ejecutivo haga frente a la situación. Si la suspensión se verificare en
tiempo de receso, se convocará sin demora al Congreso para que las acuerde.
"SECcrON n
"Artículo 30. Los mexicanos ·10 serán por nacimiento o por naturalización:
"lo Son mexicanos por nacimiento, los hijos de padres mexicanos que nacieren
dentro o fuera de la .República;
"Il. Son mexicanos por naturalización:
"a) Los que nacieren de padres extranjeros dentro de la República, si al mes
siguiente a su ma"yor edad no manifiestan ante la Secretaría de Relaciones Exterio-
res su propósito_de conservar la nacionalidad de su origen.
"b) Los extranjeros que, teniendo modo honesto de vivir e hijos nacidos de
madre mexicana o naturalizados mexicanos, manifiesten a la Secretaría de Relaciones
Exteriores su propósito de quedar también nacionalizados.
tIc) Los que hubieren residido en el país cinco años consecutivos, tengan modo
honesto de vivir y obtengan carta de naturalización de la Secretaría de Relaciones.
-ciEn los casos de esta fracción y de la anterior, la ley determinará la manera
de comprobar los requisitos que en ellas se exigen.
"Artículo 31. Son obligaciones de todo mexicano:
509
"1. Concurrir a las escuelas públicas o privadas, los menores de diez años, du-
rante el tiempo que maniue la Ley de Instrucción Pública en cada Estado, a recibir
la educación primaria elemental y militar.
<411. Asistir, en los días y horas designados por el Ayuntamiento del lugar en
que residan, a recibir instrucción cívica y militar, que los mantengan aptos en f'1
ejercicio de los derechos de ciudadano, diestros en el manejo de las armas y cono-
~edores de la disciplina militar;
"In. Alistarse y servir en la guardia nacional, conforme a la Ley Orgánica res-
pectiva, para asegurar y defender la independencia, el territorio, el honor, los dere-
chos e intereses de la patria, así como la tranquilidad y el orden interior, y
"IV. Contribuir para los gastos públicos, así de la Federación como del Estado
y municipio en que residan, de la manera proporcional y equitativa que dispongan
las leyes.
"Artículo 32. Los mexicanos serán preferidos a los extranjeros en igualdad de
circunstancias, para todos los empleos, cargos o comisiones de nombramiento del
Gobierno, en que no sea indispensable la calidad de ciudadano. En tiempo de paz,
ningún extranjero podrá servir en el Ejército ni en las fuerzas de Policía o segu-
ridad Pública.
"SECCION III
"De los extranjeros
"Artículo 33. Son extranjeros los que no posean las calidades determinadas en el
artículo 30. Tienen derecho a las garantías que otorga la sección 1, título primero
de la presente Constitución; pero el Ejecutivo de la Unión tendrá la facultad ex-
clusiva de hacer abandonar el territorio nacional inmediatamente y sin necesidad
de juicio previo, a todo extranjero cuya permanencia juzgue inconveniente.
"Las detenninaciones que el Ejecutivo dictare en uso de esta facultad, no ten-
drán recurso alguno.
"Los extranjeros no podrán, de ninguna manera, inmiscuirse en los asuntos po-
Jíticos del país. Tampoco podrán adquirir en él bienes raíces, si no manifiestan antes,
ante la Secretaría de Relaciones, que renuncian su calidad de extranjeros y a la
protección de sus Gobiernos en todo 10 que a dichos bienes se refiere, quedando en-
teramente sujetos, respecto de ellos, a las leyes y autoridades de la nación.
"SECCION IV
"De los ciudadanos mexicanos
"Artículo 34. Son ciudadanos de la República todos los que, teniendo la calidad
de mexicanos, reúnan, además, los siguientes requisitos:
"1. Haber cumplido diez y ocho años, siendo casados, o veintiuno si no lo son, y
"n. Tener un modo honesto de vivir.
"Artículo 35. Son prerrogativas del ciudadano:
"1. Votar en las elecciones. populares;
"n Poder ser votado para todos los cargos de elección popular y nombrado para
cualquier otro empleo o comisión teniendo las calidades que la ley establezca;
4<In. Asociarse para tratar los asuntos políticos del país;
"IV. Tomar las armas en el Ejército o guardia nacional, para la defensa de la
República y de sus instituciones, en los términos que prescriben las leyes; y
¡'V. Ejercer en toda clase de negocios el derecho de petición.
4<Artículo 36. Son obligaciones del ciudadano de la República:
510
"l. Inscribirse en el catastro de la municipalidad, manifestando la propiedad que
tiene, la industria, profesión o trabajo de que subsista, así como también inscribirse
en los padrones electorales, en los términos que determinen las leyes;
"11. Alistarse en la guardia nacional;
"111. Votar en las elecciones populares en el distrito electoral que le corresponda;
"IV. Desem.peñar los cargos de elección popular de la Federación y de los Es-
tados, que en ningún caso serán gratuitos, y
"V. Desempeñar los cargos concejiles del municipio donde resida, las funciones
electorales y las de jurado.
"Artículo 37. La calidad de 'ciudadano mexicano se pierde:
"1. Por naturalización en país extranjero, y
"n. Por servir oficialmente al Gobierno de otro país, o admitir de él 'condeco-
raciones, títulos o funciones, sin previa licencia del Congreso federal, exceptuando los
títulos literarios, científicos y humanitarios, que pueden aceptarse libremente.
"Artículo 38. Los derechos o prerro$'ativas de los ciudadanos se suspenden:
"l. Por falta de cumplimiento, sin causa justificada, de cualquiera de las obli-
gaciones que impone el artículo 36. Esta suspensión durará un año y se impondrá,
además de las otras .penas que por el mismo hecho señalare la ley;
uII. Por estar sujeto a un proceso criminal por delito que merezca pena cor-
poral o alternativa de pecuniaria o corporal, a contar desde la fecha del auto de
formal prisión;
14
111. Durante la extinción. de una pena corporal;
"IV. Por vagancia o ebriedad consuetudinaria, declarada en los términos que
prevengan las leyes;
"V. Por estar prófugo de la justicia, desde que se dicte la orden de aprehensión
hasta que prescriba la acción penal, y
"VI. Por sentencia ejecutoria que imponga como pena esa suspensión.
"La ley fijará los casos en que se pierden o suspenden los derechos de ciudadano.
y la manera de hacer la rehabilitación.
''TITULO SEGUNDO
"SECCION 1
511
"SECCION II
"TITULO TERCERO
"SECCION I
"PARRAFO PRIMERO
512
"Artículo 52. Se elegirá un diputado propietario por cada cien mil habitantes o
por una fracción que pase de treinta mil, teniendo en cuenta el censo general del Dis-
trito Federal y el de cada Estado y Territorio. -La población del Estado o Territorio
que fuere menor que la que se fija en este artículo, elegirá; sin embargo, un diputado
propietario.
"Artículo 53. Por cada diputado ·propietario se nombrará un suplente.
"Artículo 54. La elección de diputados será direeta yen· los términos que dis-
ponga la Ley Electoral.
"Articulo 55. Para ser diputado se requieren los siguientes requisitos:
"1. Ser ciudadano mexicano en el ejercicio de los derechos políticos, y sabel" leer
y escr1.bir;
"11. Tener veinticinco años cumplidos el día de la elección;
"111. Ser originario del Estado o Territorio en que se haga la elección, o vecino
de él, con residencia efectiva de más de seis meses anteriores a la fecha de ella. La
vecindad no se pierde por ausencia en el desempeño de cargo público de elección po-
pular;
"IV. No estar en servicio activo en el Ejercicio federal, ni tener mando en la
polícia o gendarmería !'Ural en el distrito donde se haga la elección, cuando menos
sesenta días antes de ella;
"V. No ser secretario o subsecretario de Estado ni magistrado de la Suprema
Corte de Justicia de la N ación, a menos que se separe de sus funciones sesenta días
antes del día de la elección. Los gobernadores de los Estados, sus secretarios, los ma-
gistrados y jueces federales o del Estado, no podrán ser electos en los distritos de sus
respectivas jurisdicciones, 'si no se separan de sus cargos sesenta días antes del día
de la elección; y
"VI. N o 'Ser ministro de algún culto religioso.
"Artículo 56. La Cámara de Senadores se comp-ondrá de dos miembros por cada
E'stado y dos por el Distrito Federal, nombrados en elección directa.
"La Legislatura de cada Estado declarará electo al que hubiere obtenido la ma-
yoría absoluta del total de los votos que debieron emitirse, conform.e a los respecti-
vos padrones electorales, y en caso de que ningún candidato hubiere obtenido dicha
mayoría, elegirá entre los dos que tuvieren más votos.
uArticulo 57. Por cada senador propietario se elegirá un suplente.
"Artículo 58. La Cámara de Senadores se renovará por mitad -cada dos afias.
"Articulo 59. Para ·ser senador se requieren las mismas calidades que para ser
diputado, excepto la de la edad, que será la de treinta y cinco años en día de la elec-
ción.
UArtícul0 60. Cada Cámara calificará las elecciones de sus miembros y resolverá
las dudas que hubiere s().~re ellas.
"Su resolución será definitiva e inatacable.
jj Artículo 61. Los diputados y senadores son inviolables por sus opmlOnes mani-
festadas en el desempeño de sus cargos. y jamás podrán ser reconvenidos por ellas.
"Artículo 62. Los diputados y senadores propietarios, durante el período de su
encargo, no podrán desempeñar ninguna otra comisión o empleo de la Federación o
de los Estados por el cual se disfrute sueldo, sin licencia previa de 'Ja Cámara res-
pectiva; 'pero entonces cesarán en sus funciones representativas mientras dura la
nueva ocupa·ción. La misma regla se observará con los diputados y senadores suplen-
tes cuando estuvieren en ejercicio. La infracción de esta disposición será castigada
con la pérdida del carácter de diputado o senador.
UArtículo 63. Las Cámaras no pueden abrir sus sesiones ni ejercer su cargo sin
la concurrencia, en la de senadores, de la'8 dos terceras partes, y en la de diputado~,
513
de más de la mitad del número total de sus miembros; pero los presentes de una
y otra deherán reunirse el día señalado por la ley y compeler a los ausentes a que
concurran dentro de los treinta días siguientes, con la advertencia de que, si no, lo
hicieren, se entenderá por ese solo hecho que no aceptan su encargo, lla~ándose lue-
go a los suplentes, los que deberán presentarse en un plazo igual, y si tampoco lo
hicieren, se declarará vacante el puesto y se convocará a nuevas elecciones.
"Se entiende también que los diputados o senadores que falten diez días conse-
cutivos sin causa justificada o sin previa licencia del presidente de su respectiva Cá-
mara, de la -cual se dé conocimiento a ésta, renuncian a concurrir hasta el período
inmediato, llamándose de'Sde luego a los suplentes.
"Si no hubiere quorum para instalar cualquiera de las Cámaras o para que ejel'-
zan sus funciones una vez instaladas, se convocará inmediatamente a los suplentes
para que 'se pre'senten a la mayor brevedad a desempeñar su cargo, entretanto trans-
curren los treinta días de .que antes se habla.
"Artículo 64. Los diputados y senadores que no concurran a una sesión sin causa
justificada o sin permiso del presidente de la Cámara res-pectiva, no tendrán derecho
a la dieta correspondiente al día que faltaren.
H Artíeulo 65. El Congreso se reunirá el día 19 de septiembre de cada año para
514
UArtícul0 69. A la apertura de sesiones del Congreso. sean ordinarias o extraor-
dinarias, asistirá el presidente de la República y presentará un informe por escrito,
en el primer caso, sobre el estado general que guarde la administración pública del
país, y en el segundo, para exponer al Congreso o a la Cámara de que se trate, las
razones o causas que hicieron necesaria su convocación y el asunto o asuntos que ame-
riten una resolución perentoria.
"Articulo 70. Toda resolución del Congreso tendrá el carácter de ley o decreto.
Las leyes y decretos se comunicarárr"al Ejecutivo firmados por los presidentes de am-
bas Cámaras y por un secretario de cada una de ellas, y se promulgarán en esta
forma: «El Congreso de los Estados Unidos Mexicanos, decreta: (Texto de la ley o
decreto.»
"P ARRAFO SEGUNDO
deberá ser devuelto con sus observaciones a la Cámara de su origen. Deberá ser dis.
cutido de nuevo ,por ésta, y si fueTe confirmado por las dos terceras 'partes del núme-
ro total de votos, pasará otra vez a la Cámara revisora. Si por ésta fuere sancionado
por la misma mayoría, el proyecto es ley o decreto y volverá al Ejecutivo para su
promulgación.
"Las votaciones de ley o decreto serán nominales.
Ud) Si algún proyecto de ley o decreto fuere desechado en su totalidad poI" la
Cámara de revisión, volverá a la de su origen con las observaciones que aquélla le
hubiere hecho. Si examinado de nuevo fuere aprobado por la mayoría absoluta- de
los miembros presentes, volverá a la Cámara que lo desechó, la cual lo tomará otra
vez en consideración, y si lo aprobare ,por la misma mayoría, pasa!á al Ejecutivo
para los efectos de la fracción (a); pero si lo reprobase, no podrá volver a presen-
tarse en el mismo período de - sesiones.
U e ) Si un proyecto de ley o decreto fuere sólo desechado en parte o modificado o
515
versará únicamente sobre lo desechado o sobre las reformas o adiciones, sin poder-
se alterar en manera alguna los artículos aprobados. Si las adiciones o reformas
hechas por la Cámara revisora fueren aprobadas por la mayoría absoluta de los
votos presentes en la Cámara de su origen, se ,pasará todo el proyecto al Ejecutivo,
para los efectos de la fracción (a). Pero si las adiciones o reformas hechas por la
Cámara revisora fueren desechadas por mayoría de votos en la Cámara de su origen,
volverán a aquélla para que tome en consideración las razones de ésta, y si por
mayoría absoluta de los votos presentes se desechare en esta segunda revisión, dicha,t5
adiciones y reformas, el proyecto, en 10 que haya sido aprobado por ambas Cámaras,
se pasará al Ejecutivo para los efectos de la fracción (a); mas si la Cámara revi-
sora insistiere, por la mayoría absoluta de votos presentes, en dichas adiciones y
reformas, todo el proyecto no podrá volver a presentarse sino hasta el siguiente pe-
rlodo de sesiones, a no ser que ambas Cámaras acuerden, por la mayoría absoluta
de sus miembros presentes, que se expida la ley o decreto sólo con los artículos apro-
bados y que se reserven los adicionados para su examen y votación en las sesiones
siguientes.
"f) En la interpretación, reforma o derogación de las leyes o decretos, se ob-
servarán los mismos trámites establecidos para su formación.
Hg) Todo proyecto de ley o decreto que fuere desechado en la Cámara de su
origen, no podrá volver a presentarse en las sesiones del año.
"h) La formación de las leyes y los decretos pueden comenzar indistintamente
en cualquiera de las dos Cámaras, con excepción de los proyectos que versaren sobre
empréstitos, contribuciones o impuestos, o sobre reclutamientos de tropas, todos los
cuales deberán discutirse primero en la Cámara de Diputado:s.
"i) Cuando se presentare en una Cámara una iniciativa de ley o decreto, pre-
ferentemente se discutirá primero en ésta, a menos que hubiese transcurrido un mes
desde que se pasó a la Comisión Dictaminadora sin que haya presentado dictamen,
pues en tal caso, el mismo proyecto de ley o decreto puede presentarse y discutirse
en la otra Cámara.
Hj) El Ejecutivo de la Unión no puede hacer observaciones a las resoluciones
del Congreso o de alguna de las Cámaras, cuando ejerza funciones de cuerpo elec-
toral o de jurado, 10 mismo que cuando la Cámara de Diputados declare que debe
acusarse a uno de los altos funcionarios de la Federación por delitos oficiales.
516
gadas a dar su informe dentro de seis meses, contados desde el día en que se les
remita la comunicación respectiva.
"49 Que igualmente se oiga al Ejecutivo de la Federación, el cual enviará su
informe dentro de siete días, contados desde la fecha en que le sea pedido.
"59 Que sea votada la erección del nuevo Estado por dos tercios de los diputados
y senadores presentes en Sus respectivas Cámaras.
"69 Que la resolución del Congreso sea ratificada por la mayoría de las legis-
laturas de los Estados, con vista de la copia del expediente, siempre que hayan da-
do su consentimiento las legislaturas de los Estados de cuyo Territorio se trate.
"79 Si las legislaturas de los Estados de cuyo. Territorio se trate no hubieren
dado su consentimiento, la ratificación de que habla la fracción anterior deberá ser
hecha por los dos tercios de las le'gislaturas de los demás Estados.
"IV. Para arreglar definitivamente los límites de los Estados, determinando las
diferencias que entre ellos se susciten sobre demarcaciones de sus respectivos Te-
rritorios, menos cuando esas' diferencias tengan un carácter contencioso;
"V. Para cambiar la residencia de los Supremos Poderes de la Federación;
~'VI. Para legislar en todo 10 relativo al Distrito Federal y Territorios, debien-
do someterse a las bases siguientes:
"1~ El Distrito Federal y los Territorios se dividirán en municipalidades, cada
una de las que tendrá la extensión territorial y número de habitantes suficiente
para poder subsistir con sus propios recursos y contribuir a los' gastos comunes.
u2~ Cada municipalidad estará a cargo de un Ayuntamiento de elección popular
directa, hecha excepción de la municipalidad de México, la que estará a cargo del
número de comisionados que determine la ley.
"3~ El Gobierno del Distrito Federal y el de cada uno de los Territorios, estará
a cargo de un gobernador, que de'penderá dire'ctamente del presidente de la Repú-
blica. El gobernador del Distrito Federal acordará con el presidente de la Repúbli-
ca, y el de cada Territorio" por el conducto que determine la ley. Tanto el gobernador
del Distrito Federal como el de cada Territorio y los comisionados a cuyo cargo esté
la administración de la ciudad de México, serán nombrados y removidos libremente
por el presidente de la República.
lj4~ Los magistrados y los jueces de 1~ Instancia del Distrito Federal y los
de los Territorios, serán nombrados por el Congreso de la Unión en los mismos
tér'minos que los magistrados de la Suprema Corte y tendrán, los primeros, el mis-
mo fuero que éstos.
/fLas faltas temporales y absolutas de los magistrados se substituirán por nom-
bramieñtos del Congreso de la Unión y, en sus recesos, por nombramientos provisio-
nales de la Comisión Permanente. La Ley Orgánica determinará la manera de su-
plir las faltas temporales de los jueces y la autoridad ante las que se les exigirán
las responsabilidades en que incurran.
"5~ El Ministerio Público en el Distrito Federal y en los Territorios, estará a
cargo de un procurador general que residirá en la ciudad de México, y del número
de agentes que determine la ley, dependiendo dicho funcionario directamente de1,
presidente de la República, el que lo nombrará y removerá libremente.
"VII. Para imponer las contrihuciones necesarias para cubrir el presupuesto;
"VIII. Para dar bases bajo las cuales el Ejecutivo pueda celebrar empréstitos
sobre -el crédito de la nación, para aprobar esos mismos empréstitos y para recono-
cer y mandar pagar' la deuda nacional;
"IX. Para expedir aranceles sobre el comercio extranjero, y para impedir que
en el comercio de Estado a Estado se establezcan restricciones;
517
"X. Para legislar en toda la República sobre minería, comercio, instituciones de
crédito y trabajo;
"XI. Para crear y suprimir empleos públicos de la Federación; señalar, aumen-
tar y disminuir sus dotaciones;
"XII. Para declarar la guerra en vista de los datos que le presente el Ejecu-
tivo;
"XIII. Para reglamentar el modo en que deban expedirse las patentes de corso;
para dictar leyes según las cuales deban declararse buenas o malas las presas de
mar y tierra, y para expedir las relativas al derecho marítimo de paz y guerra;
"XIV. Para levantar y sostener el Ejército y la Armada de la Unión, y para
reglamentar su organización y servicio
"XV. Para dar reglamentos con el objeto de organizar, armar y disciplinar la
guardia nacional, reservándose a los ciudadanos que la forman, el nombramiento res-
pectivo de jefes y oficiales, y a los Estados la facultad de instruirla conforme a la
disciplina prescripta por dichos reglamentos;
"XVI. Para dictar leyes sobre ciudadanía, naturalización, colonización, emigra-
ción e inmigración y salubridad general de la República;
"XVII. Para dictar' leyes sobre vías generales de comunicaóón y sobre postas y
correos; para definir, determinar cuáles son las aguas de jurisdicción federal y ex-
pedir leyes sobre el uso y aprovechamiento de las mismas;
XVIII. Para establecer casas de moneda, fijar las condiciones que éstas deben
de tener, determinar el valor de la extranjera y ádoptar un sistema general de pe-
sas y medidas;
"XIX. Para fijar las reglas a que debe sujetarse la ocupación y enajena'ción .. de
terrenos baldíos y el precio de éstos;
"XX. Para expedir las leyes de organización del cuerpo diplomático y del cuer-
po consular mexicano;
"XXI. Para definir los delitos y faltas contra la Federación y fijar los casti-
gos que por ellos deban imponerse;
"XXII. Para conceder amnistías por delitos cuyo conocimiento pertenezca a los
tribunales de la Federación;
"XXIII. Para formar su reglamento interior y tpmar las providencias necesa-
rias para hacer concurrir a los diputados ausentes y corregir las faltas u omisiones
de los presentes;
"XXIV. Para expedir la Ley Orgánica de la Contaduría Mayor;
"XXV. Para constituirse en Colegio Electoral y nombrar a los magistrados de
la Suprema Corte de Justicia de la Nación, los magistrados y jueces del Distrito
Federal y Territorios.
"XXVI. Para acerptar las renuncias de los magistrados de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, y de los magistrados y jueces del Distrito Federal y TeTri-
torios, y nombrar los substitutos de dichos funcionarios en sus faltas temporales o
absolutas;
"XXVII. Para establecer escuelas profesionales, de investigación científica, de
bellas artes, de enseñanza técnica, escuelas 'prácticas de agricultura, de artes y ofi-
cios, museos, bibliotecas, observatorios y demás institutos concernientes a la cultura
superior general de los habitantes de la República, entretanto dichos establecimien-
tos ,pueden sostenerse por la iniciativa de los particulares.
"Los títulos que se expidan por los establecimientos de que se trata, surtirán
sus efectos en toda la República;
"XXVIII. Para constituirse en Colegio Electoral y elegir al ciudadano que debe
substi~uir al presidente de la República en caso de falta absoluta de éste, así co-
518
mo para designar .un presidente interino cuando la falta del presidente constitucio·
nal fuere temporal, o no se presentare a hacerse cargo de su puesto, o la elección
no estuviere hecha el 19 de diciembre, en que debe tomar posesión de dicho cargo;
"XXIX. Para aceptar la renuncia del cargo de presidente de la República;
"xxx. Para examinar la cuenta que anualmente debe presentarle el Poder Eje~
cutivo, debiendo comprender dicho examen no sólo la conformidad de las partidas
gastadas por el presupuesto de egresos, sino también la exactitud y justificación
de tales partidas;
"XXXI. Para expedir todas las leyes que sean necesarias y propias para haceT
efectivas las facultades, antecedentes y todas las otras concedidas por esta Constitu~
ción a los poderes de la Unión.
"Artículo 74. Son facultades exclusivas de la Cámara de Diputados:
"1. Erigirse en Colegio Electoral para ejercer las facultades que la ley le
señale respecto a la elección de ,presidente de la República;
"JI. Vigilar, por medio de una Comisión Inspectora de su seno, el exacto desem-
peño de las funciones de la Contaduría Mayor;
HUI. Nombrar a los jefes y demás empleados de la misma;
"IV. Aprobar el presupuesto anual de gastos e iniciar las contribuciones que,
a su juicio; deban decretarse para cubrir aquél;
"V. Tomar conocimiento de las acusaciones que se hagan a los funcionarios pú-
blicos de que habla esta Constitución, por delitos oficiales y, en su caso, formular
acusación ante la Cámara de Senadores, y erigirse en Gran Jurado para declarar
si ha o no lugar a proceder contra alguno de los funcionarios públicos que gozan de
fuero constitucional, cuando sean acusados por delitos del orden común;
"VI. Las demás que le confiere expresamente esta Constitución.
4'Artículo 75. La Cámara de Diputados, al aprobar el presupuesto de egresos,
no podrá dejar de señalar la retribución que corresponda a un empleo que estuviere
establecido por la ley; y en caso de que por cualquiera circunstancia se omitiere fi-
jar dicha remuneración, se entenderá por señalada la que hubiere tenido fijada en
el presupuesto anterior o en la ley que estableció el empleo.
"Artículo 76. Son facultades exclusivas del Senado:
"1 Aprobar, los tratados y convenciones diplomáticas que celebre el Ejecutivo
con las potencias extranjeras;
4411. Ratificar los nombramientos que el presidente de la República haga de
ministros, agentes diplomáticos, cónsules generales, empleados superiores de Ha-
cienda, coroneles y demás jefes superiores del Ejército y Armada Nacional, en los
términos que la ley disponga;
"111. Autorizar al Ejecutivo para que ,pueda permitir la salida de tropas nacio-
nales fuera de los límites de la República, el paso de tropas ertranjeras por el te~
rritorio nacional y la estáción de escuadra de otra potencia, por más de un ,mes, en
las aguas de la República;
"IV. Dar su consentimiento para que el Ejecutivo pueda disponer de la guardia
nacional, fuera de sus respectivos Estados o Territorios, fijando la fuerza necesaria;
4'V. Declarar, cuando hayan desaparecido los poderes constitucionales Legisla-
tivo y Ejecutivo de un Estado. que es llegado el caso de nombrarle un gobernador
provisional, quien convocará a elecciones, conforme a las leyes constitucionales del
mismo. El nombramiento de gobernadores se hará por el Ejecutivo federal, con apro-
bación de~ Senado, y en sus recesos, con la de la Comisión Permanente. Dicho fun-
cionario no podrá ser electo gobernador constitucional en las elecciones que se verifi-
quen en virtud de la convocatoria que él expidiere;
519
"VI. En erigirse en Gran Jurado para conocer de los delitos oficiales de los funcio-
narios que expresamente designa esta Constitución;
"VII. Las demás que la misma Constitución le atribuya.
"Artículo 77. Cada una de las Cámaras puede, sin la intervención de la otra:
"1. Dictar resoluciones económicas relativas a su régimen interior;
"II. Comunicarse entre sí y con el Ejecutivo de la Unión por medio de comi-
sione's de su seno;
"II!. Nombrar los empleados de su Secretaría y hacer el Reglamento interior
de la misma;
"IV. Expedir convocatoria para elecciones extraordinarias, con el fin de cubrir
las vacantes de sus respectivos miembros.
"PARRAFO CUARTO
"Artículo 78. Durante el receso del Congreso habrá una Comisión Permanente.
compuesta de veintinueve miembros, de los que quince serán diputados y catorce
senadores, nombrados por sus respectivas Cámaras la víspera de la clausura de
las sesiones.
"Artículo 79. La Comisión Pennanente, además de las atribuciones que expre-
samente le confiere esta Constitución, tendrá las siguientes:
"I. Prestar su consentimiento para el uso de la guardia nacional, en los casos de
que habla el articulo 76, fracción IV j
"II. Recibir, en su caso, la protesta al presidente de la República, a los miem-
bros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a los magistrados del Distrito
Federal y a los de los Territorios, si éstos se encuentran en la ciudad de México j
"llI. Dictaminar 'Sobre todos los asuntos que queden sin resolución en los ex-
pedientes, a fin de que en el inmediato período de sesiones sigan tramitándose.
"SECCION JI
520
"El ciudadano que substituyere al ;presidente constitucional, en caso de falta ab-
soluto de éste, no podrá ser electo presidente para el período inmediato.
"Tampoco podrá ser electo presidente para el período inmediato, el ciudadano
que fuere nombrado presidente interino en las faltas temporales del presidente constitu-
cional, si estuviere en funciones en los sesenta días anteriores al día de las elecciones
presidenciales.
"Artículo 84. En caso de falta absoluta del presidente de la República, si dicha
falta tuviere lugar estando en sesiones el Congreso de la Unión, éste se constituirá
inmediatamente en Colegio Electoral y, concurriendo, cuando menos, las dos terceras
partes del númHo total de sus miembros, nombrará en escrutinio secreto y por mayo-
ría absoluta de votos al ciudadano que deba sustituirlo durante el tiempo que le fal-
tare para cumplir su período. '
"Si la falta del presidente de la República ocurriere no estando reunido el Con-
greso, la Comisión Permanente designará un presidente interino, el que durará en
ejercicio del Poder Ejecutivo hasta que el congreso se reúna en el inmediato período
de sesiones y haga la elección correspondiente, la que podrá recaer en la persona
designada como presidente interino.
uArtículo 85. Si al comenzar un 'período constitucional no se presentare el pre-
sidente electo, o la eleceión no estuviere hecha y declarada el 19 de diciembre, cesa-
rá, :sin embargo, el presidente cuyo período haya concluido y se encargarán desde
luego del Poder Ejecutivo, en calidad de ,presidente interino, el ciudadano que de-
signare el Congreso de la Unión, o, en su falta, la Comisión Permanen\e.
~'Cuando la falta del presidente fuere temporal, el Congreso de la Unión, si es.-
tuviere reunido, o, en su defecto, la Comisión Permanente, designará un presidente
interino para que funcione durante el tiempo que dure dicha falta.
"Si la falta temporal se convirtiere en absoluta, Se procederá como dispone el
artículo anterior.
"Artículo 86. El cargo de presidente de la República sólo es renunciable por causa
grave, que calificará el Congreso de la -Unión, ante el que se presentará la renuncia.
"Artículo 87. El presidente, al tomar posesión de su cargo, prestará ante el Con-
greso de la Unión o ante la Comisión Permanente, en los recesos de aquél, la siguiente
protesta: «Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patriótica-
mente el cargo de presidente de la República, que el pueblo me ha conferido, mira.ndo
en todo por el bien y prosperidad de la Unión.»
"Artículo 88. El presidente de la República no podrá ausentarse del territorio
nacional, sin permiso del Congreso de la Unión.
"Artículo 89. Las facultades y obligaciones del presidente, son las siguientes:
"1. Promulgar y ejecutar las leyes que expida el Congreso de la Unión, prove-
yendo en la esfera administrativa a su exacta observancia;
"11. Nombrar y remover libremente a los secretarios del D€spacho, al procura-
dor gener8l1 de la República, al gobernador del Distrito Federal y a los gobernadoras
de los Territorios, al procurador general de Justicia del Distrito Federal y Terri-
torios, remover a los agentes diplomáticos y empleados superiores de Hacienda, y
nombrar y remover libremente a los demás empleados de la Unión, cuyo nombra-
miento o remoción no esté determinada de otro modo en la Constitución o en las
leyes;.
"IU. Nombrar ¡los ministros, agentes diplomáticos y cónsules generales, con
aprobación del Senado;
"IV. Nombrar, con aprobación del Senado, los coroneles y demás oficiales superio-
res del Ejército, Armada Nacional y los empleados superiores de Hacienda;
521
"v. Nombrar los demás oficiales del Ejército y Armada Nacional, con arreglo
a las leyes;
"VI. Disponer de la fuerza armada permanente de mar y tierra para la seguri-
dad interior y defensa exterior de la Federación;
"VII. Disponer de la Guardia Nacional para los mismos objetos, en los términos
que previene la fracción IV del artículo 7-6;
"VIII. De'clarar la guerra en nombre de los Estados Unidos Mexicanos, previa
ley del Congreso de la Unión;'
"IX. Conceder patentes de corso con sujeción a las bases fijadas por el Congreso;
/IX. Dirigir las negociaciones diplomáticas y celebrar tratados con las potencias
extranjeras, sometiéndolas a la ratificación del Congreso federal;
"XI. Convocar al Congreso o alguna de las Cámaras a sesiones extraordinarias
cada vez que lo estimare conveniente;
"XII. Facilitar al Poder Judicial los auxilios que necesite para el ejercicio expe-
dito de sus funciones;
XIII. Habilitar toda clase de puertos, establecer aduanas marítimas y fronterizas,
y designar su ubicación;
'''XIV. Conceder~ conforme a las leyes, indultos a los reos sentenciados por delitos
de la competencia de los tribunales federales y a los sentenciados por delitos del orden
común en el Distrito Federal y Territorios;
"XV. Conceder privilegios exclusivos por tiempo limitado y con arreglo a la ley
respectiva, a los descubridores, inventores o perfecCionadores de algún ramo de la
industria;
"XVI. Cuando la Cámara de Senadores no esté en sesiones, el presidente de la
República podrá hacer, provisiona'lmente, los nombramientos de que hablan las frac-
ciones III y IV, a reserva de someterlos a la aprobación de dicha Cámara cuando
esté reunida;
"XVII. y las demás que le confiera expresamente esta Constitución.
"Artículo 90. Para el despacho de los negocios del orden administrativo de la
Federación, habrá el número de secretarios que establezca el Congreso, por una ley,
la que distribuirá los negocios que han de estar a cargo de eada Secretaría.
"Artículo 91. Para ser secretario del Despacho, se requiere: ser ciudadano mexi-
cano por nacimiento, estar en ejercicio de sus derechos y tener veinticinco años cum-
plidos.
"Artículo 92. Todos los reglamentos, decretos y órdenes del presidente, deberán
ir firmados por el secretario del Despacho encargado del ramo a que el asunto corres-
ponde, y sin este requisito, no serán obedecidos, exceptuándose los dirigidos al Go-
bierno del Distrito, que enviará directamente el presidente al gobernador.
"Artículo 93. Los ,secretarios del Despacho, luego que esté abierto el período de
sesiones ordinarias, darán cuenta al Congreso del estado de sus respectivos ramos.
Cualquier de las Cámaras podrá citar a los secretarios de Estado para que informen,
cuando se discuta una ley o se estudie un negocio relativo a su Secretaría. .
"SECCION III
522
públicas, hecha excepClon de los casos en que la moral o el interés público así lo
exigieren, debiendo verificar sus sesiones en los períodos y términos que determine
la ley.
"Para que haya sesión de la Corte se necesita que concurran, cuando menos, la
mitad más uno de sus miembros, y las resoluciones se tomarán por mayoría absoluta
de 'Votos.
"Cada uno de los miembros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, durará
en su cargo cuatro años, a contar desde la fecha en que prestó la protesta, y no podrá
ser removido durante ese tiempo, sin previo juicio de responsabilidad, en los términos
que establece esta Constitución.
"Artículo 95. Para ser electo ministro de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, se necesita:
"1. Ser ciudadano mexicano por nacimiento, en pleno ejercicio de sus derechos
políticos y civiles;
"II. Tener treinta y cinco años cumplidos en el momento de la elección j
"III. Poseer titulo profesional de abogado, expedido por autoridad o corporación
legalmente facultada para ello;
"IV. Gozar de buena reputación y no haber sido condenado por delito que merezca-
pena corporal de más de un año de prisión, a no ser que se trate de robo, fraude, fal·
sificación, abuso de confianz'a u otro que lastime seriamente la buena fama en el
concepto público;
"V. Haber residido en el país durante los últimos cinco años, salvo el caso de
ausencia en servicio de la República, o por un tiempo menor de seis meses.
"Artículo 9-6. Los miembros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, serán
nombrados por las Cámaras de Diputados y Senadores reunidas, oolebrando sesiones
del Congreso de la Unión y en funciones de .colegio Electoral, siendo indispensable
que concurran a aquéllas las dos terceras partes, cuando menos, del número total de
diputados y senadores. La elección será en escrutinio secreto y por mayoría absoluta
de votos.
"Si no se obtuviere ésta en la primera votación, se repetirá entre los dos can·
didatos que hubieren obtenido más votos. La elección se hará previa la discusión
general de las candidaturas presentadas, de las que se dará conocimiento al Ejecutivo
para que haga observaciones y proponga, si lo estimare conveniente, otros candidatos.
La elección deberá hacerse entre los candidatos admitidos.
"Articulo 97.- Los magistrados de Circuito y los jueces de Distrito serán nom-
brarlos por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, tendrán los requisitos que
exija la ley, durarán cuatro años en el ejercicio de su cargo y no podrán ser removi-
dos de éste sin previo juicio de responsabilidad, o por incapacidad para desempeñarlo,
en los términos que establezca la misma ley.
"La Suprema Corte de Justicia podrá cambiar de lugar a los jueces de Distrito,
pasándolos de un distrito a otro, o fijando su residencia en otra población, según lo
estime conveniente para el mejor servicio público. Lo mismo podrá hacer tratándose
de los magistrados de Circuito.
"Podrá también la Suprema Corte de Justicia de la Nación nombrar magistrados
de Circuito y jueces de Distrito supernumerarios, que auxilien las labores de los tri-
bunales o juzgados donde hubiere reeargo de negocios a fin de obtener que la admi-
nistración de justicia sea pronta y expedita; y nombrará alguno o 'algunos de sus
miembros o algún juez de Distrito o magistrado de Circuito o designará uno o varios
comisionados especiales, cuando así lo juzgue conveniente o lo pidiere el Ejecutivo
federal o alguna de' las Cámaras de ,la Unión o el gobernador de algún Estado, úni-
camente para que averigüe la conducta de algún juez o magistrado federal o algún
523
hecho o hechos que constituyan la violación de una garantía individual, o una violación
del voto público o algún otro delito castigado por la ley federal.
"Los tribunales de Circuito y juzgados- de Distrito se distribuirán entre los mi-
nistros de la Suprema Corte, para que los visiten periódicamente, vigilen la conducta
de los magistrados y jueces, I'€ciban las quejas que hubiere contra ellos y ejerz'an las
demás atribuciones que señale la ley.
tILa Suprema Corte de Justicia nombrará y removerá libremente a su secretario
y demás empleados que fije la planta respectiva aprobada por la ley. Los magistrados
de Circuito y jueces de Distrito nombrarán y removerán también a sus respectivos
secretarios y empleados.
¡(La Suprema Corte cada año de,signará a uno de sus miembros como presidente,
el que podrá ser reelecto.
¡'Cada ministro de la Suprema Corte de Justicia, 3.11 entrar a ejercer su encargo,
protestará ,ante el Congreso de la Unión, y en sus recesos ante la Comisión Perma-
nente, en la siguiente forma: Presidente: «Protestáis desempeñar leal y patriótica-
mente el cargo de ministro de la Suprema Corte de Justicia de la N ación que se os
ha conferido, y guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Uni-
dos Mexicanos y las leyes que de ella dimanen, mirando en todo por el bien y pros-
peridad de la Unión 1» Ministro: «Sí protesto». Presidente: «Si no lo hiciereis así, la
nación os lo demande.»
I'Los magistrados de Circuito y los jueces de Distrito protestarán ante la Suprema
Corte o ante la autoridad que determine la ley.
"Artículo 98. Las faltas temporales de un ministro de la Suprema Corte de Jus-
ticia de la N adón, que no excedieren de un mes, no se 'suplirán si aquélla tuviere
quorum para sus sesiones; pero si no lo hubiere, el Congreso de la Unión o en su
receso la Comisión Permanente, nombrará un suplente por el tiempo que dure la :fwlta.
"Si faltare un ministro por muerte, renuncia o incapacidad, el Congreso de la
Unión hará nueva elección.
"Si el Congreso no estuviere en sesiones, la Comisión Permanente hará un nom-
bramiento provisional mientras se reúne aquél y hace la elección correspondiente.
"Articulo 99. El cargo de. ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
sólo es I'€nunciable por eausa grave, calificada por el Congreso de la Unión, ante el
que se presentará la renuncia. En los recesos de éste, la calificación se hará por la
Diputación Permanente.
"Artículo 100. Las licencias de los ministros, que no excedan de un mes, las otor-
gará la Suprema Corte de Justicia de la Nación; pero las que excedieren de ese rtíem-
po, las concederá la Cámara de Diputados, o, en su defecto, la Comisión Permanente.
,$ Artículo 101. Los ministros de la Suprema Corte de Justicia, los magistrados
de Circuito, ,los jueees de Distrito y secretarios de aquélla y de éstos, no podrán, en
ningún caso, aceptar ninguna comisión, encargo o empleo de la Federación o de los
Estados, por la que se disfrute sueldo. La infracción de esta disposición será casti-
gada con la pérdida del cargo.
"Artículo 102. La ley organizará el Ministerio Público de la Federación, cuyos
funcionarios serán nombrados y removidos libremente por el Ejecutivo, debiendo
estar presididos por un procurador general, el que deberá tener las mismas calidades
requeridas para ser magistrados de la Suprema Corte.
"Estará a cargo del Ministerio ,Público de la Federación, la persecución ante los
tribunales, de todos los delitos de orden federal y, por 10 mismo, a él le correspon-
derá solicitar las órdenes de aprehensión contra los reos, buscar y presentar las
pruebas que acrediten la responsabilidad de éstos, hacer que los juicios se sigan con
toda regularidad para que la administración de justicia sea pronta y expedita, pedir
524
la aplicación de las penas, e intervenir en todos los negocios que la misma ley deter-
minare.
"El procurador general de la República intervendrá personalmente en todos los
negocios en que la Federación fuere parte y en los casos de los ministros, diplomáticos
y cónsules generales y en aquellos que se suscitaren entre dos o más Estados de la
Unión, entre un Estado y la Federación, o entre los poderes de un mismo Estado. En
los demás casos en que deba intervenir el Minister.io Público de la Federación, el pro-
curador general podrá intervenir por sí o por medio de algunos de sus agentes.
"El procurador general de la República será el consejero jurídico del Gobierno y
tanto él como sus agentes, se someterán estrictamente a las disposiciones de la ley,
siendo responsables de toda falta u omisión o violación en que incurran con motivo
de sus funciones. .
"Artículo 103. Corresponde a los tribunales de la Federación conocer:
¡'l. De tod·as las controversias del orden civil o criminal que se susciten sobre
cumplimiento y aplicación de leyes federales o con motivo de los tratados celebrados
con las potencias~ extranjeras; pero cuando dichas controversias sólo afecten intereses
particulares, podrán conocer también de ellas, a elección del actor, los jueces y tribu-
nales locales del orden común de los Estados, del Distrito Federal y Territorios. Las
sentencias de Primera Instancia serán apelables para ante el superior inmediato del
juez que conozca del asunto en primer grado. De las sentencias que se dicten en
Segunda Instancia podrá suplicarse para ante la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, preparándose, introduciéndose y substanciándose el recurso en los términos
que determine la ley;
"Il. De todas las controversias que· versen sobre derecho marítimo;
"111. De aquellas en que la Federación fuere parte;
"IV. De las que se susciten entre dos o más Estados, o un Estado y la Federación;
"V. De las que surjan entre un Estado y uno o más ciudadanos de otro;
"VI. De los casos concernientes a miembros del Cuerpo Diplomático y consular.
"Artículo 104. Corresponde sólo a la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
Conocer de las controversias que se susciten entre dos o más Estados, entre los pode-
res de un ·mismo Estado con motivo de sus respectivas atribuciones O sobre la consti-
tucionalidad de sus actos, y de los conflictos entre la Federación y uno o más Estados,
así como aquellas en que la Federación fuere parte.
"Articulo 1-05. .corresponde también a la Suprema Corte de- Justicia dirimir las
competencias que se susciten entre los tribunales de la Federación, entre éstos y los
de los Estados o entre los de un Estado y los de otro.
"Artículo 106. Los tribunales de la. Federación resolverán toda controversia que
se suscite:
"1. Por leyes o actos de cualquiera autoridad, que violen las garantías indivi~
duales;
"II. Por leyes o actos d-e la autoridad federal,. que vulneren o restrinjan la sobera-
nía de los Estados;
"111. Por las leyes o actos de las autoridades de éstos, que invadan la esfera de
la autoridad federal.
"Artículo 107. Todas las controversias de que habla el articulo anterior, se segui-
rán a instancia de la parte agraviada, por medio de procedimientos y formas del
orden jurídico que determinará una ley, la que se ajustará a las bases siguientes:
"1. La sentencia será siempre tal, que sólo se ocupe de individuos particulares,
limitándose a ampararlos y protegerlos en el caso especial sobre que verse la queja,
.sin hacer una declaración general respecto de la ley o- acto que la motivare;
525
"11. En los juicios civiles o penales, salvo los casos de la regla XI, el amparo
sólo procederá contra las sentencias definitivas respecto de las que no proceda ningún
récurso .ordinario por virtud del cual puedan ser modificadas o reformadas, siempre
que la violación de la ley se cometa en ellas, o que, cometida durante la secuela del
procedimiento, se haya reclamado oportunamente y protestado contra ella por negarse
su separación, y que cuando se haya cometido en Primera Instancia, se haya alegado
en la Segunda por vía de agravio.
"La Suprema Corte, no obstante esta regla, podrá suplir la deficiencia de la
queja en un juicio penal, cuando encuentre que ha habido en contra del quejoso una
violación manifiesta de la ley que le ha dejado sin defensa, o que se le ha juzgado
por una ley que no es la exactamente aplicable al caso, y que sólo por torpeza no se
ha combatido debidamente la violación;
"111. En los juicios civiles o penales, sólo procederá el amparo contra la violación
de las leyes del procedimiento, cuando se afecten las partes substanciales de él, y de
manera que su infracción deje sin defensa al quejoso;
"IV. Cuando el amparo se pida contra la sentencia definitiva en un juicio civil,
sólo procederá, además del caso de la regla anterior, cuando, llenándose los requisitos
de la regla segunda, dicha sentencia sea contraria a la letra de la ley -aplic'able al
caso o a. su interpretación jurídica, cuando comprenda personas, acciones, excepciones
.o cosas que no han sido objeto del juicio, o cuando no las comprenda todas por omisión
o negativa expresa;
"V. En los juicios penales, la ejecución de la sentencia definitiva contra la que
se pida amparo, se suspenderá por la autoridad responsable, a cuyo efecto el quejoso
le comunicará, dentro del término que fije la ley y bajo la protesta de decir verdad,
la interposición del recurso, acompañando dos copias, una para el expediente y la otra
que se entregará a la parte contraria;
"VI. En los juicios civiles, la ejecución de la sentencia definitiva sólo se suspen-
derá si el quejoso da fianza de pagar los daños y perjuicios que la suspensión ocasio-
nare, a menos que la otra parte diera contrafianza para asegurar la reposición de las
cosas al estado que guardaban, si se concediere el amparo y pagar los daños y per-
juicios consiguientes. En este caso, se anunciará la interposición del recurso, como
indica la regla anterior;
"VII. Cuando se quiera pedir amparo contra una sentencia definitiva, se solicitará
de la autoridad responsable copia certificada de las constancias que el quejoso seña-
lare, la que ,se adicionará con las que indicare la otra parte, dando en ella la misma
autoridad responsable, de una manera breve y clara, las raz.ones que justifiquen
el acto que se va a reclamar, de las que se dejará nota en los autos:
"VIII. Cuando el amparo se pida contra una sentencia definitiva, se interpondrá
directamente ante la Suprema Corte, presentándole el escrito con la copia de que
se habla en la regla anterior o remitiéndolo por conducto de la autoridad responsa-
ble o del juez de Distrito del Estado a que pertenezca. La Corte dictará sentencia
sin más trámite ni diligencia que el escri,to en que se interponga el recurso, el que
produz·ca la otra parte y el procurador general o el agente que al efecto designare,
y sin comprender otra cuestión legal que la que la queja contenga;
"IX. Cuando se trate de actos de autoridad distinta de la judicial, o de actos
de ésta ejecutada fuera de juicio o después de concluido, o de actos en el juicio cuya
ejecución sea de imposible reparación o que afecten a personas extrañas al juicio,
el amparo se pedirá ante el juez de Distrito bajo cuya jurisdicción esté el lugar en
que el acto reclamado se ejecute o trate de ejecutarse, limitándose la tramitación al
informe de la autoridad. a una audiencia para la cual se citará en el mismo auto en
que se mande pedir el informe y que se verificará a la mayor brevedad posible, reci-
526
biéndose en ella las pruebas que las partes interesadas ofrecieren y oyéndose los
alegatos, que no podrán exceder de una hora para cada uno, y a la sentencia que se
pronunciará en la misma audiencia. La sentencia causará ejecutoria si los interesados
no ocurrieren a la Suprema Corte dentro del término que fija la ley y de la manera
que expresa la regla VIII.
"La violación de las garantías de los artículos 16, 19 y 20, se reclamará ante el
superior tribunal que la cometa o ante el juez de Distrito que corresponda, pudién-
dose recurrir en uno y otro caso a la Corte contra la resolueÍón que se dicte.
"Si el juez de Distrito no residiere' en el mismo lugar en que reside la autoridad
responsable, -la ley determinará el juez ante el que se ha de presentar el escrito de
amparo, el que podrá suspender provisionalmente el acto reclamado en los casos y
términos que la misma 'ley establezca;
"X. La autoridad responsable será consignada a la autoridad correspondiente,
cuando no suspenda el acto reclamado, debiendo hacerlo, y cuando admita fianza que
resultare ilusoria o insuficiente, siendo en estos dos últimos casos solidaria la res-
ponsabilidad penal y civil de la autoridad con el que ofreciere la fianza y el que la
prestare;
"XI. Si después de concedido el amparo, la autoridad responsable insistiere en la
repetición del acto reclamado, o tratare de eludir la sentencia de la autoridad federal,
será inmediatamente separada de 'su cargo y consignada ante el juez de Distrito que
corresponda, para que la juzgue;
"XII. Los alcaides y carceleros que no reciban copia autorizada del auto de for-
mal prisión de un detenido, dentro de las setenta y dos horas que señala el artículo 19,
contadas desde que aquél esté a disposición de su juez, deberán Uamar la atención a
éste sobre dicho particular, en el acto mismo de concluir el término, y si no reciben
la constancia mencionada, dentro de las tres horas siguientes lo pondrán en libertad.
"Los infractores del artículo citado y de esta disposición, serán consignados in-
mediatamente a la autoridad competente.
"También será consignada la autoridad o agente de ella que, verificada una
aprehensión, _DO pusiere al detenido a la disposición de su juez, dentro de las veinti-
cuatro horas siguientes.
"Si la detenci6n se verificare fuera del lugar en que resida el juez, al término
mencionado se agregará el suficiente para recorrer la distancia que hubiere entre
dicho lugar y el en que se verificó la detención.
"TlTUW CUARTO
527
"En caso negativo, no habrá lugar -a ningún procedimiento ulterior, pero tal de-
claración no será obstáculo para que la acusación continúe su curso cuando el acusado
haya dejado de tener fuero, pues la resolución de la Cámara no prejuzga absoluta-
mente los fundamentos de la acusación.
"En caso afinnativo, el acusado queda, por el mismo hecho, separado de su en-
cargo y sujeto desde luego a la acción de los tribunales comunes, a menos que se trate
del presidente de la República; pues en tal caso, sólo habrá 1.ugar a acusarlo ante la
Cámara de Senadores, como si se tratare de un delito oficial.
"Artículo 110. N o gozan de fuero constitucional los altos funcionarios de la Fe-
deración, por los delitos oficiales, faltas u omisiones en que incurran en el desempeño
de algún empleo, cargo o comisión pública que hayan aceptado durante el período en
que, conform~ a la ley, se disfruta de aquel fuero. Lo mismo sucederá respecto a los
delitos comunes que cometan durante el desempeño de dicho empleo, cargo o comi-
sión. Para que la causa pueda iniciarse cuando el alto funcionario haya vuelto a
ejercer sus funciones propias, deberá procederse con arreglo a lo dispuesto en el ar-
tículo anterior.
"Artículo 111. De los delitos oficiales conocerá el Senado, erigido en Gran Ju-
rado; pero no podrá abrir la averiguación correspondiente sin previa acusación de la
Cámara de Diputados.
"Si la Cámara de Senadores declarare por mayoría de las dos terceras partes del
total de sus miembros, que el acusado es culpable, después de oírlo y de practicar las
diligencias que estime convenientes, éste quedará privado de su puesto por virtud de
tal declaración, e inhabilitado para obtener otro por el término que determine la ley.
"Cuando el mismo hecho tuviere señalada otra pena en la ley, el acusado quedará
a disposición de las 'autoridades comunes, para que lo juzguen y castiguen con arreglo
a ella.
HEn los casos de este artí-culo y en los del anterior, las resoluciones del Gran
Jurado y la declaración en su caso de la Cámara de Diputados, son inatacables.
"Se concede acción popular para denunciar ante la Cámara de Diputados los de-
litos comunes u oficiales de los altos funcionarios de la Federación, y cuando la Cá-
mara mencionada declare que ha lugar a acusar ante el Senado, nombrará una comi-
sión de su seno para que sostenga ante éste la acusación de que se trate.
"Artículo 112. Pronunciada una sentencia de responsabilidad por delitos oficiales,
no puede concederse al reo la gracia de indulto.
"Artículo 113. La responsabilidad por delitos y faltas oficiales, sólo podrá exi-
girse durante el periodo en que el funcionario ejerza su encargo y, un año después.
HArtículo 114. En demandas del orden civil no hay fuero ni inmunidad para nin-
gún funcionario público.
"TITULO QUINTO
528
"Son aplicables a los gobernaderes substitutos o interinos, las prohibiciones del
artrculo 83.
"El número de representantes en las legislaturas de los Estados será proporcional
al de habitantes de cada uno; pero, en todo caso, el número de representantes de
una Legislatura local, no podrá ser menor de siete diputados propietarios.
uEn los Estados, cada distrito electoral nombrará un diputado propietario y un
suplente.
"Sólo podrá ser gobernador constitucional de un Estado, un ciudadano mexicano
por nacimiento.
UArtíeulo 116. Los Estados pueden arreglar entre sí por convenios amistosos,
sus respectivos límites; pero no se llevarán a efecto esos arreglos, sin la aprobación
del Congreso de la Unión.
,.Artículo 117. Los Estados no pueden, en ningún caso:
"1. Celebrar alianza, tratado o coalición con otro Estado, ni con potencias extran·
jeras;
"11. Expedir patentes de corso ni de represalias;
uIU. Acuñar moneda, emitir papel mon-eda, -estampillas, ni papel sellado;
"IV. Gravar el tránsito de personas o cosas que, atraviesen su Territorio;
"V. Prohibir ni gravar directa ni -indirectamente la entrada a su Territorio, ni
la salida de él, a ninguna mercancia nacional o extranjera;
"VI. Gravar la circulación ni el consumo de efectos nacionales o extranjeros con
impuestos o derechos cuya exención se efectúe por aduanas 'Iocales, requiera inspec-
ción o registro de bultos o exija documentación que acompañe la mercancía;
'rvU. Expedir ni mantener en vigor leyes o disposiciones fiscales que importen
diferencias de impuestos o requisitos, por razón de la procedencia de mercancías na·
cionales o extranjeras, ya sea que esta diferencia se establezca respecto de la produc-
ción similar de la loealidad, o ya entre producciones semejantes de distinta procedencia;
"VIII. Emitir títulos de deuda pública, pagaderos en moneda extranjera, o fuera
del territorio "nacional; contratar directa o indirectamente préstamos con gobiernos
extranjeros, o contraer obligaciones en favor de sociedades o particulares extranjeros,
cuando hayan de expedirse títulos o bonos al portador, o transmisibles por endoso.
"Artículo 118. Tampoco pueden, sin consentimiento del Congreso de la Unión:
"1. Establecer derechos de tonelaje ni otro alguno de puertos; .ni imponer con-
tribuciones o derechos sobre importaciones o expbrtaciones;
"I1. Tener, en ningún tiempo, tropa permanente ni buques de guerra,'
"III. Hacer la gue_rra por sí a alguna potencia extranjera, exceptuándose los ca·
sos de invasión y de peligro tan inminente, que no admita demora. En estos casos,
darán cuenta inmediata al presidente de la República.
"Artículo 119. Cad~ Estado tiene obligación de entregar, sin demora, los crimi-
nales de otro Estado o del extranjero, a la autoridad que los reclame.
"En estos casos, el auto del juez que mande cumplir la requisitoria de extradición,
será bastante para motivar la detención por un mes, si se tratare de extradición en·
tre los Estados, y por dos meses cuando fuere internacional.
"Artículo 120. Los gobernadores de los Estados están obligados a publicar y
hacer cumplir las leyes federales.
UArtículo 121. En cada Estado de la Federación se dará \ entera fe y crédito a los
actos públicos, registros y procedimientos judiciales de todos 108 otros. El Congreso
de la Unión, por medio de leyes generales, prescribirá la manera de probar dichos
actos, registros y procedimientos y el efecto de ellos, sujetándose a las bases si~
guientes: .
529
"1. Las leyes de un Estado sólo tendrán efecto en su propio territorio y, por
consiguiente, no podrán ser obligatorias fuera de él;
"11. Los bienes muebles e inmuebles se regirán por la ley del lugar de su ubicación;
"111. Las sentencias pronunciadas por los tribunales de un Estado ,sobre derechos
reales o bienes inmuebles ubicados en otro Estado, sólo tendrán fuerza ejecutoria en
éste, cuando así lo dispongan sus propias leyes.
"Las sentencias sobre derechos personales sólo serán ejecutadas en otro Estado
cuando la persona condenada se haya sometido expresamente o por razón de domicilio
a la justicia que las pronunció, y siempre que haya sido citada personalmente para
ocurrir al juicio;
"IV. Los actos del estado civil ajustados a las leyes de un Estado, tendrán vali-
dez en los otros;
"V. Los titulos profesionales expedidos por las autoridades de un Estado, con
sujeción a sus leyes, serán respetados en los otros.
"Artículo 122. Los poderes de la Unión tienen el deber de proteger a los Estados
contra toda invasión o violencia exterior. En cada caso de sublevación o trastorno
interior, les prestarán igual protección, siempre que sean excitados por la Legislatura
del Estado o por su Ejecutivo, si aquélla no estuviere reunida.
"TITULO SEXTO
"Prevenciones generales
"Artículo 123. Las facultades que no están expresamente concedidas en esta Cons-
titución a los funcionarios federales, se entienden reservadas a los Estados.
"Artículo 124. Ningún individuo podrá desempeñar a la vez dos cargos de la Fede-
ración o uno de la Federación y otro de un Estado, de elección popular; pero el nom-
brado puede elegir entre ambos el que quiera desempeñar.
"Artículo 125. Ningún pago podrá hacerse, que no esté comprendido en el presu-
puesto o determinado por ley posterior.
"Artículo 126. El presidente de la República, los individuos de la Suprema Corte
de Justicia, los diputados, los senadores y demás funcionarios públicos de la Fede-
ración, de nombramiento popular, recibirán una compensación por sus servicios, que
será determinada por la ley y pagada por el tesoro federal. Esta compensación no es
renunciable, y la ley que la aumente o disminuya, no podrá tener efecto durante el
período en que un funcionario ejerce el cargo.
"Artículo 127. Todo funcionario público, sin excepción alguna, antes de tomar
posesión de su encargo prestará la protesta de guardar esta Constitución y las leyes
que de ella emanen.
"Artículo 128. En tiempo de paz ninguna autoridad militar puede ejercer más
funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar. Solamente
habrá comandancias militares fijas y permanentes en los castillos, fortalezas y alma-
cenes que dependan inmediatamente del Gobierno de la Unión, o en los campamentos,
cuarteles o depósitos que, fuera de las poblaciones, estableciere para la estación de
tx.-opas.
"Artículo 129. Corresponde exclusivamente a los poderes federales ejercer en
materias de culto religioso y disciplina externa, la intervención que designen las leyes.
~~El Estado y la Iglesia son independientes entre sí.
"El Congreso no puede dictar leyes estableciendo o prohibiendo religión alguna.
"El matrimonio es un contrato civil. Este y los demás actos del estado civil de las
personas, son de la exclusiva competencia de lo~ funcionarios y autoridades del orden
530
Civil en los términos prevenidos por las leyes, y tendrán la fuerza y validez que las
mismas les atribuyen.
"La simple promesa de decir verdad y de cumplir las obligaciones que se contraen,
sujeta al que la hace, en caso de que faltare a ella, a las penas que con tal motivo
establece la ley. "
"Artículo 130. Es facultad privativa de la Federación gravar las mercancías que
se importen o exporten, o que pasen de tránsito por el territorio nacional, así como
reglamentar en todo tiempo y aun prohibir por motivos de seguridad o de policia, la
circulación en el interior de la República de toda clase de efectos, cualquiera que sea
su procedencia; pero sin que la núsma Federaci6n pueda establecer ni dietar en el
Distrito y Territorios federales los impuestos y leyes que expresan las fraceiones VI
y VII del artIculo 117. .
"TITULO SEPTIMO
''TITULO OCTAVO
"Artículo 132. Esta Constitución no perderá su fuerza y vigor, aun cuando por
alguna rebelión se interrumpa su observancia. En caso de que por algún trastorno
público se establezca un Gobierno contrario a los principios que ella sanciona, tan luego
como el pueblo recobre su libertad, se restablecerá su observancia, y con arreglo a
ella y a las leyes que en su virtud se hubieren expedido, serán juzgados, así los que
hubieren figurado en el Gobierno emanado de la rebelión, como los que hubieren coope-
rado a ésta. '
"ARTICULOS TRANSITORIOS
631
"Artículo 39 El próximo período constitucional comenzará a contarse para los
diputados y senadores desde el 19 de septiembre próximo pasado, y para el presidente
de la República, desde esta fecha.
"Artículo 49 Los senadores que en las próximas elecciones llevaren el número par,
sólo durarán dos años en el ejercicio de su encargo, para que la Cámara de Senadores
pueda removerse en lo sucesivo, por mitad cada dos años.
"Artículo 59 El Congreso de la Unión elegirá a los magistrados de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación en el mes de abril de 1917, para que este alto cuerpo
quede solemnemente instalado el 19 de mayo del mismo año.
"Artículo 69 El Congreso de la Unión tendrá un período extraordinario de sesio-
nes, que comenzará el 19 de abril de 1917 para expedir todas las leyes que consultare
el Poder Ejecutivo de la Nación, y además, la Ley Orgánica de los Tribunales de
Circuito y de Distrito y la Ley Orgánica de los Tribunales del Distrito. Federal y
Territorios, a fin de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación haga inmediata-
mente los nombramientos de magistrados de Circuito y jueces de Distrito y el mismo
Congreso de la Unión las elecciones de magistrados y jueces de Primera Instancia
del Distrito Federal y Territorios. Los magistrados de Circuito y jueces de Distrito
y los magistrados y jueces del Distrito Federal y Territorios, deberán tomar posesión
de su cargo antes del 19 de julio de 1917, cesando entonces los que hubieren sido
nombrados por el actual encargado del Poder Ejecutivo de la Unión.
"Artículo 7Q Por esta vez, el cómputo de los votos para senadores se hará por la
Junta Computadora del 1er. distrito electoral de cada Estado o del Distrüo Federal,
que se formare para la computación de los votos de diputados, expidiéndose por dicha
Junta a los senadores electos las credenciales correspondientes.
"Artículo 89 La Suprema Corte de Justicia de la Nación resolverá los amparos
que estuvieren pendientes, sujetándose a las leyes actualmente en vigor.
"Artículo 99 Los que hubieren figurado en el Gobierno emanado de la rebelión
contra el legítimo de la República o cooperado a ésta, o combatido después con las
armas en la mano, o sirviendo empleos o cargos de las facciones que han combatido
al Gobierno constitucionalista, serán juzgados por las leyes actualmente en vigor,
siempre que no hubieren sido indultados por éste.
"Querétaro, 1Q de diciembre de 1916.
"V. CARRANZA"
532
SESION DEL COLEGIO ELECTORAL
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA TARDE DEL MIERCOLES
6 DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
l.-Se abre la sesión. Lectura del acta de la anterior, que es aprobada con una modi·
ficación hecha por el C. Zavala Pedro R.
2.-Se declara la nulidad de la elección del C. Medina Enrique por el 14 distrito de
Puebla~
3.-El C. De los Santos pide que se presente el dictamen acerca del 3er. distrito electo-
ral de San Luis Potosí y algunos otros.
4.-Rinde la prot,esta de ley el C. Jesús Romero Flores, como diputado propietario
por el 16 distrito de Michoacán. Se levanta la sesión.
533
-El C. De los Santos: Deseo que me diga la Comisión si la credencial del dipu-
tado Medina, por el distrito de Zacapoaxtla, fue aprobada, porque en caso de que no
lo haya sido y el señor Medina haya tenido contrincante, debe ser electo el que le
haya seguido en votos.
-El C. presidente: Tiene la palabra el C. Calderón.
-El C. Calderón: Tengo el honor de informar a la Asamblea que en el primer
dictamen se hace constar que el expediente del señor Medina no había llegado, y que
el señor presidente del Congreso puso ya, no recuerdo cuántos días hace, un mensaje al
ciudadano gobernador de Puebla, pidiéndole esos expedientes. Que el gobernador de
Puebla contestó diciendo que bajo certificado número tantos había remitido todo, y
es el caso que aún no han llegado esos expedientes.
-El C. De los Santos: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado De los Santos.
-El C. De los Santos: Si el Congreso aprueba el dictamen de la Comisión, que
pide la nulidad de las elecciones en Zacapoaxtla, resulta que después, aun cuando
aparecieran esos expedientes, por ejemplo, el suplente del señor Medina, resultará
incapacitado para ser diputado, en vista de la incapacidad del propietario, porque no
podría ya esta Asamblea admitirlo, porque ya había acordado la nulidad de las elec-
ciones en Zacapoaxtla.
-El C. Cañete: Pido la palabra, ciudadano presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Cañete.
-El C. Cañete: En el 14 distrito electoral del Estado de Puebla, no hubo elec-
ciones ... (Voces: ¡No se oye!) Falta que lleguen los expedientes, porque según infor-
ma el gobernador de Puebla a la Comisión, fueron enviados bajo certificado a la
Secretaría de Gobernación. Me parece que lo oportuno es que esta honorable Asamblea
se dirija a la Secretaría de Gobernación, suplicando remita los expedientes.
-El C. secretario Ancona Albertos: En obvio de dificultades, la Comisión va a
rendir su dictamen en el primer punto en la siguiente forma: "Es nulo el cómputo
de votos hecho en el 14 distrito electoral del Estado de Puebla, en favor del ciudadano
Enrique Medina, a fin de que, si después llega el expediente y hay otro candidato con
mayor número de votos, se proceda a la declaración correspondiente."
¿ Hay alguna otra Sección de la Comisión que tenga dictámenes pendientes?
3
-El C. De los Santos: No hemos oído -o al menos los potosinos- nada relativo
a las elecciones en el 3er. distrito ~lectoral de San Luis Potosí~ las cuales se efectuaron
conforme a la ley, habiendo recaído en favor del señor Rafael Nieto, que está actual-
mente encargado de la Secretaría de Hacienda, y como suplente, no recuerdo qué
persona. Ignoro si habrá llegado el expediente; pero de cualquier manera, suplico se
nos informe lo que haya sobre esta credencial.
-Un C. secretario: Se suplica a la Comisión dictaminadora se sirva informar
sobre el 3er. distrito de San Luis Potosí.
Se suplica al ciudadano diputado Porfirio del Castillo, se sirva informar si tiene
algún dato sobre el particular, como miembro de la Comisión. (El C. Porfirio del
Castillo no informó, por encontrarse ausente.)
La proposición de la Comisión en lo que se refiere al 14 distrito electoral del
Estado de Puebla, ha quedado en la siguiente forma:
"1. Es nula la credencial presentada por el C. Enrique Medina, como diputado
por el 14 distrito electoral del Estado de Puebla.
"B. 'Consígnese, por los conductos legales, los hechos imputad.os al C. Medina,
al tribunal que sea comp_e,tente para juzgarlos."
534
Está a discusión. 1. No hay quien pida la palabra? En '\Totación económica, ¿ se
aprueba? Aprobada.
En la Oficialia Mayor del Congreso no existe constancia de que hayan llegado
los expedientes ni credenciales relativos al 3er. distrito de San Luis Potosí.
-El C. De los Santos: Señor presidente: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano De los ,Santos.
-El C. De los Santos: El señor gobernador del Estado de San Luis Potosi se
encuentra aquí en Querétaro, y él me informó que de los expedientes relativos a los
distritos de Santa Maria del Río y de Cerritos, los había mandado de San Luis
Potosí a aquí y es imposible que se hu1:)ieran perdido.
Tampoco se han mencionado los distritos de Santa María del Rio, y necesitamos
saber nosotros, si hay expedientes, y sí hay expedientes, pues las elecciones se
efectuaron en Cerritos y Santa María del Río.
-Un C. secretario: Pues no hay constancia alguna en la Oficialia Mayor de
que se haya recibido el expediente, ni se ha presentado tampoco la credencial rela w
tiva. Por lo que se refiere al 29 distrito del Territorio de Tepie, se pidieron informes
sobre el particular y se recibió un telegrama que dice:
"Refiriéndome a su mensaje ayer. Como oportunamente hice el conocimiento
de Secretaría de Gobernación, este Territorio se dividió en tres distritos electorales,
siendo sus cabeceras: del 19, Tepic; 29, Santiago Ixcuintla, y 39, Ixtlán.
~'E1 J. P., general Juan Torres."
Como no ha rendido dictamen alguno la Comisión, está aplazado para cuando
se reciban datos oficiales.
Por orden de la Presidencia y en vista de que no han presentado sus dictáw
menes las comisiones, se va a levantar la sesión, citándose a los señores diputados
par~ el lunes próximo, a las nueve de la mañana.
636
8ª SESION ORDINARIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITuRBIDE LA MAliIANA DEL LUNES
11 DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
537
/
"El C. Guillenno Somoar y otros firmantes envían telegrama urgente pidiendo
indulto para el norteamericano Ward M. Elton, condenado a la última pena en Oaxa~
ca, por delito político."-No ha lugar, ,por no ser de la facultad de esta Asamblea.
"El ciudadano administrador principal del Timbre en esta capital, transcribe
autorización de la Dirección General de la Renta del Timbre, por la que se faculta
a la Administración de Querétaro para admitir fondos de los ciudadanos diputados
que deseen situarlos en otras poblaciones de la República."-De enterado con agra-
decimiento.
"El C. diputado Florencia G. González pide licencia por causa de enfermedad,
para no asistir a las sesiones, y pide sea llamado su suplente."-Aprobado.
"El C. Miguel S. Vivero y los ce. M. G. Ramírez, L. M. Valenzuela, T. Frías
y José López, envían de Cananea, Sonora, dos peticiones." - A la Comisión de
Peticiones.
-El C. Alvarez: Pido la palabra para una moción de orden.
-El C. presidente: Tiene la ,palabra el ciudadano Alvarez.
-El C. Alvarez: De una manera atenta me permito reclamar el trámite, pues
se está dando cuenta de asuntos particulares, cuando el Reglamento previene el
orden en que se debe dar cuenta de esos asuntos. Hemos esperado para ver si eran
nada más dos o tres; pero como parece que son más, suplico atentamente al señor
presidente tenga la bondad de ordenar que se proceda en los términos que previene
el Reglamento.
-El C. presidente: Ya hemos acabado, señor diputado.
-El C. Alvarez: Quiero nada más sentar el precedente.
-El C. presidente: Es una ,prerrogativa de la Presidencia señalar el orden en los
asuntos. Creo que con esto no se perjudica el curso de la sesión.
2
-El mismo C. secretario, da lectura al dictamen de la Comisión de Constitución,
referente al preámbulo de la misma, que dice:
"Ciudadanos diputados:
"La Comisión de Reformas a la Constitución, nombrada en virtud del artículo 19
de las reformas al Reglamento Interior del Congreso General, ,presenta a la consi-
deración de ustedes el siguiente dictamen:
"La Comisión considera muy escueta la fórmula prescrita en el artículo 12
del citado reglamento_ para expedir la Constitución que apruebe definitivamente este
Congreso, pues cree muy oportuno que, al conjunto de los preceptos constitucionales,
preceda una breve relación de los antecedentes que produjeron la runión de esta
Asamblea.
"En el preámbulo formado por la Comisión, se ha substituido al nombl'e de
"Estados Unidos Mexicanos" el de uRepública Mexicana", substitución qUe se conti-
núa en la parte preceptiva. Inducen a la Comisión a ,proponer tal cambio, las siguien·
tes razones:
"Bien sabido es que en el territorio frontero al nuestro por el N arte, existían
varias colonias regidas por una «Carta» que a cada uno había otorgado el monarca
inglés; de manera que estas colonias eran positivamente Estados distintos; y, al
independerse de la metrópoli y convenir en unirse, primero bajo la forma confede-
rada y después bajo la federativa, la república,. así constituida, tomó naty.ralmente
el nombre de Estados Unidos.
uNuestra patria, por 10 contrario, era una sola colonia regida por la misma ley,
la cual imperaba aun en las regiones que entonces no dependían del virreinato de
Nueva Es,paña y ahora forman parte integrante de la nación, como Yucatán y Chiapas.
538
No existian Estados; los formó, dándoles organización independiente, la Constitución
de 1824.
uLos ciudadanos que por primera vez constituyeron a la nación bajo la forma
republicana federal, siguiendo el modelo del país vecino, copiaron también el nombre
de «Estados Unidos), ,que se ha venido usando hasta hoy solamente en los docu-
mentos oficiales. De manera que la denominación de Estados Unidos Mexicanos no
corresponde exactamente a la verdad histórica.
"Durante la lucha entre centralistas y federalistas, los primeros preferían el
nombre de República Mexicana y los segundos el de Estados Unidos Mexicanos;
por respeto a la tradición liberal, podría decirse que deberiamos conservar la segunda
denominación; pero esa tradiCión no traspasó los expedientes oficiales ,para penetrar
en la masa del pueblo: el pueblo ha llamado y seguirá llamando a nuestra patria
«México» o >República Mexicana»; y con estos nombres se la designa también en el
extranjero. Cuando nadie. ni nosotros mismos, usamos el nombre de Estados Unidos
Mexicanos, conservarlo oficialmente parece ql!e no es sino empeño de imitar al país
vecino. Una república puede constituirs~ y existir bajo la forma federal. sin ante-
ponerse las palabras «Estados Unidos».
"En consecuencia, como preliminar del desempeño de nuestra comisión, somete-
mos a la aprobación de la Asamblea el síguiente preámbulo: «El ,Congreso Consti-
tuyente, instalado en la ciudad de Querétaro el 'primer-o de diciembre de mil nove-
cientos diez y seis, en virtud de la convocatoria expedida por el ciudadano Primer
Jefe del Ejército Constitucionalista, encargado del Poder Ejecutivo de la Unión.
el diez y nueve de septiembre del mismo año, en cumplimiento del Plan de Guada-
Iupe, en ventiséis de marzo de mil novecientos trece, refonnado en Veracruz el doce
de diciembre de mil novecientos -catorce, cumple hoy su encargo. decretando _como
decreta, la presente Constitución Política de la República Federal Mexicana.>
"Querétaro de Arteaga, 9 de diciembre de 1916.-General Francisco J. Múgiea.-
Alberto Román.-L. G. Monzón.-Enrique Recio.-Enrique CoIunga."
Acuerdo: Pónganse copias del dictamen a disposición de los ciudadanos diputados.
Se cita para la discusión el día de mañana, a las nueve, dándo.se aviso -al encargado
del poder Ejecutivo, por si deseare estar presente o ma~ar persona que lo represente.
-El C. Palavicini: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Palavicini.
-El C. Palavicini: Supongo que existe en cartera un número considerable de
dictámenes parCiales de la Comisión de Reformas, y la Asamblea no puede discernir
así, aisladamente, si los trámites están bien o mal dados. Voy a explicar .al señor
presidente. con todo respeto, por qué hago esta observación. No podrá ser idéntico
el debate sobre un dictamen que apruebe los artículos pro,puestos por el ciudádano
Primer Jefe en su proyecto de reformas, y aquellos que 'la Comisión dictaminadora
no acepte y iJroponga reformar. Indudablemente el debate tiene que ser de más
intensidad en unos que en otros. Por otra parte, no he comprendido todavía debido
6. la forma con que inicia sus trabajos esa Comisión, cuál es su plan para continuar
¡a serie de presentaciones que va a hacernos en cuanto a su opinión sobre el proyecto
del Primer Jefe. y así resultaría que si se ponen veinticuatro horas de espera para
discutir los' dictámenes objetables o no objetables, habría que ponerse cuarenta y
ocho horas cuándo menos a "los objetadOS; y como aquí se trata i)irecisamente de UD
,proyecto objetado, de un proyecto de reformas. yo propondría al señ,or presidente
una forma de trámite más práctica y más conveniente para los intereses del Congre-
so: que los articulos que no tengan objeeión, los articulos que apruebe la Comisión,
sí se pongan a venticu~tro horasj pero que en los articulos que estén objetados, se
.nos den cuarenta y ocho horas. En el caso. de ese preámbulo que pareee' a primera
vista sin importancia, hay, sin embargo, un debate profundo; va a tratá:rse de: un
539
asunto de fondo. Como está la parte expositiva del dictamen sumamente superficial,
como la parte expositiva del dictamen está carente de erudición, parece que es un
asunto sin importancia. Sin embargo, señores diputados, en eSe punto va a haber
un debate de fondo, un debate histórico, un debate político, y no va a hacerse sin
preparación. En tal virtud, yo ,propongo al señor presidente esta forma de trámite;
para los artículos que apruebe la Comisión, veinticuatro horas y cuarenta y ocho
para los que no apruebe; de ese modo tendremos tiempo de estudiar y prepararnos
para el debate.
-El C. presidente: No tengo, inconveniente en acceder a lo propuesto por el
ciudadano Palavicini, caso de que la Asamblea esté conforme con ello. En ese caso y
por de pronto, lo que la Mesa había pensado era dar a conocer a la honorable Itsam-
blea los dictámenes presentados por la Comisión de reformas, que son sobre los cuatro
primeros artículos del ,proyecto de Constitución ,propuesto por el ciudadano Primer
Jefe. Según el Reglamento de la Cámara, resulta que ahora las iniciativas no tienen
más que upa sola lectura, 10 mismo que los dictámenes. No hay todavía imprenta
capaz de hacer rápidamente la impllesión de éstos, de manera que circulen entre los
señores diputados con ]a oportunidad debida. Me parece muy justa la razón de exigir
tiempo para que los diputados, individualmente o por grupos, tengan la oportunidad
de informarse de los dictámenes o de las copias, que estarán en la Secretaria a
disposición de ellos. Si la Asamblea no tiene inconveniente, creo que es de aceptarse
la proposición del señor Palavicini, fijando cuarenta y ocho horas para comenzar el
debate de los dictámenes que hoy nos presenta la Comisión. En ese caso, se separarán
los que tengan que ser objetados.
-El C. Palavicini: Pido la ,palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palavicini: Es decir, que sean veinticuatro horas para los dictámenes
que la Comisión no objete, y cuarenta y ocho para los que refonnen los artículos.
ASÍ, por ejemplo, ese preámbulo debe tener cuarenta y ocho horas; en cambio, viene
aquí un dictamen sobre el artículo 19 y otro sobre el 29 que pueden reducirse a
veinticuatro horas, porque en esos entiendo que la Comisión no hace reformas. Así
sería, a mi juicio, y respetuosamente propongo que se haga esa modificación, que es
práctica para todos.
-Un C. secretario: ¿ Se toma en consideración la proposición del ciudadano
Palavicini?
-El C. Ibarra: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Ibarra.
-El C. Ibarra: Yo no estoy de acuerdo con la proposición del señor Palavicini,
respecto a que simplem~nte Se den veinticuatro horas para estudiar aquellos dictá-
menes en que la Comisión esté de acuerdo con el proyecto de reformas, .pues puede
darse el caso de que, no obstante que la Comisión dictamine favorablemente, la mayo-
ría de la Asamblea no esté conforme con el dictamen, es decir, que 10 objete y tenga-
mos necesidad de cuarenta y ocho horas para hacer un estudio profundo de las
cuestiones y poder dar nuestro voto. Yo creo que en vista de la aceptación, se deci-
dirá si se dan veinticuatro o cuarenta y ocho horas, puesto que 10 que se desea es que
haya el tiempo suficiente para que podamos "estudiar cada cuestión, a ,pesar de que
la Comisión dictamine favorablemente.
-El C. De la Barrera: No estoy de acuerdo con lo que manifiesta el señor Ibarra;
en este caso, los dictámenes de la Comisión resultarían objetados y entonces no
tendríamos cuarenta y ocho horas 'para tratarlos. (Voces: ¡No! ¡No!)
-Un C. secretario: Por acuerdo de la Presidencia se va a continuar dando lectura
a los demás dictámenes no objetados, a fin de que una vez leídos se pueda determinar
540
si es de aceptarse que sea de cuarenta y ocho horas el plazo que Se señale para
discutirlos y, en ese caso, dar los avisos correspondientes e imprimirlos si es posible.
-El C. Palavicini: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano di.putado Palavicini.
-El C. Palavicini: No estoy conforme con lo que propone el señor secretario;
no es práctico; es necesario que cada dictamen tenga un trámite; así, 'pues, es nece-
sario que en cada dictamen el presidente .ponga como acuerdo el trámite. Por ejemplo,
en el primero está muy bien el plazo de cuarenta y ocho horas, y en los que van a
seguir, si son aprobatorios, el presidente dice veinticuatro o cuarenta y ocho horas,
y la Asamblea acepta o no; de manera que creo que cada dictamen necesita un
trámite.
-El mismo C. secretario: Por acuerdo de la Presidencia se reforma el trámite
del primer dictamen, concediéndose el plazo de cuarenta y ocho horas-, a fin de que
se ponga a discusión dentro de ese término.
541
dé en los establecimientos oficiales, y gratuita la educación en las escuelas oficiales
primarias.
"La Comisión profesa la teoría de que la misión del poder público es procurar
a cada uno de los asociados la mayor libertad compatible con el derecho igual de los
demás; y de este principio, aplicando el método deductivo, llega a la conclusión de que
es justo restringir un derecho natural cuando su libre ejercicio alcance a afectar la
conservación de la sociedad o a estorbar su desarrollo. La enseñanza religiosa, que
entraña la explicación de las ideas más abstractas, ideas que no puede asimilar la
inteligencia de la niñez, esa enseñanza contribuye a contrariar el desarrollo psico-
lógico natural del niño y tiende a ,producir cierta deformación de su espíritu, seme·
jante a la deformación física que podría producir un método gimnástico vicioso: en
consecuencia, el Estado debe proscribir toda enseñanza religiosa en todas las escuelas
primarias, sean oficiales o particulares.
"La enseñanza religiosa afecta, además, bajo otra fase, el desarrollo de la socie-
dad mexicana. No siendo asimilables por la inteligencia del niño las ideas abstractas
contenidas en cualquier dogma religioso, quedan en su espíritu en la categoría de
::.entimienoos, se depositan allí como gérmenes -prontos a desarrollarse en un violento
fanatismo. Esto explica el afán del clero de apoderarse de la enseñanza, principal-
mente de la elemental.
"En la historia patria, estudiada imparcialmente, el clero aparece COlllp el ene-
migo más cruel y tenaz de nuestras libertades; su doctrina ha sido y eS: los intereses
de la Iglesia, antes que los intereses de la patria. Desarmado el clero a consecuencia
de las Leyes de Reforma, tuvo oportunidad después, bajo la tolerancia de la dicta-
dura, de emprender pacientemente una labor dirigida a restablecer su poderío por
encima de la autoridad civil. Bien sabido es cómo ha logrado rehacerse de los bienes
de que fue privado; bien conocidos son también 10s medios de que se ha servido para
volver a apoderarse de las conciencias; absorber la enseñanza; declararse propa-
gandista de la' ciencia para impedir mejor su difusión; poner luces en el exterior
para conservar dentro el oscurantismo. En algunas regiones ha llevado el clero
su audacia hasta condenar la enseñanza en toda escuela que no se sometiera al
programa educativo episcopal. A medida que una sociedad adelanta en el camino
de la civilización, se especializan las funciones de la Iglesia y del -Estado; no tarda
en acentuarse la competencia que nace entre ambas ,potestades; si la fe no es ya
absoluta en el pueblo, si han comenzado a desvanacerse las creencias en lo sobre-
natural, el poder civil acaba por sobreponerse. Este fenómeno se ,podrujo ha mucho
en la República. La tendencia manifiesta del clero a subyugar la enseñanza, no es
sino un medio preparatorio para usurpar las funciones del Estado; no :puede consi·
derarse esa tendencia como simplemente conservadora, sino como verdaderamente
regresiva; y 'por tanto, _pone en peligro la conservación y estorba el desarrollo natural
de la sociedad mexicana; y por lo mismo debe reprimirse esa tendencia, quitando a los
que la abrigan el medio de realizarla: es preciso prohibir a los ministros de los cultos
toda injerencia en la enseñanza primaria.
HExcusado es insistir, después de lo expuesto, en que la enseñanza en las escuelas
oficiales debe ser laica. Dando a este vocablo la significación de neutral, se ha enten~
dido que el laicismo cierra los labios del maestro ante todo error revestido de alguna
a-pariencia religiosa. La Comisión entiende por enseñanza laica la enseñanza ajena
a toda creencia religiosa, la enseñanza que transmite la verdad y desengaña del error
inspirándose en un criterio rigurosamente científico; no encuentra la Comisión otro
vocablo que exprese su idea más que el de laico, y de éste, se ha servido, haciendo
constar que no es su propósito darle la ace,pción de neutral indicada al principio.
"Un diputado ha propuesto a la Comisión que incluya en el artículo 39 la obli-
gaCión que debe imponerse a los gobiernos de establecer determinado número de
542
escuelas. La Comisión juzga que esta iniciativa no cabe en la sección de'las garantias
índividuales: en ella 10B preceptos deben limitarse a expresar el derecho natural
que reconoce la ley y las restricciones que considere necesario 'ponerle; nada más.
"'Lo expuesto funda -las siguientes conclusiones que sometemos a la aprobación
de la Asamblea:
"Primera. N o se- aprueba el artículo 39 del proyecto de Constitución.
"Segunda. Se substituye dicho articulo por el siguiente:
"Artículo 39 Habrá libertad de enseñanza; pero será laica la que se dé en los
establecimientos oficiales de educación, lo mismo que la enseñanza primaria elemental
y superior que se imparta en los establecimientos particulares. Ninguna corporación
religiosa, ministro de algún culto o -persona perteneciente a alguna asociación seme-
jante, podrá establecer o dirigir escuelas de instrucción 'Primaria, ni impartir ense-
ñanza :personalmente en ningún colegio. Las escuelas 'primarias particulares s610
podrán establecerse sujetándose a la vigilancia del Gobierno. La, enseñanza primaria
será obligatoria para todos los mexicanos y en los establecimientos oficiales será
impartida gratuitapiente.
"Querétaro de Arteaga, 9 de diciembre- de 1916.-General Francisco J. Múgiea.-
Alberto Román.-Enrique Recio.-Enrique Colunga."
"Ciudadanos diputados:
"Los miembros de la Comisión de Puntos Constitucionales hemos formulado
de común acuerdo el articulo 39 de la' Constitución reformada, como aparece en el
dictamen relativo, y no hemos disentido sino en el empleo de una palabra, que preci-
samente es la capital en el asunto de referencia, porque es la que debe caracterizar
la educación popular en e1- siglo XX. Esa palabra es el vocablo laica, empleado maño-
samente en el siglo XIX, que yo ,propongo se substituya por el término racional, para
expresar el espíritu de enseñanza en el presente siglo.
"Durante todas las épocas y en todos los países se ha deelarado que la educación
primaria es el medio más eficaz' para civilizar a los pueblos.
"Se civiliza a un pueblo, promoviendo la evolución integral y annóniea de cada
uno de sus elementos en pro del mejoramiento progresivo de la comunidad.
"y para que la evolución de cada individuo sea un hecho, se impone el desenvol-
vi-miento, también armónico e integral, de sus facultades; y esto viene a originar los
dos gérmenes de educación: física y pSíquica.
¡'Refiriéndose al segundo, recordaremos que per-sigue como ideales supremos el
conocimiento y la práctica del bien y la verdad.
"El maestro de escuela, ese obrero mal comprendido y mal recompensado -como
afirma d' Amicis-, es el encargado de consumar misión tan delicada y trascendental.
La materia prima es el niño: ese ser tierno, que en virtud de su propia idiosincrasia
está en aptitud de recibir todo linaje de impresiones.
'~l niño ·siempre, o casi siempre, llega al poder del dómine pletórico' de lamen-
tables morbosidades: ignorancias, euores y absurdos embargan la embrionaria rpsico~
logía de su ser, y ese niño de organización elemental y ya enferma, es el que llega
a las manos del maestro para recibir la luz que debe disipar las tenebrosidades de su
alma -acéptese provisionalmente el término- y para recibir también las doctrinas
destinadas a extirpar los errores y absurdos de que 10 ha provisto la ingenuidad
~ atávica del hogar: he aquí, pues, al maestro frente al gran problema de dirigir a las
generaciones que se levantan, por los derroteros de la verdad -como es dable conce~
birla- a la- porción más honrada y consciente de la humanidad; helo aquí, pues,
543
presto a acometer el trascendental problema, en medio de las preocupaciones de los
pseudo-sabios y de la obstinación de los ignorantes.
" ¿ Quién lo auxiliará en tan ardua empresa?
"jLa ley, señores diputados! Las leyes que deben ser lo suficientemente sabias
para que, lejos de ser instrumentos de obstrucción, sean eficaces medios de avance
en la realización de la magna obra-civilizadora.
"Demos una rápida ojeada a la labor del educador en los últimos tiempos.
"En el siglo XVIII la enseñanza popular era eminentemente religiosa; y no podía
haber sido de otra manera, dado el atraso moral en que yacía aún la humanidad,
especialmente nuestra patria. El niño concurrirá a las escuelas a recoger de los labios
del dómine todo un código de errores, absurdos, fanatismos y supersticiones.
"En el siglo XIX, la enseñanza oficial en México dejó de ser religiosa y, por ende,
directamente fanatizante y entró francamente por un -sendero de tolerancias y con-
descendencias inmorales.
"El maestro dejó de enseñar la mentira que envilece; pero fa toleraba con será-
fica benevolencia.
"La patria le confiaba sus tiernos retoños para que los transformara en hombres
completos, y el bienaventurado dómine no desempeñaba a concienci~ su misión', pues
permitía que en el alma de los educandos siguieran anidando el error, el absurdo, la
l;uperstición y el fantismo, todo lo cual autorizaba aquél con su evangélico silencio.
"Sin embargo, debemos excusarlo, ,porqu~ una ley inexorable le ordenaba que
procediera de ese modo: esa ley debería designarse por un vocablo indecoroso que la
decencia prohíbe estampar en estas líneas; pero que la suspicacia científica bautizó
con el nombre de laicismo.
" ¿ Qué recomienda el laicismo?
"N o tratar en lo absoluto dentro de las aulas asunto alguno que trascienda a
iglesia y respetar estrictamente las creencias religiosas del hogar, por erróneas,
absurdas e irracionales que sean.
"¡Cuántas veces decía el pequeño al malaventurado dómine, que había encendido
una vela a ,san Expedito para obtener un buen resultado en los exámenes, y el maestro
no iluminaba la inteligencia del alumno, -porque el laicismo lo -prohibía y por temor
de un proceso criminal!
"El maestro laico no debe imbuir creencia alguna en el ánimo del educando:
pero tampoco debe destruir las que traiga del hogar, por abominablemente absurdas
que sean; así lo prescriben claramente los decálogos pedagógicos del siglo XIX.
"Pero llegó el siglo XX, que es el siglo de las vindicaciones, y en el décimo año
de su vida dio -comienzo a la gran contienda que ha de emancipar a México y atadoR
los pueblos de la América de los prejuicios embrutecedores del ,pasado.
"La soberanía de un pueblo ha luchado por su dignificación y engrandecimiento,
nos ha confiado la tarea de que quebrantemos los hierros del siglo XIX en beneficio
de la posteridad, y nuestro principal deber es destruir las hipócritas doctrinas -de la
es-cuela laica, de la escuela de las condescendencias y las tolerancias inmorales, y
declarar vigente en México la escuela racional, que destruye la mentira, el error y el
absurdo, doquiera se presenten.
"La escuela del siglo XVIII enseñaba el error; la escuela del siglo XIX no lo
enseñaba; pero lo toleraba, porque "natura non facit saltus", pues que la escuela del
siglo XX lo combata en todos sus reductos, por tradicionalmente respetables que
sean, para 10 cual necesita trocarla de laica en racional. Así lo piden las leyes de la
evolución.
"y no se diga que el laicismo 'puede atacar el abuso ... ¡No! Antes bien exige al
maestro que se abstenga de tratar en la escuela -a pesar de ser el templo de la
544
verdad-. todo género de asuntos religiosos, ni para recomendarlos, ni para comba~
tirIos. .. y en los asuntos religiosos es donde se hallan los errores más monstruosa~
mente abominables.
"Por lo ex.puesto, y estando de acuerdo en los demás puntos que entraña el
dictamen de la Comisión de reformas constitucionales, a la cual tengo el alto honor
de pertenecer, pido se haga al artículo 39 de que me ocupo, la única modificación de
que la palabra laica, en todas las veces que se presente, se substituYa por el vocablo
racion~l.
"Querétaro de Arteaga, 10 de diciembre de 1916.-L. G. Monzón."
Minístrense copias a los ciudadanos diputados y a discusión el día de mañana.
El dictamen _referente al artículo 49 dice así:
"Ciudadanos diputados:
"-El artículo 49 del proyecto de Constitución, relativo a la libertad de profesiones,
es, substancialmente) el mismo de la Constitución de 1857, con algunas correcciones
muy acertadas. Se emplea la palabra licito, -en lugar de las de útil y honesto; y no
cabe duda que aquélla es más precisa y exacta que éstas, en el caso de que se trata.
Se resuelve en favor de los Estados la cuestión que tanto se ha debatido acerca de
cuál debe ser la autoridad. competente para expedir la ley reglamentaria de las
profesiones llamadas liberales. La Comisión introduce otra variación de forma en
este artículo, con objeto de evitar que la autoridad administrativa pudiera creerse
facultada en algún caso ,para privar a algu!en del producto de su trabajo, cosa que
no ·puede hacer más que la autoridad judicial. Propone asimismo la Comisión, se
declare terminantemente que son ilícitos el comeI'lcio de bebidas embriagantes y la
explotación de casas de juego, para que se combata uniformemente en la República
los '9"icios de la embriaguez y el juego, cuyos perniciosos efectos trascienden de la
sociedad existénte a las futuras. N o se oculta a la Comisión que en la práctica se
tropezará con dificultades muy grandes para hacer efectiva la prohibición de la venta
de bebidas embriagantes pero no creemos que estas dificultades lleguen a los límites de
la imposibilidad, pues ya se ha visto que en algunas comarcas la revolución ha logrado
extinguir casi por completo el comercio de bebidas embriagantes.
uProponemos, por tanto, que se apruebe el artículo 4Q del proyecto, adicionado y
modificado en la forma siguiente:
"Artículo 49 A ninguna persona se podrá impedir que se dedique a la profesión,
industria, comercio o trabajo que -le acomode, siendo lícitos, sino por determinación
judicial cuando ataque los derechos de tercero, o por resolución gubernativa dictada
en los términos que marque la ley, cuando ofenda los de la ,sociedad. Nadie puede ser
privado del producto de su trabajo, sino por resolución judicial.
"Se declaran ilícitos y prohibidos el comercio de bebidas embriagantes y la ex~
plotación de .casas de juegos de azar.
"La ley determinará en cada Estado clláles son las profesiones que necesitan tí~
tulo para su ejercicio, las condiciones que deban llenarse para obtenerlo, y las autori~
dades que han de expedirlo.
"Querétaro de Arteaga, diciembre 9 de 1916.-Gral. Francisco J. Múgica.-AJ~
berro Román.-L. G. Monzón.-Enrique Recio.-Enrique CoJunga."
-Minístre~se copias a los ciudadanos diputados, y a discusión el día de mañana.
545
Se suplica a los ciudadanos diputados y a las personas que ocupan las galerías,
se sirvan ponerse de pie.
-El C. presidente tom"a la protesta de ley a los CC. Rodríguez González Jo,sé,
. diputado s\lplente por el ler. distrito de Coahuila; Arteaga Andrés L., por el 69 de
Zacatepec, y Rosas y Reyes Román, por el 79 del Distrito Federal, acompañándolos el
C. secretario Lizardi y el C. prosecretario López Lira.
546
se consulte al Ejecutivo. La Comisión dictaminadora pudo haeer con justificación su
dietamen, porque las eomisiones no son más que mediadoras entre el que inicia y la
Asamblea, que discute y aprueba. En este caso, la Comisión dictamin3.dora. del pro-
yecto del Primer Jefe has está sirviendo indudablemente de medio de comunicación
con el Ejecutivo. La Comisión dictaminadora del proyecto de Constitución, al estudiar
el proyecto del Primer Jefe, debe haber consultado en cada caso el criterio de cada
miembro de la Comisión, debe haber escuchado a todos los señores diputados y en
fin, supongo, ha escuchado también al autor del proyecto, no sé si por conducto de un
secretario de Estado o directamente al Primer Jefe. De hecho, la forma debida, la
forma práctica, la forma lógica, era que 10· hubiese hecho; de ese modo nos evitamos
que en la discusión misma, en plena Asamblea, la Comisión esté todavía sin noticias
sobre las bases en que fundó el Primer Jefe su proyecto de refonnas. Yo pido que
pasado mañana, cuando tengamos que discutir los artículos objetados, tengamos aquí
presente a un secretario de Estado o al mismo Primer Jefe que, por otra parte, en-
tiendo que no tendrá ningún inconveniente en venir a sostener en esta Asamblea su
proyedo. Sucederá que la misma Comisión no conoce sus argumentos, los fundamen-
tos mismos de aquellos artículos '(}ue ha objetado, y se expone a haeer nuestro trabajo
infructuoso, a dificultar nuestra labor, cuando su misión es facilitárnosla, cuando su
misión es &ervir de mediadora para dar a 1a Asamblea un concepto preciso de las ideas
del reformista, porque el reformista es el ciudadano Primer Jefe, que ha formado ese
proyecto~ En tal virtud, yo suplico al señor licenciado Colunga que tenga la bondad
de indicarnos si tiene alguna objeción que hacer al proyecto de trabajo que le someto,
y presentarnos un dictamen sólo para lo,s articulos que la Comisión no objete, siquiera
de cada uno de los títulos del capítulo que esté a discusión.,
-El C. Colunga: Pido la' palabra para cederla al señor general Múgica, que es
el presidente de la Comisión.
-El C. presideJ;lte: Tiene la palabra el ciudadano Múgiea.
-El C. Múgica: Señores diputados: Contestando ~a la sugestión que ha hecho
el señor ingeniero Palavicini a la Comisión, me permito exponer 'a ustedes el plan que
la misma se ha formado. al discutir el proyecto de Constitución presentado por el ciu-
dadano Primer Jefe. La Comisión, considerándose desde un principio por sí misma in-o
competente para abarcar de una vez y al primer golpe de vista todo lo trascendental
de las reformas a la Constitución, ha tenido temor de cometer algún grave error o de:
dar lugar a que se cometa por esta Asamblea, tratando en un solo dictamen lo rela-
tivo a los primeros artículos, que no considera objetables, porque la Comisión cree
que, en realidad, la que debe resolver sobre este asunto de tan trascendental interés,.
es la Asamblea. Si, pues, hemos cometido un error, culpa es de nuestra buena volun-
tad. Nosotros, al aceptar esta delicadísima tarea) indigna seguramente de nuestra ig-
norancia y de nuestra poca cultura, hemos tenido presente sólo una idea: que la Cons-
titución que este Congreso le dé al pueblo mexicano, sea salvadora; que de una vez
por todas, ratifique cuáles son las necesidades efectivas del pueblo, y de ninguna ma-
nera vaya a darle una ilusión con, principios enteramente falsos. La Comisión, pues,
señores diputados, no se atreve a englobar en un estudio que, aunque deficiente por
falta de erudición, como ya dijo el señor Palavicini, sería más deficiente por falta de
estudió; no se atreve, digo, a englobar muchos artículos de la Constitución en un solo
dictamen, y prefiere que la tilden de ignorante y no de ligera. En cuanto a la segunda
idea que expresa el señor Palavicini, de que la Comisión debería haber escuchado las
ideas que tiene el Primer Jefe sobre su, proyecto de Constitución, no ha creído de su
deber ir a interil"ogar personalmente al Jefe, porque aparte de que conOCe el criterio
liberalísimo de ese caudillo, ha tenido a la vista los fundamentos en que apoya las
reformas que presenta. Yo no veo en est~ absolutame11;te ninguna dificultad, porqu~
547
aun en el supuesto de que el Jefe llegas·e a opinar enteramente en contrario a esta
Asamblea, creo que su deber y su deseo también, son aceptar el sentir que aquí ex-
prese la soberanía de esta Cámara en el sentido de las susodichas reformas. Por otra
parte, señores, yo opino que el Primer Jefe no pudo haber tratado algunos asuntos
que se refieren, que están ligados en la Constitución con la política internacional y
con la política interior del país, porque hubiera sido impolítico y peligroso y, por lo
mismo, la Comisión tiene el deber de ayudar a ese funcionario a sobrellevar todos
sus compromisos. Estas son las razones que tenemos para haber procedido en la
forma que vuestra soberanía ha visto. Propondremos un dictamen, aunque sea pequeño
y deficiente, para cada artículo de los no aprobados, y otro, más o menos extenso,
aunque sea deficiente también, pero con buena intención, para los artículos reforma-
dos. (Aplausos.)
-El C. Silva Herrera: Pido la palabra.
-El C. presidente:, Tiene la palabra el ciudadano diputado Silva Herrera.
-El C. Silva Herrera: A efecto de que la Asamblea resuelva sobre la forma
en que debe ser discutido el proyecto del ciudadano Primer Jefe, ruego a la Mesa
Directiva se sirva ordenar al ciudadano secretario dé lectura al artículo 120 del Regla-
mento.
-Un C. secretario: El artículo 120 del Reglamento, dice así:
"Cuando sólo se pidiere la palabra en pro, podrán hablar hasta dos miembros de
la Cámara."
-El C. Silva Herrera: No es ese; me equivoqué, es el 129.
-El C. secretario: El 129 dice así:
"Todos los proyectos de ley que consten de más de treinta artículos podrán ser
discutidos y aprobados por Jos libros, títulos, capítulos, secciones o párrafos en que
los dividieren sus autores o las comisiones encargadas de su despacho, siempre que
así 10 acuerde la Cámara respectiva, a moción de uno o más de sus miembros; pero
se votará separadamente cada uno de los artículos o fracciones del artículo o de la
sección que está al debate, si lo pide algún miembro de la Cámara y ésta. aprueba
la petición."
548
la mañana, o se dedica la tarde a las sesiones. En ese caso, vamOs a encontrarnos
con muy poco tiempo para la discusión y votación de los artículos; por eso es que
yo me permití proponer al señor general Múgica, no que dejara de dictaminar sobre
algún artfculo, sino que hiciera un solo dictamen para todos los que no va a objetar
la Comisión. Así se ha hecho siempre en los proyectos extensos de ley, como. se acaba
de oír en el artículo 129 del Reglamento. Yo no tengo deseos de hostilizar a la Comi.
sión; al contrario, de facilitar su labor y que, a la vez, nos la haga fácil. Yo no en·
cuentro ninguna razón de peso, señores, para no hacer las observaciones que el señor
general Múgica quiere hacer a cada artículo, en un solo dictamen, si esos artículos
no los va a reprobar. El señor ingeniero Ibarra había dicho que en ese caso, nosotros
tendremos el derecho de separar el artículo que vamos a objetar, y de ese modo puede
discutirse y aprobarse primeramente en lo general una sexie de artículos en un día,
y después votarlos en lo pa,rticular uno por uno, de conformidad con el Reglamento.
Eso es II? que yo me permito proponer muy respetuosamente al señor general Múgica
Yo no le propongo a la Comisión que se discuta de una manera general todo el pro-
yecto, cosa que por otra parte no sería muy difícil en los artículos que no va a obje-
tar, porque, como digo, es una preparación que ya tienen todos lo·s diputados y saben
también qué artículos no va a objetar la Comisión, luego la Asamblea también sabe
qué artículos quiere objetar; de manera que al presentarse el dictamen de la Comi~
sión, no reformado, la Asamblea tendrá el derecho de objetarlo. Todo es cuestión de
forma que facilite la labor; no tiene otro objeto mi proposición, que dar facilidad
y rapidez al trabajo de la Comisión.
-Un C. secretario: ¿ Se toma en consideración la moción hecha por el ciudadano
diputado Palavicini?
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano presidente de la Comisión.
-El C. Múgica: Es indudable, señores, que nos va a faltar tiempo, como dice el
señor Palavicini; pero como dUe ya en un principio, la responsabilidad que pesa
sobre la Comisión es grande, y por eso he deseado que la Asamblea entera sea soli-
daria de esa responsabilidad. Por esa razón, nosotros no hemos querido obligar a ésta,
con ese procedimiento, a que vaya al galope en la discusión de la Constitución. Es
indudable que, si la Asamblea así 10 dispone, nosotros no 'tendremos más que acatar
su resGllución; pero desde un principio uno de los miembr.os de la Comisión propuso
el mismo sistema que el señor PalavÍcini ha propuesto, y después de haberlo discu-
tido y considerado, vinimos a comprender que casi todos los artículos de la Consti-
tución, así como. suena, casi todos, están por reformarse en la mente de esta Asam-
blea, según el ambiente que nosotros hemos podido notar en ella, y mancomunar los
dictámenes 'sería doble trabajo para la Comisión, porque es indudable que se irían
entresacando los artículos que no considera reformables u objetables, yeso nos daría
mucho más trabajo, sobre todo a nosotros, que tenemos muy poca práctica en asun-
tos parlamentarios. Hasta por facilidad, pues, para la Comisión, hasta para obviar
tiempo y simplificar nuestro trabajo, hemos escogido ahora la forma de hacer dictá-
menes aislados por los artículos en general de la Constitución, para no exponernos
a emitir un juicio que la Asamblea tendría que reformar, porque si nosotros tratamos
un articulo que consideramos que no tiene ninguna clase de objeciones, y en el sentir
de la Asamblea sí las tiene, de aquí, señores diputados, que tendremo·s que hacer al-
gunas reformas hasta en la forma de hacer nuestros dictámenes. Estas SOR las razo-
nes que nosotros hemos tenido en consideración para adoptar este sistema mejor que
el otro.
-El C. Bojórquez: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene ht palabra el ciudadano Bojórquez.
549
-El C. Bojórquez: Quiero decir simplemente que el articulo 59 del proyecto
de reformas al Reglamento Interior del Congreso, dice: "Artículo 59 No habrá discu-
siones en lo general, entrándose desde luego al debate en lo particular respecto de
-cada artículo. La Comisión no podrá retirar los artículos que se discuten sino para
modificarlos o adicionarlos en el sentido de la discusión." Por otra parte, dice el
señor Palavicini que se emplearán ciento cincuenta días en la votación. Según el
artículo 129, que se acaba de leer también, se dice que cada artículo necesita ser
votado nominalmente; de suerte que de todos modos tenemos que perder ese tiempo
en las votaci.ones, y no se pierde tiempo alguno cuando no hay lugar a discusiones.
Así es que yo creo que no debe tomarse en consideración la :proposición del señor
Palavicini.
-El C. Ibarra: Creo, señores, que se puede conciliar de esta manera la economía
de tiempo que propone el señor Palavicini: que los artículos, una vez puestos a dis-
cusión y aprobados que hayan sido por la Asamblea, se pueden votar conjuntamente.
(Voces: ¡No! ¡No!) Si el dictamen de la Comisión es apoyando el proyecto, y la
Asamblea tampoco ha objetado ninguno de esos artículos, no creo que haya inconve-
niente en que la votación de todos ellos, es decir, de los que no fueron objetados ni
por la Comisión, ni por la Asamblea, se haga de la misma manera. (Voces: ¡No! ¡No!)
El artículo 129 autoriza para hacerlo así. (Siseos.) (Lee el artículo 129.) Dice que si
lo pide algún miembro de la Cámara y ésta lo aprueba entonces se votarán separada-
mente; pero que si no, se pueden votar todos los artículos que no hayan, que no han
sido objetados ni por la Comisión ni por la Asamblea.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Aguirre.
-El C. Aguirre: Para hacer una rectificación respecto a la cuenta que han he-
cho los dos ciudadanos diputados, Ibarra y Palavicini. N o hemos tenido una sola vo-
tación en que empleemos dos horas; son ciento' treinta y dos artículos los del pro-
yecto presentado por -el ciudadano Primer Jefe. Son cuatrocientas horas, poniéndole
tres a cada votación; son, pues, menos de quince días, ¿ de dónde me sacan ciento
cincuenta días? (Risas.)
-El C. Palavicini: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Palavicini.
-El C. Palavicini: Yo no sé si el señor g€neral sabe aritmética, pero ...
-El C. Aguirre, interrumpiendo: El supremo Gobierno de mi patria, hace vein-
tinueve años que me otorgó título de ingeniero de minas, metalurgista.
-El C. Palavicini: Yo lo celebro mucho, porque así nos entenderemos más fácil-
mente. El cálculo que yo hago es el siguiente: se tiene cada sesión para discutir un
dictamen parcial; se da lectura primero al dictamen; se pone a discusión veinticuatro
horas después. Van dos días de lectura. Después, el día de la discusión, primero se dis-
cute; si no hay quien tome la palabra, quien haga uso de la palabra -el señor Múgica
dice que para todos los artículos va a haber quien haga uso de la palabra- entonces
se pone a discusión ese artículo. Hablan tres en pro y tres en contra, y se pone a
votación; cada votación dura dos horas, muy bien; y cada discusión, ¿cuántas horas
dura? N o se va a poder discutir cada artículo uno por uno.
-El C. Aguirre: Se hablaba de la votación y no del trabajo total de la Asamblea.
No me he referido al trabajo total de la Asamblea, sino al tiempo empleado en la
votación a que se refirieron mis dos compañeros que hicieron usa de la palabra.
-El C. Palavicini: Soy yo quien tengo el uso de la palabra. Esta es una cues-
tión simple y sencilla. ¿ Vamos a votar artículo Pllr artículo como lo propone el señor
Ibarra? No lo permite la ley. La ley exige que aun cuando el debate sea en lo ge-
neral --que es 10 que yo he propuesto-, en los artículos no objetados se vote en lo
particular. Esa es la ley; es fuerza, votar en lo particular, nominalmente, artículo
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por artículo, y cada votación se lleva hora y media o dos horas. De manera que para
la aprobación de cada artículo en el caso de que no haya discusión, será necesario
dedicar una sesión para cada uno de ellos, y si se cuenta entonces el número de ar·
tículos que hay sin objeción y el debate de los mismos, tendremos mucho mayor
tiempo que el que está especüicado en la convocatoria; ese es mi cálculo. Por otra
parte, yo no quiero insistir en esta proposición por el momento, porque va a quedar
en la experiencia de la Asamblea, antes de ocho días, que yo tengo razón. Yo sólo
quiero facilitar la labor de la Asamblea; por eso vaya permitirme suplicar al señor
presidente me permita retirar mi proposición para cuando la Asamblea esté conven-
cida, antes de ocho días, de que yo tengo razón.
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE, LA MAi'lANA DEL LUNES
11 DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
1.-Se abre la sesión y, dada lectura al acta de la anterior, es aprobada sin discusión.
2.-Sin discusión se aprueba el dictamen de la 1~ Comisión Revisora, que consulta
la validez de la elección hecha en favor de los CC. Suárez Enrique y Rincón
Francisco como diputados propietario y suplente, respectivamente, por el ler.
distrito electoral de Chiapas. Se hace ]a declaratoria respeetiva.
3.-Lo mismo sucede con el relativo a ]08 CC. Carmen Sánchez MagallanoB y Luis
Gonzalí, por el 39 de Tabasco.
4.-Igual para lo relativo a los CC. Daniel A. Zepeda y Daniel Robles, por el 79 de
Chiapas.
5.-Lo mismo para los ce. Rafael Nieto y Cosme Dávila, por el 4q de San Luis
Potosí.
-6.-Previa una aclaración, sucede ]0 mismo con 108 CC. Antenor Sala y Santiago
Ocampo, por el 29 de Tabasco, habiéndose llamado al suplente por haberse reci-
bido la noticia que el C. Sala no podrá concurrir.
7.-La Secretaría continúa leyendo el dictamen respectivo, que en este caso pide la
nulidad de la elección a favor del e. Fernando Vizcaíno por ellO distrito electo~
ral del Distrito Federal y la validez de la elección en el mismo distrito en favor
de los ce. hidr() Lara y Clemente Allande, como propietario y suplente, res-
pectivamente.
I S.-Hablan en contra deÍ dictamen los CC. ingeniero Madrazo, De los Santos, Alva~
rez y Truchuela y en pro el C. Bravo Izquierdo. El C. Cepeda Medrano pide vo-
551
tación nominal que no se concede y en votación económica se rechaza el dictamen
de la Comisión.
9.-EI C. Diputado Martínez Epigmenio A., pide se dictamine sobre las elecciones
del 14 distrito de Puebla.
lO.-Se levanta la sesión del Colegio "Electoral y se reanuda la del Congreso.
ll.-Se resuelve que en la sesión de mañana se pongan a discusión los artículos
11;) y 21;) del proyecto.
552
"Es válida la elección de los ciudadanos Carmen Sánchez Magallanos y Luis Gon-
zále~, para diputados propietario y suplente, respectivamente, a este honorable Con-
greso Constituyente, por el 3er. distrito electoral del Estado de Tabasco."
Está a discusión. ¿ No hay quien tome la palabra? En votación económica, ¿ se
aprueba? Los que estén P9r la afinnativa, que se sirvan poner de pie. Áprobado.
Por acuerdo de la Presidencia y conducto de la Secretaría, se hace la siguiente
declaratoria: Es diputado propietario por el 3er. distrito electoral del Estado df" Ta-
basco, el ciudadano Carmen Sánchez Magallanos, y suplente por el mismo distrito
el ciudadano Luis González.
-Un C. diputado: Pido la palabra sólo para rectificar el apellido del suplente,
que no es González, sino Gonzalí.
(Se hace la aclaración correspondiente.)
553
6
554
"Primera. Es nula la elección a favor del C. general Fernando Vizcaíno, por ellO
distrito electoral del Distrito Federal.
"Segunda. Es válida la elección de los CC. Isidro Lara e ingeniero Clemente ABan-
de, como diputados propietario y suplente, respectivamente, a este honorable Congre-
so Constituyente, por ellO distrito electoral del Distrito Federal."
-El C. Palavicini: dirigiéndose al ciudadano secretario: ¿ Tiene usted la bondad
de leer de nuevo ,el dictamen en la parte resolutiva?
-El C. secretario, leyendo:
"Primera. Es nula la elección a favor del C. general Fernando Vizcaíno por ellO
distrito electoral del Distrito Federal.
"Segunda: Es válida la elección de los CC. Isidro Lara e ingeniero Clemente
Allande, como diputados propietario y suplente, respectivamente, a este honGrahle
Congreso Constituyente, por ellO distrito electoral del Distrito Federal.
Las personas que deseen tomar la palabra, pueden pasar a inscribirse.
Está inscripto en contra del dictamen que trata de la credencial del señor Viz-
caíno, el señor ingeniero Madraza. (Voces: ¡No se oye!) El señor licenciado Tru-
chuela en contra y el señor ingeniero Madrazo en pro.
555
jar una mancha sobre un hombre que es digno de todo respeto, que es digno de toda
la estimación de los revolucionarios, y hago hincapié precisamente en estas últimas
palabras, porque al tratarse algunas credenciales anteriores, oí de labios del señor
general Calderón y del señor general Jara, que se lamentaban, en cierta forma, de
que se hubiera podido proceder con ligereza con el general Vizcaíno; por lo mismo r
yo repito a ustedes mis afectuosas súplicas para que se sirvan tenerlo en cuenta, que
no obren de una manera violenta, porque, repito, no se debe arrojar una mancha
sobre un hombre que ha dado muestras palpables de su labor en favor del consti-
tucionalismo. Voy a entregar estos plie;gos a alguno de los señores diputados secre-
tarios, para suplicarle que les den lectura.
-El C. secretario: Los documentos dicen así: (Leyó.)
-El C. Navarro Luis T.: Porque no conozco perfectamente los méritos revolu-
cionarios del señor general Vizcaíno, pues siemplemente creí que había servido al
Gobierno de Huerta, hace algunos días, con ese motivo, puse un telegrama a la Se-
cretaría de Fomento preguntando si había prestado algunos servicios y se me infor-
mó que, efectivamente, así había sido; pero solamente como ingeniero de ríos y
calzadas y no en un puesto político. Por ese motivo y en vista de los méritos que
tiene el señor Vizcaíno, renuncio al uso de la palabra. (Aplausos.)
-El C. Bravo Izquierdo: Señores diputados: Vengo a rectificar un hecho y a
aclararlo, porque no está de acuerdo con mi manera de s'er: soy revolucionario hon-
rado y viejo y, en consecuencia, conozco los servicios de los revolucionarios que tuve
oportunidad de ver cerca de mí. En el año de 1913 militaba a las órdenes del general
Lechuga, entre los límites de Puebla, Tehuacán y Esperanza. A fines de mayo de
1913, el hoy general Vizcaíno, llegó acompañado del señor general Camacho, diciendo
que a la retaguardia de ellos dejaban miles y miles de hombres, haciéndonos un enga-
ño muy cochino. Después dijo el señor general Vizcaíno que fue a volar un puente a
Coxcatlán, y es mentira que haya ido a volar ese puente. El general Vizcaíno fue a
comer con nosotros, acompañando al general Camacho, para hacer una gira revolucio-
naria, sin elementos de ninguna especie; quince hombres, eran los que componían esa
columna famosÍsima de miles y miles de hombres; y entre ellos iba el general Vizcaíno;
quince hombres en total, el estado mayor, tropa, ninguna. Los que volamos el puente
a que hace mención 1;1 señor general Vizcaíno, fuimos nosotros y yo no pongo testi-
gos muertos: es testigo el general Lechuga, por cuya orden expresa se hizo esto.
El general Barbosa es también testigo de que nosotros fuimos los que volamos ese
puente; en seguida, no hizo más que vernos el general Vizcaíno y regresar inmedia-
tamente para después acompañar al genel'al Camacho, que dijo iba por veinte mil
fusiles que el jefe de la revolución lEo iba a procurar, y eran muchas las mentiras
que nos contaba. En seguida fui comisionado por el genel'al Barbosa para llevar un
documento al señor general Aguilar, que entonces era gobernador del Estado de Ve-
racruz; llegué al puerto con muchas dificultades; el señor general Jara me hizo
favor de proporcionarme dinero para continuar mi viaje a Orizaba; llegué, ,encontré
allí a Camacho, me presenté al general Aguilar con mi documento y me hizo favor
de proporcionarme treinta mil cartuchos, con los que regresé con la columna de Ca-
macho, que no la componían sino cuarenta hombres de la brigada "Lechuga" que se
habia llevado,. y no de la fuerza de él; así es que, si todas las verdades que dice
aquí el general Vizcaíno son como las de que él haya volado el puente, que, me per-
done su ausencia; pero eso es mentira.
-El C. De los Santos: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano De los Santos. (Voces: ¡Tri':"
buna!)
556
-El C. De los Santos: Suplico me perdone la Asamblea que no vaya a la tribu·
na, porque creo que la tribuna se hizo para cuestiones más largas. No estuve aquí
cuando se discutió la credencial del señor Vizcaíno, no le reconozco méritos para ser
general; pero es un, revolucionario que ha prestado muy buenos servicios, entrt! otros,
haber levantado la vía en León en Teziutlán, y haber estado los setenta y dos días de
combate en "El Ebano"; en la caminata que hicieron de Pachuca a Tampico, y en El
Higo, se portó perfectamente bien, como revolucionario, mandando el cuerpo de Za-
padores. Ha peleado bastante y ha defendido a la causa con ardor y valor. No sé yo
.cómo podríamos hacer para reconsiderar el asunto del general Vizcaíno; pero ee
Justo decir, cuando menos, que se ha cometido una injusticia al reprobar la creden-
cial de dicho señor. Es más revolucionario que algunos individuos a quienes se les ha
.aprobado su credencial. Yo no más quiero asentar el hecho de que lo conozco, de
.que es revolucionario y de que se ha cometido una injusticia en reprobar su creden~
.cial. La Asamblea verá si se puede aprobar o no el hecho a que me refiero.
-Un C. diputado: ¿ Está comprendido en el artículo 49 el señor general Viz-
.caíno, o no lo está? (Voces: ¡No! ¡No!)
-El C. Alvarez: Pacientemente hemos oído la historia política y militar del
señol' Vizcaíno, y no hemos oído la defensa del señor Barrón, quien nos dejó un
Iollo de papeles y lo pasamos desapercibido. La defensa que se hace del general
Vizcaíno en estos momentos, se debía haber hecho cuando se discutió su credencial.
Ya es extemporáneo, y lo mismo debía haber hecho el señor De los Santos. Es im w
posible que hayamos conocido todos al general Vizcaíno como yo lo conozco, cuando
.era miembro de la Comisión del Nazas. Si hubiera sabido que este Vizcaíno era
aquél, hubiera dicho la verdad. Me consta, señores, que cuando la revolución tenía
pocos amigos en la región de La Laguna, uno de los más activos propagandistas de
la misma era el general Vizcaíno, y me consta que trabajó con honradez y entusiasmo.
-El C. Martí: No se pueden considerar como mentira .las noticias propaladas den-
tro ,de la revolución, para levantar el ánimo de los individuos que están en ella.
-El C. Madrazo: Refiriéndome a lo que ha expuesto el honorable compañero
que acaba de hablar antes del señor' Martí, diré que no podía defender al señor
general Vizcaíno, porque no. había recibido esos documentos; pero creí un neto de
justicia que ustedes tuvieran conocimÍento de ellos.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Truchuelo.
-Un C. diputado, interrumpiendo: Señores diputados: Creo que es exacto lo
que dice el señor diputado De los Santos.
-El C. Truchuelo: Señores diputados: Creo que es exacto la que ha dicho el
señor De los Santos: que hemos cometido una gran injusticia al desechar la credencial
.del señor general Vizcaíno. Vengo yo a demostrar, teniendo en cuenta los anteceden-
tes de acuerdos tomados por' esta Asamblea y teniendo en cuenta la verdadera inter-
pretación del artículo 49, que ni política ni legalmente está el señor Vizcaíno com-
prendido en ese precepto. Desde luego, seilores, para proceder con justicia y hacer
,alguna apreciación recta de alguna ley, necesitamos, ante todo, considerar su fina-
lidad, examinar detenidamente su espíritu y ver cuáles son sus tendencias, adónde nos
lleva, qué es lo que se propone legislar. El señor Carranza, como jefe de la revo 4
lución triunfante, ha querido, como es de absoluta justicia, que esta Asamblea nacio-
nal esté representada por elementos que verdaderamente estén identificados con la
revolución. En efecto, su pensamiento es justisimo, su pensamiento está en armonía
.con el sentir de toda la nación. El Plan de Guadalupe, que triunfó por la fuerza de
las armas, no solamente ha obtenido un triunfo de hecho, sino que esaJ;; armas no se
han disparado sino al impulso de una voluntad, al impulso de la voluntad nacional,
.que es la que verdaderamente ha triunfado, y este pueblo amado es precisamente el
557
que ha hecho triunfar estos princIpIOS y, por consiguiente, la Asamblea Constitu-
yente deberá estar integrada por hombres que estén identificados con el Constitu-
cionalismo. De otra manera, nos expondríamos a entregar el campo a los enemigos
para que fueran ellos los que se apoderaran del poder, modificaran los principios y
echaran por tierra las conquistas de la revolución. Es lógico, es natural este hecho
y, por consiguiente, me parece inútil insistir en él. Ahora bien; examinando el artícu-
lo 49 de la convocatoria del ciudadano Primer Jefe, es evidente que lo justo, lo indi-
cado, lo que debe palpitar como una verdad incuestionable, es que en esta Asamblea
no haya elementos reaccionarios contrarios a la revolución. Todo el mundo conoce
por qué el señor general Vizcaíno ha sido un revolucionario de buena cepa; hu sido
un hombre que ha expuesto su vida y la de su familia, su bienestar y comodidades,
por alcanzar el triunfo de la revolución; tengamos presente que hay testigos que lo
acompañaron en muchas jornadas, entre elhs el general Montes, gobernador ue este
Estado, que me ha dicho que sería la más grande injusticia desechar a un elemento
revolucionario de tan buenos antecedentes. Yo, señores, he presenciado la retirada de
las fuerzas del general González y entonces el general Vizcaíno iba mandando el
batallón de zapadores; él vino levantando toda la vía, no sé si antes de entrar a Pa-
chuca o desde León; y en Pachuca yo he presenciado, lo mismo que los que íbamos
en el tren del general González, que el general Vizcaíno se quedaba protegiendo la
retirada del general González con el batallón de zapadores, y la de la caballería del
general Sauceda. Es uno de los pocos hechos gloriosos que se pueden registrar en
favor de un general que tenga el valor, que tenga la audacia, que tenga la convicción
profunda de exponer su vida de una manera tan peligrosa por salvar a su Ejército
y proteger la caballería. N o se explica este hecho como una mentira, como ha dicho
uno de los oradores respecto de algún otro asunto. Este hecho yo lo he conocido muy
de cerca y por multitud de testigos puedo asegurar que el general Vizcaíno es un
valiente, es un esforzado y, cuando se tienen estas acciones de supremo valor, no se
hacen sino por medio de una convicción íntima, por un pal'tidarismo sincero y por
un individuo que, si no tuviera ideas perfectamente arraigadas, hubieran flaqueado
sus convicciones, porque, por decirlo aSÍ, era una época de prueba. Era cuando la
potente División del N arte, encabezada por Angeles, y que, como dijera el general
González , difundía con sus formidables ... (No se oyó.) Ahí estuvo a la defensa el
general Vizcaíno, y solamente ese hecho lo haria acreedor a que figurase en este
Congreso; entonces no era más que teniente coronela coronel, si mal no recuerdo, y
ahora ocupa un alto puesto adquirido precisamente por esa constante lucha, por no
haber renegado de sus principios y por seguir firme en la actitud que desde un
principio se trazó; y ahora, ¿ lo vamos a condenar por haber sido un simple inge~
niero de calzadas y ríos de la Secretaría de Fomento? Tenemos la cC?nvicción íntima
de que el señor general Vizcaíno es un revolucionario de verdad; tenemos la con-
vicción de que ha prestado eminentes servicios a la revolución; tenemos igualmente
la convicción de que el señor general Vizcaíno, en esta Asamblea, no seria un elemento
obstruccionista de la revolución. No está, pues, incapacitado según el espíritu de la
convocatoria expedida por el ciudadano Primer Jefe. Pero quiero, señores, entrar a la
cuestión legal, quiero demostrar que no existe absolutamente ningún escrúpulo para
que en este caso hagamos verdadera justicia. El artículo 4Q dice en su parte rel::::.tiva:
"Para ser electo diputado al Congreso Constituyente, se necesitan los mismos re~
quisitos exigidos por la Constitución de 1857 para ser diputado al Congreso de la
Unión; pero no podrán" ser electos, además de los individuos que tuvieren los impedi-
mentos que establece la expresada Constitución, los que hubieren ayudado con las
armas o sirviendo empleos públicos a los Gobiernos o facciones hostiles a la causa
constitucionalista."
558
Como se ve, señores, este artículo no puede ser entendido simplemente al pie
de la letra, porque tiene varios preceptos, varias frases que forzosamente exigen una
interpretación. Muchas veces se ha discutido ya la interpretación de este articulo,
pero yo no conocía a algunas personalidades, y por eso me abstuve de tomar parte
en estos debates. Se dijo desde entonces que había que buscar cuál era la mente de
la ley y, efectivamente, señores, aquí hay dos condiciones cuya concurrencia es preci-
sa para la aplicación del artículo 49 Se necesita precisar si el interesado ha ayudado
con las armas en 1a mano o si ha ayudado sirviendo empleos públicos. No basta,
pues, haber servido un puesto público; se necesitan las dos condiciones, se necesita
haber servido un empleo público y haber ayudado, y lo voy a demostrar. ¿ Por qué
razón el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y todos los gobernadores de los
Estados giran y han girado multitud de circulares diciendo que precisamente se se-
pare de los puestos públicos a aquellos individuos que no estén identificados con la
revolución? Porque hay multitud de individuos que estando en un puesto público
están haciendo labor obstruccionista, lejos de estar ayudando, y si no fuera esa
circunstancia, parecerían insensatas todas esas disposiciones, todas esas circulares,
en las que se ordena que se separe de los puestos públicos a los individuos que, lejos
dí' ayudar, están :vendiendo al mismo gobierno, a los que están minando su prestigio
a todos esos elementos que están considerados como disolventes en el seno de un
Gobierno y que precisamente por eso se necesita extirparlos. Son empleados públicos
no adictos a la causa de la revolución, y es absolutamente preciso que lleguemos a
esta conclusió!l, porque es claro, porque está confirmado con multitud de precedentes
y lo voy a demostr.ar una vez más con un ejemplo qüe ha dado la misma Asamblea:
Al tratarse de alguna personalidad de quien se hizo notar que había servido en. un
colegio en tiempos de la usurpación, sin embargo, por todo el mundo se dijo que
ese no era un empleo público y que, por tanto, no podía estar comprendido en el
artículo 49, precisamente por haber impartido la instrucción: ahora bien; si pone-
mos en relación los hechos del general Vizcaíno y los servicios de un profesor de
instrucción, ¿ cuáles son más graves y cuáles más discutibles? Ante la idea de no
reunir en esta Asamblea Constituyente a elementos reaccionarios, indudablemente
que la labor del profesor de instrucción es más grave que la labor de un ingeniero
de calzadas y ríos. N o tiene ninguna relación, ninguna ayuda p,olítica pudo prestar
al Gobierno, ninguna ayuda pudo prestar a la usurpación. Un médico, por el hecho
de estar prestando sus servicios en una población, por atender un servicio público, ¿ se
puede decir que está ayudando? Indiscutiblemente que no. Un ingen{ero de calzadas y
ríos, por el hecho de estar preparado, de estar listo para efectuar cualquiera de sus
trabajos, que son ineramente de servicio o de defensa de la misma sociedad, ¿ puede
decirse que está ayudando al gobierno? Evidentemente que no; así es que, forzosamente,
tenemos que concluir que el señor Vizcaíno, dado el cargo que ha tenido, el empleo que
tuvo, no ha ayudado al Gobierno de Huerta, no está comprendido en el artículo 49 y, por
consiguiente, legalmente tenemos la obligación, ya que no se ha de.mostrado que
ayudó al Gobierno de la usurpación, de votar a favor de su credencial y reprobar el
dictamen. Por otra parte, ¿ cómo vamos nosotros conscientemente· a restar elemen-
tos a la Primera Jefatura, cuando el señor Vizcaíno es un general revolucionario que
-aun suponiendo que no tenga los títulos, como dice el señor general De los Santos,
para adquirir ese grado-, de todas maneras ha prestado servicios a la revolución?
¿ Cómo vamos precisamente a quitar de esta Asamblea elementos que están identi-
ficados con la revolución y decir que el artículo 49 los excluye y no excluye a un
clerical, a un individuo conocido como reaccionario, que simplemente no haya servido
un empleo público o no haya tomado las armas? ¿ Es justo, es 16gico, que nosotros
digamos: es más digno de venir a esta Asamblea aquel reaccionario perfectamente co-
559
nocido, cuyas ideas son notorias para todo el mundo; pero que, sin embargo, no ha
servido ningún empleo público y no ha tomado las armas en defensa del Gobierno,
usurpador, que el general Vizcaíno, que ha expuesto su vida y ha hecho una labor
intensa en favor de la revolución? Señores, yo creo que la historia nos tildarla de
insensatos si no reprobáramos este dictamen que por culpa nuestra, efectivamente,
se dictó; en esa época, cuando se discutió la credencial, yo no sabía si los actos del
señor general Vizcaíno -al que apenas conozco de vista- hubieran cambiado: pero
sí lo conozco por los antecedentes a que acabo de referirme, porque sé perfectamente
que ha hecho una labor importantísima. El mismo general González lo nombraba jefe
de su Estado Mayor y tuvo que prescindir de sus servicios para encargarle In. cons-
trucción de las fortificaciones de "El Ebano". Ha prestado eminentes servicios a la
revolución y esto les consta al general González, al general Montes, De la Garza,
general Osuna ya-la mayor parte de los oficiales de la 24~ brigada, que está en esta
población, y, por tanto, señores, yo suplico a ustedes que no consumemos una injus-
ticia. No tiene absolutamente ninguna relación con algún otro hecho, por ejemplo,
el caso del señor Barrón, porque en el caso del señor Barrón la Asamblea tomó en
cuenta que éste siguió prestando sus servicios a Huerta, aun cuando fue destituido
después. La Asamblea lo consideró comprendido en el artículo 49; pero la Asamblea
tenía también otros motivos, entre ellos, las declaraciones de altas personalidades
que casi unánimemente lo rechazaron; y aun suponiendo que hubiera sido una injus-
ticia, esto no nos autoriza a cometer una segunda injusticia tan notoria al rechazar
la credencial del señor general Vizcaíno. Por otra parte, es tiempo de reconsiderar
ese acuerdo y, rechazar el dictamen de la Comisión. Me basta sentar por precedente
el caso del señor licenciado López; en el caso de este señor, el dictamen era en contra,
en virtud de que él mismo había confesado que sirvió a la usurpación. La Asamblea
rechazó ese dictamen, teniendo en cuenta que esa manifestación era un acto de hon-
radez, y aun creyó que se le debía admitir; vino el dictamen de la Comisión, y se
volvió a rechazar definitivamente. Este precedente sirve para el caso actual; aquí
el dictamen fue favorable, lo rechazó la Asamblea; pero hoy también puede tornarse
en sentido favorable; y así el señor general Vizcaíno podrá, según el Reglamento,
no estar comprendido en el artículo 4Q; por otra parte, el mismo precedente hace esperar
que estamos en condiciones de aceptar la credencial de dicho señor.
-Un C. secretario: Por acuerdo de la Presidencia, se pregunta a la Asamblea
si está suficientemente discutido el dictamen. (Voces: ¡Pido la palabra! ¡Pido la
palabra!)
-El C. Bravo Izquierdo: Me acaban de proporcionar bondadosamente un mensa-
je, que -pondré de manifiesto a esta Asamblea. (Leyó).
-Un C. secretario: Por acuerdo de la Presidencia, se pregunta si está suficien-
temente discutido el dictamen.
-El C. Madrazo: Pido la palabra para un hecho.
-El C. Bravo Izquierdo: No he terminado todavía. Está demostrado que no
vengo a 11lentir aquí. El señor general Vizcaíno se fue a incorporar a la revolución a
fines o a mediados de mayo o a mediados de junio de 1913 ó 14; si era un revolucio-
nario puro efectivamente, ¿ por qué no lo había hecho antes, si no tenía impedimento
de ning~na naturaleza? ¿ Por qué no fue a combatir desde el principio con nosotros,
adquiriendo así ese título de general?
-Un C. secretario: Por acuerdo de la Presidencia, se pregunta de nuevo a la
Asamblea si el asunto está suficientemente discutido. Los que opinen en este sentido,
sírvanse ponerse de pie. Está suficientemente discutido.
-El C. Cepeda Medrano: ¡Un momento! Pido que esta votación sea nominal:
(Voces: ¡No! ¡No!) Es un acto de justicia hacerlo así; yo pido, señores, que algún
560
compañero apoye esta proposición de que en el dictamen del señor general Vizcaíno
la votación sea nominal; si alguno desea apoyarme en esta proposición, ten~a la bon-
dad de hacerlo.
-El C. Palavicini: Pido la palabra para una moci6n de orden.
-El C. ·presidente: Tiene la palabra el señor Palavicini.
-El C.' Palavicini: Opino que se separen las proposiciones, porque, en todú caso,
la suerte que corre la primera proposición, corre la segunda. Este dictamen tiene un
absurdo tremendo, elimina al suplente. Se ha discutido al señor Vizcaíno y ahí se
nulifica también al suplente; de manera que por este absurdo debe separarse la
proposición para su votación, con objeto de no confundir ambas votaciones.
-Un C. secretario: Se van a separar las proposiciones para su votaci6n. En
votación económica se pregunta si se aprueba esta proposición. Las personas que es-
tén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. (Voces: ¡Ya está desechada, ya se
desechó otra vez.) Por acuerdo de la Presidencia se pregunta: ¿Es nula la elección
del señor general Vizcaíno, por ellO distrito electoral de San Luis Potosí? Las per-
sonas que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. En votación económica
se pregunta si se aprueba. Reprobado el dictamen; vuelve a la Comisi6n.
-Un C. diputado: Pido a la Secretaría se sirva dar lectura nuevamente al dic-
tamen.
10
-Un C. secretario: Se levanta la sesión de Colegio Electoral y se reanuda la
sesi6n del Congreso.
11
561
bulo, es que se va a quedar al final. Si hemos de proponer ese preámbulo, a la Cons-
titución, debemos discutirlo cuando ya se haya aprobado la Constitución; pero es
absurdo el procedimiento de dictaminar sobre él; no tiene objeto, no se funda en
ninguna razón lógica. Al aplazar la discusión del preámbulo, no es porque se vaya
a desechar, sino porque en él va a discutirse la cuestión de fondo, si es' de aceptarse
la frase "República Mexicana" en vez de "Estados Unidos Mexicanos"; ese es el
asunto. De modo que el preámbulo no es el comienzo de la Constitución, es un for-
mulismo o exordio del decreto. Ahora bien; si en la discusión del artículo 1Q se dice
República Mexicana, en vez de Estados Unidos Mexicanos, como vamos a discutirlo,
al tratar este asunto, quedará desechado de plano el preámbulo con la discusión del
artículo 1Q Del resultado se verá si queda aprobada la forma de llamar a la nación
República Mexicana o Estados Unidos Mexicanos; pero el preámbulo, repito, no es
el fondo de la cuestión.
-El C. presidente: Señor diputado Palavicini: Usted tiene razón, pero no ha
comprendido cuál es la dificultad. Yo no tengo inconveniente en posponer la discusión
del punto a que usted se refiere, sobre si el nombre debe ser Estados Unidos Mexi-
canos o República Mexicana; el artículo 19 y el 29 están afectados; por consiguien-
te, supongo yo que dentro de tres días aprobaremos que deba ser "República Mexi-
cana". Usted dice que no hay necesidad de discutir sobre el preámbulo; pero muy
bien pudiera suceder que la Asamblea opinara en contrario.
-El C. Palavicini: La cuestión es esta, señor presidente: que el preámbulo no
forma parte de la Constitución. El artículo 19 se va a discutir mañana y en él se
tratará esta cuestión de fondo; y entonces, cuando lleguen las cuarenta y ocho horas,
no nos ocuparemos más del preámbulo, porque el objeto del debate era discutir si se
debe poner "República Mexicana" en vez de "Estados Unidos Mexicanos"; pero ma-
ñana se va a discutir el artículo 1Q La Comisión tiene en su proposición "República
Mexicana", y no estamos conformes con esa tesis.
-El C. presidente: No hay ninguna dificultad en que mañana se discuta todo.
-El C. Palavicini: Si el precedente es el de que todos los artículos objetados ten-
gan cuar~nta y ocho horas, como el preámbulo no se va a discutir cuando lleguen
éstas, porque va a llegar al convencimiento la misma Comisión y la Asamblea de que
no se puede hacer así, entonces el preámbulo quedará suprimido, porque nunca ha
debido estar: est~ es el asunto; yo no tengo ninguna objeción que hacer a que co-
mience mañana la discusión del preámbulo; pero es un mal precedente que aceptemos
que mañana la Comisión nos traiga al debate un dictamen sobre la luna; no le hemos
dado nosotros a discutir sobre la luna, sino a dictaminar sobre la Constitución mexi-
cana. El preámbulo no es la Constitución, no tiene que ser la Constitución.
-El C. presidente: Yo no tengo ninguna dificultad en que así se haga; pero creo
conveniente que se consulte a la .Asamblea, para que ella determine 10 que le parezca
mejor, si comenzar mañana con el preámbulo y los dos artículos... (Voces: j Maña-
na! iMaña~a! Comienzan a salir del salón los ciudadanos diputados.)
-El C. presidente, a las 12.45: Muy bien; se levanta la sesión.
562
SESION DE COLEGIO ELECTORAL
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA MAl'iANA DEL MARTES
12 DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
l.---:Se pasa lista, 1!e abre la sesión, se lee el acta de la anterior que es aprobada sin
discusión y, a moción del C. Múgica, se permite que permanezcan en las galerlas
las personas que están en ellas.
2.-La Secretaría da lectura al dictamen que declara diputados propietario y ·suplent~
respectivamente, por el 29 distrito de Chiapas, a los ce. Enrique D. Cruz y Li.
sandro López.
3.-Previa discusión, se aprueba el dictamen que declara diputados por el 99\ distrito
de Veracruz a los ce. Alfredo Solares y Gabriel Malpica, propietario y suplent~
respectivamente.
4.-Es aprobado el dictamen que consulta la validez de la elección del C. Claudio Ti·
rado, por el ler. distrito del Distrito Federal.
5.-Previa discusión, se aprueba el dictamen que declara diputados por el 3er. di&-
trito de San Luis Potosí a los CC. Rafael Cepeda, propietario, y Rafael Ma-rtínez,
suplente.
6.-Leído el dictamen que consulta la validez de la elección de los ce. Cristobal LI.
Castillo y Amade_o Ruiz por el 59 distrito de Chiapas, el C. Palavicini hace una
moción suspensiva que se ,aprueba en votación económica.
7.-Se lee un dictamen que consulta la validez de la elección de los tC. Cristóbal
Limón y Marcelino Cedano, propietario y suplente, respectivamente, 'por el 211
distrito de Tepic. La de los CC. Juan Espinosa Bávara y Guillermo Bonilla como
propietario y suplente del 3er. distrito de Tepic y que' se llame al C. Marcelino
Cedano para que represente al 29 distrito. Previa discusió~ se aprueba y se hace
la declaratoria correspondiente.
8.---'Se aprueba el dictamen acerca del C. Juan Torrentera como suplente en el 29 dis-
trito del Estado de Tlaxcala. Se levanta la sesión.
(Con asistencia de 148 ciudadanos diputados, según lista que pasó el C. prosecre-
tario Castaños, se a~ri6 la sesión a las 9 y 40.)
563
-El C. secretario Truchuelo, dio lectura al acta de la sesión anterior, la que,
puesta a discusión, sin ella es aprobada en votación económica.
-Un C. secretario: Por acuerdo de la Presidencia y en atención a que faltan
por discutirse cuatro dictámenes relativos a credenciales, y a fin de que los pre-
suntos ciudadanos diputados puedan tomar parte después de las discusiones de los
artículos constitucionales, se va a proceder previamente a constituir la Asamblea en
Colegio Electoral, para que se discutan esos dictámenes; en tal virtud, se suplica a
las personas que están en las galerías se sirvan abandonarlas. (¡Voces: ¡No! ¡No!)
-El C. Múgica: Pido]a palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Múgica.
-El C. Múgica: Yo suplico a usted que no se mande desalojar las galerías, pues
ya no tienen importancia las discusiones del Colegio Electoral.
-El C. presidente: Está bien.
-El C. Múgica: Muchas gracias
564
"La segunda, que la componen los ciudadanos Aparicio y Mortera, obtuvo los
sufragios en seguida expresados: para diputado propietario 215 votos el C. Emilio
Aparicio y para suplente 211 votos el ciudadano J oaquin Mortera.
"La fórmula de los' ciudadanos Ricardo Hernández y F. Blásquez García obtu-
vo una minoría de votos, pues sólo obtuvo veinte de ellos.
"Esta Comisión, en cumplimiento de la delicada labor que se le ha confiado, ha
advertido que en la sección única del municipio de Teocelo, se llenaron y firmaron
cuatro boletas por la misma mano, en favor de los ciudadanos Emilio Aparicio y
Joaquín Mortera; irregularidad que se nota sin ningún esfuerzo, por lo cual se han
considerado nulas. No hubo protestas de ninguna de las casillas electorales del dis-
trito a que este dictamen se contrae; pero sí hacemos notar a esta honorable Asam-
blea, que la Junta Computadora de Coatepec, por un error, expidió credencial de pro-
pietario a 10'3 ciudadanos Alfredo ...solares y Gabriel Malpica, no siendo sino propie-
tario el primero y suplente el segundo.
"Por tanto, de lo expuesto se infiere que habiendo habido mayoría de votos en
la fórmula Solares-Malpica, la Comisión propone a la deliberación de esta honorable
Asamblea la siguiente proposición:
"Unica. Son diputados por el 9Q distrito electoral del Estado de Veracruz, los
ciudadanos Alfredo Solares y Gabriel I Malpica, propietario y suplente, respectiva-
mente."
"Al cerrar este dictamen llegó a poder de la Comisión un telegrama del secre-
tario general del Gobierno de Veracruz, dirigido por orden del gobernador, en el cual
confirma que los ciudadanos Alfredo Solares y Gabriel Malpica fueron electos dipu-
tados, propietario y suplente, respectiyainente, por, el 99 distrito de aquel Estado."
Está a discusión. Las personas que deseen hacer uso de la palabra, en pro o en
contra, pueden pasar a inscribirse.
-El C. Verástegui: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Verástegui: Señores diputados: Ningún momento menos oportuno que
este para discutir persona1idades, cuando ya estamos cansados de ello y cuando tene-
mos precisamente que discutir ideas; pero no puedo dejar pasar desapercibido el
hecho actual y vengo a impugnar la credencial del señor Alfredo Solares, impulsado
por un deber de ciudadano honrado y patriota, pues como tal debe entenderse en
estos momentos al revolucionario intransigente. Al notar días pasados la presen-
cia del señor Solares en este salón, oí diversos comentarios; quién decía que esa
credencial no venía de Coatepecj quién preguntaba si se iba a hacer aquí una come-
dia de Congreso Constituyente; en fin, .oí muchas opiniones parecidas, que no voy a
repetir ante el Congreso, porque faltaría al respeto que se debe a la seriedad de
estos actos y atacaría también la personalidad ~el señor Solares, a quien conozco
desde hace muchos años como hombre decente; mas únicamente pregunto al señor
Solares: ¿qué ha venido a hacer aquí1 ¿qué tiene de común con la revolución'!
¿ cuándo ha tomado el menor interés por la cosa pública'!, ¿ cuándo le ha causado la
menor ansiedad el bienestar de su .patria? Todo lo contrario, señores; no hablo sino
documentado y fundado en el dicho del mismo señor Solares, en sus mismos concep-
tos respecto de la revolución y de sus hombres que en Veracroz llegó a manifestarnos
a un grupo de sus amigos, ridiculizando a la revolución, al Ejército y a sus princi-
pales leaders. Yo comparo al señor Solares con eSos hijos pródigos que siempre han
vivido alejados de su madre y sólo van a visitarla de vez en· cuando para sacarle
dinero; esta comparación será. demasiado cruel; pero es exuta, y nosotros, los que
sentimos hondamente los anhelos patrios, los que hemos querido a nuestra patria
como a una verdadera madre, nos sentimos justamente celosos e indignados contra
565
aquellos que siempre la han visto con indiferencia y que ahora sólo se acercan a ella
en busca de su personal provecho. Pido, pues, señores, que consideréis al señor Sola-
res como un intruso que no merece estar entre nosotros y que no se acepte su
credencial.
-El C. Dávalos: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Dávalos.
-El C. Dávalos: Honorable Asamblea: No será precisamente un discurso el qu~
venga yo a hacer aquí. Como ha dicho muy bien el señor Verástegui, nos esperan las
ideas; pero sí me he sentido lastimado al oír los conceptos por él vertidos, porque
en el fondo, ¡quién lo creyera!, en el fondo hablan a través del señor Verástegui
nuestros ancestros, aquellos que, con las Leyes de Partida y más tarde en las leyes
sociales, han declarado infames a los cómicos; no es más que eso lo que hay en el
fondo. Cierto que en la antigüedad, al aparecer los primeros hombres en Atenas,
cuando se representaban las paleatas, las tocatas, el baile de Córdax, llegaron a con-
siderar infames a los que tales oficios ejercían. Siento mucho no tener biblioteca
aquí, porque cuando se visita la biblioteca de Querétaro no se encuentra más que
una colección de catecismos y cosas por el estilo. (Aplausos.) Siento muchísimo, de-
cía, no estar lo suficientemente documentado para decir cómo era cierto que si
la esposa de un romano, si la esposa de un griego, con anterioridad a los romanos,
asistía al baile Córdax, ese solo hecho daba derecho al marido para divorciarse, para
repudiar a su esposa, como han dicho en parcelarias y en leyes; se les declaraba in-
hábiles para testigos, se les prohibía sepultura y se les negaba la comunión; y así
hay otros muchos casos. Pero de entonces acá, señor Verástegui, ha llovido mucho;
no quiero tampoco hacer una apología del teatro, que si les diera a conocer a uste-
des una apología, verían cómo entre los cómicos más infames se cuentan los mímicos
y pantomímicos, de los que decía San Agustín que les llamaba pantomímicos porque
reproducían en el día 10 que hubieran sentido vergüenza reproducir en la noche y a
()bscuras, cómo de esos pantomímicos de feria, de esos pantamímicos que ahora figu-
ran en los calendarios con el nombre de San Podirio, que se venera justamente
por los que veneran estas cosas el día 15 de septiembre y fue precisamente el santo
patrono del general Díaz que, lleno de regocijo el alma, aparentaba llorar cuando
firmaba sentencias de muerte. Tampoco hablaré de eso; lo que sí creo es que deben
uesaparecer de entre nosotros, para siempre, esas preocupaciones, pues países más
cultos han abierto acceso a todos los actores honrados, y todo lo que he dicho res-
pecto de ellos se queda muy atrás de lo que pudiera decirse en la antigüedad respecto
de los toreros, y los toreros han entrado a los cuerpos de alto honor, no sé si a los
ayuntamientos o a las Cortes españolas; entre ellos tuvimos a _Mazzantini, tuvieron
a Mazzantini, mejor dicho; de consiguiente, debe desaparecer esto para siempre. Si
ha hecho algo o no en favor de b revolución el señor Solares, él que nos lo venga
aquí a decir; 10 que sí suplico a la Asamblea, es que deje los sentimentalismos a
un lado, la elecdón está bien hecha; es un actor honrado, y yo recuerdo, e igualmente
algunos más de nosotros, los que no seamos muy viejos, que lo hemos aplaudido en
.arte tan elevado como la ópera y nos ha quitado momentos de fastidio y de spleen,
:alegrándonos algunos instantes de nuestra vida. Yo os suplico que no tengáis en
~uenta nada de sus antecedentes como actor, y que penséis que hace dos años que
~stá al servicio de la causa. Si lo ha hecho bien o lo ha hecho mal, habrá documen-
tos en que el Congreso pueda formarse una opinión, porque lo dicho por el señor
Verástegui no creo que deba oponerse a la verdad legal que arroja una credencial
bien hecha. Si ha trabajado o no en favor de la causa, el mismo señor Solares podrá
decírnoslo, y pido, por ecuanimidad y por el honor de la Asamblea, que deis un voto
aprobatorio a la credencial del señor Solares.
566
-El C. Verástegui: Ciudadano presidente: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Verástegui.
-El C. Verástegui: Señores diputados: Las muy galanas frases del señor dipu~
tado Dávalos creo que han hecho en vosotros la impresión que se merecen; así, sola~
mente he venido a decir la verdad desnuda. El señor Dávalos dice que olvidemos
al señor Solares como actor, y yo reclamo que lo recordemos por esas mismas razones
que ha dicho el señor Dávalos, para aplaudirlo como tal. En efecto; el señor Solares
se ha dedicado al alfo arte; ha prosperado muchísimo; ha sido de los cantantes más
estudiosOf;l y que han logrado más en este pobre medio arlístico; todavía después se
dedicó a la comedia, y ha' obtenido también bastantes triunfos. No' es como actor,
realmente, por lo que lo haya atacado yo; como actor y como persona, ya lo he
dicho antes, es estimabilísimo y es mi amigo desde mi juventud; reconozco en él
brillantes cualidades en lo personal; pero como revolucionario, he hablado de él y
vuelvo a preguntar a él mismo que me diga: ¿ qué tiene de común con nosotros '?
¿ cuándo se ha interesado por su patria? Como pruebas en contra tengo a algunos
testigos en esta Cámara, de que su conversación con nosotros en Veracruz llegaba
a hacerse enojosa, hasta el grado de ponernos nerviosos, porque no hacía más que
ridiculizar el momento histórico, concretándose a suspirar por los suyos, y los suyos
eran los porfirianos y Jos huertistas. Este es un hecho, y yo le pediría al mismo
señor Solares que, por su personal decoro, renunciara su credencial.
-El C. Martínez Epigmenio A.: Pido la palabra, señor presidente.
,-El -c. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Martínez.
-El C. Martínez Epigmenio A.: Quisiera que el señor Verástegui, antes de bajar
de la tribuna, nos precise esos cargos y, al mismo tiempo, creo que está en igualdad
de circunstancias; si no, que nos diga el señor Verástegui la labor que ha hecho
durante toda la revolución.
-El C. Rodríguez José María: Pido la palabra, señor presidente, para una mo-
ci6n de orden.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Rodríguez José María: Se va ahora a discutir la personalidad del señor
Solares y no la del señor Verástegui, que ya todos conocemos. (Voces: ¡No! ¡No!)
-El C. Solares: Señores diputados: Desde hace unos quince días que llegué a
esta capital, supe que el señor Ved.stegui, haciéndose eco de antipatías netamente
personales, me iba a atacar e iba a atacar mi credencial. Me pregunta el señor Ve-
rástegui qué méritos tengo para venir aquí. Intelectualmente, ningunos; el señor
Verástegui afirma que yo soy un intruso; no he sido un intruso en esta Cámara,
ni mucho menos; hace dos años) aproximadamente, que, estando en Veracruz y nece-
sitando vivir, pedí dignamente un empleo; tenía la frente, como la tengo, muy limpia,
y puedo levantarla muy alto; yo nunca he sido político, señores, nunca he sido polí-
tico, porque no he nacido para ello; desde muy pequeño me gustó el arte, y he vivido
con independencia; de los cuarenta y cuatro años que tengo, veintidós, o sea la mitad
de mi vida, los he pasado independientemente; yo nunca he sido un pulpo que haya
estado pegado a un empleo del Gobierno. El señor Verástegui dice que yo he sido
aficionado al porfirismo . .Jamás pude haber sido aficionado al porfirismo, puesto que
en mi época tenía yo algunas facultades, según decían, para elevanne, y jamás pude
encontrar apoyo, jamás pude encontrar quien me impulsara en ese arte por el cual
yo suspiraba, y mal podía yo ser amigo, y mal podía yo apreciar a un Gobierno
que no me protegía. Volviendo a mi estancia en Veracruz, pedí un empleo entre
tantos y tantos amigos que tengo de esta causa, porque mucho antes de estar en
Veracruz he sido amigo de muchos señores que se encuentran aquí: abogados, gene~
l'ales, ingenieros, y han conocido mi medio, han conocido mi manera de pensar y he
567
vivido con ellos en la intimidad. Si alguno de 'los señores que están aquí cree que lo
que dice el señor Verástegui es verdad, que me haga el favor de decirlo. ¿No es
aSÍ, señor general Frausto?
-El C. Fraustro, interrumpiendo: Conozco al señor Solares y lo he considerado
como un elemento útil, desde cuando empezó a prestar sus servicios a la revolución;
no le conozco su vida política, por las razones que él mismo ha expresado.
-El C. Solar.es, continuando: Cotno este testimonio podria presentar muchos; pero
no quiero cansar a la Asamblea. El Gobierno de Veracruz, dignamente dirigido por
el señor general Cándido Aguilar, tuvo a bien hacerme, ha dos años, inspector de
la Ley del Trabajo, y me pasó lo mismo que me acaba de pasar aquí: se burlaban
de mí, se rieron de mí; que si yo era un tinterillo, que si yo iba a cumplir, etcétera,
y yo tengo la conciencia de que existe mi expediente en el Gobierno del Estado, y
allí se verá si he protegido a los obreros, si los he llevado por el buen camino y si
le he hecho la guerra al capital en el Estado de Veracruz por medio de la Ley del
Trabajo, tanto allí como en todas partes del Estado, porque he hecho que los patronos
cumplan con los obreros, a quienes he apoyado hasta el fin; esta ha sido mi labor
durante dos años en el Estado de Veracruz. Fui nombrado por el señor general
Aguilar, cuando era gobernador de aquel Estado; y pasó el señor general Aguilar
~a quien raras veces he podido dirigir la palabra-, vino el señor general Millán
y seguí ocupando el mismo empleo, habiendo continuado en las mismas circunstancias
que durante el tiempo del señor general Aguilar; después ocupó el Gobierno del
Estado el señor general Jara y seguí prestando mis servicios hasta la fecha, que
me separé para haber venido a esta Cámara.
¿ Que cómo tuve derecho a una curul? Muy sencillamente, señores: en el des-
empeño de mi empleo, estuve en Coatepec, como he estado en todos los cantones de
Veracruz, y favorecí a los industriales y a los obreros, a los cafeteros, a los alba-
ñiles, a los carpinteros, etcétera, y por ese motivo, ellos, en agradecimiento, lanza-
ron mi candidatura; al regresar a Veracruz, y en mi hotel, recibí una carta certi-
ficada, en la cual se me mandaba una credencial para poder venir a este Congreso.
Esta es mi historia política y esto es lo que tengo que decir a ustedes; por esta
l'azón me encuentro entre estos honorables caballeros. (Aplausos.)
-El C. V erástegui: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: El Reglamento no da derecho a hablar más que dos veces
sobre un mismo asunto; de manera que ya no me es posible concederla a usted.
-Un C. secretario: ¿ Se considera suficientemente discutido el dictamen? Los
que estén por la afirmativa, que se sirvan ponerse de pie. Sí se considera. Se pone
a votación. Las perso'nas que estén por la afinnativa, por que se apruebe el dicta-
men, que se sirvan poner de pie. Aprobado. (Se hace la declaración correspondiente.)
568
"Es válida la elección del C. Claudia N. Tirado como diputado suplente por el
1er. distrito electoral del Distrito Federal.
"Constitución y Reformas.
"Querétaro, diciembre 11 de 1916.-Porfirio del Castillo.-David Pastrana
Jaimes."
Está a discusión el dictamen. ¿ No . hay quien pida. la palabra? Los que estén
por la afirmativa, que se sirvan poner de pie. Aprobado.
(El ciudadano secretario hizo la declaración respectiva.)
569
doctor Cepeda, muy atacable y fácil de nulificar, porque tengo documentos, que yo
publicaré cuando crea conveniente, en contra de dicho señor, que no tiene nada de
revolucionario; pero, señores, ya hemos aprobado credenciales con sólo la credencial
misma, hemos aprobado credenciales sin ningún expediente y sería posible admitirlo;
pero ahora se nos presenta un caso en que no hay ni credencial ni expediente. Qué
¿ es forzoso, ya teniendo nosotros quorum suficiente, aprobar de rota batida una cre-
dencial por una simple carta del señor Cepeda y un telegrama del gobernador de
San Luis Potosí? Una copia simple de la credencial que no nos dice siquiera en qué
forma se hicieron las elecciones, ni si hubo suplente; creo yo que al no venir el
uoctor Cepeda, debió mencionar quién fue su suplente. (Voces: j Sí lo dice!) Pues
cuando menos, no hay una credencial enfrente de la Comisión, que para otros casos
hemos visto ha sido tan minuciosa y estricta. Ahora ésta, sin necesidad de credencial
ni de expediente, aprueba una elección por simples sospechas de que se haya efec-
tuado, y yo suplico a ustedes; no que votemos por la nulidad de la elección, sino
por que se suspenda el dictamen de la Comisión para que se pida, ya sea la creden-
cial, ya el expediente, no copia simple, sino los documentos efectivos, que, según
el Gobierno de San Luis Potosi, obran en poder del señor ministro de Gobernación.
-El C. Reynoso: Pido la palahra, señor presidente.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Reynoso: Ciudadanos diputados: Parece increíble que nuestro amigo Sa-
muel de los Santos diga que no tiene antecedentes revolucionarios el doctor Cepeda;
y parece increíble, porque todos conocemos a Samuel de los Santos desde hace mu-
cho tiempo, y el doctor Cepeda desde la revolución de 1910 se ha venido distinguiendo
continuamente; no sé si quince, diez y seis o veinticinco veces ha ingresado a la cár-
cel; lo que sí sé es, tanto Samuel de los Santos como yo, lo vimos en la peniten-
ciaría; estaba en otra crujía; pero allí estaba. ¿No era el doctor Cepeda uno de
los que iba a quemar el mismo gobernador del Distrito en la época huertiana, que
también se apellidaba Cepeda, a raíz del cuartelazo? ¿No fue aquel sinvergüenza (Ri-
sas). -Perdónenme ustedes la frase-, no fue el gobernador del Distrito el que sacó
a Cepeda de la penitenciaría y que si no ha sido por un acto de energía del director
de dicho establecimiento, lo habría quemado, como quemó vivo al general Gabriel
Hernández? ¿ No fue Cepeda el que estuvo organizando cuerpos de Ejército en San
Luis Potosí y mandándoselos al señor Carranza a Coahuila? (Voces: ¡No! ¡No!)
Sí, señores; y lo sé perfectamente, porque era yo secretario en el Gabinete del señor
Madero, y sucedió esto cuando el señor Cepeda estuvo de gobernador 6ln el Estado
de San Luis PotosÍ. Además, la derrota de Pascual Orozco en Chihuahua por el gene-
ral Huerta, cuando aquél mandaba la División del Norte, se debió en gran parte a
los esfuerzos y trabajos del señor general Cepeda. El doctor Cepeda proporcionó
como ocho mil hombres en aquella época y de San Luis se proporcionaron muchí-
simos elementos de guerra a la División del N arte. ¿ Cómo vamos a repudiar al señor
doctor Cepeda? Hay muchos otros que no han traído sus credenciales. (Voces: ¡ N o!
¡No!) Sí, señores; probablemente el señor De los Santos no se ha fijado, porque se
pone a conversar con los otros amigos y no se ha dado cuenta a la hora en que
se leen los dictámenes; .pero un ejemplo: los de Yucatán, el señor que está allí, don
Miguel Alanzo, no trajo credencial y -el expediente vino muchísimo después. ¿ Al
doctor 'Rodríguez no se le admitió una credencial por medio del telégrafo? ¿ Al señor
Ezquerro no se le permitió que trajera una credencial telegráfica? Y, ¿ cómo vamos
a comparar al señor Ezquerro con el doctor Cepeda? (Aplausos. Voces: ¡No! ¡No!)
Así es que yo suplico a ustedes den su voto aprobatorio en favor del señor doctor
Cepeda, por ser enteramente justo.
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente, para rectificar un hecho.
570
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadanQ Palavicini.
-El C. Palavicini: Señores, este debate que nos está quitando visiblemente el
tiempo, es cuestión de campaña electoral local. Mi distinguido amigo, el general De
los Santos, muy popular en San Luis Potosí. .. (Voces: ¡-No! ¡No!) No sé por qué
llegarán ustedes que lo sea; yo pienso que es muy popular el señor general De los
Santos en San Luis Potosí. (Voces: ¡No! ¡No!) El señor general De los Santos quiere
encontrar el campo completamente libre en San Luis. (Aplausos.) Señores, será pro-
bablemente que el doctor Cepeda es popular, y se habla mucho entre los veintinueve
o treinta candidatos que hay para gobernador de aquel Estado. Ahora bien; como
yo estoy seguro de que todos los argumentos que nos va a anticipar nuestro amigo,
los va a fundar cuando inicie la campaña electoral, suplico atentamente, cariñosa-
mente a dicho señor, que no inicie un debate completamente inútil y que guarde esos
documentos, para los cuales le ofrezco las columnas de "El Universal", cuando inicie
la campaña electoral para gobernador de aquel Estado, en contra del doctor Cepeda.
-El C. De los Santos: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano De los Santos.
-El C. De los Santos: Dije aquí, cuando vine hoy por primera vez, que no que-
ría decir nada del doctor Cepeda, de quien tengo muchas cosas que decir, y si las
digo ahora, es porque el señor Reynoso me ha obligado a ello. El señor Reynoso
me ha venido a echar en cara que yo hablaba del general Cepeda, siendo éste un
revolucionario y quién sabe cuántas cosas más; también Villa, señores, era un revo-
lu~ionario muy bueno. Se dijo aquí del doctor Cepeda lo que no ha hecho, y yo voy
a decir lo que hizo: el doctor Cepeda reconoció a Huerta, y aquÍ traigo la copia
del telegrama por el cual lo reconoció y la copia de' una carta. El doctor Cepeda,
siendo gobernador del Estado de San Luis Potosí a raíz del cuartelazo, en lugar
de secundar al Primer Jefe, lo traicionó, porque se había comprometido a secundarlo
y no cumplió; más todavía: el doctor Cepeda, siendo gobernador del Estado de San
Luis PotosÍ, mandó aprehender al hoy general Miguel Acosta, a quien por poco 10
fusilan, pues era un enviado de don Venustiano Carranza. El doctor Cepeda traicio-
nó a, Acosta, porque al mismo tiempo que en un mensaje le decía que pasara a la
ciudad de Matehuala para conferenciar, por otro lado le mandaba un mensaje al
jefe político, ordenándole que aprehendiera a Acosta. El doctor Cepeda -y esto no
es por la campaña de San Luis PotosÍ; pero me veo obligado a decirlo-, el doctvr
Cepeda, repito, por mediación de Emeterio de la Garza Jr., reconoció a Huerta 'Y le
pidió, entre otras cosas, dinero. (Leyó dos. telegramas que comprobaban su dicho.)
Así se mostraba revolucionario en ese tiempo el doctor Cepeda; más todavía; se po-
drá alegar y podría alegar el doctor Cepeda, que le faltó oportunidad, en vista de
que se había rodeado de todos los enemigos del señor Madero, como lo prueba aquí
toda la diputación de San Luis; se rodeó de todos los elementos enemigos, de todos
los élementos reaccionarios, y creo que eso es lo que aducía él para reunirse con el
señor Carranza; pero hubo más todavía: fue enviado especial de paz ante las fuerzas
l'evolucionarias del Norte; 'quiso sobornar a los generales Sauceda, Santoscoy y Dá-
"ila Sánchez, y volvió a México muy orondo a decir a Huerta que estaba arreglando
el asunto. Si fuera revolucionario y hubiera tenido intenciones de ir a la lucha en
contra de la dictadura, ¿ por qué no se quedó allá? ¿ Hubo algo que le evitara que-
dar.se? No, señor; esto es lo que no dijo el señor Reynoso. El señor Reynoso nada
me dijo sobre lo que convenía hacer para una buena defensa. Yo no hubiera querido
decir esto, sino hasta mejor oportunidad para mí; pero me obligaron, y lo dije. Por
esto no quiero que se apruebe o se repruebe su elección, pido que se aplace, porque
no hay credencial ni hay expediente. Porque se aprobó al señor Ezquerro por tele-
grama, ¿vamos a repetir los casos? Es decir: hemos hecho mal, ¿vamos.a seguir
571
haciendo lo mismo? Yo pido que se aplace nada más y no que se repruebe la cre~
dencial; he hecho la explicación de la personalidad revolucionaria del señor Cepeda,.
y por eso tuve que hablar de su credencial.
-El C. Rodríguez José María: Pido la palabra para una rectificación.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rodríguez.
-El C. Rodríguez José María: No es verdad que al señor Ezquerro se le haya
admitido sin credencial; ha presentado su credencial y su expediente debidamente
arreglado, y en ese concepto la Comisión 10 aceptó.
-El C. Cepeda Medrano: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Cepeda Medraría:
-El C. Cepeda Medrano: Señores diputados: ya el señor Reynoso, con abun-
dancia de hechos, nos ha demostrado suficientemente que el señor general Cepeda
es digno de ocupar su curul en este Congreso. Yo sólo agregaré lo que todos cono-
cemos perfectamente: que el· señor doctor y general Cepeda eminentemente revolu-
cionario, de principios, un hombre leal, patriota y valiente, que ha prestado impor-
tantes servicios, no solamente en el Estado de Coahuila, de donde es oriundo, sinO'
en muchísimas partes de la República adonde lo ha enviado con comisiones especia-
les el ciudadano Primer Jefe de la actual revolución.
Es imposible y casi inexplicable que el señor general De los Santos venga aquí
y presente documentos que no nos comprueba que tsean auténticos y de dónde han
sido sacadas esas copias que él dice ha conseguido; no pueden hacer prueba para
condenar la credencial del señor Cepeda. El señor general Cepeda, a quien muchos
de ustedes conocerán de nombre; pero a quien muchos coahuilenses conocemo,s ínti-
mamente por los importantes servicios que ha prestado a la revolución, es por quien
vengo a pedir y a solicitar, como un acto de verdadera justicia, que se apruebe su
credencial, muy limpia, mucho más limpia que la de muchos de sus detractores, y
aun de algunos que se encuentran ocupando una curul en este Congreso. (Siseos.
Voces: ¡No! jNo!) Estoy autorizado para hablar en esta forma, porque tengo li-
bertad y porque aquí se nos permite decir las verdades desnudas; pues si el señor
De los Santos insulta al señor Cepeda, a los amigos del señor Cepeda se nos debe
permitir defender su credencial. Nosotros los coahuilenses, los que vivimos en la
tierra bendita que ha dado tantos hombres a la revolución, no podemos permitir
nunca que se manche la reputación de un hombre honrado, porque en Coahuila, se-
ñores, así como ha habido muchos traidores, también ha habido muchos patriotas;
nosotros conocemos al señor Cepeda, sabemos que es un hombre honrado, un revo-
lucionario de principios, y si no fuera así, nosotros hubiéramos sido los- primeros en
condenarlo, nosotros hubiéramos sido los primeros en combatir su credencial. El
señor Cepeda tiene igual grado que el señor De los Santos, y lo ha ganado en muchas
batallas, y con muchos sacrificios: cuando mataron a su hermano en Puebla, inme-
diatamente, estando en el Norte, en su terruño, se presentó voluntariamente para
vengar la sangre de su hermano y para seguir luchando por la revolución; y ahí,
llorando delante del cadáver de su hermano, nos dijo a los que le acompañábamos
a la última morada: "Juro por la sangre de mi hermano, defender a la revolución
y dar por ella hasta la última gota de .mi sangre." Esto nos dijo, repito, delante
del cadáver de su hermano, con las lágrimas en los ojos, con la verdad en el alma.
El Iseñor general Cepeda no tiene ningún parentesco conmigo, señores; somos hijos
del mismo Estado, somos vecinos, y si llevamos el mismo apellido, es porque ésto;"l
pertenece a una familia inmensamente grande en el Estado; pero no lo vengo a
defender aquí ni por parentesco ni P9r amistad. Lo conozco íntimamente; he visto
cómo, repetidas veces, ha convocado a los revolucionarios de principios para com-
batir eficazmente t por la revolución y para defender a la patria cuando ésta
572
.l3e ha encontrado en peligro. El señor Cepeda es un hombre sincero, un valiente y
digno de ocupar 'una curul en este Congreso; por eso os pido que votemos en su
favor y que no nos dejemos llevar de la animadversión del señor De los Santos, a
quien ha descubierto el señor Palavicini, y que ambiciona ocupar el Gobierno de
San Luis Potosí.
-El C. De los Santos: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. De los Santos: Yo no hé pedido que no se acepte al señor Cepeda, ni
tampoco he pedido que no se acepte esa credencial cuando venga. Yo pedí a la Asam-
blea un voto suspensivo. En cuanto a lo revolucionario del doctor Cepeda, _yo no he
dicho que no haya sido revolucionario: yo dije que fue y no fue revolucionario, pues
.el doctor Cepeda se unió con nosotros, con el grado de general, después de la toma
de México; el doctor Cepeda nunca ha sido coronel ni teniente coronel; que el doctor
Cepeda es más revolucionario que yo, puede ser, no discuto mi personalidad, porque
nfortunadamente ya se aprobó mi credencial (Risas). Yo, señores, pido a la honf)··
l'able Asamblea que, conforme a la ley, dé un voto de suspensión hasta que venga
la credencial con, su expediente.
-El C. presidente: Sírvase usted presentar esa petición por escrito, para que
.esté conforme al Reglamento.
-El C. Martí: Pido la palabra simplemente para ún hecho que es de justicia.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Martí.
-El C. Martí: Que el doctor Cepeda no se pudo quedar con nosotros en la re-
-volución, porque su familia, perfectamente vigilada, estuvo en la ciudad de México,
en rehenes, como les consta a algunos sefiores que están aquí.
-El C. Magallón: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Magallón.
-El C. Magallón: Señores diputados: El ciudadano diputado De los Santos, ha
.dicho que el señor doctor Cepeda reconoció a Huerta, y al efecto ha dado lectura a
.algunos documentos. Esos documentos son perfectamente refutables. Cuando se dis 4
.cutió la credencial del señor Palavicini, se le hicieron cargos terribles, por ejemplo,
se dio lectura a algunas declaraciones que hizo en 1910. Se probó en esta tribuna
que el señor Palavicini y algunos diputados renovadores habían votado en favor
.del empréstito. (Voces: ¡No es cierto!); pero el señor Palavicini después demostró
que no era cierto; de la misma manera, si el doctor Cepeda estuviera aqui, demos-
traría que lo que ha dicho el ciudadano diputado De los Santos es perfectamente re-
futable. Yo, como jefe de una Sección de la Secretaría de Gobernación, puedo ma-
nifestar a ustedes que he leído en el archivo de la misma Secretaría, el expediente
que el ministro de Gobernación de aquellas fechas le siguió al doctor Cepeda, y en
ese expediente está perfectamente comprobado que el 19 de febrero de 1913, el
doctor Cepeda se puso de acuerdo con el señor Carranza, y la nota telegráfica en
que se puso de acuerdo con el señor Eulalia Gutiérrez, que entonces era presidente
municipal de un pueblo ce,rcano a San Luis Potosi, de que era gobernador el doctor
Cepeda; en el curso del expediente aparece que el doctor estuvo siempre cumpliendo
con su deber, de acuerdo con el señor Carranza; en el proceso que se le siguió se
demostró evidentemente que estuvo siempre en la revolución, al lado del Primer Jefe,
-y entonces casi estuvo a punto de ser quemado en la penitenciaría por Enrique Cepeda,
gobernador del Distrito, como quemó al general Gabriel' Hernández. Mucho me ex~
traña que a cada momento se esté citando al señor Ezquerro porque estuvo veinte
días en la Convención, cuando el señor general De los Santos no sólo estuvo veinte,
sino más tiempo, como se ha expresado en un documento que circuló entre la Asam~
573
blea, firmado por el señor general Nafarrate. (Aplausos.) Es muy extraño y yo no
sé por qué existe cierta saña entre algunos diputados en contra del señor Ezquerro.
(Voces: ¡Nol ¡No!) Sí, porque estando el señor De los Santos en el mismo caso que
el señor Ezquerro, puesto que también sirvió a la Convención, quizá porque Ezquerro
no es general, se le trata de esta manera. Si acaso existen dudas de la actitud que
haya asumido el doctor Cepeda en los días trágicos del cuartelazo, yo me permitiría
proponer que se pidieran copias del proceso que se le incoó, del cual se desprende
fácilmente que estuvo del lado del señor Carranza.
-El C. Palavicini: Para una moción de orden, pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Palavicini: Suplico a la Presidencia ordene a la Secretaría consulte a la
Asamblea si considera suficientemente discutido el dictamen.
-Un C. secretario: Se pregunta a la Asamblea si está suficientemente discutido
el dictamen. En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la
• afirmativa sírvanse poner de pie. Aprobado.
La Presidencia, por conducto de la Secretaría, declara: es diputado propietario
por el 3er. distrito electoral de San Luis Potosí, el C. Rafael Cepeda, y suplente por
el mismo distrito, el C. Rafael Martínez.
-El C. Dávalos Marcelino: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Dávalos.
-El C. Dávalos: Con 6bjeto de que se recuerde a la Asamblea que en un artículo
reformado de nuestro Reglamento se prohiben las alusiones personales y, sin embar-
go, se han estado haciendo. No creí oportuno interrumpir al orador; pero es bueno
que se tenga presente ese artículo j que todas las que se hagan se contesten, como
dice el Reglamento, al terminar la discusión de los asuntos del día.
574
-El C. Palavicini: Me 'permito indicar que esta no es una moción, sino de la más
elemental hidalguía y, además, ya hemos hecho lo mismo cuando se trató del señor
Barrón; sin embargo, -pido a la honorable Asamblea cinco minutos para presentar la
proposición por escrito.
-El C. Palavicini, aborda la tribuna cinco minutos después: Señores diputados:
No se necesita fundar una proposición como ésta: únicamente voy a leerla, porque mi
.letra sería difícil que la entendiera el señor secretario. Dice así:
"Honorable Congreso Constituyente.-Presente.
"Atentamente suplico a la honorable Asamblea se suspenda la discusión del dic-
tamen sobre la credencial del señor ingeniero Cristóbal del Castillo, diputado por
Chiapas, mientras éste puede presentarse, por estar actualmente enfermo, en esta
misma ciudad de Querétaro.
"Constitución y Reformas.-Diciembre 12 de 1916.-Félix F. Palavicini." (Rú-
brica.)
Creo que es elemental que, habiendo llegado el señor Castillo a presentar su cre-
d~ncial y habiéndose enfermado aquí mismo, se le espere para que pueda presenciar
el debate de esa credencial.
-Un C. secretario: ¿ Se toma en consideración la moción suspensiva'! Los que
estén por la afirmativa, sírvanse poner de pie. Sí se toma en consideración.
-El C. Navarro Luis T., interrumpiendo: Para preguntar al señor Palavicini por
cuánto tiempo será esa suspensión.
-El C. Palavicini: No soy el médico del seilor.Castillo.
-El C. Espinosa: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra. (Voces: ¡No, ya está aprobado!)
-El C. Espinosa: Unicamente para hacer una aclaración.
-El C. presidente: Hable usted.
-El C. Espinosa: Para manifestar a la Asamblea que el señor Clemente Castillo
está enfermo sencillamente de un catarro que no le impide en lo absoluto venir a esta
Cámara; pero que sabiendo de antemano que yo estaba dispuesto a atacar su creden-
cial, no quiere estar presente en el momento de su discusión; esa es la razón y no
otra, por la que no se encuentra aquÍ; y hay más: el señor Palavicini tiene especial
deseo de que se aplace esta credencial, no para que el señor Castillo venga ,a defen-
derse, sino porque yo cometí la indiscreción de decir que había extendido una carta
recomendatoria al señor presidente de la Asamblea, y, naturalmente, él creyó que
-iba a impugnar este proceder. Hay, pues, de por medio un interés personal en la
moción que hace el señor Palavicini, y, por tanto, 'yo suplico a ustedes que no se tome
en cuenta y se proceda a discutirla desde luego.
-El C. Dávalos: Pido la palabra para una moción.
-El C. presidente: Se concede la palabra al ciudadano Dávalos:
-El C. Dávalos: Para manifestar que ya está aprobado el que se aplace.
-Un C. secretario: Está abierta la discusión- sobre la moción del ciudadano Pa-
lavicini. Si los señores diputados quieren impugnarla, pU,eden pasar a inscribirse.
-El C. Suárez: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra. el ciudadano Suárez.
-El C. Suárez: Para manifestar que a mí me consta que está enfermo el ciu-
dadano Castillo, porque vivo en el mismo cuarto con él y porque soy su compañero;
además, hay otra cosa: que el señor Espinosa es enemigo pel'sonal del señor Castillo,
como lo comprobaré.
-El C. Espinosa: No es cierto.
-Un C. secretario: En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que
estén por la afirmativa, se servirán poner de pie. Aprobada.
575
7
576
No se tuvo con oportunidad el aviso y no se conocía antes la nueva división te~
rritorial de Tepic, y de allí vino que la junta Computadora del 3er. distrito electoral
firmó como 29 _distrito en Santiago Ixcuintla; esto ha venido a aclararse con el últi-
mo telegrama del jefe político, en que demuestra que ha habido tres distritos electo~
rales. Expresa el mensaje, que el 1er. distrito electoral tuvo por cabecera Tepic; allí
están expedidas las primeras credenciales a favor de los señores Cristóbal Limón
y Marcelino Cedano, propietario y suplente respectivamente. El 29 distrito tuvo por
cabecera a Santiago Ixcuintla; allí están expedidas las otras dos credenciales a favor
de los señores Lim6n y Cedano, como propietario y suplente, respectivamente. El
3er. distrito tuvo por cabecera a Ixtlán; aquí es donde aparece expedida la credencial
del señor Bávara. De las credenciales aparece que los señores Limón y Cedano resul~
taron electos.
-El C. Reynoso: Señor presidente, pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Reynqso.
-El C. Reyno50: Señores diputados: La ley de convocatoria' del señor Carranza
dice clara y tenninantemente que la división de los distritos electorales será la mis~
ma que sirvió para las elecciones de 1910. Eri esa condición, el censo de 1910, o mejor
dicho, la divisi6n territorial de 1912, es la que se tuvo presente. Como en 1912 se
eligieron dos diputados por el Territorio de Tepic, no pueden elegirse más diputados
aquí por ese mismo distrito. Es natural, por lo mismo que el señor Limón y su su~
plente hayan tenido dos credenciales por los distritos que no existen, porque no es
más que uno solo. Lo que sucede es que vienen las credenciales a favor de los señores;
pero si hubieran venido a nombre de otras personas, se hubieran defendido y hubie-
ran demostrado que por el Territorio de Tepic no puede haber más que dos diputados.
-El C. Limón: Señor presidente, pido la palabra.
-El C. presidente; Tiene la palabra el ciudadano Limón.
-El C. Limón: Señores diputados: Desde tiempo inmemorial, diríamos así, la
división territorial del Territorio de Tepic está compuesta de tres distritos electo-
rales: el 19, Tepie; el 29, Santiago Ixcuintla, y el 39, Ixtlán. Por error del presidente
de la Junta Computadora se puso el 19 en lugar del 29, sencillamente.
-El C. Palavieini: Pido la palabra, señol' presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Palavieini: La Comisión Revisora de Credenciales, que preside mi dis-
tinguido amigo el señor Porfirio del Castillo, es profundamente escrupulosa; ustedes
lo recuerdan: es una Comisión que no' deja de vigilar una por una las boletas, que
no deja de vigilar una por una las actas de cada casilla y una por una las actas de
instalación. El señor Del Castillo es exigente en cuestión de Ley Electoral, el señor
Del Castillo no puede, no debe permitir, porque así es su conciencia legal, que se
aprueben credenciales supuestas, ni errores de cómputo en falsas boletas; pero el se-
ñor Del Castillo acepta la credencial del señor Limón, porque el expediente se que~ó,
y aprueba también la credencial del otro distrito, porque también en eSe desgraciado
accidente se perdió el expediente y no hubo manera de vigilar el cómputo; pero no
se conforma con eso, sino que modifica la Ley Electoral y nos multiplica los distritos
electorales de Tepic, para traernos un nuevo diputado. Cuando el señor Del Castillo
no quiere ver aquí a representantes que no le son simpáticos, su vigilancia legal es
extrema; cuando el señor Del Castillo tiene interés en meternos a un diputado, modi-
fica derecho, cambia la Ley Electoral y nos trae un diputado que sólo existe en su
imaginación. En concreto, señores diputados, el Territorio de Tepic no ha dado nin-
gún representante; de Tepic no ha llegado un solo expediente electoral; de allí no
577
ha habido una sola boleta y, sin embargo, tenemos el honor de contar entre nosotros
al distinguido señor Limón y al distinguido señor Cedano; y bien, todavía la Comisión
Revisora nos ha descubierto un nuevo diputado, nos ha descubierto una nueva cre-
dencial y tenemos un jefe político que nos dice también que hubo un tercer distrito;
y allá va esa credencial y nos manda un documento con cuatro o cinco firmas; no
importa que la Ley Electoral diga que debemos sujetarnos al censo de 1910 y a la
división territorial de 1912; eso no importa, porque es una cuestión de ley y ya ven
ustedes que el señor Del Castillo no quiere dejar pasar inadvertidos los preceptos
legales; él es muy apegado a estas cuestiones; pero, señores diputados, ya hemos
cometido tantas irregularidades, que yo aconsejaría a ustedes que dejemos a Tepic,
al futuro Estado del Nayarit, con sus dos diputados, que no inventemos uno más,
porque eso sería contrariar el espíritu y la letra de la ley y el sentido común.
-El C. Magallón: Ciudadano presidente, pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Magallón.
-El C. Magallón: Al Congreso de 1912 concurrieron tres diputados por el Te-
rritorio de Tepic, que fueron: Castillo Ledón, doctor Ortiz y Mañón Ruiz; de modo
es que desde entonces han venido a la Representación Nacional tres diputados por el
Territorio de Tepic, que son los mismos que ahora propone la Comisión Revisora de
Credenciales.
-El C. Cedano: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Se concede la palabra al ciudadano Cedano.
-El C. Cedano: Señores diputados: Tengo el honor de presentarme a esta ho-
norable Asam})lea, no precisamente a obligar que se acepte nuevamente una postu-
lación que ya se ha aceptado. Entiendo yo que el señor Palavicini, al hablar en con-
tra mía, no ha tomado en consideración que se ha dicho la elección del señor Limón
y la mía han sido aprobadas ya por la Asamblea, y que se trataba simplemente de hacer
la renuncia o de hacer la aclaración de renuncia por la representación de un distrito,
dejando la representación por el otro distrito. Todavía si se tratara simplemente de
las aclaraciones relativas a la forma en que fue hecha la elección, creo que entonces
sí podrían mostrarse algunos antecedentes o constancias para los que aún no conocen
los hechos. Oportunamente se fijó La división territorial en Tepic, y anteS de las elec-
ciones, esa división territorial fue comunicada a la Secretaría de Gobernación y en-
tiendo que la Secretaría de Gobernación, al no haber puesto tacha, estaba conforme
con esa división propuesta por el ciudadano Primer Jefe. Por tanto, no se trata aquí
sino de hacer una modificación a todo 10 hecho, simplemente de aprobar o reprobar
un acuerdo ya aprobado por la Asamblea. Si esta aprobación ha sido errónea por falta
de reflexión, sería de aprobación. Nada tengo que agregar sobre el particular, sino
sólo 'en el caso de que ,se me hiciera otro cargo más, digno de tenerse en cuenta.
-Un C. secretario: Se pregunta a la Asamblea si está suficientemente discutido~
(Voces: ¡Sí! ¡Sí!) En ·votación económica se pregunta si se aprueba.
_El C. Palavicini: Yo suplico a su señoría que mande votar separadamente esas
proposiciones, porque allí está la rectificación acerca de los tres diputados.
-El C. Limón: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Limón: Está probado que está dividido en tres distritos Tepic: se puso
por un error que eran dos distritos; pero siempre han sido tres.
-El C. Palavicini: Bien, no entiendo.
-Un C. secretario: Se va a poner a discusión la primera proposición. (Voces:
¡Todo! ¡Todo!)
578
-El C. Palavicini: Una por una. (Voces: ¡Ya está aprobado!)
-Un C. s~cretario: Las proposiciones primera y segunda, que dicen:
"Primera. Es válida la elección de los ciudadanos Cristóbal Limón, como diputa-
do propietario, y Marcelino Cedano, como suplente, por el 29 distrito electoral de
Tepic.
"Segunda. Es válida la elección de los ciudadanos Juan Espinosa Bávara, como
diputado propietario, y de .Guillermo Bonilla, como suplente, por el 3er, distrito elec-
toral de Tepic, y no por el 29, como antes se habia aprobado."
Se aprueba este dictamen para que pase a la Comisión. (Voces: ¡No! ¡No!)
-El C. Navarro Gilberto M.: Pido la palabra. Se aprobó por el primero de los
distritos y como salió por el segundo, ahora se pregunta para no errar.
-Un C. secretario: Los que aprueben esta primera proposición, que se sirvan
poner de pie. Aprobada.
Los que aprueben la segunda proposición que se sirvan poner de pie. Aprobada.
La tercera proposición dice:
"Tercera. Llámese al ciudadano Marcelino Cedano para que concurra al honora-
ble Congreso Constituyente en representación del 29 distrito electoral del Territorio
de Tepic,"
Los que aprueben esta tercera proposición, que se s~rvan poner de pie. Aprobada,
(La Presidencia, por conducto de la Secretaría, hace las declaratorias corres-
pondientes.)
579
9~ SESION ORDINARIA
CELEBRADA
EN EL TEATRe ITURBIDE LA MA~ANA DEL MARTES
12 DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
l.-Se abre la sesión, se lee el acta, de la anterior, que es B¡'lobada previa una acla-
ración del C. ROSBS y Reyes. Al ir a dar cuenta con los asuntos en cartera, se
suscita un incidente entre el C. Palavicini y la Presidencia.
2.-Se nombran comisiones para visitar al C. Enrique O'Farrill y 'para acompañar a
los ciudadanos diputados que van a rendir la protesta de ley.
3.-Rinden la protesta algunos ciudadanos diputados.
4.-Se levanta la sesión.
581
-El C. Palavicini: Esas son cuestiones que deben tratarse en seSIon económica
y no en sesiones públicas del Congreso. Así lo previene el Reglamento, y yo suplico
a la Secretaría que dé lectura al artículo 35, en su fracción nI.
-Un C. secretario: El articulo 35, fracción nI, dice así:
"III. Los asuntos puramente económicos de la Cámara."
Por orden del ciudadano presidente se da lectura al artículo 62 del Reglamento,
que dice:
"Artículo 62. Ninguna proposición o proyecto podrá discutirse sin que primero
pase a la Comisión o comisiones correspondientes y éstas hayan dictaminado. Sólo
podrá dispensarse este requisito en los asuntos que por acuerdo expreso de la Cámara
se calificaren de urgente o de obvia resolución."
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano ¡'alavicini.
-El C. Palavicini: Suplico atentamente que las cuestiones económicas de la Cá-
mara, como todas las licencias, sueldos, representaciones, etcétera, así como las cues-
tiones de intimidad de los miembros de la misma, sean tratadas en sesión económica.
Se nos dio cuenta con un ofrecimiento del ciudadano administrador del Timbre, para
situar fondos por cuenta de los señores diputados, y yo no reclamé el trámite, por-
que era una cuestión de general interés; pero, señores, vamos a tratar 10 de la Cons-
titución y dejemos las cuestiones económicas.
-El é. presidente: ¿ Se acepta la proposición del señor Palavicini? (Voces: ¡No!
jNo!)
-El C. Palavicini: Es de justicia, es de Reglamento.
-El C. presidente: Yo estimo que debemos, por conveniencia, dar cuenta con to-
das las solicitudes de licencia, aunque se pudiera decir que son asuntos económicos,
y que se tramiten inmediatamente, para llamar, en su caso, a los suplentes y que
presten la protesta legal.
-Un C. secretario: Se ha presentado la siguiente solicitud:
"El que subscribe, diputado propietario al honorable Congreso Constituyente,
suplica muy atentamente se le conceda licencia por tiempo indefiriido, para desempe-
ñar una comisión que se le ha encomendado; a la vez, se halla mi suplente, quien
quedará en mi lugar.
"Protesto mi mayor consideración y respeto.
"Constitución y Reformas.~Querétaro, 11 de diciembre de 1916.-Nicéforo Zam-
brano.-Rúbrica.
"Al C. presidente del honorable Congreso Constituyente.-Presente."
En votación económica se pregúnta si es de concederse. Los que estén por la
afirmativa, que se sirvan ponerse de pie. Concedida.
-El C. Palavicini: Para completar el trámite, que se llame al suplente de una
vez, de esa manera aceptamos todo lo relativo.
-El mismo C. secretario: Consúltese a la Asamblea si es de concederse la licen-
cia y, en caso afirmativo, llámese al suplente. En votadón económica se pregunta si
se acepta el trámite. Los que estén por la afirmativa, que se sirvan ponerse de pie.
Se concede.
Por las mismas razones anteriores es necesario dar cuenta con las demás solicitu-
des. Se da cuenta con la siguiente:
"Por gravísimo estado de mi señora madre, ruégole concederme ocho días licen-
cia.-Progreso, 109.-Hilario Medina."
Consúltese a la Asamblea si es de concederse. En votación económica se pregun-
ta; los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Concedida. Otra que dice:
"En vista de encontrarse gravemente enferma mi esposa, la señora Rosa A. de
Rivera, según lo acredita la constancia que acompaño, me permito suplicar de la
582
manera más respetuosa al honorable Congreso Constituyente se sirva concederme
una lice!lcia por siete días, contados a partir de esta fecha, para poder dejar de con·
currir a mis labores como diputado por el 8Q distrito electoral del Estado de Puebla.
"Suplicando a ustedes, señores secretarios, se sirvan dar cuenta de esta mi peti-
ción, les protesto mi atenta considera~ión.
"Constitución y Reforrnas.-Querétaro, 12 de diciembre de 1916.-José Rivera.
"CC. secretarios del Congreso Constituyente.-Presente."
En votación económica s"e pregunta si es de concederse. Las personas que estén
por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Concedida.
583
10~ SESION ORDINARIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA TARDE DEL MARTES
12 DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
l.-Se pasa lista, se abre la sesión y se aprueba sin diseusión el acta de la anterior.
2.-EI C. Chapa inform~ de su comisión.
3.-Se da lectura a los asuntos en eartera y a 108 diétámenes de los articulos 5Y, 89
y 6'? Y presta la protesta de ley el C. Lisandro López.·
".-Ocupa la presidencia el C. Aguilar Cándido y se pone a discusión el Preámbulo
de la Constitución.
5.-En votación nominal se desecha el dictamen. Se levanta la sesión.
-El C. prosecretario Bojórquez, a las 4.15 p.m.: Hay una asistencia de 150 ciu-
dadanos diputados. Hay quorum.
-El C. presidente: Se abre la sesión.
-El C. secretario Truchuelo da lectura al acta de la seilión anterior. Está a dis-
cusión. ¿ No hay quien tome la palabra? En votación económica; ¿ se aprueba? Apro-
bada.
585
hiciéramos del conocimiento de este Congreso su agradecimiento por esa muestra
de simpatía, de la cual había tenido conocimiento por la prensa opOltunamente y a
raíz de la muerte de su senora madre, cumpliendo así nuestro encargo.
-El C. presidente: La Mesa da las gracias a la comisión por su eficacia.
586
"En concepto de la Comisión, despu~s de reconocerse que nadie puede ser obli-
gado a trabajar contra su voluntad y sin retribución, debe advertir¡;;e que no por eso
la ley autoriza la vagancia; sino que, por lo contrario, la persigue y castiga.
"Juzgamos, asimismo, que la libertad de trabajo debe tener un límite marcado
por el derecho de las generaciones futuras. Si se permitiera al hombre agotarse en el
trabajo, ,seguramente· que su progenie resultaría endeble y quizá degenerada, y ven-
dría a constituir una carga para la comunidad. Por esta observación proponemos se
limiten las horas de trabajo y se establezca un día de descanso forzoso en la. semana,
sin que sea precisamente el domingo. Por una razón análoga creemos que debe prohi-
birse a los niños y a las mujeres el trabajo nocturno en las fábricas.
"Ha tomado la Comisión estas últimas ideas, de la iniciativa presentada por los
diputados Aguilar, Jara y Góngora. Estos CC. proponen también que se establezca la
igualdad de salario en igualdad de trabajo; el derecho a indemnizaciones por acciden-
tes del trabajo y enfermedades causadas directamente -por ciertas ocupaciones indus-
triales; así como también que los conflictos entre el capital y el trabajo se resuelvan
por comités de conciliación y arbitraje. La Comisión no desecha estos puntos de la
citada iniciativa; pero no cree que quepan en la sección de las garantías individuales;
así es que aplaza su estudio para cuando llegue al de las facultades del Congreso.
UEsta honorable Asamblea, por iniciativa de algunos diputados, autorizó a la
Comisión para retirar su anterior dictamen respecto del artículo 59, a fin de que pu-
diera tomarse en consider~ción una reforma que aparece en un estudio trabajado por
el licenciado Aquiles Elorduy. Este" jurisconsulto sugiere como medios de exterminar
la corrupción de la administración de justicia, independer a los funcionarios judicia-
les del Poder Ejecutivo e imp¡;mer a todos los abogados en general la obligación de
prestar sus servicios en el ramo judicial. El primer punto atañe a varios artículos que
no pertenecen a la sección de las garantías individuales; el segundo tiene aplicación
al tratarse del articulo 59 que se estudia. La tesis que sustenta el licenciado Elorduy
es que, mientras los abogados postulantes tienen acopio de fuerzas intelectuales,
morales y económicas para hacerse dominantes, los jueces carecen de estas mismas
fuerzas para resistir el dOl:ninio; y busca, por tanto, la manera de contrabalancear la
fuerza de ambos lados o de hacerlo predominante del segundo lado. Hace notar el
autor de dicho estudio, que los medios a qu~ se recurre constantemente para obligar
a los jueces a fallar torcidamente, son el cohecho y la presión moral, y opina que uno
y otro se nulificarían escogiendo el personal de los tribunales entre individuos que
por su posición económica y por sus caudales intelectuales y morales, estuviesen en
aptitud de resistir aquellos perniciosos influjos.
"Pero cree el licenciado Elorduy que no puede obtenerse el mejoramiento del
personal, fiando en la espontaneidad de los ciudadanos; sino por medio de obliga-
ciones impuestas por el Estado. Tal obligación sería justa, supuesto que la instruc-
ción pública ha sido siempre gratuita en nuestro país, y nada má~ natural, como que
los que la han recibido compensen el ser\"l.cio en alguna forma.
"La Comisión encuentra justos y pertinente,s los razonamientos del licenciado
Elorduy y, en consonancia con ellos, propone una adiciól,1 al artículo 59 en el sentido
de hacer obligatorio el servicio en el ramo jUdicial a todos los abogados de la Re-
pública.
"Por tanto, consultamos a esta honorable Asamblea la aprobación de que se
trata, modificada en los términos siguientes:
"Artículo 59 Nadie p~drá ser obligado a prestar trabajos personales sin la justa
retribución y sin su pleno consentimiento, salvo el trabajo impuesto, como pena por
la autoridad judicial. La ley perseguirá la vagancia y determinará quiénes son los
que incurren en este delito.
587
UEn cuanto a los servlClos públicos, sólo podrán ser obligatorios, en los térmi-
nnS que establezcan las leyes respectivas, el de las armas, el servicio en el ramo
judicial para todos los abogados de la República, el de jurado y los cargos de elección
popular, y obligatorias y gratuitas las funciones electorales.
"El Estado no puede permitir que se lleve a efecto ningún contrato, pacto o
convenio que tenga por objeto el menoscabo, la pérdida o el irrevocable sacrificio de
la libertad del hombre, ya sea por causa de trabajo, de educación o de voto religioso.
La ley, en consecuencia, no permite la existencia de órdenes monásticas, cualquiera
que sea la denominación y objeto con que pretendan erigirse. Tampoco puede ad-
mitir convenio en el que el hombre pacte su destierro o en que renuncie temporal o
permanentemente a ejercer determinada profesión, industria o comercio.
"El cor:ttrato de trabajo sólo obligará a prestar el servicio convenido por un
período que no sea mayor de un año, y no podrá extenderse en ningún caso a la
renuncia, pérdiq,a o menoscabo de cualquier derecho político o civil.
"La jornada máxima de trabajo obligatorio no excederá de ocho horas, aunque
éste haya sido impuesto por sentencia judicial. Queda prohibido el trabajo nocturno
en las industrias a los niños y a las mujeres. Se establece como obligatorio el des-
canso hebdomadario."
"Sala de Comisiones.-Querétaro de A.rteaga, diciembre 22 de 1916.-General
Francisco J. Múgica.-Alberto Román.-L. G. Monzón.-Enrique Recio.-Enrique
Colunga."
El trámite es: minístrense a los señores diputados, copias de este proyecto j dése
el aviso correspondiente al ciudadano Primer Jefe, encargado del Poder Ejecutivo;
se señala el plazo de cuarenta y ocho horas para poner a discusión el dictamen.
Dice así el siguiente dictamen:
"Ciudadanos diputados:
"Respecto del artículo 89 del proyecto de Constitución, cree inútil la Comisión
entrar eh explicaciones para proponer sea aptobado dicho precepto, por tratarse de
un punto enteramente sencillo y que no provoca observación alguna.
"Consultamos, en consecuencia, que se apruebe dicho articulo textualmente:
"Artículo 89" Los funcionarios y empleados públicos respetarán el ejercicio del
derecho de petición, siempre que ésta se formule por escrito, de una manera pacífica
y respetuosa; pero, en materia política, sólo podrán hacer uso de ese derecho los
ciudadanos de la República.
jiA toda petición deberá recaer un acuerdo" escrito de la autoridad a quien se
haya dirigido, la que tiene obligación de hacerlo conocer en breve término al
peticionario."
"Querétaro de Arteaga, 12 de diciembre de 1916.-General Francisco J. Múgica.-
Alberto Román.-L. G. Monzón.-Enrique Recio.-Enrique Colunga."
El trámite es: minístrense copias a los ciudadanos diputados y señálese el plazo
de veinticuatro horas para poner a discusión el dictamen, y dése el aviso correspon-
diente al ciudadano encargado del Poder Ejecutivo.
-El C. Machorro N aryáez: Reclamo el trámite. Ese dictamen objeta el proyecto
de la Primera Jefatura; por tal motivo, debe concedérsele el plazo de cuarenta y
ocho horas para su discusión.
-El C. De la Barrera: Yo desearía saber si la Comisión no ha alterado el orden
de los artículos, porque los articulas 69 y J 79 no los han leído y ya están en el
artículo 89
-El C. Múgica: El artículo 79, señores, que indudablemente despertará la aten-
ción de la Cámara, lo tenemos ya estudiado, sólo que el compañero encargado de,
formular el dictamen había suprimido por olvido un artículo en él y por esa razón no
588
lo firmamos hoy, siendo esa la razón por la cual no se lee esta tarde j pero mañana
en la mañana se presentará a esta honorable Asamblea.
-Un C. secretario: El ciudadano presidente dispone se pregunte si "hay algunos
ciudadanos diputados que no hayan prestado la protesta legal, en cuyo CaSO se sirvan
pasar a hacerlo.
(Rinde la protesta el C. Lisandro L6p~;¡:.)
-Un C. secretario: Dice así el dictamen de la Comisión de Constitución, relativo
al artículo 69:
"Ciudadanos diputados:
"El artículo 69 del proyecto de Constitución, relativo a la libertad del pensa-
miento, o más bien, de la exterminación del mismo, se ha tomado casi literalmente
de la Constitución de 1857. Las razones que lo justifican son las mismas que se
trajeron al debate en esa histórica Asamblea, lo cual exime a la Comisión de la
tarea de formular su oponión, pues le basta con remitirse a las crónicas de aquella
época.
"Proponemos, por tanto, se apruebe el siguiente:
"Artículo 69 La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisi-
ción judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque la moral, los derechos
de tercero, provoque algún crimen o delito, o perturbe el orden público."
"Que~étaro de Arteaga, diciembre 12 de 1916.-General Francisco J. Múgica.-
Alberto Román.-L. G. Monzón.-Enrique Retio.-Enrique Colunga:"
-El C. Cepeda Medrano: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Cepeda Medrano;
-El C. Cepeda Medrano: He pedido la palabra para suplicar muy respetuosa-
mente al señor presidente del Congreso, se sirva ordenar a quien corresponda, se
nos proporcionen oportunamente copias de cada uno de los artículos sobre los que
ha dictaminado la Comisión, porque hasta la fecha no obran en nueatro poder.
-Un C. secretario: La Secretaría informa que el a~uerdo fue que estaban las
copias en la Secretaría a disposición de los ciudadanoa diputados, porque desgraciada-
mente los miembros de la Mesa no somos capaces de instalar una imprenta en
veínticuatro horas. Las copias están a disposición de los ciudadanos diputados en la
Secretaría; ya se han sacado várias y muchos señores diputados las han recogido de
ahí. N o es posible pedirle peras al olmo; hemos hecho lo que hemos podido. (Siseos.)
589
tinúa en la parte preceptiva. Inducen a la Comisión a proponer tal cambio, las· si-
guientes razones:
"Bien sabido es que en el territorio frontero al nuestro, por el Norte, existían
varias colonias regidas por una «Carta» que a cada uno había otorgado el monarca
inglés; de manera que esas colonias eran positivamente Estados distintos; y, al
independerse de la metrópoli y convenir en unirse, primero bajo forma confederada y
después bajo la federativa, la república, así constituida, tomó naturalmente el nom-
bre de Estados Unidos.
"Nuestra patria, por lo contrario, era una sola colonia regida por la misma ley,
la cual imperaba aún en las regiones que entonces no dependían del virreinato de
Nueva España y ahora forman parte integrante de la nación, como Yucatán y Chia-
pas. No existían Estados; los formó, dándoles organización independiente, la Cons-
titución de 1824.
"Los ciudadanos que por primera vez constituyeron a la nación bajo forma re-
publicana federal, siguiendo el modelo del país vecino, copiaron también el nombre
de «Estados Unidos», que se ha venido usando hasta hoy solamente en los documen-
tos oficiales. De manera que la denominación de Estados Unidos Mexicanos no co-
rresponde exactamente a la verdad histórica.
"Durante la lucha entre centralistas y federalistas, los primeros preferían el
nombre de República Mexicana y los segundos el de Estados Unidos Mexicanos: por
respeto a la tradición liberal, podría decirse que deberíamos· conservar la segunda
denominación; pero esa tradición no traspasó los expedientes oficiales para penetrar
en la masa del pueblo: el pueblo ha llamado y seguirá llamando a nuestra patria,
«México» o «República Mexicana»; y con estos nombres se la designa también en el
extranjero. Cuando nadie, ni nosotros mismos, usamos el nombre de Estados Unidos
Mexicanos, conservarlo oficialmente parece que no es sino empeño de imitar al país
vecino. Una república puede constituirse y existir bajo forma federal, sin anteponerse
las. palabras «Estados· Unidos».
"En consecuencia, como preliminar del desempeño de nuestra comisión, some-
temos a la aprobación de la Asamblea el siguiente preámbulo: «El Congreso Cons-
tituyente, instalado en la ciudad de Querétaro el primero d.e diciembre de mil nove-
cientos diez y seis, en virtud de la convocatoria expedida por el ciudadano Primer
Jefe del Ejército Constitucionalista, encargado del Poder Ejecutivo de la Unión, el
diez y nueve de septiembre del mismo año, en cumplimiento del Plan de Guadalupe,
de veintiséis de marzo de mil novecientos trece, reformado en Veracruz el doce de
diciembre de mil novecientos catorce, cumple hoy su encargo, decretando, como de-
creta, la presente Constitución Política de la República Federal Mexicana.»
uQuerétaro de Arteaga, 9 de diciembre de 1916.-General Francisco J. Múgica.-
Alberto Román.-L. G. Monzón.-Enrique Recio.-Enrique Colunga."
Antes de ponerlo a discusión, el ciudadano presidente me ordena dé lectura al
siguiente:
"Artículo 13. Los individuos del Congreso, aun cuando no estén inscriptos en la
lista de oradores, podrán pedir la palabra para rectificar hechos. Queda prohibido
hacer y contestar alusiones personales mientras no se haya terminado el débate de
los asuntos de la orden del día o de los que el Congreso o el presidente estimen
de interés general. El presidente, en caso de desobediencia, llamará al orden al
infractor y aun podrá suspenderlo en el uso de la palabra."
Queda a discusión el dictamen, las personas que deseen hablar en pro o en contra,
pueden pasar a inscribirse. Se han inscripto para hablar en contra los ciudadanos
Luis Manuel Rojas, Fernando Castaños y Alfonso Herrera.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Luis Manuel Rojas.
590
-El C. Rojas: Señores diputados: Verdaderamente estaba muy ajeno de que se
pudiera- presentar en este Congreso Constituyente, la vieja y debatida cuestión del
Ucentralismo'" y '~'federalismo", que surgió a principios del Gobierno -independiente de
México- '.y que perduró por treinta. años, hasta que definitivamente fue resuelta por
la revolución de Ayutla¡ pero he pensado yo que quizá esta tend~ncia jacobina que
'Se manifiesta en algunos dé los bancos del Congreso se- explica por la circunstancia
de que, como lo sabrán bien los 'Señores diputados que están empapados en Historia,
una de las características del grupo jacobino en el seno de la Convención Nacional
de la Revolución francesa, donde predominaban las teorías de Juan Jacobo Rousseau
y de los enciclopedistas, fue la de tener, como uno de los postulados más enérgicos,
el concepto de la república central; y por sostener sus principios en esa linea, hicie-
ron desterrar a una gran parte de los girondinos y se decretó pena de muerte para
todo aq~el que tuviera el atrevimiento de hablar en Francia. del sistema federal.
La respetable Comisión nos ha dado ahora una repetición de los argumentos
tradicionales que se han esgrimido en todo tiempo en la República Mexicana y en
otros países para compartir la adopción del sistema federal¡ pues los pueblos latino-
americanos, según las ideas de muchos pensadores, difieren completamente de los
países sajones; esas razones están claramente expuestas en el dictamen y se reducen
a pocas palabras y a estas argumentaciones: las colonias norteamericanas formaron
la república federal por un proceso natural en su historia. Habían sido fundadas
originariamente por distintas secta's,religiosas, por distintas corporaciones y por dis-
tintas concesiones del Gobierno inglés. Cuando después de algunos cientos de años
estas colonias llegaron al momento de hacér la guerra a la madre patria para pro-
clamar su independencia-, tuvieron que hacer un pacto por algún tiempo para darse
mutuamente fuerza y combatir así contra Inglaterra. Luego vino una especie de
-confederación transitoria y, por último, de la confederación se pasó a la federación
por un proceso natural, como dije 'antes.
Cada una de estas colonias tenía una general y grande tradición por su autono-
mía local, pues los ingleses son, ante todo, un pueblo que tiene en ese sentido manera
muy peculiar, tanto' en la familia como en el municipio, como en el condado, como
en la provincia o en el Estado; así es que fueron muy celosas las colonias inglesas
de sus tradicionales prerrogativas y por ningún motivo quisieron perder sus derechos
o costumbre de autonomía al formar la Unión americana, y de ahí que su pacto
federal haya serVido de modelo al mundo civilizado -y muy particularmente a las,
repúblicas modernas, para constituirse en federaciones, como uno de los progresos
políticos más _importantes que ha hecho la humanidad en los últimos tiempos; porque
el sistema federal, unido, al sistema representativo, hace posible el Gobierno de la
república a los países más grandes; y teóricamente podría admitirse para el mundo
entero, toda vez que el gobierno de la democracia es el más natural para los pueblos y
no hay quien sostenga ya que solamente podría instituirse en pequeñas ciudades,
juzgando que sería impracticable en territorios de alguna extensión.
Pero nuestros respetables compañeros, los señores diputados de la Comisión,
personas de ideales, buenos revolucionarios y hombres .sinceros, que vienen con
buena voluntad dé decir francamente 10 que piensan o sienten, indudablemente que
nos demuestran que son representantes de ideas conservadoras, de ideas que han
perdurado en México a través de sus vicisitudes, a pesar de que ya estaba perfecta-
mente definido el punto en nuestras leyes.
Recuerdo a este propósito que, poco tiempo antes de que triunfara el movi-
miento encabezado por el señor Carranza, los huertistas abrieron la discusión sobre
la conveniencia de volver clara y francamente a la república eentral; había que
quitar todas esas ideas que no tienen realidad en la conciencia nacional, y puesto que'
591
el federalismo era una cosa exótica entre nosotros, debía volverse al sistema central,
con un régimen parlamentario. Esta fue la iniciativa que presentó a la XXVI Legis-
latura el famoso cuadrilátero. Yo ví en la prensa también algunos articulos concien-
zudo's y formales tratando este asunto, entre otros, el del señor Manuel Puga y
Acal, manifestando que el sistema central era el conveniente, por nuestra manera
de ser y por la tradición histórica de este país.
Por tanto, no deja de causarme extrañeza que haya esa comunidad de pensa-
miento entre dos polos de la opinión mexicana: el huertiano y el de los revoluciona-
rios genuinos de 1914, entre los que indudablemente descuella mi distinguido amigo
el señor general Múgica. Estimo sinceramente que la cuestión que se presenta es de
verdadero interés, y por esa razón acepté gustoso el encargo que me hizo un grupo
de amigos que nos reunimos todas las noches para cambiar ideas, viniendo hoy a la
Cámara a exponer las consideraciones que tenemos, ante todo, para sugerir la
inconveniencia de esa iniciativa, que está fuera de toda razón, y en segundo lugar,
para quitar de una vez por todas el peligro de volver al centralismo. La frase Esta-
dos Unidos Mexicanos se reputa por los miembros de la Comisión como una copia
servil e inoportuna de los Estados Unidos de Norteamérica, suponiendo que los cons-
tituyentes quisieron manifestarse ayancados en una forma muy poco simpática. Sobre
este punto creo que los constituyentes de 57 no hicieron más que usar la dicción
exacta. La palabra república, en efecto, no puede significar de ninguna manera la
idea de federación; la palabra "república", por su tradición está asociada a los
antecedentes del sistema central; representa siempre una república unitaria; tiene
toda la unión y la fuerza que le dieron los jacobinos para el que se atreviera a
hablar de federación. En cambio, la frase "Estados Unidos Mexicanos" connota la
idea de estados autónomos e independientes en su régimen interior, que sólo celebran
un pacto para su representación exterior y para el jercicio de su soberanía; de ma-
nera que no hay absolutamente otra forma mejor que decir: Estados Unidos Mexi-
canos, y la prueba es que todas las naciones que han aceptado este progreso han
ido a igual expresión, lo mismo en Argentina que en México o en Colombia, y
cuando los pensadores nos hablan de un porvenir más o menos lejano, en que las
naciones de Europa dejen su equilibrio actual, que está basado únicamente en la
guerra y en la conquista, conciben ellos que formarían una sola entidad llamándose
"Estados Unidos de Europa", bajo la base de la paz y conveniencia de sus intereses
mutuos, respetando su soberanía interior y reuniéndose para los intereses generales
de las naciones que entrasen en ese convenio hipotético, y sería muy absurdo suponer
que semejante federación de naciones se pudiera llamar "República de Europa"; eso
no se concibe. Así pues, la americanización -si es que llega a ser- forzosamente
iría a adoptar el nombre de "Estados Unidos de Europa", por una necesidad de
lenguaje; mas no el de "República de Europa".
Por lo demás,' el proyecto del ciudadano Primer Jefe usa indistintamente de las
palabras República Mexicana, Estados Unidos Mexicanos, nación mexicana, unión o
territorio nacional, y en este sentido yo creo que tiene la ventaja de darnos siquiera
varias frases equivalentes, para evitarnos una repetición cansada: eso de salir con
esta sola expresión: "Estados Unidos Mexicanos", y a los cuatro renglones, otra vez
"Estados Unidos Mexicanos", casi es una letanía por el estilo de las que usa la
Iglesia.
De manera que es conveniente dejar la libertad de muchas frases para darle
siquier.a una forma elegante y ligera a la redacción de la Constitución.
Yo creo que el Primer Jefe estuvo acertado al no restringir los vocablos al nom-
bre oficial; porque realmente el nombre oficial de nuestro país es: Estados Unidos Me-
xicanos; pero la pretensión, por parte de la Comisión, de que precisamente se excluya
592
de la redacción de la nueva ley fundamental el nombre de Estados Unidos Mexicanos,
me parece muy peregrina, por más que se diga que no ha entrado ese nombre en la
conciencia nacional y que no ha pasado de las oficinas públicas. En este punto pienso
que la Comisión ha sufrido un d~scuido involuntario; porque hasta en las monedas se
lee Estados Unidos Mexicanos y, además, se recordará que ustedes mismos, señores
diputados, aprobaron hace poco la reforma del Reglamento y convinieron en que al
promulgarse el decreto respectivo debía decirse: "El Congreso de los Estados Unidos
Mexicanos". y no la "República Mexicana". Parece que en este particular no hay sino
una mera preocupación de la Comisión, y en el fondo, nuestros distinguidos amigos no
son sino representantes de una idea conservadora. (Siseos.)
Señores: Ese es mi concepto, y estoy fundando los hechos, y si hay alguna
persona que no esté conforme y quiera hablar sobre el punto, tiene derecho a ocupar
la tribuna.
Volviendo al hilo interrumpido de la discusión, quiero puntualizar este concepto:
nosotros, por necesidad de afirmar nuestro criterio, debemos desechar este dictamen.
Si yo estuviera en el caso de la Comisión, lo retiraría espontáneamente para evitar
que la Cámara le dé una reprobación general y que no hubiera así más discusiones
sobre este punto; porque yo consideraría esto como penoso y como una nota poco
simpática del Congreso Constituyente. Una de las razones que alega la Comisión es
fundamental a primera vista, porque dice que en México no hay absolutamente nin-
guna tradición, como en Estados U nidos, para la separación de Estados. Con este
argumento se quiere demostrar que aquí la Federación, refiriéndome _al hecho más
que a la palabra, es enteramente exótica, y yo le voy a demostrar a la Comisión que
en este particular también incurre en un error lamentable; porque siempre es con-
veniente venir preparados para tratar estos asuntos en un Congreso Constituyente.
El 15 de septiembre de 1821, la península de Yucatán, que formaba una capitanía
enteramente 'separada de la Nueva España, proclamó su independencia, y voluntaria-
mente envió una comisión de su seno para que viniera a la capital de México, que
acababa de consumar su independencia, a ver si le convenía formar un solo país con
el nuestro; pero sucedió que cuando venía en camino la comisión, se levantó la revo-
lución en Campeche, proclamando espontáneamente su anexión a México. De manera
que ya ve la Comisión cómo había, en un principio cuando menos, dos entidades
antes de que se formara nuestra nación: la Nueva España y la península de Yucá-
tán. Poco tiempo después ese movimiento trascendió a Centroamérica: Nicaragua,
Guatemala, Honduras, El Salvador, todavía no eran países independientes; también
se declararon con deseos manifiestos de formar un solo país con México. Mas vino el
desastroso imperio de Iturbide, que' no gustó a Guatemala, que se vio obligada a
declarar que no quería seguir con México, que recobraba su independencia, y formó
luego otro país.
La primera forma de república en Centroamérica, fue también una federación.
En estas condiciones, llegó una ocasión en que voluntariamente quiso Chiapas des-
prenderse de la antigua capitanía de Guatemala, a que pertenecía, para quedar defi-
nitivamente agregada a nuestro país, como ha sucedido hasta ahora, y es así como
tuvieron origen los Estados de Chiapas, Tabasco, Campeche y Yucatán.
Ahora, por el Norte y por el Occidente, la capitanía general de Nueva Galicia
fue también independiente por mucho tiempo de la Nueva España, y aun cuando
andando el tiempo el gobierno colonial creyó necesario a su política incorporar la
capitanía de Nueva Galicia como provincia de la Nueva España, el espíritu localista
de la Nueva Galicia quedó vivo, y tan es así, que en el año de 1823 hubo una especie
de protesta o movimiento político en la capital del Estado de Jaiisco, en nombre de
toda la antigua provincia, diciéndole claramente a México: "Si no adoptas el sistema
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federal, nosotros no queremos estar con la República Mexicana"; eso dijo el Occi-
dente por boca de sus prohombres. Aquel movimiento político no tuvo éxito, porque
la República central en aquel momento tuvo fuerzas suficientes para apagar el mo-
vimiento; pero surgió la idea federal y quedó viva, indudablemente, hasta que, por
efecto de dos revoluciones, el pueblo mexicano falló esta cuestión de parte de los
liberales federalistas en los campos de batalla. Desde entonc-es la idea federal quedó
sellada con la sangre del pueblo; no me parece bueno, pues, que se quieran resucitar
aquí viejas ideas y con ellas un peligro de esta naturaleza. (Aplausos.)
Por lo demás, señores, yo me refiero de una manera muy especial en esta pero-
ración a los diputados de Jalisco, de Sinaloa, de Sonora, de Durango, de Colima, de
Tepic, de Chihuahua, de Coahuila, de Guanajuato, y de Tabasco, Yucatán, Campeche
y Chiapas; pero principalmente a los d.el Norte" porque los del Norte tienen antece-
dentes gloriosos de esa protesta de Jalisco; porque Jalisco y Coahuila dieron los pro-
hombres de la idea federal, entre otros, Prisciliano Sánchez, Valentín Gómez Farías,
Juan Cañedo, Ramos Arizpe, los que fueron verdaderos apóstoles de la idea federal;
Jalisco y Coahuila han dado, pues, su sangre para sellar esos ideales, que son hoy
los de todo el pueblo mexicano; por tanto, creo que todos los diputados de Occidente
deben estar en estos momentos perfectamente dispuestos para venir a defender la
idea gloriosa de la federación. (Aplausos.)
Respecto de algunas otras consideraciones, no vale la pena entrar en más deta-
lles; simplemente quiero, para terminar, referirme al pensamiento que ha realizado
la Comisión proponiendo al Congreso un encabezado para la Constitución. Esta idea
fue censurada por mi buen amigo el señor Palavicini, a mi juicio sin justicia; porque
en verdad, algunas constituciones extranjeras, entre otras la de la República Es-
pañola de 1873, tienen un encabezado general, un encabezado diverso del que se
usa al principio de los decretos oficiales. En este punto creo que tiene razón la Co-
misión; pero se debe pensar en un encabezado oportuno, entre otras consideraciones,
por esta: el artículo 19 de la Constitución, como quien dice la puerta de la nueva
ley, es jurídico, es correcto, quedó enteramente vestido de nuevo; pero es frío; no
tiene alma; no es intenso; y bajo este concepto no se puede comparar con el texto
del primer artículo de la antigua Constitución, que dice:
"El pueblo mexicano reconoce que los derechos del hombre son la base y el objeto
de las instituciones sociales. En consecuencia, declara que todas las leyes y todas
las autoridades del país deben respetar y sostener las garantías que otorga la pre-
sente Constitución."
Ahora bien; el artículo 1Q del proyecto está redactado en esta forma:
"En la República Mexicana todo individuo gozará de las garantías que otorga
esta Constitución, las que no podrán restringirse ni suspenderse sino en los casos y
con las condiciones que ella misma establece."
Como se ve, esto es muy jurídico; pero al nuevo precepto le falta el alma, la
energía, el calor y la significación del antiguo artículo, habiéndose incurrido en una
omisión importante desde el punto de vista de las ideas, desde el punto de vista
jurídico y de la conveniencia política.
Se ha censurado mucho en las constituciones latinas la tendencia de formar pre-
ceptos puramente declarativos y que no encierren un postulado propiamente legisla-
tivo de cualquiera naturaleza, y en esto, desde cierto punto de vista, hay razón;
pero tampoco debe perderse de vista el motivo que existe para formar esos pre-
ceptos puramente declarativos. Muchos autores los condenan de una manera absoluta,
sin fijarse en ciertos antecedentes. Por ejemplo, compárese la manera de presentar
una Constitución inglesa o americana, y la manera de presentarla en Francia o en
algunas Repúblicas latinoamericanas, y se encontrará la explicación de esta diferen-
594
cia. En los países de habla inglesa la vida politica tiene seiscientos años, cuando
menos, y una tradición antiquísima en cuanto se refiere a su autonomía municipal;
de modo que estos pueblos que ejercitan diariamente sus derechos políticos, no tienen,
la misma necesidad que otros para escribir una ley fundamental tan enérgica y tan
fuerte.
Estos pueblos no necesitarían más que poner el coronamiento a su vida política.
Pero en los países de civilización latina no ha sucedido lo mismo: apenas hace un
siglo que ellos han salido del régimen absoluto, y estos pueblos, como el de México,
no tienen absolutamente ninguna tradición política si no es escrita en el papel y sin
ninguna realidad en la práctica. Aquí la única tradición política que verdaderamente
ha existido, está demostrada por el célebre virrey marqués Lacroix, que vino durante
la época de Carlos JII y dijo poco más o menos estas palabras, a propósito de los
disturbios que ocasionó la exclusión de los jesuitas: uSeñores vasallos del gran mo-
narca español en estas tierras de la Nueva España, sabed que ustedes nacieron
para callar y obedecer, y no para mezclarse en\ los altos asuntos de la política",
y todo el mundo se calló. Y es natural, también - desde entonces, que, cuando en
lo de adelante algún man,datario hable fuerte, todos se encuentran inclinados a
obedecer y callar. Ahora bien, resulta de esto que para los pueblos hispanos, que
sólo tenían en la conciencia la idea de que su papel era el de 'una absoluta absten-
ción en los asuntos políticos, haya sido de la mayor importancia la novedad de
que la Constitución diga: las leyes no son para beneficio del monarca español,
de sus ministros, o de la patria española: Las colonias no tienen sino que mandar
dinero y callarse; no, señores; el Gobierno es precisamente para -beneficio común
y todas las leyes que dicte no tienen más objeto que garantizar las manifestacio-
nes principales de la vida humana y evitar que se violen los derechos naturales o
civiles del hombre; pues el verdadero papel del Gobierno es mantener el equilibrio
entre todos los asociados.
Este fue un concepto nuevo, como lo fue también el concepto de la soberanía
nacional; antes se pensaba que la soberanía nacional estaba únicamente en el sobe-
rano, quien la recibía por derecho divino.
Tales conceptos no pueden estar de momento en la conciencia de un pueblo, por-
que las sociedades no andan a saltos; se necesita que pase mucho tiempo para que
el hecho se realice; pero entretanto, al tener cabida en las instituciones, cumplen un
papel eminentemente educativo, y vienen siendo como un ideal que aviva el senti-
miento de nuestros derechos y excita nuestra voluntad' para hacer uso de ellos tarde
que temprano, como en los pueblos sajones; por consiguiente, yo- no estoy de acuerdo
ni considero, que estas fórmulas puramente declarativas no tengan valor alguno.
Así, pues, yo aceptaría que se pusiera esta importante declaración o encabezado
antes del artículo 1Q, Y la Comisión puede, a su tiempo, volver a presentar su idea en
mejor forma, completando el proyecto del ciudadano Primer Jefe; pero de todas
maneras, debemos conservar la frase propia del sistema federal,' y así corresponde-
remos a los ideales de libertad que tanto ama el pueblo mexicano. (Aplausos.)
-El C. Lizardi: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Lizardi.·
-El C. Lizardi: Señores diputados: Cuando pedí la palabra en pro, lo hice sin-
tiendo uno de nuestros viejos impulsos o uno de los viejos iinpulsos que tanto han
levantado a la raza' latina: defender al débil. He visto sencillamente que se le achaca
a la Comisión un crimen eno,rme: volver al centralismo. Yo creo en la inocencia de
la Comisión y vengo a defenderla, y vengo sencillamente a decir que estos ataques
que se le han hecho no son sinceros, sino el fruto de una locuacidad costeña; y si
no llamo costeño al señor Palavicini, es sencillamente porque no se ponga celoso
595
el señor Martínez de Escobar. Ambos tienen la locuacidad costeña, ambos atacan,
ambos se excitan, ambos critican, y sencillamente, ¿ qué atacan?, ¿ qué critican?,
¿ qué exigen? Santo y muy bueno que se hubieran dicho horrores ambos, puesto que
ambos no se quieren; (Risas.) ninguna obligación tenemos nosotros de hacer que se
quieran; pero sencillamente, señores, ¿ vamos a tolerar que este talento del señor
Palavicini, que yo respeto, que esa facilidad de palabra del señor Martínez de Esco-
bar, que yo admiro, vengan a ensañarse en contra de una Comisión que sencillamente
está exponiendo su criteJ'io correcto, su criterio honrado sobre un asunto que es, más
de forma que de fondo? ¿ Vamos sencillamente a aceptar esas frases del señor li-
cenciado Luis Manuel Rojas, que ha venido más que por su propio impulso, comisio-
nado -como nos lo ha dicho-, para atacar el dictamen de la Comisión? (Aplausos.)
¿ Vamos sencillamente, señores, a aceptar ese argumento en que se excita, no diré ya
el patriotismo, sino el provincialismo de los hijos de Jalisco, de los hijos de Coahuila,
de los hijos de Sonora, cuando 'Sencillamente estamos estudiando cómo se debe decir:
si República Federal Mexicana o Estados Unidos Mexicanos? Un asunto en que el
mismo derecho y la misma capacidad tienen los hijos de Jalisco como los hijos de
Tlaxcala, pues, señores, son sencillamente argumentos pasionales y nada más que
pasionales.
Bienvenidos sean entre nosotros los elocuentes oradores Palavicini, Martínez de
Escobar y Rojas y, bienvenidos, darán lustre a esta Asamblea, nos levantarán ante
la Historia; pero permítaseme, señores, q1,le si ellos forman la cúpula de ese monu-
mento que más tarde habrá de llamarse "Congreso Constituyente de 1916", yo forme
una de las pequeñas piedras de los cimientos en que repose ese monumento y, descar-
tando para siempre todos los apasionamientos, todos los personalismos, venga a
habla;: con sinceridad, venga a hablar con franqueza y a pedir humildemente, en pro
del dictamen de la Comisión, que siquiera no se discuta, porque no vale la pena
discutirse; y no vale la pena discutirse, por razones perfectamente- obvias: la Comi-
FJión ha estado equivocada en su dictamen; ya sé que le ha faltado la erudición his-
tórica que tanto anhela el ex ministro de Instrucción Pública; ya sé que le ha faltado
decir algunas cosas que estarían en su contra, como por ejemplo el que la audiencia
de Guadalajara era completamente distinta de la audiencia de México; que el primer
Congreso de Chilpancingo lanzó una Constitución en nombre de las provincias de la
Nueva España; ya sé que le han faltado todos esoS detalles de erudición; pero, se-
ñores, ¿ venimos a un concurso científico, o venimos a hacer obra práctica? ¿ Venimos
a lucir nuestras habilidades o venimos a decirle al pueblo mexicano: vamo.s a hacer
algo práctico. por tí, porque te levantes, porque te dignifiques? (Aplauso.s.)
Creo, señores, que la Comisión no ha estado a la altura que ambiciona el seño.r
Palavicini; pero creo que tampoco merece los ataques que le ha hecho el mismo
señor Palavicini.
-El C. Palavicini. interrumpiendo: Yo no hablo.
-El C. Lizardi, continuando.: No habla usted, señor Palavicini; pero ha hablado y
si ahora no habla, será que es usted un mons parturiens, que después de anunciar
una gran cosa dio. a luz sencillamente un ratón. (Aplausos. Risas.)
Si analizamos con toda frialdad, con toda sinceridad lo que nos dice la Comisión,
podemos en último análisis, llegar a esta co.nclusión: nosotros no hemos pasado de
la confederación a la federación; hemos formado una federación artificial; de consi-
guiente, históricamente no hemos sido Estados extraños para convertirnos en Esta-
dos unidos; esto ha sido sencillamente una imitación de lo efectuado en la vecina
república del Norte. Los impugnadores de la Comisión nos dicen: hemos luchado por
el federalismo o. por el centralismo; los partidarios del federalismo hemos dicho que
las diversas provincias que formaron el reino del Anáhuac, que aceptaron la primi-
596
tiva' Constitución, se unieron para abdicar parte de su soberanía en favor de la unión
federal y hacer así una federación completa, convirtiéndose en Estados unidos; pero
en ese mismo sentido se hizo la Constitución de 1824, en ese mismo sentido se hizo
la Constit\1Ción de 1857. En otros términos, los unos y los otros aducen argumentos
históricos; en seguida la Comisión añade un argumento práctico: ningún mexicano
que vaya al extranjero dice: vengo de los Estados U nidos Mexicanos; sino que todos
dicen: vengo de México, vengo de la República Mexicana. Ningún extranjero que \
viene a México, dice: voy a los Estados Unidos Mexicanos. ¿Por qué hemos de cambiar
a una cosa su nombre? Yo creo sencillamente que ambos tienen razón, yo soy par.
tidario de la federaci6n, creo que, dada lá extensión enorme de nuestro país, creo
que, dada la diferencia de cultura, creo que, dada la diferencia de necesidades, el
Gobierno típico, el Gobierno ideal que nos corresponde, es un· Gobierno federal; pero
qué ¿ para ser Gobierno federal necesitamos llamarle Estados Unidos Mexicanos o
Estados Unidos Argentinos? Sencíllamente creo que la idea federal en la forma en
que se expresa, de un modo más castizo, es por medio de la palabra "federal"; en
otros términos: puede decirse "República Federal Mexicana" y de esa manera con-
servaremos nuestro prestigio de federalistas sin necesidad de recurrir a imitar a los
descendientes de William Penn. porque nosotros, imitándolos... la diferencia resul-
taría de dos sílabas t que suplico a ustedes no me hagan decirlas. Creo, señores, que
si se trata de representar al federalismo, de quien me he declarado partidario, bas-
tará decir sencillamente: república federal, realmente decir: Estados Unidos es UDa
torpe imitación, llevada hasta el lenguaje por mi distinguido amigo, a quien respeto y
estimo mucho por sus conocimientos, el señor licenciado Luis Manuel Rojas, que ha
demostrado tan profundo desconocimiento de la lengua castellana, que ha llamado
palabra a la locución "Estados Unidos Mexicanos". No es ni frase siquiera, señor
licenciado, es locución, porque no es una frase completa. Como quiera que sea, creo
que_ con el adjetivo federal -pues para algo se inventaron los adjetivos- se puede
realizar la obra de representar la significación del federalismo y al mismo tiempo
para representarse con mayor autonomía, sin necesidad de recurrir a locuciones extra-
ñas: Estados Unidos Mexicanos; pero si queremos imitar, señores, ruego encarecida-
mente a los representantes de todos los pueblos que ·constituyen la República Mexi-
cana, que se sirvan pelarse de castaña, quitarse el bigote y decir: estamos imitando
a los Estados Unidos del Norte antes de que ellos nos invadan. (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Castaños, en contra.
-El C. Castaños: Señores diputados: ¿quieren ustedes la explicación de las va~
cilaciones, la torpeza y dificultad de palabra y de conceptos con que se expresó en
estos ,momentos el señor licenciado Lizardi? Pues el señor licenciado Lizardi se
expresó con tal dificultad de conceptos y de palabras, precisamente porque estaba
defendiendo una cosa contra sus sentimientos y contra su propia conciencia. El señor
licenciado Lizardi es federalista tanto como podemos serlo nosotros; el señor licen-
ciado Lizardi no es amante del centralismo; pero -el señor licenciado Lizardi vino a
defender la tesis contraria con el único objeto de venir a combatir al señor licenciado
Rbjas. (Voces: ¡No! ¡No!)
-El C. Lizardi: Protesto.
-El C. Castaños: Pues bien, señores, sólQ\ unas cuantas palabras puedo decir a
ustedes después de la brillante peroración del señor licenciado Rojas.
Absolutamente me sería imposible defender en más alto grado la federación
mexicana, de la manera que lo ha hecho el señor licenciado Luis Manuel Rojas; pero
quiero venir a reforzar los conceptos vertidos aquí por dicho señor, en el sentido de
que debemos permitir, debemos dejar que subsista el nombre de Estados Unidos Mexi.
canoS para la nación mexicana, porque Estados Unidos Mexicanos claramente está
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diciendo que estamos reunidos en una federación, que nuestra República está com-
puesta de Estados libres y soberanos; pero unidos todos por un pacto federal. Las
teorías que exponen diferentes autores de derecho constitucional privado sobre lo
que es federación, son conocidas por casi todos ustedes; por 10 tanto, nada hay más
propio que el nombre "Estados Unidos Mexicanos" para México, como el nombre de
Estados Unidos de América para Estados Unidos. No es que nosotros hayamos imi-
tado a los Estados Unidos, absolutamente; y si los imitáramos, ¿qué mal habría en
ello? N o imitamos algo malo; santo y muy bueno que imitemos todas las cosas bue-
nas de los demás, porque por otra parte, señores, el artículo 12 del proyecto de
reformas al Reglamento interior del Congreso dice de esta manera:
"Artículo 12. Las reformas a la Constitución que apruebe el Congreso, se expe-
dirán bajo esta fórmula: «El Congreso Constituyente de los Estados Unidos Mexica-
nos, decreta: ... »"
Esta fórmula para expedir la Constitución que va a quedar discutida en esta
Asamblea ha sido aprobada por unanimidad en esta Asamblea. ¿ Qué defectos tiene
esta forma? La Comisión Dictaminadora nos dice que tiene el defecto de ser escueta;
esa denominación de escueta me parece muy rara, todas las legislaturas de los Esta-
dos de la República dicen cuando expiden una ley: "El Congreso del Estado de
Coahuila,. .. etcétera". Nosotros pudiéramos decir: "El Congreso Constituyente de
los Estados Unidos Mexicanos, a nombre del pueblo, decreta:" pero hemos aprobado
esta forma y no podemos hacernos atrás de lo que hemos aprobado. Por otra parte,
la Comisión llama preámbulo a 10 que verdaderamenté debe llamarse fórmula para
expedir una ley; preámbulo es otra cosá muy distinta; preámbulo de una gran ley
es cosa distinta a decir: "El Congreso de los Estados Unidos Mexicanos", etcétera.
Esas son fórmulas para expedir una ley; preámbulo es una cosa enteramente distinta.
Voy a leer a ustedes el preámbulo de la Constitución de los Estados Unidos de Norte-
américa, (Voces: ¡No! ¡No!) pues ese es un verdadero preámbulo, el artículo 19 de
nuestra Constitución de 57 decía:
"El pueblo mexicano reconoce que los derechos del hombre son la base y el
objeto de las instituciones sociales. En consecuencia, declara que todas las leyes y
todas las autoridades del país deben respetar y sostener las garantías que otorga
la presente Constitución."
Ese es un verdadero preámbulo de Constitución, y no el que nos indica aquí la
Comisión en la forma tan pesada que lo ha formulado.
Este es un preámbulo verdaderamente pesado, debemos absolutamente suprimir
éste y decretar: "La Constitución de los Estados Unidos Mexicanos", como dice el
articulo 12 del Reglamento que hemos aprobado: "El Congreso Constituyente de los
Estados Unidos Mexicanos decreta: ... " Eso es lo correcto, eso es lo legal. (Aplausos.)
-El C. Monzón: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Monzón.
-El C. Monzón: Ciudadanos diputados: En pocas palabras voy a referirme exclu-
sivamente a la expresión Estados Unidos Mexicanos y República Mexicana.
La Comisión a que pertenezco acordó que se designara a nuestra patria de esta
manera: República Mexicana, y no Estados Unidos Mexicanos y las honorables per-
sonas qlle han rebatido a la Comisión en este punto, no han destruído los argumentos
que se expusieron acerca de ello.
Hay una confusión: la expresión Estados Unidos no es una denominación política,
la expresión Estados Unidos es una denominación geográfica, por más que envuelva
algún sentido político, y lo voy a demostrar con los mismos argumentos de la
Comisión.
598
La naCIon que hoy se llama Estado's Unidos de América o República de Estados
Unidos, se constituyó por varias !!olonias extranjeras y distintas entre sí, unas eran
inglesas, otras eran holandesas, otras eran francesas; esas colonias tenían cada una
de ellas su nombre geográfico respectivo, porque había la del Massachussets, Nueva
Orleans, Rhode Island, etc.; cada colonia tenía su nombre propio y lo conservó; la
primera vez que se unieron fue en 1743, para poder defenderse de las depredaciones
de los bárbaros y también de la hostilidad de los holandeses, aprovechando el apoyo
d~ un carnicero sublime que había en Inglaterra y que se apellidaba Cromwell, el
mismo que decapitó a Carlos 1 pocos años después; de manera que, cuando por pri-
mera vez se unieron, entonces por vez primera adoptaron una denominación geográ-
fica y fue ésta: Colonia! Unidas de la Nueva Ingla:terra; fueron cuatro sólo las que
se unieron: Massachussets, Connecticut, New Hampshire y Plymouth; fueron las cua-
tro que se reunieron para formar las Colonias Unidas de la Nueva Inglflterra. En 1774
estalló la guerra de emancipación económica de las diversas colonias y en 1776 fue
cuando por vez primera, de manera oficial, apareció la designación geográfica de
Colonias Unidas de la Nueva Inglaterra, que comprendió a las colonias británicas y
también a las holandesas, donde está ahora la ciudad de Nueva York. Fue un diputado
por Virginia -si no recuerdo mal se llamaba Henry Richard Lee- quien propuso que
las Colonias Unidas de la Nueva Inglaterra se declararan independientes del domi-
nio británico, y es la primera vez que se encuentra esa designación. Transcurrió el
año de 1877 y hasta el año de 1878 fue cuando por vez primera apareció la designa-
ción geográfica de Estados Unidos de la Nueva Inglaterra, o Estados Unidos de
América, hoy. Fue el año de 1878 cuando Francia se resolvió a intervenir en los
asuntos americanos en pro de la emancipación de esas cólonias; entonces se ,le cono-
cía oficialmente con el nombre de Estados Unidos y no era una repú~lica federal; y
no lo era, porque esa expresión, Estados Unidos, no tiene la signüicación política que
se le quiere dar ni la tendt:á, por más que se violenten los términos; es una desi~na
ción geográfica, eso .es.
Luego que las naciones de América se hicieron independientes, los pueblos que
_quedaron al Norte de la América meridional, que ahora están representados por Vene-
zuela, Colombia y Ecuador, formaron una república federal; pero eran Estados inde-
pendientes y por eso tomaron la disgnación de Estados Unidos de Colombia. A la
República Argentina nunca se" la ha llamado Estados Unidos de Argentina, absoluta-
mente nunca; esto lo saben hasta los maestros de escuela. De manera que nosotros
sabemos que se denominan Provincias Unidas del Plata;- pero nunca Estados Unidos
de la Argentina, jamás. Así es que no hay ningún motivo político para que la expre-
sión de Estados Unidos deba equivaler a república federal; en Europa hay una repú-
blica federal que se llama Suiza y a nadie se le ha ocurrido decir Estados Unidos
de Suiza, absolutamente a -nadie. Aquí en México se nos ha ocurrido decir Estados
Unidos Mexicanos; pero' hay dos pruebas materiales para demostrar que es una de-
signación geográfica y no una designación política, como se pretende. Allí está el
error, a mi ver: en que se quiere que sea d~nominación política. Las dos pruebas son
las siguientes: las dos expresiones, república y Estados. Unidos, no pueden ir juntas
sjno cuando nos referimos a una nación que no debería tener nombre; pero cuyo
nombre geográfico es Estados Unidos, por eso dice República de Estados Unidos;
pero tratándose de México, por ejemplo, no se oye bien, yo no oigo bien de esta
599
manera: República de los Estados Unidos Mexicanos; no pueden hermanarse ambos
vocablos por la diferencia de denominación; no se puede decir República de Estados
Unidos Mexicanos. La otra prueba es la de Suiza, de 'que hablé. Ahora, una razón
que creo es un motivo en pro de nuestro dictamen, es la siguiente: ¿ cuándo se votó
esa ley o decreto que diga que la república federal forzosamente ha de tener la deno-
minación Estados Unidos? Que se exhiba esa ley o ese decreto. Así es que las ar-
gumentaciones nuestras o nuestro dictamen, no ha sido destruido en forma alguna y
subsiste, pues, el acuerdo y subsiste también ,lo que hemos dicho; que es una imita-
ción de la República del Norte; esa sí es república de Estados Unidos, porque la
palabra república es la denominación política, y las palabras Estados Unidos son
el nombre del paísj así es que no podemos convencernos y, en tal virtud, subsiste el
dictamen sobre ese particular.
-El C. Herrera: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Herrera.
-El C. Herrera: Señores diputados: Muchos, por la idiosincrasia o la forma de
nuestro propio carácter, no sabemos a veces esgrimir ese látigo fuerte y esa sátira
aguda de un Voltaire, de un Juvenal, y nos conformamos muchas veces con escuchar
a los que tienen ese don y conformarnos los que tenemos la propia idiosincrasia de
nuestra serenidad; por eso, al escuchar al señor licenciado Rojas, siempre escucho al
hombre de calma y de serenidad; no lo digo por adularlo, señores diputados, lo digo
con profundo respeto y veneración, y al dirigirse el señor licenciado Rojas a la respe-
table Comisión de Puntos Constitucionales, dijo que era bien intencionada, que estaba
haciendo todo lo posible para sacar avante su cometido y yo me permito unirme a
ese respeto para decir a la Comisión las' palabras que una vez dijo un orador: "Yo
admiraría a Alemania 'Si no admirara el alma generosa y valiente de la Francia";
así, señores, yo estaría de acuerdo con la Comi~ión si no estuviera unida al nombre
terrible del centralismo, que ha hecho derramar tanta sangre a nuestra patria y que
todavía no sabemos adónde nos conduce; así pues, quizá por afinidad de ideas, por
unión del centralismo con el nombre que se nos ha dado, no debemos de ninguna
manera asociar este nombre.
Cuando Pío Marcha, en memorable ocasión tiró el kepis al aire y dijera: "Iturbide
es el primer emperador de México", entonces aquel primer Congreso se disolvió y se
levantó la bandera del centralismo; ya conocéis cuál fue el resultado de la aventura
de ese hombre. La monarquía mexicana podía haberse extendido desde el Bravo hasta
el Panamá; pero allí repugnó la idea del centralismo, y todo esto y además por la
difícil condición de la época, contribuyó a que aquellas repúblicas se reunieran en
provincias unidas de Centroamérica. Guatemala hizo asco al centralismo, y se inde-
pendizó de nosotros; después, por la idea de Guadalupe Victoria, el Estado de Chiapas
se nos unió nuevamente. ¿ Cuál fue la causa terrible, que aún sentimos hondamente
en el alma, de habérsenos arrebatado dos millones trescientos mil kilómetros cuadra-
dos, dos millones trescientos mil kilómetros cuadros, más de 10 que hoy constituye la
República Mexicana,. si no es que Texas hizo una representación enérgica porque no
estaba conforme con el centralismo?.. y después, señores, ¿ qué encontramos en la
época de la tiranía de treinta años? ¿ Quién va a negar, señores diputados, que el
tirano que oprimió tanto a nuestra patria que todavía mostramos en las espaldas la
huella de ese látigo maldito, estableció un centralismo? Pero no quiso el general
Díaz cambiar de fondo; siempre conservÓ la forma. Se había ahogado la soberanía
600
de los Estados y gobernaba nada más un solo hombre, y esa idea profunda hizo que
sintieran los hombres actuales de la revolución la necesidad imperiosa de romper
aquel centralismo hondo, de escarnio y de orgía. Y bien, señores, yo creo que no
simpatizo con el -dictamen de la Comisión, porque va unido a este nombre de triste
recuerdo: centralismo. No hemos alcanzado todavía en lo absoluto la soberanía com-
pleta de los Estados; pero bien sabemos nosotros que los Estados son soberanos. El
nombre de los Estados Unidos Mexicanos es altamente significativo, no se desprende
de él la idea del centralismo y no cabe duda, señores, que esto está inculcado en el
alma nacional, pues odia al centralismo porque éste es eminentemente conservador;
porque su representante, el padre Mier, fue la causa de la pérdida de Guatemala y
acaso íbamos a perder Yucatán, como perdimos esos jirones de tierra en el Norte;
pero yo espero que el pueblo mexicano, perfectamente preparado, se ponga frente a
frente al coloso del Norte para arrebatarle con todo derecho y con toda justicia,
esos dos millones trescientos ~il kilómetros cuadrados. (Aplausos.)
Señores diputados: No hubiera querido venir a ocupar esta tribuna para tener
esta discusión; pero lo hice por asco al nombre de centralismo, por asco al nombre
del padre Mier, que representaba aquella idea, por el sacrificio de los liberales que
han defendido estas santas ideas, y vengo, señores diputados, a pediros respetuosa-
mente que conservéis el nombre de Estados Unidos Mexicanos, que está más en el
alma y en la conciencia del pueblo.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Martínez de Escobar.
-El C. MartÍnez de Escobar: Excelsa y pura es, señores constituyentes, esta
gran revolución social, que no sólo levanta montañas de cadáveres, que no sólo con-
vierte nuestro extenso territorio en un océano de sangre, sino que hasta afluye por
la boca humeante de sus volcanes el polen fecundante de intensas reivindicaciones
populares, que nos trae en sus alas rojas y en su· penacho de fuego las ideas que, al
caer al surco de antemano abierto y preparado a la fecundación, surgen desarrollán-
dose y desenvolviéndose en una robusta floración, en un vigoroso florecimiento de
saludables libertades públicas que dignifican la conciencia nacional y ennoblecen el
espíritu humano.
Ya no nos vamos a ocupar aquí de cosas extrañas; sino del Congreso Constitu-
yente, que no es sino una síntesis de este gra~ proceso revolucionario, que no es sino
una síntesis de transformaciones politico-sociales; ya no nos vamos a ocupar aquí de
invectivas enteramente desnudas; hoy vamos a las ideas, a los principios, a esos
principios y a esas ideas" señores diputados, que cuando el ambiente político les es
fácil y les' es amigo, se crecen, se agigantan, se desarrollan y florecen ~ plasman
leyes e instituciones, y que cuando se les hace la guerra, y cuando la atmósfera les es
hostil, ~ntonces estallan y lanzan en mil pedazos al tirano de los hombres que quiere
encadenar esas ideas yesos principios.
Señores diputados, en verdad y en realidad que el señor .licenciado Luis Manuel
Rojas -doctísimo e inteligente-, que el señor Herrera, que por afinidad con el
señor Rojas ha tomado la palabra en contra del dictamen, vienen aquí con una serie
de conceptos que indudablemente no responden a la verdad histórica y lo voy a de-
mostrar: es indudable, señores diputados, que nuestro ser constitucional, que nuestro
ser político ha sido encauzado y ha sido informado por procesos políticos y sociales y
601
por otras instituciones de análoga índole qu~ se han venido verificando en otros
tiempos y en otrós pueblos. Bien sabemos nosotros que la Constitución, que el ser
constitucional mexicano, tiene por antecedentes profundamente vigorosos que lo encau-
zan, el desarrollo constitucional de los Estados Unidos de Norteamérica, el desarrollo
constitucional de España y el desarrollo constitucional de Francia, y es indudable que,
si fuéramos más allá, señores diputados, diría que también el desarrollo constitucional
de Inglaterra. N o es posible que olvidemos nosotros aquí a aquellos colonos ingleses que
en el "Mayflower" vinieron a la América trayendo ya un triple escudo, como dice algún
escritor de derecho constitucional, el "habeas corpus", el "ever right"; bien sabemos que
allí están vibrantes y prepotentes las garantías individuales y las grandes libertades.
Por ese instinto de emancipación que tienen los pueblos como los hombres, surgió
la guerra de independencia, surgió aquel gran movimiento emancipador y, después
de una lucha fuerte y vigorosa, en que, como decía muy bien alguno de los oradores,
la Francia y la España ayudaron a esos pueblos de Estados Unidos para emanciparse
de Inglaterra, a poco, decía yo, triunfó la libertad allá y aquellas colonias, que sí
lo eran, aquellos Estados, en 1778, se unieron bajo una forma meramente confedera-
tiva y, aquellos pueblos, que indudablemente eran grandes liberales, pronto hubieron
de convencerse, mirando sus instintos y mirando sus deber~s, que por razones inter-
nacionales, que por razones económicas, que por razones de gran peso para poder
vivir y desarrollarse fuertemente, aquel sistema confederativo no era bueno y no
era bueno porque estaba plegado de vicios y bien pronto sabemos que en Philadelphia
se reunió un congreso, después de una lucha periodística muy intensa, en que sur-
gieron y se levantaron monumentales y grandiosas tres grandes figuras políticas;
pronto, muy pronto, en cuatro meses, en Estados Unidos se produjeron siete artícu-
los que después fueron reformados, porque en esos siete artículos no se hacían constar
ciertas garantías individuales; pues bien; en 1787, después de cuatro meses de tra-
bajo, aquéllos se dan el sistema meramente federativo, el sistema más evolucionado,
más complejo; pero más integrado, a la vez que enteramente heterogéneo, el sistema
más avanzado de constitución y de gobierno: se dieron la representación de república
federativa. Bien sabemos que después esas libertades de allí, de Estados Unidos de
Norteamérica, que habían sido importadas de la Inglaterra, se trasplantaron hasta
la Francia; no voy a decir entonces que la revolución de independencia produjera
aquellos espectáculos de sangre y fuego, de crímenes y glorias, que se llaman ¡'la
Revolución Francesa"; bien sabemos que la Revolución Francesa fue producida por
la parte pensadora del siglo XVIII, por la psicología de aquellos hombres, por Vol-
taire, por Rousseau, por el ejemplo de N orteamérica y por la propaganda de las liber-
tades inglesas, no obstante que, después, aquel conjunto de libertades inglesas que
ya habían existido desde otro tiempo allí, en Francia, a virtud de un proceso intenso
de propaganda, se difundieron y se hicieron mundiales; después vemos esa revolu-
ción francesa, a la que debemos una influencia decisiva, porque a virtud de ese
movimiento vino también la Constitución de 1812, que tiene también' una gran in-
fluencia, dado el desarrollo de México, porque ya sabemos que en nuestra Constitu-
ción de 1812 empiezan a florecer las libertades; se empieza por abolir el tributo de
Indias; se habla de errores políticos, en fin, ya empiezan a florecer las libertades y
tienen una inmensa significación, y tienen una inmensa importancia en el desarrollo
de nuestra independencia. Indudablemente que el grito de independencia entre nosotros,
si lo analizamos de una manera fría diremos que quedó aislado en el tiempo y en el
espacio; pero seguramente que toda afinidad de carácter político-social está ligado
en el tiempo y en el espacio a aquellos movimientos, y que si han prosperado en
otras partes, indudablemente tuvieron una gran importancia y significación en la
independencia mexicana y pronto vemos que se dio una Constitución, después de
602
algún tiempo de guerra, que fue la de 1814, si mal no recuerdo, la Constitución de
-Apatzingán, y fue una república, porque fue una república entre nosotros; y se dirá:
¿ cómo es posible que en este país que durante la época de las .:;olonias ~onárquicas,
en que la mayoría de todas las tribus estaba también conquistada bajo la forma mo-
nárquica, cómo es posible que surgiera la república? Porque México' nació a la vida
y nació en un momento en que tenían lugar aquelloS' grandes acontecimientos de la
independencia de Norteamérica, de la Revolución Francesa y las guerras napoleóni-
cas que se extendían en· casi todo el mundo; entonces se produjo en México la pri-
mera república, la república central; indudablemente que ya se nos habla allí de
soberanía, se habla de división de poderes, se hacen constar ciertas garantías y dere-
chos individuales; y sigue desarrollándose, señores diputados, hasta que lleguemos
al momento en que, después' de un sueño de. siete u ocho años en que nuestro ser
constitucional se educa, viene el Plan de .Iguala, el tratado de Córdoba; que es fruto
del "abrazo de Acatempan'.' de Guerrero e Iturbide, y aquel pacto entre aristócratas y
demócratas, entre fernandistas y borbonistas, si ustedes quieren, y liberales de abo-
lengo. ¿ Qué otra cosa fue aquel abrazo de Acatempan, señores diputados? Indudable-
mente que fue el abrato de Iturbide, que pertenecía a la nobleza criolla de Nueva
España, y de Guerre~o, liberaL de abolengo. El Plan de Iguala, el tratado, de Córdoba,
todos lo sabemos, fue una transacción que no podía ser, que era imposible que fuese:
aquel tratado decía: "Yendrá a reinar Fernando YIIj si no, su hermano; si no algún
príncipe de la casa de Barbón"; bien sabemos que después, en las Cortes ibéricas,
señores diputados, hubo grandes discusiones en aquel Parlamento entre don Lucas
Alamán, un conservador mexicano, y el conde de Toreno, gran liberal español; don
Lucas Alamán, un conservador aquí, fue un liberal inmenso en España, y aquel liberal
en España, aquí era netamente un gran conservador, con respecto a lo que estaba
sosteniendo, o sea el derecho de conquista de estps pueblos. Yernos que ese Plan de
Iguala, el tratado de Córdoba, no fue aceptado por las Cortes ibéricas, y entonces,
cuando ya aquí en México existía un Congreso Constituyente, el de 1822,. más o
menos, si no me equivoco en la fecha, aun cuando no afectaría a la esencia,' cuando
aquí ya se estaban haciendo las bases para organizar a este pueblo dentro de los
preceptos del Plan de Iguala o tratado, de Córdoba, cuando se sabía qUe ya en las
Cortes ibéricas no reconocían la independencia, ¿ qué sucedió? Que Agustín de Iturbi-
de, por medio' de Pío Marcha, se declarara emperador ante aquel Congreso, donde
habia liberales y demócratas, y ¡:¡abemos que. uno de los grandes hombres de la His-
toria de México -si nQ estoy en lo cierto, el señor licenciado Rojas me rectificará-,
don Valentin Gómez Farias, fue uno de los que contribuyeren de una manera eficaz
para que se reconociera y coronara a Iturbide. ¿ Qué instituciones políticas se nos
iban a dar? Indudablemente una monarquía, indudablemente un imperio; ¿por qué?
por la psicología del mismo que se declaraba emperador, por el medio, por educa-
ción, por herencia, porque los muertos mandan, porque los conceptos hereditarios
así lo imponían, sencillamente; pero bien pronto sucedió que en aquel Parlamento
de Iturbide se pusieron en pugna y choque, ¿ por qué? Porque ya había cierta agi-
tación parlamentaria, porque había cierto movimiento democrático; ¿ y qué pasó?
Que uno de los hombres más conservadores, de los más retrógrados, que aun cuando
aparentemente en cierto momento estuviera en contra del clero y en contra de 105
pretorianos, ese hombre que se llamó Antonio López de Santa Anna, mlclo una re-
volución. Y ¿ qué proclamó? Proclamó la república, señores diputados. Vino entonces
un nuevo' Congreso Constituyente que nos da una carta constitutiva en 1823 ó 24
-entiendo que en' enero de 1824-, que fue precedente de la Constitución de 182'4,
que se d~o seis o siete meses después. ¿ Qué Constitución, qué sistema de Gobierno
se nos dio? -porque siempre hago yo diferencia entre sistema de gobierno y siste-
603
ma de Constitución-o Se nos dio el sistema más complejo, el más evolucionado, más
perfecto; el sistema más integrado y más complejo: se nos dio el sistema federal,
la república federal, una república federal que indudablemente sí fue copiada de la
de N orteamérica. N o sólo en la Constitución de 1824 se copió la organización de las
garantías y la forma del gobierno, sino que también en la Constitución de 1824,
recuérdelo el señor licenciado Rojas, doctísimo e inteligente, hubo un gran defecto y
un gran vacío: en aquella Constitución, por imitar la de Estados Unidos, no hubo
declaración de garantías, no hubo declaración de derechos, absolutamente no hubo, a
pesar del gran vacío que tuvo, como la cuestión de religión en México, que siempre
fue y ha sido católica, eclesiástica, etcétera, y que el señor Rojas dirá si es cierto,
porque con seguridad que sí lo recuerda. Entonces se nos dio ese sistema de Consti~
tución federativa, ese sistema de gobierno republicano; bien, señores diputados, ¿ de
dónde me sacan, señores Luis Manuel Rojas y Alfonso Herrera, que ese dictamen~
un dictamen radical como tienen que ser todos los dictámenes de esa Comisión, de
dónde me sacan que es conservador, que es reaccionario, que es retrógrado? No lo
sé; yo, la verdad, creo que a estos señores en estos momentos sí les ha pasado algo;
que han lanzado flechas al cielo y les han caído a ellos mismos. La verdad es que no
sé qué preparan y, probablemente, sea el ataque formidable que le van a hacer a
otro dictamen en una próxima sesión, probablemente el del artículo 39, donde, según
ellos, campea la demagogia, más rabiosa; allí campea el jacobinismo más desenfre-
nado, e inteligentes, finísimos y sutiles, conocen de todas estas cosas y vienen y nos
dicen: Ilestos señores nos resultan conservadores, nos resultan reaccionarios y retró-
grados, porque al decir República Mexicana, i,ndudablemente que, por asociación de
ideas, afluye a la mente el centralismo. No es exacto, no es verdad, y crean ustedes
que no han llegado a convencer de este error y de esta mentira a la Asamblea. N O'
es posible y no es verdad que el centralismo esté unido a la idea de república; no
entiendo ni históricamente, ni filO'sóficamente, ni políticamente, ni jurídicamente, ni
de ningún modO' entiendo yo que el centralismO' esté unido, señores diputados, a la
república; pero, ¿de dónde? Estos señores son profundos en Historia de México;
pero, ¿ para qué vamos más allá? Nos estamO's saliendo de los horizontes naciO'nales
meramente nuestros, cuando aquí mismo el centralismo ha estado unido a las ideas
monárquicas. AhO'ra bien; ¿por qué es que en México han existido repúblicas cen-
trales? Pues es muy sencillo: porque la evolución política, como toda clase de evolu-
ción, nO' se hace por saltos, ha venidO' una integración de materia y una sucesión de
movimientos; ha venido una integración de diversos elementos políticos, y no eS po-
sible que diéramos un salto tan grande después de haber estado bajo un régimen
cO'lonial de tantos siglos, después de haber e_stado bajo el régimen de Iturbide y des-
pués de haber estado bajo las cadenas formidables de las tiranías y de aquellos mal
llamados gigantes del cO'razón que vinierO'n aquí, cuando la conquista, a hacer 10
que los sayOYles hicierO'n con la túnica de Cristo: a despedazarnos. Es indudable que
aquella influencia clerical, que aquella influencia de la espada, por herencia, por,
medio y por educación, es indudable que nos impedía dar un paso tan saludable,
tan benéfico, de la monarquía al centralismo, no obstante esos grandes acontecimien-
tos de lO's Estados Unidos de América, no obstante ese gran acontecimiento de la
Revolución Francesa que, si es verdad lo que dijo el señor Rojas respecto a los jaco-
binos de Francia, no es el caso, porque estábamos en una época y en una condición
social especiales, que por ningún motivo pueden compararse; ¿ y para qué vamos a
entrar en esto? Demasiado se adelantó en México en la Constitución de 1824. ¿ Cómo
es posible que aquella Constitución fuera vivida? Socialmente, políticamente, se puede
decir que fue una ley, fue una ley escrita, nada más escrita, que fue el tex;to rígido,
que fue el preceptO'; pero que no fue una Constitución vivida, y no lo fue ¿por qué?
'604
Porque en esa época indudablemente la evolución del pueblo no respondía a esa Cons-
titución, política tan elevada. ¿ Qué vino después? Aquella serie de cuartelazos, de
pronunciamientos, aquella serie de golpes de' Estado, aquella serie de motines que
daban al traste con nuestras instituciones políticas, y ¿ qué pasó? Indudablemente
por medio de estos cuartelazos vino la Constitución de 1836, es decir, vint;l una retro-
gr-adación respecto a la Constitución de 1824, y ¿ qué pasó? Que vino el poder con-
servador, aquel que no tiene responsabilidad sino ante Dios y. si acaso, ante Dios,
que pone presidentes, que pone diputados y que los quita, y, ¿qué siguió después?
Siguió la evolución de nuestras instituciones hasta que nuevamente en México, en
1846, volvió a restaurarse la de 1824, hasta en 1855, en que la misma revolución de
Ayutla lanzó de una manera formidable a don Antonio López de Santa Anna. Apa-
rentemente esa revolución no tenia otro objeto que arrojar a don Antonio López de
Santa Anna, que era el representante de los intereses clericales y reaccionarios; pero
sobre todo, era necesario que se destruyeran aquellas herencias de tiranías tan terri-
bles; indudablemente que hasta muchos conservadores tuvieron que estar del lado de
los liberales de ~bolengo, del lado de los liberales radicales, para lanzar a ese hombre
y para que después viniera el Congreso de 1857, que nos diera esa suprema Consti-
tución que después fue reformada, es decir, no reformada, sino que se le añadieron en
1874 las Leyes de Reforma; pero vamo~ al caso, ¿ por qué dicen estos señores que el
centralismo y la república van unidos y se van dando la mano? N o es cierto; en~re
nosotros el centralismo va unido a la idea de conservatismo, va unido a la idea de
absorción del poder, a la monarquía, y el federalismo indudablemente que va unido
siempre entre nQsotros, a pesar de esa Constitución de 1836, a pesar de esa Constitu-
cióÍl de 1846, que realmente fueron proyectos y tanteos de tiranos como Santa Anna,
indudablemente, decía yo, que la idea de república va unida a la idea de federalismo
entre nosotros y la idea de centralismo va unida 'a la idea de monarquia; de manera
que no sé de dónde sacan esa consecuencia y ya creo que es únicamente por 'Sostener
10 que quieren, porque ayer mismo, señores diputados; yo hablaba ·con el señor Luis
Manuel Rojas y él me dijo: que era lo mismo República Mexicana que Estados Uni-
dos Mexicanos. Realmente no sé por qué hemos tenido aquí un debate tan intenso y
tan fuerte; yo vine a la tribuna, porque ví que se ostentaron una serie de argumen-
tos falsos; y tuve necesidad de venir, porque me estaban hiriendo profundamente y
porque no eran ciertos, y, repito, el señor licenciado Rojas me dijo que era lo mismo
República Mexicana que Estados Unidos Mexicanos, que nación mexicana, en fin,
una serie de términos, pues que realmente no es una cuestión de gran importancia,
de gran trascendencia y gravedad para el país. Indudablemente que no, absoluta-
mente no, ni siquiera es una necesidad social que deba cristalizarse en un precepto o
en una disposición. Indudablemente que tiene más razón la Comisión, pues -estudiando
la República norteamericana, se verá que es verdad lo que decía el señor licenciado
Colunga: que más bien es una razón geográfica; pero 'no entre nosotros, señores
diputados, porque en Estados Unidos Mexicanos la comprensión es menos clara, me-
nos perfecta y menos definida j sin embargo, como dicen estos señores que la idea de
república va unida al centralismo, lo que no es cierto, para quitar ese escrúpulo,
pongamos, como antes dijo el discípulo de Voltaire con su amarga ironía, el señor
licenciado Lizardi, pongamos, decía, República Federal Mexicana, que es una aprecia-
ción más mexicana, para no poner Estados Unidos Mexicanos; de manera que es una
verdad: la idea de centralismo no va unida absolutamente con la idea de república,
con la idea de federalismo entre nosotros. (Aplausos.)
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente, para la recttlicación de
hechos; estoy dentro del Reglamento y pido que se me conceda la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
605
-El C. Palavicini: La dü:¡cusión está agotada, señores diputados; el señor dipu-
tado Luis Manuel Rojas, el señor diputado Herrera y el señor Martínez de Escobar
han hecho brillantes disertaciones sobre asuntos históricos; pero esto no es cuestión
de historia; la parte erudita del asunto en contra del dictamen ha sido e:x:puesto
brillantemente por el señor licenciado Luis Manuel Rojas; esta es cuestión de sentido
común, señores diputados.
Cuando se escribe un libro no se principia por el preámbulo: se principia cuando
se lee; todo el que sabe cómo se escribe un 'libro, conoce que primero se hacen los
capítulos y después se pone el preámbulo; pero la Comisión ha querido hacer prime-
ro el preámbulo antes que la Constitución. Este es el asunto, es cuestión de forma, y
después de los largos debates llegamos a la convicción de que "Estados Unidos Mexi-
canos" o "República Mexicana" expresan mejor la organización política de México;
el preámbulo se va a escribir al fin, como en todas las obras- humanas; pero, señores
diputados, no ha habido realmente confusión cuando el señor licenciado Rojas, el
señor Lizardi, el señor profesor Herrera y el señor licenciado Castaños han sostenido
aquí que es fácil confundir las ideas centralistas con la denominación República Mexi-
cana; vaya tratar de explicar por qué.
Se llamó Estadós Unidos Mexicanos en todas las Constituciones federales y se
llamó República Mexicana en todas las Constituciones centralistas. Esto bastaría
para convencer a la Asamblea de que ha quedado en el alma popular esa distinción;
pero la Comisión ha querido reformar eso, la COfl?isión ha querido buscar un término
que alarga el nombre, pero no lo completa: le llama República Federal Mexicana.
Ahora yo le digo al señor Lizardi: cuando vaya alguno de nosotros al extranjero,
no dirá que va de la República Federal Mexicana, sino que va de México, como cuan-
do viene un individuo de Suiza no dice: "vengo de la Confederación Suiza" sino ¡'vengo
de Suiza". El señor Lizardi había preparado su discurso creyendo que iba a impugnar
el dictamen alguno de nosotros, especialmente yo; como había pedido que se aplazase el
debate de este asunto, creyó que yo iba a atacarlo; pero no es ese el asunto, señor Li-
zardi, el asunto es enteramente de forma; en primer lugar, el ciudadano Primer Jefe ha
presentado a la Comisión de Puntas Constitucionales un proyecto de Carta Magna, en
el que no hay preámbulo; principia por el artículo 1Q, Y la Comisión ha descubierto la
idea luminosa de hacer un preámbulo, al que el señor Castaños, en medio de su sencillez,
ha encontrado un calificativo acertado al decir que está un poco pesado. En efecto, se
tarda uno diez minutos para leer el encabezado del preámbulo, encabezado que induda-
blemente no va a tener aplicación, porque el que pone el encabezado es el Ejecutiyo
cuando proclama esos decretos; la Comisión tuvo que sujetarse, y ya este debate lo
habia previsto el autor de reformas al Reglamento, porque habia dicho en qué forma
se expidiera; allí dijo:
, "Las refonnas a la Constitución que apruebe el Congreso, se expedirán bajo esta
fórmula: «El Congreso Constituyente de los Estados Unidos Mexicanos, decreta: ... »"
De manera que, en realidad, eso sobra; yo imagino la malicia del señor Martí-
nez de Escobar; el señor Martínez de Escobar se equivoca esta vez, pues nosotros
creemos que -todos y cada uno de los miembros de la Comisión son brillantes revo-
lucionarios y exaltados jacobinos además; pero- no podemos creer que pueden tener
en un dictamen una idea conservadora. Todas las obras de los científicos que escri-
bieron, fueron para dar la idea al pueblo de que esta era una sola república. Todas
las obras escritas para textos de las escuelas, sostienen la tesis de la Comisión; no
se atrevió el general Díaz nunca a atacar la forma de la soberanía de los Estados
ni la forma de Estados Unidos Mexicanos y el mismo dictador, qué era un gran
centralista, mantuvo el respeto, un gran respeto, por la soberanía de los Estados y
la forma de Estados Unidos Mexicanos ....
606
" . -El C. Bojórquez, interrumpiendo: Para una mOClOn de orden, señor presidente.
El ciudadano Palavicini pidió la palabra para una rectificaq:ión de hechos, y a mi
modo de ver, ya ha entrado desde hace mucho al terreno de la discusión, y no tiene
derecho a ello. (Aplausos.)
-El C. Palavicini, continuando: Celebro el entusiasmo con que los señores Giffard
y Enríquez recibieron la oportuna moción de orden del distinguido compañero señor
Bojórquez; pero en este asunto la rectificación de hechos no puede evitarla el interés
del señor Bo-jórquez, porque yo vine a rectificar hechos y es lo que estoy haciendo;
yo vine, porque fui el primer aludido sobre esos mismos hechos; pero todo lo expuesto
por el señor Martínez de Escobar está en pro de lo que nosotros sostenemos. sobre
este dictamen en primer término, es decir, la unión soberana de los Estados que son
.unidos y que son mexicanos; no vale, pues, la pena de seguir una discusión; sencilla-
mente el asunto está agotado y el señor Bojórquez tiene razón y yo voy a escuchar
con gusto su atinada observación y únicamente diré a la Comisión:- ¿es posible que un
preámbulo sea necesario para-la Constitución1 No le ha dado la Cámara un preámbu-
lo a dictaminar, le ha dado un proyecto de Constitución; pero yo les digo -todos han
leído algunos libros- que el preámbulo debe hacerse cuando esté acabada la obra:
no antes; es por esto que yo había sugerido la idea de que retiraran su dictamen
sobre ~l preámbulo; pero de esta manera nos obligan a los que creemOs que Repúbli-
ca Mexicana no es lo mismo que Estados Unidos Mexicanos· -porque tenemos esa
convicción-, a que vayamos sencillamente a votar en contra de este dictamen.
-El C. Nafarrate: Pido la palabra, ciudadano"presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Nafarrate.
-El C. Nafarrate: Pregunta el señor Martínez de Escobar, qué derecho hay
para lIa11fa~ "Estados Unidos Mexicanos. Es muy lógico y muy sencillo: el derecho lo
dan las victorias de las armas mexicanas, porque así 10 son las actuales, las revolu-
cionarias, y esa es la razón que hay para que se conceda ese derecho, por conducto
de las armas mexicanas representadas por el ciudadano Primer Jefe; es muy sencillo:
la forma de Gobierno unionista que el ciudadano Primer Jefe ha iniciado, yo la he
entendido de esta manera, como unionista; ya retirados los satélites de los goberna-
dores, que eran los jefes políticos, que eran los candidatos para comunicarse con los
presidentes municipales, de tal manera, que ahora los Estados mismos van a regirse
con un sistema unionista. En la república que se llamaba antes centralista, los mis·
mos gobernadores eran los agentes del presidente de la República; esa es la razón
por la que encuentro yo una distinción entre República Mexicana y Estados Unidos
Mexicanos. El mismo Congreso de la Unión tiene la obligación de unir los intereses
de todos los Estados y allí vemos más palpable en el Congreso de la Unión, el derecho
que nos da la misma habla castellana para nombrar a nl,:lestra patria Estados Unidos
Mexicanos; porque nuestra forma de Gobierno es unionista en sus intereses; no sólo
hay esa palabra en que yo me he" fijado, no; precisamente en la soberanía de los
Estados, que relaciona muy bien la palabra "república" y soberanía de los Estados;
de manera es que no existe precisamente ésta, sino que los Estados deben ser libres
para gobernarse en su régimen interior, por cuya razón no hay soberanía en los
Estados. Si aquí, en este Corigreso, resultan lesionados los intereses de un Estado,
tiene la obligación de pasar por ello y sujetarse a la unión" de los intereses de los
demás; de manera que, si insistimos, como está nuevamente iniciado, la política ten-
diente a sostener la República Mexicana con los partidos _centralistas que se están
formando en la capital de la República, será la que impuso la autonomía municipal, es
decir, el paso más grande que ha dado el Primer Jefe. Nosotros hemos venido revolucio-
nando y estudiando detenidamente este decreto. Cuando él retiró la autoridad de los
jefes políticos, ya -esperábamos nosotros que la realidad de las libertades iba a ser
607
un hecho; de manera que si la primera autoridad que representa las garantías indi-
viduales es la municipal, quiere decir que ésta es un obstáculo que la administración
pone para que la política no sea centralista ni en los mismos Estados, y precisamente
de allí viene que la Constitución que nosotros tenemos que estudiar ahora, contenga
las únicas facultades que le daremos al presidente de la República para que los Es-
tados no puedan legislar sin respetar a esta Constitución que firmamos; por lo tanto,
sí hay una obligación; antes que la soberanía de los Estados, está la Carta Magna
que declara Estados Unidos Mexicanos. ¿ Por qué razón ustedes se obstinan en sos-
tener el nombre, cuando con el 'Solo nombre renunciamos a la autonomía municipal,
porque precisamente la nueva política de la nación será unionista?
"-Un C. secretario: Se pregunta a la Asamblea si está suficientemente discutido.
(Voces: ¡Sí! ¡Sí!) Se procede a la votación. (Voces: ¡No! ¡No! Murmullos. Siseos.)
-El C. Múgica: Creo que la Comisión tiene el deber todavía de informar a us-
tedes sobre este dictamen, aun cuando sea en unas cuantas palabras; quiero simple y
sencillamente referirme a algo que todavía no se ha debatido y que creo que la Co-
misión tiene el derecho de exponer a la Asamblea: (Voces: Se ha declarado suficiente-
mente discutido. ¡A votar!)
-El C. l\Iúgica, continuando: Señores: ¿De qué manera le dan a la Comisión,
le encomiendan un asunto tan delicado y ahora no lo permiten que se explique? No
comprendo verdaderamente ...
-El C. Palavicini, interrumpiendo: El artículo 106 del Reglamento dice que la
Comisión debe empezar por sostener su dictamen; la Comisión ya ha hablado por
boca del señor Monzón y de los señores Lizardi y Martínez de Escobar, lo que quiere
decir que por conducto de ellos ha sostenido su dictamen; además, la Asamblea ha
declarado suficientemente discutido el asunto y, por consiguiente, nosotros estaremos
muy contentos escuchando al señor presidente de la Comisión en otros dictámenes;
pero este lo hemos declarado suficientemente discutido y el Reglamento es el
Reglamento.
-El C. Múgica: La Comisión no trata de sorprender el momento psicológico de
la Asamblea ni imponer de una manera sistemática un dictamen que, bueno o malo,
es sincero; pero cree, y lo expresa por mi conducto, que debe tener suficientes ga-
rantías en la Asamblea para que pueda cumplir dentro de sus escasas facultades con
los encargos que se le confirieron- y, por e¡;;ta razón, creo que, antes o después, la
Comisión tiene derecho a hacer aclaraciones.
-Un C. secretario: Por disposición del señor presidente... (Voces: ¡Ya está
votado! ¡No hay caso!)
-El C. presidente, agitando la campanilla: Tiene la palabra la Comisión.
-El C. Ugarte: Señor presidente: Si se abre nuevamente el debate, que pasen a
inscribirse más oradores.
-El C. Múgica: Señores, la Comisión no rehuye el debate; está defendiendo una
idea ...
-Un C. diputado: Señor presidente: Ya se declaró que está suficientemente dis·
cutido y, por tanto, el señor presidente de la Comisión debe dejar de hablar.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Múgica, miembro de la Comisión.
-El C. Múgica: Señores Diputados. Tal parece que se trata de un asunto de
vida o muerte, según es el empeño que hay aquí de parte de un grupo de la Cámara
para aprovechar esos momentos de entusiasmo o de decaimiento en los diputados con
relación a las ideas que se discuten.
Yo no creo que sea esto tan importante ni que vaya a ser motivo de que se
siente el precedente en esta sesión de que una vez para todos los casos quede la
Cámara totalmente dividida en dos grupos perfectamente bien definidos; yo no quisiera
608
esto, porque las ideas generales que aquí traemos son de intereses comunes, que atañen
a todos igualmente; puedo decir que constituyen el ideal sobre el cual marchamos y
sobre el cual hemos venido a este Congreso. Repugno, pues, esos procedimientos que
los parlamentarios experimentados están tratando de ejercer aquí, donde la mayoría
de la Cámara es enteramente nueva en estos procedimientos, y que la buena fe que a
estos hombres guía, no es más que el patriotismo, ni es más que aquella idea que
nos llevó a la revolución. (Aplausos.)
Dice el señor Palavicini que la Comisión debió haber hablado primero para in-
formar. Señores, qué ¿ las razones que la Comisión expuso en ese dictamen no son
de tomarse en consideración? ¿ N o equivale a la voz viva de uno de los miembros de
la Comisión, aun cuando no se haya presentado a sostener las ideas que se han es-
crito? Dice el señor Ugarte que la Comisión pretende aprovec1,lar el momento para
que los votos se emitan en determinado sentido. Yo no creo, señores, que esta Asam-
blea esté compuesta de hombres inconscientes que se dejen engañar; creo que todos
los diputados aquí reunidos vienen a pensar y vienen a decir con toda serenidad y
con toda independencia su parecer; pero, señores, no quiero yo aprovecharme de nin-
guna impresión, no quiero absolutamente apelar a ningún sistema artificial para que
el Cilictamen de la Comisión se vote; yo quedaré muy contento si la Asamblea repudia
un dictamen, cuando este dictamen no esté conforme con el sentir nacional, con el
sentir de la revolución; pero no seré yo, pues, quien pretenda con mi palabra impre-
sionarlos en el sentido de un dictamen, y voy a referirm~ y a concretarme al motivo
que me hizo tomar la palabra para demostrar que aquí quedó algo sin discusión, pasó
confundido y que no ha sido Qbjetado por nadie absolutamente; me refiero a las pa-
labras del señor prosecretario Castaños, que llamó a la redacción del dictamen "pe-
sada", que la llamó "insípida", que la llamó "sin significación alguna"; y yo, señores
diputados, quiero preguntar a ustedes: ¿qué significa la fecha del 26 de marzo de
1913? ¿No significa la alborada de esta revolución?, ¿no significa un hecho, por el
cual habéis venido todos vosotros a este Congreso?, ¿ no significa la protesta so-
berbia y viril del pueblo y de un gobernador ilustre contra la tiranía, contra la tira-
nía de todos aquellos que en ese momento apoyaron a la usurpación y al crimen?
(Aplausos.)
¿ Por qué ha de ser pesada la fecha del 26 de marzo de 1913 en la redacción de
esta Constitución? ¿No ha de contener este Congreso también su historia misma
condensada en unas cuantaEt frases, aun cuando no sea un verso sonoro? ¿No son
]as demás fechas, la rectificación que hace el Primer Jefe de las cargos terminantes
que la División del Norte y la Convención le hicieron para separarse de él, diciendo
que el Primer Jefe -no tenía un programa revolucionario, que el Primer Jefe no había
pretendido más que un restablecimiento del orden constitucional, y entonces el Pri-
mer Jefe reformó el Plan de Guadalupe, cuya fecha está en este dictamen, diciendo
que la revolución era una revolución social? ¿ Yeso es pesado, señores, llevar a la
conciencia de todo el pueblo y a la memoria de todas las edades, fechas gloriosas?
Poco después, señores, el Primer Jefe consideró que para darle vida, para que cris-
talicen todas las ideas de ]a revolución era preciso hacer una nueva reforma, y
entonces escribió una nueva fecha, que aquí está también considerada en este preám-
bulo que está pesado, según ha dicho ligeramente uno de los impugnadores de este
dictamen. ¿ Qué, pues, señores, qué hay de pesado en esas fechas que debe conocer
el pueblo? ¿Que no son un cuento? Esta muy bien; ¡las constituciones de los pueblos
son literatura árida y flamante que va a penetrar a las almas de las multitudes!
Es, señores, todo lo que tenía yo que decir; este pensamiento, sobre el cual no
se había fijado la Asamblea todavía, es el que estaba pugnando aquí contra la Comi-
sión, la cual declara que no apelará a ardides de ninguna especie, que no tratará de-
609
hacerles atmósfera a sus dictámenes y que protesta que cumplirá patrióticamente
con el deber de dictaminar sobre el proyecto que se le ha presentado e incluir en él
todos los ideales que palpitan en el alma de todo mexicano. (Aplausos.)
-Un C. secretario: Por disposición de la Presidencia se consulta si está el asunto
suficientemente discutido. (Voces: ¡Sí! ¡Sí! ¡No! ¡No!) Las personas que estén por la
afirmativa, que se sirvan poner de pie.
-El C. Múgica: Señores y compañero"s: Yo les suplico a ustedes que lleven su
paciencia hasta lo último; yo quiero que se siga discutiendo sobre este proyecto, yo
se los suplico encarecidamente, para que no se diga que estén ustedes sugestionados.
-Un C. secretario: Se han inscripto en contra del dictamen los ciudadanos Dá-
valos, Rojas y von Versen.
-El C. Limón: Señor presidente: Se obedece o no se obedece la resolución de la
Asamblea. Ha habido mayoría.
-El C. Espinosa: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Espinosa: Señores diputados: No vengo con la erudición del señor Mar-
tínez de Escobar, ni tampoco con la sapiencia del señor Herrera a tratar un asunto
de suyo difícil y escabroso; sino sencillamente a poner mi humildísimo concurso en
este debate, tratándolo bajo el punto de vista esencialmente histórico. El ciudadano
diputado Martínez de Escobar hace la pregunta de que por qué se considera reaccio-
naria a la designación de República, en lugar de Estados Unidos Mexicanos; para
los que conocemos algo de historia.: patria, señores diputados, la interrogación del
señor Martinez de Escobar es sencillamente ingenua; no vengo con el ánimo tampoco
de hacer ningún cargo a la Comisión Dictaminadora, pues estoy seguro que en ella
figuran hombres verdaderamente dignos y genuinos representantes de la revolución,
cuyas ideas vienen aquí a cristalizar en un aliento de suprema esperanza. No, señores,
vengo exclusivamente a decir lo poco que yo sé respecto a este punto constitucional.
No sé tampoco si estoy en lo cierto, si me acerco a la verdad o si estoy en ella; creo
únicamente que el concepto histórico que yo aquí vierta encauzará el debate por el
verdadero sendero de la verdad. N o he querido confiar a mi memoria fechas verda-
denimente importantes y por eso voy a tener la pena de fastidiar la atención de
ustedes dando lectura a algunos brevísimos apuntes sobre historia patria. (Leyó.)
Como ustedes ven, juzgo el punto de vista histórico con anterioridad a la conquista
española, y se ve que el suelo mexicano estaba dividido en tribus que tenían costum-
bres muy diversas y que el territorio tenía una delineación geográfica bien marcada
y enteramente distinta una de otra; esta comparación la traigo aquí para ver cómo
sí es correcta la comparación de la denominación que quiere dársele de Estados Uni-
dos Mexicanos y no precisamente por imitación a los Estados' Unidos de Norteamé-
rica; sino por antecedentes históricos, y por eso he tenido necesidad de venir a tratar
la cuestión desde esos tiempos tan remotos. Después, señores, consumada la conquista,
bien sabido es de todos ustedes cuál fue la forma en que los conquistadores se divi-
dieron el territorio mexicano; no necesito decíroslo, porque esto es elemental. Hechas
las encomiendas, divididas por porciones la tierras, y repartidos los hombres por
determinado número a cada uno de los conquistadores, aquéllos siguieron teniendo
desde entonces una división bien fija y bien delineada; pero después, cuando la pro-
piedad territorial empezó a dar principio, vinieron nuevas demarcacíones y de lo
que fueron simples encomiendas, se pasó a formaJ,' las provincias que se llamaron de
la Nueva España. También está demostrado, de manera precísa, que aquí mismo, en
un solo Territorio, había demarcaciones geográficas bajo un mismo gobierno político;
pero bien separadas unas de otras. Después de esta denominación de provincias de
la Nueva España vinieron ya otras divisiones denominadas departamentos, que co-
610
rrespondían, con pequeñas diferencia-s" a lo que hoy se conoce con el nombre de
Estados. Después de estas denominaciones de departamentos vinieron los Estados
con las actuales dimensiones que hoy se cuentan.
Estos antecedentes históricos demuestran que hay una consecuencia lógica para
la denominación de Estados Unidos Mexicanos que desea dársele a la denominación
patria.
Ahora contestaré a la pregunta que hacía el ciudadano Martínez de Escobar, de
que por qué la denominación o palabra -aquí sí es palabra-, "República" tiene un
sentido retrógrado. yl) no soy precisamente de los que así opinan; pero sí se des-
prenden de esos antecedentes históricos, ciertos lineamientos reaccionarios, porque
los congresos que adoptaron esta palabra para dominar a la patria, fueron los que
estuvieron siempre encabezados por clericales o aquellos que tenían tendencias centra-
Jistas. Vaya demostrar con hechos: yo, señores, tengo otro concepto de lo que sig-
nifica la palabra "República". En mi humildísima opinión, es únicamente una forma,
una forma de Gobierno que muy bien puede adaptarse sin que se llegue a una incon-
secuencia, a la nación, dándole la denominación de Estados U nidos, supuesto que no
es más que una forma de Gobierno. Puede ser una República central, puede ser una
República federal; como ya dije, no es más que una" forma de Gobierno que es con-
triaria a la monarquía; es cuestión de forma únicamente, y de ninguna manera de
dgnificación política, que es lo que aquí estamos nosotros debatiendo. El Congreso
convocado por Morelos el 1Q de septiembre de 1813, acordó una Constitución repu-
blicana que publicó en Apatzingán", el 22 de octubre de 1814;" el Congreso fue con-
vocado por un caudillo revolucionario, por un movimiento que no estaba cristalizado
el Gobierno y tenía todas las características de una fuerza netamente militar; ese
Congreso, al tratar de toda la federación, dio a las partes del territorio que lo. com-
ponían, de una manera clara y precisa, el nombre de provincia's de la Nueva España;
allí Se ve de una manera esencialmente liberal bien marcada, el por qué se designaban
provincias de la Nueva España. Después de la Constitución española de 1812, que
aquí nos llegó apenas como una ola que viniera a besar nuestras tierras y que traía
prinCipios verdaderamente liberales de la Constitución de ayuntamientos, fue dero-
gada aquí en Nueva España, casi al haber llegado, después de haber sido puesto en
libertad el rey Fernando y repatriado a España; así, pues, esta Constitución española
fue muy poco lo que influyó en la vida nacional de México.
El segundo Congreso emanado del Plan de Iguala, que se instaló el 24 de febrero
de 1824, y del que estaba al frente Iturbide, tenía entre su seno jefes que represen-
taban tendencias republicanas, aunque en el fondo este Congreso defendía un prin-
cipio netamente monárquico. Los leaders de las tendencias republicanas hicieron gran-
des esfuerzos por que se esbozara, cuando menos allí, la emancipación política de
nuestra patria. Fueron Guadalupe Victoria y Guerrero; pero nada consiguieron y
de hecho este Congreso fue también centralista, supuesto que el que lo había hecho
era nada menos que Iturbide, quien después de muy poco tiempo se declaró
emperador.
El tercer Congreso, instalado el 7 de noviemb~e de 1824, adoptó para la forma
de Gobierno la República representativa popular y federal; esta Constitución estaba
inspirada y sostenida por ,Bravo, Victoria y Navarrete¡ había en aquel Congreso tres
tendencias: una por l~ monarquía española, otra por el Gobierno central y otra por
el Gobierno republicano federal.
El cuarto Congreso, instalado por Santa Anna el 4 de enero de 1835, de una ma-
nera clara y precisa decía únicamente República Mexicana; pe!,o jamás vimos alli la
locución de Estados Unidos Mexicanos ni de provincias de Nueva España. Se veía,
pues, que la obra de los reaccionarios, los representantes de las ideas atrasadas como
611
lo fue siempre Santa Anna, querían imponer de una manera bien precisa y clara el
Gobierno absolutista, que es la característica de los gobiernos centrales, puesto que
tienen en un puño todo el poder de una nación y hacen de ella como si fuera propiedad
particular.
El quinto Congreso se instaló como una consecuencia, como un resultado del
Plan de Tacubaya; ellO de junio de 1842 fue 'la fecha en que este Congreso quedó
instalado y sus tendencias eran netamente liberales y allí también se pedía, como una
necesidad, que las instituciones republicanas fueran netamente federales. En este
Congreso se volvió a repetir la denominación de Estados Unidos Mexicanos.
El sexto Congreso, instalado nuevamente por Santa Anna el 12 de junio de
1843, que tenía al frente al arzobispo Posadas, dio como denominación República Mexi-
cana y como organización la central; he ahí cómo un arzobispo, al frente de una
asamblea, no tenía más que pedir 10 que era natural esperar de él, y venía a pedir
lo que ahora vienen a pedir los señores de la Comisión Dictaminadora; sólo que
respecto de los cargos que se le atribuyen a esta Comisión, en mi concepto, no hay
en ellos ningún dolo; yo los considero representantes muy honrados y representantes
dIO! una revolución que ha echado por tierra dos tiranías; yo no puedo hacer ningún
cargo a estos ciudadanos.
Después vino el séptimo Congreso, instalado el 30 de junio de 1846, con el gene-
ral Paredes a la cabeza. Este Gobierno, que era producto del clero, fue central, con
pretensiones a monárquico. Contra Paredes se levantó la guarnición de Guadalajara
y se unió a ella la guarnición de México; y este movimiento, que tomó proporciones
alarmantes de una manera rápida, vino a resolverse en el triunfo de aquellas armas,
las que, una vez constituidas en Gobierno, se adaptaron a la Constitución de 1842, que
había sido de principios netamente liberales, es decir, la Constitución de Tacubaya.
Después, la República Mexicana se rigió con esta Constitución hasta la de 1857, que
es de sobra conocida por todos ustedes. A esto no tengo más que agregar que, la
práctica anterior en nuestra República, aunque por desgracia ha sido un mito o una
ilusión con la que se ha engañado al pueblo, se ha dado la forma de federativa reco-
nociendo a cada Entidad libre y soberana, inspirándose, pudiéramos decir, en aquel
principio de Rousseau que decía que los individuos deberían entregar algo de su
libertad absoluta al que los representara, a cambio de la responsabilidad que él
tenía para con estos individuos que abdicaban, en parte, de sus libertades. Esa es la
.forma de Gobierno más alta y es la más democrática; esa es la idea del Gobierno
federativo, y así es como la pensaron los constituyentes de 1857; pero, por desgra-
cia, hemos visto que con unos paréntesis demasiado efímeros, hemos vivido siempre
bajo el Gobierno central más odioso y tiránico, como el oprobioso de Porfirio Díaz y
el no menos oprobioso de la dictadura de la usurpación huertiana. Sólo en el tiempo
del presidente mártir pudimos, en realidad, tener en México una poca de libertad en
cuanto a la soberanía de los Estados. Esta es la última consideración que yo puedo
hacer sobre este tan debatido asunto; la Constitución de 1857, de una manera muy
clara y precisa, dice que los Estados Unidos Mexicanos tienen que ser libres y sobe-
ranos. Esta forma que la Constitución le dio al Gobierno, implícitamente viene a ser
la demostración más palpable de que si efectivamente hay una unión entre el Go-
bierno del centro y el de los Estados, hay también una independencia bastante; con-
sideración que los revolucionarios actuales debemos hacer que se respete, puesto
que es una de las aspiraciones populares. fAplausos.)
-El C. Ramírez: Yo creo que estamos perdiendo el tiempo miserablemente, y
ruego al señor presidente mande dar lectura al artículo 112 del Reglamento.
-Un C. secre'tario: El artículo '112 del Reglamento, dice:
612
"Cuando hubieren hablado todos los individuos que puedan hacer uso de la pa-
labra, el presidente mandará preguntar si el asunto está o no suficientemente dis-
cutido. En el primer caso, se procederá inmédiatamen1te a la votación; en, el segundo,
continuará la 'discusión; pero bastará que hable uno en pro y otro en contra, para
que se pueda repetir la pregunta."
-El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.
-El C. Colunga, de la Comisión; Señores diputados: Yo excito la cordura de
ustedes para que se sirvan no conceder a este debate más importancia de la que
realmente tiene y que yo considero que es bien poca. Ha venido a dársela el señor
Palavicini, por una parte, que anunció desde ayer que el preámbulo entrañaba una
gran importancia histórica, una gran trascendencia política, y, por otra parte, le dio
importancia al debate el señor licenciado Luis Manuel Rojas, que vino a dar la alar-
ma en falso, a la Asamblea, por el prestigio que merecidameJ?te tiene en ella.
El señor licenciado Rojas hizo a la Comisión una imputación en términos de ri-
gurosa esencia, que importa proceder a establecer de una manera sólida esta verdad:
no se necesita el nombre de Estados Unidos Mexic~nos para que una República exista
en forma federativa; este es un hecho incontrastable que no ha llegado a ser comba-
tido en el debate; como ejemplo, yo puedo citar Suiza contra el ejemplo de todas las
Repúblicas latinoamericanas, que no han hecho otra cosa que imitar, como imitamos
nosotrQS; y sentada esta verdad, que considero irrefutable, es muy fácil demostrar
que nosotros, los ,que formamos la Comisión, no somos jTepresentantes de las ideas
conservadoras; sino de las ideas renovadoras y progresistas, porque es una tenden-
cia de la revolución la de: ser nacionalista, y no_sotros al proponer que se ponga "Es-
tados Unidos" por "República", no queremos otra cosa que quitar una denominación
que nos liga con la nación vecina.
Es indiscutible que los dos partidos que se han disputado el Gobierno en toda
nuestra historia, han sido el partido conservador, que es el de la traición, y el partido
liberal, el progresista, que siempre en contra del anterior, quiere conservar el nom-
bre de Estados Unidos Mexicanos.
Yo, señores, no niego que el partido liberal deba conservar sus tradiciones; pero
también debo decir que el partido que siempre se ha empeñado en conservar sus
tradiciones, ha sido el conserVador, y aquí vemos que los mismos partidarios, que
los impugnadores del dictamen, tratan de que se conserve el nombre de Estados
Unidos sencillamente por tradición, y no han ,aducido otras razones de más peso; el
partido tradicionalista ha sido siempre conservador; ¿vamos nosotros a conservar la
tradición de una época en que imperó en la República el centralismo? Absurdo el
liberalismo del general Díaz, y, sin embargo, en esa época, en los expedientes y en
las leyes, estaba' la tradición de Estados Unidos Mexicanos como un escarnio. ¿ Esa"
tradición la vamos a conservar? "
N o se ha hecho justicia a la Comisión, yo creo que debemos examinar serenamente
los argumentos que -ha aducido y que son eminentemente históricos; hay que tomar la
forma en que estaba constituida la nación en la época en que se hizo independiente;
B la hora en que México se emancipó no parecía más que una gran colonia formada
de la mezcla de conquistadas y conquistadores ,que llevaban consigo el idioma, las cos;'
tumbres, las leyes y hasta la religión del mismo,pueblo que había ensanchado su domi-
nio; estas palabras son de uno de los historiadores más notables: "México no era más
que una sola colonia y llevaba consigo el idioma y hasta la religión del mismo pue-
blo que había ensanchado -sus dominios, etcétera, haciéndose ,protector de nuevas razas."
(Tomo 111 de México a Través de los Siglos, página 95.) El señor Rojas nos ha habla-
do de que había algunas otras provincias que no estaban enteramente unidas;, nos ha
hablado de la capitanía de la Nueva Galicia. Nunca fue capitanía, lo que sucedió fue
613
que en la pl'ovincia de Nueva GaEcia hubo una Audiencia que conocía de los negocios
de la misma provincia, pero nunca hubo capitanía, y de todas mane"ras, la Audiencia de
Nueva Galicia estaba sujeta en muchos puntos al virrey de la Nueva España, El señor
Rojas nos ha hablado del movimiento iniciado en Nueva Galicia allá por el año de 1823;
pero yo recuerdo al señor Rojas que este movimiento no fue exclusivamente de Nueva
GaEcia, sino que fue de todos los Estados occidentales, porque ya había sonado muy
alegre a los oídos de las provincias el nombre de república y de que fuera los Estados
independientes, y en todos se promovieron motines de más o menos gravedad, de más o
menos importancia, con objeto de asegurar la forma federal, y, ¿ sabéis cómo se calmó
esa efervescencia? Por un decreto expedido el 21 de mayo de 1823, que llevaba este
proyecto de bases de la república federativa, y en ese proyecto de bases se fijaba este
artículo 69: (Leyó.) Y allí no se habla de Estados Unidos, Nada más tengo que agre-
gar, señores. Me parece que la cuestión, como dije al principio, no tiene más que una
importancia bien escasa; se trata de "Substituir Estados Unidos Mexicanos por Repú-
blica Mexicana y no hay temor de que esta forma dé entrada al centralismo y yo apelo
a la cordura de la Asamblea para que se sirva dar por suficientemente diseutido este
asunto.
-Un C. secretario: Se pregunta si está suficientemente discutido este asunto.
-Un C. diputado, interrumpiendo: Si la Presidencia se sujeta al Reglamento, ten-
drá que permitir "hablar a un orador en contra, supuesto que ha hablado uno más
en pro.
-Un C. secretario: Los que opinen que está suficientemente discutido, que se
pongan de pie. Sí está suficientemente discutido.
Que los ujieres avisen a los señores diputados que están en los pasillos de desaho-
go, se sirvan "pasar al salón, porque ha llegado la hora de votar.
-El C. presidente: Han hablado seis oradores en contra y cinco en pro. (Una voz:
. ¡Han hablado dos en pro y uno en contra! ¡Que se lea el dictamen!)
614
11' SES ION ORDINARIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA MAí'lANA DEL MIERCOLES 13 DE
DICIEMBRE DE 1916.
SUMARIO
(Con una asistencia de 144 ciudadanos diputados, según lista que pasó el C. pro-
secretario López Lira, se abrió la sesión a las 9.30 a m.)
-El C. secretario Lizardi dio lectura al acta de la anterior, 'la que, sin discusión,
fue aprobada en votación económica.
-El mismo C. secretario da cuenta con los siguientes asuntos:
uEl C. diputado Ortiz Rubio Francisco manifiesta que por enfermedad está im-
posibilitado para asisth' a las sesiones, y solicita la licencia respectiva."-Concedida.
"El C. diputado Zubaran Juan, por las mismas razones que el anterior, pide li-
cencia."-Se le concede, debiéndose llamar a su suplente.
"El C. diputado De la Fuente Gilberto pide licencia por diez días, por tener un
cuidado de familia." -Se le concede.
617
"El C. diputado Pastor Rouaix participa que, habiéndole concedido al ciudadano
Primer Jefe una licencia para separarse del puesto de secretario de Fomento, Colo-
nización e Industria, por todo el tiempo que duren las sesiones del Congreso, quedó
encargado del Despacho del citado }\f.inisterio, el C. subsecretario, ingeniero y general
Eduardo Hay."-De enterado.
-Un C. secretario: ¿Hay algunos ciudadanos diputados que no hayan rendido aún
la pr~testa de l e y ? ' .
-El C. Dávalos: ¿ Qué no sería a usted molesto decirme el acuerdo recaído a la
solicitud del señor Zuharan? Porque me parece que ha fa~tado mucho más de tres
d,ías, quince, doce ...
-El C. secretario: El acuerdo dice: Dése cuenta "8 la Asamblea para que deter-
mine si considera justificada la licencia. (Voces: ¡No! ¡No! ¡Que se llame al su-
plente!)
¿Se llama al suplente? (Voces: ¡Sí, señor!)
-El C. presidente tomó la protesta de ley al C. Alberto Alvarado, diputado su-
plente por ellO distrito electoral de Michoacán.
618
A nosotros, los que formamos esta Asamb1el\, por circunstancias especiales, al
venir' a representar diversos pueblos de la República, nos ha correspondido venir
a actuar de un modo muy interesante, de un modo vital, de un modo trascendenta-
Iísimo. Se nos ha encomendado nada menos que transformar la faz de nuestra patria.
El indígena ha sido víctima de todas las infamias, ha sido objeto de todas las
malas obras de los dictadores, encomenderos, logreros, explotadores. Ese ser de tez
de bronce que tanto ha sufrido, que se le ha alejado siempre de todos los festines
reales o ficticios del progreso, no obstante que es el que tiene mayor derecho a todo
lo que aquí existe, porque conserva sin mezcla la sangre de sus ancestros,' de nosotTos
lo espera todo; con los 'l~bios secos y mustios por el cansancio, por las amarguras,
por las decepciones; espera que" nosotros llevemos a su espiritu el jugo fecundo de
la democracia y que armemos su brazo con·el mejor de todos los escudos; el derecho.
La justicia, matrona augusta, escarnecida, vejada, ultrajada por tantos siglos, tiene
en nosotroS" fijos sus ojos y espera que repitamos el "¡levántate, Lázaro!" de la le-
yenda de Cristo. ¿ Y cómo habremos de cumplir con esa nuestra misión tan interesante,
tan grave, de tanto relieve? Sin duda que entregándonos al estudio de. los artículos
que forman la Carta Magnaj unos con toda su sapiencia, otros con toda su erudición,
otros, los que no tengamos ni una ni otra cosa, por lo menos con toda nuestra vo-
luntad, con todo nuestro cariño, con todo nuestro amor. Yo, como todos los compa-
ñeros, he estudiado, he leído, he releído, he considerado y reconsiderado todos los
artículos que forman el proyecto que se ha puesto a discusiónj desde este primero
traigo el fruto no sólo de mis anhelos, sino de' m~ estudio, que bien puede ser de
significación o bien no puede ser; pero entiendo que precisamente de la presentación
que se haga ante la honorable Asamblea de todas las iniciativas, magníficas unas,
brillantísimas las otras, trayendo apenas alguna luz unas y otras insignificantes, de
ahí habrá de surgir la gran obra de esta Cámara, porque tendrá la ocasión de ver,
de juzgar, de justipreciar y seleccionar.
El artículo 1Q, tal como ~stá redactado en el proyecto puesto a discusión, es sin
duda superior "al artículo 1Q tal como está originalj pero, señores, encuentro 10 si-
guiente: tanto un articulo como otro, me parecen hermosos, rutilantesj me parecen una
ánfora que contiene esencias preciosisimas; nada menos que los derechos del hombre
en el texto original y ahora las garantías individuales. Sin embargo, esa ánfora que
contiene tan preciosas esencias, a mi' modo de entender, tiene un defecto, tiene una
deficiencia, tiene una abertura por donde pueden salirse esas esencias. Voy a ex-
plicarme.
De todos nosotros es conocido el hecho de que grandes grupos de, hombres han
sido durante muchos años trasladados de los lugares de su residencia a las plantacio-
nes de tabaco del Valle Nacional, a las fincas henequeneras de Yucatán, a Quintana
Roo y a otras zon~s en donde aquellos hombres, desde su llegada, han recibido soplos
de enfermedades y caricias de muerte. ¿ Por qué se verificaba esto? Porque existía
la infamia que se ha conocido con el nombre de enganches ¿ Y qué era el enganche?
¿,En qué consistía? Consistía en un documento que firmaban hombres, en el que
renunciaban a todos sus derechos, hasta quedar convertidos en miserab!es esclavos.
Aquellos hombres empujados por "la ignorancia, muchas veces por la miseria,
pero en cualquier farma par estulticia, por. torpeza, por estupidez, aquellos hombres
firmaban tales padrones de ignominia y eran llevados a esos lugares, en donde, gol-
peados, maltratados, ultrajados, más bestias de carga que hombres, producían enormes
gananelas a los explotadores. No recibían jamás la caricia de un derecho; no sentían
jamás poseer una garantía; no tenian en ninguna forma la caricia de una satisfacción,
y sí, cuando ya no podían trabajar, cuando estaba agotado su organismo por la enfer-
medad que lo minaba o cuando las fuerzas ya no eran suficientes para hacer que siguie-
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ran en el trabajo, entonces, como suprema puntada, se les dejaba que allá, en las galeras,
tumbados, esperaban que la muerte se llegase a ellos y tuviera la gracia de darle el beso
último, postrero, en su frente. ¿ Por qué acontecía esto, señores? Porque como dije an-
tes, por ignorancia o por miseria, al recibir unos cuantos pesos aquellos hombres renun-
ciaban a las garantías, a los derechos, convirtiéndose en esclavos. Pero no es esto sólo,
señores; nosotros, los que aquí estamos, la mayor parte sin duda que hemos también
calzado con nuestra firma, con nuestro nombre, padrones de ignominia. Las dos terceras
partes, si no es que más, de los que vivimos en ciudades, no tenemos la felicidad de po-
seer casas propias y recurrimos a arrendar propiedades a sus duéños. ¿ Qué nos aconte-
ce? Que para poder entrar a esas propiedades se nos presentan unos contratos que nos-
otros, por inmoralidad sin duda, hemos firmado, no una, sino muchas veces\ renun-
ciando a los artículos setecientos y tantos, renunciando al Código de Comercio, al de
Procedimientos Civiles y a todo lo que se quiera. Eso_ lo hemos hecho nosotros y
naturalmente, que cuando nosotros lo hemos hecho, lo han hecho también una infi-
nidad de personas en todos los lugares en donde es necesario arrendar casas sea para
vivir, sea para establecer algún negocio, o para cualquier giro.
Muchos de nosotros, no una, sino diversas ocasiones, hemos tenido que recurrir
a pedir dinero prestado, y lo hemos conseguido no sólo con el módico rédito de veinte
por ciento, sino calzando documentos renunciando a una porción de artículos que
nos puedieran favorecer; y pOdrían citarse otros muchos ejemplos, por lo que resulta
que en materia tan trascendental como en los casos de enganche, como en los casos de
obligar a un individuo a que vaya a trabajar, porque unas veces firmando él y otras
firmando un extraño por él, ha sido la causa para que se renuncien los que antes
eran derechos del hombre y en casos trascendentales se ve que, aún no siendo tras-
cendentales, que en muchas ocasiones se han renunciado esos derechos que la Consti-
tución nos ha dado. Para que el artículo 19 quede redondo, claro, terminante, expre-
sivo y práctico, como debe ser, podríamos agregar a los dos primeros conceptos que
tiene, otro, con lo cual quedaría concluyente. Los conceptos que forman el artículo
19) son los siguientes: todo ciudadano tiene lo que antes se llamaba derecho y ahora
garantías. La ley puede coartar en determinados casos esas garantías, y el ciudadano
no puede renunciar a ellas. Es verdad que en el artículo 5t?, por ejemplo, se habla de
un modo parcial de que el Estado no reconoce tales o cuales renunciaciones; que en
materia de trabajo sólo podrá durar el convenio un año, y que no podrá renunciarse
a los derechos políticos y civiles. Pero esto también constaba en la Constitución de
57; no obstante, se hizo todo lo que he dicho y que sabemos es perfectamente claro
y perfectamente cierto. Por otra parte, en nada perdería con que en lugar de hacer li-
mitaciones parciales en el artículo 19, que es donde se instituye, donde se declara ter-
minantemente que todos los ciudadanos tienen garantías, allí mismo se hiciera constar
que esas garantías no son renunciables en ningún caso, porque, senores, no porque
aquí se va a estudiar la Constitución, no porque aquí va a reformarse, no porque
aquí van a reformarse las leyes, no porque los gobiernos que vengan, no porque los
ciudadanos encargados de gobernar tengan anhelos mucho más altos que los que
tuvieron los hombres anteriores que llegaron hasta la infamia y que se revolcaron
en tan tremendos hechos, no por eso hay que suponer que hemos dado el golpe de
muerte a la chicana, al chanchullo, a todos aquellos ardides que sirven para desfigu-
rar las leyes. De ruanera que si nosotros aclaramos el articulo 19 , habremos realmente
cerrado la puerta a todas las infamias. Nada pierde el artículo 19; al contrario, se
hace más claro, más expresivo, más terminante. De un modo parcial se dice que los
ciudadanos tienen garantías; también podrá precisarse de un modo absoluto que
no pueden renunciarse en ningún caso esas garantías; porque hay que ver que esto es
una anormalidad. En todas las papelerías, en todos los estanquillos, como venderse
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papel rayado y como venderse sobres, se venden los contratos impresos, ese padrón
de ignominia. De ese modo, decia, aunque hubiera quien se atreviera a presentar, en
tantas formas de hacer transacciones, un documento en que se renunciara a cualquiera
de los preceptos o reglamentos de las leyes, de todos, repito, aunque hubiera quien
10 hiciera y hubiera quien firmara, tendríamos desde luego que no podría 'ser acep-
tado; sino que sería nulo, por estar precisamente expresado claro y de una manera
terminante en el artículo 19 que todo individuo goza de garantías y que esas garan-
tías no pueden renunciarse en ningún caso. (Aplausos.)
-El C. presidente. Tiene la palabra el ciudadano Martinez de Escobar.
-El C. Martínez de Escobar: Las constituciones indudablemente que son las ma-
nifestaciones exteriores, las manifestaciones palpables del Estado. El Estado no es
otra cosa sino la sociedad organizada en Estado, contribuyendo a su marcha las cons-
tituciones, ya sean constituciones escritas, sean constituciones rígidas, sean constitu-
ciones flexibles, sean constituciones inviolables o consuetudinarias, como ]a Constitu-
ción inglesa, pero indudablemente que es la Constitución la manifestación exterior de
la idea de Estado.
Las constituciones, a través de todos los tiempos. han venido siendo en algunos
casos transacciones entre los reyes y los pueblos, es decir; una transacción entre el
progreso, en un momento dado, que estalla por medio de una revolución, y la restau-
ración de las clases conservadoras, que tienen miedo y tiemblan ante aquellas eman-
cipaciones que vienen proclamando los pueblos en estado de rebelión. Ejemplo: la
Constitución de 1808 en España, cuando Napoleón I hizo temblar a Carlos IV o Fer-
nando VII· y que fue' rey de allí José, el heqnano de Napoleón, fue una transacción
entre el pueblo y el rey. En otros casos, señores diputados, las constituciones son con-
eesiones o son gracias que los reyes hacen a los pueblos; tendremos un ejemplo en
la Constitución de '1814 en Francia, cuando Luis XVIII subió al trono restaurado. En
Qtros casos tenemos· imposiciones de los pueblos a los reyes; podremos poner por
ejemplo, sin duda alguna, la Constitución de 1812 en España. En otros casos son
eomo en las repúblicas, tienen el poder avasallador de las asambleas representativas,
de ciertas necesidades políticas en que se necesita un sistema federal para armonizar
así los intereses. de las entidades locales con una entidad central, como en Estados
U nidos, como en México, como en Suiza, como en Alemania, en donde existe el
sistema federal más perfecto.
Decíamos ayer, señores constituyentes, que en nuestro medio tres constituciones
tienen gran importancia, gran trascendencia y gran significación en nuestro d~s
arrollo constitucional. La norteamericana, la Constitución de 1877, que. indudable-
mente es la que más influencia tiene en nuestras instituciones y de una manera
especial en nue~tra forma de Gobierno, en nuestro sistema de Constitución, en el
federalismo y en la forma republicana. Decíamos también que la Constitución de
1812 tiene gran importancia en nuestro desarrollo constitucional. Indudablemente que
sÍ. Quizá sea lo menos en el momento actual; pero sabemos de la lucha entre el cen-
tralismo y el federalismo. El centralismo era algo así como el grito formidable del
poder del conservatismo, del poder conservatista que hemos heredado de España. Ahí
vemos la influencia de la Constitución de España sobre nosotros, y la Constitución
de 1793 de Francia. ¿ Cuál es la influencia de la Constitución de 1793 de manera espe-
cialísima en cunnto a los derechos del hombre? Allí se proclamaron esos derechos y en
nuestra Constitución de 57, si la vamos estudiando, no al pasar de la mirada, indudable-
mente vamos viendo que en esa declaración de los derechos del hombre hay una imita-
ción; pero no una imitación a propósito, sino. una imitación inconsciente -digámoslo
aSÍ-, porque es natural que si los derechos del hombre surgieron a la maldad del gran
tirano de los Borbones, aquí también, en virtud de los grandes despotismos en nuestras
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instituciones republicanas, surgieron los derechos del hombre como limitación del poder
público; esos derechos, que son parte integrante de la naturaleza humana, que son F;!}
elemento constitutivo del hombre, que en algunas partes se sostiene que son ilegislables,
porque hay algo que no se le puede quitar al hombre. Entre nosotros, en toda ley
constitucional, señores diputados, que es la ley fundamental de los pueblos, porque
allí se plasman nuestras instituciones, nuestras costumbres cívicas, nuestros usos,
porque allí se condensa el alma de la vida nacional. el alma de la vida de la patria;
en toda ley fundamental venimos distinguiendo tres elementos: el reconocimiento de
derechos, limitaciones del poder público, forma u organización de los poderes, manera
de constituirlos, división de las mismas facultades que tiene cada uno de ellos y la
manera de hacer efectivas aquellas garantías individuales que se reconocen al hombre
frente al poder público. Si nosotros vemos nuestra Constitución, indudablemente que
se distinguen tres clases de principios: el derecho social, el derecho político y el de-
recho administrativo, si se me permite la frase, aunque quizá no sea muy exacta;
pero no encuentro otra que pudiera plasmar la idea que voy a emitir. Principio
de derecho social es todo eso que se llama derechos del hombre o garantías indivi-
duales; yo más bien no le llamaría a este conjunto de disposiciones que intégran
todos estos artículos, no le llamaría garantías individuales, le llama:l'Ía yo, de las ga-
rantías constitucionales. En estos artículos está el principio del derecho social, sin
discusión; son disposiciones que han determinado la libertad del individuo en la so-
ciedad, en tanto que en esta sociedad así constituida vino a restringirse la libertad
individual en provecho de la libertad social. Principio de derecho político, o sea la
forma de organización, la forma de Gobierno y principio de derecho administrativo;
el derecho político dinámico, si se me permite la palabra, y el otro derecho polítíco
estático; uno, derecho político en acción; ya una vez perfectamente explicadas cuales
son las facultades de esos poderes, ya en acción, ya funcionando, los derechos del
hombre entre nosotros indudablemente que han sido la gran conquista, la conquista
monumental, la conquista gloriosa, la conquista soberbia de una reacción contra el
poder tiránico, de una reacción contra el despotismo; pero sabemos nosotros, ya lo
decía el elocuente orador señor Martínez, cuál ha sido la condición del indio, induda-
blemente muy triste, indudablemente muy dolorosa, indudablemente muy amarga.
En la época colonial, si nosotrü's estudiamos las condiciones sociales de las di-
versas clases existentes, se ve que las unas son hermosas y las otras tristemente
amargas. Vemos al conquistador, al titán de la espada, vemos al militar pretoriano
de la conquista, a las clases clericales, a las clases dominadoras, en una condición
económica y social verdaderamente envidiable; y vamos abajo, a' las otras clases,
vamos al criollo, al mismo criollo, al mestizo, y vemos que las condiciones sociales de
éstos son enteramente distintas, que son enteramente pobres con relación a las con-
diciones sociales de los conquistadores; pero donde el contraste se ostenta monstruoso,
es cuando bajamos la mirada hacia la sima en que se encontraba el indio. El indio
siempre fue sorprendido por todas nuestras auroras y por todos nuestros crepúsculos
en la misma triste situación. Siempre el indio fue el siervo de la gleba, el esclavo de
la Iglesia, el esclavo del encomendero. Cuando aquellas clases conquistadoras levan-
taban palacios y casas señoriales ya en las haciendas, ya en las ciudades, ¿ qué era
el indio, señores diputados? No era más que el que lamia las cadenas, no era más
que el que soportaba todas las fatigas, no era más que el que iba construyendo
sobre sus espaldas, sin tener beneficio absoluto, y con relación al clero, el indio era
sólo el que levantaba las iglesias. La condición social del indio era muy triste, muy
dolorosa, muy amarga, y sólo así puede explicarse que cuando el grito de rebelión
lanzado por Hidalgo, por la exaltación del número, por la exaltación religiosa, por la
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exaltación de la sangre, por la exaltación de la patria, aquella clase indígena, siempre
entristecida y siempre dolorida, siguió en muchedumbre inmensa a aquel hombre,
y hasta con palas y sin armas, con palos, con todo lo que encontraban, se lanzó sobre
el conquistador y tuvieron lugar aquellos actos heroicos tan inmens'os, tan grandes
y extraordinarios. ¿Por qué'! Porque siempre tenían a su yista la inmensa boca del
abismo qUe los ipa a tragar; y., si nosotros hemos venido analizando nuestra Historia,
indudablemente vemos que después de la independencia el indio .siguió enteramente
igual y las clases conquistadoras siguieron dominando. ¿ Hasta cuándo, pues, señores
diputados, por medio de una reacción se mejorará la condición de esta clase que las
otras clases han venido vejando? ¿ Cómo mejorar su condición? Indudablemente que
en todo este periodo de anarquía formidable hasta antes del 67, siempre esa condi-
ción fue completamente triste. Se me dirá que también después del 57; es verdad,
porque no era posible que se mejorara de la noche a la mañana. En un momento dado
surgió una ley que vino a poner remedio a esta necesidad social. Pero no pudo ser,
dada la condición psicológica, dada la falta de cultura, que en. un momento dado aque-
lla ley tan hermosa y sublime, como por encanto mágico mejorara en lo absoluto
aquella clase social. Pero es una verdad que ya desde entonces vienen existiendo los
derechos del hombre; ya vemos cómo la libertad, la propiedad, la seguridad, la igualdad,
ese conjunto de manifestaciones liberales de los derechos del hombre que se distingue
en esos veintinueve o veintiocho artíeulos de la Constitución, son el derecho de esas
clases. Que entre nosotros no se hayan podido llevar a la práctica, es indudable, porque
los Gobiernos han sido enteramente tiráni<!os y despóticos y ellos mismos han cón-
tribuido a que aquellas leyes sean letra muerta, sean papeles mojados, y aquellas leyes
no lleven dentro de sí el espíritu que las dicta. El cambio de forma que se da al artículo,
indudablemente que e's bueno. El articulo anterior decía: "El pueblo mexicano reconoce
que los derechos del hombre son la base y el objeto de las instituciones sociales. En
consecuencia, declara que todas las leyes y todas las autoridades del país deben respe-
tar y sostener las garantías que otorga la presente Constitución".
Esto, sencillamente, es una redacción ilógica, torpe, porque es claro que los de-
rechos del hombre son la base y el objeto de las instituciones, porque es indudable
que las instituciones sociales se hacen para salvaguardar, para beneficiar al hombre,
para prosperidad del hombre; el Estado no se constituye para protección del Estado;.el
Gobierno no se constituye para protección del propio Gobierno; pero del hecho de que
los derechos del hombre sean la base, ¿ se puede creer que las autoridades respeten las
garantías de la. Constitución? No, señores. No son verdad las garantías individuales.
Al articulo de la Constitución de 57 bien pudo dársele otra forma; pero nUDca debe
decirse que las leyes y autoridades deban respetar y otorgar las garantias de manera
especial al individuo, mejorar al individuo; porque tras ellos se ve como un beneficio
y esto es si solamente se trata de proteger al individuo, de la sociedad, al conjunto
de elementos ya acordes para respetar la misma libertad individual en provecho de la
libertad social. Por eso decía yo que eran principios de derecho social, y había pensado
bien; no merecería la pena decirlo, porque no debemos impresionarnos de las palabras;
ni siquiera está bien dicho, "de las garantías individuales", debe decir: "de los derechos
del hombre", nada más. Así, nuestra Constitución no está bien; dice nada más de las
garantías individuales; yo ya he dicho Ía palabra que debe usarse en lugar de "indi-
vidualelY'. Y digo que no está bien dicho, porque la palabra es "constitucionales";
porque las garantías en esos artículos, la garantía genérica, la que sí existe de una
manera efectiva, es la garantía constitucional, porque en esa garantía constitucional,
que es genérica, concurren y coexisten dos clases de garantías: las garantías individua-
les y 1a& garantías sociales. En esos artículos vemos en cada pensamiento una libertad
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palpitante; en algunos, todos enteros, vemos una limitación completa al individuo en
beneficio de la sociedadj ya es una garantía netamente social. Si, pues, la garantía
constitucional es la garantía individual, es la garantía social, la palabra correcta sería
garantía constitucional; pero no viene al caso, porque no tiene mucha importancia la
palabra. Es indudable que este artículo sí está bien redactado, sí es lógico, sí es con-
ceptuoso. La redacción del 57 es acariciadora, arrulla a los oídos como música del
cielo, embriaga a las multitudes, al que las lee, al que gusta de leerlas, al que gusta
de la belleza; seguramente al ciudadano diputado Cravioto le debe producir una hermo-
sísima y encantadora impresión. A mí también me causa esta impresión, aunque no soy
artista; encuentro esa redacción sublime, es bellísima, es perfumada; pero debemos
despojar nosotros a esos artículos de esa retórica, de ese estilo platónico, de ese len-
guaje galano, que es más bien romántico; es lo que hemos heredado de la Constitución
francesa, porque quedó ahí el espíritu latino, amante de las frases sonoras y bellas.
Pero el artículo, en sí, contiene lo que debe contener, responde de una manera intensa
a los anhelos del pueblo: las garantías individuales, porque ellas son la base de todas
nuestras instituciones. ¿ Los Gobiernos necesitan para el bienestar del individuo, pro-
tegerlo? Pues ahí están las garantías individuales, y no se suspenderán sino cuando
surja una necesidad política y social. Respecto a lo que dijo el ciudadano diputado
Martínez en relación a esos hechos, indudablemente ciertos, indudablemente verdaderos
entre nosotros, realmente yo no sé que esas garantías sean renunciables, y no tienen por
qué renunciarse las garantías individuales. Las garantías individuales no son renun-
ciables: son como el derecho de recibir alimentos, que no se puede renunciar. Es la
parte fundamental, es la parte principal de la Constitución, que nosotr08 tenemos que
examinar antes de escribirla, porque no hemos estudiado lo suficiente, como Inglate-
rra, como los Estados Unidos, como otros pueblos, porque aquellos pueblos evolu-
cionan política y físicamente dentro de su régimen solemne, dentro de su régimen
de constitución meramente rígida. Entre nosotros no necesitamos que nuestros go-
bernantes y cada uno de nosotros estemos viendo a cada momento que esos derechos
deben ser respetados, porque es indispensable, porque no hemos evolucionado lo su·
ficientej quizá mañana no tengamos necesidad de estar poniendo constantemente ese
derecho, esa garantía que forma parte integrante de nuestra naturalf::Za jurídica, de
nuestra naturaleza social, y bienvenido sea el día en que no tengamos necesidad
de redactarlo, porque quiere decir que ya estará en la conciencia individual, en Ir."
conciencia nacional. Respeto esas garantías; pero, en fin, si realmente una adición
como la que propone el señor Martínez, dado nuestro medio social, es necesaria para
garantizar todas aquellas leyes, ya que en la sociedad siempre son letra muerta, no
habría inconveniente en que se hiciera. Yo quería decir nada más que creo que esas
garantías no son renunciables; las garantías individuales, aquellas que se refieren
meramente a los derechos del hombre, creo que no son renunciables; pero en el caso
de que así sea, yo creo que hay otras disposiciones en la misma Constitución, que
vienen llenando esa necesidad de que nos habla el señor Martínez; pero lo que él
propone sí realmente es una necesidad, es un agregado par~ mejora;: nuestras leyes,
y ningún inconveniente debemos tener en hacerlo si se trata verdaderamente de
hacerlo real y efectivo; de manera que ya he hablado, como ustedes ven, en pro de la
redacción del artículo y de la necesidad que ha existido de que sí se vengan haciendo
palpables esas garantías individuales.
-Un C. secretario: ¿Hay otra persona que tome la palabra en contra del dic-
tamen?
-El C. presidente. Tiene la paiabra el ciudadano diputado Macías.
-El C. MacÍas: Señores diputados: No pensaba tomar parte en este debate; pero
he tenido que contrariar mi propósito, en atención a que es necesario que con-sten
624
en los antecedentes del artículo a discusión, los motivos especiales que determinaron
al ciudadano Primer Jefe a redactar ese articulo en los términos en que se encuentra.
Pero antes de entrar en esta explicación, voy a contestar en breves palabras las ob-
jeciones que el señor diputado "Rip-Rip" -no recuerdo su nombre- formuló en
contra del artículo. A este apreciable compañero, aterrorizado por todos los sufri-
mientos que ha tenido en este país la clase obrera, le parece que no hay garantía
en la Constitución para que esos males no puedan repetirse en lo sucesivo; pero en
medio del horror que esos males le causan, ha olvidado leer el artículo ,en los términos
en que está concebido. Si su señoría, con menos prevención y con una poca de calma,
hubiera leído atentamente el artículo, vería que contiene exactamente lo que desea
que se le arregle. Dice el artículo:
"En la República Mexicana todo individuo gozará de las garantías que otorga
esta Constitución ... "
De manera que no habría en México individuo alguno que no gozara de estas
garantías. Hay 'leyes que no podrán restringirlas.
" .. : las que no podrán restringirse ni suspenderse ... "
y luego añade el artículo:
" . .. sino en los casos y con las condiciones que ella misma establece."
De manera que, para que estas garantías que otorga la Constitución al hombre
puedan suspenderse, es condición indispensable, forzosa, que no pueda salvarse en
ningún caso en que la misma Constitución haya fijado aquel en que se suspenda y
que esa suspensión se haga con las condiciones que ella exige. Las garantías aquí
otorgadas no pueden suspenderse ni restringirse, sino en los casos y condiciones que
el artículo señala. Estas garantías tienen por objeto proteger al individuo y tienden
a sacarlo de la garra de la opresión en que ha vivido. Esto, señores diputados, es
demasiado elocuente; esto es, señores diputados, la Constítución tal como el ciuda-
dano Primer Jefe la presenta. Bastará ligeramente hacer relación a algunos artículos
para que se vea que el citado Primer Jefe, conocedor profundo de esas necesidades,
ha querido satisfacerlas, como 10 dijo aquí la noche memorable del primero de este
mes, de una manera completa, absoluta, y van ustedes a verlo. No vaya ocupar la
atención de ustedes mucho tiempo, pues basta hacer algunas ligeras observaciones
para dejar ese punto perfectamente esclarecido. El artículo 59 dice:
"Nadie podrá ser obligado a prestar trabajos personales sin la justa retribución
y sin su pleno consentimiento, salvo el trabajo impuesto como pena por la autoridad
judicial. -
"En cuanto a los servicios públicos, sólo podrán ser obligatorios, en los términos
que establezcan las leyes respectivas, el de las armas, los de jurado y los cargos de
elección popular, y obligatorias y gratuitas las funciones electorales.
"El Estado no puede permitir~ que se lleve a efecto ningún contrato, pacto o
convenio ·que tenga por objeto el menoscabo, la pérdida o el irrevocable sacrificio de
la libertad del hombre; ya sea por causa de trabajo, de educación, o de voto religioso.
La ley, en consecuencia, no reconoce órdenes monásticas, no puede permitir su estable-
cimiento, cualquiera que sea la denominación u objeto con que pretendan erigirse.
"Tampoco puede admitirse convenio en el Que el hombre pacte su proscripción
o destierro, o en que renuncie temporal o permanentemente a ejercer determinada
profesión, industria o comercio."
El artículo antiguo, tal como salió de las manos de Juárez, y hoy como ha
salido de las manos de Carranza, trae otra conquista que bastaría por sí sola para
levantar al Primer Jefe a la altura de la inmortalidad y hacerlo enteramente igual
a los antiguos partidarios de las libertades mexicanas; porque, señores diputados,
625
no había casa de comercio, no había hacienda, no había empresario que, al contratar
con un trabajador la prestación de determinados servicios, no le exigiera la renuncia
del derecho de que no volvería a trabajar en una fábrica o en un comercio similar.
Se pactaba allí que el hombre no volvería a comprometerse absolutamente en nin-
gunas condiciones, a un trabajo en que viniera a hacerle competencia, yeso era de-
presivo para la libertad humana, y el Primer Jefe dice de una manera categórica:
esos actos son contrarios a la libertad humana, y los ha proscrito para siempre. Pero
no ha bastado, señores diputados; quedaría trunca la labor: ¿ Qué he venido a hacer
aqui? Unicamente, no a defender el artículo, que no lo necesita; sino a explicar la
labor del Primer Jefe. Voy a hacer otras relaciones que son enteramente importantes;
en este mismo artículo se dice:
"El contrato de trabajo sólo obligará a prestar el servicio convenido por un
periodo que no exceda de un, año, y no podrá extenderse en ningún caso a la re-
nuncia, pérdida o menoscabo de cualquiera de los derechos políticos o civiles,"
Esta es otra conquista de la libertad; aquí está de nuevo la resolución inque-
brantable del Primer Jefe, de levantar de la postración en que ha vivido durante
largos años a ese pobre pueblo humilde y trabajador que se llama el pueblo me-
xicano. De manera que éstas sí son conquistas positivas, y ya verá el señor "Rip-Rip"
que aquí están enteramente protegidos todos los derechos del hombre. Pero vamos
adelante.
Dice el articulo 59:
"Nadie podrá ser obligado a prestar trabajos personales sin la justa retribución
y sin su pleno consentimiento, salvo el trabajo impuesto como pena por la autoridad
judicial.
"En cuanto a los servicios públicos, sólo podrán ser obligatorios en los términos
que establezcan las leyes respectivas, el de las armas, los de jurado y los cargos
de elección popular, y obligatorias y gratuitas las funciones electorales.
"El Estado no puede permitir que se lleve a efecto ningún contrato, pacto o
convenio que tenga por objeto el menoscabo, la pérdida o el irrevocable sacrificio de
la libertad del hombre, ya sea por causa de trabajo, de educación o de voto religioso.
La ley, en consecuencia, no reconoce órdenes monásticas, ni puede pel1nitir su esta-
blecimiento, cualquiera que sea la denominación u objeto con que pretendan erigirse.
"Tampoco puede admitirse convenio en el que el hombre pacte su proscripción
o destierro, o en que renuncie temporal o permanentemente a ejercer determinada
profesión, industria o comercio.
"El contrato de trabajo, sólo obligará a prestar el servicio convenido por. un
período que no exceda de un año, y no podrá extenderse en ningún caso a la renuncia,
pérdida o menoscabo de cualquiera de los derechos políticos o civiles."
De manera que está enteramente prohibido, no solamente está mandado que se
respeten estas garantías y que estas garantías no se suspendan ni restrinjan sino en
los casos y en las condiciones que la misma Constitución establece, sino que está
terminantemente prohibido que puedan celebrarse tratados con las potencias extran-
jeras en los cuales se alteren de cualquier manera estas garantías. Y bien, es un
principio de derecho público que todo lo que al derecho público atañe no está al alcance
de la autoridad, ni mucho menos puede estar al alcance de los particulares. De mane-
ra que sería una redundancia tonta que nos expusiéramos de nuevo al ridículo si
fuéramos a combinar aquí una limitación que está sobre la propia n~turaleza de las
cosas, y esto en el supuesto de que no estuviera expresado 'en los hermosos conceptos
con que lo ha redactado el ciudadano Primer Jefe. Creo, señores, que COn esto queda
contestada la observación del diputado Martínez; pero tengo que hacer otras obser~
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vaciones con el objeto de establecer la teoría sobre el artículo 19 de la Constitución
de 1857. Decía: "los derechos naturales del hombre. son la base de las instituciones
socíales". No sólo tenía el defecto que con toda razón le encontró el señor diputado
que me precedió en el uso de la palabra; tiene este otro inconveniente gravísimo:
que como la Constitución no hace la enumeración de los derechos naturales, todo el
mundo creyó ver en esto, que no habia derecho que no estuviera aprobado por la
Constitución; de manera que no solamente se creyó que estaban aprobados los dere·
chos propiamente fundamentales; sino que estaban comprendidos todos los derechos
secundarios y políticos, y de ,ese error surgieron multitud de dificultades. El derecho
individual quiso e'xtenderse a otra clase de derechos y la justicia federal se vio de
tal manera solicitada, que era imposible que pudieran resolverse todas las cuestiones
que con este motivo se presentaron. La redacción de este artículo dio lugar a que
el inmortal Batalla formulara un dicho tan conocido por nosotros: 41Ni están todos
los que son, ni son todos los que están". Porque hay en la sección primera derechos
que no son naturales, sino que son políticos, y no están todos los derechos naturales,
porque una certeza expresa no ha habido sobre este punto.
La conclusión a que se ha llegado, es que el hombre tiene un derecho fundamen-
tal, que es el derecho a la vida, y en este derecho está comprendido el derecho a la
libertad, el cual se traduce por el derecho a todas las necesidades naturales del in-
dividuo. Hay que rehuir cuidadosamente todas estas diseusiones filosóficas que no
sirven más que para hacer confusión de las ideas e inducir a errores que siempre son
perjudiciales para los pueblos, y venir a una cosa práctica y positiva. Las constitu-
ciones no necesitan declarar cuáles son los derechos; necesitan garantizar de la
manera más completa y más absoluta todas las manifestaciones de la libertad. Por eso
deben otorgarse las garantías individuales, y esto es lo que se ha hecho en el artículo
que está a discusión. Hay todavía más: la Constitución de 57, en su redacción del
artículo 1Q, decía: "Los derechos naturales del hombre son la base y el objeto de las
instituciones sociales". Pues bien, si los derechos naturales del hombre son la base
y el objeto de las instituciones sociales, quiere decir que la hora que esa base falta,
la sociedad estalla; era, pues, un absurdo que a renglón seguido dijera el artículo 19:
"Todas las autoridades y todas las leyes del país deben respetarla", y luego, establecer
en el artículo 29 que todos estos derechos pueden suspenderse en un caso dado. Esta
contradicción tan manüiesta, que con toda razón señalaba el señor Martínez de
Escobar, dio origen, señores diputados, a que los tratadistas de todo el ~undo se
burlaran de nuestra Constitución, de que señalaran a los ilustres constituyentes de
57 como hombres que "no supieron lo que traían entre manos y que no supieron si-
quiera formular la base fundamental sobre la cual debe descansar el derecho de la
sociedad y las instituciones de un pueblo. Todo esto ha desaparecido en el artículo;
en el fondo están reconocidos los derechos naturales del individuo, sea que esos
derechos sean de este, o de aquel, o de cualquier otro, sea que fueran de" ocho, diez,
veinte o cincuenta; todos están reconocidos allí, porque las garantías que otorga la
sección primera son para respetar las diversas manifestaciones de la libertad hu-
mana. Pero tiene todavía otra ventaja el artículo, y esta ventaja es enteramente
trascendental para" poder ponerla fuera de toda discusión, para que no dé lugar a
confusiónes peligrosas que, como dije antes, siempre redundan en perjuicio de las
naciones, y es que viene a determinar de una manera clara y terminante, cuáles son las
garantías que pueden suspenderse en un momento dado, en cuanto sea necesario, para
salvar los peligros que amenacen a la nación.
Decía el señor Martínez de Escobar que no debían llamarse garantías "indivi-
duales", sino garantias sociales constitucionales", y este es un error gravisimo,
627
trascendental, que no puedo dejar pasar desapercibido, porque nos llevaría a una
confusión desastrosa, a errores terribles, que influirían incuestionablemente, de una
manera decisiva en la formación de muchos de los artículos que vamos a estudiar
atentamente para hacer las reformas propuestas por el Primer Jefe.
El derecho constitucional supone dos puntos elementales que va a combinar
el individuo como directo combinante del Estado: la nación y el Gobierno. De manera
que son los tres elementos forzosos que entran en la composición constitucional po-
lítica. N o puede haber ni ha habido en parte alguna, jamás, una Constitución política,
de cualquier pueblo que sea, ya se trate de una dictadura, ya se trate de un imperio
o de un Gobierno libre, que no tenga forzosamente esos elementos: el individuo, la
nación y el Gobierno. Son tres elementos inconfundibles y es precisamente a los que
me voy a referir, para poder desvanecer la confusión en qUe ha incurrido el apre-
ciable señor licenciado Martínez de Escapar.
El individuo que es, como dicen los tratados, la molécula, la parte principal com-
ponente del Estado, tiene. que quedar por completo fuera de la nación, fuera del
Estado, de manera que ni la nación, ni el Gobierno, ni el Estado podrán tener alcance
alguno sobre el individuo.
Por eso es que los tratadistas modernos, hombres que han profundizado esta
cuestión de una manera minuciosa, ya no opinan que se llamen garantías individuales,
sino derechos del hombre, en la constitución política de los pueblos.
Este es el rubro que aconsejan varios tratadistas modernos; el ciudadano Primer
Jefe creyó que era más claro el rubro: "De las garantías individuales", porque habien-
do los tres elementos, el individuo, 1& nación y el Gobierno, hay garantías individuales
que ven al individuo, al elemento del derecho cOhstitucional que se llama individuo;
hay garantías sociales que son las qUe ven a la nación, a todo el conjunto, a todo el
congl.omerado de individuos, y hay garantías constitucionales o políticas, que se van
ya a la estructura, ya a 'la combinación del Gobierno mismo. Al decir, pues, como el
señor Escobar, garantías individuales constitucionales, daríamos lugar entonces a
que se viniera a pedir amparo cuando se viole verdaderamente una de las garantías
constitucionales, o podríamos dar lugar a que se pidiese amparo cuando se violase
una garantía social. Ni las garantías sociales ni las constitucionales están protegidas
por el amparo; no están protegidas por el amparo más que las garantías individuales.
Las otras garantías, sociales, políticas o constitucionales, están garantizadas por la
estructura misma y por el funcionamiento de los poderes. Voy a explicarme para
poder hacerme más claro. Bien, la nación es el otro elemento del derecho constitucio-
nal; la nación no es el Gobierno, la nación no es el Estado, la nación no es algo
superior al Estado, es algo superior al Gobierno; no obstante que la nación está
sometida al Gobierno, conforme a los preceptos de la estructura constitucional, la
nación es la que nombra los poderes públicos, la nación es la que tiene la potestad
suprema, el derecho supremo en todo lo que a la nación le corresponde; pero como
la nación no puede ejercer ese poder. viene a constituir el órgano que se llama Go-
bierno, y el Gobierno es entonces el que, en representación de la nación, y de acuerdo
con los cánones que ésta le fija, viene a ejercer ese poder que la nación misma
no puede ejercitar; de manera que ya ven ustedes la diferencia tan fundamental
que hay entre la nación y el Gobierno, entre el Gobierno y la nación, entre la nación
y el individuo y el Estado. Son los tres elementos constitutivos del derecho constitu-
yente y, vuelvo a repetirlo, porque es fundamental. La nación tiene el derecho elec-
toral, la nación tiene la manera de decir, cómo y en qué forma expresa su voluntad
soberana, para instruir a los mandatarios que han de ejercer el poder, y esta es una
garantía social, es una garantía enteramente política, no constitucion~l y esta ga-
628
rantía política no está protegida por el amparo. Esta garantía se protege por la
ilustración propia del pueblo; un pueblo que no tiene ilustración o un pueblo que no
tenga valor, es un pueblo indigno, que no merece las garantías políticas, porque
no tiene valor para defenderlas o porque no tiene el conocimiento bastante. la ilus-
tración suficiente para ejercitar sus derechos. Esta es otra garantía ent~ramente
distinta de la garantía individual y esta garantía política no está defendida por el
derecho de t\mparo, como lo están las garantías individuales. Ahora voy a hablar
sobre las garantías individuales; pero antes de hablar de éstas, permitidme que
insista sobre este punto. Hay otro derecho, otra garantía, que es la que la nación
tiene para, influir sobre el Gobierno; la opinión pública, la prensa, son los órganos
de oposición, las asociaciones, la~ confederaciones. uniéndose con el objeto de obligar
al Gobierno a que siga determinada política o con el objeto de imponer al Gobierno
que cumpla sus deberes con la nación. De manera es que la nación soberana tiene-
su manera de imponerse. En los Estados Unidos, en Suiza y en Inglaterra se ha
establecido otra garantia social, y esta garantía social o nacional es un derecho para
que no pueda haber ley alguna que no esté sujeta a lá resolución suprema de la
nación.
Nosotros no estarnos tan adelantados para aspirar a esto, s~no hasta que el pue-
blo mexicano tenga la ilustración bastante, y ese día no fallará otro ciudadano tan
ilustre como Juárez o como Carranza, que llame 8 un nuevo Congreso Constituyente
en la República Mexicana, para establecer el referéndum; por ahora, es un derecho
que nosotros no podemos representar. Vamos a las garantías constitucionales. Las
garantías constitucionales, como dije al principio, están en la estructura misma de
los poderes, no están en la nación, ni están en el individuo, ni están en el Estado;
están enteramente en la estructura de' los poderes. El Poder Legislativo no puede
ejercer función de Poder Ejecutivo; El Poder Ejecutivo no puede ejercer función de
Poder Legislativo, ni el Legislativo ni el Ejecutivo pueden ejercer función de Poder
Judicial. La revolución constitucionalista ha traído otra garantía constitucionaL La
Constitución de 57 confirmó el principio. La garantía constitucional de l,a divisióJ1,. de
la soberanía de los Estados, establece una división profunda, fundamental, que si,no
se respetó, debido a las tiranías que vinieron a centralizar el poder en las manos del
general Díaz, no fue la culpa de la Constitución: fue la culpa de los mexicanos que
no supieron defender sus derechos poniendo coto a la dictadura mucho antes de' que
se viniera ésta abajo. (Aprausos.) La revolución eonstitucionalista, entre sus ban-
deras, ha traído otra conquista, de la cual debemos estar satisfechos y orgullosos: la
conquista del Municipio libre. Ahora esta es otra de las garantías constitucionales:
el E-stado, la nación, no podrá invadir la soberanía de los Estados. Los Estados no
podrán invadir la soberanía de los municipios. (Aplausos,.,) Sí, señores diputados,
vuelvo a repetirlo; si'los mexicanos deponen todo ese fardo de odio y de pasiones
que durante largos años han llevado sobre sus espaldas y qu~ íos ha atado, debido a
esto, al carro de la dictadura; si ahora todos procuran, unidos como 'un solo hombre,
llegar a hacer la grf!.ndez8: de la patria, porque to4o es posib1e,' como ha sido posible
para el Japón levantarse de la nada para harerse un im~blo culto y fuerte ante la faz
azorada, de la huinanidad ~ntera, también nosotros podemos, señores diputados, salir
de ese estado de abatimiento y de "abandono en que hemos estado, para decirle 'ál
mundo entero: Somos hombres libres, conocedores de nuestras libertades, aman:tes
de nuestros derechos, y esta grande revolución reivindicadora no pasará enteramente
desapercibida para n'osotro~;'; y 10 haremos, señores, porqu'e hay· que ser patriotas,
hay que ser unidos;. todos s9mos mo(axicanos, todos somos h'ermanos y todos. estamo,s
interesados en la grandeza,' en la riqueza 'y prosperidad de esta tierra que nos es
tan qu~rida, y no debe omitirse esfuerzo alguno para lograrlo. Pues bie'n: esa gran
629
conquista de los mUnICIpIOS libres, será entre otras muchas, por sí sola, para inmor-
talizar a Carranza y para inmortalizar a la revolución. El hombre que no tuvo es-
crúpulo, que no tuvo empacho para decirle a Huerta: "¡Fuera! porque la ley no per-
mite que tú estés mancillando ese puesto que sólo deben ocupar los representantes
legítimos de la nación", ese hombre no ha tenido empacho para afrontar la gran
obra de encaminar al pueblo sobre la base de la libertad y del derecho, para hacerlo
grande, próspero y feliz.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rafael Martínez.
-El C. Martínez Rafael: El señor licenciado José N. Macías no- me conoce. Creo
que tiene razón; hemos militado en campos distintos, en 'campos opuestos, y me place
más aún que no recuerde que fuimos amigos. Pero bien, señores: nos dice el ciuda-
dano diputado José N. Macías, que no añadamos a los dos brillantísimos y preciosí-
simas conceptos que entraña el artículo 19, lo que yo propongo, de que las garantías
y las leyes que de ellas emanen, no son renunciables, porque concede que hay garan-
tías, que tenemos garantías que la ley nos ha dado y que, por tanto, no es necesario
decir que no son renunciables. Así se decía, señores, en otros términos, en el artículo
19 de la Constitución de 1857, en que ya se daban a los ciudadanos los derechos del
hombre y, sin embargo, fue diputado en la época de Díaz el ciudadano Macías, y ha-
biendo sido violadas estas garantías, nunca protestó. El señor Macías fue procurador
de Justicia y después magistrado ... (Voces: ¡No es cierto!)
-El C. Macías: Sí, fui diputado y magistrado y protesté siempre.
-El C. Martínez: Perfectamente; dice que protestó; luego existe el hecho, luego
era necesario protestar porque se violaban los derechos, porque faltaba precisamente
esa parte que yo propongo. El ciudadano Primer Jefe se ha fijado en ello y el artículo
59 nos dice así:
IlN adie podrá ser obligado a prestar trabajos personales sin la justa retribución
y sin su pleno consentimiento, salvo el trabajo impuesto como pena por la autoridad
judicial.
"En cuanto a los servicios públicos, sólo podrán ser obligatorios, en los términos
que establezcan las leyes respectivas, el de -las armas, los de jurado y los cargos de
elección popular, y obligatorias y gratuitas las funciones electorales.
"El Estado no puede permitir que se lleve a efecto ningún contrato, pacto o
convenio que tengan por objeto el menoscabo, la pérdida o el irrevocable sacrificio
de la libertad del hombre, ya sea por causa de trabajo, de educación, o de voto reli-
gioso. La ley, en consecuencia. no reconoce órdenes monásticas, ni puede permitir
su establecimiento, cualquiera que sea la denominación u objeto con que pretendan
erigirse.
"Tampoco puede admitirse convenio en el que el hombre pacte su proscripción o
destierro, o en que renuncie temporal o permanentemente a ejercer determinada profe-
sión, industria o comercio.
"El contrato de trabajo sólo obligará a prestar el servicio convenido por un
período que no exceda de un año y no podrá extenderse en ningún caso a la renun-
cia, pérdida o menoscabo de cualquiera de los derechos políticos y civiles."
Con lo cual indica que él entendió de un modo claro que se debía definir que no
son renunciables determinadas garantías. En nada se perjudica el artículo con ponerlo
más claro. Se dice de otras garantías que no son renunciables; 1. por qué no se ha de
decir esto del artículo 19, que es principalísimo? Se necesita que sea bien definido,
que pueda renunciarse esto o aquello; 1. por qué no hemos de decir en el articulo 1Q
que en general no son renunciables las garantías, para evitar que mañana, abusando
de la inteligcmcia de los señores abogados malos, pudiesen encontrar el modo de
violar aquello que no se ponga en el artículo? De todos modos, el señor diputado
630
Maeías nos dice que el Primer Jefe se ha fijado perfectamente en ello; pero nosotros
hemos sido convocados aquí precisamente para ello, para contribuir a los anhelos
del ciudadano Primer Jefe, en la sapiencia, poca o mucha, de cada uno de los señores
diputados, sus anhelos, que son enteramente iguales a los de todos los que estamos
aquí reunidos y el patriotismo que también flota, y la fe que palpita de un modo
visible en toda esta reunión; en esa sapiencia, en esa experiencia, en esos anhelos y
en los anhelos y sapiencia del ciudadano Primer Jefe, y, por tanto, está perfectamente
que cada uno de nosotros exponga lo que creamos justo, y el Primer Jefe indudable-
mente que no verá en esto nada que sea odioso, nada que sea indebido; si precisa-
mente para eso hemos sido convocados, para que el Primer Jefe nos entregue el fruto
de sus anhelos, y se una con los nuestros, porque la responsabilidad es inmensa en el
Primer Jefe; pero es inmensa también en nosotros, porque de otro 'modo no nos ha-
bda llamado; nos ha llamado para que colaboremos con él, para que' la obra que
aquí resulte sea el fruto de la Cámara que representa a la nación. (Aplausos.)
En la Constitución estaban consignados los derechos del hombre, y, sin embargo,
hemos visto que han sido violados esos derechos, que han sido violadas esas garan-
tías y que, por desgracia, en nuestra patria un tanto por ciento inmenso, el setenta,
y algunas personas con datos hacen ascender esta cifra, pero de todos modos por lo
menos el setenta por ciento está formado por personas, por individuos, por seres
casi inconscientes que no conocen el alfabeto; de allí precisamente qUe teniendo las
garantías, los derechos, haya acontecido todo lo que ha acontecido. Señores, no venimos
precisamente cuando traemos 'asuntos trascendentales a emborracharnos de elocuencia,
no; la Constitución debe ser eminentemente jurídica, perfectamente bien; pero si~
guiendo los grandes ideales nuestros, los ideales de los verdaderos revolucionarios,
tiene que ser también eminentemente práctica. Una palabra más, si esa palabra cierra
la puerta por donde pueda irse lo que más queremos, nada significa, señores, para
quitarla, y sI mucho para ponerla, pues, que nos dice el señor licenciado Macías que
no son necesarias. Ya decía yo que antes del 57 también estaban y así se violaban.
¡Cuántas vidas, precisamente por no expresar eso, Se segaron! ¡Cuántos de esos hom-
bres que formaban la gleba, cuántos de esos hombres insignificantes al parecer, pero
que de todos modos son nuestros hermanos, perdieron su existencia en las plantado·
nes de tabaco, en las plantaciones henequeneras, porque habían renunciado por tor-
peza, por miseria, por estupidez; pero de todos modos, unas veces con su firma y otras
firmando otros por ellos, sin embargo habían renunciado esas garantías. (Aplausos.)
-El C. Nafarrate: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Nafarrate.
-EJ C. Nafarrate: Nada más -para que informe la Comisión.
-~l C. Múgica: Ciudadanos diputados: Vaya hablar en nombre de la Comisión,
aunque sea unas breves palabras, pues considero que los discursos eruditos, elocuen-
tes y razonados que se han pronunciado aquí, son ya suficientes para haber ilustrado
demasiado el criterio de esta Asamblea y para que el artículo se vote. Considero el
deseo del señor periodista Martínez, muy bueno, muy generoso y merece por ello que
toda esa clase ignorante" pobre y desvalida le dé sus parabienes; pero, señores, consi-
dero que no es pertinente la petición de mi estimable compañero de Cámara, y voy a
decir por qué, asentando un argumento de mucho peso. Es cierto, como él dice, que
en aquel tiempo, que no está muy lejano" iban los enganchadores a, traer gente de
toda la República para transportarla de sus regiones a otras malsanas y a llevarlas
d-el campo de la vida al campo de la muerte; y esto en virtud, hace hincapié el señor
Marlínez, en virtud de un contrato. Señores, efectivamente, ese hecho es cierto; pero
la razón no es verdadera. Aquellos hombres ignorantes no iban en virtud del con.
trato, no iban en virtud de una renunciación del derecho que tenían a la vida; iban
631
en virtud de su ignorancia, iban fascina·dos por las ofertas de un porvenir que la
clase desheredada siempre soñó y la que este Congreso tiene obligación de poner al
alcance de la mano. Efectivamente, aquellos enganchadores les ofrecían salarios exa-
gerados, les ofrecían médico, huena habitación para enos y sus familias, les ofrecían
pasaje de ida y retorno" y les ofrecían muchas cosas que en realidad no les cumplían.
Ellos firmaban o firmaban por ellos, por dos razones: porque en eHos existía la
miseria; la Constitucíón nos da facultades para que remediemos esa miseria del
pueblo, y así quitaremos el fundamento, el motivo esencial por el cual esos hombres
renunciaban a sus derechos esenciales; otro motivo fundamental, era la ignorancia;
ellos no sabían qué renunciaban, no sabían qué entregaban a cambio de unos cuantos
pesos y promesas a los que se las hacían y se las ofrecían; ¿ por qué? por ignorantes.
La Constitución nos da, más adelante, el derecho de que procuremos la ilustración
del pueblo, la ilustración de los hombres, para que en ningún caso puedan enajenar
aquello que no es enajenable; pero todavía hay más, señores, en aquel tiempo en que
imperaba la tiranía más completa" en que todos los derechos del hombre eran tenidos
absolutamente en nada, en que los intereses del capital eran consagrados por todas
las autoridades, aunque no por todas las leyes, sin embargo, no tenían completas
garantías los enganchadores, porque yo presendé muchos casos y estoy seguro de
que en esta Asamblea hay muchos testigos también de este hecho, que cuando la
prensa o cuando algún particular tenían suficiente energía para encararse con los
jefes políticos y pedirles garantías para aquellos infelices que iban enjaulados como
animales para ser deportados a regiones mortíferas, las autoridades, muy a su pesar,
pero lo haCÍan; ¡han y ponían remedio, haciendo que los individuos retornaran a sus
hogares y haciendo que lo que habían recibido en calidad de anticipo fuera perdido por
los encomenderos. De tal manera que no creo que sea necesario que para una época
de libertad que se inaugura con la revolución, que se legitima con este Congreso, sea
preciso establecer cosas que no son absolutamente necesarias, que están .impuestas
por su misma esencia, por su mismo carácter. Aparte de eso, señores, la Constitu-
ción lo prevé más adelante; cuando traigamos a debate el artículo 59, verá la Asam-
blea que la Comisión que tengo el honor de presidir presentó a su consideración un
punto en dicho artículo que dice que nadie -refiriéndose a los trabajadores-, podrá
firmar contratos que lo obliguen por más de un año. La Asamblea está en libertad
de reducir ese término a ocho dias, como lo dice, por ejemplo, en el periódico "El
Universal", ,la iniciativa del general Hay; podrá pensar en otra forma y de esa ma-
nera garantizaremos todas esas cosas que por ignorancia de nuestro pueblo y por
abuso de nuestras autoridades se han burlado siempre en nuestras leyes.
-Un C. secretario: La Presidencia pregunta a la Asamblea si está suficien-
temente discutido el punto. (Voces: ¡Sí! ¡Sí!)
Los que opinen que está suficientemente discutido" que se pongan de pie. Se
considera suficientemente discutido. Se va a proceder a la votación; por la afirmativa
y por la negativa.
-El C. Martínez Rafael: Yo creo que se debe preguntar a la Asamblea, pri-
mero, si se toma o no se toma en consideración la proposición hecha. (Voces: ¡No!
¡No!)
-El C. De los Santos: N o se puede preguntar si se toma en consideración; se
va a votar si se aprueba el dictamen; claro es que no se aprueba la proposición.
-Un C. secretario: Este era el acuerdo preeisamente de la Mesa.
La Presidencia suplica a los señores diputados se sirvan permanecer en sus
asientos durante la votación.
(Se procede a la votación.)
632.
-Un C. secretario: ¿Falta algún ciudadano diputado por votar?
(El dictamen fue aproba~o por unanimidad.)
633
-El C. presidente: Es que el señor no va a tratar del artículo, sino de un asunto
distinto.
-El C. Múgica: Vaya tratar un asunto relativo a esta Comisión (Voces: ¡No!
¡Nol)
-El C. Múgica: Es un asunto de vital importancia. (Voces: ¡No le hace! ¡No!
¡No!)
-El C. Múgica: Se trata sencillamente de esto: cama ustedes ven, los trabajos
de la Comisión son abrumadores por muchísimas razones que no trato de exponer
a ustedes, y con el trabajo que tenemos aquí en la Cámara, no nos es posible dar
debido cumplimiento, y pedimos que se limite el tiempo únicamente a las mañanas,
y esto es lo que quiero suplicar a la Asamblea, ,pues asistiendo a ésta ~n la mañana,
en la tarde nos ,permitiría atender a los asuntos que se nos tienen encomendados.
Es ]0 que yo quería suplicar a la Asamblea; por la tarde nos permitirá estudiar
10s asuntos. (Voces: ¡No acabaremosl) Señores, a ]a hora que ustedes quieran; pero
déjennos tiempo, porque ustedes nos imponen dos deberes; el deber de dictaminar
y el de presentar a esta Asamblea dictámenes con objeto de que no se interrumpan
los trabajos del Congreso. Si no nos dan tiempo, me parece una contradicción. N o
creo yo que tengan razón para exigirnos el cumplimiento de un deber, si no nos dan
los medios suficientes para que cumplamos con ese deber.
-Un C. diputado: Pido la ,palabra para hacer una modificación a la proposición
del señor Múgica. Me parece adecuada la pro'posición; ,creo que solamente la mitad
del día debemos dedicarla a los trabajos de la Comisión; pero ,puesto que hay bastan-
tes artículos ya, debería discutirse esta tarde el 39, y de mañana en adelante dedicar
nada más la tarde para la discusión y la mañana para que trabaje la Comisión.
-El C. presidente: Eso había yo 'propuesto al general Múgica: solicitar de la
Asamblea que se acordara que únicamente hubiera sesiones en la tarde, y la mañana
dedicarla a los trabajos de la Comisión; pero el señor insiste en que esta tarde no
haya sesión.
-El C. Múgica: No, señaL', permítame usted que rectifique; yo no tengo ningún
interés ~y 10 digo de una manera muy solemne y con toda honradez-, en que la
discusión del articulo 39 se retarde; al contrario, tengo empeño en que esta tarde
se discuta, o si fuere posible desde luego se pusiera a discusión. Me extraña mucho
y siento que mi respetable amigo el señor general Aguilar haya abrigado siquiera
por un momento en su ánimo, sospechas de que yo haya pretendido retardar la
discusión del artículo 39 Yo no ,pretendo naela que sea malo; todo lo que ,pretendo
aquÍ, en esta Asamblea, tiene como norma la rectitud más completa y la honradez
más acrisolada .. (Aplausos.) Y por lo mismo, señores, hoyo mañana, a la hora que la
Asamblea resuelva; yo 10 que pido es una cosa racional, que se nos' dé tiempo para
que podamos dedicarnos a un trabajo distinto del que se hace en la Asamblea. Suplico
que ,se me conceda mañana o pasado, el día que ustedes quieran; pero que conste que
el ri'ía que la Comisión no pueda presentar dictámenes porque no se le da tiempo,
no será absolutamente por su cul·pa.
-Un C. secretario: ¿Se toma en consideración la proposición del ciudadano
general Múgica?
-El C. Palavicini: Pido la palabra para un hecho.
-El C. presidente: Tiene la pa.labra el ciudadano diputado Palavicini. .
-El C. Palavicini: Con la sola modificación de que no sea esta tarde, a partir
de mañana ...
-El C. Mágica, interrumpiendo: Señores diputados, yo ...
-El C. Palavicini, interrumpiendo: Voy a fundar mi proposición para que esté,
de acuerdo el señor general Múgica. El que sean en la tarde las sesiones, es que
pueden comenzar a las tres o cuatro y acabar a cualquiera hora de la noche; en tanto
634
12~ SESION ORDINARIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA TARDE DEL MIERCOLES
13 DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
(A las 3.55 el C. secretario Ancona Albertos pasó lista, resultando una asistencia
de 167 ciudadanos diputados.)
-El C. presidente: Se abre la sesión. Tiene la palabra el ciudadano di'putado
Rodríguez.
-El C. Rodríguez José María: La Comisión que fue nombrada para visitar al ciu-
dadano O'Farrill, cumplió con su cometido. Está aliviado el señor O'FarriU y da las
gracias a la Asamblea por el honor que se le hizo al mandar una Comisión a visitarlo.
-El C. secretario Truchuelo: (Lee el acta de la sesión anterior.) Está a discusión.
¿ N o hay quien tome la palabra?
-El C. Rodríguez González: Me permito hacer la siguiente aclaración: que la sesión
de hoy en la mañana fue presidida _por el ciudadano general Aguilar.
637
-El C. secretario Truchuelo: Con la aclaración hecha, ¿se aprueba el acta? En
votación económica, los que estén por ]a afirmativa, sírvanse poner de pie. Aprobada.
Por acuerdo de la Presidencia se pregunta si hay algún ciudadano diputado que
aún no haya rendido la protesta de ley, para que pase a hacerlo desde luego. (Voces:
¡No! ¡No!)
-El C. secretario Lizardi: Por acuerdo de la Presidencia se nombra en comisión
a los ciudadanos diputados Castrejón, Nafarrate y Navarro Luis T., para que pasen a
visitar al ciudadano diputado Norzagaray, que se encuentra enfermo.
Se suspende la sesión momentáneamente, mientras llega el ciudadano Primer Jefe,
rogando a los ciudadanos diputados tengan la amabilidad de conservar sus lugares.
Se hace saber, tanto a los ciudadanos diputados, como al público, que no se debe
fumar durante las sesiones.
-El C. Rosas y Reyes: Ruego a la presidencia se sirva informarme acerca de si
también en el caso de estar suspendida la sesión, no se puede fumar.
-El C. presidente: Puede usted salir a fumar afuera.
-Un C. secretario: Queda suspendida la sesión hasta la llegada del Primer Jefe.
2
(A las 4.40, hora en que llegó el ciudadano Primer Jefe, es reanudada la sesión.)
-El C. secretario Lizardi: Se va a dar lectura al dictamen presentado por la Comi-
sión sobre el artículo 3Q de la Constitución así como al voto particular del ciudadano
Monzón, que dicen:
"Ciudadanos diputados:
"El artículo 3Q del proyecto de Constitución proclama la libertad de enseñanza, sin
taxativa, con la explicación de que continuará siendo laica la enseñanza que se dé en los
establecimientos oficiales, y gratuita la educación en las escuelas oficiales primarias.
"La Comisión profesa la teoría de que. la misión del poder público es procurar a
cada uno de los asociados la mayor libertad compatibie con el derecho igual de los
demás; y de este principio, aplicando el método deductivo, llega a la conclusión de que
es justo restringir un derecho natural cuando su libre ejercicio alcance a afectar la
conservación de la sociedad o a estorbar su desarrollo. La enseñanza religiosa, que
entraña la explicación de las ideas más abstractas, ideas que no puede asimilar la inte-
ligencia de la niñez, esa enseñanza contribuye a contrariar el desarrollo psicológico
natural del niño y tiende a producir cierta deformación de su espíritu, semejante a la
deformación física que podría producir un método gimnástico vicioso: en consecuencia,
el Estado debe proscribir toda enseñanza religiosa en todas las escuelas primarias, sean
oficiales o particulares.
f<La enseñanza religiosa afecta, además, bajo otra fase, el desarrollo de la sociedad
mexicana. N o siendo asimilables por la inteligencia del niño las ideas abstractas conte-
nidas en cualquier dogma religioso, quedan en su espíritu en la categoría de senti-
mientos, se depositan allí como gérmenes prontos a desarrollarse en un violento fana-
tismo. Esto explica el afán del clero, de apoderarse de la enseñanza, principalmente de
la elemental.
"En la historia patria, estudiada imparcialmente, el clero aparece comó el enemigo
más cruel y tenaz de nuestras libertades; su doctrina ha sido y es: los intereses de la
Iglesia, antes que los intereses de la patria. Desarmado el clero a consecuencia de las
Leyes de Reforma, tuvo oportunidad después, bajo la tolerancia de la dictadura, de
emprender pacientemente una labor dirigida a restablecer su poderío por encima de la
autoridad civil. Bien sabido es cómo ha logrado rehacerse de los bienes de que fue pri-
638
vado: bien conocidos son también los medios de que se ha servido para volver a apode-
rarse de las conciencias: absorber la enseñanza; declararse propagandista de la ciencia
para impedir mejor su difusión; poner luces en el eXterior para conservar dentro el
ohscUTantismo. En algunas regiones ha llevado el clero su audacia hasta condenar
la enseñanza en toda escuela que no se sometiera al programa educativo episcopal.
A medida que una sociedad adelanta en el camino de la civilización, se especializan las
funciones de la Iglesia y del Estado j no tarda en acentuarse la competencia que nace
entre ambas potestades; si la fe no es ya absoluta en el pueblo, si han comenzado a
desvanecerse las creencias en lo sobrenatural, el poder civil acaba por sobreponerse.
Este fenómeno se produjo ha mucho en,la República. La tendencia manifiesta del clero
a subyugar la enseñanza, no es sino un medio preparatorio para usurpar las funciones
del Estado: no puede considerarse esa tendencia como simplemente conservadora, sino
como verdaderamente regresiva: y, por tanto, pone en peligro la conservación y estorba
el desarrollo natural de la sociedad mexicana, y, por lo mismo, debe reprimirse esa
tendencia, quitando a los que la abrigan el medio de realizarla: es preciso 'prohibir a
105 ministros de los cultos toda injerencia en la enseñanza primaria.
"Excusado es insistir, después de lo expuesto en que la enseñanza en las escuelas
oficiales debe ser laica. Dando a este vocablo la significación de neutral, se ha enten-
dido que el laicismo cierra los labios del maestro ante todo error revestido de alguna
apariencia religiosa. La Comisión entiende por enseñanza laica la enseñanza ajena a
toda creencia r.eligiosa, la enseñanza que transmite la verdad y desengaña del error
inspirándose en un criterio rigurosamente científico; no encuentra la Comisión otro
vocablo que exprese su idea, más que el de laico, y de éste se ha servido, haciendo
constar que no es su propósit9 darle la acepción de neutral indicada al principio.
"Un diputado ha propuesto a la Comisión que incluya en el artículo 39 la obligación
que debe imponerse a los Gobiernos de establecer determinado número de escuelas. La
Comisión juzga que esta iniciativa no cabe en la sección de las garantías individuales;
en ella los preceptos deben limitarse a expresar el derecho natural que reconoce la ley
y las restricciones que considere necesario ponerle: nada más.
"Lo expuesto funda las siguientes conclusiones, sometemos a la aprobación de la
Asamblea:
"Primera. N o se aprueba el artículo 39 del proyecto de Constitución.
"Segunda. Se substituye dicho artículo por el siguiente:
"Artículo 39 Habrá libertad de enseñanza; pero será laica la que se dé en los esta-
blecimientos oficiales de educación, lo mismo que la enseñanza primaria elemental y
superior que se imparta en los establecimientos particulares. Ninguna corporación re-
ligiosa, ministro de algún eulto o persona perteneciente a alguna asociación semejante,
podrá establecer o dirigir escuelas de instrucción primaria, ni impartir enseñanza perso-
nalmente en ningún colegio. Las escuelas primarias particulares sólo podrán estable-
cerse sujetándose a la vigilancia del Gobierno.
ULa ensefianza primaria será obligatoria para todos los mexicanos y en los esta-
blecimientos oficiales será impartida gratuitamente."
"Querétaro de Arteaga, 9 de diciembre de 1916.-General Francisco J. Múgiea.-
Alberto Román.-Enrique Recio.-Enriqué Colunga."
"Voto particular del C. Luis G. Monzón
"Ciudadanos diputados:
'ILos miembros de la Comisión de Puntos Constitucionales hemos formulado de
común acuerdo el artículo 39 de la Constitución reformada, como aparece en el dictamen
relativo, y no hemos disentido sino en el empleo de una palabra, que precisamente es la
capital en el asunto de referencia, porque es la que debe caracterizar la educación
popular en el siglo XX. Esa palabra es el vocablo laica, empleado mañosamente en el
639
siglo XIX, que yo propongo se substituya por el término racional, para expresar el
espíritu de enseñanza en el presente siglo.
"Durante todas las épocas y en todos los países se ha declarado que la educación
primaria es el medio más eficaz para civilizar a los pueblos.
"Se civiliza a un pueblo, promoviendo la evolución integral y armónica de cada uno
de sus elementos en pro del mejoramiento progresivo de la comunidad.
"y para que la evolución de cada individuo sea un hecho, se impone el desenvolvi-
miento, también armónico e integral, de sus facultades; y esto viene a original' los dos
gérmenes de educación: física y psíquica.
HRefiriéndonos al segundo, recordaremos que persigue como ideales supremos el
conocimiento y la práctica del bien y la verdad.
HEl maestro de escuela, ese obrero mal comprendido y mal recompensado ---como
afirma d'Amicis-, es el encargado de consumar misión tan delicada y trascendental.
La materia prima es el niño; ese ser tierno que, en virtud de su propia idiosincrasia,
está en aptitud de recibir todo linaje de impresiones.
HEI niño siempre, o casi siempre, llega al poder del dómine pletórico de lamentables
morbosidades: ignorancias, errores y absurdos embargan la embrionaria psicología de
su ser, y ese niño de organización elemental y ya enferma, es el que llega a las manos
del maestro para recibir la luz que debe disipar las tenebrosidades de su alma -acép-
tese provisionalmente el término- y para recibir también las doctrinas destinadas
a extirpar los errores y absurdos de que lo ha provisto la ingenuidad atávica del hogar:
he aquí, pues, el maestro frente al gran problema de dirigir a las generaciones que se
levantan, por los derroteros de la verdad ---como es dable concebirla- a la porción más
honrada y consciente de la humanidad: helo aquí, pues, presto a acometer el trascen-
dental problema, en medio de las preocupaciones de los pseudosabios y de la obstinación
de los ignorantes.
" ¿ Quién 10 auxiliará en tan ardua empresa?
"¡La ley, señores diputados! Las leyes que deben ser lo suficientemente sabias, para
que, lejos de ser instrumentos de obstrucción, sean eficaces medios de avance en la
realización de la magna obra civilizadora.
"Demos una rápida ojeada a la labor del educador en los últimos tiempos.
"En el siglo XVIII la enseñanza popular era eminentemente religiosa; y no podía
haber sido de otra manera, dado el atraso moral en que yacía aún la humanidad, espe-
cialmente nuestra patria. El niño concurría a las escuelas a recoger de los labios del
dómine todo un código de errores, absurdos, fanatismos y supersticiones.
"En el siglo XIX, la enseñanza oficial en México dejó de ser religiosa y, por ende,
directamente fanatizante, y entró francamente por un sendero de tolerancias y condes-
cendencias inmorales.
"El maestro dejó de enseñar la mentira que envilece j pero la toleraba con seráfica
benevolencia.
"La patria le confiaba sus tiernos retoños para que los transformara en hombres
completos, y el bienaventurado dómine no desempeñaba a conciencia su misión, pues
permitia que en el alma de los educandos siguieran anidando el error, el absurdo, la
superstición y el fanatismo, todo lo cual autorizaba aquél con su evangélico silencio.
"Sin embargo, debemos excusarlo, porque una ley inexorable le ordenaba que
procediera de ese modo: esa ley debería designarse por un vocablo indecoroso que la
decencia prohíbe estampar en estas líneas; pero que la suspicacia científica bautizó
con el nombre de laicismo.
" ¿ Qué recomienda el laicismo?
"No tratar en lo absoluto dentro de las aulas asunto alguno que trascienda a
Iglesia, y respetar e-strictamente las creencias religiosas del hogar, por erróneas, absur-
das e irracionales que sean.
640
"1 Cuántas veces decía el pequeño al malaventurado dómine que había encendido
una vela a San Expedito para obtener un buen resultado en los exámenes, y el maestro
no iluminaba la inteligencia del alumno, porque el laicismo lo prohibía y por temor de
un proceso criminal!
"El maestro laico no debe imbuir-creencia alguna en el ánimo del éducando; pero
tampoco debe destruir las que traiga del hogar, por abominablemente absurdas que
s"ean; así lo prescriben claramente los decálogos pedagógicos del siglo XIX.
"Pero llegó el siglo XX, que es el siglo de las vindicaciones, y en el décimo año de
su vida dio comienzo a la gran contienda que ha de emancipar a México y a todos los
pueblos de la América de los prejuicios embrutecedores del pasaf).o.
"La soberanía de un pueblo qu~ ha luchado por su dignificación y engrandecimiento,
nos ha confiado la tarea de que quebrantemos los hierros del siglo XIX en beneficio
de la posteridad, y nuestro principal deber es destruir las hipócritas doctrinas de la
escuela laica, de la escuela de las condescendencias y las tolerancias inmorales, y decla-
rar vigente en México la escuela racional, que destruye la mentira, el error y el absur-
do doquiera se presenten.
HLa escuela del siglo XVIII enseñaba el error; la escuela del siglo XIX no lo ense-
ñaba; pero lo toleraba, porque natura non facit saltus"; pues que la escuela del siglo
XX lo combata en todos sus reductos, por tradicionalmente respetables que sean, para
lo cual necesita trocarla de laica en racional. Así lo piden las leyes de la evolución.
"y no se diga que el laicismo puede atacar el abuso ... ¡No! Antes bien, exige al
maestro que se abstenga de tratar en la escuela -a pesar de ser el templo de la
verdad-, todo género de asuntos religiosos, ni para recomendarlos ni para comba-
tirlos ... yen los asuntos religiosos es donde se hallan los errores más monstruosamente
abominables.
"Por 10 expuesto, y estando de acuerdo en los demás puntos que entraña el dicta-
men de la Comisión de reformas constitucionales, a la cual tengo el alto honor de
pertenecer, pido se haga al artículo 3Q de que me ocupo la única modificación de que
la palabra laica, en todas las veces que se presente, se substituya por el vocablo
racional.
"Quer~taro de Arteaga, 10 de diciembre de 1916.-L. G. Monzón."
Está a discusión el dictamen de la Comisión. Las personas que deseen hacer uso
de la palabra, se servirán pasar a inscribirse. ¿No hay ninguna otra persona que desee
inscribirse? (La Secretaría lee la lista de los oradores.)
641
tan solemne como el momento en que el Congreso Constituyente, aquí reunido, trata
de discutir el artículo 39 de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos. (Aplau-
sos.) ¿ Y por qué señores? Porque en aquellas etapas gloriosas 110 se trataba más que
de vencer de una vez por todas al que tenía el Poder usurpado en sus manos o de acabar
con la -reacción, y aquí, señores, se trata nada menos que del porvenir de la patria,
del porvenir de nuestra juventud, del porvenir de nuestra niñez, del porvenir de nuestra
alma máter, que debe engendrarse en los principios netamente nacionales y en princi-
pios netamente progresistas, y evidentemente, señores, la ciencia pedagógica ha hablado
ya mucho sobre la influencia que la .enseñanza religiosa, que~ la enseñanza de las ideas
absurdas, ejerce sobre los individuos, para degenerarlos, no sólo en lo moral, sino
también en lo físico. Yo soy profano en esas cosas, pero hay aquí en esta Asamblea
muchos profesores eminentes que pueden hablar más claro que yo sobre este capítulo
y a ellos dejo la palabra. Pero no sólo es esa la faz principalísima de la enseñanza
religiosa en México; es también la política y es también la social. Sobre estos dos
puntos, señores, aunque arduos y yo incompetente para tratarlos profundamente, quiero
hablaros aunque sean unas cuantas palabras, a trueque de que se me considere enemigo
del clericalismo, pues si así se me considera, si así se me juzga, si con ese calificativo
pasa a la Historia mi palabra, no importa, señores, porque, efectivamente, soy enemigo
del clero, porque lo considero el más funesto y el más perverso, enemigo de la patria~
(Aplausos.)
-El C. secretario Lizardi: Por acuerdo de la Presidencia se recuerda a las galerías
que deben guardar silencio y abtenerse de hacer manifestaciones de ninguna clase.
-El C. Múgica: Veamos, señores, la faz política de esta cuestión. La enseñanza
es indudablemente el medio más eficaz para que los que la imparten se pongan en
contacto con las familias, sobre todo, para que engendren, por decirlo así, las ideas
fundamentales en el hombre; y, señores diputados, ¿cuáles ideas fundamentales con
respecto a política puede el clero imbuir en la mente de los niños? ¿ Cuáles ideas funda-
mentales puede el clero llevar al alma de nuestros obreros? ¿ Cuáles ideas puede llevar
el clero al alma de la gleba mexicana, y cuáles puede llevar al alma de los niños de
nuestra clase media y clase acomodada? Las ideas más absurdas, el odio más tremendo
para las instituciones democráticas, el odio más acérrimo para aquellos princípios de
equidad, igualdad y fraternidad, predicados por el más grande apóstol, por el primer
demócrata que hubo en la ancestralidad de los tiempos, que se llamó Jesucristo. Y
siendo así, i. vamos a encomendar al clero la formación de nuestro porvenir, le vamos:
a entregar a nuestros hijos, a nuestros hermanos, a los hijos de nuestros hermanos,
para que los eduquen en sus principios? Lo creo francamente que no, porql.!e haríamos
en ese caso una labor antipatriótica. ¿ Cuál es, señores diputados, la moral que el clero
podría transmitir como enseñanza a los niños? Ya lo hemos visto: la más corruptora,
la más terrihle. Yo traeré a la consideración de esta Asamblea, en un momento más
oportuno que este, documentos mejor dicho, el proceso más terrible que se haya escrito
contra el clero, y, admírense ustedes, señores, escrito por el mismo clero. Yo creo,
señores, que no necesito descender a prueba~ prácticas; yo creo que con las razones,
generales que he expuesto es suficiente para que yo, en nombre de la Comisión, justi-
fique el por qué pretendemos que la enseñanza se quite de las manos del clero, e¡.,
decir, que no se le permita tomar parte en ella; pero si esto no fuera suficiente, yo os'
traería al actual momento histórico y os preguntaría, señores, ¿ quien es el que todayía
.resiste, quién es el que de una manera formidable nos hace todavía la guerra, no sólo
aquí en el interior de la República, bl,lscando el medio de dividir los caudillos, soplán-
doles al oído como Satanás soplaba al oído de J ('sús, no sólo aquí en nuestra patria,
sino en el extranjero mismo? ¿ De dónde nos viene este embrollo de nuestra política
internacional? ¿ Será de las flaquezas del Gobierno constitucionalista? No, señores;
porque hemos visto que nuestro Gobierno, que nuestro Ejecutivo, en este sentido ha
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sido más grande, más enérgico y más intransigente que Juárez; pues sabedlo, señores,
esa oposición, esa política malvada que se debate allá en el exterior en contra nuestra
provocando la intervención, viene el clero. No necesito descender a traeros aquí prue-
bas. Está en la conciencia de todos ustedes y el que no lo crea puede ocurrir a
fuentes oficiales, en donde podrá desengañarse ampliamente. Pero no es esto todo;
el clero es el eterno rebelde; no se conforma' con ser vencido una vez, quiere ser
vencido siempre y está al acecho de ocasiones, e~tá sembrando, está preparandO'
el terreno para más tarde dar el golpe, y ¿ será posible que el partido liberal, que
vence cada vez que se le lleva a los campos de batalla, cada vez que se le obliga
a tomar el arma para vencer a su eterno enemigo el partido conservad'or, será
posible, digo, que después de stts triunfos y en esta vez de nuevo abandone sus
conquistas? No, señores; haríamos una mala obra, una mala obra, de inconscientes,
- si no pusiéramos remedio -desde hoy para' evitar en 10 futuro que nuestros asuntos
ya no se resuelvan ,por medio de las armas, sino que nuestras disensiones intestinas
se resuelvan en la tribuna, en los parlamentos, por medio del libro, 'por medio de la
palabra, por memo del derecho, y de ninguna manera otra vez por medio de las
armas, porque aunque gloriosas las revoluciones que se hacen por prindpios, no
. dejan de ser dolorosísimas, porque cuestan mucha sangre y cuestan muchos intere-
ses ,patrios. Sí, señores; ,si deja.mos la libertad de enseñanza absoluta para que tome
participación en ella el clero con sus ideas rancias y retrospectivas, no forma-
remos generaciones nuevas de hombres intelectuales y sensatos, sino que nuestros
pósteros recibirán de nosotros la herencia del fanatismo, de principios insanos,
y surgirán más tarde otras contiendas que ensangrentarán de nuevo a la patria,
que la arruinarán y que quizá la llevarán a la pérdida total de su nacionalidad.
(Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la 'palabra el ciudadano diputado Rojas.
-El C. Rojas: Ciudadano Primer Jefe del Ejército Constitucionalista: Honora-
ble Asamblea: Mi distinguido amigo e ilustrado general Múgica, que acaba de
darnos su sincera, aunque vulgar opinión. respecto a la mala y lamentable labor
que ordinariamente hace el clero en los países católicos,' ha tenido en cambio singu-
1ar clarividencia ai hablarnos de una gran verdad: la suprema importancia de este
debate. Efectivamente, ,señores diputados, esta es la hora emocionante, decisiva y
solemne de la lucha parlamentaria más formidable que se registrará acaso en toda
la historia del Congreso Constituyente, y lo cual se deduce de la sola presencia
entre nosotros del ciudadano Primer Jefe, en una sesión que será memorable. Creo,
además, señores diputados, que la resolución que en esta vez tome el Congreso
Constituyente servirá para que, tanto en la República entera, como también en el
exterior, se formen idea clara de cuál va a ser en realidad la obra de esta Asamblea,
y del color que tendrá la Constitución de 1857, reformada en Querétaro. Podrá.
suceder que de aquí salga un Código netam~nte liberal, tolerante, progresista y
mode~no;' un Código Magno que sirva para restablecer cuanto antes la paz en
México y para garantizar su estabilidad por un tiempo indefinido, que ojalá y fuese
definitivamente. Podrá ser también que esta Constitución, por circunstancias espe-
ciales, revista un aspecto alarmante para las personas que no entienden que el
apasionamiento de los señores diputados en esta ocasión, queriendo por ello calificar
nuestra obra común como imprudente e inoportunamente jacobina, y, por consi-
guiente, reaccionaria. Según ese aspecto o carácter general que presente nuestra
Carta Fundamental después de su reforma, se juzga por muchas personas reflexivas,
quienes no han perdido la, serenidad en estos momentos, que de los postulados de la
nueva ley puede salir la paz o la guerra, y que algún error grave del Congreso
Constituyente volverá a encender quizá una nueva conflagración en el ,país, cuando
todavía no se apagan las llamas de la pasada contienda. Pare-ce que hay sobrada.
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razón para conceder tamaña gravedad al presente punto, dado que los antecedentes
históricos en el mundo civilizado y lo que acaba de pasar entre nosotros mismos,
10 indican así con bastante claridad.
El debate sobre la libre enseñanza, que nosotros dejaremos consignada en el
célebre artículo 39 de la nueva Constitución, lo mismo que estuvo en la Constitució,l
de 57, a no ser que sólo quede en ese artículo una huella indeleble de nuestra
intransigencia, ha sido, en efecto, un debate de fondo para todos los países de
civilización occidental y principalmente para los pueblos que profesan la religión
católica. Este asunto comenzó a discutirse en el último tercio del siglo antepasado,
durante la revolución francesa, que ha servido de "standard", mejor dicho, de
"leader" o modelo, a los otros países católicos, y desde entonces, en las diferentes
épocas de la historia de Francia, según iban llegando a su apogeo los sucesivos
Gobiernos habidos en aquel país hasta hace pocos años, cuando se realizó en 1901
la última reforma jacobina del famoso Ministerio Waldeck-Rousseau, reforma quizá
justificada, se ha presentado una serie interesante de fórmulas constitucionales
sobre el tema de nuestro artículo 39 ; pero se ha podido observar que el concepto
de los políticos franceses en esta materia, cambia lentamente de 'posición con el
curso del tiempo, desechando antiguos prejuicios, ,para aproximarse cada vez más
al criterio de los pueblos de habla inglesa. En los países últimamente aludidos no
ha habido cuestión de libertad de enseñanza; para ellos dicha libertad es una cosa
tan necesaria e indiscutible como la existencia del sol en la naturaleza; para ellos
es tradicional también que la libertad religiosa, en cualquiera de sus manifesta-
ciones, es una de las más interesantes y fundamentales del hombre; por eso los
primeros habitantes de los Estados Unidos, arrostrando peligros y privaciones sin
cuento, vinieron a ocupar un país nuevo, habitado. por salvajes, simple y sencilla-
mente, señores, porque ellos querían ,poner a salvo, aunque fuera por la distancia,
una libertad religiosa que no podían tener en su antigua patria. Pero si tal es la
situación favorable y ventajosa de los pueblos sajones o escandinavos, no sucede
lo mismo en aquellas naciones, como la nuestra, 'donde ,predomina aún la religión
católica en la inmensa mayoría de la población, - pues mientras los países protes~
tantes del Norte de Europa pudieron cambiar las bases más profundas de su criterio
social, desde doscientos o trescientos años, a consecuencia de la reforma religiosa
iniciada por el gran Lutero, el mundo de las naciones católicas siguió todavía con
la urdimbre de las ideas absolutistas de Roma, así para el cielo como para la tierra,
y en tanto que en aquellos países nació el "libre examen", ese libre examen que,
aplicado a la vida política, lleva al reconocimiento de importantes derechos del
hombre, como la libertad de enseñanza, los pueblos latinos no han podido menos
que seguir acostumbrados, bajo muchos aspectos, a Su tradicional sujeción de la
conciencia. Porque el catolicismo viene de un período mUy remoto, y no hace más
de cien años que aún existía la Inquisición en la Nueva España. Me acuer'do habel
leído en la historia que hasta el año de 1808 se levantaron las hogueras de la Inqui-
sición en la plazuela de Santo Domingo y en las de muchas poblaciones de este
país; por cierto que acaso algún pariente mío, un tal Pedro Rojas, fue uno de los
enjuiciados en los últimos tiempos de aquel tenebroso tribunal.
Ahora bien, señores; si esto ha sido aSÍ, y todavía hay ahora naciones, comú
España, Austria'-Hungría y más de algunas repúblicas sudamericanas donde el cato-
licismo es la religión de Estado, parece lógico y natural que en todos los países
de la misma civilización latina conserve la Iglesia un influjo demasiado conside-
mble sobre la conciencia de la mayoría de la gente, y que por esto los hombres de
criterio más ilustrado y libre propendan a las intransigencias del jacobinismo, como
reacción inevitable y por elemental espíritu de defensa, aun cuando no sean conse-
644
cuentes con el criterio netamente liberal, pues el problema de dichas sociedades
es en realidad diverso del que nos ofrecen los pueblos de habla inglesa.
Mas creo que por el progreso natural de las cosas, llegará un momento en que
ias nociones de libertad y tolerancia en estos puntos, serán iguales o equi~alentl!s
entre los pueblos latinos y los sajones.
Esta es mi opinión, señores; pero no quiero seguir adelante sin remarcar una
declaración que casi es opuesta a la tesis principal que sostengo: la de que los
políticos de los países católicos tienen mucha razón 'para ser jacobinos hasta cierto
punto, pues ese jacobinismo debe ser más O menos efectivo y más o menos radical,
según el predominio que conserve la Iglesia católica en el espíritu público y los
elementos que tenga allí para mantenerlo. Si se demuestra que, por circunstancias
especiales, la Iglesia católica ha. perdido ya su antiguo control, no será disculpable
el jacobinismo en el mismo grado. Por ejemplo, en el caso de México, es extempo-
ránea la fórmula intolerante y agresiva que nos propone la Comisión para el artícu-
lo 39, después de haberse dado las Leyes de Reforma y de realizada la independencia
de la Iglesia y del Estado. Yo entiendo que Juárez y los hombres de la Refonna,
fueron eminentemente jacobinos y, por tanto, inconsecuentes bajo algunos aspectos
con el clásico criterio liberal inglés; pero nadie les debe tachar en· eso, ·por las
razones indicadas, aunque se ha de confesar lisa y llanamente que la Reforma, entre
sus grandes principios, tuvo también sus exageraciones en meros detalles que
afearon la ley, y precisamente por esta circunstancia, o sea por la exageración de las
Leyes de Reforma, en puntos secundarios que no significaban nada, ha sido tan
difícil mantenerlos en todo vigor, pues 'Por una reacción natural de la masa católica
del ,pueblo mexicano, el Gobierno del general Díaz y después el del señor Madero,
fueron en esa línea muy tolerantes. A mi juicio, ésta era una consecuencia lógica
y no ,podía manifestarse el fenómeno de otra manera.
Si estos son los antecedentes' históricos del debate, las circunstancias del mo-
mento entre nosotros no son menos significativas. Hace cinco o seis días, en efecto,
que casi todos los señores diputados se han apresurado a reunirse con los ·compa-
ñeros afines en ideas, habiendo surgido entre unos y otros acaloradas discusiones.
Desde entonces, señores, voy a confesarlo sin ambages, muchas veceS he sentido
desaliento al estudiar el dictamen de la Comisión entre el grupo de diputados que nos
venimos juntando en uno de los salones de la Escuela de Bellas Artes, y no ha habido
uno de nosotros sin dudas y vacilaciones ,cuando nos hemos enfrentado con este
problema del artículo 39 Sí, señores; después de cinco o seis noches de tener fija
nuestra atención en tal asunto, buscando cuál debía ser la solución, ha venido un
momento de abatimiento, acaso de pánico en nuestras filas; porque nos formamos
la idea de que no tendríamos la fuerza de conviceión suficiente para poder arrastrar
a las personas que no eran de nuestro criterio; porque hemos visto que la mayoría
de los señores diputados de esta honorable Asamblea, es partidaria de la reforma
jacobina y porque esa mayoría supone, de buena fe, sin duda, que es preciso hacer en
este caso una reacción sobre la fórmula que nos legaron nuestros padres desde el año
de 1857. Yo no dudo absolutamente de la sinceridad ni de la independencia de algunos
compañeros de Cámara, y por esa misma razón nos encontramos todos convencidos
de su buena fe. N o quiero alargar, por otra parte, este discurso, pero tengo mucho:;
aeseos de hacer ciertas aclaraciones, sin embargo de que esas .aclaraciones podrían
traer sus consecuencias, acaso de lamentarse, en vista de las condiciones especiales
del momento. Además, señores diputados, el inconveniente se agrava debido a otras
circunstancias ,políticas y también a los mutuos perjuicios existentes entre los dife-
rentes grupos de la Cámara y sobre los cuales me voy a referir libremente, en busca
de un cambio de dirección. Quiero también, ·porque es de mi deber, hablar esta tarde
con toda verdad; hay veces, señores, que es preciso decir las verdades más impru-
645
de/ntes, las verdades que causen más molestia a determinados compañeros en bien
de la patria.
y voy a decir en esta Asamblea y en esta oportunidad, cuando está presente el
Primer Jefe, una de las cosas que muchos de nosotros tenemos en la conciencia y
que sin la excitación y solemnidad del momento, ninguno diría. Señores diputados,
la diffcultad de esta cuestión y de estas controversias viene de que ha habido alguna
preparación inconveniente en los elementos de esta Cámara, por parte del grupo que
dirige el señor licenciado Manl,1el Aguirre Berlanga, quien ha faltado por eso a sus
deberes de revolucionario y a las consideraciones de la lealtad que debe al ciudadano
Primer Jefe. (Voces: ¡No; no es verdad!) Señores diputados: He dicho que iba a
expresar verdades; sin embargo de eso, soy el primero en reconocer que el señor
Aguirre Berlanga probablemente hizo esta labor sin ~ensar o sin haber reflexionado
en todas sus consecuencias. (Voces: ¡No; no es cierto!)
-El C. Ibarra: Pido la palabra para un hecho. (Voces: ¡No! ¡No!) El señor
licenciado Aguirre Berlanga malamente pudo haber hecho una preparación aquí en la
Cámara, 'Con el objeto de que a este artículo se le diera una interpretación jacobina,
porque tengo ,aquí en estos momentos un artículo escrito 'por él, cuando se iniciaba
apenas la ,campaña electoral, en que por el -contrario expone él aquí ideas demasiado
moderadas. ISi ustedes gustan, puedo leer algunos párrafos. (Voces: ¡No! ¡No!)
-El C. Palavicini: No se 'puede interrumpir al orador; las rectificaciones de
hechos se hacen después que haya concluido. Así lo ordena el Reglamento.
-El C. presidente: Se recomienda al ciudadano Rojas se sujete al Reglamento.
que dice que no se deben hacer alusiones -personales.
-El C. Rojas: Es verdad que el Reglamento dice eso; pero en vista de la gra-
vedad del asunto debo hacer, no alusiones personales, puesto que el g.eñor Aguirre
Berlanga no figura ya entre nosotros como diputado, sino relatar hechos que tienen
relación con el debate.
Si el señor licenciado Aguirre Berlanga ha cometido un error. ,. (Siseos) Lo digo
honradamente, porque yo siempre he tenido el valor de mis convicciones; pues bien,
señores, -creo que el señor Aguirre Berlanga ha cometido una equivocación, porque
indudablemente su papel de subsecretario de Guerra (Voces: ¡No, de Gobernación!)
era haber trabajado entre los elementos de la Cámara para interpretar con talento y
secundar en forma conveniente y patriótica el pensamiento del jefe de la revolución
y no el de preparar con ellos una especie de oposición al proyecto del ciudadano
Carranza. (Rumores.) El señor Aguirre Berlanga no tuvo probablemente en su ánimo
la reflexión de todo lo que significa en esta oportunidad su labor; probablemente
10 hizo con h mejor buena fe, y la prueba de ello es que el ciudadano Primer Jefe
10 ha conservado en su puesto. Tal es mi criterio sobre la conducta del señor licen-
ciado Aguirr~ Berlanga, de manera que huelga la discusión sobre el particular; mas
hoy necesitamos decir la verdad, aplicarla como un cauterio en el Congreso Constitu-
yente, y yo lo hago por patriotismo, lo hago porque es mi deber.,.
-El C. Calderón, interrumpiendo: Señor presidente: Es absolutamente... (Vo-
ces: ¡No! ¡No!) Yo no vengo aquí más que a defender el prestigio del Gobierno.
Pido la palabra. Es un incidente nada más. (Voces: ¡No! ¡No!) Por respeto al ciuda-
dano Primer Jefe.
-El C. De los Santos: Favor de hacer respetar el Reglamento del Congreso,
señor presidente.
-El C. Rojas: Y bien, señores; sobre este incidente que debemos dejar aparte,
voy a agregar otro: el señor general Obregón ha enviado un mensaje a los señores
diputados de Jalisco y de Occidente, recomendándoles una actitud intransigente. Ese
telegrama se publicó en HGladiador".
646
-El C. Monzón: No puede usted asegurar eso. La delegaeión de Sonora es su-
ficientemente honrada.
-El C. Aguirre: Nuestra labor es enteramente radical, enteramente revolucio-
naria y no creo que mi general Obregón, jefe militar tan grande, como gran ciuda-
dano también" descienda a politiquerías de gabinete, ni de ningún género. (Aplausos.)
-El C. Rojas, continuando: Verá el señor que haré justicia al señor general
Obregón, y que no doy a su mensaje ninguna otra trascendencia que la que le dan
sus mismas palabras. Voy a continuar. Decía yo que ha venido ese mensaje a ser un
exponente de cuál es el espíritu que anima a una parte considerable de esta Asam-
blea y por qué razón hay en ella dos grupos. Han visto ustedes al 'señor Aguirre
Berlanga encabezando a uno de los grupos de diputados y preparándose ... (Voces:
¡No es cierto!) ... pues solamente que mis ojos me hayan engañado ... (Voces: ¡Sí!
¡Sí! Murmullos.)
-El C. presidente: Se recomienda al señor 'Rojas se sujete al Reglamento y si
no, me veré precisado a quitarle el uso de la palabra.
-El C. Reynoso: Pido la palabra para una moción de orden.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Reynoso.
-El C. Reynoso: Suplico a su señoría mande leer el artículo 105 del Reglamento.
-Un C. secretario: "Artículo 105. No podrá llamarse al orden al orador que
critique o censure a funcionarios públicos por faltas o errores cometidos en el des-
empeño de sus atribuciones; pero en caso de injuria o calumnia, el interesado podrá
reclamarlas en la misma sesión, cuando el orador haya terminado su discusión, o en
otra que se celebre en día inmediato. El presidente instará al ofensor a que las
retire o satisfaga al ofendido. Si aquél no lo hiciere 'así, el presidente mandará que
las expresiones que hayan causado la ofensa se autoricen por la Secretaría, inser-
tándolas ésta en aeta especial, para proceder a lo que hubiere lugar."
Por acuerdo de la Presidencia se lee también el artículo 13 del Reglamento
reformado: "Artículo 13. Los individuos del Congreso, aun cuando no estén inscriptos
en la lista de oradores, podrán pedir la palabra para rectificar hechos. Queda prohi-
bido hacer y contestar alusiones personales mientras no se haya terminado el debate
de los asuntos de la orden del día o de los que el Congreso o el presidente estimen
de interés general. El presidente" en caso de desobediencia, llamará al orden al in-
fractor y aun podrá snspenderle el uso de la palabra."
-El C. Rojas: Ahora hien, señores, la explicación no se va a tardar; yo creo
que 1a equivocación del s~ñor Aguirre Berlanga en su actitud y la del señor general
Obregón al enviar el mensaje, están perfectamente explicadas. Necesitaba citar estos
hechos con objeto de presentar a ustedes un ejemplo claro de nuestra peligrosa situa-
eión, porque en esta tarde y en esta sesión, mi prindpal propósito es rectificar nues-
tras posiciones respectivas y enderezar un rumbo que nos pudiera llevar al desastre.
Se trata de un prejuicio sobre cuál es la significación política de los pocos renova-
dores que quedan sirviendo lealmente al señor Carranza. (Siseos.) Se trata del pre-
juicio que hay entre muchos de los señores revolucionarios que tomaron las armas y
de muchos de los señores diputados 'al Congre.so Constituyente que se sientan a la
derecha de esta Cámara, respecto a nuestra independencia de ideas. Se me ha dicho
por algunos cuál es el verdadero sentimiento sobre el particular; se nos supone a nos-
otros incondicionales del P:timer Jefe; y hay que decir la verdad: permítanme decir
esa verdad con toda crudeza, porque eso va a ser para el bien de la patria, aclarando
el ambiente de este recinto y facilitando una mejor inteligencia entre todos nosotros.
Se nos acusa a los renovadores de que estamos vendidos a los reaccionariosj de que
estamos vendidos, sí, señores, para sugestionar al Primer Jefe y valernos de su autori-
dad, con el fin de imponer un texto del artículo 3Q al gusto de la clerecía yeso no
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es cierto, eso es un absurdo. Hay que ser francos; tal es el preJUICIO que explica la
actividad del señor Aguirre Berlanga y el mensaje del general Obregón. (Voces: ¡No!
¡No!)
Lo que yo siento lo digo honradamente, señores.
-El C. Alvarez: ¿ Me permite usted que conteste en nombre de la diputación del
Estado de Michoacán? (Voce's: ¡Nol ¡Nol ¡Que no hable!)
-El C. Rojas: Lo que decía yo es pr'ecisamente la explicación de todo esto.
Cuando el señor Aguirre Berlanga, .cuya actuación ha sido enteramente disculpada
después por el Primer Jefe, puesto que le ha sostenido en su puesto, cometió el error
demasiado grave, sin embargo (Rumores.) de lo que se nos acusa ... (Rumores.) estos
son los principales ,prejuicios que hay en el seno de los diputados de la derecha,
acerca de los renovadores. Además, existe la preocupación, digamos histórica, res-
pecto a la responsabilidad que puede caber a los últimos por su actitud en la se-
sión tristemente célebre de la noche del 19 de febrero de 1913. Lo que haya de
justo en ello para cada uno de los grupos que entonces formaban la Cámara de Di-
putados, o para cada uno de los individuos que perteneciamos a ese memorable Par-
lamento, es indudable que está ya escrito en la histor'ia y no habrá poder humano
que pueda quitar o menguar a nadie la responsabilidad que le corresponda; pero no
es oportuno, ni razonable, ni lógico, eso de que, porque se supone que somos más
o menos responsables moralmente ante la posteridad, se nos repita a cada momen-
to, venga o no venga al caso y a todos sin excepción el mismo anatema de cobar-
des o traidores, con el propósito de eliminarnos de la vida política de México, sin
que valgan aclaraciones de ninguna especie para librarnos de ese odioso como in-
justo sambenito.
Vaya hahlar con toda franqueza sobre este punto: convengo con ustedes por
un instante en que hubo falta de valor en algunos de los diputados maderistas a
la XXVI Legislatura la noche del 19 de febrero de 1913; doy 'por sentado que esos
hombres debieron desentenderse de cualquier otra consideración, limitándose a
jugarse la vida bravamente, votando entonces conforme a la convicción política que
se les supone y conforme lo r'eclamaban los verdaderos intereses de la patria. Pues
bien, señores; aun admitiendo que esto sea verdad y que ninguna demostración se
hubiera hecho en contrario, simple y sencillamente resultan faltos de mérito, pues
nadie está obligado a ser tan valiente. Pero al tratarse sólo de si esos diputados
tuvieron o no tuvieron miedo, que ninguno tire la primera piedra si no se encuentr'a
limpio de un miedo semejante en estas épocas de lucha y conmociones. Por lo de-
más, todo esto es muy diferente de las convicciones y muy diferente de la constancia
y la voluntad decidida de servir a la causa de la revolución, demostrada por los
renovadores que han seguido al señor Carranza. Mas tamaños cal'gos que están en
el ánimo de ustedes, los he traído a colación, porque necesitamos desvanecerlos,
señores, ya que es preciso que nos conozcamos mutuamente; de otra manera, no
nos podremos entender jamás, ni tampoco nos podremos tener confianza.
Ya he dicho bastante de cuáles han sido las sospechas o prejuicios de ustedes;
ahora voy a referirme a nuestras sospechas. Nosotros hemos mal interpretado la
actitud del señor Aguirre Berlanga al encabezar las reuniones de ustedes ... (Voces:
jNo es cierto!) y hemos también interpretado mal el mensaje del señor general
Obregón, y así como... (Voces: ¿ cuál es el mensaje?) El mensaje a que se ha re-
ferido en términos concretos el señor gener'al Amado Aguirre. Pues es muy fácil
que yo me equivoque sobre el particular ... (Siseos.) Pero de otra manera no po-
dremos marchar ni entendernre. Ahora estoy haciendo una especie de balance sobre
nuestro respectivo debe y h~ber; necesitamos hacer este balancej yo no quiero ata-
car personalmente a nadie; esto es contra mi práctica, es eontra mi costumbre tra-
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dicional en el periodismo y en la política; lo que en realidad pretendo es estimar de-
bidamente los hechos para nuestra posible inteligencia. En muchas ocasiones de mi
vida he demostrado que yo nO' soy amante de confundir las cuestienes personales
con las cuestiones pelíticas; yo les tiende la mano a mis enemigos ,políticos, dentro
de cierto límite, por supuestoj también tengO' una larga historia de periodista y du-
rante ella he atacado a nlUchas personalidades, pero siempre buscando alguna razón
de interés público, y lo repito una vez más, señores diputados, he venido esta tarde
con la profunda convicción de que si no logramos· entendernos, procediendo después
con toda rectitud, comprometemos el éxito de este Congreso Constituyente. Pet'dó-
neseme, pues, la ligereza de palabra si acaso les ofende, en obsequio a mi deseo 'Sin-
cero, en atención a mi ,propósito honrado. Hablo por mí mismo y piense, en cierto
modo, interpretar tainbién a muchos de mis compañeros. Nosotras hemos creído aquí
en que algo habia detrás de la reunión y actitud de ustedes y del mensaje del ge-
neral Obregón. (Siseos.) Un hombre honrado dice lo que piensa, aunque a veces se
equivoque. Yo he creído sinceramente en que allí se ocultaba una maniobra políti-
ca; eso mismo lo han creído muchos de nuestros mismos compañeros y.lo ha creído
quizá la República entera. (Siseos.) Será o no será verdad; los hechos posteriores
hablarán. (Siseos.) Existe ese telegrama y la mala inteligencia de nosotros; yo pro-
curo aclarar el punto para evitar consecuencias desfavorables; 10 digo honradamente,
lo digo con toda la verdad, con toda la convicción de que he dado pruebas muchas
veces en mi vida, y todos debemos contribuir a conjurar ese peligro o inconveniente.
En resumen, no hay fundamente ni para nuestros temores, ni para que ustedes nOs
tomen como reEccionarios ni como -sugestionadores del señor Carranza o como in-
condicionales de cualesquiera de sus idea'S. Llevamos ya muchos días de debates j
cada uno de noSotros se ha ,presentado con su bagaje de convicciones, y hemos te-
nido bastante oportunidad para conocernos mutuamente. Ahora voy a hacer otra
aclaración enteramente sincera, porque no la haría tampoco si no estuviera en mi
corazón antes que en mis labios. Tengo la seguridad, y lo digo con satisfacción, de
que la mayoría de los individuos que forman el Congre'so Constituyente son hom-
bres de buena fe, con mucha independencia de carácter, con el deseo y la '-üecisión
de dejar huella de su criterio en la nueva Constitución, sin consideraciones a nadie ni
a nada; pero, desgraciadamente, equivocados en un punto fundamental y con gra-
ves prejuicios contra nosotros, o cuando menos distanciados por cosas inoportuna-
mente traídas a colación, por las circunstancias mismas de los debates sobre el pro-
yecto del Primer Jefe. ¿No es esto verdad? Esos motivos están en las prevenciones
de nosotros contra ustedes y de ustedes contra nosotros; pero la historia de este
Congreso Constituyente nos dará muchas oportunidades para que al fin de los deba-
tes nos reconci1iemo'~ mutuamente y puedan ustedes convencerse de que yo no he
asegurado nada inexacto o inconveniente. Uno de los síntomas que debe tenerse
como térmometro o como señal clara y palmaria de la verdad sobre este punto, me
10 ha revelado un rasgo de ingenuidad y honradez del señor coronel Chapa. El se-
ñor coronel Chapa es uno de aquellos jóvenes valientes ,que han tomado las aI'mas
para luchar por la revolución constitucionalista y que ahora viene a dar su contin-
gente de trabajo y pensamiento para la gran obra de reconstrucción que nos propo-
nemos \llevar a cabo. El señor Chapa ha tenido también su parte en los prejuicios
a que hice referencia y que me diga si falto a la verdad: ha manifestado en una de
las reuniones que hace pocas noches tuvimos en el salón de Bellas Artes, que ha·
bía venido de Tamaulipas con un bagaje de ideas y de argumentos para luchar con-
tra los -conservadores de esta Cámara, en cumplimiento de su deber; pero que pron-
to se dio cuenta de que aquí no había conservadores y de que la lucha únicamente
se iba a librar entre jacobinos y liberales. ¿ Es esto cierto, señor Chapa?
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-El C. Chapa: Esas fueron mis palabras.
-El C. Rojas: Ahora bien; hablé antes de que yo justifico, hasta cierto punto,
el criterio jacobino en los paises hispanoamericanos, de la misma manera que lo
justifico en Francia, en Bélgica o en Austria-Hungría, donde la religión católica es
la dominante. Además, yo creo, señores, que la actitud más violenta se explica y
disculpa enteramente en los momentos de lucha armada, y esto acabará de conven-
cer a la Asamblea de que, al decir algunas verdades, hirientes quizá, lo hice con el
ánimo de que más tarde nos servirán a todos, porque lo que aquí se diga y se auto-
rice, se dice y se autoriza para toda la República, y lo que aquí se descarga o se
explica, se descarga y se explica para toda la República. En efecto, señores, el ja-
cobinismo extemporáneo e inoportuno que pueda surgir de esta Asamblea y nos
puede llevar también a una nueva contienda armada, tiene una explicación natura-
lísima, no solamente porque la masa de nuestra población es católica, sino también
como consecuencia inmediata de la guerra que acaba de pasar. Yo comprendo sin
dificultad que un señor general X, ameritado, patriot.a, valiente, liberal, despreocu-
pado y solamente atento a saber cumplir su papel como soldado revolucionario en
acción, venga a la plaza de Querétaro e incendie los confesionarios de todas las igle-
sias en la plaza pública, que funda las campanas, que se apropie las escuelas del
clero, como lo ha hecho el mismo señor Aguirre Berlanga en el Estado de Jalisco,
y hasta que cuelgue a algunos frailes. Todo esto me parece perfectamente explica-
ble entre nosotros, nadie lo condenará en el momento de la guerra, si es hombre
imparcial e ilustrado; y bien, señores, ¿ no les parece a ustedes lógico y natural que
por un sentimiento de inercia, si es posible que haya sentimientos inertes, o mejor
dicho, por el impulso que traen las ideas, ese general, que ha tenido en los días de
lucha tamaña libertad de acción, que se ha visto aplaudido con eso por los hombres más
liberales y más inteligentes, se incline a ver autorizados tales actos aun en tiempo de
paz? ¿ No les parece natural y lógico que ese militar, cuando se llega la hora de hacer
una ley entre revolucionarios y radicales. Busque el precepto legal que se pueden
querp.ar los confesonarios, que se pueden fundir las campanas, que se pueden colgar
los frailes? (Voces: ¡No! ¡No!) Por supuesto, señores diputados, que no hay que
tomar las cosas al pie de la letra ni tan a pecho; usted,es vean lo que hay de justicia
en el fondo de mis ideas, porque aunque no sea exactamente, sucederá que un gene'-
ral de esos, quieiera de la mejor buena fe dejar escrito en una ley mucho de ese radica-
lismo, de ese calor de la guerra y encontrará pálido cualquier precepto hecho en tiem-
po de paz; encontrará incoloro, reaccionario, inconveniente, un precepto que se ha
concebido en frío y conforme sólo a los dictados del derecho y la jurisprudencia. Es-
to me ,parece tan lógico, que no extraño, por consiguiente, el jacobinismo exaltado de
los militares más patriotas, a muchos de los cuales tanto debe el país y que acaso
figurarán mañana o pasado entre nuestros mejores gobernantes y grandes estadis-
tas. Ahora bien, señores diputados de la derecha; precisamente ustedes represen-
tan en esta Cámara el criterio acalorado de esos militares de toda la República; de
esos hombres equivocados sin malicia que en estos momentos no quieren admitir la razón
de los espíritus serenos, suponiendo que el Primer Jefe incurre en grave error al dar
un 'precepto incoloro para las enseñanzas, un precepto en favor de los reaccionarios
o clericales, un precepto inconveniente en el Código Fundamental reformado, por
más que sea la continuación del mismo pensamiento liberal contenido en el artículo
3Q que nos legaron nuestros padres en 1857. (Aplausos.) Y deseaba llegar a esta
conclusión que manifestaré con toda franqueza. Yo celebro tal circunstancia, por-
que ustedes, señores, tienen el gran deber de servir de intermediarios entre nosotros ,
yesos jefes u hombres de armas en general de la revolución, suavizando sus te-
mores o prejuicios, haciéndoles comprender que 10 que sale de aquí no ha sido una
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imposición, sino la resultante de nuestro criterio combinado y de nuestras empeña-
das y libres discusiones. Si vosotros sabéis cumplir esa obligación, nó creo que,
cualquiera que fuese la oposición de creencias entre los diversos grupos directores
del país, pudiera surgir de aquí el chispazo de una nueva guerra; pero no olviden
ustedes, señores diputados, el gran papel que tienen que representar en este caso,
porque la nación entera está fija en vosotros y espera, con razón, que sabréis enca-
rrilar y organizar la República en la medida de vuestro patriotismo. (Aplausos.)
Por lo demás, voy a insistir otro poco sobre el terna de nuestra incondicionalidad al
Primer Jefe. (Voces: ¡No! ¡Nol) Necesito hablar con más amplitud: señores, ten-
gan ustedes paciencia; creo que estoy en mi derecho para eHo, no hay que alarmar-
se, :pues ha pasado lo más escabroso. Quiero decir con todo valor y sinceridad, en
este momento en que está presente el Primer Jefe, que yo no soy ni he sido nunca
un incondicional, y les juro o protesto por mi honor, que votaré con ustedes cuan-
tas veces llegue a impresionarme de sus razones.
-El C. Aguirre: El Primer Jefe no admite incondicionales.
-El C. Rojas:. Repito, señores, que no soy incondicional del Primer Jefe ni de
nadie; y el día en que yo no esté conforme con su política, ese día me voy tranquila-
mente a mi casa. Si hoy vengo a secundar en este recinto las ideas del Primer
Jefe, es porque están perfectamente de acuerdo con mi honrada convicción. Hechas
estas aclaraciones, continúo en el uso de la palabra. Voy a traer a colación el viejo
proloquio de que no hay mal que por bien no venga, pues creo que la torMentosa
situación que ha producido entre nosotros un debate tan violento y apasionado, en
lugar de' ser perjUdicial, favorece y prestigia en cierto modo la obra de este Con-
greso, porque sirve para demostrar, de la manera más palmaria, que hay aquí dis-
cusión e independencia verdadera: porque sirve para dar vida a las nuevas instituciones
en el alma nacional; porque sin estas pasion'es y controversias, señores diputados,
la nueva Constitución de 1917 habría nacido muerta; sí, señores; es preciso que los
grandes códigos de todos los pueblos vengan como la ley de Moisés, bajando del
·Sinaí entre relámpagos y truenos. (Aplausos.) Tengo aún muchas cosas de algún
interés que quisiera tratar en esta sésión, pero abrigo ciertos temores de que la
Presidencia me suspenda el uso de la palabra a lo mejor, por habérseme acabado
el tiempo que marca el reglamento y, por consiguiente, voy a concluir, dejando los
otros ·puntos para mejor ocasión. Después de tantas digresiones, más o menos im-
portantes, llego al punto esencial del debate, y sin embargo de sus inconvenientes o
pe'ligros, sin embargo de todos esos fulgores cárdenos que hizo brillar en el seno de
esta Asamblea, parece señores, meditando serenamente, como yo he meditado sobre
la fo-rma presentada por la respetable Comisión dictaminadora para el artículo 3Q ,
que 'sólo se trata en el fondo de una verdadera tempestad en un vaso de agua, que
traerá más bien beneficios que inconvenientes para el futuro de esta Cámara. Efec-
tivamente; he analizado con todo empeño este 'punto, reconcentrando mi imagina-
ción y el intelecto más o menos escaso de que me ha dotado la naturaleza, para
encontrar la clave de semejante dificultad, y COIno fruto de mis meditaciones, des-
pués de dos noches o más de vigilias, después de dos o más noches de preocupado·
nes e insomnios, he tenido la fortuna de exclamar como Arquimides... no encuen-
tro de pronto la palabra. (Voces: ¡Eureka! ¡Eureka!) •
Toda la dificultad es obra, simple y sencillamente, de un defecto de forma y no
de fondo; de la presentación impropia y escandalosa que exhibe el dictamen formu-
lado por la honorable Comisión, la que ha tenido así la feliz atingencia de equivo-
carse en este caso grave, pues de esa manera se evitarán dificultades y tropiezos en
el resto de las discusiones, como lo voy a demostrar. La verdadera diferencia de
ideas del artículo 39 y exposición de medios entre el proyecto del Primer Jefe y
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la redac.ción presentada por la honorable Comisión, sería casi ·pueril, o casi ridícula,
si no diera pretexto para tan serias consecuencias. Analizando el precepto a debate
como la Comisión 10 desea, encuentro estas conclusiones: a la honorable Comisión
no le pareció bien que en el proyecto del Primer Jefe se omitiera aquello de la ense-
ñanza obligatoria; fue una de las fórmulas radicales del jacobinismo francés que
han podido justificarse ante la Historia. Nuestr'a Constitución de 5'7 no habló de
tal cosa, pero los hombres de la Reforma tuvieron el acierto de completar su la-
bor desfanatizadora, modificando el fondo del artículo 39, y desde entonces tam-
bién en México fue la enseñanza laica y obligatoria. Me refiero sólo a la de la en-
señanza obligatoria., porque en cuanto a lo laico, 'no se ha ofrecido todavía entre no-
sotros motivo de discrepancia, ya que, al parecer, no se toman en serio las genialidades
del señor diputado Monzón. Pues bien; sobre aquel punto no hay tampoco verdadera di-
ficultad: tanto el Primer Jefe como la Comisión y la Asamblea, están realmente
de acuerdo. Lo único que sucede en el fondo, es que buena parte de esta Asamblea
no tiene la suficiente preparación jurídica, y no se ofendan por ello; tengan ustedes
la bondad de no exagerar el alcance de mis palabras, lo digo con la mejor inten-
ción; no hay, en la mayoría, suficiente preparación, y se ha ignorado o no se ha
entendido suficientemente lo que significa o vale con toda propiedad la sección· de
garantías individuales. Estas garantías son las limitaciones en favor del indivi-
duo, que se oponen al abuso de la autoridad y están sancionadas, protegidas y ase-
guradas de manera especial, por el recurso de amparo, honra y gloria del Derecho
mexicano. .. po:;:' más que dicho juicio o recurso de amparo haya tenido hasta ahora
muchos inconvenientes y deficiencias; pero justamente una de las cosas de que
estaremos orgullosos en la nueva Constitución, es el tino con que se ha simplificado
y reducido el juicio de amparo, a fin de hacerlo mucho más práctico y efectivo. Re-
pito que, si en la sección de garantías individuales lógicamente se trata sólo de li-
mitaciones al Poder y no al individuo, es enteramente impropio y fuera de lugar
que se hable allí de la enseñanza obligatoria, por eso el ciudadano Primer Jefe, con
muy buen juicio y con una intuición admirable, ha decidido que esa obligación sea
designada en su puesto, en donde se hallan las demás obligaciones de los naciona-
les. Todos los mexicanos, efectivamente, están obligados, entre otras cosaS, según
dice el artículo 31 del proyecto de reformas, a ir a la escuela, y dentro de los térmi-
nos generales que fija la Federación, puede cada Estado reglamentar el precepto a
su gusto. Por consiguiente, en esto no hay absolutamente motivo de diferencia
entre el criterio del Primer Jefe y el de la Comisión o el de la respetable Asamblea.
Vamos ahora a otro punto', el más escabroso de todos: la restricción al clero, terminante,
resuelta y audaz en materia de enseñanza, que hace la Comisión dictaminadora y que ha
tenido un eco vibrante en la Cámara hace pocos momentos, al oírse sus razones en esta
tribuna por boca de su presidente, el general Múgica, quien a la verdad es un anticleri-
cal sincero, valiente y capaz de acabar con todos los clérigos del mundo si a mano los
tuviera. (Aplausos.) Y bien, señores; tampoco hay aquí dificultades o diferencias de
criterio; los miembros de la Comisión han creído que el artículo de que se trata debía
tener esta prescripción terminante: "el clero, tanto los individuos, como las corporacio-
nes, no podrán enseñar en México." Pues el Primer Jefe acepta en el fondo la misma
idea con mucha razón, pero también la ha puesto en su lugar, en el artículo 27, donde
no produce alarma por el antecedente de las Leyes de Reforma, que allí le sirven
de marco y las cuales están aceptadas en todas partes como un hecho consumado y
excelente de la vida pública de México. El propósito de la Comisión se reduce a sus
justos términos en el artículo 27, que me voy a permitir leer, para que ustedes
perciban perfectamente la verdad de lo que digo. Dice así en la parte conducente:
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"Las instituciones de beneficencia pública o privada para el auxilio de los ne-
cesitados, la difusión de. la enseñanza, la' ayuda recíproca de los individuos que a
ellas pertenezcan o para cualquier otro objeto lícito, en ningún caso podrán e'star
bajo el patronato, direc~ión o administración de corporaciones religiosas ni de los
ministros de los 'cultos, y tendrán capacidad para adquirir bienes raíces, pero única-
mente los que fueren indispensables y que se destinen de una manera directa e in-
mediata al objeto de las instituciones de que se trata."
Así pues, la restricción en el artículo 27 es justificada, tolerable y feliz; no des-
pertará temores o escándalos ni en México ni en el extranjero, particularmente entre"
~os católicos y los emigrantes mexicanos en los Estados Unidos de América; pero
la restricción equivalente en el artículo 39 es menos feliz, menos oportuna y menos
discreta, porque aquí aparece más agresivo el precepto y, por otra parte, ya no
se explica por el espíritu general de las Leyes de Reforma. Resulta, entonces, que
toda la oposición de ideas que hay entre nosotros por el alcance que ha de darse
al artículo 39, se reduce a una sola palabra o concepto. El proyecto del Primer Jefe
establece la libertad de enseñanza y cuando ella se refiere sólo a los -individuos, de"-
be entenderse sin restricción; por eso ha sido empleada con propiedad la frase "plena
libertad de enseñanza." A mi juicio, esa libertad no podía ser formulada de una
manera más completa y verdadera, porque es una de aquellas cosas que sería impo-
sible rest¡ijngir en la vida del hombre, aunque lo quisiera esta "Asamblea y todas las
asambleas del mundo; siempre habría modo para que el católico, el protestante ~ el
filósofo pudiesen enseñar privadamente y quizá con mayor ventaja. Si en la primera
parte del artículo 39 el Primer Jefe establece que la enseñanza individual es libre, el
segundo inciso del mismo párrafo habla de que será laica la instrucción pública, es decir,
la que se dé en establecimientos públicos de educación. Esto ya es otra cosa y se debe
considerar como una función especial e interesante de las sociedades; es en la que el
Gobierno ha de tener no sólo el control, sino también ciertas obligaciones. Desde el punto
de vista más correcto, se fonnula la perfecta neutralidad del Gobierno en la enseñanza
pública, respecto a todas las instituciones o creencias religiosas o filosóficas al es-
tablecer que ella será laica; pero esta condición no se extiende a los establecimientos
educativos de lo's particulares, como pretenden los jacobinos de esta Asamblea. De
manera que la diferencia es muy sencilla: el precepto del Primer Jefe dice que la
enseñanza será laica cuando se trate de establecimientos' oficiales, y la Comisión
quiere que también sea laica en los establecimientQs ,particulares; esta es toda la
cuestión. Ahora bien, señores diputados; ¿ no les parece a ustedes lamentable que
por tan pequeña diferencia de ideas y propósitos la Comisión dictaminadora lance
un verdadero botafuego con ese proyectil de artículo 39 y la respectiva exposición
de motivos que, indudablemente, ha conmovido al país y al extranjero? En lugar de
ese formidable dictameIl pudo haherse presentado la misma idea a lá consideración
de la Cámara, es una forma más lisa y llana, a la vez que más respetuosa de las
atenciones que debemos al ciudadano Primer Jefe, autor del proyecto original, en es-
tos o parecidos términos: "encontramos que el precepto del ciudadano Primer Jefe en
el ar'tículo 39 confirma la misma regla sentada en la Constitución de 57 para la en-
señanza; creemos, sin embargo, que, dada la situación y condiciones de este país,
donde el clero católico tiene todavía tanta influencia, donde debido a la tolerancia
del general Díaz han venido en desuso las sabias prescripciones que establecieron
en este punto las Leyes de Reforma, es conveniente por ahora que no se enseñasen
materias religiosas en las escuelas particulares, pues tales escuelas son, en realidad ...
-no encuentro palabra propia- una especie de pretexto o pantalla para que pue-
da haber detrás de cada profesor particular un clérigo que lo dirija", y quizá en estf'l
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sentido los jacobinos tengan perfecta razón. Pues bien, señores; si la Comisión dic-
taminadora dice: "Encontramos el artículo del Primer Jefe enteramente justificado,
pero creemos que por estas y las otras circunstancias especiales, convendría adicio-
narlo con el concepto o ampliación de que se trata", no se habría levantado ninguna
tempestad entre nosotros, porque en esas condiciones de seguro que la mayoría de
esta Cámara no se interesa a tal punto por el debate, probablemente acepta la su-
gestión sin acaloradas discusiones ni conflictos de grupos parlamentarios, no obs-
tante la agitación política externa del momento actual. Por consiguiente, he tenido
razón en exclamar satisfecho como Arquimides: ¡Eureka! después de haber encon-
trado que no existía diferencia fundamental entre los criterios del Primer Jefe y de
la Comisión dictaminadora, y que todo lo rabiosamente jacobino del dictamen a de-
bate, estaba simple y sencillamente en la forma escandalosa en que estaba pre-
sentado; porque no es lo mismo decir una cosa, guardando o no todo el decoro que
debemos al Primer Jefe en el fondo y en la forma, que exponer nuestros conceptos.
Por lo demás, yo no creo que- carece de libertad el Congreso Constituyente para ha-
cer enmiendas o modificaciones al proyecto de Constitución reformada; al contrario,
el ciudadano Primer Jefe lo ha repetido de una manera expresa en los considerandos
de sus últimos importantísimos decretos, diciendo 'textualmente que dejaba a la ilus-
tración y al patriotismo de los señores diputados la tarea de completar y p'erfeccio-
nar su obra; porque el ciudadano Primer Jefe es un hombre de talento y sabe per-
fectamente que no hay obra humana, por genial que supongamos a su autor que
no pueda ser corregida y mejorada; nosotros venimos precisamente a perfeccionar
o ratificar uno por uno los preceptos de que se formará la nueva Constitución, res-
petando, hasta cierto punto, las grandes ideas del ciudadano Primer Jefe. Ahora
bien, señores; en esa forma acaso no hubiera habido debate; pero la Comisión ha
creído que no tenía el deber de estudiar detenidamente el proyecto en su conjunto y
en cada una de sus ,partes, a fin de formarse plena idea del sistema que se pretende
desarrollar, así como del alcance justo de cada artículo, sino que de buenas a prime-
ras, al llegar a la cuestión de la enseñanza y con el deseo de dar una nota roja de
jacobinismo, la Comisión desarticula cuanto le viene a mano del proyecto y acomoda
en un solo artículo todo lo que le parece más sonoro y más a propósito para impre-
sionar a los exaltados de esta Asamblea. Tal es el único inconveniente que se nos
presenta al discutir este punto. Pero, señores diputados, de cualquiera manera que
sea, deben ustedes reconocer una cosa: el ciudadano Primer Jefe es el director o
jefe supremo de la revolución; es también, al mismo tiempo, el encargado del Poder
Ejecutivo, y como en<;argado del Ejecutivo, podemos decir que está colocado en el
punto más alto posible, desde donde domina un horizonte más amplio que cualquiera
de los otros constitucionalistas, los que a este respecto se hallan a veces como en
el fondo de los valles o de las cañadas. El Primer ,Jefe tiene, además, su organismo de
Gobierno perfectamente articulado, y hasta él llegan, por eso, las pulsaciones
de los individuos, de los grupos o de las corporaciones de todo el país y de los leaders
de la revolución. El ciudadano Primer Jefe cuenta, por último, con agentes especia-
les fuera de la República y sabe cuál es el criterio internacional respecto a nues-
tros grandes problemas, debiendo tomar todo eso en cuenta para formular una ley.
Es por esto que estamos obligados a pensar detenidamente en lo que nos dice el
ciudadano Primer Jefe, y hay que buscar con empeño la razón de sus opiniones, si a
primera vista no se encuentra. En suma, si el Primer Jefe tiene ciertas condiciones
especialísimas como legislador y nosotros aceptamos la regla elemental de tomarlas
en cuenta, no por eso pretende nadie llegar al servilismo, sino sólo que se le guar-
den siempre al Primer Jefe las debidas atenciones en la forma, y el dictamen de la
Comisión no llena ese requisito, porque no es 10 mismo decir al país que deseamos
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mejorar este o el otro concepto, que decir abierta y rotundamente: "se rechaza el
artículo relativo a la libertad de enseñanza, porque nosotros todavía queremos col-
gar a los frailes, (Aplausos nutridos.) porque el Jefe no es tan liberal como nos-
otros, porque ya no merece casi la confianza de los liberales en este punto." (Aplau-
sos de la derecha. Los miembros de la Comisión: ¡Prote-stamos! ¡Protestamos!
Voces: ¡Viva Carranza!)
8eñores: Ya os dije y repito, que esta equivocación de ustedes ha sido sincera y,
además, admiro el valor civil del general Múgica, quien ha venido a decirnos aquí
cuáles eran sus sentimientos con toda franqueza; pero yo también estoy en el caso
de hablar tan claro como se necesita: el señor general Múgica y sus compañeros en
la Comisión dictaminadora, han cometido un error, lo cual yo celebro y aplaudo, por-
que nos ha servido para aclarar dudas y corregir ciertos inconvenientes graves, ase-
gurando así mayor libertad para nuestros trabajos y discusiones en el futuro. Pues
bien, señores; la cosa tiene remedio. ¿Por qué la Comisión no retira su proyecto
(Voces: jNo! ¡No! ¡No!) Un momento, señores, lo puede retirar y presentar en una
forma parecida a la que he indicado, simplificándose entonces el debate, pues que
sólo versará sobre la cuestión de la enseñanza religiosa o laica en las escuelas par-
ticulares. Pero ya sea que la mayoría acepte lo propuesto por la Comisión, o ya
sea que se opte por el artículo tal como está en el proyecto, de las dos maneras
podrá dejarse a salvo, si se quiere, el decoro, el prestigio y la respetabilidad del
ciudadano Primer Jefe. De otro modo no cumpliremos can nuestras obligaciones ni
con lo que ciertamente esperan de nosotros los ciudadanos mexicanos que nos han
dado su voto. En fin, señores, presentado así este debate, se le quitan todas las
dificultades y todas las complicaciones políticas, y será más fácil llegar a un acuerdo.
Por tal concepto, me ,permito hacer una moción suspensiva, redactada en estos tér-
minos. (Voces: ¡No! ¡No!) Estoy en mi derecho y la puede aceptar la Cámara, si
gusta:
"Señor: Hago moción suspensiya para que se aplace la discusión del artículo
3Q del proyecto de reformas a la Constitución de 1857, presentado por el C. Primer
Jefe, dando tiempo a que la Comisión dictaminadora pueda cambiar, si así lo desea,
la forma de su dictamen de referencia, en sentido más conveniente y simplificando
los puntos a debate.-Querétaro, diciembre 13 de 1916.-Luis Manuel Rojas."
(Voces: ¡No! ¡No!) Esa es mi opinión honrada. (Aplausos de la derecha.)
-Un C. secretario: ¿ Se toma en consideración la moción hecha por el señor
licenciado Rojas? (Voces: ¡No! ¡No!) Los ciudadanos diputados que estén por la
afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Queda desechada.
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otros hemos opinado. El sostiene la forma en que está el artículo número 3 en el
proyecto por consiguiente, nosotros no hemos estado dirigidos por él ,para obstruc-
cionar aquí el proyecto del Primer Jefe. Tan es así tan no hemos obrado de acuerdo,
que el día que fue nombrado ministro de' Gobernación, nosotros ni siquiera lo sabía-
mos y todavía después de mediodía pensábamos apoyar su candidatura. Respecto a
los demás cargos, parece que se trata aquí de exhibir llagas o no sé que otras cosas
más. Yo ya sabía que se quería llevarle al Primer Jefe una mala impresión. N o me
he apersonado con el Primer Jefe, en primer lugar, porque tengo fe en su criterio;
segundo, porque para asuntos personales no "me acercaría a él. Una vez me acerqué
a él para tratar asunto de interés general, y tengo la satisfacción de decir que pre-
cisamente ahora se está obrando en la forma que yo indicaba entonces; esto es lo
único que tengo que decir.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano" Múgica.
-El C. Múgica: Ciudadanos diputados: Quiero hacer constar que mi preso na-
lidad política siempre ha sido es y será ajena a toda combinación en que se mezclen
intereses personales; mi independencia de criterio ha sido siempre tal, que no he
admitido jamás el criterio ajeno cuando el mío ha creído que el ajeno no tiene ra-
zón; de eso puedo yo decir ante esta Asamblea que pongo de testigo al mismo Pri-
mer Jefe, y aquí señores, se ha tratado de imputarle a la Comisión combinaciones
personales de algunos grupos; si los hay, yo los desconozco, y protesto solemnemente
de que ni la Comisión como Comisión, ni yo en lo particular, nos hemos de prestar
jamás a ninguna clase de intereses personales. Si la Comisión ha cometido una falta
de cortesía con el ciudadano Primer Jefe, a quien mi adhesión personal está bien
reconocida y no necesito ratificarla, porque no es mi ánimo manifestarle mi amis-
tad así de cerca, porque yo siempre le he demostrado mi amistad desde lejos y sin
interés más que el interés general, porque el interés general puede definirse per-
fectamente 'bien por el criterio de esta Asamblea; si como dije, se ha cometido alguna
falta al presentar en esta forma el proyecto, mil disculpas nos permitimos pedirle
al cuidadano Primer Jefe encargado del Ejecutivo; pero nos permitimos decirle que
si lo hemos hecho aSÍ, ha sido, señores, con la intención de no comprometerlo a hacer
declaraciones que nosotros hemos creído peligrosas para su política y porque cree-
mos que también de nuestra parte debe haber una ayuda para el Primer Jefe en
sus labores tan arduas, pero de ninguna manera ultrajar su respetabilidad. En cuan-
,to a su criterio, los miembros de la Comisión y el que habla, en lo particular, han
demostrado muchas veces, y no sólo con palabras, sino con hechos, más elocuentes
que las palabras, la adhesión y el cariño que le tienen al Primer Jefe del Ejército:
(Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Alberto Román.
-El C. Román: Una hora ha ocupado esta tribuna el ciudadano Luis Manuel
Rojas. Celebro la oportunidad, porque los ídolos tienen que caer. Tan imprudente
ha estado en esta tribuna como 10 estuvo cuando fue a los Estados Unidos en repre-
sentación de los obreros. Con chismes de esta naturaleza no se hacen leyes; yo
preguntaría a ustedes, ¿ ha ilustrado su criterio sobre un punto tan trascendental,
de vital importancia para la nación? Señores, no es con sátiras a las personalidades,
conque alguien venga a jugar con mi nombre o con mi figura, como se hacen leyes;
se hacen con estudios, con reflexiones. La Comisión, señores, indudablemente que
tiene grandes deficiencia's en sus trabajos, pero la Comisión también cree que ha
dado a ustedes la convicción de que ha puesto toda su mentalidad para producirse
con serenidad. ¿ Se ha analizado acaso el problema nacional? ¿ Se ha analizado aca-
so la trascendencia de esta ley? ¿ Las razones en que descansa, :a clase de modifi-
caciones que necesita? Se ha venido aquí, señores, a producir una nota desagrada-
656
ble. Yo creo que la Asamblea no se sentirá satisfecha, sino más bien mortificada,
porque realmente esa clase de maniobras no honra ni a la Asamblea ni a la per-
sona que las ha hecho. El artículo que se somete a dictamen j la parte capital de él,
es lo relativo al laicismo. No es exacto que el artículo consagre la plena libertad de
enseñanz~, puesto que dice que será laica en los establecimientos oficiales. Señores,
esta es una ley general. Cualquier Estado no podría impedir la .enseñanza con ab-
soluta libertad, sino dentro del criterio laico. El laicismo es una restricción completa
a la libertad de enseñanza; pero no se diga que únicamente por deseo de novedad,
por traer una palabra jacobina, hemos propuesto el laicismo para toda la enseñan-
za, tanto la que se imparte en las éscuelas oficiales como en las particulares.
Señores, ya es una buena parte de la República, puesto que ya son Yucatán,
Veracruz, Sonora, Jalisco y no sé qué otros -muchos Estados, donde se ha aceptado
el laicismo como restricción a la libertad de enseñanza. ¿ Por qué es esto? Porque
ha sido la necesidad que palpita en el alma nacional, sobre todo en el alma del credo
liberal. El laicismo descansa sobre dos bases fundamentales: la una es de natura-
leza científica, de. naturaleza 'pedagógica, ,por decirlo así. Ahora, como la Comisión
lo ha manifestado, el hecho de asociar la religión a la enseñanza es asociar el
error' a la verdad, es poner aparejadas las dos ideas antitéticas; se le dice al niño,
por ejemplo:-'la luz nos viene del sol, y en seguida se le enseña que primero se hizo
la luz y después se hicieron los mundos. Se le da una noción general al niño de lo
que son los seres en la creación, la fatalidad de la reproducción de ellos mismos, y
en seguida se le dice que hay un ser que ha podido nacer substraído a estas leyes
biológicas. Por eso los pedagogos han estado convencidos de que estas ideas, o
pasan como nociones que no llegan a estratificarse en la mentalidad de los niños, o .
bien se quedan en ellos únicamente como repetición de palabras y palabras, como
en un fonógrafo, o como las repite un ·papagayo', Si el Estado, pues, tiene el deber
de 'proteger a la niñez, es induda'hle que tiene el deber de evitar que se llegue a se-
guir, o que se siga, u1'l sistema que es perfectamente antitético. El problema po-
lítico para México es todavía de maylilr trascendencia; a este propósito nadie disiente
de que las escuelas católicas han sido simplemente un medio para preparar a las
generaciones venideras contra el credo liberal. ¿ Quién no conoce toda la inquina,
todo el odio, toda la aversión, toda la desconfianza que se hace nacer en las escue-
las religiosas para nuestras instituciones? ¿ Acaso se ha olvidado que en los mis-
mos obispados y arzobispados se ha abierto el gran libro para todos los empleados
que por alguna circunstancia, siendo católicos. se ven obligados a desempeñar em-
pleos públicos y que tienen que hacer allí mismo su retractación? Pero, por otra par-
te, ¿ no en la tribuna, no en la prensa, no en corrillos, no en todas partes afirmamos
que es el elemento reaccionario a quien combatimos? ¿ Por qué no tenemos el valor
en nuestras leyes, igualmente, de afirmar un acto de aniquilamiento para el enemigo,
como se hizo, por ejemplo, cuando se proclamaron las leyes de Reforma?
Yo no veo la razón por qué se desvirtúa el debate y se habla de asuntos de
otra naturaleza para no dar a la Cámara la completa convicción de las razones sobre
las cuales descansa el laicismo. Por lo mismo, vuelvo a repetir que son de carácter
pedagógico, y las de carácter político, vienen a formar una verdadera necesidad na-
cional. En 10 que atañe a las corporaciones religiosas, indudablemente que es una
consecuencia de lo mismo. Perfectamente que estas apreciaciones tengan lugar en
otra parte. La Comisión no tendría el menor inconveniente en llevar la afirmación
de que tanto las asociaciones religiosas como los ministros de un culto, etcétera,
esa afirmación clllpiera en el artículo 27 a que se ha hecho alusión; pero juzga la
Comisión, con el deseo de encauzar el debate y de que se llegue a una conclusión ver-
daderamente real y efectiva para el pOI'Venir de la patria, que no debe equivocarse
657
el concepto, que no es 10 mismQ. que la enseñanza oficial sea laica lo mismo para los
establecimientos oficiales que para los particulares. (Aplausos.)
-El C. Palavicini: Me permito llamar la atención del eiudadano presidente que,
conforme al artículo 97 del Reglamento, debe hablar un orador en pro y otro en
contra. Es cuestión de lógica, señores. Tiene que hablar uno en pro· y otro en contra.
-Un C. secretario: El artículo 97 dice:
"Artículo 97. Los miembros de la Cámara hablarán alternativamente en con.
tra o en pro, llamándolos el presidente por el orden de las listas."
y el artículo 99, dice:
"Artículo 99. Los individuos de la Comisión y el autor de la proposición que
se discuta, podrán hablar más de dos veces. Los otros miembros de la Cámara sólo
podrán hablar dos veces sobre un asunto."
658
amplia, la más fecunda, la más trascendental de todas las libertades del hombre. Las
ideas en actividad son un jirón de lo absoluto. Dentro del cerebro, el pensamiento
es ilimitado; parece tener como freno la lógica, y como barrera 10 absurdo, pero
contra la 16gica y contra lo absurdo, todavía tiene el pensamiento las alas omnipo-
tentes de la imaginación, que sacudiéndolo por todas las regiones, levantándolo por
todos los espacios, pueden lanzarlo al infinito, fecundándolo y ennobleciéndolo - con
nuevas creencias y creaciones nuevas, dándole savia de nuevos ideales y gérmenes
de la verdad insospechada. El pensamiento sacude nuestra bestialidad y nos enaltece.
Pensar, más que un derecho, es una ley natural; un resultado irrebatible de nuestra
constitución orgánica; y oponerse a esta potencia no es 'Íiránico, es ridículo; es que-
rer plantar en una maceta el árbol de Santa María del Tule; es pretender encerrar
en una botella las turbulencias del mar y las bravuras del océano. (Aplausos.)
El hombre, pues, tiene absoluto derecho de pensar y creer interiormente todo lo
que quiera y todo lo que le plazca. Pero siendo el hombre un ser social, necesitando
de la relación, del contacto y de la ayuda de los demás hombres, debe sacrificar una
pequeña parte de su libertad a cambio del beneficio que recibe con la interdepen-
dencia colectiva. Se ha estahlecido, pues, para maypr conservación y armonía de las
sociedades, que la manifestación de las ideas por medio de la palabra o la es-
critura, se detenga donde comienza la libertad de los demás. Dentro de este pre-
cepto necesario, la exteriorización del pensamiento es y debe ser limitada. Pues bien.
señQres diputados, si se admite como indiscutible el derecho de todos los hombres pa·
ra pensar y creer, lo que quieran; si se admite como indiscutible el derecho del hom·
bre para manifestar a los demás esos pensamientos, esas creencias, entonces, señores,
tendremos que admitir también, como indiscutible, la libertad de la enseñanza. Si
el hombre tiene derecho innegable para escoger temas para sus pensamientos y
motivos para sus creencias, tiene, pues, también derecho innegable de aprender. Si
el hombre tiene derecho irrebatible para manifestar sus creencias y sus pensamien-
tos, el hombre tiene, pués, irrebatiblemente, derecho de enseñar. Y en estos dos
derechos clarísimos, innegables y necesarios, derecho de aprender y de enseñar, está
toda la libertad de la enseñanza en su esencia capital.
Vamos a analizar ahora la consecuencia de estos principios evidentes en sus
aplicaciones a la práctica social. Claro está que tratándose de adultos las discusio·
nes son inútiles: el debate se concreta a analizar la ,situación de la niñez. El adulto
está en perfecta capacidad para escoger materias de enseñanza y maestros para sí
mismo; no así los niños, y aquí entra la discusión. Algunos proponen la interven-
ción directa del Estado; otros pretenden erigir frente a los derechos del hombre, los
derechos de los niños. Dantón gritaba en la convención "Es necesario que reviva·
mos el precepto antiguo de que los niños pertenecen a la República antes que a
sus padres". Y le contestaba 'Su impugnador con elocuencia: "Bien está, señor, im-
plantad en Franela la leyes de Esparta; pero antes resucitad las costumbres espar-
tanas entre nosotros". Es verdad, señores diputados: a "toda obligación corresponde
un derecho correlativo. Y si en las sociedades modernas el padre tiene obligación
de alimentar, de vestir y de educar a su familia; si nadie niega al padre su derecho
legítimo para que él personalmente instruya o eduque a su familia, entonces el
padre, en consecuenci~, tiene indiscutible derecho para escoger todo 10 que pueda y
todo lo que quiera en materia de alimentos, vestidos, maestros y enseñanza para sus
hijos. Los niños huérfanos cuentan con los establecimientos de beneficencia priva-
dos, o con los establecimientos oficiales, y entonces el Estado escoge -po!" los que
padre no tienen y por los muchos que 'no tienen ni madre. (Risas.) Ahora veamos
las relaciones del Estado en cuestiones de enseñanza. El Estado es la persona mo-
ral de la sociedad, el representante político de la nación; debe, pues, fomentar el
659
desarrollo de la cultura pública; debe, pues, eXIgIr un mInImum de instrucción a todos
para que todos realicen mejor la obra colectiva. Debe suplir la deficiencia de la ini-
ciativa privada abriendo el número de establecimientos de enseñanza suficientes pa-
ra satisfacer la difusión de la cultura; el Estado, que es neutral en asuntos de iglesia,
debe permanecer también neutral en cuestiones de enseñanza; y, por lo tanto, se
de-s prende que el Estado puede y debe impartir enseñanza elemental y que ésta debe
ser en los establecimientos oficiales laica y gratuita; prescribiéndose la obligación
de la enseñanza elemental aunque sea recibida en escuelas particulares.
Tal es, sintéticamente, la teoría técnica de la libertad de la enseñanza. Respe-
tando estos principios el ciudadano Primer Jefe, redactó, de acuerdo con ellos, su
proyecto para el artículo 39.
Vamos a echar un rápido vistazo sobre la legislación extranjera relativa. No se
espanten ustedes; es muy poco.
Los Estados Unidos no garantizan la libertad de enseñanza, pero existe amplí-
sima, en virtud de leyes secundarias. La Constitución argentina garantiza a todos
los habitantes de la nación el goce del derecho de enseñar y aprender. La República
peruana garantiza la existencia de la instrucción primaria gratuita y el fomento de
establecimientos de dencias, artes y beneficencia. La República de Bolivia estable-
ce la libertad de enseñanza, sin otros requisitos que la moralidad bajo la vigilancia
del Estado. En Inglaterra hay libertad de enseñanza. En Bélgica está garantizada
la enseñanza sin restricción alguna. La Constitución de Ginebra, bajo las reservas
de las disposiciones escritas por las leyes, da completa libertad de enseñanza. La
Prusia ha declarado en su Constitución que la ciencia y la enseñanza son .libres. Es-
paña, en su Constitución de 69, declara que todo español puede fundar y mantener
establecimientos de instrucción, sin previa licencia.
Creo, señores que con esto basta.
Entre nosotros, el principio de la libertad de' enseñanza por primera vez entró
en el artículo 49 de la ley de 23 de octubre de 1833, pero por las costumbres de en-
tonces no tuvo vida en la sociedad. Este precepto fue elevado a constitucional hasta
1857. En ese tiempo lo combatieron rabiosamente los clericales, y ahora son los ja-
cobinos los que se prestan a hacerlo. Así da el mundo de vueltas y así da vueltas
la historia.
El precepto indiscutible de la libertad de enseñanza, es acogido por la Comi-
sión, quien 10 formula a la cabeza de su artículo con amarga ironía; pues que a
seguidas descarga sobre él los más tajantes mandobles de jacobinismo utrancero.
de exageración hiperestesiada, de intolerancia inquisitorial; pues la Comisión llega
en su exceso hasta prohibir, hasta despojar de todo derecho a enseñar en cualquier
linaje de colegios, a individuos de notoria religiosidad, formulando tácitamente la Co-
misión este precepto peregrino: que todo católico, muy católico, que enseña francés,
pone en peligro las instituciones sociales; que todo protestante. muy protestante, que
enseña matemáticas, puede alterar el orden público y que todo mahometano, muy
mahometano, que enseña raíces griegas, está desquiciando la sociedad. Hasta este
abismo de intolerancia ridícula ,pretende arrastrarnos la señora Comisión. (Risas.)
La Comisión, para explicar esto, dice: hay que quitar adeptos al clericalismo,
hay que apartar a la niñez del contacto del clero, hay que libertarla de las torceduras
que imprime la enseñanza religiosa. ¡Hay que aplastar a los curas! Sí, señores,
bien está; pero hay que aplastarlos con todas las reglas del arte y de la política, y
no como pretende la Comisión, que sólo aplasta efectivamente el buen sentido. (Ri-
sas.)
Las escuelas religios~s no son en la República ni tan peligrosas ni tantas como
se cree. (Siseos.) Aquí tengo una estadística, es flamante, acaba de llegarme de la
660
dirección respectiva, que está a cargo de nuestro distinguido compañero el señor in-
geniero Rouaix. Es auténtica, pueden ustedes ver los sellos oficiales; este documen.
to se parece a los billetes recientemente aparecidos, en que es completamente infal-
sificable; (Risas.) pero difiere de ellos, en que cuando menos en este momento tien~
para nosotros un alto valor. (Risas.) La estadística es del año de 1907 y sólo haré
para fundar el criterio que voy a exponer; esta observación: como ustedes saben, el
Gobierno constitucionalista ha estado multiplicando las escuelas indefinidamente. En
cambio, por circunstancias sociales que no enumero, las escuelas católicas han ido
desapareciendo; así es que, el resultado de esta estadística es pequeño' para las es·
cuelas oficiales y aumentado para las escuelas: clericales. Tenemos para la Repú-
blica, en 1907, los datos 'siguientes: escuelas oficiales sostenidas por el Gobierno
federal; por los gobiernos de los Esta'dos y por los municipios, incluyendo las de
párvulos y de enseñanza primaria elemental y superior, 9,620.
Escuelas de igual carácter sostenidas por el clero, 586.
-El C. Alvarez;. interrumpiedo: Pido la palabra para certificar un hecho. Se-
ñores, en Michoacán había tres mil escuelas clericales. (Murmullos.)
-El C. Cravioto, continuando: Aquí está el documento a disposición de quien
quiera verlo. Estos números son concentraciones de datos auténticos, serios y ofi-
ciales, no son cálculos de simple tanteo personal o de simples apreciaciones "a ojo".
La inscripción total en las escuelas oficiales fue de 666,723 niños, de los_ que fueron
aprobados 343,981 y terminaron sus estudios 48,360. En las escuelas del clero la
inscripción fue de 43,720 niños, salieron aprobados 23,605, y terminaron sus estu-
dios 2,537.
Tales son los datos elocuentes que arroja la estadística.
Ven ustedes, señores diputados, que los peligros que tanto espantan a la Co-
misión, no existen verdaderamente en las escuelas. El contingente anual ,que dan a
la República las eseuelas :particulares, de niños pamplinosos que han aprendido que
Dios hizo el mundo en seis días y las otras paparruchadas dogmáticas que ustedes
bien conocen, no es para que ~stedes se espanten. Porque, sobre todo, ese número
no e'S total; bien sabemos que no todos los niños que pasan por las escuelas católi-
cas acaban por ser clericales.
El foco real de la enseñanza religiosa está en el hogar y no en la escuela. Si la
educación que se ,da en la escuela no está en armonía con la del hogar y no forma
como una continuación de ella, la influencia de la escuela no basta para contrarres-
tar la de la familia. Los niños no tienen las ideas que tienen porque se las ense-
ñen los curas. El verdadero profesor de ideas generales de los niños es el padre,
y esto todos lo sabemos. El niño las toma del padre, del padre y del padre, por suges-
tión, 'por imitación, por atavismo y por cariño. El padre- es quien da al niño el con-
tingente de ideas generales conque atraviesa la .vida si no tiene personalidad des-
pués para· crearse propias ideas: por lo tanto, si quiere la Comisión que eduquemos
a la niñez dentro de las ideas que ella expone, entonces tendremos que dar un de-·
creto diciendo: que los mexicanos que no comulguen con las ideas de la Comisión,
deberán no tener hijos, (Risas.) y si no nos atrevemos a este atenuado castramiento,
entonces debemos decretar que el Estado confisque los. niños desde ·la edad de 5
años.
Decía el señor general Múgica que los 'pedagogos conque contamos en la Asam-
blea debían ilustrarnos sobre la influencia r.eal que sobre los, niños ejerce la escuela.
Yo no soy pedagogo, pero sí puedo decir al honorable presidente de la .Comisión,
que en cuestiones de pedagogía las ideas más modernas han evolucionado paralela-
mente al criterio ,positivo que hay ya en la jurisprudencia sobre el derecho' penal, y
al criterio que hay también en la medicina, como dije el día en que se discutió mi
661
credencial; para la jurisprudencia ya no existe como abstracción el delito, sino que
existen concretamente los delincuentes; para la medicina ya no existe tampoco el
criterio metafísico de pensar que hay enfermedades, sino que hay enfermos; y para
la pedagogía existe un criterio semejante: no hay un método general educativo apli-
cable a todos los niños; es claro que hay preceptos de lógica, como la medicina tiene
sus reglas de higiene; ,pero la pedagogía ha llegado a este resultado que realmente
entristece, porque llegamos a la conclusión de que las escuelas no pueden 'educar
sino bien poco. La pedagogía ha llegado a este resultado precioso: que hay que tratar
a los niños individualmente; el verdadero ideal seria que cada niño tuviera su maes-
tro y que lo educase para desarrollarlo en todo lo bueno que debe desarrollarse. Esto,
señores diputados, demuestra el hecho triste, conocido, general, universal: que en las
escuelas, por más esfuerzos que estemos haciendo, por más que todos los días di-
gamos que hay que educar y no que instruir, la educación es deficiente; el niño sólo
tiene allí medios para instruirse; lo que da la verdadera educación es el ejemplo, el
contacto frecuente, íntimo y largo de persona a persona y de alma a alma y no es-
tamos en condiciones de realizar este ideal, pues los maestros apenas pueden plati-
car a ratos, cuando más, con algunos grupos reducidos y no tienen tiempo de dedi-
carse en lo particular a cada niño. Esto le explicará al general Múgica por qué en
el terreno de esas ideas llegamos a resultados contradictorios. Por qué, por ejem-
plo, don Benito Juár'ez fue educado por frailes, y fue Juárez, y por qué los científicos
y una gran parte del elemento directivo del cuartelazo de febrero, han salido de la
escuela positivista de Barreda. ¿ Seria posible que nada más por esto viniera a, pro-
poner la Comisión, aquí, que cerrásemos la Escuela Nacional Preparatoria? Dice el
señor Múgica que debemos degollar la libertad de enseñanza, pensando que algunos
clericales están del otro lado del río, provocando una intervención. El señor Múgica
hace un silogismo ,que yO' he podidO' pescar y que voy a mostrar a ustedes con un
pequeño aditamento ,para demostrar la monstruosidad ilógica de esa conclusión.
Parece que el señor Múgica dice: Algunos intervencionistas tienen ideas religio-
sas, luegO' el intervencionismo es producido por las ideas religio'sas. Mi silogismo
dice: algunos intervencionistas tienen ideas religiosas, y tienen narices, luego el
intervencionismo es producido por las ideas religiosas y por las narices, sociedad en
comandita. No, señor, el intervencionismo no se debe a eSOj la política politiquera,
militante, ambiciosa, la política de esos malos mexicanos, no se anda con metafísi-
cas: se mueve por intereses, por intereses y siempre por intereses. Nosotros tene-
mos O'bligación, ya que estamos aquí haciendo una obra nacional, de respetar hasta
a nuestros enemigos dentro de la Constitución; que tengan ellos derechO's iguales a
todos los mexicanos. Esta f erá nuestra superioridad. Y si pO'r desgracia viniera la
intervención y ellos estuvie can del otro lado, la revolución los esperaría en el cam-
po de batalla cO'mo lO' ha hecho siempre, con un rifle justiciero entre las manO's y
con una convicción de justicia en la conciencia. (Aplausos.) Opina la Comisión que
debemO's evitar las torceduras que da la enseñanza religiosa y expone como medio
un criteriO' jacobino; pero la Comisión se queda corta; que siga la lógica de éste
criterio; no debe de contentarse nada más con arrancar a los padres de familia su
derecho legitimísimo de escoger maestros para sus hijO's, sinO' que debe evitar las tO'r-
ceduras de que hemos hablado, penetrando a los hogares; que rompa los santos, que
despedace los rO'sarios, que descuelgue los crucifijos, que confisque las novenas y de-
más adminículos, que atranque las puertas contra el cura; que prohíba la libertad
de asociación para que nadie vaya a los templos a estar en contacto con el clero;
que prohíba la libertad de prensa, porque puede haber publicidad de propaganda
clerical; que destruya la libertad religiosa y después de todo esto, en la orgía de
su intolerancia satisfecha, que nos traiga la Comisión este único artículo: en la Re-
662
pública de México sólo habrá garantías para los que piensen como nosotros. (Aplau-
sos.) En otro orden de ideas llegamos a los mismos resultados. Se nos dice que la
libertad de enseñanza rompe la unidad de la nación, nos divide en el México juarista
y el México antijuarista, como si nosotros, señores, que tenemos derecho de discutir
hasta a Dios mismo, vamos a negar el derecho de que se discuta a J uárez o que se
discuta a Iturbide. La libertad de enseñanza, dice la Comisión, nos divide en el
México liberal y en el conservador; en el México progresista y en el México retró-
grado, reaccionario. Y bien, yo desafío a la Comisión para que me diga qué libertad
no produce estos resultados aparentes. La libertad de prensa dando lugar a que haya
periódicos de criterios opuestos, da lugar a que se desarrollen grup013 de mexicanos
de diversas tendencias. La libertad de agrupación -puede producir, como ustedes fá-
cilmente ven, divisiones inacabables; la libertad de religión, crea al México ateo, el
México mocho, el México de brujerías, etcétera. ¿ Vamos por eso a destruir esas li..:.
bertades'? Ya' ven ustedes, señores diputados" que por todas partes que se analice
este criterio jacobino e intransigente, nos lleva como conclusión hacia un nauseabun-
do de'spotismo moral e' intelectual. Y no exagero. Todas las libertades están coordi-
nadas entre sí, y atacar a una es atentar contra todas. ¿ Vamos, señores diputados, a
entrar en este desastre constitucional, en este torbellino de intolerancias, en nombre
de la revolución? Suponed un momento que la Asamblea lo admitiera: nuestra obra
sería efímera, nuestra obra sería desastrosa; todas las libertades que se sofocan,
pronto estallan. Daríamos, señores, formidable bandera al enemigo; daríamos, seño-
res, pretexto para que mañana, tal vez en la noche misma, estallase una revolución
potentíslma que no sería reaecionaria, sería liberal, para derribarnos justificadamen-
te y restaurar la Constitución de 57. No, se~ores diputados, estamos extraviando
totalmente el camino; el verdadero sistema, pese a los señores jacobinos, que hay que
enfrentar al clericalismo, es el sistema liberal. Yo no sé por qué la libertad asusta
tanto a algunos revolucionarlos libertadores; ¿no -saben esos -señores que la liber-
tad es como el pan duro, que lo mismo sirve para hacer sopa que para hacer chi-
chones en la cabeza? (Risas.) La libertad de enseñanza puede producir esos chicho-
nes, indudablemente que da lugar a algunos abusos, no en "lo religioso, sino en las
cuestiones cívicas y en las cuestiones de historia patria. Pero, señores diputados,
destruir por completo una garantía preciosa, pensando en estas pequeñas minucias
que son de reglamentación y no de constitución, sería tanto como aceptar este crite-
rio ,peregrino: que a un individuo porque le duele una oreja vayamos a cortarle la
cabeza para curarlo.
Yo no me explico, señores diputados, por qué ese sentimiento augusto de liber-
tad que apareció tan fuerte contra la paz del despotismo y contra las asechanzas de
la usurpación, se muestra aquí tan débil para constituirse, tan vacilante para orga-
nizarse, tan estrecho para trazar los derroteros de la nueva Constitución. La revo-
lución, que parece fundir en su crisol ardiente todas nuestras misericordias y todas
nuestras piedades, debe fundir en realidad todas nuestras miserias y todas nues-
tras taras. Hay que contener los aletazos bravos de nuestros arrebatos pasionales;
hay que reprimir la exigenCia impetuosa de nuestros egoísmos feroces; hay, seño-
res, que tratar de realizar la bella fórmula de Urueta, que sean libres hasta los que
quisieron ser esclavos. El clericalismo, he ahí al enemigo.
Pero el jaCObinismo, he ahí también otro enemigo. No cambiemos un error por
otro error, ni un fanatismo por otro fanatismo; el error no se comhate con el error,
sino con la verdad. El fanatismo no se combate con la persecución, sino por medio
del convencimiento. El triunfo liberal sobre la enseñanza religiosa no está en aplas-
tarla con- leyes excesivas que sólo producirán reacciones desastrosas. El verdadero
triunfo liberal sobre la enseñanza religiosa está en combatirla en su terreno mismo,
663
multiplicando las escuelas nuestras. He aquí el remedio, el verdadero remedio, y' 10
demás es tiránía. Así lo ha comvrendido el ciudadano Primer Jefe al formular su
artículo 39. Así lo ha comprendido el ciudadano Carranza, a quien nadie sin blasfe-
mia podrá tachar de conservador, él que es el más radical de los revolucionarios, pe-
to el más serenamente radical de nosotros; el ciudadano Primer Jefe, que interpreta
el espíritu verdadero de la revolución, quiere que hagamos la redención del pueblo
dentro del respeto por las libertades de todos, enseñándonos augustamente que hay
que amar la libertad hasta en los propios enemigos, porque, de lo contrario, es hacer
de la libertad un instrumento de opresión y, por lo tanto, es profanarla.
Así lo ha comprendido el Primer Jefe, que se ha venido preparando a la lucha
que he apuntado y nunca más que hoy se han multiplicado las escuelas; nunca más
que hoy se ha alentado mejor a los maestros, a los humildes maestros, a los gloriosos
maestros de los que se ha dicho gallardamente que rompen el yugo y las cadenas
del obscurantismo, más pesadas y mas fuertes que las cadenas de la opresión polí-
tica, en empresa que no tiene en su ayuda, como la de batir a los invasores de la
patria, ni el temor de los desastres inminentes, ni la excitación que producen los
estruendos de la guerra, el olor de la pólvora, el fragor de los combates y la voz de
los clarines; en empresa toda heeha de heroísmos silenciosos, de victorias sin dianas
y sin trofeos de sacrificios, que no ensalma la epopeya estridente de los parches, ni
el himno de colores que canta en la ,punta de los mástiles al desplegarse las ban-
deras. j Empresa altísima de emancipación, la más santa, la más grande, la más
verdadera de todas, y cuyo triunfo no celebra todavía ninguno de los países de la
tierra! (Aplausos.)
Así, señores diputados, ha comprendido la lucha que he apuntado el ciudadano
Carra:r:tza, que si tiene toda la dignidad de sus derechos. de jefe, tiene también toda
la conciencia de su deber, y así señores, el ciudadano Carranza en uno de los más
legítimos orgullos de su vida, en uno de los actos más gloriosos de la revolución,
allá, desde Veracruz, frente a un porvenir así de negro, frente a un futuro así de
incierto, frente a un tesoro así de exhausto, pero también frente al mar inspirador
de gr'andeza y de libertades, el ciudadano Carranza, si ha enviado a los combates
una falange de héroes que han acabado por domeñar gloriosamente a la reacción,
ha enviado también al extranjero una legión de maestros para que vengan a arrojar
ahora, dentro del surco abierto por las espadas de nuestros caudillos y por el pecho
de nuestros campeones, el germen· de 01'0 de la ciencia, la simiente de luz de la ver-
dad, celestes racimos de astros de la concordia y del amor. (Aplausos.)
Señores diputados: Nuestro problema fundamental es esencialmente pedagógi-
co. Necesitamos una nación nueva, generosa, animada por los grandes ideales del
amor patrio, inspirada en el sentimiento de la abnegación y del sacrificio, y en la
que cada individuo prefiera siempre el bienestar colectivo a su bien particular. De-
cía Dantón que el progreso consiste en audacia, en audacia y más audacia. Digamos
nosotros que para México el progreso consiste en escuelas, en escuelas y en escuelas.
Difundamos la cultura. Esparzamos la instrucción, pero sin hollar libertades respe-
tables. La de enseñanza no os asuste. La verdad siempre se abre su camino y triun-
fa. Llegamos de gran cruzada contra la reacción y hemos vencido; vayamos ahora
en una gran cruzada contra la ignorancia y venceremos. Todos, señores, estamos
obligados a ir a explicar, a ir a predicar a nuestros electores, a nuestro pueblo, a
nuestro México, que el deber esencial de todo mexicano es servir a su país, mejor que
con las armas, con los libros en la mano, porque el porvenir y la seguridad de la
nación no están hoy solamente en el mando de los soldados, están en las manos de
los que cultivan la tierra, de los que pastorean el rebaño, de los que tejen el algo-
dón, de los que arrancan el mineral, de los que forjan el hierro, de los que equipan
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la nave, de los que conducen el tren, de los que represan la lluvia, de los que cons-
truyen los puentes, de los que estampan el libro, de los que acaudalan la ciencia, de
los que forman las ciudades y los hombres educando a la niñez; porque de esas es-
cuelas saldrán los soldados, de esos canales brotará la sangre, de esas forjas 'Sur-
girán los cañones, de ese hierro se erguirá. la fortalez·a, de esos montes bajarán los
navíos, y de ese algodón, de ese cáñamo y de esos árboles, saldrán las tiendas de
campaña y las velas y el asta sagrada que ha de desplegar al viento la bandera de
la patria rejuvenecida. (Aplausos ruidosos.)
Señores diputados: No olvidéis que estamos aquí por vol].mtad" del pueblo, no
para hacer obra de partido sino para hacer obra de patria. La revolución se .ha he-
cho no sólo en :beneficio de los revolucionarios, sino en benefi~io y bienestar' de todo
el pueblo mexicano. Hay que subordinar a este grande interés colectivo, nuestros
mezquinos intereses parciales. Hay que 'Saber elevarse hasta el derecho de todos,
hasta el respeto recíproco, hasta la solidaridad nacional: pues pensad siempre, mien-
tras estéis aquí, señores diputados, que no tenemos delante una ley efímera de legis~
latura transitoria, sino que estamos frente a frente de esa obra augusta y difícil
trascendental y sagrada que se Üama la Constitución, y la Constitución no debe
salir de aquí con barrenas insostenibles, con jacobinismos ridículos y con intolerancias
inaguantables; la Constitución debe salir de nuestras manos como ,panoplia gloriosa
en la que nuestro pueblo encuentre espadas contra todos los despotismos, arietes con~
tra todas las injusticias y escudos contra toda las tiranías. (Aplausos.) Señores di~
putados: Elevémonos hasta la ecuanimidad augusta del ciudadano Primer Jefe; com~
prended bien los grandes principios libertarios que encierra el proyecto de su artÍcu~
10, y en nombre de la alta misión y de la alta responsabilidad que el pueblo nos ha
confiado, señores diputados, rechazad el dictamen jacobino de la Comisión. (Aplau~
sos ruidosos. Vivas y felicitaciones.)
-El C. presidente: Tiene la ,palabra el ciudadano diputado López Lira.
-El C. López Lira: Señores diputados: El orador que me ha precedido en esta
tribuna ha obtenido un galardón más y muy merecido 'para su indiscutible talento y
para su prodigiosa palabra. Mi felicitación no es nada para él, pero yo se la hago
y ll1uy sincera, y me permito recordar aqui una frase que escuché de sus labios en
las juntas preparatorias: señores diputados: me tocó hueso en esh ocasión, porque
venir a hablar después de que un tribuno tan elocuente ha tratado esta cuestión,
cuando se hacen las primeras at'mas ante la Asamblea tan respetable, es algo que
desconcierta a un principiante como yo. Yana venía a hacer un discurso, señores
diputados, 'porque si hubiera dicho a mis comitentes que venia a la Cámara a hacer
discursos, con toda seguridad que no me hubieran dado sus votos, porque conocen mi
insuficiencia y mi ignorancia; tampoco vengo, señores diputados, por 'solidaridad con
la Comisión, ni puedo contestar a las alusiones del señor licenciado - Rojas a pro-pó~
sito de grupos de un color o de otro, porque la' Cámara es testigo de que no me
agrada a mi esto. Vengo, señores, más que a ha,cer un discurso, más que a tener
un choque, a justificar mi voto. No me arredra, señores diputados, la palabra (lja~
cabina"; las palabras tienen la significación que se les quiere dar. (Aplausos.) Pero
yo creo, señores diputados, con toda la sinceridad de mi alma, que si abordo por pri~
mera vez esta tribuna, es para tratar asuntos del lado político, porque no es mi
carácter para descender a la política \le las personas. La Constitución de 57 ha sido
algo más ,que un código político; la Constitución de 57 ha sido una bandera gloriosa;
ha sido el pendón de todas las reivindicaciones; ella fue el grito de guerra durante
la lucha de tres años, y 10 fue también para la nación_ durante la intervención fran~
cesa. Debemos, pues, señores diputados, recordar la Constitución de 57 con toda
la v~neración, con todo el cariño y con el mismo respeto conque nos acercamos a la
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bandera gloriosa de la patria para ofrecerle tomar las armas en su defensa o para
restañar una gloriosa rasgadura adquirida en los combates contra los tiranos; pero,
señores diputados, la Constitución de 57 trajo algún día alguna duda. Es indudable
que el partido reaccionario de aquella época, no es el partido reaccionario actual,
puesto que ha tenido que evolucionar, como los principios liberales de 57 han tenido
que evolucionar en el mismo sentido. Digo esto, porque durante la época del huer-
tismo leí en un periódico, creo que en "Revista de Revistas" o en la "Revista N a-
cional", un artículo de fondo, que tenía estas palabras y hablaba de la organización
del partido católico nacional: "El partido católico recoge la bandera liberal, porque
el partido católico reclama ahora todas las garantías de la Constitución de 57." In-
dudablemente, señores, esto no será para todos los principios de la Constitución
de 57,. pero me consta ese hecho señores diputados. Yo no vengo, señores diputados,
y ya lo he dicho, por espírítu de jacobinismo, a querer como que el hombre tiene de-
recho a respirar; permítaseme decir que van a venir a este sitio que inmerecidamente
ocupo, gigantes de la palabra y que van a ser destrozadas mis ideas; pero, señores
diputados, yo ya he venido con esta seguridad; yo vengo aquí con la misma buena fe
con que el señor diputado Bar:reda dijo, con una ingenuidad que admiro y con una
sinceridad que respeto: "porque tengo necesidad de hablar", Pues bien; señores dipu-
tados, he dicho que creo venir en nombre de la libertad, 'porque si la enseñanza no
es un principio absoluto, puesto que tácitamente la Asamblea ha reconocido que debe
ponérsele cierta taxativa, creo que esa taxativa debe extenderse a cuanto pueda pre-
cisamente violar, permítaseme la frase, los derechos de tercero. Yo creo, si como he
dicho antes, que el criterio liberal ha evolucionado según Ulla amplia libertad, ¿ los
trabajadores tendrán el supremo derecho de ofrecer su trabajo por cualquier salario
y desempeñar su trabajo hasta el agotamiento de sus fuerzas? Eso sería propiamente
la escuela liberal, la que dejaba en libertad al individuo para disponer de 'su perso-
na; 'pero el moderno concepto, y a este respecto se ha presentado sobre las leyes
del trabajo una proposición por respetables miembros de la Cámara, el nuevo cri.
terio trata de proteger precisamente al trabajador, y le pone la taxativa de que no
tiene derecho de disponer de sus fuerzas, sino que éstas debe emplearlas en de-
terminadas horas del día, fijando una jornada máxima de trabajo y fijando también,
con toda justicia, el salario mínimo de ese. trabajo. Pues bien, señores diputados,
lo digo aquí a propósito de que se nos habla de la libertad de enseñanza. Todos
gritamos: "yo tengo derecho a enseñar"; todos pedimos y estamos conformes
en que esto es un atributo del hombre, es algo innato en el hombre mismo. La
Comisión 10 declara en el primer párrafo, en la primera frase del artículo que
propone. Pero permítaseme también otra palabra, quizá inadecuada: ¿la libertad
de aprendizaje no tiene límites? Es decir, ¿ el cerebro del niño no tiene derecho
a ningún respeto? ¿ Nosotros tomamos a un niño y le inoculamos tQdo lo que se nos
pegu~ la gana sin respeto precisamente a la debilidad de ese niño? No, señores
diputados, tenemos derecho de enseñar, pero de enseñar las verdades conquista-
das, los hechos positivos, los conocimientos comprobados; no tenemos el derecho,
señores diputados, de enseñarle errores o de enseñarle mentiras; esta es mi. opinión;
yo hablo con toda sinceridad. (Aplausos.)
El señor diputado Cravioto dice que entonces ra Comisión nos propm;:o que,
según el sentir de la Comisión, debemos encerrar a los curas y aherrojar todas las
libertades. La vida privada es algo que no debe tocarse. Que se deje, como se
deja la libertad religiosa, como se deja la propaganda a los ministros de todas las
religiones, y yo creo que ni la Comisión ni ninguno ha pensado en México que
se suprima la libertad de cultos y que se exija a los predicadores hablen sobre
tal o cual cosa dentro de su iglesia. Se les prohíbe que 10 hagan fuera y nada más,
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y las Leyes de Reforma han recibido la consagración nacional. Pues bien, señores
diputados, mientras los padres evolucionan, mientras los padres aprenden a respetar
ese cerebro virgen, a esa voluntad débil; mientras comprenden que esa- debilidad
es su escudo, no deben penetrar a los misterios de su alma, mientras tanto, señores
diputados, suprimamos de las escuelas toda ei-tseñanza religiosa. Pidamos que la
escuela sea, como ha dicho un gran pensador, la luz del mundo, la antorcha de la
civilización, la antorcha de las ideas y del progreso resplandeciente, rasgando las
tinieblas. Señores diputados: ¿ la escuela en manos de los que no pueden sacar el
pensamiento de los dogmas, puede ser el brazo que rasgue las tinieblas? Induda-
blemente que no. Es por esto, señores diputados, que vengo aquí a hablar por la
libet;tad de los niños y no por el jacobinismo. Esa virginidad de la conciencia de los
niños nadie debe violarla, ni para imbuir en ella patrañas, o cuando menos puntos
muy dudosos y muy discutibles. La Comisión, señores diputados, lo ha interpretado
así; el dictamen quiere quitar a las escuelas -la libertad para la enseñanza religiosa,
y no creo que esto nos traiga propiamente ninguna guerra religiosa. Yo creo,
se;ñores diputados, que es sencillamente dejar a las escuelas oficiales y particUlares
la misión que realmente tienen, de enseñar. No vengo, pues, a hablar, señores dipu-
tados, ni por miedo al cura ni por odio al clero. El señor licenciado Cravioto decía,
con toda justicia y con toda verdad, que en pedagogia se ha llegado a considerar a
cada niño como un caso de estudio, y que científicamente debía tener un profesor;
que el profesor debía estudiar a ca.da niño para desarrollar el método de ense-
ñanza más adecuado y obtener los resultados más placenteros. Señores diputados:
Si la ciencia tiene que impartirse en una forma absolutamente especial, la religión,
que es algo abstracto, que es algo que admite muchas discusiones, ¿ sería posible que
pedagógicamente se imbuya al niño? Yo creo que no. Pero hay más, señores dipu-
tados: las escuelas religiosas, y no hago distinciones de ~ultos' o sectas, se implan-
tan con un objeto que no es precisamente el de impartir la instrucción: es con el
objeto de allegarse adeptos, y yo no considero justo, señores diputados, que la escue-
la, algo consagrado, algo en que está basado el porvenir de la patria, sirva como
medio de propaganda para asuntos religiosos. Indudablemente, señores diputados,
que si se decretara que la enseñanza en todos los colegios fuera laica, muchos de los
colegios religiosos se clausurarían, porque ya no tendrían sus fundadores el objeto
que perseguían. Esta será la prueba más palpable de la razón que asiste a los que,
como yo, queremos amplia libertad para el niño, que viva en la luz. (Aplausos.)
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conciencias, le déis la solución que corresponde, porque es en vuestras manos en
donde está en estos momentos el porvenir de la República. Comenzaré por declarar,
señores diputados, que yo profeso a los miembros de la honorable Comisión, mis
respetos más profundos.
Preside esta Comisión el señor general Múgica, por quien siento particular esti~
mación y él sabe bien por qué j bien sabe que desde que yo tuve el gusto de cono-
cerle, desde ese momento le demostré mis simpatías, porque me cautivó su manera
franca y sincera con que manifestaba sus ideas revolucionarias y todo el entusiasmo
de sus ardores juveniles puestos al servicio de la revolución. Figura también en esa
Comi'sión el señor Colunga, y él sabe bien, porque en diversas ocasiones se lo he
manifestado, que tengo por él una estimación bien sincera y reconozco en él un hijo
modelo y un hermano excepcional, por lo que le he rendido siempre culto y admi-
ración. No conozco a los demás miembros de la Comisión; no tengo antecedente
alguno respecto. a sus ideas políticas, ni de su conducta privada, pero basta que
formen parte de ~ste honorable Congreso Constituyente, para que me incline reve-
rente ante ellos para presentarles mis respetos j así, pues, si al analizar el dictamen
de la Comisión saliera de mis labios alguna palabra que pueda ofenderlos, desde
ahora les protesto de la manera más solemne, que no es mi intención en lo más
íntimo, herirlos. De nuevo les protesto mis consideraciones, porque cualquier frase
qUe pueda herirlos la retiro desde luego con gusto. En la segunda declaración que
tenga que hacer, que yo he venido a la revolución a seguir al señor Carranza
únicamente por hacer honor a mi credo liberal. Yo no he ido, señores diputados,
como alguna vez lo dijo en esta tribuna el muy honorable señor coronel Aguirre
Escobar, por ver qué pescaba yo en el mar turbulento del botín que siempre se pesca
en las revoluciones. Está presente en estos momentos en esta Asamblea el ciudadano
Primer Jefe, y yo apelo a su altísimo testimonio para que él pueda decir a ustedes
si yo alguna vez he obtenido algún lucro indebido de la revolución, o si he ido con
negocios sucios para que se patrocinen, con alguno de los secretarios, porque están
precisamente en esta Asamblea muchos de los señores ministros que dignamente
han colaborado al lado del Primer Jefe. Tengo que hacer esta declaración, porque
esta mañana el señor diputado Martínez decía aquí que yo no lo había conocido.
Tengo, señor Martínez, el honor de conocerlo a usted desde hace bastante tiempo,
y honrada y sinceramente declaro que siempre he visto a usted luchando infatiga-
ble bajo la bandera augusta de la libertad. Esta mañana se me escapó de la memo-
ria el apellido de usted, y por esa circunstancia no pude pronunciarlo; de manera
que hago esta aclaración para quitarle a usted la satisfacción de decir que habíamos
andado en campos distintos, dando a entender que yo había colaborado alguna vez
en el campo de la dictadura. Ya figuré muchas veces en los congresos durante el
período del general Díaz, pero yo laboré allí siempre en favor de los intereses pú-
blicos y está en toda la historia de esos congresos, y allí se verá constantemente
que yo estuve en la tribuna enfrente de todo el cientificismo. Todas las leyes que
en esa época propuso el cientificismo, todas fueron virilmente combatidas por mí;
en los momentos en que triunfaba la revolución de 1910, cuando el ilustre Madero
exigió del general Díaz ciertas reformas para satisfacer las aspiraciones nacionales,
y cuando principió la revolución, yo tuve el honor de ser designado para formarlas,
porque era el único que se consideraba en aquellos momentos como enteramente
independiente para poder hacerlo, y todas las reformas que se hicieron fueron formu-
ladas, presentadas y sostenidas por mí, de manera que yo siempre he luchado en el
campo de la libertad, en el campo de las libertades.
Ahora, entrando al debate, voy a demostraros, señores, que el informe que pre-
senta la Comisión es enteramente inaceptable bajo todos conceptos.
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Voy a examinarlo desde el punto de vista histórico, desde el punto de vista
político y en seguida lo examinaré en sus diversos componentes para pedir a ustedes
un voto de reprobación en contra de él. Bien saben ustedes, señores diputados, que
el cristianismo nació en Oriente. Que muchos años después de la desaparición de
Cristo de la tierra, sus discípulos vinieron a propalar la nueva doctrina a la ciudad
eterna. Grandes fueron los trabajos que el cristianismo tuvo para abrir~e brecha:
tenía enfrente la religión de muchos siglos y era una religión que estaba plena-
mente arraigada en la conciencia humana. Pero la novedad de las nuevas doctrinas,
la igualdad que venía predicando entre todos los hombres, presentándolos como
hijos del mismo padre, muy pronto se abrió surco en las conciencias y fue abrién-
dose terreno l'\asta que pudo presentarse frente a frente del paganismo, del paga-
nismo que durante tantos siglos había imperado en el mundo.
En esta época vino la invasión de los bál'baros del N arte. Las hordas del N arte,
capitaneadas por los borgoñones, por los francos y otros, invadieron el sacro impe-
rio romano y pronto aquella sociedad amenazaba desquiciarse; fue entonces el
cristianismo el que se presentó a la lucha para s'alvarlo y operó, señores, debido al
prodigio de la civilización, -el milagro, que así puede llamarse, de haber conquistado
a los conquistadores. De manera que el cristianismo salvó la civilización antigua,
civilizó a los bárbaros, empezando allí la nueva era.
Este acontecimiento dio al cristianismo una potencia extraordinaria. Los papas
supieron aprovechar esa ventaja con objeto de domeñar al poder público, y como
el poder público se sentía en esos momentos débil, porque estaba en manos de gente
que ho estaba todavía civilizada y que no tenía la ciencia del Gobierno, muy pronto
el Clero hizo un pacto estrecho con ellos, y entonces el clero, de oprimido qtle había
sido durante tanto tiempo, se convirtió en opresor y allí empezó la lucha, pues los
papas, que al principio habían sido humildes, se conviertieron entonces en señores
y fue en la época del gran San Gregario cuando el Papado llegó a la cima de su
grandeza y su poder, y ,entonces ya no suplicaban, sino que se declararon, por sí y
ante sÍ, los árbitros en la tierra, y los únicos que podían, en nombre de Dios, nom-
brar y deponer a los reyes. La barbarie de la época, porque entonces empezaba el
renacimiento, hizo que ese poder se afianzara de una manera extraordinaria, y muy
pronto para afianzarse ese poder, empezaron por combatir los cismas que desde
un principio empezaron a presentarse en el seno de la nueva iglesia; empezaron ya
no como había sucedido en el Oriente en los primeros tiempos, a combatir a los
herejes con excomuniones que no tenían valor ninguno, sino que comenzaron a
castigarlos con penas severas, porque habían ido dominando a los reyes y. tenían
ya el poder tetnporal para castigarlos y mandarlos a las cárceles y privarlos de la
vida. Entonces, señores, la Iglesia opresora se apoderó por completo del pensa-
miento humano; no se podía pensar sino corno quería la Iglesia;- ella imponía el
dogtna, ella repartía la enseñanza, ella cuidaba de las costumbres, ella se había
apoderado de la sociedad entera, había penetrado en ella como un árbol de raíces
infinitas que por todos lados apretaba a la sociedad; de manera que ella mandaba
en el Gobierno, ella mandaba en los consejos, ella mandaba en las órdenes de tra-
bajadores, ella entrabli en el hogar, ella se había apoderado de la humanidad por
todas partes. En esta situación, señores, la humanidad gemía bajo ese peso opresor.
¿ y qué sucedió entonces, señores? ¿ Consiguió la Iglesia su objeto? No, señores; la
Iglesia había encerrado al espíritu humano en un círculo de hierro, y cada vez que
la presión de la inteligencia humana hacía esfuerzos para caminar hacia la libertad
- y se habría una brecha, la Iglesia mandaba, lanzaba allí un dogma con el objeto de
volver a cerrar el círculo y matar el pensamiento humano. ¿ Y lo logró? N o, señores.
El pensamiento humano, rebelde, el pensamiento que estuvo aherrojado al prin-
cipio, y tímido, el pensamiento que no tuvo libertad, comenzó a examinar' los hechos,
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a acumularlos, a purificarlos, formando la síntesis de ellos, estableció la ciencia, y
ante el poder de la ciencia, aquel círculo de hierro establecido por la Iglesia, crugió
como crugen los barcog; en las grandes tempestades sobre el océano. Entonces
vino la época de los enciclopedistas; aparecieron entonces Voltaire,. Vidorau, esas
grandes lumbreras que ya casi al terminar la edad antigua figuraron en la Fran-
cia y levantaron aquel monumento que se llamó la Enciclopedia.
El clero tembló y tembló la Iglesia romana que se sintió atacada en sus derechos
más importantes. El baluarte dentro del cual se había encerrado, estaba atacado por
todos lados y temblaba como si tuviera fuego debajo de sus cimientos. Entonces
llegamos a la época del poder de Luis XIV. Luis XIV mandó recoger todos los ejem-
plares de la Enciplopedia para impedir que se perturbara el pensamiento humano.
Os ruego, señores diputados, que fijéis en esto vuestra atención; la real pragmática
en que el Rey Sol ordenó que se recogiese esa Encielo-pedia, deCÍa que era peligroso
que el alma virgen de la Francia fuera a pervertirse con la lectura de la Enciclo-
pedia. Sin embargo, de eso, la lectura de la Enciclopedia se haCÍa ·por todas -partes;
la Francia conoció debido a ella, ciertos derechos; la conciencia humana se iluminó
con aquellos haces de luz enorme como los del sol sobre la tierra y entonces la
Francia comprendió que era necesario poner término a aquella situación. El alma
de la Francia comprendió que necesitaba ser libre para defender sus opiniones, para
discutir, para enseñar, y que era preciso que acallara aquel monopolio en que estaba
la inteligencia humana, y la Iglesia poderosa, fuerte, porque tenía a su servicio el
imperio de los reyes, todas las fuerzas de la tierra, porque todos los mundos cono-
cidos estaban sujetos a su voluntad, no se sintió fuerte; entonces, para conservar
su -poder, todavía envidiable, floreciente, para conservar virgen el alma de los -pueblos,
encendió las hogueras de la Inquisición y desaparecieron millares y millones de vícti-
mas. ¿ Y consiguió la Iglesia su objeto? ¿ Consiguió el Rey Sol el propósito que
trataba de conseguir impidiendo que se deformara ---os ruego que fijéis la atención
~n esto- que se deformara el alma de la Francia misma? No lo consiguió, señores.
Pero pronto, señores, la opresión tuvo que hacer todos sus efectos; el espíritu humano
había hecho brecha en la conciencia. La humanidad estaba cansada de tanta opre-sión
y de tanto sacrificio; y vino la revolución francesa, que acabó enteramente con ese
pasado de ignominia, y entonces se levantó grande y glorioso el pensamiento humano
y formuló en 1793 la célebre declaración de los derechos del hombre. De allí vinieron
todos los derechos del hombre, elaborados precisamente .durante el gran período de la
dictadura clerical. Y bien, la revolución francesa había sido inspirada en las doctrinas
de Juan Jacobo Rousseau. Entre todos los genios que prepararon esa gran revolución,
Juan Jacobo Rousseau había inventado su teoría del contrato so-cial, y esa teoría
del contrato social, absurda, insostenible bajo el punto de vista de los principios,
había tenido el gran valor, el enorme valor, de levantar frente a frente el derecho
divino de los reyes y de los papas y el derecho inviolable e invencible de la soberanía
de los pueblos. De manera que entonces empezaba la lucha contra el ,pasado. Ante un
presente que se levantaba majestuoso, la inteligencia humana había hecho la conquis-
ta de todos sus derechos, que había· proclamado valientemente frente a la tiranía
que se derrumbaba, el derecho inviolable de la soberanía de los pueblos. Los reyes
ya no eran los enviados y los ungidos del Señor para gober~ar a aquellos ignorantes
que debían ser conducidos para hacerlos felices sobre la tierra; eran los pueblos
los que tenían la soberanía de ellos, nacida del derecho, y ellos eran los que debían
organizarse y buscar por sí y ante sí la felicidad; de manera que quedaba proclamado
de la manera más amplia el principio de la libertad humana. Y bien, de esperar era
que, cuando Juan Jacobo Rosseau, con sus doctrinas había encendido aquellas almas,
cuando ellas el'taban bajo el recuerdo amargo y sangriento de toda la opresión
de la dictadura durante largos siglos; natural era, entonces, señores diputados, que la
670
convención francesa hubiera acabado con todos los clérigos. Y esto era de esperarse
así cuando, después de los horrores de toda la _revolución que hahía llegado a procla-
mar -negada la existencia de Dios-, había llegado a ,proclamar la existeneia de una
diosa soberana: la razón, y se habia inclinado ante ella en un altar. ¿Y qué sucedió
con los frailes? Si había jacobinos en el seno de la Convención, que eran muchos,
había también liberales sinceros. Y aquellos hombres que acababan de proclamar
la fórmula más grande que ,puede haber .en el mundo, ,los derechos del hombre, tuvie-
ron que reconocer que aquellos derechos del hombre los tenían también sus enemigos,
y les reconocieron a ellos eSos derechos; hasta los excesos del jacobinismo se detu-
vieron en el punto 'preciso donde era necesario reconocer en cada hombre un derecho
igual al que ellos tenían. La Convención no obraba entonces en re,presentación de la
nación y "la nación francesa si estaba fastidiada de las tiranías, esbaba, en cambio,
también enteramente amante y deseosa de la libertad, y los frailes, a pesar de la
declaración de los derechos del hombre, siguieron enseñando; no se les ·puso taxativa
alguna.
Después, la revolución fue traicionada. Después de muchas luchas, después de
cruentos sacrificios, de destrucciones enonnes de la propiedad, vino la Francia a
caer bajo las manos de un dictador. Napoleón se alzó para salvar los derechos, los
intereses de la F:rancia, y todas las libertades que se acababan de proclamar quedaron
enteramente como un sueño, como una ilusión hermosa, de la cual no había que
pensar en muchos años. Napoleón comprendió perfectamente que .no podía cimentar
su poder de una manera sólida si. no se apoderaba de la nación, y entonces resolvió
fundar la universidad imperial, y en los considerandos que precedieron a su decret9,
se hacían valer estas consideraciones: que era preciso dar uniformidad al pensa-
miento de Francia -la diversidad de las doctrinas no hacía más que producir disen-
~iones-; que, por consiguiente, para que la enseñanza fuera uniforme y la opinión
fuera común, era preciso que no hubiera más qUe la enseñanza oficial; y quedó
fundada la universidad imperial para poder dirigir la conciencia de los franceses
para que no fuera por caminos errados. Esto era muy generoso; de manera que eran
los intereses nacionales los que el nuevo ·dictador proclamaba ,para apoderarse de la
instrucción pública de los franceses.
El clero, que es muy astuto, que espía todas las oportunidades y las aprovecha
a 'maravilla, se ligó a él inmediatamente. El clero ha estado en todos los paises
invariablemente ligado a todas las dictaduras. Yo no he visto al clero, ni en los
Estados Unidos, donde hay tanta libertad, unido con aquellos que lleven en su mano
el estandarte del progreso y la civilización, sino que siempre lo hemos visto haciendo
intrigas para poder oprimir. a los pueblos, para poder explotarlos y para poder vivir
enteramente a satisfacción sin qUe haya trabajo de su parte. Pues el cler.o celebró
desde luego el concordato, nada más que Napoleón era un hombre indudablemente
de genio, era un hombre que no tenía limites en sus ambiciones, él quería ser el
único señor, y la Iglesia no se conformaba con ser simplemente una servidora suya.
De manera que le sirvió únicamente para los fines del corso, pero él no sirvió abso-
lutamente a la Iglesia, con quien ustedes saben que chocó muy pronto; no obstante,
como la Iglesia quedó muy contenta y satisfecha a su lado porque yo no sé qué pasa
con las gentes que no tienen vergüenza, que si encuentran la manera de que alguno
los mantenga, no se van de allí hasta que los corra alguien. (Risas. Aplausos.) Cayó
Napoleón; no os hablo de su reinado de cien días, porque nq tiene importancia para
10 que yo me 'propongo y os fatigaría inútilmente; vino la restauración. Los reyes
restaurados, al principio quisieron conservar el antiguo orden de cosas para no dis-
gustarse mucho con los franceses que habían tenido que quedarse; quisieron, como
vulgarmente se dice, 'respetar los intereses creados, y todos los nobles y todos los
ricos a quienes la revolución había despojado, tuvieron que conformarse, quisieran
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o no quisieran, porque los reyes restaurados no tuvieron el valor bastante para
arrebatar las propiedades a los u·surpadores y devolvérselas; de allí vino la prospe-
:tidad de la Francia actua1. Des.pués, un poco más tarde, vuelve la República, y enton-
ces se formula la Constitución del 48, y en esa Constitución del 48, en que el pueblo
quería de nuevo ver consagradas sus libertades, repite la declaración de los derechos
y se formula allí de una manera clara y terminante, la libertad de enseñanzá. ¿ Qué
significa esto, señores diputados? Que la Francia, triunfante contra el despotismo,
después de tantos años de brega y de lucha, lejos de ser inconsecuente con sus anti-
guos principios, lejos de .ponerse en pugna con la declaración de los derechos que
gloriosamente le habian legado los hombres del 93, vino a sancionarlos una vez más,
reconociéndole a su enemigo mortal el mismo derecho que se reconoce a todos los
hombres. Esta Constitución del 48 es notable, pero no podía subsistir; vino el segundo
imperio y volvió otra vez el clero, artero y mañoso, a apoderarse de la dirección
de los negocios públicos, y volvió otra vez la enseñanza clerical a apoderarse de la
enseñanza de la Francia para deformar su alma, 1>ara que no pudiera deformarse
con las doctrinas tenebrosas que los hombres sin fe y sin creencia le enseñaran.
Fue 'precisamente en esa época que el gran Víctor Hugo formuló contra el clerica-
lismo el gran discurso que se repartió en una hoja esta mañana; pero yo os advierto,
señores diputados, y os llamo la atención sobre el particular, que Víctor Hugo no dijo:
"Restringid la enseñanza; haced alta traición a los principios legados por vuestros
antepasados", sino que dijo: "Combatir el clericalismo no es mutilar leyes libres".
Esto es cosa distinta.
Ahora, señores, pasemos a lo otro: México -n9 hablé de las épocas anteriores
a Juárez, porque no tiene objeto-, los antiguos pobladores de esta tierra no pensaban
en la libertad de ideas; no tuvieron idea de lo que es la Constitución de un pueblo
y, por lo mismo, no ,podrían encontrar allí antecedente alguno; ,pero vinieron los
conquistadores y establecieron el poder y, como vino el clero con ellos y este clero
venía a imponer la fe con la punta de la. espada del conquistador, resultó que en
México no hubo durante la época colonial libertades ,políticas. Era un crimen entonces
pensar de una manera libre, de una manera _distinta; era un crimen entonces pensar
de manera libre, como era un crimen tener un libro en el cual no se leyese al principio
la autorización de la curia eclesiástica para que se imprimiera y se pudiera leer; de
manera que el Clero fue el dueño de las conciencias en la Nueva España, y como
podría haber también resquicios por donde se colasen otras ideas, y el espíritu de la
emancipación, se establecieron las hogueras de la inquisición para matar el pensa-
miento humano. Varios siglos duró esa opresión; pero un día los fulgores de la
:revolución francesa ilustraron la conciencia humana y entonces los mexicanos, capi-
taneados por nuestro gran cura Hidalgo, dieron la voz: de libertad y ellos, al procla-
mar la independencia, no tuvieron la intuición bastante para proclamar toda la
libertad de las personalidades humanas. Las actas de la i!ldependencia dejaron que
existiera la religión católica como religión del Estado y, según éstas, hubiera sido
un crimen establecer otra religión; de modo que la Iglesia abatida aparentemente se
levantaba de nuevo triunfante. N o podía haber la libertad de enseñanza, porque sólo
el clero podía enseñar; se habían apagado las hogueras de la Inquisición, pero en
cambio la conciencia tenía un candado y no podía absolutamente expresar sus pensa-
mientos ni mucho menos enseñar públicamente. Fue necesaria la guerra de Ayutla
para venir a acabar con esos despotismos; fueron los legisladores del cincuenta y
siete los que formularon por primera vez en México la libertad de la conciencia
humana, la libertad de palabra, la libertad de la enseñanza. Notad, señores, que a
pesar del jacobinismo que reinó en ese Congreso Constituyente, la mayoría del Con-
greso tuvo la sensatez de no venir a decir que sus contrarios, vencidos los opresores
de tantos siglos, no tendrían los mismos derechos que ellos; el derecho consagrado
672
para un mexicano se consagró ,para todos, y entonces se formuló, como se habia
formulado en Francia en el noventa y tres, la declaración de los derechos del hombre,
iguales para todos los hombres que habitasen esta tierra. N o se dijo nada en la.
Constitución de cincuenta y siete respecto de la religión del Estado; pero por un
hábito inveterado fue la católica. De hecho el catolicismo, que habia vivido perfec-
tamente al lado de los virreyes; que habia tenido hogueras en esa época, encendidas
para apagar el pensamiento humano; que no tuvo después vergüenza para ligarse
con Iburbide; que anduvo del brazo con todos los traidores que vinieron a aprisionar
el pensamiento mexicano, vino a ligarse desde luego con los hombres de la Reforma,
con los hombres del nuevo régimen, con los hombres que habian prc:>clamado las
libertades públicas, y vosotros sabéis bien el fin de ese maridaje, qUe fue funesto.
Entonces surgió a la vida pública la gran figura del patricio; entonces se emprendió
esa lucha titánica de la Reforma; entonces se defendieron de nuevo los derechos
de la conciencia humana, y allá, en Veracruz, se promulgaron las Leyes de Reforma·
que emancipaban por completo a la conciencia humana y hacían a un lado al clero
de la vida pública, declarando la independencia de la Iglesia y. el Estado. Y asi se
consumó la Reforma. ¿ Y qué, no habia jacobinos al lado de Juárez? Sí los había,.
pero al lado de la figura del ilustre patricio, estaba también la figura de los Lerdo
de Tejada, de Ocampo y de toda esa pléyade de ilustres liberales, que lo acompa-
ñaron durante su peregrinación por el territorio nacional, y cuando todo mundo
esperaba, incluso sus mismos enemi'k'os, que Se les hubiera privado de los derechos
que la Contitución les otorgaba, esos derechos les fueron reconocidos, de manera que
el gran patricio no vino a restringirles absolutamente ninguno de los derechos que la
Constitución de cincuenta y siete consagraba para el hombre. Todavía más; poco
tiempo después de ganada la lucha, cuando ya el gran patricio estaba establecido
en el Palacio Nacional, vino un manifiesto a la nación, en el que decía que debía
concedérseles a todos los Clérigos los derechos políticos que les estaban prohibidos,
porque, a su "juicio, era una injusticia y que así se hacía formar una clase de mexica-
nos que fueran parias en su propia patria. ¡Esta es la &,randeza del patricio! Después
de esto, ¿ qué sucedió? Que el clero siguió traficando. con las conciencias, que el
clero siguió preparando emboscadas contra la libertad; que más tarde, al fal~al
el ·presidente Juárez y entrar el 'Presidente Lerdo, se ligaron con él con objeto de
dirigir el Gobierno y establecer el gobierno de la dictadura. Allí se refugió el clero
y con el sistema de la reconcilia-ción vino a tener otra vez una influencia decisiva
en los negocios públicos. Cansado el pueblo mexicano de la opresión, vino la revolu-
ción maderista de 1910. Triunfante esa revolución, volvió a implantarse el régimen
de la Constitución. N o se disminuyó absolutamente ninguna garantía, y si el Gobier-
no no pudo subsistir, fue porque fue débil, porque no reconoeió que tenía en su
seno a sus propios enemigos y el resultado fue el sacrificio del presidente.
De allí vino la revolu~ióÍl constitucionalista; el gobernador de Coahuila, con un
gesto heroico, sin ver quiénes lo acompañaban, ni con qué recursos contaba, retó al
Gobierno de la usurpación y en ese gesto sublime invitó a. todos los mexicanos que se
consideraran amantes de su patria a que le acompañaran en su grandiosa empresa,
y fueron entonces a su lado los que se creyeron cR1>aces de enfrentarse a la dicta-
dura y se vieroll hombres cuyos servicios es preciso reconocer, sin escatimarles en lo
más mínimo nuestros aplausos.
Vencida la usurpaCión, ha llegado el momento de reconstruir la República de
nuevo,· y el ciudadano Primer Jefe, al poner a vuestro estudio todo un programa
de reformas que hará verdaderamente posibles y realizables en México las institu·
ciones libres y permitirá que el Gobierno sea del pueblo por el pueblo y para el pueblo,
el ciudadano Primer Jefe, repito, ha venido a tratar la libertad de la enseñanza, y
cuando era de esperarse que la Comisión a quien tocó en suerte tomar en conside 4
673
raClOn estas reformas, Vlmera a presentarse a la altura del caudillo, vi-ene ahora
la Comisión y nos presenta un dictamen en que dice que retrogrademos trescientos
años y declaremos que no hay enseñanza libre; que es necesario guillotinar ese
derecho humano para salvar a la sociedad, y aquí está, señores, la historia cansada
que os he hecho. El dictamen de la Comisión es exactamente, señores, el dictamen
de los antiguos Gobiernos para poder monopolizar la enseñanza, el que alegaban en la
época del Rey Sol para impedir que se conociera la EnciClopedia: la pureza del alma,
del alma de la Francia; se invocaba entonces para impedir la libertad de la ense-
ñanza, que el alma nacional no se deformase, y hoy alega la Comisión que es preciso
que, así como la gimnasia degenera el cuerpo, la libertad de enseñanza degenera el
"alma. Son exactamente, señores, allá las palabras de la dictadura, aquÍ las palabras
de una Comisión jacobina; allí se indicaba la necesidad de salvar el espíritu de la
Francia y aquí se invoca la necesidad de salvar el espíritu mexicano; y, sin embargo,
si no triunfó en Francia en pleno ardor de aquella revolución, que fue verdadera-
mente un volcán que conmovió a todo el mundo, ¿ cómo es posible que venga a tener
éxito entre nosotros? ¿ Qué se invocó también en tiempo de Napoleón para quitar
la libertad de la enseñanza? Que era preciso dar unidad al pensamiento francés,
que era necesario dar la misma enseñanza, los mismos principios para que no hubiera
ambiciones de partido que eran peligrosas. ¿ Y qué nos dice la Comisión? Exacta-
mente lo mismo. Si el señor licenciado Colunga, autor de este dict'amen, hubiera ido
a estudiar en todos los archivos las palabras de Napoleón, las palabras del Rey Sol,
y des'pués de haber recorrido un poco más adelante las de todas las tiranías que han
imperado en Francia, estoy seguro que no habría producido un dictamen tan igual
como el que ha producido; de manera que ese dictamen es esencialmente despótico,
tiránico y viene a pretender una cosa que ya le demostré que es imposible: aherroja:..'
el pensamiento humano y quitar la libertad a la conciencia de los individuos.
(Aplausos.) Cuando yo leí el dictamen de la Comisión, yo dudé de que lo hubiera
hecho el señor licenciado Colunga; si el ,señor licenciado Colunga no me lo hubiera
dicho, francamente yo me hubiera resistido a creerlo. Después, meditando sobre el
particular, yo me ex.plico el dictamen de mi querido compañero como muy natural.
Ustedes, señores diputados, deben conocer una obra hermosísima, como todo lo que
sale de ese genio francés, que es atractivo y chispeante y que lleva en medio de la
plática más sabrosa, enseñanzas profundas; el libro de La Bruyere, "El Prínci'pe
Perro", es la caricatura de un Gobierno despótico europeo; en ese Gobierno despó-
tico europeo había un ministro que era un dechado de habilidad, que era un pozo
de ciencia; se le pedía un dictamen y no se le acababa de decir la materia y ya el
dictamen estaba hecho. Se quería que cometiese una bajeza y no se acababa de decir
en qué consistía y ya había cometido una docena. Lo que importaba al ministro era
tener grato a quien servía y no le importaba absolutamente nada todo lo demás. Su
talento le permitía forjar todas las combinaciones posibles para llegar al fin. Pues
bien, este "príncipe perro" un día le encargó a su ministro que fuera al Parlamento,
porque ese 'príncipe ya estaba un poco civilizado, ya era un monarca constitucional,
ya no era de los que imperaban como el zar de Rusia, sino que ya consultaba al
Parlamento, que era el representante de la nación, para ,poder disponer de sus súbdi-
tos. Y le dice al ministro: "Necesito que vayas al Parlamento y des una ley sobre
tal materia; es preciso hacer que tales asuntos tomen esta dirección; vas con tu
talento acostumbrado a preparar el proyecto de ley más admirable que puede haber
salido de mis manos". Cinco minutos después estaba el ministro con un enorme
legajo, y el rey, que no se ocupaba de nimiedades, firmó el legajo y el mensaje fue al
Parlamento y ,el ministro fue a sostenerlo; pero resultó, señores diputados, una cosa
curiosa: el ministro no había entendido lo que ,se le había dicho y había hecho ,preci-
samente lo contrario. Fue al Parlamento, presentó al rey como un dechado de amor
674
al pueblo, que no dormía ni comía y que no pensaba todo el día más que en mejorar
la condición de sus súbditos y que él llevaba aquel mensaje que encerraba una de las
mejoras más halagadoras y que suplicaba a la Cámara que lo aprobara, porque era
una cosa extraordinaria; en fin, dijo todo aquello de que se valen los políticos para
presentar las cosas; se presentó el dictamen, lo aprobó la Asamblea y el ministro
muy satisfecho fue a llevarle al rey la ley aprobada. El rey, entonces, que en un
principio no había tenido tiempo de leerlo, tomó la ley para ver lo que había decre-
tado el Parlamento y se encontró con que se había hecho precisamente lo contrario.
Entonces dijo al ministro: lINo me habéi.s entendido, porque lo que yo quería era otra
cosa". UVoy a reparar el error, dijo el ministro, porque con el dictamen que he hecho,
lQ mismo se sostiene una cosa que otra", y volvió al Parlamento ·para obtener que se
votara ... (Risas que impiden oír al orador.) Este es el dietamen de la Comisión.
(Voces: ¡No! '¡No!) Exactamente, escuchadme. (¡No! ¡No!) Vais a convenceros, porque
os traigo razones; no vengo aquí a provocar protestas ni a herir sentimientos; ya veis
que ~e he producido con toda la corrección debida. Pues bien; ese es el dictamen
de la Comisión. He estudiado ese dictamen y voy a demostraros que lo mismo prueba
que se restrinja la enseñanza, que prueba que no debe restringirse. De manera que mi
distinguido compañero el señor licenciado Colunga, está desempeñando aquí, a mara-
villa, el papel del ministro del rey ... (Aplausos.) que se llamaba: el abogado Tara-
billa. Me vais a conceder la ra'Zón vosotros los del jno! ¡no! La Comisión, en el artículo
1Q, nos ha asentado estas verdades que son monumentales:
u,En la República Mexicana todo individuo gozará de las garantías que otorga
esta Constitución, las que no podrán restringirse ni suspenderse, sino en los cas'os
y con las condiciones que ·ella misma establece.
uQuerétaro de Arteaga, 9 de diciembre de 1916.-General Francisco J. Múgica..-
Alberto' Román.-L. G. Monzón.-Enrique Recio.-Enrique Colunga."
De manera que ya la Comisión no puede desistir y retractarse de eUas. No ha
dicho aquí la Comisión: Este artículo del Primer Jefe es admirable; este artículo
viene de la gloriosa Constitución del cincuenta y siete: ¡jlos derechos naturales del
hombre son la base y el objeto de las instituciones sociales", y estos derechos no se
pueden desconocer como no se pueden absolutamente restringir, sino que hay que
reconocerlos de la manera más absoluta. Todavía en este dictamen la Comisión nO!J
dice: ulndunablemente que la libertad de enseñanza es uno de los derechos naturales
del hombre" y es indudable, señores, con una elocuencia de 'palabra admirable, os lo
acaba de demostrar, si no fuera bastante la convicción de la Comisión, os 10 acaba
de demostrar el señor Cravioto. Es uno de los derechos más grandes de los que tiene
el hombre, el de la enseñanza. Mediante ese derecho, ,se pone en contacto con todos
sus semejantes; mediante ese derecho aprende a dominar al mundo, porque el hombre
que enseña, es el hombre que triunfa; el hombre que enseña, es el hombre que manda,
y ese es el derecho más grandioso, más sublime que tiene la humanidad. De manera
que, ,señores, yo no vengo a haceros aquí una ley sobre ese derecho; me basta que
esté reconocido. ¿ Y qué nos dice la Comisión? Pues que renunciemos a ese derecho
para salvar al pueblo mexicano ... Eso viene a decir la Comisión después de decirnos
que se deben garantizar ~sos derechos de la manera más absoluta. Pues ahora veréis
cómo tenía razón al deciros que eso ha servido ,para fundar el dictamen. Si el presi~
dente de la Comisión, señor general Múgi-ca, que es realmente el autor del .pensa-
miento, porque mi distinguido compañero no ha hecho más que darle forma, hubiera
querido decir lo contrario, estoy convencido de que mi amigo le diría: upues, señor,
eso es lo que vamos a hacer." (Aplausos.) Sería la barbaridad más grande que pueda.
hacerse; seria decapitar al pueblo mexicano quitándole uno de los derechos más
grandes, más importantes, como es el derecho de enseñar. Pues bien; vamos yo creo
que estaréis convencidos de esta gran verdad: que este dictamen de la Comisi6n es
675
exactamente, por sus palabras, términos y forma, igual al dictamen de todas las
dictadura!5 que ha habido en México, Allí donde se han desconocido los derechos del
hombre, allí donde se ha quitado al hombre la libertad de enseñar y aprender, y,
señores, ¿ vamos nosotros a guillotinar ese derecho para salvar a la sociedad preci-
samente ahora que acaba de triunfar la revolución más grande que ha tenido México?
Vamos a decir al Primer Jefe: "estáis engañado, señor; no hay que conceder las
instituciones libres, porque si la Comisión decapita la libertad de enseñar, también
es ofender al decir que la prensa debe guillotinarse; porque va a enseñar doctrinas
enteramente subversivas; a renglón seguido nos dirá que el derecho de reunión es
peligroso, porque la figura repugnante del fraile, con su bonete, seguirá sacando
su cabeza de Mefistófeles y con el mismo derecho vendrá a deciros que es preciso
quitar al pueblo todas sus libertades, y entonces la Comisión nos hablará en el len-
guaje de Huerta, cuando decía: "que es preciso salvar al pueblo, cueste lo que cueste",
quitando todas las libertades, (Voces: ¡No! ¡No!) ¿Quién garantiza a ustedes, señores
del "no"? Porque es muy bonito decir no desde el banco, pero es muy difícil venir a
decir aquí que sÍ. ¿ Por qué no venís? Yo soy de los que aman la libertad, de los que
conceden la libertad más amplia a todos y aquí me tendréis siempre dispuesto a
demostraros que sois unos jacobinos,
~El C. Calderón, interrumpiendo: Solicito la palabra. Entre los elementos",
(Voces: ¡No! ¡No! ¡No! ¡Que continúe el orador!)
~EI C. Macías, continuando: Voy ahora a examinar el dictamen bajo otro punto
de vista; os he demostrado que el dictamen de la Comisión, que el lenguaje de él,
es el lenguaje de la dictadura; que los principios de ese dictamen han sido los princi-
pios de la tiranía; ahora voy a considerarlo bajo el punto de vista de los intereses
públicos. Esto es trascendent'alísimo, es grave no sólo bajo el punto de vista de 103
principios, sino que es grave y trascendental bajo el punto de vista de la existencia
y del porvenir de la patria. Señores revolucionarios: Me dirijo a ustedes, a usted)
señor Calderón, a ustedes, señores, que han militado en las filas del Constituciona-
lismo, exponiendo la vida, me dirijo a todos los que venís con entusiasmo para pedir
que se arroje al clero del derecho de enseñar, que se decapite la libertad de enseñanza
y que no proponéis lo que debéis proponer: una medida para reducir al orden al
clero, porquE' eso es lo que ha faltado, leyes y valor para hacer cumplir las Leyes de
Reforma; que ese es el remedio radical y absoluto para que los clérigos no hicieran
mal, y que venís, porque os consideráis incapaces de adoptar una medida salvadora,
para impedir ~ue se venga a cometer el disparate más grande que pueda darse,
Voy a llamar vuestra atención; si no 10 sabéis, en todos los actos de la revolución,
cuando la revolución llegaba a su período más álgido, cuando todos los traidores
mexicanos que residían en Estados Unidos presentaban a México como víctima y
teatro de la tiranía y del desconcierto y de la anarquía más grande que ha habido
en esta tierra, una de las acusaciones más graves que hacían era que esta revolución
era una revolución contra las creencias, que era una revolución para aherrojar la
conciencia humana. Esto no lo podrá negar; me dirijo a vos principalmente, a usted,
señor general Calderón, y no os hago ninguna injuria, porque yo respeto toda esa
heroicidad con que habéis expuesto vuestra vida para .salvar los intereses nacionales.
Yo quiero, señores diputados, para todos los que han servido al Constitucionalismo
con las n'mas en la mano, los honores más grandes que puedan decretarse; yo no quiero
ser escaso de ellos, en algo que pueda menoscabar ni su valor, ni su honra, ni su
prestigio; pero sí quiero que sean justicieros y que en el momento del triunfo sepan
cumplir con todos los compromisos de la revolución, y traicionarían a la revolución
si esos compromisos no se cumplieran, porque los compromisos de la revolución
son los compromisos de la patria mexicana. (Aplausos. Voces: ¡Muy bien!) Cuando
el Constitucionalismo amenazaba naufragar; cuando las playas de Veracruz eran
676
azotadas por las aguas turbulentas del océano, 'en las cuales se mecían tranquilos y
amenazantes los barcos americanos; cuando el Gobierno de los E,atados Unidos leía
y meditaba los informes de agentes mandados ex profeso para estudiar la situación
mexicana, "el caso México", como se llamó en la cancilleria de los Estados Unidos,
entonces el ciudadano Primer Jefe, al ver los informes que se presentaban, ¡os cargos
que contra el Constitucionalismo se hacían ante el prócer de la Casa Blanca, él
encontraba que uno de los más graves cargos que podía comprometer a la causa revo-
lucionaria, era el de que se presentaba a la revolución' ctmstitucionalista, era el que
se 'presentaba a ésta, como enemiga de la concfencia humana. ¡Es una guerra reli-
giosa, para acabar con las creencias! Ese era el cargo terrible que se formulaba.
El ci:udadano Primer Jefe, y ,lo digo en su presencia, no por hacerle un homenaje
que ,sea inmerecido, porque él sabe el respeto que le tengo y que yo no lo adulo,
entre otras cosas, porque no necesito adularlo, entonces, señores, este grande hombre
dijo en un manifiesto: "Se respetará la conciencia humana, los derechos del hombre
serán reconocidos de la manera más amplia, no habrá m.ás reformas que las indis-
pensables a la Constitución con objeto de adaptarla a las necesidades del pueblo."
¿ y sabéis cuál fue el resultado de este manifiesto transmitido en una varonil nota
al Gobierno de los Estados Unidos? El reconocimiento del Gobierno Constituciona-
lista. Pues bien, señores diputados, el ciudadano Primer Jefe, con esa honradez que
le hace tanta honra, que lo ha hecho inmortal y que lo hará que ,pase a la Historia
como un astro de primera magnitud, capaz de estar al lado de J.uárez, el a'póstol
de la libertad, en el decreto lanzado nada menos que ,para ,tratar de las adiciones at,
Plan de Guadalupe para convocar a este Congreso, contestando a los cargos que se le
hacían por los traidores de México ante el Gobierno de los Estados Unidos. pues se
decía que quería implantar una dictadura, contestando ese cargo lanzó este decreto
que será memorable y grandioso por los principios que encierra. Y dijo que no se
trataba de lesionar el espíritu de la Constitución de 57, porque sería respetada
en todas sus partes, sino que únicamente se trataba de quitarle algo que la hacía
inaplicable a las necesidades del pueblo. N o se trata, señores, sino de quitarle todas
aquellas reformas que le hicieron las dictaduras pasadas con objeto de aherrojar y
de o.primir al ,pueblo mexicano. Esto es de todo lo que se trata, y en cumplimiento de
esta solemne promesa, el Primer Jefe ha venido a ,traeros un ,programa luminoso
de principios. Las reformas presentadas por el señor Carranza a la Constitución,
encarnan, por primera vez en la política mexicana, un programa entero de principios;
ya no hay personalidades: es la soberanía del pueblo. son los derechos del hombre,
es la libertad absoluta del sufragio para que el pueblo elija sus mandatarios; y estoy
s~guro, porque lo he oído de sus labios, que sus palabras son sinceras, que si mañana
el ~pueblo mexicano al hacer las elecciones no tiene la confianza necesaria para
nombrarlo su ,mandatario, él descenderá las gradas. del Palacio Nacional de México
como salió del Capitolio Cincinato. No bajará esas escaleras con la espada amena-
zante y los ojos centelleando odio, sino que saldrá alegre, tranquilo y satisfecho
a vivir al hogar, satisfecho de haber fundado las instituciones democráticas en la
tierra mexicana. (A'plausos nutridos.) Bien, señores; a este programa grandioso
de ,principios, a esta evocación a todo el pueblo mexicano para que -viva en plena
libertad con goces completos, no restringidos, la libertad, como lo dijo en su solemne
manifiesto a este ilustre Congreso, la ,libertad debe garantizarse de la manera más
amplia posible. ¿ Qué viene a decir la Comisión? "No" no garantizamos de la manera
más amplia posible, porque eso es peligroso; es necesario constituir al pueblo mexi-
cano en una dictadura, quitándole las más altas, las más importantes funciones para
el desarrollo de la personalidad humana." Esto es lo que ha venido a decir la Comi-
,sión. Y bien, señores; ¿qué creeis que dirá de nosotros ahora el Gobierno de los
Estados Unidos? ¿ Qué dirá de nosotros? (Voces: ¡Que diga lo que quiera!) E'sperad,
677
yo os lo ruego; las protestas no .significan nada cuando no se vienen a hacer aquí;
eso es propio de las gentes que no saben absolutamente lo que es un Parlamento, ni
respetar al orador en el uso de la palabra. (Aplausos nutridísimos de la derecha.)
Yo he venido a ex,presar sinceramente mis opiniones; yo no traigo aquÍ ningún inte-
rés; yo os doy mi palabra de que el día que este Congreso cierre su período de
sesiones, ese día me regresaré a mi hogar; ya no volveré a la politica porque ya estoy
viejo y cansado y creo que tengo derecho al descanso. De manera que no necesito
de Jos puestos públicos, ni ambiciono gloria, ni honores. Yo, debido a mi trabajo,
tengo una fortuna Ipara vivir tranquilo y satisfecho en los últimos años de mi vida.
Mi profesión me produce el doble de lo que me podría producir el mejor empleo que
me ,pudiera dar el señor Carranza; de manera que estad seguros de que mis palabras
son enteramente sinceras y desinteresadas, ,porque yo ni he explotado a la revolución,
ni explotaré al Gobierno que venga. Puedo aseguraros que estoy al lado del Primer
Jefe, porque he creído patriótico en estos momentos ayudarle en esa tarea enorme
que pesa sobre sus espaldas de Atlas y por eso he estado allí. ¿ Sabéis 10 que estaba
ganando en la Universidad Nacional, donde hay un trabajo de ,primera? Estaba ga-
nando la enorme suma, y se lo digo al muy respetable y distinguido coronel Aguirr2
Escobar, de setenta y cinco centavos diarios. i Creo que con setenta y cinco centavos
diarios cualquier hombre se hace rico! ¿ Qué va a decir, acabo de expresar, el Gobierno
de los Estados Unidos? Yo vuelvo a protestar la sinceridad de mis propósitos, yo os
hablo con el mayor respeto, como representantes que sois del pueblo. Voy a deciros
una cosa que muchos de vosotros ignoráis.
Hace pocos días un amigo mío me enseñaba una caricatura en que decía: "El
Congreso Constituyente mexicano", y ¿sabéis, señores diputados, -cómo estábamos
pintados ahí? Pues era una reunión de apaches con plumas en la cabeza y plumas
en cierta parte del cuel1po, empuñando sus macanas y deda abajo: "Elementos con
que cuenta el Congreso Constituyente 'para hacer la felicidad del pueblo". Primero,
la ignorancia más completa; segundo, la presunción más absoluta, y, por último, que
es el elemento indispensable, la macana. De manera que esos son los tres elementos
principales con que nos pintan. Mañana que ese mismo periódico conozca el dictamen
de la Comisión, os voy a decir cómo nos pintará. En un cuadro nos va a presentar
con la macana, con las armas en la mano, porque no nos vamos a entender con la
palabra, porque necesitamos del argumento contundente del garrotazo; esto .podréis
tenerlo como seguro, y abajo dirá: "Las labores pacifistas del Congreso Constitu~
yente". El segundo cuadro todavía va a ser más consolador. Va a venir la Comisión
retratada exactamente como nos pintan, con plumas en la eábeza y taparrabo de
plumas rojas, sentados en unos bancos de tres patas deliberando y diciendo: "Esta
Comisión propone que para salvar al pueblo ,se deroguen los derechos del hombre,
porque sólo así se puede gobernar a esos salvajes"; 'pero va a venir este otro rasgo
que va a causar la mayor hilaridad y me ·parece que lo estoy viendo, porque esos
yanquis no descansan, son hombres que están en asechanza de todos nuestros actos
y entonces va a decir la otra: "y 10 más doloroso, lo más grave es que en esta Comi-
sión figura un maestro de escuela que pide que se guillotine el derecho de enseñar,
en nombre de la razón". (Risas.) Esta es la caricatura que el 'pueblo americano va a
hacer. Ahora diréis: ¿qué dirá el Gobierno de los Estados Unidos? ¿Qué creéis que
todos los enemigos que aHí tenemos, que son legión y que es admirable ·cómo no han
podido conseguir que el presidente Wilson se resuelva a intervenir para ponernos
en paz? ¿ Qué van a decir de nosotros? "Le hemos dicho a usted, señor presidente,
que allí hay una anarquía, que Carranza es un buen hombre que quiere gobernar
a la nación con leyes 'liberales, pero que ese pueblo quiere una dictadura". ¿ Y creéis
que el Gobierno de los Estados Unidos va a considerar que esto es sincero? ¿Va a
678
· creer que el Gobierno de la República puede imponer el orden cuando no hay entre
nosotros, cuando no estamos ni siquiera conformes en los principios fundamentales
sobre los que vamos a constituir la Constitución? Vamos a decirle al Gobierno 'de los
E,stados Unidos: "nosotros, que somos la parte más selecta, más consciente, aunque
en verdad no sea asi, del pueblo mexicano, no somos capaces de .poder tener una
sesión siquiera en forma, ya que no puede decir el orador una palabra porque patea-
mos como caballos? .. " Perdónenme, pero hay cosas que deben decirse porque es
necesario; si este Congreso no demuestra que sabe discurrir, que sabe discutir, enton-
ces somos dignos de la caricatura americana. (Aplausos.) Una de las pruebas de
cultura de un pueblo está en su Parlamento, porque se supone que el ,pueblo ha
mandado al Parlamento lo más distinguido, no como nos decía el señor López Lira,
que el pueblo escoge así. .. como lo escogieron a él, así. .. (Risas.) Escoge a lo que
encuentra más selecto, más ca'paz de representarlo. En estos momentos que_ hay tantos
extranjeros, ¿ qué concepto van a formarse cuando vean que no sabemos discutir?
Se hace una observación y se contesta con un siseo que fastidia al orador y se oye
como ,si estuviéramos en una cuadra: una serie de patadas. Esto, señores diputados,
desdice de la cultura de nosotros. En una discusión ustedes resuelvan todo lo que a
bien tengan, pero oigan, y despu~s de oil', vengan a dar razones para convencernos,
porque el decir "no" y "protesto", no es una forma de argumentar. Conque voy a
continuar mi discurso. 'Decía yo: ¿qué va a decir el Gobierno -de Estados Unidos:
uCarranza, en el manüiesto de tal fecha, ofreció que no se perseguiría a las creencias
católicas; Carranza, en la comunicación que dirigió a esta Cancillería en tal fecha,
volvió a repetir este concepto y se mostró muy enérgico, porque el Gobierno de los
Estados Unidos estaba creyendo lo contrario. Carranza, en el decreto reformando
el Plan de Guadalupe, adicionado en Veracruz, dijo que el Congreso Constituyente
no tendría más que, estas reformas y que se respetaría la Constitución de 57, y
ahora resulta que Carranza no puede cumplir, porque el Congreso se le ha insubor-
dinado". Yo creo que con esto daríamos la mayor prueba de falta de cultura en los
Estados Unidos a la hora en que pondríamos en ridículo al jefe supremo de la revo-
lución. Nuestro deber es conservar la Constitución de 57 en sus principios funda-
mentales y no restringir sus libertadesj dar sus libertades al pueblo y hacer que se
cumpla con esas leyes; que se cumplan las Leyes de Reforma; y entonces, señores
diputados, el clero no volverá a levantar la cabeza para poder obstruccionar la
marcha de la República.
Voy a deciros una gran verdad que vosotros ignoráis, una verdad que es tristí-
simo confesar en esta tribuna, .porque repercutirá por todo el mundo, y es que desde
la Constitución de 1857 hasta la fecha, no se ha dado en todo el .país una ley de
instrucción que permita al Gobierno vigilar a todos los establecimientos de enseñanza
privada. De manera que si el clero ha ido a hacer obra obstruccionista contra la
revolución y en contra de las autoridades, no tiene la culpa el clero, sino las auto-
ridades y los mexicanos que no han sabido hacer uso de la soberanía que el pueblo
ha puesto en sus manos. La reforma es que se dé una ley según la cual el pueblo
y todo el mundo pueda vigilar la instrucción en lo,s establecimientos ,particulares.
Que se castigue a los que no cumplan con la misión de la enseñanza y entonces ni los
Estados Unidos ni nadie podrá decir una sola. palabra. Habremos cumplido con nuestro
deber y nos 'habremos libertado de nuestros enemigos. Por otra parte, señores dipu-
tados, yo quiero considerar, por último, esta cuestión, bajo un punto de vista distinto~
Todos, invariablemente todos los militares, son jacobinos. Yo no les doy la clasi-
ficación que les daba mi querido amigo, sino otra más sencilla. Desde el prirtcipio
de la revolución se ha señalado al clero como aliado de Huerta; de manera que el
que vea a un clérigo lo juzga aliado de Huerta, y tan es así que el Primer Jefe,
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en las diferentes comunicaciones que ha mandado al Gobierno de los Estados Unidos,
ha dicho constantemente: "no, señores, a los frailes se les ha castigado por rebeldes
o por insubordinados, por estar laborando contra el Gobierno y ,contra las institu-
ciones, mas no por que ,sean sacerdotes, pues si no se hubieran apartado de su papel,
estarían como todos los demás que no se han mezclado en la política, sino que se han
dedicado exclusivamente al ejercicio de su profesión". Los constitucionalistas están
acostumbrados a ver al clero como enemigo y por un falso razonamiento concluyen:
pstos han and,ado con las armas en la mano, luego los clérigos también deben desapa-
recer. Señores, que desaparezcan los .clérigos, pero qu-e no desaparezca la libertad
de la conciencia humana; esto es cosa enteramente distinta y os lo voy a demostrar.
Acabo de decir que 10s militares constitucionalistas son los hombres más jacobinos
que yo conozco ...
-Un C. diputado, interrumpiendo: Una moción de orden, señor presidente. El
orador ha hecho uso de la palabra más de una hora, (Voces: ¡Dos horas!) y el
artículo 102 previene que el orador sólo podrá hacer uso de la palabra media hora.
-El C. Macías: Yo espero que este señor que está tan empeñado en callarme
venga aquí a ocupar mi lugar ,para ha-cer valer su voz con argumentos contundentes.
Pues bien, señores diputados, os decía esta gran verdad y vuelvo a repetirlo sin
ánimo de ofender a nadie: invariablemente, excepción hecha del señor general N afa-
Trate, son los hombres más jacobinos, son los hombres más inconsecuentes con su
jacobinismo. Vaya demostrarlo. Voy a convenceros ahorita, en este momento, y estoy
seguro que me habréis dicho: Macías tiene razón. El general Obregón, tengo el gusto
de declararlo desde esta tribuna y lo he declarado infinidad de veces en los -perió-
dicos, es una de las figuras más gloriosas que tiene el Constitucionalismo; y yo creo
que en esta gran tormenta que se ha desencadenado en el suelo mexicano, uno de los
hombres de más alto relieve y porvenir, indudablemente de los más respetables, es el
general Obregón. Bien; pues el general Obregón, protestándole todos mis respetos
y reconociéndole todos sus méritos; es un gran jacobino y eS un gran inconsecuente
como jacobino. Voy a mostTároslo: el general Obregón negó a México en febrero de
1915; se encontró con que los curas habían hecho una labor de obstruccionismo a la
revolución constitucionalista, y en un arranque de buen humor, por cierto muy sim-
lJático, recogió, decretó una contribución para los curas, que no quisieron pagar,
porque los curas primero sueltan la cabeza que el bolsillo, los empaquetó en un carro
y los mandó a Veracruz. Algunos de ellos, que eran españoles, por cierto con aplauso
mío, fueron lanzados del territorio nacional. Y debo deciros para acabaros de demos-
trar mi fe republicana. y enteramente liberal, que yo creo, lo he manifestado en
Veracruz y lo he dicho en los periódicos, que una de las medidas que debe tomar el
Gobierno mexicano es no dejar que venga a México ningún fraile gachupín, porque
éstos han sido verdaderamente nocivos ,para la patria. (Aplausos.) Pues bien; yo
estaba encantado con ese acto de justicia del general Obregón; pero un día que
acompañaba precisamente al general Obregón ,para des:pedirlo cariñosamente en
Manzanillo, se iba a casar y yo le protesté todos mis res'petos deseándole la dicha
que él se merecía; pues, señores a pocos días leí en los periódicos la -ceremonia
religiosa. ¿ En dónde estuvo el jacobinismo del señor general Obregón? Pues exacta-
mente donde estaba el jacobinismo de Juan Jacobo Rousseau. Este era el hombre
que más odiaba a los frailes; creía que Dios era una mentira que se había inventado
y terminó por hacer esta confesión: "Oh, Dios eterno, perdóname todas mis palabras,
todas mis faltas, todas mis debilidades, en vista de la sinceridad con que vengo a
confesarme", yeso era exactamente 10 que decía el otro jacobino, mexicano ilustre,
que se llamó: "El Nigromante", que decía: "Yo soy ateo por la gracia de Dios."
680
Hay otros jacobinos enteramente iguales y por eso, señores, yo no critico al
general Obregón en su matrimonio religioso; yo soy liberal y respeto a la conciencia
humana; pero lo que pasa es que en el fondo de todo mexicano existe el sentimiento
católico. De los catorce millones de habitantes que tiene la República, yo aseguro
a usted, señor Iprotestante, (Dirigiéndose a un ciudadano diputado.) que no hay mil
liberales verdaderos. Si me pongo a contarlos no hay ninguno.
En Vera-cruz, comiendo un día en la mesa del Primer Jefe, contaba yo esta histo-
ria: que la generalidad de los constitucionalistas que andan combatiendo con las
armas en la mano, que quisieran comerse vivos a todos los frailes, la mayor ¡parte
de ellos son católicos, y un general que estaba en presencia nuestra ,me dijo: "tiene
usted razón, aquí están mis escapularios y mi santo Cristo". Señores, ustedes saben
del asunto. Sé :perfectamente que estoy combatiendo a una Comisión jacobina¡ es
necesario ver todas las conciencias y analizarlas.
-El C. Espinosa: El artículo 102 de) Reglamento dice:
"Los discursos de los individuos de las Cámaras sobre cualquier negocio, no
podrán durar más de media hora, sin permiso de la Cámara."
(Voces. Desorden. Murmullos.) El señor licenciado Macías ha estado hablando
durante más de dos horas de diversos asuntos, y casi nada del artículo 39 que está
a discusión. Nos ha hablado de que gana setenta y cinco centavos diarios; de que en
los Estados Unidos nos pintan como salvajes ... (Siseos.)
-El C. Macias: A este señor diputado le ha pasado 1.0 que en una .ocasión me
sucedió cuando era magistrado: trataba yo de demostrar la justicia que asistía a un
individuo, y después de un discurso en que había yo puesto mis cinco sentidos para
demostrar la justicia que aquel hombre tenia y que yo creía que me estaba escu-
chando, despertó repentinamente diciéndome: ¿a qué horas entra usted en materia '[
El señor licen-ciado Cabrera, con ese talento que lo caracteriza, acaba de escribir
en los Estados Unidos un artículo precioso, y en ese artículo dice el licenciado
Cabrera lo siguiente: "De los catorce millones de habitantes que tiene la República,
las nueve décimas ~artes son católicos fervientes", y me refería yo al caso preciso
de los constitucionalistas.
Os he dicho, séñores diputados, que yo profeso a todos los que han defendido
el constitucionalismo, no sólo respeto, sino cariño y estimación; ,pero también os digo
que si un día se reunieran en una plaza o en un campo todos los generales y su tropa
eonstitucionalista, y si a esa hora pasara un cura con todos los ornamentos, oficiando
y llevando al santísimo, yo estoy seguro que casi no habría uno de ellos que dejara
de arrodillarse. (Voces: ¡No! ¡No!)
De manera que allá, señores, mi argumento va. Hay un sentimiento religioso
hondo en este pueblo, y es natural: ha sido la educación de muchos años. El ciudadano
Primer Jefe, con esa observación penetrante, con ese conocimiento de la naturaleza
humana, nos ha dicho esta gran verdad: las costumbres de los pueblos no se cambian
de la noche a la mañana¡ para que un pueblo deje de ser católico, para que el senti~
miento que hoy tiene desaparezca, es necesaria una educación, y no una educación
de dos días ni de tres; no basta que triunfe, la revolución: el pueblo mexicano se-
guirá tan ignorante, supersticioso y enteramente apegado a sus antiguas creencias
y sus antiguas costumbres, si no se le educa. Y la manera de educarlo no es quitarle
la libertad de enseñanza, sino defender la instrucción, como lo ha hecho el ciudadano
Primer Jefe, y a medida que el pueblo tenga instrucción, que la luz penetre a todas
las conciencias, ese día, señores, las costumbres se modificarán y entonces vendrá
efectivament-e la renovación que todos esperamos. El señor Cravioto nos ha dicho
una gran verdad en esta tribuna, y es qUe la educación religiosa no es verdad que se
dé por los curas; no es verdad que se dé en las iglesias. No, señores, es una mentira:
681
la educación religiosa se da en el hogar, y yo vaya presentaros un ejemplo reciente
y que muchos de los señores diputados que están presentes pueden atestiguarlo; el
día que veníamos de México para esta ciudad, venía con nosotTos la familia del señor
diputado Ancona, y entre esa familia venía un niño que tenía cinco o seis años, y él
venía gritando entre nosotros: "No hay Dios, dice mi papá, y yo no lo creo", Si el
señor Ancana en lugar de decirle: "No hay Dios", le hubiera dicho: "Hay Dios",
aquel niño inocente habría dicho: "Sí hay Dios, porque mi papá me lo ha dicho".
De manera que la educación religiosa es la que se da en el hogar. Una última consi-
deración para coneluir, para no molestar a estos diputados impacientes. Vaya haceros
una última ,consideración para que la toméis en cuenta dándole el valor que vosotros
queráis. ¿ Creéis vosotros que mutílando ese derecho precioso del hombre váis a acabar
con los curas? N o, señores; mi distinguido amigo el señor Cravioto nos dijo que a
los clérigos los dejáis vivitos y coleando, y es una cosa muy sencilla que no habéis
tenido en cuenta: que los clérigos nada enseñan; yo os puedo asegurar que de las
escuelas católicas que han existido y existen, no hay el diez por dento que estén a
cargo directamente de los clérigos. El clérigo es por naturaleza flojo. Le gustan
las comodidades; le gusta estar en charla con todas las beatas, tomar el chocolate
a hora oportuna y que le hagan los caldos más substanciosos para poder sostener
esta miseria humana; pero e( clérigo no trabaja; el clérigo tiene quien trabaje por
él; las escuelas católicas han estado a cargo de maestros pagados por ellos; y
mañana, si llegara a triunfar este artículo, que no triunfará, porque estoy seguro de
la sensatez de la Asamblea, todos esos maestros católicos vendrían a protestar que
son los más independientes y más laicos, yesos maestros de escuela pagados por
el clero, seguirían, a pesar de la Constitución, continuando su obra. De manera
que eso es inútil. El Gobierno debe tener cuidado y vigilar las escuelas privadas; que
haga que se respeten las leyes y entonces, señores diputados, tendréis la seguridad
de que surtirá todos los efectos que debe y que el clero no volverá a hacer labor de
obstrucción en contra de las instituciones democráticas ni en contra del Gobierno
de la República.
Señores diputados, no os fatigaré más tiempo; únicamente me permitiré, para
concluir, deciros que el jefe supremo de la revolución ha sabido estar a la altura
de 1a situación en los momentos actuales, sosteniendo la bandera de la libertad con
mano robusta, 'para que a su sombra pueda crecer y desarrollarse el pueblo mexicano
y no vamos, por darno.s el placer de votar el dictamen jacobino, a mutilar uno de los
derechos más ,preciosos del hombre. (Aplausos.)
-El C. presidente, a las 9.15 p. m.: Se levanta la sesión y se cita para mañana
a las eua tro de la tarde.
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13' SESION ORDINARIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITllRBIDE LA MA1'iANA DEL JUEVES
14 DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
A las 4 en punto pasa lista el C. secretario Meade Fierro, resultando una asisten-
cia de 185 ciudadanos diputados. El C. Secretario Truchuelo da lectura al acta de
la sesión anterior. Está a discusión.
-El C. Navarro Gilberto M.: Pido la palabra para una aclaración.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Navarro.
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-El C. Navarro Gilberto M.: El acta dice que la sesión se verificó bajo la Pre-
sidencia del ciudadano Luis Manuel Rojas, y no fue de él, sino del general Cándido
Aguilar. (Siseos.)
-Un C. secretario: Se equivoca el señor Navarro, pues la sesión comenzó bajo
, la Presidencia del ciudadano Luis Manuel Rojas y en seguida, cuando llegó el ciuda-
dano Primer Jefe, siguió bajo la del ciudadano general Cándido Aguilar, y así consta
en el acta.
En votación económica se pregunta si se aprueba el acta. Los que estén por la
afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobada.
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No habiendo otro asunto con que dar cuenta, se prosigue la discusión del dicta-
men relativo al artículo 39 de las reformas ~ la Constitución.
-El C. Nafarrate: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Nafarrate.
-El C. Nafarrate: Supuesto que el reglamento prohíbe contestar alusiones perso-
nales, coartando la libertad de defensa en plena sesión, yo pido que no se cierre ésta
hasta que no se contesten dichas alusiones.
-El C. presidente: Terminado el debate se tomará en cuenta su proposición.
-El C. Navarro Luis T.: Tengó presentada una solicitud a la Mesa.
-Un C. secretario: Por acuerdo de la Presidencia, la solicitud presentada por el
ciudadano Navarro se' reserva para la Asamblea en que se tratarán asuntos internos
de la Cámara, que será en la sesión de mañana; por ese motivo continúa la discusión
del articulo 39. _
685
verdad; os revelarán los sentimientos que albergan, en los que estiman que se basa
la necesidad nacional que hoy traemos al debate.
Se os ha increpado duramente en esta tribuna; se os ha llamado y se os seguirá
llamando a los liberales, exaltados jacobinos; van a continuar amedrentándoos, ha-
ciéndoos presentir un peligro futuro de trascendentales consecuencias; van a desflo-
rar a vuestros oídos esa palabrería parlamentaria sápida a mieles, que envuelve tanta
suspicacia, que encierra tanta sutileza, que guarda tanta finura, y que tan pletórica
se encuentra de sofismas. Con esa palabrería galana, con es floritura de lenguaje
que semeja la finta elegante y gallarda de un estoque florentino esgrimido por hábil
diestra, os van a hacer convencer de que es preciso que la enseñanza futura se im-
parta con entera libertad; os van a convencer de que sois poco patriotas en pretender
desterrar a nuestros eternos enemigos de la instrucción de nuestras futuras razas; en
una palabra: os van a convencer de que el pasado no ha muerto, de que los odiosos
enemigos de la patria y del liberalismo, los frailes, aún pueden continuar su sempi-
terna labor de degradación moral, de obscurantismo, de abyección, de servilismo ...
N o quiero decir con ello que obren con sujeción a principios bastardos o reaccio-
narios, porque conozco a algunos de ellos y les admiro, sintiendo solamente que su
intelectualidad vigorosa, esté al servicio de tan mala causa.
y yo, pobre y humilde, pequeño e 'insignificante, nada parlamentario y nada po-
lítico, vengo a llamar a las puertas de vuestra conciencia, vengo a cumplir la sagrada
misión que me he impuesto, vengo a rogaros vuestra ayuda y vuestra convicción para
sostener con calor el dictamen de la Comisión, tan injustamente atacado y que no ha
sido presentado sino haciéndose eco del sentir general que predomina en esta Asam-
blea. Digo general, señores diputados, porque estimo que la gran mayoría de vosotros
estáis convencidos de esta necesidad, porque la inmensa mayoría de vosotros estáis
ciertos de que es preciso que nuestros hijos se eduquen en principios saludables de
verdad y de ciencia, y no en sofismas abstractos en doctrinas ilegibles y en mentiras
insondables; y digo, por fin, que es el sentir general, porque muchos de vosotros, de
los que vais a atacar ese dictamen, lo hacéis contra vuestra propia convicción.
N o creáis, por lo que digo, que defiendo el dictamen presentado por la Comisión
por el solo placer de atacar el proyecto de nuestro Primer Jefe, no, ataco ese proyecto
por él presentado, porque aun en el ánimo de nuestro Ejecutivo está el concepto de
que debe desaparecer para siempre esa oprobiosa tiranía, que ha envilecido por tantos
siglos a la raza mexicana; que debe desaparecer para siempre esa degradante in-
fluencia que al través de tantos siglos de sufrimientos y de lágrimas han ejercido
sobre las masas ignaras esos inquisidores terribles de la conciencia humana, esos
eternos explotadores de los secretos del hogar, esos inmundos y falaces murciélagos
que han abatido todas las frentes, esos asquerosos pulpos que han absorbido para sí,
no sólo la riqueza, no sólo la idea, no sólo la fe, no sólo el sentir, sino también la
acción, también el impulso, también la luz, también la verdad ...
Los que sois padres de familia, los que conmigo y la revolución, mil veces ben-
dita, habéis soñado para nuestros hijos verlos libres de los prejuicios de nuestros an-
cestros; los que habéis anhelado la creación de una raza nueva, fuerte, vigorosa, sin
bajezas ni servilismos, sin temores y sin dudas, sino con el concepto firmísimo de la
libertad de criterio, de la autonomía de carácter, de la verdad y de la ciencia, a vos-
otros me dirijo: ¿ Gustáis que el sacerdote continúe siendo el amo y señor de vuestros
hogares? ¿ Gustáis que continúe ejerciendo su labor de retrogradación y que continúe
traficando con los secretos del hogar y poniendo en juego su falaz labor, que sólo
tiende a hacer que nuestros hijos se embrutezcan moralmente, que sean indignos, que
sean traidores? . . '
Si tal gustáis, revolucionarios mis hermanos, os diré ¿ Qué se hizo de la sangre
que hemos derramado en los campos de batalla? ¿ Creéis que las innúmeras víctimas
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sacrificadas en aras de nuestra libertad no claman una justa venganza? 1. Qué se
ha hecho ese pendón libertario que enarboló la firme diestra de ,nuestro patricio Ma-
dero y que recogió posteriormente nuestro digno gobernador de Coahuila? 1. Qué se
han hecho, en fin, los esfuerzos inauditos que hemos puesto en juego p~a reconquis-
tar nuestra autonomía moral, social y política?
Al llamar, como lo hago, con la voz de la convicción, con el clamor de un deber
a vuestra conciencia, os digo, señores: estamos legislando para el porvenir, nosotros
tal vez no recibamos el fruto de nuestra labor; pero si queremos ver a nuestra patria
feliz y fuerte, si queremos que esa amada matrona que tanto ha llorado por la muerte
de tantos de sus hijos, enjugue su llanto. y viva feliz, sin temores por el porvenir,
hagamos en estos momentos solemnes, en este gran día para ella, una labor reivindi-
cadora, hagamos la labor de un hábil cirujano que extirpe de u'i-ta vez para siempre
la gangrena que la corroe; si queremos nosotros, señores, que nuestras razas futuras
llenen las aspiraciones que anhelamos nosotros, si queremos que lleven la savia vigo-
rosa de la verdad en su mente y por ella rijan siempre sus menores actos, ayudadme a
destruir esas escuelas católicas, que no son otra cosa que fábricas de frailes, en donde
se acapara de una vez para siempre el pequeño espíritu, la conciencia, la razón, en
donde desde pequeño se enseña al hombre a ser hipócrita, a ser egoísta, a ser falaz,
a ser mentiroso; ayudadme a destruir esas escuelas católicas, en donde se sentencia
desde temprano a la niñez a llevar una vida de degradación, de dudas, de obscuran-
tismo, de miseria moral.
N o entreguemos a esos pequeños brotes del árbol de nuestra vida, a la corrupción
. y a la podredumbre; no entreguemos los futuros hogares de nuestra patria a la ruina,
a la explotación inicua de e'sos buitres insaciables que se llaman frailes ...
Os decía, señores, que este es un gran día para mi patria, y un gran, día para la
revolución.
Os decía que las campanas de la colonial Querétaro doblan a muerto; os decía
que el histórico Cerro de las Campanas, que vio sucumbir ya una vez el poder del
partido conservador, siéntese hoy acariciado por uná brisa redentora que le lleva el
hálito fecundo en ideas de nuestra revolución, porque ve tremolar nuevamente el es-
tandarte de gloria de la verdad; porque ve la reconquista de la libertad con el dere-
cho, mientras que, con su largo cortejo de crímenes y de miserias, se inhuma para el
futuro la ignorancia, la degradación, el servilismo que para embrutecer a los hombres
ha puesto siempre en juego ese partido que hoy sucumbe, el partido clerical ...
Hubiera querido, señores diputados, hacer abstracción de todos esos puntos toca-
dos por nuestros oradores al -referirse al liberalismo, y especialmente de todos los
ataques que se le han dirigido en esta tribuna; pero s.in atacar a nadie, voy a decir
la verdad, puesto que de verdades se trata.
No hubiera querido referirme al brillantísimo discurso del señor licenciado don
Luis Manuel Rojas, persona que me merece la más profunda admiración y respeto por
su erudición, por su honradez y por su valor civil nunca desmentido; pero surge una
duda en mi espíritu, y es que en su brillante oratoria no ha quedado manifiesta la
verdad. Habéis oído que os ha dicho que el proyecto de la Comisión está encajado en
todo en el proye~to de nuestro Primer Jefe; y la duda que ha nacido en mi espíritu,
como he dicho, es que no veo que quede realizado el ideal soñado por los revolucio-
narios y que encarna el proyecto de la Comisión. No queda absolutamente desligada
de la instrucción de las escuelas particulares, la enseñanza de la religión, puesto que,
estableciéndose en el artículo 39 del proyecto la libertad de enseñanza y al obligar
lisa y llanamente a los niños mexicanos a concurrir a las escuelas públicas o particu-
lares hasta la edad de diez años, no se desliga la enseñanza religiosa en la instruc-
ción que se imparta en estas últimas, pues aun cuando la fracción relativa del artículo
27 exceptúa a las corporaciones religiosas o ministros de algún culto, de la direc-
687
clOn, administración y patronato en los establecimientos de enseñanza, es bien sabido
por todos, y sería la primera arma que pusieran en juego nuestros enemigos que
patrono, director o administrador es distinto cada uno de ellos de preceptor, en una
palabra, de maestro. (Aplausos.)
"El partido católico recoge la bandera del partido liberal", dice el ciudadano Ló-
pez Lira; es cierto, señores, porque el partido católico se viste todas las túnicas; por-
que el partido católico utiliza todas las caretas; porque si se afilió a los nobles y más
tarde al sable bonapartista de Francia, así en México se ha afiliado a todas las causas
bastardas para seguir adueñándose de to.das las actividades; porque el partido conser-
vador ha agotado todo su vestuario de arlequinescos disfraces y ha esgrimido todos
los pendones; porque hoy, en fin, por razón de inercia, ese partido nefasto está colán-
dose insensiblemente entre nosotros, está absorbiendo ya la convicción vacilante de
muchos de los nuestros, porque hoy se está declarando por esa misma razón de iner-
cia de que hablaba, constitucionalista, cuando más bien podríamos llamarle como yo
le titulo: artista, malabarista, contorsionista y equilibrista, y hoy, por desgracia,
carrancista. (Aplausos.)
Nosotros los revolucionarios, los que h(:mos expuesto la vida en los campos de
batalla, como dice el ciudadano Macías, no encontramos en nuestro talento exiguo,
una medida redentora para salvar a la patria como él, cuando pronunciando la frase
de Arquimedes, como la utilizó el ciudadano Luis Manuel Rojas, exclama: ¡eureka!
¡Ya lo encontré!
No, señor licenciado, no nos convencéis; nosotros, los revolucionarios de fe no
aceptamos transacciones propias de curiales para defender una mala causa; no pre-
tendemos, como vos, corregir el mal con el mal mismo, vamos cara a cara, paso a
paso al peligro; y así como ayer derribamos un poder dictatorial, hoy votamos una
ley que derribe y sepulte en el polvo y para siempre la columna vacilante del poder
clerical. (Aplausos.)
Respetamos, es cierto, los compromisos de la revolución, puesto que es nuestro
deber; pero señalamos a nuestro digno Primer Jefe, que no puede poner un solo ins-
tante en duda nuestra lealtad, el peligro para el futuro, porque ponemos una vez más
el dedo en la llaga, teniendo la firme creencia que hay que evitar, antes que verse en
la precisión de corregir.
Y que no se nos diga, señores, que si votamos a favor del proyecto de la Comisión
no estamos del lado del Primer Jefe, como lo ha dicho el ciudadano licenciado MacÍas,
porque no es cierto; he dicho ya que en la convicción íntima del mismo Primer Jefe
está la necesidad absoluta de que se reforme ese artículo, que tantos males ha cau-
sado y que, si permanece como éstá, seguirá causando al país; que no se nos diga
tan grande aberración, señores revolucionarios, porque el mismo Primer Jefe nos ha
visto serenos e inmutables a su lado en los momentos de peligro y hoy nos ve en los
momentos de prueba estrechados en su torno, para salvar no ya un Gobierno, sino
toda una serie de Gobiernos futuros; no ya una raza, la actual, sino una serie inter-
minable de razas que amamantará con su seno albo y pletórico de fecundante savia,
esa virgen morena que se llama Anáhuac. (Aplausos.) •
Y que no se nos diga, en fin, señores, que el proyecto es obra exclusiva de nues-
tro digno Ejecutivo; porque no es un secreto para nadie que uno de sus principales
autores ha sido el licenciado Macías, y tal parece, a mi modo de ver, una·' intransi-
gencia, defender a capa y espada lo mucho que hay en dicho proyecto de sus propias
ideas. (Voces: ¡No! ¡No! ¡Sí! ¡Sí! Murmullos.)
Y bien, señores diputados; habéis oído la vigorosa frase del ciudadano licenciado
Macias, recalcando con manifiesta fruición un peligro futuro internacional; le habéis
visto juzgando ~uestra actitud y ridiculizándola, con su caricatura funambulesca en
comparación con la caricatura extranjera; le habéis visto atacar rudamente a la Co-
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misión, haciéndola, o pretendiendo hacerla causante de eSCiSIOnes, de haber sembrado
el fuego en nuestro seno; le habéis visto emplazarla ante la Historia para responder,
quizá desde el sepulcro, de las desastrosas consecuencias, según sus frases textuales,
que pueda traer el que la Asamblea vote por su dictamen; y yo a mi vez os digo,
señores diputados, que es ilusorio ese peligro con que pretende cultivar nuestra ima-
ginación; que es ilusorio ese peligro que pretende patentizarnos; el peligro está más
bien en dejar que los nuevos hombres, que los nuevos gobernantes de nuestra patria,
tengan los mismos prejuicios que han dominado a nuestros ancestros y aun a nos-
otros mismos; porque si salvamos esas bases, porque si damos, como es nuestro deber,
nueva orientación y nueva vida a sus actos, entonces evitaremos que haya traidores
en ella. Se nos asusta, señores, con el eterno coloso, con el espectro legendario, con el
fantasma de ese peligro; y os digo, señores, que es hasta incons~cnente esa actitud,
puesto que pone por inferencia en duda la firmeza de convicciones de nuestro Eje-
cutivo y la lealtad y patriotismo de la raza mexicana, sin que hasta ahora hayamos
desmentido esa firmeza de convicciones, ni de un modo total hayamos visto tampoco
desmentida la lealtad y el patriotismo de nuestra raza.
Ya que de colosos se trata, os diré mi convicción, señores intelectuales, los que
véis un peligro: así como -la célula al llegar a su límite de crecimiento se segmenta;
así como la cuerda al llegar a su límite de tirantez se rompe, así tendrá que segmen-
tarse y que romperse ese poder; yo os lo vaticino; así tendrá que suceder en el futu-
ro. ¿Cuándo? No importa ... ¡quién sabe 1 Ojalá que todos nosotros pudiésemos pre-
senciarlo; pero sucederá... y si no, decidme, señores intelectuales: ¿ qué se hizo el
poderío de Roma? ¿ Qué se hizo la tremenda absorción de Francia? ¿ Qué se hizo
la gigante dominación española? Sólo os digo, señores, recordando colosos, que un
hombre solo derribó y redujo a polvo a otro coloso, el de Rodas, que amenazó por tan-
tos siglos con su inmensa mole que parecía desplomarse, a las pequeñas naves que
cual blancas gaviotas surcaban las ondas por bajo sus pies.
Convenceos, señores diputados: las buenas causas se defienden por sí solas, no
necesitan el gasto tremendo de materia gris que tanto han derrochado nuestros inte-
lectuales, no necesitan más que la convicción firme y fiel de un principio glorioso; y
la actitud que hoy asumen nuestros prohombres en la política, en verdad, señores di-
putados, me hace sentir que la causa que defienden, no es la causa del pueblo, no es
la causa de la revolución, no es la causa de la patria en el futuro. (Expectación. Mur-
mullos.)
Vaya concluir ya, señores diputados, diciéndoos una verdad que yo siento allá
en lo Íntimo de mi pecho, verdad que más bien va dirigida al ciudadano licenciado
Macías: no existen, señor licenciado, dos partidos en la Cámara, no; buscad las cau-
sas, no en las causas mismas, con vuestra profunda sapiencia, con vuestra honda pe-
netración; juzgad, no los hechos, sino los hombres. La verdad es esta: La Conven-
ción de Aguascalientes fracasó, porque tuvo en su seno un hombre intrigante y am-
bicioso que más tarde fue un traidor ... ¡Angeles! Entre nosotros tenemos también
uil 'ave. negra que con careta de revolucionario intriga y ambiciona sin limitación ...
¿ su nombre? .. Excusadme de referirlo, no hace al. caso. .. En la conciencia de to-
dos vosotros está que su sola presencia en este recinto ha sido la causa de la forma-
ción de dos bloques, señor licenciado, y no dos . partidos como vos decís, porque no
reconozco yo otro partido en esta sala, que uno solo: el partido revolucionario. (Aplau-
sos nutridos. Murmullos.) Vos mismo podréis convenceros consultando aisladamente
el sentir de una gran mayoría; ella os dirá, como yo os digo, que si ese elemento no
existiera, desaparecerían, no los odios, no la fricción, no el antagonismo, como vos.
decís, señor licenciado Macias; sino la prevención.
Ellos os dirán que siendo todos revolucionarios y defendiendo un bien común, el
de la patria, nos veríais a todos unidos en estrecho lazo: intelectuales y no intelec-
689
tuales, pobres y ricos, liberales radicales y moderados, porque a muchos nos falta la
erudición y el talento que vosotros poseéis y que tan necesario nos es para lograr en
esta época suprema el mayor bien para nuestra querida patria. Ellos os dirán que
ven con dolor y con tristeza que los hombres de verdadero talento, los hombres de
altísima erudición se hallen separados de nosotros; que se encuentren alejados por
sus ideas; y esa asociación entre el que sabe y el que no sabe cuando tiene por mira
un bien nacional, daría mayor lusb.:e y brillantez a nuestra labor.
Ya para concluir, revolucionarios mis hermanos, excusad mi lenguaje, intempe-
rante quizá, porque lo dicta la rectitud de un principio, porque lo dicta el concepto de
un deber; no os traigo la floritura hennosísima del galano decir; sino os traigo la
voz de la juventud liberal de mi patria, que hoy espera de vosotros todo lo que le
es dable esperar; que os excita a que permanezcáis firmes en vuestraS convicciones,
que son la salvación de un pueblo, de una patria, de esa patria que hoy ve aclararse
su horizonte con una alborada de redención; que hoy toma su lugar en el concierto
de los pueblos cultos, de los pueblos libres, de las grandes naciones.
Pennitidme que deje impreso este dilema en vuestra conciencia, como lo está en
la mía:
¡ Obscuridad, o gloria!
¡ Fuerza y poderío, o abyección! ¡ Ignorancia y servilismo para las razas futuras!
¡ Independencia o yugo moral!
Aquí revolucionarios, todos unidos, formando con nuestros corazones un solo mo-
numento de gloria; aquí, en este memorable día, digamos al caudillo glorioso de nues-
tra revolución triunfante, como alguien dijo al inmortal Juárez: ahora o nunca, ciu-
dadano Carranza. (Aplausos.)
Finalmente, señores, para dar un mentís a los que dicen que no estamos' al lado
del ciudadano Primer Jefe, con una sola voz, con un solo aliento, fuerte, vibrante,
sincero Y: vigoroso como un huracán que pasa, como el eco de un torrente que se des-
peña y como el hálito de un aquilón que se desata, como el fragor de una tormenta
tempestuosa, con el clamor imponente de un pueblo que gime de dolor y de miseria,
decid conmigo, señores, como en épocas felices, como en las épocas de nuestros más
preclaros triunfos: ¡Viva Carranza, revolucionarios! (Aplausos.)
-El C. Nafarrate: Pido la palabra para una moción de orden, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Nafarrate.
-El C. Nafarrate: He pedido la palabra para explicar a la Asamblea que esta-
mos en la sesión de derechos, de derechos individuales, y estamos discutiendo, nos
hemos salido, o se han salido, mejor dicho, los señores oradores, del orden de la sesión
expositiva o representativa de la República, niás bien de la primera magistratura de
la nación -que es la única que tiene derecho para venir a la Cámara de Diputados-,
la suspensión o restricción de garantías que la misma tiene el derecho de conceder.
Estimo en la parte declaratoria, que es la de las garantías individuales, que de-
clara a México libre (Siseos), porque declara a México libre y de restricción de esos
derechos (Siseos) que el pueblo declara por su propia iniciativa libre y soberana,
es la parte representativa del Ejecutivo de la Unión, el Ejecutivo de la Unión para
informar su política (Siseos), es el único que puede pisar esa tribuna para decirnos:
yo necesito para sostener esta polémica, se supriman estas garantías, y no venir a
invadir, señores oradores, el lugar del primer magistrado_de una nación para decir
de una manera particular (Siseos) a las ideas. Las ideas se sacrifican, señores. (Vo-
ces: ¡No! ¡Nol) como nos sacrificamos todos los soldados. (Siseos. Risas.)
Yo estoy dispuesto a justificar que los señores diputados están invadiendo el lu-
gar del Primer Jefe, del primer magistrado de la nación, que es el único que puede
pedirle al Poder Legislativo si es de concederse o no la supreSlOn de garantías, en
total o en parte, porque estamos en la sesión declaratoria en que se dice que el hom-
690
bre es libre. (Risas. Siseos.) Pido, señor, que se considere mi dicho, porque se está
invadiendo el honor de los hogares.
691
ventilados edificios modernos que las abriguen, por el valor de sus maestros y el
tratamiento democrático de los alumnos.
Yo vengo a sostener enérgicamente el espíritu de liberalismo puro que contiene
el artículo 39 propuesto por don Venustiano Carranza y a impugnar, con no menos
energía, la fórmula jacobina, decididamente sectaria, que presenta la Comisión dic-
taminadora.
A propósito de jacobinismo, me viene a la mente la figura altiva de aquel asceta
exaltado, aquel celebérrimo desequilibrado que subyugaba las masas con su dema"-
gogia; el incorruptible Maximiliano Robespierre, cuyo ideal y propósito fue el de
decapitar a todos sus conciudadanos, tirios y troyanos, amigos y enemigos de la
revolución, pues en su cerebro anormal él era el único que se consideraba inmaculado.
:{tecordad sus terribles leyes ~por fortuna bien efimeras~ y tened presente su
fin trágico. A ese resultado esta honorable Comisión, integrada por revolucionarios
de gran valor y por convencidos patriotas, nos orienta inconscientemente.
Si cada artículo de la Constitución se aprueba con el espíritu, las tendencias
y el significado del artículo 3Q propuesto por la Comisión, habremos hecho una
Constitución de un jacobinismo rabioso.
Contra esa Constitución sectaria y para unos cuantos, se levantaría una nueva
revolución que llevaría por bandera la grandiosa Carta Magna de 57.
Hemos venido aquí, no para cambiar los principios liberales del 57, sino para
añadir en el mismo espíritu las adiciones necesarias que ha propuesto el ciudadano
Primer Jefe, por ser inminentes necesidades del pueblo mexicano.
Examinemos detenidamente el artículo 39 de la Comisión: comienza por asen-
tar que habrá libertad de enseñanza, y a renglón seguido se contradice, pues no se
sujeta a hacer una pequeña limitación en bien de la comunidad, sino que obliga
que la enseñanza oficial y particular sea laica; y va más allá, impidiendo que una
corporación religiosa funde escuelas -sean éstas laicas o no--, y no contento aún
con todas estas violencias a la libertad de enseñanza, llega a la última de las exa-
geraciones, imposibilitando a los miembros de sociedades religiosas, aunque no sean
ministros del culto, para que enseñen en cualquier forma que sea.
Como ven sus señorías, se coartan los más elementales derechos del hombre:
el de enseñar y el de aprender lo que se. desee.
Permitidme que traiga a esta tribuna los cerebros preclaros que dirigieron la
contienda de las libertades en el país más demócrata del mundo: la República
Francesa.
Los que en la larga lucha en que reivindicaron los derechos del hombre fueron
los titanes, lo.s apóstoles y los profetas, ellos vendrán aquí a impugnar el estrecho
criterio de la Comisión. Mirabeau, el genio protector de la Asamblea Constituyente,
el que levantaba los ánimos en los momentos más desesperados de la caída inmi-
nente y del fracaso de la. Representación Nacional; e~ que con tempestuoso gesto
increpó al representante del rey, que pretendía subyugar al Congreso con esas histó-
ricas palabras: "Aquí no tenéis vos, ni sitio, ni derecho de hablar ... Id a vuestro
amo y decidle que estamos aquí por la voluntad del pueblo y que sólo las bayonetas
podrán arrancarnos de nuestro sitio". Mirabeau, el iluminado apóstol de la idea,
vidente y profético, previó que en algún sitio del mundo se atropellarían los dere-
chos del hombre. Hoy, que se pretende violar uno de ellos, el más sagrado, que
estas sus palabras iluminen: "Todo hombre tiene derecho de enseñar lo que sabe
y de aprender lo que no sabe. La sociedad no puede garantizar a los particulares
de los errores de la ignorancia, sino por medios generales que no perjudiquen a la
libertad."
Ahora el eminente educador Condorcet os habla: "Ningún poder público puede
tener la autoridad de impedir el desarrollo de las verdades nuevas, la enseñanza
692
de teorías contrarias a su política y a sus intereses momentáneos u • El afto nI de la
revolución francesa, se agregó al artículo de la libertad de enseñanza el siguiente
inciso: "Los ciudadanos tienen el derecho de formar establecimientos particulares
de educación y de instrucción, lo mismo que sociedades libres para concurrir al
progreso de las ciencias, de las letras y de las artes."
Señores, esos principios que costaron tanta sangre, esos principios que hizo
patente la revolución francesa y que se han impuesto en todos los países civilizados,
Uno de ellos, el más grande, el de la enseñanza, el derecho elemental de aprender y
de enseñar, se viola en el artículo propuesto por la Comisión. Napoleón sí creyó
que se debería dejar toda la educación al Estado; pero era para que el Estado
inculcase a los niños su sostenimiento; su frases son estas: "En el establecimiento
de un cuerpo enseñante, mi objeto principal es tener un medio de dirigir las opi·
niones políticas y morales. Mientras no se aprenda desde la infancia si se debe ser
republicano o monárquico, católico o religioso, el Estado no formará una nación,
reposará sobre bases inciertas y vagas y será constantemente sujeta a desórdenes
y cambios."
Si no conociera la honradez de la Comisión, si no conociera que está presidida
por uno de los más ilustres revolucionarios convencidos y liberales y sí no cono-
ciera también al ciudadano Primer Jefe, el gran demócrata, que va a entregar todas
las facultades extraordinarias que se le confirieron, vendría yo a protestar con toda
mi energía contra el dictamen, porque sería sospechoso de que se tratase de hacer
un monopolio en la enseñanza y en las conciencias para asegurar a los tiranos en
el poder.
Ahora bien, señores; yo estoy de acuerdo en que la enseñanza primaria debe
ser laica; en 10 que no estoy de acuerdo es en la manera de conseguir ese fin. La
Comisión desea que el Gobierno se imponga en todas las escuelas particulares y
clausure de un golpe las sostenidas por corporaciones religiosas. Esto es sencilla-
mente un atentado infame contra la libertad de enseñanza. Y, sin embargo, la escue-
la primaria -todos estamos de acuerdo- debe ser laica; así es que en lo único que
diferimos es en el procedimiento que debemos seguir para obtener esa laicidad en la
educación primaria. Yo os propongo una medida menos radical; pero que en cambio
no aparece como una violación a la libertad de enseñanza y una prohibición arbi-
traria a las sociedades religiosas. Y es esta: que el Gobierno sea el único que im-
parta la educación primaria y que el Poder Legislativo sea el qUe decrete el plan
de estudios. Se me dirá que de esta manera se está violando igualmente la libertad de
enseñanza. No, señores; se instituye una nueva obligación a los mexicanos, y esto
en bien de la comunidad, como el servicio militar obligatorio, la obligación de asistir
todos los niños de seis a doce años a las escuelas primarias oficiales. Es difícil
darse cuenta a primera vista de los grandes beneficios que esta determinación aca-
rrearía. Sería la gran escuela de la democracia, porque el niño rico desde que se
cerciora que viste de seda y tiene maestros dedicados exclusivamente para él y para
los de su clase, empieza a engendrar ese sentimiento aristocrático, ese orgullo y
desprecio hacia el pobre; y el niño pobre igualmente engendra la envidia y odio por
el rico; mientras que si pobre y rico frecuentan la misma escuela, mucho aprenderán
el uno del otro, se respetarán y, lo que es más, crearán esa Igualdad y esa Fraternidad
que tanto necesita nuestro país. Se me objetará que el Gobierno no tiene fondos
suficientes para fundar las escuelas necesarias en todo el territorio nacional y poder
acomodar a todos los niños de la República. Pues bien, señores; el articulo 39 dirá
que: "el Gobierno debe impartir la educación primaria", establecerá así una obliga-
ción, toda una política basada en su principal deber: difundir la enseñanza. Mientras
a un pueblo no haya llegado la escuela oficial, seguirán las particulares ya establecidas.
693
Pero el Gobierno, en lugar de gastar sus presupuestos en teatros nacionales y pala-
cios legislativos suntuosos y tantas otras mejoras materiales no indispensables, dedi·,
cará todo su empeño a instalar escuelas y mejorar el profesorado.
Señores, yo vengo a proponeros una redacción al artículo 39: "La enseñanza es
libre; el Gobierno debe impartir la instrucción primaria, gratuita y obligatoria, de la
edad de seis a doce años", y voy a sostener mi proposición.
En el primer inciso se guarda la forma tradicional de la Constitución de 1857: "la
enseñanza es libre". A renglón seguido, en el inciso siguiente, no se contradice la li.
bertad de enseñanza, se dice: "el Gobierno debe impartir la educación primaria, que
será laica, gr:1tllita y obligatoria". En el primer inciso se dice: "la enseñanza es libre",
es decir, el derecho elemental de enseñar, lo que hace la prensa, lo que hacen los
conferencistas, lo que se hace en el hogar, enseñar lo que se sabe; en el segundo inciso
se usa la palabra "educación", que ya es un desarrollo de las facultades intelectuales,
morales y físicas y ya implica un sistema. El Gobierno debe impartir la educación.
que será laica, y en eso yo creo que todos estamos de acuerdo. El Gobierno no debe
inmiscuirse en las religiones; las desconoce y no hablará en la cátedra de ellas.
Gratuita, es natural que sea, señores, porque uno de los pretextos, una de las razo·
nes de que ~l pueblo mexicano no tenga educación suficiente, es que carece de los
elementos económicos necesarios para adquirir dicha educación; así es que es debe!'
del Gobierno impartirla. Debe ser también obligatoria, porque así como se va a im-
plantar el servicio militar obligatorio en la forma de guardias nacionales, así como el
individuo sacrifica una de sus libertades por necesidad de la comunidad, así igualmente
deberia hacerse ese sacrificio de los seis a los doce años por la instrucción. Solamente
voy a leer el artículo de la Constitución de Suiza, que trata sobre la enseñanza, dice:
"Los cantones suministrarán la instrucción primaria, que debe ser suficiente y puesta
exclusivamente bajo la dirección de la autoridad civil. Ella -la enseñanza- es obli-
gatoria y en las escuelas públicas gratuita. Las escuelas públicas deben poder ser fr~
cuentadas por los fieles de todas las religiones, sin que sufran de alguna manera
en su libertad de conciencia o de creencia". Este es el artículo de la enseñanza en la
Constitución de uno de los países más civilizados del mundo, el más democrático y el
más adelantado en instrucción.
En otras palabras: es la misma forma que yo, respetuosamente, someto a vuestra
consideración: la enseñanza es libre, el Gobierno debe impartir la educación prima-
ria, que será laica, gratuita y obligatoria, de la edad de seis a doce años.
-El C. Nafarrate: Pido la palabra para otra moción de orden. (Murmullos. Siseos.)
Si hayo no libertad para que todos esos argu'mentos pasen al artículo 27, donde se
pueden restringir las libertades que se declaran en ~l artículo 39
694
ocaslOn en que se oye a un representante de ese puñado de indios. Vengo en su repre·
sentación, y mis labios se mueven, no por lo que mi corazón siente, no por lo que mi
cerebro piensa. N o, señores, es porque mis indios, mis representados, así lo han sen·
tido, así lo han querido; es la primera vez que se oye a ese grupo de indios, es la pri·
mera vez que por boca mía va a ser oído.
Ayer me sentía más fuerte, digo más fuerte, señores, porque me sentia al lado
del ciudadano Primer Jefe, porque cuando ayer vi al ciudadano Primer Jefe, lancé
un hosanna augusto. ¿ Por qué? Porque antes había pedido una poca de más fuerza,
mejor dicho, algo que me viniera a ayudar; levanté los ojos al cielo de mi patria y
al primero que vi y al primero que llamé fue al indio de Guelatao, paisano mio.
(Aplausos.) Y la patria me oyó, señores, y a muy pocos pasos míos se encontraba
su genuino representante: el ciudadano Primer Jefe del Ejército Constitucionalista,
en el cual se encuentran sintetizados todos los deseos de ese pueblo que, unido al
mío, al pequeño grupo de individuos forman la nacionalidad mexicana.
Ya recuerdo, digo mal, no quiero engañar, había leído algo y ese algo lo vengo
a decir ahora: leí a Víctor Hugo en "El Hombre que Ríe", y hoy vengo a decir a
ustedes lo que sobre el particular he pensado; es decir, oigan de mis labios las fra·
ses hermosas que Víctor Hugo pusiera en el payaso protagonista de "El Hombre que
Ríe", al dirigirse al parlamento inglés y decirle: "i mUores! ... " N o quiero repetir·
lo, porque todos ustedes lo saben; vengo a deciros únicame:pte: ~~Señores diputados,
aún existe el indio, por él vengo a hablar; y a ese respecto y tratando yo de obtener
mayor acopio de ideas para que esas ideas me sirvan en el transcurso de mi perora·
ción, recuerdo lo que el señor Palavicini dice en una de sus obras que· se llama "La
Patria por la Escuela". Dice así en uno de sus capítulos que lleva por nombre: "Jnte·
rrogatorio de Mr. Rernard Gallan". "En la enseñanza primaria, las dos terceras partes
son de mujeres, la mujer que ha despertado intelectualmente, tiene por profesión
ilustrar la inteligencia y educar el corazón de las niñas, ha merecido siempre nuestro
respeto y nuestra veneración; las niñas de hoy son las madres de los ciudadanos
de mañana."
Hermosas frases, señores, divinas frases si cabe el concepto; no he fo'rmado
parte de ningún bloque ni de ningún grupo; desconozco si éste existe y repito
nuevamente, señores, cuando supe que aquí se trataba de libertad, yo que he visto
a los indios siempre sujetos, me he considerado feliz, porque considero que hoyes la
primera vez qUé tengo libertad de hablar. Por eso cuando supe que era libre, no
quise venderme a ningún amo, quise venir aquí libre de prejuicios, completamente
libre de pasiones, diciendo lo que siento, diciendo lo que sé, diciendo lo que he
vivido, lo que he sentido y lo que he pensado sobre el particular, señores diputados.
Por consiguiente, todos los individuos que se encuentran aquí reunidos me son
desconocidos absolutamente, salvo muy pocos, y esto se explica perfectamente, dada
la situación que ha tenido el Estado de Oaxaca. Al señor Palavicini, al señor Macías,
al señor Ugarte y algunas otras estrellas (Siseos.) cuyos nombres perdurarán por
siglos y siglos en la patria de México (Siseos prolongados.) no los he conocido,
señores (Siseos.); si, señores, lo digo con franqueza: he leído en una obra de mine-
ría los hermosos discursos del señor Macías; esos me han inspirado, en ellos he
aprendido, nadie me lo pued"e negar, porque sé que es la verdad. Mi discurso, señores,
no tendrá las frases elocuentes de los que antes han ocupado la tribuna, carezco
de ese don. Señores: únicamente hablará por mi boca, como dije antes, un puñado de
indios, mis representados, y mi palabra será quizá burda; pero dirá la verdad, y creo
que no me equivocaré, y antes de principiar, señores, para que se vea que no
traigo ningún compromiso, voy a decir dos palabras únicamente: he sido ,forjado
a golpes de corazón; yo he sido indio; me he -levantado de, entre ellos y hoy me
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siento muy orgulloso de venir por vez primera a dirigiros mis palabras muy verda-
deras y muy sinceras a todos vosotros, representantes de la República Mexicana.
Voy, por fin, a entrar en materia, señores. Quiero hacer un relato histórico muy
corto. (Siseos.) No os impacientéis, señores; tal como lo aprendí en la escuela,
tal como 10 aprendí de labios de mi padre, que fue un luchador. Sabido es de todos
vosotros la influencia maléfica que el clero ha desplegado; en vosotros palpita esa
idea, en todos vosotros Que han sido unos como amigos del ciudadano Primer Jefe
y otros como luchadores al lado de él, todos luchadores, todos deseosos de conquistar
las verdades de ese pueblo para librarlo de toda esa influencia maléfica que el clero
ha desarrollado; únicamente voy a hacer un relato pequeñísimo de los puntos que
creo yo más interesantes y que en estos momentos son los siguientes: el clero, vién-
dose perdido de su poder temporal, de sus inmensas riquezas, y sobre todo, viéndose
separado del Estado, no ha qu~rido, no ha _deseado otra cosa, no obstante las muchas
libertades que se le han concedido, no ha querido otra cosa sino hacerse del poder
espiritual, es decir, en una palabra, ha tratado de restaurarse en todas y cada una
de aquellas pasiones en que ha podido hacerlo, y la historia lo está demostrando, y
yo hablo con la historia.
En efecto, llaman de España a uno de los descendientes de los Barbones para
regir los destinos de México independiente; exaltan al trono con el pomposo título
de emperador a Agustín de Iturbide; preparan una de las páginas más tristes y más
dolorosas que registra nuestra Historia Patria, en la cual figura en primer término
el ya maldito que en aquella época se llamara Antonio López de Santa Anna. ¿ Y
qué tenemos como consecuencia de ese Gobierno nefasto de Santa Anna? En primer
lugar, este señor se opuso a la consumación de las reformas de 1824; tenemos en
seguida la pérdida de Texas, la guerra de N orteamérica, la guerra de los polkos, las
bases orgánicas de 12 de julio de 184:~, el plan del hospicio, como consecuencia del
cual se cerraron por mandato de su alteza serenísima, Antonio López de Santa
Anna, los colegios todos de la República y se impidió la importación de libros.
Tenemos asimismo, debido a la influencia del clero, la disolución del Congreso
la noche, del 17 de diciembre de 1857, debido al soplón que un fraile daba en el oído de
la madre de Ignacio Comonfort. Ignacio Comonfort, débil, creado en la escuela clerical,
disuelve el Congreso. N o me quiero referir' a las épocas actuales, porque son perfec-
tamente conocidas; únicamente quiero hacer hincapié en el crimen más horrendo
que hayan cometido: la guerra de tres años; con eso digo todo. ¿ Quién fue el prin-
cipal actor en esa ocasión? El clero, como 10 ha sido siempre y lo seguirá siendo si
le damos libertad; y no debemos permitir, señores, que se repitan esos hechos, no
debemos ser débiles, no debemos imitar a nuestros constituyentes de 57; mentira,
señores, como ha dicho alguno de los oradores que me precedieron, que en el
Congreso Constituyente de 57 había un gran número de jacobinos; no, señores, y la
prueba la tenemos en esto, en que cuando se discutió el artículo 39, sólo uno hizo
uso de la palabra, y se aprobó por un número aplastante de votos; lo que quiere
decir que no había jacobinos en el 57; habría, pero no eran en gran número. Y ahora,
señores diputados, para obtener la libertad individual, la libertad de conciencia, para
obtener la libertad, en una palabra, debemos expulsar de nuestro seno la enseñanza
clerical, debemos no ser débiles, debemos no temer la guerra internacional, debemos
no temer disturbios interiores y debemos ir adonde debemos ir, clara y terminante-
mente adonde debemos ir, adonde la patria nos indica que debemos ir. ¿ Qué haríamos
nosotros aceptando el artículo tal como se nos presenta, es decir, tal como lo presenta
el Primer Jefe? No quiero que se me culpe, no quiero que se me diga que voy en
contra o, mejor dicho, que ataco lo que el ciudadano Primer Jefe piensa y trae
al tapete de la discusión, que quiere él, con muy buena intención y con corazón de
696
verdadero mexicano y liberal. que se acepte por este honorable Congreso. Ya admiro
al Primer Jefe, vuelvo a decirlo; ayer me sentí con miedo; pero después me sentí
con fuerzas, porque estaba muy cerca del representante del indio Juárez: lo admiro,
como lo he admirado siempre.
Como decía, el clero quiere obtener el poder espiritual, y ¿ de qué medios se vale
para ello? ¿ Qué armas son las que esgrime? ¡La escuela, y únicamente la escuela,
señores diputados! Así se nos . muestra el enemigo y así trabajará si nosotros apro-
bamos el artículo como lo presenta el ciudadano Primer Jefe. En efecto, la instruc-
ción religiosa impartida en las escuelas primarias y elementales superiores implan-
tadas por el clero, no eran para otra cosa sino para oponerSe al desarrollo moral
de la sociedad e imponer una moral religiosa, una moral religiosa que va del niño
al adulto, del adulto al hombre, del hombre a la sociedad; y este niño, y este
adulto y este hombre y, por último, esta sociedad, no aceptan más moral que ~ la
moral religiosa, la moral que se les ha enseñado por el clero desde los pupitres de la
escuela. Hacen de un niño un instrumento ciego, cumplen su objeto; hacen del adulto
el mismo instrumento, han cumplido su objeto; hacen del hombre el mismo instru-
mento o quizá más fuerte todavía que los anteriores; han hecho de todos ellos unas
armas. ¿ Qué les importa? ¡han cumplido su objeto!
Se le habla al niño en la escuela católica de libertades; pero se le dice que la
libertad es un poder absoluto -como en efecto lo es-; pero que es un don de Dios
y no nos extrañe, señores, que cuando a este niño, que cuando a este adulto, que
cuando a este hombre les hablemos de libertades, digan que, en efecto, existen; pero
nos anatematizan y anatematizan a la sociedad, y anatematizan al Gobierno, y ana-
tematizan a las libertades y también anatematizan a la ciencia cuando saben que
esas libertades se oponen a los deseos de la religión en que viven y cuando se les
dice que no éS don de Dios, sino que está en la conciencia de todo un pueblo; y,
¿ estos son los hombres que vamos a crear para mañana? ¿ Estos son los patriotas?
¿Estos serán los verdaderos ciudadanos? No, señores; estos serán los eternos ene-
migos de las libertades públicas, estos serán los eternos retrógrados, y nosotros no
habremos hecho otra c9sa que decirle al enemigo: entra, entra y entra más; y aquí
estamos nosotros para armar revoluciones cada vez que tú trates de levantarte,
que aquí habrá patr}otas en cada ocasión y en cada vez que tengamos revoluciones
más o menos gloriosas, como la revolución constitucionalista encabezada por el Pri-
mer Jefe. No debemos procurar que la historia se repita, señores; quitemos de una
vez el mal y arranquemos el virus ponzoñoso que nos aniquila, que nos debilita.
Decia alguien, al refutar el dictamen 'de la Comisión, que debía ser en el sentido
indicado, es decir, aceptándolo como lo presenta el Primer Jefe y que en ese caso
no retrogradaríamos, puesto que el Estado es el competente para enseñar y, por
consiguiente, a cargo del Estado está la educación de la niñez; creo que el señor
Cravioto 10 decía, y yo digo esto: si el señor Cravioto nos ha dicho que el Estado
es a quien está encargado de una manera muy directa la instrucción, la dirección de
la niñez, es porque el señor Cravioto cree y siente que todos nosotros creemos y sen-
timos: que ya estamos aptos para ejercer nuestras libertades, que ya estamos aptos
para implantar nuevas reformas; que no debemos estar con los temores de los cons-
tituyentes de 57. Refiriéndome al señor Luis Manuel Rojas, dice y confiesa de una
manera clara y terminante, que el clero ha sido el eterno enemigo de nuestras liber-
tades; pero, en cambio, nos dice a renglón seguido, que cree que la reforma del ar-
tículo provocaTÍa trastornos interiores y quizá exteriores y nos pone el ejemplo
de lo sucedido en Inglaterra, y pregunto yo: ¿quiénes fueron los causantes de esto?
¿ Quiénes? ¿ Por qué salieron esos hombres a formar una nueva patria? ¿ Quién fue
el causante de su salida? ¿ Quiénes de que se formara una nueva república, que
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hoy se conoce con el nombre de Estados Unidos de Norteamérica? Después dice: "no
debemos culpar a nuestros hombres, sino que debemos culpar a la época"; perfec-
tamente bien, yo en este caso, señores, no culpo a los constituyent.es de 1857, culpo
a la época; esos restos sacrosantos y sagrados cuyos nombres perduran y perdurarán
eternamente en el cielo de nuestra patria, no deben ser tocados; su nombre deberá
vivir siempre inmaculado, sin mancha, absolutamente sin mancha de ninguna especie;
no los culpo a ellos, culpo, como decía perfectamente bien el señor licenciado Rojas,
culpo a la época únicamente; pero qué, ¿vamos a estar culpando siempre a la época
cuando ahora sabemos que es una necesidad ingente la creación de escuelas comple-
tamente dependientes del Estado?
Aseguro que en el Congreso de 1857 también había jacobinos; digo esto, porque
dicen que en el seno de la Asamblea hay divisiones y que los de un lado, los de la
izquierda o los de la derecha, no me importa saber cuál, se encuentra integrada por
jacobinos. Creo, señores, que ya sea de una manera o de otra, el resultado al que
lleguemos será el mismo, está en nuestras conciencias y que así debe ser y así será;
y tan es así, que a continuación dice que las leyes deben ser para el pueblo de
acuerdo con sus necesidades; pero no de acuerdo con las necesidades de un grupo, y,
señores, vuelvo a repetirlo, yo hablo por mi grupo de indios, y entiendo que todos
los que están aquí reunidos, si en efecto son genuinos representantes,' como lo soy
yo, hablarán por sus representados; no es, pues, el deseo mío, no es el deseo de un
grupo, no es el deseo de un conjunto de individuos; es el deseo de toda una nación,
de todo un pueblo, son las necesidades las que nos dicen, las que nos piden la crea-
ción de leyes de acuerdo con esas mismas. A continuación dice y confiesa que no
podrá cambiar la opinión de la asamblea y pide al fin que sólo se reforme el dictamen
por lo que se refiere a las ~njurias que en los fundamentos cree advertir para el
ciudadano Primer Jefe; cOD'\dene, pues, en que el dictamen está perfectamente bien
hecho, por lo menos está de acuerdo con esas mismas necesidades, puesto que antes
ya lo había dicho, y después dice y confiesa que hay muy poca diferencia entre uno
y otro proyecto y que muy fácilmente se podrá subsanar con ligeras modificaciones,
calmando así la tempestad que los impugnadores de la Comisión han hecho en un
vaso de agua, y "en efecto, convengo en que hay pequeñísimas diferencias, señores,
y podríamos salvar muy fácilmente el escollo; ya os lo diré". A continuación habló el
señor Cravioto impugnando el proyecto del artículo 39 presentado por la Comisión.
Dice, entre otras cosas, que con él se aplasta el derecho del pueblo y se deja a los
curas vivitos y coleando; y digo yo: ¿no esos derechos del pueblo se encuentran nor-
mados por la acción del Estado al establecer sus escuelas? ¿ De qué manera podría-
mos dejar a los curas vivitos y coleando, cuando al llegar a esta parte de la instruc-
ción se nombrarían visitadores para que constantemente estuviesen vigilando las
escuelas?
Más todavía: llegamos a los reconocimientos, inspección o exámenes trimestrales,
semestrales o anuales, y entiendo yo que el maestro, por hábil que sea, no va a poder
conseguir que el niño, el pequeño que apenas comienza a aprender, mienta de una
ma~era tan hábil para decir tales, cosas durante la clase y tales otras en presencia
del inspector y del jurado que vaya a presenciar los exámenes. Eso que se concibe
perfectamente bien, es una de las armas que el señor Cravioto indicaba: no vayamos
contra la libertad, sino contra los curas. Pues sí, señores; solamente de esa manera
podremos hacerlo, aplastando al cura, procurando, en fin, la reglamentación del ar-
tículo 39, procurando que los inspectores cumplan con su obligación de ir imprescin-
diblemente a todos y cada uno de estos establecimientos particulares, con el objeto
de que no se tergiversen las ideas de los niños desde pequeños.
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Dice también el señor Cravioto, y de eso me alegro inmensamente, porque va
de acuerdo con mis pequeñísimos conocimientos -señor Cravioto, yo siempre lo he
considerado a usted como una figura eminente, como un orador sublime (Siseos.)
y voy con usted únicamente por lo que hace a la verdad-, dice que el adulto éstá
capacitado para escoger, el niño no; y yo digo: ¿qué es lo que la Comisión se pro~
pone? Poner'al niño al lado del Estado para que, ya cuando ese niño sea adulto, sepa
lo que debe hacer; entonces se mete a un colegio clerical, si quiere, o entra a un
colegio liberal; pero no dejemos que el niño, antes de poder discernir ---como dice el
señor Cravioto-, no dejemos a ese niño en completa libertad de acción, no lo deje~
mos en manos de individuos que no vayan a hacer otra cosa sino descomponer su
conciencia y enseñarle a mentir, como decía alguno de los oradores que me precedió
en el uso de la palabra. A continuación el señor Cravioto, siguiendo su discurso, dice
y asegura que el Gobierno debe impartir esa enseñanza, la cual será obligatoria
y laica.
Bueno, y a ese respecto, voy a decir esto que no es propio, lo confieso: consul~
tando con alguno de los compañeros que se encuentran aquí en la Cámara y cuyos
nombres no recuerdo, consultándoles acerca de las refonnas que me atrevo a presentar
ante la consideración de esta honorable Asamblea, había yo dicho: "obligatoria y
gratuita", y me hizo esta observación: yo pongo un hotel, y como yo soy el único
en el pueblo, digo esto: "todos los que vengan a" este pueblo, pueden ir a radicarse
a cualquiera casa de huéspedes, son transéuntes, pero tienen todos la obligación de
vivir en mi hotel". Lo mismo sucede aquí y es una contradicción completa el decir
que dejamos en libertad la enseñanza, y a continuación agregar: "ésta será laica,
obligatoria en los establecimientos oficiales". A continuación, nos dice: "demostremos
que las esc,uelas católicas han desaparecido de una manera asombrosa", contando no
recuerdo qué número de escuelas católicas que hay en la actualidad, superan natural-
mente a las escuelas laicas; pero esto, ¿qué nos quiere decir? Que no debemos temer
a sujetar la instrucción, supuesto que ya las escuelas católicas han desaparecido, lo
cual nos indica que los padres no quieren mandar a sus hijos a las escuelas católicas,
porque se han convencido de lo que allí enseñan. Por consiguiente, es un temor ver~
daderamente infundado, y no veo la razón de este temor; pongamos algunas taxativas
a talo cual inciso de' los artículos presentados por el Primer Jefe o por la Comisión
dictaminadora, y entonces habremo's llegado a un resultado más o menos favorable.
Quería yo seguir hablando; pero creo que ya están. ustedes cansados y ahora voy
a presentar a su consideración una modificación, con la cual creo que habremos con~
,seguido mucho y habremos evitado esos temores que tenemos o que han tenido algunos
de los miembros de este Congreso. El proyecto de artículo que yo propongo es el
siguiente: (Leyó.)
y entonces ya nosotros les quitamos el temor de que los curas puedan dar clases
o que los que formen parte de una agrupación religiosa no deben dar clases, y. estos
y aquellos otros temores, o que pongan un conglomerado de ideas de guerra que no
existe con la nación de Norteamérica, con revoluciones interiores o con mensajes que
nos pongan fulano Berlanga o fulano Obregón, ni nada. (Risas.)
Hemos venido a hacer una labor pro patria; hemos venido a representar a nuestro
pueblo y, señores, yo no tengo compromisos con nadie; yo vengo a gritar muy alto
y muy grueso como :oadie, ahora que es la primera vez que vengo a hablar con toda
libertad. (Aplausos.)
8
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palavicini: Señores diputados: Inscripto en quinto lugar, mi propósito
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no fue venir a hacer un discurso de tesis, sino de réplica: me proponía contestar los
argumentos del pro que no estuviesen incluidos en el dictamen de la Comisión, para
que hubiese reciprocidad; pero, desgraciadamente, hasta este momento el debate está
de tal manera flojo, que ninguno de los oradores del pro ha reforzado el dictamen de
la Comisión, y mi distinguido amigo ~o más bien diCho, colega, porque apenas puedo
llamarlo mi amigo- el señor Celestino Pérez, ha venido a sostener precisamente el
contra antes que yo. El estaba inscripto en pro y en toda su disertación no ha hecho
sino reforzar los argumentos del contra.
-El C. Múgica, interrumpiendo: Suplico al señor presidente tome nota de la de-
claración del señor, porque, en tal caso, debe de hablar él en pro.
-El C. Palavicini, continuando: Esta es una desgracia, señor presidente de la
Comisión dictaminadora, en el léxico del señor licenciado Pérez y no una culpa de los
oradores del pro o del contra; la ganancia va a la Comisión; yo no la discuto: la cedo
gustoso; nosotros vinimos aquí a discutir, no queremos arrebatar la palabra a nadie.
Señores diputados: Comenzaré por los argumentos del dictamen; la parte expo-
sitiva del mismo es una peóngoza incomprensible; allí se habla de' muchas cosas,
menos del asunto esencial que está a debate, esto es: la libertad de enseñanza; en el
dictamen tantas veces calificado de jacobino, se habla de todo, menos de lo esencialj
en el artículo se habla de gimnasia, de algunas racionales y no sé qué otras cuestio-
nes por el estilo. (Siseos.) Lamento, señor Vidal, que usted no pueda hacer otra
cosa que sisear en esta Asamblea. (Aplausos.) La parte expositiva del dictamen no
es necesaria para la Asamblea, sino el artículo tal como queda, porque la primera
proposición del dictamen es una proposición dura, seca, breve, lapidaria, llameante,
como el lenguaje de lsaias, pues dice así: "no se aprueba el artículo del proyecto de
Constitución", o lo que es lo mismo: esta honorable Comisión no aprueba el princi-
pio liberal de libertad de enseñanza que contiene la Carta de 57, el principio de liber-
tad de enseñanz~. que contiene el proyecto del Primer Jefe; reprobamos ese artículo.
y para substituirlo ¿con Q..ué? Señores diputados: Vais a oir el artículo 39 de la
Comisión:
"Artículo 39 Habrá libertad de enseñanza; pero será laica la que se dé en los
establecimientos oficiales de educación, lo mismo que la enseñanza primaria elemen-
tal y superior que se imparta en los establecimientos particulares. Ninguna corpora-
ción religiosa, ministro de algún culto o persona perteneciente a alguna asociación
semejante, podrá establecer o dirigir escuelas de instrucción primaria, ni impartir
enseñanza personalmente en ningún colegio. Las escuelas primarias particulares sólo
podrán establecerse sujetándose a la vigilancia del Gobierno. La enseñanza primaria
será obligatoria para todos los mexicanos, y en los establecimientos oficiales será
impartida gratuitamente."
y bien, señores diputados; ¿ habrá o no habrá libertad de enseñanza? ¿ Habéis
entendido ese artículo 39? Ellos comienzan diciendo: habrá libertad de enseñanza,
¿ dónde?, ¿ en qué país?, ¿ en México? N o, todo el artículo responde que no habrá
de eso. ¿ Qué dgnifica esta redacción?, ¿ qué propósito tiene?, ¿ con qué argumento, con
qué razón han cambiado el precepto liberal de la Carta de 1857 y el precepto liberal
de la Carta de 1916, para substituirlo, señores diputados, con este incomprensible
embrollo de cosas contradictorias? Pero, señores, yo no combato a la Comisión, yo
no le atribuyo el que obedezca a talo cual tendencia política; yo creo que la Comi-
sión ha sido injustamente atacada en esta tribuna, tanto por los que la ayudan, como
por los que la combaten; aquí ha venido el descendiente del ingenioso Pensador Me-
xicano, el distinguido licenciado Lizardi, a decirnos: "yo vengo a defender a esta
Comisión, porque esta Comisión es débil"; y ha venido el joven orador, mi compa-
ñero de locuacidad costeña, señor Martínez de Escobar, y dijo: "yo no iba a hablar;
700
pero he visto que todo el mundo a taca a la Comisión y vengo a defenderla"; y, se-
ñores, vino el licenciado -Macías y cayó sobre el señor general Múgica, a quien pinta
con las características del Príncipe Perro, de Labruyére, y después sobre el licencia-
do .Colunga, a quien pinta con la del licenciado Taravilla, y, el licenciado Rojas, el
elocuente licenciado Cravioto y el señor coronel Chapa han pintado al señor Múgica
como el célebre Robespierre; pálido, hirsuta la melena, hosco el semblante, oficiando
como pontífice ante el altar del Ser Supremo el famoso 18 floreal; nosotros estamos
contemplando a esta honorable Comisión, asombrados de si serán ciertas todas estas
cosas o ninguna de ellas y, señores diputados, yo he llegado a este convencimiento
sincero, honrado y leal que vaya exponer: la Comisión ha obrado rectamente; la Co-
misión no ha tenido, y este es mi sentimiento íntimo, ninguna práctica reaccionaria;
la Comisión se ha equivocado en cuanto a la redacción de este artículo, por falta de
preparación y por falta de una cosa elemental; por falta de lectura del proyecto de
Constitución. La Comisión no ha querido estudiar título por título, ni en su conjun-
to, el proyecto de reformas; la Comisión, ayer tarde, no había leído el artículo 27;
ahora bien; la Comisión ha querido que en las garantías individuales se hable de
la obligación" y que en las garantías individuales se hable también de ·la prohibición
a las corporaciones religiosas; la Comisión no conocía el proyecto· del Primer Jefe;
¿ de qué, pues, culpamos a la Comisión? He dicho alguna vez en esta Asamblea que
el procedimiento elemental para dictaminar sobre un proyecto en las comisiones par-
lamentarias, es escuchar a su autor; supongamos, señores diputados, que ésta es una
Asamblea ordinaria; que este es un Congreso General y no un Congreso Constituyentej
supongamos que el Ministerio de Comunicaciones y Obras Públicas nos remite el pro-
yecto de un contrato de obras en Puerto México; pasa a la l,~ Comisión de Comuni-
caciones, presidida por el ingeniero Amado Aguirre y formando parte de ella los
ingenieros Ibarra y Madrazo; y bien, señores diputados; en ese contrato, que es una
cuestión técnica o administrativa, hay precio por metro cúbico de escollera o de
malecón; el precio preocupa hondamente a los representantes, o debe de preocuparles,
porque el objeto de que lo aprueben es saber si los intereses nacionales están defen-
didos; este es nn asunto trivial; sin embargo, estoy seguro de que el presidente de
esta Comisión, ingeniero Aguirre, espíritu independiente, hombre de ideas libres que
está resuelto a hacer respetar los intereses nacionales y a cumplir con su misi6n de
representante, si_ va a dictaminar sobre un contrato vulgar de escolleras en Puerto
México, y encuentra que el precio de las obras en Puerto México es distinto del precio
en Veracruz, ¿ redactaría un artículo negando la aprobación del contrato de obras
en Puerto México, :,'lin oír a nadie, sin discutir con nadie? El deber de la Cámara es
defender los intereses nacionalés; pero, ¿cómo supo la Comisión, de antemano, que
ese deseo sería radical, en el caso del artículo 39,! La Comisión de Comunicaciones
y Obras Públicas, en mi ejemplo, se dirige siempre al secretario de Comunicaciones
que ha propuesto este contrato, preguntándole por qué el precio en Puerto México
es superior al precio en Veracruz, y el ministro de Comunicaciones le explicará, por"
ejemplo, que las canteras son más distantes en Puerto México que en· Veracruz y
que la razón del precio varía por ese motivo; y ya con esta explicación, la Comisión
podrá normar f,U criterio y dirá si tiene razón el ministro o no la tiene, para aprobar
o reprobar el contrato. Como este ejemplo se pueden repetir muchos otros. Imagí-
nese usted, señor Pérez, que en su casa la .cocinera se presenta ante usted con un
proyecto notable para mejorar la comida; lo esencial es que usted someta el asunto
a la señora de la casa, o a la camarera, y se dictamine sobre ese hondo problema;
y, ¿a quién escuchará usted, señor? A la cocinera que inici6 el proyecto. Señores
diputados: La Comisi6n ha dictaminado sin escuchar a la cocinera, y aquí la coci-
nera se llama Venustiano Carranza. En el c~so que ahora se debate, la Comisión
701
ha olvidado lo más práctico, y el señor Múgica a esta observación nos contesta lo
que sigue: nosotros hemos querido obrar con independencia; hemos tenido a la vista
el informe del Primer Jefe a la Cámara y, por último, hemos querido evitar al mis-
mo ciudadano Primer Jefe todo compromiso de política, para asumir nosotros y sólo
nosotros, la responsabilidad del dictamen; y bienj yo respeto las opiniones del general
Múgica, ellas son honradas y sinceras, adolecen únicamente de falta de práctica; y
voy a explicar por qué. En todos los congresos ordinarios, señores diputados, como
en todos los congresos -lo estáis viendo en éste- no sólo creemos que estamos for-
mando parte de una gran soberanía, sino que cada representante se considera a su
vez soberano. En la iniciativa del Primer Jefe se dice que se ha conservado el espí-
ritu liberal de la Carta de 57, y la Comisión que va a modificar una de las esenciales
garantías en las libertades del hombre, la libertad de conciencia, no escucha a nadie
ni discute con nadie y nos hace este incomprensible embrollo en que concede liber-
tades; pero que no las concede. ¿ Cómo puede aprobarse un artículo en esta forma?
¿ qué aprobamos? ¿ aprobamos que hay libertad de enseñanza? No, porque a conti-
nuación todo el artículo niega esa libertad. Algunos oradores han calificado a la
Comisión de jacobinos por este aspecto sectarioj pero yo quiero confesar que todos
tenemos en el fondo esos mismos defectos, que todos queremos combatir de un modo
práctico, preciso y enérgico al clero en todas sus fortificaciones; nada más que hay
que hacerlo hábilmente, porque si 10 hacemos con torpeza, no combatimos a nadie
ni dejamos nada perdurable. Este es el tema de mi impugnación al artículo 39 Los
oradores del pro y el señor Román no han aducido ningún argumento nuevo; el señor
Román ha venido a contestar o a hácer alusiones al señor licenciado Rojas. El se-
ñor López Lira nos ha dicho que él es ateo y que desea que "el brazo de Dios" salve
a las escuelasj ha estudiado con toda dedicación y con toda profundidad la evolución
de los pueblos en una revista ilustrada musical que se encontró en México en uno
de sus viajes; y el señor Rosas y Reyes nos ha leído un brillante discurso de galano
estilo, que soy el primero en admirar, y después de decirnos que aquí no hay grupos
ni hay divisiones, concluye por decir que sí _hay grupos y divisiones y que todos esos
grupos y divisic.nes son obra de un individuo, como si un individuo pudiera hacer
grupos. El señor Rosas y Reyes es sincero; es un joven liberal como el señor López
Lira y como el señor Celestino Pérez. Todos los oradores del pro me merecen la
mayor consideración y el mayor respeto y estoy seguro que todos han venido a hablar
aquí de buena fe y honradamentej. y bien, señor Lira, ese peligro que hay en el
Estado de usted, que es reaccionario; ese peligro que ve usted en su aldea, qu~ es
reaccionaria, señor Pérezj ese peligro que usted encuentra en todas partes, señor
Rosas y Reyes, yo quiero combatirlo con tanto ardor como ustedes; encuentren el
medio eficaz, y yo seré el último de sus soldados; pero el primero de los que se pon-
gan a las órdenes de usted, señor Mayor Reyes. Hagamos las cosas bien hechas;
repito que ,he pesado cuidadosamente las observaciones del pro y no he encontrado
un solo argumento que apoye el dictamen de la Comisión, en la forma en que está
redactado. Todos combatimos al clero y todos deseamos combatirlo; no es ese el
asunto, señores diputados, el asunto es saber si vamos a conservar en el título prime-
ro de la Constitución las garantías individuales o si vamos a derogarlas. ¿ Vamos
a modificar por completo el credo liberal que ha sido nuestra bandera?, ¿ vamos a
incluir en esa garantía una modificación absurda y monstruosa que sostiene la tesis
de que un individuo, por sólo pertenecer a la congregación de María Santísima o de
la virgen de Guadalupe, no puede enseñar francés o inglés? Este es el punto anali-
zado ayer brillantemente por el señor licenciado Cravioto.
-El C. Rosas y Reyes, interrumpiendo: N o es ese el argumento.
702
-El C. Palavieini: Esto lo dice la Comisi6n, señor Rosas y Reyes; y como pro·
bablemente su señoría no se ha fijado detenidamente en el dictamen, voy a leerlo
en la línea respectiva, porque en igual caso que usted hay muchos en la Asamblea,
y precisamente allí es donde está el error. Dice:
"Ninguna corporación religiosa, ministro de algún culto o persona pertenecieñte
a alguna asociación semejante, podrá establecer o dirigir escuelas de instrucción pri·
maria, ni impartir enseñanza personalmente en ningún colegio."
Usted, señor, que es liberal, ¿cree que esta prescripción sea aceptable siquiera
lógica, cuando arriba se dice: "habrá libertad de enseñanza?" Suprima usted "ha-
brá libertad de enseñanza", establezca usted el artículo prohibitivo exactamente, y
estamos conformes; pero si incluye usted entre las garantías la primera proposición,
el resto es enteramente absurdo. .
Los indios, señor Pérez, son el grito de nuestra conciencia, representan nuestro
mayor pecado; llevan por calles y por, plazas no sólo el peso de sus tres siglos de
colonia; sino también el de sus cien años de dominación criolla. El indio, señor Pérez,
debe ser defendido en esta Asamblea en alguna forma decisiva; el indio, señor Pé-
rez, tiene para nosotros todas las reprobaciones; sus gritos de indignación, sus en-
tusiasmos y su amor por aquella aldea que envió a usted al parlamento, han sido
escuchados por mí; mi alma, como la suya, se encuentra en ese camino; yo también
quedo contemplando con tristeza a esos hombres vencidos que al clarear de todos
los días levantan sus ojos al cielo, viendo que es mudo el creador al cual elevan
sus preces y que todas las tardes ven ocultarse el disco bermejo del sol tras un
horizonte infinitamente lejano, en el que no hay para ellos una esperanza halaga·
dora. (Aplausos prolongados.)
Hemos visto todos esto; hemos contemplado cómo se elevan en las capitales esoS
suntuosos palacios de mármol y granito, tan henchidos de vanidad como carentes de
arte; hemos visto c~mo por las calles asfaltadas pasan los indios harapientos y pio~
josos; hemos visto las obras materiales, los hermosos monumentos levantados sólo
para que en ellos se ponga en blancas placas de mármol el nombre plebeyo de un
alcalde de Lagos; hemos visto que las escuelas, señores liberale~, han sido abandona·
das a nuestro competidor, el clero, durante los: últimos cincuenta años. ¿ Y por qué?
Por nuestros compadrazgos liberales con todos los contratistas, por nuestro compa·
drazgo infame con todos los amigos de esa gran cadena Ucientífica" que, establecida
de la capital a las provincias, mató todo espíritu y todo sentimiento elevado. Allí
donde hay una buena escuela, no hay competencia posible; preguntad a los Estados
de la República donde el adelanto escolar es dec~sivo, si temen la competencia; aquí
hay representantes de esos Estados. Yo pregunto al señor director general de instruc-
ción del Estado de Coahuila, el señor Rodríguez González, que diga si en Baltillo se
teme a la competencia de las escuelas' católicas.
-El C. Rodríguez González: No hay ninguna, señor. (Aplausos.)
-El C. Palavicini: Id a preguntar, señores diputados, a los jaliscienses; yo he
hablado uno por uno con todos ellos y todos traen en el alma es odio que todos
sentimos contra el clero, que ha sido el competidor decisivo de la escuela en todo el
Estado, ¿por qué? Porque el Gobierno liberal que ha habido en Jalisco no se ha
preocupado ...
-El C. Aguirre, interrumpiendo: Es cierto lo que dice el señor Palavicini; en
Jalisco hay muy pocas escuelas católicas; pero aún las hay, porque lo hemos que-
rido y los revolucionarios tratamos precisamente de ratificar los principios sanciona-
dos por la revolución, pues de otra suerte la revolución fracasaría y claudicaría.
(Aplausos.) .
703
"
-El C. Palavicini, continuando: Perfectamente, yo estoy de acuerdo con el señor
Aguirre ...
-El C. Rodríguez González, interrumpiendo: La pregunta del señor Palavicini
fue que si había escuelas católicas en Coahuila. _N o las tenemos, porque hemos visto
desde años anteriores que, a medida que se iban extendiendo buenas escuelas ofi:-
ciales, tanto las católicas, como las protestantes, se iban cerrando, de manera que
por eso no las tenemos.
704
que pasan y sólo puede ilÍculcarse en unos cuantos hombres y en un momento dado.
No, el peligro es otro para todos los mexicanos que ustedes representan. Forman
una nacionalidad tres características esenciales: la raza, la lengua y la religión. ¿ Qué
mexicano gustaría de renunciar el natural impulsivismo de su raza, batalladora y
altiva, para cambiarlo por esa flojedad fría y serena de Sancho, que nos enseña
el mercantilismo norteamericano 1 ¿ Qué mexicano gustaría de cambiar su hermosa
lengua, que lo arrulló en la cuna cuando vio por primera vez la luz, que le habló
en- la juventud cuándo tuvo las primer"as ilusiones' del amor, la que un día dulcemen-
te le cerrará los ojos con la suave frase del eterno sueño: con su "descansa en paz 1"
¿ Quién renunciaría, señores, a su raza y a su lengua 1 Pues bien, sabedlo, mexicanos,
porque son los liberales, no I3Qn los sectarios quienes hablan hoy a los verdaderos
mexicanos: ante el fanatismo de Polonia, .orando todavía en su lengua materna bajo
el casco de los caballos cosacos o la bota injuriosa del opresor alemá.n, nosotros nos
inclinamos con respeto; ante la rebelde protesta del irlandés dominado por cientos
de años en su territorio y en sus intereses; pero fiero y erguido _ todavía en los
fueros de su co.nciencia religiosa, nosotros -nos inclinamos con respeto; ante las ma-
tanzas de armenios que caen elevando sus preces y conservando sus cruces bajo la
salvaje cimitarra turca, nosotros nos inclinamos con respeto. Si la explotación de
las conciencias ha. de continuar idéntica, sería por demás injusto e inmoral mina:r
las características de nuestra nacionalidad, facilitando la substitución de un culto
flacional por el del vecino poderoso y dominador. La religión, señores diputados, ha
tPerdurado en estos pueblos por siglos y siglos, a pesar de todas las dominaciones.
La Comisión quiere que los que den cátedra no tengan ni sotana, ni corona, ni anillo
episcopal; l~ Comisión quiere que los que den clase en las escuelas sean saC"ristanes
y no sacerdotes. La Comisión hace bien; pero no ha pensado en el otro peligro, no
ha pensado en un p~ligro inmediato y próximo, no ha pensado en la conquista yanqui.
(Voces: ¡No! ¡No! Siseos.) Los que sisean tendrán oportunidad, ya 10 dijo el señor
licenciado Macias, de venir a esta tribuna a manifestar sus argumentos. Esas ma-
llÜestaciones de desagrado serían disculpables en los señores de las galerías, porque
ellos no pueden contender; pero en los diputados que tienen libertad de palabra y
pueden contestar en la" tribuna, es absurdo que escojan este sistema de debate.
(Aplausos.) Y bien, señores diputados, el mimetismo del sacerdote protestante es ad- j
705
una escuela superior en México? Seguramente que no; pues bien, señores, el director
de una escuela superior en México es un sacerdote protestante. (Aplausos.)
y varios inspectores de zonas son ministros protestantes. ¿ Sabéis por qué, seño-
res diputados? Por el admirable mimetismo de los ministros protestantes. Ellos, como
parásitos en la hoja del árbol, toman el color del mismo para que no se note que
viven sobre fl; los ministros protestantes han adoptado ese aspecto y yo os ase-
guro que no es el pueblo mexicano el que mantiene el culto protestante en la Repú-
blica; yo os ~¡seguro que el culto protestante en la República está pagado por el
dinero yanqui. (Aplausos.)
¿ Cómo distinguirán los señores de la Comisión, cómo podrían distinguir en estas
escuelas al que es sacristán del que es ministro protestante?
-El C. Pérez, interrumpiendo: ¿ Cómo ha distinguido el señor Palavicini a los
que están ahora?
-El C. Palavicini, continuando: ¿Cómo los he distinguido, señor Pérez? Vaya
decirlo. Porque, admírense, señores diputados, esta tribuna, tiene el riesgo de que
uno tenga que entrar en terreno delicado, ya algún orador dijo que es como un potro
salvaje al que es preciso domar y.a veces es difícil domarlo.
y bien, señores diputados, ¿ saben ustedes quién firmó esos nombramientos en
la Secretaría de Instrucción Pública? Me avergüenzo, señores diputados: fui yo; ¿ por
qué? porque estaba en mi derecho, y siendo yo un liberal, ignoraba que estos señores
fueran sacerdotes disfrazados de ciudadanos.
Ahora bien; legalmente podría hacerlo también el padre Paredes, si mañana cuel-
ga su sotana; y legalmente podría hacerlo Mora y del Río, si mañana deja su ani-
llo episcopal y deja esa cosa, ese sayal, no sé cómo se llama. (Risas.)
Es que ellos han encontrado el procedimiento eficaz para infiltrarse entre nos-
otros, para crecer, para prosperar y para vivir; y yo os lo digo: entre el fanatismo
protestante y el fanatismo católico yo no tengo nada que escoger; el fanatismo pro-
testante es tan tenaz y tan perseverante, como cualquiera otro, señores diputados.
Vosotros sois liberales; los hombres del 57, antes de comenzar sus labores, fueron
reverentemente a oír misma, y estoy casi seguro de que las dos terceras partes de los
que están hoy presentes en este salón, no han visitado el admirable monumento de
Santa Rosa, de esta ciudad de Querétaro, ni siquiera por espíritu artístico, ni por
curiosidad. Hemos progresado indudablemente. En los Estados Unidos, todas las
escuelas, antes de abrir sus cátedras, comienzan por una oración; y en el Parla-
mento, en la Cámara de Diputados, no se abre una sola sesión sin que un sacerdote
protestante bendiga a los representantes, y lo mismo en el Senado. Y bien, señores
diputados, esto lo hemos conquistado por el derecho de libertad de conciencia y de
libertad de enseñanza que estableció la Constitución de 1857; lo hemos conquistado
por liberales y como liberales; hace más de cincuenta años que resolvimos el pro-
blema religioso. Ya el problema político-religioso no existe en México.
Señores diputados: ¿el artículo gQ que propone el Primer Jefe es ·deficiente desde
el punto de vista de las garantías individuales? ¿ Vale la pena de cambiar hasta
sus términos? ¿ Vale la pena de cambiar las locuciones que contiene? ¿ Las frases y
hasta las palabras? ¿ Vale la pena decir: habrá libertad de enseñanza, como dice la
Comisión, o habrá plena libertad de enseñanza, como dice el proyecto? No, señores
diputados; esto fue un afán de presentar un proyecto radical. en la forma, hiriente
en todos sus aspectos y que en conclusión no trae ninguna novedad, que en el fondo
no tiene más objeto, absolutamente no tiene más objeto, aun cuando esto no haya
sido pretendido por los señores miembros de la H. Comisión, que presentar ante la
República -desgraciadamente ese es el hecho-, presentar ante la República al ciu-
iadano Primer Jefe como un hombre tibio de ideas. Mientras tanto, vosotros, se-
706
ñores autores de ese dictamen, declaráis que sí sois radicales, que sí sois celosos, que
sí sois hombres puros y buenos revolucionarios, pero habéis olvidado que todas las
doctrinas revolucionarias tienden a la libertad humana. En el proyecto del jefe están
comprendidas las ideas de la Comisión sin la forma hiriente de la misma: el artículo
39 dice:
"Artículo 39 Habrá plena libertad de enseñanza; pero será laica la que se dé
en los establecimientos oficiales de educación, y gratuita la enseñanza primaria su-
perior y elemental que se imparta en los mismos establecimientos."
La Comisión podía haber aceptado este artículo, agregando que seria laica la
enseñanza también en las escuelas partjculares. En esta fórmula ¿ qué queda? El
señor general Calderón -a quien yo respeto mucp.o y he pesado bien como un hom-
bre sincero y leal al defender aquí valientemente sus convicciones por su propio
criterio-- dice: ¿pero las instituciones pueden seguir administrando la enseñanza?
y le contesta don Venustiano Carranza en el artículo 27 en estos términos:
liLas insti.tuciones de beneficencia pública o privada para el auxilio de los nece-
sitados, la difusión de la enseñanza, la ayuda recíproca de los individuos que a ellas
pertenezcan o para cualquier otro obj,.eto licito, en ningún caso podrán estar bajo
el patronato, dirección o administración de corporaciones religiosas ni de los ministros
de los cultos, y tendrán c.apacidad para adquirir bienes raíces, pero únicamente los
que fueren indispensables y que se destinen de una manera directa e inmediata al
objeto de las instituciones de que se trata."
Está, pues, completo el artículo 39 con el más exagerado radicalismo, agregando
que serán laicas las escuelas primarias oficiales y que serán laicas las escuelas prj-
marias particulares; y será completo el penlil~miento si después aprobamos el ar-
ticulo 27.
Pero falta para ustedes una cosa, falta una cosa importantísima; que los miem-
bros de ninguna corporación pueden dar clases, yeso no 10 puede admitir la conciencia
más limitada y el criterio más insignificante; eso me indigna, señores diputados; eso
verdaderamente causa pavor al pensar que haya liberales capaces de exigir tamaña
monstruosidad. Entonces - el principio radical está perfectamente expuesto' en los
artículos 39 y 27 Y completándose ambos. ¿ Qué es, pues, lo que se necesita? Cordura,
falta de egoísmo vanidoso, sencillez, moderación. Aquí se ha ofendido profundamen-
te a los señores miembros de la Comisión, y, si alguna vez en mis peroraciones yo
dije alguna palabra que pudiera molestarlos, la retiro, aun cuando creo no haber
llegado a ese grado; pero si los he ofendido, yo me explico y ustedes se lo explican
también, que de por sí nuestra delicada epidermis en cuestiones públicas, por razo-
nes de raza, es muy delicada, es muy susceptible; estamos cuidadosos de los con-
ceptos, de las frases y a la Comisión se le han dado tantos calificativos, se le ha
considerado de distintas maneras, se le ha ridiculizado, y se siente cohibida, natu''':
ralmente, para obrar de un modo libre en esta materia; pero yo voy a dirigirme
ahora al patriotismo de la Comisión; yo voy a dirigirme ahora a la sensatez de la
Cámara; yo estoy seguro, señores diputados, de que la mayoría abrumadora de la
Cámara no acepta esta idea que quedaría fuera del proyecto del Primer Jefe; es
decir; que ningún individuo, por pertenecer a una corporación religiosa, pudiera dar
cátedras. Estoy seguro que la mayoría de la Cámara no acepta ese criterio, que es
absurdoj en cambio, estoy seguro que la gran mayoría, que la totalidad de la Cáma-
ra acepta el criterio radical de exigir el laicismo en las escuelas oficiales lo mismo
que en las particulares y también acepta el artículo 27, en que se impide a toda
corporación religiosa dirigir y administrar escuelas. Si en ese punto todos estamos
conformes, liberales y radicales; si todos pudiéramos, nos comeríamos a los curas;
si yo, señores diputados, que no soy un jacobino sectario, no ba}ltizo a mis hijos ni
707
tengo ninguna de las esclavitudes del catolicismo tradicional; si soy liberal y estoy
seguro que la mayor parte de ustedes lo es, ¿ por qué no aceptar la disciplina filo-
sófica y la unidad de la Constitución? ¿ Por qué intercalar en el artículo 39, rompiendo
la disciplina científica de ese título donde se establecen las garantías individuales,
las que están perfectamente bien prescríptas en el artículo 27, que corresponde a
otra parte de la Constitución? Esto es inexplicable. Aquí ya no se trata de reaccio-
narios, ni de bloques, ni de un grupo ni de otro grupo; se trata del buen sentido;
vamos poniéndonos sensatos, vamos suplicando a la Comisión que, generosamente,
deponga todas esas suceptibilidades personales que ponían en peligro la sensatez
de la Cámara. -Yo no vengo a asustar a nadie, señor Pérez, con peligros imagina-
rios, ni reales-o Yo sólo veo un peligro inmediato: el del buen sentido, al que quiero
que salvemos todos; yo digo: ¿ Por qué la Comisión no ha de admitir esas modifi-
caciones, que son esenciales, en el proyecto del Jefe, sin necesidad de que venga con
este duro lenguaje a decirle: ¡no se aprueba el artículo 39 del proyecto de Constitu-
ción! Yo habría dicho: el artículo 39 del proyecto de Constitución, se aprueba con
las modificaciones siguientes: y allí, señores diputados, redactar el artículo 39 como
10 ha entendido perfectamente bien el señor Calderón, que es uno de los representa-
tivos -si es que aquí los tenemog............ del grupo de la derecha. El señor Calderón )la
cambiado ideas con el que habla y ha convenido en que la modificación esencial está
en poner en este artículo 39 que el laicismo debe exigirse en las escuelas particulares
y ha convenido conmigo en que en el artíéulo 27 está lo demás. ¿ Qué falta entonces?
Falta una garantía para los liberales de la Cámara, para los liberales radicales de la
Cámara, entre los cuales nos contamos la mayoría, y entonces, ¿ qué hay que hacer,
si se desecha ese dictamen de la Comisión? Vendrá a debate el artículo 39 con la
modificación propuesta, y entonces podremos votar para completa garantía de la
Cámara el artículo 39 con el 27 en una sola votación; naturalmente que es criminal
creer que si así se vota haya un solo representante que tuviera la desvergüenza de
venir en esta tribuna a pedir la modificación del artículo 27, quitándole lo que se
refiere a corporaciones religiosas ...
-El C. Calderón, interrumpiendo: Permítame, señor Palavicini, que haga una
aclaración. Precisamente esa es la gran desconfianza de la Cámara: que una vez apro-
bado el articulo 39, se viniera a pedir la modificación del artículo 27 propuesto por
el ciudadano Primer Jefe, y que después hubiera, por ejemplo, otro Natividad Macias,
o algún otro representante del partido clerical, que viniera a pedir que se modificara
ese artículo.
-El C. Palavicini, continuando: El señor general Calderón, señores diputados,
acaba de hablar con la dureza más fuerte con que podría hablarse -naturalmente
dentro de la forma-, contra el dictamen de la Comisión. El señor Calderón acepta
que, modificado el artículo 39 propuesto por el ciudadano Primer Jefe -no repro-
barlo, porque no se puede reprobar, y aceptada la modificación de exigir el laicismo
en las escuelas particulareg............, la única sospecha que queda es que el artículo 27
no sea aceptado en su totalidad; y yo entonces propongo allanar la discusión, di-
ciendo: votemos juntos los artículos 39 y 27. (Aplausos. Una voz: ¡No se puede!)
¿ Por qué no habría de poderse? ¿ Quién lo impediría?
No encuentro, señor diputado, la forma en que lo expliquéis; yo escucharía con
respeto si tenéifl algún argumento serio para decir que no pueden votarse al mismo
tiempo los artículos 39 y 27; pero yo respondo que, de todo este lado de la Asam-
blea (Haciendo alusión a la extrema derecha.) y de todo este lado también (haciendo
alusión a la extrema izquierda.) será difícil que haya un orador, uno solo, que venga
a pediros una modificación restrictiva en el artículo 27 en todo su intenso radicalis-
mo ',que le ha dado. el ciudadano Primer Jefe. Yo aseguro que no habrá aquí una
708
voz que se levante en contra del artículo 27, y si hay alguna, yo seré el primero
que se avergüence de ello.
-El C. Martínez de Escobar, interrumpiendo: Permítame el señor Palavicini que
le haga una aclaración. Desearía, para que no se sorprenda al espíritu de la Asam-
blea, que tuviera usted la fineza, y atentamente se lo suplico, de decirnos en qué
sentido entiende usted ese artículo 27, en la parte relativa al punto que está usted
tratando. Yo voy a decirle a usted la objeción que en este momento se me ocurre y
que sin duda alguna es pertinente: claramente dice el artículo 27, señor ingeniero
Palavicini: "Las instituciones de beneficencia pública y privada para ~l auxilio de
los necesitados, para ... "
-El C. Palavicini, interrumpiendo: No dice uparav.
-El C. Martínez de Escobar, continuando: Aun cuando no tenga la palabra
"para", estoy yo aclarando el concepto. Dice aquí:
HLas instituciones de beneficencia pública o privada para el auxilio de los nece-
sitados, la difusión de la enseñanza, la ayuda recíproca de los individuos que a ellos
pertenezcan o para cualquier otro objeto lícito, en ningún caso podrán estar bajo el
patronato, dirección o administración de corporaciones religiosas ni de los ministros
de los cultos, y tendrán capacidad para adquirir bienes raíces, pero únicamente los
que fueren indispensables y que se destinen de una manera directa e inmediata al
objeto de las instituciones de que se trata."
Es que nQ podrán estar bajo el patronato de las corporaciones religiosas en todos
los casos y, señor Palavicini, es una diferencia bastante grande; nada más se refiere
a las instituciones de beneficencia y en todos estos casos y entre estos casos, están
las instituciones de enseñanza e instituciones de beneficencia.
-El C. Palavicini: Lamento, teñor representante de Villahermosa, que su obser-
vación no me convenza¡ yo me alegro de que la objeción haya sido hecha oportuna-
mente, porque de ese modo me da ocasión de aclarar un punto y llegar a una con-
clusión final. El señor Escobar se equivoca; la Comisión dice que no admite que
ninguna corporación enseñe, eso dice también el artículo 27; es cierto que la Comi-
sión tampoco quiere que ningún católico ni protestante enseñe y, en ese punto, es
en el que no estamos de acuerdo; yo vengo a sostener nada más que, en cuanto a
forma, puede conservarse el proyecto del Primer Jefe, con la modificación indicada,
y que en cuanto al fondo, no le agrega más novedad el dictamen de esta Comisión,
que lo relativo a la enseñanza individual, lo inaceptable, porque entonces se acaba
con' esa garantía para las personas y no podría ningún católico dar clases de mate-
máticas, ni un protestante dar clases de inglés, que es sólo lo que debería enseñar.
Dice así el artículo 27, señores diputados; está preciso, claro, definido y no hay
lugar a subterfugios. ¿ Quiere el señor Martínez de Escobar buscarme alguno'? ¿ Pue-
de concertarse más? Yo no encuentro la forma ni la manera ni la frase que habría
que agregársele.
Dice así:
"Las instituciones de beneficencia pública o privada para el auxilio de los nece-
sitados, la difusión. de la enseñanza, la ayuda recíproca de los individuos que a ellas
pertenezcan o para cualquier otro objeto lícito, en ningún caso podrán estar bajo
el patronato, dirección o administración de corporaciones religiosas ni de los minis-
tros de los cultos, y tendrán capacidad para adquirir bienes raíces, pero únicamente
los que fueren indispensables y que se destinen de una manera directa e inmediata
al objeto de las instituciones de que se trata."
Nada más que el señor Martínez de Escobar agrega el "para".
-El C. Martínez de Escobar, interrumpiendo: Señor Palavicini: Eso es de senti-
do común.
709
-El C. Nafarrate, interrumpiendo: En el artículo 39 se asienta todo lo que el
pueblo pide y en el artículo 27 se asienta que el Primer Jefe es el director de la
política nacional en la parte que se refiere a las libertades que el pueblo necesita
para poder equilibrar la política nacional. (Siseos.)
-El C. Madrazo: Pido la palabra para una moción de orden, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Madrazo.
-El C. Madrazo: Yo suplicaría a su señoría se sirva exigir a los respetables
compañeros, que soliciten la palabra antes de hablar, porque perdemos mucho el
tiempo.
-El C. presidente: Tiene mucha razón el ciudadano Madrazo y, por tanto, suplico
a los señores diputados se sirvan solicitar la palabra a la Presidencia, e igual súplica
hago a mi querido amigo el señor general N afarratQ.
-El C. Aguirre: Yo siempre que hablo solicito la palabra.
-El C. presidente: Acepto la explicación.
-El C. Palavicini, continuando: Señores diputados: Ya lo veIS; no queda más
recurso contra el argumento formidable de la razón, que modificar o alterar el texto
del Primer .Jefe; ya no puede haber otra razón que la de poner en el artículo 27
la palabra que no tiene, para poder mantener eSa suspicacia, ese temor, ese miedo
o pavor incomprensible en algunos miembros de la Asamblea. El artículo sin el "para"
y sin más palabras que las que tiene, es un artículo completo, voy a recordarle a
su señoría que tuvimos un profesor de lengua castellana en el colegio, su hermano y
el que habla; aquel profesor sabía a maravilla el famoso ejemplo gramatical del
"para", y decía: "Cuando lleguemos a Para, cochero para, para que la señora para."
(Risas.) Aquí usted, señor, pone un "para" que no cabe en ninguno de los cuatro
que acabo de citar. (Risas. Aplausos.)
AqUÍ, señores diputados, no existe el vocabloj existe un precepto definido y com-
pleto, y el señor general Calder6n, que no es abogado -entiendo que nlO es aboga-
do-, pero que es un hombre de honor, lo ha entendido con toda su claridad, pues
esta Constitución no está escrita en términos anfibológicos y obscuros: esta Consti-
tución está escrita con la mayor sencillez, y el señor Calder,ón dice: "el único temor
que me queda -y yo respeto su temor, porque es explicable y justo-, el único
temor que me queda, es que el artículo 27 después se trunque, quitándole esa parte
de la enseñanza religiosa"; y el seoor general Calderón, si tiene esos temores, está
en su derechoj pero no debe tenerlos; para disipar cualquiera duda, yo propongo
la solución diciendo: votemos los artículos juntos. (Voces: ¡No! ¡No!) No hay nin-
guna razón qUE:' se op'onga a ello; no hay ninguna razón lógicaj yo, por lo mismo,
digo, señores diputados, que el debate científicamente está agotado, jurídicamente está
agotado, sociológicamente está agotado y no quedará ya en esta tribuna -es necesa-
rio decirlo de una vez-, no quedará aquí que discutir sino alusiones personales,
hechos más o menos vagos y disertaciones más o menos líricas contra los curas. Yo
aplaudiré desde mi curul a todo el que injurie aquí a los curaSj ya que yo no tengo
la galanura de lenguaje ni el verso sonoro de Cravioto, aplaudiré esas injurias; pero
no quedará nada que dilucidar respecto a la monstruosidad e inconsecuencia literaria
y jurídica de ese dictamen; no quedará nada que alegar en pro ni en contra; todo
el mundo vendrá a decir aquí lo mismo que ya se ha dicho antes: este dictamen es
absurdo, este dictamen no cabe en las garantías individuales; queda el artículo del
jefe y debemos votarlo, a lo cual sólo se opondrán cuatro o cinco diputados que no
quieren votar nada del proyecto del ciudadano Primer Jefe. (Siseos.) He dicho cua-
tro a cinco, señores diputados, y si los señores que han siseado son cuatro o cinco,
yo no los califico, ellos se califican. (Aplausos.)
710
En consecuencia, yo estoy convencido de que la Comisión ha entendido estas
razones, que en el "proyecto del ciudadano Primer Jefe todo estaba comprendido; falta
únicamente modificar el artículo en lo que se refiere a la enseñanza laica y es nece-
sario CONservar íntegro, en toda su integridad radical, el artículo 27; si en ese punto"
estamos de acuerdo, yo os pido, señores diputados, que votéis contra ese dictamen,
para que pueda entonces la Comisión presentar el artículo 3Q del ciudadano Primer
J"efe, con la modificación que ha querido el buen sentido liberal y radical de la
Asamblea y pueda votarse después el artículo 27 en su integridad.
Señores diputados, habéis visto" que yo no he venido nunca a esta tribuna con el
propósito de ofender a nadie; cuando me defendí de alusiones personales, procuré
ser lo menos agresivo posible, aun cuando se trataba de mi persona; nunca me he
defendido, sino de los que me atacan; yo deseo hacer en la Cámara una labor sensata
y juiciosa, ya que no la puedo hacer de talento, porque carezco de él; yo ofrezco que
ninguna alusión personal será contestada por mí, porque he resuelto que toda mi
aJíorja, cargada con las injurias que reciba en esta Asamblea, la he de volcar en;
el primer caño que encuentre en la calle, para que sigan su camino y vayan a su
fin. (Aplausos.) Yo no deseo ofender a nadie; desde que hemos entrado en el te-
rreno de las ideas, me habéis encontrado siempre y exclusivamente dedicado a
discutir "ideas; yo no he llegado ni siquiera á calificar a los grupos -que nunca
han existido en realidad- ni he tratado de investigar si los diputados, en el fondo
de sus conciencias tienen este o aquel compromiso con ellos mismos o con ajenas
personas; yo no quiero ver- dentro del parlamento, más que nombres libres, cons-
cientes y sensatos; es a "ellos a quienes me dirijo y voy a hacer UDa súplica "muy
especial a los que consideren que no deben votar este artículo, porque habló en su
apoyo el licenciado Macías o porque no son simpatizadores del licenciado Rojas,
o porque no tienen simpatías por mí; recordad, señores diputados, que nosotros somos
un átomo pasajero, que lo que perdura allí está -señalando al cuerpo de taquf..
grafoB-j las patadas, los siseos y las ideas quedan grabadas en el DIARIO DE
LOS DEBATESj "eso es eterno, es,? es para la Historia, ante "la cual todos tendre-
mos que responder algún día. (Muchos aplausos.)
Señores constituyentes liberales de 1916, cimentad definitivamente la libertad en
nuestro suelo; que allí donde la libertad es firme y positiva, toda revolución ~s
imposible, y en las sociedades dominadas por el despotismo de no importa qué inte-
rés o" secta, brillan continuamente los relámpagos fulgurantes de la tempestad. No
pretendáis, como los opresores cat6licos del siglo XIV, extinguir la libertad por las
persecuciones y la muerte; esforzáos por mantener en alto la encendída antorcha,
dejando que el pueblo escoja entre las sombras y la luz; y, yo os lo" grito desde
aquí: el pueblo escogerá la luz. (Aplausos.)
711
poder concretarlo en unas cuantas frases para refutarlo de la manera más 'enérgica;
pero, señores, esto es imposible, porque ni tengo el talento y la erudición suficientes
para conseguirlo, ni podría tampoco analizarlo en toda su profundidad; sólo, sí, quiero
expresar que hasta estos momentos en que acaba de hablar el señor Palavicini, creía
que al votarse este proyecto de artículo 39 del proyecto de Constitución, quedaría esta
Cámara de una vez ,para siempre, hasta el final de su período, dividida en dos grupos;
un grupo que iría obstinadamente contra la Comisión y contra las ideas generales de la
Cámara, y otro grupo que trabajaría ignorantemente, pero de una manera enérgica,
por el bien de la patria. Afortunadamente, veo que la oposición ha acabado y que hoy.
por boca del señor Palavicini, a quien una vez más hago justicia en esta Represen-
tación, viene a ,proponernos entrar en el sendero de la serenidad ,para dis'cutir el
proyecto de la Constitución.
Quiero analizar algunos de los puntos de las apreciaciones del señor Palavicini
y rebatir algunos de los sofismas que ayer vertieron aquí los oradores del contra sin
más fin que el de congratularse, seguramente, con el 'Primer Jefe. (Aplausos.)
El señor Palavicini nos ha dicho que es rudo el procedimiento de la Comisión
al decir: "se desecha de ,plano el proyecto del artículo 39 presentado por el Primer
Jefe". Efectivamente, señores, la Comisión ha ,sido ruda, la Comisión ha sido inco-
rrecta, la Comisión ha cometido quizá una falta de respeto muy grande a ese hombre
que merece todos mis respetos, si, señores; pero la Comisión no lo ha hecho con el fin
deliberado, con el propósito de aparecer ante el país como un dechado, como una fIe,cha-
de radicalismo; no, señores; la Comisión 10 ha hecho !porque vio, porque sintió que no
estaba alli, en ese proyecto, todo el radicalismo que necesita la Constitución para
salval" al país; porque la Comisión vio en esa plena libertad de enseñanza que presen-
taba el artículo del Primer Jefe, no había, señores, suficiente garantía, no para la
libertad, que no ha querido atacar, ni ataca, ni permitirá que se ataque jamás; sino
que la Comisión vio un peligro inminente porque se entregaba el derecho del hombre
al clero, porque se le entregaba -el dereeho de las masas y porque se le entregaba,
señores, algo más sagrado,lalgo de que no podemos disponer nunca y que tenemos
necesidad de defender; la conciencia del niño, la conciencia inerme del adolescente.
(Aplausos.)
De allí, señores, de esa impresión profundamente sentida en el alma de los radi-
cales que están en la Comisión, surgieron todas las otras faltas de respeto, todos los
rebosamientos de jacobinos.
Muy, bien, señores diputados, quiero que la Cámara confiese, quiero que queden
aquí inscriptas para toda una vida, estas palabras mias en que confieso que muy bien
pudimos haber cometido errores; ,pero que si los hemos cometido, no ha sido con el
deliberado' propósito de ofender, porque no queremos ofender al hombre que respetamos
y queremos, al hombre que venimos siguiendo desde el primer día que puso su planta
en este calvario glorioso; no queremos tampoco decir al pais: aquí estamos nosotros
que Somos sus defensores más acérrimos, porque entonces, señores, no seguiríamos
el papel de modestia que nos hemos trazado desde el primer día que vinimos a esta
gloriosa revolución. Consten, pues, señores, en este punto mis ideas, las ideas de la
Comisión expresadas por mi conducto. Voy al segundo 'punto, la imputación de jaco-
binos. La hacen consistir en dos cosas: en que la Comisión propone que no se permita
que las es,cuelas funcionen bajo el patronato de las instituciones religiosas, que no se
l'ijan por algunos de los miembros de estas instituciones religiosas, ni se imparta
enseñanza por ellos; y la segunda parte, que tampoco se permita a ningún miembro
de alguna corporación religiosa impartir esas enseñanzas en las escuelas ,privadas.
Señores diputados, yo creo que si en la segunda parte de ese dictamen no tenemos
absolutamente razón, porque es verdad que un 'profesor de matemáticas puede encon-
trarse muy distinguido en esas establecimientos religiosos y le quitamos la enseñanza,
712
o más bien dicho, le quitamos a la niñez -ese profesor que puede difundir esa enseñanza,
estamos justificados, pues aun cuando a primera vista no ofrece ningún peligro, yo creo
que sí ofrece algún peligro; creo, con el temor que tengo, porque he vivido entre
clérigos, que este individuo, siendo ,protestante o católico, aprovechará la más mínima
oportunidad para infiltrar sus ideas malditas; pero, señores, está remoto, muy remoto
ese peligro y acepto que en ese sentido hemos sido demasiado exigentes, y vengo
a .proponeros una cosa: quitemos, señores, de este proyecto esa parte, esa proposición;
borrémosla de allí para ,poderlo aprobar sin ningún escrúpulo; no estoy conforme en
lo otro, y no estoy conforme, porque no veo en el artículo 27 toda la claridad; puedo
estar conforme en que en este lugar, en que el artículo 39, no sea propiamente el
lugar de esas restricciones; en eso estoy conforme, porque no soy perito en derecho
constitucional, porque puedo cometer errores por mi ignorancia, que tengo el valor
suficiente de confesar; pero, señores, no esto'{ conforme de, ninguna manera en que la
restricción no se asiente, ya sea en el artículo 39 o en el artículo 27, 'porque allí sí
existe el verdadero peligro. (Aplausos.) No se diga, señores, como ayer se pretendió
decir aquí, que este es también jacobinismo, y si es jacobinismo, es un jacobinismo
bien desnudo: la inteligencia de los niños es sagrada: nadie tiene derecho a tocarla:
puede ser que ni los padres mismos tengan derecho de imponer a sus hijos creencias
determinadas, y este es el momento en que yo me siento consecuente con esos princi-
pios, 'pues mis hijos, señores, no· reciben ninguna enseñanza de creencias definidas.
Señores, ¿ nos vamos a entregar al clero? ¿ Quién es el clero? N o quiero hacer la
apología de ese cuerpo, porque me reservo a hacerlo documentado más adelante,
cuando hablemos de la independencia de ese poder, que se llama iglesia, para cuando
hablemos de ese poder extraño dentro. de otro poder que qebe ser soberano en nuestra
República: el ,poder civil.
¿Estáis, pues, conformes, señores diputados de este lado? (Dirigiéndose a los de la
extrema derecha.) ¿Estáis, pues, conformes, señores diputados de toda la República,
señores representantes del pueblo mexicano, en que no hay en estas ideas un fanatismo
sectario, sino ideas salvadoras para la República? Os propongo que nos permitáis
retirar el dictamen, que quitemos de ese dictamen esas palabras que escuecen y, con
esa modificación, se ponga a la consideración de esta Cámara para que sea votado;
y entonces creo que habremos salvado a la República y puesto la piedra más formi-
dable del edificio futuro de este pueblo, que tiene derecho a ser grande. (Aplausos.)
-El C. Palavicini: Pido' la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la pala'bra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palavicini: Señor general MÚg'Íca, señores miembros de la Comisión: la
República enseña hoy, enseña muy alto, que los homb~es que se forjaron en las luchas
de la guerra constitucionalista, los hombres que se han modelado, como ha dicho, aun-
que causara hilaridad, el abogado indígena de Oaxaca, los hombres que se han forjado
a golpes de corazón, entienden la razón y están siempre dispuestos a ponerse en ella,
y al aplaudir nosotros el propósito de la Comisión y al celebrarlo en nombre de la pa-
tria, aseguro al señor general Múgica que, en el terreno más radical en que él esté, en
el terreno más radical que él ocupe y busque en las ideas liberales, encontrará induda-
blemente al que habla, así como a todos los amigos del Primer Jefe que hay en esta
Asamblea; pero el señor general Múgiea insiste en sostener ya una cuestión de mera
fórmula . .¿ Por qué, señores diputados, si estamos todos de acuerdo en el fondo, por
qué insistimos en una redacción que él mismo ha confesado que está dispuesto a que
exista en no importa qué parte de la Constitución? ¿ Para qué exigir entonces, señores
diputados, que se conserve esa forma del dictamen, que no cabe dentro del artícu-
lo 391 El señor Múgica está co-nforme, como lo ha manifestado, en que se necesita es~
tahlecer de un modo preciso y concreto la prohibición, más adelante, y cree que puede
713
,
ser en el artículo 27; él es el ,presidente de la Comisión; la Comisión tiene en sus manos
el artículo 27; todavía no lo ha presentado a debate y, si todavía él quiere, en el artícu-
lo 27 puede poner' una forma más precisa, pues eslá en sus manos hacerlo. Lo que yo
sostengo, señores diputados, es que no hay necesidad de aprobar este artículo con su
redacción; que podemos conservar la forma y el principio liberal del 57 tal como lo
ha presentado el Primer Jefe, con la modificación que hará la Comisión al presentarlo
poniendo laicas las escuelas particulares; y yo propongo al general Múgica, ya que no
se trata de una cuestión de forma, que retire su dictamen y que presente a la Asam-
blea después el artículo 39, de acuerdo exactamente con las ideas del Jefe, más las
de la Asamblea, agregando la palabra laica en. donde quepa y en donde corresponda y
que, cuando presente el artículo 27, 10 modifique de la manera que él crea más con-
veniente, para que sea más preciso, si es que como está no es preciso. Yo creo, señores
diputados, y honradamente anticipo este pensamiento, que el artículo 27 es exacto, es
concreto y es preciso, y si el señor general Múgica, al leerlo y al presentarlo después
con su dictamen, encuentra que todavía puede precisarlo más, yo votaré con el señor
general Múgica el artículo 27; esta es la cuestión; y yo propongo al señor general
Múgica que retire su dictamen y que presente el artículo 39 del Jefe, diciendo: USe
aprueba el artículo del Primer Jefe con las modificaciones que siguen: Artículo 39"
-aquí las modificaciones que establezca el mismo--. Señores diputados: hemos llegado
al fin de una jornada penosa y desagradable y el señor Múgica dice bien al creer que
ayer tarde las pasiones se exaltaron y las divisiones se profundizaron en esta Asam-
blea; y yo celebro que nos encontremos en un terreno en que nos hallarán siempre,
porque las excitaciones de tribuna deben ser olvidadas; y ahora, que todos unidos y
conscientes hagamos una obra revolucionaria de verdad, que no sea de palabras, sino que
quede escrita para siempre en los preceptos de la ·Carta Magna.
-El C. Ibarra: Pido la palabra, señor presidente.
~EI C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Ibarra.
-El. C. Ibarra: El señor Palavicini ha señalado un grave peligro: la conquista
mexicana por medio de los ministros protestantes; y como el señor Palavicini, siendo
ministro de Instrucción Pública, firmó algunos nombramientos a favor de sacerdotes
protestantes, yo le suplico que, si puede, se sirva indicarnos el modo de combatir ese
peligro.
-El C. Palavicini: En este momento se está tratando de un asunto más grave;
peró cuando termine el debate dejaré satisfecho a mi distinguido colega el señor Ibarra.
-El C. Múgica: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Múgica.
-El C. Múgica: En el arrebato de mi palabra olvidé proponer más claramente mi
pensamiento, aunque ya lo había -dicho en el curso de mi peroración. Estoy conforme
en hacer las modificaciones al artículo del Primer Jefe en el sentido sobre el cual nos
hemos puesto -de acuerdo, y estoy de acuerdo también, si hay una promesa formal por
parte del grupo contrario, en retirar del artículo 39 la parte última y ponerla con la
debida claridad en el artículo 27, si cabe, o donde piense la Asamblea, si es que no cabe
en el artículo 27, porque creo que ese va a ser el punto a debate, supuesto que en este
sentido no hay uniformidad absolutamente en la Asamblea.
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
~El C. Palavicini: Señores diputados, es por esto que yo propongo que se retire
el dictamen, porque presentado el artículo 39 con la' modificación que indica el señor
general Múgica, no queda a discusión sino el artículo 27, en el cual, a juicio de todos
los miembros de la Asamblea, caben y están allí las restricciones; pero yo agrego que
sí es preciso definirlo, aclararlo o concretarlo. ¿ En manos de quién está ese remedio?
714
Está en manos del distinguido señor que ocupa la tribuna, en manos de la Comisión;
yo digo que si en ese sentido puede precisarse más el concepto del Jefe, yo acepto que
se haga así y lo aceptamos todas las personas que quieren ayudar ,prácticamente a
que se haga una buena labor en esta Asamblea. De modo que estoy conforme con lo que
propone el señor general Múgica en todas sus partes: yo no puedo decir que esa re-
dacción qUe se quita de allí se agregue en el.artículo 27. ¿ Quieren que exista la taxa-
tiva'1 Muy bien, para eso es preciso concretarlo y está" en manos de su señoría hacerlo.
-El C. Múgica: Esta es la aclaración que yo deseaba hacer, para que la Asamblea
pueda resolver sobre este particular.
-El C. secretario: La Secretaría pregunta a la Asamblea si se toma en conside-
ración la proposición del ciudadano presidente de la Comisión Dictaminadora. (Voces:
¿ De -qué se trata?) De que se permita a la Comisión retirar su dictamen ,para presen-
tarlo modificado.
-El C. Jara: La pregunta debe s'er si la Asamblea consiente en que se retire o no
el dictamen.
-El C. secretario: La Secretaria consulta a la Asamblea si se concede o no per-
iniso a la Comisión. (Voces: ¡No es esa la forma!)
--El C. Palavicini: La pregunta correcta es como la hahía indicado el distinguido
señor diputado Jara.
10
715
SESION DE COLEGIO ELECTORAL
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE L~ TARDE DEL VIERNES 15
DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
l.-Se pasa lista, se abre la sesión Y. leída el acta de la anterior, es aprobada en vota ..
dón económica.
2.-Se pone a discusión el nuevo dictamen de la Comisión Revisora Que consulta la
validez de la elección hecha en favor del C. Fernando Vizcaíno, por ellO distrito
electoral del Distrito Federal.
3.-Hablan en contra los CC. López Guerra y Rosas y Reyes, y en pro Martínez Rafael
y Truchuelo.
4.-Consultada ]a Asamblea si está suficientemente discutido, se declara por la afir..
mativa, y en votación económica se aprueba el dictamen.
S.-A moción de varios ciudadanos diputados se procede a la votación nominal, por
haber dudas en la anterior, resultando aprobado el dictamen.
~t-Ocupa la presidencia el C. Aguilar Cándido y se pone a discusión el nuevo dicta-
men acerca del ler. distrito electoral del Estado de Guerrero. Es aprobado.
7.-El C. Martínez Epigmenio pregunta por qué no se ha rendido dictamen respecto
al suplemente por el 14 distrito de Puebla, y la Comisión le informa. Se levanta la
sesión de Colegio Electoral y se abre la del Congreso.
(A las 4.10 el C. prosecretario López Lira pasó lista, resultando una asistencia
de 157 ciudadanos diputados.)
-El C. presidente: Se abre la sesión.
-Un C. secretario: Por acuerdo de la Presidencia y en atención a que aún están
pendientes tres dictámenes de la Comisión Revisora de Credenciales, se va a proceder
desde luego a la sesión de Colegio Electoral, en la inteligencia de que, como en la se-
sión pasada se acordó que no era necesario que el público desalojara las galerías, la
717
Presidencia ha acordado que puede continuar en ellas. El acta de la seSlon anterior
dice así: (Leyó.) Está a discusión. ¿ No hay quien haga uso de la palabra'! En vota-
ción económica, ¿ se aprueba'! Aprobada.
718
Según entiendo, las razones que han obligado a traer de nuevo al tapete de la discusión
esta credeneial, consisten en la alegación que se pretende hacer respecto de los mé-
ritos revolucionarios del señor Vizcaino. No tengo motivo para conocerlo a fondo; pero
como interpelé aquí en la ocasión anterior a un compañero nuestro de Asamblea, vengo
a suplicar al señor Rosas y Reyes, ,pariente del señor Vizcaíno, para que, haciendo a
un lado sus consideraciones de parentesco y poniéndose a la altura de su patriotismo,
venga a informar respecto a los merecimientos revolucionarios que tenga dicho señor
y que, en mi concepto, son perfectamente nulos.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rosas y Reyes.
-El C. Rosas y Reyes: ~eñores diputados: No hubiera querido tomar participa-
ción en este debate, porque, probablemente, las palabras que van a salir de mis labios
podrían tomarse como pardales en el presente caso. Por otra parte, rehuyo yo toda
discusión sobre personalidades; mas el compañero, señor diputado López Guerra, me
llama a la tribuna para cumplir un deber de patriotismo, y vengo a cumplirlo.
El señor López Guerra ha sacado al tapete mi personalidad como pariente del se-
ñor Vizcaíno, y ,precisamente por eso es por 10 que digo que mi declaración podria
parecer como parcial.
'Los merecimientos revolucionarios del hoy general Vizcaíno, desde~'el año de 1914,
poco más o menos, del mes de agosto -el señor diputado Gómez nos podrá decir cuál
fue su fecha de incorporación a las fuerzas constitucionalistas-, francamente, en mi
modo de sentir, no tiene absolutamente nada que echarle en cara, salvo dos o tres
falsedades, una de las cuales, ya en esta tribuna, se hizo patente en la sesión pasada.
Voy a referirme a la actitud del señor general Vizcaíno antes de tomar -participación
en la lucha en defensa de la causa constitucionalista..
El señor general Vizcaíno es hijo del Colegio Militar. El señor general Vizcaíno,
como todos los generales de aquella época, antes que un hombre de convicción, un hom-
bre de prineipios, fue un hombre de disciplina, un hombre de O:r'denanza, un hombre
que 'siempre pospuso los sentimientos de su Corazón a la obediencia del dictador. El
señor general Vizcaíno logró obtener el grado de capitán primero en las fuerzas fede-
rales, de donde se le separó el año de 1910, por no querer continuar prestando sus ser-
vicios a la causa del Gobierno del .señor Madero. Le vemos en el mes de mayo, el 8,
no recuerdo, no sé cuándo dice el telegrama del señor "ingeniero Rouaix, parece que en
1913, nombrado ingeniero de ríos y calzadas de -la Secretaría de Fomento. Bien; la
conducta del señor general Vizcaíno en los años de 1910 a 1913, francamente no fue
muy clara, y no fue muy clara, porqué no hizo nada absolutamente definido en pro de
la revolución que se iniciaba. Lejos de ello, el señor general Vizcaíno siempre continuó
sosteniendo sus principios de abnegación, fidelidad y, digamos, de convicción profunda
por la educación que él había recibido; es decir, por la educación de la Ordenanza, por
la educación del servilismo, por la educación que se le había dado en el Colegio Mili-
tar, la escuela militar, para obedecer siempre una consigna, para obedecer siempre
una orden que dictaba un coronel o un superior, antes que poner en juego SUB senti-
mientos como hombre consciente y revolucionario de convicción. Quisiera yo que al-
guna persona me hiciera favor de facilitarme el texto del telegrama del señor Rouaix.
(Se le mostró y le dio lectura.)
Los señores diputados o los señores secretarios de Estado que se encuentran en este
salón me harán favor de decirme qué requisito es indispensable para que una persona
pueda tomar posesión de un empleo, cuando le ha sido otorgado un nuevo nombra-
miento. La persona, creo yo, que toma posesión de un empleo, otorga una protesta, ¿ no
es así? ¿ Esa protesta, señores diputados, por tres ocasiones consecutivas, demostran-
do la adhesión, la fi:r'meza de principios, la óbediencia, la lealtad al Gobierno del usur-
pador, es algo digno de tomarse en cuenta? Creo yo que sí, señores, y creo yo que sí
719
para restar los méritos que el señor general Vizcaíno pudiese tener en la revolución.
En 16 de julio de 1914 se mandaron suspender sus sueldos al general Vizcaíno, hasta
que justificara el motivo de su ausencia; y lo vemos en el mes de agosto, no recuerdo
la fecha, afiliado a las fuerzas constitucionalistas, y el señor coronel Gómez podrá
decir a qué fuerzas se afilió en primer lugar.
El 'señor general Vizcaíno no salió de la capital, no condenó la labor del usurpa-
dor, es decir, no dejó de servir al Gobierno del general Huerta, sino hasta cuando ya
'Se encOntró perfectamente vigilado en la metrópoli y hasta cuando vio que estaban
completamente cerrados para él todos los caminos por los cuales podía demostrar su
fidelidad al Gobierno de Huerta. Después, sus méritos revolucionarios, francamente,
me son altamente satisfactorios. No diría yo que en esta Asamblea tuviera un lugar
distinguido; al contrario, yo diría que todos los señores diputados constituyentes debe-
ríamos darle un voto de confianza por su hábil disciplina, por su táctica militar. por
las defensas heroicas que ha podido hacer cuando las fuerzas constitucionalistas se
han encontrado en peligro, especialmente en Pachuca, en donde protegió la retirada
del Cuerpo de Ejército de Oriente; pero al darle nosotros nuestro voto, sería única-
mente para sostenerle en su grado de general, que es el que merece; pero no para darle
una curul en este Congreso Constituyente, que no merece. Que sea general" en buena
hora; bien lo ha ganado; pero que no sea constituyente, señores, porque yo, entonces,
garantizo a ustedes que tendríamos, como hemos tenido en alguna otra ocasión, algo
enteramente servil e incondicional, algo que sólo vendr'ía a obedecer una orden supe-
rior, pero nunca los principios, la voz del deber y la voz de la conciencia. (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Martinez Rafael.
-El C. Martínez: Ciudadanos diputados: Creo sinceramente que ,tenemos derecho
para ser inflexibles y hasta flexibles, para ,ser justos e injustos, si creemos que la
injusticia no lo es para nuestro sentir; pero entiendo que para una cosa no tenemos
derecho: ,para ser ridículos. (Aplausos.)
Tres veces se ha discutido amplísimamente la ,personalidad del señor general Viz-
caíno. En la primera ocasión, el dictamen fue en el sentido -de .que dicho señor podía
honrada y decorosamente sentarse a nuestro lado.
Se habló, y entonces, después de justipreciar las razones del pro y del contra, se
resolvió en la votación, es decir, al tomarse el parecer de los señores diputados, que
el señor general Vizcaíno no tendría derecho, por sus antecedentes, a sentarse con nos-
otros. Entonces la Comisión cambió su dictamen; nos presentó otro, naturalmente, en
el sentir de la Asamblea, acerca de que el señor general Vizcaíno no podría, formar
parte del Congreso Constituyente; entonces el señor ingeniero Madrazo nos leyó unos
apuntes del señor general Vizcaíno, ampliamente documentados con testigos conocidí·
simas, como el señor general González y el general Monjes y una porción de persona-
lidades que atestiguaban que efectivamente, el señor general Vizcaíno ha prestado
servicios de mucha importancia a la revolución; entonces nosotros, en un gesto de
justicia, resolvimos que el señor general Vizcaíno podía venir a formar parte de esta
honorabilísima Asamblea. Bien; por segunda ocasión. Entonces la Comisión nos trae el
dictamen conforme al sentir de la Cámara; por segunda vez lo impugnamos. ¿Vamos
por tercera vez a resolver otra cosa distinta, que no debe aceptarse aquí, en la Cá-
mara, al señor general Vizcaíno? Señores: Es completamente ridículo; la primera vez
le decimos: ~'tú no puedes estar aquí, ¡fuera!" Volvemos a l"econsiderar el asunto y le
decimos: "no, tú tienes derecho a pasar inmediatamente, tú has hecho mucho más que
otras personas que están aquí, tú has hecho cosas valiosas; ven con nosotros"; después
le decimos: "no, siempre no, vete otra vez." Esto es ridículo. (Aplausos.) Ya no -por
sus antecedentes, señores, sino por lo que se diga de la Cámara, por la dignidad de
nosotros; es necesario que se demuestre que somos personas conscientes que pueden
720
equivocarse una vez, pero que no pueden equivocarse constantemente. Tengamos en
cuenta esto: que podemos ser hasta injustos; pero no ridículos.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Truchuelo.
-El C. Truchuelo: Señores diputados: Su señoría, el señor Martínez, se ha ser-
vido ahorrarme trabajo, tratando sobre el punto, que efectivamente nos pondría en
ridículo, el estar contradiciéndonos eternamente en nuestros propios acuerdos. Pero
debo, además, recordar a ustedes que en sesión pasada tratamos el caso de la manera
más amplia, tomando en cuenta los antecedentes del señor general Vizcaíno, las condi-
ciones en que se encontr6 durante el Gobierno de Huerta y la actitud que ha asumido,
y hemos decidido, de la manera más justificada, a declarar que debía ser diputado
constituyente. La Comisión no hace otra cosa sino traducir en la fórmula de una pro-
posición completa, el acuerdo respetable e irrevocable de esta Asamblea. Las resolu-
ciones de la Asamblea como Colegio Electoral, dice la ley que son irrevocables. En
consecuencia, no tenemos derecho para hacer ninguna, modificación, porque no sólo
, es ridículo, como dice el señor Martínez, sino que procedeñamos contra la ley expresa.
¿ Qué garantía vamos a dar a la nación? Nosotros, que vamos a reformar el código
fundamental de la patria l ¿vamos a ser los primeros en conculcar la ley? ¿Vamos a
hacer una Constitución para que mañana, con este ridículo ejemplo, autoricemos a otra
~eneración para que, cuando lo crea oportuno, comience por burlar sus resoluciones y
ponerse en ridículo? E'sto equivaldría a que dijéramos a la sociedad, una vez formu-
lada la Constitución: "tienes el derecho de atropellarla". Debemos hacer respetar nues-
tras decisiones. He examinado en otra sesión el artículo 49, en que se dice clara'mente
que no podrán ser diputados los que hayan ayudado a Gobiernos enemigos del Consti-
tucionalismo, sirviendo empleos públicos, Se ha asentado como una verdad indiscutible
que toda persona que· esté en el caso del señor Vizcaíno, ·no está comprendido en el
artículo 49. Un ingeniero de ríos y de calzadas, se ve claramente que no puede haber
ayudado absolutamente de ninguna manera política al Gobierno de Huerta. Por el
contrario, el señor Vizcaíno, durante el Gobierno susodicho, ha tomado participación
muy activa en la toma del puerto de Tampico, defendido por el ex general MoreIos
Zaragoza. En consecuencia, durante la época de Huerta se ve, de una manera franca,
que se rebeló contra aquel Gobierno. Así pues, no tiene absolutamente el impedimen-
to que se alega. En sesiones pasadas demostré que no es lo mismo servir un empleo
que ayudar a un Gobierno, y la prueba de ello es que el Primer Jefe está removiendo
a los empleados que hacen labor obstruccionista. No ha ayudado, pues, el señor Viz-
caíno al Gobierno del usurpador, y sí lo ha batido, exponiendo su pecho a las balas
del despotismo. Se ha puesto frente a las fuerzas del ex general Morelos Zaragoza, y
triunf6, como he dicho antes. Lo hemos visto ser llamado por el mismo general Pablo
González para ser jefe de su Estado Mayor, y no .pudo aceptar esa coinisión porque
fue a levantar las fortificaciones de El Ehano, en donde tuvo lugar una de las batallas
más brillantes, en la que se cubrieron de gloria las fuerzas constitucionalistas. Antes
de eso, 10 hemos visto, como 10 dijo aquí el señor diputadO Román Rosas y Reyes, lo
hemos visto proteger valientemente la retirada de las fuerzas del general Pablo Gon-
zález, cuando venían de León para el puerto de Tampico; el general Vizcaíno, con su
batallón de zapadores, levantó toda la vía férrea y él fue el que contuvo en Pachuca
a las fuerzas villistas mandadas por las avanzadas de Angeles. Allí se batió de la
manera más denodada, y un caso para él gloriosísimo en su historia militar: la caba-
llería del general Saucedo tuvo que abandonar esa plaza, y el general Vizcaino, con
sus zapadores, protegió, no -solamente la retirada de las fuerzas de Infantería, sino
aun la retirada de la Caballería. Un hombre que tiene convicciones tan profundas,
que tiene un valor a toda prueba, que ha sacrificado su vida, que se ha lanZado al com-
bate de la manera más denodada y con la mayor bizarría, no puede hacerlo sino por
721
un amor decidido al Constitucionalismo, por sincera convicclOn, por verdadera venera-
ción a los principios. Estos son los hombres que deben venir a este lugar; aquellos de
quienes no hay peligro de que vengan a traicionar la causa del señor Carranza; aque-
llos que concurran a cumplir con los mismos ideales y que se hayan mo::.trado esforza-
dos y valientes en el momento de mayor peligro; esos son los. que pueden asegurar a
la nación que colaborarán en la formación de los códigos, por convencimiento. El señor
general Vizcaíno no solamente tiene esos méritos. Aquí, en el Estado de Querétaro,
hay infinidad de testigos para comprobar la gloriosa conducta de este general. El mis-
mo general Montes y la mayor parte de las fuerzas de la 24~ Brigada que es a su
mando, son testigos del heroísmo y la convicción perfectamente sincera del general
Vizcaíno. Señores: No solamente de una manera legal y por una interpretación jurí-'
dica del artículo tiene derecho el señor general Vizcaíno de formar parte de esta
Asamblea, sino desde el punto de vista político también, tiene derecho para ser miem-
bro de este Congreso. El mismo señor Carranza, que es el símbolo de estas libertades
públicas, que es el hombre que vino a encarnar los ideales de la revolución, que es
el ciudadano que tiene conciencia muy clara y muy perfecta de todas aquellas personas
que le ayudan, lo ha ascendido hasta general, y es el único que puede afirmar esos
ascensos y, por consiguiente, desde el momento en que lo ha hecho, ha sido porque
el general Vizcaíno lo merece. De rechazar la credencial, equivaldría a enfrentarnos al
señor Carranza, diciéndole: j~Tú, a un enemigo de la causa, a un reaccionario, 10 has
ascendido hasta general para defender la causa que tú proclamas." N o, señores, nos-
otros tenemos obligación imperiosa no solamente desde el punto de vista jurídico,
de reconsiderar nuestros acuerdos, no solamente por respeto a las leyes, sino por
respeto a la misma Asamblea, y d~bemos, aun por medida política, aceptar al general
Vizcaíno, que es un constitucionalista de convicción. Debo decir más ... (Voces: ¡Ya!
¡Ya! ¡A votarl)
722
La Presidencia hace saber a los señores diputados, que Se tomará nota de la
protesta que han hecho; pero como ya Se ha tomado la votación, la Mesa no puede
tomar otra nUeva.
-El C. Silva: Pido votación nominal. (Voces: ¡No! ¡No!)
-El C. Rosas y Reyes: Pido la palabra, para una aclaración.
-El C. presidente: Que se tome votación nominal.
-Un C. secretario: Se procede a la votación nominal.
(Se procedió al acto).
-Un C. secretario: El resultado de la votación es el siguiente: por la afirmativa,
105 ciudadanos diputados; por la negativa, 69.
Votaron por la afirmativa los siguientes ciudadanos diputados: Aguilar Antonio,
Aguilar Cándido. Aguirre, Aguirre Escobar, Alcaraz Romero, Alvarado. Amaya, Anco-
na Albertos, Andrade, Aranda, Arteaga, Avilés. De la Barrera, Betancourt, Bojórquez,
Bolaños V., Calderón, Cano, Cañete, Castañeda y Castañeda, Castaños, Ceballos, Ce-
dano, Cepeda Medrano, Cervantes Daniel, Cervera, Cravioto, Dávalos Ornelas, Dora-
dor, Dyer, Dávila, Fajardo, Fernández Martínez, Figueroa, Frausto, Gámez, Garza
González, Garza, Garza Zambrano, Gómez Palacio, González Aurelio L., Gutién~z,
Ibana, Juarico, Jiménez, Labastida Izquierdo, De Leija, Limón, Lizardi, López Cauto,
López Ignacio, López Lira, López Lisandro, Lozano, Machono y Narváez, Macías,
Madrazo, Manzano, Márquez J osafat F., Márquez Rafael, Martín del Campo, Martínez
Epigmenio A., Martínez Rafael, Martí, Meade Fieno, Méndez, Mercado, Moreno Bru-
no, Ocampo, Ochoa, O'Farrill, Ordorica, Palavicini, Pereyra, Ramírez Llaca, Ramos
Práslow, Recio, Reynoso, Robledo, Rodríguez González, Roel, Rojas, Rosales, R01,laix,
Sánchez Magallanos, De los Santos, Sepúlveda, Silva Herrera, Solares, Solórzano, Te-
llo, Tépal, Terrones B., De la Torre, Torres, Truchuelo, Ugarte, Valtiena, Verástegui,
Vidal, Villaseñor Adolfo, Villaseñor Jorge, Vil1aseñor Lomelí, von Versen y Zavala
Pedro R.
Por la negativa votaron -los ciudadanos diputados Adame, Aguilar Silvestre, Agui-
rre Berlanga, Alcázar. Allende, Alonzo Romero, Bravo Izquierdo, Casados, Cervantes
Antonio, Céspedes, euriel, Chapa, Dávalos, Dinorín, Espeleta, Espinosa, Ezquerro,
Franco, Gateía Adolfo G., García Emiliano C., Gómez José L., Góngora, González
Alberto M., González Galindo, González Torres, -Guerrero, Guzmán, Herrera Manuel,
Hidalgo, Ilizaliturri, Jara, López Guerra, Martinez de Escobar, Mayorga, Nafarrate,
Palma, Payán, Peralta, Pérez Celestino, Perusquía, Pesqueira, Pintado Sánchez, Prieto,
Ramírez G., Ramírez Villarreal, Rivera Cabrera, Rodiles, Rodríguez José María,
Rodríguez Matias, Rojano, Romero Flores, Rosas y Reyes, Ruiz, Silva Arnulfo, Sosa,
Vega Sánchez, Victoria, Villaseñor Aldegundo y Zavala Dionisio.
En consecuencia, la Presidencia declara, por conducto de la Secretaría, que es
diputado por ellO distrito electoral del Distrito Federal, el C. general Fernando
Vizcaíno.
723
"Se turnó a este grupo de la Comisión Revisora de Credenciales, el expediente que
corresponde al 1er. distrito electoral del Estado de Guerrero, en el cual el sufragio
popular favoreció en mayoría al C. Fidel Jiménez para diputado propietario a este
Congreso, y al C. licenciado Jesús A. Castañeda para diputado suplente.
'¡En la respectiva acta de la Junta Computadora de votos, no aparece protesta
alguna formulada en contra de la candidatura antes dicha, ni incidente que pudiera
viciar fundamentalmente las elecciones de referencia; por lo que indispensable es
tenerlas como buenas.
"Por 10 expuesto, los subscriptos se hacen el honor de sujetar a esta honorable
Asamblea la proposición que sigue:
"Son buenas las elecciones hechas en el 1er. distrito electoral del Estado de Gue-
rrero, en favor de los CC. Fidel Jiménez y licenciado Jesús A. Castañeda, para di-
putados propietario y suplente, respectivamente, a este honorable Congreso.
"Constitución y Reformas.-Querétaro, diciembre 15 de 1916."
E~tá a discusión. ¿No hay quien pida la palabra? En votación económica se
pregunta si se aprueba. Las personas que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse
de pie. Aprobado.
La Presidencia declara, por conducto de la Secretaría, que son diputados propie-
tario y suplente, respectivamente, por el 1er. distrito electoral del Estado de Guerrero,
los CC. Vidal Jiménez y licenciado Jesús A. Castañeda.
724
14. SESION ORDINARIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA TARDE DEL VIERNES 15
DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
(A las 5.30, con el número suficiente de ciudadanos diputados, según lista pasada
por la Secretaría, se abrió la sesión.)
-El C. secretario Truchuelo da lectura al acta de la sesión anterior, la que,
puesta a discusión, sin ella es aprobada en votación económica.
-El C. Calderón: Pido la palabra para un hecho.
-El C. secretario Lizardi da cuenta con los siguientes asuntos:
"El ciudadano presidente del Partido Obrero Veracruzano, felicita al honorable
Congreso Constituyente por su instalación.-De enterado con agradecimiento.
"El C. diputado Ortiz Rubio Francisco solicita licencia por un mes, sin goce de
dietas, para dejar de asistir a las sesiones, y pide sea llamado su suplente.-Se acuerda.
de conformidad.
"El C. diputado Navarro Luis T., solicita licencia para dejar de asistir a las
sesiones durante diez días.-Se le concede.
725
"El C. diputado Magallón Andrés pide licencia por diez días para dejar de asistir
a las sesiones.-Concedida.
"Se da lectura por la Secretaría a una iniciativa del C. diputado González Torres,
acerca de los derechos que en nuestro país deben concederse a la mujer.~Pasa a la
Comisión de Constitución.
Acto continuo, prestan la protesta de ley, ante el ciudadano presidente del Con-
greso, los CC. Jiménez Fidel, Vázquez Mellado Leopoldo y Dávila Cosme, diputados
por los distritos 1Q de Guerrero, 15 de Puebla y 4Q de San Luis Potosí, respectivamente.
Los CC. secretarios Truchuelo y Lizardi acompañaron en este acto a los nuevos di-
putados.
726
de la sociedad existente a las futuras. No se oculta a la Comisión que, en la práctica-
se tropezará con dificultades muy grandes para hacer efectiva la prohibición de la
venta de bebidas embriagantes; pero no creemos que estas difieultades lleguen a
los límites de la imposibilidad, pues ya se ha visto que en algunas comarcas la revo-
lución ha logrado extinguir casi por completo el comercio de bebidas embriagantes.
"Proponemos, por tanto, que se apruebe el artículo 49 del proyecto, adicionado y
modificado en la forma siguiente:
"Artículo 49 A ninguna persona se podrá impedir que se dedique a la profesión,
industria, comercio o trabajo que le acomode, siendo lícitos, sino por determinación
judicial cuando ataque los derechos de tercero, o por resolución gubernativa dictada
en los términos que marque la ley, cuando ofenda los de la sociedad. Nadie puede ser
privado del producto de su trabajo, sino por resolución judicial.
"Se declaran ilícitos y prohibidos el comercio de bebidas embriagantes y la explo-
tación de casas de juego de azar.
"La ley determinará en cada Estado cuáles son las profesiones que necesitan
título para su ejercicio, las condiciones que deban llenarse para obtenerlo, y las auto-
ridades que han de expedirlo."
"Querétaro de Arteaga, diciembre 9 de 1916.-General Francisco J. Múgica.-Al.
berto Román.-L. G. Monzón.-Enrique Recio.-Enrique <;!olunga."
Está a discusión. Las personas que deseen hacer uso de la palabra en pro o en
contra, pueden pasar a inscribirse. -o
-El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.
-El C. Múgica: La Comisión, deseando tomar en cuenta algunas razones que han
expuesto en lo particular algunos señores diputados, con relación al artículo 49, y
deseando no perder el tiempo inútilmente en debatest. suplica a la Cámara le permita
retirar su dictamen para presentarlo mañana.
-Un C. secretario: Se consulta a la Asamblea, por disposición de la Presidencia,
si se autoriza a la Comisión para retirar su dictamen sobre el artículo 49 Los que
estén por la afirmativa, que se sirvan ponerse de pie. Sí se autoriza.
727
secclOn que esté al debate, si lo pide algún miembro de la Cámara y éstt\ aprueba
la petición."
En vista de que la Asamblea está de acuerdo, se va a dar lectura al dictamen sobre
el artículo 8Q Dice así:
"Ciudadanos diputados:
"Respecto del artículo 8Q del proyecto de Constitución, cree inútil la Comisión
entrar en explicaciones para proponer sea aprobado dicho precepto, por tratarse de
un punto enteramente sencillo y que no provoca observación alguna.
"Consultamos, en consecuencia,. que se apruebe dicho artículo textualmente:
"Artículo 8Q Los funcionarios y empleados públicos respetarán el ejercicio del
derecho de petición, siempre que ésta se formule por escrito, de una manera pacífica
y respetuosa; pero en materia política, sólo podrán hacer uso de ese derecho los
ciudadanos de la República.
"A toda petición deberá recaer un acuerdo escrito de la autoridad a quien se haya
dirigido, la que tiene obligación de hacerlo conocer en breve término al peticionario!'
"Querétaro de Arteaga, 12 de diciembre de 1916.-General Francisco J. Múgica.-
Alberto Román.-L. G. MonzÓn.-Enrique Recio.-Enrique Colunga."
Se pone a discusión. Las personas que· deseen hacer uso de la palabra, pueden
pasar a inscribirse. ¿No hay quien desee hacer uso de la palabra? (Voces: ¡No! ¡No!)
Se pone a votación.
-El C. Calderón: Entiendo que ese artículo debe ser considerado; no me parece
acertado eso de que el funcionario a quien se eleve una petición por escrito, dará a
conocer el resultado en breve término: esto me parece muy ambiguo. Creo que se debe
fijar un plazo de tres, cuatro, cinco o seis días. N o sé cuánto tiempo fijaba la Consti-
tución de 57; pero de cualquier manera, creo que debe fijarse un término. En esta
Asamblea hay personas que conocen de Derecho y creo que deben ilustrarnos sobre
este punto.
-El C. Pastrana: Yo quisiera saber qué razón hubo para decirse que toda peti-
ción debía ser hecha por escrito, porque en la República hay muchos que nO saben
escribir. .
-El C. Frausto: Yo creo, señor presidente, que los que des~en hacer uso de la
palabra, deben inscribirse en pro o en contra.
-El C. Palavicini: El artículo está puesto a discusión. Se abrió la discusión,
y deben inscribirse los oradores del pro y del contra. Naturalmente que tendremos
que hacer la votación nominalmente.
-Un C. secretario: Eso es precisamente lo que se está haciendo.
-El C. Palavicini: Esa es la observación que me permito hacer al ciudadano
secretario. Está abierta la discusión; que se inscriban los oradores del pro y del contra.
-Un C. secretario: La Presidencia interroga a la Asamblea si hay personas que
deseen inscribirse en pro o en contra del artículo.
-El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano diputado Pastrana
Jaimes.
-El C. Pastrana Jaimes: Señores diputados: Al pedir la palabra para atacar este
artículo, -he tenido en cuenta a la clase pobre. Se impone aquí la obligación de que
los que no tengan cincuenta centavos para papel, los que no tengan un peso, no ten-
drán el derecho de petición ...
-El C. Martí, interrumpiendo: Pido la palabra para un hecho.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Martí.
-El C. Martí: Es para un hecho importantisimo~ que nos ahorra tiempo. El señor
orador toma como base un error; no se dice aquí que toda petición debe ser escrita;
que tenga la bondad de leerlo, y nos quitamos de discusión.
-El C. Pastrana Jaimes: El artículo terminantemente dice:
728
44Los funcionarios y empleados públicos respetarán el ejerCICIO del derecho de
petición, siempre que ésta se formule por escrito, de una manera pacifica y respetuosa;
pero en materia política, sólo podrán hacer uso de este derecho los ciudadanos de
la República.,
"A toda petición deberá recaer un acuerdo escrito de la autoridad a quien se haya
dirigido, la que tiene obligación de hacerlo conocer en breve término al peticionario. u
¿ Las peticiones verbales no serán atendidas? ¿ Los pobres no tendrán justicia
nunca?
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Nafarrate.
-El C. Nafarrate: Para pedir a la Asamblea considere este punto para que se
tome el acuerdo de que se retire, nada más para que se le haga el cambio que voy
a proponer. Dice aquí que toda petición se formulará por escrito; lo que a mí me
parece es que la parte donde dice "irrespetuoso u , no se considere cuando se haga
individualmente, sino a las corporaciones, porque por lo regular nuestro pueblo, cuando
se dirige a las autoridades, comienza hablándoles de "tú"... (Risas.) es irrespe-
tuoso. Que se considere nada más esto; a las agrupaéiones; que cuando se haga indi-
vidual no se le consideren como irrespetuosas aun las faltas de ortografía. (Risas.)
-El C. presidente: Tiene la palabra en pro el ciudadano Calderón.
-El C. N afarrate: Yo pediría que la Comisión me dijera si está de acuerdo con
lo que acabo de indicar.
-El C. Calderón: Honorable Asamblea: Comenzaré por llamar vuestra atención
sobre la segunda parte del artículo citado, en la forma que lo propone la Comisión
dictaminadora. Dice así:
"A toda petición deberá recaer un acuerdo escrito de la autoridad a quien se haya
dirigido, la que tiene obligación de hacerlo conocer en breve término al peticionario."
Indudablemente que la Comisión, al proponer esta condición, "en breve término",
tuvo el propósito loable de que en el menor tiempo posible recaiga acuerdo sobre cual-
quiera petición, y que el funcionario que la reciba, deba comunicarla sin pérdida de
tiempo al interesado.
Indudablemente que nada conseguiríamos en fijar ,un término de unos cuantos días
para dar a conocer esa contestación en unos seis, ocho o diez días, puesto que los
negocios no todos requieren igual cantidad de tiempo para poder ser resueltos. En
consecuencia, toda recomendación que se haga a este respecto sería inútil. Si un
Estado tiene mal organizada su administración de justicia, saldría sobrando que aquí,
en la Constitución, se dijese a los jueces: tienes veinticuatro o cuarenta y ocho horas
para contestar. Si en la Secretaría de Gobierno de un Estado o en la Dirección de
Rentas, por ejemplo, no tienen el personal suficiente y la organización no responde
a las necesidades de la oficina, los documentos pueden rodar en el despacho o hasta
perderse. Yo, al llamar la atención de la Asamblea sobre este punto, 10 he hecho
con el fin de que, si hay algunas personas que tuvieran la bondad de ilustrarnos sobre
la materia, hicieran uso de la palabra. Yo creo que, en consecuencia, nada práctico
podemos hacer en este asunto y que debemos conformarnos con la redacción de la
Comisión.
-El C. Recio: Señores diputados: ,Es verdaderamente laudable el celo puesto
por el señor Pastrana, al mostrarse en esta honorable Asamblea decidido defensor de
la clase pobre; pero debemos tomar en, cuenta. que las autoridades no van a estar
conservando apuntes en la memoria. La petición por escrito no quiere decir que el
ciudadano deba hacer precisamente por escrito su petición ante la autoridad; puede
presentarse ante ella, y ésta levantar un acta sobre un asunto, teniendo la obÚgación
de contestar en los términos que crea prudentes. Así es que no es preciso que lleve
su solicitud escrita. Si no sabe firmar,, puede buscar quien firme por él. Debe com-
729
parecer ante la autoridad y la autoridad debe tomar en consideración el motivo de
la petición de aquel ciudadano, a quien deberá contestarse en breve término. Tampoco,
como dijo el señor Calderón, puede señalarse un plazo determinado para contestar,
pues depende de los intereses o del motivo que origine la petición; puede ser un
asunto grave, sobre el cual haya necesidad de tomar datos en poblaciones distantes
y, naturalmente, se requiere determinado lapso de tiempo para contestar. Al ponerse
en este artículo la palabra "delito", se hace con el objeto de que las autoridades pongan
de su parte el celo necesario para el cumplimiento de su deber; pero no debemos
señalar tiempo como mínimum ni como máximum en el desempeño de su misión. Esto
es todo lo que tengo que decir.
-El C. Gámez: El artículo 69 emplea la palabra crimen o delito, y la palabra
crimen no existe en nuestro Derecho; esa palabra está en el Derecho español antiguo.
Además, queda perfectamente clara la idea si se rectifica el artículo suprimiendo esa
palabra. La manifestación de las ideas no será objeto ... (Siseos.)
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente.
Está cerrada la discusión sobre el artículo 69
-Un C. secretario: Se pregunta a la Asamblea si se consideran suficientemente
discutidos los artículos 69 y 89
Se van a poner a votación.
Fueron aprobados los artículos 69 y 89 por 168 votos, con excepclon del señor
Rivera Cabrera, que votó "no" por el 89, y del ciudadano Rosales, que votó "no" por
los dos artículos. '
Por acuerdo de la Presidencia, y a fin de tratar asuntos económicos del Congreso,
se va a constituir el mismo en 'sesión secreta y, por tanto, se ruega al público que
ocupa las galerías se sirva desalojar el salón.
730
/
15~ SESION ORDINARIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA TARDE DEL SABADO 16
DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
l.-Se p~~a lista. Se abre la sesión. Se lee y aprueba el aeta de la sesión anterior.
Se da cuenta con los asuntos en cartera.
2.-Leído el nuevo dictamen acerca del artículo 311, el C. Rojas hace una moción sus-
pensiva que es desechada.
3.-El C. Múgica funda el dictamen de la Comisión.
4.-El C. Rojas habla en contra, siendo interrumpido por el C. Martí para un hecho
y por la Secretaría para una moción de orden.
50-Habla en pro el C. Alonzo Romero.
6.-En contra el C. Palavicini.
7.-Se pregunta a la Asamblea si está suficientemente discutido y se resuelve por
la negativa.
S.-El C. Truchuelo habla en pro.
9.-EI C. Lizardi en contra.
lO.-Se vuelve a consultar a la Asamblea si está suficientemente discutido y se re-
suelve por la negativa. .
t1..!:...EI C. González Torres habla en pro del voto particular del C. Monzón y el C.
Allarez en pro del dictamen.
t2.-El C. Nafarrate hace una aclaración y el Palavicini una moción de orden.
tS.-El C. Palavicini habla en contra.
I4.-EI C. Espinosa habla e~ pro.
15.-Pr~guntada la Asamblea si se considera agotado el debate, se resuelve por la
afirmativa, procediéndose a la votación..
I6.-Resultado de ella.
t7.-0cupa la Presidencia el C. Luis Manuel Rojas y el C. Ramos Práslow· rectifica
hechos y contesta alusiones personales.
IS.-EI C. Palavicini hace uso de la palabra para contestar alusiones personales. Se
levanta la sesión.
1
(A las 3.40 el C. secretario Ancona Albertos pasó lista, resultando una asistencia
de 139 ciudadanos diputados.)
731
"El C. secretario Truchuelo lee el acta de la sesión anterior, la que, puesta a
discusión, sin ella se aprueba en votación económica.
"El C. secretario Lizardi da cuenta con los siguientes asuntos:
"El C. presidente municipal de Juchitán, a nombre del Municipio, pide al hono-
rable Congreso Constituyente sancione la erección del Istmo en Entidad Federativa.-
Pasa a la Comisión de Peticiones.
"El C. diputado Antonio Madrazo solicita licencia para dejar de asistir a las se-
siones y poder ocupar el puesto de oficial mayor de la Secretaría de Hacienda, que
el ciudadano Primer Jefe le ha conferido.-·Se le concede, ·llamándose al suplente.
IlLa diputación de Yucatán presenta una iniciativa referente al artículo 13 de la
Constitución.-Pasa a la Comisión de Constitución.
"La señorita Inés Malváez presenta una iniciativa referente al voto femenino.-
Pasa a la Comisión de Constitución.
732
-El C. Palavieini: Me refiero a los de la Comisión.
-El C. Martínez de Escóbar: ¡Fuera los reaccionarios de esta Cámara!
-Un C. secretario: La Presidencia pregunta a la Asamblea si se toma en consi-
deración la l11:oción necha por el ciudadano diputado Rojas. Las personas que estén por
la afirmativa que se sirvan poner de pie. (Una voz: ¿Afirmativa de qué?) Afirma-
tiva de que se aplace la discusión del dictamen. Desechada la moción de orden. subsiste
el trámite. Las personas que deseen hacer uso de la palabra pueden pasar a inscribirse
en pro o en contra.
-El C. presidente: Señores diputados: El artículo que se va a discutir, segura-
mente que es de los de más trascendencia de los que encontraremos dentro del pro-
yecto de Constitución, y yo exhorto al patriotismo y al buen jUicio de todos ustedes
para que, al venir a la tribuna, lo hagan con toda serenidad y tomen en consideración
la aflictiva situación por que atraviesa nu'estra pat:ria.
-Un C. secretario: El artículo 106 del Reglamento, dice:
"Siempre que al principio de la discusión lo pida algún individuo de la Cámara,
la Comisión Dictaminadora deberá explicar los fundamentos de su dictamen y aun
leer c,onstancias del expediente si fuese necesario; acto continuo, seguirá el debate."
En tal virtud, tiene la palabra la Comisión.
733
4
734
dirá y qué juicio se formaría de los acontecimientos un hombre imparcial que esté
en aquellos lugares?
AquÍ, desde los preparativos, damos en qué pensar a las personas. Los preparativos
son muy especiales. El Primer Jefe tiene la atingencia muy digna de celebrarse, de
organizar un proyecto de Constitución con el objeto de que sirva de. esqueleto y se
vista con la opinión de gente ilustrada, como una resultante de todas las tendencias,
de todas las ideas que están representadas en este Congreso, única manera de que la
Constitución resulte como una arma y una garantía para la paz, porque ese será su
resultado. Si la Constitución saliera a gusto del Primer Jefe o de cualquier hombre,
no satisfaría a la totalidad de la Cámara. Para que la Constitución sea aceptada,
necesita que los blancos obtengan manera de dejar huella en la Constitución en muchos
puntos; que los rojos hagan otro tanto en otros puntos, y que los independientes o
aislados obtengan el mismo resultado; entonces tqdos estarán conformes con el con-
junto, porque saben que lo que no obtuvieron en una parte, 10 ganaron en otra; y es
la única manera de que se llegue a un resultado práctico.
Por esa razón, yo me preocupé de significar en la sesión anterior, cuando estaba
presente el ciudadano Primer Jefe, que nosotros teníamos libertad para hacer modifi-
caciones al proyecto de Constitución y que eso lo esperaba el Primer Jefe, que preci-
samente lo había d.icho en una de sus famosas· leyes que ha proclamado últimamente,
sobre todo, en la convocatoria que hizo al Congreso Constituyente, y en la que hizo
modificaciones a las adiciones de Veracruz. Dijo con toda claridad que su obra sería
completada y coronada por los conocimientos y patriotismo de los diputados al Con-
greso Constituyente. Porque la verdad es que había escrúpulos en algunos diputados
de cuál deMa de ser su papel de carrancistas, o más que de carrancistas, de adictos
al Primer Jefe; y todavía había un grupo más obligado, que era aquel que había co-
operado a dar cuerpo y cierta forma al pensamiento jurídico del Jefe. Muchos pensa-
ron que éstos estaban obligados a aceptar sin modificaciones las ideas del Jefe, y en
relación, por enérgicas, casi todos creían en la obligación de hacer lo que dice el Jefe.
Yo creí oportuno decir la tarde en que estuvo presente el señor Carranza, que él
era un hombre de vasto talento y magnífico criterio, para comprender que la obra más
perfecta que salga de hombres, es, siendo así, susceptible de perfeccionarse. Y era
lógico que nosotros obrásemos en buen sentido, para que esas modificaciones den
buen resultado.
Cuando se hizo la Constitución de 57, siguió la guerra de tres años, porque esa
Constitución no satisfizo a los liberales, ni satisfizo a los conservadores. Todo el mundo
se pronunció contra ella y siguió el conflicto de la guerra en el país. La nueva Cons-
titución no satisfizo a nadi~ ni a Comonfort ni a nadie. Eso es precisamente 10 que se
trata de evitar en esta ocasión.
Había dicho también a un grupo de diputados que se había venido reuniendo en la
Academia de Bellasl Artes, este concepto, y les dije sinceramente: señores, si nosotros
hemos venido a llenar una mera fórmula, a bajar siempre la cabeza y a aprobar el
proyecto, yo no hubiera aceptado venir a este Congreso, porque ese proceder sería
indigno e indecoroso de los diputados, del Primer Jefe y de la República entera. Estoy·
interesado, como los demás, en que esa Constitución sea mejorada por la obra colectiva
de vosotros. Lo único que reclamé en el fondo la vez anterior, era la forma en que
se presentó el proyecto, porque era, a mi juicio, una equivación muy grande, que
presentó la ventaja de poder llamar la atención sobre ella, y que evite inconvenientes
para lo sucesivo, porque a todo el mundo se le ocurre este hecho significativo. Si la
Comisión ha de venir, cada vez que crea necesario mejorar el pensamiento del Jefe, a
darle un golpe político, pues, francamente, acabamos por tirar al Jefe del puesto en
que está.
Estamos en una democracia, estamos en vísperas de eleccione!; si el país dice que
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el Jefe no responde al puesto que tiene'l pues naturalmente que perderá el afecto y
dirá que venga el que interprete debidamente el pensamiento de la República.
De manera que la dificultad ha sido no en el fondo, y yo voy a hacer hincapié en
lo siguiente: La Cámara sabe perfectamente que, en un principio, tuve el honor de
ser de aquellos a quienes el Jefe dio sus primeras ideas para ayudarle en el trabajo
de traducir en forma jurídica los pensamientos del constitucionalismo. En cumpli-
miento de esta comisión,. fui el que tuvo la casualidad de formular el artículo 39 en
una forma original, que expresaba exactamente el pensamiento del Jefe sobre el par-
ticular. Esa forma no es, en manera alguna, distinta de la que pretende el partido
radical, y que propiamente debe llamarse jacobino.
Nadie debe asustarse de nombres que están consagrados por la historia. El grupo
jacobino pretende cambiar el artículo 39 en una forma especial, correspondiente a
una forma que yo le había dado en el anteproyecto y también le dio el señor Macias.
Después, el ciudadano Primer Jefe nos hizo observaciones de tal naturaleza importan-
tes, que francamente convinimos en que tenía razón y era mucho más prudente dejar
el artículo anterior en la forma que presenta el proyecto original, aun cuando tenía-
mos el proyecto de dejar los mismos recursos que pretendimos consignar en el artículo
original, en otra parte. Por eso incluimos en el artículo 27 lo relativo a instrucción y_
en el 109, algo relacionado al clero, porque había razón para hacerlo. En el artículo 27
no se trata sólo de la enseñanza: se trata también de todas las instituciones de bene-
ficencia pública, y en el ciento y tantos, que no recuerdo, .se consignan las reformas.
Ahora verán ustedes qué importancia tiene que esas reformas se consignen en una
parte o en otra, si la fuerza de los artículos constitucionales en una parte o en otra. es
la misma. Parece hasta cuestión pueril que nos vayamos a disgustar por que se consig-
ne en un lugar lo que puede, indistintamente, quedar en otro; hay una razón de peso;
esas restricciones al clero en el artículo 27 o en el 109, no causan ningún escándalo, ni
traen ninguna consecuencia política; están dentro del marco de las Leyes de Reforma;
las Leyes de Reforma están hechas hace cuarenta años y están sancionadas Y acep-
tadas por las constituciones de otros países. Allí cualquiera cosa que se dice parece que
-es una consecuencia natural de lo que se ganó con la fuerza de las armas, desde tiem-
pos de Benito Juárez. Mientras que, desde el punto de vista puramente teórico, parece
que es una cosa nueva, absolutamente distinta, que persigue efectos diferentes. Es
la verdadera razón por qué nos oponemos; pero yo soy de opinión, ya lo dije en la
sesión pasada, de que un cierto jacobinismo es necesario; el dominio del clero es pre-
ponderante. De consiguiente, yo, en principio, estoy enteramente de acuerdo, lo mismo
que mis amigos; hemos hecho todo 10 posible porque no se perdiera el ,propósito de
poner restricciones a la enseñanza; sin embargo, hemos procurado ponerlas en un lugar
donde no causen perjuicio.
También quisimos ser más propios en la redacción de la Constitución. Por eso
muchas personas se encuentran ,con que faltan muchas circunstancias especiales en el
artículo. Así, 'por ejemplo, 10 que se refiere a .la enseñanza obligatoria, todo el mundo
nota que en '81 artículo 9Q ya no se hablaba de esa enseñanza, punto ganado desde
la época de la Reforma. Pues bien, señores; nosotros 10 hemos consignado en el
artículo 31, porque es importante ponerlo en el capítulo de garantías individuales;
nosotros decimos que las garantías individuales son por excelencia las restricciones
que se ponen al poder público en favor de .1os individuos, y esas restricciones, para que
sean· efectivas, se garantizan de una manera especial con el amparo. De manera
que cuando se contrae la obligación de ir a la escuela desde los siete años, es como
el servicio en el Ejército, como la obligación de trabajar o ser considerado como vago,
como otras tantas; es enteramente salirnos de la materia; se puede poner en otro
lugar, sin inconveniente. Allí sí tendrá inconveniente, porque mañana vendrá la
736
Suprema Corte y no sabrá cómo aplicar el juicio de amparo. Aquí está considerado
cqmo garantías para otros hombres y no para el poder público.
Por esta razón. cuando una persona viola un precepto legal. por ejemplo, el que
prohíbe la venta de alcoholes. ¡pues, hombre!, se va con el comisario, con la policía,
con el gobernador, con' el alcalde o el presidente municipal, con cualquiera autoridad,
y se queja de la infracción y todo el mundo la atiende¡ basta que ,un hombre lo diga
para que se corrija; hasta se puede hacer uso de la prensa. Por esa razón el juici.:>
de amparo es para restringir; se usa de una manera más propia cuando se trata de
limitar el abuso de la autoridad. Si se exigieren las garantías individuales, entonces
resulta que por pr~ia naturaleza el amparo es menos eficaz. De manera que, por los
dos aspectos, se comete un error en poner en un artículo lo que está mejor en otro.
,El señor Palavicini viene ahora sumamente exaltado; deben dispensarlo¡ es un
hombre bueno, honrado, inteligente, pero nervioso. (Voces: ¡No! ~No! ¡No!) Señores,
yo lo digo; si no lo fuera, no lo llamaria mi amigo; le conozco hace muchos años y sé
que 10 que digo es exacto; pero viene exaltado, porque cree que celebró un pacto ante
ustedes anteanoche, con el cual convinimos y ahora se encuentra con que está cambiado
el fruto de la Comisión, contra las esperanzas que abrigábamos.
El señor Palavicini tiene razón, porque, efectivamente, el dictamen, tal como 10
presenta la Comisión, no responde al espíritu de la Cámara, cuando se mandó suspender
la discusión del artículo 31? para pre'sentarlo en nueva forma. Yo fui precisamente
quien presentó la solución que a mi jui.cio habría de llevar a un feliz acuerdo a la
discusión del artículo 39 Me costó mis dos noches de insomnio, pero estaba yo muy
contento al considerar que con este artículo se salvaría el escollo donde iba a fracasar
el trabajo, la labor parlamentaria del Congreso Constituyente, pues yo pensaba que
podíamos estar en vísperas de otro conflicto armado.
Precisamente la solución fue la que presentó el señor Palavicini un día después;
pero entonces la Cámara tuvo el buen juii!io de aceptar; pero eso no responde absolu-
tamente al dictamen presentado ahora, porque se vuelve a consignar en el dictamen
lo que está en otro lugar. Dice ahora la Comisión, que el artículo 27 no es exacta-
mente el recipiente en donde debe consignarse esa restricción al dero. Bien; pues
entonces diría yo a la honorable Comisión: ¿y por qué DO vamos a discutir en primer
lugar el artículo donde se consignan las Leyes de Reforma? Allí podemos darnos gusto
sobre este particular; se le 'pueden hacer muchas restricciones. Si hay un diputado que
suponga que nosotros queremos hacer una salida sobre el particular, ¿ entonces por qué
no empezamos a discutir las Leyes de Reforma para darnos gusto, ,para evitar estas
dificultades?
Simple y sencillamente la cuestión es cambiar de lugar, y nosotros no estamos
diferentes en eso; sólo discutimos la oportunidad de colocarlas en un lugar o en otro.
Si nosotros discutimos primero las Leyes de Reforma, nada diré, absolutamente nada,
ni aquí ni fuera; pero si comenzamos a decir desde el artículo 39: 10 repudiamos o lo
dejamos en este sentido, la gente-va a espantarse, porque supone que vamos a acabar
aquí. ¡Dios sabe cómo!, que llevamos el automóvil sin frenos y que todo mundo teme
una catástrofe. ¿ Ustedes se imaginan siquiera la impresión que ha causado el famoso
dictamen de la Comisión? ¿ N o se lo imaginan? ¿ Han pensado siquiera en ello?
Pues simple y sencillamente han llegado personas de la capital, que me merecen entero
crédito. que dicen que la impresión ha sido terrible. (Voces: ¡No! ¡No!) Digo la verdad,
señores; ,puedo citar testigos, que es mucho decir; por el texto mismo de la redacción
del dictamen, pues que allí se dice: ¡caramba, estos señores quieren traernos la escuela
anárquica de Ferrer!, porque así interpretan el voto particular del señor Monzón.
El señor Monzón es un hombre honrado y sincero, que viene a dar al Congreso Consti-
tuyente el fruto de ·sus convicciones; él cree que la escuela debe ser racionalista, pero
no pensó ,el señor Monzón el efecto que podría causar su voto particular en el país,
737
porque si la mayoría piensa como el señor Monzón, lo mismo que pasó en Cataluña
cuando fusilaron al profesor Ferrer, sucedería aquí. Eso es lo que quieren estos señores;
de manera que los otros artículos van a ser debidamente condimentados por esta
Cámara y de aquí va a salir una especie de nitroglicerina que va a volar al país, y
miren ustedes, anteanoche ha llegado un cablegrama de los Estados Unidos .pregun-
tando si era cierto que habían asesinado al señor Carranza en una sesión del Congreso
Constituyente; (Risas. Murmullos.) no falto a la verdad ...
-E,} C. Palavicini, interrumpiendo.: Yo tengo el cablegrama.
-El C. Rojas, continuando: Estos sólo son ejemplos que presento a la Asamblea
para que vea lo que aquí se discute, produce grandes efectos ... (Voces: ¡No se
alarmen, hombre! Risas. Siseos.) No, señores; precisamente yo quiero llamar la atención
sobre lo que se dice respecto de lo que aquí se ventila y se decide, porque no tiene
la misma importancia de lo que se discute ·en un colegio, en una sabatina de cualquiera
institución liberal, porque allí se pueden hacer las discusiones .más radicales y extra-
ordinarias sobre estos ·puntos, se puede hablar hasta en la forma ultraanárquica, sin
que se conmueva la sociedad ni la República; pero lo que se. dice en un Congreso y en
un Congreso Constituyente, es como lo que se dice en el fondo de una barranca, cuyos
ecos ,parece que rproducen un retumbo de tempestad, y esto es lo que sucede en el
Congreso Constituyente, y yo creo que esta fue una de las cosas que ignoró el señor
presidente de la Comisión y sus distinguidas colegas al hacer su dictamen; ellos son
noveles en política; probablemente ninguno de los tres habia tenido oportunidad de
venir a un Congreso y, por consiguiente, ellos creían que en un Congreso .se puede
decir todo lo que se puede decir en una tertulia o en un colegio; pero las consecuencias
que ha tenido su famoso dictamen, les ha enseñado, indudablemente, que deben de ir
con moderación, porque la forma en que se den las leyes debe ser objeto de dedicada
atención, sobre todo en los momentos actuales rpor que atraviesa la República Mexi-
cana; por lo demás, el esfuerzo y el empeño que se nota en la Cámara, de insistir
en sacar avante el artículo 3Q con todos sus aditamentos, hay que pensar, señores, de
dónde viene ese esfuerzo, toda vez que ustedes saben perfectamente que el resultado
va a ser igual, si colocamos esas restricciones en una parte o en otra.
-El C. Manzano, interrumpiendo: No es igual.
-El C. Rojas: Sí es igual, señor Manzano.
-El C. Manzano: N o me convence usted.
-El C. Rojas, continuando: Sí se convencerá usted, porque esta Cámara ha dado
demostraciones de que es honrada y de que en los mayores casos de prejuicios ha
demostrado a la hora de las votaciones, que viene con suficiente honradez. Pues bien,
señores; cualquiera va a pensar, en vista de la insistencia de un grupo de la Cámara,
que en realidad no se pretende ganar el punto de amor propio ni tampoco ganar
principios en la Constitución, sino que se insiste en hacer como una especie de ataque
a la política del Primer Jefe; (Voces: ¡No! ¡No!) digo que eso es lo que se puede
pensar, tal es el empeño, que cualquiera va a creer que eso es lo que aquí se pretende,
en lugar de hacer una labor de concordia, que cualquiera va a interpretar que ese es el
verdadero objeto de la Cámara, lo que yo pongo a la consideración de ustedes, y ya
que me refiero a este punto. quiero acabar de una vez las aclaraciones que pensé hacer
al venir a esta tribuna. Produjo un rechazo natural en la Asamblea el que se hicieran
cargos al subsecretario de Gobernación y al ministro de Guerra. Sobre este :particular
es quizá sobre lo que versó el ataque que me dirigió mi amigo el señor Román. Dice
que tales declaraciones van a producir un efecto penoso en esta Cámara, que no hacen
honor ni a la Cámara ni al orador; pues decía que yo había descendido del pedestal,
porque dijo el señor doctor Romá.n que esos ataques tan violentos y agresivos le pare-
cía que no estaban bien en boca del presidente, que acababa de recibir el honor del
sufragio de sus compañeros para ocupar ese asiento ,prominente; pues bien, señor
738
doctor Román, yo sólo digo una cosa: cuando bajo yo a la tribuna, se queda la Presi-
dencia en su lugar; de manera que lo que yo digo como diputado no lo digo como
presidente; es verdad que yo recibí un gran honor al ser exaltado a la Presidencia
de ]a Cámara, honor que ni siquiera sospechaba, y estoy sumamente agradecido y será
una de las cosas que conservaré como grata impresión ,por el resto de mi vida; 'pero,
repito, que esto no me compromete ni me restringe mi derecho de venir a exponel'
mis ideas; de manera que viDe yo a la Cámara resuelto a sostener mis ideas y a
sostener a mi partido y en esa forma, (Una voz: ¿Cuál partido?) el partido liberal;
partido es un grupo cualquiera que tiene un propósito definido y, por consiguiente,
quiero hacer uso de todos los recursos. Yo sé perfectamente que si me quedo durante
las sesiones de este Congreso sentado como un ídolo, sin mover la cabeza, saldré de
aquí con la simpatíl,l. de todos ustedes, por no haber atacado a nadie; pero yo volun-
tariamente sacrifico esa ventaja rpor venir aquí a recibir los tajos y las malas volun-
tades en casos como éste, por venir a decir aquí lo que siento y hacer lo que crea
conveniente; de manera que por ese lado tiene mucha razón el señor Román: es im-
prudente que uno baje de su puesto para venir aquí a que le contesten al tú por tú,
en el mismo terreno que uno se pone y a volver agresión por agresión; en ese sentido
eS" uno imprudente, ,pero es una conducta que yo quiero seguir conscientemente, porque
no deseo que se diga absolutamente por nadie, que prescindo de los derechos que me da
mi carácter de diputado, para cuyo puesto fui electo por uno de los distritos del
Estado de Jalisco. Ahora bien, señores diputados; una de las características del dipu-
tado es su derecho para hablar de la cosa pública, para producir efectos políticos y
hablar de las personalidades políticas para producir efectos también politicos, y 'po~
eso al diputado la ley le da fuero; no se le hace responsable ni se le molestará por las
declaraciones que haga en cualquier sentido y, no contentos nuestros antepasados con
haber consignado en la . ley este derecho, todavía 10 reforzan diciendo que un diputado
no puede ser callado en caso de que esté haciendo ataques a las personalidades públicas,
que fue lo que oportunamente hizo' el señor Palavicini para calmar la extrañeza del
ciudadano presidente Aguilar, que creía que yo salía de mi papel y de la conveniencia,
en aquel momento en que estaba aquí ,precisamente don Venustiano Carranza, para
hablar a ustedes de la injerencia oportuna que tuvo el señor Manuel Aguirre Berlanga
al venir a ser el centro de un grupo. (Voces: ¡No! ¡No!) Yo deseo, señores diputados,
que me permitáis acabar de expresar mis conceptos; el otro día se quedó la cuestión a
medias, y ahora necesito explicar lo que entonces no pude terminar de expresar; nada
sucede con que yo hable sobre el particular, porque ustedes pueden hablar,en contra
y, sobre todo, porque no debemos olvidar una cosa: que precisamente lo que se dice en la
Cámara sirve para descargar la opinión pública, .porque da' oportunidad de que se
aclaren muchas cosas. Alguien ha dicho que esos son chismes, y yo le digo a la respe-
table Cámara que el chisme es de otra man~ra; chisme es cuando se diga al oído del
general Aguilar o de cualquier otra ,persona: "mire usted, el general Obregón está
haciendo esto, el señor Aguirre Berlanga está haciendo esto otro", y yo desafío a todas
las personas que me conocen, a ver si en mi carácter está que yo sea capaz de hablar
de un amigo delante de un amigo, y si soy capaz de hablar con un gobernante
respecto de otra persona o de cualquier otro asunto político; eso es el chisme, el que se
oculta j pero cuando se viene a decir a la Cámara una verdad para producir efectos
políticos, eso no es chisme, señores, es valor civil, (Aplausos.) pues hay que tener
presente que la situación de la opinión pública debe ser considerada por nosotros.
Los que no están en el secreto de lo que hacemos los diputados de un grupo y los de
otro sobre una ,porción de cosas que afectan en la forma, pero que el público no puede
entender, sino sólo por el perfil, como se ve una montaña lejana, tienen que entender
las cosas de una manera especiál y ese es el punto de vista que yo he tenido presente.
Decía yo, empezaban los preparativos del Congreso Constituyente, se sabe que el Jefe
739
ha convenido en un proyecto especial, y entonces la Secretaría de Justicia hace un
proyecto distinto, porque no está conforme con esas ideas, que son del Primer Jefe,
y quiere unas más a gusto de dicha Secretaría. (Una voz: ¡No es cierto!) Yo digo lo
que la gente dice, y usted sí lo sabe, porque conoce ,el dictamen de la Comisión, y
si yo lo digo, es para dar oportunidad a usted de que lo rectifique y de que 10 sepa
toda la República. No quiero hacer un cargo al señor Roque Estrada; únicamente estoy
diciendo lo que se cree en la República, para que todos los sepamos y nos descarguemos
de futuros prejuicios; eso es 10 que yo quiero. Lo mismo sucede con la injerencia del
señor Aguirre Berlanga; todo mundo sabe que es el subsecretario de Gobernación,
que viene a Querétaro y que se reúne precisamente, ¡miren ustedes qué coincidencia!,
con los diputados que vienen a representar la oposición, aunque no sea una oposición
como ustedes la creen; la oposición en el Congreso es perfectamente legal ,para los
procedimientos democráticos; es indispensable, pues si no hay oposición no hay demo-
cracia ni hay república; de manera es que tan importante es la oposición como la no
oposición, para que se pueda producir la corriente como entre dos polos de una pila
eléctrica. De manera es que tan esencial es la oposición 'en las ideas como en cualquier
otra parte, la tesis que la antítesis. Pues bien, señores; se dice que el señor Aguirre
Berlanga se reunió con los diputados de la oposición y que el señor secretario de
Guerra les mandó un telegrama excitando a esa oposición, y esto junto con las difi-
cultades del artículo 3Q, ha trascendido a toda la República, y si esto pudiera ser causa
de tropiezos y de dificultades en los países latinos, más lo será aquí cuando se da la
circunstancia de que México está acabando de pasar una guerra y con el 'peligro
de comenzar otra, de lo que resulta que la cosa es bastante seria. De manera que yo
digo que el señor Aguirre Berlanga hace mal de venir a aparecer como jefe de la
oposición; digo lo que siente la opinión y lo que dice el público y lo que -es necesario
corregir, pues esto ha dado lugar a que amigos del señor Aguirre Berlanga me vinie-
ran a decir que no es exacto que haya tal oposición y que la primera vez que se encon-
tró en Querétaro el señor Aguirre Berlanga, siempre trabajó honradamente por
influir en el espíritu de los diputados en el sentido de aceptar sin grandes obstáculos
el pensamiento del Primer Jefe, y yo acepto tal explicación y creo que es verdad,
porque desde el otro día dije que, a mi juicio, el señor Aguirre Berlanga había incu.
rrido en una equivocación involuntaria sobre este ,particular, que se equivocó de buena
fe y que la, mejor prueba de eso, era que el Primer Jefe había creído conveniente
seguir dispensándole su confianza; de- manera que con este hecho convincente no habrá
por qué temer el ataque; pero sí era necesario hacer la aclaración por boca de mí
mismo, para que lo oigan los amigos del señor Aguirre Berlanga; 'pero la equivocación
subsiste a pesar de la explicación, ¿ saben ustedes por qué, señores? Porque en política
Re _responde por lo que hace uno individualmente y :por 10 que hacen sus amigos; yo
estoy respondiendo ante la Historia de México por lo que hicieron mis amigos los
renovad.ores desde antes que yo fuera renovador y no me conocían; de manera que
usted, al dar color de oposición a esos trabajos el señor Aguirre Berlanga, responde
ante la opinión pública; esas son las leyes de la política y no las he inventado yo.
Ahora, 'respecto' al señor general Obregón, no le atribuí más que habia mandado
un telegrama, 'y que el general Obregón y el señor Aguirre Berlanga hacían todo esto
sin medir las eonsecuencias, y es que el señor general Obregón n,o se ha fijado en lo
que puede significar su telegrama, y sobre eso sí llamo la atención de la Cámara,
3: fin de que se descargue la opinión y para que cese la alarma sobre el particular.
Absolutamente no tiene por qué molestarse el general Obregón, pues hace un mes y
m~(Ú6 dijo públicamente en una sesión del Partido Liberal Constitucionalista, que el
licéncÍado Rojas era un hombre que se había parlado con suma debilidad, que no mere-
~ía -la c'-;lllfianza de la revolución, porque probablemente cuando llegara el caso haría,
740
con la misma debilidad, traición a sus ,principios. Señores: El cargo no me venía allí,
porque ye> he dado pruebas •..
-El C. Martí, interrumpiendo: El señor general Obregón, en pleno Partido Liberal
Constitucionalista, dijo que el señor licenciado Luis Manuel Rojas era un amigo a
quien apreciaba y que creía que había estado en su puesto.
-EL C. Rojas, continuando: Yo recibí la noticia en Guadalajara, entre un grupo
de amigos míos; no me enojé por eso; yo vi que era una injusticia, y ¿saben ustedes
lo que pensé? Que el general Obregón no está enterado de que no he incurrido en esa
debilidad; pues, señores, por poco dejo el pellejo en el asunto, y trie quedé tan conforme
como estaba; no me alteré en manera alguna ni quise hacer rectificación, porque sabia
que el general Obregón estaba engañado y me alegré que lo hubiera hecho rpúblico,
porque así se iba a haQ,er público igualmente que yo- no- merecía ese cargo. Después
vino la otra sesión del Partido Liberal Constitucionalista, y que el general Obregón
me hizo el honor de decir que era su amigo y yo le dí las gracias en un telegrama
diciéndole: "Le agradezco a usted que, a pesar del mal concepto en que me tuvo en un
principio, me haya considerado entre sus amigos." Por eso ahora que yo hago el cargo
al señor general Obregón y al señor Aguirre Berlanga, no me alarma la resistencia
q.ue encuentro en este ambiente, 'porque bien sé yo que el señor Obregón y que el señor
Berlanga tienen sentido común ,para distinguir una cosa de otra, y esto lo digo para
acabar de una vez por todas con una equivocación entre el público y entre nosotros
mismos. El señor general Obregón demostró su honradez de ideas haciendo .público en
pleno Partido Liberal Constitucionalista lo que opinaba de mí, yeso es lo ·que me
satisface, pues yo sabía que si se hubiera tratado de chismes, se lo hubiera dicho en
secreto al Primer Jefe, cosa que sí hubiera sido verdaderamente de temerse y censu-
rarse duramente; rpero -de este incidente saeo yo esta conclusión ...
-Un C. diputado, interrumpiendo: Suplico al señor presidente se sirva consultar
a la Asamblea si el señor Rojas puede seguir haciendo uso de. la palabra, p1IeS ya se
ha 'pasado el tiempo reglamentario. (Voces: ¡Sí, que hable! ¡Que hable!)
-El C. Rojas, cqntinuando: Vaya ser breve, porque necesito dejar la tribuna;
~imple y sencillamente quieró completar mi ,pensamiento porque no 10 he dejado .toda-
vía muy completo. Decía yo que del general Obregón no me extraña nada ni absolu-
tamente disminuyó en mi ánimo el afecto que he tenido por uno de los generales que
ha honrado dignamente la Historia de México, 'pero sí he notado una cosa, señores:
que muchas de las personas que eran mis amigos antes de las declaraciones del general
Obregón, desde ese momento se olvidaron' de la amistad y creyeron que yo era un
hombre que no merecía estar en el Congreso, porque había sido un cobarde; esos
hombres sí merecen mi desprecio, porque no tienen convicciones, sino que siguen a un
hombre porque creen que pueden obtener alguna cosa. (Aplausos.)
5
-El C. Alonzo Romero: Pido la palabra, señor ,presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Alonzo Romero.
-El C. Alonzo Romero: Señores diputados: Vengo a sostener el dictamen de la
Comisión con la misma entereza y la misma fe con que los "girondinos" subían can-
tando a la guillotina, puesto que no me han eonvencido ni las argumentaciones humo-
rísticas y falsas del "divino orador Cravioto", quien ha pastado apaciblemente en las
celvas frondosas de Ignacio Ramírez, ni me convencen el valor civil ni los conceptos
ultramontanos de1.licenciado Luis Manuel Rojas, ni mucho menos los terribles fantas-
mas que la alborotada imaginación del señor licenciado Macías ha forjado con el
objeto de embaucar a esta Asamblea. Para nosotros los yucatecos, no es nada nuevo_
el artículo 8 Q ; hace más de dos años que ,está en vigor, hace más de dos años que la
niñez de Yucatán recibe esta clase de instrucción, y este es el porqué de que nosotros
741
no nos dejamos mangonear por tres o cuatro negreros de esta Cámara. (Aplausos.)
Extraño parece, ciudadanos diputados, que un hombre de la talla del señor Cravioto,
. un señor ministro de Instrucción Pública, se atreva a conculcar la enseñanza, asentando
falsedades de este género: "Que no tiene ninguna influencia en la educación de la
niñez el que los individuos que profesan ideas religiosas desempeñen una cát-edra
en una es~uela laiea". Ese argumento yo no lo acepto, porque es nada menos que
infantil. Vengo a apoyar el dictamen de la Comisión, como he dicho antes, porque
para mi entraña un criterio revolucionario, porque ese artículo cierra las puertas que
los ilustres constituyentes del cincuenta y siete dejaron de par en par a la reacción
y a 'las hordas del clero. Y bien, señores j yo no sé porqué se nos tilda de jacobinos j
¿ por el hecho de expresar libremente nuestro pensamiento? ¿ Acaso la libertad de
pensar no es un derecho y la revolución 10 sanciona? N o, no debemos permitir que
se nos conduzca como a los rebaños, ni mucho menos permanecer bajo la tutela de los
traficantes de la revolución. Si somos budistas, penetremos al templo de Buda ...
No nos dejemos sugestionar por esos ilustres parlamentarios de oficio, por esos bas-
tardos discípulos de Querido Moheno. (A,plausos.) Señores parlamentarios de oficio:
lI. vosotros los consagrados, los que habéis llegado a la hora -del boÚn, los que vivís
en concubinato intelectual con el clero, me dirijo:
Vosotros, los que habéis pretendido demostrar con maquiavelismo de intriga que
somos retrógrados y enemigos del Primer Jefe por el hecho solo de defendernos de
vuestras artimañas y de exponer libremente nuestro pensamiento, estáis en un error,
no tenéis razón. N o tenéis derecho de echar lodo a los que tenemos aspiraciones nobles
y honradas, a los que pensamos libremente y tenemos el derecho de exponer nuestras
ideas. Vo.sotros, los que habéis chocado la copa en los festines de Porfirio Díaz, no
podéis pasar por el crisol revolucionario sin dejar huellas infernales. (Aplausos.)
Vosotros, favoritas del sultán, que habéis arrojado vuestras panderetas a los pies de
vuestro señor y traspuesto las murallas del serrallo, no tenéis derecho ahora a pasar
por vírgenes inmaculadas. Cábenos la gloria, señores diputados, de haber venido a este
Congreso con la frente muy alta y con el pensamiento fijo en el porvenir de la patria.
(Nutridos Aplausos.)
6
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palavieini: Señores di'putados: Celebro el jubiloso entusiasmo de esta ora-
toria maya que ha llenado el ambiente de la Cámara; celebro la vibrante frase, el
concepto burilado; de mi distinguido amigo el señor Romero Alonzo; ·pero esas sultanas
y ese harem, esa vida oriental que nos ha cantado aquÍ, sobre esas hamacas de su país,
esa dulce canción costeña, esa marina, esas trovas que ha cantado .como si estuviera
frénte a Progreso, ante el mar inmenso y aprendiendo los versos de don -Justo Sierra,
toda esa hermosa elocuencia, señores diputados ... (Aplausos de las galerías.)
-El C. Calderón, interrumpiendo: Señor presidente: Estamos en un pueblo reac·
cionarío y por eso aplauden. Ruego a usted se cumpla con el Reglamento.
-El C. Palavicini, continuando: Ruego al señor general tenga paciencia, la lite-
ratura y la reacción sólo se confunden en la imaginación de su señoría.
-Un C. secretario: Por acuerdo de la Presiden-cia, se recuerda a las galerías, que
no tienen derecho para hacer manifestaciones en pro o en contra, y en caso de que con-
tinúen en su actitud, la Presid~ncia se verá precisada a hacerlas desalojar.
-El C. Palavicini: Enérgica la Presidencia, atiende la sugestión oportuna y
vibrante del distinguido señor general Calderón. 'El orador, señores diputados, no
espera ni aplausos de la Asamblea ni de la galería; sólo agradece que en el criterio
y en el buen sentido d~ los mexicanos queden grabadas sus palabras, y espera, sobre
742
todo., que en lo.s anales del DIARIO DE LOS DEBATES quede asentado. lo. que a cada
uno corresponde ante la historia y la actitud del que habla en esta tribuna y en esta
Cámara. No deseo conquistar aplauso.s, ,para eso. habría ,preparado un discurso de
frases hermosas, que al fin es fácil aprenderlo de memoria, como. lo habéis visto con
mi predeceso.r; pero no, señores diputados; yo no vengo a hacer frases hermosas, yo no
vengo a entonar himno.s, yo no vengo. a hacer canciones; yo vengo a esgrimir argu-
mento.s. Vamos, entonces, señores di'putados, al articulo 39, al que no llegó nunca
el señor Romero Alanzo o Alonzo Romero, pero me sucede que al subir a esta tribuna
me encuentro con la dificultad de que no sé a quién voy a replicar argumentos. La
ensalada de curas y de frailes ya la conocemo.s; todo ese tragín de llevar y traer
monjas y curas, es una cuestión vieja, atrasada, está gastada, es una literatura barata
de los oradores de todas las fiestas nacionales; es una literatura pueril que ya no afecta
a nadie, ni a nadie le interesa. No, aquí es otra la cuestión; el debate de hoy ya no es
solamente el artículo 39; el-debate de hoy tiene una profundidad política y una gran
trascendencia que es necesario considerar y estimar. El señor Rojas, durante la primera.
sesión en que estuvieron a debate las tendencias del artículo 39, apuntó señores dipu-
tados, el origen político de este aspecto de oposición y la excitación del momento que
dominaba en la Cámara al traer a co.lación a altas personalidades para exhibirlas en su
aspecto 'político, las hizo pasar inadvertidas. To.do esto produjo excitación y no ,permitió
al señor Rojas que concretase definitivamente sus pensamientos y enseñara donde
estaba la llaga que habia descubierto y que había que cauterizar; ,pero hoy mansa-
mente, suavemente, como él sabe hacerlo, ha expuesto su criterio anterior, lo ha rati-
ficado y nosotros estamos absolutamente de acuerdo con ese sentir. Era preciso que
hubiese en la Cámara un grupo que conscientemente y valientemente apoyase el
proyecto de reformas del Primer Jefe, y era natural y era necesario que hubiese
también esta animación simpática del Congreso y para eso un grupo de hombres
perfectamente dispuestos a contrariar el proyecto en todo aquello que sus conciencias
honradas crean necesario modUicar; pero como es natural, dentro de ese grupo de
oposición, cuya' extensión no quiero considerar, cuyo número no hemos rpodido precisar
nunca, hay también algunos elementos que no se conforman con venir a oponerse para
rectificar concept.os y para mejorar el proyecto, sino que vendrán y están viniendo,
vosotros los veis, señores diputados, a obstruccionar hasta la palabra de los oradores
y a oponerse, no sólo al proyecto, sino hasta a los que lo sostienen, a hacer ruido
con los pies, a sisear, en fin, a haeer manifestaciones por el estilo; yo no quiero
averiguar, señores diputados, yo quiero guardar respeto a todos los señores represen-
tantes y procurar en esila tribuna medirme para que nunca mis agresiones se dirijan
a un lado o a otro, co.ncretando a ,personalidades lo que debemos elevar hasta ideas;
las personas, señores diputados, son cosas que pasan; las ideas perduran. El señor
Silva puede levantarse erguido con sus sesenta años y gritar: ¡Reaccionarios! Pero
yo en mis treinta y tantos años que tengo, siempre he dado muestras de haber luchado
constantemente por los ideales revolucionarios y todavía no encanece mi cabeza como
la de Silva para presentar una hoja en blaneo de servicios a la causa de la libertad.
-El C. Silva, interrumpiendo: ¡Falta usted a la verdad!
-El C. Palavicini, continuando: Puede ser, señor, para usted. Seño.res diputados:
yo. considerQ muy discutible en su insignificancia personal a cada uno de nosotros,
pero. como conjunto, señores diputados, como grupo, como. Asamblea Constituyente,
yo he respetado siempre y conceptuado muy alto a toda la Asamblea, y es para su
honor y su prestigio por lo que me he esforzado en dejarla en su sitio. Antes ,de ayer,
la Cámara, en un debate tranquilo, suave como. una balsa de aceite, escuchó razona·
mientas, escuchó gratamente al presidente de la Comisión dictaminadora que subió
'a esta tribuna después de mi discurso, y dijo: "Ahora ya podemos entendemos, estamos
en el terreno de los razonamientos, vamos a retirar el dictamen y aceptamos el criterio
743
de modificar el artículo del Primer Jefe, sólo en el término «laico» para las escuelas
particulares y colocaremos las demás restricciones donde quepan en el cuer,po de 1a
Constitución". -palabras textuales de la Comisión-o Si yo miento, señores diputados,
arrojadme a la vergüenza de la historia; si yo miento, señores diputados, allí, en el
DIARIO DE LOS DEBATES, va a quedar la verdadera justificación histórica de todos
nuestros actos en esta Asamblea. (Siseos.) Yo estoy diciendo la verdad, ¿-por qué,
señores diputados, no habría de indignarme cuando escuché de la Secretaría la lectura
del nuevo dictamen? ¿ Por qué, señores diputados, no habría de tener un arranque
espontáneo, natural, como el de todo hombre honrado, al escuchar el nuevo dictamen
de la Comisión? Perdonadme, señores diputados; perdonadme, señores miembros de la
Comisión, si pude ofenderos, nunca fue esa mi intención. Personal e individualmente,
yo considero a cada uno de los miembros de la Comisión como hombres distinguidos,
honrados y patriotas; pero como Comisión, han venido a afirmar aquí la más grande
de las vergüenzas. Pueden, señores diputados, pueden los grupos ser prestigiosos en sí
mismos, aunque tengan individuos que no lo sean, y pueden muchos individuos presti-
giosos figurar en un grupo que no lo sea; la Comisión, señores diputados, integrada
por hombres distinguidos y honrados, se ha desprestigiado como Comisión en el caso
actual. Esto es una verdad evidente, decía Rafael Martínez, no creo que él considere
<"sto en mis labios como una ofensa, decía el ciudadano "Rip Ri,p", decía en esta
tribuna: "Señores, tenemos el derecho para todas las monstruosidades, podemos ser
justos o injustos; pero no debemos ser ridículos", y es la verdad, señores; pero más
que ridículos y más que frívolos, 'porque el ridículo generalmente es originado por la
frivolidad; aquí, señores diputados, hay algo de tal trascendencia, de tal gravedad,
que todas esas maniobras que ,presiente el .señor licenciado Rojas, que todas esas
combinaciones políticas que él anuncia, que todos esos peligros extra-Cámara que él
señala, se vienen condensando ~recisamente veinticuatro horas después de que la
Asamblea ha escuchado de labios del ciudadano Múgica el convencimiento de un crite-
rio, la aceptación de un mandato de la Cámara y el compromiso formal de obrar de
acuerdo con 'el sentir de la Asamblea. ¿Hay, 'pues, tras de ese dictamen, política?
¿Hay, pues, tras de esos renglones persistentes, firmes, duros, que se conservan en el
texto del artículo 39, propósitos políticos?
Pues entonces, señores diputados, vamos a la política. N o puede haber en estos
solemnes momentos más que dos políticas: una, la consciente la valiente y firme-
mente solidaria, con la responsabilidad que tiene el Primer Jefe ante la Historia, ante
la nación y ante el mundo civilizado, y la política contraria, .la de los que desean
verlo fracasar como Jefe y como hombre ante la Historia, y como político en el
momento internacional por que atravesamos. No hay más que dos campos; estamos,
pues, colocados en el campo que cada \Ino cree ,conveniente, que cada uno cree bueno.
Yo, señores diputados, no quiero aherrojar la conciencia humana, yo, señ'or doctor
Alonzo Romero, no quiero absolutamente, ni nunca lo he -pretendido al hablar, suges-
tionar vuestros cerebros, estrangular vuestras ideas j al contrario, hemos venido aquí
para aducir razones, para luchar por la libertad de enseñanza, y no _podríamos pedir
a usted, señor, que cerrara su -cerebro ni que no escuchara a los demás. Ahora bien;
el ciudadano Primer Jefe ha mandado un proyecto de reformas a la Constitución de
18G7, y desde que se inició este Congreso, un clamor se levantó en todo el país y
sordos rumores y enconadas perfidias se explotaron en el extranjero y se dijo: ¿ Qué
va a hacerse con la Constitución de 1857? ¿ Qué es esa nueva dictadura militar que
se perfila en los Estados y que se precisa en la misma capital de la República? ¿ Qué,
todo eso va a condensarse ahora en un terrible despotismo en la nueva Constitución?
¿ Qué, los que han quemado confesionarios, destruido templos y desterrado monjas son
los que van a hacer la Carta Magna pal'a acabar con todas las ideas libertarias de
1857? Pero el proyecto llegó, el proyecto se hizo público y se encontró lo siguiente,
744
señores diputados: que con la ecuanimidad más grande el señor Carranza, de la manera
más sencilla, perfecta y aplicable, presentaba sana y salva la Constitución de 1857
en eSe proyecto, pero que valientemente incluía todos los triunfos, todos los adelantos,
las Leyes de Reforma y las demás reformas que ustedes conocen.
Las libertades ,públicas se garantizan totalmente por el título primero de la Cons-
titución y las garantía$ individuales están incólumes. Nos dice el señor Alanzo Rome-
ro, que me ,precedió en el uso de la palabra: "Esos señores del 57 dejaron mu~hos
huecos :para que entrara y saliera la reacción".' Pero señor doctor, fui yo el que escribí
eso hace muy pocos días bajo mi firma; dije lo' siguiente: "que los constituyentes del
57 habían sido los moderados que no habían podido llegar' hasta donde después llegó
la Reforma". Señor doctor, los constituyentes del 57 no pudieron admitir más que la
tolerancia de cultos, no ,pudieron llegar hasta el credo liberal de la libertad de cultos;
los constituyentes del 57, todavía con la presión religiosa encima, se mantuviel"on tími-
dos ante la oposición nacional a dar la verdadera libertad, que la verdadera libertad
es el único enemigo de todos los fanatismos, del clericalismo, del jacobinismo, del
protestantismo, del' budismo. Vino la Reforma, señores diputad~s, y las libertades
quedaron completamente condensadas en la Constitución y la reforma religiosa fue un
hecho; la reforma religiosa no había sido inventada por los hombres que acompa-
ñaron a Juárez, la había :pensado ya el historiador don José María León Mora, ese
historiado~ mexicano, único en su género, que veintiséis años después de la Indepen-
dencia había hecho un admirable libro sobre los dos grandes problemas sociales: lo!
fueros del c1erQ, los fueros del Ejército, los fueron del clero han sido aplastados;
los del Ejército están en su mayoría en pie. Sucedió entonces, señores diputados, que
viene la Constitución de 1916, y entonces los revolucionarios liberales defienden aquí
los principios que ya en ningún país civilizado del mundo están al debate·; y he dicho
a los colaboradores del Primer Jefe en este proyecto de Constitución cuando lo vi
presentar, que hasta entonces fue cuando lo conocí: señores eompañeros, yo habría
suprimido tQdo el título primero de la Constitución si hiciésemos una Constitución
del siglo XX, porque ahora no hay quien discuta que la conciencia es libre, la prensa
y el flensamiento son libres; pero el señor licenciado Rojas ha sostenido que esta es
una carta para educar; que todavía se necesita conocer en la aldea, en el villorrio;
el cortijo, en todas partes donde está la cultura atrasada desde el ti,po étnico de la
raza n.acional, se necesita saber que tienen todos esas derechos y que el Gobierno está
obligado a respetarlos. Son, pues, las garantías individuales obligaciones para el Go-
bierno; son las garantías individuales un código de limitaciones al poder público.
Pero la Comisión Dictaminadora no ha querido y no quiere leer la Constitución; la
Comisión, a quien nunca he querido ofender, porque siempre la he tratado con guante
blanco, la Comisión no lee la Constitución, señores diputados y mientras no lea ínte-
gro el proyecto de la Constitución, no podrá presentar dictámenes parciales fundados.
Todas las Leyes de Reforma, es decir, los artículos 'en donde se trata de las corpora-
ciones religiosas, la reglamentación de éstas, la separación de la ~glesia y el Estado,
está en la Constitución íntegramente 'puesto, ¿qué faltaba poner? ¿Qué las corpora-
ciones religiosas no pueden tener establecimientos de educación? Pues ponerlo en su
lugar, no en las limitaciones al ,poder público.
Esto lo entiende todo el mundo; la Comisión no ha querido entenderlo. ¿Por qué
no ha querido entenderlo la Comisión? Porque ,en política, como dice el señor licenciado
Rojas, tiene que obrarse consecuente con los propósitos políticos que se persiguen.
Considero incapaz a la Comisión de prestarse conscientemente a ningún manejo polí-
tico; pero por desgracia, la consecuencia de sus actos la expone a clasificarse en un
bando precisamente de obstrucción.
Vaya tratar de demostrarlo: se 'presentó aquí el señor don Venustiano Carranza,
745
después de haber enviado su proyecto, a escuchar los debates del artículo 39 del qUe
es autor. El no ha sido oído para hacer modificaciones a su proyecto; la Comisión
no lo creyó menester. Se presentó para manifestar aquí con sólo su presencia a los
diputados que está dispuesto a escuchar razonamientos, que quiere ver de qué manera
y con qué razones se derrota su proyecto. Es el derecho de todos los autores. Pero
la Comisión se encuentra con que las ideas que ella quiere incluir en la Constitución
y que no están en el artículo, son aceptadas por toda la Asamblea; que todos estamos'
conformes en ayudar a la Comisión para incluir esas ideas que, según ella, represen-
tan el sentir de algunos diputados, y según nosotros, el sentir de toda la Cámara.
Pero la Comisión se empeñó decididamente en cambiar el artículo del Primer Jefe
y no ,poner las restricciones -de las corporaciones religiosas donde corresponde. Ruego
a ustedes que abran su proyecto y que lo lean; si después de haber leído el artículo
129 cabe en él lo que proponen los miembros de la Comisión, verán ustedes cómo se
asombran de que no se le haya ocurrido esto a la Comisión, que pudo no haber cabido
en el articulo 27, porque allí se hace la objeción buena, de que únicamente se habla
de propiedades religiosas. Vean ustedes el artículo 129 en su parte conducente.
"Corresponde exclusivamente a ,los poderes federales, ejercer, en materÍas de
culto religioso y disciplina externa, la intervención que designen las leyes.
"La Iglesia y el Estado son independientes entre sí.
"El Congreso no puede establecer leyes estableciendo o prohibiendo religión
alguna."
Yo agrego: "Las corporaciones religiosas y los ministros de ningún culto no
podrán tener la dirección de escuelas primarias y superiores". Texto de la Comisión.
Si en la más elemental disciplina filosófica esto se encontraría, invoco al más sencillo
juieio de ustedes para convenir conmigo en que era obvio y lógico poner, en lugar de
hacerlo en el título de restricciones al poder ,público, en un título de restricciones a
la Iglesia. Sí, señores, a las iglesias, porque para mí todas son las mismas, pero ¿ qué
es lo que hay en el ánimo de la Comisión para no querer hacer las cosas bien? Aquí,
señores, yo no quiero ahondar el -problema rpolítico. Tengo una perfecta convicción que
aquí no se trata sino de una cosa superficial que voy a explicar, 'pero que superficial
y todo en el ánimo de la Comisión, es de honda consecuencia en -cuanto al debate, en
vista de la forma como presenta su dictamen. El señor general Múgica no ha obrado
aquí -de acuerdo con una intriga política. Yo conozco a su señoría. El señor general
Múgica es incapaz de obstruccionar al Primer Jefe. Hablo de todos los miembros de la
Comisión, porque no los distingo individualmente desde el punto de vista político.
Pero la Comisión, señores diputados, ha tenido una timidez especial, un cariño muy
suyo, un amor propio bien .marcado para, después de todo, decirnos: "Aceptar la
modificación como la aprobó la Cámara, sería tanto como decir que han tenido razón
los que sostienen el 'proyecto del Primer Jefe, y nosotros no queremos defender sino
nuestra honradez de independientes."
No atTibuyo más que a esta superficialidad el ca'pricho de la Comisión al sostener
su dictamen contrario al sentir de la Cámara. La Cámara ha dicho claramente que no
aprueba que allí en ese artículo se incluya la restricción para las corporaciones reli-
giosas, y la Comisión insiste en ípresentarlo a la Asamblea tal como ésta 10 ha dese-
chado, porque cuando la unanimidad de la Asamblea aprobó que la Comisión retirara
su dictamen, fue para modificarlo. Allí está el DIARIO DE LOS DEBATES. Quiere
decir entonces que después cambió de criterio la Comisión.
No hay, como han hecho creer a las juveniles imaginaciones yucatecas, no hay
como lo han hecho creer a los jóvenes ingenuos de la Cámara, ,personas que quieran
"mangonear" a nadie, ni tenemos esa pretensión ni somos negreros. Yo no he tenido
nunca un negro, y casi nunca una negra ... (Risas.)
746
Pero, señores diputados, aquí depongo mi indignación contra la conducta de los
miembros de la Comisión. En esta tribuna he querido venir simplemente a hacer obra·
de patria, sinceramente obra de patria. Si al sentido común, o mejor dicho~ si al buen
sentido de la Cámara, al cual hablé la otra tarde, ·penetró perfectamente la distinción
de restricciones al poder público y a la Iglesia y se quedó definido, ¡ dónde cabe cada
una de esas restricciones? Sobra el debate acerca de un artículo que la Comisión
presenta monstruosamente ~ulterado en su integración disciplinaria y elemental.
En tal virtud, es lógico, señores diputados, que nosotros que estamos de acuerdo,
desde el punto de vista liberal, radical, jacobino, llániese como se quiera el asunto,
nosotros estamos conformes con la restricción, la admitimos; pero el señor licenciado
, Rojas ha dicho, confirmando lo que había ofrecido, que estamos dispuestos a aprobar
antes la restricción y después el artículo 39 ¿ Qué más podemos ofrecer? Estamos dis-
puestos a aprobar la restricción en su sitio, aun antes de votar el artículo 39.
Pero no es eso, señores diputados; vamos a desenmascarar el asunto, vamos a dejar
caer el antifaz: se quiere desechar el artículo del Primer Jefe; es un golpe que no es
de la Cámara, no es para cincuenta votos, es para quince millones de habitantes, es un
golpe electoral. (Siseos.) Lamento, señores diputados, que muchos siseen. Espero que
la Historia nos convenza a todos de que alguno tendrá la razón, la razón que invoca-
m6s tantas veces aquí, la diosa r:azón, que diría el profesor Monzón, la que lo inspiró·
en su voto particular. Ella no nos ilumina para poner aquí cada cosa en su lugar. Es
triste decirlo, nos prestamos a este manejo político contra Carranza. No hay aquí idea-
les reaccionarios; no hay aquí propósitos reaccionarios; ninguno de nosotros tiene ga-
nas de defender ni a los curas ni al clero, y la prueba es, la prueba honrada es que si
esta restricción necesita existir en la Carta Magna, que la votemos antes del artículo 39.
A pesar de esa afiI:mación nuestra, que es franca, leal, sencilla, que no da lugar a con-
fabulaciones ni a preocupaciones extremosas que queman el caliente cerebro del doctor
Romero, ni que hace que allá abajo se hable a los oídos, se hagan corrillos y se piense
que a.quí, no sé por quién. ¿ N o es cierto, señor licenciado Frausto 1 LamentQ que no
esté presente este señor, para citar las personas de este lado· que hacen cargos tene-
brosos a los: que sostenemos el artículo 39' tal como lo ha presentado el Primer Jefe.
De manera que, estando deslindados "los campos, señores diputados, no"sotros tene-
mos el propósito de hacer las restricciones en su lugar; nosotros, por el buen sentido,
por la más elemental lógica y porque no queremos ser cómplices de ese afanoso deseo
de derrotar el proy~cto del Primer Jefe en la forma, puesto que el propósito es decidi-
damente hacerle un mal político que no es necesario para el mismo afán de los que
impugnan el artículo. _
si" están definidos los campos, hago gracia de todas las otras observaciones de peso;
se ha agotado la discusión. Seriamos inquisidores, seríamos conservadores, reacciona-
rios, los que sujetáramos la conciencia humana, los que hicieran como los opresores del
siglo XVI, quienes quemáramos vivos a los que no pensasen como nosotros; seríamos
quienes quisiesen dictar decretos, diciendo que sólo nosotros tenemos derecho de pensar,
de saber, de poseer la verdad. No, señores diputados, nosotros somos gente humilde,
cada quien no se cree un iluminado; tenemos la sencillez, la humildad de manifestar
que simplemente queremos ser hombres de buen sentido. No podemos aceptar que, vo-
tando este artículo en la forma que lo proptme la Comisión, dejemos establecido, pri-
mero, que lo que se acuerda en la Asamblea después de largos debates, puede ser
monstruosamente adulterado el día siguiente; segundo: que no entendemos 10 que es la
ley, porque se nos quiere poner reglas para la fabricación de zapatos en donde se
habla de garantías individuales; y tercero: que no nos queremos prestar absolutamente
a un propósito político, audaz, y, según el señor Román, tenebroso. Nosotros venimos
a sostener nuestro criterio y admitimos las restricciones a las corporaciones religiosas
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donde corresponde; sólo queremos cumplir con nuestro deber y con el buen sentido.
(Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Múgica.
748
dio por resultado que la Comisión no creyó que era el momento oportuno, porque era
como sancionar que, efectivamente, había un grupo que intrigaba, y no es así, señores
diputados.
Después esperó una oportunidad más; pero los discursos de los señores Cravioto
y Macías, aun cuando llenos de erudición y citas históricas, vinieron a marcar un con-
cepto muy diferente sobre el criterio ampliamente liberal de la mayoría de la Asam-
blea, creyó entonces la Comisión que tampoco era oportuno retirar en ese momento el
dictamen, porque equivalía tanto como a doblegar nuestra frente en presencia 4e todos
esos conceptos que hemos estimado, los que nos sentimos liberales, como erróneos. Al
día siguiente, el señor Palavicini objetó el artículo por otros motivos, y de una manera
serena convinimos en que, efectivamente, los principios liberales estaban en la conciencia
de toda la Asamblea y que no teníamos más que cambiar ciertas palabrasj se juzgó que
había llegado la oportunidad de retirar el dictamen, y precisamente se retiró, en la
inteligencia de que se mantendría el principio ya consabido, desde al comenzar la dis-
cusión, y tan sólo para quitar algunas frases que no eran convenientesj la Comisión,
presidida por el ciudadano Múgica, vino a expresarse aquí y entonces el señor Palavi-
cini la interrumpe.
-El C. Palavícini, interrumpiendo. No interrumpí; pedí la palabra.
-El C. Truchuelo, continuando: Y dice este señor que el concepto de la Asamblea
es claro, que nada más opinó se retirara el dictamen para cambiar los conceptos del
artículo 39 a otro lugar. Rectificó el señor Múgica y explicó que no era ese el concepto
que se expresó, sino ~l que yo me he permitido ya .referir. Eso es todo, señores; sobre
el particular, no háy política ni hay nada más que un criterio liberal perfectamente
amplio, y voy a demostrar después cómo ese artículo no cabe en el lugar que dice el
señor Palavicini. Señores: Levantémonos sobre la esfera de las pasiones, hagamos a un
lado disensiones, prescindamos de todo amor propio, apartémonos de lo superfluo y
, ,razonemos desde luego; aquí se han vertido conceptos que no se han destruido; precisa,
ante todo, considerar la importancia capital y altísima del principio del artículo 39.
La revolución constitucionalista se ha hecho en nombre del pueblo y para combatir a
los enemigos del pueblo, y ¿ cuáles han -sido los eternos eneniigos del pueblo, señores,
desde la época 'más remota de la Historia? El clero, el ejército pretoriano y la aris-
tocracia. El ejército pretoriano, en esta vez representado por el Ejército Federal, fue
destruido, fue d,esarmado y fue aniquilado por el Constitucionalismo, como se extirpa
un elemento s::ontrario a las libertades públicas; la nobleza, representada por los cien-
tíficos, fue también sepultada para siempre, y no se presentará ni una vez más en la
historia de nuestra bella patria; y al clero, -¿que se le ha hecho, señores? Al clero,
que aun cuando tenía sus restricciones, abusaba precisamente en nombre de la misma
libertad, ¿ ahora vamos a permitir que tenga un libertinaje, que ponga obstáculos y
dentro de poco mat~ todas las libertad~s públicas?
No debemos olvidar cuál es lo funesto de la obra del clero cuando ha tenido el
dominio, cuando no se ha contenido su despotismo en nombre de los principios liberales
y de humanidad.
No quiero hacer historia, sino citar unos cuantos casos. Recordad desde el año de
990, la matanza de los judíos; recordad todas las cruzadas, principalmente la cuarta,
en que perecieron degollados ancianos, mujeres y niños; recordad las matanzas de
albigenses, a los templarios ~quemados vivos; la guerra de los husistas; a Torquemada
devorando a España con sus autos de fe; recordad ·que Velásquez, en Cuba, autorizó
una persecución de iridios por bandas enormes de frailes; recordad, señores, que la
Inquisición fue establecida en México, y recordad que en 1562, ,se decía que en menos
de medio siglo los frailes y los conquistadores habían aniquilado a más de doce mi-
llones de indios; recordad todas las sangrientas campañas originadas por el fana-
tismo; al duque de Alba con su consejo de sangre; recordad la noche de San Bartolo-
749
mé, París, León, Burgos, Tolosa; recordad que la Inquisición debilitó a España por el
sinnúmero de víctimas causadas; recordad a Felipe II y el exterminio de 80,000 familias
moriscas; recordad la famosa guerra de 30 años; recordad las persecuciones de los
jesuitas, quienes, en una de sus actuaciones, hicieron pereeer al infortunado Ripall en-
tre los cánticos bárbaros de los frailes y las aclamaciones feroces del pueblo.
Señores, no necesitamos entrar en muchos detalles, porque está en la conciencia
de todo el mundo y esta Asamblea está perfectamente convencida de que siempre que
el clero ha tenido el dominio absoluto de las conciencias- y el libertinaje para dirigir
la instrucción y para hacer todo lo que le ha parecido, su acción no ha sido sino la
más desenfrenada y despótica. ..
Señores, tal parece que no hemos tenido en debida cuenta el concepto de la libertad,
enfrente de todas estas enseñanzas que nos proporciona la historia, en medio de todos
estos grandes peligros que amenazan la destIucción de la humanidad y del pensamien-
to; sí, señores, del pensamiento, porque el clero siempre se ha opuesto a los empujes
más vigorosos de adelanto de la humanidad; recordad, si no, a Galileo, que por ha-
ber dicho una verdad científica, que el Sol no giraba alrededor de la Tierra, sino vice-
versa, fue condenado a las más grandes humillaciones, precisamente porque en la
Biblia, que se deCÍa escrita por Dios, se asentaba que J osué había detenido el curso
del Sol; recordad las infames persecuciones y terribles tormentos de Campanella por
haber sostenido la verdad de que el número de los mundos es infinito; en consecuencia,
señores, hemos visto que el clero siempre ha contenido el avance del pensamiento, y,
por consiguiente, ha obrado de una manera funesta, cegando toda fuente de libertad.
Teniendo en cuenta todas estas consideraciones, fue preciso concebir el precepto amplio
de la libertad, y voy a demostrarlo para justificar que el artículo 39 es la más bella
manifestación del pensamiento libre y que, lejos de traernos un conflicto, es la prueba
más hermosa de que la revolución constitucionalista está identificada con los ideales
del progreso. En efecto, señores, la libertad en su concepto filosófico es la manifestación
más amplia de la intelectualidad humana, es el campo fecundo donde el pensamiento
puede marchar y volar en alas del progreso -por las esferas infinitas del saber y de la
ciencia. Antiguamente los pueblos tenían esa libertad, porque nada más la comprendían
y la apreciaban en el terreno político y en el terreno civil; pero la personalidad hu-
mana no se había desarrollado y el concepto del "yo" pe't'manecÍa obscuro y sujeto
y expuesto a ser envuelto por -el Estado y a ser absorbido por la reacción. N o exis-
tía absolutamente ninguna demostración de lo que es la personalidad humana, el de-
recho de penetrar en los campos én que le convenga desarrollarse y por tal virtud no
se comprendía que ia libertad tenía miles de manifestaciones en el orden político, so-
cial, moral, filosófico, etcétera, de todas órdenes, hasta que se llegó a la conclusión de
que todo principio de libertad tiene por límite el principio de libertad de los demás.
Nosotros, señores, hemos repetido constantemente el gran apotegma de Juárez: "El
respecto al derecho ajeno es la paz"; todos lo invocamos, pero no 10 hemos compren-
dido. Ese grandioso principio demuestra exactamente que la libertad no puede ser
absoluta, 'no puede ser libertinaje; debe tener un límite: el surgir del derecho ajeno.
En efecto, señores, tenemos amplia libertad para todos nuestros actos, pero, 'en
vista de esa libertad ¿ tenemos derecho a matar al primero que encontremos en la-calle?
No, porque enfrente de nuestra libertad nace el derecho de vida, el derecho de existir
de los demás, y es una limitación a nuestra libertad.
Nosotros, señores, podríamos presentar ejemplos a los más profundamente reac-'
cionarios y decirles sencillamente que ellos tampoco podrían admitir esa libertad abso-
luta, que sería una espada tremenda que más tarde ellos mismos querrían fuese en-
vainada.
En verdad, señores, si ellos admiten que la libertad no tiene restricciones, ¿ adónde
llegamos? a hacer cada quien lo que le parezca. Enfrente de la casa de un hacendado
750 •
podrían establecerse escuelas nihilistas, anarquistas, de bandidaje, de lo que fuere,
precisamente para poder arrebatar todas las cosechas en nombre del derecho. de vi~
viro Entonces el hacendado clamaría a la autoridad para decirle: "No dejes a este
pueblo desenfrenado cometer semejantes atentados"; y la autoridad le dirla, en virtud
de ese principio de libertad: "déjalo que haga lo que quiera; tú haz· también lo que
te parezca; defiende tus trojes y esconde tus cosechas; entiérralas donde s610 tú se~
pas, en lo más profundo del globo terráqueo." Ese es el concepto de la libertad del
clero, de la libertad de instrucción clerical. El ejemplo que puse de Galileo y Campa~
nella es precisamente para demostrar que esa instrucción clerical viene a cegar las
fuentes de todo progreso, viene a condenar el libre vuelo de la humanidad, a evitar y
desviar las finalidades de la inteligencia para hacer apreciaciones absolutas.
El niño que va a la escuela, que tiene su cerebro virgen, que está dispuesto a reci~
bir toda clase de impresiones, cuando se le dice: "tú no puedes pensar más que en este
sentido. Ni siquiera tienes derecho de leer otros libros en donde encuentres un prin~
cipio", no puede cultivar su espíritu, ¡imposible!, le pasarla lo que a Galileo o a
Campanella, el camino forzado es éste y no tiene derecho de ver para ninguna otra
parte, sino nada más en un sentido; por consiguiente, señores, eso es matar el empuje
vigoroso de los hombres, es acabar de extinguir la divina luz del pensamiento y es
volver al más profundo obscurantismo; el Estado sí tiene el imperioso deber de ga-
rantbar el ejercicio de lá libertad de pensamiento, quitándole toda traba, restringién-
dole todo dique, arrasándole todo valladar, apartándole todo obstáculo infranqueable
para decirle al niño: "busca la verdad en las fuentes infinitas de la ciencia"; pero eso
no 10 hace el clero, no puede hacerlo porque se lo prohíben sus principios y sus
dogmas; y no es el caso de que se ataque a ninguna religión con el principio de la
libertad de enseñanza; el principio es bien claro, es bien preciso, el Estado comprende
todos los errores, pero no puede 'ahogar la voz del pensamiento; contempla las tenden-
cias encontradas, y nada más se ciñe a su campo de acci6n; el Estado dice: "yo respeto
el santuario del hogar, yo respeto la amplitud de las creencias, yo respeto todos los
errores, siempre que no vengan a minar el edificio del progreso, siempre que no vengan
a traspasar la esfera de la acci6n pública y siempre que no vengan a constituir una
amenaza para la sociedad"; por eso, señores, el artículo 24 disipa absolutamente toda
duda y viene a hacer comprender que ningún peligro tenemos; a ese efecto le voy
a dar lectura, para que se vea que no se trata de restringir alguna religión" o alguna
creencia:
"Artículo 24. Todo hombre es libre para profesar la creencia religiosa que más
le agrade, y para practicar las creencias, devociones o actos del culto respectivo, en
los templos o en su domicilio particular, siempre que no constituya un delito o falta
penada por la ley.
"Ningún acto religioso de culto público deberá celebrarse fuera del interior de los
templos, los cuales estarán siempre bajo la vigilancia de la autoridad."
Señores, no se trata, pues, de matar ni.nguna creencia religiosa; en los templos,
en el hogar se pueden manifestar éstas de la manera más amplia, pero desde el mo·
mento que exista este precepto, tenemos que cumplirlo como una obligación forzosa y
decir que la escuela no es el lugar para que se hagan todas esas prácticas religiosas, ni
mucho, menos para que se den lecciones en tal o cual sentido religioso.
¿ Qué os parecería" señores, que se invitara a vuestra familia a un concierto y que
en lugar de él resultara un baile? Evidentemente que no os parecería bien y diríais
que habíais sido engañados. Ahora bien; si a los niños se les invita a recibir instruc-
ción primaria, a aprender aritmética, geografía, etcétera, y resulta que no van a
aprender eso, sino catecismo, esto es un engaño que no debe pennitir el Estado. No
les prohibe que aprendan catecismo, toc!.o lo que deseen, pero sencillamente no es el
lugar a propósito j pueden hacer todo eso en sus casas, en los templos, pero no debe·
751
mos permitir que el Estado tolere todas esas presiones, porque presiones son, que
atacan a la verdadera libertad de enseñanza.
En efecto, si aquí en Querétaro lo vemos, si no hay colegios particulares más que
católicos y las escuelas oficiales no se han levantado a conveniente altura, consiguien-
temente desde el momento que hay esos colegios católicos, allí van los hijos de todas
las familias de la mejor sociedad. ¿ qué harán los padres de familia, por más liberales
que sean sus ideas? Forzosamente tienen que mandar a sus niños a un colegio cató-
lico, contra su voluntad muchas veces, casi siempre porque no todos son ricos para
pagar profesores especiales.
Por otra parte, ¿ cuál es la desventaja que presenta el establecimiento de' colegios
particulares y de instrucción laica? Ninguna. ¿ Cuáles son las ventajas? Inmensas. En
primer lugar, todo el mundo irá a la escuela como a un centro común de ilustración y
de educación; ya sabe el padre que allí su hijo va a hacer la gimnasia de su entendi-
miento y va a prepararse para las luchas del porvenir. ¿ Se quiere, además, dar al
niño instrucción religiosa, se quiere inculcarle creencias? Allí están los templos; tiene
su casa; no pierde su fe, ni pierde sus creencias; pero todo se hace en lugar apropiado.
Así en la escuela se conservan los principios más puros, más sanos, sin ninguna presión.
Nosotros nos encontr.amos en un medio en el que el establecimiento de escuelas
particulares es imposible. Se establece un colegio particular sobre base de la instruc-
ción laica, es anatematizado por el clero, señalando al mismo tiempo que hay otros
establecimientos y que allí debe el padre de familia mandar a sus hijos. Allí está la
presión sobre la sociedad. Nosotros no debemos consentirla, porque es lo que viene
precisamente a restringir la libertad de enseñanza. Lejos, pues, de que -la libertad de
enseñanza sea restringida con el artículo que la Comisión presenta, la libertad de en-
señanza tiene su mayor amplitud precisamente en ese precepto, porque se conservan
todas las réligiones y todos los principios, y, sin embargo, el Estado cumple con su pa-
pel, garantiza la independencia de todas las familias y la independencia de la religión
con el Estado y hace que puedan esos niños adquirir en sus casas y en los templos la
religión que más les acomode; este es, pues, el concepto de la libertad de enseñanza.
Señores, parece increíble que por el hecho de estar dirigida la beneficencia por los
ministros de algún culto, pueda traer esto consecuencias graves, pero lo vemos en la
práctica, lo hemos visto aquí en Querétaro, donde se organizó una agrupación obrera
sencillamente para distraer al pueblo con el objeto de que no fuera a las cantinas ni a
los lugares de prostituciónj pero estaba dirigido por un sacerdote y, no obstante que
hasta el gobierno de entonces la subvencionó, porque creía que se hacia obra de pro-
vecho para los obreros, en la primera campaña electoral se vio que era un foco del
partido católico de Querétaro.
Lo mismo acontece en todos los colegios particulares, en donde se da instrucción
religiosa; aquí tuvimos otro colegio que estuvo dirigido por una asociación que no re-
cuerdo cómo sel llamaba; se le obligó a someterse al gobierno y se incorporó a los cole-
gios oficiales. ¿ Qué hacían allí? No se daba instrucción religiosa dentro del plantel, pe-
ro sí se llevaba a los niños todos los días a los templos, todos los días se les obligaba a
aprender tal o cual oración, y de todos modos era la misma presión y violaban fá-
cilmente la ley. ¿ Cómo emancipar la inteligencia de la niñez, si no es precisamente
estableciendo esos colegios laicos, ya sean particulares u oficiales, para dejar a toda
la sociedad en la más absoluta libertad para que adopte el credo que mejor le parezca?
N o se ataca absolutamente ningún principio ni dogma religioso ni credo, y sí se con-
sigue asegurar la libertad más absoluta para aquellas personas que no piensen como
lo exigen en algunos colegios; tampoco puede aceptarse que la enseñanza sea racional,
que sea positiva, porque eSas son escuelas determinadas y por eso se previene que la
instrucción sea laica; así es que no se puede concebir una libertad más perfecta.
Ahora bien, señores, quiero analizar si efectivamente el lugar que indicó el señor
752
Palavicini es el más apropiado para colocar el artículo 39. En el título primero, sección
1 de la Constitución, se habla de las garantías individuales, y el artículo 27 está exac-
tamente comprendido en el mismo capítulo. No hay, pues, razón, no sería lógico, sería
un absurdo decir que si todo el capítulo trata de garantías individuales, deberá ser
conveniente ponerlo en el artículo 27 y no en el artículo 39. (Voces: Se trata de las
mismas reformas.) Un momento, señores; todos los artículos de este capítulo vienen
sentando su regla general, y vienen después exponiendo las excepciones que, según
principios filosóficos, confirman la regla general.
Tomando cualquier principio, por ejemplo, el artículo 49:
"Artículo 49 A ninguna persona se le podrá impedir que se dedique a la profesión,
industria, comercio o trabajo' que le acomode. siendo lícito. ni privarla de sus pro-
ductos, sino por determinación judicial, cuando ataque los derechos de tercero, o
por resolución gubernativa, dictada en los términos que marque la ley, cuando ofenda
los de la sociedad.
"La ley determinará en cada Estado cuáles son' las profesiones que necesitan título
para su ejercicio, las condiciones que deben llenarse para obtenerlo, y las autoridades
que han de expedirlo."
Allí tienen ustedes el principio de libertad seguido inmediatamente de la res-
tricción.
Tienen ustedes el artículo 59:
IIArtículo 59 Nadie podrá ser obligado a prestar trabajos personales sin la justa
retribución y sin su pleno consentimiento, salvo el trabajo impuesto como pena por la
autoridad judicial.
"En cuanto a los servicios públicos, s610 podrán ser obligatorios en los términos
que establezcan las leyes respectivas, el de las armas, los de jurado y los cargos de
elección popular,· y obligatorias y gratuitas las funciones electorales.
"El Estado no puede permitir que se lleve a cabo ningún contrato, pacto o convenio
que tenga por objeto el menoscabo, la pérdida o el irrevocable sacrificio de la liber-
tad del hombre, ya sea por causa de trabajo, de educación o de voto religioso. La
ley, en consecuencia, no reconoce órdenes monásticas, ni puede permitir su estableci-
miento, cualquiera que sea la denominación con que pretendan erigirse.
"Tampoco puede admitirse convenio, en el que el hombre pacte su proscripción o
destierro, o en que renuncie temporal o permanentemente a ejercer determinada pro-
fesión, industria o comercio.
"El contrato de trabajo s610 obligará a prestar el servicio convenido por un período
que no exceda de un año, y no podrá extenderse en ningún caso a la renuncia, pérdi<i.a:'
o menoscabo de cualesquiera de los derechos políticos o civiles."
Allí está el principio y allí mismo está la restricción en seguida.
El artículo 69:
IIArtículo 69 La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inqulslclon
judicial o administrativa, sino en el caso que ataque la moral, los derechos de tercero,
provoque algún crimen o delito o perturbe el orden público."
Todos, sin excepción, todos los artículos constitucionales relativos a este capítulo,
sientan primero su principio general y después viene la excepción. Ahora bien, el ar-
tículo 27 nos habla precisamente de la propiedad; después de enumerar los diferentes
derechos, toca' su turno a la propiedad y dice el artículo 27;
¡'Artículo 27. La propiedad privada no puede ocuparse para 'uso público sin previa
indemnización. La necesidad o utilidad de la ocupación deberá ser declarada por la
autoridad administrativa correspondiente; pero la expropiación se hará por la autori-
dad judicial en el caso de que haya desacuerdo sobre sus condiciones entre los in·
teresados."
En consecuencia, esta- determinación precisa es bien clara; y bien sabido es que mu·
753
chas personas que se reputan piadosas, al morir, en vez de dejar sus bienes a sus here-
deros y de cumplir obligaciones que la misma naturaleza y el mismo cariño impo-
nen, vienen a dejarlos para alguna institución que muchas veces tiene un aspecto de
religiosidad, y sucede que no siempre se cumplen debidamente los deseos expresados
en tal disposición testamentaria.
"También podrán tener sobre bienes raíces, capitales impuestos a interés, el que
no será mayor en ningún caso del que se fije como legal y por un término que no
exceda de diez años."
En consecuencia, señores, ven ustedes bien claro que este artículo se refiere ex-
clusivamente a la propiedad y que seria un absurdo ideológico ir a encajar aquí un
precepto en donde no tiene absolutamente ninguna cabida. Aquí también hay restric-
ciones, pero hay las restricciones propias al hablar de bienes raíces, como en los otros
al hablar de trabajo, profesiones, etcétera, etcétera, hay las que corresponden efectiva-
mente y son relativas a esos preceptos.
Ahora, señores, se nos presenta un nuevo argumento, más bien dicho, se señala un
nuevo lugar. Ya no es preciso que la reforma del artículo 39 esté en el artículo 27,
'que sea en el artículo 129, dicen y llegamos a que el absurdo es todavía mayor. El ar-
tículo 129 dice:
"Artículo 129. Corresponde exclusivamente a los poderes federales ejercer, en ma-
teria de culto religioso y disciplina externa, la intervención que designen las leyes.
"El Estado y la Iglesia son independientes entre sÍ.
4'El Congreso no puede dictar leyes estableciendo o prohibiendo religión alguna."
Señores, en este artículo no se habla verdaderamente del clero, sino de la Iglesia;
aquí se trata ... (Voces: ¡No es lo mismo!) AqUÍ se trata de la autoridad federal, y de
algo que nada más. se refiere al culto y a la disciplina eclesiásticos, pero no a la ins-
trucción, porque la puede dar el ministro de algún culto y, sin embargo, no ser obra de
la Igles!a. Hay un abismo de diferencia. Absolutamente es inoportuno venir a adicionar
el artículo 29 en donde se habla de otra clase de derechos y en donde se habla de la
Iglesia, para concluir con el ministro de un solo culto, porque .un ministro, señores
diputados, no es la Iglesia, es bien diferente. Ahora bien; ¿ por qué no se quiere que se
ponga la reforma en el artículo 39, que es donde debe estar, sino que sea en el artículo
27; en el 29 o en cualquiera otro, porque no hay ni siquiera fijeza? Esto no es más que
una obstrucción, señores; se acepta incluir la proposición, pero no se acepta que sea en
el artículo 39; se nos ha dicho que en el artículo 27 se votará esta adición y cuando
se trate del artículo 27 se nos dirá que ya no se puede votar, porque ya pasó la opor-
tunidad. ¿ La Cámara va a permitir que se cometa esta burla para después volver a
entrar a todas estas discusiones, sólo porque se nos amenaza con el eterno espantajo
de la intervención yanqui? Yo no encuentro, señores, absolutamente ninguna razón
lógica; yo no veo honrado el empeño de ir cediendo poco a poco el campo -porque
comprenden que no tienen justicia-, pero, sin embargo, siguen disputándolo palmo a
palmo para ver si a última hora pueden ahogar esta obra revolucionaria. (Aplausos.)
Es verdaderamente hermoso lo que se ha declarado en esta tribuna; aquí se nos
dice: "no, señores, nosotros no debemos temer absolutamente al clero, el clero es sin-
vergüenza, el clero prefiere que le quiten la vida, pero no suelta' el bolsillo". Nos dice
el señor licenciado MacÍas: "No debemos aceptar la reforma del artículo 39, porque
entonces nos pintarán los yanquis como unos apaches sencillamente."
Pues, señores, si después de exhibir la perversidad del clero no admitimos la re-
forma en cuestion, entonces no sé cuál es el papel que hacemos, ni cómo nos van a
pintar en los Estados Unidos. Yo creo que pintarán a los que opinan en contra de la
Comisión -no hago absolutamente referencia a ninguna persona-, pintarán a los
mexicanos predicando teorías subversivas contra el clero, mandando decapitar a todos
los frailes, persiguiéndolos en la tribuna y en todas partes, para después salir durante
754
la noche, solapadamente y ocultándose a los padres de familia y robar a esos pobres
niños que todavía no tienen conciencia de su ser y entregarlos maniatados al clero.
(Aplausos.)
Así sería la pintura. ¿ Qué preferimos: ser pintados con un gesto varonil, heroico,
defendiendo nuestras libertades éon las armas del patriotismo, o ser pintados como
hombres de dos caras, haciendo una labor aquí contra el clero y por otra parte, en-
tregándole la niñez maniatada para ser sacrificado su pensamiento?
Debemos tener muy en cuenta que todas las libertades tienen como límite la libertad
de los demás. Eso no es atacar la libertad de pensamiento en ninguna fonna; y voy a
poner un ejemplo que demostrará a ustedes, de la manera más evidente y precisa, que
el acabar y quitar de las manos de los individuos que no tienen su pensamiento libre,
quitarles la niñez, es hacer una obra libertaria y patriótica, porque extinguir el liberti-
naje es la defensa de la libertad.
No todo el mundo tiene el derecho de hacer lo que le parezca; no todo el mundo
tiene derecho de proclamar las libertades que crea justas; y para comparar esta inne-
gable verdad, recordad lo que ha pasado en este mismo lugar; recordad que aquí se
sentenció y condenó a muerte a Maximiliano, Mejía y Miratnón, simple y sencilla-
mente porque invocaban el mismo principio de libertad sin límites que nos invocan
los opositores al artículo de la Comisión. (Voces: ¡No! ¡No!) Se invocaba que se
podía obrar con entera libertad y sin ninguna restricción y, sin embargo, señores, ese
pretendido derecho fue ahogado con sangre en el Cerro de las Campanas. (Aplausos.)
He demostrado, pues, a ustedes, que el pensar, que el hacer, como cree uno que
es lo mejor, sin tener en cuenta el derecho de los demás, eso no es la libertad; como
lo he dicho muchas veces, yo no pertenezco a ningún partido, a ningún bloque, abso..
lutamente a ninguna agrupación; hasta anoche asistí a una reuni6n en que trataba
la Comisión de saber cuál era por fin el sentir de la Asamblea; otra ocasión asistí
a una junta a que me' invitó el señor Palavicini, pero absolutamente yo no he tenido
ningún compromiso; en consecuencia, vengo a hablar sin ningunas ligas y a exponer
mi pensamiento y mis ideas, con la franqueza con que siempre lo he hecho; no pode-
mos nosotros los liberales entregar a la niñez para que el clero deforme su cerebro,
porque no está en condiciones de defenderse de cualquiera impresión que perdure eter-
namente; nosotro's debemos esperar, por medio de una ley acertada como la que pro-
pone la Comisión, que estaremos de acuerdo absolutamente con todos los principios
libertarios de la Constitución de 57 y con el programa del Primer Jefe, que es el sím-
bolo de la revolución, y con las aspiraciones del vigoroso pueblo mexicano. Señores, yo
quiero que tengáis presente todo lo que aquí he dicho para que votemos a favor del
dictamen de la Comisión, debemos recordar siempre las enseñanzas de la historia, no
olvidemos aquellas célebres palabras, cuando al llorar el último rey moro la pérdida
de Granada, su madre exclamó: "Llora como una mujer lo que no .has sabido defen-
der como un hombre". Yo no quiero que la historia que nos contempla diga: "Llorad,
constitucionalistas, como una mujer, la pérdida de las conquistas de la revolución."
755
incurrir en errores, como este muy sencillo, que puede servirnos de ejemplo para cui-
darnos de las cosas grandes.
En mi familia, como en casi todas las familias, ha habido personas medianamente
acomodadas y personas extraordinariamente pobres; pues bien; yo tenía un tío, el
señor don Ireneo Albarrán, medianamente acomodado, y otro tío, el señor don Ismael
Lizardi, bastante pobre. El acomodado, con objeto de ayudar al pobre, le proporcionó
algunas sumas de dinero para que estableciese un telar. El pobre, agradecido, quiso
hacerle un obsequio a su protector, y va y le dice: "señor don Ireneo, tengo muchas ga-
nas de regalarle un frazada hecha por mí mismo; nada más que comO quiero que
salga a su gusto, le suplico que me diga de qué color la quiere". "No te molestes,
Ismael -le contestó mi tío Ireneo-; ¿para qué te vas a molestar?" "No, señor; quiero
yo hacerle ese obsequio en prueba de mi gratitud". Tanto se empeñó mi tío Ismael, que
mi tío Ireneo le dice: "pues ya que te empeñas en darme la frazada, la acepto, pero
te suplico que sea negra, completamente negra". En aquella época, era muy difícil dar
a los tejidos de lana un color absolutamente negro, y mi tío Ismael le dice a mi tío
Ireneo: "sí, señor, no tenga usted cuidado; voy a hacerle una frazada negra, de un
negro pardo bonito". 4'No, Ismael; no la quiero parda, sino negra". "No tenga cui-
dado, va a ser de un negro pardo muy bonito". "No, Ismael; negra, negra". HSí, señor;
de un negro pardo muy bonito". Acabaron por tener un disgusto por la diferencia entre
negro y negro pardo muy bonito. (Risas.)
Esto que sucede en cosas pequeñas, nos sucede también en las cosas grandes, por-
que no sólo recurrimos a argumentos, sino que pretendemos imponer como axiomas
algunos principios que son el fruto, en muchas ocasiones, más que de nuestros propios
razonamientos, de nuestros sentimientos más íntimos, y creo sinceramente que es algo
de lo que nos ha pasado en esta discusión del artículo 3Q , y para demostrarlo voy a
permitirme pasar revista breve de los diversos argumentos expuestos en pro y en
contra. El primitivo dictamen de la Comisión, absolutamente radical, daba dos razones
fundamentales para pedir el laicismo en toda clase de establecimientos. La primera
razón la podríamos llamar psicológica, la segunda la llamaremos patriótica; la razón
psicológica consiste en esto: la religión encierra verdades abstractas que no puede com-
prender la inteligencia del niño; de consiguiente, obligarlo a que aprenda esa religión
es deformarle el espíritu, válgase la palabra, exactamente lo mismo que se defor-
ma el cuerpo con un método gimnástico viciado. El segundo argumento de la Comi-
sión en este primitivo dictamen está esbozado apenas; los peligros en que se encon-
traría envuelta nuestra nacionalidad si la enseñanza cayera en manos del clero. Voy
a permitirme analizar estos dos argumentos para ver qué hay de verdad en ellos;
el primero, o sea el que la educación religiosa produce defectos en la psicología del
niño, tiene mucho valor; en mi concepto es 'exacto, nada más que el remedio que
se propone no es un remedio completo, toda vez que de nada serviría el prohibir la
instrucción religiosa en las escuelas si no se puede prohibir en los hogares, porque
no se debe prohibir en los hogares y siempre tendremos educación religiosa con sus
verdades abstractas. El segundo argumento puede sintetizarse en unas cuantas pa-
labras; el clero, que en todas las naciones del mundo ha procurado adueñarse del
poder, en México, como en todo el mundo, ha procurado lo mismo y no ha vacilado
en su labor hasta poner en peligro nuestra propia nacionalidad, porque primeramente
quien nos conquistó fue el clero, porque el puñado, de aventureros españoles que vinie-
ron a la conquista hubieran sido físicamente incapaces de conquistar todo el territorio
nacional, si no hubiera sido por la legión de curas que con ellos venían para enseñar
a los primitivos indios una religión un poco más civilizada, eso nadie lo puede negar,
que la bárbara religión de Huitzilopoxtli, y que al aceptar esa religión, se aceptaba
inconscientemente la ruina de la nacionalidad, porque allí sí sé enseñaba la manse-
dumbre y la sujeción al poderoso rey de España, y, en resumen, fueron los sacerdotes
756
católicos los que hicieron la conquista de México. Posteriormente la independencia
iniciada por un sacerdote, fue condenada por el alto clero, prueba patente de algo
que siempre han negado los señores curas, porque han dicho que no se mezclan en
política, cuando no pueden negar este hecho perfectamente claro: que el obispo de
Michoacán excomulgó al cura Hidalgo por haber proclamado la, independencia, luego
quiere decir, que el obispo de Michoacán hizo uso de armas religiosas para atacar un
asunto político y lo que quiere decir que el clero se mezcla en política y no podrán
lo-s señores curas negar que se hayan mezclado en política.
Sigamos con la historia del clero y veremos que el clero trajo a Maximili~o y
al general Díaz; en fin, errores. Pregunto, señores: ¿en dónde se aprende todo esto?
todo esto que sabemos en contra del clero, todo lo. que él dice en su defensa, se apren-
de en la clase de historia y no va a ser posible, aun cuando se prohibiese a los minis-
tros de los cultos enseñar historia, evitar que se enseñe en las escuelas primarias,
ni va a ser posible que todos y cada uno de los profesores que enseñen historia
patria tengan determinado criterio político para enseñar esa historia, y menos los
que nos preciamos de liberales vamos a exigir un cartabón especial para que se ense-
ñe la historia de México. Sin embargo, el laicismo, que en la enseñanza religiosa es
un gran peso, creo que toda la Asamblea está por el laicismo en la enseñanza prima-
ria, tanto en las escuelas particulares, como en las escuelas oficiales, por :más que
los brillantes argumentos de los oradores del contra del primer dictamen no hayan
satisfecho de una manera absoluta. Han hecho uso de varias clases de argumentos:
los históricos, demostrando que el pensamiento vive a pesar de las trabas que se le
pongan; pero este argumento no quiere decir que haya ocasión de limitar un poco la
acción del clero. Por otra parte, se ha hecho uso del argumento q~e podríamos llamar
político-internacional, que tampoco es convincente, señores, porque es tal el carác-
ter de nosotros los mexicanos -y lo digo con orgullo---, que somos perfectamente
capaces de ir al aniquilamiento para sostener y hacer que se realice positivamente
en la práctica el hecho de que si alguien nos vence, venga a encontrar aquí sólo
tumbas, como dice nuestro Himno Nacional. (Aplausos.) No vamos a buscar pleitos;
pero tampoco nos asustan esos pleitos. Así pues, el argumento de política internacio-
nal, aunque prudente, aunque sólido, no es un argumento decisivo.
Se ha esgrimido también otro argumento de política interior; se ha dicho: retro-
gradamos tres siglos y nos exponemos a que los vencidos, a que el partido clerical
se levante en armas, proclamando la liberal Constitución de 57. Este argumento tiene
peso también, pero tampoco es el argumento decisivo,_ porque, señores, somos tan
'liberales y tan radicales todos los que estamos aquí que, por más que hagamos, nues-
tra Constitución siempre les va a producir un poco de escozor a los curas. No es
tampoco un argumento decisivo, así como no lo es tampoco el último, argumento que
se ha esgrimido y que podemos llamar . . 'el argumento de la cortesía". ¿Que es, una
falta de respeto contrariar abiertamente al Primer Jefe? No, señores; esto no' es una
falta de respeto; sólo será un tanto cuanto convencional. En mi concepto, la verdad
de las cosas está en un término medio entre estas opiniones: no vamos a salvárnos
violentamente porque se establezca el laicismo en toda clase de escuelas, ni tampoco
vamos a hundirnos porque se establezca el laicismo en las escuelas primarias, ya sean
particulares u oficiales. Más aún: parece que ya casi no hay' debate sobre esto, toda
vez que los oradores del pro y del contra están conformes en que así se establezca.
Queda ahora la famosa cuestión de adónde se colocará ese principio. Esto, señoles,
es una cuestión que parece un poco ridícula, que parece que antes de comprar- un
mueble, estamos pensando el lugar' de la casa donde vamos a-.ponerlo. Por: Gtra-parte;
se ha hablado de maniobras políticas, se ha hablado ,de complots; yo creo que simple
y sencillamente todo esto sale sobrando. Vamos a analizar cuál es, el lugar que' le
757
corresponde; espero que lleguemos a la verdad, pero si acaso no llegamos, pongá-
maslo en cualquier parte, y para llegar a esta verdad pemítaseme hacer un análisis
de las partes fundamentales que debe contener una Constitución. Debo decir, en
honor de la verdad, que por especúlaciones meramente científicas, nadie puede decir
cuántas partes debe tener una Constitución; las partes de la Constitución las ha
determinado la práctica y la política de todas las naciones del mundo, desde la
época de todos los grandes Estados orientales, hasta nuestros días, pasando por el
Estado con unidad interna, que fue el Estado antiguo. Me perdonarán sus señorías
que no haga un análisis largo, porque recordaría que les está haciendo falta a los
alumnos de Derecho Público que me esperan en México, y no quiero comparar a los
-señores diputados con mis alumnos. Voy sencillamente a llegar a la síntesis de lo que
debe contener una Constitución.
Debe contener, en primer lugar, un tratado de garantías individuales que con-
signe los derechos de los individuos como tales, con relación al Estado, es decir: las
restricciones que se ponen al Poder público con relación a los individuos. En segun-
do lugar, debe contener la manera política como el pueblo ejerza su soberania, es
decir: debe establecer quiénes son nacionales, quiénes extranjeros, quiénes ciudadanos,
qui-énes no son y cómo y cuáles derechos deberán tener los nacionales, los extranje-
ros, los ciudadanos y los no ciudadanos. .
Esta segunda parte se refiere al pueblo como pueblo.
La tercera parte se refiere a las relaciones de los diversos órganos del Poder
público. y la cuarta parte debe referirse a las relaciones entre el Poder público y una
multitud, una asociación, principalmente la Iglesia, que durante la edad media le
disputara el Poder al Gobierno y que subsiste todavía, aunque ya sin facultad coer-
citiva, y esto es precisamente ·10 que las distingue del Gobierno, y esta última parte
de -la Constitución viene a establecer esas relaciones.
Si analizamos debidamente los conceptos que propone la Comisión para el pro-
yecto ·del artículo 39, nos encontramos con esto: lo primero que se dice es que debe
limitarse la enseñanza, en el sentido de que sea laica la que se imparta, tanto en las
escuelas oficiales, como en las escuelas particulares. Dándose por sentado este prin-
cipio lógico, el lugar que le corresponde es el artículo 39, puesto que, como analizó el'
señor licenciado Truchuela, después de la regla general, debe venir la excepción; pero
vamos a la otra restricción.
La otra restricción consiste en que ni las corporaciones religiosas ni los minis-
tros :de los cultos pueden impartir la instrucción primaria. ¿ Esta es una. restricción
propia a la enseñanza? Creo, señores, que es más bien una restricción que correspon-
de a las relaciones del Estado con la Iglesia, y se me dirá: ¿ dónde ordenamos esto?
El señor Truchuelo demostró ya que no cabe en el artículo 27, porque se refiere a la
propiedad, e intentó demostrar que no cabe en el artículo 129, porque se refiere a la
disciplina de los cultos. Vaya procurar demostrar que sí cabe en el artículo 129, que
dice así:
"Artículo 129. Corresponde exclusivamente a los poderes federales, ejercer, en
materia de culto religioso y disciplina externa, la intervención que designen las leyes.
"El Estado y la Iglesia son independientes entre sÍ.
"El Congreso no puede dictar leyes estableciendo o prohibiendo religión alguna."
Este artículo se nos dice que no puede encerrar la prohibición a los sacerdotes y
a las corporaciones religiosas de impartir la instrucción primaria; p~imero, porque
se refiere exclusivamente a disciplina de cultos. Yo creo que esto no. es exacto, seño-
res, creo que este artículo está mal redactado; pero no creo que sea exacto que se
refiere exclusivamente a disciplina de cultos; se han sugestionado los impugnadores
de él, por el principio del artículo que comienza donde no debería comenzar, si en vez
758
de redactar el artículo en la forma que está, principiamos por decir: '/el Estado y las
iglesias -porque debemos decir las iglesias- son independientes entre sí; ni éstas
ni sus ministros podrán impartir educación alguna", etcétera, y luego decir: Ucorres-
ponde exclusivamente a los poderes reglamentar la educación", etcétera. Con una
simple trasposición en el párrafo del artículo, creo que habremos encontrado el lugar
donde quepa la restricción que se solicita; pero si esto no se considera bastante, in-
cluyendo, como creo incluir, que esta restricción comprenda a las corporaciones reli-
giosas y a los ministros de los cultos para impartir instrucción primaria, se coloque
en el lugar de la Constitución en que debe ponerse la restricción entre los poderes pú-
blicos y las .iglesias, O bien se puede l).acer un artículo nuevo y ponerlo en este lugar.
Creo, pues, que sí cabe en el artículo 129, y que si no, tal vez se puede hacer otro
artículo y creo, por último, que si se tratara de una maniobra política, a los que somos
partidarios del laicismo en las escuelas, no se nos engañaría tan fácilmente. Creo
sencillamente que lo mejor es lo que se nos ha propuesto ya: que se voten juntos los
dos artículos; redactemos el artículo 129 en la forma que se me ha ocurrido y que
me parece que, corrigiendo un defecto de redacción, podemos votar juntos o antes,
si se quiere, el artículo 129. Así habremos terminado una discusión en la que, en últi-
mo análisis, no estamos haciendo otra cosa que sostener, unos, lo de lo negro, pardo,
y otros, lo de lo absolutamente negro.
10
-Un C. secretario: El ciudadano presidente, sujetándose al Reglamento, consul-
ta si está suficientemente discutido el asunto. (Voces: ¡No! ¡No!) Los que estén
por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. (Voces: ¡No hay mayoría!) Sigue la
discusión.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano González Torres.
-El C. Espinosa: Yo pedí la palabra antes.
11
759
que aceptamos su libertad moral, es claro y es inconcuso el derecho que tiene a ilus-
trarse e instruirse; pero recapacitemos un poco, hagamos algunas consideraciones fi-
losófico-morales y nos convenceremos de que hay necesidad de establecer ciertas res-
tricciones. En efecto, señores; la enseñanza, la instrucción, para que sea buena, para que
llene su objeto, que es el perfeccionamiento del hombre y la mujer, necesita estar só-
lidamente fundada en principios científicos incontrovertibles, porque si no, carecería
de estabilidad y vendría a ser el origen, la fuente de errores y preocupaciones y de
supersticiones que tanto deploramos en nuestro pueblo. Yo creo, por estas razones,
que deben suprimirse, los establecimientos religiosos de enseñanza primaria elemental
y superior, de cualquiera clase de religión que se trate; no bastaría obligar a estos
establecimientos a que se concretaran al programa que el Gobierno debe fijar, por-
que con el pretexto de la libertad de cultos, al empezar las clases y al terminarlas,
obligarían a sus alumnos a que se sometieran a ciertas prácticas religiosas que de
todos modos son perjudiciales. No es conveniente que se' permitan las escuelas reli-
giosas para educar a los niños, porque aunque las religiones hayan sido dictadas por
necesidades morales de la sociedad y 'tengan principios efectivamente morales, en la
actualidad todos estamos convencidos de que las religiones están perfectamente co-
rrompidas y que se han convertido en una trama de cuentos y de leyendas, da.absur-
dos y de aberraciones con las que procuran envolver la inteligencia y el corazón de
los niños, con objeto de apropiarse del ser futuro y después poder manejarlo a su
antojo, siempre con fines bastardos. Ahora bien; es un hecho que durante los prime-
ros años de la niñez durante los primeros años de la vida del hombre, rto influye gran
cosa el raciocinio en el cerebro para asimilarse las ideas, aun para aceptar la práctica
de la costumbre, sino que más influye, influye más que nada el instinto de imitación,
la perseverancia, la constancia de ciertas prácticas, la constancia de determinados
consejos y de ciertas máximas, en lo que viene a hacer que el niño se incline a lo que
ve y oye decir; de allí que en el futuro tropiece con gran dificultad para convencerse
de que lo que le enseñaron es un error.
A todos nos consta, a todos los que hayamos sido educados en los principios ca-
tólicos, la tremenda lucha moral que sostenemos interiormente al irnos convenciendo
con la verdad de la ciencia, de los errores en que estábamos; y esto, señores, cuando
estamos animados de la mejor voluntad para que se imponga la razón, es decir, cuan-
do se trata de hombres que llamamos cerebrales, que cuando se trata de sentimen-
talistas, de individuos dominados por el corazón, influye más el prestigio, el recuerdo
y veneración que conservan por los tradicionales conceptos que han recibido en el
hogar, que por los principios científicos perfectamente demostrados, y se conservan en
el error.
Ahora bien; al implantar estas restricciones, no deben considerarse como un
atentado, sino al contrario, como una salvaguardia; el señor licenciado Macías ha de4
mostrado ese punto; mientras que sí es atentatorio, que una persona, valida de su
capacidad, valida de la superioridad física y moral que ejerce sobre un pequeño, le
inculque ideas y le haga creer errores de los que él mismo está convencido. Ahora
bien, señores se ha tratado de la forma jurídica en que está presentado el dictamen
y se ha alegado que las Constituciones deben ser principalmente preceptivas, que se-
ría un ridículo y nos dirían torpes en el extranjero y en todo el mundo porque in-
cluyamos ciertos preceptos que vienen siendo reglamentarios. La Constitución de
Estados Unidos, la primera, fue hecha apegándose perfectamente a estos principios
jurídicos; después se convencieron de su error y la han reglamentado de cierta forma.
Y, ¿ qué nos importa a nosotros que afuera, en el extranjero y aun aquí mismo se
nos diga todo esto, si estamos perfectamente convencidos de que necesitamos regla-
mentar ciertos puntos dentro de la Constitución? ¿ Por qué no hemos de ser los
760
primeros que presentemos una Constitución en cierta forma fuera de los princlplOs
jurídicos, pero de acuerdo con las necesidades prácticas de la República? No creo
que debamos tener algún temor en este sentido. Respecto al principio laico o a la
palabra "laica" que no me parece que sea aceptable en nuestras actuales circuns-
tancias, voy a permitirme leer un artículo publicado én "Acción Mundial", en el mes
de marzo, por un señor Julio S. Hernández, que toda la mayoría debe de cono~er como
un ilustrado profesor. (Leyó.) Creo que es suficiente con la parte del artículo que he
leído a ustedes y, por tal motivo, yo pido que se -tome en consideración el voto par-
ticular que ha emitido el señor Monzón:
-El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Alvarez.
-El C. Alvarez; Señores diputados: He pedido la palabra contra el dictamen de
la Comisión, pues aun cuando éstos con el de entero acuerdo en cuanto a las restric-
ciones que señala para la enseñanza, tengo que impugnar el calificativo de "laica"
que se le ha designado-, pues considero que tal palabra significa neutralidad y que,
por tal motivo, volverá a servir de barrera infranqueable para la enseñanza de la
verdad por no lastimar las estúpidas mentiras de ciertos dogmas religiosos. La ini-
ciativa que en su debida oportunidad presenté a la Comisión y de la cual veo con
satisfaeci6n .que se ha adoptado la mayor parte, indicaba para la instrucci6n oficial
la condición de que fuera liberal o racional; es decir, científica basada en la verdad.
Celebro mucho que la primera vez que dirijo la palabra a vuestra soberanía, sea
cuando parece volver a encauzarse la discusión por el terreno sano, por el terreno de
las ideas .. " pero no quiere que pasemos desapercibido, señores diputados, que 9uran-
te- esa lucha de personalidades, el señor diputado Rojas ha tomado en sus manos,
como un aparta-rayos contra la atmósfera de tempestad qu~ reinaba en esta Cámara,
al señor licenciado Manuel Aguirre Berlanga, a quien esta misma Asamblea, y a ini-
ciativa precisamente del señor Pala'\1icini, tributó un aplauso cuando estaba presente,
por su brillante y patriótica gestión ante nosotros. (Aplausos.)
¿ Qué va a decir la República entera? ¿ Qué va a decir el mismo señor Aguirre
Berlanga de ese valor civil, como lo ha llamado nuestro respetable presidente, de at.a-
car a un ausente cuando lo hemos aplaudido en su presencia? .. Cuando estaba aquí
le tributamos un aplauso unánime por su gestión y hoy que está ausente se le ata-
ca. .. ~ y es esto valor civil?
A este respecto pennítaseme sólo hacer una'pregunta a la Asamblea, a vosotros,
compañeros míos, jacobinos, que habitamos en el número 8 de la calle de la Libertad:
¿ habéis visto alguno en sesión, club, cambio de ideas o cosa análoga al señor Agui-
rre Berlanga, no ya presidiendo, sino simplemente como asistente? (Voces: .iNo! ¡No!
¡No!) Entonces, ¿por qué esa inconsecuencia? ¿Por qué. tomarlo como instrumento
político para producir efectos políticos, según la teoría de Luis Manuel Rojas, cuando
no ha dado motivo para e11o? Yo no tengo con Aguirre Berlanga ligas ningunas, pero
me place que esta. Asamblea sea ecuánime, que no nos pongamos en ridículo y demos
muestras de verdadero valor civil. .. Hechas estas rectificaciones y apartándonos ya
del camino de las personalidades, pasemos al estudio del artículo 89, tan traído y
llevado, pero tan poco\ estudiado.
Me encuentro con que ya todo se ha dicho, se _ha paseado por esta tribuna con
lujo de elocuencia todo cuanto podía decirse respecto a la diferencia de opiniones
entre el liberalismo clásico y el aterrador jacobinismo... y al fin ha resultado que
tan jacobinos somos los que queremos que desde el artículo 39 se restrinja la libertad
de enseñanza, como los que quieren restringirla en los artículos 27 ó 129; Y si esta-
mos ya de acuerdo en la idea fundamental, si todos habéis ya convenido en" que es
indispensable evitar que el clero vuelva a hacer alrededor del intelecto de nuestros
761
nmos el mismo cincho de hierro que, como dijo el diputado Macías, acostumbraba la
Iglesia formar para impedir el paso de la verdad y de la luz.
El señor diputado licenciado José Natividad Macías, 17 años representante del
distrito de Apatzingán, del Estado de Michoac4n de Ocampo, que su señoría no co-
noce ni en pintura, no sabia por qué protestaba yo desde mi asiento, cuando él abarro-
taba la tribuna, parecía que para tiempo indefinido, y nos increpaba duramente por-
que no esperábamos ocho o quince días para venir a contestarle, y ya que ahora vengo
a hacerlo yo, permítame monseñor que le diga cuáles son los puntos en que no pode-
mos estar de acuerdo.
Se ha dicho aquí, en primer lugar, que hay en la Cámara dos partidos, y, accedien-
do a la insinuación hecha por todos los oradores, voy a manifestar cuál es sobre
este asunto mi opinión. Aquí no hay tales partidos: los señores (Señalando el ala de-
recha del orador) se han esforzado por encontrarnos un presidente a los que nos
sentamos a la derecha de la Cámara y colocárnoslo a fortiori... buscaron primero al
señor licenciado Acuña, y luego, cuando no se consiguió que aquella persona sirviera
para producir los efectos políticos deseados, se nos buscó al señor licenciado Aguirre
Berlanga, que afortunadamente no sirvió para el efecto político que a;e buscaba. Ahora,
después, se nos hace la grandísima honra, porque honra es, que se' llama el jefe de
los jacobinos al glorioso manco de León y de Celaya... (Aplausos.) 1Como si él
tuviera necesidad, para conquistar glorias y honores, de descender a rastrerías entre-
tejidas en política de ministerio!. .. (Aplausos.) Señores, el general Obregón, el que
hizo morder el polvo a las huestes de su señoría ... iba a decir Macías, pero es Mora
y del Río... Ese glorioso manco de León y de Celaya, tiene gloria para él y para
prestarla a su detractores ... (Aplausos.)
Volvamos, pues, al artículo 3Q y examinemos las razones de Macías para que no
se restrinja la libertad absoluta de enseñanza. Ya me fastidiaría tener que repetir
lo que habéis dicho todos llamando al clero el eterno enemigo de nuestras libertades,
acérrimo enemigo de los ideales revolucionarios, pero debo recordar que es ese clero
quien trata de formar el cincho de hierro que tanta gracia hizo al señor MacÍas.
Por eso fue ese cincho impotente para contener el avance del progreso, que no
se detiene con dogmas y con excomuniones, y no es como quiso hacer entender mon-
señor Macías, la restricción de la enseñanza que nosotros pretendemos, un cincho que
se pone a las inteligencias, sino que nosotros venimos a destruir el que los curas
ponen en la inteligencia de los niños con sus estúpidas mentiras y haciéndoles per-
der la razón, quitando a esos bichos el derecho, no de enseñar, porque el cura no
enseña, sino que impone su doctrina haciendo al niño que pierda el uSo de su razón,
forma en derredor suyo un velo que no le permite la entrada de la verdad, la entra-
da de la luz.
Los señores abogados entendidos en puntos y comas constitucionales, han forma-
do en nuestra cabeza una maraña imposible, al tratar de demostrar unos que sí y
otros que no cabe en el artículo 39, sino en el 27 ó en el 129, la "restricción de que
.venimos tratando; pongámosla, señores diputados, en el artículo 39 y esta será la
mejor demostración de que cabe.
Si la libertad no puede existir en una forma absoluta, si, como dice un gran
filósofo, "no son pueblos libres los que no obedecen a ley ninguna en un alarde qui-
jotesco de libertad, sino los pueblos que son autores de sus propias leyes, pues en
este caso sólo obedecen a su propia voluntad", si nosotros somos la representación
popular para formar la ley y a eso venimos, a restringir la libertad de cada uno en
bien de la colectividad, ¿ por qué nos detenemos? Hagámoslo, señores, no perdamos
el tiempo miserablemente, trabajemos de una vez.
Examinando este asunto bajo el punto de vista histórico, nos decía el diputado
762
Macias que todos los Congresos liberales vinieron a dar con el principio de la libertad
absoluta y para no poner más que un ejemplo de cuál ha sido el resultado de esa
libertad absoluta, me quiero referir a 10 que sucedió en tiempo del señor Madero, que
aun cuando no hubo Congreso Constituyente, se dejó sin restricción alguna la IlliÚI
completa libertad. ¿ Cuál fue entonces el resultado? Que a los pocos meses, en mi
pueblo, Zamora, cuyo nombre debe haber llegado hasta vuestros oídos envuelto en
el perfume del incienso, los repiques de ánimas y los sermones de los frailes, se
juntaban ya los principales obispos de la República y los más connotados conserva-
dores a fraguar la caída del señor Madero. Yeso es lo que se pretende hacer con el
Gobierno del señor Carranza; dejar otra vez la puerta abierta para que los frailes
y los conservadores den otro golpe de Estado. Entonces, señores, los liberales dorados
se quedarían otra vez en sus curules y estarían al lado del Primer Jefe los jacobi-
nos rabiosos, con el primer jacobino de la República: el glorioso manco de León.
(Aplausos.)
Es por eso que nosotros los jacobinos no transigiremos nunca con el enemigo,
pues si dejamos otra vez la puerta abierta volverán a colarse nuestros enemigos. N o
es que nosotros tengamos capricho de que se restrinja la libertad de enseñanza en el
artículo 39 y no en el 129; comprendemos que es su legítimo lugar en el 39 y que
como ya se ha dicho, no es restringir la libertad dar' garantías a quienes han sido
víctimas de la difusión del error.
Se nos habla también de que este título trata sólo de las garantías individuales,
y que no cabe, por tanto, la restricción al individuo. Y bien, señores, ¿ el indio no
tiene garantías? ¿ el indio no es individuo? Que, ¿ vamos a decirle a aquella raza
abnegada, cuyos últimos representantes vagan por los pinares olorosos y los cafe-
tales del distrito de Uruapan, que por no molestar a los frailes no fue posible darles
a ellos garantías? Si, restringimos la libertad de enseñar que el fraile dice tener, se
nos asusta con ~n terrible mensaje de los Estados U nidos, en que se pregunta si es
cierto, que fue asesinado el señor Carranza... ¡ Ah, !jeñores!... ¡ esto es una atro-
cidad!. .. ¡qué cosa tan terrible!. .. Se pregunta si ha sido as~sinado _el señor Ca-
rranza ... y de los Estados Unidos, en cambio nuestra raza gime en el abandono
más completo, nuestra pobre raza indígena es víctima de esa sociedad anónima, ex-
plotadora del sentimiento religioso, que se llama clero, y na~ie protesta, nadie pide
para ella garantías. Dejemos, señores diputados, que pregunten los yanquis lo que
les parezca y hagamos nosotros para nuestro pobre pueblo la ley que tanto necesita,
la ley que le convenga. (Aplausos.)
Por último, refiriéndome a la diferencia de mi opinión respecto al dictamen de la
Comisión, quiero que vuestra soberanía decida. Que quede en el DIARIO DE LOS
DEBATES, en esa constancia del criterio jurídico de esta Asamblea, la contestación
a las dudas, al las diferencias de opiniones y se sepa de una vez para todas: ¿el cali-
ficativo de laica en la enseñanza, obliga al maestro a callar ante la necesidad de
enseñar la verdad por temor de destruir el dogma religioso? .. ¿ Vamos nosotros a
entregar al maestro en manos de la autoridad, como ha sucedido en muchos pueblos
de mi Estado, en donde el maestro ha sido procesado --no en este tiempo en que
la revolución domina- porque ha enseñado que no es exacto que el hombre haya
sido formado de un mono de lodo? Ha sido procesado el maestro acusado de salirse
del límite de laico, cuando al explicar el origen de los mundos, han tenido que
destruir la fábula del creador divertido en hacer ocho días peces de colores, hombres
y animales de todas clases ... Esta conducta, que parece autorizar la enseñanza laica,
es la que quiero que quede desunida. Yo suplico a ustedes, señores diputados, que se
dé por terminado el debate, y que de una vez para todas establezcamos la garantía
763
'" individual de enseñar la verdad y la garantía individual de que no sea enseñado el
error. (Aplausos.)
-Un C. secretario: Se pregunta a la Asamblea si está suficientemente discutido.
(Voces: ¡No! ¡No!)
12
-El C. Nafarrate: Para una moción de orden. El artículo 31 dice que desde que
nace el niño hasta la edad de diez años, tiene la obligación de tener la educación
laica; por consiguiente, el artículo 39, tal como está redactado por el Primer Jefe,
en el artícuo 3Q en que dice que desde que nacen los niños hasta la edad de diez
años son laicos. (Risas.) De manera es que al discutirse el artículo 39 no tienen
razón en todas sus partes. Yo nada más quería en este caso que se cambiara la pala-
bra laica por otra. Porque desde que nace el niño, hasta los diez años, es forzoso ir
a la escuela. De manera que está agotada la discusión por el manco de León.
-El C. Palavicini: Pido la palabra para una moción de orden, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el señor Palavicini.
-El C. Palavicini: Señores, yo que no me apego, cuando se trata de personas,
a la cuestión del Reglamento; no hago ninguna objeción a que su señoría siga allí
sentado aun cuando ha tomado parte en el debate; pero sí yo le suplico que tenga
en cuenta el siguiente hecho. El señor diputado Alvarez estaba inscripto en contra
del dictamen de -la Comisión. Eso lo sabía su señoría. Ahora bien, pido la palabra
para rectificación de hechos en esta tribuna, se entiende. (Voces: ¡No! ¡No!) Sí,
señores, porque yo soy hombre honrado. De todas maneras, en primer lugar, me da
derecho el Reglamento y, en segundo, el buen sentido, puesto que el señor ha debido
hablar en contra y sin embargo lo ha hecho en pro, y' en tal virtud pido la palabra
para rectificación de hechos, pero entendiéndose que para hablar en contra.
-El C. presidente: El señor estaba inscripto para hablar en contra, y es el
mismo caso que se citó ayer.
-El C. Palavicini: Permítame su señoría le diga que no. Parece~ señor, que la
habilidad política del Parlamento no está en la lealtad y buena fe de nosotros, sino
está en el mañoso ardid de los señores representantes. El señor Alvarez, con un
mañoso ardid, se ha inscripto en contra del dictamen y ha venido a hablar en pro
de él. Esta es una habilidad, yo la respeto, pero me dirijo al buen sentido de usted
para decirle que el Reglamento me autoriza para rectificación de hechos; pero yo lo
quiero hacer para hablar en contra del dictamen; esto es lo que quiero hacer. Pido,
pues, que se me conceda la palabra para ir a la tribuna. (Voces: ¡No! ¡No!) Sirva-se
usted mandar leer el artículo 105 del Reglamento.
-Un C. secretario: La PresidenCia pregunta a la Asamblea, de conformidad con
el artículo 102 del Reglamento, si considera suficientemente discutido el artículo. Los
que crean que está suficientemente discutido, se servirán ponerse de pie. N o está.
Sigue la discusión.
-El C. ne los Santos: Señor, hubo mayoría parada. (Voces: ¡No! ¡No!)
-El C. Palavicini: Pido la palabra para una moción de orden. He sometido a
la Presidencia del Congreso una moción de orden, y el señor presidente no la ha subs-
tanciado; ya había yo advertido que no podía estar presidiendo (haciendo referencia
al señor general González Torres) y tomando a la vez parte en el debate. He pedido
la palabra para rectificación de hechos, y no se me ha contestado. Yo pido una cosa
justa, dentro del Reglamento. Yo digo, señor presidente, que el orador que acaba de
hacer uso de la palabra, señor Alvarez, ha hablado en pro del dictamen, no obstante
que se había inscripto para hablar en contra. Ha agotado el turno, franca y sencilla-
mente, porque él habló en pro del dictamen. Ahora bien, yo pido la palabra para rec-
764
tificar hechos que van a servir para hablar en contra. Es lo justo, lo moral, es lo
legítimo ...
-El C. Calderón, interrumpiendo: Para un hecho, señor presidente. El diputado
Alvarez seguramente que no puede contestar a los cargos del señor Palavicini, pues
se siente un poco malo, lo acabo de ver alli fuera. Aunque en efecto, el discurso que
pronunció en esta tribuna el señor Alvarez no está preciso, el hecho es que no acepta
en todas sus partes el dictamen de la Comisión, como es la palabra laica que está allí.
-El C. Palavicini: Insisto en mi moción de orden, señor presidente, y yo suplico
que se cumpla con el Reglamento, pues quiero hacer rectificación de hechos que ser-
virán para hablar en contra.
13
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini para rectificar he-
chos.
-El C. Palavicini: El Reglamento me lo consiente, con el más elemental buen
sentido. Ustedes han oído hablar al elocuente señor Alvarez en pro del dictamen de
la Comisión. El procedimiento del señor Alvarez es un procedimiento viejo de chan-
chullos parlamentarios; eso 10 sabemos hacer nosotros también; pero hemos querido
obrar como gente seria, honrada y leal. Pudimos haber inscripto entre los oradores
del pro a cinco o diez de los nuestros; pero hemos querido obrar como hombres hon-
rados. Es la primera observación que hago a los que me quieren negar el uso de la
palabra.
He dicho: mi rectificación de hechos va a servir para nivelar el turno, porque si
el señor Alvarez habló en pro, es justo que uno conteste en contra.
Confío, señores diputados, en· la honradez de la Cámara. El señor Alvarez me
parece más elocuente y más convincente que el señor Truchuelo. El señor Truchuelo
hizo bien en subir a esta tribuna para ·hacer un discurso y comerse curas j el señor
Truchuelo es de Quer~taro, como el señor Alvarez es de la Mesa Central y vive como
él en una región frailesca. Pero aprovechar debates serios, trascendentales, para hacer
esa pequeña campaña política de pueblo, no es precisamente lo más provechoso para
el criterio de la Asamblea.
Nosotros hemos venido aquí a discutir ideas y se nos manda a personas que nos
hagan injurias. Hemos venido a tratar cuestiones de honor, y se .nos suben a esta tri-
buna a ofendernos. Yo he dicho ya aquí que las injurias y las ofensas que se me diri-
jan las arrojo al arroyo, que es el único lugar donde merecen estar. Vengo a con-
tender con hombres serios, de buena fe, con gente honrada; a este terreno vamos
con hechos.
El señor Truchuelo, que Ínsiste en patrocinar a la Comisión en su absurdo de in-
tercalar en el artículo 3Q, que es donde se pueden hacer restricciones al poder públi-
co, quiere intercalar en el artículo 3Q lo que son restricciones a la Iglesia, sección que
existe en la Carta Magna que está para votarse. El señor Truchuelo nos hace un largo
y divertido discurso sobre historia elemental que absolutamente nada nos ilustra.
Señor general Torres, todo eso que ha venido a manifestarnos, ya lo sabíamos y
seguramente que esa teoría pegajosa de don Julio Hernández, que escribió un artícu-
lo en un periódico, no nos enseña nada nuevo; tenemos la pretensión de saber que sa-
bemos algo de lo que nos enseñan en la Escuela Preparatoria; la' Escuela Prepara-
toria tiene bastantes cursos para ilustrarnos sobre todas esas cosas que a usted le
parecen del otro mundo.
De modo que yo he dicho desde la sesión pasada, que el argumento serlo, el
asunto de fondo es inútil exponerlo aqul y de gastar el tlempo en él, porque todos
estamos de acuerdo en que necesitamos tomar todas las medidas y hacer toda la de-
765
fensa de la sociedad contra el clero. No tenemos aquí absolutamente ninguno que ven-
ga a defender sus fueros. Pero en lo que debemos insistir --en eso no estoy de acuerdo
con el señor diputado Lizardi- es en que no vale la pena dar un golpe político, como
sin duda es desechar un artículo perfectamente bien concebido y bien presentado por
el Prjmer Jefe, al que sólo le falta una palabra, lo de "laico" en las escuelas particu-
lares, que no vale la pena derrotarlo en un dictamen cuando todos estamos de acuerdo
en que pue~e inclinarse la exigencia nuestra de restricción en el artículo que le
corresponde. ¿ Es posible tal nimiedad?
No trato de asustar a nadie, sino de convencer; no amenazo; no he querido pre-
sentar el telegrama para asesorar a nadie; aquí somos conscientes. El asunto es este:
muchos diputados están de acuerdo. Se trata de poner en el artículo 129, que es res-
trictivo de la Iglesia, la restricción que propone la Comisión, de modo que el deba te
ese dirá si son buenos o malos; a nosotros nos parece detestable.
En el punto de fondo es inútil el discurso del diputado González Torres; pudo
haberse preparado mejor para apoyar el voto feminista, en lo que voy a estar de
acuerdo con él; pero ha gastado toda la elocuencia de Julio Hernández y de un
escritor de "Acción Mundial", para convencernos de una cosa de que ya estamos
convencidos. Es, pues, una cuestión que si se quiere ganar con sólo quererlo, sin de-
rrotar políticamente al Jefe ante la opinión nacional, ¿por qué no hacerlo, señores
diputados? Si no hubiera políticos, señores diputados, sí se podría hacer. (Siseos.)
PerO' la protesta constante de usted allí (dirigiéndose al C. diputado Ramos Prás-
low) siempre que uno habla, no es más que una tendencia política de obstruccionar,
ya vieja conocida de nosotros.
En conclusión, 'señores diputados, el discurso del señor diputado Alvarez fue más
convincente que el del señor diputado Truchuela, porque el señor Alvarez ha venido
recogiendo de todas partes los chistes que se ponen en la última sección; ha recogido
la última palabra que se pone en la sección divertida de los periódicos, para venir a
hacer un discurso que le aplaudirán sus electores de Zamora, quienes no deben ser
más que la guarnición; porque si Zamora es un pueblo completamente religioso, no
pudo haber mandado al señor Alvarez.
-El C. Alvarez, interrumpiendo: No fuí electo yo por Zamora, sino por Uruapan.
-El C. Palavicini, continuando: Muy bien, señor Alvarez, me alegro de esta
explicación, porque si de Zamora fue de donde mandaron a usted, y ese pueblo está
lleno de fanáticos, y el señor Alvarez viene a sostener aquí ideas contrarias a la
religión, con seguridad que no debe haberlo elegido el pueblo, sino la guarnición.
-El C Calderón, interrumpiendo: ¡No veo claro!
-El C. Palavicini, continuando: Su señoría no ve nada claro cuando yo hablo
aquí. Yo he procurado siempre. que vengo a la tribuna, hablar con silogismos; yo no
he tratado nunca, en un discurso, de recurrir a chistes de plazuela; yo he venido a
hacer una labor de verdad, seria, honrada. Entonces, señores diputados, yo propongo
la solución del señor licenciado Rojas, si ustedes quieren votar la restricción del ar-
tículo 39, pero el artículo 39 como está, no lo podemos admitir, tenemos que votar en
contra de ese dictamen; les dije a ustedes que no hablaría más en contra del dictamen,
sino para rectificar hechos; nosotros consideramos que la literatura está agotada.
(Siseos.) Señor Ramos Práslow: Usted no ha hecho más que interrumpir.
-El C. Ram(ls Práslow: Pido la palabra, señor presidente, para decir quién es
el señor Palavicini.
-El C. presidente: Cuando termine el señor Palavicini.
-El C. Ramos Práslow: El ;'IÍ está haciendo intrigas políticas, pues ha preten-
dido que a todo trance se salve el artículo 3Q , tal como lo presentó el Primer Jefe; yo
quiero hablar y vaya decir quién es el señor Palavicini.
766
-El C. Palavicini: Que lo apunten; lo quiero oír, quiero ver lo que sabe en
Derecho, lo que sabe en principios filosóficos. ¿Saben ustedes lo que va a decir? Va
a hacer lo único que puede hacer: venir a esta tribuna a dirigirme injurias, a lanzarme
cargos. En tal virtud, señores diputados, espero las alusiones personales del señor ...
-El C. Ramos Práslow: interrumpiendo: Como usted 10 ha hecho.
-El C. Palavicini: Cuando llegue la hora del debate y de las alusiones persona-
les, entonces debe venir el señor con el telegrama en la bolsa, un telegrama impreso
que dIrigió a FélÉC: Díaz.
-El C. Aguirre Amado: Voy a rectificar hechos.
-El C. Palavicini: Estoy en el uso de la palabra.
-El C. presidente: Se llama la atención al ciudadano Palavicini.
-El C. Palavicini: No le teman a la palabra; entonces vendrá el señor Ramos
Práslow con ,su telegrama de felicitación ...
-El C. Ramos Práslow, interrumpiendo: Miente usted, señor Palav:icini.
-El C. Palavicini: Ya vendrá usted aquí a hacer alusiones personales~
-El C. Ramos Práslow: Yo he defendido a la causa con las armas en la mano.
-El C. Palavicini, continuando: Yo, señores diputados, si no fuese interrumpido
constantemente por estos señores, no les daría este espectáculo; lo lamento, porque
he repetido muchas veces en esta tribuna, JIue vengo a discutir ideas y no personas;
pero, señores diputados, no puede uno venir a la tribuna sin encontrar personas que
lo estén interrumpiendo en diversas formas.
Ruego a la Asamblea que me perdone haber hecho esta pequeña digresión res-
pecto a las personas y voy al asunto. La proposición que hacemos sosteniendo el ar-
tículo 39 de don Venustiano Carranza, el ~ículo con las modificaciones que he-
mos creído conveniente poner allí para asegurar el laicismo, es para sostener franca
y abiertamente una cuestión de principios. Queremos sentar el precedente de que,
pudiendo hacerse las cosas bien, no deben hacerse salvajes; que al mismo tiempo que
conservemos la idea, procuremos conservar la restricción que ellos piden; lo único
que queremos hacer es una cuestión racional, más racionalista que la que propone el
señor Monzón, miembro de la Comisión.
En tal virtud, insisto en manifestar a la Asamblea que si este debate se prolon-
ga, no es por culpa nuestra. Nosotros no hemos venido a impedir que se vote pronto
la Constitución; nosotros hemos venido a la Cámara a querer salir cuanto antes de
ella; ya me habéis oído: desde hace días queremos nosotros que se voten los artículos
y ya sabéis por qué no se ha hecho. Si esto no es política, entonces que venga la
l'ecamarera de mi casa a explicárosla, porque seguramente lo hará mejor que yo.
(Una voz, interrumpiendo: ¡Gracias, doctor!) Vea usted, señor presidente, no es
culpa mía contestar las alusiones personales que se me hacen.
En conclusión, señores diputados; el hecho es el mismo; todos estamos conformes
en la cuestión de forma, pero nosotros vamos a votar en contra de ese dictamen que
ofende al buen sentido, a la razón y que tiene también un peligro, un propósito po-
litico nacional, que nosotros no vamos a consentir ni podemos consentir.
14
-El C. Espinosa: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Espinosa.
-El C. Espinosa: Yo no vengo a esta tribuna a injuriar a nadie; vengo a decir,
según mi humilde criterio, por qué debe sostenerse el artículo 39 tal como lo ha pre-
sentado la Comisión Dictaminadora: pero antes, ciudadanos diputados, no por mí,
sino por la representación que tengo, me voy a permitir aquí, de una manera breve,
hacer una rectificación a lo asentado por el periódico "El Universal", de fecha 14 de
767
los corrientes. Dice en el párrafo que lleva por título "Juan J acabo Rousseau y el
general Obregón", después de algunas consideraciones sobre este asunto, lo siguien-
te: (Leyó.) No hago esta rectificación por el calificativo que el cronista de ese diario
hace de mi humilde labor en este Congreso; no, señores diputados, no es por esto. El
es muy libre de juzgar mi labor de representante del pueblo como mejor le plazca;
lo hago únicamente por la enorme responsabilidad que tiene cada uno de nosotros
ante la historia, y ante lo que pudiera venir mañana, y yo, señores diputados, quiero
responder de mis actos con la entereza con que he sabido hacerlo siempre ante cual-
quiera eventualidad que se presenta, y hago constar, de una vez por todas, que- en
esta Asamblea no he sido más que uno, es decir, tengo a mucha honra pertenecer a
los individuos que piensan radicalmente, a los que sienten en el corazón la revolución;
a esos únicamente pertenezco. Señores diputados: No vayan ustedes a creer que por-
que me siento al lado del señor Palavicini -a quien he estimado desde hace mucho
tiempo-, tal vez piense políticamente como él piensa. No, señores, mis ideas son am-
pliamente conocidas, y es por esto que me permito hacer una súplica a los represen-
tantes de la prensa honrada, a los que vienen a cumplir con su misión, para que hagan
esta rectificación: que no he sido un día uno y otro día otro, que he sido siempre
uno, y que si he votado, alguna vez como el señor Palavicini, es porque él ha estado
conmigo, pero no porque yo haya estado con él.
Ahora vaya decir a ustedes por qué interrumpí al señor Macías, quien me mere-
ce el más grande respeto y no quiero que se tenga. de mi humilde personalidad un mal
concepto. El dijo en aquella vez que lo había interrumpido, porque me había dormido.
Sí, señores diputados; es cierto, cuando después de una hora de estar hablando nos
había llevado hasta el jacobinismo de la Revolución Francesa, me dormí, señores di-
putados, (Risas.) y en mi sueño tuve una horrible pesadilla: el señor diputado Ma-
cías en esta tribuna, no se representaba en mi sueño tal cual es, sino que había
visto esta tribuna convertida en un púlpito churrigueresco y al diputado Madas con
una aureola de luz sobre su venerable frente, y su hermoso levitón tranformado en
una sotana de reverendo. (Risas. Aplausos.) Por la estimación que siento desde anta-
ño por dicho señor, desperté cuando la pesadilla era más cruel y, a pesar de que
tenía abiertos los ojos, seguí viendo lo mismo: esa es la razón de que para ver si
estaba despierto o estaba soñando, hice aquella moción de orden. (Risas.) Señor
licenciado Cravioto: como vos, al iniciaros en la tribuna ha muchos años, yo os imito
en esta ocasión muy idéntica a la vuestra y os digo que aún hay en el vientre de los
frailes muchas víboras para colgar a los reaccionarios disfrazados de constituciona-
listas. Aquí el señor diputado Madas, monseñor Macías, dijo que el que era revolu-
cionario armado, era jacobino; y, señor licenciado Macías, si estáis en lo cierto, yo
que soy ciudadano armado, tengo a mucha honra ser jacobino. Aquí no hay dos gru-
pos, hay uno solo: el grupo revolucionario, perfectamente bien representado en todos
aquellos individuos que han defendido las ideas de la revolución con las armas en
la mano. Este grupo es único, pero predominando este grupo en la Asamblea, hay
hombres que se han unido por intereses y ambiciones políticas, y en ese grupo concre-
to¡ en el dp la .g'pneralidad, están los primeros, es decir, los revolucionarios de cora-
zón y en el otro, que no me atrevo a llamar grupo por su insignificancia, están los
conservadores con careta de liberales. Se ha dicho aquí que los que venimos a impug-
nar el artículo presentado por el Primer Jefe somo's sus enemigos y no sólo se ha
querido hacer creer que somos enemigos de su política, sino aun de su persona, y
esto, señores, es injusto, porque está en la conciencia de todos vosotros y yo los des-
afío aquí, aun hasta a los que vienen a hablar en contra del dictamen, para que
digan honradamente quién de nosotros ha expresado una idea clara, precisa o embo-
zada, que signifique, aunque sea en parte, que somos contrarios a la política' del
768
Primer Jefe o a su persona, al que respetamos más que muchos de los que se llaman
sus amigos. J. N o hay alguno que quiera concretar el cargo? i Aunque lo hubiera, no
podría!
-El C. Palavieini, interrumpiendo: Nosotros no hemos atribuído a ninguno in~
dividualmente ninguna acción contraria al Primer Jefe. N os hemos ref.erido a la
acción de derrotarlo políticamente en este asunto de gran trascendencia al través de
las ideas, que es muy diferente a una enemistad personal y a la acción política co-
lectiva. Esta es mi observación.
-El C. Espinosa, continuando: Yo invito también a que se diga de una manera
.clara en qué ~onsiste ese ataque a la política del Primer Jefe. Yo voy a concretar
y a explicar de una manera clara, que no hay tales ataques a la política del Primer
Jefe. El artículo 39 de las reformas presentadas aquí por el Primer Jefe, no trae de
diferencia en relación con el artículo de la Constitución de 1857, más que una sola
palabra, ciudadano diputado Palavicini, y esa palabra es únicamente la de "laica";
es lo único que trae de diferencia el artículo presentado por el Primer Jefe con el
artículo de la Constitución de 1857. Y bien, señores diputados, las ideas, ya sean
formuladas por escrito o formuladas de palabra, ¿ pertenecen siempre a un solo
individuo? De ninguna manera; los que hayan estudiado sociología, aunque sea de
una manera rudimentaria, saben muy bien q~e las ideas son productos colectivos y
no individuales. Asi pues', considerado bajo este punto de vista sociológico el articulo
39, no es obra exclusiva del 'Primer Jefe y éste no nos ha traído aquí un artículo en-
teramente nuevo, sino que, trayéndonos el artículo del 57, ha querido modificarlo,
reformándolo como ya ha reformado otros muchos artículos de la Constitución y que
es lo que viene a constituir precisamente su obra magna, su obra grandiosa, que él
creyó que eso era suficiente para ver cumplidas las aspiraciones del pueblo. Pero
el ciudadano Primer Jefe, como humano, pudo haber interpretado por sí y por aque-
llos que le ayudaron especialmente en estos trabajos, en una forma muy alta y muy
honrada, ese precepto que a muchos no nos satisface. Así, pues, ¿ dónde está aquí
el ataque a la política o a la obra personal del Primer Jefe?
El artículo 3Q está bien visto que no es de él, que es de -la Constitución de 57 y
que tiene únicamente de reforma la adición de la palabra "laica". Esta refutación
es de importancia trascendental, porque aquí pudiera creerse que muchos de nosotros
venimos a hacer polí~ica obstruccionista; porque ·de aquí, de donde sale nuestra voz,
va a reproducirse en los periódicos y pudieran llevarse a todos los ámbitos de la
República esas creencias que nosotros, como patriotas, estamos obligados a rechazar
de manera enérgica y viril. '
Quiero que conste, .de una vez por todas, que los liberales radicales que nos
encontramos en el seno de esta Asamblea nunca hemos ni siquiera pensado en hacer
política contra el Primer Jefe; al contr~rio, nuestra actitud es la prueba más elo-
cuente de mis palabras. Lo que nosotros queremos no es únicamente por nosotros,
sino por la responsabilidad que tendrelllos mañana en la historia; es, ciudadanos
diputados, antes que todo y sobre todo, por la patria y por el pueblo; es después
por el engrandecimiento aun mayor, de esa figura preclara, excelsa, que nos ha lle-
vado hasta la conquista de nuestros ideales que están cristalizándose ahora; es por el
Primer Jefe y su prestigio personal, como un premio a su magna labor de patriota
inmaculado, y es también por nosotros mismos. La aprobación del artículo 39 que nos
presenta la Comisión Dictaminadora, es la aspiración suprema, el anhelo más grande
del pueblo mexicano.
En cambio, senores diputados, el artículo como lo pres~nta el ciudadano Primer
Jefe en sus reformas, es bueno, es magnífico, pero el de la Comisión Dictaminadora
es mucho mejor, porque es más amplio y aquél de sus amigos -yo no quiero hacer
769
el cargo terrible, porque seria menguado, de que ellos lo hacen por empequeñecer
al ciudadano Primer Jefe, o cuando menos por desprestigiarlo- le hacen perder mu-
cho de su excelsa figura ante la historia.
-El C. Ugarte, interrumpiendo: El Primer Jefe no es un inconsciente.
-El C. Espinosa, continuando: Esas son mis ideas y por eso las vierto; así
pienso y así hablo. La Constitución de 57 escribió en sus páginas gloriosas principios
muy altos y muy nobles, pero la tolerancia del Gobierno a la religión católica hizo
que no se observaran, que no se practicaran; y hoy, ciudadanos diputados, aun no
se ha reformado la Constitución, apenas vamos a intentarlo en el artí~ulo 39 y ya se
le están dando armas al clero para que desgarre en sus entrañas a ese artículo, a
esas reformas constitucionales y esto, ciudadanos diputados, no puede ser nunca labor
de patriotismo. La ley del progreso es crear, reformar y transformar. Así, ciudadanos
diputados, el artículo 39 de la Constitución de 57, que es el mismo presentado en el
proyecto de reformas, como ya he dicho antes, cuando se incluyó en la Carta Magna
respondía de una manera admirable a las necesidades sociales de aquel tiempo, más
apegado a las tradiciones religiosas que en los tiempos presentes; pero obedeciendo
a las leyes del progreso, los preceptos de aquel artículo 39 ya no son suficientes a
satisfacer las necesidades de la sociedad actual. Yo me permitiría preguntar a este
respecto al ciudadano Palavicini, si el pantalón que le venía hace treinta años, cuando
él probablemente tendría diez años, podría venirle ahora también. Y esto que es
aplicable en el desarrollo de los individuos, es aplicable también en el desarrollo
intelectual de las colectividades, o más bien dicho, humanas; es por eso que el pueblo
de hoy reclama que se amplíe hasta donde lo necesita ese artículo 39 que es esencial
en nuestra Constitución, supuesto que viene nada menos que a resolver el problema
educacional que será el engrandecimiento de la patria por la escuela.
Hoy ya no son aplicables las palabras del ciudadano Luis Cabrera, que dijera
en días memorables: "La revolución es la revolución". No, ciudadanos diputados,
ahora la faz de la lucha política ha cambiado por completo y la revolución en estos
instantes solemnes es este Congreso Constituyente. La guerra armada no fue, no ha
sido más que un medio para llegar a la realización de este Congreso Constituyente,
allá fue la guerra con todos sus desastres y todos sus errores; allá fue la guerra
material; aquí es la guerra de ideas; ésta es el fruto de aquélla, y, por tanto, ciudada-
nos, aquí estamos en plena revolución, en la revolución de las ideas. El artículo SQ de
la Constitución de 57 es bueno, como lo he manifestado antes y por eso la Comisión
Dictaminadora lo ha incluido íntegro en el artículo que presenta; no hay absoluta-
mente una del sus partes, una de sus palabras que no esté incluida en ese artículo
presentado por la Comisión; así es que no veo la razón p,ara que se obstinen los
del contra en que este artículo o parte de este artículo, se agregue al 27 o al 129,
supuesto que al articulo del Primer Jefe no se le ha quitado absolutamente nada,
sino que se le ha incluido, precisamente porque es bueno, en todas y cada una de sus
partes, en el artículo que presenta la Comisión. Vaya permitirme hacer una demostra-
ción -porque debemos llegar a tratar, como dije, el fondo de este asunto y no única- ,
mente la forma-, algunas consideraciones sobre la diferencia que hay entre uno y otro
artículos y a explicar la necesidad de por qué debe aceptarse el artículo propuesto- por
la Comisión en todas sus partes, es decir, que no debe excluirse ninguna de ellas en
ninguno de los artículos, sino que debe sostenerse tal como está presentado. El artíCulo
39 del proyecto de reformas presentado por el ciudadano Primer Jefe contiene estas
tres partes:
"Habrá plena libertad de enseñanza: pero será laica la que se dé en los estableci-
mientos oficiales de educación, y gratuita la enseñanza primaria superior y elemental,
que se imparta en los mismos establecimientos."
770
Ese es el contenido del artículo 3Q presentado por el ciudadano Primer Jefe, y el
artículo presentado por la Comisión es este:
uArtículo 39 La enseñanza es libre; pero será laica la que se dé en los estableci-
mientos oficiales de educación, lo mismo que la enseñanza primaria, elemental y superior
que se imparta en los establecimientos particulares.
"Ninguna corporación religiosa, ni minis.tro de ningún culto podrán establecer
o dirigir escuelas de instrucción primaria.
"Las escuelas primarias particulares sólo podrán establecerse sujetándose a la
vigilancia oficial.
"En los establecimientos oficiales se impartirá gratuitamente la ensenanza pri-
maria."
Es decir, falta en el artículo presentado por el ciudadano Primer Jefe todo esto:
"la enseñanza primaria, elemental y superior que se imparta en establecimientos par-
ticulares también será ,laica; ninguna corporación religiosa ni ministro de ningún
culto podrán establecer ni dirigir planteles de educación: las escuelas oficiales y par-
ticulares sólo podrán establecerse siempre que se sujeten a la vigilancia del Gobierno".
Faltan esos tres puntos esenciales en el artículo presentado por el ciudadano Primer
Jefe. .
No voy a detenerme en hacer algunas consideraciones sobre si el artículo, o, más
bien dicho, sobre si la parte modificada y tan discutida debe agr~garse en el artículo
27 o en el 129. Por supuesto que vengo a sostener que no debe agregarse ni en uno
ni en otro artículo. Voy a razonar; pero digo mal: no debe incluirse ni en el 27
ni en el 129. No hay necesidad de que me refiera al artículo 27, supuesto que los
diputados que han leído y releído el proyecto del artículo no saben si es más con-
veniente agregarlo al 27 o al 129. Pero como la última determinación es que es más
apropiado que se agregue al 129, voy a referirme a este artículo.
El señor Palavicini dijo que la parte que se refiere a las corporaciones religiosas
debe agregarse al artículo 129 y no al artículo 39, porque en ésta se trata de garan-
tías individuales y no de garantías a las colectividades. ·¿Qué es esto, señor"Palavicini?
-El C. Palavicini: En el articulo 39 se hacen restricciones al poder público en
favor de individuos y en el artículo 129 se hacen restricciones a las colectividades,
de las cuales forman parte las congregaciones religiosas.
-El C. Espinosa: En términos claros, es eXactamente lo que estoy diciendo.
-El C. Palavicini: Exactamente.
-El C. Espinosa: El artículo 39, como a todos ustedes consta, trata única y exw
clusivamente de la enseñanza; en cambio, el artículo 129, también como a ustedes
consta, trata única y exclusivamente de las relaciones entre la Iglesia y el Estado,
que viene a ser cosa muy distinta la una de la otra. Colocándonos en el terreno de
la propiedad, se me ocurre pregu~tar. Qué ¿ no es de razón eTemental considerar que
las cosas similares son las que deben ir siempre unidas? Es decir ¿ no debe incor-
porarse a las escuelas lo que a las escuelas corresponde? j Claro que sí, señores di-
putados! El espíritu del artículo 129 fija la intervención del Gobierno federal por
medio de la ,ley, en las religiones, pero no fija ni se refiere en lo más mínimo a la
intervención que el clero puede tener en las escuelas. Por otra parte, no sabemos
todavía hasta dónde esta Asamblea acepta y reconoce la existencia de la Iglesia, así
es que sería muy peligroso dejar esto para después y esta es la razón fundamental
por que hoy vengo a pedir que aceptéis el artículo 39 tal como se encuentra propuesto
por la Comisión Dictaminadora. Traía aquí algunas otras consideraciones respecto a
las relaciones que debía ten'er el Estado con la enseñanza y las que se le quedarán
a la Iglesia en el mismo sentido, pero se ha hablado ya tanto de este asunto, que
voy a optar por suprimirlas. Nada más me vaya permitir, para aclarar conceptos,
771
hacer unas cuantas rectificaciones a los argumentos expuestos por el licenciado
Cravioto y por el licenciado MacÍait
Son argumentos que hasta este momento no se han tratado y que, como dije
a ustedes, vienen a razonar. N o quiero tener la pretensión de que mis razones sean
las buenas; creo que son verdaderas y buenas y por eso quiero exponerlas.
El señor licenciado Cravioto dijo que no debe prohibirse enseñar la religión, sin
aducir ninguna razón para que no deba prohibirse. Está visto que no se prohíbe con
el artículo 3Q enseñar ninguna religión, sino, todo lo contrario, se deja una libertad
absoluta para enseñar todas las religiones existentes en el mundo, sólo que lo que
el artículo exige es que la enseñanza de cualquiera religión no se haga en ningún
plantel educativo, sino que se enseñe en el templo, en el hogar. Eso es todo lo que a
este respecto requiere y exige el artículo 3Q
Dice el señor licenciado Cravioto que al enemigo se le perdona, refiriéndose al
clero. (Voces: ¡No! ¡No!) Está escrito su discurso. Si ustedes dicen que no, no tengo
interés en sostenerlo. También se ha querido ejercer entre nosotros una presión moral,
no diré por medio de una amenaza, sino bosquejando un peligro: se dice que si nos-
otros sostenemos el artículo 3Q tal como está presentado por la Comisión, provoca-
remos probablemente las iras del clero y se levantará arrollador y majestuoso un
movimiento clerical que llevará por bandera la Constitución del 57 ... (Voces: ¡Sí!
¡No!) Está escrito. Pregunto a la Asamblea si es cierto que se dijeron -o no, estas
palabras. (Voces: ¡Síl ¡Síl ¡No! ¡No!) Y que, ciudadanos diputados, ¿los que nos
hemos lanzado a la revolución dispuestos a morir vamos a intimidarnos, a temblar
como mujeres ante esta amenaza? N o, señores diputados, aquí es donde debemos
consolidar lo que hemos sostenido con las armas en la mano; eso sería una cobardía,
sería una traición muy grande a nosotros mismos y a nuestros ideales; temblar porque
se pueda levantar un enemigo que sólo existe en la imaginación de esos señores, que
quieren venir aquí a sugestionarnos con amenazas de peligro que no existen ni pueden
existir, porque en la actual revolución no hemos peleado únicamente contra los opre-
sores, contra los dictadores o contra los científicos, sino que hemos peleado de una
manera muy franca, como le consta a toda la República, en contra del clero y ese
no podrá levantarse en pie porque está deshecho. Así es que ¿ dónde está el peligro?
¿ Por qué quieren ustedes ejercer presión moral con amenazas que no existen? ¿ Qué
nos creen tan niños para comulgar con ruedas de molino? Es preciso, señores dipu-
tados, que se convenzan, de una vez ~por todas, de que a vuestros ardides y amenazas
políticas opondremos siempre todo el entusiasmo y toda la unión del elemento joven,
unido íntima y estre~hamente por los mismos sentimientos y por las· mismas ideas.
Dijo el ciudadano Cravioto que la salvación de la patria son escuelas, escuelas y
escuelas; sí señor; pero escuelas donde se enseñe la verdad científica y no donde se
enseñen absurdos; la escuela donde el fraile no pueda tener la más ligera intervención;
esas son las escuelas que salvarán a la patria, que regenerarán al pueblo y es por
esto que nosotros vamos a sostener el artículo 39; es por eso que queremos que se
apruebe de una vez por todas con esas indicaciones claras y precisas, de que ningún
representante de ningún culto ni de ninguna cooperación religiosa podrá tener ni la
más ligera injerencia en la enseñanza nacional, ya sea ésta oficial o particular. Es
por eso que nos permitimos proponer honradamente que se apruebe el artÍC-ulo 3Q
tal como está y no que esto se deje para agregarse después a otro artículo, sea el
27 o el 129. Nosotros, señores, venimos a defender ese artículo tal como está presen-
tado y a pedir que se apruebe de una vez por todas, porque honradamente lo creemos
necesario, porque lo creemos indispensable para salvar a la patria por medio de esas
escuelas que dice el licenciado Cravioto, pero que haya siempre una restricción para
q~e no se pueda enseñar absolutamente ningún credo religioso. Dice el señor licen-
772
ciado MacÍ¡¡' que con este artículo se quita al hombre la libertad de aprender o de
enseñar. Esto no es cierto; 'no vale ,ni la pena tomar en cuenta esta argumentación;
es lastimoso que hombres de tanto peso intelectual como el licenciado Macias, nos
vengan con sofismas de esta naturaleza. ¿ Cómo va a ser posible eso? ¿ A quién se le
quita el derecho de que aprenda lo que le dé su gana y enseñe- lo que sepa, bueno o
malo, verídico o real, fantástico o absurdo? El niño puede aprender en las soledades
de su casa 10 que le dé la gana; el sacerdote puede enseñar donde no sea ·escuela
oficial o particular; además, tiene el periódico, el libro y otros medios. Eso no está
comprendido en el articulo 39 ¿ Dónde se le quita al hombre la libertad de aprender?
¿Dónde se le quita al sacerdote la libertad de enseñar, cuando hasta el púlpito tiene
para enseñar lo que quiera?
Mucho podría decir sobre este argumento, pero he hablado demasiado y voy a
terminar. No hay que olvidar, y me refiero a la juventud que está conmigo en senti.
mientos y en ideas, que el crimen, o más bien dicho, el delito más grande de la dic-
tadura porfiriana fue no haber dado instrucción verdadera, racional, es decir, laica,
al pueblo mexicano; lo entregó de una manera criminal en brazos del clero para que
le enseñara todas sus doctrinas absurdas y poderlo tener de esta manera encadenado
a la ignorancia y gobernarlo a su antojo, bajo las formas del despotismo más brutal
y humillante.
y si nosotros no nos oponemos ahora a que se restrinja esa libertad de que go-
zaba el clero, llevaremos al Gobierno a que quede en condiciones -me refiero no al
Gobierno de mañana, sino al Gobierno de quién s~be cuándo--, de que vuelva a co-
meter un crimen nacional y nosotros habremos contraido, por -este solo hecho, una
gran responsabilidad ante la historia. Si por debilidad engañamos al pueblo, violando
nuestros propios sentimientos y transigimos con los oradores del contra, un remor-
dimiento cruel y eterno maldecirá la conciencia de cada uno de los débiles y el fallo
sereno de la historia, al juzgar su conducta en esta honorable Asamblea, será te-
rrible; los maldecirá y los maldecirá con sobrada justicia. Asi es, señores diputados,
que yo os exhorto a que en nombre de toda la sangre que se ha vertido por los princi-
pios que aquí estamos discutiendo. votemos por el artículo 39 tal como 10 ha presentado
la Comisión, y si no, que 'las viudas y huérfanos de todos los miles y miles de hombres
que han caído para no levantarse jamás, por la conquista de estos sagrados principios,
nos maldigan desde la mansión donde se encuentren. (Aplausos.)
15
-Un C. secretario: Por acuerdo de la Presidencia se pregunta si está suficiente-
mente discutido. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Sí está
suficientémente discutido. Se va a poner a votación el dictamen de la Comisión respecto
al artículo 39 de la Constitución; que dice:
u Articulo 39 La Enseñanza e~ libre j pero será laica la que se dé en los estable-
cimientos oficiales de educación, lo mismo que la enseñanza primaria, elemental y
superior que se imparta en los establecimientos particulares.
"Ninguna corporación religiosa, ni ministro de ningún culto podrán establecer
o dirigir escuelas de instrucción primaria.
lILas escuelas primarias particulares sólo podrán establecerse sujetándose a la
vigilaneia oficial.
uEn los establecimientos oficiales se impartirá gratuitamente la enseñanza pri-
maria."
Se procede a la votación.
-El C. Rodríguez: Yo no, porque me parece muy débil.
-El C. Calderón: Pues entonces que salve su voto porque es neutral y no vale.
773
-Un C. secretario: Dice que entonces vota "no". Por orden de la Presidencia se
hace saber a la Asamblea que se prohíbe hacer demostraciones durante la votación.
(Se recoge la votación.)
16
17
774
y apagar odios; pero no, señores, nada de esto ha sucedido, y ya me explico por qué
un talentoso diputado y excelente amigo mío, que no tiene otra cosa que 'ofrecer que
su memoria, me ha hecho reir de muy buena gana al explicar, cómo un náufrago, Pa-
lavicini, fue salvado recumendo al milagroso conjuro de hacer siniestras revelaciones
de fogonazo y a las demostraciones experimentales de mentiras convencionales. Sea
como fuere, y aup.que aquí-' no están todos los que son ni son todos los que están
-lo digo por el señor Palavicini-, el hecho concreto, incontrovertible y palpable, es
que el pueblo mexicano atizaba nuestras actitudes y está pendiente de nuestros labios
para saber si esta revolución, si la presente revolución constitucionalista ha de pro-
ducirle en el corazón-, el inmenso dolor de perder las esperanzas abri2'adas. (Aplausos.)
Los hombres desplomándose gallárdamente en los campos de batalla, los sacrificios de
tantos mártires que fueron despedazados lentamente por los esbirros de la dictadura
y las caravanas de mujeres y niños harapientos en brazos de la miseria. marchaban
llevando sobre sus hombros el pesado fardo de sus desgracias. Son hechos, señores
diputados, que nos hablan elocuentemente para que no permitamos que vuelvan,
cueste lo que cueste, y suceda lo que suceda, los viejos' tiempos, los tiempos aquellos que
son aprobio y vergüenza de nuestra historia; yesos tiempos no volverán, y no vol-
verán aunque todos los fanatismos rabiosos e impotentes nos lancen - sus jaurías,
y aunque de rodillas lloren lágrimas de sangre -lo digo por el señor Palavicini-,
los etern¿s reaccionarios, los hombJ,'es sin fe, sin esperanza, esos tiempos no volverán.
Ahora, después de esto, petmitidme que os cuente una historia VUlgar bien conocida
por todos ustedes, es una historieta semiortodoxa: corrían los tiempos bíblicos, el
mundo estaba lleno de fuentes maravillosas que brotaron al contacto de la mágica
vara de Moisés, vara que buena falta hace ahora para tocar a muchos corazones en-
dureddos. Reinaba en Jerusalén, Salomón, el autor del UCantar de los Cantares", el
rey sabio, y sucedió que- un día, en un mismo tugurio, a la misma hora y probablemente
-no lo dice la fábula- bajo el imperio del mismo macho, dos mujeres parieron cria-
turas de cutis de alabastro y cabellos rubios; una de ellas murió y en seguida la madre,
no hallando qué hacer, mientras su compañera de miseria dormía profundamente,
fue y con sigilo le colocó al niño muerto, extrayéndole el niño vivo, y entonces, la
madre del niño vivo, cual furia desencadenada, corrió ante Salomón en demanda de
justicia; ya uiui vez las mujeres en presencia del rey sabio, éste llamó a un pretoriano
de anchas espaldas, de recia musculatura y de tajante espada en la mano, y le ordenó
que dividiera al pequeño, entregándole una mitad a cada una de aquellas mujeres,
y entonces, la madre bu"ena, la esforzada, la que habia parido a su hijo. loca de dolor
se abrazó a los pies de Salomón pidiéndole clemencia, y la otra, la pérfida, la ingrata,
la pícara, palideció entonces y clavó la vista sobre el abigarrado mosaico del pavi-
mento, y Salomón ordenó que se entregara el niño vivo a la madre buena, a la que
valientemente lo habia defendido. ASÍ, nosotros en la Cámara, señores 4iputados,
los de la derecha representan a la madre mala, a la que no defendió a su hijo y nos-
otros, los orgullosamente revolucionarios y sinceros jacobinos,- defendemos a la re-
volución. y nos opondremos enérgicamente a que caiga de -nuevo en las manos de ese
padrastro de la humanidad que se llama clericalismo. (Aplausos.) Nosotros no trae-
mos aquí a colación al Primer Jefe para sucias intrigas de política: el Primer Jefe
está muy alto, el Primet: Jefe es un gran hombre; al Primer Jefe yo, más que nadie,
10 estimo y lo respeto profundamente, y lo estimo y lo respeto profundamente, porque
él, al iniciar la revolución constitucionalista, supo continuar valientemente en la mag-
na obra de redención iniciada por el apóstol mártir y porque -señores diputados,
hay que fijarse-, él supo ofrecer en holocausto de la revolución la vida de su hermano,
sacrificando el cariño fraternal, demostrando ser un jefe patriota, un caudillo incom-
parable, y otorgando a la patria la mejor garantia de que los principios existirán
775
siempre sobre los hombres y no los hombres sobre los principios. (Aplausos pronlon-
gados.)
18
776
fuimos convocados, yo sé también hacer agresiones, yo sé ser duro también, sólo
que mi propósito al venir a esta Asamblea es ayudar, colaborar en las cosas serias,
y si es preciso que en las cosas serias haya también sainetes, yo le ofrezco al señor
Ramos Práslow que cuando él los represente, yo tomaré un número y vamos a ver qué
tal lo hacemos. Señores diputados: sería una novedad que en el Parlamento no hubiese
divergencias, aquí tenemos que encontrarnos constantemente con diferencias de ideas
entre unos y otros sobre detalles; habéis encontrado que en todos esos grandes deba-
tes (sólo ha habido diferencias en cuestión de detalle y que todos hemos estado de
I;lcuerdo en las restricciones que han sido objeto del debate, pero ustedes han escu-
chado que los oradores que han tratado el asunto en serio, es decir, la gente seria, ha
tratado aquí el asunto del debate y los otros no han podido hacer otra cosa que in-
terrumpir, siguiendo su labor, sólo que de hoy en adelante ofrezco a los señores que
me interrumpen sistemáticamente, que en cada caso, y precisamente a ellos voy a
contestar sus alusiones personales, porque si son alusiones simbólicas o mudas, o son
al estilo de la justicia de Salomón, yo también voy a hacer mi justicia a mi manera;
~yo no voy a hablar aquí a los señores diputados -ni de la madre parida que era
buena, ni de la madre parida que era mala.
-El C. presidente, a las 9.06 p. m.: Se levanta la sesión.
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16~ SESION ORDINARIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA TARDE DEL LUNES 18 DE
DICIEMBRE DE 1916.
SUMARIO
l.-Se pasa lista. Se abre la sesión. Se lee y aprueba el acta de la anterior. Ocupa
la presidencia el C. Cándido AguiJar. -Se da cuenta con los asuntos en eartera. Son
_. nombradas comisiones para visitar al C. enrie] y dar el pésame al C. Medina. Se
da lectura a algunos dictámenes y prestan la protesta de ley los CC. José F.
Gómez y J. Pilar Ruiz.
2.-El C. Fernández Martínez pide que se permita la entrada a las galerías a todas
las personas que así lo· deseen. Se concede la palabra al C. Rojas, para contestar
alusiones personales. Durante su discurso es interrumpido por los ce. AguiPre.
Chapa y otros, para rectificaciones, mociones de orden y protestas.
3.-Se suspende el uso de la palabra al orador y, consultada la Asamblea, se resuelve
dársela de nuevo.
4.-Después de leído el artículo 13 del reglamento, se concede la palabra al C. Cal-
derón.
5.-Se lee el dictamen relativo al artículo 49 del proyecto y se pone a discusión. El
C. Silva interpela a la Comisión y le contesta el C. Colunga. Hablan en contra los
CC. Ibarra y Andrade; en pro el C. Herrera. I
6.-Vuelve a ocupar la presidencia el C. Luis Manuel Rojas. Hablan en pro el C.
Nafarrate, Colunga y Cepeda Medrano, y en contra el C: Machorro y Narváez.
7.-Se considera el asunto suficientemente discutido y se procede a la votación. Es
'aprobado el artículo y se levanta la sesión.
A las 4.10 el C. prosecretario López Lira pasa lista resultando una asistencia de
149 ciudadanos diputados.
-El C. presidente: Se abre la sesión.
-Un C. secretario, lee el acta de la sesión anterior. Está a discusión. ¿No hay
quien tome la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que
estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie.
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-El C. Chapa: Pido la palabra únicamente para suplicar a la Presidencia se sirva
decirme sí estoy incluído en la lista de los que votaron por la negativa.
-El C. presidente: Si, señor, está usted incIuído.
-Un C. secretario: ¿ Hay alguna otra persona que de"See hacer uso de la palabra?
En votación económica, ¿ se aprueba? Los que estén por la afirmativa, sírvanse po-
nerse de pie. Aprobada.
-El C. secretario Lizardi da cuenta de los siguientes asuntos que. hay en cartera:
"El C. diputado Peñaflor David pide licencia indefinida para dejar de asistir a
las sesiones y que sea llamado su suplente.-Concedida.
"El C. diputado Curiel Rafael avisa que no' asiste a las sesiones por encontrarse
enfermo, pidiendo la licencia respectiva.-Se le concede.
"La Secretaría de cuenta con una iniciativa del C. Andrés Dávila, que propone
adicionar la fracción X del articulo 73 del proyecto de Constitución.-Pasa a la Co-
misión de Constitución.
"La diputación de Yucatán presenta una iniciativa que tiende a modificar algunos
de los preceptos de las Leyes de Reforma.-Se turna a la Comisión de Constitución.
2
'-El C. Fernández Martínez: Pido la palabra para comunicar a la Asamblea
algo que le interesa saber, a fin de" remediarlo. (Voces: ¡Tribuna! ¡Tribuna! Pasa a
la tribuna.) Señores diputados: al entrar a esta sesión me enteré de que un gendarme,
ing1;alado en la puerta de este Congreso, no permitia la entrada a personas que no
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estuvieran decentemente vestid~s. Yo creo, señores diputados, que por conducto de
la honorable Presidencia, debemos indagar qué agente o autoridad es la que ha dic-
tado esas órdenes, a fin de que las retire, pues creo injustificado que no se permita
la entrada a personas de la clase humilde, toda vez que, siendo este un lugar de
educación cívica, el venir aquí podría servirles de instrucción para el porvenir.
(Aplausos.)
-Un C. secretario: La Presidencia ya dispone que se haga la averiguación que
indica el señor diputado Fernández Martínez.
La Presidencia consulta sobre la siguiente cuestión: el reglamento del Congreso
previene que los señores diputados no fumen durante las sesiones; pero por algunos
ha sido infringida esta dispasición y muchos fuman de hecho. Como quiera que debe-
mos dar un ejemplo de respeto. se consulta a la Asamblea si se autoriza a los señores
diputados para que fumen, o, en caso contrario, para que se cumpla con el precepto.
Las perso~as que estén por la afirmativa,. que se pongan de pie. Hay minoría.
-El C. Navarro Gilberto M.: Si prohíben fumar en la sala, tendríamos que salir
a los pasillos y se quedaría sin quorum la sesión.
-Una voz: ¡Que masquen tabaco! (Risas.)
-El C. Martínez de Escobar: Para una aclaración que tengo qUe hacer antes del
debate. En las sesiones anteriores, muy principalmente en la última, se ha venido
infringiendo en un punto el Reglamento de una manera ostensible en el siguiente
caso: cuando se van a inscribir los oradores para que se les dé la palabra para hablar
en pro o en contra. no se le da la palabra primero a uno y después a otro,. sino que,
después que habla el del contra pide la palabra la Comisión para defender su dic-
tamen y luego la mesa le da la palabra al del contra, no fijándose en las disposiciones
relativas del Reglamento, que dicen terminantemente que los oradores del pro y del
contra serán los que se turnarán en la tribuna. Así está dispuesto en el artículo re-
lativo, que me voy a permitir leer, señor presidente:
"Artículo 97. Los miembros de la Cámara hablal'án alternativamente en contra
o en pro, llamándolos el presidente por el orden de la lista."
Esto quiere decir que cuando hable el de la Comisión, no se interrumpa el orden
que establece el artículo en las disposiciones relativas, como sucedió en la sesión
pasada y en las anteriores, en que este orden se infringió. 'Hago esta aclaración, muy
atentamente, para que en lo sucesivo no se violen las disposiciones contenidas en
estos artículos, pues podría ser que se consideraran por algunos de mala fe y no sean
válidas,
-El C. presidente: Pierda cuidado su señoría, que a los treinta años que ten-
gamos de estos ejercicios, aprenderemos el Reglamento.
-Un C. secretario: Habiendo tel'minado la discusión del artículo 3Q • se concede
la palabra al ciudadano diputado Rojas.
-El C. Rojas: Voy a ocupar un poco la atención de esta honorable Asamblea para
contestar a algunas alusiones personales, rectificar hechos y levantar el campo, como
se levanta después de una gran batalla. Antes de todo, deseo que quede en claro
cuál es la ley reglamentaria que rige a esta Asamblea respecto a alusiones personales;
porque resulta que una de las enmiendas hechas al Reglamento de la Cámara es pre-
Cisamente la de que no se permita hacer ni contestar alusiones personales. Ciertamente
que esta prescripción fue el único pensamiento que figuró en las reformas del Re-
glamento, que pertenece al señor Aguirre Berlanga y, francamente, encuentro que esto
es absurdo, y lo voy a probar. Estoy en la inteligencia de que el señor Aguirre Ber-
langa pensó que no se deben tolerar las injurias o las ofensas personales ni su con-
testación en esta Cámara, por una razón que a todo el mundo se ocurre; pero se
confundió seguramente en la redacción por la muy apreciable Comisión que presentó
781
esta reforma, en la cual figura mi distinguido amigo y compañero de Cámara, el
señor Silva Herrera, y quedó consignado el artículo en una forma que no se debe
permitir, porque las alusiones personales son necesarias en estos casos. Se dice que
una persona dijo tal o cual cosa, y en este caso es muy justo que esa persona ponga
los puntos sobre las íes y diga con toda verdad qué fue 10 que dijo. De manera que
la prohibición absoluta respecto a alusiones personales, debe fijarse por esta Cá-
mara y establecer una cosa racional, poniendo d,e acuerdo el Reglamento de la Cá-
mara con las reformas que presentó la Comisión. Conciliando ambas resoluciones, creo
que la parte que debe aprobar la Cámara es esta: "Deben hacerse alusiones persona-
les y se podrán contestar cuando termine el debate del artículo relativo o en la sesión
inmediata", como lo prescribe el artículo 105, si mal no recuerdo. Por tanto, señores
diputados, pienso que estoy en mi perfecto derecho y he pedido la palabra, como
antes he manifestado, con el objeto de rectificar hechos, contestar alusiones persona-
. les y levantar el campo después de una gran batalla, porque justamente ha terminado
el debate del artículo 39 y es en la sesión inmediata cuando deben hacerse declaracio-
nes en este sentido.
Refiriéndome a las alusiones personales, mi distinguido compañero y amigo, el
ciudadano diputado coronel Alvarez, se nos ha presentado como un hombre inteligente
y un futuro orador parlamentario; pero tanto cuanto tiene en este sentido, creo que
le falta experiencia en asuntos políticos y ha empleado todo su talento para hacerme
una inculpación original. Me acusa en mis ataques políticos, ya famosos en la Cámara
en la sesión pasada, poco más o menos de la misma falta de que ya había contestado
a mi distinguido amigo el ciudadano diputado Román Rosas y Reyes, con el dictamen,
y de que fui yo inconsecuente y falto de valor civil. Dice el señor diputado Alvarez
que fui yo inconsecuente, porque la Cámara, sin excepción, tributó un aplauso de
despedida al inteligente señor licenciado Aguirre Berlanga, cuando tuvo necesidad
de ir a ocupar el puesto de subsecretario de Gobernación y, naturalmente, reflexiona
el ciudadano diputado Alvarez que, cuando de esa manera se despide a un miembro
de este Congreso Constituyente, es porque toda su labor ha sido patriótica, y estoy
en lo justo en esta interpretación.
-El C. Alvarez: Sí señor.
-El C. Rojas: Para que usted comprenda una de las muchas lecciones que le
dará la vida parlamentaria, le voy a referir un hecho que le dará experiencia. En la
XXVI Legislatura, cuando ya habían pasado los sucesos de febrero y el Gobierno
de la República estaba en manos de la usurpación huertista, y en el segundo período
de sesiones, si mal no recuerdo, el ex diputado Querido Moheno fue a solicitar una
licencia de la Asamblea con objeto de poder hacerse cargo de la Secretaría de Rela-
ciones Exteriores. Entonces Moherio era una de las figuras del Parlamento a que me
refiero; tenía grandes amigos y grandes enemigos, como tiene todo aquel que libra
batallas de este género; pero justo es decirlo, Se le tributó un ruidoso aplauso por
aquel suceso; y ¿ sabe usted de dónde salió el aplauso más nutrido? del banco de los
maderistas. y oposicionistas, donde estaban muchos revolucionarios que después han
venido a demostrar grandes aptitudes en el campo de batalla. De esta manera, mi
distinguido amigo, verá que en la vida política a los enemigos políticos que huyen,
también se les tributa aplausos. y si no un aplauso, cuando menos· una aprobación.
Por lo demás, así como he sido yo dur.o, pero justiciero, con la conducta pasada del
señor Aguirre Berlanga, que no olvidará el señor Berlanga, a mi juicio está ya jus-
tificada, porque otra vez que el señor Berlanga quiera obrar conforme a sus convic-
ciones para encabezar reuniones políticas de un grupo 'que tiene tendencias definidas
en la vida parlamentaria, primero se separa del Gobierno a que pertenece, para tener
la libertad de acción. Ahora quiero dar prueba de mi lealtad y demostrar que soy
consecuente con mis actos, siendo yo mismo quien dé lectura en esta Asamblea a
782
unas significativas declaraciones que acaba de hacer el señor Aguirre Berlanga. (Leyó
un artículo de IIEl Pueblo".) Pues el árbol se conoce por sus frutos y si esta ha sido la
consecuencia de mi ataque político, las consecuencias que él ha tenido demuestran
que tenía yo razón al buscar esta solución. Nosotros sabemos que el señor Aguirre
Berlanga ha sido sincero, aun cuando· estaba equivocado. La patria sabe, por boca
de las personas más autorizadas de este Congreso, que el señor Aguirre Berlanga
sigue siendo leal al ciudadano Primer Jefe y que no hay absolutamente nada tachable
en los acontecimientos pasados y que, de otra manera, mal interpretados podrían
traer inconvenientes a la marcha política del país. Por lo demás, quiero aprovechar
esta oportunidad para hablar un poquito más de la imprudencia en la política. Real.:
mente la tacha era muy fuerte para una persona que debía ser más circunspecta; pero,
señores diputados, la poca educación política la debo únicamente a cinco o seis años
de lucha y hasta este momento la debo única y exclusivamente a una diferencia que
hace algún tiempo me dispensó uno de los diputados que está aquí presente, mi dis-
tinguido amigo el señor diputado Manzano, con quien tengo una deuda de gratitud,
porque fue uno de los pocos hombres que tuvo el valor de lanzar, a mi modo de ver,
al presentar al señor Madero •..
-El C. Aguirre: No se oyó.
-El C. Rojas: Pues bien, eso no 10 puede decir el ciudadano diputado Rosas y
sólo pido que mi distinguido XInigo el ciudadano' diputado Alvarez, a quien no tengo
inconveniente en tributar mi saludo, tome nota de la lección y, por lo demás, seguiré
cométiendo las imprudencias que vengan a cuenta, en cumplimiento de mi deber. Ahora
bien; voy a la tercera parte de mi refutación; ahora trataré de levantar el campo, por-
que en términos militares, levanta el campo aquel que ha ganado la victoria, y creo que
la victoria· de ayer, por consiguiente, la ganó el Congreso Constituyente, así como
toda la República, toda vez que, siendo el presidente del Congreso, rendiré el parte
de la victoria señalando quiénes han estado a la altura de su papel y que merecen el
aplauso. Sobre los incidentes que van ocurriendo en el curso de este histórico Congreso
Constituyente, no hay UR juicio exacto entre los ciudadanos ·diputados que lo forman,
porque quizá, en primer término, no tienen la costumbre de juzgar estos asuntos con
serenidad, pues no es una novedad la hipocresía que Se usa en política. Así, por ejem-
plo, Se ha juzgado que en este recinto hay dos grandes grupos, dos grandes partidos,
el de los individuos de la derecha y el de los de la izquierda, según que se coloque al
frente o en la tribuna. Estos dos grupos han venido representando una tendencia bien
definida, bien marcada; sus aspiraciones forman la característica de este Congreso,
y se han olvidado absolutamente de una circunstancia especial: ninguna de las dos
agrupaciones puede reclamar el triunfo de los éxitos pasados. La verdaqera composi-
ción del Congreso es ésta, señores diputados, y me admiro que hala pasado inadverti-
da para casi todos: hay un grupo de diputados de cerca de cincuenta o sesenta miem-
bros, que son las personas que tienen, por circunstancias especiales, el proposito de
sostener en este Congreso el proyec.to del ciudadano Primer. Jefe tal como fue pre-
sentado, y tienen esa obligación moral, por varias razones: algunos, porque han con-
tribuido a darle forma juridica; es natural que estos señores tengan la obligación de
ser los mantenedores de esas ideas; otros porque son adictos personales del Primer
Jefe, que no ·quieran discrepar absolutamente en sus ideas; y otros, por circunstancias
especiales que no pueden mencionarse, porque escapan en estos momentos a mi pers-
picacia; pero creo que todas estas circunstancias son dignas de encomio formando lo
que, a mi juicio, debe llamarse el grupo liberal carrancista. Hay, además, otro grupo
formado por casi más o menos el mismo número de diputados. Yo creo que los señores
muy apreciablés de los bancos de la derecha, y que verdaderamente· están formando
otro grupo, son también cincuenta o sesenta. Estos apreciables compañeros nuestros
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se han caracterizado porque representan el criterio francés en la política, en todos los
casos, y lo han manifestarlo así hasta en sus pequeños detalles. Por consiguiente, cuan-
do se clasifique históricamente a los partidos que indudablemente se han de formar,
que han de nacer, para bien de la República, de este Congreso, porque se necesitan
para que haya democracia, que no podría existir sin que haya varios partidos, esos
partidos van a ser el liberal clásico, que representa los principios conquistados por
los pueblos de habla inglesa y que tienen su aplicación en México y que reclaman los
antecedentes de la Constitución de 57, y los que quieran o que tomen como modelo
a la culta y heroica Francia, que nos ha dado también libertad y hermosos modelos
que imitar; pero creo que 'para la designación inmediata y transitoria, la denomina-
ción propia -no hablo de la denominación histórica que va a convenir-, y que debe
ser respetable, la denominación propia es: liberales carrancistas y jacobinos obrego-
nistas. (Mur'mullos. Gritos de las izquierdas. ¡Todos somos carrancistas! ¡Primero ca-
rrancistas!) Yo no sé por qué se alarman tanto mis buenos compañeros. (Voces: ¡Por
la calumnia!) Yo no calumnio a nadie, mis distinguidos compañeros. (Confusión. Mur-
mullos.)
-Un C. diputado: Yo tengo derecho de hablar ...
-El C. Rojas: Pues yo digo, lo que dijo ... Acaso no sea justamente interpretado
por mí, como lo fue por el ciudadano diputado Aguirre; pero el señor coronel y amigo
mío, el señor diputado Alvarez, a quien aprecio de un modo especial, dijo en esta tri_o
buna que el jefe de los jacobinos era el ilustre manco de León. (Voces: ¡No! ¡No!)
¿Hay en eso alguna ofensa, algún inconveniente? (Voces: ¡Sí! ¡Sí! Varios diputados
quieren tomar la palabra.)
-El C. Chapa: Las alusiones personales se deben contestar en la tribuna, para
que no se entablen diálogos.
-El C. Rojas: Pues bien, señores diputados, no debe darse a mis palar,ras más
que el valor que realmente tienen. Si ustedes me hubieran dejado con libertad en la
última sesión, no se hubieran sentido tan lastimados. No pude sentar la conclusión,
después de haber expuesto las premisas, por el temor que sentía, de que el señor pre-
sidente Aguilar, después de haber hecho declaraciones graves, me suspendiera en el
uso de la palabra. De manera que yo ruego a los señores diputados de la derecha, que
si creen que soy un hombre sincero y patriota ... (Voces: ¡No! ¡No! ¡No!) ¿Por qué
no? Si yo cumplo simple y sencillamente con mis convicciones y me encamino a tomar
partido entre todos para llegar a un efecto político. Nosotros estamos acostumbrados
a esconder nuestros sentimientos interiores, pues treinta años de dictadura nos han
dado una mala educación y no han sido suficientes los cinco años de revolución para
dejarnos libres de prejuicios, y aunque no tenga consecuencias, lo digo para satisfac-
ción de todos y para bien del país. Nada tiene de particular lo que he dicho respecto
del señor general Obregón, de que haya obregonistas, pues Obregón es uno de los
grandes hombres de la revolución, y tiene derecho para ocupar el alto puesto que ha
conquistado, como tiene derecho de ocuparlo cualquier otro c.iudadano. No hay en esto
ningún crimen ni delito; al contrario, yo creo que esto va a significar una gran ver-
dad, que el partido tradicional católico ha muerto.
-Un C. secretario: Por acuerdo de la Presidencia se consulta que si a todas las
personas que han pasado a inscribirse se les permite el uso de la palabra.
-El C. presidente: ¿ Vamos a seguir peleándonos toda la tarde?
-El C. De los Santos: Estas alusiones personales dan por resultado que ahora
se han inscrito cinco o seis, los que a su vez hacen veinte alusion~s y éstos otras se-
senta y luego se llega a la raíz 'cúbica.
-El C. Rojas: Yo lo que les digo no es una enseñanza; así como el señor Alvarez
dijo con mucho valor que el primer jacobino ... (Voces.)
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méritos a quien los tiene; en primer lugar, al grupo independiente, y en segundo, a
ciertos individuos en 10 particular. N o ha pasado para mí inadvertido el hecho de que
algunos compatieros se salieron de la Asamblea por no tener el suficiente valor para
votar. .. (Voces: ¡Cobardes! j N o es exacto!) Por otro lado he notado yo que el señor
diputado Chapa, a pesar de que ordinariamente venía con un criterio jacobino, fue el
primero que tuvo la lucidez, como lo he repetido tres o cuatro veces ... (Murmullos.),
y lo vuelvo a repetir, porque aquí todos han sido revolucionarios sinceros. Pues bien,
el señor Chapa, a pesar de que era de suponérsele con un criterio vacilante, por haber
estado del lado contrario, estuvo firme y ha votado con nosotros. En cambio, los se-
ñores Aguilar, ,el señor Madrazo, el señor general Jara, el señor Rafael Martínez y
muchos de nuestros compañeros, que han sido juzgados equivocadamente,- creo yo que
~n esta ocasión han tenido un feliz acierto, han estado a la altura de su puesto, en
primer lugar, porque pertenecen al grupo independiente y siguieron el criterio general
acordado en ese grupo; y después, porque esto nos demuestra de una manera palpa-
ble, que este Congreso es independiente y que el jefe lo· deja con toda independencia,
porque si tal no fuera, no se vería que el señor general Aguilar hubiera dado su voto
por el grupo de la derecha ...
-El C. Rodríguez José María, interrumpiendo: Pido la palabra. El criterio del se-
ñor general Aguilar ha sido siempre el mismo. Desde el año de 1915, en que publicó
la ley de instrucción en el Estado de Veracruz, demostró que estaba por la enseñanza
laica y que su manera de pensar estaba enteramente de acuerdo con el criterio de la
revolución. Así es ,que no debe extrañar al señor Rojas el procedimiento del general
Aguilar. El general Aguilar ha estado en su papel y lo hubiera estado siempre. (Vo-
ces: ¡Sí! I'Sí!)
-El C. Rnjas: Espero que todos vamos a salir de aCu'erdo, como en el caso de una
zarzuela cuyo nombre no tengo presente en este momento.
También quiero mencionar expresamente que algunos ciudadanos diputados de
Jalisco han venido a votar con el grupo de carrancistas declarados, simple y sencilla-
mente porque los llamaban sus convicciones.
-Un C. secretario: A las personas que se han inscrito para las alusiones perso-
nales, de conformidad con el artículo 13 del Reglamento, se les concederá la palabra
tan pronto como termine la orden del día. (Voces: ¡No! ¡No!)
-Un C. diputado: ¡Justicia! ¡Justicia! Que hable aunque sea una sola persona.
-El C. Martí: Pido la palabra para un hecho.
-Un C. secretario: Por acuerdo de la Presidencia se va a dar lectura al artícu-
lo 13 del Reglamento:
uArtículo 13. Los individuos del Congreso, aun cuando no estén inseritos en la
lista de oradores, podrán pedir la palabra para rectificar hechos. Queda prohibido ha-
cer y contestar alusiones personales mientras no se haya terminado el debate de los
asuntos de la orden del día o de los que el Congreso o el presidente estimen de interés
general. El presidente, en caso de desobediencia, llamará al orden al infractor y aun po-
drá suspenderle el uso de la -palabra."
-El C. presidente: Estamos perdiendo el tiempo.
-El C. Calderón: Honorable Asamblea: fijad bien vuestra vista en mi rostro, y
veréis el disgusto, la tristeza, la pena, no sé cómo explicar la impresión que me ha
causado el discurso del señor licenciado Rojas. ¿ Qué empeño es ese de distinguir un
grupo de rabiosos jacobinos y otro de independientes de criterio eselarecido y sereno?
¿ Qué empeño es ese, cuando está demostrado ya, por el sentir de toda la Asamblea,
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manifestado en el debate del artículo 39, que todos somos intensamente radicales?
Niego, señor licenciado; 10 niego por mi honor y por' lo que usted más estime. Niego
que el general Obregón sea jefe de ja-cóbinos. Nosotros no tenemos jefe alguno, y
menos en este Congreso. (Aplausos.) Es un error grave, es un error gravísimo, el cali-
ficar de esta manera a un grupo y asegurar que el grupo independiente es el del cri-
terio sereno. ¿ Sabe usted que ese grupo está con el clásico liberal? Dice usted que el
proyecto del Primer Jefe es indiscutible, y juro por mi dignidad que no ha venido a
nuestra mente ninguna idea de oposición porque el Primer Jefe lo haya escrito; sino
que lo hemos estudiado con independencia de criterio, ¿ y a eso le llama usted ser
oposicionista? Que, ¿ no tenemos también conciencia de nuestra misión como diputa-
dos? Por 10 demás, por lo que toca al licenciado Aguirre Berlanga, ¿ qué empeño de
volverlo a sacar todavía a colación como un equivocado, cuando tenemos nosotros la
convicción de que no sería él capaz, porque nos consta por experiencia, de oponer una
idea contraria al ciudadano Primer Jefe, cuando lo tenemos en nuestra propia convic-
ción y se ha comprobado por' lo que él ha contestado en la prensa? Felizmente para
la patria, no hay aquÍ grupos ni banderías más que la de la política, señor licenciado ...
(Aplausos de la izquierda.) En alto honor tengo para mí el ser radical, como 10 sea
cualquiera de los señores independientes pero no quiero decir que tengamos aquí ten-
dencias opuestas y lo va usted a ver cuando tratemos en esta Asamblea de asuntos
delicados; entonces verá usted cómo el sentir de la Cámara va a ser uniforme. Acaso
para vergüenza de este Congreso haya alguien que no se atreva a manüestar la con-
vicción honrada que debemos expresar todos en pleno siglo XX. Voy a terminar, por-
que no se debe cansar a esta Asamblea con alusiones personales. ,La Comisión creyó
de buena fe que no nos ocuparíamos de estos juegos de politiquería. No, señores, no les
extrañe que la diputación de Jalisco haya visto al señor Berlanga a su negada a esta
capital. El señor Berlanga fue gobernador de Jalisco y solamente los diputados de
Jalisco son veinte. ¿ Qué hay de extraño en que los hay~n visto con él, si son amigos
viejos? Y ¿ qué hay de extraño en que la diputación de Tepic, Colima, Sinaloa y otras
formen así como grupos de amigos, cuando en todas esas diputaciones hay elementos
militares que pertenecen al cuerpo de Ejército del Noroeste? Es por demás estar ha-
ciendo aclaraciones. Nosotros no vinimos a disputar aquí ningún ,puesto de ninguna
naturaleza. Nosotros queremos simplemente que se discuta esta Constitución con inde-
pendencia de criterio; que no consideremos este proyecto como infalible,- pues siendo
así, no quiero decir, señor liberal clásico, que podamos ser considerados como oposicio-
nistas y, si nosotros no vamos a discutir con independencia de criterio el tal proyecto,
no seremos leales al Primer Jefe. (Aplausos prolongados.)
-El C. Alvarez: Pido la palabra par'a una aclaración. (Voces: ¡Que hable! iQU~
hable!)
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con el objeto de evitar que la autoridad administrativa pudiera creerse facultada en
algún caso para privar a alguien del producto de su trabajo, cosa que no puede hacer
más que la autoridad judicial.
"La Comisión pidió permiso para retirar su dictamen relativo a este artículo, por-
que -ha considerado que la prohibición relativa al comercio de bebidas embriagantes
y a la explotación de casas de juego, es materia de reglamentación que tiene cabida
en las facultades del Congreso para legislar acerca del comercio. La Comisión no re-
nuncia su propósito de estudiar las medidas eficaces para combatir los vicios de la
embriaguez y el juego, sino que se reserva a estudiar el lugar más adecuado en que
deben consignarse dichas medidas.
"Proponemos, por tanto, que se apruebe el artículo 49 del proyecto en la forma
siguiente:
"Artículo 49 A ninguna persona se podrá impedir que, se dedique a la profesión,
industria, comercio o trabajo que le acomode, siendo lícitos, sino por determinación
judicial, cuando ataque los derechos de tercero o por resolución gubernativa, dictada
en los términos que marque la ley, cuando ofenda los de la sociedad. Nadie puede ser
privado del producto de su trabajo, 'Sino por resolución judicial.
"La ley deter'minará en cada Estado cuáles son las profesiones que necesitan títu-
lo para su ejercicio, las condiciones que deban llenarse para obtenerlo y las autori-
dades que .han de expedirlo."
"Querétaro de Arteaga, diciembre 16 de 1916.
"Gral. Francisco J. Múgica.-Alberto Román.-L. G. Monzón.-Enrique Recio.
Enrique Colunga."-Rúbricas.
Está a discusión. Las personas que deseen hablar en pro o en contra, pueden pa-
sar a inscribirse.
-El C. Silva: Para un hecho: Para interpelar a la Comisión a efecto de que nos
informe, mejor dicho, que nos diga ampliamente, cuando llegue su oportunidad, qué
motivos poderosos tuvo para retirar el dictamen relativo al artículo 59 en lo referente
a la venta de bebidas embriagantes.
-El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.
-El C. Colunga, de la Comisión: Señores diputados: El dictamen de la Comisión
respecto al artículo 4Q , fue retirado con permiso de la Asamblea; no se hicieron más
modificaciones que suprimir lo relativo al comercio de bebidas embriagantes y casas
de juego, porque la Comisión cree que no es en la sección de garantías individuales
donde debe ponerse esta prohibición, sino en la relativa 'a facultades del Congreso.
La Comisión cree que no renuncia al estudio de los medios adecuados para combatir
estos vicios, sino que simplemente aplaza el estudio para el lugar correspondiente.
-El C. Ibarra: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Ibarra.
-El C. Ibarra: El cumplimiento del deber que nos ha traído a este Congreso, me
ha impulsado a venir a esta tribuna, aunque sin dotes oratorias, para respetuosamen-
te pedir a ustedes se adicione el proyecto del artículo presentado por la digna Comi-
sión dictaminadora, eon la cláusula siguiente: ¡'Artículo 49 • Además de las restriccio-
nes que la ley determinará, se declara ilícita y prohibida la elaboración del pulque, la
importación y elaboración del alcohol para la preparación de bebidas, la del alcohol
de cereales, cualquiera que sea su objeto y el consumo de bebidas embriagantes en el
lugar de su venta. También se declaran ilícitas y prohibidas las corridas de toros, las
tapadas de gallos, toda clase de juegos de azar y las casas de lenocinio en comunidad.
Igualmente quedan prohibidas las tiendas de raya y los establecimientos similares."
Para fundar mi proposición voy a ,permitirme empezar leyendo a ustedes un cor-
tísimo artículo 'Sobre el particular, que apareció en el periódico "Pro Patria" que úl-
788
timamente se repartió en esta Cámara: "Revolucionarios: Marcamos la llaga; poned
el remedio. Alguno de los actuales editores de. «Pro Patria», que tuvo a honra colabo-
rar· al lado del viejo periodista liberal don Filomeno Mata, de acuerdo con el abnegado
luchador potosino inició en «El Diario del Hagan, en plena dictadura porfiriana, una
formidable campaña contra el juego, atacando duramente garitos, casinos y loterias
y logrando, aun en aquélla época de depravación, algunos triunfos, que no otra cosa
eran la forzada acción policíaca para suprimir esos asquerosos antros de prostitución
y degeneración de nuestro pueblo.
"Los hombres del general Díaz, que pensaban eternizarse en el poder a virtud de
la degeneración del pueblo mexicano, fomentaban con verdadero ahínco entre los me-
xicanos, cuantas diversiones canallescas, cuanto vicio degradante, cuanta costumbre
licenciosa juzgaban oportuna a sus deseos. Fue así como los diestros españoles tuvie-
ron sus mejores filones metálicos en las plazas de la República; fue así como Martel
y compañía recorrían la República con sus vistosas partidas, robando el dinero a los
incautos por medio del culto de Birján¡ fue así como se importaron a México las luchas
a puñetazos de nuestros -primos de allende el Bravo; fue así como' Aristeo Mercado y
otros de su calaña hicieron su vida normal en las plazas de gallos; fue así como se
estableció, fomentado por la misma autoridad, el tráfico de mujeres, en el que Pita
en Puebla adquirió la exclusiva.
"Contra esos vicios degeneradores de nuestro pueblo se ha hecho la actual revo ..
lución; pensar eT,L fomentarlos ahora" es propio de traidores y enemigos de las liber-
tades del hombre.
HDar ahora a los mexicanos oportunidad para ir a gritar ordinarieces al coso
taurino, solazarse en el martirio del toro o 'del gallo sacrificados; poner los naipes,
dados, ruleta o loterias para que se robe a los incautos, es nulificar por completo las
tendencias moralizadoras, educativas y progresistas de los legítimos revolucionarios.
Hacemos las anteriores reflexiones, porque se nos dice que en varios Estados de la Re·
pública y entre otros en el de México, se ·e'stán fomentando de modo escandaloso en el
pueblo los vícios a que nos venimos refiriendo. Se nos dice que en Toluca, en una pla-
zuela contigua al mercado nuevo, hay un jacalón de manta donde se juega a la vista
de todo el mundo, s~ despluma a los incautos, y se pone el mal ejemplo a los niños, que
ya también acuden a poner sus infalsificables o sus bronces a las piernas de una so-ta.
Se nos dice que en la misma ciudad, para solaz de jefes, oficiales, curas, cientüicos y
sacristanes, existen garitos donde los hidalgos cambian de lugar pasando siempre a las
bolsas de los vivos al voltear de una carta, rodar de una bola o caer de unos dados ...
Esto es sencillamente inmoral y antirrevolucionario; por eso nos permitimos llamar
la atención del gobernador Zepeda, para que reprima en su Estado el fomento de tales
vicios, que degeneran al pueblo mexicano a gusto y provecho de sus eternos explota~
dores, los enemigos de la revolución."
Como acabáis de oír, señores, el tirano Díaz y sus hombres, para entronizarse en
el poder y a sus anchas explotar inicuamente a la nación, con verdadero ahínco fo-
mentaron en nuestro pueblo cuanta diversión canallesca, cuanto vicio degradante.
cuanta costumbre licenciosa había, para embrutecerlo y manejarlo a su antojo.
Como a todos nos consta, por un lado se ha explotado al pueblo, pagando salarios
irrisorios que todavía le cercenan en las tiendas de raya, después de hacerle trabajar
doce, catorce y más horas y, por otro, se le ha hundido en la mayor desgracia, en la
inmoralidad y el vicio y se le imparten los consuelos de la religión para acallar en
él toda protesta.
Por eso vemos a nuestro pueblo en la mayor miseria, en el más triste abandono,
indiferente a todo, sin aspiraciones, herido profundamente en el alma, dando un espan- •
toso contingente a la criminalidád, a los manicomios, a los hospitales y a los cemeD-
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terios. As.í se explica, ,señores, cómo en este desventurado país, en el que la industria
lleva vida anémica, la de las corridas de toros se ha hecho nacional y contamos con
la plaza de toros más grande y moderna que hay en el mundo; que aun en el pueblo
más infeliz podrá no haber escuelas, pero sí no falta la plaza de toros y gallos y algún
desplumad ero del prójimo. Así se explica cómo el comercio gachupín de tabernas y
piqueras y la industria funesta del pulque y de fabricación de alcoholes han alcan-
zado un desarrollo asombroso, como lo demuestran los datos estadísticos que voy a
permitirme leer en la obra "El problema ferrocarrilero y la Compañía de los Ferro-
carriles Nacionales de México", del licenciado González Roa, que dan idea de ello:
"Como la condición miserable de nuestra población rural es de muy escasa re-
tentividad económica, la grande industria no es costeable sino cuando vende a pre-
cios caros, a causa de tener escaso número de compradores. Por esta razón, las
industrias artificiales de México permanecen casi estacionarias. Sólo una, que es la
de las bebidas alcohólicas, ha desgraciadamente progresado, pues el valor de la pro-
ducción de este «artículo» subió de poco más de $ 6.000,000 a !ji 48.446,082 de 1892 a
1896. Particularlnente el alcohol de maíz subió de $ 430,000 a !ji 2.584,923, en el
transcurso de cinco años."
Desgraciadamente el señor doctor José María Rodríguez, presidente del Consejo
Superior de Salubridad de México, está ausente ahora de esta Cámara, por haber
ido a traer datos estadísticos, datos terribles sobre el desar'rollo que ha tenido la
embriaguez en México, la degeneración que ha ocasionado en nuestra raza la gran
criminalidad que con este motivo se ha extendido en todo el país, sobre todo en la
capital; pero aquí hay otras personas como el señor doctor Méndez, miembro del
citado Consejo, que podrá también ilustrar a la Asamblea sobre el particular.
Como habéis oído también, en el artículo de "Pro Patria" que he leído, contra la
labor traidora de los tiranos, del pueblo, contra tanto mal, se ha hecho la revolución,
y este Congreso que, como ha dicho con gran atingencia en esta tribuna otro orador,
es la revolución, tiene el deber ineludible de hacer esa magna obra de redención,
que imperiosamente demanda nuestra patria. Así lo expresó el ciudadano Primer Je-
fe en el artículo 29 del decreto de 12 de diciembre de 1914 expedido en la heroica
Veracruz, y siendo este Congreso el último acto del régimen preconstitucional, esta-
mos obligados a dictar esas medidas para no faltar a ese compromiso.
Se ha dicho en esta tribuna que no es propio figuren en la ConstitucÍónn pre-
ceptos que corresponden a leyes reglamentarias. Con motivo del artículo 39, el li-
cenciado Rojas y el señor ingeniero Palavicini dijeron que las garantías individua-
les son restricciones que se oponen al poder público en favor de los individuo~ y que,
por tanto, las restricciones a la Iglesia o a los individuos no deben ir en el título de
las garantías individVales. Basta leer detenidamente la Constitución para ver, co-
mo ya se ha dicho también aquí, que en el título de las garantías individuales se
determinan cuáles son los derechos del hombre que garantiza la Constitución; que
esos derechos se determinan primeramente, definiendo el principio más o menos ge-
neral, y luego vienen las limitaciones correspondientes, porque no hay libertades
absolutas. Ahora bien; esas limitaciones al definir los derechos no solamente se ha-
cen al Estado, como dijeron los señores Rojas y Palavicini, sino también a la Iglesia.
Por ejemplo, en el artículo 59, viene la de que la ley no reconoce órdenes monásticas
ni puede permitir su establecimiento. Otras veces se les hace a los individuos, ejem-
plo: "nadie puede asociarse con el objeto de cometer atenhdos"; artículo 99 de la
misma Constitución. Así en el artículo 49 a discusión, se define primero el derecho de
ejercer nuestra actividad con fines especulativos, materiales, y después viene la li-
.. mitación de que sea lícito dicho objeto. Pero como muy atinadamente lo manifestó
el ciudadano Primer Jefe en su exposición de motivos del proyecto que discutimos,
790
•
la COl.lstitución de 57 tiene el gran inconveniente de que es una serie de princIpIos
gen~rales, que los legisladores de aquella época no procuraron hacer prácticos, aco-
modándolos a las necesidades del ,pueblo mexicano que dicho Código es un conjunto
de fórmulas abstractas, de conclusiones científicas de gran valor especulativo pero
sin sanción alguna y del que poca o ninguna utilidad se ha sacado, y este grave
mal, a mi juicio, no se ha corregido en el proyecto del artículo 49, con decir simple-
mente que los trabajos o industrias a que uno puede libremente dedicarse tienen que
ser lícitas, en lugar de útiles y honestas, como estaba antes. Efectivamente, nuestro
Código del 57 es deficiente, no sólo por los abusos del poder púhlico o de la Iglesia
que a su abrigo pudieron cometerse, como muy atinadamente lo señala el ciudadano
Primer Jefe en su exposición de motivos, sino también por los que se han cometido
de parte de los' individuos, y- así como en el artículo 99 del proyecto ya se precisa
cuándo una reunión es ilegal, para evitar los abusos de parte de los individuos o del
Estado, así también debemos hacerlo al tratar de las otras manifestaciones de la
vida humana.
Por tanto, volviendo al artículo 49, vamos precisando qué industrias, qué empre-
sas son lícitas; cuando menos vamos mencionando aquellas que son un azote, una ca-
lamidad, un atentado contra la conservación de la especie humana y que entre nos-
otros han adquirido proporciones en extremo alarmantes y, en consecuencia, es una
necesidad imperiosa corregir. Por otra parte, el correctivo de males como los seña-
lados que afectan a la vitalidad: no sólo de la nación, sino, repito, a la conservación
de la especie, no debe dejarse 10 impongan leyes reglamentarias expedidas por el
Congreso de la Unión o por las legislaturas de los Estados y menos aún a los ban-
dos de policía, porque, aparte de que podrán tacharse de anticonstitucionales, esas
leyes y bandos son letra muerta cuando son contra el capital, contra el pulpo que
vive de la sangre del pueblo, contra los que explotan la prostitución, la miseria, los
vicios, la honra y las lágrimas de esposas y de hijos en la orfandad. Así ha pasado
hasta ahora en. la nación, no obstante que desde 57 en nuestra Constitución se espe-
cifica 'que la industria o comercio a que uno se dedique tiene que ser útil y honesta;
así hemos visto qué pasó durante la larga dictadura de Díaz con las disposiciones de
policía que para calmar la grita pública se daban en la capital para restringir el
excesivo abuso del pulque. Actualmente en el Congreso de Estados Unidos y en
Francia se están discutiendo leyes para prohibir la elaboración, venta e importación
de toda clase de bebidas embriagantes, como lo verán ustedes por unos telegramas
que publican ,4 El Universal" y "El Pueblo", que voy a leer. (Leyó los telegramas.)
Se aduce en contra de las restricciones al abuso de las bebidas embriagantes, el
razonamiento de que se lesionan grandes intereses creados, lo cual es también infun-
dado, porque ya hoyes bien sabido que del maguey del pulque se puede sacar mag-
nífica miel y azúcar, asi como alcohol que puede emplearse en la tintorería y en
otros usos industriales; que de la pulpa del referido maguey y de la del mezcal se
hace papel, etcétera, etcétera, y, por tanto, puede dársele esa aplicación a tale; plan-
tas que hasta hoy han sido tan nocivas. Pueden establecerse con ellas esas nuevas
industrias, que darán trabajo a más brazos y sus' productos sean también benéficos
a la humanidad. Pero quiero suponer que con tales medidas sufran muchos perjuicios
los capitalistas interesados en esa clase de industrias no obstante deben ponerse en
práctica para combatir tan grave mal, porque es un principio de derecho que los in-
tereses de unos cuantos deben sacrificarse por los de la comunida:i., más aún cuando
los perjudicados son los enemigos jurados del pueblo, cuando son los científicos de
la Compañía Pulquer'a de México, monopolizadora del ramo, con los cortesanos de
los Escandón y de los Pimentel y Fagoaga a la cabeza. Otros de los razonamientos
que 'se hacen en favor de estos vicios, es el del auxilio poderoso que el Erar}o tiene
791
con los fuertes impuestos que pagan. Es tan inmoral y absurda esta objeción, que
•
no debía contestarse. Sólo una irreflexión imperdonable puede hacer que personas
honorables consideren honrado y debido que el Estado, que los representantes del
pueblo, para ar'bitrarse fondos toleren la prostitución y los vicios, atentando contra
la salud y la dignidad del pueblo, por quien tienen que velar; y más aún es inadmi-
sible tal razonamiento, cuando los bancos, los ferrocarriles y otras muchas empre-
sas colosales que tienen pingües utilidades, no contribuyen con un solo centavo p'ara
los gastos públicos y cuando la propiedad rústica paga impuestos irrisorios. Por
otra parte, en la mayor parte de los Estados hace tiempo está prohibido ya el con-
sumo de las bebidas embriagantes, las .corridas de toros y el juego lo que comprue-
ba que es enteramente practible tal medida y que el Erario puede pasársela sin
los ingresos que produciría su autorización. Además, los que tanto se preocupan por
mejorar con la explotación del vicio las condiciones del Erario, no tienen en cuenta
los egresos que por otra parte tiene el Estado por el fomento de dichos vicios, ya
sosteniendo mayor personal de policía, ya por el mayor contingente que se tiene en
las prisiones, manicomios, hospitales y casas de expósitos; pero, aunque los ingresos
que ,produzca el vicio excedieran en mucho a los egresos, señores, raya en lo increÍ-
ble haya personas honradas que se precien de revolucionarios, que apoyen medidas
tan inmorales contra la conservación de la sociedad y que, después de que sobre el
infortunado pueblo gravitan todas las gabelas, todavía se considere preciso, indis-
pensable arrancarle su mezquino salario con los vicios.
Con respecto al pulque, que es la bebida que más daña a nuestro pueblo, nue-
vamente se esgrime el argumento infantil de que con prohibir el vaseo se evita el
abuso cuando, como sabemos, actualmente en México hay en vigor esa disposición y
sólo ha dado lugar a que los ebrios empinen en las banquetas el nauseabundo liqui-
do, con mayor mengua de la moral.
En cuanto a las casas de lenocinio en comunidad, es incuestionable, también su
efecto gravemente pernicioso, pues aparte de que son focos constantes de crímenes
de sangre, son una amenaza constante en contra de la niña inocente y la mujer des-
validaj son antros en que, tanto el hombre como la mujer se encanallan y esta última
es vilmente explotada con menoscabo de su dignidad y de su libertad, contraviniendo
las garantías que otorga la Constitución.
Por lo que toca a los juegos de azar, todos sabemos que es el más terrible de los
vicios que afligen a la humanidad, que acaba hasta con la honra y la vida de las
personas; y sobre las corridas de toros y peleas de gallos, a la vez que degradan al
individuo, le embotan los más nobles sentimientos y están dichas diversiones en
pugna con la más rudimentaria civilización.
Las tiendas de raya igualmente, todos los sabemos, han sido el instrumento
para acabar de robar al peón y al obrero el fruto de su trabajo, y estoy cierto de
que no hay entre ustedes uno solo 'que ponga en duda la inperiosa necesidad que hay
de hacerlas desaparecer por completo.
Por todo lo expuesto, señores diputados, me permito incitaros a que, cumpliendo
con el compromiso revolucionario que tenemos, redimamos a nuestro pueblo, sacán-
dolo de la abyección en que 10 han sumido, .combatiendo esos vicios con la adición
que ,propongo al artículo 4Q (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Herrera.
-Un C. diputado: Pido la palabra para un hecho. En el curso de su peroración,
el señor Ibarra leyó un artículo de "Pro Patria", en el que se dice que en Colima
hay casas de juego. Eso es inexacto; en Colima no hay casas de juego. El general
Ríos no las admite. Existe solamente una plaza de gallos. Quería hacer esta recti-
ficación, porque se refiere al crédito del Gobierno.
792
-El C. Herrera: Señores diputados: Al tomar la palabra en pro del dictamen de
la Comisión, no lo he hecho con el objeto de venir a producir discursos, porque no sé
hacerlos; pero creo, señores, que el dictamen de la Comisión está en 10 justo, porque
sería ridículo que eleváramos a precepto constitucional una cosa que es meramente
de reglamento de policía; y si vamos a descender de diputados constituyentes a comisa-
rios de policía, quedaríamos en un ridículo. A cada Gobierno está encomendado, según
su honradez y actividad, que la embriaguez, causa de tahtos males, no se propague en su
Entidad respectiva. En 10 que toca a las casas de juego, ya hemos visto que en la mayor
parte de la República no existe una sola casa de juego, y cuando por alguna casualidad
se llega a encontrar algún tahur, no se le castiga duramente y se le imponen duras
penas y no vuelve a jugar. Así pues, señores, no vale esto la pena; se pueden tomar
todas las restricciones que quieran, pero en los reglamentos de policía., (Aplausos.)
-Un C. secretario: Se suplica a los señores diputados se abstengan de entablar
diálogos, solícitando permiso a la Presidencia para tomar la palabra, porque de otra
manera es una falta de respeto.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Andrade.
-El C. Andrade: Señores diputados: En los instantes que' son solemnes para
la historia de un pue:blo, debe hablarse claro. La palabra debe tener la resonancia
del trueno y la fulguración de los relámp;;¡.gos, porque en medio de las grandes tem-
pestades es cuando se produce el fenómeno que transforma la faz y la naturaleza
de las cosas.
El dictamen presentado por la Comisión es, en esencia, el mismo presentado en
el proyecto del ciudadano Primer Jefe; pero yo vengo a sostener que pueden hacerse
ciertas adiciones, porque en determinados casos, aun a riesgo de ser ridículos, hay que
evitar en cierto modo las vaguedades; hay que hacer la aclaración de que los puen-
tes son para pasar sobre ellos. Todos conocen perfectamente la psicología de los go-
bernantes mexicanos;- si nuestro temperamento fuera como el de ,Jos americanos,
que son apegados a la ley y no son pasionales,' entonces sí saldría sobrando esa
adición que yo propongo. Sabemos por experiencia que, al llegar los revoluciona-
rios a alguna población, prohibían tenninantemente la venta de bebidas alcohólicas,
e inmediatamente las compañías productoras de alcohol, por medio de algunos repre-
sentantes, cohechaban a los gobernantes y se derogaba de esa manera aquella medida
que era salvadora para el pueblo. Esto, sin embargo, no sucedió, por ejemplo, con
revolucionarios del temple del general Alvarado. Por esa circunstancia creo que es
necesario que se haga esta adición; ciertamente que bajo el punto de vista juridico
y constitucional aparece como una albarda sobre aparejo; pero, señores, nuestra
misión como representantes del pueblo, es precisamente elevar a la categoría de pre-
cepto constitucional los principios, las necesidades que el pueblo reclama intensa-
mente. No hay para qué hablar sobre los efectos destructores del alcohol y hay una
expresión gráfica que dice: "que es el veneno del pueblo", lo mismo que la cuestión
del juego, pues recordad las palabras conmovedoras y llenas de sinceridad que León
Tolstoi pone en su cuento "El Jugador". En esta virtud es por lo que yo estimo que
se ponga esta adición. Nuestra misión aquí en el Constituyente no es hacer una
Constitución con el objeto de mandarla a un certamen a ver si obtiene -el ,premio
porque esté conforme a los demás principios de otras Constituciones. Nuestra mi-
sión es que en esa Constitución estén implan'b!das las necesidades que reclama el
pueblo con urgencia y, señores, ¿ qué más urgencia que salvar al pueblo del veneno
que lo está matando? ¿ Qué más urgencia que salvar a las familias que ven merma-
das sus fortunas y de la noche a la mañana descienden a la miseria porque el padre
793
o el hijo derrochan el patrimonio de esa misma familia? Es por lo que yo estimo ne-
cesaria la adición de referencia.
-Un C. diputado: Interpelo al señor diputado para que nos diga en gué consiste
~a adición que pretende hacer.
-El C. Andrade: La adición, como lo dijo el señor Ibarra, es que se ponga en
el artículo 49 siguiento el mismo proceso que se siguió al tratar el artículo 39 y
que los señores jurisconsultos nos hicieron ver que no cabe en las garantías indivi-
duales, y, sin embargo, la Asamblea lo sancionó; de esa manera, yo propongo que
el artículo 49 se adicione en el sentido de que son ilícitos el comercio de bebidas
embriagantes y la cuestión de juegos de azar que es 10 que yo estimo necesario.
Señores diputados, yo os digo: nutríos, sed fuertes, sed inflexibles y atened al cum-
plimiento de vuestro deber con el pueblo que os ha dado su voto para que vengáis
a esta Asamblea a estudiar sus necesidades y dictéis el remedio que reclama impe-
riosamente. Por eso, en presencia de los intereses creados, que son los de los capi-
talistas que hacen sus fortunas con la miseria y la degradación del pueblo, debéis
dictar la muerte de esos intereses creados. Benavente, en su obra inmortal, demues-
tra que todos en el mundo nos movemos por un interés; pues bien; que ese interés
nuestro sea el de la salvación del pueblo.
794
penderse, las garantías o parte de las garantías a los ciudadanos que se dediquen
a la elaboración del vino y a los que se dediquen al juego, porque ya he dicho que
no sólo se le quita parte de sus derechos al ciudadano de la República, sino a todo el
mundo, porque así lo consigna nuestra carta. En seguida me parece que no nos·
hemos dado cuenta de los derechos que se nos están concediendo; no los hemos llegado
a comprender bien, y, por lo mismo, vaya hacer a ustedes esta aclaración y creo que
llegarán a comprender que no sólo es necesario escribir las cosas, ya sea restrin-
gien-do la libertad u ordenando ciertas obligaciones para el ciudadano. El ciudada-
no Primer Jefe nos ha demostrado de una manera terminante, que nuestra política
cambiará de faz completamente, que será el reverso de la que nos ha gobernado en
años anteriores, dando así la disposición de que el voto será directo. Por lo tanto,
los municipios serán los que computarán esos votos y dirigirán, en caso de elección
presidencial directa, al Congreso de la Unión. En el caso de los Estados, a los Con-
gresos locales corresponde legislar sobre esta materia, nosotros nos estamos dando
cuenta verdadera de los perjuicios que nuestro pueblo ha recibido en su personali-
dad y no nos damos cuenta de los derechos que nos ha puesto el -ciudadano Primer
Jefe en nuestras manos, y el camino político, la manera de combatir los vicios que
atañen a nuestra personalidad y a nuestra vida política, y tienen ustedes a la reac-
ción dé pie, con disfraz de constitucionalista todos los hombres de corporación polí-
tica que se nos están disgregando en estos momentos para presentarnos la reacción,
señores, son los verdaderos peligrosos, no lo que está al alcance de la reglamentación
de cualquiera de las Cámaras, ya sea de la Unión o de los Estados. El peligro que
hemos tenido siempre en nuestra vida política es el que trata el Primer Jefe de matar
para siempre, que es la centralización de los derechos del pueblo en los clubes centra-
listas para dirigir la política.
Me voy a permitir demostrar a ustedes que el Club Centralista de México es el
primero que nos está contraviniendo en nuestra vida política y el que no nos dejará
cumplir las restricciones que pretendemos hacer y que nosotros mismos pedimos;
primero, porque el club tal como lo estoy indicando, será el primer enemigo para
cumplir los derechos del pueblo. Los derechos del pueblo que se están iniciando hoy,
son los mismos derechos que se iniciaron ayer y que ahora tratan de centralizar en
un grupo de individuos que, por una broma, nosotros los comenzamos a llamar cien-
tíficos, y si es verdaderamente cierto que los señores ...
-El C. Martí, interrumpiendo: Pido la palabra para una moción de orden. Que
se sujete al orador a lo que estamos tratando. (Voces: ¡No! ¡No! ¡Que hable! ¡Que
hable! )
-El C. Nafarrate: De manera es que continúo llamándoles la atención respecto
de la politica, porque precisamente será la que nos garantice nuestros derechos po-
pulares. Aunque el señor lo cree inoportuno, es precisamente de 10 que no nos he-
mos dado cuenta en la Constitución. Todos los que estamos representando aquí, 10
que pedimos en el artículo 49 está ya concedido por la Constitución, y lo que estamos
pidiendo ahora en el artículo 49 lo vamos a· conceder, porque todos estamos conven-
cidos, porque somos testigos oculares de la vida de nuestro pueblo. La organiza-
ción política que está tomando nuevamente nuestro país, si el jefe les da represen-
tación política a las agrupaciones que componen cada municipio, porque así lo dice
la Constitución, ¿ por qué razón estamos nosotros mismos permitiendo que se vuelvan
a agrupar en un club centralista cuatro o cinco individuos para que rijan los des-
tinos del pueblo, cuando el mismo Primer Jefe dice en su decreto que el voto será
directo? Y si no nos preocupamos en esto, ¿ por qué nos vamos a estar preocupando
en que se ponga en el artículo 49 o en el artículo 31 o en cualquiera de los artículos,
lo que no podemos nosotros cumplir cuando estamos dando las armas al enemigo,
795
que le hemos arrebatado por medio de la fuerza? Yo he visto muchos telegramas,
y puedo comprobar a ustedes que los que se están llamando representantes del pue-
blo, no son tales, porque a la presencia del ciudadano Primer Jefe están viniendo re-
presentaciones directas a ofrecerles su candidatura, que ya ha tenido adelantada por
los clubes que se creen representantes, y he hecho esta aclaración para que, si nos
vamos a fijar en 10 que vamos a estudiar en esta Constitución, nos fijemos también
en la reacción, consistente en la organización de la política de nuestro pais. Si no
nos fijamos en esto, es por demás, y protesto a ustedes, bajo mi palabra de honor
que si no se fijan en ello, no me fijaré yo en la discusión, porque por más sabia que
sea esta Constitución que tiende a dar representación directa a cada uno de los ciu-
dadanos, no se la podríamos dar, porque la reacción, lo digo a ustedes, se los
volverá a arrebatar como se los ha arrebatado siempre; de manera que si son sin-
ceras las palabras de protesta que se han dirigido desde esta tribuna a esos repre-
sentantes del pueblo, eso es lo primero que tenemos que vigilar y en seguida buscar
la manera prudente de colocar las restricciones que cada uno de nosotros deseamos
para esta Constitución. Por lo pronto, únicamente me parece importante indicar que
no debemos ponerlas en el artículo 4Q, porque se trata nada menos que de las garantías,
y no veo yo razonable que se suspendan parte de las garantías, no de México, sino
de todo el mundo, para corregir el mal que tenemos en el país.
He leído el artículo, porque 'precisamente todas las personas han reprobado ya
el siseo porque efectivamente destantea a' los hombres. (Risas.) Las palmas no las
recibo yo ni como bien ni como mal. Me dicen ustedes que el orador con sus siseos
de be'bidas embriagantes, (Risas.) no atañe al derecho individual; por eso creo que
puede decírnoslo con mayor claridad un señor amigo, a ver si estoy fundado o no.
Respecto al artículo 34, que es donde el ciudadano ejerce sus dere(',hos dentro de la
vida política, me parece muy prudente que se prohíba, no al que toma el vino, sino
al que 10 expende, a los que lo elaboran; a los tahúres de profesión, se les prohíba
votar y ser votados. En ese caso me parece que comienza nuestra labor de correc-
ClOn que lllIClamos en este Congreso. Pero si es que no nos fijamos en la organi-
zación política que inicia el ciudadano Primer Jefe con el Municipio Libre, va a ser
imposible el poder evitar, como les digo a ustedes, que el Poder recaiga en la di-
rección de unos cuantos ciudadanos y, por lo tanto, no podríamos nosotros llevar
nuestras ideas adelante ni cumplir esta Constitución que nosotros mismos vamos a
firmar. (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Machorro Narváez, en contra.
-El C. Machorro Narváez: Señores diputados: Después de la extensa perora-
ción de nuestro distinguido colega el señor general Nafarrate, en la cual ha expues-
to en toda su amplitud sus elucubraciones, un poco confusas, quizá renunciaría al uso
de la palabra; pero no voy a entrar más que en unas cuantas consideraciones. Sin
embargo, quiero tratar un punto que exactamente cabe en el artículo 4Q y en ningún
otro lugar más.
Si dejo pasar esta oportunidad, indudablemente que un gravísimo mal, a mi
juicio, habrá pasado, desapercibido 'y no habrá lugar a remediarlo. Por una circuns-
tancia, más bien dicho, por escasez de léxico parlamentario, escribí en contra de
la Comisión pero no voy a hablar en contra, voy a proponer una adición al artículo
4Q, que no ha sido atacado en el fondo. Ha sido atacado proponiendo algunos la
prohibición de bebidas embriagantes. Con el fin de no pasar desapercibido en este
punto, decía yo, señores, que opino en este sentido que la Comisión ha estado en lo
justo. Recuerdo sobre la prohibición que se propone de las bebidas embriagantes,
un regocijado cuento que se refer'í.a a la recomendación que se hacía a un individuo
de un violinista para que formara parte de la orquesta de una catedral, y como no sa-
796
bía tocar el violín aquel personaje, se rehusaba a admitirlo, y le decían: "es un hom-
bre honrado, tiene mucha familia"; a lo que él contestaba: "sí, señor; pero no toca
el violín". "Está necesitado, tiene su esposa enferma, no tiene trabajo, conviene
ayudarlo"; y volvía a contestar: "comprendo, sí; pero no toca el violín." Y así se
seguía insistiendo: pero aquel señor contestaba invariablemente: "no toca el vio-
lin". La adición al artículo 49 relativa a la prohibición de bebidas embriagantes, pue-
de ser todo lo avanzado que se quiera desde el punto de vista de la propaganda y de
las costumbres; es altamente moralizadora; pero no oportuna; no está en su lugar,
Hno toca el violín". La adición que yo propongo es en un sentido enteramente distinto:
el artículo 4 Q , al referirse a las profesiones, establece lo siguiente:
"La ley determinará en cada Estado cuáles son las profesiones que necesitan
título para su ejercido, las condiciones que deben llenarse para obtenerlo y las au-
toridades que han de expedirlo."
Yo propongo a la Comisión la conveniencia de agregar la siguiente idea: uLa
ley reglamentará también el ejercicio de las profesiones." Señores diputados: En
México hemos entendido hasta la fecha, en mi concepto, el ejercicio de las profesio-
nes llamadas liberales, precisamente o casi exclusivamente de la medicina y la abo-
gacía, desde la expedición de la Constitución de 57, cuyo criterio es exclusivamente
liberalista, porque representa la escuela liberal francesa de 1830, según- la cual
el hombre era libre de hacer todo lo que quisiera; la ciencia no era nada frente al
individuo j la sociedad quedaba atonizada por aquella escuela, cuyo dogma era la li.
bertad individual.
La Constitución de 57 llevaba_ enteramente el espíritu francés de 1830, que con-
tenía ampliamente comprendidas las garantías individuales; el sistema libertario
de aquella época fue enteramente individualista. Desde entonces el ejercicio de las
profesiones, principiando por las de abogado y doctor en medicina, han sido vistas
como el ejercicio de una industria o de un trabajo enteramente particular. Sin em-
bargo, todos hemos tenido impresiones desagradables. Muchas veces, cuando se so-
licitan los servicios de un médico, y por alguna circunstancia desagradable, en él
no concurren los sentimientos humanitarios que existen en otros individuos, no se le
hace levantar para que vaya a prestar sus servicios, si no es por interés netamente
individualista. Yo no he estado en la ciudad de México; pero personas que viven
allí desde hace muchos años y que por tal motivo no tengo yo sospechas para dudar
de su veracidad, me han manifestado que, en lo general, en la ciudad de México el
ejercicio de esa profesión es enteramente mercantilista. Los médicos son los que pu-
sieron últimamente el talón oro cuando todos no teníamos sino papel. Necesitábamos
emplear el sueldo de un día para pagar al médico. La mayoría ha olvidado que esa
profesión es humanitaria y sólo se ha limitado a hacerlo sencillamente como un ejer-
cicio profesional individualista para ganar dinero. Yo sé, señores diputados, que
los médicos muchas veces no se levantan en la noche y, si acaso lo hacen, primera-
mente, a través del agujero de la chapa de su puerta, tratan el "tanto más cuanto"
por sus ,servicios. Hay sus excepciones; pero yo hablo de la generalidad, que son los
que adoptan este sistema. Veamos ahora a los abogados. Yo soy abogado, señores,
he sido abogado postulante durante más de diez años en la ciudad de Guadalajara,
y creo saber lo que es esta profesión y no lo 'que debiera ser, sino lo que es, existiendo
entre nosotros un criterio erróneo del cual se ha abusado al amparo del artículo 4Q de
la Constitución de 57. La abogacía se ha hecho enteramente un ejercicio de lucro, y
no solamente esto, sino que, además, el abogado se ha convertido desde hace tiempo en
un mero cobrador de las casas ricas. Ya la justicia casi no existe para él; sino que
simplemente va a cobrar los pagarés. Señores diputados: La revolución ha enarbolado,
entre otros principios, el de la justicia; yo tengo la íntima convicción de que mientras
797
no limitemos ia profesión de la abogacía, no podremos dar al pueblo la justicia de que
tiene hambre y sed. Si nosotros queremos jueces honrados, magistrados que no se in-
clinen a un lado ni a otro y que todo marche perfectamente, esto, señores, no lo tendre-
mos nunca mientras los abogados postulantes no vean de alguna manera reglamentado
el ejercicio de su profesión. Yo me refiero a las épocas anteriores, 'no a las actuales,
porque hace mucho tiempo que los tribunales fueron cerrados. En -épocas anteriores,
principalmente en la época porfirista, todos recordamos quién fue el agente de esa
corrupción, y ahora se le echa en cara al Poder Judicial.
¿ Quién ajaba las alfombras de los ministerios, quién llevaba cartas de recomen-
dación, quién iba con el jurisconsulto y soplaba al oído de los jueces que si fallaban
en contra ,quedaban mal con el prócer? Era el abogado postulante señores, aunque no
todos, seguramente. Ahora no soy abogado postulante sino diputado, y digo ante toda
la nación que nadie ha hablado antes en los términos que yo he hablado ahora. El abo-
gado postulante, señores, ha sido el agente de la corrupción del Poder Judicial, y a tal
grado ha llegado este criterio que, en mi concepto y dado el examen y la observación
que yo he hecho, casi no habría individuo que se hubiera negado a aceptar un negocio
con recomendación de un ministro. Yo cre~ que no habría un abogado que al decirle el
cliente: "señor: yo tengo en mi favor la recomendación de tal personaje", no le hubie-
ra dicho: "pues tráigala usted, tenemos la justicia, pero es bueno reforzarla". No nada
más con recomendaciones; en el criterio mismo se ha falseado completamente la noción
de la justicia que debe tener el abogado postulante, que ha llegado a formarse un cri-
terio equivocado de ella. Para él ya no existe la justicia como la aprendió en los libros;
para él no existe más que la justicia a outrance. cada cosa como se le presenta. El no
entiende en tal sentido la justicia; para esto se necesita no solamente el planteamiento
de la cuestión de los fondos, sino la de los procedimientos, y con esto viene un cúmu-
lo de corrupciones y mentiras que han hecho hasta últimas fechas el ejercicio de la
abogacía. Yo pido a los compañeros que me perdonen; pero ellO's, los que están aquí, lo
habrán visto y quizá ninguno estemos limpios y podamos tirar la primera piedra.
-El C. Espeleta: Sí, señor; ¡yo estoy limpio de ese cargo! (Risas.)
-El C. Machorro Narváez: Yo, señores diputados, al ver que todo va envuelto en
tal incontinencia de inmoralidad, al ver que todo va envuelto y hasta las conciencias
más honradas están dispuestas a aceptar una recomendación de su cliente y hacer por
sus intereses propios y falsear el conocimiento de las cosas, yo no encuentro otro re-
medio sino hacer una reglamentación que será más o menos difícil. N o voy· a proponer
un sistema, porque entiendo que no se encuentran facilidades para llevarlo a la prác-
tica; hago presente a ustedes que en los países europeos, aunque no son un modelo de
virtud, allí existe una reglamentación, allí existe un colegio que tiene el ,poder de im-
poner penas disciplinarias a los abogados postulantes. Se impone la pena no solame'nte
cuando han robado al cliente, sino que se les vigila en sus costumbres y se les enca-
mina por el sendero del bien. Voy a leer a ustedes algunas disposiciones de la ley fran-
cesa, para que simplemente se formen idea de hasta dónde llegan las precauciones en
aquellos países. No sólo se les castiga, sino que se les previene para que sean honrados
y de buenas costumbres. (Leyó.)
Aquí ven ustedes, señores, cómo se cuida allí no sólo de los perjuicios que puedan
llevar al cliente la, torpeza y la mala fe del abogado; sino sus costumbres mismas, pues
se quiere que sean hombres puros, hombl'es honrados y de buena fe. Se les prohíbe
hacer contratos de quotalitis; se les prohíbe firmar pagarés para que su patrimonio
no vaya de por medio y no pueden" por estas razones, cohechar a los jueces. Yo, por
este motivo, señores diputados, propongo que se adicione el artículo 49 con estas pocas
palabras que reglamenten el ejercicio de estas profesiones. Ese sistema francés ha sido
reputado arcaico, y viene desde ,el año 1829; es~ pues, demasiado viejo y quizá no esté
798
de acuerdo con las costumbres actuales; pero al decretar nosotros la Constitución aho-
ra, en el articulo 49 no vamos a establecer una ley, no vamos a establecer un principio,
siDO que únicamente vamos a dejar la puerta abierta para cuando el remedio se pre-
sente, cuando se haga la literatura sobre eso, se escriban los artículos, se discuta sobre
ellos y se haga el reglamento; por ahora no lo haremos; pero sí dejaremos la puerta
abierta. Yo, señores diputados, quisiera que al pueblo, que tiene hambre y sed de jus-
ticia, no le cerremos las puertas. Yo quisiera que ahora que la revolución ha triunfado
llevando en su bandera, entre otras cosas, la justicia, no dejáramos sin ella al pueblo,
porque entonces él podría decirnos: HU stedes, los que han hecho la revolución, quieren
seguir con el monopolio de la justicia. De la clase criolla salen los hacendados que
me han robado mis tierras, y de la clase criolla quieren ustedes que sigan saliendo los
que burlen los fueros de la legalidad." Entonces el pueblo podrá decirnos: "Quedaos
con vuestras leyes, ya que no me dáis justicia; ¿par&¡ qué decís que me dáis tierras si
habrá quien me las quite y no hay quien me defienda? ¡Quedaos con vuestras leyes; yo
me voy a coger la pala y me vuelvo al campo para vivir como vivía hace cuatrocientos
años; quedaos con vuestras leyes y si queréis ir a matarme allá, con el máuser me
defenderé y con mi .espada de obsidiana!" (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Colunga.
-El C. Colunga, de la Comisión: La Comisión va a hacer por mi conducto algu-
nas ligeras observaciones, con las que cree que ya el artículo estará suficientemente
discutido. Los impugnadores del dictam~n, obedeciendo sin duda a un sentimiento pa-
triótico y humanitario, señalan con alarma los avances del alcoholismo, los perniciosos
efectos del vicio y la trascendencia que tiene en la degeneración de la especie. La Co-
misión participa de estas mismas ideas; la Comisión cree que es una grande necesidad
en México combatir' el alcoholismo; pero cree que no podrá hacerse por medio de un
precepto constitucional. Los impugnadores del dictamen creen que puede hacerse en el
artículo, dictando sencillamente: "son ilícitos todos los trabajos que tienen por objeto
o que se refieran a la elaboración o introducción de alcohol". Desde luego sugiere al
sentido común la idea de que no' puede ser bastante para combatir el alcoholismo. Efec-
t.ivamente así sucede; uno de los impugnadores del dictamen propone que se prohíba
la elaboración del pulque y del alcohol de grano, y esto, señores, no es más que qui-
tar' la competencia a los productores de tequila en Jalisco, del mezcaI en Zacatecas,
del aguardiente en Parras, y entonces el ,pueblo no se intoxicará sin duda con pulque
ni con alcohol de grano, pero se envenenará con otra clase de alcoholes.
Otro de los impugnadores del dictamen propone que se declaren leyes .en general
contra todo comercio de bebidas embriagantes; pero esto presenta las mismas dificul-
tades. Desde luego, el alcohol se usa en muchas industrias, y si la elaboración del
alcohol se prohibiera, tendría que suspenderse una gran cantidad de industrias; por
otra parte, el alcohol tiene también usos medicinales y, por último, no son nocivas
cierta clase de bebidas en dosis moderadas; y ¿ con qué derecho se va a prohibir que
beba al que tiene la costumbre de hacer uso moderado del vino? ¿ Cuáles son las be-
bidas embriagantes? Es difícil definirlo, se tropieza con la variedad de opiniones, des-
de el momento que existe una resolución del Consejo Superior de Salubridad, declarando
que la cerveza no es bebida embriagante. Todas estas observaciones indican que no es
por medio de un precepto constitucional como se combatirá el alcoholismo, sino por me-
dio de una ley perfectamente estudiada, en donde pueden caber muchas excepciones y
particularidades. Por estas razones, la Comisión no puede aceptar las adiciones que se
proponen al artículo 49. En cuanto a la propuesta por el ciudadano Machorro Nar-
váez, la Comisión cree que corresponde a las leyes orgánicas determinar cuáles son
las profesiones ,que necesitan título para su ejercicio. La cuestión ha sido muy deba-
tida y no compete resolverla a la Federación, sino a las leyes reglamentarias de los
799
Estados, una vez resuelta esta cuestión, y ahí perfectamente caben las propOSICIOnes
del ciudadano Machorro Narváez. Por tanto, la Comisión pide a la Asamblea que con-
sidere el asunto suficientemente discutido.
~EI C. Ibarra: Pido la palabra para una aclaración.
800
ya les perdí el miedo. El ciudadano diputado Macías nos ilio una gran lección de par-
lamentarismo.
Hemos llegado al momento en que cada uno de nosotros debe colocarse en su pues-
to con todo valor civil. Vendremos a decir muchas verdades que se necesitan para que
no vayamos a dar decretos creyendo que somos omnipotentes, creyendo que somos todo-
poderosos. Vinimos aquí a dar leyes y decretos que correspondan a las necesidades
actuales del país; vinimos a dar leyes para que se respeten y se hagan respetar; vini-
mos a laborar por la patria; pero no a ponerla en un ridículo espantoso. Yo vengo,
señores, a apoyar el dictamen, no precisamente porque sea un ebrio consuetudinario;
ninguno de los señores diputados puede arrojarme al rostro ese insulto, y yo sí podría
señalar a algunos de los señores diputados que han propuesto antes un proyecto seme-
jante, que vienen aquí a impugnar algunos de ellos el dictamen, estando en su con-
ciencia que al día siguiente van a embriagarse, que al día siguiente van a tomar el
delicioso pulque, que no pueden abandonar el deseo de tomar champaña y el deseo
de tener en la mesa el "tinto"; que no pueden dejar sus costumbres, en las que han
nacido y con las que han vivido. Señores diputados, he querido decir a ustedes en este
momento que si algunas personas han objetado el dictamen, aunque sólo he tenido
~I honor de oír al señor diputado Andrade, a quien verdaderamente elogio por sus her-
mosos y bellos conceptos. (Dirigiéndose al ciudadano Andrade): Es usted un idealista
consumado; pero así no se forman las constituciones, señor Andrade. Las constitucio-
nes se forman dando leyes que se hagan respetar y sean fácilmente respetadas. Si
nosotros, en la Constitución, pusiéramos que no se permite la venta de las bebidas
embriagantes, necesitaríamos dar un decreto al día siguiente, diciendo que se acababa
el Usotol" en Jalisco; necesitaríamos decir que se arrancara cada uno de los magueyes
del Distrito Federal para que no hubiera una cantina en cada magueYi habría que
decir que no se sembrara la uva que produce el l'parras", que no se sembrara la ceba-
da con que se fabrica la cerveza y, por último, que no se sembrara maÍZ en toda la
República Mexicana, porque de eso se hace el lltehuino" y se hace el alcohol que se
produce en las fábricas de Celaya, en el Estado de Guanajuato. ¿ Cómo es posible,
señores, que vayamos a impedir con un decreto una industria tan arraigada y tan ex-
tendida en toda la República? ¿ Qué no sabemos, señores, que los congresos generales,
que cada UllO de los Congresos de los Estados, tienen facultades amplísimas para regla-
mentar este asqueroso vicio? ¿ N o sabemos que ellos dictan las leyes que imponen
penas a los que no obedecen, a los que de una manera inmor~l se dedican a ese negocio
indigno, pero permitido por las necesidades actuales? No solamente el vicio del alco-
holismo es perjudicial sólo a los individuos, sino a la humanidad entera y, ¿ no sabemos
también que hay muchos vicios tan asquerosos como el alcoholismo? Si debiéramos
medir a todos los hombres con la misma vara de justicia, podríamos castigar todos los
vicios con la misma severidad. ¿ Por qué es, pues, que decimos que el vicio del alcoho-
limo es uno de los vicios que han causado mayores males a la República? No, señores,
hay muchos más que me abstengo de señalar, porque todos los conocemos. Somos
hombres y tenemos la conciencia de que conocemos la vida práctica. Yo pido, por estas
razones, se separe del dictamen, porque económicamente 10 considero un fracaso; por-
que la República, en las actuales circunsta~cias, necesita de que no se interrumpa la
fabrieación del alcohol, porque esto reporta grandes ingresos, que deben ir a las arcas
del Tesoro Nacional; no solamente a éste, sino también a los de los Estados, de las
capitales y de los municipios, en donde hay un sinnúmero de habitantes que se sostie-
nen con esos elementos. No considero injusto que se venga a atacar el dictamen qUe
nos presenta la Comisión, y lega~mente 10 considero más injusto y criminal, porque
al día siguiente nosotros, tratándose del alcoholismo, vendríamos a violar la Consti-
tución de 1917, de la que nos hemos hecho el gran propósito y hemos venido a hacer
801
aquí la promesa solemne de respetar y hacerla respetar por todos los ámbitos de la
República. (Aplau'sos.)
802
17" SESION ORDINARIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA TARDE DEL VIERNES 19
DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
1.-Se pasa lista. Se abre la sesión. Se lee y aprueba el aeta. Se da cuenta con los
asuntos' en cartera.
2.-Se lee un dictamen de la Comisión relativo al artículo 59 y una moción suspen-
siva de los CC. Aguilar, Jara y otros. Se aprueba la moción y queda retirado
el dictamen.
3..-Se leen y son aprobados por unanimidad en un solo acto, los artículos 10, 11 Y 12.
".-consultada la Asamblea si se pone a discusión el artículo 79, se opone a ello
el C. Truchuelo y se acuerda que se discuta mañana. Se levanta la sesión.
803
blea y haciendo, votos por el éxito de sus patrióticas labores."-Conteste agradecien-
do sus buenos deseos.
l/Varios ciudadanos residentes en la ciudad de México y originarios de Campe-
che elevan un escrito, en el que hacen algunas consideraciones referentes a la Cons-
titución Pol:ítica que en breve decretará este honorable Congreso."-Pasa a la Co-
misión de Peticiones.
"El C. J. Fuentes Dávila envía de Toluca una petición de licencia indefinida
para no asistir a las sesiones por causa de enfermedad, y acompaña dos certificados
médicos."-Concedida, y llámese al suplente.
"Los ce. O'Farrill, Machorro y N arváez, Castañeda y Bolaños V., presentan una
iniciativa de adición al artículo 49 del proyecto de Constitución. N o ha lugar por
haberse presentado fuera de oportunidad."
804
se limiten las horas de trabajo y se establezca un día de descanso forzoso en la
semana, sin que sea precisamente el domingo. Por una razón análoga creemos que
debe prohibirse a los niños y a las mujeres el trabajo nocturno en las fábricas.
"Ha tomado la Comisión estas últimas ideas, de la iniciativa presentada por los
diputados Aguilar, Jara y GÓngora. Estos ciudadanos proponen también que se es-
tablezca la igualdad de salario en igualdad de trabajo j el derecho a indemnizacio-
nes por accidentes del trabajo y por enfermedades causadas directamente por ciertas
ocupaciones industriales, así como también que los conflictos entre el capital y el
trabajo se resuelvan por comités de Conciliación y Arbitraje. La Comisión no des-
echa estos puntos de la citada iniciativa; pero no cree que quepan en la sección de
las garantías individuales; así es que aplaza su estudio para cuando llegue al de las
facultades del Congreso.
"Por tanto, consultamos a- esta honorable Asamblea la aprobación del artículo
de que se trata, modificado en los términos siguientes:
"Artículo 59 Nadie podrá ser obligado a prestar trabajos personales sin la justa
retribución y sin su pleno consentimiento, salvo el trabajo impuesto como pena por
la autoridad judicial. La ley perseguirá la vagancia y determinará quiénes son los que
incurren en este delito.
"En cuanto a los servicios públicos, sólo podrán ser obligatorios, en los términos
que establezcan las leyes respectivas, el de las armas, el de jurado y los cargos de
elección popular; y, obligatorias y gratuitas, las funciones electorales.
"El Estado no puede permitir -que se lleve a efecto ningún contrato, pacto o con·
venia que tenga por objeto el menoscabo, la pérdida o el irrevocable sacrificio de la
libertad del hombre, ya sea por causa de trabajo, de educación o de voto religioso. La
ley, en consecuencia, no tolera la existencia de órdenes monásticas ni puede permitir
su establecimiento, cualquiera que sea la denominación u objeto con que pretendan
erigirse. Tampoco puede admitir convenio en el que el hombre pacte su destierro o
en que renuncie, temporal o permanentemente, a ejercer determinada profesión, in-
dustria o comercio.
"El contrato de trabajo sólo obligará a prestar el servicio convenido por un pe-
ríodo que no exceda de un año, y no podrá extenderse en ningún caso a la renuncia,
pérdida o menoscabo de cualquiera de los derechos políticos o civiles. La jornada máxi-
ma será de ocho horas. Queda prohibido el trabajo nocturno en las industrias a los
niños y a las mujeres. Se establece como obligatorio el descanso hebdomadario."
"Querétaro de" Arteaga, 12 de diciembre de 1916.-Generat Francisco J. Múgica.-
Alberto Román.-L: G. MonzÓn.-Enrique Recio.-Enrique Colunga."
-El mismo C. secretario: Se ha recibido la siguiente moción suspensiva:
"Los subscriptos, diputadOS al Congreso Constituyente, pedimos a usted muy
atentamente se digne hacer del conocimiento de esta honorable Asamblea la solicitud
que hacemos para que sea retirado por la honorable Comisión de Reformas a la Cons-
titución el dictamen relativo al artículo 59, pues hemos sometido a la consideración
de la Comisión de referencia algunas modificaciones al expresado artículo, de las que
según entendemos, no tendría inconveniente en ocuparse, si se le da el tiempo nece-
sario para ello.
"Protestamos a usted la seguridad de 'nuestra alta y distinguida consideración.
"Constitución y Reformas.-Querétaro, diciembre 18 de 1916.-C. Aguílar.-Ra..
fael Vega Sánchez.-H. Jara.-Benito RamÍrez G.-Antonio Guerrero.-Leopoldo Ruiz.
-Antonio Hidalgo.-Héetor Victoria.-Ascensión Tépal.-Alfonso Mayorga.-RafaeI
Martínez."-Rúbricas.
"Al C. licenciado Luis Manuel Rojas, presidente del Congreso Constituyente.-
Presente."
805
Está a discusión la mOClOn suspensiva. Las personas que deseen hacer uso de la
palabra, pueden pasar a inscribirse. ¿ No hay quien haga uso de la palabra?
-El C..Medina: Pido la palabra, ciudadano presidente, para una interpelación.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Medina.
-El C. Medina: Para interpelar a la Comisión sobre el particular, supuesto que
ella debe ser- la mejor informada sobre la materia de que se trata; y para uniformar
el criterio de la Cámara, sería conveniente que uno de los miembros de la Comisión
dijera si acepta o no la suspensión del debate de su dictamen.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano presidente de la Comisión.
-El C. Múgica: La Comisión acepta todo lo que quiera proponer la Asamblea.
-Un C. diputado: La Asamblea también necesita saber en lo que se ha fundado
la moción hecha; cuáles son los motivos que se alegan para sostenerla.
-El C. secretario Lizardi: Por conducto particular, la Secretaria ha tenido co-
nocimiento de que se han hecho algunas observaciones a la Comisión, a propósito de
las adiciones que se proponen a dicho artículo, pues algunos ciudadanos diputados
creen que son disposiciones reglamentarias que quizá no conviniera colocarlas allí.
En tal virtud, los miembros de la Comisión están conformes en estudiar detenida-
mente el asunto, yesos son los fundamentos de los diputado" autores de la moción
suspensiva.
-El C. Múgica: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Múgica: Lo que hay sobre el particular es esto: algunos diputados que
firman la moción, no suspensiva, porque yo no creo que sea suspensiva, sino la mo-
ción para que se retire de la discusión el dictamen de hoy, es esto: que hay una ini-
ciativa al parecer de mucha importancia, que no está considerada en las reformas que
tiene el proyecto. Pretenden las personas que firman esa petición, que se retire el
dictamen presentado, sólo con objeto de que se incluyan esas reformas, si la Comisión
lo estima conveniente, y que se reconsidere, si igualmente la Comisión lo estima con-
veniente. La Comisión a este respecto no ha rendido ningún parecer, sino que se con-
forma con lo que la Asamblea se sirva disponer; es decir, si acepta que se retire el
dictamen para que se reconsidere una nueva reforma o no; es este el sentido de esta
moción para someter a la discusión el nuevo dictamen.
-El C. Jara: Yo soy uno de los signatarios de esa moción suspensiva. No hemos
fundado para hacerlo, en que, tanto algunos ciudadanos diputados, como personas
ajenas a este Congreso, nos han hecho algunas observaciones respecto al artículo 59, y
nos han hecho también algunas proposiciones que juzgamos pertinente introducir en
esas reformas, y considerando que si se pusiera desde luego a discusión, originaría
el retiro del dictamen, porque conocemos que muchos de los ciudadanos diputados se
van a oponer al dictamen de reformas tal como lo presenta la Comisión, queremos que
de una vez, con las reformas que se le hagan, se presente para que la discusión sea
una y no haya necesidad de estar retirándolo frecuentemente para introducir en él
nuevas reformas. Lo hago del conocimiento de la honorable Asamblea, para que se
dé cuenta de los motivos que nos indujeron a hacer la moción suspensiva.
-El C. secretario Lizardi: ¿ N o hay quien pida la palabra? En votación econó-
mica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse
de pie. Aprobada.
806
"El derecho de· portación de armas aparece mejor establecido en el artículo 10
del proyecto de Constitución, que en la de 1857, pues se sujeta ese derecho, dentro de
las poblaciones, a lost reglamentos de policía, y se prohíbe a los particulares usar la
misma clase de armas que el Ejército, Armada y Guardia Nacional. Proponemos, por
tanto, se apruebe el
"Artículo 10. Los habitantes de la República Mexicana son libres de poseer armas
de cualquiera clase para su seguridad y legítima defensa, hecha excepción de las
prohibidas expresamente por la ley y de las que la nación reserva para el uso exclu·
sivo del Ejército, Armada·y Guardia Nacional; pero no podrán portarlas en las po~
blaciones sin sujetarse a los reglamentos de policía."
"Querétaro de Arteaga, 16 de diciembre·de 1916.-General Francisco J. Múgica.-
Alberto Román.-L. G. Monzón.-Enrique Recio.-Enrique Colunga."
Está a discusión. Las personas que deseen hacer uso de la palabra, se servirán
pasar a inscribirse. ¿ No hay quien haga uso de la palabra? En •tal virtud, por acuer-
do de la Presidencia, se aplaza la votación de este artículo para más tarde, a fin de
ver si es posible votarlo junto con otros.
El dictamen referente al artículo 11, dice:
"Ciudadanos diputados:
"El breve comentario hecho por la Comisión al artículo anterior, es aplicable al
artículo 11 del proyecto de Constitución. La libertad de tráfico a que se refiere este
artículo, deja a salvo las facultades de la autoridad judicial en materia civil y penal,
y las de la autoridad administrativa en relación con las ley..es de emigraci6n, inmigra~
ción, salubridad general y extranjeros perniciosos.
"Propone la Comisión a la Asamblea se sirva aprobar el siguiente:
"Artículo 11. Todo hombre tiene derecho para entrar a la República, salir de ella,
viajar por su territorio y mudar de residencia, sin necesidad de c"arta de seguridad,
pasaporte, salvoconducto u otros requisitos semejantes. El ejercicio de este derecho
estará subordinado a las facultades de la autoridad judicial, en los casos de respon·
sabilidad criminal o civil, y de la autoridad administrativa, por lo que toca a las limi-
taciones que imponga la ley sobre emigración, inmigración y salubridad general de
la República, o sobre extranjeros perniciosos residentes en el país."
"Querétaro de Arteaga, 16 de diciembre de 1916.-General Francisco J. Múgica.-
Alberto Román.-L. G. Monzón.-Enrique Recio.-Enrique Colunga.
Está a discusión el artículo 11. Las personas que deseen hacer uso de la palabra
en pro o en contra, se servirán pasar a inscribirse. ¿ N o hay quien haga uso de la
palabra? En tal virtud, se reserva para la votación, juntamente con el artículo 10.
El dictamen relativo al artículo 12 dice:
"Ciudadanos diputados:
"Sería absurdo que en una república democrática se concedieran títulos de no·
bleza, prerrogativas y honores hereditarios, o se reconocieran los otorgados por otras
naciones. Esta sanción de la igualdad es la que garantiza el artículo 12 del proyecto
de Constitución en una forma mucho más correcta que la de la Constitución de 1857.
En el proyecto se ha suprimido, a nuestro juicio con mucho acierto, la declaración de
que sólo el pueblo puede decretar recompensas en honor de los que hayan prestado
eminentes servicios patrióticos o humanitarios, pues es enteramente inoportuno al
tratarse de las garantías individuales.
"Consultamos a la Asamblea dé su aprobación al artículo 12 del citado proyecto:
u Artículo 12. En los Estados Unidos Mexicanos no se concederán títulos de no~
bleza, ni prerrogativas y honores hereditarios, ni se dará efecto alguno a los otorga.
dos por cualquier otro país."
807
HQuerétaro de Arteaga, 16 de diciembre de 1916.-General Francisco J. Múgica.-
Alberto Román.-L. G. Monzón.-Enrique Recio.-Enrique Colunga."
Está a discusión el artículo. Las personas que deseen hacer uso de la palabra,
se servirán pasar a inscribirse. ¿ No hay quien haga uso de la palabra? (Voces: ¡No!
¡No!) En tal virtud, se reserva para la votación juntamente con los artículos 10 y 11.
Por acuerdo de la Presidencia, se pregunta a los ciudadanos diputados, si están
de acuerdo que en un solo acto se proceda a la votación de los tres artículos ante-
riores, y en tal caso, se sirvan indicarlo así, a fin de tomar la votación correspon-
diente. (Voces: ¡Sí! ¡SU) (Se procede a la votación.)
¿ N o falta algún ciudadano diputado por votar? En votación nominal y por unani-
midad han sido aprobados los artículos 10, 11 y 12 del proyecto de Constitución, pre-
sentado por el ciudadano Primer Jefe del Ejército Constitucionalista.
808
18~ SESION. ORDINARIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA TARDE DEL MIERCOLES 20
DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
-El C. secretario Meade Fierro: Hay una asistencia de 131 ciudadanos diputados.
Hay quorum.
-El C. presidente: Se abre la sesión.
-El C. secretario Truchuelo: (Lee el acta de la seSlon anterior.) Está a discu-
sión. ¿ No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica, ¿ se aprueba?
Aprobada.
-El C. secretario Lizardi: (D ·acuenta con los siguientes asuntos que hay en
cartera:)
"La Mesa· Directiva del club constitucionalista uLuz y Verdad", de Aguascalien-
tes, felicita al Congreso por la forma en que aprobó el artículo 3Q del proyecto de
Constitución."-Enterado con agradecimiento.
809
"El ciudadano diputado Juan N. Frías participa haber fallecido su hermano, el
señor Luis Frías Fernández, y pide permiso, para faltar a las sesiones durante tres
dias."-Concedido, y la Presidencia nombra en comisión para darle el pésame, a los
ciudadanos diputados Ilizaliturri, Solórzano y Cepeda Medrano.
"El ciudadano presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado de México,
participa que con fecha 11 de noviembre pasado se instaló y comenzó a ejercer sus
funciones el citado tribunal."-De enterado.
-El mismo C. secretario: (Da cuenta con los siguientes dictámenes de la Comi.
sión de Constitución:)
HArtículo 14. A ninguna ley se le dará efecto retroactivo en perjuicio de perso-
na alguna.
HNadie podrá ser privado de la vida, de la libertad o de sus propiedades, posesio~
nes o derechos, sino mediante juicio seguido ante los tribunales previamente esta-
blecidos, en el que se cumplan las formalidades esenciales del procedimiento y con-
forme a las leyes expedidas con anterioridad al hecho.
"En los juicios del orden criminal, queda prohibido imponer por simple analogía
y aun por mayoría de razón, pena alguna que no esté decretada por una ley exacta~
mente aplicable al delito de que se trata.
"En los juicios del orden civil, la sentencia definitiva deberá ser conforme a la
letra o a la interpretación jurídica de la ley, y a falta de ésta, se fundará en los
principios generales del Derecho."
"Articulo 15. No se autoriza la celebración de tratados para la extradición de
reos políticos, ni para la de aquellos delincuentes del orden común que hayan tenido
en el país donde cometieron el delito, la condición de esclavos, ni convenios o trata-
dos en virtud de los que se alteren las garantías y derechos establecidos por esta
Constitución para el hombre y el ciudadano."
"Artículo 16. Nadie podrá ser aprehendido sino por orden escrita, motivada y
fundada, de la autoridad judicial. No podrá expedirse ninguna orden de aprehensión
sin que preceda acusación por un hecho detérminado que la ley castigue con pena
corporal y sin que esté apoyada aquélla por otros datos que hagan probable la
responsabilidad.
"En el caso de flagrante delito, cualquiera persona puede aprehender al delin-
cuente y a sus cómplices, poniéndolos sin demora a disposición de la autoridad
inmediata.
"El domicilio de las personas no podrá ser allanado sino por orden de cateo,
dictada por la autoridad judicial, en la cual se expresará el lugar que ha de inspec~
810
·donarse y los objetos que se buscan, la persona o personas que hayan de aprehender-
.se, a lo que únicamente debe limitarse la diligencia, que se practicará ante dos testigos
propuestos por el dueño del lugar ,cateado, levantándose acta circunstanciada. La
.autoridad administrativa podrá practicar visitas domiciliarias únicamente para cer-
dorarse de que se han cumplido los reglamentos sanitarios y de Policía. También
podrá la misma autoridad exigir la exhibición de libros y papeles para comprobar
.que se han cumplido las disposiciones fiscales."
"Artículo 17. Nadie puede ser preso por deudas de un carácter puramente civil.
Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma y ejercer violencia para recla-
mar su derecho. Los tribunales estarán expeditos para administrar justicia en los
plazos y términos que fije la ley y su servicio será gratuito, quedando, en consecuen-
.cia, prohibidas las costas judiciales."
A estos artículos recayó el siguiente trámite: Imprímanse, y se fija para la
discusión de los dictámenes referentes a los artículos 14, 15 Y 17, el día -de mañana, y
para el 16, el día 22.
811
aplicar inmediatamente a los delitos de imprenta, que no viene al caso en este mo-
mento. Para no hacer la explicación difusa, diré que la jurisprudencia de entonces
hizo el delito federal, por la reglamentación que se dio al artículo 79, limitando
así el derecho que tiene el Ejecutivo para legislar en todo aquello que no esté <lbso-
lutamente prohibido en la Constitución. Esto era otra cosa que el señor licenciado
Vallarta le parecía inconveniente; que viene a hacer del artículo 79 un articulo pri-
vilegiado; por esta circunstancia, en el tiempo del general don Manuel González, todo
el mundo estuvo conforme con la reforma constitucional respecto del artículo 7Q , en
el modo que todos ustedes saben, poco más o menos y que queda consignado en el
proyecto del Primer Jefe. Nosotros, los que redactamos materialmente el anteproyecto
constitucional, somos enteramente partidarios del jurado en todas sus apl,icaciones,
no solamente en los delitos de imprenta, y así 10 consignamos. La garantía del artícu-
lo 20 en favor de los acusados, y en el primer proyecto, me acuerdo yo precisamente
que se puso que el jurado tendría aplicación en todos aquellos delitos que ameritaran
una pena mayor de un año de prisión, en los delitos de imprenta; pero entre las obser-
vaciones justas que desde luego hizo el ciudadano Primer Jefe a este proyecto vino esta:
el jurado en todos los delitos de imprenta, no es lo más propio. cuando se, trata de delitos
contra la vida privada o la moral, pues simplemente se repite el escándalo en el jurado
y no se necesita de la garantía, sino solamente cuando se trata de delitos contra la paz
pública, en los que está el Estado interesado. Con esta idea, una vez que se ha ido estu-
diando el proyecto para irlo ajustando a las ideas del ciudadano Primer Jefe, se ha su-
primido esta palabra relativa a las garantías, y entonces ha quedado trunco el pensa-
miento original de nosotros, porque en realidad nos hemos sujetado para fundar, en las
ideas de nuestro amigo el ciudadano Rip-Rip, como diría el ciudadano Palavicini. De ma-
nera que toda diferencia está en si se deja en donde aparece que se hable de jurados
y dejar el artículo 20 en la forma en que quedó modificado en tiempo de don Manuel
González. Creo que no habrá necesidad de perder el tiempo en debates sobre este
punto y que la Comisión podrá retirar su dictamen, y que la propia Comisióp puede
ponerse de acuerdo con el señor Rip-Rip, para hacer esta pequeña corrección, que
por lo demás encontramos en general buena, y así quedaremos muy satisfechos vien-
do que se asegura la libertad de imprenta en esta ley de Constitución.
-El C. secretario Lizardi: Se pregunta a la Asamblea si se toma en considera-
ción la proposición del ciudadano diputado Rojas.
812
4
des movimientos evolutivos; es él quien recibe 10'5 primeros golpes de los reacciona~
ríos indignados y de los déspotas con poder. Yesos golpes lo han encontrado siem~
pre desprovisto de defensa; no ha tenido derechos y no ha tenido garantías. Los
constituyentes del 57, entendiéndolo así al dar forma al artículo que trata de la
libertad de la prensa, prescribieron que al periodista debía juzgársele en jurado po~
pular. En 1883, siendo presidente de la República don Manuel González, se transfor~
mó el artículo, acabando con el jurado popular y entregando al periodísta a los jueces.
¿ Qué ha pasado? Todos los sabemos. Desde entonces el periodista ha sido ultrajado,
infamado, escarnecido, maltratado y asesinado; desde entonces el periOdista ha tenido
que sufrir la venganza de los tiranos y desde entonces el periodista ha visto pasar
la vida en medio de fuertes quebrantos y entre tristes presentimientos. La cárcel de
Belén de México, la fortaleza de Ulúa en Veracruz, la Alhóndiga de Granaditas en
Guanajuato, la penitenciaría de Chihuahua y otras muchas prisiones, son los sitios
en donde el periodista ha sufrido crueles tormentos. Casi podríamos decir que no ha
existido un periodista que se haya enfrentado con los tiranos grandes o con los tira-
nuelos o con los esbirros, que no haya sufrido inmensamente. Todos sabemos que
Olmos y Contreras fue asesinado en Puebla, que Ordóñez fue asesinado en Hidalgo,
que Solón Argüello fue asesinado en el trayecto a Tepic en la época de Huerta. Pues
bien, señores, el periodista se ha encontrado ante este tremendo espectáculo: los
jueces, que siempre han querido estar perfectamente con los tiranos, porque de ellos
han dependido, han hecho aprehender a los periodistas, la mayoría de las veces,
sin que el periodista sepa siquiera por qué se le recluye en la prisión. Las declara4
ciones han sido grandes, han sido .. inmensas farsas, y han sido sentenciados de la
manera más injusta, recluídos en mazn,.orras, enviados a Ulúa, y otras veces se les
ha hecho desaparecer. Digo esto, señores diputados, porque yo he sido uno de los
que han tenido que sufrir el inmenso peso de la arbitrariedad. Era el año de 1810,
(Risas,) yo en México.,. de 1910, el año del Centenario; había arreglado una mani~
festación, como otras muchas, en contra del tirano; fui aprehendido en unión de
varios compañeros, algunos de los cuales también hoy son diputados, y conducido a
la cárcel de Belén. En lugar de setenta y dos horas, que es lo que marcaba la ley y 10
que marca para la incomunicación, fui detenido allí ocho días, al cabo de los cuales se
me llamó a la alcaldía de la cárcel y se me dijo: "Se han hecho muchas luchas por
que usted sea puesto en distinción; sin embargo, como una prueba de afecto hacia
usted -me dijo el alcalde, del cual había sido yo profesor de uno de sus hijos-, aquí
tiene usted las órdenes terminantes que yo tengo de Corral." En efecto, allí había
una lista en la que constaban los nombres de ochenta y tantas personas que había~
mos sido aprehendidas; una's tenían cruces rojas, otras tenían cifras, seis, ocho, doce;
el nombre mío se encontraba a la mitad de la lista y allí se leía con letra de Corral:
"Trátesele del peor modo posible." Pues bien, señores, me dijo el alcal!ie: "No voy
a proceder completamente de acuerdo con lo mandado; no lo trataré a usted del peor
modo posible." En efecto, había modos peores, había modos inquisitoriales, había
modos de tratar de un modo tremendo a los que allí se encontraban; había 10 que
quizás ustedes recuerden o sepan: "el cajón del muerto", un estrechísimo recinto en
donde apenas podía caber un ser humano, lleno de tt,das las calamidades que es po~
sible suponer, sin luz, 'húmedo, etcétera, Cuando alguien era alojado en ese inmundo
recinto, dos o tres día's para sacársele, si se quería que viviera, si se quería que no
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cegase, había que tener con él algunos cuidados, porque era imposible que pudiese
recibir la luz. Había también lo que se llamaba "el bramadero", que era una columna
gruesa en donde se ataba al prisionero de pies y manos y, naturalmente, aquel hom-
pre comenzaba por sufrir, seguía por quejarse, terminaba por llorar y efectivamente
bramaba cuando el dolor le despedazaba el espíritu. Pues bien; cuando me mandaron
al primer lugar, como estaba ordenado por Corral, se me mandó a un local que no
era tan malo, pero que ya ustedes podrán figurarse lo que era: el alojamiento de los
rateros. Al penetrar al patio de los rateros, como si hubiese sido un saludo ofre-
cido, se me arrebató el sombrero; días después no poseía ni saco ni zapatos y así
tuve, con las prendas de ropa que me quedaban, que proceder de tal forma que estu-
viesen atadas para que sólo a la viva fuerza me pudiesen ser quitadas. Pues bien,.
señores; yo francamente, iluso, creyendo inmensamente en la justicia, en los mo-
mentos que me quedaban escribía en el reverso de las cajtillas de cigarros, artículos
con la esperanza de que fuesen a dar a la calle, enviados en botellas o en cualquiera-
otra forma. Preparaba dizque un discurso, a mi modo de sentir, monumental, para
que fuera llevado a quien habia de juzgarme. Yo sentía que no era un criminal y
que, por lo tanto, no debía alternar con el asesino ni con el ladrón y suponía que,
cuando se me llamase, se me carease, habría de salir libre, porque creía profunda-
mente en que había en aquel Gobierno algo de justicia. Pasó algún tiempo, y después
de un mes, un día supe que al siguiente día sería llevado ante el juez de Distrito. En
efecto, a las diez de la mañana se me ataron los brazos por detrás de la espalda y
así fui llevado de Belén al Juzgado de Distrito; pero no obstante que esa forma era
demasiado infamante y demasiado mole'sta, llevaba en mi ánimo la gran esperanza,
iba efectivamente en brazos de la esperanza, suponiendo que ahí iban a terminar mis
torturas. Llegué al Palacio de Justicia; ascendí hasta el salón del Juzgado de 'Distrito,
que encontré absolutamente solo. Pocos momentos después apareció el juez de Dis-
trito -porque hay que recordar que los tiranos siempre tuvieron jueces especialísi-
mas para juzgar a los periodistas-, jueces completamente corrompidos, completa-
mente venales, que no eran sino instrumentos de ellos. Pues bien; apareció el juez
de Distrito. (Una voz: ¿Cómo se llamaba?) Se llamaba Aristeo Calderón, me parece,
o Pérez de León, juez segundo de Distrito. El segundo juez de Distrito fue el que
me juzgó por el supuesto delito de que he habl~do y que fue la manifestación que
hicimos el día 11 de abril de 1910 y que terminó en la glorieta de Colón, disuelta por
la gendarmería montada, aprehendiendo a muchos de los que tomamos parte en este
acontecimiento.
Pues bien; apareció el juez con los dedos pulgares en los bolsillos del chaleco y
me dijo: "¿Es usted el mentado Rip-Rip?" A lo que yo contesté: -un individuo de-
macrado, enjuto, con una boina, con una herida en la cabeza, casi sin zapatos- 44 se_
ñor -le dije- soy Rafael Martínez". Por eso, ¿ es usted Rip-Rip? Sí, señor.-Pues
no lo parece, que se lo vuelvan a llevar. (Risas.) Tal fue la justicia que se me impar-
tió; entonces sí, señores diputados, sentí que ya no estaba en brazos de la esperanza:
entonces sí un dolor cruel me hirió el corazón y mi imaginación vagaba en no sé qué
infiernos dantescos. Fui arrojado otra vez en la cárcel y así fue como se me trató.
Pues bien, señores; no obstante eso, sin duda que soy de los que más beneficios, si
así puede decirse, tuvieron de aquella dictadura; otros desaparecieron, otros perecie-
ron, precisamente para que en ellos procuraran satisfacer sus venganzas los tiranos
encolerizados. Pues bien, señores; esa ha sido la forma en que se ha tratado al pe-
riodista; así es como se ha procedido, habiendo jueces para los periodistas, porque
es de entendrse, es humano que los jueces desean estar mucho mejor halagando a
los próceres, a los' gobernantes, que al periodista. El periodista, por su misión, tiene
que estar muy frecuentemente frente a los hombres con poder. Es el periodista el
814
que ha de iricreparlos, es el periodista el que ha de convertirse en vocero de los opri~
midos, es el periodista el que ha de censurar, señores, y si así ha de proceder el pe~
riodista, indudablemente que si se entrega ese hombre a los jueces que dependen en
toda forma de lo's hombres que tienen poder, se entrega maniatado a un hombre para
que se haga de él lo que se quiera. El jurado popular desde luego es otra forma de
juzgar; entre los hombres que forman el jurado y los jueces tiene que haber la inmen-
sa diferencia de que el primero no tiene ligas oficiales, y los segundos dependen del
Gobierno. Se arguye que ha· habido libertinaje, que es muy probable que, habiendo
jurados, los periodistas en la mayor parte de las ocasiones quedan en libertad, aun sien~
do culp'ables. Desde luego, señores diputadas, hay que ver lo siguiente: debemos tener fe,
fe inmensa en que el pueblo también evoluciona, en que el sentido político de Íos nuestros
también progresa, porque si no hemos de tener fe en nuestro pueblo, ¿ en quién habíamos
de tenerla? ¿ Por qué los jurados no han de advertir cuándo el periodista es culpable y
entonces lo condenan, o cuándo el periodista no lo e's y entonces lo absuelven? Se cita el
caso de Madero. En efecto, señores, en tiempos del señor Madero la prensa no tuvo liber~
tad, la prensa llegó al libertinaje ; esto es exacto, esto es incontrovertible, pero desde lue-
go también, señores, cabe advertir que el Gobierno del señor Madero tuvo que ser un
Gobierno único: el señor Madero, inmenso apóstol, tenía que ser político detestable,
¿por qué?, precisamente por esto, señores; porque apóstol y político no son la misma
cosa; son cosas perfectamente distintas. El apóstol es un hombre, efectivamente,
que tiene puestos los pies en la tierra, pero que tiene las miradas en el cielo. Los
apóstoles no nacen todos los días, ni todos los meses, ni todos los años. Los apóstoles
vienen a cumplir una misión en cada época y casi a operar un milagro. El señor
Madero vino a operar el milagro de la fe. Cuando nosotros, los mismos periodistas,
que combatíamos al tirano, creíamos que nuestra obra no era para el momento; que
nosotros no seríamos los qUe debíamos cosechar los frutos, sino las generaciones que
nos sucedieran; cuando nosotros los que escribíamos contra Porfirio Díaz, andábamos
buscando plumas y rodeando lo que queríamos decir de una porción de frases alusi-
vas, logramos soltar las frases que necesitábamos, cuando creíamos que Porfirio Díaz,
malo, infame, sin embargo, era fuert~ por que tenía a su disposición el dinero de las
arcas nacionales, porque tenía fuerzas de tal naturaleza que en dondequiera, en unos
cuantos días, podría aplastar cualquiera rebelión; cuando creíamos que tenía todo
esto en su favor, vino Madero, y él, teniendo la fe que tenía, logró convencer al
pueblo de que no era eso verdad. Era tanta la fe de Madero, que se· la infiltró al
pueblo todo; ese hombre vino a realizar el milagro y por eso fue apóstol, y por ser
apóstol no era político. Aconteció, señores, que una gran parte de los que habíamos
tomado participación en la lucha, cuando el señor Madero fue presidente entendimos
que la lucha había terminado y pocos se resolvieron a seguir trabajando, a seguir
luchando, a seguir manteniendo los ideales. De los periodistas pocos quedamos como
periodistas; unos fueron administradores de aduanas, otros tuvieron tal o cual empleo
y se olvidaron; de los oradores pocos quedaron también, pocos hablaban; y en cambio,
los enemigos sí hablaron, sí escribieron, sí se movieron y por eso fueron fuerte's. A
la prensa enemiga no se le opuso prensa amiga fuerte, y por esa circunstancia y por
otras muchas, aconteció que la prensa hubiese llegado al libertinaje, pero no era pre~
cisamente porque el jurado no existiese, existían precisamente los jueces. Pues bien,
señores diputados, en esa forma no podemos entender que el libertinaje de Madero sea
algo que. nos aterrorice para pensar en el jurado en lo futuro. Desde luego, señores,
puede hacerse una reglamentación; es susceptible de reglamentarse, si no de un modo
perfecto, sí de un modo oportuno y práctico el trabajo de la prensa, y por ejemplo,
todo periodista tiene derecho a decir lo que quiera, pero al día siguiente, cuando se
le presenten pruebas, está obligado a decir en el mismo lugar donde mintió, con los
815
mismos gruesos caracteres, ocupando el mismo espacio, que no es cierto lo que dijo
el día anterior. Comprenderán ustedes que un periódico que hace esto tres o cuatro
veces que lo que dijo ayer no es verdad, entonces ese mismo periódico se suicidará
porque no habría quien volviese a creerle; hay mucho que hacer en materia de regla-
mentación, pero no por no reglamentar tendremos que incurrir en entregar al perio-
dista en manos de jueces, porque tenemos perfectamente demostrado lo que los jueces
han hecho con ellos. Por otra parte, señores, el Gobierno tiene a su alcance muchos
medios, muchos elementos para combatir al mal periodista; frente a un mal periódico,
puede hacer dos muy buenos periódicos. El Gobierno tiene todo lo que necesita, el
periodista no tendría más que ese recurso, el recurso de que lo juzgasen hombres
libres, hombres sin ligas oficiales. Voy a permitirme leer unas cuantas frases, unas
cuantas solamente, de lo que pensaron los constituyentes al tratar el artículo rela-
tivo a la prensa. Decía Zarco. (Leyó.) Pues bien, señores, ya ven ustedes cómo pen-
saban los constituyentes al precribir el jurado para el periodista y que los constitu-
yentes no podían imaginarse que detrás de ellos hubiera vivido un Porfirio Díaz.
Pues bien, señores, nosotros los que sabemos lo que ha hecho el juez con el periodista,
que tenemos un ensayo de los tremendamente inmorales que han sido y los procedi-
mientos que se han usado para los hombres que se han atrevido a enfrentarse contra
el poderoso, ¿ por qué no también hacer un ensayo conforme lo declararon los cons-
tituyentes, considerando bien lo que puede producir el jurado? Señores diputados, yo
ruego que votéis el dictamen de la Comisión. Tened presente a Olmos y Contreras,
tened presente a Ordóñez, tened presente a Salón Argüello y tened presente, también,
que se trata de dos pareceres de dos sentidos de interpretación. Uno, el que dieron
al artículo 7Q , reformándolo. Manuel González y Porfirio Díaz y otro, el que dieron
los constituyentes instituyendo el jurado. Señores, ya que hoy se están dando garan-
tías a todos los hombres, porque las necesitan, _que se diga también que en este Con-
greso ha sido votada una garantía para el humilde periodista. (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rosas y Reyes.
-El C. Rosas y Reyes: Señores diputados: propiamente mi discurso no es en
contra del dictamen; pero la Comisión, ~en vista de que presentó una ligerísima mo-
dificación a su dictamen, o digo, la Secretaría, en vista de que presentó una modifi-
cación al dictamen de la Comisión, ha querido que mi discurso sea inscripto en el
contra, y en tal virtud vengo a hablar inscripto en el contra, es decir, en pro de la
institución del Jurado, y siguiendo mi procedimiento, porque en este caso tan impor-
tantísimo no se puede improvisar, vaya dar lectura a los apuntes que he hecho y
ruego a esta honorable Asamblea me disculpe porque no soy parlamentario; pero
señores, prefiero traer mis ideas escritas antes que hablar como el diputado Nafarrate.
-El C. De la Barrera: Parece que el señor ha dicho que va a hablar en pro; yo
desearía que su señoría diera la palabra a uno que hable en contra.
-El C. prosecreiario Castaños: El señor diputado dijo que iba a inscribirse en
pro, pero que a pesar de que apoyaba el artículo en todos sus términos, iba a hacer
una ligera modificación, y por pequeña que sea una modificación que se haga al dic-
tamen de la Comisión, ya es hablar en contra. (Siseos.) El señor desea que ·se modi-
fique el dictamen quitando una cosa, lo de la vida privada, la moral y la paz pública.
Luego ya es en contra, es natural. (Voces: ¡Sí! ¡Sí!)
-El C. Rosas y Reyes leyó su discurso.
-Un C. secretario: En atención a que el señor diputado Rosas y Reyes en reali-
dad se había inscripto para hablar en contra y propiamente ha hablado en pro, se
pregunta a la Asamblea si se concede la palabra a los oradores del pro o del contra.
Los que deseen que hablen los oradores del pro, sírvanse poner de pie.
-El C. presidente: Tiene la palabra en contra, el ciudadano Truchuelo.
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-El C. Truchuelo: Ciudadanos diputados: No vengo yo a enaltecer las excelen-
cias de la libertad de prensa, que es la tribuna del pueblo, lleva el bulbo de la idea
a todas las conciencias y la luz de la inteligencia a todos los cerebros. No vengo yo
precisamente a hacer el elogio de conceptos que ya han sido desarrollados con tanta
amplitud, que han sido abarcados por toda la humanidad; vengo a precisar la cues-
tión. Creo que no podemos nosotros apartarnos del debate, sino ceñirnos al punto que
ha sido el objeto de nuestra discusión: el establecimiento del Jurado. Vengo, pues, a
analizar si e~ o no conveniente establecer el Jurado para los delitos de imprenta. Se-
ñores, yo creo que al ser convocados para revisar el proyecto de la Primera Jefatura,
debemos adoptar todas nuestras energías, todas nuestras inteligencias, precisamente
para hacer una obra eminentemente liberal y que lleve un fin bien determinado.
El proyecto del ciudadano Primer Jefe en este particular, es mucho más liberal
que el proyecto de la Comisión; por tanto, vengo a atacar a la Comisión, en esta
vez, y a sostener el proyecto del Primer Jefe. Al tratar del artículo 3Q , estuve de
acuerdo ~on la Comisión, porque su proyecto era más amplio y liberal; al hablar
del Poder Judicial, atacaré el proyecto del Primer Jefe, porque creo que no está
dentro del criterjo amplisimo de libertad. Ahora, señores, en este particular podemos
tomar el asunto desde varios puntos de vista. Primero: desde el punto de vista del
plan general del nuevo proyecto; desde el punto de vista de igualdad que debe domi-
nar en esta Constitución, y desde el punto de vista de las necesidades nacionales.
Desde el punto de vista de igualdad, o bien desde el punto de vista de la mente de
ese proyecto, debo decir a ustedes que el establecimiento de un Jurado, viene a esta-
blecer un privilegio, viene a reconocer un fuero para la imprenta, y esto no está de
acuerdo con el principio del credo liberal.
¿ Por qué razón un delito que se comete por medio de la imprenta va a tener
otros privilegios que cuando se comete por algún otro medio? Por ejemplo, señores, un
delito cometido~ una asonada precisamente provocada por medio de la prensa, ¿ por
qué razón va a ser juzgada de una manera distinta si para ese hecho se han empleado
otros procedimientos', por ejemplo, la propaganda por medio de la palabra o en cual-
quiera otra forma, si el deUto es el mismo? ¿Para qué establecer estas diferencias;
para qué establecer estas distinciones si vamos a llegar a esos procedimientos? De-
beríamos concluir, entonces, con qué sería muy fácil cometer otro delito, provocarlo
Simple y sencillamente usando de la prensa, inventar que se establece un periódico;
ese periódico se registraba, por supuesto que salía cada vez que se necesitara come-
ter algún delito o que se necesitara inducir a algún crimen. De esa manera se podría
tener un instrumento para atacar hasta a un Gobierno, como siempre ha sido atacado
por reaccionarios y lo será eternamente, si en estos momentos en que se lucha por
establecer un Gobierno liberal, vamos precisamente a sembrar la simiente de la dis-
cordia, vamos a sentar las bases para minar las libertades públicas. Entonces, ¿ cuál
es la esperanza para regenerar a la sociedad y sentar unas bases distintas si dejamos
precisamente ciertos privilegios que mañana se convertirán en tajantes espadas en
contra de esas libertades públicas que tratamos de establecer? Señores, no debemos
absolutamente reconocer ningún fuero y mucho menos cuando se trata de establecer
una Constitución que será honra para todo este Congreso; si examinamos todos los
demás artículos relativos del proyecto, vemos que la tende,p.cia es suprimir toda clase
de fueros, y a ese fin me permito dar lectura al artículo decimotercero, que así dice:
"Artículo 13. Nadie pOdrá ser juzgado por leyes privativas ni por tribunales
especiales. Ninguna persona o corporación puede tener fuero, ni gozar más emolu-
mentos que los que sean compensación de servicios públicos y estén fijados por la ley.
Subsiste el fuero de guerra para los delitos y faltas contra la disciplina militar; pero
los tribunales militares en ningún caso y por ningún motivo podrán extender su ju-
817.
risdicción sobre personas que no pertenezcan al Ejército. Cuando en un delito o falta
del orden militar estuviere complicado un civil, conocerá del caso la autoridad civil
que corresponda."
Ven ustedes, pues, que el único fuero indispensable que hay para sostener la so-
beranía de una nación, como es la creación del Ejército, sin embargo, el fuero está
perfectamente limitado, a tal grado, que no tiene absolutamente aplicación, más que
en asuntos de disciplina, y esto es importantísimo, más si recordamos las palabras
de Federico el Grande, que decía: "Sin disciplina no hay buenos soldados"; "sin orde-
nanza no hay ejército". Es el único fuero precisamente constituido para sostener el
prestigio del Ejército, la vida de nuestras instituciones y para sostener la soberanía
nacional. Tratándose de este fuero, que más bien es demasiado riguroso para los sol-
dados, yeso con el fin de mantenerlos en disciplina, llegamos al caso ~e que cuando
está complicado un civil en asuntos militares, ese civil será juzgado por las autori-
dades civiles. Vemos, pues, la tendencia justa, la tendencia patriótica del mismo pro-
yecto, de abolir toda clase de privilegios, toda clase de fueros, ¿ por qué vamos a es-
tablecerlos para la prensa? No solamente la prensa está sujeta a persecuciones, no
sólo los periodistas sufren esa clase de atropellos, y la mejor prueba es recordar su-
cesos relativamente recientes. El diputado Rendón no sólo tenía el privilegio de ser
juzgado por un Jurado, sino que gozaba de fuero. ¿ No el señor Belisario Domínguez
ni siquiera podía ser llevado a los tribunales, sino que era preciso antes desaforarlo
y, sin embargo, señores, habiendo vivido en una época de absolutismo y de terror, de
nada sirvió esto, sino que fue segada su vida sin poder invocar ni el Jurado, ni el
fuero? N o es, pues, como debemos de juzgar la cuestión, tomando casos enteramente
anormales. ¿ De qué servía en aquella época odiosa, que los periodistas hubieran teni~
do derecho de ser juzgados por el Jurado o de estar revestidos de fuero? ¿ De qué
hubiera servido? Sin embargo, ¿ por eso vamos a inventar algo que sea más que el
Jurado, algo que sea más que el fuero, para examinar un caso en épocas anor~
males? N o tiene objeto un privilegio, ni podemos juzgar de la bondad de una ley en
épocas anormales. La tendencia demuestra, pues, que desde el punto de vista de la
igualdad, desde el punto de vista de la ley y de la mente liberal que debe existir en
nuestra Constitución, no debemos estar todos fuera de la armonía en que deben estar
sus preceptps para sostener los mismos principios, que, por otra parte, lo desconoce-
ríamos con sentar el Jurado como un principio para juzgar a los periodistas. Vemos,
también, que absolutamente no se presenta un solo caso en que se pueda juzgar de la
conveniencia del Jurado. Antiguamente, al tratar de la Constitución de 57, se I esta-
bleció precisamente como base para tratar todos los delitos de imprenta, el Jurado.
Eran condiciones muy diferentes, entonces había un Jurado para establecer la pena
y había otro Jurado que designaba y aplicaba la ley. Nosotros no podemos volver ni
regresar a todos aquellos principios, porque ahora tenemos leyes perfectamente apli-
cables que entonces no existían; tenemos ahora toda la codificación completa de nues-
tra legislación y, por consiguiente, no podemos regresar a esas épocas, en que tal vez
era una neceSIdad, en que el pensamiento estaba completamente aherrojado, por de-
cirlo así, y en que las autoridades ejercían una absoluta vigilancia sobre la imprenta,
porque se consideraba como un gran delito. Ahora el estado social es muy diferente;
la prensa ha conservado su lugar; la hemos visto por el contrario desencadenarse
como en el caso del señor Madero. El señor Madero quiso establecer los principios
libertarios; quiso reconocer precisamente toda la amplitud que merece la prensa; el
pensamiento libre despojado de toda clase de cadenas y, sin embargo, en esa época no
se pudo distinguir cuál era la limitación de la libertad y cuál el límite de libertinaje;
que él sufrió muchas persecuciones, nos vino a decir aquí el señor Martínez, 10 cual
es cierto, y sabemos que es un paladín de la libertad; pero eso, ¿ lo pudo haber evi-
tado por el Jurado? De ninguna manera; los procedimientos que había para ser
818
tratado en esa cárcel por los encargados de la cárcel de Belén, ¿pueden ser reme-
diados por el Jurado? Con el Jurado y sin el Jurado hubiera sido víctima de los mis-
mos atropellos y de la misma consigna si simple y sencillamente no hubiera sido lle-
vado a ese tribunal; lo mismo era que para molestarlo o para quitarle la vida, hubiera
sido consignado al juez que al Jurado; no es una razón para suponer la honradez de
un Jurado, cuando todos estos procedimientos arbitrarios cometidos por un déspota
demuestran que no solamente no respetan a un Jurado, sino que no respetan a un fuero
constitucional; absolutamente de nada le hubiera servido al señor Belisario Domín-
guez haber sido consignado a un Jurado y haber tenido fuero. Así es que en el
punto concreto no hay ninguna razón para sostener que el Jurado venga a ser una
garantía y que liberta a la prensa de las persecuciones de una tiranía, en el caso
que exista. Ahora bien; pasando al otro punto, al punto de la igualdad, señores, nos-
otros hemos. vi~to que desde la ley de las doce tablas promulgadas cuando los ro-
manos, cuando ese pueblo se hizo grande y glorioso, porque se sentó en el principio
de la igualdad, que venía a aumentar la fortaleza y el valor civil de los ciudadanos,
si todos estos preceptos fueron sancionados para el mundo entero, con la revolución
de 1879, se ha sentado como base, como principio jurídico, como principio social,
el principio de la igualdad, ¿ por qué vamos a mutilar nuestra Constitución? ¿ Por
qué vamos a echarle un manchón horrible, que sea precisamente un privilegio, que
sea un ataque a ese principio de la igualdad, que es el que ha servido para levantar
el grandioso edificio de la libertad? ¿ Por qué vamos a despedazar nuestro CÓdigo
Supremo y vamos a aparecer como inconsecuentes con nuestras ideas y que no
sabemos sostener una misma finalidad, sino que nos guiamos por las circunstancias
de momento y conveniencias particulares? Por otra parte, ¿ vamos a creer que
mañana vendrá otro Huerta u otro Porfirio Díaz a amordazar el pensamiento? De
ninguna manera. Nosotros debemos ser consecuentes con nuestros propósitos y en
nuestros propósitos está, también, el establecer, el sancionar, el darle más respeto
a nu~stra autoridad judicial. Nosotros no vamos a temer que precisamente los jueces
vayan a ser instrumentos de los tiranos. Vamos a estudiar todos los medios para
asegurar y darle importancia e independencia absoluta al Poder Judicial, para que
todos los jueces no dependan del Ejecutivo, sino de otro poder tan importante como
es el Poder Judicial, y si logramos garantizar esa independencia, ¿ por qué andamos
bordando en el vacío? ¿ Por qué edificamos sobre una base falsa creyendo que los
jueces van a ser tan venales como en la época porfirista J huertista, cuando la
revolución para siempre ha desbaratado todo, para edUiear sobre nuevas bases?
De ninguna manera, señores, debemos desconfiar de nosotros mismos, porque
sería tanto como decir que no íbamos a tener confianza en el Poder Judicial y que
ibamos a dejar la justicia, otra vez en poder de la primera autoridad de la nación.
No podemos, pues, sostener esto; así es que desde el punto de vista de la igualdad
en los derechos de todos los ciudadanos, desde el punto de vista de la consuma-
ción de la obra que acabará también el Poder Judicial, nosotros forzosamente tene-
mos que concluir que vamos a remediar ese mal y no se remedia precisamente con
establecer privilegios que son siempre odiosos. Por último, si leemos el proyecto
completo, encontraremos que en el artículo 20 está resuelto ya este punto; la frac-
ción VI del artículo 20 reconoce como garantías para todos los acusados:
IIVI. Será juzgado en audiencia pública por un juez o Jurado de ciudadanos que
sepan leer y escribir, vecinos del lugar y partido en que se cometiera el delito,
siempre que éste pueda ser castigado con una pena mayor de un año de prisión."
Sí, una de las reformas fundamentales de la Constitución es el establecimiento
del Jurado, pero el establecimiento del Jurado de una manera juiciosa, de una ma-
nera pensada, no precisamente vamos a convocar un Jurado para casos que merez-
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'can ocho días de arresto, porque tarda más el Jurado en convocarse, tarda más en
practicarse la insaculación de los jurados, que en extinguirse la pena. Todo eso está
estudiado desde un punto de vista demasiado razonable. El principio que domina en
la Constitución establece todas estas libertades con las penas que se han considerado
para llevarse al Jurado, sólo en aquellos casos en que de resultar alguna pena, sería
la de un año de prisión; ¿ así es que vamos nosotros a mutilar la Constitución te-
niendo en cuenta que está todo previsto, que está todo estudiado, nada más por hacer
distinciones, por establecer algún privilegio, nada más para un caso excepcional?
Si examinamos nuestro Código, vemos que· la mayor parte de esos delitos de imprenta
tienen más de un año de prisión. Si, pues, todo esto está perfectamente considerado
y previsto en la ley, ¿para qué mutilar nuestra Constitución? ¿Para qué poner un
parche que es verdaderamente ridículo, por decirlo así; que es hasta una redundancia
cuando tenemos garantizada la libertad de imprenta? Es inútil seguir hablando de ella,
porque, eso está en la conciencia de todos, porque eso no es el punto la debate; si por
otra parte ya está previsto todo esto, si de aprobar el proyecto de la Comisión,como digo,
mutilamos el principio de igualdad, establecemos privilegios, contradecimos el artículo
aprobado, nos adelantamos para reformar un artículo que después está tratando debida-
mente, como es el artículo 20. ¿ Para qué hacemos todos estos enredos, todas estas defor-
maciones constitucionales que a nada conducen sino a exhibirnos como hombres que no
hemos estudiado antes el proyecto de Constitución, para formarnos una idea clara de el,
haciendo reformas improcedentes, tengan o no importancia y estén o no relacionadas
con la Carta Magna que se va a reformar? Señores: Si queremos dejar escrito nues-
tro nombre de una manera gloriosa para la patria; si deseamos hacer una obra que
corresponda a todos los conceptos que están estampados y que se admitirán en ese
nuevo proyecto de Constitución; si queremos sostener todas las libertades y abreviar
el porvenir, precisamente al establecer todas esas cortapisas, mañana vamos a ayudar
a la reacción, que será la que nos ataque con nuestras propias armas, puesto que
apenas estamos edificando el principio de la libertad y queremos ver más adelante
y consumar la obra del liberalismo; debemos, pues, rechazar el proyecto de la Co-
misión y aceptar el proyecto del ciudadano Primer Jefe, que responde a todas las
necesidades biológicas y políticas.
820
ola creciente de la civilización, prescribieron en el artículQ 7Q la forma y manera más
adecuada para que los periodistas fueran juzgados, entonces en la República existía
una prensa libre, una prensa honrada, una prensa digna; entonces eran periodistas
Riva Palacio, Zamacona, Vigil, Frías y Soto y otros muchos, y ya veréis, señores
diputados, cómo en aquel entonces, a pesar de las más grandes libertades que se
otorgaban a la prensa y a pesar de que estábamos también en un momento en que
se exaltaban las pasiones, la prensa de la República supo estar en su lugar -salvo
algunas excepciones-; pero después de la Constitución de 57, después de la Guerra
de Refonna, vino la révolución de Tuxtepec; subió al Poder Porfirio Díaz. Después
de Porfirio Díaz y por obra de compadrazgos que a na$lie se ocultan, vino Manuel
González, y entonces allí ya se sabía, desde que Manuel González era presidente, que
le sucedería Porfirio Díaz.
En el año de 1883, Manuel González, por indicación de Porfirio Díaz, dicta una
ley según la cual a los periodistas, en pugna con lo que .prescribieran los constituyen·
tes, se les había de consignar a los jurados comunes. Naturalmente que esto obede-
cía a una causa: Porfirio Díaz ya pensaba eternizarse en el Poder y sabía que el
poder de la prensa lo habría de derribar, porque existía prensa honrada, y él nece-
sitaba acabar con esa prensa, y 1. de qué manera podía hacer esto si los periodistas
tenían un jurado que en todo caso les daría la razón? 1. Cómo se iba a entronizar,
si iba a tener en la prensa un enemigo? He ahí la causa de que viniera esa reforma,
que los oradores del contra quieren imponer ahora. Pues bien, se dicta la reforma
constitucional, viene al Poder Porfirio Díaz, y los periodistas honrados no pudieron
estar de acuerdo con Porfirio Díaz, y entonces los sátrapas de Porfirio Díaz, como
Rafael Cravioto, en Hidalgo, y Mucio Martínez, en Puebla, cometieron los crímenes
más horribles. En Puebla se asesinó a un periodista a puñaladas y en Pachuca se
quemó ..Yivo a otro periodista; y así por el estilo, se han venido cometiendo crímenes
tras de crímenes, horrores tras horrores, debido a la ley reformada. Pues bien; des-
pués Porfirio Díaz ya fue mirando que la opinión pública se le iba encima, que no
podía soportar, y entonces adoptó otra política: comenzó a llamar a los periodistas
y les ofreció puestos públicos; les nombró secretarios en las embajadasJ les dio cu-
rules en las Cámaras, etcétera, y esa fue la que llamó Upolítica de pan y palo", polí-
tica que se desarrollaba al mismo tiempo con Ia política de la "matona".
Pues bien, señores; después de algunos años de esto, los viejos periodistas de la
vieja guardia fueron retirándose, unos porque comprendían que su situación en esas
circunstancias era imposible, otros porque aceptaron el "pan" y sólo nos quedaron
unos cuantos, unos cuantos que eternamente eran perseguidos. Vino el períodQ de
decadencia del Gobierno de Porfirio Díaz; entonces fue cuando se entregó al grupo
"científico", que encabezaba -José Ives Limantour: y como todas las decadencias, se-
ñores, cambian en su forma, cambian en sus procedimientos, pero no cambian en el
origen, no· cambian en la crueldad, optaron entonces por el establecimiento de "El Im-
parcial", un "Imparcial" sostenido, subvencionado fuertemente por el Centro y por
los Estados, y matar los últimos gloriosos baluartes de la prensa de la República:
UEl Monitor Republicano" y "El Siglo XIX". Allí murió la prensa de la República
y comenzó una nueva prensa, pero a ésta, señores, pennítaseme que no le llame
prensa; éstos fueron unos libelos asquerosos que no merecen ni siquiera conside-
rarse como prensa de la República. Ese uImparcial" fue el colmo de la majadería;
eso ya era inaguantable. No solamente se limitó a ensalzar al tirano, no solamente
hizo eso, sino que acabó con todos los talentos que llegaban allí; si existía un peque-
ÍíO talento, lo llamaba, y después de que lo hacía que dejara todo lo que podía dar
de sí, ya que lo había fumado como pulpo, lo aventaba ya sin sangre, sin cerehr(),
ya sin nada; pero naturalmente que en su mayoría Porfirio Díaz tenía que ver -qu~
821
esa prensa no se regenerara más tarde... ¡nunca! ¿ De qué manera? Pues, señores,
haciéndola de elementos completamente corrompidos, de los elementos de lo peor.
¿ y saben ustedes de qué se constituía "El Imparcial" y de dónde salían muchos de
los redactores? De los lupanares, señores. (Risas.) Sí, señores, es cierto; naturalmente
que cae Porfirio y entonces la revolución, y aquí muchos le echan la culpa a don Fran-
cisco 1. Madero, y yo digo, que si la hubo, fue de todos los revolucionarios, porque
se aceptaron los tratados de Ciudad Juárez, con la aprobación de todos, y todos sa-
bemos que fueron el mayor fracaso. Entró don Francisco 1. Madero al Poder, y todo
el enemigo quedó dentro; he ahí la causa de que haya habido una reacción y es bien
sabido de todos que la reacción es más poderosa que la acción, y entonces todos esos
individuos. de la prensa, salvo muy honrosas excepciones, yeso entre los de abajo,
se convirtieron en furibundos enemigos del señor Madero. Y ahora, señores, ese es
el tremendo peligro, pues yo voy a decir que en la época del señor Madero, los
periodistas hubieran sido consignados nada menos que a los tribunales competentes
del Distrito Federal. Luego entonces ya se ve que de todos modos la causa no venía
del precepto constitucional sobre jurados, sino del medio social en que vivíamos en
aquel entonces. Si en aquel caso hubiéramos tenido jurado popular y ese jurado
popular juzga a los periodistas, probablemente hubieran estado del lado del señor
Madero y no así los jueces, que eran los mismos de Porfirio Diaz. Destruido ese pre-
juicio, ahora pasamos, como si dijéramos, al verdadero dictamen. El s~ñor Truchue-
la nos decía que cómo habíamos de aceptar que a los periodistas se les juzgara por
un jurado popular, diciendo que eso era establecer privilegios. No, señores, si 3e
tratara de un privilegio, ·no digamos para mí, que no valgo nada, para el periodismo
que se hubiera hecho y al que yo quiero entrañablemente, yo no pediría un privi-
legio para él, porque yo odio todos los privilegios, porque precisamente para acabar
con los privilegios se ha hecho la revolución. Vamos a ver lo que dice el artículo 20:
"Artículo 20. En todo juicio del orden criminal tendrá el acusado las siguientes
garantías:
"1. Será puesto en libertad, inmediatamente que lo solicite, bajo de fianza hasta
de diez mil pesos, según sus circunstancias personales y la gravedad del delito que
se le impute, siempre que dicho delito no merezca ser castigado con una pena mayal'
de cinco años de prisión, y sin más requisitos que poner la suma de dinero respectiva
a disposición de la autoridad, u otorgar caución hipotecaria o personal bastante para
asegurarla;
"JI. No podrá ser compelido a declarar en su contra, por lo cual queda riguro-
samente prohibida toda incomunicación o cualquier otro medio que tienda a aquel
objeto;
"JII. Se le hará saber en audiencia pública y dentro de las cuarenta y ocho horas
siguientes a su consignación a la justicia, el nombre de su acusador y la naturaleza
y causa de la acusación, a fin de que conozca bien el hecho punible que se le atribuya
y pueda contestar el cargo, rindiendo en este acto su declaración preparatoria;
"IV. Será careado con los testigos que depongan en su contra, los que declararán
en su presencia si estuvieren en el lugar del juicio, para que pueda hacerles todas
las preguntas conducentes a su defensa;
"V. Se le recibirán los testigos y demás pruebas que ofreciere, concediéndole el
tiempo que la ley estime necesario al efecto, y se le auxiliará para obtener la com-
parecencia de las personas cuyo testimonio solicite, siempre que se encontraren en
el lugar del proceso;
"VI. Será juzgado en audiencia pública por un juez o jurado de ciudadanos que
sepan leer y escribir, vecinos del lugar y partido en que se cometiera el delito, siem-
pre que éste pueda ser castigado con una pena mayor de un año de prisión;
822
"VII. Le serán facilitados todos los datos que solicite para su defensa y que cons·
ten en el proceso;
"VIII. Será juzgado antes de cuatro meses si se tratare de delitos cuya pena
máxima no exceda de dos años de prisión, y antes de un año, si la pena máxima
excediere de ese tiempo;
"IX. Se le oirá en defensa por sí o por persona de su confianza, o por ambos,
¡;;egún su voluntad. En caso de no tener quien lo defienda, se le presentará lista de
los defensores de oficio, para que elija el que o los que le convengan. Si el acusado
no quisiere nombrar defensores, desp,ués que se le_ requiera para ello, al rendir su
declaración preparatoria, el 'juez le nombrará uno de oficio. El acusado podrá nom·
brar defensor desde el momento en que sea aprehendido, y tendrá derecho a que
éste se halle presente en todos los actos del juicio; pero tendrá obligación de hacerlo
comparecer cuantas veces se necesite, y
"X. En ningún caso podrá prolongarse la prisión o detención, por falta de pago.
de honorarios de defensores o por cualquierá otra prestación de dinero. por causa de
responsabilidad civil o por algún otro motivo."
HTampoco podrá prolongarse la prisión preventiva por más tiempo del que como
máximo fije la ley al delito que motivare el proceso.
"En toda pena de prisión que imponga una sentencia se computará el tiempo
de la detención."
Quiere decir que a los criminales, a los ladrones, a los asesinos, al que viola,
al que mate a su madre, al que rapta y comete toda clase de infamias lo juzga
el jurado popular, y al periodista, el que tiene que enfrentarse por una obra del
destino en contra de los tiranos y que juzga la conducta del poder público, a ese lo
vamos a meter a los sitios más inmundos. Sí, señores, la Comisión, por una parte,
el señor Martínez, por la otra, y todos los oradores se han encargado de demostrar
a ustedes, y esto está en la conciencia de todos, que los jueces hasta ahora, y desde
ahora hasta quién sabe cuándo, porque es una cuestión psicológica que no se disipará
en un solo momento, serán siempre instrumentos del poder público y si los delitos
del periodista son eminentemente políticos, si están en pugna precisamente con el
poder público ¿ cómo el poder público va a ser juez y parte? Ahora, señores, yo diré
a ustedes: los periodistas, así se consigna en la Constitución, que seremos juzgados
Dor jurado popular o aunque se consigne que nos ha de juzgar un jurado militar o
los tribunales competentes, eternamente hemos de ser perseguidos. ¿ Por qué? Por·
que el periodista tiene una tremenda fuerza y no tiene fuerza; tiene una tremenda
fuerza capaz de derribar a todos los tiranos; pero no tiene fuerza porque no es capaz
de llevar una pistola, porque como hombre, como civil, no tiene nada; como una ins·
titución moral, tiene más fuerza que un batallón, que una brigada, que un cuerpo
de ejército. La única diferencia será ésta, señores, que si la ley ampara al perio-.
dista, entonces los tiranos serán unos verdugos y serán unos asesinos; pero si la ley
no ampara al periodista, sino que ampara a los tiranos, entonces la ley será el ver·
dugo, y nosotros, los que expidamos esa ley, los constituyentes, seremos los asesinos
de lo futuros periodistas que mueran villanamente asesinados. ¡Nosotros!, señores
diputados, yo creo que surgirán, como antes he dicho, periodistas que vengan a He·
nar ese gran vacío que mi falta de erudición, mi faÜa de léxico, mis pequeños cono.
cimientos han dejado en el ambiente de la Asamblea; pero permitidme, por último,
que salude a la futura prensa de la República que vendrá a hacer al calor de esta
grande y bendita revolución de entre los escombros, de entre la epopeya que nos
dejaron Olmos y Contreras y Argüello y Ordóñez. (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Jara.
823
-El C. Jara: Señores diputados: Quería poner el punto de la indiferencia sobre
la charca que han agitado algunos señores diputados, pero no es posible para mí
entrar tranquilamente, serenamente, en el terreno de la discusión, sin antes deslindar
los campos, 'Sin antes poner las cosas en su verdadera situación, sin antes establecer
los verdaderos principios. Siento mucho que personas que me han llamado su amigo,
se hayan dedicado a zaherirme, ya directa, ya indirectamente, de un modo más o
menos vedado, pero siempre tratando de llevar adelante la perfidia, siempre tra-
tando de llevar adelante la calumnia, porque hasta allí se ha llegado en mi contra.
Me refiero a los señores diputados Luis M. Rojas, José N. Macías e ingeniero Pala-
vicini. Parece que estos tres señores han formado un triángulo rectángulo, en que
hacen de catetos los señores Palavicini y Rojas y de hipotenusa el señor Macías, que
quieren en esta Asamblea de hombres libres que no se haga más que su soberana
voluntad. Quieren privarnos del derecho de discutir, quieren gobernarnos, quieren
más todavía: aterrarnos. Aquí, delante del ciudadano Primer Jefe, el señor licenciado
Rojas ha dicho: "Todos estos señores que se sientan del lado de la izquierda nos ata-
can, están en nuestra contra porque nos creen incondicionales de usted, porque somos
sus amigos." No, señor licenciado Rojas, yo soy muy amigo del ciudadano Primer
J efe, le he dado pruebas de ello, no a la hora del festín, no cuando la augusta madre
tesorería abre los brazos dulcemente, sino en momentos de prueba, cuando vacilante
la barquilla del Gobierno, cuando pareciendo que el mar proceloso de la intriga iba
a tragarla haciéndola desaparecer entre sus ondas; entonces yo fui uno de los que
valientemente se opusieron a la llamada Convención. Desde México, yo fui también
uno de los que se enfrentaron con altos personajes políticos y de los que como hu-
milde soldado me puse al lado del Jefe a defender la legalidad. (Aplausos.) "Calum-
nia, que algo queda." Es la divisa que parece han adoptado y aun allá en las altas
esferas, allá en los corrillos de la Primera Jefatura también se dijo: el general Jara
se nos ha volteado. ¿No sabe algo de eso el señor diputado Ugarte? ¿No está ahí?
-El C. Ugarte: Estoy aquÍ, señor. No sé nada de eso, señor Jara.
-El C. Jara: Pues pl'eguntadlo a ese joven sencillo, honrado y bueno que se
llama Juan Barragán y él os lo dirá. (Aplausos.)
De manera que yo por el hecho de haber ido a sentarme allí, como pude haberme
sentado aquÍ, porque aquí tengo amigos, porque en toda esta Cámara yo no veo
partidos, yo no veo hombres que traten de aniquilar al Primer Jefe, yo no veo hom-
bres que traten de echar abajo su poder, yo no veo hombres que vengan a este sa-
grado recinto con el deliberado propósito de echar abajo sus iniciativas tan sólo
porque parten de él; yo veo sencillamente en esta Cámara hombres honrados, hom-
bres patriotas y hombres, sobre todo, libres, que están dispuestos a cumplir con su
deber. (Aplausos.) Ciertos diputados están queriendo formar esos enemigos, los es-
tán queriendo formar a fuerza y están lanzando sobre ellos esos dardos punzantes
y envenenados; esa es la causa de que se formen partidos, esa es la manera de for-
mar enemigos del Primer Jefe. ¿ Me voltée, repito, señores, por el hecho de haberme
sentado alH? De manera que la butaca tiene mucha influencia en el voto, como si la
influencia para nuestro criterio la recibiéramos por las asentaderas. Es peregrina la
ocurrencia. Ya repito, mi voto fue dado allí, como si 10 hubiera dado aquíj como
podía haber votado en contra o en favor del dictamen según mi criterio, porque nada
influye en mí. Cuando bajé, después de que entregamos la mesa a la nueva electa por
vuestra soberanía, me en~ontré con un viejo amigo, el señor Rafael Vega Sánchez,
y me dijo: venga usted a sentarse aquí. Así se explica mi presencia. Ya veis, pues,
señores diputados, cuán equivocados estáis en lo de la volteada. Yo creo que ningún
beneficio haríamos al ciudadano Primer Jefe votando incondicionalmente su proyecto,
¿qué opinión se formarían en el exteriór? Dirían: o hay allí un Congreso de consigna
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o hay 188 imbéciles que no saben discurrir. Yo reprobaría con toda energía que se
tomase como pretexto cualquier artículo de la Constitución, que esté puesto a discu-
sión, cualquier capítulo de ella, para hacer labor obstruccionista en contra del Primer
Jefe, y no tendría empacho en señalar a quien tal hiciese; pero como hasta ahora
no he advertido ese propósito, es por eso por lo que no me explico por qué los que
van contra esos señores van en contra del ciudadano Primer Jefe. Tal parece que con
ese procedimiento se proponen señalarlo como a un tirano, como a un hombre sus-
ceptible de irritarse contra el primero que se oponga a sus ideasj tal parece que
quieren presentárnoslo como a un Porfirio Díazj no, señores, el ciudadano Primer
Jefe es muy' noble y muy grande para sentir rencor contra alguno qut'! impugne cual-
quiera de los a;rtículos de su proyecto. Si fuésemos a adoptar ese orden de ideas,
vendríamos a la conclusión de que también estamos haciendo perfectamente mal con
discutir ese proyecto porque es una falta de respeto según el licenciado don Luis
Manuel Rojas, emitir cualquier concepto en contra.
-El C. Rojas: No es exacto, señor general. Está usted en una equivocación.
-El C. Jara: Ya le llegará a usted su tiempo. No, no es verdad, se ha traído aquí
para su discusión '''él proyecto de referencia con objeto de que cada uno de nosotros
dentro de nuestras facultades, dentro de nuestros conocimientos, dentro de lo -poco o
mucho que podamos poner, emitamos nuestra opinión sincera, sana, para ver si es
posible- perfeccionar esa obra; si no lo hacemos será por falta de conocimientos, por
falta de aptitudes, pero no por falta de voluntad. Yo quizá prefiera que aparezcamos
en esas caricaturas de -que hablaba el diputado Macias, como apaches con plumas y
no que fuésemos a aparecer como una manada de humildes corderos guiados por los
tres pastores. (Risas. Aplausos.) Ahora vamos al artículo a discusión. He pedido la
palabra para hablar en contra del dictamen presentado por la Comisión, porque esti-
mo que todaVÍa hay que. hacerle una adición ..
Estimo que quedaria más completo si nosotros adicionásemos ahí que, además
de no permitirse el secuestro de la imprenta como cuerpo del delito, no se proce-
diese contra los empleados, contra los cajistas o linotipistas, ni contra los papeleros.
Nosotros sabemos, por dolorosa experiencia, qué amargos son esos procedimientos,
qué crueles y qué inhumanos. Publicábamos HEl Voto" en la ciudad de México, y como
aquella hoja contenía artículos que eran verdaderamente cáusticos para el contuber-
nio Huerta y Díaz, fue perseguida nuestra hoja con encarnizamiento y hubo día en
que ciento trece pequeñuelos, ciento trece niños, de los que se van a ganar el pan
corriendo po. las calles,' voceando la hoja, fueron encarcelados por vender "El Voto".
Excuso decir a ustedes que cuando se procedió de esa manera ya no aparecía nada
de la imprenta; hasta las enfajilladoras fueron a dar a la .prisión. Por lo demás, el
jurado no es un ideal para mí, más si se tiene en cuenta lo susceptible que somos
de ser influenciados. Un buen orador es capaz de conmover a los jurados y sacar ab-
suelto al más culpable, siendo su defensor; y, viceversa, un buen agente del Ministe-
rio Público es capaz de hacer recaer una larga condena sobre un inocente; pero de
los males el menos y ya que en el artículo 79 se establece que los periodistas sean
juzgados, en el proyecto a que me refiero, ya que en él se hace mención de que los
periodistas sean juzgados por tribunales del orden común o por jueces del orden
común, no encuentro motivo para que lo que propone la Comisión y lo que está en
1a conciencia de la mayoría de esta Cámara, se coloque en el artículo 20 que habla
algo del jurado popular. Si en el artículq 79 nos referimos a los periodistas y después
de referirnos a ellos se trata de la forma en que deben juzgarlos, ¿ por qué no :!fe
pone allí que sea un jurado popular y no un juez del orden común? Porque eso de
poner una cosa y luego irla a completar más lejos, se me figura como la carta del
personaje de la zarzuela aquella, que muchos de ustedes conocerán, que después de
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haber terminado la carta le preguntaban por la firma y el que la llevaba se buscó
en la bolsa hasta que sacó un papelito y dijo: "aquí est1t la firma". Es decir, que si
hay manera de que el artículo salga completo en el mismo 7Q, ¿ por qué vamos a
colocar en el 20 lo que debe caber en él? Es indudable y ya lo han dicho algunos
oradores que me han precedido en el uso de la palabra, que no hay protección para
el periodista, el periodista ha estado abandonado a la suerte, a los jueces más o
menos malos, porque, por excepción, han salido buenos algunos, y como bien decía
el señor Manjarrez, que no podría un juez juzgar con toda imparcialidad, con toda
serenidad, a un periodista que hubiera escrito un artículo basándose en el tema de
que todos los jueces eran unos bandidos. Como el juez que le tocase conocer del asun-
to de aquel periodista estaba comprendido en la designación, seguramente que no
iría muy bien prevenido a juzg?-r a quien se hubiese producido en esa forma de él.
Por consiguiente, el jurado popular es, a mi parecer, lo más adecuado para conocer
de los delitos de imprenta. Como yo soy partidario de que haya tribunales especiales,
como por ejemplo para cono<;er de los asuntos de trabajo, es por eso que no encuen-
tro nada extraño y sí muy conveniente que el jurado popular sea quien conozca de
los delitos de la prensa. Así, pues, señores diputados, con la adición que he indicado
desearía que votásemos por el dictamen que ha propuesto la Comisión. Si he pedido
la palabra en contra ha sido precisamente por eso, porque trato de que se le haga
tal adición a ese dictamen y no estaría en lo justo pidiendo la palabra en pro, siendo
que no acepto el dictamen en la forma en que está propuesto. (Aplausos.)
-El C. Rojas: Pido la palabra, para rectificar un hecho.
-El C. Ugarte: Pido la palabra para la rectificación de un hecho.
-El C. von Versen: Pido que me informe el señor secretario si también el señor
general Jara dijo que tenía una pequeñísima diferencia en lo relativo al dictamen,
porque ya van dos señores diputados que hablan en favor del dictamen, habiéndose
inscrito en contra.
-El C. prosecretario Castaños: El señor Jara nada más me dijo que lo inscribiera
en contra.
-El C. Rojas-: Pido la palabra para rectificar un hecho muy breve. (Voces! ¡No!
¡No!)
-El C. Rojas: Tengo derecho. (Voces: ¡No! ¡No!)
-El C. U garte: Pido la palabra para rectificar hechos.
-El C. prosecretario Castaños: El artículo 13 de las reformas del Reglamento
interior, dice:
"Artículo 13. Los individuos del Congreso, aun cuando no estén inscritos en la
lista de oradores, podrán pedir la palabra para rectificar hechos. Queda prohibido
hacer y contestar alusiones personales mientras no se haya terminado el debate de
los asuntos de la orden del día o de los que el Congreso o el presidente estimen de
interés general. El presidente, en caso de desobediencia, llamará al orden al infractor,
y aun podrá suspenderle el uso de la palabra."
-El C. U garte: Yo no pido la palabra para alusiones personales, sino para rec-
tificar un hecho.
-El C. Palavicini: Suplico a su señoría me inscriba al final para contestar alu-
siones personales.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Ugarte.
-El C. Ugarte: Vengo a rectificar un hecho o ratificarlo.
En este sistema de interrogar a los ciudadanos diputados sobre algún hecho, casi
siempre queda en pie alguna duda, respecto a la rectificación, si ésta no es hecha
perfectamente clara. Vengo aquí a hacer una vez más manifestación del afecto que
siento por el señor general Jara. Es un luchador con el que más de una ocasión he
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tenido el gusto de ir al lado con él, y ahora como antes lo cuento entre los elementos
más valiosos por sus cualidades, por su valor personal, por sus antecedentes y por
la rectitud de sus principios. Y cumplo, al decir esto, no sólo con un deber de amis-
tad, sino como un acto de justicia, porque en este arranque que ha tenido valiente,
con ese gesto de patriota, confinno una vez más al amigo a quien diariamente es-
trecho la mano con todo cariño. Al interrogarme el señor Jara acerca de si en las
antesalas de la Primera Jefatura habría algo de calumnia- que 10 señalara como a
alguno de los que se habían volteado, le he dicho que yo no habia escuchado ese
rumor. Quiero hacer justicia a esa rectitud que él mismo nos ha venido aquí a de-
mostrar, porque cuanto siente está dispuesto a rubricarlo, como en épocas- difíciles
para el país demostró ser de los hombres de una pieza, de los revolucionarios since-
ros y de los que no han puesto jamás en duda la rectitud de sus principios. Esta es
la rectificación que he querido hacer para mi amigo el señor Jara y no crea que no
merece nuestra confianza por este incidente, el amigo a quien estimamos y en quien
vemos. al luchador de principios, al hombre que aspira por ideales altos en la justa
reivindicadora de esta revolución, que tengamos ni la más ligera desconfianza de su
actitud; al contrario, señor general- Jara, desde el momento en que usted, con una
firmeza que le honra, con una alteza de miras que le reconocemos está en su puesto,
poco nos interesa la colocación de su curul. Sabemos siempre que cumplirá con su
deber. Me complazco en reconocer y en rectificar no sólo el hecho de usted, sino el
de una voz que dijo que yo podría olvidar acaso lo que sabía. No, señores; yo tam-
bién tengo la honradez de mis convicciones y la finneza de sostenerlas. Si no estimara
al general Jara, vendría a combatirlo, y vengo sencillamente a rendir un tributo a su
honradez acrisolada y a su firmeza de revolucionario. En cuanto a la apreciación que
tengo de su criterio político en las actuales circunstancias, no me toca a mí analizar·
10; los hechos nos darán'la razón a cada uno; yo me complazco en seguir estimándolo
como un amigo, como un verdadero revolucionario y como un hombre a quien la
calumnia' río manchará. Puede, pues, estar tranquilo el señor general Jara, y por
mi parte no necesito hacer la pregunta que le dijo a mi estimado amigo, el joven
honrado y recto, señor coronel Barragán, por la interpelación que hizo y que contesto
para que usted deseche todo prejuicio y toda idea que tenga respecto a los ataques
solapados de los que de todos modos se considerarán satisfechos con seguirse lla-
mando sus amigos.
-El C. Bojórquez: Quiero hacerle una interpelación al señor Ugarte; es muy
oportuna, y es justa. De las palabras de él se deduce que hay elementos sospechosos;
yo quisiera que me dijera si realmente en esta Cámara hay elementos sospechosos,
puesto que nos ha venido a decir que en esta Cám~ra ... (Voces: ¡No! ¡No! ¡No!
Risas.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rojas.
-El C. Rojas: Voy a ocupar la atención de ustedes para hacer una ligera rec-
tificación.
Soy de los que acaban de aplaudir entusiastamente el discurso del general Jara
por la expresión de sus sentimientos verdaderos y patrióticos; pero incurre en una
equivocación que yo quisiera que aclarara en este momento. Jamás le he hecho yo
un ataque ni en lo particular ni ante esta Asamblea. La última vez que yo tomé
la palabra hice un elogio de los señores generales Aguilar y Jara, del señor Mar-
tínez y del señor Madrazo y de todas las personas que yo juzgo del grupo indepen-
diente, por su actitud en el debate del artículo 39, como consta en las notas taqui-
gráficas, y estimo que el hecho de que se haya sentado de un lado o de otro no
significa nada, puesto que los señores diputados pueden estar sentados donde gusten;
de manera que hago esta aclaración al señor Jara. Yo al señor Jara siempre le he
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manifestado mi simpatía personal y esto bien lo sabe, y sentiría en el alma que
él tuviera un prejuicio en contra mía. Soy enemigo de chismes, y cuando tengo algo
que decir, vengo a decirlo a esta tribuna. En cuanto a la independencia de este Con-
greso, yo he sido uno de sus principales componentes; yo dije que sería indecoroso
para la Cámara que no hubiera aquí grupos para discutir el proyecto del ciudadano
Primer Jefe; que hubiera discusión y grupos para que tuviera prestigio el Congreso,.
y esto, señores diputados, lo dije delante del ciudadano Primer Jefe, y solamente
hice hincapié en que me parecía que era inconveniente el primer dictamen de la Co-
misión, en la forma un poco exagerada que tenía. En eso estriba el mérito del voto
del señor general Aguilar, del señor general Jara y del señor Martínez, porque están
perfectamente identificados ante la opinión pública como amigos leales del señor
Carranza.
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que entona? entona su negro canto de cisne negro en loor a los cuatro evangelistas:
San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan, y desc'iende después entre las aclama~
ciones, entre los laureles y entre las palmas y los clarines de los reaccionarios y los
eient~ficos, y entre la burla y los sarcasmos y el desprecio de la revoluci6n, del pueblo,
de la patria de Hidalgo, de Madero, de Juárez y de ese hombre idea, de ese hombre
patria, de ese hombre civilización que se llama Venustiano Carranza. (Aplausos.)
Vamos ahora, pues, tranquilos, a ocuparnos sin pusilanimidad y sin miedo, del
artículo a discusión. Bien dijo un exquisito y delicado poeta a la par que soberbio do-
minador de la tribuna, "que si había sido bello y necesario, que si había sido saludable
-el descubrimiento del telescopio que escudriña con sus ojos inmensos las iIñinitas
profundidades del clero, y era bello el descubrimiento de la máquina con que sojuzga
la tempestad de la pólvora, substancia explosiva, trueno, rayo y relámpago, qtru pone
~n las manos del esclavo el arma para poder cuartear el edificio, para poder cuar~
tear las paredes de los castillos feudales j que si es bello el descubrimiento de la brújula
que permite la navegación, abriendo amplios horizontes al comerc~oj que si era bella la
reforma religiosa, que si era bello el hilo telegráfico y telef6nico, era indudablemente
más ~el1a y necesaria la conquista científica, la conquista portentosa y sublime de Gu~
tenberg: la imprenta. Señores diputados: acabamos de oír hace un momento leer algo
del libro en donde están las crónica del Constituyente del 57. Alguien dijo: "Arran-
cadme, todas las libertades, arrancadme todos los derechos, pero dejadme la libertad
de emitir mis ideas; dejadme la libertad de emitir mis pensamientos; dejadme la li-
bertad de la imprenta, la libertad de la prensa, porque ella transforma el pensa-
miento en un águila potente que no s610 vuela hacia las cimas de las montañas, sino
a la cima de todo el mundo, de todos los océanos, a todas partes", porque si la pala-
bra, señores diputados, es la expresión de la idea, indudablemente que el medio de
publicidad de esa palabra, más fácil, más indispensable, y que produce efectos salu-
dables más rápidas, es la imprenta; la imprenta, señores diputados, que tiene dos
objetos principalísimos: difundir, propagar la civilizaci6n. Todas las conquistas de la
ciencia, todas las conquistas de la literatura, todas las conquistas del arte, todas las
conquistas de la filosofía, irIas divulgando, irIas llevando como luz a todos los cere~
bros obscuros, ir difundiendo, como diría el señor Cravioto, el gennen de oro de la
ciencia y la simiente de luz" de la verdad. Pero vamos a ocuparnos de la prensa como
instrumento de publicidad política y social, y entremos, señores diputados, en materia.
La prensa debe ser el órgano de la opinión pública. La prensa, realmente como
órgano de la opinión pública, e.xiste en países en donde ya hay una corriente de ideas
perfectamente definidas, en donde no hay ideas políticas abiertamente contradictorias
y en donde puede ese órgano hacer efectivo ese orden de ideas y ese encarnizamiento de
doctrinas, y así vemos "la libertad de la prensa alada y fuerte en aquellos países en los
que domina la opinión pública, si se me permite la frase. Así vemos en Inglaterra, así
vemos en esa monarquía parlamentaria en donde la opinión pública es la que gobierna,
porque vemos que el verdadero Gobierno existe ahí en la Cámara de los Comunes; así
vemos también que en los Estados Unidos la "libertad de la prensa es una realidad, y en
donde ésta es verdaderamente un órgano deJa opini6n pública; y así la vemos también
en" Francia, en donde también hay una opinión pública perfectamente definida. Esta opi-
nión pública decrece, por ejemplo, en Alemania, en donde existe una monarquía heredita-
ria, y la vemos, no con tanta intensidad, en la misma España. Pues bien; entre nosotros!
¿.cuál es la libertad de la prensa? Seamos honrados, señores diputados, seamos sinceros,
señores diputados; digamos la verdad. La prensa entre nosotros ha venido siendo un po-
tentísimo instrumento de las dictaduras para corromper los pueblos, para destruir el
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alma popular, para destruir las libertades; y ha venido siendo un instrumento potentísi-
mo para favorecer la demagogia y destruir los gobiernos liberales. Ejemplos de lo pri-
mero, la prensa durante la época del Santa Anna, durante la dictadura de Porfirio Díaz,
durante la dictadura de Victoriano Huerta. Ejemplos de lo segundo, señores diputados,
tenemos la época de don Vicente Guerrero, tenemos la época de Francisco I. Madero,
tenemos la época de Arista. ¿ Cuál fue la labor de la prensa durante la época de
don Vicente Guerrero? Aquél, señores clásicos liberales de habla inglesa, que tam-
bién se le llamó jacobino, jacobino llamaron todos los hombres, _que no llevaban ideas
liberales radicales, a don Vicente Guerrero. Ya veis, pues, que no tenemos por qué
abochornarnos, sino . vanagloriarnos de que también se nos titule "jacobinos". Duran-
te la época de don Vicente Guerrero ¿ qué sucedió y qué pasó? Recordamos a perio-
distas como Carlos María Bustamante, recordamos a Ibarra, recordamos en ese afio
de 1829, no quisiera estarme refiriendo a ellos, porque me puede pasar 10 que a un
señor diputado en esta tribuna~ a monseñor, diputado que nos hizo vivir aquí ciento
sesenta años a un hombre, pues nos habló del Rey Sol, de Luis XIV quemando las
biblias de Voltaire y de los enciclopedistas, cuando aquél vivió en la primera mitad
del siglo XVII y éstos en la segunda del siglo XVIII; hizo algo más el señor Macías,
que el parlamento inglés, que dicen que el parlamento inglés todo lo puede menos
cambiar de sexo, hacer de una mujer un hombre o un hombre de una mujer. (Risas.)
Monseñor Macías nos hizo vivir ciento sesenta años al Rey Sol. Decía yo que en esa
época ¿ cuál había sido la labor de la prensa? Indudablemente que no fue una labúr
buena, indudablemente que fue mala.
Era de fama pública que Barradas estaba en Tampico, pero la prensa trataba de
ocultar este hecho y aseguraba que Barradas no estaba en Tampico. Después se decía:
"el Gobierno de Guerrero es malo, el Gobierno de Guerrero es pésimo. Combatamos
primero a nuestro Gobierno nacional y combatamos después al enemigo:'. Señores, no
se usaba de la censura racional, de la crítica natural, no del pensamiento sarcástico,
no de la amarga ironía, no se trataba de hacer ver los errores para rectificar éstos,
sino que existía la más asquerosa calumnia y la prensa no era otra cosa que un
chorro de difamación y de injurias al Gobierno mexicano. ¿ Qué pasó en esa época?
Que la prensa no tuvo, pues, otro objetivo que destruir el Gobierno que era absoluta-
mente liberal y que llamaron jacobino por su radicalismo sensato.
Vemos, pues, cómo en épocas de gobernantes liberales, y no me refiero a la época
de la prensa del señor Madero, porque aquella prensa sólo fue un chorro de putrefac-
ción, vemos, pues, cómo la prensa ha sido un instrumento para destruir gobiernos
fuertes, gobiernos liberales y gobiernos demócratas. Durante la época de Porfirio
Díaz y durante la época de Huerta y de todos los tiranos que hemos tenido, ya hemos
visto cuál ha sido la labor de la prensa: adular al gobernante, quemar incienso y des~
orientar al pueblo; pero yo pregunto ahora: ¿ esto quiere decir que no haya habido
periodistas honrados? Sí los ha habido, ahí está el señor Martínez. Sí ha habido pE!-
riodistas fuertes y vigorosos, y ya también el señor Manjarrez nos ha, dicho que
después de la Reforma hubo grandes periodistas que sucumbieron en la época de la
"ley del pan y palo"; ¿ pero quiere decir esto que si los jurados hubieran existido
en la época de Guerrero para los delitos de imprenta, habrían producido sus efectos
saludables y habrían producido sus beneficios? Tengo entendido que no, señores dipu-
tados. Al contrario, yo creo que si en esa época hubiese existido el jurado popular
para esa clase de delitos, y al jurado popular se hubiese llevado a los delincuentes
de esa naturaleza, seguramente que nunca habrían respondido de un acto delictuoso.
Seguramente que jamás se les habría impuesto una pena: ¿ por qué?, porque ya
hemos visto todo 10 que ha sucedido con nuestros poquísimos gobernantes demócratas.
Esa prensa perversa, pérfida y mala de los reaccionarios, en la época de un gobierno
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eminentemente liberal. va cambiando en cierta forma el sentir nacional, aunque sea
rápidamente; aunque tenga la vida efímera de un relámpago. aquel sentimiento po-
popular en pro de aquellos que sintetizan la reacción, en pro de aquello's que son oposi-
cionistas sistemáticos; así sucedió en la época de Madero y así ha sucedido en las épocas
de todos los gobiernos liberales. Seguramente que llevados al jurado popular jamás
habrían soportado sobre sí la pena en que hubiesen incurrido. en tanto que si tse
gobierno popular y liberal hubiese procurado no ser tan absolutamente débil y conse-
cuente y permitir hasta el libertinaje. indudablemente que por medio de un juez se
podría haber encadenado en cierta fonna a aquellos delincuentes que hubiesen difa-
mado. calumniado. o que hubiesen cometido alguno de los delitos relativos a la prensa.
y yo pregunto ahora, veamos el caso contrario que en la época de Porfirio Díaz. Victo-
riano Huerta. Santa Anna, hubiera existido el jurado popular. Y bien, existe ese
jurado popular; existe esa institución democrática. Está allí el pueblo que legisla a
La par que aplica la ley y que asimismo designa la pena, es decir, primero por medio
de sus representantes está legislando; después está aplicando la ley e imponiendo
la pena. Muy bien; ¿creen ustedes acaso que en la época de un Porfirio Díaz o de un
Victoriano Huerta, el jurada podría realmente juzgar, el jurado podría cumplir su
misión? ¿ Será esto cierto? No, señores diputados. En la época de Huerta o de Por-
firio Díaz, en la época de cualquier tirano de estos, que vengan surgiendO en la Repú-
blica Mexicana, lo mismo será un juez que venga a calificar los delitos de imprenta,
que un jurado popular, porque o el jurado popular tiene que admitir la consigna que
le dé el tirano, o realmente no podrá subsistir el mencionado jurado popular; efecti-
vamente, aplicando la ley, eso es indudable, eso nadie, absolutamente nadie puede
negarlo. De manera que si durante la época de los gobiernos liberales como los de
Guerrero y Madero existen los jurados populares, y esto lo afinno porque así lo creo
y porque así lo siento, por lo que he leído, más que por observación y pol\ experiencia,
así he llegado a tener este convencimiento íntimo: este jurado popular ha sido sin
duda en perjuicio de las mismas tendencias de los gobiernos liberales y que si el
jurado existe en épocas de gobiernos despóticos y tiránicos, no tiene absolutamente
ningún efecto benéfico ni saludable porque se hace lo que quiere el tirano, lo que
quiere el déspota. la consigna; esto, señores diputados, aparte d~ las razones jurídi.
cas de peso que nos pusiera de manifiesto el señor licenciado Truchuela, hablándonos
de los privilegios y fueros que entraña el jurado y exponiéndonos ese conjunto de
ideas perfectamente observadas que nos vienen a demostrar que no debe ser un jura-
do popular el que conozca de los delit,os de imprenta, porque 'si son un delito la calumnia
y la difamación, debe ser aquel individuo juzgado y sentenciado como todo delincuente
por los jueces del orden común. Esta es absolutamente la verdad, y nada más que la
verdad. Yo no vengo a hablar en contra del jurado en general, que conceptúo UDa
institución democrática necesaria y tampoco estoy de acuerdo en que sólo por el
hecho de que el ministerio público hable bien, e incline a los jurados para que casti-
guen injustamente al procesado. o porque el defensor goce de una palabra brillante,
un Urueta, por ejemplo, haga que no se condene a un culpable, que tan sólo por
esto deba reprobarse el jurado. Estas mismas razones se pueden aplicar en contra de
un juez. Viene un abogado como el señor Macías _y el señor licenciado Macías hace
el papel del licenciado Taravilla, sostiene el pro y el contra según su conveniencia y
como tiene conocimientos y maneja el sofisma, lleva el convencimiento al juez en
determinado sentido y le hace ver' la verdad jurídica, el concepto jurídico, afectando
a su cerebro conforme su opinión emitida, haciéndole ver las cosas de distinto modo
y cambiando el criterio judicial a su sabor, si el juez no eS lo suficientemente JUICIOSO
y culto. Estas son las razones substanciosas que me inclinan a creer que en nuestro
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medio social y político no es necesario el jurado popular para conocer del delito de
prensa . .8épanlo los periodistas de buena fe, señor Martínez; yo realmente compl'eudo
cuál es vuestra noble labor, cuál es vuestra misión patriótica y siempre quisiera estar
al lado de ustedes, y del lado de ustedes estoy, y si por un error, por falta de cono-
cimientos he venido a hablar en contra del dictamen, no se vaya a creer que sea porque
estoy en contra de los periodistas de honor, del lado de los que no hacen un instru-
mento de la prensa para que no se sepa la verdad de los hechos que acaecen como
aquí en el seno del Congreso Constituyente, pues para aquellos que sólo hacen de la
prensa ese instrumento de bastardas y ruines ambiciones netamente personales, para
ellos, mi profundo desprecio; para los otros, pues, mi hondo afecto y hasta mi admi-
ración. Antes de terminar, como probablemente los elocuentes oradores parlamenta-
rios van a venir a esta tribuna y van a lanzar una lluvia de denuestos sobre alguno
de nosotros, yo, plagiando, voy a decir lo siguiente: que las injurias que aquí se me
lancen no las guardo, las guarda el famoso orador Palavicini en las alforjas de su
vestido, para tirarlas allá en el primer caño que encuentre; yo protesto, que todas
las injurias y vituperios que se me lancen, los aparto de antemano con la punta del
pie como esas inmundicias que se hallan al paso de la vía pública. (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano presidente de la Comisión.
-El C. Múgica: Señores diputados: Aquí está otra vez la Comisión. Cuando se
inauguraron los debates de este Congreso, la Comisión sufrió los ataques maquiavé-
licos del señor diputado Rojas; cuando se puso al debate el artículo 3Q, el suave cíncu-
lo, el blando cínculo de monseñor Macías tuvo a bien... (Aplausos.) posarse suave-
mente sobre las espaldas de la Comisión.
Se dirigieron palabras tenebrosas para prevenir el éspíritu de la Asamblea con-
tra un atentado tremendo, íbamos a producir revolución; íbamos a asustar al país, a
hacer eso que hacen los e'Uras cuando, delante de las hijas de María o delante de los
seráficos hijos de San Luis, ealifican a los estudiantes preparatorianos, a los jóvenes
liberales de las escuelas laicas, llamándolos "jacobinos". Nada de eso sucedió, seño-
res, y esta tarde también le ha tocado a la Comisión su parte. El amistoso fuete del
señor licendado Truchuelo ha tenido a bien caer sobre la Comisión llamándola ridícula
y exagerada en su proyecto de reforma, diciendo que reforma nada más por reformar.
Señores, la Comisión, aunque ignorante, no reforma nada más por reformar; la Co-
misión tiene cuidado de estudiar los dictámenes y aunque sin erudición de ninguna
espede, los presenta llanamente a esta Asamblea para que sean discutidos. Yo feli-
cito al señor Truchuelo: porque mañana indudablemente le concederá "El Universal",
la sabiduría suficiente en derecho que le negó cuando se trató del artículo 3Q ; y paso
a concretar la defensa del dictamen, tomando en consideración las impugnaciones del
ciudadano diputado Truchuelo y las objeciones que le ha hecho el ciudadano diputado
Jara, así como las que últimamente expuso el señor Martínez de Escobar. El señor
Truchuelo dice que el jurado seria un privilegio, porque Se va a juzgar a un perio-
dista en un tribunal especial. Yo pienso esto: los juzgados están divididos en juzgados
menores y de letras. Cuando se juzga a un individuo por la naturaleza de su delito
en un juzgado menor, ¿ ese es un privilegio? y cuando el criminal, propiamente tal,
comparece ante los juzgados de letras, para ser juzgados, ¿ disfruta de otro privile-
gio? no, señores, es propio, es natural que conforme sean los delitos sean los tribu-
nales que los juzguen; los tribunales, en cierta esfera, están dentro de la jurisdicción
de los juzgados menores; hay hasta juzgados de paz. Los delitos de otro orden caen
bajo la férula, bajo la acción de los juzgados de letras que tienen mayor esfera de
acdón; yo digo, los delitos de imprenta no son enteramente iguales que los delitos del
orden común; el periodista que trastorna la paz pública, el periodista que ataca la
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vida privada y la moral, no está en las mismas condiciones que está el que mata, el
que roba, el que rapta y los jueces es indudable que tampoco estarán con el mismo
espíritu jurídico para juzgar esa diversidad de delitos con una misma ley, y es por
eso que la Comisión ha tenido en cuenta el jurado popular. La Comisión comprendió
que los periodistas lastiman esencialmente a la sociedad¡ cuando atacan al Gobiel'no
no atacan simple y sencillamente la institución que se llama Gobierno; no atacan so-
lamente el personal del Gobierno, atacan a la sociedad, porque la sociedad casi en
todos los casos tiene en el Gobierno una garantía; cuando el periodista infringe la
moral, cuando ataca la vida privada de algún ciudadano que esté en el Gobierno,
entonces el periodista no comete un delito simple y sencillamente contra un indivi-
duo, comete un delito contra una sociedad; zahiere a esa sociedad, hace que desapa-
rezca la tranquilidad de una sociedad llevándole 'cosas falsas a su conocimiento. Por
eso la Comisión cree que el tribunal más adecuado, que el tribunal más competente
para juzgar los delitos de prensa, debe ser el jurado popular. Por otra parte, señores,
como dijo el diputado Truchuela, no podría haber en una tiranía garantías de ninguna
especie, lo que de antemano reconoce la Comisión, pero juzgo yo que sería labor
más difícil corromper a nueve o diez ciudadanos, que corromper a un ciudadano que
se llamase juez. Es indudable, señores, que cuando el diputado Martínez compareció
ante un juez de distrito y le preguntó: ¿Es usted el famoso Rip-Rip? Y él contestó:
"Soy Rafael Martínez" y el juez le volvió a decir: HUsted es el famoso Rip-Rip",
agregando después que no se le parecía, es indudable, repito, que un jurado, por más
que hubiese estado ligado con la dictadura, no le habría contestado en masa: "No se
le parece usted". Por otra parte, el señor diputado Truchuela confiesa que existe ya
el jurado para los delitos de prensa en el artículo 20. El señor presidente de ~ste
Congreso nos dijo que en el articulo 20 se habían suprimido algunas frases por equi-
vocación o por una de tantas maniobras que hay en un escrito interesante y .que por
eso tal vez se omitió la parte relativa al jurado para lQS delitos de imprenta, que-
dando única e indistintamente con los tribunales ordinarios para los delitos del orden
común. ¿ Quién tendrá Tazón? ¿El señor Rojas que colaboró en el proyecto.• o el señor
Truchuela, que en mi concepto nada más tomó la afirmación y la trajo por los cabe-
llos para atacar a la Comisión? La Comisión es incompetente, la Comisión es falta
de ilustración, es verdad; pero la Comisión ha puesto en esta vez que le ha tocado
un encargo tan difíCil de cumplir, todos sus cinco sentidos. Hay momentos en que,
después de creer que tiene bien fundada una idea, se desvanece esa idea y la Comi-
sión queda absolutamente sin qué pensar, pero en esta ocasión la Comisión no podía
adivinar. En el artículo 20 no se dice de una manera contundente que el jurado popu-
lar juzgará de los delitos de imprenta. Dice que pueden ser juzgados los delitos de
imprenta cuando la pena no fuese mayor de un año, por los tribunales establecidos
o por el jurado popular; no afirma terminantemente que sean juzgados por el jurado
popular y por eso estimó la Comisión, como dije en u,n principio, que debería ser el
jurado popular y no otro tribunal el que juzgara a los periodistas. Otra de las razo-
nes que tuvimos para presentar esa enmienda al artículo a debate, fue que si es
verdad que la revolución pensó establecer un tribunal de hombres honrados, un tri-
bunal de justicia con todos sus atributos, con todas las condiciones necesarias para
que haya allí hombres inmaculados, pensó la Comisión que por 10 pronto, para que
empiecen a funcionar estos tribunales, tendrá que suceder lo que sucedió cuando la
revolución ya triunfante quiso establecer el régimen de justicia que por necesidades
de la lucha había suprimido. Tendrá, señores, que haber muchos jueces, que haber
muchos hombres que la revolución no ha sido suficiente a moralizar, que la revo-
lución no ha sido suficiente a transformar de un día para otro, de chicaneros y bri-
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bones en hombres honrados y decentes. (Aplausos.) Vamos a tener, señores, y muy
pronto tendremos, el convencimiento de ello; vamos a tener en nuestra justicia, en
nuestros altos tribunales, otra vez casi casi, a los mismos abogados, porque la edu-
cación, señores, no se borra con un solo deseo revolucionario, ni es capaz de borrarla
de un solo cañonazo el ejército de la revolución. N o, señores, la educación es lenta,
la educación se viene condensando gradualmente y tienen que pasar algunos años para
que tengamos magistrados rectos y probos, y mientras no los tengamos ¿ vamos a
entregar la libertad de imprenta, la más grande de las conquistas del siglo XIX, en
manos de la venalidad y en manos de los intereses de los funcionarios públicos?
(Aplausos.) Que la reacción levantará su cabeza, que la reacción fundara periódicos,
que 1, reacción volverá otra vez a sus ataques inicuos y descarados que dieron al
traste con un gobierno apostólico; no, señores, e~o no es cierto, voy a explicar por
qué. En la época que tenemos todavía a la vista detrás de nosotros, que tal parece
que podemos volver nuestra mirada hacia atrás de nuestras personas y ver este mo-
mento histórico que aún no acaba de pasar, encontraremos la justificación de lo que
digo, que es exacto y verdadero. Surgió prensa, prensa indigna, prensa infame en la
época del señor Madero. Sí, señores, y ¿ por qué era?, ¿ por la libertad del artículo 79?,
¿ era porque este artículo no tenía cortapisas para esos impostores?, ¿ era porque el
artículo no tenía absolutamente nada de vigor en su esencia misma para hacer callar
a esa prensa infame y de engaño? No, señores, el mal estaba en el Gobierno inismo;
por eso la prensa pudo subsistir, porque la prensa de Olaguíbel, que dirigieran en
aquella época grandes personajes de la dictadura porfiriana, no representaba más
que el interés de los individuos que estaban rodeando al señor Madero; y es preciso
decirlo muy claro: el señor Madero consideró que no se podía prescindir de Limantour
para el manejo de las finanzas y trajo a su más aprovechado discípulo, a Ernesto
Madero. El señor Madero consideró que no se podía tener un hombre revolucionario,
un hombre sencillo, en la cartera de Gobernación, y puso allí al intrigante y ambicio-
so Flores Magón; el señor Madero creyó que no podían los individuos torpes y senci~
Uos de la rev.olución cambiar notas diplomáticas, notas blancas a las cancillerías ex-
tranjeras y trajo ahí a un foco de luz que se llamaba Manuel Calero. Consideró el
señor Madero que los hijos del ejército libertador no podrian sostener un Gobierno
y dar garantías a la sociedad ni hacer el desfile gracioso y simpático de los figurines
encorsetados del colegio militar y disolvió al ejército libertador. Ese es el secreto de
todo. (Bravos. Aplausos.) El señor Madero, señores, consideró desgraciadamente que
el pueblo no podía hacer uso del sufragio efectivo y de la no reelección, y el señor
Madero, sugefltionado por los que lo rodeaban, que no atendían más que a sus intere-
ses personales, cometió el fraude electoral, no sólo cuando se llevó a los padres cons-
criptos de la patria al Congreso constitucional, sino también cuando trataron los Es-
tados, en su soberanía inviolable e inviolada, de darse representantes a su gusto; y
por eso, señores, subsistió esa prensa y por eso esa prensa encontraba eco y tomaba
como rayo en todos los ámbitos de la República produciendo lenta, no lenta, violenta
y seguramente el derrumbamiento del poder constitucional encargado por primera vez
en la Historia mexicana en el hombre más digno, en el hombre más amante de los
ideales que esa revolución de 1910 engendrara. No está, pues, señores, el remedio para
la prensa venal en la mordaza por medio de la amenaza en ir a parar a las manos
de jueces venales; no, señores, está en los principios, en la honradez, en los procedi-
mientos, en la ecuanimidad, en todo eso que debe consistir la fuerza de un Gobierno,
en la- confianza que debe inspirar en todos sus gobernados, en la confianza que debe
inspirar a los extranjeros, en la confianza que debe inspirar a todos los intereses,
en la confianza que debe inspirar a los principios. Allí es donde reside la fuerza y
que venga un "Mañana" a atacar a un Gobierno que funcione bajo ese régimen,
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dentro de ese derrotero. ¿ Qué hará "El Mañana"? "El Mañana" irá a lugares excu·
sados a servir para oficios indignos, porque no tendrá cabida en la mente de los hom·
bres honrados, que optarán necesariamente por sostener y apoyar a un Gobierno que
basa su fuerza en la honradez, en la rectitud y en la solidez de sus principios. Esto
es, señores, lo que la Comisión tiene que decir en defensa del artículo 79 constitucio·
naI, y quiero, señores, que mis palabras sean meditadas serenamente. Yo no tengo
oposición sistemática para ninguna idea, absolutamente para ninguna de aquellas
de la Cámara que tiendan a salvar la nacionalidad, que tiendan a consolidar los prin-
cipios revolucionarios que aquí nos han traído. La Comisión, con todo gusto, con
verdadero entusiasmo, aceptará aquellas mociones que vengan por el terreno honra·
do y decente de los parlamentarios revolucionarios, y de ninguna manera con las
virulencias de los ataques que en los primeros días se dirigieron a muchos :miembros
de esta Asamblea desde lo alto de esta tribuna. No, señores, la Comisión tiene senti-
mientos patrióticos, la Comisión tiene ideas levantadas y quiere cumplir simple y
sencillamente con su deber, para lo cual os exhorta, para lo cual os demanda ayuda y
protección. (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra en pro el ciudadano Andrade.
-El C. Andrade comenzó la lectura de su discurso en pro del dictamen.
-El C. Múgica: Hago la observación al señor presidente de que he visto que se
están saliendo los señores diputados en masa, quizá lo haeen para descompletar el
quorum.
-El C. Palavicini: No señores, lo hacen para no oír la lectura del discurso del
señor.
-El C. Andrade: Quiero exponer mis ideas a este respecto, porque tengo el de·
recho de defender a los periodistas de provincia. Creo justo que ya que se ha oído a
los príncipes de la elocuencia, se nos oiga a los humildes hijos del pueblo, que esta~
mos arrinconados por allá lejos. (Continúa la lectura de su discurso y después de
terminarla agrega): dando nosotros este paso que nos propone la Comisión en su
dictamen, aseguramos el establecimiento de un Gobierno democrático, porque los go-
biernos democráticos siempre tienen como base la opinión püblica; de lo contrario,
siempre pasará lo de la época de Porfirio Díaz, en que los periódicos eran grandes
propagandistas del error y engañaban a la opinión; no dirán la verdad al pueblo y de
esa manera nosotros autorizamos el entronizamiento de los dictadores. En tal virtud,
señores, es urgente que dictemos esa medida; ya ·la soñaron los constituyentes de
57 y nosotros debemos convertirla en una hermosa realidad y que esa reaiidad, co:mo
una inmensa floración, la despliegue en sus páginas gloriosas la Constitución de 1917.
-Un C. secretario: Por acuerdo de la Presidencia se interroga a la Asamblea
si considera sufi~ientemente discutido el punto. Las personas que estén por la afir-
mativa sírvanse ponetse de pie. Se. considera suficientemente discutido. Se va a pro·
ceder a la votación nominal.
-El C. Espinosa: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Espinosa.
-El C. Espinosa: ¿ Se toma o no en cuenta la proposiCión del diputado Jara?
(Voces: ¡No! ¡No!)
-Un C. secretario: La Presidencia contesta al ciudadano Espinosa que si el
dictamen de la Comisión es rechazado por la Asamblea, podrá la Comisión tomar O
no en cuenta la proposición del ciudadano diputado Jara; pero si se aprueba el dicta·
roen, de ninguna manera podrá ser tomado en consideración. (Voces: ¡A votar!)
El C. Múgica: Señores diputados: La Comisión pide nada más cinco minutos
para retirar el dictamen y volverlo a presentar inmediatamente con las refonnas
que han sido propuestas. (Voces: ¡Muy bien! Aplausos.)
835
7
,
-El C. secretario: Se consulta a la Asamblea si conceden a la Comisión los ciuct)
minutos. que solicita. Las personas que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie.
Se conceden.
-El C. Chapa: Pido la palabra para una moción de orden.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Chapa.
-El C. Chapa: Yo no creo que se pueda reformar un dictamen sobre la rodilla;
se trata de una cuestión de mucha importancia, ¿ por qué no darle a la Comisión vein-
ticuatro horas para ·que lo redacte correctamente?
-El C. presidente: Se consultará a la Asamblea y ésta será la que resuelva.
8:36
•
837
19~ SESION ORDINARIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURlJU)E LA TARDE DEL JUEVES 21
DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
l.-Se abre la seSlOD. Se lee y aprueba el acta de la anterior. Se da cuenta con los
asuntos en cartera. Ptestan la protesta de ley los CC. Martínez Solónano y
Gracidas.
2.-El C. Rodiles hace una petición para que se deposite una ofrenda floral en la
tumba de don José María MoreJos. Se' acepta y se nombra una comisión para
cumplimentarla.
3.-Se pone a discusión el nuevo dictamen del artículo 7f}. Hablan en contra el C. Calw
-El C. secretario Ancona Albertos: Hay una asistencia de 151 ciudadanos dipu..
tados. Hay quorum.
-El C. presidente: Se abre la sesi6n.
-El C. secretario Truchuelo: (Lee el acta de la seSlon anterior.) Está a discu·
sión. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica, ¿se aprueba?
Aprobada.
-El C. secretario Lizardi: Se da cuenta de los siguientes asuntos:
IIEl C. diputado Cándido Aguilar pide licencia indefinida para dejar de asistir a
las sesiones y atender asuntos oficiales."-Se le concede, acordando que se llame al
suplente.
839
"El C. diputado Ismael Pintado Sánchez pide licencia por tres días por causa de
enfermedad."-Se le concede.
"El C. diputado Arturo Méndez pide una licencia por tres días para poder desem-
peñar una comisión."-No se le concede.
"El C. diputado Alvaro L. Alcázar pide licencia para dejar de asistir a las sesio-
nes durante seis días por haber tenido· un cuidado de- familia."-Se le co~cede.
"Los CC. Joaquín Santaella y Alberto Langar'ica presentan una iniciativa para
que sea modificado el artículo 73 del proyecto de Constitución reformada."-Pasa a la
Comisión de Constitución.
840
tuyente en el país. Creo que el Congreso debe, por conducto de la autoridad municipal
de Ecatepec, depositar una ofrenda floral en la tumba de aquel prec1a1-o héroe de la
Independencia. (Aplausos.)
-El C. secretario Lizardi: ¿ Se toma en consideración la moción del ciudadano
Rodiles? (Voces: ¡Sí! jSí!)
Por acuerdo de la Presidencia, se nombra en comisión a los ciudadanos diputados
De los Santos, O'Farrill y Verástegui, para que gestionen lo necesario a fin de que,
por conducto de la autoridad municipal de San Cristóbal Ecatepec se deposite, en nom
bre del Congreso Constituyente, la corona a que se ha hecho referencia.
841
vilegio en beneficio no del periodista liberal. sino de los enemigos de la revolución. El
periodista liberal contará siempre en su favor. para salir bien librado de cualquier
proceso, con la influencia de sus correligionarios, con la influencia de la prensa liberal
y con el juicio de amparo. El fuero inútil de que hablo, solamente lo necesitan los
reaccionarios para asegurar la impunidad de los delitos de prensa. El jurado, en un
ambiente fiel al constitucionalismo, como lo es el ambiente general, es incapaz de hacer
justicia; si la hiciera, será lapidado por la multitud sensibilesca, impresionada por la
prensa de oposición, como ya ha sucedido. De esa enorme presión moral que puede
pesar sobre el jurado, se aprovecharían para salir absueltos los periodistas perversos,
qUe formarían al amparo del mismo jurado una legión.
Por un "Rip_Rip" encontraremos como veinte o treinta periodistas reaccionarios,
enemigos furiosos de la revolución. Por un periódico liberal surgirían veinte libelos
infamantes. Considerad esta verdad: después de rasparle el lomo con el artículo 39 a
un alacrán, que es el clero, le tendemos generosamente la mano con el artículo 79.
Esto es sencillamente sacrificar la obra de la revolución cuando tratamos de con-
trarrestar la influencia clerical y la de los terratenientes, a quienes seguramente ha
disgustada la labor revolucionaria que lesiona hondamente sus intereses. Nuestro
esfuerzo, hoy por hoy, debe encaminarse a establecer la independencia del Poder Ju-
dicial, a dar todas las garantías necesarias a todos los acusados, sin distinción alguna,
con el artículo 20. el recurso de apelación y el juicio de amparo, y a excitar también
al Primer Jefe, así como a los gobernadores de los Estados, a fin de que desde luego
procedan a seleccionar el personal del ramo de Justicia, prefiriendo en último caso los
servicios de los ciudadanos honrados. aunque no sean abogaqos. Estas medidas serán
pasajeras. La teoría del jurado me seduce, es honrosa; pero dado nuestro ambiente
social, constituye el mayor peligro para la revolución, porque los delitos de prensa,
que son cosa bien distinta de la verdadera libertad de imprenta, quedarían impunes
y, en ese caso, los gobernadores de los Estados y el Ejecutivo de la Unión se verían
obligados a apelar contra sus enemigos a otros procedimientos secretos que resulta-
rían tenebrosos, irritantes. ' "
Cuando el artículo 39 dé sus frutos, y no será muy tarde, cuando dispongamos
de un ambiente liberal, cuando la opinión pública sea verdaderamente liberal, no habrá
inconveniente alguno en que el jurado popular juzgue también a los periodistas.
Dije ya que el periodista honrado constituye una excepción y que no le faltará. el
apoyo de sus correligionarios en caso de un conflicto con cualquier gobernador liberal.
Es bajo este aspecto como debemos considerar la cuestión. Si la revolución, al conver-
tirse en Gobierno, quiere vivir; si quiere que la reforma produzca sus benéficos
frutos, no debe descender al campo de las transacciones. Si se considera el caso de
que estamos legislando para amparar al periodista bajo un Gobierno dictatorial, tira-
no, brutal, habremos perdido sencillamente el tiempo. La prensa libre, al amparo de
ese Gobierno nefasto, lo sabéis muy bien, no ,puede existir. Cuando un usurpador como
Victoriano Huerta llega al Poder. es peregrino discutir en la Cámara, es peregrino
hablar en el periódico: no queda más recurso que empuñar el rifle libertario.
Consolidemos, pues, el Gobierno de la revolución, apoyando el dictamen de la
mártir, de la benemérita Comisión; pero despojémosle de utopías, suprimamos eso
de los jurados. Coloquémonos en el terreno de la realidad. (Aplausos.)
-El C. Bojórquez: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Bojórquez.
-El C. Bojórquez: Señores diputados: HEl cuadrado de la hipotenusa es igual
a la suma de los cuadrados de los catetos." No vengo en este momento a hacer alu-
siones personales, ni rectificación de hechos, ni a hacer aclaraciones; traigo la con-
vicción profunda de que a la hora de estos debates debemos venir animados del deseo
842
de discutir únicamente las ideas, precisamente los princIpIos. He oido decir a deter-
minarlas personalidades que el ciudadano Primer Jefe de la revolución no quiere que
nosotros aceptemos, tal como están, las reformas a la Constitución; sino que nos hace
simplemente esta advertencia, como una suprema necesidad nacional: debemos hacer
euanto antes· esta Constitución.
Vengo animado de esa idea y del deseo de no hacer alusiones personales, yendo
en contra de las ideas de muchas personalidades que aquí en esta misma tribuna,
antes de entrar directamente a una discusión, se van por el terreno de las bajas pa-
siones y entran también directamente al camino de la intriga. Y digo que no voy a
hacer ninguna alusión personal, por más que en mi conciencia se hayan fijado algunos
conceptos. Yo creo que cuando se viene a discutir ideas, y es oportuno recordar en
estos momentos aquel patrioterismo que nos invadió en la última sesión en que se dis-
cutieron credenciales, aquel patrioterismo por medio del cual pasaron a esta tribuna
algunos oradores a hablar en pro de esa nueva campaña que se iniciaba; porque, se-
ñores diputados, ya lo hemos visto: hemos seguido la misma ruta, las tres cuartas
partes de todos los discursos han venido precisamente siguiendo ese camino, el ca-
mino de la intriga, y por eso se han exacerbado los ánimos y por eso hemos seguido
en este terreno de -los personalismos. Voy a hacer simplemente alguna alusión. No es
una alusión precisamente: es algo que viene a fortalecer esta idea que tengo. Es esto:
El ciudadano diputado Truchuelo en la sesión de ayer, nos ha venido a decir: f4vengo
j
a hablar en contra de la Comisión"; luego nos ha venido a decir lo que nosotros anhe-
lamos: Hvengo a hablar en contra de las ideas y de las argumentaciones de la Comi-
sión". Yo creo que el ciudadano Truchuela no estuvo en razón, porque, señores dipu-
tados, des.de el momento en que por mayoría hemos aceptado que la Comisión sea tal
cual está integrada, debemos todos los diputados, todos absolutamente, acatar todas
las disposiciones (Voces: ¡No! ¡No!); no las disposiciones, sino tomar en cuenta
todas las proposiciones que haga esa misma Comisión (Voces: ¡No! ¡No!); tomar en
cuenta, sÍ, señores, lo que la Comisión misma nos presente; en estos momentos no te-
nemos el derecho de atacar a la Comisión, tenemos el derecho de atacar sus ideas, sus
argumentaciones, pero nunca a la Comisión misma. Yo, cuando ataco a una persona-
lidad, no la ataco por lo que esa misma personalidad representa; yo, cuando me he
opuesto a las ideas de los señores Palavicini, MacÍas y Ugarte, no lo he hecho por
10 que en sí representan esos señores, sino porque los hi! considerado portavoces de la
reacción. (Aplausos.) Así 10 he sentido íntimamente y conste que yo no temo ni a las
alusiones personales, ni que se venga al terreno de los personalismos, porque me
considero como una insignüicancia en política y porque absolutamente no tengo la
menor intención de llegar a figurar en algunos puestos públicos. Yo vengo en estos
momentos a hablar en pro de la libertad de imprenta y, hablando más en concreto,
vengo a sostener el dictamen en lo que se refiere al establecimiento del jurado, porque
lo considero como una de las formas más democráticas para hacer justicia a esos
hombres del periodismo, a esos hombres que, si hemos de hacer caso a los antece-
dentes que existen sobre ellos, han sido las eternas víctimas del Gobierno. Hay una
fábula francesa, o al menos traducida al francés, muy conocida, quizá conocida de
todos vosotros, relativa a lo que hizo en cierta vez un filósofo notable: el esclavo
Esopo Jano, el amo o patrón de Esopo, le pidió1 al invitar a ciertos amigos suyos a
una comida, que en esa comida diera sólo o mandara confeccionar únicamente el pla-
tillo más bueno que hubiera, y Esopo sirvió pura lengua en todas sus manifestacio-
nes: a la parrilla, entomatada, etcétera. (Risas.) Como se le hiciera la observación
a Esopo de que había servido un solo platillo, él contestó filosóficamente que la lengua
era 10 mejor que había en el mundo, expresando ciertas ideas, entre otI'as, que la
lengua, por ejemplo, puede servir para expresar la verdad, puede servir para defender
843
a un inocente y otros argumentos por el estilo. "Bueno, le dijo su amo, mañana scr~
virás el platillo más malo que hay"; y entonces Esopo, con la misma filosofía ante~
r'ior, sirvió pura lengua en todas 'Sus manifestaciones, y demostró al día siguiente que
la lengua era lo más malo que existía.
Eso mismo sucede con la prensa, señores diputados; la prensa puede ser lo más
malo y lo más abyecto, 10 más noble y 10 mejor; puede ser, si sirve como arma ras-
trera a los gobiernos abyectos el arma de todas las traiciones y el arma de todas las
imposiciones; puede ser 10 peor si está sujeta a- todas las imposiciones, si es una
prensa de consigna; por eso cabe, por eso es oportuna la fábula aquella del filósofo
Esopo, al referirme a la prensa. Por esta misma razón, en este terreno de la discu-
sión sobre el artículo 7Q , tienen que traerse tantas argumentaciones en pro del dic-
tamen, y tienen 'que traerse también muchísimas argumentaciones en contra del mismo
dictamen. Yo vengo a hablar en su favor, porque señores diputados, si nos atenemos
a los antecedentes, debemos convenir en que los periodistas, los que verdaderamente
son periodistas, han sido en todos los tiempos y en nuestro medio social, las eternas
víctimas. Algunas personas que se oponen al establecimiento del jurado, dicen que
esto es establecer también un principio, es dar a los ciudadanos de la prensa una mayor
representación o una mayor garantía. Admito, señores diputados, que establecer esta
circunstancia que establece para los periodistas el derecho al jurado popular, sea una
mayor garantía; pero, señores diputados, debemos considerar que el periodista no
tiene, como no deben tener los hombres públicos, una vida privada; el periodista tiene
que vivir a la luz del día; las opiniones del periodista tienen que estar sujetas a cierto
criterio; no es periodista el hombre que en un momento dado lanza una hoja suelta
y expresa una opinión; es periodista el hombre Que viene sosteniendo una misma idea y
combate por un mismo principio, a despecho de todos los huracanes de la suerte, y por
eso esas garantías, porque si nos fijamos bien, el jurado popular se establece para
todos los casos en que el delito sea mayor de un año, o que amerite una pena mayor
de un año de reclusión, de suerte que al periodista no se le da sino una sola ventaja
al establecer el jurado popular y se le da muy justificadamente, porque lo sabemos,
señores; generalmente se acusa a los periodistas cuando incurren en delitos polítkos
y muy raras veces cuando incurren en delitos del orden común, y sobre todo, señores
diputados, cuando el periodista ha incurrido en un delito del orden común, es preci~
samente porque aquellos delitos se han hecho públicos, porque pertenecen al dominio
de la opinión pública; de suerte que esos delitos ya caen bajo el dominio del pue-
blo, del pueblo mismo que ha de venir a juzgar a esos periodistas. Dice el ciudadano
diputado Calderón que no debemos dar' estas garantías a los enemigos de la Carta
Magna, es decir, a los enemigos de la revolución; que ellos no deben disfrutar de
estas mismas garantías, y yo digo: si en el artículo 39 hemos hecho algunas restric-
ciones al clero, es precisamente porque el clero trabaja en la sombra, señores dipu-
tados, el clero trabaja en la obscuridad, mientras que el periodista forzosamente,
ineludiblemente tiene que trabajar a la luz del día y sus opiniones, para que tengan
fuerza, tienen que caer en la conciencia de la opinión pública.
Algunos otros señores diputados han hecho la objeción de que si llegamos a caer
bajo el peso de gobiernos despóticos y tiránicos, de todas maneras tendremos la co-
rrupción en el jurado popular y han dicho que, si es fácil corromper a un jurado, es
más fácil corromper a un juez; y sencilla y numéricamente a mí me parece que esta
es una objeción que tiene lugar, porque es má fácil corromper a una sola persona que
corromper a un grupo de ciudadanos.
Las observaciones que en la discusión de ayer hizo el ciudadano diputado Jara
me parecieron muy oportunas y por eso lo felicité; esas observaciones son justas.
Hemos visto, o al menos tenemos conocimiento los que hasta ahora no hemos sido
844
per~eguidos poI' gobiernos despóticos en estos delitos de imprenta, que cuando se ha
invadido el lugar en que se ha hecho una publicación, no sólo se aprehende- al autor
del delito que se denuncia, sino también, como ha dicho muy bien el señor Jara, se
han aprehendido a todos los hombres del pueblo, o a todos los ciudadanos que to-
maron participación en aquella publicación. Por eso ha sido muy oportuna y se ha
recibido con muestras de satisfacción la idea que ha tenido la Comisión de reformas,
o la idea que ha venido en el proyecto de reformas del ciudadano Primer Jefe, que
establece que por ningún motivo puede ser incautada la imprenta como un instrumento
de delito; y por e'so también esta nueva modificación al dictamen, esta nueva restric-
ción hacia todos los atentados de la libertad de' imprenta, propuesta por el ciudadano
diputado Jara, ha causado magnífica impre:sión. -
Ciudadanos diputados, estamos en el momento solemne en que debemos ver hacia
él futuro y no hacia el pasado. Yo sé perfectamente que el pasado nos puede traer
consecuencias, que puede traernos antecedentes que influyen en lo que el porvenir
nos traiga; pero, ciudadanos diputados, si nosotros no confiamos en nuestro mejora-
miento, si no creemos que nuestro pueblo es susceptible de regenerarse y si no tene-
mos la convicción de que, regenerando a ese pueblo se podrá hacer que los jutados
populares dicten un fallo consciente y patriótico, y si los hombres de la revolución no
vamos a confiar en el fuero de la opinión pública,. ciudadanos diputados, yo creo que
nos ponemos a la altura de cualquier reaccionario, porque precisamente esa ha sido
la mejor arma de combate de los enemigos de la revolución: que nosotros no estamos
aptos para gobernarnos, que nuestro pueblo no está al tanto de todas las necesidades
que él mismo tiene y que no puede ese mismo pueblo gobernarse. Yo confío en el por-
venir, y porque en él confío y porque sobre todo, ciudadanos diputados, yo no soy uno
de esos hombres que vienen aquí con el prejuicio de creer que nosotros seremos los
hombres del Gobierno de mañana, sino que, por el contrario, confío, en que yo hoy,
como ayer, seré uno de los hombres del pueblo, de los que vayan a defender precisa-
mente las necesidades revolucionarias y que forzosamente tendré que permanecer
alejado del Gobierno, señores diputados, vengo con esa intención, vengo con esa idea
a apoyar el dictamen de la Comisión y vengo también porque allá, cuando se ofreció
hacer propaganda por mi candidatura, yo ofrecí a los buenos hijos del pueblo de
Altar, allá a los hombres que residen en aqúel rincón de la patria mexicana, que cada
vez que se pusiera a discusión un dictamen que fuera en favor de las libertades pú-
blicas, yo levantaría mi voz para apoyar ese dictamen y hacer, con todo mi esfuerzo
y con toda mi buena voluntad, que fuera aprobado; hemos llegado a esta conclusión:
los juzgados y los jurados populares pueden ser malos, pueden ser defectuosos; con-
fiemos en que podrán ser buenos, pero de todos modos, tenemos que convenir en que
el jurado popular es un ,procedimiento más democrático que los jueces y por eso, ciu-
dadanos diputados, vengo a pedir que votéis en favor del dictamen de la Comisión; si
no lo hiciéreis así, la nación os lo demande. (Risas. Aplausos.)
-El C. Ramírez Villarreal: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Ramírez Villarreal.
845
una nueva clase, una nueva especie social en el corazón de la sociedad misma; en ese
caso, antes que los señnres periodistas, muchos otros profesionistas que laboran por el
bien común, tendrían derecho para pedir esas prerrogativas.
Piden esos señores un jurado especial, ¿ por qué se los vamos a dar? Señores, yo
me siento en el lado de la izquierda; pertenezco a ese grupo de los jacobinos rabiosos,
como nos han llamado. No están aquí los señores, lo lamento; pero señores, en mi
conciencia está y en la conciencia de muchos de mis compañeros, que no debemos
dar prerrogativas a nadie; por eso, señores, vengo a abogar por que a los periodistas
no se les dé ninguna prerrogativa. Yo, señores diputados, en estas lides parlamenta-
rias soy un novicio, quizá debí hacer lo que el señor Andrade, lo que el señor Rosas
y Reyes, traer un discurso escrito para leerlo, porque aquí, en la cúspide de esta
tribuna, la cabeza se me vuelve un volcán como el de Colima, el Estado que yo repre-
sento y, señores diputados, me encuentro en un verdadero conflicto al tratar de coor-
dinar los conceptos que tengo sobre este asunto, para tratarlo, nada más que para
tratarlo, porque yo no digo como el señor ... monseñor (Risas.): "vaya convencer-
los"; yo únicamente vaya tratar de convencerlos con mis ideas. Yo creo, señores
diputadas, que los señores periodistas que se sientan a la izquierda, es decir, donde nos
sentamos nosotros los jacobinos rabiosos, no han estudiado detenidamente el asunto;
Rafael Martínez, el ciudadano Rip-Rip, no lo ha estudiado detenidamente. (Risas.)
N o, no se han dado cuenta de lo que vienen aquí a defender, ni de lo que vienen a
atacar; están en una completa ignorancia, (Risas.) sí, señores, respecto del punto
jurídico de la cuestión, porque, señores diputados, ellos piden que los periodistas sean
juzgados por un jurado popular y en la Constitución, es decir, en las reformas pro-
puestas por el Primer Jefe, allí consta, allí figura el establecimiento del sistema de
jurados populares para la calificación de todos los delitos que caen bajo la sanción
del Derecho Penal y, señores diputados, los delitos de los señores periodistas son todos
delitos del orden común. ¿ Por qué quieren venir ellos a tratar de convencernos de que
son delitos de índole diversa? No, señores, son delitos enteramente de~ orden común;
los delitos de prensa ¿ cuáles son? La difamación, muy común por cierto en nuestra
prensa, la calumnia también muy común en nuestro medio periodístico y ade~ás de
la difamación y la calumnia, los delitos políticos (Una voz: La barba ... ) no, la barba
no es un delito, eso ya es otra cosa. Así es que, señores diputados, la difamación, la
calumnia judicial o extrajudicial y los delitos políticos están previstos y penados por
nuestro Derecho Penal; ¿ por qué quieren que se venga a hacer' una legislación especial
para ellos? Antes que ellos, otros individuos de la sociedad, los profesionistas, tienen
más derecho de que se les den esas prerrogativas. (Voces: ¿Por qué?) No les contesto,
porque no quiero interrumpir el curso de mis ideas. Así es que, señores diputados, si
esos delitos, los delitos que pueden cometer los señores periodistas, están previstos
y penados por la ley, ¿ por qué vamos a estatuir un jurado especial, es decir, un juez
especial? ¿ Por qué les vamos a dar una legislación enteramente singular? N o hay
razón de que la pidan, no tienen absolutamente ningún fundamento para que la deseen;
por esas razones, yo, honradamente y cuando se han discutido aquí en el seno de esta
honorable Asamblea algunas otras de las reformas propuestas por' el ciudadano Primer
Jefe, he sido el primero, por lo menos desde mi asiento, porque nunca había llegado
a la tribuna, de los que han protestado contra ellas.
Ahora soy de los primeros que estoy del lado de la reforma del Primer Jefe. Al
discutirse aquí, al analizarse en la cúspide de esta tribuna por algunos diputados la
libertad de la prensa en la República, unos han hablado de los mártires que ha tenido;
otros han hablado de los crímenes políticos o sociales que ha cometido. Yo no quiero,
señores, porque me conceptúo francamente incompetente para retrotraerme a las épocas
del periodismo anterior a mi actuación cívica en el seno de la Revolución Constitucio-
846
nalista, a estudiar a los señores periodistas que han merecido en el seno de la Asam~
blea que sus nombres se eleven hasta las cumbres de los parnasos cívicos y literarios
por sus merecimientos; pero quiero referirme a la actuación actual de la prensa revo~
lucionaria. ¿ Qué tenemos a ,la fecha en la prensa nacional? Primero que todos, al hijo
de "El Imparcial": "El Universal", señores, dirigido por un científico de abolengo,
por don Félix F. Palavicini. (Risas. Aplausos.) Que siento mucho que no esté. presente
para que conteste mis alusiones personales; es un órgano criminal de la prensa de la
República, digo, de los Estagos Unidos Mexicanos. "El Universal" -todos ustedes
lo h.an visto- nunca dice la verdad; asienta puras falsedades acerca de lo que se
trata en el seno de esta honorable Asamblea. "El Universal" no parece sino que está
escrito por los lacayos de Reyes Spíndola; lo digo delante del señor repórter de "El
Universal" que está allí presente (Señalando) y lo digo con mucha satisfacción.
(Aplausos. Risas.) Bueno, después de eso, señores, "El Universal", que no es universal,
porque como trata las cuestiones, es ,parcial; bueno, después de eso, señores, nos queda
"El Demócrata", dirigido por don Rafael Reyes Spíndola (Hilaridad.) digo, por don
Rafael Martínez, el ciudadano "Rip-Rip", como le dijo monseñor, el señor Macías. "El
Demócrata",.señores, es un magnífico periódico de información, pero nada más que de
información ... (Una voz: ¡Germanófila!) sí, señor, germanófila; se concreta a dar
noticias de los nombramientos 'de la Secretaría de Justicia, de los nombramientos de la
Secretaría de Gobernación, es decir, de cosas enteramente triviales, pero no es un pe-
riódico de doctrina, señores diputados ...
-El C. Martinez, interr'l:lmpiendo: Vea usted los editoriales, señor diputado.
-El C. Villarreal, continuando: A su tiempo, señor Rafael Martínez, puede usted
venir a decir aquí lo que guste. Así es que, señores diputados ... (Una voz: Falta "El
Pueblo".) Allá voy, allá voy; pues decía a ustedes, señores diputados, que 'jEI Demó-
crata" es un periódico ...
-Un C. secretario,. interrumpiendo: Por acuerdo de la Presidencia se ruega al
señor diputado que está haciendo uso de la palabra, que se concrete al punto que
se está tratando. (Voces: ¡No! ¡No! ¡Que hable! ¡Que hable!)
-El C. Villarreal, continuando: Bueno, a mí me extraña que cuando viene aquí un
jjrenovftilor", lo dejan hablar hasta de la cocinera. (Risas. Aplausos prolongados.)
-El C. Medina, interrumpiendo: Reclamo el trámite. (Voces: ¡No hay trámite!)
Señor presidente, es muy artificial el concepto que hay en esta Asamblea para saber
cuándo un orador trata "la cuestión y cuándo se sale de ella. No hay cri~rio uniforme
para todos los oradores: hemos visto en muchas ocasiones la parcialidad de la Mesa;
varios oradores se han salido de la cuestión y se les ha dejado hablar; el señor está
hablando de las cuestiones de principios; debe dejársele hablar.
-El C. presidente: Se me ha interrumpido en el uso de la palabra; a mi es a
quien se ha suspendido en ella. Como -el asunto que se debate es demasiado interesante
y hay inscritos muchos oradores, recomendé brevedad al señor Villarreal. Una reco-
mendación no es interrumpir al orador en el uso de la palabra.
-El C. VilIarreal, continuando: No quiero provocar efectos políticos; ¿ para qué
es ese pánico? Yo 10 único que quiero, ciudadanos diputados, es establecer en el crite~
rio de la honorable Asamblea, que me dispensa el honor de escucharme', una orientación
para que se dé cuenta de 10 que es la prensa en cualquiera de las épocas en que tenga
una actuación; por eso, siguiendo con la cuestión de uEI Demócrata", decía yo que
es un periódico incoloro, enteramente oficioso, que interpreta el criterio económico de la
Secretaría de Hacienda, el criterio jurídico de la Secretaria de Justicia, el criterio ad-
ministrativo de la Secretaría de Gobernación y así, por consecuencia, los criterios de
cada uno de los ramos que corresponden a toda la administración pública del pals; pero
que no nos dice absolutamente nada de doctrinas; nada que traiga a nuestra con-
847
ciencia una orientación definida; ciertamente que "El Demócrata", comparado con "El
Universal", pues es una lumbrera. (Risas.) Sí, señores, porque "El Universal" es una
cloaca adonde- se van a vaciar todas las inmundicias del cientificismo muerto, de ayer,
y "El Demócrata" es un órgano puro del periodismo nacional, que en cierto modo
sintetiza el sentimiento de los revolucionarios convencidos, pero no aptos en las mate-
rias que tienen que r~solver. Siguiendo de "El Demócrata", al "Pueblo", me acuerdo
yo de aquella frase que no recuerdo de quién "es, que "de lo sublime a lo ridículo no
hay más que un paso" y realmente, señores, de la sublimidad intelectual de "El De-
mócrata" al ridículo de "El Pueblo"', no hay más que un paso, pero muy difícil de
franquear. "El Pueblo", señores diputados, dirigido por Heriberto Barrón, a quien he-
mos expulsado del seno de este Congreso Constituyente por indigno no sólo de perte-
necer a él, sino de pisar el suelo de los Estados Unidos Mexicanos y de llevar ese
nombre y, sin embargo, allí está "El Pueblo" ¡tan tranquilo! y el señor Heriberto
Barrón ganando mucho dinero; creo que hasta le dan papel; no lo afirmo, me 10 han
informado y no quiero yo hacerme solidario de esa afirmación; que la imprenta no e.3
de él, que allí se van a estampar ideas que no le pertenecen y hay que hacer una
advertencia -a los señores de la derecha me dirijo-: dicen que "El Pueblo" nos de-
fiende a los jacobinos rojos, porque tiene cierta amistad con el general Obregón y
eso no es cierto, no es verdad, yo me acuerdo de este detalle. Heriberto Barrón, desde
Estados Unidos, le puso un telegrama al general Obregón diciéndole que le ofrecía su
pluma para defenderlo de los ataques que le hacía la prensa norteamericana, diz que
porque se quería voltear contra el señor Venustiano Carranza, que es nuestro Primer
J efe, y el general Obregón, ¿ saben ustedes lo qUe le contestó? Conozco el telegrama,
porque en aquella época yo, señores, tuve, no sé si la desgracia o la oportunidad o la
fortuna de estar al lado de uno de los más conspicuos revolucionarios de la República
Mexicana, del general Juan José Ríos, y él me mostró el telegrama en que el general
Obregón le decía a Barrón: que antes que su pluma lo defendiera, prefería que 10
atacara, porque la pluma de un Heriberto Barrón o de un Félix F. Palavicini y de un
José Natividad Madas, manchan mejor que defienden a cualquier individuo. (Una voz:
j N o es cierto!) Sí es cierto. ¿ Quién sabe, quién dice que no es cierto? Así es que,
señores diputados, examinada toda la prensa metropolitana, la de la -capital de la
República ...
-El C. Navarro. interrumpiendo: ¿Y la prensa de los Estados?
-El C. ViUarreal, continuando: Un momento, señor campesino, allá voy. ¿ Qué
nos queda? La prensa de los Estados; tiene usted razón; allá voy. "El Gludiador"
acaha de nacer; "El Gladiador" empieza como todas las juventudes, "con un brío tre-
mendo, con un afán de demolición que a todos nos espanta y ojalá que por esa misma
senda siga, porque "El Gladiador" es el único periódico de doctrina que hay en la
capital de la República, es el único periódico que no obedece consignas, es el único
periódico que quizá no reciba papel ni reciba cualquiera otra subvención del Gobier"no.
Así es que, fuera de esos periódicos, solamente a la prensa de los Estados puedo re~
ferirme.
"El Boletín Occidental de Guadalajara", que antes se llamaba "El Boletín Mili-
tar"; "El Baluarte", del Estado de Colima, que, por el crimen de lesa patria, de haber,
no discutido, sino analizado ciertof:í actos de la Secretaría de Fomento ~allí está el
señor" Rouaix, secretario de F.omento, que puede decirlo-, que afectaban algo a los
intereses de los vecinos de la ciudad de Colima y a los vecinos de aquella comarca
por una cuestión de tierras yaguas que les querían robar a esos pobres hombres, me-
reció el anatema de los centros directores de la política de la ciudad de México.
Sigo, pues, con mi enumeración. Después, un periódico de Sonora, cuyo nombre no
recuerdo en este momento, el periódico honr'ado que ha dicho un distinguido compa-
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ñero de la Cámara, porque yo, ciudadanos diputados, tratándose de Sonora, aunque no
soy de Sonora, ni siquiera lo conozco, como conozco a casi todos los hombres que han
estado en el seno de la revolución, tengo la convicción honrada y profunda de que todos
ellos son honrados revolucionarios y de que toda la prensa que se publica en aquella
apartada región de la República es honrada y revolucionaria.
Después de esos periódicos, los dLYucatán; siento no ser un orador como el señor
Palavicini o como el ~ñor José N. Macías, que cuando vienen a esta tribuna no vienen
a decir lo que sienten, sino lo que traen almacenádo en ese saco que llevan dondequie-
ra, por eso no me acuerdo cómo se llaman esos periódicos, pero creo que se llama
uno de ellos "La Voz de la Revolución", los únicos periódicos también eminentemente
revolucionarios. Así es que, señores diputados, después de hacer este somera examen
de la prensa nacional, ¿ a qué consecuencia venimos? a que en la capital de la Repú-
blica no hay periódicos, a que en los Estados sí los hay, pero en gran minoría, a
que ... ¡se me olvidaba! y 10 voy a apuntar, aquÍ en Querétaro acaba de fundarse "El
Constituyente'" dirigido por el señor general Jara, a quien personalmente no tengo
el honor de conocer, pero que empieza también bajo muy buenos auspicios, es decir,
que tiene la apariencia de ser un excelente elemento periodístico honrado. Después de
todo esto, señores diputados, después de este examen de la prensa, ¿ en qué concepto
vamos a tener a los señores periodistas que quieren para ellos un privilegio sólo con-
cedido a castas más antiguas, a castas de abolengo, a castas que han dominado en
épocas anteriores y siguen dominando en la época presente, es decir, la fuerza -porque
desgraciadamente el poder de la fuerza es más fuerte que la fuerza del derecho-, ¿ por
qué les vamos a dar privilegios? Decía al principiar mi peroración, que ni al milita-
rismo, ni al clero ni a la aristocracia debían dárseles privilegios y aun, como lo dije
al principio, que ni al periodismo. ¿ Por qué le vamos a dar privilegio, señores dipu-
tados? Eso es desde el punto de vista' de la actuación de estos señores en la vida cívica
del pueblo; por otra parte, quizá por ignorancia de ellos' vienen a pedir aquí, en esta
tribuna, que se establezca un jurado especial para que conozca de sus delitos. Señores
diputados, en el proyecto de reformas del Primer Jefe, en la conciencia de todos nos-
otros está que el establecimiento ya universal del jurado popular para el conocimiento
de todos 'los delitos del orden común, es precisamente la justicia del pueblo por el
pueblo mismo.
Los señores periodistas quizá no saben que los delitos que ellos cometan -porque
algunos han dé cometer-, van a ser juzgados por jurados enteramente populares
que conozcan de los delitos del orden común; así es que entonces, ¿para qué quieren
un jurado especial?
Sabemos perfectamente que todas las entidades establecidas están en disposición
de corruptirse, o más bien dicho, de corromperse. Un jurado popular previamente es-
tablecido empezará a recibir las adulaciones de la prensa mercenaria y los ataques de
la prensa independiente, eso es indudable, y los miembros de ese jurado, cuando en sus
manos caiga uno de esos señores periodistas, tiene forzosamente que juzgarlo, supe-
ditando la acción de su justicia a sus sentimientos personales respecto de ellos.
Por esa razón, ciudadanos diputados, creo yo que si el jurado popular, establecido
ya en las reformas del Primer Jefe, está capacitado para juzgarlos, es enteramente
inútil que se establezca un jurado especial para ellos.
Otra de las razones que yo aduzco para que el dictamen de la honorable Comisión
sea rechazado, es la siguiente: en los Estados Unidos Mexicanos conocemos en qué
términos se conglomeran los elementos que forman los jurados. Los Gobiernos de cada
uno de los Estados, por un procedimiento enteramente arbitrario' y que la ley no es-
tablece ni en el Distrito Federal, donde hay leyes especiales para ese caso, nombra a
fulano, a zutano, por orden alfabético, para que integren los jurados. Esos señores que
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tienen el carácter de jurados, cuando son individuos que tienen cierta representación
social, cierto modus vivendi, puede decirse, y no quieren irse a molestar para ir a ser-
vir de jurados, lo que hacen es acudir al empleado, al jefe de la sección donde se
forman esos jurados, y van y le dicen: "aquí están cinco o diez pesos, hazme favor
de excluirme del jurado popular"; de manera, señores diputados, que sólo quedan allí
individuos enteramente independientes para la cuestión del jurado, que se encargan
de conocer de los delitos del orden común, pero para los jurados de los delitos de
prensa, que no son tan frecuentes como los delitos comunes, tengo la convicción d~ que
lo mismo ocurriría para hacer a un lado a los que no quieran servir a los jurados del
orden común y seguramente para hacer a un lado a los que quieran ir a prestar
sus servicios como jurado en los delitos de prensa. Por esas razones y por mi parte
estoy dispuesto a votar en contra del dictamen de la honorable Comisión. (Voces: ¡Ya
basta!) Un momento señor diputado.
Vaya descender de esta tribuna, pero antes de bajar y después de haber dejado
sentado mi criterio, quiero insistir una vez más sobre un punto: la cuestión de "El
Universal", porque estoy seguro que de lo que he dicho ahora con un color verde,
mañana aparecerá en "El Universal" con un color colorado; yo he dicho que "El Uni-
versal" está servido por lacayos de Reyes Spíndola y estoy dispuesto a sostenerlo
cuando el señor Palavicini, que no está aquí, esté presente. (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra en pro el ciudadano Salvador González Torres.
-El C. González Torres: Señores diputados: Demasiado discutidos han sido todos
y cada uno de los puntos, algunas veces con serenidad y otras con violencia o por
medio de chiste's. Ahora se ataca principalmente el dictamen y se presume o se cree
que se va a establecer un jurado especial para los periodistas; no es fuero lo que se
quiere implantar, no es un jurado especial, todo mundo dice que ya está establecido el
caso del jurado en el artículo 20, pero está previsto allí que sea para delitos cuya pena
sea mayor de un año" y yo pregunto si es justo que a los periodistas a quienes se les
atribuya un delito de prensa cuya pena sea inferior de un ano, se les someta al criterio
de tribunales o de jueces que tienen que estar perfectamente ligados con el Gobierno
por cuestión de interés, por la atmósfera que los rodea y porque tienen que defender
los intereses del Gobierno a toda costa, por espíritu de conservatismo; porque si ya
está establecido y se acepta que sean juzgados por medio del jurado para delitos cuya
pena amerite que sea mayor de un año, ¿ por qué no se acepta que ese jurado se im-
ponga para cualquiera clase de delitos que se atribuyan a la prensa, con tanta mayor
razón si, como lo acaba de decir el señor que me precedió en el uso de la palabra, son
pocos, relativamente, los delitos de prensa?
Yo no acepto que los delitos de prensa sean juzgados por jueces del Gobierno,
porque, como ya dije, la atmósfera les perjudica naturalmente y no podrán tener un
criterio completamente sano y recto; porque, por otra parte, aun cuando' quede dentro
de una ley orgánica reglamentaria para esta clase de delitos, por mucho que se estu-
die, por muy bien que quiera hacerse, tendrá que ser deficiente, porque es ambigua la
instrucción de los delitos que se refieren a la moral, a la paz pública y a la vida pri-
vada, y naturalmente que habiendo cierta ambigüedad en la ley reglamentaria, se
dejará al criterio del juez para que él dilucide cuál es el delito que se haya cometido.
Ahora bien, ¿ no es cierto que quien mejor interpreta el sentido de un artículo de
prensa es la conciencia pública? ¿ N o es cierto que quien mejor puede determinar si
un escrito es moral o inmoral, es la misma conciencia pública? Y aun respecto de las
perturbaciones del orden y la paz pública, ¿ no es cierto que la conciencia pública es
la que mejor se da cuenta de si se ataca o no el orden público? ¿ Por qué se ataca al
jurado? Es claro que el jurado es el más adecuado, pues los habitantes de una pobla-
ción vienen a ser el portavoz de la opinión general y estando completamente desligados
850
del Gobierno, tendrán que obrar con mayor imparcialidad. y conforme a la justicia y
a la razón.
Se atribuye que es fácil la corrupción del jurado por la poca ilustración de los
individuos que pueden formarlo, por el poco criterio, y yo digo que es más fácil corrom-
per a un juez, a quien se le tiene amarra~o con el sueldo que disfruta, que corromper
a cinco, siete o doce individuos que compongan el jurado. Además, si por lo pronto
vamos a tropezar con deficiencias y dificultades, como es casi seguro, para que los
jurados cumplan con su deber, porque en general carecemos de ilustración, ¿ qué nos
impide sentar desde ahora esos principios para que cuando la evolución, que por medio
de la instrucción que el Gobierno revolucionario ha procurado y tiene el propósito de
seguir difundiendo con mayor amplitud, dé sus frutos, llene el jurado la elevada mi-
sión que le está confiada? Hagámoslo así y no nos precipitemos deseando que los fru-
tos vengan inmediataIttente.
Se teme también el que los enemigos del Gobierno se aprovechen de las ventajas
que Vamos a proporcionarles, en caso de que se acepte el dictamen de la Comisiónj y
yo digo:- ¿por qué se teme? ¿Nos consideramos inferiores a ellos? El que teme la lu-
cha es porque no está seguro de la solidez de sus principios. Si ellos se van a apro-
vechar de esa's libertades, es muy natural que el espíritu de todo liberal debe precisa-
mente conceder libertad a todos, tanto de un partido como de otro. De manera es que
no temamos, señores; cuando ya se establezca el orden constitucional, cuando ya esté
perfectamente establecido el Gobierno, pues tenemos muchos que andan huyendo en
la actualidad e intrigando en el extranjero para hacernos politica aquí dentro del
paÍsj al contrario, démosles la bienvenida y luchando en contra de ellos, les demostra-
remos de parte de quién está la justicia.
Ahora bien, yo creo que se debf establecer en este artículo lo relativo al jurado,
porque es natural que en el que se trate exclusivamente de la prensa, se consignen
los derechos que deben tener los periodistas. No quiero seguir adelante, no quiero Ele·
guir hablando, porque. todos los argumentos que se pueden esgrimir en pro, ya están
en el espíritu de la Asamblea, y todos nosotros estamos conformes y os habéis for-
mado un criterio verdaderamente firme y sólido; la serenidad nos es indispensable
para -terminar cuanto antes el artículo que demasiado ha sido discutido, y continuar
con nuestras labores, que es indispensable sean violentas.
-Un C. secretario: En virtud de haber hablado sobre este asunto ocho oradores
ayer, cuatro en pro y cuatro en contra, y cuatro hoy, dos en pro y dos en contra, que
son doce en total, el señor presidente consulta a la Asamblea si está suficientemente
discutido el asunto. Las personas que estén por la afirmativa que se sirvan ponerse
de pie. Sí está suficientemente discutido.
851
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Medina.
-El C. Medina: Si es innegable que el criterio de la Asamblea es uniforme en
cuanto al principio de la libertad de imprenta, yo creo, dígolo por mí, que al llegar
el momento se va a ser muy doloroso, porque repugna a mis propósitos votar en
contra del artículo 79 tal como está concebido, porque no estoy de acuerdo en el esta-
blecimiento del jurado, ni estoy de acuerdo con la redacción que le ha dado la Comi-
sión a la proposición del general Jara; en tal concepto, me parece propio que la Co-
misión divida el artículo en partes, para que votemos todos por la libertad de im-
prenta y en contra por el establecimiento del jurado los que estemos en contra.
-El C. U garte: Eso es lo que yo pido.
-Un C. secretario: ¿ Se toma en consideración la proposición del señor Ugarte?
Los que estén por la afirmativa, que se pongan de pie. (Voces: ¡No hay mayoría!)
-El C. Terrones: Una moción de orden, señor presidente. El Reglamento pre-
viene la manera de rectificar las votaciones en casos dudosos como éste.
-Un C. secretario: El ciudadano presidente nombra a los señores Ezquerro y
Calderón, que están parados, para que cuenten a los que están sentados, y a los seño-
res Vega Sánchez y Dyer, que están sentados, para que cuenten a los que están pa-
rados. (Voces: ¡Sí hay mayoría ostensible!)
-El C. presidente: Sí hay mayoría. Aprobado.
-El C. secretario AncoDa Albertos: Hay mayoría por la afirmativa y, por con-
siguiente, la Comisión procede a dividir el dictamen. Se pone a votación el dictamen,
con exclusión del concepto que se refiere a que los periodistas serán juzgados por un
jurado popular, que se votará después. (Voces: ¡Que se lea lo que se va a votar!)
-El C. Rodríguez González: Me parece que esa división está mal hecha, puesto
que en lo relativo a la libertad de imprenta, todos estamos conformes. La adición del
señor Jara está mal hecha; no está bien redactada; de modo es que si lo aprobamos,
resulta que admitimos la mala redacción de la adición.
-El mismo C. secretario: Se separan entonces los conceptos que se refieren a
que los periodistas serán juzgados por jurados populares y lo referente a la adición
propuesta por el señor Jara. (Voces: ¡Que se lea!) La Comisión de Estilo lo corre-
girá después.
-El C. Múgica: Señores diputados, yo creo que nos estamos festinando y vamos
a gastar el tiempo en hacer votaciones de una cosa que está en el sentir de toda la
Asamblea. Ya sabemos perfectamente que el artículo, en lo que se refiere a la liber-
tad de imprenta, no tendrá ninguna dificultad en su aprobación. Los puntos al debate
son dos: que se establezca el jurado popular para juzgar los delitos de imprenta, y
la otra parte, la relativa a la adición propuesta por el señor Jara, que consiste en
que en ningún caso los obreros en general que colaboren en la formación de un perió-
dico serán responsables de los delitos que se denuncien, aun en el caso de que un
escrito se declare criminal. Pues bien, como se hizo la adición ayer tarde de una
manera violenta, en medio de todas las excitaciones del momento y en medio de
todas las sugestiones de muchos compañeros que subieron a ver a la Comisión, quedó
mal redactada. y fue lo que yo decía al señor licenciado Machorro N arváez esta ma-
ñana; después, la Comisión consideró la proposición del señor Jara, discutiéndola hoy
toda la mañana y llegó al acuerdo de presentarla en la forma que se presentó últi-
mamente esa redacción, de acuerdo con el señor Jara. Ahora yo digo, señores diputa-
dos, ¿ para qué vamos a invertir el tiempo en una votación que podemos invertir en
discutir si se acepta o no el jurado y la proposición del señor Jara? Esa petición era
la que yo quería hacer. No estaba yo presente en los momentos en que se produjo
este incidente y en los momentos de la votación no quise interrumpir a la Cámara,
pero creo que estoy en lo justo al solicitar de ustedes, o que se declare suficientc-
852
mente discutido, oyendo nada más la última palabra de la Comisión para defender el
dictamen, o que se siga discutiendo hasta agotar el debate para que se voten todas
las proposiciones juntas.
-Un C. diputado: La proposición hecha por el señor Jara no ha sido impugnada
por nadie, lo que da a entender, a mi manera de ver, que la aceptamos todos; por lo
tanto, se podrá votar todo junto con lo relativo a la libertad de imprenta y se quitará
solamente lo relativo al jurado popular.
-El C. Silva Herrera: Pido la palabra para una moción de orden, señor presi-
dente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Silva Herrera.
-El C. Silva Herrera: Me permito llamar la atención de su señoría, que se está
pasando absolutamente sobre el Reglamento; acaba de acordar la Asamblea que el
dictamen de la Comisión, o la proposición con que concluye el dictamen de la Comi-
sión, sea dividido en dos partes; la que seguramente no se ha ni siquiera discutido, es
decir, la parte relativa al establecimiento del jurado y la parte que se adiciona por
iniciativa del señor Jara; consultada la Asamblea sobre si debía dividirse o no, acordó
que se debía dividir y, ya puesta a votación, se interrumpe la votación para hacer
nuevas proposiciones. Ruego a su señoría que haga que se cumpla el Reglamento o,
de lo contrario, no acabaremos nunca este trabajo; en consecuencia, el señor secre-
tario Ancona debió, como pedía la Asamblea, dar lectura a la primera parte del ar-
tículo, sin subterfugios de ninguna clase y sin pretender colocar entre la primera
parte del artículo, la parte final que fue adicionada a iniciativa del ciudadano dipu-
tado Jara; ruego, pues, a su señoría mande que se haga la votación.
-El C. secretario Ancona Albertos: Se pone a votación el artículo 79, con exclu-
sión de los pál'rafos a que se ha referido el ciudadano diputado Silva Herrera. La
parte que se va a votar dice así:
"Artículo 79 Es inviolable la libertad de escribir y publicar escritos sobre cual-
quiera materia. Ninguna ley ni autoridad pueden establecer la previa censura, ni exi-
gir fianza a los autores o impresores, ni coartar la libertad de imprenta, que no tiene
más limites que el respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública. En ningún
caso podrá secuestrarse la imprenta como instrumento de delito.
"Las leyes orgánicas dictarán las disposiciones necesarias para evitar que, a
pretexto de las denuncias de los delitos de prensa, sean encarcelados los operarios,
papeleros y demás empleados del establecimiento de donde haya salido el escrito de-
nunciado, a menos que se demuestre previamente la responsabilidad de aquéllos."
-El C. Jara: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el señor diputado Jara.
-El C. Jara: En el sentir de la Asamblea está que debemos votar por la libertad
de imprenta. Si votamos eso, perdemos dos horas en la V10tación nominal de lo que
tácitamente está aprobado por la Asamblea; así pues, yo optaría porque esta hono-
rable Cámara se inclinara por la proposición que acaba de hacer el señor diputado
Múgica, respecto a que si no se está de acuerdo en que los periodistas sean juzgados
por jurados populares, .se abra de nuevo el debate, que siga adelante, si en esto era
precisamente en lo que consistía la discrepancia en nuestro parecer y no en que
debemos conceder o no la libertad de imprenta; en eso estamos todos conformes. Así
pues, nos ahorraremos el tiempo de una votación inútil con seguir adelante la dis-
cusión, votando después todo el artículo en general.
-Un C. diputado: Pido la palabra para una moci6n de orden.
":""EI C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado que la solicita.
-El mismo C. diputado: La Mesa acaba de disponer que comience la votación,
la que, conforme al Reglamento, no puede ser interrumpida; sin embargo, los, dipu-
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tados Jara y Múgica la han interrumpido. ¿ Se cumple o no se cumple con el Regla~
mento?
-El C. Calderón: No tenemos nosotros freno, ni admitirnos imposiciones. Creo
que la cuestión se puede resolver, ganando tiempo. Estamos todos de acuerdo en la
cuestión de libertad de imprenta y entiendo que la Asamblea toda está también de
acuerdo en aceptar la proposición del señor Jara, sólo que si hay un defecto de
redacción, la Comisión de Estilo será la que le dé la debida forma. Queda, por últi-
mo, el punto delicado, el punto grave, porque es de trascendencia: la cuestión de si
se van a instituir los jurados o si se deja a los Gobiernos de los Estados la facultad
de constituir los tribunales en la forma que 10 estimen conveniente. Ya que hay tan-
tos oradores inscriptos en pro y en contra, que sea uno del pro y otro del contra
quienes hablen; uno no más de cada lado, para dar fin a esa cuestión. (Voces: ¡Nol
¡No!) Así, si se acepta mi proposición yo suplico que los que estén con mi sentir,
elijan al señor Rafael Martínez, "Rip-Rip", que es periodista, para hablar en pro, y
los del contra, elijan al señor José 1. Solórzano, que también es periodista, y de esa
manera terminaremos esta cuestión.
-El C. de los Santos: Pido la palabra para una moción de orden.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano De los Santos.
-El C. De los Santos: Ruego a la Presidencia que nos diga si la Cámara resol-
vió que estaba suficientemente discutido. ¿ Qué dijo la Cámara?
-El C. presidente: Acordó que se vote.
-El C. Ugarte: Fui el autor de la proposición de que se separara la parte del
dictamen que se refiere al jurado; la parte del artículo 7Q está, pues, clara YI sinté-
tica esta proposición; que se separe para votar aparte la proposición que dice: tiTados
los delitos de imprenta serán juzgados por un jurado popular", eso lo podemos sepa-
rar y podemos votar el resto del articulo, que es 10 que nos ha hecho perder el tiempo.
-El C. secretario Ancona Albertos: La Presidencia se ve en el caso de sostener
su trámite, pues ya la Asamblea acordó que se separara 10 relativo a los delitos de
imprenta que sean juzgados por un jurado popular. Fue lo acordado por la mayoría
de la Asamblea.
-El C. Múgica: Señores diputados: Esto que está pasando aquí nos revela
claramente que no está bien discutido el asunto, absolutamente que no nos hemos
dado cuenta de lo que ha votado en una votación económica la Cámara, y por eso
pido yo, e insisto sobre mi primera proposición, de que no perdamos el tiempo en
votar la libertad de imprenta, que resultará votada por unanimidad, pues no habrá
ni un solo voto en contra. Vamos discutiendo alguna de las otras dos proposiciones
que son las que contiene la proposición, y las votaremos juntas.
El mismo C. secretario: La Mesa, deseando obsequiar el sentir de algunos ciu-
dadanos diputados, pregunta a la Asamblea si desea reconsiderar este incidente.
(Voces: ¡No! rNo!)
-El C. Ugarte: Señores: Insisto en mi primera proposición; que se separe UUl-
camente el párrafo que dice: "Todos los delitos de imprenta serán juzgados por un
jurado popular."
-El C. Rodríguez González: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rodríguez González.
-El C. Rodríguez González: Señor presidente: El trámite que acaba de aprobar
la honorable Asambíea ha consistido en que la Comisión de Constitución divida en
dos partes el artículo a discusión. La Comisión de Constitución ya presentó ante la
Asamblea cuáles son las partes del artículo en que conviene dividirlo. Me parece con-
veniente que la Comisión examine el asunto, para que proponga dividir el artículo
'en tantas partes como 10 desee la Asamblea; entonces ésta votará si acepta esas
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partes. Y a votar esas parles. Hay tres proposICIOnes al artículo: la libertad de im-
prenta, el establecimiento del jurado y la' adición del señor Jara. La libertad de im-
prenta es unánimemente aceptada por la Asamblea; el establecimiento de jurados,
es 10 discutido, y la proposición del señor Jara está muy mal redactada.
-El C. Bojórquez: Me voy a permitir dar lectura al artículo 117 del Reglamento,
que dice:
"Artículo 117. Si algún artículo constare de varias proposiciones, se pondrán a
discusión separadamente una después de otra, señalándoles previamente su autor o
la Comisión que las presente."
-El C. secretario Ancona Albertos: La Presidencia aclara que hay muchas ma-
neras de resolver este asunto, pero que ya, la Cámara votó la forma como se hará.
La Presidencia tiene que someterse a esa votación. (Aplausos.) Por consiguiente, se
pone a votación nominal la parte del artículo 79 que ya he leido. Fue lo que acordó
la Cámara. El ciudadano Ugarte separó la parte que dice: "Todos los delitos que se
cometan por medio de la imprenta, serán juzgados por un jurado popular." Y el ciu-
dadano Machorro separó la parte final, que se refiere a la adición del ciudadano Jara.
Si la Mesa puso a votación dos proposiciones. ¿la cámara las probó? (Voces: jNo!
¡No¡)
-El C. Jara: Está en el sentir de la Asamblea que debe aceptarse la proposición
de que he sido autor, salvo el defecto de redacción que en ella se encuentra, pero su
espíritu no ha sido atacado. Por consiguiente, ¿ por qué no se deja a la Comisión de
Estilo que se encargue de redactarla, y votamos nosotros el artículo en la parte ge-
neral con la adición y dejamos aparte lo que se relaciona al jurado?
-El mismo C. secretario: Con el fin de terminar este incidente, la Presidencia
pone a votación si se admite la forma de votación que propone exclusivamente el
señor Ugarte. Los que estén por la afirmativa, se servirán poner en pie. Se pone a
votación el artículo 79 en la siguiente forma:
"Artículo 79 Es inviolable la libertad de escribir y pubHcar escritos sobre cual-
Quiera materia. Ninguna ley ni autoridad pueden establecer la previa censura, ni
exigir fianza a los autores o impresores, ni coartar la libertad de imprenta, que no
tiené más límites, que el respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública.
En ningún caso podrá secuestrarse la imprenta como instrumento de delito.
"Las leyes orgánicas dictarán las disposiciones necesarias para evitar que, a
pretexto de las denuncias de los delitos de prensa, sean encarcelados los operarios,
papeleros y demás empleados del establecimiento de donde haya salido el escrito de-
nunciado, a menos que se demuestre previamente la responsabilidad de aquéllos."
Dispone la Presidencia que si hay algunas personas que no sean diputados, en
aquella parte del teatro que se conoce con el nombre de patio, se sirvan retirarse.
(Se recoge la votación.)
-El mismo C. secretario: Se pone a vc,tación la parte del artículo que dice: "To_
dos los delitos que se cometan por medIo de la,. imprenta serán juzgados por un
jurado popular."
-El C. Rivera Cabrera: Pido la palabra, señor presidente, para una moción de
orden.
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-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rivera Cabrera:
-El C. Rivera Cabrera: Acerca de lo que dice la segunda parte del dictamen que
debe ponerse 'a discusión, porque yo creo que no se ha concluido el debate.
-El C. presidente: Sí señor; la Cámara aprobó que está suficientemente discutido.
-El C. Calderón: Yo creo que la única manera de dejar satisfechos a todos, por
supuesto para llegar al fin de una vez par todas, sería por último, que el contra eli-
giera un orador y el pro otro.
-El C. Castrejón: La Asamblea ha declarado agotado el debate.
-El C. secretario Ancona Albertos: El señor presidente se ve obligado a cumplir
con el Reglamento y se va a proceder a la votación.
-El C. Múgica: Yo lo único que quiero hacer constar es que se va a proce~er a
esta votación sin haber oído a la Comisión.
(Se procede a la votación.)
-El mismo C. secretario: La parte del artículo resultó desechada por 101 votos
contra 61.
Votaron por la negativa los ciudadanos diputados: Adame, Aguilar Antonio,
Aguirre, Aguirre Escobar, Alcaraz Romero, Allende, Alvarado, Amaya, Aranda, Ar-
teaga, De la Barrera, Betancourt, Bolaños V., Bravo Izquierdo, Calderón, Cañete, Ca-
sados, Castañeda, Castaños, Castrejón, Cedano, Cepeda Medrano, Cervantes Antonio,
Cervera, Chapa, Dávalos, Dávalos Or'nelas, Dinorín, Dorador, Dyer, Espinosa Bávara,
Ezquerro, Figueroa, Frausto, Gámez, García Emeliano C., Garza González, Garza
Zambrano, González Aurelio L., Gutiérrez, Guzmán, Herrera Alfonso, 1barra, Jiménez,
Juarico, Labastida Izquierdo, Leija, Limón, Lizardi, López Couto, López Ignacio, Ló-
pez Lisandro, Lozano, Machorro Narváez, Manzano, Márquez Rafael, Martín del Cam-
po, Martínez Epigmenio A., Martínez de Escobar, Martí, Medina, Moreno Bruno, Mo-
reno Fernando, N afarrate, Navarro Gilberto M., Ochoa, O:Farrill, Ordorica, Pereyra,
PerusquÍa, Pesqueira, Ramírez Llaca; RamÍrez ViUarreal, Ramos Práslow, Reynoso,
Robledo, Rodríguez González, Rodríguez José María, Rouaix, Rojas, Ross, Roel, De
los Santos, Sepúlveda, Silva Herrera, Solórzano, Suárez, Tena, Terrones B., De la
Torre, Truchuelo, Ugarte, Vásquez Mellado, Vidal, Villaseñor Adolfo, Villaseñor Al-
degundo, Villaseñor Jorge, von Versen, Zavala Dionisio y Zavala Pedro R.
Por la afirmativa votaron los ciudadanos diputados: Alonzo Romero, Alvarez,
Ancona Albertos, Andrade, Avilés, Bojórquez, Bórquez, Cano, Castillo, Ceballos, Cer-
vantes Daniel, Colunga, Cravioto, Dávila, Enríquez, Espeleta, Espinosa, Fajardo, Fer-
mindez Martínez, Garda Adolfo G. Giffard, Gómez José F., Góngora, González Alberto
M., González Galindo, Ganzález Torres, Gracidas, Gutiérrez, Hidalgo, Jara, López
Lira, Manjarrez, Martínez Rafael, Martínez Solórzano, Mayorga, Meade Fierro, Mer-
cado, Monzón, Múgica, Ocampo, Palma, Peralta, Prieto, Ramírez G., Recio, Rivera
Cabrera, Rodiles, Rodríguez Matías, Rajano, Rosales, Rosas y Reyes, Ruiz José Pilar,
Ruiz Leopoldo, Silva, Solares, Sosa, Tépal, Torres, Valtierra, Vega Sánchez y Victoria.
856
"Nadie podrá ser privado de la vida. de la libertad o de sus propiedades, posesio~
nes O derechos, sino mediante juicio seguido ante los tribunales previamente estable-
cidos. en el que se cumplan las formalidades esenciales del procedimiento y conforme
a las leyes expedidas con anterioridad al hecho.
"En los juicios del orden Criminal. queda prohibido imponer por simple -analogía,
y aun por mayoría de razón, pena alguna que no esté decretada por una ley exacta-
mente aplicable al delito de' que se trata.
"En los juicios del orden Civil, la sentencia definitiva deberá ser conforme a la
letta o a la interpretación jurídica de la ley, y a falta de ésta, se fundará en los prin-
cipios generales de derecho."
"Artículo 15. No se autoriza la celebración de tratados para la extradición de reos
políticos. ni para la de aquello's delincuentes del orden Común que hayan tenido en el
país donde cometieron el delito la condición de esclavos, ni convenios o tratados en
virtud de los que se alteren las garantías y derechos establecidos por esta Constitu~
ción para el hombre y el ciudadano."
"Artículo 17. Nadie -puede ser preso por deudas de un carácter puramente civil.
Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma y ejercer violencia para reclamar
su derecho. Los tribunales estarán expeditos para administrar justicia en los plazos y
términos que fije la ley y su servicio será gratuito, quedando, en consecuencia, prohi-
bidas las costas judiciales."
(Se procede a la votación de estos artículos, que fueron aprobados por unanimidad.)
-El C. secretario: Por acuer~o de la Presidencia se va a levantar la sesión pública
para proceder a la privada j en tal virtud, las personas que están en las galerías se
servirán desalojarlas.
857
20' SESION ORDINARIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA TARDE DEL VIERNES
22 DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
l.-Se abre la sesión. Se lee y aprueba el acta de la anterior. Se da cuenta con los
asuntos en cartera.
2.-Se da lectura a un oficio que dirige el C. general Obregón reclamando el trámite,
la presidtncia lo sostiene y ~o hace subsistir.
3.-Es introducida al Salón una comisión de niños que viene a hacer una invitación.
4.-Se pone a discusión el dictamen sobre el artículo 9~. hablando en contra los CC.
Chapa y González Torres y en pro los CC. von Versen y Cedano. que propone una
adición.
5.-La Comisión sostiene su dictamen por boca del C. Colunga.
S.-Ocupa la Presidencia el C. González Torres y el C. Cano habla en contra. El C.
Rodrígu,ez rectifica hechos.
7.-Hace UDa proposición el C. Calderón, encaminada a aliviar la situación de los
obreros de Guanajuato. La Presidencia acepta la proposición para cuando termine
el debate. ~
S.-Vuelve a ocupar la Presidencia el C. Rojas y, reanudado el debate, habla en pro
el C. Fajardo y en contra el C. Martí.
9.-Apoya el dictamen el presidente de la Comisión.
lO.-El C. Chapa en contra, y el C. Múgica en pro. El C. Jara en pro.
n.-Se considera suficientemente discutido el punto y se procede a la votación, apro-
bándose. Se levanta la sesión.
(Con asistencia de 140 ciudadanos diputados, se'gún lista que pasó el C. secretario
Meade Fierro, se abrió la sesión a las 3 y 55.)
-El C. secretario Truchuelo leyó el acta de la sesi6n anterior y, puesta a diseu-
.sión, sin ella fue aprobada en votación económica.
959
haber dejado de asistir a las sesiones, en vista de un cuidado de familia."-Se acepta
su disculpa.
"El C. diputado Modesto González Galindo solicita licencia para dejar de asistir
a las sesiones, durante dos días, por motivo de enfermedad."-Se le concede.
"El C. diputado José E. Franco pide permiso por cinco días para restablecer
su salud."-Se le concene.
860
"DECRETO
861
ban los hombres por los principios. pero que no sucumban ni se mutilen los principios
por los hombres.
"México, D. F., veinte de diciembre de mil novecientos diez y seis.-A. Obregón."
(Rúbrica.)
Acúsese recibo, y al Archivo.
-El C. Ramírez Villarreal: Reclamo el trámite, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Ramírez Vi11arreal.
-El C. Ramírez Villarreal: En el memorial del señor general Obregón, a que se
acaba de dar lectura, se atribuye a los ciudadanos diputados ex renovadores el delito
de traición y, en mi concepto, por tal motivo debe consignárseles desd'e luego al Gran
Jurado para que se les despoje del fuero constitucional y se les consigne en seguida
al juez competente que deba juzgarlos.
-El C. presidente: No tiene usted razón al pedir eso, señor diputado. El señor
Obregón no tiene derecho a hacer aquí iniciativa en ningún :sentido; si a usted le
parece que la comunicación del señor Obregón está en términos correctos, usted
puede hacer la acusación como diputado. Dicha comunicación va a pasar al Archivo,
y si se le ha dado lectura, ha sido por una cortesía al señor general Obregón, y para
que ustedes sepan de qué se trata.
-El C. Ugarte: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el señor Ugarte.
-El C. U garte: Señores diputados: El documento a que se ha dado lectura y
cuyo trámite ha impugnado' el s~ñor Ramírez Villarreal, ha tenido el trámite corres-
pondiente y no podía tener otro; pero yo recojo la acusación de traición que pretende
lanzar este señor. ¿ Traición a quién? Los diputados renovadores, no ex renovadores,
sino diputados de la Cámara maderista, dentro del régimen huertiano, están juzgados
ya 'Por vosotros mismos. La aceptación de sus credenciales probó que eTan hombres
rectos y de principios honrados, y no sería hoy el momento, aunque el señor Ramírez
Villarreal quiera fundar la acusación y pueda presentarla, pero no en un documento
de réplica en presunción de ataques que cree haber recibido el señor general Obre-
gón. Np rehuyo la responsabilidad que me corresponda en este grupo; al contrario,
la he asumido siempre, y estoy seguro de que mis compañeros no se avergüenzan de
haber sostenido una actitud definida. Muchos hay que estuvieron en la revolución
enviados al campo de batalla por nosotros; y otros quedamos en la Cámara para hacer
oposición a Huerta, cumpliendo así con nuestro deber. No queremos hacer declara-
ciones que no nos toean, 'Pero tiene la palabra el ciudadano Primer Jefe para respon-
der, si el decreto de Durango es contradictorio a las instrucciones que recibimos
nosotros por conducto de nuestro ahora embajador en Washington, licenciado Eliseo
Arredondo. Yo os exhorto, señores, a que no volvamos a agitar el_ fondo de bajas
pasiones para convertir esta tribuna en lugar de contiendas personales, que debe ser
el más alto sitial para los hombres honrados que tienen el sagrado deber de llevar
a cabo las reformas que el país requiere, haciendo esto no sobre diatribas, sino sobre
la base de unión y progreso. Si queréis poner sobre el 'pasado la candente llama de la
discusión de los hombres, estamos dispuestos a que se haga. Quedan todavía muchos
errores que depurar, muchas traiciones que sacar a flote, pero nosotros no creemos
que este sea el momento propicio, y de una vez por todas declaramos que ese docu-
mento politico no nos afecta y lo 'Podemos contestar llegado el día. Por otra parte,
si este documento se quiere llevar adelante, ya es tiempo de que demostremos que
fuimos capaces de haeer una labor enfrente de un tirano, para empequeñecernoR
enfrente de una intriga. No respondo yo de mis actos y de los ajenos, sino con
hechos, y yo os invito a que de una vez por todas nos entreguemos a la labor de
reconstruir a la patria y hacer una labor honrada, para que mañana no tengamos
862
que avergonzarnos al dar el espectáculo triste de que en vez de cumplir con nuestro
deber, nos dediquemos a remover el fondo insano de las pasiones, ,porque sólo nos
llevará al desastre. Yo os invito a que dejemos las alusiones personales. Es muy co-
mún que un diputado al subir a esta tribuna diga que no viene a hacer alusiones per-
sonales y en seguida, a los diputa90S que no le son gratos, les lance sus injurias. Yo
no contesto alusiones personales; he tenido el valor de aguantarme siempre, pues mi
deber así me lo indica, pero cuando el señor Bojórquez me combatió, porque cree que
tengo el espíritu reaccionario, y cuando el señor Ramírez Villarreal y la mayor parte
de los diputados de la derecha no encuentran sino tópico de agresiones para nosotros,
hemos resistido al deseo de contestarles, porque vuelvo a declarar que si no rehuimos
el debate, el cumplimiento de nuestro deber y el patriotismo nos imponen' la obliga-
ción de resistir serenos esas injurias.
Yo hago esta explicación, señores, porque un documento de esta naturaleza no
debe venir a alterar otra vez en las discusiones del Congreso nuestra ya naciente
armonía para el trabajo. Os invito a que, mexicanos todos, dejando para cada cual la
responsabilidad de 'sus actos para que de ellos juzgue la conciencia nacional, seamos
los representantes del pueblo y así cumplamos con el deber qu~ nos ha impuesto al
enviarnos a este Congreso. (Aplausos.)
-El C. Calderón: Pido la palabra, señor ,presidente.
-El C. presidente: ¿Para qué desea usted la palabra '!
-El C. Calderón: Para hacer unas rectificaciones en honor de la verdad.
-El C. presidente: Muy bien; tiene usted la palabra.
-El C. Calderón: El señor Ugarte confía, a fuer de hombre honrado, en que es la
última vez que se toquen estas cuestiones de los renovadores. Nosotros no hemos
venido a provocar a nadie, somos ajenos a las intrigas' políticas, a manejos políticos,
a artimañas políticas; nos repugnan, nos chocan. Entiendo yo que no ha sido la
mira del señor general Obregón venir a remover ese bajo fondo de pasiones de que
usted nos ha hablado, y que no existe en esta Cámara.
-El C. Ugarte: Yo lo reconozco, señor Calderón.
-El C. Calderón: Entiendo yo que la mente del señor general Obregón, y conmigo
así lo ha entendido la mayoría de los hombres que están aquí presentes, ha sido
la de sincerarse de las continuas puyas, valga la palabra, que se le han estado
dirigiendo a su personalidad en esta Asamblea. Ha liecho, 'pues, perfectamente bien
el señor general Obre'gón, al dirigir ese ocurso a la Asamblea. Por lo que a mí toca,
puede usted estar seguro, como los señ'ores renovadores, que no he traído aquí a esta
Asamblea el propósito de' sembrar divisiones. Creo que ninguno de los hombres que
se llaman aquí exaltados liberales y de los que se llaman independientes, han tenido
jamás ese propósito. Nuestra misión es venir aqui a hacer obra de concordia, a labo-
rar reuniendo aquí todas nuestras aspiraciones, cristalizándolas en la Carta Magna
que se va a ,promulgar; repito, pues, señor U garte, y señores renovadores, que
nosotros no venimos aquí a provocar discprdias, que nuestro propósito es echar un
velo sobre el pasado, y solemnemente ,prometo, por lo que a mí toca, que no descen-
¡Jeré jamás al terreno de las alusiones personales. (Aplausos.)
-El C. Ugarte: Así obra:.."emos bien, señor diputado.
-El C. Jara: Pido la 'Palabra para un hecho.
-El C. presidente: Tiene usted la' palabra, señor Jara.
-El C. Jara: Está desde hace una hora a las puertas de la Cámara una comisión
de niños de ambos sexos que viene a haeer una invitación a esta honorable Asamblea
863
para una fiesta que dará el prOXlmo domingo. Yo creo que debemos recibir a esa
comisión, ya que galantemente viene a invitarnos y la qUe pacientemente ha estado
esperando la hora en que pueda ser introducida a este recinto.
-El C. presidente: Acepto la indicación de mi distinguido amigo el señor general
Jara, y le ruego tenga la bondad de recibir a esa comisión, juntamente con los señores
diputados Alvarez y Ceballos.
(Es introducida la comisión de niños que hace entrega a la Presidencia de las in-
vitaciones escritas.)
-El C. presidente: El Congreso agradece a ustedes esa muestra de simpatía;
prometo tener el gusto de asistir, y háganme ustedes favor de hacerlo presente a sus
profesores.
-El C. Cepeda Medrano: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Cepeda Medrana.
-El C. Cepeda Medrana: Señores diputados: Es inmensamente bello y conmo-
vedor este hermoso acto. A todos los que amamos a nuestra -patria, a todos los que
hemos luchado con ardor y entusiasmo por -el bien general de nuestro país, no ,puede
menos que impresionarnos de una manera inmensa el significativo acto de que los
niños, de quienes depende el porvenir y la salvación de la patria, vengan 'Em este
momento a invitar a los representantes de la soberanía nacional para que -concurran
a ese hermoso festival que con gusto aceptaremos. Estos niños, que mañana serán
los salvadores de la patria, estos jovencitos que empiezan a enten~r 10 que es
libertad, lo que es ,progreso, lo que es armonía y lo que es fraternidad, necesitan
saber que también nosotros sabemos apreciar en toda su sublimidad este hermoso
acto de que nos han dado una grandiosa prueba. Nosotros, hombres honrados, de
principios, que hemos seguido siempre a las causas nobles, debemos demostrar en la
heroica ciudad de Querétaro, que alentamos en el corazón esos sentimientos nobles
que se llaman caridad. Hace algún tiempo que entre mis compañeros de Cámara,
he hecho circular la idea de que todos nosotros vengamos aquí a la ciudad de Queré-
taro a dar una prueba de altruismo, si se me permite la frase, y de simpatía para
esta ciudad. Yo me permito indicar a ustedes que, aproximándose el día primero del
año, en que la juventud, en que los niños y todas las personas reciben un regalo,
un obsequio, sean los niños de Querétaro los que hoy, 'por nuestro humilde conducto,
reciban una prueba sincera, elocuente, de 10 que es el sentimiento, de lo que es el
amor del pueblo mexicano hacia la juventud y hacia la niñez de la patria, hacia los
niños que serán los salvadores del brillante -porvenir de nuestro querido México. Yo
me permito indicar a ustedes para que, sin sacrificio, obsequiemos un día de nuestras
dietas y pongamos lo que reunamos a la disposición de las damas de esta culta y
progresista ciudad de Querétaro, para que se reparta entre los niños pobres. ,Siempre
lo hemos hecho así en todas partes. Si esto es un sacrificio, estoy dispuesto a sacri-
ficarme; estoy dispuesto a demostrar que todos, 10 mismo yo que nuestros -compa-
ñeros, estamos dispuestos a demostrar al mundo entero que venimos luchando por
principios y por la redención de la niñez, que tantas simpatías tiene para nosotros,
a quienes no puede menos que conmovernos este acto. Precisamente por eso hace unos
momentos que mis palabras se pe,;rdían en esta tribuna y no eran escuchadas, y por
eso un compañero me de.cía que no oía mis ,palabras; pero con la sinceridad que
siempre demostrado toda mi vida, vengo con todo el respeto que me merecen a supli-
carles que obsequiemos a la niñez de esta ciudad de Querétaro, un día de nuestras
dietas para que se les regale las ropas u objetos que consideren convenientes las
damas de esta ciudad. Así daremos una muestra a la ciudad de Querétaro de nuestra
inmensa labor pro-patria. (Aplausos.)
Que se pregunte a la Asamblea si fue aceptado mi proyecto. (Voces: ¡Si! ¡Sí!)
864
-El C. secretario: La Presidencia, por con9ucto de la Secretaría, manifiesta
al señor Cepeda Medrano que se va a tomar en cuenta su proposición en una de las
sesiones económicas de la Cámara. (Abandona el salón la comisión de niños.)
865
"Querétaro de Arteaga, diciembre 16 de 1916.-General Francisco J. Múgica.-
Alberto Román.-L. G. Monzón.-Enrique Recio.-Enrique Colunga."
Está a discusión. Las personas que deseen hacer uso de la palabra en pro o en
contra, pueden pasar a inscribirse. Se han inscripto en contra los ciudadanos Chapa,
González Torres, Cano. En pro no se ha inscripto ninguno.
866
primera clase --estando prohibido- y falta a los 'princl'plos rudimentarios de educa~
ción, no pidiendo siquiera permiso' a la señora." Entonces Tristán Bernard dice al
in.spector: "Este pasajero no tiene por qué quejarse, viene viajando en primera elase
y trae boleto de tercera." El inspector, al cerciorarse de este hecho, saca al pasajero
a empujones y ya se queda Tristán fumando tranquilamente. Entablando pocos
momentos después conversación con la dama, que había presenciado la escena, después
de llegar a cierta familiaridad le dice la señora: "Usted me ,perdonará mi curiosidad,
pero yo qu~iera saber cómo supo usted que el pasajero aquel llevaba billete de
tercera." "Pues es muy sencillo, señora; usted se habrá fijado que los billetes tienen
distintos colores, según su clase, y yo vi la punta de su billete y era de igual color
que el mio:'
Es decir, señores diputados, que este individuo traía billete de tercera, lo mismo
que el que había sido expulsado. Así ha pasado aquí en esta tribuna; muchos han
venido a decir que es indispensable ser diputado de primera clase ,para viajar en este
carro de la revolución, yesos diputados impugnadores traen ellos mismos billetes
de tercera, y muchos de ellos ni siquiera traen billete. (Aplausos. Risas.)
Vamos a entrar de plano en la discusión del artículo 99 ¿ Qué es lo que propone
la Comisión? El criterio de la Comisión es el mismo que el de todos nosotros. Desean-
do adquirir el derecho de reuniones públicas, el derecho de reuniones políticas y
deseamos impedir que un gendarme venga con cualquier pretexto y nos lleve a todos
al "bote", usando una frase vulgar. Ustedes saben perfectamente -y no vengo a
hacer' historia- lo que eran las reuniones políticas en la época d'e Porfirio Díaz.
Ustedes saben perfectamente que cuando habia una reunión en tiempo de este dicta--
dor, si en -esa reunión se iban a lanzar injurias a Madero o a Reyes, se daban garan~
tías; pero si en esa reunión política se iba a hablar contra el Gobierno, ¿ qué es lo
que hacía Porfirio Díaz? ¿ Qué hacía el Gobierno? Mandar unos cuantos esbirros que
fueran a lucir sus pistolones para que cualquiera 'protestase en la asamblea. Se
armaba la bronca, y todo el mundo fuera. -Esto es 'precisamente lo que la Comisión
quiere evitar, pero ¿ cómo lo ha hecho? Ha dejado la misma forma de la Constitución
de 57, de la que se sirvió Porfirio Díaz, ha dejado el mismo Código Penal vigente,
que en su artículo 922 dice:
HArticulo 922. Cuando una reunión pública de tres o más personas que, aun
cuando se forme con un fin licit'O, degenere en tumulto y turbe la tranquilidad o el
reposo de los habitantes, con gritos, riñas u otros desórdenes, serán castigados los
delincuentes con arresto menor y multa de primera clase o con una sola de estas
penas, a juicio del juez."
Ven ustedes que debemos suprimir este Código Penal que nos tiene maniatados 'J
del cual se sirvió Porfirio Díaz para disolver" nuestras reuniones políticas, código que
ha estado en vigor desde que lo promulgó don Benito Juárez en 1871. Este código
está en vigor y no toca a nosotros reformarlo; van a venir otros congresos que se
ocuparán de otras muchas cosas, y cuando lleguen a la reforma del Código Penal,
puede que si, como puede que no, se reforme. Pero hay una manera de suprimir
desde Iu'ego este Código Penal, y es aceptando el artículo que el ciudadano Primer
Jefe propone en su proyecto de reformas. En este artículo del ciudadano Primer Jefe,
el párrafo que pretende suprimir la Comisión, precisamente es el que impide que loa
policías disuelvan una reunión, y es en el que todos estamos de acuerdo. La Comisión
es precisamente lo que pretende, y así lo expone en el ,preámbulo de su reforma; que
los policías no puedan impedir una reunión política, que expuls'en a los que se encuen.
tren en ella estando armados o a los que hagan e~ándalos, pero que no disuelvan
esa reunión por estos pretextos. Esto no lo ha entendido la Comisión; en el proyecto
del ciudadano Primer Jefe no se ha fijado la Comisión que su intención existe en ese
867
proyecto. El párrafo que pretende suprimir la Comisión, del proye'cto del Primer Jefe,
enumera los casos en que podrá disolverse como ilegal una reunión, de la manera
siguiente: Primero: Cuando se ejecuten o se hagan ame~azas de ejecutar actos de
fuerza o violencia contra las personas o propiedades, y de esta suerte se altere
el orden público o Se amenace alterarlo. Segundo: Cuando se hagan amenazas de
cometer atentados que puedan fácilmente· convertirse en realidad. Tercero: Cuando
se cause fundadamente temor o alarma a los habitantes. Cuarto: Cuando se profieran
injurias o amenazas contra las autoridades o particulares, si no fueren reducidos
al orden o expulsados los responsables. Quinto: Cuando hubiere alguna reunión de
individuos armados que, requeridos por la autoridad, no dejaren las armas o no se
ausentaren.
Dice la Comisión: "desde el momento en que en una reunión se verifican los
actos enumerados, es claro que los individuos ya no estarán. reunidos allí pacífica-
mente y ,con objeto lícito; en consecuencia, desde ese momento habrán perdido el
derecho que les reconoce el artículo 99 Por lo mismo, nos parece inútil la enumeración
precedente". Este argumento es falso; el objeto sigue siendo lícito, pero los desórde-
nes cometidos deben reprimirse. ¿ Y éstos acaso pueden alterar el objeto de la reunión?
No, señores, la reunión se hizo con un objeto lícito; son generalmente unos cuantos
empleados de Gobierno los que van a hacer escándalo. Y no menciona la Comisión
que en el artículo del Primer Jefe, en el ,párrafo que quiere suprimir, quedan espe-
cificadas las faltas que autorizan la disolución y previene los desórdenes premeditados
con el fin de disolver la reunión y cómo deben ser reprimidos. Dice el artículo del
Primer Jefe, el párrafo que quieren suprimir: "Sólo podrá considerarse como ilegal
una reunión convocada con objeto lícito y ser, en consecuencia, disuelta inmediata-
mente por la autoridad, cuando en ella se cometieren desórdenes que alteren o ame-
nacen alterar el orden público por medio de la fuerza o violencia contra las personas
o propiedades, o por amenazas de cometer atentados que puedan fácilmente ser segui-
DOS de ejecución inmediata, o se cause fundadamente temor o alarma a los habitantes;
o se' profieran injurias o am~nazas contra la autoridad o alguno o varios particu-
lares". Pero fijaos bien en la continuacíón, cuándo y cómo podrá estar autorizada
dicha disolución, y este es el punto capital: "si la persona que preside la reunión
o las que de ella formaren parte, no redujeren al orden al responsable o lo expulsaren
inmediatamente; o cuando hubiere en ella individuos armados, si, requeridos por la
autoridad no dejaren las armas o no se ausentaren de la reunión". Ahí tienen uste-
des, señores, la salvación, y es precisamente 10 que quiere la Comisión, pero no lo
obtiene, porque ha suprimido el párrafo mencionado. Yo insisto en que este párrafo
que existe en el artículo del Primer Jefe, quede exactamente como está, porque si no,
quedará vigente este ,código, y quién sabe hasta cuándo lo podremos reformar. El
criterio de esta Asamblea ha sido asegurar las cosas inmediatamente; en el fondo
del artículo 39 todos estábamos de acuerdo, nada más que unos decíamos: en el 129
es dom!e c"abe la restricción; pero otros señores dijeron: "No, si cabe en el 129, de
una vez ]0 metemos en el 39"; tenían desconfianza de que al llegar la Asamblea
-que tiene el mismo criterio hoy que el que tendrá mañana, pues es la misma- que
al llegar al 129 cambiásemos de opinión. Pues con mayor razón, señores, debemos
tener de confianza de que los congresos que vengan, después de ocuparse' de muchas
otras cosas, cuando lleguen a la reglamentación de las reuniones públicas, no nos
cambien el Código Penal. Así es que, ahora o nunca, como dijeron los señores del
artículo 3Q, aquí implantemos esta reforma, asegurémonos para que un Gobierno
no nos disuelva nuestros mítines populares arbitrariamente, y para esto no hay más
que aceptar el artículo del Primer 'Jefe. Yo creo que todos estamos de acuerdo, porque
aquí todos somos liberales; unos pardos y otTOS negros, como los sarapes aquellos
868
del cuento del tío del licenciado Lizardi; 'pero pardos o negros. todos somos sarapes;
digo, liberales. (Risas. Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano González Torres.
-El C. González Torres: Estoy perfe.ctamente de acuerdo con las indicaciones
que ha hecho el señor Chapa. En efecto, la prescripción que en el ,primer párrafo
se ha omitido por la Comisión, es una salvación para todos los políticos que honrada-
mente quieran reunirse para cambiar sus ideas.. De manera que yo suplico a la Comi-
fiión q~e tome en consider_ación la indicación del señor Chapa. por ser una cosa
completamente justa. Yo vengo a proponeros una adición y suplico a la Asamblea
la tenga en cuenta, por referirse a un asunto interesante en ,conexión con los cons-
tantes abusos que el extranjero ha cometido en nuestro ·país. El derecho de asociación
es un derecho natural, ,porque el espíritu de asociación es la omnipotencia humana,
¿ pero al extranjero podemos restringirle ese derecho, cuando se trata de asuntos
politicos, de asuntos interiores, porque a él le basta con la salvaguardia que esta-
blecen los derecho·s del hombre y no le interesa la marcha política interior del país,
teniendo él otra patria, que es por la cual debe ,preocuparse? Esta restricción para
la injerencia de los extranjeros en nuestros asuntos políticos,.. aunque no está clara-
mente establecida en el artículo que estamos discutiendo, sí tácitamente está expre-
sada; siempre ha estado así y jamás ha sido respetada. ¿Por qué, señores? Porque
nunca ha habido la sanción correspondiente. Vaya citar un caso para fijar las ideas;
un caso entre mil. porque se han cometido miles de atropellos, se ha viohido millones
de veces esta restricción, y me concreto a este caSO, porque fue notable, fue una de
las razones 'por las cuales en el extranjero se creyó que era buena la reelección
del tirano Díaz. Cuando ya las pasiones estaban excitadas y se empezaba la lucha
entre el cientificismo y el antirreeleccionismo, en México se formó una manifes-
tación con elemento puramente extranjero, una manifestación formidable en favor
del tirano Díaz. El espíritu nacional en aquella época estaba todavía' adormecido;
no había suficiente valor para presentarse y para hacer protestas virUes; sin· embargo,
señot;es, creo que todos ustedes recordarán, se protestó por aquel hecho, se protestó
virilmente, ¿y qué fue lo que pasó? Que el hecho en sí quedó olvidado; que los
iniciadores de aquella manifestación quedaron impunes, ¿por qué? Porque los sabios
de aquella época, los científicos, los hombres políticos que en áquella época estaban
en el podeT, dijeron que no había sido una violación a nuestra Constitución; dijeron
que al contrario, estaba dentro del espiritu de la Constitución, desde el momento
en que ella consagraba ese derecho de asociación y que aquélla no había sido un':!
manifestación política, sino una simple muestra de agradecimiento al hombre que les
había dado toda clase de garantías. Eso fue un ardid, señores, fue un ardid, yo creo
que por dos motivos: en primer lugar, por sancionar o por autorizar al elemento
extranjero, que en aquella época estaba perfectamente apoyado por el Gobierno, y
en segundo lugar, porque no había manera de castigar a los culpables, porque no ha-
bía un modo de hacer respetar esa restricción; y hubiera sido ridículo que así lo de-
clararan oficialmente. Yo creo que debemos poner coto a esto y establecer una sanción.
Probablemente se me dirá qu~ existe el artículo 33; pero el articulo 33, tal como existe
en la actualidad, me parece que no llena suficientemente su cometido. Es muy elástica
su interpretación y se puede falsear fácilmente. Yo propongo que se adicione el artícu-
lo en cuestión con un párrafo, cuya colocación elegirá la Comisión y la redacción la.
corregirá la Comisión de Estilo, que diga: "El extranjero que viole lo dispuesto en este
artículo, será -expulsado del territorio nacional, cuando el acto que cometa no consti-
tuya delito según las leyes, pues en tal caso será juzgado y castigado como lo dispone
el artículo 33,"
-El C. presidente: Tiene la palabra en pro el ciudadano van Versen.
869
-El C. von Versen: Señores diputados: No temáis que yo venga a haceros aquí
una ensalada de lengua, ni a lanzaros alusiones de volcán. Voy sencillamente a hablar
sobre lo que interesa hablar en esta cuestión, sobre los derechos del ciudadano, sobre
~os derechos de la sociedad que está a nuestro cuidado defender. Vengo a defender
en estos momentos los. intereses de los obreros que me han enviado a esta Asamblea,
a proponer todo lo que para ellos pueda ser benéfico y bueno. El artículo 99, tal y
cual lo ,propone el ciudadano Primer Jefe en su proyecto, es precisamente todo 10
contrario de lo que nos deCÍa el señor Chapa. Aquí se viene a reforzar precisamente
el atentado que en otros tiempos cometían los porfirianos y ahora, según el proyecto,
puede ser reforzado legalmente ese artículo. Dice así, señores, el proyecto del ciuda-
dano Primer Jefe, en la parte que se refiere a la consideración de ilegalidad de las
juntas:
"Sólo podrá considerarse como ilegal una reunión convocada con objeto lícito y
ser, en consecuencia, disuelta inmediatamente por la autoridad, cuando en ella se
cometieren desórdenes que alteren o amenacen alterar el orden público por medio
de la fuerza o violencia contra las personas o propiedades, ,o por amenazas de cometer
atentados que puedan. fácilmente ser seguidas de ejecución inmediata, o se cause
fundadamente temor o alarma a los habitantes; o se profieran injurias o amenazas
contra la autoridad o alguno o varios particulares, si la persona que preside la reunión
o las que de ellos formaren parte, no redujeren al orden al responsable o 10 ex'pul-
saren inmediatamente; o cuando hubiere en ella individuos armados, si, requeridos
por la autoridad, no dejaren las armas o no se ausentaren de la reunión."
Ahí está precisamente el mal, señores. Aquí 10 viene a sancionar este proyecto.
Cuando nosotros iniciamos en la frontera una campaña en contra del capital, en contra
de las extorsiones que los capitalistas cometian en contra de los obreros, en cont~a
también de los abusos cometidos por la autoridad, se usó de este ya viejísimo sistema
de introducir individuos armados para provocar la disolución de la agrupación; y aquí
10 viene a sancionar precisamente este proyecto; dice que podrá ser disuelta cuando
en una reunión hubiere individuos armados si, requeridos por la autoridad, no ,aban-
donaran el salón. Y lo más fácil es que una compañía que .se sienta lastimada con
una reunión que traj:.e de sus intereses y en contra de la compañía, mande cuatro o
cinco de los suyos, armados, y con la consigna de no salirse aunque Sean requeridos
por la autoridad, porque ya de antemano la compañía está dispue.sta a pagar por
ellos la multa correspondiente; y como en esta clase de chanchullos nunca han faltado
individuos que se presten para esos manejos, ¿ vamos, señor~s, a autorizar la disolu~
ción de nuestros grupos de obreros, que hoy por hoy no tienen más arma que la de
hacer patente ,su fuerza por medio de la ,agrupación solamente, porque cuatro o cinco
capitalistas explotadores puedan pagar cuatro o cinco mentecatos que hagan el papel
de esbirros en una reunión? No, señores; debemos pensar que al espíritu de asociación,
antes que restringirlo, debemos darle toda clase de alas para que podamos, en un fu~
turo no lejano, sentar en nuestra República una república libre por medio de la
emisión del pensamiento en las asociaciones de obreros. Bien conocido es" también,
señores, que es muy fácil eso de juzgar injurioso, que a un señor presidente munici~
pal, señor de horca y cuchillo en los pu€blos abandonados, se le antoje clasificar como
injurias cuatro o cinco verdades que se le digan por una persona que está lastimada
y disuelva la r€unión en que aquel individuo esté. Así es que la sociedad no podrá
nunca, ,señores, si las, autoridades son malas, ejercitar sus derechos; y como 10 más
general en nu€stro país es que el que sube al Poder husca de extorsionar al de abajo,
debemos tener esto en consideraeión y hacer porque a nuestros obreros, lejos de serIes
restringidas sus facultades para que ,se reúnan y laboren por el bienestar propio y
para el bienestar nacional. Este proyecto, en mi juicio, señores~ es atentatorio contra
870
la libertad. Vale más, señores, que tengamos el artículo tal como lo tiene la Constitu-
ción de 57, que con la reforma adicional que le 'agrega la Comisión, que de todas ma-
neras ya sabemos de qué ardides se pueden valer los que quieran disolver una agru-
pación; pero ya sabemos que esos ardides son injustos, que eso no cuadra con la
honradez; pero consignarlo aquí en la ley, señores, es tanto como autorizar a los
esbirros, a los caciques, para que disuelvan todas las agrupaciones e impidan que
. unos obreros se hagan fuertes y puedan ellos seguir medrando a costa de los obreros
que fueron los que nos aseguran la libertad en este momento. Es por esto, señores,
que yo nunca estaré con esa reforma. Yo vengo aquí a defender los intereses de los
obreros y los intereses de toda la nación mexicana, pero especialmente los de los gru-
pos de obreros que permanecen hasta hoy indefensos, pues no tienen más garantía
que la de asociarse para demostrar así su fuerza ante los poderosos. La asociación es
la única fuerza que tienen, y si esa fuerza se la quitamos, ¿ qué vamos a dejarles?
Quisimos quitar el Poder al clero; hemos restringido la libertad a los periodistas,
hemos querido destruir a todos, y ahora queremos destruir lo único que tenemos lim-
pio y sin mancha: a nuestros obreros, que son la base del engrandecimiento nacional;
que es el grupo de donde salen los soldados que han ido a combatir por· la patria, qUe
son los que mejor entienden sus obligaciones y derechos y los que mejor saben cum-
plir con esos derechos. Es por esto, señores diputados, que yo invito a esa Asamblea
que vote a favor del dictamen. Es mejor que sepamos que una autoridad pueda come-
ter un atentado, y sea un atentado, y no que ese atentado lo elevemos a la categoría
de ley.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Cedano.
-El C. Cedano: Señores diputados: No quiero que se me juzgue como se ha
juzg-ado a otras personas que en este sitial han hecho uso de la palabra para hablar
en contra de un dictamen, del que aparece que hablan en pro; mi discurso será en pro
del dictamen. Solamente he propuesto yo una adición. No es posible que yo pretenda
dar un timo, sino que he hecho antes la aclaración, para que no se me juzgue injusta-
mente. Los peligros que pudieran existir o que muchos consideran que existen con la
sanción del dictamen de la Comisión, parece que no existen con las restricciones que
se quieren añadir; suponen, desde luego, que pudiéramos estar en un régimen que
no es el régimen al cual vamos a entrar; no es el periodo constitucional el que hemos
iniciado, al cual irán al Poder, indudablemente, personas de criterio, personas acriso-
ladas en esta lucha, hombres honrados que el pueblo conoce perfectamente ya, y que
no podrán confundirse con la hez de los demás hombres que quieran darnos también
timo de partidarios, sin serlo. La adición 'que yo propongo, al dictamen de la Comisión,
es una que voy a exponer y que en seguida fundaré. Se trata de que la Comisión haga
la aclaratoria de que ninguna reunión política ni ninguna manifestación pública, sea o
esté amparada directa o indirectamente por sociedades o personas que pertenezcan
a estados eclesiásticos de cualquiera religión. Yo creo que todavía está en el alma de
, todos los diputados presentes el recuerdo de aquel grupo formidable que pretendió refor-
marnos la legalidad por medio de la legalidad; que quería esgrimir la Constitución como
arma de combate para demoler esa Constitución;_ que se amparaba con leyes liberales
para lu~go darnos también el timo de liberalidad que nunca tuvieron, que nunca ten-
drán, por más que ahora todas las corporaciones similares, todos los individuos que
profesan aquellas mismas ideas se llamen o tengan que llamarse, como de hecho suce-
derá, liberales clasificados como se quiera; pero ellos se harán llamar siempre liberales;
Bin embargo, esto es al iniciarse la era democrática; no habrá, como digo, el peligro
de que pudieran ampararse como se ampararon en otras épocas, bajo el nombre de
Partido Católico Nacional; pero sí podría suceder, cuando la ley, o mejor dicho, cuando
el país entrando de lleno en una era de paz y ,verdadera democracia, empiecen a hacer
871
la labor que constantemente han hecho, laborando lenta y paulatinamente, minando
las instituciones, minando las leyes, sobornando a nuestros funcionarios, corrompién~
dolos, en fin: seguir toda esa escuela (}ue se acostumbra para echar a rodar una admi~
nistración y para imponerse, como se impuso durante el período dictatorial del ge~
neral Díaz. N o se pretende halagar a ciertas personalidades y a determinados intere-
ses; se trata, pues, de salvar al país de posibles acontecibtientos que conduzcan al
retroceso, que nos lleven nuevamente a una revolución, o cuando menos, a la transfor-
mación de esa sociedad o de esas instituciones que preparen nuevos movimientos,
como los que, desgraciadamente, ahora lamentamos. Creo yo que los representantes
de todos los distritos de la República tendrán, cuando menos un ejemplo con qué justi-
ficar mi petición; en el Estado de Jalisco, en el Estado 'de Puebla, en el Territorio de
Tepic y en algunos otros Estados donde particularmente laboró el clero en contra de
las instituciones, se dieron muchos casos en que habia manifestaciones públicas am-
paradas bajo nombres religiosos, bajo una bandería que no debe existir, supuesto que
al tratarse de instituciones políticas, para nada tienen que ver las instituciones reli-
giosas. En la conciencia de todos los mexicanos está ahora que aquello fue el naci-
miento de nuestro actual estado de cosas, o cuando menos la continuación de la peor
dictadura que se derrumbó. Recordamos que al terminar el Gobierno del general DÍaz
y entronizarse el Gobierno democrático del señor Madero, fue cuando todavía can~
dentes los cadáveres, cuando todavía hirviente la sangre que se había derramado,
apareció el programa político de ese partido que, como he dicho, esgrimía bandera
religiosa sin tener necesidad de ello. Creo que la Comisión tendrá muchos ejemplos que
presentarnos a este respecto y, por lo tanto, nosotros, previendo todos los casos posi-
bles, pues empapados en el sentimiento de verdadero patriotismo, debemos prever
estos casos para evitarlos. Estamos laborando para el futuro y el futuro no debe
tener estas sombras negras; por tanto, creo que la Comisión tomará en cuenta esta
mi petición de añadir a su dictamen este pequeño párrafo en la forma que estime
conveniente, para que en lo sucesivo las manifestaciones públicas, que son un símbolo
democrático, lo mismo que las reuniones, no se amparen por banderías religiosas ni
puedan ser protegidas por corporaciones o individuos de ningún género.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rosas y Reyes.
-El C. Rosas y Reyes: El diputado que acaba de descender, ha dirigido a las
personas que han hablado en pro o en contra, el epíteto de timadores. Yo creo que
tanto el señor general Jara como el que habla, no somos timadores. (Murmullos.)
Dejen ustedes hablar, señores. ¿ N O tienen ustedes el valor civil de escucharme? el
señor se permitió decir que nosotros somos timadores. (Murmullos.)
-El C. Cedano: No he tenido yo semejante idea al mencionar la palabra "timo"
en Ia tribuna. La palabra "timo" tiene muchas acepciones, y yo le he dado la más
benigna al usar esa palabra.
872
Este caso rarlslmas veces podrá ser protegido por m€dio del amparo, porque mien-
tras se interpone el recurso de amparo ante el juez de Distrito, ya la autoridad habrá
tenido tiempo sobrado para disolver la reunión', En este caso, no queda a los indivi-
duos cuyo derecho ha sido atropellado, ,más recurso que -exigir la responsabilidad
criminal de la autoridad que arbitrariamente los haya disuelto. La adición que figura
en el proyecto y que la Comisión trata de suprimir, proporciona facilidades a una
autoridad, aun cuando no sea arbitraria, para disolver una reunión convocada con
objeto lícito, por escrúpulos sencillamente. EJCpresa el proyecto que puede disolverse
una reunión cuando se ejecuten o se amenace ejecutar actos de fuerza o violencia con-
tra las personas o propiedades y de esta suerte se altere el orden público o amenace
alterarse. Es indudable que en este caso la autoridad tiene el derecho de disolver la
reunión sin necesidad de que el precepto constitucional lo diga, porque en este caso,
cuando se cometen estos actos de violencia, se comete un delito llamado tumulto, aso-
nada o motín. y naturalmente la autoridad tendrá el derecho de disolverla. En el se-
gundo caso, cuando se hagan amenazas de 'cometer atentados que pueden fácilmente
convertirse en realidad.
Este inciso tiene el inconveniente de que no puede menos que dejarse los hechos
a la apreciación de la autoridad que se ha presentado a presenciar la reunión. ¿ Hasta
qué punto puede decirse o quién puede juzgar el momento en que una amenaza pueda
fácilmente convertirse en realidad? Cualquiera amenaza puede fácilmente convertIrse
en realidad y una autoridad demasiado escrupulosa en todo, por efecto de lo estable-
cido en este inciso, puede -arbitrariamente disolver una reunión. El inciso DI: "Cuando
se cause temor a los habitantes", es todavía más peligroso, porque el temor o alarma
de los habitantes depende del grado de ecuanimidad que ellos tengan, Si una reunión
se verifica en un medio pusilánime, puede el vecindario alarmarse fácjlmente y la
autoridad disolver la reunión sin motivo.
"Cuando se profieran injurias o amenazas contra las autoridades o particulares,
si no fueren reducidos al orden o expulsados los responsables."
Podemos suponer dos casos: o la autoridad que se ha presentado en una reunión
es enteramente recta o es enterame~te arbitraria. Si es enteramente arbitraria, con
este inciso o sin él, de todas maneras disolverá la reunión; si la autoridad es recta,
inmediatamente que en una reunión algunas personas profieran injurias, es claro que
el que la preside solicitaría el auxilio de la policía para reducir al orden a los que
hayan proferido esas injurias, y en ese caso no hay necesidad de dar a la autoridad
una coyuntura para que pueda disólver la reunión.
Dice el artículo:
"Articulo 99 No se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente
con cualquier objeto lícito; pero solamente los ciudadanos de la República podrán
hacerlo para tomar parte en los asuntos políticos del país. Ninguna reunión armada
tiene derecho de deliberar.
UN o se considerará ilegal, y no podrá ser disuelta, una asamblea o reunión que
tenga por objeto hacer una petición a una autoridad, o presentar una protesta contra
algún -acto, si no se profieren injurias contra ella ni se hiciere uso de violencia o'
amenazas para intimidarla u obligarla a resolver en el sentido que se desee,"
En el casa de que nada más algunos individuos están armados y la autoridad se
presenta a disolver la reunión pretextando que aquellos individuos están armados,
el que preside la reunión puede solicitar el auxilio de la policía para desarmarlos y
evitfV." la disolución. De manera que todos los caMs que prevé la adición son per~
fectamente inútiles y pueden estimular la suspicacia de una autoridad arbitraria. N o
creo necesario agregar nada en defensa de este artículo. porque el señor diputado von
873
Versen lo defendió victoriosamente. Creo que las razones propuestas son las suficien-
tes para que la Asamblea considere que la adición es peligrosa y hay que suprimirla.
En cuanto al proyecto del señor Cedano, cedo la palabra al presidente de la Comisión.
,
6
874
huesos estaban forrados por la piel. La mayor parte de las defunciones fueron oca-
sionadas por la mala calidad de los alimentos. Con esto vino la mi,seria y ha venido
el tifo, que ha hecho atrocidades. La ciudad está muerta y el que no 10 quiera creer,
que vaya y lo vea, a ver si no rompe -el corazón contemplar aquello. Nosotros hemos
hecho cuanto ha sido posible para que las compañías mineras trabajen. Ustedes com-
prenderán que con experiencia tan terrible no podemos ~olocarnos dentro de los ar-
tículos del Código Penal, y lo que legalmente podíamos hacer también. Vimos a las
compañías, hablamos con los gerentes, tuvimos conferencias con el gobernador, en-
viamos 'comisiones a México, que no fueron recibidas por falta de tiempo y porque no
podían sufragar los gastos que tenían que hacer y, en fin, hicimos todo' lo que po-
díamos hacer. En la última reunión celebrada en el teatro Juárez poco' antes del
día 20 de noviembre, la situación era ya desesperante y fue el último recurso que
tuvimos. Nos juntamos algunos y citamos a los pocos compañeros que quedábamos
allí y citamos a los gerentes por medio del secretario de Gobierno. Concurrieron uno
o dos, y ahí les expusimos que la situación era desesperante y que tenían la obliga-
ción de trabajar las minas, puesto que no había ra'zón para que no las trabajaran.
Eran sólQ pretextos los que aducían; cuando nosotros les decíamos que por qué no
trabajaban, nos contestaron que el zinc, que el ácido clorhídrico y otras muchas subs-
tancias habían 'subido, y nosotros contestamos: "Señores: nosotros no tenemos todos
los datos necesarios para poder saber si tienen ustedes razón o no, al decirnos que no
pueden ,trabajar las minas. Necesitábamos manejar esas negociaciones durante algún
tiempo para ver si dejan utilidad para poder trabajar o no". En la última entrevista
que tuvimos con ellos les dijimos lo siguiente: "Ustedes no _pueden trabajar, porque
dicen que los metales no dan lo necesario, y como nosotros no podemos obligarlos a
que trabajen, ni podemos demostrar lo ·contrario de lo que ustedes nos dicen, les dire-
mos; ustedes pueden darnos las minas «a campos», lo que no significa ningún gasto.
Ustedes tienen dinamita, tienen veintitrés mil kilos; de cañuela tienen veintidós mil
pies y diecisiete mil fulminantes, etcétera; de manera que tienen los elementos nece-
sarios para poder trabajar por largo tiempo. Además, con el trabajo «a partidero»,
como nosotros se lo proponíamos, la mina no hace más que poner la mina y el acero
y la fragua, y el trabajador se encarga de comprar pólvora, velas, cañuela y su tra-
bajo. Por consiguiente, la compañía no puede alegar que no tiene materia prima para
esos trabajos". Les dije yo: "S€ñores: si también este es un argumento que seguI'amen~
te ustedes aducirán, que las minas dadas «a campos» se destruyen mucho, les dije, yo
propongo que nombren tres ingenieros que sean los que manejen las minas y que
ellos digan dónde, cuándo y cómo deben trabajarse esas minas para que ustedes no
corran el peligro de que se destruyan". No podían alegar que las minas no estaban en
estado de trabajar, puesto que ellos tan pronto como reciban una orden de Nueva York
las pondrán a trabajar. Ellos no han prohibido que se trabajen; luego que vieron
que no tenía absolutamente nada que contestar, dijeron: "Señores, consultaremos a
Nueva York y tan luego como contesten por cable,· les daremos a ustedes la con-
testación". Desde el 17 de noviembre a la fecha van muchos días y ninguna noticia
hemos tenido. En una de las huelgas anteriores nosotros decíamos que no era. posible
vivir con tres billetes "infalsificables" de a peso, o de "Veracruz". Se nos dijo que no
nos podían pagar más y que para probarlo iban a pedir a Nueva York los últimos
informes, que manifiestan las razones para no poder dar dividendos. Lea dijimos: "Us-
"tedes no pueden dar dividendos, no porque las compañías no estén en disposición de
darlos, sino porque ustedes habrán empleado el dinero en otras cosas; pero, en fin,
venga ese informe". De esto hace seis meses, señores, y ningún informe hemos tenido.
Ahora bien; como ustedes comprenden, nosotros legalmente estamos autorizados a
trabajar esas minas: el artículo 11 terminantemente dice: uLas minas -no literal-
875
mente, pero sí este es el sentido---, las minas que realicen beneficios y cuyos dueños
no quieran trabajarlas, se declararán de utilidad pública". y señores, en la ciudad de
Guanajuato, que vive única y exclusivamente de las minas, ¿ son de utilidad pública
o no? Sí, es claro que sí, pues una ciudad que vive exclusivamente de las minas y
pierde esa industria, se muere la ciudad, cÚ'mo está muerta en estos momentos. Pues
bien, señores, no ha habido modo de que las hagan trabajar. Yo no pido, como algu~
nos compañeros que pedían privilegios para el periodista, que pedían un jurado para.
el periodista; yo pido únicamente que se n'os haga justicia.
Si al dueño de un negocio, por esto, por aquello o por lo otro, no se le puede
obligar legalmente y no se le puede obligar a que trabaje sus minas y contra él no
se lanza la autoridad ni los soldados, quiero también que para el trabajador, se le
respete -el derecho de huelga, tanto más, señores, cuanto que por más que se nos
diga, pocas son las huelgas que en el país han sido desordenadas. La primera vez que
nosotras hicimos una huelga en Guanajuato, nombramos una comisión que anduvo
pidiendo limosna para sostener a los compañeros más pobres. Les dábamos un peso
del Gobierno provisional cada tres días, y así nos sostuvimos nueve días y sin em~
bargo, no hubo un solo ratero y ustedes comprenderán que un pueblo que da pruebas
de tan buen juicio y honradez, merece que se le respete. Nosotros nd pedimos que se
nos den privilegios, sino que se nos trate igual que a los capitalistas, puesto que so~
mas los trabajadores y no queremos que los privilegios sean nada más para ellos ...
-El C. Aguirre Amado, interrumpiendo: Con relación a 10 que dice el honrado
obrero que está hablando, deho decir que el mineral de Guanajuato no produce más
del 12 al 15 por ciento, y en la actualidad el impuesto menor ya alcanza, y creo que
todos los mártires, porque así pueden llamarse a los obreros de Guanajuato, deben
dirigirse al Gobierno local para que pida auxilios al Gobierno del Centro, para una
exención de derechos, hasta producir una utilidad relativa, de manera que no se pierda
el dinero. Gelebraré que esto' sea útil a usted (dirigiéndose al ciudadano Cano) y a
ese gremio, por el que simpatizo profundamente, porque yo he trabajado como inge~
niero en las minas durante más de treinta años.
-El C. Cano, continuando: Lo que usted me dice ahora lo hicimos nosotros
también; mandamos una comisión a México. Primeramente no teníamos dinero y a
todas las fuentes a que acudimos para solicitar recursos, no fue posible que nos diesen
ningunos. Nosotros que estábamos muriéndonos de hambre y en la' miseria, señores,
yo y muchos de nuestros compañeros, cuando nos íbamos a trabajar en la mañana,
nos desayunábamos una pieza de pan de ciento cincuenta gramos y una taza de atole.
Miren ustedes, señores, el quince o dieciséis de noviembre se aprobó el nombramien~
to de una 'comisión y que no fue a México, señor general, Iporque no pudo llegar. Se
le dio un subsidio de sesenta pesos infalsificables cuando ya en Silao corría el tipo
de cien por uno. Se le dieron sesenta pesos infalsificables para tres compañeros. En
Silao, de la manera más humilde del mundo, se desayunaron; gastaron diecinueve pe~
sos infalsificables. ¿ Cómo quiere usted que fueran'? Si no teníamos para la estampilla
de una carta ¿ cree usted que tendríamos para un telegrama? Además, se hicieron
todas las gestiones cerca del Ejecutivo del Estado; se le propuso esto: "¿Quisiera
usted, señor gobernador, influir en el Centro para que estas minas se trabajen «a
campos» y de los productos pueden ustedes servirse para garantizar su papel infal~
sificable que no tiene garantía 7" Tampoco se nos atendió. Creo yo que esta era una
iniciativa práctica; además, para trabajar -en esta forma no se necesita capital porque
no se hace más que abrir -las minas, que ellos ya sacando su metal, después ya sabrían
si les convenían o no comprarlo. Es más, señores: con el último movimiento se han ne-
gado a comprar los minerales los únicos que los compraban. Esto lo someto a la con~
sideración de usted siena .... como es, ingeniero de minas; es el caso que hace más de
876
~uince días en Guanajuato no hay quien compre una sola piedra mineral. Ahora bien,
los pobres compañeros que viven de eso, ¿de qué quiere usted que vivan ahora? No
les ha tocado a cada uno más que seis pesos cincuenta centavos para quince días;
¿ creen que un hombre pueda vivir con tres pesos cincuenta centavos semanarios? Esto
si es solo, ¿ y si tiene familia? Mire usted, señor, en la hacienda de Burgos he visto
esto: que la totalidad de ,los compañeros, peones, comen esto: un puño de maíz tos-
tado. Sin embargo, ,señores, no se dio un solo caso de robo, y ustedes comprenden que
un pueblo que es tan bueno, merece garantías. Pues bien, señores, a pesar de todo
esto, yo aseguro que el día que esos pocos habitantes que quedan en Guanajuato mu-
riéndose de hambre, en un momento de desesperación que tengan al ver a sus hijos
muriéndose de hambre, van y se roban un pan, caen bajo la sanción de la ley y los
fusilan. Pues bien, señores, para eso pido yo esto, por la misma razón que al dueño
de las minas no se le mandan ametralladoras para que trabaje, que al trabajador no
se le impida la huelga, porque no es justo tampoco que porque un so!-o obrero cometa
un pequeño desorden o se declare en huelga, se le lleve a la cárcel. Nosotros en Gua-
najuato, la primera huelga que hicimos éramos tres mil y no se hacía ruido ninguno,
porque sepan ustedes que los que producen escándalos en las huelga.!:!, son los paga-
dos por las compañías, que pagan a los escandalizadores que dan" pretexto para que
las autoridades disbelvan esas huelgas, de lo que nosotros no tenemos ninguna culpa.
Yo pido respetuosamente a la Asamblea que someta este hecho a su consideración
para que diga que ninguna huelga pueda ser disuelta y que no se considerará a los
obreros como trastornadores de la paz pública. En cuanto al inciso del Primer Jefe,
es también atentatorio, porque si el primero dice cuáles son las licitas, el otro dice
cuáles son las ilícitas, y dejar que una autoridad designe cuáles son las licitas y
cuáles son las ilícitas, es lo peor. Yo no estoy de acuerdo en esto, señores; la huma-
nidad no cambia en cinco minutos y yo pido, señores, que se deje el artículo tal como
está en la Constitución de 57, que es un artículo lleno, completo, no contiene restric-
ciones, no es ambiguo, sino que es claro y terminante, y deja el asunto perfectamente
bien definido y no da lugar a malas interpretaciones. Cuando se encuentra un gober-
nante sirvergüenza, -desvirtúa lIn artículo aunque sea bueno, yeso ya lo saben vuestras
señorías. Yo sabía 10 que sucede aquí, yeso cabe en la sensatez y buen juicio de esta
Asamblea, pero no quiero hacerlo presente. Es una lástima que en un cuerpo como
este, en donde se cree que viene lo más selecto y lo más ilustrado de la nación, ven-
gan aquí con razones y asuntos triviales.
A nosotros, que se nos está quitando un tiempo precioso, a nosotros que no de-
seamos más que trabajar, y que si venimos aquí, venimos a buscar una legislación
buena y sana que nos dé garanUas. Nosotros que venimos, no con ilusiones, que no
tenemos ninguna porque sabemos que el Gobierno, el clero y el capitalista son enemi-
gos natos del trabajador, y que es imposible que donde está el uno esté el otro, indu-
dablemente que debemos buscar la mejor armonia en el momento presente histórico;
pero eso no quiere decir que ellos van a ser amigos nuestros, ¡nunca! Ustedes com-
prendan que es una verdad muy grande. que mientras quieran componendas entre dos
elementos disímbolos, no es posible que busquemos una legislación que nos garantice
por mucho tiempo la tranquilidad y la paz pública para hacernos grandes y fuertes.
De suerte que yo siento mucho que aquí se esté perdiendo el tiempo en insultarse y
difamarse. Nosotros, los de abajo, que estamos muy lejos de todas esas podredum-
bres y que cuando sentimos algo, cuando queremos decir algo buscamos a la persona
y le decimos: usted es esto y 10 otro y lo de más allá ... (Aplausos.) Así es que,
señores, desciendo de esta tribuna con la esperanza de que ustedes tomarán en cuenta
la reforma que les propongo, porque es justa. Yo no pido nada extraordinario; pido
únicamente que nos igualen con el capitalista, que si al capitálista no se le obliga
877
a trabajar por la fuerza, que al obrero tampoco se le disuelva cuando se presente
en huelga. (Aplausos.)
-El C. Rodríguez José María: Pido la palabra para una aclaración.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rodríguez.
-El C. Rodríguez José María: Lo que acaba de decir el obrero que subió a la
tribuna ... (Vo,ces: ¡Tribuna! ¡Tribuna!) Es una aclaración simplemente. Lo que aca~
ba de decir el señor, de que en el Estado de Guanajuato, principalmente en la capital,
los obreros se mueren de hambre, es cierto, señores. Las enfermedades se han cernido
allí, pero si han hecho muchas víctimas, ha sido por la ,miseria en que se encuentran
los obreros. Eso lo sé por datos estadísticos que existen en el Consejo Superior de
Salubridad de México. He querido hacer esta daración, para que la Asamblea quede
enterada de la triste situación del obrero de Guanajuato y los obreros de toda la
República.
7
i
-El C. Calderón: Señor presidente: No debemos permanecer indiferentes anté
la angustia del pueblo de Guanajuato,; y aunque esto no es materia de discusión en
el Congreso, porque no es ningún punto constitucional, usted como presidente y la
Asamblea en lo general, deben tomar las medidas encaminadas a aliviar cuanto antes
la situación 'de esos obreros. Ya el señor ingeniero Amado Aguirre nos ha dicho que
es muy posible que por medio de una exoención de impuestos, al menos mientras dura
esta ·crisis minera, pudieran las compañías de Guanajuato resolverse a trabajar estas
minas. Suplico, pues, tanto a usted, señor presidente, como a la honorable Asamblea,
se nombre una comisión para que se acerque al ciudadano Primer Jefe a suplicarle
muy respetuosamente fije su atención en la angustia de ese pueblo, uniendo nosotros
con todo entusiasmo nuestra petición. (Aplausos.)
-El C. Frausto: Pido la palabra para un hecho.
-El C. presidente: Se acepta la proposición de usted, señor Calderón, para
cuando termine el debate. Tiene la palabra el ciudadano Fajardo.
-El C. Frausto: Pido la palabra para un hecho.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Frausto.
-El C. Frausto: Tengo la representación de Guanajuato por el ler. distrito elec~
toral, y de mucho tiempo atrás ... (Voces: ¡Tribuna!) Es un hecho, señores. De tiem~
po atrás he estado consciente de la profunda miseria en que está el pueblo de Guana-
juato, y en la campaña electoral que tuve oportunidad de hacer por allá, como nativo,
me percaté del problema que se presentaba en aquella población y que aún persiste;
seguramente que uno de los medios que hay, eficaces, para evitar esa crisis tremenda"
pudiera ser la exención de impuestos; pero hay que advertir que esta exención de im-
puestos no viene a aprovechar más que a las compañías mineras poderosas y no puede
aprovechar a los obreros. Las condiciones de los obreros están perfectamente es'peci-
ficadas, a ellos se les ha negado el alza de los salarios por esas compañías, que 'son las
más terribles explotadoras del trabajo de los mineros, cerrándoles las puertas de las
minas. De manera que ese problema de eximir a las compañías mineras, a mi juicio
no remedia la condición de los obreros en Guanajuato. Es otra clase de medidas las
que se deben adoptar para ver que el ánimo del ciudadano Primer Jefe se incline a
mejorar la condición de los ohreros. Las compañías mineras dan sueldos muy bajos al
obrero.
-El C. presidente: Suplico al señor diputado que está hablando, que guarde
esas observaciones, porque estimo que se está saliendo del asunto. (Voces: ¡Que hable!
i Que hable!)
878
-El C. Frausto: Se ha tocado en este momento un punto -tan doloroso para to~
dos los mexicanos, y principalmente para los guanajuatenses, que debemos exponer
la' situación precisa de las clases obreras, que son nuestros hermanos. Pues bien., seño-
res; esa medida no dará ningún resultado. Ya tuvimos una ley expedida por la Pri~
mera Jefatura, en que se señalaba que las compañías mineras que no trabajaran en
determinado plazo, perderían sus derechos en aquellas minas; después vino la labor
de los capitalistas americanos y otros capitalistas extranjeros, qu'e hicieron ampliar
aquel plazo, y la Primera Jefatura fue sorprendida y amplió ese plazo, y la amplia-
ción de ese plazo significa la !nuerte de esos obreros y la muerte de la ciudad de
Guanajuato, y es por esto por 10 que yo me he permitido llamar la atención de la
Cámara, suplicando a la Presidencia me dispense haya turbado su atención al tratar
de los obreros de Guanajuato, <1tte tengo entendido merecen que nos fijemos en ellos,
pues tambié.n son patriotas.
-El C. Cano: Hago presente a los s.eñore-s diputados que estoy a su disposición
para los que quieran ocuparse' de este asunto.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Fajardo:
-El C. Fajardo: Señores diputados: Después de la clásica expresión que el señor
licenciado Colunga nos ha dado respecto a los motivos que la Comisión de Puntos
Constitucionales ha tenido pre~entes para suprimir la segunda parte del artículo 99
del proyecto del ciudadano Primer Jefe, casi no estoy en mi lugar 81 venir a esta
tribuna. Sin embargo, habiendo- adoptado una actitud enteramente pasiva, queriendo
solamente en mi íntimo resolver cada uno de los asuntos que se presentaren en este
Congreso, me he resuelto) por fin, a hacer uso de la palabra. Yo fui uno de los que
votaron por el artículo -39 del proyecto del Primer Jefe, es decir: yo fui uno de los
que tuvieron el honor de votar por el artículo 39 estableciendo la" libertad de enseñanza
en la República, es decir, el artículo que sancionaba el espíritu liberal en esta nUeva
Constitución de la Constitución del 57. Yo fui también uno de los que ayer votaron
por la libertad de imprenta, es d~ir, porque en México se juzgara a los. periodistas por
medio de un jurado. No me arrepiento de ese voto; siempre he creído que la liber-
tad de enseñanza y la libertad de imprenta son dos grandes necesidades en México
para que haya democracia" para que haya Gobierno libre, para que no haya usur-
pación y para que no haya tiranos. Ahora vengo también a levantar mi voz humilde,
. sin conceptos hondos, quizá sin ideas profundas, pero- sincera, por el artículo que pro-
pone la Comisión. Creo que este es el/último reducto en que' queda asilada en estos
momentos la libertad. La hemos d~apitado en el artículo 39, diciendo que no habrá
libertad de enseñanza; hemos dicbo que no habrá jurados que juzguen a los periodis~
tas y hemos decapitado la libertad de imprenta; y ahora nos toca también juzgar si
somos por fin libres o no de asociarnos políticamente para juzgar al Gobierno, para
juzgar a la sociedad, para tratar los asuntos sociales, políticos y religiosos. Es nece-
sario que quede de una vez por ~empre justificada nuestra conducta ante el poI'venir
y ,sepamos qué clase de responsabilidades son las que nos corresponden a cada uno.
Yo acepto desde luego las que le correspondan al Congreso; pero antes que todo, quie-
ro que los aquí reunidos y que en este momento me hacen el honor de escucharme,
sepan qué clase de ide~s 'Son las que he traído a esta honorable Asamblea. Considero,
879
en mi humilde concepto, que el artículo 39 del proyecto del ciudadano PI'imer Jefe, que
el artículo 79 propuesto por la Comisión de Puntos Constitucionales y que fue votado
ayer, y que el artículo 99 que la misma Comisión propone hoy, son dos grandes ar-
tículos, es decir: dos grandes disposiciones constitucionales, en las que se fortifica de
una manera definitiva la libertad de México. En consecuencia, yo no podría en estos
momentos dejar de hacer estas solemnes declaraciones. Soy partidario de la libertad
de enseñanza, de la libertad de imprenta, y soy también partidario de la libertad de
asociación, de cualquiera clase que sea. Tengo entendido que vivimos en un país libre,
que todas las tendencias de este Congreso son las de tener instituciones libres, a que-
rer que los que formen la República, no son individuos desprovistos de iniciativa, des-
provistos de responsabilidad, sino que por el contrario se enfrenten con esa respon-
sabUidad, se enfrenten con esOs principios y sepan sost~nerlos a la hora del peligro. El
artículo 99 del proyecto de Constitución del ciudadano Primer Jefe, sin la parte segun-
da que le ha suprimido la Comisión, entiendo yo que queda perfectamente, porque ex-
plica de una manera clara el derecho que nos corresponde como ciudadanos para aso-
ciarnos con el fin de tratar toda clase de asuntos. Todos los tratadistas de Derecho
Constitucional están unánimes en que los derechos naturales del hombre, basta 'Sólo
enunciarlos; basta decir: todo hombre es libre, todo hombre tiene derecho de apren-
der, todo hombre tiene derecho de hablar, todo hombre tiene derecho de escribir, todo
hombre tiene derecho de asociarse; en consecuencia, toda restricción a estos principios
es una demostración palpable de tiranía. Ninguna objeción se ha hecho al artículo
propuesto por la Comisión, es decir, a la adición única que ella propone al artículo 99
de la Constitución de 57. La indicación de que este artículo se contradice con algunos
artículos del Código Penal, carece de fundamento absolutamente. El Código Penal
es una ley secundaria, no es una ley fundamental, y es un principio universalmente
reconocido, elementalmente sabido, que las leyes tendrán que arreglarse forzosamente
a la ley constitucional. Ninguna ley particular puede pugnar con los' principfos con-
signados en la Constitución; en consecuencia, si el C6digo Penal está en contraposi-
ción con el artículo que propone la Comisión, nada significa, porque ese artículo no
tendrá aplicación en 10 particular, y si alguna autoridad judicial llegara a aplicarlo,
esa autoridad violaría la Constitución y, en consecuencia, cabe el amparo y nadie será
molestado por haber hecho uso del derecho que concede el artículo 99 propuesto por
la Comisión. Si este artículo propuesto por la Comisión fuera votado en contra, ya
no podríamos decir que tenemos instituciones libres en México. Es necesario decirlo
con toda claridad; yo lo digo para que conste cuál es mi modo de pensar sobre el par-
ticular; creo que es el único reducto en que puede sostenerse todavía la libertad, y se
nos escapará de las manos si este artículo no es votado como se propone.
El señor diputado con Versen ha hablado tan clar.amente sobre el particular, que
no desearía, de ninguna manera, plagiarle sus ideas sobre este punto. El ha dicho cla-
ramente que podía ser la autoridad, es decir, no la autoridad, sino los que la usurpan,
los que se hacen llamar autoridad y conculcan los derechos populares; así es que el
artículo, tal como está propuesto en el proyecto y tal como lo propone la Comisión, en
un caso enteramente anormal saldría sobrando, porque siempre la autoridad usurpa-
dora de los derechos, conculcadora de las instituciones, encontraría motivo para disol-
ver las asociaciones, para quitar toda iniciativa a los individuos, para despojarlos del
único y salvador derecho que les corresponde para poder examinar los actos. de los
funcionarios, para saber cuándo obran bien y cuándo obran mal, para poderles discer-
nir conscientemente el premio o el castigo. Yo, señores, suplico a ustedes, ruego a
ustedes, de la manera más atenta, más respetuosa, que este artículo se vote tal y
como lo propone la Comisión, porque en él van nuestros ideales, en él está fincada
nuestra libertad, y es necesario que a nuestro país lo vindiquemos ante el extranjero;
880
es necesario que lo honremos, dándole instituciones libres; es necesarIO 4.UId no vayan
a pensar que hemos venido a reformar una Constitución liberal dándole un espíritu
netamente reaccionario. Al contrario, esa ConstituciÓn de 57, según declaraciones eX 4
presas del Primer Jefe, se reformaría, pero dejando en ella el espíritu liberal. Luego
si ese artículo, como lo propone la Comisión, es aceptado, nosotros en tono y por todo
aceptemos ese espíritu liberal, es decir, aceptemos que las asociaciones, es decir, que
los individuos puedan asociarse, ya sea para enseñar, ya sea para trata!; asuntos po-
líticos; en fin, todo objeto lícito será permitido con arreglo a ese artículo propuesto
por la Comisión, y no habrá motivo ninguno, no habrá farsa alguna 'que justifique a
alguna autoridad para poder disolver a los que pacíficamente se reúnan 'para tratar
los asuntos de su país. (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Marti.
-El C. Calderón: Yo creo que está ya suficientemente discutido el proyecto. (Vo-
ces: ¡No! ¡No!)
-El C. Martí: Vaya ser sumamente breve, señores; para obtener aplausos se
necesita ser un tribuno y como hemos visto ya en múltiples ocasiones, tener dotes
para sacar los trapos al sol a algunos individuos. No soy lo primero ni vaya hablar
mal de nadie. Así es que me conformo modestamente con ser oído con la atención
con que debemos oír el pro y el contra de todo lo que aquí se deba discutir, para for-
~ar un claro criterio. Vamos en primer término a ver la diferencia que hay entre el
proyecto y el dictamen. Entre el proyecto y el dictamen no hay más diferencia sino
que la Comisión del dictamen ha suprimido el párrafo que, según el señor von Ver-
sen, sirve para atacar el derecho de asociación. Yo creo que es un error, y tomando las
mismas palabras o, mejor dicho, el mismo ejemplo del señor diputado van Versen, voy
a demostrar a ustedes que el párrafo que se omite es el que sirve precisamente para
garantizar el derecho' de asociación. El señor van Versen, con ese criterio claro a mi
juicio y demostrando en ello todo el patriotisn1o de un gran interés por la clase
obrera, dijo que al reunirse, con suma facilidad podría disolverse una reunión por
el hecho de que se presentaran individuos armados. Dice el dictamen en una de sus
partes: UNinguna reunión armada tiene derecho para deliberar". Ahí está el mal;
en que al presentarse algunos enemigos en una reunión con objeto de -disolverla se
presenten armados y como ninguna reunión armada tiene derecho de reunirse o de-
liberar, la disuelve la autoridad. En el artículo del Primer Jefe si se analiza, se ve
que ni aun existiendo ese caso de que fueran a una reunión individuos armados pueden
las autoridades disolverla, porque queda aquí expreso que si los individuos de esa agru-
pación lanzan a los individuos armados, la deliberación no puede ser interrumpida.
Pongámonos en los dos casos. Supongamos una reunión que quiere ser disuelta, hay
más elementos para disolverla con la escasez de conceptos del artículo tal como la
Comisión lo propone en su dictamen, que como lo presenta el proyecto y estoy se-
guro de que si el señor diputado von Versen analiza esto, estará de acuerdo conmigo.
El punto principal ha sido el que todos conocemos, los medios de que se han valido
las dictaduras para disolver una reunión. Los medios han sido dos: meter unos
cuantos individuos armados, o formar un escándalo. Tal como está aquí en el proyecto,
en ninguno de los dos casos puede ser disuelta, porque si están individuos armados,
el presidente puede decir a esos individuos que dejen las armas y que salgan y en ese
caso ya la autoridad no puede ejercer presión. Queda entendido desde luego que la
base de todos los derechos está en la cultura del pueblo y en la valentía de los indi-
viduos para defenderlo':'!', porque de lo contrario, no hay leyes, no hay nada. Decía
yo que poniendo los dos ejemplos, encuentro sumamente deficiente el dictamen de la
Comisión, porque con e~e concepto de que ninguna reunión armada pueda tener de-
recho a deliberar, sencillamente con que entren tres individuos armados ya es una
881
reumon armada. (Voces: ¡No! ¡No!) ¿Qué se entendería por una reunlOn armada?
Una reunión en que hay individuos armados. (Voces: ¡No! No!) Pues yo digo esto, el
párrafo dice así:
"Sólo podrá considerarse como ilegal una reunión convocada con objeto lícito
y ser, en consecuencia, disuelta inmediatamente por la autoridad, cuando en ella se
cometieren desórdenes que alteren o amenacen alterar el orden público por medio
de la fuerza o violencia contra las personas o propiedades, o por amenazas de co-
meter atentados, que puedan fácilmente ser seguidas de ejecución inmediata, o se cause
fundadamente temor o alarma a los habitantes; o se profieran injurias o amenazas
contra la autoridad o alguno o varios particulares, si la persona que preside la
reunión o las que de ella formaren parte, no redujeren al orden al responsable o lo
expulsaren inmediatamente; o cuando hubiere en ella individuos armados SI, reque-
ridos por la autoridad, no dejaren las armas o no se ausentaren de la reunión."
Alega la Comisión que esto está expreso en el Código; pero como nos lo dijo
aquí el señor que me precedió en el uso de la palabra, el ciudadano Chapa, el pri-
mero que habló, dijo él que es peligroso dejar de asentar en la Constitución un
hecho que está previsto en el Código en primer lugar. Tenemos que el Código exis-
tente es contradictorio, porque el criterio de la Comisión, a mi juicio, es erróneo.
El Código, lejos de favorecer, perjudica y fue hecho con esa intención, y además,
los códigos pueden ser reformados o pueden no ser reformados y tenemos ahora que
dejar esto perfectamente delineado.
Con respecto al criterio de algunos, o de la mayoría, según veo, de que una
reunión donde haya seis individuos armados no está armada, no estoy conforme. En
una reunión, de acuerdo con la ley, donde hubiere seis individuos armados, la autori-
dad, conforme a esto de que ninguna reunión armada tiene derecho de deliberar, le
diría: "esta es una reunión armada ... " (Voces: ¡No! ¡No!) Estará mal armada,
pero es una reunión armada ... (Murmullos.)
-El C. De la Barrera: Para una aclaración; señor, para que el señor se forme
mejor concepto.
-El C. presidente: No puede usted interrumpir al orador.
-El C. MartÍ: Yo le agradecería la aclaración.
-El C. De la Barrera: En una reunión de doscientos o trescientos individuos
donde hay dos ebrios, no va a ser una reunión de ebrios. (Risas.)
-El C. Martí: Voy a decir, tomando el concepto del señor, estas dos cosas, aun-
que es salirse del punto. En una reunión donde hubiera doscientas personas y hubiera
dos individuos ebrios sería una reunión de ebrios en la cual unos no estaban ebrios y
otros sÍ. .. (Risas, Voces: ¡No!) Pues ojalá y no lo fuera, pero yo todavía no he
visto doscientos reunidos que no tomen. Ojalá sea así; bueno, entonces tendremos
que definir primero qué se entiende por una reunión armada; yo entiendo por una
reunión armada una reunión en la cual hay individuos con armas aunque no sean
todos ... (Voces: ¡No!) Pues entonces recojo el concepto de la Asamblea. El argu-
mento más poderoso que se ha presentado aquí para atacar el proyecto ha sido el
sistema que emplearon los dictadores para disolver las reuniones, alegando que se
presentaban unos cuantos individuos con pistolones y las disolvíim. Pues entonces, a
mayor abundamiento, quiero decir que entonces tendrán que armar a toda la reunión
y en ese caso no podrán disolverla, porque de acuerdo con el proyecto del Primer Jefe,
podría pedírsele a esa Asamblea que depusiera las armas y no sería disuelta, y de
acuerdo con el 'dictamen tendría que ser disuelta, porque dice:
('No 'se ,podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse padficamente con cual-
quier objeto lícito; pero solamente los ciudadanos de la República podrán hacerlo para
882
tomar parte en los asuntos políticos del país. Ninguna reunión armada tiene derecho
de deliberar."
y en el proyecto del Primer Jefe acepta que aun estando la reunión armada
puede deliberar deponiendo las armas; quiere decir que es un derecho que se trata
de darle. Aquí lo dice claro:
" . .. o cuando hubiere en ella individuos armados si, requeridos por' la autoridad,
no dejaren las armas o no se ausentaren de la reunión."
Quiere decir que de acuerdo con el dictamen, la reunión armada sería inmediata-
mente disuelta porque habría faltado el indispensable requisito de no estar armada
para poder deliberar; de acuerdo con el proyecto del Primer Jefe, aun estando ar-
mada podría deliberar, porque tendría la salida de deponer las armas. La diferencia
no es más que el quedar el párrafo considerando la Comisión, hasta cierto punto
con alguna razón, que en caso de desorden, en caso, como dice aquí, de alterar el
orden público pOr medio de fuerza o ,violencia y que eso está expreso en los códigos,
pero es más práctico que quede expreso aquí en la Constitución. Yo les pido que
reconsid~ren el punto porque, como ya dije antes, la diferencia está en que la Co-
misión ha omitido una parte que la considera expresa en el Código, y el punto es que
ninguna reunión' armada tiene derecho de deliberar y que en el proyecto, más
liberal aún que eso, se considera que aun yendo armados no habría derecho de di-
solverlos, porque la autoridad debería pedirles que depusieran las armas.
-El C. Castaños: Pido la palabra para una aclaración.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Castaños, para una
aclaración.
-El C. Castaños: Señores, para unas cuatro palabras nada más. Para una
aclaración. En el dictamen _que presenta la Comisión, lo mismo que en el proyecto del
ciudadano Carranza, el artículo 99 dice:
"N o se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse ... "
y o solamente desea,ría que la Comisión de Estilo tuviera presente al corregir
el artículo, que le falta la preposición "de" antes del verbo "reunirse" y decir de
esta manera: UN o podrá coartarse la libertad de asociarse o de reunirse ... " porque
como se toma esto como sinónimo, nO queda bien y entiendo que la idea capital es
que no se podrá coartar el derecho de asociarse o de reunirse, porque bien puede
uno asociarse para formar parte de una asociación política o reunirse en un lugar
para tratar algún asunto. De manera que creo que son dos derechos. Ruego -que
se tenga esto presente.
883
redimido nuestro ambiente social, sí le quitamos una de las garantías en que con
mayor seguridad se le hubiera impartido justiciaj dice que votó en contra del artículo
39 porque el artículo 39 no da plena libertad y yo, señores, quiero simplemente hacer
e;ta aclaración. En esta Asamblea, al votar el artículo 39 en el sentido en que la
Comisión lo presentó, no hizo más que garantizar la libertad de educar al niño que
tiene derecho, el sacratísimo derecho de que se le enseñe' la verdad y de ninguna
manera la mentira. Paso ahora a examinar las objeciones que se han hecho al artículo
99 en el sentido que lo presenta la Comisión.
El señor Chapa y el señor Marti dicen que está perfectamente garantizado en
las adiciones propuestas en el proyecto de Constitución, el derecho de asociarse y
ya han oído ustedes en boca de otro diputado que no es exacto esto, que lo que se ha
hecho no ha sido más que elevar a la categoría de ley algunos de los abmios que
se cometieron en la dictadura, como con mucho acierto lo ha dicho el señor diputado
van Versen, y es cierto. Yo pregunto al señor Marti, si él cree posible que en aque-
llas reuniones que se verificaron en los albores de estos movimientos políticos glo-
riosos, cuando el esbirro Castro se presentaba a disolver las manifestaciones pú-
blicas, hubiese el esbirro Castro oído la correcta insinuación del diputado "Rip-Rip",
por ejemplo, que le hubiese rogado caballerosa y decentemente que se hubiese retirado
de allí con sus armas para no dar pretexto al desorden, para no dar ,pretexto a que
con fundamento en una ley se disolviese una manifestación. Es indudable que no,
señores. Cuando don Heriberto Barrón se coló en un partido liberal de San Luis
Potosí y pistola en mano produjo un desorden, un tumulto en aquella asamblea de
hombres libres, la autoridad tuvo pretexto para disolver aquella asamblea que desde
entonces trabajaba ya por la redención del pueblo mexicano. (Aplausos.) En las
manifestaciones, señores, que se hacen en la capital de México concurre mucho puebloj,
millares de personas; ha habido manifestaciones de más de veinte mil individuos.
¿ Qué sucedería, señores, si entre aql,lellos veinte mil hombres en una manifestación
vigorosa de su espíritu se· introdujese, de buena o mala fe un grupo de hombres
que llevasen un arma fajada al cinto? ¿ Qué sucedería si la autoridad por sólo ese
hecho tuviera motivo para disolver la manifestación? Se diría que era un atentado,
una injusticia de lesa libertad, porque ni el presidente, ni mil presidentes que hubiese
en aquella reunión donde se congregaran veinte mil hombres, podrían fácilmente
acercarse personalmente a los manifestantes que por cualquiera circunstancia lleva-
sen puñal o pistola, para rogarles que las depusieran o se retiraran de allí y no
fueran a provocar de esa manera la disolución de una manifestación de ideas y prin-
cipios. La Comisión ha creído adoptar, al prever este caso, que si podría ser peli-
groso, porque si se dejase la absoluta libertad que pide el diputado Fajardo -me
parece que es él, que me dispense si digo una inexactitud, no es con intención, no
recuerdo cuál de ellos lo dijo-- la libertad absoluta, es indudable que entonces sí
podrían cometerse muchos abusos y que los conspiradores sí podrían quizá abierta-
mente y de una manera armada, oponer una resistencia tenaz en los plomentos en
que se tratara de disolverlos para aprehenderlos. Por esta razón la Comisión adopta
el texto constitucional de 57 que dice: "Ninguna reunión armada tiene derecho de
deliberar", porque efectivamente, señores, la reunión en este concepto es más ge-
neral; se da lugar en' ese concepto a que se cometa meno.s el abuso. Es muy cierto
que si una autoridad es venal y es arbitraria, no respetará esa determinación, y en
ese caso de nada servirá ninguna ley por más que se prevean todos y cada uno de los
casos en que se pueda cometer un delito, o en que se pueda declarar ilícita una
reunión de hombresj y abarcando más generalmente el concepto, como lo hace el tex-
to constitucional, habrá mayores garantías, porque entonces no será pretexto de que
haya unos cuantos individuos introducidos de buena o mala fe en un grupo de mani-
884
festantes para que se disuelva una manifestación o se disuelva una reumon, sino que
se exigirá a una autoridad respetuosa del derecho de los demás; cuidaría de que ese
acto estuviese justificado buscando que cuando menos el noventa o el ochenta por
ciento de esos hombres reunidos fueran los que estuviesen armados para poderlos
disolver. En el caso del. .proyecto no se atentaría eso; bastaría con que unos cuantos
se introdujesen y que una sociedad meticulosa temiera una reunión política. Yo re-
cuerdo que allá cuando triunfó la revoluci6n de mil novecientos diez, allá en la
ciudad canecera del distrito que represento, hubo una manifestaci6n pacífica de un
club liberal en contra de un periódico que se llamaba "La Bandera Católica". Pues
bien, señores; aquella manifestación alarmó profundamente a aquella sociedad exce-
sivamente fanática;- hubiera sido motivo lícito, hubiera justificado a una autoridad
ese temor de una sociedad que en masa se levantó, que fue a ver al jefe revoluciona-
rio que se residía en esa ciudad, que fue a ver a la autoridad política para pedirle que
no se consumara aquel atentado que alarmaba profundamente a las creencias reli-
giosas de aquella sociedad retardataria.
Yo creo, señores, que esto es lo que se. pide en este proyecto de Constitución. Es
precisamente elevar a la categoría' de ley esos atentados que no tienen razón de
ser, porque en nuestro medio, que todavía no está educado para la libertad, se come-
tieron muchos abusos por autoridades arbitrarias y extorsionadoras, pero de todos
modos, por autoridades que sintieron la influencia del medio en que vivimos. El señor
diputado Cano nos reveló esas miserias de nuestros hermanos los obreros, que preo-
cuparon hondamente a esta Asamblea, pidiendo que se reconozca aquel derecho de
huelga. En concepto de la Comisión, no es posible concederse en este artículo ese
derecho, porque tratándose simplemente de reuniones con objeto lícito, y siendo la
huelga no el producto de una reunión con objeto lícito, sino la defensa natural del
trabajo contra el capital, está previsto ya en otro lugar de la Constitución. En el
artículo 59 se habla, se dice que ningún hombre puede ser obligado a prestar sus
servicios sin su consentimiento, de manera que en una reunión que tuviera carácter
tumultuario, que pudiera de alguna manera alarmar a la sociedad, pueden los obreros
retirarse aisladamente y no ir al trabajo en donde no se les garantice la justa re-
tribución o Sean víctimas de una explotación inmoderada. En cuanto a la adición
al artículo, que hace el diputado Cedano, que quiere que se adicione el artículo en
el sentido de que ninguna reunión de carácter político se ampare con una denomina-
ción religiosa, la Comisión cree, a priori, sin poder creer que sería un juicio que
esa adición fuera su última palabra, que esa adición muy bien puede ponerse cuando
se trate del artículo 129, que dice:
"Artículo 129. Corresponde exclusivamente a los poderes federales ejercer, en
materia de culto religioso y disciplina externa, la intervención que designen las
leyes.
"El Estado y la Iglesia son independientes entre sí.
"El Congreso no puede dictar leyes estableciendo o prohibiendo religión alguna.
"El matrimonio es un contrato civil. Este y los demás actos del estado civil de
las personas, son de la exclusiva competencia de los funcionarios y autoridades del
orden Civil, y en los términos prevenidos por las leyes, y tendrán la fuerza y validez
que las mismas les atribuyen.
"La simple promesa de decir verdad y de cumplir las obligaciones que se con-
traen, sujeta al que la hace, en caso de que faltare a ella, a las penas que con tal
motivo establece la ley."
~e esta manera: seño.r~s, la Comisión contesta las objeciones que se han puesto
al dIctamen y termma pIdIendo a esta Asamblea que se sirva votar én favor del
artículo a debate porque considera que es el cumplimiento de las libertades que una
885
a una ha dado tres debates conscientes e indispensables y que se han votado para
mejorar la condición del pueblo mexicano. (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Cano.
-El C. Cano: A lo que me he referido yo, señores diputados, es a lo siguiente:
a si se debe considerar trastornadora del orden a una manifestación huelguista, y
por tanto se le debe disolver, pues hay casos en que cuando los huelguistas van a
impedir, por ejemplo, que se presenten los demás a trabajar, se dice que se atacan
los derechos de tercero. Los compañeros van siempre con buena voluntad a convencer
a los demás; se nombran a cuatro o cinco compañeros que rompan la huelga, siem-
pre estando dentro de lo justo y se les nombra para ir a ver a los demás que quie-
ren entrar a trabajar, impidiéndoles que trabajen, y es de esto de 10 que se valen
las autoridades para disolverlos, alegando que son trastornadores del orden público,
y los disuelven.
-El C. De los Santos: La Comisión tiene derecho de informar. (Murmullos.)
-El C. Martí: El señor Múgica me ha hecho una interpelación que puede ilustrar.
(Voces: ¡No! ¡Nol) Puede ilustrar y voy a contestarla.
10
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ros para impedir que los que quieran ir a trabajar lo hagan. Así es que, señores, yo
suplico por última vez a esta honorable Asamblea que rechace el dictamen de la
Comisión y apruebe el del ciudadano Primer Jefe, porque es el que nos da garantías
para que no se disuelva una reunión cuando haya unos cuantos armados.
-El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.
-El C. Múgica: Iba a contestar al señor diputado Cano, diciéndole que ya está •
garantizado el derecho que tienen los obreros de asociarse con un objeto lícito, y
la Comisión, que al tratar del artículo 59, como se dijo aquí cuando se leyó el dic-
tamen, dijo al hablar del derecho de huelga para los obreros, que buscaría un lugar
a propósito, que no había renunciado a ponerlo en la Constitución, sino que buscaría
y estudiaría el lugar más a propósito para ponerlo, desde luego tiene el señor di-
putado Cano este ofrecimiento ya escrito de la Comisión, la garantía de que se pro-
curará poner este derecho, que es una de las necesidades del medio ambiente social
actual. En cuanto a la libertad que los obreros tengan para asociarse, ya está garan-
tizada en la primera parte del artículo 99, que dice:
UN o se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente con cual-
quier objeto lícito;' pero solamente los ciudadanos de la República podrán hacerlo
para tomar parte en los asuntos políticos del país."
Es indudable que la defensa del obrero para proteger su trabajo es lícita, es no
sólo lícita, sino sagrada, y por consiguiente, cabe perfectamente bien dentro de la
redacción del artículo 99 En cuanto a la insistencia o rectificación de hechos que hace
el señor diputado Chapa, simple y sencillamente, sin entrar en una nueva discusión
ni hacer un discurso, me permito leerle detenidamente la parte suprimida por la
Comisión, y que dice así:
HSólo podrá considerarse como ilegal una reunión convocada con objeto lícito
y ser, en consecuencia, disuelta inmediatamente por la autoridad, cuando en ella se
cometieren desórdenes qu\, ,alteren o amenacen alterar el orden público por medio de
la fuerza o violencia contra las personas o propiedades, o por amenazas de cometer
atentados, que puedan fácilmente ser seguidas de ejecución inmediata, o se cause
fundadamente temor o alarma a los habitantes; o s.e profieran injurias o amenazas
contra la autoridad o alguno o varios particulares, si la persona que preside la re-
unión o las que de ella formaren parte, no r~dujeren al orden al responsable o lo
expulsaren inmediatamente; o cuando hubiere en ella individuos armados si, reque-
ridos por la autoridad, no dejaren las armas o no se ausentaren de la reunión."
La amenaza de alterar el orden ¿ quién la va a calificar? La autoridad. Por
consiguiente, la autoridad tendrá el criterio absoluto para determinar cuando una
reunión es lícita o cuando se cometen desórdenes. Si los desórdenes se cometen por
tres o cuatro individuos, ¿ qué responsabilidad pueden tener los autores de aquella
manifestación? AbsolutameBte ninguna. Para eso está a salvo la facultad que tiene
toda autoridad para impedir cualquier desorden sin necesidad de disolver una agru·
pación cuando toda ella no va al desorden o por amenazas de cometer atentados.
El articulo dice así:
"No se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse pacificamente con cual-
quier objeto lícito; pero solamente los ciudadanos de la República podrán hacerlo para
tomar parte en los asuntos políticos del país.
HSólo podrá considerarse como ilegal una reunión convocada con objeto lícito
y ser, en consecuencia, disuelta inmediatamente por la autoridad, cuando en ella
se cometieren desórdenes que alteren o amenacen alterar el orden público por medio
de la fuerza o violencia contra las personas o propiedades, o por amenazas de cometer
atentados, que puedan fácilmente ser seguidos de ejecución inmediata, o se cause
fundadamente temor o alarma a los habitantes; o se profieran injurias o amenazas
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contra la autoridad o alguno o varios particulares, si la persona que preside la re-
unión o las que de ella formaren parte, no redujeren al orden al responsable o lo ex-
pulsaren inmediatamente; o cuando hubiere en ella individuos armados, si requeridos
por la autoridad, no dejaren las armas o no se ausentaren de la reunión.
"N o se considerará ilegal una asamblea o reunión que tenga por objeto hacer
una petición a una autoridad, o presentar una protesta por algún acto, si no se
profieren injurias contra ella ni se hiciere uso de violencia o de amenazas para in-
timidarla u obligarla a resolver en el sentido que se desea."
Esto, señores, es querer poner en los civiles y en los particulares una autoridad
que no tienen; porque para eso está establecido el Gobierno: para introducir el or-
den en donde haya desorden y no imponerse a unos manifestantes que no saben ni
quién se les agregó, ni a dónde, el derecho de ejercer actos de autoridad, reprimiendo
los abusos que se cometieren.
El señor diputado Chapa ha dicho aquí que cuando haya individuos armados,
el artículo del proyecto dice que la autoridad los retirará; no, señor, no dicen que
los retirará, dice que los invitará a disolverse. Es lógico, señores, que un individuo
que se propone disolver una manifestación ordenada, introduzca tres o cuatro in-
dividuos armados que de antemano estarán dispuestos a no retirarse a la invitación
que les haga la autoridad.
-El C. Martí: Deseo, para aclarar un punto, pues que tal vez esté equivocado,
(Voces: ¡No! ¡No!) Yo observo que a algunos diputados les pasa como a aquel fa-
moso concurso de bandas de Cantalapiedra, que para que la banda de su pueblo no
fuera a quedar mal, exigió que en el concurso no tocara más que la banda de Can-
talapiedra.
Señores, dejen que toque la banda de Cantalapiedra, pero dejen también que
toquen las otras bandas, para ver quién toca mejor. El señor Múgica me ha hecho
una interpelación. Yo protesto con honradez que al discutir el dictamen no lo hago
sistemáticamente, sino que lo hago porque creo que la Comisión está en un error,
Ha puesto como poderoso argumento de que esa parte que quiero suprimir es buena,
haciendo una interpelación que yo contesto con otra. Que me diga el señor Múgica
en qué forma quiere subsanar ese gravísimo error de que una reunión política sea
disuelta con un atropello, porque yo no conozco contra los atropellos más que el
atropello.
Jamás he visto en mi vida una ley que pueda oponerse a un atropello; ante el
atropello, otro atropello; así es que no es argumento el que me digan que la parte
que ellos restan al proyecto la restan para evitar que la autoridad cometa un atro-
pello; ante un atropello de nada va a servir ni el dictamen ni esta ley; yo, al contrario,
creo que con esta parte que se le trata de restar, se puede evitar el atropello; así
es que yo deseo que me conteste las sigiuentes dos preguntas: ¿ qué medios cree que
haya para que la autoridad no pueda cometer el atropello?, y estos otros dos puntos:
¿ qué diferencia hay entre el dictamen y el proyecto en lo que respecta a que los in-
dividuos vayan armados? y ¿ qué diferencia hay entre el dictamen y el proyecto en
el caso de que surja un individuo escandaloso? Porque según el señor Múgica, con
su dictamen no habrá individuos escandalosos. Yo lo celebro, tendremos una paz
octaviana en toda la República. Supongamos que surge un individuo escandaloso ¿ de
qué medios se vale usted para evitarlo? Resumiendo, porque yo también me he en-
redado como el del dictamen: ¿qué diferencia hay entre el proyecto del Primer Jefe
y el dictamen en lo que respecta a que las reuniones armadas no puedan deliberar?
¿ Qué diferencia hay entre el proyecto y el dictamen en lo que respecta a los escan-
dalosos, así creo yo que pasa hasta en el Africa, no puedan deliberar?
-Un C. diputado: Pido la palabra.
888
-El C. presidente: ¿ Para qué?
-El mismo C. diputado: Para hablar en pro; para sostener el derecho de huelga.
-El C. presidente: Venga usted a anotarse, señor diputado.
-El C. Pereyra: Que no toque ninguna otra banda y vamos a votar. (Risas.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Jara.
-El C. Jara: Señores diputados: Vengo a sostener el dictamen de acuerdo como
lo ha presentado la Comisión, porque estimo que de esa manera se garantiza más
la libertad de reunión. En el proyecto presentado para la discusión se dice que:
HSól o podrá considerarse como ilegal una reunión convocada con objeto lícito
y ser, en consecuencia, disuelta inmediatamente por la autoridad, cuando en ella se
cometieren desórdenes que alteren o amenacen alterar el orden público por medio de
la fuerza o violencia contra las personas o propiedades, o por a~enazas de cometer
atentados, que puedan fácilmente ser seguidas de ejecución inmediata, o se cause
fundadamente temor o alarma a los habitantes, o se profieran injurias o amenazas
contra la autoridad o alguno o varios particulares, si la persona que preside la re-
unión o las que de ellas formaren parte, no redujeren al orden al responsable o lo
expulsaren inmediatamente; o cuando hubiere en ella individuos armados si, requeridos
por la autoridad, no dejaren las armas o no se ausentaren de la reunión."
Esto se deja al criterio de la autoridad, de que emitiese su fallo la autoridad
para saber si esa reunión es lícita o ilíci.ta. ¿ Cuál es el representante de la autori-
dad que va a estar cerca de la reunión aquélla? El gendarme, simplemente el gen-
darme, porque no va a estar aHí ninguno de los altos funcionarios públicos. Va a
estar el gendarme, con su correspondiente garrote, para que en primera oportunidad,
cuando juzgue que alguno de los reunidos aHí se produce en términos inconvenientes,
se acerque y le diga: Hsal e usted de aquí o inmediatamente termina esta reunión."
Bien, ¿ está nuestra policía a la altura de poder juzgar de los conceptos que se viertan
en una asamblea? Seguramente que no. Si hay gendarmes que por Uquítame ahí esas
pajas" conducen a cualquier pacífico ciudadano a la Comisaría, y llegan allí, y
cuando el señor comisario los interroga acerca de los motivos por que conducen a
aquel ciudadano, no es difícil que el buen guardían conteste: "por faltas a yo." Esto
significa de una manera clara el criterio que por 10 general, con raras excepciones,
por eso digo en lo general, tiene nuestra policía. ¿ Vamos a sujetar a los -ciudadanos
de una asamblea donde se está tratando de asuntos de más o menos importancia,
al criterio de un gendarme? Indudablemente que entonces acabaríamos con la liber-
tad de reunión. Ustedes recordarán la tristemente .célebre época del porfirismo, en
que Castro se hizo también célebre, en que Chávez, otro esbirro célebre, se dedicaba
precisamente a perseguir reuniones. Le manifestaban el objeto con que se reuniera
cierto grupo de ciudadanos, y bastaba con ello para llegar allí y con cualquier pre-
texto echarlos fuera cuando menos, si no eran conducidos a la cárcel. En la Con-
vención de 1910, el esbirro Castro trató de introducir el desorden dentro de la Con-
vención, con objeto de que fuera disuelta dentro de la fuerza armada, haciendo uso
de la violencia y hasta ocasionó correr sangre, y tuvimos conocimiento de la manio-
bra, por el otro esbirro, Chávez, que estaba disgustado con él, pero fue una cosa
casual: de otro modo hubiera fracasado la convención de 1910. En el proyecto que
presenta la Comisión dice: "Ninguna reunión armada tiene derecho a deliberar".
En ese concepto amplio está asegurada la libertad de asociación, porque no por
el hecho de que vayan tres o cuatro individuos armados, como dice el señor Martí,
vamos a sospechar que esa reunión sea armada. La designación para cualquiera
agrupación, tiene que ser por la mayoría y no por la minoría; de manera que no ha
estado en lo justo al decir que porque en una reunión de doscientos individuos haya
dos ebrios, bastaba esto para denominar a todos los ciudadanos como ebrios. Preci-
889
samente en la especie de aclaración que se hace en el segundo párrafo del artículo
del -proyecto de reformas, estriba el abuso que pudieran cometer los representantes
de la autoridad, con los que se reúnan con cualquier objeto lícito. Queda a su criterio
determinar si es lícito o no el objeto para el que se hayan reunido esos ciudadanos. La
Comisión acepta, también, la parte final del artículo propuesto y yo creo que en ello
queda comprendido también el derecho de huelga, supuesto que una petición en dis-
tinta forma, no dice allí que para hacer una petición, únicamente un individuo debe
hacerla o dos o tres representantes de una corporación, sino que todos los interesados
pueden hacer su petición en la forma que crean más conveniente dentro de los lími-
tes que marca la propia ley, es decir, no siendo en son de tumulto o motín. El derecho
de huelga yo lo conceptúo como uno de los más justos derechos, porque seguramente
que 10 tiene el individuo o corporación tTabajadora de cualquier taller ,para rehusarse
a trabajar cuando considere que su labor no está suficientemente retribuida, cuando
considere que está vejado o que se le dé mal trato. Si tuviera el recurso de cruzarse
de brazos, esto sería tanto como conceder o admitir que en la República Mexicana
pueden existir esclavos y nosotros hemos abolido la esclavitud. En consecuencia, se-
ñores diputados, y para no cansar vuestra atención, creo que la forma propuesta por
la honorable Comisión es la adecuada para garantizar la libertad de reunión.
11
890
-El C. Bolaños V.: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Bolaños.
-El C. Bolaños V.: En la iniciativa que presenté trato sobre los artículos 20,
22 Y 27, Y allí en el acta sólo está anotado el 20.
-El mismo C. secretario: Se va a hacer la rectificación. Con la aclaración pro-
p~esta por el ciudadano Bolaños, quien dice que en su iniciativa no sólo se refiere al
artículo 20, sino también al 22 y al 27, ¿ se aprueba el acta? Los que estén por la
afirmativa sírvanse ponerse de pie. Aprobada. Se va a dar cuenta con los siguientes
asuntos que hay en cartera: .
"El C. A. S. Alcaraz, contador de primera, comunica que con fecha 8 del presente
se hizo cargo interinamente de la Je'fatura de Hacienda del Estado de Puebla.-De
enterado.
Los CC. diputados Arnulfo Silva, Román Rosas y Reyes, Matías Rodríguez y
nueve firmantes más, presentan una iniciativa para que se adicione el artículo 59
del dictamen de la Comisión de Constitución.-Pasa a la Comisión Respectiva.
894
"Nos parece justo también, no autorizar la aprehensión de una persona cuando
el hecho que se le imputa tiene señalada pena alternativa de pecunaria o corporal;
en este caso puede substituirse la aprehensión por la simple citación, sin peligro
alguno.
"Juzgamos peligroso dar facultades a la autoridad administrativa para orde-
nar aprehensiones, ni aun en casos urgentes. Desde luego, siendo tan numerosas
las autoridades' administrativas, habría que determinar a cuáles de ellas se conceden
esas facultades. Por otra parte la 'necesidad de dejar la calificación de la urgencia
del caso a la misma autoridad ejecutora, puede dar lugar a abusos frecuentes, tanto
más de temerse cuando que es fácil muchas veces eludir la responsabilidad consi-
guiente y cuando la experiencia ha demostrado con cuánta frecuencia han abusado
las autoridades administrativas de la facultad que se les ha concedido de ordenar
aprehensiones. Será raro que en algún caso, por urgente que sea, no tenga la au-
toridad administrativa el tiempo necesario para recabar de la judicial la orden de
aprehensión; pero, en todo caso, podrá tomar las precauciones necesarias para im-
pedir la fuga del inculpado.
"Nos parece, por último, que el precepto no declara terminantemente la inviola-
bilidad del domicilio, ni prohíbe con toda claridad la práctica de cateos por las auto-
ridades administrativas, lo cual nos induce a proponer un ligero cambio de redacción
en el sentido indicado.
"Sin duda que las disposiciones que contiene el artículo, en 10 relativo a la prác-
tica de los cateas, pueden estimarse como reglamentarias; pero creemos muy cuerdo
establecerlas, porque en la práctica de estas diligencias se han cometido casi siempre
no sólo abusos, sino verdaderos atropellos, que importa e~itar en 10 sucesivo, fijando
las reglas esenciales a las que deberán sujetarse en esta materia las legislaciones
locales.
"Como consecuencia de estas observaciones, consultamos a esta honorable Asam-
blea la aprobación del artículo en la forma siguiente:
"Articulo 16. Nadie podrá ser aprehendido sino por orden escrita, motivada y
fundada, de la autoridad judicial. No podrá expedirse ninguna orden de aprehensión
sin que preceda acusación por un hecho determinado que la ley castigue con pena
corporal y sin que esté apoyada aquélla por otros datos que hagan probable la
responsabilidad.
"En el caso de flagrante delito, cualquiera persona puede aprehender al delin-
cuente y a sus cómplices, ponié~dolos sin demora a disposición de la autoridad
inmediata.
"El domicilio de las personas no podrá ser allanado sino por orden de cateo,
dictada por la autoridad judicial, en la cual se expresará el lugar que ha de inspec-
cionarse y los objetos que se buscan, la persona o personas que hayan de aprehender-
se, a lo que únicamente debe limitarse la diligencia, que se practicará ante dos tes-
tigos propuestos .por el dueño del lugar cateado, levantándose acta circunstancial.
La autoridad administrativa podrá practicar visitas domiciliarias únicamente para
cerciorarse de que se han cumplido los reglamentos sanitarios y de policía. También
podrá la misma autoridad exigir la exhibición de libros y papeles, para comprobar
que se han cumplida las disposiciones fiscales."
"Salón de Sesiones del Congreso, Querétaro de Arteaga, a 20 de diciembre de
1916.-Gral Francisco J. Múgica.-Enrique Reeio.-Enrique Colunga.-Alberto Ro-
mán.- L. G. Monzón."
- Está a discusión.
-El C. Rosas y Reyes: Pido la.palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rosas y Reyes.
895
-El C. Rosas y Reyes: Señores diputados: unos llegan y otros se van. He visto
con positivo placer rendir la protesta de cumplir fiel y patrióticamente el cargo de
diputado, a un nuevo constituyente. Yo, señores, he pedido la palabra, antes de que
principie la discusión, con objeto de despedirme de ustedes cordial y sinceramente.
Veo dibujarse una sonrisa que dice, probablemente: "al enemigo que huye, puente
de plata"; mas no, señores, no huyo, al contrario, he vivido entre ustedes, señores
diputados, una vida intensa, una vida que me ha sido altamente grata y que me es
doloroso abandonarla, y al hacerlo, me voy creyendo haber cumplido con mi deber.
La jocundia de algunos de nuestros diputado's de la -izquierda, ha creado unas
frases célebres, entre las que recuerdo, poco más o menos, las siguientes: "Yo soy
la banda de Cantalapiedra", Rubén Martí. Y esta otra, que me atañe directamente
a mí: "Señores, voy a leer a ustedes un discurso", Rosas y Reyes. En efecto, señores,
voy a mostrar a ustedes un discurso, no a leerlo, ,para que no me vayan a decir que
canso a la Asamblea.
Señores diputados, creo en justicia haber cumplido leal y honradamente con mi
misión en esta Asamblea. Como acabo de decir, me retiro, y al retirarme lo hago
con la frente mucho muy alta, mirando siempre a la luz y llevando en el fondo del
alma la convicción de que he hecho por mi patria 10 que a mi alcance ha estado,
sin separarme un ápice del sendero de la rectitud. Voy a hacer una reminiscencia de
mi labor en esta Asamblea, y especialmente ... (Voces: ¡Nol ¡No!) Van ustedes a
a ver cómo es prudente esta reminiscencia, y especialmente en aquellos puntos de
capital importanCia que se han tratado aquí. Al votarse el artículo 1 9, estuve en
estO's asientos que se titulan independientes; aquí he votado con los señores federa-
listas, precisamente en la creencia de que con la Constitución creada en la forma de
Estados Unidos Mexicanos, se acabarán las luchas entre centralistas y federalistas,
y se evitarán grandes peligros, que la historia juzgará.
Al tratarse el artículo 39, he votado con los señores diputados de la izquierda;
entonces, señores, se nos ha dicho jacobinos rabiosos, obregonistas ... (Siseos.) Des~
pués, al tratarse el artículo 79 ... (Siseos.) Un momento, señores, ¿para qué sisear?
Al tratar el artículo, alguien lanzó la impugnación de que en la izquierda éramos
conservadores, porque si habíamos restringido la libertad del clero para impartir la
instrucción y dirigir las conciencias de los pequeños en el artículo 39, en cambio,
dejábamos a ese mismo clero, al Partido Conservador, la puerta abierta para venirse
a meter por la libertad de imprenta en el artículo 79 Francamente, no entiendo. ¿ O
somos conservadores o somos jacobinos? Creo que no somos conservadores, porque
no es nuestro papel en esta Asamblea el estar formulando y discutiendo una Consti-
tución conservadora, porque si tal fuera, deberíamos salirnos de este salón a esconder
nuestra vergüenza adonde no nos diese la luz.
Respecto a los peligros que se nos han hecho observar, el peligro conservador,
señores diputados, creo yo que no le debemos temer si estamos todos unidos en
torno de la ilustre figura de nuestro Primer Jefe. Si ese peligro llega, entonces nos
verán como a las legiones romanas, como a las falanges griegas, a todos estrecha-
mente unidos, formando una sola masa, ir serenos inmutables al peligro, con la
frente levantada y ceñida por el laurel. El peligro no está en eso, señores diputados;
voy a deciros cómo 10 veo yo: el peligro está entre nosotros mismos, ¡no sé qué
tenebrosa labor se está desarrollando aquí! Hay algo que se cierne en el ambiente,
que tal parece que es la división de unos y otros, cuando todos debemos estar unidos.
(Siseos.) ¿ Por qué, en efecto, señores diputados, se pretende establecer diferencias
de partido, cuando he repetido ya en otra ocasión que no hay más que uno solo, el
Partido Constitucionalista, puesto que todos somos revolucionarios? ¿ Por qué se
pretende enfrenta.r a las figuras más gloriosas de nuestra revolución? El peligro,
896
señores diputados, está precisamente en esta -división que parece se quier~ desarrollar
como si se secundase la labor nefasta que se hace en los Estados UnidOs para divi-
dirnos a los mexicanos, a fin de que vayamos nosotros mismos a entregarnos a ellos.
¡Quieren dividir la revolución, para entregarnos al Partido Conservador! Esto no
será nunca, y yo confío, señores diputados en que no sucederá. ¿ Qué no~ importa
el Partido Conservador'/ Es un partido muerto, es un partido al que no debemos te-
merle, porque sería confesar que es más fuerte que nosotros. Si viene, en buena hora,
ya procuraremos entonces, señóres, estar unidos para arrojarle a la cara todas sus
ignominias, para volver a repetir esa epopeya del Cerro de las Campanas y hacerlo
sucumbir otra vez, bajo el imperio de la ley, bajo el imperio de la justicia.
Si otro peligro que no quiero decir, se cierne sobre nosotros, entonces, señores,
todos seremos mexicanos y seremos patriotas, todos iremos a la lucha; caeremos
como caen los valientes, con la cara vuelta a las alturas y bañad'1- por el oro de un
rayo de sol y empuñando en la diestra los restos de una espaaa tinta aún en la
sangre del enemigo.
Permitidme, señores, que recuerde aquí la frase famosa de un poeta: "Si el pe-
ligro viene, señores, recordad que en la ,patria mexicana hay mil cachorros sueltos
del león español", y, finalmente, ya que os he dicho quizá una imprudencia, pero no
una imprudencia política de esas que dicen que dan prestigio, porque para mi modo
de ver, las imprudencias no son otra cosa que imprudencias, réstame sólo retirarme
suplicando a vuestras señorías, con mi voz de joven, humilde pero sincera, una labor
de concordia, una labor de conciliación, una labor de acercamiento; estamos buscando,
señores, una aurora de triunfo para la madre patria. Estamos, en esta Constitu-
ción que se discute, pretendiendo hacer desaparecer para siempre todos los odios,
todas las pasiones. ¿ Por qué entonces haber pasiones aquí '/ ¿ Por qué entonces haber
divisiones '/ Si vosotros, señores de la derecha, sois intelectuales, aquí en la izquierda
necesitamos de 1.8S luces de vuestro saber, y si vosotros, señores de la izquierda, sois
hombres de honor, hombres de fe y de buena voluntad, aquí en la derecha también
estará vuestro puesto; necesita la patria la labor serena y honrada de unos y otros,
señores, seamos de hoy para siempre hermanos, seamos amigos, seamos, en una
palabra, revolucionarios, y dándonos la mano, sigamos adelante en nuestra labor y
esperemos que la Constitución de 1917 sea más ~ gloriosa todavía que ese" monumento
sublime que se llama la Constitución de 1857. ¡Salud, y adiós! (Aplausos.)
-El C. Nafarrate: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Nafarrate.
-El C. Nafarrate: Para hacer ver al señor ausente que dejaría1p.os de ser hu-
manos si no hubiese dos tendencias opuestas en ideas. Señores diputados, me extraña
que al ausentarse un compañero ignore que en la humanidad hay dos tendencias
que siempre se encontrarán la una opuesta a la otra, aun en el mismo seno de un
partido y vitoreando al mismo caudillo. El seño!- dice que no puede ser que haya dos
partidos aquí, y vengo a demostrarle muy sencillamente que dejaríamos de estar le-
gislando si no hubiese dos tendencias: las tendencias políticas en cualesquiera de los
ramos, ya sean militares, civiles o lo que ustedes quieran; hay siempre dos tenden-
cias: la una encaminada a centralizar el Poder, y la otra a no permitirlo, con objeto
de que queden a los Estados todas sus facultades y todos sus derechos. El señor ha
dicho que' cuando se discutió el artículo 39, se les llamó "jacobinos rabiosos", y yo
digo que es precisamente al Centro al que le corresponde, porque la educación es
viable de aplicación, la de un Estado a todos. Pero no les concedo razón a los señores
para que hayan restringido tanto la libertad de enseñanza, no obstante de que con
ellos voté. Estuve con ellos, porque es viable que el Centro legisle, y repito, me
extraña que un señor diputado se retire sin haber sido convencido, a ,pesar de que
897
aquí se viene a demostrar la razón y a la luz de ella debe uno convencerse de los
argumentos de su opositor, cuando están bien fundados. Aquí no es un campo de
lucha; es un campo donde hay dos tendencias: la centralista y la federalista; pero
no se discuten por medio de las armas, que sólo se emplean cuando todos los recursos
se han agotado; esa lucha no es a nosotros en estos momentos a quienes corresponde,
sino a los que permitamos nosotros con nuestros artículos, uno por uno, de nuestras
legislaciones, ya sean liberales o favorezcan a una tendencia y sean, por lo tanto,
dictatoriales. Y como no hemos reconsiderado que en todo ser humano siempre se
encuentran dos tendencias: la una pidiendo libertad y la otra restringiéndola, no
tienen, por tanto, que hacerles cargos a los señores, porque yo, como revolucionario,
fui el primero en protestar y se los repito, que en el artículo 39 figuran en la His-
toria como consevadores, a pesar de que estoy con ustedes. (Risas. Aplausos.) Me
correspondía, porque ya he agotado el recurso de discusión, porque de una manera
franca se los digo de hoy para siempre, que si no he podido expresar mis ideas, no
es porque no las tenga, sino porque se habían demostrado demasiado inconsecuentes.
Aquí es donde se viene a demostrar precisamente el ideal de cada uno de los hombres
y después de agotados todos los recursos, cuando ya la discusión no es fuerte para
convencer a los demás y sacrificando las mismas propias.
No es donde se viene a disputar por medio de las armas que allá no se disputa,.
sino se imponen. Señores, en el campo de la discusión siempre cada uno se doblega,
no quería pronunciar esta frase, pero es la realidad. (Aplausos.)
-El C. Martí, interrumpiendo: Este asunto lo podemos dejar para después de
terminado el debate; estamos muy atrasados y faltan todavía muchos artículos para
discutir. Suplico, pues, a usted, señor presidente, que se sirva aplazar esto para
despu€s del debate.
-El C. Nafarrate, continuando: Verá usted, señor, únicamente estoy dici€ndole
al señor joven que no vaya a propagar las ideas que ha venido a verter aquí.
-El C. Rosas y Reyes, interrumpiendo: me llamo Román Rosas y Reyes.
-El C. Nafarrate: Lo conozco en su nombre, pero todo laconismo es económico.
(Risas. Aplausos.) Han creído muchos señores personajes que los que hemos levan-
tado la bandera atropellada por un tirano, lo hemos hecho inconscientemente, como
cambiar bota por bota, sin criterio, porque se lanza uno invitando a los ciudadanos
de la República para venir a decir: señores, hay todavía un dictador, y las libertades
son siempre que yo las dé. ¿Me entiende usted? (dirigiéndose al C. Ibarra.) Por eso
le digo a usted y a las personas que dijeron que yo no tenía razón, aunque entre
líneas no han refutado al Partido Centralista, he allí el germen qUe nos ha presen-
tado un dictador, cambiándonos uno por otro.
Tumbamos al dictador Porfirio Díaz; después se quiso imponer, porque se pre-
sentó a un niño recién nacido un ju~uete para que distrajera su atención, al señol'"
don Pascual Orozco, en quien la República entera puso sus ojos. Y esa República,
que la traigo aquí yo, jugando al pueblo como un niño de pecho, que porque dispara
tantos o cuantos cañonazos un militar que siempre y en toda su vida no ha sido más
que un autómata hasta la fecha presente. Pues esa República declinó todos sus votos,
y muchos aun sacrificando sus conciencias por cobardes y no enfrentarse a ese que
después de ser imbécil, porque se creyó el representante del pueblo, sin antes haber
tenido la representación del mismo con la investidura de su plena voluntad, don
Pascual Orozco, el que _se le enfrentó al señor Madero. Despu€s, el señor Madero le
enfrentó al odioso criminal Victoriano Huerta, pues éste no fue a campaña más que
de victoria en victoria, y dijo al pueblo: "no- es éste el juguete que te ha entretenido
tanto tiempo, sino soy yo, porque he demostrado que mis cañonazos llaman más la
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atención". Allí está el peligro y ]a razón para que yo les nombre a los militares
autómatas, porque tenemos una ralea que la conocemos demasiado bien ...
-El C. Martí, interrumpiendo: Señor presidente: Insisto en mi moción de orden,
porque de acuerdo con el reglamento estas cosas deben tratarse después. (Siseos.)
-El C. Nafarrate, prosiguiendo: No es alusión, es aclaración; no nos conviene
que un señor diputado se retire sin convencerse.
-,El C. Martí: Insisto en que se cumpla el Reglamento ... en que se haga constar
mi protesta.
-El C. Rosas y Reyes: Pido la palabra, señor presidente, para una aclaración.
-El C. presidente: El señ.or Nafarrate tiene el uso de la palabra.
-El C. Nafarrate: A esos señores a quienes he llamado ralea, pueden ustedes
designarlos como gusten, esos se dispersan entre las victorias de unos y otros hom-
bres que figuran en ese ejército que llamé autómata, diciendo a unos y a otros quién
es el viable para conseguir sus fines; usted, señor general, que es el único que puede
salvar a la nación, con la misma política, con las mismas frases le dicen al otro una
vez encontrado; ahí tienen ustedes al autómata, al que se dirige por las frases ma...
lignas que han reproducido en sus oídos; por eso, señores, les señalo a ustedes el
camino, porque he visto, hasta cierto punto peligroso, que un señor representante
de las ideas del pueblo que debiera primero ser conocido de ellos para venirse a
despedir de una manera convicta, no diciéndonos aquí, con sus propios labios que se
retira y nos encauza. (Risas.) Demasiado encauzados hemos estado y que os invita-
mos a la guerra; demasiado conocidos son los peligros que han llevado al fracaso a
todas las naciones; ese es el peligro, el autómata secundado por el político.
Bien; vamos a lo que uS,ted dice que nos señaló como 1.111 peligro y YQ se lo voy
a presentar como a un reaccionario que es el Partido Central Gonstitucionalista. Ese
partido viene restaurando un sistema que ha sido tan autómata como el ejército que
les señalo, señores. (Murmullos. Siseos.) Cuando ustedes guarden sereno, continuaré.
(Risas.)
Pues ese partido en todas las épocas ha sido el instrumento que ha venido a
consolidar a los- usurpadores; los usurpadores han sido los generales. Como este par-
tido de antemano y en todas las épocas ha tenido para sus amistades ramüicadas por
sus cartas dirigidas a todos los que se han creído representantes del pueblo, sin darse
cuenta si son a los que nosotros los hemos llamado de otra manera, sino que en
muchos no sabemos cuál es la aplicación que nosotros les hemos dado a las frases
que se han repetido tantas veces en la revolución; pues a esos señores que represen-
tan la consigna política del partido centralista son a los que la revolución les llama
esbirros, esos son. Nada más que nuestros mismos soldados las han repetido pero
no saben a quién se la aplicábamos; aquellos que representan la opinión pública, re-
presentada por centro político, que son a los que hemos llamado "científicos"; esos
son los esbirros. He ahí el peligro. Yo decía que la política del ciudadano Primer Jefe
es el reverso de la política que nos ha regido toda nuestra_ vida. Ahora el Primer
Jefe quiere que del pueblo salga la iniciativa, más no del Centro. De manera es que
el señor diputado joven me hará el favor de llevarse la impresión del por qué me
levanté a conquistar lo que había perdido el pueblo y lo que hasta hoy no ha
comprendido.
-El C. Múgica: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Múgica.
-El C. Múgica: Señores diputados: Varios compañeros de la Cámara se han
acercado a la Comisión insinuándole -que, en vista de que el tiempo está ya excesiva-
mente limitado, porque apenas nos queda un mes y días para que las labores de este
Congreso deban darse por terminadas, tuviésemos sesiones dos veces por día, por la
899
mañana y por la tarde. Hemos estado conformes los miembros de la Comisión, en
que se procure concluir nuestras labores como constituyentes a la mayor brevedad,
pero humanamente sería imposible a la Comisión formar un mayor número de dictá-
menes del que hasta ahora ha venido presentando; en vista de lo cual, los mismos
compañeros han sugerido la id~a de que, o se aumenta el número de los miembros
de' la Comisión de la que soy presidente, o se nombra otra independiente de la actual.
Hemos considerado ambas ideas y aunque hemos encontrado algunos inconvenientes
en los dos sistemas, vemos que es necesario adoptar alguno de ellos. La Comisión
quiere manifestar a la Asamblea que si desea que haya trabajo de qué ocuparse a
mañana y tarde, puede adoptar el método que guste, ya sea, repito, nombrando una
nueva Comisión independiente de la que ahora existe, o aumentar el número de
miembros de que ésta se compone, a fin de distribuir convenientemente el trabajo y'
dictaminar prsentando a mañana y tarde el producto de, sus trabajos; esto es lo que
la Comisión manifiesta, cumpliendo con su deber, pues la Comisión por ningún mo-
tivo quiere ocultar que se siente impotente para concluir sus labores en el tiempo que
ha sido señalado por la convocatoria del ciudadano Primer Jefe.
-Un C. secretario: La Presidencia dispone, en uso de sus atribuciones, que la
proposición hecha por el general Múgica se tome en consideración después y que
siga el debate del artículo 16.
900
Igualmente quiero hacer otra obltervación en 10 que se refiere a que no dice, como
en el artículo de la Constitución de 57, que la autoridad judicial debe ser la compe·
tente; esto, naturalmente, puede estimarse como de sentido común, pero, como digo,
no debe dejarse ni un lugar solo en que pueda refugiarse una injusticia.
Puede llevarse una orden escrita de autoridad judicial de otro lugar que no sea
la autoridad judicial competente y procurar una aprehensión, creo que esto vendría
también a garantizar de cierta manera los intereses generales; por esto me permito
proponerla para que sea discutida' en la mejor forma posible. A esto se limita, seño-
res diputados, la observación que tenía que hacer, que, vuelvo a repetir, suplico a
ustedes t'engan la bondad de que se examine por personas competentes y mi objeto
solo, al observar lo que he manifestado, fue para que no pasara sin discusión el
articulo y a fin de que no fuéramos a dejar esta puerta: abierta al abuso y a la
arbitrariedad.
-El C. presidente: Para contestar tiene la palabra la Comisión.
-El C. Redo: Señores diputados: Mucho se ha debatido respecto a que las Cons-
tituciones deban contener preceptos completamente claros, porque en las Constitucio-
nes no se legisla para el grupo de abogados ni se legisla especialmente para las
personas de alta cultura: se legisla para todo el pueblo; de aquí la necesidad de que
todos sus preceptos tengan la claridad precisa en sus términos. El articulo 16 del
proyecto de reformas trae algunas modificaciones respecto del artículo constitucional
del 57; pero ha creído pertinente la Comisión reforzar todavía éste con algún adita-
mento qu~ haga más claro el precepto y que dé mayor fuerza a las garantías indi-
viduales. Vamos a leer el artículo del proyecto para darnos una exacta cuenta de
este asunto. Dice el artículo 16:
UArtículo 16. ~o podrán librarse órdenes de arresto contra una .persona, sino
por la autoridad judicial y sin que se haya presentado acusación en su contra por un
hecho determinado que la ley castigue con pena corporal o alternativa de pecuniaria
y corporal, y que esté, además, apoyada por declaración \ bajo protesta de persona
digna de fe o por otros datos que hagan probable su responsabilidad, hecha excep-
ción de los casos de flagrante delito, en que cualquiera persona puede aprehender al
delincuente y a sus cómplices, poniéndolos sin demora a disposición de la autoridad
inmediata.
uSolamente en caso's urgentes podrá la autoridad administrativa decretar bajo
su más estrecha responsabilidad la detención de un acusado, poniéndolo Inmediata-
mente a disposición de la autoridad judicial.
"En toda orden de cateo se expresará el lugar que ha de inspeccionarse, la
persona o personas que hayan de aprehenderse y los objetos que se buscan, a lo que
únicamente debe limitarse la diligencia, levantándose en el acto de concluir ésta, una
.acta circunstancial, en presencia de los testigos que intervinieren en ella y que serán
cuando menos dos personas honorables. La autoridad administrativa podrá practicar
visitas domiciliarias únicamente para cerciorarse de que se han cumplido los regla-
mentos sanitarios y de policía. También podrá la misma autoridad exigir la exhibi-
ción de libros y papeles, para comprobar que se han cumplido las disposiciones
fiscales."
La Comisión, en su dictamen, dice que juzga pertinente que las órdenes de
arresto se libren por escrito. En el artículo del proyecto no se precisa si esta orden
debe ser verbal o escrita, debiendo ser esa orden precisamente por escrito, para que
así, desde luego, el individuo a quien se a·prehenda tenga ya una idea general respecto
del asunto o del delito que se le imputa. Además, trae otra innovación el dictamen de
la Comisión, que también creyó pertinente. Dice el proyecto que ucuando sea la pena
alternativa de pecuniaria y corporal". La Comisión cree que cuando la pena que puede
901
imponerse al inculpado sea alternativa de pecuniaria y corporal, basta citar al in-
dividuo para no ocasionarle un perjuicio de esta clase.
No se encuentra peligro de ninguna clase en la cita que se le haga a un individuo,
porque allí puede éste hacer entrega de la cantidad que se le exija y de esta manera
queda cumplimentado el precepto sin necesidad de que se le sujete a una incomuni-
cación de 72 horas, hasta que puedan ser tomadas las declaraciones por ,el juez.
La otra parte del proyecto deja a las autoridades administrativas dictar órdenes
de arresto; esto lo ha creído la Comisión enteramente peligroso, porque no se fija a
qué autoridad administrativa se le concede esta medida, porque por autoridad admi-
nistrativa puede comprenderse igualmente desde el gobernador del Estado y puede
considerarse también autoridad administrativa a un gendarme y verse uno en el caso
de ser arrestado por un gendarme y detenidó 72 horas hasta que el juez no venga
para averiguar el delito que se le imputa. Por pequeño que sea un pueblo, tiene
atoridades judiciales; actualmente toda la República tiene magníficas vías de comu-
nicación ferrocarrilera, telégrafos, teléfonos y no será posible que la autoridad ad-
ministrativa se despache a su sabor dictando órdenes de arresto; cuando más debe
limitarse a vigilar al presunto delincuente, al que creen complicado en algún delito,
en tanto que dan cuenta a la autoridad judicial para que ésta dicte en toda form1\.
sus órdenes respectivas. Tampoco se declara de una manera precisa en el proyecto de
reformas, que se respetará el domicilio o la inviolabilidad de las familias y este es
un asunto de gran trascendencia, porque seguramente que a ninguno de nosotros le
gustaría que se allanase su hogar por una autoridad cualquiera; tampoco esto sería
lógico ni debe comprenderse en esta forma: nosotros hemos juzgado pertinente que se
declare terminantemente que el domicilio es inviolable.
Tampoco prohíbe el proyecto de reformas en este artículo, que la autoridad ad-
ministrativa pueda practicar cateos; esto es completamente defectuoso, porque sólo
la auto:ridad judicial tiene orden de practicar cateos, sólo éstas pueden dictar estas
disposiciones.
Finalmente, nos trae una innovación: él dice que al verificarse el cateo debe le-
vantarse una acta circunst~nciada en presencia de dos testigos honorables. ¿ A quién
deja la calificación de la honorabilidad de estas personas que han de servir de testigos?
Como no lo explica de una manera clara, pues la mayor parte de los jueces
creerán que ellos son los que en la obligación de llevar los testigos, y así como hay
jueces honrados y laboriosos, también los habrá criminales, jueces sin conciencia
que se presten a intrigas y a toda clase de chanchullos. Llevarán testigos buscados
previamente y al practicarse los cateos que, por 10 regular, son practicados por la
policía, se cometerá una serie de abusos incalificables. Hemos visto cómo se han
venido practicando hasta ahora los cateos, y en la época dictatorial, sobre todo, tu-
vimos oportunidad de ver que se cometían grandes abusos con esta forma de cateos.
La policia entraba a las casas y creía que en definitiva había dado con un botín;
cada quien cogía lo que le parecía y no se daba cuenta de nada absolutamente. Por
eso la Comisión ha creído pertinente que sea el propietario de la casa cateada quien
proporcione los testigos, porque seguramente se fijará en las personas de más con-
fianza para él y estos individuos no se prestarán gustosos a firmar un acta levantada
al capricho de la autoridad que verifique el cateo, sino que sólo pondrán su firma en
lo que verdaderamente les conste y acerca de 10 que hubiese sido objeto preciso del
cateo. Con esto se evitarán muchísimos abusos y muchos atropellos.
Respecto a la innovación referente a que las autoridades administrativas pueden
practicar visitas domiciliarias para cerciorarse de que se han cumplido los reglamen-
tos sanitarios y de policía, es completamente necesario; lo pide el adelanto de la
época; no debe impedirse por ningún motivo a los agentes de sanidad que practiquen
902
visitas domiciliarias que no son propiamente cateos; constituyen una necesidad en la
época moderna, porque se ha dicho que la higiene es la medicina del porvenir. Nin~
guna persona, con una poca de razón, se opondrá a que se practiquen estas visitas.
También se autoriza para exigir la exhibición de libros y papeles para compro~
bar que se han cumplido las disposiciones fiscales. Esto también es lógico, porque
todos tenemos necesidad, estamos obligados a ayudar a las autoridades al cumpli~
miento y al desempeño de sus funciones en beneficio, sobre todo, del timbre, que es
una institución importantísima y de mucho valor en nuestra patria, que produce
grandes rendimientos a la nación.
Respecto a la aclaración que pedía el señor Alvarez, manifiesto que no se trata
aquí de las aprehensiones que dictan las autoridades administrativas, en los casos
de faltas leves, como por ejemplo, llevarse a un ebrio o a alguno que ha cometido
cualquiera falta en la calle, sino se trata de la orden de aprehensión dictada por
autoridad judicial por la comisión de un delito y previa demanda que se presente
respecto de un, delito. La Comisión no trae el prurito de adicionar los artículos
por enmiendas a su gusto como se ha querido aquí imputarle: la Comisión única~
mente trae el contingente de su buena voluntad, de su conocimiento que tiene en
la materia para adicionar todo aquello que considere como necesario para garantizar
de una manera más sólida.y más efectiva los derechos de los individuos, que son
de los que trata la sección que examinamos ahora.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano De la Barrera, en pro.
-El C. De la Barrera: Señores diputados: Como siempre, vengo a ser muy bre-
ve, porque no me gu'sta hacer discursos. El dictamen presentado por la Comisión lIle
parece muy razonable, porque explica de una manera clara cuándo las autoridades
judiciales pueden ejercer sus funciones y cuándo también las autoridades adminis~
trativas lo pueden hacer, es decir, que hay que eXigir por escrito la orden de aprehen~
-sión y esto está muy justificado. Aprehensión, sí, porque no puede haber arresto sin
haber previamente aprehensión de un individuo que hubiera cometido una falta o delito
flagrante, cualquier persona lo puede hacer sin neeesidad de orden de aprehensión por
escrito. En cuanto a la supresión de que solamente en los casos urgentes se permita
esa aprehensión, me parece muy justa esa supresión que hace el artículo, porque todos
sabemos, señores, que las autoridades administrativas, legas por cierto en materia de
derecho, han- cometido mil arbitrariedades, y -cuantas veces quieran aprehender a un
individuo, alegarán: "lo juzgué urgente", y luego se saldrán por la tangente. Así,
pues, señores, suplico a ustedes que, en obvio de dificultades, votemos por el artículo
de la Comisión.
-El C. Nafanate: Pido la palabra, señor presidente.
. -El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano N afarrate.
-El C. Nafanate: Yo quisiera saber, para orientarme, si estamos legislando
aquí suponiendo a las autoridades que hemos tenido anteriormente, que de hecho no
han sido autoridades, o si estamos legislando para el futuro; yo quisiera que de una
manera terminante me dijesen si ese futuro va a tener tres poderes independientes,
o sean: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial; porque en la discusión que ha habido
aquí, tanto se desconfía del Poder J udieial, como ahora se le viene dando únicamente
poder al Poder Judicial. Me parece que cada quien venimos aquí con la impresión
que hemos tenido desde que nacimos hasta la fecha, y nos adelantamos con suponer
que estos tres poderes van a ser asaltados/por un nuevo usurpador. En todas las
discusiones que se han suscitado aquí, resulta que tan presto se le da la razón al
Poder Judicial, como se le quita; luego se confía en el :Ejecutivo, y luego Se desconfía;
y deben de considerar que esas apreciaciones las debemos de bONar para siempre y
ponernos a estudiar en el supuesto que haremos respetar los poderes de cada uno
903
de los tres de que se compone la nación. Dice aquí el proyecto del Primer Jefe que
sólo el Poder Judicial dictará las órdenes de arresto que son ya las definitivas; este
Poder funge sólo ocho horas de las veinticuatro de que consta el día; las diez y seis
restantes no despacha. Dice más adelante que la autoridad judicial administrativa
es la que puede detener a un individuo y entregarlo al poder que corresponda. A
alguno de los tres ha de corresponder. Ese poder no tiene autoridad, por lo tanto,
para dictar orden de arresto, sino el Judicial. Me dice el señor licenciado que habló
antes que yo, que el señor policía de la esquina es una autoridad administrativa,
siendo que sólo es un agente del orden púbilco; así lo entiendo yo por lo menos; él
que ha estudiado leyes sabrá en qué parte de esas leyes se le declara autoridad admi-
nistrativa a un señor policía que está únicamente para guardar el orden público, no
para administrarlo; además, en la proposición del proyecto se nos dice que lo que va
a ser castigado por la autoridad son por cualquiera de los tres poderes que representa,
resulta que hay todas las suposiciones de que va a procederse mal; por lo tanto, no
tenemos razón de estar suponiendo que van a ser buenas o malas las proposiciones
del dictamen; nos dice que al que se le va a catear su casa nombrará dos personas
que atestigüen el cateo a su santa voluntad; naturalmente, como se dice que a su
voluntad, pues la puede inventar y allí podrán ir a llevar a atestiguar a los hombres
más honrados que tenemos en la actualidad, a los señores Carranza y Obregón, y si
no, no abrirá sus puertas para, que registren su casa;· en el proyecto del Primer
Jefe dice muy claro: en el caso de que el Poder Judicial tiene derecho para embargar;
en el caso del ,poder administrativo, tiene 16 horas del día para ponerlo a la disposi-
ción de la autoridad competente. Luego tenemos el ramo de inmigración que también
no irá a tener derecho, de manera que debíamos principiar entonces por decirle a la
nación qué ramos son los que no debe de aceptar, si' debe de suprimirse a dos poderes
o a uno o nos concretamos a desconfiar de todos o a confiar de todos. Resulta, final-
mente, que dice aquí muy claro que la sanidad tendrá derecho de hacer inspecciones:
resulta entonces que las mismas trabas tendrá la inspección de sanidad cada vez que
se presente: ir a buscar dos testigos a gusto de los vecinos, para que éstos puedan
permitir que la sanidad pase a inspeccionar su casa. Les seria casi inoportuno leer
a ustedes las facultades que da a cada uno de los poderes el proyecto del Primer
'Jefe y repetirles las trabas que ,pone el 'proyecto de la Comisión de Constitución,
donde da arbitrio al dueño de la casa para nombrar dos vecinos a su gusto.
-El C. Jara: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente': tiene la palabra el ciudadano Jara.
-El C. Jara: Ciudadanos diputados: Yo creo que no existe una razón de peso
para que la Comisión haya desechado en Su dictamen, la parte que contiene el pro-
yecto de reformas a la Constitución, presentado por -el ciudadano Primer Jefe, y que
dice lo siguiente: "Solamente en caso urgente podrá la autoridad administrativa, bajo
su más estrecha responsabilidad, decretar la detención de un acusado, poniéndolo
inmediatamente a disposición de la autoridad judicial". Esto, yo creo fue en previsión
de los pequeños lugares donde no es posible que haya distintos turnos de jueces, o
que no haya personal competente, sino sólo un juez que no va a estar continuamente,
sin dormir y sin comer, esperando que llegue la hora en que se solicite su interven-
ción en un caso urgente en que haya necesidad de proceder a alguna aprehensión. Es
muy digna de tomarse en consideración la libertad del hombre y protegerla en todas
sus manifestaciones, pero podrá presentarse el caso de que no estando, no siendo
un delito de los que pueden comprenderse en la designación de "infraganti", más
bien, no pudiendo coger al delincuente en el momento en que está cometiendo el delito, ,;
sino porque se tiene conocimiento de que el delito se ha cometido y que el delincuente,
después de ocho o diez días o un mes se encuentra en tal o cual parte y es necesaria
904
su aprehensión inmediata, porque se teme su fuga, porque ya está ensillando un ca-
ballo, porque ya está cerca del tren para fugarse, y entonces, si la autoridad admi-
nistrativa está privada del recurso que la ley pone en sus manos, con esta cláusula,
para proceder a su inmediata aprehensión tiene que recurri'r al juez, ir a buscarlo
al teatro, a su casa, donde se encuentre, para recabar la orden y después proceder
a la aprehensión de aquel criminal, dándole tiempo para su fuga; vamos a ponernos
en otro caso, en el de que el mismo juez de un pequeño poblado sea el delincuente y
que también se necesite proceder a su aprehensión inmediatamente, porque hay te-
mores de que se fugue, de que no se sujete a la acción de la justicia; ¿pues a quién
le va a pedir la orden la autoridad administrativa?, ¿-al mismo a quien ella va a
aprehender? ¡Seguramente que no se la da! Los temores de que haya un abuso en
las aprehensiones, deben de desvanecerse desde el momento en que han desaparecido
los jefes políticos, pues éstos eran los verdugos, eran los sicarios, eran los encargados
de abusar del poder ilimitado que el centro había puesto en sus manos, y es por eso
porque se hizo tan temible la acción de los jefes políticos; es 'por eso por que se hizo
tan odiada su acción; pero ahora estando decretada la libertad de los municipios y
teniendo cada Muni«ipio la policía bajo su mando inmediato, es seguro que no procede-
rán en la :rp.isma forma, COmo cuando los jefes políticos eran los amos y señores del
cantón o distrito, en donde la desgracia había querido que fueran; por consiguiente,
yo estimo de todo punto importante que no se omita en el dictamen que presenta la
honorable Comisión el párrafo a que hago referencia. (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.
-El C. Múgica: En estos asuntos judiciales no tengo siquiera un conocimiento
suficiente para poder explicar a ustedes con amplitud y con claridad las razones de
por qué la Comisión ha supri~ido esta parte del proyecto del Primer Jefe; pero por
lo que nosotros discutimos allá, puedo informar a ustedes lo siguiente: Para los
casos verdaderamente urgentes de delitos, ya se autoriza hasta a los particulares
para que hagan aprehensiones; eso en casos de delito infraganti, en casos de verda~
dera urgencia, porque si vamos a considerar otra clase de delitos y otra clase de
autorizaciones tan urgentes, que hasta la autoridad administrativa pueda librar la
orden de aprehensión y efectuar esta aprehensión, entonces, señores, habremos lle-
gado al caso de que,' a pesar de los buenos deseos del ciudadano Primer Jefe y de
la revolución, no se habrá remedia'do nada, pues es indudable que en cualquier mo~
mento propicio habrá personas que se acerquen con una insinuación de urgencia a
una autoridad y que esa autoridad estime urgente también la aprehensión y decretar
que se quite la libertad a un individuo que no merece sufrir aquel atropello ni merece
mucho menos que se le prive de la libertad. En este mismo proyecto de Constitución
se previene la creación del Ministerio Público. El Ministerio Público, para que surta
sus efectos y para que llene la necesidad a que está llamado, es indispensable que
esté vigilante a todos momentos, que esté tan pendiente como el mismo Poder Eje-
cutivo, que es el guardián de la sociedad, porque es el de la justicia y es indudable
que no habrá ninguna dificultad pt\ra los interesados en la aprehensión de un delin-
cuente, el que se efectúe aquella aprehensión en cualquier momento, supuesto que
estará allí el representante del Ministerio Público para pedirlo desde luego, de la
misma manera que puede estar presente o no el representante de la autoridad
municipal.
Esta necesidad de garantizar la libertad de los individuos cuando se trata de los
delitos del orden Común, ha nac.ido indudablemente de toda esa serie de atropellos
que en tiempos pasados se vinieron cometiendo en la persona de los ciudadanos, y
en los que indudablemente tenían una gran participación las autoridades políticas,
no sólo por su mala inclinación y la mala educación de aquellos tiempos, sino por lo
905
fácil que es sorprender a una autoridad, principalmente en nuestros pueblos cortos,
en que los representantes del ,poder son hombres ignorantes y no alcanzan a darse
cuenta de la gravedad de un atropello y que sólo tienen presente este pensamiento:
el de que tienen que dar garantías; y así dictaban y puden dictar en lo sucesivo órde-
nes de aprehensión a diestra y siniestra, con la idea de que están dando garantías.
Creo que en el caso q~e pone el diputado Jara, de que el mismo juez de un lugar
fuese el responsable, pues como se tTata de un juez municipal, ese juez tiene Su su-
plente; además, son casos enteramente anormales; son casos que no puede prever
ninguna ley, las que deben únicamente sentar principios generales para que de allí
se deduzca todo aquello que tienda a garantizar la libertad, principalmente de los
individuos y guardar el orden público.
-El C. Jara: Pido la palabra, señor presidente.
'-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Jara: El presidente de la Comisión dictaminadora dice que ella se ha
inspirado en el deseo de mantener siempre la seguridad, la garantía, la libertad pú-
blica para haber dictaminado en la forma que lo ha hecho; que si la autoridad admi-
nistrativa tuviese la facultad de ordenar aprehensiones, se vería en peligro esa mis-
ma libertad. Aquí, el) el párrafo que vengo sosteniendo, dice de una manera clara y
terminante: "Sólo en casos de gran urgencia podrá la autoridad administrativa de-
cretar, bajo su más estricta responsabilidad", allí la ley le establece, bajo su responsa-
bilidad más estricta, el dictar la detención de un acusado, poniéndolo inmediatamente
bajo el fuero judicial; de manera que la autoridad administrativa no puede hacerlo
sin incurrir en un delito, en una grave falta abusando de las facultades que se ponen
en sus manos, porque la ley ordena que inmediatamente ponga al acusado a disposi-
ción de la autoridad judicial; de manera que no tiene derecho para retenerlo en su
poder; de manera que sólo arbitrariamente, de una manera atentatoria, puede rete-
nerlo en su poder, incurriendo en la grave responsabilidad que la ley establece por el
hecho de haberlo retenido en su poder en la forma indicada. Insisto en que ha des-
aparecido el peligro, desde el momento en que han desaparecido los jefes políticos;
yo estimo que ellos han sido una muy grave carga en el país, que han dado el vehículo
de todas las infamias, como diría Batalla en ocasión memorable: "donde pisa el jefe
político, no habrá ciudadanos con libertad ni mujeres con honra", y era la verdad. Los
jefes políticos fueron los personajes más inmorales de la administración de Porfirio
Díaz; fueron los sicarios más temibles, pero ahora con la libertad municipal, esos
cuerpos elegidos por el pueblo cuidarán de que, contra los habitantes que los han
llevado al poder, no se cometan atentados de lesa libertad.
-El C. Múgica: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Múgica.
-El C. Múgica: Quiero contestar sus objeciones al señor Jara, insistiendo sobre
10 que ya expresó la Comisión. Si es la mente de los legisladores y en primer lugar
la del Primer Jefe, quien lo ha consignado en el proyecto .de Constitución garantizar
la libertad del individuo, es decir, de tal manera que previene en el cuerpo de este
mismo artículo que no debe dictarse ninguna orden de aprehensión hasta que no se
haya definido si hay delito o no que perseguir, hasta que no esté garantizado, cuan-
do menos, con el testimonio de dos o tres personas honorables, que hay verdadero
delito por el cual debe o no privársele de la libertad, y no simplemente aprehender
a un individuo, pregunto yo, señores: ¿ será lógico darles esta facultad tan amplia a
las autoridades municipales, por más honradas, por más honorables, por más popula-
res y justicieras que sean, desde el momento en que se quita a la misma autoridad
judicial 1& facultad de mandar aprehender a un individuo, que es la propia, la apr~
piada, la especial para estos casos de aprehensión, facultad que le corresponde de
acuerdo con todas las legislaciones y por la naturaleza misma de su institución? Así
906
nunca se necesita saber de antemano si hay eh realidad delito que perseguir, ni el
testimonio fundado de personas que acrediten que aquel individuo es delincuente para
poder dictar la orden de aprehesión. ¿ Será, pues, lógico y consecuente que si al Po~
<ler Judicial le quitamos esa facultad, esa facilidad para efectuar la aprehensión de
un presunto criminal, se la demos_a la autoridad administrativa sólo en casos urgentes
.que necesariamente tiene que calific~r la misma autoridad administrativa? Si ya pre~
-vimos el caso del delito infraganti, desde el momento en que a un simple particular
:se le dan facultades para aprehender a un delincuente en el momento mismo en que
-comete un delito, sería ilógico ex~gir responsabilidades a una autoridad administra~
tiva si aprehendiera ella misma a aquel delincuente en el momento mismo en que co~
metió el delito. La Comisión consideró que no habrá un caso más urgente que el de
.delito infraganti y consideró también lógico que en el supuesto que se les dan facul~
tades a los mismos particulares para efectuar una aprehensión, con mayoría de razón
1a tienen los agentes de la autoridad.
Aquí se trata de otros acusados de delitos del orden común, en que no se precisa
esos delitos que conmueven hondamente a la sociedad, en que sea indispensable ocu~
ITir a la autoridad judicial y sentar la demanda y ocurrir a todos los procedimientos
1>ara que luego esa autoridad judicial venga a dictar la orden de apréhensión contra
-esos individuos, y que en vista del abuso que el Poder Judicial cometió antes porque
-era muy sencillo declarar que un individuo era criminal y de esta manera infame
-ordenar su aprehensión, de esta manera injusta, el Primer Jefe ·consideró que' debían
restringirse las facultades de la autoridad judicial, y la Comisión nO encuentra hila·
-ción lógica, enteramente lógica entre restringir las facultades del Poder Judicial para
poder dictar una orden de aprehensión y entre dejar esaft"< facultades amplísimas a
una autoridad política con sólo el criterio de calificar de urgente esa aprehensión y
luego ser responsable de esa misma aprehensión, porque la responsabilidad de una
autoridad política, no salva a un individuo aprehendido, de la infamia que se le hace
-de aprehenderlo de una, manera injusta, por más que sufriera las consecuencias de
ese abuso de autoridad. Si la mente de la Constitución es garantizar los derechos
<lel hombre, principalmente aquellos que ven a la honra, y el robo es el acto más
deshonroso para un ciudadano porque hasta la misma Constitución le quita los de~e
oChos dé ciudadano, la sociedad le retira su confianza y produce vergüenza hasta entre
su familia, su mujer y sus hijosj es muy justo que nosotros seamoS consecuentes y
-tratemos de conservar esa honra de los individuos quitando a la autoridad, en todo
<caso a la autoridad administrativa, la facultad de hacer una aprehensión, salvo el
<caso en que se trate de un delito infraganti.
907
poderes. Yo suplico a ustedes muy encarecidamente que se sirvan votar en el sentido
de que la autoridad administrativa no tiene esa facultad. Ella podrá penar las infrac-
ciones a los reglamentos de policía, a los de sanidad, a los de higiene, etc., etc., pero
yo desearía que los presidentes municipales ...
-El C. presidente, dirigiéndose al ciudadano López Lira: usted pidió la palabra
para un hecho, y está hablando en pro. Tiene la palabra el señor Jara.
-El C. López Lira. continuando: El Reglamento me autoriza para un hecho. Pues
bien, señores, yo quisiera que los presidentes municipales no fueran precisamente
quienes aprehendieran a un individuo, sino que evitaran que se le aprehendiera; ese
sería el ideal. Así, yo considero que la autoridad administrativa no debe tener facul-
tades para aprehender, sino exclusivamente la autoridad judicial.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Jara para un hecho.
-El C. Jara: El ciudadano presidente de la Comisión, cuya opinión respeto, pero que
no me convence, ha dicho que dejando esa facultad amplísima a la autoridad adminis-
trativa, se pone en peligro la libertad de los ciudadanos. Manifiesto a mi querido
colega que está en un error. En el párrafo de que nos ocupamos no se da una facultad
amplísima a las autoridades administrativas, sino al contrario, muy restringida y
bajo su más absoluta responsabilidad. ¿ Por qué se viene considerando desde luego
divorciada a la autoridad administrativa, del Poder Judicial? ¿ Por qué de una mane-
ra anticipada vamos a considerar que siempre han de estar en pugna? ¿ Por qué no
hemos de considerarlos como los componentes de un Gobierno, como los componentes
de un Gobierno de una República federal como la nuestra? Yo considero en este caso
a la autoridad administrativa como un agente auxiliar de la autoridad judicial; de-
searía yo que alguno de los ciudadanos abogados que se encuentran entre nosotros,
nos ilustrara acerca de esto; si hay delitos cuya aprehensión del delincuente sea ur-
gente, sin que sea precisamente encontrado infraganti.
-El C. DávaIos: No precisamente para contestar la pregunta que hace el ciuda-
dano Jara a los abogados, pero, en efecto, vamos suponiendo el caso de delito infra-
gantij se escapa el reo, tendría que recurrirse en este caso a la autoridad adminis-
trativa para poder reaprehenderlo; de suerte que en cada uno de los casos de delito
infraganti, no se cumple la objeción que pone la Comisión.
-El C. Jara: De manera que todos los ciudadanos que no hubiesen cometido
ningún delito, todos los ciudadanos pacíficos y honrados estarían de plácemes encon-
trando una puerta de escape, estando la autoridad administrativa maniatada para
ejercer acción sobre ellos, aun cuando hubiesen cometido un delito, y maniatada por
el hecho de que, como antes dije, estando en la tribuna, no siempre va a estar el
juez a disposición de la autoridad administrativa para que ésta recabe la orden nece-
saria para proceder a la aprehensión; eso es perfectamente claro; de manera que no
admite lugar él duda; como antes dije, hay pequeños poblados donde no hay más que
un solo funcionario judicial, y si ese funcionario no se encuentra en servICIO, porque
no vamos a ordenarle que esté perpetuamente allí en su puesto, llegará el momen-
to en que necesite urgentemente de una orden de aprehensión la autoridad adminis-
trativa, y no la podrá obtener, porque el juez se encuentra ausente; la razón es obvia.
-El C. Silva Herrera: Pido la palabra para una interpelación.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Silva Herrera.
-El C. Silva Herrera: Dice el artículo de la Comisión, que:
"El domicilio de las personas no podrá ser allanado sino por orden de cateo, dic-
tada por la autoridad judicial, en la cual se expresará el lugar que ha de inspeccio-
narse y los objetos que se buscan, la persona o personas que hayan de aprehenderse,
a lo que únicamente debe limitarse la diligencia, que se practicará ante dos testigos
propuestos por el dueño del lugar cateado, levantándose acta circunstanciada."
908
Me permito interpelar a la Comisión si está bien aplicada la palabra "aUana-
miento" en este caso, toda vez que el allanamiento constituye un delito: así le llama
el Código Penal. (Voces: ¡Tribuna! ¡Tribuna!) Vaya concluir. En caso de que se
practique una visita domiciliaria, ya no puede decirse que haya allanamiento. De de-
jar la redacción en los términos en que está, podría decirse que se autoriza la comi-
sión de un delito, como que se supone que la autoridad dictada la orden de aprehen-
sión ... (Voces: ¡Tribuna!) Creo, por tanto, que la Comisión debe modificar esa parte
de)a redacción, del artículo, o explicamos por qué lo puso en esos términos.
-El C. Recio: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la ·palabra el ciudadano Recio.
-El C. Recio: Contestando la interpelación que hace el señor Silva Herrera, de-
bemos decirle que no deja de ser un allanamiento, aunque sea cometido por una auto-
ridad. (Voces: ¡No! ¡No!) Pero cuando éste se practica por la autoridad, no tiene
castigo de ninguna clase, porque se comprende q\\e es por una necesidad del servicio
por lo que se dicta la orden. Siempre se considera la frase "allanamiento", pero, re-
pito, no tiene castigo. Me remito al diccionario jurídico de Escriche o cualquier otro
que quiera consultarse.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Ibarra en contra.
-El C. Ibarra: Señores diputados: Pedí la palabra en contra del dictamen, en
vista de que no ha habido aquí en la Asamblea quien lo haga para ilustrar nuestro
criterio y teniendo una duda que juzgo de suma importancia sobre este asunto. En la
Constitución de 57 se especifica con toda claridad que los cateas sólo se practiquen
por orden escrita de autoridad competente, que funde y motive la causa legal del
procedimiento, y tanto en el proyecto del ciudadano Primer Jefe como en el dicta-
men de la Comisión, se han omitido estas palabras; a mi juicio, esto podria dar lugar
a que hubiera autoridad judicial que arbitrariamente diera una orden de cateo sin
que hubiera fundamento para darla.
El derecho de inviolabilidad del domicilio, que es tan sagrado, debemos nosotros
procurar por todos los medios posibles que no se vaya a violar, y por eso yo suplico
a la honorable Comisión Dictaminadora, si es que realmente es jurídico esto, que
así como en la Constitución de 57 se expresa de una manera terminante que los ca-
teos sólo se efectuarán por orden escrita que funde y motive el procedimiento, se
especifique también en ese dictamen, en el proyecto del artículo en cuestión. Por otra
parte, hay también esta otra duda de mi parte: en el proyecto del Primer Jefe, hace
mención de cateas no solamente para inspeccionar un alojamiento, sino también para
hacer aprehensión de personas; yo realmente no sé si los cateas pueden incluir una
orden de aprehensión, como está en el proyecto del Primer Jefe, y en tal caso creo
importante que se hiciera esa adición al proyecto de la Comisión.
-El C. Silva Herrera: Pido la palabra, señor presidente.
~El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Silva Herrera.
-El C. Silva Herrera: No me ha satisfecho la respuesta del honorable miembro
de la Comisión; parece que tampoco a la Asamblea, por las manifestaciones que he
<lído, y, en eonsecuencia, insisto sobre el particular, porque si bien es cierto que la
·Constitución autoriza la pena de muerte para cierta clase de delitos, no estaría bien
,que en el artículo se dijera que la autoridad podria asesinar a un ciudadano; tampoco
está bien que en este caso se diga que la autoridad puede allanar el domicilio; cuan-
do se da una orden de cateo, eso no es allanamiento, es una visita domiciliaria; creo,
por otra parte, que no sería necesario explicar. que sólo la autoridad judicial podría
,dictar las órdenes de cateo, esto está expresado con toda claridad, tanto, que cuando
·en épocas pasadas los jefes políticos allanaban el domicilio de algún ciudadano, iban
a proveerse de la orden correspondiente del juez de la localidad; pero aun suponiendo
~que sea necesario expliear este caso, creo que la Comisión no debe hacer uso de la
909
palabra "allanamiento", tratándose de una visita domiciliaria que se practique por
una autoridad competente.
-El C. Chapa: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Chapa.
-El C. Chapa: Yo me vaya pennitir sugerir al señor presidente de la Comisión
que retire el dictamen, en vista de todas las observaciones que se le han hecho, para
que lo presente más claro y concreto.
-El C. Castaños: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Castaños.
-El C. Castaños: En efecto, señores, en el dictamen de la Comisión se dice que-
el domicilio de las personas no podrá ser allanado, sino por orden de cateo dictada
por la autoridad judicial. Si ésta da la orden de cateo, no puede ser allanado el domi-
cilio, porque el allanamiento es un delito, como decía el selior Silva Herrera. De
suerte que esta palabra "allanamiento", está muy mal puesta en este dictamen. En
todo caso, se podría decir que el domicilio de las personas no podrá ser "visitado" ~
pero no "allanado". (Voces: ¡Cateado!) Allanar es un delito, y la autoridad judicial
no puede dar orden de que se cometan delitos.
-El C. Múgica: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el señor Múgica.
-El C. Múgica: Para contestar la interpelación del señal' Castaños. Quiero hacer
la aclaración a esta honorable Cámara, que nosotros encontramos ya en el proyecto
del Jefe la palabra allanamiento. (Voces: ¡No es cierto! ¡Dice catear!) Dispensen us-
tedes la equivocación, pero uno de los miembros de la Comisión, cuando se puso al
debate la famosa palabra ésta, hizo esa misma objeción que está haciendo en este
momento la Cámara. Dijo que le parecía una redundancia jurídica -aunque el que
la hizo no era abogado- decir que se podía allanar una morada con orden de un juez,
y entonces nos remitimos al diccionario que tenemos en nuestra mesa de trabajo y
nos encontramos con que: allanar una morada es ,penetrar Con o sin permiso de la
autoridad judicial; es el hecho mismo de penetrar a un hogar, aunque sea legal,
aunque sea absolutamente sin ningún fin malo, sin ningún acto deliberado de causar
mal· a un hogar; esa es la definición que da el diccionario al allanamiento; después de
hacer esa consulta, nosotros aceptamos la palabra. Respecto a la consideración que
hace el ciudadano Silva Herrera, no me parece que esté en razón, porque dice que se
le daría a la autoridad judicial la facultad de allanar una morada, y que la autoridad
no tiene el derecho de asesinar; en realidad, no tiene el derecho de asesinar, pero si
tiene el derecho de matar; ¿ pruebas? No tengo necesidad de citar casos; la autoridad
puede privar al hombre de la vida, que es uno de los derechos más sagrados; pero
como una autoridad judicial da una orden de allanar una morada con el fin de favore-
cer a la sociedad, en el diccionario está dicho así, no es el acto de penetrar a una
morada por la fuerza y de una manera intempestiva y por arbitrariedad, sino el
hecho mismo de penetrar a una morada sin la voluntad de su dueño, y aunque un
hogar sea invadido por la autoridad judicial, nunca penetrará allí con el consenti-
miento del dueño del hogar; de manera que es una palabra que, en mi concepto, no
tiene importancia, se puede retirar o permanecer, porque está perfectamente defini-
nido en el diccionario lo que es un allanamiento.
-El C. Fajardo: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Fajardo: Tanto en el artículo que propone el proyecto del ciudadano Pri-
mer Jefe, como en la reproducción que del mismo artículo hace la honorable Comisión,
se expresa que para proceder, es decir, para que un juez pueda dar una orden de
aprehensión, se necesita que antes haya acusación. Como en nuestras costumbres
anteriores a esta ley que estamos formando, había existido la costumbre de que no
910
fuera necesaria la acusación para que pudiera proceder criminalmente contra una
persona, yo desearía que la Comisión tuviera la bondad de expresar si de aquí en
en adelante será nece~ario, será forzoso que sólo la orden de aprehensión pueda darse
cuando medie acusación, es decir, que si, por ejemplo, me presento delante de un juez
diciéndole: ayer o antes de ayer robaron o mataron a fulano de tal, el juez me exige
que yo le presente acusación, aunque yo, desde luego no podria hacerme solidario de
una acusación en toda forma, puesto que> no me incumbiría a mi, puesto que única-
mente habia tenido noticia de aquello y solamente en cumplimiento de un deber le
daba parte del hecho, pero que, me constaba personalmente. Yo entiendo que la Comi-
sión observó que, según el artículo 22 del proyecto del Primer Jefe, allí hay la insti-
tución del Ministerio Público, pero como todavía e.ste artículo está por discutirse, no
es una cosa que esté aprobada ya la institución del Ministerio Público en toda la Re-
pública; yo desearía que 'sobre este punto la Comisi6n tuviese la bondad de hacer
alguna explicación y, además, sobre esto otro: al,hablar del cateo dice que éste se
practicará en presencia de dos testigos, que nombrará el dueño de la casa. Como pue-
de suceder con frecuencia que el dueño de la casa no esté presente o que no se pre-
sente, como sucederá casi siempreJ a nombrar testigos que presencien el atentado,
que así considerará el y, por tanto, no prestará su ayuda, no dirá qué personas nom-
bra como testigos para que presencien el acto, y entonces la autoridad que practique
la diligencia se verá embarazada sobre este punto, porque no sabrá si- solamente
con la anuencia del dueño de la casa, es decir, con el nombramiento de dos testigos
que éste designe, se puede practicar el cateo, o si puede él nombrar otros. Hay la
costumbre, por ley está también autorizado, de que el jue~ que tenga su secretario y
lleve dos testigos que hagan fe con él; pero como aquí se expresa que el dueño nom-
bre los dos testigos, desearla que la Comisi6n explicara: cuando el dueño de la casa
no esté presente o no los quiera nombrar, ¿ la autoridad cateadora podría hacer la
designación y qué validez tendría el acto en ese caso?
-El C. Recio: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Recio.
-El C. Recio: Respecto a la primera objeción que hace el diputado que acaba de
hablar, manifiesto que el hecho mismo de presentarse ante la autoridad denunciando
que se hubiese verificado un acto delictuoso, viene constituyendo la demanda, la acu-
sación, sea o no ese su objeto; ya con eso tiÉme el juez obligación de abrir una inves-
tigación. Respecto al segundo punto, si no está el dueño de la casa, alguno de sus
familiares ha de estar, y éstos podrán hacer la designación. Pero es manera tnuy ar-
bitraria dejarlo a la calificación del juez que va a practicar la visita.
911
-El C. Reynoso: Este artículo consta de tres partes y yo propongo que se dia·
cuta párrafo ,por párrafo, porque necesit.amos todavía, señores diputados, presentar
algunas objeciones; desde luego, allí está la primera, porque entonces no se puede
terminar la discusión ni encauzar el debate. Que se discuta el párrafo primero, luego
el segundo y después el tercero, y así podremos terminar más pronto.
-El C. Martí: Pido la palabra, señor presidente para un hecho.
-El C" presidente: Tiene la palabra el ciudadano Martí.
-El C. Martí: Abundo en parte en la idea del señor Reynoso, pero en realidad
aquí la discusión es por el párrafo que ha omitido íntegro la Comisión. (Voces: ¡No!
¡No!) ¿No es el último la cuestión de si la autoridad administrativa puede o no pue·
de ... ?
-El C. De los Santos, interrumpiendo: El señor Múgica tiene razón de pedir que
quiere saber el sentido de la discusión para retirar su dictamen y presentar otro so-
bre el criterio de la Cámara; ya conoce cuando menos este criterio: que la Cámara le
negará su voto al dictamen. (Voces: ¡No! ¡No!) La mayoría de la Cámara votará en
contra del dictamen; y será pertinente que tenga presente la Cdmisión que lo que
se quiere es que no se omita el párrafo de las reformas del Primer Jefe y, además,
que cambie el término "allanamiento", que judicialmente es un dislate, aunque el dic·
cionario diga otra cosa, que será palabra castiza, pero que judicialmente es un delito
que no quita la facultad administrativa, como la de aprehender a un delincuente en
casos urgentes, bajo la responsabilidad de esta autoridad, y que se cambie la palabra
"allanamiento", que constituye un delito; en ese sentido ha sido la discusión; yo sólo
suplico a la Comisión que para no perder el tiempo que se gaste en la votación no-
minal, retire su dictamen y 10 reforme en el sentido de la discusión.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Ibarra.
-El C. Ibarra: Para una interpelación a la Comisión. Yo hablando en contra del
dictamen, pedí que se agregara al último párrafo que las órdenes de cateo tienen que
ser por escrito y fundadas; la Comisión, sobre eso no se ha servido contestarme; yo
suplico a la Comisión que si tiene alguna objeción que hacer, me haga favor de de-
\círmelo.
-El C. Múgica: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Múgica.
-El C. Múgica: La Comisión va a pedir permiso de retirar el dictamen, porque,
no estando el señor Colunga, que mucha falta hace a la Comisión, por sus conocimien~
tos jurídicos, no hemos podido hacer, en verdad, la defensa de todas las ideas que tu-
vimos al redactar este artículo, lo confieso francamente. La Comisión, tal vez por
falta de explicaciones y argumentos de nuestra parte, va a retirar este dictamen para
presentarlo de nuevo; pero lo vamos a retirar para presentarlo en otra forma en su
debida oportunidad.
-El C. Silva Herrera: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Silva Herrera: Voy a permitirme hacer una observación a "tos miembros
de la Comisión, ya que van a retirar el dictamen. La circunstancia de que el dueño de
la casa, en la práctica de una visita domiciliaria, tenga que nombrar los testigos, dará
lugar a graves dificultades para las autoridades. Muchas veces el dueño de la casa se
oculta y sabiendo que él debería nombrar los testigos, no los nombrará. Desearía que
se suprimiera esa parte del artículo, dejando a la autoridad judicial la facultad de
nombrar los testigos cuando no lo haga el dueño de la Casa. Me pennito hacer presen-
te esto a la Comisión para que, si 10 cree pertinente, se sirva tomarlo en cuenta al
reformar el dictamen.
912
-Un C. secretario: Se pregunta si se concede permiso a la Comisión para retirar
el dictamen. (Voces: ISí! ¡ Sí!) Los que estén por la afirmativa, sírvanse poner de pie.
Aprobado.
913
"Artículo 1Q La Mesa Directiva del Congreso Constituyente, dentro de los prime-
ros cinco días siguientes a su instalación, designará, con aprobación de la Asamblea,
las siguientes comisiones:
De Reformas a la Constitución, compuesta de cinco miembros;
De Corrección de Estilo;
De Redacción del Diario de los Debates;
De Administración;
De Archivo;
De Peticiones.
Cada una de las cinco últimas comlSlOnes será integrada por tres miembros."
Quiere decir entonces que la Mesa no está facultada para nombrar la Comisión.
-El C. Chapa: Ya se eligió aquí que se nombrara otra Comisión; creo que una
n,ueva Comisión que se nombre no bastará; y para mí lo más conveniente sería que
se nombraran dos comisiones.
-El C. Jara: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Jara.
-El C. Jara: Si se aumenta la Comisión, resultará sencillamente que se le au-
mentará el trabajo y de nada serviría; esta Comisión debe funcionar aisladamente y
dar dictámenes por separado.
-Un C. secretario: La Presidencia pregunta si la Asamblea desea que la nueva
Comisión que se nombre sea de tres miembros o de cinco. (Voces: ¡De cinco!)
-~l C. De la Barrera: Que así como la otra Comisión se nombró en escrutinio
secreto, ésta también se nombre de igual manera.
-El C. Chapa: La otra Comisión se eligió en escrutinio secreto, porque la Mesa
renunció el derecho de hacer la proposición; pero en este caso, la Mesa debe proponer
la Comisión, y si no estamos de acuerdo, iremos a la elección.
-El ,C. Ugarte: Pido la palabra, señor presidente.
~EI C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Ugarte.
-El C. Ugarte: Voy a hacer una aclaración, señor De la Barrera: el artículo 19'
del Reglamento dice: "Las comisiones serán propuestas por la Mesa con aprobación
de la Asamblea"; cuando se hizo, señores, por escrutinio secreto, ,fue porque la Mesa
renunció el derecho de proponerla, pero el Reglamento manda que haga la propo-
sición, para que la apruebe la Asamblea.
-Un C. secretario: La candidatura que se propone es la .siguiente: ciudadanos
José Silva Herrera, Ramón Castañeda y Castañeda, Enrique Q'Farrill, Alberto Terro-
nes B. y Manuel Cepeda Medrano. (Voces: ¡No! ¡No!)
914
-El mismo C. diputado: Es manifiesta la actitud de los señores diputados para
no admitir en esa forma el nombramiento de la Comisión; están pidiendo que sea en
escrutinio secreto; en tal virtud, permítansenos diez minutos para pensar sobre este
punto y después votaremos en escrutinio secreto cuál será la nueva Comisión.
(Aplausos.)
-El C. Ugarte: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Ugarte.
-El C. U garte: El nombramiento de esta Comisión, señores diputados, es una
de las formas en que podemos perder tiempo y ganarlo en provecho de la 'República;
así pues, no se pierde nada con que en último extremo hagamos la votación nominal.
Hay algunos señores diputados a quienes les parece que tardará mucho, pero la
Comisión quedará bien integrada, el criterio de la Asamblea rechazará en mayoría
a los candidatos que no acepte o aprobará en ~ayoria a los que acepte y asi creo
que llegaremos al fin, porque, de otra manera, cada quien quiere hacer triunfar a
su candidato; de manera que podemos votar inmediatamente y entonces habremos
cumplido con una función perfectamente democrática.
-El C. Chapa: Yo suplico atentamente a su señoría el presidente, que renuncie
al derecho de nombrar esa Comisión, como la vez pasada.
-El C. presidente: Yo atendería con mucho gusto la indicación de usted, ·pero
no puedo hacerlo, porque los postulados tienen derecho de ver si salen electos.
-El C. Calderón: Señor presidente: usted ha visto, por la vez pasada, con qué
escrupulosidad la Asamblea estuvo examinando su candidatura; usted propone una,
los señores de aquí de este lado no conocen perfectamente a los candidatos y son
puras desconfianzas y resulta, señores, que aquí hay independientes, aquí hay ~adi
cales; como quiera que sea, que se cambien impresiones unos con ottoS y acabaremos
pronto.
"""'7El C. presidente: Ya dije cuál era mi razón para no acceder a la solicitud.
Le ruego a su señoría que se produzca con más respetuosidad, no porque sea yo el
diputado Luis Manuel Rojas, sino porque! soy el presidente electo por esta Cámara.
-El C. Bojórquez: El Reglamento ordena que la Mesa haga la. proposición, y yo
quiero manifestar que la Mesa no ha hecho ninguna proposición, puesto que no se
nos ha tomado el parecer. (Aplausos.)
-El C. presidente: En eso sí tiene razón el señor Bojórquez, y aceptando su
indicación, voy a ponerme de acuerdo con la Mesa para hacer esa proposición. En
eso si tiene razón el señor Bojórquez.
915
-El C. Calderón: Usted me ha llamado al orden diciéndome que fuera más respe-
tuoso con usted, yo lo he sido siempre no sólo con usted, sino con todos los compañe-
ros, y los desafio para que me digan si yo les he cometido alguna inconsecuencia.
Bueno; yo observé lo mismo que hizo notar el señor Manzano, que la Mesa no hizo
la proposición, yo he creído ver en usted mucha parcialidad para sus amigos; si estoy
equivocado, sólo usted lo sabrá; yo no me atrevo a decir que no esté. Yo observo que
la Mesa que está allá arriba se compone de todos los señores que la integran y todos
debían ponerse de acuerdo para hacer la proposición, y entiendo que eso no se hizo.
-El C. presidente: Yo entiendo que cuando se da una atribución a la Mesa, se
entiende al presidente.
-Un C. secretario, a las 7.15 p. m.: Se levanta la sesión pública para constituirse
en sesión secreta, y se suplica a los señores de las galerías que se sirvan desalojarlas.
-El C. Allende: Pido la palabra para hacer una proposición.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Allende: Para que la Presidencia ordene se proceda a la votación del
primer vicepresidente, por la licencia que se le ha concedido al señor diputado Aguilar.
-El C. presidente: Tendría mucho gusto en acceder a su indicación, pero estimo
que no procede, por esta circunstancia: el señor Aguilar no ha renunciado su carácter
de dipl.ltado ni de vicepresidente, puede presentarse dentro de ocho o diez días y
entonces nos encontraremos en un conflicto. Se levanta la sesión pública.
916
22' SESION ORDINARIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA TARDE DEL LUNES 25
DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
l.-Se abre la sesión. Se lee el acta de la anterior, haciendo aelarae-iones los CC. De la
Barrera, Calderón y Castrejón. Se aprueba el acta. Se da cuenta eon los asuntos
en cartera.
2.-Se da lectura a una rectificación del C. Carranza que aparece en el periódico "El
Pueblo" y a unas cartas de los CC. Rojas, Macías y Palavicini. El C. Bojórquez
lee otro documento y rinden la protesta de ley los CC. Francisco Díaz Barriga,
U riel Avilés y Santiago Manrique.
3.-Se pone a discusión el dictamen sobre el artículo 18. Durante la discusión hacen
uso de la palabra varios ciudadanos diputados para reclamar el orden y hacer
rectificaciones.
4.-Declarado el asunto suficientemente discutido, se procede a la votación, desechán-
dose el dictamen. Se levanta la sesión.
Con asistencia de 127 eÍudadanos diputados, según lista que a las 3.·50 pasó el
C. secretario Ancona Albertos, se abrió la sesión.
-El C. secretario Truchuelo: El acta de la sesión anterior, dice así: (Leyó.) Está
a discusión.
-El C. De la Barrera: Pido la palabra únicamente para suplicar respetuosamente
a la Secl'€taría que en lo sucesivo se asiente mi apellido tal como es, "De la Barrera".
-El C. Calderón: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la 'palabra el ciudadano Calderón.
-El C. Calderón: Se asienta en esa acta que he dado explicaciones a la Presiden-
cia, por lo que se creyó que constituia una falta de respeto. Entiendo que su señorla
el presidente tendrá derecho para dirigir. aquí las discusiones; pero, como diputados,
tan soberanos somos el presidente como cualquiera de los diputados. Cuando se
expresa indignación, cuando se da rienda suelta, digámoslo así, a un hecho que causa
indignación y si así lo indican m.is palabras, en manera alguna considero esto como
una falta de respeto. Fui el primero que hizo notar aquí en la Asamblea, que la
917
Presidencia no tomó en cuenta ni siquiera el parecer de todos los miembros de la: Me-
sa para hacer su proposición. Ojalá, ya que se consignan en esas actas hechos que
parece constituyen algo así como una falta de respeto, se expresaran también todas
las causas que han producido estos incidentes.
-El C. presidente: Señor diputado Calderón: me alegro que usted promueva esta
discusión. Yo desde luego acepto de buena gana las explicaciones que usted da; pero
debo hacerle notar esto: en primer término, la Presidencia había usado de una de las
facultades que le concede el Reglamento de la Cámara reformado al proponer candida-
tura para la 2~ Comisión Dictaminadora, y estaba obligada a hacerlo buscando una
compensación al otro grupo de diputados que no había quedado satisfecho de que yo
hubiera prescindido de aquella facultad cuando se trató de nombrar la 1~ Comisión.
Me parece, además, que si insistí ahora en hacer uso de tal derecho, fue para proponer
una candidatura que no resultase enteramente inaceptable a ninguno de los grupos
parlamentarios, y esto, en mi concepto, nada tenía de particular ni de parcial. En segun-
do lugar, demostré mi buena voluntad de ser conciliador aceptando la proposición del
diputado Bojórquez tan luego como se presentó, pues encontré en ella un modo satis-
factorio de salir del compromiso en que me encontraba con determinados compañeros
de Cámara, al dejar de poner a discusión la candidatura que se había indicado antes.
Por lo demás, yo sabía, y lo dije aquí en lo particular, entre los compañeros de la Mesa
Directiva, que cuando se habla en el Reglamento de la "Mesa", se entiende que se
alude al ,presidente; ésa es la práctica parlamentaria. (Murmullos.)
" Un momento, señores. Así, pues, señor diputado Calderón; si usted subió la voz in-
conscientemente por un acaloramiento, sin ánimo de ofenderme, es cosa perfectamente
explicable; pero quiero poner en su verdadero punto algunos antecedentes.
Yo estuve hace días escuchando con toda tranquilidad, desde una de las butacas de
allá abajo, las frases altisonantes de usted que con frecuencia me aludían t y me pare-
ce que estaba usted en su derecho para semejante proceder; pero cuando estoy en la
presidencia con la obligación de hacer guardar la disciplina y de cuidar que se respete
como es debido la dignidad del presidente, no precisamente porque yo ocupe ese puesto,
sino porque en cierto modo, el presidente del Congreso Constituyente representa a
veces el honor de toda la Cámara. Por consiguiente, con estas explicaciones, el señor
Calderón tendrá la bondad para el futuro de no verter contra mí alguna frase que
por el sentido o por el tono pudiera, en concepto de los demás miembros de esta
Cámara, aparecer como poco decorosa. Además, señor Calderón, debo decir a usted
que yo tengo facultad, conforme al Reglamento, para llamar al orden a los diputa-
dos, y si no hacen caso, aun para obligarlos a salir del salón. N o quiero hacer uso de
ese derecho, ni pienso que en lo futuro haya necesidad para ello, sino que, por el contra-
rio, guardaremos todos la mejor forma para conservar nuestro prestigio ante la nación
y ante la posteridad. En fin, señores diputados, se me ha tachado en otro caso de
parcial, y a este respecto debo decir a ustedes que yo creo haber cumplido siempre con
mi deber hasta donde esto me ha sido posible. En algunas ocasiones no es fácil que
esa imparcialidad llegue hasta el punto que yo quisiera, ,como cuando se trató de la
21} Comisión. En días pasados ocurrió el otro incidente, por el que una parte de
la Cámara procuró significarme algún descontento, suponiendo que yo no había sido
parejo y quería llamar al orden al diputado Villarreal cuando estaba diciendo algo que
motivaba disgusto entre algunos señores diputados de la derecha. Entonces recomen-
dé al compañero Lizardi le hiciera notar al orador que no se saliera de la cuestión,
porque estaba yo expuesto a que alguno me llamara al orden. Esta actitud mía, a la
verdad, era mucho mejor que la usada conmigo antes por el señor Aguilar, quien me
indicó que dejara de hacer uso de la palabra en dos sesiones diferentes y me obli-
gó a suspender mi discurso en una de .ellas antes de haber completado el desarrollo de
918
mis ideas. El señor licenciado Lizardi, equivocadamente, ¡fue y dijo a la Asamblea una
explicación que! yo no le había encomendado, en vez de limitarse ~ dar a Villarreal el
consejo de que no se saliera del punto; pero .sin embargo' de que Villarreal decía algo
que est.aba lastimando a un. diputado, yo no lo llamé al orden, ni le suspendí el uso
de la palabra. Esto les demuestra a ustedes que creo haber estado tan imparcial comO
mi puesto lo exige, y tan es así, que con mucho sentimiento po-r mi parte, he resuelto-
abstenenne de tomar parte en los debates futuros, ~implemente porque parece o se sos-
pecha que yo me aprovecho del prestigio de la Presidencia para obrar sobre el cri-
terio de alguno o para impresionar a la Asamblea en este o en el otro sentido. Re-
pito, pues, que con verdadera contrariedad be tomado esta resolución, no obstante mi
propósito primitivo de terciar en las principales discusiones de este Congreso, para lo
cual :me había preparado ,de antemano, prescindiendo de hacer uso de la palabra a fin
de ,ser enteramente imparcial ante ustedes, y así espero que, en lo venidero no habrá
más motivos de disgusto sobre el particular y que ustedes, en cambio, me guardarán las
consideraciones que merece en todo caso la Presidencia, y que estoy obligado a
reclamar.
-El C. Calderón: Solicito la palabra.
-El C. Presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Calderón: Si acaso me expresé ayer en términos inconvenientes, fue con·
secuencia, únicamente, como le consta a la Asamblea, consecuencia .natural de una
cosa que nie pareció a mí injusta y parcial, llámesele como se quiera, parcial, dictato-
rial o llámesele de cualquiera otra manera. Tenemos nosotros como diputados el dere-
cho de esperar de la Presidencia, que no es la Mesa, que hubiera consultado el parecer
de todos los miembros que integran la Mesa. Yo aseguro que la Asamblea en ese caso
no habría hecho ninguna objeción; pero después del incidente que ocurrió con la H, Co-
misión, todavía hemos notado que no se toma en cuenta ni siquiera el ,parecer de la
Mesa. E'ra natural que cualquiera que se precie de demócra.ta y crea tener derecho
a esperar de la Presidencia un acto así, de plena. democracia, habría sentido ese acalo-
ramiento, que es propio precisamente de los sentimientos del hombre.
-El C. presidente: Está muy bien; lo acepto yo.
-El C. Calderón:- Era precisamente lo que yo quería que se hiciera constar, que
no ha habido en mis palabras ningún lenguaje inconveniente.
-El C. presidente: Agradezco a usted ...
-El C. Secretario Truchuelo, interrumpiendo: La Secretaría se perroite.hacer es-
tas aclaraciones: en primer lugar, en las actas no es fácil ni debido que se pongan
textualmente las palabras, porque así 10 manda el Reglamento. En segundQ lugar,
que lo que dice el acta está de acuerdo con -el sentir del señor diputado Calderón. Dice
asÍ. .. (Leyó.) Esto es; solamente lo que la Presidencia estimó 'como falta de respeto;
no dice aquí que la Asamblea, y el presidente acepta como explicación lo que ha pasado
ahora. En consecuencia, no se hace aquí ningún cargo al señor diputado Calderón.
Al contrario, tuvo buen cuidado de hacer notar que nada más la Presidencia lo
consideró como faltas de respeto: ¿ E:sto le parece suficiente al ciudadano diputado Cal-
derón o quiere que se haga constar otra aclaración? Porque aquí no aparece nada en
contra, al contrario, se hace notar que la Presidencia llama nada más la atención ...
(Voces: ¡Ya basta!) ¿No hay quien haga uso de la palabra?
-El C. Castrejón: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la ,palabra el ciudadano Castrejón.
-El C. Castrejón: Deseo que ,se _asiente en el acta que al consultar el parecer de
la Asamblea respecto a un asunto que se tenía que votar, después de haber contado
el número de los individuos que estaban de pie, no llegaron a ningún acuerdo; quie-
ro decir que los comisionados no saben contar.
919
(Varios dip.utados quieren hablar al mismo tiempo.)
-El mismo C. secretario: La Secretaría se permite informar que efectivamente no
llegaron a un acuerdo porque mientras unos decían que cuarenta y tantos, otros decían
que cincuenta y tantos. No se llegó a aclarar nada; hubo una confusión absoluta.
-El C. Castrejón: Los comisionados dijeron que había determinado número, pro-
cedieron a contar... (Murmullos. Varios diputados piden la palabra a la vez.)
-El C. secretario: Porque había duda, por eso se puso tal como había sucedido.
¿No hay otra persona que quiera hacer uso de la palabra? (Voces: ¡No!) En votación
económica, con las aclaraciones hechas, ¿ se aprueba el acta? Aprobada.
-Un C. secretario dio lectura a un telegrama tratando de que se cite al señor
Francisco Rendón.
La Presidencia pone en conocimiento de la Asamblea el contenido de este telegra-
ma, porque el señor ingeniero Rendón es el suplente del señor Heriberto Barrón.
-El mismo C. secretario da cuenta con un oficio girado por el ciudadano secreta-
rio interino del Gobierno de Guanajuato. referente a que el ciudadano diputado suplen-
te, Franciseo Rendón, no puede concurrir a las sesiones por haber salido para los Es-
tados Unidos.~De enterado.
Se da cuenta, asimismo, con cuatro dictámenes presentados por la 2$ Comisión de
Constitución y que atañen a los artículos 39, 40, 41 y 42 del proyecto de Constitución.
Imprimase y a discusión el día 26 de los corrientes.
2
-Un C. secretario: Co:rno consecuencia de haberse dado ya lectura a una carta del
señor general Obregón y rectificación del ciudadano Primer Jefe, se va dar lectura a
los documentos respectivos, esperando que ésta sea la última palabra que se hable
sobre este asunto.
"Querétaro, 23 de diciembre de 1916.
"Señor licenciado Heriberto Barrón. México, D. F.
"Estimado amigo:
"Agradeceré a usted se sirva publicar en el dhuio que dirige la rectificación que
adjunto a ésta.-Quedo de usted, afectísimo amigo y atento servidor.-V. Carranza."
"Rectificación al oficio dirigido por el señor general Alvaro Obregón, secretario de
Guerra y Marina al Congreso Constituyente, publicado en el número 449 de «El Demó-
crata», correspondiente al 21 del actual.
"He leido el oficio dirigido al Congreso Constituyente, por el señor general
Alvaro Obregón, secretario de Guerra y Marina, refiriéndose a expresiones vertidas
en la Cámara por el diputado licenciado Luis Manuel Rojas, haciendo alusión a él.
Como del contenido del oficio pudiera deducirse que hay una contradicción entre
el decreto que expedí en Durango el día 7 de agosto de 1913, cuyo artículo primero
dice así: «Los diputados y senadores al Congreso de la Unión, propietarios y su-
plentes en ejercicio, que no concurrieren al próximo período de sesiones que empe-
zará el 15 de septiembre del corriente año, quedarán, por este solo hecho, exentos
de las penas en que hubieren incurrido conforme a la Ley de 25 de enero de 1862»,
y el mensaje que dirigí con fecha 20 del pasado desde Estación Carrasco, al licenciado
Manuel Aguirre Berlanga, cuyo texto transcribo: «Tengo conocimiento de que hay
el propósito de desechar las credenciales de algunos diputados al Congreso Constitu-
yente, acusándolos de haber permanecido en México, como diputados a la primera
XXVI Legislatura del Congreso de la Unión, después de los sucesos de febrero de
1913, pero sobre este hecho puede usted hacer saber en el momento oportuno a quie-
nes hagan tal impugnación, que yo dí instrucciones al licenciado Elíseo Arredondo,
para que las transmitiera a los partidarios de la revolución, dentro de la Cámara, en
920
el sentido de que como sus servicios me serían menos útiles ,en las operaciones mi-
litares, continuaran en sus puestos, organizaran la oposición contra Huerta, procu-
raran que no se aprobase el empréstito que trataba de conseguir, y le estorl?aran en
cuanto fuere posible hasta conseguir la disolución del Congreso.» A esto se debió
que permanecieran en México, y por eso he seguido utilizando sus servicios, pues
algunos de aquellos diputados han permanecido al lado· de la Primera Jefatura des-
de antes de la Convención de Aguascalientes y en la campaña contra la reacción vi-
llista, creo necesario hacer la siguiente declaración: En abril de 1913, estuvo en
Piedras Negras a conferenciar conmigo el sefior licenciado. Elíseo Arredondo, dipu-
tado a la XXVI Legislatura del Congreso de la Unión, y me manifestó que había en
la Cámara un buen número de diputados simpatizadores de la causa que yo encabe-
zaba, dispuestos a salir de la capital o trabajar en el sentido que yO' les indicase.
Recomendé al licenciado Arredonso dijera a los simpatizadores nuestros, que sus
servicios no me podrían ser útiles en la campaña si no era tomando las armas, pero
que permanecieran en sus puestos poniendo toda clase de obstáculos a Huerta y
principalmente si se trataba de empréstitos, hasta que se viera obligado el usurpa-
dor a disolver la Cámara. Pasaron algunos meses sin tener conocimiento alguno de
lo que ocurría en México, hasta que llegué a Durango, en donde tuve informes, por
personas procedentes de la capital, de la oposición que se había hecho a Huerta en
la Cámara de Diputados, y como no obstante esto, Huerta no la habia disuelto, juz-
gué conveniente expedir el decreto citado antes, para ver si lograba que el período
de sesiones que debía empezar el 15 de septiembre siguiente no se efectuara por
falta de quorum, quedando, en consecuencia, desintegrado el Congreso de la Unión.
"Mi indicación heeha a los diputados amigos por conducto del licenciado Arre-
dando, tuvo por objeto que Huerta diera un golpe de Estado, para que perdiera ante
la nación, y principalmente ante el Ejército, la apariencia de legalidad que había
dado a su llamada administración, y que podía dar por resultado el desconocimiento,
cuando menos de una parte del Ejército y de algunos gobernadores de los Estados.
Esto no sucedió luego; pero el 'lo de octubre siguiente, Huerta disolvió la Cámara,
aprehendiendo un gran número de diputados, unos simpatizadores nuestros y otros
que no lo eran; el desprestigio fue grande y lo principal estaba conseguido: la llamada
administración de Huerta había perdido su apariencia constitucional.
"Como se ve por 10 expuesto, ni·nguna contradicción hay en mis disposiciones ni
hay nada de extraordinario; cualquiera en mi lugar habría procedido lo mismo para
derrocar pronto a Huerta.
"Algún tiempo después el licenciado Arredondo me informó quiéne!;! eran par-
tidarios de nuestra causa en la Cámara y he utilizado a algunos en diferentse pues-
tos de la administración.
"Dejo a la nación que juzgue si he procedido bien o mal en los hechos a que se
contrae esta rectificación.
"Querétaro, diciembre 23 de 1916.-V. Carranza."
"Querétaro, diciembre 23 de 1916.
C. Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y Encar-
gado del Poder Ejecutivo de la Unión.
"Presente.
"Muy respetable y distinguido amigo:
"Debemos a usted repetidas muestras de consideración, desde el día en que tu-
vimos la fortuna y la honra de ir a su lado, para colaborar en la medida de nuestras
fuerzas por la causa de la revolución; ,pero ningunas tan valiosas y significativas
como las que recientemente hemos recibido de usted, cuando se nos ha discutido y
atacado tanto, a pretexto de si debíamos o no formar parte del Congreso Constitu-
921
yente, por nuestra actuación política en la XXVI Legislatura del Congreso de la
Unión, después del cuartelazo de la Ciudadela y durante la usurpación del general
Huerta.
"Los que nos juzgan con esa pasión acalorada, hasta el punto de querer echar
sobre nosotros una mancha infamante, con el deliberado propósito de inhabilitarnos
para la vida política en lo sucesivo, han recibido de usted la más completa y autori-
zada justificación de nuestra pasada actitud política, justificación que para noso-
tros es la más valiosa que podíamos desear, pues con ella nuestro nombre pasará
libre de toda sospecha a las generaciones futuras de nuestra patria.
"Por 10 demás, nuestros malquerientes cierran sistemática y obstinadamente los
ojos ante hechos que no pueden negar ni desconocer un espíritu sereno e imparcial,
y llegan al extremo de asegurar sin escrúpulos que tuvimos ligas con el usurpador
Huerta, cuando éste mismo se vio obligado a reconocer públicamente que, lejos de
contar alguna vez con nuestro apoyo, siempre lo hostilizamos, por cierto que sin
temer a las asechanzas con que de continuo amenazó nuestras vidas.
"Al servir a la revolución y particularmente a usted, no hemos llevado ni ambi-
ciones de poder ni de medro personal; tampoco hemos pretendido nunca dirigir la
política de su Gobierno, en la que no tenemos ni hemos tenido la menor participa-
ción; nos ha bastado su aprecio personal y las distinciones de que nos ha hecho ob-
jeto, y creemos, en cambio, no haber comprometido ni el prestigio de usted, ni la
majestad de la revolución con actos contra la vida, la libertad o ios bienes de nadie.
Nos retiramos del -campo activo de la política sin haber acrecido nuestras. fortunas
particulares y algunos de nosotros tan pobres como antes, pues jamás nos prevali-
mos de las consideraciones que se ha servido dispensarnos para hacer negocio alguno,
ni mucho menos usar de influencias con las personas que usted tiene en los altos
puestos públicos de su administración, para desviarlos del camino de la rectitud y
de la conveniencia pública, a fin de obtener lucros indebidos.
"Pero como la lucha tenaz y cruel que hemos tenido que sostener para defender
nuestra buena reputación y poco prestigio, quizá no concluya ni aun con las respetables
y categóricas declaraciones de usted, porque la pasión es siempre ciega e inconvenci-
ble, hemos resuelto retirarnos de la política activa, tan pronto como termine sus labo-
res el Congreso Constituyente, y no aceptar en los años próximos venideros ninguna
candidatura ni puesto que propiamente tenga dicho carácter, pues no queremos que
se nos tome una vez más como pretexto de estar a su lado para dirigir a usted nue-
vos ataques.
"Mas al darle las gracias por las bondades y atenciones que se ha servido dispen-
sarnos y que tan obligados nos tiene, le hacemos presente que nos quedamos muy sa-
tisfechos de seguir llamándonos sus amigos y dispuestos a continuar prestando nues-
tro modesto contingente en cualquier otro género de actividad.
"Acepte usted, señor Carranza, las ,protestas más sinceras de afecta y estimación
con que nos repetimos de usted 'Sus adictos amigos y SS. SS.
"Luis Manuel Rojas.-José N. Macías."-(Rúbricas.)
"Querétaro de Arteaga, diciembre 25 de 1916.
"Señores licenciados José N. Madas y Luis Manuel Rojas.-Presentes.
"Muy distinguidos amigos:
"Acabo de leer la carta que con esta fecha dirigieron ustedes al ciudadano Primer
Jefe don Venustiano Carranza, con motivo de la respuesta que dio a los cargos que
nos ha venido haciendo el señor general don Alvaro Obregón.
"Estoy conforme con lo fundamental en el contenido de esa carta y en los últimos
días del mes de septiembre, al renunciar el cargo de encargado del despacho de ins-
trucción Pública y Bellas Artes, me hice el propósito de no aceptar ningún pue,sto en
922
la administración pública. Si he venido al Constituyente, fue acatando un mandato
popular y con fines doctrinarios, en los que me he considerado obligado a colaborar
como uno de los más firmes sostenedores de la realización de este nuevo Congreso
Constituyente.
"Mi propósito está definido, y estoy resuelto a continuar desde las columnas de
«El Universal» una enérgica acción frente a nuestros adversarios, a quienes no -debo
dejar el exclusivo derecho de opinar en los asuntos públicos y mi pluma seguirá com-
hatiendo los caudillajes exaltados y los apasionamientos sectarios. No he admitido por
eso clasificarme en ningún grupo político de la Cámara, siendo, en toda la extensión
.de mi independencia personal, partidario de don Venustianó Carranza, y a ello no me
·obliga ni interés presente ni ambición futura; pero juzgo que apoyar ,su política es una
necesidad nacional para los que pretendemos que la revolución no sea un fracaso.
'IN o me asombra ni me intimida la mala fe de nuestros adver'sarios y no dispután-
doles ni cargos públicos, ni negocios ni medr'os personales, continuaré combatiendo las
tendencias que yo juzgue inadecuadas para mi pais, en cuya labor no dudo de que
.contaré con la cooperación de ustedes.
"Les felicito por la prueba de lealtad y de adhesión que acaban de dar al señor
Carranza, y como siempre me repito de ustedes con la mayor consideración su amigo,
affmo.-Félix F. Palavicini."-(Rúbrica.)
-El C. Robledo: Señor Presidente: Creo que nadie ha pedido la lectura de perió-
dicos en esta Asamblea, y desear'Íamos que si se ha de dar alguna contestación o si se
ha de dar conocimiento a la Asamblea de la contestación del señor Carranza, deben
ser documentos dirigidos a la Asamblea. Creo que solamente a los documentos que son
dirigidos a la· Asamblea, debe darse lectura; pero como este oficio es un telegrama
dirigido al director de "El Pueblo", no se trata de un documento para la Asamblea.
-El C. Dávalos: Suplico se dé lectura .•. (Murmullos.)
~Un C. diputado: Su señoría, el señor presidente, no permitió que se leyera el
()ficio del general Obregón antes de que fuese dirigido a la Asamblea. (Murmullos.)
-El C. presidente: Al ciudadano diputado que me interpeló sobre este asunto, le
contesté con toda verdad que no había llegado ese oficio. Cuando el oficio llegó, se
le mandó dar lectura, y si el señor diputado me hubiese dicho, "con fundamento en el
articulo lOO del Reglamento, pido a usted que se lea", lo habría mandado leer. (Voces:
¡Es clarol)
-El C. Bojórquez: Ya. que se trata de documentos para la Historia, nosotros. nos
vamos a permitir dejar una constancia que es también una protesta: la preparamos
desde la fecha en que se habló aqui a propósito de estos asuntos personales, pero
eomo se quiere dar el último toque y se quiera que quede grabado en la Historia del
Constituyente, vamos a dejar una protesta que dice así:
"Honorable Asamblea:
"Como la actitud política de algunos diputados ex renovadores dentro y fuera de
la Cámara, ha sido de tendencias dudosas, y como su conducta arroja sobre la Asam-
blea toda un borrón que el pueblo mexicano puede suponer producto de la complicidad
.de la misma, los ciudadanos que subscriben, inspirados en ·el más elevado espíritu de
justicia y en el honor revolucionario, hacen constar los siguientes hechos, en descargo
de la responsabilidad ·que ante la ;nación pudieran tener como diputados que anhelan
cumplir con sus deberes. •
"En la discusión de credenciales, el sentir general de la Asamblea fue notoria-
mente contrario a la admisión de los elementos renovadores que permanecieron en
México durante la dictadura huertiana, pues, con justicia, se temia que, viciados en
Tegímenes odiosos, su labor no fuera nacionalista, o francamente reaccionaria, como
,desgraciadamente ha venido sucediendo. Pero el ciudadano diputado general Cándido
923
Aguilar, a quien tenemos, con razón, como uno de los funcionarios más honrarlos y
mejor enterados de la política general e internacional, expuso con vivos colores la si-·
tuación de la República, diciendo que estábamos amenazados por inminentes peligros
interiores y exteriores, juzgando necesarísimo, para conjurarlos, o fijarnos en admitir-
un cadáver político, pues en la Asamblea había intelectualidades superiores que en
todo caso podían contender ventajosamente con dicho presunto diputado.
"Aunque las declaraciones sensacionales del general Aguilar no iban hacia ese fin,
evidentemente fueron como un golpe teatral, que en un momento de excitación sirvie-
ron para revivir nuestra indulgencia y cometer la imprevisión de admitir elementos
que más tarde han pretendido dividirnos y han dado lugar a nuestra desconfianza.
"Ahora bien; hemos visto la tendencia del grupo ex renovador hacia nuestra divi-
sión, a que hacemos referencia, y por eso creemos oportuno protestar ante la con-
ciencia nacional contra esa conducta que es maquiavélica, en estos momentos de labor-
patriótica para dar constitución a su pueblo.
"Al elevar nuestra protesta ante esta honorable Asamblea, sólo pretendemos que
se haga consta!' en la historia del Congreso Constituyente, para que el fallo severo
de las generaciones futuras pueda dar a cada uno lo que merezca y no se nos juzgue
como contemporizadores o cómplices de elementos que el espíritu nacional ha conde-
nado por sus errores, que pueden haber sido traiciones o debilidades.
"Querétaro, 22. de diciembre de 1916.-Juan de D. Bojórquez.-C. Limón.-Amado
Aguirre.-Benito RamÍrez G."-(Rúbricas.)
-Un C. secretario: El ciudadano presidente dispone que los ciudadanos diputados
Francisco Díaz Barriga, Uriel Avilés y Santiago Manrique, se sirvan pasar a rendir
la protesta legal.
(El C. presidente toma la protesta.)
-El C. Nafarrate: Señor presidente, necesito yo hacer una aclaración.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Nafarrate.
-El C. Nafarrate: Respecto a los documentos ... (Voces: ¡Tribuna! ¡Tribuna!)
Tengo en el archivo de mi brigada, respecto a los documentos que se han leído, datos
que no se saben en México. Las personas que gusten pueden verlos; además, queda
entendido que están en papel de china para que se pueda justificar la labor de los
hombres que no están conocidos aún en la revolución.
924
.disfrutar de las ventajas de un buen sistema penitenciario, sin mayor gasto del que
han hecho hasta ahora.
"A pesar de esta conveniencia innegable, nos declaramos en contra de toda cen-
tralización, porque conduce a graves males en una república federativa. Todas aque-
llas facultades naturales de los Estados, a las cuales renuncian en busca de un bene~
ficio común, van a robustecer el Poder central, favoreciendo así el absolutismo. Una
vez centralizado el régimen penitenciario, las facultades de los Estados en materia
". de legislación penal, acabarían al pronunciarse las sentencias; en la ejecución de éstas
ya no podrían los Estados tener injerencia ninguna; deberían abstenerse de legislar
en todo lo relativo a la imposición del trabajo como pena, en lo referente a libertad
preparatoria y en retenci~n de pena y en lo que se refiere a indultos. Un menoscabo
tan considerable en la soberanía de los Estados daría margen a la arbitrariedad del
Poder central, principalmente al tratarse de delitos políticos. Por ejemplo, quedaría
en manos del Ejecutivo Federal agravar la situación de un inculpado, designando como
lugar expiatorio para un delincuente de la altiplanicie, un presidio de la costa, o a la
inversa.
"La tesis de la centralización del régimen penitenciario presupone que la Fede-
Tación tiene mayores elementos económicos y científicos que un Estado, considerado
aisladamente; pero hay que reconocer que hasta ahora la verdad no corresponde a esta
hipótesis, pues las penitenciarías establecidas por la Federación han sido tan deficien-
tes eomo las de los Estados. Si se prohibiera a éstos la facultad de legislar en lo rela-
tivo a los establecimientos penitenciarios, se mataría la iniciativa que puede existir
en los especialistas de provincia y que es muy importante,' porque también en esta
materia deben tenerse en consideraci6n las cir'cunstancias locales. Hay delitos más
-comunes en una regi6n que en otra, y en cada una abundan determinadas especies de
delin-cuentes; los medios de regeneración deben ser también distintos y las personas
que limitan su campo de observación a una comarca, está~ ,en mejor situaeiÓn de acer-
tar en el estudio de las medidas legislativas relacionadas con las cuestiones locales.
"Por último, una de las consecuencias de la centralización del régimen penitencia-
Tio, seria que los penados quedarían alejados a gran distanc~a de los lugares de su
residencia anterior, y con ello quedarian .privados de recibir las visitas de sus fami-
lias; quedaría cortado el único lazo que une débilmente a los penados con la sociedad,
10 que seria demasiado cruel, tanto para el delincuente como para sus deudos.
"En tal virtud, proponemos que se substituya el segundo párrafo del artículo que
estudiamos, imponiendo a los .Estados la obligación de establecer el régimen peniten~
ciario sobre la base del trabajo como medio de regeneración, y conservando original
la primera parte en la forma siguiente:
"Artículo 18. Sólo habrá lugar a prisión por delito que merezca pena corporal o
alternativa de pecuniaria y corporal. El lugar de prevención o prisión preventiva será
distinto y estará completamente separado del que se destinare para la extinción de
las penas.
"Los Estados establecerán el régimen penitenciario sobre la base de trabajo, como
medio de regeneración del delincuente."~
"Sala de Comisiones, Querétaro de Arteaga, diciembre 22 de 1916.-Gral. Fran~
-cisco J. Múgica•....,.....Alberto Román.-L. G. Monzón.-Enrique Recio.-Enrique CoIunga."
Está a discusión. Las pér'sonas que deseen hacer uso de la palabra, se servirán
pasar a inscribirse.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Pastrana Jaimes.
-El C. Pastrana Jaimes: Señores diputados: Antes de referirme al punto de mi
oposición al dictamen, deseo felicitar a la honorable Comisión por la sujeción que
925
hizo respecto a la centralización del régimen penitenciario. Paso ahora a referirme al
punto de mi oposición.
Dice el proyecto:
"Artículo 18. Sólo habrá lugar a pnslOn por. delito que merezca pena corporal o
alternativa de pecuniaria y corporal. El lugar de prevención o prisión preventiva será
distinto y estará completamente separado del que se destinare para la extinción de
las penas.
"Toda pena de más de dos años de prisión, se hará efectiva en colonias penales
o presidios que dependerán directamente del Gobierno federal, y que estarán fuera de
las poblaciones, debiendo pagar los Estados a la Federación los gastos que correspon-
dan por el número de reos que tuvieren en dichos establecimientos."
Nuestra antigua Constitución, en su artículo 18, únicam'ente dice:
"Artículo 18. Sólo habrá lugar a prisión por delito que merezca pena corporal.
En cualquier estado del proceso en que aparezca que al acusado no se' le puede impo-
ner tal pena, se pondrá en libertad bajo de fianza. En ningún caso podrá prolongarse
la prisión o detención por falta de pago de honorarios o de cualquiera otra ministra-
ción de dinero."
Yo entiendo que una de las ideas ha sido corregir a la Constitución en aquello que
tiene de malo y no mutilar lo que tiene de hueno; y vengo a sostener aquí que es un
atentado a la libertad dar facultades a un juez, para que cuando un acusado merezca
pena, pueda ese juez meterlo a la cárcel. Par'a comprender la fuerza de esta objeción
vaya citar a ustedes algunos antecedentes. Desde luego conviene recordar que en ma-
teria penal siempre ha sido una tendencia clara el respeto y la consideración a la liber-
tad, y por eso en los códigos de todos los Estados y en casi todo el mundo civilizado
se han establecido siempre ,principios que tienden a defender la libertad. Uno de esos
principios dice que en caso de duda debe absolverse al acusado. Vean ustedes hasta
qué grado llega la consideración que todos los legisladores han guardado a la libertad.
Otro antecedente: en las. sentencias definitivas es donde se ve si al acusado se le pone
una pena corporal o pecuniaria únicamente en la sentencia definitiva, pues los jueces
no pueden anticipar ninguna opinión acerca de la sentencia. Otro antecedente. La pa-
labra prisión, que parece tan sencilla, tiene muchas acepciones: ,prisión como pena, la
establece la ley o la establece el juez. Prisión formal es la detención posterior a un
acto que dictó la autoridad judicial, después que se han llenado ciertos requisitos.
Prisión preventiva es la detención anterior a la sentencia definitiva y, por último,
también se llama prisión a la detención que imponen las autoridades administrativas
cuando castigan faltas. Aquí tanto el proyecto del ciudadano Primer Je"fe como el
dictamen de la Comisión, nos hablan de prisión como pena impuesta por la ley, y
por eso dicen que solamente habrá lugar a prisión cuando el delito merezca una pena
corporal o bien cmindo el delito merezca una pena pecuniaria o alternativa de pe~
cuniaria y corporal. Con estos antecedentes es muy fácil, señores, que nos forme-
mos una idea clara y concisa de la objeción que vengo a hacer al dictamen de la
Comisión. Citaremos un caso cualquiera: Supongamos que a un acusado se le lleva
a presencia de un juez; ese acusado ha cometido un delito cualquiera; ese delito,
conforme a la ley, tiene o cien pesos de multa o sesenta días de ·cárcel, de arresto;·
se le sigue el proceso, el juez lo detiene, lo detiene quince días o un mes en la prisión;
pero acaba el proceso, viene su sentencia y nos dice; pues no, señor, a este acusado<
solamente le voy a imponer 100 pesos de multa. ¿ Por qué? Porque la ley me da fa-
cultades par'a imponer o cien pesos de multa o dos meses de arresto. En la senten-
cia le impone cien pesos de multa. ¿ Y qué sucede con los veinte días de arresto que
ha tenido el pobre reo? Se los come el señor juez, se los come también la ley. Siend()
esto un atentado contra la libertad del acusado, vengo a suplicarles que no aprobe-
926
mos el artículo tal como está. Si en caso de duda la ley nos impone la obligación
de absolver al acusado, ¿ por qué en caso de iI;lcertidumbre no nos guiamos en el
sentido de beneficiar al acusado en el sentido de la libertad y no en el de la prisión?
No encuentro ninguna razón justificada para que en caso de que la ley ponga una
pena alternativa de pecuniaria o corporal, no encuentro justificada, digo, la facultad
que se le da al juez dentro de la ley para poder reducir a prisión a u.n pobre acusado.
Además, si se mete a la cárcel a un acusado, el juez, por el hecho de meterlo a la
cárcel, anticipa su faUo-, sus efectos, su sentencia, yeso es contrario a todo derecho.
Vengo a pedirles, en nombre de la libertad, que no aprobemos el artículo concediendo
al juez la facultad, el ,poder de meter a un hombre a la cárcel cuando la ley le señale
pena alternativa de pecuniaria o corporal.
-El C. secretario Truchuelo: ¿Ya no hay quien tome la palabra? ¿Se-considera
suficientemente discutido? (Voces: ¡No! ¡No! Que hable la Comisión!)
-El C. Colunga: Señores diputados: En vista de las objeciones que hace al
dictamen el señor diputado Pastrana Jaimes, interpelando a la Comisión, la Co-
misión cree necesario ampliar un poco las razones por las cuales dictaminó en la
forma en que lo ha hecho. Cuando se trató del artículo 16, relativo a la aprehensión
de las personas, la Comisión creyó conveniente evitar que cuando la pena asignada
al delito que se persiga sea alternativa de pecuniaria o corporal, se pudiera dictar
la aprehensión para evitar el abuso a que pudiera haber lugar, como lo ha señalado
el señor diputado Pastrana Jaimes. Pero estas razones ya no subsisten cuando se
trate de la prisión. La aprehensión es la captura que se hace del acusado, en virtud
de una acusación corroborada con datos a reserva de comprobar éstos de manera
que, una vez aprehendido el reo, dentro de los tres días siguientes debe dictarse el
auto de for'mal prisión o ponérsele en libertad. Así pues, cuando la pena señalada
al delito es alternativa y no se aprehende al reo, no se verifica la prisión del delin-
cuente' hasta que el juez no haya recabado datos suficientes para juzgar que la pena
que debe aplicarse no es la pecuniaria sino la corporal, y la Comisión no creyó con·
veniente quitar esta libertad al juez, cuando el proceso arroje datos suficientes
para que el juez pueda, con conocimiento de causa, decretar la prisión, seguro de que
el acusado merecerá la pena corporal. Ciertamente, como nos ha di('ho el señor Pas-
trana, esto obligará al juez, de cierta manera, a externarse, pero la externación del
juez no tiene la importancia que se le daba antes. Estas son las razones que ha
tenido la 'Comisión para dejar el artículo 18 tal como aparece. Pero si la Asamblea
cree conveniente no abolir la prisión preventiva en estos casos, la Comisión no tiene
inconveniente en hacer la reforma.
-El C. Macías: Honorable Asamblea: El señor diputado Rojas y yo nos ha-
biamos hecho el propósito firme de no volver a tomar la palabra en este ,Congreso,
porque desde el momento en que se nos acusaba de traer aquí el propósito deliber'a-
do de dividir a la Asamblea, nosotros queremos dar la prueba enteramente contra-
ria, absteniéndonos de toda labor parlamentaria. Pero por otra parte, se nos había
hecho saber ,por varios de nuestros compañeros, que nuestras palabras serían mal
recibidas; se había dado a entender esto mismo por parte de los diputados que han"
formado en la derecha de la Cámara, y se nos habia hecho saber directamente que
no habría absolutamente ninguna contienda parlamentaria si nosotros guardábamos
silencio. Nosotros no hemos traído el seno del Congreso Constituyente más propó·
sito que ayudar a la discusión de los problemas cientüicos constitucionales que aquí
se debaten; todo 10 demás nos es enteramente extraño y queremos deliberadamente
permanecer extraños a todas estas contiendas. Ese fue uno de los motivos por los
cuales el que tiene la honra de dirigiros la palabra, se abstuvo de asistir a las dis-
cusiones del parlamento durante el tiempo de la discusión de credenciales; ni en el
927
mismo día en que se discutió mi credencial me presenté aquí, sino que quise dejar
a la Asamblea ...
-Un C. diputado, interrumpiendo: que se hable del asunto, señor.
-El C. Madas, continuando: Voy allá, señor; no tiene usted derecho de inte-
rrumpirme; voy a dar las razones por las cuales me vengo a dirigir a la Cámara,
y a manifestar cuál es la causa de mi actitud. En estas condiciones, debido a mi
enfermedad, falté durante el tiempo que se discutieron los artículos 79 y 99, que ya
han sido aprobados; estos artículos, en mi concepto, estaban perfectamente presen-
tados en el proyecto del ciudadano Primer Jefe; correspondían a una protección di-
recta y decidida a la libertad. Siento, y lo digo con toda sinceridad, no haber estado
presente cuando se discutió el artículo 79, puesto que se le ha hecho una adición que
no consigue el objeto que se propuso el muy apreciable señor diputado Jara, que fue
quien hizo la adición, y si va a dar lugar en la práctica a aplicaciones que van a
ser un ataque constante contra las libertades públicas; el señor diputado Jara, con
la mejor intención, propuso que :se pusiera a salvo a los cajistas y a los trabajadores
de las imprentas de toda persecusión en su contra, y esto, que justificaba perfecta-
mente de poner a salvo a los operarios, viene a ser un peligro para la libertad, porque
desde el momento en que se hubiera aprobado esa garantía constitucional, todos
los escritores aparecerán indudablemente como cajistas o como trabajadores de las
imprentas, y los cajistas, los pobres, los humildes, vendrán a aparecer como los
responsables; llstedes lo verán en la práctica. En las naciones más adelantadas en
prácticas de libertad, como Inglaterra y Estados. Unidos, hay hoy la tendencia de
establecer la responsabilidad sucesiva.
En primer lugar, deben ser responsables únicamente los que firmen los artícu-
los; en caso de que nadie firme el artículo, es responsable únicamente el director
del periódico, y en caso de que no parezca el director, será responsable el director de
la imprenta, y si tampoco aparece el director de la imprenta, entonces vienen a sel'
responsables únicamente los operarios que forman el periódico; esta es la teoría ju~
rídica aceptada en los países más cultos de la tierra. De manera que ya ve el señor
diputado Jaimes cómo con otro sistema enteramente distinto que se hubiera estable-
cido, eso sí hubiera sido una garantia que hubiera esablecido la responsabilid¡;¡.d su-
cesiva. Se habría conseguido 10 que su señoría quería, no se habría establecido una
garantía constitucional, porque ni siquiera una garantía constitucional se establece,
sino que vino a darse un consejo que no va a ser en la práctica sino causa de males,
en la práctica de las instituciones republicanas y un error causa de complicaciones.
Porque el legislador procurará que no se proceda contra los cajistas o impresores,
sino en los casos en que esté comprobada su responsabilidad. Y esto no es una ga-
rantía verdadera, porque la ley se puede violar por un Gobierno despótico y atacar
la libertad del pensamiento, que es una de -las libertades más importantes, y dejar
libre a la autoridad judicial ·para que proceda contra todos los responsables. Porque
si el nuevo Congreso constitucional, al reglamentar el artículo 79 no va a tener
cuidado de establecer esta responsabilidad, que sí es una garantía efectiva, no va
absolutamente a hacer otra cosa más que a hacer esta adición a la Constitución co-
mo un consejo ineficaz. No hablaré respecto al artículo 99, porque ya pasó y esto
no tiene objeto; pero hago esta observación, porque viene el artículo 20, en cuyo de-
bate me prometo tomar parte, para sostener que en el jurado, tratándose de los
delitos contra el orden público, es la única libertad y garantía del pensamiento y
que esta garantía no existirá en México como existe en los Estados Unidos e Ingla-
terra, si no es cuando el jurado tenga la única competencia para juzgar estos delitos.
De manera que el ciudadano Primer Jefe, al no establecer el jurado popular al
tratar del artículo 79, 10 único que quiso no fue privar a la libertad del pensamiento
928
de esa garantía tan eficaz, sino poner sólo en las manos del pueblo el juzgar esos
delitos, que son los únicos que interesan a la nación y en que el poder público puede
tener interés para aherrojar la libertad del pensamiento, sin dejar a los jueces la
facultad exclusiva de juzgar los delitos contra la vida privada y la moral pública,
porque ahí el Gobierno no tiene absolutamente ningún interés de atentar contra, la
libertad de la imprenta. De manera que yo me reservo a tomar parte en ese debate,
porque yo he sido siempre uno de los partidarios de la libertad de imprenta, que
no debe juzgarse por los jueces, .sino que debe quedar en manos del jurado popular,
que es el representante directo de la nación y que sólo de esta manera podrá ejecu-
tarse debidamente la libertad del pensamiento (Aplausos.) Voy ahora, señores di-
putados, a entrar al debate con motivo de este artículo de que nos estamos ocupando.
En primer lugar, debo manifestar al señor diputado Pastrana Jaimes que no ha en-
tendido ese artículo, como tampoco lo ha entendido el señor licenciado Colunga,
miembro muy respetable de la Comisión. Este artículo, tal como está propuesto por
el ciudadano Primer Jefe, es un artículo que corresponde a las necesidades de la
época, y tal como lo presenta el señor Pastrana J aimes y como lo ha presentado la
Comisión, mutilándolo, es un retroceso a unos cincuenta y seis años en la vida del pue-
blo mexicano. De manera que si la Cámara acepta este artículo tal como 10 ha
propuesto la Comisión, vendremos a decir que en lugar de adelantar en las institu-
ciones humanitarias y republicanas, retrocedemos al estado en que estaban los cons-
tituyentes de 1857. Vaya demostrarlo a ustedes en breves palabras, para no fa-
tigar su atención, adv:irtiéndoles que en el momento en que ustedes hagan la menor
indicación de cansancio y de fastidio, descenderé gustosamente de esta tribuna, pues
no quiero molestarlos en lo más mínimo. Dice el artículo que sólo habrá lugar a pri-
sión por delitos que merezcan pena corporal o alternativa de pecuniaria y corporal,
y dice el señor Pastrana Jaimes: ¡oh! ¡esto es un atentadol No, señor, el atentado es
el que viene usted a sostener. Voy a explicar a ustedes el mecanismo de las leyes
penales: una ley penal, al considerar una acción contraria al derecho de la sociedad,
porque deben ustedes tener presente que se considera como delito toda acción q.ue
es perturbadora del orden público, o una acción ejecutada con derecho o sin derecho,
una acción ejecutada contra derecho de tercero o una acción por med:o de la cual
se usurpa el derecho ajeno. De manera que son tres aspectos bajo los cuales puede
considerarse punible una acción. Ahora bien, la ley, al definir cuál es un hecho pu-
nible, cuál es un hecho perturbador del orden social, viene a ponerle una pena en
estos términos.: "merece tantos días días de arresto", y 'le llaman arresto en lengua-
je jurídico a una prisión que no exceda de once meses; le llaman prisión --ese es
el nombre específico-, a una detención en la cárcel PQr más de once meses; pero la
acepción de la palabra "prisión" es toda detención en la cárcel; de manera que al
hablar de la prisión, habla de la reclusión en la cárcel. N o tenemos aquí establecidos
los conceptos de prisión preventiva, de prisión motivada, de prisión arresto o de
prisión propiamente dicha: de manera que aquí este articulo no toma la palabra pri-
sión sino en el sentido de reclusión en la cárcel. Pues bien, el Código Penal dice: "El
que comete tal falta o delito merece un mes de arresto". "El que comete tal hecho me-
rece de uno a once meses de arresto". Hasta un mes de arresto se llama arresto menor;
de uno a once meses se le llama arresto mayor y de once meses en adelante toma el nom-
bre de prisión. Pues bieT,", según continúa el Código especifi,cando, dice: el que comete tal
o cual hecho, comete talo cual delito; da la definición del delito, determinados ele-
mentos del delito y señala la pena, porque la ley penal tiene dos partes, la que define
el delito y la que pena el delito, señalando la pena. Pero luego resulta que el Código
no considera necesario castigar sólo con prisión, es decir, con poner a un individuo
en la cárcel, sino que considera que sería bastante, según la gravedad del delito y
929
a JUlCIO del juez, imponerle una pena pecuniaria, o imponerle, según lo considere el
juez, una pena de reclusión en un establecimiento penal, sea arresto o prisión y en-
tonces dice la ley: el que ejecutare tal hecho, comete tal delito, que será castigado
con un mes de arresto, arresto mayor o quinientos o mil pesos de multa, o ambas
penas, a su juicio. Pues bien, tal como estaba el artículo en la Constitución de 57,
estaba dando lugar constantemente a esta dificultad. Pero antes de esto, debo decir
que hay otros delitos que la ley castiga y que no pone una ley alternativa, sino que
aplica una pena pecuniaria. El que incurre en tal falta o tal delito, sufrirá una
multa de cien pesos. En este caso no tiene prisión, pero luego agrega el Código: el
que no pueda pagar una multa deberá sufrir tantos días de arresto cuantos sean
los que correspondan a un día por cada peso, con tal que no exceda de tantos meses.
De manera que puedo decir a ustedes que todas las penas son de prisión o alterna-
tivas de prisión y multa y que siempre que se impone una multa y no se puede pa-
gar, entonces se convierte en prisión a razón de un día por cada peso de multa, con
tal de que en conjunto los días de arresto no excedan del número que expresamente
fija la ley. Pues bien, aquí ha venido la dificultad; quiten ustedes la segunda parte
del artículo, como lo quiere el señor Pastrana J aimes y resulta que no podrá haber
pena alternativa de pecuniaria y de prisión, o simplemente pecuniaria, porque enton-
ces por el artículo quedará prohibido que haya prisiones; de manera que el juez
impondrá una multa en un caso alternativo o en caso de que sea sólo multa, y no
habrá posibilidad de que esa prisión se cumpla, porque entonces quedará el caso
fundado en la primera parte, que sólo dice: "habrá prisión por delitos que merezcan
pena corporal", y como éste merece pena alternativa o solamente pecuniaria, resul-
tará que el juez no puede cumplirla. Estas mismas razones preparan el argumento
que tendré que hacer valer cuando se discuta el artículo que ya está anunciado
antes, de que sólo se podrá librar orden de aprehensión cuando se trate de delito que
merezca pena corporal o alternativa de pecuniaria o corporal, porque entonces ven-
dré a demostrarles que el juez nunca podrá librar orden de aprehensión para poder
perseguir esta clase de delitos, puesto que quedará por este artículo así mutilado,
prohibido enteramente imponer la pena. Explicada esta parte, voy ahora a tratar
la modificación que la honorable Comisión se ha permitido hacer al proyecto del
ciudadano Primer Jefe. Durante un gran período de la humanidad, el sistema penal
descansó en este pricipio: todo el que delinquía merecía que se le castigará como
venganza, como correspondencia a la acción criminal que había ejecutado; de manera
que el ,principio en que el derecho penal antiguo descansó, era el principio de la
venganza, era la venganza, y por eso se llamaba en Roma, principalmente entre los
italianos, "la vendetta", era la vindicta pública, y todavía la vindicta pública exige
que se castigue, que no se deje impune esto. Era el sistema de la venganza. Ese sis-
tema de la venganza daba lugar a apoderarse del delincuente, torturarlo, maltratarlo
en las prisiones, porque no se ocupaba el Gobierno del Estado de otra cosa más que
de corresponder a la acción infame que había cometido; podría yo hacerles una lar-
ga disertación sobre este punto, pero sería fastidioso y no conduciría a ningún ob-
jeto. Beccaria, después de estudiar las prisiones de su país, protestó contra todo
este sistema inhumano y entonces fundó el principio de lo que se ha llamado el
derecho clásico penal. Estableció Beccaria que este sistema de la venganza era un
sistema inhumano, cruel, que no tenía absolutamente ningún fundamento filosófico,
y entonces estableció que el que deliquÍa debía la reparación correspondiente al mal
que había causado, no solamente para regenerarse, sino para que sirviese de preven-
tivo a todos los miembros de la sociedad que podrían imitar su conducta. Esta teo-
ría de Beccaria, que ha regido en el mundo durante largos años, fue lo que se llamó
el principio filosófico de la reparación.
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El delincuente, el hombre que cometía una infracción a la ley penal, debe dar a
la sociedad una reparación, según sea su falta, y 'por consiguiente debe ser castigado,
no sólo para que se regenere y no vuelva a cometer otro delito, sino para que su
castigo sirva de ejemplo a los demás miembros de la sociedad y éstos se abstengan
de cometer un delito semejante. Esta doctrina, sobre la cual está basado nuestro Có-
digo Penal, porque corresponde precisamente a la época en que se dictó la Constitu-
ción de 57, Y sobre esta Constitución se basa el Código Penal expedido por el gran
patricio Benito Juárez, está basado en este sistema, que se llama el sistema clásico
penal. La experiencia, la observación en todas las naciones, ha demostrado que este
sistema es vicioso. Este sistema de vendetta supone que la responsabilidad en todos
los individuos que infringen la leyes la misma, considera el delito como una entidad
objetiva que ,puede desprenderse del sujeto que cometió el delito y que puede castigar
aplicándole un metro en el cual pueda graduarse la responsabilidad del delincuente.
Por eso nuestro Código Penal establece para las penas, conforme a este sistema, un
minimun, un medio y un máximum, y no conforme con estos tres grados todavía es-
tablece, después, una larga serie de circunstancias agravantes y atenuantes, que el
juez va graduando automáticamente, para poder decir: este delito merece un año de
prisión, merece dos o merece tres años de prisión. Este sistema, como decía a uste-
des, ha resultado enteramente falso, enteramente ineficaz. No hay absolutamente
delito como entidad objetiva. Hay delincuentes y no delitos, y la delincuencia, en el
Derecho Penal moderno, en el Derecho Penal científico moderno, no es una cosa
abstracta, sino una cosa enteramente concreta. El individuo que obra, no por su
sola voluntad, como lo supone el sistema penal clásico, sino que obra obedeciendo a
un sistema de circunstancias múltiples, el delincuente que obra por la influencia de
la herencia, por el producto de la herencia, del medio, de la educación, de las ideas
dominantes en el momento histórico en que vive, y no solamente esto, sino que la
experiencia y el estudio han venido a demostrar que la constitución interna, del in-
dividuo es, en muchos casos, la que viene a determinar el delito, pues se ha venido
a poner de manifiesto que en multitud de casos el individuo que obra infringiendo
una ley, no obra más que bajo lo qUe! se llama un concepto falso de la ley, porque
la psicología ha venido a revelar que hay espíritu que comprende perfectamente y
que al aplicarla sacan una consecuencia contraria. Pasa con éstos, que se llaman por
Ribaut y otros sociólogos y psicólogos modernos, los espíritus falsos, que sacan una
consecuencia enteramente contraria a 10 que se dice del principio, que no tiene ab-
solutamente ninguna culpa. Con estos individuos pasa enteramente lo mismo que
algunos enfermos de la vista. Sabrán ustedes que hay muchas personas que no ven
los colores tal como están, 'Sino que los cambian; que en vez de ver una luz verde,
la ven azul' y otros descomponen la luz en otra enteramente contraria, y esto ha dado
por resultado, en multitud de casos entre los despachadores de trenes, que al darle
vía libre a un tren, en lugar de mandarlo por la vía que está libre, 10 mandan por la
vía que ~stá ocupada, ocasionándose choques que muchas veces son de funestas con-
secuencias, por las víctimas que se ocasionan, y estos individuos no tienen responsa-
bilidad, porque eUos no tienen la culpa de tener alterado el órgano de la vista; pues
conforme a las enseñanzas psicológicas de los psicólogos modernos, perfectamente
comprobados, esto pasa con los espíritus falsos. Hay otra clase de espíritus falsos,
que son aquellos que en lugar de ver los principios y leerlos como ellos son, los leen
al revés, de manera que donde dice un principio una cosa, ellos ven enteramente lo
contrario o una cosa enteramente distinta. Esta es otra clase de espíritus falsos. Me
limitaré a estos casos para venir a esto: el individuo que falta a una ley penal, no lle-
ga a demostrar en un momento dado si esa ley penal la viola porque tiene un mal
931
concepto del precepto de la ley o lo entiende mal, o si la yiola por efecto determi-
nante del medio en que vive, de la educación que ha recibido, de la herencia, de su
constitución interna, de su constitución material y fisiológica o si ha aprobado o eje-
cutado aquel hecho incurriendo en la omisión con el espíritu deliberado de faltar a
la ley penal. De aquí resulta que todos los tratadistas de Derecho Penal moderno
vienen a poner en tela de duda el sistema de la responsabilidad. De manera que
hoy en el Derecho Penal nuevo toda la teoría está basada en esto: que hay indivi-
duos que delinquen, que no se sabe más que han faltado a la ley penal, que es 10
único que se puede demostrar, pero que no se puede demostrar si esa falta es el efec-
to de circunstancias que no han podido evitar, porque les vienen como un efecto de
la herencia, como deducción, como un efecto de su constitución íntima; de manera
que ya el sistema, de la responsabilidad penal, tal como lo consideraba la escuela
de Beccaria, es una escuela enteramente desprestigiada, y hoy los sistemas penales
están basados en esto que al principio dije a ustedes: el· principio de la penalidad,
sobre el cual descansaba toda la teoría penal, era el sistema de la venganza; des-
pués fue el castigo de la reparación; de allí fue de donde vinieron, como lo voy a
decir a ustedes en seguida, los sistemas penitenciarios, y hoyes el sistema de la
readaptación o adaptación del individuo. La cárcel, hoy, y los sistemas penales, de-
ben tener exactamente el mismo objeto que tiene la educación de la niñez en la es-
cuela y en la familia: preparar al individuo para poderlo lanzar al mundo, pudiendo
subsistir' o convivir tranquilamente con sus semejantes. De manera que hoy los sis-
temas penales no son sistemas de venganza, no son sistemas de reparación, sino que
son sistemas de adaptación de los individuos que están inhabilitados para poder vivir
en las condiciones ordinarias de la socied ~d. Esta es la teoría moderna. (Aplausos.)
Pues bien, señores, cuando la Constitución de 57 se dio, se recomendó en el artículo
correspondiente al que se discute en estos momentos, o en el que se prohibió la pena
de muerte, que ésta quedaría prohibida tan pronto como se estableciera en la Re-
pública, en los Estados, el régimen penitenciarioj de m-:,nera que nada tiene de par:-
ticular que nuestros padres, los constituyentes de 57, hayan adoptado este modo,
de acuerdo con el pensamiento común de la época. De manera que el sistema peni-
tenciario de entonces, correspondía a la doctrina de Beccaria. ¿ Cómo querer sacar
a los hombres de entonces de aquel sistema de crueldad e inhumanidad que les vino
desde épocas anteriores, en que imperaba el sistema de la venganza? Por eso los
constituyentes de 57 prohibieron los azotes, prohibieron la mutilación, las penas de
infamia, las penas trascendentales. Nosotros heredamos de los españoles todas esas
desgracias, como lo dijo el ciudadano Primer Jefe en su discurso la noche del pri-
mero de este mes. Entonces se había considerado que era necesario un sistema de
rudeza completa para conservar todos los derechos de la colonia española; dur<>nte
este periodo en que México· fue virreinato, los habitantes de este país fueron vasallos
a quienes se aplicaba toda dase- de castigos, no concediéndoles ningunos derechos.
La Inquisición era la prueba. Existía entonces el tormento para obligarlos a con-
fesar. Es por eso que es necesario tener en cuenta que las costumbres no cambi'ln
de la noche a la mañana, que las costumbres de un país subsisten, porque las socie-
dades existen como la fuerza centrífuga que se va rodando por virtud de la fuerza
adquirida; de manera que al hacerse México independiente, trajo todas las ideas, to-
dos los prejuicios, todas las preocupaciones, todas las crueldades e ignominias que
nos dejó la conquista española, y por eso los constituyentes de 57 tuvieron que acep-
tar el adelanto de la época y 10 aceptaron de una manera fr:"nca y científica, que
toda la nación aprobó al impedir las penas de azotes, mutilación e ignominia, procla-
mando el sistema penitenciario para evitar esos malos tratamientos en las prisio-
nes y expresamente lo aprobó. Pero vamos a ver ahora. ¿ Estamos hoy en las condi-
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ciones del año de 57? No. Ya he dicho a ustedes que la tendencia de la época, en los
países de habla inglesa, en los Estados Unidos e Inglaterra, está proclamado, soste-
nido, que esos sistemas no son penales, no son sistemas penitenciarios, sino que son
sistemas de adaptación y voy a poner a ustedes un ejemplo muy sencillo, que pone
de manifiesto la cosa: un reloj no puede andar, se le lleva al relojero para que el
relojero vea por qué no camina; bien porque tiene intermitencias y se adelanta o se
atrasa, o bien porque se detiene. De todos modos el reloj está mal. 1. Qué hace entonces
el relojero? No toma un martillo y castiga al reloj, sino que busca y compone el
engrane como debe, para que su marcha sea perfecta. Esto lo hace la sociedad con
los criminales: es muy difícil determinar cuándo hay verdadera delincuencia y cuándo
se ha infringido la ley por la deformación del espíritu, del cerebro, por la herencia,
por el medio o por la educación; es necesario dar un paso más en la vida, no hay
más verdad, na hay más espíritu que el cerebro, organizado en una forma tal,
que nos hace .sentir y pensar. (Aplausos nutridos.) El ciudadano Primer Jefe, que
es un hombre que ha estudiado mucho para buscar el progreso de este país y que le
ha costado tantos sacrificios, al estudiar este punto, después de meditar los ante-
cedentes de cómo están organizadas las prisiones en Estados Unidos, en Inglaterra
y Alemania, entonces comprendió la necesidad de una reforma trascendental en
México, pensó que era necesario abolir esas penas, acabar con las pénitenciarías, que
no son más que instrumentos de tortura; son instrumentos en que no sólo el hombre
va a acabar con toda clase de sentimientos nobles que puedan quedar con el corazón
de un criminal, sino que va a acabar con la salud, como se los voy a demostrar a
ustedes en estos momentos. Conforme al sistema de Beccaria, se establecieron como
sistemas penales el sistema penitenciario dividido en dos clases, que se distinguieron
en esto: la regla shakespeariana y la regla "self·sheriff".
En una de ellas era el sistema del aislamientoj en la otra era un sistema medio
de aislamiento en una parte de la pena, muy duro aislamiento, mostrando en otra
tercera parte de la pena un trabajo en común; en la tercera parte, esto se consideraba
en esta época en la cual se dio la Constitución de 57, y a la cual corresponde precisa-
mente el Código Penal dado por el presidente don Benito Juárez, se consideraba que
era la última palabra, y como ésta era la muestra en los países adelantados, pues
también la establecieron aquí, y los países adelantados después vinieron a demostrar
que el sistema era enteramente vicioso, y nosotros hasta la fecha todavía no nos
podemos convencer, porque somos enteramente difíciles de convencernos de los males
que están lacerando al pueblo mexicano; somos enteramente como los españoles o
franceses, promulgamos un principio y después nos da miedo ejecutarla, porque le
tenemos miedo a la libertad. Pues bien, el sistema, las reglas mencionadas, vinieron
a demostrar que los sistemas penales, lejos de regenerar al individuo, lo _hacen más
delincuente, y en caso de que no lo hicieran más delincuente, no lo regeneraban y si
lo hacían odiar profundamente a la sociedad, puesto que lo privaban de la inteligencia;
yesos resultados vinieron a palparse en la penitenciaria de México, única parte de
la República donde 'se estableció un verdadero sistema penitenciario. Hay aquí muchos
señores diputados que conmigo estuvieron presos en la penitenciaria, y ustedes, que
aunque no hayan estado presos alguna vez, pueden haber visitado ese establecimien-
to, sabrán que las celdas son sumamente -reducidas y de las -condiciones de frialdad,
son sumamente húmedas las de abajo y las de arriba; tienen unas y otras, tanto las
de abajo como las de arriba, muy poca luz, no hay más que un agujero, que ha de
tener unos cincu~nta centímetros de largo pQr veinticinco de ancho, por donde el
preso puede recibir la luz. Pues bien, en la penitenciaría de México las nueve décimas
partes de los presos salían, o locos o invariablemente tuberculosos. El doctor don
Ricardo de la Cueva, que fue el médieo de esta prisión durante largos años, formó una
933
estadística tan completa y estudiada, tan concienzuda, que hizo pública llamando la
atención del Gobierno federal sobre el resultado desastroso que e'staba dando y Ha-
maba también la atención de que no solamente se moría la mayor parte de los
penitenciados, sino que los que salían, salían enteramente a delinquir de nuevo y que
la reincidencia era extraordinaria. De manera que estos hechos e'staban demostrandú
que no se conseguía el objeto, que era la regeneración del delincuente, y sí se con-
seguía destruir su salud, destruir su inteligencia o minar enteramente su cuerpo; de
manera que recuerdo que el doctor De la Cueva, en el informe que rindió al Gobierno,
decía: "Es mil veces menos peligroso para la sociedad e'ntera que el Gobierno deje sin
castigar a todos estos delincuentes, porque causarían menos males de los que van a
causar todos tuberculosos al volver a la sociedad, porque van a sembrar el germen
de la muerte por todas partes. De manera que si no van a infestar moralmente al
pueblo, lo van a infestar materialmente. Son un verdadero peligro para la salubridad.
La XXV Legislatura tuvo, en vista de todas estas quejas, una solución para evitar el
sistema penitenciario y ¡asómbrense ustedes! no para evitar el sistema penitenciario,
sino que únicamente decir que el sistema de las prisiones celulares se reduciría a una
parte insignificante; tan apegada y arraigada estaba esa idea a la tradición. Pues
bien, el señor Carranza quiso que se adoptara el sistema moderno y ¿ cómo adoptar
el sistema moderno? Los sistemas modernos en Estados Unidos, en Inglaterra, Ale-
mania y Francia, son las colonias penales, las colonias agrícolas y ¡azórense ustedes!
estas prisiones no están en manos de militares, no están sujetas a la fuerza, sino que
vienen a estar a cargo de médico's y a cargo de profesores, con objeto de estudiar las
condiciones de cada individuo, de estudiar cada caso, y puedan de esa manera hacer de
aquel individuo un hombre útil para que el Gobierno pueda devolverlo a la sociedad.
Ahora bien, señores; este es el sistema moderno, este es el adelanto, pero ¿ cómo
viene a decirnos la Comisión, como un gran sistema penitenciario, el trabajo obligato-
rio? ¿ Cómo va a ser el trabajo obligatorio dentro de prisione'S\ reducidas, dentro de
prisiones insalubres que no tienen las necesarias condiciones de higiene? Tienen us-
tedes entre nosotros a una persona muy distinguida que podrá decir a ustedes 10 que
era la cárcel de Belén y las condiciones en que está la penitenciaría y sin duda alguna
que él les dirá a ustedes que está en las peores condiciones posibles. Si esto pasa en
México, en donde hay elementos, en donde se gastaron siete u ocho millones en cons-
truir la penitenciaría, yo quiero que me digan ustedes si en alguno de los estados
de la República puede hacerse esto: Supongo que lo pueda hacer Jalisco, Puebla o Gua-
najuato, pero ¿ creen ustedes que 10 haga Aguascalientes? Ahí hay un presupuesto que
no excede al año de $ 110,000, que el gobernador del Estado tiene que conformarse
con un sueldo de doscientos pesos, en que los magistrados ganan cien pesos. ¿ Creen
ustedes que un Estado como Colima pueda sufragar los gastos de una penitenciaría
con todas las condiciones necesarias? ¿ Creen ustedes que los pueda sufragar Tlaxcala,
que es un Estado muy reducido? De manera que eso de ordenar hacer obligatorio
el sistema penitenciario en todos los estados, es una ilusión. Eso es estabh~cer una
cOSa imposible, porque el mandato legislativo supone la posibilidad de cumplirlo y
pOl' más que cada uno de estos e'stados establezca un crédito considerable, pongamo's
veinte mi110nes de dólares, estoy seguro que no los pueden pagar; de manera que ¿por
qué vamos a hacer una cosa imposible? Ahora vamos al sistema del señor Carranza, de
las colonias penales o presidios. Las colonias penales, ya les digo a ustedes, son co-
lonias agrícolas, son colonias de trabajadores, donde con toda humanidad 'se va a tra-
tar a los penados, con objeto de no despertar en ellos el sentimiento de odio para
la sociedad, sino con objeto de hacer que pueda haber en ellos la convivencia social
necesaria para que puedan vivir junto con sus semejantes, sin causar daño de ninguna
especie. Las colonias penales puede ser que en muchos casoS no sean posibles, pues no
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bastarán las. islas que se tiene, aunque sí hay islas en condiciones bastante aceptables
para que en ellas se establezcan las colonias penales, las. Islas Marías, que en la época
de Porfirio Díaz fueron señaladas para establecer una colonia penal, pero eso sólo
fue una earicatura de colonia penal y dio un resultado fatal.
¿ Por qué? Porque ni se adaptó a su objeto ni se pusieron los medios eficaces para
ello. En primer lugar, las colonias penales deben ser, como dice el proyecto del Primer
Jefe, para criminales cuyas condenas sean de dos años en adelante. En tiempo de don
Porfirio se utilizaban para reos cuya pena era menor y resultaba que apenas llegaban
esos individuos a las Islas Marías y dos o tres días después tenían que volver, porque
haMan cumplido la condena. Esas islas se establecieron con dos objetos: primero, para
favorecer los intereses de los amigos de Corral, que querían explotar las riquezas de
esas islas y lo que querían con los penitenciarios o las personas que estaban condena-
das a sufrir una reclusión, era tener trabajadores que no les costaran nada para ha-
cer explotaciones; de manera que el fin era enteramente ilegítimo. En segundo lu-
gar, enteramente inadaptables, no sólo porque se iba a extinguir una pena pequeña,
sino porque no había medios absolutamente para realizar el fin que 'se proponen las
colonias penales, que es la civilización, diremos, del delincuente, ;sino que iban a mal-
tratarlo porque no quería trabajar, a explotarlo o hacerlo sufrir, lo que daba un
resultado f'atal; pero desde el momento que son dos años de prisión, habrá el tiempo,
como dice el artículo posterior clara y terminantemente, que sólo que los procesos
en los cuales se pueda imponer una pena de un año de pri'sión, concluyan antes de
seis meses y que en aquellos en que sea de dos años o exceda de ese tiempo, con-
cluyan en un año, habrá siempre tiempo bastante para qu pennanezcan los delin-
cuentes un tiempo bastante bueno en la isla. Por otra parte, el sistema que se propone
no se puede ampliar en un proyecto de Constitución, porque esto es propio de las leyes
reglamentarias que vendrán después. La vida en la isla, que debe tener dos períodos
confonne al sistema moderno, es de rigurosa ,separación de la familia durante el
primer período y en el segundo ya van a vivir con sus familias porque se les pasa
a una isla donde hay más libertad, donde el trabajo es libre, donde únicamente se
necesita que se dediquen al trabajó que de antemano ellos han señ'alado, que deben eje-
cutar con el objeto de que, cuando llegue el fin de su condena, tengan una manera hon-
rada de vivir, hayan formado una fortuna, porque se les deja todo el producto de su
trabajo. Ese es el sistema; ahora ¿ qué objeciones le hace la Comisión a este nuevo
sistema? Pues éstas: en primer lugar dice que separa al condenado de ,su familia. Pues
en este caso, señores, hay que comenzar por no aplicar nunca la pena de prisión, ni mu-
cho menos la pena de muerte, porque siempre una y otra van a lesionar directamente
a la familia; todas las penas, por más que se quiera, no sólo afectan directamente al
culpabíe, sino que afectan directamente a todas las personas que están estrechamente
ligadas ca;" él, de manera que es imposible poder evitar que las penas tengan este efec-
to. Por otra parte, dice la Comisión, se separa a la familia y se quita toda cpmuni-
cación con la sociedad. Sí, señor, es el objeto de la penalidad, separarlo del medio
donde vive para poder adaptarlo; es necesario sacarlo del medio, retirarlo, para -po-
der prepararlo a fin de que pueda vivir sin hacer daño~ De manera que es indispensable
cortar todo vínculo con él. Cuando ya el delincuente haya dado muestras de que está
muy preparado para la vida en común, entonces pasa al otro período y se le deja
vivir con su familia; de manera que el delincuente desde el primer día no tendrá
malos tratamientos y sí tendrá la ventaja de que más tarde podrá vivir con su fami~
lia, y es un deseo muy justo, muy natural, porque el hombre vive en sociedad con una
gran cantidad de afectos que lo ligan con el mundo. Entonces lo dispondrá entera-
mente para vivir allí.
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De manera que precisamente en e'sto en que la Comisión ve un mal, es un bien que
se busca y si abren ustedes cualquiera obra de tratadistas modernos, la primera reco-
mendación que verán ustedes en los sistemas de castigo, es la de quitar al delincuente
del medio y de las condiciones en que ha delinquido, para que pueda ser comba-
tida de una manera eficaz la tendencia al vicio. ¿ Qué otra objeción hace la Comisión
a este artículo? Pues ésta: que se invade la soberanía de los estados. La verdad es
que llama la atención que un abogado tan distinguido como el señor Colunga nos diga
esto, porque los estados no pierden su jurisdicción, únicamente los van a poner en
pupilaje en un establecimiento en donde sólo la federación tiene elementos bastantes
para ponerlos. De manera que siguen cuidándolos, quedando, por lo tanto, sujetos a su
jurisdicción y la prueba la tienen ustedes en esto. Hoy la Federación no tiene más esta-
blecimientos penales, más que los relativos a los militares; no tiene establecimientos
penales del orden común, porque el establecimiento del orden común, que era el Castillo
de San Juan de Ulúa, ya 10 quitó la revolución y aquél ya no es un establecimiento
de ,castigo, de oprobio, sino que tiene un obJeto enteramente civilizado. Eso pasó ya
a la historia, de manera que no tiene la Federación establecimientos federales. ¿ En
dónde purgan todos los penados sus culpas? Pues en las prisiones comunes. ¿ Pier-
de la Federación su jurisdicción soblle los reos? No, señores, la Federación 'sigue te-
niendo facultades para juzgarlos, para indultarlos, para vigilar que estén cumpliendo
su sentencia. De manera que les pasa la Federación a las cárceles de los estados la
cantidad necesaria para el ,sostenimiento de los reoS, la cantidad correspondiente para
la manutención y cuidados. Lo mismo va a pasar exactamente. Es lo UlllCO que se va a
hacer en este país que todavía es pobre, por más que se diga que somos muy ricos.
El día en que cada E-stado tenga como Nueva York una población tan enonne como
aquel Estado, el día que seamos tantos en Guanajuato, como el Estado de I11inois o
algún otro Estado de la Unión Americana, entonces se tendrán muchos millones y en-
tonces se podrán establecer establecimientos magníficos y s'e podrá dar la satisfac-
ción de tener establecimientos que llenen todas las necesidades. Señores, por mucha
habilidad que haya en los estados, no pueden tener nunca los estados los elementos que
tiene el Poder federal. El Poder federal podrá buscar todos los especialistas que con-
forme al nuevo sistema, no podrán s'er unos guardianes ,con o sin garrotes, sino que
deberán ser profesores, deberán ser gente humana que vaya a procurar la adaptación
de los que han tenido la mísera suerte de no tener las condiciones necesarias para no
poder vivir entre sus semejantes. De manera, señores, que este régimen penitenciario
que se presenta a ustedes como muy malo, es un ,sistema que corresponde a las nece-
sidades del momento. Ustedes meditarán esas razones y podrán resolver con todo
acierto y criterio sobre este particular. Yo no volveré a hacer uso de la palabra sobre
este particular. (Apl~usos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Medina.
-El C. Medina: Señores diputados: Spencer, al comenzar su célebre obra que se
llama "Los primeros principios", dice estas palabras que son muy ciertas: "Olvidamos
con frecuencia que hay siempre un fondo de verdad en las cosas falsas, y una alma
de bondad en las cosas malas". (Voces: ¡No se oye!) Dijo un distinguido sociólogo ita-
liano, queriendo darse cuenta de la marcha que seguia el espíritu humano en la evo-
lución de la sociedad, que había llegado a esta conclusión, que poco más o menos da una
cuenta exacta de las masas de hechos que registra la historia y de diversos casos par-
ticulares que esa misma historia nos cuenta. La evolución de las sociedades, dic'e Vico,
se verifica en una forma de espiral, y de esta manera quería decir que, hechos que en
un principio hablan sido esenciales, al irse desarrollando, al ir evolucionando, tomaban
una forma circular, de tal manera, que llegaban en diversas revoluciones de esa es-
piral a coincidir en determinados puntos, pero no en una coincidencia exacta, precisa,
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matemática, sino en una coincidencia- que al mismo tiempo que contenía los elementos
del hecho fundamental, sufría diversas variaciones con el cambio y con la evolución.
La evolución progresiva o progreso de estas mismas concepciones, o mejor dicho, con-
cepciones de esta naturaleza, han sido las de Augusto Compte cuando daba las famo-
Bas leyes de la evolución de.l espíritu humano, habían sido de la. filos{)fía alemana,
cuando daba los principios de evolución del mismo espíritu humano determinado des-
de luego la existencia de una tesis-seguida de una antítesis y como conclusión toda una
síntesis. Todo esto, señores, nos muestra que en las sociedades humanas, en el desarro-
llo de las sociedades humanas hay un conjunto de principios fundamentales que se re-
piten y esta frase tan conocida, tan vulgar, de ciertos escritores que dicen que la his-
toria se repite, no por ser falsa deja de tener un fund'amento filosófico exacto. Los
hechos no se repiten efectivamente, porque hay una evolución que los transforma has-
ta lo infinito. Estos mismos hechos, lo que hacen, es alterarse de acuerdo con esta evo;-
lución. Esta explicación previa, 'señores, la he creído necesaria ahora que tomo la pala-
bra después de que esta Asamblea ha escuchado el docto discurso del señor licenciado
Macias. Me refiero a los sistemas penales. El señor licenciado Macías ha pasado
revista a dos clases de sistemas penales, el sistema clásico y el sistema lombrosiano,
porque Lombroso ha sido el autor de la evolución del Derecho; pero no son eSas las
~os únicas evoluciones que hasta el presente nos ofrece el Derecho Penal. El Derecho
Penal clásico está fundado en el principio del libre albedrío. Se ,supone que el delin-
cuente tiene conciencia y tiene libertad de sus actÚ's. Estos son los dos principios
fundamentales de toda legislación penal basada en el Derecho Penal clásico como
consecuencia de los progresos de la filosofía penal y de la psicología del Derecho. Y
como ,se ha batido de frente y hasta en sus fundamentos más preciosos la libetttad
individual cuando se nos ha venido a demostrar que no hay tal libertad de conciencias,
sino una especie de eufemismo hasta la fecha indefinido, porque no sabemos a qué se
deba que el hombre obre como obra. Todo sistema filosófico penal ha variado "de lond
a sous", como diría un francés, desde el fondo hasta la superficie. Esta definición
"está fundada en este principio: el hombre no es libre. Esta revolución en el Derecho
Penal ha sido~iniciada por Lombroso; a los estudios lombrosianos han seguido capaci-
dades intelectuales 'de la talla de Garofallo y Ferri. Garofallo y Ferri han sido princi-
palmente los autores del nUevo sistema penal y ese nuevo sistema penal ha consagrado
el régimen penitenciario, pero no para allí la evolución del Derecho Penal señor
licenciado Macías. Yo me permito llamar respetuosamente la atención de usted sobre
lo que estoy hablando para que, si no es exacto lo que voy a decir, que son puras
teorías científicas, me llame usted la atención. No creo que a la ilustración del señor
licenciado Macías haya escapado la última fase de la evolución del Derecho Penal, ni
tampoco que a su misma ilustración escape que el sistema penitenciario no ha sido
desechado como lo ha dicho, sino que es uno de los temas de las discusiones más·
encontradas ~ntre los partidarios de uno y otro. La situación actual del Derecho
Penal está iniciada por todos aquellos tratadistas que ya no ven en los fenómenos
sociales el principio de la individualidad en que están fundadas las legislaciones
modernas. El principio -de la individualidad ha pasado a la historia. Siendo
de los tratadistas que ven en los momentos actuales, como la razón de ser
de todo agregado sócial, la solidaridad social, el principio de la solidaridad
social ampliamente sostenido por los sociólogos modernos, entre los cuales citaré a los
que vienen a mi memoria, pues confieso que no Vine preparado para esta lucha. León
Deguiet como sostenedor de la soberanía social, como sostenedor de la teoría de la so-
lidaridad social, penetra en todos los recintos de la vida social; explica la vida eco-
nómica, la vida política y el fenómeno religioso y naturalmente n{) pudiera dejar
desapercibido el Derecho Penal. ¿ De qué manera explica la solidaridad social, el fenó-
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meno jurídico penal? Vamos a verlo: Garofallo y Ferri, tenían esta acepClOn del hecho
delictuoso. Garofallo deCÍa: "el hecho delictuoso es aquel que hiere los sentimientos
medios honestos de una colectividad". Pero, señores: ¿cuáles eran los sentimientos
medios de una colectividad? Imposible decirlo y para los apóstoles de la ciencia emi-
nentemente positiva, no cabían afirmaciones tan vagas como aquellas de "en los medios
honestos de una colectividad". Turqueine no ha respetado el concepto de Garofallo, que
aprovechó de ese concepto lo que tiene de utilizable para la ciencia y por eso he re-
cordado en el principio de mi discurso, señores, las frases de Spencer: "Olvidamos
con frecuencia que hay siempre un fondo de verdad en las cosas falsas y una alma
de bondad en las cosas malas".
La solidaridad social, según dice Bertaine, opera de diversos modos. U nas veces
opera de una manera mecánica y es lo que se llama la solidaridad mecánica o por si-
militudes. El hombre de solidaridad mecánica o por similitudes, 10 toma por el hecho
de observaciones, perfectamente comprobado de que todos los hombres poseemos una
parte que nos es común y en la similitud humana es 10 que forma la solidaridad. Esas
similitudes obran en determinados momentos de una manera mecánica, por eso le lla-
ma la solidaridad de la mecánica. ¿ Cuáles son los hechos que provocan la reunión de
las similitudes sociales aquí asentadas, para que todos .los individuos se reúnan en un
momento dado alrededor los unos de los otros para vencer aquéllos? ¿ Cuál es ese
hecho? El delito. El delito es, -señores, es aquel hecho de observación y de ciencia po-
sitiva, no una entidad metafísica como decía la escuela clásica, es un hecho que hie-
re de una manera directa y profunda todas aquellas partes que nos son comunes. N o
son los sentimientos vagos 'a que se refiere Garofallo o de honorabilidad personal, son
sentimientos indefinibles, no les podemos dar nombre, no los podemos clasificar con
un rubro ni podemos eolocarlos en determinada serie. Lo cierto es que existen di-
chos hechos y que son de observación científica. Cuando viene el delito a herir de una
manera profunda a estos hechos que nos son comunes a todos los hombres, de una ma-
nera mecánica, espontánea, irresistible, fatal, se unen para vencer, para reaccionar
en contra del delito. Este 'es el procedi~iento de la solidaridad mecánica o por similitu-
des. El señor licenciado Macías nos acaba de decir que la antigua escuela del Derecho
Penal estaba fundada en la venganza y, por lo tanto, en la penalidad fundada en la
venganza era cruel, torturaba al delincuente. Esto en parte es cierto, señores, pero en
parte es falso. El sistema penal moderno, es decir, el sistema que proclama la solidari-
dad social, estipula la reunión mecánica de los individuos, la solidaridad provocada por
las similitudes; contiene mucho de pasional. De manera que no es perfectamente
falso que no haya nada pasional en el delito ni haya el sentimiento de venganza; al
contrario, este es el fundamento de la solidaridad y mientras más enérgica es esa
reacción más fundamentos hay para que el delito sea castigado. De manera que por es-
tas consideraciones que de una manera somera, como ustedes deben comprender,
expongo aquí porque en lo fundamental la pena es la misma que todos los tratadistas
han sostenido, una reacción pasional gradual. De manera que no es muy exacto que
no haya nada de pasional en la pena ni en los sistemas penitenciarios. Esto mismo,
señores, explica por qué lo filosófico, lo exacto, 10 que debía ser entre nosotros; es
decir, en todas las sociedades, sería el establecimiento del jurado para conocer el delito,
porque el jurado precisamente expresa el índice de esa conciencia media que ha ve-
nido a herir el delito. El jurado comprende similitudes más visibles que el delito viene
a herir y el jurado es el más apropiado para ofrecer esa reacción pasional graduada,
que es lo que constituye el castigo del delito. Sin embargo, yo he votado contra
el jurado de imprenta, no porque 10 viera como un tribunal especial, porque el ca,so
de que el artículo 20 establezca el jurado para delitos comunes la objeción cae
de su peso; he votado en contra del jurado como votaré contra el jurado como una ins-
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titución general para juzgar de los delitos, porque el jurado supone un conjunto de con-
diciones que nosotros no tenemos, y lo lamento. No solamente es el jurado el único
que nos ofrece este aspecto. Nosotros hemos proclamado desde 1857 todas las liber-
tades individuales posibles e imaginables, todas las que la ciencia política había pre-
dicado contra los tiranos más oprobiosos; habíamos escrito en la Constitución de 57
la inviolabilidad del derecho de imprenta, del derecho de vida, del derecho de con-
ciencia, del derecho de enseñanza, los más bellos derechos que ha conquistado el es-
píritu humano; y del año de 57 a esta parte no hemos visto realizados más que en
una esfera mezquina esos derechos que tanta sangre han costado al mundo. (Aplau-
sos.) Se ha dicho en todos los tonos y se ha repetido por medio de la prensa y por
medio de voces muy autorizadas, que nuestra Constitución debe ser el reflejo de
nuestras necesidades ,sociales, que debe corresponder a nuestro estado social. Esto es
falso, señores, y lo digo muy alto, suponiendo que la nación entera escuche estas
palabras. Esto es perfectamente falso y de allí la desconfianza que debe haber de los
editoriales de los periódicos que, algunas veces, como dice un distinguido escritor,
son mal pensados y peor escritos. Es falso por esto; si nuestra Constitución política
debe ser el germen, debe ser el Índice de nuestras necesidades sociales, de nuestro
estado _social, nuestra Constitución, s-eñores, va a ser un catálogo de miserias sociales.
Si es en tratándose de fenómenos políticos que hay que tratar con mucho tino y con
mucha discreción, todos los sociólogos que se han ocupado del fenómeno político en
la América Latina están de acuerdo en que en la trasmisión del poder solamente muy
pocas de esas naciones han resuelto el problema, pero que en todas las demás se
opera. Cuando no interviene la intriga, interviene la dictadura o el libertinaje del
pueblo. En otros términos, no hemos sabido todavía gozar de nuestras libertades
públicas. N os falta -la educación política. ¿ Nuestra Constitución política va a con-
signar estas tristes verdades? No, señores, a nuestro pueblo le gustan las corridas
de toros, las peleas de gallos, el jueg(). Está muy viciado y si nuestra Constitución
debe ser un reflejo de nuestro estado social, el índice de nuestro estado social, debe
darle al pueblo Panem et circenses como quería el pueblo romano. Esto es falso tam-
bién. De manera que no es la Constitución politica una cosa hecha para ponernos en
vergüenza, no, señores; pero tampoco debe ser la Constitución el "cúralo todo". Tam-
poco debe ser el remedio de todos los males, porque hay muchos tiranos agonizantes
que creen que haciendo una ley, -se corrigen los pueblos. ¡Mentira! De manera que
si las leyes no hacen a los pueblos, tampoco es cierto que toda ley sea ineficaz para
corregir a los pueblos; hay un término medio en que ésa está un poco aventajada al
estado social y marca al pueblo hasta donde debe encauzar sus energías. Esta digre w
sión, señores, este paréntesis, sobre lo que yo estimo que debe ser nuestra Constitu-
ción y sobre el valor que yo doy a los principios contenidos en ella, séame dispensada
para llegar a esta conclusión. Nosotros, y digo nosotros refiriéndome a cierto grupo
intelectual y soñador, de esa bohemia que acaba de salir de las escuelas, que casi no
tiene experiencia de la vida nacional, le ha venido de relatos recogidos en libros de
las escu~las, en relatos que hace la prensa, que nos han venido a contar lo que vieron.
Nosotros, señores, qué habíamos de querer para México si no todas las libertades pú-
blicas y bellos ideales: la abolición de la pena de muerte, la libertad de imprenta, el
establecimiento del jurado popular, y otros muchos bienes que sería largo enumerar.
Ya tenemos el hecho palpable, ya tenemos una prueba decisiva y vaya juzgar con-
forme a los hechos. ¿ Supimos gozar de la libertad de imprenta, cuando la tuvimos
en México? En esas épocas, cuando aquel hombre todo afecto y entusiasmo había
despertado en todos los ámbitos de la República un entusiasmo que no teníamos nos-
otros, porque todavía pequeños habíamos nacido a la vida independiente y ya está~
bamos viejos y "no creíamos en nada, nos agrupamos alrededor de ese hombre, le
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ayudamos, le dimos de todo lo que éramos capaces, porque aquel hombre representaba
la República, representaba la patria, 10 más querido de nosotros. Nosotros, con un
tono dogmático, con un tono protector, tratándolo como a un chiquillo de escuela,
recuerdo "El Imparcial", que decía: "Señor presidente Madero, en el discurso que
pronunciásteis el otro día al pie de la estatua de Humboldt, habéis ensalzado mucho
las glorias nacionales, habéis dicho que México era el único país latinoamericano que
se había batido con las primeras potencias del mundo y por eso, señor Madero, habéis
ofendido a las repúblicas la6noamericanas, y ,sobre todo, a la que ha regalado a
México la estatua del barón de Humboldt. No señor Madero, es necesario más dis-
creción, olvidáis que sois gobierno". Mentiras, señores. Lo que olvidaba "El Impar-
cial" era otra cosa: que el señor Madero era también un gobierno revolucionario y
que el señor Madero no estaba obligado, dentro de los límites di,scretos e impenetra-
bles de,aquella especie de estadía absoluto que se llamaba el Gobiet:no y que nosotros
los mortales nos imaginábamos enclaustrado en el alcázar de Chapultepec o en un
alcázar lujosísimo como el de la calle de Cadena, y le llamaba la atención a "El Im-
parcial" que aquel Gobierno popular~ humano, extendía la mano a todos, que aquel
Gobierno hablara con cierto entusiasmo.
Pero esto no tiene caso; el ejemplo fue la indiscreción de la prensa en aquel mo-
mento; la conclusión es dolorosa, pero se impone y debemos conocerla: que no sa-
bemos todavía gozar de nuestras libertades; nos falta la discreción, el tacto, la edu-
cación política. Esto no solamente se ha visto ,en la imprenta, se ha vi,sto en muchas
de nuestras instituciones sociales, de manera que deseando el jurado, teóricamente,
como lo mejor para juzgar de los delitos de imprenta y de los delitos comunes, yo he
tenido el sentimiento de votar contra el jurado, porque en la medida de mi expe-
riencia no corresponde el jurado a nuestro estado ,social y porque siendo un ideal,
debemos alcanzarlo procurando nuestra instrucción, procurando realizar el gran pro-
blema en las sociedades modernas: la formación del ciudadano. De manera que, se-
ñores, pasando a otro asunto y supuesto que como decía, recapitulando la primera
parte de - mi discurso, que no ha ,sido la última palabra del Derecho Penal la que
hemos escuchado de los doctos labios del señor licenciado Macías, sino que ya aquella
teoría de la venganza que era la tesis de la escuela clásica, que era el hecho funda-
mental, ha venido desarrollándose a través de la escuela determinista de Ferri y
Garofallo, ahora viene a coincidir en cierto punto con aquel hecho primitivo y fun-
damental. Ya hemos descubierto en la pena que los sistemas penales han venido sos-
teniendo que hay en el delito la misma reacción pasional que en un principio la hu-
manidad ha tenido y los tratadistas, ,como por ese sentimiento primitivo y exacto
que tenemos de las causas, habían creído que existía en el delito esa reacción pasional,
es eierto, señores; tampoco nos ha dicho la última palabra el señor MacÍas sobre los
sistemas penitenciarios y las colonias penales. N o es cierto que el sistema peniten-
ciario esté de una vez desechado de la penalidad moderna. Con que hasta nosotros
que hemos aceptado el automóvil aún tenemos coches, y este ejemplo, que es mu)"
grosero, pero que es muy exacto, no hace más que destruir la teoría de que los he-
chos sociales no se substituyen los unos a los otros. Indudablemente que muchas co-
sas que tienen raíces profundas no pueden quitarse sino de una manera paulatina, y
¿qué diremos del sistema penitenciario, que es relativamente reciente? Ya se le con-
dena de una manera definitiva. El sistema penitenciario ha sido el elemento de una
reacción en contra de las antiguas prisiones. Este fue el sistema que examinó Beccaria
y que fue el que le dio su tema para hacer que el Derecho Penal se guiara por otras
consideraciones y se dirigiera así a otros horizontes. El sistema penitenciario tiene
sus bondades. N o cansaré yo a ustedes con detallárselas, pero tiene como bueno y
fundamental, esto: que busca la regeneración del delincuente, la readaptación, que di-
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lia el ,s-eñor licenciado Macías, porque -el delincuente efectivamente no es un ser que ha
caído en el mundo para castigo de la humanidad, sino que es un enfermo. Lo que
se persigue en el agente, lo que se teme en el agente, al decir de la palabra técnica,
es la tecnibilidad del agente; el Derecho Penal en estos momentos no castiga por
venganza, porque la teoría de la venganza no es novísima; en estos momentos el
Derecho Penal lo que castiga y previene es el grado de tecnibilidad del agente, de
manera que no está definitivamente rechazado el sistema penitenciario, y teniendo
sus bondades, es propio del estado actual de México conservar el sistema peniten-
ciario. Yo no me opongo al sistema de las colonias penales, porque efectivamente
no veo inconveniente para que en México se establezcan las colonias penales; sobre
todo, porque no existen determinadas condiciones. Yo no me opongo a eso, pe:ro si
las colonias penales se establecen bajo la férula del Poder federal, sí lastimamos de
una manera profunda y directa lo más caro de nuestras instituciones, que es el fe-
deralismo; no es -cierto que el señor licenciado Colunga no se haya dado cuenta de la
cuestión ni que haya ofrecido a esta honorable Asamblea, en el dictamen de la Co-
misión, un argumento que carece de peso; el señor licenciado Macías se extrañaba
que el señor licenciado Colunga, tan ilustrado y discreto y que ha dado pruebas en
esta Asamblea de saber tratar las cuestiones con ingenio y atingencia, se hubiera
equivocado en este caso; el señor licenciado Colunga no s'e ha equivocado cuando ha
visto en el sistema de colonias penales, bajo la tutela del Poder federal, un peligro
para los estados de la federación. ¿ Qué es un estado de la federación cuando acaba
su jurisdicción? El estado, por su propio prestigio, por el Íugar que ocupa en la Re-
pública, debe él mismo proveer a su legislación penal y el sistema de las penas y
castigos es una de las partes más esenciales de la legislación penal, y sí se le priva
de ese derecho, cuando se retira a un reo y va éste a una colonia en donde el Estado
no tendrá la misma influencia e intervención que estando la penitenciaría pn el mis-
mo Estado. La cuestión grave, la objeción de peso que se hace, es que el Estado no
podrá nunca, si es pequeño, tener los fondos suficientes para establecer un buen
sistema penitenciario. Esta argumentación es de peso, señores, y, debemos resolverla
resolviendo las bases de nuestro sistema económico, porque no solamente este régi-
men está afectado por la penuria de las arcas, sino que están afectados muchos otros,
como la administración pública, la impartición de justicia, la enseñanza, las artes,
etcétera, todo está afectado con la falta de fondos, y si el Estado dispone de deter-
minada cantidad, por pequeña que sea, está obligado a destinarla a las cosas más ne-
cesarias para su vida, y entre lo más necesario e indispensable está el establecimiento
de un régimen penitenciario. Démosles a los estados las bases, la norma de conducta,
digámosles que el establecimiento de colonias penales es lo mejor, pero puesto que
el sistema penitenciario eS de los menos malos, establecedlo, porque va en ello la
moralidad, la tranquilidad pública, porque es lo que puede dar mejores resultados
para la readaptación de los delincuentes. Respetemos el principio de la soberanía de
los Estados. Yo, en tratándose de la soberanía de los Estados, recuerdo los fanatis-
mos de Vallarta, cuando se trataba de la supremacía de los Estados. Les estamos qui-
tando muchas facultades, parece que tene,mos la intención del Gobierno de Porfirio
Díaz para quitarles hoy uJ1.a cosa, mañana otra, más tarde otra, diciendo: esto no
tiene importancia. N o, señores, el ideal en los sistemas políticos modernos, es el de
la descentralización administrativa, y la centralización política, y esto lo tendremos
cuando demos a los Estados libertad para establecer el régimen penitenciario, porque
es la base fundamental de todo sistema administrativo. (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Pastrana J aimes.
-El C. Pastrana Jaimes: Señores diputados: La discusión del artículo degeneró
en una especie de torneo, y voy a dar algunas razones que me han servido para no
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objetar el dictamen acerca de la desc~ntralización del reglmen penitenciario. Yo,
como el compañero Medina, quizá como el señor Macias, como el maestro Colunga,
he leido a Lombroso y a otros tratadistas -de Derecho Penal, pero a mis compañeros
y a mi se nos ha olvidado que no hemos estudiado al delincuente. Que estamos apli-
cando teorías europeas al delincuente mexicano y queremos compararnos nosotros y
creemos que estamos en un grado de moralidad más alto que los franceses y alema-
nes. Por esta causa no he meditado una razón en conciencia acerca de 10 que hemos
de decir en materia penal. El día que mis ocupaciones lo permitan y me haya yo dado
cuenta perfecta de 10 que es el delincuente mexicano, entonces os podré decir a con-
ciencia lo que debemos hacer. Por ahora estamos muy atrasados en materia penal.
Deseo referirme de un modo especial a las objeciones que presentó el señor licenciado
Macías a los -argumentos que alegué en esta tribuna. Dice el señor licenciado Macias
que de suprimir las palabras de "pena alternativa y corporal", se maniataría al Po-
der Judicial, y un juez no podría ordenar la prisión -de un delincuente; habló después
el señor licenciado Macías de penas conjuntivas, es decir, de penas en que la ley es-
tablece a la vez la pecuniaria y la corporal. En ese caso no hay lugar a duda; nos
referimos al caso de la pena alternativa y nos ,citó el licenciado Macias un caso.
Decía: Un juez impone una sentencia de cien pesos de multa, pero el acusado no
tiene con qué pagar esa multa, y por consiguiente, se quedaría sin castigo alguno.
Este argumento es sumamente débil; basta que nos fijemos en este detalle: ¿ En qué
momento sabe el juez que el acusado tiene o no la multa? Lo sabe hasta que pro-
nuncia su sentencia, pero no antes. Yo he querido que se quite a los jueces la facultad
de privar a un individuo ,de su libertad antes de que pronuncien su sentencia, no des-
pués; pero ¿ antes de esa sentencia, cuando no se sabe todavía si se le va a imponer
pena corporal o pecuniaria, es justo, señores, que ,se le quite su libertad? ¿ N o es un
atentado a la libertad, no es una de las mayores injusticias que con todo y la' incer-
tidumbre que tiene un juez vaya a quitarle la libertad al individuo? Si la ley nos
dice que en caso de duda debe absolverse al inculpado, ¿ por qué nosotros en caso de
incertidumbre vamos a sancionar el principio de que ,se meta a la cárcel a un ciu-
dadano? N o citó -el señor licenciado Macías ningún otro argumento; comprendí, si,
que tenía la idea de que pudiera presentarse el caso de que un individuo no tuviera
los cien pesos para pagar la multa. Si algún individuo, desgraciadamente no podía
hacer los sacrificios que hacen todos para recuperar su libertad, en este caso, señores,
tendremos que admitir la posibilidad de que se le quitara su libertad, que se le re-
dujera a prisión por no tener los cien pesos de multa. Pero esto, repito, lo viene a
saber el juez hasta el final, hasta que ha pronunciado su sentencia, hasta que ya se
está en la ejecución de la sentencia misma, pero no antes, señores. Además, ese caso
que citaba el señor Macias es un caso verdaderamente excepcional, y nadie ignora,
señores, que no estamos legislando para casos excepcionales, sino para casos gene-
rales. Yo sí aseguro a ustedes que bien se puede contar en un noventa y nueve por
ciento 'el número de individuos que mereciendo pena corporal o alternativa de pecu-
niaria y corporal, hacen miles de sacrificios por pagar la multa y recobrar su liber-
tad; y por ese noventa y nueve por ciento de individuos no demos nuestro voto a favor
del artículo tal como está. Exijamos que se precise que sólo puede reducirse a prisión
a un individuo cuando la ley impone una pena que sea corporal.
-El C. Calderón: Pido la palabra.
-El C. presidente: ¿ Para qué desea la palabra?
-El C. Calderón: Quiero suplicar a la Presidencia, si lo estima a bien, que se le
permita todavía al señor licenciado Medina que nos hable de la cuestión pecuniaria.
Quisiera yo, por mi parte, conocer su opinión sobre esto.
-El C. presidente: El señor diputado Medina tiene derecho a hablar dos veces.
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-El C. Calderón: Yo, si me considerara con la competencia del caso. iría a la
tribuna.
-El C. presidente: El señor Medina tiene derecho a hablar do~s veces y ha ha-
blado una. Si gusta, puede pasar nuevamente a la tribuna. Tiene la palabra el señor
diputado Jara. '
-El C. Jara: Señores diputados: No soy abogado, ni a rábula llego; no alterné
con el tristemente célebre Del Toro ni tampoco contendí con el no menos· célebre
Telésforo A. Ocampo, ni con ninguna de esas figuras prominentes del foro mexicano.
Vengo a defender el proyecto del dictamen de la Comisión, porque aunque el señor
licenciado don José N. Macías se ha esforzado en su largo discurso por convencernos,
yo, la verdad, no me encuentro convencido. El señor don José N. nos dice que el ré-
gimen penitencial'io es abominable; que ahí no se hace más que asesinar a los seres
humanos sin que se logl"e el objeto que se persigue, o sea la regeneración del criminal;
y en las colonias penales, tal como ahora se establecen, ¿ cuál es el fin práctico que
'se ha obtenido mandando a infinidad de Seres humanos a purgar sus penas, a pur-
gar ahí sus delitos imaginarios o reales? Es que, seguramente, el señor don José N.
no se dio una vueltecita por Quintana Roo, no vio ahí regados aquellos campos de
osamentas de infelices que ·eran consignados a aquel lugar; no vio cómo blanqueaban
aquellos restos humanos, que parecían los escupitajos que la barbarie y la crueldad
lanzaban sobre la civilización en la madre tierra; es que. no vio eso. Colonias penales,
¿ dónde se van a establecer? En lugares apropiados, en las regiones en donde los
delitos se han cometido, porque de otra manera y siendo esas colonias manejadas
por el Centro, vendrla a suceder 10 que ha sucedido siempre. A las Islas Marías, por
ejemplo, ·se consigna a los delincuentes, y un delincuente de clima templado que está
acostumbrado a "ivir en un terreno frio, consignado a aquel lugar de improviso, no
es más que darle una muerte lenta, lo cual es cruel; más vale que se le a.plique desde
luego la pena de muerte. En el proyecto de ley, en el proyecto de refonnas, se dice:
"Toda pena de más de dos años de prisión, se hará efectiva en colonias penales
o presidios, que dependerán directamente del Gobierno federal, y que estarán fuera
de las poblacione·s, debiendo pagar los Estados a la Federación los gastos que corres·
pondan por el número de reos que tuvieren en dichos establecimientos."
Cito E'st.o, porque aquí se ha alegado que los Estados no están en condiciones de
poner establecimientos penitenciarios adecuados para el fin que se persigue. Si los
Estados van a pagar a la Federación 10 que corresponda a cada uno de los reos para
el sostenimiento de ellos, ¿ por qué los Estados no van a poder tener sus penitencia-
rías y establecimientos penitenciarios adecuados para castigar a los criminales que así
10 merezcan? De esa manera, dejando en libertad a los Estados, procurando respetar
su soberanía en todos los órdenes, se esforzarán por tener cada uno el establecimiento
más apropiado, se esforzarán por que en esoS establecimientos haya trabajos ade-
cuados para que el criminal vaya regenerándose por medio de ellos; se procurará
que haya diversidad de trabajos, para que los criminales se ejerciten en diversos ofi-
cios y salgan de ahí cada uno verdaderamente regenerado y capaz de ganarse por sí
mismo la subsistencia para la vida, sin necesidad de recurrir al crimen. En las colo-
nias penales, como hasta ahora han estado establecidas y que creo no mejorarán du-
rante muchos años, no van más que a cavar la tierra y a servir de explotación a un
general Bravo o a otro por el estilo; no van más que a ser pasto para la explotación
de los ambiciosos, de los caciques, de los explotadores que vayan allá como jefes de
ellos. Hasta ahora. señores, eso hemos visto; hasta ahora no se nos ha dado un solo
ejemplo de que una colonia penal haya servido para el objeto a que se le ha des'"
tinado.
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Ha servido para enriquecer a los que han estado manejando esas colonias pe-
nales. N os han hablado de que en las penitenciarías, en los establecimientos de re-
clusión, hay probabilidades, se ha venido observando que hay un porcentaje grandí-
simo de enfermedades, principalmente tuberculosis, por la falta de aire, por la falta,
en fin, de condiciones higiénicas en esos establecimientos, y que allá en las colonias
penales que hay en Quintana Roo hay insalubridad abominable, una insalubridad tal,
que ha determinado una mortandad escandalosa en los infelices que eran consignados
allá y quienes volvían -porque se nos ha hablado de que volvían algunos con aho-
rros, pero creo que casi nadie volvía-, volvían con una enfermedad, volvían cuando
menos con un paludismo crónico, que acababa por arrastrarlos al sepulcro. Venían de
allá arrastrándose más bien que andando aquellos infelices que habían sido consig-
nados, los que lograban escapar de la muerte, aquellos que no habían sucumbido allá
en el propio campo, ya digo, venían arrastrándose lastimosamente para morir en
cualquiera de las poblaciones del trayecto antes de llegar a su hogar. N o es, pues,
un medio de reparación para la sociedad; la ,sociedad no se repara de los perjuicios
que recibe, de las ofensas que recibe, con miserias, con crueldades, con ruindades;
. la sociedad se. repara con medios nobles, con medios eficaces. Si en alguno de los
establecimientos penales se ha abusado, si en alguno de los establecimientos penales
se ha extremado el rigor, es que esos -establecimientos penales de las ciudades no
han estado suficientemente vigilados, es que esos establecimientos penales no han sido
puestos en manos de personas dignas de ocupar un puesto público. El dictamen de
la Comisión dice en su segundo párrafo: "Los Estados establecerán el régimen peni-
tenciario ,sobre la base del trabajo como medio de regeneración del delincuente". A
esto yo desearía agregar: "mediante la retribución del trabajo", porque el criminal,
el delincuente, por menos que aprecie la libertad, siempre la estima, y el solo hecho
de la reclusión, el solo hecho de estar privado de esa libertad es una pena suficiente.
¿ Por qué, pues, además de privarlo de la libertad, vamos a privarlo del producto de
su esfuerzo corporal, del producto de su esfuerzo intelectual, del producto, en fin,
de sus energías? Así pues, yo des-earia que la honorable Comisión agregase eso y
que los eiudadanos diputados compañeros míos votasen por el dictamen en esa forma,
porque, repito, con eso evitaríamos que los caciques de siempre, que aprovechan cual-
quiera situación para la explotación del infeliz, vuelvan de nuevo favorecidos por la
ley a hacer de las suyas. Las colonias penales, y esto lo voy a decir por último, se
prestan sólo a abusos, porque regularmente están muy lejos, -están muy retiradas de
la acción del Gobierno y más retiradas todavía si, como ló propone el proyecto de
reformas, van a ser manejadas por el Centro. El Centro no va a tener personal su-
ficiente, no va a tener personal capaz y honrado para estar vigilando esas colonias
desde el Centro, a fin de que en ellas no se cometan abusos.
-El C. Dávalos: Pido la palabra para una rectificación de hechos. Honorable
Asamblea: (Voces: jTribunal ¡Tribuna!) Es sólo para una rectificación. Honora-
ble Asamblea: Fui discípulo durante siete meses, y obligado por supuesto para obser-
var la vida del interior de la penitenciaría, por obra y gracia del golpe de Estado, que
me envió siete meses a vivir' dentro de ella, y fui discípulo, voluntario, en Quintana
Roo, para observar la vidE!- que allí se hace. Es necesario que partan ustedes de una
base cierta: Quintana Roo no fue una colonia penal, era una Siberia a la que €l zar
de México enviaba al que le estorbaba para mantenerse en el Poder. De consiguiente,
no se debe traer a colación a Quintana Roo cuando se hable de colonias penales.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Colunga.
-El C. Colunga: Confieso que ni el señor diputado Pastrana ni yo entendimos el
artículo 18, como dice el señor Macías; pero creo que si no lo entendimos fue por
falta de comprensión o por la ambigüedad en que está redactado. Las leyes deben
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interpretarse de manera que no den lugar a haber en ellas Un absurdo. Nosotros en-
tendimos sólo en esta 'forma: (Leyó.) Porque de lo contrario resultará que habrá
lugar 'a prisión cuando la pena sea corporal o cuando sea pecuniaria y corporal. Esto
me parece que es una verdad de Pero Grullo. De manera que nosotros por eso dijimos
que el artículo 18 se refería a la prisión preventiva. Respecto a la segunda parte, debo
manifest2r con mucha satisfacción a la Asamblea, que encuentro que todos mis Colil-
pañeros de Comisión conocen la-s teorías que ha desarrollado el señor Macías; que la
Comisión no cree que la base del sistema penal sea la vendetta pública, pero tampoco
cree que ,sea la readaptación. Para los miembros de la Comisión, el sistema penal
está basado en un principio de la conservación de la sociedad. Interesa a la sociedad
retirar a un individuo que ha cometido un delito, porque considera que constituye un
peligro y le interesa volverlo al ,seno de la sociedad convertido en un ser útil por el
mismo principio de convivencia y digo si es posible, porque no siempre es posible
readaptar a un delincuente, pues hay delincuentes natos, en los cuales es por demás
imaginar cualquier sistema de corrección. No hay más recurso que extirparlos por
completo o condenarlos' a prisión perpetua. De manera que los de la Comisión esta-
mos conformes, en substancia, con las opiniones del señor Macías, pero la cuestión
capital es resolver si esos presidios penales o penitenciarios, o colonias penales ----el
nombre poco importa-, lo que ,se necesita saber es si esos establecimientos de correc-
ción deben depender de la Federación o de los Estados. El señor diputado Mada.
nos haee la objeción que nosotros habíamos previsto: la conveniencia de reunir los re-
cursos de todos para plantear unos cuantos establecimientos de corrección, lo que sería
más fructuoso y económico que dejar que cada Estado establezca por sí mi'smo sus pe-
nitenciarías, colonias penales o presidios. La Comisión la previó y me parece que la
·Comisión la ha refutado. En primer lugar ¿ cuáles ,solÍ los reeursos de la Federación
sino los mismo's de los estados? ¿·Qué es la Federación sino el conjunto, el agregado de
todos los estados? Y ¿ de dónde han salido todos los fondos mediante los cuales se han
hecho mejoras en la capital? Todos han sido retirados más o menos arbitrariamente de
las tesorerías de los estados, y debido a éstos la capital 'de México se ha embellecido.
A costa de las provincias, en México se tiene el bosque de Chapultepec y edificios hue-
cos como el Manicomio, el Hospicio de Niños y otros más. Todos estos edificios los he
calificado' de huecos, porque son bellos, pero no corresponden a su objeto. Cualquiera
que penetra en ellos y ve qué clase de servicio se imparte, encuentra que no hay na-
da que sea útil. Yo' creo que en los estados podrán establecerse penitenciarías aná-
logas a la de México, podrán establecerse manicomios modestos, pero más eficaces que
los que hasta ahora ha habido en México. El señor licenciado Macías, para robustecer
su tesis, nos habló de los estados pequeños, que no son más que cuatro; y porque esos
estados no pueden sostener establecimientos de corrección, ¿ vamos a privar a los demás
de ellos? Sería la mayor equivocación. Yo sostengo que en los estados como Jalisco,
Veracruz, en suma, todos los estados de la República, quitando esos cuatro pequeños
estados, en todos ellos hay recursos materiales para fundar buenos establecimientos
penales. N o veo tampoco la necesidad de que se funden en esos pequeños estados 108
establecimientos penales adecuados a sus necesidades; lo que importa es que queden
situados fuera de las poblaciones y esto puede conseguirse perfectamente. En cuanto a
los elementos intelectuales, estamos comprobando que no escasean en los estados: el
diputado Hilarío Medina, que no viene más que de un obscuro rincón de provincia, de la
ciudad de León, ~e nos ha revelado como un profundo sociólogo. Iguales conocimien-
tos ha de~ostrado el· señor diputado Jara en todas las cuestiones que se han debatido.
Por otra parte, me basta hacer mención de los compañeros que forman la Comisión de
reformas a la Constitución y que todos son provincianos. En el diputado Monzón he
descubierto conocimientos pedagógicos tan avanzados, como no los había llegado nunca
945
a ver en educadores de México; el doctor Román, que viene de un pueblo del Estado
de Veracruz, trae un caudal de teorías psicológicas; el diputado Recio, que viene de
Yucatán, posee conocimientos profundos sobre el problema agrario. He dejado para el
último término al diputado Múgica, porque vosotros habéis tenido ya ocasión de apre-
ciar sus facultades; el s,eñor diputado Múgica ha demostrado bastante acierto para
dar siempre con el nudo de las cuestiones y que las sabe sostener con elocuencia y con
. una firmeza de principios verdaderamente envidiable. Esto ha hecho que muchas per-
sonas que no 10 conocen me hayan preguntado si el señor general Múgica tiene un tí-
tulo prófesional. Con esto queda demostrado que en provincias hay elementos económi-
cos, lo mismo que hay elementos intelectuales. Existe el prejuicio de que sólo en la Fe-
deración hay riqueza, que sólo en la Federación hay sabios" de que sólo lo de la me-
trópoli es bueno. Es necesario destruir esa prevención, y creo, ,señores, que lo logra-
remos solamente cuando se garantice la soberanía de los estados. (Aplausos.) No se
socava la soberanía de los estados, como dice el señor diputado Macías; -cada uno de
ellos podrá tener sobre sus reos la intervención que le corresponda. Yo digo, señores,
si un régimen penal ha de ser provechoso, debe ser, ante todo, uniforme. Se necesita
antes que todo, uniformidad, porque si un penado obtiene su libertad mediante tales o
cuales condiciones, según la ley de su Estado, a los ,5 ó 10 meses y según la diversa
legislación, otro la obtiene a los dos o tres años, se va abajo el sistema penal. El señor
licenciado José N. Macías nos ha trazado un -cuadro de colonias penales, de estableci-
mientos penales, sumamente lisonjero; pero este cuadro es puramente imaginativo,
dista mucho de la realidad. Estos presidios penales, si los dejamos bajo el régimen
de la Federación, no podrán menos que estar bajo el control del Ejecutivo, porque indu~
dablemente que no podrán estar bajo el control del Congreso, estarán bajo la inspec-
ción del Ejecutivo, y aun cuando es de suponerse que tengamos nosotros en la Presi-
dencia d€' la República en lo futuro personas íntegras y rectas no hay que olvidar lo
peligroso que sería que algún Ejecutivo mal informado pudiera mandar a las Islas
Marías a un individuo indebidamente. Esto sería dar ocasión al Ejecutivo para que
pudiera agravar las penas. N o encuentro la razón de que tales presidios dependan de la
Federación. Yo acepto algunos de los principios del señor Macías; uno de los que acep-
t'o es éste: "Tenemos miedo a la libertad; apenas proclamamos un principio, y en se-
guida le ponemos restricciones". Sí, es cierto, tenemos miedo a la libertad; proclama-
mos la libertad de los estados y en seguida queremos nulificarla federalizando el siste-
ma penal. (Aplausos.)
-El C. Chapa: Deseo interpelar al presidente de la Comisión, es decir, al señor que
acaba de hacer uso de la palabra, al señor Colunga. Yo creo que la idea, tal como nos
la propone la Comisión, está de acuerdo con nosotros, ,con la descentralización de los
podere.s; que cada Estado debe tener su régimen penitenciario; pero deseo preguntar al
señor Colunga si cree posible que todos los estados tengan una penitenciaría, pues yo
creo que es más económico que todos los estados contribuyan para tener una sola peni-
tenciaría o colonia penal. Si hablo de una penitenciaría solamente, es porque resulta
más económico y se necesitarían menos empleados para cuidar a los delincuentes. Así
es que yo me permito pedir al señor Colunga, presidente de la Comisión, nQs diga si
cree posible y práctico que cada Estado tenga su penitenciaría o colonia pena1.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Múgica.
-El C. Múgica: Señores diputados: Para contestar, en parte, la interpelación que
hace el señor Chapa y aducir algunas otras razones a nombre de la Comisión, vengo a
hablar a ustedes. El asunto que se debate es, sin duda alguna, muy interesante, porque
significa que no hemos querido nosotros una violación a la .soberanía de los estados y
porque significa, por otra parte, un sueño en la forma en que lo ha pres,entado el señor
Macias. Efectivamente, señores, ¿ qué será más fácil que el Estado de Aguascalientes
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logre reunir tres o cuatro millones de pesos para hacer una penitenciaria moderna y có.-
moda para sus necesidades penales, o que la Federación mexicana invierta quince millo~
nes para una colonia penal? Yo creo que la respuesta es obvia. Es indudabJe que el
primer factor es más acequible que el segundo; es indudable que los estados de Aguas-
calientes, Tlaxcala o Colima o alguno de los de más pequefias dimensiones y de los que
con menos recursos cu·entan, podrán enajenar sus créditos y no encontrar en sus
mismos recursos naturales suficiente capital para hacer una· penitenciaría del tipo de
la que nosotros deseamos. No creéis que proceda así nada más cuando os diga que
la Federación tendrá necesidad de gastar quince o veinte millones en una colonia
penal del tipo que se necesitaría no sólo como nos la ha pintado el señor Macías, sino
la necesaria, la indispensable para tener a toda la criminalidad de la República
reunida allí en un trabajo .Jaborioso de adaptabilidad para volver al medio social.
Señores, los fundamentos que tengo para ello son estos: ¿ Sabéis cómo está el puerto
de Frontera de allá de aquel Estado que se llama Tabasco, y que está en el rin~
eón, en el pozo, como si dijéramos, de la República 1 Está completamente aban-
donado en cuestión de salubridad; está completamente abandonado en cuestión de
tráfico; no pueden penetrar en aquella barra, porque en el Gobierno federal
no ha habido el suficiente dinero para gastar unos cuantos millones de pesos en abrir
y acondicionar ese puerto para dar salida a las inmensas riquezas que hay en el Estado
de Tabasco, -en donde uno solo de SUB productos, el plátano, podría hacerlo más próspe-
ro quizá que el mismo Estado de Veracruz, que goza fama de prosperidad. Señores,
y no sólo es 'el problema de la barra el que hay en el puerto de Frontera; es el proble-
ma sanitario. Yo he venido de allí, he observado las dificultades de aquel pueblo para
comunicarse con el interior de la República por falta de vias de comunicación; no sólo
rápidas, pero ni siquiera rudimentarias existen, ni las canoas de Campeche tocan aquel
puerto. Pues bien; los barcos fruteros que le dan vida a aquella Entidad en ciertas
épocas del año, que no pueden penetrar al río Usumacinta, quedan mar afuera fondea~
dos a gran distancia, ¿ y -sabéis, señores? Esos barcos no reciben más que fruta. Los
habitantes de Tabasco, no pueden ir a conocer su país por falta de vías de comunica~
ción, difícilmente pueden ir al extranjero, porque en aquellos barcos que llevan pasa-
jeros, si los llevasen al puerto de Nueva Orleáns o al puerto de Nueva York, tendrían
que ponerlos en cuarentena a causa del estado de insalubridad en que se encuentra
aquella región, ¿ o no es cierto, señor Palavicini?
-El C. Palavicini: Es cierto todo lo que usted ha dicho.
-El C. Múgica: Pues si ese estado de insalubridad de nuestras costas se extiende
a. todas nuestras islas, ¿ cuál de nuestras islas está en condiciones habitables, cuál de
nuestras islas está visitada con frecuencia 1.; ¿ cuáles son nuestros barcos que tocarán
siquiera una vez por semana una colonia penal? ¿ En cuál de ellas se puede poner una
sola colonia pena11 ¿ Sabéis, señores, lo que pasó con aquella isla que se llama de Clip~
perton y que se nos dice nos pertenece'? Un oficial federal, en la época de la dictadura,
estuvo allí recluído más de un año, abandonado a sus propios recursos, a las incle~
mencias de todos los elementos, inclusive el hambre, porque ningún barco habia acer~
tado a pasar por las inmediaciones de la isla de Clipperton. ¿ Podremos poner una
colonia penal en esa isla, en nuestras islas del Pacífico'? ¿ O vamos a trasladar a los
hombres <le nuestras penitenciarías, de nuestras cárceles, en donde muchos de esos cri-
minales pueden regenerarse, los vamos a llevar a esas islas para que a los dos meses
de estar en aquellos lugares sucumban a impulsos de la eniermedad? No, señores; no
es realizable la idea de las colonias penales en las islas de nuestro continente, no es
por muchos motivos, porque ya toqué el principal, el económico, aquel de que nos
hablaba el señor Macías, aquel que nos ponía como una objeción el señor diputado
Chapa, y, efectivamente, esas colol1ias, esas islas no darían e1.resultado apetecido, aun
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en el caso de que estuvieran en condiciones inmejorables para ser habitadas aun en el
caso de que estuvieran cruzadas a diario por comunicaciones rápidas y siquiera pu-
diesen permitir a los penados recibir una comunicación, un recuerdo de su familia a
. ,
qUIenes mdudablemente los herirá el delito de una manera moral.
'
Porque sería enteramente injusto, enteramente contrario a nuestro modo de sentir,
a nuestra educación, porque los lazos de familia en el hombre de raza latina es ab-
sorbente, es quizá el más grande. Muchos de los revolucionarios de principios que hay
en esta Asamblea nos han dicho algunas veces: "no me fui a la revolución, por mi
familia, porque me duele dejar a mi madre y a mis hijos". Si materialmente de los
lazos de la familia nos debe arrancar el delito, cuando pudiéramos purgar un deli-
to que muchas veces se cometió por desgracia, porque hasta en los códigos está pe-
nado el delito de culpa y ese delito está castigado con más de dos años de prisión,
¿ será justo, será humano, que nuestros sentimientos los vayamos a tener muy lejos de
la patria, donde el clima es adverso, donde las enfermedades son nuestros enemigos,
donde hasta el mismo régimen mataría, mata en nosotros todo aliento y toda volun-
tad para regenerarnos? Las colonias penales serán un estigma para México si las es-
tableciéramos, porque sería contra de la educación, en contra de los sentimientos de
esta raza latina que sabe sentir. Para ya no demorar más tiempo este debate, quiero
simple y sencillamente que al votar este artículo tengáis en cuenta el primer debate
que tuvimos en esta Cámara, y en el cual dijeron ciertos señores que se trataba de
federalistas y centralistas, y entonces algún diputado dijo que cuando se tratara de la
soberanía de los estados veríamos quiénes eran más partidarios de la Federación.
(Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Terrones.
-El C. Terrones: Seño:r:es diputados: Voy a hablar en contra del dictamen, y para
ello creo de mi deber, por 10 que yo he oído, encauzar la discusión. El principal punto
del debate, a mi entender, es el siguiente: 'saber si es federalizable el establecimiento
del régimen penitenciario en el país. Es esto" a mi modo de ver, lo principal que debe-
mos resolver en el presente debate. Para esto, señores diputados, debemos tener en
cuenta circunstancias de orden jurídico y circunstancias de orden sociológico. Debemos
dejar sentado el siguiente principio: que ,el criminal debe ser considerado, como ya lo
han dicho algunos oradores, como un ser que tiene que sujetarse a talo cual tratamien-
to con el fin de hacerlo capaz de vivir en sociedad, y al vivir ,en ella, no perturbar su
equilibrio. Todo criminal, con el simple hecho de violar la ley, turba el equilibrio y ese
equilibrio es precisamente lo que la ley quiere que no se perturbe. En ese sentido yo
digo a ustedes que el criminal debe ser substraído de la sociedad y principalmente del
elemento en que se encontraba, a fin de hacerlo adaptable. ¿ De qué manera se hace
esto? Algunos diputados, y con ellos la Comisión, cometen hasta cierto punto una es-
pecie de hipérbaton, dicen que se debe establecer el régimen penitenciario con el tra-
bajo como base. Yo digo, con las simples ,palabras "régimen penitenciario" ya viene
la idea; todo aquel que haya estudiado y que sepa lo que es régimen penitenciario,
debe inmediatamente comprender que la idea del trabajo y lo que expresa el señor
diputado Jara, la de retribución de 10 que hagan los presos dentro de la 'penitenciaría,
está imbíbita; cuando decimos "régimen penitenciario", se sobrentiende infinidad de
circunstancias y de cosas, se sobrentiende un estado al cual se somete al criminal, es-
tado q)J.e quiere decir regeneración del culpable.
Hay folletos y libros expresamente escritos sobre el régimen penitenciario, y régi-
men penitenciario quiere decir, trabajo para el criminal, y en el período que le corres-
ponde, puede el criminal disponer de parte de su trabajo y hasta mandar a su fa-
milia; en fin, según la nación en que se establece; de manera que decir régimen
penitenciario, con trabajo como base o fundamento, es sencillamente poner albarda
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sobre aparejo. Ahora la cuestión es tan debatida, que ha traído a luz aquí Quintana
Roo y algunas otras dizque llamadas -colonias penales. N o son tales colonias penales
yeso es precisamente lo que define el proyecto del Primer Jefe, colonias penales
en el sentido científico de la palabra, conforme a los avances dE1 las ciencias jurídicas
social€s. De manera que si ese es un punto de controversia no creo yo que podamos
estar con la Comisión. La Comisión dice que debemos establecer el régimen peniten-
ciario con el trabajo como base; nosotros decimos: la cuestión de las colonias
penales o presidios, la palabra presidio suena un poco dura, vale más decir colonias
penales, porque eso trae en sí la idea que explicó el señor licenciado Macias. Pero
vamOs al punto principal: la cuestión de la federalización. Aquí además de los concep- .
tos de orden jurídico a que yo hice referencia, vienen conceptos de ideas sociales.
N o hay que perder de vista" ,señores, y en este sentido no estoy de acuerdo con el
señor Pastrana Jaimes. Dice el señor Pastrana que aqui, al estar discutiendo sobre
el castigo de los criminales, nos referimos a la legislación alemana, a la legislación
francesa o a las legislaciones de otras naciones, pero que para nada teníamos en cuenta
al criminaJ mexicano. Es un error, señor Pastrana; la cuestión se debe plantear de esta
manera: el criminal es uno en la humanidad, y bajo el punto de vista de la regene-
ración, no debemos salir de la ides, se le debe tratar de la misma manera aquí como
en Francia, como en Estados Unidos, como en cualquier parte. No tratamos de
vengarnos como lo da a entender el señor diputado Medina. El dice que todavía hay
cierta idea de venganza en los actuales conceptos jurídicos del castigo. N o señores; es
netamente la idea de regeneración" la idea de desenvolver, o mejor dicho, curar -como
10 han dicho ya algunos señores diputados- al culpable a fin de hacerlo ingresar
a la sociedad, si es posible hasta con un oficio o alguna ,manera de ganarse la vida.
Bien; la historia del derecho penal como ya la han tratado aquí algunos diputados, nos
demuestra simple y sencillamente q~e no debemos volver a lo de antes, a los concep-
tos antiguos, porque si tuviéramos únicamente en cuenta la idea de la pasión para
tratar con los criminales, en ese caso para nada servirían ni las ideas que emite la
Comisión; no necesitaríamos régimen ni penitenciario. Bueno; decía yo que el criminal
es uno y la sociedad debe dictar, debe hacer que se dieten medidas encaminadas a
librarse de los criminales y a procurar su regeneración. En la República, s'eñores. se
está diciendo que en los conceptos del proyecto del Primer Jefe hay federalización.
Hast~ cierto punto se tiene razón, hay federalización, pero no completa, es una
especie de semi.federalización" porque no obstante que los reos dejan materialmente de
encontrarse dentro de la jurisdicción, digamos geográfica, de los estados, por ley
siguen dependiendo de él, y no solamente esto, sino que en el proyecto dice que el
Estado -debe de contribuir pecuniariamente para el sostenimiento de los presos que
ingresen a las colonias penales, que realmente creo que es el medio más a propósito
para nuestro país y para toda la humanidad. La cuestión es también si los estados
tienen recursos suficientes para' establecer el régimen penitenciario tal como la cien-
cia lo prescribe. N o tienen, señores diputados, muchas veceS ni el número suficiente de
presos, para que pueda justificarse el gasto enorme 'que se requiere para el sosteni-
miento del régimen penitenciario, y si esto puede decirse de estados de gran extensión
y que cuenten -con recursos, con mayor razón se puede decir de los estados pequeños.
De manera que no es una federalización completa como dicen algunos señores diputa-
dos. El establecimiento de colonias penales no está al alcance de ellos; ··por ejemplo,
Chihuahua puede tener lo suficiente para establecer su penitenciaría en gran escala.
Ahora ¿ tienen el número suficiente de presos para que funcione como es debido? Aho-
ra otra cosa, señores diputados, la cuestión, una de las causas principales de la
criminalidad en México, es la falta de instrucción y la ignorancia. ¿ Quién creen us-
tedes que se preocupe más de la regeneración d-e los criminales? ¿ Es ésta una cuestión
949
de derecho público o de derecho privado? Probablemente es de derecho público. A la
nación entera interesa no solamente que se regeneren los culpables, sino que se les
im~truya. A aquellos establecimientos irán, no a trabajar dentro de la ciencia, pero
irán a instruirse muchos, a aprender un oficio y hasta quizá alguna profesión, yeso,
¿ podrán hacerlo los estados? Se referían aquí los señores diputados a ciertos provin-
cialismos, en los que estoy de acuer~o. Hay en los estados gentes muy capaces, yeso
10 atribuyen a que se ha federalizado todo; pero la principal causa de que en nuestro
país existan talentos ignorados, es la siguiente: nuestra falta de iniciativa; hay
individuos, yo conozco infinidad de genios y hasta parece que en las partes más
apartadas, quizá debido a la influencia d'e la soledad o lo que sea, donde se entregan
con más libertad a sus estudios, he visto genios, he visto lu~breras, pero ahí nadie
los saca. Si ellos tuvieran espíritu, la ambición de ser algo de alguna manera o por
medio de libros o por medio de iniciativas, podrian darse a conocer. Todo aquel indivi-
duo que se da a conocer, indudablemente que sus servicios tienen que ser utilizados,
porque un hombre que de manera tenaz quiere permanecer ignorado, sus servicios·
no serán utilizados. Vuelvo a la cuestión; creo yo de mi deber repetir que no s,e trata
en este caso de federalizar, ni 'es tampoco la intención del proyecto quitar facultades
a los estados en este sentido; se trata del castigo, no solamente del castigo sino de la
regeneración de los criminales; está interesada la nación entera, y naturalmente con
establecimientos de una o dos colonias penales en grande escala en terrenos donde pue-
dan cultivar y trabajar con diversos artículos, máquinas donde puedan estudiar, está
más al alcance de la Federación que de los estados, y en este sentido creo que nosotros
debemos desechar el dictamen de la Comisión y aceptar el proyecto tal como lo pro-
pone el ciudadano Primer Jefe.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado De la Barrera, en pro.
-El C. De la Barrera: Señores diputados: Lamento mucho no ser abogado para
tratar el asunto jurídicamente, pero yo no vengo a tratarlo con un Código Penal; vengo
a apoyar el dictamen de la Comisión con un código que yo califico de humanidad. El
sistema de colonias penales que establece el proyecto del ciudadano Primer Jefe, me
parece altamente inicuo, porque vamos a caer en esto: se dice que trata no de vengar-
se, se dice que se trata de regenerar a un delincuente, se dice que se trata de qu·· este
individuo a los dos o tres años vuelva hecho 'lm inmaculado a su hogar, y esto, señores,
sencillamente es absurdo, pues un individuo que al ir a una colonia penal a los dos o
tres años regrese a su hogar, no regresará hecho un inmaculado, regresará hecho una
momia, porque es inconcuso, todos sabemos que las colonias penales no se van a esta-
blecer en la ciudad de México, ni en Aguascalientes; se van a establecer precisamente
en las Islas Tres Marias, como lo ha dicho el señor licenciado MacÍas. ¿ Y qué clima
hay alli, señores? ¿No es preferible darle un balazo a un delincuente antes que
mandarlo allí? (Risas. Voces: ¡No! ¡No!) Pues yo así 10 creo.
-El C. Dávalos. interrumpiendo: No sabe usted geografía; las Islas MarÍas tie-
nen un clima magnífico.
-El C. De la Barrera, continuando: Por otra parte, señores, €l establecimie~to
de las colonias penales no lo creo justo, por eso en la mayoría de las capitales de los
estados existen ya las penitenciarías; si ellas no tienen todavía el régimen penitencia-
rio necesario, con una ley probablemente lo establecerán. La proposición que hace el
señor diputado Heriberto Jara también me parece muy justa, que al individuo que
ingrese a una penitenciaría reglamentada por medio del trabajo, se le pague lo que
haya trabajado. Es muy justo, porque digo yo, señores, la ley, la autoridad por medio
de la ley tiene mucho derecho para castigar a un delincuente, pero no tiene derecho
nunca para castigar a la familia de aquel delincuente. Yo me permito muy respetuosa-
mente preguntar al señor licenciado Macías, perdonándome el ejemplo qUe voy a poner.
950
Señor licenciado, haglt usted de cuenta que no es usted abogado, que no es usted dipu-
tado, que es usted un zapatero y que por -desgracia, por la constitución física dé usted,
por lo que usted guste y mande, cometió usted un delito y lo mandan a la colonia
H o R. Ahí indudablemente, como esas colonias no e,stán establecidas para el 1Q de
abril que va a regir la Constitución, va usted ahí a surcar el campo. Usted es zapatero
y lo mandan a treinta leguas de su hogar, donde tiene su familia. ¿ Qué derecho tiene
la autoridad para privar a la familia de usted de lo que puede ganar en una peniten-
ciaría en la población donde ella est~ '? Es bastante castigo privar a un individuo de la
libertad, pero que no se le mande a veinte o treinta leguas de distancia.
-El C. Ibarra: Pido que el señor licenciado Macías tenga la bondad de contestar
las objeciones que se han hecho a las ideas que él ha expresado aquÍ.,' Más de cuatro o
cinco personas han hablado en contra de las ideas que él ha sostenido. N o hemos oído
en pro de] proyecto del ciudadano Primer Jefe hablar más que al señor Macías, y yo
creo que debe contestar a las objeciones que se han hecho. Por consiguiente, me parece
racional que el señor Macías hable para ilustrar a la Asamblea.
_El C. Silva: Por conducto de la Presidencia, suplico al señor Macías se sirva
contestar a 10 que s'e ha dicho por .los oradores en contra, con relación al proyecto a I
discusión.
-El C. MaCÍas: Antes que nada, permitidme dirigir una calurosa felicitación a mi
compatriota el señor Medina, que se ha revelado como un gran jurista y como un
verdadero hombre de ciencia. Me siento orgulloso de tener un paisano tan inteligente
como hoy se ha revelado. (Aplausos.) Cuando se trata, señores, de exagerar los defec-
tos de una cos~ es muy, fáci-l, y entonces se olvidan por completo las circunstancias en
que esa cosa va a realizarse; en el proyecto del ciudadano Primer Jefe se habla de co-
lonias penales, y no se dice que esas colonias penales serán en climas insalubres, ni se
dice, tampoco, que se colocarán en tales lugares, y esto tampoco podría decirse en la
Constitución; la Constitución no hace más que establecer un -sistema, el de colonias
penales, colonias penales o presidios fuera de las poblaciones, que el ciudadano Primer
Jefe, después de un estudio detenido, ha considerado superiores al régimen peniten-
ciario. Mi distinguido compañero el señor licenciado Medina nos decía: "el progreso
no se verifica de un golpe". Es cierto, la evolución de los pueblos es sumamente lenta,
gradual, y no es igual, porque los movimientos del cuerpo social son exactamente
como 10'8 movimientos que se verifican en cualquiera otro cuerpo, no son enteramente
iguales, sino que son enteramente sucesivos y necesarios, no como 10 decía mi distin-
guido compañeroj el ejemplo que él puso es exacto; no obstante que el vehículo más
fácil y más cómodo para la locomoción es actualmente el automóvil, no han desapare-
cido los coches, t digo más todavía, no han desaparecido las carretas, y todavía agrego,
todavía no han desaparecido los burros. (Risas.) De manera que ahora· todavía tenemos
como medio de locomoción lo que llama el vulgo "caballo de San Fernando: ratitos a
pie y ratitos andando". Tenemos en segundo lugar el burro, tenemos en tercer lugar la
carreta, que ya es otro progreso, porque en su época fue un progreso sobre el burro,
que fue de los primitivos; pero cuando vino la carreta no acabó el burro, ni acabó tam-
poco el transporte a pie; de manera que los tres han coexistido, como coexisten ahora.
Primero vino un carruaje muy vulgar, luego se transformó en otro coche más cómodo,
después vinieron esos coches que vienen de Francia, tan elegantes que verdaderamente
eran un primor y que ya van desapareciendo. Viene ahora el automóvil y después ven-
drá, el aeroplano y después no sé qué se inventará para transportar al individuo de
un lugar a otroj pero no todos pueden proporcionarse estos vehículos de la tnisma
manera que en progreso de las naciones; tienen ustedes en México personas altamente
inteligentes, profundamente ilustradas, capaces de competir con 10 mejor que tiene
951
Europa, no obstante que aquellas naciones tienen una antigüedad sumamente grande
en relación con México.
México tiene hombres de alta intelectualidad que pueden hacerle honra a la Repú-
blica, pero al lado de eso.s hombres, tienen ustedes medianías, y al lado de esas media-
nías tienen ustedes al indio que está casi en el estado salvaje o por lo menos en los
límites del estado salvaje, de manera que ya ven ustedes que el progreso no es entera-
mente igual; ojalá que el progreso de las naciones se verificara de una manera igual,
no es posible verificar el progreso de las naciones de una manera uniforme, porque la
evolución .se verifica primero en unos, luego desciende a otro grado, después a otro
más inferior, y así sucesivamente, hasta dejar a los que están casi en el estado en que
estuviertm los pueblos primitivos, y por eso dicen los sociólogos: ¿ qué pasa con los
pueblos? vienen a ser el retrato de todas las épocas pasadas, porque hay allí los re-
presentantes de épocas sumamente atrasadas, como en materia de vehículos hay los
representantes de la época actual y de las épocas que .sucesivamente han venido des-
arrollándose y que retrocediendo nos ha-cen llegar hasta la época primitiva. El sistema
penitenciario, y yo no quise entrar a hacer exposiciones de estos sistemas basándome
en consideraciones científicas, citando autores, porque me dirijo a un parlamento, a
un grupo de diputados y no a un grupo de hombres científicos; por eso he empleado
un lenguaje sumamente sencillo, desprovisto de términos científicos, sino que he to-
mado la forma más sencilla para hacerlas más comprensibles, porque como estas son
materias científicas bastante profundas, es necesario bajarlas al nivel de todas las
inteligencias, porque aun cuando hay aquí personas sumamente ilustradas, la mayor
parte no entiende cosas de derecho y es necesario poner las cosas al alcance de todas
las inteligencias, para que todos se den cuenta de las cuestiones que se tratan. Así,
pues, al hablar de los sistemas penales y de las bases en que han descansado, he dicho
a ustedes, el sistema primitivo fue el sistema de la venganza, era la venganza en su
forma primitiva, cruel y brutal que la ejercía el mismo a quien se ofendía.
En el derecho primitivo no había juez penal a quien se entregara al delincuente,
sino que lo -castigaba el mismo que era víctima, y de allí resultaba que 10 que era
delito contra un individuo, era considerado como un delito contra toda la tribu, y la
tribu tenía derecho a vengarse no sólo en el delincuente, sino en los miembros de su
familia. Era el sistema de venganza, esta es la forma más clara en que puede pre-
sentarse la cuestión. Esa forma prevaleció 'durante mucho tiempo. El primer paso que
~ dio fue que, para evitar las luchas entre las tribus, porque el enemigo estaba siem-
pre enfrente y las tribus estaban unas contra otras, porque estaban ordinariamente
formadas de parientes e hijos que en fechas no remotas habían tenido un origen
común, y se consideraban entonces ligadas y convenían en que el más anciano de la
tribu fuera el patriarca, fuera el que dirimiera esas controversias, pero era siempre
el sistema de la venganza el que prevalecía. Sobre todo, cuando se cogía a un delincuen-
te, no había compasión para él, se le sometía a toda clase de tormentos. Cuando las
sociedades adelantaron, cuando vino la sociedad propiamente dicha, entonces vino apa-
reciendo la necesidad de la autoridad y para 'evitar el desorden y trastorno, ya
entonces vino el derecho del antecesor, del jefe, del superior para poner las penas;
pero era siempre el sistema de venganza, porque para hacer confesar al delincuen-
te su delito, se le daba tormento. Había cometido un ase,sinato y se le mataba o se le
mutilaba o se le marcaba o se le estigmatizaba con objeto de que se viera por todas
partes que aquel hombre habia cometido un delito.
Filosóficamente, ¿ cuál era el fundamento de esto? Esto ameritaría disquisiciones
filosóficas muy extensas para darlas a conocer en un Parlamento. Este sistema que se
exageró, sobre todo en la edad media, vino a dar después resultados fatales. Todos los
delincuentes estaban hacinados en las cárceles; no se les tenían consideraciones de
952
ninguna especie; y no se les procuraba ilustrar, ni siquiera se les trataba con las con-
sideraciones de una bestia de carga, porque a las bestias de carga se les cuidaba por-
que podían ser útiles.
U stedes han de conocer la obra de Goldsmith, que se llama "El Vicario de Walk-
field", y ahí encontrarán ustedes la descripción más viva y a la vez más triste del
estado dp las prisiones en Inglaterra, que causaban verdaderamente, lástima, puesto
que todos aquellos seres humanos estaban sometidos a los más crueles tormentos y
torturas. Esto demuestra a ustedes cómo se trataba a los presos. Este sistema nos lo
dejaron perfectamente establecido los españoles; nosotros, al hacernos independientes
de ellos, heredamos de ellos los azotes, la mutilación, heredamos las marcas y por eso
todavía los constituyentes de 57 tuvieron que establecer la prohibición terminante de
todo lo anterior, que de otro modo no se explicaría. Ese precepto yo deseaba que hu-
biera desapal'€cido del proyecto de Constitución y le decía al señor Carranza: "ya no
hay azotes", y él decía: "hay que recordar esto, porque pueden surgir los cacicazgos; a
pesar de los esfuerzos de la revolución para marcar un límite a la autoridad, puede
haber nuevos tiranos"; y por eso ha quedado el artículo, pero éstos acabarán de des-
aparecer con el proyecto si se aprueba' el artículo 20, porque este artículo viene entre
las garantías nuevas que consagra al prohibír que -se impongan corre~ciones, que se
den torturas para obligar a confesar a los reos, y por eso da como una garantía que
no se puede obligar al que declara que confiese, porque reconoce que nadie está ,?bli-
gado a acusarse a sí m,ismo. De manera que hasta allí llega la consagración de esas
garantías. El sistema penitenciario, ¿ llena su objeto? -nos dice el señor licenciado
Medina-; sí lo llena. Es claro qu'e si no admiten el sistema de colonias penales,
indudablemente que lo .más adecuado es el sistema penitenciario, p~ro yo digo a us-
tedes, señores diputados, que en México no se ha llegado a establecer el sistema
penitenciario absolutamente, sino unas caricaturas ridículas del sistema penitencia-
rio que hacen iguales esas prisiones a las que existían antes de la Independencia. Son,
y si- ustedes alguna vez visitaron la cárcel de Belén, y si en estos momentos van uste-
des a visitar la penitenciaría, salen ustedes verdaderamente conmovidos de la situa-
ción que guardan las gentes allí. Esa penitenciaría no está hecha más que para 1,500
personas y ahora tienen ustedes asiladas en esa penitenciaria a más de 4,000 personas.
De manera que los seres humanos están v.erdaderamente hacinados, es una cósa que
parte el corazón ver aquella situación, es un tormento el que esa gente está ..recibiendo
allí, y si van ustedes a consagrar el sistema penitenciario, van a autorizar esoS siste-
mas, que son crueles. Las colonias penales no las va a establecer el Ejecutivo, no van
a depender del Ejecutivo; ese es el error. Indudablemente que si ustedes van a dejar
al Ejecutivo la elección, él dirá dónde se ponen esas colonias; probablemente podrá
haber una idea de venganza para llevar allíl como decia el señor diputado Jara, a los
periodistas, a los politicos. Todo esto es cierto: si vamos a consagrar un régimen dic-
tatorial, esto es enteramente cierto, pero no va a ser este el sistema; 10 va a establecer
el Congreso de la Unión. El Congreso de la Unión es el que va a decir dónde se van
a establecer esas colonias COn todos los requisitos que exige la cienda para que den
resultado. Ahora, si el Gobierno que vamos a tener después de esta Constitución, va
a ser igual que 10s anteriores, les digo a ustedes que entonces estamos perdiendo el
tiempo y saldría mejor irnos a nuestras casas." porque de seguir la dictadura, ,segui-
rán los males que la misma trae consigo. Pero no es ésta nuestra creencia; nos
suponemos que va a venir algo mejor y por eso es que tratamos de establecer este
sistema. En cuanto a la soberanía de los estado,s, el argumento que se ha esgrimido
no puede convencernos; la soberanía de los estados no se perjudica absolutamente en
nada. Cuando ustedes se desprenden de uno de sus hijos, de esos seres que les SQn tan
queridos y de los cuales no quisiera uno desprenderse nunca, para que vaya a un
953
colegio a México, no van a decir que rompen todo vínculo con él; tienen ustedes co-
municación, y aunque esté 'Sometido al régimen del colegio, no deja de depender de
ustedes; lo mismo va a pasar con los presos que se mandan a esas colonias. Con la
remisión de los presos a las colonias, en nada se menoscaba la soberanía de los es-
tados, porque los jueces de los estados serán los que concedan la libertad preparatoria,
los jueces de los estados serán los que fijen las condiciones en que ha de obtenerse
esa libertad; los encargados de la prisión, que serán los empleados del Gobierno
federal, únicamente harán las constancias necesarias para decir: este reo se ha
portado bien, puede pasar ya a tal estado o bien puede pasar del primer período al
segundo o al tercero, porque los sistemas éstos tienen la ventaja de adaptarse. Ahora
nos dicen: ¿ van ustedes a mandar a Quintana Roo a los otros? Eso, como dije, está
muy bien, pero como es la ley la que ha de establecer los sistemas de las colonias
penales y se les ha dicho a ustedes que en realidad en esas colonias el Congreso de
la Unión tomará las precauciones necesarias para que se empleen los sistemas, sen-
cillamente porque el presidente de la República no es el que las va a establecer, sino
que es la ley, en ese caso tendrán que las colonias penales no se establecerán en Quin-
tana Roo ni en lugares insalubres, sino en lugares convenientes; se fijarán condenas
en las que se fije el sistema de reclusión y el de trabajo, así como que las familias pue-
den ir a ver a los penitenciarios en determinado tiempo, porque si va a dejarse en
cualquier sistema, y sobre todo, si va a establecerse el sistema penitenciario, ese sis-
tema tiene que ser el de reclusión y el de trabajo común, no crean ustedes que hay
otro sistema penitenciario, tiene que ser el de reclusión o el de trabajo común, y en
cualquiera de esos sistemas y suponiendo que no haya penitenciarías como la de
México, que es fatal, infernal, detestable, que merezca que se destruya, aunque se
pierdan los millones que se gastaron, digo a ustedes, señores, que no habremos adelan-
tado nada, absolutamente nada; pero al establecer las colonias penales, entonces y,a la
ley vendrá a decir en qué épocas podrán recibir los penados su cgrrespondencia,
aunque no sea todos los días. Los sistemas penales penitenciarios son muy estrictos,
no dejan entrar las cartas y periódicos, sino en determinados días; de lo contrario, el
sistema penal era inútil. De manera que deben tener ustedes en cuenta esto.
El señor general Calderón suplicaba al señor Múgica que hiciera algunas explica-
ciones y, en mi concepto, tiene razón el señor Calderón al exigir tales ilustraciones
sobre el particular. Es éste un punto técnico de orden jurídico y el señor diputado
que me precedió en el uso de la palabra, decía que había de decirse si se trataba de
prisión preventiva, y así lo decía el señor Pastrana Jaimes. Esto, señores, es discutir
sin ver el proyecto, sin ver el sistema jurídico. N o hay más que un sistema, porque
obedece a una ley fundamental, porque no vamos a hacer un mosaico, porque hay gran
diversidad de sistemas, y el Código que salga de esta Cámara debe obedecer a un sis-
tema y no debe ser un mosaico. Al señor Pastrana J aimes digo que no se ha fijado
su señoría en que no se trata aquí de la prisión preventiva. La prisión preventiva
está en un artículo anterior y el artículo que se discute es el 16, que se refiere al
libramiento de la orden de prisión, y ya volvimos, a discutir el punto bajo otro aspecto.
Pero aquí en el artículo 16, se trata de la orden de aprehensión para detener al
acusado. Aquí se trata de la prisión para hacer efectiva la pena, y al hablar de esto,
dice: el lugar en que se haga efectiva la pena, debe ser distinto del de la aprehensión.
Se trata de evitar que individuos que tienen en su favor el ser inocentes, vayan a ser
confundidos con criminales cuya sentencia ya ha causado ejecutoria. De manera que
aquí se trata de la prisión para dictar la pena y en el artículo 16 se trata de la prisión
preventiva. De manera que son cosas enteramente distintas. Yo creo que con esta ex-
plicación verá la Cámara que no se trata de atacar la soberanía ni de centralizar.
Se trata de introdu~ir una mejora que ponga una ley en circunstancias de poder es-
954
tablecer un sistema penal que no tenga los vicios del actual. Voy a hacer una última
consideración, y es esta: Con los millones de pesos que den los estados, cuesta menos
el establecimiento de un régimen penal completo, enteramente moderno, hecho por la
Federación. Los estados no tendrán que pagar gastos de los reos, etc., sino en el
caso de que el trabajo de los reos no produzca lo necesario. El señor diputado Terrones
dijo con toda razón: al. decir régimen penitenciario se quiere decir que el trabajo
de los presos pertenece a ellos; todo lo que los presos trabajan y todo 10 que ganen, es
para ellos; de manera que el trabajo en el sistema penitenciario, lo mismo será en
colonias penitenciarias, será también para los reos. De este trabajo se tomará 10 nece-
sario para mantenerse el reo, porque es necesario que viva y que no sea una carga
para la sociedad. El señor diputado Jara, con ese altruismo que tiene viene a decir que
se le pague; pues estaba lucido el Estado si tuviera que pagar un salario mínimo o má-
ximo a todos los que cometieran un delito; todo el mundo iría a la prisión porque allí
tendría segura la paga, sería una ganga delinquir, como decía un ebrio consuetudinario
de México, que estaba un día sí en "la prisión y otro día no, y algún día le preguntaron
a ese hombre: "di, ¿no te cansas?"; él·conestó: "¿cómo me iba a cansar si la nación
me mantiene? Salgo un día, algún amigo me invita a tomar una copa, me emborracha,
y vuelvo a la prisión; me vuelven a poner en libertad, pero yo vuelvo a fuerza al día
siguiente, porque el Estado me ha de manténer". De manera que entonces no sólo lo
ha de mantener, sino que, además, le ha de dar su sueldo, y ha de haber tribunales de
arbitraje y todas esas defensas que tienen los obreros contra el capital. Entonces ya
el sistema penitenciario es Jauja, es la gloria eterna. ¿ Qué más quisieran los hom-
bres honrados, ya no digo los delincuentes? Una última observación para concluir.
Decía el señor diputado Medina que no debemos tener sueños, y es la verdad; no de-
bemos soñar, debemos buscar para el pueblo mexicano lo más alto, 10 más elevado;
yo quiste.ra para todos los mexicanos una ilustración que los hiciera unos Spencer,
los hiciera Augustos. Si me da tanto gusto encontrar a un culto e inteligente paisano
mío, hijo de una tierra a quien yo quiero tanto, ¿ cómo no me daría gusto ver a todos
los mexicanos convertidos en unos Lombrosos? j Entonces no tendríamos revolución
ni odios, porque llegaríamos a un estado en el que todos podríamos vivir sin lastimar
a nadie!
Pero, señores, esto es, sencillamente, un sueño; mientras que lo que propone aquí
el Primer Jefe, no es un sueño, es una cosa perfectamente realizable. Mañana que
todos los Estados estén en posibilidad, por sus recursos pecuniarios, por su población,
como decía el· señor diputado Terrones, de mantener esas colonias penales, tengan
elementos para sostenerlas como lo hacen Nueva York, Pensilvania, Illinois y mu-
chos otros Estados de la Unión Americana, entonces sí, señores, le quitamos a la
Federación el trabajo de que vaya a atender esas colonias; pero ahora vamos ha-
ciendo lo posible porque se regenere el delincuente, es decir: vamos a poner a todos
los delincuentes mexicanos, que la mayor parte lo son por miseria, por herencia, por
educación, por falta de educación que nunca se les da ninguna, la necesaria para sa-
tisfacer las condiciones de la vida, que nunca se les hace comprender y convencerse
de las grandes ventajas qUe tiene la sociedad, que es la sociedad la que hace poderoso
al individuo, entonces, señores, ya podemos decir que los Estados vengan a desem-
peñar esta función. Por ahora hagamos lo posible, y a ustedes se los digo con toda
sinceridad, no por defender el proyecto del Primer Jefe, si yo soy el primero en con-
fesar que hay muchos huecos en el proyecto y ya lo verán ustedes cómo de la mejor
forma y de la manera más amigable, les señalo algunos defectos. Han dicho que ve-
nimos aquí a defender seguramente el proyecto del Primer Jefe; esto no es verdad;
lo ayudamos y lo seguimos de una manera desinteresada, no tenemos ningunos mé-
ritos absolutamente, pero no queremos que haya intrigas y ya verán ustedes cómo
955
nosotros mismos les decimos: el Primer Jefe se quedó atrás aquí por circunstancias
que él se explica y que él podrá decir a ustedes por qué no quiso proponer la reforma,
porque en muchos casos me dijo: "e}3to 10 hará la Cámara". De manera que no vengo
yo a sostener incondicionalmente el proyecto.
Les doy mi palabra que al sostener eso de que las colonias penales son muy su-
periores a las penitenciarías, es la verdad. Ojalá que no fuera el tiempo tan urgido,
para que visitaran ustedes la mejor penitenciaría de la República, que es la de Mé-
xico, y aseguro a ustedes que saldrían de allí, perdonen la palabra, saldrían ustedes
asqueados de ahí y deseosos de no comer en muchos días, por no recordar 10 que
habían visto. (Aplausos.)
956
SESION DE COLEGIO ELECTORAL
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA TARDE DEL MARTES
26 DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
-El C. prosecretario López Lira: Hay una asistencia de 140 diputados. Hay
quorum.
-El C. presidente: Se abre la sesión.
-El C. secretario Truchuelo: Por acuerdo de la Presidencia, principia la sesión
del Colegio Electoral, para después continuar con la sesión ordinaria.
-El mismo C. secretario: (Leyó el acta de la s€sión anterior del Colegio Elec-
toral.) Está a discusión. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación eco-
nómica, ¿ se aprueba? Aprobada.
-El C. secretario Lizardi: (Da cuenta de que se ha recibido un escrito de
prot'esta subscripto por el C. Salvador Saucedo, y que para lo que haya lugar se
turna a la Comisión de Peticiones.)
957
2
-El mismo C. secretario: "Es válida la elección del C. doctor Narciso Gon~
zález como diputado suplente por el 3cr. distrito de Zacatecas". Está a discusión.
¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica, ¿se aprueba?
Aprobado.
-El C. presidente: (Hace la declaratoria respectiva.)
-El mismo C. secretario: "Es válida la elección de los CC. licenciado Fernando
Moreno y Antonio Chávez Ramírez, como. diputados propietario y suplente, res-
pectivamente, por el 4Q distrito de Zacatecas."
Está a discusión. Las personas que deseen hacer uso de la palabra, se servi-
rán pasar a inscribirse. ¿ Se aprueba?
-El C. López Lira: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano López Lira.
-El C. López Lira: Para hacer una interpelación a la ComisÍón· de Poderes.
Si mi memoria no me es infiel, el señor Fernando Moreno subscribió un ocurso;
dirigido al Congreso Constituyente, en compañía de otro diputado por Zacatecas,
respecto a que estaban comprendidos en el artículo 49; no recuerdo bien ... desearía
que la Comisión se sirviera ilustrarnos sobre este particular.
-El C. Silva: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Silva.
-El C. Silva: En el acta que se acaba de leer, aparece aprobada la credencial
del señor Fernando Vizcaíno. Tengo conocimiento de que la Secretaria de Guerra
no le ha dado permiso para venir al Congreso. Su suplente, el señor ingeniero Cle-
mente Allande, murió el mismo día en que se hizo la elección, quedando, por lo
tanto, acéfalo el puesto. Dejo al criterio de la Asamblea lo anterior, para que se
sirva resolver 10 que estime conveniente.
-El C. Reynoso: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Reynoso.
-El C. Reynoso: Ciertamente que el doctor Moreno ha dicho aquí mismo que
él ha servido a Huerta durante largo tiempo, y si alguno que otro convencionista
hay entre nosotros, después de todo éstos han sido revolucionarios, pero un hom-
bre que ha servido a Huerta, no creo que deba permanecer aquí.
-El C. secretario: Por acuerdo de la Presidencia se pregunta si tiene algo
que informaf sobre el particular algún ciudadano diputado.
-El C. Dyer: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Dyer.
-El C. Dyer: El suplente del doctor Moreno acaba de morir en Zacat.ecas; en
consecuencia, se quedaría sin representante el 49 distrito electoral de Zacatecas si
no se aprueba la candidatura del señor Moreno.
958
-El C. Reynoso: Que informe la Comisión sobre el particular.
-=-El C. Pastrana Jaimes: La Comisión únicamente dictaminó en vista de los
documentos que se le presentaron y de ninguna manera podía haberlo hecho sobre
documentos que no tuvo a la vista.
-El C. Reynoso: Suplico a la Pre'Sidencia ,que aplace la discusión de esta cre-
dencial mientras la Comisión no tenga todos los documentos indispensables.
-Un C. secretario: ¿ Se toma en consideración la moción suspensiva del señor
Reynoso? Los que estén por la afirmativa, se servirán poner de pie. Está a dis-
cusión la moción suspensiva. Los que quieran hacer uso de la palabra pueden pa-
sar a inscribirse.
-El C. Limón : No hay mayoría.
-Un C. secretario: En concepto de la Presidencia sí hubo mayoría, y como
quiera que los que aprobaron la moción suspensiva serán los mismos que la vota-
rán, en tal virtud se pone a votación la moción suspensiva. Las personas que la
acepten, se servirán poner en pie. Aprobada. Vuelve a la Comisión para que se sirva
modificar su dictamen.
959
23' SESION ORDINARIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA TARDE DEL MARTES 26
DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
l.-Se pasa lista. Se abre 1,3 sesión. Se lee y aprueba el aeta de la anterior. El C.
Avilés inf6rma &cerca de su comisión y lo. mismo hAce el C. Verástegui. Se da
cuenta con los asuntos en cartera, y se "leen los dictámenes números 50, 51,
52 Y 53, fijándose día para su discusión.
2.-Puesto a discusión, el dictamen sobre el artículo 39, se reserva para su votación.
3.-Se pone a discusión y se reserva para su votación el artículo. 40.
4.-Puesto a discusión el artículo 41, se hace UDa moción suspensiva y se aplaza
la discusión.
5.-Puesto a discusión el dictamen acerca del artículo. 42 y no. habiendo. sido. obje-
todo, se procedió 3 la votación nominal de los tres artículos citados, siendo. apro-
bados por unanimidad.
6.-Puesto a diS(!usión el dictamen sobre el Ill"tícuIo 5~ se abre el debate, hablando
en contra los CC. Lizardi, Martí, Victoria, von Versen y Pastrana Jaimes y en
pro los CC. Andrade, Jara, Zavala Dionisio y Manjarrez.
7.-Se acuerda que se suspenda la discusión para mañana y se levanta 'la sesión.
-El C. proseeretario López Lira: Hay una asistencia de 140 ciudadanos dipu-
tados. Hay quorum.
-El C. presidente: Se abre la sesión.
-El C. secretario Truchuelo: (Lee el acta de la seSlOn anterior.) Está a dis-
cusión. ¿ No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica, ¿ se aprue....
ha? Aprobada.
-El C. Avilés: Pido la palabra para dar cuenta de una comisión.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano 'Avilés.
-El C. Avilés: No dí cuenta con más oportunidad de la comisión que se me
confió para dar el pésame al compañero diputado Pérez, debido a que al compañero
de comisión, licenciado Rivera Cabrera, no lo pude encontrar; tengo noticias de
que está enfermo. Así 'es que yo solo cumplí con la comisión de dar el pésame al
961
señor diputado Pérez por el fallecimiento de una persona de su familia. El mismo
señor licenciado Pérez me encargó hiciera presente a esta honorable Asamblea su
profundo agradecimiento por la deferencia que para él se tuvo.
~El C. presidente: La Mesa Directiva agradece la eficacia con que la Comi-
sión desempeñó su cometido.
-El C. Verástegui: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Verástegui.
-El C. Verástegui: A nombre de la Comisión encargada de mandar deposita1'
una corona en el monumento del general MoreIos, erigido en San Cristóbal Eca-
tepec, manifiesto a esta honorable Asamblea que hasta ahora no hemos recibido
contestación oficial del señor gobernador del Distrito, a quien nos dirigimos enco-
mendándole este asunto; pero por la prensa sabemos que, en efecto, fue enviada
oportunamente la corona a su destino, depositándose a nombre del Congreso Com,-
tituyente. Nuevamente nos dirigimos al señor gobernador del Distrito para que nos
diga el importe de la ofrenda floral.
-El C. presidente: Se le dan las gracias a la Comisión.
-El C. seeretario Lizardi da cuenta con los siguientes asuntos en cartera:
Un telegrama de felicitación que envía al Congreso el persona] de la Jefatura
de Hacienda de Pachuca.-De enterado con agradecimiento.
El C. diputado Antonio Gutiérrez solicita licencia por cinco días para ausen-
tarse de la ciudad de Querétaro.-Se concede.
-El mismo C. secretario da lectura a los dictámenes de la 2~ Comisión do
Constitución, referentes a los artículos 50, 51 y 53 del proye('to relativo.-Imprí-
manSe y a discusión el día 27 de los corrientes.
(Asimismo lee el dictamen de la mayoría de la propia 2~ Comisión, referente
al artículo 52, y el voto particular subscripto por los CC. diputados Jara y Me-
dina.-Imprímase, y a discusión el día 28.)
962
mano en su lucha con los poderes opresores, principalmente de la Iglesia y de los
reyes. «El concepto de la soberanía es esenciahnente histórico», dice George Jellineck,
en su obra «El Estado moderno y su derecho», y, efectivamente, su formación ha
tenido diversas etapas.
"Desde que la Iglesia se erigió en el poder supremo que regía todos los órde-
nes de la vida social en todos los pueblos, y que disponía a su capricho del Gobierno
y de la suerte de estos mismos pueblos, se inició una vehemente reacción en contra
de estas tiranías, primero de parte de los reyes, representantes de los pueblos.
Los reyes sostenían la integridad de sus derechos temporales que enfrentaban con
la Iglesia, a la cual solamente querían dejar el dominio espiritual. Esta lucha, fe-
cunda para los pueblos, es la que llenó todo ese período histórico que se llama de la
edad media, y su resultado' fue el establecimiento de dos poderes esencialmente
distintos: el poder temporal y el poder espiritual. Paralelamente a este movimiento
se iniciaba por los tratadistas de Derecho Público, quienes, con Jean Bodin crearon
con su signifación especial la palabra «soberanía», para indicar (super omnia)
el más alto poder humano; y posteriormente, debido a la labor filosófica del siglo
XVIII, concretado en sus postulados esenciales en la célebre obra de Juan Jacobo
Rousseau, «El contrato socia!», la soberanía, esto es, el poder supremo, se reconoció
a los pueblos. Esta concepción sirvió de base, como lo hemos dicho en un principio,
a todos los regímenes políticos que se refonnaron radicalmente por la gran revo-
lución francesa de 1789, en que invariablemente las Constituciones políticas escritas
que comenzaron a darse las naciones revolucionadas también por aquel gran movi-
miento, consignaron el dogma de la soberanía popular de tal manera, que es consi-
derada hasta la fecha como la base esencial de los regímenes democráticos.
"Este principio contiene diversos artículos que le son propios: la soberanía es
ulla, inmutable, imprescriptible, inalienable. Siendo el pueblo el soberano, es el que
se da su Gobierno, elige sus representantes, los cambia según sus inteTeses; en una
palabra: dispone libremente de su suerte.
"La Comisión no desconoce que en el estado actual de la ciencia política. el
principio efe la soberanía popular comienza a s'er discutido y que se le han hecho
severas críticas, no solamente en su contenido propio, sino aun en su aplicación;
pero en México, menos que un dogma filosófico es el resultado de una evolución
histórica, de tal manera, que nuestros triunfos, nuestras prosperidades y todo aque-
llo que en nuestra historia política tenemos de más levantado y de más querido,
se encuentra estrechamente ligado con la soberanía popular. Y la Constitución,
que no tiene por objeto expresar los postulados de una doctrina política más o
menos acertada, sí debe consignar los adelantos adquiridos por convicciones, que
constituyen la parte vital de nuestro ser político.
"En virtud de estos conceptos, la Comisión propone a vuestra soberanía se
apruebe el artículo 39 del proyecto, que está concebido en los siguientes términos.
así romo el lugar en que se encuentra en nuestra Oarta Fundamental.
"TITULO Il
"SECCION PRIMERA
"De la soberanía nacional y de la forma de Gobierno
963
l/Sala de Comisiones.-Querétaro de Arteaga, 25 de diciembre de 1916.-PauUno
Machorro Narváez.-Heriberto Jara.-Agustín Garza González.-Arturo Méndez.
~ Hilario Medina."
Está a discusión. Las personas que deseen hacer uso de la palabra en pro o
en contra, se servirán pasar a inscribirse. ¿ No hay quien haga uso de la palabra?
Por acuerdo de la Presidencia se reserva para su votación juntamente con otros
artículos que no sean' discutidos.
3
El dictamen de la Comisión, referente al artículo 40, dice:
"Ciudadanos diputados:
"El artículo 40 del Iproyecto, exactamente igual al de igual número de la Constitu·
ción, consagra el principio federalista tan íntimamente ligado con las glorias del partido
liberal. La idea federalista era la bandera de los avanzados, como la centralista la de
los retTógrados y su establecimiento entre nosotros ha sido el resultado de una evolu-
ción política e histórica que se hizo indiscutible' después de la Guerra de Reforma.
"Sin pretender consignar los argumentos en pro y e~ contra cambiados entre
los partidarios de uno y otro régimen, solamente haremos mención de aquel que, por
tener más apariencias de seriedad, es sostenido aún en la fecha -por personas de cierta
ilustración. Dicen éstas que el federalismo entre nosotros es una institución que por ser
imitada del régimen ,político de los Estados Unidos de Norteamérica, es artificial;
que como antecedente histórico, la colonia de Nueva España formaba un régimen central
sin entidades políticas independientes, las cuales fueron creadas por la Constitución
federal de 1824.
"A lo anterior contestaremos con un distinguido publicista mexicano, que tal
razón «supone que la Federación, como régimen, no tiene más que un origen, lo que
es evidentemente falso. El sistema federal, lo mismo que el Gobierno hereditario, o el
régimen de las democracias, puede tener orígenes históricos muy diversos, y la razón
de su adopción es el estado del espíritu público en un país que no se deduce siempre
del régimen a que antes haya estado sometido. Si así fuere, habría que confesar que
Iturbide tuvo razón para fundar una monarquía en México, puesto que la Nueva
España estaba habituada a ese régimen, cuando pl'ecisamente tenemos el notable fenó-
meno que podríamos llamar de sociología experimental, de que todas las colonias
hispanoamericanas adoptaron el sistema republicano al independerse y que todos los
ensayos de monarquía en América han concluido con fracasos.»-Rabasa, «La Cons·
titución y la dictadura», página 103.
"El ilustre presidente de la Comisión de Constitución de 1857, el señor Arriaga,
en la exposición del proyecto respectivo, después de consignar la conveniencia o incon·
veniencia del federalismo y del centralismo, defendió victoriosamente y para siempre
el primero, declarándose por el régimen de la libertad. Y ahora que la ciencia política
señala como un ideal para el Estado la fórmula «Centralización política y descentraliza·
ción administrativa», adoptando el régimen federal nos ponemos en condiciones de
realizarlo asegurando a los Estados el self government, esto es, su gobierno y su vida
propio's."
Por lo expuesto, la Comisión tiene el honor de proponer al honorable Congreso
Constituyente, apruebe el artículo 40 del proyecto en los siguientes términos:
"Artículo 40. Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República repre·
sentativa, democrática, federal, compuesta de Estados libres y soberanos en todo lo
concerniente a su régimen interior; pero unidos en una Federación establecida según
los principios de esta ley fundamental."
"Sala de Comisiones, Querétaro, diciembre 25 de 1916.-Paulino Machorro N arváez.
Heriberto J ara.-Agustín Garza González.-Arturo Méndez.-Hilario Medina."
964
Está a discusión. Las personas que deseen hacer uso de la palabra, se servirán
pasBr a inscribirse. ¿ N o hay quien haga uso de la palabra?
-El C. López Lira: Suplico atentamente a la Comisión se sirva ilustrarme sobre
este particular: si no es conveniente poner en el artículo 40 algo relativo al Municipio
Libre, que es una de las conquistas de la revolución, y decir, por ejemplo: "es voluntad
del -pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, federal,
compuesta de Estados libres y soberanos, en todo lo coneerniente a BU régimen inte-
rior, etc., que tengan como base de su organización política el Municipio Libre."
Pregunto si eS pertinente o si es bastante con que esté consignado en el artículo 115.
-El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.
-El C. Machorro Narváez: La Comisión tiene la honra de contestar a la interpe-
lación del ciudadano doctor López Lira, haciéndole presente que lo relativo al Municipi~
Libre está ya en el artículo 116, que dice en su parte conducente:
"Los Estados adoptarán para su régimen interior, la fonna de Gobierno republi-
cano, representativo, popular; teniendo como base de su división territorial y de su
organización política, el Municipio Libre administrado cada uno por Ayuntamiento
de elección directa, y sin que haya' autoridades intermedias entre éste y el Gobierno
del Estado."
La Comisión cree que está bien colocado este artículo en el título quinto, porque
ese título se refiere a los Estados de la Federación, y como el Municipio Libre tiene
que ser una ,parte comprendida por las legislaturas de los Estados, cabe allí mejor que.
en el título segundo que habla de la soberanía nacional. Se trató ya en la Comisión,
de este punto, porque uno de los señores compañeros _proponía que el Municipio Libre
se incluyera no precisamente en el artículo 40, sino en el siguiente, que dice:
4'El pueblo ejerce su soberanía por medio de los poderes de la Unión, en los casos
de su competencia, y por los Estados, en lo que toca a su régimen interior, en los
términos respectivamente establecidos por esta Constitución federal y las particulares
de los Estados, las que en ningún caso podrán contravenir a las estipulaciones del pacto
federal."
Entonces llegarnos a la conclusión de que el Municipio Libre no ejerce soberanía
y por tal motivo era conveniente colocarlo en el título correspondiente a la soberanía,
porque la soberanía representa la síntesis, la suma de todo ,poder. N o puede haber dos
soberanías en Un mismo territorio; sólo la Federación ha realizado ese milagro mediante
la división ideológica que se ha hecho de la soberanía interior y de soberanía exterior.
El Municipio no puede ser soberano, porque entonces tendríamos como cinco mil
soberanos y en cada Estado habría conflictos. Además, según lo establece el artículo
115, los Estados 'son los qpe deben' legislar sobre el Municipio Libre, es decir,· darle
al Municipio SU extensión, fijarle su organización, es decir,- el número de sus muní-
cipes, darle sus recursos particulares, darle sus rentas, y esto se hará por una ley que
expida el Estado. El Municipio queda, por consiguiente, subordinado a cada uno de
los Estados. ¿ Qué clase de, soberanía es, pues, la del Municipio, al que se le dan
recursos y se le fija el número de -sus miembros? Lo único que el Primer Jefe en el
proyecto de reformas y en los decretos de Veracruz ha -pretendido, es que se le dé al
Municipio su independencia, no su soberanía, de suerte que para este efecto de la inde-
pendencia del Municipio, es bastante 10 que se dice en el artículo 115, y sería además
impropio dejarlo en el título de la soberanía nacional, porque los municipios no repre-
sentan soberanía alguna. Creo que con esto queda contestada la interpelación del ciuda-
dano doctor López Lira.
-El C. secretario Lizardi. ¿No hay quien haga uso de palabra? Se reserva para
1a votación juntamente con los demás artículos que no han sido discutidos.
965
El dictamen de la Comisión referente al artículo 41, dice:
"Ciudadanos diputados:
"La única variante que hay entre el artículo 41 del proyecto de reformas del
ciudadano Primer Jefe, al de igual número de la Constitución de 1857, consiste en esto:
"En la Constitución se dice que: «El pueblo ejerce su soberanía por medio de los
poderes de la Unión, en los casos de su competencia, y por los de los Estados, para
lo que toca a su régimen interior, en los términos, etcétera ... », y en el proyecto de
reformas, en lugar de la preposición para, subrayada en la inserción anterior, se 'pone
en, lo que ha parecido más propio a la Comisión.
"En cuanto a la materia misma del artículo, fácilmente se comprende que es una
consecuencia natural y directa de los principios de la soberanía popular y de la forma
federativa de Gobierno que hemos aceptado, pudiendo decirse que solamente se concreta
a precisar de qué manera se ejerce tal soberanía dentro de tal régimen, y a establecer,
como debe ser, el lugar preferente que debe ocupar la Constitución federal respecto
de las Constituciones locales. Por lo tanto, ,proponemos a vuestra soberanía la aproba-
ción del artículo 41 en los siguientes términos:
HArtículo 41. El pueblo ejerce su soberanía por medio de los poderes de la Unión
en los casos de su competencia, y por los Estados, en lo que toca a su régimen inte-
rior, en los términos--l'espectivamente establecidos por la Constitución federal y las
particulares de los Estados, las que en ningún caso podrán contravenir a las estipu-
laciones del pacto federal."
"Sala de Comisiones.-Querétaro de Arteaga, 25 de diciemln'e de 1916.-Paulino
Machorro Narváez.-Heriberto Jara.-Agustín Garza González.-Arturo Méndez.-Hi-
lario Medina."
Está a discusión. Las personas que deseen hacer uso de la palábl'a en pro o en
contra, se servirán pasar a inscribirse.
-El C. Pastrana Jaimes: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Pastrana Jaimes.
-El C. Pastrana Jaimes: No se cumple con los trámites reglamentarios, puesto
que el dictamen de que se trata no ha sido impreso aún.
-El C. secretario: ¿ Se toma en consideración la moción hecha por el ciudadano
diputádo Pastrana Jaimes? Ordena la Presidencia sea redactada por escrito la moción
para darle el trámite conespondiente.
-El C. Calderón: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la 'palabra.
-El C. Calderón: Como no hay tiempo ~ufi'ciente para estudiar los dictámenes,
puesto que hasta que se les da la lectura hasta entonces se mandan a la imprenta, me
permito proponer, y creo que no hay inconveniente en que, desde que la Comisión
formule su dictamen lo mande imprimir, para que cuando se dé primera lectura a los
dictámenes, se repartan inmediatamente ya impresos. Hay dos comisiones que tienen
bastante material, y así podrá hacerse perfectamente la distribución desde luego.
-El C. presidente: No hay inconveniente.
-El C. Nafarrate: Pido la palabra, señor presidente.
-·EI C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Nafarrate.
-El C. N afarrate: Me permito hacer una proposición a la Asamblea para que
los artículos que no sean objetados no se pasen para segunda lectura y no se impriman,
supuesto que tenemos ya folletos impresos; desde el momento que no están objetados
por la Comisión, sería bastante ponerlos al debate inmediatamente sin imprimirlos.
-El C. presidente: Tiene usted razón.
-Un C. secretario: Se pregunta a la Asamblea si se toma en consideración tanto
966
la moción hecha por el ciudadano Calderón como la del ciudadano Nafarrate. En caso
de tomarse en consideración estas mociones, el procedimiento sería el siguiente: los
dictámenes que tuvieron algunas reformas, serían impresas desde luego, a fin de poder
ser repartidos desde que reciben primera lectura; y los dictámenes que no encierren
ninguna reforma al proyecto presentado por el ciudadano Primer Jefe, no se impri~
mirían, sino que se pondrían desde luego a discusión, toda vez que los señores diputados
tienen en su folleto respectivo el ,proyecto tal como lo presentó el jefe.
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palavicini: Estoy cQnforme, pero .siempre que los dictámenes se pongan a
discusión, no inmediatamente, sino veinticuatro horas después como lo previene el
Reglamento.
-El C. López Lira: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano López Lira.
-El C. López Lira: Respecto· a la proposición hecha por el ciudadano Nafarrate,
manifiesto que a mí me parece que no es lo mismo tener el folleto, -aunque la Comisión
apruebe los artículos tales como los propuso el Primer Jefe, porque muchas ocasiones
la Comisión, en su exposición de motivos, da algunos argumentos de peso que refuerzan
y aclaran el criterio del proyecto. De manera que yo suplico que solamente se tenga
en cuenta la proposición del ciudadano Calderón.
-El C. Calderón: Pido la ,palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Calderón.
-El C. Calderón: Habría otra circunstancia también. Puede suceder que la Comi-
sión presente su dictamen sin objetar los artículos del proyecto del Primer Jefe, pero
que, sin embargo, sean objetados por la Asamblea.
-El mismo C. secretario: A fin de que se decida sobre las -mociones hechas, se
pone a votación económica la proposición presentada por el ciudadano diputado
Calderón, o sea la relativa a que se impriman los dictámenes desde antes de que_
reciban primera lectura, para ,poder ser repartidos desde luego. Las personas que estén
por la afirmativa se servirán ponerse de pie. Aprobada. Se somete a votaci6n la moción
del ciudadano Nafarrate, consistente en que no se impriman los dictámenes de los
artículos que no sean objetados por la Comisión. Las personas que estén por la afirma-
tiva, se serv:irán ponerse de pie.
-El C. Andrade: Ya no cabe la proposición del ciudadano Nafarrate.
-El C. Nafarrate: Retiro mi proposición.
-El C. Palavicini: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Palavicini: La ,proposición del ciudadano Calderón cabe perfectamente,
porque se refiere a los artículos objetados; en cambio, el general Nafarrate, con muy
buen sentido, indica que cuando la Comisión esté de acuerdo con los artículos propuestos
por el ciudadano Primer Jefe, no se impriman, supuesto que ya constan en el proyecto
de reformas; así se economiza tiempo e imprenta, esta última ahora con mucho
trabajo, y así no se estorbará que se impriman los dictámenes objetados. En tal
virtud, la proposición del C. Nafarrate es juiciosa y digna de tomarse en cuenta. pues
aun en el ca~o de' que la Asamblea objete después, la impresión sobra en los artículos
, no objetados.
-El' C. Andrade: Pido la 'palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Andrade.
-El C. Andrade: La proposición del ciudadano Calderón se refiere a que se im-
priman todos los dictámenes antes de leerse, estén o no objetados; esta 'proposición
fue ya aprobada p·or la Asamblea; por lo tanto, no cabe la proposición del ciudadano
Nafarrate.
967
-Un C. secretario: Las personas que aprueben la moción hecha por el ciudadano
Nafarrate ... (Voces: ¡Ya la retiró!) Se va a dar cuenta con una moción suspensiva
del ciudadano Pastrana Jaimes. (Leyó.) ¿Se toma en consideración la moción sus'pen-
siva? Las personas que estén por la afirmativa se servirán ponerse de pie. Aprobado.
Vuelve a la Comisión el dictamen del artículo 41.
"SECCION II
968
y va encaminada a proteger a la clase trabajadora contra su propia imprevisión o
contra el abuso que en su perjuicio suelen cometer algunas empresas.
fila Comisión 8iprueba, por tanto, el artículo 59 del proyecto de ~onstitución, con
ligeras enmiendas y algunas adiciones.
"La expresión: «La ~ey no reconoce órdenes monásticas», parece ociosa, supuesta
la independencia entre la Iglesia y el Estado; cree adecuado la Comisión substituir esa
frase por esta: «La ley no permite la existencia' de órdenes monásticas». También
p1ODponemos se suprima la palabra «proscripción», por ser equivalente a la de «des-~
tierro».
"En concepto de la Comisión, después de reconocerse que nadie puede ser obligado
a trabajar contra su voluntad y sin retribución, debe advertirse que no por eso la ley
autoriza la vagancia; sino que, por lo contrario, la persigue y castiga.
"Juzgamos, asimismo, que la libertad de trabajo debe tener un límite marcado
por el derech~ de las generaciones futuras. Si se pennitiera al hombre agotarse en el
trabajo, seguramente que "su progenie resultaría endeble y quizá degenerada, y vendría
a constituir una carga para la comunidad. Por esta observación proponemos se limiten
las horas de trabajo y se establezca un día de descanso forzoso en la semana, sin que
sea precisamente el domingo. Por una razón análoga creemos que debe ,prohibirse
a los 'iños y a las mujeres el trabajo nocturno en las fábricas.
IIHa tomado la Comisión estas últimas ideas de la iniciativa presentada por los
diputados Aguila:r, Jata y GÓngora. Estos ciudadanos proponen también que se esta-
blezca la igualdad de salario en igualdad de trabajo; el derecho a indemnizaciones por
accidentes del trabajo y enfermedades causadas directamente ,por ciertas ocupaciones
industriales; así como también que los conflictos entre el ca'pital y el trabajo se resuel-
van por cQmités de conciliación y arbitraje. La Comisión no desecha estos puntos de la
citada iniciativa; pero no cree que quepan en la sección de las garantías individuales;
así es que aplaza su estudio para cuando llegue al de las facultades del Congreso.
"Esta honorable Asamblea, por iniciativa de algunos diputados, autorizó a la Comi-
sión para retirar su anterior dictamen respecto del artículo 59, a fin de que pudiera
tomarse en consideración una reforma que aparece en un estudio trabajado por el licen-
ciado Aquiles Elorduy. Este jurisconsulto sugiere como medios de extenninar la con-up-
ción de la administración de justicia, independer a los funcionarios judiciales del Poder
Ejecutivo e itnponer a todos los abogados en general la obligación de prestar sus
servicios en el 'ramo judicial. El primer punto atañe a varios artículos que no pertenecen
a la sección de las garantías individuales; el segundo tiene aplicación al tratarse del
artículo 59 qUe se estudia. La tesis que sustenta el licenciado Elorduy es que, mientras
los abogados postulantes tienen acopio de fuerzas intelectuales, morales y económicas
para hacerse dominantes, los jueces carecen de estas mismas fuerzas :para resistir
el dominio; y busca, por tanto, la manera de contrabalancear la fuerza de· ambos lados
o de hacerla predominante del segundo lado. Hace notar .el autor de dicho estudio, que
los medios a que se recurre constantemente para obligar a los jueces a fallar torcida-
mente, son el cohecho y la presión moral, y opina que uno y otro se nulificarían
escogiendo el personal de los tribunales entre individuos que por su ·posición económica
y ,por sus caudales intelectuales y morales, estuviesen en aptitud de resistir aquellos
pernici6sos influjos.
"Pero cree el licenciado Elorduy que no puede obtenerse el mejoramiento del perso-
nal, fiando en la espontaneidad de los ciudadanos; sino por medio de obligaciones
impuestas por el Estado. Tal obligación sería justa, supuesto que la instrucción
pública ha sido siempre gratuita en nuestro país, y nada más natural como que los que
la han recibido, compensen el beneficio en alguna forma.
"La Comisión encuentra justos y ,pertinentes los razonamientos del licenciado
Elorduy y, en consonancia con ellos, propone una adición al artículo 5Q, en el sentido
969
de hacer obligatorio el servicio en el ramo judicial a todos los abogados de la Re-
pública.
"Por tanto, consultamos a esta honorable Asamblea la aprobación de que se trata,
modificada en los términos siguientes:
H Artículo 59 Nadie podrá ser obligado a prestar trabajos personales sin la justa
retribución y sin su pleno consentimiento, salvo el trabajo impuesto como pena por la
autoridad judicial. La ley perseguirá la vagancia y determinará quiénes son los que
incurren en este delito.
"En cuanto a los servicios públicos, sólo podrán ser obligatorios, en los términos
que establezcan las leyes respectivas, el de las armas, el servicio en el ramo judicial
pal'a todos los abogados de la República, el de jurado y los cargos de elección popular, y
llbligatorias y gratuitas las funciones electorales. .
HEI Est'ado no puede permitir que se lleve a efecto ningún contrato, pacto o con-
venio que tenga 'por objeto el menoscabo, la pérdida o el irrevocable sacrificio de la
1ibertad del hombre, ya' sea por causa de trabajo, de educación o de voto religioso. La
ley, en consecuencia, no permite la existencia de órdenes monásticas, cualquiera que
sea la denominación y objeto con que pretendan erigirse. Tampoco ,puede admitir con-
venio en el que el hombre pacte su destierro o en que renuncie temporal o permanente-
mente a ejercer determinada profesión, industria o comercio.
"El contrato de trabajo sólo obligará a prestar el servicio convenido, por un período
que no sea mayor de un año, y no podrá extenderse en ningún caso a la renuncia,
pérdida o menoscabo de ,cualquiera derecho político o civil.
"La jornada máxima de trabajo obligatorio no excederá de ocho horas, aunque
éste haya sido impuesto por sentencia judicial. Queda prohibido el trabajo nocturno
en las industrias a los niños y a las mujeres. Se establece como obligatorio el descanso
hebdomadario."
"Sala de Comisiones. Querétaro de Arteaga, diciembre 22 de 1916.-Gral. Francisco
J. Múgica.-Alberto Román.-L. G. Monzón.-Enrique Recio.-Enrique Colunga."
Está a discusión. Las personas que deseen hacer uso de la ,palabra, se servirán
pagar a inscribirse. (Se lee la lista de oradores inscriptos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Lizardi.
-El C. Lizardi: Señores diputados: por la lista de los oradores inscriptos, cuy~
tectura acabáis de oír, habéis tenido conocimiento de que catorce diputados se han
inscripto en contra del dictamen de la Comisión. Naturalmente, entre estos diputados
hay personas extraordinariamente prestigiadas y competentes que seguramente van
a demostrar con argumentos irrefutables que ha perdido mucho el artículo del proyecto
del ciudadano Primer Jefe con las adiciones que a fuerza le ha hecho la Comisión.
Así, pues, voy a procurar ser lo más breve posible, a fin de ceder en su oportunidad
e 1 turno a personas más autorizadas y competentes.
El dictamen lo encuentro defectuoso en varios de sus puntos. Antes de entrar al
análisis del dictamen relativo al artículo 51?, me permito llamar la atención de la hono-
rable Asamblea sobre los siguientes hechos. La libertad de trabajo está garantizada
por dos artículos, no sólo por uno. Está garantizada por el artículo 49 y está garanti-
zada 'por el artículo 51? En el artículo 41? se establece la garantía de que todo hombre
es libre para trabajar en lo que le parezca y para aprovechar los productos de su traba-
jo. En el artículo 59 se establece la garantía de que a nadie se puede obligar a trabajar
contra su voluntad. Ahora bien, las diversas limitaciones que hayan de ponerse a
estas libertades deberán ser según la índole de las limitaciones, en uno o en otro
artículo. Sentado este 'precedente, voy a entrar de lleno al análisis de los artículos de
referencia. Si la ley garantiza en el artículo 41? la libertad de trabajar y en el 59
garantiza que a nadie se le ha de obligar a trabajar contra su voluntad y sin la justa
J'etribución, no por esto quiere decir que se autoriza la vagancia. De suerte que la adi-
970
ción propuesta por la Comisión, adición que dice: "La ley perseguirá la vagancia
y determinará quiénes son los que incurren en este delito", es una adición que sale
sobrando por inútil. Menos malo si eso fuera el único defecto del artieulo.
N o es necesario decir eso, pero en fin, sería tanto como poner el letrerito consabido
del 'puente de Lagos, letrerito que si no sirve, tampoco estorba. Pero continúa el articulo:
uEn cuanto a los servicios ,públicos, sólo podrán ser obligatorios en los términos que
establezcan las leyes respectivas, el de las armas. el servicio en el ramo judicial para
todos los abogados de la República, el de jurado y los cargos de eleceión popular,
y obligatorias y gratuitas las funciones electorales."
Este servicio en el Ramo Judicial para todos los abogados de la República sencilla-
mente es el procedimiento más expedito, más eficaz para haeer a la administración de
justicia mucho más peor de lo que está. (Aplausos.) Intentaré demostrarlo: la justicia
ha tenido entre nosotros dos defectos gravisimos; ha sido por una parte injusticia en
vez de ser justicia, y por otra parte ha sido extraordinariamente lenta. La Comisión
tomó sus ideas de un estudio del licenciado Aquiles Elorduy, según nos dice, y encontró
como remedio expedito para tener jueces honrados obligar a todos 108 abogados a que
sirvan; ¿es posible, señores, que precisamente al abogado que se ha formado en la
lucha constante haciendo chieanas por cuenta propia vayamos a dejarlo que haga
chicanas como juez? j por otra parte se quiere que haya abogados con independencia
económica, con un caudal de conocimientos adquiridos en la práctica; muy bueno, perfec-
tamente, el caudal de conocimientos adquiridos en la práctica -Se puede exigir sin nece-
sidad de hacer el servicio obligatorio, casi todas las leyes orgánicas nos dicen: para
ser jueces se necesitan tales o cuales requisitos y entre ellos se encuentra el de ser
abogado recibido, con tantos años de práctica yeso está en todas las leyes orgánicas.
En cuanto a la independencia económica, sabemos todos que el trabajo es bastante rudo
y el que tiene independencia eeonómica es el que menos ganas tiene de trabajar, porque
muy raras son las ,personas que trabajan por gusto; de suerte que llevaríamos a que
sirvieran los puestos judiciales a una colección de flojos; por otra parle, esa indepen-
dencia económica adquirida en la mayoría de los casos y según la mente del proyecto,
puesto que se trata de adquirir abogados de mucha práctica, esa independencia segu-
ramente que habrá sido adquirida en el ejercicio de la profesión, lo cual supone para
esos abogados una gran clientela; tener un buen bufete y muchas relaciones y entre
un considerable número de litigantes y en'tre un considerable número de abogados y si
se lleva a fuerza a ejercer un puesto judicial a un abogado a quien se obliga a abandonar
su bufete que le deja m'ucho más de lo que le ,puede dejar el empleo,. ¿qué resultará?
resultará que será el ,primero en burlar la ley y en seguir ejerciendo la profesión. Se
buscará algún firmón; seguirá él tramitando todos sus negocios bajo la firma de otro
abog'ado y será el ,primero en torcer la justicia, muehas veces hasta inconscientemente,
por la natural simpatía que tenga por sus trabajos y por los trabajos de sus amigos;
muehas veces, creyendo hacer justicia, obrará injustamente, y otras muchas veces
obrará injustamente a sabiendas. Ved aqui cómo la Constitueión, que procura que haya
justicia, nos abre completamente la puerta de la injusticia. Más aún: ese abogado
con su independencia económica, no necesitando de la profesión para vivir, procurará
trabajar lo menos posible; en cáda negocio se encontrará con que es amigo del litigante
o enemigo del litigante, amigo del abogado del litigante o 'enemigo del abogado del
litigante, y como tiene pocas ganas de trabajar, a cada momento dirá: por ser amigo
íntimo del litigante, lUe declaro forzosamente impedido; por ser enemigo del litigante,
me declaro forzosamente impedido, eteétera.· y práeticamente tendremos que no habrá
justicia rápida, ni habrá verdadera justicia, sino al contrario, completa injusticia. De
esta manera nos en~ontramos con que en vez de mejorar la administración de justicia,
ge le habrá empeorado, ¿ y cómo? cometiendo una injusticia. ¿ Por qué razón, señores,
vamos a decir, parodiando a Cravioto, que a los abogados nos tocó hueso? ¿ Por qué
971
no vamos a decir que es obligatorio para los médicos el servicio de los hospitales; para
los ingenieros, el servicio en las carreteras y edificios públicos y que para los farma-
céuticos es obligatorio el servicio en las boticas? Precisamente este artículo viene a
garantizar el derecho que tiene el hombre de no trabajar contra su voluntad y sin
la justa retTibución; y el abogado a quien se le obliga servir un puesto judicial dirá:
Hni trabajo con mi voluntad, ni trabajo con la justa retribución, supuesto que mi trabajo
ordinario me produce mucho más." De consiguiente, sobre entrañar una injusticia la
adición al artículo en cuestión, se producen graves defectos en la administración de
justicia. Sigamos adelante.
"El Estado no ,puede permitir que se lleve a efecto ningún contrato, pacto o con-
venio que tenga .por objeto el menoscabo, la pérdida o el irrevocable sacrificio de la
libertad del hombre, ya sea por causa de trabajo, de educación o de voto religioso."
"La ley, en consecuencia, no permite la existencia de órdenes monásticas", etcétera.
(Leyó.) En verdad que no hubiera yo tocado la cuestión a que me vaya referir por
considerarla de poca trascendencia, pero ya que ha habido necesidad de objetar el
artículo sobre otros conceptos, me permito llamar la atención de la Asamblea sobre este
nuevo error en que incurre la Comisión. En el proyecto se dice:
"La ley, en consecuencia, no permite la existencia de órdenes monásticas, cual-
quiera que sea la denominación y .objeto con que pretendan erigirse. Tampoco puede
admitir convenio en el que el hombre pacte su destierr.o o en que renuncie temporal
o permanentemente a ejercer determinada profesión, industria o comercio."
Y, en efecto, decía ,perfectamente, porque en este artículo se está tratando de
garantizar un derecho de los individuos, no de imponer leyes ningunas ni de ·dar
facultades a ninguna autoridad judicial; el "no reconoce", está perfectamente bien,
porque equivale a decir: aun cuando este individuo celebre un contrato en estas condi-
ciones, la ley no le da ningún valor; pero decir, "no permite", es tanto como imponer
al Estado la obligación de evitarle que se celebre ese convenio y esa obligación estará
muy bien en facultades de alguna ley del Esuado, pero no está bueno en este lugar
en que sencillamente Se trata de garantizar los derechos de los individuos, frente a
frente de la sociedad; de suerte que la Comisi6n creyendo acertar, se equivocó !por
completo a este respecto. Continúa diciendo:
"El contrato de trabajo sólo obligará a prestar el servicio convenido, ~por un
período que no sea mayor de un año, y no podrá extenderse en ningún caso a la
renuncia, ,pérdida o menoscabo de cutllquiera derecho político o civil."
Este último .párrafo- desde donde principia diciendo: "La jornada máxima de traba-
jo obligatorio no excederá de ocho horas", le queda al articulo exactamente como un
par de pistolas a un Santo Cristo, y la razón es perfectamente clara: habíamos dicho
que el artículo 4Q garantizaba la libertad de trabajar y éste garantizaba el derecho
de no trabajar; si estas son limitaciones a la libertad de trabajar, era natural que
se hubieran colocado más bien en el artículo 4Q que en el 59, en caso de que se debieran
('.olocar; pero en el artículo 49 ya están colocadas, porque se nos dice- que todo hombre
eS libre de abrazar el trabajo lícito que le acomode. Más adelante, según el proyecto
presentado por el ciudadano Primer Jefe, se dan facultades al Congreso de la Unión
pal'a legislar sobre trabajo. De consiguiente, si en alguna de esas leyes se imponen
E~sas restricciones, es evidente que la violación de esas restricciones convertiría al tTa-
bajo en iJí.cito y no tendría ya la garantia del artículo 49. Están comprendidas en ese
artículo las restricciones de referencia al hablar del trabajo lícito. Si se quiere ser
más claro, debió haberse expresado en el artículo 4Q o dejarlo como bases generales
para que el Congreso de la Unión legisle sobre trabajo; pero no cuando se está di-
ciendo que a nadie se le puede obligar a tol'abajar contra su voluntad, vamos a refe-
rirnos ahora a algo que está en pugna con la libertad de trabajar. No cabe, pues,
esta reglamentación aquÍ. La Comisión estuvo muy cuerda cuando reservó algunas
!172
otras de las indicaciones del proyecto presentado por los ciudadanas diputados Agui-
lar, Jara y Góngora; estuvo muy cuerdp. reservando esas adiciones para tratarlas en
l
el artículo 72, pero si tan cuerda estuvo en esos momentos, no me explico el por qué
no lo estuvo también reservando esas otras para ponerlas en su lugar. gsto me pa~
rece una especie de transaeción y ya sabemos que en lllateria política, las transac-
ciones, lo mismo que en materias científicas, resultan desastrosas: que lo digan los
tratados de Ciudad Juárez.
En resUmen, sobra el inciso de que la ley perseguirá la vagancia, porque no se
trata de legislar sobre delitos, sino de garantizar una libertad; sobra la obligación
que se impone del servicio judicial obligatorio, y no sólo sobra, sino que resulta un
verdadero desastre; no estuvo bien hecho el cambio de "tolera" por "permite", y sobra
completamente en este artículo todo el párrafo final, que no es sino un conjunto de
muy buenos deseos que encontrarán un lugar muy adecuado en el articulo 73 del pro-
yecto como bases generales que se den al Congreso de la Unión para legislar sobre
trabajo.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Andrade, en pro.
-El C. Andrade: Señores diputados: no vengo a molestar vuestra atención con
la lectura de un discurso como en otras ocasiones. Voy a decir nada más unas breves
palabras en pro del dictamen, por 10 que se refiere a la limitación de las ocho horas
de trabajo y a la prohibición de trabajo nocturno a las mujeres y a los niños. Juzgo de
mi deber decir estas cuantas palabras y por lo mi,smo molestar vuestra atención, por-
que _habiendo sido sostenida mi candidatura por varias agrupaciones obreras, creo que
es de .mi deber en todo lo que atañe a esas asociaciones hacer 10 que esté en la hu-
milde esfera dé mis facultades: hecha ~sta breve explicación entro en materia, ase-
gurándoos que seré sumamente breve, para ceder el campo a hombres verdaderamente
inteligentes que tratarán -el asunto como es debido. Hay una ley suprema que rige
a todos los seres de la naturaleza y esta es la de la evolución, la cual, en alas del
progreso nos lleva hasta el ideal de la perfectibilidad humana. ideal que aparece
entre las brumas del horizonte como una montaña azul y que nunca alcanzamos, pero
esta marcha hacia el ideal tiene la ventaja de ir procurando el bienestar a la socie~
dad en su camino. Esta ley de la evolución se marca. también en la- evoluci~n de las
Constituciones, las Constituciones ciertamente que, como lo dijo muy atinadamente
el señor Medina, no deben ser un trabajo de las miserias humanas, ni mucho menos
una. especie de terapéutica nacional, es decir, un catálogo de los remedios que nece-
sitamos; pero sí más o menos deben marcarse las tendencias, las aspiraciones. dar
rumbo y guías para el progreso de una sociedad. La Constitución actual debe, res-
ponder, por consiguiente, a los principios generales de la revolución constitucionalista,
qu~ no fue una revolución como la maderista o -la de Ayutla, un movimiento mera-
mente instintivo para echar abajo a un tirano; la revolución constitucionalista tiene
la gran' trascendencia de ser una revolución eminentemente social y, por lo mismo,
trae como corolario una transformación en todos los órdenes. Uno de los grandes pro~
blemas de la revolución constitucionalista ha sido la cuestión obrera que se denomina
"la política social obrera". Por largos años, no hay para qué repetirlo en grandes
parrafadas, tanto en los obreros en los talleres como en los peones en los campos,
ha existido 18. esclavitud. En vanos Estados, principalmente en los del centro de la
República, los peones eIÍ los campos trabajan de sol a sol y en los talleres igualmente
los obreros son explotados por los patrones. Además, principalmente en los -estable-
cimientos de cigarros, en las fábricas de puros y ciganos, 10 mismo que en los esta-
blecimientos de costura, a las mujeres se las explota inicuamente, haciéndolas tra-
bajar de una manera excesiva, y en los talleres igualmente a los niños. Por eso creo
yo debido consignarse en ese artículo la cuestión de la limitación de las horas de tra-
973
bajo, supuesto que es una necesidad urgente, de salvación social. Con respecto a la
cuestión de las mujeres y los niños, desde el punto de vista higiénico y fisiológico,
S€ ve la necesidad de establecer este concepto. La mujer, por su naturaleza débil, en
un trabajo excesivo, resulta perjudicada en demasía y a la larga esto influye para
la degeneración de la raza. En cuanto a los niños, dada también su naturaleza débil,
si se les somete a trabajos excesivos, se tendrá por conS€cuencia, más tarde, hacer
hombres inadaptables para la lucha por la vida, seres enfermizos. Por esta circuns-
tancia es por lo que estimo necesario querer imponer estas restricciones. Sabemos
de antemano que ninguna libertad es absoluta, puesto que la sociedad, según el con-
cepto de la sociología biológica, puede considerarse como un ol'ganjsrno compuesto
de eeldillas; una celdilla aislada tiene una ¡forma determinada; pero al entrar en com-
posición sufre transformaciones con las otras; esto mismo indica que todos los seres
no pueden tener una libertad absoluta y que al formar parte del agregado social
deben tener su limitación; lo mismo pasa con las libertades y puesto que en el ar-
tículo anterior al hablar de las libertades de esas ideas, denunciamos el principio ge-
neral que previene las limitaciones, encuentro muy conveniente que puedan caber estos
conceptos. Después de hablar de la libertad de trabajo hablaré de las limitaciones y,
por lo mismo no estaría por demás poner esas limitaciones, puesto que responden,
como lo dije antes, a una necesidad social. Los elementales principios para la lucha
('onstitucional, que traen como corolario las libertades públicas, fueron las clases
obreras, los trabajadores de los campos, ese fue el elemento que produjo este gran
triunfo y por lo mismo, nosotros debemos interpretar esas necesidades y darles su
justo coronamiento. (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Martí, en contra.
-El C. Martí: Me es· muy penoso, señores diputados, tener que subir a esta
tribuna a atacar el dictamen de la Comisión; tan penoso me eS, que infinidad de
veces que estoy inscrito para atacarlo, dejo a otro la labor. Yo no he podido estar
de acuerdo con un solo dictamen de la Comisión. (Siseos.) Allá vamoS andando. Yo
me he pensado que los señores que me sisean, tal vez tengan razón y que yo resulté
más borrico que lo que h~bría deseado mi padre, yo, como ustedes, me he lanzado por
estos mundos de Dios a tomar opiniones y ha resultado que el borrico tiene razón;
yo me he puesto a analizar este dictamen, y con toda sinceridad les digo que no tiene
ni pies ni cabeza, hasta el extremo que si no fuera porque sé que los principales
miembros de la Comisión son individuos eminentemente liberales, les habría achacado
la redacción de la poesía que leí en "El Universal" dedicada al señor don Atenógenes
Silva, porque encontré una conexión muy grande? señores diputados. Vamos a ir por
puntos, espero que tengan paciencia y que no me tirarán muchas pedradas, porque
este potro es algo bravo y yo no soy tan charro como el señor Palavicini. Habla
aquí de que la ley perseguirá la vagancia y determina quiénes incurren en ese delito.
Ya dijo el señor Lízardi, en 10 cual €stá conforme el servidor de ustedes, que no cabe
aquí porque estamos tratando de garantías individuales; seguimos con la cuestión de
la jornada máxima de trabajo, que esto sí, la verdad, me ha dejado asombrado.
Vamos a ver si el asombro es justificado o es disparatada. AqUÍ dice:
"La jornada máxima obligatoria de trabajo no excederá de ocho horas, aunque
éste')haya sido impuesto por sentencia judicial. Queda prohibido el trabajo nocturno
en las industrias a los niños y a las mujeres. Se establece como obligatorio el des-
canso hebdomadario."
-El C. )Iúgica, interrumpiendo: Pido la palabra, señor presidente, para una rec-
tificación.
-El C. presidente: Tiene In palabra el ciudadano Múgica.
-El C. Múgica: El diotamen presentado por la Comisión dice así:
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"La jornada maXlma de trabajo obligatorio no excederá de ocho horas, aun"'que
éste haya sido impuesto por sentencia judicial. Queda prohibido el trabajo nocturno
en las industrias a los niños y a las mujeres. Se estableee como obligatorio el des-
eanso ,hebdomadario."
-El C. Martí: Pues a ver si resulta que me han dado un libro que no es el de
la escuela. Hice esta deducción: ¿ cuáles son los trabajos obligatorios o los obligatorios
trabajos? Los obligatorios trabajon son, según la Constitución, el de servicio de las
annas, los de jurado y los cargos de elección popular, así como el trabajo impuesto
por la autoridad judicial. ¿ Usted me permite ver si hay una diferencia muy notable
en el asunto? Porque, señores, yo no tengo la culpa de que allí me den esto y me
digan que es el dictamen de la Comisión.
-El C. Múgica: Tampoco la Comisión tiene la culpa. (Una voz: ¿Quién se lo dio?)
-El C. Martí: Podría ser un monseñor; no importa quién. Aquí decia: la jornada
máxima de trabajo obligatorio, pero la Comisión ha corregido y dice: "La jornada
máxima obligatoria de trabajo". Pudiera suceder que yo no entendiera, pero me
parece que resulta la misma historia; vamos a ver. Máxima obligatoria de trabajo
y trabajo obligatorio ... (Voces: ¡No! ¡No es lo mismo!) Vamos por partes. ¿Si a
mí me obligan a trabajar ocho horas voy a tener ocho horas de trabajo Obligatorio
o no? .ocho horas de trabajo obligatorio, porque voy a trabajar ocho horas obliga-
torias; así dice, máxima de trabajo obligatorio, es decir, van a obligar a un individuo
a trabajar ocho horas, porque son ocho horas de trabajo obligatorio. Yo les voy a
decir lo que piensa la Comisión, porque yo sí le entiendo.
-El C. Múgica: La Comisión puede decir por sí misma 10 que piensa, señor Martí.
-El C. Marti: Siguiendo la máxima de un señor diputado, que nos daba el otro
día, después de los veinte disparates reglamentarios, .me echo mi buche de agua.
-El C. Giffard: Se trata de un Congreso con la debida seriedad del cual Se de-
ben retirar esas demostraciones que está usando el señor Martí en la tribuna y p.sos
desplantes, señor presidente.
-El C. presidente: Suplico al señor Martí que sea un poco más serio.
-El C. Martí, continuando: Está bueno, retiro los desplantes. Bueno, pues yo
entiendo que el asunto éste de trabajo obligatorio, prescindamos de él, 'y entonces
tenemos que, según la Comisión, exige ocho horas de trabajo obligatorio, así que
paso por alto lo que tengo aquí escrito, porque ya no entra en el asunto éste y vamos
a. la cuestión, a la parte que dice aquí: "el servicio en el ramo Judicial para todos los
abogados de la República". El señor Lizardi hizo una amplia explicación de la jus-
ticia que podría venir al ramo Judicial con ese sistema, siendo, por lo tanto, esto
contrario a las ideas de la -Comisión; yo estoy conforme con eso, y además, considero
que en las garantías individuales es verdaderamente atentatorio. Sigamos al asunto
de que queda prohibido el trabajo nocturno en las industrias a los niños y a las mu-
jeres. La idea de la Comisión ha sido indudablemente muy hprmosa, pero las leyes,
por más que los legisladores tengan una intención verdaderamente buena, no siempre
pueden modificar las costumbres de los pueblos. A cualquier individuo que ame la
libertad, le causa mala impresión ver a una mujer y a un niño trabajando de noche;
pero tenemos miles de mujeres a quienes ·si se les quitara su trabajo en la noche,
todas se encontrarían al otro día que, gracias a una idea libertaria, no tendrían qué
comer. (Siseos.) Señores, ustedes no serán de mi opinión, pero hay miles de mujeres
que trabajan de noche. (Risas.) Señores, hace un momento un diputado me ha llamado
la atención acerca de que yo no tenia seriedad, y ahora resulta que ustedes son quie-
nes no la tienen. En los cafés. en las fábricas de dulces y en miles de otros estableci-
mientos trabajan de noche las mujeres; ellas se van a encontrar al otro día de puesta
la ley, con que ya no pueden entrar en funciones. Bueno, señores, tratando el asunto
975
-ieriamente, opino que este dictamen, que es magnífico, sea aprobado simplemente
quitándole todo lo que le agregó la Comisión, porque por 10 demás, me parece que
está muy bien ideado y muy bien pensado. (Una voz: ¡Ilústrenos!) Tanto como ilus-
u'arlos no podría, pero lo que sí puedo hacer, es darles mi opinión a este respecto
y la he dado ya en la forma como me es posible hacerlo, Por lo tanto, pido que se
retire el dictamen y que sea presentado el artículo tal como consta en el proyecto del
ciudadano Primer Jefe.
-El C. presidente: Tiene la palabra en pro el ciudadano Jara.
..:.-EI C. Jara: Señores diputados: No sería consecuente con mis ideas, no iría de
acuerdo con mi conducta de siempre, si no viniese a defender este dictamen, en lo
que toca especialmente al trabajo relacionado con los obreros. Espero el chaparrón
que nos largue su paternidad el señor MaCÍas ...
-El C. Martí. interrumpiendo: Suplico que le apliquen al señor la regla que
me aplicaron a mí.
-El C. Jara, continuando: A usted es a quien debían aplicarle el 33. (Aplausos.)
Porque su señoría, así corrío al desaire y como no queriendo hacer alusiones perso-
nales, cada vez que puede nos larga aquí puyazos para demostrar, ¿ qué creen uste-
des? Sencillamente que todo lo que no parte de él es ridículo e inaceptable; ¿ a qué
venía en la sesión anterior que citara aquí 10 relativo al artículo 7Q, cuando no estaba
a discusión? Pero su señoría 10 citó para demostrar que 10 que había yo pedido era
inaceptable por completo; que en lugar de logral' el objeto que yo me proponía, pre-
cisamente produce el efecto contrario. Y bien, yo como no me convenzo con largos
dÍscursos ni con mucha palabrería, ni cOn la cita de muchos artículos de distintos
códigos, y más cuando los cita el -señor Macias en una forma algo rara, porque nada
menos en la sesión pasada nos decía que "en lo~ tiempos del virreinato los habitantes
de la República"... ¿ En qué quedamos, era virreinato o era república? Yeso nos
trae siempre corufusiones, que no es posible que nos dé una luz clara y perfecta,
cuando se traen al debate en esta tribuna algunas cuestiones. Alguna vez, cuando en-
contramos en determinado artículo de los que aquí discutimos, alguna pequeña obje-
ción que hacer, se pide la palabra en contra, entonces llámase a este hecho un timo,
porque debiendo, según el parecer de algunos señores diputados, pedir la palabra en
pro para defender el dicts.men en lo general, se toma en contra con una pequeña dis-
crepancia, con una pequeña divergencia de opinión. Yo no estoy conforme con algo
que tiene aquí el artículo 59, pero estoy conforme en su mayoría, principalmente en
aquello que tratan de quitarle, principalmente en lo relativo a la jornada máxima de
ocho horas, que tan inaplicable pareció al señor diputado Martí.
-El C. Martí, interrumpiendo: Yo iba a atacar el asunto de las ocho horas de
trabajo, con motivo de la equivocada redacción que tenía el dictamen -que se me dio,
estoy conforme con las ocho lloras de trabajo.
-El C. Jara, continuando: Pues bi€n; los jurisconsultos, los tratadistas, las emi-
nencias en general en materia de legislación, probabl€mente encuentran hasta ridícula
esta proposición, ¿ cómo va a consignarse en una Constitución la jornada máxima de
trabajo? ¿ Cómo se va a -señalar allí que el individuo no- debe trabajar más de ocho
horas al día? Eso, según ellos, es imposible; eso~ según ellos, pertenece a la regla~
mentación de las leyes; pero, precisamente, señores, esa tendencia, esa teoría, ¿ qué
es lo que ha hecho? Que nuestra Constitución tan libérrima, tan amplia, tan buena,
haya resultado, como la llamaban los señores científicos, "un traje de luces para el
pueblo mexicano", porque faltó esa reglamentación, porque jamás se hizo. Se deja·
ron consignados los principios generale's, y allí concluyó todo. Después, ¿ quién se en-
carga de reglamentar? Todos los gobiernos tienden a consolidarse y a mantener un
estado de cosas y dejan a los innovadores que vengan a hacer tal o cual reforma.
976
pe allí ha venido 'que, no obstante la libertad que aparentemente se garantiza en
nuestra Carta Magna; haya sido tan restringida; de allí ha venido que los hermosos
capítulos que contiene la referida Carta Magna, queden nada más como reliquias his-
tóricas allí en ese libro. La jornada máxima de ocho horas no es sencillamente un
aditamento para significar que es bueno que sólo se trabaje ,ese número de horas,
es par~ garantizar la libertad de los individuos, es precisamente para garantizar su
vida, es para garantizar sus energías, porque hasta ahora los obreros mexicanos no
han sido más que carne de explotación. Dejémosle en libertad para que trabaje así
ampliamente, dejémosle en libertad para que trabaje en la forma que lo conciba; los
impugnadores de esta proposición quieren, sencillamente, dejarlo a merced de los
explotadores, a merced de aquellos que quieren sacrificarlo en los talleres, en las
fábricas, en las minas, durante doce, catorce o dieciséis horas diarias, sin dejarle
tiempo para descansar, sin dejarle tiempo ni para atender a las más imperiosas ne·
cesidades de su 'familia. De allí que resulta que día a día nuestra raza, en lugar de
mejorarse, en lugar de vigorizarse, tiende a la decadencia. Señores, si ustedes han
presenciado alguna vez la salida de los hombres que trabajan en las fábri~s, si uste-
des han contemplado alguna vez cómo sale aquella gleba, macilenta, triste, pálida,
débil, agotada por el trabajo, entonces yo estoy seguro que no habría ni un voto en
contra de la jornada máxima que proponemos. (Aplausos.) Ha entendido mal el señor
Martí lo tde obligatorio; obligatorio en el sentido en que lo expresa el dictamen, no
es obligar a nadie a que trabaje ocho horas" es decirles al que trabaja y al que utiliza
el trabajo: al primero, no puedes agotar, no puedes vender tus energías -porque esa
es la palabra- por más de ocho horas; en nombre de la humanidad, en nombre de la
raza, no te lo permito, le dice la .ley; y al que utiliza los servicios del trabajador, lo
mismo le dice: en nombre de la humanidad, en nombre de la raza mexicana, no pue-
des explotar por más de ocho horas, al infeliz que cae bajo tus garras; pero ahora,
señor diputado Martí, si usted encuentra un trabajo en que sólo haga desgaste de
energías por un minuto y le pagan veinte o quince pesos diarios J que es lo que im·
portan nuestras dietas, mejor, santo y bueno; pero de eso a que la ley le obligue
a usted a trabajar ocho horas diarias, es completamente distinto. Ahora, nosotros
hemos tenido empeño de que figure esta adición en el artículo 59, porque la expe-
riencia, los desengaños que hemos tenido en el curso de nuestra lucha por el prole·
tariado, nos han demostrado hasta ahora que es muy difícil que los legisladores se
preocupen con la atención 'que merece, del problema económico; -lÍo sé por qué cir~
cunstancia, será .tal vez por lo difícil que es, siempre va quedando relegado al olvido,
siempre va quedando apartado, siempre se deja para la última hora, como una cosa
secundaria, ,siendo que es uno de los principales de los que nos debemos ocupar. La
libertad misma no ,puede estar garantizada si no está resuelto el problema 'económico.
Cuántas veces, señores diputados, en los talleres, en los campos, se evita al traba-
jador que vaya a votar, que vaya a emitir su voto el día de, fiesta, el día señalado
para la ,elección, no precisamente el día festivo, que es el que se escoge; pero si el
trabajador necesita estar allí agotando sus energías, si necesita estar sacrificándose
para llevar un mediano sustento a su familia y el patrón tiene interés en que el
individuo no vaya a ejercitar sus derechos, que no vaya a emitir su voto, basta con
que le diga: si tú no continúas trabajando, si no vienes a trabajar mañana, perderás
el trabajo, y ante la perspectiva de ser lanzado a la calle, a morirse de hambre, aquel
hombre sacrifica uno de sus más sagrados derechos. Eso lo hemos visto frecuente-
mente; en las fincas de -campo se ha acostumbrado mucho, cuando sabe el patrón que
un grupo de trabajadores se inclina por determinado candidato en las luchas electo-
rales y ese candidato no conviene al explotador, entonces éste echa mano de todos
los recursos, inclusive el de amedrentar al individuo amenazándole con la miseria si
977
va al día sicuiente a depositar su voto. ¿ Qué pasa? Que la libertad política, pOI'
hermosa que ,sea, por bien garantizada que se quiera tener, no se puede garantizar
si antes no está garantizada la libertad económica.
Ahora, en lo que toca a instrucción, ¿ qué deseos puede tener un hombre de ins-
truirse, de leer un libro, de saber cuáles son sus derechos, cuáles las prerrogativas
que tiene, de qué cosas puede gozar en medio de esta sociedad, si sale del trabajo
perfectamente agobiado, rendido y eompletamente incapaz de hacer otra cosa más'
que tomar un mediano bocado y echarse sobre el suelo para descansar? ¿ Qué alicien-
te puede tener para el trabajador un libro, cuando su estómago está vacío? ¿ Qué
llamativa puede ,ser para él la mejor obra, cuando no están cubiertas sus más impe-
riosas necesidades, cuando la única preocupación que tiene es medio completar el
pan para mañana y no piensa más que ~n eso? La miseria es la peor de las tiranías
y si no queremos condenar a nuestros trabajadores a esa tiranía, debemos procurar
emanciparlos, y para esto es necesario votar leyes eficaces aun cuando estas leyes,
conforme al criterio de los tratadistas, no encajen perfectamente en una Constitu-
ción. ¿ Quién ha hecho la Constitución? Un humano o humanos como todos nosotros
y nosotros, ,siendo humanos, no podremos agregar algo al laconismo de esa Consti-
tución, que parece que se pretende hacer ,siempre como telegrama, como si costase
a mil francos cada palabra su transmisión; no, señores, yo estimo que es más noble
sacrificar esa estructura a sacrificar al individuo, a sacrificar a la humanidad; sal-
gamos un poco de ese molde estrecho en que quieren encerrarla; rompamos un poco
con las viejas teorías de los tratadistas que han pensado sobre la humanidad, porque,
señores, hasta ahora leyes verdaderamente eficaces, leyes verdaderamente salvadoras,
no las encuentro. Vemos códigos y códigos y más eódigos y resulta que cada vez es-
tamos más confusos en la vida; que cada vez encontramos menos el camino de la
verdadera salvación. La proposición de que se arranque a los niños y a las mujeres
de los talleres, en los trabajos nocturnos, es noble, señores. Tratemos de evitar la ex-
plotación de aquellos débiles seres; tratemos de evitar que las mujeres y los niños
condenados a un trabajo nocturno no puedan desarrollarse en la vida con las facili-
dades que tienen los seres que gozan de comodidades; tratemos de arrancar a los
niños de los talleres, en los trabajos nocturnos, porque es un trabajo que daña, es un
trabajo que mata a aquel ser débil antes de que pueda llegar a la juventud. Al niño
que trabaja en la noche ¿ cómo se le puede exigir que al día siguiente asista a la
escuela, cómo se le va a decir instrúyete, eómo se le va a aprehender en la calle para
llevarlo a la escuela, si el pobrecito, desvalido, sale ya agotado, con deseos, como dije
antes, no de ir a, buscar un libro, ,sino de buscar el descanso?
De esta manera contribuimos al agotamiento de la raza, contribuimos de una
manera eficaz a que cada día vaya a menos, a que cada día aumente su debilidad
tanto física como moral. En todos los órdenes de la vida lo que salva es el carácter,
y no podemos hacer que el trabajador y que el niño sean más tarde hombres de ca-
rácter, si está debilitado, enfermizo; en su cuerpo no puede haber muchas energías,
en un cuerpo débil no puede haber mucha entereza; no puede haber, en suma, resis-
tencia para la lucha por la vida, que cada día es más difícil. Lo relativo a los aboga-
dos, eso 10 dejo para ellos; para mí, con raras excepciones, no encuentro remedio efi-
caz para hacer que desempeñen 'su papel como debe ser desempeñado. Así, pues, se-
ñores diputados, en el caso de que la mayoría esté inconforme con lo relativo a esos
servicios obligatorios que se señalan a los abogados, yo estimaría que se votasen por
separado las proposiciones que contiene el dictamen: (Voces: ¡Bien! ¡Muy bien!) y al
emitir vosotros, señores diputados, vuestro voto, acordaos de aquellos seres infelices,
de aquellos desgraciados que claudicantes, miS€rables, arrastran su miseria por el
suelo y que tienen sus ojos fijos en vosotros para su salvación. (Aplausos.)
978
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Victoria, en contra.
-El C. Victoria: Señores diputados: Cuando un obrero viene a la tribuna,. cuan-
do viene por primera vez ante un público tan consciente, es necesario declarar que,
por efecto .de la educación que ha recibido tenga necesariamente errores en el len- -
guaje; pero esa falta de erudición se suple cuando su actuación en la vida patentiza
su honradez. He creído necesario hacer esta aclaración, porque no quiero que mañana
o más tarde, los académicos trasnochados, los lirófobos COn lengua de esparadrapo,
vengan a decir aquí: a la peroración del representante de Yucatán, o le faltó una
coma, o le sobró un punto o una interrogación.
Cuando hace días, en esta tribuna, un diputado obrero, un diputado que se dis-
tingue de algunos muchos porque no ha venido disfrazado como tal con una creden-
cial obrera, cuando ese compañero, cuando ese camarada aquí, con un lenguaje burdo,
tal vez, en el concepto del Congreso, pero con la sinceridad que se nota en los hom-
bres honrados; cuando ese camarada, digno por muchos conceptos, dijo que el pro-
yecto de reformas constitucionales, el problema del trabajo no se había tocado más
que superficialmente,' dijo entonces una gran verdad, y desde luego le tendí mi mano
fraternalmente" quedando enteramente de acuerdo con él. .
Ahora bien; es verdaderamente sensible que al traerse a discusión un proyecto
de reformas que se dice re~olucionario, deje pasar por alto las libertades públicas,
como han pasado hasta ahora las estrellas sobre las cabezas de los proletarios; jal1á
a lo lejos!
Vengo a manifestar mi inconformidad con el artículo ,5~ en la forma en que lo
presenta la Comisión, así como por el proyecto del ciudadano Primer Jefe, porque en
ninguno de los dos dictámenes se trata del proble1l).a obrero con el respeto y atención
que se merece. Digo' esto, señores, porque lo creo así, repito que soy obrero, que he
crecido en los talleres y que he tenido a mucha honra venir a hablar a esta tribuna
por los fueros de mi clase. Paréceme extraño, señores, que en su dictamen la CI)-
misión nos diga que los diputados Aguilar, Jara y Góngora propusieron varias re-
formas tendientes a mejorar la condición del trabajador; no me atrevo a desmentirla,
porque es verdad, pero cabe objetar ahora que en el dictamen de la Comisión se debió
hacer constar que la diputación de Yucatán también presentó una iniciativa de re-
formas al artículo 13, que tiene mucha importancia, porque en ella se pide el esta-
blecimiento de tribunales de arbitraje en cada Estado, dejando a éstos libertad de
legislar en materia de trabajo para aplicar por medio de esos tribunales las leyes
respectivas. No se necesita ser jurisconsulto para comprender que dichos tribunales
necesitan indispensablemente de la expedición de" tales leyes para que los trabajado-
res estén perfectamente garantizados en sus relaciones con los patrones; por consi-
guiente, si yo menciono la iniciativa de la diputación de Yucatán, no es porque no
esté de acuerdo con los conceptos emitidos por los diputados de Veracruz en su lm-
ciativa, sino antes bien, para argumentar en favor de ella, porque a mi juicio el a1'-
tículo 5Q está trunco: es necesario que en él se fijen las bases constitucionales sobre
las que los Estados de la Confederación mexicana, de acuerdo con el espíritu de la
iniciativa presentada por la dipu.tación yucateca, tengan libertad de" legislar en ma-
teria de trabajo, en ese mismo sentido. En consecuencia, soy de parecer que el ar-
tículo 59 debe ser adicionado, es decir, debe ser rechazado. el dictamen para que vuelva
a estudio de la Comisión y dictamine sobre las bases constitucionales acerca de las
cuales los Estados deben legislar en materia de trabajo. Por consiguiente, hago cons-
tar que no estoy de acuerdo con lo que aquí asentó nuestro compañero Lizardi. Yo,
señores, ,sin hacer alarde de federalista, me considero tan federalista como el que más
lo haya 'hecho saber por la prensa de la República; por consiguiente, respeto como
el que más la soberanía de los Estados, y por las razones que antes expuse, razones
979
capitales, puesto que el problema del trabajo no es igual en toda la República y ya
que los departamentos del Trabajo, tenemos la convicción segura los que militamos
en las filas del proletariado, no han dado resultado, porque las protestas y las de-
mandas de los trabajadores se han estrellado contra la impudicia de los mangonea-
dores de la cosa pública. Convencidos de qUe los Estados, en relación con el problema
obrero, necesitan dictaminar en muchos casos con 'criterio diverso al del Centro, debe-
mos decir, en contra de lo asentado por el diputado Lizal'di, que no nos satisface de
ninguna manera que el Congreso de la Unión sea quien tenga la exclusiva facultad
de legislar en materia de trabajo, porque aparte de las consideraciones económicas
que se puedan argüir como necesarias y que tratará otro de los compañeros que ven-
gan a hablar en contra del dictamen, aparte de esas consideraciones, por la razón
fundamental de que debe respetarse la soberanía de los Estados, vengo a pedir el
voto de mis compañeros para que no se admita que el Congreso de la Unión sea el
que legisle ·en dicho sentido. Continúo en mi afán de demostrar, según mi humilde
criterio, que el artículo 59 debe ser ampliado. Si tomamos como punto de partida los
deseos de la diputación yucateca; si aceptamos desde luego -como tendrá que ser-
el establecimiento de los tribunales del fuero militar" necesariamente tendremos que
establecer el principio también de que los Estados tendrán la facultad de legislar en
materia de trabajo y de establecer los tribunales de arbitraje y conciliación, por con-
siguiente, lo único que cabe en el artículo 59 es señalar las bases fundamentales sobre
las que se debe legislar, y en consecuencia, no creo que la Comisión deba limitarse,
por lo tanto. a decirnos que el convenio de trabajo ha de durar un año, cuando pasa
por alto cuestiones tan capitales, como las de higiene de minas, fábricas y talleres.
Alguien dirá que esto es reglamentario; sí, señores, puede ser muy bien; pero como
dijo el diputado Jara acertadamente, los trabajadores estamos enteramente cansados
de la labor pérfida que en detrimento de las libertades públicas han llevado a cabo
los académicos, los ilustres, los sabios, en una palabra, los jurisconsultos. (Aplausos.)
Si como efecto de la larga historia de vejaciones de que ha sido víctima el pueblo me-
xicano, si como consecuencia del estado miserable en que todavía se encuentra y del
que necesariamente tendrá que salir, porque la revolución le ha tendido la mano y
las leyes lo ampararán; si como resultado de la postración intelectual en que se en-
cuentra, porque hay que ser francos para decirlo, deducimos que es necesario, es lle-
gada la hora de reivindicarlo, señores, que no se nos venga con argumentos de tal
naturaleza, porque después de las conclusiones a que hemos llegado, resultan infan-
tiles y necesitamos para hacer fructífera nuestra labor, consignar 'en la Constitución
las bases fundamentales acerca de la legislación del trabajo, porque aún no tenemos
gobernantes revolucionarios en todos los Estados. Quiero hacer una aclaración, resulta
casi fuera de tiempo, pero es necesaria; tal vez los obreros que están en mejores con-
diciones en estos momentos en la República, gracias a la revolución constituciolla-
lista, son los del Estado de Yucatán; de tal manera, que somos los menos indicados,
según el criterio de algunos reaccionarios o tránsfugas del campo obrero, para venir
a proponer esas reformas; pero nosotros pensamos y decimos al contrario; si en el
Estado de Yucatán estamos palpando todos estos beneficios, si allí los trabajadores
no le besan la mano a los patrones, si ahora lo tratan de tú a tú, de usted a usted,
de caballero a caballero; si por efecto de la revolución los obreros yucatecos se han
reivindicado, señores diputados, un representante obrero del Estado de Yucatán viene
a pedir aquí se legisle radicalmente en materia de trabajo. Por consiguiente, el ar-
tículo 5Q a discusión, en mi concepto, debe trazar las bases fundamentales sobre las
que ha de legislarse en materia de trabajo, entre otra.s, las siguientes: jornada máxi-
ma, salario mínimo, descanso semanario, higienización de talleres, fábricas, minas,
convenios industriales, ere'ación de tribunales de conciliación, de arbitraje, prohibición
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d-el trabajo nocturno a las mujeres y nmos, accidentes, seguros, e indemnizaciones,
etcétera. No debe ponerse un plazo tan largo como el que fija la Comisión en el
dictamen para la duración de contratos, porque" señores, un año, es mucho. Los
que estamos en continuo roce con los trabajadores, sabemos perfectamente que por
efecto de la educación que han recibido, no son previsores; por consiguiente, tienen que
sujetarse, en la mayoría de los casos, a la buena o mala fe de los patronos. Los pa-
tronos son muy hábiles, porque tienen abogados que los dirigen en sus negocios con
el nombre de apoderados; generalmente tienen al cura que aconseja a los trabaja-
dores y los incita para que se conformen con su suerte y no falten a sus deberes;
porque cuentan con los mangoneadores de la cosa pública y porque, finalmente, tienen
a su servicio a funcionarios venales, que trafican con la miseria popular; saben tam-
bién, por efecto de sus -relaciones comerciales" cuándo el carbón va esca'Sear, así
como todos los artículos necesarios para talo cual industria; en tal concepto procuran
siempre que sus obras se hagan a destajo, a destajo, sí, pero en la forma que a ellos
conviene, porque como el obrero hasta hoy ha permanecido aislado, como no cuenta
en todos los estados con oficinas de trabajo que le proporcionen esos datos, como, en
fin. tiene diversos y múltiples obstáculos a su paso, resulta que saldrá generalmente
perjudicado con un plazo tan largo como el que se pretende, y por eso yo propongo
como máximo de ese plazo, dos o tres meses; y no se nos venga a decir que hay obras
que tardan más de ese tiempo, porque nosotros sabemos que eso no es la generalidad,
sino excepciones, y en ese caso, las legislaturas de cada Estado preverán lo que deba
hacerse. Señores, poco o nada tendré que añadir, creo que me he limitado a tratar el
punto que me corresponde, ya que, como dije antes, vengo con una credencial obrera,
y tengo la pretensión de no venir disfrazado, como algún diputado obrero que votó
en contra del arti-culo 3Q Quiero hacer hincapié en el artículo _13, porque confío en
que en los Estados habrá, diputados radicale's que legislen en materia de trabajo; y
por lo que respecta al fuero militar, es necesario decirlo de una vez por todas; los ra-
dicales tendremos que aceptarlo como una necesidad social, y llegada la hora de la
discusión, tendremos oportunidad de venir a la tribuna para reforzar los argumentos
en favor de los tribunales de conciliación y arbitraje que iniciarnos se lleven a cabo;
propiamente no se trata de establecer tribunales especiales, sino simplemente de un
tribunal que tendrá una función social trascendentalísima, dado que tenderá a evitar
los abusos que se cometen entre patronos y obreros. Por lo que respecta al !fuero mili-
tar, quiero, hacer una aclaración: tendrá que aceptarse y lo discutiremos oportuna-
mente y sin prejuicios, porque nosotros, para opinar, no vamos a averiguar --como al-
guien- si los militares llevan o no escapulario ... (Aplausos.)
-El C. lbarra, interrumpiendo: Una moción de orden, señor presidente. No se
está discutiendo el artículo 13, que se refiere' al fuero militar.
-El C. Victoria, continuando: Dije antes que era un obrero, que no era un letrado,
y áñadí después que creía molestarlos; por lo tanto, les suplico me hagan favor de
dispensanne, porque no estoy ducho en achaques parlamentarios. Decía que no vamos
a averiguar si los militares traen o no escapulario, porque nosotros, que estamos pe-
netrados de su alta labor pública, decimos, parodiando a Gustavo Campa: "Cuando
vemos pasar al ejército del pueblo, no discutimos, sino simplemente nos arrodillamos."
(Aplausos.)
-El C. Lizardi: Para hacer una aclaración, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Lizardi.
-El C. Lizardi: Unicamente para hacer constar que cuando hablé de las faculta-
des -del Congreso de la Unión para legislar en materia de trabajo, no expresé que eran
facultades exclusivas del Congreso de la Unión, y, en consecuencia, de ninguna ma-
nera los Estados estarán eximidos de legislar sobre esta materia.
981
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Zavala.
-El C. Zavala: Señores diputados: No sé si vaya a cometer un error. (Voces:
¡Más recio!) No sé si vaya a cometer un error, pero mis convicciones así me lo indican,
que venga a sostener un dictamen en lo que respecta a la cuestión del trabajo. Al com-
pañero de la diputación de Yucatán ... le hago notar este caso: soy obrero y tengo
verdadera honra en decir que mi carácter se ha templado en las entrañas de la tierra;
fui uno ,de los que votaron en contra del artículo 3Q, y por tal motivo seguramente
que me van a fusilar porque voté como 10 indico, ¡que sea en buena hora! (Voces:
¡No! ¡No!) Quizá no lo haya dichci con cierta intención, pero yo hago esa aclaración,
porque parece, no parece, -sino que estoy bien cierto que todos los que votamos en
contra del artículo 39, son políticos, siendo yo el único trabajador. Pues bien, entraré
de nuevo a sostener el dictamen en lo que respecta a la cuestión del trabajo. Lamento
sinceramente, señores diputados, que la Comisión haya insertado la cuestión de los
abogados en la cuestión del trabajo. Me· vaya referir a una de las palabras del señor
licenciado Lizardi, y siento verdaderamente que siempre los de abajo, -carne de cañón,
sigamos siendo muy desafortunados; el señor Lizardi nos decía, después de haberse
aprobado el artículo 49, que nunca esta modificación podía caber en el artículo 49
Esas indicaciones, señor Lizardi, le hubiéramos agradecido que nos las hubiera he-
cho cuando se- trataba del artículo 49 y no ahora después. Pues bien, con respecto
a 10 que nos dice el señor Martí, quien pedía que se aprobara la reforma ,tal _como la
ha puesto el ciudadano Primer Jefe, o como la puso la Comisión, quitándole todas las
adiciones que le agregó. Siempre, señores, por desgracia, siempre vamos padeciendo
de esa debilidad, debilidad muy marcada, que los que más saben no quieren decir nada
a los que nada saben; y he ahí, señores, por desgracia, puedo decir que entre nosotroH
una minoría insignificante somos los que hemos sentido verdaderamente los rigores del
trabajo rudo y seremos los únicos que venimos a sostener el dictamen en la parte rela-
tiva al trabajo. Yo diría, señores diputados, que abundo en mucho en lo que dijo el di-
putado Jara, y que no es necesario poder ocurrir hasta allá para traer argumentos del
mismo señor; no es necesario, pero veamos poco a poco la forma como lGS deshereda-
dos, los que han sido carne de cañón, han podido colaborar en esta revolución. Desde
1910 a esta parte, los obreros, señores, son los qUe han hecho la revolución, y de eso
tengo la plena seguridad, y a quienes piensen lo contrario se los voy a probar con he-
chos: los señores generales, ¿ qué harían frente al enemigo con todo y esas águilas que
ostentan, ,si no tenían soldados? ¿ Acaso, señores, todos ,esos hombres, todas esas legio-
nes que ayer fueron a combatir contra los reaccionarios, no eran obreros? ¿ Acaso,
señores, cuando se inició la revolución de 1910, los primeros que se levantaron por allá
en el Norte no fueron lO'S campesinO's? Ahora, señores, vayamos analizando poco a
poco el contingente; no es sangre, porque eso ya lo sabemO's materialmente y que han
contribuido hasta el triunfo efectivo de la revolución; todos sabemos perfectamente
bien, señores, a qué se debe el triunfO' de la revO'lución, PO'rque los políticos, los adine-
rados, hasta ahora, señores, muchos están en sus casas esperando que aquella carne de
cañón sean los que cuiden sus intereses j además, señores, ¿ cuándo han visto ustedes
que un regimiento de hombres ricO's defienda su capital? ¿ Cuándo han visto que digan:
"la brigada de intelectuales"? Hasta ahora últimamente que muchos de los estudiantes
de México han venido quizá a ocuparse en algo muy interesante también, porque las
masas necesitan que se les diga la verdad completa, desnuda, no una verdad superfi-
cial; pues bien, ese es su contingente militar; ahora vamos a ver lo más grandiO'so,
10 más sublime, lo más interesante, ¿ ustedes creen que el señO'r Cabrera es el único
que ha sostenido el crédito nacional? N o, señores, los trabajadores en las fábricas, en
las minas, en los talleres, que mientras los reaccionarios en otras partes decían: UMé_
xico no tiene vida, México no tiene dinero", en cambio, los trabajadores, muriéndose de
982
hambre, por allá en las haciendas, en las serranías, tallaban ixtle, lo que nombran
muchos de los que explotan esa fibra Uel oro blanco"~ y decían a los otros: "no, se ..
ñores, México tiene vida, México tiene dinero, aquí están las pruebas", desde luego,
señores, los obreros han sostenido el crédito nacional, los obreros han cooperado al
triunfo de la revolución, y ahora, señores, que se trata de una insignificante modifi-
cación de las ocho horas de trabajo, ¿ no querer darles nada"1 Ahora, señores, que se
trata de una modificación enteramente insignificante, el diputado Lizardi nos dice
que eso estaba bueno insertarlo en el artículo 4Q , cuando ya el artículo 49 está
aprobado; desgraciadamente, señores, muchos carecemos de valor civil y otros de pa-
labra oropelesca con que pueda uno ganarse la simpatía de toda la Cámara y decir:
uapruébese esto". Y bien saben todos los señores diputados que los obreres. hablamos
con el corazón, porque verdaderamente los obreros no conocen más lógica que la de la
razón y la justicia, y con ellas hablan siempre; pues bien, señores diputados; ya el se-
ñor Jara había dicho a ustedes la trascendencia que traía y el beneficio que podemos
obtener los trabajadores que estamos, aunque más digan, esperando algo de libertad,
que estamos esperando tener patria, porque ¿ de qué sirve que uno diga que es patriota
y tenga algo bueno, cuando no tiene nada absolutamente, si no es el pedazo de tierra
donde 10 sepulten cuando se muera"1 N o, ,señores, es momento oportuno de que se
haga justicia a la clase trabajadora, de que se le dé lo que le corresponde, porque ha
sido el principal elemento para el triunfo de esta 'revolución; es necesario que le im w
partamos justicia a esa pobre gleba, a esa pobre clase desheredada que también ha
sabido ,sostener el crédito nacional. ¿ Qué habríamos hecho, señores, todos los que nos
decimos revolucionarios, todos los que hemos contribuido en alguna época al triunfo
de la revolución con las armas en la mano; qué haríamos nosotros cogiendo un fusil?
¿ Ir todos en masa a defender los principios de la revolución, cuando principalmente
falta el crédito nacional? Los obreros han contribuido a su sostenimiento. Quizá, no la
mayoría, pero sí algunos diputados irán a votar en contra de este dictamen y lamento
que la Comisión haya puesto es'a modificación en este artículo;' si la hubiera puesto
por separado, entonces veríamos quiénes son los que podrían votar en contra del
mismo dictamen: enos serían los que tienen haciendas, porque naturalmente temerían
que sus trabajadores dejarían de -estar sometidos a su dura tarea de diez, doce o más
horas diariamente: esos serían quienes votaran en contra del dictamen. Resulta, 8ew
ñores, que muchos de los diputados que no tendrían intención de atacar el dictamen
por otra cosa, ahora nos argumentan que lo han atacado por la cuestión de los abo-
gados. ¡Vedo, señores diputados, cómo cada quien defiende sus intereses! El señor Li-
zardi, como abogado, decía que no podía ser eso justo, y nosotros los obreros también
defendemos nuestros intereses, alegando que esto no puede ser justo. Pues bien, se~
ñors diputados, no quiero cansar más la atención de ustedes, porque veo perfecta-
mente que me faltan palabras intelectuales para poder dirigirme a ustedes, pero
creánlo sinceramente que lo hago de todo corazón. Pido, pues que el dictamen sea vo-
tado por partes, para así ver poco más o menos quiénes son los partidarios de los
trabajadores y de la revolución Constitucionalista. (Aplausos.)
-El C. Lizardi: Para un hecho: Dije que implícitamente estaba ya puesto en el
artículo 49, que garantiza la libertad del trabajo en cualquier objeto lícito, y nunca es
lícito trabajar hasta suicidarse. .
-El C. Martí: Yo necesito hacer una rectificación, señores, que ataca mi perso-
nalidad de revolucionario. Yo ataqué el dictamen por la redacción en que se me pre-
sentó, porque dice: "la jornada máxima de trabajo obligatorio", pero soy partidario
del trabajo de las ocho horas.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano von Versen, en contra.
-El C. von Versen: Señores diputados: Parece extraño que yo. uno de tantos
983
diputados obreros, venga a hablar en contra del dictamen, porque en gran parte bene-
ficia a las clases obreras; pero no crean ustedes, señores diputados, que vengo a de-
fender a los abogados; ya tendrá la Comisión bastante quehacer para contestar a
t;.rcs o cuatro abogados y a una docena de tinterillos titulados. Señores diputados: yo
tampoco soy de los que vienen con la credencial falsa; yo vengo a censurar el dic-
tamen por lo que tiene de malo, y vengo a aplaudirlo por lo que tiene de bueno, y
vengo a decir también a los señores de la Comisión que no teman a 10 que decía el
señor licenciado Lizardi, que ese artículo se iba a parecer a un Santo Cristo con un
par de pistolas; yo desearía que los señores de la Comisión no tuvieran ese miedo,
porque si es preciso para garantizar las libertades del pueblo que ese Santo Cristo
tenga polainas y 30-30, ¡bueno! (Aplausos.) Cuando discutimos el artículo 39 señores,
yo temblaba, no precisamente porque le íbamos a quitar el poder al c1eri.calismo, yo
odio a muerte al clericalismo, yo hubiera sido partidario de la castración completa de
ese partido; pero, señores, temblaba ante el temor de que miles de niños se quedarían
sin conocer el alfabeto, sin esa antorcha que los ilumina en el camino obscuro de la
vida, por eso temblaba; pero ahora, señores diputados, vosotros de la mayoría que vo-
tasteis a favor del al,tículo 3<:>, porque tuvisteis miedo que el clel'o agarrotara las
conciencias débiles de los niños, votad en contra del dictamen, porque señala un año
de plazo, porque autoriza que es obligatorio el contrato hasta por un año, porque enw
tonces los capitalistas, peores que el clero, pues que lo tienen en su seno, peores que
todos los males que pueden existir en el mundo, agarrotarán todas las conciencias
de los obreros embrutecidos por ellos; y tened lástima, señores; no, no tengáis lás-
tima, haced justicia, Esos millones de obreros que forman la mayoría de la patria, esos
millones de hombres que han asegurado nuestra independencia, esa mayoría de hom-
bres que deben ser la base en que descanse nuestra independencia y nuestra nacio-
, nalidad, debe tener mayor número de garantías, debe tener asegurado su porvenir.
Porque si permitiésemos que los capitalistas .los agarrotaran de nuevo, entonces tam-
bién, señores, negadles el derecho al hogar como les hemos negado el derecho a la pa w
tria; negadles el derecho de protegerse contra el capitalismo, como les hemos negado
el derecho de que sus huesos descansen tranquilamente en el suelo de la patria sin
pagar ni un centavo. La parte que se refiere a la contratación de un año de trabajo,
pasando a la parte práctica y haciendo a un lado los lirismos, es sencillamente un
error grandísimo; ya decía el compañero Victoria muy atinadamente que los capitalis w
tan son calculadores: ellos están al tanto del alza y de la baja de los efectos; ellos es w
tán al tanto de todas las causas que modifican los precios de los salarios. Suponiendo
que ellos, los capitalistas que explotan los tejidos de algodón, calculan que van a subir
los precios de las telas, procurarán contratar a los obreros por un año, y ya verán
a Jos obreros protestar cuando las telas cuesten mucho, y ellos después de fabricar-
las, no alcanzan a comprar un metro de manta con que cubrir sus denudeces. Yo
disiento también de la opinión del compañero Zavala y del compañero Victoria; yo
no quiero que se vote por partes el artículo que presenta la Comisión, yo pido que
se rechace y que se reconsidere, que se le pongan las polainas, que se le pongan las
pistolas, que se le ponga el 30-30 al Cristo, pero que se salv€ a nuestra clase humilde,
a nuestra dase que representa los tres colores de nuestra bandera y nuestro futuro y
nuestra grandeza nacional. (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene· la palabra en pro el ciudadano Froilán C. Manjarrez.
-El C. Manjarrez: Señores diputados: Cuando la Secretaría de este honorable
Congreso nos leyó la lista de diputados inscriptos en pro y en contra, un sentimiento
de animadversión hacia la misma Asamblea comenzaba a inundar mi ·espÍritu; creí que
aquí muy pocos éramos los amigos del obrero; pero afortunadamente todos aquellos
que han venido a impugnar el dictamen no han hecho sino aceptar la tesis del mejo-
984
ramiento de las clases obreras, previas ciertas modificaciones, o mejor dicho, poniendo
ciertas adiciones al" dictamen. Yo, por lo que respecta a esas adiciones, en su rpayo·
ría €stoy conforme, pero vamos a estudiar un poco a fondo y vamos a referirnos algo
a lo que son las cuestiones obreras. Señores diputados: Desde las edades primitivas,
desde aquelias que nos cuentan las leyendas, la humanidad, en su marcha ascenden-
te hada la evolución, va determinando su vida por etapas, y cada etapa tiene una
tendencia. Sin ir más allá, porque no soy erudito ni gusto de traer a colación sin cau-
sas justificadas los asuntos europeos, me voy a referir un tanto al estado social que
imperaba en Europa en la edad media, porque es la causa que influyó en el medio
social que aún existe en la República Mexicana.
Señores diputados, la humanidad había tenido un período de estancamiento, un pe·
riodo que se prolongaba por siglos, un período en que los monarcas no se preocupa~
ron más que de favore~er a los cortesanos, un período tan largo en que precisamente
por esos privilegios, por esas prebendas que se eoncedían a los amigos de las cortes,
se creó, en cuanto se refiere a la palote social, que es lo que estamos estudiando, el la·
tifundismo. En estas condiciones, Europa efectuó la conquista de la América; la Amé-
rica, es cierto que se regía en ciertos casos por leyes que entrañaban algunos pre..
juicios, también lo es que esas leyes, aun cuando estaban hechas por hombres primi-
tivos a quienes ,se llamaba salvajes, no estaban manchados por la degeneración de
los europeos. De suerte que esos mismos europeos no vinieron a civilizar, ni mucho me-
nos, sino a dejarnos el germen de degeneración. Lo mislno, lo mismo que hicieron
ellos allá, vinieron a hacer acá('sólo que acentuando más y más su férrea mano, des-
pués de destruir la civilización de lps indios, después de inundar sus conciencias con
el fanatismo y después de arrancarles sus tierras, e·sclavizaron a los indios, esclaviza-
ron a 108 antiguos habitantes del Anáhuac. Los privilegios y las concesiones para los
amigos del virrey aumentaron a granel; de allí, pues, que hayamos entrado en este lle·
riodo de degeneraeión igual al europeo, pero algún día, ciudadanos diputados, tenía
que darse fin con ese estancamiento, y ello sucedió, primero, cuando en Europa surgió
poderosa la rev.olución francesa, y después cuando en la América vinieron los movi·
mientos libertarios de la independencia de las naciones, Y bien, señores diputados, ter·
minó, terminaron los regímenes monárquicos, a lo menos, en la acepción de Su impe-
rialismo absoluto; las teorías democrátieas ya ímperaban en todo el mundo, pero
quedaron las raíces, quedó el latifundismo, quedaron los esclavos, y a esos latifundistas
y a esoS esclavos, es decir, no hemos quitado las garantías del latifundismo ni hemos
sacado a los esclavos del poder de aquéllos. Cuando en 1913 se inició la revolución, mu-
chos, aun amigos de la causa, creyeron de ella un movimiento esencialmente político,
justo es decirlo entre paréntesis, que la política y la sociología son hermanas, que no
caminan la una sin la otra, pero es necesario hacer algunos distingos, y por eso es
que llamamos revolución política y revolución social; se creyó, repito, que la revo·
lución obedecía a un cambio de Gobierno, al deseo del pueblo de reivindicar sus dere-
chos políticos, a los deseos del pueblo de vengar el agravio hecho por el usurpador;
pero no, señores diputados; comenzó la revolución a invadir por todas las regiones
del país, comenzó el tremendo rugir de los cañones y el maGabro traqueteo de las ame·
tralladoras, que hizo que se estremeciera la República desde las márgenes del Bravo
hasta las riberas del Suchiate, desde la bahía de la Baja California hasta Quintana
Roo, y como muy bien decia el señor ,Zavala, fueron los obreros, fueron los humil-
des y fue la raza, fueron los indios, los yaquis, los traxcaltecas, los de la Sierra de
Puebla los que agrupándose en formidables columnas militares y dirigidos por valien·
tes generales, se lanzaron a la olímpica contienda hasta llegar al triunfo; entonces,
señores diputados, es cuando se ha visto qUe esta revolución no es una revolución polí-
tica, sino una revoiución social y una revolución social, señores, cuyo adelanto viene,
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no copiándose de nadie, sino que viene poniendo ejemplo a todo el mundo. Esto que
digo, señores, no creáis que lo digo de memoria; a mí me ha tocado en suerte cami-
nal' por el Norte y por el Sur, soy del Sur y he estado allá; en el Estado de Sonora
existe una ley que creó una Cámara de Trabajo, de esa manera consiguió que sean ellos
mismos los que conociendo sus necesidades y de acuerdo con sus aspiraciones pongan
la legislación.
Estos decretos, señores diputados, dieron margen a que felicitaran al Gobierno de
Sonora, no sólo de los Estados Unidos, sino aun de Europa" algunas asociaciones socia-
listas. Pues bien, señores diputados; yo soy del Sur, y naturalmente que lo que veo en
el Norte quiero. implantarlo en el Sur; yo sé perfectamente bien que ha habido una
revolución pésimamente dirigida en el Sur; pero eso no quiere decir que debió haber
sido sublime la revolución del Sur; la revolución del Norte se justifica, es grandiosa,
más grandiosa debió haber sido la revolución en el Sur. En el Sur, señores diputados,
es donde más han sufrido los trabajadores; allí de sol a sol, sin un momento de des-
canso han trabajado los infelices peones para ganar 10 que ellos dicen "un real y me-
dio"; en el Sur, a los peones cuando desobedecen al amo, cuando no van a trabajar,
el amo los lleva a las trojes, los apalea y los encierra quince o veinte días. Pues bien,
yo estoy de acuerdo, por lo tanto, con la iniciativa que ha presentado mi apreciable
y distinguido colega, el señor Victoria; yo estoy de acuerdo con todas esas ad.iciones
que se proponenj más todavía: yo no estaría conforme con que el problema de los
trabajadores, tan hondo y tan intenso y que debe ser la parte en que más fijemos nues-
tra atención, pasara así solamente pidiendo las ocho horas de trabajo, no; creo que
debe ser más explícita nuestra Carta Magna sobre este punto, y precisamente porque
debe serlo, .debemos dedicarle toda atención, y si se quiere, no un artículo, no una adi-
ción, sino todo un capítulo, todo un título de la Carta Magna .. Yo no opinó como el
señor Lizardi, respecto a que esto será cuando se fijen las leyes reglamentarias, cuan-
do se establezca talo cual cosa en beneficio de los obreros; no, señores, ¿ quién nos ga-
rantizará que el nuevo Congreso habrá de estar integrado por revolucionarios? ¿ Quién
nos garantizará que el nuevo Congreso, por la evolución natural, por la marcha na-
tural, el Gobierno, como dijo el ,señor Jara, tienda al conservatismo? ¿Quién nos ga-
rantiza, digo, que ese Congreso General ha de expedir y ha de obrar de acuerdo con
nuestras ideas? N o, señores, a mí no me importa que esta Constitución esté o no dentro
de los moldes que previenen jurisconsultos, a mi no me importa nada de eso, a mí lo que
me importa es que se den las garantías suficientes a los trabajadores, a mí lo que me
importa es que atendamos debidamente al clamor de esos hombres que se levantaron
en la lucha ar~ada y que son los que más merecen que nosotros busquemos su bien-
estar y no nos espantemos a que debido a errores de forma aparezca la Constitución
un poco mala en la forma; no nos asustemos de esas trivialidades, vamos al fondo de
la cuestión; introduzcamos todas las reformas que sean necesarias al trabajo; démosles
los salarios que necesiten, atendamos en todas y cada una de sus partes lo que merecen
los trabajadores y lo demás no lo tengamos en cuenta, pero, repito, señores dipu-
tados, precisamente porque son muchos los puntos que tienen que tratarse en la cues-
tión obrera, no queremos que todo esté en el artículo 59, es imposible, esto lo tene-
mos que hacer más explícito en el texto de la Constitución y ya les digo a ustedes,
si es preciso pedirle a la Comisión que nos presente un proyecto en que se comprenda
todo un título, toda una parte de la Constitución, yo estaré con ustedes, porque con
ello habremos cumplido nuestra misión de revolucionarios. (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Pastrana Jaimes.
-El C. Pastrana Jaimes: Por tres capítulos voy a atacar el dictamen de la Comi-
sión; y para no cansar a ustedes, voy a ser breve: el primer capítulo: judicatura obli-
gatoria. Esta idea de la judicatura obligatoria la tomaron los señores de la honorable
986
Comisión de un estudio que presentó el señor licenciado Aquiles Elorduy. Tengo ne-
cesidad forzosa de referirme a este estudio, para demostrar a los señores de la Comi-
sión que es Un estudio incompleto, que es un estudio impracticable. El señor Elorduy,
al :referirse a los casos de las injusticias de la justicia mexicana, no ha estudiado el
problema de la justicia de México bajo su verdadero aspecto, éste es uno de los pro-
blemas más delicados que tenemos que resolver aquí. Yo, en algún estudio práctico y
detenido que he hecho sobre este tema, he sostenido que podemos reducir a tres gran-
des grupps, a tres grandes causas, a tres grandes fuentes las injusticias de que tantó
nos quejamos: la primera causa, la primera fuente de injusticias, son nuestras ins-
tituciones, nuestras leyes, y para no cansar a ustedes, voy a citar un ejemplo; me voy
a referir únicamente al Código Penal, para que vean ustedes que en ese Código Penal
encuéntranse multitud de injusticias; chorrea injusticia nuestro Código Penal; esta-
blece que para fados los delitos la única pena es la cárcel; para el que roba, cárcel;
para el que lesiona, ~árcel; para el que rapta, cárcel y para todo cárcel, yeso es
uno de los más grandes absurdos; se ha demostrado científicamente que no hay
delitos. sino delincuentes y que cada uno de los delincuentes necesita un castigo espe-
cial para que se regenere. Quizá mañana cambie un paco nuestro sistema, quizá ma-'
ñana o pasado para el que robe, colonia penal; para el que mate, colonia penal; para
el que rapte, colonia penal: y para todo, 'señores, va a ser colonia penal; cambiará
un poco el sistema, pero las injusticias en el fondo seguirán siendo las mismas. Si to-
mamos el Código Civ:il, encontraremos que la ley dVil chorrea injusticia, es una pro-
tección del capitalismo, es una protección constante a los que explotan al pueblo. De-
jaré un poco atrás este caso de las injusticias, para referinne a otros. El personal
que administra justicia -este caso parece reducido ~n su número y ~s uno de los
casos más extensos-, el personal que administra justicia está compuesto por todos 10'S
ciudadanos de la República; el hombre en su hogar administra justicia; el profesor en
la escuela administra justicia; el juez en su tribunal administra justicia; el diputado
en su curul administra j\lsticia; el presidente en la silla presidencial administra jus-
ticia. ¿ Cómo corregir todo esto? El señor ministro de Justicia nos ha dado la clave:
exigiendo responsabilidades, haciéndolas efectivas de un modo inexorable; de ese modo
es como se corregirá el personal de justicia legal, el personal que hace la justicia, que
tiene el poder legal, es decir, los jueces, porque los jueces no hacen más que la justicia
que quieren, porque el poder legal es el que hace la ley, y conforme a ella, el juez tiene
que administrar justicia. Si la leyes mala, forzosamente la justicia tiene que ser mala;
voy a poner a ustedes un ejemplo: supongan ustedes, ,señores, que resucita Salomón
y que tiene que hacer justicia confonne a nuestras leyes; que está en su tribunal y
que se le presenta la mujer acusadora quejándose del robo de su hijo y le lleva el
testimonio de una comadre o de cualquiera; se le presenta la otra mujer que ha
cometido el delito de robo de infante y sobre la cual pesan algunas presunciones
de responsabilidad, pues conforme a la ley, como no hay acta de Registro Civil, como
no hay otra prueba para justificar la maternidad, a la acusada se le manda por lo
pronto a la cárcel, a la otra que no ha podido justificar la maternidad, la mandan a
su casa, aplazándola para que rinda las pruebas y al infante lo mandan a la Casa
de Cuna. Esa es la justicia que haría Salomón si resucitara en nuestros tiempos. Va-
mos al último caso de injusticia: el personal que pide justicia y de ese personal, se-
ñores, los abogados son los primeros corruptores de la justicia, los abogados más pres-
tigiados, los que tienen los bufetes más bien puestos, los que tienen más influencias,
son precisamente los que han explotado más a la justicia; ¿ y quiere el proyecto que
entre esos abogados vayamos a sacar a los nuevos jueces? ¿ Quiere la honorable Comi-
sión que dentro de esos abogados vayamos a sacar 'el nuevo personal de una judica·
tura? Yo le agradecería a la honorable Comisión que me\ dijese en conciencia ¿ quién
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es más culpable: el que peca por la paga.. o el que paga por pecolr? Por esas razones,
no he aceptado, señores, el dictamen de la Comisión estableciendo la judicatura obliga-
toria. Vamos al segundo punto. El artículo del proyecto dice en una de sus partes:
"El contrato de trabajo sólo obligará a prestar el servicio convenido, por un perío-
do qli"~ no sea mayor de, un año, y no podrá extender en ningún caso a la renuncia,
pérdida o menoscabo de cualquiel' derecho político o civil."
Es bastante original, señores, que en un capítulo donde se trata de garantías cons-
titucionales, nos encontremos nada menos que con una obligación constitucional: hacer
qUE:' los trabajadores tengan la obligación constitucional de trabajar un año. La Comi-
sión Nacional Agraria publicó un folletín que dice así: (Leyó.)
Con cierta anterioridad el señor cOl'onel Porfirio del Castillo y yo, habíamos pre-
sentado a la honorable Comisión una humilde iniciativa; y refiriéndonos a este punto,
nos expresábamos en esa forma: (Leyó.)
Como se ve, el señor coronel Del Castillo y yo estableciamos pel'fectamente bien la
diferencia entre duración de un contrato y duración de una obligación. Los trabajado-
res podrán firmar un contrato por un año de plazo, pero no será ese año la duración
de su obligación; el trttbajador puede ir a trabajar un día, una semana o no puede ir
a trabajar, pero en todo easo será responsable nada más de los danos y perjuicios.
pero no es posible obligarlo a que vaya por la fuerza a trabajar por el tiempo que
se haya contratado. E'sto, que parece una simple cuestión de palabras, tiene, sin em-
bargo, mucha significación en la vida práctica,
¿ Qué interpretación se irá a dar a esta obligación constitucional por nuestro pue-
blo? Allí, en los campos, en las haciendas, donde no hay personas que ilustren los cri-
terios, los alcaldes, los comisarios van a obligar a los trabajadores a que estén tra-
bajando forzosamente un año; y esto es sencillamente un absurdo. Creo que la ho-
norable Comisión equivocó la redacción de su artículo y así me lo da a entender su
misma exposición de motivos que dice así:
liLa segunda innovación consiste en limitar a un año el plazo obligatorio del con-
trato de trabajo; y va encaminada a proteger a la clase trabajadora contra su pro-
pia imprevisión o contra el abuso que en su perjuicio suelen cometer algunas empre-
sas." Muy bien que se limite a un año el contrato del trabajo, pero no que se imponga
la obligación de un año de trabajo, cuestiones que son 'enteramente distintas y con-
trarías a lo que se ha querido decir. La iniciativa presentada por la Comisión Nacional
Agraria me ha parecidO más justa, cambiando un poco su redacción. para que no re-
sulte el mismo equívoco de palabras. Se verá que la Comisión referida ha puesto el
dedo en la llaga. Dice: (Leyó.)
De este modo, señores, se acaban todos los contratos inmorales que celebran los
capitalistas, los hacendados. para extorsionar más al pueblo trabajador. El último pun-
to de objeción es 10 relativo a 10's salarios. El mismo señor -coronel Del Castillo y yo
presentamos a la honorable Comisión nuestra humilde iniciativa pidiéndole esta ligera
adición: "El salario de los trabajadores en ningún easo será menor que la cantidad
indispensable para la subsistencia y mejoramiento de él y su familia. Los gobiernos
de los estado's dictarán". etc.
Lo poco que he observado en nuestra República acerca de los obreros y los traba-
jadores, me ha traído a esta convicción: ningún movimiento obrero en la República ha
tenido un motivo distinto que la -cuestión de salarios; no ha habido huelgas por ocho
horas de trabajo; no ha habido huelgas por falta de un tribunal para resolver los con-
flictos de los trabajadores; no ha habido huelgas porque .las mujeres y los niños va~
yan a trabajar de noche; no, señores, todas las huelgas en la República han tenido por
úmca causa la cuestión de los salarios, porque nuestros industriales, nuestros patro#
nes, siempre han tenido a los obreros a salario de ha'mbre, a salario de muerte, a sa-
lario de sed. Es una gran verd'ad económica que no me podrá negar ninguna de las
personas que han venido a hablar a esta tribuna en bien del obrero. El tratadista
Enrique George, al hablar de la cuestión obrera, ha aplicado a los trabajadores la
famosa "ley de hierro" del salario, haciéndose consistir esta ley en que, a medida
que la producción del trabajador ha sido más intensa, 'Su salario ha sido más insigni-
ficante para cubrir sus necesidades. George dice que esa ley de hierro del salario tiene
su fundamento en la violación de ciertas leyes naturales, y luego reduce todo el sis-
tema a una cuestión de tierras que trataré más tarde. Por lo que toca a la cuestión
fabril, por lo que toca a la ley del salario, a la ley de hierro_ del salario, relacionada
con la cuestión fabril, esa ley, señores, como ya se dijo en esta tribuna, tiene por única
causa la protección oficial al capitalismo; es necesario, pues, destruir esa protección
oficial, destruir esa protección ilegal al capitalismo, ¿ cómo? estableciendo leyes que
10 contrarien directamente, imponiendo a los gobiernos de 108 estados la obligación
de dictar leyes, haciendo que legislen sobre salarios, haciendo que los salarios en
toda la República sean bastantes, no para que el obrero pueda comer como un
I
animal, no para que vegete como una. planta, sino para que subsista, pafa que
pueda mejorar y alcanzar su perfeccionamiento. Entre las obligaciones del Estado,
la más sagrada es cuidar por el mejoramiento de las mayorías, no cuidar nada
má$i que esas mayorías trabajadoras ganen 10 suficiente para conservar sus
energías listas y a disposición de~ capitalista. Es necesario asegurar al obre-
1'0 un perfeccionamiento efectivo; por eso el señor coronel Del Castillo y yo trabaja-
mos por la cuestión del salario; es 10 fundamental y es lo único constitucional que
podemos dar a los trabajadores; es neeesario que éstos, en cualquier parte de la
República en que se encuentren, sepan que su trabajo tiene que ser retribuido huma-
namente; es necesario que esos trabajadores encuentren en el trabajo un medio para
mejorar. La revolución no puede dar más a los trabajadores que contrariar esa "ley
de hierro" del salario que tanto han aplicado nuestros industriales desde que México
es México. Vengo, pues, a pedir, en nombre de los trabajadores, que se vote la adición
que el señor coronel Del Castillo y yo presentamos a la honorable Comisión para
que ellos puedan algún día esperar algún beneficio efectivo de este Congreso Consti-
tuyente. (Aplausos.)
989
24. SESION ORDINARIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA TARDE DEL MIERCOLES 27
DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
(A las cuatro en punto y con asistencia de 163 ciudadanos diputados, según lista
quc;: pasó el pro secretario Castaños, se abrió la sesión.)
-El C. seeretario Truchuelo dio lectura al acta de la sesión y, puesta a discusión.
el ciudadano diputado Pastrana Jaimes hace una aclaración y la Secretaría informa
sobre el mismo punto. Sin más diseusión queda aprobada el acta en votación económica.
-El C. secretario Lizardi da cuenta con los siguientes asuntos que hay en cartera:
El ciudadano Adalberto Tejeda, diputado propietario por el 3er distrito electoral
del Estado de Veracruz, manifiesta en un escrito que está imposibilitado para asistir
a las 'sesiones y pide sea llamado su suplente.-Se acuerda de conformidad.
El ciudadano Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, encargado del Poder
Ejecutivo de la Unión, comunica que las dos peticiones que elevaron a este honorable
Congreso varios vecinos de Cananea, Sonora, serán resueltas por conducto de la Se-
cretaría de Gobernación.-A su expediente.
El mismo ciudadano Primer Jefe comunica que por conducto de la Secretaría
de Relaciones Exteriores ha ordenado se cumplimente la iniciativa de varios ciuda-
danos diputados saludando a los Congresos de las naciones americanas.-A su expe-
diente.
991
El ciudadano diputado Julián Adame presenta una iniciativa de adiciones al aT-
ticnlo 43 del proyecto de Constitución.-A la Comisión respectiva.
El ciudadano diputado suplente Claudio N. Tirado envía una iniciativa de refor-
mas constitucionales.-Pasa a la Comisión de Constitución.
992
de su situación ventajosa para ejercer un poder absoluto, y, en cambio, los habitan-
tes de las entidades pequeñas se sienten oprimidos por el cinturón ae hierro de las
fronteras, que atajan el avance progresivo de su florecimiento interior y que ponen
frente a ellos, en calidad de enemigos, a hombres que por su ética y su etnología son
sus hermanos, pero que no pueden tenderles la mano fraternal, por la injusticia de
una ley que no supo reconocer su origen común y legitimarlos como hijos del terri-
torio con el cual tienen tan estrechamente ligados sus intereses, sus más caros afectos
y sus contradicciones más preciadas. .
"Tal es el caso del Estado de Colima, que tengo el honor de representar en el
seno de la honorable Asamblea constituyente, y correlativamente, pero en sentido
inverso, el caso de una importante porción de los Estados de Jalisco y Michoacán.
"Yen tal virtud, para l'€mediar en parte tan patente irregularidad, muy res-
petuosamente formulo ante el honorable Congreso Constituyente la presente inicia-
tiva, que tiene por objeto pedir que el territorio del Estado de Colima sea adicionado
con los municipios de Cihuatlán, Cuauhtitlán, Zapotitlán, Tonila y Pihuamo, del Es-
tado de Jalisco y el distrito de Coalcomán, del Estado de Michoacán.
"Antes de fundar esta solicitud, hago constar que he festinado su pl'€sentación
debido a que con el nombramiento de la segunda Comisión de Constitución se ha
llegado ,ya a la discusión de los artículos correspondientes a la sección 11 del título
segundo de la Constitución, que se refieren a las partes integrantes de la Federación)
en cuya materia debe tratarse el punto a que me contraigo, y he dicho fe'stinado, por-
que desde hace varios días se me anunció de la capital de Colima la salida con rumbo
a E-sta de Querétaro de una comisión de aquella Entidad que pondrá en mis manos
preciosos datos estadísticos e importantes cartas geográficas que me hubieran ser-
vido para apoyar con argumentos científicos y rigurosamente exactos, esta petición
que voy a argumentar de memoria, pero procurando ceñirme estrictamente a la ver-
dad y protestando que antes de asentar un hecho sobre el cual 'tenga la menor duda.
preferiré pasarlo por alto.
HFundo mi petición en las siguientes consideraciones de orden económico, po-
lítico, social, etc.:
HEI Estado de Colima tiene apenas una extensión de 5,887 kilómetros cuadrados
y 77,704 habitantes, según el censo de 1910. Es, en consecuencia, uno de los tres
más pequeños del país y el menos poblado de todos.
"Está dividido en los Siguientes municipios: Colima, villa de Alvarez, Comala,
Coquimatlán, Tecomán, Ixtlahuacán, Manzanillo y El Mamey -este último n-o existe
de hecho-; tales municipios, además de su presupuesto local, tienen la obligación de
pagar el general del Estado, y si bien es cierto que esto no resulta oneroso en las
entidades que tienen numerosos municipios, porque el impuesto es más extensivo y
por ende menos gravoso, en Colima, que apenas cuenta con siete municipios, siempre
ha sido un escabroso problema el de sostener con decoro una administración. No niego
que hasta la fecha se haya conseguido; pero en honor de la verdad debo decir que
a costa de exacciones fiscales que convierten al contribuyente en una víctima del
fisco, Ahora bien; con los municipios que se piden, el Erario duplicará o quizá tripli-
cará sus ingresos y esa. dificultad quedará zanjada.
"Creo prudente hacer hincapié sobre el hecho de que las administraciones ante-
riores a las impuestas por el régimen revolucionario, se sostenían porque absorbían
todos los arbitrios municipales, 10 que colocaba a esas entidades, hoy libres por la
sabia ley del señor Carranza, en condiciones misérrimas que les impedían tener si-
quiera el carácter de instituciones nominales,
"Creado el Municipio Libre y teniendo el Estado que respetar su hacienda pú-
blica, no vacilo en afirmar que se verá imposibilitado para arbitrarse las rentas ne-
993
cesarias para sus atenciones, a no ser que eche mano de recursos que la moral re-
prueba y las costumbres condenan: los de la expoliación, de las exacciones onerosas,
que harán odioso a cualquier Gobierno, ya que el ideal moderno de toda administra-
ción es el de proporcionar el mayor bienestar a los ciudadanos con la mayor econo-
mía posible para ellos.
"Hace varios años existe el proyecto de construir un ramal de ferrocarril que
una a Colima con el distrito de Coalcomán, pero los empresarios no han querido
arriesgarse en esa empresa mientras no se consiga que pase a la jurisdicción de Co-
lima aquella región, aduciendo para el efecto razones de peso, entre otras la de que
la empresa que se formase sería netamente colimense y que los beneficios que se im-
partiesen redundarían más bien en favor de Michoacán, del cual podría obtenerse
difícilmente algunos beneficios, siquiera fueran éstos de policia, por estar tan remota
su capital. Y como esa región ha sido pródiga a partidas de bandoleros merodeado-
res, el ferrocarril acabaría por fracasar en la imposibilidad de evitar sus fechorías,
las cuales sí podrían evitarse incorporándose a Colima, porque la Jefatura de Armas
de este Estado controlaría sin grandes esfuerzos aquella localidad.
"Para la hacienda pública de Jalisco y Michoacán es un difícil problema el de
la fiscalización de las municipalidades mencionadas, pues por su distancia se subs-
traen a la acción eficaz y constante de las autoridades del ramo por más empeñosas
que éstas sean.
"Además, por estar muy lejos del centro, muy apartadas de la acción progresista
de cualquiera administración, permanecen estacionarios tales municipios, y aunque es-
tán enclavados en riquísimas regiones como son todas las de esa costa occidental, son
casi improductivos. Su subordina.ción a una autoridad suprema que esté más cerca
de eUos y que se preocupe por su evolución, los sacará de su actual postración.
"El aspecto político de la cuestión tiene una fase muy interesante y es la si-
guiente: Los principales latifundios del Estado pertenecen a una familia que siempre
ha tenido influencia decisiva sobre el destino del mismo. Estos latifundios compren-
den una extensión de más de la mitad de todo el territorio del Estado, y están ha-
bitados lo menos por la quinta parte de la población total, de donde resulta que el
jefe de esa familia, sin ser autoridad, ni mucho menos, tiene bajo su dominio a más
de la mitad del Estado, es decir, tiene un Gobierno dentro del Gobierno mismo. Tan
ventajosa situación le da una influencia política formidable y decisiva en el Estado
de Colima, puesto que cuando se trata de elecciones, está en condiciones de ser quien
siempre diga la última palabra. Al frente de esa familia está un hombre de indis-
cutible talento, pero de monstruosas ambiciones, don Enrique O. de La Madrid, que
fue durante el régimen porfiriano el gobernador crónico de aquella ínsula. Asi es-
que con sólo ordenar que sus millares de peones, arrendatarios, medieros, etc., voten
en el sentido que a él le plazca, habrá conseguido inclinar la balanza electoral del
lado que mejor le parezca.
"En las elecciones municipales h-echas en Colima, ya dentro del régimen revolu-
cionario, quedó demostrada esa influencia con el hecho de que dos de los adminis-
tradores de sendas haciendas de su propiedad, resultaron electos presidentes muni-
cipales: uno de Comala y el otro no recuerdo en este momento de dónde.
"y todavía hay más. Muchos de los demás propietarios de naciendas del Estado,
son poderdantes del señor La Madrid, a quien por sus luces y por su ventajosa situa-
ción sodal y política, confían la defensa de sus intereses, lo cual viene a acrecentar
de manera peligrosísima su poderío, pues de esa manera, y aunque indirectamente,
su influencia se extiende por todo aquel remoto Estado occidental.
"Así es que, aunque no fuera más que por ese capitulo, juzgo que la ampliación
del territorio de Colima se impone, tanto más cuanto que a los Estados que resulten
994
afectados no se les hace ningún perJUIcIo irreparable; sino por el contrario, se les
libra de un estorbo que quizá perjudicaba su salud administrativa, pues tanto Jalisco
como Michoacán tienen una población mayor de un millón de habitantes cada uno,
y en los territorios que se les disgregarán no pierden, seguramente, más de veinte mil
habitantes el primero y más de quince mil el segundo. Estos datos están basados en
un cálculo aproximado que puede acercarse a la verdad, pero no tener una exactitud
absoluta, pues como ya he dicho, en este momento carezco de ilustración a este res-
pecto, pero creo que oportunamente podré producirme con más apego a la verdad
estadística.
"Las razones históricas que fundan esta iniciativa son las que paso a demostrar.
Los historiógrafos de Colima, que son muy pocos y muy superficiales y mis propias
investigaciones en los archivos públicos de aquel Estado, han venido a demostrarme
que el reino de Colimán estaba sujeto al imperio azteca, el cual pagaba diversos tri-
butos y, su extensión, mucho mayor de la que ahora tiene y de la que se pretende
sea dada, comprendía los pueblos de Cihuatlán -que se pide-, Autlán, Sayula, Za-
coalco, Techaluta, Zapotlán -que no se incluye en la petición-, Jilotlán, Maquili
y Ostula.
"Vemos, pues, que antes pertenecían a Colima cuatro cantones que ahora están
en poder de Jalisco, y lo que ahora se pide no comprende ni siquiera un cantón.
"Después de la conquista del mencionado reino de Colimán, la cual costó bas-
tante sangre a los españoles, puesto que en ella murieron varios jefes expedicionarios
y quedaron disueltas varias expediciones por la bravura de los valientes coUmenses,
no hay antecedentes de que aquél hubiera visto reducida su extensión, pues aunque
vaTios de los caciques de los pueblos que le debían ob;diencia y se sublevaron en
su contra y ayudaron a los españoles en la conquista, consumada ésta, siguieron bajo
la tutela de las autoridades españolas y sujetos a la jurisdicción de la alcaldía mayor
de Colima, que a su vez dependía de Nueva Galic~.
"Consumada la Independencia nacional, el Constituyente de 1824 .convirtió a Co-
lima en Territorio federal, que fue regido por un jefe político, pero continuó depen-
diendo en lo político y administrativo del departamento de J aUsco. Así duro hasta
el año de 1836 en que fue anexado a Michoacán en calidad de distrito, permaneciend()
con ese carácter durante diez años, al fin de los cuales volvió a ser Territorio.
"Por fin, la primera reforma se condensó en la salvadora Carta Fundamental
del 57, y en ella se reconoció a Colima el carácter de Estado libre, soberano e inde-
pendiente, que ha conservado hasta la fecha, reconocimiento que, en mi humilde y
desautorizado concepto, tiene el carácter de anticonstitucional, pues que si en la mis-
ma Constitución de- '57 se exigía como requisito indispensable para elevar a la cate-
goría de Estado a cualquier, fracción nacional el que tuvi€ra ochenta mil habitantes,
juzgo que la creación de Colima, que en aquella época no contaba ni con sesenta mil
habitantes, no fue consecuente eón el espíritu que préside tal reforma constitucional,
y mucho menos lo es ahora que en el proyecto de reformas del ciudadano Primer Jefe
s€ exige que para elevar una fracción territorial a Estado independiente, necesita
tener ciento veinte mil habitantes.
"Así es que para que no subsista esa pugna injustificada y viciosa entre la teoría
constitucional y la práctica, es preciso que a Colima se le dé el territorio que reclama,
no tanto porque siempre le perteneció, sin{) porque lo necesita imprescindiblemente
para dar aplicación a sus brillantes y poderosas energías y porque desea que desapa-
rezca la contradicción que entraña su población con el precepto legal que le atañe~
"Si hemos de dar crédito a las consejas qU€ circulan en aquella Entidad, afir-
maremos que no cuenta ni con el número competente de habitantes para enviar un
representante al Congreso, pues según el decir de viejos expertos y de personas de
995
reconocida honorabilidad, en los censos que se han practicado allá, se ha hecho apa~
recer, por influencia de los gobiernos locales, ~ un número de habitantes mucho mayor
al que verdaderamente tiene, para evitar que se llegue a tomar como pretexto el de
sus escasos habitantes para incorporarlo una vez más a Jalisco o a Michoacán, o
pam volver a convertirlo en Territorio fed~ra1.
"Si examinamos las razones geográficas, observamos qUe por la disposición oro-
hidrográfica de la región, resulta una unidad bien definida de todo el territorio, com-
prendida en los límites que quedarán en caso de llevarse a efecto la anexión. Toman-
do ·como base geográfica el Valle de Colima, los demás terrenos circunvecinos resultan
como dependencias naturales de él, dando lugar a que sus moradores y SUs productos
tengan acceso natural hacia Colima, de preferencia que hacia los Estados a los cuales
actualmente perte-necen.
"Cihuatlán, perteneciente a Jalisco está colocado detrás de una estribación de la
Sierra Madre Occidental, que resulta una muralla entre la capital de Jalisco y el
pueblo, mientras que para Colima el camino es natural por Manzanillo. Los demás
municipios de Jalisco que se piden, tienen tan natural acceso hacia Colima, que el
comercio de la región se hace exclusivamente hacia esa Entidad, y las ,operaciones
militares lo han probado, al grado de que se ha visto la ventaja que resulta de poner
bajo la jurisdicción militar de Colima ese rumbo, donde existen destacamentos per-
tenecientes a la guarnición de aquel Estado. Tonila, especialmente, como uno de los
municipios más importantes de cuantos se piden, está separada de la capital de Ja-
lisco por una distancia bastante considerable, en primer lugar, y en segundo, por
dos barrancas infranqueables, la de Atenquique y la de Beltrán, que dificultan la
comunicación de dicho municipio con la capital del Estado en que está enclavado,
mientras que para Colima sólo hay una distancia que se franquea en cuatro horas
por terreno plano.
"En cuanto a Coalcomán, tan hotorio es que no se puede orientar hacia las po-
blaciones principales de Michoacán la ruta de sus negocios comerciales o adminis-
trativos, que los vecinos de aquel rumbo han hecho gestiones para pertenecer a Co-
lima, y de ello hay constancias en los archivos oficiales de aquella localidad, y en-
tiendo que también en los del Congreso de la Unión. En esta región, me refiero a
Coalcomán, .siempre han tenido maestros de Colima y las familias acomodadas educan
a sus hijos en la capital de este Estado, lo que ha dado lugar que hasta por su edu-
cación sean colimenses.
"Desde hace muchos años y en los últimos transcurridos más definitivamente,
purecc que en la vida de aquellos pueblos se ha hecho una definida acomodación en
el sentido de que Coalcomán pertenece a Colima de hecho, y sólo por la división ar-
tificial de los límites que se han marca?o arbitrariamente, el pueblo reconoce por
capital a Morelia.
"La imposibilidad para Michoacán de controlar aquella región, ha dado origen
a que prospere un movimiento sedicioso, encabezado por el cabecilla Gordiano Guz-
mán, el cual no persigue ningún fin político, sino que lo único que pretende es do-
minar la región en provecho personal. También ha dado lugar a que en d seno de la
sociedad que 10 habita reine una anarquía que amenaza desquiciarla y que haya cau-
sado inenarrables perjuicios, como lo acredita el hecho de que familias honorables,
lo.s comerciantes serios y gran cantidad de gente humilde haya emigrado hacia Co-
lima, donde encuentran más garantías, medios para subsistir y ocasión de educar
a sus hijos.
"Por todo lo expuesto y excitando a todos los señores diputados representantes
de los Estados de Jalisco y Michoacán para que en esta ocasión depongan sus gene-
rosoS provincialismos, tanto porque ahora se trata de un asunto de interés común,
996
es decir, que lo mismo b'E'neficiaría a Colima, que a Jalisco y Míchoacán, excitándolo..,;,
repito, para que, lejos de todo interés mezquino, examinen el caso solamente desde
el punto de vista nacional, a ellos, antes que a los demás señores diputados que in-
tegran esta honorable Asamblea, me permito rogarles muy respetuosa y atentamente
se sirvan prestarle su valioso apoyo a esta iniciativa, la cual, por lo demás, no es más
que la cristalización de los ardientes deseos de los colimenses y de los vecinos de
Jalisco y Michoacán, que resultarán beneficiados cort su anexión, a fin de que se
sirvan prestarle su ayuda, seguro de que los demás miembros del Congreso sabrán
hacer justicia a los que han menester de ella y que por mi conducto lo piden.
"En méritos de lo expuesto, muy respetuosamente me permito solicitar de vues-
tra soberanía que a la sección II del título segundo del proyecto de reformas a la
Constitución Po.utica de 1857, presentado por el Primer Jefe, se agregue un artículo,
que a la letra diga:
"Artículo 10. El Estado de Colima se compondrá del territorio que actualmente
tiene, más el de. los municipios de Cihuatlán, Cuauhtitlán, Zapotitlán, Tonila y Pi-
huamo, del Estado de Jalisco, y el distrito de Coalcomán, del Estado de Michoacán.
"Querétaro de Arteaga, diciembre' 26 de 1916.-Diputado por Colima, F. RamÍ-
rez VilIarreal.-Rúbrica.
HA la H Comisión de Constitución."
-El C. Dáyalo8: Pido la palabra para una interpelación al ciudadano presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Dávalos.
-El C. Dávalos: Sé que un club de Jalisco ha pedido de esta honorable Asam-
blea, que el Estado de Colima pase a formar parte del Estado de Jalisco, y aduce
varias razones, entre ellas, la dificultad en que se ve para sostenerse, y entre otras,
el antecedente histórico de que ya ha pertenecido al Estado de Jalisco. ¿ Se servirá la
Mesa decirme si ha llegado este escrito?
-El C. presidente: N o ha llegado todavía.
-El C. Dávalos: Ya llegará.
-El C. Alvarez: Ya que el señor diputado por Colima dice que constitucional-
mente no puede ser Estado, que se reparta entre los de Michoacán y Jalisco. (Risas.
Aplausos.)
-El C. secretario Lizardl da cuenta con una iniciativa referente al artículo 59,
firmada por los ciudadanos Fernández, Bórquez, Calderón y cuatro firmas más.
997
"Más de tres diputados se han acercado a la Comisión manifestándole que vota-
ron en ,contra del dictamen, solamente porque no estaban conformes con que se au-
torizara la prisión preventiva en el caso de que un delito tenga señalada pena alter-
nativa de pecuniaria o corporal. En tal virtud, si la Comisión admite la enmienda
a este respecto, se tendrá inclinada a la mayoría de la Cámara en favor del resto del
dictamen. Pero otros varios diputados, que también votaron por la negativa, han fun-
dado su voto ante la Comisión, en su inconfo.rmidad con que se imponga como obli-
gatorio a los Estados el establecer el régimen penitenciario, pues, en su concepto,
debe dejarse a éstos libertad completa para adoptar el sistema penal que prefieran.
"Por tanto, queda como punto indudable para la Comisión, que la mayoría de la
Asamblea está en contra de la centralización del sistema penal que se pretende es-
tablecer en el proyecto de Constitución. En el mismo sentido se declaró la opinión
de los subscriptos desde que comenzaron el estudio del artículo 18, y su convicción
sobre este particular fue lo que principalmente impulsó a la Comisión a modificar
el proyecto.
"Frente a la importancia capital que tiene este punto, las demás impugnaciones
aparecen ante nuestro criterio como de interés muy secundario. Sin embargo de que
la Comisión no tiene que discutir ya estas últimas impugnaciones, porque han sido
aceptadas por la Asamblea, no obstante, las ha analizado con serenidad y ha aca-
bado por adoptarlas como propias: juzga la Comisión conveniente que se desautorice
la prisión preventiva en el caso de que un delito tenga señalada pena alternativa de
pecuniaria o corporal y cree también más liberal y democrático que se deje en com-
pleta libertad a lQ.s Estados para adoptar el sistema penal que les convenga.
"En consecuencia, sometemos a la aprobación de la Asamblea el artículo de que
se trata, modificado en los términos siguientes:
<i Artículo 18. Sólo habrá lugar a prisión preventiva por delito que merezca pena
corporal. El lugar de prevención o prisión preventiva será distinto y estará comple-
tamente separado del que se destinare para la extinción de las penas.
"Los Gobiernos de la Federación y de los Estados organizarán, en sus respectivos
territorios, el sistema penal -colonias, penitenciarías o presidios- sobre la base del
trabajo como medio de regeneración."
"Salón de Sesiones del Congreso.-Querétaro de Arteaga, a 27 de diciembre de
1916.-General Francisco J. Múgica.-E:nrique Recio.-Enrique Colunga.-Alberto Ro-
mán.-----L. G. :Monzón."
Tan pronto como esté impreso el dictamen, se señalará día para su discusión.
El dictamen de la 1 ~ Comisión de Constitución, sobre el artículo 16, dice así:
"Ciudadanos diputados:
"Esta honorable Asamblea autorizó a la Comisión que subscribe para retirar
su dictamen relativo al artículo 16 del proyecto de Constitución, con el objeto de ha-
c'erle algunas modificaciones sugeridas en la discusión. Hemos procedido a hacerlas,
y son las siguientes:
"Substituimos la palabra «aprehendido» por la palabra «arrestado», por ser ésta
más específica. Proponemos, siguiendo el parecer de la Asamblea, 't¡ue 'se faculte a
la autoridad administrativa para verificar aprehensiones en casos urgentes; pero nos
ha parecido conveniente precisar que la autoridad administrativa a quien se concede
tal facultad, es la primera autoridad municipal del lugar. Por último, nos parece
oportuno reconocer terminantemente la inviolabilidad del domicilio, dejando a salvo
el derecho de la autoridad judicial para practicar cateas, mediante los requisitos que
la propia Asamblea ha aceptado como necesarios, para librar así a los particulares
de los abusos que suelen cometerse en la práctica de tales diligencias.
998
"Por tanto, proponemOS a esta honorable Asamblea ESe sirva aprobar el artículo
16 en los términos aiguientes:
"Artículo 16. Nadie podrá ser arrestado sino por orden escrita, motivada y
fundada, de la autoridad judicial. N o podrá expedirse ninguna orden de aprehensión,
sin que proceda acusación por un hecho determinado que la ley castigue con pena
corporal y sin que esté apoyada aquélla en otros datos que hagan probable la res~
ponsabilidad. En - el caso de flagrante delito, cualquiera persona puede aprehender
al delincuente y a sus cómplices, poniéndolos -sin demora a disposición de la auto-
ridad inmediata. Solamente en casos urgentes, la primera autoridad municipal del
lugar podrá decretar, bajo su más estrecha responsabilidad, la detención de un acu~
sado, poniéndolo inmediatamente a disposición de la autoridad judicial.
"El domicilio es inviolable; no podrá ser registrado sino por orden de la auto-
ridad judicial, expedida por escrito, en la cual se expresarán el lugar que ha de ins-
peccionarse, la persona o personas que hayan de aprehenderse y los objetos que se
buscan, a lo que únicamente debe limitarse la diligencia, que se practicará ante dos
testigos propuestos por el dueño del lugar cateado, o en su ausencia o renuencia, por
la autoridad que practique la diligencia, de la cual se levantará acta circunstanciada.
"La autoridad administrativa podrá practicar visitas domiciliarias únicamente
para cerciorars~ de que se han cumplido los reglamentos sanitarios y de policía. Tam-
bién podrá la misma autoridad exigir la exhibición de libros y papeles para com-
probar que se han cumplido las disposiciones fiscales."
"Sala de Comisiones, Querétaro de Arteaga, diciembre 27 de 1916.-General
Francisco J. Múgica.-Alberto Román.-L. G. Monzón.-Enrique Recio.-Enrique Co-
lunga."
Mismo trámite que el anterior.
La 2~ Comisión ha presentado la siguiente proposición:
"Ciudadanos diputados:
"La Comisión que subscribe ha tomado en cuenta, por parecerle de grande im-
portancia, una iniciativa del ESeñor ingenie~o Julián Adame, consistente en considerar
comO parte del territorio nacional la isla de Guadalupe, las de Revillagigedo y la de
La Pasión) situadas en el Océano Pa'CÍfico. Aunque el artículo 42, que ya ha sido
aprobado por _esta honorable Asamblea, comprende como del territorio nacional «las
islas adyacentes en ambos mares», la acepción de la palabra adyacentes hace suponer
que están colocadas precisamente en aguas territoriales o muy cerca de las costas
mexicanas.
"La Comisión -estima de su deber advertir que, en 10 referente a la isla de «La
Pasión», sabe que hay un litigio' pendiente con Francia sobre la posesión de dicha
isla, la cual ha recibido también el nombre de isla «Clipperton»; pero ha juzgado
también, aun sin haberse fallado ese litigio, que ese territorio pertenece a la Repú-
blica Mexicana y qUe es la oportunidad de afirmar de una manera categórica y os-
tensible, ins-ertándolo en nues.tra Constitución Política, el dominio eminente de Mé-
xÍ<'o sobre esa isla, que en los mapas antiguos referentes a la Nueva España, lleva
el nombre de isla de «La Pasión».
"En cuanto a las demás, y por un temor muy justificado de que no sean com-
prendidas como precisamente adyacentes, según los términos del artículo ya aprobado,
_deben designarse con sus nombres para quitar toda duda.
"En esa virtud, la Comisión se permite proponer a la honorable Asamblea apruebe
la siguiente adición al articulo 42 aprobado:
" . " Comprende, asimismo, la isla de Guadalupe, las de Revillagigedo y la de
La Pasión, situadas en el Océano Padfico."
999
"Sala de Comisiones.-Querétaro de Arteaga, 27 de diciembre de 1916.-Paulino
Machorro Narváez.-Heriberto Jara.--Arturo Méndez.-Agllstín Garza González.
Hilario Medina."
Mismo trámite.
El dictamen sobre el artículo 47, dice:
"Ciudadanos diputados:
"El artículo 47 del proyecto de reformas a la Constitución de 1857, no hac:e más
que dar al nuevo Estado de N ayarit los límites y extensión del Territorio de 'fepic.
Habiendo juzgado esta Comisión sin inconveniente la elevación a la categoría de
Estado de aquel Teiritorio, el articulo 47 es una declaración que se desprende direc-
tamente del contenido del artículo 43. Por tanto, la misma se honra en proponn a
a esta Asamblea la aprobación del artículo 47 en los siguientes términos:
"Artículo 47. El 'Estado de Nayarit tendrá la extensión territorial y límites que
comprende ahora el Tel'l'itorio de Tepic."
"Sala de Comisiones.-Querétaro de Arteaga, 27 de diciembre de 1916.-Paulino
Machorro Narváez.-Heriberto Jara.-Agustín Garza González.-..\rturo Méndez.
Hilario Medina."
Mismo trámite.
-El C. Rivera Cabrera: Suplico al ciudadano secretario se sirva decirme cuál
fue el trámite anterior.
-El C. secretario Truchuelo: Que se señalará día para la discusión tan pronto
como esté impreso el dictamen, según acuerdo aprobado ayer.
-El C. Rivera Cabrera: Deseo que se aparte ese dictamen, porque tengo que
hacerle algunas objeciones.
-El C. secretario Truchuelo: Podrá usted hacer esas objeciones dentro de cua·
renta y ocho horas. El dictamen sobre el articulo 46, dice:
"Ciudadanos diputados:
"El artículo 46 del proyecto del ciudadano Primer Jefe, es una novedad en nues-
tra Constitución. Determina que las cuestiones territoriales se arreglarán en los tér-
minos que establezca nuestra Constitución. Siendo de obvia apreciación, la Comisión
se permite proponerlo a la aprobación de esta honorable Asamblea, en los siguientes
términos:
"Artículo 46. Los Estados que tuvieron pendientes cuestiones de límites, las
al'J'eglarán o solucionarán en los términos que establezca la Constitución."
"Sala de Comisiones.-Querétaro de Arteaga, 27 de diciembre de 1916.~Paulino
Machorro Narváu.-IJeriberto Jara.-Arturo Méndez.-Agustín Garza González.
Hila,rio Medina."
Se señalará para la discusión el día oportuno, tan pl'onto como esté impreso.
El dictamen sobre el artículo 43, dice:
"Ciudadanos diputados:
"El artículo 43 del proyecto del ciudadano Primer Jefe, contiene una novedad
respecto del correspondiente de la Constitución de 1857. Consiste ésta en considerar
como parte integrante de la Federación el Estado de Nayarit, que viene a ser el an-
tiguo Territorio de Tepic, con que éste resulta elevado a la categoría de Estado.
"Se ha recibido en este Congreso un telegrama del C. J. G. Ordaz, presidente mu-
nicipal de Juchitán, transmitiendo una petición de ese municipio a fin de que se san-
. cione la erección en Entidad federativa, de la región del Istmo. Un simple telegrama,
por más que sea en realidad la expresión unánime de los deseos de un municipio, no
es bastante, en concepto de la Comisión, para hacer una reforma de tanta trasc-en-
dencia que, por su naturaleza y sus consecuencias políticas, merece un concienzudo
estudio, un gran acopio de datos, la opinión de los Estados colindantes, etc., y todo
1000
esto requiere un tiempo más amplio del que dispone el Congreso Constituyente para
consignar en la carta fundamental las reformas meramente políticas de la más in-
gente necesidad.
"N o habiendo inconveniente, a juicio de la Comisión, en que se considere como
Estado. al Territorio de Tepic con el nombre de Estado de Nayal'it, se permite pro-
poner a esta honorable Asamblea la aprobación del artículo 43 en los siguientes
términos:
"Artículo 43. Las partes integrantes de la Federación, son los Estados de Aguas-
calientes, Campeche, Coahuila, Colima, Chiapas, Chihuahua, Durango, Guanajuato,
Guerrero, Hidalgo, Jalisco, México, Michoacán, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Oaxa-
ca, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Tlax-
cala, Veracruz, Yucatán, Zacatecas, Distrito Federal, Territorio de la Baja Califor-
nia y Territorio de Quintana Roo."
"Sala de Comisiones.-Querétal'o de Arteaga, 27 de diciembre de 1916.-PauJino
Machorro Narváez.-Heriberto Jara.-Agustín Garza González.-Arturo Méndez.
Hilario MediDa."
El mismo trámite que el del dictamen anterior.
1001
los conceptos, que no parece sino que sería inútil toda discusión'. Mas a pesar de esas
ideas afines y de esos conceptos concordante s, yo desearía, y así me permito propo-
nerlo a esta honorable Asamblea, que al tratarse de la aprobación de esta reforma
propuesta, se estudie el asunto concienzudamente y quede el artículo en ~uestión ex-
presado en tales conceptos, que no haya lugar a ninguna duda ni a ninguna mala
interpretación. Ha sido siempre una verdadera desgracia que las leyes no sean en
todos los casos bien interpretadas y esto, que se debe a su falta de comprensión, ha
ocasionado no pocas injusticias y muy grandes infortunios. La honorable Comisión
didaminadora ha hecho una brillante exposición de una idea de justicia en la primera
parte o primer párrafo del artículo 59, sin que tal exposición modifique la idea pro-
puesta en el proyecto presentado por el ciudadano Primer Jefe, idea respetada tam-
bién íntegramente por los señores Aguilar, Jara y GÓngora. Y hace más la Comisión:
amplía la idea anterior del párrafo citado, proponiendo que la ley castigue la va-
gancia. En este punto, señores, estoy enteramente de acuerdo con los dictaminadores,
pOi' más que algunos de los señores oradores no estén conmigo, pues es un hecho que
todos los que me escuchan podrán reconocer, que al tratarse de las cuestiones de
vida nacional en todos sus aspectos y caracteres, los legisladores que nos han pre-
cedido han olvidado tratar un punto tan interesante como el que propone la Comisión
dictaminadora en su dictamen a discusión. Los oradores que me han precedido en
esta tribuna, han expuesto ya con acierto las condiciones de esas clases trabajadoras
y creo ineludible que, al tratarse de los hombres que trabajan, cuyos derechos va-
mos a definir por medio de una ley, debamos tratar también dentro de la misma ley,
de los hombres que no trabajen. En nuestro país jamás han tenido límites ni el tra-
bajo ni la vagancia; las clases trabajadoras han tenido siempre que doblegarse al
poder del capital, agotando sus fuerzas desde que se anuncia la aurora hasta que se
pone el sol en los campos, y desde que aparece el sol hasta que parpadean las estre-
llas, en los talleres; mientras que los grupos de vagos, esas hordas de holgazanes,
¿ qué cosa es lo que han hecho? ¿ Qué es 10 que hacen? Sencillamente se pasean al
sol por las mañanas, se sientan a la sombra de las tabernas al mediodía, preparan
sus complots por las tardes y efectúan sus robos por las noches, sin que haya una
ley que le diga a un holgazán: ¡trabaja! Y ¿cómo puede ser justo, señores, que
mientras la inmensa mayoría de los mexicanos se esfuerza por vivir, por progresar,
haya una minoría de los mismos mexicanos, todos badulaques y todos perdularios,
que no hagan un esfuerzo, si no es encaminado a destruir rápidamente lo que otros
con grandísimos esfuerzos y con lentitud cansadora han ido produciendo a costa de
muchos sudores, a costa de muchas fatigas y quién sabe también si a costa de mu-
chas lágrimas? Porque todos los que hemos trabajado hemos podido ver a esos infe-
lices que se encorvan en los talleres, en los campos o en las minas, o en los sembrados,
rascando las entrañas de la tierra para extraer de su seno, bien esos granos de trigo
que nos proporcionan el sustento de la vida o bien esos granos de oro que nos pro-
porcionan todas las comodidades y nadie podrá negar que esos hombres, que forman
la base del progreso y de la riqueza nacionales, no han regado con lágrimas esos
campos estériles que ellos tornan en productivos, porque el trabajo de esos hombres
es fuerte y rudo, porque esOS hombres han tenido que luchar contra todos los ele-
mentos y contra la tiranía de los especuladores, sin otro fin que el de conservar su
vida, esa vida tan amarga que no tiene otro encanto para ellos que ver al sol para
poner~e a sus rayos, ni otro consuelo que entonar los cantos melancólicos que reper-
cuten en las concavidades de la mina; y para evitar esas extorsiones, y para evitar
esos abusos, y para evitar esa vagancia infamante, nada más justo, nada más opor-
tuno que sancionar en este Congreso los preceptos relativos para corregir los males
tan perniciosos y trascendentales de nuestro pueblo.
1002
Las leyes bajo cuyos ausplclOS ha pasado tanto tiempo nuestra patria, no han
sido ni lo suficientemente concretas, ni lo necesariamente justas y esto ha dado lugar,
ha ocasionado, mejor dicho, ha resultado de ahí que nuestro progreso nacional no
haya tenido un desarrollo verdaderamente provechoso para todas las clases sociales
del país, sino que éstas solamente han contribuido para enriquecer al grupo de pro-
pietarios y aparte de la deficiencia de esas leyes, hemos tenido, o mejor dicho, tene-
mos que luchar con nuestras costumbres' idiosincrásicas, las que nos han hecho vivir
en una indolencia nefasta y en un ensueño de poderío; nada más justo, repito, que
obtener que nuestras leyes sean adaptadas al medio en que vivimos, para corregir
esa indolencia y para extirpar de nuestras clases sociales esa pereza en que se re-
vuelven, matando toda iniciativa y¡ entorpeciendo todo esfuerzo y asesinando toda
idea de progreso.
Aprobando, como debemos hacerlo, el proyecto de la Comisión, habremos adelan-
tado mucho, pues con él se perseguirá la vagancia, con él se limitará el tiempo de
trabajo, con él se establecerá el descanso hebdomadario, y con él también impedire-
mos que las mujeres y los niños agoten sus esfuerzos ° sus fuerzas cuando necesaria-
mE>nte deben descansar. En llegando a las facultades del Congreso, como nos lo ofrece
la Comisión y <!uyo ofrecimiento procuraremos recordarle, que se sentarán las bases de
los demás derechos a que son acreedoras esas masas por tanto tiempo oprimidas, y si
no resolviéramos en esta ocasión una cuestión tan ardua, no habríamos hecho otra cosa
que dejar esos profundos problemas que ha de entrañar las leyes futuras, sin un pre-
cepto, sin una base sobre la que se deba legislar sabiamente, profundamente, justieie-
ram ente; y habríamos ocultado a las masas trabajadoras esa luz que debe derramar
sobre sus cerebros la antorcha de la justicia y habríamos envuelto a los futuros legisla~
dores en la obscuridad de un problema irresoluto. Nuestra obligación es sentar Vn
principio definido que otros deberán llevar a la práctica, porque para eso fuimos elec-
tos, porque para eso nos trajeron a este Congreso Constituyente nuestrOS electores. Y
mientras no hayamos desentrañado, siquiera en principio, esos grandes problemas que
pe8an sobre nuestra clase trabajadora, no habremos cumplido con nuestro deber, ni
habremos hecho obra de evolución ni de adelanto, ni habremos hecho tampoco la obra
revolucionaria de que tanto nos ufanamos; porque la revolución no se hace únicamen-
te para arrojar del poder a los dictadores y a los usurpadores, sino que la revolución
se hace también para cambiar un sistema político malo por otro sistema político bue-
no; un sistema administrativo poco honrado por otro sistema administrativo íntegro. Y
para cambiar o modificar nuestras malas costumbres sociales por otras buenas cos-
tumbres, y para implantar también bajo todos conceptos una gran mejoría social, una
gran mejoría económica, una gran mejoría de Gobierno, y sobre todo, una gran riqueza
nacional. Yo no habría levantado nunca la voz para pregonar las riquezas que contiene
nuestro suelo, para pregonar las riquezas que hayamos extraído del senO de esta pa-
tria que todos procuramos engrandecer, y para conseguirlo, hagamos esa ley que per-
sigue la vagancia y hagamos también esa ley que proteja a los trabajadores. Esta será
la única manera de enriquecer a nuestra patria, y no creo que haya en ningún pueblo
nada más bello, nada más hermoso que el que rija los destinos del país, pueda declarar
a la faz de todo el mundo: "en mi patria todos trabajan; todos los trabajadores están
debidamente protegidos". (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Porfirio del Castillo.
-El C. Del Castillo: Señores diputados: Antes que todo, y por los errores que
pudiera cometer en la tribuna, permitidme que os pida una disculpa, principalmente a
nuestros maestros de ceremonia. Vengo a impugnar el dictamen en dos conceptos; no
porque yo lo encuentre detestable, como el señor Martí; no porque 10 encuentre, COmo
él, sin pies ni cabeza. Sí tiene pies, arraigados en la justicia, y tiene cabeza en una
1003
noble aspiración de mejoría pam el proletal'iado, pero esto sólo 10 entiende, señores
diputadas, quien siente afectos intensos para el hogar y la patria, y no quien sirve
como cita en la famosa murga de Cantalapiedra. Yo no estoy de acuerdo con los con-
trntos obligatorios, porque los estimo peligrosos. Estad seguros, señores diputados, de
que si aprobáramos esa determinación, que obliga a los tmbajadores, forjaríamos los
eslabones de una cadena, que se añadirían año por año, para mantener al pueblo en una
práctica esclavitud, pues esos contratos, indudablemente, sólo serían favorables para los
capitalistas y a los intereses de los capitalistas, porque éstos jamás han tenido un
momento generoso y jamás han cuidado de los intereses colectivos y de lo~ intereses del
trabajador. ¿ Quién no recuerda, señores, los contratos que nos han sido presentados
siempre por los capitalistas, 'entre ellos, por ejemplo, los contratos de arrendamiento de
casas? En estos contratos renunciamos a todos los derechos y nos hacemos responsa-
bles hasta del último pedazo de ladrillo, y en cambio, si nosotros, por una necesidad
de salubridad hacemos una mejora en la finca, tal mejora queda a beneficio de la fin-
ca y no tenemos derecho a compensación de ninguna especie y a ninguna recompen-
sa porque los ricos son absolutamente egoístas. Los contratos por préstamos de dinero,
son por el estilo. Recordad que en ellos renunciamos a todos los artículos que pueden
favorecernos, y entregamos nuestros intereses, enteramente maniatados, al capricho de
los capitalistas. Así pOr el estilo, los contratos que se celebran en las haciendas por
arrendamientos de terrenos, son egoístas y sólo procuran garantizar los intereses del
propietario, pero nunca los del tl'abajador. En consecuencia, señores diputados, esos
contratos obligatorios serían absolutamente peligrosos y si nosotros que nos creemos
con conciencia de nuestros actos, podemos en cualquier momento, por cualquiera cir-
cunstancia o por una necesidad apremiante, firmar Un contrato que lesione nuestros in-
tereses, ¿ quién nos garantiza que la multitud de trabajadores, que la masa ignorante
no podría firmar contratos que lesionen sus intereses? Además, señores, esos trabaja-
dores obligados a permanecer forzosamente Un año en las fincas de trabajo, se les su-
jetaría a todas las humillaciones, a todos los prejuicios, sin que pudieran protestar;
tendrán que sufrir hasta la amenaza a su honra, hasta la amenaza de la honra de su
mujer y sus hijos, porque todo eso ocurre en las fincas, sin que pudieran librarse de
ello, pOl'que nosotros habíamos decretado la obligación forzosa de permanecer un año
en la finca. Si los contratos tienen por objeto garantizar los intereses del capital y que
no en cualquier momento dado y sin causa justificada el trabajador pudiera abandonar
su servicio convenido, causando daños y perjuicios, creedme, señores, que no es nece-
sario esto. Entre nuestros más ilustres constituyentes de 1857, don Ignacio Ramírez
decía en aquella fecha: "Hablar de contratos entre el propietario y el jornalero, es
hablar de un medio para asegurar la esclavitud", y efectivamente, señores. Confesad
ahora conmigo, haciendo justicia, que los trabajadores no son los hombre's viciosos y
degenerados que encontramoS todos los días frecuentando las tabernas; no es el holga-
zán que no gusta del trabajo y descuida las necesidades de su familia; no, señores;
haced justicia y confesad que nuestro pueblo, en lo general, es constantemente traba-
jador, siempre formal y muchas veces el trabajador analfabeto puede darnos ejemplo
de formalidad y respeto a sus compromisos, y muchas veces sacrifica sus pequeños
intereses por salvar un compromiso contraído, cosa que a veces nosotros, los conscien-
tes, no hacemos fácilmente. Tampoco el contrato puede ser una garantía para los
intereses del capitalista, si -es lo que se busca, porque el capitalista tiene suficientes
medios de defensa, tiene sobrados recursos para garantizar sus intereses, sabemos nos-
otros, por experiencia dolorosa, que los juzgados están abiertos de par en par para el
rico y que los jueces son sus servidores, y tiene, ad~más, sus abogados inteligentes.
abogados que hacen milagros en la ley para defender los intereses del capital y no
para defender los intereses del pobre. Con razón, si prefieren el apretón de la mano
1004
-enguantada prefieren la sonrisa protectora del prócer, algunas veces el honor de sen-
tarse a su mesa, y al pobre apenas si le hacen el servicio de recibirle sus obsequios. La
autoridad de los poblados próximos a la finca, a la cual tuviera que acudir el propie-
tario en demanda de justicia cuando se sintiese perjudicado, seguramente se pondría
desde luego de parte del magnate, porque aquella autoridad temería que las numerosas
relaciones que tiene en la ciudad el capitalista, que sus vastos elementos de defensa,
que sus influencias, no sólo podrían hacerle perder a aquel1a autoridad el puesto que
ocupaba, sino hasta hacerla resultar envuelta en un proceso. Además, aquella autori-
dad próxima a la finca, tendría también razones de conveniencia particular, porque
bien sabernos, los que hemos observado la vida del campo, que aquellas autoridades
siempre tienen la esperanza de obtener un pedazo de tierra a medias ep. la próxima
finca. La justicia, pues, está de su mano, mientras que el pobre, ¿ cuántas veces, aun
cuando sufra perjuicios y sienta que se coarta su libertad, que sus intereses y dere-
ehos se menoscaban, ocurre a pedir justicia porque teme que la influencia del rico haga
que el demandante se convierta en demandado, y que las responsabilidades, las indem-
nizaciones que se le exijan, sean mayores a lo que él pueda satisfacer? Por eso es que
el pobre, generalmente, se abstiene de pedir justicia y está siempre sujeto a todos los
perjuicios. Luego entonces no resultarían necesarios ni resultarían equitativos esos con-
tratos, que sólo garantizarían los intereses de los capitalistas, quienes ya tienen la
justicia de 'Su mano y elementos de defensa. Si se quisiera que los contratos fijen tam-
bién la estabilidad del trabajador, tampoco resultaría necesario, señores diputados. La
población trabajadora yo la clasifico en dos partes: la permanente, la que vive cons-
tantemente en las haciendas, y' la poblaci6n flotante, la de las poblaciones cercanas a
la finca. La que vive en la hacienda, que ha trazado ya el surco de maíz, la que ha le-
-vantado chozas, esa población ha fijado ahí sus anhelos, ha fijado ahí sus aspiraciones
y difícilmente, aun cuando sufra perjuicios, quiere abandonar aquel lugar. La población
flotante de las haciendas, los vecinos de las poblaciones próximas, esos, por convenien-
cia particular, siempre procuran también ser trabajadores constantes de la finca y te-
ner grato al propietario, porque es natural -que teniendo trabajo en la hacienda pró-
xima, cerca de su hogar y cerca de su familia, prefieren, aun sufriendo un poco de
perjuicio, trabajar en la hacienda próxima y no en una lejana, que esté a 10 ó 12 leguas
de distancia, porque tendrían ,en este caso que abandonar su residencia y que aban-
donar a su familia. Por conveniencia particular, pues, los trabajadores procuran ser
siempre constantes, estando establecidos de una manera fija en las fincas, y sería
inútil el contrato obligatorio para asegurarlos allí. Los contratos por semana, como
nos sugirió algún compañero, creo que tampoco, señores diputados. Yo no acepto el
contrato obligatorio ni por un año, ni por un día, ni por un minuto, porque no consi-
dero consecuente que un artículo en que dejamos libertad al ciudadano para que pueda
dedicarse a 10 que mejor le acomode, vengamos luego a crearle la obligación ineludible
de permanecer' forzosamente determinado tiempo en determinado servicio. Los contratos
semanarios resultan perfectamente inútiles, puesto que la necesidad, la propia conve-
niencia del trabajador, lo sujeta a permanecer la semana completa en el trabajo. Sa-
béis que los ricos jamás adelantan el importe del trabajo al pobre. La raya no se
hace nunca los lunes, sino que se hace el sábado; en consecuencia, el trabajador que
inicia su faena al principio de la semana, tiene que aguantarse forzosamente toda ella
para recibir el importe de su salario. El trabajador sabe, igualmente, que si no se
presenta con oportunidad al taller o a la fábrica, cuando llegue puede ser despedido
por estar completo el número de trabajadores, y entonces se quedaría sin trabajo
durante toda la semana. Y un día, medio dia qUe pierda un trabajador, siempre agui-
joneado por el hambre y por necesidades apremiantes, trae un desnivel económico en
su presupuesto. En consecuencia, nuestros trabajadores siempre procuran ser constan-
1005
tes y ser respetuosos con sus compromisos. En consecuencia, resultarían perfectamente
inútiles e innecesarios los contratos obligatorios _para los trabajadores. Señores dipu-
tados: la resolución de estas dificultades se tiene en los mismos propietarios, en los
mismos capitalistas, no en los contratos obligatorios, y no simplemente en que ese tra-
bajador permanezca allí atado par una disposición nuestra; la resolución la tienen en
SU8 manos ellos. El indio, que es desconfiado, y con justísima razón, es desconfiado
porque sabe que cada vez que nosotros nos acercamos a él, g-eneralmente es para explo-
tarlo, para engañarlo, para aprovecharlo como instrumento o para encaramarnos nos-
otros a los puestos públicos. Pocas veces nos acercamos a él con interés para atender
realmente a sus necesidades; en consecuencia, el indio tiene razón para ser desconfia-
do, pero cuando él se convence de que el beneficio que llevamos es positivo, que efecti-
vamente COn desinterés le ofrecemos nuestro esfuerzo, entonces sabéis que el trabaja-
dor, que el indio, será el primer guardián que se desvela cuidando la puerta de la
hacienda, será el perro más fiel que muere a las plantas del amo, sin omitir sacrificio
ni dolor alguno, porque así es de noble y generosa nuestra raza y así es de grande el
alma -del indio mexicano. (Aplausos.) Si el capital, pues, quiere trabajadores que
cumplan con su trabajo y con sus compromisos y que no le abandonen, el secreto con-
siste en tres razones: primero, en que el capitalista sepa tratar bien a sus traba-
jadores, que les dispense las consideraciones a que tienen derecho; que les considere
como gentes, que los respete y entonces tendrán un indio grato y trabajador constante.
Otra razón: que sepa imponerle una jornada justa, un trabajo compatible con sus
energías y no 10 explote como a las bestias, y entonces tendrá al trabajador satisfecho,
y no buscará éste otro lugar de trabajo y procurará ser grato y estable en la finca
en donde se le guardan esas consideraciones. Y otra más: en donde además .de la con-
sideración de gente, además del trabajo justo y equitativo, encuentra la justa remu-
neración y encuentre que ya no se roba su trabajo, sino que de una manera equi-
tativa se le remunera. Entonces estad seguros de que ese indio y sus hijos nacerán
y morirán en aquella hacienda. Esa es la solución de la dificultad. Cuando el capita-
lista descienda de su soberbia y tienda una mano generosa y honrada al trabajador,
cuando se convenza de esa justicia y razón, comprenderá que no necesita contratos para
SU8 trabajadores, contratos obligatorios, porqUé esos trabajadores nacerán y morirán
en su propiedad. Pero hay todavía más, señores diputados: aun suponiendo que el indio
enC'ontrara justicia, que encontrara la tarea compatible con sus energías, que encon-
trara una remuneración justa, hay todavía una razón para no obligarlo a permanecer
en el trabajo, porque aun encontrando esas consideraciones, todavía encontraría ele-
mentos contra su vida y su salud; para esto, trasladémonos al taller. Vamos al taller,
vamos a la fábrica, vamos con la masa obrera y encontraremos esto: desde luego un
edificio suntuoso, un edificio de esbelta fachada, costosísima; pero trasponed los um-
brales de ese oropel y entonces penetraréis a lo que pomposamente se llaman los talle-
res y que no son más que galeras insalubres, en los que falta la luz, falta el aire}' en
los que faltan, en fin, todos los elementos necesarios para conservar la existencia del
individuo, y allí encontraréis al operario constante, asiduo, desgarrándose los pulmo-
nes sobre los telares, sin que tenga más esperanza ni otra ventaja; y mañana, muy
pronto, cuando esté incapacitado para el trabajo, cuando se haya destruido su orga-
nismo, su existencia, entonces no encontrará más consuelo para llevar a sus hijos, a su
hogar, más consuelo y más patrimonio que una hereditaria y maldita tuberculosis.
(Aplausos.) ¿ Por qué, entonces, señores diputados, queremos crear la obligación de
que los trabajadores permanezcan forzosamente un tiempo determinado? He inten-
tado. someramente demostrar las razones que yo tengo para desechar los contratos
obligatorios para los trabajadores; todos han hablado en pro de los obreros, han invo-
cado la justicia para ellos y yo vengo también para ellos, y para las clases trabajado-
1006
ras del -campo, y para ellos podemos hablar nosotros, los que venimos de la gleba, los
que hemos sufrido con ellos, los que hemos sentido sus dolores intensamentej podemos
hablar con justicia y con más razón que los que opinan encerrados en las cuatro pare-
des de un gabinete, en donde con fantasmagorías pueden apenas bosquejar la posi-
tiva situación del pobre y del trabajador del campo. Pido, pues, justicia para esos
indios, para los indios de la República, para los que forman la familia mexic~na, para
los que forman la base de nuestras instituciones liberales y con cuya base contamos
para sostener la Constitución que estamos laborandoj para esos indios que el señor
Palavicini nos 'ha dicho haber visto desfilar entristecidos y desnudos por las asfalta-
das avenidas de la capital; para esos, señores diputados, justicia en esta vez. (Aplau-
sos.) Las magníficas iniciativas que los señores Jara y compañeros presentaron a la
Comisión, traen esta otra interesante: la de las ocho horas de trabajo. Seguramente
qU0 todos los que nos interesemos por los derechos del pueblo, desde luego aplaudimos
la iniciativa y estamos conformes, porque esto vendrá a limitar la explotación del indio:
se le sujetará a un trabajo razonable, equitativo, y no seguirán tratándole como bes-
tia, y ya no veremos al indio levantarse a las cinco de la mañana para entonar el "ala-
bado" y comenzar desde luego su ruda labor, amasando con su sudor y con sus
lágrimas el oro que irá a repletar los bolsillos del magnate y que más tarde éste vaya
a 'Convertirlo en champaña y crápulas a la capital. Tampoco estoy conforme con el
dictamen respecto a la parte en que establece el servicio judicial obligatorio. Yo no
podría ¡fijar, señores diputados, las mejores razones para fundar este asunto, y lo dejo
para personas competentes. Yo sólo tengo en mi experiencia esta observación: sé que
es urgentísimo moralizar la justicia, que es necesario mejorarla, que debemos buscar
hombres capacitados, idóneos y aptos; pero también, señores, para tener ese personal
idóneo, ese personal seleccionado, hay una razón principalisima: poder remunerarlo.
Yo creo que cuando podamos remunerar hasta donde sea posible y de la mejor manera
al personal de la administración de justicia, entonces se podrá exigir de él toda la res-
ponsabilidad y obligarlo a que sea honrado y a que imparta justicia honradamente. De
lo contrario, el hombre que por medio de su esfuerzo propio, por medio de su aptitud
ha podido 'crearse, por ejemplo, un presupuesto que asciende a diez pesos diarios, y
nO!'lotros lo obligamos a que vaya a desempeñar un servicio por el que recibirá tres,
seguramente que los siete restantes tendrá que buscarlos de cualquier manera y enton-
ces tendrá que abandonar sus labores, tendrá que abandonar el cumplimiento de su
deber y tendrá que no administrar justicia y convertir al Juzgado en una especie de
mercado. N o estoy conforme, por tanto, con esa determinación y pido, como el señor
general Jara, que cuando votemos este dictamen, sea por partes, para que vayamos
aprobando lo que creamos conveniente y rechazando lo que creamos inconveniente.
Para terminar, señores diputados, sólo haré una pregunta: ¿por qué si habéis conside-
rado justo que al trabajador deben dársele garantías, respecto a sus derechos, conce-
derle el descanso, así como el que necesita una jornada compatible con sus energías,
no habéis considerado justo, esencial y urgentísimo que debe concedérsele, aunque sea
en tesis general, la garantía del salario? ¿No sabemos acaso que los movimientos
diarios, las huelgas y las dificultades entre el trabajador y el capitalista son por el
salario? ¿ Hasta cuándo nos enfrentaremos resueltamente frente a ese otro elemento
tenebroso, que va del brazo con el clero y que se nos presenta llamándose capital?
¿Hasta cuándo le gritaremos frente a frente: ¡basta ya de tu sed insaciable de oro!,
¡tiene un hasta aquí la explotación que haces del pobre!, ¡tiene un límite el robo de
trabajo!, ¡tiene un máximo tu utilidad!, ¡basta ya de utilidades fabulosas, es necesario·
que comprendas y que respetes la miseria de los demás? Y ¿ hasta cuándo diremos al
indio: ¡basta ya de tus sacrificios!, ¡basta ya de que se te siga robando y explotando
como a una bestia! tiene un límite el precio de tu trabajo? (Aplausos.) Si no es posi-
1007
bIe reglamentar como quieren los señores amantes de la fórmula y que pudieran tener
razón, no reglamentemos, señores, pero en preceptos generales, establezcamos las
bases para todo caso que pueda llevar garantías a los trabajadores. Si nos preocupa-
mos por garantizar tanto la libertad del individuo, ¿ por qué no nos preocupamos por
restablecer urgentes derechos?, ¿ por qué no n'os esforzamos por llevar todo lo que
sea posible para garantizar los intereses del trabajador? Pues bien, señores diputa-
dos; yo os pido que no olvidéis al indio, no solamente al indio de mi pueblo, no sólo
al indio de Oaxaca, sino al indio de la República toda, al indio de la República Me-
xicana, a ése que nada nos pide y que todo merece, a ése que cuando vamos a in-
vitarlo para sacrificarse en nombre de la patria, no mide el peligro y sin volver los
ojos siquiera a sus hijos, sin acordarse de su mujer, empuña el fusil y de una manera
enérgica abandona la yunta, abandona el terreno y va a sacrificarse en aras de la pa-
tria. Y ése, señores, no nos pide nada y todo lo hace. Con su brazo hemos derrocado
tiranías; con su brazo contamos para sostener nuestra Constitución y qué, señores,
¿ ahora que ha vuelto de la contienda y que lo encontramos allá, tirado, impotente,
esclavizado otra vez en su miseria y sufriendo vejaciones mil, nos dirige una mirada de
interrogación para decirnos: "y bien, vosotros los que nos habéis predicado un por-
venir mejor, un horizonte más amplio para nuestras miserias, cómo nos correspondéis?,
¿ cuál es la verdad de vuestras p:fofecías?" ¿ qué contestaremos, señores diputados?
Que seguimos engañando al indio, que sólo seguimos convirtiéndolo en carne de cañón.
Yo os pido que -en este caso no haya más disgresiones ni distancias, que ni la columna
histórica de la derecha, ni la de la izquierda, esta vez, puedan alejarse; se trata de
un acto de justicia; yo quisiera que, confundidos en un sentimiento generoso y justo,
fuésemos todos una sola voluntad, una sola fuerza, para clamar justicia por el indio, y
que así como nos preocupamos porque su recinto sea sagrado y que en él penetre la luz
de la civilización, la libertad y el respeto a sus garantías, hagamos señores diputados,
que penetre también con todos estos hermosos ideales, algo más positivo, algo más
práctico: que penetre un pedazo de pan que pueda el trabajador agradecido compartir
con sus hijos, bendiciendo la memoria de los constituyentes de Querétaro. (Aplausos.)
-El C. preside!llte: Tiene la palabra el ciudadano Fernández Martínez.
-El C. Fernández lUartínez: Señores diputados: Vengo de la montaña, de la ciudad
aquella que por sarcasmo de la vida, no obstante estar sobre pedestales de oro, actual-
mente sus habitantes caminan macilentos y tristes, llenos de hambre y henchidos de
sufrimiento. Señores diputados: los que hemos estado al lado de esos seres que traba-
jan, de esos seres que gastan sus energías, que gastan su vida, para llevar a su hogar
un mendrugo, sin que ese mendrugo alcance siquiera para alimentar a sus hijos; Jos
que hemos visto ,esos sufrimientos, esas lágrimas, tenemos la obligación imprescindible
de venir aquí ahora que tenemos la oportunidad, a dictar una ley y cristalizar en· esa
ley todos los anhelos y todas las esperanzas del pueblo mexicano. Señores diputados:
en el proyecto que ha examinado la Comisión revisora, del cual nos ha presentado un
dictamen, hay mucho de bueno y mucho que refutar. Lo. bueno, señores, ya lo han ala-
bado mucho, ya han hablado de ello todos los oradores que me han precedido en el uso
de la palabra y han demostrado a la perfección que muchas de las ideas presentadas
por la Comisión, son altruistas. Entre las malas, o más bien dicho, en las que pueden
tacharse, yo me vaya pertimir refutar una de eUas. Aunque en la moción o iniciativa
que se acaba de presentar a ustedes se pide que el contrato de trabajo se haga por un
año para los que perciban sueldo y por ocho días para los que perciban jornal, creo,
señores diputados, convencido por la brillante oratoria del compañero que me ha pre-
cedido en el uso de la palabra, que tiene verdadera razón, y por tal nmtivo, yo suplico
que no se tenga en cuenta la parte esa de mi iniciativa y que en el proyecto se diga:
"se declaran ilícitos todos los contratos por tiempo determinado". (Aplausos.) Señores,
1008
los abogados que han ocupado esta tribuna, los abogados que nos han ilustrado en el
"petit comité", nos han dicho que muchos :de los puntos que nosotros queremos meter
en esta Constitución, no caben allí. A este respecto os puedo decir, señores diputados,
que debemos sacrificar, o más bien dicho, los señores abogados deben sacrificar las
nociones que tienen de Derecho, deben sacrificar todos esos prejuicios en aras de las
libertades del pueblo. Señores diputados, consignemos en nuestra Carta Magna todo lo
que nuestro pueblo necesita, todo lo que nos ha hecho derramar lágrimas, todo lo que
nos ha empujado hacia la guerra. Consignemos eso, señores, evitando todo ello. El
señor licenciado Lizardi nos decía ayer, refutado después por el señor von Versen, que
la Constitución, con todos los aditamentos que nosotros queremos ponerle, parecerá
un Cristo con pistolas. Pues bien, señores; si Cristo hubiera llevado pistola cuando lo
llevaron al Calvario, señores, Cristo no hubiera sido asesinado. (Aplausos. Risas.) Por
tal motivo, señores, creo, estimo sinceramente, que si nuestra Constitución se ve ri-
dícula con esas armas de que habló el señor licenciado Lizardi, en cambio, señores,
nuestro pueblo tendrá una defensa con esas armas. Uno de los oradores nos ha dicho
alguna vez, y esa frase ha sido repetida por alguno de los que han hablado hoy, que en
cierta provincia, no recuerdo si de México o de Cuba, había varias bandas que tocaban
continuamente, evitando que tocase una y que por fin, viendo el director de esta banda
que no le tocaba su turno, decía: l/Señores, todas las bandas han tocado, excepto la de
Cantalapiedra". Pues bien, señores; todas las bandas han tocado, excepto la banda de
los obreros. Hagamos que la banda obrera toque, que diga de una vez todo lo que tiene
que decir, que la banda obrera cante sus epopeyas, y para poderlas cantar necesita que
consignemos en nuestra Cónstitución todo lo que le hace falta, todo lo que no le ha
dado ninguno de los gobiernos de la Tierra. Pues bien, señores; yo pido que, dejando a
un lado todo prejuicio, que haciendo a un lado todo temor pueril, consignemos en la
Constitución que estamos elaborando, todos los puntos que nos han presentado los
señores Jara, Aguilar y Góngora, así co~o los que tras del estudio que haga la Comi-
sión respectiva, los que he presentado hoy secundado por algunas personas, entre las
que se cuentan los señores generales Aguirre y Calderón. Señores diputados, la situa-
ción de nuestro pueblo vosotros la conocéis, ¿ para qué pintarla? ¿ para qué cansaros
la paciencia diciéndoos todos sus dolores, todas sus angustias? Estoy seguró de que
con excepción de tres o cuatro de los que están aquí, muchos han llorado, muchos han
sufrido con el pueblo, cuando ·éste ha tenido hambre y sed de justicia. Hagamos que
esa hambre y que esa sed se calmen. ¿ Cómo? Haciendo de la Constitución que estamos
elaborando, una bandera roja; haciendo de la Constitución que estamos elaborando una
Marsellesa para que sea cantada por el pueblo y que sea defendida por él y por
nosotros.
Señores diputados: Hagamos de la Constitución esta bandera: hagamos de la Cons-
titución esa sublime Marsellesa y vayamos a la cabeza de ese pueblo, proclamando las
libertades que consignamos en nuestra Constitución y estoy seguro de que entonces
como hasta la fecha, esos obreros dignos, esos obreros grandes, esos obreros que infi-
nidad de veces, mejor han muerto de hambre antes que ir a cometer un delito, sabrán
secundarnos, y entonces, señores, nosotros caeremos con ellos como flor de gladiadores
sobre nuestro propio escudo, pero defendiendo' los derechos del pueblo.
-El C. presidente: Tiene la palabra ei ciudadano Gracidas.
-El C. Gracidas: Ciudadanos constituyentes: Tengo el honor por primera vez de
dil'igirme a ustedes, no obstante haber solicitado la palabra en varias ocasiones. La
fatalidad para mí, la fortuna para ustedes, ha estado en que haga uso de la palabra y
ustedes decidirán si al abordar esta tribuna es una fatalidad para ustedes o es el uso
de un derecho que me concedió el pueblo de Veracruz. Tres o cuatro días que llevo en
este Parlamento han sugestionado mi espíritu con ideas encontradas. A veces he sa-
1009
bido que hay una atmósfera dividida: otras veces he visto que Son tendencias iguales
encaminadas a un solo fin, pero bajo diferente criterio, el mismo criterio que hemos
observado ·en el curso de la revolución constitucionalista. Diversidad de criterios hasta
10 que pudiera llamarse radicalismo, observado en determinados gohiernos en la era
preconstitucional. Otro criterio establecido por algunos que quieren guardar la 3:rmonía
social tal como ellos la interpretan, restringiendo el anhelo popular y obsequiando el
anhelo retardatario de determinada clase social, y así tenemos que mientras en Yuca-
tán, Sonora, Veracruz y algunos otros estados, se ha dado al trabajador parte de 10
qUe él ambiciona, en otros se le saca toda la punta posible a la ley del 25 de enero, se
le amplía y se previene el fusilamiento para los trabajadores que practiquen la huelga.
(Voces: ¡No! ¡No!) Es esto 10 que yo he adivinado, en mi. erróneo juicio, si ustedes
quieren. Pero el resultado de la votación final puede desmentirme, cuando ustedes,
haciendo del artículo 59 constitucional un precepto que garantice todo 10 que el tra-
bajador ansía, o atendiendo todo lo que los enemigos del trabajador también ansían.
Suplico a los poquísimos trabajadores que hay aquí representando genuinamente a
la clase a que yo pertenezco, disculpen la poca facilidad que tengo de exponer el ideal
del trabajador. Asimismo suplico a los señores togados, a los señores que constante-
mente invocan los códigos, que con muchísima más razón disculpen mis argumentos,
ya que yo no he ido desde los siete años a las aulas, sino que me he entregado exclu-
sivamente al taller, por la fatalidad que pertenece a una gran parte de los hijÜ's de
México. Sabemos que se han instituido, que se han formado en la mayor parte del
mundo, como en México, organizaciones obreras que persiguen un ideal, el mismo que
señaló en ·57 la Carta Magna: la justa retribución y el pleno consentimiento. Los sin-
dicatos de oficios, las uniones obreras de todas aquellas corporaciones de trabajado-
r<e's que hacen resistencia al capital, van tras de un objetivo: alcanzar el máximo de
remuneración contra la ambición del capitalista, que es alcanzar el mínimo del salario;
obtener la máxima jornada entre ello y las ocho horas de trabajo, contra la ambición
del capitalista, el trabajo de sol a sol. El sindicalismo, como otras corporaciones obre-
ra,;;:, tiene, para obtener el concurso de todos los trabajadores, una tendencia, quitar
toda clase de prejuicios religiosos a sus adherentes para que no se entreguen en cuerpo
completos o en alma, si existe, completamente a un solo fin: a evitarse de la explotación.
Así se habían organizado en México, en Veracruz particularmente, las organizaciones
obreras, cuando desde Coahuila el ciudadano Venustiano Carranza p~oclamaba la re-
volución social, y recuerdo, entre otras cosas, que como aquello era sorprendente, mi
patrón, no diré mi explotador, porque nunca he permitido que me exploten los dueños
de las casas en que trabajo, se preguntaba a si mismo e interrogaba a algunos
compañeros que estaban allí: "¿y qué es revolución social?" Una de las personas que
allí asistían contestó: "que tú hagas partícipe de tus utilidades a tus trabajadores,
para que éstos obtengan un mejoramiento efectivo; que no los exprimas, que no los
ultrajes. Esto en lo que a ti se refiere, una de las partes de la revolución social que
encabeza Venustiano Carranza". Mi patrón contestó: "Si el procedimiento es exagera-
do, yo entregaré el taller de imprenta que exploto, a mis obreros, para que ellos se
. satisfagan de si lo que les pago es justo o injusto". Así las cosas, señores diputados,
llegó la revolución a Veracruz. Las organizaciones obreras, casi muertas, casi asfixia-
das por tiranías anteriores, empezaron a florecer. El general Aguilar, uno de los pri-
meros gohernantes, o el primer gobernador de Veracruz del Constitucionalismo, co-
menzó a proteger a los trabajadores y a fomentar la organización sindicalista.
Entendimos cuál era entonces la revolución social: que los obreros se agruparan para
defenderse de la explotación. Hicimos propaganda y nos agrupamos al ConstitucÍona-
lismo, y vimos en su bandera la verdadera, la efectiva insignia, la efectiva enseña de
las libertades del pueblo trabajador.
1010
N os consagramo~s enteramente a todo lo que fuera Constitucionalismo, y desde
. entonces juramos ser amigo,s de los amigos del Constitucionalismo, de sus hombres, y
declararnos enemigos, a pesar de toda persecución y de toda amenaza, de los enemigos
del Constitucianalismo; creo que todo el pueblo trabajador de Veracruz 10 ha cumplido.
Coincidiendo con esa fecha, otra organización importante, otra organización profunda
en sus pensamientos, alta en sus aspiraciones y enérgica en sus procedimientos, flore-
cía también en México, es decir, en la capital: la Casa del Obrero Mundial. La Casa
del Obrero Mundial, posteriormente tan perseguida, pero en su origen tan fabulosa~
mente encaminada por quienes querían que la revolución constitucionalista fuera radi-
cal en sus procedimientos y alcanzara efectivamente el mejoramiento de México. Y
partieron de México los batallones rojos, dieron su contingente de sangre y fueron
repartiendo balas para los traidores, enseñanzas para el pueblo oprimido y se repar-
tieron por todo el haz de la República en comisiones de propaganda, buscando ad-
herentes a la bandera del ciudadano Carranza y buscando sangre que verter al lado
de la causa constitucionalista y contra de Huerta. Esa es la labor de la Casa del
Obrero Mundial, pese a sus enemigos y pese a sus detractores. Los trabajadores de
Veracruz, como los trabajadores de la República, aceptaron los procedimientos de la
Casa del Obrero Mundial, siguieron sus pasos para aplastar al enemigo común, al
militarismo de profesión, al capitalista y al clericalismo que oprime, eternamente mal-
decido. Enemigos todos los trabajadores de esta trilogía maldita, fueron alcanzando
en favor del Constitucionalismo todas las victorias que se conocen. El Ebano, Tonilipa
y Celaya están regados con sangre de obreros organizados. Con la sangre de los obre-
ros no sólo del campo, que siempre han estado dispuestos a arrancar de su pecho la
pesada losa de opresión del capitalista, no solamente el que está dispuesto a e'scuchar
siempre la voz de rebeldía de un buen general, de un buen orador o de un buen
libertador; el trabajador organizado escuchó la palabra, y no un carpintero, no un
albañil, sino todos los albañiles en sindicato, todos los carpinteros y electricistas
en sindicato, siguieron a la revolución constitucionalista, lo que quiere ·decir que se
hacia labor y obra esencialmente revolucionaria, y algunos de aquellos hombres ofren-
daron su sangre junto a Pablo González o al lado de Alvaro Obregón.
Estas organizaciones obreras perseguian la justa retribución y el no trabajar sin
su pleno consentimiento. Los trabajadores organizados, como los que se mantienen
alejados de toda organización, los que pudiéramos llamar aislados, siempre iban tras
esa finalidad. Esa es su única objeción, la que señala el articulo 5Q de nuestra Consti-
tución, tal como lo pusieron los constituyentes de 57; pero el artículo 59, señores dipu-
tados, es perfectamente vago. N o ha asentado el criterio acerca de lo que es justa
retribución, no ha definido cuál es el pleno consentimiento.
Los compañeros obreros y los diputados que traen comisiones o promesas o com-
promisos respecto de obreros, si han estudiado el asunto a fondo, saben perfectamente
que el pleno consentimiento no estriba en aceptar determinada cantidad en metálico,
en numerario, yendo a cualquier oficio. Todos ellos saben también que la justa retri-
bución no está en que el hombre la acepte para justificar que el patrón la considera
justa. Quienes conocen las fábricas textiles de Orizaba; quienes conocen los ingenios
de la costa, como toda clase de industrias en donde hay gran número de trabajadores,
como en la pequeña donde hay tres o cuatro, saben perfectamente por qué el traba-
jador se conforma a veces con detenninada cantidad de salario. N o es la justa retri-
bución aquella que se ac·epta en virtud de qUe hay libre concurrencia; no es aquella
que se acepta como justa la que está originada en la competencia de otros compa-
ñeros de trabajo; no es justa retribución aquella que se obtiene porque no hay otro
medio más que soportar, en virtud de infinidad de circunstancias, aquel mismo salario.
En Orizaba los trabajadores, y esto lo sabe perfectamente el compañero señor general
1011
Jal'a, hay millares de hilanderos en los tl'óciles y en todos los departamentos, que
obtienen progresivamente de quince hasta menos de un peso diriamente, y que están
trabajando allí hace muchos años. La sola circunstancia, es decir, el solo hecho de que
hayan permanecido durante todo ese tiempo, ¿ significa que están conformes con ese
salario para estimarlo justo? ¿ Quiere decir que, porque no ha habido otro propieta-
rio de esas fábricas que haya sido más desprendido, que haya tenido mayor grado de
liberalidad para corresponder a los esfuerzos del trabajador, no haya otorgado un
aumento, ha sido obstáculo para que no haya podido aumentarse es·e salario, y el peón
o el hombre que trabaja allí considere exactamente justo ese salario? ¿ Es pleno con-
sentimiento aceptar diez centavos como remuneración porque haya el peligro de que
otro venga a pedir ocho? ¿ Es justa la remuneración en el puerto de Veracruz, por
ejemplo, donde acuden diversos compañeros de la República, porque saben que es el
pueblo que ha padecido menos con la revolución, en busca de trabajo? ¿ Es justa esa
retribución, repito, porque haya quien pida menos y haya que conformarse con lo
menos posible? Alguna vez escuché allí mismo, en el puerto de Veracruz, esto que
parecía razón a quien la emitía: "ustedes no pueden evitar, nos decía a los sindicalis-
tas, que un carretillero, que un cargador, que un albañil ofrezcan sus servicios por
menos precio que otro de ustedes, porque considere justa la retribución de diez centa-
vos, y nosotros, al pagar los diez centavos, entendemos que tiene pleno consentimiento
de aceptarlos". Es decir: su criterio era que el pleno consentimiento y la justa
retribución tienen su origen en las circunstancias de competencia entre los traba-
jadores. Los trabajadores, para no cansar más sobre este tema, creemos que es muy
diferente la acepción o la definición de lo que es pleno consentimiento y justa retribu-
ción. Si alguna vez, compañeros, ciudadanos diputados, tuvierais la paciencia de escu-
char al compañero Góngora, él os ilustraría acerca del proceso del trabajo desde que el
oficia se inició; se inició desde que la industria particular o de familia, se convirtió en
industria centralizada; cómo ha ido progresando sucesivamente en su mejoramiento el
trabajador, desde que se le consideraba indigno de pertenecer a la clase igual a los
demás hombres adinerados, hasta que se le fue concediendo progresivamente ese dere-
cho. De esclavo a siervo, de siervo a plebeyo, ha venido siendo nuestro compañero en
el campo y en la ciudad, el eternamente explotado, y los diferentes compañeros traba-.
jadores que han venido a hacer uso de la palabra, se acercan por momentos al origen
de la cuestión, se acercan a la llaga, en donde deben poner los dedos para curarla, a los
que quieran tratar la cuestión desde su origen, porque todo lo que se refiere a las ocho
horas de trabajo, el descanso hebdomadario y que se prohíba el trabajo de la mujer y
los niños durante las noches, me parece muy secundario, mientras no se fije en la
Constitución cuál es el pleno consentimiento y la justa retribución. Yo quiSiera que en
esta Cámara, ya que hay hombres suficientemente ilustrados, definieran este punto
para que se ilustrara la Asamblea ahora que la Comisión va a dictaminar, cuál es ese
pleno consentimiento originado por una circunstancia de igualdad, no por una circuns-
tancia o por un estado, por un medio ambiente que obliga al trabajador a aceptar
cualquiera cantidad por la competencia misma. En síntesis, estimamos que la justa
retribución será aquella que se base en los beneficios que obtenga el capitalista. Soy
partidario de que al trabajador, por precepto constitucional, se le otorgue el derecho
de obtener una participación en los beneficios del que 10 explota. La participación en
los beneficios quiere decir, según la definición de un escritor, un convenio libre, ex-
preso o tácito, en virtud del cual, el patrono da a su obrero o dependiente, además del
salario, una parte de los beneficios, sin darle participación en las pérdidas. Si esto no
es la justa retribución, yo quiero que alguien la venga a definir aquí, para que el
artículo 59 no esté lleno de reglamentaciones, sino que en las cuatro líneas que deben
expresarlo, como precepto constitucional, debe quedar sentado lo que es justo, a fin
1012
de que no quede tan vago como aparece en la Constitución de 57, Y aún hay más: que
no "quede como desde que se comenzó a explotar a los trabajadores, desde que el mundo
existe.
De esta manera, podríamos discutir si la participación de los beneficios es viable
y es justa. Algunos argumentan que no" ha habido buenos resultados, en virtud de que
el trabajador no puede fiscalizar ni inmiscuirse en el mecanismo del mismo negocio y
que los que hasta aquí como capitalistas 10 han adoptado y que forman minoría en
Europa, se han arrepentido a la postre de haber adoptado ese sistema. Digo para mi,
si no lo han adoptado todos los capitalistas, "es por su propio criterio de no participar
a los babajadores de las utilidades que obtienen en el negocio, es consecuencia de que
no todos son honrados. En consecuencia de que existe el prejuicio; de que existe la
tendencia de obtener del trabajador todo lo más que se pueda, para hacer un negocio
rápido.
Alguna vez, en Veracruz, el señor Palavicini y yo hablábamos de ese asunto
como resultado de dificultades con los trabajadores de I"'EI Pueblo". El aceptaba que
el negocio era malo, que no debía aumentarse a los tipógrafos un poco más -de lo
que estaban obteniendo, y que como el negocio era malo, si nosotros decidíamos to-
marlo por nuestra cuenta, nos desengañaríamos de que pondríamos de nuestro bolsillo
algo para impulsar el negocio, que verdaderamente era un negocio de propaganda en
defensa del Constitucionalismo, que en sí el negocio era, señores diputados, una re-
donda pérdida. Desde entonces quedó grabada en mí la idea de gue el negocio perio-
dístico no deja, que es un fracaso y que los dueños de periódkos, a menos de que el
Gobierno los ayude, a menos de que el Gobierno les dé papel y demás implementos,
hacen una obra enteramente altruista en pro de los tipógrafos, de que si el Gobierno
no abre sus arcas y amontona en las particulares del negocio mucho oro, los señores
propietarios de periódicos, sociedades anónimas o quienes sostienen una publicación,
son verdaderamente unos héroes:; unos altruistas exageradamente liberales en pro de
los tipógrafos; pero yo he observado 10 contrario en el periódico donde estoy, o donde
estaba antes de venir aquí, y por lo que me dicen compañeros que están empleados
en periódicos, sé también que es completamente diferente ...
-El C. Palavieini: Ahora.
-El C. Gracidas: Ahora, señor Palavicini, ahora, porque en la capital tienen mu-
chísimos avisos, porque en la capital hay quien pague la línea a tanto, etc. La acep-
tación del señor Palavicini, de que ahora sí es negocio, viene a justificar lo que an-
teriormente decía. El principio constitucional establece que nadie" podrá trabajar sin
la justa retribución y sin su pleno consentimiento. Cuando nosotros en el puerto de
Veracruz nos negamos a trabajar porque el señor Palavicini no pagaba lo justo, él
demandó del comandante militar de la plaza que aplicara la ley de 25 de enero para
que trabajáramos. ¿ Eso era 10 justo?
-El C. Palavicini: N o es verdad.
-El C. Gracidas: Digo eso, senor Palavicini, no con el ánimo de herirlo, es con
el ánimo de exponer cuándo se trabaja con el pleno consentimiento y cuándo con -la
ju¡.;ta retribución. Con ese único espíritu lo hago. ¿ N o es verdad que se nos amenazó
en el ex templo de la Pastora Y' por medio de una orden que usted alcanzó de la Pri-
mera Jefatura, que si no trabajábamos se nos consignaría como asimilados al Ejército
y dentro de la ley del 25 de enero? ..
-El C. Palavicini: Pido la palabra para contestar al señor Gracidas.
-El C. presidente: Tan luego como termine el señor.
-El C. Graddas: Yo quisiera que contestara, señor presidente, para poder des-
arrollar mi tema.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
ID!!!
-El C. Palavicini: En Veracruz hubo una huelga de los impresores de billetes.
En esos días de la huelga de impresores de billetes, que era la moneda de la revolu-
clOn, Con la cual se tenía que pagar al Ejército, el ciudadano Primer J-efe, por con-
ducto de la Secretaría de Hacienda, acordó que todos los impresores empleados del
Gobierno eran obreros asimilados al servicio militar; en tal concepto, como el perió-
dico "El Pueblo" estaba comprendido entre los que pagaba la nómina oficial, se diri-
gió esa circular a la Secretaría de Instrucción Pública, que era de donde dependía el
periódico "El Pueblo", para aplicar la" misma regla. En tal virtud, tuvieron que que-
dar los obreros de "El Pueblo" en idénticas condiciones a los obreros de la Oficina
Impresora de Billetes, porque no podría haber diferencias. Tal es la verdad de los
hechos; es cierto todo lo que ha dicho el señor Gracidas sobre el negocio del periódico
en Veracruz. Es cierto que yo le dije que no era negocio; de manera que en esta
parte es brillante su argumentación y dice la verdad; pero en lo otro no dice la ver-
dad. Yo no dí la orden para que se aplicara la ley de 25 de enero, sino que tal orden
la dio el ciudadano Primer Jefe para los obreros que imprimían billetes, que era la
moneda de la revolución.
-El C. Gracidas: Debo rectificar ,en el sentido de que si en la huelga estaban
comprendidos los compañeros que hacían billetes, también es\aban comprendidos los
compañeros que hacían "El Pueblo" y que "El Pueblo" no era una gran necesidad a
nuestro juicio. La propaganda, señores, no solamente se hace en determinados mO-
mentos, y en el período álgido de la revolución. Entonces las comunicaciones con el
resto de la República eran escasas. En esos momentos, desgradadamente, se estaba
trabajando en contra de Villa; son momentos históricos que todos tenemos frescos en
la memoria. La revolución, el ciudadano Venustiano Carranza y nosotros, es decir, la
revolución constitucionalista, únicamente radicaba en Veracruz. (Voces: ¡No! ¡No!
Murmullos. Voces: ¡Al asunto! Campanilla.)
-El C. Aguirre, interrumpiendo: Que se contraiga el orador al asunto.
-El C. Gracidas, continuando: Quedamos en que se' nos consignaría si insistíamos
en la huelga, conforme a la ley del 25 de enero; quedamos de que en este momento
se nos hacía trabajar sin nuestro pleno consentimiento y sin la justa retribución. Que-
damos en que en la era preconstitucional, en la época revolucionaria, había alguien
que opinaba que sólo por medio de la fuerza podrían trabajar los obreros, como en
otras partes de la República, otros gobernadores decían que a menos de que no se re-
muneren debidamente, no pueden trabajar los obreros. El concepto de justicia que
hasta ahora se ha venido sosteniendo, es que debe haber una transacción entre el
obrero y el capítalista; es decir, que para que el capitalista no quede descontento,
no hay que darle todo al trabajador, o que en caso de que los trabajadores tríunfen
en sus pretensiones, mientras aquí se dice al trabajador: "tú tendrás todo lo que ne-
cesitas", al capitalista se le dirá: "tendrás determinadas concesiones, a fin de que
puedas sufragar tus gastos". Por -ejemplo, en. alguna ocasión, alguna compañía se
ha visto precisada, porque la huelga era inminente o una realidad, a aumentar los
salarios de sus trabajadores, pero le pone la -condición al Gobierno: "si con la presión
que me haces. y me hacen los trabajadores, para que el orden no se altere y dé a los
trabajadores determinado aumento, concédeme o exijo, muchas veces, que las tarifas
de mis productos aumente tanto". Esto se ha venido verificando invariablemente, por
lo menos en la región en que yo he trabajado y hasta se ha visto que para poJer
otorgar a los trabajadores una parte, el -60 por ciento en oro nacional, por ejemplo,
el artículo de venta ha tenido que aumentarse dé valor, y esto tiene el inconveniente
de agravar la situación de elementos extraños al trabajador. En Veracruz iniciaron
su petición de aumento los albañiles, y el criterio de quien lo concedió fue éste: Yo
he estado en Mérida; es una ciudad en la que los salarios son muy altos, y una ciu-
1014
dad en donde los salarios son muy altos, es una ciudad próspera. Con ese criterio
fue aumentado a cada sindicato todo lo que pedía, de lo que se originaba que sola-
mente los trabajadores obtuvieron aumentos, con detrimento de otras clases sociales,
y entonces surgió en Veracruz aquella que se llamó en lugar de talón oro, el talón
plomo. ¿ Por qué? Porque, lastimados por causas reflejas los soldados; porque lasti-
mados los empleados de la administración, que no podían obtener de grado ni por
fuerza un aumento, sufrían las consecuencias de la elevación de salarios por nos-
otros iniciada, puesto que el comercio, puesto que las industrias, puesto que las em-
presas, al hacer un aumento a los trabajadores, aumentaban el precio a sus produc-
tos. Entonces, ciudadanos diputados, ¿ se obtiene algún mejoramiento accediendo a
las demandas de los trabajadores, consistentes en cuestión de salario? El hecho de
_que un empresario acceda a elevar el sueldo de sus empleados, de sus trabajadores,
¿ es benéfico, si al mismo tiempo aumenta el precio de sus productos, que va a hacer
peso en los que no tuvieron este aumento simultáneamente? Si contestase negativa-
mente, convendríamos en que cuantas veces los sindicatos, las uniones, en cuantas los
individuos particularmente alcancen un aumento en su salario y éste se traduzca en
el mayor precio del producto a que contribuyen, no es ningún beneficio; que si los
impresores obtienen de "El Pueblo", por ejemplo, el pago total de sus salarios en
metálico, y al mismo tiempo "El Pueblo", en lugar de valer cuatro o tres centavos,
va a valer diez, perjudica a los demás clientes del periódico, que tienen menos posi-
bilidades. ¿ Qué mejoría obtendrá el trabajador si como resultado de esa maniobra
los que compran el periódico, sean comerciantes o particulares, intentarán para hacer
ese sacrificio, pedir otro aumento a sus respectivos patronos, o pedir en su negocio
el equivalente a lo que tienen que pagar por el periódico? ¿ Se obtiene alguna mejo-
ría? Un caso que, en pocas palabras, se puede relatar: ustedes verán si tengo razón
o no. En el periódico donde trabajo, la tonelada de papel de- desperdicio, en determi-
nado momento, se vendía a diez centavos, si ustedes quieren; pero los empleados del
periódico y los trabajadores pidieron un aumento; el dueño del periódico dijo: au-
mentaré el precio del periódico. Y cuando se acercó un dueño de tienda a pedir precio
de Ja tonelada de papel de periódico, le dijo: "ya no vale diez centavos, vale un peso".
El que se acercaba a solicitar el precio, como no había en plaza quien vendiera papel
de desperdicio aceptó el precio y se fue a su tienda. Para ser más exacto, la tienda
era de abarrotes; el papel lo necesitaba para envolver todo lo que se envuelve: café,
frijol, etc., y el tendero se hizo este cálculo: "he de arrancar con tantos frijoles del
bulto, con tantos granos de" arroz o de café, lo que el dueño del periódico me ha arran-
cado a mí". La consecuencia es lógica señores; el hecho de haber pedido en aquella
imprenta un poco de aumento, lo sufrimos los impresores al ir a esa tienda. El café
nos costaba más, el arroz nos costaba más y todos los elementos de subsistencia.
Luego con este mecanismo de efectos costosos, ¿ adónde iríamos a dar si no se fijara
por esta Asamblea la justa retribución y el pleno consentimiento? Sindicalista como
soy, solamente he sido partidario de que nos opongamos al capital hasta donde sea
justo, hasta donde sus beneficios, compartiéndolos con nosotros, tengan un límite.
Más allá no, porque sabemos que es él causa de que otro nuevo explotador, de que
otro empresario quiera arrancarnos a nosotros mismos 10 poquísimo que obtuvimos
por parte de nuestro patrón. Si he sido desafortunado en la exposición, algún com-
pañero sabrá explicar la idea de una manera mejor que yo y de un modo más rápido.
Luego quedamos en que la justa retribución será aquella en que, sin perjudicar al
precio del producto, elevándolo de precio, dé al trabajador una parte de las utilidades
que el patrón va obteniendo. Lo que se hace con el dividendo de_acciones sin gravar
las acciones mismas, sin gravar el negocio, lo que se hace individualmente entre el
que establece un negocio o busca un socio industrial con poco capital, repartiéndose
1015
la utilidad, y lo que hacen los grandes empresarios repartiendo dividendos, sin que
la magnitud de los dividendos quiera decir aumentar el precio del producto. E15a ten-
dencia, señores diputados, ha sido la de los sindicatos y esa tendencia fue la de la
revolución. Voy a recordar a ustedes ahora -palabras del señor Zubaran-, del ge-
neral Alvarado, de un trabajador apellidado Delfus, del señor Jara y otros y esas
palabras os las voy a decir y no se crea que voy a dar lectura a grandes documentos.
Son comparaciones concretas y cortas. Los señores Aguilar, J al'a y Góngora quieren
buscar el mejoramiento económico, como lo busca la revolución constitucionalista y
como lo buscan los sindicatos desde que existen. Dicen en su proposición al Congreso:
(Leyó.)
Pero resulta que son proyectos secundarios. Las ocho horas de trabajo no signi:-
fican justa retribución; en las .ocho horas de trabajo puede haber justa o injusta re-
tribución. El que no trabajen la mujer y el niño por la noche, no tiene conexión con
la justa retribución y el pleno consentimiento; esto es algo que se reglamentará des-
pués. Se dice que los' conflictos de trabajo serán resueltos por comités de conciliación
y arbitraje. ¿ Qué van a resolver esos c"omités? Como casos secundarios están el mal
trato, la duración de la jornada y el salario mínimo. ¿ Cómo se establece el salario
mínimo, señores? Juzgando de las necesidades del trabajador. ¿ El trabajador ha de
ser soltero, o ha de tener numerosa familia? ¿ Hemos de exigir al trabajador que
tenga determinado número de hijos? (Risas.) ¿ Cómo aceptaremos el salario mínimo?
(Risas.) No me comprendéis, 'señores, o no me explico. El salario mínimo abarcará,
S€guramente, a determinado número de hombres. ¿ Qué -es lo que alcanza a un hom-
bre para subsistir y qué le sobra para su alimentación espiritual? Solamente los
que no conocen las necesidades del trabajador, podrán dudar aéerca de mis palabras.
El licenciado Zubaran, cuando presentó al Primer Jefe su proyecto de reglamenta·
ción del trabajo, dijo: (Leyó.)
El licenciado Zubaran reglamenta el trabajo; pero no establece cuál es el salario
justo, cuál es el pleno consentimiento, y el artículo 59 de la Constitución, señores di-
putados, si prestáis atención a las palabras de un trabajador, merece suficientemente
la atención de vosotros para que deje sentado un criterio en esta Asamblea, que no
]0 deje vago. Decir: "nadie trabajará sin la justa retribución y sin su pleno consen-
timiento", es dejar el mismo campo amplio que se dejó desde 1857. Hasta la fecha,
nadie ha recibido la justa retribución, hasta la fecha nadie ha trabajado con su pleno
consentimiento, yeso es causa de disgusto. (Demostraciones de impaciencia de la
Asamblea.) Cuando se trata, señores diputados, de cuestiones de trabajo, de los que
estan únicamente encargados de la defensa de los trabajadores, no es posible que
haya completa amenidad en el lenguaje, no es posible que haya la expresión elegante
en el lenguaje de quienes son trabajadores, de quienes sufren únicamente y no están
dedicados al estudio de la retórica y únicamente expresan sus ideas por 10 que han
sufrido. (Aplausos.) El general Alvarado, en Yucatán, dijo lo siguiente: (Leyó.)
Esta es una expresión más feliz que todo 10 que de una manera tan mala he
dicho. Está comprendido en el espíritu de esas frases que debe haber una justa retri-
bución que no sea el salario mínimo, ni ningún .salario; que varios sociólogos estiman
normal lo que salva a un pueblo del problema económico. En Orizaba ustedes saben
que es la cuna, que es una de las partes de la nación donde el trabajador ha realizado
o de donde arrancan todas las reivindicaciones del trabajador, que ha derramado su
sangre en huelgas sangrientas; que se ha lanzado sobre toda consideración de fa-
milia y toda consideración personal para lanzar su grito y arrojarse sobre las bayo-
netas para recibir las balas de los dictadores, clamando esa justa retribución, y la
justa retribución no la ha alcanzado hasta nuestros días el obrero de Orizaba, ni
ningún obrero de la República, ni ningún obrero de todo el universo. Los sindicatos,
1016
en toda su historia sangrienta, no han obtenido de ninguna legislación, de ningún
Congreso, de ningún Gobierno, la definición de qué cosa es justa, de qué cosa será
suficiente para subsistir, y si como dije al principio, el ingeniero Góngora ha de
ser oído aquÍ. .. (Voces: ¡No! No!) y si tenéis paciencia para oírlo, ha de relatar
todo el proceso de 10 que el trabajador ha sufrido. Esto es importante que lo conozca
la Asamblea constituyente. (Sigue leyendo.)
Esto dice cómo se resolverán las dificultades obreras, después de haber atrave-
sado el trabajador por esa etapa de anarquía y de situación caótica; cuando los tra-
bajadores han destruido telares, cuando han incendiado fábricas, cuando se han en-
tregado a toda clase de excesos, entonces los señores capitalistas aceptan toda clase
de representaciones y van hacia el camino de la justa retribución. N o he vertido
nada que signifique novedoso, que signifique palabrería que entretenga a los espec-
tadores; no he producido más que una idea entre la mayoría de los trabajadores, y
si a esta idea, por mal expuesta que esté, por muy inútil- que se considere su des-
arrollo, se le sisea, queda impresa en el alma, que viene a representar a millares de
almas, esta otra idea, muy desgraciada por cierto: de que si se tratara por medio
de mis labios de asuntos políticos, atacando a la izquierda o a la derecha, habría
aplausos o siseos. Acerca del malestar de nuestros trabajadores en la República Me-
xicana, ha habido algo muy triste: que empleados contratados desde México en París,
vengan a externar sus ideas, que pintan muy de relieve, es decir, que ponen muy de
relieve cuál es la desgracia de la inmensa mayoría de los trabajadores del campo y
de la ciudad. Por cuestión de la guerra europea, por odios de raza, en las fábricas de
Orizaba se ha expulsado a un trabajador extranjero en momentos en que, por el he-
cho de tomar un buque, ha peligrado su existencia, pues la nación enemiga de ese
obrero expulsado procuraría dinamitar el buque, torpedearlo, para que fuera un ene-
migo menos. Ese trabajador extranjero, de apellido Delfus, encargado de lo que en
las fábricas de hilados y tejidos se llama, como ustedes quieran, porque no me acuer-
do, ha sido expulsado de esa fábrica, pero antes de retirarse, para que lo supiera el
gobernador del Estado de Veracruz, ha hecho una declaración que no contiene más
de cien palabras y que os voy a decir. .. (Voces: ¡No 1 j N o!) ¿ Cien palabras os asus-
tan, cuando una sola palabra necesita el trabajador de ustedes para que se salve? ..
(Leyó.)
Las firmas son auténticas y aquí está la expresión de un obrero extranjero que,
compadecido de los nuestros, lanzaba, es decir, externaba su opinión antes de reti-
rarse a su país. Esto es cuanto puede decirse en materia de insufici~ncia de salario
pOI' parte de nuestros trabajadores, y dice: Vosotros aumentaréis diez centavos a esos
trabajadores, dice, aumentaréis un peso, así, arbitrariamente, sin estudiar los benefi-
cios de esa compañía, y entonces provocaréis que la misma compañía obtenga del
Gobierno o lo imponga por su sola voluntad, un aumento en la manta, que habrá de
pagar más tarde ese mismo operario a los más altos precios, por haber pedido un
solo aumento. Por tanto, no es así como se busca la justa retribución; por tanto,
señores, en recompensa del sufrimiento que me causa provocar a mi vez otro sufri-
miento en ustedes por escucharme, reflexionad que el artículo 5Q- no admite reglamen-
taciones, no admite que se impongan ocho horas de trabajo como jornada máxima
ni determinada cantidad como salario mínimo, ni que no trabajen las mujeres y los
niños por las noches, ni que haya comités de conciliación y arbitraje; lo que debe
señalar como principio constitucional, después de discutido o si alguien da felizmente
la idea o define cuál es esa justa retribución, que nadie ha definido hasta la presente,
pero que ha provocado algo muy triste, ha provocado, señores, que en determinados
momentos, yendo los trabajadores tras esa justa retribución, no queriendo trabajar
con el pleno consentimiento que aparece de someterse a una ampliación de la ley de
1017
1862 o de una preSlOn gubernativa o de una necesidad del estómago, haga huelgas.
LaR huelgas se sucederán, y esto lo creo sinceramente con todos mis compañeros,
mientras no se determine la justa retribución. Esa justa retribución que los mismos
obreros recibirán por medio de la participación de beneficios que su patrón, ya no
explotador, les dará y para no provocar su ruina, no se excederán en sus peticiones,
a más de aquello que justamente les corresponda sobre las utilidades del patrón. Si
esa no es la justa retribución, si hay algo verdaderamente original, si la Asamblea
presente no la encuentra porque no quiere o porque no desee entretenerse en buscarla,
no habrá obtenido, señores, la revolución constitucionalista, el triunfo que espera por
parte del pueblo. Se reclaman únicamente las condiciones del trabajo; la situación
económica del pueblo mexicano fue mala hace cinco años, todos sabemos que hoyes
peor, todos sabemos que como resultado de la guerra europea, que como resultado
de la ambición del comercio y como resultado de otras muchas cosas, la situación del
trabajador es ahora más difícil que entonces lo fue y en un momento dado, pasando
del sistema del papel moneda a la plata, el trabajador se ha desengañado de que
gana menos que en 1912, de que está cuadruplicando sus esfuerzos para poder llevar
a su familia la misma dosis de alimentación, la misma cantidad de ropa y el mismo
divertimiento espiritual que en 1912, y al cuadruplicar sus esfuerzos, sólo viene a
obtener la cuarta parte de lo que entonces ganaba, con lo que se está originando
la degeneración de la raza. ¿ Qué se quiere buscar por medio de las ocho horas de
trabajo? Habrá quien quiera trabajar dieciséis horas, con tal de ganar lo mismo que
en 1912, para dar pan a su familia. Y que el padre por obligaciones paternales, por
conservar a sus hijos y a su esposa como en 1912, o mejor, porque estamos en la era
en que el constitucionalismo ha triunfado, pero que al pedir un salario justo no lo
halla, al pedir un salario más elevado se le conteste que qué más quiere, que el ne-
gocio no da, que el negocio como resultado de la oferta y la demanda atraviesa por
una crisis que obliga a pagar mucho menos, y entonces el proletariado se preguntará
¿ cuál es el fruto de la revolución constirucionalista? Y el mismo proletariado dirá
a sus familiares: mi hermano fue a la guerra y se le destrozó el cuerpo; tengo a
mi lado un huérfano, tengo a mi lado una viuda, porque el esposo se sacrificó por que
ustedes gozaran de una situación mejor que en 1912; pero el comerciante y el indus-
trial invocan que .la Constitución, como resultado de la guerra y de la situación eco-
nómica, es mala y que no puede remunerar mejor, que no puede mejorar los salarios.
Nosotros queremos, para terminar esta 'situación, para no agravar más hasta la
parte política, para no agravar hasta la parte internacional, para no agravar la des'es-
peración del pueblo, porque como alguien diría: "no ve claro", definir en concepto
del Constituyente qué es lo que ha obtenido el proletariado de esta revolución. ¿ Las
ocho horas de trabajo? ¿ Que no trabajen la mujer y el niño de noche? ¿ Por qué
atacar las garantías que se establecen en otro artículo? ¿ Por qué atacar esas garan-
tías que son el fruto de la libre concurrencia, cuando por otro lado se le dice o no
se le dice, mejor dicho, qué es lo que ha obtenido de mejoría económica como resultado
de tanta sangre derramada? Yo quiero poner en parangón, señores, el pacto firmado
entre la Casa del Obrero Mundial y el licenciado Zubaran, con la ley ampliada del 62,
entre las dos proposiciones, es decir, la esperanza del obrero cuando el pacto y la
desilusión del obrero cuando la ampliación. ¿ Cuál es el término medio en que ustedes
se ponen, incluso yo? ¿ Qué cosa se le va a dar al tr.abajador para que no haga huel-
gas? ¿ Qué cosa se le va a poner enfrente para que no llegue su desesperación al
grado de no hacer caso de los fusilamientos, de Ia proscripción, de todas las manio-
br::<s que el capitalismo lleva a cabo cerca de las principales autoridades? Alterar el
orden, según el artículo gQ es muy fácil por medio de la huelga; hemos aprobado
que todas aquellas reuniones que amenacen llevar a cabo de una manera fácil el des-
1018
orden social, serán disueltas, y no hay una reumon como la sindicalista, que lleve a
cabo con tanta facilidad una amenaza para la sociedad. Los que sean celosos del or-
den social, deben fijarse en esto: que si van a seguir las huelgas, tendremos que
disolver toda clase de armas de fuego, pueden repeler una reunión mejor armada, si
la de aquello·s individuos que tienen 3,0-30 o la de los que se niegan a trabajar cru-
zándose de brazos. Las reuniones armadas donde haya pistolas y toda clase de' ar-
mas de fuego, pueden repelerse por la fuerza, aunque se repitan las jornadas de 7
de enero; pero en aquellas reuniones donde haya un cruzamiento de brazos pacífi-
camente, para no llegar al colmo, hay que invitar a los hombres para que substituyan
a esos huelguistas para que trabajen. Esta es la solución señores, hay que amparar
la libre concurrencia como medio para resolver el problema económico. Hay que de-
cir: todo huelguista tendrá mucho derecho para obtener un aumento de salario, pero
entretanto no trabaje, tiene que permitir que otro lo haga por él. ¿ Esta es la solu-
ción del problema económico? Seguramente que no. Por tanto, el artículo 59, señores,
debe establecer cuál es la justa retribución y en qué condiciones se debe aceptar el
pleno consentimiento. Y si como yo sé, hay algunos señores diputados que propon-
drán que se haga un capítulo r.eferente únicamente al trabajo, allí se pondrán todas
las circunstancias secundarias que no se relacionen con el principio constitucional al
que tanto me he referido, y haremos ese capítulo con todo gusto, pero como no se
ha de borrar de la Constitución el artículo 59, yo pido en nombre de todos los tra-
bajadores de la República, en nombre de todos los trabajadores del mundo, que .están
fijos en la revolución que se llama social, de la República, que meditéis acerca del
problema trascendental que nos ha traído la revolución constitucionalista, a los que
no hemos tenido el valor de ir a morir a El Ebano, a Celaya 'y Tonilipa. (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano general Aguirre, para un hecho.
-El ·C. Aguirre: Era, señor presidente, para pedir que los oradores se concre-
taran al dictamen.
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25~ SESION ORDINARIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE, LA TARDE DEL JUEVES
28 DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
l.-Se pasa lista. Se abre la sesión. Se lee y aprueba el acta de la anterior. Se señala
día para ia discusión de los artículos 16, 18, 42, 43, 46 Y 47.
2.-El C. Rodríguez informa sobre su comisión. Se nombra una comisión para averi.
guar sobre la muerte de los ce. Gabriel Calzada y Toribio V. de los Santos.
3.-Se reanuda el debate sobre ~l artículo 5g
4.-La Comisión pide permiso para retirar su dictamen y se le concede, levantándose
en seguida la sesión.
-El C. secretario Castaños da cuenta con una petición del C. diputado Lauro
López Guerra para dejar de asistir a las sesiones durante ocho días, en virtud de un
cuidado de familia.-Se le concede.
-El mi8mo C. secretario: Por una distracción, por un error, se dio cuenta ayer
con una iniciativa propuesta por un ciudadano diputado suplente, que no está en
ejercicio, y como en las sesiones únicamente se debe dar cuenta con las iniciativas
de los ciudadanos diputados en funciones, pasando las de los particulares, como debe
considerarse la de que se trata, a la Comisión que corresponda, se rectifica el error.
Hoy se ha recibido una nueva iniciativa suscrita por el ,particular, ciudadano Gustavo
Amozurrutia, y .pasa desde luego a la Comisión de Constitución.
1021
-El C. secretario Lizardi: Habiendo sido impresos los dictámenes a que se dio
lectura el día de ayer, se ha señalado para su discusión, respectivamente: para la
adición al artículo 42 que propone la Comisión, 24 horas, es decir, el día de mañana;
la misma sesión de mañana para la del artículo 46; la misma sesión de mañana para la
del 47 y la de pasado mañana para las de los artículos 43, 18 Y 16, señalándose en el
orden manifestado, en atención a que en ese mismo orden han sido presentados los
dictámenes respectivos.
-El C. Rodríguez José M.: Pido la palabra para dar cuenta con una comisión.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Rodríguez Júsé M.: Hace diez días que el señor licenciado Dávalos y el
que habla fueron comisionados ·para ver al ciudadano diputado Franco, y este señor
se encuentra enfermo de tifo en la actualidad.
-El C. presidente: La Mesa da las gracias a la comisión por el desempeño de su
encargo.
-Vn C. diputado: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El mismo C. diputado: En la prensa de hoy se da cuenta del asesinato del ciu-
dadano Gabriel Calzada, que aparte de ser un eminente revolucionario, pues como
a casi todos nos consta, prestó grandes servicios a la causa al lado del Primer Jefe,
es diputado suplente al Congreso Constituyente, y según yo sé, venía dispuesto a
cubrir el lugar del ciudadano diputado propietario; así es que a mi juicio se debe
nombrar una comisión que a nombre del Congreso dé el pésame a sus deudos.
-El C. presidente: La Presidencia no tiene inconveniente alguno en aceptar la
moción del ciudadano diputado; yo creo que si la Asamblea 10 estima pertinente,
debemos dar señales de duelo, ordenando que se coloquen adornos funerarios en el
frontispicio de esta Cámara, y yo me permito nombrar al ciudadano que acaba de
hacer uso de la palabra y al ciudadano Chapa, para que se sirvan dar el pésame,
a nombre de este Congreso, a la familia del señor Calzada, por medio de un men-
saje telegráfico.
-El C. Rodríguez González: Lo único que se sabe de cierto, es que el ciudadano
Calzada fue hecho prisionero, pero 10 demás no se ha confirmado todavía; de manera
que por eso no debemos dar crédito a una simple noticia de la prensa, y obrando
de otro modo, probablement'e incurriríamos en un error; por 10 tanto, yo propongo
que no se den ningunos pasos sino hasta que la noticia nos sea comunicada ofi-
cialmente.
-El C. presidente: Tiene razón su señoría, y entonces yo dejo a la comisión
nombrada el encargo de hacel' las averiguaciones sobre el particular.
-El C. González Galindo: Igualmente 10 relativo al señor Calzada, comunica la
prensa que fue asesinado el ciudadano Toribio de los Santos, que aunque no es dipu-
tado, sí es familiar de un ciudadano diputado que está entre nosotros. (Voces: ¡Sí,
es diputado!) Entonces con mayor razón, creo que se debe nombrar una comisión
para hacer la respectiva averiguación.
-El C. presidente: La comisión anterior se servirá hacer esta nueva averiguación.
-El C. De los Santos: Pido la palabra, señor presidente.
1022
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. De los Santos: Creo que no tenemos derecho de poner la Cámara en señal
de duelo por la sentida muerte del señor Calzada como diputado suplente, y sí creo
que debemos poner de luto a la Cámara por dos o tres días por la muerte del Coronel
Calzada y la del general De los Santos, como revolucionarios que han prestado
grandes servicios. Nosotros somos diputados revolucionarios; ellos, como tales, son
compañeros de nosotros y debemos tener luto oficial por el fallecimiento de esas dos
personas, pero no como diputados, y yo ruego que si se confirma de una manera
oficial la muerte de esos dos señores, se ¡ponga un crespón negro en la puerta central
de este edificio y otros en las demás puertas del mismo, en señal de luto.
-El C. presidente: Se tomará en consideración su proposición, tan luego como
se aclare el punto dudoso.
'"-El C. Manjarrez: Pido la palabra, señor presidente, para hacer una proposición.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Manjarrez.
-El C. Manjarrez: Pedí la palabra para hacer una proposición acerca del artículo
59, que hemos venido discutiendo.
-El C. Palavicini: Pido la palabra para una moción de orden.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palavicini: En la orden del debate están inscritos los oradores del pro
y del contra. No es conveniente que se altere ese orden; suplico por lo tanto a su
señoría, se someta al Reglamento y se sujete a la lista de oradores inscritos, porque
de otro modo, si empezamos con rectificaciones de hechos, no acabaremos nunca.
-El C. Manjarrez: No pedí rectificación de hech~s.
-El C. Palavicini: ~o puede usted hacer proposición ve.rbal.
-El C. Manjarrez: Usted ha hecho proposiciones verbales.
-El C. ~alavicini: Sólo en el orden del debate.
-El C. presidente: El ciudadano Manjarrez hará su proposición oportunamente.
Tiene la palabra el ciudadano Cravioto.
-El C. Cravioto: Señores diputados: En mis viejas andanzas por la tauroma-
quia, que perdí allá entre la bruma de la lejana juventud, conservó este precepto
relativo a las corridalll de toros, axiomático como una ley, inflexible como una tumba:
UNo hay quinto malo"; pero desgraciadamente, lo que es una verdad en las lides de
la tauromaquia, suele no ser, siempre cierto en las lides de la vida; así estamos viendo
ahora que el 59 que nos ha soltado la Comisión, si no es del todo malo, sí es 10 regular,
pues aunque en un principio prometía mucho, ya que embestía sin singular empuje
contra los abogados y contra los devotos de la libertad, resulta que cuando debiera
mostrar más arrestos, al tratarse de la cuestión obrera, el famoso 59 se muestra
tímido, vacilante, remolón, como si de 'pronto, ante el capitalismo, se viera como
ante un don Tancredo, todo blanco, subido sobre un pedestal. Este símil explica mi
situación dudosa en esta ocasión. Al haberse suprimido las discusiones en lo general
de los artículos, tenía forzosamente que venir, como ha venido para casi todos los
oradores que hemos tomado parte en este debate, una situación equívoca. Yo he
vacilado para situar la topografía de mi discurso en la discusión, pues 10 mismo me
da haberme inscrito en pro que haberme inscrito en contra; he tomado la palabra en
pro, y en realidad voy a hablar en pro y en contra; si yo hubiera tomado la palabra
en contra, hubiera venido a hablar en contra y en pro. Mi pensamiento, mi senti-
miento, mi criterio, mi convicción en fin, y hasta mi conciencia" por esta vez, están
en todo de acuerdo con el criterio general de la Comisión, al tratar de la cuestión
1023
obrera. Vengo, ,pues, a demostrar, con mi n1.odesta palabl'a, con mi modesto criterio,
que la Comisión no ha andado del todo desacertada al pretender establecer ciertas
bases reglamentarias dentro de ese artículo constitucional; vengo a demostrar que
esas teorías han sido aceptadas en algunos tratados modernos y expresadas en
algunas Constituciones, pero también vengo a señalar mi discrepancia en cuestiones
de mera forma, que yo quisiera que la Comisión hubiera hecho más amplia y más
completa, y vengo, por último, a insinuar a la Asamblea y a la Comisión, la conve~
niencia grande de h'asladar esta cuestión obrera a un artículo especial, para mejor
garantía de los derechos que tratamos de establecer y para mayor seguridad de
nuestros trabajadores. Yo he venido a este Congreso con ,credencial salida, de modo
espontáneo y libre, de las manos de honor y de trabajo de los obreros de Pachuca,
pero declaro, ante la Asamblea y ante la República, que no me movió el más mínimo
interés personal, que no vengo a hacer menguada política de campanario, estrecha
sólo dentro de los limitados horizontes de humilde aldea, y en la plena conciencia
de mi deber cumplido, pronuncio estas palabras: j Maldito sea ante la Historia y
ante el ,pueblo todo el que viniere a este Congreso a pretender disfrazar de interés
general su interés particular! jMaldito sea ante ]a Historia y ante el pueblo todo
diputado que viniere aquí a no inspirarse pr,incipalmente en los intereses de la revo-
lución, de la patria y de la raza! (Aplausos.) DeCÍa el señor Múgica, al iniciarse el
debate sobre el artículo 39, que el momento era solemne, y es verdad, señores dipu-
tados; todos estamos sintiendo el solemne peso de nuestros trabajos desde el momento
en que el señor licenciado Rojas declaró la im¡talación de este Congreso; yo señalé,
señores, ,desde esa noche memorable, que desde aquel momento comenzaba a pesa:¡-
sobre nosotros la responsabilidad grande y terrible de nuestro porvenir nacional y
debemos procurar que cada palabra, que cada artículo de los que aquí tratamos, sean
la sangre de un Gobierno fuerte que al circular al través del organismo de la Repú-
blica, la ennoblezcan, la vivifiquen y la renueven por las aguas lustrales de las
fuentes siempre milagrosas de la justicia y de la libertad. (Aplausos.)
El problema de los trabajadores, así de los talleres como de los campos, así de las
ciudades como de los surcos, así de los gallardos obreros como de los modestos cam-
pesinos, es uno de los más hondos problemas sociales, políticos y económicos de que
se debe ocupar la revolución. Y aquí cabe, señores diputados, que nosotros, los reno-
vadores, vengamos a hacer nuestra profesión de fe, a señalar de una manera clara y
precisa los principios sociales que guían nuestra política. Ha dicho recientemente
el señor diputado yucateco, doctor Alanzo Romero, que aquí en la Asamblea había
algunos negreros; yo he buscado y no los he encontrado por ninguna parte, pero sí,
en cambio, he visto que estamos armando aquí a cada rato verdadera cena de negros,
Hay, por desgracia, entre nosotros, desconocimientos recíprocos, inconsidel'aciones
mutuas que producen no sólo desconfianzas agresivas, sino que producen algo más
serio: una falta de congruencia, una falta de unidad colectiva y de criterio fundamen-
tal en nuestros trabajos de constituyentes, y esto lo debemos evitar a toda costa. Yo
celebro que con ocasión de este artículo 59 se rasgue un poco la venda que cubre
todavía los ojos de los que nos atacan tan ciegamente. Nosotros no somos conserva-
dores, no pretendemos ser conservadores, no seremos nunca conservadores, como
acaba de insinuarlo piadosamente en las columnas de "El Demócrata" el señor Rivera
Cabrera, ese amigo nuestro renegado, por cuya conducta incalificable merece que le
digamos, parodiando a César: "¿ tu quoque, Bruto?" ...
-El C. Rivera Cabrera, interrumpiendo: R,enegado." ¡no!
-El C. Cravioto, continuando: Aparte de las reformas meramente políticas que
la revolución ha proclamado ya por los labios autorizados del ciudadano Primer Jefe,
como el Municipio Libre, la supresión de la Vicepresidencia, la no reelección, etcétera,
1024
que nosotros, los renovadores, venimos sosteniendo desde hace tiempo, venimos
ahora a sostener en el Congreso Constituyente- las reformas sociales que sintetizó
el señor licenciado don Luis Cabrera en el célebre manifiesto en que se nos bautizó
con el nombre de renovadores. Esas reformas sociales pueden condensarse así': Lucha
contra el peonismo, o sea la redención de los trabajadores de los campos; lucha contra
el obrf':rismo, o sea la reivindicación legítima de los obreros, así de los talleres, como
de las fábricas y las minas; lucha contra el hacendismo, o sea la creación, formación,
desarrollo y multiplicación de la pequeña propiedadj lucha contra el capitalismo mo-
nopolizador y contra el capitalismo absorbente y privilegiadoj lucha contra el cleri-
calismo; luchemos contra el clericalismo, pero sin confundir al clericalismo con todos
los religiosos; luchemos contra ,el militarismo, pero sin confundir al militarismo con
n:uestro Ejército. Ya ven ustedes, señores diputados, que los que asi sentimos, que
los que así pensamos, que los que estamos dispuestos a estas luchas, no podemos
admitir que se nos 'cuelgue del pescuezo una etiqueta con esta designación: "conser-
vadores", ni que pretendan empaquetarnos colocándonos este rubro: "moderados".
Nosotros somos liberales indudablemente, pero liberales de hoy, liberales evoluciona-
dos, liberales progresistas, liberales -por muchas influenéias socialistas y que nos en-
contramos colocados a igual distancia de la escuela demagógica y sentimental de los
apasionados, como de la vieja es-cuela liberal, de la vieja escuela que estableció como
piedra angular, como base fundamental, el principio de la escuela de Manchester:
"Dejad hacer, dejad pasar". Nosotros no podemos ser liberales de esa vieja escuela,
cuyo representante, tal vez único, existe entre nosotros:' el señor Fernando Iglesias
Calderón¡ ese hombre distinguido, ese hombre respetable, pero que en esta época en
que la patria con la voz de todas sus angustias, con la voz de todos sus dolores
reclama la intervención y la ayuda de sus buenos hijos, el señor Iglesias Calderón
consecuente con la base angular de su doctrina, se queda metido en su casa dejando
hacer, dejando pasar, y ahora el señor Iglesias Calderón no es otra cosa que el más
repres~ntativo de nuestros hombres de inacción. Nosotros somos liberales, pero libe-
rales de otra escuela, nosotros vamos 'por otro camino y nos orientan otras tendencias.
Uno de los Qlás distinguidos 'publicistas ha dicho que la democracia no existe. ¿ Qué
es la democracia? El gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo, según la
fórmula jacobina¡ aparece desde luego un grave errorj el pueblo, desde luego, no es
una masa compacta, uniforme, 'compleja; el pueblo es una masa de seres humanos
dividida en varias clases sociales, que persiguen intereses anta:gónicos y con relacio-
nes de envidia, de odio y de desprecio, en vez de amor, amenazando una catástrofe,
producto del estado actual del espíritu y de la excitación también actual y eferves-
cente del sentimiento. La democracia debe ser, pues, el gobierno del pueblo por la
mayoría del pueblo y para la mayoría del puebloj pero como en todas partes del
mundo la mayoría del pueblo está constituida por las clases populares, resulta que
la democracia es el gobierno de la sociedad por las clases populares y para beneficio
de las mismas clases. El problema del bienestar de las clases _populares, es el pro-
blema de sus sufrimientos, es el problema de sus miserias, es el problema de sus
deficiencias, para enfrentarse contra el empuje fiero de la catástrofe económica, inevi-
table, de los desequilibrios industriales, del espantoso mal del capitalismo. La aspi-
ración grande. legítima de las clases populares, es llegar a ganar un jornal bastante
remunerador, que les garantice su derecho indiscutible a vivir dentro de todo lo útil,
dentro d~ todo lo humanitario dentro de todo 10 bueno; el problema del bienestar
de las clases populares, es el 'problema de los jornales durante todo el día de trabajos
y sufrimientos, para elaborar una pequeña cantidad que les baste a cubrir todas sus
necesidades, durante todos los días de la vida y Ipara que les baste a ahorrar canti-
dades suficientes a la formación, a la organización, a la constitución -y al sosteni-
1025
miento de la familia. Mientras este problema no se resuelva, no se puede pasar a
otros problemas de bienestar. Resulta, pues, que la verdadera democracia es el go-
bierno del pueblo ,por las clases populares y a beneficio de las clases populares, para
que éstas no se mueran de hambre; la democracia no es otra cosa que un casi socia-
Hsmo; la democracia liberal es tan vieja como desprestigiada, porque el "dejad hacer,
dejad pasar", es enteramente inadmisible para los oprimidos, para los explotados, para
las masas en general; se puede traducir en esto: "dejad que os opriman, dejad que
os exploten, dejad que os maten de hambre". El Gobierno no debe existir más que
para garantizar los derechos individuales; el Gobierno no debe ser más que un juez,
un gendarme y un recaudador que le pague al gendarme, al juez y a sí mismo. El
liberalismo no era otra cosa que el darwinismo social. Tenía que producirse la elimi-
nación de los débiles y la subsistencia de los tipos fuertes, pero había un inconve-
niente grave para este darwinismo social en la lucha por la vida; los seres humanos
disponían de armas. artificiales poderosísimas, que no han ganado por sus méritos
y que sirven para oprimir a todos los que no tienen o pueden tener estas armas en el
combate; había, pues, que predicar en esta lucha, que existiese la igualdad para todos
los que estuviesen igualmente armados o igualmente desarmados; así lo ha compren-
dido la escuela económica de Stuart Mill, proponiendo que se limite la herencia directa
y la trasmisión de la herencia. Hay otro inconveniente para este darwinismo entre la
especie anterior, que es donde se verifica intensamente esta selección natural; no hay
individuos que, como entre los humanos, dispongan de armas poderosísimas y artifi-
ciales, como es el capital, y no hay tampoco individuos que obedeciendo a sentimientos
generosos y altruistas, den la voz de alarma a los débiles para que se congreguen y
s'e unan, haciéndose más poderosos que sus adversarios, y no se dejen engañar ni
intimidar ante las amenazas. Resulta por esto que la democracia libre en los países
civilizados, ha hecho generalmente bancarrota en las ideas y en los sentimientos
de las masas. Durante sesenta años del siglo XIX fue muy aclamada, .tanto como
ahora es abominada cada dia esa democracia liberal, que tampoco pudo substituirse
por la democracia social, porque la sociedad va pasando del colectivismo hacia el socia-
lismo, es decir, se va haciendo individual; está actualmente en el estado de problema
y no en el estado de realización. Por otra parte, señores diputados, la vieja escuela
no ha podido implantar el apotegma egoísta de "Dejad hacer, dejar pasar", y ahora,
señores, estamos viendo que las naciones más liberales, de liberalismo más tradicional,
como Inglaterra, y como está pasando en los Estados Unidos, al lado del Código Civil,
que llaman todos el Código del progreso, están laborando muy de prisa y en algunas
'Partes está casi completo, el código del obrero; esto quiere decir que el liberalismo
va evolucionando hacia el socialismo, como el socialismo va caminando hacia el indi-
vidualismo, y estas dos teorías s'e encuentran ahora en estado de problema, pero uno
es el problema del porvenir y el otro es el, problema del porvenir en bancarrota. N o
se puede profundizar aquí esta ,clase de problemas, pero sí se desprende que son
gobiernos ,poco hábiles los que se dejan guiar por un partido político; que un partido
político será siempre el liberal, el socialista, el renovador, y el otro es simplemente
el conservador, que más bien que conservador puede llamarse el partido del miedo,
porque él ve ,el socialismo como una inmensa bomba de dinamita qUe va rodando
continuamente hacia una hoguera inextjnguible de odios, de venganzas y de dolor.
Para que conste nuestra filiación exacta en la historia de este Congreso Cons-
tituyente, en nombre de mis compañeros declaro que, con las tendencias que he
esbozado y que son las qUe sostenemos en la realización inmediata de la política
militante, no encontramos' otro adjetivo que caracterice esta entremezcla entre el
liberalismo y el ,socialismo, nosotros nos proclamamos renovadores, designación· de
la que no hemos renegado ni renegaremos nunca. (Aplausos.) Nosotros nos procla-
1026
mamos carrancistas en la lucha política que se avecina, por afecto y por convlCClO-
nes, por nuestra gratitud personal y por nuestro -cariño hacia el señor Carranza;
porque estamos convencidos de que es no sólo el estadista más grande que ha elabo-
rado la revolución, sino que, por un milagro del destino, tiende un puente de concordia
entre militares y civiles, porque, como se ha dicho muy acertadamente, el señor
Carranza es el más civil de los militares y el más militar de los civiles. Por mi parte,
ya dentro del terreno de la teoría práctica, dentro del terreno meramente ideológico,
no concibo un _orden social más perfecto qu-e aquel en que los hombres llenos de paz,
amor y respeto, llegasen a no necesitar ningún gobierno para la salvaguardia de sus
derechos. Yo, señores diputados, dentro de este terreno de las ideas, probablemente
irrealizable, me proclamo de todo corazón anarquista. (Aplausos.) Pero no se espanten
ustedes, nada de explosivos, yo no traigo bOlllbas, cuando más bombones y mi vieja
bomba que, aunque soy renovador, no he podido renovarla desde hace tiempo. El señor
general Jara anteayer esbozaba aquí algunas ideas incompletas, que nosotros hemos
aceptado como un principio que yo formulo así: la libertad de los hombres está en
relación directa con su situación cultural y con su situación económica. Por eso, seño-
res, los renovadores hemos venido pidiendo y seguiremos pidiendo escuelas y tierras
para nuestro pu~plo. Dijo el licenciado Luis Cabrera: "Las tierras hay que tomarlas
de donde las haya". Yo formulo de otro modo esta orientación, pregonando que todo
lo que se adquirió por despojo, se restituya en ,pronta y justa devolución. El '19 de
mayo de 1913, cuando nuestra labor revolucionaria en la Cámara de Diputados era
ya conocida del país, atrayéndonos las iras del usurpador, peró atrayéndonos tamo
bién las simpatías del pueblo, los -obreros de México, que celebraban ese día su fecha
reivindicad ora, se acercaron a nosotros, los renovadores, y depositaron, yendo en masa
como de ocho a diez mil almas, en manos del señor Gerzayn U garte, que era entonces
el presidente de nuestro bloque, un memorial en que solicitan nuestro apoyo parla-
mentario -para la expedición de leyes protectoras del obrero; nosotros aceptamos
gustosos y contrajimos solemnemente este compromiso sagrado y el señor Ugarte
10 expresó así en aquel entonces. Este -compromiso era sellado, _señores diputados,
poco tiempo después, con la sangre ilustre de nuestro compañero don Serapio Ren-
dón, que caía asesinado por "eSbirros, víctima de la acusación de ser un agitador
socialista. Desde entonces nombramos nosotros una Comisión, que presidía el ciuda-
dano J. N. Macías, para que se encargase de elaborar este proyecto; como las perse..
cuciones que sufrimos empezaron a desatarse desde luego con toda furia, ya no nos
fue posible cumplir con ese compromiso, pero como antes dije, es para nosotros sa ..
grado y respetable y hemos estado dispuestos en toda ocasión a cumplirlo. Ya en
Veracruz, el-reaccionario señor Madas, el porfirista señor Macías, monseñor Macías,
~se hombre tan vapuleado y tan incomprendido, hizo una de las labóres más gloriosas
para nosotros y para la revolución, y más que para nosotros para México, todo un
código obrero que está listo ya para expedirse. Estas leyes contaron, ante todo, con
la simpatía del ciudadano Primer Jefe, puesto que están de acuerdo, tanto con sus
ideas libertarias .personales, como con las ideas de la revolución. Esto no ha podido
cristalizarse en el proyecto de reformas, :porque se consideró que eran de mero
reglamento, pero el ciudadano Primer Jefe, inspirado en esta noble idea que tam-
bién anima a toda esta honorable Asamblea, comisionó al señor MacÍas para que
pasase a los _Estados Unidos y pudiese estudiar allí, con mejor amplitud, las futuras
leyes mexicanas y con la mayor perfección; en ese trabajo cooperó también otro
hombre no menos atacado en estos últimos días, el señor licenciado Luis Manuel
Rojas. Verán usted~ señores diputados, puesto que el señor Macias va a venir des-
pués de mí a exponer estas ideas, que el código obrero mexicano será una verdadera
gloria nacional por su confección, por BU amplitud y por su alta confección técnica.
1027
Allí hay cosas enteramente nuevas, puntos de vista originales que no ha explorado
siquiera ninguno de los representantes obreros, ni de los más radicales, que han
venido a tomar parte en este debate. De allí van a salir, sin duda, las bases que todos
debemos aceptar para la legislación obrera y en ese sentido vengo a combatir el
dictamen de la Comisión. Suplico a la Asamblea que una vez que se escuche al señor
licenciado Macías, se adicionen las bases para la legislación obrera con los puntos
que él va a exponer aquí y que no señalo de antemano, porque él se encargará de
hacerlo ampliamente. Ahora me voy a ocupar muy a la ligera del famoso problema
técnico que se ha suscitado aquí sobre el intercalamiento de ciertas bases de regla-
mentación en la Constitución. El señor Martínez de Escobar, en uno de sus elocuentes
discursos técnicos, señaló con toda claridad las dos tendencias que hay en cuestión
de derecho constitucional; él ex,presó perf.ectamente que el ideal en estas cuestiones
es el de las constituciones no escritas, que no necesitan ya redactarse ni codificarse,
porque corresponden a un estado de perfección de los pueblos, en que todos los indi-
viduos tienen perfecta conciencia y conocimiento de sus derechos. Al lado de éstas
hay la Constitución media, como por ejemplo, la Constitución francesa, la Constitu-
ción general de los Estados Unidos del Norte; y hay, además, otra tendencia que es
la que están siguiendo algunos de los Estados de los Estados Unidos. Voy a leer
un breve pedazo de un tratadista célebre de derecho constitucional, que se refiere con
toda precisión y con toda claridad a este importante asunto: (Leyó.)
Yo creo que basta para justificar el criterio de la Comisión y el criterio general
de la Asamblea, en el deseo de venir a procurar el mayor bien de nuestro pueblo,
intercalando ciertas cosas reglamentarias en nuestro derecho constitucional. Insinúo
la conveniencia de que la Comisión retire, si la Asamblea 10 aprueba, del artículo 59~
todas las cuestiones obreras, para que, con to.da amplitud y con toda tranquilidad,
presentemos un artículo especial que s-ería el más glorioso de todos nuestros trabajos
aquí; pues, así como Francia, después de su l'evolución, ha tenido el alto honor de
consagrar en la primera de sus cartas magnas los inmortales derechos del hombre,
así la revolución mexicana tendrá el orgullo legítimo de mostrar al mundo que es
la primera en consignar en una Constitución los sagrados derechos de los obreros.
Pero si, como no lo espero, la Asamblea y la Comisión insisten en dejar en el ar-
tículo 59 la cuestión del trabajo, en ese caso, señores, sólo pido que eXIJalS que esas
bases se cumplan, a pesar de que está en contra de mi criterio y el de mis amigos,
porque nosotros buscamos también la seriedad técnica; entonces declaro que, a pesar
de todo, los renovadores votaremos aquí el artículo 59, aunque al Cristo le ¡pongamos
las pistolas a que se refería el señor Lizardi, aunque le pongamos las polainas y el
30-30 a que se refería el señor von Versen y aunque lo completemos con las cananas
y el paliacate revolucionario, aunque ;profanemos la figura del divino Nazareno no.
haciéndolo ya un símbolo de redención, sino un símbolo de revolución, con tal de que
este Congreso Constituyente haga algo práctico y efectivo en beneficio del obrero;
con tal de que el Congreso cumpla con uno de los más sagrados y altos deberes de
esta gloriosa revolución mexicana. (Aplausos.) Concluyo, señores diputados, diciendo
que esta exposición sincera y honrarla, sirve para contestar a los que nos reprochan
hasta la literatura, pues que parece sospechoso que todavía haya alguien que hable
con cierta propiedad, porque en su exaltado anticapitalismo, desearía ya no ver la
propiedad ni en el lenguaje. (Aplausos.) Yo emplazo a nuestros adversarios para
el final del Congreso; ahora que se sigan tratando los verdaderos y grandes proble-
mas revolucionarios que tenemos que resolver y ya verán, señores, en dónde está el
verdadero radicalismo, y yo estoy seguro de que t'Odos verán en esta Asamblea, más
que un Congreso Constituyente, un Congreso revolucionario. Realizada nuestra labor
en medio de tempestades necesarias ·por su acción purificante, tendremos que sentir
1028
la afección unánime de vemos compañeros, amigos, hermanos, en la lucha empren-
dida hacia _el ideal glorioso, como ahora, señores, nos unimos en un grande anhelo
colectivo, en un esfuerzo generoso por mejorar a los trabajadores, en un esfuerzo
generoso que hace palpitar todos nuestros pechos con las pulsaciones augustas del
corazón inmenso de la patria. Ya ve el señor Victoria, ya veis mis distinguidos com-
pañeros, que en estas cuestiones altas, nosotros estamos con ellos, como ellos están
con nosotros, a pesar de la famosa votación del artículo 3Q, que yo declaro en defi-
nitiva para siempre, que no fue hecho en favor de la clerigalla, sino en favor de la
libertad for~idable, sobre el egoísmo de los fuertes, siempre santa por la revolución,
siempre pura por el ideal, sostén de paz, germen de amor, madre del arte. (Aplausos.)
-El C. Rivera Cabrera: Pido la palabra 'para hechos, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Rivera' Cabrera: Señores diputados: Hace tiempo que he estado con vehe-
mentes deseos de liquidar una cuenta pendiente que tengo con los señores Palavicini,
Ugarte y algún otro compañero de la Legislatura XXVI. Se permitió el señor Palavi-
cini, en esta tribuna, cuando se discutía su credencial, decirme que si no estaba yo
con él, era porque temía perder el pan del presupuesto. Sobre este particular, me
permito recordar la calificación de oposicionista que el mismo señor Palavicini nos
hizo a los diputados' de este lado, y decidme ¿ puede temer la pérdida del pan del
presupuesto el hombre que como yo, tiene treinta y ocho años de edad, de los cuales
solamente uno ha sido empleado dentro de la revolución y ~n su periodo más álgido?
Indudablemente que no, señores diputados, siento que no esté aquí el señor Ugarte.
-El C. Ugarte: Aquí estoy. (Risas.)
-El C. Rivera Cabrera: Aquí mismo, en esta tribuna, el señor Ugarte manifestó
que yo era una especie de tránsfuga del partido renovador, porque en aquellos mo-
mentos, en aquellos días en que se discutieron las credenciales, parecía que no estaba
yo con ellos; la verdad es esta, señores diputados: yo acepto toda la responsabilidad
que me ·pueda caber como renovador, durante la época del señor Madero y toda la
diferencia que existe entre los señores y yo, es que no he querido estar al lado de ellos
porque hoy he notado ciertas tendencias que no van de acuerdo con mis ideas; yo
creo que los renovadores de la XXVI Legislatura no son los mismos renovadores
de ahora; aquéllos sí eran libertarios, sí buscaban el bienestar de la sociedad mexi-
cana; aquéllos sí expusieron sus vidas en beneficio de la nación; los de ahora están
muy distantes de eso, han cambiado, son distintos, son otros seres; tal~ parece que
están revestidos de otra vestidura. ¿ En qué consiste la renegación 'de que nos hablaba
el señor Cravioto? ¿ Cuándo he .lanzado yo un cargo en contra de algunos renova-
dores de la XXVI Legislatura? ¡Nunca! Nadie, ninguno de ellos podrá señalar un
caso concreto. Declaro, pues, únicamente, que ahora no estoy de acuerdo con ellos
y sí creo que los renovadores de su lado, de la XXVI Legislatura, no son ya más que
un recuerdo histórico, y lo que pudieron haber hecho, lo ha hecho con creces la
revolución de 1~13.
-El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.
-El C. Monzón: Sólo por diez minutos voy a ocupar la atención de ustedes,
para defender el artículo 59 en la forma en que ha sido presentado por la Comisión
dictaminadora; advirtiendo que no podré tocar el punto que obliga a los señores
abogados a prestar sus servicios en el ramo Judicial. Antes de entrar en materia,
quiero hacer algunas observaciones: yo quisiera que el radicalismo, pero un radi~
calismo sano y sereno, fuera la base de nuestras discusiones en el seno de esta Asam-
blea; yo quisiera que los discursos que aquí escuchamos fueran menos elocuentes,
menos brillantes, menos deleitosos, pero que en cambio fueran más lógicos, más
1029
razonables, más convincentes y, sobre todo, mejor intencionados. Yo quisiera que el
sofisma, la mixtificación, el sentimentalismo, el embuste, la sátira, el insulto, la
diatriba y la chocarrería dejaran de esgrimirse en este recinto augusto, para im-
pugnar las causas buenas. (Aplausos.) Yo quisiera que nos despojáramos de las
preocupaciones morbosas que del hogar llevamos a la escuela y que ésta no supo
destruir, para que nuestros juicios sean más rectos y acertados; yo quisiera que tu-
viéramos más entereza, más valor civil y más independencia de criterio 'para obrar
de acuerdo con nuestras convicciones revolucionarias y no según nuestros bastardos
intereses personales. Ahora bien, si el radicalismo debe ser la base de nuestras dis-
cusiones en este Congreso, es natural, es lógico, que las decisiones de la Comisión
de reformas sean también radicales, y para demostrar que el radicalismo que campea
en nuestros dictámenes no es un radicalismo extremo e impracticable, como se cree,
me permitiré hacer una breve reseña histórica de la vida social sonorense que está
basada en un radicalismo mayor. EDUCACION.-La enseñanza primaria, tanto en las
escuelas particulares como en las escuelas oficiales, es racional, porque combate el
error en todos sus reductos, a diferencia de la enseñanza laica, ~ue no enseña
el ,error, no 10 predica, ,pero, en cambio, lo tolera con hipócrita resignación. Los mi-
nistros de los cultos, especialmente los frailes católicos, no tienen acceso en las
escuelas ,primarias sonorenses, porque sabemos que esos señores, cuando intervienen
en la escuela, siempre hallan la manera de imbuir sus errores en la conciencia de los
niños, aun cuando den clases como taquigrafía, mecanografía, música o táctica militar.
Por este motivo, voy a hacer un vaticinio: creo que el primer artículo que se refor-
mará de la Constitución de 1917, será el artículo 39, declarando que la enseñanza
será racional, no laica, y creo que esta iniciativa partirá del próximo Congreso Pe-
dagógico Nacional. CULT08.-Todas las iglesias están cerradas en aquel Estado, y
los frailes al otro lado de la línea divisoria todos. (Aplausos.) Porque sabemos que las
iglesias son verdaderos antros de corrupción, porque allí es donde se pervierte la
pureza de la doncella y también la honra de la mujer casada, y los curas son los
enemigos más irreconciliables de la civilización y de las revoluciones libertarias. Yo
quisiera que todos los pueblos de la República fueran como mi pueblo, Cumpas, que
está situado en los contrafuertes de la -Sierra Madre Occidental. ,La mayor parte
de los habitantes de aquel lugar no están bautizados; mis hijos tampoco 10 están, ni
siquiera tienen nombres cristianos; el señor Bojórquez sabe cómo se llaman mis hijos,
(Voces: ¿Cómo?) Tienen nombres numéricos. (Risas.) TABERNAS Y CASAS DE
JUEGO.-Supresión absoluta, con el beneplácito de millares de familias que antes
yacían en la mayor desgracia y hoy bendken a la revolución y al autor del decreto
número 1, que es el general Calles. PROBLEMA OBRERO.-Este es el tópico de
nuestra actuai discusión. Si en Sonora hay libertad para trabajar, no la hay para
practicar la vagancia y la holgazanería; por esa razón los vagos y los holgazanes
son plantas desconocidas en aquella región. SALARIOS.-Los obreros, tanto de las
negociaciones mineras como de los talleres donde se trabaja bajo techo o al aire libre,
tienen como jornal mínimo $ 3.00 al día, y hasta 4, 5, 6, 8 y 10 pesos diarios. Un
gendarme no trabaja por menos de veinte reales diarios; una criada, que generalmente
es india yaqui, porque los yorÍs no quieren trabajar, una yaqui trabaja cuando menos
por 30 pesos mensuales y la asistencia; de manera que así como la vagancia es una
planta desconocida, la mendicidad también lo es; no hay mendigos y se debe, en
primer término, a las rigurosas medidas tomadas por las autoridades locales. JOR-
NADA MAXIMA OBLIGATORIA.-La jornada máxima obligatoria es de ocho horas
diarias en todas las negociaciones; por ejemplo, en los opulentos minerales que se
llaman Cananea, N acozari, Pilares de N acozari, El Tigre, Lampazos, La Colorada,
etcétera, el sistema de trabajo es el siguiente: se distribuye en tres pueblos, uno
1030
trabaja de siete de la mañana a las tres de la tarde; el segundo, de las tres de la
tarde a las once de la noche¡ el tercero, de las once de }a noche a las siete de la ma-'
ñana, por un sistema de rotación tal, que el que hoy trabaja en la mañana, mañana
trabaja en la tarde y pasado mañana -en la noche. Este sistema de las ocho horas
tambié~ se observa en los talleres, como son, por ejemplo, carpintería, herrería, tala-
bartería, sastrería, etcétera. Las horas de labor son las siguientes: en la- mañana, de
ocho a doce, y en la tarde de tres a siete. Las criadas tienen ocho horas de labor:
en la mañana de seis a doce y en la tarde de cinco a siete. Pero como tratamos de la
jornada máxima obligatoria, es decir, con relación al salario que se 'percibe. resulta
que eUas V'oluntariam.ente pueden prolongar sus trabajos, pero voluntariamente, si las
amas son humanitarias y cariñosas con ellas. Yo creo que este sistema puede implan-
tarse dondequiera, por ejemplo, en los cuarteles, la labor activa del soldado es el
cuarto de centinela; un cuarto de centinela es de dos horas y en veinticuatro horas
habrá cuatro cuartos de c-entinela que hacen un total de ocho horas al día. TRABA-
JOS NOCTURNOS EN LAS INDUSTRIAS PARA LOS NHWS y LAS MUJERES.
Este es un fenómeno desconocido. El trabajo nocturno para los niños y mujeres es un
fenómeno desconocido en aquellas regiones, y nosotros, los -hombres libres, sencilla-
mente nU'S contentamos con calificarlo de monstruoso y abominable. Hay una fábrica
de ropa en Hermosillo, ocupa mujeres, pero trabajan en la mañana de las seis a las
doce, o de las cinco a las once, y en la tarde las otras dos horas, pues por los rigores
del verano no es posible el trabajo a las horas del mediodía y próximas. OBLIGACJON
DEL DESCANSO HEBDOMADARIO.-Como dice el señor licenciado Colunga; o
semanal: sea el descanso dominical, lunár, marcial, merclfrial, jovial, etcétera, lo
mismo da, no es fuerza que sea en día determinado. Esta es una necesidad que está
implantada desde hace muchos años: el descanso dominical. Pues bien, señores, esto
que he referido del Estado de Sonora, también se observa en el Estado de Arizona, en
California, en Nuevo M~xico y probablemente en los demás Estados de la Unión. Yo
pregunto: si en aquellas apartadas regiones se han logrado estas medianas conquistas
con el vigoroso esfuerzo individual y mediante el concurso reivindicador de la huelga
libertaria, ¿ por qué no han de lograrse también en el corazón de la República? Se
ha dicho que los preceptos: supresión de la vagancia, jornada máxima obligatoria de
ocho horas, prohibición del trabajo nocturno en las industrias a las mujeres y a los
niños y descanso semanal, se ha dicho que son puntos reglamentarios, o que son de la
incumbencia del Congreso General, o que deberán constar en la sección que se refiera
a la organización de los Estados; y nosotros creemos que estos preceptos fundamen-
tales tienen cabida precisamente en la sección de garantías individuales, y como
en esta sección, el artículo 5e? es el destinado a la liberación del obrero, creemos que
ése es su sitio. Respecto al salario, a las indemnizaciones y jubilaciones, los comités
de Arbitraje o Conciliación y demás puntos trascendentales del problema obrero, mi
opinión particular es la siguiente: o que esos puntos se adicionen a los que constan
ya en el artículo 59, o que se forme un artículo especial con ellos en la sección de los
Estados, allá por el 115 ó 116; ésta es mi opinión particular. Señores diputados: no
olvidemos que el gremio obrero es el nervio principal en las instituciones humanas;
no olvidemos que los obreros son los que en tiempos de paz, con sus esfuerzos asiduos,
subvienen a nuestras necesidades y en tiempos de guerra, derramando su sangre en
los campos de batalla nos dan la libertad y los derechos que necesitamos; no olvi-
demos que el obrero, con el sudor de su frente y las lágrimas de la madre, de la
esposa y de la hija, amasa la fortuna de ese pulpo insaciable que se llama el capi-
talista; no olvidemos que los obreros, con Hidalgo, tomaron Guanajuato, Morelia y ,~
Toluca y derrotaron a los tiranos en el monte de las Cruces; con González Ortega
derrotaron a la reacción en los campos de Calpulalpan y Silao, y con Alvaro Obregón,
1031
escarmentaron a los traidores en Naco, en Nogales, en Santa María, en Santa Rosa,
en Acaponeta, en Orendáin, en Guadalajara, en Celaya, en León, en Irapuato. El
"Pípila", que consumó esa acción heroica, de incendiar un portón, fue un obrero, no
fue un capitalista; Jesús Garda, el 7 de noviembre de 1907, siendo yo director de la
escuela de varones de N acozari, fue voluntariamente a la muerte por salvarnos de ella
a . más de cuatro mil de sus semejantes; fue un obrero, no fue un capitalista, ni fue
un fraile. Pues bien; el obrero, en su mayor parte, está todavía sumergido en la
esclavitud; nuestro deber es redimirlo y creo que la principal misión del Congreso
Constituyente de 1917, será ésa. Para terminar, señores diputados, os suplico tengáis
la bondad de dar vuestro voto al adículo 5Q en la forma en que lo hemos formulado,
o que votéis en contra, pero con la condición de que lo tornéis más radical y yo
estaré 'con ustedes,
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano González Galindo,
-El C. González Galindo: Señores diputados: Des,pués de oír la evangélica pa~
labra del señor diputado Monzón, nada queda por dilucidar, y han sido tantos los ora~
dores que han tratado este asunto de verdadera trascendencia, que solamente POI'
estar ocupando yo un lugar en la lista de los oradores del contTu, ocuparé vuestra
atención, cansada ya de este problema importante. Seguramente que ninguno de los
discursos hechos sobre la matel'ia va a ser inútil; cada uno de ellos, puesto que todos
han respirado sinceridad, buena fe y patriotismo, producirán alguna enseñanza, apor~
, tarán un grano de verdad y, juntándolos todos, yo ·creo, y creerán conmigo muchos
señores diputados, que si no vamos a culminar en este problema, que si no vamos
a dar cima a esta teoría que tenemos encomendada en favor del obrero, al menos
habremos dado un gran paso y ese ·paso abrirá la senda, orientará a las legislaturas
de mañana que nos tienen que suceder. No cabe duda que todas las leyes tienden a un
gran principio, mejor dicho a un altísimo fin y éste es, seguramente, la conservación
del individuo, la conservación y perfeccionamiento de la raza y de la especie humana,
El trabajo es una espada de dos filos para el individuo; si es excesivo, es peligroso,
es nocivo; si se reglamenta, si es moderado, si está sujeto el trabajo a las condi-
ciones de las energías de cada individuo, es salvador, es conservador, es perfeccio-
nador, es vivificante; por esta razón tenemos que considerar, de una manera muy
concienzuda, el problema del trabajo, y al hablar del trabajo no hablo sólo de los
obreros de las fábricas, hablo también de los barreteros, no de los mineros, esos son
capitalistas, tienen resuelto el problema con las comodidades de que gozan; hablo de
los peones, ya sean indios, ya sean mestizos, ya sean criollos, ya sean extranjeros,
pues todos están_sujetos a la ley inexorable del trabajo; hablo también de los arte-
sanos, de los herreros, de los sastres, de los zapateros, de los carpinteros, de todas
las artes liberales que dan vida a un 25 ó 50 por 100 del pueblo de la República. Yo,
por supuesto, no voy a. defender aquí doctrinas de los famosos socialistas europeos;
no conozco a esos sabios de la Rusia que han escrito algo sobre el socialismo- de
fábricas, de campos, de talleres, nada sé; no conozco tampoco las leyes que han usado
los gobiernos extranjeros para reglamentar el trabajo y las condiciones de los bra-
ceros, de los músculos, de los nervios, para eso me ha bastado saber que nosotros
conocemos, al menos la mayor parte de los que estamos aquí, cuál es en general la
cuestión obrera en Europa y Estados Unidos; nosotros sí sabemos, porque de allá
venimos, cómo anda el peón, cómo anda el ferrocarrilero, cómo anda el indio, esl::'
elemento de la vida mexicana que constituye una gran mayoría de nuestro pueblo
y que los magnates, los .politicastros y los tiranos han calificado siempre como una
masa sucia y anónima,. una gente de tilma y huarache que no merece ninguna atención
del Gobierno. Nosotros, todos; estamos convencidos de que sí merece esa atención,
porque si no es eso, no ¡puede haber Gobierno, ni puede haber nacionalidad, ni puede
1032
haber patria. El pueblo, aun cuando diga un orador que me precedió en esta tribuna,
que está compuesto de elementos incongruentes, yo creo que todos los elementos en
conjunto forman el pueblo y ese pueblo merece atención; por eso es que todo él ha
ido a los comicios a depositar su voluntad y encomendar a cada uno la gran tarea
de ver cómo se responde a sus desvelos, cómo se responde a sus aspiraciones, cómo se
responde al sacrificio de su sangre y de su vida, de su }amilia, de sus más caros
afectos que ha tenido durante toda esta lucha redentiva ,para él y para toda la nación.
Decía que las leyes deben tender a la conservación del individuo, a la conservación
de la raza, a la conservación de la especie; si el obrero, el bracero, se queja hoy de
que es mucho 10 que trabaja, y en ello tiene razón. y se queja de que no se le tiene
consideración, no es porque no sea capaz de trabajar, es porque la energía se le va
agotando, porque la raza se va degenerando, y para eso, para buscarle un remedio
eficaz, para que no exhale quejas de agobio, quejas de cansancio, quejas de fatiga,
necesitamos procurar que t'Cnga mayor energía y tenga .mayor vigor, que tenga más
fuerza, que tenga más vida, lo que podemos conseguir, no sólo disminuyendo el tra-
bajo, regulándolo, sino también -procurando evitar todas aquellas causas que han
originado su degeneración, porque de ella ha venido ahora el que reclame menor
tiempo de trabajo. En los poblados, en las haciendas, no se quejan ciertamente de
que trabaje desde las cuatro de la mañana hasta las seis de la tarde, horas corridas;
se quejan del mal trato de los patrones y del poco salario con que se les remunera;
pero los obreros -de las fábricas sí se quejan de que trabajan mucho tiempo, de que
se cansan, pero ya todos vosotros lo habéis visto, es porque su constitución física, su
musculación, no es muy envidiable que se diga, ¿ por qué, si todos descendemos de una
raza de bronce como es la azteca? ¿ por qué, si esos hombres que fueron nuestros
aborígenes nunca se quejaron de trabajar más de ocho, diez o doce horas? Porque
cuando la conquista, los españoles nos trajeron aquí diz que la civilización, y esa civi-
lización consistió en traernos, para cambiarla por otra. igualmente grosera, la reli-
gión católica; nos trajeron al fraile para entenebrecer la conciencia de los mexicanos,
de los aztecas, asustando y amedrentando su espíritu con las patrañas del infierno, y
que no debía pedir más ni debía ni siquiera levantar la vista a la cara de su patrón,
porque era un pecado de lesa majestad, porque se consideraba cada español un rey y
nadie de los aztecas, nadie de nuestros abuélos. tenia derecho a alzar siquiera la vista,
porque les 'parecía un acto de soberbia, a lo que no tenía derecho el mexicano, el azteca,
y trajo el aguardiente, el alcohol, para emborracharlos; es cierto que había aquí el pul-
que, sólo que conteniendo ellO por 100 de alcohol, no podía. ni con mucho, producir los
mismos efectos que el alcohol. La conquista tTajo el aguardiente, trajo el vino, trajo
después el champagne, y todo esto diz que para levantarnos. para hacernos cultos, y lo
que ha venido haciendo por nuestra raza, ha sido degenerar la especie, ha sido ener-
varIa para ponerla en el grado de que no sea capaz de un trabajo de diez horas. Pues
bién, ya que se aprobó el artículo 4Q, respecto a la industria, respecto al alcoholismo,
por razones económicas, siquiera dediquemos toda nuestra atención al problema -del
trabajo, ya no queramos impugnar el trabajo de 10 u 8 horas, porque las cosas tienen
que recibirse tal como son y no como quisiéramos que fueran; el obrero de las fábri-
cas es el más perjudicado, seguramente por la costumbre, porque hay flue confesarlo,
tiene derecho a pedirlo y ciertamente hay que dárselo, tiene mucho derecho y tiene
razón de reclamarlo; pero los obreros sólo se limitan a _pedir su derecho, sin com-
prend.er que también tienen obligaciones, que también tienen deberes. Los deberes
son: ser útiles a sí mismos, ser útiles a la familia, ser útiles a la sociedad, ser útiles
a la patria; los obreros tienen razón. pues, de pedir que se les atienda en sus de-
mandas. que se les den las ocho horas de trabajo, o seis si las quieren, según lo que
ellos quieran y 10 que ellos desean- precisamente es la justa retribución, y ayer un
1033
orador nos decia: ¿cuál es esa justa retTibución? que se señale, que se defina; la
retribución es de dinero, y como el dinero está sujeto a las altas y bajas, como todas
las cosas y lo que hoy cuesta un -peso meñana euestll dos o dos y medio, esto no lo
podemos prever, porque es una ley que tiene que durar muchos años, y en muchos años
ya hay tiempo para descansar y para trabajar. De manera que, respecto de las ocho
horas de trabajo, pues no es un gran problema, creo que están conformes todos los
obreros en que se les den, pero como no es ésa nada más la clase de trabajo qu existe
en la República, a los ferrocarrileros, por ejemplo, que son un gremio numeroso,
¿ cómo se les puede conceder ocho horas de trabajo si la naturaleza del trabajo re-
quiere mayor cantidad o menor de tiempo? Tendrá que adoptarse otro sistema para
repartir ese tiempo. Los mineros, digo, los barreteros, naturalmente, tienen que ser
reglamentados de otra manera; el peón, el indio, el trabajador de los campos, el que
va a regar, a fecundizar el suelo con el sudor de su frente, necesita otra clas-e de
reglamentación, y entre los mism,os peones, el trabajo no es el mismo en una región
que en otra del país, es tan grande la diferencia, que el trabajo no es el mismo en
Sonora que en los Estados del centro y en Yucatán. Por esto es que, en mi concepto,
sólo debe quedar en el artículo 51? la obligación para los congresos locales de que
legislen en cada Estado sobre la manera de reglamentar el trabajo. En cuanto al
contrato de trabajo, no pienso que debamos aceptarlo; un año, eS decir, toda la vida
del peón, del trabajador, pero, en último caso, los que siquiera _saben leer y escribir,
los que siquiera suelen tener la instrucción primaria completa y siquiera tienen una
cultura natural, un sentido natural que les haga comprender los peligros, está bien
que 10 hagan siempre rescindible; pero el analfabeto, y en nuestra población hay un
número crecidísimo de analfabetos, ¿cómo se le va a obligar a que firme un contrato
de trabajo en una finca de campo, por un año, ni por un mes, si no sabe lo que va a
firmar? Tienen tantas malas artes los patrones -para obligar, para esclavizar al
peón, que no necesitan grandes desvelos para esclavizarlo. El contrato seria la sen-
tencia, la renunciación de sus derechos, y aunque 10 saben bien los patrones; el peón
ni siquiera se da cuenta de ello; de manera que debe tener su limitación el contrato,
no debe firmarlo, pues, ninguno que sea analfabeto; ¿Cómo se libraría el peón anal-
fabeto de las garras del capitalista en la hacienda de campo, una vez que hubiera
firmado el contrato por un año, o por un mes? Podría haber puesto en el contrato
que ese compromiso era para cinco años y aunque la Constitución no lo autoriza más
que para un año; el peón no 10 sabe, y como no encontrará tampoco un abogado
altruista que lo vaya a defender, porque no tiene con qué pagarlo, siempre estará
sumido en el trabajo, siempre será humillado por el patrón, y más si éste es iber;)
o peninsular, -pues lo tratará siempre a puntapiés, porque no habrá desaparecido de
nuestras fincas de campo esa costumbre colonial, todavía, de estar tratando a todos
nuestros mexicanos con el chicote y el puntapié y con ese vocabulario soez del que
nunca se puede desprender el gachupín; hablo del gachupín, no del españo1. ¿ Cuándo
habrá desaparecido el sistema colonial de México? Vienen revoluciones y vienen más
revoluciones por las libertades y las liberaciones, yeso se consigue nada más para
las poblaciones, para las capitales, pero salgamos a las haciendas, a los campos y
verán cómo está aHí el pobre y verán que no es cierto ese artículo 39 de nuestra
Constitución que dice que el pueblo es soberano, que la soberanía nacional reside
en el pueblo, porque no puede ser soberano un pueblo que está bajo la bota del pa-
trón, bajo la bota del capitalista, yeso en la mayor extensión de la República, porque,
repito, que el analfabeto, al peón de la hacienda, del campo, no se le debe obligar a
firmar un contrato 'por un año, ni por ocho días; que sea voluntario el trabajo, para
que a la hora que sienta una molestia del patrón, un ultraje a su honra, como acos-
tumbra hacerlo, pueda, con una razón formidable, dejarle el trabajo, exigirle su retri-
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budón justa e ir a otra parte. Que busque el patrón hombres, que espero que no los
encontrará, yeso no lo conseguirá, porque la revolución ha ,penetrado, no a las ha-
ciendas, no a las aldeas, sino a la conciencia del último mexicano; éste ya sabe que
es libre, ya sabe que no se debe' dejar del patrón, que no se debe dejar deÍ que
lo manda, j buen trabajo le irá a costar! aunque no ha de dejar de humillarlo, de
tratarlo con la punta del pie. Propongo, pues, que sea retirada del artículo 59 la
obligación del contrato por un año y de cualquier tiempo que sea, para los anal-
fabetos, y que quede para los "que saben leer y escribir, que ya saben responder
un poco más de sus actos. En cuanto al descanso semanal o hebdomadario, no
encuentro la razón, por más que sí es' humanitario y mu·cho. Hay otros países,
los Estados Unidos, por ejemplo, donde existe el descanso dominical; pero hay
que ver, señores, que en los Estados Unidos no hay tanto día de fiesta religiosa
como hay aquí en Méxicoj aquí se van los domingos, días -.de descanso; aquí se van
los días de fiesta civil, días de descanso; aquí se van los días de fiesta religiosa, que
la Iglesia católica tiene establecidos y que son casi la tercera parte del año, días de
descanso, y viene ahora el de.scanso hebdomadario, aparte del domingo. (Voces: ¡No!
¡No!) Dicen que no se ha de descansar precisamente el domingo, y~como este día
ha sido declarado día de fiesta oficial de descanso, tendremos otro día de descanso
aparte. De todás maneras, que se haga obligatorio el descanso dominical. Cuando se
quiten tantos días de fiesta religiosa, porque suele haber épocas del año en que se
pasan semanas enteras de descanso, aparte de las vacaciones que Se suelen' dar, en-
tonces estaré conforme, puesto que en esos día~ de descanso no se pagan los sueldos
y jornales, de donde resulta que el jornal sea tan corto. Que se reglamente todo esto;
que, con el descanso, los músculos del trabajador se repongan, que el cuerpo se rehaga
de las fuerzas perdidas, todo esto es natura1.. es una manera de conservar al indivi-
duo, porque un trabajo excesivo le consume y acaba más pronto sus días. ¿ Cuántos
casos de longevidad se registran en la actualidad? Quiero saber si los que han dedi-
cado una mirada al estudio de la sociedad, han encontrado un habitante de nuestros
días que muera a la edad de ochenta años; se están muriendo de cuarenta, cincuenta,
hasta los periódicos los anuncian y dicen que hay jóvenes que parecen. viejos y viejos
que parecen jóvenes. (Siseos.) No saben guardar silencio. De manera es que yo acepto
el descanso dominical, obligatorio, siempre que quiten tanto día de fiesta religiosa.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Macias, en contra.
-El C. MacÍas: Señores diputados: CuandQ el jefe supremo de la revolución se
estableció en el puerto de Veracruz, su primer cuidado fue haber dado bandera a la
revolución nueva que entonces .se iniciaba; y esa bandera quedó perfectamente esta-
blecida en las adiciones que al Plan de Guadalupe se hicieron el 12 de diciembre de
1914. De entre las promesas que el jefe supremo de la revolución hacía a la Repú-
blica, se hallaba la de que se le darían durante el período de lucha, todas las leyes
encaminadas a redimir a la clase obrera, de la triste y miserable situación en que
se encontr'aba. De acuerdo con estas promesas, el señor Carranza nos comisionó al
señor licenciado Luis Manuel Rojas y al que tiene el honor de dirigiros la palabra,
para que formásemos inmediatamente un proyecto o leyes, o todos los proyectos
que fueran necesarios, en los que se tratase el problema obrero en sus diversas ma-
.nifestaciones. Cumpliendo con este encargo, el señor licenciado Rojas y yo formulamos
ese proyecto, el que sometimos a la -consideración del señor Carranza en los primeros
días del mes de enero de 1916. Se estudiaron ¡SOS proyectos en unión del señor licen-
ciado don Luis Cabrera, y después de habérseles hecho algunas modificaciones y
de haberse considerado los diversos ,problemas a que este problema general da lugar,
acordó el señor Carranza que se publicaran los proyectos en la prensa, con el objeto
de que todos los trabajadores de los lugares que entonces controlaba la revolución,
1035
les hicieran las observaciones que estimasen convenientes. Esta resolución del señol'"
Carranza obedeció a que las comunidades y las corporaciones obreras del puerto de
Veracruz, al tener noticias de que se habían preparado o se estaban preparando los
proyectos de las legislaciones obreras, manifestaron en un ocurso que presentaron
al ciudadano Primer Jefe, que se les diese a conocer cada uno de los .proyectos, con el
objeto de estudiarlos y hacer las observaciones que creyeran conducentes a la reivin-
dicación de s{;s derechos.
Acabado de publicar ese proyecto, hubo la necesidad de mandar al señor licen-
ciado Rojas a desempeñar una comisión confidencial a Guatemala; como entonces que-
daba desintegrada la comisión que él y yo' formábamos, el señor Carranza dispuso-
que entretanto los gremios obreros le hacían al ,proyecto que se acababa de publicar..
las observaciones que estimaran oportunas, marchase yo a los Estados Unidos con el
objeto de estudiar allí la legislación obrera y, sobre todo, ver cómo funcionaban los.
diversos cenh'os fabriles e industriales de esa nación. Cumpliendo con ese encargo, fui
a los Estados Unidos, cumplí mi cometido sobre ese particular y después de haber
visitado los grandes establecimientos de Chicago, los no menos importantes de Bal-
timore y los grandes establecimientos que existen en Filadelfia, pasé a Nueva York,.
donde hice igualmente mi visita a establecimientos importantes que había allí: recogí"
toda la legislación obrera de los Estados Unidos, busqué también todas las leyes.
inglesas de donde esta legislación de los Estados Unidos se ha tomado, y ya con todos
estos datos volví al puerto de Veracruz a dar cuenta al jefe supremo de la revolución
del desempeño de mi comisión; después de haber tenido largas conferencias con él, que
dedicaba a este asunt'O importante todo el tiempo que le dejaban las atenciones de la
guerra, convino conmigo en los puntos cardinales sobre los cuales se había de fundar
la legislación obrera, tomada de la legislación de los Estados Unidos, de la legislación
inglesa y de la legislación belga, que son las más adelantadas en la materia; todo-
cuanto fuera adaptable como justo, como permanente, como enteramente científico y
racional a las necesidades de México y a la vez teniendo en cuenta los problemas.
nacionales tales como estos problemas se presentan entre nosotros; y creo justo, se-
ñores diputados, que cuando varios de los oradores que me han precedido en esta tri-
buna, al tratar esta cuestión, se han quejado amargamente de que en la revolución
han sido protegidos muchos intereses y se han dejado abandonados los de las clases.
obreras, creo justo venir a decir que uno de las asuntos que más ha preocupado al
jefe supremo de la revolución, ha sido la redención de las clases trabajadoras, y no,
por meras aspiraciones, y no con gritos de angustia, que es preciso redimir esas cla-
ses importantes, sino preparando una de las instituciones que, como dijo bien el
señor Cravioto, harán honor a la revolución y al pueblo mexicano. Voy, señores dipu-
tados, a daros a conoce1:/ los razonamientos más importantes de ese proyecto, comen-
zando por advertiros que el problema obrero tiene todas estas fases que debe com-
prender forzosamente, porque de otra manera, no queda resucIto de una manera
completa; en primer lugar, debe comprender la ley del trabajo; en ·segundo lugal'~
debe comprender la ley de accidentes; en tercer lugar, debe comprender la ley de segu-
ros, y en cuarto lugar, debe comprender todas las leyes que no enumero una por una,
porque son varias, que tiendan a proteger a esas clases trabajadoras en todas aquellas.
situaciones en que no estén verdaderamente en relación con el capital, pero que afec-
tan de una manera directa a su bienestar y que es preciso, es necesario atender,
porque de otra manera, esas clases quedarían sujetas a la miseria, a la desgracia y
al dolor en los momentos más importantes de la existencia. Muchas de las cuestiones.
que aquí se han indicado, sin tratarse de una manera directa, van ustedes a encon-
trar que están aquí l'esueltas en esta ley. Aquí está el proyecto qUfi es obra del
supremo jefe de la revolución, que yo no he hecho otra cosa más que acumularle los
1036
materiales, darle los datos necesarios para ilustrar su juicio y que él ha resuelto una
por una, todas estas cuestiones importantes y trascendentales; Vlln a ver ustedes que
están resueltos todos esos puntos; verá el señor Gracidas, que se 'preguntaba ayer cuál
es la justa retribución y que no ha podido él encontrarla, a pesar de que ha m-editado
mucho sobre ella, que quiere que este Cong-reso Constituyente dé la norma que se ha
pedido para el salario mínimo y que nadie dijo cuál es ese salario minimo. Aquí su-
cede como sucede en los diversos Estados de la República, de donde se copiaron mala-
mente las di$posiciones del proyecto que se publicó en Veracruzj que han venido
señalando como salario mínimo en unas partes, como una gran cosa, treinta y siete-
centavos, en otras veinticinco centavos, en otras cincuenta y las más adelantadas un
peso, yeso, señores diputados, es una caricatura de salario mínimo, ése ·no es el
salario mínimo conforme a los principios de la ciencia; el salario mínimo, conforme a
los principios socialistas, no de esa ciencia socialista únicamente llena de deseos y de
ambiciones, sino de la ciencia positiva, del estudio áe los fenómenos sociales, es algo
que estoy 'seguro que va a encantar a toda esta Asamblea y que pondrá de mani-
fiesto que el Primer Jefe de la revolución, como lo dije en otras ocasiones, sabe
cumplir leal, honrosa y patrióticamente todos sus ofrecimientos al pueblo mexicano.
(Aplausos.) Desde luego, señores diputados, les advierto a ustedes que el problema
obrero no es el problema obrero tal como los oradores que me han precedido en el
uso de la palabra 10 han presentado; no es el 'Problema obrero tal como la Comisión
10 adapta en el artículo 59; hay una confusión grande sobre este punto y se explica
perfectamenbe, no se ha hecho un estudio detenido ,sobre el particular y naturalmente,
las ideas están vagas y precisamente de la va~edad de las ideas va a venir después
la vaguedad en las interpretaciones, cada cual se las adjudicará y .tendrán que resol-
verse estos problemas de una manera verdaderamente inconveniente. -
Por trabajo se entiende en la acepción general y pura de la palabra, y este es
uno de los autores modernos que precisamente la ley francesa señala, como definición
del trabajo, la siguiente: (Leyó.)
De manera que por contrato de trabajo se entiende los elementos constitutivos
que lo 'son, por una parte, la obligación que una parte contrae con otra para con-
tratar, si le conviene, para algo, o la de prestar un servicio en favor de otro con el
cual se compromete, mediante el pago en el precio convenido entre ellos. Este con-
trato de trabajo comprende todos los servicios que un hombre puede prestar a otro
y, ~in _e_mbargo, no es éste el trabajo obrero. No es éste el trabajo que indicaro.n los
oradores que aquí me han precedido al tratar esta cuestión; aquí está comprendido el -
trabajo doméstico, que no es ningún trabajo obrero. Aquí está comprendido el tra-
bajo de los médicos, de los abogados, de los ingenieros, que tampoco es trabajo obrero,
ni se han considerado en ninguna parte del mundo por,.el socialismo más exagerado,
-porque son privilegio exclusivo de las clases altruistas; aquí está comprendido tam-
bién el trabajo que no es productivo, el trabajo que no tiene por objeto la producción,
y entonces había que definir y precisar, había que separar de esa clase de trabajo,
el trabajo qUE: no tiene que ser objeto de la ley obrera. ,Más adelante, al impugnar
yo el artículo de la Comisión, pondré de manifiesto, de la manera más clara que me
sea posible, 1010 inconvenientes que habría de expedh: el proyecto taJ comp se presenta.
Es sumamente dificil; todos los tratadistas ingleses, americanos, franceses, belgas,
que son los que más se han ocupado de esta materia, están enteramente conformes
al decir que el precisar _el contrato de trabajo de que se ha de ocupar la ley obrera,
es -sumamente difícil y se ha de proceder de una manera precisa, con el objeto de no
dejar nada de las manifestaciones del trabajo obrero, en el trabajo propiamente y
que debe ser materia de la ley obrera y -fuera del alcance de los especuladores: de
1037
aquí que, de acuerdo con las ideas del ciudadano Primer Jefe, convenimos en dejarlo
en esta forma: (Leyó.)
Como ven ustedes, la enumeraClOn es muy amplia, y todavía no contento con
haber comprendido las partes más importantes de esos trabajos, que son todas desti-
nadas a la protecdón, todavía se les da la forma general por si alguna clase de in-
dustria se hubiera escapado; pero aquÍ, como veis, no quedó comprendido ni el trabajo
de los abogados, ni el trabajo de los médicos, ni el trabajo de los farmacéuticos, ni,
en general, el trabajo de las otras profesiones de las clases altas, porque éstas deben
regirse por otra ley que tienda a proteger esas clases reglamentando esas profesio-
nes can el objeto de favorecer los derechos de una y otra clase. No entraré después
de esto en todas las formalidades del contrato de trabajo, porque esto sería muy
cansado, pero dice luego: y obligaciones del patrón y del trabajador. Aquí empieza
la protección a los trabajadores; vaya dar lectura a las principales obligaciones, para
que vean de qué manera tan minuciosa, tan detallada, tan escrupulosa, el ciudadano
Primer Jefe quiere proteg,er a esas clases, las más importantes de todas las socie-
dades: (Leyó.)
ümito las obligaciones del trabajador, porque son las obligaciones ordinarias;
diré sencillamente las más importantes, para que vean ustedes que están bastante
protegidas: (Leyó.)
Como ven ustedes, la protección al trabajador es completa; ni las leyes ameri-
canas, ni las leyes inglesas, ni las leyes belgas conceden a los trabajadores de aque-
llas naciones lo que este proyecto de ley concede a los obreros mexicanos: "casas se-
cas, aereadas, perfectamente higiénicas, que tengan cuando menos tres piezas j ten-
drán agua, estarán dotadas de agua, y si no la hubiere a una distancia de quinientos
metros, no se les podrá exigir que paguenj en caso de que no haya mercado como
se establece en el artículo 27, está obligado el propietario de la negociación a llevar
allí los artículos de primera necesidad, al precio de la plaza más inmediata, recar-
gando únicamente los gastos necesarios para el transporte; tienen ustedes, pues, una
protección completa sobre este particular. Vienen ahora las horas de trabajo, del des-
canso obligatorio. La jornada legal de trabajo será de ocho horas en las mismas,
fábricas, etc." (Sigue leyendo.)
Decía el señor diputado Gracidas que quería que alguien le dijera qué era el
salario, la justa compensación del salario j voy primero a señalar el salario mínimo
y después hablaré de la justa compensación, que con tanta ansia desea saber el dis-
tinguido diputado Gracidas. El salario mínimo, les he manifestado a ustedes que no
hay un solo Estado en el cual se haya legislado sobre el particular; el salario mínimo
lo han entendido fijando cierta cantidad y les vuelvo a repetir a ustedes que ése no
es el salario mínimo, que eS una caricatura del salario mínimo; aquí tienen ustedes
lo que se ,entiende por salario mínimo, que es la única base por la cual se puede re-
dimir a la clase obrera mexicana: (Leyó.)
Uno de los reyes de Francia consideraba que la Francia sería muy dichosa y que
los franceses serían los hombres más felices sobre la tierra ,el día en que todos tu-
viesen sobre su mesa una gallina; pues bien, señores diputados, el supremo jefe de
la revolución, cumpliendo honrada y patrióticamente con las promesas solemnes he-
chas al pueblo mexicano, viene a decirle: "Todos los trabajadores tendrán esa gallina
en su mesa, porque el salario que obtengan con su trabajo, será bastante para tener
alimentación, pura tener casa, para tener placeres honestos, ,para mantener a su fa-
milia". (Aplausos.) Ahora calculad si es cierto lo que os dije, que ese salario puesto
por los gobiernos de los Estados es una caricatura ridícula de lo que debe ser el sa-
lario mínimo: hay que elevar, señores diputados, al trabajador de la miseria en que
se encuentra, hay que sacarlo de la postración en que se halla, hay que sacarlo de
1038
esas chozas inmundas en que vive, en las haciendas y en las fábricas, para decirle:
"sois hombre y merecéis como ciudadano de la República, todas las consideraciones
que merece un hombre libre"; ésta es la independencia económica que os dijo aquí
el ciudadano diputado Cravioto, sobre la que debía hacerse la felicidad política del
pueblo. Un pueblo miserable, un pueblo harapiento, un pueblo pobre, no podrá ser
jamás un pueblo libre. La revolución quiere que los mexicanos sean hombres civili~
zados, que tengan la independencia económica, para que puedan ser unos ciudadanos
de la República y l~s instituciones libres puedan funcionar' para .hacer la felicidad de
la nación. Ahora bien, me permitiréis que interrumpa en esta parte mi discurso, para
poder hablar de la trascendencia, de la importancia con que están resueltas por el
señor Carranza las cuestiones más importantes del problema obrero. Viene el salario
mínimo. N o me voy a ocupar detenidamente, porque viene!l todas las obligaciones
sobre esta base, en lo que acabo de dar lectura. Vienen luego las juntas de conci~
lia~ión y arbitraje. He oído, en las diversas iniciativas 'que se han presentado. a la
Cámara sobre el problema obrero, hablar de juntas de conciliación y arbitraje, he
oído hablar de tribunales de arbitraje, he oído hablar de arbitradores. quieren meterse
en el artículo 13. A la verdad, 'señores, sin ánimo de ofender a nadie, todo esto es
perfectamente absurdo si no se dicen cuáles son las funciones que han de desempeñar
esas juntas,. porque deho decir a ~stedes que si esas juntas se establecieren con la
buena intención que tienen sus autores y no se ll~gase a comprender perfectamente
el punto, 'serían unos verdaderos tribunales, más. corrompidos y más dañosos para los
trabajadores, que los tribunales que ha habido en México; sería la verdadera muerte
del trabajador, y lejos de redimir a esta clase tan importante, vendrían a ser u1;l
obstáculo para su prosperidad, y voy a explicar a ustedes en breves palabras, y
aquí mi contestación al señor diputado Gracidas: ¿ Qué es la justa compensación
del trabajo.? El autor Carl Marx, en su monumental obra "El Capital", examina el
fenómeno económico de una manera perfectamente clara y perfectamente científica;
el producto de una industria viene a representar, por una parte, el trabajo del obrero;
por otra parte representa el trabajo personal del empresario, y por otra parte repre-
senta el trabajo intelectual del inventor; porque las industrias no podrían prosperar
si no se aprovecharan todos los adelantos de la ciencia, todas las invenciones, para
hacer la producción más bar~ta, es decir, producir más con menos; de manera que
podemos decir que hay dos elases de trabajo, tres clases de trabajo: un trabajo del
inventor, ótro del empresario y ,otro material del trabajador; pero también tenemos
en el producto el capital invertido; de Jl!.anera que en el precio del producto debemos
representar forzosamente la retribuci@n para el operario, así como la retribución
para el empresario y la retribución para el inventor, la del perfeCCionador de la
industria que presta un servicio muy importante, y además el pago del capital
y sus intereses. Estas son, ésta es, la definición científica y económica del valor
de los productos. Ahora bien. la cuestión entre la clase obrera y el capitalista,
viene de esto: que el capitalista le da una cantidad muy pequeña al trabajador,
de manera que el trabajador recibe, como es la parte más débil, la parte menor,
la más insignificante; saCa luego el capitalista el capital invertido. y paga el in~
terés, que siempre lo fija alto, paga el trabajo del inventor, la, prima que da al
inventor por hacer muchos de los descubrimientos, y todavía cobra un excedente,
y ese excedente se lo aplica al capitalista, porque el capitalista, como en la fábula
del león, dice: esto me toca a título de que' soy el empresario, esto me 'toca a tí-
tulo de que soy el inventor, esto me toca a título de que no me doblego, porque
1039
soy el más fuerte, y de aquí vienen constantemente los pleitos entre el trabajo y el
capital; ·el capitalista exige que en ese excedente qUe queda tenga él una parte; de
'manera que hay que ver que el capitalista no vaya a llevarse .todo ese excedente, sino
que le dé una parte importante al trabajador en relación a la importancia de sus
servicios. Aquí tienen ustedes expuesta, en términos sencillos, la causa eterna de la
cuestión obrera y el conflicto eterno entre el capital y el trabajo. ¿ Cómo se resuelve
esto? Un Gobierno, por muy sabio que sea, es enteramente impotente para resol-
verlo; y entonces en los países cultos, en los países adelantados, donde los gobier-
nos se han preocupado por la redención de la clase obrera, donde han venido en
auxilio de esa clase desgraciada, han dictado este sistema de las juntas de conciliación
y arbitraje. N o son tribunales, y voy a demostrar que si se convirtieran en tribunales,
sería contra los obl'eros i pues bien, estas juntas de conciliación y arbitraje son las
que tienen a su cargo fijar el salario mínimo; estas juntas tienen que componerse for-
zosamente de representantes de los' trabajadores y de representantes de los capi.ta-
listas en cada rama de las industrias, porque como son muchas industrias, es nece-
sario que haya un representante de cada una de ellas, para poder estudiar estas
cuestiones, que siempre son delicadas; la ley ha dicho: el salario mínimo debe obe-
decer a estas condiciones, de" planera que en el trabajo, en .el producto de lQS traba-
jadores, debemos comenzar por establecer que la cantidad que se pague p,or jornal al
trabajador, dehe comprender, forzosa e indispensablemente, una cantidad que satis-
faga todas esas condiciones, de manera que pueda substTaerse al imperio del Gobier-
no, al imperio mismo de la junta de conciliación; éste es punto importante, de ma-
nera que por término medio se va a buscar un operario con una familia media de
treos a cuatro personas, que es lo más que se puede suponer, porque también debemos
comprender que no se va a tomar el tipo de una descendencia, como la que dicen que
Dios le deseaba a Isaac, tan numerosa como las estrellas del cielo, como tipo para
fijar el salario mínimo; de manera que se va a fijar un tipo racional; entonces las
juntas de avenencia señalan este término; después, para fijar la compensación y sa-
lario justo y resolver todas las cuestiones obreras, dicen: el producto "h" tiene en
el mercado tal valor y supongamos que este valor S€a diez; el producto vale diez,
le damos al trabajador dos pOr salario mínimo, ·le damos al capitalista dos por ca-
pital, nos quedan seis; le damos al inventor uno por su prima, nos quedan cinco;
pagamos uno por interés, nos quedan cuatro; pues este cuatro, tanto le pertenece al
empresario, cosa muy justa, como le pertenece al trabajador, y entonces la compen-
sación la fija la junta de avenencia, no arbi,trariamente, sino justificadamente. desde
el momento en que se dan leyes sobre este particular. Si desde luego S€ estableciera
esta justa compensación, sería imposible para el obrero, porque estas compensaciones
esián vacilantes~ están fluctuando constantemente y si tomamos los precios medios
en un período de seis meS€s o de un año, como hay productos que suben en precio
en un año y hay otros que conservan el precio durante seis meses, entonces las jun-
tas de avenencia vienen a señalar esta proporción justa y aquí tienen ustedes la
justa retribución del obrero; de manera que la modificación del salario tiene que
procurarse en 19s conflictos, precisamente conforme a esta base y esto está perfecta-
Jnente detenninado en las obligaciones y en las funciones de las juntas de conciliación
y arbitraje. Ahora vamos a este caso: han subido el precio del producto que se está
fabricando; los salarios, al estipularse, deben venir a fijar precisamente la base para
la retribución del .trabajador; ha subido el producto de una manera considerable, las
ganancias que está obteniendo el industrial son exageradas, entonces viene el con-
1040
flicto, entonces viene el medio de la huelga con el objeto de obtener éstos y aquí
tienen ustedes establecidas, reconocidas las huelgas y verán ustedes cómo el ciuda-
dano Primer Jefe se ha preocupado de una manera especial sobre el particular, y
van ustedes a oírlo: "Esta ley reconoce como derecho social económico la huelga."
(Aplausos nutridos.)
Aquí tienen ustedes cómo los reaccionarios, los que han sido tildados tan mal,
se han preocupado tan hondamente por la clase más importante y más grande de la
sociedad, de la cual dije yo desde los principios de la XXVI Legislatura, que era el
eje sobre el cual estaba girando la sociedad. ~ues bien; reconoce el derecho de la
huelga y dice perfectamente: las huelgas no solamente solucionan los conflictos y
han sido buenas; sino que en seguida viene a decir cuál ha de ser el objeto defendido,
porque reconocer un derecho no es simplemente protegerlo, pues es necesario hacerlo
preciso para que pueda entrar en la práctica. (Leyó.)
De manera que cuando viene una huelga, cuando se inicia una huelga, cuando
está amenazando una huelga, no se dejará al trabajador abusar; no, aquí tiene el
medio de arbitraje que le da la ley: las juntas de conciliación y arbitraje, y estas
juntas de conciliación y arbitraje vienen a procurar resolver el problema dentro de
estos términos, y entonces queda la huelga perfectamente protegida y legítimamente
sancionada; el derecho de los trabajadores, hecho efectivo no con gritos ni con b1:le-
nos deseos, sino dentro de las prescripciones de la ley, con medios eficaces para que
queden esos derechos perfectamente protegidos. Pero sería después de esto muy largo
hablar a ustedes de todas las funciones de las juntas de arbitraje, sin decir antes
de pasar adelante, que es indud.able, para que estas juntas de conciliación sean
efectivas, que no sean tribunales, porque los tribunales, conforme a las leyes, yeso
puede decirlo a ustedes cualquiera de los abogados que se sientan en esos bancos,
que es- preciso que para que exista un árbitro para arbitración propiamente, es de-
cir~ que sea á.rbitro arbitrador, se necesita forzosamente el consentimiento de las
partes y que en caS"o de que no haya consentimiento de las dos partes sean obligadas
por la ley, que será árbitro de derecho, y si estas juntas no vienen a solucionar, con-
forme a ~odos estos datos que acabo de presentar a vu'estra consideración, esos gra-
vísimos problemas, tienen ,que fallar conforme a la ley, y una vez desechada la ley,
se sujetarán a lo pactado, y los jueces no pueden separarse de la ley y ¡fallarán en-
teramente en contra de los trabajadores. De manera que los tribunales de derecho,
no las juntas de arbitraje, serían esencialmente perjudiciales para el operario, porque
nunca buscaría la conciliación de los intereses del trabajo con el capital. Pasando
adelante y haciendó un examen rápido de esta ley, que es verdaderamente importante,
se ocupa en el capítulo 6Q de los sindicatos y del contrato colectivo de trabajo. Esta
es una cosa importantísima; sin el contrato colectivo de trabajo, a pesar de todas
las disposiciones de la ley para proteger a los tTabajadores, quedarían bajo el ,patrón,
no tendrían la .protección debida. Aquí viene la aplicación de una máxima, muy
corriente en nuestra manera de expresarnos, que "la unión da la fuerza". De manera
que si los trabajadores no están unidos y no están sindicalizados, no están represen-
tados por un sindicato y los contratos no son colectivos, los trabajadores estarán
siempre sometidos a la influencia más o menos ex'plotadora de los patrones de las
fábricas y de las haciendas. Hoy, en los Estados Unidos, en Inglaterra y en Bélgica,
los contratos de trabajo ya no son individuales, son colectivos, y esta es la única
manera, por una parte, de dar seguridad al empresario de que el contrato de trabajo
será cumplido, es por la otra parte la manera de asegurar que a cada trabajador se
1041
le dará exactamente el mismo salario, y así queda realizado io que con tanta razón
exigían los señores diputados Jara, Aguilar y Góngora; aquí está, pues, realizado
aquello de que a trabajo igual debe corresponder igual salario. Pero' si se deja que
cada trabajador celebre su contrato con el patrón, esto será su ruina, que es lo
que trata de evitar el contrato colectivo. El trabajador no contrata, es una parte
extraña al contrato; el contrato de trabajo se hace entre el sindicato obrero y el
patrón; entonces el obrero desaparece, la personalidad del obrero no se considera, y,
en consecuencia, el sindicato se compromete a dar tantos operarios diariamente, du-
rante tal período de tiempo, y poco importa al empresario que estos operarios se lla-
men Pedro, Juan, etcétera, con tal de que sean hábiles y que puedan desempeñar a.
satisfacción sus labores; si se enferma uno de ellos, el sindicato lo sustituye inme-
diatamente con otro, de esta manera se obtiene salario igual, jornada igual, trabajo
igual y queda enteramente equjparado el trabajador con los intereses del patrón, lo
que sería imposible bajo el sistema de contrato individua1. Aquí tienen ustedes, ,pues,
representado el sindicato y el trabajo colectivo, las formalidades sencillísimas con
que la sindicalización debe hacerse, las facultades y derechos que tienen los sindica-
tos y las obligaciones que corresponden a los obreros sindical izados, que están en
libertad de separarse a la hora que quieran: así queda realizada esa libertad que
quería, el señor diputado Castillo, que de otra manera sería imposible, porque en el
trabajo individual es forzoso y necesario que haya la obligación del obrero de des-
empeñar el trabajo. De manera que la protección definitiva del obrero vendrá a
hacerse como se hace en los Estados Unidos, mediante los sindicatos y el contrato
colectivo de trabajo. Sería bastante largo dar lectura a este capítulo. Está luego
reconocida la huelga, punto a que ya dí lectura. Está reglamentado todo esto en
favor del obrero. Luego viene una rama de la industria, de la que ninguno de vosotros
se ha ocupado, y que, sin embargo, el jefe supremo de la revolución ha tenido muy
en cuenta, porque es una de las ramas más importantes: la industria privada. Vaya
daros' la razón. N o está absolutamente comprendida ni se había tocado antes aqu1.
Los industriales, .para librarse de todas las obligaciones que les impone el contrato
de trabajo a que ya di minuciosa lectura, ocurren a un medio muy sencillo cuando no
tienen necesidad forzosa de tener fábricas, donde no hay necesidad de grandes maqui-
narias, dando trabajo fuera del establecimiento. Esto lo vemos en la ciudad de México,
donde la costurera es una de las clases más miserables, más explotadas y que más
contingente da a la prostitución por su miseria; aquí está .protegida, aquí está un
capítulo larguísimo, todo tendiente a proteger a esa clase desvalida y verdaderamente
desgraciada, protegida con una' serie de artículos encaminados todos ti que se: le dé
también un salario sobre la base del salario mínimo, a que se atienda su salud y
se cuide que las mujeres y los niños no contraigan hábitos que los predispongan a la
tuberculosis o a alguna otra enfermedad. De manera que todo esto está aquí perfecta-
mente reglamentado. Está también reglamentado en el capítulo X el aprendizaje. El
aprendizaje es otro ramo muy importante, porque es necesario cuidar a los niños y a
todos los que van a aprender una industria, con objeto de que reciban la instrucción
indispensable para poderse ganar después la vida con un salario conveniente. Esta clase
igualmente, aquí se encuentra protegida en este capítulo, que es bastante extensoc
Por último, vienen las disposiciones complementarias para terminar este trabajo. Aquí
tienen ustedes, en la otra ley, todo 10 relativo a los accidentes del trabajo. Esta ley
se iba a expedir precisamente en los momentos en que el jefe supremo de la revolu-
ción abandonó Veracruz; se iba a dar esta ley porque la estaban reclamando con
urgencia en varios Estados donde no se pudo reglamentar; pero vinieron las dificul-
tades de la campaña y no se pudo tratar después este asunto. (Leyó.)
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Los patrones, con el deseo de liberarse de, las responsabilidades que les impone
la ley, ocurren a este sistema: no contratan con' los trabajadores, sino que ponen lo
que se llama ordinariamente un empresario, un contratista, o lo que se llama un
hombre de paja, a quien se' disfraza de contratista, enganchador o lo que se quiera,
para que sea él el responsable. Para evitar este fraude, que es muy común, y que
no está resuelto en las leyes sajonas, dando lugar a muy serias dificultades, el señor
Carranza lo resolvió directamente en favor de los trabajadores en esta forma: (Leyó.)
De manera que tienen ustedes una protección decidida al obrero. N o doy lectura
a las disposiciones más importantes en que se clasifican los accidentes, cantidades que'
se deben. pagar, término de pago, medios de aseguramiento, etcétera, porque sería
muy largo y fatigaría vuestra atención. Ahora me diréis: ¿está vigente el proyecto
de la ley, está vigente o está hecha la ley de seguros? Sería enteramente imposible
que funcionaran estas leyes, si a Ja vez no se establece el seguro de accidentes, Es
necesario facilitar a los hacendados y a los empresarios la manera de cumplir en la
mejor forma esas obligaciones; y la forma es establecer, como en Estados Unidos,
Álemania, Bélgica, Francia, las empresas de seguros de accidentes, y entonces, con
una cantidad pequeña que pague el dueño de la mina, de la hacienda, etcétera, asegu-<
rará a todos sus trabajadores. Pero esto no basta todavía, todavía ese proyecto de ley
de accidentes o de seguros no está perfectamente establecido y estudiado, falta toda-
vía, falta todavía, aunque está ya casi concluido, el proyecto de seguros, el proyecto
para la protección de los trabajadores. El proyecto para la protección de los tTabaja-
dores en los casos de huelga. Cuando viene una huelga, ¿ de qué vive un trabajador?
Ha gastado de ordinario todos los productos de su trabajo en el sostenimiento de su
familia, es ordinariamente imprevisor, raras veces hace economías, no conoce el ahorro,
lo cual no viene sino con el progreso muy lento de la civilización, y entretanto la
familia del obrero no tiene con qué vivir; entonces hay seguros 'para estos casos
y la ley debe prever estos seguros para que esta familia no perezca, para que esta
familia no sufra durante el tiempo de la huelga, -porque si la huelga dura mucho
tiempo y las juntas de conciliación y arbitraje son impotentes para resolverla, enton-
ces tiene que venir el conflicto entre el capitalista y el trabajador, siendo necesario
procurar al trabajador la manera segura de vivir, y -con relativa comodidad, durante
ese período de tiempo, para obligar al capitalista. Por esta razón, el Gobierno tiene
que preocuparse en ayudar a mejorar la situación del obrero y tiene que armarlo
para que luche valientemente contra el capital. Hay también otro proyecto que tiende
a asegurar a los trabajadores en los casos de vejez, cuando ya no puede trabajar, en
los casos de enfermedad, en que sin culpa del patrón y sin que tenga responsabilidad,
se inhabilita para el trabajo; en ese caso también se atiende a esto. De manera que,
como ven ustedes, el ,problema obrero eS bastante extenso, bastante complicado. Ahora
me diréis: ¿ por qué no se han expedido estas leyes? Pues ha habido varios obstáculos
para que el ciudadano Primer Jefe las expida. Queriendo corresponder a' los deseos
de la mayoría de esta respetable Asamblea sobre el particular, deseaba dar inmedia-
tamente estas leyes, pero no se pueden establecer inmediatamente, debido al estado
en que se encuentra la República, porque sería imposible expedir leyes que tan sólo
vendrían a fracasar. Y sabido es que toda ley que se pone en vigor y que en lugar de
producir el resultado benéfico que de ella se espera da resultados enteramente contra-
producentes, cuando el pueblo ve que una institución no le da todos los beneficios que
de ella se esperan, no se imagina que esté incompleta para que su funcionamiento
sea todo 10 beneficioso que se aguardaba, sino que cree que el Gobierno lo está enga-
ñando, y lejos de producir el resultado de dejar satisfechas a las clases que se quiere
proteger, se les exaspera, porque se consideran engañadas. Pero ha habido otra difi-
cultad sobre el particular, que no tengo inconveniente en decir; hay que hablar con la
1043
verdad. Mientras yo me fui a los Estados Unidos, el señor Zubaran, ministro entonces
de Gobernación, modificó no sé si la fracción VIola X del artículo 72 de la Constitu-
ción federal, dándole al Congreso la facultad de legislar sobre el trabajo; de manera
que el señor Zubaran debía hacer federal toda la materia del trabajo. Cuando volví
de los Estados Unidos, entonces el señor Carranza, en las primeras pláticas que tuvo
conmigo, me dijo que ya se había adelantado el trabajo, que ya se había publicado
un decreto reformando la Constitución en esa parte, para que la Federación legislara
sobre el particular; le manifesté que no conocía las reformas, que en los periódicos
que se me habían mandado a los Estados Unidos, no había llegado a verlas, descono-
ciéndolas en consecuencia, que iba a estudiarlas; efectivamente, hice el estudio, es-
tando desde luego inconforme con que la legislación del trabajo se expidiera por el
Congreso federal. Manifesté al mismo señor Carranza, con todo el respeto, con toda
la consideración con que le trato, que yo no estaba conforme, porque las condiciones
del trabajo en la República varían de un lugar a otro y que, en consecuencia, esa
facultad debe quedar a los Estados. La prueba de la buena fe con que el señor Carran-
za quedó convencido, es que desde luego dio órdenes al señor ministro Rouaix, y su-
plico que si el señor presidente le permite hablar, diga si es cierto lo que he dicho.
-El C. Rouaix: Me consta que el señor licenciado Macías y el señor licenciado
Rojas formaron la comisión encargada de estudiar la cuestión del trabajo y que pre-
sentaron su pl'oyecto al ciudadano Primer Jefe, pero en esos días la Secretaría de
Fomento no pudo dar datos y no fue aprobado.
-El C. Macías, continuando: Pues bien, señores diputados; todas estas leyes están
hechas para el Distrito Federal y Territorios; pero el señor CalTanza se encontró
con que estaba expedida la reforma y era muy ridículo, después de haber dado un
decreto, revocar, y entonces convinimos en que esas reformas se hicieran en la Cons-
titución; entonces le propuse que esperásemos que el Congreso Constituyente consi-
derara la cuestión; si él dice que los Estados darán esas leyes, asi será; si dice que
la Federación dictará esas leyes, la Federación y los Estados' estudiarán después la
cuestión y la resolverán como les parezca mejor. Ahora, señores, cuando estáis con-
vencidos de que el ciudadano Primer Jefe se ha ocupado de este asunto que, como
dijo el señor Cravioto con mucha razón, ha merecido toda nuestra conformidad, porque
tenemos ese compromiso contraído con los obreros de México el día 1Q de mayo -de
1913, no podemos estar divididos, De manera que estamos conformes con ustedes y
vamos al lado de lo que ustedes opinen; siendo esto así, me diréis: ¿ ,por qué pedís la
palabra en contra del proyecto? Porque es rematadamente malo el proyecto en este
sentido. Voy a demostrarlo, sin ánimo de ofender a nadie. Esos dos o tres artículos
que tiene, relativos al trabajo, equivalen a que a un moribundo le den una gotita de
agua para calmar su sed. Está el proyecto a la disposición de ustedes. Yo creo que
los que quieran ayudar al señor Rouaix para que formule las bases generales de la
legislación del trabajo, para que se haga un artículo que se coloque, no sé dónde
de la Costitución, pero que no esté en el artículo de las garantías individuales, .para
obligar a los Estados a que legislen sobre el particular, porque de lo contrario, si se
fl1Utila el pensamiento, van a destrozarlo y la clase obrera no quedará debidamente
protegida. N o es, ,pues, ,posible hacerlo en estos tres jirones que se le han agregado
al artículo, sino que deben ser unas bases generales que no deben comprenderse en
unos cuantos renglones.
-El C. Silva: Pido que se imprima el proyecto de ley del ciudadano Macías, para
ccnocimiento de la honorable Asamblea, y así se pueda uniformar nuestro criterio.
-El C. MaCÍas: Pue's bien; creo, señores, que no habrá inconveniente: yo no me
opongo; está a disposición de ustedes; es una obra del ciudadano Primer Jefe y me ha
permitido hacerla pública. Ustedes la pueden estudiar y hacer de ella todo 10 que
1044
'quieran; si gustan, pueden publicarla, nosotros no nos oponemos. El señor Carranza
no lo puso en la Constitución, porque creyó que era cosa secundaria. Si ponen ustedes
el proyecto tal como está en la Comisión, no se resuelve nada; los operarios quedan
igual, porque con el hecho de que las mujeres no vayan a trabajar a las industrias
en la' noche, nada se resuelve. La protección debe ser eficaz, completa, absoluta, y
entonces sí podremos decir que la revolución ha salvado a la clase obrera. De ma-
nera, señores, ven ustedes que la derecha y la izquierda están enteramente unidas
en el deseo liberal de salvar a la clase obrera de la República. Ahora me váis a
permitir que-diga por qué no estoy conforme con las otras partes del dictamen; váis
a verlo de una manera tan clara, tan manifiesta, como que dos y dos son cuatro. N o
voy a atacar el proyecto, porque he aceptado la idea del señor Elorduy de impugnar
a los abogados, de imponerles la obligación de administrar la judicatura, no porque
considere la idea absurda e inconveniente, sino porque yo no soy abogado; desde el
día en que el señor De la Barra me dijo que yo era zapatero, ya soy zapatero, ya
renuncié definitivamente a la abogacía. (Risas.) Ya no me puede obligar a mí esta
parte del artículo 5Q. Voy a explicar en muy breves palabl'as y quedaréis conven-
cidos de que tengo razón. Esta garantía del trabajador, y 'aquí me voy a referir a mi
compañero, el muy ilustrado diputado señor Hilario Medina, que decía: "Se ha dicho
que las Constituciones deben revelar el carácter de los pueblos"; nada más que mi
distinguido e inteligente colega tomaba el rábano ,por las hojas. Decía: este es un
pueblo afecto a los toros, pues démosle toros; este es un pueblo afecto a los gallos,
pues démosle gallos; no es eso. ,El axioma constitucional quiere decir que deben favo·
recerse aquellas tendencias civilizadoras de los ,pueblos y deben contrariarse aquellas
costumbres y hábitos morbosos. Por eso, señores, he estado confonTIe ~n que se
prohíba la embriaguez, yo estoy conforme en que se quite ese maldito pulque que
será la degeneración del pueblo mexicano. Nada más que no puedo secundar los deseos
del señor diputado por Jalisco, Ibarra, porque encajaba muy mal en el articulo de.Ia
libertad, una industria. Si su señoría -lo hubiese reservado para uno de los artículos
posteriores, en las recomendaciones y prohibiciones a los Estados, alli hubiera cabido
y lo hubiera votado con entusiasmo, hubiera dado mi contingente para ayudarlo, pero
aquí no estaba bien. Este artículo se formó para com.batir una plaga que nos dejaron
los españoles, tales como los servicios obligatorios en las fincas de campo, en las
iglesias, en' las poblaciones, los servicios de rondas, etcétera. Yo todavía alcancé
en mi pueblo, donde no había policía, porque no había con qué pagarla, la obligación
del servició de ronda. Hace muchos años que no tengo el honor de vivir en Guana-
juato; no sé si las Ordenanzas que pres~ribían ese servicio habrán sido ya deroga-
das, de manera que no sé si hay todavía servicio obligatorio de l'onda. Los ricos
propietarios, los grandes señores, no hacían ronda, la hacían los desgraciados, que
siempre pagan el pato, de manera que este artículo tuvo por objeto evital' esto
y por eso se dijo que nadie estaba obligado a prestar servicios ,personales sin su
pleno consentimiento y sin la justa retribución. De manera que eran costumbres ente·
ramente en contra de la clase pobre. Pero vino luego el artículo 'primitivo de la Cons-
titución, que es más fuerte en el texto primitivo que en el proyecto de la Comisión.
La Constitución de 57 dice: "Artículo 5Q Nadie ,puede ser obligado a prestar trabajos
personales sin la justa retribución y sin su pleno consentimiento. La ley no puede
autorizar ningún contrat'O que tenga ·por objeto la pérdida o el irrevocable sacrificio
de la libertad del hombre, ya sea 'por causa de trabajo, de educación o de voto reli-
gioso. Tampoco puede autorizar convenios en que el hombre pacte su proscripción
o destierro." De manera qUe lo que este artículo prohíbe y que quedó subsistente en el
nuevo artículo reformado ellO de julio de 1898, no fue que el contrato de trabajo
no subsistiera, sino que en el contrato de trabajo no pudiera pactarse la pérdida de la
1045
libertad del hombre; de manera que donde no se haga el sacrificio irremisible de €se
derecho tan precioso, el contrato era válido. De manera que, conforme a él, podrá
celebrarse el contrato de trabajo pOI' dos, tres o cuatro años, porque no implica la
pérdida o el irrevocable sacrificio de la libertad del hombre. Durante mi estancia en
los Estados Unidos, sobre todo en Filadelfia, vine a encontrar esto, señores diputados:
que en las fábricas más importantes, el contrato de trabajo es por un año, pero en
algunas otras fábricas de Nueva York, sobre todo en la Locomotive Works, me en-
contré, porque me los mostró el gerente, que los contratos están escritos y son por
tres años; me llamó la atención y pregunté por qué era eso, y él me dijo: "es muy
sencillo: cada uno cree que no se puede trabajar más que dos años, pero no obliga
esa más que al patrón en favor del obrero, aunque no impide al obrero que obligue
al patrón a favor de él." De manera que el obrero, conforme a este contrato, queda
en libertad para cumplir con el primer año, para cumplir el segundo, es voluntario,
pero si se obliga por el segundo, queda obligado ,por el tercero. Y así, mientras el
patrón está obligado desde un principio, a éste le está prohibido obligar al obrero,
beneficios que se obtienen cuando los contratos están hechos por sindicatos, pues en
estos contratos estaba expresado que el obrero trabajaría ocho horas diarias durante
el primer año, ganando cinco centavos por hora; en el segundo, diez centavos por
hora y quince centavos por hora en el tercero. Ya ven ustedes que era ventajoso; el
empresario tenía seguro el primer año al obrero y éste tenía interés en seguir el
segundo año, porque en el segundo año iba a ganar doble sueldo, mientras que si se
iba a otra fábrica, volvería a ganar cinco centavos; de manera que tenía el interés
creado de seguir allí voluntariamente. Concluido el segundo año, tenía interés en
seguir durante el tercero, porque iba a ganar quince centavos por hora. Y entonces,
como obligación y como ventaja, tenía que asistir a una escuela para mecamcos
situada frente a la fábrica, durante una hora por la tarde o por la noche, con objeto
de recibir la instrucción nec·esaria, a fin de salir de allí un experto e inteligente
operario. N o sé si después de mi regreso haya habido algunas modificaciones en los
métodos adoptados por la empresa. El gerente me decía: "Estamos admirados de
los magníficos resultados que nos ha producido este sistema; tenemos cuantos trabaja-
dores necesitamos; trabajadores muy voluntarios, muy buenos, que de aquí a tres
años serán los mecánicos más admirables de los Estados Unidos". Aquí podría esta-
blecerse una cosa semejante en nuestros talleres, con objeto de ilustrar y mejorar
el nivel intelectual de nuestros obreros, instituyendo escuelas, premiando la dedica-
ción, fundando bibliotecas; así, el obrero mexicano, que de por sí es inteligente y
tiene aptitudes notables no sólo para las artes y las industrias, sino también para las
ciencias, se elevaría intelectualmente y llegaría a ser un trabajador tan apreciado y
tan competente, como lo son los de Alemania, Inglaterra y Estados Unidos. Ahora
bien; discutiendo el señor Carranza esta cuesi'ión, decía: que habría de venir el tra~
bajo de contrato colectivo y que los trabajadores de los campos no pueden ocuparse
ni contratarse, para tener seguros sus trabajadores, por menos de un año; que los tra-
bajadores de las fábricas cuando menos necesitan seis meses para atender sus pedidos.
Decía, vamos quitando en este caso la vaguedad del artículo y dejemos que las legis-
laturas de los Estados y la Federación determinen la clase de trabajo. Entonces en el
proyecto se especificarán las diversas clases de trabajos y las leyes secundarias dirán:
Tales trabajos son por un año, tales otros por seis meses, éstos por dos, aquél por
un mes, etcétera.
La ley secundaria es, por lo tanto, la que hace la determinación correspondiente.
Hay otra reforma que me permito dejar a la consideración de ustedes, y la cual
tampoco ha sido bien entendida, con la preocupación de que obliga. La idea es: que el
contrato de trabajo no obligará más de un año, quedando las legislaturas de los Es-
1046
tados en liqertad para decretar el término de la duración, que podrá ser, si se quiere,
de un mes, de una semana, o de un dia. Repito, esto se dejará a los congresos loca-
les, pues que la Constitución general tan sólo fijará la norma general. Por consi-
guiente, el artículo, donde dice: "El contrato de trabajo sólo obligará a prestar el
servicio convenido, etcétera, podría decirse en él así: "El contrato de trabajo, obligará
a prestar el servicio convenido ... " De este modo todos quedarían contentos y el
artículo estaba salvado. N o dejaré de indicar a ustedes que si el operario no se obliga
ni por un instante, como se pedía con ese buen deseo que no es posible satisfacer y
que indicaba el ciudadano dtputado Del Castillo, se minaría por su base el contrato
de trabajo, equivaldría a matar la gallina de los huevos de oro. N o sería un convenio
por el cual una persona se C?bligue a prestar un servicio por un tiempo determinado,
sino que sería un contrato por el cual una persona se obliga a mucha!? COsas y el
trabajador a nada, lo que atacaría la justicia y haría imposible 'el contrato de tra-
bajo. Estas son las consideraciones ,por las cuales ruego a ustedes, muy respetuosa-
mente, se repruebe el artículo de la Comisión, o que se retire y se presente después
como está en el proyecto, el que' con tal objeto queda a la disposición de ustedes. Mi
deseo es que se formen las bases tan amplias, completas y satisfactorias como son
necesarias, y así habremos ayudado al señor Carranza a demostrar a la nación mexi-
cana que la revolución presente es una revolución honrada, de principios, que sabe
cumplir fielmente las promesas hechas en momentos solemnes al pueblo y a la Re-
pública. (Aplausos.)
-El C. Espinosa: Pido la palabra, señor presidente, para un hecho.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Espinosa.
-El C. Espinosa: El licenciado Macías y el señor Cravioto, han hecho la suges-
tión, cuando subieron a esta tribuna, que son tan radicales, que han sido tan radi-
cales como los que hemos sido designados en esta Asamblea con la denominación de
jacobinos, y este es un punto de verdadera importancia; quiero hacerlo constar en
esta Asamblea y muy especialmente a mis compañeros. de diputación, que han com-
partido conmigo este honor. No es cierto que hayan sido radicales, aunque tal vez
en este momento sí lo sean; este hecho quiero hacerlo constar en la aplicación del
tiempo del verbo, es enteramente incierto. El artículo 39 demostrará siempre, como
una comprobación irrefutable, qu,e no han sido radicales, podrán serlo ahora y nos-
otros debemos aceptarlos y aplaudir su nueva actitud, pero de ninguna manera deja-
remos pasar desapercibido que han estado siempre con nosotros, que han sido siem-
pre iguales a nosotros. Pero no es únicamente por esto por lo que pedí la palabra: es
para daros la voz de alerta, porque muy bien pudiera ser que los hábiles políticos
del grupo conservador pudieran hacer el escamoteo. (Aplausos. Siseos.) N o vengo con
el propósito de exacerbar el rencor de los conserv8.dores ni a conquistar el aplauso de
nadie; he venido únicamente para hacer constar un hecho que en mi humilde concepto
tiene grande significación.
-El C. Múgica: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Múgica.
-El C. Múgica: Voy a empezar, señores diputados, por entonar un hossanna al
radicalismo, 'por pedir que se escriba la fecha de hoy como memorable en los anales
de este Congreso, porqUe del atrevimiento, del valor civil de los radicales, de los
llamados jacobinos, ha venido esa declaración solemne y gloriosa de que el Primer
Jefe del Ejército Constitucionalista es tan radical y es tan jacobino como nosotros,
que pensamos y sentimos las libertades p*blicas y el bien general del país. El señor
licenciado MacÍas nos acaba de decir elocuentemente, con ese ,proyecto de ley que
someramente nos ha presentado aquÍ, que el Primer Jefe desea, tanto como los radi-
cales de· esta Cámara, que se den al trabajador todas las garantías que necesita, que
1047
se dé al país todo 10 que pide, que se le dé a la gleba todo 10 que le hace falta; y
que lo que han pedido los radicales no ha sido nunca un despropósito, sino que cada
una de sus peticiones ha estado inspirada en el bien general y en el sentir de la
nación. Y, sin embargo de esto, señores, el 59 no es malo todavía, aún no puede
volver al corral; el artículo 59 puede resistir otras varas, aunque no sean las del
reglamento. En el artículo 59 se han puesto algunas adiciones que no han sido com-
batidas 'por los oradores del contra, que no han sido tocadas fundamentalmente y que,
por lo mismo, la Comisión tiene el deber de considerar aún como buenas ,para sub·
sistir donde han sido puestas; aunque la Comisión cree que no son todas las adiciones
que pudieron haberse agregado al mismo artículo 59, pues partiendo del criterio sen·
tado ya por el licenciado Cravioto y admitido por el señor licenciado Macías, la
Comisión pudo haber puesto en el articulo, a fuerza, como hubiesen cabido, todas las
reformas que demanda la necesidad obrera en la República Mexicana. Pero como SE'
ha argumentado mucho contra de esas adiciones, metidas a fuerza, como el señor
diputado Lizardi dijo que las adiciones que la Comisión. había hecho al artículo 59
eran metidas allí de una manera fonada, como una transacción política, la Comisión
creyó debido antes de escuchar esos argumentos aquí, porque ya con anterioridad
se habían esg~imido en la misma forma al discutirse otros artículos, creyó de su
deber, repito, reservar algunas para ,ponerlas en otro lugar de la Constitución, donde
fuese propio, o hacer, como se ha insinuado, un capítulo especial para ponerlas allí
todas completas, a fin de satisfacer esa necesidad que los diputados que han venido
impugnando el proyecto desde hace tres días señalaron una a una. Queda, pues, des-
mentida la afirmación que hacía el señor diputado Macías, de que la Comisión se
había contentado con muy poco; la Comisión se contentó con poco, para el artículo 5Q ,
porque la Comisión juzga que esas adiciones que se le hicieron al artículo son las
que pueden ponerse entre las garantías individuales que tienden a la conservación de
los derechos naturales del hombre; considera que las otras 'proposiciones hechas en
algunas inidativas de algunos señores diputados, pueden caber muy bien en ese
artículo especial, que ellos ahora han expresado como una de las necesidades de refor·
mas en este proyecto de Constitución. Voy a leer, señores diputados, cada una de las
objeciones que ligeramente he ido tomando en este pedazo de papel y que han hecho
los ciudadanos que han subido a esta tribuna. El licenciado Lizardi dice que las
adiciones que se le han hecho al artículo 5Q han sido puestas a fuerza en ese lugar,
que esa adición que impone a los abogados la obligación de servir los puestos de
justicia, empeora la justicia. Objeta la palabra "no permite", por la palabra "reco·
nace", que figura en el proyecto, juzgándola impropia, y dice, como ya manifestó en
un principio, que tal parece que estas adiciones son como una transacción política.
El diputado Mal'tí subió a esta tribuna a profanarla y a profanar su apellido, porque
ni siquiera fue un hombre serio. (Aplausos.) Von Versen ataca el límite máximo de
un año para los contratos de trabajo. Pastrana Jaimes, atacando a lo mismo del licen-
ciado Lizardi, atacando la obligación forzosa para los abogados, atacando también el
contrato de un año como máximo. El ciudadano Del Castillo ataca el mismo año de
contrato, el sel'vicio de abogados, y extraña que no se haya puesto en el proyect~ el
salario mínimo. 'Gracidas trata de que en el dictamen se definan las palabras "justa
retribución" y "pleno consentimiento", que juzga vagas. El licenciado Cravioto nos
dijo que iba a demostrar que era factible que se pusiese en este artículo constitu-
cional .parte de la reglamentación que mucho repugna a muchos. Sería porque no me
fijé o porque el diputado Cravioto no insistió mucho sobre el particular, pero yo no
entiendo, señores, los argumentos aducidos a este respecto, y 10 siento, porque me
servirían p~a sostener precisamente las adiciones del artículo 59.
-El C. Cravioto: Lo que leí. ..
1048
-El C. Múgica: 'Hace una rectificación a la filiación política del grupo Teno-
vador, y termina diciendo que de cualquiera manera que presente la Comisión o que
acepte esta honorable Asamblea el proyecto, los renovadores 'votarán en pro del
proyecto.
-El C. Palavicini: En pro de los obreros.
-El C. Múgica: Explicó por qué los renovadores se llaman carrancistasj nos
dicen cómo a ese grupo se acercó en un día una asociación obrera de la capital
solicitando de ellos su apoyo en la Cámara para las legislaciones obreras, y nos
manifiesta que el diputado Rendón fue un mártir de esa lucha que ellos aceptaron
con gusto. Por fin, pide, COmo último recurso, que se agreguen algunas otras garan-
tías en el artículo 5Q si ha de ser votado conforme al sentir de esta Cámara. El señor
licenciado Macías nos dice que el problema obrero no es el que trata de resolver la
Comisión ni al que ha tratado de favorecer la Asamblea en las impugnaciones hechas
al dictamen, y nos presenta un proyecto de ley de la Primera Jefatura, que desde
luego, al primer' golpe de vista, es bello y.consolador y me ha inspirado esas frases
que, a falta de elocuencia, he procurado condensar en un hossanna, porque creí muy
justo entonarlo y muy bellas las ideas para considerarlas salvadoras. Voy a tratar
de contestar muy ligeramente a cada una de esas objeciones, y a tratar de sostener
como bien puestas las adiciones que se han hecho al proyecto del Primer Jefe. Como
es indudable que entre las razones que la Comisión ha tenido "para considerar como
principios naturales del hombre, como garantías individuales, mejor dicho, estos prin-
cipios que entrañan estas adiciones, es indudable, digo, que en las razones que aduzca
la Comisión por mi conducto, quedarán contestadas esas argumentaciones en contra
del proyecto que ha esgrimido el señor licenciado Lizardi y que ha llamado la fuerza
o el capricho de Comisión para ponerlas en el proyecto; por esa razón, y reserván-
dome para contestar cuando fundament'e estas adiciones, sólo quiero tratar en este
momento la idea que haya tenido el señor Lizardi para llamar a estas cortas adicio-
nes puestas al proyecto, una transacción. Señores diputados, esta Comisión ha puesto
desde un principio especial cuidado en conservar sólo una cosa de todas las que debería
tener para ser una verdadera Comisión Dictaminadora: su honor y su independenciaj
su honor, para que cada uno de los señores diputados que dio su voto para constituirla,
no le retire esa confianza que desde un principio le ha manifestado y que en todos
los casos le ha dado el triunfo, no a las ideas que ha traído aquí, porque no sólo han
sido suyas, sino a la forma' dé ,presentar esas ideas, que es en lo único en que puede
distinguirse el trabajo de la Comisión del trabajo de toda la Asamblea; de tal ma-
nera, pues, que la Comisión reitera 'por mi conducto, que no _hay parcialidad en la
Comisión, que la Comisión no transa con nadie, absolutamente con nadie, y que hace
hincapié en esto, ,porque se trata de que esas adicione~ fueron sugeridas a la Comi-
sión por una personalidad que tiene significación: el señor general Aguilarj por
otra' personalidad que tiene también significación política, el señor general Jaraj y
no menciono al señor diputado Góngora, no 'porque lo considere despreciable la Co-
misión, puesto que es honorable miembro de esta Asamblea y desde ese momento
merece nuestro respeto y consideración, pero no tiene la significación política de las
otras dos personas, y como esto 'pudiera de alguna manera dar lugar a que la Asam-
blea pensase que ante la significación ,política de esas dos personalidades de este
Congreso, era muy capaz de inclinarse la Comisión, la Comisión ha querid-o protestar
por mi conducto, de una manera' enérgica, que conservará su independencia, aun
cuando se tratara no de las personalidades de los señores generales Aguilar y Jara,
sino de otTas personalidades más encumbradas, como ya 10 ha demostrado cuando
dictaminó sobre el artículo 39, exponiendo clara y explícitamente sus ideas y su sentir
delante del mismo ciudadano Primer Jefe, a quien se nos habia presentado como no
1049
partidario de las ideas que en ese sentido sostuvo la Comisión con todo valor y con
toda franqueza. No hay, pues, transacción política en nuestros dictámenes. De la
. iniciativa de los ciudadanos diputados Jara, Aguilar y Góngora, tomó la Comisión lo
que creyó más conveniente bajo el criterio de que en los derechos del hombre deben
ponerse partes declarativas, o al menos, aquellas cosas que por necesidad social del
tiempo vinieren a constituir ya una garantía de los derechos del hombre, aunque hu-
biesen nacido a impulsos de las relaciones sociales, como ha sucedido en las relacio-
nes de los trabajadores con los capitalistas. Otro de los puntos impugnados por el
señor diputado Lizardi y por algunos de los demás diputados, como ya tuve la opor-
tunidad de informar a ustedes, ha sido la cuestión del deber que se impone en este
artículo a los abogados, de servir en los puestos judiciales. Señores, la Comisión ha
tenido esta experiencia. Quiero antes hacer esta explicación. En la Comisión hay dos
abogados: el señor licenciado Colunga y el licenciado Recio, que en esta parte, como
es natural, deben tener criterio de abogados; son parte y no pueden ser jueces; ellos,
por delicadeza, no quisieron impugnar las ideas que los demás miembros de la Comi-
sión tuvieron a este respecto, y que fueron las que nos determinaron a poner esta
parte en el artículo 59 del proyecto de Constitución. De tal manera, pues, que el
error, si ustedes creen que es error, se discutió y fue sostenido por los otros tres
miembros de la Comisión. Pasada esta aclaración, sigo exponiendo. La Comisión, en
la parte respectiva que ya he señalado, consideró que es una necesidad social, que es
uno de los problemas más arduos de la revolución, la solución del problema judicial.
Hemos visto que en todo el proyecto de Constitución aparece que el Primer Jefe ha
puesto especialísimo cuidado cuando ha tocado la cuestión de justicia, y es muy na-
tural, señores: en la justicia sana, en la justicia honrada, en la verdadera justicia de
este régimen, de nuestras instituciones democráticas, están las garantías individuales;
es la salvaguardia de esas garantías; están allí esencialmente garantizadas la paz y
tranquilidad del país, y la confianza que toda la sociedad mexicana debe tener en el
poder público, y por esa razón el ciudadano Primer Jefe se nota que puso especial
cuidado y minuciosidad, y si se quiere, hasta de reglamentarIo en algún artículo de la
Constitución en que se trate de este delicado asunto. La Comisión tuvo en cuenta esa
impresión del ciudadano Primer Jefe; tuvo en cuenta, además, la experiencia propia.
Nosotros, con la vida revolucionaria que hemos tenido durante estos cinco años, hemos
visto de un extremo a otro del pais, que la institución más corrompida era la institución
de justicia; era allí donde radicaban esencialmente todos los grandes males del pueblo,
y consideramos que era indispensable ayudar al Gobierno de alguna manera a tener
elementos sanos, a espigar en el campo de los togados a aquellos que deberían ir por
obligación, quieran o no quieran, a ocupar un puesto en la judicatura de la Repú-
blica. Por esa razón les impusimos a los abogados esa obligación, porque consideramos
que los abogados son las personalidades más adecuadas, más idóneas para aplicar la
ley, puesto que constituyen precisamente el ramo a que se han dedicado; puesto que
se han dedicado a interpretar la ley, porque consideramos que -el gremio de abogados,
como gremio de la sociedad en que vive, debe tener alguna obligación que corresponda
precisamente a esa confianza que el poder público deposita en ellos cuando les expide
un diploma para que ejerciten la profesión, y porque consideramos, señores, que tienen
el deber los abogados de levantar el nombre de la institución, el nombre de la judi-
catura, que hasta estos momentos está en el cieno, en la parte más baja, en la última
escala de nuestra sociedad; levantarla, ¿de qué manera? Demostrando que los aboga-
dos son los individuos más apropiados, es el gremio en el cual debe residir la confianza
pública para cuidar de que la ley se aplique y de que cuando se pida justicia; tenga
1050
el que la demanda una garantía en este gremio de abogados, que debiendo ser noble
se ha convertido en ruin, que debiendo ser honrado se ha convertido en traficante.
Esas son las razones que la Comisión tuvo para imponer a esos abogados la obligación
de servir los puestos en la judicatura nacional y, además, señores, porque es impo-
sible que los gobiernos, si no cuentan con algunas medidas coercitivas, con algunas
obligaciones morales, por que de allí no pasará este precepto constitucional, es im-
posible que resuelvan de una manera más rápida el ,problema de justicia, que es. uno
de los problemas más arduos de esta revolución. El señor diput'ado Lizardi hizo hinca-
pié sobre el cambio que la Comisión hizo de las palabras "no reconoce" por las pala-
bras "no permite", dándole una interpretación jurídica. Yo creo' ¡¡obre este punto que
basta que los señores diputados pasen su vista por el proyecto del artículo que se
presentó a su consideración para que se convenzan de que el diputado' Lizardi no ha
tenido fundamento para objetar esa pequeña modificación. La Comisión quiso poner
una palabra más terminante cuando se tratara de las instituciones religiosas, de las
comunidades religiosas, con objeto de no dar lugar a interpretaciones equívocas, por-
que consideramos que el texto constitucional debe ser bastante claro y bastante ter-
minante, a fin de que pueda aplicarse con toda facilidad. Con respecto al año, límite
en el contrato de trabajo, creo que lo que ha dicho el señor licenciado Macías es sufi-
ciente para justificar las reformas que" haya hecho sobre este sentido la Comisión,
porque la Comisión en este punto estuvo enteramente de acuerdo con el proyecto del
Primer Jefe. La Comisión no consideró que debiera ponerse en esta parte del pro-
yecto el salario mínimo, porque estimó muy difícil calificar cuál es el salario mínimo,
dada la diversidad de ambiente económico que hay en las diversas regiones de la
República. Esta parte ha sido suficientemente ilustrada, en mi concepto, por la ex'po-
sición que hizo el señor diputado Macias. En cuanto a la justa retribución y el pleno
consentimiento, señores diputados, ya comprenderán lo difícil que es determinar estas
dos ideas y que constituyen hasta ahora el problema del socialismo, no sólo en México,
sino en todo el mundo; yo creo, como opinión particular, que ni el proyecto que nos
presentó el señor licenciado Macías las precisa debidamente. La Comisión, pues, sobre
este particular, no podía decir nada definitivo ni nada nuevo; por esta razón, ha
dejado la parte del artículo tal como lo encontró en el proyecto, que es ,precisamente
el texto constitucional de 57. La Comisión ha considerado, señores, que la jornada
Máxima debe establecerse en el proyecto que se presentó a vuestra ·consideración,
porque la jornada· máxima de trabajo debe ser una garantía para el trabajador, y
debemos ponerla aquí como cortapisa, con objeto de evitar no sólo la especulación in-
moderada que se ha hecho de los trabajadores, no s6lo el abuso que se ha cometido
con esos hombres vigorosos de nuestra raza, para sacarles hasta la última gota de
sudor, como decía el ciudadano diputado Jara, por un salario mínimo, no, señores,
sino porque es preciso poner a los trabajadores también una cortapisa a la ambición
que pudiera producirles el mayor ofrecimiento de dinero, el ofrecimiento de más sa-
lario, si siguiesen trabajando todas las horas del día, ¿ y esto por qué, señores? Por-
que la naturaleza humana tiene un límite, la ciencia fisiológica ha definido perfecta-
mente bien el desgaste del hombre en el esfuerzo que pone para el trabajo y las
horas que necesita para recuperar ese vigor perdido. Y en nuestTas necesidades ac-
tuales, en la muy justa ambición que se ha apoderado de nuestros trabajadores para
mejorar económicamente, en ese deseo de mejoramiento que se ha despertado en
ellos, con buen principio, pued·e llevarlos a un vicio ruinoso de la misma manera que
ruinoso es el deseo avariento de los esp~culadores que han explotado todo su vigor
y toda su energía para tener no ocho horas, ni diez, sino doce horas del día al rayo
del sol y al pie del arado, trasladando carga en los puertos o en las obras de nuestras
ciudades para sacar de ellos el mayor provecho. La Comisión cree que en ambos ca-
1051
pítu]of'l, tanto para corregir el abuso de la especulación como para corregir el abuso
del trabajador, debería haber puesto allí una cortapisa que tienda a conservar la vi-
da del hombre y la naturaleza humana, porque es deber de nuestro Gobierno mante-
ner a la raza vigorosa, no sólo para la justa reproducción de la raza en una forma
benéfica para la sodedad, sino también, señores, para tener en un momento dado
hombres que puedan resistir las fatigas de una guerra y defender valientemente y
de una manera invencible el territorio nacional. Es, pues, un deber de conservación,
de humanidad, el que obliga a la Comisión a poner esa restricción a ]a libertad del
trabajo en el artículo 59. Ha puesto también la restricción de impedir a la mujer
y a los niños -el trabajo nocturno, porque, señores, es bien conocido, eS bien sabido
de toda esta Asamblea, pOr experiencia, que nuestros especuladores, nuestros capita-
listas, no han sido nunca individuos que vengan a negociar legítimamente con el tra-
bajo de nuestros obreros, sino que han procurado siempre poner trabas al trabajador,
despertar su deseo de mejoramiento por una parte, para obligarlos a prestar su tra-
bajo aunque sea en contra de su salud y en contra de la salud de las mujeres, para
quienes principalmente es el trabajo nocturno, en contra de los niños, para quienes
también es el trabajo nocturno, porque eso origina debilidad en su organismo, eso
origina que necesiten para recuperar la energía perdida un tiempo mayor que el que
necesita el organismo del hombre; necesitan tener mayor restricción en el trabajo,
porque tanto el niño como la mujer necesitan tener su organismo en un constante
movimiento, pues así lo exige su constitución fisiológica y porque la mujer y el niño,.
bajo el pretexto de su orfandad, bajo el pretexto de su abandono, han sido especu-
lados de una manera vil y de una manera rapaz por los dueños de fábricas y ta-
lleres. Por esa razón, la Comisión, que tiende a salvar la raza y cree con esto inter-
pretar el sentir de esta Asamblea y del actual Gobierno de la República, puso esa
cortapisa para que de una manera eficaz se impidan esos abusos, vengan de parte
de la ignorancia de los trabajadores o vengan de parte de la rapacidad de los especu-
ladores. El descanso hebdomadario es otra de las reformas que trajo la Comisión a
este artículo 59. ¿ Desde cuándo se viene debatiendo en México esa necesidad? ¿ Cuán-
tos conflictos, cuántos ruegos ha arrancado de todas esas clases que se llaman em-
pleados y que vivían pegados al mostrador o al bufete sin descansar ni un solo día
de la semana, sin libertad para pasar en el seno del hogar, tranquilos, sin ninguna
preocupación, un solo día de la semana? ¿ Cuántas veces se han producido estos con-
flictos? Ustedes ]0 saben. Desde la época porfiriana se ha trabajado en este sentido,
y la Comisión quiere y es deber de este Congreso' elevarlo a categoría de precepto
constitucional, poner este precepto donde no se pueda burlar, porque es una necesidad
social de nuestro medio ambiente. Por otra parte, señores diputados, en muchos Es-
tados de la República se ha legislado ya, durante el p€ríodo preconstitucional, sobre
estos principios, y es muy natural que en el momento mismo en que entre ]a República
a su estado normal, es muy natural que cuando los Gobiernos de los Estados empie-
cen a funcionar constitucionalmente, si esas leyes que ha establecido y sostenido
por medio de la fuerza de la revolución, porque las ha considerado una de las nece-
sidades de nuestro medio, caerán por su propio peso si no encuentran el fundamento
consHtucional que las sostenga y las haga respetar. ¿ Qué harían todos aquellos indi-
viduos que perteneciendo al partido de la reacción, o cuando menos al partido conser-
vador, que se han resistido aun en estos momentos en que impera la fuerza avasa-
lladora de la revolución a acatar esas disposicion~s con gusto y que sólo les han
dado cumplimiento en vista de que es la imposición de la mayoría, de que es la im-
posición de los triunfadores que se las exige? ¿ Qué harían, digo, si el momento en
que viniese el período constitucional no encuentran ya una salvaguardia en la ley
fundamental de la República, para no echar por tierra con la mayor facilidad esas
1052
~onquistas que han costado tanto trabajo a algunos gobernantes revolucionarios y,
principalmente, al Ejército Constitucionalista, para hacerlas respetar y obedecer en
casi todo el suelo nacional? ¿ Qué sucedería, señores? ¿ Cuál es el objeto de haber
convocado a este Congreso Constituyente? 'yola he oído de labios del mismo Primer
Jefe: hacer que las refórmas que la revolución ha h~cho en su período de lucha, que
las reformas que ha arrancado' por medio_de la fuerza a los que las tenían como pri-
vilegio, que esas reformas que tienen por base la legalidad y el deseo que existe entre
todas las masas del pueblo mexicano, sean elevadas a la categoría de ley, sean reco-
nocidas como preceptos, con objeto de que no haya pretextos ni por nacionales ni por
extranjeros, para respetarlas cuando haya tribunales libres, cuando haya tribunales
donde se haga justicia y quieran ellos burlar estas garantías, están escritas en esta
Constitución que la revolución ha dado al pueblo mexicano a trueque de su sangre
y de su ruina. Ya lo hab~is oído: en Sonora se ha legislado sobre esta base en cues-
tión de trabajoj en Yucatán lo mismo, y en Veracruz y en otros Estados cuyos nombres
no tengo a la memoria y de cuyas reformas a este respecto tengo conocimiento, se
ha hecho igual cosaj pero principalmente esta idea radical está en la mente de todos
los mexicanos que son simpatizadores de la revolución. Esta revolución debió haberse
hecho para algo grande, para algo importante, y ese algo importante tiene una parte
muy principal, quizá una parte máxima en el asunto en que se trata de garantizar
11, los trabajadores y de poner coto a la ambición desmedida del capitalista, porque
el capitalista hasta hoy no ha sido más que el capitalismo; el capitalista que ha ve-
nido a México y que ha hecho el capital ¡ror medio de nuestros braceros" no ha sido
más que un especulador que se ha aprovechado del esfuerzo humanoj no ha sido más
que un avariento insaciable; si ha traído su -caudal a México, ha sido para lucrar
desmedidamente, pDrque de la misma manera que el capitalismo; ha habido el mili-
tarismo, porque en México no había habido Ejército, señores: en México sólo hubo
militarismo, porque sólo había habido la fuerza bruta en ese elemento que debe ser
-el guardián de nuestras leyes; y 10 mismo que digo de estos dos factores enemigos
del pueblo mexicano, digo del clero, porque en México no ha habido religión cris-
tiana ni ministros rectos de esa religión, sino ha habido clericalismo, que ha tenido
la pretensión de tener más privilegios todavía que el capitalismo y el militarismo
y porque ha querido tener el privilegi~ de gobernar absolutamente las conciencias.
Para terminar, señores, quiero rogar que, mientras no haya un orador que con
argumentos irrefutables venga a demostrar que estas adiciones puestas aquí no están
bien puestas en el artículo 59, sostengáis este artículo como os lo ha presentado la
Comisiónj que, mientras no haya impugnadores que con argumentos y no con califi-
cativos más o menos despectivos impugnen el dictamen, sostengáis el artículo 59. La
Comisión no tiene ningún empeño en que las cosas queden en este o en aquel lugar,
-con tal de que queden en la Constitución, con tall de que surtan los efectos que espera
de ellas esa parte principalísima de nuestro puebloj esos son los deseos de la Comisión
y creo que con ellos interpreta el sentir de toda esta Asamblea, y queremos, señores,
que se nos diga por cualquier orador con argumentos claros y precisos, que esto no
-está bien puesto aquí, por alguna razón, no porque parezca ,ridículo parche mal pe-
gado, o que a fuerza la Comisión quiera ponerlo donde no debe. N .o, señores, la Co-
misión tiene en cuenta los principios y no los deseos, que no se pueden presentar como
argumentos cuando son pasionales. La Comisión declara que donde quiera que se re-
'5uelva el problema del trabajo, bien definido, con claridad meridiana, allí la Comisión
se adherirá con toda la fuerza de sus convicciones y suplicará a la honorable Asam-
blea que se una en masa para dar al pueblo obrero la única verdadera solución del
problema, porque es su porvenir. (Aplausos.)
-El C. U garte: Pido la palabra, señor presidente, para rectificar hechos.
1053
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano U garte.
-El C. U garte: Señores diputados: El sentimiento uniforme que en la Asamblea
ha cristalizado para hacer que el problema obrero de la República salga de aquí con
la claridad más amplia, con el sentimiento más hondo de beneficio para la mayoría
que constituye esa clase, la benem.érita clase de los trabajadores, por la que, sin dis-
tinción de partidos propugnamos y la invitación cordial que el señor presidente de la
Comisión ha hecho para que, sosteniendo su dictamen, quede conforme en que lo que
nosotros deseamos, lo que vosotros deseáis, lo que desea la nación toda, no es que sea
burlada, sino que, por el contrario, que haya una realidad perfecta, como lo ha
demostrado esta amplia discusión del artículo 59; y en vista de que el debate ya está
agotado en esta materia, me permito proponer a la Comisión, como lo propuso el
señor licenciado Macías, que la n~glamentación de este articulo se incluya en el ar-
tículo 72 de la Constitución: los representantes de los Estados tendrán facultades de
legislar en lo que hace a cada una de las entidades federativas respecto del trabajo,
porque las necesidades varían de lugar a lugar dentro de un mismo Estado, muchas
veces de región a región. Y bien, señores diputados, nosotros estamos elaborando la
Constitución General de la República; el Congreso general, el C~ngreso Constitucio-
nal, tendrá que hacer las leyes que emanan de los principios que nosotros dejemos
establecidos aquí, y es necesario dejar esos principios en materia de legislación obrera
tan claros, tan precisos, tan terminantes, que cualquier Congreso que venga no tenga
más que hacer las- leyes con las bases que nosotros dejemos delineadas. El artículo 72
de la Constitución da al Congreso la facultad de legislar en la enumeración de casos
que son de su competencia, y precisamente en 10 relativo a legislar en materia de
comercio, minería, industria y trabajo, debe procurarse que la legislación de trabajo
y contratos contenga las siguientes bases: todas las de la legislación obrera. Alli
cabe perfectamente la enumeración de las garantías que el obrero espera de nosotros
como justa recompensa de sus sacrificios y miserias arrastradas tantos años sin en-
contrar lenitivo a sus dolores, y no podrá hacer _otra cos~ el Congreso constitucional,
sino expedir las leyes de acuerdo con el proyecto dado a conocer por el señor licen-
ciado MacÍas. Se dejará, además, a los Estados, en el artículo relativo, la obligación
de legislar en la misma materia conforme a ef5as bases, porque dice la Constitución
que en ningún caso los Congresos locales podrán expedir leyes que contravengan de
algún modo el pacto federal y se dejará consignado en el artículo 72 en la fracción
relativa, que el Congreso General sólo legislará para el Distrito Federal y Territorios
federales en materia de trabajo, con las bases completas que nosotros queremos que
se hagan extensivas, no con la limitación que pone la Comisión -precisamente recha-
zamos el proyecto por incompleto--, sino con toda la enumeración que se ha hecho
por algunos señores diputados, para que en colaboración comÚn con el señor diputado
Rouaix se establezcan cuáles son las bases para la legislación obrera qUe debe ex-
pedir el Congreso General. Es allí donde, en mi concepto, caOO la reglamentación y
especificación de que debe legislarse en materia de trabajo; por eso yo propongo que
el articulo 59 quede original como estaba en el proyecto y qUe toda la reglamentación
que elaboremos, los capítulos de la ley obrera, queden en el articulo 72, en la frac-
ción que trata del Distrito Federal y Territorios federales en materia de trabajo. Con
esas bases creo que la Asamblea toda ha aceptado unánimemente que si nosotros no
podemos dar la ley reglamentaria, sí debemos dejar incluidos los principios funda-
mentales para que esa legislación se expida a su tiempo. Los Estados conservarán
su perfecta soberanía para legislar en materia de trabajo, sin contravenir el pacto
federal, que es donde vamos a elaborar eficientemente. Si se acepta esa idea, pro-
pongo a la Comisión que retire su dictamen, que deje el artículo como vino en el
proyecto de reformas y que nosotros hagamos la consignación de estos principios re~
1054
generadores para la clase obrera en el artículo 72, al fijar al Congreso General la
obligación de legislar en materia de trabajo, considerándose los diversos puntos ex-
puestos por los diputados que han tratado esta cuestión, para que este principio sal-
vador condense la legislación obrera de la República Mexicana.
-Un C. secretario: Por acuerdo de la Presidencia se va a dar lectura a una
proposición del señor dipulado Manjarrez, que presentó por escrito. Dice así:
"Ciudadano presidente del honorable Congreso Constituyente:
"Es ya el tercer día que nos ocupamos de la discusión del artículo 5Q que está
a debate. Al margen de ellos, hemos podido observar que tanto los oradores del pro
como los del contra, están anuentes en que el Congreso haga una labor todo 10 efi-
ciente posible en pro de las clases trabajadoras.
HCada uno de los oradores, en su mayoría, ascienden a la tribuna con el fin de
hacer nuevas proposiciones, nuevos aditamentos que redunden en beneficio de los
trabajadores. Esto demuestra claramente que el problema del trabajo es algo muy
complejo, algo de lo que no tenemos precedente y que, por lo tanto, merece toda
nuestra atención y todo nuestro esmero.
¡lA mayor abundamiento, debemos tener en consideración que las iniciativas has-
ta hoy presentadas, no son ni con mucho la resolución de los problemas del trabajo:
bien al contrario, quedan aún muchos escollos y muchos capítulos que llenar; nada
se ha resuelto sobre las indemnizaciones del trabajo; nada se ha resuelto sobre las
limitaciones de las ganancias de los capitalistas; nada se ha resuelto sobre el seguro
de vida de los trabajadores, y todo ello y más, mucho más aún, es preciso que no
pase desapercibido de la consideración de esta honorable Asamblea.
"En esta virtud y por otras muchas razones que podrían explicarse y que es
obvio hacerlas, me permito proponer a la honorable Asamblea, por el digno conducto
de la Presidencia, que se conceda un capítulo exclusivo para tratar los asuntos del
trabajo, cuyo capítulo podría llevar como título "Del trabajo", o cualquiera otro que
estime conveniente la Asamblea.
"Asimismo me permito proponer que se nombre una comisión compuesta de cinco
personas o miembros encargados de hacer una recopilación de las iniciativas de los
diputados, de datos oficiales y de todo 10 relativo a este ramo, con objeto de dicta-
minar y proponer el capítulo de referencia, en tantos artículos cuantos fueren ne-
cesarios.
"Querétaro de Arteaga, 28 de diciembre d-e 1916.-F. C. Manjarrez".-(Rúbrica.)
Se ha recibido otra moción de los señores diputados Ochoa, R. de los Ríos y doctor
Rodríguez, que dice así:
"Los que, subscriben proponen a la Asamblea que no se vote el artículo 5Q mien-
tras no se firme el capítulo de las bases del problema obrero.-Raf. Ochoa.-R. de
los Ríos.-J. M. Rodríguez.
Se pregunta a la Asamblea si se toman a consideración las dos proposiciones
que se han estimado conexas.
-El C. Palavicini: La moción firmada, entre otros, por el señor doctor Rodrí-
guez, es una moción suspensiva.
-Un C. secretario: Se consulta a la Asamblea si se toma en- consideración la
proposición del diputado Manjarrez. Los que estén por la afirmativa se servirán po-
nerse de pie.
-El C. Reynoso: En mi concepto, la primera Comisión de Refonnas, ilustrada
ya ampliamente sobre el particular, puede desempeñar perfectamente el trabajo de
formar el capítulo correspondiente. N o se necesita formar otra comisión, que quitarla
unidad al criterio de la primera Comisión.
1055
-El C. presidente: Hago constar que su observación carece de base, desde el mo-
m.ento que se han nombrado dos comisiones, nada tiene de particular que se nombre
una tercera; pero de cualquier modo, la honorable Asamblea decidirá el punto.
-El C. Ugarte: La Comisión que tiene a su cargo el estudio del artículo 59 y
que ya ha dictaminado, es la que puede- resolver el caso. Si sostiene su dictamen, te-
nemos que reprobarlo, porque hay muchas cosas que hay que quitar de allí, yeso no
nos orienta definitivamente; si lo retira, presentando un dictamen especial respecto
al artículo 59, con las objeciones que se han hecho y acepta que se pueden tomar en
consideración, consultando la opinión de los demás señores diputados acerca del lugar
en que deben quedar las bases para la legislación obrera, entonces la Comisión nos
ahorrará trabajo y no hay necesidad de la moción suspensiva, que no tendrá otro
objeto que retardar indefinidamente la votación de este artículo. De manera que la
Comisión es la que puede resolver el conflicto; si sostiene su dictamen, yo creo que
se corre el riesgo de que votemos incongruencias; o lo desarticulamos para votarlo
en partes, porque 10s que quieran votar contra el párrafo de los abogados, votarán
allí que no y en cambio votarán que sí en otro párrafo que aprueben. La Comisión,
para hacer un criterio uniforme, como resultado de las modificaciones, puede retirar
su dictamen, presentarlo modificado en otra sesión, en el que esté completo su estudio
y de acuerdo con el sentir de la Asamblea, hacer que la reglamentación del trabajo
pal'a la expedición de las leyes que deben hacerse sobre el particular, lo ponga en
lugar especial. Hemos dicho que a nosotros nos parece que está incompleto en la enu-
meración que hace de los casos en que debe protegerse a los trabajadores; no es ab-
solutamente de acuerdo con el sentir de la Asamblea. Hay quien piense, como el ciu-
dadano diputado Victoria, que los comités de arbitraje y conciliación no están allí;
hay allí otra proposición del señor diputado Jara; hay otras que han sido materia
de la discusión y que han hecho verdadero peso en la Asamblea; de manera que la
Comisión puede retirar su dictamen, presentar el nuevo y ponerse de acuerdo sobre
en qué lugar va a poner las bases que servirán para las leyes obreras al ser expe-
didas por el Congreso General.
-El C. Múgica: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el Ciudadano Múgica.
-El C. Múgica: Yo quisiera que no se precipitara este asunto, que lo veamos
con toda seriedad y tranquilidad, porque después la Comisión no sabrá qué hacer y
se dividirá en pareceres; qUe se establezca claro y terminante el sentido de las cosas
que vamos a resolver, con objeto de dar una s~lución enteramente conforme al sentir
de la discusión que nos ha ocupado desde 4ace tres días.
-El C. Reynoso: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Reynoso: Estamos quebrantando ,el Reglamento. Dice que no se puede
discutir ningún asunto hasta que no se acabe de discutir el anterior. En este caso
la proposición del diputado Manjarrez no tiene cabida; en cambio, la moción suspen-
siva sí es de tomarse en cuenta.
-El C. presidente: Tiene usted razón.
-El C. Pastrana Jaimes: La proposición d-el diputado Manjarrez en el fondo
es suspensiva; debe discutirse.
-Un C. secretario: Voy a dar lectura otra vez a las dos proposiciones.
-El C. Múgica: Si se acepta esa moción del diputado Manjarrez, cambia ente-
l'amente el aspecto de la cuestión; allí se propone que se nombre otra comisión, que
se hagan tales o cuales cosas.
-El C. MacÍas: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Macías.
1056
-El C. Macías: Hay una proposición suspensiva que es de los señores diputados
Rodríguez, Del Río y Ochoa; esta proposición suspensiva es de tramitarse de toda
preferencia. Además, es muy racional y satisface los deseos de toda la Asamblea,
quitando toda clase de desconfianzas, suspender el debate por virtud de esa propo-
sición, y luego, ya en lo particular, sin necesidad de destruir la unidad de la Comi-
sión, ni de faltarle a las consideraciones que se merece, los diputados más interesados
en este asunto, que era lo que yo les proponía que de acuerdo con una personalidad
tan, respetable como es el ciudadano ministro de Fomento, que es el más interesado
y el más indicado en la materia, para evitar que ustedes tengan desconfianzas y crean
que van a tratar con nosotros, van y hacen su proyecto y nosotros se lo aceptamos
y se presentarán los dos proyectos a la vez; pero que no se apruebe el articulo 59
antes de que esté satisf-echo el problema obrero, y yo creo que así acabaremos más
pronto.
_El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palavicini: Era la observación que me iba a permitir hacer: la Secreta-
ría primero tiene que tramitar la moción suspensiva, toda otra cosa sobra dentro
del debate; de manera que 10 que hay que saber es si se toma en consideración la
moción suspensiva.
-El C. Múgica: Si se acepta la moción suspensiva, ¿podrá la Comisión retirar
el dictamen? (Voces: jSí! ¡No!) Por eso he pedido a la Asamblea que considere
este asunto.
-El C. U garte: La moción suspensiva no tendrá efecto realmente, porque en-
tonces la Comisión no tendrá facultad para retirar su dictamen, sino que quedará tal
como está; pero como del sentir de la Asamblea se desprend-e que puede hacerse un
nuevo trabajo por la Comisión -si ella solicita permiso de retirar el dictamen-,
entonces nosotros, después 10 volveremos a estudiar; pero la moción suspensiva deja
<en pie el dictamen como está y no hace otra cosa que reeargarnos el trabajo.
-El C. Múgica: Por esa razón desea la Comisión que, con toda honradez, se en-
cauce el sentir de la Asamblea en estos momentos; se ha atacado el dictamen del
artículo 51? como insuficiente para llenar las necesidades que se persiguen; que está
incompleto. Algunas personas han propuesto que se adicione; otras han propuesto
que se quiten todas las· adiciones que ,se han puesto allí y las que propusieron
otros diputados que se pongan en capítulo aparte. La Comisión desea saber de p'arte
de la Asamblea si está conforme, cuál de los dos párrafos es el que acepta; si el
de que se agreguen al artículo 51?' todas las cosas que no le ha puesto la Comisión
y que han propuesto varios diputados, o que se haga para todo esto un capítulo
especial; resuelta -esta cuestión, entonces la Comisión pide permiso para deliberar
cinco minutos, para resolver si retira o no su dictamen.
-El C. :Macías: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano MacÍas.
-El C. MacÍas: La moción suspensiva es para que la Comisión, de acuerdo con
todos los señores y el señor Rouaix, que irá de parte nuestra, porque es una persona
muy respetable, se pongan de acuerdo en hacer el proyecto, y una vez que esté este
proyecto de legislación obrera, entonces se presentarán las dos cosas separadamente7'
si la Comisión está conforme, y si no está conforme, pues entonces ya propuse la
adición; queremos que el debate quede íntegro, dejando la Comisión tal como está eso~
-El C. De los Santos: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano De los Santos.
-El C. De los Santos: Cualquiera de las dos cosas es reformar el dictamen de
la Comisión, y para hacerlo se necesitaría retirar primeramente el dictamen, ya sea
1057
agregando a él las adiciones que se quiere, o ya sea formando un capítulo nuevo
con ellas, porque de cualquiera de las dos maneras e·s un dictamen nuevo.
1058
26~ SESION ORDINARIA
CELEBRADA
EN EL TEATRO ITURBIDE LA TARDE DEL VIERNES 29
DE DICIEMBRE DE 1916
SUMARIO
l.-Se abre la seslOn. Se lee y aprueba el acta de la anterior. Se da cuenta con los
asuntos en cartera y CQfl los dictámene;s referentes a los artículos 44, 45 y 48,
señalándose día para su discusión.
2.-Puesto a discusión el artículo 41, es retirado en vista de la moción presentarla por
el C. Pastrana J aimes.
3.-80n puestos a diseusión y sin ella aprobados por unanimidad, en votación nominal,
los artículos 46, 47, 50, 51, 53 Y 19.
4.-Se pone a discusiÓln el dictamen sobre el artículo 52, siendo desechado en votación
nominal.
5.-Puesto a discusión el voto particular de los CC. Jara y Medina, es aprobado sin
ella en votación nominal-.
6.-EI C.· Calderón informa de su comisión. Se levanta la sesión.
(Con asistencia de 132 ciudadanos diputados, según lista que a las 3 y 55 pasó el
C. prosecretario López Lira, se abrió la sesión.)
-El C. secretario Truchuelo leyó el acta de la sesión anterior, y puesta a discu-
sión, sin ella es aprobada en votación económica.
-El C. secretario Lizardi, a nombre de la Presidencia, manifestó que, habiendo
fallecido el C. diputado José E. Franco, aquélla acordó fuera llamado el suplente
respectivo y se enlutara la tribuna parlamentaria durante tres días. Asimismo fue
nombrada una Comisión, compuesta de los ce. diputados Aguirre, Juarico y Moreno
Bruno, para asistir a los funerales del e. diputado Franco.
"El C. diputado Rubén Martí pide licencia para dejar de asistir a las sesiones
durante dos días, por causa de enfermedad".
Las personas que estén porque se conceda el permiso ... (Voces: ¡No! .¡No!)
-El C. De los Santos-: Pido la palabra para un hecho.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano De los Santos.
1059
-El C. De los Santos: El señor Martí hace mucho con pedir permiso para estar
fuera de la Asamblea dos días; solamente por corrección, por atención. Puede estar
fuera tres días, sin que le podamos decir nada; así es que, ¿ por qué le vamos a negar
al señor Martí el permiso para estar fuera sólo dos días cuando lo hace solamente
por ser atento con la Cámara? Hay personas que han estado fuera de esta Asamblea
ocho o quince días y sin embargo, no se llamó a los suplentes. Yo pido que se le dé
permiso.
-El C. Rodríguez José .María: Pido la palabra para una aclaración.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rodríguez.
-El C. Rodríguez José María: Me consta que el señor Martí está enfermo, tiene
calentura; de manera que esta Asamblea está en la obUgación de conceder el permiso
que pide; de todas maneras, el permiso tendrá que darse.
-El mismo C: secretario: En votación económica se pregunta si se concede el
permiso. Las personas que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Concedido.
-El C. secretario Lizardi sigue dando cuenta con los siguientes asuntos en car-
tera:
"El ciudadano gobernador y comandante militar del Estado de México, comunica
que el C. Macaría Pérez, diputado propietario por el 109 distrito electoral de esa En-
tidad federativa, no puede asistir a las sesiones del Congreso por tener un cuidado de
familia". -De enterado, y llámese al suplente.
"El C. diputado José Alvarez. presenta una iniciativa de reformas al articulo 129
del proyecto de Constitución".-Pasa a la Comisión de Constitución.
1060
"Ciudadanos diputados:
"La única variante que hay entre el artículo 41-del proyecto de reformas del ciu-
dadano Primer Jefe, al de igual número de la Constitución de 1857, consiste en esto:
"En la Constituci.ón se dice que: «El pueblo ejerce su soberanía por medio de los
poderes de la Unión, en los casos de su competencia, y por los de los Estados, para lo
que toca a su régimen interior, en los términos, etcétera ... » y en el proyecto de refor-
mas, en lugar de la preposición para, subrayada en la inserción anterior, se pone en, lo
que ha parecido más propio a la Comisión.
"En cuanto a la materia misma del artículo, fácilmente se comprende que es una
consecuencia natural y directa de los principios de la soberanía popular y de la for-
ma federativa de Gobierno que hemos aceptado, pudiendo decirse que solamente se
concreta a precisar de qué manera se ejerce tal soberanía dentro '<le tal régimen, y a
establecer, COmo debe ser, el lugar preferente que debe ocupar la Constitución federal
respecto de las Constituciones locales. Por lo tanto, proponemos a vuestra soberanía
la aprobación del artículo 41 en los siguientes términos:
"Artículo 41. El pueblo ejerce su soberanía por medio de los poderes de la Unión
en los casos de su competencia, y por los EstadO's, en lo que toca a su régimen interior
",n los términos respectivamente establecidos por esta Constitución federal y las par-
ticulares de los Estados, las que en ningún caso podrán contravenir a las estipulaciones
del Pacto Federal".
"Sala de Comisiones.-Querétaro de Arteaga, 25 de diciembre de 1916.-Paulino
Machorro Narváez. - Heriberto Jara. - Agustín Garza González. - Arturo Méndez.
Hilario Medina".
Está a discusión. Las personas que gusten hacer uso de la palabra en pro o en
('ontra, pueden ~asar a inscribirse.
-El C. Cano: Señor presidente, pido la palabra.
-El C. presidente: Tie:o.e la palabra el ciudadano Cano.
-El C. Cano: Estoy conforme en que se ponga a discusión este artículo, pero
pido que antes se me conceda la palabra a fin de rectificar un hecho de la sesión pa-
sada. Yo deseo hablar antes de que se inicie esta discusión.
-El C. presidente: Luego que termine la lectura. (Varios ciudadanos diputados
piden a la' vez la palabra y se origina una confusión.)
-Un C. diputado: Se abrió la discusión 'el día 26 y se acordó que se discutiera
cuando se discutiera la iniciativa de la Comisión Nacional Agraria. Este fue el a~uerdo
que recayó hace tres días.
-El C. Machorro Narváez: Creo que podría hacerse la aclaración consultándose
el acta respectiva. Yo entiendo que no hubo ninguna moción suspensiva. El acuerdo de
la Mesa fue que se señalara día para la discusión. Ahora se señala y 'se cumple con el
~cuerdo anterior.
-El C. Cano: Que se consulte el acta. Allí está el acuerdo. (Murmullos.)
-El C. Terrones: Dice el señor Pastrana Jaimes que había pedido moción suspen-
siva;' que él había pedido moción suspensiva para cuando se discutiera la iniciativa
de la Comisión Nacional Agraria. Es mi entender que aquí no se discutan las ideas y
las iniciativas de los particulares, po:z:-que a, este respecto la Comisión Nacional Agra-
ria debe tenerse como iniciativa procedente de un particular, y ·en ese caso no tiene
razón la moción suspensiva del señor Pastrana J a:imes, porque aquí jamás se resuel-
ven los dictámenes hasta cuando se discuten las iniciativas particulares.
-El e: Pastrana Jaimes: Replicando al compañero, debo decir que yo hice mi
moción suspensiva y la Asamblea acordó de conformidad y la Mesa resolvió que este
artículo se discutiría cuando se tratara la iniciativa de la Comisión Nacional Agraria.
1061
Esto fue lo que se acordó y debemos sostener el acuerdo que hemos tomado porque
no estamos jugando en este Congreso.
-El mismo C. secretario: Ya se han mandado traer las actas para rectificar este
punto en el sentido en que se tomó el acuerdo. Entretanto, y por acuerdo de la Pre-
sidencia, se pondrán a discusión otros dictámenes.
El dictamen sobre el artículo 46 dice:
"Ciudadanos diputados:
"El artículo 46 del proyecto del ciudadano Primer Jefe, es una novedad en nuestra
Constitución. Determina que las cuestiones territoriales se arreglarán en los términos
que establezca nuestra Constitución. Siendo de obvia apreciación, la Comisión se per-
mite proponerlo a la aprobación de esta honorable Asamblea, en los siguientes
términos:
"Artículo 46. Los estados que tuvieren pendientes cuestiones de límites, las arre-
glarán en los términos que establezca la Constitución".
"Sala de Comisiones, Querétaro de Arteaga, 27 de diciembre de 1916.-Paulino
Machorro N arváez.-Heriberto J ara.-Arturo Méndez.-Agustín Garza González.-Hi~
lario Medina".
Está a discusión. Las personas que deseen hacer uso de la .palabra en pro o en
contra, pueden pasar a inscribirse. ¿No hay quien haga uso de la palabra? (Voces:
¡Nol ¡No!)
Por acuerdo de la Presidencia se reserva este artículo para votarlo con algún otro
que tampoco fuere objetado.
1062
eso proponemos a la misma se sirva aprobar juntamente eon el lugar· que· tien:e en la
Constitución, dicho artículo en su texto, que es el siguiente: '
"SECCION PRIMERA'"
1063
"Por tanto, consultamos a esta honorable Asamblea, la aprobación del citado
artículo en esta forma:
"Artículo 19. Ninguna detención podrá exceder del término de tres días sin que
se justifique con un auto de formal prisión, en el que se expresarán: el delito que se
imputa al acusado; los elementos que constituyan aquél; lugar, tiempo y circunstan-
cias de ejecución y los datos que arroje la averiguación previa, los que deben ser bas-
tantes para comprobar el cuerpo del delito y hacer probable la responsabilidad del
acusado. La infracción de esta disposición, hace responsables a la autoridad que or-
dena la detención o la consiente, y a los agentes, ministros, alcaides o carceleros que
la ejecuten.
"Todo proceso s'e seguirá forzosamente por el delito o delitos señalados en el auto
de formal prisión. Si en la secuela de un proceso apareciere que se ha cometido un de-
lito distinto del que se persigue, deberá ser objeto de acusación separada, sin perjuicio
de que después pueda decretarse la acumulación, si fuere conducente.
"Todo maltratamiento en la aprehensión o en las prisiones, toda molestia que se
infiera sin motivo legal, toda gabela o contribución en las cárceles, es un abuso que
será corregido por las leyes y reprimido por las autoridades".
"Sala de Comisiones. Querétaro de Arteaga, diciembre 22 de 1916.-General Fran-
cisco .J. Múgica.-Alberto Román.-L. G. ::\Ionzón.-Enrique Recio.-Enrique Colunga".
Por no haber sido discutidos, se reservan para su votación.
1064
"VOTO PARTICULAR de los CC. Heriberto Jara e Hilario Medina, miembros de la
2~ Comisión de Constitución, sobre el artículo 52 del proyecto de reformas.
"Ciudadanos diputados:
"Los subscriptos han tenido el sentimiento de diferir de opinión con la mayoría
de la Comisión, en dar un dictamen aprobatorio al artículo 52 del proyecto de re-
formas: del ciudadano Primer Jefe, que asigna para la representación popular en la
Cámara de Diputados, un diputado por cada cien mil habitantes o por una fracción
que pase de treinta mil. La Constitución de 57 también hace de la población la base
de la representación para la Cámara de Diputados, asignando uno por cada sesenta
mil habitantes o fracción que pase de veinte mil. Las razones que nosotros tenemos
para votar por que se apruebe este artículo de la Constitución, son las siguientes:
"PRIMERA. Siendo la población la base de la Representación N aciona!, en rea-
lidad no hay un criterio lógico y natural para dlvidir en porciones de determinado
número esa Representación; por lo tanto, a falta de ese criterio, debemos buscar
otro en la tradición constitucional, que es la más indicada para sugerirnos una reso-
lución en el caso. .
"Ahora bien; nuestra Constitución, hasta el 18 de noviembre de 1901 en que se
reformó este artículo, fijaba como base para la elección de diputados, una población
de cuarenta :mil habitantes o fracción excedente de veinte mil. A partir de esa fecha,
se asignó la cantidad de sesénta mil o fracción excedente de veinte mil para las elec-
ciones de los diputados.
"SEGUNDA. La tendencia de todo régimen político, consiste en dar una cabida
cada vez más amplia a elementos populares en el manejo de la cosa pública, procu-
rando que el pequeño grupo que constituye los Gobiernos establecido.s, vaya ensan-
chándose paulatinamente, pues el ideal en el régimen democrático consiste en que el
pueblo se gobierne por sí mismo. ...
"TERCERA. Podría decirse que la reducción que se propone en el proyecto para
la Representación Nacional, signLfica una economía en los gastos públicos; pero,
además de que de conservarse el concepto tal como se encuentra en la Constitución,
no hay ningún exceso en los gastos acostumbrados, supuesto que la Representación
Rerá la misma que ha habido desde 1901 hasta la fecha, tal argumento cae por sí
mismo si se considera que siempre está en las facultades del mismo Poder Legislativo
reducir los sueldos que la nación paga a ·los diputados.
"CUARTA. La minoría que formuló este voto particular, juzga mejor la reduc-
ción de los sueldos que la reducción de la Representación popular. En una Cámara
más numerosa, están representados más intereses, más tendencias, hay más diversi-
dad en los criterios y, por lo mismo, hay lugar a soluciones más fecundas y más am-
plias y que contengan un mayor número de miras particulares.
"Por "lo expuesto, la minoría de la. Comisión ,se permite rogar a vuestra sobe-
ranía apru·ebe el artículo que en la Constitución tiene el número 53 j pero que en el
proyecto le corresponde_ el 52, en los siguientes términos.
"Artículo 52. Se elegirá mi diputado propietario por cada sesenta mil habi~
tantes o por una fracción que pase de veinte mil, teniendo en cuenta el censo gene-
ral del Distrito Federal y el de cada Estado y Territorio. La población del Estado
o Territorio que fuere menor que la que se fija en este artículo, elegirá, sin em-
bargo, un diputado propietario."
"Sala de Comisiones.-Querétaro de Arteaga, 25 de diciembre de 1916.-Heri-
berto Jara.-Hilario Medina."
En atención a que probablemente este artículo suscitará discusión, por acuerdo
de la Presidencia se va a proceder desde luego a recoger la votación de los ~ anterio-
1065
res artículos que no han sido discutidos, reservándose la discusión de éste para el
final de la votación.
--...:....EI C. Rodríguez González: Pido la palabra, señor presidente.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rodríguez González.
-El C. Rodríguez González: Me iba a permitir proponer una modificación al ar-
tículo 43, modificación que, en caso de ser aprobada, probablemente afectaría el 47;
de manera que yo me permito suplicar a la Presidencia me conceda hacer esa propo-
sición para que, si la Cámara la considera digna de tomarse en cuenta ... "
-El C. presidente, interrumpiendo: La puede usted hacer por escrito en cualquier
momento y presentarla antes de que llegue la hora de la votación, y se tomará en
cuenta.
-El C. Rodríguez Gcnzález: La modificación mía no se refiere precisamente al
artículo 43, sino al 47.
-El C. Pastl'ana Jaimes: Pido la palabra para una ligera aclaración.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Pastrana J aimes.
-El C. Pastrana Jaimes: Que la Comisión se sirva decirme en qué casos un dipu-
tadQ puede tener la representación de menos de treinta mil habitantes.
-El C. presidente: No está a debate ese artículo.
-El C. Pastrana Jaimes: Nos lo acaban de leer.
-El C. secretario Lizardi: Está a votación, no a debate. (Voces: ¡Tampoco!) Los
artículos que están a votación son los siguientes: 46, 47, 50, 51, 53 y 19. La Presi-
dencia -suplica a los señores diputados que si dan su voto negativamente por algún
artículo especialmente, se sirvan expresarlo así.
-El C. Manjarrez: Pido la palabra para un hecho.
-El C. presidente: ¿ A qué se refi€re?
-El C. Manjarrez: Es relativo a estos asuntos, señor. (Voces: jA votar! ¡A vo-
tar!) No es de la votación; unas cuantas palabras ... (Voces: ¡No! ¡No!)
-El mismo C. secretario: Se procede a la votación de los artículos 46, 47, 50,
51, 53 Y 19.
-El C. secretario: ¿ Falta algún ciudadano diputado por votar?
Los artículos 46, 47, 50, 51, 53 Y 19 fueron aprobados por unanimidad de
165 votos.
-El mismo C. secretario: Se han inscripto en contra del proyecto del artículo
52, los señores doctor J. López Lira, general Francisco J. Múgica y general Heri-
berto Jara.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano López Lira.
-El C. López Lira: Señores diputados: Muy brevemente voy a hablar a uste-
des:; voy más bien a citar hechos. El Estado de Guanajuato es el Estado más poblado
de la República. La densidad de población que existe en el Estado de Guanajuato
es mayor que en cualquier otro Estado de la República. Sin embargo, en el Estado
de Guanajuato hay distritos electorales formados por un buen número de distritos o
municipalidades; tienen como base para las elecciones, sesenta mil habitantes para·
cada diputado al Congreso General. Tenemo-s, por ejemplo, el distrito cuya cabecera
es Santa Cruz de Galeana. Este distrito electoral está formado, además del distrito
de Santa Cruz, que comprende algunos pueblos como San Antonio de' la Vega, etc.
Comprende también el distrito de Chamacuero de Comonfort, que a su vez comprende
el distrito político de Empalme de González, Soria y algunas otras pequeñas pobla-
ciones, 'cuyos nombres no recuerdo. Este mismo distrito electoral está integrado por
1066
Cortazar, que tiene, además de Cortazar, la villa de Encarnación de Díaz o El Guaje.
Dada la poca costumbre que tenemos de ejercitar los derechos electorales, Son mu-
chas las dificultades que se provocan, no solamente para una gira o para una cam-
paña electoral, sino para el mecanismo mismo de la elección. El 49 distrito electoral
comprende el distrito de Salamanca, la municipalidad de Pueblo Nuevo, el distrito
de Valle de Santiago y el distrito del Jaral. Algunos de estos distritos tienen dos
municipalidades y las municipalidades tienen, a ,su vez, algunas; lo que se llamaba
antes jefaturas auxiliares, en haciendas de cierta importancia. Si votamos porque
sea un representante por cada cien mil habitantes, este representante no es una ge-
nuina representación ·de los intereses de una región y, además, el funcionamiento
electoral se complica. Si el ideal democrático es que estén comprendidas el mayor
número de actividades e intereses de regiones, de esta manera complicamos nuestro
sistema electoral, porque debemos tener en cuenta el gran número de analfabetos que
hay ,en nuestro país y, al mismo tiempo, damos lugar a que la representación no
sea genuina, como decía hace un momento. Se ha l-eído -esta tarde una iniciativa a
propósito del Estado de Colima, y todo un Estado, según el censo que hoy señala, no
estaría capacitado legalmente para mandar un representante, aun cuando las frac-
ciones d-e veinte mil habitantes puedan mandarlo. Ustedes ven cómo se hace en cierto
modo una división injusta y cómo no podrían estar representados todos los intereses.
Si esto pasa en . Guanajuato que, como decía a ustedes, es el que tiene mayor densidad
de población, ¿ qué no pasará en aquellos Estados cuya densidad de población es me-
nor, y en dOl.lde hay' un gran número de pueblos diseminados ,en, una vasta extensión
,de nuestro territorio? De manera que yo quiero recordar estos hechos a ustedes para
que se sirvan votar en contra de ese dictamen.
-El C. presidente: Tien-e la palabra el ciudadano Rodríguez González.
-El C. Rodríguez González: Señores diputados: Es muy extraño que se hayan
inscripto en contra del dictamen únicamente representantes de los Estados que tie-
nen mayor densidad de población; los tres señores inscriptos en contra tienen la re-
presentaCión de Estados que pasan de un millón de habitantes, es decir, que envían
mayor número de representantes al Congreso de la Unión. El señor diputado Lira,
o López Lira, ha impugnado el dictamen oponiendo como única razón la de que se
dificulta la propaganda. (Risas. Voces: ¡No!)
-El C. López Lira: ¡No!
-El C. Rodríguez González: Tal vez no me he fijado en todo, pero aparece como
principal razón, sino como única, la de que se dificultan los trabajos electorales, cosa
que no podría ser de gran trascendencia. En el voto particular de los diputados Jara
y Medina, se dice que sería prerferible reducir el sueldo de los diputados, a reduc'ir
el número de éstos, cosa con la cual no estamos comormes, porque si tomamos en
consideración los doscientos cincuenta pesos que se pagaban como sueldo a los re-
presentantes, veremos que en estos tiempos no son ni con mucho suficientes. para
satisfaC€T las necesidades más indispensables, ya no digamos de un representante
del pueblo, sino de un ciudadano que quiera vivir decentemente. Dicen tambi~n en
ese voto particular que el presupuesto no aumentaría y, dadas las condiciones de
vida que tenemos en la actualidad, será forzoso que aumente ese presupuesto aun
reduciendo el número de diputados; es necesario que ,se ,aumente ese presupuesto y
si no, podemos fijarnos en el salario, o no digo salario, remuneración que se nos
da a nosotros actualmente y lo que se daba a los constituyentes del 57; aquellos dis-
frutaban de dos pesos diario,s y a nosotros se nos dan quince, y nosotros estamos re-
lativamente en condicion-es iguales a las que existían en aquella época... (Voces:
¡No!) Las condiciones de la vida de entonces y las de ahora han cambiado mucho;
no recuerdo si acaso hay algún otro motivo que hayan expuesto tanto los señores
1067
del voto particular como el señor López Lira y, por lo tanto, no puedo rebatirlos,
ya que me he inscripto en el pro únicamente para impugnar las razones que en contra
del dictamen exponen los que no son partidarios de él.
-El C. López Lira: Pido la palabra para una aclaración.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano López Lira.
-El C. López Lira: Aunque su -señoría el diputado Rodríguez González vino a
discutir aquí la Ley de Ingresos, deseo rectificar un hecho. Yo no dije que no debía
nombrarse un diputado por cada cien mil habitantes, porque era difícil la campaña
electoral: yo dije que más difícil es el mecanismo electoral, es decir, el envío de los
documentos a las juntas computadoras; en una palabra, el funcionamiento de la cam-
paña electoral y no la campaña electora1.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Múgica.
-El C. Múgica: Señores diputados: Me he inscripto para hablar en contra del
dictamen de la Comisión, o de la mayoría de la 2~ Oomisión dictaminadora, porque
creo muy importante el asunto. Efectivamente, señores, se trata nada menas que de
reducir una cantidad casi insignificante -su esencia misma- uno de los poderes
que constituyen nuestro régimeri constitucional: el Poder Legislativo. Es el Poder
Legislativo, como pudieran decirlo los tratadistas constitucionales, el poder esencial-
mente popular; es donde el pueblo manifiesta de una manera ostensible el poder de
que está investido; y si lo vamos a reducir a una condición exigua, indudablemente
que perjudicaremos en su esencia misma a nuestras instituciones republicanas. Ac-
tualmente la República, en las condicione~ de censo, que son las que han venido de-
terminando el número de representantes del pueblo, y sujetándonos al efectuado en
1910, arroja o da para la Representación Nacional alrededor de 248 ciudadanos dipu-
tados, y de esos 248 diputados ,se han presentado a un Congreso Constituyente como
éste, que por su novedad, por su importancia, por su trascendencia, Siquiera por la
satisfacción personal de figurar en él, ya que los Congresos constituyentes no se
dan a diario en la vida de los pueblos, sin embargo de todos esos motivos de atr.ac-
ción que pudiera tener el Congresü para los diputados, han venido a él hasta estos
momentos, comº máximum, ciento setenta diputados, y hemos tenido aquí un pro-
medio de asistencias de ciento treinta diputados. Si reducimos el número de represen-
tantes, porque indudablemente se reduce con la base de población que se presupone
para cada uno de ellos, de sesenta a cien mil habitantes, si lo reducimos en gran
cantidad como tendría que suceder, ¿ qué asistencia vendríamos a tener en la Repre-
sentació~ N aciona1? Y de allí, señores, ¿ qué significación, qué verdadera función
constitucional podría tener un Congreso reducido a 120 ó a 90 ciudadanos diputados?
Estaría el Congreso casi en las mismas condiciones que el Senado, porque el Se-
nado, teniendo dos representantes por cada uno de los Estados de la República, ten-
dría un número muy aproximado de miembros al que asistiría por término medio al
Congreso. El inconveniente fundamental de esta reforma podría muy bien definírnoslo
alguno de los señores abogados que supiera hablar profundamente de la esencia mis-
ma de nuestras instituciones. Yo.me concreto simplemente a señalar de una manera
superficial, que es hasta donde alcanzan mis facultades, el inconveniente que encuen-
tro a la reforma propuesta por el proyecto del ciudadano Primer Jefe. Además, se-
ñores, hay otro inconveniente que es secundario, que en realidad no pudiera tomarse
en consideración, pero que, sin embargo, es de importancia. Generalmente, la división
que la Constitución federal propone para la elección de diputados, ha influido mucho
en los Estados para la base que los mismos Estados han tomado en su Constitución
misma para determinar el número de diputados que han de tener sus legislaturas lo-
cales; de tal manera, que con la base de sesenta mil habitantes, ha habido muchos
Estados que han reducido sus Congresos a un número mínimo. Por algunos datos que
1068
tengo, vengo en conocimiento de que en el Estado de Zacatecas se ha hecho última-
mente una reforma a la Constitución, adoptando la base de sesenta mil habitantes,
y el Congreso de Zara tecas queda reducido a ocho representantes. En el Congreso del
Estado de Hidalgo tenemos once diputados para el Congreso local, tomando la mis-
ma base.
Puebla tiene veintitrés diputados al Congreso local y dieciocho al Congreso de la
Unión; pero hay algunos otros Estados que se han sentido influenciados por la base
constitucional o han copiado el precepto sin tomar en cuenta el inconveniente que
tiene una Legislatura, es decir, un Poder popular independiente y soberano que está
reducido forzosamente a un número tan pequeño de representantes, cuando su esencia
misma estriba precisamente en el número de los miembros que la constituyen. Yo
quisiera, señores, rogar a alguno de los señores diputados p'resentes que tengan co-
nocimientos profundos en esté asunto, de la constitución de los poderes, que .nos ha-
blara ampliamente sobre el particular, porque esta objeción que yo delineo apenas,
podría muy bien esc1arecerse para que, puesta de una manera ·precisa y terminante
por un. tratadista, resolvernos a votar en contra del dictamen, y sería labor patriótica~
en mi concepto, la que pudiera hacer alguno de los diputados presentes que teniendo
conocimientos en esta materia, atendiera la suplica que le hago con encarecimiento.
Por otra parte, señores, esta Constitución va a entrar en vigor inmediatamente que
sea terminada, pues hay el propósito en el Ejecutivo de la Unión, y aun así lo insinúa
en uno de los artículos transitorios puestos al final de su proyecto, de que para el día
primero de abril estén funcionando ya los poderes de la Federación que sean de elec-
ción popular j de tal manera, que en el mes de febrero y en el mes de marzo se ten-
drán que hacer las elecciones con 1a nueva modificación de los cien mil habitantes;
para determinar el número de representantes al Congreso de la Unión tendrá que
producirse un trabajo muy laborioso, el trabajo de la división territorial, que estoy
seguro no se podrá hacer de una man~ra correcta, ni siquiera de una manera aproxi-
mada, tendrá que producir, por consiguiente, desorientación en todas las corporaciones
políticas que existan para esa fecha en todos los Estados de la República y, por lo
mismo, tendrá que ·presentar muy serios inconvenientes para que la elección de dipu-
tados al Congreso de la Unión se haga bajo la forma de profundo respeto al voto
público, de perfecta independencia o perfecta efectividad de ese mismo voto y de to-
dos aquellos ideales que la revolución ha traído y ~n los cuales reside esencialmente
la soberanía del pueblo. Pero aun dejando este punto de vista muy inmediato, pode-
mos t'ener en consideración el .punto más mediato: habrá Estados en la República qu~
manden a la Representación Nacional una representación enteramente mezquina, quizá
de dos diputados, tal vez de un diputado, yeso, señores ¿ qué significación, qué energía
puede aportar un solo individuo a un Congreso en donde habría para contrarrestarlo
las poderosas di·putaciones de los Estados grandes? ¿ Qué estamos observando en estos
momentos en que se trata de la iniciativa del Estado de Colima? Yo soy michoacano
y he visto con orgullo propio del provincialista las protestas que han presentado los
diputados por Michoacán cuandQ se ha tratado de desmembrarle uno de sus distritos
para ser agregado al Estado de Colima, según proposición del diputado Ramírez Vi-
llarreal; he oído las protestas viriles de la diputación de Jalisco cuando se ha tratado
de hacer lo mismo para hacer crecer el Estado de Colima. Señores: Yo quisiera pre-
guntar a qué quedó reducida esa diputación de Colima, teniendo enfrente esas dos
diput'aciones; no tuvo SIquiera el valor el representante de Colima, para de una ma-
nera vigorosa y enérgica pararse en esta tribuna para defender la ,proposición que
presentó. (Aplausos.) Yeso, señores, no lo juzgo una cobardía de parte de la dipu-
tación de Colima, aunque está en minoría absoluta; lo juzgo efecto psicológico de las
circunstancias en que se encuentra; son débiles esos Estados pequeños en la Repre-
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sentación Nacional, son muy débiles, y aunque hicieran esfuerzos heroicos, no podrían
sacar avante una idea en la cual estuvieran en contraposición intereses de las entida-
des más grandes, yeso, señores, es un inconveniente, porque para el Estado de Co-
lima, para el Estado de Tlaxcala, para el Estado de Aguascalientcs, 'como todos esos
Estados pequeños en territorio y en población, quedarán reducidos sus ideales absolu-
tamente a nada; sus esfuerzos se perderán en el mare magnum de la Cámara, siempre
que se encontraran en la situación y en las' circunstancias en que se encontró la dipu-
tación de Colima en este Congreso. Yo suplico, señores diputadOS, que consideréis
tranquilamente esta reforma; ~s muy importante. No ha crecido la población de Mé-
xico, no aumentará el número de diputados; no serán mayores los gast'os que el Poder
Legislativo haga al pueblo. Pero, por otra parte, señores, aunque esos gastos fueran
crecidos, tendrían su compensación si esa Cámara correspondiera a los muy grandes
intereses y a los muy grandes principios y a la confianza ilimitada que el pueblo de-
posita en las manos de sus representantes, los más genuinos representantes en el ré-
gimen federativo, como son 'en nuestra República esencialmente los diputados al Con-
greso. (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Jara, en contTa.
-El C. Jara: ,señores diputados: Poco tendré que" agregar a las palabras que ha
pronunciado aquí nuestro distinguido colega el señor diputado Múgica. El motivo que
nosotros tuvimos para dar nuestro voto particular en contra del dictamen de la Co-
misión, es el deseo que tenemos de que en todos los órdenes de la democracia en nues-
tra República, ésta sea un hecho. Consideramos que, dada la falta de comunicación
con muchos lugares de la República, mientras más censo se señale para cada repre-
sentante al Congreso de la Unión, más difícil será la campaña de éste y más difícil
será poder cumplir para él, de una manera conveniente, de una manera concienzuda,
sus labores en este Parlamento. Se ha dicho, o más bien, es la verdad, que los dipu-
tados al Congreso de la Unión no representan 'precisamente al Estado; no represen-
tan precisamente al distrito; son los representantes de la nación en general. Los re-
presentantes de los Estados, de los respectivos Estados, son los senadores y son los
que en su respéctiva Cámara llevan la tendencia conservadora, llevan la tendencia
de restringir o de encauzar cuando la corriente del Congreso, de la Cámara de Dipu-
tados, creen que se desborda, que sigue por un sendero demasiado potente, demasiado
revolucionario, digámoslo así, y es entonces la Cámara de Senadores la que viene a
balancear los ímpetus y la fuerza de la Cámara de Diputados. En este Congreso, en
el Congreso Constituyente, hemos tenido la fortuna de venir varios representantes de
las clases populares, aquí han tenido acceso varios representantes genuinos de las
clases trabajadoras, y a estos representantes seguramente que les pondríamos una
gran traba si aumentásemos el censo para las futuras elecciones. El diputado pobre,
el di'putado que no tiene elementos para hacer una campaña en una gran extensión,
se vería sacrificado, contraería compromisos mayores de los que ahora puede contraer
para hacer una verdadera elección. N os debemos poner en el caso de que los dipu-
tados deben venir aquí como indudablemente han venido ahora, no por consigna, no
por imposición, sino por la fuerza del voto público; debemos ponernos en l~ conside-
ración de que no debe seguir aconteciend9 lo que en tiempo de Díaz, qUe bastaba con
que mandaran una lista allá, para que el gran dictador escogiera y dijera: "Su seño-
ría don Francisco Bulnes, por la Baja California", y no la conocía más que por el
mapa el señor don Francisco Bulnes; "el señor fulano, el señor zutano a tal. ,parte",
y generalmente parece que tenían el tino de mandarlos adonde menos conocían. En las
Cámaras porfirianas se presentó el caso de que a un señor diputado le preguntaron
si había ferrocarril en su distrito y él no supo qué contestar. De aHí que la Represen-
tación Nacional no fuera entonces una verdadera representación, era la comparsa de
1070
la mascarada porfiriana, sencillamente; ahora la cuestión cambia de aspecto: nada ha-
bría conseguido la revolución, inútiles habrían sido los esfuerzos de los revolucio-
narios, inútil la sangre vertida y los sacrificios y los' dulores que esta lucha ha
traído consigo, si volviésemos a los mismos procedimientos. Yo creo qué teniendo
una buena re'presentación, aunque en ella se gastase más que admitiéndola de un
número menor de diputados, ese gasto estaría perfectamente justificado, ese gas-
to sería de los mejores que podría hacer la nación, dado que entonces todos los
señores diputados vendrían aquí conscientes de su deber, vendrían aquí con el
conocimiento más O menos perfecto de su región y aunque, como dije antes,' el di-
putado al Congreso de la Unión no sólo representa la porción de tierra y el nú-
mero de habitantes que tiene, sino a la nación en general, es muy conveniente
que cada diputado conozca el lugar que viene representando, porque son muchos los •
casoS en que se tiene que recurrir a los conocimientos de ese diputado para que él
ilustre con ellos las discusiones de la Cámara de Diputados cuando se basan sobre
cierta región: N o cito o no encuentro un grave inconveniente precisamente en las
próximas elecciones, porque bastaría poner en un ,artículo transitorio, que -por ahora
se consideraba o para las próximas elecciones se consideraba la misma división te-
rritorial; pero si esto no era así, desde luego tropezaríamos con este gravísimo obs-
táculo: en el tiempo que falta, no sería posible hacer una nueva división territorial,
no sería posible arreglar todo lo necesario para unas buenas elecciones y serían fes-
tinadas, faltarían muchos representantes_ sin duda y los pueblos quedarían desconten-
tos porque toda la nación está deseosa de ser representada en el Congreso de la Unión,
de tener allí verdaderos representantes, verdaderos amigos suyos que defiendan sus
intereses. Para eso, como ha dicho el señor diputado Múgica, es muy loable la con-
, ducta de los señores diputados de- Michoacán que desde luego, al sentir que se atacaba
su terruño, al ,percatarse que en el jirón de tierra que los vio nacer se cernía algo
que para ellos era inconveniente, que ellos quizá consideraban como una desgracia:
su desmembramiento, levantaron su voz, hicieron una protesta enérgica yeso es muy
loable sin duda y demuestra el interés que esa diputación tiene, como el interés que
en geñeral tienen seguramente todos los diputados por representar de una manera
digna y eficaz a los habitantes que los han elegido. Así, pues, señores diputados, yo
os pido que votéis en contra del dictamen y aprobéis la moción que hacemos para
que quede considerado ese artículo constitucion~l como estaba en la Constitución de
57. (Aplausos.)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Espinosa, en contra. (Aborda la
tribuna el C. Machorrc;> Narváez, presidente de la 21l' Comisión' Dictaminadora.)
-El C. Machorro Narváez: Señores diputados: No parece sino que' el dictamen
sobre el artículo 52 ha venido a herir algunos interes'es o ha tenido cierto privilegio
de que hasta ahora ningún dictamen había gozado. El artículo 52 no ha encontrado
sino un solo defensor, y en cambio, tres o cuatro oradores que 10 atacan. Yo estoy
seguro de que en -el fondo de la conciencia de muchos ciudadanos diputados hay la
convicción de que el artículo 52 del proyecto es fundado; pero hay también la espe-
ranza, quizá posible, de que no sea aprobado el articulo y quede la antigua base de
se.senta mil habitantes. La Comisión no hace una cuestión de Estado este asunto; sim-
plemente vengo a informar a ustedes sobre los motivos que pueden influir para fundar
la base de cien mil habitantes, substituyendo a los sesenta mil de la Constitución de 57.
Señores diputados: las grandes asambleas, las asambleas estilo Convención francesa,
compuestas de centenares de representantes que vienen de diversas regiones del país)
que traen diversos sentimientos, diversas opiniones, comisiones distintas de cada uno
de los grupos, que vienen con tendencia de oposición al Gobierno, generalmente son muy
hermosas. Ellos traen Jlluchos proyectos, vienen influidos -por todos los idealismos y
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la atmósfera de esas asambleas verdaderamente conmueve el espíritu, aun después de
cien años, cuando se leen las crónicas de aquellos congresos. Son sugestivas, efectiva-
mente; y ante la sugestión que puede ejercer en vosotros el aspecto de una cámara
formada por hombres que se levantan agitados, que se yerguen alrededor de un Marat
para la votación de un proyecto de ley, encuentro el ejemplo de que pueda presentarse
una convención numerosa y agitada por todos los sentimientos posibles en la Conven-
ción francesa de 1793; dentro de una asamblea de este género está la conciencia pú-
blica nacional. Yo, señores diputados, al dictaminar sobre el artículo 52 me he fun-
dado en una observación particular mía, porque por una tendencia propia de mi ca-
rácter, me gusta recoger las im.presiones populares; me gusta estar siempre junto al
alma del pueblo, y sentir las palpitaciones de su corazón, conocer sus ideas, ficticias
o falsas, pero al fin y al cabo ideas, que en realidad existen en el cerebro popular.
Yo entre el pueblo he recogido la impresión de que las asambleas por lo general están
compuestas de hombres que no hacen nada en favor de él. Yo he le'jdo siempre un
anatema en la frente del pueblo para todos los congresos, para todos los ayunta-
miep.tos, para todas las corporaciones que se ocupan de la cosa pública, es decir, que
hacen aparecer que se ocupan, y de las cuales el ,pueblo no ve nunca, o casi nunca,
salir algún bien efectivo; esta es la verdad; preguntad a cualquier persona la opinión
que tiene de un Congreso, de un parlamento, y encontraréis que aquél no puede de-
cirnos qué bien ha visto salir de aquella reunión para el pueblo y para la sociedad en
general. Cuando se leen las crónicas del Congreso y se ve que en toda una sesión de
cuatro o cinco horas, que se traducen en las columnas de los libros de la Tesorería en
algunos millares de pesos, no se ha conseguido nada práctico y únicamente se ha ha-
blado de hechos que no guardan relación con lo que está a debate, entonces se ve que
las asambleas no siempre desempeñan su papel, entonces se comprende que el pueblo
tiene razón de estar muchas veces decepcionado de las asambleas.
Ante el ejemplo de las cámaras numerosas, tenemos el de las cámaras muy re-
ducidas. La Constitución americana que vino a revolucionar completamente el derecho
político por el estudio y a i,mplantar el régimen federal, desconocido hasta entonces
en el mundo, que ideó la gran institución del juicio o "algo semejante al juicio de am-
paro, referente a la institución del Habeas Corpus, esa reunión de patricios america-
nos no fue muy numerosa; había, me parece, cuarenta y tantos diputados que traba-
jaban, como dice un autor, en el ::;ilencio y en el reposo ,por el bien de su patria. Así,
pues, hay asambleas reducidas que han representado no sólo su país, sino la conciencia
de la humanidad en un momento dado, quizá para muchos siglos.
Un autor de derecho constitucional, tratando de la Constitución de Inglaterra, ex-
presa la extrañeza que le cabría a cualquier persona que visitara la Cámara de los
Lores, que es, al parecer, Hena de majestad, con aquellos personajes de cabellera em-
polvada, vestidos de terciopelo y armiño, todos muy graves, discutiendo serenamente
los asuntos del Estado. Ese autor haee notar que las sesiones ordinarias de la Cámara
de los Lores, están compuestas de cuatro o cinco lores solamente, porque en Ingla-
terra se acostumbra votar por poder. De suerte que aquellos que se quedan en la ciu-
dad, represent'an los votos de muchos lores que están en sus residencias campestres.
La Cámara de los Lores de Inglaterra es, pues, una reunión que casi no es reunión,
es una pequeña agrupación de personajes que deciden todos los asuntos del país, y
ustedes me podrán decir si Inglaterra está mal administrada.
Parece a los señores oposicionistas mucho que s'e dé un diputado por cada cien
mil habitantes, ¿ pues qué les parecería que se les diera uno por cada veintidós mil?
y efectivamente, así va a quedar en la Constitución, o por lo menos en un gran grupo
de la Cámara hay la tendencia de que así quede; hay un gran deseo de que se res-
trinja el voto en el sentido de que solamente puedan votar los que sepan leer y es-
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cribir. (Voces: ¡No!) Pues bien, en el sentir de los electores, entre la gente .que sabe
leer y entre la que no sabe leer, comq el 78 por ciento lo forman los que no saben
leer, quedarán solamente veintidós mil; así es que en vez de ser cien mil los electores,
van a ser veintidós milj se ha reducido a la quinta -parte. (Voces: ¡No! íNo!) Esto
para el caso de que haya en la Cámara la impresión de votar por la restricción del
voto. En cuanto a la designación de sueldos que proponen, es ridículo, es absurdo que
así sea, porque en otro artículo, siguiendo la tendencia en esta Cámara manifestada
hace varios años, se establece la incompatibilidad de la función de diputadO con cual·
quier cargo que dependa del Ejecutivo y por cual se cobre sueldo; así es que el dipu·
tado no podrá tener ninguna otra ocupación, y si se le reduce el sueldo, se le sujeta
a no 'Poder vivir, de lo que resultará que solamente los ricos podrán ser diputados.
He ahí adonde conduce el principio del ejemplo cuando no se calculan bien las conse-
cuencias. La Cámara resolverá 10 que crea más oportuno.
-El C. pI:esidente: Tiene la palabra el ciudadano Espinosa, en contra.
-El C. Espinosa: Haciendo uso del símil e~pleado en esta tribuna por los nota-
bles oradores que la han ocupado, diré como ellos que yo también me encuentro con
el campo enteramente desierto. El señor diputado Machorro N arváez, presidente de la
Comisión Dictaminadora, no trajo absolutamente ningún argumento de peso en favor
de su dictamen. Pretendió aquí demostrar que había tomado el pulso a la Asamblea
y que de' él se desprendía que la opinión general se inclinaba a que .cada diputado
fues-e nombrado por cada cien mil habitantes. A este respecto solamente me permito
decir que tomó mal el pulso. Nos trajo también el ejemplo de las cá.maras de los lores,
que es enteramente inaplicablej no encaja ni siquiera en el terreno de la imitación,
porque resulta enteramente ilógico, y bien sabido es .que las imitaciones ilógicas, cuan-
do negan a adoptarse por un error o por cualquiera otra causa, pronto se despresti-
gian y pronto también se hacen a un lado y son substituidas por otras verdaderamente
necesarias. N o es tampoco de tomarse en consideración lo que pudiera. llamarse tercer
razonamiento, respecto a la conducta d-e las cámaras pasadas, porque nosotros no vi-
nimos a hacer Constitución para el pasado, sino que hemos venido a hacer Constitu-
ción para el presente y para el futuro. (Aplausos.) Y yo tengo en lo más íntimo de
mi alma, la creencia, la seguridad de que el pueblo mexicano se ha regenerado por
medio de esta grandiosa revolución. Tengo la convicción íntima de que los represen-
tantes que el pueblo mexicano mande al Congreso constitucional, no serán de ningún
modo los perros mudos de las cámaras en los tiempos de Porfirio Díazj y este califi-
cativo de "perros mudos" a los representantes, no del pueblo, sino de un~ tiranía, no
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me pertenece, y creo ,pertinente hacer esta aclaración, porque aquí pudiera haber al-
guDOS señores diputados que lo fueron también entonces y que pudieran sentirse ofen-
didos, sin querer yo cargar con un milagro que no es de mi invención. N o recuerdo qué
escritor de los periódicos revolucionarios de las luchas políticas que se iniciaron en
1909, significó a los diputados de aquella Legislatura con el more de "perros mudos",
mudos porque jamás hablaron, porque jamás levantaron su voz en defensa de los in-
tereses populares, "perros", porque fueron enteramente leales y serviles con el más
déspota de los déspotas que ha tenido el pueblo mexicano. (Aplausos.) En los congre-
sos debe reunirse no únicamente caliqad, sino también, y de una manera muy esencial,
cantidad, y aquí pudiera ponerse, como me voy a permitir hacerlo, un ejemplo, aun-
que tal vez no resulte muy feliz, de lo que significa el número y de lo que significa
la calidad. N o. puede negarse, porque es una verdad evidente, que en el grupo de la
derecha, el de este lado ... (Voces: ¡Izquierda!) hay ciudadanos diputados ... es cues-
tión de criterio, yo tengo el mio para llamarle al grupo de este lado, derecha, y me
rijo por la Presidencia que, ~n mi concepto, es la que debe orientarnos para hacer las
asignaciones. (Aplausos.) Así, pues, entre los ciudadanos diputados constituyentes de
1073
la derecha, se encuentra representada la intelectualidad en grado maXlmo sobre la
izquierda. Esta es una verdad innegable, y esa superioridad intelectual está represen-
tada únicamente por unos cuantos individuos. En cambio, tenemos en la izquierda el
número abrumador que por firmeza de principios, por su afinidad, por su unión, Se
sobrepone de una manera terminante, imperiosa y triunfará siempre contra el grupo
intelectual que, corno ya expliqué, es muy superior al de la izquierda por su calidad
pensante; y hago estas consideraciones porque quiero concluir mis palabras con la
tesis de la calidad y de la cantidad. N o puede negarse tampoco que el número en las
representaciones democráticas, Se da más autoridad y más legitimidad y más propie-
dad a la representación popular; es indiscutible que si en una Asamblea se reúnen
ciento cincuenta diputados, que es 10 que según el censo de 1910, que arroja alrededor
de quince mil habitantes en toda la República ... (Voces: ¡No! ¡No!) o quince millo-
nes de habitantes en toda la República, tendremos en este Congreso ciento cincuenta
diputados, en la proporción de uno por cada cien mil habitantes, como lo propone
la Comisión dictaminadora y tendríamos doscientos cincuenta exa.ctos si se tomara la
base de sesenta mil habitantes por cada diputado, que es la establecida por la Cons-
titución de 57 y aceptada por todas las legi!3laturas de los Estados. De esto se des-
prende que el pueblo mexicano estaría más legítimamente representado con doscientos
cincuenta diputados que con ciento cincuenta: he allí, pues, demostrada la necesidad
de la cantidad, la necesidad del número. A esto se opone la consideración económica;
no cabe duda que después de una lucha tan prolongada como la que se ha sostenido,
las arcas nacionales se encuentran en condiciones verdaderamente difíciles y también
se dice que por esta razón ncf' podrían pagarSe a cada diputado dietas suficientes que
bastaran a garantizar su independencia política. Todo eso está bien; y vamos a con-
siderar a los futuros diputados del pueblo igual a los diputados del tiempo de la dic-
tadura, que iban a servir esos puestos más por el interés del dinero que por amor
a la patria, y yo, señores diputados, no quiero hacer un cargo prematuro, no quiero
lanzar una ofensa anticipada a los futurús padres de la patria; al contrario, me creo
obligado a creer en la regeneración de todos los hombres que se han levantado en
armas o que de alguna otra manera han secundado este gran movimiento libertador;
estoy obligado a creer en los hombres bien intencionados, de principios rectos y senti-
mientos desinteresados; así, pues, estoy seguro que no irán al Congreso constitucional
por el vil interé~ del dinero, sino por cumplir con un altísimo deber; si se tienen mis
palabras en este sentido como ciertas no es, pues, un argumento digno de tomar_se en
cuenta la cuestión económica. Hay que tener en consideración otro punto de suma im-
portancia, que se refiere con la cuestión electoral próxima. En este Congre.so estamos
viendo que a pesar de haberse hecho bajo la base de sesenta mil habitantes, no han
ocurrido más que dos terceras partes de la totalidad y es muy probable también poder
augutar que en las próximas elecciones suceda algo semejante, y si se toma la base de
cien mil habitantes ·para cada diputado, habrá una elección total de ciento cincuenta
diputados, de los que tal vez no se reunirían ni cien de ellos, si todavía persisten para
entonces las mismas dificultades de tráfico que se sienten en estos momentos. También
hay que tomar en consideración este punto, porque muy bien pudiera suceder que así
fuese. En las próximas luchas electorales, en las que hay que creer que habrá verda-
dera libertad de sufragio, es muy natural suponer que el pueblo todo se apreste a to-
mar participación en esa lucha y que quiera mandar al futuro Congreso a sus genuinos
representantes, a aquellos individuos que no se distinguen precisamente por su gran
talento; pero que sí llegan al corazón de sus conciudadanos ·por la mayor confianza
y mayor simpatía qUe les inspiran. De esto resultaría lo que también resulta en este
Congreso: que la mayoría, que su inmensa mayoría que viene aquí como legítima re-
presentante del pueblo revolucionario, son gentes o son personas que no tienen la cul-
1074
tura necesaria para abordar los arduos y trascendentales problemas nacionales que
se debatirán en el futuro Congreso nacional. Pero si dejáramos también que la elec-
ción fuese reducida, que solamente fuesen ciento cincuenta diputados los que formaran'
el Poder Legislativo, entonces resultaría un gravísimo peligro. N o quiero creer que
este peligro se realizara en el próximo Gobierno, pero sí pudiera suceder en los go-
biernos futuros que el Poder Ejecutivo se hiciera del Poder Leghdativo, precisamente
por su escaso número. Muy bien pudiera ser que ese número reducido de diputados,
siendo los más intelectuales, no tuvieran el patrimonio necesario para defender los
intereses del pueblo y se doblegaran con el servilismo de los diputados de antaño ante
el César que se nos hubiera impuesto. En cambio, habiendo, una representación na·
cional compuesta de doscientos cincuenta diputados, con mucha probabilidad resultaría
el fenómeno,que aquí hemos estado palpando: que ante -no diré los intereses-, sino
ante las ideas del grupo intelectual se oponen la unión y el esfuerzo del número. Y
es este un punto capital, un ,punto muy necesario, en el que debemos inspirarnos sobre
cualquier otro, para votar en contra del dictamen. Hay que tomar en consideración
también que todo el pueblo que despierta a la libertad quiere mandar a todos aquellos
individuos por los que siente verdadera simpn.tía, y se veríá mui limitado para satis-
fac~r este deseo siendo únicamente su número reducido de ciento cincuenta diputados.
En cambio, tendría un campo para satisfacer estos justos anhelos si se toma la base
establecida en la Constitución de 57. (Aplausos.)
-El ~. Palavicini: Pido la palabra. Voy a hablar en contra; si hay algún orador
en pro, voy a hab~ar en contra.
-El C. Múgica: En contra del dictamen todos están inscritos.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Martínez de Escobar.
-El C. Martínez de Escobar: Señores diputados: Felicitémonos calurosamente
porque parece que los clásicos liberales de habla inglesa se han radicalizado ya por la
influencia decisiva que en ellos hemos tenido los p¡'ofanos jacobinos de habla fran-
cesa. Yo, señores diputados, tomo de buena fe las palabras vertidas ayer aquí por
ei lic~nciado Macias, que se hizo portavoz del grupo renovador, y es por eso que
desde hoy en adelante, señores diputados, debemos hacer a un lado esas pasiones
que llevamos inconscientemente, como lleva el tigre las manchas sobre su piel y
'como las lleva el pavo real sobre el suntuoso abanicó de su cola. Yo, señores dipu-
tados, si es verdad que este grupo, ayer moderado cuando se discutió el artículo 39
y hoy revolucionario cuando se discute el artículo 59, cumple sus palabras, yo desde
hoy declaro que no volveré a ocupanne de los que llamaba quirópteros de la po-
lítica y haré una labor que no les hiera- más y los trataré en adelante como revo-
lucionarios radicales. Lln.maba yo quirópteros de la política a aquellos que tienen
alas como los liberales, y tienen pies como los reaccionarios; aquellos que durante
el día se esconden entre las ruinas de los templos para demostrar a los reacciona-
rios que son ratones, y luego al pardear la tarde salen a volar por el espacio para
demostrar a los liberales que son golondrinas. Ayer se ha demostrado aquí una
tendencia radical progresista, y es por ello que me felicito y os felicito, puesto que
ya vemos producirse el fruto del radicalismo en toda su jugosidad y por eso inicié
así mi discurso, felicitando a la Asamblea calurosamente y felicitándome a mí mis-
mo, porque de hQY en adelante ya no será necesario usar aquí de la diatriba, la
ironía y el sarcasmo. Vamos a entrar en materia sobre el punto a debate, señores
diputados; nuestro sistema, de Gobierno es republicano, democrático, representativo,
federal y el sistema esencialmente democrático, la democracia pura, sería, a no du-
darlo, aquella en que los hombres, directamente todos, fueran, se agruparan, se
reunieran como en ~l Agora en Atenas, para darse sus leyes, para que después de
haber estudiado sus necesidades, fueran ellos mismos dictando aquellas disposiciones que
1075
las satisfacieran, y procuraran después que se afirmal.'an y realizaran. Esto sería la de-
mocracia pura, pero esto es imposible que existiese y sólo podría existir en las ciudades
estados como lo fue Roma, como lo fue Atenas; no puede existir en los estados naciones,
es decir, en una gran colectividad territorial. Nuestro ¡;:;istema, como antes dije, e¡;:; repre-
sentativo, es decir, se ejerce el gobierno, no por derecho propio de los que lo ejercen,
sino por delegación que en ellos hace el pueblo, en donde reside esencial y genuina-
mente la soberanía. Se ha dicho aquí en esta tribuna: "Es necesario que no sea un
número considerable de hombres el que venga a integrar una Asamblea, porque hay
un gran peligro, un peligro inminente de que aquellas asambleas no razonen, no
piensen, porque en aquellas asambleas no se puede hablar a la intelectualidad, sino
más bien al alma, al corazón; en ellas no hay raciocinio, no hay discernimiento,
porque la reunión de este conjunto de individuos, cuando es numeroso, tiene todos
los defectos de las multitudes psicológicas; y en verdad la multitud de un Congreso
tiene todos los caracteres generales psicológicos de cualquiera otra multitud; por
ejemplo: e!3a multitud es capaz de actos heroicos y de actos grandes, y también de
grandes monstruosidades y de grandes crímenes, así vemos que, una multitud en
un teatro, hoy aplaude a un Caruso entusiastamente, y mañana, por una deficiencia
cualquiera, porque las multitudes son como los nifios, como los salvajes, como las
mujeres, casi instintivas e inconscientes en su proceder, mañana ese mismo Caruso,
quizá en lugar de aplaudirle, en lugar de quemar incienso en su loor, sería segu-
ramente despreciado, siseado, silbado. En fin, se ve que las multitudes, en un mo-
mento dado, levantan un ídolo y un momento después destruyen aquel ídolo ayer
incensado; se ve que aquellas multitudes que aclamaron delirantes a Robespierre,
al otro día de haberle aclamado entusiasmadas, seguían insultantes el carro en
donde lo llevaban al sitio en que habían de guillotinarlo, porque ya era un dios
caído, y lo mismo enteramente le pasó a Marat, a Cromwell y Mirabeau, y 10 mismo
ha pasado a casi todos los hombres, que en un momento dado, han simbolizado el
entusiasta y embriagante delirio de las multitudes, y después aquellas multitudes,
como a los dioses caídos, los befan, los destruyen, los aniquilan. Entre nosotros,
¿ las asambleas legislativas se escapan a esos caracteres psicológicos? Entre\ nos-
otros, ¿ los caracteres psicológicos de todas las multitudes pueden aplicarse a las
asambleas legislativas? Indudablemente que sí, dice el señor Machorro Narváez, y
es por eso que todas las convenciones no nos han dado nunca leyes saludables, leyes
sensatas, leyes serenas, y es' por eso que dentro de esas multitudes no se hace una
verdadera labor de Gobierno y una verdadera labor de patria, sino de demagogia.
y viene a la tribuna el señor licenciado Machorro Narváez con un criterio verdadera-
mente infantil, y creyendo engañar a la Asamblea, que supone no tiene nada de
cultura y nada de intelectualidad, nos dice: en Estados Unidos de Norteamérica, sólo
cuarenta o cincuenta hombres nos dieron la gran Constitución norteamericana.
¡Muy bien! Pone este suceso como ejemplo. Desde luego, señores diputados, no debe
tomarse este argumento en consideración, nosotros, a mi juicio, no debemos estar
trasplantando instituciones exóticas, externas, a medios políticos sociales que nos
son propios, que tienen necesidades muy especiales e intereses peculiares, como los
tiene el pueblo mexicano; pero vamos a su argumentación: No es verdad, señor
Machorro Marváez, que la Constitución que hicieron aquellos hombres, muy espe-
cialmente Madisson, J ay y Hamilton, al condensar sus conocimientos en aquella obra
monumental que se llama "El Federalista", no es verdad que escribieran en esa
Constitución de 1789, que fueran al Congreso de la Unión representantes sólo por
cada treinta o cuarenta mil habitantes. ¿ No es verdad que en Estados Unidos de
N orteamérica, en los .diversos Estados que componen esa entidad federativa, hay
algunos congresos locales que tienen hasta trescientos diputados que representan
1076
al pueblo? Indudablemente que sÍ. En los Estados Unidos de Norteamérica, en los
congresos locales hay representaciones tan grandes, que hay algunas entidades fe-
derativas que tengan hasta cuatrocientos o quinientos diputados representando al
pueblo de dicho Estado. Nos decía el señor Machorro Narváez: veamos la Asamblea
británica, veamos la Cámara de los Lores, ¡qué representación tan pequeña! Y bien,
la Cámara de los Lores correspondería entre nosotros a la Cámara alta: la de Se-
nadores. ¿ Por qué no se refirió su señoría, el señor Machorro NarVáez, a la Cámara
de los Comunes? Esa Cámara, que es el Poder verdaderamente legislativo, que es
la que está ejerciendo ese carácter representativo del pueblo inglés, en esa Cámara
hay hasta setecientos representantes; y si nos concretamos a nuestra Historia, se-
ñores diputados, tenemos que llegar a este pleno conocimiento: en la Constitución
de Apatzingán, un diputado por cada provincia, fue centralista, aunque era repu-
blicana. En la Constitución de 1824, federativa y liberal, ya vemos un diputado por
cada setenta mil habitantes; llegamos a la Constitución de 1836, esencialmente auto-
crático el Gobierno de aquel entonces, esencialmente tiránico y despótico el Gobier-
no de aquella época, y vemos que se legisla trayendo un diputado por cada ciento
cincuenta mil habitantes. Vemos a la de 1843, y encontramos también, un diputado
por cada ochenta mil "habitantes, y luego viene la Constitución de 57 y allí surgen
debates calurosos, intensos, entusiastas, tomando participación en el. debate orado-
res de alta talla,' hombres que verdaderamente representaban al pueblo mexicano.
¿ y qué se propuso en la Constitución de 57? Se propuso un diputado por cada
treinta mil habitantesj yo aquí, en este discurso, sería partidario de que hubiera
un diputado por cada treinta mil habitantes; después vaya dar mis razones; surgió
el debate en 57, y algunos otros querían que fuera un diputado por cada cincuenta
mil habitantes; tenían oradores de alta intelectualidad el pro y el contra, y unos y
otros rayaron a gran altura, y ¿ qué sucedió? Se tomó el término medio: un dipu-
tado por cada cuarenta mil habitantes, si no me equivoco; muchas razones daban
los que opinaban que fuera un diputado por cada cincuenta mil habitantes, razones
semejantes a las que hoy existen en ese proyecto. Primero, razón económica: el pre-
supuesto es excesivo; es necesario, en virtud de las condiciónes sociales en que es-
tamos, de la pobreza que casi nos mata, es necesario que no haya tantos gastos;
y por lo tanto, los egresos se van a aminorar si se nombra un diputado por cada
cincuenta mil habitantes y no por cada treinta mil, que agravaría la situación. Era
infundada la primera razón, porque, como se ha dicho aquí, se puede reducir el
sueldo de los señores representantes. Segundo: suponiendo que no se l't"!duzca, de-
bemos tener en consideración cuál es la magna labor del Congreso, cuál es la elevada
misión del Poder Legislativo; sencillamente viene a desempeñar la función pública
más interesante dentro de la gran administración nacional; en último caso se puede
fácilmente" aminorar el presupuesto de egresos en otras partidas; y además, es indu-
dable que si una nación está en bancarrota, no va a subsanarse su déficit económico
con la cantidad que importa el presupuesto del Congreso. Otra razón, y parece
que la he oído en este momento: si viene un número considerable de diputados, hay
dificultades para que vengan a integrar el Congreso de la Unión, por las deficientes
vías de comunicación -nos estamos refiriendo únicamente a la Cámara de Dipu-
tados-, pues esa razón quedaria en pie si fuera menor el número; las mismas difi-
cultades subsistirían con mayor o con menor número; con ese grave inconveniente
llegaríamos a lo que .de una manera juiciosa, de una manera sensata, nos ha dicho
el general Múgica, llegaríamos a una situación en que sólo sesenta u ochenta dipu-
tados vendrían a integrar -la Cámara legislativa. No es, pues, una argumentación
de fuerza. Otra argumentación que se daba, es la de que no venga un número con-
siderable de diputados, porque parece que ~uando existen las grandes revoluciones,
1077
los grandes movimientos populares, las intelectualidades y talentos son siempre con-
servadores, son siempre moderados, son siempre enemigos de las libertades públicas
y casi todos ellos tienen que ir después a arrastrar su alma desolada y triste por
lejanos países extranjeros, quedando, pues, una minoría, y si esa minoría es la que
va a ser electa por los habitantes del país, llegará un momento en qUe en los Esta-
dos no va a haber func~onarios suficientes aptos para que puedan administrar de
una manera seria y consciente y hacer una labor eminentemente patriótiCa, una
labor de Gobierno. Esto, a mi juicio, tampoco, es una razón y no tiene ninguna
importancia; pero esto se debe a que siempre hemos creído que cuando en México
existe un presidente, ese pl'esidente debe ser presidente perpetuo; a que siempre he-
mos creído que cuando algún individuo ha desempeñado algún ministerio y este indi-
viduo sale de él, creemos que debe volver, porque no hay otro que pueda desempeñar
esa labor. Tal ha sido generalmente nuestra costumbre. Y sí hay intelectualidad es,
lo que pasa es que son desconocidas, hay muchas que si no se encuentran, es porque
no quieren ostentarse o porque los tiranos no quieren que se destaquen. No es, como
vemos, este ra:wnamiento de importancia. Si analizamos, pues, los razonamientos que
he esgrimido aquí, yemas que la Comisión, al decir que debe ser un diputado por cada
cien mil habitantes, no nos ha traído ningún argumento ni ha obrado con justicia;
no ha traído ninguna razón poderosa, ningún argumento de peso. Más bien esos ra-
zonamientos serán buenos para las épocas dictatoriales y meramente autocráticas.
En mi concepto, necesitamos una Asamblea compuesta de un grupo numeroso de
individuos, ¿ por qué? Porque como muy bien dijo antes el señor Espinosa, las
asambleas entre nosotros han sido de perros mudos. Yo tampoco los quiero perros
que ladren, porque tanto los unos como los otros no harán ninguna labor benéfica
para el país. Pero seguramente en México, si nos decidimos por tener ciento veinte
o ciento cincuenta diputados, vamos a encontrar ocho o diez de temple, de carácter,
que sabrán enfrentarse con el monstruo llegado el caso. La mayoría siempre tendrá
su espina dorsal encorvada; la mayoría tendrá el alma de rodillas, va a ser perro
mudo, como dijo el señor Espinosa; luego es necesario que exista entre nosotros
un número mayor de diputados, y es por eso que yo sostengo que no sólo admi-
tiéramo& un diputado por cada sesenta mil habitantes, sino que fuera uno por cada
treinta mil. Entre quinientos diputados que vinieran a integrar la Cámara baja
entre nosotros, seguramente por lógica, por naturaleza misma, quizá encontraría-
mos en proporción al mismo ya no ocho o diez diputados honorables y dignos, sino
que tendríamos siquiera treinta o cuarenta.
Es por esa razón que aquí en esta patria tan querida, es absolutamente nece-
sario que el cuerpo legislativo esté integrado por un número considerable de indi-
viduos. ¿ Qué habría sucedido en la época de Huerta si en lugar de tener la Cámara
doscientos cuarenta o doscientos cincuenta diputados, hubiera tenido ciento cincuenta,
menor número de individuos capaces de sentir el futuro nacional, social y político y de
hacer efectivos los derechos conculcados del pueblo? de los doscientos cincuenta ponga-
mos treinta o cuarenta, no sé cuántos, que fueron honrados y dignos, y se fueron al
Norte unos y otros se quedaron haciendo labor revolucionaria; si hubiera sido menor el
número, menos hombres honrados hubiéramos tenido en el seno de la representación
nacional. De manera que no hay razón económica, ni política ni de ninguna especie
para sostener la teoría Machorro Narváez, en tanto que sí hay razon'iji psicológicas
y políticas de peso para que el número de diputados que integre nuestro Congreso
sea un número considerable, suficiente para que allí siquiera se encuentren algunos
hombres de dignidad y de honor. Decía _también el señor Machorro Narváez que
había un grupo de diputados que pedirían que se restringiera el voto; no veo tam-
-poco aquí argumentación seria, porque suponiendo que a ello se llegara, yo no soy
1078
partidario de tal ~eoría, suponiendo que hubiera esa tendencia y se triunfara, de
que solamente votaran los que supieran leer y escribir, no veo inconveniente en que
nombraran un diputado por cada treinta o sesenta mil habitantes; pero en cambio
sí veo inconveniente en que se tome como base para las elecciones la de que sea un
diputado por cada cien mil habitantes de los que supieran leer y escribir, pues en-
tonces los representantes serían en tan reducido número, que constituirían un grave
peligro. Ved, pues, cómo a través de nuestra Historia, las Constituciones de las dic-
taduras, de los despotismos, de las tiranías, siempre han querido reducir el número
de los diputados que integran el Congreso, en tanto que nuestras Constituciones
liberales siempre han tendido a aumentar el número de los mismos. Tengamos como
norma la conducta de Zarco, de Ramírez y Vallarta, y votemos cuando menos por
que haya un diputado siquiera por cada sesenta mil habitantes. (Aplausos.)
-Un C. secretario: Por acuerdo de la Presidencia se pregunta a la Asamblea
si se considera suficientemente discutido el dictamen. Las personas que estén por
la afirm3;tiva se servirán ponerse de pie. Mayoría.
-C. Palavicini: Pido la palabra para un hecho importante que aclara la votación.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Palavicini.
-El C. Palavieini: Entiendo que debe quedar entendido que si desechamos ese
dictamen, probablemente, seguramente aprobamos el proyecto del Primer Jefe. Si no,
admitimos que toda vez que" le desechamos a la Comisión un dictamen, ella se con-
sidera con derecho para presentar una nueva opinión, y así será (mestión de no aca-
bar nunca, y asÍ' sentamos ese precedente: cada vez que le desechamos un dictamen,
en lugar de presentar el proyecto del Primer Jefe nos viene con un dictamen suyo;
si estableciéramos ese precedente, no nos llegaríamos a entender." Por consiguiente,
queda entendido, y yo suplico a la Mesa aclare esto, que la Asamblea quede enten-
dida de que si desechamos el dictamen, aprobamos por ese hecho el voto particular
de la minoría.
-El C. Espinosa: Pido la palabra para un hecho.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Espinosa.
-El C. Espinosa: Para un hecho. Me parece muy oportuna y muy prudente la
indicación del ciudadano diputado Palavicini; pero en este caso, haciendo constar de
una manera muy marcada, que no puede seguirse esta regla ni formar de este caso
un precedente, porque todos los casos son enteramente distintos. De lo contrario,
caeríamos en un gravísimo peligro: que al presentarnos la Comisión Dictaminadora
algún artículo que hubiéra sido refórmado, no estemos conformes con él, y natural-
mente esto no es posible, porque muchas veces se rechaza un artículo de la Comi-
sión, no porque no estemos conformes con él, en su mayor parte, sino que estando
todos conformes, por un detalle u otro no nos parece aceptable y pedimos entonces
que se retire para que sea reformado. Es por esto por lo que yo juzgo pertinente
hacer esta indicación.
-El C. Palavicini: Pido la palabra.
-El C. Calderón: Esto, sencillamente: la Comisión nos ha presentado a veces
un artículo que contiene dos proposiciones o tres. O se vota en globo, es decir, todo
el artículo en globo, o las tres proposiciones. Uno rechaza la primera, otro la se-
gunda y otro la 'tercera, y el dictamen resulta derrotado, sin que esto signifique
que la Comisión no tenga el derecho de volver a presentarlo en la forma que ella
crea conveniente.
-El C. Pastrana Jaimes: Pido la palabra para una aclaración.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Pastran~ Jaimes.
-El C. Pastrana Jaimes: He interpretado fielmente el sentimiento de la Co-
misión y el señor Palavicini se refiere al artículo 19, diciendo que si algunos dipu-
1079
tados, como quince, no votamos por el artículo 16, fue por no haberlo admitido.
La Comisión no hizo más que dictaminar en el sentido de la Cámara, y, por tanto,
creo que no ha faltado a sus deberes. He creído conveniente hacer esta aclaración,
porque yo fui uno de los que votaron en contra de ese artículo, pero no por las ra-
zones que supone el señor ingeniero Palavicini.
-El C. Palavicini: Yo no hago cargos concretos a la primera Comisión dicta-
minadora porque precisamente puede aplicarse mi explicación a todos los dictámenes
de la Comisión. Primeramente la primera Comisión ha establecido aquí un precedente
deplorable, esto es, que cuando hay dos proyectos, uno presentado por el ciudadano
Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y encargado del
Poder Ejecutivo de la Unión, y otro proyecto presentado por la 'Comisión de Refor-
mas del Congreso Constituyente, y si nosotros desechamos un dictamen proponiendo
modificar el proyecto del ciudadano Primer Jefe, es claro, es lógico, que el que
queda es el del ciudadano Primer Jefe ... (Voces: ¡No! ¡No!) Sí, señores diputados,
esto es lo lógico. Ahora bien; en el caso concreto la minoría de la Comisión dic-
taminadora propone que queden las cosas en la forma en que estaban antes, es decir,
propone que queden los sesenta mil habitantes. Yo pregunto que si en esta discusión,
que si en el resultado· de esta discusión queda entendido que al rechazar el dictamen
de la mayoría de la Comisión, aprobamos por este solo hecho el de la minoría para
evitar debates. Permitid que se aclare este punto, porque, como ha dicho el señor
Pastrana Jaimes, la primera Comisión ha sentado ese mal precedente que en cada
artículo del Primer Jefe la Comisión puede poner, como lo ha hecho en el 50, una
serie de novedades y reformas, y entonces, una parte de la Asamblea quiere votar
por una cosa; otros no quieren votar, y sería imposible votar un artículo que con-
tiene tantas cosas distintas que realmente no caben en él. Este es el error de la
primera Comisión; es su falta de sistema para dictaminar.
-El C. presidente: Van a leer un artículo ...
-El C. Palavicini: Yo deseo únicamente que la Mesa establezca reglas precisas
sobre este asunto.
-Un C. secretario: El artículo 116, cuya lectura se ha servido ordenar la Pre-
sidencia, dice como sigue:
"Artículo 116. Si desechado un proyecto en su totalidad, o alguno de sus ar-
tículos, hubiere voto particular, se pondrá éste a discusión, con tal de que se haya
presentado a lo menos un día antes de que hubiere comenzado la discusión del dic-
tamen de la mayoría de la Comisión."
-El C. Jara: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano .Tara.
-..!El C. Jara: Lo que está pasando, señores diputa~os. obedece a las reformas
que se le han hecho al Reglamento; queriéndonos ahorrar tiempo, queriendo de esa
manera violentar las discusiones, violentar los debates, nos hemos equivocado, por-
que en las reformas al Reglamento, en la respectiva precisamente, se ha quitado la
discusión en lo particular de los artículos y se ha dejado la discusión en 10 general;
de allí viene este embrollo, que lo seguiremos teniendo mientras no nos sujetemos
al artículo respectivo del anterior Reglamento, mientras no deroguemos 10 que he-
mos aprobado ahora en la parte relativa; es indudable que todo artículo a discusión
proporciona divergencias de opinión en lo particular; muchos pueden estar confor-
mes en lo general, y, sin embargo, inconformes con una o dos partes pequeñas del
ártículo; para eso son las discusiones en lo particular. Nosotros hemos suprimido
eso, y nos encontramos ahora con el embrollo que ustedes están presenciando; por
consiguiente, propongo a esta honorable Asamblea que dejemos el artículo 116 del
1080
Regla1l1ento en la forma en que estaba antes, y así evitaremos todo lo que está ocu-
rriendo.
-El C. López Lira: Pido la palabra para una moción de orden.
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano López Lira.
-El C. López Lira: El Reglamento dice -esto es una moción de orden per-
sonal, no es la Secretaria la que habla-, 'el Reglamento dice que cuando se deseche
un dictamen" vuelva a la Comisión para que lo reforme en el sentido de la discu-
sión, que es especial en cada caso, y lo que propone el señor diputado Palavicini,
sólo podría tener aplicación en el caso antagónico del dictamen de la Comisión con
el proyecto del Primer Jefe; pero esto no sucede siempre ni ha sucedido, porque
las modificaciones, alteraciones o restricciones no provocan un antagonismo; de ma-
nera que creo que debe seguirse el Reglamento, que vuelva a la Comisión para que
lo reforme en lo general, y como hay un voto particular, se pondrá a discusión el
voto particular.
-El C. Mú-gica: Pido la palabra.
-El C. presidente: Tiene la palab:.:-a el ciudadano Múgica.
-El C. Múgiea: Respetable Asamblea: El precedente que se señala por el señor
Palavicini no 10 ha sentado la primera Comisión dictaminadora, lo quiere sentar el J
señor Palavicini. Parece que hay empeño en abatir la independencia que la primera
Comisión dictaminadora se ha impuesto para dictaminar sobre el proyecto de Cons-
titución, yeso ni por malas artes ni con amenazas, ni con argumentaciones ni de
ninguna manera podrá lograrlo el señor Palavicini. (Aplausos ruidosos.) La Comisión
dictaminadora se ha propuesto aquí cumplir' con su deber, que es manifestar su
parecer sobre el proyecto de Constitución que se le ha entregado para que dictamine
"""y dictaminar sobre él con entera independencia, con absoluta franqueza y sin temores
de ninguna especie. Aparte de eso, señores, la Asamblea, en su mayoría, ha depo-
sitado su confianza de una manera clara en la primera Comisjón dictaminadora, y
la Comisión no ha querido diferir un ápice, aunque muchas veces haya estado el
sentir de esta Cámara en contra de su sentir personal; pero todo aquello quel aquí
se manifestó en el curso de los debates sobre el artículo 39, que es una de las cosas
que aún escuecen al señor Palavicini, a pesar de la confesión de ayer de que se
entraría por el sendero del radicalismo que en estos momentos acaba de alabar
brillantemente el señor Martínez de Escobar. Fue así, y lo repito, no obstante que
ya 10 dije con toda claridad en su oportunidad a la Asamblea, o en su minoría, o
en una parte de ella muy pequeña por cierto, encontraba jacobino el proyecto de la
Comisión. Me voy a referir, señores, esencialmente a puntos del ataque, no a las
diatribas y argumentos que se esgrimieron para atacar el artículo 3Q. Determinó esa
minoría que había jacobinismo en una parte del proyecto, en la que se refería a
que ninguna persona· de corporación religiosa pudiera impartir personalmente la
enseñanza como maestro en ninguna escuela particular. La mayoría de la Asamblea
refleXIonó sobre el particular, y dio algunas muestras de conformidad con ese cri-
terio. La Comisión consideró que había por su parte una poca de exageración, aun-
que tenía algunos fundamentos para -poder sostener, dentro de una discusión razo-
nada, esa adición al artículo 39, pero estaba conforme la Comisión en retirar esa
parte del artículo 39. Había otra parte que era impugnada también, y era la res-
tricción a las comunidades religiosas y a los mini~tros de los cultos para impartir
la enseñanza y patrocinar escuelas. En este sentido la Comisión tenía razones fun-
damentales y -la mayoría de la Cámara también, y sin embargo de eso la Comisión
expresó este criterio: que si se encontraba un lugar a propósito en el artículo 27
o en el 129 o en un artículo solo, que todos estos lugares le fueran señalados suce- \
sivamente a la Comisión para colocar esta restricción, por los diputados del contra,
1081
la colocaría allí, que si no, la pondría en el lugar que le correspondiera. La Comisión
volvió a presentar el proyecto con la mutilación que antes he indicado, y fue apro-
bado por toda la Asamblea. Eso, señores, no es sentar un precedente funesto o malo,
como dice el señor Palavicini; esto es simplemente seguir el curso de las discusiones y
presentar los dictámenes en la forma en que ha determinado la Asamblea que se pre-
senten cuando ha dado permiso para que sean retirados. Con respecto al artículo 19,
que es otro de los puntos que indudablemente molestan al señor Palavicini, hay esto
sobre el particular, que ya lo expresó el señor diputado Pastrana Jaimes; la mayoría
que \,btuvo la parte opositora de esta Cámara sobre el dictamen de este artículo, fue de
tres votos nada más, una diferencia enteramente pequeña. La discusión había versado
sobre dos puntos; la Comisión tomó para presentar su dictamen, una parte del pro-
yecto presentado por el ciudadano Primer Jefe, que es 10 principal del artículo, y mo-
dificó la última parte del mismo proyecto del Primer Jefe. Unos diputados, la mayor
parte de los que tomaron la palabra en contra de ese artículo, atacaron el proyecto del
Primer Jefe, y sólo un diputado, el señor Macias, atacó las reformas de la Comisión.
Al votarse el artículo se obtuvo una mayoría en pro de los impugnadores, de tres vo-
tos; pero inmediatamente que salimos de esta Cá11.1-ara, ya con el proyecto para pre-
sentarlo el,l un nuevo sentido, fueron a vernos muchos de los diputados que habían
votado en contra, y que el señor doctor Román tuvo la prudencia de anotar sus nom-
bres, que por otra parte, no harían falta, porque es indudable que ellos lo confesarían
aquí espontáneamente; pero será, sin embargo, un ~edio de recordar quiénes son esos
diputados que manifestaron haber votado en contra del proyecto, no porque estuviesen
conformes en que el régimen penal o las colonias penales fuese implantado por la
Federación en la República y quitar esas facultades a los Estados, sino que habían
votado en contra del dictamen -por una palabra jurídica, por alguna cosa así propia
d_e los abogados, que había en la parte principal del artículo. ¿ Cuál, señores diputados,
es el deber de la Comisión? ¿ Cómo cumple honradamente la Comisión con su deber?
Esa interrogación expresará esta Cámara, para que la primera Comisión dictami-
nadora sienta palpablemente en este particular si debe seguir contando o cuenta, me-
jor dicho, con la aprobación y la confianza de la mayoría de esta Cámara ... (Voces:
¡Sí! Aplausos.) o, en el caso contrario, renunciar el honroso cargo que le ha con-
ferido esa mayoría.
-El C. Reynoso: Pido que se lea el artículo 115, si me hace favor su señoría.
-El C. secretario López Lira lee el artículo, que dice:
"Asimismo, cerrada la discusión de cada uno de los artículos en lo particular,
se preguntará si ha o no lugar a votar; en el primer caso, se procederá a la vota-
ción; en el segundo, volverá el artículo a la Comisión."
-El C. Reynoso: Si el señor presidente tuviera una poca de energía, nos hu-
biera evitado esta discusión inútil.
-El C_ Palavicini: Pido la palabra para un hecho.
-El e. Reynoso: Que se lea el artículo 115.
-El C. Palavicini: El señor Reynoso está absolutamente fuera de la cuestión;
el señor Reynoso pide energía para los demás y no la tiene consigo mismo; ignora lo
que se está haciendo en este momento; ha estado en otra pa,rte y ha despertado.
(Risas.) Se está en este momento tratando de un asunto importante acerca de los
debates de esta Asamblea; yo me permito llamar la atención del Congreso en este
punto, porque es una cuestión seria, tan seria, que el señor general Múgica ha in-
terpretado el sentido de verdadera gravedad para la Comisión, cuando dice que se
trata del prestigio, del crédito de esa misma Comisión. Estoy sencillamente aclaran-
do qué cosa votamos y para qué sirven los debates, porque si después de dos días de
debates, como ha sucedido-· con la primera Comisión, que no ha puesto lo que aquí
1082
discutimos, sin lo que les dijeron afuera a los miembros de la Comisión, y así no aea~
bamos nunca; de manera que lo que quiero aclarar es a qué llegamos después de
largas horas de debate, si es el sentir de la Cámara Q si es el sentir de los diputados
lo que apunta el distinguido doctor Román afuera. Este es un punto serio. (Siseos.)
Es bueno que- los diputados se acostumbren a hablar y no a sisear.
-EI.. . C. Monzón: Lo mismo hace usted.
",-El C. Palavicini: Señor presidente: El asunto en cuestión es este: yo no dis-
cuto ,lo que vamos a votar, lo discutiremos en su oportunidad y la Comisión se regirá
por la opinión de la Asamblea; yo he pedido que se aclare si después de este debate
en que hemos rechazado, en que el sentir de la Cámara va a rechazar la proposición
de la Comisión, de que sean cien mil habitantes 'por cada diputado, si después de que
desechemos el dictamen, todavía vamos a tener un nuev.o debate de otro día o de otros
dos días. Este es el asunto que sl?meto a la' consideración de la Mesa; ya se ha leído
un artículo del Reglamento que dice que desechado u:n dictamen se pondrá a discu-
sin el voto particular. Ahora bien; yo me permito entonces indicar a la Mesa que
si después de este debate, que si en el sentir de esta Asamblea está perfectamente
definido ya que votar en contra de la mayoría significa aprobar el dictamen de la
minoría que restituye el precepto constitucional al estado en que estaba antes. '
-El C. Reynoso: Pido la palabra para una alusión personal. (Voces: ¡No! ¡No!)
-El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Espinosa.
"':"'El C. Espinosa: El asunto que ha tratado aquí el ciudadano Palavicini es en-
o teramente extraño al artículo a discusión; por tanto, creo que debe aplazarse para
después que se haya aprobado o rechazado el- artículo a debate; se consultó a la
Asamblea si el artículo estaba suficientemente discutido, y -ésta, poniéndose de pie,
aprobó que sí lo está; por consiguiente, lo único que cabe es sujetarlo ~a votación.
-El C. presidente: Eso iba a decir, señor diputado; se aclaró que ese voto par~
ticular tiene que ponerse a discusión inmediatamente después.
-El C. Rodríguez José M.: Pero no se puede intercalar en el asunto que se está
discutiendo. (Murmullos.) ..
·-El C. ~eeretario López Lira: Se va a proceder a la votación ...
-El C. Reynoso, i.nterrumpiendo: Pido la palabra para una alusión personal, se-
ñor presidente. (Voces: ¡Que hable! ¡No! ¡No!)
-El mismo C. secretario: Se va a proceder a la votación nominal del artículo
.52, que dice así: (Leyó.)
Está a ,votación nominal.
(Se procedió a la votación nominaL)
-El C. secretario López Lira: ¿Falta algún ciudadano diputado por votar? Vo-
taron por la afirmativa los ciudadanos Garza González y_ Machorro Narváez, y por
la negativa ciento cincue!lta.
1083
-El C. Reynoso: Señor presidente, ¿ ya es tiempo de contestar una alusión per-
sonal? (Voces: ¡No! ¡No! Risas.)
-El mismo C. secretario: ¿No hay quien pida la palabra? (Voces: ¡No! ¡No!)
Se pone a votación nominal.
(Se procedió a la votación nominal.)
-El mismo C. secretario: La presidencia suplica a los ciudadanos diputados se
sirvan permanecer en sus curules, porque inmediatamente después de la sesión pú-
blica se procederá a la secreta; un momento. Votaron por la afirmativa ciento treinta
y seis ciudadanos diputados; por la negativa dos, que corresponden a los de los ciu-
dadanos Méndez y Zavala Pedro R.
-El C. Calderón: Pido la palabra para informar sobre la comisión que se nos
encomendó.
1084
"
INDICE
JUNTAS PREPARATORIAS
Pág,
1085
Pill:.
Lectura y discusión del acta de las dos juntas anteriores. Se aprueba después
de hacerl-e algunas rectificaciones .................................... 97
Discusión sobre la prohibición reglamentaria de fumar en el salón.. . . . . . . . . . 100
Se da cuenta con un nuevo dictamen de la 2!} Comisión Revisora, que consulta
la reprobación de la credencial del C. Ezquerro, y la aprobación de la del
suplente, C. Rivas. Se pone a discusión ................................. 101
1086
Pág.
Lectura y discusión del acta de la junta anterior. Queda aprobada, previas algu-
nas declaraciones .•.............................. ',' ................. ' . 119
El C. Cravioto propone que se pongan a. discusión todos los dictámenes referen-
tes a credenciales no objetadas. Después de discutirse dicha proposición,
desaprobada. . • . . ................................................... 120
La lijo Sección Revisora presenta u~ dictamen sobre credenciales no objetadas 121
El C. Rivera Cabrera da lectura a varios dictámenes en la 21} Sección Revisora 124
El C. secretario de la 4~ Sección da cuenta con dos dictámenes de la misma. . . . 126
El C; Ordorica lee un dictamen de la 51} Sección, a la que pertenece......... 134
Varios ciudadanos: presuntos diputados piden sean separadas las proposiciones
que 'se refieren a la elección de los CC. Bolaños V., Martínez de Escobar,
Barrón, Colado, Marlí, R()el, Emiliano C. García, Vásquez Mellado, Ugarte,
Cañete, Rodiles y Vizcaíno ........................................... 136
La Asamblea decide poner en una sola vótación todas las credenciales cuya
aprobación proponen las secciones revisoras y que no han sido separadas.
En votación económica se aprueban y la Mesa hace la declaración res-
pectiva . . . . . . ....................................................... 138
A petición del C. Madrazo se aparta el dictamen que propone como diputado
suplente por el 29 distrito de Guanajuato al C. Enrique O. Aranda ....... 138
Discusión de la credencial del C. -Gaspar Bolaños V. Se aprueba en votación
económica. levantándose la junta ...................................... 139
1087
Pág.
La 2~
Comisión Revisora presenta un nuevo dictamen aprobando la elección del
C. Ezquerro. En votación nominal se aprueba y la presidencia hace la de-
claratoria respectiva ...................... '(#' • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • ] 86
Se da cuenta con un dictamen de la 1~ Sección Revisora, referente a credenciales
objetadas y se pone a discusión la primera proposición, que consulta la
validez de la elección del C. Cristóbal Limón. Agotada la discusión se
aprueba el dictamen en votación . económica ............................ 188
I Se pone a debate la segunda proposición del mismo dictamen, referente a la
elección de diputados en el 1er. distrito electoral del Estado de México.
En votación económica queda aprobada ................................ 193
Se pone a discusión la 3~ proposición del referido dictamen, que comprende la
elección de diputados por el 189 distrito electoral del Estado de Veracl'uz.
Se aprueba en votación económica .................................... 194
Se discute la cuarta proposición, referente a la elección de diputados en el
unico distrito del Estado de Colima. Queda aprobada en votación económica 195
La sexta proposición del dictamen que se viene discutiendo, propone la nulidad
de la elección de diputados en el 59 distrito electoral del Distrito Federal.
Discusión. . . . . ...................................................... 198
El C. Cándido Aguilar hace varias declaraciones con el carácter de reservadas,
y a continuación se procede a recoger la votación nominal, quedando desecha-
da la sexta proposición del dictamen por 142 votos de la negativa contra
seis de la afirmativa. Se levanta la junta ............................. 235
Lectura y discusión de las actas de las dos juntas celebradas ayer. En votación
económica quedan aprobadas ......................................... 239
Se da cuenta con una proposición de la primera Sección Revisora, que consulta
la validez de la elección de diputados en el 89 distrito electoral de .1 alisco.
Sin discusión queda aprobada en votación económica ..................... 240
La misma primera sección manifiesta en el final de su dictamen que no puede
dictaminar sobre varias credenciales pendientes, por carecer de los expe-
dient"es respectivos. La presidencia propone que en estos casos se dictamine
basándose únicamente en la credencial. Después de discutirse queda apro-
bada dicha proposición en votación económica .......................... 240
Se da cuenta con la proposición que consulta la validez de la elección del ciu-
dadano Heriberto Barrón, como diputado propietario por el 17Q distrito
electoral de Guanajuato .............................................. 244
1088
Pág.
1089
Pág,
1090
Pág.
1091
Pág.
Se abre la sesión y, leída el acta de la anterior, 13e aprueba sin discusión... .... 415
La secretaría da cuenta con los asuntos en cartera. Se discute uno de los trá-
mites dictados ,por la presidencia ........ ,............................ 415
Los ce. diputados Manjarrez, Franco y Bolaños V,. hacen diversas interpela-
ciones que contesta la secretaría ......... ,............................ 416
Se suspende la sesión ordinaria para abrir la del colegio electoral........... 417
1092
Pág.
Se abre la sesión y, leída el acta, es aprobada sin discusión ............. ,... 445
Pide licencia el C. Von Versen por conducto del C. Ibarra ............. , .. ,... 445
Se da cuenta con los asuntos en cartera ...' ......................... , .. ,... 446
Lectura y discusión en lo general del dictamen presentado por la Comisión de
Reglamento ...............' ................................. _. . . . . . . . . 446
Discusión y aprobación del 'artículo 19 .. , ..... ,............................. 449
Aprobación sin discusión de los artículos 29, 39, 49, 59, 69, 79, 89 Y 99. , . , . . . . 453
Discusión y aprobación del artículo 109 ................................... 454
Discusión, 1.0dificación y aprobación del art:ículo 119 ....................... 456
Discusión y aprobación de los "artículos 12 9 , 139, 149 Y 159 .. . .. . . . . .. . .. . . . . . . 457
Discusión del artículo 169 Es rechazado ................................. \. . 459
Aprobación del artículo 179 ............. , .......... ,..................... 466
Se concede licencia al C. Von Versen. Se levanta la sesión .............. . . . . . . 465
1093
Pág.
5 de diciembre de 1916. Sesión del Colegio Electoral .. o.... o. o. oo. o...... o... . 477
5 de diciembre de 1916. 61iL sesión ordin~ria ....... ,., .. , ...... ",.,,:, ..... . 491
Habiéndose pasado lista, se declara que hay quórum y se abre la sesión .,,' ... 491
Se da lectura al acta del anterior y es aprobada sin discusión .,' ..... , .... ,., 491
El C. Antonio Norzagaray pide licencia para separarse por quince días con obje-
to de atender a su salud ' o . ' • • • • • • • • • • • • , • • • o • • • • • • • • , . ' • • • " , . , •~• • • • , 492
La presidencia comunica que mañana se repartirá el proyecto de Constitución. 492
1094
Pág.
Se abre la sesión. Lectura del acta de la anterior, que es aprobada con una modi-
ficación hecha por el C. Pedro R. Zavala .. , .. ", .. , ...... : .. , ._, .. , ., , . . 533
Se declara la nulidad de la elección del C. Enrique Medina por el 149 distrito de
Puebla ........................ ',' . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 533
El e. De los Santos pide que se presente el dictamliln acerca del 3er. distrito elec-
toral de" San Luis Potosí y algunos otros , .. " .. ,',., .. , ..... '." .. , ..... 534
Rinde la protesta de ley el C. Jesús Romero Flores, como diputado propietario
por el 169 distrito de Michoacán, Se levanta la sesión ., .. , ... , ..... , .. " 535
11 de diciembre de 1916. 8r¡. sesión ordinaria "." ......... ,'.... , .. , , ... , . . . . 537
1095
Pág,
11 de diciembre de 1916. Sesión del colegio electoral .,.""",' ....... ' .... ,. 551
Se abre la sesión y, dada la lectura del acta de la anterior, es aprobada sin
discusión ............ ' ...... , ' , ......... , ... , .. , , . , ..... , ..... , , . . . . 552
Sin discusión se aprueba el dictamen de la 1~ Comisión Revisora, que consulta la
validez de la elección hecha en favor de los CC. Enrique Suárez y Francisco
Rincón como diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 1er.
distrito electoral de Chiapas. Se hace la declaratoria respectiva ., ... ',.,. 552
Lo mismo sucede con el relativo a los ce. Carmen Sánchez Magallanos y Luis
Gonzalí, por el 39 de Tabasco ., ... , ................. , .. ,,' ...... ,..... 552
Igual para el relativo a los CC. Daniel A. Zepeda y Daniel Robles, por el 79
de Chiapas .......................................................... 553
Lo mismo para los CC. Rafael Nieto y Cosme Dávila, por el 49 de San Luis
Potosi ........................................................ ' . . . . . 553
Previa una aclaración, sucede lo mismo con los CC. Atenor Sala y Santiago
Ocampo, por el 29 de Tabasco, habiéndose Hamado al suplente por haberse
recibido la noticia de que el C. Sala no podrá concurrir ....... ""...... 554
La Secretaría continúa leyendo el dictamen respectivo, que en este caso pid~
la nulidad de la elección a favor ,del C. Fernando Vizcaíno por el lOQ dis-
trito electoral del Distrito Federal y la validez de la elección por el mismo
distrito en favor de los CC. Isidro Lara y Clemente Allende, como propie-
tario y suplente respectivamente ............ ', ....... ,., .. ,.,.'....... 554
Hablan en contra del dictamen los CC.,-ingeniero Madrazo, De los Santos, Al-
varez y Truchuelo y en pro del e. Bravo Izquierdo. El e. Cepeda Medrano
pide votación nominal que no se concede y en votación económica se recha-
za el dictamen de la Comisión ....... , ... ,' ............ ",.,'.......... 555
El C. diputado Epigmeo A. Martínez, pide se dictamine sobre las elecciones
del 14Q distrito de Puebla ....... , ..... ,.,., .. , ......... , ... ".,...... 561
Se levanta la sesión del Colegio Electoral y se reanuda la del Congreso ....... 561
Se resuelve que en la sesión de mañana se pongan a discusión los artículos
1Q Y 2Q del proyecto ..... , .. ,'... . , . , . , , . ' ............... , . . . . . . . . . 561
1096
PAg.
Se abre la sesión, se lee el acta de la anterior, que es aprobada previa una acla-
ración del C. Rosas y Reyes. Al ir a dar cuenta con los asuntos en cartera,
se suscita un incidente entre el C. Palavicini y la presidencia ". o • o o • • • • • 581
Se nombran ,comisiones para visitar al C. Enrique O'FarriU y para acompañar
a
a los ciudadanos diputados que van rendir la protesta de ley ........ o". • • 583
Rinden la protesta algunos ciudadanos diputados .............. o • • • • • • • • • • • • • 583
Se levanta la sesión . o •••••• o •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• o 583
Se pasa lista, se abre la sesión y se aprueba sin discusión el acta de la anterior. 585
El C. Chapa informa de su comisión ................ o o • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • 585
Se da lectura a los asuntos en cartera y a los dictámenes de los artículos 59,
89 Y 69 Y presta la protesta de ley el C. Lisandro López ... o • • • • • • • • • • • • • 586
Ocupa la presidencia el C. Cándido Aguilar y se pone a discusión el preámbulo
de la Constitución o ••• o ••••••• o •• o •••••••••••••••••••• o ••••••• o o • • • • • • 589
En votación nominal se desecha el dictamen. Se levanta la sesión ........... o 614
1097
p"
Reanudada ésta a su llegada, ocupa la presencia el C. Cándido Aguilar y se pone
a discusión el artículo 39 ......................................... ,.. 638
Funda el dictamen el ciudadano presidente de la Comisión y habla contra el
. C. Rojas. Durante su discurso es interrumpido por los ce. Ibarra, Palavi-
cini y otros, para hechos y mociones de orden y llamado dos veces "al orden
por el ciudadano presidente, leyéndose los artículos 105 del reglamento y
13 de las reformas a ·él. Termina haciendo una moción suspensiva, que es
desechada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 641
Hablan en pro los ce.
Calderón, Múgica y Román. Reclama el orden el C. Pa-
lavicini y se leen los artículos 96 y 99 del reglamento ................... 655
En contra el C. Cravioto y en pro el C. López Lira ... ' .................... ' . 658
En contra el C. Macías, siendo interrumpido por los CC. Céspedes, Epigmenio
A. Martínez y otros, para hacer mociones de orden, formular protestas y
rectificar hechos. Se levanta la sesión ................................. 667
Se a~re
la sesió~'y puesta a discusión el acta de la anterior, es aprobada previa
una aclaraclon .......................................... ,............ 683
El C. Robledo hace una moción de orden. El C. Castrejón informa de su con-
dición y la Secretaría avisa que no podrá concurrir el ciudadano Primer
Jefe, por sus múltiples ocupaciones ................................... 684
El C. Rafael Nieto pide licencia para dejar de asistir a las sesiones. Se le
concede .. ¡'" • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • 684
Se prosigue la discusión del artículo 39, haciendo mociones de orden los CC.
Nafarrate y Luis T. Navarro y contestando la Secretaría. . .. . .. . . . . . . . . . 685
En pro del dictamen, el C. Rosas y Reyes leyó un discurso; el C. Nafarrate
hace una moción de orden ............................................ 685
En contra del C. Chapa y hace otra moción de orden el C. Nafarrate .......... 691
En pro el C. Celestino Pérez .............................................. 694
En contra el C. Palavicini, siendo interrumpido por el C. Múgica, para un hecho
y dos interpelaciones; Rodríguez González, Aguirre, Calderón, Martínez
de Escobar y Nafarrate, para hecho y aclaraciones .................... 699
El C"Múgica hace algunas aclaraciones y termina pidiendo permiso para retirar
el dictamen y presentarlo modificado, siendo interrumpido por los ce.
Palavicini e Ibarra para aclaraciones y hechos .......................... 711
La Asamblea concede permiso para ello y se levanta la sesión. . . . . . . . .. . . . . . . 715
1098
Pág.
10~~
l>á~.
El e.
Fernández Martínez pide que se permita la entrada a las galerías a to-
las las personas que así lo deseen. Se concede la palabra al C. Rojas, para
contestar "alusiones personales. Durante su discurso interrumpido por los
CC. Aguirre, Chapa y otros, para rectificaciones, mociones de orden y pro·
testas . . . . ....................... '. .............. , . . . . . . . . . . . . . . 780
Se suspende el uso de la palabra al orador y, consultada la Asamblea, se re-
suelve dársela de nuevo .................. , ....... ,.................. 785
Después de leído el artículo 13 del reglamento, se concede la palabra al C. Cal-
derón . , ............... , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 786
Se lee el dictamen relativo al artículo 49 del proyecto y se pone a discusión.
El C. Silva interpela a la comisión y le contesta el C. Colunga. Hablan en
contra los CC. Ibarra y Andrade; en pro el C. Herrera .................. 787
Vuelve a ocupar la presidencia el C. Luis Manuel Rojas. Hablan en pro los CC.
Nafarrate, Colunga y Cepeda Medrana, y en contra los ce. Machorro y Nar-
váez ................... ' ....... ' ........ ' ........ ' ....... " ....... . 794
Se considera el asunto suficientemente discutido y se procede a la votación.
Es aprobado el artículo y se levanta la sesión ....... 802
Se pasa lista. Se abre la sesión. Se lee y aprueba el acta. Se da cuenta con los
asuntos en cartera .................................................. 803
Se lee un dictamen de la Comisión relativo al artículo 59 y una moción suspen-
siva de los ce. Aguilar, Jara y otros. Se aprueba la moción y queda reti-
rado el dictamen ................. ,................................... 804
Se leen y son aprobados por unanimidad en un solo acto, los artículos 10,
11 Y 12 " , . " " , " " ' " , , " " ' " , , ' , , , , , , , ' , , , , , , , , ' , , , ' . , . , ' , , , . , , , , 806
Consultada la Asamblea si se pone a discusión el artículo 79, se opone a ello
el C. Truchuelo y se acuerda que se discuta mallana. Se levanta la sesión. 808
1100
/
PAg.
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Pág,
Para hechos hacen uso de la palabra los CC. López Lira, Nafarrate, Jara y Dá-
valos y para interpelar a la Comisión el C. Silva Herrera, contestándole el
C. Recio. Habla en contra el C. Ibarra . , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 907
Los CC. Múgica y Reynoso hacen mociones de orden. El C. 1barra interpela a la
Comisión y el presidente de ella pide permiso para retirar el dictamen.
Se le concede ........................................................ 911
Tomando en cuenta la proposición para nombrar una segunda comisión, hacen
uso de la palabra varios ciudadanos diputados y la presidencia propone los
miembros que deban integrarla .... ",................................ 913
Hechas varias mociones de orden, aclaraciones y protestas, se suspende por
diez minutos la sesión, para ponerse de acuerdo los miembros de la Mesa. 914
Reanudada ésta, se propone una nueva candidatura, que es aprobada. Se levanta
la sesión ........................................................ 915
1102
Pág.
Se abre la sesión ..Se lee y aprueba el acta de la anterior. Se da cuenta con los
asuntos en cartera y con los dictámenes referentes a los artículos 44, 45
Y 48, señalándose día para su discusión ............................... . 1,059
Puesto a discusión el artículo 41, es retirado en vista de la moción presentada
por el C. Pastrana Jaimes ........................................... . 1,060
1103