2 Grupo Matrimonio en La Antingua Roma (Lectura)
2 Grupo Matrimonio en La Antingua Roma (Lectura)
2 Grupo Matrimonio en La Antingua Roma (Lectura)
TABLA DE CONTENIDOS
1. INTRODUCCION
2. JUSTIFICACION
3. El MATRIMONIO EN LA ANTIGUA ROMA
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6. EL CONCUBINATO, AMANCEBAMIENTO O UNIÓN LIBRE
7. EL CONTUBERNIO: ASUNTO DE ESCLAVOS.
8. BIBLIOGRAFIA
INTRODUCCIÓN.
La civilización romana fue una de las más, por no decir la más, poderosa que se halló
en la antigüedad en Mesopotamia. Esta surge en una península italiana con un
pequeño pueblo agrícola, llamado ciudad de Roma, localizado cerca al mar
mediterráneo y que con el tiempo se convertiría en uno de los mayores imperios que
el mundo antiguo haya conocido.
Esta gran potencia se centró principalmente en las familias, ya que estas fueron los
engranajes para el funcionamiento del imperio. Estas familias eran conformadas por
los padres y sus herederos, ya que la función de la familia era dejar herederos para
que roma siguiera extendiéndose. El “Paterfamilias” era la entidad máxima de la
familia, era él quien tomaba las decisiones en la familia y quien la lideraba. Para la
expansión de la familia, se usaba el matrimonio. Cuando los romanos inician con la
idea de matrimonio, era un acto que únicamente los patricios podían realizar; los
patricios podían ver el matrimonio como una alianza política. Después, el
matrimonio pudo contraerse entre romanos y plebeyos, gracias a la Lex Canuelia.
Aunque este vínculo no era eterno, ya que el divorcio, que favoreció a la mujer,
rompía el vínculo creado y así separar las dos partes.
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JUSTIFICACIÓN
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EL MATRIMONIO EN LA ANTIGUA ROMA
Antes, para considerar que una pareja estaba casada, no era necesario un acto jurídico
o religioso.
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del año 445 a.C. Pero, los extranjeros, esclavos y personas que practicaban la
prostitución, no podían contraerlo.
Augusto, primer emperador romano, tuvo ciertos problemas con la promulgación del
matrimonio. La fecundidad de las parejas se vio afectada por el plomo que se
encontraba en las tuberías, evitaban procrear más de dos hijos por la disputa de
propiedades y herencias y las patricias consideraban no casarse para no depender del
régimen de un marido, sino seguir bajo el mandato de su padre o de sus hermanos
quienes probablemente serían un poco más flexibles o dolientes que un marido.
Augusto, para que se retomara el matrimonio como un acto importante, decidió
establecer la Lex Lulia de Martidandis Ordinibus y Lex Papia Poppaea que
determinaron que los hombres entre los veinticinco y los sesenta años pertenecientes
al senado y al orden secuestre y las mujeres entre los veinte y los cincuenta años,
pertenecientes a las mismas entidades, debían, obligatoriamente estar casados; si
hombres y mujeres en las edades establecidas no tenían un acuerdo matrimonial
serían penalizados con el impedimento del recibimiento de bienes y/o herencias de
personas ajenas a su familia.
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menor y una mujer mayor pero, poco común. La edad en las mujeres, provocó el
fallecimiento de varias en los partos, pues el cuerpo no estaba totalmente
desarrollado y capacitado. El segundo requisito es, que solamente los ciudadanos
romanos libres podrían contraer matrimonio. El tercero, establece que
necesariamente debe haber un consentimiento por parte de los dos conyugues y el
ultimo, que también el Pater Familia debe dar su consentimiento.
Por otro lado, se instauraron unos impedimentos que si una de las dos partes los
asumía, no serían aptos para el matrimonio; por ejemplo, ser esclavos, haber
realizado votos de castidad, la castración, el rapto (cuando una mujer era raptada por
un hombre, no podían contraer el sacramento), el parentesco lineal (padres e hijos),
el parentesco colateral (hermanos), la religión (cristianos con judíos) y el adulterio
por cualquiera de las dos partes.
Antes del matrimonio, como hoy en día, se daba el noviazgo, en esa época un poco
diferente. El noviazgo, en latín Sponsalia, era la ceremonia donde se reunían las
familias de los dos conyugues, el novio brindaba a la novia algunos regalos y entre
esos, un anillo de hierro, que con el pasar de los años terminó siendo de oro, el cual
era puesto en el dedo anular de la mano izquierda, que tenía como significado el
vínculo entre este dedo y el corazón. Además se firmaba el contrato nupcial, donde
se establecía el monto de la dote. Posterior a esto, se realizaba un banquete y se
esperaban algunos meses y hasta dos años para celebrar el matrimonio.
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considerado el más adecuado y se fundamentaba en que la mujer permanecía bajo el
poder de su padre y era poseedora de herencias y bienes según su padre lo dispusiera.
Son las causas que se oponen a la celebración del matrimonio, están fundadas en
razones de parentesco, en consideraciones político-sociales y en la existencia de lazo
matrimonial anterior.
Dentro de las relaciones matrimoniales, la mujer participa del mismo rango social
del marido, aún cuando la condición de plebeya o libertina no se extingue en virtud
de su matrimonio con un patricio o un ingenuo respectivamente. Los esposos se
deben fidelidad y ayuda mutua.
“CUM MANUS” la mujer deja de formar parte de su antigua familia para entrar en
la del marido; este se hace propietario a titulo universal de todos los bienes que
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pertenecen a la esposa y de los que adquiera con posterioridad por su calidad de
“alieni iuris” = personas bajo el mismo dominio de otros.
LA DOTE
Se define como una donación hecha al marido para solventar los gastos del marido.
La palabra dote proviene de la latina dos, que deriva a su vez de dare (dar o
entregar), y originariamente constituía una auténtica donación que el marido
adquiría definitivamente, aunque en Derecho clásico ya no tiene tal consideración.
En efecto, en esta época se entiende por dote el conjunto de bienes que el marido
recibe del padre de la mujer, de la misma mujer o de un tercero, para ayudarle a
soportar las cargas del matrimonio (ad sustinenda onera matrimonii).
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(aliviar las cargas del matrimonio), no podía vender ni pignorar los fundos dotales
(según la lex Iulia de maritandis ordinibus), y sobre todo estaba obligado a
restituirlos a la mujer una vez disuelto el matrimonio. A la vista de esta ambigua
situación podríamos afirmar paradójicamente, que el marido es propietario de los
bienes dotales pero que éstos pertenecen a la mujer, "son suyos".
Justiniano puso fin a tal ambigüedad calificando definitivamente la dote como res
uxoriae (cosas de la mujer). Tilda de sutiliza legal (subtilitas legum) la adquisición
de la propiedad por el marido, y corrobora sin ambages que los bienes dotales
pertenecen en propiedad a la mujer, pudiendo interpretarse que las facultades del
marido sobre los mismos, corresponderían a las de un usufructuario.
Cuando el matrimonio era libre, esto es, cuando no iba acompañado de la conventio
in manum, se llamaban bienes parafernales (del griego pará = fuera y pherné =
dote) o extradotales, todos aquéllos que pertenecían a la mujer y de los cuales ésta,
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no habiéndolos constituído en dote, conservaba la libre disposición. La mujer podía
administrarlos por sí misma o encomendar al marido su custodia o administración,
como habitualmente ocurría. Los bienes parafernales que habían sido confiados al
marido, debían ser ineludiblemente restituídos a la disolución del matrimonio; a
este respecto, tanto la mujer como sus herederos podían reclamarlos con la acción
de depósito o la de mandato según los casos, o incluso mediante acción
reivindicativa, como propietaria que era de los mismos.
d) El divorcio
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Este tipo de matrimonio tenía tres formas de celebración.
1. CONFERRATIO.
El Confarreatio es la forma más antigua de celebración. Fue la única forma donde
podía estar presente un sacerdote quien debía ser hijo de una pareja casada de la
misma forma. Los sacerdotes que asistían a la ceremonia eran Los Flamen, que
representaban a Júpiter y Los Pontifices Maximi.
Se exigía la presencia de 10 testigos.
El momento consistía en los novios sentados uno al lado del otro con las cabezas
cubierta, apoyados en dos bancos cubiertos de piel de oveja, lo que se ofrecía como
sacrificio. El novio tomaba un poco de sal y una bola de espelta (tipo de cereal) y
daba una vuelta a la derecha del altar, poniendo los dos elementos en las manos de
los dos novios y así jurarle amor eterno a su futura esposa.
2. COEMPTIO.
El Coemptio era una venta simbólica, es decir, el hombre compraba a la mujer
dándole una moneda de plata y otra de bronce a cambio a su padre, lo que le brindaba
al hombre un equilibrio total. En este acto solo era necesario la presencia de 5
testigos.
3. USUS.
El Usus se basaba en la convivencia de hombre y mujer durante los 365 días del año;
si la mujer decidía deshacer el matrimonio, solamente debe dormir tres noches
seguidas alejada del novio y así quedará totalmente disuelto el compromiso.
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Los romanos tenían uno que otro rito para el matrimonio. La fecha y la ceremonia
son los dos más destacados y de los que vamos a hablar a continuación.
ELECCIÓN DE LA FECHA.
La cultura romana tenían ciertas fechas escogidas para la celebración del matrimonio
y otras en la cuales definitivamente era mejor que se realizara. Las fechas, no eran
fechas al azar, eran fechas con algún significado o en la que se celebraba otro
acontecimiento.
Por ejemplo, la fecha más favorable para un matrimonio era la segunda mitad del
mes de junio, época en la cual se daba el solsticio de verano, acontecimiento de suma
importancia para los romanos.
Por otro lado, las menos favorables, empezamos con el mes de mayo, desaconsejado
por ser el mes donde se festejaba la Lemuria (nombre de un supuesto continente
donde se apreciaba la existencia de Lémures o parientes cercanos). Entre el 13 y el
21 de febrero y el 1 y el 15 de marzo tampoco era aconsejable casarse, y por último,
los días en los que se abría la puerta del mundo, es decir, el 24 de agosto, el 5 de
octubre y el 8 de noviembre.
Estas fechas no eran obligatorias ni estaban prohibidas pero, el hecho de tener otras
celebraciones, probablemente más importantes, influía en la decisión de los invitados
en cuanto a asistencia. Sin embargo, las viudas optaban por realizar su ceremonia de
matrimonio en estas fechas para pasar desapercibidas.
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CEREMONIA
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Ahora pasamos al primer momento, el deductio. El deductio es una simulación de
secuestro por parte del novio a la novia; la novia se refugiaba en los brazos de su
madre y el novio trataba de quitársela. El acto anterior hace referencia al rapto de las
sabinas ocasionado por Rómulo en su gobierno.
Los niños o la esposa llevaban un huso y una rueca que simbolizaba la vida
doméstica. Los restos de la antorcha de espino que cargaba el niño, eran repartidos
entre los asistentes porque estos otorgaban longevidad (esperanza y duración de la
vida). Mientras la novia se avecina al su nuevo hogar, las personas que venían
acompañando a los novios gritan “Thalasse” (deidad protectora del matrimonio). El
novio recibe a la novia quien le ofrece fuego y agua. La puerta de la casa estaba
embadurnada con una mezcla de aceite de oliva y grasa de animal. Por último, la
novia entraba acompañada de su novio o de la pronuba evitando el tropiezo de alguna
de las personas porque no era una buena señal; cuando la novia entraba a la
habitación, se daba por terminado el segundo momento y la pareja estaba
oficialmente casada.
Cuando la mujer llega al hogar de su esposo se le conduce a los penates, donde están
los dioses domésticos y ahí ambos esposos ofrecen un sacrificio, hacen la libación y
juntos comen una torta de flor de harina mientras recitan oraciones en presencia y
ante los ojos de las divinidades de la familia, de ahí quedan asociados en el mismo
culto, ahora la mujer tiene los mismo dioses, los mismos ritos, las mismas oraciones,
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las mismas fiestas de su marido. El matrimonio ha desligado a la mujer de la familia
de su padre y ahora lleva ofrendas a los antepasados de su marido quienes se han
convertido en los suyos, el matrimonio ha sido para ella un segundo nacimiento. Al
día siguiente la novia vestía una stola de las matronas y se realizaba una ofrenda a
Lares y a Penates (genios protectores del hogar). Ese día también se realizaba un
banquete en el que hacían presencia únicamente los familiares de los recién casados.
En el siglo V a.C. se dio la elaboración de la ley de las doce tablas, en las cuales se
puede ver que temas de familia se concentraban entre la tabla IV y la tabla V, entre
los varios temas que se tenían se tiene el divorcio a favor de la mujer, para darle
efecto a este acto, la mujer abandonaba 3 días la casa conyugal.
Entre los romanos, había que distinguir si la disolución del vínculo era por voluntad
unilateral de uno de los cónyuges, en cuyo caso se llamaba repudio; del divorcio
propiamente dicho, que era una decisión conjunta y permanente de no continuar con
la comunidad de vida. Bonfante sostiene una opinión divergente. Nos dice que era
repudio si la decisión era tomada por el marido, y divorcio si partía de la mujer.
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El repudio fue una facultad exclusiva del marido, en la primera época romana cuando
lo habitual era el matrimonio “cum manu”, debiéndose dar razones fundadas para
ello, por ejemplo, por adulterio o graves injurias.
Con la expansión de Roma y el contacto con otras culturas, sobre todo la griega, el
repudio y el divorcio se hicieron mucho más frecuentes. Con los matrimonios “sine
manu” fue aún mucho más fácil disolver el matrimonio, siendo común recurrir al
repudio sin invocación de causales tanto los hombres como las mujeres.
Contra la mujer como causas de divorcio podía esgrimir el marido: Haber intentado
matarlo, que hubiera cometido adulterio, conspiración, que hubiera pasado la noche
fuera del hogar del marido o de su familia, reunirse con personas de sexo masculino
que fueran extraños; y por último, asistir sin permiso del marido, al circo o al teatro.
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El repudio sin causa no fue permitido por Justiniano que lo declaró ilegal. El mismo
emperador sin embargo permitió el divorcio sin culpa del otro cónyuge en algunos
casos, que según la Constitución del 542 fueron: que el marido fuera impotente, que
estuviera alguno de ellos cautivo, o que alguno ingresara en la vida monacal.
El divorcio por común acuerdo solo fue permitido si los esposos formularan votos
de castidad. Su sucesor Justino lo admitió, al quitarle todo castigo.
Los romanos tenían un vínculo muy fuerte con respecto a la familia, y para integrar
a la familia. Un problema muy grande con respecto a esta unión era, que después de
un cierto tiempo, cual fuese la causa, la mujer o el hombre podrían ser un caso de
adulterio, lo cual significaba una deshonra para la familia que sufría con este hecho,
ya que viola a lo que llamamos la fidelidad conyugal y por este motivo, la pena
romana hasta la lex lulia de adulteris coercendis, con esta se pretendía conservar en
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Esta manifestación legislativa creada por augusto, se dividió para dos grupos
sociales, por un lado los patricios, aristócratas y los integrantes de la familia aurea,
Esta ley le da el derecho al padre o al marido (sui iuris, cum manu) a matar a la hija
la sociedad romana, y una causa común de suicidio femenino era que fuesen acusadas
por ser adulteras. A inicios de estas reformas, la infidelidad era algo que se cohibía
remitente en este acto, y es con esto como se podía salvar el honor de la familia. Esta
práctica fue realizada hasta que augusto, pasó de convertir esta sanción en un crimen
publicum que de igual forma terminaría con la muerte de los adúlteros, pero haciendo
organizada a través de una quaestio de adulteriis, que pudo subsistir hasta finales de
la época clásica.
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Consistía en la convivencia conyugal de dos ciudadanos libres pero sin estar casados.
Como la dote es un requisito del matrimonio legítimo, en el caso del amancebamiento
no hay intercambio de dote, por lo tanto tampoco había una obligación de fidelidad,
siendo asimismo una unión separable en cualquier momento por la voluntad de
cualquiera de las partes, sin que esa disolución implique obligaciones económicas de
ningún tipo. En Roma había una serie de requisitos que debían efectuarse para que
el concubinato fuese válido. Son los siguientes:
1. Ninguna de las partes estuviese casado legítimamente, ya que en ese caso no sería
concubinato, sino adulterio.
3. Debe existir libre consentimiento por ambos integrantes y que, por tanto, ninguno
se vea obligado.
4. El concubinato debe ser de dos personas, y no más (es una relación monógama,
no una situación similar a un harén).
Esta clase de unión se da desde los tiempos antiguos de la Roma más primitiva,
aunque empieza a ser tenida en cuenta por la legislación ya citada en otros post de
Augusto a principios del Imperio. Desde aquel momento, se reconoce el concubinato
por ley y es una relación pública que socialmente no es necesario ocultar.
De cara a la descendencia, los hijos habidos del concubinato son considerados por
las leyes romanas hijos naturales, no legítimos. Es decir, los niños y niñas nacen ya
como sui iuris, fuera de la potestad de cualquier pater familias, y siguen siempre la
condición jurídica y social de la madre (si ella es ciudadana libre, si tiene rango
senatorial, si es ecuestre… los hijos serán lo mismo que ella).
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La transmisión fundamental del patrimonio se llevaba a cabo por vía masculina, por
lo tanto ser hijo natural y carecer de pater familias no era nada ventajoso para esos
niños. Más bien es lo contrario: era una tara social a la hora de progresar en la
vida, ya que ese niño o niña será una persona sin el apoyo de una familia paterna
dentro de una sociedad tan patriarcal como la romana; tendrá que medrar por sí
mismo sin amparo, sin apoyo económico ni profesional, sin posibilidad de herencia
paterna, etcétera, todo ello normal en un hijo legítimo de cualquier familia romana.
Por lo tanto, ser hijo natural de un concubinato era una desventaja que privaba a ese
hijo de los recursos que sí gozan el resto de ciudadanos.
La razón por la que los ciudadanos optaban por el concubinato, podían ser:
• Aquellas mujeres que recurrían a este tipo de uniones, eran mujeres de baja
extracción social que no tenían dinero para la dote. Por lo tanto, si ella quisiera
una pareja masculina, deberá entonces, marcharse sin ningún tipo de respaldo
económico, ni siquiera para el mantenimiento de la descendencia (a no ser que
él, de manera voluntaria, decidiese ayudarla de algún modo, pero por
generosidad, no por que estuviese obligado legalmente).
• En el caso de los hombres que optan por este tipo de convivencia, puede ser
que se tratase de aquellos que no desean un matrimonio legítimo debido a que
hay una gran diferencia social con la mujer a la que quiere. Podría tratarse
también, al hilo de esto, de casos de imposibilidad, ya que por ejemplo los
senadores tenían prohibido casarse con una liberta, pero no vivir con ella en
concubinato. Un tercer caso sería el de aquellos hombres que no desean tener
más hijos legítimos porque ya tienen suficientes como para garantizar la
continuidad de su estirpe y el reparto de su herencia.
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EL CONTUBERNIO: ASUNTO DE ESCLAVOS
Y es que los esclavos no tenían derecho a formar una familia, pero sí que se tiene en
cuenta la relación consanguínea de cara al futuro. Es decir, en caso de que fuesen
liberados a lo largo de su vida, sí que pueden saber de quién son hijos, especialmente
para que no se produzcan relaciones incestuosas, pero en ningún caso son
reconocidos como familiares legales por las leyes romanas.
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BIBLIOGRAFIA
1 Trabajos citados
(s.f.). Obtenido de https://siglosatras.wordpress.com/2010/05/14/el-concubinato-romano-ilegitimo-
pero-aceptado/
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